Iniciemos a la novia Boda Sangrienta (Ready or Not, 2019) es otro exponente de uno de los rubros más antiguos y extendidos del cine, el de la cacería humana, cuya génesis se remonta a la recordada The Most Dangerous Game (1932), obra de Irving Pichel y Ernest B. Schoedsack y en términos prácticos la disparadora de una andanada de películas que en las décadas siguientes incluyó a títulos tan disímiles como La Prueba del León (The Naked Prey, 1965), Wolf Lake (1980), Depredador (Predator, 1987), Carrera contra la Muerte (The Running Man, 1987), Hard Target: Operación Cacería (Hard Target, 1993), Batalla Real (Batoru Rowaiaru, 2000), Wolf Creek (2005) y 31 (2016), entre muchas otras. Disfrazado de comedia de terror y con una arquitectura también empardada a los slashers aunque con una sola presa, el film es un trabajo bastante rutinario que en sus dos primeras terceras partes se ahoga en diálogos y situaciones de manual para recién en el último acto levantar la puntería y la efervescencia. El catalizador es la unión entre Grace (Samara Weaving) y Alex (Mark O’Brien), miembro de una familia de la alta burguesía, Le Domas, que le impone a ambos formar parte de una larga tradición que el hombre conoce y la mujer no: luego de la boda en sí y a medianoche, toda la parentela -padres, hermanos, tíos, hijos- se reúne para que Grace saque una carta de una misteriosa caja de madera y participe del “juego” que el naipe diga, así la chica extrae una baraja que la invita a jugar a las escondidas pero no en su versión más clásica, sino con ella refugiándose en la mansión mientras los miembros del clan le dan cacería con armas antiguas ante los ojos de un Alex que pasa de la abulia melancólica a intentar ayudarla. La explicación para el asunto se remonta a un tatarabuelo que hizo un trato con una figura mefistofélica, el Señor Le Bail, en el que éste le dio riquezas a cambio de que cada nueva adición a la familia se entregue al divertimento sádico que dictamine la cajita en cuestión. A decir verdad ni los directores Tyler Gillett y Matt Bettinelli-Olpin, aquellos del bodrio Heredero del Diablo (Devil’s Due, 2014), ni los guionistas Ryan Murphy y Guy Busick, a los que tampoco se les caen demasiadas ideas, consiguen ofrecer algo mínimamente nuevo en una película que durante su primera hora se vuelve bastante redundante a nivel de los intercambios entre los ricachones y sinceramente no resulta graciosa para nada, salvo algún que otro chiste -encima repetido- como el de la burguesa cocainómana y torpe que mata accidentalmente a distintos personajes. Como en muchos otros opus de horror de medio pelo, Boda Sangrienta cae en la sonsera de que debe guardar todo el gore y la seudo locura para el remate final, circunstancia que nos condena a escenas pusilánimes que pretenden describir a los miembros de la parentela, de por sí un catálogo de estereotipos con patas cuya única “función” debería ser morir lo más rápido posible a manos de la heroína, Grace. Es más que evidente que lo mejor de la película es Samara Weaving, una hermosa actriz que ya pudimos ver en Mayhem (2017) y The Babysitter (2017), amén del pequeño rol que tuvo en Tres Anuncios por un Crimen (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, 2017), una australiana que logra cargarse el relato sobre sus hombros con cada una de sus apariciones en pantalla y hacer creíble al típico cliché de la ingenua destinada a abrirse paso con la furia que reclama el arte de sobrevivir, incluso rodeada de otros varios latiguillos del género en los campos femenino y masculino (tenemos personajes reventados, bobos, soberbios, dominantes, sensibles, infantiles, etc.). Sin llegar a ser mala o aburrida del todo, la propuesta desaprovecha la premisa de base para lo que podría haber sido un giro hacia la parodia social, enfatizando por ejemplo el componente parasitario de los ricos pretendiendo matar a cualquiera que ose ingresar a su clase social, y tampoco exprime demasiado el sustrato satanista/ fantástico/ esotérico de la obligación de celebrar la cacería en sí en plan de “iniciar” a la novia en el clan Le Domas, una movida que de profundizarse también podría haber insertado algo de variedad a un film que se queda en lo seguro y recién en el desenlace nos empapa de la querida sangre, esa que debería haber llegado mucho antes…
En el prólogo de Boda sangrienta (Ready or not) vemos una extraña cacería dentro de una mansión. No se sabe más, solo que la pobre víctima es perseguida por muchos, incluyendo niños. De ahí pasamos al presente, donde una joven novia se casará con un joven miembro de una opulenta y rara familia. ¿Dónde es la boda? En los jardines de la misma mansión. Una vez concretada la boda ella descubrirá que hay una antigua tradición familiar en la que ella deberá formar parte, esté de acuerdo o no. La familia es fanática de los juegos, pero el que están a punto de jugar parece bastante más siniestro que un simple juego de mesa. Mezcla de cine de terror y comedia, la película posee un fuerte humor negro y un espíritu gore ligero y divertido. Tal vez no haya nada más detrás de esta trama y se trate solo de un poco de diversión escalofriante. O quizás sea una manera graciosa de tratar la angustia de una persona cuando debe enfrentarse a la familia de su nuevo amor. Tal vez ni la familia ni el propio ser amado sean de confianza. Para cuando la película llega a su fin todo ha pasado tan rápido de forma tan divertida que se le perdonarán algunas limitaciones e ideas un tanto pobres. La película respira originalidad (aun inspirándose en historias conocidas) y ganas de entretener a lo grande, no mucho más.
Crítica emitida en radio. Escuchar en link.
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Si entrás al cine teniendo en claro de qué va la película, es decir que no sacaste la entrada enganchado sólo por el título de "Boda sangrienta" pensando que vas a ver terror puro o gore de lo mas inmundo....
La familia Le Domas, es una familia multimillonaria que a través de varias generaciones fue construyendo su fortuna creando nuevos e interesantes juegos de mesa. O sea, les gusta mucho todo lo que envuelva lo lúdico e ingenioso. Así que cada vez, que aparece un nuevo integrante para sumarse a su hermosa familia, luego de casarse, lo hacen participar de un juego al azar que resulta de la elección de una carta. A nuestra protagonista, la bella Samara Weaving (una actriz australiana, con un rostro con reminiscencias a Margot Robbie) le toca el juego “Hide and Seek”, o simplemente las famosas escondidas. Lo que al principio parece un simple y tonto juego, empieza a tornarse peligroso, cuando el verdadero objetivo es que ella muera antes de que amanezca. Película muy bien ejecutada por el tándem de directores Tyler Gillett, Matt Bettinelli-Olpin, quienes ya habían realizado películas de género, pero destacan con está que al momento es su mejor obra. Ambiente opresivo y humor negro, con una gran actuación de la protagonista, en donde nada debe tomarse en serio, y que si te gustan las emociones fuertes seguramente vas a salir satisfecho.
Hasta que la muerte los separe. Crítica de “Boda Sangrienta” de Tyler Gillett, Matt Bettinelli Durante la noche de su boda, una mujer recibe la invitación por parte de la rica y excéntrica familia de su marido para participar en una tradición ancestral que se convierte en un juego letal de supervivencia. Por Bruno Calabrese. Una mansión gigante, una familia adinerada y una tradición familiar forman parte de esta original comedia negra, plena de terror, sangre y mucho humor negro. Básicamente, “Boda Sangrienta” es un juego de alto riesgo de cazar al ratón. En este caso, el ratón es Grace ( Samara Weaving ) una niña adoptiva sin familia real, quien pensó que se había sacado la lotería cuando conoció a Alex Le Domas (Mark O’Brien), sin darse cuenta de que el soltero elegible podría tener una parentela perturbada y desordenada. El clan de sangre azul ultra rica y extremadamente inescrupulosa se une para encontrar a la nueva integrante de la familia. Además de su dinastía de dinero antiguo, la familia Le Domas tiene sus razones para realizar ese tradicional juego, que la película irá dilucidando con el transcurso. La cacería dará comienzo en la misma noche de bodas, con la particularidad de que los únicos asistentes son la familia del novio. La noche de bodas soñada no será tal, el patriarca Tony (un Henry Czerny demente) se encarga de armar a sus cuatro hijos, aunque Alex prefiere quedarse fuera del acecho de su nueva novia, otorgándole a cada uno un arma antigua, ya sea ballesta, pistola de bolsillo o una gran hacha de batalla. Aunque la madre de Alex (Andie MacDowell) y el hermano Daniel (Adam Brody) parecen un poco menos entusiasmados con la muerte de Grace, la mayoría tiene toda la sed de sangre por la oportunidad. Quien mas tiene es la tía Helene (Nicky Guadagni), un siniestro personaje que parece haber salido del oscuro mundo de Tim Burton. En “Boda Sangrienta” la violencia es exagerada, provocando risa cuando ciertos personajes son asesinados inesperadamente, y nuevamente cuando llega el momento de deshacerse de sus cuerpos, una fusión exacta que combina la crueldad de los sucesos con el humor. Comenzando inocentemente con matices espeluznantes, la comedia está allí desde el principio, pero comienza a funcionar una vez que la primera víctima de Le Domas es accidentalmente asesinada. Quien se carga el rol de heroina que luchará contra la sangrienta tradición de la familia rica es Samara Weaving (de sorprendente parecido a Margot Robbie). No es la primera vez que vemos a la actriz en una comedia de este estilo, ya sorprendió personificando a Bee, la niñera de la divertida y sangrienta “The Babysitter” (Está en Netflix, si no la vieron). Pero Grace no solo está tratando con los Le Domases aquí, también se enfrentará a toda la institución del matrimonio, y para sobrevivir a su noche de bodas, tendrá que derribar el sistema que la puso en esta posición. Ante lo cual, cada acto de autodefensa se vuelve simbólico, destruyendo los cimientos de una construcción social. Una despiadada familia rica, que cree tener el poder y la impunidad de hacer lo que a ellos se les plazca, sin ninguna consecuencia pero que no esperaba cruzarse con una novia implacable, acostumbrada a sobrevivir en el mundo real. Una lucha por la supervivencia oscura y original, “Boda Sangrienta” es delirante y despiadada; un combo de sangre y humor negro sumamente entretenido. Puntaje: 80/100.
Gore y comedia negra se conjugan a la perfección en esta película de la dupla Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett que comienza dentro del subgénero de noche de bodas y luego deriva hacia un juego de escondidas con una familia de psicópatas multimillonarios siguiendo una vieja tradición que consiste en cazar (sí, con “z”) a la novia de turno. Claro que nuestra heroína llamada Grace (Samara Weaving, que tiene un look que es casi un calco de la también australiana Margot Robbie) no se rendirá tan fácilmente y lo que sigue será un vertiginoso exponente de terror gótico (aunque la historia transcurre en la actualidad) en una descomunal mansión histórica y con personajes encantadoramente desquiciados: además de Weaving, se lucen Mark O'Brien (como el flamante esposo que se debate entre el amor por Grace y la lealtad con su familia), Henry Czerny (el padre), la gran Andie MacDowell (la madre), Nicky Guadagni (la excéntrica tía), Adam Brody (el hermano del novio) y varios integrantes más de un clan tan perverso como sádico. Quizás cada uno de los elementos de Boda sangrienta no sea particularmente novedoso si se lo analiza de forma independiente, pero todos ellos -en su conjunto y sobre todo en su sabia combinación- conforman un bienvenido festival de sangre y gags construido a partir de un humor negrísimo que se disfruta de principio a fin. Un impecable exponente de cine de género.
“Boda Sangrienta” (“Ready or Not” en su título original) pertenece a ese cuasi subgénero dentro del terror donde hay humanos cazando humanos. Dentro de esta categoría tenemos infinidad de ejemplos que van desde la pionera “The Most Dangerous Game” (1932) hasta “The Naked Prey” (1965) y las más recientes “The Purge” (2013), “The Hunger Games” (2012) y “The Belko Experiment” (2016). Lo interesante de la propuesta de esta dupla directora conocida por haber dirigido “Devil’s Due” (2014) previamente, es que el relato en cuestión mezcla el horror y el gore con el humor negro y varios momentos cómicos, dando a entender en el fondo que la cinta no se toma demasiado en serio a sí misma. El largometraje cuenta la historia de Grace (Samara Weaving) y Alex (Mark O’Brien), una pareja pronta a contraer matrimonio en la mansión de la familia del novio. Su excéntrico clan ha dedicado toda su historia a la fabricación de juegos de mesa, un negocio que los llevó a erigir una riqueza bastante importante. Durante la noche de bodas, ambos son invitados a participar de una tradición ancestral que empieza como una inocente “noche de juegos” y termina desembocando en un juego letal de supervivencia. Si bien la película no representa nada innovador a nivel narrativo, se despliega como un entretenimiento efectivo que asegura gags, tripas y sorpresas a lo largo de su hora y media de metraje. La pareja protagónica está compuesta por la comprometida y talentosa Weaving que ya había demostrado su histrionismo y talento en cintas como “The Babysitter” (2017) y “Mayhem” (2017), con la cual “Ready or Not” tiene varios puntos de contacto; y por O’Brien, otro que brinda un trabajo más que correcto. Completan el elenco Adam Brody, Andie MacDowell y Henry Czerny, entre otros, como miembros de esa peculiar familia acaudalada con la cual la película busca teorizar sobre los excesos de las altas esferas y sus delirios de grandeza e impunidad. Es ahí cuando la cinta toma vuelo, cuando se avoca a la parodia social. El film mantiene una sobria y funcional puesta en escena donde lo que más vale es el lucimiento de su protagonista femenina y los momentos de acción/gore mezclados con la comedia. Resulta intoxicante y atractiva esa atmósfera angustiante y perturbadora al mismo tiempo que es yuxtapuesta con la metáfora sobre el precio de la riqueza. “Boda Sangrienta” es un film correcto y entretenido sin demasiadas pretensiones que no presenta nada nuevo pero que se destaca por su talentoso elenco y por una realización impecable. Una de esas propuestas para disfrutar el fin de semana con amigos y un buen balde de pochoclo.
“Cuando me dijiste que tu familia era disfuncional… no pensé que era una banda de locos asesinos!!” Esta es una idea simpática y limitada que termina dando mucho mas de lo promete. Algo así como El Malvado Zaroff (The Most Dangerous Game) pero ambientada entre cuatro paredes. Samara Weaving se casa con el heredero de una familia podrida en plata, la cual hizo su fortuna en base a juegos de mesa. La costumbre familiar es que la novia, en la noche de boda, saque una carta de un cofre misterioso y tenga que jugar el juego que dice el naipe. El 99% de los juegos son inofensivos – ajedrez, backgammon, etc – pero la Weaving tiene la mala suerte de sacar la carta de “Escondidas”. Como la cara la delata, la Weaving piensa que esto es una estupidez extrema y desea complacer a su nueva familia política así que sale a esconderse. Lo que mas tarde descubre es que todos salen a buscarla… armados hasta los dientes y dispuestos a liquidarla a la primera oportunidad, sin importar si el novio está de acuerdo con las tradiciones familiares o no. La Weaving es la sobrina de Hugo Weaving (Elrond!) y, por lo visto, la cara de loca es hereditaria. Considerando la carrerita que se viene armando (la vi en una de zombies encerrados en un edificio de oficinas), la Weaving es seria candidata a convertirse en una scream queen, una reina del género de terror del bajo presupuesto – su caso es muy parecido a la de Fiona Dourif, hija de Brad, que tiene una cara de chiflada descomunal y la que vimos fugazmente (y ultrasacada) en Dirk Gently: Agencia de Investigaciones Holísticas, amén de participar con papi en algunos capítulos de la franquicia de Chucky, el Muñeco Diabólico -. La piba es fea, narigona, flaca, dientona y con ojos enormes de animé, pero tiene cierto mojo que uno disfruta cuando empieza a putear como camionero. Porque acá la novia no es una mina virginal e inocentona sino una piba media recia y malhablada, que al principio se desmorona al ver toda esa locura y después acepta las reglas del juego y se vuelve badass… aunque sea por un tiempito. Verla con el traje de novia roto y ensangrentado, con una bandolera de municiones y portando un rifle para matar elefantes te causa una impresión difícil de borrar. Por supuesto la premisa es estúpida y la única manera de ejecutarla de manera decente es convirtiéndola en una comedia. Mientras que las expresiones de la Weaving son impagables – al ver todas las atrocidades cometidas por sus suegros -, el resto no se queda atrás. La hija menor (Melanie Scrofano, de la serie Wynnona Earp) es una torpe de aquellas y mata a medio elenco al ser incapaz de operar como la gente las armas antiguas que deben usar para la cacería (y es una de las mejores cosas del filme). El siempre bienvenido Henry Czerny pone cara de asombro para todo, y una envejecida Andie McDowell prueba suerte en una comedia fuera de su zona de confort, en donde tiene sus momentos. Pero lo mejor es la tía Helene de Nicky Guadagni, una veterana pasada de maquillaje que parece salida de Los Locos Addams y que no duda en portar una hacha gigante a la hora de volverse medieval. Hay algunos shocks aunque la onda es el humor macabro a lo Tarantino donde la gente se despedaza por error, explota por el aire dejando un baño de sangre como si el cuerpo humano tuviera 100 litros de hemoglobina, y se hieren de las maneras mas bizarras como el agujero en la mano que se consigue la Weaving después de un encuentro “amistoso” con uno de los críos de la familia. Para agregarle contexto hay una historia flotando por ahí de cierto pacto diabólico que deben cumplir antes del amanecer, so pena de perder la fortuna y la vida de la peor manera. Si Boda Sangrienta es dispar, es porque en la última media hora se deshilacha un poco. Cobra un poco de energía en el clímax, pero no le alcanza para compensar el bajón. Eso no significa que sea una película mala en absoluto, pero si una que te entretiene bastante si te gustan las comedias de horror bien sangrientas, y si no te ponés a pensar demasiado en lo rebuscado de la premisa (¿para qué jugar a la cacería cuando podían drogarla sin llamar la atención, si lo único que precisaban es un cuerpo para un sacrificio humano?). Está ok, pero pienso que un Sam Raimi o un Peter Jackson (de sus comienzos de carrera) podrían haber hecho cosas mas salvajes con la premisa, y hubieran dejado una impresión mucho mas duradera.
Roja y radiante va la novia. El casamiento es el rito que da carácter formal a uno de los pasos -o ÉL paso- más importante en la vida de una pareja. La dupla de directores Matt Bettinelli-Olpin/Tyler Gillett utilizan este hito ceremonial como la base sobre la cual construyen Boda Sangrienta, una rara avis con partes iguales de terror, suspenso y humor negro. Grace (Samara Weaving) acaba de contraer sagrado matrimonio con Alex Le Domas, uno de los herederos de una fortuna cuya riqueza descansa en los hombros de la centenaria compañía familiar, fabricante de juegos de mesa clásicos. Tras la ceremonia en la mansión de su flamante familia política, Grace se prepara para su noche de bodas, pero los Le Domas tienen otros planes. Es su tradición jugar un juego de mesa, de su creación, junto a la nueva integrante del clan al finalizar el día de la boda. Si bien puede parecer una costumbre particular, la sorpresa de Grace será aún mayor al descubrir que el juego en cuestión consiste en sobrevivir hasta el amanecer evitando ser asesinada por sus nuevos parientes, temerosos de una maldición que podría caer sobre ellos si no llevan a cabo el sacrificio. Con este planteo, el relato se convierte en una odisea que combina todo el tiempo lo lúdico con lo macabro, ese entretenimiento morboso devenido en cacería humana, y sabe jugar todo el tiempo al límite del verosímil para sacar lo mejor de cada secuencia. Temáticamente guarda ciertas similitudes con Cacería macabra (You’re Next, 2011) de Adam Wingard, otra historia siniestra que involucra un clan de elite. Pero hay un detalle no menor: allí donde la clase alta era la presa, en Boda sangrienta se transforma en la cazadora. Al mismo tiempo es inevitable unir los puntos que la conectan con la actualidad social y política del Estados Unidos de la era Trump, una realidad en la cual las clases altas parecen disfrutar todos los privilegios que se son negados al resto. El espíritu anti-meritocrático de los antagonistas también dice mucho sobre las ideas volcadas en el guión de Guy Busick y Ryan Murphy. Samara Weaving hace un buen trabajo poniéndole el cuerpo a una protagonista femenina cuyo proceder va mutando conforme la trama va avanzando, y representa la antítesis del resto de los personajes: una chica de clase baja que vivió toda su infancia y adolescencia en hogares adoptivos, dentro de un universo que no hace lugar a construcciones sexistas: hay hombres y mujeres tanto fuertes como ineptos en igual medida, así como los hay ambiciosos y sorpresivamente compasivos. La mixtura de géneros logra que -en unos ajustadísimos 95 minutos- Boda sangrienta salte con habilidad y casi sin esfuerzo del terror a la comedia negra y del suspenso al absurdo total, en ocasiones deteniendo por completo la marcha para dar un golpe de timón que más de uno jamás anticiparía. Y que nadie se atreva a decir jamás que los casamientos son todos aburridos.
El “quién lo hizo” se subvierte en la propuesta para construir un apasionante relato de linajes, de mandatos y de dinero, manejando con un logrado pulso narrativo y un tempo que genera la atmósfera propicia para reforzar su origen lúdico, escapando a convenciones, fundándose en estereotipos, pero creando sus propias reglas para avanzar en su formato y su desarrollo. A destacar: la recuperación para el cine de Andie McDowell, que, curiosamente, se inicia en una boda (guiño a “Cuatro Bodas y un Funeral”).
Así como ciertas escenas de violencia de las películas de Quentin Tarantino pueden mover a la sonrisa o la risa, a veces nerviosa, Boda sangrienta hace que el horror pueda desestructurarnos. ¿Acaso esta película trata sobre los riesgos del matrimonio como institución? Quien se casa, ¿sabe bien en lo que se está metiendo? Grace, seguramente, no. La dupla Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, que hizo Heredero del diablo (2014), una mezcla de El bebe de Rosemary y Actividad paranormal no precisamente lograda, ahora redoblan su apuesta. Bueno, se despacharon con esta comedia oscura de terror, con mucho gore llegando al explosivo final, porque comienza -tras un prólogo que pone en clima- bien mansita. La familia Le Domas tiene cierta peculiaridad o, como muchas, un secreto. Alex, por algún motivo, le escapaba a reunirse con sus familiares millonarios, pero su novia insiste y, bueno, entonces ella tendrá que seguir la tradición. Cada vez que un nuevo miembro llega a la familia a través de un matrimonio debe pasar por una iniciación relacionada con un juego. Como los Le Domas amasaron su fortuna a partir de -precisamente- juegos, a Grace no le parece extraño que, tras la boda y ella aún vestida de novia, deba elegir una carta. Lo que no se imagina es que la carta en cuestión -pudo elegir otra, pero no, ella tomó ésa- la invita a jugar a un Hide and Seek (las escondidas) un tanto macabro. Grace debe esconderse, porque el resto de su nueva parentella no hará otra cosa que buscarla para asesinarla. Estamos, claro, del lado de Grace (Samara Weaving, de Tres avisos por un crimen, sobrina de Hugo -Matrix- y con cierto parecido a su compatriota australiana Margot Robbie) para que escape de esa enorme y antigua mansión, en verdad, un castillo lleno de recovecos, pasadizos y trampas. No en vano más de una o uno pasó por lo mismo que ella a lo largo de los años. ¿Sobrevivió alguien? Como dijimos, a medida que la noche, la trama y la película avanzan, la caza se va poniendo más feroz y oscura. No corre por las venas de Grace la misma sangre que la de los Le Domas, pero eso no quiere decir que sea menos valiente y/o inescrupulosa. Y, al correr de las horas, no se salva nadie. ¿Hay sirvientes o empleados? Los hay. Y también hay niños... Entonces, lo gótico se combina con lo siniestro, y justo, pero justo cuando parece que el asunto se le va a ir de las manos a la dupla de realizadores... Los amantes del género hallarán en Boda sangrienta resabios de Scream, y de la saga de El juego del miedo. Pero no es ni una ni la otra: prepárense para reír, sufrir y no quitarle los ojos. Si se atreven.
Con un espíritu festivo y nada pretencioso, Boda sangrienta se piensa como una farsa sobre varios de los temas en danza en las historias de terror: la familia como origen de los miedos y las terribles consecuencias de no pertenecer al mundo prometido. Esas ideas que las películas de Jordan Peele ( ¡Huye!) y Ari Aster ( Midsommar) visten de sofisticación, el eufórico experimento de Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett no solo las recrea en sus términos disparatados, sino que las tiñe de un gore aristocrático y medieval, celebrado en el seno de una familia de millonarios con ambiciones de privilegiada posteridad. Grace (Samara Weaving), huérfana de afecto, cree haber encontrado a la familia perfecta en la mismísima noche de bodas. Pero, como ya lo sabemos, las apariencias siempre engañan. Y es en el día de su casamiento, todavía vestida de blanco, cuando descubre que sus suegros han celebrado el más sangriento de los pactos fáusticos, en el que ella parece tener un papel estelar. Quizás el único defecto de la película sea asegurarnos una y otra vez la clave que la atraviesa, condensada en la desesperada frase de Grace: "¡Maldita gente rica!". Pero más allá de ese pecado perdonable, los directores asumen con desenfado un estilo lúdico que llega hasta el límite, heredero de los años del mejor terror de De Palma (con homenaje al final de La furia incluido) y de esa máxima de toda película sobre el miedo: no hay nada peor que la familia unida.
Pertenecer tiene sus privilegios. Y también tiene su precio. Uno que se paga con dinero o con sangre. De la propia o de la ajena. Eso es lo que propone este film del dúo de realizadores Tyler Gillett y Matt Bettinelli-Olpin. Y la idea también de que algunas fortunas (¿solo algunas?) tienen un origen dudoso, oscuro, cuyo mantenimiento requiere mancharse las manos cada tanto. Acá la fortuna en cuestión es la de la familia Le Domas, emporio familiar de los juegos de mesa, cuyo estatus de líder del ramo se establece en la primera escena en un largo paneo en el que se muestran cual trofeo los juegos emblema de la casa, aquellos que cimentaron su reputación y su riqueza. La idea del trofeo en esta familia no es azarosa. Grace (Samara Weaving), una joven de origen humilde, se casa con Alex (Mark O’Brien), uno de los herederos de la familia Le Domas, para sorpresa, diversión y en algunos casos disgusto de los parientes del novio. En la noche de bodas hay reunión de clan en la mansión familiar. Para cenar, festejar y darle la bienvenida al nuevo miembro pero también para realizar un ritual que se remonta a los orígenes del negocio. El ritual consiste en jugar uno de los juegos de mesa en el que la recién casada, o sea la nueva adquisición, deberá participar para finalmente ser considerada, ahí sí, parte de la familia. El juego se elige sacando una carta. Puede ser algo simple e inocente pero si se saca una carta determinada (la carta que obviamente va a salir) el juego es de vida o muerte. Grace va a tener que esconderse en los confines de la mansión hasta el amanecer mientras los miembros del clan armados salen a buscarla en una cacería cuyo resultado establecido es lisa y llanamente su muerte. Por supuesto este detalle no se le informa a Grace desde el principio y esta se va a enterar por medios contundentes e inequívocos que está metida en una carrera por su supervivencia. La idea de la cacería con presa humana tiene un antecedente ilustre en El malvado Zaroff (The Most Dangerous Game), el clásico de 1932 de otro dúo, el de de Irving Pichel y Ernest B. Schoedsack, que legaría un psicópata memorable en la figura de Zaroff (Leslie Banks), un millonario excéntrico y un cazador que prefiere la presas de su propia especie. Algo hay de ese planteo en Boda sangrienta y el goce perverso de los cazadores está presente. Sin embargo aquí los motivos de la cacería son menos deportivos y tienen más que ver con mandatos familiares, juramentos antiguos y maldiciones con consecuencias concretas si no se cumple con el rito tal como está establecido en tiempo y forma. Con una premisa así es imposible tomarse la cosa muy en serio y los autores no lo hacen. Y lo demuestran en su actitud desvergonzada e irreverente. Se le pide al espectador suspender en buena medida la credibilidad pero es un requisito que tiene sus recompensas. Boda sangrienta es una comedia muy negra y violenta que se ríe de todo sin culpa. Con personajes que están sacados desde el principio, mucha sangre, mucha mugre, muertes disparatadas y gags que pegan como un garrotazo. Además, por suerte, no respeta nada: ni la familia, ni el matrimonio, ni siquiera la inocencia de la niñez, ya que los niños de la familia son tan cretinos y sanguinarios como sus parientes adultos. Aún en este espíritu juguetón, se insinúan planteos interesantes y provocadores. La idea de que la asimetría entre cazador y presa se funda en una posición de poder que es básicamente una desigualdad de clase. Algo que se expresa explícitamente en boca de Grace cuando dice “los ricos son diferentes”. No lo dice como un elogio y el devenir de la noche le va a dar la razón. En el origen de ese poder económico y su mantenimiento hay un crimen cada tanto renovado. Una meritocracia bancada menos por el discutible talento de sus beneficiarios y más por la fuerza de las armas. Sostenida en el sacrificio que siempre es del otro, generalmente el de abajo y, por supuesto, cómodamente y sin riesgo. Es por eso que estos ricos sin escrúpulos se descolocan (y hasta se indignan) cuando la víctima se resiste con más fuerza y determinación de la que suponían. Un acierto es la protagonista, encarnada con mucha actitud por Samara Weaving, que se resiste con todas sus fuerzas al triste papel de presa y cordero del sacrificio. Alguien que no se calza el papel de damisela en peligro, que se planta con carácter y personalidad, se indigna, se rebela, putea mucho y devuelve el golpe. Con ese mismo espíritu, Boda sangrienta se planta como una película que se regodea en su provocación, que es a veces disparatada, brutal, muy divertida y disfrutable en su irreverencia. BODA SANGRIENTA Ready or Not. Estados Unidos/Canadá, 2019. Dirección: Tyler Gillett, Matt Bettinelli-Olpin. Elenco: Samara Weaving, Andie MacDowell, Mark O’Brien, Adam Brody, Henry Czerny, Nicky Guadagni, Melanie Scrofano, Kristian Bruun, Elyse Levesque, John Ralston. Guión: Guy Busick, Ryan Murphy. Fotografía: Brett Jutkiewicz. Música: Brian Tyler. Montaje: Terel Gibson. Diseño de producción: Andrew M. Stearn. Producción: Bradley J. Fischer, William Sherak, James Vanderbilt, Tripp Vinson. Producción Ejecutiva: Daniel Bekerman, Tracey Nyberg, Chad Villella. Distribuye: Fox. Duración: 95 minutos.
Hasta que la muerte nos separe El día más esperado de tu vida, puede convertirse en una verdadera pesadilla y en una bizarra comedia. Todas las novias tienen cierto miedo a la hora de querer encajar con su futura familia política, el famoso mito de la suegra mala, etc. Pero en este caso, esto es llevado a un terrorífico y gracioso extremo. Boda sangrienta (Ready or not, 2019), es un comedia negra con matices de terror, acción y gore que sigue a Grace (Samara Weaving), una bella y joven novia, enamorada de Alex (Mark O'Brien). Él pertenece a una familia acaudalada y excéntrica y ella, para ser aceptado realmente por dicha familia, deberá cumplir con una antigua tradición que se convierte en un juego mortal donde todos luchan por sobrevivir. Para ganar, de inocente debe pasar a convertirse en la más fuerte y estratega del clan. Los directores Tyler Gillett y Matt Bettinelli-Olpin presentan su estilo muy personal y creativo con Boda sangrienta, que se convierte en una cacería humana con reminiscencias a 12 horas para sobrevivir (The Purge, 2018). Es así que nos relatan, con un guion dinámico, esta historia que sucede en un solo día/noche en una misteriosa locación (la enorme mansión con pasajes secretos). Comenzando con un breve flashback informativo, para luego sumergirnos rápidamente en la historia, el inteligente y ágil guion, peca de predecible y por tramos cae en una meseta. Sin embargo, nos mantiene curiosos aun sabiendo lo que esta por acontecer, porque nos atrapa ver cómo se desarrolla la película articulada con una combinación de géneros que funciona, logrando mantenernos expectantes durante todo el film y pasar por diferentes estadios de ánimo. Una atmósfera acorde envuelve la construcción de personajes, sobre todo en la curva dramática de la protagonista. La ambigüedad en cada integrante del reparto se relaciona con los permanentes contrastes que dan forma a la historia. Boda sangrienta se construye sobre el miedo de la mujer a no ser aceptada por su familia política, se ríe de esta situación mediante la comedia negra de terror, y elabora un placentero festín sangriento.
Luego de dirigir conjuntamente V/H/S y Heredero del Diablo, Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett vuelven a los cines con Boda sangrienta, una comedia negra que se oculta dentro del terror más hollywoodense que puedas imaginar. Grace (Samara Weaving) acaba de cumplir uno de sus máximos deseos, casarse con Alex Le Domas (Mark O’Brien), un joven perteneciente a una familia de alta burguesía. En cada noche de bodas, esta extraña familia cuenta con una particular tradición: el nuevo integrante deberá participar de un juego de azar que consiste en retirar una carta de una misteriosa caja. Dicha carta determinará qué jugará la familia, junto al principal anfitrión, esa “noche mágica”. “Escondite” es el juego que el azar escogió para Grace, es así que nuestra protagonista pasa de ser una “casada” a una “cazada”. La novia, pensando que todo es un simple juego, se suma a esta tradición y se esconde en un lugar recóndito de la mansión. Al poco tiempo se da cuenta de que la familia de su marido sólo quiere “cazarla”. Es que un particular mito pesa sobre ellos: en caso de que salga “escondite” deberán matar al nuevo integrante, sino cada uno de ellos morirá. Es así que veremos a la protagonista correr de acá para allá (y enfrentar a quien sea) para salvar su vida de esta familia de psicópatas. A diferencia de sus anteriores películas de terror –en donde aprovecho para destacar V/H/S–, Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett desarrollan, en esta ocasión, un film en donde se burlan de este género y todos sus tópicos (cada vez vistos con más frecuencia). Siendo conscientes de ello, nos llevan y traen por una comedia negra en donde no pierden oportunidad para reírse de absolutamente todo lo que se muestra en pantalla (no sólo del género en sí, sino también de las “familias ricas” y de la figura de los suegros en cuestión). El principal problema de Boda Sangrienta es que se esfuerza tanto en burlarse de los clichés, que, inevitablemente, termina convirtiéndose en uno más. Su formula es tan pero tan repetida que es fácil anticipar que pasará en cada ocasión (sin ir muy lejos, los mismos personajes son quienes anticipan dichos acontecimientos), incluido el final y alguno de sus intentos de plot twist. En ningún momento nos encontramos con algún factor sorpresa que la haga destacar. Más allá de las risas (en muchas ocasiones incómodas) que nos sacará la película, Boda Sangrienta también tendrá momentos en los que nos podrá los pelos de punta (al fin y al cabo estamos frente a una protagonista escapando de un grupo que quiere acabar con su vida). Las ocasiones en que debe mostrarse como un film más “serio y aterrador” son eficaces pese a que se pueden contar con una sola mano. Logran tensarnos y que por un instante dejemos de pasarla bien (en el buen sentido). Si bien “marketineramente” se ubica dentro del terror, constantemente se burla de los tópicos que nuclean dicho género. Boda sangrienta es una película muy autoconsciente de sí misma y del lugar donde se ubica. Es entretenida y con un gran humor negro que nos divertirá aunque no nos sorprenderá.
Boda Sangrienta: Yo me quiero casar ¿Y usted? Con la estupenda Samara Weaving como protagonista llega a los cines argentinos esta película de terror divertida y sangrienta, para verla hasta que la muerte nos separe. Las costumbres sociales, o de las familias en general, a veces incomodan o disgustan. No importa cuanto lo o la ames, a veces los suegros o cualquier familiar de tu pareja te caerá muy bien o muy mal. Esto es lo que sufrirá Grace (Samara Weaving) pero a niveles extremos. Esta película de los experimentados directores en cortometrajes de terror Matt Bettinelli –Olpin y Tyler Gillett (VHS, Devil’s Due, Southbound) toman la historia de los no tan experimentados guionistas Ryan Murphy y Guy Busick (Castle Rock, Urge) en donde Grace, luego de casarse, tendrá una noche de bodas tratando de salvarse de un juego macabro que la familia rica Le Domas ha empezado. Entre alguna que otra risa, la sangre abarca toda la pantalla, entregando cosas ya vistas pero sostenidas por buenas actuaciones. La clásica pregunta que te haces al ver el tráiler, o al empezar a ver Ready Or Not (Boda Sangrienta), es ¿Cómo termina en meterse la protagonista en ese juego de “Hide and Seek” (Las escondidas) tan macabro? Es acá dónde quizá enflaquece la película, pero a la vez no. La historia se apoya en cierto humor satírico para sostener algunos huecos narrativos. Puede resultar algo incómodo ese humor en ciertos momentos, pero en otros calza perfecto, y cuando empezás a acostumbrarte disfrutas el camino sangriento que te presenta el film. Las simples preguntas que te harás en relación a la historia son respondidas a lo largo del film, a veces sin llegar a ser satisfactorias. Mucho diálogo entrega información del pasado, pero es algo aceptable debido a que toda la película sucede en solo esa gran casa. Una sola locación casi siempre indica que es una película con fondos bastante limitados. La iluminación dura de candelabros y velas que rodean cada cuadro de escena marcan las sombras de estos personajes entretenidos. Actuados de manera magnífica en ciertos casos, como la protagonista Samara Weaving, (The Babysitter, Mayhem) sobrina de Hugo, que con sus ojos celestes gigantes y una cara muy demostrativa entrega un papel maravilloso, entrañable, manejando la película como quiere. Aunque quizá por momentos esa violencia no está tan bien justificada, hay que dejarse llevar por el humor enloquecido que existe ante esta gente rica desquiciada. Otros a destacar son la madre del recién casado, interpretada por Andie MacDowell, y el padre, Henry Czerny haciendo de un asqueroso suegro. Además de Adam Brody entregando una buena actuación. Esa mirada en contra a la institución matrimonial se aprecia elegantemente, y por momentos se quiere tocar la cuestión del círculo familiar, de “todo lo que haga tu familia te parece normal a vos”, porque creciste así, no conociste otra cosa más. Hasta que te encontrás con el “amor de tu vida” y pensás que todo puede ser diferente a ese infierno que es tu casa. Pero este tema es solamente acariciado ante toda la sangre y divertimento que existe en la película. Llegando al final todo se vuelve un caos cruel y bellísimo de engaños o de lealtad, depende como se mire, apreciándose esa mirada ante las relaciones familiares. Los crímenes que pasaron y pasan en esta familia rica de la cual nos reímos de ellos, y con ellos, se ven envueltos en toda esa puesta en escena que parece antigua, pero atrapada en un mundo actual. Al igual que las costumbres familiares. Lo absurdo quizá explote de manera extraña, pero cuando llegaste hasta ahí, el viaje ya sucedió y no te arrepentís de nada. Podés pedir divorcio luego, pero lo vivido tuvo sus buenos momentos.
Casarse, tener hijos, una hermosa casa y hasta un perro quizás es lo que el típico sueño americano promete. Y a pesar de que toda familia es un mundo, Le Domas ya pasa esos límites y logra que el sueño se convierta en pesadilla. Generadora de una gran dinastía a través de siglos, la peculiar familia Le Domas es conocida por la creación de grandes juegos de mesa. Lo que el mundo no sabe es que para semejante dinero y reconocimiento tienen que entregar sangre fresca y fuera del ámbito familiar. Dirigida por Matt Bettinelli-Olpin y Tyler, "Boda sangrienta" está protagonizada por Samara Weaving, Adam Brody y Mark o' Brien. Con guión de Guy Busick y Ryan Murphy, el film va directo al grano sin vueltas ni complicaciones. Desde el momento cero estamos en sintonía con la trama y las distintas puestas de cámara logran que seamos parte de la atípica familia. Los elementos utilizados quizás no sean particularmente novedosos, pero este festival de sangre y gags están muy bien construido y se disfruta de principio a fin. Con respecto a las actuaciones, nuestro premio se lo lleva Samara ya que el in crescendo de su personaje es perfecto. Primero vemos a nuestra heroína toda dulce y simpática con un vestido de novia hermoso a punto de casarse, para luego encontrarnos con un personaje totalmente opuesto, rudo, sanguinario y vengativo. De igual manera todas las interpretaciones son buenas y muy distintas entre sí. Un poco de humor negro nunca viene mal y si le agregamos sangre junto con algo de locura, es aún mejor. En este caso toda la combinación es perfecta y está muy bien utilizada. Optimizar bien las escenas de sangre y humor es un trabajo un tanto difícil, pero en este caso los directores pudieron darle a cada momento su impronta propia. Dentro del género nada es sagrado ni serio. Para los creadores de "Boda Sangrienta", esto les permite darnos algo nuevo. Recuerden: si luego de una ceremonia de casamiento los invitan a un juego de mesa desde ahora en más hay que pensarlo dos veces. Por Keila Ayala
Boda sangrienta no sólo es probablemente el mejor estreno del género de terror que pasó este año por la cartelera sino que además sobresale entre lo más destacado que brindó la producción norteamericana en el último tiempo. Nos encontramos tal vez ante la última gran película que brindó Fox Searchlight, una división de esa compañía dedicada al cine independiente y la distribución de producciones de diversos países en los Estados Unidos. Cuesta bastante creer que en manos de Disney este sello mantenga en el futuro la calidad de los contenidos que ofreció hasta la fecha y muchos menos que financien una propuesta como la que concibieron en este caso la dupla de directores Matt Bettineli-Olpin y Tyler Gillet. En la casa del ratón Mickey aseguraron que Fox Searchlight seguirá vigente pero será cuestión de ver que hacen en el futuro para comprobar si cumplen con su palabra. Por lo pronto tenemos disponible esta gema que brinda un espectáculo muy entretenido gracias hacia una sólida combinación de géneros. Betinelli y Gillet fueron parte de la olvidable antología V/H/S (2012) y el bodrio de Heredero del diablo (2014), otra película mala sobre posesiones demoníacas. Evidentemente la musa de la inspiración abrazó a los realizadores porque Boda sangrienta es lo mejor que presentaron en sus carreras. En esta propuesta fusionan diversas ramas del horror como el slasher y las historias satanistas con una marcada presencia del humor negro que trabajaron como los dioses. A lo largo del relato nos encontramos ante situaciones de violencia extrema y un alto contenido de gore que pese a todo resultan desopilantes por todo el absurdo que rodea a la historia. Samara Weaving, quien parece la hermana menor de Margot Robbie, vuelve a sobresalir en una película de este género donde ya es una abonada habitual. Previamente se había destacado en The Babysitter (la redención del director McG) y Mayhem, otra producción independiente que presentó una buena combinación de géneros entre el horror y cine de acción. En este caso interpreta a una chica que cree que su vida está solucionada al casarse con un joven de clase alta. En la noche de bodas los padres del novio invitan a la pareja a formar parte de un ritual que representa una vieja tradición familiar y deriva en una experiencia de supervivencia para la protagonista. Los narración se desarrolla con un ritmo intenso que no decae en ningún momento y resulta muy atractivo por todo el delirio del argumento. Pese a las situaciones perturbadoras que tienen lugar y el contenido dramático que también está presente, los realizadores nunca se toman del todo en serio el relato y eso le otorga un marco especial al espectáculo. Boda sangrienta es esa clase de producciones donde uno suelta más de una carcajada ante hechos que son incómodos de ver y sin el humor negro generarían otra reacción. La interpretación de Samara Weaving es impecable por todos los estados emocionales que atraviesa durante la odisea que vive su personaje y con esta labor se consolida entre las nuevas figuras del cine horror de horror de la actualidad. Entre los miembros del reparto tienen sus buenos momentos Adam brody, Henry Czerny (Misión: Imposible) y Andy McDowell en una inusual aparición en una película de este tipo. Cabe destacar también el trabajo de Melanie Scrofano, la protagonista de la serie Wynona Earp, quien sorprende con una labor cómica en un rol que es la antítesis de la heroína que interpreta en la televisión. Dentro de la gran extravagancia que presenta el conflicto los directores se las arreglan para insertar cierta crítica social a las miserias de las familias adineradas, un tema que trabajaron mejor que Rian Johnson en Entre Navajas y Secretos, aunque ese es un tema para otra reseña. Hace mucho que no disfrutaba tanto una comedia de horror de este tipo y recomiendo que le den una oportunidad si son seguidores del género.
Hasta que la muerte nos separe. Están aquellos que, en su noche de bodas, después del fatídico “Hasta que la muerte nos separe”, lo pasan bomba aferrándose a su pareja bajo sábanas de satén sensual y quienes, en cambio, se ven obligados a esconderse en las habitaciones de una lujosa villa para evitar ser asesinado por la familia de la persona a quien, antes, le había prometido el amor eterno. Esto es lo que le sucede a Grace (Samara Weaving) en Boda Sangrienta (Ready or not, 2019), segundo trabajo de los estadounidenses Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett (V/ H/ S). La angustiada heroína de la función para convertirse en parte del imperio (o como se dice en película “reino”) de Le Domas, tendrá que someterse a un extravagante rito de iniciación que tiene que ver con lo que le permitió a su familia adquirida acumular riquezas: los juegos de mesa. Así, a la medianoche, y como si fuera una macabra Cenicienta, Grace tendrá que renunciar al codiciado “maratón sexual” con su Alex (Mark O’Brien) para participar en un juego, que ella misma extraerá de una caja mágica. ¿Qué será, será? El destino elegirá para ella el inocuo escondite (en inglés Hide & Seek) que en el hogar de esta familia Addams del nuevo milenio se convertirá en una auténtica prueba de supervivencia. A partir del inicio de la cuenta regresiva (acompañada de una acongojante canción de cuna que resuena desde el gramófono de la antigua residencia), comienza la búsqueda de la novia: hay tiempo hasta el amanecer para capturar a la mujer y sacrificarla por el bien del familia. El film, combina una notable serie de géneros cinematográficos, desde el thriller hasta la comedia de terror, desde lo grotesco hasta lo salpicado, con un resultado final muy entretenido aunque para nada perfecto. Divierte pero no enamora. El aspecto de suspense está vinculado a una trama con descuento que depende de un par de saltos en lugar de llamadas telefónicas. La trama va reciclando trabajos anteriores de terror disfrutable por lo que es muy aconsejable verla en grupo. Se echa en falta un poco más de mala idea, porque es de esas propuestas en la que estás deseando que el guión de giros y más giros y que la protagonista lo pase mal de verdad. Pero esto no es una pellícula de tortura y sufrimiento sino que se trata de pasar un buen rato sin florituras ni reflexiones. Lo major de la función sin duda es la protagonista, cuyo personaje, dramático e irónico, es, con mucho, el más convincente, capaz de cambiar de una novia feliz a una asesina despiadada, con un vestido de novia (para la filmación fueron confeccionados diecisiete por el diseñador de vestuario Avery Plewes) que constantemente sigue la evolución sangrienta del personaje, acompañada en su sangriento periplo por una muy interesante y ecléctica banda sonora, que abarca desde Love me tender hasta piezas de Beethoven y Tchaikovsky.
Lo que hace al film algo excepcional no es su premisa sino cómo decide olvidarse de cualquier tipo de corrección política en pos de la fuerza del relato. Encontrar hoy algo parecido a una verdadera película en el cine es complicadísimo. Así que cuando aparece una, hay que empujar con toda la fuerza posible. Este es el caso: verá que en la ficha dice “terror” porque hay asesinatos y sangre y oscuridad y suspenso y sustos múltiples. Pero en realidad es una comedia desaforada “disfrazada” de cine de terror, que tiene como tema las relaciones familiares. Hay una boda y la novia debe pasar por un ritual: ni más ni menos que su rica nueva familia política trate de cazarla con toda clase de armas. Pero lo que hace al film algo excepcional no es su premisa (que obviamente incluye vueltas de tuerca y sorpresas) sino cómo decide olvidarse de cualquier tipo de corrección política en pos de la fuerza del relato. Lo logra con creces, con actores que se divierten mucho con estas caricaturas (de hecho, es una película más cercana a Esperando la carroza -y también a Duro de Matar- que a El exorcista, ya que hablamos de géneros) y cooperan en generar el clima de extrañeza desaforada que la historia requiere. Es decir, no hay cabos sueltos: cada elección de puesta en escena suma sentido y efecto a lo que se narra. Ejemplo sustancial de cómo exprimir la inteligencia y el deseo de filmar son más importantes que el presupuesto para lograr una buena película.
"Boda sangrienta": el terror, el humor y la farsa En un vaivén entre el gore y el humor físico, la película gira sobre una familia muy disfuncional que combina el rito del matrimonio con otros bastante más siniestros. Dirigida por los novatos Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillette, Boda sangrienta llega precedida por una fama modesta. Se trata del título de Fox Searchlight –la empresa que utilizan los estudios Fox para producir “cine independiente”-, que ha recibido el lanzamiento más amplio a nivel global. Esa estrategia la convirtió en un producto lucrativo que lleva recaudados casi 60 millones de dólares con una inversión de apenas 6. La fórmula ganadora tiene su primer acierto en un elenco de gran eficacia dramática, pero que no incluye estrellas de renombre. Con excepción de Andie MacDowell, uno de los rostros más inolvidables del cine de los años ’90, quien más o menos desde entonces no ha vuelto a participar de una producción de alto perfil. Otra de las razones para que Boda sangrienta se convirtiera en un buen negocio es haber apostado por una historia que combina terror y comedia física, yendo del gore al slapstick de forma fluida. Que no siempre significa con éxito. El escenario elegido es la boda entre Alex, hijo menor de una familia rica, los Le Domas, que hicieron su fortuna a través de los juegos de azar, y Grace, una encantadora chica de barrio que ve a su excéntrica familia política con recelo. El clan incluye una tía siniestra, una hermana menor cocainómana casada con un empresario inepto y dos hijos despreciables, un padre tan extrovertido como ordinario y una madre fina que en principio parece ser la única que muestra cierta empatía por Grace. Además de Daniel, el hermano mayor, quien mantiene un vínculo protector con Alex. Todos los demás consideran a Grace una advenediza que solo quiere el dinero de la familia. Los Le Domas llevan al extremo el modelo de la familia disfuncional y desquiciada, como unos Locos Addams convertidos en miembros de una secta ritualista. Una suerte de familia Manson en cuyo seno convergen la torpeza y la culpa. Resulta que cada nuevo integrante de esta familia debe atravesar un rito de iniciación, que consiste en jugar el juego que elige una misteriosa caja mecánica. La mayoría de las opciones representan una mera formalidad, excepto si el juego que resulta elegido es el de las escondidas. En tal caso la familia debe cazar a la novia y sacrificarla antes del amanecer, ya que de no lograrlo todos ellos morirán trágicamente y de inmediato. El truco de superponer un rito tradicional como el matrimonio con un violento ritual diabólico da cuenta del tipo de humor que Boda sangrienta busca desarrollar. En ocasiones la película obtiene buenos dividendos de la irreverencia. Otras veces (las más), el asunto se torna más bien ramplón. Por ese camino el auténtico terror dura muy poco y enseguida se convierte en una pátina más parecida a una farsa, cuyos ingredientes nunca terminan de estar tan bien combinados como podrían. Sin embargo, al contrario de lo que ocurre en general con las películas de este tipo, acá lo mejor llega al final, con una escena que resbala hacia el absurdo como sobre un charco de sangre, ofreciendo los mejores impactos y ganándose las mejores risas.
Con premisa simple, actores desconocidos, una sola locación, apenas 135 minutos y solo 6 millones de dolares de presupuesto, Boda sangrienta es una de esas bombitas que nos regala el año antes de culminar. Claro, no es una obra maestra ni pasa cerca, pero es una muy buena propuesta para este género que mezcla el goré con la comedia negra. La película comienza con un prologo en donde vemos a varias personas persiguiendo a un señor con armas dentro de una casa. Luego saltamos 30 años en el tiempo donde Grace (Samara Weaving) está por casarse con Alex Le Domas, el heredro de una familia adinerada que hizo su fortuna con la venta de juegos de mesa. Lo que se entera Grace en su noche de bodas es que dentro de Le Domas existe una tradición en la cual cada vez que una persona se integra a la familia debe jugar un juego que sale al azar por unas cartas. Los juegos pueden ser comunes y corrientes como el ajedrez o puede ser “el escondite”, lo que parecería ser una simple esconidas, pero no. “El escondite” implica que los miembros de la familia deben cazar a ese nuevo integrante para entregarlo como una ofrenda en un ritual antes del amanecer, si, al igual que sucedió en ese prólogo. Y para la mala suerte de Grace ese es el juego que debe jugar, por lo que con el paso del tiempo, se dará cuenta que lo que parecía tan simple tenía una siniestra vuelta de tuerca cuando ve a toda la familia de su reciente esposo queriendola cazar. Boda sangrienta es una película que vale la pena ver, sobre todo cuando uno quiere despejar su cabeza y ver algo entretenido y que no requiera mucha atención. No tenemos giros dramáticos ni situaciones que merezcan el razonamiento del espectador. De hecho dura apenas una hora y media y da la sensación de que pasa aún más rápido y sin escenas de relleno de más.
Nuevamente se pone en marcha el juego del "gato y el ratón" con el marco de una mansión gótica -no es casual que la coproductora sea la mítica Hammer- y con una serie de persecuciones que funcionan como crítica a sórdidos placeres aristocráticos. Boda sangrienta comienza con una cacería en el pasado en la que están involucrados niños y salta al presente con una boda prometedora. La joven novia Grace -Samara Weaving- se integra a la excéntrica familia de su nuevo esposo Alex -Mark O’Brien- pero pertenecer a Le Domas tiene sus riesgos. Al casarse, ella deberá cumplir con una tradición que se convierte en un juego mortal y tiene la mala suerte de sacar la peor carta. Este es el punto de partida de la película dirigida por Tyler Gillett yMatt Bettinelli-Olpin -quienes vienen de VHS y Heredero del diablo- que deambula entre el pasado explicando gustos y emprendimientos de la familia y un presente sangriento con un clan muy parecido a una secta que parece salida del mismísimo infierno. El rostro de la siempre eficaz y reaparecida Andie Mc Dowell se convierte acá en la amenazante madre Becky junto al marido Tony -Henry Czerny- y lideran a un grupo de psicópatas que se lanzan armados a cazar a su presa. También es de temer la tía Helene -Nicky Guadagni-... El relato, que recuerda a Huye! - salvando las distancias - donde el novio afroamericano conocía las verdaderas intenciones de los padres y de su prometida, se sumerge en una combinación de comedia negra con suspenso y terror ambientada en los lúgubres pasillos de la mansión en cuestión. Hay una escena -muy lograda- desarrollada en la cocina de la casona que también trae sus fantasmas como en el viejo Hotel Overlook. Si bien los directores ponen el acento en las persecuciones, la desconfianza y el tono oscuro en la primera parte, escogen luego algunos gags que desdibujan la peligrosidad de algunos personajes pero el clima de tensión se mantiene hasta el final. Boda sangrienta no es una genialidad y echa mano a recursos ya vistos, con estética gore incluída, pero mantiene la intriga con esta mujer ingenua de armas tomar, enfundada en su roto y manchado vestido de novia acompañado por zapatillas, que no duda en transformarse en una cazadora cuando de sobrevivir se trata.
Grace (Samara Weaving) se casa con Alex, miembro de la acaudalada familia Le Domas, excéntricos fabricantes de juegos. En su noche de bodas, Grace debe cumplir con una tradición familiar y elegir una carta al azar de una caja misteriosa. Esta tradición se remonta a los orígenes de la dinastía y a un pacto misterioso que dio lugar a la fortuna familiar. En la carta aparecerá el nombre de un juego que deberá jugar con sus nuevos parientes. A ella le toca “Hide and Seek” (“la escondida”). Lo que Grace no sabe es que además de buscarla la familia debe matarla antes del amanecer. Boda Sangrienta es una película que mezcla comedia, terror y acción. Es difícil decir si uno de estos géneros predominan por sobre los otros. No es una película cuyo fin sea generar horror en el espectador, pero logra algunos momentos de tensión. Tiene algunas imágenes gore, pero con un fin principalmente cómico. El humor es una constante en toda la película, no posee momentos dramáticos o reflexivos marcados. Por otro lado, desde que la cacería se inicia, predomina la acción física. Quizás esto es lo más logrado de la película. El argumento avanza a golpe de persecuciones, mutilaciones y huidas imposibles. Samara Weaving recibe porrazos, disparos, caídas y accidentes de autos como el mejor de los héroes de acción. Sin necesidad de un uso marcado y demagógico de la lucha feminista, el personaje de Grace se presenta como una mujer imparable, que aguanta tantos golpes como los que da. Y lo mejor es que el guion de la película estira este recurso hasta el último momento, sin miedo al absurdo ni pretensiones de “seriedad”. Un poco más flojo es el uso del humor y el horror. Pretende ser una comedia negra, pero recurre a gags simplones y obvios. Falta acidez e ingenio. Tampoco llega a niveles extremos con el humor negro, como sí lo hace con la acción. Lo mismo pasa con el componente gore. Hay, si, pero queda tibio. Parece que la violencia se hubiese medido para ganar el favor de los amantes del género, pero sin perder los horarios centrales de las salas de cine. Es una lástima porque la película podría haberle sacado mucho jugo a estos elementos, pero la cosa queda a medio camino. Es una película que podría haber sido de culto pero se siente como entretenimiento mainstream para un sábado de súper acción. Quizás si Boda Sangrienta se hubiese hecho en Gran Bretania, estaríamos frente a una nueva Shawn of the Dead. O bajo la dirección de un español podría haber quedado algo cercano a la factoría de Álex de la Iglesia. Una lástima. Boda Sangrienta presenta una premisa original, pero le faltó combustible para convertirse en una película que trascienda el ser un entretenimiento pasajero. No obstante, ofrece buena acción y una buena performance por parte del elenco, en el que sobresalen Samara Weaving y el regreso de la semi-desaparecida Andie MacDowell (la de “Hechizo del tiempo” y otras películas de los 80s, aunque ahora hace publicidades de crema anti-age). Como dato de color, el trasfondo de la familia, es decir lo que se esconde tras la boda, recuerda a lo que ocurre con la familia del novio en la película argentina “Claudia” de Sebastián De Caro. Aunque en ese caso está manejado con mayor sutileza.
LA FAMILIA DE MI NOVIO Boda Sangrienta, gran mezcla de terror y sátira social El terror se pone nupcial de la mano de esta comedia negra sobre una familia y sus particulares rituales durante la noche de bodas. El horror, como género, puede ser un gran vehículo de crítica social (gracias George A. Romero), de un análisis profundo sobre la naturaleza humana (gracias también a ustedes Jordan Peele y Ari Aster) o simple divertimento cinematográfico. Su relación con el humor no es azarosa, ya que cuanto más opuestos son estos géneros, mayor es el impacto de la historia. “Boda Sangrienta” (Ready or Not, 2019) encaja orgullosamente en esta última combinación, llevando las relaciones familiares a extremos insospechados, tan sangrientos como hilarantes porque, ¿quién no ha tenido un desacuerdo con sus suegros/yernos/nueras y pensamientos excesivos de por medio? Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, quienes ya pasaron por la antológica “Las Crónicas del Miedo” (V/H/S, 2012), nos meten de lleno en la familia Le Domas, quienes lograron amasar una enorme fortuna en base a la creación de juegos de mesa y otras inversiones. La parentela está a punto de darle la bienvenida a una nueva integrante, Grace (Samara Weaving), jovencita que creció en casas de adopción y ahora sólo quiere pertenecer. El origen humilde de la chica no es tan bien recibido, pero sí el hecho de que este matrimonio trajo de vuelta a casa a su futuro marido Alex (Mark O'Brien), quien durante años se mantuvo alejado de sus padres, Tony (Henry Czerny) y Becky (Andie MacDowell), y de sus hermanos Emilie (Melanie Scrofano) y Daniel (Adam Brody). ¿Los motivos? Las extrañas tradiciones familiares, las mismas que ahora debe honrar para sumar a Grace a su vida. ¿Acuerdos prenupciales? No, como parte del ‘ritual’, Grace está obligada a jugar un juego que se determina al azar sacando una carta de una pintoresca cajita. Alex trata de impedirlo, pero los lazos de los Le Domas tiran un poco más. ¿Qué tiene de malo una partida de Estanciero o Pictionary con tus suegros durante la noche de bodas? Bueno, además de lo extraño que puede sonar y la falta de intimidad marital, poco y nada, pero la novia no tiene peor suerte que elegir “Las Escondidas”, aunque con un giro bastante retorcido. Sin saberlo, Grace se convierte en objeto de una cacería familiar dentro de la mansión, un sacrificio que debe llevarse a acabo antes del amanecer porque así lo determina este rito que arrancó con Victor le Domas -bisabuelo de Alex-, quien hizo un trato con un tal Le Bail, un hombre misterioso que le ayudó a crear este pequeño imperio. Antes de que pueda procesarlo y darse cuenta de que es la presa, Grace tiene que buscar un escondite y lograr sobrevivir lo más que se pueda. La vida no la preparó para convertirse en víctima, así que decide dejar sus miedos atrás y, al menos, no facilitarles las cosas a sus suegros y compañía. Lo primero es la familia “Boda Sangrienta” mantiene esta premisa sencilla y se sostiene gracias a sus extravagantes personajes, una protagonista que da pelea y nos obliga a mantenernos de su lado minuto a minuto, y mucho humor negro recargado de gore, porque ese es el objetivo de sus directores y de los guionistas, Guy Busick y R. Christopher Murphy. Acá, el entretenimiento lleva la delantera, pero también un misterio que se extiende hasta el final porque no sabemos si esta gente sigue un ritual sobrenatural inevitable, o sólo son una manga de ricos con caprichos mortales. A Grace no le interesa descubrirlo, y en parte a nosotros tampoco, porque sólo queremos que la chica llegue lo más intacta posible al comienzo del día. En el medio, cada uno de los Le Domas deja entrever su lado más oscuro, sus dudas ante la lealtad familiar y su sed de sangre. La clave del éxito de este relato es Samara Weaving, quien la viene remando desde hace rato, pero acá tiene todas las oportunidades para lucirse. También, la acción que nunca se detiene y las violentas (y bizarras) situaciones que deben atravesar los protagonistas, no siempre aptas para estómagos delicados. Lamentablemente, la película falla cuando intenta ponerse seria y explotar sus momentos más dramáticos. A veces funcionan, a veces no, pero la mayoría resultan anticlimáticos. Blanca y radiante va la novia Bettinelli-Olpin y Gillett se guardan algunas sorpresas para el final y no se contienen, lo que suma un poquito de aire fresco después de una estructura que se vuelve un tanto repetitiva por momentos -¿hay forma de evitarlo en medio de esta cacería?-. Lo mejor, sigue siendo su irreverencia y su humor, su pequeña crítica a las clases más acomodadas y sus pequeños (no tan pequeños) caprichos, así como a la institución del matrimonio, no siempre tan ‘sagrada’. Lo bueno es que “Boda Sangrienta” sabe lo que es y lo que pretende. No intenta ser “¡Huye!” (Get Out, 2017) ni un episodio de “El Juego del Miedo” (Saw); desde su lugar de film independiente quiere entretener con una propuesta diferente, demostrando que el terror y el humor hacen tan buena pareja como un choripán con chimichurri.
Terror en serio, pero comicidad al mismo tiempo. Una novia perseguida por la familia del novio, atrapada en un ritual tan chorreante de sangre como nuestro titulo (en inglés es “Ready or not” listo o no) pero realizado y concebido con picardía e ingenio. Todo comienza con una boda familiar, el novio se muestra incómodo con su familia, ella insistió en estar con los suyos, es una hija de padres adoptados y añora pertenecer realmente a un núcleo propio. Por eso banca los gestos de rechazo más que evidentes de parte de esos poderosos que no la aceptan y después la consideraran, simplemente, como carne de cañón. Porque el film es ferozmente gracioso, los perseguidores no son eficientes, ni fríos asesinos, pero aunque cometen errores igual son potencialmente peligrosos y determinados. En el fondo, gente muy rica que hará cualquier cosa para mantener sus privilegios, literalmente. Obvio que la película no es sutil, pero entre la cacería, las armas, los errores y la sangre derramada se impone la burla y el exceso. La protagonista es vital, Samara Weaving (muy parecida a Margot Robbie) despliega su talento. Va de la ingenuidad a la ferocidad, de la incredulidad a la peor certeza, de la inocencia a ser de armas tomar. El resultado es un entretenimiento constante, con suspenso, risas, momentos de gore, torpezas siniestras y la acumulación de errores para que esta “familia muy normal” trate, a pesar de todo, de cumplir con el ritual que podrá salvarlos… En el elenco brillan Adam Brody, Andy MacDowell, Melanie Scrofano. Los directores Mat Betinelli-Opin y Tyller Gillett una sociedad artística que no se inhibe ante los desafíos del genero, con los guionistas Guy Busick y Ryan Murphy forman un gran equipo.
Al día de hoy persiste el debate sobre si el cine debe ser reflexión, entretenimiento o ambas. Si bien la respuesta varía dependiendo de cada espectador, una cosa es clara: una película debe ser, por lo menos, lo que promete el trailer. Si lo que se promete es una película entretenida, y no más, ¿para qué se le va a echar en culpa el no reflexionar cuando esa no es su búsqueda? Ese parece ser el caso de Boda Sangrienta. Hasta que las muertes nos separen. Si el trailer promete una hora y media de persecuciones, sangre y humor negro, pero por otro lado no ofrece mayor profundidad psicológica, emocional o temática que la necesaria para motivar el aspecto interpretativo, ¿la hace una película superficial? O mejor dicho, ¿esa superficialidad es un defecto? No, para nada. Boda Sangrienta es una película completamente despojada de pretensiones, y ese detalle es el que la hace completamente entretenida. No busca desafiar ni busca renovar lo establecido, pero no por eso va a aburrir. Las escenas de acción son sendas, bien planteadas, todas con un toque de comedia para sazonar. Los obstáculos son claros y le hacen la vida imposible a la protagonista a cada momento, teniendo un sostenido manejo de la tensión. Es una película que no pierde el tiempo y nos deja en claro a quién querer y a quién odiar. No hay medias tintas, ni es la película para tenerlas o exigirlas. Temáticamente hablando, aunque son claras sus funciones de entretenimiento puro, la película ocasionalmente tira una pizca de crítica a las clases sociales más altas. Pero solo una moderada. Si bien es debatible la dimensionalidad de la familia antagonista, la manera en que son caricaturizados da un poco de gracia porque en el fondo, cuando nos imaginamos su desdén hacia aquellos que consideran inferiores, el retrato que nos hacemos en la cabeza no es muy distinto del que presenta Boda Sangrienta. Todo esto cuando no se hace mención a las rencillas internas entre los propios miembros de la familia, denotando una codicia igual de caricaturizada, pero no por ello menos entretenida. En materia actoral, Samara Weaving se lleva al hombro un eficiente protagónico. Una interpretación con chispa, carisma y seguridad. Una interprete hábil, pero que en el contexto del cine de género consigue brillar todavía más. Una final girl que está muy lejos del estereotipo de la mujer indefensa. A Weaving la acompañan una ácidaAndie McDowell, muy alejada de las contrapartes románticas por las que fue celebrada; Henry Czerny, como un histriónicamente macabro cabeza de familia; y Adam Brody en una sobria e irónica interpretación como un miembro de la familia frustrado con sus excéntricas tradiciones. En materia visual, Boda Sangrienta sigue los cánones esperables del género, destacando por la abundancia de sombras y unos decorados que rozan lo gótico, no solamente en el diseño de interiores en sí, sino en su paleta de colores. Es necesario señalar cómo la película se las ingenia para crear ambientes lúgubres con el simple parpadeo de una fogata.
Texto publicado en edición impresa.
Una desquiciada costumbre familiar “Boda sangrienta” (Ready or not, 2019) es un thriller de horror y comedia negra dirigido por Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett. Con un guión a cargo de Guy Busick y Ryan Murphy, el reparto incluye a Samara Weaving, Mark O’Brien, Nicky Guadagni, Adam Brody, Melanie Scrofano, Henry Czerny, Andie MacDowell, Elyse Levesque, entre otros. Tuvo su premiere mundial en el Festival Internacional de Cine de Fantasía que se realiza en Canadá. La historia se centra en Grace (Samara Weaving), una joven que se acaba de casar con Alex (Mark O’Brien). En la noche de bodas, Alex le cuenta a Grace que, para que ella sea aceptada en su familia de clase alta, debe realizar una iniciación a través de unos juegos de mesa. Cuando Grace se reúne con los Le Domas, el padre de Alex la incentiva a sacar una carta de una aparentemente impenetrable caja. Para mala suerte de Grace, a ésta le termina tocando el juego de las escondidas, carta que no salía hace 30 años. Sin saberlo en un principio, Grace tendrá que hacer lo posible por no toparse con ningún Le Domas hasta el amanecer, ya que las escondidas en esa mansión no son para nada usuales. Son pocas las veces en las que a la cartelera llegan películas lo suficientemente originales que, sin tomarse en serio a sí mismas, logran un buen producto cinematográfico mezclando géneros. Este es el caso de “Boda sangrienta”, un filme que entretiene, mantiene la tensión y a la vez consigue hacer reír en sus cortos 95 minutos. Con un espléndido diseño de la gran mansión donde transcurre casi toda la acción, sumado a un buen uso de la iluminación, este thriller nos presenta a una familia disfuncional que está a un nivel inimaginable de locura. Con pocas y rápidas explicaciones al comienzo del filme sobre por qué los Le Domas se desenvuelven de una forma tan descabellada, el recorrido que atraviesa Grace para intentar sobrevivir es muy atrapante, haciéndonos retorcer de dolor en un par de ocasiones. A pesar de que ciertas situaciones se notan muy beneficiosas para que la película continúe su curso, y que en el tercer acto algunos personajes cambien de parecer sin razón aparente, es Samara Weaving la que da todo de sí para que nos siga interesando la trama hasta el final. De un panorama feliz y acogedor, Grace pasa en minutos a tener una pesadilla impensada, donde cada Le Domas representa un peligro inminente por su vida. La actriz australiana ya tenía experiencia en filmes de este estilo (hizo “The Babysitter”, una cinta alocada de Netflix), por lo que aquí queda confirmado que el género le sienta a la perfección. Sumamente bizarra, en especial en su desenlace, “Boda sangrienta” es una opción a tener en cuenta si se quiere pasar un buen rato con amigos. Sin dudas, las particularidades de la familia Le Domas sacarán más de una risa.
La historia del cine está llena de películas que combinan terror y comedia con buenos resultados. Desde clásicos como La danza de los vampiros de Roman Polanski hasta algunos títulos de Sam Raimi, ambos géneros se conjugan para meter miedo y hacer reír al mismo tiempo. Y si a esta mezcla se le agrega un toque de sadismo lúdico autoconsciente con reminiscencias góticas de la productora Hammer, como es el caso de Boda sangrienta, mejor. La comedia de terror gore dirigida por Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett llega precedida por elogios del público y de la crítica. Y se comprende el entusiasmo, ya que el filme se da el lujo de jugar de la manera más desprejuiciada, sangrienta y cruel con sus personajes, además de mostrar cierto ingenio formal y entregar un par de escenas memorables. La película protagonizada por la australiana Samara Weaving (de rostro parecidísimo al de la también australiana Margot Robbie), como la novia/heroína/final girl víctima de una familia de millonarios desquiciados, es un divertido chisporroteo de sangre con gags efectivos y situaciones de alta tensión filmadas con espíritu clase B, sentido del suspense y mucho amor por productos como los de La dimensión desconocida. Una joven pareja acaba de casarse y la novia tiene que cumplir con un antiguo ritual de iniciación de la excéntrica familia del novio, que consiste en jugar un juego mortal creado por un tal LeBail. Grace, la novia, tiene que sacar una carta de una caja pequeña y jugar el juego que le toque. Es así como, al tocarle el juego de las escondidas, la muchacha tiene que esconderse y los miembros de la familia tienen que cazarla, literalmente, antes de que amanezca. A Grace primero la casan, luego la cazan. Y como toda persecución a lo gato y ratón, llega un momento en que no se sabe muy bien quién caza a quién. La clave de Boda sangrienta es que, ante la inverosimilitud de su argumento, la dupla de directores logra que la propuesta sea un sólido, aunque no brillante, desenfado de risas y situaciones desesperantes. Saben cómo sacarles provecho a los momentos más humorísticos, logrando que el sadismo se vea alivianado por la comicidad. Algunas escenas se destacan por la pericia con la que están construidas, por el timing, por la economía narrativa y por la acertada fotografía. El pecado es que la excesiva y notoria autoconciencia deja la sensación de que nada importa demasiado. Lo positivo es que, si bien el desenlace se deja adivinar, el giro final es una gozada total, sobre todo para el público exigente en materia de géneros de bajo presupuesto y alto flujo sanguíneo.
EL TERROR DE LAS ESPOSAS Nunca deja de ser curiosa la sobreestimación que tienen del acto de casarse los estadounidenses. En realidad, más que del casamiento hablamos de la boda, esa idea de la noche, que por alguna razón, debe ser ideal, perfecta e irrepetible, cargando de una de las tantas decisiones de la vida de una solemnidad incontenible que se traduce en una monumental ansiedad. Por eso las películas que se centran en bodas deambulan el límite imaginario que marca lo anterior. ¿Qué es más importante?: ¿la vida o la boda perfecta? A priori digamos que hay grises, o que es más complejo. Boda sangrienta es sobre un casorio que sale irremediablemente mal, entre una chica común de los suburbios (Samara Weaving que, entre otras cosas, protagonizó la divertida La niñera de Netflix) y un chico rico que reniega de su excéntrica familia. La noche de bodas, la familia del novio invita a la novia a jugar un juego de iniciación, el problema es que dicho juego implica, lamentablemente, matar a la novia para perpetuar una tradición familiar. Así de turbio todo, la película (al igual que el tráiler, al igual que la sinopsis) nos pone en situación de peligro inmediatamente junto a Grace (la novia), porque lo que les interesa a los directores Tyler Gillett y Matt Bettinelli-Olpin es acumular secuencias de tensión, violencia y sobre todo humor. Boda sangrienta es, ante todo, una comedia, y gran parte de que funcione muy bien como tal, es por el buen elenco que tiene: no sólo la expresiva y divertida actuación de Weaving, también destacan buenos momentos de Andie MacDowell y del bueno de Henry Czerny, que interpretan marido y mujer, jefes de la familia en cuestión. Por otro lado, la clave del humor particular que maneja la película es la sensación de extrañamiento constante que nos transmite; víctima y victimarios parecen nunca terminar de entender muy bien lo que está pasando, y de hecho alguno de los segundos se meten en esta cacería ritual muy a su pesar. Estamos además ante una película bella en el sentido fotográfico, un apartado que muchas veces el cine de terror de cierto presupuesto estándar olvida, pero que cada vez más películas tienen en cuenta con seriedad. Pienso en exponentes recientes como La bruja, El legado del diablo o El conjuro 2 y también Anabelle 3. Todas películas que tienen una coherencia estética fácilmente reconocible, lo cual además ayuda a la construcción de climas. Los climas son lo más importante en el cine de horror, todos lo sabemos. El gran desafío de Boda sangrienta probablemente sea mantener nuestro interés durante la hora que le queda luego de la presentación de su premisa, y eso es algo que logra con solidez. El montaje paralelo que salta entre lo que intenta la víctima y lo que traman los victimarios está bien dosificado por un montaje más que correcto. La trama, por otro lado, desemboca en un final que yo imaginaba podía tener dos posibilidades, sin embargo el final verdadero nos ofrece todas las posibilidades, cuestión que puede parecer un poco pecho frío, pero que funciona bien porque aprovecha para encajar dos de los mejores gags de toda la película.
¿Qué tanto se puede ensuciar un vestido de bodas? Los realizadores Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillet parecen tener la respuesta: lo que sea necesario, mientras el resultado sea memorable. Y es que Ready or Not, la nueva propuesta de género que marca el segundo trabajo como realizadores de los mencionados, es un grácil entretenimiento que hace brillar a sus mayores aciertos, danzando con habilidad entre ser una suerte de muy sangriento thriller de supervivencia y una desopilante comedia negra, siempre teniendo en mente su carga de sátira social.
Algo tardíamente, finalmente llega a las carteleras locales, "Boda sangrienta", sorpresa de terror del año, de Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, una comedia negra salvaje y violenta que no se priva de un mordaz lenguaje sobre la clase aristócrata más déspota. ¿Existe alguna situación de mayor nerviosismo y posible incomodidad que conocer a la familia de la pareja? Imagínense si se le suma que la misma tiene un instinto asesino y planea aplicarlo hacia nosotros en un juego de cacería. Esto es la que sucede en la descabellada y divertida "Boda sangrienta", la nueva película de los directores de "Heredero del diablo". El cine de género muchas veces es utilizado como “pantalla” para hablar de otras cuestiones que van más allá de la pura matanza o el vértigo de la acción. Desde el miedo a las invasiones extranjeras, a las consecuencias de un comportamiento desviado, todo puede pasar por el tamiz de una “simple” película de terror. Films como "La noche de la expiación", "Hostel", o "Society", entre muchísimos otros, ya se han adentrado en el morboso mundo de los placeres de la clase alta. "Boda sangrienta" vuelve sobre esos pasos y lo hace de un modo liviano, divertido, y punzante a la vez. Las familias aristocráticas pueden tener tradiciones antiquísimas que desconocemos, los Le Domas no escapan a la regla. Grace (Samara Weaving) va a casarse con Alex (Mark O’Brien), a la par que conocerá a sus suegros, cuñados, y la tía mayor – y matriarca – de su esposo. En ese mundo en el que el tiempo parece haberse detenido, en donde nos cuesta darnos cuenta que la historia transcurre en la actualidad y no en una ambientación victoriana o del Siglo XIX; Grace está nerviosa al no saber si será aceptada en ese círculo social tan cerrado al que pertenece la acaudalada familia de su esposo. La boda se oficia con alguna incomodidad menor, pero pronto las tradiciones del grupo interrumpen la ansiada noche de bodas que pasarán en la mansión familiar. Para ser integrada al círculo familiar, los Le Domas cumplen un simpático ritual en el que todos juegan algún juego elegido al azar sacando una carta por el propio nuevo integrante. Son todos juegos inofensivos, tonterías, salvo uno ¿Pero qué posibilidades hay de que salga la carta para jugar a las escondidas? En efecto, ante la familia reunida en el salón, Grace extrae el naipe que resulta ser el de la escondida. Ella deberá esconderse en algún lugar de la casa, su suegro contará, y luego toda la familia saldrá a buscarla. Hay un detalle, un giro, luego de que Grace se esconda con el deseo de finalizar esta pavada rápidamente y pasar a la intimidad con su reciente esposo; cada integrante de la familia escoge un arma (desde ballesta, hacha a escopetas) y saldrá a encontrarla como reza el tradicional juego, pero cazándola y matándola. Sólo si llega viva al amanecer será aceptada por la familia. Por supuesto que harán todo lo posible por impedirlo, Grace debe ser entregada en sacrificio, su destino está sellado. Así de absurda e ilógica es "Boda sangrienta"; o mejor dicho, poseedora de una lógica interna. Porque una vez que se acepta cómo son las cosas, todo tiene sentido en esta historia en la que cualquier cosa puede pasar. Como buena familia de clase alta, los Le Domas entienden que el resto son seres brindados a su utilidad. Hasta el mayordomo entra en ese juego como uno más. Eso sí, las que están debajo de él, las sirvientas; esas sí pueden ser carne de cañón. Están convencidos de que deben cumplir con ese rito para mantener su poder y status, y preservar el linaje. Son tan temerosos de perder lo que creen que les pertenece por herencia histórica. Tampoco se llevan del todo bien entre ellos, obviamente. La codicia, los juegos de poder, los celos, y la pelea por los bienes familiares, también se dirimen esa noche en la que todo se saldrá de control. Porque Grace no será un hueso fácil de roer, o una presa fácil de cazar. "Boda sangrienta" hace uso de todos los clichés posibles, los integrantes de esa familia son caricaturescos, y Grace es la mirada de espectador. Desde la tía desquiciada (o más psicótica aún que el resto) a la cuñada estúpida y cocainómana, hay de todo en esa jungla numerosa. Los suegros también son de temer, entre el desprecio y la indiferencia. Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett tienen como antecedentes segmentos de los fallidos films colectivos "V/H/S" y "Southbound"; así como el olvidable (mejor olvidarlo que recordarlo) y tardío exponente de found footage sobre posesiones "Devil’s Due/Heredero del diablo". Sí, el CV no es muy alentador, pero con "Boda sangrienta" finalmente dieron el clavo, en gran parte gracias al ingenioso guion de Guy Busick y Ryan Murphy (que no es el de "Glee", "Nip/Tuck", "AHS", y "Comer- Rezar-Amar") al que le otorgaron, ritmo, tensión, y vértigo. Tan sangrienta como graciosa, "Boda sangrienta" es una salvajada de principio a fin, que no se toma nunca en serio, y hace de esa cosa delirante un arma muy positiva. Por el tono, la mecánica familiar, y el ritmo salvaje, es imposible no pensar en esa joya subvalorada que es You’re Next/Cacería macabra. De hecho Grace es una final (u only) girl muy similar a lo que era el aguerrido personaje de Sharni Vinson, Erin, en el film de Adam Wingard. También, llegado el momento, recordará a "Cabin in the Woods/La cabaña del terror". Producción chica (para ser algo que proviene del mainstream), aquí la historia transcurre (casi) en su totalidad puertas adentro de la mansión, y hace de ese encierro un elemento favorable. El estilo muy british, ese limbo en el que todo parece de siglos pasados pero hay cámaras y celulares, y los diálogos de una fuerte irrealidad – por lo menos para el espectador promedio de clase media – , parecieran estar saliendo de una versión deforme (¿más realista?) de "Downton Abbey" o un film de James Ivory. Samara Weaving, que ya había demostrado ser una gran villana en "The Babysitter", ahora se ubica del otro lado del mostrador, y otra vez demuestra que el terror es lo suyo. Gran Scream queen, gran mujer empoderada. Entre la familia nos vamos a encontrar a Andie McDowell, que parece estar siempre volviendo. Esta vez en plan suegra asquerosa, alejada de sus personajes angelicales; una mujer que acata el patriarcado. Verla sigue siendo un placer, posee mucha clase. "Boda sangrienta" es de esas películas tapadas que hay que descubrir. Sin mucha publicidad, sin plantearse como una gran producción; logra una montaña rusa de entretenimiento sin freno, con gran manejo del suspenso y la tensión, sumado a los litros de sangre derramada sin culpa. Una perlita que no conviene dejar pasar.
Entre el homenaje a los viejos films de terror de la productora Hammer, con aquellas neblinas y climas fantasmagóricos, el terror gótico y el festival gore, Boda sangrienta es una buena noticia. En verdad, una comedia negra (muy negra) que arranca en el abismo: el casamiento de Grace con Alex Le Domas, el heredero rebelde de una familia millonaria. El poder de los Le Domas viene de la industria de los juegos de mesa, e incluye un juego macabro: cuando llega un nuevo integrante, como la joven Grace, debe sacar una carta. Un ritual, en un castillo, que se convierte enseguida en una pesadilla cuando Grace saca la carta equivocada y descubre, más pronto que tarde, que las escondidas son en realidad un corre por tu vida, con la familia rica y estirada de su enamorado persiguiéndola con todo tipo de armas antiguas en mano. Son un puñado de personajes tan psicopáticos como simpáticos, entre los que la ambigüedad del novio destaca como elemento inquietante: ¿porqué no le contó a su amada la verdad?, ¿dónde está puesta su lealtad, ¿para quién juega? Si una maldición ancestral amenaza a la familia y les exige sacrificios, no habrá para Grace misericordia. Con mucho humor, negro y autoconsciente, y una fantástica heroína, la australiana Weaving, Boda Sangrienta arma, con poco, una película entretenida, inteligente, y muy graciosa.
Boda Sangrienta es entretenimiento garantizado. Graciosa y delirante en partes iguales, la construcción del relato consigue la fuerza necesaria cómo para crear un campo totalmente veraz que también se ve reforzado y reflejado en la elección de su actriz principal. Samara Weaving es una actriz que desde hace algunos años viene asomando como una de las revelaciones más grandes en cuanto a actuaciones se refiere. Ella, hija de Hugo Weaving, ya estuvo en algunas producciones de bajo presupuesto como The Babysitter (2017) y Mayhem (2017) en donde sendas tramas parecieran que van por un lado y al final todo se torna mucho más bizarro y extravagante o comúnmente ahora llamado “falopa”, termino que hoy por hoy se usa mucho para definir aquellas películas que no tienen un aspecto distintivo sino que mezcla varias características para lograr una entidad propia. Y como se ve que ella tiene predilección por este tipo de films, ahora le toca protagonizar Boda Sangrienta (Ready or Not, 2019) una película escrita por Ryan Murphy y Guy Busick, y dirigida por Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, que cuenta la historia de Grace (Samara Weaving) y su futuro matrimonio con Daniel Le Domas (Adam Brody), el menor de una familia adinerada que supo construir una fortuna inconmensurable gracias a la comercialización de juegos de mesa. Si bien parece haber diferencias entre Grace y la familia desde un primer momento, la decisión de celebrar la boda parece ser inflexible al igual que una antigua tradición por la que todos los nuevos miembros de la familia deben pasar y esa antigua costumbre hará que Grace termine reconsiderando seriamente el si que dio en el altar. Mas que nunca ella deberá ser una mujer de armas tomar, antes que todos los Le Domas las agarren primero. La ventaja primordial que tiene este tipo de películas es muy clara y muy celebrable, el hecho de ser una producción que no se toma en serio a sí misma o a los diferentes géneros que abarca logran establecer desde un primer momento que la película va a jugar con el espectador de una forma muy poco solemne y transitando un camino totalmente absurdo como encantador y disfrutable. El guion hace que todo esto sea posible gracias a la combinación casi perfecta de elementos dramático-familiares, comedia, terror, acción y suspenso. A lo largo de su poco más de hora y media, la película no deja de ser entretenida ni divertida pero si es verdad que hay algunos lapsos en donde esa “liviandad” argumental se ve alargada en cuanto a desarrollo por motivos que poco tienen que ver con la esencia de la historia. También el punto que puede considerarse más flojo es cuando deja de lado el ridículo e intenta tomarse el terror como género preponderante, da la sensación de que cuanto más en serio se toma un aspecto peor le sale. A pesar de esas únicas “manchas” la película no demuestra muchas más falencias y todo lo que bien se construye en el relato toma su punto máximo de delirio en los últimos 15 minutos con una escena tanto memorable e increíble como delirante. Ya es hora de que a Samara Weaving se la considere como a una de las grandes actrices de su generación. Esta película logra demostrar que el papel protagónico le sienta de maravilla y se nota que a ella le gustan éstas obras. Samara está impecable en su papel y en su rol, pasando de perseguida a perseguidora y su mejor cara se ve cuando ya todo es un desquicio y cuando el caos abunda (algo que repite de sus trabajos anteriores). El resto del elenco acompaña de la mejor manera a la protagonista pero ninguno logra estar al mismo nivel que ella, de hecho llega un punto que la cantidad de personajes es demasiada y hay algunos que sólo están de relleno, con diálogos que poco aportan salvo alguna pequeña interacción. En éstas películas a veces la coralidad del elenco suele ser perjudicial para el guion por la necesidad implícita de darle participación a todo el cast. Boda Sangrienta termina siendo una de esas películas en donde es imposible pasarla mal. Gracias a su poca solemnidad y al aprovechamiento total de la versatilidad de su actriz protagónica, se logra consolidar una obra que demuestra que el cine no tiene porque abocarse a géneros puntuales sino también jugar entre ellos y concretar historias para que el espectador logre pasar un rato de diversión y entretenimiento absolutos.
Una atractiva y divertida comedia de horror Los realizadores de “V/H/S” dirigen esta película de humor negro no apta para espectadores impresionables La joven y bella Grace está a punto de vivir el día más feliz de su vida y también el más terrorífico. Tras celebrar una boda íntima en la inmensa y gótica mansión de los padres de su prometido, una antigua tradición pondrá a la novia en medio de un sanguinario juego en el que su familia política intentará darle muerte mientras la persigue por los laberínticos pasillos del lugar. Samara Weaving arranca el filme “blanca y radiante”, pero no tendrá inconvenientes en mancharse las manos a lo largo de esta atractiva y divertida comedia de horror del subgénero “noche de bodas” que muta en un slasher ultra gore muy original, fresco y divertido. Los directores Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett llevan junto a la novia un macabro juego de escondidas en el que cada rincón, cada sótano, cada lugar oscuro depara una sorpresa. Con mucho humor físico (secuencias dignas de un cartoon), personajes excéntricos y una admirable dirección de arte y fotografía, Boda sangrienta cautiva rápidamente. Más allá de que el metraje es corto y dinámico, los realizadores presentan el conflicto rápidamente y se reservan varios giros argumentales a la largo del mismo, por lo que el espectador nunca deja de sorprenderse. Sin un ápice de solemnidad, otro atractivo del filme radica en lo creíble de las actuaciones: Samara Weaving realiza un tremendo trabajo físico (a la altura de las mejores “reinas del grito”) y es acompañada por un elenco muy sólido en el que todos tienen su momento de lucimiento. Desde la sorprendente Andy MacDowell (en un registro alejado al de su filmografía), pasando por Henry Czerny hasta Mark O’Brien como el novio que se debate entre el amor y el sanguinario mandato familiar. A pesar de nunca renegar del género, es fácil leer entrelineas y reconocer en el filme una sátira que se burla de las diferencias de clases y del matrimonio como institución que debe respetar ciertos votos, incluido el paradójico “hasta que la muerte los separe”. Sin arroz, ni vals, esta Boda sangrienta, sin dudas se convertirá para los amantes de las emociones fuertes en una “fiesta inolvidable”. ¡Viva los novios!
Entretenida dinámica de terror y humor negro ''Ready or not'' es una grata sorpresa en el género de terror que no esperaba. Tiene esos elementos de horror crudo y humor negro que tan bien se combinan entre sí. Lo que comienza como una posible comedia romántica se torna, a medida que va avanzando el metraje, en un entretenimiento dinámico de violencia cruda y gags humorísticos que hacen que el espectador se sienta enfervorizado en la primera fila de un espectáculo macabro del cual está disfrutando de manera cómplice. En su premisa podemos decir que es media básica, pero con el carisma de sus protagonistas y la dirección de la dupla Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, se logra darle vuelo para convertirse en un entretenimiento de calidad. La trama se centra en Grace (Samara Weaving), un hermosa joven que está por contraer matrimonio con un chico también muy agraciado, pero además con el bonus de ser miembro de la familia Le Domas, un clan de muchísimo poder y dinero. Todo parece marchar muy bien, hasta que la invita a participar de una tradición que tiene la familia la misma noche de bodas de los contrayentes. Se debe jugar un juego seleccionado al azar. A Grace le toca ''Las Escondidas'', algo que ella piensa será inocente e infantil. Lo que no sabe es que deberá mantenerse con vida hasta el amanecer. Vamos primero con lo positivo de esta propuesta. Tiene varios elementos de una buena película de terror. En primer lugar, su protagonista principal actúa muy bien y tiene mucho carisma en pantalla, lo que permite al público en general empatizar con su situación. El personaje está bien pensado, porque genera un sentimiento en el espectador de querer que se salve del destino fatídico, pero a la vez quiere verla sufrir y romperse un poquito. Acá es donde entra ese condimento de complicidad que se le da al film. Nos hace disfrutar de manera cómplice toda la violencia que recibe la protagonista. Los demás actores acompañan muy bien y suma cada uno su toque de crueldad y humor. Por otro lado, la dinámica planteada está muy bien. Es un film que no reniega de su naturaleza y es muy consciente de lo que desea generar en su público. No se toma tan en serio pero es lo suficientemente inteligente como para no ser subestimada. Tiene momentos de violencia que son realmente una delicia. Lo no tan positivo va por el lado de la premisa de la trama. Es algo que ya se ha leído y visto bastante en TV. Una tradición familiar peculiar, la dinámica de caza humana, el pacto con el diablo. No es lo más original que van a encontrar realmente, pero bueno, su punto fuerte está en la experiencia que desea generar en el espectador y no en suscitar una reflexión trascendental demasiado seria acerca de su historia. Agrego que hay algunos efectos especiales medios pobres, sobre los que se podría haber trabajado un poco más, pero bueno, no hacen a la parte esencial de la película. Si te gusta el terror con toques de humor, vas a disfrutar bastante de ''Ready or not''.