Ciencia ficción, corazón blando Uno podría pensar, después de diez películas de M. Night Shyamalan, que una de las mayores virtudes de Después de la Tierra es que esta nueva película no parece obra suya. No se trata de un chiste ni de una valoración de él como director, pero por lo menos desde Sexto sentido a esta parte uno podía identificar muy rápidamente las marcas de una de sus obras cinematográficas, por aquello que podríamos definir como su "calidad de autor", en el peor de los sentidos: construcción de atmósferas en general asfixiantes, mitologías elaboradas, personajes ambiguos, giros de tuerca final, etc. Cualquier cosa que hiciera se vendía como "una película de M. Night Shyamalan". El panorama cambió con su film anterior, El último maestro del aire, donde ya ese manejo de la atmósfera y la fascinación por las explicaciones místicas complejas se pusieron al servicio de una historia que existía (y tenía fanáticos) desde antes y a la cual se tuvo que amoldar. Con todas sus limitaciones y problemas, El último maestro del aire tenía la virtud -sencilla pero no por eso menos noble- de querer simplemente contar una historia: no había sorpresas de último momento (la trama como trampa para el espectador) y los universos mágicos no pesaban más que los personajes. Pasa algo similar con Después de la Tierra, donde al parecer la historia original nació de la mente de Will Smith (también productor y coprotagonista de la película) y donde el resultado es más o menos similar: una película de ciencia ficción que, sin ser particularmente brillante, entrega lo que promete y se ocupa de forma bastante sencilla de contar lo que quiere contar. Claro que, después de todo, esta sigue siendo una película de Shyamalan, con lo cual las metáforas de superación personal son ineludibles (y bastante ramplonas) y el diseño de arte pasa a ocupar un lugar casi central. No deja de ser simpática la forma en la que Después de la Tierra piensa ese futuro lejano y galáctico, tan claramente diseñado en un mundo preocupado por la ecología. Muy "bolsita de tela reutilizable", todo en este futuro parece estar construido con pedazos de tela, panales de abeja y algodón. Las naves espaciales tienen partes de metal, pero en su mayor parte parecen pegadas con miel, como si se tratara de armazones construidos con bambú y recubiertos del mínimo material indispensable para viajar por el espacio. Pasadas las, al parecer, inevitables explicaciones sobre cómo llegó la humanidad a esta situación, la historia de Después de la Tierra es bastante simple y rendidora. Se trata simplemente de una lucha por la supervivencia, superpuesta a la lucha de un hijo por tratar de impresionar a su padre. Recorremos espacios con bichos semi raros, la aventura es lo que se impone en la película y, sin llenarnos de adrenalina, logra llegar hasta un final aceptable. A pesar de las preocupaciones tan blandas y baratas por la psicología de los personajes, si Después de la Tierra funciona es gracias al carisma que emana de sus dos protagonistas: Will y Jaden (ya crecido) Smith. No se trata sólo de que los actores sean realmente padre e hijo en la vida real -aunque podemos pensar que algo de esa química se cuela en la película- sino de que tanto el padre. un Will Smith ya definitivamente adulto al cual soprendentemente el registro de duro le funciona muy bien, como el hijo, a quien vimos crecer en la pantalla desde La búsqueda de la felicidad hasta la nueva Karate Kid, cuentan con eso tan difícil de definir pero que al parecer puede transmitirse por los genes: la fotogenia. Ellos son los que le dan cuerpo a estos personajes; los que nos permiten acercarnos a ellos y los que hacen que esta película de ciencia ficción bastante bien construida pero no demasiado sorprendente resulte entretenida.
Veo Gente Muerta… A veces me pregunto que es lo que tanto nos entusiasmó hace más de diez años atrás del cine de M. Night Shyamalan. O sea, ¿que cambió, que se perdió en el camino? O acaso, fue siempre así, un vendedor de humo y no nos dimos cuenta. Desde que vimos Sexto Sentido, podíamos percibir que se trataba de un realizador atraído por el didacticismo, la moralina barata, los diálogos pretenciosos y situaciones al borde del absurdo y del ridículo. Pregunto nuevamente, ¿cambió el director o se aburrió el espectador? Quisiera pensar que la culpa provino de Shyamalan, aunque no se puede negar que después de Sexto Sentido todos esperábamos la siguiente obra de suspenso con grandes expectativas, ansiando la escena final donde posiblemente, el director nos sorprendiera con alguna imprevista vuelta de tuerca. Lo cierto es que sacando a La Aldea, nunca más hubo sorpresas en el cine de Shyamalan. Ni siquiera en sus mejores obras, como El Protegido o la subvalorada Señales. Es que en esencia, esta tetralogía de films “interesantes” se caracterizaban por tener personajes de carne y hueso, con dudas, ambigüedades y actitudes austeras, climas bien logrados, un ritmo más lento que el habitual para los cánones de Hollywood y alguna que otra situación algo ridícula que el director no pretendía ocultar bajo un manto de pretenciosidad. El problema vino a partir de La Dama en el Agua, film en el que siguieron las metáforas, pero esta vez en forma más explícita, y el ridículo traspasaba la barrera del humor para filtrarse en un tono absurdo que no provocaba gracias sino lástima. La pobre historia, los unilaterales personajes y el poco impacto visual tampoco acompañaba al film. Con El Fin de los Tiempos, algo mejoró. Fue difícil salir del ridículo con una historia clase B que incluía plantas asesinas, pero al menos había climas interesantes y mejores interpretaciones. El resultado no era bueno, pero zafaba. Todo se vino abajo con la paupérrima El Último Maestro del Aire. Fallida fue poco, aburrida también. La incoherencia e insulto cinematográfico de la adaptación del premiado animé no admite críticas benevolentes. Era mala y punto. Con Después de la Tierra, las expectativas venían bajas. A partir de una historia del propio Will Smith, como vehículo para que su hijo Jaden demuestre sus cualidades interpretativas, Shyamalan realiza una obra de ciencia ficción cuyo prólogo es demasiado similar al de Oblivion, el Tiempo del Olvido de Joseph Kosinsky con Tommy Cruise. La Tierra devastada, los humanos en otro planeta, la lucha con seres extraterrestres y el regreso al planeta. Padre e hijo son los únicos protagonistas de una historia que amaga con tener un mensaje ecológico, pero no. Como bien dice mi colega Tomás Maito, los protagonista podría haber caído en la Tierra o Pandora. Para la situación es lo mismo. Al igual que en Señales o El Protegido, el vínculo filial es el centro de la historia: un militar perfecto, herido que deposita su vida en la confianza de un hijo que demostró no tener las cualidades físicas que él pretendida. El hijo, por su parte, debe demostrar al padre que tiene coraje: madurar y poder sobrevivir en la selva, cuidándose de animales y salvajes, y postergando para el final, el enfrentamiento con un monstruo de otra galaxia. Papá Smith desde su nave, guía cual Yoda a su hijo a su destino final. Si bien la premisa podría ser interesante, la sobrecarga del discurso, sumado a innecesarios flashbacks que incluyen a una hermanita muerta, terminan por convertir al film en un obvio discurso aleccionador. La lucha por la supervivencia carece de suspenso y tensión, las fieras no generan miedo, los peligros son demasiado ingenuos y las metáforas son demasiado explicadas. Entonces, tenemos dos personajes simples, estereotipados, caricaturescos sin un relato que sostenga el conflicto en acciones concretas. Shyamalan ha perdido ese poder de concentrar la expectativa del espectador gracias al uso del fuera de campo. Solamente lo utiliza en dos escenas, donde el punto de vista del protagonista es esencial para conseguir un poco de misterio. El problema, es que a veces confunde dicho punto de vista, y no entiende que es innecesario mostrar tantas veces a Will Smith sufriendo en la nave. Las interpretaciones tampoco ayudan. Smith padre debe poner cara seria todo el film, pero no resulta verosímil. De hecho parece aburrido. Smith Jr. en cambio está sobreactuado, exagerando cada gesto de miedo, para enfatizar su inseguridad. En esta perspectiva es que Shyamalan parece tomar el pelo al espectador. No necesitamos ver el sufrimiento constante de ambos personajes. El resto es el joven Jaden corriendo por la selva sorteando peligros como si fuera un video juego o el protagonista de Apocalypto. A pesar de todo – de que el film hace agua en todas partes, aburre, copia para mal una pelea de El Señor de los Anillos: Las Dos Torres – se nota una mejoría en Shyamalan, a comparación de sus últimas películas. No sé como explicarlo, pero pareciera que algo se está recuperando con respecto a la visión temática. Nuevamente vemos una relación padre-hijo distanciada, donde el conflicto está en que el padre reconozca a su hijo como adulto, y a la vez el menor se reconcilie con su padre. Por otro lado, el nivel de ridiculez ha disminuido. El absurdo queda escondido. Es como si el director pretendiera demostrar que está para cosas serias nuevamente. Si bien este no es el caso, confío que en próximas obras, este director, de origen hindú, fascinado por el mundo espiritual, las relaciones intimistas y el suspenso dramático nos va a volver a confirmar porque en algún momento, lo consideramos un autor industrial para tomar en cuenta. Hay señales dispersadas en Después de la Tierra, que se escapan a una interpretación concreta. Digamos que es intuición… o llamémoslo sexto sentido.
Ni la sombra de Shyamalan Si el año pasado, con el estreno de Prometeo de Ridley Scott, parecía que se abría una nueva esperanza para el cine fantástico y de ciencia ficción, M. Night Shyamalan no aporta ni un poco a la recuperación de uno de los géneros más ricos que dio la historia del cine. En Después de La Tierra – nuevo film del nacido en India – todo gira entorno al nulo y poco creíble impacto visual, como a los trillados exponentes narrativos.
Luego del éxito de Sexto sentido (1999) y, en menor medida, de El protegido (2000) y Señales (2002), el director M. Night Shyamalan entró en una pendiente creativa y comercial de la que no ha podido recuperarse. En este sentido, sin llegar a ser una película del todo satisfactoria ni lograda, Después de la Tierra al menos tiene mayores méritos y hallazgos que las flojísimas La dama del agua, El fin de los tiempos y El último maestro del aire . En este "encargo" (si bien Shyamalan figura como coguionista, se trata de un film al servicio de Will Smith, autor de la idea original, productor en asociación con su esposa, Jada, y protagonista en compañía de su hijo Jaden), el realizador de origen indio construye durante la primera mitad una más que aceptable historia de ciencia ficción apocalíptica sustentada en una conflictiva relación padre-hijo. Los problemas surgen cuando la película dobla la curva y aparecen en masa todos aquellos elementos que han arruinado el indudable talento visual y formal que el Shyamalan cineasta posee. Las obvias alegorías y simbolismos (las referencias a Moby Dick , la aparición del águila protectora, la recurrencia a los postulados aleccionadores de la cienciología, el discurso ecologista y un largo etcétera) conspiran contra una resolución cuyo tono está bastante alejado del inquietante planteo inicial. El film arranca con imágenes de la devastación de la Tierra. Los humanos han sido evacuados hacia otro planeta, Nova Prime, donde sobreviven luchando a toda hora contra otros habitantes (unos monstruos llamados Ursas). En ese contexto, el joven cadete Kitai Raige (Jaden Smith) reprueba a sus 14 años el examen para convertirse en comando para enojo y frustración de su muy estricto padre, Cypher (Will Smith), un mítico jefe militar que está a punto de retirarse. Entre ambos hay una enorme distancia, amplificada por el trauma generado por la muerte de Senshi (Zoe Isabella Kravitz), la hermana/hija mayor, de la que ambos se sienten culpables. Una fallida misión que ambos compartirán los devolverá a nuestro planeta (convertido en una acumulación de amenazas tóxicas e irrupciones violentas) y se convertirá en el ámbito para una posible reconciliación y redención. Aunque la sensación que deja el film es un poco frustrante (sobre todo porque tenía todo para no serlo), hay un despliegue visual con grandes efectos generados por computadora y unos cuantos pasajes en los que reaparece la mejor vertiente narrativa de Shyamalan. Es una lástima que, otra vez, su faceta de predicador le haya ganado a su costado de gran artista..
Prueba iniciática (a la Cienciología) Una modesta aventura de ciencia-ficción, elemental en su dramaturgia, pero narrada con la eficacia del realizador de Sexto sentido. Pocas producciones de Hollywood de los últimos años deben haber sido más vilipendiadas por la crítica e ignoradas por el público estadounidense que Después de la Tierra, la nueva película de M. Night Shyamalan, un realizador que en poco más de una década –el lapso que va de Sexto sentido (1999) a El último maestro del aire (2010)– pasó de ser un talismán para la boletería y director estrella (“auteur” llegaron a calificarlo los despistados Cahiers du Cinéma de hoy) a una suerte de anatema, nombre maldito si los hay tanto para los mercaderes de la industria como para la intelectualidad de la crítica. Las acusaciones –algunas muy fundadas– que llovieron sobre Después de la Tierra como mero vehículo de propaganda de la Cienciología no hicieron sino agravar el caso. Vista aquí, lejos de esas polémicas, After Earth se presenta sin embargo como una modesta aventura de ciencia-ficción, una suerte de relato de iniciación para preadolescentes (varones), elemental en su dramaturgia, pero narrado con la eficacia que en su momento hizo de Shyamalan un director estimable, más por sus dotes para la puesta en escena que por sus confusas ideas siempre cercanas a lo religioso–sobrenatural. Basado en un argumento de su protagonista y coproductor Will Smith (quien nunca se pronunció públicamente sobre su apoyo a la Cienciología, pero que habría contribuido a la secta con importantes donaciones), Después de la Tierra arranca, curiosamente, un poco como la reciente Oblivion, el tiempo del olvido, la película protagonizada por Tom Cruise, el más famoso adherente a la Cienciología. En un futuro lejano, la raza humana sobrevive lejos del planeta Tierra, ahora inhabitable y dominado por unos seres tan gigantes como monstruosos. Sin embargo, caprichos del guión, allí se produce el violento aterrizaje de emergencia de la nave del general Cypher Raige (Will Smith). Gravemente herido, al general no le queda más remedio que refugiarse en los restos del vehículo y enviar a Kitai, su hijo adolescente (Jaden Smith, hijo de Will en la vida real), en busca del transmisor con el que será posible pedir ayuda. Pero la atmósfera de la Tierra ya no es totalmente respirable y en esos cien kilómetros que deberá recorrer el muchacho hay todo tipo de riesgos, desde los extraterrestres hostiles –que huelen el miedo de sus presas– hasta selvas impenetrables y animales salvajes. No significa adelantar demasiado decir que ésta será una prueba iniciática para el chico, no tanto como el soldado al que aspiraba a ser sino especialmente como el hijo en busca de la aprobación de su estrictísimo padre. Sintética y compacta (dura 100 minutos, casi un cortometraje para los estándares del Hollywood de hoy), After Earth tiene sus mejores momentos en la ardua travesía de Kitai, que el director matiza con esas tácitas amenazas provenientes del “fuera de campo” cinematográfico que siempre fueron la marca de fábrica de Shyamalan. Los peores tramos son claramente aquellos en los que el padre adoctrina a su hijo con máximas tales como “el peligro es real, pero el miedo es una invención de nuestra mente”. Will Smith nunca se caracterizó precisamente por ser un buen actor y declamando la doctrina de L. Ron Hubbard parece apenas un mal predicador.
En una galaxia muy lejana Un padre (Will Smith) y un hijo, encarnado por Jaden Smith, hijo del actor en la vida real, viajan a una Tierra destruida por una catástrofe y se enfrentan a peligros varios. Diez películas ya tiene M. Night Shyamalan, la mayoría estrenada en nuestro país con importante suceso, especialmente Sexto sentido (1999). Pero el cineasta de la India hace tiempo que no tiene a su lado a Bruce Willis y a un guión de buena factura. Más aun, luego de El protegido vendrían los puntos muertos de su filmografía: la horrible Señales, la presuntuosa La aldea, la extrañeza camp de La dama del agua y el desatino fílmico de El último maestro del aire. Ya sumergido en las grandes ligas del mainstream, Después de la Tierra es el ejemplo perfecto que sirve para llegar a un par de conclusiones. Por un lado, afirmar que Sexto sentido es su mejor película; por el otro, y aunque resulte paradójico, plantear ciertas dudas sobre aquel film con el niño protagonista que veía muertos. Ocurre que Shyamalan es un ilusionista del cine, con aspectos visuales que merecen rescatarse, pero también, un gran farsante que trata a la imagen como un mago decadente al que se le escapó el público por la ventana. Aquel cine de ideas que mostraban Sexto sentido y algunas zonas de El protegido, cuesta reencontrarlo en Después de la Tierra, una cinta caníbal sin culpa alguna y una especie de grandes éxitos de los últimos años cocinada por un cineasta que dejó de ser original. Cypher Raige (Will Smith) junto a su hijo Kitai (el vástago de Smith) viajan a la Tierra, un planeta destruido luego de la catástrofe. Un accidente impide que el padre comande la misión de encontrar el objeto de rescate (una especie de baliza), por lo que el adolescente cumplirá el mandato de convertirse en un auténtico soldado como su progenitor. Esa es la historia: dos personajes, un planeta destruido, una serie de peligros y amenazas, animales buenos o malos con los que cruza el chico, un par de monstruitos (los "Ursa") que meten algo de miedo. Todo esto piloteado por el padre desde la nave destruida, con una pierna rota, mientras su hijo corre de acá para allá a la búsqueda del objeto salvador. Sí, como si se tratara de un videojuego de 100 millones de dólares al servicio de un par de sustos. Más allá de que soportar a Smith amplificado resulta una tarea titánica, esta cruza de Una aventura extraordinaria (el film de Ang Lee de este año) pero en espacios abiertos y algún momento que recuerda a Apocalypto de Mel Gibson (ahí estarían los pocos aciertos de Después de la tierra), sorprende por la incapacidad de Shyamalan por construir algo fuera de norma, como fueron sus dos únicos films de interés. En esos momentos, se confirma el escaso vuelo de un director al que una década atrás se lo consideraba un genio innovador dentro del Planeta Hollywood.
El control del miedo El realizador de “Sexto sentido” dirige a Will Smith y su hijo Jaden en una aventura de sobrevivencia futurista y apocalíptica. “El peligro es real, el miedo una elección”. En el eslogan promocional del filme podría resumirse el argumento de Después de la Tierra, lo nuevo de padre e hijo Smith. La película es una gran metáfora para que aprendamos a controlar nuestros temores. El enemigo voraz del hombre son los ursas, unos bichos ciegos que nos detectan por las feromonas que desprendemos a causa del pánico. Sin miedo, ellos no nos detectan. Mil años después de los cataclismos que obligaron a los humanos a abandonar la Tierra, Nova Prime es el nuevo hogar de la especie humana. El general Cypher Raige (Will Smith) viajará junto a Kitai (Jaden Smith) y una preparada tripulación hacia un planeta cercano. Pero una tormenta de asteroides les hará torcer el rumbo y caer en picada hacia un planeta dominado por fauna y flora, pero sin vestigio humano: la Tierra. Los paisajes naturales y habitantes de ese lugar generan una sensación de vacío única donde el pequeño Kitai demostrará la madera de la que está hecho superando mil y un desafíos, sobreviviendo al frío, luchando en tierra, aire y mar. Durante la mayor parte del filme, el papel de Will Smith se encapsula en la cabina de mando, él queda malherido e inmovilizado allí y su hijo Kitai (que reverencia a su progenitor como si estuviese en el ejército) debe atravesar casi 100 kilómetros para recuperar el faro de rescate y emitir una señal intergaláctica para que los vayan a rescatar antes de perecer. La película gira en torno a una palabra: sobrevive, que según L. Ronald Hubbard (padre de la Dianética) cita: “es un pensamiento nuevo que el hombre esté motivado únicamente por la supervivencia. Es el principio dinámico de la existencia humana”. El volcán en erupción (igual que en la portada del famoso libro) y la guía que Smith padre ejerce -a la distancia- sobre su hijo puede enlazarse con el código del auditor cienciológico donde se expone el modelo de conducta de supervivencia. Recordemos que Smith apoyó financieramente (un millón de dólares) a la polémica organización y es uno de los mejores amigos de Tom Cruise, uno de los más famosos difusores de la Cienciología. Volviendo al filme, Jaden se come la película solo, con sus cortos 14 años despliega un papel bien físico con un vestuario e instrumentos futuristas (excelentes las armas y pantallas de seguimiento) sin dejar de destilar sentimientos y generar empatía en el espectador. Polémico, pero entretenido.
Después de la Tierra es una película que reúne a dos figuras que generan un odio incomprensible en cierto sector de la prensa y el público. Me refiero por supuesto al director M. Night Shyamalan y Jaden Smith. El ensañamiento con el que se critica a ambos artistas es absolutamente desmedido y por eso las reseñas de sus trabajos a veces tienden a caer en la exageración. La verdad que Después de la Tierra no es una gran película y creo que Shyamalan debería tomarse un descanso, pero tampoco es tan terrible. El realizador hace rato que viene en caída con las producciones que presenta y después del vergonzoso trabajo que hizo con una obra maestra de la animación reciente como fue Avatar: El último maestro del aire, su nueva labor desapasionada no cambia precisamente esta situación. La narración de Shyamalan, quien fue contratado por Will Smith para la dirección, es monótona y no hace nada por enganchar al espectador con buenos momentos de tensión o suspenso. En los créditos podrían haber puesto cualquier nombre como director y jamás nos hubiéramos enterado que el creador de El protegido y Sexto sentido estuvo detrás de esto. La película presenta un conflicto que se sostiene principalmente con Will Smith y su hijo Jaden durante el 90 por ciento de la trama. Algo similar a lo que vimos hace poco en Oblivion con Tom Cruise que también era una historia que se narró apenas con tres actores. La diferencia es que el argumento, pese a que no abordaba nada nuevo, dentro de todo era entretenido y tenía más acción y suspenso. Después de la Tierra es aburrida y nunca llega a entusiasmar con el conflicto que propone. Si bien tiene naves espaciales, monstruos alienígenas y transcurre en el futuro poco tiene que ver con la ciencia ficción. Me parece que entra más en la categoría de aventuras e historias de supervivencia. Jaden Smith que sobresalió en la remake de Karate Kid acá está desdibujado y salvo por un par de escenas que tiene junto a su padre no se destaca demasiado. Lo mismo ocurre con Will y el militar robótico que interpreta. No es un dato menor que Shyamalan se borró de la promoción de este film y le dejó la tarea a Smith padre. Esta película la hizo por el cheque y eso se nota en su trabajo. Reitero, no me parece que sea una película malísima, pero no cumple para nada con lo que prometían los avances. Sigo creyendo que Shyamalan es un buen director, aunque hoy la realidad indica que su carrera perdió el rumbo y sus trabajos no están al nivel de los filmes que brindó cuando surgió en Hollywood a fines de los ´90. Ojalá en algún momento encuentre el proyecto que le permita brindar buenas películas. Por lo pronto hacer filmes por encargo como Después de la Tierra no es el mejor camino.
De tal padre, tal hijo Qué curioso proyecto de vanidad que es Después de la tierra (After Earth, 2013). Está basado en una historia de Will Smith, producido por el matrimonio Smith, y protagonizado por Smith; y su hijo Jaden Smith. Los Smiths ya habían interpretado a padre e hijo en En busca de la felicidad (The Pursuit of Happyness, 2008), pero aquella era una película tierna y sensible comparada a este opus del nepotismo, cuya trama trata del hijo de un famoso que es guiado por su propio padre para convertirse en alguien tan hábil, tan respetado y tan exitoso como él. La historia se sitúa en un futuro en el que la humanidad, habiendo “arruinado” la Tierra, ha colonizado otras galaxias y frecuentemente guerrea contra unas criaturas llamadas Ursa. Son ciegas, pero su sentido del olfato es tan bueno que pueden, literalmente, oler el miedo. Los mejores guerreros “fantasmean”: simplemente, son capaces de suprimir el miedo, y con ello, las emisión de feromonas delatoras. Uno de esos guerreros es el general Cypher Raige (Smith padre), cuya nave se estrella en la superficie terrícola, matando a todos los tripulantes y rompiéndole las piernas. Sólo su hijo Kitai (Smith hijo) sobrevive intacto. Llevaba el cinturón puesto. Su padre le da una misión: debe atravesar 100km de densa y peligrosa jungla para recuperar un faro que les permita mandar un SOS a casa. De lo contrario, Cypher morirá por pérdida de sangre, y Kitai probablemente muera de hipotermia de noche, o por falta de oxígeno, o engullido por alguno de los múltiples animales (horriblemente diseñados por computadora) que le dan caza. No se deje engañar. La película será de ciencia ficción, pero en lo que ciencia refiere, sólo se interesa por lo cosmético, como naves espaciales y un bonito sable que está a algunos efectos sonoros de ser propiedad de George Lucas. No se entiende por qué la Tierra se congela de noche, o por qué hay falta de oxígeno cuando los árboles parecen ser la especie dominante del planeta. ¿No nos asegura el prólogo que la Tierra fue “arruinada”? Se la ve mejor que nunca: posee una sana biosfera, rica en diversidad de fauna y flora, y libre de contaminación humana. El prólogo habla y expone y habla acerca de la colonización del espacio y la guerra contra los Ursa, pero nada de ello es relevante a la trama. Es sólo una excusa para introducir a una criatura maravillosa que refuerce la necesidad de “elegir no tener miedo” lo más literalmente posible. Este es el tipo de historia alegórica que podría ser contada en cualquier lugar, en cualquier momento, y de hecho una vez que Kitai se encuentra correteando por la selva, la película sufre de una notable falta de imaginación, como si pretendiera sostenerse sobre el magro esqueleto de la estructura narrativa más básica y predecible. El director es M. Night Shyamalan, pero no sabrán eso por ver los tráileres. Su ego se ha abstraído casi totalmente de la película y de la millonaria campaña publicitaria que la precede. ¿Qué le habrá atraído del proyecto? Se parece un poco al tipo de fábula moral que suele contar. Es su trabajo más mercenario a la fecha, y posiblemente sea su mejor película desde Señales (Signs, 2002), lo cual no es mucho decir, pero ahí lo tienen.
Luego de 7 años (la primera vez que compartieron pantalla fue en "En Busca de la Felicidad") Will Smith y su hijo Jaden, vuelven a trabajar juntos. En esta ocasión, conforman la dupla protagónica del nuevo film de ciencia ficción del realizador indio M. Night Shyamalan ("Señales", "La Aldea", "La Dama en el Agua", "La Reunión del Diablo"). "Después de la Tierra" ubica su trama en el futuro; exactamente mil años después de que la humanidad tuvo que abandonar la Tierra, la cual se volvió cada vez más inhabitable como consecuencia del impacto ambiental del que nosotros somos responsables. Una breve introducción, mediante voz en off, del personaje que encarna el actor adolescente, le anticipa al espectador los severos daños catastróficos que sufrió nuestro planeta (los tsunamis, la toxicidad en el aire, el agua y los alimentos, los climas extremos), y que hicieron que los gobiernos del mundo ordenaran la construcción de naves espaciales o "arcas" que pudieran mantener la vida humana y así colonizar otros mundos en otras galaxias. Así llegaron a Nova Prime, donde los seres humanos comenzaron a ser atacados por una especie alienígena, quienes lanzaron su arma más letal: los Ursa, unas criaturas atroces y ciegas cuyo único propósito es cazarlos y matarlos, percibiendo las feromonas que secretan las personas cuando tienen miedo. Dentro de este contexto, la historia se centra en la distante y fría relación entre un padre y un hijo, quienes sienten culpa por un hecho sucedido en su familia en el pasado. Durante una misión de entrenamiento, el legendario General Cypher Raige (Will Smith), famoso por su habilidad para "fantasmear" (el arte de luchar contra las Ursa sin sin miedo y pasar desapercibidos ante ellas), y el joven Kitai (Jaden Smith) se ven forzados a regresar a la mismísima Tierra después de que su nave espacial sufre daños en medio de una tormenta de asteroides. Cypher queda malherido en ambas piernas y es necesario que Kitai, guiado por su propio padre, emprenda un peligroso viaje para recuperar una baliza y así enviar una señal de socorro. Ésta, quedó en la parte trasera de la nave que se desprendió en la colisión, a unos 100 kilómetros de dónde ellos se encuentran. El protagonista afronta un terreno desconocido, animales que ahora gobiernan el planeta (evolucionados para matar humanos) y una Ursa que transportaban y que escapó durante el accidente. El joven, que siente una enorme presión para seguir los pasos de su padre y que siempre ha querido ser un soldado como él (de hecho falla la última prueba para ascender de Cadete a Ranger), aprovecha la oportunidad de cumplir su deseo y se esfuerza al máximo para obtener su respeto y su aprobación. Para lograr sobrevivir, ambos tienen que trabajar juntos y luchar, porque el peligro es real, pero el miedo es una elección, como bien señala el lema del film. Si bien la nueva propuesta de Shyamalan no representa su mejor trabajo cinematográfico, el relato de supervivencia de "Después de la Tierra" (el guión se basa en una historia del propio Will Smith) es entretenido, de cierto modo distinto en lo referente a lo "apocalíptico" y logra atrapar hasta el final.
After Earth: M. Night Shyamalan ya no es lo que era Nunca nos deberíamos haber quejado ni mínimamente de las oh tan clásicas vueltas de tuerca en cada película de M. Night Shyamalan. No valoramos lo que teníamos ante nuestros ojos, hasta que lo perdimos. Sí, su carrera fue en picada desde Sexto Sentido (1999) hasta la terrible (y me quedo corta) El Último Maestro del Aire, en el que gracias a nuestras críticas (mías no, las del resto), Night se alejo por completo de los elementos narrativos tan característicos de él. Ok, The Happening (2008) fue mala, muy, y La Dama en el Agua (Lady in Water, 2006) era un muy aburrido cuento para chicos no apto para el cine, pero La Aldea (The Village, 2004) era interesante de analizar como obra humana ante la decadencia de lo social luego de esa vuelta de tuerca hacia el final. Es torpe, pero inteligente. Y no hace falta ahondar mucho en la magistral Señales (Signs, 2002), esa película de extraterrestres, dónde las pocas veces que ves un hombrecito verde, la sangre abandona tu cuerpo corriendo, mientras la adrenalina llena el vacío y simplemente se siente genial. Eso es lo que yo llamo la magia de Night Shyamalan. Y mucho antes de que los superhéroes se apoderaran de las taquillas, hubo una película vista por pocos, llamada El Protegido (Unbreakable 2002), dónde lo humano y lo súper, colapsaban, y Night te hizo sentir cómo un estúpido porque las señales estaban ahí y no las vimos. Finalmente y solo por placer, escribo tres palabras: Veo gente muerta. Por supuesto que no van a entender lo que la magia de Night Shyamalan implica, al menos que hayan visto dos de esa lista de películas. Pero ahora esa magia le pertenece al pasado y no podemos hacer más que extrañar al viejo Night. After Earth (Después de la Tierra) debería ser un wake up calling para el director. ¿Cómo fue que llegó a filmar algo tan impersonal? No se puede culpar a nadie más que a la presión de la crítica. After Earth comienza cuando el general Cypher Raige (Will Smith), para unir lazos con su frustrado hijo Katai (Jaden Smith), decide llevarlo a una misión; pero ésta sale muy mal y terminan varados y solos en La Tierra, el planeta que nos pertenecía pero que ahora es inhabitablemente tóxico para la raza humana. Cypher está muy mal herido y sólo cuenta con Katai para que este expedicione solo en una tierra que no conoce, en busca de la cola de la nave, y un aparatito, transmisor de señal, que ayudaría a que los encuentren. Desde el momento que empieza la película, no podremos evitar preguntarnos quién fue el genio que sugirió a Shyamalan para hacer una película futurista. Te hará reír y no en el buen sentido. Su diseño de arte te dice: destruimos la tierra, entonces ahora nos hacemos los ecológicos y tenemos edificios forrados en tela y naves hechas a base de cartón, más tela, huesos (?) y plasticola; y para lograr esta mezcla bizarra, nos inspiramos en Los Picapiedras y Los Supersónicos. No es chiste, o sí… Y las inverisimilitudes no cesan. Resulta que en el espacio también es posible el fuego y hay sonido! Y acá, los fanáticos del director Joss Whedon (The Avengers) y su serie Firefly, van a perder la cabeza, porque si hay algo que la serie nos recalcó hasta su extinción fue “no sound in space”. ¿Por qué no llamar a un experto? Cuándo Will Smith aparece con una historia loca para que su hijo tenga una carrera sólida como actor, ¿nadie revisa la congruencia de los hechos? Parece que no. Y con la suma del mal uso de CGI con cada animal que aparece en pantalla (pedirle consejos a Ang Lee no debe ser tan caro, ¿o si?), After Earth no hace más que derrochar su presupuesto. No hay mucho para hablar sobre lo bueno de la película. Sólo se limita a las buenas actuaciones de padre e hijo Smith. El potencial de Jaden se puede ver con casi toda la película a cuesta, por lo que es razonable que papi Smith use su poder para mostrar el talento de su hijo. Will está más que bien como el general taciturno que es. Es bueno ver que puede hacer papeles tan distantes de lo cómico y salir bien parado, y por esto, es que Will Smith debería dedicarse solo a la actuación, y no andar escribiendo historias locas, futuristas, en donde nos acechan monstruos ciegos que pueden oler nuestro miedo. Mientras el resto decide no confiar nunca más en M. Night Shyamalan, yo creo fervientemente, y muy consciente de sus pruebas-errores, en que el director debería limitarse, o todo lo contrario, a escribir sus propias historias y darle el giro que se le cante, porque eso en definitiva es lo que marcó su estilo, ahora completamente ausente, y ayudó a que conociéramos su talento allá por 1999.
S.O.S. familia en apuros "El miedo no es real" desliza Cypher (Will Smith) en esta aventura apocalíptica enmarcada en bellos paisajes naturales cuando su hijo Kitai (Jaden Smith) corre peligro. Un papá moribundo y atrapado en una nave que se desplomó y su hijo están comunicados para sortear los obstáculos que les presenta este nuevo film del realizador hindú M. Night Shyamlan (Sexto Sentido). Una Tierra desconocida, el último refugio para la raza humana, es el lugar donde cae la nave del general, quien se encuentra agonizando, mientras su hijo atraviesa un terreno hostil plagado de peligros. Mezcla de Jurassic Park y Soy leyenda, la película tiene a estos dos personajes casi todo el tiempo en pantalla (el resto aparece a manera de flashbacks) y expone una trama en la que el hombre lucha por salvar los vínculos familiares a la vez que el adolescente escapa de sus miedos infantiles. Padre e hijo en la vida real, Will y Jaden Smith, quienes ya habían trabajado juntos en En busca de la felicidad, se ponen la película al hombro. El resultado es un film que apenas entretiene con su invasión de monos, aves, depredadores y una criatura alienígena monstruosa mientras las feroces inclemencias del tiempo hacen lo suyo y un veneno mortal corre rápidamente -más que la historia- por las venas del joven protagonista. Con toques metafísicos y algo melancólicos sobre el desenlace, Shyamalan muestra también la preservación de las especies y, sobre todo, la de un hijo que quieren ser un soldado como su padre. Los buenos rubros técnicos aportan lo suyo para mostrar que no hay mucho más Después de la Tierra.
Una cinta de aventuras, plagada de escenas de alto dramatismo, en donde el joven JADEN SMITH se pone la película al hombro, jugando secuencias de acción, suspenso y tension constante. Pese a lo espectacular de la puesta, el filme mantiene el tono intimista de las cintas de Shyamalan. Apelando a la química entre padre e hijo, el director construye un relato clásico, con "el mito del camino del héroe" como base, logrando un filme en que el suspenso y la emoción se dan la mano. No es la tipica cinta de Ci-Fi, es sobre todo una historia de superación personal y de redescubrimiento entre un padre y su hijo en busca de fortalecer el vinculo. Climatica y atrapante.
Estrellados. Es curioso que, para ser un realizador famoso por sus vueltas de tuerca, la mayor sorpresa orquestada por M. Night Shyamalan haya sido la de su propia carrera. Después de todo, cuesta creer que la misma persona que una vez peleó por el Oscar e incluso fue llamado “el próximo Spielberg”, hoy sea un remate hollywoodense, casi un paria. Es que, al final, la condición de ser el primer director hipérbole de la era web fue tanto bendición como maldición. Los que antes lo tenían en la gloria por los remarcables dramas sobrenaturales Sexto Sentido y El Protegido fueron los primeros en tirarle piedras por sus siguientes películas, en particular el combo asesino de La Dama del Agua, El Fin de los Tiempos y El Último Maestro del Aire. No importó el hecho de que su tendencia por lo pretencioso y lo obvio, sus personajes con comportamiento extraterrestre y sus giros obligatorios fueran marca registrada de su filmografía previa. Ahora, con Después de La Tierra (After Earth, 2013), el hindú se cuelga de una (¿última?) oportunidad comercial, un proyecto encargado e ideado por Will Smith, quien sigue en su odisea por hacer franquicias de sus hijos. La película, que transcurre un milenio después de que la humanidad arruinara el mundo y se mudara, cuenta la historia de Kitai (Jaden Smith), un joven soldado que vive tratando de complacer a su padre, el héroe de guerra Cypher (Will), con quien tiene fricción debido a una tragedia familiar. En un esfuerzo por acercarse, ellos se suman a la tripulación de una misión de rutina, pero los planes acaban cuando una lluvia de asteroides hace que la nave caiga en el planeta azul, dejando al dúo como únicos sobrevivientes. Con su papá casi incapaz de moverse, Kitai tomará la responsabilidad de viajar a buscar un transmisor para pedir ayuda, teniendo que enfrentarse al mortífero ambiente terrícola, que cuenta con aire dañino, cambiantes temperaturas y animales de mayor tamaño. Y como si eso fuera poco, una bestia alienígena suelta lo obligará a enfrentar sus miedos, tanto metafórica como literalmente. Lo que sigue es un intento de pase de antorcha, tanto dentro como fuera de la pantalla: mientras el personaje lucha por salvarse y ganar el respeto de su padre, el actor nada en las aguas del tanque y busca el lugar de su progenitor, una de las últimas estrellas en un mundo cada vez más selectivo. Lamentablemente, esta última intención falla porque, si bien de pequeño Jaden había mostrado signos de carisma con En Busca de la Felicidad y la remake de Karate Kid (en las cuales el príncipe de Bel Air también metió las manos), el chico aún no está listo para grandes cosas. Es difícil culparlo, de todas formas: el púber trata lo más posible y a veces saca algún rasgo de inseguridad adolescente a su rol, pero el empujón que le da su padre es demasiado repentino, encima que el material con el que trabaja es hueco a más no poder. Igual, él no es el único al que le pasa: a pesar de prestarse para el rol secundario de apoyo, Will no tiene casi nada que hacer; postrado en una silla durante la mayor parte de la película, el Smith mayor cae víctima del estereotípico papel del militar frío y desconectado, que le quita su personalidad fotogénica y lo transforma en un tronco que sólo da instrucciones, duerme y tira frases para el póster. Es que, a pesar de poseer un camino narrativo básico (chico viaja de punto 1 a punto 2) y un conflicto emocional ya visto decenas de veces antes (el rebelde y audaz joven que quiere la aprobación de su duro superior), la película no arranca más. Primero, por tomar una eternidad estresando referencias obvias y mensajes superadores que se acercan a lo peor del new age, haciendo un melodrama con flashbacks innecesarios, pasajes sin sentido y personajes con tan poca profundidad como atractivo. Esto, sumado al ritmo de Shyamalan, hace que este relato básico se vuelva casi agonizantemente lento. Las cosas no mejoran con la llegada a La Tierra. Si bien la producción muestra ingenio a la hora de crear la arquitectura y las herramientas de este universo (como un traje que usa el protagonista, y que cambia el color según el peligro), parece que la creatividad se agotó antes de pensar en el diseño de la flora y la fauna del nuevo mundo, simplemente optando por mostrar una selva de clima indeciso con animales un par de tallas más grandes. En este lugar en el que no pasa mucho se llevará a cabo una estructura narrativa no tan lejana a la de un videojuego, aunque con peores efectos especiales y con la desventaja de dejar a la audiencia en el rol pasivo. Para la hora en la que Smith Jr. tenga su inevitable enfrentamiento con el monstruo alien de procedencia conocida, uno se dará cuenta que la acción escaseó bastante en esta historia, aunque hay que marcar que M. Night mejoró un poco en la dirección de estas escenas. Al final, Después de La Tierra no logra ninguno de sus objetivos. Entre una historia poco desarrollada, una visión casi sin originalidad y un dúo de actores que no salvan las papas del fuego, el aburrido producto falla como drama familiar, como aventura de ciencia ficción, como traspaso de poder entre familiares y como retorno de un director que hoy es saco de boxeo para los críticos y el público. Esas son las vueltas de la vida.
Control mental contra extraterrestres Mil años en el futuro la Tierra no soportó tanta explotación y se convirtió en un lugar inhabitable, los humanos no tuvieron mas opción que emigrar a otro planeta, y así llegaron a Nova Prime. La colonización del nuevo planeta no fue fácil, había unas horrorosas criaturas masacradoras de humanos, ciegas, pero capaces de oler el miedo, de ese modo encontraban a sus victimas. Hasta que un día llego el General Cypher Raige (Will Smith) y fue el primero que logró matarlas. ¿Su método? Controlar el miedo, la adrenalina y hasta las feromonas, para que no pudieran olerlo, ni encontrarlo, y así eliminarlas. Al método creado por él, se lo denominó fantasmear, y gracias a eso, los ejércitos humanos lograron dominar a las malignas criaturas y habitar el nuevo planeta. El general en cuestión es un hombre que ha hecho del control mental y la disciplina un estilo de vida, incluso hasta su casa y su familia parecen estar militarizadas. Su hijo, Kitai (Jaden Smith), con el que tiene una espantosa relación, también sigue la carrera militar, pero parece no estar nunca a la altura de su exigente padre. Un día padre e hijo salen en una nave espacial, a una misión de exploración hacia otro planeta. La nave sufre un desperfecto, y cae en el planeta Tierra, que ahora es un lugar salvaje, y absolutamente hostil para los humanos. El padre queda herido dentro de la nave, y el hijo debe ir en busca de una antena que ha caído a kilómetros de distancia. Con toda clase de complejos adminículos, pantallas en 3D, y miles de chirimbolos, el padre monitorea la difícil tarea de su hijo en terreno salvaje. El pequeño militar, no solo debe superar una misión digna de un Rambo futurista, sino que también debe demostrarle a su exigente padre que él puede estar a la altura de las circunstancias. Así el pequeño atraviesa toda clase de aventuras con animales salvajes, cataratas, temperaturas bajo cero, y poco oxígeno, mientras intenta superar junto a su padre los traumas familiares a través de intercomunicadores de ultima generación. Mas allá de un despliegue visual impresionante, y un más que destacable diseño de objetos y ambientación para crear el ambiente futurista, la película tiene un mensaje que pretende ser profundísimo, pero es casi imposible de decodificar. El tema central podría ser la ecología, un pobre planeta al que usamos hasta descartarlo y conseguir uno nuevo, o también podría ser la conflictiva relación padre-hijo, con un padre absolutamente cerebral y disciplinado que finalmente puede demostrar sentimientos hacia su pequeño. Después de una lenta hora y media de dramas, corridas por ambientes selváticos, y discursos de Will Smith en primer plano, solo una cosa queda en claro: que la única razón por la que Jaden Smith es actor es por su apellido. Pocas personas han mostrado menos carisma y talento en una pantalla que este niño, al que su padre se empeña en hacerlo actuar a su lado, una y otra vez.
Un padre y su hijo en lucha La tierra fue devastada hace mil años y la gente debió emigrar a otro planeta. Allá organizaron una nueva sociedad. Aparecieron los Rangers como defensa y la vida continuó. El general Cypher Raige (Will Smith), justamente un superior de los Rangers, varias veces condecorado por sus acciones, formó su hogar y ahora tiene problemas con Kitai (Jaden Smith), su hijo adolescente que quiere ser un Ranger como él, pero no puede calificarse. El chico primero deberá aprender a obedecer, tener conciencia de su responsabilidad y ubicar su incipiente soberbia en los trece años que cumplió. Aconsejado por su mujer Faia (Sophie Okonedo), Cypher Raige decide hacer un viaje de conciliación con Kitai. No sabe que su destino va a cambiar una vez más. En una sociedad que valoriza la ciencia y la espiritualidad, la naturaleza con una lluvia de meteoritos va a ser el detonante de un cambio de rumbo en su destino. En pocos minutos Raige resulta gravemente herido y deberá ayudar a su hijo para que encuentre la herramienta imprescindible para poder despegar. MONSTRUOS VARIADOS Nuevamente la dupla integrada por Will Smith y su hijo Jaden. A los dos los conocimos en "En busca de la felicidad", donde hicieron un buen papel como el hombre que luchaba para sobreponerse a su circunstancia con su pequeño hijo. En "Después de la tierra" ambos, padre e hijo tratan de sobreponerse a sus circunstancias en un lugar hostil, la Tierra donde han caído, un lugar que se caracteriza por una evolución que va contra el ser humano. Cypher alentará a su hijo en la búsqueda de la salvación y sus consejos lo van a acompañar en la aventura. El asunto es que las aventuras no son tales, algún que otro monstruo menor, babuinos incluídos, algo desagradables por sus afilados colmillos, pero nada llamativos, ni que despierten demasiada tensión. Algún Ursa que huele el miedo y pajarracos menores. Nada impactante e inmerso en un ritmo sin demasiadas tensiones. Filmada en Costa Rica con ciertas escenas que recuerdan a "Oblivion", o imprevistos que levanten la acción, "Después de la tierra" exhibe una cuidada batería de efectos especiales, monstruos que dejan bastante que desear y correctas actuaciones de Will y Jaden Smith (en los papeles de Cypher y Kitai) actores correctos en lo que está ausente la singular magia que los unió en "En busca de la felicidad". Prolija formalmente, con raccontos y reflexiones en off, más un cuidado formal y buen diseño de producción, esta nueva película de M. Night Shyamalan, no logra alcanzar el dominio y equilibrio de "Sexto sentido", su recordado filme de 1999, con el que se hizo conocido. A esto se une un guión bastante chato y sin mayores sorpresas.
Como un episodio de “Star Trek” alargado Desde "Sexto sentido" en adelante, casi todas las películas de M. Night Shyamalan funcionan como una especie de episodio estiradísimo de la serie "Dimensión desconocida", donde siempre hay que estar atento a una sorpresiva vuelta de tuerca final. En cambio esta "Después de la Tierra" es una especie de alargado episodio de la vieja serie "Viaje a las estrellas", probablemente debido a que el guión surge de una historia original de Will Smith, quien la concibió para el hipotético lucimiento de su hijo Jaden Smith, verdadero protagonista del film. La acción transcurre en un futuro lejano en el que la humanidad, luego de volver inhabitable nuestro planeta, debe emigrar a otro donde debe enfrentarse a unos monstruosos seres guiados por el terror que le tienen los seres humanos. Will Smith es el general terrícola inventor de la técnica de "fantasmear", que consiste en eliminar todo vestigio de miedo para no ser percibido por estas criaturas. Sólo que en sus campañas lejos de casa este héroe militar no pudo evitar que uno de estos "ursus" mate a su propia hija y deje con un grave trauma psicológico a su hijo, que años más tarde, ya adolescente, aún no da la talla para ser un auténtico soldado. A punto de retirarse, el general trata de estrechar los vínculos con su hijo y lo lleva a una misión de entretenimiento en un lejano planeta. Sólo que las cosas salen mal, y padre e hijo se convierten en únicos sobrevivientes de una nave estrellada en el peor planeta imaginable, es decir la Tierra. Lo peor para ellos, y también para el espectador- es que el general no puede moverse, así que toda tarea de supervivencia recae en el joven cadete que debe enfrentar sus temores, y al monstruo que los percibe, además de recorrer cien kilómetros de territorio desconocido plagado de bestias hostiles. Will Smith se queda quieto toda la película, lo que propicia innumerables flashbacks no muy interesantes mientras su hijo se enfrenta con monos, tigres y enormes pajarracos.Todo está bien filmado, con una excelente fotografía del veterano Peter Suchistsky y algunas buenas escenas de acción, incluyendo la previsible lucha final con la monstruosa criatura cometerrícolas. Pero en el medio hay muchos momentos muertos e incluso varias escenas demasiado dialogadas, algo preocupante en una película que básicamente tiene sólo dos personajes.
Tierra de los padres El nuevo film de Will Smith (más que de M. Night Shyamalan, que fue contratado por Smith) es una de ciencia ficción hecha y derecha. La historia nos ubica en un futuro donde la raza humana llega a colonizar el planeta Nova Prime escapando de una tierra devastada. En el nuevo hogar se descubre la existencia de vida extraterrestre, y estos, para expulsar a los humanos invasores, envían a unas bestias llamadas Ursas creadas con el único objetivo de matar. Estos monstruos sin ojos son atraídos por las feromonas que exudan los humanos cuando tienen miedo, algo difícil de evitar cuando alguno de estos bichos esta cerca. La batalla se equilibra gracias al general Cypher Raige (Will Smith) que descubre su capacidad de "fantasmear", o sea, eliminar el miedo y de esa manera, resultar invisible para estos seres. Es por eso que Raige es la principal arma y ejemplo a seguir para todos los sobrevivientes. Ser hijo del general Raige es una de las cargas que el joven Kitai (Jaden Smith) debe sostener, la otra, redimirse ante su duro padre luego de un evento de hace muchos años que los separó cruelmente. La acción se dispara luego de un accidente con la nave de traslado hacia un planeta de prácticas militares que los llevará a colisionar con la tierra, pero este ya no es el hogar anterior, hoy es un planeta cuyo sistema inmunológico está preparado para destruir al parásito humano que se encargó de desangrarla. Hay un eco del film Naussica Of The Valley of The Wind (Hayao Miyazaki, 1984) en esos bosques indómitos donde la evolución culminó en seres mortíferos, no hay insectos gigantes como en aquella pero se ve claro que lo bestial volvió a recuperar su lugar para protegerse mejor que nunca. La misión en ese terreno es lograr llegar de un punto a otro. Tan sencillo que resulta casi una competencia deportiva, tantos metros en tanto tiempo, pero claro, con los obstáculos pertinentes. Kitai es el encargado de la tarea y Raige es la voz de mando que todo lo sabe y todo lo ordena. En medio de esa carrera está un seco Will Smith que educa a su hijo (en la película y en la vida real) para lograr superar "el miedo". Aquí no juega el papel de justo, más bien el de padre severo y militar, hay un dejo de crueldad en su expresión cargada de decepción. Al comienzo extraña ver a un Smith tan estricto y agresivo, pero a medida que se mantiene ese registro se nos descubre alguien que no teme pero que también escasamente siente, un monstruo tan grande como esa Ursa (que representa otro terror más nítido y tangible). Y Kitai se debate entre ese miedo sin ojos y el otro que todo lo juzga. Su objetivo real es romper finalmente esa mirada opresiva. La ruptura de esa hegemonía patriarcal es un salto al vacío y una voz omnipresente que se va diluyendo hasta desaparecer. Lo cuestionable del film es el tono pedagógico que se maneja, con una remarcación verbal y en algún caso hasta visual (como el ascenso de la caverna del final), dejando de lado cualquier rastro de sutileza para subrayar y saturar con una idea de autosuperación que se lee desde el primer momento.
Hay elementos llamativos de sobra en "Después de la Tierra" como para predisponer al espectador para un lado o el otro. El marketing enfatiza en que se trata de una película de Ciencia Ficción post apocalíptica, claramente “naturista” o ecologista, y sobre todo que sus figuras centrales son Will Smith y Jaden Smith, padre e hijo en la vida real así como en la película. Pero también estamos frente a un nuevo film de M. Night Shyamalan (aunque la publicidad ¿extrañamente? trate de ocultarlo, o por lo menos no lo destaque) con todo lo que eso puede implicar – recordemos que lo más cercano del director con lo ecologista fue la nefasta "El fin de los tiempos"– ; y otro dato que puede darnos indicios, la dupla actoral ya tiene experiencia (recordar "En busca de la felicidad") y no hay que recordar los resultados. Aún con todo, estamos frente a un film que, para quienes no exijan demasiadas pretensiones, cumple con lo básico; sin sobrarle ni un punto, pero llega a la meta. Son miles de años en el futuro, la Tierra fue abandonada por desastres naturales y todos viven en un mundo que mezcla lo ascético con lo ecológico de aspecto reciclado. La acción llega cuando el General Cypher y su hijo Kitai (los Smith, lógicamente) se estrellan con su nave cayendo en un Planeta Tierra inhóspito (para los humanos), terrible, lleno de peligros, y de ahí deberán emprender un escape inmediato. Para acrecentar los problemas, Cypher está herido y será Kitai quien deba ponerse la misión al mando dando muestras de inmenso valor. Como leerán el argumento no es un cúmulo de originalidad, pero el aspecto positivo es que tampoco busca serlo. Así como hablamos de los variados aspectos previos que pueden predisponer al espectador; variadas son las sensaciones que deja luego de que la vemos, como si fuesen varias películas en una; o mejor dicho como si se tratase de una película fuera de su época y que intenta adaptarse, veamos. Ya eran varios los rumores desde que se vislumbró su trailer de una cierta similitud con "El Planeta de los Simios." La impresión que dejó para quien escribe es que estamos frente a un posible exponente del cine de Ray Harryhousen, salvando las enormes distancias, sobre todo, aquellas películas en las que un grupo de personas debían enfrentarse a terribles monstruos la mayoría desatados por la propia ambición del hombre. No solamente se asemeja mucho en su trama y parte de su desarrollo lineal, Harryhousen (como productor además de creador de FX’s) trabajó siempre con directores ignotos, en este caso, Will Smith (que también produce junto a su esposa Jada Pinkett) trabaja con Shyamalan, que supo tener un nombre importante, pero no hay ningún registro notable de eso en la película, ya no hay “marca del director”, casi como si fuese lo mismo que cualquiera la dirigiese. En esa suerte de híbrido que logra con una aventura al estilo años ’60, choca con la modernidad a la hora de darle un aspecto visual. Algo similar sucedió cuando Roland Emmerich emprendió su ramake de 10.000 A.C., el reemplazo del stop motion por del CGI y un uso de la cámara de por más vertiginoso terminan por hacer caer algún intento de un film “como los de antes”. Por el resto, Will y Jaden tienen protagonismo absoluto, y más que nada al segundo, pareciera quedarle un poco grande la sobrexposición. Ni una cosa ni la otra, hay elementos para la risa involuntaria sí, pero pueden obviarse tranquilamente. "Después de la Tierra" es unas película entretenida, que pudo ser mucho mejor y también mucho peor. Al fin y al cabo, la medianidad pareciera sentarle cómodo.
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Carrera contra la muerte Shyamalan, con su simbolismo y su solemnidad insoportables, fue capaz de arruinar historias prometedoras como la de El fin de los tiempos, La aldea o Avatar, el último maestro del aire (que ya había probado su efectividad en el territorio de la animación). Sus películas eran artefactos concebidos para su propio lucimiento en los que el relato se oscurecía frente a un artilugio de guión (como en Sexto sentido), la metáfora política y social (La aldea) o un abuso de la alegoría como en Avatar… Además, su cine privilegió siempre el desarrollo de sus propios mecanismos formales antes que la descripción de sus mundos; no es casual que los fans de Shyamalan hablaran más de la utilización supuestamente sofisticada del fuera de campo que de los conflictos de sus historias. Pero todo esto resultaba todavía más irritante porque el indio demostraba un manejo bastante notable del lenguaje del cine; así, sus intentos de convertir a los personajes en meros signos de un mensaje aleccionador no eran el manotazo de ahogado de un director sin recursos sino, al contrario, un proyecto elaborado por un cineasta demasiado convencido de su visión del mundo. Feliz e inesperadamente, las cosas cambian con Después de la Tierra. No es que los temas del director estén ausentes, de hecho, la película empieza destilando un ecologismo edulcorado que hace acordar al de El fin de los tiempos. Pero es como si su tono grave tan frecuente estuviera concentrado en ese comienzo, elíptico y fugaz, y después fuera oportunamente olvidado. Quizás sea la fuerza de un género que se impone a los caprichos de un estilo pomposo: cuando Shyamalan mide fuerzas con la ciencia-ficción, la partida es ganada por la exploración de un universo y las relaciones entre los personajes. Nova Prime es el planeta que alberga la a humanidad mil años después de haber abandonado la Tierra por la contaminación ambiental, y la arquitectura y los espacios de la civilización se alejan del estereotipo más frecuente del género: aquí hay tecnología de punta pero también lonas que separan los cuartos; el software holográfico convive con naves aéreas no tan distintas de las actuales; la existencia de avances tecnológicos no obstaculiza la visión de los edificios iluminados y espaciosos, abiertos al exterior. Los ricos detalles de Nova Prime son tanto más importantes si se tiene en cuenta que Después de la Tierra es un relato de supervivencia; atrapados en el planeta del título, una naturaleza mortífera pareciera acrecentar sus hostilidad frente al recuerdo de la calidez de la casa familiar. En la última película de Shyamalan ocurre algo insólito para su filmografía: por primera vez, al menos desde El protegido, el cuerpo le gana al regodeo formal. Si en Avatar… los combates y sus coreografías eran arruinadas por los ralenti y el movimiento innecesario de la cámara, en Después de la Tierra el director sigue respetuosamente a Kitai en su carrera desesperada sin estilizarla. Incluso cuando los efectos especiales se apropian de la escena, como en el salto al vacío desde el acantilado (ahí hay una lección aprendida de la otra Avatar, la buena, la de James Cameron), la imagen, incluso inundada por los retoques digitales, es funcional al vértigo de la caída y a la persecución posterior de un águila gigante. Lo mismo vale para los tigres que amenazan a Kitai: la película los utiliza para construir el peligro y obligar al personaje a defenderse; nunca son el verdadero centro de la escena. Luego de la rutinaria denuncia ecológica del principio, el director se dedica con esmero (y también con algunos subrayados) a trabajar pura y exclusivamente la tortuosa relación de los protagonistas. Padre rígido e inconmovible, Cypher (Will Smith) consigue que uno esté pendiente de cada acción suya a la espera de un mínimo gesto de cariño para con su hijo; así, la película nos coloca rápidamente en el lugar de Kitai (Jaden Smith, hijo de Will)y nos obliga a acompañarlo, no solo en su accidentada travesía por un planeta extraño sino también en su esfuerzo por ganarse un poco del afecto paterno. Esta vez, el vínculo entre los personajes es el verdadero centro del relato, y el simbolismo típico del director se vuelve apenas un mal recuerdo que se deshace en las corridas frenéticas de Kitai que, como el protagonista de Apocalypto (seguramente, otra lección bien aprendida por el director indio), también corre como un loco por una selva asesina con la única misión de salvar a su familia. Y si en sus mejores momentos Después de la Tierra recuerda levemente a la demencial película de Mel Gibson, eso significa que Shyamalan va perdiendo sus mañas de moralista y reaprendiendo el camino de un cine físico, que aspira más a explotar hasta desgastar el cuerpo que a mover a la reflexión fácil; al crecimiento de la relación entre Cypher y Kitai antes que a la elaboración de una moraleja edificante; a un relato de iniciación brutal que compensa algo de su salvajismo con la presencia constante, casi fantasmal de un padre rígido que esconde demasiado bien su gentiliza solo por miedo a perder a otro hijo. La película, a pesar de estar hecha por el director de La dama en el agua, nunca pierde su escala humana, ni siquiera en el final, cuando termina rápidamente después de mostrar el reencuentro y negándose a hacer mención a Prima Nova, el destino de la civilización o, menos todavía, a intentar cerrar el relato con alguna suerte de gran lección; todo lo que hay es un abrazo que tardó toda una película en llegar.
La tierra mil años después de ser abandonada por humanos florece en la exuberancia vegetal y los animales al borde de la extinción se reproducen. Ahí se estrella una nave que porta a una criatura alienígena feroz y dos humanos, un padre y su hijo. En ese contexto, el film es el tránsito del adolescente en su iniciación como adulto. La historia creada por Will Smith, que produce con y para su familia, con Night Shyamaln que le da sus toques, es bella, por momentos se demora en ingenuidades, se alarga , pero el resultado final obvio, agradará.
Sin aliento Hay una buena y una mala noticia para los que quieren saber cómo será el mundo dentro de mil años. La buena: se seguirá leyendo Moby Dick. La mala: ya no se leerá en la Tierra. Esa información básica sobre el futuro fue extraída de la última película del que alguna vez fuera el gran M. Night Shyamalan (Sexto sentido, El protegido) y que desde hace tiempo se ha degradado en una especie de colonizador de géneros populares. En Después de la Tierra, incurre en la ciencia ficción ecológica, y la referencia a la clásica novela de Herman Melville tiene el carácter de un símbolo de los desmanes que el hombre ha cometido en contra de la naturaleza. De hecho, en la película, la humanidad tuvo que mudarse a otro planeta, porque la Tierra se convirtió en un lugar peligroso y condenado a una cuarentena interestelar. El nuevo planeta no es tampoco el mejor de los mundos, ya que los humanos deben estar constantemente preparados para enfrentarse contra unos monstruos que pueden oler el miedo y destruir a quien lo siente. Por eso se trata de un régimen militarizado, donde los jóvenes se entrenan para eliminar el temor y convertirse en comandos. Una primera observación es que Shyamalan no se tomó el trabajo de imaginar cómo sería una sociedad marcial, regida por las estrictas normas de la defensa común, y ni siquiera consultó en un manual de historia cómo era la vida en Esparta, por ejemplo. Así, incurre en el anacronismo de proyectar hacia el futuro los modelos ya recesivos de un padre estricto y una madre comprensiva. El padre, interpretado por Will Smith, es un general héroe de guerra, famoso por haber sido el primero en anular el miedo y convertirse en "fantasma", palabra que designa la capacidad de no ser detectado por los monstruos. El hijo, interpretado por Jaden Smith (hijo real de Will) es un adolescente que quiere ascender al grado de comandante y no lo logra precisamente porque no puede dominar sus emociones. Hay tensión entre ellos, compuesta de proporciones iguales de afecto y distancia, pero lo que importa para la historia se resume en que, por intercesión de la madre, el general decide llevar al hijo en una misión. En medio del viaje, la nave espacial falla y cae ya se pueden imaginar dónde. Sólo sobreviven ellos dos, aunque el padre queda lisiado y es el hijo quien deberá enfrentarse al planeta abandonado. A partir de ese instante, la aventura del chico se parece mucho a superar los sucesivos niveles de un videojuego y los sueños y recuerdos que interrumpen esa linealidad, antes que enriquecer la historia, la entorpecen con explicaciones mal copiadas de un apunte de introducción a la psicología. Y si bien, en términos de acción, la misma inercia de que sucedan cosas todo el tiempo mantiene la expectativa, los rubros de efectos especiales –sobre todo el diseño digital de los animales salvajes (que parecen inspirados en El Rey León)– resultan decepcionantes y terminan de quitarle el poco aliento con el que Después de la Tierra respiraba desde el principio.
El guionista y director M. Night Shyamalan supo conocer tiempos mejores. Su película Sexto Sentido fue un sorprendente éxito de taquilla e incluso logro varias nominaciones al Oscar, lanzando la carrera del cineasta a otra dimensión. Sus siguientes proyectos (El Protegido, Señales y La Aldea) mantenían, en mayor o menor medida, la misma calidad por la cual supo hacerse un nombre dentro de la industria. Pero luego llegaría la hecatombe, la debacle total, una seguidilla de películas bochornosas como La Dama en el Agua, El Fin de los Tiempos y El Ultimo Maestro del Aire que no harían más que tirar a la basura lo que una vez pareció ser una prometedora carrera. Después de la Tierra, protagonizada por Will Smith y su hijo Jaden, es el nuevo intento de Shyamalan para volver a las grandes ligas. Con idea original del propio Smith de por medio el director filmó, quizás, su películas más ambiciosa. Pero ambición y calidad desgraciadamente no siempre van de la mano. Recuerdos de la tierra en que nací Luego de siglos de maltrato la tierra finalmente nos pasó factura. Mil años atrás los humanos debieron abandonar el planeta y refugiarse en otro dominado por temibles extraterrestres que pueden oler nuestro miedo. Cypher Raige es una leyenda entre los humanos que habitan allí. El hombre tiene el poder de “fantasmear” (ocultar el miedo) y así volverse invisible para estos seres a los cuales se intenta vencer. Kitai, su hijo, vive bajo la larga sombra que proyecta su padre e intenta impresionarlo y ganar su aprobación siempre que tiene la oportunidad. Pero luego de un accidente en un viaje de rutina ambos quedarán varados en la tierra, donde todo evolucionó para eliminar a los humanos. Con Cypher malherido, Kitai deberá vencer todos sus miedos y emprender un viaje en busca de ayuda. Espejito, espejito ¿Quién es el actor más bonito? Smith padre y Smith hijo ya habían trabajado juntos en un terriblemente manipulador film llamado En Busca de la Felicidad. Desde aquel entonces Will padre tuvo una sola idea fija en su mente: convertir a su hijo en una estrella de Hollywood para continuar su legado. Fue así que le produjo una no tan horrible remake de Karate Kid, donde el niño interpretaba el personaje de Daniel San y estaba coprotagonizada por Jackie Chan. Luego a Will Smith se le ocurriría hacer un nuevo film juntos, y así fue como nació la idea Después de la Tierra. La pelicula es básicamente un proyecto para lanzar la carrera cinematográfica de un niño sin ningún tipo de carisma pero con mucho, mucho dinero. Entonces, ¿Qué podemos esperar de una película donde la principal motivación detrás del ella es la vanidad y el narcisismo de su ideólogo, productor y protagonista? Absolutamente nada. Y en ese sentido el film es honesto, ya que no tiene nada para ofrecer. Uno no puede sentir más que pena por M. Night Shyamalan a esta altura. Quedó atrapado en el medio de este juego de vanidades de la familia Smith. A pesar de lo que la crítica y la gente suele opinar, realmente disfrute mucho las últimas películas del Sr. Shyamalan, sobre todo de El Final de los Tiempos, pero no hay nada en Después de la Tierra que pueda decir para defenderlo. El film está hecho para el lucimiento de sus estrellas, y aunque a primera lectura el argumento puede sonar original y hasta divertido, lamentablemente la película termina siendo un panfleto sobre el ecologismo y la autoayuda, cosas que no estarían del todo mal si no fuera por lo siguiente. Shyamalan, Smith y compañía se empecinan en hacernos creer que el mensaje que tienen para nosotros es profundo e importante, y aunque puedo estar de acuerdo con lo segundo, la banalidad y la redundancia que existe con la temática durante toda la película, hace imposible tomárselo con la seriedad que merece. Will Smith no se planteo demasiados desafíos a la hora de encarar su personaje. Está claro que interpreta a un hombre sin miedo porque lo repiten una y otra vez durante los primeros minutos del film. Pero al parecer para Smith no tener miedo significa tampoco tener ningún tipo de emoción. Su hijo tampoco se queda atrás, no solo no tiene la capacidad actoral para llevar adelante una película de este tamaño, sino que ni siquiera tiene el carisma y la presencia suficiente. Aparte de tener menos expresión que un ladrillo, su cara nos da la sensación de que acaba de chupar un limón. Por otro lado debo decir que la película no es un completo bodrio. A pesar de todos sus problemas y el tiempo que le llevar comenzar con la acción propiamente dicha, una vez que empieza nunca para, por lo cual resulta difícil sentirse aburrido. Dada la presencia de una estrella como Will Smith, Shyamalan contó también con un más que generoso presupuesto que fue bien invertido en un interesante diseño de producción y fantásticos efectos especiales. Conclusión Después de la Tierra es algo que saldría de un hipotético guión escrito entre el psicólogo Jorge Bucay y la organización ambiental Greenpeace. Will Smith pocas veces estuvo peor y su hijo debería estar agradecido a su padre por el regalo de $130 millones de dólares que le hizo al permitirle protagonizar el film. Shyamalan por desgracia acaba de poner otro clavo en su ataúd y pareciera difícil que pueda revivir su carrera después de este tremendo fiasco. Solamente puedo recomendar esta película a los fanáticos de Will Smith (si es que existe alguno) y a los amantes de la ciencia ficción. Por otro lado, absténganse o mejor, húyanle como a la peste.
Un hijo y su padre Pocos han tenido una carrera tan cambiante en su recepción como M. Night Shyamalan. Sus primeros dos films, Praying with anger y Más astuto que nunca, son prácticamente desconocidos, pero con el tercero, Sexto sentido, consiguió un éxito tan inesperado como masivo, que incluso le permitió obtener dos nominaciones al Oscar como guionista y director. Sus siguientes dos películas, El protegido y Señales, consolidaron este suceso: el tipo pasó casi de la nada a ser un director de Lista A, de esos capaces de convocar público casi por sí solos, como una estrella, al estilo James Cameron o Steven Spielberg. Sin embargo, con La aldea, que fue bastante malinterpretada por los críticos y desconcertó al público, la cosa empezó a tambalearse. Y todo su prestigio se derrumbó a partir de La dama en el agua, que fue vapuleada por la crítica e ignorada por los espectadores. Con El fin de los tiempos, El último maestro del aire y La reunión del diablo (de la que fue productor y responsable de la historia) no le fue mal en la taquilla, pero continuaron dándole duro a nivel artístico. En esta montaña rusa que ha sido su filmografía, Shyamalan es ahora casi sinónimo del horror, un apellido al que es muy fácil como puching-ball. Lo raro es que Shyamalan no cambió tanto como parece, sino que extremó ciertas características discursivas y de puesta en escena, que pasaron a tener tanto o más peso que su virtuosismo narrativo, que fue lo que impactó positivamente en primera instancia de su cine. Sus films pasaron a ser desafíos a la verosimilitud y capacidad de creencia por parte del espectador, historias con estructuras que parecen castillos de naipes (aunque nunca terminen de derrumbarse) y en los que las reglas son cambiadas cada diez minutos con bastante arbitrariedad, con planos donde los protagonistas aparecen en posiciones que descolocan la mirada y un discurso casi evangelizador, donde se combinan la espiritualidad, el ecologismo y la alegoría política. Y si Shyamalan tiene un gran ego, al que parece alimentar a partir de las críticas ajenas, con Después de la Tierra se une a Will Smith, otro con una gran opinión de sí mismo. Smith es de esas estrellas tan simpáticas como insoportables, cuya presencia inunda y abarca toda la pantalla, imponiendo una particular mirada sobre el mundo y el aparato cinematográfico, a veces con resultados positivos (Hombres de negro, Enemigo público, Muhammad Alí, Hancock) y otras negativos (Wild, wild, West, Dos policías rebeldes, Yo, robot, El espantatiburones, Hitch: especialista en seducción, En busca de la felicidad, Soy leyenda). Encima tiene también una gran opinión de su familia, por lo que ya viene tratando de imponer como estrella a su hijo Jaden, que estaba soportable en En busca de la felicidad, pero definitivamente imbancable en Karate Kid. Después de la Tierra es un proyecto personal de Smith, quien concibió la historia original, aunque el guión y la dirección corren por cuenta de Shyamalan, quien no es precisamente alguien que resigne su autoría. Y en este caso tampoco lo hace. De ahí que se presente un típico cuento sobre el camino del héroe, donde el gran centro del conflicto dramático está en la relación padre-hijo. Acá tenemos a Kitai Raige, el hijo de Cypher, un héroe militar que sabe mucho sobre la guerra, pero poco sobre cómo ser padre. Ambos se embarcan en un viaje espacial, pero en el camino la nave colapsa y se estrellan en un planeta repleto de vida salvaje hostil luego de un evento apocalíptico, que alguna vez se llamó Tierra. Con el padre herido gravemente, le tocará entonces a Kitai asumir la responsabilidad de ir en busca de un radiofaro para convocar a un rescate, debiendo enfrentarse a toda clase de criaturas, incluida una con la capacidad de cazar a los humanos a partir del seguimiento de su miedo. No deja de ser llamativo cómo hay una particular combinación de estilos. Will Smith es en los primeros minutos una figura distante, entre legendaria y atemorizadora, mientras que Jaden Smith es un adolescente entre introvertido y resentido, que apenas si puede cargar con el legado de su padre. Uno podría pensar que los Smith nos estuvieran hablando sobre ellos mismos -y algo de eso hay- pero también es cierto que Shyamalan siempre fue asentando sus historias sobre dramas familiares, vinculados a la pérdida, la falta de comunicación y la necesidad de encontrar un lugar propio en el mundo. Y aquí lo vuelve a hacer con sus herramientas conocidas, capaces de descolocar al espectador del cine de Hollywood habitual y también a los seguidores de los Smith: actuaciones introspectivas y poco expresivas hasta que estallan frente a hechos puntuales; encuadres inhabituales para el cine estadounidense (un ejemplo es la subjetiva de Kitai, tirado en el piso y arrastrado por un ave); y una construcción narrativa progresiva en el armado de climas. El relato de Después de la Tierra no presenta la misma solidez que el de Sexto sentido o El protegido. Tampoco el riesgo y el desparpajo de La aldea o La dama en el agua. Pero sigue mostrando a Shyamalan como un cineasta que produce a gran escala sin resignar una visión propia, que actualmente genera más rechazos que adhesiones. A tono personal, debo decir que es un director al que le veo todos los defectos, pero cuyas virtudes me convocan a seguir apostando por su capacidad. No hay caso, el tipo me sigue cayendo simpático. Será, quizás, que soy tan terco como él…
Perdidos en el espacio En una entrevista reciente el director M. Night Shyamalan dijo que le interesaban, sobre todo, las escenas íntimas. Y su último filme, “Después de la Tierra”, en verdad no tiene nada de eso. Eso desde el punto de vista de producto de la industria. Sin embargo, detrás de la grandilocuente puesta en escena y la avalancha de recursos digitales, está la historia, ahora sí, íntima, de cómo el miedo puede ser vencido. En ese lugar ubica al personaje del hijo adolescente de Smith en el segundo filme junto a su padre. Ambos interpretan a un general y a su hijo, con quien tiene una relación castrense antes que parental, lo que obliga al chico a hacer lo imposible por acercarse a ese militar tan eficiente como adusto en el trato. La acción transcurre mil años después de que la Tierra fuese abandonada producto de cataclismos que hicieron imposible continuar la vida en el planeta. En una misión de rutina, la fabulosa nave en la que viajan se interna en una tormenta de meteoritos y se desploma en la Tierra, ahora poblada por una naturaleza exuberante y animales que desarrollaron un acentuado gusto por la carne humana. Los únicos dos sobrevivientes son padre e hijo. Pero el general recibió un golpe muy duro que lo obliga a permanecer en la nave y es el adolescente el que deberá enfrentar solo todos los peligros hasta recuperar una baliza que les podría salvar la vida.
Con destellos del mejor Shyamalan, una gran puesta en escena y convincentes labores del tándem Will-Jaden Smith, Después de la Tierra es una pieza de ciencia-ficción con toques filosóficos y ambientalistas que pudo haber llegado más lejos. Al menos, tras algunos notorios traspiés, como La dama del agua, El fin de los tiempos o Airbender: El Último Guerrero, el cineasta se ha reivindicado en parte. Si bien el género fantástico ha estado presente en su filmografía, es la primera vez que aborda una película futurista y espacial en su carrera; y el resultado es, al menos, visual y expresivamente, notable. La imaginación puesta en juego acerca del porvenir tecnológico humano, en cuanto a diseños, texturas, materiales y digitalización, coloca a este film a la vanguardia entre los de su tipo. Pero la trama, elaborada por Shyamalan pero basándose en una idea de Will Smith, no alcanza el mismo grado de lucidez y parece una pieza más cercana a la impronta de los films que en los últimos años ha protagonizado el actor, como En busca de la felicidad –el excelente drama que también co protagonizó con su hijo Jaden- o Siete Almas, con toques de ciencia-ficción a lo Yo robot o Soy leyenda. También alguna reminiscencia de Avatar se puede percibir por ahí, lo mismo que la estética e ideas de Oblivion, contemporánea de esta. Con el gran marco de la música de James Newton Howard, Después de la Tierra logra algunos momentos intensos y atrayentes pero sin llegar a sacudir o emocionar; una experiencia sólo aceptable del género.
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Una aventura para mirar tranquilo A veces las películas de aventuras tienen que tener un timing y un ritmo que no cualquier director puede llevar a cabo. Un poco de esto pasa con este nuevo film de M. Night Shyamalan. Este director que tuvo una ópera prima brillante (Sexto Sentido) y que después fluctuó entre alguna película rescatable y algunas que no valieron la pena. Hasta ahora siempre se manejo en la rama de lo sobrenatural. Aquí se le anima a una aventura de ciencia ficción. Una buena historia ideada por Will Smith y que M. Night Shyamalan escribió y dirigió. La historia de un famoso comandante que para tratar de entablar un vinculo con su hijo y que, por un accidente, caen en un plantea hostil, en la Tierra. La Tierra, miles de años antes, fue desbastada por el hombre miles de años atrás y la humanidad tuvo que hacer pie allen de los planetas. Ahora el famoso militar dependerá de su hijo enfrentándose, no solo a las especies que solo piensan en matarlo, sino contra sus propios miedos ya que los peligros son reales, los miedos son creados por cada uno. Bajo esta premisa es que se basa una historia donde la aventura y la conflictiva relación del padre con su hijo adolescente son los principales exponentes. La relación filial está muy buen llevada por Will Smith y su hijo Jaden Smith quienes interpretando a padre e hijo en la ficción llevan adelanta con mucho talento los respectivos personajes. En cuanto la parte de la aventura, el director no llega a encontrar el timing necesario, el ritmo necesario convirtiéndola en una película que hay que ver tranquilo ya que por momentos se hace más larga de lo que realmente es. “Detrás de la Tierra” es una buena historia con un director que no le encontró del todo la vuelta.
Más allá de la frontera del miedo Cypher Raige es un estricto comandante que encara una misión acompañado por su hijo Kitai, un cadete cuya carrera está al borde del fracaso. Su nave se estrella en la Tierra, ya inhabitable para los humanos; Kitai deberá emprender una peligrosa travesía para salvar su propia vida y rescatar a su padre, gravemente herido en la caída de la nave. M. Night Shyamalan había hecho un par de ensayos intrascendentes hasta que logró despertar enormes expectativas con su largometraje "Sexto sentido" (1999); con éste, además de proponer una buena dosis de suspenso e intriga, desató intensos debates y acaloradas polémicas entre los espectadores. La posterior filmografía del realizador, con títulos que van desde "El protegido", "Señales" o "La aldea" hasta "El último maestro del aire", no hizo más que confirmar que es un director desparejo, capaz de entretener con narraciones sólidas, dueño de un criterioso manejo de la intriga, pero propenso a caer en obviedades y grandilocuencias que terminan por empañar su tarea. En este caso, Shyamalan pone todo su oficio al servicio de una historia atractiva pero no del todo redondeada desde el guión: si bien el marco (realizado con excelencia visual y técnica) es un universo futuro en el que la Tierra es inhabitable y los humanos han colonizado un planeta remoto, la historia no es otra cosa que un relato de recomposición de lazos afectivos entre un padre estricto y exitoso y un hijo desesperado por no defraudar las expectativas de su progenitor. En el medio quedan reflexiones filosóficas cercanas a la Cienciología y frases pronunciadas con excesivo peso (y apoyo musical más que obvio) para señalarle al espectador que este es el meollo del mensaje. Sin embargo, el director logra estructurar un relato interesante y entretenido; sus méritos se potencian porque en realidad, casi en toda la extensión del metraje, la acción está sostenida exclusivamente por el personaje de Kitai, en ese largo viaje por una Tierra llena de peligros en busca de la salvación para él y para su padre. No hay sorpresas: la prueba servirá para sentar las bases de una nueva relación entre el padre y el hijo y, al mismo tiempo, le permitirá al joven vencer sus propios miedos y reconocer en su justa medida tanto sus potencialidades como sus limitaciones. Y como todo esto está contado con buen ritmo y con imágenes atractivas, el entretenimiento está garantizado.
En 1999, el director M. Night Shyamalan, responsable de este filme, sorprendía al mundo con “Sexto Sentido”, protagonizada por Bruce Willis. Tanto es así que fue merecedora de seis nominaciones al premio Oscar, y aunque no haya obtenido ninguno era muy buen augurio para un director casi desconocido, en su tercera película. Luego de esta vinieron una catarata de producciones cada una más floja que la anterior, llegando al punto de ya no poder reconocerse nada de aquello que había mostrado en la del niño que ve gente muerta. Pero no es con esta última realización que toca su punto maá bajo, pues creo que lo había alcanzado con “El ultimo maestro del Aire” (2010), si somos muy benévolos con “La mujer del Lago” (2006), y podría seguir enumerando. Lo notorio es que ahora, a la distancia, aquella golondrina no anunciaba ningún verano. No habría que echarle la culpa al guión, pues casi todos son de su autoría, ni a los productores, ya que la historia le pertenece a Will Smith, quien a la vez es uno de ellos, y al mismo tiempo protagonista del filme, junto a su hijo Jaden. Nada original, convengamos, ya que todo es una excusa para el re-encauzamiento de la relación de un padre casi ausente con su hijo que lo tiene como ídolo y modelo a imitar. Pero la historia transcurre más o menos mil años después que los humanos debieron abandonar el planeta tierra, ya que por su propia desidia lo habían convertido inhabitable. La historia se inicia con una escena por demás violenta, donde, en medio de una catástrofe atmosférica imposible de identificar, apenas si se lo ve al General Cypher Raige (Will Smith) tratando de poner a salvo a Kitai Raige (Jaden Smith). Corte. Vemos a Kitai tirado en la arena, semi inconciente. Leyenda: “TRES DIAS ANTES”. Los humanos ahora habitan un planeta lejano en el cual sus habitantes originarios han creado un tipo de monstruo perfecto, y en serie, los Ursa que sólo tienen por misión matar humanos - primera ofensa a la inteligencia del espectador - . Los monstruos, que no son Terminatores, son ciegos ¿Por qué? Aclaro, algún defectito debían tener para poder ser vencidos por los humanos, como no ven, huelen e identifican el miedo humano, ergo, los matan. Sólo que aparece en escena Cypher, antes de ser general, quien descubre y enseña la forma de no demostrar el miedo. El deseo más profundo de Kitai es parecerse a su padre, o al menos que éste se sienta orgulloso de él, pero fracasa en las pruebas para el ascenso esperado a comando. Durante dos días y una noche la vida se le hace insoportable, incluido el recuerdo de su hermana muerta. Su padre decide llevarlo en lo que será su última misión de entrenamiento de nuevos reclutas. Durante el viaje iniciático de esa nave espacial se produce la tormenta, y ahora sabemos que es de meteoritos, la nave capota y nos encontramos con el origen. No en el paraíso, sino Kitai tirado en la arena, él y su progenitor son los únicos sobrevivientes, con la mala fortuna que, por un lado, el padre tiene ambas piernas fracturadas, y por otro, el aparato de señales para que los vengan a rescatar quedo en la otra parte de la nave a 100 kilómetros de distancia. Todavía no saben donde están, pero pronto dilucidarán que se encuentra en La Tierra. Kitai deberá sortear todos los peligros para llegar al artefacto salvador, guiado por su padre e intercomunicados por celulares, o por telepatía (no es broma, es el más leve, pero el segundo insulto a la inteligencia del espectador, aunque no el último) Por supuesto, hay que reconocer que en cuanto a imaginería visual, recursos tecnológicos y su utilización, el diseño de sonido, el montaje, son de muy buena factura. Todo puesto al servicio de una trama que no puede sostenerse por sí misma, ni es ayudada en lo más mínimo para tal fin por los actores, casi una exclusividad de padre e hijo también en la vida real. Si bien no podría calificarse de tratamiento lentificado, de puntos muertos o estancados, el pibe corre todo el tiempo y cunado no corre vuela…. El filme aburre por lo chabacano, previsible y tonto, sin adentrarnos en las arengas discursivas del padre.
Cuando la tragedia y la lucha por la supervivencia sirve también para la unión de padre-hijo. Esta es una aventura apocalíptica y de ciencia ficción protagonizada por Will Smith y Jaden Smith en los papeles principales. Una vez más vuelven a trabajar juntos padre e hijo (en la vida real y en la ficción) como lo hicieron en otro film “En busca de la Felicidad”, 2006. Con la producción de: James Lassiter, Caleeb Pinkett, Will Smith, Jada Pinkett Smith y la dirección M. Night Shyamalan ("Sexto Sentido", 1999; " Señales", 2002, entre otras). Todo comienza con un relato bien crítico recordando la Tierra cuando era un paraíso, y vemos en imágenes que situaciones aportaron al fin de la civilización o el fin del mundo, hasta la lucha con alienígenas y algunos seres humanos se vieron obligados a abandonar el planeta Tierra. Pasaron miles de años y el nuevo hogar para los humanos esta en Nova Prime, allí se encuentra el joven cadete Kitai Raige (Jaden Smith) es reprobado en los exámenes debido a su rendimiento, justo llega de su padre El comandante Cypher Raige (Will Smith) de un largo viaje, este es muy estrictico, está a punto de retirarse y quiere que su hijo sea su sucesor. Su esposa Faia Raige (Sophie Okonedo, "Hotel Rwanda") como toda madre con su mirada dulce le pide un poco de comprensión. Después de esta charla Cypher le ordena a su hijo que empaque porque lo acompañará en su última misión. Viajan junto a una experta tripulación y en una jaula viaja una ursa (un alienígeno ciego que sabe como detectar a los humanos y matarlos). Todo es armonioso, con algunos sobresaltos y desobediencias (de Kitai) dentro de la nave a causa de la curiosidad de lo nuevo y como es de esperar surge lo imprevisto una tormenta de asteroides y aterrizan trágicamente en la Tierra. Esto es algo impensado, ahora Cypher se encuentra muy mal herido, la salvación está en manos de Kitai, este debe recorrer 100 kilómetros para recuperar el faro de rescate, este sirve para enviar una señal intergaláctica y que los vengan a rescatar. La vida de ambos depende de un adolescente donde el hijo debe ser el salvador de ambos, existen varios conflictos que los vamos conociendo a través del flashbacks, el pasado aún los perturba, ¿Qué paso con Senshi Raige (Zoë Kravitz, "X-Men: Primera Generación"), otra integrante de la familia? ¿Podrán lucha con los miedos y recuperar la familia? ¿Podrá su hijo ser un comandante como él? El film que resulta atractivo visualmente en ese terreno hostil, bien colorida, lleno de peligros, rodeado de una flora y una fauna desconocida, una fotografía increíble, se mantiene el suspenso y la intriga. Kitai en su recorrido se va encontrando con varios obstáculos, inclemencias climáticas, serpientes, monos, depredadores, machacas cocodrilos, un volcán en erupción y recordemos que la Ursa anda suelta (la criatura alienígena monstruosa y muy feroz). La historia es entretenida, aunque sea previsible y le falte emoción, buenos efectos generados por computadora, te mantiene entretenido e impaciente por todo lo que le va sucediendo a Kitai. Este lleva un atractivo vestuario que cambia de color depende las situaciones que atraviesa, usa armas especiales y su interpretación es lograda. Una serie de referencias y simbolismos que si estas atento te lleva a la reflexión, (en alguna de ellas por ejemplo se reseña a Moby Dick).
La Tierra vs. el hombre A veces se da. Cineastas brillantes suelen filmar películas terribles, y también lo opuesto, directores mediocres pueden lograr películas muy buenas. El arte es impredecible, el ser humano imperfecto y el talento variable, y por lo tanto conviene desligarse de ideas previas sobre los realizadores y observar y disfrutar las obras como unidades independientes, más allá de precedentes o autorías. El director indoamericano M. Night Shyamalan parecería personificar como nadie esta disparidad. Luego de un notable debut (Sexto sentido) fue empantanándose cada vez más, entregando un bodrio atrás del otro hasta llegar a niveles de infumabilidad extrema. Pero cuando uno menos se lo espera pueden darse ciertos fenómenos extraños, como esta película. En un futuro próximo la contaminación en el planeta Tierra lo vuelve un sitio inhóspito para el ser humano, por lo cual la civilización debe trasladarse a otros confines del universo. Cuando miles de años después un legendario general (Will Smith) y su hijo (Jaden Smith) salen en una misión por el espacio, la nave en la que viajan se accidenta, cayendo en nuestro planeta. Gravemente lesionado, el padre debe quedarse en la nave, y su hijo atravesar cien hostiles y agrestes kilómetros para poder dar finalmente con una baliza de rescate. Es así que el chico emprende una carrera contra el tiempo -su padre va a morir pronto, los recursos escasean-, y contra las fuerzas naturales. Uno de los aspectos más atractivos del planteo es precisamente esta reacción adversa del planeta contra el ser humano, como si el conjunto de La Tierra hubiera desarrollado anticuerpos para tomarse una revancha contra los parasitarios y destructivos invasores. Gracias a un notable trabajo del fuera de campo, la envolvente presencia de la naturaleza se convierte en una latente y constante amenaza. Aparte de esto, estamos ante una aventura trepidante. Las diversas instancias que el chico debe atravesar, con la carga de múltiples factores opresivos -hay un monstruo depredador suelto por el bosque, el oxígeno se acaba, su padre se muere, la tecnología falla y la noche se cierra congelándolo todo en la superficie- llevan a estar pendientes de las armas del chico, de su inventario y del delgado y constante límite entre la supervivencia y la muerte. No pocos críticos han apuntado ciertas infortunadas similitudes en el discurso de la película con ciertos principios de la Cienciología. Se habla de "propaganda encubierta", y se señalan detalles como que la filosofía con la que instruye el personaje de Will Smith a su hijo coincide con ciertas enseñanzas de esa religión, o la figura de un volcán, símbolo característico de la doctrina, empleado con un papel fundamental. Estas observaciones parecerían ser acertadas, pero no vale la pena tachar la película por este perfil; si así lo hiciéramos deberíamos descartar al 95 por ciento de los productos hollywoodenses por hacer propaganda, -a veces con disimulo, a veces con alevosía- de la religión cristiana, y lo cierto es que esta película no deja de ser enteramente disfrutable. Por esta vez conviene quebrar una lanza por Shyamalan, ya que ante todo cumple con la premisa de lograr un estimulante y digno entretenimiento. El director supo evitar los estrepitosos errores en los que incurrió en otras ocasiones: los lugares comunes y las situaciones inverosímiles (La dama en el agua), los guiones defectuosos (Señales) la vacuidad seria y ampulosa (El último maestro aire fue una nefasta adaptación en la cual era demolida toda la gracia y la frescura de la serie original), y por fortuna supo conjugar la adrenalina de las grandes películas de aventuras y el agradable clasicismo de las matinés. Publicado en Brecha el 14/6/2013
Digesto de traumas en territorio salvaje El nudo de la cuestión en “Después de la Tierra” está a medio camino entre el “DSM-5” (quinta edición del “Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders”, de próxima aparición en castellano) y el psicoanálisis. Porque la “aventura” que encierra este filme de ciencia ficción se convierte en una historia de superación personal, pero atravesada por una serie de patologías que será interesante para dar una clase “canchera” en alguna cátedra de psicología. ¿Cómo viene la cosa? Una tragedia familiar, una ausencia (que se irá revelando durante la trama) separan a un padre y un hijo: el padre, el legendario y rígido general Cypher Raige, enojado consigo mismo y con la vida, por no haber podido impedir aquello; el hijo, el autoexigido Kitai, atormentado entre la culpa de un hecho del pasado (del que es bastante inimputable), y ser un hijo segundón que busca por todos los medios estar a la altura de las exigencias de su progenitor, y reemplazar aquella ausencia. Perdidos en la Tierra El contexto es el siguiente: han pasado mil años desde que la humanidad abandonó la Tierra, totalmente contaminada y arruinada por la especie dominante. Liderados por un cuerpo llamado los Rangers (“Comandos” en la traducción) llegaron a un planeta rojizo, con reminiscencias al Marte de la ciencia ficción más clásica (de Edgar Rice Burroughs a Ray Bradbury) llamado Nova Prime. Pero unos alienígenas (no se sabe bien quiénes eran) les largaron las ursas, unas bestias ciegas que huelen las feromonas del miedo, como el perro malo del vecino. Siglos después, la humanidad construyó una sociedad allí, donde la gente usa monos ajustados o vestidos amplios, como en “Star Trek”, los dispositivos tecnológicos tienen un aspecto redondeado y simple y muchas cosas parecen estar hechas de caño y tejidos; pero las ursas siguen campantes y atacando, hasta que el general Raige inventó el “fantasmeo”: básicamente el controlar el miedo para volverse invisible a las bestias y destruirlas con un arma de filos extensibles, como un lightsaber de “Star Wars” pero metálico. Esa es la técnica que los aspirantes a Rangers deben dominar... menos Kitai, que tiene un trauma de infancia y empieza a hiperventilar por cualquier cosa. Pasan muchas cosas en el medio, lo cierto es que padre e hijo sobreviven a un accidente de nave que los deposita en la vieja Tierra. Herido el general, el muchacho debe salir de expedición a buscar un dispositivo para pedir ayuda. En el medio hay una fauna desconocida y una ursa suelta, que iba en la nave. Gestación El proyecto nace de una historia de Will Smith, que Gary Whitta y M. Night Shyamalan convirtieron en un guión. Una historia que Smith impulsó para compartir nuevamente la pantalla con su hijo Jaden, como lo hicieron en “En busca de la felicidad”, cuando el retoño era más chiquito. Por si quedan dudas de la empresa familiar, entre los productores figuran Jada Pinkett Smith (esposa y madre de los protagonistas) y Caleeb Pinkett (cuñado y tío). Lo que termina desdibujando la figura de Shyamalan, un director discutido, amado y odiado, pero uno de los últimos “autores” en aparecer. Sin embargo, después de “El último maestro del aire” (una franquicia) repite ahora como director “contratado” (el italiano Gabriele Muccino había cumplido ese rol en “En busca de la felicidad”). Así que no hay giros bruscos argumentales y misterios irresueltos, sino una narración bastante prolija del cuento, con una buena puesta visual, manejo del ritmo y efectos visuales verosímiles. Lo que pierde verosimilitud son algunos diálogos en los que Kitai le pasa facturas a su padre en medio de un mundo salvaje y extraño (algo que podría haberse evitado con un poco de terapia sistémica, que está de moda). Agravado esto por cierta sobreactuación de Jaden Smith (que ya hizo de pobrecito en la remake de “Karate Kid”) como muchacho miedoso/caprichoso y desobediente (es un cadete al fin). Su padre queda mejor como el rígido general, pero bueno, no es un personaje que le exija un derroche de expresividad. En el medio, Kitai pasa de Guatemala a Guatepeor, y en el final pasa todo lo que tiene que pasar. Si la reciente “Oblivion” (sin inventar la pólvora) podía sorprender por retomar unos cuantos tópicos de la obra de Phillip K. Dick), acá hay buenas intenciones, superación personal (también la había en “En busca de la felicidad”), y una aventura entretenida, aunque en alguna ocasión el espectador promedio pueda decir “deja de llorar/quejarte y corré que se viene la maroma”.
Will Smith (junto a su hijo Jaden) protagonizan este film dirigido por el famosamente alicaído M. Night Shyamalan. “Después de la Tierra” es un drama entre un padre e hijo en medio de una lucha por sobrevivir. “Después de la Tierra” es una película de ciencia ficción, en donde Will Smith encarna a un guerrero especializado en matar monstruos llamados ursa, especie creada por un grupo de alienígenas con ganas de destruir lo que queda de la humanidad (estos monstruos atacan a los humanos ya que los detectan a través de su miedo). La historia entre padre e hijo está marcada por la tensión debido a una antigua tragedia familiar en la que el personaje de Hayden Smith estaba involucrado. Este proyecto es un trabajo por encargo para Shyamalan, más conocido ahora por fiascos como “La Aldea”, “La Dama en el Agua”, “El Fin de los Tiempos” o “El Último Maestro del Aire” que por “Sexto Sentido” o “El Protegido” (sus mejores películas). Para el director, este film por encargo era una oportunidad de mejorar la trayectoria de su carrera, ya que ha pasado por casi todos los grandes estudios y no han vuelto a contratarlo, pero volvió a caer bajo sus peores defectos y terminó haciendo de este largometraje un producto lento, incoherente y aburrido: Con una premisa que claramente no funciona, uno se pregunta quiénes son y porque esos alienígenas quieren destruirnos con sus ursas y ¿No es mejor matar a los ursas con armas de fuego en vez de con humanos que sienten miedo? La nave en la que viajan los protagonistas lleva uno de estos ursa ¿Porque? El film hace que Will Smith actúe distante y robóticamente dejando el protagonismo para con su hijo Hayden, quien no es un buen actor y no puede llevar a cabo la empresa de reemplazar a su padre. También a lo largo de la película se suceden hechos inexplicables o forzados, que hacen avanzar arbitrariamente a la trama, sin importar ningún tipo de lógica. Pero más allá de todos estos problemas la verdadera clave de porque “Más allá de la Tierra” no funciona es la siguiente: Si la motivación del personaje de Jaden Smith es superar la tragedia familiar acontecida hace años para así vencer al miedo (y, consecuentemente, ser un gran guerrero) esto no tiene sentido, pues la tragedia familiar es claro indicador de culpa, y la culpa no es miedo.
EL CASO SHYAMALAN, MÁS TRISTE QUE ENIGMÁTICO Shyamalan: escupido por la crítica, indiferenciado por el público, orinado por los perros, insultado por la familia Smith. Caso desconsolador. Un indio que envejece, dejando fermentar sus celuloides. Un director reincidiendo en pésimas jugadas, desaprovechando oportunidades para lucir un estilo al menos interesante, donde la cursilería podía combinarse desprejuiciadamente con los fueras de campo, usados en pequeña escala para lograr escenas de buen suspenso y en gran escala para que sus guiones se tuerzan a último momento. Destreza que se sostuvo con resultados hasta La Aldea. Desde La Dama en el Agua, algún bicho kármico se le metió en los intestinos y le comió la inteligencia. Tuvo una lucha digna con El Fin de Los Tiempos, película divertida e irresponsable, pero arruinada por una guarangada ecologista que avergonzaría a un directivo de Greenpeace. Lo que siguió, El Último Maestro del Aire, aburrió a un monasterio budista, y Después de la Tierra padece una agonía entre las capacidades narrativas de Shyamalan y un andamiaje mainstream que no le encaja bajo ningún punto de vista.
MAÑANA SERA PEOR Otra más que habla de un mañana de terror. Los terráqueos apenas sobreviven lejos de un planeta devastado y habitado por seres feroces seres. Una misión espacial, por averías, debe aterrizar en lo que queda de esto. Pero en el choque mueren casi todos los tripulantes. Sólo se salvan un general y su hijo adolescente. El padre no se puede mover y el hijo sale a buscar un aparatito para poder pedir ayuda. Al pibe le pasa de todo, pero, con mucho coraje, bastante suerte y algo de inteligencia se las ingenia para alcanzar su objetivo: lograr que su exigente padre lo quiera y lo acepte. Nada nuevo y nada para destacar. La hizo M. Night Shyamalan, un realizador que tuvo un debut colosal (“Sexto sentido”, 1999) y que desde allí fue cayendo.
Filme para que se luzcan los Smith Al director Night Shyamalan se lo recuerda especialmente por sus películas Sexto sentido (1999) y Señales (2002), que fue un cóctel tramposo con variados ingredientes pseudo religiosos. Luego entró en un declive, que no se detuvo hasta su reciente El último maestro del aire (2010). En Después de la tierra es coautor del guión, pero la idea original le pertenece al actor Will Smith, quien creó una historia elemental, casi infantil, para su lucimiento personal y de su hijo adolescente Jaden, mientras su esposa Jada oficia de productora. Se trata de un filme de ciencia ficción ambientado en el futuro, mil años después que la Tierra sufrió diversas catástrofes por maltratos ecológicos y los humanos que pudieron sobrevivir se refugiaron en el planeta Nova Prime, donde sostienen una guerra sin cuartel con monstruos conocidos con el nombre de ursas. Pero conservan novelas, como la famosa Moby Dick. Will Smith interpreta al autoritario y emblemático general Cypher Raige, quien mantiene una conflictiva relación con su hijo Kitai, de catorce años, a quien obliga a tratarlo de "señor". Katai es cadete y a pesar de reprobar el examen para ascender a "comando", es invitado por su padre a participar en una misión intergaláctica. Pero la nave sufre desperfectos por causa de una tormenta de asteroides y debe realizar un aterrizaje de emergencia en la Tierra, que recuperó su naturaleza, pero está invadida por animales salvajes y amenazas tóxicas. La nave se parte en dos y como las heridas de Cypher le impiden moverse, envía a su hijo a recuperar el radiofaro que le permita enviar una señal intergaláctica de socorro. El aparato quedó en la parte trasera de la nave, que cayó a cien kilómetros de distancia. Y aquí comienzan las aventuras que vivirá el adolescente Kitai, que se convierten en una carrera de obstáculos y adquieren el carácter de viaje iniciático y la dimensión de alegoría sobre las dificultades que los humanos deben afrontar para alcanzar sus objetivos. El director retoma algunas cuestiones ya abordadas en filmes anteriores (por caso, en Señales ) como las amenazas exteriores, el discurso ecologista, el valor familiar y el dolor por la pérdida de un ser querido y las culpabilidades emergentes, que aquí se muestran a través de recurrentes flashbacks. Sin embargo, la película fue un fracaso en su país de origen, cuestionada por la pretensión de los autores de convertirla en vehículo de propaganda de la cienciología. Cabe recordar que la cienciología es una doctrina creada por el norteamericano L. Ronald Hubbard, sustentada sobre intereses económicos, que derivó en una secta que en algunos países es considerada una "banda organizada" a la que sólo pueden ingresar personas exitosas. Lo peor de este filme es, precisamente, el adoctrinamiento de Cypher a su hijo, con el enunciado de postulados aleccionadores, como "el peligro es real, pero el miedo es una invención de nuestra mente". En cambio lo mejor es la puesta en escena, algunos efectos visuales y la ambientación en los espesos bosques de Costa Rica, magníficamente captados por Peter Suschitzky.
Uno de los grandes misterios del cine contemporáneo es qué pasó con M. Night Shyamalan. Después de dos films excelentes como Sexto Sentido y El Protegido -el último, una obra maestra-, su carrera entró en la diletancia primero (con Señales y la subvalorada La Aldea) y la disolución después. Este film, vehículo para Will Smith y, sobre todo, su hijo Jaden, es la historia de este último viviendo aventuras de náufrago en planeta salvaje para conquistar el amor de papá. Todo es mecánico, desganado; en algún momento recuerda a Una aventura extraordinaria (film que Shyamalan casi dirige) y en otros cae en la filosofía barata y los zapatos de goma. El director pretende encontrarle vuelo filosófico y cuando lo hace, descuida la pura aventura física, lo único que justifica el asunto. No está “mal filmada”, simplemente parece hecha a desgano y con tristeza, como si el realizador se sintiese un esclavo de los productores y de la egolatría de sus protagonistas.
Aventura made in Shyamalan Bueno, no sé por qué tanto escándalo con este nuevo trabajo de M. Night Shyamalan. Es verdad que sigue lejos de su mejor momento con "Sexto Sentido", "El Protegido" y "Señales", pero tampoco este film está en el fondo del tarro como "El último maestro del aire" o "The Happening". Diría que es un producto que anda entre medio de "La Aldea" y "La dama en el agua", que resulta ser entretenido aunque presenta varios baches en la parte técnica y narrativa. Los primeros trabajos de Shyamalan fueron muy buenos y sorprendieron bastante en su momento, cuestión que de cierta manera le jugó en contra a largo plazo, ya que la expectativa que generaba con sus nuevos proyectos alcanzaba niveles desmedidos y si no llegaban a lo que se esperaba, eran masacrados por la crítica especializada. "Después de la Tierra" no fue la excepción y desde que se comenzó a promocionar en nuestro país, ya se hablaba mucho sobre el éxito que podría o no tener. La sinopsis y el trailer ya anunciaban lo que sería la película, por lo que no comprendo por qué tanto ensañamiento post estreno. Es una aventura en clave de ciencia ficción que nos pasea por los peligros de un planeta Tierra que ha sido reclamado por la naturaleza luego de que los seres humanos lo abandonaran hacen miles de años. Un comandante de una organización militar humana, viaja con su hijo en una misión de rutina para tratar de estrechar lazos que se veían débiles desde la muerte de un miembro de la familia. En el trayecto se topan con una lluvia de meteoritos que destruye su nave y ambos quedan varados sin comunicación en el planeta que antiguamente habitaron sus ancestros. A partir de acá, el hijo del comandante, Kitai (Jaden Smith), deberá tratar de establecer comunicación con la unidad de rescate atravesando los peligros que depara un planeta que ya no es apto para la vida humana y que ha sido dominado por las bestias y la vegetación. Personalmente, me pareció un trabajo interesante, que podría haber salido mucho mejor sin lugar a dudas, pero que en general terminó cumpliendo con su cometido. Hay momentos vertiginosos y de aventura pura, tiene cierta carga dramática por la complicada relación padre-hijo y los intérpretes no hacen un mal un trabajo. No entiendo por qué le dan con un caño a Jaden Smith, a mí me pareció que estuvo bastante aceptable. Los mayores problemas se presentaron por el lado de lo visual. El CGI utilizado era bastante flojo, con diseños poco creíbles de los animales que recordaban a los efectos visuales utilizados por Emmerich en "10,000 A.C.". La forma narrativa lenta de Shyamalan tampoco está funcionando muy bien en la dinámica del cine actual de aventura. Para ir cerrando, diría que se trata de una propuesta aceptable que logra entretener, sin mucho derroche de calidad técnica y con una dirección que llega a lo correcto. Seguramente la desfruten más los aficionados al género de la aventura que los fans de la ciencia ficción.
Sujeto y predicado Pasarán más de mil años, muchos más, pero el mundo fue y será una porquería. Algún apocalipsis hizo imposible la vida en el planeta Tierra, pero la institución militar goza de buena salud. Da bastante miedo pensar en un futuro tan lejano que solo conserva lo más rancio de la humanidad. La tecnología ha avanzado mucho, la idea de familia parece que no. Un padre obligado a convivir con su conflictivo hijo adolescente, y viceversa, eso es casi todo lo que pasa. Will Smith hace muy bien de Will Smith y compone a un héroe curtido e insensible pero, claro, en el fondo bueno. Su hijo en la historia y en la vida real, verdadero protagonista, se esfuerza por llevar la escasa trama hacia algún lado. Un accidente los deja a ambos varados, justamente, en este mundo ahora hostil pero alguna vez idílico que tan groseramente se vuelve espejo de esa tensa relación. M. Night Shyamalan hizo saltar la banca con su primer película, Sexto Sentido, para entrar en una pendiente creativa con varias escalas que derivó en el fracaso mayúsculo de El último maestro del aire. Aquí se nota su oficio para el suspenso pero también su pereza para desarrollar más a fondo la historia y, sobre todo, los personajes, que nunca van más allá de lo esquemático. Hace un par de décadas los videojuegos consistían en un único camino que el personaje principal debía seguir, todo pasaba por salir del punto A para llegar al B, con previsibles obstáculos en el medio. El cine en cambio mostraba todo su espesor y los primeros intentos de adaptar un simple juego al lenguaje cinemátográfico más complejo naufragaron en su propia inconsistencia. Hoy la fórmula de ha invertido por completo. Algunos juegos se han convertido en un abanico infinito de posibilidades y el cine de entretenimiento muestra historias de un único, elemental, camino. Después de la Tierra es el ejemplo perfecto de esta tendencia y termina agobiada por el peso de su determinismo y, peor aún, de su afán por dar un mensaje. Un intento demasiado sujeto, demasiado predicado.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
Después de la tierra es una historia más bien intimista con una espectacular ambientación de gran belleza visual. Si vas a buscar una historia con batallas alienígenas y muertos por doquier, vas a salir un tanto desilusionado, ya que acá no hay nada de eso, pero si te gustan las historias de supervivencia y tensión, allí sí la vas a disfrutar mucho más. De todas...
Publicada en la edición digital Nº 6 de la revista.
Todos los seres humanos tenemos una curva de creatividad; aprendemos, desarrollamos nuestros talentos y, en un determinado momento de nuestra vida, tenemos un pico de brillantez cuya duración es indeterminada y depende de cada caso. Luego, agotada la instancia de ser novedoso, uno comienza a copiarse a si mismo y entra en un período de decadencia, cuya pronunciación depende de la capacidad de adaptación / reinvención de cada uno. Eso es inevitable: el cerebro humano posee su desgaste y la vida misma nos agota, con lo cual no nos inspiran las mismas cosas ni sentimos el mismo ímpetu de cuando éramos jóvenes. Aún los artistas más geniales tienen su declive, simplemente porque nadie es perfecto. Mientras que el ascenso y descenso de talento es una cuestión natural, existen excepciones en las cuales ese declive resulta tan rápido y brusco que resulta alarmante. En esas ocasiones lo que influye no es el paso del tiempo ni el desgaste físico, sino el ego inflado y la falta de sentido común. Si en los actores hemos visto semejantes caídas en picada (tipo Cuba Gooding Jr), en los directores el caso patente es M. Night Shyamalan. El tipo creó un puñado de genialidades - Sexto Sentido, Unbreakable, Señales -, y después se lanzó a la hoguera, especialmente a partir de La Dama del Agua (2006), película universalmente repudiada. Desde entonces ha sido incapaz de escribir o dirigir algo decente, sea El Fin de los Tiempos, Devil, o El Ultimo Guerrero del Aire. Si el tipo hoy sigue teniendo trabajo es gracias a que aún deben existir fanáticos de sus primeras obras; pero Shyamalan no es siquiera la sombra de lo que una vez fue - prometía ser un nuevo Hitchcock -, y hoy se desempeña más como director a sueldo que como fuerza creativa independiente. En el caso que nos ocupa, Shyamalan termina siendo un empleado de Will Smith, otro talentoso que parece haber comenzado su declive - cuando uno revisita secuelas de sus antiguos éxitos o empieza a patrocinar proyectos propios que terminan siendo repudiados, pronto queda en evidencia que la suerte de uno ha cambiado -. Smith quería armar un proyecto para trabajar con su hijo, el insufrible Jaden Smith - el mismo que arruinó la remake de Ultimatum a la Tierra y lloraba como un descocido en En Busca de la Felicidad -, el cual había comenzado como una historia de aventuras en donde un padre y su hijo sufrían un accidente mientras hacían un día de campo en un enorme parque natural tipo Yellowstone, y el chico debía darse maña para buscar ayuda mientras sorteaba todo tipo de peligros naturales. El cómo semejante historia minimalista se transformó en un bofe futurista y sobreinflado de 130 millones de dólares es un misterio. El punto es que para mantener los conceptos básicos de la historia - ambiente hostil, maduración abrupta del joven y reencuentro con su padre, el cual está seriamente herido -, el libreto se despacha con un montón de sentencias de base que resultan tremendamente forzadas o que, llegado el caso, explorarlas hubiera resultado muchísimo más interesante que ver al ladrillo de Jaden correteando por paisajes hechos en CGI y poniéndo cara de atormentado en primerísimo plano. ¿Por qué la historia retiene el hecho de que los protagonistas son terrícolas?. ¿Acaso no inventamos las armas de fuego - o si estamos en el futuro y tenemos tecnología para viajar a las estrellas, no tenemos siquiera un mísero lanzallamas -?. ¿Cúal es la lógica de tener que enfrentarse a un gigantesco bicho alienígena munido de un cuchillo Tramontina?. Muchas de estas cosas se resolverían si me dijeran que los Smiths - padre e hijo - son integrantes de una raza alienígena - que desconoce la pólvora o los rayos láser -, con lo cual esos cambios culturales resultarían razonables... pero, si los Smiths fuesen marcianos, jamás podríamos ponerle de titulo al filme "Después de la Tierra". ¿O sí?. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/after-earth.html#sthash.GcWSu2eV.dpuf
"El pasado me condena" Ojalá algún día Hollywood haga una película sobre la vida de M. Night Shyamalan y el final feliz sea idéntico al de todas las producciones que tanto le gustan a la academia. Un cierre alegre donde el protagonista logra ganar de una vez por todas una batalla contra un enemigo incansable que lo mantuvo contra las cuerdas durante más de 15 años. Me parece que lo que todos los críticos realmente quieren es que Shyamalan haga en todos sus proyectos un nuevo intento por emular el éxito de “Sexto sentido” (1999) y, por lo contrario, el realizador indio responsable de películas muy buenas como “El protegido” (2000), “Señales” (2002), “La Aldea” (2004) y “El fin de los tiempos” (2008) quiere desligarse por completo del peso artístico de aquel trabajo. A Shyamalan jamás se le pasó por la cabeza tomarse un descanso luego de uno de sus trabajos más exitosos y galardonados y por eso intentó seguir adelante una carrera que hasta el día de la fecha solo consiste en tratar de evitar los terribles palazos que recibe de parte de la prensa de cine, muchísimas veces, injustificados. ¿Hubo proyectos verdaderamente malos? Sí, sin lugar a dudas “La dama del agua” (2006) fue un ejemplo bochornoso del desperdicio de su calidad artística y “Avatar: El ultimo guerrero” (2010) fue la clara muestra de que Shyamalan no encaja en el mainstream de forma cómoda, ni siquiera con grandes presupuestos y adaptaciones populares. Para confirmar eso ultimo, casi a propósito, aparece “Después de la tierra”, su más reciente trabajo protagonizado por uno de los actores más taquilleros del cine moderno como lo es Will Smith que hace, a diestra y siniestra, lo que se le antoje en Hollywood. Tanto poder tiene el querido Will que fue él mismo el que concibió la historia de “After Earth” (la cual tampoco tiene demasiada originalidad) y le encargó la tarea de escribir el guión y hacerse cargo de la dirección a Shyamalan, quien en un segundo intento por lograr su primer blockbuster se queda nuevamente a mitad de camino. Los principales problemas de “Después de la tierra” pasan por el lado del guión, el cual repito carece de originalidad, y por las actuaciones que, al estar apoyadas totalmente en solo dos actores, terminan siendo paupérrimas y aburridas. De Jaden Smith no se puede pedir demasiado, ya que su experiencia dentro del ámbito es casi nula (solo protagonizó “Karate Kid”), pero lo de su padre sorprende debido a que en esta oportunidad ofrece un trabajo desganado, incapaz de transmitir emociones y darle suspenso a un relato bastante aburrido por momentos. El argumento es lineal, no presenta demasiados giros y el mayor atractivo de la película pasa por un despliegue visual interesante, la siempre cumplidora banda sonora de James Newton Howard (uno de los únicos trabajadores completamente fieles a Shyamalan) y algunas escenas de acción que terminan siendo efectivas por una extraña suma de factores que van desde el drama hasta el cine netamente de aventuras, sin aterrizar seriamente en ninguno de los dos géneros. Lo interesante para destacar y no es un dato menor es la similitud que presenta esta trama con la de “Señales” en muchos aspectos: Familia quebrada por una tragedia, riesgo inminente para sus protagonistas y la única solución posible al conflicto termina evocando al pasado para darle un nuevo sentido a aquella situación trágica. En definitiva “Después de la tierra” no rompe la mala racha que acumula Shyamalan desde hace unos años, pero está lejísimos de ser una película tan desastrosa como para que nos sumemos al grito unánime de ciertos sectores que piden la cabeza de este realizador.
Los caprichos de los actores son una cuestión siempre extraña. Digamos que, al menos, nos revelan una faceta de ellos con la que no esperábamos toparnos; más aún cuando se trata de superestrellas. Si yo les dijera que la historia de “Después de la Tierra” es una idea de Will Smith, ¿me creerían?. Es algo así. En algún lugar del universo en el que ya la Tierra no es habitable, convive un escuadrón de humanos preparados para combatir a toda fuerza entrenada para matar hombres. Estos “comandos” obtienen su mayor rango luego de un arduo trabajo como cadetes que requiere de mucha práctica. ¿El mejor de todos los soldados? Cypher Raige (Will Smith), el primer hombre que logró “fantasmear” (no recuerdo que la palabra sea exactamente esa, pero la traducción de “ghosting” es demasiado tentadora en términos argentinos así que dejémosla así) y que hoy es jefe de varias divisiones. Mientras tanto, quien se prepara para ser comando, es su hijo Kitai (Jaden Smith). Padre e hijo, que no tienen buena relación, viajarán a una misión para generar un vínculo; todo saldrá mal y del niño dependerá que puedan volver a casa. Arriba no están escritos todos los términos técnicos que corresponden al mundo que presenta la película. Hay más, pero el centro de la historia no se encuentra allí y a la vez es cierto que todo aburre. Aburre la introducción de la película, desde el relato en off hasta los escenarios que van apareciendo. Sorprende que a Will Smith se le ocurra algo que se instala en el futuro pero que es una operación antigua y parece más un juego de nenes. Casas con adornos ridículos por doquier, trajes de velcro ajustados, libros que se abren y cierran como cañoncitos de queso, cinturones de seguridad que son todo un ritual, naves espaciales con botones por todos lados, controlados por jóvenes que no parecen entender de qué se trata. Y de nuevo el vocabulario. Nada es chiste. “Después de la Tierra” se toma tan en serio el extremo detalle de su universo ridículo que por un segundo “Avatar” arremete en el recuerdo como obra maestra. Y no es sólo eso. El conflicto emocional de la película, amarrado con veinte sogas a un único hecho, es tan elemental como escuchar a Vin Diesel decir que “nunca se abandona a la familia”. Y no ayuda para nada que la conexión entre padre e hijo sea nula desde lo físico. Si hay algo que me molesta del tratamiento de las relaciones en la película, por más fríos que puedan ser los personajes, es que se pone toda la fuerza emotiva en el diálogo. El reproche, la culpa y la decepción, la superación de una herida…todo está explicitado en la palabra y los personajes no se miran (nuevamente, el “Te veo” –“I see you”- de “Avatar” aparece como una acertada decisión). No se sienten. Y no plantearía esto si “Después de la Tierra” no hiciese tanto foco en este lugar, pero una vez que el pequeño comienza su aventura, toda charla es un paso más hacia la reconciliación tan anhelada. Por suerte, Will Smith es un tipo inteligente aunque se le pueda ocurrir una historia así. Nunca se pone por encima del material y le otorga entereza a lo que está a punto de volverse patético. Ya lo demostró en “Seven Pounds” y en “The Pursuit of Happyness”; un combo de films que caminaban una línea muy fina, al borde de un dramatismo imposible. El tipo es demasiado inteligente para ser patético. Su hijo es otra cosa. El niño tierno de rulitos se convirtió en hombrecillo y le falta densidad, carácter. Por créditos y por tiempo en pantalla, Jaden es el protagonista absoluto de “Después de la Tierra”. No pocas veces su personaje patalea y grita. Sucede que el grito de un nene no es el mismo que el de un adulto, y esa es una transición que en el cine es pocas veces exitosa. Es muy fuerte la imagen de un grito de Anna Paquin en “The Piano” (1993) y otro grito en “Margaret” (2012). Allí se condensa el camino que no pudieron recorrer tantos niños talentosos que Hollywood se comió crudos. Esperemos que el hijo de Smith pueda pisar más fuerte. Para conectar los hilos hacia el mandamás, debemos recordar que Haley Joel Osment nunca logró del todo la transición. Sin embargo, en “Sexto Sentido” M. Night Shyamalan logró que su cara fuera la verdadera expresión del miedo. Lo que quiero decir es que aunque haya pasado el tiempo, y aunque en ocasiones no consiguió los mejores resultados, Shyamalan es un director que siempre supo manejar el miedo. Y no hablo de terror, y de monstruos y oscuridad. Hablo de un momento de duda, de sentir por un segundo que las cosas son o van a ser de cierta forma que no podremos controlar del todo. Que hay un resultado inevitable. Estaba en “El protegido”, en “Señales” y en “The Happening” que también estaba buena. Y la idea está acá, cada vez que la inmensidad de la naturaleza le gana al protagonista o por ejemplo en escenas como la de la aparición de la hermana hablándole al oído, que resultan en monstruosidades válidas pues son producto del miedo en este sentido. Es lógico que esto no sea prioritario. Que en medio de los criterios de una superproducción, y ante los caprichos de una superestrella, el desarrollo de este elemento quede a medio camino. El videojuego va a estar bueno.