Sin caer en ningún spoiler que irrite a los fans de la saga, cabe indicar que Han Solo: Una historia de Star Wars funciona bien en su doble función de reconstruir los inicios del personaje (cómo conoce a su fiel ladero Chewbacca en medio de una batalla con estética de Primera Guerra Mundial, cómo se enamora de la Qi’Ra de Emilia Clarke, cómo establece una relación discípulo-maestro con el cínico Tobias Beckett de Woody Harrelson, cómo mantiene hilarantes intercambios con el Lando Calrissian de Donald Glover y, por supuesto, cómo se convierte en mercenario, contrabandista y piloto tan renegado como rebelde); y luego de entregar una historia de aventuras con aires de western con asalto a un tren, duelos y partidas de cartas. En este sentido, la presencia como guionista del experimentado Lawrence Kasdan (junto a su hijo Jonathan) y como director definitivo del también veterano Ron Howard parece haber inclinado la balanza hacia un clasicismo más propio de la “vieja guardia” que de la ironía, la negrura y el desparpajo que intentaron imprimirle los realizadores originales (luego despedidos) Phil Lord y Chris Miller. No esperen, por lo tanto, nada demasiado revolucionario sino más bien un buen producto que sigue con docilidad las pautas del manual de la franquicia. De todas maneras, que Han Solo: Una historia de Star Wars resulte un entretenimiento digno (y en su segunda mitad incluso muy sólido) es toda una proeza para la huestes de Lucasfilm y Disney, ya que el proyecto sufrió todo tipo de peleas, contratiempos, demoras y aumento de costos con el cambio de directores y un rodaje que -ya con Howard a la cabeza- se extendió tres meses más, generando un caos en muchas otras producciones (Glover tenía que retomar su serie Atlanta y Clarke, regresar a Game of Thrones). En este sentido, nunca sabremos cuánto quedó de los filmado por Lord y Miller (quienes igual figuran como unos de los productores ejecutivos) y cuál fue el aporte real de Howard, pero lo cierto es que la película fluye bien, tiene la épica propia de todo relato de iniciación y bautismo de fuego, vértigo en sus escenas de acción (aunque algunas largas persecuciones a esta altura abruman un poco), sus picos cómicos y un notable elenco en el que casi todos tienen sus momentos de lucimiento. Y, si además empieza con la frase “En una galaxia muy, muy lejana”, en varios pasajes suenan los clásicos acordes de John Williams y deja varios guiños y puertas abiertas para lo que viene, los fans de Star Wars pueden ir preparándose para disfrutar del regreso de Han Solo, aunque íntimamente todos sepamos que Harrison Ford es irremplazable e insuperable.
Clasicismo para las masas Luego de dos propuestas fallidas, Rogue One (2016) y Star Wars: Los Últimos Jedi (Star Wars: The Last Jedi, 2017), y sopesando que a esta altura ya parecían un accidente los logros de la disfrutable Star Wars: El Despertar de la Fuerza (Star Wars: The Force Awakens, 2015), sinceramente nadie esperaba demasiado de Han Solo: Una Historia de Star Wars (Solo: A Star Wars Story, 2018), el último eslabón de lo que promete convertirse en una cadena de montaje infinita desde que la Disney compró Lucasfilm Ltd. y por ende la franquicia estrella de la empresa, aquella que empezó con la hoy distante La Guerra de las Galaxias (Star Wars, 1977). Así las cosas, a decir verdad esta flamante entrega es un producto bastante digno que reflota el trasfondo clasicista del opus de J.J. Abrams de 2015 para inyectable una dosis de “legitimidad” a una saga que se volvió errática y redundante. Por supuesto que continuamos en terreno conocido, sobre todo considerando que hablamos tanto de un spin-off centrado en el afamado personaje del título como de una suerte de precuela del film original de George Lucas de la década del 70: la historia es sencilla a más no poder y gira alrededor de un joven Solo (Alden Ehrenreich), quien termina separado de su amor Qi'ra (Emilia Clarke), uniéndose a las tropas imperiales y después desertando para formar una alianza con el cazarrecompensas Beckett (Woody Harrelson) con la vaga idea de reunir dinero, comprar una nave espacial y volver a rescatar a su pareja. Poco sale según lo planeado y de este modo se ve obligado a trabajar para Dryden Vos (Paul Bettany), jefe de una organización criminal en la que encuentra a la propia Qi'ra como lugarteniente, la cual lo ayudará en una misión orientada a robar un combustible no refinado muy valioso. Desde el vamos se nota mucho que la realización fue encarada por tres veteranos del cine, el director Ron Howard, el guionista Lawrence Kasdan y la productora principal Kathleen Kennedy, profesionales con una enorme experiencia encima que hoy por hoy decidieron apostar al modelo retórico de los westerns y dejar de lado el fetiche con los CGIs y toda aquella estratagema política/ bélica mal desarrollada de las precuelas de Lucas y las dos obras precedentes. Precisamente, esta “bajada a tierra” beneficia mucho a la película porque por un lado el sustrato aventurero pasa al primer plano y por el otro la interrelación entre los personajes se siente más natural y menos forzada, sin esa obsesión contemporánea con las múltiples subtramas, las secuencias de acción más grandes que la vida misma y esa insoportable introducción de nuevos personajes que no se “acoplan” bien con los antiguos. Como decíamos con anterioridad, el opus de Howard es extremadamente simple y en este caso -tratándose de un mega tanque de Hollywood- no podemos más que agradecer los diálogos afables, un devenir lineal y vertiginoso y el buen corazón de una odisea que en esencia retoma con gracia y altura la típica premisa de los spaghettis centrada en una serie de mexicaneadas superpuestas en torno al tesoro de turno, el combustible. No hace falta ni aclarar que la obra en cuestión está muy pero muy lejos de la trilogía original y que el pobre de Ehrenreich no llega ni a los talones de Harrison Ford, sin embargo el convite logra incorporar con espontaneidad a futuros cofrades históricos como Chewbacca (Joonas Suotamo) y Lando Calrissian (Donald Glover) y es innegable que podría haber sido mucho peor si tenemos en cuenta el cine chatarra que nos enchufa actualmente el mainstream yanqui, el cual -por lo menos en esta ocasión- se dignó a empaquetar un producto que resulta tan concienzudo y retro como entretenido y ascético a la vieja usanza, cargado de objetivos mundanos, antihéroes ambivalentes y traiciones que enfatizan la importancia del relato en sí por sobre los fuegos de artificio digitales y los estereotipos más insípidos…
Imitación de la saga. La secuencia inicial, con una persecución en la que Han Solo va al volante, parece el primero de muchos guiños al corazón del creador de La guerra de las galaxias, George Lucas. Fanático de los autos, Lucas soñó una mitología cinematográfica muchos años atrás, mientras se recuperaba de un accidente y comenzó a familiarizarse con la mitología y las teorías de Joseph Campbell. En 1977 estrenó Star Wars y el mundo cambió para siempre. El cine no volvió a ser lo mismo y muchas generaciones se aferraron a la saga con una pasión que jamás se apagó. Pero como toda verdadera mitología, no podía ser controlada con la precisión con la que se puede desarrollar una obra cinematográfica. Diferentes ramificaciones, algunas interesantes, otras deplorables, comenzaron a hacer crecer a Star Wars de manera impensada originalmente. Ya la segunda trilogía distorsionaba la lógica estética de los primeros tres films y provocaba ruidos en la estructura narrativa general. Luego George Lucas decidió dar un paso al costado y dejar en manos de otros la continuidad de las historias. Star Wars: The Clone Wars, la película y la serie, fueron una rama de animación de gran éxito. Los libros, las historietas y los videojuegos también tuvieron su camino y se tomaron sus libertades. En el imaginario popular, esta multiplicidad de capas va generando nuevas lecturas y produce mutaciones a lo largo de los años, como suelen ocurrir con toda mitología. Una nueva trilogía fue el primer anuncio de la nueva dirección de Star Wars y se le agregó una pequeña joya llamada Rogue One, una precuela que llega hasta el comienzo exacto de Star Wars (1977). Con Han Solo se abre una nueva ramificación que busca contar las aventuras de uno de los tres personajes principales de la saga. Las posibilidades de que el film estrenado ahora se convierta en trilogía dependerá de la taquilla, pero no parece ser una tarea complicada. Con una coherencia que no sé si sirve o no, Han Solo: Una historia de Star Wars no tiene el mismo estilo y tono de todos los films anteriores. Es mucho menos personal estéticamente y se posiciona como un absolutamente estándar producto industrial de Hollywood. Si bien no parece tampoco estar en la vanguardia estética del cine más comercial, queda claro que tampoco tiene mucha identidad. Si no fuera una superproducción podría ser un simpático film Clase B, mezcla de ciencia ficción, aventuras, película de guerra y western, como de hecho lo fue Star Wars cuando nació. El problema es que no termina de parecer un clase B, que por más carisma que quiera ponerle Alden Ehrenreich al rol de Han Solo, no hay manera de que pueda instalarse en la cabeza del espectador como el actor que interpreta al personaje. Si pensamos en lo que Harrison Ford significa en ese rol, acá solo se puede imaginar cómo borrador lejano, una tibia imitación, un reemplazante en un flashback de dos horas. Tampoco es que les va bien a todos los actores. Emilia Clarke está totalmente apagada, sin energía, como esperando que empiece la película. Tal vez sea el problema de convocar a un elenco de actores conocidos para roles que deberían ser sorprendentes. Woody Harrelson, por el contrario, sabe que lo suyo es el rol del actor veterano y cumple con creces. Donald Glover, en su mejor momento, crea un Lando Calrissian canchero con mucho estilo, como si estuviéramos en la década del 70. Los personajes en general no llegan a conmover, la emoción no aparece en ningún momento, nada produce empatía, no parece salida del universo Star Wars la película. El sentido del humor es igual, sin efectividad ni fuerza, aun cuando busque parecerse a la saga original. Hay buenas escenas, buenos momentos, un poco de acción, pero falta identidad estética y un director. Aceptable si no quisiera sumarse a la saga más grande de todos los tiempos. Es curioso, la primera película de Star Wars dirigida por un ganador del Oscar a mejor director, demuestra que los Oscars no han sido siempre sinónimo de calidad. Ron Howard, creador de buenas y malas películas por igual, no consigue dotar de vida a un guión con buenas ideas, pero lidiando siempre con formar parte de la mitología y al mismo tiempo salir de ella. Una película muy menor, imposible de convertirte en clásico, pero seguramente puntapié inicial de otros dos films más.
Star Wars al banquillo de suplentes Los responsables de Star Wars -como cualquier entrenador de un equipo- están probando en el campo de juego todo proyecto que espere en el banco de suplentes. Es así como al agotado ícono pop le llegó el momento de los desprendimientos o spin-offs, que no comenzaron y siguieron con Rogue One y Solo sino que tuvieron su punto de partida en las olvidables La Aventura de los Ewoks y Ewoks: La batalla de Endor, sumadas a las animaciones Clone Wars, entre otras. El spin-off funciona como una especie de film amorfo, anexo y de conexión entre episodios; o simplemente funciona como Solo: a diferencia de lo visto en Rogue One, aquí tenemos una saga secundaria sobre un personaje que intervino en la saga original (uno de los más queridos, además). Solo no justifica demasiado este vínculo salvo por la irrupción de una escena en particular que ubica al spin-off en tiempo y espacio con el resto de los episodios, así como ocurriera con Rogue One y su final pre-Episodio IV. Vale analizar el sentido del asunto. El Han Solo interpretado por Harrison Ford ya contaba con matices bastante explotados a lo largo de cuatro episodios. Pasó por facetas de aventuras, amistad, romance, fracaso, comicidad y paternidad conciliadora. El spin-off está adquiriendo la función de explicar excesivamente aspectos que, por razones inherentes a la estructura de un film, suelen dejarse incompletos, generando baches argumentales que luego deben ser llenados por el espectador. En Han Solo: Una historia de Star Wars nada de esto sucede. Vemos cómo un Han Solo interpretado muy dignamente por Alden Ehrenreich (el mismo de Tetro) se carga el film al hombro, justamente él solo. Una especie de Indiana Jones desfachatado, más que el arrogante mercenario de la Star Wars original. El protagonista interactúa a duras penas con tres o cuatro personajes que no alcanzan a suscitar una mínima empatía. Encontramos a un Woody Harrelson desaprovechado, en una labor realizada a desgano; a Emilia Clarke (Qi’ra) como el aporte sentimental e intentando seguir el ejemplo de Felicity Jones en Rogue One (pero sin poseer en absoluto el mismo desarrollo fuerte) y a Paul Betanny como un villano sin mucha maldad. Sí, aparece Chewbacca: presenciamos el momento en que se conocen, origen de una unión que se irá in crescendo a lo largo de toda la saga. También está Lando Calrissian, dueño de El Halcon Milenario, interpretado por Donald Glover. El actor y cerebro de Atlanta es, junto a Ehrenreich, lo mejor del film y quien tira los gags más ingeniosos. Ron Howard, a cargo del proyecto, entregó un producto efectivo. Se nota su comodidad al estar rodeado de un grupo con el que suele trabajar, como Bettany, Warwick Davis, un Lucasfilm sin Lucas y hasta su hermano Clint. Seguro saldrán del banco de suplentes nuevos spin-offs y secuelas, reclamando al fanático de Star Wars que siempre apoyará al equipo, incluso cuando juegue mal, hasta que llegue el día en que se dé cuenta de que el campeonato terminó hace rato.
No hay mejor género para encuadrar la película de este bandido Han Solo (Alden Ehrenreich) que un western espacial. Ron Howard nos trae un producto que tuvo que terminar en poco tiempo, ya que hubo una pareja de directores previo a él: Phil Lord y Christopher Miller. Más allá de esto, este film se mantiene a la altura de las expectativas de los fanáticos del mundo de “Star Wars”. La historia narra las primeras aventuras de este forajido y, también, su relación amorosa con Qi’ra (Emilia Clarke). En su camino, Solo se encontrará con Thomas Beckett (Woody Harrelson), quien será su compañero en diversos atracos que se llevan a cabo para conseguir dinero por múltiples deudas a pagar porque, caso contrario, morirán. Además, se dará el primer encuentro con Lando Calrissian (Donald Glover), personaje que aparece en otros episodios de “Star Wars”. Si bien es una misión difícil de lograr hablar de la película sin adelantar nada de la trama, es un objetivo que se puede cumplir al enfocarse en el diálogo, en las actuaciones y en la dirección del film. Como fue mencionado previamente, Ron Howard no fue el director desde el principio del proyecto. Se puede notar cómo fue perseguido por las fechas límites impuestas, ya que hay momentos donde los planos cambian rápidamente. Al no estar durante los momentos importantes de la película, se desliza que el realizador quiso enfocarse en aquellas escenas vitales de la misma. Igualmente, es innegable que Ron Howard hizo un buen trabajo. Además, apostó por la simetría y los tonos negros para generar un ambiente oscuro ideal para esta historia y, sin dudas, salió victorioso en ese aspecto. Escrito por Jon y Lawrence Kasdan, el guion es muy bueno. Es notorio el trabajo detrás del mismo y cómo están construidos cada uno de los personajes es algo logrado de forma sobria. Con momentos de humor (esperables, sabiendo el tipo de personaje que es Han Solo), se le añade una gota agradable que se redondea en líneas que mantienen su interés por sí mismas y que son explotadas al máximo por las actuaciones. En cuanto a las interpretaciones, cada integrante de este reparto estuvo a la altura de las circunstancias. Emilia Clarke, Woody Harrelson y Donald Glover se complementan realmente bien y son un valor agregado de esta película. Individualmente se destacan en las actuaciones realizadas previamente por ella y cada uno de los hombres. Hay veces que sucede que cada persona sobresale por sí misma dentro de un elenco, pero, al juntarlas en la película, la química no es buena; esta cinta es todo lo contrario. Aquel trío funcionó perfectamente. Párrafo aparte para Alden Ehrenreich. Tuvo la pesada tarea de ponerse en un personaje inmortalizado por Harrison Ford y, la verdad, no hay nada que recriminarle. Creó a un Han Solo con un estilo diferente al anterior, pero con sus gestos faciales lo homenajea: mantiene su sonrisa característica. Quizás no sea un actor reconocido, pero realizó una muy buena labor en esta película y, con 28 años, apunta a establecer un nombre propio en el mundo del cine. Gran sorpresa y mejor actuación dado el papel que llevó a cabo. “Han Solo: una historia de Star Wars” es una buena película que sirve para preparar el terreno hacia el estreno, en el 2019, del Episodio IX. Con un gran trabajo general, desde dirección hasta actuación, este es un film entretenido donde predomina la acción desde el principio hasta el final. Así que, si estabas en la duda de verla o no, recomendamos es que vayas al cine porque esta historia no te va a decepcionar.
El despertar de un héroe. Nueva entrega de una de las sagas más exitosas de la historia del cine. Star Wars vuelve para proponernos otro spin-off como ocurriera con Rogue One hace dos años, pero esta vez haciendo foco en la historia desconocida de una de sus figuras más emblemáticas. Por primera vez interpretado por otro actor que no sea Harrison Ford, Han Solo vuelve a la gran pantalla de la mano del joven Alden Ehrenreich (Blue Jasmine, Hail, Caesar!), en cuyas manos está la enorme responsabilidad de contarnos los orígenes del piloto rebelde más famoso. Hace ya varios años que la aparentemente concluida saga de Star Wars tuvo un renacimiento cinematográfico cuando la productora de su creador George Lucas, LucasFilm, unió fuerzas con Disney para así proponernos una continuación de las aventuras de Luke Skywalker y compañía. El año 2015, con el estreno de El Despertar de la Fuerza, fue el momento señalado para uno de los regresos fílmicos más esperados en lo que llevamos de este siglo. Y si bien la mencionada cinta daba continuidad a la historia de los Jedis y la Fuerza avanzando en términos cronológicos (estamos hablando del Episodio VII de la saga), el acuerdo Lucas-Disney estipulaba un estreno mínimo de películas que iban más allá de la línea marcada por los Episodios, es decir aquellas historias troncales de la franquicia. Finalmente ese asterisco en el contrato vio la luz en 2016 con el primero de los agregados al universo Star Wars que no iban a contar con esa denominación episódica, no iban a empezar con la música característica y el texto introductorio fugándose en el horizonte espacial en lo que fue el primer spin-off o desprendimiento en el mundo de La Guerra de las Galaxias. Estamos hablando de Rogue One, película que cuenta todo lo que ocurrió para que Leia se hiciera con los planos de la Estrella de la Muerte, momento en el que inicia Episodio IV: Una Nueva Esperanza. Lo que propone este segundo spin-off es hacer foco en un personaje en especial, ese que le da título a la cinta. Y si bien hay varios personajes emblemáticos de la saga cuyas vidas conocemos prácticamente de cabo a rabo (los Episodios I, II y III se encargaron de buena parte de esto), todavía quedan algunos que nos fueron introducidos “ya de grandes” y cuyos orígenes permanecen en las sombras. Ese es el caso de Han Solo y qué mejor que arrancar por él para empezar a echar algo de luz sobre esas sombras. En términos de sinopsis, luego de ver la película queda la sensación de que tanto para el fanático como para el que no lo es tanto vale la pena conocer poco y nada de esta historia e ir descubriéndola en la misma sala de cine. Lo único que tenemos que saber es que conoceremos el origen de Han Solo: dónde nació, quiénes eran sus seres más cercanos antes de conocer a Luke, Leia y el resto de la rebelión, cómo fue que conoció a Chewbacca y a Lando Calrissian y si hubo algo en su pasado que lo moldeó para convertirse en el arrogante y talentoso piloto de buen corazón que conocimos en 1977 de la mano de Harrison Ford. Claro que hay una aventura de por medio y a gran velocidad a bordo del Halcón Milenario pero esa es la parte que le dejo al espectador. El análisis de la película es otra cosa. Y lo primero que hay que decir es que Han Solo: Una Historia de Star Wars cumple en todos los aspectos. Empezando por el más importante de todos, en una película donde el relato de los hechos queda de lado en comparación con esos elementos circundantes que el fanático va a buscar, vale decir que Alden Ehrenreich es de lo mejor de la cinta. Con un trabajo sólido, convincente y sostenido a lo largo de toda la historia, este joven actor consigue algo muy difícil al proponer un Han Solo irreverente, carismático y temerario como vimos en la versión de Harrison Ford pero a la vez imprimiéndole a esa personalidad una cuota de ingenuidad, temor por momentos y una esperanza en la humanidad y en el amor que el Han adulto sabemos que transformó en cinismo, sarcasmo y una buena cuota de comentarios ácidos. Es como si Ehrenreich construyera el personaje hacia atrás. Magnífico. Y después, lo clásico. Momentos graciosos, momentos tensos, momentos épicos que solo una saga como Star Wars puede lograr a partir de la mera aparición en pantalla de figuras como Chewbacca, Lando y el propio Halcón Milenario y un buen grupo de personajes nuevos que refuerzan, con su relación con los protagonistas, ese recurso de construir en reversa el carácter de aquellos que conocemos de las películas previas. Buenos efectos visuales, una linda aventura principal, excelentes giros finales (y vale hacer foco en el plural de giros) y la cuota justa de guiños y referencias con una aparición no menor llegando al epílogo le terminan de dar forma a una producción complementaria que sin ser Rogue One, tal vez la mejor película individual de todo el universo Star Wars, se erige como una historia digna de llevar en su título “a Star Wars story”.
[REVIEW] Han Solo: Una historia de Star Wars. Llega a los cines el origen del bandido más entrañable de la galaxia y es un aire fresco dentro de la saga más famosa del cine. Si hablamos de Star Wars, sus personajes son conocidos a nivel mundial y son parte ya de la vida no solo del geek, sino también de cualquiera que se precie amante del cine. Entre ellos, uno en especial, un bandido, forajido que supo capturar los corazones de todos (en especial de Leia); el personaje que, otrora, interpretó Harrison Ford: Han Solo. Poco se sabía de sus aventuras previas a Star Wars Episode IV: A New Hope (1977) y luego que Disney comprara la franquicia, se han decidido por realizar una explotación que, a priori, parece innecesaria, pero que viendo el nivel argumental y dramático de Rogue One: A Star Wars Story (2016), podríamos decir que la historia del bandido espacial era más que esperable y no nos iba a decepcionar. Por lo menos a los fanáticos de las películas del oeste. Revisando la génesis del personaje (y la saga) es conocida que la historia de Han Solo fue el germen que George Lucas terminó por ampliar en la más grande opera espacial, y es por esto que, quizás, hoy en día le debemos mucho al personaje y se merecía su propia historia particular. Han es un joven que junto a su novia, Qi’ra, vive en un submundo de criminalidad luego que el Imperio dejara relegados a su suerte a cierta parte de la población intergaláctica (como suele suceder con los gobiernos pupulistas/totalitarios). Aún así, sus sueños de libertad y riquezas no son esclavizados como su vida; incluso añora ser el mejor piloto de la galaxia, cosa que no sucederá muy pronto, ya que un hecho delictivo lo obliga a escapar de las autoridades y salvar su pellejo a costa de su amor, prometiendo que algún día volverá por ella. Ante la presión de ir a alguna cárcel de por vida y sin demasiadas opciones, Han se alista en la Fuerza Armada del Imperio y recibe su apellido, Solo, ya que no tiene familia (¡!). Ya en una guerra en algún planeta distante, Han conoce a Beckett, Val y Río, unos estafadores que roban cuanto pueden donde pueden. Luego de un encuentro fortuito con un Wookie llamado Chewbacca, Han se une a los tres bandidos para robar un cargamento valioso de un tren, pero las cosas se irán complicando según pase el tiempo: alianzas inesperadas, enemigos ocultos, traiciones insospechadas harán que Han Solo viva sus primeras aventuras y, algún día, se convierta en líder de la Resistencia, pero hoy, es el forajido más buscado de la galaxia. Han Solo: Una Historia de Star Wars sigue la bocanada de aire fresco que surgió con Rogue One y se extenderá (seguramente) con el spin-off centrado en Obi-Wan Kenobi. Luego de Episodio VII y Episodio VIII, estos desprendimientos no solo aportan a la mitología de la saga una mirada que nunca habíamos tenido de ciertos personajes o hechos, sino que suelen estar menos cargadas de fan service y, en consecuencia, se obtienen historias independientes pero unidas a este universo cinematográfico. La historia no solo está plagada de aventuras, sino que homenajea a las grandes clásicas obras del género de vaqueros. Y no hablo del western clásico estadounidense, sino que, a pesar de lo que se crea en un principio, el film presenta rasgos y guiños a varios Spaghetti Westerns o Westerns europeos. Así, los paisajes nevados nos recuerdan a “El Gran Silencio (Il Grande Silenzio, 1968)” de Sergio Corbucci, los planos amplios de Sergio Leone e incluso sus personajes (desaliñados, carentes de moral, ética y escrúpulos, aunque también traicioneros) nos recuerda a ese gran clásico de, también, Leone: “EL Bueno, El Malo y El Feo (Il Buono, Il Bruto, Il Cattivo, 1966)”. Si hasta la banda de sonido, aunque mantiene la esencia de Star Wars, nos recuerda que estamos ante una película del salvaje oeste. Ron Howard logra captar el espíritu aventurero del personaje y contar la historia desde un lado más alegre que quizás, Rogue One, pero sin dejar de lado el drama que, si bien es poco, resume el camino del héroe que debe tomar Han: Pasar de ser un niño a un hombre implica, al final, que deberá morir la figura paterna, a costa de corromper su alma. Tanto Alden Ehrenreich con Han Solo, Donald Glover como Lando y Woody Harrelson (siempre grandioso) como Beckett son perfectos para cada papel. Paul Bettany, como el villano de turno, se luce con mucho carisma y una atracción peculiar hacia su personaje despreciable. La que parece no haber dado en la tecla es Emilia “Madre de Dragones” Clarke, con su personaje Qi’ra, que parece estar a medio camino entre una damisela en peligro y una mujer decidida pero no se decide por ninguna. Han Solo: Una Historia de Star Wars es otro punto a favor en la explotación de la saga espacial más famosa del cine y, ojalá, se siga yendo por este camino, incluso, en la continuidad de la historia central.
Antes de disparar primero, antes de tener malos presentimientos o de escaparse de Jabba, Han era un mercenario con aspiraciones a piloto que quería irse de su planeta.
Han Solo es la nueva aventura del universo Star Wars, que propone contar los orígenes de Han Solo. Nuestro héroe vive en Corellia junto a su compañera Qi´ra (Emilia Clarke), con quien comparte la idea de huir. Más allá de sus sueños de convertirse en piloto, la urgencia radica en las pésimas condiciones de vida que afrontan. Están a punto de lograrlo tras una persecución a bordo de naves que muestra que su sueño tiene una base, pero ella no logra escapar. Tras un breve paso por las tropas imperiales, Solo acepta que no tiene ni tendrá ninguna filiación. Pasa el tiempo y Han Solo suma tanto aliados como enemigos. Asi, junto a Chewbacca, Tobias Beckett, Lando Carlissian, la androide L3, y la misma Q´ira, se embarca en un peligroso robo. La trama se ubica dentro del cine de aventuras más clásico. Un protagonista, un interés, una misión que cumplir y una transformación que opera sobre sí mismo. El ritmo es sumamente dinámico y el montaje sabe bajar el ritmo en aquellos momentos que lo requieren. Si bien la aventura no atraviesa paisajes conocidos, todos los elementos se reconocen como propios de Lucasfilm. El origen de una amistad Se ubica más cercana a Rogue One que a los nuevos episodios (The force awakens y The last jedi). Quizás haya menos solemnidad en estos spin-off que en la continuidad de la saga principal y por eso se logran mejores resultados. Si es cierto que se interpela de manera directa al fan en algunos momentos. Por suerte estos guiños son contados y no podríamos acusar a Ron Howard de abusar del fan service. De todos modos, siempre habrá detractores que acusarán a Solo de ser una profanación. Y si: hay pequeños detalles dudosos e información que puede no coincidir con la que tenemos. El reparto que acompaña es increíble. Emilia Clarke siempre está bien. Woody Harrelson le imprime a su Beckett pequeños matices de ambigüedad que te hacen dudar de sus intenciones todo el tiempo. Enorme descubrimiento el Lando Carlissian de Donald Glover. Estará listo para una película en solitario? El increíble Lando de Glover La saga supo establecer una serie de temáticas que se repiten en todas sus entregas. De todas ellas, es el lugar de la mujer la que aparece con mayor fortaleza en esta oportunidad. A través de Qi´ra, quien no revela lo que ha hecho para salir de Corellia, y particularmente de L3. La androide es toda una heroína: pasa de asistir a Lando a descubrir que tiene un propósito mucho más grande. La polémica inevitable es, por supuesto, el actor principal. Harrison Ford ya no puede interpretar a un jovencito de menos de 30 años. Alden Ehrenreich logra apenas pequeños gestos del mítico Solo. Como protagonista de una película de aventuras cumple, pero apenas se acerca al ícono. Igual en este punto los espectadores no deberíamos cegarnos. Aun sabiendo que no va a ser el mismo, nos resistimos a aceptarlo. La película se disfruta más allá de las similitudes de interpretación con el personaje original. Es más: es incluso favorable que Ehrenreich haga una interpretación y no intente imitarlo. Las imitaciones suelen dar resultados grotescos, sino miren al Luis Miguel de Diego Boneta en la serie de Netflix. Entretenida, con una historia que cierra y muestra elementos coherentes con la totalidad de la saga. Como película menor, que amplía el universo de uno de nuestros personajes más queridos, cumple con creces.
Desde la compra de Lucasfilm a manos de Disney, quedó claro que iba a haber Star Wars para rato. Rogue One demostró que eran posibles historias en una galaxia muy muy lejana que vayan más allá de la familia Skywalker. No obstante, al verla por primera vez no teníamos idea quién sobreviviría o no a la odisea; por precuela que fuera, la muerte podía llegarle a cualquiera. Ahora esta nueva era se enfrenta a un desafío no muy diferente al de las precuelas de fines de los 90 y principios de los 2000: ¿Cómo se establece la preocupación por el destino de un personaje que se sabe va a sobrevivir? Este es el desafío narrativo de Han Solo. ¿Qué nunca te digamos las probabilidades? Han Solo cuenta la historia del conocido personaje titular. Cuando la mujer que ama es capturada al escapar de Corellia, Han se muestra determinado a ser el mejor piloto de la galaxia para volver y rescatarla. Su odisea lo llevará a ser reclutado por el Imperio, para luego desertar y unirse a una pandilla de bandidos que tienen una deuda con un carismático y sanguinario mafioso. Una deuda que para ser saldada lo llevará por toda la galaxia, siendo perseguido por cazas imperiales y cazadores de recompensas, al mismo tiempo que encuentra aliados de lo más variopinto. Es una película que si bien goza de logradas secuencias de acción, el desarrollo de personajes es bastante estándar. Entendemos el cambio pero no lo sentimos. Hay algunos que alcanzan un dejo de queribilidad, como el piloto extraterrestre del equipo de forajidos al que se une Solo, y la robot que acompaña a Lando Calrissian, quien tiene una fuerte conciencia social que será objeto de no pocos análisis, para bien o para mal. Tenemos esa historia de amor con alguien previo a la Princesa Leia, que aporta el ingrediente emocional al flujo narrativo, pero es un recurso que no se animan a sostener por mucho y que de haber tenido mejor timing para utilizarlo los habría ayudado más. Este es un Han Solo que conocemos desde siempre, que no trae nada nuevo a la mesa. Hay historias que cuenta sobre su pasado, sobre su padre, que son mucho más interesantes que este relato básico. Atención: ello no es necesariamente malo, considerando que hay películas que ni se molestan en conseguir siquiera eso. Pero acá estaban en la obligación de hacernos preocupar por el futuro de un personaje que se sabía iba a sobrevivir su odisea. Nos gusta que Han Solo sea cool, seguro de sí mismo, que eso lo meta en problemas y lo ayude a sobrevivir. Pero se necesitaba que nos muestren algo del personaje que nunca habíamos visto antes. Sí, vamos a ver cómo logró el corredor Kessel en menos de 12 parsecs y cómo conoció a Chewbacca, pero más allá de eso, el que todo esto sea a manos de un Han Solo joven no suma mucho más a la cuestión. Lawrence Kasdan, guionista de la película, dijo una vez que ama los westerns porque cualquier historia puede ser contada en ellos, y considerando la notoria influencia que tiene el género en Star Wars aquí le dio rienda suelta. Es más, se puede decir que esta es la película de la franquicia donde más salta a la vista su deuda hacia el más norteamericano de los géneros. Lo vemos en una secuencia de un asalto al tren que es de manual, pero llevado al universo futurista. Lo vemos en la secuencia del Sabacc (juego de cartas en el que juega con Lando Calrissian) que parece sacado de un Saloon, incluso con el giro de “el as bajo la manga” típico de los juegos de carta en este género. Lo vemos en la esclavitud de los Wookies, reminiscente a la esclavitud de la Guerra Civil Norteamericana. Lo vemos en los duelos finales. Lo vemos. Por el lado de las actuaciones son todas muy logradas, en particular Alden Ehrenrich, del cual se hablaron muchas pestes, pero ante el resultado final debe decirse que hace un trabajo muy digno, lejos de cualquier imitación. Por el costado técnico tenemos un gran diseño de producción, una decente utilización de la música, y un prolijo montaje. Debe señalarse que durante muchos segmentos la fotografía abusa del contraluz, dejando no pocas veces a la película como demasiado oscura para su bien. Conclusión Cualquier historia de Star Wars invita a lo épico y a descubrir otro costado de personajes que conocemos desde siempre. Han Solo no ofrece ninguna de esas dos cosas. El que busque algo épico se va a sentir muy desilusionado, pero si se va con las expectativas bajas, buscando lisa y llanamente entretenimiento, puede que se le saque un mejor provecho.
Con el espíritu de las primeras El personaje más carismático de la saga tiene su película, la que cuenta los sucesos que lo convirtieron en Han Solo o, mejor dicho, Harrison Ford. Después de un par de películas decepcionantes para los fanáticos de Star Wars, la producción convoco a uno de los guionistas originales Lawrence Kasdan (Star Wars: Episodio V - El Imperio Contraataca, Star Wars: Episodio VI - El Regreso del Jedi), quien escribe junto a su hijo Jon Kasdan la historia, mientras que la dirección cayó en el solvente Ron Howard. El resultado es un film de aventuras con dosis de humor sin pretensiones mayores que entretener. El guion es quizás el punto con mayores dificultades de esta nueva entrega. El argumento parece una excusa para enlazar los hechos esperados por el público. Cuando conoce a Chewbacca, a su amigo y contrincante Lando, a su nave espacial. No hay un hilo conductor claro, simplemente las escenas de acción se suceden unas a otras con el fin de pasar por los sucesos esperados que formaron la personalidad del contrabandista espacial antes de conocer a Luke y Obi-Wan en la cantina de Mos Eisley. Tal vez la pregunta que debemos hacernos es porque es uno de los personajes más entrañables de la saga. Han Solo es el antihéroe rebelde, el insolente, el mercenario, el que sabe manejarse en ese mundo injusto y cruel para sacar su tajada, el que goza de los beneficios obtenidos, el que corre siempre desde un paso atrás sus objetivos sea la chica o el motín. Porque es el personaje de mayor ambigüedad, rico en matices porque sufre, porque ama a la chica no correspondida, porque lo traicionan sus amigos. Solo genera empatía con el espectador casi al instante. Alden Ehrenreich interpreta con eficacia a Solo, haciendo una copia buscada del emblemático Harrison Ford, una de las pocas e inolvidables estrellas de Star Wars. Al joven actor le dibujan una cicatriz en su mentón para imitarlo, y copia sobre el final de cada escena su mueca distintiva. Lo acompañan muy bien el siempre efectivo Woody Harrelson como su mentor, que en su star system tiene características similares a Solo, el inseparable Chewbacca, un joven Lando (Donald Glover) también a imagen y semejanza del original Billy Dee Williams, mientras que la chica de turno es Emilia Clarke y el desdibujado villano Paul Bettany, otro de los puntos flojos del film. Han Solo: Una Historia de Star Wars (Solo: A Star Wars Story, 2018) sigue el espíritu de la saga de finales de setenta, con aventuras intergalácticas y guiños al espectador. Por momentos se parece más a Los cazadores del arca perdida (Raiders of the Lost Ark, 1981) de la que Lawrence Kasdan es uno de los guionistas también, que a las nuevas ediciones bajo la distribución de Disney. Y es positivo, porque la película logra distanciarse de los intentos fallidos por transitar la oscuridad de la saga y regresa con un producto que no puede fallar en su empatía con el público.
Los inicios del gran piloto “Han Solo: una historia de Star Wars” (Solo: A Star Wars Story, 2018) es el segundo spin off en la saga Star Wars tras “Rogue One” (2016). Como la mayoría sabe, ahora es Disney el que tiene los derechos de la franquicia, lo que genera que ya no haya que esperar tanto por una nueva película intergaláctica. Está dirigida por Ron Howard (Una Mente Brillante, Rush) y escrita por Jonathan y Lawrence Kasdan. El reparto incluye a Alden Ehrenreich (Hermosas Criaturas, Rules Don’t Apply), Emilia Clarke (Juego de Tronos, Yo Antes de Ti), Woody Harrelson (Los Juegos del Hambre), Donald Glover, Paul Bettany (Avengers: Infinity War), Joonas Suotamo y Thandie Newton. La cinta tuvo una exhibición especial en el Festival de Cannes, luego de su preestreno en Los Ángeles. La historia se centra en los inicios de Han Solo (Alden Ehrenreich), papel interpretado por Harrison Ford en los primeros filmes. Así conoceremos cómo este joven ambicioso quería escapar del planeta Corellia junto a su novia Qi’ra (Emilia Clarke) para transformarse en el mejor piloto de la galaxia. Contrabandista por naturaleza, Han se verá implicado en una serie de aventuras que lo llevarán a conocer al apostador Lando (Donald Glover), al wookiee Chewbacca (Joonas Suotamo) y a su mentor Tobías Beckett (Woody Harrelson). Poca expectativa había por esta película teniendo en cuenta que a los fans no les convencían para nada los tráilers ni el actor protagónico. Además, los directores en un principio iban a ser Phil Lord y Christopher Miller, responsables de “La Gran Aventura Lego” (The Lego Movie, 2014), sin embargo finalizaron su contrato de mutuo acuerdo con la productora Lucasfilm por “diferencias creativas”. Con este conjunto de problemas, Ron Howard decidió ponerse manos a la obra. ¿El resultado? Un largometraje que a pesar de su larga duración, 135 minutos, nunca llega a sentirse pesado gracias a la gran cantidad de escenas de acción que se dan en variados escenarios, los divertidos diálogos y el carisma de sus personajes. Debo aclarar que no soy fanática de Star Wars, incluso ésta es la primera película que veo de la franquicia. No obstante Han Solo me sorprendió para bien: la trama resulta súper dinámica, con un conflicto sencillo que desde el comienzo atrapa al espectador. Las coreografías de pelea están muy bien desarrolladas ya que entretienen por no ser siempre lo mismo: hay disparos, explosiones, persecuciones, lucha con espadas, autos voladores y naves, en especial el Halcón Milenario, que deslumbran por su estructura. Pero la cinta no es sólo eso sino que se sostiene de Han y su equipo para que la aventura mantenga el interés. Alden Ehrenreich, gracias a la personalidad que le da a su personaje, consigue mostrar a Han por lo que realmente es: un joven tan simpático como inteligente que buscará cumplir sus deseos a toda costa. Otro punto a favor se basa en que la relación de él con Qi’ra comienza con ellos ya como una pareja que comparte un mismo objetivo. Se nota la química que hay entre los dos, lo que nos hace quererlos y alentar por el cumplimiento de sus metas. El filme juega mucho con dónde está puesta la lealtad en cada personaje, lo que en el último tramo de la cinta puede confundir un poco a la audiencia por los diversos giros que se dan. Punto aparte para la droide L3-37, interpretada por Phoebe Waller Bridge a través de la captura de movimiento, que a través de sus líneas reclama la igualdad de derechos entre humanos y robots. L3 aporta frescura al grupo y cada vez que aparece en pantalla saca una sonrisa. También lo hace Lando, interpretado por Donald Glover: su personaje carga con mucha presencia en pantalla y da ganas de verlo más tiempo en ese rol. “Han Solo: una historia de Star Wars” está lejos de ser el desastre que se creía. Con muchas referencias y alguna que otra sorpresa para los fanáticos, la cinta cuenta con un espíritu western que, combinado con la reconocida música de la saga, se vuelve irresistible.
TENGO UN MAL PRESENTIMIENTO SOBRE ESTO Han se corta solo y nos lleva a otros rincones de esa galaxia muy, muy lejana. Vamos a dejar de lado los dramas tras bambalinas –la forzosa partida de los directores originales Phil Lord y Christopher Miller, que igual reciben crédito como productores ejecutivos- y concentrarnos en el trabajo de Ron Howard pero, más que nada, en el de los guionistas Jonathan y Lawrence Kasdan, este último todo un veterano de la saga intergaláctica pergeñada hace más de 40 años por George Lucas. No, no le vamos a echar la culpa a la dupla despedida, o a un actor tan poco carismático como Alden Ehrenreich en el papel protagónico. A pesar de que son factores determinantes en el producto final, se la vamos a achacar a una historia con buenas intenciones, pero demasiado flojita para la franquicia más importante de todos los tiempos. El planteo de los Kasdan (padre e hijo que acá recibe el testigo) no está mal para un sin vergüenza como Han, sin dudas, un personaje que se beneficia de los contrastes con el resto, como ocurre con su versión más madura (Harrison Ford) y esa eterna postura de demostrar que nada le importa más que sí mismo; algo que, sabemos, es más falso que billete de cuatro pesos. En “Han Solo: Una Historia de Star Wars” (Solo: A Star Wars Story, 2018) lo conocemos en su versión más ingenua, mucho antes de cargarse de ese cinismo tan particular… y de que lo persiga media galaxia a causa de sus “deudas pendientes”. Los Kasdan nos trasladan a Corellia, planeta famoso por sus grandes pilotos y la fabricación de las mejores naves, donde todavía el Imperio no hizo estragos, pero sí unas cuantas organizaciones criminales. Estamos ubicados unos diez años antes de los acontecimientos de “La Guerra de la Galaxias” (Star WArs, 1977) -aunque deberían ser más- donde el joven Han se dedica a contrabandear para su jefe criminal, que lo acogió (y lo explotó) desde chiquito junto a otros huerfanitos sin rumbo, cuyos sueños de escapar de este agujero intergaláctico se ven aplastados entre la debacle local y el ascenso del Imperio. Todo lo que quiere Han es convertirse en un gran piloto (aunque cree que ya lo es), conseguir su propia nave y huir hacia mejores horizontes junto con Qi'ra (Emilia Clarke), amigovia desde la infancia. Su pequeño plan no sale tan bien y la parejita debe separarse. Nuestro aspirante a héroe promete regresar para salvarla, y no tiene mejor idea que unirse a la academia de pilotos de las fuerzas imperiales. ¿Se imaginan a Han del lado de los malos? Claro que no dura mucho y en la primera oportunidad que se le presenta desierta de su puesto y se une a la banda de Tobias Beckett (Woody Harrelson), afamado contrabandista que ahora trabaja bajo las órdenes de Dryden Vos (Paul Bettany), uno de los más temidos mafiosos espaciales. Claro que el resto de la banda de Beckett –Val (Thandie Newton) y Rio (voz de Jon Favreau)- no lo ven con buenos ojos, pero Tobias si le encuentra potencial a este temerario e impulsivo jovencito dispuesto a participar de su primer “golpe”. No vamos a entrar en muchos detalles porque nos quedamos sin sorpresas por el camino, pero la historia va a terminar decantando en un gran y peligroso robo en una lejana colonia minera. Lo más importante de “Han Solo: Una Historia de Star Wars” es la acción y la aventura, los primeros encuentros con Chewbacca y Lando Calrissian (Donald Glover), y los consejos para la vida que el joven piloto puede sacar en blanco de un mentor como Tobias. Es un “Han Solo” en construcción, en medio de una “heist movie” (película de atracos) llena de planeamientos, traiciones, un poquito de romance, mucha amistad y la cancheres de Glover que, al parecer, no la puede evitar. Ojo, nada de esto está mal y Ron Howard hace un grandísimo trabajo cuando se trata de poner a los personajes en las situaciones más complicadas. La relación que se va forjando entre Han y Chewie se convierte en el centro emocional de la trama (digamos que es un triángulo amoroso si sumamos a la Halcón Milenario); así como la extraña pareja que forman Lando y su copiloto L3-37 (Phoebe Waller-Bridge), una droide feminista y revolucionaria que dice todo lo que realmente piensa. Howard vuelve a las fuentes más clasicistas de la saga y nos entrega una película “sucia” como los lugares que les toca visitar a nuestros forajidos protagonistas. Acá no hay Imperio que moleste (están ahí, en un segundo o tercer plano), pero no quita que haya gente diabólica y aprovechada que quiera beneficiarse con las desgracias ajenas y los oprimidos de la galaxia. La esperanza vuelve a ser un eje central (claro), el sarcasmo no puede faltar si Han (y Lando) está cerca, pero cuesta muchísimo relacionarnos con un personaje que, en teoría, se parece a ese que tanto conocemos desde hace cuatro décadas, pero en la práctica en una copia... un tanto deslucida y berrea (perdón, no quería decirlo tan fuerte). Ehrenreich tiene la actitud de Solo, habla como Solo, pero NO ES SOLO. No podemos negar que le pone toda la onda, aunque tampoco se puede negar la poca química que logra con Clark, un personaje muy poco explotado. Nos quedamos con ganas de ver más de Val y Rio, de L3, de Han y Lando compitiendo por quien cancherea más rápido. Los baches argumentales y las “sorpresas” quedan un poco escondidas entre una seguidilla de escenas de acción muy bien filmadas, pero con muy poco peso para la historia y la caracterización de los personajes. “Han Solo: Una Historia de Star Wars” se disfruta y encaja a la perfección dentro de la saga, pero no se acerca a la épica de los películas originales, o a los volantazos que quisieron dar Gareth Edwards o Rian Johnson. Ron Howard es un director correctísimo y muy capaz pero, viéndolo en retrospectiva, tal vez no necesitábamos esta aventura en particular. LO MEJOR: - Que visualmente tiene su propia identidad. - L3, te queremos. - La aventura por sobre todas las cosas. LO PEOR: - Perdón Alden, queremos más a Harrison. - La acción se hace tediosa sin un sustento narrativo (y emocional) que la respalde.
No solemos comentar cuestiones de producción en esta columna, dado que lo que nos importa es el resultado final, lo que el lector va a ver -o ya vio- en la sala. Pero en este caso es importante. Esta película, spin-off de la saga Star Wars que cuenta la juventud del personaje que hizo famoso Harrison Ford, iba a ser dirigida por dos gigantescos comediógrafos, Chris Miller y Phil Lord, famosos por La gran aventura Lego y las dos sátiras de Comando Especial. Iba a ser una comedia de aventuras, pues, loca pero fiel a la mitología. Los echaron cuando la película estaba bastante avanzada y llegó ese artesano competente que es Ron Howard. El resultado tiene buenos momentos y otros, potencialmente grandes que, se nota, quedaron a mitad de camino de lo que debían ser. El elenco está lleno de tipos que saben mucho de comedia (Donald Glover, Harrelson) y sí, no hay traiciones al legado de la querida saga. Pero se nota que en el medio hubo sobreabundancia de ingenieros y reparadores de guión para adecuar lo que debió haber sido un soplo de aire fresco en el mundo del blockbuster y quedó como una película más, agradable de ver y entretenida, pero donde lo bueno queda solo en semilla, sin terminar de dar frutos. Una pena: Han Solo siempre fue el toque de diversión humana en La Guerra de las Galaxias. Las secuencias de acción, de todos modos, se ven muy bien: Howard es un tipo de mano clásica y eso es para agradecer.
Hete aquí el resultado de una de las exploraciones más ávidas y avaras que el último cine Hollywoodense ha generado. Este spin off de Star Wars bucea en los orígenes del mítico personaje que da nombre al film, pero transgrediendo esa mirada para poder construir un relato efectivo, sin mucho vuelo, sobre uno de los grandes referentes de la cultura pop y audiovisual.
Con el espíritu de la clase B El spin off del pirata coreliano resulta bastante uniforme, aunque con pretensiones bajas y momentos de aventura en clave retro. Las franquicias de Hollywood llegan a las salas cada vez más grandes y con más conflictos a cuestas. Así sucedió el año pasado con la reunión de superhéroes de DC que fue Liga de la Justicia, que en medio del rodaje pasó de la oscuridad compulsiva de Zack Snyder a la liviandad pop de Joss Avengers Whedon. Y así sucede ahora con Han Solo: Una historia de Star Wars, cuyo derrotero incluyó la eyección de Phil Lord y Christopher Miller de las sillas plegables por las razones que se esgrimen habitualmente en estos casos: “diferencias artísticas” entre los directores y el estudio. Se dice que los responsables de Lluvia de hamburguesas y La gran aventura Lego llegaron al set con un método de trabajo basado en la improvisación y la libertad a los intérpretes –dicho sea de paso, muy en línea con sus orígenes en la comedia– que chocó de frente con el respeto a rajatabla por el guión que pretendía el productor y coguionista Lawrence Kasdan. Y en Hollywood, se sabe, el productor juega con el ancho de espadas. Con prácticamente todo el material filmado, había que buscar un reemplazo. El elegido fue Ron Howard, uno de los pocos directores de la generación analógica que logra mantenerse en la picota de la ola del cine de gran espectáculo a fuerza de un servilismo impersonal, siempre funcional y en ocasiones eficaz. Precisamente eso es Han Solo: un film manoseado pero relativamente uniforme, de pretensiones bajas, livianito y con esporádicos momentos de aventuras en clave retro, con Indiana Jones como gran referencia. Incluso una de las situaciones más importantes se da en el interior de una montaña cuyo ideario se nutre de la secuencia culminante de Indiana Jones y el templo de la perdición. En ese sentido, si no hubiera millones de dólares detrás, si no existiera una campaña de marketing y prensa ejecutada con precisión suiza durante los últimos meses, si la premiere mundial no hubiera sido uno de los eventos estelares del Festival de Cannes, tranquilamente podría pensarse a Han Solo como una película de espíritu clase B devenida en tanque multitarget. Una que toma elementos del western y otros de la ciencia ficción y hasta del género bélico para acompañar el largo periplo intergaláctico del grupo de ladrones encabezado por Beckett (Woody Harrelson) durante la búsqueda de un combustible cuya venta significará un jugoso botín en disputa. Iniciada en 2015 con El despertar de la Fuerza y con culminación anunciada en 2019 con el Episodio IX, la tercera etapa de la saga incluye dos spin offs, es decir, dos películas que funcionan como relatos autosuficientes y medianamente periféricos a la historia central. Han Solo es la segunda de ellas, después de Rogue One (2016). Todo transcurre, como siempre, “hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana”. Un “mucho” más “mucho” que hasta ahora, dado que en la línea temporal se ubica antes que Episodio IV, cuando el enfrentamiento entre el lado oscuro y el lado luminoso de la Fuerza recién establecía sus cimientos y Han (Alden Ehrenreich) ni siquiera se llamaba “Solo”. El film lo encuentra siendo un ladrón de poca monta que huye del planeta Corellia no sin antes prometerle a Qi’ra (Emilia Clarke) que volverá por ella cuando junte el dinero suficiente para concretar el sueño de comprarse una nave espacial. La obtención del Halcón Milenario, los inicios de su relación con Chewbacca y la justificación del apellido son algunos de los elementos que el film aporta al relato global de la franquicia. Pero esas referencias, lejos del guiño canchero que tanto celebran los wikifans, se amalgaman con naturalidad. Sucede que Howard es un director 4x4 que pasa de la adaptación de un best seller de Dan Brown (Inferno) a una película deportiva ambientada en la Fórmula 1 de los 70 (Rush: pasión y gloria) o a una de aventuras en el siglo XIX (En el corazón del mar) como quien se baja del colectivo para tomar un subte. Aquí ejecuta maniobras de piloto de tormentas, timoneando la nave entre las imposiciones de un guión de hierro y reduciendo la imaginaría visual a una escala humana, con escenarios reales en los que la interacción de los actores se construye delante de la cámara, y un andamiaje digital funcional y pertinente. Con esa estirpe old school a cuestas, Han Solo deja varias puertas abiertas para seguir completando los agujeros negros de una galaxia que, aunque lejana en tiempo y espacio, parece más cercana que nunca.
Recién en la segunda mitad de Han Solo: Una historia de Star Wars el protagonista, aquí, joven, tiene algo que no hereda -porque Harrison Ford lo encarnó en su mayoría de edad-, pero que sí le vimos antes. La manera en la que empuña su pistola. También, antes de que supiésemos que sería el cuñado de Luke Skywalker -y todavía antes de que llegaran los tiempos del empoderamiento, con la Princesa Leia a la cabeza-, Han Solo era el héroe a imitar. Entrador y simpático, solidario y galán, el mercenario y contrabandista rebelde tiene todo para ganarse el corazón del público. No tiene sangre real. Es uno más de nosotros. En manos de Phil Lord y Chris Miller (La gran aventura Lego) uno preveía que Han Solo: Una historia de Star Wars podía ser un festín. Humor, sí, guiños también, pero que los jóvenes iban a darle una vuelta de tuerca de 360 grados. Ya es historia: los despidieron tras rodar el 75% y le dieron la posta a Ron Howard, quien debió luego de su corte final hacer retomas por tres meses. El guión lo coescribieron Lawrence Kasdan y su hijo Jonathan: esto es, Lucasfilm apostó por lo conocido, por la vieja guardia, y si quieren renovación y cambio, mejor vayan a otra sala. Está, sí, cómo Han conoce a Chewbacca, a Lando Calrissian (Donald Glover), al jefe criminal Dryden Voss (Paul Bettany) y la relación que tiene con Tobias Beckett (Woody Harrelson). Se explica por qué se llama Solo, hay guiños y apariciones de personajes que veremos en otras películas de la saga troncal. Pero nada de spoilers. Han Solo: Una historia de Star Wars tiene la estructura del western. Del western clásico, como Silverado, que dirigió Kasdan padre. Es un grupo de subversivos e indomables (aunque del Imperio se vea poco), y haya duelos a pistola limpia, asaltos a trenes y corridas. Hay un protagonista excluyente, pero quienes lo acompañan hacen más que eso. No es que cada uno de ellos vaya a tener su propia saga -para qué tirar ideas-, cuando tampoco se sabe si Han Solo será solo una película. Alden Ehrenreich -quien vino a rodar Tetro, de Coppola, a la Argentina- tal vez no tenga demasiado carisma, Pero en ¡Salve, César!, de los Coen, jugaba a la comedia como un pésimo actor, y aquí no desentona. ¿Si esperábamos más de Han Solo? ¿Que Q’ira (Emilia Clarke, de Game of Thrones) no es ni por asomo una mujer de la que Solo pudiera enamorarse? Es cierto. Tanto como que la película arranca un tanto desconcertante -se entiende por la cantidad de manos que intervinieron- y que levanta vuelo como el Halcón Milenario en su segunda mitad.
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El segundo spin-off de Star Wars expande el Universo y resulta una agradable sorpresa Han Solo, el personaje interpretado por el mítico Harrison Ford, es uno de los más queridos y carismáticos del universo creado por George Lucas. Por eso, la idea de un filme sin el actor clásico que le dio vida en 4 largometrajes parecía una apuesta arriesgada. Sin embargo, Han Solo: una historia de Star Wars es una sólida película de aventuras que se nutre de la estética setentosa y retro de la saga original y que al igual que Rogue One se coloca un escalón por encima de los nuevos episodios de la serie. El filme presenta los orígenes de Han; su encuentro con su compañero de ruta Chewbacca; su primer cara a cara con Lando Calrissian; cómo se convirtió en piloto; y cómo consiguió el Halcón Milenario. Muchas de las acciones y anécdotas que se mencionaron en los episodios clásicos aquí toman cuerpo de manera natural y con muchos guiños para los fans y eruditos de la saga. De todas maneras, no es una película que deje afuera a los neófitos, por el contrario, la acción, el humor, los personajes y el romance, la hacen una historia inclusiva muy disfrutable. Play Alden Ehrenreich, en la piel de Solo logra un gran trabajo, no se limita a una imitación de Ford, por el contrario, si bien hay gestos y formas de moverse que reconocemos inmediatamente, el intérprete compone con personalidad a este "bandido irresistible". El elenco que lo acompaña no puede ser más sólido: Woody Harrelson (cada vez actúa mejor) como su mentor; Emilia Clarke (sensual y misteriosa); y sobre todo Donald Glover en el papel de Lando, el más atractivo de los personajes y quien se roba alguno de los mejores momentos. Ron Howard, un director de la vieja escuela, recrea una estética de western "a lo Sergio Leone" para algunas de las escenas de acción, momentos que incluyen un espectacular "robo a un tren" que mantendrá al espectador al borde de la butaca. La fotografía en tonos terracota y marrones, más el grano de la película y la sordidez de los escenarios redondean una dirección de arte de calidad, lejos de los artificios de los decorados digitales tan de moda en el género. Hay una secuencia muy lograda, en las trincheras en medio de un combate cuerpo a cuerpo, que parece extraída de un filme bélico, pero se extrañan algunas batallas espaciales y un poco más de información sobre el Imperio. Más allá de los detalles y de la inclusión de algún personaje de manera forzada, el filme es entretenido y respetuoso de los mitos Star Wars. Una historia de iniciación que augura una nueva saga paralela. Sí, Han hay uno solo… y en esta película está su espíritu.
Un Han Solo blandito Al igual que Star Wars (1977), Han Solo: Una Historia de Star Wars se nutre -sobre todo en su primer acto- de cine bélico. La gorra intergaláctica secuestra a la novia del joven Han (Alden Ehrenreich) durante el escape de su pueblo/ averno, y su deseo deja de ser el de solamente convertirse en un gran piloto para devenir en uno más solidario: volver para rescatarla. La solidaridad, la lucha de los oprimidos, las traiciones, y la voluntad de ser el mejor en lo que se hace son temas que vuelven, ecos de la original. Y así como vuelven temas, vuelve, sobre todo, su reformulación del western; incluso de forma más pronunciada –y en realidad menos reformulada- que en Star Wars. Después de la presentación del gran Woody Harrelson, seguramente una de las mejores caras de Hollywood, como infiltrado en las milicias del imperio, y luego de un escape de Han de una prisión clandestina militar en la que conoce a Chewbacca y donde se refuerza la idea de exprimir al máximo todo cabo suelto de la historia del personaje (metodología que arranca un par de escenas antes cuando descubrimos por qué Han Solo se llama así), la película muta del cine bélico al western. Y no para reutilizar ciertos elementos del género como se había visto en Episodio IV, sino para explotar muchos de sus lugares comunes; a saber: cantinas con juegos de cartas (en escenas que pierden muchísima fuerza, incluso una fundamental sobre el final, porque se trata de un juego sin sentido para el espectador), el asalto a un tren en movimiento, y un duelo esencial cerca del final, son sólo algunos de esos lugares comunes que se suceden, generalmente con éxito, durante casi toda la película. Por desgracia, y más allá de lo bien que se utiliza la estructura del western, las acciones se perciben con poca vida propia, demasiado calculadas, y con un personaje central que parece no tener mucho que ver con el original. Alden Ehrenreich nunca demuestra esa actitud mala onda inherente al personaje que sí sabía representar Harrison Ford. Y no es sólo una cuestión de actuación, el Han Solo que supimos conocer es un mercenario con algo de antihéroe, un cínico nihilista individualista que se mueve por la mosca que haya en juego. Por el contrario, este joven Han es un romántico con cara de buenazo que parece caer mal por boludo y no por antipático, y que lo único que parece compartir con el viejo Han es cierto espíritu infantil. Ehrenreich o Disney o Howard o quién sea, vacían a su objeto principal de contenido y lo reconfiguran como un posible héroe marveliano, alejándolo del viejo universo mítico de Star Wars. Tal vez, los buenos resultados de Episodio VII y Rogue One (2016) se deban, en parte, a que no explotan personajes conocidos de la saga (o al menos lo hacen por poco tiempo) y crean nuevos universos que se retroalimentan con la mitología original; algo que acá sólo se percibe en la cuasi ciberpunk y distópica ciudad de Corellia. La idea de contar la historia no conocida de personajes fundamentales ya había resultado fallida en la segunda trilogía (sobre todo en la historia de Anakin). Y vuelve a fallar en esta entrega en la que comienza a percibirse el agotamiento de la idea madre, que de todos modos la corporación Disney seguramente exprimirá hasta su última gota.
Oh! Han Solo Dirigida por Ron Howard y protagonizada por Alden Ehrenreich, Emilia Clarke, Donald Glover y Woody Harrelson, llegó finalmente a los cines Han Solo: Una historia de Star Wars. Sin lugar a dudas Star Wars es la saga más famosa de la historia y como sucediera con Rogue One hace dos años, pareciera ser que la práctica es una prueba y error mientras continúan expandiendo el universo con una nueva trilogía. En esta oportunidad la acción está centrada en la historia desconocida de Solo, emblema de la saga. Ehrenreich se pone en la piel de Harrison Ford (digamos todo, mucho de Han Solo es gracias al aporte del veterano actor), y conlleva la gran responsabilidad de pareserse y llevarnos hasta el origen de este rebelde piloto. La historia se va descubriendo de a poco y no es necesario ser fan de Star Wars para entenderla. La película no se vincula demasiado excepto por una escena en particular que ubica al spin-off en tiempo y espacio con el resto de la saga. Pero es como si nos invitara a todos a volver a cero. Vamos a conocer dónde creció, de quiénes se rodeaba, su encuentro con Chewbacca y el conocido jugador Lando Calrissian. La peӀícuӀa se sitúa muchos años antes que Han conociera a Luke Skywalker y a Obi Wan Kenobi en Una nueva esperanza (1977) y mucho antes de los acontecimientos ocurridos en Rogue One (2016). El alejamiento de Phil Lord y Christopher Miller de la dirección de Han Solo, por diferencias creativas con Disney, seguramente marcó un cambio radical en lo que sería el film y lo que llegamos a ver hoy en pantalla grande. El último tercio es el más claro ejemplo de donde se puede llegar a apreciar la mano de Ron Howard: la acción se apodera de la historia y sabemos que definitivamente a Howard le sienta bien la velocidad. Luego de su corte final debió hacer retomas por tres meses y seguramente este haya sido su ingrediente principal. Respecto a las actuaciones, Ehrenreich está muy bien en su personaje y se nota que ha trabajado para simular los movimientos de Harrison Ford (incluso lograron el detalle de la cicatriz en el mentón). También la falta de tanto chiste hace que el actor de Hermosas criaturas (2013) y ¡Ave, César! (2016) pueda lucirse. Emilia Clarke curiosamente también logra llevar bien su personaje de Qi’Ra. Y quizás sea uno de los caracteres más misteriosos del film. El guion de Lawrence Kasdan y Jon Kasdan tiene mucho de “La isla del tesoro”, de Robert Louis Stevenson, Los imperdonables, de Clint Eastwood, Fuego contra fuego, de Michael Mann y El gran Lebowski, de los hermanos Coen. Aún con estas referencias, le cuesta mucho despegar a la película y se toma su tiempo para otorgarle identidad a los personajes. Tampoco es trascendental el soundtrack, que en la saga es otro personaje principal. Han Solo es un experimento que no llega a decepcionar pero no escapa de la normalidad de una película de aventuras. Mantiene la estructura del western clásico y arranca de forma incómoda, pero finalmente levanta vuelo.
El universo de Star Wars y sus personajes es vasto y eso Disney lo sabe y lo aprovecha ahora más que nunca. Precuelas, secuelas y spin offs, todo vale cuando se trata de, por un lado conformar al más ferviente fanático que nunca se cansará de que lo continúen alimentando, a que diferentes generaciones sigan conociendo estos mundos, y, por el otro, aprovecharlo como la máquina de hacer dinero que es. La nueva película del universo de Star Wars nos lleva a conocer los inicios de Han Solo, uno de los personajes icónicos y más queridos en gran parte gracias a la interpretación de Harrison Ford (que hasta se permitió regresar varias décadas después para "The Force Awakens"). En la película en cuestión, dirigida por un ganador de los premios Oscar y alguien que ha sabido llevar adelante blockbusters pero también películas más chicas, Ron Howard, Han Solo es joven y es interpretado por Alden Ehrenreich, un rostro que hasta el momento no era demasiado conocido aunque ha trabajado con Francis Ford Coppola ("Tetro" y "Twixt"), Chan-wook Park ("Stoker"), los hermanos Coen ("Salve César") y Woody Allen ("Blue Jasmine"). “Han Solo: Una historia de Star Wars” se encarga de brindarle no entidad (porque Ford y George Lucas se encargaron de hacerlo) sino un poco de historia y pasado al personaje. Detalles como cómo consiguió el apellido Solo, cómo fue que consiguió el Halcón Milenario y hasta cómo conoció a su luego inseparable compañero Chewbacca. El film comienza con Han escapándose del planeta donde parece condenado a un mundo de delincuencia para alimentar los bolsillos de alguien más, cualquiera menos el suyo. Junto a su amada Qi’ra (Emilia Clarke) intentan escaparse, persecución mediante, pero sólo él logra salir. El tiempo lo encuentra como soldado bajo las órdenes del imperio y allí conoce a otra dupla de delincuentes (unos desaprovechados Woody Harrelson y Thandie Newton). A Han Solo lo llama siempre la aventura. No puede quedarse quieto, necesita salir y probar(se) que hay algo más allá. Después la trama presenta diferentes situaciones y personajes: entra en escena un villano interpretado por Paul Bettany, el esperado encuentro con Qi’ra, la aparición de Lando Carilssian (un muy carismático Donald Glover), una misión que parece imposible… Parece ser cierto que a pesar del abandono del proyecto por parte de Phil Lord y Chris Miller aludiendo a diferencias creativas, Ron Howard, con un guión escrito por Lawrence y Jonathan Kasdan (el coguionista de “El Imperio Contraataca” y su hijo), entrega un film de aventuras entretenido y sólido que funciona como unidad más allá de tornarse bastante predecible. La interpretación de Ehrenreich es bastante buena pero difiere un poco del Han Solo que conocemos, más arrogante y creído. Acá, Solo es más joven y probablemente todavía no vivió todo lo que tuvo que vivir para convertirse en el Solo de Ford. La química entre el actor y Clarke no termina de funcionar y por lo tanto esa relación no logra tomar suficiente entidad. No están ni R2D2 ni C3P0 ni BB8, claro, pero hay un personaje androide secundario y femenino (dato vital para lo que tiene que decir) que logra generar momentos entre graciosos y simpáticos. A la larga, “Han Solo: una historia de Star Wars” es un entretenido film de aventuras y cumple con esa función de entretenimiento. Pero al mismo tiempo es uno de los síntomas de la sobreexplotación que la saga está comenzando a sufrir desde que Disney se apoderó de ella. A nivel historia, el film no termina aportando casi nada, más bien detalles. Dentro del universo de Star Wars resulta prescindible.
El nuevo spin off de la franquicia Star Wars, "Han Solo", se favorece de tener entre sus firmas nombres pertenecientes al más clásico Hollywood de los blockbusters. ¿Cuánta agua corrió desde que se anunció la venta de Lucasfilm, y por consiguiente su franquicia principalísima "Star Wars", a manos de Disney? Desde el estreno de Episodio VII en 2015, transcurrieron tres films y otros productos como series animadas que ampliaron este inagotable universo. Las dudas sobre qué haría el emporio del ratón con la saga creada por George Lucas se han ido disipando y algo va quedando claro, Disney busca lucrar, como cualquier empresa, y "Star Wars" es una mina de oro. Lucas también buscó lucrar desde el principio, pero por lo menos es el padre de la criatura. Habiendo asumido esto sin falsos romanticismos, hay que decir que el Disney de "Star Wars" ha tenido altas y – por lo menos para quien escribe la primera – baja. A cómo serían los nuevos episodios, se le sumó la “controversia” de los spin off. "Rogue One" funcionó muy bien, con una épica increíble, mucho dramatismo, y probablemente la mejor escena de Darth Vader desde "El Imperio contraataca". Pero "Han Solo" es otra cosa. Ya no se trataba de la historia de los mártires que inauguraron la primera rebelión contra el Imperio, sino la historia del humano con más carisma de toda la galaxia, el (¿anti?) héroe de chicos y chicas; para colmo, muy identificado con un actor. Por suerte, "Han Solo" es bien diferente a "Rogue One". Para dejarlo en claro antes de explayarme, si "Rogue One" fue "El Imperio Contraataca" del Siglo XXI, Han solo es "El regreso del Jedi" de la misma generación. En las otras experiencias Disney de "Star Wars", el espectador ya más o menos sabía qué iban a contar. Era ir a ver en pantalla aquello que ya nos habíamos imaginado. "Han Solo" presenta ese nuevo desafío, salvo que uno sea muy lector y espectador televisivo del universo expandido de "Star Wars", Han Solo era un enigma de historia a descubrir alrededor de un par de personajes conocidos. Así, plagada de desafíos transcurre esta nueva experiencia de la franquicia. Primera parada, su historia es bien sencilla. Olvídense de las complejidades de películas anteriores de "Star Wars". "Han Solo" es entretenimiento, y todo lo que se cuenta está al servicio de ese fin. Más bien conviene verla, disfrutarla. Este Han Solo de Alden Ehrenreich (otro gran interrogante) es una mezcla de Harrison Ford con aportes propios. Sí, tiene cosas lógicas del Han de Harrison Ford, hasta le hicieron la misma hendidura en el mentón para que pueda imitar sus gestos. Pero Ehrenreich también hace suyo al personaje, le aporta un carisma propio, y cierto andar particular, no es una simple copia del original. Es más, hasta por la aventura que vive, este Han Solo no solo recuerda a ese Harrison Ford, sino al de Indiana Jones. Estamos más que nunca frente a un cazador de tesoros y básicamente de eso se trata la nueva película. Ubicada antes de la trilogía original y de "Rogue One" (hay un datito que nos dirá justo dónde se ubica en la línea de tiempo, pero si buscan que se los diga, no, sólo genero expectativa). A la aventura de Han Solo se le sumará un nuevo compañero, Beckett (Woody Harrelson, un actor que merecía su lugar en esta saga) con casi tanto carisma como Solo, unidos por la desgracia. Mediante la búsqueda y rescate de una codiciada fuente de energía, se irán presentando distintos acontecimientos que todos queríamos ver desde que vimos "Star Wars" por primera vez. Al encuentro de Han con Chewbacca (mejor que nunca) y su unión en dúo indisoluble; el otro encuentro con Lando Carlissian (Donald Glover, algo más atado a los convencionalismos pre escritos de su personaje blaxpoitation), y la conquista del Halcón Milenario. También conoceremos a su primer gran amor pre Leia, la carismática (sí, acá el carisma abunda) Qi’ra (Emilia “sonrisa indestructible” Clarke), y el nuevo androide con personalidad, hazte a un lado BB8, amen a L3-37. También tendremos a un villano, Dryden Vos (Paul Bettany), que no será de mayor importancia en la historia global, pero acá cumple su función dentro de una historia en la que el foco no es el destino sino el viaje. ¿Cuál es el mayor acierto de "Han Solo"? Contar entre sus filas con gente de la mejor época del Blockbuster hollywoodense. Luego de la experiencia Rian Johnson en Episodio VIII, que parecía haber encarado la película sin haber visto las anteriores, Han Solo pisa sobre seguro. Son conocidas las dificultades que tuvo su realización por cambio de director y guionistas. Haber optado por Ron Howard y Lawrence Kasdan (que conoce "Star Wars" casi tanto como George Lucas) junto a su hijo Jonathan, le aseguraron a "Han Solo" un ritmo de aventura clásica que la hace deliciosa. "Han Solo" posee un ritmo trepidante, emocionante, vigoroso, pero no abruma. Mantiene un primer tramo más lento, algo oscuro, para luego arrancar a todo ritmo, y se toma su tiempo para descansar y que conozcamos más de los personajes. Su poco más de dos horas, pasan volando y dejan deseos de más. No hay ni un montaje vertiginoso, ni humor canchero de referencias pop. Sí mucho humor, efectivo, del bueno, de ese que nos hace acordar a los buenos films de aventuras ¿Alguien dijo "Flash Gordon"? Su diseño de arte y vestuario, y lo colorido de su fotografía es otro de los puntos más altos. Simplemente maravilla. Han Solo se ve con los ojos de chico, invita a aplaudir, a reír, y a saltar de la butaca. Todo lo que nos despertó "Star Wars" alguna vez. Afortunadamente puede ser disfrutada tanto por fans como por recién llegados. Dejando atrás, la debatible "El último Jedi", "Han Solo" nos demuestra que "Star Wars" es material de aventura inagotable y variada. Una propuesta así, que nos recuerde por qué el cine es un gran espectáculo, es justo lo que esta franquicia estaba necesitando.
George Lucas y luego Steven Spielberg lograron convertir a Harrison Ford no en uno, sino en dos íconos de la cultura pop: Indiana Jones y Han Solo. Para eso fue imprescindible la participación de Lawrence Kasdan, quien justamente debutó como guionista en 1980 con la imbatible "El Imperio contrataca" casi inmediatamente Kasdan se ocuparía de escribir "Los cazadores del Arca Perdida", convirtiendo a Ford en Indiana Jones. La misión imposible de armar una precuela no conectada a las trilogías previas de la franquicia sólo es posible gracias al guión de Kasdan, O mejor dicho, de los dos Kasdans, dado que Lawrence co-escribe junto a su hijo Jonathan, quien desde su infancia actuó en films de su padre como "Silverado". La mención a esa película que revivió el western no está de más: los Kasdan concibieron esta "Historia de Star Wars" más como una irónica mezcla de western y film noir que como una auténtica historia biográfica destinada a explicar el no muy interesante pasado difícil que terminó depositando a Han Solo al lado del peludo Chewbaka en su famosa nave espacial. Casi percibiendo que el joven Solo Alden Ehrenreich- jamás podráa ser tomado en serio por nadie que recuerde a Harrison Ford; los guionistas enfocaron la Fuerza en las malas influencias, por ejemplo, de Woody Harrelson que parece salido de un western de Aldrich al estilo "Veracruz"- o Paul Bettany, casi una réplica del Kirk Douglas del policial negro "Out of the past" de Jacques Tourneur. En este sentido, la femme fatal Emilia Clarke ("Games of Thrones") casi apenas supera el nivel del Solo Ehrenreich. En cambio, el joven ladino Lando Carlissian, encarnado por Donald Glover, se roba cada escena, casi al nivel que su antecesor Billy Dee Williams (otra vez de "El Imperio contraataca"). SI bien "Han Solo" no es del todo pareja, Ron Howard logra muchas escenas memorables, empezando por un impresionante robo a un tren y un enfrentamiento contra una especie de monstruo lovecraftiano.
Han Solo: Una Historia de Star Wars, de Ron Howard Por Hugo F. Sanchez Para los fanáticos de Star Wars hay algunas cuestiones que adquirieron por derecho propio la categoría de canon, una de ellas es que Han Solo es uno de sus personajes más carismáticos, cool y querible de la saga, una suma de cualidades definitivamente ligadas al carácter que le dio Harrison Ford. En ese sentido un spin-off para contar los orígenes de uno de los héroes más festejados de la multitudinaria comunidad geek era una apuesta arriesgada de Disney –hay que recordar que George Lucas vendió su empresa Lucas Film a Walt Disney, que incluyó a Star Wars en el paquete- en principio y fundamentalmente porque alguien tendría que interpretar al icónico personaje cuando era joven. Y claro, nadie, pero nadie, iba a estar a la altura del gran Harrison Ford. La buena noticia es que si bien no es fácil ponerse en la piel del legendario contrabandista y aventurero, Alden Ehrenreich (La excepción a la regla, de Warren Beatty; Salve César!, de Joel y Ethan Coen) merece una oportunidad porque demuestra un carisma que todavía no alcanzó su techo. Se trata entonces de la vida de Han Solo, que desde su entrada triunfal en el comienzo de la saga solo se sabía de su espíritu aventurero, su amistad con el peludo Chewbacca y claro, tratándose de Star Wars, de su legendaria nave El Halcón Milenario. Sin grandes sorpresas, se comprueba que Han creció en un medio hostil, que se las arregló para sobrevivir, que conoció el amor temprano con Qi’Ra (Emilia Clarke), que tuvo un accidentado encuentro con Chewbacca en donde forjaron un lazo para siempre y que involuntariamente, su presencia fue decisiva para el financiamiento de la seminal resistencia contra el imperio galáctico. Ehrenreich acierta al darle un tono ingenuo al personaje y Ron Howard hace lo correcto al mostrar el aprendizaje del futuro héroe rebelde, una escuela forjada en aventuras por calles de varios planetas periféricos de la galaxia y una capacidad de incuestionable para meterse en problemas. Lo cierto es que Han Solo es tan dinámica como cualquiera de las películas que la preceden del gigantesco universo de Star Wars pero con un director de indudable oficio como Ron Howard, la película es un buen relato que encaja correctamente pero carece del brillo que se espera de cualquier capítulo de la saga, es decir, tiene todos los elementos para ser un muy buen film de aventuras pero que no está a la altura de una mística que se viene contruyendo desde hace más de cuarenta años. HAN SOLO: UNA HISTORIA DE STAR WARS Solo: A Star Wars Story. Estados Unidos, 2018. Dirección: Ron Howard. Guión: Lawrence Kasdan y Jonathan Kasdan. Elenco: Alden Ehrenreich, Joonas Suotamo, Woody Harrelson, Emilia Clarke, Donald Glover, Thandie Newton, Phoebe Waller-Bridge, Paul Bettany, Jon Favreau, Linda Hunt. Producción: Kathleen Kennedy, Simon Emanuel y Allison Shearmur. Distribuidora: Buena Vista. Duración: 135 minutos.
Tengo un mal presentimiento sobre esto Después de varios problemas e interrogantes con su producción; un cambio de director y falta de información que se tuvo sobre el film a pocos meses de estrenarse, Alden Ehrenreich (Han Solo) visita los rincones más recónditos de la galaxia mientras conoce tanto a villanos como amigos, en un film donde nada ni nadie es lo que dice ser. Las dudas por la calidad actoral de Ehrenreich al encarnar a un personaje tan especial bajo la sombra de Harrison Ford, y la incertidumbre por el cambio de director en medio de la filmación, se vieron opacadas por un elenco que supera con creces cualquier team-up visto hasta la fecha. Qhi’ra (Emilia Clarke), Beckett (Woody Harrelson) y el carismático Lando Calrissian (Donald Glover) se topan en el camino de Han para desentrañar el mundo de los estafadores, entre alianzas, traiciones y promesas con poco vuelo. Definitivamente, el nombre de “Una historia de Star Wars” le sienta bien al largometraje enfocado en los primeros pasos del cazarrecompensas devenido héroe, Han Solo. El film recorre escenarios de todo tipo, personajes y seres de distintos lugares siguiendo la línea aventurera tan característica de la franquicia que George Lucas dejó en evidencia con A New Hope (1976). Bajo esta impronta, Han Solo se desenvuelve como un western especial en el que nadie es tan bueno. En su narrativa, los actos de Han Solo exponen el cambio de director y los reajustes con un primer acto un poco largo y no tan entretenido como se podía pretender. Con la inclusión de nuevos personajes en su segundo acto, el film cambia el ritmo para ser una película más entretenida y divertida, con grandes escenas de acción y aventura. Con muchos gags y referencias al futuro, Solo expone ciertos detalles de la personalidad del personaje que explican las motivaciones que vemos en un desinteresado Han en Una Nueva Esperanza y como comienza su camino del anti-héroe más adelante. Sin embargo, cada aspecto de las distintas aristas relacionadas a la mitología del personaje que se desarrolló en distintas películas, tuvo el cuidado necesario. Por ejemplo en el primer encuentro con su inseparable amigo Chewbacca, las partidas de sabacc por el Millenium Falcon o el homenaje elocuente de Han Shoot First, tan polémico y hasta censurado por el propio George Lucas en la remasterización de Episodio IV. Han Solo: Una Historia de Star Wars reúne todos los condimentos necesarios para generar un producto a la escala de la franquicia, pero se queda a mitad de camino por no tener un guión que la sostenga de forma más sólida. Más que una actuación correcta, Ehrenreich no logra llegar al espectador, con él ocurre algo diferente al carisma y energía en pantalla que brinda Donald Glover (Atlanta). Así y todo, Han Solo: Una Historia de Star Wars es una historia entretenida, digna de los viejos westerns, con un gran elenco que la acompaña y la ayuda a mantener el equilibrio cuando su guión no lo hace. Una película que pudo haber sido más, pero por los problemas en su realización no lo fue, a solo 12 parsecs de perderse de la vista de los no tan fanáticos.
Una precuela muy esperada, precedida por escándalos, como el despido de sus dos directores originales Phil Lord y Chris Miller (“Lego Movie”, “Lluvia de albóndigas”) que provocaron una expectativa de algo innovador con respeto al origen de la historia de Han Solo. Pero protestas de los guionistas, Jonathan y Lawrence Kasdan y de los actores por cambios en el guión y profusión de retomas, provocaron que los despidieran y contrataran de apuro al eficaz, útil y prolífico Ron Howard. El film no asume riesgos pero es entretenido, divertido y permite saber como fue el encuentro de Solo con Chewbacca, como se ganó su legendaria nave en una partida de naipes a Lando Calrissian (un muy bueno Donald Glover). En ese inicio de la historia se cruza con el amor de Qi`ra (Emilia Clarke lejos de “Game of thrones”), con un bandido, el impagable Woody Harrelson (como Tobías Beckett) y una droide L3-37 (hecha con captura de movimientos con Phoebe Waller-Bridge) que es un hallazgo. Con galaxias lejanas, efectos especiales, pero muchos guiños al westerns muy bien logrados (duelos, asalto al tren) la aventura esta garantizada. A pesar de durar mas de dos horas, entretiene todo el tiempo y cumple con las expectativas de los seguidores y probablemente inicie una saga propia, tiene humor, soltura y nada de solemnidad. El tema para los más grandes es aceptar que Han Solo tiene otra cara, la del empeñoso Aiden Ehrenreich, que es buen actor y hace lo suyo de buen modo, aunque los nostagiosos sepan que Harrison Ford es irremplazable. Pero después de dolor de ver la muerte de Solo, este renacimiento bien vale aceptar a este joven y talentoso actor.
“Solo: A Star Wars Story”, (2018) es la precuela que nos adentra en la juventud de Han y para ésto la película está ambientada antes de “Rogue One”. Aquí conoceremos al personaje que le dio cuerpo y voz en cuatro películas Harrison Ford, ésta vez de la mano de Alden Ehrenreich, un actor con mucha personalidad. En éste nuevo film veremos cómo conoce a su gran compañero Chewbacca (Joonas Suotamo), su relación amorosa con Qi’ra (una morocha Emilia Clarke) y cómo llega a convertirse en el gran piloto que termina siendo, valiente y audaz. Con guión de Lawrence Kasdan junto a su hijo Jonathan, y dirección de Ron Howard (después de pasar por otras manos) la entrega es la de un film clásico para los amantes de la saga con actuaciones donde sobresalen nombres como los de Paul Bettany, Woody Harrelson y Donald Glover. Sin dudas una película simple, en donde Han es separado de su amor, se une a las fuerzas imperiales y su único deseo es comprar una nave para rescatar a su amada. Suceden algunas otras cuestiones que no voy a spoilear, porque la idea es que vayan al cine...El film cuenta con una gran dirección de arte, fotografía y actuaciones, sobre todo de su protagonista, ya que no debe ser nada fácil ponerse en la piel de un ícono como Ford. Supieron rodearse de un buen elenco y en conjunto lograron una película entretenida, con momentos de humor, aventura y mucha acción. La música es una mención aparte, apenas empieza a sonar, enciende motores, pude comprobarlo. Fanáticos, no se la pierdan. ---> https://www.youtube.com/watch?v=jPEYpryMp2s ---> TITULO ORIGINAL: Solo: A Star Wars Story ACTORES: Alden Ehrenreich, Emilia Clarke. Woody Harrelson, Donald Glover, Thandie Newton, Phoebe Waller-Bridge, Joonas Suotamo, Michael Kenneth Williams, Paul Bettany. GENERO: Ciencia Ficción , Aventuras , Acción . DIRECCION: Ron Howard . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 134 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años con reservas FECHA DE ESTRENO: 24 de Mayo de 2018 FORMATOS: D-BOX, 4D, 3D, 2D.
Está ambientada antes que Rogue One. Han Solo ahora se encuentra representado por Alden Ehrenreich (personaje que lo hizo Harrison Ford), este joven tiene mucho carisma, es simpático y tiene estilo, infaltables Chewbacca (Joonas Suotamo), muestra como se conocen, se roba todas las escenas, otros personajes que se destacan: Donald Glover (como Lando Calrissian), Emilia Clarke (como Qi’Ra), Woody Harrelson (Beckett), entre otros. Esta es una gran historia de aventuras y ciencia ficción, con toques de western pero galáctico, estupendos efectos especiales, grandes batallas, persecuciones, estupendas secuencias de acción, dinámica, visualmente deslumbra, la frescura de sus personajes, varias sorpresas, entretiene y con el gran talento del cineasta Ron Howard, el ganador del Premio Oscar por “Una mente brillante” (2001). Por supuesto hay villano, bandoleros galácticos, tiene muchos guiños, contrastes de humor, hay nostalgia, es divertida, muy bueno el casting, cumple con una buena fotografía (Bradford Young, “Selma”, “La llegada”) para un premio junto a su banda sonora (John Powell, “Shrek”, “Rio”), aunque su guión es algo flojo y algunos momentos se extienden demasiado. Atentos a un cameo cerca del final.
Ironías del Star Wars pos-Disney: la película con el trailer menos atractivo, y por varios puntos la menor expectativa (convengamos que es difícil llenar los zapatos de Harrison Ford) es, finalmente, la más sorprendente. No porque sea algo distinto (de hecho, todo lo bueno que se puede decir sobre el film no le quita lo innecesario), sino porque es una digna entrada en el mundo creado originalmente por George Lucas, y eso se debe a que reconoce cuál es su lugar en la saga, y decide tomarlo de manera lúdica. Para evitar el fracaso, si uno lo piensa bien, esto no podía ser de otra manera: Han Solo siempre fue, por lejos, el personaje más “cool”, irreverente -por ende divertido- de esa galaxia muy lejana, y es algo bueno que los realizadores modernos no hayan traicionado la esencia del personaje. Si bien la película tiene un comienzo que trastabilla y tarda en despegar, cuando lo hace se toma el entretenimiento en serio, a la vez que sin olvidar la importancia de un buen desarrollo de personajes. Han (Alden Ehrenreich) es harto conocido por el público, al igual que lo son Chewbacca y Lando, pero no sucede lo mismo con Beckett (Woody Harrelson), Qi’ra (Emilia Clarke) y el simpático androide L2 (voz de Phoebe Waller-Bridge), que afortunadamente obtienen el peso que necesitan, como para convertirse en nuevos importantes nombres del Universo Star Wars. Como era de esperarse, hay mucho de “fan service” en la historia ideada por Jonathan y Lawrence Kasdan: desde cómo se conocieron Han y Chewie en situaciones bastante adversas, hasta cómo obtuvo el protagonista su mítico Millenial Falcon, pasando por el momento exacto en que se convirtió en un forajido de la ley. Todo está ahí, y también un poco más: lo interesante llega cuando el film se convierte en una película de robos, en el momento en que Han se une a un equipo de ladrones que debe obtener un preciado material para su jefe, el tirano Dryden Vos (Paul Bettany). Cuando el atraco termina, la dirección pega otro giro, y por momentos estamos ante un western. Así, lejos de la solemnidad y “gusto a poco nuevo” que caracterizó a las más recientes entradas en la saga, Han Solo se ubica más cerca del espíritu original de los films de George Lucas: hay seres extraños que cantan (esta vez, no en una cantina sino una fiesta de gala), monstruos gigantes que aterrorizan a la tripulación del Millenial Falcon, amenazas tangibles y reales pero que no necesariamente tienen que ver con una Estrella de la Muerte, y mucha acción y despliegue visual que, por suerte, en ningún momento pierde su color ante del drama de lo ya demasiado conocido (el ejemplo más infame de ello fue el olvidable capítulo de Rogue One). Han Solo, por el contrario, sabe que no tiene mucho nuevo por contar y por ello se concentra en el entretenimiento. Ron Howard, un director que empezó a la par de George Lucas, sabe mucho acerca de cómo divertir al público en una gran producción como la que aquí le toca, y su oficio se nota. Quizás haya sido él, junto a un par de buenas decisiones del guión de los Kasdan y las correctas interpretaciones del elenco, el motivo por el cual esta historia termina funcionando.
Respetando el tono Clase B del episodio original de la saga y combinándolo con el espíritu aventurero de la serie “Indiana Jones”, esta película cuenta la historia del joven Han, muchos años antes del inicio de “La guerra de las galaxias”. Más de 40 años atrás, antes de convertirse en un mastodonte épico de la cultura pop, STAR WARS fue una relectura de los seriales de clase B de los años ‘30. Esa simpleza y tontería iniciales parecen haberse olvidado en esta época en la que se analiza cada filme de la saga como si fueran las Tablas de la Ley bajadas por los herederos del Monte George Lucas. En cierto modo, HAN SOLO: UNA HISTORIA DE STAR WARS intenta devolverle a la empresa esa inocencia un tanto perdida. Tomando esa inicial pasión como referencia y tendiendo un puente hacia la otra gran saga de la dupla Lucas/Spielberg, el director Ron Howard (que tomó las riendas de la despedida dupla Lord/Miller y que se formó en similar escuela a la de Lucas, quien lo dirigió como actor en AMERICAN GRAFFITI) utilizó esta “origin story” para hacer lo que muchos querían o esperaban que hiciera con Han Solo: una película de Indiana Jones. Ese es el espíritu que ronda a la película: trazar una genealogía imaginaria en la que Han Solo e Indiana Jones terminan uniéndose ya no sólo en el rostro de Harrison Ford sino en la propia ficción de STAR WARS. Alden Ehrenreich, en ese sentido, resulta una elección ideal para el papel, ya que logra darle una identidad personal al personaje pero a la vez manteniendo el carisma clásico del antihéroe de respuestas rápidas, ironía y acidez a prueba de todo. La película funciona, también, gracias a su performance y a la de Donald Glover como Lando Calrissian: en los intercambios cómicos entre ellos HAN SOLO recaptura parte de ese espíritu clásico. La película casi no se cruza, al menos en su trama, con los grandes asuntos de STAR WARS. El Imperio, la Rebelión y otros grandes hitos de la saga aparecen poco y nada aquí. Sí, es cierto, la producción se vio tentada —quizás demasiado tentada— a incorporar Grandes Momentos de la Historia Star Wars a su catálogo de escenas. Así sabremos cómo Han recibió su apellido, como conoció a Chewbacca, cómo se hizo del Millennium Falcon y otras cosas que no se sabían bien (o no se sabían del todo bien) cómo habían aparecido en la saga. Tal vez no sean realmente necesarios a la película pero son momentos inevitables de la leyenda de STAR WARS. El filme arranca a media res, como es habitual en STAR WARS, con Han escapándose del planeta Corellia junto a Qi’ra (Emilia, “la Reina de los Dragones”, Clarke). Como sé que muchos prefieren no enterarse nada de la trama, no contaré mucho más. Hay una fuga entre ambos frustrada, la educación militar de Han bajo las órdenes del Imperio y una misión que los reunirá a ellos dos y que incorporará a otros de los grandes protagonistas de esta historia: Chewbacca, Lando y unos personajes, nuevos y no tanto, que no develaré acá… Cuando logra calmar su acelerado e hiperventilado inicio y los personajes se unen para la misión principal que habrán de llevar adelante a lo largo de esta película, HAN SOLO encuentra su ritmo: una película de género con un plot tan poco importante como debe serlo en estos casos (algo ligado a un combustible azul, clásico McGuffin hollywoodense si los hay) y que sirve como motivo de propulsión para que los personajes se vayan desencontrando y reencontrando, algunos se pierdan en el camino y se aprendan algunas lecciones de vida que servirán para más adelante. Todo esto, claro, en medio de escenas de acción y suspenso que no sorprenden particularmente por su espectacularidad (salvo una de ellas) sino por su prototípica y controlada simpleza. Desconozco si los fanáticos de STAR WARS apreciarán la sencillez –no digamos del todo clásica, pero sí atravesada por ese espíritu– de HAN SOLO. Como me pasó con el último episodio de la saga, mi opinión no suele coincidir con la de los supuestos guardianes de la verdad galáctica. No tiendo a pensar en términos de toda la trama sino de películas en lo individual y particular. Y en ese sentido, HAN SOLO funciona y se disfruta. Para los que crecimos en paralelo a la saga, la mejor forma de explicarlo es la siguiente: HAN SOLO es –al menos en su espíritu, no en su producción– más una historia de LA GUERRA DE LAS GALAXIAS que una de STAR WARS.
Cuando salió la entrega original de Star Wars allá por el año 1977, el personaje de Han Solo se volvió una celebridad de la noche a la mañana. Más de 40 años después de esa película, tiene su protagónico en el film Han Solo: Una aventura de Star Wars. Han vive en un planeta donde se construyen naves, al servicio de una jefa tirana que, a cambio de protección, le exige a él y a los otros que están bajo su tutela que roben para ella. Cansados de esa vida, Han y su novia Qi’ra se preparan para huir, pero el plan fracasa y ella no puede escapar. Tres años después, aún decidido a volver a buscarla, Han Solo se embarca en una misión con el contrabandista Beckett quien le promete un botín que le permitirá comprar la nave con la cual pueda rescatar a su novia. En el camino, conoce a los personajes con los cuales en la saga original compartió las aventuras que todos conocemos. Hace unos años cuando Disney adquirió la franquicia de Star Wars, sus productores prometieron una película de la saga por año y fueron cumpliendo, intercalando filmes que continúan la historia donde las dejó El regreso del Jedi (Return of the Jedi, Richard Marquand) con historias que ocurren en el mismo universo y que están, de una forma u otra, relacionadas con la trama de la línea de tiempo original. El film sobre Han Solo se inscribe en esta última categoría. A diferencia de su predecesora, Rogue One (Gareth Edwards) este film no tiene un guion sólido donde apoyarse. Ya desde la primera secuencia se nota que el film apunta solamente a satisfacer a los fans incondicionales del universo de Star Wars, pero que de historia no hay que esperar nada. El film es una sucesión de lugares y acciones que no tienen mucha elaboración ni correlato, ni siquiera sirven para que uno pueda regodearse con paisajes conocidos o estéticas deslumbrantes como pasó otras veces. El elenco es, sin dudas, uno de los puntos más flojos de esta entrega. Woody Harrelson, en el papel de Beckett, repite gestos de sus apariciones televisivas constantemente, y él era el único que podía salvar al reparto. Alden Ehrenreich, en el papel protagónico, no sólo no construye el personaje en ningún momento sino que, además, no se parece en nada a Harrison Ford, que en otra película no sería tan importante, pero en una saga en que todo apunta a la nostalgia se vuelve una pérdida difícil de reparar. La película se encuentra, sin embargo, plagada de guiños y frases de las entregas anteriores, cosa que seguramente a los fans enloquecerá de alegría, pero que lamentablemente pasan desapercibidas al público medio y molestan al público más entendido pero menos incondicional.
Se pueden quedar tranquilos, Han Solo: Una historia de Star Wars es una épica espacial con momentos arrolladores, a la altura del mito creado por George Lucas. La película dirigida por Ron Howard se encarga del nacimiento de los personajes más carismáticos y entrañables de Star Wars, y el resultado es más que satisfactorio. La principal sorpresa es el actor Alden Ehrenreich en el papel de Han Solo, que hace que nos olvidemos por unas horas de Harrison Ford, quien parecía irremplazable en el papel del contrabandista y mercenario rebelde más famoso de la galaxia. Ehrenreich se gana el corazón del público con carisma y talento, y logra que identifiquemos de inmediato al personaje con su rostro, con sus poses, con su optimismo capaz de cruzar las fauces del universo montado en el Halcón Milenario como si estuviera yendo a comprar pan. El filme cuenta, además, con un Chewbacca más querible que nunca, con personajes secundarios que encajan en la historia a la perfección, con una Emilia Clarke (en la piel de Qi’ra) que logra transmitir varios sentimientos (miedo, desconfianza, tristeza, enamoramiento), y con un Woody Harrelson correcto como siempre (en el cuerpo de Tobias Beckett). Si bien la película es un spin-off, funciona también como una precuela, ya que la historia retrocede en el tiempo para contar la juventud de Solo, es decir de dónde viene, cómo es que llega a donde llega, cómo conoció a su mejor amigo, de dónde salió la nave en la que viajan. Han Solo: Una historia de Star Wars es una sólida película de aventuras con look de western galáctico posapocalíptico, que hasta coquetea con el género bélico. Howard demuestra tener pulso para la aventura y tacto para distribuir el humor. Los efectos especiales casi no se notan, todo parece físico y analógico. Las escenas de acción son vibrantes y las coreografías transmiten el vértigo justo y necesario. Mientras que las clásicas partituras de John Williams, a cargo de John Powell, se inmiscuyen imperceptibles pero efectivas. Lo mejor del filme es que se preocupa por distinguir el bien del mal, los buenos de los malos, porque entiende que la ética es importante. Han Solo sabe muy bien a quién tiene que defender y por quién tiene que luchar, y no teme salir a robar para sobrevivir. Han Solo: Una historia de Star Wars es ejemplar porque está claramente del lado de los desposeídos; porque lucha por la igualdad de género; porque confía en la bondad de sus personajes y porque es esperanzadora. Han Solo realmente no está tan solo y ahora tiene una misión importante. La historia seguramente continuará en otra entrega. Pero la leyenda ya la conocemos.
Después de tanta controversia, finalmente pudimos ver la aventura en solitario de Han Solo, aquel carismático y querible contrabandista, que nos muestra sus orígenes en este film que resulta ser mucho más entretenido y logrado de lo que anticipaban los dilemas por los que atravesó su producción. Como bien sabrán, “Solo: A Star Wars Story” (2018) tuvo un proceso de realización bastante turbulento y atolondrado. Lucasfilm decidió reemplazar a la dupla directora Phil Lord & Chris Miller (“Lego Movie”) luego de varios meses de rodaje, por el experimentado cineasta Ron Howard (“A Beautiful Mind”). Ambas partes le atribuyeron la salida de los realizadores a la tan usual frase de “diferencias creativas”, lo cierto es que Howard tuvo que agarrar el proyecto bastante manoseado y someter al elenco y al equipo técnico a un largo proceso de reshoots. Tal es así, que se anda diciendo por ahí que el director de “Cocoon” (1985) tuvo que realizar casi el 70% del film en esas retomas. Por otra parte, se rumoreaba que Alden Ehrenreich (“Hail, Caesar!”), el encargado de personificar al mítico personaje que hizo famoso a Harrison Ford, no había terminado de convencer interpretativamente a los responsables de Lucasfilm y además necesitaba de un coach de actuación para poder realizar varias de las escenas de la película porque no podía dar con el tono indicado para componer a Han. Este panorama resultaba bastante desalentador tanto para el fandom como para Disney, y es por ello que probablemente “Solo” no sea el éxito de taquilla que se auguraba en un primer momento. Lo cierto es que todos esos rumores fueron desapareciendo ni bien se hicieron los primeros screenings del largometraje, cosechando reacciones positivas en líneas generales. Por nuestra parte, podemos decir que Howard nos ofrece un entretenimiento más que digno en el cual habrá nostalgia, pequeñas dosis de fan service y un relato bastante cerrado en términos narrativos. La obra nos cuenta los inicios de Han (Ehrenreich), quien busca escaparse del planeta Corellia junto con su novia Qi’ra (Emilia Clarke). Tras un imprevisto, la pareja termina separada y Han decide seguir su sueño de convertirse en piloto para poder regresar a Corellia y rescatar a su amada. Obviamente, la tarea no será fácil y en el medio Han se cruzará con algunas caras conocidas y algunas nuevas por conocer. En el medio se nos contará la historia de cómo nuestro héroe se conoce con su fiel compañero Chewbacca, con el poco confiable Lando Calrissian (Donald Glover), cómo consigue su legendaria nave Millenium Falcon, entre otras cosas. También se nos presentarán a un grupo de ayudantes y opositores nuevos como por ejemplo su mentor Beckett (Woody Harrelson), el temible Dryden Vos (Paul Bettany) y otro personaje bastante implacable llamado Enfys Nest, perteneciente a un clan de piratas conocidos como “Cloud-Riders” que también se interpondrán en el camino del protagonista. Tras un comienzo algo desprolijo, quizás por las retomas o el cambio de directores, la película va acomodándose lentamente hasta ofrecernos una sólida segunda mitad. Nos encontramos con un relato de corte clásico que brinda una historia redonda en materia de aventuras. Quizás por momentos nos recuerde un poco a “Indiana Jones”, pero lo que sí podemos decir, es que la cinta de Howard halla su estructura en un western hecho y derecho. Desde la primera andanza de “Star Wars” vemos ciertos elementos de las viejas cintas del oeste, y más que nada al papel de Solo como aquel cowboy espacial, sin embargo acá terminarán ratificándose esas presunciones con momentos calcados del spaghetti, con esa estética sucia y esos personajes engañosos. Desde un asalto y robo a un tren hasta enfrentamientos a punta de pistola, este film tendrá varios recursos de aquellos largometrajes. Parecería que Disney se vio abrumado por la desfachatez que presentaban Lord y Miller, pertenecientes a una nueva escuela de jóvenes directores, y decidió ir a lo seguro y contratar a Howard como director. Recordemos que además el guion había sido escrito por Lawrence Kasdan (director de “Silverado” y guionista de “The Empire Strikes Back”) e hijo, cosa que ya nos adelantaba el rumbo que quería la productora para su nuevo proyecto. Por el lado interpretativo no hay mucho que objetar, tanto Ehrenreich como Glover, Harrelson y Clarke componen personajes bien definidos que comienzan a dar sus primeros pasos en aquella galaxia muy, muy lejana. Es cierto que quizás el joven Han pierda en una comparación con la personificación de Harrison Ford, pero su labor es más que digna y termina realizando un estupendo trabajo. Glover también sorprende con su versión de Lando y es posible que los ejecutivos de Lucasfilm hayan tomado nota ante la sorpresa de la gente, por lo que resulta probable que sigamos viendo a este personaje en el creciente mundo de los Spin-offs. Los antagonistas Dryden Vos y Enfist Nest también son buenas adhesiones al universo de SW, otorgándonos algunas secuencias de acción, junto a los protagonistas, espectaculares y bien confeccionados. Sobre aquella asombrante segunda mitad habrá lugar para un par de vueltas de tuerca sorprendentes que pueden allanar el terreno para lo que puede llegar a ser una secuela o bien una especie de universo compartido donde comiencen a cruzarse los personajes en otras películas de la saga (algo que no sorprendería, ya que Disney pudo probarlo con bastante éxito en el universo Marvel). En síntesis, “Han Solo: Una Historia de Star Wars” es un gran divertimento que nos retrotrae a ese cosmos clásico creado por la película original, el cual es a su vez enaltecido por una dirección y un relato tradicional de Ron Howard. Un film que podría haber sido bastante más si tenemos en cuenta el apresurado inicio, o que también podría haber sido mucho peor por todos los problemas inherentes a la producción. Los principales inconvenientes se ven reflejados en el ritmo narrativo dispar, producto del cambio de mano de los directores. Un largometraje bastante innecesario a fines expansivos del universo de “Star Wars”, pero disfrutable y servicial al fan que buscaba ver los orígenes del contrabandista con el espíritu de las primeras cintas de la saga galáctica.
Crítica emitida en Cartelera 1030 por Radio Del Plata (AM 1030) el sábado 26 de mayo del 2017 de 19-20hs. Con respecto a la precula Han Solo, considero que a pesar de acentuar el aspecto Western presente en la esencia de la saga Star Wars desde su génesis no tiene nada de peculiar, no hay ningún aporte novedoso en esta entrega. Los spin-off de Star Wars y tantas otras películas con adeptos dentro del universo de ciencia ficción y los comics ya parecen injustificados. Han Solo, no es una excepción a ello, y auqnue son películas cuyo propósito es entretener y alimentar a los fans, resulta bastante poco entretenida.
ZONA DE CONFORT Hay una lucha interna que se va dando en el mundo de Star Wars, que también está presente en los universos de Marvel, X-Men o DC, aunque con diferentes variantes, y que tiene que ver primariamente con los niveles de ambición, y cómo terminan afectando a las construcciones genéricas. En el caso de la saga creada por George Lucas pero ahora bajo la supervisión de Disney, se va evidenciando una tensión entre el despliegue de situaciones y personajes de los Episodios, ya cercanos a lo épico, y los relatos más comprimidos y localizados de las antologías, que buscan llenar esos espacios vacíos de un mundo que parece infinito. Si en Rogue One se les daba lugar a esos personajes entre laterales y secundarios dentro de la gran línea temporal enmarcada por los Episodios, apoyándose en moldes vinculados a lo bélico y las tramas de robos; en Han Solo: una historia de Star Wars se buscan los orígenes de un personaje que ha sido fundamental, aunque no necesariamente protagonista en la segunda y terceras trilogías. La base es la aventura, que es el sello distintivo de Han, aunque también intervienen factores relacionados con el aprendizaje, el crecimiento y lo romántico. Esos componentes el film los tiene claros desde el mismo arranque: lo que vemos es a un sujeto que se crió en los márgenes, que está buscando consolidar lazos y construir una identidad desde el contacto con otros individuos. Otra vez, al igual que en los demás films de esta nueva camada de Star Wars, la clave pasa por quién está detrás de cámara: si en El despertar de la Fuerza, Rogue One y Los últimos Jedi, se puede apreciar a realizadores que, para bien y para mal, aprendieron de una tradición estética y narrativa (que incluye pero trasciende a Star Wars), crecieron con ella y ahora la están releyendo desde adentro y rediseñándola a partir de la interacción con componentes actuales; en Han Solo la puesta en escena está a cargo de un cineasta que tuvo un papel en la construcción de esa tradición, desde la actuación (en films como American graffiti) y la dirección (en películas como Willow). Ron Howard es un veterano que siempre ha sabido utilizar el lenguaje del clasicismo y al que se le nota que aprendió unas cuantas lecciones de tipos como George Lucas o Steven Spielberg, por más que estén más cerca de ser colegas suyos en vez de maestros. Es, de hecho, una especie de segunda línea de esa generación que revolucionó a Hollywood en los setenta, alguien no mucho menor en edad y que no llegó a desarrollar una visión autoral propia, por más que sea sumamente efectivo en la concreción de diversos proyectos. La efectividad es la característica principal de Han Solo: una historia de Star Wars. Es una película que se desarrolla con total fluidez, que sabe presentar a sus personajes con un par de trazos y que va acumulando situaciones de todo tipo (robos, trampas, huidas, duelos, engaños) sin tropezar, cumpliendo sin problemas con su objetivo primario, que es entretener. Pero es también un film efímero, que se conforma con llevar su relato a buen puerto (lo cual en un punto es comprensible, teniendo en cuenta su problemática producción) pero nunca arriesga más de lo necesario. Porque claro, Howard es un director que siempre apunta a lo seguro, que rara vez se sale de la norma o lo planificado, y más aún en este caso, donde tuvo que tomar el mando en el medio del rodaje. Uno puede imaginarse a Kathleen Kennedy, la presidente de Lucasfilm –también otra veterana de Hollywood-, diciéndole a Howard “agarrá el timón y enderezá este barco urgente, porque está a punto de naufragar”. Y a Howard, viejo lobo de mar, obedeciendo y cumpliendo con el objetivo, de forma rápida, precisa y efectiva. Si el joven Han Solo es delineado como un mercenario y aventurero nato que, a pesar de su pose canchera y hasta cínica, está buscando la chance oportuna de ser un héroe romántico y desinteresado, su película no se deja avasallar por los dilemas éticos: podrá tener un discurso solidario (especialmente en los minutos finales, que en unos cuantos aspectos es bastante forzado), pero no deja de ser artesanalmente mercenaria, efímera incluso. El film concreto y digno en su concepción, pero fácilmente olvidable que es Han Solo: una historia de Star Wars, deja flotando la pregunta sobre cómo podría haber sido si Phil Lord y Christopher Miller hubieran permanecido a cargo de la realización en vez de ser despedido por Kennedy cuando estaban cerca de terminar la filmación. Con los realizadores de La gran aventura Lego y Comando especial al mando, podía esperarse anarquía, creatividad e imaginación a cada minuto, explotando las variables más impredecibles del personaje y explorando a fondo los componentes del mundo que habita. Sin embargo, seguramente nunca veremos esa película. En su lugar, tenemos un film que se limita a cumplir su papel como un engranaje más de una franquicia gigantesca, sin salir de su zona de confort, entregando lo justo y necesario, pero nada más.
Llegada cierta edad, uno intenta volver a habitar los universos en los que fue feliz, o en los que piensa que fue feliz, fórmula de la cual están sacando particular partido los estudios, aprovechando el síndrome de Peter Pan que afecta a toda una generación (a mi generación). Porque, ¿para que crecer si se puede seguir viendo películas de “Star Wars”? Más aún, si se trata de películas como “Solo: una historia de Star Wars”, la nueva aventura de la saga espacial aparentemente infinita (se preparan spin offs secretos, una serie de televisión y una nueva trilogía, además de los libros, historietas, series animadas...), que marca un regreso a la aventura clásica que la edificó como el fenómeno de masas que es hoy. Abrevando en la tradición de la primera cinta de la saga, esa peripecia burbujeante e inocentona, “Solo”, retrato de cómo el personaje, interpretado en el pasado por Harrison Ford y en el presente (el pasado del personaje) por Alden Ehrenreich, pasa al mundo adulto (es decir, pasa de ser un maleante con buen corazón y esperanza a un maleante con buen corazón y cinismo), se construye como una película ágil y feliz, sin pretensiones más que divertir a su audiencia y extender un poquito ese universo que nos encanta habitar. Ese regreso al costado más “naif” de la saga no asoma como casual, luego de que las primeras dos entregas de la nueva trilogía, particularmente “El último Jedi”, intentaran llevar los mitos de la franquicia a nuevos horizontes, adaptando los viejos conceptos de bien y mal a una nueva audiencia (después de todo, los jóvenes son el motor de la industria del entretenimiento), una movida que llevó a críticas de los fanáticos más acérrimos, y que recargó las últimas entregas de la galaxia muy muy lejana (incluido el primer spin off, “Rogue One”) de temáticas políticas y actualidad: si bien en “Solo” hay alguna alegoría de las guerras, y algunas apuestas a una dimensión menos clara de la división entre bien y mal, la película procura volver a esa superficie rápida y sencilla de la aventura clásica que, en todo caso, habla de emociones, de ideologías y de humanidades sin recargar las tintas y bajar línea: lo que prima es la peripecia, y es la peripecia la que narra lo que piensa la película sin deletrearlo. En este sentido, la película dirigida por Ron Howard desde el despido de Phil Lord y Chris Miller (los realizadores de “La película de Lego” que fueron despedidos a mitad de camino) se asume como una cinta menor, marginal dentro del nuevo canon construido por Disney, y decide tomar su menor relevancia como un fuerte, una libertad: aunque seguramente hubiese sido una película mucho más libre bajo las mentes desquiciadas de Lord y Miller, la cinta decide divertirse desde los bordes de la franquicia, y entregar lo que el espectador y el hincha (porque ya se es hincha) pretenden, sin pretensiones. EL LADO B Claro, el regreso de la franquicia a un estadío más sencillo y clásico la vuelve, también, más predecible: “Solo” casi no toma riesgos, presenta una historia de manual, con el vértigo manufacturado por set pieces de acción espectaculares pero no demasiado ocurrentes, una apuesta más por el bochinche que por la creatividad. Su apuesta por el hincha clásico de “Star Wars” se revela algo calculado en algunos momentos de “fan service” demasiado subrayados, menciones a objetos y personas de la saga que, salvo excepciones, aparecen en pantalla como para tildar el casillero, cumplir con los dados dorados, los guantes, las frasesitas, pero sin real carga emocional. Estos momentos, para colmo, son a veces subrayados por la música incidental citando y variando las viejas melodías de John Williams (la banda sonora la firma John Powell). En estos momentos queda revelado que si bien hay un aspecto de libertad por ser una película “menor” de la franquicia (y en la cual la audiencia no depositaba demasiadas expectativas tras los despidos de los primeros directores), la pesada mano del estudio continúa dictando y homogeneizando lo que tiene que mostrar el producto final. Algunos hasta podrían ver en “Solo” un producto hecho “por comité”, por dictado, pero el resultado final es igualmente imbuido por estos momentos pedidos por el estudio y por la vida que le insuflaron los actores a sus personajes (brillante Ehrenreich, sobre quien había dudas; el Lando Calrissian de Donald Glover ya ameritó que Lucasfilms anunciara un spin off en torno a él) y la eficacia de Ron Howard, avezado director que tomó el timón en clara misión de divertirse con lo que terminaría siendo una feliz aventura de robos de trenes, persecuciones y tiros, amistades y traiciones.
Han Solo: Una historia de Star Wars. Dirección: Ron Howard. Protagonistas: Alden Ehrenreich, Joonas Suotamo, Woody Harrelson, Emilia Clarke, Paul Bettany, Donald Glover, Thandie Newton, Phoebe Waller-Bridge, Jon Favreau. Estreno: 24 de mayo de 2018. Con emoción, sobresaltos y algún traspié, Han Solo: Una historia de Star Wars tiene el noble propósito oficiar como la introducción de tan magnífico personaje, interpretado entonces por Harrison Ford en la película original del 1977, el comienzo de un universo cinematográfico que inició Lucasfilms y que ahora se compone de diez películas, contando con cuatro producciones integrales en la era de Disney. Uno de los mayores temores desde la adquisición de Lucasfilm por parte de Disney, fue la promesa subsiguiente de lanzar al menos una película de Star Wars por año, a riesgo de manchar a los queridos personajes que supieron resistir el paso del tiempo y se arraigaron al corazón de varias generaciones. La idea de una película de origen para Han Solo era temida por muchos fanáticos incondicionales, per una irresistible tentación para la cartera de negocios del ratón Mickey. Han Solo: Una historia de Star Wars transitó una producción que supo generar incertidumbre debido a los problemas detrás de las cámaras, que llevaron al despido de Phil Lord y Chris Miller y a la llegada de Ron Howard, a quien prácticamente se le encargó poner en marcha -en tiempo record- un nuevo rodaje de casi toda la película. Sin lugar a dudas el verdadero atractivo de la película es el guion escrito por Lawrence Kasdan, responsable de buena parte de las apariciones de Han Solo en la pantalla grande, motivo más que suficiente para encomendarse a estas primeras aventuras por el hiperespacio en el Millenium Falcon. La presente es una nueva entrega de los spin-offs de Star Wars, con antelación ya habíamos conocido la sensacional Rogue One, película dotada de un tono oscuro, capaz de crear una verdadera retrospectiva después del Episodio IV. En tanto Han Solo: Una historia de Star Wars nos presenta el mundo del popular y encantador pistolero, un universo que obedece a los códigos del genero del western – con cierta impronta de cine de aventuras inspirada en las populares producciones de piratas de Errol Flynn-, donde se desafiaba constantemente a la muerte con un semblante festivo y apasionado. Han Solo: Una historia de Star Wars no arruina la esencia del legendario contrabandista y mercenario que gano el corazón de la princesa Leia. La película de Ron Howard tampoco desbarata la era moderna de las películas de Star Wars en Disney. Aunque ofrece una paleta de emociones comedidas en una aventura que de manera muy respetuosa –casi tímida- conecta y rinde tributo a tópicos implícitos en la mitología de los relatos de una galaxia muy lejana. Ron Howard (Una mente brillante aporta oficio, pulcritud y corrección desde la dirección, no obstante su intervención parece sumamente contienda, ausente de brío y actitud, lo que deja la película a la deriva respecto de un alma detrás de la cámara. El relato presenta al joven Han comenzar una transformación hacia el personaje que todos conocemos, perdiendo su inocencia. Además del inicio de esa genuina camaradería con el buen Chewbacca, y su vuelo inaugural en el Millenium Falcon .Mucho se temía que Alden Ehrenreich no estuviese a la altura de semejante desafío, pero es evidente como se apropia de tan icónico personaje, lentamente adquiere la expresividad y el carisma de la pretérita interpretación de Harrison Ford: en principio como un joven soñador que anhela ser un piloto, hasta el cínico contrabandista que todos conocemos. Entre los personajes secundarios destaca la pseudo figura del mentor de turno a cargo del genial Woody Harrelson (Tres anuncios para un crimen). En tanto Paul Bettany (Avengers Infinity war) oficia como la némesis de Han Solo, dejando su marca en un sádico y muy particular regente del crimen organizado. Bien vale destacar a Donald Glover (Community), quien sorprende y brilla en pantalla como Lando Calrissian, uno de los más pintorescos personajes de la trilogía original. Por su parte Emilia Clarke, por un momento se desprende de su canónico rol como la madre de los dragones de Game of thrones y ofrece una buena interpretación de Qi’ra, el primer amor de Han Solo, una mujer que fue capaz de abrirse paso hasta las más altas esferas del mundo criminal. Han Solo: Una historia de Star Wars también permite tener una nueva mirada respecto de esos –pocos- mundos marginales y sin ley, omitidos de interés y control Imperio. Incluso se desprende de cierta seriedad implícita en las principales películas de Star Wars y Rogue One, instancia que funciona perfectamente en el ritmo de la historia, con algunos giros argumentales que posiblemente encante o enerven a los fanáticos avezados de la saga. Por Javier Califano
Han Solo, una historia de Star Wars, es la película de la Saga que menos me ha gustado. (Si, contando las precuelas). Pero no porque sea mala, porque dista mucho de serlo, sino por su falta de impacto y resolución. Es entretenida y la pasás muy bien. Pero no tocó mi corazón “starwariano” a pesar del tremendo fan service que se ofrece. Uno de los reparos de muchas personas cuando se anunció este film era: ¿Es necesario? Porque si bien amamos con locura a Han Solo, realmente queremos saber y ver cuándo y cómo conoce a Chewie, o cómo gana el Milenium Falcon. El personaje siempre tuvo cierto halo de misterio encantador y muchas veces se pierde magia explicando algunas cosas. Ahora bien, sin entrar a analizar el despido de los directores originales de esta película (Phil Lord y Christopher Miller), hay que dejar en claro que Ron Howard hizo un laburo impresionante en tiempo record. Conceptual y narrativamente el film está hecho como un western, y eso de disfruta mucho. Cada personaje cumple bien su rol y hay un par de giros que sorprenden bastante. Algo para destacar mucho ya que nos encontramos ante un film en el cual sabemos el destino de sus tres personajes principales. Y aun así, aun sabiendo que ni Han, ni Chewie, ni Lando, van a morir en esta entrega, nos preocupamos por ellos igual. Asimismo, conocemos una parte de la Galaxia que aún no habíamos explorado en el cine, y hay un momento afloja-mandíbulas en el climax. Los efectos son sensacionales (no podían ser de otra manera) y quiero destacar mucho la banda de sonido a cargo de John Powell, con reminiscencias espectaculares del maestro John Williams. En cuanto lo actoral: ¿Puede otro interprete calzarse los zapatos de Harrison Ford y quedar bien parado? La verdad es que Alden Ehrenreich se adueña del papel sin imitaciones. Pero es imposible no comparar y es injusto hacerlo porque sale perdiendo. El que tiene un magnetismo tremendo es Donald Glover y su Lando Calrissian. Te quedas con ganas de más. Por su parte, Woody Harrelson está genial como siempre, pero la que se lleva todos los aplausos es Emilia Clarke. Todo lo que hace esta chica brilla y su carisma es innegable. Por ello, pese a un elenco formidable, una dirección excepcional, y una producción a la altura, la película carece de cierta magia. Por ponerlo en un termino bien nerd: no sentí la presencia de La Fuerza en ningún momento, y eso en una película de Star Wars es terrible. Le falta impacto, no tiene mística.
No se trata ya sólo de la franquicia más grande, costosa y recaudadora de la historia del cine, sino también de cómo logra reinventarse y ofrecer opciones narrativas sin traicionar el universo creativo al cual pertenece. Sin embargo, en este sentido puede haber puntos altos y bajos, como en todo bah. Por eso quedó un gran signo de interrogación al quedar elegido Ron Howard para dirigir “Han Solo: una historia de Star Wars”. Está claro que al responsable de “Un horizonte lejano” (1992), “Una mente brillante” (2001) y “Apollo” 13 (1995) le sobra pasta de narrador, pero el ingreso de J. J. Abrahams desde “Episodio VII” (2015) a esta parte sacudió todo el universo de Star Wars y adquirió tintes más modernos en el pulso y la tensión dramático-narrativa que tenía hasta ahora. Se respira un aire de tensión épica distinta, efectista incluso, por lo cual en este caso, siendo el protagonista de la historia uno de los personajes más icónicos de toda la saga, la designación del director podría asumirse como riesgosa; como un paso al costado de las nuevas propuestas. También es cierto que los guionistas son los originales de hace casi de cuarenta años: Lawrence Kasdan y George Lucas (a los que se suma Jonathan Kasdan) ¿por qué no iban a buscar un director en la misma línea? La trama tiene a Han Solo (Alden Ehrenreich, lejos del carisma natural propuesto por Harrison Ford en su momento) de muy joven, bastante antes de unirse a la rebelión contra El Imperio y, si se quiere, un poco más idealista que el contrabandista antihéroe que conoceremos después en el sentido de estar, por ejemplo, dispuesto a unirse al ejército para ir en rescate de su novia Qi’ra (Emilia Clarke) de la cual lo separan al principio. De ahí en más será cuestión de ver cómo conoce y se une con su fiel compañero Chewbacca (Joonas Suotamo) y en qué circunstancias puede lograr su objetivo. De desertor pasará a pirata junto a una banda comandada por Beckett (Woody Harrelson), con quienes debe tratar de conseguir un elemento altamente explosivo para entregarlo al villano de turno, Dryden Vos (Paul Bettany), aliado con los que están formando El Imperio. Al entrar a un bar galáctico y sumarse a un juego de naipes galácticos, con música galáctica de fondo, también conocerá a Lando Calrissian (Donald Glover), en una escena que bien puede ser una suerte de sinécdoque de la impronta de este estreno: “Han Solo: una historia de Star Wars” es un western hecho y derecho con todos los elementos del mismo, y hasta con alguna vuelta de tuerca al final, pero claramente una de cowboys (en el espacio). Esa decodificación no es para nada difícil con escenas como las ya mencionadas, y en este punto uno se pregunta sobre las ventajas de llevar esta historia hacia ese registro en contraste con el relanzamiento de la franquicia. Es más, esta película es tan “ochentosa” como “El regreso del Jedi” (Irvin Kerschner, 1983), o sea con menos espejitos de colores que las últimas entregas pero más aferrada al relato tradicional. De hecho algunas escenas se hacen lentas y hasta innecesarias. Por supuesto que para algunos fanáticos será una forma de atar cabos en la vida de Han Solo, aunque estos tengan matices de diferente factura y de calidad opuesta. Por caso, el primer encuentro entre Han y Chewbacca es notable y muy gracioso. Todo lo contrario al momento en el que “nace” el famoso apellido, usando como excusa una traducción al español de la palabra alone (faltaba Deadpool rompiendo la cuarta pared al grito de: “¡esto es pobreza de escritura de guión1”). Globalmente estamos frente a un producto entretenido que trata de hacer equilibrio, apoyado en la misma proporción entre la ansiedad generada por conocer cómo aparece la figura de Han en toda la saga y un relato que apenas logra estar a su altura. Es eso. Una historia más.
Crítica emitida en radio.
Crítica emitida en radio. (escuchar en link)
Toda franquicia cinematográfica que se precie debe mantener en alto el interés de sus fieles seguidores, incorporar nuevos, e ir sumando a las recientes generaciones para que el negocio se mantenga en pie. El estudio Disney, propietario de la saga Star Wars creada por George Lucas, conoce muy bien el tema y sabe como acrecentar los dividendos a través de precuelas, continuaciones y desprendimientos. Han Solo es un spin off, una historia adyacente de La guerra de las galaxias (1977), que se centra en el famoso contrabandista que personificaba Harrison Ford en el inicio de una epopeya que acaba de cumplir cuarenta años en las pantallas. No fueron pocos los contratiempos que tuvo la producción. Primero fue el desplazamiento de los directores originales Phil Lord y Christopher Miller, tres semanas antes de la finalización del rodaje y con casi tres cuartas partes de las tomas, debido al tono utilizado. El reemplazante fue Ron Howard quien refilmó el 80% de las escenas. A esto se sumó la contratación de un coach actoral para el protagonista Alden Ehrenreich, ya que los realizadores no estaban satisfechos con su perfomance. Centrado en la juventud del aviador, la trama develará el surgimiento de su pasión por las aeronaves, el origen del nombre “Solo”, la obtención del Halcón Milenario y las circunstancias en que conoció a Chewbacca, su compinche inseparable. La acción se inicia en su terruño, el planeta Corellia, que tiene la estructura de estado socialista totalitario que caracterizaba a los enemigos en las películas de James Bond. Luego de un trepidante recorrido en auto por un paisaje industrial decadente junto a su novia Qi’ra (Emilia Clark), desembocan en una terminal con claras reminiscencias a las centrales de transporte de la isla de Manhattan, para poder huir. Él lo logra uniéndose a las tropas imperiales, en cambio ella no. Más tarde desertará para formar una alianza con el cazarrecompensas Beckett (Woody Harrelson), el hombre de las mil caras que se vende al mejor postor. Su plan es reunir fondos para comprar una nave y así poder rescatar a su amada. Pero no todo sale según lo planeado ya que el destino lo pone al servicio de Dryden Vos (Paul Bettany), el villano de turno aunque no tan malo. En una fiesta organizada por el gangster galáctico se reencuentra con Qi’ra, ahora convertida en su lugarteniente, que nunca aclarará los misteriosos pormenores de su escape de Corellia. Ron Howard le imprime un toque de aventura al estilo de Indiana Jones y evita reiterar los duelos interminables con rebotes y caídas de los combatientes que se repiten hasta el hartazgo en el universo Marvel. En materia de acción se destacan las persecuciones y dejan en un segundo plano las peleas. El abordaje del tren que transporta el coaxium, un combustible muy codiciado, contiene todos los ingredientes del cine de entretenimiento. Gira y se retuerce por precipicios, mientras la banda capitaneada por Beckett ensaya posturas circenses al esquivar las balas y adaptarse a los vaivenes del convoy. Lo mismo sucede cuando Han Solo, al comando de su nave, evita un agujero negro viviente. Los paisajes son más terrenales con predominio de montañas nevadas y extensas playas bordeando mares, más distantes de aquellas imágenes desérticas de los trogloditas de Matmata, en Túnez, que se apreciaban en la primera entrega. “You are the good guy” (Tu eres el chico bueno) le susurra Qi’ra a Han cerca de sus oídos. Nadie le cree cuando este contrabandista egocéntrico y arrogante, libre e independiente con predisposición a meterse en problemas, dice ser todo lo contrario con una sonrisa seductora. Genera empatía con su buen humor hasta en los momentos más comprometidos logrando una identificación total con el público. Rivaliza en simpatía con el protagonista, Lando Calrissian (se rumorea un próximo spin off) a cargo del actor y cantante rapero Donald Glover, un extrovertido timador y empresario que arriesga todo con sus apuestas. Un film afable que mantiene intacto el espíritu de los setenta, en el que se entrecruzan droides y seres de carne y hueso en nuevas hazañas para el regocijo de sus fans.
Crítica emitida por radio.
Ultimamente está pasando algo muy curioso con el cine fantástico – y especialmente con las sagas y títulos de culto – y es la talibanización de la audiencia. Gente que, en masa, rechaza alteraciones, remakes y versiones alternativas de historias clásicas o de sus personajes favoritos. Es un criterio bastante idiota – por ejemplo descartar de plano la remake americana de Ghost in the Shell porque la protagonista ahora es una rubia caucásica (cuando si se lo considera en el contexto de un mundo cosmopolita como Blade Runner puede ser perfectamente viable), o la versión femenina de Los Cazafantasmas, la cual fue injustamente torpedeada ya que era muy buena -, porque prejuzga antes de ver si la obra tiene méritos de valía en la nueva versión, o si las excusas para el cambio están justificadas. Algo de eso esta ocurriendo con la comunidad Star Wars, donde los fans se siente violentados especialmente después de The Last Jedi. Es cierto que los autores de la nueva generación no saben recrear a los personajes clásicos de la saga – Han Solo nunca se pareció al original Han Solo; Luke Skywalker ya no es el niñato inocentón de hace 30 años -, pero tampoco quieren que los cineastas experimenten con nuevas ideas (para colmo, el libreto del filme que nos ocupa fue escrito por los Kasdan, padre e hijo, históricos contribuyentes creativos de casi todos los filmes de George Lucas, incluyendo la saga de Star Wars). Si El Despertar de la Fuerza tuvo un éxito brutal, fue porque era la versión 2.0 de Una Nueva Esperanza (la Star Wars original) y pareciera que los fans están contentos de escuchar una y otra vez la misma historia con mínimas variaciones en cuanto a sexo y nombre de personajes. Es como el teatro kabuki, que usa la misma estructura, solo cambia las partes y todas las historias son idénticas entre sí con meros retoques cosméticos. Todo lo cual me lleva a desafiar abiertamente a la comunidad de fans de Star Wars para preguntarles: ¿en qué caraj… están pensando?. Aceptaron idioteces monumentales como la trilogía de precuelas casi sin chistar (al menos le llenaron los bolsillos a George Lucas de manera obscena), sólo porque venía con la firma de Dios en el orillo, pero consideran blasfemos a todos los artesanos off shore que se acercaron a modernizar la saga, presentarla al público moderno y prolongarla en el tiempo. Si pudieran, lincharían a Rian Johnson por El Ultimo Jedi y ahora, en el caso de Solo: A Star Wars Story, se han dado el lujo de torpedear el filme y convertirlo en el primer fracaso de la saga (costó 300 millones, recaudó 390). No sólo abortaron la posibilidad de un universo expandido de Star Wars (a lo Marvel) sino que ponen en serio riesgo la rentabilidad financiera de toda la franquicia. Como diría William Shatner, ¡Get a Life!. Honestamente Solo, A Star Wars Story no merecía tanto rencor. A la crítica le cayó bien: no es memorable, pero pasás un rato divertido. Después de todos los dolores de parto – echaron de una patada en el tuje a Phil Lord & Christopher Miller (que seguramente habrían hecho un filme mucho mejor, al estilo de Edgar Wright o James Gunn, plagado de comedia irreverente que camuflara la sosa historia), trajeron a un pistolero a sueldo como Ron Howard y el tipo se dió el lujo de refilmar el 80% de la película, así que no pueden responsabilizar del fracaso a los directores anteriores -, el resultado final es una aventura de matineé con algunos personajes interesantes, mucha acción y una historia agarrada con alfileres. Claro, no está Harrison Ford (herejía!!) pero pusieron a Alden Ehrenreich que al principio desentona pero después le agarrás cierta simpatía. Es cierto que se ve que el tipo está nervioso y se la pasa agarrándose los pantalones, pero tiene sus momentos de lucimiento. El drama es que el tipo encarna a una leyenda y, lo que es peor, lo metieron en un libreto plagado de personajes con carácter fuerte, los que terminan devorándole el espacio en pantalla. Woody Harrelson sigue siendo un ladrón de escenas, Thandie Newton rebosa de dureza, Donald Glover hace un Lando Calrissian mejor que el de Billy Dee Williams, y hasta hay una robot (L3 – nombre homenaje al estudio inglés Elstree donde rodaron la primera película de La Guerra de las Galaxias -, con la voz de Phoebe Waller-Bridge) cínica, soberbia y pasada de rosca que es por lejos lo mejor del filme. Hasta Emilia Clarke está bonita y destila sonrisas. Ehrenreich termina abrumado por todo eso y sólo termina brillando de a ratos. La historia es rebuscada, sin mucho asidero. Solo descubrimos algunas cosas de la infancia de Han, y cómo consigue a su compañero y todos sus chiches, pero tampoco vemos cómo este tipo evoluciona de ser un tiro al aire a transformarse en el contrabandista mas taimado de la galaxia. A mi juicio la película está bien y es divertida, y había margen para un par de secuelas para que Ehrenreich ganara confianza y expandiera su historia de origen; pero el extremo sibaritismo de los fans de Star Wars aniquilaron el filme y tuvo una recaudación decepcionante, como si los tipos se hubieran puesto de acuerdo para mandarle un mensaje mafioso a Kathleen Kennedy, la CEO de Lucasfilms bajo la égida de Disney, para que deje de manosear los textos sagrados. La veneración se ha convertido en fanatismo ciego, lo cual es repudiable y olvida el hecho de que éstos son personajes de ficción creados para entretenimiento, no figuras sagradas. Aunque, viendo esto, uno termina preguntándose si George Lucas no fue mas inteligente que todos nosotros juntos, vió toda esta locura y decidió escaparse por la tangente con la trilogía de precuelas, espantosas por cierto, pero que al menos tocaban poco y nada de los personajes principales de la saga (Darth Vader, Obi Wan Kenobi, los gemelos Skywalker), porque sabía que lo iban a linchar si retomaba la saga original sin los engranajes aceitados como corresponde. De ser así, estamos entrando en una era muy peligrosa en donde el publico se ha radicalizado tanto que prejuzga y condena sin ver siquiera cinco minutos del filme para valorar la calidad del material, y se aferra de manera feroz a la rutina sin darle opción a la creatividad y a la expansión de universos ya conocidos. Objetividad cero y fanatismo al 250%, una combinación que opto por aborrecer hasta su mas mínimo estamento.