Realmente es imposible aburrirse con El vengador del futuro ya que te mantiene entretenido de principio a fin, quizás no tanto desde el punto de vista de la intriga ya que enseguida se sabe por donde va la historia, pero si a través de la acción. Aquí es imposible levantarse unos minutos de la butaca sin perderse algo bueno visualmente hablando, ya que la película vendría a ser algo así...
Cabeza borradora Adaptar a Philip K. Dick parecería ser, a esta altura, casi un rito de pasaje para cualquier cineasta que intente ubicarse en esa zona a la que podríamos llamar ciencia ficción cerebral. Pocos han logrado hacer obras maestras (acaso Blade Runner y Minority Report sigan siendo las únicas grandes películas de todas las surgidas del universo Dick), pero si había una que había tenido resultados más que dignos, esa era la original adaptación de 1990 de Paul Verhoeven del cuento We Can Remember it For You Wholesale que se llamó Total Recall y, aquí, El vengador del futuro. Esto lleva a pensar algo obvio: ¿Hacía falta una remake a sólo 22 años de la original? Cierto es que las posibilidades de generar secuencias de acción de forma digital han cambiado radicalmente, pero ese no parece ser el mejor motivo para rehacerla. Viendo esta nueva versión, dirigida por Len Wiseman (Underworld, Duro de matar 4) uno entiende los motivos por los que se hizo, aprecia sus limitados logros, pero termina por darse cuenta que la original quedará como la mejor de las dos. Es que la sensibilidad zarpada de Verhoeven (de quien quieren “rehacer” también ahora RoboCop, otra remake innecesaria) es muy diferente a la creación de un futuro distópico gris y desangelado que se presenta aquí. Y Colin Farrell es -a diferencia del inclasificable Arnold Schwarzenegger- un héroe acorde a los colores de ese universo: sólido, intenso, pero también gris, sin gracia. Para los que no conocen la historia, la trama original pone en juego la identidad de Douglas Quaid, un empleado de una fábrica de robots en un mundo futurista que está dividido en dos grandes bloques habitables: un imperio llamado UFB (la United Federation of Britain) y La Colonia (lo que hoy es Oceanía, un mash-up de motivos tercermundistas asiáticos), que se comunican entre sí mediante un velocísimo tren (llamado La Caída) que cruza de punta a punta el planeta en 17 minutos. Hay un importante conato de rebelión en La Colonia para acabar con la dominación imperial y, sin quererlo, Douglas aparece en el medio ¿Cómo? Un día va a una empresa que inserta en el cerebro fantasías para el disfrute de los clientes, pero algo sale mal y la fantasía de Doug de ser agente secreto parece transformarse en realidad. Allí descubre que su esposa es una agente del gobierno, que hay una mujer con la que pudo haber estado relacionado en el pasado y que, tal vez, él tenga algo que ver con la rebelión que se viene gestando ¿Pero todo esto está pasando o es parte de la fantasía? Wiseman no pierde mucho tiempo en explorar los costados metafísicos de la historia de Dick. Parece usarlos, simplemente, para crear un antecedente hitchcockiano (un hombre inocente metido en una situación que no comprende) y, una vez eso más o menos resuelto (la sensación de nunca saber si lo que se sucede es o no real, clásica en las adaptaciones de Dick, prácticamente se esfuma cuando empieza la acción), aborda un relato de acción y persecución que se extiende, casi sin pausa, durante más de una hora. Ese relato, si bien resulta reiterativo y algo cansador, otorga algunos placeres, en su mayoría visuales. Y eso es lo más destacable del film, que si bien la trama es predecible (no sólo por conocer la historia, sino por el hecho de que aún está más simplificada), el diseño de producción y el arte generan atención por sí mismos. Ciudades laberínticas con decenas de niveles simultáneos y un uso casi de “cubo mágico” de los espacios, con los verticales y horizontales modificándose entre sí y generando una constante reformulación de la perspectiva. Un poco como El origen (y Blade Runner y Minority Report, y varias más), pero sin demasiadas explicaciones “ad hoc”. El problema es que, de cualquier manera, las secuencias de acción que transcurren en esos espacios no se salen (salvo alguna excepción en cámara lenta por causa de la falta de gravedad) de lo convencional. No hay Marte en este Vengador del futuro, casi no hay humor, y Bryan Cranston -con una horrible peluca- no está bien utilizado como villano. De las mujeres que se pelean por Farrell (El vengador… maneja, como la película de Verhoeven, ese raro subtexto de tener a dos mujeres peleándose, literalmente, por un hombre), Jessica Biel parece ofrecer más complejidad a su personaje que la asesina de cartulina que encarna Kate Beckinsale. En el parecido entre ambas -de lejos o de perfil, al menos- la película suma un elemento interesante que la otra no tenía. Pero no lo aprovecha del todo, lamentablemente. El film apuesta a ser también una alegoría política, pero nunca deja la superficie. Hay un poder central totalitario y una especie de Tercer Mundo combativo que no está dispuesto a dejarse pisotear, pero ese mismo “pueblo” por el que la película parece preocuparse nunca deja de ser una imagen de fondo, figuras creadas digitalmente que, debajo de las torres, los extraños edificios y complejas autopistas miran los combates desde lejos, casi como esperando que dejen de hacer ruido de una vez por todas y los dejen en paz…
Es preferible vivir en el recuerdo Dicen que las comparaciones son odiosas, aún así en estos tiempos en donde las remake son moneda corriente este dicho pierde su valor. ¿Por qué hacer una remake si uno no quiere que comparen su película con otra? Más aún si se intenta sacar un poco más de porcentaje en taquilla utilizando antiguos éxitos. El Vengador del Futuro en este sentido se convirtió en una víctima de su antecesora de 1990. La cuenta parecía sencilla, la versión de 1990 tenía un buen argumento, efectos especiales por doquier (en algunos casos de manera abusiva) y mucha mucha acción. Con este antecedente es simple proyectar que una nueva versión en el año 2012, manteniendo el argumento (al menos), mejorando efectos y con las posibilidades técnicas suficientes para darle mucha más acción que su versión anterior era un éxito asegurado (hablando de éxito con respecto a la calidad y no a la cantidad de entradas vendidas), la cuestión es que el cine no es matemático y al fin y al cabo los pingos se ven en la cancha y ahí en la cancha esta nueva versión pierde por goleada. Comencemos por el principio, la película se ve genial, la calidad de los efectos especiales y los decorados junto a la atmósfera que generan resulta en una mezcla entre Blade Runner y Minority Report, realmente en cuanto a lo visual esta película es excelente. Ahora bien continuemos por el protagonista, Douglas Quaid, quien fue encarnado por Arnold Schwarzenegger (en una de las peores actuaciones de su carrera, cabe destacar) y en esta es interpretado por Colin Farrell. Personalmente creo que Farrell es mucho más actor que su antecesor, y le brinda al personaje de Quaid mucha más humanidad, pero sorprendentemente funciona mejor el Quaid de Schwarzenegger que el suyo y esto como la mayoría de los problemas en esta nueva versión radica en que la anterior no se tomaba en serio a sí misma, coqueteaba continuamente con el cine clase B y eso la liberaba para doblar el verosímil a su antojo sin molestar al espectador, es por eso que aquel Quaid protagonizado por Schwarzenegger que caminaba como robot y hablaba aún más mecanizado que Terminator T-800 le sentaba de maravillas. En esta El Vengador del Futuro todo parece ser serio y sobre todo solemne y es ahí en donde todo se desmorona ya que a la película le falta guión como para ser encarada de esta forma, todos los diálogos en donde se habla sobre el problema de la identidad, de la memoria y de la realidad (puntos fundamentales del argumento) se dan en momentos de completa irrelevancia. El Vengador del Futuro pudo haber sido simplemente una cinta de super acción sin nada de profundidad y hubiese funcionado pero se queda en la mitad. Len Wiseman dirige las secuencias de acción de maravilla pero lamentablemente esas secuencias ya han sido vistas en más de una película, por el contrario en los momentos de diálogo y de construcción de los personajes, hace aguas. En El Vengador del Futuro aparecen casi todos los ingredientes de la versión original, incluso la prostituta de tres pechos, un icono del cine de ciencia ficción, aún así, lo que le falta es actitud para saber mezclar esos componentes y un poco de guión para que toda la película no parezca un gran video juego. Lo positivo de este estreno es que no va a hacer falta una visita a Rekall para olvidarlo.
Remake del memorable film de anticipación con el mismo nombre, El Vengador del Futuro relata una historia semejante a la de aquella película que protagonizara Arnold Schwarzenegger. En su momento la caprichosa “traducción” del original Total recall era en realidad una triquiñuela para aprovechar el éxito de Terminator con el mismo actor, pretendiendo confundir al público acerca de otro –inexistente- “vengador del futuro”. Para esta nueva versión se podría haber modificado el título, pero, sea como fuere, se trata de una costosa producción que apenas alcanza a justificar su manufactura, a pesar de entretener con aceptables recursos visuales. Muy poco innova como para diferenciarse de la original, y en los escasos momentos que lo hace, no acierta. En especial en la ambientación, que deja de ser Marte para focalizarse en una Tierra devastada, subdividida en regiones antagónicas y amenazada por un acelerado plan de reemplazo de humanos por autómatas. Ya no hay aquí luchas por el control del oxígeno ni espeluznantes -y a la vez deliciosas e imaginativas- criaturas mutantes que poblaban ese peculiar planeta rojo. Y si bien presenta una dinámica y agitada última parte, no empalidece las fuertes escenas de acción y violencia del film original, una impronta distintiva y audaz del realizador holandés Paul Verhoeven, un especialista en el género (Robocop, Invasión). En este caso el film de Len Wiseman (responsable como director y productor de la poco atrayente saga de Inframundo) hace hincapié en algunas cuestiones políticas y sociales sin demasiada convicción. Con un correcto Colin Farrell, la nueva El Vengador del Futuro no está mal hecha y puede interesar tanto a aquellos que vieron el film con Schwarzenegger como a los que no, un argumento que a duras penas hace entendible la remake.
El Vengador del Futuro, se presenta como una remake fresca, llena de tecnología y nuevas ideas para mostrar. ¿Pero le alcanza con eso? En deuda No, no le alcanza. La nueva versión de El Vengador del Futuro, queda a mitad de camino entre adaptación de la JOYA de Paul Verhoeven y del genial cuento de P. K. Dick. Tiene parte de ambos y no termina siendo nada. En un momento donde (y lo he dicho varias veces), tener efectos especiales y visuales realmente increíbles NO ES MÉRITO, ya que se han convertido en un ESTANDAR en el cine de hoy. O sea, hoy en día, cualquier película tiene buenos efectos visuales. ¿Entonces qué nos queda? Volcarnos a una buena historia, bien contada, bien llevada adelante y bien actuada. Nada de esto pasa en El Vengador del Futuro. Y Dick llora… A una historia como esta, es injusto compararla con sus hermanas mayores, y a la vez imposible no hacerlo. Uno entiende que todas estas revisiones son “adaptaciones” y “basado en”, no obstante un Vengador del Futuro (o Total Recall), sin Marte es como E.T. sin E.T. o un asado sin carne. Si bien Marte funciona como una catapulta en el cuento original y como escenario para la película de Verhoeven, que no figure en esta última “adaptación” es un crimen. Es más, Len Wiseman toma más elementos de la versión de Verhoeven que de la original de Dick, en la cual por ejemplo no existe Hauser, o mejor dicho, nunca es nombrado. Cuando miraba la película y con todas mis fuerzas intentaba dejarme llevar por las buenas escenas de acción y excelentes efectos visuales, había algo que me desmotivaba. Finalmente al terminar la película descubrí qué era. A esta versión le falta el alma. Le falta magia. Esas que tienen tanto su hermana mayor fílmica como su hermana mayor en tinta. Es una entrega pulida superficialmente, pero no la raspen mucho, ya que es solo el enchapado, abajo no hay mucha sustancia. Modelo 2012 El Vengador del Futuro, nos trae nuevamente a Douglas Quaid, (nombre sacado de la peli anterior, ya que en la novela su nombre es Quail), quien muere por tener sal en su vida. Por eso va a Rekall a buscar una aventura, al momento de implantársela descubren que ya hay una igual allí, y ahí nomas se desata el infierno, nuestro pobre mecánico se transforma en una máquina de matar y despacha como 10 polis, en quizás la mejor escena de la película, la cual YA ESTÁ en el trailer. A partir de allí es todo tirado de los pelos, chato y no demasiado original. Si bien la premisa planetaria es interesante, un planeta tierra que no puede sostener la vida excepto en Gran Bretaña y Australia, donde la gente que vive en La Colonia (Australia), va a trabajar diariamente a Bretaña. Van por un tubo que atraviesa literalmente la tierra, y lo hacen en 17 minutos. Todo lo demás es tirado de los pelos, tanto si se quiere comparar con sus antecesoras, como si se quiere tomar como idea “original”. Donde lo basal de esta historia está en una pelea entre proletariado y “patronal”, cuando la original giraba en torno a que era real y que no. Y no se confundan, el afiche de la peli nombra esta frase, pero es el único lugar donde es planteado. Dick fluctúa en esta pregunta y aunque finalmente no deje dudas, te lleva de un lado al otro, y por otro lado Verhoeven, te lo deja bien abierto, sin entender del todo si lo que viste es real o no. Bueno en esta versión, eso no importa. Y es un error garrafal, es todo a media tinta, tibio, y gris. Y como antes dije sin sustancia. Len Wiseman usa y abusa de su esposa, dándole un protagonismo desmedido, y absurdo, y sin embargo del mismo modo desaprovecha al genial Bryan Cranston. Por otro lado Colin Farrell parece distraído, o haciendo todo por el puchero nomas, sin ponerle demasiada onda. En cambio Jessica Biel, está bien, es como Mascherano, quizás no luce, pero te cumple siempre. Por otro lado Len Wiseman abusa de los homenajes a la original de Paul Verhoeven, y tanto lo hace que por momentos parecen cargadas, logrando que no se sepa si en realidad le hace guiños a la versión anterior o le levanta el dedo del medio. Conclusión Esta versión sin alma de “El Vengador del Futuro”, lamentablemente no puede parase junto a sus hermanas, ni en la comparación odiosa, ni en el análisis mas minucioso de ella misma como idea original. Es decir, falla como historia, falla como homenaje, falla como remake, falla, falla, falla… No obstante, si querés ver tiros, distraerte un rato, ver una chica con tres pechos y a la Becksindale en ropa interior, podes ir a verla. Pero ya estás avisado. No tiene magia ni intriga, solo acción desmedida, y en ciertas ocasiones, si no nos ponemos muy exquisitos, es todo lo que buscamos y esperamos de una película de acción.
You are always on my mind Basado en el cuento “Podemos recordarlo todo por usted” -publicado en 1966 por el autor Philip K Dick- se estrena este jueves una nueva versión cinematográfica de aquella breve historia que fuera incluida en una recopilación de ciencia ficción. El cuento en cuestión nos relata la historia de Douglas Quaid, un hombre totalmente obsesionado con visitar Marte. Ante la imposibilidad económica de hacerlo (el relato se sitúa en un futuro en el cual los viajes a ese planeta son posibles aunque costosos), nuestro protagonista se reconoce como “un mísero empleaducho”. Con semejante confesión no hay que ser muy perspicaz para observar que la autoestima del muchacho anda por el piso. Para evadir el destino de desidia y monotonía Douglas decide optar por los servicios de Total Recall, una factoría de recuerdos que se especializa en la implantación de imágenes en el cerebro humano con la que nutren la tediosa vida de sus clientes (la empresa proveedora las llama implantaciones nemotécnicas extra fácticas… ¿qué tal?). De modo que ahora sí Douglas puede cumplir el sueño que tanto lo desvela e incluso hacerse de algunos souvenirs de su aventura como fotografías, tickets del viaje, películas filmadas por otros que lo muestren en el planeta, etc. Todos estos elementos harán creíble la experiencia implantada en la mente del cliente de Total Recall. Pero en el proceso algo sale mal y la vida de Douglas se ve inmersa en un eterno devenir entre la realidad y la identidad que cree conocer (su trabajo, su esposa y sus limitaciones diarias) y otra vida donde la acción está a la orden del día en medio de un mundo conspirativo. Las adaptaciones al cine de las obras de Dick han sido numerosas siendo las mas recordadas Blade Runner y Minority Report: Sentencia Previa. Sin embargo, esta versión dirigida por Len Wiseman se aparta de ciertos elementos fundantes del relato del escritor. Los viajes al planeta Marte fueron borrados del argumento y lo que sí subsiste es la existencia de un poder opresor, ahora en forma de una empresa exploradora y explotadora, que motiva en Douglas (un correcto Colin Farrell) la necesidad de evasión. El papel de la esposa de Douglas descansa en manos de Kate Beckinsale (esposa del director Wiseman) quien tiene la diíícil tarea de sustituir en la memoria colectiva aquel papel que llevara al ojo público a una jovencísima Sharon Stone. Sí, claro, hablamos del filme de Paul Verhoeven de 1990 protagonizado por el muy popular Arnold Schwarzenegger en el mejor momento de su carrera (un año después llegaría la celebrada Terminator 2: Juicio Final). La colonia marciana retratada en la primera versión cinematográfica es remplazada en este film por una ciudad agobiada, húmeda y con reminiscencias orientales divididas en eternos niveles superpuestos que forman lo que da en llamarse La Colonia Ámbito, en la cual las condiciones de vida son básicas y teñidas por el yugo opresor del poder imperante. La vida anterior de Douglas parece ser la clave para lograr poner en movimiento a un grupo de rebeldes que se oponen a la explotación que sufren las masas obreras. El film cumple con los requisitos básicos de un film del género, pero sin embargo deja pendiente el explorar gracias a las tecnologías actuales los desolados paisajes marcianos o el mundo del futuro, que tal vez podrían ser su marca distintiva y valor agregado en relación con su predecesora del noventa. Al igual que en Total Recall el recuerdo de un gran film no logrará instalarse en la memoria de los espectadores.
En 1990 se estrenaba un hit de ciencia-ficción: El Vengador del Futuro. Doug Quaid (Arnold Schwarzenegger), un simple obrero en una sociedad del mañana, descubre que su vida es un recuerdo implantado, y que en realidad se trata de un espía muy buscado. No tardará en sumarse a una Resistencia que pretende derrumbar los planes de una corporación liderada por Cohaagen (Ronnie Cox). Basada en un cuento de Philip K. Dick, la película fue dirigida por el enorme Paul Verhoeven, se volvió un clásico... y hoy tenemos la remake...
Lo genial de la obra de Philip K. Dick es que podés adaptar sus cuentos en el cine con distintos enfoques que las historias siguen siendo entretenidas, porque tienen conflictos sólidos que no pierden vigencia. Esta propuesta está basada en el cuento “Podemos recordarlo por usted” que en el pasado brindó dos joyas de culto como el film El Vengador del futuro con Arnold Schwarzenegger y esa gran obra del manga y el animé que fue Cobra, de Buichi Terasawa, cuya trama también estuvo inspirada por este relato. La nueva versión del director Len Wiseman (Underwolrd) pese a que lleva el mismo título no es una remake del film de Paul Verhoeven de 1990, sino una adaptación diferente del cuento de Dick que no es lo mismo. A diferencia del clásico de Arnold a nivel argumental este film está un poco más cerca de la obra original. Por eso también es casi ridículo ponerse a comparar las dos películas porque son propuestas distintas. Ya de movida Colin Farrell y Kate Beckinsale (héroe y antagonista de esta versión respectivamente) no pueden competir nunca en la vida con dos monstruos como Schwarzenegger y Michael Ironside. Sería una comparación injusta. Wiseman es un director que sabe trabajar la acción y crear secuencias entretenidas como lo hizo con Duro de Matar 4 y los filmes que realizó en la saga Underworld. En los primeros 20 minutos del film se presenta al protagonista y el mundo en el que vive y cuando se dispara el conflicto las persecuciones y los tiroteos no paran hasta el final. El director mantiene en constante movimiento y peligro a los personajes principales y la película en términos generales es muy entretenida. Como elementos para destacar sobresale principalmente el trabajo de Wiseman en la elaboración de las secuencias de acción. A diferencia de Abraham Lincoln: Cazador de vampiros acá tenés un cineasta que sabe dirigir escenas de peleas y tiroteos y hacerlas emocionantes. La persecución de autos con la que se presenta el personaje de Jessica Biel es fabulosa y los efectos digitales están impecablemente trabajados por lo que logran hacerte creer lo que ves en la pantalla. Hay un par de guiños a la película de Arnold pero es claro que en este proyecto decidieron llevar la historia por otro camino. El defecto principal que tiene esta versión de “Podemos recordarlo por usted” en mi opinión es la falta de personalidad. Es decir, en la creación de ese mundo en el que se desarrolla la trama, Wiseman no brinda nada innovador y creativo (salvo por el uso de los teléfonos celulares) y toma elementos que ya vimos en filmes como Blade Runner, Minority Report Yo, Robot y El Quinto Elemento. Eso es algo por lo que es recordada la versión de Paul Verhoeven que presentaba un mundo futurista muy original con personajes sumamente bizarros. En consecuencia, este trabajo de Wiseman no tiene la fuerza necesaria como para quedar en la memoria de los espectadores como lo hizo el film anterior. De todos modos es una vergüenza el ensañamiento que tuvo la prensa norteamericana con esta película. Sobre todo cuando los mismos que le pegaron al film de Colin Farrell son los que después recomiendan películas pedorras como Los Tres Chiflados y Comando especial. No es serio. Este estreno no es una obra memorable de la ciencia ficción pero ofrece un film pochoclero decente que se enfoca principalmente en la acción y brinda un buen entretenimiento.
Golpe de adrenalina Philip K. Dick murió poco antes de que Ridley Scott estrenara Blade Runner (1982), basada en su ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de la que apenas pudo ver unas imágenes. Verdadero padre de la ciencia ficción, los estados alterados de la mente (probó con las drogas y padeció esquizofrenia) y los gobiernos autoritarios son moneda corriente en sus relatos. Y en casi todos los que fueron adaptados -la mayoría, mal- al cine. Es que el universo de Dick no es sencillo. Su escritura, tampoco. Paul Verhoeven, allá por 1990, estrenó la primera El vengador del futuro ”, sobre Podemos recordarlo por Usted al por mayor (1966), con Schwarzenegger viajando a Marte y no sabiendo bien quién era. Otro tema recurrente en Dick: las distintas personalidades, el desconocimiento de saber quién se es. Ahora Len Wiseman ( Inframundo ) se abocó de nuevo a Dick, pero le dio más vueltas aún, dejando el relato más como una película de acción que preocupándose por las cuestiones metafísicas de Dick. Aquí no hay Marte, sí dos mujeres peleando por el mismo hombre, que no sabe quién es. Tras una guerra química, en la Tierra sólo quedan habitables la Federación Unida de Bretaña y La Colonia. Los obreros oprimidos trabajan en La Colonia y viajan diariamente a la FUB en La caída, una especie de tren subterráneo. Hartos de no tener independencia y de la desigualdad, planean rebelarse. Y Doug (Colin Farrell), que trabaja fabricando robots, al intentar implantarse en el cerebro como un juego una nueva personalidad, termina aniquilando él solito a una decena de policías. Parece que Doug no es Doug, sino Carl, mano derecha del líder revolucionario a quien le implantaron otras memorias, cree estar casado con una policía (Kate Beckinsale, esposa del director), pero ella sólo quiere manipularlo y entregarlo a las autoridades autoritarias. La otra mujer que lo quiere es el papel que juega Jessica Biel, rebelde con causa y que parece tener algo más de carne que la curvilínea Beckinsale. Farrell había actuado en Minority Report , de Spielberg, también sobre Dick. Aquí funciona como el héroe que quiere poner las cosas claras aunque no sepa quién es. Antes de dirigir Inframundo, también con su esposa, Wiseman se ganaba sus dólares como director de arte, en filmes como Día de la Independencia . Se entiende, entonces, la calidad y el peso específico que tienen las ciudades, con sus autopistas y sus construcciones y ascensores que se desplazan de manera vertical u horizontal. Visualmente El vengador del futuro no tiene falencias. Le falta espesor dramático. Con policías sintéticos, mucha lluvia y orientales, elementos que conjugan para un filme plagado de persecuciones bien filmadas, pero que sólo aportan adrenalina momentánea.
Un argumento poco convincente que privilegia la acción diluye los atractivos de esta remake El vengador del futuro es la remake de una película estrenada hace apenas veinte años dirigida por Paul Verhoeven y protagonizada por Arnold Schwarzenegger. Ese solo hecho genera más material para la reflexión que sus dos horas de duración. Por un lado, confirma que no hay ideas nuevas en Hollywood y, por otro, reafirma la sensación de que la mayoría de los espectadores contemporáneos no consumen nada que no haya salido del horno especialmente para la ocasión. Además, esta nueva versión tiende a minimizar el peso del argumento con lo cual, como marco para tantas peleas y persecuciones, se podría haber utilizado cualquier otra trama. La historia está ambientada en el futuro, donde las personas pueden comprar el implante de recuerdos falsos en la mente. Este es un tema caro a Philip Dick, el autor del cuento original (algo similar sucedía en Blade Runner ). Douglas (Colin Farrell), un trabajador aburrido de sus trajines cotidianos, sueña con una vida como doble agente y se tienta con probar fortuna con un implante. El procedimiento falla y los acontecimientos se hacen inmanejables. O no, porque lo que sucede responde más o menos a su pedido de alterar con aventuras la monotonía de su vida diaria. La imposibilidad de determinar qué es real y qué sucede solamente a nivel cerebral va de la mano con las dudas: ¿es el agente que ha perdido la memoria o es el aburrido ciudadano que imagina ser agente? El contexto político imaginado para ese futuro involucra un mundo devastado por una guerra química que deja a la población separada en dos zonas, relacionadas violentamente, y que evocan un imperio y sus colonias. Sin embargo, cualquier intento de denotar un mensaje político se diluye en la importancia que la dirección le otorga a las escenas de acción. Respecto de la versión de Verhoeven, esta remake prescinde de Marte y abusa de la acción, reemplaza a dos mujeres hermosas pero distintas (la rubia Sharon Stone y la morocha Rachel Ticotin) por dos mujeres hermosas pero iguales (Kate Beckinsale y Jessica Biel), disuelve las dudas metafísicas y actualiza los efectos especiales. El mundo del futuro que imagina toma mucho del cine: el predominio de leyendas y rostros orientales, la lluvia persistente y las edificaciones monumentales parecen provenir de Blade Runner, mientras que los policías robotizados son una cruza de Robocop con Star Wars . También se extraña a Schwarzenegger. No porque Colin Farrell no sea un actor más que correcto sino porque la ingenuidad y frescura del ex gobernador de California le daba más credibilidad a la historia del hombre que se encuentra en una situación que no comprende: el clásico esquema hitchcockiano. Farrell podría ser perfectamente un agente doble desde el comienzo de la película. La relación equívoca de Douglas con su pasado evoca la que esta remake mantiene con su antecesora: una de las dos es real, la otra, innecesaria.
El siglo XXI ya no volverá a ser el que fue Basada muy libremente en el cuento “We Can Remember It For You Wholesale”, de Philip K. Dick, esta versión hace mayor hincapié en el componente paranoico del original. Y respecto del film de 1990, éste luce más serio y oscuro. Es que el mundo cambió y el futuro también. Ahora, el futuro está más cerca. Tal vez por eso la nueva El vengador del futuro es más oscura, más seria, más circunspecta que la anterior. La historia sigue transcurriendo a fines del siglo XXI. La diferencia es que la vez pasada, en 1990, el siglo XXI era otro siglo. Ahora estamos en él. La guerra química ya tuvo lugar y del planeta Tierra quedan sólo dos focos poblados. Uno es la Federación Británica Unida, centro del poder mundial. La otra, llamada simplemente La Colonia, coincide con lo que alguna vez fue el continente australiano. Así como a fines del siglo XVIII Londres usó ese país como vertedero de asesinos, criminales e indeseables, tres centurias más tarde allí se hacinan los trabajadores, los explotados, que en 17 minutos llegan a la FBU y en otros 17 están de vuelta en casa. Por algún lado anda un grupo de resistentes, al que el canciller británico quiere aplastar de una vez. Entre unos y otros, un hombre llamado Douglas Quaid, que se pasó la vida fabricando robots. O eso le hicieron creer los que gobiernan su mente. Porque la realidad es muy distinta. Qué es la realidad es una de las sospechas que esta segunda El vengador del futuro (se mantiene el título sin sentido que en Argentina tuvo la primera versión de Total Recall) vuelve a inocular en el espectador. Basada muy libremente en el cuento “We Can Remember It For You Wholesale”, de Philip K. Dick, la nueva versión hace mayor hincapié en el componente paranoico del relato original. Componente que la versión 1990 subsumía en su tachín-tachón de colorinche berreta y divertido. Todo lo cual no debe leerse en sentido peyorativo: había una deliberada opción por el trash, el pop y la clase B en la versión que Paul Verhoeven dirigió a partir de un guión de Ronald Shusett y Dan O’Bannon, autores de Alien. En 1990, con Bill Clinton recién asumido –tras una década entera de reaganbushismo–, el cine estadounidense podía permitirse un héroe que fuera trabajador minero, soñando alegremente con el triunfo de los antisistema. Veinte años más tarde el futuro pinta mucho más oscuro, y la posibilidad de venganza, mucho menor. Dennis Quaid (un ceñudo Colin Farell) no trabaja ya en una mina marciana, sino en una fábrica de “sintéticos”, eufemismo con que las autoridades designan a los robots. Detalle interesante, los “sintéticos” que Quaid ayuda a ensamblar son policías. Los mismos con los que terminará combatiendo y cuya armadura albinegra no recuerda tanto los colores de All Boys como las fuerzas armadas de La guerra de las galaxias. Son robocops, claro: guiño al paso a Verhoeven, que también dirigió esa película. Hastiado de la rutina, Quaid va de casa al trabajo y del trabajo a casa. En el trabajo tiene un amigo, Harry (el morocho Bokeem Woodbine). En casa lo espera su esposa, Lori (Kate Beckinsale), que por lo visto trabaja en las fuerzas de seguridad. Cuando Dennis descubra que los sueños en los que se imagina combatiendo a las fuerzas del orden, junto a una amazona llamada Melina (Jessica Biel), no son tan sueños como parecen, su mundo empezará a ponerse patas arriba. Dará la vuelta de campana cuando se enfrente a patada limpia a aquellos en quienes más confía, respaldado por los que nunca creyó llegar a conocer. Fotografiada en una clave tan baja que da la sensación de tener puestos los anteojitos 3D, al agudizar los temas dickianos por antonomasia (la ficción como producto paranoide, la memoria como construcción, el poder como ente malvado, las sospechas sobre la identidad y sobre el estatus de lo real), la nueva El vengador del futuro acentúa su condición post-Bourne, con Quaid preguntándose quién es, al servicio de quiénes está, quiénes son sus amigos y enemigos. Eso, al menos, en los primeros 45 minutos. Hasta el momento en que empieza a enterarse. De allí en más, la película dirigida por Len Wiseman (el de la serie Inframundo y Duro de matar 4.0) se convierte en una de acción física, mucho más común, con persecuciones, choques y enfrentamientos, intercalados con parrafadas pseudofilosóficas. Se nota que en los comienzos, Wiseman (que tiene nombre de productor, más que de director de cine) empezó como director de arte. Tanto el diseño urbano de La Colonia –que parece una Hong Kong futurista, revisada por el escenógrafo de Blade Runner– como el de la FBU, llena de autopistas elevadas, planos superpuestos y autos que viajan sobre colchones de aire, hacen de esta El vengador del futuro una fiesta para urbanistas y arquitectos. Si a la de Verhoeven + Arnie se le notaba, incluso en su falibilidad, que estaba hecha y protagonizada por seres humanos (nada más humano que Schwarzenegger, paradójicamente), ésta funciona, en cambio, como una eficaz máquina anónima. Una película “sintética”, en una palabra.
La acción antes de cualquier cosa La remake de la película protagonizada en los '90 por Schwarzenegger y Sharon Stone regresa con Collin Farrel, Kate Beckinsale y Jessica Biel en los papeles principales. Entretenimiento y acción de alto impacto asegurados. Remake de El vengador del futuro, film de 1990 dirigido por Paul Verhoeven y protagonizado por el impar Arnold Schwarzenegger, la en aquel momento ascendente Sharon Stone y Raquel Ticotin, una actriz muy querida entre los cinéfilos, basado en el relato de Philip K. Dick, el mismo autor que fue adaptado a la pantalla grande en Blade Runner (1982) de Ridley Scott y Minority Report (2002) de Steven Spielberg. Es tentador comparar al autor con el film y mucho más aun, comparar esta nueva versión con el film de Verhoeven. Pero para ser sinceros, esto no pasaría de ser un mero ejercicio. Aquel film era raro, irónico y con humor, a la altura de su director y su particular protagonista, acá las cosas son más serias, más oscuras y más ligadas al uso de la ciencia ficción actual. Acá no está Marte y la metáfora del 3º mundo se vuelve más directa debido a eso. Pero no es grave, ya que estamos frente a un film con un despliegue de producción impactante y una vocación de película de acción más que otra cosa. Douglas Quaid (Colin Farrell) es un empleado de una fábrica de robots. Tiene la fantasía de ir a Rekall, una empresa que implanta recuerdos falsos en las personas. Pero al estar ahí, algo falla, y sale a la luz que –tal vez– Quaid sea un espía. Lo sea o no, Douglas Quaid deberá huir del lugar mientras trata de entender la realidad que lo rodea. Correrá hacia su esposa (Kate Beckinsale) para comunicarle la terrible situación, a la vez que sospecha que la mujer que aparece en sus sueños (Jessica Biel) tal vez no sea sólo un sueño. El director Len Wiseman (Inframundo, Duro de matar 4.0) sin duda está más preocupado por el entretenimiento que por las implicaciones filosóficas de la historia. Lo bueno es que a pesar de cierta superficialidad que hay en el film, la acción no se detiene jamás. Si la búsqueda era la de producir un espectáculo enorme lleno de diversión, la búsqueda ha llegado a donde quería. No se puede evaluar una película por aquello que no ha intentado ser, y El vengador del futuro no ha intentado ser un clásico de la ciencia ficción tanto como un impactante film de acción. Su destino debido a esto podría ser limitado, pero mientras uno ve la película, el entretenimiento está asegurado, de una punta del relato.
Recuerdos poco convenientes La primera pregunta que surge cuando se estrena una remake de alguna película cuyo original fue un éxito, es si hacía falta una nueva versión. La mayoría suelen quedar muy por debajo de las expectactivas: la historia ya se conoce, y hay que superar la huella de los protagonistas originales. Sin embargo los creadores de esta versión de "El Vengador del Futuro", el director Len Wiseman y los guionistas Kurt Wimmer y Mark Bomback, logran cambiar el marco en el que transcurre la historia, manteniendo el espíritu de esta obra de acción y ciencia ficción, logrando que no se extrañe mucho la original. Como aquella, está basada en el cuento de Philip Dick “We can remember it for you wholesale”, y sitúa la acción en un futuro apocalíptico en el que los últimos lugares habitables del planeta son la Federación Unida de Gran Bretaña y “La Colonia” (que geográficamente corresponde a Australia). Los trabajadores de la Colonia, que son explotados por la Federación, deben viajar todos los días a trabajar en el único transporte que es “la Caída”, una suerte de nave que atraviesa el planeta en sólo 17 minutos. Uno de ellos es un deslucido operario, Doug Quaid (Colin Farrell) que vive con su hermosa esposa Lori (Kate Beckinsale), y cuya única particularidad es una pesadilla recurrente que padece todos los días a la misma hora. La calma termina cuando se presenta en un lugar llamado Total Rekall, en el que implantan en la memoria del cliente los recuerdos que quiera para ser, dentro de su opaca vida, un poco más feliz. Allí se detecta que la verdadera identidad de Doug no es la que él cree, y comienza la persecución que, recorriendo distintos lugares, incluso la propia Federación, y la aparición de Melina (Jessica Biel), dura toda la película. En cuanto aparecen destellos de los viejos recuerdos de Doug, Lori se transforma en la líder del equipo que debe capturarlo, y no deja de ser algo gracioso ese toque desquiciado que le pone a su personaje, cada vez más lejos del profesionalismo de un espía de elite y más cercano a la locura. Colin Farrell está bien en su papel desesperado y en permanente confusión, aunque la verdad es que no es una película en la que se destaquen las actuaciones. Para beneplácito de los seguidores de la serie "Breaking Bad", Bryan Cranston interpreta al líder de la Federación. El ritmo de la película es vertiginoso, y no decae en ningún momento, ni siquiera en aquellos en los que parece haber cierta tranquilidad. Los escenarios están planteados con identidades interesantes: la Colonia es una suerte de mini Asia, reforzando la idea de que los oprimidos siempre serán del Tercer Mundo, mientras que la Federación es, claro, donde viven los más ricos, en espléndidos edificios y con particulares autopistas para sus autos. La película se disfruta, y para quien quiera, queda para reflexionar esta insistencia del cine norteamericano en producir películas en las que un héroe solitario libera a los pueblos oprimidos, algo bastante lejano a lo que ocurre en la realidad, pero una muy linda idea para sembrar en la mente del público.
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El vengador del otro futuro ¿Por qué hacer una remake de El vengador del futuro (Total Recall)? Si bien la respuesta la tienen sólo los productores, podemos decir que la versión protagonizada por Arnold Schwarzenegger es “ochentosa” en su estética, ritmo y efectos especiales. Pero no sólo es cuestión de modernizar las formas. Ambas versiones son bastante diferentes entre si en cuanto a la historia que presentan. Tanto El vengador del futuro de 1990 como su nueva versión están basadas en el cuento de Philip K. Dick We Can Remember It for You Wholesale. La historia de un hombre común del futuro que un buen día decide implantarse recuerdos en una extraña agencia y descubre que no es quien pensaba ser. De hecho es un agente secreto que lucha a favor de la resistencia contra la autoridad del poder reinante. Nada de esa cotidianeidad mediocre en la que vive es real: ni su departamento, ni su trabajo, ni su esposa. Ahora la versión 2012 protagonizada por Colin Farrell presenta un futuro mucho más oscuro y pesimista que la dirigida por Paul Verhoeven. En El vengador del futuro de Len Wiseman (Duro de matar 4.0) llueve todo el tiempo, el cielo es gris y los espacios están recargados de edificios semidestruidos decorados con elementos de la cultura oriental. ¿Les recuerda a algo? Si, a otro cuento de Philip K. Dick que en su versión cinematográfica se llamó Blade Runner (1982), que presentaba otro personaje con conflicto de identidad. Con esa estética predominante la nueva versión no recurre al planeta Marte como espacio donde se ubica la resistencia, ni al oxígeno como elemento regulador de la libertad del pueblo “mutante”. No hay falta de aire ni “ahogados” en la película, el conflicto pasa por una inminente invasión en pos de eliminar el terrorismo y todo elemento subersivo de la órbita. El espacio donde se oculta la resistencia, aquí es un lugar aislado por la radiación. Hay que reconocer que la historia que cuenta El vengador del futuro es, fue y seguirá siendo buena. Aunque la filosofía que surgía en 1990 con el comunismo de trasfondo era más atractiva que las invasiones nucleares actuales. Sin embardo su director Len Wiseman se las ingenia para generar tensión a lo largo de todo el relato, convirtiendo a El vengador del futuro de 2012 en un producto noble que, asi y todo, dificilmente se transforme en clásico como su antecesora.
Promoviendo revoluciones Producto de la pandemia de remake, secuelas y precuelas que se apoderaron de Hollywood en este ultimo tiempo, llega esta nueva remake del clásico y popular film del director Paul Verhoeven (el mismo de Robocop) que estrenado en 1990 contribuyó a fortalecer todavía más la popularidad de Arnold Schwarzenegger como héroe de acción y presentar una desconocida Sharon Stone. Basada también en el clásico cuento corto Philip K. Dick, Podemos recordarlo todo por usted ("We Can Remember It for You Wholesale") de 1966, esta versión 2012 de El vengador del futuro (Total recall) presenta un nuevo enfoque con respecto a la original. Ya no es Marte el destino de quienes aspiran a ver implantados en su cabeza sueños o recuerdos y la acción se sitúa en un futuro casi apocalíptico con la Tierra devastada luego de una guerra química y una reconfiguración futurista de lo que conocemos como nuestro mundo donde sólo dos territorios se mantienen en pie: "Nueva Euroamérica" (suerte de Federación Británica donde vive la elite) y una periferia conocida como "La Colonia" (que alberga millones de renegados de todas las culturas que no forman parte de la élite). A diferencia de la película original, que tal vez poseía algunos gags mas divertidos y presentaba efectos visuales que para la época fueron revolucionarios (vasta con recordar cuando Douglas Quaid se camufla para entrar a Marte con mejores técnicas que las de Misión Imposible en el cuerpo de una señora gorda pero su traje falla y es descubierto, o cuando Cuato, líder de la resistencia descubre su identidad para ayudar a que Douglas Quaid abra su mente y recuerde la importancia de su rol para la humanidad, o cuando Douglas Quaid comienza a descubrir su verdadera identidad y en su intento de escapar de sus perseguidores se quita un rastreador de la cabeza y se lo da de comer a una rata y podría seguir..), la nueva versión se centra y resume mas las preocupaciones de la obra de Dick, donde sociedades futuras devenidas de Apocalipsis siguen siendo sometidas por el capitalismo salvaje, gobiernos autoritarios y estados alterados de conciencia. Y toma prestado (por decirlo de alguna manera), tanto en lo temático como en el estilo, un mix de influencias de grandes películas que dejaron su huella indiscutida en el genero, como THX 1138 (1971) de George Lucas, MADE MAX (1979) de George Miller, BLADE RUNNER (1982) de Ridley Scott, PROYECTO BRAINSTORM (1983) de Douglas Trumbull, TERMINATOR (1984) de James Cameron, ROBOCOP (1987) de Paul Verhoeven y MINORITY REPORT (2002) de Steven Spielberg, por citar algunas. Sin embargo este Vengador del futuro 2012, técnica y visualmente impactante, encuentra en la puesta en escena y la generación de climas, su principal atracción. La recreación de las dos civilizaciones unidas por la “La Caída”, un elevador gigante que atraviesa la Tierra y conecta la Federación Unida de Bretaña con La Colonia, es fascinante. Con un relato fluido y entretenido pero con una propuesta tematica ayornada a otra época, El Vengador del futuro, nos recuerda que siempre habrá un Rekall para aquellos insatisfechos.
Con Arnold y Paul era Más Divertido Lo admito, no soy de los que defienden el cine de Paul Verhoeven con espada y cuchillo, y creo que El Vengador del Futuro no es una buena película, sino un producto clase B sobrestimado con el paso del tiempo, gracias a las numerosas repeticiones que tuvo en cable y televisión en los últimos 22 años. La remake era completamente innecesaria. El universo de Phillip K. Dick empezó agotarse y solo Spielberg ha logrado realizar en los últimos 10 años dos propuestas interesantes con sus historias: Inteligencia Artificial (lejanamente inspirado en el mismo cuento que inspiró Blade Runner) y Minority Report: Sentencia Previa, que es un digno entretenimiento pero se encuentra lejos de lo mejor del realizador...
En un mundo superpoblado y hostil Esta es una versión de la película del mismo nombre que dirigiera Paul Verhoeven en 1990, tomando como base un relato del británico Philip K. Dick. Aquí también está Douglas Quaid (Colin Farrell), un trabajador que vive en la Tierra, devastada por la guerra química. Sólo quedaron dos sectores, la Colonia y la Federación Unida de Bretaña. Mientras la primera, donde habita Quaid es algo así como el Tercer Mundo, superpoblado y hostil; la segunda, bella y sin excesos de población es para los privilegiados y está gobernada por el canciller Cohaagen (Bryan Cranston), dueño y señor de los super robots, fuerza de choque aparentemente intocable. LA REBELION En este momento, los medios hablan de un conato de rebelión liderado por Matthias (Bill Nighy), guerrillero al que nadie conoce. Es en este momento que Quaid, descontento con su vida personal y con pesadillas que lo atormentan, decide recurrir a Recall, un lugar donde los sueños se convierten en realidad por manipulación tecnológica. Sus peores pesadillas pasan a formar parte de su entorno inmediato y su vida se convierte en una huída permanente. Bastante alejada del espíritu de un maestro de la ciencia ficción como fue Philip Dick, o del estilo Verhoeven, interesante director de la versión que protagonizara Arnold Schwarzzenegger y Sharon Stone en sus comienzos, esta remake se transforma en un filme común de acción permanente. Así Quaid y la misteriosa mujer que ya conociera en el sueño, pasan toda la película en una constante persecución, dejando de lado todo lo que pudiera analizarse desde el punto de vista del pensamiento y reduciendo el universo de la ciencia ficción, a una impecable reconstrucción material con impactantes efectos especiales. PROEZAS MARCIALES El que busca acción y parafernalia tecnológica, o un diseño arquitectónico distinto con autopistas en desnivel, vehículos que trasladan a los obreros a velocidades supersónicas; o los que sobre un colchón de aire saturan la Colonia, no se verán defraudados. La película es bastante ágil, tristemente oscura, abundante en proezas marciales, con recurrencia a elementos orientales en la ornamentación de la Colonia y un claro desinterés por lo temático. El asunto de la implementación de los recuerdos y la complejidad de la memoria se despachan en tres líneas. El resto es ruido, música a todo volumen, una extensión excesiva y poco, muy poco para los actores que tampoco hacen demasiado, salvo correr y luchar a lo loco como Colin Farrell (Douglas Quaid). Poner cara de malo pero astuto, como ocurre con Brian Cranston que hace el papel de Cohaagen, o hacer de Matthias, un guerrillero euroamericano, a cargo del desperdiciado Bill Nighy.
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Era mucho mejor “El vengador” del pasado Durante el primer tercio de esta nueva «El vengador del futuro» casi da la sensación de que realmente el director Len Wiseman («Inframundo», «Duro de matar 4») tiene algo serio para aportar al desquiciado mundo del escritor Phillip K. Dick. Lamentablemente, el estilo light, la falta de rigor del guión, y la insistencia del director en darle un papel estelar al personaje secundario que interpreta su mujer, Kate Beckinsale (en el rol que hacía Sharon Stone), terminan confirmando que esto es sólo otra de esas remakes que nadie necesitaba. Con todo, la película tiene sus momentos, y la elección de Colin Farrell como el obrero futurista que sueña con ser un superespía, y tal vez lo sea, ayuda a esbozar un futuro más oscuro y nihilista que el del film original. Es que con Arnold Schwarzenegger como protagonista, necesariamente hacía falta un estilo más irónico, ultraviolento y caricaturesco a la medida de un director tan audaz como Paul Verhoeven, responsable de modificar los límites de autocensura de los grandes estudios hollywoodenses con hitos como «Robocop» o «Bajos instintos». Gran película la «Total Recall» de 1990, llena de humor negro, incorrección política, imágenes asombrosas y, sobre todo, un buen guión con algo que decir. La nueva versión no incluye viajes a Marte, y en cambio inventa un futuro postapocalíptico, donde lo que queda de Europa explota a lo que queda de Australia y Oriente, con una clase obrera esclavizada, grupos terroristas y mucha represión por parte de un estado policial. El look es tan sombrío como estilizado, publicitario, tanto que de golpe estos barrios bajos digitales calcados de «Blade Runner» no parecen tan temibles ni ominosos, sino bonitos sitios pintorescos para ir de vacaciones. La parafernalia visual deslumbra al espectador en las escenas culminantes de acción, pero al tercer tiroteo donde mueren docenas de personas sin que se vea nada de sangre, seguido de obsesiones pasionales sin detalles romántico-sexuales que las justifiquen, y las múltiples incoherencias argumentales de todo tipo no ayudan para nada. Quien no haya visto la película de Verhoeven quizá pueda apreciar más los puntos fuertes del film, pero hasta el público menos exigente terminará notando los agujeros negros del guión, que se acumulan horriblemente hacia el obvio y estiradísimo final. A los fans de la película de Verhoeven hay que avisarles que aquí no sólo falta Marte, tampoco hay gore, sexo, Michael Ironside ni Sharon Stone. Al menos, hay algunas imágenes y situaciones dignas de Phillip K. Dick, que la hubiera detestado más o menos igual que a todas las demás películas que adaptaron su obra.
Hace... dos noches? Volví a ver por el cable la versión original de "Total recall", del año 90. Tenía algunas imágenes sobre la misma, estuve en sala en su momento (tengo mis añitos) y la recordaba bien, como un producto redondito, entretenido, profundo... Al verla, redescubrí su valor. Paul Verhooven (otro de mis amados directores de hace dos décadas) había partido de un cuento de Philip Dick y le había dado una entidad contundente. Era un gran producto. Dicho esto (homenaje al que volveremos, más tarde), me dispuse a ver esta remake, esperando, por lo menos, ideas nuevas. Lo que propone Len Wiseman (el taquillero director que se puso al mando de esta versión) es tomar el concepto general de aquel film y aggiornarlo a estos tiempos. Es decir, hay cambios en la trama, (algunos menores, otros no tanto), pero intenta más que nada, apostar a potenciar el arsenal de recursos técnicos que tiene para hacer su trabajo hoy en día, veinte dos años después de la original. Como fue director de arte (de mucho oficio por cierto) y viene de hacer la saga "Inframundo", intentó imprimirle a este nuevo guión, la atmósfera que le sale más natural: ciudades oscuras, pasillos laberínticos, escenarios caóticos, tecnología en su máxima expresión. Muchos guionistas para ajustar la historia pero pocos cambios, sustanciales. Quizás el más saliente sea el rol que le dio a su mujer, Kate Beckinsale, como para acentuar el espíritu que remite a sus trabajos anteriores (olvidense de lo que hizo Sharon Stone). Douglas Quaid (Colin Farrell) es un hombre común, aquejado por sus pesadillas. La pasa mal el tipo, tiene siempre un sueño recurrente que se produce a la misma hora. Está casado con Lori (Beckinsale) y viven en modestamente sus vidas, aparentemente sin mayores complicaciones. El mundo está dividido en dos. Hay un país "rico", que es la "Federación Unida de Bretaña" que está conectado por una especie de canal vehicular (que pasa cerca del núcleo de la Tierra), con lo que sería Oceanía, llamado "La colonia". Este último es un país muy pobre, que vive aportando para los poderosos ingleses desde el otro lado del mundo. Hay mucha policía "sintética" (?) que controla que nada se salga de cauce y muchas diferencias sociales. La cosa es que, como Douglas es inquieto, se le ocurre probar con una técnica llamada "Rekall", en el cual, los avances de ese tiempo, permiten "implantar" recuerdos ficticios en la mente del sujeto, de manera que él crea que eso que le ubicaron en su mente, existió, en realidad. Cuando esto sucede, la acción se dispara: nada ya es lo que parece y la doble personalidad del protagonista se despliega con toda la fuerza que te imagines. Farrell es una topadora. Se lleva todo puesto y a mucha velocidad. Para ayudarlo en la tarea de recuprar su auténtico "yo", contará con la aparición de alguien del pasado, Melina (Jessica Biel), quien trabaja para la resistencia, que se opone al régimen británico con sobrados motivos. No contamos más. Eso si, para los que no vieron "El vengador del futuro" anterior, piensen que este producto muestra mucha influencia de títulos bastante actuales de la ciencia ficción como "I Robot" e "Infraworld" y mucho, de la saga de Jason Bourne, en lo que se refiere a la acción y la suerte del protagonista. En líneas generales, me pareció un pasatiempo efectista. Bien logrado desde lo técnico, con un despliegue visual importante y mucha acción a cada minuto del metraje. Me parece que algunos tópicos (la cuestión política, por ejemplo, algunos roles y actores), no estuvieron bien trabajados. Pero si van al cine a pasarla bien y nada más, cumple. Si me dan a elegir, me quedo con la original, esta carece de humor y se toma demasiado en serio.
En los años 90, la película original con Arnold Schwarzzenegger marcó toda una época. Era una visión colorida, por momentos humorística de un futuro inquietante, basada en el cuento de Phillip K. Dick. Esta remake trae la estética que ahora impera en la ciencia ficción, que muestra un mundo posapocalíptico con dos lugares donde vivir: una zona ubicada en Europa y la otra en Australia, pobre y sometida, a la que se llega por un ascensor que atraviesa el centro de la tierra. Acción, efectos especiales, coincidencias y diferencias, comparaciones inevitables, pero un entretenimiento válido, con un intenso y sensible Colin Farrell.
"No jodas con tu cerebro, amigo. No vale la pena". (Harry, Total Recall, 1990) Escribir sobre una remake no es fácil. El reproche generalizado atribuye su origen a la falta de ideas, argumento prejuicioso si los hay, que saca conclusiones sobre el resultado final aún desde la etapa de pre-producción. ¿Puede separarse a la segunda versión de la original? Scarface, The Thing o Cape Fear deberían ser ejemplos de la independencia sobre aquello que da origen, a la vez que hoy se confirmarían como excepciones a la regla. El constituirse en una obra nueva a partir de algo preexistente es el horizonte que estos clásicos han alcanzado. Por el contrario hay quienes tienen un objetivo menos ambicioso y, por ende, más tangible: una mera actualización, un cambio de época, una adaptación moderna de aquello todavía vigente. Si la condición es el servilismo a la primera, el reclamo es al por qué de la nueva realización, si la diferencia se hace norma, la crítica se produce por las libertades que se permite. En estos casos parecería que la clave está en el equilibrio entre aquello que es propio de la original y eso que, a su vez, hace de este un producto original. En este segundo grupo se encuentra Total Recall. La remake de Len Wiseman (Underworld) del clásico de Paul Verhoeven se limita a limar asperezas. En ese sentido, si bien mantiene el argumento en líneas generales, pierde parte de su esencia. Barre la superficie y así mantiene a raya, en pos de la simplificación, aquellos aspectos de la primera que el realizador encuentra problemáticos. Así reformula el mapa planetario, pierde los incontables insultos y se hace apta para mayores de 13, abusa de explicaciones en torno a Rekall y elimina la ambigüedad creciente del film original (el mal manejo de la escena clave en la que el protagonista se permite dudar es un ejemplo) y expone sin sutileza la desigualdad que divide a la sociedad. Se vuelve así una entrega fría, calculada, que explora a medias los vericuetos de la mente a la vez que lo físico gana pantalla. Porque si en algo se destaca esta nueva Total Recall es en la acción, fuerza imparable que desde el comienzo compensa la falta de profundidad. Entre el cruce de este género con la ciencia ficción, es el primero el que se ve reforzado con secuencias de alto ritmo a base de combates cuerpo a cuerpo, constantes persecuciones y carreras en velocidad sobre techos o a través de ellos, las cuales elevan el grado de tensión a niveles que lo psicológico no logra alcanzar. Ascensores, naves espaciales, azoteas, cualquier superficie es apta para un despliegue coreográfico del que salen mejor parados Colin Farrell, Kate Beckinsale y Bryan Cranston, quienes comparten los puntos más altos de la producción. Wiseman aspira a ofrecer una nueva versión de la de Verhoeven, pero para ello reutiliza en el camino elementos vistos en otras películas del género, aspecto que conspira contra el resultado final que acaba por ser menos que memorable. Desde las búsquedas de Minority Report o Blade Runner, con las que comparte fundador en Philip K. Dick, hasta los lens flares de J.J. Abrams, todo pasa por un proceso de reciclado industrial que lleva a pensar en más de una oportunidad que esto no es un recuerdo sólo de 1990.
Los recuerdos suelen contarte mentiras Los recuerdos suelen contarte mentiras", dice Serrat en una canción. La idea poética del catalán parece ajustarse a lo que la ficción propone literalmente en este filme. A pesar de que se trata de una remake de un filme estrenado hace 22 años (dirigido por Paul Verhoeven y con Arnold Schwarzennegger como protagonista), no vale la pena trazar paralelos entre las dos realizaciones. Sí, tal vez, reflexionar acerca de las posibilidades que ofrecía la novela de Phlip K. Dick sobre la que se basa el argumento: la idea de que pueden implantarse recuerdos ficticios en el cerebro (y que este servicio lo presta una empresa privada) abre una serie de posibilidades interesantes a partir de que el "implantado" comienza a dudar de qué es real y qué no en su nueva existencia. Es lo que le ocurre al protagonista de la historia, un trabajador de una línea de montaje de sofisticados robots que no pretende otra cosa que vivir una experiencia apasionante. Algo sale mal durante el proceso y el hombre se encuentra en una situación inesperada; pero lo más sorprendente (aún para él) es su reacción, que se compara con la del más eficiente agente secreto. Allí comenzarán las persecuciones, los tiroteos y las explosiones mientras el protagonista trata de entender qué es lo que ocurre, quiénes son sus aliados y quiénes sus enemigos, porque se destapa una trama de conflictos políticos, tácticas de espionaje y de infiltración, traiciones y lealtades. El director Len Wiseman prefiere colocar su película en la vertiente de la acción y de la adrenalina antes que hacerla girar sobre el planteo de problemas filosóficos acerca de la realidad o de la verdad. Debe decirse que lo hace con recursos muy genuinos y con escenas de gran impacto visual. La recreación del mundo futuro (la zona gris donde trabajan los obreros y el contraste con el territorio en el que viven los poderosos) resulta muy interesante, con obvias referencias a las calles lluviosas con mayoría de población asiática y grandes carteles electrónicos de publicidad de "Blade Runner" (otro filme sobre una novela de Dick). Farrell resuelve satisfactoriamente su personaje, un hombre que no termina de entender dónde está parado pero que comprende los peligros que lo acechan; Kate Beckinsale y Jessica Biel aportan su incuestionable belleza, pero sus composiciones resultan más esquemáticas. Bryan Cranston y Bill Nighy se ven algo desaprovechados, sobre todo porque la trama se centra en la acción y parece despreciar las posibilidades de reflexión que ofrecía la idea original. Con todo, se trata de una realización correcta, con detalles de ambientación sorprendentes y escenas de acción espectaculares, narradas con precisión. El problema es que a los filmes de ciencia ficción basados en novelas sustanciosas ("Fahrenheit 451", "Blade Runner", "Sentencia previa", "Inteligencia artificial"), suele pedírseles algo más. Y aquí parece haberse perdido una interesante oportunidad de volar un poco más alto.
Llega a nuestras salas de cine una nueva versión de "El Vengador del Futuro" (Total Recall), film de ciencia ficción de Paul Verhoeven, basado a su vez en el cuento corto "We Can Remember It For You Wholesale" (Podemos recordarlo por usted al por mayor), escrito en 1966 por Phillip K. Dick. Los papeles que encarnaron en el año 1990 Arnold Schwarzenegger, Rachel Ticotin y Sharon Stone, aquí son interpretados por los actores Colin Farrell, Jessica Biel y Kate Beckinsale, quien particularmente vuelve a trabajar bajo la dirección de su esposo Len Wiseman, tal como lo hizo en "Inframundo" e "Inframundo: La Evolución". No es una remake "per se", ya que mientras su predecesora sucedía en un futuro en el planeta Marte y sus oprimidos habitantes luchaban por el oxígeno, en esta producción de Wiseman ("Duro de Matar 4.0") la historia también es futurista -se desarrolla a fines del siglo 21- pero toma lugar en la Tierra, en los únicos dos territorios que quedaron habitables luego de una guerra química: la Federación Unida de Bretaña y La Colonia, que están conectadas por La Caída, un elevador gigante que pasa por el núcleo del planeta. La primera es la más desarrollada y suprema, que planea una invasión para eliminar el terrorismo, justamente desahaciéndose del lugar donde viven los obreros como Douglas Quaid (Farrell), el protagonista, un hombre común que tiene una bella esposa (Beckinsale) a la que ama, pero que está cansado de la rutina, la desigualdad y de la frustrante vida que lleva, por lo que recurre a Rekall, una compañía especializada en implantar falsos recuerdos en la mente humana. En este caso, los de una vida como súper espía. Algo sale mal y es justamente en el recinto donde surge el conflicto del film, ya que Quaid descubre por primera vez que no es quien creía ser, que tiene habilidades que desconocía y que su supuesta esposa es miembro de la policia federal, cuya misión es entregarlo a las autoridades. A partir de ese momento, se convierte en un sujeto perseguido por el organismo controlado por el malvado de turno, el Canciller Cohaagen (Bryan Cranston), y compuesta en su mayoría por agentes robots parecidos a los clones de "Star Wars: Episodio II" que el propio Quaid ensambla diariamiente en su trabajo. Sin poder determinar qué es real y qué es un recuerdo, la única persona en la que puede confiar es una luchadora rebelde (interpretada por Jessica Biel) que trabaja para el jefe de un movimiento de resistencia clandestino (papel a cargo de Bill Nighy). Entre medio de espectaculares escenas de persecución en automóviles flotantes (la película es visualmente impecable y con un guión bastante sólido), el personaje de Colin Farell se encarga de que la frontera entre la fantasía y la realidad se diluya a medida que va descubriendo su verdadera identidad, su verdadero amor y su verdadero destino.
Pura acción en presente ¿Tiene sentido comparar a la nueva El vengador del futuro con su predecesora? Lo cierto es que es inevitable, porque si bien han pasado 22 años desde que Paul Verhoeven hizo su versión cinematográfica del relato de Philip K. Dick, sus imágenes y diálogos han tenido la contundencia suficiente para instalarse en la memoria colectiva. Era una buena película y cualquier zapping que la encuentre perdida en la programación del cable demuestra que lo sigue siendo. El filme que interpretó Arnold Schwarzenegger en la década de 1990 optaba por el lenguaje y los efectos especiales de la ciencia ficción, el guión del relato personal y ecologista, y el tono del humor (sin por eso volverse una parodia). El filme que interpreta ahora Colin Farrel reduce todos esos recursos a la acción. Y ese repliegue en el género tiñe las escenas, las actuaciones y el impacto final. Farrell es Douglas Quaid, un hombre tranquilo, empleado en una fábrica, que descubre que su memoria ha sido sustituida por otra y que en realidad es un agente del gobierno que decidió pasarse al lado de los rebeldes. En ese mundo ficticio, su supuesta esposa (Kate Beckinsale, cuyos registros de villana tienen un número limitado de expresiones) se convierte luego en su cazadora. Del otro lado, Jessica Biel salva la dignidad de las chicas de la película, con un papel más sólido y menos histriónico. El relato, líneal y ligero, se consume como una persecución sin fin, sin respiro y sin pausa. Y sin ideas. El futuro es digital y aparatoso pero el director Len Wiseman (Inframundo) prefiere evitar los gadgets modernosos (apenas un celular incrustado en la palma de los personajes y un ascensor que troquela la tierra). En su lugar, hay un clima de sordidez en los escenarios y una austeridad solemne en los diálogos, despojados de toda comicidad. Es claro que la opción de Wiseman para alejarse de las huellas del filme anterior es tomarse muy en serio. Pero esa decisión termina siendo una trampa, y la gravedad del tono hace que el filme ambicione más de lo que logra. Farrell cumple pero no dignifica y la trama se disuelve en las primeras tres carreras de autos que vuelan por los aires. ¿Cómo será el futuro, desde la visión de este presente? Simplemente, explosivo.
UN LUCHADOR Las posibilidades que ofrece la técnica son tantas, que cada vez hay menos historia y más efectos. Algo de esto sucede con esta remake de la estupenda película de Verhoeven. Ahora, con menos sorpresas y menos asunto, lo que brilla por encima de todo es el riquísimo despliegue de un filme que tiene una primera parte interesante, pero que va perdiendo vuelo por la larga y repetida sucesión de peleas y persecuciones. El cuento de Philip K. Dick es muy interesante: habla de un futuro gris y desolado y de una máquina que inyecta fantasías para que cada uno sea (¿o haya sido?) lo que quiere. Y dice -Borges lo había adelantado- que lo único que se puede modificar es el pasado. Y hacia ese ámbito se encamina este personaje que busca saber quién es a través de repensar lo que ha sido. Como siempre, el futuro que anticipa es demoledor: poder concentrado, restos de una guerra aniquiladora, corporaciones dominantes, ciudadanos maltratados, un sistema cada vez más corrupto a cargo de todo y una resistencia cada vez más frágil. Y todo en un paisaje gris, monótono, azotado por la lluvia, la desconfianza y una ciencia al servicio de los que mandan. El film se estira, pero la historia es sugerente y sigue interesando.
La remake del film que se estrenara en 1990 y cuyo protagonista fuera Arnold Schwarzenegger, hoy en la piel de Colin Farrell, no alcanza ni a demostrar por qué habría que contarla otra vez. Por Andrea Migliani Philip K. Dick seguro desearía levantarse para darles una zurra porque en la adaptación de su cuento “We Can Remember It for You Wholesale” que Paul Verhoeven dirigió y que en su idioma original se llamó Total Recall y, por estos pagos, El vengador del Futuro, no hay nada nuevo que deslumbre, salvo la incorporación de tecnología. Y sabemos que los efectos son a la ciencia ficción un recurso insoslayable, sobre todo si existen otras debilidades. Aquí, los hechos ya no ocurren en Marte sino en la Tierra, post-apocalíptica o arrasada en la que se instala eso de remplazar humanos por ¿robots?, ¿autómatas?, bien, no sé sabe y no interesa porque los conatos de belicosidad entre grupos que se disputan el control son la base de esta nueva adaptación. Obvio, Collin Farrell se aliará a la Resistencia en la disputa que sostiene con Federación Unida de Bretaña, colmada de sujetos de soltura económica y la Colonia, un lugar de excluidos de clase obrera y distintas razas. ¿Le suena? No hay que ir al futuro para ver eso, obviamente Farrell o Doug Quaid como se llama su personaje, no se sale de lo correcto y no alcanza. Habrá acción, algo de amor, poca profundización de las razones del conflicto y mucha nostalgia aún cuando uno haya visto una foto de Arnold de estos tiempos. Su director Len Wiseman, le pone voluntad pero no alcanza. En fin, nada nuevo bajo el sol y sí tal vez, la pérdida de interés de los más jóvenes en ver la primera porque ésta no convence.
El hombre que olvidó todo Quizá los fanáticos de Arnold Schwarzenegger sientan que no habrá nada igual a la película original estrenada en los 90, pero esta remake de “El vengador del futuro” tiene todo para quedarse atado a la butaca del principio al fin. La historia tiene diferencias poco significativas con el filme de Paul Verhoeven, pero mantiene la esencia de aquel relato y va por más, sobre todo en el plano estético. Es que Len Wiseman apeló a todos los recursos técnicos de última generación para mostrar a una trama futurista, en la que el destino final será la pelea entre dos mundos, el más poderoso y el más oprimido, que son el reflejo de dos maneras de mirar la vida. La trama central parte desde el derrotero de Douglas Quaid (Farrell, tan poco expresivo como Schwarzenegger), quien es un trabajador de una fábrica que no puede dormir por sus frecuentes pesadillas, pese a que a su lado duerme todas las noches con una bella mujer (Kate Beckinsale). Pero todo cambia cuando ingresa en Rekall, un sistema que permite convertir sus sueños en recuerdos reales. A partir de allí, Quaid descubrirá que no es un obrero sino un espía temible, que guarda un secreto por el que es perseguido por los villanos más malvados del universo. Quizá la metáfora del héroe solitario (a veces acompañado por la bellísima Jessica Beil) que puede salvar al mundo es redundante, pero la película es un plato fuerte del género.
Enciclopedias Philip K. Dick A poco más de dos décadas, llega esta remake de El vengador del futuro. Y resultan más o menos curiosos los motivos que la movilizan: por un lado parece querer contar algo nuevo, tener su propia visión sobre el cuento de Philip K. Dick en el que se basa, pero a la vez no puede avanzar más que por referencia hacia aquella dirigida por Paul Verhoeven. En esa indefinición se suceden algunas secuencias originales y otras antojadizas, como puestas sólo en función de distanciarse de la inevitable comparación. Y es en esa mezcla entre independencia y tributo, que queda claro que mientras aquella, con sus falencias, era la obra de un director con una visión, esta es más la obra de un artesano que pone la cámara y filma con mayor o menor pericia, pero que no tiene forma de desarrollar una personalidad: Les Wiseman, su director, es alguien con algo de habilidad para la acción, y eso había quedado demostrado en la divertida Duro de matar 4.0. Pero hay algo más, y es que se huelen aquí y allá múltiples referencias a otras adaptaciones de Dick hechas en el cine, especialmente Blade Runner y Minority report, por lo que El vengador del futuro 2012 puede ser vista como un compendio, una enciclopedia K. Dick con guiños constantes, hecho que atenta también contra la personalidad de la obra. Para quienes vieron el film con Arnold Schwarzenegger, en esta nueva versión fue eliminada toda la trama que ocurría en Marte. Así las cosas, el choque de sociedades está dado en la misma Tierra, con una gran potencia oponiéndose a un territorio conocido como La colonia, donde viven los trabajadores y desprotegidos que hacen funcionar el sistema. Ese mundo oscuro, sórdido, luce desde el diseño como el ciber-punk distópico de Blade Runner. Allí vive nuestro anti-héroe, un Colin Farrell que se diferencia notablemente de aquel más ingenuo que hacía Schwarzenegger: es que el film de Wiseman es más hijo de nuestro tiempo. Mientras que Verhoeven construía un relato en el que chocaban una ambientación clase B de ciencia ficción cincuentera con la más novedosa tecnología digital, en un film que hoy puede ser visto como el puente entre el cine de fantasía algo naif de los 80’s con el de acción que estaba por venir, esta nueva versión intenta acercarse más al espíritu paranoico del autor, con una ambientación más oscura y actuaciones menos grotescas: se podría decir que esta El vengador del futuro es más seria, que no solemne, y deja de lado cualquier acercamiento al absurdo que le era tan afecto a Verhoeven y especialmente al guionista de aquella, Dan O’Bannon. No podemos decir que El vengador del futuro sea un mal film, pero sí que luce inferior a su original, y que incluso resulta bastante innecesario si tomamos en cuenta que no agrega demasiado. Lo curioso, reiteramos, es el empeño puesto en mostrarse diferente, pero a la vez subsidiario del de 1990. Innecesariamente subsidiario. Para ello, dos ejemplos bien gráficos: cuando Colin Farrell recorre cierto barrio sórdido de su ciudad, se topa con una prostituta que tiene tres tetas. El chiste, aquí, no sólo que carece de sorpresa, sino que además es injustificado y sólo se entiende en función del “homenaje”: la prostituta de tres tetas que avanzaba a Schwarzenegger era una mutante y vivía en Marte. En este film de Wiseman lejos estamos de los mutantes y, mucho más, del sentido del humor perverso de Verhoeven. El otro ejemplo es más entendible, y tiene que ver con una secuencia que ocurría en una terminal, donde se descubría que Schwarzenegger se ocultaba disfrazado de mujer. Escena iconográfica de aquel film, quienes lo vieron no se olvidan de la mujer grandota vestida de amarillo, a la que se le volaba la peluca y quedaba calva. En la versión 2012, el aspecto de aquella mujer es replicado, pero se trata de un engaño hacia el espectador: Farrell aparecerá, pero disfrazado de otro personaje. Lo llamativo es que la presencia de la mujer resalta especialmente porque dentro un film donde sobresale lo gris, lo oscuro, ese saco amarillo resulta inconfundible y hasta llamativo. Es un guiño que funciona como tal y que hasta resulta simpático, pero que a la vez nos hace preguntar sobre lo apropiado de esta remake o nueva adaptación del cuento. No obstante, y más allá de todas estas cuestiones que podemos señalar, hay que reconocer aciertos parciales como el hecho de darle más importancia al personaje que interpretaba Sharon Stone en el original (aquí llevado adelante por una discreta Kate Beckinsale -funciona más corriendo que hablando-: la disputa entre ella y Jessica Biel es de lo mejor de esta versión) y que Wiseman es un director que se luce en las secuencias de acción, y obviamente es allí hacia donde apunta sus cañones esta remake -es verdad que hay toda una subtrama política (con un Bryan Cranston desaprovechado), pero la misma se pierde entre tanto ruido, además de ser irrelevante y poco profunda-. Sobre la acción, decir también que alguna persecución automovilística se parece demasiado a una escena de Minority report, algo que no parece tan casual si tomamos en cuenta la pasión de esta versión por acumular elementos de Dick anteriores llevados al cine. En cierto sentido, es como si esta El vengador del futuro quisiera construir un universo cerrado sobre sí mismo, un universo cinematográfico que se apodere del autor, y donde los personajes de Harrison Ford, Tom Cruise y Colin Farrell puedan cruzarse en alguna esquina. En todo caso, el inconveniente de este film es no estar a la altura de aquellos a los que pretende homenajear. Es en definitiva una buena película de acción, entretenida y llevadera, pero no mucho más.
El planeta gris De las ficciones paranoicas pergeñadas por Philip K. Dick que fueron llevadas al cine, la que conseguía salir más airosa de la empresa probablemente fuera El vengador del futuro a manos de Paul Verhoeven. Un poco a despecho de su intrigante aunque despareja filmografía llevada a cabo en su país de origen –en la que el holandés oscilaba entre una clase B meditabunda y el cine arte melancólico a la europea, con esmerados golpes de sexo, misoginia y paparruchadas varias de corte psicologista: los que hayan visto El cuarto hombre o Turks Fruit sabrán a qué me refiero–, el director desembarcó en los Estados Unidos con el resultado visible de producir solo pequeñas obras maestras desde el corazón mismo de la industria: el caso de un verdadero autor en el sentido más moderno de ese término proverbialmente esquivo. El interés que reviste la paranoia, en su caso, no es simplemente el de alguien que se cree perseguido sin serlo, sino el juego de desdoblamiento irónico que puede surgir de allí. El momento en el cual el sentimiento paranoico revela una verdad profunda acerca del orden social para la que no estamos preparados es un instante clave en Dick que solo Verhoeven supo exprimir en todo su potencial de crítica sarcástica. Los colores chirriantes, el retro de calidad dudosa de los elementos que componían la escenografía, las actuaciones delicadamente robóticas, todo eso hacía de aquella primera versión de El vengador del futuro un espectáculo gracioso y desconcertante, un circo violento que convertía la ciencia ficción en un asunto mayor de arte popular sin que prácticamente nos diéramos cuenta. En cambio la película de Len Wiseman es muy otra cosa. Su inspiración evidente está más cerca de Blade Runner primero y Minority Report después (otras dos historias de Dick llevadas a la pantalla grande). En esta oportunidad priman los colores grisáceos y azulados (no hay ninguna incursión a Marte esta vez, con lo que la hermosa gama de rojos de la otra versión queda brutalmente suprimida), la lluvia constante (el tono de noir reciclado que supo patentar Blade Runner) y el hacinamiento. La sensación de seriedad de la película se refuerza en el énfasis espartano con el que se describen las condiciones de vida imperantes en ese futuro cuyo carácter distópico parece necesario remarcar en cada plano. El cartón pintado de Verhoeven, esa gracia sutil de estar viendo todo el tiempo un montaje escenográfico cede el paso, entonces, a la busca de un realismo laboriosamente esmerado y con ello desparece de un plumazo la sorprendente carga humorística de la versión original, para ser reemplazada por un cúmulo de alusiones políticas contemporáneas. Pero además, como la corrección política no hace buenas migas con la complejidad, la película se ve obligada a explicarlo todo, a aclarar cada punto del enloquecido entramado del libro, que Verhoeven sí respetaba (y sabía aprovechar), para que el perezoso mensaje no se pierda y encuentre una rima inmediata en la cabeza del espectador, ese ser sin memoria moldeado a la medida de este Vengador del futuro del año 2012, que ignora el pasado y mira todo por primera vez, como en una conspiración surgida de la pluma de Dick. El insignificante estrépito de Wiseman resulta ser el alimento diario provisto por el cine industrial actual, la clase de entretenimiento falsamente pensante que suele negarle al espectador una alegría genuina y desprejuiciada para ofrecerle a cambio la banalidad de sus dictámenes precocidos acerca del mundo circundante.
Primero, Paul Verhoeven es un realizador holandés capaz de realizar grandes films en muchos géneros, pero cuyo interés no reside en la violencia que inunda sus películas sino en la ironía de que esa violencia sea parte de la condición humana. Sus películas son espectáculos y otra cosa: comentarios sociales y, sobre todo, políticos. De allí que el original El vengador del futuro, aquel film con Arnold Schwarzenegger y breve papel de Sharon Stone, tuviese una vuelta de tuerca cruel y satírica en cada secuencia de acción. Verhoeven decía en aquella película que la realidad era producto de una manipulación política. Esta nueva versión es una mala lectura: mejora gráficamente las secuencias de acción pero les quita, al no comprender la ironía del original ni su costado metafísico, cualquier peso. Solo se trata de un tipo que corre sin saber si está en el mundo real o en el de su imaginación, nada más. Así, la historia -como en un mal videojuego- es apenas una excusa para saltar de una corrida a otra, de un salto a otro, de un disparo al de más allá. Oportunidad desperdiciada: el film original era previo a internet y el discurso sobre lo virtual y lo irreal, por lo que una nueva versión permitía entrar con más fuerza en esos temas. Pero para eso habría hecho falta un auténtico director de cine.
En 1990 se estrenaba en Argentina el filme dirigido por Paul Verhoven “Total Recall”, que por cuestiones de marketing y arbitrariedades varias, aquí se llamaría “El vengador del futuro”. Pasaron más de veinte años para que algún productor decidiera hacer una segunda versión del cuento corto de Phillip K. Dick “Podemos recordarlo todo por usted”. Si bien las comparaciones son odiosas, hasta en algunos casos inoperantes, debo decir que aquí se impone desde el principio. Se podrá argumentar que esta nueva traslación del relato al cine esta más infectada por elementos del género de acción, por lo que no se restringe únicamente al género de la Ciencia Ficción. Es en este sentido que el la mayor parte de la narración sea a puro vértigo y adrenalina, por la vivencia que quieren hacer atravesar al espectador intentando descartar todo posible análisis sobre el discurso. Desde esta posible lectura, extirpando todo tipo de apetencias filosóficas, o simplemente pensantes, es que sí están incluidas en el relato original del escritor estadounidense podría decirse que quienes vayan a buscar sensaciones adrenalinicas, y sólo eso, lo conseguirán. En un futuro incierto, Douglas Quaid (Colin Farrell) es un autentico hombre mediocre en una sociedad excesivamente polarizada, su vida transcurre entre su trabajo, como operario de una ensambladora de robots, y su familia, por ahora sólo conformada por él y su esposa Lori (Kate Beckinsale), quien trabaja como paramédica de emergencias. No conforme con su vida y alterado cada noche por un sueño recurrente donde él cree ser un agente de contraespionaje al servicio de la resistencia, en el cual es perseguido por fuerzas armadas, y en la que su compañera no es Lori sino Melina (Jesica Biel). Decide darle un toque de “realidad” a ese “sueño” por lo que termina yendo a un lugar de implantes mnemonicos, pero algo no sale del todo bien y Douglas se ve envuelto en eso mismo que fue a buscar, pero ahora sin saber qué es real y qué parte es ficción implantada. Pero el mundo por el que transita sigue siendo el mismo, polarizado entre dos lugares habitables de la Tierra, por un lado la “Federación Británica”, en la actual Europa, y por otro“La Colonia”, en el actual territorio australiano. De un lugar a otro se viaja en un vehiculo especial que atraviesa el centro de la tierra y se denomina “La caida”. La manipulación de la mente, o la mente como manipuladora, nadie recuerda lo que quiere, sino lo que puede, desde este lugar es que se dice que la memoria es selectiva, pero que hay cuando el poder instaurado socialmente impide el libre desarrollo, ¿Será esto posible? Si se quiere construir estados paranoides esto es perfecto. Preguntas sobre quién es quién en realidad, o sobre la propia identidad, están planteadas respecto sobre las relacionadas con el poder, me hacia recordar a “La naranja mecánica” (1971) de Stanley Kubrick. Pero todo desaparece al finalizar el primer tercio de la historia. A partir de ahí se transforma en un ejercicio común y corriente del genero de acción, muy bien filmado, pero sin alma. Los personajes se estancan en su desarrollo, no se profundiza en las motivaciones, tampoco le importa demasiado al director saber y explicar a que se opone Matthias (Bill Nighy), jefe de la resistencia, ni cuál es la razón que lleva a Cohaagen (Bryan Cranston) a querer aniquilarlos, ya que nada de esto aparece explicitado y este conflicto secundario de la subtrama desaparece rápidamente, no esta construido debidamente y se nota. En esta versión desaparece el planeta Marte al mismo tiempo que la lucha por el aire libre, nada de esto aparece, más allá de lo metafórico. La producción de 1990 podría aparecer hoy en día como bastante “Naif”, pero esperanzador, esta remake de 2012 es más oscuro, apocalíptico, sin salida y sin retorno, valga la contradicción, es lo que sustenta estéticamente a esta versión dirigida por Len Wiseman, que en estos rubros cumple, buena fotografía, buen diseño de arte, buena banda de sonido, y correctas actuaciones, los fanáticos del genero podrán hasta pasarla bien. Para los otros, los que esperan algo más de arte cinematográfico, o para aquellos asiduos lectores de los cuentos y las novelas de Phillip Kick, podrían salir decepcionados.
Nueva versión para disfrutar desde el primer minuto hasta el último La tierra ha sufrido diferentes transformaciones que ha dejado solo dos lugares habitables. Uno es la Federación Unida de Bretaña y la otra, en la otra punta del mapa, La Colonia, que es donde viven todos los obreros y la gente de clase baja. Los dos lugares están unidos por una especie de ascensor gigante llamado “La Caída” que atraviesa el planeta por el centro de la misma. Entre los obreros que viven en La Colonia pero trabajan en la FUB se encuentra Douglas Quaid. El está casado con una bella mujer y trabaja ensamblando piezas de una nueva forma de ejercito de humanoides. Quiad siente que a su vida le falta algo. Para ello va a Recall, un lugar donde le manipulan la memoria para que por un rato viva otra vida y que esos recuerdos le hagan más llevadera su vida. En Recall surge un problema ya que algunos sueños de Quaid parecieran que se vuelven realidad y además, sin saber porque, empieza a ser perseguido por la policía. En dicha persecución se ve detrás la mano de Cohaagen, comisionado general y quien ostenta el poder en la FUB, quien está enfrentado a Matthias, que dirige a un grupo de rebeldes que no quieren que los habitantes de La Colonia sean tratados discriminadamente por los del otro lado del hemisferio. A partir de allí la acción no parará ni un instante. “El vengador del Futuro” fue una de los grandes éxitos de principios de los 90 mostrando una historia soberbiamente contada y con algunos adelantos que uno ni se imaginaba que alguna vez se verían. Hoy, a más de 20 años, esta nueva adaptación del libro del maestro de la ciencia ficción Phillip K. Dick, toma otro camino sobre el mismo tema : la explotación proletaria y la ambición de poder sin límites. Len Wiseman dirige el film con precisión y talento basándose en un nuevo guión (en la versión anterior el lugar de La Colonia estaba en Marte) y con algunos adelantos tecnológicos interesantes. De esos adelantos quizás el más sorprendente es La caída, un ascensor capaz de traspasar la tierra por el núcleo de la misma. En los demás, aunque muy bien hechos, uno no sabe si quiso ser un homenaje o copia de otros films. Esto se ve en el sistema de los automóviles ya visto en “Minority Report” de S. Spielberg o en el clima de asfixia y constante llovizna de La Colonia que retrotrae la memoria a la fantástica “Blade Runner” de Ridley Scott. Uno piensa que esto se debe más a homenaje ya que incluso se toman escenas parecidas a la versión de 1990 y se las adapta con alguna modificación. Igualmente la película vale la pena ya que mantiene en vilo al espectador y cuenta con un Collin Farrell excelente, lo mismo que Kate Beckinsale y Jessica Biel. El film tiene muchísima acción, pero también está muy bien manejado lo que es sueño y realidad, punto fundamental del film. “El vengador del futuro” es una película para disfrutar desde el principio hasta el minuto final.
Cuando la realidad y la ficción se mezclan en un mundo que… ¿Ya no existe? Muchos irán a ver esta nueva versión porque recordarán aquella en 1990, del director holandés Paul Verhoeven (“Robocop”, “Invasión”, “Bajos instintos”) y las actuaciones de Arnold Schwarzenegger en su personaje de Douglas Quaid / Hauser; Sharon Stone era Lori y Rachel Ticotin interpretaba a Melina, tuvo un gran éxito y ganó el Óscar a los Mejores Efectos Especiales. Pasaron 22 años para que llegue a la pantalla este thriller de acción y ciencia ficción, ahora a finales del siglo 21, solo queda la Federación Unida de Gran Bretaña y "La Colonia", los ciudadanos para trabajar deben trasportarse desde un extremo a otro del planeta y esto lo realizan todos los días. La Federación la gobierna el canciller Cohaagen (Bryan Cranston), la Colonia se encuentra conducida por Matthais (Bill Nighy), y las cosas no están para nada bien entre ellos, por otro lado esta Douglas Quaid (Colin Farrell), cuyo deseo es realizar un viaje bastante costoso pero posible : ir a Marte.El ama a su bella esposa Lori Quaid (Kate Beckinsale), pero se siente atormentado por sus pesadillas constantes que no lo dejan vivir, algo pasa en su cabeza y en su memoria, inclusive se lo comenta a su intimo amigo Harry (Bokeem Woodbine) y en un tiempo no muy lejano cuando intenta sentirse mejor, concurre a la empresa “Rekall”, para implantarse recuerdos de una vida mejor, termina siendo un hombre perseguido y acorralado, ya su mente no sabe lo que es real y artificial. El film te mantiene entretenido durante largo tiempo, tiene intriga, mucho acción, y en algún punto salen a la luz los problemas sociales, políticos y la corrupción, muy bien interpretada por cada uno de los actores en sus roles correspondientes, (en especial el de Farrell que es mejor actor que Schwarzenegger, aunque las comparaciones sean odiosas). Aquellos que la disfrutaron en los 90 y ahora las nuevas generaciones la van a pasar bien y algunos otros también, mas con el anexo de los efectos especiales de estos tiempos (también tiene algo de "Blade Runner", "Minority Report sentencia previa", “El quinto elemento” y "Batman"), no se pueden comparar las dos películas porque son propuestas distintas, esta es un poco más fiel al libro. No olvidarse de llevar: un generoso balde de pochoclos, gaseosa y alguna otra cosita, si el bolsillo lo permite.
Remake del film homónimo de 1990 dirigido por Paul Verhoeven y protagonizado por Arnold Schwarzenegger, que desarrolla un relato con notables diferencias argumentales, con buenas dosis de acción y con correctas interpretaciones, pero que carece de la imaginación y de la intrincada trama que sí estaban presentes en el film original y que, en especial, se convierte en una propuesta tan artificial como la gran cantidad de efectos especiales aquí creados.
Verhoeven te queremos Esta es la típica remake que siempre espero que me sorprenda y a la que voy a ver con expectativas altas, algo que me doy cuenta debo comenzar a regular para que la decepción no pegue tan fuerte. La verdad es que la versión original de 1990 de Paul Verhoeven ("Robocop", "Starship Troopers") marcó una parte importante en mi gusto cinéfilo hacia el cine de ciencia ficción. Recuerdo tener unos 10 u 11 años allá por 1994 cuando vi este film por 1ra vez presentado por la gran Jorgelina Lagos (NO Virginia Lago) en un canal local de Córdoba... me había fascinado, era algo muy original y futurista, Schwarzenegger viajaba a Marte y se unía a la resistencia, se trompeaba con todo lo que se le cruzaba en el camino incluyendo a su esposa que resultaba ser una asesina contratada para eliminarlo... era fabuloso. Lamentablemente para esta nueva versión se recortó gran parte del atractivo que presentaba la trama original y se dejaron algunos aspectos que al final de cuentas no sumaron lo que esperábamos. Estoy de acuerdo con los fans que se quejan del cambio de escenario de Marte a la Tierra y del hecho de haber suprimido a los personajes mutantes que llenaban de color la versión original... era de lo más copado del film!! Esa escena de la pesadilla de Arnold en la que cae fuera de la zona protegida del planeta rojo y se le empieza a inflar la cara como un globo a punto de explotar! Otro error garrafal fue incluir a un ejército de bots copiados de la película "Yo, robot"... ¿qué onda? nada tenían que hacer en esta remake, lo que único que aportaron fue frialdad y superficialidad a la historia. Colin Farrell le pone su personalidad a Quaid/Hauser y sale airoso, lo de Kate Beckinsale es bastante respetable también y la confirma como estrella de acción, pero lo de Jessica Biel como Melina se quedó bastante corto. Los efectos especiales son bárbaros y hay buenas secuencias de acción, pero se ratifica el hecho de que un excelente aspecto técnico no te arma un espectáculo verdaderamente interesante. Verhoeven planteaba dentro de su mundo de ciencia ficción aspectos políticos e ideológicos que te clavaban en la mente, en cambio Len Wiseman ("Inframundo") se concentró más en entregar una película estilizada y atractiva visualmente. Se olvidó que el "key" de la cuestión pasaba por la trama.
Nada justifica a esta remake absolutamente innecesaria del clásico de los 90. 22 años es mucho tiempo y más en cine. Por lo tanto una remake de ?El vengador del futuro? (?Total Recall?) podría estar bien justificada en la medida que aportara un enfoque novedoso o superador del planteo original. La base es la misma, un cuento de Philip K. Dick cuyo título original y en inglés, para no traicionar el texto, era ?We can remember it for You Wholesale?. La obra literaria de Dick motivó varias películas célebres entre las cuales ?Blade Runner?, de la cual se mencionan también planes de remake o secuela próximamente. La versión original de ?El vengador del futuro? fue dirigida en 1990 por Paul Verhoeven, que venía de hacer ?Robocop? y adquiriría aún mayor fama con ?Bajos instintos?, su obra inmediatamente posterior. Sharon Stone, ya estaba en la original que ahora nos ocupa como esposa de Schwarzenegger. Su personaje, Lori, es aquí cubierto por la inglesa Kate Beckinsale, que debutó en ?Mucho ruido y pocas nueces? para luego hacerse popular con ?Pearl Harbor? y ?El aviador? (como Ava Gardner). Len Wiseman, que ya la había dirigido en ?Inframundo? y secuela, vuelve a hacerlo aquí, pero valga la aclaración se trata de su marido en la vida real. En cuanto al personaje central, Douglas Quaid, quien ahora asume el rol que tenía Arny es el irlandés Colin Farell (?Alejandro Magno?, ?El nuevo mundo?, ?Escondidos en Brujas?). Nuevamente la historia está ambientada hacia finales del siglo XXI, que parecía más lejano en 1990. La tierra ha sido asolada por una guerra química y sólo dos regiones subsisten. Una de ellas, situada en Europa, lleva el nombre de Federación Unida de Bretaña (FUB), dominada por el todopoderoso Cohaagen. El papel que originalmente interpretaba el actor Ronny Cox es ahora asumido por Bryan Cranston (?Pequeña Miss Sunshine?, ?Drive?). La otra zona, conocida como ?La Colonia?, está ubicada en Australia y muchos de los que allí viven viajan en apenas 17 minutos, atravesando el núcleo de la Tierra, para trabajar en la más floreciente zona del hemisferio norte. Hasta aquí las similitudes tanto en personajes como en parte de la historia pues nuevamente aparece la Rekall Incorporated, una agencia que ya no será de turismo como en el original (Schwarzenegger acudía a ella para ir a Marte). Ahora Quaid que, al igual que en el original sufría tremendas pesadillas, recibirá una propuesta para superar el trauma del sueño consistente en la implantación de recuerdos ficticios en su cerebro. Le dicen que el tratamiento es seguro y que ?no hay nada que temer?. Obviamente que no será así y de golpe descubrirá que es un espía, que le reemplazaron la memoria y que su nombre verdadero es otro (Carl Hauser). Luego de ultimar a unos diez policías planteará quién es él realmente e incluso dudará si Lori es su esposa. Otra chica (Melina) ingresará en su vida, en el original Rachel Ticotin y aquí Jessica Biel, quien parece tener predilección por personajes ?mágicos? (?El ilusionista?, ?El vidente?). Quaid o Hauser, también conocerá al jefe de los rebeldes de La Colonia, de nombre Matthias, rol a cargo de Bill Nighby (?El exótico Hotel Marigold?, ?Inframundo?). La historia daba para un planteo interesante sobre cuanto habrá de realidad y cuánto de ficción en la mente de nuestro héroe. En verdad él parece ser un operario en una fábrica de robots de la FUB, a la que viaja diariamente desde la Colonia en un sistema de transporte (the Fall) que se parece a un ascensor que se mueve a gran velocidad. Pero Wiseman ha preferido privilegiar las escenas de acción y el uso de los efectos especiales, que a la postre resultan lo único rescatable de la película. Los tiros con armas sofisticadas, propias de un futuro aún algo lejano, no producen heridas visibles en las numerosas víctimas a lo largo de la historia. Ésta no tiene progresión dramática alguna y cuando se llega, extenuado después de tantos disparos, al final de la película el espectador se pregunta qué quiso significar el conjunto. Vale entonces una recomendación: intente ver la versión original, que sin ser un dechado de virtudes, tenía al menos un mensaje y actores mejor aprovechados que los de esta innecesaria remake. Unite a la FAN PAGE de FACEBOOK y compartí noticias, convocatorias y actividades Seguinos en twitter: @sitioLeedor Publicado en Leedor el 10-08-2012
Esta adaptación del cuento “We can remember it for you wholesale” de Philip K. Dick, es más una reinterpretación de la historia que una remake del filme homónimo. Varios cambios son los que los realizadores han tenido en mente para distanciar esta cinta de aquella otra protagonizada por Arnold Schwarzenegger. Aquí, Douglas (Colin Farrell) es un obrero que decide inscribirse en Rekall, una compañía que transforma los deseos y los sueños en recuerdos reales. Poder “convertirse” aunque sea en sus sueños en un espía secreto dará algo de adrenalina a su aburrida existencia. Sin embargo, en medio del tratamiento y tras un tiroteo del que poco comprende, descubre que su esposa (Kate Beckinsale) es en realidad una agente encubierta enviada para asesinarlo. Ahora Douglas es un fugitivo que debe encontrar al líder de la resistencia y descubrir qué es real y qué es una fantasía de su propia mente. La presencia y la fuerza que tiene Beckinsale como heroína de acción logran opacar en más de una ocasión a Farrell, correcto en su personaje pero sin brindar una actuación que se destaque en su filmografía. Jessica Biel como el tercer eslabón de este triángulo amoroso y combativo suma oficio y corrección a su personaje, estereotipado pero acorde a lo que la historia necesitaba. Las persecuciones en general y la lucha que se da entre los tres dentro y fuera de un laberinto de modernos ascensores, están entre las secuencias más logradas de la película. Interesante propuesta de género que tiene una segunda mitad descuidada, y algo torpe, a la que le sobran unos treinta minutos de metraje.
Un autodescubrimiento literal En abril de 1966 en “The magazine of fantasy & science fiction” publicó el cuento “We can remember it for you wholesale”, de Philip K. Dick. La historia en sí era una especie de chiste, una especie de caja china donde las memorias solicitadas tenían un asidero en la realidad más de una vez, con un final inesperado y grandilocuente a nivel “cósmico”. Sobre esa idea se montó la “Total recall” (acá llevó el peculiar título de “El vengador del futuro”) de 1990, dirigida por Paul Verhoeven (sobre guión de Ronald Shusett, Dan O’Bannon, Gary Goldman y Jon Povill) y protagonizada por un Arnold Schwarzenegger en alza tras “Terminator” y una Sharon Stone antes de dar el salto a “Bajos instintos”. Esta nueva versión (en la que el título local se justifica menos que en la primera) se basa lejanamente en el filme de Verhoeven, en cuanto a personajes y situaciones (como la trampa menta), pero esta vez sin viaje a Marte, ni mutantes rebeldes, ni artefactos alienígenas; en buena medida, toma elementos de otros filmes inspirados en la obra de Dick. Como por ejemplo el esquema del ciudadano común que un buen día es perseguido por los “anticuerpos” del sistema (“Minority report”), bajo la convicción de que es quien no dice ser (“El impostor”). También está la idea del lavado de memoria y las pistas dejadas previamente por el mismo sujeto para reencontrarse con quien fue (“Paycheck”). Para mayor condimento, algunos escenarios nocturnos y lluviosos, plagados de multiculturales anuncios de neón (“Blade runner”) para la Colonia. Ser o no ser El mundo que muestra Len Wiseman está devastado por una guerra bacteriológica que dejó sólo dos espacios habitables: Europa occidental (organizada como la Federación Unida de Bretaña) y Australia (convertida en la Colonia). Ambos territorios están unidos por “la Caída”, una especie de supertren subterráneo que atraviesa el planeta en unos 17 minutos, merced a pasar cerca del núcleo. Todos los días, miles de trabajadores de la Colonia se suben a este transporte para ir a “yugarla” a la FUB: uno de ellos es Douglas Quaid, quien vive una vida sin expectativas junto a su esposa Lori. Frustrado por los ascensos negados, y por sueños recurrentes de aventuras junto a otra mujer, asiste a Rekall, una compañía de implantación de memorias, especie de vacaciones virtuales. En esta versión le interesa más la parte de agente secreto (aunque Marte también está entre sus anhelos), pero los técnicos descubren que ya ha habido “toqueteo” en sus memorias. Ahí vendrán una serie de revelaciones de que no es quien cree ser, ni tampoco Lori, la identidad de la mujer del sueño y las sucesivas personas que fue previamente. Las caras Colin Farrell es un gran actor y está muy correcto en la piel del traumatizado Quaid, que es en realidad Carl Hauser, y no entienda nada aunque deba “seguir su corazón”, como le dice el líder rebelde Mattias. Jessica Biel hace lo suyo como la resistente Melina (por ser de la Resistencia, pero también por bancarse de todo), bonita y aplicada como es. Pero lo más vistoso es Kate Beckinsale como Lori, la esposa cariñosa que se revela como una súper agente mortífera, persistente y con ideas propias. La verdad es que cuando todos empezamos a pensar lo desperdiciada que está Kate en ese papel, ¡pum!, se encarga ella misma de justificar por qué está ahí (todo esto más allá de ser la esposa del director, quien también la hizo lucirse como la vampira de “Inframundo”). El resto es algo para Bryan Cranston como el canciller Cohaagen (quizás un poco encerrado en un villano medio arquetípico) y la aparición de Bill Nighy como Matthias, y varios secundarios. Mundo futuro El guión firmado por Kurt Wimmer y Mark Bomback es interesante, de buen ritmo y bien llevado por el director, más allá de que no tenga sorpresas del otro mundo. Se destaca por el sabor dickiano al que referimos previamente, y especialmente por tocar dos temas candentes en los Estados Unidos de hoy: la falta de perspectivas de ascenso social de buena parte de la población (en realidad de esto hablaba John Kenneth Galbraith en 1991; ahora directamente se están cayendo del mapa unos cuantos) y la idea de los atentados fraguados por el poder para justificar diversas represalias. El crescendo final es de manual, hasta con algunos de esos giros sorpresivos al estilo de las películas de terror, una vez que todo ya pasó. Por ahí, alguno esperaría más incertidumbre entre lo real y lo implantado... (el episodio de “Buffy la Cazavampiros” donde se mueve entre su realidad sobrenatural y una realidad “normal” en la que está loca era más intranquilizante, pongámosle). En cuanto al despliegue visual, está a la altura de las circunstancias: desde el diseño de “la Caída” y sus viajes, los sintéticos (mezcla de los robots de “La amenaza fantasma” con el uniforme de los clones en las otras de “Star Wars”), la pelea en la red de ascensores y la persecución por las autopistas de autos de levitación magnética. También el diseño de la pulcra capital de la FUB, y la caótica arquitectura de la Colonia, mezcla de Villa 31 con las Neo-Tokio post-apocalípticas del mundo “manganimero” (muy influenciadas por “Blade Runner”, justamente). Por cierto, la música de Harry Gregson-Williams le suma mucha intensidad al relato, con su percusión algo tribal. En definitiva: una historia bien contada, ninguna revelación... pero tal vez al viejo Phil le gustaría.
TOTAL REMAKE Si alguien les preguntara a los responsables de la remake EL VENGADOR DEL FUTURO (TOTAL RECALL, 2012) la razón de ser de este nuevo exponente Made in Hollywood, seguramente dirían que querían volver a contar la odisea de Douglas Quaid para que sea conocida por las nuevas generaciones. O tal vez, que querían homenajear un clásico de culto de ciencia ficción. O, si se sienten un poco más honestos, confesarían que querían aprovechar los avanzados recursos tecnológicos actuales. Yo pienso que Columbia Pictures tomó el genial film de 1990 de Paul Verhoeven solo para no tener que pensar una nueva idea y poder hacer fácilmente un producto 100% pochoclero y rentable, con efectos digitales asombrosos, escenas llenas de adrenalina, mucho ruido, explosiones y caras bonitas. Todo el paquete que vende a la perfección. Pero dentro del paquete se encuentra una película que, por más entretenida que sea, tambalea al sostener el peso de un clásico de culto sobre sus hombros. EL VENGADOR DEL FUTURO es Douglas Quaid (Collin Farrell), un obrero cansado de su rutinaria, que decide asistir a "Rekall", la compañía que puede transformar tus sueños en recuerdos reales. Pero cuando el procedimiento sale terriblemente mal, Quaid pasa a ser un hombre buscado. Pronto se encontrará escapando de la policía - controlada por el tiránico Canciller Cohaagen (Bryan Cranston) -, con la ayuda de una luchadora rebelde (Jessica Biel) que lo llevará a conocer al líder de la resistencia, Matthias (Bill Nighy), y a descubrir su verdadera identidad, su verdadero amor y su verdadero destino. Como verán, esta nueva versión sí vuelve a contar a grandes rasgos la odisea de Douglas Quaid, pero lo hace sin esa magia, humor, osadía, simpatía, locura y violencia que poseía la original. Dejando al Planeta Marte y a los mutantes fuera de la ecuación, la remake se convierte en un producto más serio, realista, menos llamativo y hasta olvidable, pero igual de interesante si es la primera vez que escuchan esta historia. Sin embargo, a aquellos que hayan visto la original, la remake les parecerá un film completamente innecesario. Por su puesto que las espectaculares secuencias de acción y efectos digitales suman muchísimo - y superan a los ridículos (aunque entrañables) efectos de los 90 -, pero visualmente tampoco tiene nada que no hayamos visto en otra reciente película de ciencia ficción o de espías del estilo Jason Bourne. Y aunque introduce algunas ideas interesantes (el medio de transporte “La Caída”; la mayor participación de la esposa de Quaid; los debates sobre la identidad del hombre entre Quaid y Matthias), la remake desaprovecha todo lo que la versión original ya nos había entregado. De todas maneras, no calca ni le falta el respeto a EL VENGADOR DEL FUTURO de Verhoeven e incluso presenta en ocasiones pequeños homenajes a esta: la mención del Marte, la prostituta de tres tetas (que aquí se lleva las palmas, aunque sea solo por unos míseros segundos) y otros. Creo que es injusto analizar el film solo teniendo en cuenta la relación con su antecesora. Remake o no, EL VENGADOR DEL FUTURO de Len Wiseman entretiene, atrapa e interesa, y lo hace con muy buenos efectos especiales, un interesante diseño del futuro - que mezcla MINORITY REPORT (2002) con BLADE RUNNER (1982) -, y secuencias de acción de alto impacto, aunque a veces repetitivas. Su historia – en ocasiones confusa, pero bien contada - es otro punto a favor ya que logra mezclar eficazmente elementos de ciencia ficción con una trama de espionaje, rebelión, algo de crítica política y esa inquietud que constantemente lleva al espectador a preguntarse si lo que ve es o no un sueño. El elenco es solido y sus actuaciones son correctas, pero más de uno está desaprovechado (los enormes Nighy y Cranston) y la mayoría son personajes poco desarrollados que sirven más que nada para protagonizar secuencias de acción en una película visualmente espectacular, narrativamente correcta, pero fría y carente de alma. La remake de EL VENGADOR DEL FUTURO no es mala, no es aburrida y acepto que sí vuelve a contar la odisea de Douglas Quaid para que sea conocida por nuevas generaciones, aprovechando los recursos tecnológicos y homenajeando en más de una ocasión a la original. El problema es que lo hace sin arriesgarse, sin sorprender, sin innovar, sin alocarse y sin shockear. Por eso no llega nunca a ser un clásico de culto y por eso está condenada a ser una película que, en un futuro muy cercano, ya habrá desaparecido de mi memoria... Ehhh, ¿de qué estaba hablando?
Publicada en la edición digital #242 de la revista.
El Vengador del Futuro reloaded Hacer comparaciones siempre ha sido algo odioso para quienes las hacen y para quienes la reciben; pero si es cuestión de hablar sobre adaptaciones, el asunto es inevitable. Este es el caso de la nueva versión de El Vengador del Futuro (Total Recall), que tras 22 años de aquella versión estrenada en 1990, protagonizada por Arnold Schwarzenegger y dirigida por Paul Verhoeven, regresa a la pantalla grande para renovar las ideas futuristas de esta historia, basadas en el relato de Philip K. Dick, a quien también le debemos agradecer por películas como Blade Runner y Minority Report. El film dirigido por Len Wiseman (la mente detrás de la saga de Underworld) y protagonizado por Colin Farrell como Douglas Quaid, cuenta la misma historia del espía rebelde a quien le borraron la memoria y descubre su verdadera identidad al ingresar a Rekall, un sitio en donde implantan recuerdos falsos. Antes de que algo nuevo pase por la mente de Quaid, sin querer, descubre que tiene habilidades que desconocía y se transforma en la persona más buscada de La Colonia (New Asia), y UFB (United Federation of Britain), las dos únicas ciudades habitables que quedan en la tierra. La primera es una ciudad tan sucia como oscura, donde habita toda la escoria de la sociedad; y la segunda es la ciudad donde habitan los ricos y poderosos. Resulta ser que, como en la versión anterior, Quaid es un espía que se alía con el líder de los rebeldes Matthias (Bill Nighy) y junto a Melina (Jessica Biel), planean revelarse contra Cohaagen (Bryan Cranston, Breaking Bad), quien quiere aplastar a La Colonia. A diferencia de la versión de Verhoeven, en esta historia Marte es excluida, y Wiseman se enfoca en crear dos ciudades tan palpables como futuristas. Definitivamente la virtud de esta nueva versión de El Vengador del Futuro es su estética y las innovaciones tecnológicas, que transforman a la historia en algo más sustentable y adecuado a la época, pero sin abusar de los efectos sorprendententes. Las escenas de acción, desde su coreografía, hasta su montaje son otros de los pro de esta historia, que tiene la intención de ser más seria y sobria que la anterior, con mucho estilo a Minority Report, I Robot, y a veces hasta Inception, pero justamente por esto, la película no resulta innovadora. Colin Farrell se pone a la altura de esta sobriedad en la que está envuelta la película, y resulta más efectivo y creíble que Schwarzenegger, y hasta se puede decir que es una buena actuación a la hora de ponerse en acción, pero no alcanza para que el film pueda ser catalogado como bueno. Esta nueva versión de Total Recall es densa a causa de sus diálogos (la versión anterior se lucia más por sus toques de humor), y en los momentos más entretenidos e inteligentes cómo historia, Wiseman los deja pasar de largo sin pena ni gloria, porque no sabe desarrollar escenas que no sean de acción. Y tal cual cómo en 1990, el final de esta versión deja gusto a poco. El Vengador del Futuro es una película en donde abundan las escenas de acción bien logradas, y que tiene una historia más rica, y hasta más original a la historia de Dick, pero con un guión perezoso que desaprovecha aquellos elementos que podrían haber mejorado la historia. La nueva versión de Wiseman podría haber sido exitosa si hubiese explotado más la crítica y la lectura política y social que ligeramente muestra, y si hubiese aprendido de los errores de la versión anterior.
A la crítica nunca le convenció Total Recall 1990. Que traicionaba al espiritu de Phillip K. Dick y trastocaba todo en un vehículo de acción para el entonces floreciente superstar Arnold Schwarzenegger, o que el tercer acto estaba plagado de problemas... y un montón de paparruchadas más. Pero, para el resto del planeta, El Vengador del Futuro era (y es) una gran película. No sé si es un clásico, pero era inteligente y super entretenida y, lo que era mejor de todo, estaba plagada de momentos memorables. 22 años después llega esta innecesaria remake, clara muestra que en Hollywood las ideas se han muerto de hace rato, y de que creen que todo lo viejo, clásico y memorable, puede mejorarse con más plata y mejores efectos especiales (amén de contar con el prestigio de la versión original como herramienta de marketing). El Vengador del Futuro 2012 es una bobada sobreproducida. Así de simple. Mientras que visualmente es un orgasmo - aquí hay un futuro gigantesco y detallada hasta lo más mínimo, influenciado por una docena de películas mejores que ésta, que van desde Yo, Robot hasta Blade Runner -, no hay ni un solo momento en que logre despegarse de la sombra del filme de Paul Verhoeven. Hay escenas idénticas, sólo que barnizadas con más dinero y hechas por actores más frescos; ni siquiera esas re-creaciones están re-armadas con inspiración o esmero. Por ejemplo cuando el protagonista llega a la agencia que implanta recuerdos, toda esa secuencia está hecha con absoluta desidia. Podrían haber construido un clima de tensión - en vista de que algo está saliendo espantosamente mal con el implante de recuerdos - pero, en cambio, lo que obtenemos es un par de botoncitos en rojo, un ejército que entra enseguida al lugar, y Colin Farrell liquidando a 20 tipos..., todo esto, confeccionado en menos de 10 segundos. Lineal, insípido y vulgar. Estos tres adjetivos podrían aplicarse al resto del filme. La sorprendente revelación de la amada esposa como una super asesina que quiere partir en dos al protagonista es arruinada por la torpeza del director, quien parece mucho más interesado en llegar a las secuencias de acción que en intentar crear algo de suspenso. Todo es demasiado exagerado - las balaceras, las persecuciones, las revelaciones -, matando todas las posibilidades de "piedad" que uno - habiendo visto el filme de 1990 - podría tener con esta remake. Los problemas se acumulan. Si bien el director (Len Wiseman, el mismo de Ultramundo) es malo para crear tensión, el peor ofensor de los sentidos es el auteur Kurt Wimmer, guionista de este engendro y un tipo especializado en crear bolazos siderales como Equilibrium, Ultravioleta, Ciudadano Bajo Vigilancia o Agente Salt (y la lista sigue de manera interminable). Wimmer troca la Marte original (y el conflicto principal de la trama, que era que el consumo del aire estuviera en manos de una corporación) por una alegoría sobre Primer y Tercer Mundo y rebosa idiotez por los cuatro costados. El mundo se murió a causa de la contaminación, y quedan sólo dos paises, ubicados en las puntas opuestas del planeta, los cuales están unidos por un tren que atraviesa el centro de la Tierra (tsunami de WTF!). En un país trabajan y en el otro viven de los recursos de los laburantes. A medida que la trama avanza e intenta profundizar sobre la existencia de los explotadores y la utilidad del dichoso tren, el indicador de estupidez general rompe varias veces el límite de lo tolerable. ¿Por qué, Dios, consideraron que ésta imbecilidad era mejor que setear todo el argumento en Marte - tal como el libreto original de Dan O'Bannon -?. ¿Era porque tenían que justificar sus honorarios como libretista? ¿Para qué se hicieron los originales con esto, si el resto del libreto es un calco exacto del script del filme de 1990?. Lo único que salva de la quema a Total Recall 2012 es Kate Beckinsale. Debo confesar que prefería a Sharon Stone en el papel original, pero acá decidieron fusionar el rol de esposa asesina con el de sicario del villano (que hacía Michael Ironside en el filme de 1990) y, al cabo de un rato, la Beckinsale termina por descollar en lo suyo. Cuando se acerca el climax la inglesita transpira veneno por todos sus poros y nos hace olvidar que es una chica menudita que jamás podría doblarle el codo a Collin Farrell. El Vengador del Futuro 2012 es una película que no vale la pena ver. ¿Un consejo?. Alquile el original de 1990. Es más violenta e inspirada, y tiene a Arnie demoliendo gente. Aún cuando el filme de Paul Verhoeven se vea más pobre, hecho en estudios, y con efectos especiales antiguos, supera por años luz a esta paparruchada de segunda mano que, aunque viene barnizada de oro, no logra camuflar su pobreza creativa.
Publicada en la edición digital #3 de la revista.
Arnold Schwarzenegger vuelve tras largos años a protagonizar él una película. Es que después de Terminator 3, sólo ha hecho algunas apariciones. Y como no podía ser de otro modo, el film tenía que estar a la altura de la imagen que supo construirse tras su filmografía. Entonces, Arnold Schwarzenegger se pone en la piel de un policía convertido en sheriff en un tranquilo pueblo donde lo más emocionante que puede pasar, es meter preso a un joven que se emborracha y comienza a molestar (Rodrigo Santoro, bastante desperdiciado). Por eso no sorprenden que los oficiales en total no sean más de cuatro. Unas personas extrañas aparecen en el pueblo y luego saltamos inmediatamente a lo que sucede un poco más lejos, en Las Vegas, donde se monta un operativo muy grande para trasladar a un presidario comandado por Forest Whitaker. Y claro, las cosas no van a salir como se esperaba y el presidario (el actor español Eduardo Noriega) se convierte en un fugitivo que planea pasar la frontera muy cerca del pueblo donde el sheriff lleva su calmada vida. Con un guión muy simple y una construcción de personajes muy plana (el bueno es bueno, el malo es malo, y eso es todo), la película pone todo su esfuerzo y ganas en las escenas de acción, ya sean escenas de persecuciones increíbles en autos increíbles, como en las de tiroteos y muertes con sangre por doquier. Además de la acción, se cuenta con una buena dosis de humor, muchas de ellas gracias al personaje que interpreta Johnny Knoxville (que parece estar destinado a interpretar a caracteres payayescos), aunque también el propio Arnold se permite burlarse de sí mismo y de su edad. Aún así, sale bien parado. Demuestra que más allá de su edad, todavía puede ponerse al hombro toda una película. "Mi honor no está en venta" dice. Y sí, la película colmará las expectativas de quienes disfruten una clásica película de acción, como esas que te pasan por canales de aire los fines de semana. Mientras no le pidan mayor profundidad..