Es complicado descifrar qué característica de esta película la convierte en una propuesta maravillosa, principalmente porque cada parte funciona como un complemento indispensable para la construcción de la narración: la música, la paz visual, las actuaciones, la dirección y esa crueldad de algunas escenas que crean una contradicción estupenda con la lentitud y la belleza visual, todo está entrelazado de tal manera para que la cinta logre convertirse en una muy interesante película.
Ryan Gosling se está convirtiendo al igual que Sean Penn en el actor habitué de Cannes, el año pasado presentando Blue Valentine y ahora con Drive, un film de acción retro que bien podría vincularse al cine de Walter Hill de los 70’s y 80’s, con abruptas escenas que salpican sangre como en las carnales de Cronenberg y apelando a los mejores films de persecusiones automovilísticas tras atracos bancarios. Vienen a mi mente ejemplos como Point Blank de John Boorman, su remake Payback, Asalto al Camión Blindado de Bruce Beresford o uno de los mejores films que vi en mi vida: The Stuntman de Richard Rush...
ATRACTIVO FILME NOIR MODERNO, CON AIRES DE PELÍCULA DE CULTO Dirigida por el danés Nicolas Winding Refn (Valhalla Rising), su última película cuenta con Ryan Gosling como un conductor ermitaño, parco, como los solitarios antihéroes de los filme de los años 70 (como otro driver de un famoso taxi). Con enorme presencia en la temporada de festivales, ha sido multinominada y ganadora en varios de ellos: Cannes, Globos de Oro, Círculo de críticos de Nueva York, Satellite Awards, Independent Spirit Awards. Basada en la novela homónima de James Sallis, adaptada al cine por Hossein Amini, "Drive", que incluye una sugestiva banda sonora que cumple un rol primordial a la hora de crear el clima idóneo para cada escena, tiene además la presencia de una cuidada y estilizada fotografía, que acentúa la crueldad de una Los Angeles saturada. El protagonista es un eximio conductor de autos, que aprovecha su talento para ganarse la vida de varias maneras, siempre con el auto como medio de supervivencia. No sólo trabaja en un taller bajo las órdenes de su jefe (Bryan Cranston), sino que protagoniza escenas de riesgo en películas de Hollywood y por la noche se ofrece como chofer para participar en robos y crímenes varios, garantizando una huida limpia y sin peligro de ser atrapado. Su vida en L.A. cambia cuando conoce a Irene (Carey Mulligan) su vecina de al lado, que, además de un pequeño hijo, tiene un marido en la cárcel. La atracción no tarda en aparecer; la necesidad de una compañía por parte de ambos hace que una historia de amor pueda cobrar forma. Pero el marido de ésta sale y, más que representar una escena de celos, involucra a nuestro protagonista en un atraco que será el preludio de una bola de nieve violenta y sin freno. No estamos frente a una película “de tiros y persecuciones”, por más que los tenga en impactantes dosis. Es un filme noir, dramático, de acción, romántico, como aquellos filmes que solían hacer Al Pacino o Robert De Niro hace casi cuatro décadas, donde un antihéroe se veía sumergido en un conflicto que en principio le era ajeno y luego terminaba protagonizándolo, con enormes picos de tensión. Lo que más sobresale es su puesta en escena, remarcando la elección de las locaciones y decorados; el maquillaje y los efectos visuales; el vestuario (incluyendo la chaqueta de Gosling con el escorpión); y especialmente la iluminación, con gran presencia en los exteriores nocturnos, dentro y fuera del auto, y las luces verdes, azules y anaranjadas que recorren constantemente el rostro del protagonista mientras maneja. El resto del secundario elenco aporta el realismo necesario en este tipo de filme, contando con Ron Perlman, Christina Hendricks y Oscar Isaac. Albert Brooks sobresale en un papel que está haciendo estragos en las nominaciones de todas las entregas de galardones actuales. Su Bernie Rose ha cautivado a los jurados de todos los premios posibles y lo han devuelto al ruedo ciematográfico, al que le había sido esquivo durante años. Si bien tiene pocas escenas, su personaje es crucial en el devenir de la trama, convirtiéndose en un implacable asesino que mata sin que se le modifique el ritmo cardíaco. "Drive" es un festival para los sentidos, con ese tufillo de filme de culto con aires de independiente y personal, gracias al sello de su especial director, que no duda en utilizar la cámara lenta para subrayar situaciones clave, estados de ánimo de los personajes e instancias de enorme suspenso, acompañadas por canciones que funcionan a la perfección, remarcando "Night call" de Kavinsky & Lovefoxxx en los títulos de inicio, luego de un intenso prólogo de 10 minutos, y el track "A real hero" de College & Electric youth, que acompaña el final y los créditos de cierre. Gosling confirma cada vez más su estrellato, paradójicamente en filmes de corte más independiente o arriesgado, como “Stay”, “Lars y la chica real”, “Blue Valentine”, “Crazy, stupid, love” y esta “Drive”, en la que compone a un duro con pequeñas dosis de ternura cuando su rol lo requiere. Su química con Carey Mulligan funciona muy bien, al margen de que ella no le dé la carnadura necesaria a su personaje, con cierto aire etéreo que, posiblemente, sea una marca de dirección. Una de las escenas que los tiene como protagonistas y sirve como sello de la relación de ambos, es la del beso en el ascensor, donde la música, el montaje y la iluminación crean el especial clima para colocarlos al margen de todo, a pesar de que comparten el reducido espacio con alguien que un minuto después generará uno de los momentos más sangrientos de la cinta. No es un filme particularmente emotivo o emocionante porque, justamente, lo que prima es la violencia y el crimen; sin embargo resulta innegable percibir que deja una estela entre conmovedora y sensible, que hace que extrañemos a nuestro amigo conductor cuando se aleja de nosotros con sus manos pegadas a un volante.
Violencia Lírica Drive es una de las gratas sorpresas del 2011 a cargo del director danés Nicolas Winding Refn, que sin dudas nos entrega el mejor film de su carrera. No se equivoquen... no tiene nada que ver con el estilo de acción automovilística, ni es un producto "pop" del cine como creyeron algunos espectadores antes de ir a verla. Es una historia dramática que devuelve al spotlight los crímenes mafiosos y la violencia sin tapujos sin dejar de lado el drama que cubre la vida de su protagonista, en este caso el magnífico Ryan Gosling en el rol de Driver, un tipo con espectaculares habilidades al volante que trabaja como doble de acción para películas que incluyen escenas automovilísticas y a su vez, ejerce como chofer de escape de delincuentes. Es un tipo solitario, sombrío, dedicado 100% a su trabajo y todo parece marchar normalmente, hasta que se involucra con la familia de su vecina Irene. En una de esas vueltas locas que tiene la vida (amor), termina enfrentado con un grupo de tipos más malos que el mismísimo Padrino, los que desatan una ola de violencia fantástica que no veía desde "Los Infiltrados". Drive combina de manera muy atractiva e inteligente la miseria de sus personajes (todos son deprimentes) con ciertos aspectos que parecieran destinados a otro tipo de gente como la amistad, el amor, la lealtad y hasta la solidaridad. Hay escenas fantásticas y tiernas de amor, pero al momento siguiente a alguien le están reventando la cara a patadas y volándole la cabeza. Los personajes son raros pero increíblemente hipnóticos, muy bien elaborados en el guión y por supuesto, por la interpretación de los actores que participan del film. Tiene un ritmo que algunos les puede parecer lento, pero se compensa totalmente en la intensidad que demuestra cada situación de la historia, filmada por momentos, con un sello artístico muy creativo y particular. Las escenas de acción son pocas, pero contundentes y maravillosamente violentas. Una cinta muy recomendable teniendo en cuenta lo que se aclara al principio de la crítica, no es una película de acción vertiginosa plagada de efectos visuales, sino una experiencia innovadora de una historia dramática simple. A mí me compró totalmente. La banda sonora es buenísima!
Pensaba que me encontraría con otra cosa. Algo más Light, un muchacho fanático del automovilismo, que gana alguna copa pistón. Y se enamora de una mujer en el camino. Pero se vino con todo Drive!!! Por momentos me tape los ojos. (Sobretodo en el ascensor J ). Se torno como una especie de El oso rojo pero al revés. La historia simple y buena. Atrapa, de eso no hay dudas. El ambiente más turbio y más mafioso de lo que pensaba. Esta peli bebe de muchas pelis, y lo hace bien (al menos las referencias que mis visionados anteriores me dejaron captar). La “onda” que tiene la peli, es lo principal. Destila onda. La música colabora mucho a que eso pase. Se te queda impregnado el ritmo, queres volver a escucharla cuando termina la peli. Y difícilmente puedas no apretar play casi constantemente, porque sencillamente es una BSO que levanta el animo, da dinamismo, y por momentos, ternura. Los actores están muy bien. Me molesto un poquito que el personaje principal fuera taaan enigmático. Esperaba la típica parte de “te cuento mi historia” que nunca ocurrió. Los secundarios están tremendos. El casting es el apropiado, esas caras van justo. El final, el desarrollo, la forma en la que nos vamos metiendo en esa historia que es muy parecida a muchas pero que tiene su “color” único. Ese escorpión, ese diseño artístico. Los lugares que se eligieron. Todos esta genial para lo que se cuenta. Una mezcla de cosa suburbana, trabajos oscuros, gente bonachona, y otra que no tanto. Un aire a otra época. Un aire a otros géneros. Y un prota que logra que nos encariñemos con él. Recomendada peli. Super recomendada la BSO.
Drive: De vuelta a los básicos Si nos ponemos a observar los estrenos del último tiempo en la rama del thriller, suspenso, thriller psicológico, realmente nos decepcionamos mucho. Siendo un género tan explotado por la industria hollywoodense podemos decir que hace ya algún tiempo viene en decadencia. Dentro de tanto film vacío y repleto de clichés que no aportan a la historia y que sólo nos marcan el camino hacia lo obvio, encontramos el nuevo trabajo actoral de Ryan Gosling, Drive (Nicolas Winding Refn, 2011) que nos trae una visión retro y renovada a la vez de este género tan explotado. Un conductor (Ryan Gosling), que trabaja en cine haciendo doble de riesgo y en un taller, se ve involucrado en una misión de peligrosamente encubierta para ayudar a su vecina, Irene (Carey Mulligan). Apenas uno se enfrenta con Drive tiene la sensación de estar mirando una película “vieja”. Y es que estamos frente a un film que retoma de una forma muy acertada la estética y la lógica del thriller “ochentoso” y Noir, con una imagen vintage que nos remontan a los clásicos de suspense. Con claras reminiscencias de la clásica Taxi Driver, el personaje de Gosling transita por las calles de Los Ángeles con un aura totalmente misteriosa, siendo un delincuente encubierto del que esperamos cualquier reacción. Los demás delincuentes también tienen un aspecto y caracterización que nos recuerdan a los grandes magnates del crimen que con sólo mover un dedo nos dan pavor. Se puede decir que el personaje del conductor es uno de los mejores condimentos del film: totalmente ensimismado, no se permite ni una sonrisa, a punto siempre de cometer algo inesperado. El crimen y la violencia no lo deslumbran lo suficiente como para preocuparse. Drive termina siendo una historia de amor; todo lo que pasa en el film tiene como origen el enamoramiento del conductor hacia Irene. Pero esto no significa que no tengamos escenas de acción muy acertadas; de hecho, hay algo del film que me sorprendió gratamente: sin esperarlo tenemos varias escenas de acción/violencia al estilo “tarantinesco”; sangre de a montón torturas poco usuales pero bien explícitas. Y a pesar de esto también nos encontramos con pasajes sumamente románticos, de luz y música celestiales. La musicalización es también una muy buena elección dentro del film. También, como en Taxi Driver, la ciudad (en este caso Los Ángeles) cobra un protagonismo importantísimo. El vehículo, el conductor y la ciudad parecen fundirse y ser uno mismo, ser uno dependiente de los otros. Drive, es una película retro e innovadora, porque dentro del nuevo cauce del género viene a resaltar, pero nos lleva de vuelta a los básicos con los personajes, las locaciones, las escenas de persecución, la forma de tratar el suspenso y la acción, etc. Ryan Gosling deja el papel de sex symbol para convertirse en este habilidoso y misterioso criminal y lo hace de maravilla. Una nuevo thriller que vale la pena y le hace honor al género.
Drive es una película ideal para disfrutar en pantalla grande. La historia es clara y concisa arrancando con mucha tensión y adrenalina, dos características que van creciendo sin pausa durante el transcurso de la proyección. Además nos entrega personajes carismáticos con historias bien definidas y desarrolladas a pesar del corto tiempo que tenemos para conocerlos. Las secuencias con el auto...
Una Danza de Muerte “El ritmo de la película tiene la intención de crear la sensación de las últimas bocanadas que una persona da justo antes de morir. Érase una vez en el Oeste fue de principio a final, una danza de muerte” Sergio Leone Definir a Drive, como un film de acción es como decir que las películas de Sergio Leone son únicamente westerns. Lo irónico, es que la octava película de Nicolas Winding Refn tiene la estructura de un western clásico… con la poesía y meticulosidad en la puesta en escena que le aportaba Leone.
Cowboy de medianoche Este fascinante film noir con espíritu de clase B combina persecuciones automovilísticas, robos con armas, gangsters despiadados (Ron Perlman y Albert Brooks) y una melodramática historia de amor entre una joven madre (Carey Mulligan) y el protagonista (Gosling), experto en arreglar y conducir coches, que, en principio, se gana la vida como doble de riesgo en rodajes de películas, pero que terminará involucrado en negocios sucios. El danés Nicolas Winding Refn (que posee una sólida filmografía que incluye títulos como Bronson, Valhalla Rising y la trilogía de Pusher) ratifica su talento como narrador y creador de climas dentro del cine de género y se permite aquí -otra vez- todo tipo de excesos (con varias escenas de violencia en clave gore) y de clichés, que remiten a la producción de los años 70 y 80, al punto de que se podría leer como una remake de la casi homónima The Driver (1978), de Walter Hill. Claro que Refn -que obtuvo con absoluta justicia el premio al mejor director en el último Festival de Cannes- no se queda en el simple homenaje y construye un sofisticado entramado visual para una historia que trabaja sobre códigos del western, del cine de samurais y de esas épicas medievales con caballeros, barones y princesas a ser rescatadas, que en este caso se constituiría en el reverso oscuro de un cuento de hadas. Un director que ha conseguido ya -con apenas 41 años- varias muy buenas películas, pero que intuyo (espero) todavía tiene mucho más para dar.
En un escenario marcado por los autores de viejo cuño y los aspirantes a suceder a Lars Von Trier como rey de los enfant terribles, sobresalió en el último Festival de Cannes la figura del danés Nicolas Winding Refn, quien con la odisea urbana y neo-noir de Drive conquistó la verdadera cima de la edición 2011. Desde las brutales y scorsesianas fábulas morales de la trilogía de Pusher (1996-2005) hasta la épica vikinga de Valhalla Rising (2009), pasando por los guiños a Lynch de Bronson (2008), Refn ha situado su cine en una tierra fértil en la que la fuerza física y simbólica del cine de género se toma de la mano con la densidad filosófica de un cine marcadamente espiritual. Un enclave expresivo que remite a las figuras de Stanley Kubrick o Andrei Tarkovski. En el caso de la magistral Drive, en la que Ryan Gosling interpreta a un mecánico y conductor de autos con aires de cowboy y el código de honor de un samurai, Refn perpetra un sensual, temperamental y romántico abordaje a los códigos del cine negro, avivados en clave ochentosa y orquestados al ritmo de suntuosas y flotantes melodías electro-pop. En un Cannes monopolizado por la sombra de Terrence Malick, Refn se reservó el mérito de competir, codo a codo, por el premio al mejor orfebre de momentos trascendentales del festival.
Negocios riesgosos "Hay cien mil calles en la ciudad de Los Angeles. Sólo dame cinco minutos" es la frase que dispara el conductor (Ryan Gosling), un joven que se desempeña como doble de riesgo en películas de acción. Frío, de pocas palabras y con un escarbadientes en los labios, él aguarda detrás del volante mientras un grupo de ladrones comete un ílícito y huye con ellos. Como una suerte de "transportador", este hombre no usa armas y sólo espera cinco minutos en cada operación. Shannon (Bryan Cranston) es su mentor y el hombre que consigue sus "trabajos sucios", pero las cosas se complican más de lo debido cuando aparece en escena Irene (Carey Mulligan), una joven separada (su marido sale de la cárcel) y su pequeño hijo. Driver es una película que mantiene el interés hasta el engañoso desenlace pero no acumula grandes dosis de acción, propias de este tipo de realizaciones. Todo lo contrario, sólo hay estallidos de violencia y una calma que parece dominar el accionar del protagonista. Inmerso en un negocio riesgoso que lo deja a merced de un grupo de forajidos (Ron Perlman) y con una maletín lleno de dinero, el personaje central será perseguido sin descanso. Entre corridas automovilísticas, una atmnósfera opresiva que se transmite hasta los minutos finales y una envolvente utilización de la música de Cliff Martínez, la película pone primera y gira el volante a tiempo para entregar un correcto thriller que se mueve entre la ambición y charcos de sangre.
La dialéctica del contraste. Sólo muy de vez en cuando llega a la cartelera porteña una anomalía tan gratificante como Drive (2011), en esencia una suerte de neo film noir que toma prestada la imaginería visual de los convites de acción de la década del 80...
Me verás volar por la ciudad de la furia La galardonada en la última edición del Festival Cannes a Mejor Dirección es mucho más que una mera y adrenalínica película de acción. Se trata de un drama urbano, que aborda la soledad y los obstáculos subjetivos que padecen algunos habitantes de las grandes ciudades a la hora de vincularse afectivamente con el otro...
Clásicos modernos Combinando lo retro con el post modernismo, tanto a niveles estéticos como narrativos, Nicolas Winding Refn logra con Drive (2011) una de las mejores películas que se han visto en los últimos tiempos. Siguiendo la línea de Quentin Tarantino, David Lynch o Martin Scorsese presenta una historia de violencia desde una óptica autoral. Driver (Ryan Gosling) es un doble de riesgo especializado en conducir a alta velocidad. Su vida transcurre entre la indiferencia y la apatía por todo lo que lo rodea. Un día se encuentra con una vecina (y su hijo) del condominio del que habita. Ambos entablarán una relación bastante ambigua hasta que repentinamente aparecerá en escena el marido de ella, que se encontraba preso por un robo. En conclusión, y para no ahondar en demasiados detalles, al marido lo matan y Driver se verá involucrado de manera directa en el hecho. Es a partir de esa situación que éste apático y reservado hombre mutará en una especie de asesino compulsivo con sed de venganza y un poco de amor. Nicolas Winding Refn, quien ya había demostrado su línea autoral en la trilogía de Pusher y en la recientemente editada en DVD Bronson (2008), construye una historia con claras influencias al cine de finales de los años 70 y 80. Drive es una sucesión de sentidos homenajes y citas cinéfilas que van desde Cobra (1986) (el atuendo del personaje central) a David Lynch (la música del notable Angelo Badalamenti) pasando por el Quentin Tarantino de Tiempos violentos (1994) o el Martin Scorsese de Taxi Driver (empezando por el nombre del personaje), pero tambíen dando origen a una película con un alto grado de personalidad y no necesariamente una copia de sus predecesoras. Drive manifiesta una extrema violencia con escenas sin ningún tipo de filtro, aunque habla del amor. Todo lo que el personaje hace es por amor, un amor que por su personalidad le cuesta demostrar y que esa es la manera que encuentra para hacerlo notar. Driver actúa así para defender a la mujer que ama y tal vez sea la única forma que conoce. Ryan Gosling entrega un personaje apático, casi mudo, sin duda lo mejor de su promisoria carrera. Driver casi no dice palabras en todo el metraje, sólo pone su cuerpo (y su cara) para hacernos creer que su reacción es creíble y que ese muchacho con cara de póker puede desencadenar una serie de asesinatos que si no los estuviéramos viendo nos serían imposible de creer. Drive no es la película políticamente correcta que vota la academia de Hollywood y por eso es entendible que no haya entrado en la contienda del Oscar. No lo fue Taxi Driver (1976), ni Perros de la calle (Reservoir Dogs, 1992), ni Corazón salvaje (Wild at Hear, 1990), aunque a diferencias de las que sí ganaron uno que otro premio éstas ya son consideradas clásicos del cine y las triunfadoras se perdieron en el olvido. Con Drive pasará lo mismo, una obra maestra con destino a convertirse en clásico, catapultando a su director a lo más alto del podio y a su actor en una estrella. Excelente por donde se la mire.
Cine y autos siempre fueron una estupenda combinación. Todos los géneros recurrieron a vehículos, desde la comedia hasta el terror. Pero es la acción y el policial quien mejor supo aprovecharlos. Drive, Acción a Máxima Velocidad tiene persecuciones y otras situaciones violentas (muy violentas), pero es mucho, mucho más que eso.
Magnetismo Una extraña mezcla de imágenes y sonidos nos seducen desde los primeros minutos. La virtuosa secuencia inicial presenta al protagonista en medio de una persecución con la policía, alternando los planos fluidos sobre su auto y las vistas aéreas de una ciudad hundida en la oscuridad. La banda sonora compuesta por vetas electrónicas acompaña los movimientos de cámara en una suerte de trance sugestivo. Pero el universo estilizado de Drive no es puro ejercicio plástico. Más allá de su belleza formal, estas imágenes determinan un territorio urbano que no está a escala humana sino a la medida de los coches. Las calles, las pistas de carrera, las grandes playas de estacionamiento y los garajes subterráneos constituyen el marco de la acción. Nicolas Winding Refn juega con la abstracción de un personaje sin nombre ni lazos afectivos, una figura solitaria y poco afable que no posee una identidad sino una función: manejar. Cuando le preguntan qué hace en la vida, responde con un lacónico “I drive”. El hombre se limita a prestar su servicio de conductor experto, cuya ventaja competitiva sobre el resto reside en su fiabilidad milimetrada, en su desapego mental y en una especie de aura zen que lo hace avanzar sobre el asfalto como una navaja recortando la seda. Ryan Gosling añade su figura al encanto insondable del personaje y utiliza con inteligencia el misterio y la ambigüedad que se esconden detrás del héroe estoico. El piloto es, en efecto, el centro de la película y su punto de magnetismo, pero esto no se debe tanto a su cuerpo o a su rostro, como al recorte y la deconstrucción que hace el director al observarlo, al concentrase en sus gestos, al detenerse en su nuca, en su ojo, en sus manos sobre el volante o incluso en esa campera algo absurda con un escorpión dorado en la espalda. Una campera superlativa que terminará la película con manchas de sangre pero sin abandonar nunca el cuerpo del piloto, como si fuese su mejor armadura. La película no elude la psicología pero la presenta bajo la forma de síntomas que deben descifrarse. Drive pone en escena la transformación de un hombre que pierde todo rasgo humano. En este sentido, la secuencia en la que el piloto se coloca una máscara de látex antes de matar a un mafioso resulta una metáfora un poco obvia de la evolución moral del personaje. Pero algún que otro trazo grueso no alcanza para hacer mella en una película que posee momentos extraordinarios, como una escena de ascensor con destino de culto en la que Nicolas Winding Refn concentra en un mismo gesto el primer beso de la película y la violencia inaudita del asesino que resurge. Drive posee una tensión constante, regular y firme que no va en desmedro de su profundidad y de su melancolía. El director logra que cohabiten un lirismo sutil con cierta forma de abstracción, creando una atmósfera inquietante, un mundo casi irreal, con un ritmo embriagador, mecánico y fatal.
El hombre sin futuro Un hombre se presenta como conductor ante un par de asaltantes. Dice poder cumplir su misión, llevarlos, darles un margen para su huida. Sus gestos son de una frialdad herética. Ese es nuestro protagonista, un hombre que "conduce" (interpretado por Ryan Gosling), un personaje austero que no teme porque no siente. Su hogar, al igual que el del clásico film El Samurai con Alain Delon (del gran Melville) parece de tránsito, el de un hombre sin pasado, sin palabras, pero que acciona. Pero este conductor conocerá a una vecina. Sus cruces iniciales son difusos, inasibles, fantasmas en departamentos de mala muerte. La decisión de acercarse a ella cambiara la historia de un hombre preso de un código de samurai. Implicarse con esta mujer, y ayudar luego también a su marido (recién liberado de prisión) será la perdición. Ese vínculo es el nacimiento de un amor por Irene (Carey Mulligan), máxima traición a su soledad. Driver (Gosling) es además doble de riesgo y trabaja en un taller mecánico. La persona que lo acogió cuando llegó a California fue Shannon (Bryan Cranston de la serie Breaking Bad), un padre sustituto fracasado, este es quien lo conecta a dos "financistas" para poder correr en forma profesional. Esos son Nino (Ron Pearlman) y Bernie Rose (Albert Brooks), el primero aparenta una peligrosidad exacerbada, el segundo sabe de que es capaz, no necesita alardear de ello. En este film el que menos demuestra logra ser más peligroso. Aparte de destacarse por una austeridad notable, el film utiliza una genial banda sonora y remite estéticamente a los ochentas. La puesta en escena, ese vacío expuesto en el plano, tiene reminiscencias al cine de Kubrick, así también los sonidos de sintetizador siempre omnipresentes. El director Nicolas Winding Refn no deja nada al azar, cada acción tendrá una razón de ser, entregando una película cruenta, de miradas de seres que buscan lo soñado, algún amor, algún dinero. ¿Cual es el más honorable? Difícil definirlo cuando estamos en esa tierra prometida llamada California. Lugar donde se tejen más fracasos que sueños. El film se apoya en una narración serena, cortada con los arranques de violencia seca y destructiva. Las persecuciones en los autos son menores considerando el punto de inicio, no se busca la espectacularidad, el film reposa para explotar súbitamente, volantazos que marcan el pavimento dejando un trazo de melancolía. Logra trasnmitir la tristeza de un sueño que ya no será, el vacío que deja detrás un auto que se pierde en el horizonte.
Kiss Kiss Bang Bang Era cuestión de tiempo. A alguien se le tenía que ocurrir crear una película de acción “arty” para beneplácito de esos individuos que ningunean el género criticando desde una nube de pedantería (por no decir otra cosa, Uds. me entienden). Pues bien amigos y vecinos, Drive: Acción a Máxima Velocidad es ese título destinado a hacer ruido entre críticos y cinéfilos varios. Resulta llamativa tanta alabanza para un filme considerablemente ascético, caprichoso y al fin y al cabo discutible. Ascético porque su protagonista lo es y la historia se nutre de su personalidad para desarrollarse; caprichoso porque los giros argumentales y varias instancias claves del relato lo son (por no mencionar un par de coincidencias que dan como para levantarse de la butaca y volar para la salida en señal de protesta); y finalmente discutible porque la tan anunciada acción está destilada en cuentagotas y el nivel de violencia resulta tan extemporánea que directamente no se entiende a qué obedece. La “violencia seca” de la que se jactan algunos como si se tratara de un rasgo estilístico asombroso es, a mi modo de ver, sólo violencia per se, puesta allí como emoción gratuita para quien quiera dejarse llevar. Drive no cuenta nada nuevo aunque el material en manos del danés Nicolas Winding Refn subvierte algunas características del género a piacere y habrá que buscar por ese lado las posibles bondades del producto. Si habría que describirlo en una frase diría que es un thriller de acción apto para el consumo de aquellos que no disfrutan este tipo de historias. Un filme snob, bah… Ryan Gosling interpreta a un parco e inexpresivo joven que trabaja en un taller mecánico (incursionando de tanto en tanto en la industria del cine como doble de riesgo) y en su tiempo libre oficia de conductor especialista en fugas para cualquier delincuente que pueda contratarlo. Como el Frank Martin de Jason Statham en El Transportador, un pariente fílmico que anda por ahí, el muchacho cuenta con un par de reglas monolíticas de las que no se aparta nunca. Nada insólito, sólo lo necesario para sobrevivir en un submundo peligroso que no perdona los errores. Lamentablemente para él su platónica vinculación afectiva con una joven madre (Carey Mulligan) redundará en una guerra previsible con los mafiosos encarnados por Albert Brooks y Ron “Hellboy” Perlman. El guión del prestigiosísimo autor iraní Hossein Amini si bien está basado en una novela de James Sallis parece homenajear bordeando el plagio a The Driver (Walter Hill, 1978), otro thriller neo noir desparejo. Y claramente han tomado la fábula del escorpión y la rana para contextualizar las acciones de los personajes. La chaqueta del conductor con un enorme escorpión en la espalda no es casualidad… La adaptación de Amini es extrañamente elemental. Parece un escritor sobrecalificado para un trabajo como este. Por su parte el realizador Nicolas Winding Refn apunta toda su atención a la creación de climas mediante largos silencios y miradas elocuentes que reemplazan a las palabras (los diálogos son muy escasos en toda la película). Esto estaría bárbaro… ¡pero no en un film que vende acción ya desde el título! La profundidad psicológica no existe, o al menos no pude apreciarla, por más que la cámara siga obsesivamente a Ryan Gosling hasta cuando va al baño. Y aquí está el meollo del asunto: Drive es todo estética y se vende desde su elegante puesta en escena, su magnífica fotografía y una musicalización “cool” perspicazmente mezclada. La edición es un tómalo o déjalo absoluto: una primera mitad llena de tiempos muertos que acompañan al protagonista mientras se establece la muy anormal relación amorosa con su vecina, luego la situación desencadenante que llega demasiado tarde (¡a los 45 minutos!) y por fin una segunda mitad donde las cosas se ponen en movimiento con un frenesí inesperado. Tan inesperado como la violencia contenida en un personaje que deviene en un psicópata en extremo perturbador. El director de Pusher, que reemplazó a Neil Marshall apadrinado por el mismo Ryan Gosling, tomó un guión chato como pocos y con su estilo avant-garde entregó este cuento de hadas macabro, desangelado y visualmente atractivo que algunos entusiastas se han apresurado en calificar de obra maestra. Pero no nos engañemos: el público que recibió con honores un título tuerca mucho más honesto como Rápidos y furiosos 5 difícilmente se enganche con esta propuesta mal titulada por la distribuidora local.
Drive es una buena película que se disfruta mucho más si no te dejás llevar por el cotillón de los elogios exagerados. Están pasando cosas raras en los medios últimamente donde la ponderación en la reseña cinematográfica está a la orden del día y no hace otra cosa que vender humo. Por ejemplo, sucede con esta producción que ya fue catalogada como una de las mejores películas de acción de las últimas décadas. Bueno, en lo personal creo que eso tiene sentido si no vistes muchas películas de acción en los últimos diez años. Tampoco hay que exagerar. En la actualidad creo que las mejores obras de este género vienen del continente asiático. Muy especialmente de Corea del Sur donde hace rato está pisando fuerte una nueva camada de realizadores que elevaron los contenidos de los filmes de acción. Una muy interesante movida cinematográfica que no se daba en este género desde los años ´70 cuando aparecieron en Australia directores como George Miller (Mad Max) y Brian Trenchar Smith (The Man from Hong Kong). No hay que olvidarse tampoco de Tailandia que también viene sorprendiendo desde hace tiempo con las obras de A. Venkatesh (Chocolate) y Prachya Pinkaew(Ong-Bak) que hicieron tremendos peliculones y pudieron verse en el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires. Hago esta aclaración porque parecería que con Drive muchos medios descubrieron la pólvora y no es tan así. Reitero, esta propuesta dentro de todo es una película decente. Ahora si la tengo que comparar con la joya coreana The Man from Nowhere (si no la viste buscala en dvd) de Jeong Beon Lee (The Good, The Bad, The Weird), la verdad que es un film de medio pelo. De movida, la trama es un refrito del clásico de Walter Hill de 1978, The Driver, que brindó una de las mejores persecuciones automovilística en la historia del cine. El personaje que interpreta Ryan Gosling en este estreno prácticamente es igual al que hizo Ryan O´Neal en su momento. El protagonista es un misterioso antihéroe solitario que apenas habla durante el transcurso de la trama y se ve envuelto en problemas con unos mafiosos. Drive es un film con buenas intenciones que trata de evocar el tipo de relatos que eran cotidianos en los años ´70 en el cine norteamericano. Sin embargo, la estética del film remite al cine de los años ´80 apoyada por una banda de sonido que recopila melodías pop con muchos sintetizadores que tranquilamente podrían haber sonado en un capítulo de División Miami. El director danés Nicolas Refn se toma su tiempo para presentar a los personajes e incrementar la tensión pero cuando el conflicto estalla las cosas se ponen intensas y algo sangrientas. Desde la realización hay algunas escenas de acción muy bien hechas con persecuciones de autos que tienen tensión y son un placer de ver en la pantalla. El inicio es excelente pero luego la trama decae un poco por la naturaleza de los personajes y sus conflictos que son algo aburridos. Lamentablemente el director no pudo evitar caer en la actitud tilinga de creer que una narración lenta con muchos silencios y un par de escenas sangrientas hacen a un film de acción más artístico y profundo. Es difícil conseguir eso cuando contás una historia tan trillada como esta que se hizo un montón de veces en los últimos 40 años. Por eso creo que no hay que irse de mambo con los elogios. Es una película que se deja ver y podés disfrutar pero tampoco es para tanto. Carrera de la muerte año 2000 (1975), producida por Roger Corman, es un film con mucho más contenido que Drive y en su momento la mataron los mismos que hoy ponderan a este estreno como la gran revolución del género. Si pasás por el video club y te fijás lo que están haciendo en otras partes del mundo con el cine de acción va a ver que no es tan así.
El triunfo de un estilista El danés Winding Refn hace rato que viene pisando fuerte en el campo del “neo-noir”, pero Drive es sin dudas su película más lograda, aquella en la que ha conseguido depurar las formas hasta alcanzar una suerte de verdad abstracta. Las condiciones son claras: “Hay cien mil calles en esta ciudad. Ustedes no necesitan conocer la ruta. Me dan una hora y un lugar, yo les doy una ventana de cinco minutos. En esos cinco minutos, pase lo que pase, yo soy suyo. Pero un minuto más, y ya no cuenten conmigo, están solos”. Quien habla es –como el personaje de Clint Eastwood en la trilogía de Sergio Leone– un solitario, un hombre sin nombre. Algunos le dicen “Kid”, por su rostro aniñado. Pero maneja como un diablo: es capaz de eludir a toda la policía de Los Angeles en un puñado de manzanas. A su manera, es un profesional, aunque lo suyo no son las armas, sino el volante. Y para un robo, no sólo hay que hacerse con la plata; también hay que saber escapar para disfrutarla. El danés Nicolas Winding Refn hace rato que viene pisando fuerte en el campo del “neo-noir”, pero Drive –que le valió el premio al mejor director en el último Festival de Cannes– es sin dudas su película más lograda, aquella en la que ha conseguido depurar las formas hasta alcanzar una suerte de verdad abstracta. Todo en Drive apunta al triunfo del estilo por sobre el contenido pero, como afirma el propio Winding Refn (ver entrevista), lo hizo a fuerza de filtrar, de destilar, de sintetizar. Su protagonista casi no habla, las situaciones dramáticas son básicas –un robo, una fuga, un romance, una venganza–, los personajes se pueden definir mejor como arquetipos, pero todo ese despojamiento, ese laconismo esencial parece dialogar de manera muy locuaz con todo un costado, bastante marginal por cierto, de la historia del cine: con los héroes violentos y silenciosos de Leone, con la ética de los samurais de Jean-Pierre Melville, pero también con las melancólicas luces de neón que brillaban en Desafío, de Walter Hill, y en Vivir y morir en Los Angeles, de William Friedkin. En este sentido, puede llegar a resultar irritante la cámara lenta y la música electropop con que Winding Refn resuelve algunas escenas, particularmente las del romance casi tácito, trabajado apenas con miradas, entre el héroe (Ryan Gosling) y esa camarera desamparada (Carey Mulligan), que de pronto llama su atención. Pero, por un lado, el director da la impresión de querer embeber su película en la estética trash de los años ochenta, mientras que por otro se dedica a contar, como él mismo reconoce, una suerte de romántico cuento de hadas, donde el caballero andante ha reemplazado su montura por un auto preparado y su amada ya no lleva toca sino el triste uniforme de una hamburguesería. Ese ángulo deliberadamente kitsch de la película se compensa muy bien con las tonalidades noir, que son las predominantes. Y aquí está el gran triunfo de Winding Refn, en la manera en que sabe sacar el mejor provecho de situaciones clásicas, de modo que sean capaces de remitir a toda una tradición del género y, al mismo tiempo, revisándolas hasta imprimirles su sello personal. Es notable la precisión de su puesta en escena, el tempo con el que orquesta los momentos de acción, evitando el torpe, trillado montaje histérico al uso. Por el contrario, Winding Refn privilegia la pausa, sostiene un plano en el tiempo, dilata los materiales. Hasta que de pronto estallan. Se diría, en términos automovilísticos, que sabe que no se trata solamente de pisar el acelerador, sino de trabajar las velocidades. O en términos jazzísticos, que se maneja como Miles Davis: conoce el valor del silencio, al punto de que cuando aparece el sonido siempre sorprende. Hay un plus en Drive y es su elenco de secundarios. El hieratismo de Ryan Gosling en el papel protagónico puede ser funcional al film, aunque quizá no tenga la presencia en cámara que su personaje exige. Pero cómo no disfrutar de ese par de mafiosos que componen Albert Brooks y Ron Perlman, a cual más siniestro y temible. Ellos tienen los mejores diálogos y les sacan filo como a una navaja. O del tembloroso jefe del protagonista, a cargo de Bryan Cranston, un mecánico que alguna vez quiere salir de pobre, aunque lo más probable es que salga con los pies para adelante. Hasta un personaje insignificante, el de uno de esos docs que extraen balas en el fondo de un garaje, está a cargo de una leyenda menor como Russ Tamblin, en lo que parece un guiño a David Lynch, para quien interpretó al Dr. Jacoby de Twin Peaks. Nada parece librado al azar en Drive, como si cada uno de sus planos fuera indispensable.
Peligro al volante Con Steve McQueen en el retrovisor, Ryan Gosling compone a un conductor de temer, por más de un motivo. El de Drive es un caso testigo de cómo un relato que, por su trama, puede pasar tranquilamente desapercibido, y a partir de una puesta en escena entre seca y vibrante termina siendo atrapante. Negocios sucios en una película bien clase B, pero con el brillo de un equipó de Primera A. El protagonista es un tipo sin nombre, ni pasado, pero con el rostro del canadiense Ryan Gosling. El conductor -llamémoslo así- se gana la vida manejando automóviles en escenas de riesgo en Hollywood. Es “un trabajo de medio tiempo”, como dirá las pocas veces que quiera abrir la boca. El resto, lo pasa en un taller o hace otros trabajitos detrás de un volante. Como llevar malhechores en plena huida tras un robo. Pero el conductor no planea los robos y ni siquiera lleva un revólver. El sólo abre la puerta del auto, y maneja en las fugas. Los primeros 9 minutos de la película ya valen el precio de la entrada. El personaje es otro dentro del auto, pero no como si se transformara, sino como si sentado al volante fuese él, y afuera, no. Y afuera es donde conoce a Irene (la inglesa Carey Mulligan, de Enseñanza de vida y Nunca me abandones ), vecina con hijito del hotelucho donde vive, y a cuyo esposo ayudará cuando éste salga de prisión. Adivinen en qué consistirá la ayuda. Originalmente, Drive -que le valió exageradamente a Nicolas Winding Refn el premio al mejor director en Cannes 2011- iba a tener otro protagonista (el australiano Hugh Jackman) e inclusive otro realizador. Por fortuna el danés se hizo cargo del proyecto -como antecedente, en su filme anterior, Valhalla Risng , Mads Mikkelsen era un luchador... mudo- y siguió adelante con esta producción hollywoodense, pero sin restarle su rasgo de cine de autor, alejándose de lo que pudo ser un émulo de Rápido y furioso . Las cámaras lentas, los decorados de los cuartos del hotel, los juegos de luces y sombras proyectadas, el escarbadiente en la boca y la campera con un escorpión dorado, todo está teñido de un mismo tono y paleta. El color que pasará a predominar -el rojo- llegará cuando comience el baño de sangre, aquello que aleja a Drive del producto exquisito o pasteurizado con que algún productor habrá soñado, para ganar en carne y bravura. Por más que trate de disimularlo, Gosling se fijó en Steve McQueen y le agregó algo de locura salvaje. El actor de Diario de una pasión y Secretos de Estado se luce y gana en cada confrontación, sea con Albert Brooks, Ron Perlman o Bryan Cranston. Porque da la idea -e infunde miedo- de que, en cualquier momento, ese taciturno y silencioso personaje, aunque cruzado de brazos, está por explotar.
Misterioso mecánico de autos El filme no tiene demasiada sangre, pero su violencia impacta y su protagonista es capaz de hipnotizar con su sola presencia. A él le presta su excelente capacidad interpretativa, un admirable Ryan Gosling. El protagonista de esta película no tiene nombre. Sólo se lo conoce como ‘el conductor’. Es parco en palabras, calmo en apariencia, pero no duda cuando hay que cometer un acto criminal. ‘Drive’ es un ‘thriller’ que hereda lo mejor de ciertos héroes solitarios de los 80, tipo ‘Harry, el Sucio’, o ‘Bullit’, con el inolvidable Steve McQueen. Claro que Ryan Gosling es de otra generación y además es músico, lo que le otorga una visión más amplia a su personaje. De caminar cansino, movimientos lentos y una campera que como el filme puede convertirse en un objeto de culto. Porque ‘el conductor’ lleva una campera blanca con un escorpión tatuado en la parte de atrás. La historia está ambientada en una ciudad de Los Angeles gélida y oscura. Algún dato más sobre el protagonista indica que se lo conoce como mecánico de autos y experto en el volante. Eso le ha permitido ser también doble de riesgo de películas de acción, en las que es capaz de chocar un patrullero y hacerlo volar por el aire, todo con calma. SIN DOMICILIO Pero el hombre tiene otra ‘profesión’ menos visible. Por las noches hace trabajos por encargo, acompaña a asesinos a algunos atracos, a quienes espera con mirada expectante en su auto y luego los lleva hasta una zona segura y libre de la mirada de la policía. Este conductor tiene un código, no hace ningún negocio con la misma persona dos veces. Solitario por naturaleza, sin domicilio, ni celular fijo, ha hecho algunos arreglos sucios con su empleador, con el que son socios en el crimen. Todo parece estar bajo control para el conductor, hasta que una vecina joven, de cara angelical, con un niño, se le cruza en el camino. Esta mujer tiene a su marido en la cárcel y eso lleva al muchacho solitario a frecuentarla y a enamorarse silenciosamente de ella. Pero el marido regresa y todo se complica. ‘Drive’ no tiene demasiada sangre, pero su violencia impacta y su protagonista es capaz de hipnotizar con su sola presencia. A él le presta su excelente capacidad interpretativa, un admirable Ryan Gosling. A su lado una impresionante Carey Mulligan y una buena fotografía complementan este filme tan inquietante como fascinador.
Anexo de crítica: -Quizás estemos con Drive frente a uno de los mejores films del año aunque parezca exagerado y seguramente su destino termine en la supervivencia de pocas salas. Más allá de su estética neo noir y su distancia emocional es una interesante propuesta a contracorriente de los dictados mainstream, despojado de todo mensaje aleccionador y pirotecnía que no aporta otra cosa que ruido dejando muy poco margen a los códigos del género pero que se siguen llamando películas de acción. Drive es un film sin concesiones y eso puede molestar a más de uno o a aquel espectador que vaya en busca de espectáculo y persecusiones bien filmadas. En resumen: Drive es la tragedia de un personaje hábil para conducir autos por rutas peligrosas pero que está lejos de saber conducir su propia vida dado que el camino elegido es de una sola mano y sin retorno, donde frenar significa morir.-
“Drive”: un modelo de policial negro Este extraordinario ejemplo de cine negro moderno tiene como protagonista a un tipo del que poco se sabe, salvo que maneja. Ryan Gosling personifica a este héroe sin nombre (nunca se lo menciona a lo largo del film), y que cuando el inversionista del auto de carreras que va a conducir quiere estrechar su mano, él se niega explicando que está sucio. «Yo también», replica el hombre poderoso (Albert Brooks) y el apretón de manos se consuma sellando un destino fatídico que está anunciado desde las oscuras primeras imágenes de «Drive». Gosling no sólo conduce autos de carrera. En realidad, trabaja como «stunt driver» de películas de acción, y sobre todo es el que maneja autos para delincuentes que planean robos confiando en su pericia para el escape de la policía. El conductor tiene una serie de reglas, por ejemplo no involucrarse en absoluto en los detalles del golpe, no tener una ruta de fuga preestablecida y sólo estar a las órdenes de los delincuentes esos cinco minutos en los que los saca del apuro, nada más. Además, el protagonista habla muy poco y piensa bastante cada vez que habla con monosílabos. Es un personaje solitario e introvertido, y seguiría solo si no fuera porque encuentra a una vecina sola con su hijo. Evidentemente hay una atracción mutua, que da lugar a una rara escena de amor abstracto motorizado haciendo piruetas a toda velocidad en los desagües de Los Angeles. Lamentablemente, el marido de la vecina sale de la cárcel y es acosado por los hampones que le dieron seguridad en la prisión para que les devuelva el favor cometiendo un robo menor. El conductor decide ayudarlo, pero el robo es una trampa -que además de dar lugar a una antológica escena de persecución, desencadena una terrible serie de hechos violentos donde casi nadie sobrevive. «Drive» es un policial negro con algo de los clásicos héroes solitarios de las road movies de los 70, como «Carrera contra el destino» (Vanishing Point) o «Carrera sin fin» (Two Lane Blacktop), pero con más clima que escenas de autos a toda marcha. En cambio, con la música electrónica de Cliff Martinez (habitual colaborador de Steven Soderbergh) y una original ilustración musical que emplea temas tecno pop para dar clima a varias escenas, la película también tiene algo del cine de los años 80 al estilo de «American Gigolo» de Paul Schrader. La estética, el guión y las actuaciones son de primer nivel (los villanos Albert Brooks y Ron Perlman no tienen desperdicio), pero sobre todo es un triunfo del director holandés Nicolas Winding Refn, el de la saga de policiales de «Pusher», que aquí aparece en Los Angeles logrando una pequeña obra maestra que recuerda un poco a grandes directores del film noir clase B como Edgar Ulmer o el Richard Fleischer de los comienzos, y hace pensar en qué estarían filmando esos y otros maestros si trabajaran con los elementos técnicos del siglo XXI.
"Yo solía producir películas, en los ’80… con algo de acción y sensualidad. Un crítico las calificó como 'europeas'. Yo creía que eran una mierda". (Bernie Rose, Drive, 2011) La filmografía de Nicolas Winding Refn abre y cierra con una cabeza hecha pedazos. Parábola del cine violento, uno es Tonny de Pusher, golpeado con una fuerza tal que es enviado directamente ocho años adelante, hasta Pusher II. El otro un mafioso con intenciones asesinas, en un ascensor que Drive irreversiblemente convierte en féretro, en lo que marca una de las mejores escenas del 2011 y de lo que va del corriente año. Esa naturaleza rabiosa que el danés maneja tan bien en sus protagonistas, aflora en una secuencia con reminiscencias de Bronson (la violencia como una obra puramente estética) emergiendo otra de aquellas bestias que solo el director o un fuerte amor parecen mantener encadenadas. Un conductor anónimo y taciturno con un dejo de melancolía, que solo abre su boca cuando hay algo importante que decir (no llega al extremo del guerrero mudo de Valhalla Rising pero está en esa misma carretera), marca el camino de este thriller embriagador, heredero de clásicos como The Driver de Walter Hill o el Bullitt del gigante Steve McQueen. Un tour de force cinematográfico que sigue las claras líneas estéticas que Winding Refn viene señalando desde mediados de los '90 en lo que a fotografía, sonido y música respecta. En este último punto es necesario destacar la labor de Cliff Martinez (ex baterista de los Red Hot Chili Peppers) y su banda sonora retro de pop eléctrico, que no acompaña las escenas sino que se apodera de ellas, alcanzando el punto de lo sublime en más de una oportunidad. El realizador, quien ha tomado parte siempre en la escritura de sus guiones, da un paso al costado para que el iraní Hossein Amini (Killshot) tome las riendas de la que será, junto a Bronson, una de sus mejores películas hasta la fecha. Un sólido relato que combina el mundo de los autos con un esquema piramidal cuya cúspide es la mafia, y a un doble de riesgo que los atraviesa y destruye a máxima velocidad. Con esta historia, a la que le cuesta un poco de trabajo mantener el suspenso en torno a quiénes están detrás de todo, el director se dedica a trabajar su pantalla como si se tratara de un lienzo experimental. La mezcla de estilos y géneros, tocando el film noir, el cine clase B y el romance, resulta en una pieza única de innegable calidad. Winding Refn se toma revancha de aquel frustrado salto hacia Hollywood con Fear X en el 2003, con una apuesta más seria y con menos librado al azar, asegurando antes que nada un elenco inmejorable. Se destacan así Ryan Gosling y Carey Mulligan, con dos papeles que confirman que están atravesando el mejor momento de sus carreras, al igual que un lastimero Bryan Cranston y un Albert Brooks que regresa al foco con un villano que no teme ensuciarse las manos. Drive corona una carrera caracterizada por personajes que, sean anónimos o ampliamente reconocidos, son capaces de una enorme potencia cinematográfica. Sujetos que aceptan su destino, abrazan su naturaleza y se ven arrastrados hacia una espiral de violencia que no llegan a controlar, pero en la que dejarán la vida para proteger a los suyos.
Un cine físico, tan retro como actual Este film con Ryan Gosling y Carey Mulligan sigue la senda de un estilo creado por grandes como Samuel Fuller en los años ’50. En el cine estadounidense de los años cincuenta existía un cine “físico”, donde la violencia cobraba importancia no de manera gratuita sino lógica dentro de los parámetros genéricos de entonces. Samuel Fuller, un outsider dentro del sistema, forjó su trayectoria a través de la “fisicidad” de situaciones y personajes con títulos claves (El rata, El beso amargo, Casco de acero, El kimono escarlata) de su sólida filmografía. Los años ’70 y parte de los ’80 retomaron parte de esta postura (nunca pose) que concilia la “fisicidad” con la acción y las persecuciones automovilísticas (Bullit, Driver, La fuga del loco y la sucia) donde el auto traslucía como objeto fetiche y extensión del cuerpo que soportará momentos extremos. Dentro de esos códigos procedentes de un cine anterior se manifiesta Drive, mirando hacia atrás pero ubicándose en un presente del cine de acción entremezclado con una historia de amor. La pose, ahora sí, canchera, gélida y desganada del personaje sin nombre que interpreta Ryan Gosling, doble de riesgo y participante necesario pero secundario en atracos y robos, convive junto a la trama romántica encabezada por una madre soltera (Carey Mulligan) que tiene a su pareja en la cárcel. Entre ambos, surgen personajes secundarios de notorio peso encarnados, entre otros, por dos temibles rostros como los de Albert Brooks y Ron Perlman, este último a un paso de servir como ejemplo de la teoría de Darwin. Habrá un robo que no sale bien, una plata de por medio y algunas traiciones, es decir, un esquema básico dentro de las películas de chorros, mafiosos y supuestos culpables e inocentes. Sin embargo, además de su aroma retro, quien está detrás de las cámaras es quien conoce los códigos que identifican a esta clase de películas. El danés Nicolas Winding Refn, responsable de la trilogía Pusher (fisicidad sin vueltas), articula una estética añeja con una violencia seca y visceral que no tiene filiación con el cine de acción de estos días. En realidad, durante la media hora inicial, un par de secuencias de montaje pueden causar desconcierto a través de su visible dejà vu, pero con el devenir del relato y la aparición de personajes periféricos de peso (los mafiosos Brooks y Perlman, el esposo de la protagonista) alrededor del hierático Gosling, el cineasta danés monta su operativo de violencia sin escamoteos, en forma directa e impactante. En los últimos años, el cine dio dos ejemplos parecidos, aun con tramas diferentes: la extraordinaria Una historia de violencia (2006) de David Cronenberg, y la olvidada Revancha (1999) de Brian Helgeland, con un Mel Gibson aún soportable. Aun sin estar a la altura de las dos, por esos caminos se desarrolla Drive, una película retro y actual, pero también, romántica y violenta. A pura fisicidad, jamás entrañable sino dirigida a las entrañas.
Hay un tipo de película que cada tanto llega a los cines y que suele recibir por igual tanto alabanzas exacerbadas como críticas despiadadas, como si se tratara de uno de esos títulos que, para mal o para bien, cambiará la historia del cine tal como la conocemos. Drive es un film que cuenta con características que la ubican en este rango, aunque se trate solamente de un trabajo discreto, que no termina de encajar, pero que puede gustar o disgustar por las mismas razones. El relato nos muestra a un conductor (el "driver" del título) solitario, silencioso, que trabaja por encargo haciendo lo que mejor le sale: manejar el auto que se le ponga delante. Por la noche, nuestro personaje trabaja para la mafia pero nunca dos veces para la misma persona. En uno de los encargos, las cosas salen mal y el mercenario encarnado por Ryan Gosling decide vengarse. Claro, en el medio parece asomar una potencial historia de amor, enmarcada en un cúmulo de persecusiones y peligro inminente. El film de Nicolas Winding Refn, especialista en el subgénero de la acción con pretenciones artísticas (así lo ejemplifica la trilogía Pusher), sobrecarga su perfil como director y entrega una historia simplona y que no va más allá de lo que hemos visto en películas como la francesa El transportador o 60 segundos. Sin embargo, el realizador hace lo suyo con oficio de preciosista y le imprime a la narración planos refinados y una fotografía pop, en la que composición de cuadro y el balance del color son las premisas excluyentes. Lo mencionado es los que hace de Drive un film que puede gustar a los seguidores del cine de acción y aventuras pero que también acercan al cinéfilo en busca de una mirada distinta al género fierrero. Claro que al mismo tiempo los mismos elementos pueden ocasionar que la película termine por no convencer a ninguno de los dos. Para ser "de acción" le falta contudencia, para pertenecer a un cine con pretenciones logradas le sobra banalidad disfrazada. Y no hay nada peor para un auto que quedarse a mitad de camino.
VideoComentario (ver link).
El danés Nicolas Winding Refn se consagró como mejor director en la última edición del festival de Cannes por este retro noir protagonizado por Ryan Gosling. El conductor, tipo duro de quien no sabemos el nombre pero sí sus profesiones, conoce su femme fatale que le costará más de un dolor de cabeza y, sobre esa estructura típica del noir, el director condimenta Drive con actitudes típicas del western y con un aura setentista y/u ochentoso que por momentos invaden la película. Sin más recursos que los típicos para una película de clase B, Drive les brinda una humilde lección sobre géneros a más de un tanque de Hollywood.
A CONTRAMANO El “Señor que traduce los nombres de las películas” se equivocó de nuevo. ¿Qué necesidad había de agregarle a DRIVE ese estúpido subtítulo de “ACCIÓN A MÁXIMA VELOCIDAD”? ¿Por qué ese “Señor” quiere vendernos algo que no es necesariamente lo que el film ofrece? ¿Acaso este “Señor” piensa que si una película no tiene “acción” ni “máxima velocidad” nadie la va a querer ir a ver? ¿Es tonto ese “Señor”? DRIVE no es ACCIÓN A MÁXIMA VELOCIDAD: el subtítulo va totalmente en contra de la esencia de la película. DRIVE no es tiros y persecuciones. Hay algo de eso, sí, pero en menor medida de lo que uno podría esperar. DRIVE es otra cosa. DRIVE es más: es una película brillante e hipnótica. Es cine noir con brillo de neón. Es un cuento de hadas melancólico y urbano. Es un homenaje al cine de otra época. Es una triste historia de amor. Es energía controlada, como una bomba nuclear con acelerador, freno y embrague. Es una banda sonora de otro planeta. Es poesía que muerde. Es un escorpión dorado. Es Ryan Gosling afilado como una bala, contundente como un martillo. DRIVE relata la historia de un solitario y silencioso hombre sin nombre que se dedica a manejar. De día, conduce autos para las escenas de riesgo de las películas; de noche, es contratado por delincuentes para escapar de la Policía. Su vida es eso, estar detrás del volante: lo que hace lo define y es tremendamente hábil en lo que hace. Todo cambia a partir de la llegada a su vida de Irene (Carrey Mulligan), una vecina que lo enamora. Pero ella está casada: su marido sale de la cárcel y le debe dinero a gente peligrosa. El Conductor, por ella, decide ayudar al ex-convicto en un último golpe, pero las cosas no saldrán como estaban planeadas. Al igual que su personaje, Ryan Gosling lleva la película sujetando firmemente el volante. Ryan maneja. En la que es una de sus mejores actuaciones, compone estupendamente a un personaje difícil de olvidar. Cautiva con sus gestos, con sus silencios que dicen tanto, con sus miradas melancólicas e incluso con su vestimenta (la campera con el escorpión). Como si fuera poco, a Ryan lo acompañan secundarios de lujo: Mulligan, Bryan Cranston, Ron Perlman y Albert Brooks (injustamente olvidado en la última entrega de los Oscars). Todos empujan desde atrás el auto que Ryan maneja a 120 kilómetros por hora: no hace falta, el auto no está roto; el auto anda más que bien, pero ellos empujan con toda su fuerza. Para adaptar la novela de James Sallis, el director Nicolas Winding Refn (BRONSON; VALHALLA RISING) eligió utilizar un estilo de cine noir, un género en el que, por definición, el protagonista es un antihéroe que se desenvuelve en un entorno de desesperanza, un contexto violento y fatalista en el que no parece no haber salida: el conductor de DRIVE parece estar así, atascado, envuelto en una tragedia inevitable, perdido en un laberinto del que debe tratar de salir aunque eso implique su destrucción. Pero ya dijimos que DRIVE, siempre, es más. Como el director reconoció, su película es también una especie de cuento de hadas agridulce y melancólico: el Conductor es el noble caballero, un personaje casi arquetípico, que ayuda a la princesa inocente (Irene). Así, se puede seguir hurgando debajo del capó y se van a encontrar más cosas. Son pocas las películas que permiten sumergirse tanto en su complejidad. Y eso ya dice mucho. En DRIVE todo suma, pero nada sobra: el guión esta ajustado a la perfección, no hay desviaciones. Además, es una película con el tanque lleno de detalles de altísimo octanaje: son esos momentos (el martillo y la bala, el poético beso en el ascensor, la escena a orillas del mar) los que convierten a DRIVE en una de esas películas que dejan las marcas de las llantas en las retinas. Para siempre. Para mencionar otras marcas de estilo que hacen a DRIVE única, también hay algo de espíritu retro ochentoso: las letras de los títulos con ese rosa chillón-neón a lo NEGOCIOS RIESGOSOS (RISKY BUSINESS, 1983) o la hipnótica banda sonora, cargada de tonos electrónicos, a veces también hiper-moderna, lo que genera una sensación de exceso casi kitsch en cuanto a lo musical. Estas melodías se conjugan magistralmente con imágenes de una potencia poética avasallante. DRIVE, su director, su actor protagonista, todos para uno y uno para todos, perfectamente acompasados, cambian de velocidad con total destreza, como si echaran mano a la palanca de cambios en el momento justo para pegar el volantazo. DRIVE tiene una facilidad que sorprende para ir de momentos de lirismo puro a otros de una violencia brutal en un instante, como una explosión fugaz, y de nuevo bajar uno, dos, tres cambios. La butaca del cine se convierte, así, en el asiento del acompañante. Nosotros, como espectadores, lo mejor que podemos hacer es subirnos, sentarnos, callarnos y agarrarnos. Será un viaje diferente a lo que estamos acostumbrados: habrá momentos intensos, sí, pero no habrá “acción a máxima velocidad”. Este será un viaje a contramano.
Un gran film que cruza géneros para contar una historia violenta Hacia la mitad de Drive , uno de sus personajes más interesantes, un mafioso -interpretado por el comediante Albert Brooks- que con el correr del relato elevará de menor a mayor la incomodidad del espectador, cuenta que en un momento de su vida fue productor de cine. Las películas eran una porquería que le hicieron ganar dinero porque, dice, los críticos dijeron que tenían una mirada "europea". El comentario, intrascendente para algunos, cobra sentido y gracia al pensar que el director del film es un danés que tomó elementos del western y del cine de acción, géneros hollywoodenses por excelencia, y los reinterpretó hasta hacerlos propios. Lo que ya estaba gracias a su puesta en escena y particular punto de vista resultó en un todo novedoso. Aunque sus partes no lo sean. La historia gira en torno a un lacónico chofer de coches que cuando no trabaja en un taller mecánico -al que, nos cuentan, llegó sin explicaciones ni exigencias- se desempeña como doble de cine y necesario cómplice de ladrones que lo contratan para que los ayude a escapar una vez cometidos sus robos. Con planos precisos, ajustados perfectamente a las necesidades de la historia, Refn -ganador como mejor director en el Festival de Cannes de 2011 por este trabajo- y su director de fotografía (Newton Thomas Sigel) pintan a este hombre solitario en unas pocas escenas nocturnas. Las persecuciones policiales entre los puentes y las calles de Los Angeles, puro concreto, son el escenario ideal para esta historia dura que con el correr de los minutos se tensa y explota en una violencia gráfica, no apta para impresionables. El chofer sin nombre ni pasado, puro presente de mirada intensa y escarbadientes siempre en boca, se cruza con una vecina y su pequeño hijo y algo pasa. Algo similar a una amistad se forja en un par de encuentros entre estos dos personajes que no dicen mucho, casi nada, pero que parecen entenderse. Ella, interpretada por la británica Carey Mulligan, espera por su marido encarcelado que eventualmente quedará libre para complicar el incipiente romance de los protagonistas además de arrastrarlos a una compleja trama de deudas, robos y unos mafiosos que no perdonan. Aires de Tarantino Con el cruce de géneros y la utilización de una sorprendente banda de sonido que remite a la electrónica de los años ochenta, el film se acerca al cine de Quentin Tarantino, aunque mientras el realizador de Bastardos sin gloria utiliza el homenaje al género hasta volverlo pastiche, Refn se detiene antes, y el resultado es demoledor. Especialemente en su minucioso desarrollo de los personajes empezando por el protagonista que encarna Ryan Gosling. El actor de Secretos de E stado y Loco y estú pido amor consigue hacer del silencio de su personaje y de sus modos fríos e impasibles una bomba de tiempo. Un trabajo de interpretación que construye en cada interacción con el resto de los personajes. Además de su casto enamoramiento con la vecina, establecerá lazos con el pequeño hijo de ella y con su jefe, un perdedor empedernido, un amuleto de mala suerte al que Bryan Cranston (conocido por su papel en la serie Breaking Bad ) le exprime hasta la última gota de jugo. Lo mismo que hace con su personaje el mencionado Brooks jugando a ser ese criminal que va más allá de los estereotipos y clichés con los que suelen cargar este tipo de roles.
Engaña pichanga Críticas positivas en casi todos los medios. Premio al mejor director en Cannes 2011. Película cool al mango, Drive no es una buena película. Tiene mucha más forma de anzuelo para pescar críticos y espectadores que buscan violencia y la sombra lejana de los géneros en un paquete artie. ¿Qué es Drive? Bueno, es esa película del danés Nicolas Winding Refn que está en cartel. ¿De qué trata? De un muchacho que se mueve cool, firme, casi siempre con una campera con un escorpión estampado en la espalda (atención: simbolón), casi siempre con anteojos negros. Habla poco. Tiene sus códigos: uno es que te espera cinco minutos para que hagas el afano. El muchacho es un driver, no se le conoce el nombre en la película. Es un kid que maneja un coche, que anda entre coches: mecánico, chofer doble de acción en filmaciones, y chofer de chorros. Para este último trabajo, te espera cinco minutos. Ah, ¿ya lo dije? Una exigencia de esas caprichosas que suelen o solían decir algunos personajes del cine negro y que a veces funcionan muy bien. Otro ejemplo en un neo noir: el “yo no lavo autos” del personaje de Don Johnson en The Hot Spot (Zona caliente, de Dennis Hopper, si no la vieron es hora de que lo hagan). En “yo no lavo autos” había una moral, un límite para el personaje. Además, era una frase corta, cortante. Acá, la tontería de los cinco minutos necesita bastante más explicación, y no tiene demasiado sentido. “Te espero cinco minutos, no cinco minutos y un segundo”, ajá. Con eso y poco más (entre ese poco más el envarado Ryan Gosling) el señor Refn (o Winding Refn) cree que tiene un personaje inolvidable. No, ¿sabés que no? ¿Que los personajes de noir actualizado de Michael Mann en Heat eran otra cosa? Que Mann no vende escasez como depuración. Que sus personajes están vivos, parecen hacer sinapsis aunque se pongan casi literarios en sus diálogos. El driver este, a fuerza de tanto laconismo y escasez no queda como profesional o como sólido, más bien parece un raquítico mental. Así, Refn (o Winding Refn) arma una película en la que caminar lento o en ralenti es interpretado como depurado. Tengo para mi entender que no depuración, es que pasan pocas cosas y hay que venderlas con algo condimento fugaz para el ojo. Y con ralenti, y con música con letra que dice exactamente lo que debemos entender, y con planos de más sobre el driver y sobre ella (Carey Mulligan) se nos explica: ya ya ya, ya nos quedó claro que el driver podría ser un buen padre para el pibe, para el pibe de ella. Ya, por dios. Esos ralentis, y la música grasuna y los títulos en tipografía demodé y rosa impacto son interpretados como referencias a cierto cine de los ochenta. Refn (o Winding Refn) tira anzuelos críticos, cosillas por allí o por allá para que algo se pueda decir de su película si hay ganas de celebrarla. Si les gusta tanto Refn (o Winding Refn), prueben con las Pusher o con la que hizo hace poco, la también descerebrada Valhalla Rising. Ojota, descerebrada pero violenta, gore. Drive es más atractiva que Valhalla Rising, al menos está hecha en Los Ángeles y no entre montañas y ambientada hace muchos pero muchos años como Valhalla, de ese tiempo cuando los hombres eran barbÁros y se comían a los pajÁros. Los Ángeles, territorio frecuentado por Michael Mann, así como el noir hecho en los ochenta con películas como Manhunter. Refn (o Winding Refn) llega tarde, y con eso de quitar e ir a lo esencial llega tarde y llega poco. Hay que decir, nobleza obliga, que a veces arrima algo con algunas buenas persecuciones en coches, lo mismo que te hace un buen director de segunda unidad de la industria, de la que parece querer burlarse Refn (o Winding Refn) con algún diálogo de esos que quiere vender como esenciales. Pero para ir a lo esencial en los diálogos es mejor tener personajes que no sean rematadamente idiotas o infantiles (esos gangsters no pasaban de salita de tres en el viejo jardín de buenos muchachos de Scorsese). Ay el personaje de Albert Brooks que tira la panza palante y la voz para el tacho. Ay la secuencia final, que no les voy a contar pero que tiene una lógica disparatada. No estoy en contra de las películas disparatadas y hasta descerebradas, pero ojo que esta se presenta como grave y solemne, que intenta hacer centro en el honor del protagonista, como hacía Jean-Pierre Melville en El samurai. Pero este Refn (o Winding Refn) no es Melville, Gosling no es Alain Delon y, sobre todo, Refn es un turista meramente estético en los géneros, uno que no entiende nada de las implicancias éticas de los personajes, de sus posibles significaciones o codificaciones. Para Refn (o Winding Refn) los personajes no emprenden acciones, apenas se mueven para ser iluminados de formas rebuscadas. Para justificar una casualidad Refn (o Winding Refn) hace que un personaje diga “qué casualidad” sobre el final (ah, por eso contaba historias que parecían no tocarse, pero… zzz). Para justificar sus limitaciones, Refn (o Winding Refn) vende diseño, personaje cool y torvo pero bueno, que te cuida al pibe (volvamos a esos momentos, YA ENTENDIMOS). Y, para despertarte mientras mirás su película-lounge, cada tanto te mete algunos momentos de violencia gore, de esa misma que era mucho más divertida, festiva y coherente en Piraña 3D, una de esas películas que desprecian unos cuantos de los encandilados por las luces de Drive. Refn (o Winding Refn): drive, drive, drive. Bah, andá.
Tener como actor principal hoy a Ryan Gosling es asegurarse parte de la taquilla vendida. No es novedad que este chico con sus dotes para la actuación y su olfato para proyectos “indies” hace que siempre en lo que participa sea digno de ver. Drive nos cuenta la historia de un chico que tiene la capacidad de hacer con el auto lo que quiera, lo que le permite trabajar en un taller, hacer escenas de riesgo en los set de Los Ángeles y hasta llevar y traer a los ladrones sin que la policía los agarre. Sus manos no están limpias, no habla demasiado, plantea sus reglas que son pocas pero firmes y es un tipo que siempre parece distante. De repente, ese mundo tan lleno de adrenalina que él parece tener tan controlado empieza a tambalear cuando conoce a Irene (Carey Mulligan) y Benicio, madre e hijo que son sus vecinos y empieza a involucrarse con ellos. El padre del chico va a salir de la cárcel y con eso, el mundo de sombras se viene detrás de él. Chico, el personaje de Gosling, se presenta como el clásico vaquero: sin nombre, sin pasado, sin futuro, que hace el bien pero está fuera de la ley. Hombre de silencios y de muchas acciones, decidido como pocos y con un instinto protector que asusta y atrae a la chica al mismo tiempo. Película filmada con una mano magistral, nos mostrará planos perfectos en profundidad con gran angular, picados y contra picados para ensalzarnos personajes o liquidarlos con la misma facilidad, luces y sombras que crean noches nefastas y atardeceres majestuosos. No es un film realista, es extremadamente violento (en ocasiones roza el morbo), pero es una violencia de alguna manera justificada en ese mundo en el que habitan los personajes. El personaje de él, con su capacidad infinita de renuncia (otra característica western) contrasta con la fragilidad de ella, con el mundo que ella intenta sostener y que quiere mantener a salvo para su hijo. Es un film que me cautivó visualmente y en el que Gosling vuelve a destacarse con sus capacidades actorales. Mulligan ha recorrido un gran camino desde Orgullo y Prejuicio en el 2005 y nos demuestra una actriz llena de matices y en papeles consistentes. Lo que no es poco decir, ya que compartir pantalla con Ryan nunca será sencillo. El resultado es un gran western con toques de thriller que los tendrá con el corazón en la boca y donde la tensión es casi palpable. Pero es una delicia visual y una futura película de culto que no pueden perderse. Anexo de crítica (por @roanzalasok) Los minutos previos a los títulos de presentación de "Drive" bastan para hipnotizarnos frente a la pantalla y mantenernos así durante la poco más de hora y media que dura el film. Y lo primero que vemos, mejor dicho oimos, es una voz diciendo: te doy cinco minutos, durante ese lapso soy todo tuyo, lo que ocurra fuera de ese tiempo ya no es mi resposabilidad. Quien lo dice es el "conductor" del titulo, (Ryan Gosling en una actuación excelente, con mucha expresividad), del cual sabemos poco y nada. Ni siquiera su nombre. Y lo que vemos a continuacion es una de las escenas de escape en auto mejor resueltas en mucho tiempo, no por la velocidad o por la acción, como es común ver, sino por puro ingenio. Hombre serio, si los hay, de pocas palabras, seco, distante. Lo poco que sabemos de él es que trabaja como doble de riesgo en algunos films; en un taller mecánico y como conductor para delincuentes. El los lleva, les da esos cinco minutos para que hagan lo que tienen que hacer, los saca de ahí y si te he visto no me acuerdo. No pregunta nombres, no dá el suyo y jamás trabaja dos veces para la misma persona. Vive solo y así transcurre su rutina, hasta que entabla cierta relación con Irene, (una sensual Carey Mulligan ),vecina en su mismo piso, separada y madre de un niño. Todo marcha bien, se encariña con ellos y ellos con él. Pero cuando aparece el padre del niño vienen los problemas. Ante la imposibilidad de saldar una deuda que arrastra de cuando estuvo en prisión, se ve obligado a cometer un robo. Si no lo hace, su hijo y su madre, podrían pagar las consecuencias. Es ahí cuando nuestro conductor se ofrece a ayudarlo, como mejor sabe, en transportarlo. El atraco se complica y se termina quedando con algo que no le pertenece. Si bien no conviene adelantar mucho más, digamos que ahora se produce un verdadero descenso a los infiernos, donde deberá luchar no sólo para proteger a esta madre y su niño, sinó a él mismo, de una mafia dispuesta a recuperar lo suyo y a cualquier precio. Con un gran trabajo de edición que remite al cine noir de los años setenta, más alguna escena que recuerda a Taxi Driver, de Scorsese, estamos ante una gran película, oscura, fuerte por momentos. Con actuaciones secundarias muy bien logradas ( sobre todo de Albert Brooks y Ron Perlman ) y una gran dirección que le valió a Nicolas Winding Refn la palma de oro en el último festival de Cannes, Drive es la sorpresa del año pasado, injustamente ignorada por la academia a la hora de elegir las nominadas al Oscar de este año.
l caballero de la chaqueta blanca con manchas de sangre La ciudad está desolada, reina el aislamiento y la delincuencia; sólo de vez en cuando una pequeña brisa puede resquebrajar las cosas y atentar a una mínima esperanza en un mundo corrompido. A partir de esto se tematiza Drive, nuevo film del realizador danés Nicolas Winding Refn...
Un verdadero ser humano Me gustaría comenzar por un aspecto del final con la tranquilidad de no necesitar, sin embargo, mencionar ningún dato relevante en torno a lo argumental. Acompañando las últimas imágenes y los créditos finales, suena una canción, una tremenda canción, que me dejó estupefacto, sobre todo por el valor añadido que cobra al ser combinada con la secuencia de montaje final...
Nicolas Winding Refn es un realizador danés mucho –muchísimo– mejor que Lars Von Trier y sus ex Domáticos. Amante del policial negro e inspirado por los clásicos de acción americanos, fue responsable hace más de una década de un gran film violento llamado “Pusher”, que seguía la vida de un hampón de poca monta por las calles de Copenhague. En su momento, el film salió aquí en video, y nada más. Su carrera siguió –con altibajos– hasta “Drive”, una película que habría mejorado el promedio del Oscar pasado, de habérsele prestado atención. Es la historia de un hombre –Ryan Gosling– que conduce autos con enorme habilidad y –escudado en otros trabajos más decentes– se dedica a ser el tipo que les provee la huida a ladrones varios. Nunca trabaja dos veces para el mismo, mantiene una vida familiar y está en control de todo. Habrá, pues, un demonio (un genial Albert Brooks), una traición y una crisis de la que solo se puede salir a pura violencia. Refn logra equilibrar –algo dificilísimo en el cine de acción– el retrato psicológico de sus criaturas con el puro espectáculo de la adrenalina: en lugar de que uno disuelva al otro, aquí ambos se potencian y si nos importan las carreras inverosímiles, los golpes y los disparos, es porque nos importan estos personajes. “Drive” es de lo mejor que se ha estrenado en lo que va del año, una de esas películas que aparecen casi de la nada y guardan un secreto para compartir.
Celebremos la vuelta de los personajes cool. Si por que yo extrañaba un Blondie, o Bullit, o un Cool Hand Luke. "Drive", nos devuelve a esos momentos de tipos duros, de pocas palabras, frios, pero en el fondo bonachones. La nueva película de Nicolas Winding Refn, nos da acción, gore, y mucha "coolness", con un estilo genial. Se que mucha gente que fue a ver "Drive", iba pensando en ver "Rápido y Furioso". Mucho tuvo que ver el subtitulo que le pusieron a la pelicula aca, eso de "Acción a Máxima Velocidad". Si la película tiene acción, pero a la velocidad de Refn. Alguien vió "Valhalla Rising"?, tiene un ritmo muy particular, y puede llegar a dormirte. Hay interminables silencios, y los personajes se miran de manera infinita. Bueno "Drive" no escapa de ese ritmo pausado, pero esta vez, Refn nos da ráfagas de acción intensa, y muy intensa. Con momentos muy violentos (una nos hace acordar a la escena de "Irreversible" de Gaspar Noe), y una estilización al máximo, que hacen de esta película una de mis favoritas de el año pasado (convengamos que acá se estreno ahora, pero en USA se estreno en Septiembre de el año pasado). Las actuaciones?, bueno lo mejor esta seguramente en Albert Brooks que es el villano, Bryan Cranston, que es el amigo de "El conductor", y lo poco de Ron Perlman, que esta brillante. Quiero destacar a un pibe del cual habíamos hablado muy bien de el en "Sucker Punch", que es Oscar Isaac. El interpreta al marido de Carey Mulligan, que vuelve de la prisión después de mucho tiempo. Gosling??, lacónico, recio, frió e implacable, pero cada vez que sonríe su personaje nos deja ver que es un buen tipo. Eso esta muy bien manejado, por que si bien las líneas de su personaje se pueden resumir en un Tweet (y todavía te sobran 10 caracteres mas), logramos entenderlo perfectamente. Carey Mulligan, creo que tiene aun menos dialogo que el, sin embargo esta muy bien. Lo increíble es que logramos sentir empatía por estos dos personajes, y entendemos todos sus sentimientos simplemente con sus miradas. Gosling, esta demostrando ser una promesa firme. Hay escenas (como la del hotel con Christina Hendricks, o el escape de la casa de empeños), que son geniales, en las cuales Refn, utiliza el fuera de campo, de manera impecable, y nos llena de tensión. Con paso firme y esas ráfagas de acción intensa, "Drive" nunca aburre y hasta se podría decir que sus 100 minutos se vuelven escasos. Para resumir, "Drive" nos devuelve a esos antihéroes cool que tanto amamos, nos devuelve la "Coolness" en su mejor exponente, con acción estilizada, y una muy buena banda sonora, este es un estreno obligado para los cinéfilos. Si te gusta "Rápido y Furioso", mantenete lejos.....
De los 70 a los 80 en 20 segundos Llama poderosamente la atención el consenso generalizado detrás de Drive. Y no hablo del público -que puede hacer la que se le cante-, sino de los críticos que se han visto embelesados por esta película del danés Nicolas Winding Refn, quien ganó el premio principal el año pasado en Cannes por este trabajo. Tampoco hablo de un embelesamiento del “está buena”, sino de una exagerada consideración ante una película que tiene todos los clichés cool del cine moderno que habitualmente se critican en otras películas que queda bien criticar: un montaje fragmentado, iluminación artie, una simbología torpe como la del escorpión que lleva el personaje de Ryan Gosling en su campera, una actuación como la de Gosling que es pura pose gélida, y un exceso de ralenti. Y todo esto, para revestir una película que sin la parafernalia de diseño sería una de tiros, chicas, kiss-kiss y bang-bang. La duda es: si fuera sólo eso, ¿sería tan apreciada? ¿No caen los críticos, al fin de cuentas, en su trampa estética? Para definirla con un término poco académico, Drive es una película canchera, que se nutre del cine del pasado para construir su estética mientras lo mira por el espejo retrovisor. ¿Esto la convierte en una mala película? No necesariamente, pero sí hace que el todo no sea tan convincente como muchos quieren mostrar. Es cierto que Drive es una película extraña. Ni bien uno la ve, queda en un estado de excitación. Es un film potente en su violencia que busca el shock y, a la vez, posee un trabajo estético lleno de guiños. Por un lado, tenemos una recuperación de aquel cine setentoso donde la relación entre el hombre y el auto construían un mundo, con exponentes desparejos pero icónicos como Gone in 60 seconds, Grand theft auto o Vanishing point, además de otro más urbano y seco, con persecuciones, al estilo Bullit. Pero, a su vez, en una búsqueda consciente y que acerca Drive al kitsch, la utilización de la música, la presencia progresiva del melodrama romántico, los recursos visuales un poco grasas, Refn parece querer anclar su película a los 80’s. Lo curioso, además, es que el protagonista, del que desconocemos su nombre, tiene la esencia de aquellos personajes del cine negro más cincuentero, con los viriles y lacónicos protagonistas del cine de Melville como modelo. Así las cosas, Drive es un batido genérico y estético, que estimula con sus referencias al ojo informado. Por eso, como también pasaba con la Kill Bill – Volumen 1 de Quentin Tarantino, que el espectador termina de ver la película en estado de gracia. La diferencia, ahora sí, es que cuando en Tarantino los guiños eran puro juego lúdico y museo de conocimientos en plan parque de diversiones, el danés Refn se pone demasiado solemne para la chuchería que está contando (los cancheros que aprecian estas películas, después te desprecian un Caballo de guerra por llorona y simplona). Hay algo también en la violencia de Drive, que si bien estaba presente en el cine anterior del director, no deja de construir lazos hacia el pasado. Albert Brooks y Ron Perlman interpretan a dos mafiosos urbanos alejados del glamour coppoliano y más cerca de cierta decadencia scorsesiana, a la vez que la irrupción de la violencia tiene ese shock gore del último Cronenberg. De hecho, hay algo en esa ambigüedad del personaje de Gosling (amante amable, violento y explosivo hombre de negocios turbios) y en la relación con lo metálico como fetiche sanguinolento (navajas, autos, cuchillos, martillos) que remedan a películas como Una historia violenta o Promesas del este. Salvo en la torpe secuencia del final, donde el montaje disruptivo impide comprender claramente qué pasa, el resto de las escenas donde la violencia aparece impactante y estéticamente, están entre lo mejor de la película por su precisa puesta en escena. Precisamente una de las cosas que falla, tanto desde la construcción como desde la actuación, es el personaje principal. Uno entiende que ese automovilista que de día trabaja en un taller mecánico y como doble de riesgo en cine, mientras que de noche conduce a delincuentes en diversos atracos, es una referencia a cierto cine noir, donde el anti-héroe era más bien bucólico, silencioso y al que le surgían irrefrenables momentos de violencia. También, hay que decirlo, eran personajes atormentados, con vidas personales difíciles, buscando algún atajo de la vida que más que eso, es una sobrevida, una forma de afrontar el destino más de que atravesarlo. Sin embargo en Drive, ese personaje, se pasa de concepto: si de repente se vale de códigos algo banales para trabajar en el mundo del hampa (esos códigos, por ejemplo, no construyen carácter y son sólo una mera referencia), también posee una violencia que surge extemporánea y suena más a capricho de guión que a otra cosa. El contrapunto entre su hosquedad y su virulencia está mal trazado, incompleto, como sabiendo sobre qué prototipo está construyendo pero sin pasar de la superficie. Y en nada ayuda, tampoco, la actuación de Gosling, quien aquí retoma esa intensidad con la que pretende construir un personaje sin profundizar demasiado y quedándose en los rasgos más obvios, sin ser nunca complejo, a la manera de un Viggo Mortensen en, otra vez, Una historia violenta. Ni qué decir que desde lo físico, el personaje le queda grande. Su actuación es un buen resumen de lo que hay entre las intenciones y los resultados de Drive. Tal vez si la película se hubiera sostenido en la premisa de sus diez estupendos primeros minutos (el chofer, un robo, tensión, algo que sale mal), estaríamos ante un film simple, efectivo y muy emocionante. Seguramente, también, sería despreciado por aquellos que hoy lo celebran como una genialidad.
El perfecto asesino Es Muy difícil descifrar, sobre todo desde una perspectiva de las puras sensaciones, qué es lo que tanto atrapa de este filme, convengamos que como historia no es demasiado original. Combina, y muy bien, todos los elementos del genero de cine negro, tanto desde la estética como desde la estructura. Un punto importante. Comenzada la película, luego de la primera secuencia, y pensando desde el titulo, se podría inferir un cierto homenaje al filme “Taxi Driver” (1976) de Martin Scorsece, pero los homenajes y las citas no dejan de ser innumerables a lo largo de todo el texto de la producción, grandes clásicos como “The Driver” (1978) de Walter Hill, donde el homenaje no sólo coincidente en el nombre, sino que además esta puesto en el personaje principal, también en aquella ocasión un conductor profesional dedicado a ser el responsable de las huidas luego de los asaltos. Los primera mitad esta dedicada casi exclusivamente a la presentación de los personajes. Nuestro héroe, o se podría decir un típico antihéroe, no tiene nombre, tampoco parece tener pasado ni se le vislumbra un futuro, sólo decir que en la canción del final hace referencia a la circulación del héroe, dando un claro ejemplo de cómo se constituye desde un personaje una tragedia no por su destino final sino por su incertidumbre. Como dice Umberto Ecco ”la naturaleza irresistible de las grandes tragedias deriva del hecho de que sus héroes en lugar de escapar de un destino atroz, saltan al abismo….” Pero estamos hablando de una ficción, y para que esto se concrete la visión del mundo construido por el relato debe tener la imperfecta mirada de sus personajes sobre ese mismo mundo. Los personajes de ficción bien construidos deben contar con ese, llamémosle, “atributo”, o bien podría ser catalogado de “defecto”. No importa la clasificación, es condición necesaria para estos ejemplos de este mundo construido sean modelos supremos de la verdadera condición humana. Nuestro conductor sin nombre (Ryan Gosling) tiene sus reglas, nunca las quiebra, nunca deja que se pongan en duda, sus trabajos son anónimos, nunca repite clientes, es silencioso, taciturno, pétreo, frío, casi comparable desde lo externo, pero sólo así, en lo superficial, al personaje Frank Martín de “El Transportador” (2002), interpretado por Jason Statham, o a Leon el personaje encarnado por Jean Reno en la realización de Luc Besson “El Perfecto Asesino” ( 1994), entre otros muchos. Cuando no esta “trabajando”, trabaja como doble de riesgo en películas. Conduciendo es el mejor en ambos casos, que son lo mismo desde el guión, un magnifico doblez especular semántico del personaje. Todo esta seguro en su pequeño mundo, hasta que se cruza Irene (Carey Mulligan) la joven madre de Benicio, camarera de profesión, que esta esperando que su marido salga de prisión, involucrado y endeudado con la mafia local, Nino (Ron Perlman), un distribuidor de todo tipo de drogas y regenteador de un prostíbulo, y su jefe Bernie (Albert Brooks) Hasta aquí la presentación de los protagonistas. El involucrarse con la familia vecina hará que todo de un giro inesperado, se constituya en el recorrido del héroe y sea el primer plot point en la historia, también produce el primer quiebre en el relato, no sólo desde el guión sino además desde las formas. Durante todo el filme se respira un cuidado extremo en la puesta en escena. En esa primera mitad, exceptuando la primera secuencia, se destaca el placer por los detalles, los ritmos cansinos de los movimientos de la cámara, la predominancia de los tonos oscuros en los espacios cerrados, pero fríos en los abiertos, dando concordancia. La iluminación, principalmente sobre los personajes y algunos objetos determinantes, hace hincapié a los tonos y los colores, en un primer momento es el negro el que manda pero luego, a partir de la introducción de la violencia, el rojo intenso, casi se diría que predomina la sangre, todo lo que termina conformando un gran trabajo de la dirección de arte y muy especialmente de fotografía. Muy bien acompañados por la banda de sonido, en algunos momentos de forma contrapuntistica, pero en otros de manera empática. Todo esto podría hasta carecer de valor artístico sino fuese por la mano del director, el danés Nicolas Winding Refn, con una magistral dirección de actores y sus magnificas interpretaciones, del tono sublime por momentos, como ejemplo basta observar la escena de Ron Perlman y Albert Brooks cuando tienen que decidir que acciones tomar, es increíble. Por supuesto que quien sostiene desde este rubro al realización es Ryan Gosling, poseedor de una gran lista de recursos expresivos, desde grandes movimientos hasta pequeñísimos gestos, dando cuenta de una economía de técnicas formales notable, muy bien acompañado por la ascendente joven actriz inglesa Carey Mulligan. Empero uno podría decir que con lo expuesto no estamos frente a ninguna obra maestra, sin embargo tomado como una gestalt audiovisual, esta producción promulga una relación constante entre sus elementos aunados desde el montaje, primero lineal clásico para luego, en la segunda mitad, trabajarlo desde el incrementum, esto es que parece que nunca llegará al clímax propiamente dicho, sino que dentro del mismo campo conceptual, cada plano, cada sonido, cada haz de luz, la yuxtaposición de los colores, van diciendo algo más, no todo, nada cerrado, y cada vez con mayor intensidad. Es la conjunción de todos los elementos lo que termina, con recursos muy genuinos y honorables, sin efectismos, atrapar al espectador. (*) Obra de Luc Besson, 1994.
"Nice Try!”, exclamó Quentin Tarantino cuando algún trastornado osó preguntarte qué pensaba de Drive. “Buen intento”. Pero si nos permitimos revisar las palabras para darles forma y tono concreto podríamos pensar (de hecho Zonafreak lo hace) que ese “Buen Intento” fue dicho en tono burlón, como cuando te avivás -casi sobre la línea- que están intentando engañarte, o cuando quieren venderte un buzón más grande que el ego de tu amante artista incomprendido. Drive tiene una secuencia de créditos muy chula, con placas que recuerdan (por color y no por tipografía) a placebos yuppies onda Cocktail con Tom Cruise. Y la música ultracool de Kavinsky nos remite a Optimus Prime recitándole pelotudeces a Sam Witwicky en Transformers. Y la plana actoral contiene a Carey Mulligan, a la cual le deseamos urgente fichaje en una película cómica, o en un documental sobre la alegría de vivir ó en una porno de Bangbros.com o en CUALQUIER ELEMENTO AUDIOVISUAL en donde no tenga que volver a repetir una vez más su papel de María Magdalena silente y estilizada que siempre se calienta (un suponer) con chicos problemáticos que tienen que donar sus órganos vitales ó hermosos muchachotes que la van de raros y transgresores pero que transcurren sus noches trabajando como meros alcahuetes de la mafia más chota y peor dibujada que tenemos el lujo de recordar, haciendo trabajitos de delivery enfundados en lustrosas camperitas de palermo y conduciendo Impalas con la misma velocidad con la que Scarlett saca un disco de covers bienpensantes. No vimos ni heroísmo ni misterio en el personaje de Ryan Gosling (al cual bancamos y aplaudimos en Ides of March) y tampoco tuvimos la suerte de observar el desarrollo de su antihéroe definitivo, por que estábamos muy ocupados haciéndonos una tórrida paja con tanto planito preciosista y tanta musiquita linda. Manchamos la pantalla y todo, mirá. De encontrar el modo de insertar globitos de historieta imaginarios en las películas que nos toca en suerte ver -y con las cuales no comulgamos en lo más mínimo- escogeríamos la escena de Drive en la que “el conductor” (es tan jodidamente cool que ni nombre tiene) desayuna tostaditas junto a "Pucherito" Mulligan y su maridito-latino-turbio-que-la-embarazó (las películas artie también se permiten los lugares comunes de cualquier tanque filonazi dirigido por Michael Bay). En determinado momento surge un bache insostenible (perdón, un silencio re-artístico, re film-noir) en el que ningún personaje habla pero todos cruzan miradas entre sí. Ahí, justo ahí hay que poner globitos de historieta. Como para que los personajes se confiesen y digan “Me aburro. Me aburro mal.” Drive es al cine lo que Velez Sarsfield al futbol nacional, con todo el respeto que nos merecen los hinchas de Velez Sarsfield.
Muy, muy correcto film con el chico del momento: Ryan Gosling. Sin demasiadas vueltas, una película que estalla, que arranca arriba y sigue los pasos de un hombre duro y lacónico. Homenaje a los clásicos de persecución de los setenta y con referencias tarantinescas, merece la pena apostarle unas fichas. 7.5 puntitos
Película rara “Drive”, pero de las raras buenas! Trata de autos y no es veloz ; tiene música, títulos ochentosos y no esta ambientada en los 80, tiene silencios, pausas, miradas hasta la mitad de la peli y violencia al máximo de la mitad en adelante, tiene un gran actor como Ryan Gosling que no habla en casi todo el film. Eso es “Drive” un cumulo de cosas que la termina haciendo muy interesante . El que busque mucho auto y mucha velocidad al estilo “El Transportador” que se vaya olvidando. Lo mejor? el personaje de Gosling y la banda de sonido ochentosa.
Publicada en la edición impresa de la revista.
Mecánico y doble de riesgo durante el día, un hombre solitario dedica sus noches a realizar recados especiales para delincuentes y organización de narcotráfico. Beneficiarse de sus excelentes habilidades detrás del volante tiene un alto precio y dos reglas básicas: él siempre trabaja de forma anónima y nunca dos veces para la misma persona. Hasta ahora, el equilibrio jamás había sufrido alteraciones, pero un robo no se ajustará a los planes y lo obligará a iniciar una sangrienta persecución para proteger a la mujer que ama. Ryan Gosling, considerado por muchos como “el” actor de moda en Hollywood, nos brinda otra composición taciturna y escasa de matices, corriendo el riesgo de empezar a repetirse a si mismo. Por el contrario, Carey Mulligan tiene una versatilidad que cautiva y asombra: bien puede encarnar a una ingenua adolescente como a una madre soltera cuyo marido se encuentra en prisión. La frágil inglesa siempre convence y atrae a la audiencia.
Una película que se alimenta de muchas producciones clase “B”. El hombre silencioso y ético, el que bordea la delincuencia pero tiene un corazón leal para enredarse sin destino en una historia que pinta mal desde un principio. Gran trabajo de Ryan Gossling, que se perfila cada vez mas como valioso en Hollywood.
El Festival de Cannes de mayo 2011 quedará en la historia como uno de los eventos de mayor jerarquía artística de los últimos años. Su selección oficial incluyó a “El artista”, la reciente ganadora del Oscar, así como varios títulos significativos tales como “El árbol de la vida”, “La piel que habito”, Habemus Papa”, “El chico de la bicicleta” y “El puerto” (“Le Havre”). El último día de la competición (viernes 20 de mayo), cuando ya parecía que se “había puesto toda la carne en el asador”, el Festival nos reservó una sorpresa que ahora nuestro público local podrá “saborear”. Se trata de “Drive” la octava película del danés Nicolas Winding Refn, menos conocido que su compatriota Lars von Trier quien también estuvo en ese mismo festival con “Melancolía” y sus torpes declaraciones durante la conferencia de prensa en Cannes. El día de la premiación von Trier no pudo asistir, pese a ganar el premio a la mejor actriz. En cambio, Refn sí pudo hacerlo llevándose un merecido reconocimiento como mejor director. “Drive” no es más que, lo que la jerga cinematográfica suele denominar, una película de género. Así dicho puede parecer peyorativo pero en realidad no es esa la intención de dicha caracterización. Se trata de un logrado film “negro” o policial, donde impera la violencia a lo largo de buena parte de su metraje. Su personaje central y omnipresente (la película bien podría haberse titulado “driver”) es un joven que se gana la vida manejando autos en más de una vertiente. Por un lado como “stunt” en filmaciones y por el otro aceptando trabajos que lo tienen como conductor acompañando a delincuentes que precisan de una escapatoria automovilística. Esto queda claro desde la vertiginosa escena inicial, justo antes de la presentación de los títulos. Este personaje, que tan bien interpreta Ryan Gosling (“Crimen perfecto”, “Secretos de estado”), trabaja además en un taller mecánico, propiedad de un “perdedor” (Bryan Cranston) con diversos contactos con la mafia de Los Ángeles. Los encuentros con Irene, una camarera y vecina de departamento, cuyo marido está por salir de prisión producirán un vuelco en la trama sin que se pierda credibilidad alguna. Mérito en gran parte de la sobria actuación de la inglesa Carey Mulligan (“Enseñanza de vida”, “Nunca me abandones”, la inminente “Shame”). La difícil relación amistosa con el marido (de alguna manera rival) de Irene contrasta con la ternura que el “driver” prodiga al hijo de la pareja. En la segunda mitad estallará la violencia con escenas de fuerte impacto como la que transcurre dentro de un ascensor, notablemente resuelta pese a lo reducido del espacio. Otra ocurrirá en un prostíbulo y vale la advertencia de que ciertas situaciones sangrientas, pero nunca gratuitas, pueden afectar a algún espectador sensible. Hay buenos actores secundarios como Albert Brooks y Ron Perlman, con personajes de discutible ética y con inevitables enfrentamientos con nuestro “héroe”. La estridente música es otro elemento a favor, acompañando muy bien a una cámara inquieta y a una fotografía donde descuellan las escenas nocturnas. Hubiese merecido alguna nominación más al Oscar que la única otorgada por la Academia a la edición de sonido, categoría que por otra parte no ganó. Publicado en Leedor el 1-03-2012
Violencia y melancolía Todo lo bueno que puede decirse de Drive se concentra en una sola palabra: atmósfera. Es una película melancólica y violenta al mismo tiempo y la justa combinación de ambos elementos genera esa sustancia intangible que parece desprenderse de sus imágenes como una neblina. Si alguien pudiera envasarla, debería pegar en el frasco la etiqueta "aire viciado". No se trata sólo del guión, ni de las actuaciones, ni de la puesta en escena, ni de la fotografía, ni de la música, aunque sin dudas todo contribuye a ese tono único, tan brutal como refinado. Y si bien el director danés Nicolas Winding Refn es un manipulador virtuoso, los efectos emocionales de la película dependen menos del efectismo técnico que de la eficacia estética. Hay una primera escena de acción, antes de los créditos, que resulta impactante y perfecta: un robo y una fuga posterior por la ciudad de Los Ángeles narrada a través de la perspectiva del conductor del auto. De alguna manera esa mirada de alguien que no está del todo afuera ni adentro de la acción define al personaje principal de Drive: un conductor impasible, transportador de criminales, doble de riesgo en Hollywood, mecánico y corredor de autos. Vestido con una campera estampada con un escorpión en la espalda y al volante de un chevy modelo 1970, parece sacado a la vez de una novela existencialista y de un cómic. Hay algo de extranjero y de invulnerable en esa criatura que el actor Ryan Gosling compone como si fuera un ángel caído y en busca de venganza. Consigue ser sensible y despiadado en una dimensión que ninguna persona real podría alcanzar, sin embargo se las arregla para no cruzar ese límite difuso de la ficción que separa a una criatura de una caricatura. Por más que la película le dedique la mitad de su tiempo al desarrollo de la relación entre el conductor y su vecina (una mujer joven con un hijo pequeño y el marido en la cárcel), es difícil saber qué clase de impulso mueve al protagonista desde el momento que empieza la matanza. ¿Es amor? ¿Es instinto de protección? ¿Es una simple fuga sin fin? O, como indicaría el escorpión en la campera, ¿es su misma naturaleza letal? La explicación más obvia es que la chica y el niño representan la inocencia perdida, lo que debe preservarse aun a costo de la propia vida. En ese camino de sangre, Drive entrega varios personajes inolvidables. Los más destacados son los villanos que componen Albert Brooks y Ron Perlman, con sus respectivos grados de ambición entre el poder, el dinero y la gloria, que de algún modo explican el lugar que ocupan en la jerarquía darwiniana de la mafia. La forma gélida con la que Winding Refn expone la violencia, incluso cuando la muestra en cámara lenta o mediante un montaje paralelo, antes que el espectáculo de la muerte, antes que obscenidad o perversión, supone una obsesiva búsqueda de belleza, allí donde supuestamente no puede haberlo, en el horror, en lo inhumano, y lo que encuentra es neblina, oscuridad, una sublime atmósfera intoxicante.
De la naturaleza del escorpión La vieja y conocida fábula del escorpión que le pide a la rana ayuda para cruzar el río es revisitada en plan cine negro de los ‘70 por el eficaz Nicolás Winding Refn (1970, Copenhague, Dinamarca) -ganador del premio al mejor director en el último Festival de Cannes- en esta película que suma y multiplica referencias (aunque nunca citas directas), empezando por el cine de Martin Scorsese en general (y Taxi Driver en particular) y convocando en su protagonista al samurai de Alain Delon (personaje solitario, sin nombre y con pocos diálogos). Pero allí donde el film de Jean-Pierre Melville lograba convertir su pura forma en el más puro cine, Refn se queda con su estilo prestado a mitad de camino (o quizás convenga decir a mitad del río), proponiendo apenas una bella y sofisticada cáscara vacía. La historia de la doble vida del doble (hábil piloto de escenas de riesgo para el cine de día, hábil chofer de criminales de noche) que encuentra un oasis al proteger a su vecina indefensa y a su hijo, se sostiene, más que nada, por la química de los personajes (desequilibrio apenas contenido para él, vulnerabilidad extrema para ella), sustentada en el trabajo de dos actores en estado de gracia como Ryan Gosling y la siempre notable Carey Mulligan. Si bien algunas escenas de extrema violencia parecen quedar fuera de lugar, un par de secuencias notables (en particular la de la presentación del protagonista) y un cuidadoso diseño visual y sonoro transforman a Drive en una experiencia por momentos hipnótica. Quedará en cada quien la tentación de dejarse llevar por el oscilante devenir de una historia tan formalmente impecable como vacía de contenido. Y es que uno, rana al fin, probablemente descubra la estafa cuando ya sea demasiado tarde.
Entre la violencia y el melodrama Drive actualiza al noir desde un rótulo que merece prefijo: neo-noir. Conjunción de una estilística que hereda el abismo trágico de brumas blancas y negras de los films del `40, así como la violencia gráfica de su refundación durante los `70. El cine dispara hacia tantos otros intereses que, cuando aparece un film que gusta, mayor el impacto cinéfilo. Como cuando se sabe que, por ejemplo, un escritor admirado es llevado a la pantalla. Las ganas, entonces, de ver qué pasa con tal o cual libro en su traslación fílmica. Etc. Drive es novela de James Sallis. Y, a decir verdad, no es de las favoritas de este cronista. Mejores, desde este parecer, son aquellas que constituyen una saga melancólica, con New Orleans como telón de fondo, para las peripecias (metafísicas) de Lew Griffin. ¿Habrá Lew Griffin en cine? De todos modos, Drive -editada por RBA? contiene al cine como escenario en sí, en Los Angeles, con su protagonista como doble automovilístico de escenas de riesgo, como chofer de robos, a partir de una escena de sangre y muerte inicial, más la consecuente deconstrucción y desarrollo de la novela. Además. El realizador es Nicolas Winding Refn. Conocido, sobre todo, por Pusher (1996), film de violencia coral que el director danés continuara en dos oportunidades más, con títulos intermedios como Bleeder (1999) y Fear X (2003). Si el intercambio de dinero -entre préstamos y devoluciones que no terminan? es nudo en Pusher, la sangre hará lo propio, entre venas y venas, para el caso de Bleeder. Fear X, en tanto y con John Turturro como protagonista, indaga en la búsqueda interna y sin fin de un guardia de seguridad sobre la identidad del asesino de su esposa. Cámaras de vigilancia guardan, granuladamente, algunas pistas. Luego vendrían Bronson (2008) y Valhalla Rising (2009). Esta última con protagónico de vikingos, y la anterior como responsable del interés del actor Ryan Gosling por el paradero de Winding Refn para su dirección en Drive. Gran acierto. Y, por lo que se sabe, colaboración feliz que se prolonga en la actual filmación de Only God Forgives, con estreno previsto para 2012. Entre tantos títulos, decir que es el alma negra del policial la que corroe -nunca mejor dicho? el alma de estos personajes. La crítica ya lo ha señalado y el galardón en el último Festival de Cannes a Refn lo acredita: Drive actualiza al noir desde un rótulo que merece prefijo: neo?noir. Conjunción de una estilística que hereda el abismo trágico de brumas blancas y negras de los films circa ?40, así como la violencia gráfica de su refundación durante los ?70. Más música de remembranzas posteriores. Drive es lugar de encuentro para esto y mucho más pero, sobre todo, instancia de reformulación. Allí lo mejor. El "driver" (Ryan Gosling) es el hombre sin nombre, de pasado difuso y caminar pausado. Late en él una violencia a punto de estallar, de sonrisa apocada, con escarbadientes mordido, y campera con escorpión dorado. Quién es, qué más da. Lo que importa es lo que hace. Manejar. Lo hace en películas donde tampoco tiene nombre, para ladrones de ciudad, o para cuidar de esa vecina (Carey Mulligan) y su hijo. También porque, parece, se enamora. Caballero romántico, con armadura de siglos pasados, el driver tiene, en este sentido, un cariz chandleriano pero también westerniano, tanto por las referencias a Eastwood/Leone como por lo que concierne a Shane, el desconocido (1953). Drive se perfila, de a poco, como un mundo de caída. Entre personajes siniestros, de intenciones escondidas, víctimas de un mismo entorno que los procrea y cobija. Mundo sin ley porque es pasional e irracional. Las armas podrán, por ello, estar contenidas en objetos mundanos, en un adorno, en la furia dormida. El driver no quiere ?o lo evita? pero al final mata. Y cuando lo hace parece que sabe cómo. ¿Qué más esconde su hacer taciturno, su rostro de a poco derrumbado, su sudar nervioso, su seguridad en el uso del martillo? Cuando la violencia explota no puede decirse que al espectador se lo tome por sorpresa. El hilo, por fino, se corta. Y todo estalla. Son pocas escenas, pero suficientes como para ser indelebles. Así como explícitas, algunas más abstractas. Con un desenlace de sombras que pareciera evocar el hacer de un vampiro. Es que una vez arribada esta instancia, Drive hace bastante que se encuentra en un registro de variación temporal casi surreal. Hay un beso, y ese beso dura lo que no debiera o lo que se quisiera. Luego golpes y muerte. La percepción se altera porque el puente que separa como norma ya hubo de atravesarse, de quebrarse. El registro se vuelve ahora diferente, emocional. Lo que se enhebra, finalmente, es una poética de amor, de vida y de muerte, con tantas gotas de melodrama como merece un relato noir. Con el driver como cowboy anónimo, como doble (o sombra) de tantas estrellas de películas con nombre. Él, en tanto, vive bajo un techo con humedad. Esa mancha dice más que cualquier palabra.
EGO SUM QUI SUM Yo soy el que soy Los buenos directores son los que plano tras plano siguen la misma dirección, un plano sugiere una idea, una interpretación, una sensación y el siguiente la continúa y la profundiza. Hay que confiar en ellos y sentir (sentidos) a dónde, a qué lugares emocionales, existenciales, fantasmáticos y filosóficos nos quieren llevar. Son chamanes, y su estimulante es el lenguaje cinematográfico. La película comienza desde el sonido, parecen los latidos del corazón pero con un ritmo de suspenso. La vitalidad y el devenir son palabras que se me vienen de repente. Es muy interesante analizar una película y desmenuzarla para ver QUÉ es lo que la historia nos quiere contar y CÓMO es que se nos muestra. El film comienza con una secuencia de fuga, estratégica y con resolución perfecta sin manchas, la atención está en un nivel muy alto, ya se resolvió el pequeño conflicto de la persecución, la mente se relaja pero la atención está alerta. Los créditos iniciales nos muestran a modo de poema, la esencia de la película, de qué va. Cuál es el tema central. Esto probablemente pase desapercibido en un primer visionado, pero queda en algún lugar. Estuvo sugerido. Vemos una ciudad oscura, llena de luces chiquitas. Es oscuridad con un montón de lucecitas individuales y pequeñas. Hago hincapié en esto porque la fotografía con sus claroscuros va a ser fundamental para contar la dualidad entre el adentro y el afuera, la luz en el camino y demás analogías. El titulo de la película (DRIVE) aparece en una de las imágenes más simbólicas del film. El conductor en el auto quieto, mano sobre el volante, afuera hay luz, luz que entra y le pega en la mitad de la cara. El conductor está mirando para el costado. Sigue mirando para el costado casi con nostalgia, respira, parpadea y pone la vista adelante. Cuando mira para adelante tiene toda la cara iluminada. Le vemos el rostro, vemos quién es. Con este plano podemos hablar de un rumbo, un destino (adelante) y algo que se deja con dolor o tristeza(costado), algo que no está en nuestro camino. Curiosamente a mi entender encuadra perfecto con el personaje una vez vista la película. Irene (Carey Mulligan) cabisbaja, callada y cálida, nos seduce sin pasar por lo sexual. Sigamos con los créditos iniciales, ahora vemos un plano aéreo de un auto por una autopista (créditos del productor, que probablemente haya laburado mucho para conseguir ese plano, aunque me suena a animación). Desde arriba tenemos otra perspectiva de lo que es la ciudad, llena de caminos, que se cruzan… o que parece que se cruzan vistos desde arriba, cada uno en su rumbo, su dirección, pero en algún punto dos conductores con distintos destinos, se cruzan. Cuando llegamos a ver estos cruces de autos en distintos caminos, la imagen se funde a un primer plano del conductor, reforzando la idea de que hablamos de este personaje (créditos del editor). Ahora salimos del auto, el conductor camina, plano del escorpión entero. Ocupa la mitad de la pantalla, la cámara sigue al escorpión porque de él se trata la película, camina y respira con él, pero en un momento vemos que hay una chica, de repente nos pasa por al lado, muy cerca. Por una milésima de segundo ocupó la otra mitad de la pantalla. Ya se fue. Ahora estamos desde adentro del ascensor, vemos como ella se va, rápidamente se cierra la puerta del ascensor y ya no la vemos más. Se fue tan rápido, la puerta se cerró tan de golpe que ni siquiera pudimos observarla detenidamente, solo la sentimos pasar muy cerca nuestro. Digo “nuestro” porque la cámara nos pone siempre en el lugar del conductor, ya sea desde adentro del auto o caminando con él, nos ubica como espectadores, en él. La puerta del ascensor que se nos impone de golpe, tiene un tono de color sospechosamente similar al del escorpión de la campera. Finalmente el conductor llega a su casa, en penumbra, sólo iluminada por la luz que entra de afuera. Tu casa sólo está iluminada por la luz que entra de afuera, afuera se parece al costado que habíamos dicho antes, ¿no? Se detiene frente a una ventana, vemos durante unos segundos su sombra sobre la sombra que marca la ventana, y el protagonista se va, apagando una luz. De este detalle podemos sacar tres opciones: 1- Es un error de continuidad, ya que nunca se muestra al protagonista encendiendo esa luz, y al final la apaga, 2- No hace falta mostrar al personaje prendiendo la luz, es un dato irrelevante, todos prendemos una luz al llegar, 3- Es parte de la poesía simbólica de los créditos iniciales, podemos interpretar que la luz entra a su casa por la ventana, deja algo encendido adentro, deja alguna luz. Es importante el hecho de que llega, deja el bolso y se va. Es como una estación de paso, una cueva más que una casa, sin dudas no es un hogar. Tenemos un héroe clásico, un tipo desconocido (nunca se nos dice su nombre) que llega, resuelve, y sale victorioso. Es un personaje chato. Es difícil crear o encontrar la belleza en los personajes chatos, los personajes que de principio a fin no presentan cambios. Este es el caso de un personaje bien definido, con una identidad acentuada constantemente desde la dirección, el vestuario, y la fotografía (mas adelante vamos a ver CÓMO), que sufre ser quien es, sufre no poder escapar a su destino. Él lleva consigo su esencia, y no puede evitarla, y aunque mire para el costado y desee la ventana, la familia, el hogar y la paz, la luz, él siempre va a ser un escorpión, siempre va a tener una púa, siempre va a ser letal y solitario, siempre va a vivir en la oscuridad. En el cuento del escorpión y la rana, el escorpión le pide a ésta que lo ayude a cruzar el río, y le promete que no la va a picar porque si la pica se hunden los dos, la rana lo ayuda pero en el medio, el escorpión la pica. No pudo evitarlo. Es el destino trágico que todo el tiempo lleva en el rostro Ryan Gosling. Todo el tiempo la película nos está mostrando el escorpión, la aguja. La campera, el palillo en la boca (un distintivo que pincha, y que sólo se saca de la boca cuando está en la casa de la vecina). Cuando le pega a la chica una cachetada, y la amenaza sobre la cama vemos que el conductor le tapa la boca con una mano y con la otra la apunta desde arriba como amenazándola. Claramente está mostrándole el aguijón, la está apuntando con el dedo solamente pero a la chica le genera tanto miedo como si la estuviese apuntando con un arma. Después, en esa misma escena, entran dos tipos, a uno lo mata clavándole un fierro en el cuello (otro puazo) y al último lo fusila (¿dónde está el escorpión?) y después se esconde muy suavemente entre la oscuridad de las paredes hasta que desaparece por completo, y recién ahí corta a otra escena. El duelo final es una batalla al estilo western, entre dos escorpiones. Los dos matan con cuchillo, la pelea se nos muestra por las sombras en el asfalto. Es imposible no asimilar esto a una pelea de escorpiones con sus púas, y movimientos. Es una danza animal, de muerte e instinto. Es un gran duelo final. Volviendo a lo trágico de la película, el protagonista tiene que seguir siendo un escorpión letal para mantener la seguridad de Irene y Benicio, pero ser un bicho así, los aleja. ¿Primer y último beso? Escena troncal del film, de los mejores besos que creó el cine. La escena del ascensor es lejos la que mejor sintetiza y profundiza este dilema. Toda la historia de amor entre ellos, y sus destinos tan separados se ven. Entran Irene y él al ascensor. Hay un tipo, el tipo tiene un arma. Ryan Gosling (sublime demostración de actuación en cine) con un solo gesto nos muestra la tensión que se está sintiendo, hace presión con los dientes y se le marcan los músculos de la mandíbula. Ya nos dijo todo. Se viene un momento horrible, porque el tipo está ahí para matarlos, y la única manera de impedir esto es matándolo, pero lo terrible de matarlo en ese momento es que está Irene mirando todo, va a ver el escorpión que tiene como compañero. Bueno, se dan el único y último beso (a diferencia del resto de los mortales, el conductor sabía que estaba dando el último beso). Este beso es un poema, en cámara lenta se puede apreciar como las fuerzas de uno y de otro se funden, los cuerpos se balancean y la fuerza de ambos besos se hace una. De principio a fin los cuerpos ondulan sintiendo 100% al otro cuerpo. El movimiento del pelo de ella, su cuello que late, son ejemplos de detalles que nos dan las nuevas tecnologías como el HD, siempre al servicio del sentido cinematográfico. Ese cuello que late y las arteria que se marcan inevitablemente refuerza la importancia de este beso, de esta despedida (aplauso a dirección, es un gran beso cinematográfico, cargado de sentido). Después ya todos sabemos cómo termina la escena. Él mata al mafioso, con Irene presente, pero no solo lo mata sino que le aplasta el cráneo (de la bronca, bronca por haberle arruinado lo único que lo hacía querer salir de su destino, le arruinó la ventana, la luz, estuvo obligado a matarlo frente a la chica, perdió a la chica). El director muy lúcido nos muestra un primer plano de la chica espantada mirando la masacre, y un único plano MUY cortito del cráneo aplastado. Es una imagen extremadamente fuerte y algunos dirán innecesaria. Bueno en mi opinión hay violencia innecesaria en la película, pero en este caso era lo que había que hacer. El espectador tenía que ver lo que estaba viendo Irene, realmente tenemos que ver qué es lo que llega a hacer esta bestia humana cuando explota. A la escena solo le quedan dos planos. El ascensor se abre, se muestra sólo la espalda del conductor con el escorpión gigante, entero, y respirando, la chica sale espantada, el conductor se da vuelta y vemos el rostro de la bestia, corte a plano de la chica y la puerta del ascensor que se cierra bruscamente. Nunca más se van a ver (él en un momento la llama y nos aclara que no va a poder regresar, no por que lo vayan a matar, sino porque se dio cuenta de que no puede, es lo que es). Esta escena se parece mucho simbólicamente a la escena de los créditos iniciales, ya que cuenta lo mismo, lo intensa y fugaz que fue la historia entre ellos. Estamos frente a una película narrativa, y de narrativa clásica. Hay un argumento, nudos, conflictos, deseos y un desenlace. Se nota constantemente y mediante todos los recursos que brinda el arte cinematográfico, la esencia de la película, el mensaje. La trama del guión es simple, el truco no está en descifrar o en complejizar, todo lo contrario. Es una película minimalista. La historia es lineal, el conflicto se entiende, y si no se entiende hay que prestar atención no sólo a los diálogos, sino a los gestos, a los encuadres, a la luz, etc. y sentir cómo todos estos factores nos hacen crear la experiencia. Gosling maneja su auto, escarbadientes en boca, mirada al frente y quizá un destino luminoso. La música, por separado, no me parece una electrónica del más allá, me parece un poco chiclosa y explícita la parte de las vocales femeninas y frases largas, pero si la vemos en función de la película, es una banda sonora JUSTA. Es una muy buena combinación de synth pop y techno con el formato canción (cantado), así como la película mezcla la narrativa clásica con una forma de contar distinto, llámese de autor, llámese vanguardia, llámese moderno. La letra de la música nos cuenta la esencia de la película, ES LITERAL. Letra original: There´s something inside you, it´s hard to explain. Their talking about you boy but you are still the same. Traducción: Hay algo dentro tuyo, es difícil de explicar (la película se encarga de explicar qué es eso que hay dentro del muchacho). Están hablando de vos, pero seguís siendo el mismo. (PERO SEGUÍS SIENDO EL MISMO!!) Tan explícita (que no se entienda por explícito, vulgar), que no le prestamos real atención y se nos va al inconsciente junto a tantos otros indicios que a lo largo de la experiencia nos ayudaron a crear el sentido de la película (sí, como espectadores creamos el sentido de la película, completamos el último eslabón de la cadena de la creación). Tanto la crítica/análisis como el debate, están en función de la reinterpretación y profundización. Párrafo aparte para los errores (considero ERRORES a aquellas decisiones que atenten contra el sentido central de la obra) La muerte del matón de Nino, en la pizzería. Era necesario mostrar que se lo mataba con cuchillo, ya que es información sobre el personaje que lo mata, que un tipo que mata con cuchillo al igual que el protagonista, pero mostrar las tres clavadas en el cuello, y el tenedor en el ojo, ¿te parece? Y lo peor de todo, cuando el tipo cae se le queda un brazo levantado en el centro de la pantalla. En este momento, muchos en el cine se rieron, uno dijo: “Tarantino”. Esto hizo que como espectadores nos alejáramos de la película. No creo que en este caso haya sido buscada la risa, ni la distancia que se produjo en la sala, con el tono que venía llevando la película. Se perdió la tensión muchísimo. Y lo más innecesario, la escena en donde se explica todo el argumento. Están el conductor y Shannon en la calle a la noche, y el protagonista le dice ¨ahora van a venir por vos, y van a venir por mi, te tenés que ir¨. Es otro código, el argumento estuvo siempre en los gestos y expresiones magnéticas de Gosling, él lleva la película, la tensión, el clima. En esta escena, Ryan Gosling actúa diferente, la sobreactúa. No es el mismo personaje que en el resto de la película, está super hablador y con gestos exagerados. Gosling a mi entender, vio que esta escena era un atentado contra la sutileza y el buen gusto, entonces la actuó de manera distinta, bajo otro código para que los que pensamos así (sobre esta escena) entendiéramos que él también estaba en contra de hacerla. Yo interpreto este salto en la actuación como un guiño para el espectador como yo y probablemente como él que llegó con la lectura hasta acá, que no necesitaba esta escena para entender que “todo conduce a Nino” o que los van a venir a buscar a los dos y que están otra vez en el medio de un escape (como al principio de la película) sólo que esta vez con otra forma de resolución. La película termina con un plano de ella que no lo encuentra, plano de él manejando con lágrimas en los ojos, plano desde el interior del auto, se ve la calle, se ve la mano sobre el volante, se ve un círculo de luz en el final de la ruta, la cara de él (que se veía en el retrovisor) se oscurece mientras la música dice: a real human being (un ser humano real).
Ryan Gosling interpreta el rol de un excepcional piloto de automóviles que desdobla su solitaria vida entre su trabajo como piloto en escenas de riesgo para el mundo del cine, y en fugas, para el mundo del hampa. Su vida (su soledad) de lobo estepario se ve alterada cuando conoce a una vecina de departamento que se encuentra sola con su pequeño hijo porque su marido está preso. El director Nicolas Winding Refn propone un filme en el que contrasta el vértigo de las fugas en automóvil por las calles de Los Angeles, con un escenario ascético y un relato que prescinde de la palabra para resaltar el poder de las imágenes. Una buena película que confirma que Gosling se siente más cómodo en los roles con poco texto.
Publicada en la edición digital de la revista.
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La película sorpresa Uno es ya un cinéfilo obsecuente que tan solo pretende ser sorprendido con buenos relatos, recuperación de la alegría de observar filmes, sintiendo el espacio oscuro de la sala como religioso y espiritual -aunque no tanto-. Toparse con "Drive" es similar a lo acontecido años atrás con "No country for old men" de los Hnos. Coen., es simplemente rescatar la maravillosa experiencia del pleno disfrute de un género magistral como el cine "Noir" -el pollicial oscuro-, pero no solo esa fría formalidad fílmica sino que aquí también estamos frente a una suerte de western moderno -de hecho hay un remedo de "Hombre sin nombre" al estilo Eastwood en el protagonista- que quizás algún engañoso trailer haya hecho creer al público pochoclero que se trataba de un ejemplo cercano a la serie de "Rapidos y furiosos" y nada más lejos. El director danés Nicolas Winding Refn muestra genialmente un interesante juego de climas cinematográficos, con un solitario conductor que gana su sustento siempre al servicio del volante -actos delictivos incluídos- hasta que se vé envuelto en un hallazgo amoroso, y allí el guión pasa a estado "romance", pero como esto es cine bien narrado en un segundo se puede pasar al estado "híperviolento", y aquí el gran ejemplo es la estupenda escena de las tres personas en el ascensor. Audiovisualmente el filme marca alto, siendo su presentación un verdadero muestrario del porqué, hay planos que lo dicen todo, una iluminación acertada, hay personajes variopintos que poseen una rica descripción que los hace imprescindibles. Ryan Gosling está perfecto (a Clint E. también le sacaban mano cuando era impenetrable en sus añejos westerns), Carey Mulligan es tan actriz que solo precisa mostrar pequeñas muecas en sus estados animosos, los gangsters de Albert Brooks y Ron Perlman son insuperables, y así todos. "Drive" supo apoyarse en referentes necesarios del cine: todo se arrima con nostalgia a Michael Mann, o Scorsese de "Taxi driver", a Kitano, y hasta el polical francés de Jean Pierre Melville en "El Samurai", en lo personal me retrotrajo a esa obra de mi niñez como fué "Vanishing point" (Carrera contra el destino) que mostraba la sensación de libertad del hombre y su máquina, a costo del acoso violento. Nada produce más placer al cinéfilo que estar ante una joya del cine que será de culto.
Un estupendo filme negro Filme negro, de magnífica factura, una historia de perdedores apoyada en la prosa impecable de un director brillante, intenso y riguroso, que construye sin alardes, con morosidad y penetrante poder de observación, una fabula violenta y descarnada que tiene el aliento de un western urbano. El es un mecánico que maneja como los dioses. Conoce al dedillo la ciudad. Trabaja de doble de riesgo y cada tanto, para sumar emoción y dólares, se gana la vida como chofer de atracadores. Un día se le cruza una joven madre que tiene su esposo en la cárcel. Y allí empieza todo. Filme lacónico, excitante, de imágenes no de palabras, un dechado de precisión y ritmo. Tiene clima, calles peligrosas y vacías, música magnifica, silencio ominoso y personajes desolados. Una lección de cine. Es cierto, la historia no está quizá a la misma altura y el final quizá suene algo forzado, pero es la historia de un solitario, uno de esos vaqueros que hacen su parte y se marchan, sin barullo ni recompensa, dejando atrás el botín, las ilusiones y el amor.
Un samurai al volante Un hombre silencioso y solitario maneja su automóvil por las calles de Los Angeles. Trabaja en un taller mecánico y eventualmente es doble de riesgo en producciones cinematográficas. Sus habilidades conductivas lo llevarán a convertirse en piloto de autos para la mafia. Poco se puede conocer (ni siquiera el nombre) del personaje central de este relato; este tipo taciturno e imperturbable se desplaza al volante de su automóvil y mantiene la misma actitud en medio de una persecución endemoniada o durante un paseo en compañía de su joven vecina y el hijo de ésta. La chica espera sin mayores expectativas que su pareja (el padre del pequeño) salga de la cárcel y conoce accidentalmente al protagonista, un enigmático mecánico con sorprendentes habilidades conductivas; lo que ella no sabe es que el hombre es también conductor de autos utilizados en "trabajos" para los mafiosos locales. La trama se desarrolla alrededor de las vinculaciones que se van trabando entre el piloto, la vecina, el marido de ésta y los delincuentes que requieren los servicios del protagonista; todo es una excusa para pintar atrayentes personajes, sobre todo el protagonista, encarnado por Ryan Gosling en una sobria y convincente tarea. Resulta interesante penetrar en el mundo silencioso y con muy especiales códigos (casi el de un samurai) en el que vive el conductor, que prácticamente no se permite emociones. Es así como pasa casi sin transiciones de un momento romántico a una explosión de violencia inusitada. El director Nicolas Winding Refn alcanza los puntos más altos de su película precisamente en la construcción de los personajes, pero el relato se ve intencionalmente demorado, por lo que el ritmo de la narración se resiente. La película cae entonces en pozos dramáticos, y las (escasas) secuencias de acción no terminan de revertir el clima. Es cierto que el encuadre y la fotografía están al servicio del clima del relato, estructurado a la manera de los viejos policiales negros que han dejado legiones de fanáticos entre los amantes del cine; sin embargo, la consistencia del guión no alcanza a sostener la potencia dramática requerida para redondear un filme sobresaliente.
El mundo del revés Desde los créditos iniciales, Drive sorprende. Llama la atención desde su música estridente y su tipografía pop, de un color fucsia furioso y aún más pop. Ganadora del premio a mejor director y nominada a la Palma de Oro en Cannes, aplaudida por la gran mayoría de sus espectadores, Drive se fue ganando un lugar y un renombre entre las películas del año y su director, Nicolas Winding Refn (Valhalla Raising, Bronson, Pusher) un merecido espacio entre los realizadores que no pasan desapercibidos (ya sea por méritos positivos o negativos, es innegable que lo ha logrado). Ryan Gosling (Diario de una pasión, El umbral, Lars y la chica real) protagoniza este curioso filme romántico y de acción en donde encarna a un conductor de escenas de riesgo para el cine que utiliza sus habilidades tras el volante para poner a salvo a maleantes luego de algún hecho delictivo que merezca la pena un escape rápido dentro de la ciudad de Los Angeles. Cuando el muchacho conoce a una joven camarera y a su hijo y los quiere sacar de un problema, los problemas se le vienen encima a montones. No me hagan enojar que tengo un martillo... Drive es una película con estilo: cada plano, cada color, cada nota musical que aparecen durante el metraje no están puestas azarosamente. El tratamiento de imagen, la fotografía y la composición de planos son ampulosos, complejos, a veces recargados, pero siempre imponentes y distantes del promedio de películas de acción que suelen verse en nuestros cines. Y la musicalización, siempre fulgurante y upbeat parece querer sacarnos de contexto constantemente. Porque si hay algo que es Drive es una película de contrastes, de Gosling y Mulligan, a su ritmo contrapuntos, de constantes descentramientos: un mundo del revés cinematográfico. Y eso también sucede cuando prestamos atención a su narración minimalista (los diálogos son escasos y las escenas mantienen caprichosamente a los personajes en silencios y demoras que la mayoría de las veces no parecen evocar más que el tedio de las vidas de los personajes. Ejemplo: "¿Saldrás conmigo?" Silencio. "Sí". Sonrisa. Silencio. Plano asfixiante, incómodo, pequeño. La sonrisa permanece y la escena perdura en la nada unos 30 segundos más.). Y todos estos elementos nos hacen pensar que en realidad no estamos frente a un filme de acción, ni a un thriller, ni a una cinta de suspenso y gangsters sino que la acerca a un drama al estilo europeo. Y cuando ya uno se acostumbra a los climas densos, a las escenas estiradas y al tratamiento estético "cool", acaece una violencia exacerbada de cabezas que estallan en pedazos al disparo de una Ithaca. Casi todo en este filme nos corre del lugar de donde nos acomodamos como espectadores, nos descentra, nos sorprende. Y en definitiva, Drive no es tanto una película de acción, sino una historia romántica de las más clásicas, de un caballero a bordo de un corcel motorizado intentando salvar a su sufriente doncella. ¿Sorpresa? Estridencias. El guión de Hossein Amini (Las cuatro plumas, El ave negra) no termina de cerrar, demasiado preocupado por su pretensión de estilo nos propone un final con toques lyncheanos no sin antes enredarnos más de la cuenta en idas y vueltas que no suman en suspenso y proponiendo un desarrollo del climax algo previsible (justo cuando debería, la historia no nos sorprende). La dirección del danés Nicolas Winding Refn, por su parte, es notable (principalmente porque se hace ver, llama la atención, pero también porque logra imprimir en el filme todas las características que ya hemos descripto y que son las que hacen de este un filme especial) y lo vuelven un director a seguir para cualquier cinéfilo que se precie. El ascendente Ryan Gosling estuvo bien elegido para este papel sombrio y austero, violento y caricaturesco (campera con escorpión, palillo entre los dientes, pocas palabras) y su chica, la bella Carey Mulligan (Enseñanza de vida) también convence desde su lugar de víctima irremediable. Pero lo mejor del casting está entre los chicos malos y no tanto, los que -por una razón u otra- tienen las manos sucias, como bien dice Bernie Rose el personaje del capo mafia muy bien logrado por Albert Brooks. Lo acompañan su socio Nino (Ron Pearlman, también conocido como Hellboy) y un allegado, Shannon (Bryan Cranston, protagonista de la estupenda serie Breaking Bad). Bryan "Breaking bad" Cranston, presente Drive es un filme donde todo parece mostrarse al revés de como suele ser. Con muchísimo mayor tratamiento estético que narrativo, mucho más preocupada por ser "cool" que por entretener, tendrá fanáticos acérrimos y detractores implacables y cada uno tendrá razones válidas para argumentar. Yo sólo les puedo recomendar que la vean y tomen partido.
En este thriller dirigido por el no muy conocido realizador danés Nicolas Winding Refn (trilogía "Pusher"), Ryan Gosling (hace poco tiempo visto en el film "Secretos de Estado") interpreta a un conductor solitario, un tanto indiferente y de pocas palabras, del que no se sabe nada de su pasado, sólo su presente, uno que incluye habilidades al volante que son evidentes. Tal es así que este joven (tampoco se da a conocer su nombre) trabaja como doble de riesgo especializado en conducir a máxima velocidad en alguna que otra película de Hollywood; pero también, reparte su tiempo como mecánico en un taller y, cuando cae la noche, como "wheel man" en trabajitos sucios para los cuales tiene sus propias reglas: ser contratado de forma anónima (nunca dos veces por la misma persona), no participar ni involucrarse de los "asuntitos" para los que solicitan sus servicios y no estar disponible para ellos por más de cinco minutos. A pesar de que su plan está bien concebido, un día algo sale mal, lo que lo lleva a estar en la mira de una persecución infernal porque el muchacho termina en el medio de un tremendo lío con la mafia de Los Ángeles. Todo comienza cuando el protagonista, que entabla una relación con su vecina (Carey Mulligan) y con el pequeño hijo de ésta, decide involucrarse en el problema que el marido de la joven (Oscar Isaac) arrastra desde su estadía en prisión y que amenaza con la seguridad de esa familia. Para proteger a Irene, la chica por la que siente amor (a su manera), y ante semejante situación en la que se ve inmerso, este conductor pasa de sentimientos como la apatía a la extrema venganza (asesinatos de por medio) para deshacerse de los hombres que están tras ellos. Estupendamente dirigida -sobre todo narrada- y con un estética visual que combina lo retro con lo moderno (la música ochentosa que acompaña los silencios del protagonista y los momentos clave de la cinta es tremenda), "Drive" está basada en la novela homónima escrita por James Sallis (los fans de los videojuegos reconocerán por momentos la premisa de "Driver") y completa su reparto con Bryan Cranston, Albert Brooks, Christina Hendricks y Ron Perlman. A pesar de las pocas palabras del personaje que Gosling interpreta a la perfección, los hechos hablan por sí solos en esta producción que -promediando el metraje- nos ofrece violencia (por momentos explícita) a través de recursos muy "a lo Tarantino", persecuciones a lo "Rápido y Furioso", una pizca de romance (breve y sutil) y momentos de acción muy bien rodados. Eso sí, no hagamos sacar de las casillas a este hombre -que sólo quiere conducir- porque vamos mal.
¿El Transportador? Bueno, otro película con el actor de moda en estos días: Ryan Gosling. Si bien contiene algunas dosis de acción rive es un drama que en algunos sitios lo asemejan con un “cuento de hadas masculino” pero bajado a la realidad. Drive nos presenta la historia un doble de riesgo de autos, que dedica su vida a los mismos, por ello de dia se gana la vida en la industria del cine y por las noches colabora en salideras de delincuentes (algo parecido a lo que hacía Jason Statham en El Transportador). Su monótona vida se va a encontrar un nuevo propósito para seguir adelante cuando conozca a su vecina Irene y su hijo. Con su marido en la cárcel, Irene llenará el lugar vacío con nuestro misterioso conductor, quien encontrará en ellos la familia que nunca tuvo. Pero el sueño dura poco cuando el marido de Irene retorna de la cárcel y se ve mezclado en un problema con la mafia que termina amenazando a su familia. Nuestro Conductor le ayudará al marido de Irene a liberarse de la Mafia, pero eso sólo será el comienzo de su problema. La actuación de Ryan Gosling me gustó y mucho, si bien casi no tiene lineas en la película, Gosling logró interpretar a este personaje, rodeado de misterio, soledad y tristeza que encuentra en Irene y su hijo todo lo que le faltaba. Otro que me sorprendió fue Albert Brooks que estaba acostumbrado a verlo en un rol de comedia. Aquí encarna al jefe de la Mafia y resulta tan despiadado que uno duda de si es el mismo Brooks que trabajó con Meryl Streep en Defending your Life o con Michael Douglas en The In-laws.. La película es un buen drama pero no me pareció una obra maestra como he leido por otros lados. Si bien goza de buenos efectos especiales y logra el equilibrio justo entre drama y acción, por momentos la película abusa de los momentos de silencio que invita a reflexionar al espectador. En resumen, es una buena película, me gustó pero no creo que sea la mejor película del año. Definitivamente, Ryan Gosling está creciendo como actor y lo demuestra en la versatilidad actoral que despliega en los diferentes films que está protagonizando. Si les gusta un buen drama, vayan al cine o bien, veanla en su casita algún sábado en DVD.
Publicada en la edición digital #1 de la revista.
Quinta a fondo “Drive” es una de esas películas que cuando llegue la hora de hacer un balance de lo mejor del año, seguramente estará presente en la lista. Es muy pronto, creo, para catalogarla como un clásico, o una peli de culto. Ni hablar de lo más ridículo; catalogarla como lo mejor del año cuando recién estamos en marzo. Sí, en marzo señores críticos. No quieran ahorrarse trabajo, por favor. Lo que esta claro es que es una muy buena propuesta y que vale (y mucho) la pena disfrutar de una peli asi en una sala de cine. Nicolas Winding Refn, un director casi desconocido para todos nosotros, es un dinamarques que viene trabajando desde hace rato como realizador. Aclaro esto para que el éxito de “Drive” en los distintos festivales y en el publico no borre sus trabajos anteriores. Entre esos trabajos se encuentra la muy interesante “Bronson”, una peli que se editó en DVD en nuestro país y que está protagonizada por Tom Hardy en el papel de Charles Bronson, el alter ego de Michael Petersen; el prisionero más peligroso de Inglaterra. Los paralelismos que podemos trazar entre “Bronson” y “Drive” son varios, siendo el más excluyente el hecho de que nuestro protagonista es un hombre marcado por la soledad. El otro punto en común es la violencia, muy explicita, en ambas películas. Sin embargo lo que caracteriza a “Drive” y la convierte en la gran peli que es, tiene que ver con el hecho de que todo se encuentra en la medida justa. Por no decir perfecta. Estamos frente a una película que combina acción, drama, suspenso y amor sin caer en ninguno de los clichés de estos géneros y sin erigirse como una peli perteneciente a uno solo. Hay varias propuestas en el cine que intentaron hacer algo similar, mezclar géneros, y los resultados no siempre son tan buenos como este. “Drive” tiene muy buenas escenas de acción. No son muchas, pero se agradecen, sobretodo por no caer en la espectacularidad y la irrealidad que estamos acostumbrados a ver. El trabajo del realizador, en lo personal, me sorprendió en este aspecto, brindando un manejo de cámaras más que digno a la hora de las persecusiones. La edición y el sonido también ayudan bastante al respecto. Que haya estado nominada a Mejor Edición de Sonido en la ultima edición de los Oscars fue en un gran acierto, ya que las persecuciones del film se escuchan impecables. También es una buena propuesta de suspenso, con algunos giros interesantes que te mantienen engachado durante gran parte de la peli. Y este es un gran punto a favor, ya que la historia que parece que hemos visto tantas veces y que conocemos de principio a fin, nos sorprende de forma amena. El mundo criminal en el cine siempre puede dar algo nuevo en materia de suspenso, solo es cuestión de intentarlo. Por más que nos resistamos, también es una historia con tintes románticos. La relación entre sus protagonistas está marcada por el amor y, al no caer en los puntos comunes a los que estamos acostumbrados, nos encontramos con una historia de amor honesta y realista. Pero también “Drive” es un drama. Nos presenta a personajes extraños, en un momento bastante peculiar de sus vidas y eso desata una serie de consecuencias y problemas que los van a ir marcando a lo largo del desarrollo de la peli. Encontrar películas asi, con la medida justa de todo, repito, es muy difícil. Ni hablar si nos limitamos solamente al cine comercial. Por eso “Drive” se agradece. Pero hay más cosas que hacen grande a esta película. Asi como Winding Refn se coloca con esta peli entre los favoritos del publico, la critica y los festivales, hay que mencionar también a Ryan Gosling, un actor que de a poquito se va ganando un lugar que se merece en Hollywood. Lo de Gosling tampoco es casualidad y al igual que Winding Refn solo basta con ver sus anteriores trabajos para comprobarlo. Ni hablar de Carey Mulligan, actriz nominada al Oscar y por la cual varios directores se pelean para que forme parte de sus próximos proyectos. En este caso la palabra casualidad suena más insólita todavía. Brian Cranston, Albert Brooks, Ron Perlman y Chistina Hendricks completan un elenco interesante y digno de ver en la pantalla grande. Los premios y nominaciones que suman todos estos actores, básicamente, hablan por si solos. Para el final un aspecto me parece interesante resaltar es la banda sonora instrumental compuesta por Cliff Martinez, como los temas compuestos por otras bandas y que son utilizados en este film, son sencillamente excelentes. La escena de los créditos iniciales, al mejor estilo GTA: Vice City garpa mucho, pero mucho. Ni hablar de la escena del primer beso entre los protagonistas. En definitiva, “Drive” es una excelente película que lo tiene todo en medidas justas y por ese motivo me parece que vale la pena verla ya que es muy difícil encontrarse con propuestas así todos los días. Sirve ademas para demostrar que si se juntan una serie de factores en el momento justo, salen cosas buenas como estas. Hablar de película sobrevalorada, o de casualidades, ya de por si es una boludez. Aplicarlo a “Drive” es ser injusto.
Yo creo que entre finales de los años 60 y la siguiente década de los 70 es cuando el cine norteamericano produjo sus mejores obras. No es difícil encontrar el por qué cuando uno chequea la enorme camada de directores - jovenes, osados, innovadores - que surgieron en esos tiempos, sea Spielberg, Lucas, Scorsese, Ford Coppola, sumados a tipos del calibre de Arthur Penn, Peter Yates, John Boorman, John Milius y un largo etcétera. El cine ha evolucionado desde entonces, pero no ha producido tantos filmes memorables como en aquella época; es por ello que muchos cineastas miran con nostalgia el pasado y se animan, de vez en cuando, a revivir el estilo directorial de aquella época. Drive, por ejemplo, es una visita a los policiales de antaño, que toma mucho del estilo de clásicos como A Quemarropa y Bullitt con algo de The Driver (1978). Es muy estático - usa muchos primeros planos y cámaras lentas - y se basa mucho en climas logrados a base de perfomances intensas y silenciosas; pero, cuando se pone en movimiento, estalla con toda la furia y es capaz de proveer secuencias shockeantes de las cuales Tarantino se pondría orgulloso. Honestamente la dupla central no es de mi agrado; tienen cara de payasos, vienen de otros rubros - dramas históricos, comedias independientes, etc - y no parecen los mas adecuados. En lo personal, nunca pude tragar a Carey Mulligan, la cual tiene particular devoción de hacer de víctima llorosa. Acá hace de esposa penitente de un convicto recién salido de la cárcel, obligada a pasar cuitas todo el día en compañía de su hijo pequeño. No es la mas bonita ni la mas simpática del mundo y, francamente, no sé que le ve Gosling, a no ser de que vive a dos metros de su puerta y le genera un romance cómodo. No hay mucha quimica entre ambos, principalmente porque los tipos se la pasan callados y mirándose, lo que parece mas propio de un romance indie bien de cine arte. Ni siquiera llegan a explotar en una noche de euforia y pasión, ya que lo máximo que consigue el protagonista es un beso. Quizás sea su fragilidad lo que le despierta el sentimiento protector que los hombres llevamos adentro, vaya uno a saber. Drive no es enteramente original; en pocos minutos uno deduce cómo viene el drama, ya que se trata de otra historia de criminal de vida perfecta al cual un par de cambios de último momento - laborales, sentimentales - le empiezan a mover el piso hasta producirle una crisis terminal. El problema es involucrarse en los nuevos conflictos que surgen alrededor, en donde el protagonista deja de ser frío y calculador y se vuelve descuidado y emocional, un detalle que pronto es explotado por sus enemigos. Acá el tipo es un conductor de riesgo que en sus ratos libres trabaja para la mafia, liderando el escape de los ladrones a la hora de dar un golpe jugoso. Al no participar del robo el tipo tiene la cabeza fresca y despierta, y ello queda patente en la brillante secuencia inicial en donde esquiva el rastrillaje de la policía sin demasiada alharaca y con mucha astucia. Pasada esa secuencia, la cosa se vuelve dialogada y estática, en especial porque uno debe devorarse el reprimido romance entre Gosling y Mulligan. Honestamente, Gosling se ve y suena demasiado blando para el papel. De todos modos es muy efectivo cuando explota en violencia, ya que el blandengue demuestra ser inesperadamente brutal, capaz de despedazar gente con un martillo, o patear la cabeza de un matón hasta dejársela como una sandía podrida. Como suele pasar en los policiales, las coincidencias están a la orden del día, y el robo al cual asiste - para ayudar al desvencijado esposo presidiario de la Mulligan - resulta estar vinculado con los intereses de uno de sus patrones (un rabioso Ron Perlman, el cual hace una dupla perfecta con un inesperadamente efectivo Albert Brooks). Ups, al tipo no le interesa dejar testigos así que las cosas salen mal y dispara una espiral de violencia. Es el momento en que el conductor debe emprender un viaje de ida para salvar a los inocentes, quizás a las únicas dos personas que le interesan sobre la Tierra. software de facturacion para restaurantes SistemaIsis Si el desarrollo es algo largo y estático, es porque el director Nicolas Winding Refn (Bronson) se dedica artesanalmente a crear momentum. Los planos son largos y artísticos, en absoluto no convencionales, enfocando las cosas desde ángulos inusuales - vemos una pelea a través de las sombras de los combatientes; Gosling parece fundirse con el decorado varias veces; la cámara se centra en personajes de relleno que pronto demuestran ser los responsables de algún acontecimiento importante de la historia -, y haciendo que Gosling sea un antihéroe astuto y despierto, atento a las mas minimas señales de peligro que sienta en su entorno. Por el otro lado está el placer de las persecuciones automovilísticas, hechas con stunts y no con CGI, y en donde se siente la emoción provocada por la velocidad, el rugido de los motores y la adrenalina. Definitivamente es un filme rodado de manera inusual y tremendamente efectiva, en donde los acontecimientos resultan impredecibles y en donde el protagonista termina triunfando gracias a su inteligencia. Drive: Acción a Máxima Velocidad es un estupendo thriller. La acción impacta y hay buenas actuaciones. El suspenso es tremendamente efectivo y no hay nada en la trama que uno pueda dar por sentado. Es simplemente la historia de un criminal que decide redimirse, aún cuando el proceso genere toneladas de cadáveres y termine por hacer trizas su mundo; pero la vida de un inocente vale más que la de mil condenados y aquí Ryan Gosling lo demuestra, yendo hasta las puertas del mismo infierno con tal de salvar a aquella que podría haberlo conducido a una vida de paz, felicidad y normalidad.