Sólido debut de Joel Edgerton en la dirección Luego de más de veinte años de carrera actoral y una amplia participación en todo tipo de películas, el australiano Joel Edgerton (Exodo: Dioses y Reyes; El Gran Gatsby) se lanzó a la dirección con la atrapante El Regalo, un thriller psicológico de esos que te absorben y te mantienen al borde del asiento durante toda la función. Jason Bateman y Rebecca Hall componen el correcto elenco de este film, que también fue guionado y producido por el propio Edgerton. Simon (Bateman) y Robyn (Hall) conforman un matrimonio feliz que, gracias al nuevo empleo de Simon, consiguen mudarse a un caserón en los suburbios de Los Ángeles. A poco de llegar, se cruzan en un negocio con un viejo compañero de secundaria de Simon -Gordon Mosely (Joel Edgerton)- al que no veía desde hace veinte años. “Gordo” se muestra muy interesado en entablar una amistad con ellos y, luego de ese encuentro azaroso, comienza a dejarles todo tipo de regalos en la puerta de la casa: vinos, peces para el estanque, una cuna para el bebe. Este extraño comportamiento -sumado una serie de visitas inesperadas de parte de Mosely- pone muy nerviosa a Robyn (personaje de rasgos paranoides), y lo que al principio eran gestos amigables de un tipo extraño, pronto se convierte en una situación de acoso insoportable de la que ninguno de los dos puede escapar. No conviene adelantar mucho más sobre la trama, pero basta con decir que el pasado de ambos jugará un rol fundamental en el desarrollo de los acontecimientos. Edgerton elabora un complejo juego de máscaras e intenciones ocultas que descolocan y sorprenden al espectador conforme avanza el argumento. Nada es lo que parece en este intrigante film. El manejo maestro del suspenso por parte del realizador y las vueltas de tuerca de un guión inteligentísimo construyen un clima verdaderamente paranoico y hace que nunca podamos confiarnos demasiado en lo que estamos viendo. Edgerton ya había demostrado su destreza como guionista en la interesante El Cazador (The Rover, 2014) y en los thrillers The Square (2008) y Felony (2013. A partir de ahora, habrá que sumarle a su habilidad creativa una sólida faceta como narrador, en este caso, de una historia retorcida que lleva adelante con pulso firme y que a fin de cuentas logra salir airosa de todos los enigmas que propone.
Caballo regalado El regalo (The Gift, 2015) es un thriller psicológico por un lado y una película de terror por otro, sana combinación, pero parece haber dos ideologías en juego. Por un lado es una película sobre personajes. Escrita, dirigida y protagonizada por Joel Edgerton (su ópera prima), trata sobre un matrimonio cuya intimidad se ve violentada por un intruso, alguien del pasado del marido, quien saca a relucir sus trapos sucios y les enfrenta entre sí. La trama es guiada por los personajes, la forma en que reaccionan a la falta de control en sus vidas y lidian con verdades desagradables. Por otro lado, la película está producida por Blumhouse Productions, la fábrica detrás de sagas de horror como Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2007), La noche del demonio (Insidious, 2010) y Sinister (2012). El horror de bajo presupuesto reincide a lo largo de la película como un mal hábito: la casa nueva, el falso susto, el perro que desaparece, el found footage. ¿Para qué todo esto? Lo único que logra es abaratar una trama perfectamente sombría y la actuación de los protagónicos, todos muy buenos. El matrimonio en cuestión está formado por Simon y Robyn (Jason Bateman y Rebecca Hall). El tercero en discordia es Gordon Mosley (Joel Edgerton), quien se topa con ellos – recién mudados – y cree recordar a Simon del colegio. “¿Gordo?” exclama Simon, incrédulo. Rápidamente se establece una relación de condescendencia. Simon es sanguíneo, Gordon es melancólico. Intercambian números. Simon no tiene ninguna intención de llamar. No importa. Gordon comienza a aparecer por su casa, trayendo regalos de bienvenida y entablando un cortejo bizarro con Robyn. La primera parte de la película se narra desde el punto de vista de Robyn, quien pasa sus días en la soledad de su mansión de cristal y temiendo por su privacidad. Larguirucha, aprensiva, acogotada con un cuello de tortuga: es Shelley Duvall, pero con la discreta voluptuosidad de Rebecca Hall. Joel Edgerton está muy bien como Gordon, un tipo más enigmático que amenazador, hecho de miraditas furtivas, gestos incómodos, movimientos torpes. Probablemente el más sorprendente del trío protagónico es Bateman, un actor típicamente asociado con la comedia y roles simpáticos a lo Paul Rudd, aquí transformado en un ser desagradable desde la primera vez que le vemos recorriendo la casa nueva, así como John Cassavetes relojeaba el nuevo apartamento en El bebé de Rosemary (Rosemary’s Baby, 1968). Mientras el guión se apega a los personajes, a la forma en que cambian – o mejor dicho, se descubren – el thriller funciona. Es virtud de la película que ni bien revela el misterio (¿qué evento del pasado marcó a Simon y Gordon?) pasa a otro aún mayor y menos obvio: ¿qué pretende Gordon? La resolución es un tanto inverosímil, como suele ser el caso en este género, pero así como logra responder todas las preguntas y también deja algo a la imaginación.
El regalo es una de las grandes sorpresas que ofrece este mes la cartelera. Se trata del debut como realizador de Joel Edgerton, un actor que creció mucho en el último tiempo y se lo pudo ver en El gran Gatsby, La noche más oscura, Exodus y ese gran drama deportivo (no estrenado en los cines) que fue The Warrior, junto a Tom Hardy. Su ópera prima, donde también tiene un rol importante como actor, es un thriller psicológico que evoca esa clase de películas que fueron muy populares durante la década del ´90. Me refiero a títulos como La mano que mece la cuna, El inquilino, Mujer soltera busca y Obsesión Fatal (Kurt Russell); historias que tenían como protagonistas a un psicópata que se obsesionaba con alguna familia o matrimonio y convertía sus vidas en un infierno. Joel Edgerton, quien además fue guionista de la historia, evitó copiar estos filmes mencionados para darle un giro diferente a esta temática que no se había trabajado en otras propuestas similares. Durante los primeros 10 minutos de la película, cuando el director se encarga de presentar los personajes pricipales y el conflicto, El regalo parece un refrito de los clásicos thrillers de los ´90. Sin embargo, el argumento luego se encamina por un camino distinto que le permitió a Edgerton evitar los clichés que acarrean este tipo de relatos. Es muy difícil analizar esta película y las relaciones de los personajes sin adelantarle situaciones importantes de la trama a los lectores que no la vieron. Creo que lo mejor es que te sientes en la butaca a ver esta película con la menor información posible. Sí se puede destacar la tarea de Edgerton como realizador donde hizo un gran trabajo a la hora de construir el misterio de la trama. Un aspecto del film que además se vio favorecido por las interpretaciones de los tres protagonistas que fueron claves en esta producción. Muy especialmente la labor de Justin Bateman, quien sorprende con un personaje completamente diferente a lo que hizo últimamente en el cine. Edgerton le dio la posibilidad de sobresalir en un rol más dramático donde Bateman pudo mostrar una faceta diferente como actor. A partir de esta semana El regalo es una de las mejores películas que se pueden encontrar en los cines. Se trata de una producción independiente que no tuvo mucha difusión y brinda un gran thriller que merece su recomendación. No la dejen pasar.
El pasado los condena El debut como director del actor australiano Joel Edgerton es un auspicioso thriller psicólogo que por momentos cae en lugares comunes del cine de terror. El regalo es un inquietante y efectivo thriller psicológico, pero también una película de terror del montón, que pisa el palito de los lugares comunes de ese género. Felizmente, en la ópera prima del actor australiano Joel Edgerton (Éxodo: Dioses y Reyes, El Gran Gatsby) se prioriza más lo primero que lo segundo, dando como resultado un producto por demás satisfactorio. Simon (Jason Bateman) y Robyn (Rebecca Hall) son un matrimonio aparentemente feliz recién mudado a los suburbios con el objetivo de comenzar una nueva vida después de serie de eventos recientes poco venturosos. Allí se cruzan con Gordon Mosley (el propio Edgerton, también productor y guionista), quien conoce a Simon del colegio secundario. Él, en cambio, no lo recuerda –o dice no hacerlo- ni parece demasiado interesado en restablecer el vínculo. Gordon, por el contrario, aparecerá una y otra vez en la flamante casa de la pareja, siempre con curiosos regalos en mano y con intenciones –bastante torpes y evidentes, por cierto– de seducir a Robyn. Durante esta primera parte, el film adopta el punto de vista de ella, apuntando a una suerte de obsesión de y por Gordon y convirtiéndolo en potencial eslabón disonante dentro de la apacible vida del matrimonio. Después se verá que las cosas no son como aparentaban, sobre todo cuando se develen los hechos del pasado en común entre Simon y Gordon, haciendo de la historia una compleja telaraña de engaños y verdades silenciadas durante años. El problema es que esto se hará no sólo a través la propia dinámica de la relación de los personajes y todos los cambios que ellos exhiben durante el metraje, sino también de algunos sustos innecesarios creados a fuerza de golpes de sonido.
Todo vuelve Simon (Jason Bateman) y Robyn (Rebecca Hall) son un joven matrimonio que se está instalando en su nueva casa en Los Ángeles, donde se han mudado a causa del nuevo trabajo de él. Mientras hacen compras para decorar su hogar, Simon encuentra a un viejo amigo del colegio Gordon Mosley (Joel Edgerton) al que apenas recordaba y al que apodaba "Gordo" cuando eran pequeños. Gordo se muestra bastante insistente en volver a verlos, les envia tarjetas, regalos y se aparece en la casa cuando Robyn está sola; aprovechándose de su carácter débil y bondadoso, sabe que se sentirá obligada a invitarlo a pasar. La forzada amistad no tiene buenos resultados y Simon decide ponerle fin, pero Robyn sospecha que hay algo más, que hay alguna razón por la que Gordo está tan obsesionado con verlos, y no tarda en averiguarlo. Los hechos del pasado no solo revelan lo que sucedió entre los amigos, sino también cual es la verdadera personalidad de su esposo, ese hombre exitoso que consigue todo lo que se propone, y que en realidad oculta una personalidad controladora y violenta. Gordo llega a completar este triangulo, rompiendo los vínculos y la confianza entre la pareja, y recién al final de la historia sabremos sus verdaderas intenciones. Sospechamos que quiere vengarse, pero no sabemos cómo, y esa incógnita llena la historia de tensión, nada es lo que parece y todo lo que al principio parecía fuerte comienza a desarmarse a medida que avanza el relato. Joel Edgerton tiene una larga y exitosa carrera como actor, guionista y productor. Ahora debuta en esta historia como director con muy buenos resultados. Los tres actores construyen brillantemente sus complejos personajes, quienes atraviesan una enorme transformación a lo largo de la historia. Sorprende Jason Bateman a quien en general vemos en comedias, interpretando aquí a un hombre manipulador y egocéntrico. "El Regalo" es una historia tensa, oscura, más cercana al drama que al terror, pero un verdadero thriller que por momentos abusa de los golpes de efecto y sobresaltos típicos del género, que aquí no son necesarios porque las excelentes actuaciones de sus protagonistas y la pulcra dirección son suficientes para construir todo el suspenso necesario, en este interesante thriller psicológico.
Joel Edgerton es un talentoso actor, renueva elogios aquí, ahora demuestra lo que vale como guionista y director, en un film de suspenso a lo Hitchcock, halagado como obra maestra por el mismísimo Stephen King. Y lo merece. Brillan Jason Bateman y Rebecca Hall.
Un thriller hecho de gestos muy sutiles Con sólo tres personajes y soberbias actuaciones de Jason Bateman, Rebecca Hall y el mismo Edgerton, la película consigue transmitir una forma de terror en la que no hay lugar para los excesos comunes, provocado por la aparición de un pasado que se prefiere ocultar. Posible cruce entre Cabo de miedo e Historia de la violencia, El regalo demuestra que no hace falta que un relato sea original para que sea bueno. Ya lo exageró adecuadamente Borges con aquello de que las historias se reducen a media docena, y el resto son variaciones. Lo que importa es saber ya no cómo contarlo, sino cómo volver a contarlo, y el debutante Joel Edgerton –actor de origen neocelandés y autor del guión– demuestra poder hacerlo. Además se reservó para sí el papel del monstruo del caso. Que no será el protagonista de El regalo pero sí –como Robert De Niro en la película de Scorsese– el catalizador. El revulsivo de aquello que a la pareja protagónica le sobra o le falta. Le sobra un pasado más que oscuro a él, como a Viggo Mortensen en la de David Cronenberg. Le falta un hijo a ella. El monstruo como espejo de la normalidad: tema de Cronenberg y del cine de terror en su conjunto.En busca de un cambio de aire, Simon (Jason Bateman, conocido por la serie Arrested Development y La joven vida de Juno, entre otras) y su esposa Robyn (la increíblemente versátil Rebecca Hall, de Vicky Cristina Barcelona y Atracción peligrosa, de Ben Affleck) se mudan de Chicago a un barrio residencial de la periferia. El se halla en pleno ascenso, en la corporación de seguridad virtual para la que trabaja. Ella, diseñadora de interiores, por el momento no ejerce. Un colorido móvil de plástico, que sobresale de una de las cajas de mudanza, explica por qué. En medio de esa situación aparece Gordon (Edgerton), veterano de guerra y, según asegura, ex compañero de primaria de Simon, a quien recordarlo le cuesta un Perú. O tal vez no quiera, porque “Gordo”, tal como le decían en el colegio, le trae recuerdos que preferiría mantener ocultos.¿Retorno de lo reprimido? Todo el cine de terror gira en torno a ello y El regalo –thriller de terror naturalista– no es la excepción. Seguridad virtual, un empleo en las fuerzas de seguridad, inseguridad absoluta: Edgerton hace resonar bien los ecos del guión. Como Cabo de miedo, El regalo hubiera sido apenas un nuevo avatar de esas fábulas tan yanquis que inculcan temor a los extraños... si Gordo aquí, Max Cady allá, fueran extraños. Son, en verdad, lo contrario: lo familiar negado, el doble no deseado. En lo que Edgerton difiere de Scorsese es en el estilo: no hay exceso operístico aquí sino funcionalidad expresiva. Neoclasicismo, si se quiere. Gordo no es, como Cady, un ángel exterminador, sino una figura más terrenal: el tipo perturbado, con una deuda por cobrar.Si hay algo infrecuente en un thriller es prestar atención, dejar hablar a la interioridad de los personajes. El regalo es esa rareza. Sin dejar de ser una amenaza, Gordo funciona, sobre todo al comienzo, un poco como el hijo que a Simon y Robyn les falta. Tanto las referencias a la escuela primaria como su carácter algo infantil son funcionales a esa condición. Lo de Bateman y Hall es notable. Generan expresividad con miradas, gestos apenas perceptibles, antes que con el físico, área a la que los thrillers suelen limitar su zona de influencia. Nerviosismo en él, angustia en ella, ahogados, mal disimulados. En un thriller del montón ni Bateman ni Hall tendrían posibilidad de lucirse. Si no se tratara de un thriller, sino de un drama intimista (que es lo que es, en realidad), a esta altura se estaría especulando con sendas nominaciones al Oscar. Igual, para qué. A los académicos les impresionan más los grandes gestos que los sutiles mapas emocionales, como los que los rostros de Rebecca Hall y Jason Bateman trazan, en este film aparentemente menor y consistentemente perturbador.
Atractiva combinación de maldad y tensión Un debut como realizador de un actor australiano, Joel Edgerton, que desde hace más de una década viene subiendo en importancia en Hollywood: recientemente con roles importantes en El gran Gatsby y Dioses y reyes, y en quince días lo veremos en Pacto criminal junto a Johnny Depp. Un thriller incómodo, basado en relaciones -de pareja, de amistad o de su imposibilidad-; uno de esos en los que todo se enrarece, todo se pudre de a poco, como mediante el fenómeno de la capilaridad: verticalmente, las circunstancias y las relaciones se van envenenando. Un punto de partida simple y claro: la llegada a California de una pareja para un "nuevo comienzo", él con nuevo trabajo, ella en la búsqueda de quedar -otra vez- embarazada. Y, casualmente, él se cruza con un ex compañero de colegio. Ese encuentro motiva otros acercamientos unilaterales, y esta pareja de clase acomodada deberá lidiar con los modos sociales del tercero. En ese sentido la película, también guionada por Edgerton, es de una construcción sutil, dispuesta en capas tenues que se van acumulando con precisión, con observaciones precisas, quirúrgicas, en una extraña y muy atractiva combinación de maldad y compasión. Claro, no todo es lo que parece o, mejor dicho y como en Nueve reinas, las tintas parecen cargarse narrativamente de un lado, pero ese lado quizá no sea todo lo que parece. Una vez más, contar el argumento no viene al caso, pero sí es justo decir que Edgerton hizo una ópera prima con temas riesgosos -adelantarlos es revelar lo que la película dispone sabiamente- y que arma una incomodidad tensionante con amplia mayoría de recursos nobles y con tanta limpidez narrativa que casi se diluyen ciertos truquitos (algún sueño), o un final menos sutil que el resto de la película. Por su parte, el trío protagónico -el propio Edgerton más los siempre confiables Jason Bateman y Rebecca Hall- es de una perfección sobresaliente y sabe moverse en la frialdad que precede a las tormentas, en ese ambiente enrarecido que esta película comparte con Caché, de Michael Haneke.
El costo de la intromisión Como aquellos invencibles thrillers ingleses de décadas atrás concebidos para cine o filmados para televisión, El regalo entrega una buena dosis de suspenso, valiéndose de tres personajes fuertemente delimitados y de una historia, ya vista docenas de veces, que se relaciona con el acoso y la invasión a la privacidad. Sin embargo, teniendo como rivales prestigiosos al David Lynch de Carretera perdida y al Michael Haneke de Funny Games y Caché (Escondido) la derrota de El regalo resulta digna, convirtiendo a esta intromisión en un mundo ajeno y a la propuesta como opera prima del actor y guionista Joel Edgerton en un pasatiempo leve y bien contado, pero sin demasiadas sorpresas argumentales. La nueva casa está en orden y a ella llega el matrimonio recién mudado de Simon (Jason Bateman) y Robin (Rebecca Hall), él con nuevo empleo, y ella con cierta inestabilidad emocional a un paso del brote paranoico. Caserón y después, aparecerá Gordon Mosley (el mismo Edgerton como actor), apodado "el gordo", un compañero de la secundaria de Simon (en realidad, esto se corroborará o no a medida que transcurra la historia), encarnando a un sujeto que irá invadiendo la intimidad de la pareja. Obsequios, comidas, llamadas y todo el arsenal de clisés y convencionalismos genéricos servirán como base estructural del relato. Juegos de miradas, sospechas, suposiciones, una mascota protagonista que luego desaparece y un caserón que se muestra como obsoleto pese a su modernidad mobiliaria y que le será útil al intruso para confirmar que, más temprano que tarde, un hecho del pasado servirá como detonante (por momentos, demasiado explicativo) de la presencia en off o en cuerpo presente del susodicho "gordo". Sin embargo, entre tantos lugares comunes que remiten a las noventistas El inquilino y La mano que mece la cuna, El regalo muestra las miserias de una pareja central, su psiquis de clase media acomodada y los miedos que acosan a Simon y Robin por perder su seguridad y tranquilidad cotidiana. Como en Cabo de miedo de Scorsese, pero sin reparar en la idea del superhombre de Nietzsche, la aparición de Mosley en las vidas de Simon y Robin actuará desde la culpa y como castigo al matrimonio protagónico. Pero como se está en los fatigados caminos del thriller, la historia no irá más allá de la corrección política y del castigo que al final merecen recibir aquellos sujetos que deciden incomodar las vidas privadas de los otros.
De vez en cuando hay una película que lo cambia todo, que nos hace pensar que acabamos de ver algo totalmente novedoso, original. Son situaciones cada vez más aisladas, pero El Regalo es una de ellas. Al debut en la dirección (más allá de varios cortometrajes) del reconocido actor Joel Edgerton le podemos encontrar similitudes con muchísimas películas, pero combinadas, el resultado es realmente sorprendente, o mejor dicho, inquietante. Simon y Robin (Jason Bateman y Rebecca Hall) forman un matrimonio próspero, con una de esas vidas cuasi idílicas, si bien desde el principio vemos un dejo de tristeza sobre todo en el rostro de Robin, más tarde nos enteraremos de un reciente aborto espontáneo. Acaban de mudarse a un barrio de suburbio, y en las vueltas de la vida se cruzan con Gordo (el propio Edgerton), un compañero de preparatoria de Simon, con el cual perdió todo contacto, que de inmediato entra en confianza, quizás mucha confianza. Los regalos no tardarán en llegar, en forma de intromisiones, paquetitos en la puerta de la casa, peces en un estanque, y frecuentes visitas sin previo aviso. ¿Realmente se trae algo entre manos Gordo? ¿O es solo alguien necesitado de algo de atención y compañía? ¿Pasa algo con Robin y su errático comportamiento? ¿Y Simon, por qué rechaza tan de plano la presencia de Gordo? ¿Qué fue de la vida de Gordo durante este período? El regalo plantea más dudas de las que va resolviendo, y eso es lo que la hace única. Durante un largo período, casi todo el metraje, el espectador no sabrá para dónde dirigirse, ni siquiera sabrá por qué está tan tenso, ¿Todo lo que vemos es real? El gran acierto de Edgerton, con experiencia previa en los guiones de The Square y Felony (dos películas que recomiendo ver), es la creación de personajes. Quién lleva adelante el asunto pareciera ser Robin. Es ella quien duda entre la inocencia o perversidad de Gordo, la que conduce “la investigación”, la que cuestiona a su propio marido. Pero los tres personajes tienen un trasfondo, algo que contar, no son simples piezas de un ajedrez, hay carnadura y trabajo previo. Esto también se complementa con la labor del trío actoral, perfectamente marcados por una dirección rígida. Hall hace uso y abuso de sus ojos exaltados como una Shelley Duvall actual; por su rostro pasa todo el pavor y la incertidumbre. Bateman sabe componer perfectamente esos personajes que se hacen odiar aunque tengan razón, la constante actitud molesta traspasa la pantalla. Edgerton se guardó par sí una criatura divina, Gordo es empatía, es un personaje entrador por más extraño que sea, podemos entender todo lo que haga. Perfecta pieza de suspenso, tiene un mínimo bache sobre el final del segundo acto que rápidamente repunta con un final a toda pasión. Desde el trabajo en fotografía y dirección de arte, hasta la imperceptible e intranquila banda sonora, todo se maquina en función de ponernos nerviosos y hasta se da el lujo de pegarnos unos cuantos sobresaltos. Si hasta la mirada de un perro nos estremece. El Regalo tiene todo para ubicarse entre lo mejor del año, por lo menos en materia de cine comercial, y más si estrictamente hablamos del cine de suspenso dramático cada vez más devaluado. La reflexión, todos alguna vez fuimos Gordo, Simon o Robin; desde ahí partirá nuestra mirada para entender o no a cada uno de los personajes. Edgerton nos deja jugar y hacer las propias deducciones, nosotros encantados.
Bienvenida esta historia que recupera el mejor relato de suspenso/terror con claras reminisencias a la obra de uno de los maestros del género como Stephen King. Es inevitable que “El regalo” (USA, 2015) no sea comparado con alguno de los cuentos de este autor, ya que el filme de Joel Edgerton (que por cierto debuta con este relato en el séptimo arte) intenta a lo largo de dos horas, construir una película con una tensión in crescendo que sorprende con mínimos gestos y un registro casi minimalista de producción. Además, la proliferación de planos detalles y primeros planos, pone en evidencia que lo suyo es respetar las leyes del género para así responder a los amantes del terror y claro está, fundar su verosímil. En “El regalo” una pareja (Jason Bateman, Rebecca Hall) deciden alquilar una ampulosa y solemne casa en la que intentarán empezar una nueva vida. Trabajo nuevo, vida nueva, es el lema de ambos, quienes se trasladan a la vivienda para poder cada uno cumplir con algunas de sus metas. Él buscará rápidamente ascender en una empresa de venta de sistemas de seguridad y ella buscará poder nuevamente lograr escribir relatos, y, si puede, relajarse para lograr un embarazo seguro y que termine en buen puerto. Esto es lo que se deduce de algunos índices que Edgerton va dejando a lo largo de la narración pero que nunca termina de confirmar. Un día mientras escogen algunos adornos y muebles para la casa un misterioso caballero se acerca a ambos e intenta que Simon (Bateman) lo recuerde de su pasado. Aparentemente Gordon (el propio Edgerton) era un ex compañero de secundaria con el que Simon comparte algún misterioso secreto que no conoceremos hasta finalizar el relato. Desde ese momento Gordon comenzará a visitarlos y a hacerles obsequios sin poder impedirlo, y a pesar que Simon le deja en claro que de alguna manera no desea que se acerque a él o a su mujer, el hombre persiste en su idea de recuperar un vínculo que el solo desea mantener. “El regalo” avanza con habilidad y con un registro tan lábil entre el terror, el suspenso y el drama, que pese a ciertos convencionalismos, termina por consolidar su propuesta a partir de una intriga que no cesa en ningún momento. Edgerton delante y detrás de cámara hipnotiza, y sabe que en lo recurrente de la trama y en lo potente de una idea simple como la de alguien acechando a otro, hay escondido un relato que habla de el estado de las relaciones actuales a partir de la casi nula interacción o de la falsedad de ciertos vínculos. Simon intentará eliminar de su vida a Gordon, porque sabe que, tarde o temprano, las cosas se complicarán con su mujer, sabiendo que ese secreto que cementa la relación y el vínculo terminará por complicarlo cuando ésta comience a investigar qué es lo que realmente paso con ambos en el pasado. Interesante propuesta que busca el efecto y la sorpresa para poder afianzar su disparador, “El regalo” cumple con lo que promete y avanza un poco más para consolidar su idea aterradora del pasado como regalo y lugar recurrente fundador de miedo.
Un impecable debut Joel Edgerton, a quien probablemente tengan fresco por haber dado vida a Tom Buchanan en El Gran Gatsby y como uno de los soldados de Zero Dark Thirty, tiene una faceta desconocida, y que les va a dar agrado conocer: la de guionista y director. Su opera prima es una gema en todos los frentes a los que puede aspirar una pelicula, y a continuación te digo porqué. Nunca hay que venir a una fiesta con las manos vacías Simon y Robyn son un matrimonio que se muda a California –no muy lejos de donde Simon fue al secundario– en parte por una oferta de trabajo de él, pero también para empezar de nuevo tras una tragedia personal. A todo esto se les presenta Gordon, un antiguo compañero del secundario de Simon, y tras una cena muy amena, los empieza a visitar con más frecuencia; cada vez con un regalo. Pero las complicaciones empezarán a escalar, cuando la presencia de Gordon le empiece a molestar a Simon y progresivamente comience a exponerse un secreto muy oscuro del pasado de ambos. El guión de El Regalo es perfecto en todo modo manera y forma. No solo por estar brillantemente estructurado, no solo por tener personajes claramente definidos y desarrollados, no solo por tener un manejo de la tensión brillante, sino por voltear absolutamente todas y cada una de las concepciones y prejuicios que uno pudo haber visto en películas con premisas similares. Edgerton, ya en el papel, te lleva de la nariz sin que te des cuenta, al dosificar la información con cuentagotas. Como moño de regalo, acá está este paquete Si el Edgerton guionista ya desborda brillantez, el Edgerton director no se queda para nada atrás. Amén de hacer gala de una dirección de actores brillante, es de destacar el ojo clínico que puso en cada detalle de la puesta en escena. Las composiciones de plano son económicas y prodigiosas, el montaje es sutil y marcando el ritmo en todo momento, la música subraya cada situación creando un ambiente claustrofóbico, apoyado por una dirección de arte que lo dice todo sobre los personajes. Una orquesta dirigida excelsamente para crear un sólido coctel de dramatismo y suspenso que funciona en ambos frentes. Por el costado actoral, Jason Bateman y el propio Edgerton entregan sólidos trabajos interpretativos. Muy a contrapelo de lo que estamos acostumbrados a ver de ellos en la pantalla. Pero el verdadero punto alto de El Regalo a nivel interpretativo es incuestionablemente Rebecca Hall que con su cara nos dice absolutamente todo lo que necesitamos saber y a donde el dialogo a veces no puede llegar. Conclusión Sencillez, Concisión, Solidez, Ritmo, Profundidad. Narración de primer nivel en todos los frentes. Una película de suspenso hábilmente narrada sobre personas que podríamos llegar a conocer, incluso nosotros mismos. El Regalo es ampliamente recomendable, y espero sea el primer capítulo de la filmografía de un director, que desde el vamos, ha demostrado un incuestionable talento visual y dramatúrgico.
Las buenas actuaciones sostienen este “regalo” Jason Bateman es un ejecutivo que consigue un excelente trabajo cerca de su ciudad natal, lo que le permitiría borrar algunos problemas en su matrimonio con Rebecca Hall, que lo acompaña a California dispuesta a dirigir on line su empresa ubicada en Chicago. Mientras hacen trámites relativos a la mudanza, se les aparece un personaje tan gentil como perturbador, siempre dispuesto a hacer regalos imprevistos, el amigable ex compañero de colegio Gordon, mas conocido como Gordo, "the Weirdo". A fines del siglo pasado, Hollywood encontró algo tan pero tan parecido a una nueva fórmula, que lo explotó hasta más no poder. Era la fórmula "alguien infernal", surgido del taquillero prototipo "Atracción fatal", con una amante que se negaba a limitarse a esa situación sentimental. Luego siguieron roommates infernales ("Mujer soltera busca") y baby sitters psicópatas ("La mano que mece la cuna") y diferentes variaciones de todo tipo. Si no fuera por estar fuera de época con aquel fenómeno de taquilla, "El regalo" podría asimilarse perfectamente a ese subgénero del psychothriller, en su variante "ex compañero de colegio infernal". "Gordo" está interpretado por el director y guionista Joel Edgerton, que por intentar con garras y uñas evitar ese nicho que de todos modos le cabe, no sólo elude algún posible momento terrorífico tipo reunión de egresados o algo por el estilo, sino que objetivamente demora mucho más tiempo de lo razonable el verdadero inicio del conflicto con la parejita a perturbar. Llegado ese punto demasiado demorado, el guión aporta detalles interesantes relacionados con tópicos como el bullying adolescente, implicando sus derivaciones y consecuencias. Igual, lo que finalmente salva este regalo, son las buenas actuaciones, empezando por la excelente Rebecca Hall.
Con toda la parafernalia de género que trae aparejada la productora Blumhouse, es un poco contraproducente el resultado de vender a The Gift con el copete "de los productores de Insidious". Más que nada porque toda la promoción de la película del actor, ahora guionista y director, Joel Edgerton hace pensar que estamos frente a una película de terror o a lo sumo una de suspenso, pero su propuesta es un drama humano ante todo, con pinceladas bastante oscuras por cierto. Como muchas otras compañeras del género -etiqueta que The Gift apenas comparte- todo comienza con una agradable pareja mudándose a un barrio suburbano. Hay un drama familiar de por medio que yace bajo la sombra del matrimonio y ha creado cierta tensión entre ellos, aunque claramente se aman. La llegada imprevista de un compañero de secundaria de él comienza a destapar poco a poco problemas más graves, que revuelven el pasado de ambos hombres y también arroja cierta luz por sobre quién es realmente la persona con la que uno se enamora, se casa y elige compartir un mismo techo. Uno de los grandes aciertos de la película, además de su sólido guión que va acrecentando el drama y la sensación de desesperación con cada segundo que pasa, es el elenco. Mientras que Edgerton se guardó para sí mismo el papel del atribulado y extraño Gordo, y Rebecca Hall acompaña a la trama como la dañada y sensible mujer que va descubriendo la otra cara de su esposo, la sorpresa la trae Jason Bateman, quien se destaca muchísimo en un papel fuera de lo usual para él. Estamos acostumbrados a verlo en muchas comedias, siendo el personaje gracioso pero serio, y en un principio esas cualidades funcionan para creer que su Simon es un hombre agradable. Pero cuando el terreno se vaya poniendo fangoso, es ahí cuando Bateman saca a relucir sus dotes dramáticas y le aporta mucho peso a la historia. Es un detalle que los actores con carrera en la comedia suelen aprovechar bastante, el salto de un género a otro, y al verlo en un papel totalmente diferente ayuda mucho a creer la situación que está viviendo. Dejando de lado algún que otro sustillo para justificar su entrada en el panteón del suspenso/terror, Edgerton dirige con recato su ópera prima, silbando bajito pero siempre subiendo el volumen y poniendo incómodo al espectador con ese ambiente opresivo y oscuro con el que filma. No quiero adelantar mucho de la trama, pero lo que en un principio puede parecer trillado y hasta predecible se va convirtiendo en asfixiante, hasta un clímax no apto para cardíacos. Vale la pena haber seguido la historia de cerca y familiarizarse con los personajes, porque el desenlace va a dar que hablar. The Gift es una de esas sorpresas que de vez en cuando entrega la cartelera. Disfrazada de película de suspenso y hasta horror, el resultado final es un pesado drama que tiene la maravillosa cualidad de incomodar pero sin recurrir a la violencia pura o regodearse con la sangre. Denle una chance, no se van a arrepentir.
Sobre el veneno social y sus derivados. Sinceramente Joel Edgerton no estaba en el radar de nadie y si bien durante el último lustro acumuló un puñado de roles importantes en películas mainstream, aún le faltaba dar el salto definitivo a ojos de la industria, una suerte de operación de posicionamiento que hoy por hoy lleva a cabo -con gran eficacia- gracias al díptico compuesto por Pacto Criminal (Black Mass, 2015) y la presente El Regalo (The Gift, 2015). Mientras que en la primera el actor descuella como un agente del FBI proclive a endiosar el código de honor de los suburbios, robándole escenas a su contraparte Johnny Depp, en la segunda el australiano dobla la apuesta y se adueña del detrás de cámaras: aquí no sólo se reserva un papel fundamental sino que además escribe y dirige el film, un ejercicio maravilloso en el campo del suspenso. La historia gira alrededor de una pareja de buen pasar, Simon Callum (Jason Bateman) y su esposa Robyn (Rebecca Hall), y el misterioso Gordon Mosley (Edgerton), ex compañero de colegio de Callum. Un encuentro fortuito, luego de muchos años sin verse, pronto deriva en una relación casi unilateral por parte de Gordon, ya que Simon no desea “ponerse al día” ni ve con regocijo la andanada de pequeños obsequios que el susodicho deja en el caserón del matrimonio. La propuesta esquiva el modelo hitchcockiano -actualmente vetusto- del hombre común al que le ocurren cosas extraordinarias (el personaje de Bateman), y también evita caer en su opuesto exacto, centrado en las ambigüedades del “villano”, un recurso que agotaron los discípulos más heterodoxos del británico a partir de la década del 70 (Gordon). De hecho, en esta oportunidad el acento narrativo está puesto al servicio de una tercera y mucha más interesante perspectiva, la de Robyn: este punto de vista intermedio, que se nos presenta como “objetivo”, resulta a la vez superador con respecto a los dos anteriores y además permite un mayor involucramiento del espectador para con el desarrollo escalonado del acecho. Por supuesto que la trama trae a colación la premisa de las cuentas pendientes de tiempos remotos y desdibuja la línea entre la víctima y el victimario, trastocando los lugares a conciencia, no obstante la intervención de la esplendorosa Hall nos rescata de los estereotipos de los relatos de invasión de hogar y acerca el derrotero a un humanismo muy lúcido que balancea lo dado por sentado a nivel vincular y cada descubrimiento de la mujer. El realizador construye con destreza y armonía la psicología de los tres protagonistas, desde una primera mitad que hace foco en los roces de turno y una segunda parte que exacerba los rasgos de base de la dimensión dramática: si por un lado Simon es el típico burguesito despiadado, cobarde y oportunista (que se rehúsa a creer que todo lo que consiguió en su vida no es más que una torre de naipes a espera de un viento fuerte) y Gordon se mueve como un lumpen bajo el signo de los desvalidos (la falsa humildad se transforma de golpe en su fetiche, siempre a punto de estallar y/ o mostrar los dientes vía un gruñido), en el otro extremo tenemos a Robyn, quien se suele engañar a sí misma en lo referido a la supuesta “excelencia” de su marido (percatándose del fraude ya tarde, en un momento de fragilidad). Una vez más ese pasado oculto, que emerge paulatinamente ante nuestra mirada curiosa, deja en harapos a las mentiras que lo tapaban y al contexto que las ratificó, un sustrato hipócrita y cruel que funciona como una especie de veneno social en plena expansión desde el ámbito público al privado, destruyendo todo a su paso. Edgerton se preocupa por aclarar que Robyn no es -en un cien por ciento- una pobre ingenua y la legitima a través del engranaje del dolor, en esta ocasión fusionado una maternidad maltrecha, la depresión y la valentía/ entereza para sobrellevar el conflicto entre los dos hombres. Como cabía esperar, el desempeño actoral adquiere la misma preponderancia que posee el devenir del guión, y entre ambos redondean una ópera prima exquisita que sorprende gracias a su inteligencia…
Una vez abusivo, siempre abusivo Algo tendrá Jason Bateman, que en cada película que participa, sea el género que sea, éstas siempre tienen un giro argumental inesperado que las hace destacables. Esta vez bajo la dirección, guión y papel antagónico en manos de Joel Edgerton y junto a la dúctil Rebecca Hall crean un film íntimo, donde la economía de gestos y las grandes discusiones entre miradas se llevan todo el protagonismo y donde nada termina siendo lo que parece. Por razones laborales de Simon -Jason Bateman- junto a Robyn -Rebecca Hall- se mudan a los suburbios californianos. Es allí donde él se encuentra con Gordon -Joel Edgerton-, viejo compañero del secundario de Simon. La fría charla de presentación sienta las bases de la película, Simon no quiere saber mucho del tema y Robyn es la que se siente más bienvenida y le da pie a “Gordo” a acercarse. Que es una clásica película sobre “acoso vecinal” no cabe duda, pero he aquí donde reside la cuestión, ya no importa la originalidad del material, todo está contado, lo que importa es cómo se cuenta. La progresiva agresividad en el personaje de Jason Bateman es tan sutil y excelentemente compuesto, que si uno solamente viese el Simon de los primeros 15 minutos y luego el de los últimos 15 le resultarían dos personajes de diferentes películas. Lo mismo pasa con el acoso de “Gordo” -apodo del antagonista-, que comienza como vecino atento para pasar a psicópata y luego a pobrecito con una naturalidad que hacen de El regalo -2015- un film simple en el guión, pero extremamente complejo a la hora del análisis de actitudes y por sobre todo los gestos. Y Rebecca Hall cierra el equipo de principales con una actuación soberbia y su paleta de emociones demostrada deja en claro que tiene todos los colores.
La venganza será terrible. El director australiano debutante Joel Edgerton, además actor en películas como Warrior (2011), El Gran Gatsby (2013), y más recientemente Éxodo: Dioses y Reyes (2014), y con una participación en los dos últimos films de la trilogía de precuelas de La Guerra de las Galaxias, ahora también nos deleita con un guion inteligente, certero, con giros oportunos y cuya solidez es admirable. Dos compañeros de colegio que no se vieron en muchos años. Simon (Jason Bateman) no lo recuerda, pero Gordon -alias “Gordo”- (Edgerton) no lo ha podido olvidar. Un encuentro casual en un local comercial, una cena y regalos… muchos regalos extraños. Esto desestructura la vida perfecta de Simon y su mujer Robyn (Rebecca Hall). El orden se convierte en caos y lo que Simon creía bajo control comienza a resquebrajarse frente a las intimidaciones de su colega de escuela, que hace que viejos secretos vean la luz. Edgerton demuestra con El Regalo que es un excelente contador de historias que involucran la psiquis humana, y que sabe cómo hacer para mantener la tensión y el interés. No puede negarse que algunos momentos son predecibles, producto también de que en el cine ya prácticamente no hay nada nuevo por explotar, y menos aun en este género que tuvo su auge en la década del 90. Igualmente, tóquese el tema que se toque, se puede narrar algo simple y efectivo o, como en este caso, arriesgarse a algo un poco más complejo. El fuerte aquí será la coherencia. Plagado de climas, suspenso e intriga, El Regalo es ese thriller psicológico que no deja indiferente a nadie. Otro de los grandes aciertos del director primerizo, en lo que a largometrajes se refiere, fue contar con Jason Bateman entre sus filas, un actor visto generalmente en comedias que se luce, junto a Edgerton, explorando su veta dramática (grata sorpresa para quienes siguen su filmografía). Ambos conforman un dúo más que efectivo, un duelo de grandes artistas, una película en la que ambos trabajos actorales pesan por igual. Será difícil decidirse por uno. Se incorpora además Rebecca Hall, que hace las veces de una esposa desconfiada y racional. ¿Qué mejor que retratar un triángulo de mentiras y ocultamientos, maltratos y envidia, jugando con la sensación de que el inocente no lo es tanto y de que el malo está escondido? Saquen sus propias conclusiones. Joel Edgerton lo hizo y muy bien.
Thriller psicológico que seguramente pasará desapercibido Es una pena que el mismo jueves en que se estrena “El regalo” haya otras cuatro producciones más en inglés contra las cuales debe competir por el escaso público de las últimas semanas, además de una película iraní (“Taxi”) premiada con el León de Oro de Berlin. Hay también cuatro películas argentinas que en general poca gente ve al presentarse tres de ellas en una única sala y que llevan a que en el año ya se hayan estrenado 130 films nacionales. Las cuentas de las distribuidoras independientes no están cerrando al ritmo de diez estrenos semanales en promedio y con un 2015 que seguramente será record con más de 400 estrenos. El actor australiano Joel Edgerton es el director debutante de “El regalo” (“The Gift”) reservándose el rol de Gordo (o Gordon), nombres alternativos con que se lo menciona. Irrumpe un día en la vida de la aparentemente feliz pareja conformada por Simon (Jason Bateman) y Robyn, esta última interpretada por Rebecca Hall (“Vicky, Cristina, Barcelona”). Y lo hace con uno de tantos regalos, de allí el título del film. En algún momento les comenta “no soy tan exitoso como ustedes” refiriéndose sobre todo a Simon, un ejecutivo que alguna vez fue su compañero de clase. En los primeros minutos el espectador estará un poco desorientado sobre el tipo de género del film y más de uno podrá pensar que se trata de una más de tantas obras de terror, sobre todo cuando Simon califique a su ex colega como de “weirdo” (algo así como “bicho raro” o “excéntrico”). Y cuando Bojangles, el perro de la pareja, desparezca esa sospecha se acrecentará La habilidad de Edgerton es haber eludido los habituales lugares comunes y posibles golpes bajos (aquí casi inexistentes) de numerosas producciones hollywoodenses. Y también de haber hecho de “El regalo” un thriller psicológico, donde no todo es lo que parece. Pocas veces es tan justificada la recomendación de no develar mayormente nada de la historia. Lo único que puede adelantarse es que el últimamente muy frecuentado tema del “bullying” tiene que ver con la trama. Película pequeña, independiente que vale mucho más que muchas grandes superproducciones, alguna(s) estrenada(s) esta misma semana y que lamentablemente pasará desapercibido.
CASA TOMADA “El pasado no resuelto es presente”. La frase, que se escucha habitualmente en el mundillo psi, adquiere para Gordo (Joel Edgerton) un cariz literal, con la salvedad de que este pasado no deviene un presente sino varios. Luego de un encuentro ¿azaroso? con su excompañero de la secundaria Simon (Jason Bateman) y su esposa Robyn (Rebecca Hall), Gordo inicia una secuencia de visitas al hogar de la feliz pareja siempre de la mano de algún obsequio, como una botella de vino o alimento para los peces del estanque. Los planos iniciales de The Gift, primer largometraje de Joel Edgerton cuya carrera como director se limitaba apenas a dos cortos, son premonitorios. Muestran los distintos ambientes, todavía vacíos, de la casa donde se mudarán Simon y Robyn. Los planos fijos, sin embargo, se ven perturbados por un leve zoom. La cámara se hace presente porque, efectivamente, ya hay algo allí antes de que lleguen. Y quizás sea una paradoja pero eso que ya está ahí, acechando, es lo que ellos mismos traen. En la historia de ella hay una pérdida; en la de él, un ascenso. La mudanza marca un cambio en más de un sentido, pero la aparición de Gordo hará obstáculo. Será el camino de ida al sótano donde vive la madre muerta de Norman Bates, al armario de Poltergeist, al aljibe de La llamada o al ático de Insidious, será, en fin, la llave que abra la puerta al cuartito tan temido de lo reprimido. Y, como siempre ocurre, no hay vuelta atrás una vez que se convoca a los demonios. Así y todo, hay en The Gift más suspenso que terror. Tiene mucho, también, de drama intimista y este cruce de géneros se evidencia en la evolución de ese terceto admirable que conforman Bateman, Hall y Edgerton. Los efectos ominosos de la repetición, obsequio tras obsequio, se traducen en la gestualidad de la pareja. Su rutina se horada lenta pero irreversiblemente. Con algún toque de la Se7en de David Fincher (el último obsequio cierra la serie como el último de los pecados de John Doe), un protagonista a la Una historia violenta de Cronenberg, y un pequeño guiño a El resplandor, The Gift sale victoriosa porque hace lo que toda película de suspenso debería hacer: no caer en el exceso. Siempre suma ver en pantalla grande a los talentosos de la TV como Wendell Pierce (The Wire) y Allison Tolman (Fargo) pero los que demuestran poseer una versatilidad codiciada por muchos son Jason Bateman y Rebecca Hall. Lo de Joel Edgerton en la dirección marca, al igual que su personaje, una irrupción inesperada. Quien diga que su ópera prima es un regalo estará en lo cierto. Resta esperar que sea el primero de muchos.//?z
El regalo es un film para no dejar de ver si te gustan los thrillers psicológicos y efectivos. Los tres protagonistas forman un buen equipo actoral que le brinda una mayor cantidad de puntos a este thriller inteligente y que deja bastante que pensar con respecto al daño que hace el bullying. El relato te va a sorprender...
Seres perdidos El regalo no refiere tampoco en su título original (The Gift) a un “don”, algo que nos es proporcionado por la naturaleza o por la Providencia sino, simplemente, a esas cosas que les damos en calidad de obsequio a los otros en algunas ocasiones particulares, o que los otros nos dan a nosotros, por ejemplo en un cumpleaños. El regalo es la primera película escrita y dirigida por el actor australiano Joel Edgerton, que aquí no solo se prueba detrás de cámara sino que decide reservarse un papel importante, nada menos que como el tercero que viene a desestabilizar la vida de una pareja que acaba de mudarse a un suburbio de Los Angeles. La película es lo que antes se llamaba un “thriller psicológico”; esto quiere decir que no hay mayor despliegue de acción física, no hay escenas truculentas, ni corridas, ni persecuciones de autos: El regalo cuenta en su haber con destrezas minuciosas, breves engarces de prestidigitador esmerado articulados sutilmente para producir una impresión de realismo cabal, un mundo posible que podría ser también nuestro mundo: un recoveco en el que las vidas de los personajes se trastocan de manera plausible y verosímil pero también enigmática. Jason Bateman y Rebecca Hall son el matrimonio que llega al barrio a instancias del nuevo trabajo de él. El hombre es moderadamente exitoso, pero sobre todo quiere serlo más todavía; es alguien entregado a su trabajo, a ascender rápido y con garantías, que los fines de semana se escapa con sus palos de golf a cuestas. La mujer tiene el rol de acompañante y deja escapar brevemente los signos de un trauma reciente relacionado con un paso de maternidad frustrada. El director traza el diagrama esencial de la película con elementos mínimos y precisos, como un feliz artesano sin ínfulas, concentrado en los detalles y con la suficiente confianza en que una película se hace, también, no apelando a un dispensario de cosas que hacen falta sino podando, sacando cosas si es necesario, evitando los desbordes e intentando en todo momento no fallar la puntería en relación a la psicología de sus criaturas. El personaje de Rebecca Hall empieza quizá como una señorona segura de sí, y de a poco se va soltando y dejando paso a algo diferente; un aire de juventud herida se revela de pronto la primera vez que la vemos corriendo en joggin mientras su marido trabaja. Cuando el personaje de Edgerton hace su aparición en el relato, personificando a un pesado que fue al colegio con su marido y empieza a importunarlos con visitas cada vez más frecuentes, es ella la que inopinadamente parece compartir algo con él, una especie de situación de fragilidad, cierta naturaleza propia de los seres dañados. En la piel de esta película orgullosamente pequeña, entonces, esta suerte de telefilm que aterriza con gracia y autoridad en la pantalla grande, habita, como una fuerza salvaje capaz de trastocarlo todo (el núcleo caliente de los thrillers íntimos, precisamente), una historia de daño y reparación por medio de la venganza. El compañero de colegio reaparecido tiene toda la pinta de un hombre perdido: la máscara que compone Edgerton exhibe los rasgos de los seres que reptan en las sombras, que no tienen lugar bajo el sol; los que no han “hecho carrera” ni tampoco han formado una familia. El personaje de Hall, por su lado, esa mujer que el marido, siempre con talante amable pero inflexible, muestra en la fiesta frente a sus jefes como si fuera una especie de bibelot de lujo al que hay que insuflar vida mediante arrullos inconfesadamente paternalistas, cierra la otra punta frágil de este triángulo singular. Los personajes parecen rodar por una pendiente que conduce al centro de un dolor profundo. Esta película modesta y esmerada funciona a modo de recordatorio del abismo que aguarda en el lugar menos acreditado de las vidas corrientes y como muestra elocuente de la perseverancia de las heridas no cicatrizadas.
LA VENGANZA ES UN PLATO QUE SE SIRVE FRÍO A Joel Edgerton lo vimos varias veces. Su rostro en pantalla no sorprende a ningún espectador porque le devuelve el reflejo de una imagen conocida y asimilada sobre todo por el vasto repertorio de filmes que hoy en día podríamos llamar “clásicos”. Edgerton es australiano y en su curriculm aparecen títulos como Star Wars o El gran Gatsby, entre otros “tanques”. Pero en El regalo la apuesta se redobla, y no sólo actúa sino que dirige. ¿Por qué arriesgarse a traspasar la frontera imaginaria que delimita las dos caras opuestas del set? En este debut como realizador la propuesta de Edgerton presenta una película de género. Compacto en su estructura y muy bien narrado, El regalo, es un filme que revela la forma de un despertar creativo en la vida profesional del actor. Con elementos caracteristicos del trhiller psicológico, el género abre el juego a una serie de eventos que marcan la presencia (casi insospechada) de un tema con resonante actualidad: el bullyng. En El regalo, los límites y posibilidades están claras: cada personaje y cada escena tiene un motivo, por eso, es el propio versomil el que envuelve al espectador en una historia cuyo ambiente no deja de enrarecerse ni extrañarse a medida que la cinta avanza. Simon (Jason Batteman) y Robyn (Rebecca Hall) son una joven pareja que se muda de estado para alojarse en una enorme casa con paredes de vidrio casi en su totalidad. Cualidad que será clave a la hora de situar los hechos de esta historia que narra el desequilibrio que puede causarle a una pareja la llegada de un tercero apararentemente desconocido. A través de una metodología precisa (caculada y premeditada), Gordo (Edgerton) comienza a dejar presentes en la casa de vidrio. Situación que se iniciará como un juego de simpatías hasta que los regalos comienzan a develar la existencia de un pasado sobre Simon que Robyn no conocía. ¿Quién es Gordo?¿Por qué afecta tanto la vida íntima de la pareja? Con este interrogante se presenta El regalo una opera prima de calidad que entusiasma por la utilización certera del ritmo y por la austucia de contar una historia que remite al pasado sin caer en el fácil y obvio recurso del flashback. Además cuenta con la presencia de un giro dramático que da vuelta la trama ubicando en un lugar muy cuestionable la reputación del protagonista. Condimento que le agrega un plus de sentido a esta película que se preocupa por sus personajes, la escenografía y el sonido. Porque nada está puesto por azar, y en esta puesta en escena, nadie es totalmente bueno ni totalmente malo. Todos son culpables y deberán pagar por ello. Rebecca Hall es excelente para encarnar a Robyn, pero una de las malas desiciones de Edgerton fue la de no terminar de cerrar del todo su personaje al incluir una enfermedad o adicción de la que se está recuperando que la ubica en una situación poco resolutiva. Es decir, parecería que el cineasta quisiera poner en duda la veracidad del relato de Robyn al hacer dudar al espectador y no a los propios personajes provocando la intriga fuera del verosimil construido. El regalo no es solo el alma de este filme que basa su lógica en la rítmica entrega de misteriosos obsequios, sino también en la novedad de ver a Edgerton en un nuevo rol dentro de la industria cinematográfica. Quedamos a la espera de su próximo trabajo. El comienzo es prometedor. Por Paula Caffaro @paula_caffaro
Derrotando los clichés Difícil es no querer apresurarse y buscar en El regalo todas las conexiones con otros films de su misma índole. Y con ninguna inocencia, a mi parecer, va trazando el director toda una red de clichés que hacen pensar que nada nuevo veremos y hasta podremos predecir cada uno de los movimientos de los personajes. Sin embargo, junto con la trama de los protagonistas, el espectador también es engañado. Podemos hablar de la película como dos planos que confluyen. Uno de ellos es el propio reconocimiento del film dentro de un grupo de otras películas que desarrollan temáticas similares. Podríamos hablar de un metalenguaje indirecto (inventando el término). Es por eso que creemos que existen dentro de El regalo frases y escenas que hacen pensar en qué tipo de película veremos, engañando de esta forma el ojo del espectador. Como ejemplo encontramos la mudanza a una nueva casa, la pérdida de un hijo en el pasado, la llegada de un viejo amigo y el remate de “parece una buena persona”, entre otras. Ocurre que un espectador habituado a ver este tipo de films le dará a esos datos perdidos significados específicos, de los cuales ha tomado conocimiento por sus reiteradas utilizaciones. Pero lo interesante es que no continúa con la tradición y tampoco deja esos elementos por puro engaño, sino que propone resignificaciones. El otro plano es la propia trama que también juega con apuntar la mirada del espectador para un lado, para luego terminar en otro. En este sentido, es necesario pasar la primera parte, y darnos cuenta que no es una repetición de otras películas, para disfrutar de este thriller. El juego de espera que propone El regalo genera una intriga constante. Pero aún dando altas expectativas de lo próximo a seguir, no deja de sorprender ni de responder las preguntas que va dejando.
Escuchá el audio (ver link). Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli. Un espacio dedicado al cine nacional e internacional. Comentarios, entrevistas y mucho más.
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Un thriller psicológico escalofriante. Todo gira en torno a un matrimonio sin hijos, Simon (Jason Bateman, “Juno”) y Robyn (Rebecca Hall, “Iron man 3”) que viajan desde Chicago para instalarse en una hermosa casa en Los Ángeles. Ellos intentan olvidar su pasado después de un hecho trágico, que con el correr de los minutos conoceremos más en detalle. En esta nueva casa piensan tener una nueva vida que los puede hacer feliz. Allí los reciben muy bien sus vecinos entre ellos Lucy (Allison Tolman) quien tiene una bebita; Robyn y Simon rápidamente entablan una amistad. Ahora Simon ha conseguido un buen trabajo, ellos tienen una vida de ensueño, pero ella se encuentra con Gordon (Joel Edgerton), este hombre resulta ser un viejo compañero de escuela de Simon, una serie de encuentros inesperados, varios regalos que comienzan a llegar y su presencia se tornan en algo terrorífico a partir de una serie de acontecimientos. Lentamente su presencia resulta cada vez más desagradable. Un horrible secreto sale a la luz después de más de 20 años. Sus vidas se verán atrapadas en un pasado oscuro, lleno de reproches, engaños, traiciones, venganzas y secretos. Se van generando climas de suspenso y tensión, con buenos diálogos, tiene un estilo a Alfred Hitchcock por su desarrollo y la complementan algunos sobresaltos. Con algunos toques similares a “El cabo del miedo” (1991), algunas situaciones que están algo trilladas, pero la historia va teniendo giros argumentales eficaces decisivos. No es conveniente adelantar y comentar demasiado para que no pierda el efecto en los espectadores. Este film es del productor Jason Blum de “Whiplash” y “The Purge”, en un thriller psicológico que marca el debut como director del aclamado actor y escritor Joel Edgerton (“The Great Gatsby”, “Zero Dark Thirty”, “Warrior”).
Lo pasado ¿pisado? Alfred Hitchcock dijo: “Para hacer una buena película solo necesitas tres cosas: el guion, el guion y el guion”. Y esta consigna parece estar clara en The Gift. Joel Edgerton escribe y debuta en la dirección de este thriller psicológico que plantea algo simple como ¿qué pasaría si alguien de nuestro pasado aparece otra vez? Simon (Jason Bateman) se muda con su bella esposa Robyn (Rebecca Hall) a California. Una tarde mientras compran artículos para el hogar aparece un hombre (Joel Edgerton) que resulta ser Gordon, un ex compañero de la secundaria de Simon. Luego de los saludos de rigor quedan en comunicarse pero una mañana aparece en la puerta de su casa una botella de vino enviada por Gordon, quien les dará cada vez más regalos, lo que pondrá a Simon en un aprieto ya que oculta un hecho del pasado que involucra a Gordon. La premisa del “secreto oscuro oculto” ya ha sido vista muchas veces pero pocas de manera tan tangente. Es tan verosímil que podría llegar a pasar. La intensidad de la película crece hasta puntos que realmente hacen poner incómodo a quien está mirando y espera que, pese a todo, las cosas salgan bien al protagonista; los últimos minutos generan un tensión que pocos films han logrado en los últimos años. Jason Bateman se despega y da un personaje totalmente diferente a los anteriores de su carrera en comedias ligeras como Horrible Bosses (Quiero matar a mi jefe, 2011). Por su parte Rebecca Hall crea una ingenua Robyn que conforma el nexo entre el misterio y el espectador, es desde su punto de vista que se intenta descubrir que hay detrás de la relación entre los ex compañeros. Joel Edgerton completa su tríada encarnando al misterioso Gordon el cual genera desconfianza desde sus acciones y sus dichos. No es adecuado decir mucho para tener una sorpresa genuina en la pantalla, no sería extraño que alguno de los tres reciba una nominación a los premios de la industria. El Regalo se consolida como un buen thriller psicológico que aunque va de menor a mayor no puede evitar desinflarse en algunos pasajes pero nada que la perjudique, aunque tiene un cierre perfecto hubiese estado acorde una escena más donde muestre el destino de dos de los protagonistas, sobre todo del personaje de Rebecca Hall. La conclusión que se saca viéndola es que aunque crea que todo va bien, la vida puede dar un vuelco y de repente el pasado no está tan enterrado como se creía.
El pasado me condena La gran pregunta que se presenta al finalizar la proyección es la razón del titulo, ¿A qué referencia? Esto es sólo uno de los posibles atravesamientos que posee el filme, para que casi por si sólo lo que lo constituya como una muy buena producción. Una de las variables es que puede ser pensado en función metafórica por los dispositivos narrativos que lo va presentando, muy característicos del género al que adhiere, el thriller psicológico, y que funcionaria como una caja de Pandora que se desenvolvió, se abrió, y va descubriendo su contenido interior muy de a poco. Esto es otro elemento de importancia, lo reticente que es el director en proporcionarnos la información como si fuéramos descubriéndola con el personaje de Robyn (Rebecca Hall), que muy acertadamente instala como punto de vista, y que ira descubriendo los secretos a medida que se van desenvolviendo. La historia se centra en la pareja conformada por Robyn y Simon (Jason Bateman), él es todo un icono del self made man, un hombre que construye su propio éxito impulsado por una sociedad de consumo que recompensa la supuesta idoneidad. Ellos han pasado por la triste experiencia de perder un embarazo, Robyn no pudo soportarlo y entra en estado depresivo grave, por lo que tras conseguir un nuevo empleo jerárquico en una empresa de gran envergadura, marido y mujer se mudan a Los Ángeles,, se instalan en una ostentosa casa de un barrio elegante, en apariencia plácido y tranquilo, para reintentar continuar su vida de pareja y reflotar sus plan de fundar una familia. Para él es un retorno. Con el que estudio en la secundaria, no lo reconoce de inmediato. Gordon (Joel Edgerton), al que apodaban Gordo, es la antitesis de Simon, no parece haber logrado demasiado en su vida. Ese encuentro casual cambiara sus existencias. Luego de ese deja vu, Gordon les deja de “regalo” en la puerta de su casa un vino, situación que promueve a invitarlo a cenar. No será el único “regalo”, habrá otros, tales como comida para los peces del estanque que se encuentra a la entrada de la residencia, peces regalados por el mismo Gordon. Lo interesante de ésta producción es que en realidad da la sensación de que nada sucede, pero la tensión que va creciendo muy lentamente se despliega con todas sus posibilidades al promediar la película. Hasta ese momento el realizador se dedica a la presentación de los personajes, de los espacio en que transcurren las acciones, en la manera en que lo realiza promueve al diseño de arte, particularmente la arquitectura como otro personaje. Especialmente la casa en la que residen, sus grandes ventanales, dan cuenta de la vulnerabilidad a la que están expuestos, sensación que va creciendo compatible con la manera en que Gordon invade su privacidad más que involucrase con la pareja, efecto incrementado por el buen trabajo de fotografía de Eduard Grau (“Enterrado” 2010), quien le otorga a las imágenes tonos siniestros y redunda en los espacios interiores del la residencia, pasillos, rincones que deberían otorgar una imagen pretendida de seguridad familiar La hiastoria se va constituyendo, pero de forma loable sobre los trillados caminos del género, que se aventura por un acentuación paulatina de la tensión que va dando la sensación de peligro a los que se enfrenta la pareja, mientras la trama va situando a Jason y a Robyn en una escenario de alarma creciente. Poco es lo que nos informan sobre la pareja, sobre Simon y su relación con Gordon, no se instala nunca la certeza sobre quién es Gordon. ¿Es un psicópata? o ¿Sólo estamos frente a un personaje que no tiene el mínimo tacto para las relaciones interpersonales? Esta dualidad invierte constantemente las sensaciones sobre el personaje, ayudado por la ambigüedad con la que Joel Edgerton va mostrándose a partir de la actuación. Lo mismo ocurre con la performance actoral de Jason Bateman, quien hace un despliegue admirable de recursos histriónicos, muy bien acompañado por Rebecca Hall. Por supuesto que estas muy buenas actuaciones sólo vienen a refrendar el muy buen guión, con una sola frase nos pone en estado de alerta, cuando Gordon le dice a Simon: “Puede que tú hayas acabado con el pasado, pero el pasado no ha acabado contigo”. Entonces podemos apreciar una de las mayores virtudes del texto, esa posibilidad de ir dando de manera gradual, pero muy aceitadamente, la información necesaria en los momentos exactos para generar una intriga subyacente durante todo el relato. Ayudado, claro está, con el diseño de sonido, los silencios en los instantes justos, y particularmente con la banda sonora, presente también cuando es necesaria, reforzando el clima que se juega en cada escena. Todo para dar cuenta de que nunca terminamos de conocer al otro y que muy pocas cosas son lo que parece.
“El Regalo” nos trae la historia de un joven y feliz matrimonio que repentinamente se verá alterado después de que un viejo amigo (Edgerton) del marido (Bateman) comience a dejarles misteriosos regalos a la pareja, y por supuesto, saldrá a la luz un horrible secreto tras veinte años de oscuridad. Bateman, Hall y Edgerton son actores que se lucen en pantalla, y fueron bien elegidos para este thriller psicológico que logra mantener la atención y el suspenso en el público. Logrará que odies o ames a alguno de estos personajes. Joel Edgerton dirige, escribió el guión y actúa. Ya todo eso tiene mucho mérito.
Joel Edgerton estremece al público desde su triple rol Guionista, director y actor, se presenta como uno de los grandes creativos del momento. Joel Edgerton se lució como coprotagonista de Johnny Depp en Pacto criminal, película que entró en catelera la semana pasada, con una cola de aplausos y grandes augurios. El hombre que interpretó al agente del FBI John Connolly en ese filme de Scott Cooper, vuelve a plantarse en El regalo, un relato que escribió, dirigió y cuya escena comparte con Jason Bateman y RebeccaHall. Cuenta la historia que Robyn y Simon se mudan a una casa preciosa, moderna, y que están "felices y comiendo perdices" hasta que aparece en sus vidas Gordon "el Gordo" Mosley, un ex compañero de secundaria de Simon. Entre visitas inapropiadas y regalos especiales, Gordon se encarga de marcar una opinión que a Simon le suena a advertencia: "creo que las cosas malas de la vida pueden ser un regalo", asegura el recién llegado. Comienza entonces un andar de suspenso que no es nuevo -Buenos vecinos (2013), Vecinos en la mira (2008), Intriga en la calle Arlington (1999) tienen algo de esto- pero está, muy bien tratado y reserva un giro interesante cuando las sospechas revierten. La casa -de ventanales enormes que dejan al habitante expuesto a la mirada externa-, la iluminación, la música y los silencios hacen al ambiente, pero la interpretación de Edgerton produce escalofríos. Edgerton no es un debutante en las lides de actuar lo que escribe -y/o produce-. Ya lo hizo en Criminal (2013) y en La cosa (2011), además de algunos cortos. En verdadvale hacer una recorrida por la carrera de este prolífico australiano, incluyendo El regalo. Otro acierto de Blumhouse El regalo ha causado sensación entre la crítica de Estados Unidos, con un 92 por ciento de valoraciones positivas según Rottentomatoes. El público también está bastante entusiasmado, a juzgar por el 7,7 de media que le otorgan en IMDB. En su primer fin de semana de exhibición en su país de origen recaudó 12 millones de dólares, recuperando con creces la inversión de 5 millones realizada para su producción por Blumhouse, respaldo de sagas de terror como Actividad Paranormal, La noche del demonio o La Purga.
Simon (Jason Bateman, de Horrible Bosses y Arrested Development) y Robyn (Rebecca Hall, de The Prestige) llegan a su nueva casa, buscando dejar atrás la pérdida de un embarazo y fortalecer su matrimonio, apoyados en una excelente nueva posibilidad laboral de Simon. Pero (siempre hay un pero, caso contrario no habría película) en el nuevo barrio vive Gordo (Joe Edgerton, de Black Mass y Exodus), un ex compañero de colegio de Simon que piensa que son más amigos que lo que realmente son. Los esfuerzos de Gordo por acercarse a la pareja son cada vez más molestos e invasivos: les deja regalos constantemente, irrumpe en la casa sin ser invitado; haga lo que haga, no logra congeniar con el matrimonio: no se entienden al hablar, no les causan gracia las mismas cosas y no tienen nada en común. Pero Gordo, en una mezcla de psicopatía y desesperación por superar la soledad, sigue pretendiendo que las cosas funcionan. Hay tres situaciones que se desarrollan en paralelo: el acoso de Gordo (con sus respectivas desapariciones, que son aún más inquietantes que su presencia), el descubrimiento por parte de Robyn de los verdaderos hechos del pasado que vincularon a los dos hombres, y el nuevo embarazo de la mujer. Basándose con fuerza en el manejo de los tiempos, los silencios y el suspenso, la película logra generar un excelente clima. Las preguntas sobre qué pasó y qué va a pasar despiertan la intriga escena a escena, con cada indicio que nos brinda el director sobre las respuestas. Mención aparte para la música: la banda sonora logra acompañar a la perfección y generar excelentes climas de intriga, angustia y suspenso. Las actuaciones son completamente verosímiles, sobre todo Bateman que viene de la comedia, lo cual es una gran alegría en una película de este tipo. Tuve la posibilidad de ver hace poco Knock Knock (traducida insólitamente como El Lado Peligroso del Deseo), y todo el clima de terror psicológico que debería generar se va a la banquina por las burdas actuaciones de los tres protagonistas (Keanu Reeves, Ana de Armas y Lorenza Izzo, que más que dos psicópatas y su víctima parecen personajes de Capusotto). Por eso mismo es que da tanto gusto ver a un psicópata como Gordo: minimalista, silencioso, meticuloso, con aspecto frágil y débil, pero sutilmente mortal. VEREDICTO: 7.0 - ¡SORPRESA! Lo que podría haber sido una cinta más en la cartelera semanal, ya que se estrenó sin bombos ni platillos, se vuelve una grata sorpresa. Con una similitud en cuanto a climas a los grandes films de suspenso de los '90, El Regalo nos demuestra que buenos personajes hacen buenas historias.
El Regalo es el primer film del Joel Edgerton (Éxodo), quien se encargó de escribirla, actuarla y dirigirla. Cuenta con la participación de Jason Bateman y Rebecca Hall. La tranquila vida de Simon (Bateman) y Robyn (Hall) se ve atormentada con la llegada de Gordo (Edgerton) y algunos regalos misteriosos. Robyn (Hall) y Simon (Bateman) se trasladan a California para empezar de cero, tras la pérdida de un hijo. La nueva oportunidad laboral de Simon y su estatus de pareja perfecta, hacen que intenten olvidarse del pasado para apostar a un futuro juntos. Nada de esto dura mucho: la irrupción de Gordo (Edgerton), un conocido de Simon que no ve hace 20 años, empieza a dificultar la relación de la pareja. Gordo, un ser tímido y callado, empieza a dejarles a Robyn y Simon regalos misteriosos en la puerta de la casa familiar: la presencia de éstos creará pura paranoia en el matrimonio. Edgerton, con cada plano, refleja lo que desea contar: una historia que logra sorprender al espectador, así como también perturbarlo. El regalo es una película de suspenso, y el director utiliza muy bien elementos típicos del género, como pueden ser los silencios, las habitaciones vacías y las primeras impresiones que se tienen de los personajes. Edgerton hace que el público reflexione sobre cómo influyen los actos del pasado en el futuro. Bateman sorprende como el abusivo Simon, dado que se trata de un actor más ligado a la comedia. La película está contada desde el punto de vista del personaje de Hall, quien no se queda atrás de Bateman y logra que el espectador sufra y tema junto a ella. Edgerton, por su parte, cumple a la perfección su rol como el misterioso Gordo. Para que una película sea buena, se necesitan dos cosas: una historia sólida y una forma de contarla original, algo distinto a lo que ya se ha visto. De esta manera está concebida El Regalo, que crea suspenso durante los 100 minutos de película, con el fin de mantener al espectador al borde del asiento.
La mitad oscura Los regalos tienen características muy curiosas. Por un lado, uno de sus mejores atributos es el misterio: muchas veces es mejor el regalo cerrado que el regalo abierto, y el sólo hecho de desenvolverlo puede traer una gran desilusión; en ese simple objeto cerrado se volcarán muchas de nuestras más ambiciosas expectativas. Pero además, recibir un regalo puede ser una inmensa alegría o una incomodidad mayor, dependiendo de qué cosa sea, quién nos lo esté obsequiando y por qué. Claro está que hay regalos que pueden hacernos muy felices, pero hay otros que sería mejor no recibir y que su sóla existencia se vuelve un tanto molesta. No hay uno sino varios regalos en esta película, muchos de ellos son concretos, con paquete y moño, y otros más bien metafóricos. Una pareja se acaba de mudar a una gran casa en California y el marido (Jason Bateman) da casualmente con un compañero del colegio al que no ve hace años (Joel Edgerton), y quedan en volver a encontrarse. Sin que lo llamen, el hombre se les aparece en la casa, comienza a dejarles regalos en su pórtico. Durante su primera mitad, la película juega con esa incomodidad nacida de la transgresión; el intruso, un hombre encantador, se vuelve crecientemente inquietante aunque no exista una razón clara para temerle. De cualquier modo, este acoso sutil comenzará a generar paulatinamente cambios en el estado anímico de la pareja, quebrantando su armonía. La ópera prima del actor y escritor Joel Edgerton se vale de una sorprendente habilidad para imponer un clima opresivo, por el cual se percibe una amenaza latente, aunque no pueda saberse con exactitud de qué se trata, ni de dónde proviene. La imagen del acosador aquí está explotada notablemente como opaco reflejo de la pareja, una figura que trae consigo recuerdos olvidados, culpas no asumidas, verdades no dichas e inadmisibles esqueletos en el armario. Como en Caché, el pasado se cierne sobre el exitoso protagonista, señalándolo y atormentándolo. Es sobre el desenlace que la película se desinfla, cayendo en varios tópicos hollywoodenses al mismo tiempo (el que no quiera saber detalles importantes que deje de leer este texto): por un lado la vuelta de tuerca última, esa que pretende sorprender y "resignificar" lo que vimos no parece necesaria más que para satisfacer a una audiencia acostumbrada a los finales con giros y argucias de guión. Además, esta vuelta lleva al villano a ese lugar común del psicópata brillante, impecablemente previsor, no sólo capaz de entrar reiteradas veces en la casa de una familia rica (que además ya está alertada) sino de idear una rebuscada artimaña que, para colmo, le sale a la perfección. El giro lleva a que el planteo pierda credibilidad –hay que ver la sucesión de cartelitos con instrucciones que el villano deja al protagonista, y que éste sigue paso a paso, en un despliegue mayúsculo de masoquismo– y los personajes la solidez psicológica que los caracterizaba. La comparación con Caché es injusta porque incluso los mejores thrillers quedarían opacados con la obra maestra de Michael Haneke, y El regalo es de todos modos una película inteligente, sumamente inquietante y notablemente actuada. Poco le faltaba para ser perfecta.
The Gift es una película de suspenso, inquietante y entretenida como ésas que solíamos alquilar en VHS en los '90, quizás parecida a muchas pero igualmente efectiva y disfrutable. Ya casi no se hacen películas así. Film preciso, compacto, con actores convencidos del cuento que están contando, con un guión que sólo impone los pliegues mínimos exigidos por el género, sin mayores pretensiones. El australiano Joel Edgerton, además de ser uno de los actores protagonistas, debuta aquí como realizador y nos permite recuperar esa encantadora fruición primigenia que tan bien definió alguna vez el crítico Eduardo Russo: “el espectador de género, de algún modo, es aquel que antes de ver un film sabe buena parte de lo que puede pasar en la pantalla, y que acepta el desafío de sorprenderse con el resto”. Pero ninguna película se sostiene sin ideas. Ideas sobre el mundo y sobre el lenguaje del cine. Joel Edgerton las tiene y sabe comunicarlas con solvencia y discreción. (Consejo: vean la película sin averiguar ni leer nada más sobre la trama). La imagen que acompaña este post es una prueba de todo lo que puede sugerirse a través de unos pocos elementos en el encuadre. La escena pertenece a los primeros segundos del film, una breve introducción en la cual vemos a Rebecca Hall y Jason Bateman (matrimonio en la ficción) recorrer una casa vacía que está a punto de comprar. Como el relato informará más adelante, la pareja decidió mudarse a los suburbios para empezar una nueva vida. Ambos se muestran contentos en este cómodo chalet de amplios ventanales. Él empeña un vidrio con su aliento para dibujar un corazón. Ella sonríe. Sólo los separa el cristal. La transparencia. La ilusoria transparencia. Porque la mujer, en su tenue reflejo, aparece superpuesta a él, encerrada en él. Incompleta. Partida. Ella está adentro, él está afuera. Pronto descubriremos que ese corazón vaporoso no es más que una advertencia, una mancha irónica que delata toda esa opacidad que ella se negaba a ver... hasta ahora.
Las cosas malas pueden ser un regalo, pero un regalo también puede ser una maldición. El primer film dirigido por Joel Edgerton se zambulle en esta terrible y universal lógica cuando un esposo considerado, Simon (Jason Bateman), se encuentra con un excompañero de la escuela, Gordo (Joel Edgerton), quien con una insistencia perturbadora empieza a hacerles regalos a él y a su esposa Robyn (Rebeca Hall).
Suspenso con mensaje. Joel Edgerton sorprende gratamente en su debut como director de un largometraje, entregando una propuesta de suspenso original y bien narrada que escapa a los estándares usuales del género. No es el típico thriller. Las partes por separado en un principio pueden resultar familiares, pero a medida que se van encastrando para estructurar su argumento, The Gift comienza a tomar distancia de la receta habitual, diferenciándose en calidad narrativa. Edgerton se las rebusca para contar una historia adulta y verosímil sin ceder intensidad y lo logra, principalmente, gracias a las enormes actuaciones de sus protagonistas, lo que por supuesto lo incluye. Rebecca Hall y Jason Bateman completan el reparto con interpretaciones soberbias, aportando credibilidad a la historia. The Gift atrapa, entretiene, sorprende y también nos deja pensando. No es usual que el género sea conductor de un mensaje contundente, y ése es uno de los grandes méritos de la ópera prima de Edgerton, quien se recibe de realizador con una nota alta, dejando un interesante precedente para el futuro.