Si bien la historia original de Blancanieves está tomada en solfa y tiene bastante humor, le va en contra el ritmo bastante lento y la poca gracia que contiene la primera parte ya que lo más divertido y entretenido está recién en los últimos 40 minutos. Los que seguro la van a pasar bien van a hacer todos los seguidores de Julia Roberts...
Hace un tiempito ví el último trabajo de Tarsem Singh ("Inmortales") y más allá de que era una pochoclera clásica, percibí que el hombre tenía oficio para contar historias en escenarios mágicos e irreales. Si bien yo no lo hubiese elegido para dirigir "Mirror mirror", lo cierto es que es un tipo capaz de darle cierta impronta a sus relatos que ciertamente atrae público. Eso si, era una apuesta fuerte. El 1ro de junio abre otra versión de la mismo clásico cuento llamado "Snow White", a secas. La contienda está declarada... Advertencia: lo primero que hay que hacer cuando uno se prepara para esta nueva versión de "Blancanieves", es tener en cuenta que aquí nada debe tomarse muy en serio. No es el tiempo de heroínas pasivas, que esperan que su príncipe las rescate y haga todo el gasto solito. Digamos que hoy en día, las chicas son más desenvueltas, tienen mucho para decir y Nieves, no escapa a este signo de los tiempos. No esperen tampoco que los secundarios respeten la tradición al estilo Disney porque ellos también se han aggiornado a la posmodernidad (ya verán el porqué!), lo que sí podemos decir que se mantiene es, la aparición de los elementos tradicionales que son característicos en la legendaria trama. No más que eso. "Mirror mirror" es la historia de una reina bastante perversa y con cierto sentido ácido del humor, (jugada por Julia Roberts) y la guerra desatada que hace para sacarse de encima a una rival peligrosa, su hijastra (Lily Collins, la hija del gran Phil!!!) quien la enfrenta por el amor de un príncipe (Armie Hammer). Hay en el medio una lucha de poder instalada que tiene tintes económicos (y, el déficit de caja se hace notar cuando algunas mujeres dirigen países no?) y todo el encanto habitual que este tipo de historias trae a través del color que aportan sus personajes. La soberana del reino (el rey desapareció misteriosamente en un bosque) tiene una obsesión con la belleza y por mantenerla, es capaz de todo, así que en cuanto Nieves se interponga entre ella y su último deseo (desposarse con un príncipe español), seremos testigo de su loca furia en otra divertida composición de la Roberts. Lo primero que hay que decir es que esta es la última película que hizo la famosa diseñadora de vestuario Eiko Ishioka (ganadora del Oscar por Drácula) y su mano en los trajes es digno de destacar: muchos de ellos sorprenden, sobre todo los que giran sobre la fantasía animal. Los fastuosos vestidos que usa la realeza son increíbles, es una pena que ya no esté entre nosotros tamaña figura (falleció en enero). La dirección de arte cumple un sólido trabajo y recrea un atmósfera (aunque el CGI parezca muy simple) a tono con el relato, brindando el marco necesario para que los protagonistas desplieguen su repertorio a la hora de entretener. Los secundarios son deliciosos, los enanitos (entre quienes se lucen Joe Gnoffo y Mario Povinelli) y el mayordomo jugado por Nathan Lane hacen lo suyo con oficio. Y la película entretiene. No es un film que amerite grandes debates, sino simplemente una adaptación moderna de un clásico de los cuentos de hadas. Quienes tienen que disfrutarla más, son los chicos. Y si bien ellos se pierden bastantes gags (sobre todo en la versión doblada), lo cierto es que hay que reconocer que es un producto bien hecho. Si, seguramente nos hubiese gustado una Roberts un poco más salvaje, una Collins menos estereotipada y dulce y un Hammer que realmente aporte algo más que sus pectorales, pero no... Y todo bien. Pasa. "Espejito espejito" es una película liviana pero entretenida. Cumple. Mención especial para el cuadro final a lo Bollywood, así que no se vayan de la sala cuando la historia termine.
Sin novedad en el cuento Espejito, Espejito (Mirror, mirror, 2012) intenta reescribir el cuento infantil Blancanieves y los sietes enanitos, con la figura de Julia Roberts en el papel de la malvada reina, pero no hace más que reconfirmar la clásica historia. La obsesión de la reina por los tratamientos de belleza y los enanitos que, en vez de ser nobles trabajadores son una pandilla de ladrones, no alcanza para parodiar al clásico. Cuando el querido Rey y padre de blancanieves desaparece en el bosque, la malvada reina (Julia Roberts) se apodera del trono y sumerge al pueblo en una era oscura. Blancanieves (Lily Collins), al cumplir los 18 años de edad, sale del castillo y pierde la ingenuidad infantil. Conoce al príncipe (Armie Hammer) con su torso desnudo en el bosque, y ve como sufre la gente del pueblo. La Reina la envía al bosque a matarla a manos de su noble ayudante Brighton (Nathan Lane), pero blancanieves huye y se refugia con los enanos. Desde allí deberá recuperar el reino y a su amado príncipe. Espejito, Espejito no es una parodia que reelabore el clásico infantil. La película con Julia Roberts no está a la altura de burlar al cuento de hadas como si en cambio lo hizo Encantada (Enchanted, 2007) con La Cenicienta. Si bien, la escena en que la actriz de Mujer bonita (Pretty Woman, 1990) utiliza extraños mecanismos medievales para conservar su hermoso rostro es muy divertida -y de lo mejor del film- no es suficiente mérito para actualizar al cuento a nuestros días. Lo mismo sucede con la idea de que los enanitos pasen de ser honrados trabajadores de una mina, para convertirse en una pandilla de asaltantes de carruajes. Son cuestiones que introducen comicidad al film para sacarlo de su encajonado formato medieval. Y aunque se destaque, una suntuosa dirección de arte que recuerda a los films de Tim Burton en la construcción de vestuarios y escenografía, la película se caracteriza por seguir a rajatabla la simple y llana historia de Blancanieves y los siete enanitos con personajes de carne y hueso. Ante la ausencia de parodia, queda transitar –otra vez- por la trillada estructura del cuento, con los aportes cómicos de dos elementos más que obvios: el ayudante Brighton y los siempre graciosos enanos. Recurrir a éstos componentes para darle frescura a un relato idéntico al original, es tan pobre como la película misma.
Síndrome de Estocolmo Se podría abordar Espejito, Espejito a partir de la creciente relación de Hollywood con la reversión de los cuentos de hadas. En los últimos años, a partir de una importante carencia de ideas que afecta a la industria cinematográfica, los productores se ven en la necesidad de establecer estilos modernos (o a lo sumo paródicos) a estructuras clásicas. Ya no alcanza con la esencia misma que promueve el material literario; ahora deben impregnarse recursos que sean propicios para el siglo XXI. Ya no se compra un discurso tan irreal, por lo que las películas deben bajar de su pedestal extremadamente fantástico para colocarse a la altura del público. Un público que -sacando al sector infantil, que todavía conserva una natural capacidad de asombro- pide una vuelta de tuerca a lo que ya conocen.
Buena versión de Blancanieves para toda la familia Este año va a haber un par de versiones del cuento de los hermanos Grimm de Blancanieves. La primera que llega a nuestro país es la más dirigida a la familia y que esta protagonizada por Julia Roberts en el papel de la malvada bruja. Una versión donde hasta los 7 enanos no son tan inocentes pero no por eso menos bondosos que la versión de Disney. Blancanieves es una joven que al cumplir los 18 años se da cuenta que para salvar a su pueblo de su malvada madrastra, debe tomar los toros por las astas y encargarse ella misma. También, y como no podía faltar, habrá un Príncipe que en este caso tienen algunas dificultades en su relación con la bella princesa. Todo el film está llevado hacia el humor, sin dejar de ser un cuento de hadas, pero un cuento quizás más a la altura y expectativa de los chicos de hoy. Obviamente, hay algunos gagas y comentarios que harán divertir a los mayores, con lo cual sumado a la acción, hace que el film se algo más que una película para chicas para convertirla en un entretenimiento familiar.
Blancanieves en su versión no enjoyada Desde la primera versión cinematográfica en 1937 hasta la actualidad Blancanieves siempre se presentó como un ser tierno, bondadoso y carente de espíritu salvaje. En cambio el director hindú Tarsem Singh propone una adaptación más libre que la original. La película comienza con la voz en off de la bruja o madrastra de Blancanieves, interpretado por Julia Roberts, contando todo lo acontecido desde el nacimiento de la niña hasta la actualidad de forma animada. Pronto llegará el momento de descubrir sus rostros y su atuendo. Magníficos vestidos desfilan por la pantalla a excepción del joven príncipe -Armie Hammer- que en reiteradas ocasiones lo vemos en ropa interior como consecuencia tras un enfrentamiento con un grupo de pandilleros. Los enanos son los pandilleros. Si, pero se presentan como esbeltos piqueteros que cortan el camino del bosque que une el reino con la aldea para robarle a quién pase por allí. Cuando la bruja manda a matar a Blancanieves, ella busca refugio entre estos pequeños seres y pronto recibirá un exhaustivo entrenamiento de combate. Blancanieves pasa de ser una muchacha inocente de 18 años a una guerrera que se enfrenta con la fiera más temible del bosque. Roto el encantamiento la madrastra pierde su poder pero sobre todo su belleza que es mantenida bajo meticulosos tratamientos "naturales" para mantener la frescura de su piel. Con sus pestañas arqueadas, cejas abultadas y una boca en forma de rojo corazón, Blancanieves termina bailando cual canción hindú para cerrar con esta versión colorida y alternativa de cuentos clásicos.
La hoguera de las vanidades Si bien el relato conserva la estructura básica del clásico infantil y toda su axiología mas o menos implícita: una separación absoluta entre el Bien y el Mal, una actitud condenatoria hacia personajes que muestran una sexualidad activa y natural, etc. no obstante se permite ciertas libertades que resultan interesantes y de gran eficacia en el resultado cinematográfico. En este campo, caben destacarse, por un lado, la competencia entre la madrastra y Blancanieves por la atención sexual del príncipe y, por el otro, una propuesta estética altamente sofisticada en cuanto al diseño de los vestuarios, los decorados, etc. Uno de las grandes ideas que ha tenido la producción ha sido la de contratar a Julia Roberts para el personaje de la muy malvada, pero bellísima, madrastra de Blancanieves. La actriz norteamericana tiene la virtud de hacer del personaje un ser creíble y patético, y al ser una actriz de tremenda popularidad, no es difícil para el espectador identificarse conflictivamente con ella y con sus objetivos. Su propia belleza la hace creíble, y su simpatía y naturalidad la hacen querible. Es interesante, además, contrastar la caracterización que se hace de la reina como una persona de compleja y avasallante sexualidad, en oposición a la candorosa e ingenua Blancanieves e incluso en oposición casi del mismo príncipe. De allí que el comienzo de la película se plantea como la historia de la madrastra. Caben destacarse, por supuesto, todas las labores secundarias, particularmente las de Nathan Lane y las troupe de los enanitos que acompaña a Blancanieves en su intento de enfrentar a la madrastra para recuperar la felicidad del reino y salvar al príncipe. El relato está muy bien logrado y matizado con pequeñas situaciones cómicas de gran eficacia que mantienen entretenidos tanto a los niños como a sus acompañantes.
Anexo de crítica: -Tarsem Singh, director del recordado film La Celda, toma el clásico relato sobre Blancanieves y los 7 enanos para ensayar una relectura no sólo del personaje sino de la historia en sí misma para añadirle un costado más político que lo despoja de la ingenua mirada sobre la heroína y la bruja antagonista. Imagen y reflejo; mito y destrucción del mito son las coordenadas que atraviesan esta interesante versión libre de Blancanieves, mezcla de película hindú con kitsch, que tendrá mayor recepción por parte de los adultos que de los niños seguramente.-
Una lavada de cara Esta versión de Blancanieves. Ofrece algunos cambios con respecto al clásico cuento de hadas. Estamos en una época de revisionismo. Y si a Caperucita Roja ya le había llegado la hora de su lavada de cara, en filme con actores y también animado, este año tendremos dos películas con Blancanieves como protagonista. El primero en llegar es Espejito, espejito y, para ser honestos, debemos decir que el rol protagónico se lo van pasando entre la joven doncella y la reina malvada. No es éste el único gran cambio en la historia. La reina y bruja, madrastra de Blancanieves, es también quien inicia el relato. La película está contada desde su punto de vista, y es una nueva vuelta de tuerca en la que el feminismo gana buena parte de la batalla. Igualmente orientada para el público infantil, los pequeños que hayan leído el cuento de hadas o visto la película de Disney se encontrarán con que los hechos, básicamente, son los mismos, sólo que están narrados de distinta manera. A saber: los siete enanitos prefieren robar en los caminos del bosque antes que ser mineros (“es más redituable y menos cansador”, argumentan con cierto grado de razón). Y hasta se “transforman” en gigantes. Blancanieves es mujer de pelea, de armas tomar, literalmente. El príncipe que se enamora de Blancanieves (Armie Hammer, que está rodando El llanero solitario , con Johnny Depp) está a punto de casarse con la reina. El pueblo está duramente castigado por la crisis y los impuestos que cobra la reina. El leal súbdito que lleva a la joven al bosque para asesinarla (interpretado por Nathan Lane) es el personaje con más líneas humorísticas en todo el guión. Y así. El director de origen indio Tarsem Singh, el mismo de La celda (2000), con Jennifer López, e Inmortales , del año pasado, trata de que el trámite sea divertido los 106 minutos que dura el asunto. Y lo consigue. Espejito, espejito no es que reinventa la historia popularizada por los hermanos Grimm, ni tampoco es una sátira a la película producida por el viejo Walt Disney. Tiene sus propios códigos, a partir del impacto visual que ofrece a los chicos –pareciera rodada completamente en interiores, bosque de abedules incluido-, con el interior del castillo que parece de torta de cumpleaños, y el de la casita de los enanos que es directamente una cueva. Obviamente la dirección de arte, la fotografía y el vestuario tienen un rol primordial. Y eso que no hablamos aún de las protagonistas. Lilly Collins – la hija de Phil Collins- no sólo es bella, sino que da perfecto en el rol de la nueva Blancanieves. Conjuga candidez, bondad y energía. Y quien se lleva la película por delante, previsiblemente, es Julia Roberts. Logra que su personaje malvado no sea odiado ni cuando manda a matar a su hijastra. En la copia doblada tal vez se pierdan un tanto los giros idiomáticos y el tono socarrón de su personaje, pero es la gran ganadora de la película.
Un cuento de hadas más cerca de la parodia que de la fantasía Los cuentos de hadas escritos por los hermanos Grimm son en su mayoría recopilaciones de leyendas centroeuropeas que, examinadas de cerca, contienen demasiadas crueldades y fatalidades para ser aptas para el público infantil. Oscuros relatos llenos de muerte, sufrimiento y, sí, también príncipes y princesas. Y algo de toda esa esencia persiste en Espejito, espejito, aunque el tono del film tenga más de parodia que de tragedia. Aquí la archiconocida historia de Blancanieves y su egocéntrica madrastra funciona como una farsa algo fría y cómica, aunque no demasiado. Todo comienza con un pequeño resumen animado -lo mejor, por lejos, de toda la película- en el que la reina explica cómo fue que consiguió su trono y cómo piensa conservarlo siendo la más bella del reino. Interpretada por Julia Roberts, la villana está llena de peculiaridades y pequeñas obsesiones vanidosas y, con su conocimiento de la magia negra, mantiene todo bajo control. Usualmente una fuerza cinematográfica irrefrenable y una intérprete carismática como pocas, aquí Roberts nunca logra despegar su actuación de una serie de tics con los que ella parece encantada pero que no convencen desde el punto de vista del espectador. Pura exterioridad y no demasiada sustancia, una combinación que se extiende también a Lilly Collins, encargada de interpretar a esta Blancanieves de espadas tomar, y a la película en general. Dirigido por Tarsem Singh ( Inmortales , La celda ), el film contiene las marcas de estilo del realizador, un detallista y elaborado diseño de producción y vestuario que asombra y deleita. Claro que el repertorio visual encuentra su límite en un guión y unas interpretaciones que parecen al servicio de los trajes y los escenarios cuando lo ideal sería que ocurriera exactamente lo opuesto. Combinando elementos de comedia con la fantasía romántica, allí está el príncipe valiente aunque algo simplón que interpreta Armie Hammer ( J. Edgar ), objeto de deseo tanto de la reina madura como de la posadolescente princesa, Espejito, espejito intenta modernizar esos cuentos de hadas que Disney supo transformar en imágenes icónicas consumidas por el mundo entero. Así, pone en manos de Blancanieves y los legendarios siete enanos que la rescatan del siniestro bosque la posibilidad de cambiar su destino, vengar los maltratos recibidos y conseguir el final feliz. Claro que el mensaje no demasiado trabajado ni cuidado por el guión de Melisa Wallack y Jason Keller empalidece frente a los coloridos trajes y escenarios que asombran, pero nada más.
Tarsem Singh se ha hecho dueño de un estilo que pone de manifiesto en cada trabajo. Desde la visualmente impactante The Fall hasta la apenas aceptable Inmortals, el director indio ha hecho gala de una intencionalidad precisa en lo que a escenarios y vestuarios respecta, así como también de una amplia paleta de colores con los que sazona a gusto cada centímetro de la pantalla. En este sentido, Mirror, Mirror no supone una excepción a sus búsquedas estéticas, lo que sí se revelará como una grata sorpresa es su resultado final. Su recorrido por la mitología griega fue decepcionante porque se habían puesto expectativas que el realizador no fue capaz de cumplir. Se esperaba que un hombre de pretensiones artísticas ofreciera una alternativa al formato que con tanto éxito había fijado 300, sin embargo el producto entregado era solo una ligera variante del método Zack Snyder. Con su adaptación del cuento de Blancanieves se marca precisamente ese objetivo, ofrecer una vuelta de tuerca a la historia ya conocida. Sin llegar al extremo de la próxima Snow White and the Huntsman, se brinda a una protagonista de armas tomar, delicada y de buenas intenciones a la vez que indómita y combativa, más cerca de un punch line que de un discurso solemne. Es que si hay algo en lo que se destaca esta versión, es que se compone de abundantes dosis de comedia manejadas con el timing justo, bordeando la fina línea que separa al humor apto para todo público del infantilismo. Esto se verá sostenido con mordaces diálogos y juegos de palabras, espacios bien aprovechados para el slapstick y personajes de lograda caracterización (la Reina se devora la película), cada uno de los cuales tiene su momento para desplegar gracia. El hecho de que se trate de una película orientada al público menor traerá aparejado un doble lamento propio del doblaje: que no se pueda disfrutar en forma plena de la actuación de Julia Roberts, que acostumbrada como nadie a ser heroína juega ahora de visitante, así como también de muchos chistes idiomáticos, algo que se ya se veía venir desde el primer avance, que se pierden en la traducción. Tarsem Singh se ha ganado la categoría de director de culto con sus dos primeros trabajos, pero en su paso al cine más comercial no ha logrado estar a la altura, más allá de que tanto la anterior como Mirror, Mirror tengan elementos que los diferencian de la media. Con su nueva película sin duda mejoró la puntería que falló en Inmortals, aunque aún está lejos de ofrecer un nuevo hito en su filmografía.
Una heroína en tiempos de feminismo. Sabido es que los cuentos de hadas con el paso de los años han sabido aggionarse a los tiempos que corren incluyendo una princesa negra , príncipes más débiles y mujeres al mando de las situaciones. Espejito espejito vendría a ser algo así como un revisionismo histórico de hadas y nos sumerge en un mundo donde las mujeres dejaron de esperar al príncipe y salieron decididamente a buscarlo . De la mano de su director Tarsem Singh (creador de realidades oscuras como The Cell o Inmortales ) nos adentramos en un reino donde la malvada reina (Julia Roberts en una gran interpretación) tiene prisionera a la bella hija de su difunto esposo, Blancanieves (en la rozagante piel de Lily Collins), sintiéndola como una seria amenaza a sus dotes estéticos ya en baja por la edad. Pero la joven logrará escapar del castillo y así ver la pobreza en que la reina ha sumido al pueblo por sus suntuosas fiestas. También conocerá al Príncipe Encantado (Armie Hammer en una interpretación a la que le pone el pecho, literalmente). Pero la suerte en los cuentos de hadas siempre es esquiva a las princesas y juntamente con ella la reina también conocerá al sexy príncipe, eliminando a la amenaza de Blancanieves al mandarla a matar por su bufón del reino interpretado por el multifacético Nathan Lane. Así Blancanieves será enviada al bosque donde conocerá a siete enanitos, que esta vez en lugar de ser trabajadores son algo así como una banda dedicada al robo de diligencias. Junto a los enanos Nieves aprenderá artes de la lucha cuerpo a cuerpo que utilizará luego para defender su reino y su pueblo agobiado por los excesos tributarios de la reina. El film cumple, sin demasiado brillo, con los postulados del cuento de hadas, con especial mención al maravilloso vestuario de los personajes en manos de Eiko Ishioka (quien ya había trabajado con Singh en tres ocasiones mas), el cual terminó siendo su obra póstuma dado que la diseñadora falleció en enero de este año. Se realizaron más de cuatrocientos vestidos caracterizados por el cuidado diseño de sus telas como así también en los maravillosos tocados con temática de animales utilizados en la escena del baile real. Sin la irreverencia de Encantada, Espejito Espejito es un film que entretiene sin deslumbrar pero no por ello deja de ser una buena opción para ver con los niños y en el caso de las mujeres admirar el maravillo vestuario que nos dejó la gran Eiko Ishioka.
Entretenida variante de “Blancanieves” Se pasa el rato con esta superficial y entretenida variante del clásico «Blancanieves». Le falta emoción, el encanto es medio de fórmula, casi todo transcurre en escenificaciones básicas, como de teatro filmado, el promocionado numerito musical a lo Bollywood está encajado en forma bollywuda, el comienzo anuncia una cosa (la versión de la madrastra) y pronto pasa a ser lo de siempre, pero, pequeño detalle, lo de siempre ha cambiado. No corresponde comentar esos cambios, que son amables y en parte levemente feministas, pero sí advertir que unos paisajes digitales son dignos de verse en pantalla grande y pegarse después en la pantalla de la computadora, la tradición europea de la fábula se ilustra con peleas de coreografía medio china, los ambientes y todo el vestuario rebalsan imaginación, hay un resumen previo en dibujos que parecen muñecos de porcelana, Julia Roberts se divierte a gusto como la madrastra, y algunos chistes son buenos. Ah, también Lily Collins, la hija de Phil Collins, se luce en el papel principal, pasando de inocente criatura insulsa a jefa espadachina de siete petisos bandoleros, hasta llegar a la boda en plena gloria con flequillito ladeado a lo Audrey Hepburn. A su lado, y al lado de cualquiera, el príncipe es un soberano pavote manejable, que solo se salva por carilindo y adinerado. Muy en papel Armie Hammer. Y a señalar, Nathan Lane (el secretario), Danny Woodburn, el enano que alcanzaba estatura romántica en «Con solo mirarte», y aquí hace de maestro obligado a delinquir, el músico Alan Menken («La bella y la bestia», «Enredados», etc.), y sobre todo la diseñadora de vestuario Eiko Ishioka, la misma de «Bram Stokers Dracula», veterana artista muerta en enero último y a cuya memoria está dedicada la pelicula. Curioso, un enano de boina, igualito a Hugo Chávez pero con pañuelo azul. Lamentable, el doblaje a un español bastante flojo e inexpresivo.
Espejito, Espejito es un film que zafa como propuesta familiar, pero no deja de ser una producción mediocre sobre Blancanieves, que no está para nada a la altura de otros antecedentes que tuvo este personaje en el cine live action. Dos ejemplo de ello son Blancanieves: Un cuento de terror, que abordó la historia desde otro género y Snow White: The Fariest of Them All, que produjo el Hallmark Channel en el 2001 con Kirstin Kreuk (Smallville), que continúa siendo la adaptación más fiel que se hizo en el cine con esta clásica heroína. Dos buenas películas que merecen su recomendación. Esta versión insulsa que llega esta semana a las salas fue dirigida por Tarsen Singh, responsables del fiasco de Inmortales. Como suele ocurrir con sus trabajos, Singh suele poner todo el foco de atención en los aspectos visuales, donde abusa descaradamente de la animación computada, mientras que los personajes y el argumento quedan a la deriva. Pero bueno, esto es parte de su estilo y está en cada espectador si se engancha o no con esa manera de hacer cine. Hay gente a la que le encantan estas elecciones estéticas, en mi caso me parecen demasiado artificiales. De todas maneras, el gran problema de Espejito, espejito es que aburre, no tiene corazón ni magia y los escenarios que presenta, más que trasladarte a un reino de fantasía donde cobran vida los cuentos de hadas, lucen como un estudio de televisión. No ayudó tampoco que el guión se tomara varias libertades del relato original, para no ofrecer nada creativo e interesante. La trama parece improvisada durante el rodaje. Lo mejor de la película son los trabajos de Julia Roberts y Armie Hammer (J. Edgar), quienes son los únicos actores del reparto que se divirtieron trabajando en el film y eso lo transmitieron en sus interpretaciones. Gracias a ellos dos esta producción se hace dentro de todo llevadera. También es justo destacar el excelente vestuario de Eiko Ishioka, clásica colaboradora del director, que también sobresalió por su labor en Drácula, de Francis Ford Coppola. Ishioka, quien falleció hace unos meses, es considerada la diseñadora más importante en Japón desde hace varias décadas. Su última labor para el cine representa uno de los mejores aspectos de este estreno. Después, Espejito, espejito, en lo que se refiere a la calidad de su realización, parece un film de los ´90 hecho para la televisión Blancanieves tendrá su revancha en el cine el próximo 31 de mayo cuando se estrene otra película con este personaje que protagonizan Kristen Stewart y Charlize Theron y promete ser mucho más interesante.
Una madrastra bonita, pero malvada La más conocida de las historias de Blancanieves es la de los hermanos Grimm, que se habrían inspirado en la historia real de una familia adinerada de Lohn en la Franconia alemana, donde la llamada Blancanieves tenía por nombre real Maria Sophia y sufrió un intento de asesinato por su madrastra, que quería favorecer a hijos de un matrimonio anterior. Los Grimm agregaron elementos de ficción que no eran tan ficticios, porque hasta el famoso espejo de la madrastra, en la que ella se admiraba subsiste en una casona que oficia de museo. Pero hoy las trasposiciones son muchas y variadas. Y ésta, creada por el realizador indio Tarsem Singh, tiene mucho del espíritu de la original y a la vez incluye un tono decididamente contemporáneo. LA REINA COQUETA En este caso, la reina, casada con el padre de Blancanieves, narra la historia en el comienzo. Ella es muy coqueta, tiene la costumbre de tomar el espejo y hablar sobre su belleza y abusa de ungüentos especiales para mantenerse bella y no envejecer. Como su esposo, al que no quería demasiado aunque sí su dinero, desapareció se concentra en su hijastra que está mostrando una singular belleza e inteligencia y puede ser un peligro en su ambiciosa carrera como heredera. Por eso la envía matar. Blancanieves ama la libertad y se escapa, compadece al pueblo explotado por la madrastra que vive para aumentar los impuestos y refugiada con un grupo de enanos que tratan de sobrevivir, se convierte en su líder y en la posible candidata a un apuesto príncipe que aparece en el reino. UN LUJO VISUAL El filme de este director indio afincado en Estados Unidos, graduado en negocios en Harvard, pero también en diseño tiene, precisamente un exquisito diseño de producción. Desde la bella fotografía hasta las locaciones (fue filmada en Canadá) pasando por el increíble vestuario de la prestigiosa diseñadora japonesa, Eiko Ishioka, recientemente desaparecida, todo contribuye a un regalo visual inolvidable. La Corte de la Madrastra, los trajes de Julia Roberts (eterna "Mujer bonita") y de la deliciosa Lily Collins con toques del Mikado, el interior palaciego y las fiestas en exteriores son un verdadero paraíso estético. Dinámica en la acción, con un guión atractivo que favorece lo ambiental, los buenos sentimientos, el valor de la libertad y la cooperación con el otro, "Espejito, espejito" merece verse. Julia Robert, estupenda en su papel, con una cuota de humor bien aprovechada por la producción, una revelación la adolescente Lily Collins, hija en la vida real de Phil Collins (Génesis). El príncipe un poco bobo pero atractivo y el bueno de Nathan Lane haciendo de ayudante de la reina en las buenas y las malas.
Peliculita, peliculita El director de La celda y la reciente Inmortales incursiona en el mundo de fábulas de los hermanos Grimm con esta nueva versión del clásico Blancanieves (con los siete enanitos, claro). El resultado, sin ser bochornoso (el film se puede ver con cierto agrado), es algo decepcionante, ya que podía -debía- esperarse bastante más que un simple producto de consumo masivo. Sí, hay un buen despliegue de producción en cuanto a decorados, vestuario y efectos visuales; sí, está Julia Roberts en el papel de la malvada de turno (la madrastra de la protagonista que hará de todo para no delegar en la princesa el poder del decadente reino); sí, vuelven los enanos convertidos aquí en ladronzuelos "divertidos"... Sin embargo, Espejito, espejito nunca supera una medianía en los diversos terrenos: el visual, el narrativo, el actoral. Todo luce demasiado estructurado, contenido, previsible. La película extraña un poco de audacia, de incorrección, de delirio y exceso a lo Tarsem Singh (¿para qué lo contrataron?). Ni la otrora sonriente Julia devenida con la madurez en otro tipo de actriz, ni la ascendente Lilly Collins como la princesa que quería ser reina, ni los secundarios (como el caricaturesco asistente que interpreta el siempre desbocado Nathan Lane) parecen demasiado cómodos ni felices con sus papeles. Todos cumplen. Profesionalismo y nada más. Lo dicho: Espejito, espejito es correcta por donde se la analice, pero también bastante efímera y anodina, de vuelo muy rasante. Peliculita, peliculita.
Un cuento congelado Basada en el popular cuento de hadas Blancanieves, de los hermanos Grimm, la nueva película del realizador hindú Tarsem Singh (La Celda y la reciente Inmortales) juega con los personajes clásicos aunque le falta la inspiración visual que evidencian sus anteriores trabajos. Con el foco puesto en la dirección de arte, en los escenarios recreados digitalmente (el castillo y el lugar donde se encuentra el espejito del título) y en el vestuario multicolor, esta versión cambia algunos aspectos de la historia original: la heroína no prueba la manzana envenenada y los enanitos en cuestión no son tan bondadosos. La Princesa (Lily Collins), cuyo padre ha desaparecido misteriosamente en el bosque, enfrentará a la malvada Bruja del Reino (Julia Roberts) que intenta eliminarla. Con la ayuda de los siete enanos, Blancanieves deberá devolver la paz al pueblo, entre hechizos, zancos y fiestas aristocráticas. La película entretiene al público menudo, pero con el material que el director tenía entre manos se podría haber filmado una versión más inspirada y con personajes que quedaran en el recuerdo. A Lilly Collins le falta carisma para su personaje, mientras que Julia Roberts está lejos de ser la villnana del cuento. En tanto, sí tiene lucimiento Nathan Lane en el papel del subordinado de la Reina. Las escenas desarrolladas en el bosque con la presencia de una extraña criatura a la que todos le temen o los momentos de humor (que sí los tiene), son algunas de las pocas sorpresas que entrega este relato mágico que se va enfriando como la nieve que cubre el Reinado.
“Blancanieves”, pero contado por la madrastra La bruja de Hansel y Gretel, el ogro de Pulgarcito y el lobo de Caperucita Roja confirman que, aunque no tengan nombre, los grandes personajes de los cuentos de hadas no son los buenos, sino los malos. Lo mismo sucede en Blancanieves, con la clásica versión de Disney como prueba al canto. De allí que el comienzo de Espejito espejito, en el que la Reina lleva la voz cantante, resulta prometedor. ¿El cuento de los Grimm, narrado por la madrastra? Una idea interesante, sin duda. Pero demasiado audaz para Hollywood, por lo cual la cosa queda más en amague que en programa consecuente. Dirigida tanto a los niños como a los papás, Espejito espejito combina la relectura irónica, alla Shrek, con una puesta en escena que en sus mejores momentos luce un desenfado visual digno de los musicales de rompe y raja del cine de la India. Ninguna casualidad: el director, Tarsim Sengh, proviene de allí. Interesante, aunque no del todo consumada, es esta versión cuasibollywoodense de Blancanieves. Un gran punto a favor es que el papel de la Reina se lo hayan dado a Julia Roberts. No sólo porque a los cuarenta y pico la mujer más que bonita sigue siendo dueña de un magnetismo que no cualquiera, sino porque ya había demostrado (en Confesiones de una mente peligrosa, en Charlie Wilson’s War) que está perfectamente en condiciones de ser no sólo la última superestrella, sino –junto con Glenn Close y Meryl Streep– una de las últimas supervillanas. Y para supervillanas, qué mejor que una capaz de asesinar a marido e hijastra, por poder y por envidia. Supervillana supercontemporánea, además. ¿O no se trata acaso de una cuarentona pretendiendo competir en belleza con una adolescente? Cuento de hadas post Shrek, esa condición queda bien clara con la serie de comentarios malignos (es la Reina quien los hace) que la voz narradora introduce en el relato con que la película se abre, a modo de “intervención” del texto de los Grimm. Grimm se llama también uno de los enanitos (gente pequeña, perdón), que acá no son duendecitos de lo más trabajadores sino asaltantes de caminos. “¡Esto es mucho mejor que trabajar en una mina!”, dice uno, después de alzarse con el botín real. Babeado por la protagonista, otro de los enanos parece deseoso de convertir Espejito espejito en aquella versión porno de Blancanieves que allá por los años ’70 devino afiche. Con algunas muy buenas ideas visuales (una batalla naval con seres humanos como piezas, un baile de disfraces con disfraces de lo más ridículos, ciertos personajes que andan por el bosque con zancos, el propio bosque, blanquísimo de tanta nieve) y una simpática coreo de títulos como homenaje explícito a Bollywood, ¿qué es entonces lo que falla en Espejito espejito? Dos cosas: cierta caída de interés, allá por la zona media de la película, y una liviandad que conspira contra las intenciones de la Reina, que intenta hacer de este cuento de niños un verdadero cuento de hadas. En otras palabras, uno mórbido y siniestro.
¿Por qué me lo contás de esa manera? Los cuentos de hadas ya no pueden contarse como se contaban antes. Eso no es ni malo ni bueno en sí mismo. Los relatos populares siempre han sufrido este tipo de variaciones históricas. Los dioses olímpicos vestidos como cortesanos en la pintura neoclásica son una prueba contundente. Sí, el límite es el ridículo, pero la alarma recién suena cuando ya se está del otro lado. Espejito, espejito, esta nueva versión cinematográfica de Blancanieves, ha sufrido esa especie de actualización compulsiva y convulsiva que implica adaptar un argumento conocidísimo a las reglas de lo políticamente correcto. Al principio, cuando arranca la película, la cosa promete ser interesante, dado que la narradora es nada menos que la reina villana. Como el mal siempre resulta fascinante, ¿qué mejor que escucharlo exponer su propio punto de vista? No es un detalle menor que la promesa salga de la boca de Julia Roberts. La actriz que durante 20 años fue la eterna novia de la comedia romántica, la divina, la encantadora, metida en la piel de una soberana maligna, envidiosa y tirana, potencia al personaje. En algún punto la fantasía y la vida real se cruzan, y de la intersección surge la certeza morbosa de que ella misma, la señora Roberts, se esta volviendo un poco grande y por eso tiene que aceptar resignada este tipo de papeles. Todo esto no sumaría más qeu unos puntos adicionales a los valores estéticos y narrativos de Espejito Espejito, si la película cumpliera la promesa de presentarnos la visión de la reina mala. Pero no, lamentablemente, no, el cuento es distorsionado de múltiples formas, pero su estructura ósea central queda indemne. Es verdad que Julia Roberts aparece muchos más minutos en pantalla de lo que correspondería si se respetara el original, en el que se limita a hablar con el espejo y a disfrazarse de pordiosera para darle la manzana a su hijastra. No obstante, ese tiempo extra no significa que su presencia consiga desviar el sentido de la historia en una dirección más beneficiosa para ella. Tampoco transformar a Blancanieves en una experta en esgrima capaz de defenderse por si sola implica un cambio de fondo, sino apenas una puesta al día en cuestiones de política de género. Los puntos más altos son el diseño y el humor. El diseño parece levemente inspirado, dicho con buenos modales, en la imaginería de Alicia en el país de la maravillas, de Tim Burton: vestidos y peinados espectaculares, todo ambientado en un reino rococó, como un torta de cumpleaños excesivamente decorada. El humor, en cambio, esta mejor calibrado. La fantasía del cuento de los hermanos Grimm se traduce a un vocabulario de comedia, y en esa traducción brillan algunos personajes secundarios, como Brighton, una especie de primer ministro mandadero de la reina y, sobre todo, el príncipe Alcott, que sufre desde una humillante paliza de los enanos, al principio, hasta un hechizo que lo convierte en perrito fiel, al final. Esa imagen distorsionada por la sátira es lo mejor que tiene para mostrar Espejito espejito.
Los antiguos nuevos cuentos. Hollywood, en el cine y en la tele, echa mano a esas narraciones con trasfondo siniestro, que se contaban a los chicos de otras épocas y que conservan en esta versión colorida, costosa no exenta de humor y acción ese viejo nuevo encanto. Y no sólo para las niñas, los nenes chiquitos también disfrutan. Julia Roberts, impecable en esa bruja caprichosa, malvada, necesitada y graciosa. Entretiene.
Princesas Blancanieves en versión “personajes de carne y hueso”, con Julia Roberts como la madrastra/bruja malvada. Dirigida por Tarsem Singh, el mismo de The Cell, con Jennifer Lopez. Y doblada al castellano. No generaba grandes expectativas. Para peor, la película comienza con un prólogo animado que es sencillamente feo. Sin embargo, a partir de que comienza la narración “live action” Espejito, espejito se convierte en una película que festeja, con imaginación, a los cuentos de hadas. ¿Por qué? En primer lugar, porque a estas alturas Julia Roberts ha aprendido a reírse de sí misma y de su estatus de estrella con una de las mejores y a veces olvidadas armas del cine: la escala humana, cercana, con la sabiduría que deja percibir el humor. Roberts no parece una diva, y el personaje que interpreta en esta película plantea incluso una serie de burlas bien orientadas hacia el divismo: la secuencia del tratamiento de belleza es rítmicamente crujiente y tremendamente imaginativa. En segundo lugar, el diseño de Tom Foden aporta no solo color y dinamismo sino que, en combinación con osados paisajes digitales, transporta el ojo (el oído está ocupado escuchando el doblaje) a una tierra de ensueño y asombro. Blancanieves, por su parte, está interpretada por Lilly Collins, de gracia y fotogenia naturales, con mirada clara y cejas expresivas ideales para este personaje (me enteré ayer de que es la hija de Phil Collins, dato que no la hace ni más linda ni más fea, ni mejor ni peor actriz). Por último, el indio Tarsem Singh no es un director al que le guste la medianía (The Cell era al menos un bodrio plásticamente imaginativo), y con esa osadía colorinche y que se anima a la acción física y a no pocos chistes, termina redondeando una película por encima de las expectativas (al menos de las mías), con un final musical al estilo Bollywood que deja entrever el tremendo poderío simbólico de un cine que cuando logre avanzar en los mercados externos será muy fuerte. No, Espejito, espejito no es Bollywood, pero de alguna manera lo anuncia, lo señala con su final. Al día siguiente vi, finalmente, una película que me debía desde hace cuatro años: Encantada, de Kevin Lima. El director tenía antecedentes poco interesantes. Pero seamos serios, o al menos frontales: vi la película porque me la habían recomendado un par de personas en las que confío y porque además –y sobre todo– porque está protagonizada por Amy Adams, que desde Los Muppets se ha convertido en el objeto de mi amor en la pantalla. Pues bien, Encantada también comienza como un dibujo animado y pasa a la acción en vivo (la mentada “live action”), y también tiene una actriz famosa como madrastra/bruja (Susan Sarandon). Encantada, ya se sabe, juega con el pasaje de personajes de los cuentos de hadas a la Nueva York contemporánea, y por ese lado van sus mayores aciertos, como el convincente musical en Central Park o, sobre todo, el llamado a los animales a limpiar la casa. Y sí, además hay otros cuantos buenos chistes y otros etcéteras que es inútil apuntar. Aunque los dijera en detalle, de todas maneras no lograría terminar este párrafo de otra manera que elogiando a la princesa pelirroja de apellido Adams que acá ya anunciaba el encanto absoluto que irradiaría en Los Muppets.
Blancanieves y los enanitos, otra vez Blancanieves trata de terminar con el reinado de su malvada madrastra y de devolver a los súbditos el bienestar del que disfrutaban años atrás. En esta empresa, será ayudada por los enanos que viven en el bosque, y por un apuesto príncipe llegado desde tierras lejanas. Hay una presentación deliciosa del cuento de Blancanieves, con dibujos y animaciones de muy buen gusto, en la que se puede percibir el intento por parte de los guionistas de "refrescar" el archiconocido relato con elementos desacartonados, en sintonía con los tiempos que corren. No hay, sin embargo, anacronismos ni referencias a la actualidad; es decir que los elementos del cuento están presentes a lo largo del filme. La aparición de los personajes representados por actores es deslumbrante, sobre todo porque la ambientación y el vestuario resultan sumamente vistosos y creativos. Los problemas surgen porque no hay elementos demasiado originales en este intento de revitalizar el centenario relato. Julia Roberts encarna a la madrastra celosa de la belleza de Blancanieves, en una nueva etapa de la carrera de la actriz que quedó en el recuerdo de muchos como la "mujer bonita" y que consolidó sus dotes actorales en "Erin Brockovich". Aunque su tarea es correcta, no va a marcar un hito en la trayectoria de la actriz. Lily Collins (simpática, agradable) luce cómoda como Blancanieves, aunque tampoco aporta nada nuevo a lo ya visto sobre el tema. Y están, por supuesto, los siete enanos, aunque no son esforzados mineros sino simpáticos salteadores de caminos. Y el príncipe, apuesto y generoso, también hará lo que de él se espera ayudando a la heroína a recuperar el trono y adueñándose de su corazón. O sea que están todos los elementos del cuento, remozados o respetados a rajatabla. El envase es atrayente, el ritmo de la narración se sostiene y la resolución visual es destacable. Lo que no se entiende es por qué se decidió volver a contar una historia ya tantas veces contada.
Tarsem Singh, luego de “Inmortales” (2011), una fallida realización, cambió radicalmente su estilo para dirigir esta versión de “Blancanieves y los siete enanitos”, aunque el guión escrito por Melissa Wallack y Jason Keller sólo mantiene del tradicional cuento de los hermanos Grimm la estructura argumental y los personajes principales, a los que les fue cambiado su perfil en función de la nueva historia que se cuenta. Como para que nadie se sienta shockeado desde el comienzo por los sustanciales cambios efectuados, la historia tiene una narradora que sitúa al espectador en el lugar y en el momento en que acontecen los hechos que desarrollará la trama, y así la platea se entera que en un lejano país, una casi sádica reina (Julia Roberts) había usurpado el trono que le correspondía a la joven y bella princesa Blancanieves (Lily Collins), lejos de someterse a la tiranía de su madrastra, intenta recuperar su herencia para poder ayudar al pueblo que, agobiado por los impuestos, pasa penurias y vive en un permanente estado de tristeza. La reina, que usa la magia que le otorga un espejo para mantenerse joven, bonita y poderosa, pronto descubre las intenciones de su hijastra y sin vacilar ordenará su asesinato, algo que el chamberlain Brighton (Nathan Lane) no se animará a cumplir y la dejará abandonada a su suerte en el bosque, donde la niña se encontrará con siete enanos ladrones que la ayudarán a cumplir su propósito de rebelión. No falta en este renovado cuento el apuesto príncipe (Armie Hammer), aunque no es muy valiente sino tirando a tontuelo, que avivará las “mágicas” ansias de casamiento de la reina y despertará en la princesa al “mágico” primer amor. Comentario de la película El cuento está destinado a los niños, pero gran parte de este filme parece estar dirigido al público adulto con submensajes que son reflejos (como los que brinda un espejo) de situaciones que se viven a nivel mundial en el siglo XXI. La trama de la película es una parodia del contenido del cuento que pone énfasis en puntos tales como la usurpación del poder por alguien que no está capacitado para ejercerlo, la energía de la mujer que lucha por sus derechos, el hombre que puede ser derrotado, la discriminación que margina a algunas personas y la falsa fidelidad como recurso de sobrevivencia. Singh tiene muchos puntos para desarrollar y lo hace apresuradamente, por lo que el filme no logra el pase de comedia con el que se presenta y, si bien irregularmente transita por el grotesco, el gótico y hasta por el bizarro, se queda en el género fantástico por estar lleno de imaginativas escenas visuales, aunque se haya recurrido más al montaje que a los efectos especiales. Las actuaciones son parejas,. Los actores dan el perfil de sus personajes, aunque Lily Collins (hija del cantante Phil Collins) no se muestre del todo segura en su composición. Julia Roberts, en quien se basa el cartel taquillero, demuestra solvencia al afrontar dos roles que le han exigido mucha imaginación y a los que logra diferenciar. Armie Hammer se limita a tres gesticulaciones sin ninguna expresión corporal y sostiene su trabajo con el physique du rol. Quien se destaca es Nathan Lane dándole permanentes matices a su personaje. También se lucen los siete actores que encarnan a los enanos, a los que tanto los guionistas como el director se preocuparon por diferenciarlos para hacerlos representativos de las minorías sociales. Se trata de una gran producción aunque la película se queda en un término medio. En la función a la que asistió el cronista se escucharon comentarios y expresiones de sorpresa y diversión por parte de los niños espectadores, lo que demostraba que la disfrutaban plenamente. Hollywood anunció una nueva versión de “Blancanieves y los siete enanitos” cuyo estreno está programado para el segundo semestre de 2012, aunque se adelanta que estará más ajustado al cuento de los hermanos Grimm, que para escribirlo se basaron en una leyenda alemana. (Carlos Herrera)
El eterno femenino y un mito que regresa La Reina es una bella mujer, pero más que bella, es malvada. Es ambiciosa, inescrupulosa y ha usado su belleza para conquistar hombres poderosos. Se vanagloria de haber tenido ya cinco maridos, contando al último, el Rey, padre de Blancanieves, muerto en misteriosas circunstancias. Es decir, que ahora la Reina es la ama absoluta del reino que heredó de su último marido y madrastra de la joven y bella Blancanieves, una muchachita que acaba de cumplir dieciocho años. Joven y hermosa, se convierte en una presencia desestabilizante para la malvada mujer, que pretende seguir reinando sin competencia de ninguna especie. El clásico relato infantil es retomado en esta oportunidad por el director indio Tarsem Singh, tomando como figura central precisamente a la mala del cuento. De ahí que toda la propuesta descansa fundamentalmente en el trabajo de la actriz Julia Roberts, que compone una bruja de manual pero aggiornada a los tiempos que corren. El tópico de la mujer bella que concentra poder gracias a esa cualidad, la juventud y la malicia, y que por lo tanto considera al paso del tiempo como su peor enemigo y a la competencia de mujeres más jóvenes su peor amenaza, es un clásico de todos los tiempos y de todas las culturas. El mundo siempre ha sido demasiado sensible a esos atributos, en detrimento de otros valores, como la bondad, la lealtad, la virtud y el sacrificio. En estos relatos arquetípicos, el mal, la manipulación y el poder basado en malas artes es una fuerza muy poderosa que siempre pone en peligro a los más honestos. Generalmente, se confunde esa cualidad con debilidad, en la relación de fuerzas, el mal siempre parece más fuerte que el bien. Cuenta con más recursos, apela a la magia, a trucos, mentiras y demás conductas que una persona justa jamás usaría. En este caso la historia respeta esos preconceptos y se concentra en los esfuerzos que hace una Reina ya madurita, en bancarrota, con una princesita que asoma como su rival más peligroso y con sus encantos en franca decadencia. ¿Qué hacer para reciclarse y seguir disfrutando de las mieles del éxito? Conseguir otro marido poderoso a quien engatusar y exprimir. Por allí aparece un despistado Príncipe, apuesto y honorable, y la Reina se lanzará a su conquista. Realidad y fantasía A Hollywood le gusta reírse de sí mismo y las tribulaciones de la monarca no se ven diferentes a las de una diva acostumbrada a las mieles del éxito a cualquier precio y que ve con horror los atormentadores indicios de la decadencia. La propuesta de Singh le da gran importancia al juego coreográfico, al vestuario colorido y fantástico, y a las situaciones que mezclan realidad con fantasía. Y en el plano de los contenidos, enfoca el relato poniendo también un poco el acento en la cuestión social, en el sufrimiento que los delirios de grandeza y la ambición desmedida de la Reina infiel traen al pueblo, agobiado por el hambre y esquilmado por impuestos cada vez más elevados. ¿Y los enanitos? Pues bien, constituyen un grupo de marginales expulsados del Reino por indeseables (feos) y que no han tenido más remedio que convertirse en bandidos para subsistir. En manos de ellos quedará Blancanieves cuando escape de su asesino, Brighton, uno de los más fieles cortesanos de la malvada madrastra. Y con ellos reconquistará el Reino, legado de su padre, a quien también rescatará del hechizo en el que lo tenía envuelto la Reina y colorín colorado... Blancanieves y el Príncipe se casarán y una nueva etapa, más normal, parece inaugurarse a partir de la derrota de la bruja. Julia Roberts demuestra un gran profesionalismo, imprimiéndole a su personaje más humanidad, haciendo una mala típica aunque en tono de humor, pero los otros personajes no pasan del estereotipo, como si se tratara de un mero baile de disfraces.
Una de las dos versiones de Blancanieves que veremos, con actores, este año. Aquí la cosa es mucho más una comedia con fantasía que un drama, y tiene como mejor elemento la personificación de una Julia Roberts cada vez más grande, incluso en papeles menores como el de la malvada reina que interpreta aquí. Problema: al director (el de Inmortales) le interesa más lo linda que puede quedar una imagen que bucear en que los personajes parezcan gente de carne y hueso, incluso si se trata de un cuento de hadas.
¿Cuál es la peli más flojita? Voy a decir algo que seguro todos los que vieron la película están pensando... Sí, se le fue la mano a Tarsem Singh con el ancho de las cejas de Blancanieves y los vestidos que usa Julia Roberts como la bruja malvada hacen muy mal a la vista. Ya está, lo dije. Con respecto al film, debo decir que esta adaptación en clave de comedia me resultó insípida, cursi y como diría mi cuñadito: Default... algo que no sorprende, que sigue los pratones predeterminados del género. Comienza bien, haciendo una introducción a lo Hellboy 2 sobre la historia principal y cómo se llegó a la situación de envidia y maltrato hacia la tierna Blancanieves por parte de su malvada madrastra (sí, acá la bruja es la madrastra). Hay un muy buen despliegue de efectos y colores que dejan bien en claro el sello del director indio Tarsem Singh, un genio de lo visual que introduce al espectador a mundos fantásticos y totalmente atractivos. El problema es que su capacidad narrativa no es comparable ni un poco con su talento creativo. Se nota un cuidado casi obsesivo en el planteo visual, mientras que en la trama se presentan huecos y descuidos del novato más inexperto. Una experiencia que debería haber sido muy entretenida y divertida, terminó siendo un poco pesada y bizarra de más, falta de ángel cinematográfico. Hay diálogos y situaciones absurdas, que se suponen deberían haberme hecho reír, pero en vez de eso, me irritaban y me resultaban totalmente artificiales. A medida que iba avanzando la película, la trama se iba convirtiendo en algo cada vez más chato, con ciertos elementos que hacen honor a lo más berreta del cine, sobre todo hacia el final. Los enanos no me convencieron de nada, no me resultaron cómicos ni adorables y el príncipe es un estúpido de primera. Lo mejor de la cinta fue el gran Nathan Lane, que ni siquiera era un personaje importante. No la recomiendo salvo que tengas ganas de deleitar sólo la vista.
Uno de los cuentos más queridos de todos los tiempos, decenas de adaptaciones al cine y ahora cobra vida en “Espejito Espejito”, un relato divertido del clásico cuento de hadas, protagonizado por Lily Collins, como Blancanieves, y la ganadora del Oscar Julia Roberts como la malvada Reina y Armie Hammer, como el Príncipe. Esta historia se encuentra dirigida por el director indio Tarsem Singh (Inmortales, La celda), en esta ocasión quien comienza relatando el cuento es la malvada Reina (Julia Roberts), esta vanidosa mujer quiere ser la más bella de todo el territorio, pero vive con su hijastra la hermosa Blancanieves (Lily Collins, hija del cantante Phil Collins), acaba de cumplir 18 años de edad, la mantiene escondida en el palacio para no atrae la atención de nadie. Pero todo se complica cuando Blancanieves atrae la atención de un príncipe azul y rico, es cuando La Reina celosa, envía a matar a la joven, asi deshacerse, como ya lo hizo con el Rey, después de esto esta despiadada mujer puede controlar todo el reino. Cuando la joven Blancanieves se encuentra sola en ese horrible y temeroso bosque, es encontrada por un grupo de enanos de buen corazón, ellos son: Napoleón (Jordan Prentice), Half Pint (Mark Povinelli), Grub (Joe Gnoffo), Grimm (Danny Woodburn), Wolf (Sebastián Saraceno), Butcher (Martin Klebba) y Butcher (Ronald Lee Clark), estos en algunas ocasiones se camuflan de gigantes para robarles a los ricos una especie de Robin Hood. Ahora con el apoyo de sus nuevos amigos y el entrenamiento que estos le ofrecen, pone todo en marcha para reclamar sus derechos, recuperar el amor del Príncipe Alcott, este se encuentra bajo el hechizo de La Reina y rescatar al pueblo de la miseria. Es una buena idea, con una buena animación en el comienzo, sale únicamente con copias dobladas, en el relato Lily Collins haciendo de Blancanieves resulta insulsa al igual que Armie Hammer, como el Príncipe, el ritmo es algo lento los primeros 30 minutos, luego va levantando, no encuentra demasiado trabajado el guión: Melisa Wallack y Jason keller, inspirado en el relato de los hermanos Grimm y hay que ver los créditos ya que contienen un gran show musical. La película tiene muchos efectos especiales, un bellísimo vestuario, una gran coreografía en las luchas, mucho humor, como los personajes que nos ofrecen Nathan Lane como Brighton, el personaje del Príncipe, La Reina cuando para un tratamiento de belleza le ponen en su cara excremento de aves y otras cosas, se atreven a algunas burlas, hasta intentar ponerse un apretado corsé, para de esta manera ponerle todo el brillo y la fantasía, y contar con la imaginación del público.
Resignificación de los cuentos de hadas Sin ninguna razón válida llega a Mar del Plata Espejito, espejito sólo en versión doblada al español. Definitivamente no es una película para niños. Más bien su público podría ser adolescente o por qué no, adultos. Es por tal razón que no se entiende bien por qué no podemos contar con los tan deseados subtítulos que nos ahorrarían unos cuantos disgustos. Ahora sí, en cuanto la argumentación el film es bastante alucinante. Ya tenemos el ejemplo de Shrek como pionero de la parodia de películas infantiles. Pero en este caso se centra en un cuento más específico y sobre un tema: la visión que el mundo de hoy en día tiene de la mujer. Los grandes símbolos del clásico se trastocan para decir una cosa totalmente contraria. Los personajes se adaptan a una fisonomía contemporánea sin dejar de situar la narración en un tiempo lejano de castillos, reyes y vestidos armados. Para empezar, el eje de la película no se basa en la envidia por la belleza como en sus versiones anteriores. Es el dinero y solamente el dinero lo que moviliza a la madrastra de Blancanieves a tomar la decisión de matarla. Por supuesto, el dinero aparejado con el poder y el prestigio que este da. Ya partiendo desde ahí las bases son otras. La figura de la mujer es muy importante en Espejito, espejito. La heroína deja atrás todas sus antecesoras débiles y dependientes absolutas de los hombres para empezar a transitar un camino más acorde a los tiempos modernos. Esta Blancanieves peleará a la par de los hombres y no se afligirá por rasgarse el vestido. Los hombres también mostrarán otra faceta. Se les permitirá verse débiles y ayudados por una mujer. Tal como en el cuento original, Blancanieves y el príncipe se enamoran a primera vista. Pero invirtiendo todos los códigos de los cuentos de hadas, él se encontrará frágil y ella con una gran fortaleza (recordemos que en el cuento de los hermanos Grimm, el hijo del rey se encuentra con el ataúd de cristal donde estaba Blancanieves y se enamora básicamente de una persona que cree muerta). Se expresa el cambio de visión desde este punto, que se podría considerar indirecto, hasta lo más directo, que sería cuando la heroína le explica al príncipe que ya es hora de cambiar la posición de las mujeres en las historias como esa. Es interesante porque justamente el posicionamiento que toma la muchacha con respecto a los enanitos no es de una sirvienta sino de una colega de batalla. Hay también un resignificado en los enanos, que ya no cantan felices y trabajan duramente, sino que emiten un gran juicio de valor sobre los prejuicios humanos. Tampoco tienen un trabajo decente sino que se dedican a robar. No son agradecidos con la vida. No es que disfrutan de la naturaleza y por eso viven en el bosque sino que fueron expulsados. No son inocentes como niños por ser bajitos, son adultos enanos y se comportan como tal, con las debilidades amorosas que presenta cualquier hombre. Por eso pueden babosearse con Blancanieves y no verla con carita tierna de un niño. Asimismo, la vestimenta y la estética resultan sumamente atractivas. Aunque no sea eso lo principal, como tampoco son los actores, igualmente hacen del film un producto más acorde a la época que se relata. Es la parodia la base de la película pero para identificar de qué se habla, ciertas cosas son necesarias que se respeten. Es genial el hecho que se presenten los mismos elementos pero con una simbología adversa. Es, sin duda, una crítica que va más allá de una burla. Es más, resulta un film bastante feminista, ya que saca a la mujer de la cápsula patriarcal con la que contaban todos lo cuentos de hadas.
Historia tan delirante como kitsch La diva de Hollywood compone a un personaje de soberbia villanía, moviéndose en escenarios de extravagantes diseños arquitectónicos y de azogadas composiciones góticas, pasea su maldad, buscando afanosamente su belleza. Si al despertar de su estado de hibernación, como los científicos aseguran, el tan prolífico y tan controvertido Walt Disney, creador de un megalómano imperio y de una desafiante bibliografía crítica, se acercara a ver esta nueva versión de aquella fábula que el presentara de manera tan cándida en los años del "New Deal", cuando el mundo aún no había abierto aún los ojos ante los horrores que se iba desplegando desde la política de los sistemas totalitarios; si él mismo, hoy mismo, se atreviera a revisar este, su primer largometraje (1937), tan celebrado por la Academia, por esa lucha entre el Bien y el Mal, fuerzas que vienen de los relatos de los viejos tiempos y que él mismo siempre se esforzó por acomodarlas al llamado "sueño americano"; insisto, en esa tal vez obligada visión que le pediríamos que hiciese de este film, y de otros que lo preceden (su muerte tuvo lugar en el año 66) que ofrecieron relecturas en otras claves, haciendo despertar aquello que en Disney ni siquiera fue insinuado, experimentaría, tal vez, no sólo asombro, sino espanto, o bien lo recibiría, con una desencajada carcajada. Al hablar de Disney, y no sólo de su Blanca Nieves que fue ese gran éxito de público de aquellos años, podemos señalar sí que su labor creativa la podemos encontrar en sus cortometrajes; particularmente, en aquellos del período 1928-1940, en los que hay una búsqueda constante con la imagen y el sonido; algo que poco a poco va siendo desplazando ante el avance de tanta moraleja, figuritas para el álbum y objetos para engalanar fiestas. Aún Dineylandia sigue siendo el paraíso prometido por tantas agencias de turismo. Lo que Disney olvidó, como sí lo hizo primero la novela de Frank Baum y luego el film de Víctor Fleming en el año 39, en el que una pequeña Judy Garland, en el patio trasero de la Metro, nos regalaba "Over the rainbow", es que cada uno, en su interior puede vivir y encontrar su propio camino hacia el propio reino de Oz. Los cuentos de Perrault y de los Hermanos Grimm fueron visitados y revisitados en numerosas décadas por el cine y la tevé, desde versiones que trataron de mantener el tono clásico hasta aquellas que se propusieron hacer estallar aspectos más siniestros; para numerosos estudiosos de los llamados "cuentos infantiles", uno de los tópicos centrales. Incluso, en otra línea, a partir de los años 70, comenzaron a circular producciones en la línea del cine porno, particularmente con aquellos clásicos que presentaban personajes que habían sido mostrados de manera muy naif o bien ofrecían cierto aspecto excéntrico en su conformación física. Ya en 1997, Michael Cohn presentó "Blanca Nieves, un cuento de terror", en donde una notable Sigourney Weaver componía a ese personaje, el de la bella y vanidosa madrastra, que hoy asume de manera audaz, en el film que se ha estrenado en estos días, Julia Roberts. Su realizador nacido en la India en el 1961, quien llegó al cine desafiando mandatos familiares, llevó adelante este proyecto con capitales estadounidenses, algunos de manera independiente, lo rodó en Montreal y construyó grandes escenarios, con escasos medios, pero con gran despliegue de movimientos de cámara, a la manera del cine indio de Bollywood. Lo que tenemos hoy ante nuestros ojos es un film que haría palidecer, gritar, o bien hacer saltar de alegría al propio Disney. O en su defecto, pedir regresar al propio sitial inmóvil. Si en "Mujer Bonita", del 90, Julia Roberts componía a una versión actualizada del personaje de la Cenicienta, junto a uno de los galanes y sex symbols de entonces, Richard Gere; hoy, en el año en que el film de Disney ya ha cumplido sus 75 años, la Roberts compone a un personaje de soberbia villanía, que por otra parte, moviéndose en escenarios de extravagantes diseños arquitectónicos y de azogadas composiciones góticas, pasea su maldad, buscando afanosamente su belleza, tratando de perpetuarla, teniendo a su disposición débiles lacayos, esbirros, mercenarios. Pesan sobre ella, crímenes. Una joven adolescente es su rival; todos ya conocemos cómo su belleza eclipsa el mundo de la Reina. Y todos ya sabemos que allá, abajo, está El Bosque. Por esos caminos, un día, un príncipe. Y el deseo, el apetito voraz, lujurioso, de la Reina. Y los enanos. Y ya no encontraremos aquí a los pequeñuelos que cantan cuando regresan de sus laboriosas tareas. Ellos se dedican aí Oh! ¿ Qué diría Disney...?. Y más aún, ¿quién despierta a quién, con el beso en esta historia?. Sí, en esta historia, delirante y kitsch, en la que una reina despótica humilla con sus impuestos, gravámenes a todo un pueblo, hambreado, que está hundido en la miseria, en la enfermedad. Y la tierna Blanca Nieves esperará pasivamente despertar del hechizo. Cuántas transgresiones que, quizá, ya estaban insinuadas en los mismos cuentos y que las lecturas establecidas, oficializadas, se negaban a escuchar. La banda sonora, todo un hallazgo, lleva la firma de uno de los creadores de los nuevos musicales de los films de las últimas grandes obras de los estudios Disney, tales como " La Bella y la Bestia", "Aladdin", "La Sirenita". Su nombre, Alan Menken. Y en sus musicales, sus personajes, a través de sus partituras, aman, sueñan, se enfrentan, desean, aspiran a ser libres.
Siguiendo con el estilo visual que marcó a las películas pasadas de Tarsem Singh ("Inmortales" y "The Cell"), aquí propone una comedia basada en el cuento de los hermanos Grimm, que se destaca por sus extravagantes momentos humorísticos, sus correctas actuaciones y su despliegue de efectos especiales, pese a que poca originalidad posee y a que los personajes no tiene profundidad emocional.
Con una gran producción y renovados ingredientes expresivos, la conocida historia de Blancanieves llevada al cine por Disney hace más de setenta años, encuentra ahora una versión moderna y estimulante. Dirigida por el notable Tarsem Singh, realizador de esa verdadera odisea visual y creativa llamada The fall, y de la reciente y no tan notable Inmortales, aborda el clásico cuento de hadas de los hermanos Wilhelm y Jacob Grimm desde una persectiva muy diferente, lo que no quiere decir que haya plasmado un film totalmente logrado. Espejito espejito hace que cobren vida emblemáticos personajes como la bella y caucásica protagonista, la envidiosa y malvada reina y, claro está, los famosos enanitos, interpretados en su totalidad por auténticos actores afectados de enanismo. Más allá que por su estética, sus toques de parodia y algunos sorprendentes cambios en la trama, parezca estar destinada a los adultos, en la función de prensa se sentía a los niños expresar su plena diversión. Componiendo a una no tan diabólica majestad, vale la pena disfrutar de las entonaciones, gestos y sentido del humor de Julia Roberts, mientras que el estupendo Nathan Lane se destaca como el lacayo Brighton. Los otros aciertos hay que buscarlos en el sofisticado vestuario y los imaginativos escenarios, que vuelven un deleite algunas escenas.
Publicada en la edición digital de la revista.
Hablando de bodrios sobreproducidos (o películas malas protagonizadas por Arnie Hammer)... Espejito, Espejito es una versión modernizada del cuento de Blanca Nieves, historia clásica si las hay y cuya máxima versión le corresponde a la animada por Disney en 1937. Pero la de Disney no ha sido la única y, cada tanto, Hollywood se da maña para regurgitar alguna que otra. La versión Disney hizo el trabajo de marketing por el cual el nombre es ultra conocido en todo el mundo y, como el cuento de los hermanos Grimm está en dominio público, es facil subirse al carro y armar su propia versión - algo similar a lo que ocurre con Drácula, Frankenstein y otros tantos personajes cuyas reversiones saturan y hastían, pero que se siguen produciendo simplemente porque se tratan de marcas reconocidas a nivel mundial por las cuales no se paga un centavo de derechos de autor -. No hace mucho tuvimos la excelente Blancanieves y el Cazador (2012), pero han existido otras de diversa calidad como todo lo que crece en la viña del señor. Y, definitivamente, la de Tarsem Singh no pasará a la historia como una de las mejores. El problema es el tono y el casting. Julia Roberts no es la mujer mas bella del mundo ni la primera opción que se me hubiera ocurrido para el papel - algo que no tenía discusión con el casting de Charlize Theron en Blancanieves y el Cazador -. Tampoco Lily Collins - con esas cejas en forma de ferrocarril -, aunque debo admitir que es simpática y tiene su carisma. Y por último el rey de los palurdos Arnie Hammer, el cual no ha calzado bien en ninguno de los papeles que le conozco. Por lo menos Hammer se redime en una escena de 5 minutos en donde cae bajo el hechizo de la Roberts y se cree un perro - y, por lejos, debe ser lo mejor del filme -. Pero si el casting es discutible, peor es el tema del enfoque. Es tan camp que parece un episodio extendido de Batman 1966. Todos sobreactúan, hablan con coloquialismos modernos - "el principe parece un chango sudado"; "esto es lo que está a la moda" - y el clima de credibilidad se diluye porque nadie parece tomarse en serio la trama. ¿Alguien cree por algún momento que la reina destila amenaza o que la Collins corre serio riesgo de muerte?. Ni siquiera la bestia que habita en los bosques - y que supone el enfrentamiento final de Blancanieves - asusta, ya que parece un monigote hecho con pedazos de muñequitos Kinder. ofertas software para estudios contables Desde ya la puesta en escena de Tarsem Singh - La Celda - es exquisita; el lujo abunda y la paleta de colores es sublime; también hay un par de ideas interesantes como la de transformar a los enanos en forajidos que viven en los bosques. Lástima que el contenido es mediocre y que no esté a la altura de las circunstancias. Modernizar un clásico no significa convertirlo en una comedia tipo las de Adam Sandler. Acá el vestuario, los decorados y el cast flotan en un libreto mal escrito, bobo y caprichoso, el cual arruina todo el potencial de la obra. Blancanieves y el Cazador tampoco es un clásico pero, al menos, le daba un enfoque distinto e intentaba hacer algo interesante ... algo que aquí no ocurre y lo cual no sería tan grave si al menos los chascarrillos tuvieran gracia.