Creer o Reventar El género peplum se volvió a poner de moda. Digamos que todo comenzó con Roma, tras el éxito de Gladiador y por supuesto, después vino Grecia con sus mitos y dioses. Tras el suceso de la primera parte dirigida por Louis Leterrier,, era predecible que llegara la secuela. Esta vez, Leterrier se quedó en la producción y fue elegido Jonathan Liebesman para llevar a puerto esta obra titanica. Liebesman proviene del cine de terror/ciencia ficción clase B. No hizo un mal trabajo con la precuela artificial de La Masacre de Texas e Invasión a la Tierra: Batalla Los Angeles, fue bastante subvalorada. Lo mejor, justamente, de la secuela de la obra del 2010 son algunas, muy pocas, decisiones de parte de dirección, que incluso permite afirmar que supera a la original. Liebesman se toma la película como una de clase B con gran presupuesto. Las criaturas mitológicas tienen formas más monstruosas que fantasiosas se podría decir. A su vez, Liebesman impone la cámara en mano (firma visual suya) en algunas escenas, por lo cuál la artificialidad es sutilmente, menor que la obra previa. A diferencia de Leterrier, las escenas de peleas, luchas, coreografías logran distinguirse. Leterrier tiene tendencia al caos visual, a la confusión. Como sucede con Michael Bay, los enfrentamientos creados digitalmente superan en velocidad a la percepción del ojo humano. Liebesman es más tranquilo y paciente. Además prioriza el espíritu de aventura que la historia amerita, le agrega humor a través del personaje de Agenor (Toby Kebbell), dosificando un poco la solemnidad. Ahora bien, a nivel narrativo, Furia de Titanes 2 parece una telenovela familiar, que a medida que progresa se va enredando hasta quedar incoherente con su propio discurso e ideología. Los guionistas Johnson y Mazeau no supieron encontrarle la vuelta a lo que proponían desde el principio al final. Básicamente, los dioses del olimpo están desapareciendo. Los humanos están dejando de creer en ellos, y por lo tanto si no hay fe, los dioses no pueden existir. Y si los dioses no existen el mundo se termina. Palabra de Zeus. Su hermano, Hades, en el infierno, quiere dejar escapar a Cronos, el padre de ambos para que destruya al mundo a cambio de dejarlos a ambos inmortales. Zeus advierte a Hades que se está equivocando, pero este lo toma prisionero y lo utiliza para hacerle una transfusión de poder (¿?) hacia Cronos, con ayuda del hijo bastardo de Zeus, Ares, Dios de la Guerra. Los únicos que pueden destruir a Cronos y salvar a Zeus, son Perseo, hijo mitad Dios, mitad humano de este último, y Agenor, el hijo mitad humano de Poseidón. Ambos con ayuda de la Reina Andrómeda, deben encontrar la puerta del infierno para evitar que Cronos destruya el mundo. Cuando una película clase B necesita ser explicada constantemente algo falla. No hay complejidad, pero los guionistas la crean. Liebesman no logra extraerle el discurso constante a la historia y además cae en confusiones mitológica, e incluso incoherencias ideológicas. Al principio pareciera que estamos frente a un folletín de la Iglesia Evangelista, y más tarde, resulta que los dioses son mortales, y sí se los destruye, el mundo no cambia. También hay “subtrama” romántica que tiene menos cabeza que las cabezas de las estatuas de los dioses. Tampoco se logra profundizar demasiado en la relación: padre – hijos – hermanos. Los personajes son de piedra. El único que tiene cierta duda existencial es Hades, que vacila si hacer el “bien” junto a Zeus o ayudar a Cronos a liberarse. Pero la impasible mirada de Ralph Fiennes no permite distinguir su realmente estamos frente a un villano, un dios amigo. No sé. Liam Neeson cambia de barba, pero no de personaje: ya sea Ra’s Al Ghul, el león Asian, Qui-Gon Jinn o Rob Roy, se ha encasillado en el rol de líder sabio, e interpreta igual a todos. Pensar que ambos brillaron en La Lista de Schindler hace casi 20 años… Decepcionantes son, por otro lado, las apariciones de Bill Nighy, Edgar Ramírez y Danny Huston. Rosemund Pike es una buena actriz mal aprovechada y Sam Worthington es más convincente en su avatar navi. Vacía, sin alma, Furia de Titanes 2, entretiene pero no emociona. Ni siquiera como una mera diversión clase B. Poco aporta la banda sonora de Javier Navarrete (El Laberinto del Fauno) y el efecto 3D (lo único que se puede decir a favor, es que está mejor usado que en la primera parte, donde fue insertado en la post producción. Acá al menos se pensó desde el diseño de ciertas escenas). Furia de Titanes 2 no da pie a reflexiones (tampoco que lo pretendiera), no innova ni genera algún tipo de debate o controversia en lo visual o narrativo, pero mientras siga facturando, los dioses de la Warner, se conforman.
Let's Have Fun Dos o tres frases marcan el espíritu de esta nueva Furia de titanes, ni tan titánica ni tan furiosa. Mi preferida es una que Poseidón le dice a Perseo (Sam Worthington) cuando le explica cuál será su papel en el rescate de Zeus, encarcelado por Hades en el fondo del infierno. Como Perseo duda de sus capacidades para enfrentar la tarea y alega que es solamente un semidios, el tío (digamos) lo tranquiliza: “Y bueno, sos un semidios, buscate otro semidios y háganlo juntos”. Es que en la lógica de Furia de titanes, del mundo un poquito ignorante y literal de esta Grecia pasada por Hollywood, dos semidioses (hijos de deidades y mortales, en realidad) suman un dios entero. Es tonto pero es divertido, o mejor dicho: es tonto y es divertido. Desentendida por completo de todo lo que en la cultura griega, en sus mitos, pueda sonar a “cultura” en un sentido engañosamente prestigioso, a la película le interesa una sola cosa: el potencial de espectáculo, y de gran espectáculo, que hay en figuras como los cíclopes, el caballo volador Pegaso, las hidras y los dioses que lanzan sus rayos. La historia es básica y no está contada precisamente con destreza homérica: los dioses envejecen, están en decadencia y, para colmo, se oponen unos a otros; Hades como anticipé secuestra a Zeus y a Perseo, ayudado por el hijo de Poseidón, Agenor, y por la reina Andrómeda, no le queda otra que abandonar una vida tranquila como pescador en un pueblo polvoriento para ser de nuevo un héroe. Lo extraño es que Furia de titanes está en esa nueva línea de películas épicas pero realistas (es casi un oxímoron, sí) que construyen mundos donde la fantasía quiere parecerse lo más que se pueda a la historia, por eso los personajes se visten con trapos aunque sean dioses, las sandalias se gastan con el uso y todos, sin excepción, están llenos de tierra en un paisaje seco, hecho sólo de marrones y grises (hasta la rubia y aguerrida Andrómeda aparece con la cara manchada de negro, y lo primero que hace es lavarse). Y, sin embargo, esa voluntad realista juega muy a favor, primero porque baja a los dioses y semidioses del pedestal. Como dije, no son tan titánicos: Perseo se mantiene a duras penas erguido en un caballo volador que hace tiempo no monta, y que además le pega un alazo ante un comentario malicioso, y Zeus y Hades, interpretados por unos gastadísimos Liam Neeson y Ralph Fiennes, tienen su momento de gloria cuando salen rejuvenecidos a una lucha que es más de videojuego que otra cosa (lanzan bolas de energía con las manos y así van derribando gigantes) después de decirse, como si fuera una travesura, “Let´s have fun”. Es que de eso se trata, y Furia de titanes está llena de cositas que la vuelven divertida en serio, desde los comic relief de Agenor y el Hefesto-científico loco salido de la galera del siempre inventivo Bill Nighy hasta la belleza clásica del ex-Carlos de Olivier Assayas, Edgar Ramírez, y la ex-Jane Bennet de Joe Wright, Rosamund Pike. La segunda sorpresa del realismo es la combinación explosiva con el CGI, que da lugar a monstruos geniales y palpables como los cíclopes o el demonio de lava que sale del infierno. Notarán que de Sam Worthington no digo nada, porque una película entretenida es capaz de soportar incluso a un protagonista desorientado, bueno para Navi y de peinado malísimo.
Un aburrimiento titánico Secuela del exitoso e irregular film del 2010, Furia de Titanes 2 continúa unos años después la historia de su predecesora donde el semidiós Perseo es simplemente un pescador viudo que trata de mantener a su hijo fuera de las armas que lo hicieron una celebridad en el pasado. Hasta que un día Zeus (su padre) es capturado y puesto en jaque por la traición de Hades y Ares, debiendo salir de su retiro para tomar nuevamente la espada y evitar la liberación del malvado Cronos, capaz de destruir todo el universo. Furia de Titanes 2 es dirigida por Jonathan Liebesman, relevando al francés Louis Leterrier, y si miramos la última película que dirigió este director es la terriblemente panfletaria Invasión al Mundo: Batalla los Ángeles entenderemos el porqué de la solemnidad abrumadoramente reinante que posee este film. Entiendo que al ser protagonizada por dioses, semidioses, titanes, criaturas mitológicas y demás cuestiones hacen muy difícil dejar de lado los ritos, cultos, alabanzas, etc. pero para contrastar tanta solemne pirotecnia hace algo de humor para no caer en una propuesta terriblemente cargada y pesada. Solo en algunas pocas ocasiones, y en manos de los personajes Hefesto y Agenor, el humor arremete para quitar el aburrimiento, aunque lamentablemente no es suficiente para quitarlo ni por asomo del medio. El problema del grado de solemnidad del film es que no puede ser contrastado de ninguna manera, al humor lo descartamos en el párrafo anterior, el romance lo descartamos en el próximo y las secuencias de acción que podrían ser la única salvación son escasas para poder contrarrestar tanta seriedad. Con respecto a la mencionada historia de amor, tenemos a su realizador intentando desarrollar un romance entre Perseo y Andromeda (encarnados por Worthington y Pike) que carece totalmente de fluidez y termina resultando un amor totalmente trivial. Es decir, no hay aproximaciones previas interesantes entre ellos, más allá de algunas miradas cómplices. No hay conquista palpable, no hay seducción, no hay histeriqueo, ósea no hay nada exceptuando la admiración que sienten mutuamente, algo que no alcanza para creer en esta pareja y que encima termina jugando en contra por seguir cargando de solemnidad la cinta. Tampoco encontramos una mínima evolución en los personajes, solo efectos (como dioses o titanes llorando, emocionados, con notorios cambios de aspecto o bajados del pedestal de su condición de inmortales) que intentan emular una evolución o cierto cambio en la personalidad de los protagonistas, que incluso son aportados bruscamente, de manera impostada y totalmente ajeno a la lógica que impone el film. Sam Worthington, Liam Neeson, Ralph Fiennes, Edgar Ramírez, Rosamund Pike y Bill Nighy hacen lo que pueden con este solemne bodrio, aunque hay que destacar que los que salen más aireosos del resultado son el gran Nighy y por momentos la bellísima Pike, mientras que el resto lleva adelante una labor con pocos matices y donde escasean las expresiones ajenas a la seriedad y el compromiso por la salvación de la humanidad. Furia de Titanes 2 sigue en la irregular línea de su predecesora, con una película que solo provoca un aburrimiento titánico.
El infierno de los Dioses Superando a la película original estrenada hace dos años, esta secuela de aventuras continúa con su caos en el Olimpo e introduce a los personajes en una lucha constante por evitar El fin del Universo. Perseo (Sam Worthington, el actor de Avatar) pasa sus días en una aldea de pescadores junto a su pequeño hijo de diez años, pero la llegada de su padre, Zeus (Liam Neeson), le vaticina que la tranquilidad no durará mucho tiempo. Con este comienzo, Furia de Titanes 2 (Wrath of the Titans 2) inicia una vertiginosa travesía que lleva al protagonista hasta las puertas del mismo infierno cuando su padre es traicionado por su otro hijo, en complicidad con Hades (Ralph Fiennes), el Dios del Inframundo. Como salida de una trama de Shakespeare, con odios, traiciones y ambiciones familiares, la película incluye en esta continuación luchas con cíclopes, criaturas peligrosas con dos cabezas y un diablo de temer. También despliega sus alas Pegasus, el caballo alado que le permite a Perseo surcar los cielos y resurge el temor de los habitantes de Argos al Kraken, la gigantesca criatura que los amenaza. Todos son condimentos de una película que bien podría haber animado las tardes de Sábados de Super acción, con su adecuado tono fantástico. La tecnología 3D es utilizada para potenciar la caída de piedras y cabezas de serpientes en primer plano en este relato que juega con la mitología griega y acierta en ritmo y despliegue visual. Si se la compara con su antecesora (remake del film de los años ochenta), Furia de Titanes 2 sube un escalón y coloca a tres generaciones en medio del peligro. El film cuenta con dirección de Jonathan Liebesman (Invasión del mundo: Batalla: Los Ángeles) y el guión lleva la firma del debutante Dan Mazeau, junto a David Johnson (La Huérfana) y Steven Knight (Promesas del Este). Un trío preparado, al igual que sus protagonistas, para sortear y abrir el portón que los conduce a la aventura.
Épica y diversión Hay una contradicción extraña en el interior de Furia de titanes 2: por un lado intenta ser una gran épica de dimensiones míticas, y por otro se desvive por generar chistes y un gran espetáculo visual que hacen estallar toda pretensión por los aires. La contradicción no se resuelve: cuando intenta ser grandilocuente y mitológica, la película se hunde como plomo, pero en los momentos en los que se entrega sin complejos a su propia banalidad logra entretener y lleva al espectador adelante. Se trata, por supuesto, de una secuela. Lo cual quiere decir que una porción de los espectadores conocerán ya los personajes. Otra porción podrá asociar nombres y parentescos por referencias a la cultura griega clásica. Aún así la película se encarga de remarcar, explicar y volver a explicar tres veces quién es cada uno, cuál es hijo de cuál y con quién está metido quién. Perseo (hijo de Zeus, semidiós) había sido el gran héroe de la batalla contra los Titanes (tal como se ve en la película anterior) y ahora se retiró a vivir como pescador con su hijo. Pero Zeus (padre de Perseo) viene a buscarlo un día y le advierte que como los humanos ya no rezan a los dioses (suerte de explicación un poco conveniente para dar cuenta del fin de la era de los dioses griegos), las paredes del Tártaro se están debilitando y los Titanes podrían volver a escapar. Perseo (hijo de Zeus) decide no unirse a la lucha. Entonces Hades (hermano de Zeus, dios del Inframundo, hijo de Cronos) traiciona a Zeus junto con Ares (dios de la guerra, también hijo de Zeus, medio hermano de Perseo, etc.). Perseo debe entonces rescatarlo. La trama suena un tanto rebuscada y lo es. Pero casi no importa. Al final de todas las idas, vueltas y explicaciones cuasi mitológicas, Perseo se enfrenta a una tarea: descender a los Infiernos a rescatar a su padre. Y para eso debe buscar ayuda. Ahí es cuando la película realmente arranca. Liberada de la necesidad de dar supuestas explicaciones, Furia de titanes 2 entra en la aventura y en la comedia y la cosa va mejor. El problema es que el espíritu "serio" no tiene que ver únicamente con el inicio de la película. El costado "importante" y lleno de "mensajes" no deja tregua: los personajes están todo el tiempo tirando frases como el ser humano es más fuerte que los dioses; debes luchar por tu hijo; te perdono por tus errores, los dioses deben morir, ese tipo de cosas. Hay mucho seño fruncido. Cada uno de los personajes se define por un trauma único, que basta para explicarlo: que los dioses son malos (Perseo), que mi hermano me trató mal (Hades), que mi papi no me quiere (Ares), etc. Ni siquiera Edgar Ramírez (el gran actor de Carlos de Olivier Assayas) logra hacer algo con su personaje. Sintomáticamente, el único personaje que escapa a esta regla del trauma único y que logra cobrar cierta carnadura es el de Agenor (el otro semidiós al que se convoca para la búsqueda, porque todos sabemos que dos medios hacen un entero). Interpretado por Toby Kebbell, este personaje funciona como comic relief y a pesar de que tiene trambién su trauma (como semidiós, su padre también lo abandonó), lo deja rápido atrás y se construye frente a nosotros, a través del fracaso, la búsqueda y la lucha. El suyo es el único personaje que uno podría recordar. Como en toda superproducción de hoy, lo que importa sobre todas las cosas en Furia de titanes 2 son los efectos especiales y los monstruos que los diseñadores logran conjurar de las profundidades de sus computadoras. Y la verdad sea dicha: los monstruos están muy bien. El 3D sobra, es cierto, pero hay un criterio muy interesante a la hora de armas monstruos que rinde muy bien: el realismo. Cada bicho mitológico está cargado de saliva, es pegajoso, tiene costras de tierra y arrastra extremidades pesadas. Cronos, especie de monstruo de lava, parece más real que Hades o Perseo. Pero por lo menos nos da alguien a quien seguir.
El Olimpo intervenido por Hollywood Mitología griega, forzada en función de la acción y el impacto. A casi dos años del estreno de Furia de titanes , vuelve la mitología griega tamizada por Hollywood: leve, esquemática, volcada a la hiperacción, a la supremacía del impacto visual por sobre la narración. Descontracturada, con toques de humor y babeantes monstruos digitales, esta segunda entrega vuelve a forzar leyendas épicas para alcanzar su objetivo -módico desde lo artístico, ambicioso desde lo comercial- de entretener a través de la dinámica de lo pensado. El conflicto central no difiere del que estalla cada Navidad en las cenas familiares. La diferencia es que no se trata de padres, hijos, nietos, tíos o sobrinos comunes, sino de dioses y semidioses, cuyas internas ponen en jaque al mundo antiguo. Con el Olimpo en peligro por la decreciente fe humana, Hades (Ralph Fiennes) secuestra en el infierno a Zeus (Liam Neeson), con la intención de liberar al terrible Cronos, padre de ambos. Perseo (Sam Worthington), hijo de Zeus, retirado en un pueblito de pescadores, debe volver al campo de batalla, junto con su primo Agenor (hijo de Poseidón), contra su hermano Ares (Edgar Ramírez). Parece complejo. No lo es. Incluso, en el plano argumental, no hay mucho más. Apenas una fallida subtrama de amor y algunos personajes que cambian sin justificación. Agenor (Toby Kebbell), una mezcla de tío jodón con algo de rastafari, funciona como alivio cómico; Ares (encarnado por el protagonista de Carlos , de Olivier Assayas), como símbolo de la violencia indolente. Worthington, nuestro héroe insuficiente, mitad hombre mitad dios, incurre en la actuación más anodina. Quedan las imponentes fantasías visuales: cíclopes, hidras, caballos voladores (Pegaso), laberintos, una suerte de minotauro. Y un mundo en guerra, bajo la bella, vaga idea de que tal vez es preferible ser humano, débil, sentimental, efímero, que una deidad que se convierte en ceniza y olvido.
No era bueno Furia de titanes. Estrenado hace dos años, el film que jugaba a reempaquetar la mitología griega para el público ávido de aventuras en 3D, a duras penas entretenía siempre y cuando las expectativas del espectador fueran muy bajas y no esperara demasiado ni del guión ni de los efectos especiales. Por todo eso, a esta secuela que retoma la historia de Perseo una década después de los eventos de la película anterior, no le quedaba otra opción que mejorar. O profundizar el desastre. La mentablemente, Furia de titanes 2 no consigue hacer una cosa ni la otra. Con un guión que utiliza elementos de la mitología griega pasados por el filtro de las familias disfuncionales más habituales en los dramas, la trama arranca con Perseo (Sam Worthington) viviendo junto a su hijo en un pueblo de pescadores, dándole la espalda a su condición de hijo de Zeus (Liam Neeson), mientras se ensucia las sandalias igual que el resto de los mortales. Claro que pronto el hombre recibe la visita de su padre, que le confirma lo que él ya había advertido: algo está pasando en el Tártaro y todos los monstruos se están escapando. Incluido el temible titán Cronos, padre de Zeus. Primero resistiéndose a su destino y luego conmovido por los problemas de su padre y su tío Poseidón (Danny Huston), atacados por el desterrado Ades (Ralph Fiennes) y el resentido Ares (un desperdiciado Edgar Ramírez), Perseo irá a su rescate montado en su fiel corcel alado Pegaso. En el camino se cruzará con la reina griega Andrómeda (Rosemund Pike) que lucha, sin demasiado éxito, para detener a los escapados del inframundo y con Agenor (Toby Kebbell), otro semidios y su primo. Si todo suena algo ridículo es porque lo es, especialmente cuando entre pelea y pelea con gigantes digitales y en 3D, el inexpresivo Perseo de Worthington -que entre una película y la otra se dejó crecer el pelo pero no adquirió mucho más en el receso-, debe lidiar con su peculiar familia. A diferencia de lo que sucedía en la primera película, en esta secuela los efectos especiales en 3D son mucho más vistosos -especialmente en el viaje al inframundo-, aunque por momentos los movimientos de cámara exageren su dinamismo hasta transformar imágenes en borrones. Para aportar la cuota de humor que este tipo de film insiste en agregar aunque siempre lo hace como si fuera una idea de último momento, aparece el mencionado Kebbell (Rock´nRolla), una especie de rastaman griego y el siempre interesante Bill Nighy, como el desquiciado Hefesto. Pero no alcanza con tener algunos buenos actores haciendo lo que pueden cuando el guión está tan en ruinas como el templo de Zeus.
Hollywood redobla la apuesta Lo que mejor hace esta Furia de titanes 2 por los devotos del cine de aventuras con musculatura en demasía y testosterona en exceso, es no faltar a ninguna de las citas a las que debe acudir este tipo de largometrajes. Ese ese orden, la continuación de la desmesurada primera parte, estrenada hace poco más de un año, ofrece más de lo mismo pero en modo recargado, lo cual, para el subgénero de las películas peplum posmodernas, es una buena noticia. Más batallas épicas, en 3D Más batallas épicas, en 3D Una década después de su batalla a todo o nada ante el monstruoso Kraken, Perseo, hijo de Zeus, se dispone a vivir en plena tranquilidad su cotidianeidad como padre de su adorado hijo. Sin embargo, y como le sucede a todo gran héroe de la narrativa de todos los tiempos, la paz se ve quebrantada, en este caso por otro llamado al orden de los dioses. Y los titanes, claro está. Así es que nuestro héroe se ve obligado a defender nada menos que a su progenitor, quien cayó en manos de la desgracia y los más horribles villanos de la mitología, que no son los grandes capitalistas de los estudios de Hollywood, sino gente casi tan destructiva como ellos. Wrath of the Titans, que podría traducirse como "La cólera de los titanes", redobla la apuesta en términos de puesta en escena y efectos visuales (con el agregado de un gran uso del 3D), apelando a un guión que copia la estructura del film original y le da la vuelta de tuerca necesaria como para justificar 100 minutos más de fílmico y, por supuesto, una tercera parte cuyo contrato ya está firmado y que podría comenzar a filmarse dentro de unos meses. La aceitada máquina de la megaindustria del cine de los Estados Unidos volvió a poner la carne en el asador y el resultado, para bien de los fans de las peleas descomunales e hipercondimentadas, es óptimo.
Furia de imágenes generadas por computadora En Furia de titanes 2 (Wrath of the Titans, 2012) hay exactamente un (1) titán. Uno es más de lo que ofrecía su antecesora Furia de Titanes (Clash of the Titans, 2010), donde no había ninguno, pero la pregunta es igual de válida – ¿dónde están todos estos furiosos titanes? Dentro de la mítica zoología del film podemos contar quimeras, cíclopes, minotauros y otras criaturas, todas furiosas, aunque en lo que titanes refiere, el film los escatima. Continuando la vaga línea narrativa establecida por su predecesor espiritual, Furia de titanes 2 sigue al semidios Perseo (Sam Worthington), llamado a recorrer el camino del héroe por segunda vez cuando Hades (Ralph Fiennes) toma de rehén a su padre, Zeus (Liam Neeson) y amenaza con liberar al titán Cronos (de quien hay uno solo) sobre los mortales. Perseo recibe el mismo trozo de sabiduría que su padre le habría impartido en la primer película – “Algún día aprenderás que tu mitad humana te hace más fuerte” – lo cual invita a uno a hacer memoria y preguntarse, ¿no aprendió esto ya en la primer película? Esta verdad no tiene nada que ver con nada de lo que Perseo hará por el resto del film, pero como mantra suena sabio y disculpa la subsecuente carnicería de monstruos tridimensionales, de la cual habrá copiosamente. Le acompañan en su viaje Agenor (Toby Kebbell) y Andrómeda (Rosamund Pike en reemplazo de Alexa Davalos), en su defecto el chistoso y el interés romántico del grupo, aunque por más estereotipados que sean sus personajes, suplen las miradas dramáticas que jamás dominará Worthington en todos sus días de luchar contra imágenes computarizadas. Y qué bellas que son estas imágenes computarizadas. Qué grotescos y salvajes que son sus monstruos. Todos miran y persiguen la cámara como animalillos de circo entrenados, no sea que el espectador no pueda apreciar la labor de su diseño. La quimera ruge hacia cámara, el cíclope huele la cámara, el minotauro embiste la cámara. Hasta la escenografía tiene la tendencia coreográfica de desmoronarse sobre la cámara. Jonathan Liebesman, director de turno, ha pagado buen dinero por sus truquitos. ¿Es este film distinto al del año pasado (o para el caso, al original de 1981)? Sigue peldaño por peldaño los pasos comercialmente exitosos de sus pares, desde su versión distorsionada del mito griego original hasta el camino heroico que Perseo recorrerá y con el cual volverá a aprender, literalmente, lo mismo. No toma ningún tipo de riesgo – es igual de entretenida, igual de aburrida e igual de mema que su antecesora, y aquellos que hayan odiado o disfrutado la primera podrán con toda seguridad de juicio evitar o ir ver la segunda. Quizás en dos años salga Furia de Titanes 3, donde Perseo olvida lo que ha vuelto a aprender y lucha contra no uno sino dos titanes. Entonces el título al fin tendrá sentido.
VideoComentario (ver link).
Un paseo por el infierno, con superpoderes Ironías de las traducciones. El film original Furia de titanes (1981) y su remake (2010) tenían como título original Clash of Titans, que significa enfrentamiento o choque de titanes. Y esta secuela de la remake tiene como título original Wrath of Titans que sí significa “furia de titanes”. Pero como ya habíamos usado ese título en castellano, hubo que agregarle un número 2. Todo esto es anecdótico y simplemente suma una confusión más para quienes estén interesados en recordar tres películas que merecen pasar al olvido. Sólo los efectos especiales, los de 1981 realizados por el legendario Ray Harryhausen, y los de este nuevo film con un nivel de realismo asombroso, permiten distraerse un rato de la pobreza casi reidera y ridícula de estas historias de dioses, semidioses y seres humanos en un marco que nunca aprovecha el potencial de las historias. La mitología en el cine no es como la mitología en los libros o en la tradición oral, en el cine todo se plasma en imágenes concretas, y por más extraordinarias que sean las historias, muchas veces se cae en el error de no remplazar las metáforas literarias por las metáforas del cine. Así que aquí tenemos una vez más a Perseo (Sam Worthington) con su papá Zeus (Liam Neeson) y su tío Hades (Ralph Fiennes) esta vez enfrentándose a la posibilidad del fin de la era de los dioses. Pero lo que empieza como una reflexión acerca de la falta de creencias en los humanos, termina simplemente en cualquier lado, en ningún lado. Es necesario repetir que algunas secuencias se vuelven insólitamente reales por la calidad de los efectos especiales. También hay que decir que la secuencia del laberinto es la promesa de lo que pudo haber sido el film. Pero el 3D lo vuelve tan oscuro que las escenas de interiores con poca luz no se pueden disfrutar como corresponde. Otra mención merecen los actores, que filmaron gran parte de la película con una pantalla verde detrás, sin ver los decorados ni el espacio gigante que los rodea en la mayoría de las escenas. Liam Neeson y Ralph Fiennes parecen particularmente en control de la situación en cada una de sus escenas y cuando están juntos dan la sensación de haberse divertido mucho con sus disfraces y sus súper poderes de dioses. La única esperanza que queda es que no exista una tercera parte, pero algo me dice que nuestras plegarias no serán escuchadas.
Una mitología en decadencia El asunto empezó en 1981 cuando apareció la primera "Furia de titanes", con un productor y a la vez notable creador de efectos especiales llamado Ray Harryhausen. Se hablaba del mito de Perseo, la lucha con Medusa para salvar una ciudad y el rescate de Andrómeda. Tenía un equipo increíble encabezado por Lawrence Olivier y recaudó millones. En la película, los héroes mitológicos lo eran en todo sentido y sus aventuras sólo podían estar encabezadas por supercampeones del Olimpo, como los que presentaba el director Delmer Davis. En 2010 hubo una exitosa remake y ahora ésta que baja un poco de categoría a los dioses, los banaliza un tanto y eso sí, aprovecha el asunto monstruos para poblar los cielos de caballos voladores, cíclopes, lagartos gigantes y dientudos varios. UN NUEVO PERSEO La historia de este semidiós, que intenta ayudar a su padre, el gran Zeus, víctima de un secuestro siendo el mismo apresado como rehén, delitos entre dioses y semidioses, es el tema central de la narración cinematográfica. En esta versión, la guerra se expande, la paz no parece ser virtud deica y el pobre Perseo tiene que dejar su retiro de pescador para involucrarse en la lucha del Bien contra el Mal. Los que amaron a Perseo a través de Ovidio, Vasari, o los frescos pompeyanos, abstenerse. Esta "Furia de titanes 2" sólo se destaca por los increíbles efectos especiales, la mitología no es respetada, los dioses ya no son los que eran y lo único que se mantiene a tono es la línea de monstruos que, eso sí, merecen todos los respetos por lo feos, agresivos y bien logrados. En síntesis, la película sólo es rescatable por la acción constante y sus efectos especiales y las aceptables actuaciones de Sam Worthington (Perseo) y Rosamund Pike (Andrómeda). Aunque parezca mentira, ya está rodándose una próxima "Furia de titanes" y la taquilla sigue inclinándose a favor.
Lo bueno de esta película es que uno sale de la sala con el consuelo de que los problemas entre parientes suceden en las mejores familias. Incluso las de los dioses griegos. Secuela de la primera Furia de Titanes (Clash of the Titans), de 2010, en esta oportunidad rencontramos a Perseo (el ascendente Sam Worthington), un semi-Dios que debe rescatar a su padre Zeus (Liam Neeson) de la furia de quien sería su abuelo, el titán Cronos. Al monstruoso abuelo que quiere recuperar su poder de antaño, se le suman el tío traidor Hades (Ralph Fiennes), y el hermano celoso Ares (Edgar Ramirez), que quiere vengarse de su padre por preferir al otro hijo, o sea, Perseo. En la ficción han transcurrido unos 10 años, y Perseo vive tranquilo en su aldea como pescador junto a su hijo, hasta que su tío, el dios del mar, Poseidón, le pide que rescate a su padre Zeus (Liam Neeson), de las manos del tercer hermano, Hades (Ralph Fiennes). La mortalidad amenaza a los dioses, y la posibilidad de seguir siendo inmortales implica devolverle a Cronos (uno de los Titanes, y padre de estos tres dioses) el poder que tuvo alguna vez. Para eso, deben extraerle ese poder a Zeus, en una especie de tranfusión de lava bastante peculiar. Para salvar a su padre, Perseo deberá encontrar a su primo, tarambana pero redimible, Agenor (Toby Kebell), unirse a la reina humana Andrómeda (Rosamund Pike), y así llegar hasta Hefestos (en una divertida interpretación de Bill Nighy),el creador de las poderosas armas de los tres dioses, que juntas forman la lanza de Trium, lo único que puede derrotar a Cronos. En la búsqueda, deberán luchar con otras criaturas mitológicas (cíclopes, minotauro), y hasta el resentido Ares, mientras Zeus se debilita cada vez más. Al principio de la película, pensé que me servirían mis precoces años leyendo mitología griega, pero no me duró mucho. De los complejos mitos griegos sólo queda la caricatura, las buenas ideas a nivel personajes y criaturas, que le sirven de alimento a un Hollywood cada vez más sediento de novedades. La fórmula probó ser exitosa en la primera parte de esta suerte de saga, y no hubo más que repetirla. En ésta, los dioses vienen muy alicaídos: mueren, se arrepienten, encanecen, o directamente están gagá (como Hefestos que le habla a un búho metálico, y añora a su esposa Afrodita cuyo paradero no se menciona). Lo bueno es que el guión asume que se toma todo esto con ligereza: el primo Agenor parece salido de una fiesta jamaiquina, con sus rastas, y su onda despreocupada, e incluso Perseo se ve más que desconcertado ante la importante tarea asignada. Si fuera por él, seguía pescando. El film tiene un ritmo casi episódico: cada encuentro o aventura es sucedido por un momento de tranquilidad, y enseguida otro nuevo encuentro, como si fueran capítulos de la serie Hércules unidos uno tras otro. Hay peleas y acción, aunque la historia en general no llega a atrapar. El 3D funciona correctamente, pero no es nada extraordinario (creo que después del uso de esta técnica que vi en La invención de Hugo Cabret, costará mucho que vuelva a sorprenderme). La película es corta, una hora y media, y se agradece, porque no da para mucho más.Por momentos engancha un poco, pero el mismo ritmo hace que eso pase rápido. Un film sin sorpresas, y con una gran pregunta: ¿cómo convencieron a Neeson y Fiennes para que vuelvan a interpretar a estos empobrecidos personajes?
Los dioses están de regreso. Una década después de descubrir sus poderes y derrotar al Kraken, el semidiós Perseo (Sam Worthington), vive apaciblemente como pescador, abandonando las armas para cuidar a su hijo Helius. Pero mientras él busca la paz, un conflicto crece en el centro de la tierra. Debido a la falta de devoción y fe de los humanos, los dioses están perdiendo sus poderes, lo que hace que los peligrosos titanes, liderados por Cronos, empiecen a salir de control y a escapar de la prisión del Tártaro. Por eso, cuando Hades (Ralph Fiennes) y Ares (Edgar Ramírez) traicionan a Zeus (Liam Neeson) y lo capturan en el inframundo para revivir al padre de las deidades, Perseo deberá abandonar la tranquila existencia de la villa y volver a la acción. Con la ayuda del hijo de Poseidón, Agenor (Toby Kebbell), y la reina Andrómeda (Rosamund Pike), el héroe deberá enfrentarse a criaturas mitológicas, titanes y dioses para rescatar a su padre Zeus y salvar a la humanidad. Con ese argumento arranca Furia de Titanes 2 (Wrath of the Titans, 2012), la secuela de la remake del 2010 hecha por Louis Leterrier. En esta oportunidad, Leterrier es reemplazado en la silla del director por Jonathan Liebesman, realizador de La Masacre de Texas: El Inicio e Invasión al Mundo: Batalla Los Ángeles, quien puede entregar grandes momentos, pero falla a la hora de crear una gran historia. Aprendiendo de algunos errores de la primera parte, los responsables de esta película dan un enfoque un poco más realista al mundo fantasioso (en este caso, tiene sentido). Ya se han ido los dioses con trajes salidos de Los Caballeros del Zodíaco y la limpia Grecia, reemplazados por un mundo sucio y destruido, tan decadente como los conflictuados dioses. Hasta Perseo, que de la nada había pasado de pescador a héroe mítico en el primer film, es más convincente esta vez al intentar y fallar en su lucha contra las monstruosidades. Algo que también deslumbra en este nuevo mundo es el diseño de las numerosas criaturas mitológicas que aparecen en esta producción. Liebesman sabe aprovecharlas la mayoría de las veces, aunque también hay ocasiones en las que su enfoque es muy errático como para poder ver lo que pasa (se podría teorizar que se le quedó algo de la costumbre de la cámara en mano que plagó Invasión al Mundo: Batalla Los Ángeles). Hablando de cuestiones técnicas, seguramente todos se estarán preguntando sobre como se emplea el 3D. Si bien esta producción fue convertida en postproducción, como en el primer film, en esta oportunidad se aprovechó el tiempo extra para idear algo más el uso de las tres dimensiones. Igualmente, solo vale la pena pagar el costo extra si uno es fan de ver la ocasional cabeza de monstruo que sale de la pantalla, o de que le tiren rocas y piedras. De todas formas, lo que realmente carece de profundidad en Furia de Titanes 2 es la historia. El único objetivo del guión es mover a Perseo de batalla a batalla, rellenando la película con una tonelada de diálogo sobre como ir de un lado al otro. Es una lástima, porque al ritmo apurado que van ignorando todo pasan volando por algunas ideas interesantes para desarrollar escenas fantásticas. Otras fallas de los escritores incluyen el débil intento de tema de las relaciones familiares entre las familias de dioses (que parece impuesto solo para darles algo que hacer a Fiennes y Neeson hasta el climax final) y una casi inexistente trama amorosa entre los personajes de Worthington y Pike. A la hora de las actuaciones, todos hacen lo que pueden. Sam Worthington, Liam Neeson, Ralph Fiennes, Edgar Ramírez, Rosamund Pike, Toby Kebbell y Bill Nighy tratan y tratan, pero los que logran salir intactos en la batalla contra el escaso material son Nighy (interpretando al dios caido Hefesto con su carisma patentado), Neeson y Fiennes, los últimos dos teniendo su cuota de diversión al final (algo que suena raro al pensar que hace casi 20 años compartían pantalla en La Lista de Schindler). De todas formas, Furia de Titanes 2 sirve como entretenimiento. Aquellas personas que quieran olvidarse de la rutina y estén en busca de algunas escenas que los diviertan durante hora y media, van a tener lo que pagaron. Ahora, si están en busca de algo más, recen a los dioses.
Aventura mitológica al gusto adolescente Esta nueva aventura mitológica funciona mucho mejor que su predecesora. Básicamente porque los efectos digitales y el tono solemne de la «Furia de titanes» modelo siglo XXI no podía competir con la superproducción con la que se despidió del cine el maestro de los efectos especiales Ray Harryhausen. Y, por otro lado, Liam Neeson no podía competir con un elenco encabezado por el mismísimo Laurence Olivier. Pero en esta nueva «Wrath of the Titans» no hay nada que comparar, ya que se trata de una secuela con una premisa argumental propia, Cronos ha convencido a Hades y a Ares para que secuestren a Zeus y le quiten sus poderes, y así volver a dominar la Tierra con sus huestes de demonios. Plan que por supuesto debe desbaratar Perseo, el hijo mitad humano de Zeus, con la ayuda de Andrómeda y de Agenor, el hijo mitad humano de Neptuno, . El director de «Batalla Los Angeles», y de la precuela de «La Masacre de Texas», Jonathan Liebesman, logra darle carácter a esta historia mitológica poco ortodoxa pero llena de imágenes fantásticas dignas del precio de una entrada al cine. Hay demonios gigantes con dos cabezas que lanzan fuego, una isla habitada por cíclopes, soldados demonios con doble torso y, por supuesto, un minotauro (en un laberinto móvil totalmente demente que da lugar a una de las mejores secuencias de la película). Las peleas son realmente fuertes, en especial las batallas a nivel épico entre las tropas de Andrómeda (esta vez, una muy eficaz Rosamund Pike); y los demonios de Cronos están diseñadas para utilizar a tope el 3D, igual que la visión del infierno: el espectador siempre cree que debería estar esquivando una roca, lanza o brasa encendida que parece que se le viene a la cabeza. Liam Neeson es un Zeus tan caritativo y humanista que casi podria convertirse al cristianismo, pero como deidades paganas funcionan mejor el Hades que compone Ralph Fiennes y, sobre todo, el terrible Ares interpretado por Edgar Ramírez. EL humor indispensable en una película de aventuras fantásticas corre por cuenta de Tobby Kebbel, que se roba casi cada escena en la que aparece como el hijo de Neptuno, mientras que el Perseo de Sam Worthington se limita a poner cara de héroe de superacción y no mucho más. Con sus limitaciones, los efectos especiales y las visiones fantásticas de esta superproducción pueden hacer de este infierno el séptimo cielo de un espectador adolescente.
De dioses y hombres Una quimera ataca una aldea de pescadores. Perseo, el héroe que mató al kraken diez años atrás, saca la espada que había escondido con intenciones de no volver a usarla y empieza a perseguir al monstruo. En plena carrera y con la espada desenvainada, se agarra el hombro y gira el brazo de manera circular. El movimiento es apenas perceptible, más todavía si se tiene en cuenta que el fondo del plano lo ocupa casi completamente una bestia alada que escupe fuego. Sin embargo, ese gesto es casi una declaración de principios: es perfectamente entendible que Perseo, después de no agarrar el arma durante tanto tiempo, tenga que realizar un mínimo movimiento para desentumecer el brazo, para aflojar los músculos. Como las condiciones no se lo permiten, al personaje no le queda más alternativa que hacerlo en medio de una corrida desesperada que, filmada en plano único, habrá de terminar con él enterrando su espada en el lomo de la criatura. El director Jonathan Liebesman sabe que la técnica está de su lado, que la tecnología digital puede crear prácticamente cualquier cosa dentro de una película y con el mayor grado de detalle imaginable. Pero también es consciente del mayor problema de los efectos especiales de todas las épocas: conseguir que se integren de manera armoniosa con las imágenes del mundo captadas por la cámara. Ese es, en buena medida, el mayor conflicto de Furia de titanes 2: el llegar a utilizar una tecnología de punta que realce el mundo sin que quede al descubierto el desfase necesario entre los efectos especiales y las cosas. Se nota en la manera que se trabaja el sonido (estridente para las armas que chocan; más bien quedo para las grandes explosiones), en el armado de los planos (el plano secuencia de Perseo y la quimera; la manera en que los monstruos habitan durante varios segundos el mismo espacio que los hombres, sin que se recurra a un montaje frenético), en la concepción del movimiento de los personajes animados digitalmente (los pequeños, como las quimeras o los titanes, son rápidos; el gigantesco Cronos se mueve con una lentitud acorde a su tamaño colosal). Algunas escenas lo consiguen mejor que otras, pero esa tensión constante entre efectos y universo de la ficción es uno de los puntos centrales de la película. El realismo que impregna las imágenes digitales también está presente en momentos que, narrativamente poco significativos, resultan fundamentales para entender el mundo de Furia de titanes 2. En la misma línea del movimiento del brazo de Perseo, cuando el héroe se sube a Pegaso, el caballo alado vuela de manera torpe y a los tumbos, fiel a la incapacidad de su jinete para dirigirlo como lo hiciera en el pasado. Perseo le pide que vuele con un poco de elegancia pero el caballo no hace caso; cuando lo desmonta, ya en tierra, Pegaso lo golpea sin querer (o no) en la cabeza con una de sus alas, justo en el momento en que un regimiento de soldados se arrodilla ante el héroe que venció al Kraken. Además de sumar capa tras capa de verosímil al relato de un guerrero que vuelve al combate después de una década, la película se permite hacer humor con un grado de madurez llamativo, sin atisbos de cinismo o parodia, construyendo la risa estrictamente con los materiales de la narración. En este sentido, y en pleno auge de películas de temática mítica, Furia de titanes 2 se parece poco a las estilizadísimas Inmortales y 300. Lejos de pensar que la mejor forma de abordar un relato mítico es hacerlo desde la exageración más desaforada y artificial, Liebesman confía en imprimirle un realismo inédito a una historia con dioses, héroes, hazañas y criaturas infernales. No debería extrañar que esta sea, quizás, la película épica con más suciedad de la historia: son pocas las veces que las caras o los cuerpos de los personajes están limpios, sin tierra pegada. No por nada, cuando Perseo llega al campamento de Andrómeda, lo primero que hace ella es lavarse la cara: ni la reina de Grecia está resguardada de la mugre que parece impregnar el aire seco de la película. Así, dentro de esa lógica, es que se entiende el final de la pelea entre Perseo y Ares: el protagonista vence al dios de la guerra atacándolo sorpresivamente y por la espalda, previa distracción calculada de su hijo. La escena tiene una dosis de crueldad y de injusticia (por lo ruin del ataque) que, si bien puede impresionar, no desentona con la crudeza general de la película. A su vez, ese realismo de los gestos y los efectos especiales también aparece en los vínculos que motorizan la historia. Como en toda mitología, los deseos que laten bajo las luchas divinas tienen un origen familiar: padres que abandonan a sus hijos, hijos rencorosos que piden venganza, hermanos peleados que se reconcilian (Liam Neeson y Ralph Fiennes como Zeus y Hades; por fin alguien notó el parecido de los actores y los puso a interpretar a dos hermanos); si bien con algunos excesos de psicologismo que no dialogan bien con la época y el trasfondo de la historia, la figura de la familia quebrada es el esqueleto creíble del relato, la causa más bien verosímil que alimenta el combate entre dioses, hombres y monstruos. Sobre el final, ninguno de los dos villanos (Hades y Ares) está demasiado convencido de haber liberado a Cronos; el plan para dominar el mundo parece una mera excusa cuyo verdadero fin es en verdad llamar la atención de Zeus, pésimo hermano y padre ausente. Furia de Titanes 2, bien lejos de su predecesora pobrísima, es más que otro producto que se suma a la ola de historias míticas y fantásticas. Además de estar bien filmada, narrar con buenos recursos y crear un mundo con personajes bien delineados que no se pierden entre medio de las catástrofes y las guerras, la película de Liebesman es casi un ensayo sobre el cine, los efectos especiales y sus posibles acoples. El inicio, cuando un semi dios tiene que desentumecer su brazo mientras un monstruo en llamas corre a la par suyo, lo deja bien claro.
Las peores astillas Un padre traidor, tres hermanos enfrentados, otro padre que se niega a enfrentar su destino y un hijo que no quiere que lo abandonen. Si a esto le agregamos una lucha entre dioses y demonios, y a los humanos como indefensas víctimas de esa guerra, el plato de una tragedia griega está servido. Pero de tragedia griega la película Furia de titanes 2 tiene sólo la etiqueta. Porque en ella no hay un drama realmente estremecedor, en el que los claros y oscuros de almas mortales e inmortales entren en confrontación. Ni siquiera teniendo a dos experimentados como Liam Neeson y a Ralph Fiennes como activos protagonistas de la historia. El gran éxito de la primera Furia de titanes, basada en antecedente de culto de 1980, estrenada hace dos años y generadora de una recaudación de 500 millones de dólares, fue inmediatamente aprovechado para trazar esta continuación que retoma el argumento, 10 años más tarde en la ficción. Para ese entonces, Perseo se ha convertido en un pescador pacífico que sólo desea vivir como hombre, junto a su hijo, nieto de Zeus, quien lo visita a escondidas mientras duerme. Una noche Perseo y Zeus se encuentran y éste le ruega que vuelva a asumir sus dignidades de dios, por ser inminente una embestida de los "titanes", sus enemigos acérrimos y eternos conspiradores buscando la oportunidad de someter al mundo. Aunque el principio se abstenga, Perseo terminará involucrado en la contienda, al consumarse la traición del hermano de Zeus, su tío, y demandar la situación su decidida intervención para evitar una catástrofe. Así como falta pulso dramático, en Furia de titanes 2 sobran efectos especiales. O tal vez la casi ausencia de lo uno, agigante la presencia de lo otro. Es una pena, porque se podría modernizar, o volver a pregonar una introducción a la mitología griega con esta clase de producciones, pero así no se hace demasiado por ello.
VideoComentario (ver link).
En la línea del cine peplum, donde reinaba Maciste y otros forzudos made in Italy, famosos aquí porque generaciones lo vieron en la tele, esta segunda entrega de los furiosos titanes y dioses sin poderes lejos del Olimpo tiene la misma mística, nada más que con actores famosos y efectos especiales llamativos. Para adictos al género de acción y fantasía.
Después de ver a los dioses griegos retratados como un grupo de alfeñiques en la mediocre Inmortales, acá podemos disfrutar de un entretenimiento decente donde se le hace un poco más de justicia a estos clásicos personajes. La secuela de Furia de Titanes es una producción totalmente superior a la película estrenada en el 2010. Queda claro que los productores se preocuparon por remendar todas las cuestiones que se le objetaron a la primera entrega y el resultado por consiguiente es más satisfactorio para el espectador. Después del papelón que hicieron con la conversión del 3D, en este caso la filmaron directamente en tres dimensiones y los anteojitos no están de decoración en los cines, sino que hacen una diferencia en la visión del film. Sobre todo porque te permite disfrutar con mayor profundidad el tremendo laburo que hubo en el diseño de producción. El cambio más importante es la calidad de los efectos visuales que brindan momentos realmente espectaculares. Lo que hicieron con los monstruos y las secuencias de acción es mucho más notable y el uso de la animación computada no es desproporcionada como ocurrió recientemente en Inmortales. Se trata de un gran espectáculo pochoclero que sin duda garpa disfrutarlo en la pantalla IMAX. En este caso el director Louis Leterrier, que llegó a pedir disculpas en su momento por lo que habían hecho con el 3D, fue reemplazado por Jonathan Liebesman (Batalla: Los Ángeles) quien se desempeña muy bien con este tipo de propuestas. Otro punto a favor es que eliminaron muchos personajes secundarios que no tenían razón de ser en la primera entrega y acá se concentraron en una historia concreta donde Liam Neeson y Ralph Fiennes tienen muchísima más presencia. La trama es el aspecto más débil del film, ya que el foco de la película está puesto en la acción y al durar 99 minutos, que pasan rápido, el director tampoco tuvo el espacio para desarrollar un relato más elaborado y la interacción entre los personajes. Es decir, en un punto, Furia de titanes 2 es una continuación innecesaria que no le aporta nada la historia original, pero ofrece un buen escapismo pochoclero que claramente cumple con el entretenimiento.
Anexo de crítica: -Si uno pretende echar un piadoso manto de olvido sobre la malograda remake del clásico de los años ´80, la segunda parte se encarga de mostrarnos hasta el cansancio el esfuerzo de los realizadores mediocres por arruinar doblemente al film de referencia y a la mitología griega en su conjunto. Las actuaciones –si cabe el eufemismo- son peores incluso (lo cual no parecía posible) que los de la primera parte. La estructura narrativa y el ritmo del film son tan pobres, que Inmortales se nos presenta como un relato de proporciones shakesperianas, en comparación. Decir que el film está organizado en torno a los efectos visuales es una obviedad, pero incluso en este rubro el film resulta pobre, aburrido, estereotipado, en otras palabras: carente de ideas.-
Una vuelta por la mitología griega en 3D Es un muestrario de pasajes de la vida del semidiós Perseo, retirado de la acción por una década, que un día debe empuñar su espada para convertirse en el implacable guerrero capaz de derrotar a las fuerzas del inframundo que amenazan con destruir todo lo conocido. Elija dónde tomar asiento. Pronto la pantalla se convertirá un videojuego gigante. No busque palancas ni controles, porque no las hay. Colóquese los anteojos 3D porque el director Jonathan Liebesman será su guía en esta historia vertiginosa de ciencia ficción, acción y aventuras en superlativo festín de imágenes. Deberá estar atento para esquivar las rocas, el fuego y el vuelo de Pegaso que se acercarán a usted saliendo de la pantalla mientras sigue los pasos del bueno de Perseo y sus atribulados parientes. La mitología griega es tomada prestada para ser exhibida a un público veinteañero -al que va dirigida la película- siempre ávido de aventuras en 3D, y sin mayores exigencias ni planteamientos a la hora de analizar su contenido. Y cumple su cometido. El Perseo a cargo de Sam Worthington es un semidiós viudo y díscolo que ha decidido vivir de la pesca junto a su hijo sin recurrir a los favores de su padre (Zeus, encarnado por Liam Neeson). Perseo intuye que algún día deberá volver a calzarse el traje de héroe. Su entrada en acción se produce a partir de los graves sucesos que ocurren en el Tártaro y la fuga de monstruos que incluye a Cronos, padre de Zeus. De esa manera decide enfrentar a su destino y a su peculiar familia, compuesta por dioses y por semidioses un tanto disfuncionales. Conmovido por los problemas de su progenitor y de su tío Poseidón (Danny Huston), atacados por los malvados Hades (Ralph Fiennes) y por Ares (Edgar Ramírez), Perseo irá a su rescate montado en su corcel alado. En sus aventuras se cruzará con la reina Andrómeda (Rosemund Pike); ella trata de frenar el avance de los escapados del inframundo con su primo Agenor (Toby Kebbell). Hay una sucesión de peleas, traiciones y un romance. De todo Perseo sale indemne. Un presupuesto millonario, la tecnología 3D y un puñado de excelentes actores logran mantener a flote a una película con un guión tan endeble que roza, por momentos, el absurdo.
Los titanes ¿contraatacan? Han pasado algunos años desde que Perseo (Sam Worthington), hijo semidivino de Zeus (Liam Neeson), derrotó al Kraken y salvó temporariamente a la humanidad del capricho de dioses envidiosos, como Hades (Ralph Fiennes). Pero su vida como tranquilo pescador y padre viudo de un niño está a punto de acabar: el Tártaro se desmorona y los primeros demonios abandonan el Infierno para invadir la Tierra y hacerse del poder total, aniquilando a la raza humana. Forzado por circunstancias mayores que su voluntad de mantenerse al margen, Perseo decide emprender el viaje infernal que le permitiría rescatar a Zeus de ser consumido por su padre Cronos, y así restaurar el equilibrio de la humanidad. Curioso hablar de furia de titanes cuando es apenas uno, Cronos, el que sobrevive y amenaza a la humanidad. El ocaso de los dioses es poco solemne, expeditivo y carente de toda emoción. Sólo importa el momento de la acción, cuando Perseo se calce de nuevo el papel del héroe que tan bien le queda y les pase el trapo a todos sus partenaires, incluída la poco creíble reina Andrómeda. Esta secuela de una remake de una película de 1981 es pochoclo en estado puro, un entretenimiento exclusivo para quienes van al cine con la idea de salir de cualquier preocupación diaria, aunque atropelle cualquier tipo de rigor o verosímil de la mitología en que dice basarse. ¿Es entretenida? Sí, y también pasa rápido. Muy rápido. Si no se detiene uno a mirar las paupérrimas actuaciones y caracterizaciones de cada personaje, hasta podría pensar que se trata de un entretenimiento a la altura de los millones invertidos. Pero los millones se notan en los efectos, puestos al servicio de cuatro o cinco momentos clave de la acción (y sobre todo para destaque del 3D). Qué harán los humanos cuando la divinidad haya abandonado el mundo, es algo que esperamos no resuelvan en una tercera entrega. Sin titanes, ni siquiera el título tiene el mismo sentido.
Viaje al inframundo Una lucha desenfrenada, entre dioses y humanos. Eso es lo que propone "Furia de Titanes 2", esta vez en versión 3D, que quizás sea el atractivo para mantener expectante al público. Perseo, el hijo del dios Zeus está alejado de las luchas, viviendo en un pueblo de pescadores junto a su hijo, Helius. Pero su tranquilidad se rompe cuando comienza una lucha por la supremacía entre titanes y dioses, que están siendo debilitados por la falta de devoción humana. Así, Perseo se embarca en una aventura que lo lleva a descubrir el camino para llegar al inframundo donde se encuentra secuestrado su padre Zeus. Una historia que se envuelve en paisajes atemporales, donde bestias desagradables y humanos pelean incesantes. El desafío para los titanes es utilizar el poder sabiamente.
Titanes y dioses a repetición Hay secuelas que precisan que el espectador haya visto la antecesora, como para que pueda situarse en el contexto, seguir a los personajes y sus historias, como El padrino II o Terminator 2. Pero también están las que funcionan como molde a repetición, repitiendo los acontecimientos de la primera parte en otro ámbito, por lo general más amplio y espectacular, al estilo Mi pobre angelito 2: perdido en Nueva York o, más recientemente, ¿Qué pasó ayer? Parte II. Se podría decir que en los primeros casos se puede avizorar una mayor chance enriquecimiento del universo en cuestión, procurando convertirlo en una saga en vez de una simple franquicia, aunque no se puede decir que esto funcione a la manera de un axioma. Pues bien, Furia de titanes 2 intenta por momentos entrar por la primera vertiente, pero al final se va inclinando por la segunda, buscando darle un poco de espesor a los personajes, aunque lo que termina imponiéndose es la pulsión por adjudicarle espectacularidad a las escenas de acción y lucha. Hay una evidente progresión en los aconteceres de los protagonistas: Perseo (Sam Worthington), que quiere olvidar un poco esa condición de semidiós, intenta vivir una existencia común y corriente como un pescador con su hijo Helius, pero los dioses vuelven a encontrarse en problemas. Y los problemas son peores que nunca, porque Cronos, padre de Zeus (Liam Neeson), Hades (Ralph Fiennes) y Poseidón (Danny Huston), ha hecho un pacto con el segundo de sus hijos y Ares (dios de la guerra e hijo de Zeus, encarnado por Edgar Ramírez), con lo que está a punto de liberarse de su prisión en el Tártaro, amenazando con desatar el infierno en la Tierra. Entonces Perseo debe calzarse nuevamente su armadura, aliarse con el hijo de Poseidón, Agenor (Toby Kebbell), y con Andrómeda (Rosamund Pike), y salir a repartir espadazos. Y uno (como en el caso de quien escribe) podrá no haber visto el primer film, pero sabe que lo que importa de verdad es lo concerniente a las batallas a gran escala, al puro entretenimiento. La cinta de Jonathan Liebesman entrega lo que pide su público y tiene una ventaja sobre otros exponentes del género épico, que es cierto grado de autoconciencia y humor, en especial a través de los personajes de Agenor y Hefesto (Bill Nighy). Esto le permite, a su vez, desarrollar mejor los vínculos familiares trágicos entre Perseo, Zeus, Hades y Ares, con todo su entrecruzamiento de lealtades, traiciones, rencores, que no dejan de tener cierto espesor. A esto ayudan mucho Neeson, Fiennes y Ramírez, que se toman sus papeles en serio, pero tampoco tan en serio, dándose cuenta de para qué están y lo que necesita la película. Igual, Furia de titanes 2 muestra varias deficiencias en la sucesión de acontecimientos, yendo de una pelea a otra, de una secuencia espectacular a otra más espectacular, sin detenerse con paciencia en lo que va narrando. Esto se ejemplifica claramente a través de las diversas criaturas con las que se enfrenta Perseo: la Quimera, el Minotauro y los Cíclopes aparecen simplemente como excusa, y no tienen ninguna clase de entidad como personajes, a pesar de toda la mitología previa que los rodea. Incluso Cronos, ese dios todopoderoso, que es el que desencadena toda la trama, termina siendo apenas un gigantote de fuego que dice con voz gruesa “Haaadesss” o “Zeeeeussss”. Ajá, que impresionante. ¡Caramba, que falta de imaginación! Aún así, Furia de titanes 2, dentro de sus limitaciones, cumple lo que se propone, sin dejar de exponer los alcances y límites de su género. Ni mucho ni poco, apenas lo suficiente.
Mitología made in Hollywood "Wrath of the Titans" marca la vuelta de las aventuras de Perseo superando bastante a su entrega anterior, aunque debo decir que sigo percibiendo falta de carisma y profesionalismo en la trama. Tiene todo para triunfar, pero finalmente no enamora, no hipnotiza al espectador que seguramente va con una expectativa más alta de la que el film puede llenar. Vamos 1ro con lo bueno. La puesta es épica, ambiciosa, monumental, los efectos visuales son impresionantes y muy atractivos. Los monstruos mitológicos que van apareciendo como la Quimera, el Minotauro, los Cíclopes, los saldados Makhai y el titán Cronos están perfectamente elaborados, son feroces e inspiran respeto. Uno fantasea con verlos a todos juntos en una batalla épica entre el bien y el mal. En este sentido, se eleva la apuesta y podemos disfrutar de momentos de peleas más violentos y vertiginosos que en la 1ra entrega. Se incorpora a su vez, personajes más interesantes que reman para mejorar el guión aunque no lo logran del todo. Acá viene la parte no tan buena... muchachos, ¿tanto cuesta armar una historia como la gente? Por momentos la película parece ser una secuencia sin sentido de peleas contra monstruos maravillosos de la mitología griega y nada más, como si fuera el demo de un nuevo video juego para Play Station 3. ¿Y los personajes nuevos como Ares, Agenor, Efesto? Se les da una participación pobre y hasta ridícula en algunos casos (Efesto), por ejemplo Andrómeda, que parece tener un rol sólo porque está buena. Obvio que nos gusta ver esas peleas magníficas, pero por favor, conéctenlas con algo de drama, de mitología. Se olvidan de hacer los deberes y nos dicen que estamos viendo "Furia de TitaneS", en plural, cuando en realidad muestran a sólo 1 de ellos y del cuál no se cuenta casi nada de la historia. Sí, sí, Perseo tiene que ir a salvar a su padre que fue secuestrado y está en el inframundo preso para que Cronos puede absorber sus poderes y cobrar vida, pero con eso nos quedamos muy cortos. Parece una pequeña historieta excusa para justificar la realización de la cinta. A los que les gustó la 1ra de seguro disfrutarán mucho más esta secuela, a su vez, la franquicia podrá ganarse algunos adeptos nuevos que sean amantes de la ciencia ficción, los efectos especiales y las batallas. Para los que buscamos una combinación de trama y todo lo nombrado anteriormente, significará una mejora en el producto, pero no llegará a convencernos. A los productores, por favor tomen nota del equipo de escritores que trabaja con Christopher Nolan y con Zack Snyder.
Para disfrutar a pleno Furia de titanes 2 es imprescindible verla en pantalla grande, realmente sería una pena que esperaras verla en DVD. Es un film ideal para ver majestuosas escenas de acción, efectos especiales por doquier y batallas muy bien coreografiadas. Si esto es lo que vas a buscar cuando vas al cine vas a salir más que...
Es difícil establecer en el mainstream del cine de Hollywood de hoy un parámetro lógico que ayude a determinar la razón por la cual la inversión de tiempo, esfuerzo, creatividad, imaginación y dinero, no se traducen en productos correctamente elaborados. ¿Por qué se puede ver la versión original de 1981 de “Furia de Titanes” y sentir que había una mínima preocupación por la elaboración de personajes y conflictos, aún contrastándola con el poderío visual de su remake de 2010? La sensación es que los efectos especiales tradicionales, el CGI, y los tremendos efectos de sonido, en lugar de resolver la credibilidad visual de una escena de alguien cayendo al vacío, o de un guerrero trepando el lomo de un monstruo, se han transformado en la atracción principal. La verdad; la ecuación es bastante sencilla: sin ideas no hay guión, y sin guión básicamente no hay cine. Es más, tampoco importa el rigor histórico-mitológico. ¿Quién no fantaseó alguna vez con Godzilla enfrentando a King Kong, o con el Hombre Araña peleando contra el Guasón? Entonces ¿por qué no tomar personajes de la mitología para que diriman sus cuestiones a trompada limpia? La cosa no pasa por ahí. Stephen Sommers reunió al Dr Jeckill con Drácula, Frankenstein y el Hombre Lobo en una misma película (“Van Helsing”, 2004), sin construcción de personajes ni decisión concreta por tomársela en serio o con humor. O sea, un híbrido. En “Furia de titanes 2” es innegable la versatilidad que se ha logrado con los efectos especiales y visuales. Escenas como la de Cronos surgiendo de un volcán, o la del protagonista con el Minotauro son realmente impactantes, pero se justifican por sí mismas y no al servicio de la historia que se narra. Lo mismo sucede con Sam Worthington y todo el plantel de intérpretes, con Liam Neeson y Ralph Fiennes a la cabeza. Es cierto, no tienen con qué trabajar si el guión que les tiran por la cabeza da por sentado que el todo el público conoce a los dioses griegos como a Los Simpsons. Ares, Zeus y Poseidón van peleándose por ahí como para que "los devoren los de afuera", o mejor dicho el de afuera, porque Cronos anda con ganas de romper, matar, y todas esas cosas que se hacen cuando uno despierta después de muchos milenios. En el medio, Perseo (Sam Wothington) ya no quiere pelearse sino vivir de la pesca. Allí encontramos la idea básica para un diez por ciento de desarrollo. El resto es lo que ya hablamos. “Furia de Titanes 2” encontrará su público en aquellos fanáticos del pochoclo y el entretenimiento-espectáculo con un 3D que efectivamente tira rocas y fuego a la platea. Es eso. Nada más.
Después del poco exitoso acogimiento que tuvo Clash of the Titans por parte de la crítica y de los espectadores en general, parecía increíble que pudieran apostar por una segunda entrega de este mundo tan poco relacionado con la mitología clásica que aprendimos en la escuela. Sin embargo debo confesar que aun cuando no la esperara con ansias, Wrath of the Titans me generó tras los tráilers e imágenes promocionales, un poco de curiosidad. Y ciertamente no la pasé mal viéndola pero ¿la pasé bien por el film en sí o porque finalmente terminó siendo una hipérbole tan desmesurada e inverosímil que fue imposible no divertirme gracias a ello?. Todos sabemos lo exagerado que puede ser el cine más palomitero de Hollywood. Ver cualquier película de Roland Emmerich como Independence Day o The Day After Tomorrow son un ejemplo de cuán inverosímil puede ser una historia. Caos desatado en un tiempo récord imposible, discursillos moralizadores o alentadores, héroes ocasionales inquebrantables. Y aunque el guión sea una pésima sucesión de alocadas situaciones que cuestan creerlas como posibles, no podemos negar que si no nos ponemos exigentes la podemos pasar de maravilla mientras predomine el ritmo, algún par de gags graciosos, algún personaje llamativo. El problema es que hay que ser muy hábil para caminar por el delgadísimo límite entre lo divertido y lo realmente ridículo y en eso no podemos negar que el cine de Emmerich nunca se ha tomado a sí mismo en serio. Asique principalmente el problema de esta segunda parte de los Titanes dirigida por Jonathan Liebesman es que justamente intenta por momentos darnos a entender que no se quiere tomar muy en serio pero falla en demostrarlo por completo. Los primeros cuarenta minutos del film prometen que ciertamente la segunda parte será muy superior a la primera, aquella dirigida poco satisfactoriamente por Louis Leterrier, pero esa superioridad viene exclusivamente dada en su aspecto visual. Mejores escenas de acción, mejores monstruos amenazadores, mejores esfuerzos por una calidad más creativa que aquella a la que a último momento trataron de llevar al 3D, pero el guión termina siendo tan ridículo por momentos que me atrevo a decir casi como hereje cinéfila que me quedaría con la primera antes que con esta; salvo claro, que uno sea el que personalmente no se la tome muy en serio y decida disfrutarla como lo que es: un sinsentido argumental lleno de acción. A medida que corre el tiempo es imposible no empezar a hacer comparaciones graciosas para no perder los estribos, el primer revoleo de ojos del espectador se da con el punto de partida de la historia: los mortales ya no les rezan a los dioses y por ende estos se están debilitando y desapareciendo, cosa que evocó en mi mente aquella fantasía a punto de desaparecer de The Neverending Story o aquella inmensa figura de Cronos cuya voz y movimientos me inspiraron recuerdos de aquel gigante de Jengibre en Shrek 2. Y si las actuaciones de Liam Neeson y Ralph Fiennes no eran de las más destacables en la primera entrega, muy a mi pesar debo admitir que en esta directamente, y sobre todo en la última media hora del film, son incluso hilarantes. Se puede ser un actor genial, y ellos nos lo han demostrado en incontables ocasiones, pero no se puede ser un mago- mucho menos un dios poderoso- cuando el guión es una inconmensurable lista de ridiculeces. Comentar cada uno de los puntos de esa lista sería injusto porque tendríamos que indiscutiblemente caer en spoilers, tratar de entender ciertas elecciones del director, o más bien del guion, como el pesonaje de Ares, por ejemplo, más cercano a un terminator que a un dios celoso e iracundo, es caer en terreno cenagoso pues desde el vamos sabemos que poco tienen en común los personajes mitológicos que conocemos que estos que nos ofrecen las dos entregas de los Titanes. Incluso las escenas en que el film intenta mechar con momentos de gracia, mayormente centrados en los personajes de los siempre adorables Toby Kebbell como Agenor y Bill Nighy como Hephaestus caen en estereotipos demasiado reconocibles y por ende fallidos. Wrath of the titans hubiera sido indudablemente mucho más sabrosa si no se tomase tan en serio a sí misma, algo así como una Indiana Jones de la mitología. Se reconocen los esfuerzos por brindar algo mucho más elaborado que la anterior pero lamentablemente queda en eso, buena intención sin demasiados resultados.
ENTRE EL CIELO Y EL INFIERNO FURIA DE TITANES 2 (WRATH OF THE TITANS, 2012) redime algunos de los pecados de la floja primera parte y sale del Infierno de los bodrios, pero no le alcanza para ganarse un lugar en el Cielo de los buenos films. Así, aunque por momentos entretiene, FURIA DE TITANES 2 sólo consigue meterse, medio a los empujones, en el purgatorio cinéfilo. Han pasado diez años de la aventura de la primera parte y el semi-dios Perseo (un pétreo Sam Worthington del que ya no esperamos nada) ha decidido llevar una vida tranquila, alejado de los quilombos mitológicos. Ahora se dedica a pescar junto a su hijo y no va nunca al peluquero, como lo demuestran sus rulos rebeldes. Pero cuando su papá Zeus (Liam Neeson) es secuestrado por Hades (Ralph Fiennes) y Ares (Edgar Ramírez), Perseo deberá desempolvar su espada y volver a ponerse la armadura: tendrá que viajar hasta el Inframundo y evitar que el titán Cronos sea liberado. En su misión, lo ayudarán el semi-dios Agénor (Toby Kebbell), la reina Andrómeda (Rosamund Pike) y el dios caído Hefesto (Bill Nighy). Con buen despliegue de efectos especiales y asombrosos set-pieces (el Inframundo, el laberinto, el campo de batalla al final), FURIA DE TITANES 2 es visualmente impactante, pero no aporta nada desde el guión: la historia es chata, previsible, sin sorpresas. ¿Algo a favor? En comparación con la primera parte, hay menos seriedad y más humor, por obra y gracia casi exclusiva del personaje “chistoso” (el comic relief, si quieren algo más técnico): Agénor, una especie de Jack Sparrow griego medio gonca, que es en realidad hijo de Poseidón y cuyo rol se reduce a tirar unos cuantos chistes, aunque sin carisma. El intento es válido porque, cuando FURIA DE TITANES 2 se pone solemne y/o sentimental, con historias de padres e hijos o de hermanos, sencillamente apesta a rayos. Y ni hablar de la absurda ¿historia de amor?, con beso y todo, entre (SPOILERS) Perseo y Andrómeda, como si fuera obligatorio recrear el romance de la CLASH OF THE TITANS de 1981 (FIN DE SPOILERS). Volvamos a las actuaciones: Neeson y Fiennes (este último, lamentablemente con menos tiempo en pantalla) le ponen el pecho a la fantasía e interpretan sus papeles con seriedad, inmunes al ridículo a pesar de las barbas, las capas y los rayos. Nighy brilla apenas unos minutos como el loco Hefesto: cuando empieza a convertirse en lo mejorcito del film, es retirado de la aventura por decisión de esos dioses autoritarios que son los guionistas. El director, Jonathan Liebesman (LA MASACRE DE TEXAS: EL INICIO; INVASIÓN DEL MUNDO – BATALLA: LOS ÁNGELES), también merece un lugar en el purgatorio: si bien demuestra su pericia para algunas escenas de batalla (como al final del film o en el laberinto), hay secuencias en las que marea (como la confusa batalla contra el monstruo Quimera, al inicio). Liebesman lleva adelante la película con algunos tropezones y apurones (por ejemplo, se podría haber aprovechado más el suspenso del laberinto), pero finalmente logra el objetivo: divertir. El efecto 3D está bien aprovechado en ciertos momentos: monstruos, escombros y cadáveres vuelan hacia los espectadores y le dan un valor agregado a la experiencia. También es para destacar el momento en que la cámara viaja hacia las profundidades del Inframundo y nos lleva en un muy bien logrado tour por las cavernas, como si fuéramos en caída libre. FURIA DE TITANES 2 brinda buenos momentos de entretenimiento; alegra la vista, pero sin maravillar: un film aceptable que no merece la inmortalidad. Esta secuela -que nadie esperaba- supera al film original, algo que no era muy difícil de lograr. Lo importante es que, por lo menos, no te dan ganas de ponerte a rezar para que termine de una buena vez.
Continuando desde el punto que la película del 2010 titulada "Furia de Titanes" dejó, esta propuesta, que cambió director y guionistas, pero no sus protagonistas, es una propuesta que mejoró los aspectos visuales para proporcionarle al espectador una experiencia atractiva y entretenida en tres dimensiones, pero que mantiene los mismos problemas respecto al guión y al abuso de los efectos especiales.
Todo comenzó en 1981 ,dirigida por Desmond Davis, adaptada del mito de Perseo y su lucha con Medusa para salvar a la ciudad de Jopa y a la princesa Andrómeda de la muerte; en el 2010 se estrena la remake de la película original, dirigida por Louis Leterrier y protagonizada entre otros por Sam Worthington (Perseo), Liam Neeson (Zeus) y Ralph Fiennes (Hades). Ahora llega esta segunda parte bajo la dirección de Jonathan Liebesman (“Invasión del Mundo - Batalla: Los Ángeles, 2011”; "La Masacre de Texas: El Inicio 2006”); después de haber vencido al monstruoso Kraken, Perseo, el hijo de Zeus está tratando de vivir una vida más tranquila en un pueblo de pescadores con su hijo de 10 años de edad, Helius (John Bell). Pero una lucha se prepara por el predominio entre los dioses y Titanes, arriesgadamente debilitados por falta de devoción humana, los dioses están perdiendo control de los Titanes y todo se complica más aun cuando Zeus (Liam Neeson) es secuestrado, Perseo debe enfrentarse a todo para rescatar a su padre, derrocar a los Titanes y salvar a la humanidad. Una gran batalla se desata, surge la lucha entre el bien y el mal, odios, traiciones y ambiciones, la historia tiene más acción, muchos efectos especiales, a varias escenas le da una mayor profundidad en el formato en 3D, surge una mayor tensión por tantos efectos, resultan fuertes los planos secuencias de Perseo, luchas con una criaturas peligrosas con dos cabezas, no falta el caballo Pegasus que despliega sus alas, los villanos están correctos Hades (Ralph Fiennes) y Ares (Édgar Ramírez), su narración resulta algo artificial, la podes apreciar subtitulada y doblada, y también en 2 D, mientras los números resulten favorables ya se está preparando la próxima "Furia de titanes".
Dioses, hombres y peleas a lo bestia. El film no propone mucho más y es, en su sencillez, efectivo. Lo más interesante de esta película es que promete y cumple con una gozosa desmesura, con el vértigo físico y el humor de no poder tomarse tanto cataclismo titánico en serio. Vieja aventura con nueva tecnología, cumple también con la tarea de que sus intérpretes se diviertan reventando monstruos y agarrándose a espadazos y trompadas. Sí, otra fantasía infantil, aunque disfrazada de cataclismo.
Vi “Furia de Titanes” el sábado a la noche, y todavía no me decido sobre que sabor de boca me dejó. Por un lado me entretuvo, si , bastante. Por otro lado, no pude creer las cosas que pueden hacer los directores Hollywoodenses cuando quieren llevar la mitología griega a las masas. Jonathan Liebesman lleva bien la acción de la película, la historia, pero hay momentos en los que quiere meterle humor, y ahí es donde pifia fiero. La película retoma la vida de Perseo, después de que en la primer entrega derrota al Kraken, salva a la humanidad y decide irse a vivir con su hijo a un humilde pueblo de pescadores, para pasar desapercibido. El hijo de Zeus, no quiere hacerse cargo de su categoria de Semi Dios, hasta que su padre viene a pedirle ayuda. Al parecer las paredes del Tartaro se están desmoronando y corre peligro el mundo, ya que dentro está encerrado Cronos, el titán. Se ve que aun teniendo a un Dios como padre, nadie se salva de que te rompan las pelotas, así que Perseo tiene que una vez más salir a darle una mano. A ver, como película de acción, “Furia de Titanes” no defrauda. Te mantiene entretenido los 99 minutos que dura. Hay buenas escenas como el combate con la Quimera, y los momentos en los que Zeus pelea. Pero falla en las pequeñas cosas. En algunos diálogos, que en mi opinión están fuera de lugar. Guiños de ojos entre los personajes, chistes y expresiones demasiado modernas para la época que se esta recreando. A ver yo entiendo que Liebesman no quería que la película se tome demasiado en serio, y comparto, por que no es una adaptación literal de un mito, si no un uso de la mitología para contar una historia de acción. Pero creo que debió respetar ciertas cosas. Liebesman es un director de la rama de Bay (Michael). Hay algunas escenas en las que la acción se vuelve demasiado confusa y desprolija. Hay momentos en los que le pedís “Para un poco de mover la cámara que no veo nada!”, pero en ves de usar travellings o grúas, o dollys, este muchacho usa muchísimo la cámara en mano. A ver me corrijo, usa MAL la cámara en mano, de manera desprolija, y termina por hacer una escena de acción que viene bien, un poco confusa. Las actuaciones son decentes. Sam Worthintong, se esta convirtiendo en un tipo de acción, y no esta nada mal. Ralph Fiennes interpreta a Hades y lo hace bien, Liam Neeson hace de Zeus y también lo hace de taquito. Bill Nighy tiene una aparición fugaz como el Dios Hefesto. Tampoco estoy de acuerdo con la elección de los Dioses. Liebesman decidió mostrar a los Dioses como hombres viejos, a excepción de Ares que es interpretado por Edgar Ramirez, que no me convenció para nada. No pido que se les caiga una idea, no! eso seria demasiado. Pero no pueden hacer otro tipo de Dioses?? no jugaron al God Of War, donde cada uno tenia un diseño diferente y sobre todo Original?. No acá dijeron, “che! ponele pelo largo a todos y a algunos barba!”, y esa falta de originalidad también va en contra de la película. Los efectos en una peli de este tipo son esenciales, y la verdad que están impecables. Tanto las criaturas como la quimera, o Cronos, el Minotauro, y Pegaso, como los poderes de los Dioses y sus armas, están muy bien realizados. Sobretodo me impresiono que el efecto de volar esta bien logrado. Algo que no es muy común en estos días. Desde el punto de vista argumental, la peli es totalmente lineal, y quizás se apura demasiado en resolver algunas cosas. El arco de algunos personajes se completa de manera abrupta o en algunos casos (como el de Agenor) de la nada. En algun momento se siente como si la peli hubiese sido de mas de 99 minutos, y le hayan dicho a Liebesman: “cortala un toque que es muy larga para una pochoclera”. Para resumir, “Furia de Titanes”, es una película de acción decente, y nada mas que decente. Entretiene, y te hace pasar el tiempo, pero no te deja con la boca abierta. El mundo de la mitología tiene mucho para dar, pero aparentemente nadie puede sacarle el provecho que merece. Hace poco Tarsem Singh falló con “Inmortales”. Creo que si quieren hacer una buena peli de ese estilo, se tienen que sentar con la gente de “God of War”.
Aveces uno piensa que se puede llegar a cansar de espadas, peleas, efectos visuales y monstruos gigantes… Pero, no. Uno nunca se cansa de esas cosas, para nada! La secuela de la revitalizada “Furia de Titanes”, promete mucho y no defrauda. A los ya excelentes efectos visuales, se suma los aces en la manga que significan tener a pesos pesados acompañando a la troupe de una peli como esta, me refiero a Liam Nesson como Zeus y a Ralph Fiennes como Hades. Recurso utilizado en la original de 1981, con Lawrence Olivier como Zeus, y una espectacular Ursula Andress como afrodita. Sam Worthtington reedita su rol como Perseus, el hijo favorito de Zeus, al cual otra vez le va a tocar rebanar a cuanto titan se le cruce por adelante, sumandosele la ardua tarea de rescatar a papi de las entrañas del infierno mismo. Para despues enfrentarse al Titan maximo, Chronos. Para colmo de males Perseus se las tendra que ver con otro familiar, que para variar, traiciona y busca guerra. Los titanes que enfrentara, seran de lo mas diversos en colores formas y tamaños, pero todos bien violentos y con sed de sangre humana. Los mas interesantes son los Makhai, ya veran porque… Si no pispeen el Featurette de Fer Uribe para darse una idea. No cuento mas, aunque tampoco es tan intrincada la trama! La peli en general abunda en escenas de accion, con algun que otro gag para descomprimir, pero en lineas generales el viaje en pegaso, no tiene turbulencias. A nivel visual la peli es excelente. El 3D funciona muy bien, cosa bastante difícil en películas ”live action”, si bien las acciones para incluir las cosas que vuelan en 3D se nota que son puestas adrede, en una peli como esta, no molesta para nada ver piedras, lava, fuego, rayos, titanes, y griegos volando por el aire y acercandose a la cara de uno a toda velocidad. Es mas, suma a la cantidad de pochoclos consumidos por minuto. La fotorgrafia es excelente y bien cuidada, aunque lo vertiginoso de algunas tomas y escenas, puede jugar en contra de una pelicula de accion, donde queremos ver bien las ñapis y los golpes. Si quisieramos no entender una pelea de trompadas, veriamos alguna de Jason Bourne. Pero todo esto que les cuento es algo minimo, ya que el que reparte mayormente es Perseus, y los que tienden a morir fileteados son los demas. Realmente la peli pasa rápido, y eso suma, sabia elección no hacer, como está de moda, una peli de 2:40 horas. Furia de Titanes 2 con 1:39 horas le alcanza y le sobra para hacerse solida y convincente en lo que quiere hacer, entretener. Parafraseando a Agenor, el hijo de Poseidon, “Hace unos días estaba en una mazmorra, y ahora estoy tratando de salvar el universo, unite!” Eso, únanse, y vayan a verla, en definitiva, esta buena.
Furia de Titanes 2 es un festival de pornografía digital. Oh, sí, los efectos especiales desbordan la pantalla, y no pasan más de dos minutos sin que algo gigantesco y espectacular salte encima de los protagonistas. Mientras que en lo visual es tan abrumadora que al final aburre - "ups; otra vez un monstruo gigante de 150 metros de altura; ya van como 20 en lo que va del filme ..." -, uno termina preguntándose si podrían haber gastado un poco menos en efectos digitales y un poco mas en conseguir un buen libretista. En especial, alguno que supiera algo sobre la mitología griega, porque los dos guionistas que figuran acá conocen tanto de Perseus como yo de ingeniería nuclear. No se molestaron en hacer el más mínimo trabajo de investigación y se dedicaron a despachar fruta al por mayor, inventando historias disparatadas y reciclando como se les dió la gana a los nombres de héroes y dioses de la mitología griega. El resultado final es ciertamente bizarro, aunque la película exhibe tanta energía que termina siendo mínimamente potable. La culpa de todo la tiene Ray Harryhausen. El maestro del stop motion diseñó la original Furia de Titanes en 1981, pero el filme obtuvo una recepción más que tibia - ¿quién iba a ver tipos desnudos combatiendo con espadas a dragones de plástico cuando en ese momento lo que estaba de moda eran los descomunales combates espaciales de La Guerra de las Galaxias? -, y cualquier proyecto de secuela terminó siendo abortado. 30 años después vino la remake, la cual recaudó muy bien y dió pie para una continuación pero... ¡ups!, ¡ya no había más guiones para rehacer!. Entonces los ambiciosos productores se vieron obligados a contratar libretistas para crear un argumento desde cero, y eligieron a los más económicos del catálogo. Estos tipos decidieron hacerse los bananas, reinventando la mitología a su gusto - por ejemplo, que los dioses ganan poder o se debilitan de acuerdo a la cantidad de fieles y oraciones que reciben; que pueden morir y/o transferirse energía entre ellos (como si intercambiaran baterías Duracell); y tienen hijos (legítimos y bastardos) regados por todos lados -, lo cual a uno le hace rechinar los dientes. No sólo es una reimaginación estúpida e innecesaria sino que - lo que es peor - está tomada textualmente de Inmortales (2011), la cual fue la primera que intentó hacer todo esto (y sin éxito). La copia de Inmortales llega hasta la subtrama de los titanes encerrados en una montaña, con lo cual uno se extraña de que el filme no haya recibido algún tipo de demanda por plagio. Si la parte mitológica del filme apesta, al menos Furia de Titanes 2 obtiene sus mejores bazas en el apartado de efectos especiales. Uno no ve tanto despliegue digital en pantalla desde la última entrega de Transformers o de la trilogía de precuelas de Star Wars. No hay escena en la cual no pase algo espectacular, aunque llega un punto en donde uno se satura y se pregunta si el filme tiene algo más para ofrecer que no sean costosos juguetitos de colores en pantalla. Esa búsqueda constante de la grandiosidad termina por afectar la credibilidad del filme - Perseus es un humano con algunos dones... pero aquí se comporta como un Superman a la griega derrotando a seres gigantescos, no una sino varias veces a lo largo de toda la película-, y daña la relación del público con el protagonista. Si a Perseus hace cosas imposibles y nunca le pasa nada, ¿cómo construir un momento de tensión o hacer que nos interesemos por su suerte?. En medio de toda esa exageración los productores tuvieron el tino de contratar a Bill Nighy - sobre-actor profesional si los hay, y el cual hace juego con el estilo del filme -. El inglés se relame con su papel y es un constante ladrón de escenas,... lástima que los idiotas de los libretistas lo sacan de cuadro demasiado rápido. Por lo demás, el resto de los caracteres es hueco y sin brillo - Liam Neeson y Ralph Fiennes intentan aportar aplomo y presencia, pero el libreto los hace tan volubles que parecen estar mezclados en un culebrón mexicano; Sam Worthington es bastante anónimo como héroe (al menos le sacaron el rapado G.I. Joe y le pusieron una peluca más acorde a la época y al personaje); y el peor es Edgar Ramirez, que se ve demasiado caribeño para ser Ares y carece de amenaza -. Nada de esto ayuda a elevar la puntería del filmeo. Furia de Titanes 2 es tolerable para matar 90 minutos de tiempo, pero no resiste un examen minucioso. Es vistosa y pasable, calificaciones que resultan terribles si uno considera que esto es un producto de 150 millones de dólares de costo... lo cual debería haber alcanzado (y sobrado) para generar un filme muy superior al que terminó resultando.
"Dioses repetidos" En el 2010 llegaba a las salas de cine la remake de “Furia de Titanes” dirigida por el francés Louis Leterrier y basada en el film original del año 1981 realizada por Desmond Davis. El éxito de la nueva versión fue abrumador; el costo total que giraba alrededor de los 150 millones de dólares se recuperó ampliamente con unos 439 millones en todo el mundo en un abrir y cerrar de ojos. Las razones de dicho suceso fueron casi todas comerciales. En primer lugar el film estaba protagonizada por Sam Worthington quien venía del éxito “Avatar“. En segundo lugar el film se presentó también en 3-D, lo que aseguraba por aquel entonces un buen puñado de publico debido al exitoso relanzamiento de este formato. Y en tercer y último lugar hacia mucho tiempo que no veíamos una épica fantasiosa donde guerreros, dioses, semi-dioses y criaturas de toda índole se cruzaran. La última en hacer ruido, si se quiere, fue “300” de Zack Snyder en el 2006. Como era de esperarse después del golazo que resultó la primera Warner decidió llevar adelante una segunda entrega de las aventuras de Perseo, Pegaso y los Dioses. Para esta ocasión, Louis Leterrier ofició de productor y el que se hizo cargo de la dirección fue Jonathan Liebesman, director que el año pasado estrenó con un éxito considerable la entretenida “Batalla Los Angeles“. ¿Qué es “Furia de Titanes 2″? Un film altamente superior a su predecesora, sin mucho que presumir claro, pero superior al fin. No hay muchas novedades en cuanto a la trama que une a los dos films; Pasaron diez años desde que Perseo (Sam Worthington) derrotó al Kraken a bordo de su pegaso negro. Ahora tiene un hijo a quien le dedica casi todo el tiempo, razón por la cual se alejó completamente de los conflictos armados. Hades (Ralph Fiennes) se encuentra exiliado en el Tartaro y el resto de los dioses, entre los que se encuentra Zeus (Liam Nesson) se debilitan debido a la falta de fe que existe en el mundo. La solución para esto, nuevamente, consiste en crear caos en la tierra para que los mortales recurran a los dioses. Dicho caos en esta entrega tiene nombre propio; Cronos y su ejercito del tartaro, junto a otras criaturas como la quimera, el minotauro y los cíclopes. Lo primero que hay que decir es que la peli repite el esquema de su antecesora, que como ya dije, parece sacado de un videojuego; Perseo contra esto, Perseo contra aquello, Perseo contra todos. A medida que el film va avanzando son cada vez más grandes los desafíos que nuestro protagonista deberá ir sorteando para llegar así a la empalagosa batalla final contra el villano de turno. En eso no hay cambios. Si se comprobó que la formula funciona ¿Para qué cambiarla?. Lo que tiene a favor esta segunda parte es que nos ahorramos preámbulos y pasamos directamente a la acción, lo cual esta perfecto ya que es lo que todos queremos. Obviamente esto también tiene sus consecuencias: personajes desdibujados que ni pinchan ni cortan (Agenor y el hijo de Perseo), falta de contexto (la guerra que lidera Andromeda), relaciones conflictivas casi injustificadas (Zeus y Ares), entre otras tantas cosas. De todas formas la primera también tenía sus errores de este tipo y dibujar todo desde el principio en esta segunda parte es un trabajo que era obvio que los guionistas no se iban a tomar. Otro gran acierto de esta segunda parte es que dentro de toda esta locura cinematográfica que tiene por objetivo entretener al espectador fueron un poco más coherentes a la hora de incorporar personajes y criaturas. Teniendo en cuenta que los dioses del olimpo y los semi-dioses son de la mitología griega esta perfecto que en esta nueva entrega se siga ahondando más sobre esta linea y no rebuscarselas para poner algo copado pero fuera de contexto y lugar. Tampoco quiero decir con esto que “Furia de Titanes 2” debe ser un fiel reflejo de dicha mitología, o servir como una clase de historia, solo que me parece mejor que al menos se respete la base desde donde parte. Es un acierto también, quizás el más grande del film, el gran diseño de producción que hubo detrás de todo esto. Las criaturas y los escenarios son impecables y realmente logran el objetivo de sorprender e impactar al espectador. La batalla con la quimera es la entrada perfecta, que cumple incluso un poco la función de plato principal, ya que el enfrentamiento con los cíclopes esta muy logrado pero no es de lo mejorcito del film. Toda la secuencia del laberinto del tártaro es magnífica, sobre todo desde lo visual. Y que decir de la batalla final con Cronos que es por lejos la frutilla del postre. Un verdadero delirio visual que te vuela la cabeza, sobre todo si disfrutas de esta peli en 3-D. Con respecto a esto último, esta segunda parte se filmó en 3-D por lo que la diferencia con la anterior es notable. Si bien se lo utilizó más para el relieve que otra cosa, no escatimaron en arrojarle objetos (lava, rocas y hasta algunas criaturas) al publico para entretenerlo de forma burda pero eficaz. El estilo visual de Liebesman es acertadisimo para esta clase de films y ahora lo confirma. La cámara en mano ofrece mucho más realismo en las distinta escenas, además de camuflar muy bien los innumerables efectos especiales utilizados. La única contra que tiene esta peli, en relación a la anterior, es la intrascendente banda sonora a cargo de Javier Navarrete. Solo hacia el final ofrece algunas pequeñas pizcas interesantes, pero ahí nomas. Una lástima para el film, como para el compositor, aunque creo que lo primero se ve más perjudicado. En definitiva “Furia de Titanes 2” es un gol en el minuto 90′: te comiste un garrón con la primera entrega, pese a que tenia sus momentos, y cuando pensabas que te ibas con las manos vacías encontras una muy buena razón para festejar gracias al trabajo de Liebesman. Vale cada centavo de la entrada no me quedan dudas, como así tampoco se puede negar que es una película hecha y derecha destinada al entretenimiento puro y casi básico. Van a tener que mejorar mucho si quieren estirar esta saga, pero ese es problema para otros. Nosotros tenemos, por ahora, que disfrutar de esta peli en el cine.