La opción diplomática. Pensemos por un momento en la andanada de películas hollywoodenses, dirigidas o no a los pequeños, que plantean situaciones relativamente complejas y que pretenden pasar por “eco directo” de la praxis cotidiana para luego -casi de inmediato- caer en un desarrollo facilista/ estupidizante/ reduccionista que escapa a cualquier criterio racional de rasgos pedagógicos o moralizantes. Así una y otra vez nos topamos con films bobos que colocan en el altar al hedonismo más egoísta, en una jugada infantil de carácter netamente abusivo que no se condice con el “detalle” vinculado al vivir en sociedad: si todos hiciésemos lo que deseamos sin el más mínimo escrúpulo ni consideración nos chocaríamos con la voluntad del “otro semejante” y acabaríamos besando un charco de nuestra propia sangre. Si bien esta ilusión irresponsable extraída del lenguaje publicitario, la televisión basura y el capitalismo marketinero es sin dudas la dominante en lo que respecta al mainstream, no todo está perdido y a veces surgen realizaciones que tuercen el rumbo y dignifican los géneros ocasionales. Ya en su momento Cómo Entrenar a tu Dragón (How to Train your Dragon, 2010) constituyó una sorpresa sumamente grata en función de que brindaba una interpretación adulta y abarcadora de los sinsabores de la formación adolescente, los que incluían una bienvenida multiplicidad emocional, un entorno cambiante, preceptos del imaginario social en conflicto, heridas que marcaban tanto la piel como la conciencia, figuras de autoridad que se resquebrajaban y la muerte como una “eventualidad” tangible. Hoy por suerte Dean DeBlois regresa detrás de cámaras y con él la tesitura de la epopeya original: el director y guionista cuenta con la inteligencia suficiente para construir empatía desde los mismos protagonistas y su devenir con el fin de obviar los atajos industriales relacionados con las ironías de cotillón, los leitmotivs vetustos y esa tendencia símil Disney a oscurecer la trama sin ningún tipo de justificación dramática más allá de la ineptitud y la falta de ideas de siempre. Al contrario, la historia en cuestión respeta el humanismo de Hiccup y su porfiar por la “opción diplomática” ante una nueva desdicha que se cierne sobre la Isla de Berk y todos los dragones, quienes se comportan como verdaderos animales amaestrados enfrentando peligros asociados al odio concreto y la intolerancia más necia. Aquí no hay una fauna parlante que lanza chistes idiotas ni nenitos malcriados que enajenan a los adultos ni soluciones narrativas patéticas que desconocen la “interconexión anímica” entre la acción y sus impulsores cinéticos de turno. Con un contexto cercano a los relatos de espada y hechicería, un núcleo de aventuras varias y algunos detalles de comedia familiar, DeBlois hace énfasis en el pacifismo y un ecologismo extremo que incluso subraya a la domesticación como alternativa válida a la hora de defender a una especie en riesgo de extinción. Más allá de una dimensión formal irreprochable, Cómo Entrenar a tu Dragón 2 (How to Train your Dragon 2, 2014) pone en vergüenza a su competencia y saca a relucir la importancia del orden ideológico en lo referido a la creación de la dinámica expositiva…
La épica marcada a fuego Tras el éxito de la primera entrega de la saga, y la posterior creación de una serie animada llamada Dragones de Berk, las aventuras de los dragones y los vikingos con el aguerrido Hipo a la cabeza, vuelven en Cómo entrenar a tu dragón 2 (How To Train Your Dragon 2, 2014), en este caso bajo la dirección de Dean DeBlois, pero en solitario. En Cómo entrenar a tu dragón 2 todo comienza cuando Hipo nuevamente dirija las energías de su pueblo hacia la preservación y la convivencia pacífica con las gigantescas bestias que escupen fuego y que, hasta antes de su contacto amistoso, sólo producían temor en la población. El padre de Hipo quiere que su hijo lo suceda en el trono para que pueda continuar predicando las bondades de la convivencia en paz y armonía entre seres humanos y dragones. Pero Hipo se queja de la asignación, rebelde hasta la médula, se escapa antes de darle una respuesta y prefiere continuar viajando por mundos misteriosos al lado de su novia Astrid y sus dragones. En uno de sus viajes conocerá una parte de su historia. En la reafirmación de la identidad, en el fortalecimiento del vínculo materno y en el subrayar los orígenes de Hipo es que Cómo entrenar a tu dragón 2 arma una aventura épica de la que sale bien parada, a pesar de por momentos respetar a rajatabla alguno de los preceptos de los estudios Disney en materia de aventuras animadas (matar a algún familiar cercano) y de no contar con el efecto sorpresa de la primera entrega. Hipo es la representación de la juventud que hace años ha nacido con una conciencia diferente a las generaciones anteriores, un grupo que en el preservar las especies y respetar al otro encuentra una manera de ser. Cómo entrenar a tu dragón 2 es un film entretenido, con mucho humor y aventuras por doquier y que trabaja con tópicos esenciales en aventuras infantiles como el trabajo en equipo, el esfuerzo personal, el respeto de valores y la amistad como vector de los vínculos sociales. La película nuevamente afirma la fuerza de una saga que pisa con solidez en la construcción de una sinergia de historias, las que podrán continuar en la pantalla grande, o bien, seguir divirtiendo en las más pequeñas. En la versión en idioma original los personajes son interpretados por Jay Baruchel, Gerard Butler, Craig Ferguson, America Ferrera, Jonah Hill y Christopher Mintz-Plasse, entre otros.
Hipo, Chimuelo, Astrid y la pandilla están de vuelta, en un regreso muy esperado que le costó a DreamWorks cuatro años desde la salida de la celebrada primera entrega, y que valió la pena esperarla con tantas ansias. Si bien la compañía no es Disney y el prospecto de secuelas de sus productos está mejor visto que la baja calidad de ciertas segundas partes en la casa del ratón, lo cierto es que How to Train your Dragon 2 es una sólida continuación de las aventuras de los habitantes de Berk, donde otra vez el estudio hace gala de sus mejores efectos visuales al servicio de una historia sugerente y ambiciosa. Cinco años han pasado desde que la ingenuidad y el temor a lo desconocido quedaran atrás dentro de la comunidad vikinga, pasando de ser férreos cazadores de dragones a compartir la vida cotidiana pacíficamente. La primera escena bien demuestra esta amalgama, donde la caza ha sido desplazada por un nuevo y excitante deporte -donde también queda demostrado el buen uso de un 3D superior y bien empleado-. La relación de Hipo y Chimuelo ahora los lleva a explorar nuevos territorios, expandiendo el mundo en el que viven, así como también la mitología y la aparición de originales y poderosas criaturas escupefuego. El conflicto del pasado -el ser diferente de Hipo dentro de los estándares de su rudo padre Estoico- ha florecido en una amigable relación padre-hijo, pero que traerá aparejado uno de los ejes morales de esta entrega: ¿está listo Hipo para comandar a su pueblo? La introducción de nuevos personajes y la aparición de un temible villano serán los retos a superar en esta secuela que expande su registro en todo sentido pero que, por un motivo u otro, se queda en vuelo raso en comparación con su predecesora. Teniendo en cuenta que es una película para un sector demográfico no mayor a los 12 años, es raro que con los tiempos que corren, un malo como Drago tenga un trazo de personalidad muy vacío, como si fuese que su presencia, recia y llena de cicatrices, fuese a bastar. Durante todo el film, se dice que Drago es un villano temible, que ha chocado con ciertos personajes en el pasado, pero ese choque eventualmente llega y no obtenemos nada a cambio. Lo mismo con el seno familiar de Hipo, donde las emociones giran en torno al regreso de un integrante y su pico emotivo es esa canción en la cueva. Son lugares comunes del género y están bien desarrollados, pero el golpe que le sucede es demasiado cotidiano para una saga que en el pasado supo conmover hasta la médula con interacciones emotivas superiores. Da la sensación que desde el guión se quiso hablar de las relaciones familiares, de la paz, de la guerra y también del compañerismo, pero se quedaron bastante cortos manejando el tiempo en pantalla de cada uno. Todo eso, y ciertos ajustes en la resolución del conflicto que parecen forzadas. Siento que le estoy mirando demasiado los dientes al caballo de Dreamworks, porque la verdad que el regreso de Chimuelo rebasa calidad por cada costado. Ya con la anterior propuesta del estudio -The Croods- había quedado fascinado por la labor descomunal que logran en materia de animación, y acá vuelven a dejarme pasmado con el puntilloso trabajo de construcción de cada personaje y cada diminuto detalle, pensado y trabajado hasta lograr un realismo impactante. Aún no pudiendo recapturar la maravillosa sensación de frescura de la anterior entrega, How to Train your Dragon 2 expande el mundo mitológico hacia los cuatro costados, dejando una encantadora sensación al abandonar la sala. Una aventura familiar imperdible.
Como entrenar a tu dragon 2 es una secuela imperdible que derrocha calidad y que marca un quiebre con la famosa frase de "segundas partes nunca fueron buenas". El guión es rico y está muy bien armado, brindando momentos tanto divertidos como emotivos, con un ritmo que no decae nunca, ni siquiera en los momentos más sentimentales. La técnica es brillante, sobre todo en...
Una secuela de vuelo muy bajo Ya es habitual que los grandes estudios canten ¡bingo! cuando una de sus películas animadas resulta un éxito, porque saben que eso les permite seguir exprimiendo la misma naranja. Ni siquiera es necesario que se trate de grandes logros, porque hasta los éxitos moderados alientan la esperanza de convertirse en franquicias. Es lo que pasa con Cómo entrenar a tu dragón (2010), cuya recaudación apenas menor a los quinientos millones de dólares está muy lejos de los casi mil de Mi villano favorito 2 o Shrek 2, y de los más de mil de Toy story 3 o Frozen, pero son suficientes para doblar la apuesta inicial. Sobre todo porque, como se ve, las sagas animadas para chicos suelen tener sus picos de ganancias no con la primera entrega, sino con sus secuelas, incluso cuando muchas veces resulten menos interesantes que la original. Este es uno de esos casos. No resulta una sorpresa que esta segunda parte se ubique un par de escalones más abajo que su antecesora, porque si bien ambas películas comparten un mismo registro y son coherentes en sus virtudes, también lo son en sus defectos que, por cierto, no tienen que ver ni con lo técnico ni con lo estrictamente narrativo. Porque Cómo entrenar a tu dragón 2 es otro exponente del nivel que han alcanzado los estudios dedicados a la animación digital (en este caso Dreamworks) y debe decirse que si se limitara a contar su historia de jóvenes vikingos, habitantes de una aldea que aprendió a domesticar a las míticas criaturas del título, sin dudas sería una mejor película. Pero en lugar de eso, no se conforma con su destino de cuento para chicos –categoría que suele ser minimizada injustamente–, sino que abriga la torpe pretensión de dejar un mensaje, una enseñanza, y se encarga de machacarla y de ponerla burdamente en evidencia. Y ni siquiera se trata de una gran enseñanza. Es sabido que los mejores relatos, así en la literatura como en el cine, son aquellos que delegan en el receptor la potestad de encontrar posibles “mensajes”. Y un poco llama la atención este tropiezo si se atiende al currículum del director Dean DeBlois, quien debutó en cine con Lilo y Stich (2002), una de las mejores películas clase B de Disney. Pero ya en la primera entrega de esta saga se pegaba un buen resbalón con la moraleja de las capacidades diferentes, ahí mismo donde Buscando a Nemo (Andrew Stanton y Lee Unkrich, 2004) supo ser elegante y efectiva. Y en Cómo entrenar a tu dragón 2 se encarga de cantar loas a la guerra cuando es en defensa propia, cuando cualquiera sabe que para hacer una excelente película de guerra no es necesario glorificarla. Ejemplos sobran. Acá los personajes dicen cosas como: “Es imposible razonar con quienes asesinan sin razón” o “El que es malo no tiene cura”, afirmaciones que tanto pueden ser vistas como una versión ligera de “No negociamos con terroristas”, como un argumento a favor de la pena de muerte o la tortura. Temas en los que, según parece, hay quienes creen necesario ir formando a los chicos.
Cuatro años después de la muy atractiva y exitosa historia de vikingos y dragones llega una segunda entrega también inspirada en los personajes creados por la escritora británica Cressida Cowell que resulta incluso superior a la original. Que el trabajo de animación y el despliegue visual de esta producción de DreamWorks sean prodigiosos puede no sorprender demasiado, porque esos logros ya estaban presentes en la primera película (aunque cuatro años en la industria de Hollywood es mucho tiempo como para seguir mejorando las condiciones técnicas e incrementando las posibilidades artísticas), pero lo que sí llama la atención de esta secuela es que ha podido profundizar los conflictos de los personajes (hasta llevarlos a extremos bastante oscuros) sin por eso descuidar la veta humorística ni mucho menos el sentido de la aventura épica que sobrevuela todo el relato. Han transcurrido cinco años desde la historia anterior y la isla donde se asienta el pueblo vikingo se ha convertido en un paraíso para los dragones, que han encontrado allí refugio y cuidados múltiples. Entre carreras que apasionan a los habitantes y las actividades cotidianas, el veterano rey Estoico tiene decidido traspasar el trono a su hijo Hiccup, un joven con algunos problemas de autoestima que no tiene demasiadas ganas de asumir responsabilidades y prefiere vagar por el mundo. En uno de sus tantos viajes -siempre acompañado por la bella Astrid- descubrirá que hay otras sociedades y no pocas amenazas, sobre todo en el caso de Drago, un despiadado pirata que domina a todos los dragones a partir del control que sobre ellos ejerce un ejemplar gigantesco que parece salido de las películas del magistral animador japonés Hayao Miyazaki. El guionista y director Dean DeBlois (que ya había tenido una participación decisiva en el primer largometraje) sabe cómo dosificar las espectaculares secuencias de batallas y las vertiginosas escenas de vuelos (aprovechando en este caso todas las posibilidades de las imágenes en 3D) con la constante tensión padre-hijo, las subtramas románticas, las situaciones humorísticas y los elementos más fantásticos, espirituales y líricos de la propuesta que están ligados con las tradiciones y leyendas del lugar. Una de esas películas que logran la proeza de sostener con inteligencia y convicción muy diversos niveles de lectura y elementos que resultan atractivos para niños, adolescentes y adultos.
Secuela que sube la apuesta La nueva producción de los estudios Dreamworks vuelve a explorar con imaginación y gran vuelo visual la historia ambientada en la época de los vikingos, con mucho humor. Dreamworks, el estudio que creó las sagas de Shrek, Madagascar y Kung Fu Panda, logró con Cómo entrenar a tu dragón (How to train your dragon, 2010) alcanzar un escalón mayor, accediendo a una trama menos infantil y consiguiendo un relato más clásico. Aunque la historia parte de un absurdo y políticamente correcto mundo de los vikingos, el humor, los sentimientos y el despliegue visual lograban que todo llegara a destino. Sin duda era el mejor film creado por este estudio. Ahora han pasado algunos años y el pueblo de Berk vive en absoluta armonía con los dragones. Hiccup (Jay Baruchel) y Toothless siguen explorando territorios en busca nuevas tierras y se encuentran con una nueva aventura. Cazadores de dragones por un lado y una isla con cientos de dragones viviendo en armonía con un misterioso personaje por el otro. Lo primero que hay que decir de esta secuela es que aun estando acostumbrados a la calidad visual, no se puede ignorar la maravilla que tenemos frente a nuestros ojos. El cine tiene guión y tiene sonido, por supuesto, pero sigue siendo por encima de todo un arte visual, y en ese aspecto Cómo entrenar a tu dragón 2 tiene sus valores más relevantes. Como toda secuela, está obligado a subir la apuesta y lo consigue, al menos desde el despliegue visual. El anacronismo de la primera parte se mantiene y acumula más contradicciones de corrección política, en contraste con el salvaje mundo vikingo que se supone describe. No es para tomárselo muy en serio, pero ideológicamente la película no es muy coherente tampoco. Tiene sus momentos de humor, asombro y en particular de diversión. Una vez más, no es una propuesta para los más chicos de los chicos, pero tampoco se vuelve demasiado siniestra en ningún momento. La versión en 3D proporciona buenos momentos y en el idioma original queda muy claro que no hay intención alguna de realismo, ya que Hipo (así es el nombre del protagonista en castellano) es un adolescente sacado de cualquier colegio del año 2014. En inglés, el extra será escuchar la magnífica voz de Cate Blanchett. Difícil elección si se van con niños. Eso sí, puestos a elegir sala para verla, sí o sí aconsejo se busquen la más grande pantalla que encuentren, ya que la película tiene algunas escenas que dejarán al espectador con la boca abierta.
Cómo entrenar a tu dragón 2 es la mejor continuación que brindó el cine de animación hollywoodense en mucho tiempo. En esta segunda parte nos encontramos con el vikingo Hipo (el protagonista), ya con 20 años de edad, donde vive una serie de experiencias y situaciones que eventualmente lo terminan por convertir en un hombre. La nueva película presenta un conflicto más intenso que se enfoca en el drama y la acción. Las situaciones graciosas esta vez quedaron relegadas a un segundo plano. El director Dean DeBlois expandió el universo de ficción creado en la primera entrega y desarrolló muy bien a los personajes que había presentado en el film del 2010. Se nota que la experiencia de este hombre junto a un maestro de la animación como Don Bluth (Un cuento americano) no fue en vano y aprendió de ese gran artista a cuidar los aspectos argumentales de estos filmes. Por esa razón las historias de Cómo entrenar a tu dragón terminan siendo muy superiores a otros proyectos recientes de Dreamworks como Turbo o Mi villano favorito 2. Otro aspecto interesante del trabajo del director es que logró combinar con éxito varias subtramas que confluyen muy bien en un conflicto central, algo atípico de ver en propuestas pensadas para el público infantil. Me encantó esta película porque retoma el espíritu de las producciones animadas de aventuras de los años ´80, que prácticamente desaparecieron en las últimas décadas, ya que los filmes hollywoodenses de este género se concentraron más en las comedias. En los campos más técnicos esta segunda parte sobresale principalmente por la acción, con secuencias mucho más elaboradas, además de un gran trabajo en el diseño de los escenarios, cuyos detalles se aprecian mejor en el formato de tres dimensiones. Un dato que no es menor, ya que en este caso los anteojos 3D tienen una finalidad en la visión del film. Dentro de la animación es muy difícil encontrar continuaciones de este nivel y por ese motivo Cómo entrenar a tu dragón 2 representa una cita obligada en el cine para cualquier amante de este arte. En materia de dibujos animados este es uno de los mejores estrenos del año.
La primera parte de Cómo entrenar a tu dragón fue una bocanada de aire fresco en las historias animadas. Dejando de lado la calidad técnica con la que se hizo, la película tenía una gran historia y buenos conceptos. No fue una historia simplona y efectista. En esta segunda parte la imagen es aun superior, con sus texturas, el manejo del 3D, los planos siguiendo a los vuelos, y todos los paisajes que muestran. Y con respecto a la historia... se jugaron aun más, asumiendo nuevos riesgos. Realmente la historia es fuerte. Como padre dudé en un par de momentos sobre como estaban llevando la historia, pero al final cuadra todo y se entiende para donde estaban yendo. Dudo igual un poco con un par de puntos, pero valoro mucho que se la hayan jugado de esta manera. Cómo entrenar a tu dragón claramente no pretende ser una película más que se olvidará a los 10 minutos de terminar de verla. Si viste la primera sin lugar a dudas tenés que ver su secuela y esperar la que vendrá también en un par de años. No creo que sea pasión de multitudes, pero la mezcla de excelente animación con una buena historia distinta a lo de siempre, es algo que hay que valorar y recomendar.
Amigos para la aventura En concordancia con su vigésimo aniversario, el estudio DreamWorks SKG (S de Steven Spielberg; K de Jeffrey Katzenberg; y G de David Geffen) estrena este año Cómo entrenar a tu dragón 2, -aquí llega pasado mañana- y decidió presentarla (y festejar) en el marco del Festival de Cannes, donde en 2001 la primera película emblemática de DreamWorks Animation (Shrek) se exhibió en la muestra y -toda una rareza por entonces- en competencia por la Palma de Oro. El ogro que parodiaba los cuentos de hadas no ganó nada, ni siquiera como mejor actor, pero a partir de allí se creó un lazo entre este nuevo estudio hollywoodense y el Festival, y año tras año un título animado tiene su presentación en la ciudad de la Costa Azul. Gran parte del equipo de la película animada, que el viernes se estrenó en los Estados Unidos, y aquí lo hará este jueves, víspera del feriado del 20 de junio, habló con la prensa acreditada en el Festival hace apenas semanas, cuando Como entrenar a tu dragón 2 se exhibió fuera de competencia. Cinco años después de que el niño vikingo Hipo (voz de Jay Baruchel) se hiciera impensable amigo del dragón Chimuelo y la vida en la aldea de Berk cambiara para siempre, ahora convertido en adolescente, Hipo reniega del legado que quiere darle su padre (ser el líder del pueblo), y emprende un viaje que lo reencontrará con su madre (Cate Blanchett). Dan Deblois no sólo es el realizador de la película. Ya había codirigido la primera, y a él se debe un título entrañable de la factoría Disney, Lilo & Stitch. De hecho, las similitudes entre uno y otro filme pasan porque se centran en la relación entre un humano y un ser fantástico (Stitch es un extraterrestre azul de seis brazos -esconde dos para parecer un perro-; Chimuelo es un dragón negro). “Sin revelar demasiados detalles, una de las cosas que hemos tenido presentes desde el comienzo de la trilogía es que concluiremos la saga revelando el destino del dragón. Es algo que sigue siendo un misterio actualmente, ¡pero tal vez todo será revelado en Cómo entrenar a tu dragón 4!”, bromeó el canadiense, de 44 años. La tercera parte estará lista para junio de 2016. La primera fue candidata al Oscar como mejor filme de animación y, claro, perdió con Toy Story 3. Cate Blanchett le pone la voz a la madre de Hipo, y viene de ganar el Oscar a la mejor actriz por Blue Jasmine. “Esta experiencia ha sido un gran privilegio. Mis hijos y yo adoramos la primera película -dijo la intérprete australiana, de 45 años-. Es muy divertida, pero también tiene un gran corazón. Como actriz, utilizás todo tu cuerpo para comunicarte. En una película de animación, usás únicamente tu voz, y es una experiencia asombrosa. La diferencia más grande es que no podés interactuar con los otros actores, porque tenés que grabar sola en una cabina”. Pero como la trama implicaba el reencuentro de su personaje -al que Hipo creía que había sido raptada y fagocitada por los dragones- con Estoico, el padre de Hipo, Gerard Butler, que le pone la voz al jefe de la aldea, tuvo que regrabar su trabajo. Con la película terminada, Butler regresó al estudio para así afianzar, consolidar detalles de su interpretación vocal. “Grabé de nuevo el 75 por ciento de mis oraciones. Podrán decir que son detalles, OK, pero me sentí más seguro. Creo que así le otorgo mayor emoción a las palabras al ver cómo quedaron en el montaje final las escenas del reencuentro”. Jeffrey Katzenberg, que suele ser tan diplomático como hiperkinético, “Cannes y Dreamworks es una historia de amor que se remonta a la proyección de Shrek. La animación por ordenador sigue siendo un arte muy joven, la primera película se remonta a 1994. En la actualidad contamos con enormes recursos tecnológicos. Me siento muy orgulloso de Cómo entrenar a tu dragón 2 porque va más allá. Nuestra meta es superar constantemente las expectativas del público”. Katzenberg tiró datos como para erizarle la piel a cualquiera. “En diez años las películas se verán en cine no más de las tres primeras semanas en cartel, para pasar a otros formatos. Es posible que la entrada cueste 15 dólares, y por verla en TV, 4 y en un celular, 1,99”. También aseguró -aprovechando que creó Oriental DreamWorks, con sede en Shanghai-, que hará películas con ADN chino “desde 2016” que “en cinco o siete años China será el primer mercado mundial”. Por de pronto, la película aquí llega subtitulada al castellano. Al chino, ya se verá.
La diversión de la primera se multiplica en la segunda. Con el mismo espíritu de integración al distinto y la consagración como jefe del hijo flacucho del enorme vikingo, dragones de todos los colores, incluidos los gigantescos que exhalan hielo.
Vikingos por la inclusión Desde el inicio se le propone al espectador un viaje alucinante, de una belleza en lo visual que supera por mucho lo visto hasta ahora. El tono que se impone es épico y emotivo, algo que una vez finalizado el filme se habrá cumplido por demás. Porque Hiccup y su fiel dragón Toothless están de vuelta, más grandes y experimentados, con sus heridas a cuestas pero nada limitados; por el contrario, en el caso de Hiccup lo encontramos superado y creativo ante la adversidad. Esta vez los dragones están en peligro, alguien los está cazando y quiere usarlos como armas. Mientras, Hiccup atraviesa un momento de indefinición; su padre, el rey, ya lo propone como sucesor y lo lleva a lidiar con cuestiones como la "responsabilidad" y el "deber ser". Nuestro joven héroe está decidido a encontrar al responsable de la caza de dragones y evitar una guerra, en el camino tendrá una revelación que cambiará su vida y le ayudará en su misión. Esta segunda entrega se presenta sólida en el relato, inteligente en su planteo y con un despliegue técnico que logra hacer de cada cuadro una experiencia visual única. Con algo de "Río 2" y alguna referencia a "Godzilla" -o más bien a Godzooky- esta nueva aventura deja en claro que habrá otra, la que esperamos esté en el mismo nivel.
Bellísima secuela, plagada de aventuras, humor y grandilocuencia visual. El espectador sentirá que vuela en el lomo de los dragones y es que estamos ante un verdadero prodigio de la animación moderna que combina un argumento inteligente con las imágenes más asombrosas del género. Para público de todas las edades un verdadero clásico instantáneo de la animación.
Entretenida secuela del dragón animado Ya pasaron cinco años, y los habitantes de Berk disfrutan compartiendo sus juegos y trabajos con los dragones, otrora bestias feroces y ahora cariñosas mascotas. La vida es idílica, la nueva generación de navegantes vikingos se ha vuelto de aeronavegantes, y solo las ovejas tendrían que hacer algún reclamo, por una pequeña cuestión de maltrato deportivo. Hipo y Astrid ya son jovencitos. Ella ha mejorado su carácter, él es todo un explorador avezado, practicante del vuelo en caída libre y otras delicias a lomo de su fiel Furia Nocturna. En suma, todo es lindo, hasta que en uno de esos viajes el muchacho descubre una flota de amenazantes cazadores, que no son nada comparados con el terrible, incombustible Drago Manodura, asesino de dragones. Una cosa lleva a la otra, y, aunque el pibe diga que hablando se entiende la gente, acá va a haber guerra, con muertos y todo. Es bueno que los más chicos sensibles vayan precavidos. Pero hay alguien más, que es toda una sorpresa. Una Figura Protectora que reina en un santuario espectacular, Jinete de Dragones con movimientos de guerrera oriental o surfista ártico, y que provee además otra bienvenida sorpresa, de índole canora: un dueto dramáticamente bien colocado. Cierto que tiene una terminación más bien celta, pero nadie es perfecto. Todo eso, acompañado por bichos de variados tamaños y colores, paisajes imponentes, vuelos rasantes, una historia que no aburre ni cansa para nada, animación y coloreado excelentes (mano de obra hindú), música orquestal casi constante, toques de buen humor, aventuras en grupo, un solo chiste para adultos, final emotivo y un solo chiste para adultos (y solo para adultos suspicaces, cuando el amigo herrero explica porqué no se casó). Ahora, atención spoilers: hay una licencia argumental, referida a un funeral vikingo en barco ajeno y sin el debido conocimiento de la población. Lo demás, sin quejas. Autor, el quebequense Dean DeBlois, un gordo casi tan macizo como el padre de Hipo. Formado en Otawa, pasó por los estudios de Hinton (series de TV), Don Bluth ("Pulgarcita", etc), Disney ("Atlantis", etc.), llegó a coguionista de "Mulan", codirector de "Lilo & Stich" y la serie consecuente, etc. Un día, Dreamworks le encargó adaptar un librito de Cressida Powell. A partir de ahí, DeBlois tiene el dragón atado, y doña Cressida también. Y ya están preparando la tercera película. Postdata: Ninguna oveja fue lastimada durante el rodaje de este dibujo.
En el 2010 cuando estrenó la primera parte de "Como Entrenar A Tu Dragón", pedíamos desesperados una continuación... La secuela llegó y gracias... gracias totales a los animadores por entregarnos una película espectacular desde todos los puntos de vista. El crecimiento de los personajes, pasados los años y continuando la historia es impecable, los momentos de acción, aventuras, hacen que los más chiquitos no se dispersen para nada (y menos nosotros) y la línea argumental - más sensible -, funciona a la perfección durante los casi 100 minutos. La imaginación utilizada en "Como Entrenar..." es digna de ser reconocida en próximos premios, y sobre todo la explosión de colores, que harán que sientas que nunca viste algo similar. Gran aventura para nenes y nenas, pero más importante, para nosotros, los que llevamos a los pequeños. Peliculón absoluto.
Cuando crecer ayuda Dreamworks vuelve al ataque con una de sus más grandes producciones, Cómo entrenar a tu dragón 2 (How to train your dragon 2, 2014), después de exprimir éxitos previos como Shrek (2001-2010) o Madagascar (2005-2012), parece que Cómo entrenar a tu dragón será la nueva franquicia mimada de Dreamworks. Esta productora se caracterizó por derribar una de las mayores supersticiones del mundo del cine: las secuelas nunca son buenas, algo que inició con Shrek 2 en 2004. Esta nueva aventura de Hipo transcurre 5 años después de la primera película, donde los dragones y vikingos conviven en paz. Con la carga de su padre que quiere dejarlo como líder, Hipo se embarcará en una aventura que lo encontrará con nuevos dragones e incluso su madre a quien creía muerta. Realmente el estilo de animación mejoró muchísimo con respecto a los últimos años, de hecho esta producción es la primera en iniciar una nueva era en la que los tiempos para la realización son mucho más cortos, los escenarios de la tierra de dragones son alucinantes e incluso parecen reales, me animaría a decir que está a la altura de los films de Pixar. La historia en sí, es simple y el protagonista cumple el camino del héroe a rajatabla, es beneficioso que sea apto para todo público, aunque habiendo temáticas sensibles como la muerte queda en manos de los padres la decisión de llevar a los niños más pequeños. En sí, la película avanzó muchísimo con respecto a su antecesora tanto en la historia como en la evolución de su personaje principal, quien es mucho más valiente y decidido. Con esto sumo otro de los mitos derribados, que ya animaciones anteriores habían puesto en tela de juicio, como por ejemplo que los dibujos jamás envejecen. Funcionó con Toy Story 3 (2010) e incluso en La era de Hielo 3 (Ice Age Dawn of Dinosaurs, 2009). Cabe destacar el personaje de la madre de Hipo, que tiene mucho para explorar y que esperemos que en la tercera -y ¿última parte?- puedan dar un buen cierre a esta gran historia basada en los libros de Cressida Cowell.
Hace algunos años, Héctor, un gran psicólogo, me habló mucho sobre los mandatos familiares, sobre cómo el pasado nos condiciona el presente y nuestras elecciones. Él decía que todos acarreamos mandatos, mensajes que recibimos a lo largo de nuestra vida, la mayoría de las veces relacionados con las expectativas de nuestros padres respecto de lo que se supone que seamos, de lo que se supone que hagamos, en quién se supone que debamos convertirnos. También sostenía que, en cierto punto de nuestra vida, empezamos a poner en tela de juicio, a cuestionar esos mandatos. Vamos eligiendo qué camino tomar, cargando con esos mensajes y, una vez que logramos liberarnos de ellos, podemos elegir con libertad. Pero esta elección libre no implica necesariamente actuar en contra del precepto, sino revisarlo y elegir si seguirlo o no. Cuando somos capaces de revisar la historia propia, ver de dónde venimos, quiénes son nuestros padres, cuál es su historia, cuestionarnos ciertas cosas, construir la propia identidad, a partir de ese momento empieza a existir la verdadera libertad de elección. Desafortunadamente, Héctor ya no está más conmigo pero no hay día que pase que no recuerde sus palabras y coteje con la realidad lo sabias que eran. Y no solo con la realidad, sino con el cine (que él tanto amaba), para encontrar, de tanto en tanto, grandes películas con ese mismo lenguaje, con esa misma sabiduría. Porque Cómo Entrenar a tu Dragón 2 nos habla acerca de construir la propia identidad a partir de la revisión y la reconciliación con el pasado, el quiebre con los mandatos y la libre elección. Hipo es ahora un adolescente, y su padre le reclama un rol que él aún no está preparado para o dispuesto a aceptar: ser el líder de la isla. Estoico quiere un sucesor y presiona a Hipo para que se haga cargo de su cuasi predestinado rol. Pero Hipo, como le expresa a Astrid en una conversación que enternece por la sinceridad, no sabe quién es ni qué quiere hacer de su vida. Sabe que hay un rol para él pero todavía no lo encontró, como tampoco pudo terminar de reconciliarse con su historia, con su pasado. No conoció a su madre y su padre lo hostiga con reclamos y demandas. A partir de ese momento, la película nos muestra el camino que Hipo recorre hasta encontrarse a sí mismo (por más trillada que suene la frase), identificar su verdadera vocación o pasión en la vida y encontrar a una persona que no esperaba encontrar, una persona que lo modifica, que le tuerce el rumbo: su madre. Un año y medio antes de morir, en una gran crisis vocacional mía, Héctor me dijo que hiciera una lista de las cosas que me apasionaban y, entre algunas otras, mencioné el cine. Gracias a él, hoy escribo y gracias a él me metí en este mundo que tanto amo. A veces, hay personas que, como la madre de Hipo y como Héctor, pueden hacerte volantear y replantearte el rumbo de tu vida. En Cómo Entrenar a tu Dragón 2, ese encuentro fortuito va a ser clave para la transformación de Hipo. Comprendiendo su pasado, viendo de dónde viene, terminando de armar el rompecabezas familiar, Hipo es capaz de reafirmar su carácter (pacifista y encantador de dragones), de revisar su historia y de elegir libremente. Y hacerse cargo del liderazgo de la comunidad tiene menos que ver con el mandato familiar impuesto que con un proceso de autodescubrimiento. Hipo se da cuenta de que la clave para guiar a un pueblo es la honestidad y la paz y, al saberse capaz de llevar a cabo semejante tarea (luego de probarse a sí mismo que puede enfrentar cualquier desafío), acepta el rol pero desde la libertad de haberlo elegido él mismo, sin mandatos, sin presiones. Cómo Entrenar a tu Dragón 2 es simplemente maravillosa. Una fábula sobre la amistad, el crecimiento, la familia y los vínculos. Y ese proceso es el gran acierto de la película, que nos presenta a este adolescente, lleno de miedos e inseguridades (como todos los adolescentes, como todos, en definitiva), que se reencuentra con alguien clave de su pasado, revisita el tiempo pretérito y encuentra finalmente su rol en la vida. Y lo hace con una humanidad y una humildad increíbles, de la mano de su novia y de su dragón mascota Chimuelo, que le demuestra una vez más (en una hermosa lección de amor incondicional) que él está ahí para protegerlo siempre, como un perro fiel, como un amigo con el que siempre se puede contar, como un padre (biológico o no) que nos acompaña y nos cuida. Cómo Entrenar a tu Dragón 2 es simplemente maravillosa. Una fábula sobre la amistad, el crecimiento, la familia y los vínculos, con uno de los personajes más lindos que dio la animación en los últimos años, con un subtexto pacifista, pero con humor, amor y pasión. De esas películas que te hacen llorar cuando menos lo esperas, de las que salís del cine pensando que todo es maravilloso, que ese mundo es perfecto. De esas películas que amas porque te modifican y porque evocan a personas que también te modificaron, personas que te cambiaron la vida y que desearías que hoy estuvieran acá para decirles, una vez más, que tenían razón en todo y para agradecerles por haber sido parte de tu vida.
Mejor por las buenas Cómo entrenar a tu dragón 2 supera a la primera parte del filme, con un guion sólido y una estética de animación que sorprende. Fueron cuatro años de espera para ver la segunda parte de una de las mejores películas animadas de los últimos tiempos. Demasiado tal vez para quienes teman perder la rueda del éxito. Felicitaciones, DreamWorks. El estudio "de Spielberg" dominó los nervios e hizo otra gran producción, en la que la llama sagrada del cuento bien contado sigue encendida, y en la que sentimientos y emociones de todo tipo siguen pareciendo sorpresas en el orden de la animación. La sensación de volar es algo que el ser humano desea conocer y el filme dirigido por Dean DeBlois juega una y otra vez con ese anhelo. En los sueños muchas veces volamos. Aquí el espectador lo hace a través de los dragones, en especial de Chimuelo y su amo Hiccup, quien se ha especializado en esos bichos y ha cambiado el rumbo de la vida en su aldea vikinga. Así es. Hiccup, hijo del líder, demostró -desobedeciendo a su padre en un comienzo- que esos seres que eran el terror de su pueblo podían convertirse en dóciles y útiles aliados. Y así es como encontramos a los nórdicos en el comienzo de este nuevo relato. Viviendo en paz y armonía con los tirafuegos. Con Hiccup explorando los confines de los dominios, convertido en cartógrafo, dibujando en mapas los territorios descubiertos. Pero descubrimos que no lejos de allí vive alguien que puede romper ese idilio. Alguien que también sabe cómo tratar a los dragones, pero que está usando esa habilidad para formar un ejército, con el que planea dominar el reino entero. La anécdota es sencilla, profunda o simple según los ojos que miren, y la magia visual desplegada vuelve a sorprender. Aparecen nuevos tipos de dragones, con sus pieles, cuernos, colores, colmillos crestas y personalidades originales. Impresionante la estampa de la más grande de las bestias conocidas. Imperdibles los paisajes, las vistas desde el aire de acantilados, fiordos, bosques y mar. Placentero ver funcionar los aparatos inventados por los vikingos, a medio camino entre la Edad de Piedra y la de Hierro, con una tecnología que probablemente hayan desarrollado verdaderos ingenieros para que luego el director la adapte a la animación.
Una gran aventura para toda la familia que deja varias enseñanzas. Hace tiempo llegaba a la pantalla grande esta película de animación para toda la familia llamada "Cómo entrenar a tu dragón" (2010) de Dean DeBlois y Chris Sanders, por suerte para los productores fue muy bien aceptada, obteniendo una recaudación de más 495 millones de dólares en todo el mundo, por lo tanto era de esperar el arribo de esta segunda parte, que en este caso viene de la mano del canadiense-estadounidense Dean Bois (43), productor de cine, guionista, animador y editor. Con un presupuesto de unos 145 millones de dólares ya está previsto el estreno de “Cómo entrenar a tu dragón 3”para el 17 junio de 2016 en los Estados Unidos. Otra vez están de vuelta el joven vikingo Hiccup, Chimuelo, Astrid y todos los habitantes de esa conocida comunidad vikinga; estos seres que en un principio eran enemigos de los dragones ahora descubrieron que eran perfectos compañeros, la relación entre de Hipo y Chimuelo ha crecido tornándolos inseparables. El joven Hiccup es muy inquieto, incorregible y junto a su novia Astrid y otros jóvenes todos montados en sus dragones, recorren el reino de Berk, y salen a explorar otras tierras, en ese momento se encuentran con una banda de forajidos que son cazadores de dragones cuyo jefe es el musculoso Eret (Kit Harrington). Eret y su pandilla tienen que cazar y capturar a todos los dragones para entregárselos a Drago (Djimon Hounsou) un feroz conquistador, quien tiene serios planes para ellos. Hiccup una vez más desobedece a su barbudo y grandote padre Stoick (Gerard Butler) y va a enfrentarse con los villanos tratando de lograr la armonía, pero en ese enfrentamiento irá descubriendo muchos secretos y deberá madurar para enfrentarse con su futuro. La película es visualmente muy atractiva, contiene muy buenos efectos CGI, las secuencias de vuelo con Hiccup y Toothless (Randy Thom), son rimbombantes, el dragón Furia Nocturna es tierno y adorable, con una mirada que logra seducir a adultos y niños por igual; en esta nueva entrega encontramos una gran variedad de dragones de distintos colores, contiene momentos muy divertidos, llenos de acción, aventura y secuencias deslumbrantes. Algunas subtramas son increíbles, como el momento en que salen unas criaturas gigantes y poderosas que remiten a la mitología. La historia contiene diálogos ingeniosos e inteligentes, tiene sus momentos serios, donde Hiccup debe aprender a asumir responsabilidades, habla de la lealtad, la amistad, del amor al prójimo sin tener en cuenta sus orígenes, el amor entre padre e hijo, la traición, el no darse por vencido y muchas otras enseñanzas. Es muy emotiva, sobre todo cuando se encuentra con una persona muy especial a la cual pensó que había perdido para siempre. Contiene escenas que te harán escapar una pequeña lágrima; con algunos giros importantes termina resultando muy entretenida. Se pueden apreciar personajes que hacen de las suyas como: Snotlout (Jonah Hill), Fishlegs (Christopher Mintz-Plasse), Tuffnut (TJ Miller), Ruffnut (Kristen Wiig), este último personaje saca al espectador varias carcajadas porque se encuentra deslumbrada por los bíceps de Eret. Estupenda banda de sonido y fotografía, es una de las mejores películas de animación del año.
Una épica inolvidable En la isla de Berk, la vida es tranquila. Hipo y el dragón Chimuelo siguen siendo grandes amigos. Pero el descubrimiento de una cueva que alberga nuevos seres lanzafuego, la aparición de una enigmática entrenadora de dragones y la presencia de un codicioso malvado hará que la tranquilidad del pueblo se vea alterada por completo. Apenas comienzan los títulos del filme (acompañados por la invaluable música de John Powell), se tiene la sensación de que lo que va a venir es una épica que no dará respiro. Y los posteriores 102 minutos de vertiginosa proyección confirman esta primera impresión. El director y guionista Dean DeBlois (artífice del éxito de la primera entrega de esta historia de vikingos y dragones) no se toma demasiado tiempo para presentar a los personajes y sienta rápidamente la base de lo que se verá durante todo el filme: una sucesión de aventuras que se enganchan perfectamente en el tiempo y el espacio. Claro que, en esta segunda parte de la saga (la tercera se estrenará en 2016), el soberbio trabajo de animación y despliegue visual de DreamWorks no asombra tanto como el contenido mismo de la historia. Contradiciendo aquella norma que postula que las secuelas nunca superan a la historia original, esta película acierta con creces al profundizar los conflictos de los personajes, llevándolos incluso hasta su lado más oscuro. Una estrategia de la que no muchos filmes para chicos pueden salir airosos. Han transcurrido cinco años desde los sucesos ocurridos en la película anterior y la isla de Berk se ha convertido en un paraíso en el que vikingos y dragones conviven sin demasiados sobresaltos. El rey Estoico tiene decidido que su hijo, Hipo, convertido ya en un adolescente aventurero, lo suceda en el trono. Pero el chico -rebelde como todo joven-, tiene sus propios planes y, junto a su dragón Chimuelo y a su novia Astrid, se dedica a explorar nuevas tierras. En uno de esos viajes descubre una misteriosa isla que le develará algunos secretos de su infancia. Sin golpes bajos y dosificando a la perfección las vertiginosas escenas de batallas, esta película tal vez no atrape toda la atención de los más pequeños. Pero, sin lugar a dudas, eleva el nivel lírico y espiritual de la saga hasta convertirla en una épica inolvidable que disfrutará toda la familia.
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Una maravilla. Dean DeBlois y Chris Sanders son dos geniales autores de animación, quizás los mejores a la hora de mostrar emociones complejas y tocantes. Lo hicieron juntos en Lilo & Stitch y lo volvieron a hacer en la primera película de esta serie. Ahora trabajaron por separado: Sanders en Los Croods y DeBlois en este film. Pero el toque está ahí. La película es hermosa y emocionan sus colores y el registro perfecto de movimientos. Y trabaja sobre la idea del cambio y el paso del tiempo: el protagonista ahora tiene cinco años más, es un adolescente que vuelve a encontrarse con su madre, descubre otros matices del amor y su relación con su dragón es más compleja. Pero el film no cae ni en el golpe bajo, ni en el “complejo de Lassie” a la hora de hablar de jóvenes y mascotas, y además del humor animado hace honor a una bella componente épica. El desarrollo de la narración, manejado con mano de acero, logra la magia de que no estemos seguros de cómo terminará todo, de que temamos realmente por la vida y la suerte de los protagonistas, algo inusual en el cine animado. La aventura no es un agregado sino la manera como los personajes se relacionan entre sí, y es esa integración la que hace que este film no sea una “secuela” hecha para ganar dinero, sino una gran película a secas. Otra más para desmentir el viejo prejuicio “es solo para chicos” que sigue castigando a la animación, ese campo de libertad creativa absoluta.
"Quizás una de las secuelas más sólidas y encantadoras del cine de animación digital". Escuchá el comentario. (ver link).
Cuando en 2001, tras una serie de rounds perdidos en la taquilla frente a Disney, Dreamworks Animations estrenaba Shrek, el éxito descomunal de esta (que “obligó” a crear los Oscar a Mejor Film Animado) hizo que la productora fundada por Steven Spielberg se reposara en la fórmula de aquella en los años siguientes. Comedias modernas, con voces de comediantes actuales, referencial a la cultura pop, guiños para los adultos (con la excusa de que estos no se aburran), una animación cada vez más repetitiva, y burla a varios de los preceptos que hasta ese momento se habían erguido en el cine infantil de animación. Esta receta despertó tantos adeptos como detractores, pero lo que no dejaba lugar a duda, es que sí Shrek había sido un soplo de aire renovador, Dreamworks estaba necesitando uno otra vez. Justamente, "Cómo Entrenar a tu Dragón" significó en 2010 el comienzo de ese cambio hacia historias más maduras no tan ligadas con lo disparatado y burlón; y es ahora su secuela, la que termina de definir con éxito el que esperamos sea su nuevo rumbo. No casualmente, los directores de aquellas eran los ex Disney Dean De Blois y Chris Sanders (Lilo & Stitch), quienes ahora regresan con el segundo solamente en calidad de Productor Ejecutivo (por sus ocupaciones con Los Croods). "Cómo Entrenar a tu Dragón 2" no sólo supera en varios niveles a su predecesora, cumple el sueño de todo film de animación, ser tomado en serio como película en sí, y no sólo dentro de la categorización menor de animación. Tal es así, tal es la complejidad de los hechos que presenta, que es mejor no adelantar demasiado por aquí. Nos encontramos cinco años después del original, Hipo se ha convertido en un gran jinete de dragones; su pueblo vikingo (comandado por su padre Estoico) ya no enfrenta a estos seres, sino que conviven y los utilizan como mascotas y medios para ir descubriendo otros horizontes. Es en uno de viajes que Hipo (al que su padre quiere delegar el mando) junto a su dragón Chimuelo, descubre una zona gélida, sumida en la destrucción; y en ella a un grupo de cazadores que responden al mítico Drago, uno de los más duros cazadores y captores de dragones. Por supuesto, cuando Hipo advierta a su padre, este le advertirá que se aleje de la zona, pero… este es sólo el comienzo, los primeros quince minutos de una historia que deparará milo y un sorpresas al espectador logrando un equilibrio justo de interés aventuresco para el adulto y calidez y sencillez para los más pequeños; aun así no es conveniente para niños menores a los ocho años digamos. ¿Qué se puede decir de un film que lo tiene todo?, De Blois como director y guionista (adaptando libremente los relatos de Cressida Cowell) creo una gran aventura épica, con gracia medida sin ser burlona, con vueltas inteligentes, emoción real, momentos trágicos perfectamente manejados para eludir los golpes bajos, mensajes edificantes, un ritmo sostenido durante toda la película, los personajes anteriores que siguen sumando capas de personalidad y otros nuevos con la suficiente complejidad como para alejarse de la chatura media en la que suelen caer los personajes animados, y una técnica que deslumbrará a grandes y chicos. "Cómo entrenar a tu Dragón 2" dosifica excelentemente sus momentos, es paisajista y deslumbrante cuando lo necesita, se mete de lleno en la acción (entendiéndose todo) haciendo vibrar emocionalmente, y toma las vueltas necesarias sin que uno se pierda en el juego. Todo esto haciendo un muy buen uso del 3D que en los films de animación (casi) siempre es rendidor. El doblaje en castellano no permite disfrutar de las voces de Jay Baruchel (Hipo), Estoico (Gerard Butler), America Ferrara (Astrid), y los nuevos Djimon Hounson (Drago) y Cate Blanchett (Valka). "Cómo entrenar a tu dragón 2" no sólo es el aire que necesitaba Dreamworks para despegarse de sus estigmas definitivamente, es probablemente una de las mejores superproducciones del año, y no hablamos sólo de cine de animación.
El camino del héroe Cuando Cómo entrenar a tu dragón apareció allá por el 2010, resultó una agradable sorpresa. No tanto porque uno desconfíe de la calidad que puede llegar a ofrecer Dreamworks en animación, sino porque la sensibilidad, la narración y las cualidades visuales que ofrecía estaban al nivel de las obras de Pixar, sin resultar un plagio carente de identidad. Además, ofrecía un tono épico que no abandonaba el humor o el drama, siendo tan oscura como conmovedora por la relación entre Chimuelo e Hipo, y el particular cuento de superación de los miedos y la aceptación del otro que ofrecía en un paquete épico de heroísmo con un notable desenlace. Ahora, cuatro años después llega su secuela, con el mismo director, y el listón estaba demasiado alto como para no generar expectativas. ¿Decepción? No, para nada; con esta secuela, Cómo entrenar a tu dragón se transforma en una de las sagas más sólidas de animación y tiene a algunos de los personajes más entrañables que podamos encontrar en el cine actualmente. Cómo entrenar a tu dragón 2 ocurre cinco años después de los sucesos de la primera parte y muestra las consecuencias de las hazañas de Hipo en la aldea vikinga de Berk. Ahora, lejos de ser una amenaza, los dragones se han convertido en algo cotidiano con lo cual conviven pacíficamente todos los habitantes de la aldea. Hipo, que ya contaba con el peso de ser ejemplo para su padre Estoico, el jefe de la aldea, ahora se encuentra contrariado por tener que ser su sucesor y, lejos de aceptarlo, decide evadirse para poder conocer el mundo que hay más allá de la isla, junto a su dragón furia nocturna. De este pequeño planteo doméstico inicial y de las increíbles secuencias de vuelo entre Hipo y Chimuelo se vale la película como disparador, para ir añadiendo estratos narrativos que irán construyendo al Hipo que hacia el final vemos aceptar su posición como jefe de la aldea. Del agua que corre bajo el puente en la narración de este personaje es que están hechos los mejores momentos de la película, recurriendo a la tragedia y la aventura para darle una dimensión épica mucho más marcada que la primera parte de la saga. Por otro lado, Cómo entrenar a tu dragón 2 es una película donde la enorme gesta de Hipo se ve acompañada de, también, dificultades de enormes dimensiones. No sólo se trata del nuevo e ignoto mundo que descubre, sino también de enfrentamientos de proporciones titánicas y violentos combates de los cuales dependerá su vida y la de Chimuelo, consolidando la relación entre nuestros protagonistas, que se encontrarán con duras pruebas de confianza y momentos de tragedia. Es que esta vez el antagonista no es un dragón, sino un humano, Drago, que entra en diálogo con Hipo porque también tiene el don de dominar a las bestias. Sin embargo, corroído por el miedo y el odio, demuestra ser implacable y peligroso, utilizando el temor como una herramienta para dominar a los dragones y, luego, a todos los que pueda someter con su poder. Hipo, creyendo poder modificar su opinión sobre los dragones, se encontrará con un antagonista que no utiliza precisamente el afecto para acercarse a ellos. Batallas épicas, secuencias emotivas e intensas y personajes finamente delineados es lo que ofrece esta entrega, que tiene momentos memorables, como el enfrentamiento de dragones alfa o la batalla final, que demuestra el potencial del furia nocturna aparentemente inofensivo que monta Hipo. Inolvidable y épica hasta el último segundo, Cómo entrenar a tu dragón 2 se encuentra entre los mejores estrenos del año.
Sabemos que la justificación de una secuela obedece, en la industria hollywoodense, a la importancia del engrose de las cuentas bancarias de los productores en desmedro de la calidad de los relatos o de la necesidad de expandir la historia original. En 2010 la Dreamworks lanzó al mercado “Como entrenar a tu dragón”, que ya desde el título alimentaba la curiosidad y de hecho la satisfacía con creces. La historia era la de Hipo (voz de Eleazar Gómez), un pre adolescente hijo del jefe de un clan de vikingos que habitaba en un peñasco. Gente feliz, excepto cuando la aldea era asolada por dragones de todos los tamaños, colores y formas. Hipo, demasiado flaco y desgarbado para ser guerrero, contrastaba mucho con los suyos empezando por un interés hacia la física y hacia los inventos o sea, una mente expandida que eventualmente termina entendiendo a los dragones para lograr ponerlos de su lado. Perder el miedo a lo distinto, aceptar otra mirada, etc. era en definitiva por donde pasaba el mensaje. Bien. Cerró allí. El protagonista reflexionaba sobre el pueblo, las desventajas de la comida y lo bueno de que haya mascotas dragón en lugar de loros (¿?). Si eso no es un cierre, el cierre dónde está? Mucha plata después Hipo creció un poco y anda medio rebelde a los mandatos paternos. Sobre todo cuando se entera que su padre (voz de Idzi Dutkiewicz) planea entregarle el liderazgo. Él, espíritu libre, adolescente, quiere otra cosa, como volar e investigar otros mundos junto a Astrid (Leyla Rangel). En uno de esos viajes descubre un grupo de mercenarios cazadores de dragones que deben llevar su particular botín a Drago (voz de Carlos Segundo), el villano de turno que pretende dominar a todos los dragones mediante un macho alfa gigante (parece un homenaje a Godzilla), al cual tiene bajo su yugo. Dentro de esta aventura conocerá a su madre Valka (Rebeca Patiño) a quién se dio por perdida 20 años atrás. Dean DeBlois, director y guionista de ambas entregas (y de la tercera para 2016) saca de una galera artificial la excusa para darle peso dramático a la historia. Convengamos que la reacción del padre ante la aparición de su mujer veinte años después está más cerca de Migré que de la realidad. De todos modos, la curva de tensión tiene su ritmo aunque la decisión para el producto final pasa por la aventura con algunos toques de humor que funcionan muy bien, pero deja todo librado al entretenimiento puro perdiendo así alguna posibilidad de ahondar más en los lazos familiares, la fidelidad, e incluso el cuidar de los suyos por más que la frase se diga dos o tres veces a lo largo de los 102 minutos. No hay nada de malo en la intención de entretener a los chicos y de paso dejar alguna moraleja. En este último sentido, “Cómo entrenar a tu dragón 2” apunta más alto de lo que le da el rango de tiro. Por cierto, su aspecto de leyenda medieval se mantiene intacto con un doblaje que repite casi el mismo elenco de la anterior. Tal vez los estudios de animación nos tengan mal (bien) acostumbrados a un contenido más profundo sin dejar de lado el vértigo de la aventura. Análogamente, al término de ésta película uno puede concluir en que se vio algo decentemente bien hecho pero, ¿no había otra idea como para no forzar tanto una secuela?
Érase una vez en un reino vikingo La primera secuela animada de vikingos y dragones prueba que buenas segundas partes, si no mejores, tienen la suficiente intensidad para consagrar a una saga. El panorama en la isla de Berk cambió y no sólo porque los dragones, en un logrado juego de palabras de la versión inglesa, dejaron de ser una peste (pest) para ser mascotas (pets). Hipo es ahora un adolescente y pilotea a su dragón; sus acrobacias, osadía y una máscara lo acercan a Spider-Man. Hipo y su dragón mascota, último ejemplar de la raza Furia Negra, llamado Toothless (literalmente desdentado, aunque la versión latina, lamentablemente, traduce como Chimuelo) son dos héroes parias: el domador con su pie de palo, el dragón con su media cola postiza, parodia de bandera pirata. Como tales, la secuela les abre el árbol genealógico y los enfrenta a nuevos villanos. La acción de Dragón 2 comienza cuando Hipo, Astrid y sus amigos encuentran a un grupo de traficantes de dragones; el líder, Eret (el clásico bully tosco, estereotipado en Nelson, de Los Simpson), los lleva al encuentro con el mayor traficante, el híper súper descarnado Drago, una mezcla de vikingo, narco y mafioso siciliano. Pero en el medio, Hipo descubrirá a otra cofradía de dragones, cuya guardiana no es otra que su madre, Valka, en quien no sólo reencuentra el amor filial sino la raíz de su don empático para vincularse con esos seres. Como es natural de segundas partes (buenas), Dragón 2 profundiza los rasgos de los personajes, con brochazos de humor y, particularmente en los casos de Hipo y Estoico, su padre, el lenguaje gestual. Incluso, en un crucial enfrentamiento de dragones, la película supera a engendros recientes como Godzilla. Para los que vieron la primera parte, imperdible. Para los que no la vieron, a alquilarla.
Otra vez, pero un poco peor La primera Cómo entrenar a tu dragón, aunque tenía importantes carencias narrativas y una evolución de personajes muy atropellada, contaba también con algunos méritos. Primero que todos, el dragón: un ejemplar de grandes ojos verdes y lustrosas escamas negras que reunía la fidelidad de un perro, los aspectos más adorables de un gato, fisonomía de lagarto y murciélago, y un rostro que recordaba al extraterrestre Stitch (no es de extrañar, pues los directores Dean DeBlois y Chris Sanders también filmaron juntos Lilo & Stitch). Su expresividad animal, más un costado amenazante y salvaje y ciertas reacciones inteligentes –tales como entender palabras o estrategias de ataque– lo convertían en el personaje. Había otro punto alto: las escenas de vuelo estaban muy bien –son un flanco fuerte de Dreamworks animation–. En resumen, se trataba de una aventura atractiva, con buena acción pero con poca coherencia narrativa y chistes irregulares. Aquí uno de los integrantes del tándem propone otra vez una historia sencilla: al protagonista se le aparece un villano extremadamente malvado que esclaviza a los dragones con el poco simpático cometido de subyugar asimismo a todos los vikingos. A mitad de la trama, un encuentro del protagonista con su madre (y posteriormente de su padre con su madre, con excesos de azúcar y canción romántica incluida) ofrece el fragmento más tedioso y carente de química de la película. Como en un calco de la anterior, tenemos al protagonista conflictuado porque su padre, de mucho músculo y poco seso, le ha digitado su futuro. Lo que se viene después es de manual, y no "de manual" en sentido figurativo; el escrito existe y se llama Save the Cat! The Last Book on Screenwriting You’ll Ever Need, donde se encuentran, uno por uno, todos los predecibles pasos que sigue esta película. Entre otros, el enfrentamiento en la segunda mitad, el avance inesperado de los malos, el momento en que "todo está perdido" y el protagonista tiene un gran momento de introspección, el momento "eureka" y el triunfo final de los buenos. En este caso, no hay originalidad volcada en toda esta seguidilla de sucesos (bueno, están esos dragones colosales que sí meten un poco de miedo) sino que además se resuelven sin apelar a lógica alguna o desencadenamiento racional: simplemente los contrincantes se enfrentan y gana el más fuerte. Lo que sigue muy bien es el híbrido protagonista, así como el diseño de varios de los nuevos dragones secundarios. Es en esa mixtura de comportamientos animales donde –paradójicamente por tratarse de una animación– parece encontrarse el costado más "vivo" de esta película. Para la próxima DeBlois debería considerar prescindir de los humanos y explayarse más en ellos, que es lo que le sale mejor.
Como toda segunda parte motivada por el éxito de la primera entrega, Cómo entrenar a tu dragón 2 se gana el beneficio de la duda de entrada. En la primera oportunidad el film de Dean DeBlois (cuyo único antecedente como director era Lilo & Stitch) sorprendió gratamente a aquellos que pensaban que se trataba de otra película de Dreamworks con animalitos simpáticos que haciendo morisquetas y gracias se volvían queribles sobre la base de una historia tópica. Por fortuna ese estereotipado prejuicio falló una vez más para mostrarnos lo opuesto. Aunque aquí esté explotada al máximo la cuestión de personajitos tiernos que con poco se ganan el inmediato afecto del público, nuevamente con la ayuda de un guión sencillo pero efectivo, el mismo equipo del primer film concreta aquello que para tantos resulta tan difícil, una secuela a la altura. En esta oportunidad, Hipo (con la voz, los rasgos y la gesticulación prestada de Jay Baruchel) ya es un adolescente rebelde que sigue desobedeciendo a su padre pese a tener el gran mérito de haber unido a su pueblo con los dragones. Ahora el problema es que existe un tal Drago (Djimon Hounsou, también conocido como "El morocho amigo de Maximus en Gladiador") que amenaza con traer la guerra a sus tierras. Pero Hipo en su modalidad más hippie intentará propagar su mensaje de paz y amor entre dragones y vikingos. Por suerte para el espectador, no así para el protagonista, la película hace gala de batallas y secuencias muy espectaculares que dejará boquiabiertos a grande y chicos. Y conforme pasan los minutos, poco importa si podemos prever a pequeña o mayor escala el rumbo de la historia, porque en el proceso todos los personajes, desde los más pequeños hasta los más trascendentes, dejan un sabor muy grato en el paladar de niños y adultos que se pueden repartir cada uno distintos motivos para apreciar la película y a la vez compartir varios otros.
Quizás no haya algo más cinematográfico que una carrera de dragones, y el director Dean DeBlois lo entiende enseguida; la película nos sumerge en su mundo como lo haría una montaña rusa, arrojándonos por el aire y sin darnos tiempo a comprender bien qué está pasando ni en qué lugar estamos. Pero el pulso de Cómo entrenar a tu dragón 2 es tan seguro que, mientras continúan las imágenes del duelo deportivo entre jinetes y criaturas aladas que se desplazan a velocidades lumínicas, el relato intercala en medio de la acción unos breves momentos para describir la vida en Berk junto con su galería de personajes. La aldea necesitada de un jefe, un resistido mandato paterno y un noviazgo adolescente son las coordenadas por las que se mueve Hipo, un héroe imperfecto pero noble que abraza la aventura con la desesperación del que escapa de las obligaciones cotidianas. Un viaje a lo desconocido acabará por reencontrarlo con su madre fugitiva y con la frágil promesa de refundar la propia familia; la mamá, como él, también vive su exilio rodeada de dragones a los que cría y cuida. Los amigos y rivales de Hipo conforman una encantadora pandilla de pequeños guerreros y compañeros incondicionales, escoltados por unos dragones igualmente fieles y valientes. Drago, el villano que recorre el mundo persiguiendo y esclavizando dragones, toma la forma de una gran roca maciza que aparenta ser indestructible, un poco como Stoicko, el padre de Hipo y el líder de la aldea dueño de una inmensidad corporal que se graba en nuestra memoria como uno de los rasgos más tangibles e indelebles de ese universo de vikingos y de magia; su barba tupida, protectora, hecha digitalmente pelo por pelo contra la que van a estrellarse personajes y cosas por igual, es quizás el testimonio más conmovedoramente físico de la existencia de ese mundo fantástico. Después de Kung-Fu Panda y de la primera Cómo entrenar a tu dragón, Dreamworks parece haberse alejado definitivamente de la autoconciencia y la ironía que habían signado casi todas sus películas. En cambio, ahora se toman el relato como algo serio, aunque nunca grave: la pequeña Berk y sus habitantes son un material privilegiado para el humor que la película aprovecha cada vez que puede, balanceando los contratiempos que debe superar el protagonista. Lo que para una vieja película de Dreamworks era una mera acumulación de pirotecnia visual, en Cómo entrenar a tu dragón 2 se ofrece como una fiesta de formas y colores en la que el vértigo y el exceso de las imágenes siempre se ajusta al tono de la escena. La película explota formidablemente los tamaños desiguales que parecen regir el ecosistema de Berk: algunas de los momentos más impresionantes son los que muestran la majestuosidad de los Alfa, dragones gigantes capaces de controlar a los demás. La batalla entre dos de ellos y una enorme cantidad de los dragones pequeños le imprime a las imágenes un carácter épico rara vez visto en una película animada: lo desmesurado del combate y la manera en que el héroe y los hombres se encuentran completamente fuera de escala produce un efecto sobrecogedor. Es que en medio de la voluptuosidad y el exceso naturales de Berk, la medida del relato siguen siendo las emociones de los hombres, sus reacciones ante el peligro o su modo de lidiar con la fatalidad. Cómo entrenar a tu dragón 2 no trata de disimular el carácter trágico de su universo ni el salvajismo con el que se dirimen los conflictos: dos muertes terribles son relegadas oportunamente al fuera de campo pero sin esconder la violencia que las envuelve, como si la película quisiera recordarnos elegantemente que, sin importar la fascinación que haya despertado en nosotros, Berk es una tierra cruel que no perdona los errores. Así y todo, aunque la película tenga predilección por la espectacularidad, por ejemplo, el director sabe dirigir la atención hacia pequeños detalles que acaban por marcar el rumbo y el clima de toda una escena, como esa en la que, después de recibir un ataque, el enorme e inamovible brazo de Stoicjo permanece quieto, como si la masa de su cuerpo estuviera clavada para siempre en el suelo, y Michuelo, el joven dragón recién recuperado de un trance, no entiende lo que pasa y trata de despertarlo acariciándole la mano. Justamente, la dupla Hipo-Michuelo es de las mejores que haya dado la animación de los últimos tiempos menos por el contrapunto de los dos y por los diálogos de él que por la expresividad del dragón: su postura, la forma en que agacha la cabeza como si fuera una mascota hogareña, su mirada de grandes pupilas que recuerda a los ojos de un cachorro, su color y sus alas negros como los de un murciélago; todo en Michuelo lo vuelve un personaje único, misterioso y entrañable a la vez, capaz de generar tanto la simpatía como el miedo; es el compañero ideal para surcar los cielos peligrosos de Berk.
Cuando un estudio o casa productora tiene la fortuna de encontrar un producto que sea del agrado de la gente, inmediatamente piensa en segundas y terceras partes. Ejemplos hay muchos, unos más afortunados que otros, pero día a día nos siguen llenando de secuelas de filmes que originalmente fueron muy buenos y que explota hasta el cansancio. Ahora, es el turno de Hipo y Chimuelo, de protagonizar su segunda parte. Esta vez, son los encargados de explorar el mundo y trazar un mapa, pero en sus aventuras, encuentran un misterioso personaje, un Caballero Dragon, y una isla repleta de nuevas y fascinantes especies de dragones, pero también conocen a Drago, un vikingo decidido a dominar a los dragones para dominar a todos los hombres. Es así que invade Berk en busca de los jinetes de dragones, siendo tarea de Hipo defender a los suyos. Como cualquier secuela, al haber explorado a los personajes principales en la primera parte, se da el lujo de meter más acción y una historia que juega con el pasado no explorado para entregar una aventura que quedará en el gusto de chicos y grandes. Aún a pesar de ser película animada, y como han hecho en los últimos tiempos, el drama está presente pero no sobrecargado, es colorido, con texturas que mejoran con el avance de la tecnología, y música que a mi parecer, es mejor que la primera parte. Así, Cómo entregar a tu dragón 2 es una película que chicos y grandes disfrutarán por igual sobre todo si son admiradores del pequeño Furia Nocturna que ha conquistado nuestros corazones.
Comienza la odisea de un joven con alma de rey Cinco años después de que Hipo lograra unir a vikingos y dragones en la isla de Berk, llegan nuevos límites. Mientras Astrid y el resto de los amigos se dedican a competir en carreras de dragones, el nuevo deporte preferido de la isla de Berk, Hipo huye de las responsabilidades que su padre le impone como futuro líder de su comunidad. Junto con su dragón, el Furia Nocturna que logró domar hace cinco años y al que bautizó como Chimuelo, Hipo construye, sin proponérselo, su propia leyenda como amo de las míticas criaturas. El dúo, inseparable, se dedica a cruzar los cielos y explorar nuevos mundos, lejos de toda preocupación. Es en una de esas travesías cuando Hipo y Chimuelo descubren que una nueva amenaza se avecina. Un antiguo enemigo de Berk se propone formar un ejército de bestias voladoras al que logra conducir con la misma crueldad con que intentará dominar a los pueblos vikingos. Mientras tanto, en una misteriosa cueva de hielo, hogar de cientos de dragones salvajes y del misterioso Jinete de dragones, parece estar la clave que Hipo y sus compañeros de andanzas deberán desentrañar para demostrar que es posible erigirse en líder de un pueblo recurriendo al respeto por los otros y cambiar una historia de violencia por otra de paz. Secuela de la película realizada cuatro años atrás, se sobrepone al desafío de mantener el nivel de interés y tensión dramática de su antecesora mientras se hace de nuevos villanos y aliados. Vuelve a ofrecer espectáculos visuales que no pierden atractivo en la versión 2D y vuelos magestuosos y vívidos en las tres dimensiones. Una muy buena propuesta con letra para seguir contando.
Un entretenimiento que se anima a más La película "Cómo entrenar a tu dragón 2" de DreamWorks sigue las aventuras de Hiccup y Toothless ya un tanto más crecidos y encontrando su lugar el mundo, ese conflicto existencial que fue central en la trama de la primera entrega. En esta ocasión se topan con un villano que vuelve a la carga, luego de haber estado formando durante años en secreto un ejército de dragones, para destruir a los vikingos, algo que va en total contramano con la nueva vida que han sabido establecer en Isla de Berk hombres y bestias luego de los hechos derivados de la primera peli. El director Dean DeBlois, el mismo de "Lilo & Stitch" (notar similitudes en los diseños de los dragones con las bestias de Lilo) y "Cómo entrenar a tu dragón", nos vuelve a ofrecer un mundo mágico de colores y con aún más dragones, en el que los conflictos no tienen miedo de abordar algunos temas "difíciles" para películas dirigidas a niños y adolescentes como pueden ser las discapacidades físicas, la muerte y el entendimiento/aceptación de las fuerzas de la naturaleza. Por la valentía de adentrarse en estas temáticas aplaudo a este producto de DreamWorks y creo que gran parte de su éxito radica en ella. No es simple poner en pantalla un protagonista al que le falta un pie y ciertamente tampoco es fácil transmitir un mensaje sobre la esencia de la naturaleza usando como móvil la muerte. Por otro lado, los conflictos que presenta la trama son interesantes y maduros, algo que también hace la propuesta más atractiva para las audiencias no tan infantiles. Quizás aquí también está lo más flojo del film, no por el guión planteado sino por la forma de manejar la narración del mismo, con algunas introducciones torpes, como fue la aparición de la madre de Hiccup y su retome de relación, y algunas resoluciones demasiado rápidas que quitaron credibilidad a los momentos. Se presentan varias subtramas que por cuestiones de tiempo no se pueden desarrollar en mayor profundidad y esto hace que personajes que podrían haber resultado más interesantes queden a mitad a del camino narrativo, como es el caso de Eret (Kit Harington) o el mismísimo villano, Drago (Djimon Hounsou). Hay también en el film un mensaje acerca de la paz y la guerra que puede resultar un tanto irritante para algunos espectadores, sobretodo aquellos que relacionan la producción con la cultura y mentalidad del país de donde proviene. Que Estados Unidos envíe un mensaje de paz aludiendo a su poderío bélico, no es de lo más coherente que se puede ver en pantalla. ¿A qué me refiero con esto? A la frase final de la cinta que cierra hablando de que "ellos" podrán tener su acero y armamento, pero "nosotros" tenemos a nuestros dragones... no es el cierre más feliz que podrían haber hecho para un film que supuestamente pregona la paz. Haciendo a un lado las cuestiones políticas que podría inferir la cinta, es en general un buen producto de entretenimiento que además tiene la virtud de abordar temas maduros y sensibles, algo que no se ve muy seguido en el cine comercial.