Terapia en torno al luto. A lo largo de su extensa historia Hollywood ha utilizado de diferentes maneras el formato de “película coral”, esa estructura apuntalada en un desarrollo de subtramas paralelas y un ensamble actoral por demás ambicioso. Puede resultar difícil sopesarlo en nuestros días de preeminencia digital por sobre cualquier componente humano, pero durante el período de oro dicho subgénero era el leitmotiv de las epopeyas fastuosas y los “films con conciencia”, en especial todos aquellos que trataban tópicos candentes relacionados con los conflictos bélicos, los derechos civiles del americano promedio, algún escándalo de moda, y las seudo gestas cruciales o de ajusticiamiento masivo correspondientes al derrotero independentista. Si bien nunca desaparecieron las colecciones de apellidos ilustres encabezando el cartel de los blockbusters, indudablemente con la llegada de las décadas de los 60 y 70 se produce una transformación vinculada a los espacios cerrados, las exploraciones más intimistas y una suerte de obsesión para con los enlaces agrietados. En la actualidad somos testigos de una nivelación hacia abajo de ese mismo andamiaje que Robert Altman patentó hace muchos años y que hoy no es más que un manojo de lugares comunes, motivos, facilismos y comodines de variada índole, siempre prestos a cambiar de posición/ jerarquía en función de las necesidades del guionista del momento y sus inclinaciones en materia de contenido. En esta oportunidad estamos ante un rip-off en clave pasatista de Agosto (August: Osage County, 2013), uno de los grandes éxitos corales/ independientes de principios de año y la temporada de premios en general. Aquí en buena medida la comedia negra se ausenta y queda un cúmulo de clichés melodramáticos en torno al deceso del patriarca del clan de turno y la “terapia” familiar subsiguiente a partir de una convivencia forzosa, luego del funeral propiamente dicho. La excusa que se le ocurrió a Jonathan Tropper, autor tanto del guión como de la novela original, es la shiva judía, una etapa de luto de siete jornadas en la que los dolientes cercanos se reúnen en el hogar del fallecido para llorarlo y recibir visitas. Respetando las características de este tipo de propuestas de elencos populosos, Hasta que la Muerte los Juntó (This Is Where I Leave You, 2014) nos presenta a una madre dominante, Hillary Altman (interpretada por la esplendorosa Jane Fonda), y una prole de cuatro vástagos en total, entre los cuales se destaca el atormentado Judd (Jason Bateman). El correcto desempeño actoral no alcanza para balancear la anodina dirección de Shawn Levy, todo un experto en mediocridad de pulso inofensivo, y los chistes escatológicos, burdos o poco inteligentes con los que nos bombardean a lo largo del metraje. Sin llegar al desastre, el convite no despierta verdadera empatía hacia personajes alienados e intrascendentes…
Hasta que la muerte los juntó es una película sin carisma que a pesar de todo entretiene, pero lamentablemente sin sorpresas ni originalidad. El elenco de primera línea ayuda a que el film termine siendo más atractivo de lo que hubiera resultado si los actores no hubieran sido del todo conocidos. La premisa está tan vista que..
Al final, lo primero es la familia Si en Agosto era la muerte del patriarca lo que convocaba y levantaba la polvareda de esta familia disfuncional con madre enferma de cáncer de lengua, el factor convocante de esta anodina comedia dramática Hasta que la muerte los juntó, que cuenta con un reparto por demás atractivo, es precisamente la muerte de un patriarca judío y la tradición del luto de la shiva que se extiende por una semana en la que los familiares se reúnen en la casa del difunto para poder despedirse y recibir visitas en su conmemoración. La diferencia es que aquí la madre, interpretada por Jane Fonda, responde al estereotipo de madre judía un tanto libertina en relación a determinadas pautas culturales que la ubican en el lugar de la transgresión. A pesar de tener una impronta independiente, el film de Shawn Levy recae en todo convencionalismo referente a la idea de familia nuclear, aunque los cuatro hermanos (el cornudo, la solterona, el responsable de los negocios y la oveja negra) por diferentes motivos se encuentran distanciados. Es en la reunión forzosa y en la interacción, donde unos y otros recuperan el tiempo perdido, recuerdan sus etapas de felicidad en ese pueblo y exponen sus conflictivas, que no son traumáticas en sí mismas ni tampoco se guardan rencores de tal magnitud como para destruir los nobles motivos del encuentro. Los personajes secundarios aportan poco al núcleo fuerte de hermanos pero Jane Fonda se destaca sobre el resto del elenco que convoca con la misma intención al experimentado Jason Bateman como Tina Fey, alejada de sus registros habituales de la comedia y más concentrada en los rasgos dramáticos que histriónicos de su personaje. En síntesis, con Hasta que la muerte nos juntó nos encontramos frente a una comedia dramática muy poco interesante desde los planteos familiares y con un elenco que convoca por sus nombres más que por sus personajes. Algo que pasará inadvertido en la cartelera.
De ensambles corales y familias disfuncionales. Shawn Levy es de esos directores que uno identifica con la comedia "familiar", pero con un tipo de comedia familiar extremadamente ATP, llena de risas y enredos jocosos para todas las edades, como Más Barato por Docena (Cheaper By The Dozen, 2003), Una Noche en el Museo (Night At The Museum, 2006) o Una Noche fuera de Serie (Date Night, 2010). Pero con Hasta que la Muerte los Juntó (This is Where I Leave You, 2014) el realizador se adentra en un drama familiar de tono liviano aunque un poco más espeso y con una multiplicidad de voces que nutre al relato. Dentro de un elenco compuesto por diversas estrellas en una suerte de estructura coral, entre las que se destacan Jane Fonda, Jason Bateman (Quiero Matar a mi Jefe, Arrested Development), Tina Fey (30 Rock, Saturday Night Live) y Rose Byrne (X-Men: Primera Generación, Insidious, Buenos Vecinos), la historia sigue el derrotero de Judd Altman, interpretado por Bateman, un productor radial que descubre que su esposa lo engaña con su propio jefe. La mala noticia llega en medio de otra mala noticia: recibe una llamada telefónica de su familia informándole que ha fallecido su padre. El núcleo de la historia se desarrolla durante la semana en que la familia entera debe volver a vivir bajo el mismo techo para honrar la memoria y cumplir con el último deseo de su difunto padre. Obviamente esta reunión repentina servirá para avivar viejos romances, antiguos rencores y limar asperezas varias entre los integrantes de la familia y aquellos de su universo más próximo. Como en todo esquema coral, cada uno de los personajes tiene un campo de acción perfectamente delimitado. Bateman parece no poder escapar a ese karma que lo lleva a interpretar siempre al tipo bueno que trata de hacer lo mejor para que todos esten felices y es víctima de su propia bondad. Fey es la hermana con lengua filosa y espirítu varonero, y Jane Fonda es la mamá sexy que no tiene tapujos a la hora de ventilar las intimidades de sus cuatro hijos ante cualquiera que esté dispuesto a prestar el oído. En el mejor espíritu de las comedias dramáticas estándar, las distintas líneas argumentales irán tomando cada una su camino, con algunas resoluciones cercanas al status quo y otras que intentarán romper con lo tradicional. Cuestión de que todos se vayan a casa contentos habiendo visto algo que tiene un poquito para cada gusto, en el sentido más genérico posible.
Shawn Levy era algo así como uno de los emblemas de los directores de comedias por encargo, con títulos en su haber como Recién casados, La Pantera Rosa, Gordo Mentiroso, Más barato por docena, o la trilogía de Una noche en el museo. En 2011 parecía patear el tablero y sorprendió para bien con aquel film de robots Gigantes de acero. Ahora es el turno de "Hasta que la muerte nos juntó", película que podría quitarlo nuevamente de su eje, a simple vista un drama con toques de comedia, un film coral, y hasta una película que pareciera tener algún sello personal, pero a Levy esta vez le costó dejar varios de sus mohines de lado. Los grandes eventos suelen servir para hacer una catarsis familiar, ya sea un casamiento, un cumpleaños, un aniversario, el cine se ha cansado de demostrarnos que en esas fiestas pueden aflorar lo mejor y lo peor de cada uno… y en un funeral también. Judd (Jason Bateman) está en esos momentos cruzados en el que nada parece salir bien, su mujer lo engaña con su jefe, se encuentra en crisis, y para remate, recibe la noticia que su padre ha fallecido, y su madre (Jane Fonda) necesita que todos sus hijos estén ahí para consolarla. Así son los Altman, cada uno con un rollo distinto, todos neuróticos a su modo y dispuestos a cargar en el otro (al que no importa si hace mucho o poco que no ven) todos sus problemas. No adelantaremos demasiado de los sucesos a ocurrir durante ese funeral ya que se supone que la gracia estará en descubrir cada personaje delineado con sus pros y sus contras. Jonathan Tropper (conocido por la serie Banshee) se encargó de guionar su propia novela, y en este proceso hay un poco de todo. Por momentos, Hasta que la muerte… es una comedia familiar, por momentos mantiene el estilo de gags rápidos y ligeros de tono slapstick casi como una sitcom alargada a la que sólo le faltan las risas pregrabadas o de reídores presentes, por supuesto tratándose de un funeral no faltan las pinceladas de humor negro, y el drama que está por estallar durante todo el film se da rienda suelta promediando. Este torbellino de “emociones” lo que no permite a este film despegar de un promedio en el que se encuentran varias similares, inclusive varios telefilms que comienzan a pulular en estas épocas de fiesta y reuniones obligadas y felices. Levy filma con oficio y aligerando los tonos, se nota que lo suyo es la comedia y por ende se remarcarán más los momentos de puro humor absurdo (que para algunos podrían quedar desencajados) que aquellos en donde aflore la comedia dramática. También se agradece la posibilidad de airear las escenas, que no huela a encierro como sucedía con la reciente Agosto. Su principal acierto será su importante elenco, si bien Bateman luce como protagonista (y demuestra sobrado talento para encarar personajes de variadas matices), lo acompañan con buen timing, Rose Byrne (como un asunto amoroso algo forzado), Tina Fey, Adam Driver, Connie Brighton, Timothy Olyphant, Abigail Spencer, Dax Shepard y la mencionada Jane Fonda, con mayor o menor espacio en el guión. "Hasta que la muerte nos juntó" es un film amable, más convencional de lo que aparentaba, entretenido y ligero. Podría haber sido más de tan solo animarse un poco, pero en esa medianía encuentra un tono que no la convertirá en memorable, pero sí llevadera. Aproveche a verla en estas semanas y congratúlese con su disfuncional familia.
Lo primero es la familia Cuando pensaba que nada podía salirle peor, Judd (Jason Bateman) recibe una seca llamada telefónica de su hermana (Tina Fey) para avisarle que su padre ha fallecido. Todavía recuperándose de la reciente separación de su mujer (Abigail Spencer), luego que la descubriera in fraganti con su jefe (Dax Shepard), Judd no sabe cómo encarar el viaje que lo llevará a su ciudad natal para encontrarse con su familia y mucho menos poder superar las recientes “catástrofes” personales que le han tocado. Así arranca Hasta que la muerte los juntó (This is where i leave you, 2014), con varios twists en la trama, y que recupera el estilo coral de la clásica comedia francesa o el dinamismo de películas como Feriados en Familia (1995) de Jodie Foster y la más reciente Agosto (August, 2013). La familia Altman no estaba preparada para reunirse y estar juntos durante una semana, por expreso pedido de su madre (Jane Fonda), quien necesita que todos la ayuden a superar su pérdida. O al menos eso es lo que les hace creer. Shawn Levy maneja con maestría a un elenco multiestelar que se repartirá la atención a lo largo del metraje, secundando a Bateman, quien se afirma como comediante de raza. Judd se reencuentra con los suyos, luego de mucho tiempo de no verse, descubriendo en cada miembro de la familia su particularidad, y si Wendy se esconde detrás de un matrimonio que sólo le sirvió para ocultar su insuperable amor por alguien del pasado (Timothy Olyphant), su otro hermano (Corey Stoll) no puede superar su incapacidad para procrear, y el más pequeño, Phillip (Adam Driver), permanece en un estadio de eterna adolescencia que sólo complica aún más su presente. Cada miembro de la familia será presentado en particular y luego grupalmente con sus miserias y reparos ante los demás, y en ese tiempo para reencontrarse dentro del funeral del patriarca algunas revelaciones cambiarán el sentido de la percepción que unos tienen sobre otros. Para condimentar un poco más el asunto, Judd, en plan amoroso, se reencuentra con Penny (Rose Byrne), con la que entablará un vínculo, inesperado para el momento que le toca vivir, que confundirá y complicará aún más el panorama. Detrás de su artificio cómico, la película no hace otra cosa que desnudar miserias y planteos que siempre surgen a la hora de un funeral, o de un cambio, momento en el que los egos de los que quedan vivos chocan y confrontan con una realidad que ya no se puede cambiar. El director captura el potencial del guion escrito por Jonathan Tropper, y lo eleva a un lugar en el que no sólo la puesta en escena tradicional y estática favorece la dinámica entre los personajes, sino que agrega su punto de vista sobre cada miembro de la familia e incorpora el absurdo y el grotesco como fuente de creación. El gag reiterativo (los pechos de Jane Fonda) y el looserismo como manera de generar empatía con el público son el gran acierto de Hasta que la muerte los juntó, una comedia como las de antes, en las que cada personaje suma, apoyado en el virtuosismo de sus actores, y a la que hay que prestar mucha atención.
Llega Hasta que la muerte los junto, de la mano de un director que conoce el genero, pero que no termina de convencer. Al mismo tiempo que presencia como su matrimonio se deshace, Judd (Jason Bateman) recibe el llamado de su hermana Wendy (Tina Fey), quien le cuenta que falleció su padre, por lo que el personaje emprende un viaje hacia su ciudad natal para poder asistir al entierro. Ya en la casa familiar, se reencontrará con sus otros dos hermanos y su madre (Jane Fonda) con los cuales, y por pedido del difunto, atravesará un periódo de duelo en el cual, durante siete días, la familia convivirá sacando a relucir sus problemas tanto en la intimidad del seno familiar, como afuera del mismo. El argumento no rebosa de originalidad por ningún lado, y los diálogos son bastante rebuscados. Si bien el cast es muy atrayente y ninguno se destaca por brindar una actuación pobre, las situaciones poco creíbles, pero por sobre todo, tan pegadas una al lado de la otra, vuelven a esta cinta un producto más que olvidable. Aún teniendo el merito de estar alejado del clásico cliché de padre e hijos distanciados, la forma en la que el guionista fuerza todas las situaciones (cuatro hermanos, tres cuñados, madre, vecinos, rabino) para que entren en una hora cuarenta de película, hacen que el golpe de efecto que algunas escenas tendrían que tener, resulte reiterativo. En definitiva, Hasta que la muerte los junto puede mirarse un fin de semana de mucha lluvia, pero que en medio de una cartelera bastante movilizada y con estrenos muy fuertes en las próximas semanas, sumado esto al hecho de que es una película que se consigue hace rato en los puestos de la calle, el pronóstico para este estreno no es demasiado prometedor.
Una narración apropiada, pero no es nada que no se haya visto antes. Los miembros distanciados de una familia que se reúnen a causa del fallecimiento de uno de sus miembros es un molde de comedia dramática que se ha visto hasta el hartazgo. Se requiere de una gran labor interpretativa (de un reparto de estrellas, por supuesto) para que la película no sea descartada desde el vamos como una mas. Ese parece ser el caso de Hasta que la Muerte los Juntó. Reunión Familiar Cuando el patriarca de la familia Altman muere, deja como ultima voluntad que su mujer y sus hijos pasen juntos el shiva, o sea un periodo de luto de una semana acorde a la tradición judía. Este regreso al hogar representa una confrontación para los cuatro hermanos con sus historias de amor pasadas. Como dije en la introducción, esta es una trama de comedia que se ha visto hasta el hartazgo, y si nos ponemos a indagar en la historia personal de cada uno de los personajes la cosa no cambia demasiado: Tenemos al hermano cuya mujer le fue infiel, el hermano cuya mujer quiere quedar embarazada a como dé lugar, el hermano inmaduro que –vía un obviamente mal resuelto Edipo– viene con la novia que lo supera en edad y la madre terapeuta con una percepción bastante natural de la sexualidad (El personaje es prácticamente calcado del de Barbra Streisand en Los Fockers: La Familia de mi Esposo). La única novedad debo reconocer es el personaje de la hermana, que tiene un backstory un poquito mas original e interesante, por lo menos si se la compara con las otras. Si bien la película tiene logrados momentos cómicos y alguna que otra cuestionable vueltecita de tuerca, el viaje de esta película no es muy distinto de otras películas que retraten el mismo universo. Las Estrellas al Rescate Por el costado de lo técnico no hay mucho que destacar salvo una apropiada partitura de Michael Giacchino que muestra más compromiso profesional que la pasión de sus trabajos anteriores. Por otro lado, el costado actoral es lo que salva a esta película; lo es todo, porque con una trama así de predecible es menester tener un buen reparto para poder vender la película, y el director Shawn Levy tuvo suerte: Jason Bateman lleva con mucha estabilidad el protagónico, y Jane Fonda muestra un carisma y una capacidad que corresponden a una actriz de su trayectoria. Pero las actuaciones que se roban la película son definitivamente las de Tina Fey y Timothy Olyphant, que curiosamente tienen la sub-trama mas intensa, original e interesante de la historia. Aunque Fey saca a relucir la actitud ácida que la ha hecho famosa, su postura ante las escenas mas emotivas es lo que la hace destacar; no me sorprendería que en el futuro vire hacia papeles mas dramáticos. En este título demostró que los sabe bordar. Conclusión Si bien Hasta que la Muerte los Juntó no rompe ningún molde y es predecible hasta la saciedad, el carisma de su labor interpretativa es lo que hace que la película sea llevadera. Si quiere pagar para ver a un ensamble de muy buenos actores hacer lo que saben hacer mejor, tal vez quiera darle una chance, ahora si, caveat emptor: Aunque es posible que se rían, no se van a encontrar con nada nuevo.
Otra vez sopa: más teatro filmado Una troupe de hijos, todos interpretados por actores de primera línea, atraviesa las realidades más disímiles cuando la sorpresiva muerte del padre fuerza el regreso temporario a la casa natal, dando pie a una comedia dramática cuyo arco narrativo va desde el pase de facturas, la salida a la luz de las diferencias interpersonales y la irresolución crónica de los vínculos familiares hasta un desenlace esperanzador atravesado por la certeza de las segundas oportunidades. La definición bien podría caberle a Agosto, pero pertenece a Hasta que la muerte los juntó. Son, al fin y al cabo, dos películas cortadas con la misma tijera. Tal como ocurría con la adaptación de la reconocida obra de Tracy Letts –que aquí fue dirigida por Claudio Tolcachir, con Norma Aleandro y Mercedes Morán en los personajes centrales–, el film del irregular Shawn Levy (Una noche en el museo, Gigantes de acero) es una muestra de convencionalismos encadenados uno tras otro, en este caso sin el condimento del humor negro ni la más mínima preocupación por la sensación de lo ya visto, generada por la presentación de un plato mil veces servido. Y es, también, una película apegada a un guión de hierro, apenas sostenida por el plantel actoral. Teatro filmado, que le dicen.Una familia muy normal.Escrita por Jonathan Tropper y basada en su libro homónimo, Hasta que la muerte los juntó comienza con el fallecimiento del patriarca del clan Altman –¿homenaje a ese icono de las historias corales modernas que es el director de Ciudad de ángeles?–, hecho que obliga a la reunión de la madre (Jane Fonda, en plan locuacidad insoportable digna de los roles crepusculares de Diane Keaton) y sus cuatro hijos. La situación de los vástagos no es para alegrarse demasiado: Phillip (Adam Driver, de Girls) es un vividor sin vocación definida; Paul (Corey Stoll, el Peter Russo de House of Cards) está tan preocupado por la continuidad del negocio paterno como por el tratamiento de fertilidad de su mujer; Wendy (Tina Fey) vive con las secuelas de un amor truncado; y Judd (Jason Bateman) tiene demasiado fresca la cornada de su mujer con su jefe.“Es difícil ver gente de tu pasado cuando tu presente es un auténtico cataclismo”, dirá este último después de encontrarse con Penny (la australiana Rose Byrne), la chica local que nunca emigró y que, al igual que el personaje de Vera Farmiga en la reciente El juez, encarna la existencia sin sobresaltos que Judd hubiera tenido de quedarse en el pueblo. Pero el film jamás aborda esa potencialidad, sino que prefiere limitarse a la inofensiva esgrima dialéctica y en el somero retrato de los conflictos de cada uno de los protagonistas. Protagonistas para los que la despreocupación es representada por ese sobrino pequeño que se pasea inocente con su flamante pelela. La caca, entonces, como metáfora de la felicidad. Y de la película misma.
Semana de catarsis familiar Basada en la novela de Johathan Tropper, la película suma a varios personajes que en un universo reducido, entre el humor y dosis de dramatismo, sacan a relucir viejos asuntos. Judd Altman trabaja como operador en una radio, está casado y en general cree tener una vida ordenada, sin sobresaltos. Sin embargo, un día llega temprano a su casa y descubre a su mujer teniendo sexo con su jefe. Separado y sin trabajo, poco después se entera de que su padre murió y para complicar aún más el panorama, le dan la noticia de que su último deseo fue que la familia guardara el shiva, una costumbre judía que consiste en reunir a la familia durante siete días para recordar al difunto y recibir visitas. Basada en la novela de Jonathan Tropper, también responsable del guión adaptado, el relato ubica a Judd (Jason Bateman), Wendy (Tina Fey), Phillip (Phillip Altman) y Paul (Corey Stoll), hermanos distanciados que vuelven a compartir la casa de la infancia, bajo la tutela de Wendy (Jane Fonda), una madre liberal, psicóloga, que contó cada una de las intimidades de sus hijos en un libro de autoayuda que se convirtió en best seller, la convirtió y una celebridad y llenó de vergüenza a los cuatro hermanos. La semana de convivencia, sumada a todo un batallón de ex parejas y personajes secundarios dentro de ese universo reducido que se da cita en la casa de los suburbios, pondrá sobre la mesa la disfuncionalidad familiar a través del humor y bastante drama, pautará la catarsis colectiva y la síntesis de que todavía los vínculos no están completamente desechos. Si el puntapié inicial recuerda a Agosto, el melodrama de John Wells con Meryl Streep y Julia Roberts que también comenzaba con la muerte del patriarca y la reunión familiar, Hasta que la muerte los juntó, dirigida por Shawn Levy, responsable de la saga Una noche en el museo y Una noche fuera de serie, luego se encamina hacia la comedia del tipo Muerte en un funeral, aunque sin la incisiva mordacidad del film británico dirigido por Frank Oz. Con un elenco en donde sobresalen los contrapuntos entre Jason Bateman y Tina Fey, Jane Fonda en plan de comediante (aunque un poco pasada de registro) y la fantástica Rose Byrne, la divertida crueldad de algunos chistes con origen en el patetismo de cada uno de los integrantes, las situaciones absurdas que se producen a partir de la historia en común y la convivencia forzada, se opacan por la necesidad de introducir el drama y la corrección política como el centro de varias historias con final feliz, aunque con una considerable cuota de amargura, cuestión de que quede claro que las acciones de los personajes tienen sus consecuencias.
Al fin una buena comedia inteligente en donde los personajes no están pintados y tienen algo que decir. Hacía tiempo que una propuesta así no llegaba a la cartelera porque si bien se estrenan unas cuantas películas de este género, ninguna incluye el humor negro tratado con mucha altura y sin caer en chistes fáciles. Sorprende el laburo del director Shaw Levy, a quien se lo identifica con grandes producciones (un tanto light) como la saga de Una noche en el museo, Gigantes de acero (2011), o la pésima comedia Aprendices fuera de línea (2013). Aquí el director se redime por completo del mal trago que nos convidó mediante el estreno del año pasado revirtiendo la situación con gran fortaleza en el punto más flojo de su film anterior: el guión. En esta oportunidad la historia (escrita por Jonathan Tropper, quien adapta su propia novela) es muy inteligente y balancea con gran altura todas las subtramas que se encausan dentro de un gran conflicto. Cada personaje está muy bien delineado y hace que el espectador se enganche con las historias de cada uno de los hermanos e incluso opte por un favorito. El elenco de lujo compuesto por Jason Bateman, Tina Fey, Rose Byrne, Connie Britton, Adam Driver, Corey Stoll y la leyenda viva Jane Fonda no hacen más que enaltecer la propuesta a un nivel superior. Todos y cada uno de ellos logran dar personalidad y dimensionalidad a sus personajes. Te hacen reír y te hacen llorar. Sobre todo la nueva gran promesa del cine, Adam Driver, y Fonda, quien está increíble a sus 77 años. Una comparación muy fácil para hacer es con la obra de teatro y también película Agosto, estrenada a principios de año, pero hay que aclarar que aquel film se trataba de un drama con todas las letras y aquí nos encontramos con una comedia. Por lo cual dicha comparación es un tanto injusta. Hasta que la muerte los juntó es una gran comedia que escapa a la mediocridad que inunda al género. Es una película para pasar un buen rato en el cine con risas y alguna lágrima.
Crítica emitida por radio.
Para ser la primera comedia apta para mayores del director Shawn Levy, This Is Where I Leave You es una apuesta a lo seguro, en un terreno donde no hay mucho espacio ya para explorar. Hace menos de mes y medio que The Judge, el vehículo de lucimiento para Robert Downey Jr., desfiló con un argumento parecido en las salas y ahora es el turno de este elenco de primer nivel, para una comedia dramática que trabaja con lo que tiene a su disposición pero que no trasciende la cotidianidad de su trama. Tras la tópica muerte del patriarca de la familia, los hermanos Altman deben reunirse en su hogar para celebrar durante una semana la ceremonia religiosa judía del Shiva. Cada uno trae sus disfunciones propias bajo un mismo techo, desde el frustrado protagonista de Jason Bateman hasta el insoportable hermano menor de Adam Driver, pasando por los poco desarrollados hermanos restantes, interpretados por Tina Fey y Corey Stoll. Como es de esperar, más de un trapito saldrá al sol y los hermanos deberán soportar más de una situación incómoda, todo mientras lloran a su difunto padre. Comedias dramáticas como ésta llueven cada año, ya sea un producto independiente o uno de un gran estudio como el presente. Familias sin hijos, familias con hijos, problemas maritales, amores adolescentes no correspondidos, no hay tema que no quede sin revolver ni explorar. El problema de This Is Where I Leave You no es el material de donde proviene, el libro de Jonathan Tropper, quien firma el guión. El problema es que la trama remite a problemas cotidianos que han sido explorados en el pasado -y con mayor éxito- dejando la dura tarea de subsanar una historia trillada a un elenco que no tiene mucho que hacer contra los estereotipos. Bateman vende a su compungido Judd con su usual apatía, Jane Fonda la descose como la sensual y desenfadada matriarca, y Rose Byrne ilumina la pantalla con su candidez y ligereza. Todos funcionan muy bien juntos y salen bien parados de escenas cómicas, pero por separado sus historias propias hacen aguas. Fey está muy desaprovechada como una madre infeliz con su matrimonio y que todavía tiene sentimientos por su vecino -Timothy Olyphant- mientras que Stoll debe ponerse los pantalones para con el negocio familiar, a la vez que se los saca para intentar dejar embarazada a su ansiosa esposa. Driver, por lo pronto, vuelve a repetir esquemas con su hiperactivo adulto joven que ya muy bien hizo en la serie Girls, pero que poco a poco va agotando la paciencia con sus salidas histriónicas. Hay tantos personajes en pantalla y todos tienen algo para contar, que al final ese peso estelar termina tirando abajo el justo equilibrio entre comedia y drama. Si hasta ese rabino joven termina agotando con su repetitivo chiste vulgar. This Is Where I Leave You es un interesante paso hacia pasturas más maduras del director, pero repite esquemas a diestra y siniestra. Ideal para un día lluvioso.
Publicada en edición impresa.
Una familia psicoanalizada Hasta que la muerte los juntó -el título original es This is where I leave you, algo así como "Aquí los dejo"- se inscribe dentro de ese subgénero que podría denominarse "Familias que se reúnen por algún motivo -en general, funeral o casamiento- después de mucho tiempo sin verse". En general, este subgénero coincide con otro: "Regreso al pueblo de la infancia". En este caso, la excusa de la reunión de los Altman es la muerte del padre. La viuda y sus cuatro hijos con sus respectivas parejas convivirán durante una semana en la casa paterna intentando observar el Shivá, el período de duelo que establece el judaísmo para los grados de parentesco más cercanos. Durante esos siete días, los deudos se reúnen en un mismo hogar y reciben visitas.Lo que irrita de esta comedia de Shawn Levy -director de las tres entregas de Una noche en el museo- es que los personajes son profundamente autoconscientes. Es decir: hablan todo el tiempo como si estuvieran observando la historia desde afuera. Como si se hubieran sometido a décadas de psicoanálisis, cada uno conoce el rol que ocupa en la vida y en la familia -están el descarriado hijo menor, el responsable hijo mayor, etcétera- y lo expresan en voz alta. Acá no hay secretos: todos saben todo. Se suceden diálogos clarividentes, llenos de "verdades", que buscan tanto causar gracia como conmover. Y no consiguen ninguno de los dos objetivos.
Familia enclaustrada El canadiense Shawn Levy, sólidamente afincado en la industria de Hollywood, tiene antecedentes muy exitosos: Más barato por docena, Gigantes de acero, Una noche en el museo (las tres), Una noche fuera de serie, Aprendices fuera de línea. El cine de Levy no tiene constantes temáticas ni estilísticas, pero sí un sello en común, que nos lleva a una sensación insatisfactoria: estas películas podrían haber sido mucho mejores con directores menos adocenados, con un estilo menos anestesiado, un poco menos "palo de fórmula y a la bolsa". El título "más barato por docena" actúa, lamentablemente, como una definición breve de sus procedimientos: emoción y risas que se buscan de forma mecánica, situaciones gruesas, demasiado directas y poco elaboradas. El cine de Shawn Levy es superficial en el sentido más literal posible, pero -éxitos son éxitos- continúa teniendo la fortuna de trabajar en general con grandes actores y con planteos argumentales atractivos (Levy no es guionista). Hasta que la muerte los juntó es una historia de familia reunida -la muerte es la del padre- con varios hermanos ya adultos y con mucho que resolver y revelar(se), tanto entre ellos como con parejas, ex parejas y diversos pasados. Además, hay una madre fuerte y magnética. Había mucho potencial aquí; en general lo hay en este subgénero de la comedia dramática, el de la familia forzada a (re)convivir por alguna ocasión especial, como ocurre por ejemplo en Feriados en familia, de Jodie Foster; El mito de las huellas digitales, de Bart Freundlich; La joya de la familia, de Thomas Bezucha, y El primer día del resto de nuestras vidas, de Arnaud Desplechin. El film tiene muchos actores con espacio, conflictos varios y muchas líneas dramáticas para lucirse. No siempre pasa, pero el elenco de Hasta que la muerte los juntó es de primera: Jane Fonda sabe cargar con el peso de su importancia cinematográfica y su físico privilegiado (y retocado), y además están Tina Fey y Rose Byrne, dos apuestas seguras. Y, sobre todo, en el centro está Jason Bateman, un intérprete de estirpe clásica y con una notable variedad de recursos para el gran arte de la comedia, que por momentos hasta le gana a la chatura de Levy para poner en escena situaciones y diálogos que tendrían mucha más gracia si hubieran sido dirigidos por el propio actor, que en su ópera prima -la aún inédita Bad Words- demostró un filo del que el exitoso Levy carece, o al menos no se preocupa por exhibir.
Solo nos vemos en los velorios La repentina muerte de un padre de familia hace que su parentela vuelva a reunirse nuevamente bajo el mismo techo. La reciente viuda y sus cuatro hijos deberán pasar una semana en la casa familiar, a la que llegan con parejas, hijos, problemas personales, y traumas varios. Los hermanos no están pasando por su mejor momento, Judd (Jason Bateman) aun no le ha dicho a su familia que se separó de su mujer; Wendy (Tina Fey), quien parece una perfecta esposa y madre, no es tan feliz como parece y aun recuerda a su amor de la adolescencia; Paul (Corey Stoll) está agobiado por la empresa familiar y por una esposa a la que no logra dejar embarazada; y finalmente Phillip (Adam Driver), el menor, es un irresponsable y bastante mujeriego. La forzada convivencia, y la vuelta al pueblo donde pasaron la infancia, los enfrenta a viejos recuerdos, y así algunos rencores y cuentas pendientes salen al a luz. Pero todo está narrado en tono de comedia. El alcohol y las hierbas alivian la estadía, y aunque por momentos parezca que todo va a explotar, los hermanos se mantienen unidos y encuentran la manera de enfrentar juntos los problemas. Construida como una efectiva sitcom de casi dos horas, esta película coral tiene de todo: romance, peleas, un poquito de drama, pero sobre todo mucho humor, todo en la medida justa como para no aburrir, aunque por momentos abusa un poco de los gags y cae en algún que otro lugar común. No es la más original de las historias, y no es la primera comedia que comienza con un funeral, pero es una historia dinámica y efectiva que logra destacarse de otras similares con diálogos que abundan en humor ácido e irónico, y con un gran elenco en el que se destacan Adam Driver, Jason Bateman, Tina Fey y la veterana Jane Fonda, como una psicóloga que atormenta a sus hijos hablando abiertamente de sexo y usándolos como ejemplo en sus libros.
Una comedia agradable, agridulce, que tendrá éxito seguro. Una familia que se reúne por la muerte de su padre y deberán pasar como última voluntad del difunto varios días juntos: lo necesario para trapitos al sol y la verdadera emotividad a flor de piel. Muy buenos actores, encabezados por Jason Bateman y Tina Fey.
Lo que tiene "Hasta que la muerte los juntó" es un elencazo total... Jason Bateman, Tina Fey, Jane Fonda, Rose Byrne y varios más, todos juntos en una comedia (más dramática que cómica) de una hora cuarenta, que funciona a la perfección. Fey y Bateman se roban los minutos con escenas inolvidables y una química que traspasa la pantalla. Los enredos familiares, las charlas/gritos y los nuevos integrantes que van apareciendo en esta familia apenada por la muerte del hombre de la casa son fantásticos. Todo el inicio de la peli es un sin parar de momentos cómicos, pero a medida que los días pasan (en la película), todo se va tornando aun más interesante y pesado. Gran elenco coral en una comedia para pasarla muy bien.
Doméstico y hogareño En Hasta que la muerte los juntó hay un tono marcadamente doméstico, hogareño, que va bastante más allá de su argumento, centrado en cuatro hermanos que, a partir de la muerte de su padre, deben pasar una semana bajo el mismo techo junto a su madre recientemente viuda y todo el séquito de cónyuges e hijos respectivos, con el objetivo final de arreglar viejas heridas. Lo doméstico y hogareño se traslada a su puesta en escena, a sus diálogos, a su ritmo narrativo e incluso sus decisiones éticas y morales, y la terminan emparentando con los lanzamientos destinados a los formatos al estilo DVD o Video On Demand. Y es una pena, porque había nombres involucrados que podían dar mucho más, empezando por los actores: Jason Bateman es un intérprete de altísimo nivel que supo demostrar que también tiene una visión propia y compleja como director; lo mismo se puede decir de Tina Fey; Adam Driver está cimentando una carrera más que prometedora; y gente como Timothy Olyphant, Corey Stoll, Rose Byrne, Jane Fonda, Kathryn Hahn y Connie Briton son siempre rendidores. Sin embargo, aunque todos están solventes -en especial Bateman y Byrne, cuyo romance está entre lo mejor de la película-, también lucen en piloto automático, repitiendo papeles anteriormente vistos y hasta un poco fuera de registro (el caso de Fey es el más palpable, porque no consigue transmitir con veracidad los dilemas de su personaje entre un pasado idílico y un presente abúlico pero difícil de cambiar). Incluso de un realizador de mediano talento como Shawn Levy se podía esperar una mirada más profunda, teniendo en cuenta que en films como Gigantes de acero y las dos entregas de Una noche en el museo (en especial la segunda parte) había abordado con sinceridad y cariño los vaivenes de los vínculos paterno-filiales y la necesidad de dejar de lado el estancamiento para arriesgarse en las metas que uno se propone para la vida que lleva, a través de la aventura. Pero el que más decepciona es el guionista Jonathan Trooper -quien adapta su propia novela-, que venía con el antecedente de ser uno de los creadores de Banshee, una excelente serie policial y de acción, que es pura fisicidad y atrevimiento tanto desde la puesta en escena como desde la narración y la configuración de los personajes. Hasta que la muerte los juntó es muy pero muy chiquita, casi no toma riesgos, transita por todos los lugares comunes posibles, nunca se permite patear el tablero, hace foco sólo en los personajes que le conviene y jamás se sale de los lugares políticamente correctos. Es de esos films para ver en dvd o bajarse de las plataformas de Internet, con total comodidad, sin temor a sentirse ofendido o mínimamente sacudido, sabiendo que todo va a terminar de la forma indicada por los mandatos institucionales. Todo lo que pida la Familia será aceptado, los roles serán asumidos y nunca severamente cuestionados, básicamente porque sí, porque es lo natural, y no habrá grandes cambios, aunque los protagonistas parecieran querer insinuar que sí. Tan correcto es todo, que termina siendo rutinario y hasta para preguntarse si esa muerte que juntó a los protagonistas era realmente importante. O si los protagonistas tenían algo para decir desde sus historias que fuera relevante. O incluso si la película tenía una razón de ser. ¿Para qué tantos nombres y subtramas? Malas palabras, con un Bateman desparramando talento como actor y director, fue acá directo a DVD, pero tiene mucho más cine para ofrecer.
Hasta que la muerte los juntó es una comedia livianita sobre una familia que pierde a su padre. Una convivencia forzosa es la excusa para escenas y diálogos repetidos. Parece que los velorios constituyen un imán para los realizadores de cine, habida cuenta del largo listado de películas que los tiene como eje argumental. Otra vez se toma este acontecimiento de carácter trágico para el rodaje de una de esas comedias típicas de Hollywood, hechas para ser vistas un par de semanas en el cine y después pasarlas rápido y derechito al DVD hogareño. Hasta que la muerte los juntó es el título de este filme elegido para el mercado latino, y que tiene como principal atractivo un elenco que si bien no está repleto de estrellas, tiene algunos integrantes de nombres reconocidos (Jane Fonda, Tina Fey) y otros que se los conoce más por la cara (los casos de Jason Bateman o Rose Byrne). En la aceptable solidez de este grupo recae el desarrollo de una sucesión de hechos, situaciones y diálogos vistos y escuchados en un montón de comedias de tono similar, aunque con algunos leves cambios y retoques. Un paneo general por la historia indica que cuatro hermanos cuyas vidas fueron disparadas para lados muy diferentes y que por lo tanto rara vez se encuentran, son obligados a quedarse durante algunos días en la casa familiar ante la muerte de su padre. Quien los obliga, claro, es la viuda, papel que está a cargo de Jane Fonda, quizá lo mejor del filme. Reencuentro. El director Shawn Levy no se esforzó demasiado en sacar un poco de lustre a un libreto bastante soso, previsible y trillado de lugares comunes, y en muchos segmentos esta comedia no se diferencia de aquellas películas que se veían hace ya varios años por el canal Hallmark, salvo por algunos toques de gracia y un poquito de humor incómodo, pero no más que eso. En los poco más de 100 minutos de película, Hasta que la muerte los juntó se pueden observar la recreación de vínculos que parecían perdidos, procesos de luto que se cierran y que no necesariamente tienen que ver con la muerte del patriarca y problemas que se encuentran en todas las familias y que hacen eclosión durante la reunión. Una comedia livianita que vale la pena únicamente si el cinéfilo empedernido ya se vio todo lo que hay dando vueltas en cartelera.
Reencuentro disfuncional La premisa de este film es remanida. Antes de que toda una familia, después de mucho tiempo de no hacerlo, se reúna para el funeral del patriarca, uno de sus integrantes (Jason Bateman) asiste a una infidelidad flagrante de su esposa, lo que lo deja en estado patético. Justamente, estos dos términos sirven para describir esta mediana revisión de tantas historias y películas memorables directores como Robert Altman y Lawrence Kasdan sabían cómo aprovechar mejor este tipo de reencuentros. En todo caso, esto es lo que hay, y para deprimirse con este tipo de comedia dramática, que ni hace reír ni llega a emocionar, mejor esperar a que la pasen por cable o peor aun, que esté disponible en Netflix- .En ese momento se podrá disfrutar de una eterna Jane Fonda que, como viuda pulposa, no será Barbarella, pero alegra el asunto como ninguna de sus compañeras de reparto menos experimentadas, aunque Rose Byrne tiene sus momentos. En cambio, Tina Feyesta está muy desaprovechada; Shawn Levy, el de la serie de "Una noche en el museo", la supo dirigir mucho mejor en "Date Night". Hay demasiados actores talentosos que no tienen ni una escena que valga la pena, y todo el carisma esta apostado al hijo pródigo del difunto, personaje a cargo de Adam Driver que pone un poco de acción en medio de escenas que, en el mejor de los casos, dejan sensación a dejà vu.
En un momento de Hasta que la muerte los juntó, un personaje dice algo así como que los hombres correctos son aburridos y decepcionantes. Y he aquí su problema principal. La nueva comedia de tono dramático de Shawn Levy es correcta, y por lo tanto aburrida y decepcionante. Judd Altman (Jason Bateman) trabaja en una emisora de radio, en un programa cuyo jefe y conductor es un ser despreciable. En el día del aniversario de su matrimonio, Judd llega a casa con una torta para sorprender a su esposa, pero la que lo sorprende es ella, que está en la cama con el jefe de su marido. Y las cosas siguen empeorando en la vida de Judd: recibe una llamada telefónica de su hermana Wendy (Tina Fey), quien le informa que el padre acaba de fallecer. Shawn Levy, conocido por haber dirigido la saga Una noche en el museo, se mete con un argumento conocido: los hermanos (a Wendy se le suman Paul y Phillip) tienen que volver al pueblo natal para el velorio del padre y cumplir con su último deseo: el ritual shivá, una tradición judía que consiste en pasar siete días de luto en la casa paterna, inmediatamente después del funeral, como un momento de condolencia, respeto y remembranza, y donde podrán ponerse al día y reavivar el espíritu familiar. Es ahí, en el pueblo, donde Judd se reencontrará con Penny (Rose Byrne), una exnovia a la que siempre amó sin darse cuenta, quizás por estar concentrado en seguir los típicos planes del pueblerino que se va a la ciudad con la idea de hacer una vida mejor. Sin embargo, Shawn Levy demuestra que no sabe qué hacer con el encuentro de los protagonistas y, peor aún, está convencido de que el chiste reside en contar intimidades en las reuniones. Cree que es gracioso hacer público lo privado. Y una y otra vez vuelve a hacer el mismo chiste inefectivo y sin gracia, como cuando la madre (Jane Fonda) se explaya en el tamaño del péndulo de carne que colgaba entre las piernas del finado. El filme está lleno de esa clase diálogos que dicen que la vida no es perfecta, que las cosas nunca salen como las planeamos y que lo que predomina es lo impredecible (otro punto flojo para destacar es la forzada incorporación de la homosexualidad, como si el realizador no quisiese desentonar con los tiempos que corren). En Hasta que la muerte los juntó todos los personajes son infelices, salvo el niño que defeca en una pelela a cada rato, el único elemento lúcido, como si con eso nos dijera que la felicidad les está vedada a los adultos. Shawn Levy deja la impresión de que no sabe trabajar con los lugares comunes, con las reglas y los requisitos del género en cuestión, y a medida que avanza la cinta empieza a estancarse, a dudar, a no darse cuenta de qué es lo que tiene que hacer con ellos: dónde van, cuándo, cómo. Esto hace que a todas las escenas les falte algo, y que la película no llegue a ser ni una comedia ni un drama. Hasta que la muerte los juntó Comedia, Drama Regular Dirección: Shawn Levy. Elenco: Jason Bateman, Tina Fey, Jane Fonda, Rose Byrne, Adam Driver, Corey Stoll. Música: Michael Giacchino. Fotografía: Terry Stacey. Duración: 103 minutos. Apta para mayores de 13 años. Complejidad: nula. Violencia: nula. Sexo: bajo.
LOS HERMANOS SEAN… CUANDO LA MUERTE LOS JUNTO, de Shawn Levy.- Cuando fallece su padre, cuatro hermanos mayores, golpeados y desgastados, se ven forzados a regresar a su hogar de la niñez y a vivir juntos, durante una semana, junto con su pizpireta mamá (Jane Fonda) y un nutrido y florido elenco de cónyuges, ex parejas y viejos amores y otras vecindades. Por supuesto, habrá pases de facturas, reproches, situaciones tensas, revelaciones, secretos que salen a la luz, algunas ilusiones y confesiones varias. Trata de ser una comedia agridulce con lenguaje crudo de estos días. Pero es solamente absurda: cornudos civilizados, escenas traídas de los pelos, hermanitos que se agarran a las piñas, chistes repetidos, cuñadas desesperadas y una madre insoportable que le cuenta a la parentela escenas chocantes sobre su intimidad. Constantes alusiones al pene, gritos y lagrimitas pueblan esta historia de un fallido reencuentro. La sorpresa final a cargo de la mami, demuestra que los chatos guionistas sólo apostaron al golpe de efecto. Demasiado elenco para esta comedia anodina y superficial.
Este redactor tiene la impresión de que el cine estadounidense le envidia al italiano sus viejas comedias sobre grupos eclécticos y familias con problemas. Y que intenta hacerlas, pero es el género donde las cosas funcionan menos, numéricamente hablando. Aquí hay cuatro hermanos que, tras la muerte del padre, deben vivir una semana juntos en la casa de infancia con mamá, una Jane Fonda muy a tono –lo mismo pasa con el gran Jason Bateman, especialista en familias amorfas desde “Arrested development”, y “Tina Fey”, aunque más cerca de la exageración– y cicatrizar heridas, cambiar vidas, etcétera, etcétera. El componente italiano está en los enredos y ciertos gestos. Pero hay también un componente americano (e incluso judeo-americano) en el contraste entre la vida urbana entendida como una especie de infierno y el suburbio visto como un purgatorio con salida edénica.
Almas en pena Otra familia disfuncional unida contra su voluntad y van…Tal como ocurría en Agosto, transposición de la reconocida obra de Tracy Letts –que aquí fue dirigida por Claudio Tolcachir, con Norma Aleandro y Mercedes Morán en los roles principales–, Hasta que la muerte los juntó parte de la desaparición (en este caso la muerte) del padre de clan para reunir nuevamente a todos los hijos. Hijos que tienen vidas diametralmente opuestas, pero que difícilmente pueda decirse que la pasan bien. Así, Phillip (Adam Driver, el de Girls), el menor, vaguea sin rumbo definido mientras está de novio con una psicóloga varios años mayor; Paul (Corey Stoll, el Peter Russo de House of Cards) divide sus preocupaciones entre la continuación del negocio paterno y el tratamiento de fertilidad de su mujer; Wendy (Tina Fey) aún arrastra las heridas de un amor truncado y Judd (Jason Bateman) es víctima reciente de una infidelidad. Con todas esas cartas sobre la mesa, sumada la presencia de la madre (Jane Fonda), el director Shawn Levy (el mismo de Una noche en el museo y Gigantes de acero) arma una película cuya previsibilidad y apego a un guión de hierro la convierten en un fiel exponente de teatro filmado que, para colmo, jamás esconde las costuras de una parábola moral que irá desde la disyunciones internas hasta las posibilidades de una segunda oportunidad. El buen trabajo de Bateman es lo único rescatable.
Película coral en clave de comedia negra, en la línea de MUERTE EN UN FUNERAL con un elenco de notables actores entre las que se destaca la leyenda de Hollywood JANE FONDA, impagable en su papel de viuda y madre sobre protectora. Sin muchas ideas nuevas pero con algunos que gags que funcionan, la infaltable escatología y los consabidos chistes sexuales, resulta un pasatiempo ligero, ideal para desenchufarse y disfrutar de un humor sencillo pero contundente.
Predecible pero disfrutable Si hablamos de un relato coral con una familia disfuncional que se reúne obligadamente en torno a un fallecimiento nuestra mente se dirigirá inmediatamente al film Agosto que se estrenara el año pasado. Aquel intenso drama pasional cargado de excelsas actuaciones y situaciones con tal grado de dramatismo que casi atentaban contra el verosímil. En este caso Hasta que la muerte los juntó comparte el duelo, como así también el encierro como elemento disparador del relato, pero no así el tono elegido para retratarlo. Con un enfoque claramente más pasatista y ligero que “Agosto” Jonathan Tropper nos plantea el universo de la madurez y la desilusión frente a ciertos vínculos de manera franca aunque sin adentrarse demasiado en el meollo del conflicto. El relato fluye cimentado en las actuaciones de un grupo de potentes actores como Jason Bateman , Tina Fey , Jane Fonda (en una gran perfomance ) Rose Byrne , Adam Driver ,Corey Stoll y Kathryn Hahn. La fidelidad, la paternidad, los vínculos paternos, la infancia y los sueños se darán cita en este forzado encuentro que, sin ser fallido, tampoco logra generar empatía con el espectador y solo se mantiene gracias a sus interpretes. Jason Bateman se pondrá en la piel de un cuarentón desilusionado de la vida que ve como su matrimonio se desintegra junto con su casi inexistente espíritu de aventura, Tina Fey será la mujer que sucumbirá a los encantos de un amor de juventud encarnado en el casi silente Timothy Olyphant. Pero sin lugar a dudas todas las miradas estarán puestas en la soberbia Jane Fonda que nos maravilla con su interpretación y con su belleza sin edad. Una viuda que también utilizará la reunión forzada para revelar algunas verdades a sus herederos. hasta-que-la-muerte-los-junto-pelicula-enquito-1 Shawn Levy filma con el oficio que ya ha demostrado en sus anteriores trabajos como Gigantes de Acero y las dos entregas de Una noche en el Múseo, y apoyado en el potente grupo actoral, logra que el film a pesar de ser predecible no sea un fallido absoluto. Manteniendo una simetría con la reunión forzada de los protagonistas motivados por el luto el film incomoda por momentos , aburre por otros y eventualmente arranca algunas sonrisas tiernas en el espectador.
Una anecdótica y entretenida shivah El director de comedias como Una noche en el museo o Más Barato por Docena, adapta en esta oportunidad la novela del mismo título de Jonathan Tropper, con un elenco multiestelar y una trama que pretende ser una comedia de humor negro pero termina siendo familiar. La muerte del jefe de familia que, pese a no ser judío practicante, pidió como último deseo que su familia haga "shivah" (ritual fúnebre judío en el que la familia cercana del fallecido debe permanecer unida bajo un mismo techo durante 7 días y 7 noches en ámbito de reflexión), es el punto de partida de esta comedia en la que una familia disfuncional deberá convivir después de mucho tiempo y donde se descubrirán varios secretos del pasado y presente. La viuda, interpretada por la genial Jane Fonda, una psicóloga que se hizo famosa con un libro sobre las infancias y adolescencias de sus propios hijos que se erige como una cicatriz duradera y obvia sobre ellos, es la matriarca de una familia disfuncional donde los problemas se ventilan con franqueza extrema. Tras un comienzo casi de sitcom americana el relato va circulando entre el extremo dramático y su contraparte cómica, instalando los temas del adulterio, la inmadurez emocional y los secretos familiares, pero que luego ira edulcorando hasta dejarlos en la mera anécdota. Sin espacio para la sorpresa o la improvisación, va alternando entre escenas de diálogos, casi siempre salpicados con anécdotas sexuales, ejecutadas con el timing justo por el sobresaliente reparto, con situaciones supuestamente graciosas o dramáticas que en muchos casos no pasan de ser un cliché ya visto, pero que a pesar de ello logra mantener el interés de principio a fin. La dinámica entre Jane Fonda y Jason Bateman, Tina Fey y Adam Driver logra elevar el nivel de ciertas escenas, aunque la supremacía de las melodías románticas en varias de ellas hacen perder su carga emotiva. Cualquier atisbo de ironía o cinismo sobre la familia disfuncional o las instituciones religiosas, se van diluyendo completamente hacia final hasta convertirse en una simpática y entretenida comedia familiar donde las excelentes actuaciones llevan el relato a buen fin.
No suelo leer muchos libros como el que da origen a esta película, pero –un poco por casualidad– este sí lo leí. Uno de esos e-books que tal vez debería haber abandonado a las quince páginas, sin embargo logró engancharme a partir de su personaje principal y la situación que debía atravesar. Judd, el protagonista (encarnado en el filme por Jason Bateman, aunque inexplicablemente el apellido de la familia pasó de Foxman a Altman), descubre a su mujer en la cama con otro hombre, su jefe en el programa de radio en el que trabajan. Separado y deprimido, este hombre de unos 40 años recibe al poco tiempo otra pésima noticia: su padre ha muerto y viaja a su particular entierro. Es que la familia se reúne para el funeral con la intención de cumplir el rito judío del shiva, que consiste en pasar una semana entera atendiendo a parientes y amigos, como si fuera el velorio más largo del mundo. Excusa perfecta, claro, para un género clásico del cine americano: la reunión de una familia complicada. Judd no es el único en problemas, aunque es el que los tiene más a flor de piel. Su hermana (Tina Fey) no es feliz en su matrimonio y sigue enamorada de un vecino de la casa de su madre que quedó con problemas mentales tras un accidente. Su hermano mayor (Corey Stol) es el heredero de la tienda deportiva familiar, un tipo un tanto amargo y egoísta, además de estar casado con una mujer que, además de haber sido novia de Judd en la adolescencia, hoy solo le obsesiona quedar embarazada. Y está el hijo menor (Adam Driver), el típico “tarambana”, que quiere disfrutar de la vida pero que, a la vez, dice haber cambiado ya que se llega al velorio con una novia muy seria y mucho mayor que él (Connie Britton). Pero la reina del show es la madre –encarnada por Jane Fonda–, una autora de un best seller en el que exponía muchos secretos familiares y que además se comporta como una diva, con sus tetas recién hechas y su actitud de superada. THIS-IS-WHERE-I-LEAVE-YOU-facebookHay más, muchos más personajes, de esos que una novela de 300 páginas fluyen relativamente bien pero que en una película de 100 minutos parecen apretados uno contra el otro, como si las situaciones se pisaran y no tuvieran ni tiempo de respirar. La novela, digamos, finalmente no es gran cosa pero tiene una inteligencia e ironía que la película confunde con un humor bastante banal. Y si bien el libro de Jonathan Tropper tiene sus momentos cómicos, en manos de Shawn Levy la película intenta ser más claramente una comedia, por más que el propio autor haya escrito la adaptación. Pese a todo lo que la situación promete y a un elenco que cuenta con grandes intérpretes (y comediantes) como los citados y, además, Rose Byrne, Kathryn Hahn, Abigail Spencer (de la gran serie “Rectify”) y Timothy (“Justified”) Olyphant –estos tres últimos totalmente desprdiciados–, HASTA QUE LA MUERTE LOS JUNTO nunca termina de convertirse en una película ni graciosa, ni emotiva, ni demasiado efectiva, si bien tiene algunos momentos logrados aquí y allá. Es como una acumulación de situaciones, algunas más entretenidas que otras, que no logran llegar a ningún lado y que ponen demasiado en evidencia los clichés que la novela lograba ocultar bajo su escritura ingeniosa. Además, la acumulación de situaciones extravagantes y casi imposibles casualidades se vuelve mucho más improbable en los tiempos apresurados del filme: engaños, embarazos, romances inesperados y otras sorpresas que mejor no revelar se apilan en apenas una semana, pero no hacen crecer al relato sino que se suceden como anécdotas relativamente separadas entre sí. this-is-where-i-leave-you-jason-bateman-tina-fey2-600x400El tentativo romance que surge entre Judd y Penny (Byrne), una bonita y, oh, todavía soltera chica del pueblo que supo estar enamorada de él en la secundaria tiene el vuelo bajo de un romance televisivo por más que los actores hagan lo imposible por elevarlo del lugar común al que el guión los somete. La única decisión festejable del filme en relación al libro es haber quitado un trauma conflictivo del pasado que tensaba mucho la relación entre dos de los hermanos y que era, sin duda, de lo peor de la novela. Sin eso, es cierto, no termina de entenderse del todo la tensión familiar, pero –conociendo de qué va el conflicto– no tengo dudas de que fue una decisión más que acertada la de sacarlo del medio. No hay, sin embargo, nada que una a esa serie de mini-historias que conforman la película más que la figura de ese padre recién fallecido que nadie parecía conocer del todo muy bien. Algunos personajes (como Hahn, Nielsen y hasta la propia Fey) están desaprovechados al máximo y muy pocas bromas resultan efectivas. La única que parece cómoda en su rol es Fonda, a tono con ese estilo comedia dramática de bajo vuelo de los ’80/’90 que parece ser la película del director de la saga UNA NOCHE EN EL MUSEO, al que evidentemente se le escapan las sutilezas de la mecánica familiar con la que Tropper sabía manejarse mejor. Con un elenco así y una novela que por momentos lograba ser incisiva e inteligente, uno esperaba algo más de HASTA QUE LA MUERTE LOS JUNTO. Más allá de algún que otro momento simpático, eso nunca sucedió.
Los hermanos sean unidos “La comedia es tragedia más tiempo” decía Alan Alda en un recordado monólogo de “Crímenes y Pecados” (Woddy Allen, 1989). Ese tiempo se puede traducir también como distancia, y esa distancia es la que nos permite reirnos de las desgracias ajenas en el maravilloso género de las comedias dramáticas. En este caso, de la familia Altman, un circo de locos lindos que debe atravesar el duelo por la muerte del patriarca conviviendo durante una semana. Sin dudas éste es uno de los géneros más difíciles de llevar, y por eso no sorprende que sea uno de los que menos exponentes nos regala por año. Esta vez es el turno de Shawn Levy y elenco, quienes se lucen en dirección y actuación respectivamente, pero carecen de lo fundamental para que una película de este tipo pase a ser memorable, y logre apenas ser rescatable: un buen guión. Durante escenas enteras, la sensación de estar viendo la misma historia con los mismos personajes que ya vimos varias veces antes, no ayuda a mejorar el hecho de que la comedia no divierta y el drama no conmueva. Hacia la mitad de la cinta, podemos empezar a sentir más empatía hacia los protagonistas de esta historia, en principio tan patéticos y caricaturizados que cuesta asimilarlos. No obstante, los actores aportan su gran talento y carisma para salvar este hecho, principalmente Tina Fey que se luce en los matices dramáticos de su rol. Pero en general, las situaciones ridículas y presuntamente divertidas se suceden sin gracia (en el amplio sentido de la palabra) hasta que llegamos a familiarizarnos con los personajes lo suficiente como para perdonarles los exabruptos y otorgarles cierta indulgencia en general porque al fin la historia parece encaminada hacia algún lado. Los ambientes mejor logrados son aquellos acompañados por la hermosa banda sonora, que casi logra generar esos clips que amamos ver en las secuencias más melancólicas de un film. Sin embargo, éste no alcanza a suscitar el sentimiento buscado y a duras penas acierta a transmitir el mensaje cursi y por demás obvio para el público target de una película de estas características. Si bien no será un título que pase a los anales de la historia del cine, se dejar ver y entretiene, e incluso por momentos enternece.
Una comedia negra que reúne un destacado elenco. Muestra como la vida te puede deparar muchas sorpresas. Judd Altman (Jason Bateman) es amable, un ser querible que prepara con mucho amor un regalo especial para su esposa Quinn Altman (Abigail Spencer) y la encuentra en la cama de su hogar con su jefe Wade (Dax Shepard), en una situación muy comprometedora, luego se entera que esto viene sucediendo desde hace un año. Tal parece que no viene con muy buena racha ya que al tiempo muere su padre, la familia vuelve a reunirse por el funeral, la viuda Hillary Altman (Jane Fonda) anuncia que todos vivirán juntos durante siete días el “Shiva” un ritual judío por el duelo, a petición del difunto, aunque este no era de esa religión. De esta manera Judd vuelve a reencontrarse con sus hermanos, Paul (Corey Stoll), Wendy (Tina Fey), Phillip (Adam Driver), Annie Altman (Kathryn Hahn), cuyas personalidades son diferentes y llevan vidas muy distintas también. El estar todos juntos nuevamente durante siete días hace que comiencen a aflorar distintas situaciones, reencuentros como el de Judd y Penny (Rose Byrne), su antigua novia de la secundaria; la prometida de su hermano menor Tracy (Connie Britton) y temas relacionados con su fidelidad; Horry Callen (Timothy Olyphant) el novio de la juventud de Wendy quien sufrió una lesión cerebral mientras eran novios, y surgen conflictos de todo tipo. Es una comedia negra coral que la integra un elenco multiestelar: Jason Bateman, Tina Fey, Jane Fonda, Adam Driver, Corey Stoll, Connie Britton, entre otros, no todos se encuentran bien aprovechados. Llena de gags, con un toque cómico que aporta un niño llamado Cole (Cade Lappin), escenas agradables en esas charlas de hermanos entre Wendy y Judd en el techo de su casa, vuestro refugio desde la niñez y donde se demuestra que ambos tienen muy buena química. Contiene un corte similar al film “Muerte en un funeral”. Con algunas sorpresas va tocando varios temas como: la infidelidad, la incomprensión, el amor, no falta la ironía e hipocresía, esta es una familia bien disfuncional, con buenos diálogos, emotiva y contiene los toques necesarios para llegar a los distintos estados de ánimos del espectador, solo para pasar un buen rato. Todo se armoniza con la música del talentoso compositor Michael Giacchino ("Ratatouille"; “Up”).
No hay una respuesta correcta para todo “Hasta que la muerte los juntó” es una comedia hollywoodense que no se destaca por su originalidad y apuesta de manera inequívoca a una fórmula estándar, módica, que apunta a entretener con métodos ya probados y que no pretende deslumbrar ni asumir grandes riesgos. Se trata del reencuentro de una familia en ocasión de la muerte del patriarca. La viuda, Hillary (Jane Fonda), es una mujer madura que tiene cuatro hijos, tres varones y una mujer, de los cuales sólo uno vive junto a ella en la pequeña ciudad de origen, donde se alza la vieja casona paterna. Si bien el relato adquiere el formato de la novela coral, donde lo que se describe son las múltiples relaciones, con sus pequeñas grandezas y miserias, entre los miembros de la familia y sus respectivos cónyuges, además de los vecinos, amigos de la infancia y demás vínculos, conformando una pintura de sesgo psicológico, enfocada sobre todo en las cuestiones afectivas y emocionales, la trama se teje alrededor de un personaje que sobresale un poco por encima de los demás. Ese personaje no es precisamente la madre, como se podría esperar, sino uno de los hijos, Judd (Jason Bateman), que vive en Nueva York y se entera de la muerte del padre justo cuando está atravesando por un momento muy crítico: acaba de sorprender a su mujer engañándolo con su jefe en su propia cama. Judd no sólo ha perdido a su esposa sino también su trabajo y ahora además a su padre. El joven es el hijo más estructurado de Hillary, una mujer de apariencia fuerte y vital, que ha decidido reunirlos a todos para cumplir con la shivá, el ritual funerario de la comunidad judía a la que pertenecen y que consiste en siete días continuos de duelo en los que la familia se reúne en la casa del occiso para orar, meditar y recibir visitas. Pero los otros tres hijos también tienen sus asuntos conflictivos que arrastran sin resolver. El hecho de volver al pueblo de la infancia trae aparejados recuerdos y reencuentros con afectos, amores y la nostalgia inevitable por la ausencia del padre. Hillary es una mujer vital que planeó el funeral para tener la ocasión de reunir a todos sus hijos durante siete días bajo un mismo techo, con la intención de reavivar los lazos familiares y también para comunicar, de un modo sutil, que no está abatida ni mucho menos, sino dispuesta a iniciar una nueva etapa en su vida, con novedades incluso en el aspecto íntimo afectivo. La idea general de la película es revalorizar a la familia como núcleo fundamental tanto para los individuos como para la convivencia social en comunidad y resalta que aunque hay conflictos, malas experiencias y frustraciones, siempre se puede encontrar una salida y oportunidades para superar los fracasos y recomponer los vínculos, asumiendo que, como dice Hillary, no hay una respuesta correcta para todo. Como diciendo que hay que tomar las cosas como vienen y hacer lo mejor posible. Jane Fonda cumple muy bien con su papel de anfitriona y alma mater de la escena, así en la ficción como en la taquilla, administrando muy bien el peso propio de su figura portadora de una trayectoria estelar. Pero también con la delicadeza de no eclipsar a los jóvenes talentos que la acompañan, quienes le aportan solvencia profesional a un guión a veces un poco demasiado estereotipado. Y hay que mencionar que el director, Shawn Levy, es un canadiense con antecedentes muy exitosos y variados en Hollywood, como “Más barato por docena”, “Gigantes de acero”, “Una noche en el museo”, “Una noche fuera de serie”, “Aprendices fuera de línea”.
HASTA QUE LA MUERTE LOS JUNTÓ UNA COMEDIA SIN IDENTIDAD Sergio “Brujito” Olivera Tres cuestiones. La primera, películas sobre familias disfuncionales, reunidas por una causa de fuerza mayor, hay a montones (de hecho, aún está muy fresco el recuerdo de la genial MUERTE EN EL FUNERAL, 2007). La segunda, ante este aluvión de historias que tocan los mismos temas, la construcción del guion y el cómo se encara la narración son fundamentales. La tercera, HASTA QUE LA MUERTE LOS JUNTÓ (THIS IS WHERE I LEAVE YOU, 2014) da la sensación de haber sido hecha repitiendo modelos y sin muchas ganas de despegarse del grueso de películas previas similares. Si hubiese que pensar en una sinopsis para la película sería algo como "tipo de cuarenta y tantos ve como la vida que construyó se desestabiliza al descubrir una infidelidad de su esposa al tiempo que, por la muerte de su padre, debe volver a la casa materna y reunirse con sus hermanos, con quienes ha perdido el contacto". Todo demasiado general. La película se apoya en lugares tan comunes que necesita del elemento que la distancie de sus predecesoras. En películas como la nombrada MUERTE EN EL FUNERAL, o la reciente NEBRASKA (Alexander Payne, 2013), las historias de familias disfuncionales se narran a través de dispositivos que las diferencian y las hacen únicas. El humor negro más puro en la película inglesa, el toque intimista y la estética del blanco y negro en la de Payne. Quizás el mayor problema de HASTA QUE LA MUERTE LOS JUNTÓ sea la falta de una identidad propia. Ahora, más allá de esto, la película no está mal. Es raro escribir eso después de los dos primeros párrafos, pero la película no está mal. Si, es una película hecha con un molde prefabricado, pero al menos estos moldes suelen tener la ventaja (dudosa, estéticamente hablando) de que suelen generar films correctos. La película no arriesga nada, pero tampoco pierde (aunque queda la sensación de que podría haber ganado mucho de haberse animado a más). El abanico de personajes presentados, encarnados por un muy interesante grupo de actores (encabezado por Jason Bateman, y secundado por Jane Fonda, Corie Stoll, Tina Fey y Adam Driver), se construye a partir de ciertos arquetipos. La madre políticamente incorrecta, el hermano irresponsable, el responsable en extremo, etc. Los lugares comunes son algo de lo que este género se nutre. Lo importante es cómo resuelve el director estos lugares comunes. Y aquí es donde Shawn Levy (UNA NOCHE EN EL MUSEO, 2006) falla, al no decidirse totalmente por un camino y oscilar entre el drama edulcorado y los intentos de humor con chistes sexuales que, dentro de la construcción del guion, parecen un tanto forzados. HASTA QUE LA MUERTE LOS JUNTÓ termina siendo una película poco definida y, por tanto, poco recordable. Con una construcción correcta, poco arriesgada y efectiva de a ratos. Es innegable que, por momentos la película logra hacer reír, pero también que por grandes lapsos se vuelve un drama poco interesante. La falta de identidad se vuelve notoria. Algo difícil de sobrellevar para una comedia.
"La complicación de volver a empezar" “Hasta que la muerte los juntó” se centra en la vida de Judd Altman (Jason Bateman), quien tiene aparentemente una vida perfecta hasta que encuentra a su mujer teniendo sexo con su jefe. De un momento a otro pierde al amor de su vida y a su trabajo. Días después, su hermana Wendy (Tina Fey) lo llama para comunicarle el fallecimiento de su padre. Es así como la familia se reúne para el entierro del jefe de familia y, según su madre (Jane Fonda), el último deseo que había tenido el papá fue llevar a cabo la shiva judía, en la cual se decretan siete días de luto donde los familiares reciben las condolencias de las distintas visitas. De esta manera, se ven obligados a tener que pasar todos juntos una semana bajo el mismo techo. La historia no es del todo original, ya que pudimos ver varias películas que rondan en torno a la muerte de un ser querido. Personas que hacía mucho tiempo que no se veían se vuelven a juntar, al principio está todo tenso, pero ciertas situaciones los unen cada vez más. Si bien “Hasta que la muerte nos juntó” nos proporciona ciertos momentos de risas y otros que nos tienen al borde de la lágrima, no llega a profundizar ninguno de dichos instantes. Además, estos no ocurren todo el tiempo, sino que existen muchas situaciones que no nos generan nada. A pesar de que buscan darle una vuelta a la historia, se estancan principalmente en ciertos clichés: el hermano mayor que se hace cargo de todo, el menor que es un vago y mujeriego, entre otros. El elenco es lo que más se destaca: tenemos a grandes figuras como a Jason Bateman, Tina Fey, Jane Fonda, que se encuentran muy bien en sus papeles, pero el guión no termina de funcionar. Probablemente, el elenco es lo que más llame la atención de la película y convoque a los espectadores. Principalmente de Fey hay que destacar que muestra no solamente que es una gran comediante, sino que se anima a mostrar una faceta más dramática. Estos talentosos actores se las ingenian para generarnos empatía, para que nos pongamos en su lugar y pensemos, aunque sea por un momento, si buscamos las cosas fáciles o si luchamos por conseguir nuestros objetivos aunque tengamos obstáculos que nos compliquen la vida. En conclusión, “Hasta que la muerte nos juntó” nos va a dar unos momentos de entretenimiento, pero va a pasar sin pena ni gloria, quedando como una comedia más entre tantas otras. Samantha Schuster
La familia unida "This is where I leave you" es una comedia divertida sobre una familia disfuncional, que luego de la muerte del padre, se ve obligada a pasar junta una semana completa como parte de una tradición judía que el fallecido tenía como último deseo. Como buena comedia, cada uno de los integrantes de la familia tiene un personalidad bizarra que hará que los 7 días unidos sean un verdadero calvario. Primero tenemos a Judd (Jason Bateman), el que vendría a ser el protagonista, un tipo estructurado que siempre ha vivido su vida según las reglas y que recientemente se ha separado por una infidelidad de su mujer. Otro de los hermanos es Paul (Corey Stoll), el mayor, que está casado con una ex novia de Judd y es el que ha cuidado del negocio de sus padres. También está Wendy (Tina Fey), la única hermana mujer que ha sido de cierta manera la madre de sus hermanos y está inmersa en un matrimonio infeliz luego de haber perdido al amor de su vida. El último hermano es Phillip (Adam Driver), la oveja negra de la familia, moquero y desempleado pero con un gran corazón. Es el menor de los hermanos. Finalmente tenemos Hillary (Jane Fonda), la manipuladora y exuberante madre de los cuatro que tiene más de un secreto guardado y es gran responsable de los traumas de sus hijos. La trama pasa por la dinámica de la relación familiar, cómo acontecimientos del pasado ha condicionado sus vidas y esto ha llevado a tenerse algunos rencores. Es en estas diferencias y peleas entre hermanos que se concentra la mayor parte humorística del film. Muchas de ellas son divertidas para el público porque le permite al espectador sentirse identificado y le hace acordar a sus propias peleas familiares. Más allá de las peleas, hay elementos más profundos y el amor entre hermanos está intacto, lo que lleva a la parte más "dramática" si se quiere del film. La combinación entre momentos divertidos y profundos, convierte a esta comedia en una buena propuesta, entretenida y con algunos mensajes positivos de fondo. Lo más flojo pasa por la efectividad de algunos gags. La película es un tanto irregular en su humor. Si bien en el balance general ganan los buenos chistes, hay algunos medio flojos como los que tienen lugar en la escena del porro en la sinagoga. El personaje de Rose Byrne también termina siendo un tanto extraño. En general el producto es bueno, pero no llega a ser una comedia realmente memorable. Para pasar un buen rato, y si se ve con hermanos, mejor.
La muerte como plafón para plantear las diversas decisiones de la vida El cineasta y productor Shawn Levy volvió a apostar a un elenco de figuras probadas para componer a una familia disfuncional en crisis, durante el duelo de su patriarca. Shawn Levy es un productor y director con un gran manejo de la comedia. Más barato por docena, Los becarios, Recién casados, Una noche fuera de serie, Una noche en el museo en sus tres ediciones --la última a estrenarse próximamente-- figuran entre sus títulos en cine, más incontables series de televisión. Los comediantes más resonados del Hollywood actual han pasado por su filtro y en Hasta que la muerte nos juntó no reparó en peleas de cartel, para interpretar a una familia numerosa y sus afectos-satélite, en un momento crucial de sus vidas. La muerte del patriarca de la familia congrega por primera vez en años al clan de los Foxman. Judd está de luto doble, porque su matrimonio acaba de terminar en circunstancias incómodas. En su casa de la niñez, el reencuentro con sus dos hermanos, su hermana, una madre muy singular, familiares políticos, no políticos y vecinos, ponen a prueba el temple del hombre que, para colmo, debe soportar el último deseo de su padre: un duelo al estilo judío, con siete días de reflexión conjunta en el seno del hogar. A poco de verse las caras, los motivos de la disfuncionalidad familiar que Judd parecía no reconocer comienzan a aflorar. Y conforme transcurren los días, encuentra que sus decisiones convencionales no lo salvaron de la complicada tendencia familiar. El guión reserva en su buceo por el drama de cada quien los giros de humor que amortiguan la dureza de la realidad, y Levy hizo un uso inteligente de las cualidades que cada talento en pantalla le brinda. Un aplauso de pie merece Jane Fonda, en el rol de la matriarca, una mujer que transita su tercera edad con la sexualidad activa de los 30.
Basada en la novela homónima de Jonathan Tropper, quien por cierto se encargó de escribir la adaptación cinematográfica, y dirigida por Shawn Levy, This Is Where I Leave You (en Argentina brillantemente traducida como “Hasta que la muerte los juntó”), es una de esas “dramedias” sobre personajes adultos en plena crisis de los 30-40, con todos los problemas que simplemente vivir trae consigo. Cuando el patriarca de la familia Altman fallece, su última voluntad es que su viuda Hilary (la eterna peroquesemantienebastantebien Jane Fonda) reúna a sus 4 hijos bajo el mismo techo que los vió crecer y efectuar una ceremonia judía (el Shivá) durante una semana entera. Es así que cada uno de los integrantes va llegando con su equipaje emocional, encabezados por Judd (Jason Bateman), que está en pleno trámite de divorcio tras encontrar a su mujer encamada con su jefe; Wendy (Tina Fey) con su bebé y el forro de su marido; Paul (Corey Stoll), el hijo mayor encargado del negocio familiar, y por último Phillip (Adam Driver), el menor de los cuatro que obviamente está en cualquiera porque los hijos menores siempre están en cualquiera (?). Además se suman algunos nuevos y viejos amores/amigos de la infancia, como Penny (Rose Byrne, la de Insidious y Neighbors), Tracy (Connie Britton, de la primer temporada de American Horror Story) y Horry (Timothy Oliphant, de la serie Justified). Una vez reunidos todos tras bastante tiempo sin verse, comienzan a salir a la luz los mambos personales de cada uno: Judd sigue con dificultades para asumir su separación hasta el punto que se lo oculta a su familia, Wendy se reencuentra con el gran amor de su vida (Horry) y se siente culpable por haberlo abandonado luego de que ambos sufrieran un accidente automovilístico y él quedara con lesiones cerebrales (¡buena mina, eh!), Paul se disputa el manejo de la tienda familiar y tiene a su esposa apurada por quedar embarazada cuanto antes, y Phillip está metido con una mujer mayor y adinerada (Tracy, su psicóloga) y nadie lo toma en serio. Ah, y Hilary, la madre de todos ellos, se acaba de hacer las gomas y no tiene problema alguno en contar a medio mundo en pleno velorio sobre el enorme pene de su marido. This Is Where I Leave You nos habla sobre los errores cometidos, la actualidad insatisfecha, esos viejos y profundos amores que no se terminan de concretar pero te marcan para siempre, el miedo a arriesgarse, los recuerdos familiares y la incertidumbre del futuro. Todos temas que, de acuerdo la edad que tengas, te pueden "llegar" en mayor o menor medida. El elenco completo: parece que les gusta bastante estar sentados. Foto gentileza de Entertainment Weekly (siempre quise decir eso) Como habrán visto, el reparto es más que interesante y variopinto. Shawn Levy (Night At The Museum, Real Steel) no se caracteriza precisamente por ser un gran director, sino que más bien es de mitad de tabla, por eso le salvan las papas actores consagrados en la comedia y la precisión de su timing, como Jason Bateman (Arrested Development, Horrible Bosses) y Tina Fey (SNL, 30 Rock); si bien Bateman repite su típico rol de tipo centrado que siempre trata de mantener todo en orden y en equilibrio, en esta oportunidad tanto él como Tina reducen bastante su cuota habitual de sarcasmo y ácidos one-liners. Respecto al resto, destaca Adam Driver por ser el inmaduro y bardero de la familia; aunque Jane Fonda tampoco se queda atrás en sus escenas de madre "open mind". Quizás justamente por ese lado viene uno de los problemas de la peli: son tantos personajes, y cada uno con sus problemas e inseguridades, que por más que Levy lo intente no todos tienen “su momento” de brillar. Obviamente el protagonista es Bateman, por ello hay algunas historias y sub-tramas que quedan medio colgando, aparecen en una o dos escenas y después apenas se las menciona: la historia de Wendy con su primer y fallido amor, Horry, es probablemente la más emotiva y sensible de todas… y sin embargo la “resolución” (nótese las comillas) es demasiado “Ah, bueno… ¿listo, ya está?”. Ésta sólo la agregué porque me encanta Rose Byrne, es hermosa ^_^ (ah, y porque acá suena uno de mis temas favoritos de Cyndi Lauper) Pero tal vez de eso también se trate: que no siempre las historias en nuestra vida tienen un cierre definitivo, sino que hay muchas postergaciones, muchos retrasos, muchas sorpresas (“Anything can happen all the time” dice Penny), la incómoda sensación de que no siempre tomamos la decisión correcta ó, peor aún, que no siempre hay marcha atrás. Pero pase lo que pase, la familia siempre tiene que estar ahí firme para “bancarse” unos a otros. Como ratifica Wendy luego de defender a sus hermanos de la policía: “You guys are idiots. But you are MY idiots”. This Is Where I Leave You (Hasta que la muerte los juntó) tiene sus buenos momentos, sean emotivos o divertidos, y se deja ver con tranquilidad. Tal vez no sea LA comedia dramática que podría haber sido, pero sin dudas cuenta con un gran elenco que sabe lo que hace... aún cuando los personajes que interpretan, como puede pasarnos a cualquiera de nosotros, a veces no tienen la más pálida idea de dónde están parados.