Emily Blunt y Dwayne Johnson recuperan el cine de aventuras Aggiornando el discurso a los tiempos vigentes, la propuesta, dirigida por el catalán Jaume Collet-Serra, entretiene de principio a fin con su dinámica narración que recupera el mejor cine familiar de aventuras, potenciado por la química y lograda interpretación de la dupla protagónica. Inspirada en la atracción del mismo nombre, que durante años entretuvo a los visitantes del parque de diversiones más famoso del mundo, hábilmente el guion de Jungle Cruise (2021) recupera la leyenda de un mágico árbol que puede sanar de manera milagrosa y varios personajes que intentan dar con él por diferentes motivos. Así, con una primera etapa en la que conoceremos a uno de los personajes motores del relato, Lily (Emily Blunt), una joven científica, y su hermano (Jake Whitehall), quienes intentarán, de manera frustrada, convencer a una asociación de investigadores sobre las propiedades y beneficios del árbol para conseguir fondos para dar con él. Sin lograr su objetivo, pero “obteniendo” una pieza fundamental que podría acercarlos a él, se unirán al particular comandante de una embarcación turística (Dwayne Johnson) para llegar al misterioso árbol y evitar así que sus poderosos beneficios caigan en las manos equivocadas. Entre Lily y Frank (Johnson) se configurará la clásica historia de opuestos que se atraen, incorporando la dosis necesaria de romance y coqueteo a la aventura, mientras luchan con aquellos que, primero, quieren lo mismo que ellos, apropiarse del árbol mágico, y, segundo, no ven con buenos ojos que una mujer lidere una expedición arqueolgógica por las peligrosas aguas de Brasil. Refiriéndose a ella como “la mujer de los pantalones”, la joven científica deberá impedir que su género no continúe siendo un impedimento para alcanzar su meta, y menos cuando la amenaza del pasado, encarnada en el ambicioso conquistador español Aguirre (Edgar Ramírez) y sus secuaces (Dani Rovira, Quim Gutiérrez), y en la del presente, un “príncipe” nazi (Jesse Plemons), quieran hacerla desistir de todo y quedarse con el botín. Jungle Cruise encarna la versión actual de un género que supo aglutinar a los espectadores en las salas, y que década tras décadas reunía a la familia para conocer lugares exóticos e inspiradores romances, educando a generaciones acerca de estereotipos y lugares comunes sobre aquello que Hollywood entendía como parte de su maquinaria. Es imposible pensar aisladamente a esta producción sin recordar propuestas precedentes como La reina africana (The African Queen, 1951), Tras la esmeralda perdida (Romancing the Stone, 1984), cierta reminisencia a Los cazadores del arca perdida (Raiders from the lost ark, 1981), e inevitablemente, la reciente saga de Piratas del Caribe (Pirates of the Caribbean, 2003-2017), con quienes mantiene varios puntos en común, los que recupera, reelabora, y reivindica. Jungle Cruise gracias al carisma del elenco supera la prueba de revisitar un género ya olvidado por Hollywood, el que, gracias a esta nueva aventura, podría resurgir y no sería raro ver en poco tiempo una nueva aventura de Lily y Frank, en busca de otro objeto preciado para la humanidad.
Hubo un tiempo (que fue hermoso), en el que las películas inspiraban diversiones para parques de diversiones y para consolas de videojuegos. Después fueron las consolas las que inspiraban al cine y ahora llegó el turno de los parque que dan pié a películas. ¿Es importante de donde sale la inspiración? La respuesta es que lo único que importa es a dónde va a parar lo que se recauda y en este caso, ese lugar es, como ocurre cada vez más seguido, la caja registradora de Disney. Lilly Hougthon (Emily Blunt) es una especie de arqueóloga que investiga la existencia de una flor mítica que supuestamente se halla en el Amazonas y que nace de un árbol cuya ubicación se ha perdido en la tiniebla de los tiempos desde que fuera descubierto por un colonizador español cuya expedición no se tiene noticias. Desde ese momento se han acumulado leyendas y mapas pero nadie ha podido dar con el ejemplar, que sería de vital importancia la cura de diferentes enfermedades. Pero en lo círculos académicos, Lilly debe valerse de su hermano McGregor porque estamos en 1916 y el machirulismo de los profesores no deja paso para que una mujer se empodere como es debido. Lilly y su remilgado hermano roban un mapa y llegan al Amazonas donde rápidamente contratan a Frank (Dwayne Johnson), que tiene un barco de excursiones por la selva (igual al de una atracción de uno de los parques de Disney). Rápidamente aparecen otros interesados en la misma flor y un príncipe que trabaja con los alemanes (todavía no eran nazis pero el asunto funciona igual) y ya tenemos la trama principal. Los que hayan visto mucho cine enseguida pensarán en Indiana Jones, en La momia, sin olvidarse de Tras la esmeralda perdida” de uno de los grandes discípulos de Steven Spielberg, el gran Robert Zemeckis, y si vieron mucho cine en serio, llegarán hasta la La reina africana con Humphrey Bogart y Katharine Hepburn. Lo importante y entretenido es que si trae el recuerdo de esas películas es porque se suma a ese grupo sin problemas. La química hace su magia y la pareja protagónica funciona, porque tanto Blunt cómo Johnson tienen el don de la comedia. Los diálogos son ingeniosos, ellos se prestan para la aventura física y los rodean con eficacia Edgar Rámirez, Paul Giamatti y Jesse Plemons. No hay mucho que pensar, aventuras vertiginosas, toques de comedia y algo, pero casi ni molesta, de bajada de línea sobre género que es lo que exige la época. Una película familiar y de aventuras que no va a defraudar a nadie. JUNGLE CRUISE Jungle Cruise. Estados Unidos, 2021. Dirección: Jaume Collet-Serra. Intérpretes: Dwayne Johnson, Emily Blunt, Édgar Ramírez, Jack Whitehall, Jesse Plemons, Paul Giamatti, Veronica Falcón, Dani Rovira y Quim Gutierrez. Guion: Michael Green, Glenn Ficarra y John Requa. Fotografía: Flavio Labiano. Edición: Joel Negron. Música: James Newton Howard. Distribuidora: Disney. Duración: 127 minutos. Apta para mayores de 13 años.
Acción, humor y algo de terror Se basa en la atracción de los parques temáticos de Disney, transcurre en el Amazonas en 1917. Bienvenidos a la jungla. Aquellos que viajaron a alguno de los parques temáticos de Disney lo conocen. Jungle Cruise es una atracción que consiste en un “viaje” en una embarcación algo añeja por un riacho de una jungla artificial, cuyo capitán abordo va sirviendo de guía mientras animales animatrónicos aparecen a estribor y babor. El viaje de pocos minutos ahora se ha convertido en un largometraje de dos horas, en los que, claro, hubo que inventar una historia, una trama, y los guionistas Glenn Ficarra y John Requa, que escribieron entre otros los libretos de Como perros y gatos y Loco y estúpido amor, sí, pero también las más jugadas Bad Santa y Una pareja despareja (I Love You Phillip Morris), dispararon hacia lo fantástico. Emily Blunt, una chica Disney desde que actuó en El regreso de Mary Poppins, es la doctora Lily Houghton, una botánica que en 1917, en plena Primera Guerra Mundial, viaja con su hermano MacGregor (Jack Whitehall) al Amazonas. Está tras la búsqueda de un árbol legendario cuyos pétalos tendrían propiedades curativas asombrosas. Dwayne Johnson y Emily Blunt, el capitán del barco y la botánica. Foto Disney Dwayne Johnson y Emily Blunt, el capitán del barco y la botánica. Foto Disney Por eso una vez en el Brasil, contrata a Frank (Dwayne Johnson) el capitán de una embarcación que afronta problemas financieros. En su embarcación, el capitán suele llevar a turistas a paseos por la jungla. Esto es, básicamente, el guiño al ride de los parques de Disney. El actor de "Jumanji", metido en otra jungla. Foto Disney El actor de "Jumanji", metido en otra jungla. Foto Disney Pero a partir de que Lily, su hermano y Frank parten y remontan el Amazonas, las cosas no serán sencillas. Para nadie: para los protagonistas, que son acosados por un nazi, el maléfico príncipe alemán Joachim (Jesse Plemons) ni para los libretistas, que en su afán por sumar y sumar escollos, accidentes y problemas al trío protagónico apelan a una complicada trama, al menos para que la entiendan los más pequeños. Una combinación El filme del catalán Jaume Collet-Serra (La huérfana, La casa de cera, Miedo profundo: ninguna para chicos) combina acción, humor, un relato de ribetes fantásticos, con algo de historia de los conquistadores malditos. Hay nativos escondidos, cataratas rocosas, está el submarino que persigue a los buenos, y... algo que no vamos a revelar. Johnson, Blunt y Jack Whitehall, el hermano de la doctora, en el barco. Foto Disney Johnson, Blunt y Jack Whitehall, el hermano de la doctora, en el barco. Foto Disney ¿Es una película al estilo Disney? Sí, menos oscura que Cruella, estrenada este año, pero igualmente violenta, con mucho, mucho CGI, efectos computarizados para recrear fantasmas o lo que fuera. La inserción de un personaje homosexual, que parece sorprendió a varios, no debería ni siquiera merecer este comentario. Edgar Ramírez ("The Undoing", "Yes Day") y una participación... especial. Foto Disney Edgar Ramírez ("The Undoing", "Yes Day") y una participación... especial. Foto Disney Jungle Cruise mezcla cosas de Los cazadores del arca perdida, por lo de la pareja protagónica, más la lucha con los nazis, de La reina africana, con Humphrey Bogart y Katharine Hepburn y, tal vez algo de Tras la esmeralda perdida, con Michael Douglas y Kathleen Turner (que sí, oh, sorpresa, va a tener su remake). Muchos padres que llevarán a sus hijos a verla sentirán que mucho de lo que se ve en la pantalla ya lo han visto. Pero para los más chicos seguramente sea un entretenimiento novedoso. "Jungle Cruise" Buena Aventuras, acción. EE.UU., 2021. 127’, SAM 13. De: Jaume Collet-Serra. Con: Dwayne Johnson, Emily Blunt, Jack Whitehall, Paul Giamatti, Edgar Ramírez. Salas: IMAX, Hoyts Abasto, Cinemark Palermo, Cinépolis Recoleta. Jungle Cruise: cómo ver la película online con subtítulos o en español latino Jungle Cruise, la nueva película de Disney cuyo tíulo se basa en la atracción homónima de, entre otros, el parque temático ubicado en Orlando, Florida, se puede disfrutar en las mejores salas de cine, adaptadas a los protocolos vigentes para evitar la propagación de contagios de coronavirus, a partir de este jueves 29 de julio. Sin embargo, aquellos fanáticos de las aventuras también podrán ver online Jungle Cruise con subtítulos o en español latino en la plataforma de streaming Disney+, con costo adicional (Premiere Access) para los suscriptores, desde el viernes 30.
Jaume Collet-Serra, el director catalán de La huérfana, Desconocido, Non-Stop: Sin escalas, Una noche para sobrevivir, Miedo profundo y El pasajero, fue contratado para que filmara esta película de aventuras inspirada en la popular atracción de Disney World y Disneyland (todo queda dentro del mismo holding). El resultado es un film de indudable espectacularidad, pero que al mismo tiempo carece de vuelo propio y luce demasiado pendiente de fórmulas ya probadas por franquicias previas. Dwayne Johnson y Emily Blunt funcionan mejor como pareja cómica que en el terreno romántico. Lo primero que se le ocurrirá a cualquier crítico es hacer alguna analogía entre el resultado de esta película y la atracción de los parques de Disney que sirvió de inspiración. Lo segundo, advertir de los múltiples elementos que este guion de Michael Green, Glenn Ficarra y John Requa tomó “prestados” de las sagas de Piratas del Caribe, La Momia e Indiana Jones (los cinéfilos más curtidos podrán encontrar también algunos ecos de Aguirre, la ira de Dios, de Werner Herzog; y La Reina Africana, de John Huston). Todo eso es muy cierto y muy válido. Lo concreto es que esta película dirigida por el barcelonés Jaume Collet-Serra tiene un comienzo prometedor con mucho de comedia física, un slapstick construido con fluidez y ligereza en el ámbito de una exclusiva y machista sociedad científica londinense de 1916 con la doctora (investigadora y exploradora) Lily Houghton (Emily Blunt) como protagonista. Lily y su hermano MacGregor (Jack Whitehall); ella pura audacia y adrenalina; él, conservador torpe y contenido, terminarán en el Amazonas brasileño con el objetivo de recuperar una flor mágica y superpoderosa que muchos han anhelado desde la época de la Conquista. Es el McGuffin para que ambos terminen contratando al capitán Frank Wolff (Dwayne Johnson), un auténtico chanta simpático que sobrevive a fuerza de engaños y está lleno de deudas, para que los conduzca en su destartlado barco. El problema de Jungle Cruise es que, a medida en que la barcaza avanza y los más de 120 minutos se acumulan, la narración se vuelve más ampulosa y menos inspirada. Es un farragoso festival de efectos digitales (por momentos parece un film de animación con unos actores incrustados cual si fueran LeBron James en Space Jam) al que el carisma de Blunt y La Roca intentan salvar con resulados más logrados en términos de humor que de química romántica. Al menos Blunt tiene la oportunidad de mostrar todo su histrionismo, ya que en culquiera de las escenas habla más que en toda la saga de Un lugar en silencio. Hay una sucesión de malvados famosos (el príncipe Joachim de Jesse Plemons, el Nilo de Paul Giamatti, el Aguirre de Edgar Ramírez) que poco pueden hacer para exceder el marco de la caricatura. Así, más allá de su mirada ecologista y revisionista, Jungle Cruise termina siendo una sucesión un poco forzada y calculada de escenas de acción con más espectacularidad que emoción. Una incursión artificiosa alejada de la mejor tradición del cine de aventuras.
Un gran parque temático Ingresé con muchas dudas a ver esta película, pero por muchas cosas me sorprendió y ahora entiendo por qué Dwayne Johnson eligió a Jaume Collet-Serra (The Shallows, 2016) para dirigirla: se nota el nivel que tiene para manejar este tipo de género. Subite a bordo que esto arranca… Seguro cuando veas esta película se te vengan a la mente Indiana Jones y La momia, porque básicamente mezcla esas dos franquicias y nos entrega una aventura para toda la familia. Es muy disfrutable y seguro salís del cine con una sonrisa. La dupla de Dwayne Johnson y Emily Blunt funciona muy bien y sí se nota mucho en pantalla, con chistes y situaciones muy bien ejecutados que básicamente funcionan por la actuación de ellos dos. La dirección de Jaume Collet-Serra me sorprendió porque en su filmografía no hay muchos proyectos que se destaquen, pero sin dudas dio rienda suelta a su creatividad con lindos planos que tal vez te recuerdan a otras películas: presenta conceptos conocidos en el género de aventura, pero le da un giro con algunas decisiones de guion muy bien planteadas y ejecutadas. El director marca el ritmo de la acción y la impulsa hacia adelante de una manera que me hizo sonreír. Esta película cumple en cada acto. El punto flojo son los villanos que resultan muy genéricos: ni la actuación de Edgar Ramirez ni la de Jesse Plemons logran para nada entregar una actuación creíble: caen en muchos clichés y también hay un estereotipo muy conocido que lo estiran hasta el hartazgo. Esto que ya vimos anteriormente resulta mal ejecutado y en ningún momento se sienten como un peligro real para nuestros protagonistas. Están por estar. Como mencioné, los personajes centrales son inmediatamente agradables, y logran esa etérea cualidad de “vender” que este grupo de personas dispares se convertiría en amigos. Del mismo modo, persiste la tensión y el conflicto a lo largo de la película y algo más que sobresale son las secuencias de acción. Son visualmente dinámicos y la banda de sonido de James Newton Howard lo amplifica perfectamente. La música se siente a la vez familiar, pero, por supuesto, es totalmente original de Jungle Cruise. Sin dudas es una película que entretiene mucho y cumple con lo que promete la dupla de Johnson y Blunt. Hasta el momento es una de las más divertidas del año y sin dudas me gustaría ver más de esta pareja en una futura secuela porque tiene mucho más para explorar: te saca más de unas risas aseguradas con un combo explosivo y logra que esta aventura para toda la familia llegue a buen puerto.
“Jungle Cruise”. Crítica La nueva aventura de Disney llega con todo el carisma de Dwayne Johnson y Emily Blunt. Jungle Cruise, la nueva película de Disney que fue inspirada en la atracción de Disneyland con el mismo nombre, nos muestra a Dwayne Johnson y Emily Blunt al estilo Indiana Jones en una aventura por la selva. Dirigida por Jaume Collet-Serra, producida por John Davis, John Fox y Dwayne Johnson, mientras que el guion fue escrito por John Requa, Glenn Ficarra y Michael Green. El elenco está compuesto por Dwayne Johnson, Emily Blunt, Jack Withehall, Jesse Plemons, Paul Giamatti, Édgar Ramírez, Verónica Falcón, Quim Gutiérrez, Dani Rovira y Andy Nyman. La película nos lleva a un viaje por el Amazonas con el capitán Frank Wolff junto la investigadora y Dra. Lily Houghton. Lily viaja desde Londres, Inglaterra, a la selva del Amazonas y recluta los cuestionables servicios de Frank para que la guíe río abajo en La Quila: su maltrecha pero encantadora barca. Lily está decidida a descubrir un árbol antiguo con propiedades curativas únicas que tiene el poder de cambiar el futuro de la medicina. Juntos, en esta búsqueda épica, la insólita dupla se enfrenta con fuerzas sobrenaturales e innumerables peligros que esperan al acecho en la engañosa belleza de la exuberante selva. Pero a medida que los secretos del árbol perdido se revelan, los peligros aumentan aún más para Lily y Frank, y su destino, y el de la humanidad, penden de un hilo. Una aventura Disney Jungle Cruise se encuentra inspirada en la atracción del parque de diversiones, así que como también lo fue en su momento Piratas del Caribe (2003). Es una película con mucha aventura y que maneja muy bien la comedia. El dúo compuesto por Dwayne Johnson y Emily Blunt destaca totalmente durante toda la cinta, mientras vamos conociendo en profundidad al personaje de Johnson, Frank, al igual que el de Emily Blunt, Lily, donde ambos descubrirán grandes secretos cuando se embarquen por el Amazonas. Bastante divertida y muy Disney, así como lo fue Cruella, ya que tiene su porción fantástica, Jungle Cruise nos da lo que esperamos, una gran aventura, con bastante comedia y un relato bastante muy que engancha perfectamente. Un estilo conocido
Basada en la atracción del parque temático Disneyland, "Jungle Cruise" cumple con lo que promete: es una película de aventuras que entretiene con mucho ritmo y como Disney nos tiene acostumbrados, es visualmente impecable. Lo hace con una pareja que tiene una química que traspasa la pantalla. La historia se sitúa a principios del siglo XX (1916 exactamente) cuando la Dra. en ciencias Lily Houghton (Emily Blunt) viaja al Amazonas en busca del pétalo del árbol "Tears of the Moon" con el que podría curar a las personas. Para hallarlo contrata a Frank Wolff (Dwayne Johnson) y ambos emprenden un viaje a través del río por escenarios misteriosos, salvajes y llenos de obstáculos junto al hermano de Lily, MacGregor (Jack Whitehall). El camino no será fácil porque el trío es perseguido por otros personajes que buscan lo mismo, pero por razones opuestas, como el Príncipe Joachim (Jesse Plemons) para que Alemania gane la Guerra, Aguirre (Edgar Ramírez) como el villano que puede generar más incomodidad ya que necesita del árbol para romper una maldición y Nilo (Paul Giamatti) que es el que termina resultando gracioso. Con influencias marcadas de "Piratas del Caribe" y "The Mummy", (la espectacular película con Brendan Fraser y Rachel Weisz), "Jungle Cruise" entrega de la mano de su director Jaume Collet-Serra, aventura, emoción, comedia y efectos visuales espectaculares llenos de color con la dupla Blunt-Johnson, que es igual de magnética y se nota que lo está pasando muy bien, al igual que el brillante elenco que los acompaña. Algunos pasajes del guión de Michael Green, Glenn Ficarra y John Requa pueden sentirse exagerados pero ya sabemos que tipo de cine estamos viendo. Si hilamos más fino, los adultos observamos pinceladas de feminismo cuando Lily intenta que se la reconozca en la Asociación Arqueológica, y la "salida del placard" de un personaje, que se celebra. Consejo: a sentarse en la butaca y divertirse.
AVENTURAS DE FLIPPER Buena parte de su público arriesgará con la comparación a Piratas del Caribe, la otra adaptación cinematográfica del juego de parque temático apropiado por Disney. Otra, simplemente, evaluará la cantidad de nombres involucrados en el guion y desarrollo de la historia y, probablemente justificándose por la cantidad de veces que fue postergada -incluso mucho antes de comenzar la pandemia-, dirá que Jungle Cruise no es más que un producto manoseado por una corporación maligna que no sabía cómo sacárselo de encima. Hay una tercera posición -mi favorita- y es la de quienes se la pasaron estas últimas semanas depositando buenas expectativas al film protagonizado por Emily Blunt y Dwayne ‘La Roca’ Johnson, solo por los últimos posters publicitarios auspiciados por marcas como Dolby Cinema, Real-D o Imax. Diría que esos posters disponen de ilustraciones dignas para aplicar en unas de las más bellísimas invenciones de la década de 1990: los flippers de películas, con Williams y Data East como los sellos cabecera. Y resulta que el nuevo largometraje dirigido por Jaume Collet-Serra (La casa de cera, The Shallows) opera como una aventura de flipper. No tiene niveles primarios que toman años en ser descubiertos, con los primeros veinte minutos supo anticipar el devenir del relato y la precisión del suspenso dramático corre por la cuenta de la audiencia que decida prestarle la atención necesaria a este inicio. No es que Collet-Serra haya reinventado la rueda con los dispositivos recurridos, pero lo hace con un talento envidiable. En la primera escena tenemos una voz en off relatando las circunstancias históricas vinculadas a la gran búsqueda de esta aventura que es “El árbol de la vida”. Un recurso sobradamente conocido, paradójicamente poco cuestionado cuando lo utiliza Peter Jackson en El señor de los anillos: La comunidad del anillo. Sin embargo, Jungle Cruise no se demora en incorporarlo diegéticamente y nos traslada a la Londres de mediados de la Primera Guerra Mundial, en una secuencia que nos presenta a la doctora Lily Houghton (Blunt) con reminiscencia a uno de los gags más celebrados de Indiana Jones y la última cruzada. De ahí se corta a otra secuencia, en el Amazonas, donde el capitán Frank ‘Skipper’ Wolff (La Roca) abusa de sus conocimientos para estafar a los turistas de la región, sin privarse de fastidiarlos con chistes y rimas contados con ciertos aires de seriedad. Concluidas estas dos secuencias largas, se exhibe el título de la película. Repetimos, no es la primera vez que pasa en el cine. De hecho, uno de los ejemplos más recientes es el de The Empty Man. Sí es poco frecuente. Los títulos suelen esperarse a los pocos minutos de una obra, antecediendo al primer plano del relato o justo antes del corte a créditos. Es llamativo que en esta ocasión aparezca después de dos largas introducciones a los personajes que -ya sabemos por los posters- conformarán una alianza. Diremos que guarda algunas relaciones con el simbolismo de la nave y, así como Francis Ford Coppola modificó en el guion de Apocalypse Now durante el rodaje, hicieron todo lo posible para evitar un clímax repleto de las pirotecnias de siempre. No sin eximirse de las imágenes computarizadas. Y, sí, siempre habrá algún listillo que señale el “exceso” del CGI, porque al parecer las únicas quejas homologables en los tiempos que corren son exclusivamente técnicas. Sobre los personajes secundarios no especificaremos nada, hay sorpresas dignas de descubrir en el transcurso del film y que, al compararlas con el todo del relato, ayudan a engrandecer ciertos gestos aparentemente mínimos. No obstante, los antagonistas. Hay tres pilares de ellos. Cada uno tiene su momento para ayudar a que el dispositivo poético de este crucero de la jungla se luzca. Aun así, con solo un visionado, nos deja el sabor de que hay una interacción bastante desperdiciada y casi nula entre los tres. No hablamos de poca pantalla compartida -como sí lo hizo Spielberg con los tres rivales de Indiana Jones en Los cazadores del arca perdida-, más bien hay una clara colisión de intereses entre ellos que podría haberse gestionado, también, a la distancia, pero sus caminos –salvo una excepción- divergen de manera poco favorable. Vale mencionar la labor de James Newton Howard en la música. Quizás no con la fuerza completa, pero vuelve a las bases de otras de sus colaboraciones con Disney, como Dinosaurio, Atlantis: El imperio perdido y El planeta del tesoro. A fin de cuentas, Jungle Cruise cuenta con maniobras de guion muy dignas de estudiar. Cómo dialogan esos primeros veinte minutos con el resto del metraje. Cómo conviven aquellas con los temas que se abordan: ya sea el de una mujer que no se viste como “debería” y que tiene que responder a los intereses de una institución científico-gubernamental que es displicente con ella; o el de un hombre con una condición que podría ser favorable para las tropas de la Triple Entente, pero se la pasa juntando chirolas navegando por el Amazonas. Como mínimo, estamos ante una película con acciones organizadas simétricamente; ¿Cómo se corresponde esto con el -posible- estilo de un director que además orquestó el combate de Blake Lively contra un tiburón blanco? Esos son deberes para la casa que podríamos entablar pronto.
Jungle Cruise es una película que cumple con su promesa: entretener sin dar muchas explicaciones ni formalidades. Y la verdad es que no se puede esperar más de la nueva adaptación de Disney sobre una de sus famosas “rides” en su parque de diversiones. De la misma manera que se hizo con la saga Piratas del Caribe -y también en alguna medida con Tomorrowland (2015)- aquí se intenta venderle al público un universo a partir de una atracción turística/juego. En esta oportunidad evocando una especie de espíritu a lo Indiana Jones o sus derivados, tales como la saga de La Momia. Lo que le resta mucho es que todo el tiempo se la nota artificial. Toda la naturaleza que los rodea, tanto plantas como animales. Y eso puede sacar de sintonía a muchos espectadores. Asimismo, la historia en sí es trillada. Ya hemos visto arcos argumentales muy similares. Pasa que aquí lo que resalta es el buen trabajo de la dupla protagónica. Dwayne Johnson hace brillar todo al igual que en el resto de sus producciones y Emily Blunt no hay nada que haga mal. El director Jaume Collet-Serra, de carrera bastante interesante, acá queda un tanto opacado detrás de toda la parafernalia Disney. O sea, su puesta es la correcta pero los VFX ocultan su talento. En definitiva, Jungle Cruise es un film que será disfrutado por un público sin mayores exigencias, que solo busquen entretenerse con algo simple.
“Jungle Cruise” impulsará la venta de nuevo merchandising, gustará al público preadolescente de ambos sexos, sea por Emily Blunt y/o por Dwayne Johnson, y quizá guste también a a quienes se idenfican con el sexo no binario, por el personaje de Jack Whitehall. Sin embargo, gustará algo menos a los nostálgicos del paseo fluvial en la Tierra de la Aventura de Disneylandia, hayan ido o lo hayan visto cuando niños en la televisión, presentado por el propio Walt Disney. Quizá también guste a los buscadores de citas, homenajes e imitaciones, porque este “Jungle Cruise” no solo toma elementos del mencionado paseo, sino particularmente de Indiana Jones, “Piratas del Caribe”, “La momia”, “Tras la esmeralda perdida”, “Invasión infernal” (reemplazando a las cucarachas por abejas) y otras películas de entretenimiento. Además hay un poquito, muy tergiversado, de “La reina africana”. Pecado mortal. Lástima que al tomar esos elementos esta nueva película los amontona, los acelera y los desaprovecha. Le sobra agitación y le falta suspenso. Sin un buen suspenso las escenas pierden parte del efecto que se merecen, y eso no es por falta de tiempo, ya que dura 127 minutos. Al final cansa. Encima, algunas partes transcurren en la oscuridad. Por suerte los protagonistas son simpáticos, los encargados de fotografía, dirección de arte, efectos digitales, etcétera son eficaces (al frente, el vasco Martínez Fabiano y el francés Jean-Vincent Puzos) y hay un yaguareté digital tamaño familiar también simpático. La música, en cambio, es ampulosa, innecesariamente omnipresente, y poco memo- rable. Dirección, el catalán afincado en EEUU Jaume Collet-Serra. Filmación en Hawai, fingiendo ser el Amazonas con toda clase de porquerías pero sin mosquitos.
Inspirada en una atracción de los parques de Disney, «Jungle Cruise» se transforma en la nueva propuesta familiar del gigante familiar para esta temporada veraniega en USA. A nosotros nos llega en el fin de las vacaciones de invierno, por temas de calendario, pero más allá de eso, siempre es bienvenido un buen film para todas las edades. Lo primero que debemos esperar es un planteo simple (recordemos que en qué está inspirada), efectivo, con coloridos efectos visuales y mucho carisma en la pareja protagónica. Premisa que se cumple sin problemas bajo la dirección de Jaime Collet-Serra (experimentado director cuyo CV ofrece películas como «Non-Stop», «The Shallows» y «Run all night» entre otras), quien entiende perfectamente de ritmos intensos y acelerados. Al frente del competente elenco, tenemos a Dwayne «The Rock» Johnson y a la encantadora Emily Blunt, ámbos confiables y empáticos para este tipo de propuesta. Es importante señalar que cumplen roles interesantes en la historia, Edgar Ramírez, Verónica Falcón y Paul Giamatti, quienes colaboran para que la historia tenga equilibrio y la atención no decaiga. La trama presenta a una aventurera mujer (Blunt) con su hermano, quienes en el Londres de 1916 presentan a una sociedad científica la idea de buscar un árbol del que podría extraerse un enorme beneficio para la salud mundial. La propuesta será rechazada y ellos decidirán avanzar con decisión para viajar hasta el Amazonas y llegar a él, aunque deban hacerlo sin una expedición formal. El guía (por así decirlo) que los llevará río arriba será The Rock y juntos, tendrán que enfrentarse no sólo a los peligros de la selva, sino también al hostigamiento de los villanos de turno. En líneas generales, puede verse una enorme cantidad de CGI, de calidad estandar puesta al servicio de la espectacularidad. Es tanta, que por momentos abruma pero provoca en el público una entusiasta respuesta ante tal viaje. Es cierto sin embargo que el enorme carisma de los protagonistas compensa la vorágine episódica de desafíos que la pareja central debe atravesar para lograr su objetivo. Blunt muestra toda su ductilidad para que lo que se ve difícil (plantear algo remotamente romántico con su coequiper) se vea algo posible. En ese sentido, el espíritu de la atracción en que está basada es respetado y si bien el relato no escapa a lugares comunes, lo cierto es que cumple con creces la premisa de entretener a la familia.
Llega a los cines y a Disney+ "JUNGLE CRUISE", la nueva película de Disney basada en la atracción del parque temático Magic Kingdom, tal como en su momento lo fue la saga de 'Piratas del Caribe'. El film trata sobre una científica, doctora en botánica y muy altruista (Emily Blunt) que busca la solución a grandes enfermedades y males de la humanidad en un temprano siglo XX. Su padre le había contado la leyenda del Árbol de la Vida, y que solo una de sus flores podía curar lo que fuera. Con esto en mente, ella, junto a su hermano, se dirigen al Amazonas, donde conocen a un dudoso Capitán (Dwayne Johnson), cuyo barco, La Quila, los llevará en una Expedición a través de la jungla, que está llena de secretos y peligros, para hallar la flor del Árbol de la Vida. Disney propone una historia ya planteada muchas veces en otras películas: un personaje excéntrico busca el aval de una escéptica comunidad científica, por lo tanto se lanza a una aventura descabellada, guiado por alguien de dudosas intenciones. Ya se ha visto en 'Atlantis', e incluso en películas como 'La Momia' (2001), cuya fórmula del “equipo de tres” fue reciclada: una mujer británica, bella y letrada, su hermano, estilizado, torpe y algo miedoso, y el grandote forzudo que los defiende. Todo esto, combinado con una dinámica como la lograda anteriormente en Piratas del Caribe, nos brinda un espectacular film pochoclero lleno de vivacidad y representación. Más allá de los estereotipos que los norteamericanos tienen (e ilustran) sobre Latinoamérica, es motivador ver la representación de esa cultura antigua en esta pieza: rostros, arte, pieles, colores, sonidos y ambientación, que, aunque algo estereotipada, merece nuestra mención. Las estéticas que se manejan, por un lado, la rústica (propia de la época en que la trama se sitúa), y, por otro, la selvática, pintoresca (correspondiente al Amazonas) forman imágenes bellas y llenas de textura. Esta es la segunda vez en la historia de Disney que se aclara que un personaje es homosexual (MacGregor, el hermano de Lily, la protagonista), siendo el primero Lefou, de La Bella y la Bestia (su versión live action de 2017). Además, hay que agregar que la protagonista actúa de forma intrépida, usa pantalones, y ejerce su libertad de una forma inspiradora, y hasta fantasiosa, teniendo en cuenta la época de ambientación del film. Las actuaciones de Dwayne “The Rock” Johnson y Emily Blunt son correctas, acorde al ritmo de la película, que es realmente vertiginoso, salvo por pocos momentos de relajación. Si analizamos la trama, realmente vemos que el guion está repleto de clichés. Obviamente, es un film familiar de fantasía y aventuras, con estructura clásica, en donde se polarizan de forma extrema al bien y al mal, como fuerzas opuestas (cuyas motivaciones, en este caso, no son del todo claras). Además, ciertos momentos de la película son “no aptos para escépticos”: teniendo en cuenta la época, las costumbres, los lugares que se muestran en la película, etc., hay situaciones y hasta diálogos que carecen de credibilidad, rozando con lo insostenible. Desde el punto de vista técnico, en mi opinión, por momentos se abusa del CGI (imágenes generadas por computadora). Además, a veces es notoria la no veracidad del entorno de los personajes (la selva no parece selva), la física de los movimientos que éstos hacen, falla, y, por otro lado, la fotografía cuenta con bellas tomas e iluminación, pero no ayuda a crear esa veracidad que la escenografía no aporta. De todas maneras, disfruté el film, porque eso hace Disney, ¿no?, crea un escenario y monta un show que entretiene. "Jungle Cruise" es una superproducción divertida y conmovedora, y una estupenda opción para ver con la familia este fin de semana. Por Carole Sang
Inglaterra, comienzos del siglo XX, Lily Houghton (Emily Blunt) necesita algo. La doctora en botánica es tenaz, y lo va a conseguir. Así se despliega la escena inicial en una especie de museo o asociación, donde el humor físico es protagonista. Lily hace malabares utilizando su cuerpo para salir con el antiguo y preciado objeto que fue a buscar, mientras su hermano MacGregor (Jack Whitehall) anuncia antes los miembros de la institución un discurso poco convincente. Este será el punto de partida para que los hermanos se embarquen en una gran aventura por el Amazonas, en busca de una flor mágica (con poderes curativos), que su última pista para encontrarla data de la época de la conquista. Más específicamente a través de un elaborado mapa. Claro que para llegar al inhóspito lugar, necesitan alguien con experiencia, y es así que el destino los une al capitán Frank Wolff (Dwayne Johnson). Un hombre lleno de deudas que realiza viajes para turistas en un crucero algo destartalado (de aquí la inspiración de la película, de un juego del parque de atracciones de Disney). Tigres furiosos, enemigos reales y fantasmáticos, alimañas de todo tipo; este trio se tendrá que enfrentar a los peligros (también secretos) que oculta la selva entre su frondoso follaje. Jungle Cruise, dirigida por Jaume Collet-Serra, tiene a disposición una narración vertiginosa y bastante superficial, pero que respeta los tópicos del viejo cine de aventuras. Las situaciones dificultosas suceden casi sin respiro, dejando no solo exhaustos a sus protagonistas, también al espectador. Entre tanto estímulo y elementos digitales vomitados en la pantalla, se hace difícil respirar y reconstruir la historia. En este punto se asemeja mucho a la última entrega de Piratas del Caribe. Equilibran este elixir barroco, el buen delineado de los personajes, como por ejemplo que nuestra investigadora sea audaz, inteligente, se las arregle por si sola, y pueda enfrentar a la misoginia científica de la época (además amamos a Emily); así como la química que existe entre esta pareja power, en donde a pesar de las apariencias físicas y los mandatos sociales de la época, se subvierten ciertos preconceptos establecidos. Reciclen el barquito, porque se viene la franquicia.
Basada en el icónico parque temático de Disney, Jungle Cruise es un entretenimiento que marcha viento en popa a pesar de las dificultades del camino, como si la barca destartalada de la historia fuera una metáfora de la película. La clave del éxito está en la química de sus protagonistas y en el sentido de la aventura del director Jaume Collet-Serra, quien logra un espectáculo con grandes escenas de acción y coreografías que mantienen inmerso al espectador hasta los créditos finales. Corre el año 1916. La doctora en botánica Lily Houghton (Emily Blunt) y su hermano MacGregor (Jack Whitehall) viajan desde Londres a la selva del Amazonas en busca de un pétalo que pertenece a un árbol con propiedades curativas extraordinarias. Para poder llegar al lugar donde se encuentra el árbol mágico, Lily contrata al capitán Frank Wolff (Dwayne Johnson), un grandulón chanta y simpático que vive de engañar a la gente con sus falsos paseos turísticos en La Quila, su vieja y deteriorada barca. Frank está acompañado por una particular mascota, una enorme tigresa que lo ayuda en sus espectáculos farsescos para sacar plata. Al árbol de la vida, como lo llaman, lo precede una leyenda que se remonta a la época de los conquistadores españoles, cuando Aguirre y sus soldados intentaron dar con el árbol para salvar a una hija enferma. De este modo, Lily, Frank y MacGregor tendrán que sortear obstáculos de todo tipo y luchar contra enemigos sobrenaturales y villanos temibles, como el alemán interpretado por Jesse Plemons. Basada en el icónico parque temático de Disney, Jungle Cruise es un entretenimiento que marcha viento en popa a pesar de las dificultades del camino, como si la barca destartalada de la historia fuera una metáfora de la película. La clave del éxito está en la química de sus protagonistas y en el sentido de la aventura del director Jaume Collet-Serra, quien logra un espectáculo con grandes escenas de acción y coreografías que mantienen inmerso al espectador hasta los créditos finales. Corre el año 1916. La doctora en botánica Lily Houghton (Emily Blunt) y su hermano MacGregor (Jack Whitehall) viajan desde Londres a la selva del Amazonas en busca de un pétalo que pertenece a un árbol con propiedades curativas extraordinarias. Para poder llegar al lugar donde se encuentra el árbol mágico, Lily contrata al capitán Frank Wolff (Dwayne Johnson), un grandulón chanta y simpático que vive de engañar a la gente con sus falsos paseos turísticos en La Quila, su vieja y deteriorada barca. Frank está acompañado por una particular mascota, una enorme tigresa que lo ayuda en sus espectáculos farsescos para sacar plata. Al árbol de la vida, como lo llaman, lo precede una leyenda que se remonta a la época de los conquistadores españoles, cuando Aguirre y sus soldados intentaron dar con el árbol para salvar a una hija enferma. De este modo, Lily, Frank y MacGregor tendrán que sortear obstáculos de todo tipo y luchar contra enemigos sobrenaturales y villanos temibles, como el alemán interpretado por Jesse Plemons. Lo primero que se le vendrá a la mente al espectador es Piratas del Caribe, película que también se basa en una atracción de Disney, y que sabe conjugar los tópicos y los lugares comunes del género de aventuras. La referencia cinéfila también abarca otros clásicos del cine de aventuras, como Indiana Jones y La Momia, incluso hasta hay sutiles guiños a películas más exigentes como Aguirre, la ira de Dios, de Werner Herzog. La película es una mezcla casi perfecta de comedia física, aventura sobrenatural, realismo mágico para principiantes y comedia romántica políticamente correcta, donde todo está ubicado en su lugar y esparcido en su justa medida, como la utilización del CGI, sin abusar de él y sin que nada desentone ni interrumpa el devenir de la aventura fantástica en la que se embarcan los protagonistas. Dwayne Johnson entrega un papel un tanto distinto del que está acostumbrado, con un Frank tierno y agradable que acompaña las destrezas físicas del personaje de Emily Blunt, una especie de Indiana Jones en versión mujer, logrando momentos que conmueven por la convicción que transmite y por cómo se va enamorando de a poco del personaje de Johnson. Si bien está muy subrayada la cuota de corrección política, no deja de ser una película de aventuras al servicio del entretenimiento para toda la familia, como las de antes, como las que siempre nos gustaron ver. En eso, Disney no defrauda porque sabe lo que hace y lo que su público quiere. Es decir, a la fórmula ya probada muchas veces con éxito se le agrega la sensibilidad de los tiempos que corren sin que quede como una pose forzada. Jungle Cruise tiene dos horas que pasan volando gracias al ritmo de sus coreografías imposibles y al atractivo de su historia. Y compramos y creemos todo porque los personajes son queribles, desde la tigresa de Frank hasta los personajes secundarios, que siempre suman para que la aventura sea un verdadero espectáculo.
Si me pongo a pensar bien, creo que Disney no lanza un buen Live Action de aventuras desde Piratas del caribe, motivo por el cual llegó a sobreexplotarse la franquicia creo. La cuestión es esta, Jungle Cruise llegaba con las de ganar, con una aventura en el Amazonas, con La Roca y Emily Blunt de protagonistas, pero la realidad es que Disney hizo de las suyas dando una película apenas correcta, con una desarrollo muy liviano, que si bien no es un bodrio, pero seguro no tardará en quedar en el olvido. Queriendo hacer reminiscencia a las películas de aventura clásicas, nos encontramos en algún lugar del Amazonas, dónde la protagonista interpretada por Emily Blunt, busca a un capitán para buscar un tesoro, o más bien un pétalo que será importante para curar cualquier dolencia o enfermedad. Es así como da con La Roca, quien resulta ser un embaucador que conoce muy bien la selva, por lo que llegan a unir fuerzas para llegar a este codiciado lugar. Toca mencionar la palabra codiciado, porque siempre en estás historias habrá un enemigo que quiere hacerse dueño de estos tesoros sin importar el precio. Leyendo esto, nos damos cuenta que no estamos con nada nuevo , pero ese no es el problema, ya que la ambientación y la trama de la aventura resultan bastante agradables. El problema radica en el humor y la poca química con la que cuentan los personajes principales, intenta ser muy correcto con chistes bobos durante toda la película, y que dure más de dos hora no ayuda mucho. Vamos a decir la verdad, La Roca y Emily Blunt tienen un gran carisma en pantalla pero por alguna razón los personajes no tienen mucha química, por lo que se llega a sentir algo forzado el romance con el que terminan. Después en el lado de los villanos, tenemos a Jesse Plemons, un general alemán de caricatura que da vergüenza ajena. Y después tenemos a Edgar Ramirez, un personaje que sufrió una maldición relacionada con el pétalo de la búsqueda, que aunque cuenta con un desarrollo fugaz, es parte de una de las mejores escenas de la película, cuando cuentan el conflicto desde su origen. A su favor, Jungle Cruise cuenta con lindos paisajes y una buena caracterización desde lo artístico. Pero lamentablemente debemos decir que es una película simpática en su historia, aunque la realidad es que se trata de una aventura que pronto quedará en el olvido.
Jungle Cruise es una película que toma la popular atracción del parque temático Disney World para desarrollar una propuesta que evoca el estilo de cine de aventuras que se hacía en los años ´90 y comienzos del 2000. El film tiene una influencia notable de las producciones de La momia, de Stephen Sommers, y la primera entrega de Piratas del Caribe que desarrollaron una fórmula parecida. Como propuesta familiar ofrece un buen espectáculo que consigue ser entretenido gracias a la inesperada química de la dupla que conforma The Rock con Emily Blunt. Una pareja que me parece la gran mayoría del público no hubiera imaginado para este film y funciona muy bien a tal punto que la interacción entre ellos termina siendo el corazón del film. Los amantes de la animación de más de 30 años van a notar que el vínculo de los personajes principales prácticamente es un calco de la serie Aventureros del aire (TaleSpin) que fue popular a comienzos los ´90. Las interacciones de los protagonistas tiene una dinámica muy similar a la de los osos Balloo y Rebecca e inclusive The Rock cuneta como asistente en su trabajo de navegación con un niño que recuerda al cachorro Kit Nubarrón. Aquella propuesta tomaba su inspiración a su vez del viejo cine clásico de aventuras hollywoodense por lo que estas referencias difícilmente sean una simple casualidad. La dirección corrió por cuenta Jaume de Collet-Serra, quien en los últimos años fue responsable de la mayoría de las películas de acción que hizo Liam Neeson. Todo el entrenamiento que tuvo con esa saga de filmes supo explotarlo en esta producción donde elaboró muy buenas secuencias en las que hace lucir a los protagonistas. Esta es la producción más grande que dirigió en su carrera y sobresale en varios aspectos técnicos como el diseño de producción, la fotografía y los vestuarios. Cabe destacar también la colaboración entre James Newton Howard y Metallica que aportanuna muy buena versión instrumental de Nothing Else Matters. Una elección loca para el tono familiar de la película pero que funciona muy bien en el contexto de la historia. Jungle Cruise no está exenta de algunas debilidades que le impiden ser una mejor película. Por un lado no faltan las narrativas forzadas con calzador que a esta altura del siglo 21 Disney podría empezar a trabajar con más naturalidad. Cuando vimos La momia en los ´90 no le importaba a nadie con quien se iba a la cama el hermano del Rachel Weisz, en parte porque no tenía nada que ver con la trama. Hoy incluyen un personaje gay y lo subrayan de una manera tan burda como si esperaran ser reconocidos con un Premio Nobel a la inclusión, cuando la sexualidad de ese rol es irrelevante dentro de la función que tiene en la trama. El argumento cuenta además con un exceso de villanos a cargo de muy buenos actores donde Jesse Plemons (Breaking Bad) termina siendo el más beneficiado. Paul Giamatti y Édgard Ramírez no están mal con sus intervenciones pero la narración no les habilita demasiado espacio para destacarse y es una lástima porque terminan desaprovechados. Un inconveniente mayor es el tratamiento de los efectos especiales que en varias escenas dejan bastante que desear. Jungle Cruise podría haber sido un espectáculo muy superior si Disney le daba más tiempo al equipo de FX para pulir un poco el CGI. Queda la sensación que acortaron los tiempos de post-producción y salieron a las salas con lo que tenían. Ahora bien, para quienes no les interesan todas estas cuestiones técnicas y quieren saber si vale la pena la entrada al cine para llevar a los niños. Definitivamente es una opción para tener en cuenta. Más allá de sus debilidades en términos generales es una buena propuesta de aventuras que no defrauda en materia de entretenimiento.
Una aventura exótica tapada por el ruido, la velocidad y el exceso de efectos digitales Entre Indiana Jones y Piratas del Caribe, la nueva apuesta de Disney se pierde de una trama enmarañada que no parece conducir a ningún lado Ni el carisma de Dwayne Johnson ni la convicción con la que Emily Blunt se transforma en equivalente femenina de Indiana Jones logran mantener a flote este ruidoso y exagerado esfuerzo de Disney por convertir otra de las clásicas atracciones de sus parques temáticos en una aventura exótica que trata de repetir la experiencia de Piratas del Caribe. Los navíos corsarios son reemplazados aquí por un modesto barco que al comando del capitán Wolff (Johnson) navega por las profundidades del río Amazonas en 1915, en busca de un pétalo que garantiza la cura de todas las enfermedades. La aventurera Blunt se mezcla allí con un codicioso príncipe alemán que los persigue en submarino y los ecos de una vieja maldición sobre antiguos conquistadores españoles. Los personajes se pierden en una trama tan enmarañada como la selva amazónica. Entre la velocidad del montaje, la estridencia de la banda sonora y la superabundancia de efectos digitales las escenas de acción se entienden muy poco. Todo se transforma en una gigantesca montaña rusa en la que apenas se nota el aporte de un director tan competente como Jaume Collet-Serra. Este proyecto impersonal parece haber sido hecho en cambio por ejecutivos de marketing que no entienden la diferencia entre el vértigo y la verdadera emoción. Y que parecen más interesados en sumar a la trama oportunos apuntes de corrección política que a sostener el genuino espíritu de una gran aventura.
Acompañados por el carismático capitán Frank, Lily y su asustadizo hermano McGregor se adentran en la peligrosa Amazonas en busca de un árbol místico que podría tener poderes curativos. Acompañando las notas de una Nothing Else Matters Unplugged, una voz en off nos zambulle en el mito de las Lágrimas de la Luna, unos pétalos que desprende un supuesto Árbol de la Vida, cuyo poder ofrecen terminar con cualquier mal, incluso salvar a aquellos que están al borde de la muerte. Tras esta intro informativa llena de acuarelas ya conocidas, nos metemos con los hermanos Houghton, Lily (Emily Blunt) y MacGregor (Jack Whitehall). Él es un flacucho débil y temeroso, ella es una valiente científica, decidida y temeraria, capaz de hacer las más increíbles volteretas por obtener su cometido. Tras escapar de las garras del maléfico príncipe Joachim (Jesse Plemons) durante un congreso de ciencia, ambos hermanos se hacen con la punta de flecha que los llevará al destino que Lily tanto quiere, por más que su hermano no esté de acuerdo; a las mismísimas Lágrimas de la Luna. Pero llegar hasta el rincón más recóndito del Amazona no es un paseo por el parque, por lo que deberán contratar los servicios del indomable, carismático, buen mozo, musculoso, poderoso -¿ya dije indomable?- Dwayne “The Rock” Johnson. Técnicamente, el personaje se llama Frank, pero no les quiero mentir, en La Roca haciendo de La Roca con un traje de marinerito apretado. No me crean cínico, sabía muy bien dónde me estaba metiendo. De hecho, por más que mis palabras tengan cierta ironía hacia la trama o hacia sus propios personajes, esto es en realidad un cumplido, ya que por más que esta historia roce lo insulso o lo ya visto, estaría mintiendo si no dijese que la pasé bastante bien transitando este tumultuoso viaje. ¿Por qué? Porque toda buena película de aventura esconde vestigios de un género en particular, y en este caso, gracias a Michael Green (Logan, Blade Runner 2049), Glenn Ficarra y John Requa (Bad Santa, I Love You Phillip Morris), que se encargaron de escribir el guion, nos encontramos, otra vez, con una simple pero efectiva comedia romántica en el medio de la jungla. Lo vimos en Indiana Jones, lo vimos en La Momia, y hoy lo volvemos a ver en Jungle Cruise, aunque no de forma tan brillosa como en las películas mencionadas. Hablemos un poco de cómo funciona una comedia romántica. Dentro de este género, estamos acostumbrados a encontrarnos con dos opuestos que, por lógica, sería imposible que terminen juntos, hasta que finalmente lo hacen y son la pareja más hermosa y deseable de la galaxia. La problemática en este film es que tanto Frank como Lily son… perfectos. De verdad. Hegemónicos, desde el pelo hasta los pies, habilidosos, simpáticos. Son iguales, no hay ningún contraste más que la diferencia de sexo. Entonces, ¿qué necesitan estos personajes aprender uno del otro si ya saben todo? Jaume Collet-Serra, que tras House of Wax, Orphan y The Shallows me pregunto qué hace acá, dirige la cinta -lo que puede y le dejan- y nos lleva por un recorrido a través de los depredadores de jungla, en la cuál el más grande y fuerte es el que manda. Entonces, a partir de esta intervención, uno comprende que esta lucha de sexos no irá por el camino de los opuestos, sino por el del más fuerte. ¿Cómo van a hacer para sobrevivir, juntos, estos dos especímenes tan perfectamente diseñados durante un viaje lleno de peligros? Es así que la película nos presenta su gran aventura, llena de animales peligrosos, monstruos cuyos diseños se jactan de robar a mano armada de películas anteriores, mucho CGI y nazis con submarinos. En serio, ¿Qué pasa con La Roca y los submarinos? A pesar de que los gags y las situaciones hilarantes entre los personajes son el plato fuerte de la película, sin mencionar la actuación de Plemons, que nos regala a un villano nazi estereotipado brillante, hay otro temilla que discutir sobre uno de los protagonistas, y ahora les caigo directo a los guionistas. ¿Por qué un personaje se mueve, acciona, pelea, sigue adelante? Fácil, tiene una motivación. A lo largo del film conocemos las motivaciones de los diversos actuantes que persiguen el mismo objetivo, o simplemente son arrastrados al interior de la jungla. Desde Joachim hasta Aguirre, el conquistador maldito interpretado por Edgar Ramírez -cuya caracterización parece salida de Jumanji-, desde Frank a MacGregor, conocemos y nos identificamos con la búsqueda de cada uno, por más insulsa que sea. Pero nuestra coprotagonista, la que aparece en el poster, la mismísima Lily, no tiene motivación alguna, generando así que se transforme en un personaje más que olvidable al pasar los minutos. Todo su accionar, su búsqueda y su obstinada obsesión en encontrar estos pétalos es llevada adelante por el simple motivo de que puede hacerlo, y ya. Esto se suma a lo que mencione anteriormente en relación a su caracterización bidimensional. ¿Cómo podemos empatizar con un personaje que lo es todo y acciona porque sí? Disney, si esta es tu forma de ponerte al día con la agenda progre, seguimos mal. En definitiva, ¿Jungle Cruise funciona como una cinta que entretiene y nos despeja de este mundo pandémico? Claro que sí, está basada en uno de sus parques de atracciones, ruidos y colores hay por montones. Pero de todas formas, hay algo que Gore Verbinski nos regaló con sus piratas caribeños -que también se basaron en una atracción- y Collet-Serra no pudo hacerlo con sus aventureros; uno nos dio visión, el otro un título más a Disney+. Ah, punto extra por Próxima, el jaguar de Frank. Bicho que tiene más profundidad que muchos de los otros personajes.
Cuando Jack Sparrow conoció a Indiana Jones… Dinosaurio, Tomorrowland, La mansión embrujada y la explotada Piratas del Caribe, son propuestas que le deben a las atracciones del gigantesco Disney World. Ahora se suma a la familia Jungle Cruise. Protagonizada por Dwayne Johnson y Emily Blunt el filme se centra en el capitán Frank Wolff y la científica Lily Houghton acompañados por su hermano McGregor que se embarcan en una aventura para encontrar el Árbol de la vida, del que se dice posee grandes propiedades curativas. Como toda historia de aventuras tenemos también a los villanos que buscan apropiarse de aquel árbol para su propio beneficio. En pocas palabras nada que no hayamos visto en el género, sobre todo en la pionera Indiana Jones que también tuvo herederas como La momia (1999) o La leyenda del tesoro perdido (2004). Cambiando mares por ríos, manteniendo un trío con algunos cambios pero intereses contrapuestos, el espíritu de Piratas del Caribe también puede apreciarse (tal vez por sugerencia de Johnson que confesó su fanatismo sobre la saga). Sin embargo el filme pierde tiempo en buscar ser algo que no es en vez de intentar tener su propia personalidad, pero eso no significa que no lo haga. Por un lado tenemos a los villanos, que a mi parecer no se terminan de lucir del todo y eso tiene que ver con la saturación que presenta. Otro elemento que no puede faltar en pleno siglo XXI es el hecho de agregar un personaje LGBTQ, que se siente forzado y parece que el filme constantemente quiere subrayar por exigencias de los tiempos que corren en vez de naturalizarlo como se debería. En lo visual no puedo objetar nada. Disney sabe vender un producto y sin duda sé que en los cines va a irle bien. Con respecto a los protagonistas me llevé una grata sorpresa, no sólo de Blunt, sino también de Johnson, que se lo nota consolidado y atrás quedaron sus primeras propuestas (como la ridícula Hada por accidente o Entrenando a papá). En el filme, ambos hacen lo que no pasó en Piratas del Caribe y eso es el corazón del filme: su química. Es grato descubrir que ambos actores tienen gran química en pantalla y si tienen presente Piratas del Caribe recordarán que la de Orlando Bloom y Keira Knightley era inexistente. En definitiva, Jungle Cruise es una propuesta que se puede disfrutar sin pretensiones.
Jaume Collet-Serra, director de «Orphan» (2009), «The Shallows» (2016) y varias películas de acción con Liam Neeson en el papel protagónico («The Commuter», «Non-Stop», «Unknown», «Run All Night»), dirige este film de aventuras y fantasía basado en una popular atracción de los parques de Disneyworld. Hubo una época en la que el cine de aventuras poblaba la pantalla, ofreciendo películas para todos los gustos, algunas para toda la familia donde también dichos sucesos se mezclaban con la acción y la fantasía, otras que ofrecían dramas de épicas proporciones y otras tantas basadas en reconocidos libros o relatos para otros medios. Tenemos ejemplos que vienen desde los años ’50 con «The African Queen» (1951) dirigida por John Huston y protagonizada por Humphrey Bogart y Katharine Hepburn de la rama más seria, pasando por historias grandilocuentes como «Fitzcarraldo» (1982) de Werner Herzog (y algunos elementos de «Aguirre la Ira de Dios»), hasta aventuras fantásticas que fueron modelando el género en su variante más moderna y volcada al blockbuster como la saga de «Indiana Jones» (1981 – 2008) de la factoría Spielberg y Lucas, o incluso otro gran ejemplo de los ’80 como fue «Romancing the Stone» (1984) dirigida por Robert Zemeckis. De los intentos más actuales tenemos la saga de «The Mummy» (1999 – 2008), inspirada en la película homónima del ’32, y la de «Pirates of the Caribbean» (2003-2017) que no solo comparte compañía productora con «Jungle Cruise» sino también el hecho de haber sido basada en un juego del parque de diversiones de la casa del Ratón. Ustedes se preguntarán ¿a qué viene esta larguísima introducción que mezcla trivia de IMDB y clase de historia?Básicamente a que si viste una o varias de las películas enumeradas, vas a notar que «Jungle Cruise» aglutina elementos y fórmulas de todas estas. Esto no necesariamente quiere decir que el film sea malo, pero sí que se nutre de convenciones y recursos mejores utilizados en obras más destacadas que las de este largometraje. La aventura arranca en Londres cuando Lily (Emily Blunt) y su hermano McGregor (Jack Whitehall) roban una piedra que los llevaría a encontrar una flor con poderes curativos, perdida en las profundidades del Amazonas. Para ello, contarán con la ayuda de Frank (Dwayne Johnson), que tiene una pequeña embarcación con la que pasea a los turistas por la zona y les saca unos cuantos billetes con algunos «inofensivos» engaños. Pero no estarán solos, sino que tendrán que competir contra el interés de Joachim (Jesse Plemons), un príncipe alemán que quiere la flor para poder ganar la Primera Guerra Mundial que estaba aconteciendo simultáneamente. Lo que no saben tanto Lily como sus aliados y Joachim con sus secuaces es que una leyenda traerá a la vida a Aguirre (Edgar Ramírez) y a su grupo de conquistadores españoles víctimas de una extraña maldición. Como dijimos anteriormente, la película aglutina diversos elementos de producciones más logradas, pero consigue mantener el interés del espectador por la gran química entre Blunt y Johnson, al igual que el pulso de Jaume Collet-Serra para dirigir las escenas de acción y aventuras. Por otro lado, la cinta parece aprovechar el timing que tiene la pareja protagónica para la comedia tanto física (slapstick) como verbal dando interesantes momentos y coreografías que enriquecen el relato. Por el lado de los efectos especiales, no hay nada que objetarle y se nota que son dignos de una superproducción de este calibre. «Jungle Cruise» es una película entretenida que apunta a las nuevas generaciones y a la nostalgia de quienes crecieron con las aventuras de las cuales este film tomó varios elementos. Una obra que le debe mucho a «Indiana Jones» e incluso a la fantasía de la «Momia» o «Piratas del Caribe» que aquí se presenta de forma más desprolija, aunque tanto Blunt como Johnson logran rescatar de la caída libre, al igual que la pericia del director de origen español.
Crítica publicada en Youtube
ACCIÓN, BUEN ELENCO, Y UNA TRAMA QUE NO DA RESPIRO Nacida de una tradicional atracción de los parques temáticos de Disney (como ocurrió con “Piratas del Caribe”) esta aventura alocada a través de la selva amazónica tiene muchos “homenajes” a ’’grandes películas de aventuras y éxitos masivos: desde la serie de Indiana Jones, hasta “Avatar” de James Cameron, pasando por clásicos de aventura y el nombrado “Piratas…” Un coctel con la visión de Disney, mucha acción, muchos animales mezcla de animatronics y efectos de computadora, y una trama que se complica sin necesidad. Igual se supone que está dedicado a la familia y que los chicos preadolescentes la pasaran bien. Una científica intrépida, rechazada por la sociedad machista de principio del siglo 20, arrastra a su hermano a una aventura riesgosa, encontrar en el corazón selvático una flor cuyos pétalos lo curan todo. Emily Blunt le pone bríos y encanto a su personaje que se contrapone al de Dwayne Johnson ( uno de los productores) que resulta un capitán de un buque destartalado, que tiene arreglados ciertos riesgos para hacer más interesantes sus tours turísticos. Contratado por la científica, tendrá por ella una gran atracción y muchos engaños. Por si fuera poco, aparece un príncipe alemán con simpatías nazis a bordo de un submarino que busca la misma flor, una maldición que revive a conquistadores españoles, y un lugar misterioso que permite elaborados efectos especiales. Todo envasado en dos horas trepidantes y un poco confusas pero que cumplen con la misión del entretenimiento. Destacan los actores Edgar Ramirez, Paul Giamatti, Jack Whitehall y Jesse Plemons. Dirige con ritmo y poco humor Jaume Collet-Serra.
Disney se inspira en Disney. Y ofrece, para las vacaciones de invierno, este film de aventuras que, además, duplica la presencia en cartelera de la inglesa Emily Blunt, también protagonista en Un lugar en silencio: parte 2. Sobre el juego del mismo nombre de su famoso parque temático Magic Kingdom, donde se realizó su premiere mundial, Jungle Cruise hace de Blunt una especie de Indiana Jones con faldas, Lily Houghton, que arrastra a su hermano (Jack Whitehall) hasta la Amazonia después de haberse robado un poderoso y antiguo talismán codiciado desde la conquista española. Con dirección del catalán Jaume-Collet Serra y secundarios (los conquistadores, precisamente, pero no spoileemos) a cargo de grandes comediantes españoles como Dani Rovira, Jungle Cruise es un divertido film de aventuras que se apoya en la química entre Lily y Frank Wolff, el guía interpretado por Dwayne “La Roca” Johnson que los lleva hacia el peligroso destino. La dinámica entre ellos funciona, mucho más desde el humor que desde el forzado tono romántico hacia el que avanzan los personajes (que, de todas maneras, no molesta). Y la aventura también, sumando situaciones de acción y efectos especiales mientras los protagonistas se internan en la jungla, perseguidos por el magnate que quiere recuperar lo suyo pero también por otros que llevan unos quinientos años interesados en lo mismo. El espectáculo está servido, Collet Serra sostiene el nervio de un entretenimiento ATP y su elenco acompaña con ganas, ayudados por graciosos one liners, sobre todo en la primera parte. Aún con esos elementos, Jungle Cruise se parece demasiado a demasiadas películas, empezando por Piratas del Caribe y siguiendo con Indiana, con guiños a La Reina de África, La Momia, por nombrar solo algunas que vienen a la cabeza en forma inmediata, inevitable.
Disney viene pisando fuerte con sus lanzamientos, tanto cinematográficos como sus series. En esta oportunidad, luego del estreno de Cruella que quizás es para un público más amplio, llega “Jungle Cruise” para una audiencia más infantil. Su director, el español Jaume Collet Serra debuta en dirigir un film de estas características ya que su repertorio es más del género acción y suspenso. Por ejemplo, dirigió “La huérfana” y en el 2022 estrena “Black Adam”, una película producida por DC Films que protagoniza nada más ni nada menos que Dwayne Johnson. Volviendo al film, la historia aventurera trata acerca de los hermanos Houghton – Lily (Emily Blunt) y McGregor (Jack Whitehall) – quienes quieren llegar hasta el árbol de la vida. Esto significaría un gran descubrimiento ya que el mismo posee grandes propiedades curativas y, obviamente, ellos buscan lograr un gran cambio en la medicina. No son los únicos que quieren llegar a él, por lo que se toparán con varios imprevistos en su recorrido. Por suerte se encontrarán con Frank (Dwayne Johnson) quien como capitán deberá guiarlos en esta expedición al Amazonas, esquivando todas las dificultades que se crucen por su camino. Las actuaciones de Blunt y Whitehall fueron totalmente acertadas, cada uno estuvo acorde al personaje y sumaron a la historia. En el caso de La Roca, parecía ser todo muy forzado, por lo que su participación perdió gracia y no logró un efecto positivo a los ojos del espectador. Por su parte, los actores encargados de interpretar a los villanos (entre ellos Jesse Plemons y Oscar Ramírez) estuvieron excelentes. Con respecto a los efectos especiales, estuvieron bien. La estética utilizada y la escenografía me recordaban por momentos a Indiana Jones y a Atlantis, logrando en esta película una mezcla un tanto infantil sin apuestas interesantes. Lamentablemente, no supieron aprovechar la duración del film, la cual no fue justificada. Lo hubiera estado si desarrollaban un poco más al personaje de McGregor y los antagonistas, personajes que efectivamente repuntaron la película cuando aparecieron. Existe un trasfondo en sus historias que hubiera sido muy interesante de ver. Dato de color: para quienes visitaron los parques temáticos de Disney seguro les suene el nombre “Jungle Cruise” y es porque una de las atracciones lleva su nombre. Concluimos en que “Jungle Cruise” es una película de aventuras para toda la familia que cumple pero no deja huella.
Ok: no esperes una review sofisticada porque Jungle Cruise no es una película sofisticada. Todo lo que hay está en pantalla: no hay subtextos o sutilezas, simplemente es una hamburguesa de lujo dotada del mas sabroso pan, los mejores condimentos y la mas cuidada carne. Los condimientos vienen de las mas diversas fuentes, ya sea desde Piratas del Caribe hasta La Reina Africana; desde La Momia (con Brendan Fraser) hasta Aguirre, la Ira de Dios (!), desde las películas de Indiana Jones hasta Tras la Esmeralda Perdida. La cosa es que semejante licuado de influencias funciona. A Disney le viene bárbaro porque, salvo Piratas del Caribe, el resto de franquicias (basadas en sus parques temáticos) que quiso hacer despegar fracasaron de manera rotunda – caso de La Mansión Embrujada y Tomorrowland – . Acá dieron con otra mina de oro que posiblemente se agote antes de la tercera entrega simplemente porque los caminos que transita Jungle Cruise ya han sido recorridos hasta el hartazgo por otras películas de aventuras. El material está ok, la dirección es muy buena y el tiro de gracia es la increíble química de The Rock y Emily Blunt, a los cuales los acompaña un cast que le va en saga. Aventurero temerario involucrado con intelectual inconsciente y hermano molesto. Acá el hermano molesto no es John Hannah sino Jack Whitehall, el cual es gay – detalle innovador para una película Disney – y cuya historia de vida está contada tanto con tacto como con sentimiento. Como La Momia hay una amenaza sobrenatural – afanando de Davy Jones, he aquí otra sarta de conquistadores españoles devenidos híbridos con distintas especies animales fruto de una maldición indígena – y, para cereza de postre, hay un villano alemán… el cual no es nazi simplemente porque estamos en 1916. Es una macana que el libreto no haya afilado el lápiz con Jesse Plemons porque el tipo tenía toda la capacidad para hacer su personaje memorable. Hay varios momentos bizarros que te dan la pauta de lo que pudo haber sido y te da la impresión de que le faltó tiempo de escena para poder brillar. Hay acción exagerada pero, cosa curiosa, no es estridente o insufrible. Será que la Blunt y La Roca tiene carisma como para 500 películas juntos y hace que uno le perdone cualquier cosa pero la realidad es que la peli no está mal dirigida. Jaume Collet-Serra (de la brillante The Shallows y rector de una tonelada de balaceras con Liam Neeson) se ha ganado un lugar y puede ser el nuevo Gore Verbinski. Y, para Disney, esta es una nueva y sólida franquicia para volver a llenarse los bolsillos. Con mucho humor, porrazos y buena acción Jungle Cruise es un entretenimiento super sólido. No le busque el pelo al huevo, en estos tiempos uno precisa divertirse y sonreír y Jungle Cruise te lo brinda. Reliquias perdidas y conquistadores malditos no es lo mas original del menú pero, rayos, en este momento sólo pido un pasatiempo con buen timing y un puñado de chistes efectivos. Viuda Negra no me lo dió, Jungle Cruise sí así que vamos repuntando la puntería.
AMUSEMENT PARK MOVIES Es irónico pensar en la existencia de películas como Jungle Cruise si tenemos en mente la denominación que Scorsese adoptó hace no mucho para las películas de Marvel y parecidas, como “amusement park movies”, o películas que equivalen a parques de diversiones. Y es que el último largometraje de Dwayne Jonhson es, exactamente, una adaptación de un amusement ride, una atracción de feria, un parque de diversiones. Pareciera que Disney redobla la apuesta y lleva al extremo de lo literal aquello que en las palabras de Scorsese no era más que una metáfora despectiva. En otras palabras, podría decirse que hay en este tipo de películas una intención de blanquear una concepción del cine de entretenimiento, liberándola de cualquier pose o culpa. Disney no se sonroja al realizar sus películas, ya no entendidas como esa forma artística inmaculada y aislada que añora Scorsese, sino como aún otro piece of content, porción de contenido que forma parte del entramado narrativo transmedia de Disney, compuesto por comics, series, películas, y, cómo no, parques de diversiones. Claro que Jungle Cruise no es la primera adaptación cinematográfica de un parque de diversiones. Existe ya un antecedente infinitamente exitoso en la franquicia de Piratas del Caribe. De hecho, narrativamente, esta última película de Disney no es mucho más que un Pirates wanna be, un film habitado por seres de leyendas y maldiciones antiguas (esta vez ubicadas en la versión disneificada de la Sudamérica Precolombina, un “locus phantasticus” al servicio de la imaginación norteamericana), héroes carismáticos que combaten a los malos y a la desigualdad de género por igual, y un universo maravilloso realizado con avanzadas técnicas digitales. Si se ha de juzgar a Jungle Cruise en este territorio, hay que decir que, aunque con un ritmo algo atropellado y algunas desprolijidades del montaje, no deja de ser en ningún momento entretenida. Los postureos y estereotipos propios de este nuevo woke Disney no llegan al punto de entorpecer el disfrute (como personalmente me pasó en los remakes de Mulán y Aladdin), el elenco es adecuado y hasta tiene algunos highlights (mencionar la esporádica aparición de Dani Rovira en un papel secundario) y el guion no teme construir aunque sea un poco de tensión sexual (algo que se ha perdido bastante en los blockbusters de los últimos años). Se abre con esta película al menos un pequeño punto de fuga dentro de la producción tan repetitiva del Disney de los últimos años.
Disney en piloto automático The Rock y Emily Blunt se embarcan en una aventura por el Amazonas en una búsqueda épica por el bien de la humanidad. Después de haber remasterizado en live action todos sus clásicos animados, Disney vuelve a dar un poco de “aire fresco” a sus estrenos anuales y vuelve a focalizarse en hacer películas cuyo origen no tenga nada que ver con alguna obra literaria; En esta oportunidad la empresa del ratón se encarga de adaptar uno de los juegos mecánicos que se encuentra en uno de sus parques conocido cómo Jungle Cruise, mismo mecanismo del cual surgiera una de las franquicias más rentables que supo tener Disney como lo fue Piratas del Caribe (2003) una saga que tuvo un gran impacto con sus primeras tres entregas pero que después esa idea fresca e innovadora terminó agotándose. Con esos pergaminos era sólo una cuestión de tiempo para que la fórmula se viera recreada y luego de estar más de 15 años en el proceso, con cambios constante de guiones, protagonistas y demás Jungle Cruise (2021) vea la luz del día gracias a, entre otras cosas, sus dos caras protagónicas: Emily Blunt y Dwayne “The Rock” Johnson. Ahora bien, ¿De qué va la película?, la Doctora Lily Houghton (Blunt) es una especialista en botánica que creció escuchando las leyendas de un árbol cuya flor otorgaba a quienes lo encontrasen diferentes poderes curativos de todo tipo hasta tal punto de concebir la vida eterna y junto con su hermano MacGregor (Jack Whitehall) se han cansado de recibir destratos de los diferentes líderes académicos del Londres pre primera guerra mundial. Pero Lily, quién es una mujer que no se deja amedrentar por las autoridades, termina descubriendo un dato que podría resignificar su investigación por completo, encontrando el lugar exacto en donde yace el árbol que ella se encuentra buscando desesperadamente. Su viaje llevará a los hermanos Houghton a las inexploradas aguas del Amazonas en Brasil, pero antes de comenzar su periplo por las turbulentas aguas del río deberán conseguir un capitán que conozca esas aguas y dicho marinero es ni más ni menos que Frank Wolff (The Rock), un conocedor a fuego del Amazonas que se dedica a programar diferentes paseos para los turistas a bordo de su vetusto más no inservible navío. Así, los tres se embarcaron en la búsqueda de una leyenda que pueda cambiar el curso de la historia, al mismo tiempo que escapan de otras personas que buscan el mismo árbol pero para propósitos más oscuros y menos amigables. Dirigida por el catalán Jaume Collet-Serra, quién es el director que está filmando Black Adam (2022), y escrita por Glenn Ficarra, John Requa y Michael Green la película tiene como fuerte ser una simple película de aventura de la cual no se espera, y no otorga, ningún tipo de doble interpretación ni de propósito oculto. Dentro de las poco más de dos horas de duración la cinta no se toma prácticamente respiro y a cada momento se dan situaciones de riesgo para los personajes, de constante emoción y de entretenimiento garantizado. Básicamente logra algo clave para una película de aventura para toda la familia que es no ser aburrida. Ahora bien, de la misma manera que sucede esto, que es bastante destacable, la película es tan básica desde su concepción que no logra cautivar al público porque cada una de las partes de la trama que conforman la totalidad de lo que se quiere contar ya se vio antes en múltiples cintas del género. A simple vista se pueden ver similitudes con los Goonies (1985), la ya mencionada saga de Piratas del Caribe, la saga de la Momia de Brendan Fraser y obviamente, quizás la mejor de ese rubro, una gran similitud con el universo de Indiana Jones, que próximamente tendrá su quinta entrega con el interminable Harrison Ford; Todas historias y películas que tienen a la aventura cómo gran motor conductor pero que se diferencian enormemente una de la otra por diferentes cuestiones que no vienen al caso ahora mismo, salvo por una: la identidad. Jungle Cruise renuncia a tener cualquier tipo de identidad o aspecto que las diferencie del resto y en cada momento que esa distinción puede hacerse presente, la dirección y el guión (no se descarta el estudio), optan por la fácil y no jugársela nunca. Otro aspecto en el que a priori la cinta debería funcionar es en las actuaciones, aspecto en el que por separado todos y cada uno de los miembros del elenco funcionan bastante bien pero que al querer funcionar como “pareja” falla en el intento. La química entre The Rock y Emily Blunt brilla por su ausencia y nadie podría jamás creer que sus personajes tienen algún futuro romántico en el horizonte. La pieza que termina funcionando a la perfección es la de Jack Whitehall que con un rol totalmente secundario y complementario va de menor a mayor en la cinta y logra establecerse como uno de los mejores personajes. El elenco se ve completado por Jesse Plemons, en un nefasto e inmediatamente olvidable antagonista, y por Edgar Ramírez y Paul Giamatti quienes con pequeñas apariciones y escasos minutos hubiera sido aceptable verlos un poco más Jungle Cruise es una película divertida y aceptable, ni más ni menos que eso. Lejos está de ser una maravilla del entretenimiento pero tampoco es un desastre cliché, es básicamente Disney y otro producto diseñado y manufacturado en piloto automático, pero que esta vez, logró llegar a la orilla y no hundirse.
La aventura por el Amazonas con Dwayne Johnson y Emily Blunt, inspirado en una atracción de Disneyland. Con grandes fuentes de inspiración como «La momia», Indiana Jones y, por supuesto, «Piratas del Caribe», la nueva película de aventuras familiar, está inspirada en el crucero en la jungla del parque de atracciones de Disneylandia, narra el viaje en el que una pequeña embarcación recorre el río encarándose a numerosos peligros. Esto involucra elementos de romance, acción, humor, fantasía y guiños a la atracción en la que se basa y que sabrán apreciar quienes hayan vivido la experiencia. Además de dos grandes intérpretes con una química estupenda en pantalla que comparten el protagonismo en partes iguales. La historia se desarrolla a partir de la osadía de la doctora Lily Houghton (Emily Blunt) que, cansada de ser rechazada por parte de la sociedad científica por el mero hecho de ser mujer, decide hacerse con una pieza recuperada de una expedición que tiene la clave para dar con el lugar en el que brota un árbol cuyas flores tienen unos poderes curativos casi milagrosos. Así es como, con planos del lugar y la ayuda de su hermano (Jack Whitehall), consigue un barco con el que llegar al lugar, y lo hace de la mano de Frank Wolff (Dwayne Johnson), un capitán que se dedica a realizar cruceros turísticos con su maltrecha embarcación y contando malos chistes. Sin embargo, los peligros los acechan a toda hora. Por un lado, los persigue el príncipe Joaquim (Jesse Plemons), y por otro, se verán acosados por los conquistadores españoles, víctimas de una maldición siglos atrás. La química que hay entre Dwayne Johnson y Emily Blunt es genial. La verdad es que la simpatía que irradian los protagonistas es lo que mantiene a flote «Jungle Cruise» y hace que ciertos problemas no se sientan incómodos. Está claro que “La Roca”, especialmente entusiasmado cuando le toca hacer bromas, y Emily Blunt, muy simpática y convincente en el rol de aventurera, son las grandes estrellas y sus personajes los que tienen más profundidad. El aspecto del conquistador Aguirre a quien da vida Edgar Ramírez nos recuerda a Barbossa de Piratas del Caribe. Es de las escenas donde más se abusa de los efectos especiales y también donde están las secuencias más oscuras y tenebrosas. Además, aparecen otros actores españoles entre los secuaces de Aguirre: Dani Rovira y Quim Gutiérrez en papeles menores pero bastante curiosos y con sus voces originales. Es brillante la recreación de la naturaleza y la fuerza que le imprime a las imágenes todo el tratamiento visual que va del vestuario, la dirección artística, los decorados hasta el enriquecimiento de la postproducción. La película tiene corazón, y eso siempre vale, dejando que los personajes muestren algo de sus historias de origen, aunque no haya un desarrollo extenso de sus antecedentes. El dúo Johnson-Blunt funciona demasiado bien como para no seguir explotándolo en el futuro con una secuela. El gran problema del film es su duración: dos horas y cuarenta minutos es muchísimo para una película familiar de aventuras. Igualmente, es un espectáculo de primera en lo visual y potente en lo narrativo. «Jungle Cruise» es de esas películas que tanto disfrutábamos viendo mil veces cuando éramos pequeños. En resumidas cuentas, estamos ante un film que se disfruta mucho, que quizás funcionaría mejor aligerándola un poco en su segunda mitad y no abusando tanto del CGI, pero que sabe hacer brillar el encanto de sus protagonistas. Una aventura familiar para todos los públicos.
Pétalos como lágrimas El director catalán Jaume Collet-Serra es uno de los pocos artesanos que quedan trabajando en el mainstream norteamericano de hoy en día capaces de imponer marcas autorales en el reino de la uniformidad y la chatura mortuoria, basta con pensar en las dos maravillosas vertientes que ha ido tomando su carrera con los años, hablamos primero del terror potente y directo de La Casa de Cera (House of Wax, 2005), La Huérfana (Orphan, 2009) y Miedo Profundo (The Shallows, 2016), reinterpretaciones inteligentes del slasher, los alegorías de infiltración hogareña subrepticia y las faenas de tiburones asesinos, respectivamente, y en segunda instancia de los thrillers de acción y/ o misterio protagonizados por ese en verdad infatigable Liam Neeson, en sintonía con Desconocido (Unknown, 2011), Non-Stop: Sin Escalas (Non-Stop, 2014), Una Noche para Sobrevivir (Run All Night, 2015) y El Pasajero (The Commuter, 2018), todas pequeñas joyas que combinaron un pulso hitchcockiano para el suspenso, una estampa recia y veterana digna de Charles Bronson y la vertiginosidad que reclama el mercado actual en términos de pirotecnia narrativa escalonada. Ahora bien, el señor de vez en cuando toma el timón de algún trabajo por encargo que deriva en productos deslucidos u olvidables como las series de televisión El Río (The River, 2012) y Ensueño (Reverie, 2018) o la película Gol 2: Viviendo el Sueño (Goal II: Living the Dream, 2007), corolario de la superior ¡Gol! (Goal!, 2005), de Danny Cannon y Michael Winterbottom, panorama que por supuesto nos deja con Jungle Cruise (2021), una realización digna para el paupérrimo promedio del mainstream actual que está lejos de los declives cualitativos señalados aunque también de los mejores eslabones de la trayectoria anterior del cineasta. La película que nos ocupa comparte con Tomorrowland (2015), de Brad Bird, La Mansión Embrujada (The Haunted Mansion, 2003), de Rob Minkoff, y Piratas del Caribe: La Maldición del Perla Negra (Pirates of the Caribbean: The Curse of the Black Pearl, 2003), de Gore Verbinski, el hecho de estar basada en una atracción o directamente en una de las subdivisiones -como en el caso de la faena de Bird- de los parques temáticos de The Walt Disney Company alrededor del mundo, siendo específicamente Jungle Cruise un paseo en barco simulado -rieles ocultos de por medio- ya clásico de Adventureland que hoy en día dice presente en los parques de California, Florida, Tokio y Hong Kong y que gira en torno a motivos farsescos del ecosistema sudamericano, africano y asiático con el objetivo de que los viajeros disfruten de animatronics con forma de animales, una réplica de una lancha a vapor, los típicos chistes del capitán/ guía turístico y un contexto símil explorador británico de la década del 30 del Siglo XX. El opus de Collet-Serra, si lo pensamos en términos narrativos, respeta el mismo tono liviano -mezcla de humor simplón, romance y leyendas ancestrales de civilizaciones perdidas- de otras odiseas saturadas de CGI como La Momia (The Mummy, 1999), de Stephen Sommers, y la ya nombrada Piratas del Caribe: La Maldición del Perla Negra, eje a su vez de una retahíla de secuelas como la anterior, no obstante el catalán también retoma el dejo aventurero más de folletín literario clásico de la tetralogía de Steven Spielberg centrada en Indiana Jones (Harrison Ford), esa comenzada con la querida Los Cazadores del Arca Perdida (Raiders of the Lost Ark, 1981), todo un faro para aquellos que desean construir una epopeya apasionante y de cadencia muy retro. En sí la adaptación encarada vía el guión de Michael Green, Glenn Ficarra y John Requa mueve la acción desde los años 30 a un 1916 que tiene por contexto general la Primera Guerra Mundial (1914-1918), aunque a decir verdad sólo para brindarnos al villano y su motivación, léase ese Príncipe Joachim (Jesse Plemons) que por un lado reemplaza a los otros germanos locos reglamentarios, los nazis de la saga del Doctor Jones, y por el otro lado viene a representar el egoísmo ciego del ser humano mediante su fetiche con encontrar un árbol mítico del Amazonas que le permita a Alemania ganar la conflagración global, Lágrimas de la Luna, supuesta maravilla de la flora brasileña/ peruana/ colombiana cuyos pétalos pueden curar cualquier enfermedad o herida y romper maldiciones de inmediato, planteo que nos reenvía a la versión hollywoodense de la expedición del Siglo XVI del conquistador español Lope de Aguirre en pos del árbol y a su casi muerte por el impiadoso accionar de la jungla, esa que de todos modos termina engullendo a los hombres a raíz de la maldición que les lanza un cacique por masacrar a los aborígenes después de que éstos salvasen la vida de los exploradores pero se negasen a revelar dónde están las Lágrimas de la Luna. Los outsiders occidentales que llegan al Amazonas son los hermanos Houghton, Lily (Emily Blunt), una botánica obsesionada con descubrir el árbol sirviéndose de una punta de flecha sagrada de los nativos que robó en Londres, y MacGregor (Jack Whitehall), un inglés muy esnob que fue condenado al ostracismo por ser gay en los ámbitos familiar y comunal, y el baqueano o lugareño experto -aunque también importado- es Frank Wolff (Dwayne Johnson alias The Rock), dueño de un barco que construyó él mismo, La Quila. Green, conocido por Logan (2017), de James Mangold, Blade Runner 2049 (2017), de Denis Villeneuve, y Asesinato en el Expreso de Oriente (Murder on the Orient Express, 2017), de Kenneth Branagh, y el equipo de Requa y Ficarra, aquellos genios de Un Santa no tan Santo (Bad Santa, 2003), Una Pareja Despareja (I Love You Phillip Morris, 2009) y Loco y Estúpido Amor (Crazy, Stupid, Love, 2011), ofrecen una historia muy entretenida aunque un poco extensa y trillada que, como decíamos previamente, recupera muchos de los latiguillos tanto de la fantasía aventurera para adolescentes y adultos como del cine más infantil o animado tradicional pero sin perder de vista al público en general, de allí algunos chascarrillos camuflados en torno al carácter afectado del villano y del homosexual, otros más explícitos sobre la idiosincrasia machona y controladora de Lily y unos cuantos más alrededor de la faceta autoparódica posmoderna de un Wolff que gusta contar chistes malos o sonsos, montar engaños/ estafas/ trucos con sus amigos indígenas y compartir tiempo con su insólita mascota, un jaguar hembra bautizado Próxima. En Jungle Cruise se nota mucho que Collet-Serra fue consciente del evidente cansancio de la vinculación en el mainstream contemporáneo entre por un lado Johnson, un “subgénero” del cine de acción en sí mismo a lo héroe musculoso ATP o un hipotético Arnold Schwarzenegger lavado de tanta sangre ochentosa, y por el otro lado una coyuntura selvática o paradisíaca o simplemente verde plástico repleta de CGI, esa que el señor ya exploró de sobra en Jumanji: El Siguiente Nivel (Jumanji: The Next Level, 2019), de Jake Kasdan, Jumanji: En la Selva (Jumanji: Welcome to the Jungle, 2017), también de Kasdan, Moana (2016), de Ron Clements y John Musker, y Viaje 2: La Isla Misteriosa (Journey 2: The Mysterious Island, 2012), de Brad Peyton, secuela a su vez de Viaje al Centro de la Tierra (Journey to the Center of the Earth, 2008), de Eric Brevig, es por ello que el autor catalán apuesta todas sus fichas a la dinámica entre la esplendorosa Blunt, una británica que rema cualquier película, y ese tremendo Dwayne que cuando le dan material potable en serio con el que trabajar afloja un poco con la pose baladí/ canchera como en la muy interesante Luchando con mi Familia (Fighting with My Family, 2019), de Stephen Merchant. De hecho, es la buena dinámica actoral entre ambos la que sostiene en gran medida la faena, amén del correcto trabajo adicional de Whitehall y Plemons y de la participación de Paul Giamatti como un oligarca naviero del Amazonas, Nilo, de Veronica Falcón como la improbable cacique de una tribu local, Sam, y de Edgar Ramírez como un Aguirre zombie y adepto a las serpientes que vuelve a la vida por obra y gracia del Príncipe Joachim, aristócrata que logra la proeza de meter un submarino en el laberíntico río de América del Sur. Si bien decae un poco llegado el desenlace y no cuenta ni con un gramo de originalidad, Jungle Cruise responde a un imperialismo new age de apropiación cultural respetuosa y ofrece un recorrido fluvial bastante ameno que incluye mafias capitalistas portuarias, pícaros con más vidas que cabellos, misiones en apariencia imposibles, aventuras siempre exóticas, occidentales ridiculizados en espiral, destrucción a toda pompa, encantamientos espantosos, aguas de la muerte, absurdos, venganzas de larga data, algo de antropología para las masas, un entrañable homenaje al cine mudo, misterios que se resuelven a último momento, compañerismo porfiado, artificialidad de maqueta brillante y millonaria, corazones tendientes a ablandarse e identidades mutables al ritmo de este periplo, tan descartable como simpático, en pos de reformular el mito del Árbol de la Vida, esquema simbólico repetido a lo largo de muchas civilizaciones de todo el planeta…
Reseña emitida al aire
Llega a nuestros cines otra de las tantas películas que sufrió la postergación de su estreno debido a la ya famosa pandemia. Así que tras casi un año de retraso, hoy, sin más preámbulos, vamos a contarles que nos pareció Jungle Cruise. A principios de 1900, Lily Houghton es una entusiasta exploradora frustrada, ya que como era normal en esa época, la mujer era relegada a otras labores. Así y todo, se las arregla para que junto con su hermano MacGregor, viajar a Brasil y conseguir un barco para buscar una flor legendaria que en teoría tiene poderes curativos. Pero por desgracia no son los únicos que se embarcaron en la misma búsqueda. Algo interesante de Jungle Cruise, es que busca traernos una película de aventuras en su máxima expresión. Es decir, centrándose más en la exploración, los chistes y personajes carismáticos, que en secuencias espectaculares de acción y explosiones (que las hay). Y ya por eso podemos decir que el film tiene cierto mérito. Porque cómo van a ver ahora, en varios apartados si falla. Lo primero que salta a la vista es la poca química que hay entre La Roca y Emily Blunt. No en un sentido que se detestaran en pantalla y eso se nota, de hecho, cuando se hacen chistes y se maltratan, queda bastante gracioso. El tema es cómo se veía venir, en algún momento de la trama los iban a querer emparejar, y ahí es donde al parecer ninguno de los dos tenía muchas ganas de ponerse mimoso con el otro. Y en comparación con films de aventuras similares (y todos pensamos en La Momia), Jungle Cruise queda bastante a deber. Otro factor que le juega en contra es que el film casi llega a las dos horas y diez, y se siente. En especial con una escena introductoria para con el personaje de Dwayne Johnson que se extiende sin necesidad por casi veinte minutos. Y si bien es una secuencia con bastante acción, se siente el chicle y que todo está puesto para el lucimiento del ex wrestler. Pero no todo es malo. Pese a su duración y el problema de conexión amorosa entre sus protagonistas, la película no se vuelve aburrida casi en ningún momento. De hecho, tiene tramos muy bien logrados, como la explicación del porqué de algunos personajes, todo acompañado por un cover de Nothingss Else Matters de Metallica que les quedó perfecto. Si bien dentro de unos días la película ya se podrá ver en Disney+, Jungle Cruise logra rescatar el cine de aventuras más clásico, un subgénero que quizás no se estaba explotando tanto en los últimos años. Ya solo por eso, va a hacer dudar a más de uno si ir a verla al cine o esperar al canal de streaming.
"Jungle Cruise": del parque de diversiones al cine En épocas de tanques cada más grandes pero muertos, esta modesta aventura familiar puede ufanarse de tener algo de vida en su interior. Al menos por un rato. Como nueve de cada diez películas familiares de Hollywood de la última década, Jungle Cruise fue otra cosa antes de devenir en largometraje. Pero la flamante producción de Disney –que se estrena este jueves en salas y mañana viernes en la plataforma Disney+ con pago extra de 1050 pesitos– no es una secuela ni la prolongación de una serie o un libro, así como tampoco incluye el temible rótulo de “basada en una historia real” al inicio de los títulos. Los orígenes de Jungle Cruise hay que buscarlos en Orlando, más precisamente en uno de los juegos de los parques de diversiones del Tío Walt. Un origen similar al que hace casi 20 años tuvo Piratas del Caribe, lo que permite entender las similitudes entre una y otra. Empezando por una trama que intenta recuperar las postas más clásicas de los relatos de aventuras decimonónicos, aquellos en los que cada curva del río, cada metro avanzado en terreno desconocido, abre la posibilidad del riesgo y la sorpresa. Y siguiendo con un despliegue visual tan apabullante como despersonalizado, dado que la mayor parte de las criaturas y los escenarios, sobre todo en la segunda de sus dos horas de duración, están realizados por computadora sobre fondos verdes. Filmada en 2018 y con una fecha de estreno postergada dos veces –la primera, en 2019, por decisión comercial de Disney; la segunda, en 2020, por la pandemia–, Jungle Cruise arranca con una reunión en un coqueto edificio londinense en la que se plantean las directrices principales del recorrido por venir: parece que en el Amazonas hay un árbol mágico cuyas flores, llamadas Pétalos de Luna, son capaces de curar unos cuantos males. Una promesa por demás tentadora tanto para el malvado príncipe alemán Joachim (Jesse Plemons) como para la buscadora de tesoros Lily Houghton (Emily Blunt), quien junto a su hermano MacGregor (Jack Whitehall) cruza el Atlántico para adentrarse en la selva. Pero para serpentear los ríos necesitan un barco, y nada mejor que alquilar el que timonea el bonachón de Frank Wolff (Dwayne “The Rock” Johnson, cuerpazo emblemático del cine familiar de los últimos quince años). Hay una chispa evidente entre Johnson y Blunt, una precisión en las interacciones humorísticas propia de quienes creen en lo que hacen y que comúnmente se llama “química”. En épocas de tanques cada más grandes pero muertos, Jungle Cruise puede ufanarse de tener algo de vida en su interior. Al menos por un rato. El viaje presenta múltiples e inevitables desafíos, desde cataratas kilométricas que deben ser sorteadas a último momento hasta las persecuciones de Joachim, pasando por el enfrentamiento con distintas comunidades indígenas. Algunas representan un verdadero peligro; otras están contratadas por Frank para quedarse con los mapas que dirigen hasta el botín. Esos engaños, predecibles, ilustran la voluntad lúdica, inofensiva e inocentona de la primera parte de la aventura. Hasta que se descubre que, en realidad, Frank es alguien distinto a quien dice ser, dando el puntapié para una subtrama que incluye un grupo de piratas como flamantes villanos. Y se sabe que la sumatoria de contrafiguras no suele dar buenos resultados. Jungle Cruise, entonces, pierde el leve encanto demodé que tenía hasta entonces, enredándose en varias secuencias que, desde ya, dejan todo armado para una segunda película.
Disney busca el próximo Piratas del Caribe junto a La Roca y Emily Blunt. ¿Jungle Cruise logra su cometido? Al igual que su franquicia live-action más famosa, Piratas del Caribe, hoy intocable por la naturaleza radioactiva de Johnny Depp, Jungle Cruise está basado en una atracción clásica de Disneyland. En este sentido, podría argumentarse que la película triunfa, para bien y para mal, en parecerse al juego de parque de diversiones. Uno en que uno puede mayormente perderse por un rato y entretenerse, pero que una y otra vez nos recuerda que estamos ante artificio sin mucho más debajo de la superficie. Al contrario de lo que podría uno inferir al mirar los posters y demás materiales promocionales, la protagonista de Jungle Cruise es la doctora en botánica Lily Houghton (Emily Blunt), quien junto con su hermano MacGregor (Jack Whitehall) viaja en 1916 a la selva amazónica en búsqueda de una flor de leyenda, Las Lágrimas de la Luna, que se dice es una panacea que todo lo cura. Allí se encuentra con el capitán Frank Wolff (Dwayne La Roca Jahnson), quien los guiara a través del rio más largo del mundo. En contra no solo tendrán a la voraz selva y al patriarcado representado la vetusta sociedad científica, sino también a un príncipe prusiano, Joachim (Jesse Plemons), que les permite dejar descansar por un rato a los nazis como villanos, sin por eso prescindir de todos los tropos asociados de los alemanes excéntricos y despiadados. (La inclusión de un personaje veladamente, pero nunca explícitamente, gay como MacGregor de seguro generará publicidad gratis a la película, tanto por los indignados de su inclusión en un film familiar, como por aquellos que opinan que no se fue lo suficientemente lejos en la inclusión). De lo mejor de Jungle Cruise es su inmersión en un mundo con muchas capas y épocas, mezclándose a lo largo del viaje el pasado de la conquista española con el mundo del ocaso de la Belle Époque y la Gran Guerra. Aunque en el último tercio de la película, este volumen de la trama le termine jugando en contra, debiendo desacelerar el fundamental tirón hacia la conclusión para meter demasiada exposición, explicaciones y flashbacks. En la historia de conquista genocida y magia exótica, Jungle Cruise recuerda a la genial y poco vista La Fuente de Darren Aronofsky, pero ciertamente su ADN está más cerca de otra película de Rachel Weisz, La Momia. Como esta última, aquí se intenta invocar, con cierto éxito, la influencia del cine de aventura codificado para dos o tres generaciones en Indiana Jones, a su vez un rescate de los viejos seriales hollywoodenses de la primera mitad del siglo XX. Esta búsqueda es acentuada, por momentos, por la banda sonora “williamsiana” de James Newton Howard. (Mientras que, en otros, encontramos el uso más inesperado de una canción de Metallica en una de Disney para toda la familia). Podría decirse que Jungle Cruise está más cerca de la de Stephen Sommers que la de Spielberg en que termina por perderse en la selva del CGI, dotando a escenas de acción que de seguro nacieron en hermosos storyboards de esa ingravidez y artificialidad de simulador de Sacoa que plaga al cine de género desde que George Lucas fundó el culto a la pantalla verde con Episodio I. Lo cual podría parecer contraintuitivo, teniendo en cuenta que el director Jaume Collet-Serra, catalán de nacimiento, pero formado en Hollywood, nos tiene acostumbrados a un cine de acción con los pies más en la tierra, ejemplificado en sus múltiples colaboraciones con Liam “te voy a encontrar estés donde estés” Neeson. Jungle Cruise Es una pena, porque como suele ser el caso en este tipo de tanques, puede verse un trabajo hermoso de los equipos de diseño de producción y vestuario. En particular las secuencias ambientadas en el siglo XVI dejan ver una ambientación preciosista, con detalles alucinantes como las barrocas armaduras de los conquistadores españoles. Claro que, cuando pones en cartel a dos de las estrellas más carismáticas de la actualidad como lo son La Roca y Emily Blunt, es evidente que la apuesta está en otro lado ¿Funciona la apuesta? Sí y no. Como nos tienen acostumbrados, ambos llenan la pantalla de manera que parece casi natural, sin esfuerzo, con su encanto. Donde no me termino de decidir es si compro la pareja, el histeriqueo del will-they-won’t-they de parejita dispareja que pelea, pero se ama. En este sentido, creo que Jungle Cruise falla en hacer que la suma sea más que sus partes. En definitiva, tenemos aquí otro ejemplo de la máquina Disney ATP en modo mitad de tabla, que nunca termina de deslumbrar, pero sabe cumplir. Brilla el carisma del elenco puesto en pantalla y el trabajo de producción. Pero se cae en el uso indiscriminado de CGI que va detrimento de lo cinético e inmersivo que debe tener el cine de género, de aventura, además del error no forzado de estirar y amontonar historia y minutos de metraje, cuando a los efectos de entretener hubiese sido más efectivo algo más aerodinámico y compacto.
Decente pero para nada descollante Dwayne Johnson y Emily Blunt se cargan al hombro esta aventura en la selva despareja que llegó a las salas de cine. Habiendo mostrado experiencia de héroe en aventuras con escenario selvático (véanse las exitosas secuelas de Jumanji), Dwayne Johnson vuelve a la gran pantalla con Jungle Cruise, la nueva aventura de Disney basada en una popular atracción de sus parques temáticos, tal como lo fue en su momento Piratas del Caribe. La dupla con Emily Blunt y la promesa de un viaje lleno de peligros, adrenalina y fantasía cautivante se diluye con el correr de la película, que no logra encontrar un tono cómodo generando desatención que muta en aburrimiento. Jungle Cruise sigue a un capitán de un barco llamado Frank (Dwayne Johnson) que lleva a una científica (Emily Blunt) y su hermano (Jack Whitehall) en la para nada sencilla misión de encontrar el Árbol de la Vida, que se cree que posee poderes curativos. En el camino, el trío debe sortear los peligros y mitos vivientes de la jungla, y competir con una expedición alemana, en tiempos del nazismo. El cineasta Jaume Collet-Serra utiliza una mezcla de referencias a Indiana Jones y Fitzcarraldo, de Werner Herzog en la trama enmarañada de acción y efectos especiales desmedidos, ofrecidos cual espectáculos de fuego artificiales. El problema central reside es la necesidad de Disney de copiar la fórmula de Piratas del Caribe, sin lograr los mismos resultados. Como un vehículo con pérdida de nafta, Jungle Cruise arranca con chispas y decae lentamente a pesar de los intentos de Dwayne Johnson y Emily Blunt por remarla con demostrado talento. Sus pases de comedia funcionan de manera solvente pero no así el arco romántico que los atraviesa. Ahí comienzan los atropellos poco creíbles. Del lado de “los malos” la caricaturización de los personajes de Jesse Plemons y Paul Giamatti genera el efecto inverso en el espectador promedio: no se sienten como verdaderas amenazas, personajes fáciles de odiar. Son más bien un poco irritantes de ver. Aún así hay que reconocer que de la escasa oferta juvenil en temporada de vacaciones de invierno Jungle Cruise es el plato más entretenido para que disfruten los niños. Supera la prueba a medias como un show ruidoso que distrae de forma momentánea. Aquellos fanáticos de la casa del ratón Mickey Mouse sentirán decepción y la reflexión de que lo visto, en otras manos, podría haber sido mucho mejor.
La leyenda de la fuente de la eterna juventud desveló por siglos a conquistadores europeos que la buscaron sin éxito por el continente americano, casi tanto como a las ciudades construidas de oro. A principios del siglo XX, la doctora Lily Houghton (Emily Blunt) aún cree que la leyenda es real y que una punta de flecha recientemente encontrada en una expedición es la clave para resolver el misterio y encontrar al mítico árbol cuyos pétalos son capaces de curar cualquier enfermedad. Pero la sociedad de exploradores inglesa no está dispuesta a tomarla en serio ni a apoyar su aventura, por lo que parte junto su hermano MacGregor (Jack Whitehall) hacia lo profundo del Amazonas. Allí contrata los servicios del capitán Frank Wolff (Dwayne Johnson), un hombre que sobrevive sacando turistas por el río en su desvencijado barco, siguiendo un recorrido donde tiene montada toda una serie de falsas aventuras para impresionarlos. Aunque es bastante evidente que es un estafador, también queda claro rápidamente que Frank conoce el río como nadie y que sabe mucho más de la leyenda de lo que admite frente a Lily. Jungle Cruise, conquistadores inmortales y submarinos Inspirada por una atracción de parque de diversiones, con un elenco carismático y un director ecléctico como Jaume Collet-Serra (encabezó proyectos tan diversos como La Casa de Cera, Miedo Profundo, The Commuter y Black Adam) puesto a contar una historia de aventuras con un toque sobrenatural, Jungle Cruise es claramente el proyecto de franquicia con el que Disney pretende apuntar a ese sector que quedó huérfano con el agotamiento de Piratas del Caribe y su fallido intento de resurrección. Aunque hay semejanzas en la estructura de la trama y en algunos personajes con Piratas del Caribe (hay algo de Sparrow en Frank así como de Davy Jones y Barbossa en los conquistadores malditos), por suerte Jungle Cruise comparte más que nada el espíritu con esa franquicia pero más que simplemente repetir la fórmula con un nuevo maquillaje para poder volver a venderla, construye algo nuevo y propio sobre eso. Siempre respetando el manual de estilo del ratón y aprovechando que es una historia “de época” como excusa para seguir replicando los estereotipos habituales, claro. Si bien las escenas de acción son correctas, lo más efectivo de Jungle Cruise es el carisma de su elenco y la buena química entre el trío protagonista, especialmente en la cariñosa relación entre Lily y MacGreggor (la explicación del por qué de su lealtad hacia su hermana no aporta nada a la trama pero es un momento de ternura valioso). Todo eso no pasa con la tan previsible como innecesaria subtrama romántica que ya va siendo hora que deje de ser obligatoria en este tipo de películas, aunque sea para sorprendernos de vez en cuando con un final que no termine en el obligatorio beso de la princesa rescatada y el príncipe que acaba de conocer. Hay una buena parte del humor de Frank que se basa en juegos de palabras que se pierden en la traducción al castellano, pero eso no impide que Dwayne Johnson siga solidificándose como un gran actor de comedias de acción familiares y no solo como una masa de músculos que impone presencia. Jungle Cruise es poco más que un producto genérico, pero como tal ofrece todo lo que promete y eso es más que suficiente.
Jungle Cruise es una película de fórmula. Esto no es ni bueno ni malo a priori, aunque obviamente le pone un límite a la película. Ni hablar del hecho de que está basada en una atracción de Disney, lo que le da otra base algo disparata y forzada. Pero la fórmula está construida sobre tres grandes films: La reina africana (The African Queen, 1951) de John Huston, Tras la esmeralda perdida (Romancing the Stone, 1984) de Robert Zemeckis y La adorable revoltosa (Bringing Up Baby, 1938) de Howard Hawks. Tres películas unidas por la comedia basada en la lucha de los sexos. Las dos primeras pertenecientes al género de aventura y la tercera una pura Screwball Comedy. Ambientada en 1916 durante la Primera Guerra Mundial en Sudamérica. Allí, el capitán de un pequeño barco turístico, Frank (Dwayne Johnson) sobrevive a duras penas entreteniendo a turistas como en una atracción de parque temático pero hecha en el mundo real. Las cosas cambian cuando una valiente y alocada científica (Emily Blunt) y su hermano (Jack Whitehall) lo contratan para viajar a buscar el Árbol de la Vida, que se cree que posee poderes curativos. En paralelo, el dueño de todos los barcos del lugar, Nilo Nemolato (Paul Giamatti), intenta detener el viaje y un demente príncipe alemán llamado Joaquim (Jesse Plemons) busca llegar antes que nadie al lugar del asombroso árbol. La pareja protagónica tiene un talento para la comedia que le permite estar a la altura del timing de los films que inspiraron a Jungle Cruise. Un jaguar recorre la trama para que nadie dude de dichas influencias. A pesar de la era de la cancelación que persigue al cine y en particular a Disney y a la atracción que inspiró este film, alguien tuvo la buena idea de generar alocados estereotipos raciales tan confusos y contradictorios que son verdaderamente desopilantes. Hay lugar para la corrección política, pero los excesivos personajes de Giamatti y Plemons son dos delicias salidas de las viejas comedias previas a toda corrección, algo que se agradece. Pero la fórmula mencionada al comienzo parece haber llevado a los productores a querer ir a lo seguro y agregar otra entrada bien Disney: Piratas del caribe: La maldición del Perla Negra (Pirates of the Caribbean: The Curse of the Black Pearl, 2003) que termina siendo lo menos interesante de la película aunque lleve consigo el clímax del film. Un poco de mezcla que le quita algo de la todavía predominante simpatía que tienen los protagonistas y la historia. Jaume Collet-Serra, el director, es uno de los grandes artesanos del cine actual. Y esta película es entretenida, muy graciosa, fácil de querer.