Elysium es una película que no defrauda ya que cumple con calidad y correctamente todas las características que se esperan del género. La fotografía y la ambientación son excelentes, al igual que los efectos especiales y las bien elaboradas escenas de acción. La línea narrativa es buena brindando un excelente ritmo y bastante tensión, aunque...
La balada del tomógrafo mágico El sudafricano Neill Blomkamp, director de Sector 9 (District 9, 2009), regresa con su más nueva alegoría acerca de la discriminación social vestida de ciencia ficción con Elysium (2013). En realidad se trata de la misma fábula acerca de los peligros de marginar sectores de la sociedad para el beneficio de unos pocos, sólo que esta vez en vez de recluir a las clases bajas en el Sector 9, son las clases altas las que se recluyen voluntariamente en Elysium. Corre el año 2154, en el que los pocos y adinerados tienen la opción de dejar la sobrepoblada Tierra y asentarse en la estación espacial llamada Elysium, donde la gente es hermosa y anda en malla todo el día. No sólo eso, cada casa es una mansión tipo Malibu Beach y posee un tomógrafo mágico (¿cómo llamarlo sino? Nunca se explica cómo funciona) capaz de curar cualquier cosa, desde cáncer hasta una granada en la cara. Este paraíso de piletas y palmeras es administrado por la villana Delacourt (Jodie Foster), que no tiene problema en bajar a tiros naves de inmigrantes ilegales, como el senador-caricatura de Robert De Niro en Machete (2010). Elysium es, pues, un enorme barrio privado poblado por gente blanca. En la Tierra han quedado los negros, los latinos, y Matt Damon, que con sus tatuajes, sus abdominales y la cabeza rapada tiene una onda René Pérez, pero como héroe redentor de las minorías empobrecidas por el vil capitalismo del hombre blanco es un poquito inverosímil. En fin, Damon es Max, un obrero al que le quedan 5 días de vida luego de un accidente laboral y no tiene nada que perder por intentar llegar a Elysium y a uno de esos tomógrafos mágicos. Max decide sumarse a las hordas de inmigrantes latinos que cada día intentan llegar a Elysium, cual mexicanos vadeando el Río Grande hacia Estados Unidos, y en definitiva socializar la medicina con tomógrafos mágicos para todos, que es algo así como el sueño mojado de cualquier liberal norteamericano. Del lado republicano se encuentra el manufacturero de armas Carlyle (William Fichtner), que junto a Delacourt planea un golpe de estado para tomar control de Elysium, y Kruger (Sharlto Copley), un sádico cazador que anda detrás de Max. Podemos continuar criticando la inverosimilitud de la premisa y la sutileza de la alegoría, pero Elysium es tanto más que su contenido ideológico, que no por obvio o simplón arruina una divertida película de ciencia ficción y acción. La película está bellamente fotografiada, su utilización mesurada de la ciencia ficción y sus chiches dejan un resabio satisfactorio, la acción está enmarcada por una de las versiones más potables de la “cámara movediza” (así como su predecesor espiritual Sector 9), posee excelentes efectos especiales que no necesitan del 3D y su función es más práctica que efectista, y el carnívoro Kruger de Copley es un excelente villano, que no por unidimensional resulta monótono. Elysium y Titanes del pacífico (Pacific Rim, 2013) se erigen sobre una base sólida de género y semántica cinematográfica. No son particularmente originales, pero ambas nacen de las ganas y la energía de directores “intrusos” en Hollywood como Blomkamp o Guillermo del Toro, que una vez que establecidos como exitosos cinéfilos se dan el gusto de dar rienda suelta a sus proyectos de fantasía aniñada. Dejan con ganas de un poquito más, pero eso es bueno, ¿no?
El hombre radioactivo Si Elysium, nueva incursión en la ciencia ficción con bajada de línea de crítica social del sudafricano Neil Blomkamp hubiese evitado la alegoría facilista que contrapone el mundo de los excluidos y parias sociales ante la frialdad e indiferencia de las clases dominantes -ya explotado en la original Sector 9- estaríamos hablando de una simpática y atractiva película para disfrute de espectadores poco exigentes. Pero lamentablemente esta premisa se derrumba dado el tono y registro solemne tomado por el realizador para el subrayado grueso y sin sutilezas de esta suerte de reivindicación de la fuerza de lo colectivo ante el incipiente avance del individualismo, en un futuro (año 2159) que parece destinado a que el bienestar se concentre en una estación espacial alejada de la marginalidad de la Tierra a la que sólo llegan los blancos y ricos para vivir una existencia atravesada por el consumismo, donde las enfermedades se han erradicado y bajo la tutela de una dictatorial Secretaria al estilo Margaret Thatcher (Jodie Foster) que no duda en aplicar la fuerza para mantener el orden y alejar a la pestilente turba que pretende invadir su territorio y utilizar sus recursos no renovables. Dialéctica binaria y poco profunda ubican a nuestro héroe, representante de la clase obrera en la piel de Matt Damon a quien el papel de pobre lo excede a pesar del maquillaje y gestos ampulosos, quien como todos sus congéneres padece las injusticias de la patronal y sufre en la fábrica de armas, cuyo dueño (William Fitchner) no puede ser otro que un empresario que guarda secretos en un chip cerebral,obediente de los caprichos de la señora dictadora, un accidente que lo condena a la muerte por haber sido abandonado en una instalación con radioactividad. Claro que siempre hay una solución en el anhelado paraíso artificial y la utopía no se evapora como las líneas de este guión chato y sin vuelo, que no hace otra cosa que redundar más allá de reservar en la construcción del villano la brutalidad y violencia adecuada para el enfrentamiento donde prevalece lo maquinal, la estética del video juego que se contagia peligrosamente de la misma lógica de avanzar niveles de dificultad para terminar en un absurdo discurso que hace gala del sacrificio altruista y despierta más que un bostezo cuando el pochoclo ya huele a rancio. Alcanzaba con Sector 9 y con la lucidez de administrar pocos recursos en una puesta en escena diferente que en este caso en particular no deslumbra, cansa y aburre, aunque el televisorcito en la nuca de Damon resulta agradable.
Elysium representa el debut en Hollywood del director sudafricano Neil Blomkamp, quien trascendió en el cine con su aclamada ópera prima, Distrito 9, una de las más interesantes propuestas de ciencia ficción que se hicieron en los últimos años. En esta ocasión volvió a trabajar el género con un presupuesto tres veces mayor (115 millones de dólares) de lo que fue su primer proyecto y un reparto con actores famosos de primer nivel como Matt Damon y Jodie Foster. Durante la primera mitad de Elysium el director mantiene su estilo de narración, que tiene característica similares a lo que hizo en Distrito 9. El tratamiento del mundo futurista que presenta es bastante realista y si no fuera por algunos androides que nos recuerdan que la trama es un cuento de ciencia ficcion, el film en realidad es un thirller contemporáneo que tiene que ver con cuestiones que afectan al mundo en este momento. La brecha que hay entre ricos y pobres, la superpoblación y las inequidades sociales y económicas son temáticas actuales que están muy bien trabajadas en la primera parte del argumento donde se presenta el conflicto y los personajes. Luego Elysium se mete de lleno en la acción y las persecuciones y la película se encamina por el thriller hollywoodense clásico donde cobran más fuerza los efectos especiales y la pirotecnia visual que es espectacular. Dentro del reparto se destacan Matt Damon y muy especialmente Sharlto Copley, quien fue protagonista de Distrito 9, y acá sorprende con un gran trabajo en el rol de villano. El director Blomkamp mantuvo su estilo de narración documentalista con la particulariad que esta vez la propuesta visual es más ambiciosa y deslumbrante. En Estados Unidos esta película casi pasó desapercibida y no tuvo mucha repercusión. Tal vez no sea una historia popular que llegue a todos los público pero dentro de su género es una buena propuesta de ciencia ficción que está muy bien realizada y se disfruta.
Hombres ricos, hombres pobres En una trama futurista y de acción, el Director de “Sector 9” vuelve sobre la desigualdad. A veces en la vida suceden cosas y sólo hay que aceptarlas. Mentira. Max escucha esas palabras siendo niño, huérfano y desamparado. De grande sabrá cómo ponerse delante del carro cuando deba ser él quien dirija su vida. El sudafricano Neill Blomkamp sorprendió cuando en 2009, producido por Peter Jackson, realizó esa alegoría del apartheid que se llamó Sector 9. Era un filme de ciencia ficción, pero con la inmigración, el racismo, la pobreza y la solidaridad dando vueltas y vueltas. Con Elysium vuelve a girar sobre lo mismo. Es 2154 y hay una estación espacial orbitando la Tierra, adonde se mudaron los ricos. Los pobres viven en este planeta, en un estado paupérrimo, en medio de la mugre. Entre ellos, Max da Costa, que trabaja en Los Angeles casi como un esclavo en una fábrica de androides, que son, sí, los esclavos en Elysium, la estación allá afuera. Aquí no hay extraterrestres, pero sí humanos buenos y malos. Muy malos. Como la secretaria de Defensa (los años no pasaron en vano para Jodie Foster), que participa del costado thirller político del filme. Max debe “ir para arriba”, no porque haya sido un sueño de chiquito, sino por que recibió una carga de radiación letal, le quedan cinco días de vida. Y el único lugar donde puede curarse es en Elysium. Tal vez a Blomkamp pueda remarcársele que el presidente Patel, la secretaria de Defensa y el Sr. Carlyle -que administra Armadyn, la fábrica de robots- tengan un solo perfil, y los pobres, no. Pero tal vez sea que para Blomkamp resulta mucho más rico hablar de seres sin esperanzas que de burócratas adinerados y burgueses. Pero no es que Max sea héroe de libros de escuela primaria. Tampoco es Mad Max... Aunque tiene sus antecedentes, la mayoría criminales. Está en libertad condicional luego de realizar asaltos a mano armada, robar autos, y por resistirse a la autoridad. O sea que si alguien puede rebelarse contra la autoridad, es él. Pero la cuestión es más personal. La película tiene, antes que un envoltorio, un marco que es más fuerte que su historia. Y una coreografía de peleas de acción impresionantes. Los combates entre Max y el agente oculto Kruger (Sharito Copley, que era Wikus Van De Merwe en Sector 9) son algo así como el clímax. Tatuado, con la cabeza rapada, Matt Damon -que reemplazó a Eminem, que quería filmar la película en su Detroit natal en vez de en México y Canadá, donde se rodó- da perfecto para el rol. Cara de niño bueno -el martes 8 es su cumpleaños-, aguerrido y valiente sin medir las consecuencias, es mejor tenerlo de amigo que de enemigo. Dinamita pura.
En 2009, el joven director sudafricano Neill Blomkamp sorprendió al mundo con su ópera prima, Sector 9 , sobre unos extraterrestres que vivían esclavizados en la Tierra. Cuatro años más tarde regresa con otro film de ciencia ficción apocalíptica, pero esta vez las profundas diferencias sociales se manifiestan entre los humanos y no con otras civilizaciones. En efecto, nuestro planeta se ha convertido en 2154 en un gran basural, una acumulación de barrios carenciados donde millones de personas (en su mayoría latinos) viven hacinados y subsisten con precarios empleos en maquiladoras (la historia transcurre en Los Ángeles, pero fue filmada casi íntegramente en México). Sin embargo, no todos sufren esas condiciones infrahumanas, ya que las clases dominantes se han trasladado a un planeta artificial creado en las cercanías (apenas a 19 minutos de vuelo) donde todo medio ambiente, seguridad, salud es armónico e impecable. Algo así como un barrio privado... en el espacio. La épica futurista tiene claras alegorías y paralelismos con el presente. Los pobres latinos gracias a los costosos servicios de unos mercenarios tratan de ingresar de forma clandestina a Elysium para aprovechar sus beneficios, pero claro allí impera un rígido sistema de defensa supervisado por la cínica y manipuladora Delacourt (Jodie Foster). El protagonista del film es Max (Matt Damon), un hombre en libertad condicional que recibe una descarga radiactiva en la fábrica donde trabaja y al que, por lo tanto, le quedarán sólo cinco días de vida. En ese lapso deberá llevar a cabo una misión casi suicida encargada por un contrabandista devenido en una suerte de líder rebelde (gran trabajo del brasileño Wagner Moura) para luego recibir como recompensa un viaje a Elysium y aprovechar allí los últimos adelantos tecnológicos que podrían curarlo. Más allá de las referencias a las distopías de Philip K. Dick y a clásicos como Metrópolis y Blade Runner, y del logrado trabajo visual que contrapone la degradación de la Tierra con la pulcritud de Elysium , la película termina apostando por un enfrentamiento entre ese hombre común devenido en héroe que tan bien encarna Matt Damon y los malvados de turno (el empresario William Fichtner, la funcionaria Jodie Foster y la máquina de matar que interpreta el gran Sharlto Copley). Por supuesto, no falta una subtrama romántica con una atractiva médica (Alice Braga). Si el espectador pasa por alto cierta obviedad de la mirada sociopolítica (en Sector 9 era el apartheid y aquí es el conflicto inmigratorio entre México y los Estados Unidos), Elysium termina siendo un producto de género bastante eficaz y disfrutable. Las metáforas subrayadas, los mensajes ingenuos, y en definitiva banales, esta vez son lo de menos.
El futuro como una pesadilla social Para su primer largo en Hollywood, el director de Sector 9 elige un futuro cercano para volver a poner en escena la lucha de clases. Aquí la frontera caliente que separa a México de los Estados Unidos reemplaza al apartheid como fondo metafórico. Los Estados Unidos han sabido construir su propia leyenda, esa en la que se proclaman La Tierra de las Oportunidades. Hollywood es el mascarón de proa del sueño americano, la mejor encarnación de esa fantasía que representa (sobre todo para quienes no son estadounidenses) la posibilidad de que los cuentos de hadas sean reales y de que cualquiera pueda ser el protagonista. Son incontables los artistas –directores, actores, lo que sea– que llevan sus esperanzas al valle californiano para convertirse en estrellas, pero pocos los que lo logran, porque hay algo que el cuento omite: mejor no soñar ese sueño si no se tiene talento (o el dinero que lo supla). El sudafricano Neill Blomkamp es uno de los benditos que lograron alcanzar esa tierra prometida de productores y estudios millonarios. No es casual que Peter Jackson, otro que consiguió abordar el arca, haya sido productor de Sector 9, exitosa ópera prima de Blomkamp, donde una nave alienígena varada sobre Johannesburgo resultaba una oportuna referencia al apartheid. Elysium es su segundo largo y tiene muchos puntos de contacto con aquel debut de 2009. Ambos comparten no sólo un género, la ciencia- ficción, sino un dispositivo dramático compuesto por más o menos los mismos elementos. Si Sector 9 narraba en tiempo presente, Elysium elige un futuro no muy lejano que vuelve a poner en escena la lucha de clases, y en donde la frontera caliente que separa a México de los Estados Unidos reemplaza el apartheid como fondo metafórico. El mundo se ha convertido en una enorme favela desbordada de pobres, enfermos y criminales que siguen siendo la mano de obra que sostiene a la casta que está por encima. Literalmente encima: los ricos han abandonado el planeta para mudarse a Elysium, una mega estación orbital donde continúan sus vidas perfectas. Se trata de un juego de doble encierro, el sueño de Micky Vainilla hecho realidad: un country en el espacio para ricos y un gueto para pobres que tiene el tamaño de la Tierra entera. El problema es el de siempre, que los pobres quieren acceder a los beneficios de pertenecer. Pero Blomkamp es inteligente: no pone a sus pobres a desear banalmente el lujo y la comodidad, sino que deja en primer plano algunas cuestiones bastante más primarias, como la salud. Aunque, se verá, esos mismos elementos derivarán en un final algo recargado de melodrama. Pero para qué adelantarse. Max es uno de esos pobres que creció soñando con el ascenso social que esta vez coincide con un ascenso a los cielos –la metáfora religiosa forma parte de la receta y no debe descartarse–. Operario en una fábrica, Max recibe una descarga accidental de radiación que le deja sólo cinco días de vida y la única forma de salvarse es entrar ilegalmente a Elysium, meterse en una casa y curarse usando la unidad médica que todas familias tienen allá arriba. Como le ocurría a Wikus, protagonista de Sector 9, Max deberá buscar ayuda donde menos lo esperaba y como en aquella película, hay un mercenario que irá tras él. En ambos casos son intereses sociales y corporativos los que convierten a los dos personajes en presas de caza. La diferencia está dada por el punto de vista. Mientras Wikus era un funcionario pequeño burgués que debía buscar aliados entre los marginados para defenderse de la voracidad caníbal de su propia clase, Max es un lumpen cuyo destino lo forzará, no del todo contra su voluntad, a convertirse en subversivo. Y Matt Damon es el actor perfecto para ese papel, como lo demuestra la magnífica trilogía Bourne, donde el problema también era un sistema vicioso y corrupto. Más allá del final con regusto religioso, algo sensiblero y música al tono, Blomkamp demuestra que la ciencia-ficción, lejos de ser un instrumento para alabar la tecnocracia, siempre fue una eficaz herramienta crítica. Claro que eso no valdría nada si fracasara su mecanismo narrativo, pero Elysium es, antes que nada, una película capaz de imponer su relato a partir de legítimas virtudes cinematográficas.
Ricos y pobres en el futuro Amparada en la discutible definición de "cine de entretenimiento", la película fluctúa entre la ciencia ficción y la vaguedad temática del director recordado por su film Sector 9. En el mundo Elysium la gente vive bien, custodiada con robots-policías y por el paisaje country-campo de concentración que transmite una sensación de paz y bienestar permanente. En oposición, el planeta Tierra es un refugio de sobrevivientes, lúmpenes, desquiciados, marginados latinoamericanos y obreros como Max (Matt Damon), trabajador incansable con un pasado adolescente que la película manifiesta en flashbacks de manual para iniciados en una escuela de cine. El universo Elysium está dirigido por la pétrea Delacourt (Jodie Foster, derechito a un biopic sobre Angela Merkel), quien controla ese mundo de piscinas y palmeras con mano firme, valiéndose de la ayuda de un tal Kruger (Shartlo Copley), un demente metido clandestinamente junto al proletariado futurista. El director de semejante fábula que fluctúa entre la ciencia ficción de rápido consumo y el tole tole habitual de esta clase de películas es el cineasta Neil Blomkamp, a quien los fanáticos del género recordarán por Sector 9 (2009), que se valía de una historia a la que Elysium amplifica en presupuesto y vaguedad temática y formal. La cuestión es que Max, quien tiene las horas contadas, se convertirá en una especie de Robocop provisto de una impensada fuerza gracias a la ayuda de unos técnicos que lo preparan para invadir Elysium, en plan lucha de clases para que los marginales tengan acceso a una mejor cobertura de salud a través de una especie de tomógrafo que detecta rápidamente los problemas de salud. Por allí andan el mexicano Diego Luna y la brasileña Alice Braga para corroborar que Latinoamérica existe para los estadoudinenses, y de paso, soltar algún mea culpa y un par de frases que parecen salidas del latino que encarnaba Capusotto en un sketch de su programa. ¿Hay acción y esas cosas? Sí, especialmente, en la segunda parte, cuando Elysium se cansa de describir los dos mundos para ir a los bifes y enfrentar al Che Max y los suyos con los nuevos dueños de Metrópolis peleando al estilo Robotech. Hay una "finísima" ironía que alude a Chávez y un par de buenos chistes reaccionarios, por ejemplo, cuando preparan a Max para el combate y lo denominan como a un "Ninja de favela". Y poco más. Conceptuar a Elysium desde una lectura política y social relacionada a la actualidad suena disparatado y hasta simpático. En todo caso, cinco minutos de la extraordinaria Sobreviven(1989) de John Carpenter, con sus villas miseria y patovicas provistos de lentes oscuros que servían para descubrir una invasión extraterrestre que hacía anclaje en los medios de comunicación, decía mucho más que Elysium, una película, otra más, protegida por la discutible definición de "cine de entretenimiento".
Esta entretenida cinta del director de SECTOR 9, es una fabula de ciencia ficción y acción de enorme impacto. Arranca describiendo un contexto social y político sorprendente para un mega tanque y va mutando a medida que pasa el metraje hasta llegar a un espectáculo grandilocuente que se adueña de la pantalla. MATT DAMON la rompe, encarnado a un héroe atípico, también se lucen JODIE FOSTER y el brasileño WAGNER MOURA. Pero el papel que se roba todos los aplausos es el del fetiche del director SHARLTO COPLEY, cuyo villano, parece surgido de las viñetas más oscuras de un comic. Una banda de sonido atronadora y un diseño de producción deslumbrante, se conjugan para terminar de redondear uno de los filmes mas efectivos de los últimos tiempos. PELICULON!
No vale ser pobre El canadiense Neil Blomkamp, director de "Sector 9", vuelve a la ciencia ficción con este filme, esta vez en Hollywood y con un mayor presupuesto, pero nuevamente con una trama que gira en torno a la marginalidad y la discriminación. Es el año 2154, y luego de que la contaminación y otros males conviertan a la Tierra en un lugar casi inhabitable, las personas ricas y con recursos emigran a Elysium, un paraíso que los terrestres tendrán que conformarse con ver de lejos, cuando miran hacia el cielo. En Elysium el aire es puro, no hay crimen, la gente es feliz, y con una simple cápsula instalada en casa se pueden curar las enfermedades más complejas; es así que todos son sanos y se ven muy bien. Mientras tanto, en la tierra la contaminación abunda, la gente vive en la miseria, y se ve claramente que la salud solo es para los ricos. En esa Tierra devastada, llena de injusticias, y donde parece no haber futuro, nace Max De Costa (Matt Damon) en una ciudad de Los Angéles muy parecida a una favela. Crece en un orfanato donde conoce a su alma gemela Frey (Alice Braga) y ya mayor, luego de haber estado en prisión un tiempo por robo, trata de forjarse un futuro trabajando en una fábrica de insumos para Elysium. Las condiciones de trabajo son atroces, y es luego de un accidente laboral, que Max se ve en la necesidad de hacer cualquier cosa para llegar a Elysium y poder recuperar su salud. Sin tiempo para perder, Max debe contactar a un grupo que hace viajes clandestinos, hackea información, y comete otros tantos delitos que le permitan falsificar recursos para seguir realizando esos viajes. Sin buscarlo, se ve inmerso en una trama política, que incluye traición, muertos, golpes de estado, y la búsqueda de justicia e igualdad por parte de un grupo de guerrilleros futuristas. La película combina acción y muy buenos efectos especiales, con imágenes muy contundentes para mostrar la desigualdad, la miseria de algunos y la felicidad de otros. Si bien la historia tiene contenido social, no esta a la altura de "Sector 9", donde se manejaba bastante más humor, ironía y ciertas dosis de cinismo. Acá el director deja de lado el humor, para pasar al drama, con algo de romance, dos recursos más atractivos, y probablemente más vendedores. Si bien esta vez la critica social es visible y clara, es menos aguda; algo así como critica social accesible a las masas. No nos olvidemos que esto es Hollywood y el personaje principal lo interpreta Matt Damon. Las actuaciones son muy buenas, Damon logra componer un personaje heroico sin exageraciones, logrando una muy buena interpretación, al igual que Jodie Foster, quien compone a una política fría e implacable. El guión es claro, habla del destino de aquellos que nacen en el lugar menos afortunado, sin posibilidades de forjarse un futuro mejor, y de aquellos que tienen todo servido, simplemente por haber nacido en el lugar correcto. La película es la historia de alguien que se convierte en un héroe, y tiene toda la acción necesaria sin abusar de los momentos épicos, con algo de romance, muy buenos efectos visuales y un par de estrellas, como para convertirla en un tanque comercial, pero de esos que valen la pena.
Neill Blomkamp (el mismo de la impactante “Distrito 9″), guionista y director, plantea un futuro (2154) tremendo: la tierra es un enorme ghetto de nivel de vida ruinoso, con baja calidad de vida y alta criminalidad, donde vive la mayoría, salvo los ricos. que huyeron a una estación espacial, que viven en mansiones, con robots, medicina de primera línea, en un supuesto perfecto orden. Entre esos dos mundos, la acción más tremenda para acceder a los privilegios y un poco de equidad.
La nueva película de Neill Blomkamp (District 9), estaba precedida por una gran expectativa, sobre todo de los fanáticos de la ciencia ficción, y tal vez esa carga llevó a que el director apostara por lo seguro, sin salirse de los cánones comerciales en lo que respecta a los tanques hollywoodenses. Esto no quiere decir de ninguna forma que sea mala, es buena de hecho, pero siempre manteniéndose dentro de los límites, sin pegar ese salto de calidad que la habría elevado sobre la media. En Elysium, el bueno de Neill vuelve a apostar por un antihéroe que se ve obligado, más por las circunstancias que por voluntad propia, a participar de una revolución clasista que protagonizará muy a su pesar. Aquí se repite la estética cruda y desolada con una Tierra convertida en una mega favela, los escenarios de basurales y la lucha por supervivencia de los individuos -aliens en la primera, pobres en esta-, sometidos por el 1% dominante. Bajo esos parámetros estandarizados, por así decirlo, se nos brinda una producción impecable desde lo técnico pero que le falta ese sabor de la rebeldía que quiere transmitir. Como se ha dicho, el nivel de producción es espectacular, las escenas de acción están muy bien, el director sabe cómo filmar con dinamismo sin caer en los clichés de la edición vertiginosa, tiene tomas muy logradas, específicamente cuando utiliza un plano en tercera persona -sacado de los videojuegos-, con el que logra meternos en medio de la lucha. Tanto los androides, naves, exoesqueletos y la impactante estación espacial lucen completamente reales y se disfrutan de manera vívida, del mismo modo que algunas muertes y mutilaciones impactan, pero son puntuales y no hay regodeo en ese aspecto. El guión muestra cierta disparidad en los personajes, con algunos mucho más definidos que otros. Quizás en ese sentido no acompañan las interpretaciones, con un claro ejemplo en el personaje de Spider al que da vida un Wagner Moura muy sobreactuado, con algo similar por el lado de Kruger (Sharlto Copley) pero en menor medida. Tanto Matt Damon, como Max, y Jodie Foster como la despótica secretaria de Defensa Jessica Delacourt cumplen pero sin el plus al que nos tienen acostumbrados. Elysium es un excelente entretenimiento mainstream, como lo fue Oblivion hace unos meses atrás, para sentarse y disfrutar de un camino que sorprende desde lo estético y técnico pero en el cual no vamos a encontrar ninguna curva peligrosa que nos desvíe del destino final. En este sentido el público podría salir satisfecho, pero sin duda habrá quienes tendrán ese sabor agridulce del saber que podría haber sido mejor. La presión y la apuesta fuerte de presupuesto, 115 millones contra 30 de District 9, tal vez llevaron a la producción hacia un terreno esperable, no obstante vale la pena verla en cine y unirse a la lucha.
Elysium, la polarización del mundo Sabemos que a esta altura del año se puede estar un poco cansados de los mega blockbuster, pero la nueva película Neill Blomkamp, quien nos voló la cabeza con su opera prima, District 9 (2009), merece una chance por parte del público. En un mundo futuro, sobrepoblado y contaminado, la sociedad se polariza extremadamente entre los pobres, que viven en la tierra y los ricos, quienes crearon Elysium, una estación espacial paradisíaca, que cumple con todos los requisitos de comodidad y extravagancia. Max De La Costa (Matt Damon) representa al ciudadanía promedio de la Tierra que aspira poder llegar algún día a Elysium. Su vida se transforma aún más decadente cuando por un accidente en el trabajo, a Max le quedan los días contados. Su única solución es viajar a Elysium y poder curarse. Pero debido a las difíciles políticas de emigración, no hay una manera fácil que permite dejar la Tierra, por lo que Max decide aliarse con un grupo de rebeldes en una misión suicida que tiene como objetivo llegar al destino anhelado y la salvación para muchos. Neill Blomkamp es una maestro de las alegorías políticas distópica, que traza varías líneas críticas sobre la sociedad actual, pero las que más resaltan son las políticas de inmigración de Estados Unidos y de la salud, que son tan extremistas como la realidad. El diseño de producción es realmente impresionante, dibujando una Tierra cual villa de emergencia en la que el espectador puede sumergirse fácilmente. La historia queda casi por completo relegada al destino de Max, dejando de lado una mirada más introspectiva sobre el mundo de Elysium, su sociedad y su política, lo cual hubiese sido un poco más interesante. El film puede no deslumbrar desde su historia pero técnicamente, y para ser más específica, la cámara de Neil en escenas claves, hacen esta propuesta mucho más interesante de todo lo que se ha visto de ciencia ficción en el año (a excepción de Pacific Rim, claro está). Blomkamp cuenta con un cast bastante impresionante para los personajes principales. Matt Damon, que se arriesga por primera vez al sci-fi, sale muy bien parado como un héroe de acción una vez más, impulsado por la desesperación y la bondad inherente. Pero su personaje se luce mejor en contraposición con el supervillano Kruger (Sharlto Copley, District 9), quien se convierte en una pieza tan primordial como desagradable que renueva el interés en la historia cuando comienza a decaer. Lo que Elysium demuestra es que Neill Blomkamp sabe cómo crear escenarios que parecen terriblemente plausibles, pero sin parecer o aspirar a ser soberbio en el intento. Algunas cuestiones técnicas de animación (atenti a los movimientos de los droides), sobretodo de cámaras y de montaje, convierten a Elysium en un film interesante de observar, pero que a pesar de sus promesas y de la inteligencia de su director, se termina por degenerar en una película de héroe vs villano. Queda a merced del espectador si esto es malo o bueno.
Neill Blomkamp nos trae su segunda gran película luego de “Distrito 9”. ¿Podrá este director mantener el estándar de creatividad y excelencia? ¿O caerá víctima de haber tirado toda la carne al asador en su opera prima? UN SUBTEXTO GRITADO EN LA CARA Nacido y criado en Sudafrica, Bomkamp no es ajeno a la pobreza extrema, la discriminación de clases, racial y hasta tribal. Todo eso podía verse subyaciendo por debajo del genial guion de “Distrito 9”. Como alegoría y metáfora de lo que había sido el apartheid y su antediluviano sistema de segregación racial, vigente hasta 1992. Si bien “Distrito 9” es evidentemente una película de ciencia ficción, estos temas están ahí, latentes y dispuestos a mostrarse a quien quiera raspar un poco la superficie del maquillaje. No pasa lo mismo en Elysium. La nueva película del buen Neill es un grito en la cara. No hay subtexto, no hay sutilezas. Es directa y burda como una brocha gorda. Y por momentos le juega MUY en contra. Elysium trata la historia de la humanidad en el año 2154, en el cual la tierra esta sobrepoblada, y donde la gente de dinero se hizo una plataforma espacial (rip off espantoso del juego Halo), en la cual viven y mantienen su estilo de vida. En una palabra, los countries se mudaron al espacio. La tierra esta llena de gente enferma, ladrones y demás, que solo quieren llegar a Elysium, ¿por qué? Porque tienen unas capsulas mágicas que curan todo, cáncer, leucemia e incluso, si te moriste, pero el cerebro lo tenes intacto, te reviven. Así de simple. En cambio abajo, en la tierra, seguimos tomando geniol para el dolor de cabeza. La gente se sube a naves clandestinas para intentar llegar a Elysium, se ponen falsas identidades, y salen de a 3 o 4 naves, las cuales son destruidas por los sistemas de defensa de Elysium, aun así, cada tanto alguna nave llega al Country, y sus pasajeros, se meten en la primer casa que encuentran para curar a sus seres queridos en estas maravillas técnicas que son estas capsulas medicas. Obviamente, el gobierno de Elysium deporta a todos los extranjeros de vuelta a la tierra. ¿Les suena de algún lado? EL SUDAFRICANO TE ESTEREOTIPA Habiendo venido de donde viene, hablando de los temas que habla, uno espera mas de Blomkamp en el apartado del guion. Todos los personajes están estereotipados al máximo, los de la tierra son morochos, pobres y LATINOS. En Elysium se habla francés, porque los todos sabemos que los franceses son ricos e insensibles (¿!?) Hay un mercenario alemán, con un acento tremendamente sobreactuado, todos sabemos que los alemanes son asesinos. (!!!!) Y los yanquis, los yanquis son plaga por eso están tanto arriba como abajo. (Perlita para el presidente de Elysium, que es Negro y al parecer un títere manejado por sus funcionarios). Todo gritado, nada sugerido, con Elysium Neil Blomkamp se gana el título de “El Trapero de Holywood”, ya que dicha película parece por momentos Elefante Blanco, pero con naves espaciales. Sorprende la falta de sutileza por momentos de nuestro querido Neil. ACCIÓN Y LAGRIMAS LATINAS Aun así, Elysium esta lejos de ser una mala película. La fotografía es sencillamente excelente, tanto en el aspecto de villa miseria absoluta que tiene la tierra, casi casi como en “Wall-e”, y la espectacularidad de Elysium, que no solo esta basado en Halo, como dije mas arriba, sino también en la estación espacial del vídeo juego Mass Effect, llamado Citadel. (Total la gente no conoce los vídeo juegos, así que me copio tranquilo). También están muy bien las actuaciones, Matt Damon es un tipo que siempre cumple, quizás no descolla pero cumple. Jodie Foster es una garantía, aunque en este caso esta algo desaprovechada. Y el apartado especial se lo lleva el actor fetiche de Blomkamp; Sharlto Copley y su mercenario alemán. Excelentemente compuesto hasta los últimos 10 minutos de película en los cuales esta espantosamente sobreactuado. La simple trama de “quiero llegar a Elysium porque me muero y soy egoísta pero termino salvando a la tierra” funciona bien, e incluso tiene alguna que otra sorpresa. Lo mismo pasa con el apartado de la ciencia ficción, si bien nada de lo que vemos inventa la rueda, si entretiene y también por momentos tiene algunos giros copados, como por ejemplo el famoso exoesqueleto que usa el personaje de Damon, el cual dolorosamente va atornillado a los huesos del tipo, lindo toque, ¡Ay! CONCLUSIÓN Elysium mas allá de su intento de denuncia al sistema, de su intento de reivindicar a los barqueros que huyen de la pobreza, tanto en Sudáfrica, como en cuba, es una buena película de ciencia ficción. Como dije, no descubre la pólvora, y ciertamente no muestra el lado mas brillante de Blomkamp. El tema de tanto estereotipo definitivamente tira para atrás la película, porque en ningún momento es inteligente, sino que es frontal y burda en su manera de comunicar. Aunque no es necesariamente algo malo, ya que logra lo que se propone. Pochoclo, naves espaciales, exoesqueletos y justicia social y popular, todo en una sola película. Y eso, tan malo no es… - See more at: http://altapeli.com/review-elysium/#sthash.U5pYS6G1.dpuf
Los buenos efectos y los actores sostienen la futurista “Elysium” A mediados del siglo XXII está todo mal. La redistribución de la riqueza jamás ha tenido lugar, y el planeta luce como una gran villa miseria. Para colmo la contaminación enferma mortalmente a casi toda la población, especialmente a los chicos. Pero los ricos no tienen problema, ya que viven en las alturas del espacio, en una especie de country cósmico donde no sólo se dan todos los lujos sino que también poseen sofisticados aparatos que los curan instantáneamente de todo mal que hayan adquirido en el planeta. Esta estación espacial se llama Elysium y, obviamente, todos los miserables habitantes quieren lograr viajar ahí, aunque sea para curar a sus hijos. Este es el planteo del nuevo film del sudafricano Neil Blomkamp, conocido por su película de ciencia ficción de bajo presupuesto "Distrito 9", que tenía el don de armar una historia fantástica con elementos del presente. Con mayor presupuesto, acá la intención es más o menos la misma, pero la premisa argumental es menos original y su desarrollo menos elaborado. Matt Damon es un ex convicto que trata de mantener un trabajo espantoso hasta que lo someten a radiación negligentemente, y no le queda otra que volver al crimen si quiere lograr un pasaje clandestino a ese paraíso sideral donde podrá curar su mal. Y Jodie Foster es la malísima jefa de seguridad del lugar que da su título al film, dispuesta a comandar un golpe de estado con tal de poder aplicar su política de mano dura. Las escenas melodramáticas se mezclan con flashbacks insípidos y furiosas escenas de acción muy bien filmadas (los efectos especiales también son de primer nivel) y en este panorama de futurismo tercermundista, el que más parece divertirse es el parapolicial Sharlto Copley, que protagoniza algunas de las mejores escenas del film. Las buenas actuaciones de casi todo el elenco ayudan a mantener el nivel, aunque la que está muy desaprovechada es Jodie Foster.
No hay muchos directores hoy en Hollywood que puedan combinar el comentario social de Aldous Huxley, el imaginario de anticipación de Arthur Clarke y la impronta de violencia y adrenalina de un videogame como Halo o Call of Dutty. Y que, con todo eso, cree un entretenimiento tan comercial como desprejuiciado y conciente". Escuchá el comentario. (ver link).
Los terráqueos pauperizados Nuevamente Neil Blomkamp (Johannesburgo, 1979) dirigiendo una producción, como ya lo hiciera con la recordada "Districto 9". A pesar de su juventud, este sudafricano educado en Canadá olfatea el asunto social con una nueva mirada, aún en el caso de producciones multimillonarias, que parecerían alejarlo un tanto de la imaginación y audacia de su anterior producción. Así como en "Districto 9" los pobres alienígenas eran explotados y transportados como manada, ahora la ciudad de Los Angeles, del año 2154 es un caos de miseria, violencia y excesos, poblada de latinos. Ninguna piedad existe para ellos, manejados por la Corporación Armadyne, cuyo capo es una suerte de nazi de impoluto traje y crispado rostro momificado por impensables cirugías. Ni la salud se les permite y sus hospitales son campos de concentración sobresaturados. GRUPO DE ELITE Pero allá en el espacio, la elite vive en Elysium, una estación espacial tipo country a la que todos desean llegar, con césped verde impecable, piletas de variado diseño y un artefacto increíble, que cura todo tipo de enfermedad en menos que canta un gallo. Por supuesto, los de Los Angeles que hablan en general un buen español, no se ven muy contentos que digamos y el bueno de Max (Matt Damon), que pudo ser un santo por la educación que recibió, se convirtió en un facineroso por el ambiente que no lo ayudó y se rebela y desafía a los de Elysium, presionado por una enfermedad laboral que no puede curar y las tribulaciones de su amiga de la niñez. Lo cierto es que Max tendrá que enfrentarse a locos como Kruger (Sharlto Copley) y Jessica Delacourt (Jodie Foster), una secretaria de Defensa, muy mala, que trama un posible golpe de Estado para quedarse con todo. LOCA VIOLENCIA El filme de Neil Blomkamp es interesante. Pero las interesantes ideas iniciales con su cuota informática aplicada al cerebro son lentamente opacadas por la violencia, los efectos especiales y una tónica que sigue la línea de la recordada película "Armaggedon". Todo se vuelve blanco y negro en cuanto a los caracteres de los personajes y ciertas ingenuidades adolescentes de democracia y redistribución de la riqueza suenan adolescentes y muy ingenuas. Sí es de destacar que los efectos especiales son de primera y que Sharlto Copley haciendo del loco Kruger tiene una actuación admirable. Matt Damon se gana sus laureles con esta especie de "Robocop" del subdesarrollo y todos los odios le llegan a Jodie Foster, vestida con cierto estilo Valentino, dirigiendo a varios personajes tan mal intencionados como el papel que le tocó encarar en esta historia. A pesar de las objeciones, "Elysium" es entretenida, plantea observaciones sobre la xenofobia, el autoritarismo y las exageradas diferencias entre dos mundos, a lo mencionado se suma un diseño de producción que merece más de un aplauso.
Una de las mayores decepciones del año, al menos para mí, es ELYSIUM, la ruidosa y poco entretenida película de Neill Blomkamp, en la que el director sudafricano de DISTRICT 9 lamentablemente parece preferir explotar su discutible talento como director de escenas de suspenso y acción abandonando casi todo lo que hacía a aquella película interesante y que tenía que ver con cierto grado de realismo en su composición de lugar. Al principio parece que el filme va bien encaminado al dedicar un tiempo a observar el modo de vida en la Tierra en el siglo XXII, con Los Angeles devastada y convertida en una versión extrema de las ciudades más abarrotadas y pobres de América Latina. Digo América Latina porque la propia película, con su elección del castellano casi como primer idioma entre los que allí viven y un elenco que incluye a los brasileños Alice Braga y Wagner Moura, junto al mexicano Diego Luna, parece dejar en claro que esa ciudad es la pesadilla latinoamericanista con la que tiemblan los norteamericanos cuando les hablan de abrir las puertas a la inmigración. elysiumLo curioso es que el filme de Blomkamp es, en cierto modo, una defensa de los derechos de los habitantes de los países pobres -o las clases sociales más bajas- por acceder a los mismos beneficios que los ricos. En esta distopia futurista los millonarios directamente abandonaron la Tierra para irse a vivir a Elysium, una suerte de estación espacial que funciona como una versión celestial de un gigantesco barrio privado. Los que siguen viviendo sojuzgados en la Tierra sueñan con llegar hasta allí, más que nada, porque los humanos han descubierto una máquina que cura todas las enfermedades automáticamente, pero es de uso exclusivo de los “ciudadanos” de Elysium. Si el hoy tan discutido Obamacare (la propuesta de salud universal que hizo el presidente de los Estados Unidos) necesita una película que lo sostenga, debería ser ésta. Si no gana por convencimiento, ganará por ruido. Pero no lo es, porque una vez que Blomkamp plantea el conflicto central y lo pone en la piel de Max, el personaje que encarna Matt Damon, un ex presidiario y hoy obrero de una fábrica que se enreda en un operativo de guerrilla para viajar a Elysium y así poder curarse de una muerte segura por radiación, la película deja el asunto en un costado para transformarse en la versión progre de TRANSFORMERS. Escudándose en una causa noble y “políticamente correcta”, Blomkamp nos tira por la cabeza con un fastidioso ejercicio que combina fascismo narrativo, personajes inverosímiles y una trama entre desquiciada y absurda. Las “causas nobles” no le dan vidas extra a las malas películas. elysium16Y ELYSIUM, más allá de su notable dirección artística, vestuario y diseño de producción, no es una buena película. Usa a Sharlto Copley (protagonista del anterior filme del director) como una especie de paramilitar de historieta que, con su escudo y espada, está más cerca de ser un Thor modelo Infiltrator que un personaje interesante. Ni hablar de Moura, encarnando un personaje “gangster/revolucionario” tan desquiciado como irritante e incomprensible. Hasta la gran Jodie Foster está dibujada en su papel a lo Donald Runsfeld. Damon y Braga hacen lo que pueden, que no es mucho (juegan una subtrama romántica y “sensible” que ya era mala en películas del tipo CIUDAD DE DIOS), mientras se acumula una serie de peleas que ocupan buena parte de la segunda hora del filme. Max es la predecible figura cristiana que tiene que alterar desde los cimientos este imperio de desigualdades (los norteamericanos como los romanos de hoy) haciéndose cargo de los sacrificios que correspondan al atravesar la contienda. Un Cristo con gigantescos puertos USB conectados al cerebro, pero Cristo al fin, luchando por redimir a los millones y millones de desposeídos del mundo a golpes de puño. Damon, por momentos, parece mirar al resto del elenco preguntándose si no habría sido mejor gastar un poco menos de dinero en containers voladores y usarlo en contratar actores que no parezcan estar jugando a estar en una mala película sci-fi de Terry Gilliam con los amigos del colegio. Y su resignación parece ir más por ese lado que por saberse como termina la historia que cuenta la Biblia. Elysium-fightSi vieron SECTOR 9 recordarán que allí también, en un momento de la narración, Blomkamp perdía la escala humana de la trama y se convertía en la versión sudafricana de Wall-E: aplastando y empaquetando basura con el volumen al máximo durante lo que parecía una eternidad. Aquí hace lo mismo, pero ELYSIUM no tiene siquiera la originalidad de aquel filme: su distopia marca favela ya fue mostrada mil veces y en mil variantes, de MAD MAX a esta parte. Y si solo la vas a usar de fondo para ganarte algún tipo de nota temática sobre la “ciencia ficción inteligente y socialmente responsable”, mejor sería sacarse del todo la máscara y pedir a mano alzada las llaves del reino del futuro reboot de TRANSFORMERS, en su versión tercermundista.
Ese pequeño detalle llamado guión. En Elysium el mundo está dividido en dos: los que acceden a la salud, a las cosas bellas, a los lujos, a la seguridad y los demás. Solo que los que acceden, para evitar morirse infectados de la podredumbre del mundo de los normales, se tomaron un transbordador y crearon su propio mundo, el Elysium de marras. El intento desesperado de un hombre común de meterse en el mundo de los ricos y el exceso de codicia y egoísmo de parte de los habitantes de ese paraíso ad hoc pueden causar que todo el sistema colapse. Esas cinco líneas son una idea, a simple vista bastante buena, que puede servir como disparador de una película muy interesante a partir de ese maridaje maravilloso que se da cuando se mezcla la ciencia ficción con el cine. Y más si detrás de eso hay un presupuesto oneroso...
La clase obrera va al espacio. No se puede negar que Neill Blomkamp tiene las ideas más que claras en lo que respecta a la estructuración narrativa y los mensajes generales que desea transmitir a través de sus films, dos “rubros” que indudablemente han sido descuidados en el común de la producción hollywoodense actual. Hace poco el sudafricano sorprendió para bien con Sector 9 (District 9, 2009), un verdadero cyberpunk tercermundista que lo catapultó a la fama y le abrió la puerta al star system y a presupuestos mucho más abultados. En un momento profesional en que la mayoría de los realizadores claudican en sus pretensiones revulsivas primordiales (recordemos lo ocurrido durante los 90 con una infinidad de cineastas de la periferia), Blomkamp aprovecha su arribo a la industria norteamericana para redoblar la apuesta, construyendo lo que en términos prácticos es una “secuela conceptual” de su obra anterior...
Lo primero que debo decirles, es que el sudafricano Neil Blomkamp, con su "District 9" (aquella joya del 2009) me ganó por varios films más... recuerdo claramente lo bien que lo pasé con ese estilo de falso documental, y los extraterrestres, la violencia y alegoría política. Si no la vieron, no la dejen pasar. En aquel momento dije, Hollywood se lo va a llevar, y no va a ser fácil que mantenga su estilo, pero apostaré por él! Y soy un tipo de palabra... Debo decirles, sin embargo, que "Elysium", recrea varias de las mismas ideas del opus anterior (la opresión y la miseria de los marginados, luchando por sobrevivir, el manejo político corrupto, el escenario de desigualdad a punto de explotar), con menos frescura, más presupuesto y sin dudas, menos originalidad. Pero sí, se la perdonaré. Porque no puedo decir que la pasé mal. Sólo, que no me sorprendió. Probablemente, a Blomkamp le lleve un tiempo adaptarse a lo que tiene que hacer en la industria más importante del mundo para ofrecer productos que lleven su sello, y a la vez, innoven. A ver, la historia es bastante simple. Dos mundos. Uno, en el espacio, donde los ricos y poderosos la pasan de primera. Tienen lo que desean pero además, viven sin pobres y poseen la cura para las enfermedades que azotan a la humanidad. Pueden todo. Debajo, en la tierra, los que quedan, están desposeídos y sólo luchan por sobrevivir... y tal vez por intentar llegar a Elysium a sanar sus heridas y plagas y ser parte de la elite. Max (Matt Damon) es un habitante de la tierra, oprimido (como su clase social) y simple. Cierto día sufre un accidente que le provoca una grave consecuencia: tiene los días contados a no ser que encuentre cura para su afección. Y adivinen donde está la solución a su problema? Claro, allá arriba. Donde todos quieren ir, pero pocos llegan (y en que estado!)... Comprometido y jugado, nuestro protagonista agotará los medios para lograr arribar a ese lugar y conseguir aquello que fue a buscar. Enfrentándolo, tenemos a Jessica Delacourt (Jodie Foster), secretaría de defensa, quien hará todo lo posible en la dirección contraria... "Elysium" es un correcto film de ciencia ficción. Lógico, predecible, bien fotografiado, con aceptable diseño de arte... Su problema es que esperabamos una cinta más explosiva, teniendo en cuenta los recursos con los que contaba Blomkamp. Le vamos a perdonar los estereotipos, (todos, que son muchos, realmente) y los pasos equivocados (los idiomas, el prejuicio con los latinos, etc). Los tiene. Sí, sabemos que el hombre puso un pie en Hollywoody está aprendiendo. No hay mucho más para contar, si lo tuyo es ver todo lo que se estrena del género, irás a sala. Igual, si te gusta Damon. Al resto, solo me queda decirles que la película, está lejos de sorprender pero cumple con hacerte pasar un rato entretenido.
Relato convencional y melodramático que sin embargo logra entretener El director sudafricano Neill Blomkamp tuvo un interesante debut en el largometraje con “Sector 9”, de la mano del neocelandés Peter Jackson como productor. “Elysium”, su segunda película, tiene algunos puntos en común con la filmada hace cuatros años, comenzando por un género similar (ciencia ficción), una temática cercana a la anterior, compartiendo además un mismo actor sudafricano (Sharlto Copley) que en la anterior asumía el rol protagónico central. Pero aquí terminan las similitudes ya que en el balance, la que ahora nos ocupa, es francamente inferior. Lo que aquí se presenta es un relato más convencional que transcurre en un futuro aún algo lejano (año 2154), en que una minoría o élite terrestre habita a apenas diecinueve minutos de viaje espacial en una especie de estación orbital, que da nombre al film. Se trata de un lugar idílico en cuyo interior hay mansiones que de alguna manera y pese a estar ambientada en el futuro recuerdan a sitios como Beverly Hills o Hollywood. Curiosamente en un Los Angeles absolutamente decadente, con aspectos de villa miseria, vive Max da Costa (Matt Damon), un latino en libertad condicional que al igual que el resto de los habitantes tiene vedado el corto viaje al paraíso cercano. Max trabaja al igual que miles de otros habitantes en fábricas que se asemejan a las “maquiladoras” existentes en México y cercanas al sur de California. De hecho esta Los Angeles del futuro, que aquí se nos muestra, fue filmada en algunas de las partes más pobres de la ciudad de México actual. El sistema policíaco y represivo cuenta con minoría de terrestres y mayoría de robots, cuya brutalidad conducen a que Max sufra una descarga radioactiva. Se dirige a un vetusto hospital donde reencuentra a Frey, una médica que fue su amiga en plena niñez. Alice Braga (“Ciudad de Dios”, “Soy leyenda”) encarna a la joven cuyo drama es tener una hija enferma de leucemia y cuya única posibilidad concreta de cura, al igual que la de Max, es que los traten en Elysium, donde la tecnología ha logrado notables avances capaces de sanarlos. Max decide el intento ilegal de abordar, junto a las dos mujeres, una nave “indocumentada”. Ya en escenas anteriores se ven varias tentativas similares, en general fallidas, al ser destruidas en destino por el equipo que comanda el tercer personaje femenino relevante. Se trata de la eficiente secretaria de Defensa Jessica Delacourt a la que da carnadura una Jodie Foster, que tiene pocas oportunidades de lucirse por lo esquemático de su personaje. Hay aún otros “malos” como el despiadado funcionario John Carlyle (William Fichtner) y sobre todo el espía Kruger, el ya nombrado actor sudafricano Copley, que actúa desde Los Angeles infiltrado como un poblador más. Hacia el final, “Elysium” mostrará su faceta más trivial con el enfrentamiento de Max, convertido en una especie de “robocop” por un tratamiento especial, con Kruger. Un exceso melodramático en el desenlace perjudica lo que hasta allí era un razonable entretenimiento. A Matt Damon se lo nota cómodo usando palabras de nuestro idioma, como cuando pronuncia la frase muy argentina “me estoy cagando de miedo” que seguramente habrá incorporado estando en compañía de su pareja y compatriota nuestra.
Hay una larga lista de películas que imaginan un futuro espantoso para el planeta, desde Mad Max, pasando por Fuga de Nueva York, Terminator, Brazil hasta Matrix, por lo que sería imprudente relacionar la oscura visión de un mundo convertido en una interminable villa miseria con la actual crisis económica que padecen los países desarrollados. Antes que una oportunista toma de posición en favor de los nuevos desposeídos, la idea que vertebra el guion parece responder a las obsesiones de Neill Blomkamp, quien ya había ofrecido una muestra a escala reducida de ese dignóstico pesimista en Distrito 9, lo que no le impide aludir a temas bien actuales como la inmigración y el Obamacare. Sin dudas la ambientación de Los Ángeles favelizado de Elysium recuerda los campos de concentración de extraterrestres de aquella exitosa producción de bajo presupuesto. Y como las proyecciones demográficas de las Naciones Unidas no llegan tan lejos, el director es libre de suponer que en 2154 la Tierra va a estar superpoblada, contaminada y empobrecida al extremo. Tan mal van las cosas aquí abajo que la clase dirigente y los ricos se han instalado en un satélite artificial llamado "Elysium", y desde allí controlan los destinos de la humanidad. La diferencia entre ambos mundos no puede ser más radical: mientras unos de mueren de hambre; los otros gozan de una especie de vida eterna. Ese conflicto social se hace carne en el protagonista, Max (Matt Damon) quien lucha por escapar de su condición de basura humana y llegar a ser uno de los privilegiados, impulsado al principio por una ilusión infantil y luego por una necesidad vital que comparte con la hijita enferma de la mujer que ama. Lamentablemente ese esquema binario –a la vez un flagrante acto de maniqueísmo y una aceptación del dualismo mitológico que opone luz y oscuridad, bien y mal o infierno y paraíso– no es desarrollado en todas sus posibilidades dramáticas. Así, ciertas complicaciones de la trama (que no llegan a transformarse en genuinas complejidades), más la dignidad de los actores que interpretan a personajes malvados (Jodie Foster y William Fitchner) y la perfecta ambientación compensan con dificultad la música redundante, los diálogos explicativos, las escenas de acción innecesariamente largas y las alusiones de carácter casi alegórico a la inmigración y al plan de salud social de Barack Obama. Nadie puede vanagloriarse de ser visionario si concibe al futuro sólo como una imagen imperfecta del presente.
Inmigrantes del paraíso El director sudafricano que nos sorprendió a todos con la poética y abrumadora District 9 en el 2009, vuelve con un drama futurista que hace hincapié en las desigualdades sociales, esta vez poniendo foco en una crítica severa a las políticas inmigratorias y el sistema de salud de los Estados Unidos (llevadas a una perspectiva macro) y la lucha de clases. Blomkamp logra una puesta en escena impactante e imponente, apoyada nuevamente por un despliegue técnico casi perfecto, con efectos especiales alucinantes y una fotografía preciosa del caos. A pesar de que a veces cae un poco en la repetición estética de ciertos escenarios similares a aquel gueto alienígena en su ópera prima, ahora logra componer una Los Angeles en 2159 devastada por la contaminación y el hacinamiento. Realmente vale la pena abstraerse del relato (si es eso posible, con lo fuerte que es en cuanto a peso narrativo y calidad de armado) por unos momentos y apreciar la forma en que el realizador y su equipo llenaron las colinas angelinas de todo lo que necesitaban para dar credibilidad a la idea visual. Las actuaciones son todas excelentes, algo no muy común en este tipo de propuestas. En este caso, quizás Blomkamp tropieza con un guión más esquemático y propicio al caer en los vicios del género, pero eso no le impide preocuparse por la tridimensionalidad de los personajes, mediante una gran dirección del reparto. Matt Damon, como siempre, está genial, pero también se destacan las actuaciones de Wagner Moura y un casi irreconocible Sharlto Copley, que como en District 9 (película que lo tuvo como protagonista) logra una transformación física asombrosa y compone un villano de múltiples fácetas realmente espeluznante, aunque de a ratos un poco excesivo. Diego Luna y Jodie Foster cierran un círculo muy correcto de actuaciones que realmente hacen muy amena la historia. Si la ciencia ficción no estuviera tan preocupada por los efectismos y el ruido audiovisual hoy en día, saldrían obras como esta. Blomkamp pone el listón muy alto, porque a su relato futurista -apocalíptico, si se quiere- le agrega la crítica social que ya se está volviendo marca registrada de la casa. En esta caso traza los hemisferios actuales (norte y sur) como una distancia espacial en donde el paraíso Elysium -donde se mudan los ricos para escapar de una Tierra devastada por la humanidad- orbita en torno al planeta solo habitado por los marginados, los pobres y, sí, los latinos. Pero, ojo, que esta no es una mirada discriminatoria típica de Hollywood y su ombliguismo, sino más bien es el ojo reprobatorio de un director que así como en su primera obra hizo una metáfora genial del apartheid, esta vez nos vuelve a decir que los males particulares de una potencia económica en el futuro se globalizarán junto con el inevitable -y patético (se puede resetear un gobierno como a una computadora)- avance tecnológico.
El futuro no perdona Transcurre el año 2154 y la Tierra está devastada por la contaminación y la pobreza. Este es el escenario que plantea “Elysium”, un filme que podría considerarse de acción y ciencia ficción pero cuyo mensaje subyacente es más fuerte que los efectos especiales que exhibe. Se trata de la segunda película del director Neill Blomkamp, protagonizada por Matt Damon y Jodie Foster, donde la humanidad está dividida: los pobres viven en la Tierra y los ricos en Elysium. Allí todo es perfecto, pues no hay guerras, ni pobreza. Incluso la belleza es un valor a conservar y enfermedades como el cáncer son completamente curables en cinco minutos. Allí, las tecnologías invaden, pero la frialdad también. Mientras los gobernantes promueven una rígida ley antimigración, cuyo objetivo es preservar el lujoso estilo de vida de los ciudadanos de la estación espacial, Max (Damon) tendrá un desafío inesperado. Una película que se suma a la tendencia de Hollywood de imaginar el futuro de la humanidad, como el que muestra “Guerra mundial Z”, donde el planeta Tierra se ve super poblado, invadido por la enfermedad y la crisis económica. Lo llamativo es cómo este director “ficciona” dos realidades en dos mundos diferentes, cuando en la realidad, se pueden ver perfectamente en uno solo.
Inteligencia artificial. El gran problema de la industria cinematográfica es cuando se le da más peso a la palabra industria, por sobre la cinematográfica. Un ejemplo claro es el nuevo trabajo de Neill Blomkamp, director de Sector 9. Como ya dijeron mis colegas anteriormente, Elysium puede dividirse en dos mundos, ambos ubicados en el año 2154: el primero es un Los Angeles polvoriento, de colores tonales, sobrepoblado de latinos de clase baja que viven bajo el constante hostigamiento de robots que no tienen otro objetivo que poner orden en la Tierra o lo que queda de ella. El otro es la estación espacial Elysium -clara referencia a la de 2001: Odisea en el espacio- donde los más ricos gozan de todo el verde que puede haber en medio de las opulentas mansiones y de un sistema impecable de salud. Es tan impecable que cada mansión viene equipada con una camilla que puede detectar y curar en segundos enfermedades terminales. Todo esto queda establecido a los cinco minutos de metraje. Lo que sucede luego de esos primeros minutos, es que todo lo que parecía tener potencial para desarrollarse, lo que exigía ser explorado -esos dos mundos, los personajes, la posibilidad de crear metáforas visuales-, queda aplastado por la seguidilla de situaciones ridículas e inverosímiles y de clichés de culebrón mexicano –flashbacks del personaje de Matt Damon de niño recordando los sermones en español que una monja le daba sobre la vida-, todo esto con una melodía similar a la de Gladiador de fondo...
La guerra de los mundos Corre el año 2154. En Los Angeles, el tercer mundo finalmente ha llegado al primero. Pero el primero se ha ido a otro mundo. Los latinos siguen viviendo en el planeta, que se ha transformado en una colosal villa miseria. La clase pudiente vive en la confortable estación espacial, suerte de country futurista, que da nombre a la película. Muy cerca, a 19 minutos de distancia en cualquier nave de transporte. Los habitantes de la Tierra que no están desempleados trabajan en fábricas que por supuesto abastecen a ese otro mundo donde todo, hasta la salud, está resuelto. Un punto de partida interesante y vigente aunque ya se venga proponiendo desde 1927 con Metrópolis. Y más en manos de Neill Blomkamp, quien con Sector 9 (2009) logró innovar en un género tan transitado y proclive al refrito (si, estoy pensando en Oblivion) como la ciencia-ficción. Una vez más el director sudafricano se mete con una historia del futuro que resuena en el presente. Si en Sector 9 el tema era el apartheid aquí es la inmigración ilegal. La metáfora es bastante obvia y los subrayados están a la orden del día, pero las inquietudes y la vitalidad en la puesta en escena hacen que valga la pena seguir un argumento casi tan precario como el estado de esa Los Angeles en donde vive Max (Matt Damon, ideal para componer con nobleza a un clásico personaje ordinario envuelto en circunstancias extraordinarias). Una ciudad inhóspita y superpoblada, habitada por una multitud de manos desnudas que solo puede generar contraconductas. Del otro lado, Elysium, el shoping disco zen, donde todo es abrumadoramente perfecto. Y si esos mundos no se tocan es gracias a la fría intervención de la Secretaria Delacourt (Jodie Foster, en un papel que parece hecho a la medida de Tilda Swinton), experta en vigilar y castigar, representante del ala más dura del poder, suerte de Donald Rumsfeld del mañana, un halcón entre palomas que tiene a quien encargarle cualquier trabajo sucio en la Tierra. Para eso no hay nada mejor que Kruger (un siempre exaltado e impredecible Sharlto Copley). Los vaivenes de la trama harán que estos personajes se enfrenten y la magia del cine se ocupará de que ese orden establecido tambalee. Donde hay poder hay resistencia.
Luego de District 9, Neill Blomkam escribe y dirige Elysium un filme estadounidense de ciencia ficción que narra, de forma espectacular (en el sentido romano del término espectáculo), la historia de Max (Matt Damon), un terrícola que vive su adultez en el superpoblado e infectado Los Ángeles del año 2154. Pero no todo es mugre y enfermedades, en el cielo de esta Tierra devastada se halla la esperanza de un mundo mejor. Elysium es el mundo de los multi millonarios y, en cierta medida, los elegidos. Rodeados de lujos extravagantes y con la posibilidad de vida eterna, los elysios sobreviven en una atmósfera controlada y en condiciones perfectas de temperatura. Presentada la dicotomía, no es extraño que la trama del filme trabaje sobre todo tipo de estrategias, cuyos fines sean los de mezclar las dos realidades y dar nacimiento al conflicto trágico. Por eso, el protagonista (un seudo latino pobre) lucha contra su destino, y, de batalla en batalla, intenta cumplir su objetivo: llegar a Elysium. Cansado de su rutinario empleo fabril, comete un error que será la causa del comienzo de la trama. Es recurrente la tematización de la política corrompida, la lucha indiscriminada por el poder, las enfermedades, la pobreza estructural, etc; en este género cinematográfico, que lejos de ofrecer originalidad se queda en el show de efectos especiales y happy endings insostenibles. También es infaltable la presencia del elemento filosófico, que si bien, puede pasar desapercibido para el espectador medio, lo cierto es que se halla presente; y, en mayor o menor medida, elevan la simple trama a categorías éticas con un poco más de vuelo. Por un lado vemos que por más lujo que exista en Elysium, las batallas aún son cuerpo a cuerpo, en donde el héroe debe exponer toda su humanidad ante el mal encarnado en un hombre-máquina superpoderoso, que no sucumbirá ante ninguna clemencia de piedad, pero que, casi mágicamente y como salvación de último minuto, el héroe logra vencer. Mientras esperamos ver con que gadget ultrasónico nos sorprenderá el antagonista al intentar vencer al héroe, nos desayunamos con la novedad de que el arma letal será un sable al mejor estilo kun fu. En Elysium la tecnología es de avanzada pero las fuerzas armadas se defienden con armas milenarias. Por otro lado, y siguiendo con la presencia filosófica de elementos hallados en la superficie textual, se advierte que la temática central de la película, (motivación primordial de todos los sujetos actuantes) es la de recuperar la armonía que el futuro se encargó de destruir. No es casual que el nombre del filme sea Elysium, ya que dicho vocablo remite a la definición de campos elíseos: sección del inframundo de la mitología griega. Hegel fue uno de los filósofos vinculados al movimiento romántico que expuso en toda su bibliografía esta necesidad del mundo moderno de recuperar el equilibro griego. El encuentra en aquella ancestral cultura el modelo perfecto de unicidad. Elysium podría ser perfectamente la representación de dicho anhelo. Pero, ¿será posible el perfecto equilibro en el futuro? Lo cierto es que si pudiéramos resumir en una oración de que trata Elysium sería: Anhelos inconscientes de un pasado que supo ser armónico y de exquisito equilibrio. Tal vez lleguemos a Elysium pero, ¿Qué hay después? El relato concluye con este interrogante que dejará pensativo a más de uno, ya que se sabe que la vida eterna no es para el cien por ciento de la humanidad.
Fantasía social cyberpunk Neill Blomkamp sorprendió allá por 2009 con aquella alegoría distópica que fue Sector 9, un film de ciencia ficción que utilizando un rico imaginario daba a entender un problema social que atravesó la historia sudafricana (de donde es originario el director): el Apartheid. Pero el mensaje no se imponía sobre el ritmo narrativo de la película, que avanzaba como una trepidante película de acción con un epílogo explosivo, sin por ello abandonar el concepto. Lo de Blomkamp no era construir un drama profundo y reflexivo, sino más bien utilizar la problemática como el móvil de un relato crudo y violento que no tenía inconvenientes en utilizar la caricatura para garantizar el entretenimiento hasta el último minuto. Con Sector 9, más allá de algunas irregularidades el resultado terminaba siendo redondo, pero con Elysium, su nuevo proyecto, el resultado no es tan satisfactorio. En Elysium el concepto no es tan novedoso: a raíz del caos, la inestabilidad y la escasez de recursos, las clases más acaudaladas decidieron hacer un mundo alejado de la Tierra, viviendo con todos los privilegios posibles mientras quienes habitan el planeta se ven explotados y condenados a una existencia marginal donde Elysium (precisamente, el satélite artificial de los ricos) es una estrella alejada donde las comodidades y servicios garantizan una vida eterna. Este universo de desigualdades sociales en un mundo distópico es una de las cuestiones que atraviesan la literatura de ciencia ficción desde finales del Siglo XIX, y la razón por la cual muchos de los elementos del relato carecen de novedad. Pero Blomkamp hace algo interesante: su universo futurista y marginal respira un aire de suburbio marginal que no parece tan lejano en el espacio o en el tiempo. Hay un imaginario que en la introducción el film explota con singular inteligencia, posándose sobre el personaje de Max (Matt Damon) para mostrar un mundo hostil sin posibilidad de ascenso social o de acceso a los derechos más básicos. Es en la introducción, con sus tonos amarillentos y aire de decadencia, donde la película mejor describe el drama del personaje. Pero también en la introducción comienzan a verse problemas: personajes desdibujados y una alarmante superficialidad desdibujan lo bueno que hacía Blomkamp para describir a la apocalíptica Tierra, transformando a Elysium en un pastiche de ingenuos acaudalados dominados por una mala, muy mala, el personaje más precario, interpretado por Jodie Foster. En el desarrollo los problemas de la introducción se hacen más palpables. Todo lo bueno que había esquematizado el director se vuelve brusco y poco verosímil, llevándonos a aceptar la trama de acción y vértigo a través del sufrido personaje de Max y el perverso mercenario a las órdenes de Elysium, interpretado por el cada vez más convincente Sharlto Copley. Algunos pueden argüir que el registro parece propio de otro tipo de narración, pero desde la presentación cada plano que lo describe parece sacado de un cómic o anime y esto es lo que termina rescatando a la película. Porque quizá Blomkamp puede no dominar la temática y verse absorbido por el concepto, pero al César lo que es del César: es un brillante director de acción y efectos especiales. Sabe hacer de los duelos un momento emotivo que se entiende en cada desplazamiento y hacer de los clímax momentos desesperantes. El problema es que esto está introducido en una estructura mucho más irregular que la de Sector 9, principalmente por el punto de vista: en Sector 9 nunca nos despegábamos del drama del protagonista y su dolorosa transformación (algo en común con Elysium), sin intentar extenderse al resto del mundo más que con su referencia. Aquí hay una endeble trama política en un mundo alejado donde los personajes son chatos y no provocan empatía. Pequeño problema. No se pueden dejar de tener sensaciones encontradas con Elysium: la introducción es interesante, fresca, y las secuencias de acción son, ya se mencionó, brillantes. Pero en el caos narrativo y la llanura de la alegoría política, se hunde hacia la mediocridad. Y sin embargo, no se puede dejar de ver aquí a un realizador que se destaca y que con un guión mejor trabajado puede llegar a sorprendernos.
Con dos producciones que a través de la ciencia ficción plantean dramas de la condición humana puede ser prematuro encasillar las motivaciones de Neill Blomkamp como artista del mainstream. Lo que es seguro es que no le da lo mismo como mostrar ni el futuro ni las consecuencias de la intolerancia y el descuido del medio ambiente. “Elysium” es, ante todo, un entretenimiento. Planteada en 2154, la historia tiene a Max (Matt Damon) como un ex convicto en libertad condicional que desde chico sueña con ir a Elysium, una estación espacial donde los ricos viven una vida de publicidad. Todo es perfecto en esa sociedad. En especial gozan de buena salud con un sistema que reconstruye desde una roncha a toda la cara si algo llegara a pasar. Un ratito en la camilla, un escáner y chau enfermedades. Con razón quiere ir. El lugar se ve desde el planeta como una estrella de salvación. Claro, aquí hay hambre, sed, desocupación, contaminación, y por supuesto un sistema de salud absolutamente colapsado, con hospitales atiborrados de gente con necesidades básicas. Allí trabaja Frey (Alice Braga), médica desbordada por la situación y por una hija con leucemia terminal. Lejos está de la niña con la que Max solía ir a jugar y a quien en la niñez le prometió llevarla algún día allí arriba. Su máximo deseo solía ser minimizado por la niñera (Yolanda Abbud), quien insistía en decirle al niño que lo importante no es el lugar sino las personas, y que él va a ser alguien especial que va a hacer algo muy importante algún día. Hecha la introducción, al espectador le quedará por ver (deducir no será difícil) cómo y por qué ambos llegarán a Elysium. En definitiva, es lo que importa y por ello el director se va deshaciendo de los personajes con muertes tremendas a medida que la trama lo requiere. Como si fuera una suerte de tamiz aplicada a un guión que desde el vamos deja clara su intención de mostrar el camino del héroe con formato de historieta. En realidad habrá lugar también para un costado panfletario donde queda muy en claro la postura anti-derechista, coincidente con un momento crítico del sistema de salud norteamericano. La “resistencia” llevada a cabo por Sandro (José Pablo Cantilo) sólo busca desestabilizar el poder para conseguir medicina para todos (no es un eufemismo). Como sucede con la frontera mexicana, mandan naves con inmigrantes ilegales que van a conseguir un poco de salud. No va a faltar un presidente (Jodie Foster) que no dudará en volar en pedazos una nave con mujeres y chicos adentro con tal de preservar la “way of life”. ¿Parezco estar hablando de otra película? Perdón. Vuelva arriba o recuerde que esto es entretenimiento que en todo caso le tira palos a un sistema desigual. Sucede que como hay que vender pochoclos, los palos apenas terminan siendo escarbadientes. Desde el punto de vista estético “Elysium” hace referencias leves al género, pero sobrevive por sí sola gracias a una estética de comic, un buen diseño de vestuario, armas, vehículos, y en especial gracias a la solides de las actuaciones factor fundamental para establecer la credibilidad. Punto especial para el villano Terminator compuesto por un deshumanizado Sharlto Copley. Como aventura, funciona bien en todas las líneas y demuestra en el director una interesante pericia para aferrarse a su propuesta de cine de ficción con “alguito” de contenido social, aunque sufra de “presupuestitis”. Su primera película (mucho más visceral), “Sector 9” (2009) costó un cuarto de los 120 palos que salió esta. Como siempre (por suerte) más plata no garantiza mejor cine.
El mismo director de “Sector 9” vuelve a interesarse por los peligros que encierra el hecho de marginar grandes sectores de la sociedad en beneficio de unos pocos. Se encuentra ambientada en Los Ángeles en el 2154 donde la humanidad se encuentra dividida en dos clases: los ricos han huido y viven muy bien en un lugar perfecto, una estación espacial llamada “Elysium”, que cuenta con importantes mansiones, jardines y piscinas bajo un imponente sol. Todo es brillante, lujoso, bello y allí siempre viven sanos, han creado unos equipos especiales, que curan cualquier enfermedad. El resto vive en la Tierra, un lugar desolador, superpoblado, contaminado, tienen poco o ningún acceso a la asistencia social, y se encuentran guiados y controlados por unos robots policías armados. Los ciudadanos tienen una marca en su antebrazo (similar al film “El precio del mañana). Algunos ciudadanos logran pagar de manera ilegal el viaje al paraíso que sería “Elysium”, nada está garantizado ya que pueden morir en el intento, (algo similar como muchos de los inmigrantes que cruzan la frontera a los Estados Unidos) dado que son indocumentados y no se los considera ciudadanos. En medio de esto vive Max Da Costa (Matt Damon) quien trabaja en una fábrica donde sufre un terrible accidente, su cuerpo está contaminado por la radiación, solo le quedan cinco días de vida. Por otro lado en “Elysium” esta Delacourt (Jodie Foster), fría, calculadora, astuta, cínica y que quiere seguir manteniendo su lujosa vida (a tal punto que tenes ganas de traspasar la pantalla y abofetearlas). Quien pertenece a ese bando es John Carlyle (William Fichtner) y cuentan con la ayuda del Villano Kruger (Sharlto Copley) que mata a los inmigrantes ilegales. Llega el tiempo en que a Max (Matt Damon) no le queda mucho tiempo. Cuenta con la ayuda de Spider (Wagner Moura), entre otros y acepta arriesgar su vida en una misión que puede cambiar la vida de millones de personas, entre estas la de su ex novia. Frey (Alicia Braga) su pequeña hija sufre una avanzada leucemia. La película mezcla muy bien el drama, la ciencia ficción y lo épico, nunca pierde el ritmo y posee buenos efectos especiales, sonido y persecuciones. Las clases además se encuentran diferenciadas a través de los colores e iluminación, pese a que tiene algunos baches narrativos, logra sostenerse con solventes actuaciones y lo que plantea es muy interesante sobre la desigualdad social, política, riqueza y pobreza, desposeídos, corrupción, los contratistas, la situación de los indocumentados y el trabajo esclavo (temas que se ven a diario en los noticieros) .Es una buena crítica, nada tan fuera de la realidad.
El derecho a la salud, allende las nubes Por esos alineamientos de los astros, “Elysium” se estrenó en el marco de la más virulenta batalla por el “Obamacare”, el proyecto de salud del presidente estadounidense, tan combatido por los republicanos (especialmente por los ultraconservadores del Tea Party) que no dudaron en provocar el cierre del gobierno. No habría mejor marco, porque Neill Blomkamp (creador de la destacada “Sector 9”), hábil a la hora de construir relatos de ciencia ficción, aprovecha el género para reflexionar sobre el presente y la condición humana (que siempre fue de lo más interesante que ha tenido la ciencia ficción). En este caso, la metáfora es bastante directa. En el siglo que viene, el mundo está contaminado y superpoblado. La ciudad de Los Ángeles es como la Villa 31 elevada a la enésima potencia, y es ya bilingüe de tanto latino que se ha radicado ahí. Mientras tanto, los ricos se han ido a vivir a Elysium, una estación espacial con forma de Toro de Stanford (una figura basada en dos anillos concéntricos con un núcleo, teorizada en dicha universidad para la vida en el espacio), donde se han hecho un mundo que parece Beverly Hills y donde, entre otros lujos, tienen las MedBays, un dispositivo que cura o regenera cualquier tejido orgánico. Así, la enfermedad y la muerte son esquivas a los pudientes “ciudadanos”, mientras que abajo la gente se apiña en atestados hospitales a ver si los arreglan un poco “a la antigua”, o en algunos casos tratan de entrar clandestinamente (a riesgo de que los maten) a la estación, al menos el tiempo suficiente como para conseguir usar una MedBay. En ese contexto se crió Max Da Costa, en un orfanato de monjas, donde conoció a Frey, una niña de la que se hizo muy amigo. Años después, Max es un ex ladrón que trabaja en Armadyne, una de las fábricas que provee robots al poder de Elysium. El mismo día en que se reencuentra con Frey, sufre un accidente y recibe una dosis letal de radiación. Sólo una MedBay podría salvarlo antes de que muera en cinco días. Así, se compromete con su ex jefe para cometer un delito a cambio de un viaje clandestino. La idea era robarle información del cerebro al director de Armadyne, justo cuando acababa de encriptar un código de reinicio al sistema del Elysium, a pedido de la golpista secretaria de Defensa Delacourt (que no tiene nada que envidiarle a Sarah Palin, Michelle Bachmann u otras elegantes “halconas” republicanas). Poseedor de esa información clave, Max se convertirá en la piedra de toque de un posible cambio en el curso de las cosas, entre su propia desesperación y expectativas más elevadas. Construir un mundo Blomkamp mismo es un conocedor del mundo de los efectos especiales, por lo que sabe sacarle el mejor provecho a los mismos, desde el manejo de los presupuestos al diseño de armas y artefactos. A pesar de contar con el apoyo de los más renombrados estudios (Industrial Light & Magic, fundado por George Lucas, y Weta Workshop, de Peter Jackson), no hay un abuso de la digitalidad (aunque las vistas espaciales de la estación son magnificentes). Como en “Sector 9”, elige esas tensiones entre el elemento futurista (un traje, una nave) en un contexto de fotografía “sucia”, que retrata el mundo salvaje y terrenal (el mundo de “arriba”, por el contrario, es prístino, luminoso, aséptico). Además logra un buen balance entre la metáfora que quiere mostrar, la ciencia ficción especulativa (la construcción de un mundo futurista con sus reglas de funcionamiento) y el relato, que se desenvuelve complejo y atrapante en menos de dos horas, y a la vez pleno de acción y violencia, para los que gustan de las aventuras. A lo sumo, entre las críticas que se le pueden hacer estarían cierto final abierto (cuyas interesantes implicancias quedan afuera del relato) lo que en sí no debería ser necesariamente un problema; y una carencia a la hora de la especulación: ¿cómo se sustentaría ese mundo si todos son inmortales y a la vez tienen hijos? ¿Por qué todos parecen tener diferentes edades? (Andrew Niccol exploró esas potencialidades en “El precio del mañana”, una sociedad donde todos se anclaron en los 25 años). Personajes fuertes El guionista y director sudafricano gusta de apostar a los personajes y las actuaciones, aunque el contexto visual se luzca. Así, se apoya en un buen trabajo de Matt Damon como Max, irónico, gastado, con mucho sufrimiento físico, pero sin grandilocuencias de héroe. Lo acompaña la siempre llamativa Alice Braga como Frey, la bonita morocha (como su tía Sonia) que vendría a ser el interés romántico que no está destinado a ser. Diego Luna también es de la partida de “los buenos”, en un papel un poco breve pero correcto, y Wagner Moura como el ambiguo Spider. Del otro lado, florecen los villanos, que tienen para hacer dulce. Jodie Foster seguro se divirtió en componer a la fría secretaria Delacourt, capaz de ordenar 49 muertes mientras toma champagne enfundada en trajecitos Armani (auténticos). Y Sharlto Copley (el mismo de “Sector 9”) convenció al director de que le reescriba el papel de Krueger para él, convirtiéndolo en un mercenario sudafricano: sucio, feo y malo (el reverso oscuro de los asépticos burócratas de la exclusión), y al personaje, en una máquina graciosamente brutal, con su marcado acento afrikaner y expresiones en afrikaans. William Fichtner como un estirado y detestable John Carlyle completa el equipo. Entre todos mueven los hilos de una fábula futurista que dice mucho de nuestro tiempo, y alerta sobre los caminos que puedan llevar a la máxima desigualdad.
Pobres habrá siempre El director Neill Blomkamp fué el hacedor de la fantástica "Sector 9", peli ya guardada en el rincón placentero de los cinéfilos amantes de la Ciencia Ficción. Ahora regresa con otro relato que costó la friolera de 115 palitos verdes, es decir mayor presupuesto y ergo con figuras de plano atractivo como Matt Damon y Jodie Foster encabezando. Es el futuro apocalíptico del año 2159 y existe una brecha donde los pobres habitan la tierra -ya convertida en un mugriento "ghetto"- y los ricos y poderosos allí arriba en un mundo artificial placentero, un genuino edén construido en forma de la grandísima nave de la recordada: "2001, odisea del espacio" de Kubrick. Dispuestos a cualquier costo para que no se les mezcle el ganado humano, hay una suerte de jefa de Estado mayor (la Foster en tren de mala mina), y abajo en el otro hábitat miserable, un arriesgado Matt Damon que ha recibido una carga de radiación letal, que le quedan cinco días de vida, y el único lugar donde puede curarse es ...donde creen...?? Exacto: ese paquete y modernísimo planeta que da título al filme. Cuando uno ve una peli de CF, enseguida relaciona situaciones o imágenes con otras producciones, así esta se emparenta de a ratos con esos films-aventuras legendarios como "Mad Max", "Fuga de Nueva York" de Carpenter o aún la muy reciente "Oblivion". La trama es llevadera, hay mucha acción, la típica adrenalina pura que hace falta para sostener un cuento asi, bien actuado, fotografiado, con una música notable de Ryan Amon, y un curioso "cast" donde sobresalen los actores de origen latino como el mejicano Diego Luna, y los brasileros Alice Braga y Wagner Moura -el protagonista de "Tropa de Elite"-, pero el que se lleva los laureles, medalla y copa es el sudafricano Sharlto Copley, memorable actor de "Sector 9" también, que aquí compone a un malvado para el odio eterno. Si esta es una cinta de mucho entretenimiento..??, si lo es...si hay un soplo político en su guión..??... por supuesto que también.
Con sólo dos –sorprendentes- películas, ambas futuristas, el sudafricano Neill Blomkamp ya se ha transformado en un especialista y acaso referente dentro del género, más que nada por su estilo personal. El cineasta aprecia combinar la ciencia ficción con la denuncia, incorporando lucha de clases, discriminación, opresión, desigualdad y grupos poderosos que sojuzgan a los más débiles, temática que predomina en su nueva pieza, Elysium. Está claro que esta formulación quedó mucho mejor expuesta en Sector 9, obra cuyo género alguien rebautizó como ciencia social ficción, una extraordinaria alegoría acerca del racismo y el apartheid sudafricano. Ese film le permitió a Blomkamp acceder a su segundo film con mayores posibilidades expresivas e intérpretes más renombrados, aunque en este caso haya tenido que adaptarse un poco a los mandatos hollywoodenses, como el hecho que sólo un hombre blanco (Matt Damon) pueda contra todo, incluyendo sistemas infranqueables, duros enemigos y un villano de fuste y muy sádico como el que compone Sharlto Copley. A lo que habría que sumar algunos pasajes del guión poco trabajados y personajes que no hablan español de la mejor manera, un aspecto que, a esta altura, ya no se puede disculpar. Más allá de estos detalles Elysium cumple con creces a la hora de plasmar en imágenes elementos clásicos y no tan clásicos del género, que en este segundo caso la acercan a tendencias estéticas y visuales más modernas de otros exponentes recientes como Oblivion o Después de la tierra. Damon, como un obrero al que le quedan cinco días de vida y que debe intentar llegar a un paraíso de la opulencia llamado Elysium, pone lo que hay que poner para darle intensidad y credibilidad a su rol, acompañado por un elenco sólo correcto a excepción del mencionado Copley. Notable la música, lo mismo que la imaginería visual puesta en juego.
Neill Blomkamp, responsable de la infravalorada Sector 9, regresa acompañado de Matt Damon, Jodie Foster y Diego Luna, con locaciones en la Ciudad de México, para traernos Elysium, una historia con tintes de thriller y acción y ciertas remembranzas a su anterior trabajo. Elysium es una ciduad futurista, en una estación espacial, a donde las personas de la alta sociedad se fueron a vivir luego de que la tierra se ha convertido en un basurero inhabitable. Max, un obrero cualquiera, sufre un accidente que lo obliga a buscar un modo de llegar al paraíso, en donde son capaces de curar cualquier enfermedad con sólo un botón. Así, entre alegorías de migración, muros, separación de clases y miseria humana, combinada con egoísmo, Elysium muestra mucho menos de lo que puede hacer. Lejos de convertirse en otra obra política como District 9, acá Blomkamp se conforma con mostrar a un Matt Damon ocupando todo el tiempo la pantalla, en donde incluso Jodie Foster más que villano, es otro personaje secundario. Ya me contaba una amiga que la mayoría de las películas de Damon se tratan solamente de él, y esta es otra prueba de esas. Si bien es un correcto thriller de acción, en el que se disfruta la segunda mitad de la película cuando empieza el viaje, se queda muy corta con el trabajo previo del director. Eso si, los efectos especiales merecen su distinción pues están muy bien logrados. Lo malo es que no compensan la falta de profundidad del guión que pudo haber mostrado mucho más que los sueños egoístas de Matt Damon (y no, la redención innecesaria de personajes no salva un filme malo)
Extraños en el paraíso En el futuro, la sociedad está dramáticamente dividida entre los poderosos que lo tienen todo (y viven en una idílica estación espacial en órbita) y los pobres, que sobreviven en un planeta Tierra contaminado y devastado. Max, un trabajador terrestre, trata de llegar a Elysium para salvarse y beneficiar a los suyos. A los seguidores de la ciencia ficción (aquellos que devoraban las publicaciones de la mítica "Minotauro" hace ya medio siglo, por ejemplo) y a quienes hayan visto la anterior entrega del director sudafricano Neill Blomkamp ("Sector 9", 2009) no les ha de extrañar el recurso de relatar una historia ubicada en un futuro no muy lejano como una suerte de parábola que permite describir una situación política y social reconocible en los datos de la realidad actual. Por supuesto, el truco dramático estriba en extremar la situación precisamente para destacar los rasgos propios del conflicto al que se quiere hacer referencia. Blomkamp había hecho alusión al drama del apartheid al mostrar una suerte de gueto en el que estaba recluido un grupo de extraterrestres en "Sector 9". En esta nueva película, propone una ácida pintura de la brecha entre ricos y pobres que se expresa dramáticamente en la descripción de un mundo idílico (Elysium, en una gigantesca estación que orbita la Tierra), habitada y dominada por los poderosos (los "ciudadanos") y un planeta devastado, contaminado y al borde de la destrucción en el que sobreviven aquellos que están fuera del sistema, pero que con su trabajo hacen posible la existencia del paraíso que orbita sobre sus cabezas. Uno de estos desposeídos es Max (Matt Damon), quien se verá obligado a tratar de vulnerar los rígidos controles que preservan a Elysium (a cargo de la cruel y gélida Delacourt, en la piel de Jodie Foster) para escapar de la muerte y, al mismo tiempo, extender los privilegios de pertenecer a la elite de los "ciudadanos" y beneficiar así a sus camaradas "indocumentados". En definitiva, el filme toma el rumbo de la clásica pelea entre el Bien y el Mal, aunque los rasgos de los héroes y los villanos están convenientemente esfumados para no caer en estereotipos demasiado evidentes. El filme redondea una buena dosis de entretenimiento, con aspectos visuales y técnicos magníficamente cubiertos, aunque ciertas inconsistencias en el guión le resten (pocos) puntos. Un dato preocupante: Blomkamp filmó las escenas que transcurren en la Tierra cerca de la frontera entre México y EE.UU. Si bien es cierto que trabajó estéticamente el material para adecuarlo a las exigencias dramáticas del guión, lo que puede observarse en pantalla permite sospechar que la decisión de ubicar de la historia recién en el año 2154 tal vez termine siendo un rasgo de optimismo.
Elysium es el esperado debut hollywoodense de Neil Blomkamp, el director sudafricano que saltara a la fama con Distrito 9 en el 2009. Cuatro años después Blomkamp se despacha con otra alegoría social camuflada de aventura de ciencia ficción, la cual mantiene muchos puntos en común con su opera prima. Y si bien el escenario que pinta resulta muy interesante y jugoso, el relato sufre enormemente gracias a la mala definición de los personajes y la falta de empatía el protagonista con el público. Es dificil hacer fuerza por un perdedor egoísta al cual le importa un pito el destino de toda la humanidad y que sólo está interesado en salvar su propio pellejo. Elysium es un filme distante. Toda esta gente habla (y habla mucho) pero jamás se sienten como personas reales. No conocemos su intimidad, no hay un aspecto simpático de sus vidas, son tipos grises envueltos en existencias totalmente egoístas. Hay casos tristes como el de Alice Braga - una enfermera que trabaja en un pestilente hospital público desbordado de casos (y que me hace acordar a algunos nosocomios del Gran Buenos Aires!), gana poco, atiende como puede a sus pacientes porque carece de recursos y que, para colmo, tiene a una hija con cáncer terminal -, pero el resto es una caterva de individuos centrado en la satisfacción de sus propias necesidades: Jodie Foster quiere el poder, William Fichtner quiere el dinero, Matt Damon quiere curarse, Wagner Moura (Tropa de Elite!) quiere voltear el gobierno de los ricos... a nadie parece importarle la vida de los otros. Ni siquiera a Moura, el cual debería ser el carismático lider de una revolución humanista que pretende la igualdad para todo el mundo... pero que termina mandando al muere a la mayoría de sus asociados con tal de obtener la información que él precisa. En sí, la historia de Elysium es simple: es otra variante de Metropolis, salpicada con detalles de Distrito 9 y Johnny Mnemonic. Los pobres de un lado, los ricos del otro. Un día un pobre se cansa (o, en el caso de Damon, llega a un punto de desesperación), y decide cruzar la frontera. La movida provoca el desequilibrio y la revolución. Aquí es el operario de una fábrica de armamentos que termina envenenado accidentalmente con radiación. El tipo no es ningún santo - tiene antecedentes por robo y se encuentra en libertad condicional - así que, como tiene calle y contactos con el bajo mundo, decide ofrecerle sus servicios a un oscuro líder revolucionario para que le brinde un salvoconducto falso hasta la estación orbital de los ricos, ya que allí hay unos aparatos fantásticos capaces de curarlo completamente en un santiamén. Para cumplir la misión le ponen un sistema servomecánico conectado a su espina (otra que el doctor Octopus), lo que lo vuelve casi sobrehumano: pelea, salta y corre a una velocidad impresionante. Ahora debe secuestrar a un rico para pedir un rescate, y él decide vengarse del asqueroso millonario que era su jefe. El problema es que el secuestro sale mal, el quía queda con la memoria implantada del ricachón y, lo que es peor, el tipo estaba metido en un inminente golpe de estado. Los golpistas quieren tapar todo y, sobre todo, hacerse con los datos robados, para lo cual mandan a un temible mercenario llamado Kruger, papel a cargo de Sharlto Copley. Si usted pensaba que Copley era un pavote sin gracia, especializado en interpretar a tipos grises o loquitos con buena onda, espere a ver lo que hace con Kruger: el tipo mastica con furia cada una de sus líneas y opera con un grado de violencia y amoralidad pasmosa. Por muy muy lejos el Kruger de Copley es el mejor personaje que tiene la película. Pero si Copley es fabuloso en el papel, los problemas pasan por el resto, los cuales están desdibujados o desbalanceados. Matt Damon es un actor de la hostia y es un tipo que anda muy bien como héroe de acción, pero aquí resulta totalmente inapropiado. Nunca da la impresión de ser un pobre diablo, un tipo sufrido que vive en la miseria, sino que está tan anabolizado que parece un Schwarzenegger vestido con ropas harapientas, lo cual aniquila totalmente su credibilidad - el rol precisaba un tipo desvalido, como era el mismo Copley en Distrito 9; un perdedor que en su hora más oscura termina por transformarse en un héroe -. Por su parte Jodie Foster (formidable actriz!) apenas tiene tiempo para hacer algo con el rol; es muy unidimensional y acartonado, y hubieran podido contratar a cualquier otra actriz para el papel. Alice Braga es un adorno que sirve de excusa para darle un cierre al filme, y el resto está de relleno. En sí, el escenario es muy interesante - uno bien puede imaginarse a Robocop suelto en semejante contexto, con gente que negocia apliques biónicos, balas inteligentes que explotan cuando el usuario lo desea, minas voladoras que se adosan a la piel de la gente y la hacen volar en pedacitos, discos duros implantados en el cerebro de la gente, y un largo etcétera -, pero la narración no termina de sacarle el jugo que corresponde. Ni siquiera la acción resulta memorable. A mí me da la impresión que esta misma historia, sin cambiarle siquiera una coma, hubiera dado mucho más frutos en manos de un James Cameron - alguien acostumbrado a darle carnadura a épicas futuristas en donde los desvalidos pelean contra los poderosos -. Le hubiera dado oxígeno a los personajes, hubiera llevado la duración a unas tres horas, y hubiera hecho pausas para crear algo de clima. Acá pasan demasiadas cosas, hay demasiadas sub historias, y no hay tiempo para desarrollar los personajes como corresponden. Todo el tono épico de la trama queda diluido por la burocracia del relato, el que intenta centrarse en demasiados detalles del universo que pretende pintar. Definitivamente Elysium no es una mala película; sus ingredientes son de calidad pero no están cocinados como corresponde. Hubieran puesto a otro actor (un alfeñique) en lugar de Damon, y hubiera estirado el metraje para descomprimir la historia, y todo el filme hubiera ganado en efectividad. Así como está termina resultando un producto inteligente, aunque incompleto y para nada memorable. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/elysium.html#sthash.e3AgxeyC.dpuf
El cielo prometido. Elysium arranca con un grosero flashback de dos niños, Frey (Alice Braga) y Max (Matt Damon), conociéndose en un orfanato. A través de la visión estandarizada del recuerdo (con el brillo de sol en un sepia incluido) se vaticina lo peor. Luego el presente cae como una roca. Un tatuado y sudado Max sale a trabajar, los amigos reos del barrio lo verduguean y la policía (robot) lo maltrata. El vive en medio de una villa miseria (que se da a entender es el mundo entero) que podría estar en cualquier lugar del tercer mundo. El director Neill Blomkamp nos llena de polvo y una desesperación que inunda los ojos. Ese es uno de los méritos de su cine, la evidencia de trabajar sobre el terreno, sus distopías parecen tan cercanas que uno se sube al futuro como una pequeña extensión del presente. Estos dos momentos iniciales del film son el péndulo que se cierne sobre el director de origen sudafricano, seguro de lo que desea mostrar pero con recursos visuales y narrativos por momentos, bastante burdos. Nuestro héroe trabaja en la fábrica de robots que domina el mercado, un lugar y una realidad donde los empleados son carne de cañón. Un “accidente” con radiación lo deja al borde la muerte, de ahí en más, Elysium, es una urgencia para salvar su vida. En ese cielo prometido (maqueteado como una vida de country espacial) existen unas máquinas sanadoras de cualquier mal que aqueje al ser humano. Su salvación, Elysium. Para eso recurre a un antiguo amigo, el traficante apodado Spider (Wagner Moura), quién parece ser el único que logra meter gente de contrabando (con mucha más pena que gloria). Para pagar su pasaje le encargan la misión de secuestrar a un ciudadano rico (de los que bajan del Space Country) y justo el que Max elije es el que está metido en el sistema de seguridad de Elysium, el dueño de la fabrica de robots (interpretado por William Fichtner). Max roba información vital para la Secretaria de Seguridad Delacourt (una Jodie Foster republicana) y para atrapar a Max le encargan la tarea a un sádico ex soldado llamado Kruger (Sharlto Copley, protagonista de Sector 9, anterior film del director), que logra, a pesar de algunos excesos, una acertada virulencia como perro de presa. Una de las temáticas del director parece ser la transformación del cuerpo. Aquí la destrucción de la carne y la invasión mecánica en el hombre son un exoesqueleto en Damon, las explosiones impiadosas (y gratamente expuestas) y las camas reparadoras son elementos para los cambios que sufren los personajes. La determinación de Blomkamp en exponer con crudeza las imágenes se agradece, no escatima en dibujar ese mundo cruel con la misma rigurosidad sobre la carne. Lo interesante de la historia (a pesar de su obviedad) con la fijación en la diferencia social se va diluyendo a medida que satura la idea del Elysium “paraíso” y tierra “basurero”. La contraposición extendida no permite la lectura filosa de la realidad, como si se montara todo a un tomógrafo curador y listo, igualdad social. Otra de las cuestiones es la arbitrariedad. Esto es algo que siempre está presente cuando se decide contar una historia, pero en este caso, puede llegar a molestar. Un lugar lleno de millonarios sin una defensa bélica, la exposición de los “elisianos” a los villeros con tanta soltura, la vinculación de los personajes para justificar los giros de la historia (¿se tenia que llevar Kruger a Frey?) y un mundo de personajes que parecieran resolvieran todo en el mismo barrio. Frente al grato recuerdo del anterior film del director (Sector 9, 2009), Elysium pierde, su exposición ausente de sutileza funciona en las duras escenas de acción, pero convierte en torpe y redundante su visión social.
La lucha de clases "Elysium" es el esperado retorno del director de aquella joya cinematográfica del 2009 llamada "District 9", película que hacía una clara denuncia social sobre cómo nos tratamos entre los seres humanos y como tratamos a otros seres vivos, las reglas que nos imponemos como sociedad para separar a los más privilegiados de los más vulnerables a nivel social y económico. Con una idea muy original, Neill Blomkamp plasmaba esta historia de guetos extraterrestres siendo sometidos a los caprichos raciales de la raza humana. Con "Elysium" presenta un concepto muy parecido, sin extraterrestres, pero sí planteando un escenario post apocalíptico en donde la brecha que separa a ricos de pobres llega a niveles obscenos, tanto que éstos últimos han sido relegados a sobrevivir en la Tierra sin ninguna comodidad y en un ambiente contaminado, mientras que los millonarios disfrutan de enormes propiedades lujosas y artefactos que curan desde manchas en la piel hasta una leucemia, en una enorme facilidad ubicada a miles de kilómetros del planeta. Nuestro (anti) héroe, interpretado por Matt Damon, se verá envuelto accidentalmente en una revolución para acabar con la miseria del pueblo que vive sometido por personas despiadadas y poderosas como Delacourt, Jodie Foster, que utilizan todos sus recursos para mantener a salvo el estilo de vida de los privilegiados. De cierta manera, Blomkamp logra emular aquella denuncia social que le dio el salto a la fama, pero en esta entrega pierde potencia en el golpe. El tipo tiene un imaginario increíble y su talento es innegable, pero se pierde un poco en el campo de la ciencia ficción y la acción descuidando el del drama, que considero debería haber sido el género troncal de la historia. Escenas frías de muerte, muy bien creadas, pero con un impacto acolchonado por el hielo que decidió imprimirle el director a las secuencias. Por supuesto que no estoy pidiendo golpes bajos o recursos lacrimógenos clichés, pero creo que Blomkamp debió pensar un poco más en como se vería involucrado el espectador con los personajes que puso en pantalla. Por último Kruger, uno de los villanos interpretado por Sharlto Copley ("District 9"), le imprimió carisma al equipo de malvados, pero también se le fue un poco la mano con el tema del acento y los modismos sudafricanos para expresarse. Se entendía que quería dejar en claro su nacionalidad, pero aún así por momentos se volvía forzado. Un entretenimiento muy bien elaborado, que lamentablemente se terminó yendo hacia los géneros secundarios en vez de ahondar en el drama troncal. Los amantes de las ciencia ficción la recibirán con los brazos abiertos y la disfrutarán.
"Ciencia acción" Neil Blomkamp la rompió con “Sector 9” (District 9, 2009), película que puede considerarse tranquilamente como una de las mejores que brindó el género en los últimos 10 años por el solo hecho de trazar una perfecta analogía entre una invasión extraterrestre y el apartheid que azoto a Sudáfrica. Cuatro años después llega “Elysium”, el segundo trabajo del realizador que repite algunas de las formulas exitosas de su anterior incursión en el cine, pero que se olvida de otras, quizás en pos de amoldarse a un esquema de producción, como el de Hollywood, el cual parece que le queda chico. La historia de “Elysium” es sucia, al igual que la de “Sector 9”. Sus protagonistas no son los típicos héroes y se ven arrojados a superar un destino que nunca soñaron afrontar en un contexto desfavorable, donde los fuertes explotan a los más débiles y la única forma de acabar con eso es a través de revoluciones y batallas que se cobrarán victimas de ambas partes y en gran cantidad. Max (un correcto Matt Damon) es un trabajador de una planta industrial que vive en la tierra, mientras sus jefes explotadores viven en Elysium, una especie de satélite que flota en el espacio, donde todo es perfecto. Cuando Max sufre un accidente que lo deja con tan solo 5 días de vida, su pasado de criminal parece ser la única salida que le permitirá llegar a Elysium, el único lugar donde puede cambiar su destino. Nuevamente con un soberbio trabajo en el aspecto visual (la fotografía de Trent Opaloch es perfecta) y una ascendente (en materia de transmitir emociones) banda sonora compuesta por Ryan Amon, “Elysium” arranca de menor a mayor para ofrecer más que un film de ciencia ficción de jerarquía una película de acción de enorme grandilocuencia y ritmo frenético. Las secuencias de acción se suceden unas a otras a partir del quiebre de la película (la imponente escena del secuestro) y alcanzan una magnitud impensada (la épica batalla final sobre un puente en Elysium), pero muy bien recibida, por el público. “Elysium” en ese sentido te toma completamente por sorpresa y no te deja sacar los ojos de la pantalla, gracias a esas impresionantes escenas que, si bien se encuentran en un contexto futurista, nunca alcanzan atravesarnos emocionalmente, ni llegarnos a incomodar políticamente como si lo hacían las de “Sector 9”. De hecho, la única falencia que tiene el primer trabajo de Blomkamp en Hollywood es insertar cuotas de drama en un film que destella acción de la buena por todos lados y que no tiene lugar para historias de amor forzadas (como la que tienen los personajes de Damon y Alice Braga), ni para sentimentalismos e historias mínimas (como la hija enferma de Frey). Esos aspectos parecen fuera de lugar en una película en donde nuestros personajes más importantes (soberbios trabajos de Jodie Foster y sobre todo Sharlto Copley) están al pie de una guerra y lo único que buscan es imponer sus pretensiones dentro de una tambaleante estructura de poder. Si Blomkamp se hubiera inclinado completamente hacia un solo lado de la balanza, estaríamos hablando de una de las grandes películas de este 2013. Sin embargo el sudafricano intentó que su desembarco en Hollywood sea igual de humano, crítico y polémico que en su primer trabajo, pero la falta de experiencia no le permitió divisar que ese mercado solo quiere una cosa, algo que a “Elysium” le sobra: entretenimiento que mantiene al espectador atornillado a la butaca.
Veamos: en una estación orbital gigantesca, libre de enfermedades y villanías, paradisíaca a más no poder, vive la clase dirigente. En la Tierra, superpoblada, explotada, criminal, sucia, vive la mayoría -descartable- de la Humanidad. El realizador Neil Blomkamp ya había usado la extrapolación política en Sector 9, donde se reconstruía el Apartheid pero con extraterrestres. Aquí hablamos del capitalismo, la lucha de clases y esas cosas. Pero en el fondo -o, mejor dicho, en la superficie-, una vez que comprendimos de qué va la metáfora política, estamos ante una interesante película de ciencia ficción con “buenos” y “malos” bien detallados. Lo más interesante, en este marco, son las decisiones (un marxista diría “la toma de conciencia de sí y para sí”) del personaje de Matt Damon, un obrero al que un accidente enferma de cáncer fulminante y que sólo puede curarse viajando a Elysium, la maravillosa base oribital de redundante nombre, comandada por una Jodie Foster perfectamente desagradable. Hay aventuras, amor, violencia, locura, tiros y mambo, como corresponde a un film de gran presupuesto que debe amortizarlo. Pero no se olvida nunca de la dimensión humana, de los personajes, de ese lazo de empatía que es neecesario para que una película nos interese. Sin ser genial (el planteo es bastante simplón y no escapa de secuencias remanidas), busca que el espectáculo funcione como lupa de nuestro mundo, algo que muchos cineastas (de los “serios” y de los “comerciales”, unidos en la misma miopía) suelen olvidar.
Ricos versus pobres Neill Blomkamp, quien llamó gratamente la atención con District 9, en 2009, añade otra película del género a su filmografía. Sin maravillar, logra construir un producto efectivo que en ningún momento pierde el ritmo ni la fuerza que porta el relato. Ubicada la historia a más de unos 140 años de la actualidad, nos encontramos con una diferencia importante en lo que concierne al hábitat de los seres humanos. Mientras unos, los acaudalados, se regodean en una estación espacial que lleva el nombre del film, los otros, los más humildes, se las ingenian para vivir como pueden en la Tierra, que por cierto se halla en ruinas y con sujetos que sufren condiciones de supervivencia nefastas. Max (Matt Damon), trabaja en una fábrica y padece el infortunio de recibir una carga de radiación por la que le diagnostican pocos días de duración. Para solucionarlo, no tiene otra alternativa que viajar a Elysium para curarse. Blomkamp le imprime dinamismo y energía a la proyección. Si bien es cierto que quizás se exceda en el recurso al flashback, todo se suple gracias a la contribución de unos efectos especiales estruendosos e impecables, más los momentos de acción dotados de explosiones y disparos que prácticamente no dan respiro. En el medio de todo este asunto un Damon tuneado para afrontar la misión, pelado, morrudo, casi un tanque humano que va al acecho sagazmente en cada secuencia. Inevitable mención a la fuerte crítica hacia la desigualdad social, en un modo extremista y con un estilo mucho más sólido que cintas como Oblivion, en la que también retrataban un universo devastado. En el flanco de quienes dominan a “la otredad” desde el lujoso primer mundo, una Jodie Foster convocada para proveerle renombre e interés al producto, pero demasiado atrapada en un papel que de tan recio no convence plenamente. Entretenida, con escenas de enfrentamiento muy bien rodadas, pero simple y poco innovadora, Elysium redondea un score que supera lo bueno. LO MEJOR: ciencia ficción efectiva sin la necesidad de incluir a extraterrestres. Efectos especiales magníficos. Mucha acción. Matt Damon. LO PEOR: el guión peca de predecible y sencillo. Foster extrañamente no cumple positivamente en su rol. PUNTAJE: 7
"...Es muy realista en muchos aspectos, podría darse así como está, en la realidad, como en la película. Es un filme que nos deja pensando, es ciencia ficción de la buena..." Escuchá la critica radial completa en el reproductor (ver link).
El hecho de que Elysium haya sido realizada y anunciada como “del director de Distrito 9″ no necesariamente es garantía de confianza. Ya desde los trailers la premisa y el look del film resultaba sospechosamente familiar. El trasfondo social es particularmente similar al de la primeria película del director Sudafricano Neill Blomkamp con la diferencia de que en este caso no hay alienígenas marginados de otro planeta sino que los marginados son los mismos terrícolas (pobres) que quedaron en la tierra mientras que la clase alta emigró a “Elysium”, una suerte de Edén interestelar. Dicho elitismo da pie a la típica historia del camino del héroe. Matt Damon tras ser contaminado por una enfermedad mortal y con tan solo 5 días de vida restantes se ve obligado a recurrir a Elysium para acceder a la tecnología médica de los ricos capáz de curar su mal. El problema es que todos aquellos aciertos argumentales que en Distrito 9 se sentían frescos y originales aquí brillan por su ausencia. Por empezar resulta realmente complicado empatizar demasiado con el protagonista que con su simpleza y bidimensionalidad carece de carisma y recién en el tramo final tendrá la oportunidad de demostrarse héroe. La crítica social, que resulta ser el verdadero objeto de la película, peca de tibia y no lleva la misma fuerza que tenía el argumento de Distrito 9. Lejos de distinguirse del tópico de la película de acción/ciencia ficción cae en la mediocridad y hasta parece carecer de pretensiones y esfuerzo. Es como si Blomkamp hubiera activado el piloto automático intentando seguir con la inercia de su primer y anterior éxito. Defectos aparte, no sería justo pasar por alto que los 109 minutos que dura el film son al menos una pasatista aventura futurista con sus justas y bien ejecutadas escenas de acción y hasta en ocasiones con unos tintes gore. Quizás sea que simplemente le exigimos demasiado a un director que todavía puede mostrar su talento en proyectos futuros. Un tropezón no es caída, y dentro de todo el tropezón no fue tan grande.
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Escenario imponente, película mediocre. El director Neill Blomkamp tiene un estilo difícil de comprar. La aclamada District 9 ya había evidenciado su interés por combinar diversos elementos en el plano de la ficción de modo bizarro. Drama social, acción y humor en un marco de ciencia ficción a priori suena como un género prometedor, pero lo más importante es siempre la forma. Para mi gusto, la visión del cineasta sudafricano es demasiado irreal. Elysium tiene una premisa sumamente interesante, pero un trámite vago e insustancial. El escenario presentado, en conjunto con dos o tres personajes prometedores, se diluyen en una narrativa inocua que pone el foco en aspectos irrelevantes y protagonistas desprovistos de carisma. Hay un fuerte contraste entre la historia propuesta y la forma en que se cuenta. El malo de la película, sin ir más lejos, es un personaje caricaturesco con rasgos exagerados, que bien podría haberse escapado de un proyecto clase b de Robert Rodriguez. Jodie Foster y Matt Damon, por otro lado, que encarnan protagonistas más complejos, están totalmente desaprovechados. El reparto lo completan otra media docena de personajes que agregan poco y nada a la historia. Elysium es una propuesta multifacética que no funciona, por el enorme contraste que existe entre la premisa original y el trámite narrativo. El escenario es brillante, pero todo lo demás es rápidamente olvidable.