Con los pelos de punta Liam Neeson tomó en algún momento la decisión de no estancarse en los papeles importantes y serios (no quise entrecomillar, creo que no es necesario) y recuperó el espíritu de género que en los comienzos de su carrera lo hizo brillar en Darkman. Con Taken demostró ser no sólo un buen héroe de cine de acción, sino directamente un gigante del género. En Non-Stop encuentra una vez más un gran guión y una buena historia que le sirve para lucirse en pos de hacer brillar aun más una película excelente. El no es el principal responsable del resultado, pero es una pieza fundamental. Actúa con todo lo que tiene para hacer una película de género, un entretenimiento puro, una película disfrutable de punta a punta. Un consejo sincero: verla en cine sí o sí, porque la tensión es demasiado alta y la película no merece ser vista de forma distraída y displicente en un formato hogareño. Neeson interpreta aquí a Bill Marks, un agente encargado de seguridad aérea a bordo de un vuelo entre New York y Londres. Bill tiene problemas con el alcohol y un trauma de su pasado que lo obsesiona. No tiene idea de lo complicado que será el vuelo que está a punto de abordar. La tentación de contar el argumento de la película podrá ser grande, pero sinceramente creo que no hay que saber nada más de la trama hasta ver la película. Porque cada escena abre un interrogante que va a dejar al espectador cada vez más enganchado con la trama. A Liam Neeson lo acompaña un elenco de grandes actores, algunos famosos, como Julianne Moore, pero también un grupo de desconocidos que brillan por la intensidad y efectividad de sus trabajos. El director es Jaume Collet-Serra, responsable de buenas películas de terror, como La casa de cera y La huérfana y de otro film de acción con Liam Neeson, Desconocido (Unknown, 2011). Sin duda que su estilo es preciso, que logra que cada escena esté cargada de tensión y que se pueda vivir la claustrofobia y la paranoia del protagonista. Un buen guión, un gran director y un protagonista de primera clase le permiten a Non-Stop convertirse en una película fuera de lo común. Con el agregado de todo buen film norteamericano: La segunda oportunidad. A diferencia de la vida, le debemos a Hollywood permitirnos soñar con una chance de curar las heridas, de compensar los desequilibrios y saldar las cuentas. Resulta particularmente emocionante en el caso de Non-Stop y en medio de la acción y el suspenso queda un buen lugar para sentir un cariño extra por el protagonista. Larga vida a los films como este.
Un thriller aburrido. El catalán Jaume Collet-Serra no entiende de arquitectura visual o de cómo planificar una estrategia en función de las historias bien genéricas que suele contar. El título bilingüe de Non Stop: Sin Escalas es el segundo eslabón de su asociación con Liam Neeson, luego de Desconocido, un thriller que transcurría en Berlín sobre un médico que buscaba recuperar su identidad; mezcla de la saga Bourne, Hitchcock y algo del más reciente cine francés industrial de acción. En el mero inicio, Collet-Serra recurre a la acentuación del ralentí y el plano detalle: combinación explosiva para un punto de partida que resulta cansino, como si un jugador de fútbol se cansara en el primer pique. El tratamiento para nada sutil se repetirá un varias veces, por ejemplo en un plano detalle bien centrado en la placa de agente federal que deja Neeson a un costado del baño del avión (para que el espectador sepa quién es el “misterioso” personaje), mientras fuma a las escondidas y sigue pensando como al inicio. Lo que sigue en el relato es producto de culpas compartidas, ya no sólo involucra al director sino a un séquito de guionistas que entre todos elucubraron ideas deglutidas y hasta regurgitadas en otras películas de la clase de tipo “encerrado en un espacio, extorsionado y con un tiempo límite para cumplir las demanda”. Alguna de esas ideas son las clásicas del suspenso: el falso sospechoso, la falsa resolución anticipada, la paranoia que se recarga en el protagonista y el espacio que juega una función dramática fundamental, entre varias otras.
En el avión Tener a Liam Neeson en una película prevé un buen producto de acción. Y si encima el director es Jaume Collet-Serra (La Huérfana) implica un mejor tratamiento del suspenso. NON-STOP Sin escalas (Non Stop, 2014) articula los potenciales de ambos nombres para dar un gran espectáculo que combina a la perfección el suspenso y la acción, para no defraudar a nadie. Liam Neeson es Bill Marks, un policía devenido agente de seguridad de vuelos internacionales. Una especie de policía a bordo encargado de cuidar la seguridad del viaje. Paradójicamente el tipo teme volar, y tiene problemas con el alcohol producto de un pasado que no develaremos. Datos que la película va suministrando lentamente para que el espectador deduzca mientras avanza la trama. El conflicto aparece, un tipo por mensajes de texto anuncia que matará una persona cada veinte minutos si no le depositan la suma de 150 millones de dólares. Hay un lapso de tiempo, un peligro inminente y una situación –que se complica con el correr del relato- que destrabar. NON-STOP Sin escalas comienza con el atractivo manejo del suspenso de Jaume Collet-Serra: imágenes y sonidos que irán significando los porvenires de la trama y la construcción del suspense dada por la administración de la información a cuenta gotas. Bill encontrará sospechosos, ayudantes y pistas por doquier, todo en el interior del avión espacio de encierro si los hay. En ese escenario se mueve como pez en el agua el director -que ya había trabajado con Liam Neeson en Desconocido (Unknown, 2011)- moviendo la cámara en círculos, haciendo planos contrapicados y resolviendo peleas coreografiadas en baños diminutos. Suma el uso del sonido, resaltando pistas y diagramando tensión a cada instante. La estructura de la película es cuidadosa en su primer mitad, justo donde Jaume Collet-Serra demuestra su oficio y el relato se toma su tiempo para desarrollar personajes y posibles conflictos. Un valor agregado en tiempos de vertiginosidad narrativa. Hacia la segunda mitad, cuando la trama se complique más de lo debido, aparece la figura siempre noble e inquebrantable de Liam Neeson, para reinstalar “como sea” el orden cuan héroe de acción. Aquí la película hace un vuelco genérico hacia la acción más pura, donde los verosímiles pasan a ser otros y Liam Neeson se carga el film al hombro. Quienes gusten de un meticuloso tratamiento narrativo más acorde al suspenso y a las sensaciones experimentadas (como el miedo a volar), disfrutarán la primera mitad; quienes esperen ver a Liam Neeson desplegar su traje de héroe de acción a fuerza de golpes y justicia fantástica, preferirán la segunda parte. Para el resto, tenemos un buen entretenimiento incluso superior a Desconocido, que cumple con creces las expectativas generadas.
No he seguido en detalle la transformación de Liam Neeson en héroe de acción pero si hay que juzgar por esta película de suspenso en un avión hay que decir que el hombre no lo está llevando nada mal. El actor de LA LISTA DE SCHINDLER proyecta la clase de imagen que uno aprecia en un “antihéroe” en películas de este tipo, sin hacer demasiado abuso de sus condiciones actorales ni sobrando la situación. No. Neeson aquí es una eficiente y efectiva bomba a punto de explotar en un avión en pleno vuelo. La bomba en realidad es otra, pero Neeson funciona como tal, ya que interpreta a un policía de seguridad a bordo de un avión que empieza a recibir mensajes de texto en los que alguien le dice que si no le depositan 150 millones de dólares en una cuenta bancaria empezará a matar personas cada 20 minutos. El filme de Collet-Serra se transforma en una especie de relato de Agatha Christie pero con el nervio de un thriller ochentoso de bajo presupuesto y mucha efectividad por dolar invertido. nonstop1Agreguemos un dato relevante a la trama: Neeson encarna a un agente alcohólico con bastantes problemas personales y los mensajes de texto que van llegando (y lo que va sucediendo en el relato) empiezan a convertirlo a él mismo en sospechoso, por lo cual su trabajo consistirá en encontrar al criminal y a la vez dejar de parecer cada vez más sospechoso con las actitudes un poco violentas que tiene en el vuelo. Y esa duda permanecerá a lo largo del filme. Para que suceda lo que sucede en SIN ESCALAS se requiere una cantidad de casualidades difíciles de aceptar –en principio, un avión con un wifi y líneas telefónicas abiertas y mejores que las de cualquier lugar sobre la Tierra, por no decir poder ver noticias en vivo en pleno vuelo–, pero el realizador catalán de LA CASA DE CERA, LA HUERFANA y el anterior thriller con Neeson, DESCONOCIDO, logra crear la tensión necesaria durante los poco más de 90 minutos de película para que logremos pasar por alto la mayoría de los supuestamente programados, aunque implausibles, pasos dramáticos. non-stop-liam-neesonLa película es un claro regreso a los formatos tipo DURO DE MATAR de concentración dramática de tiempo y espacio, ya que luego del inicio que transcurre en el aeropuerto, la cámara casi nunca deja el interior del avión (bah, del set de filmación) por lo que la fuerza del relato está puesta, por un lado, en la efectividad del guión, la capacidad del director de sostener el misterio y el suspenso, y en el talento de los actores. Aquí, Neeson se reúne con un grupo de gente talentosa, como Julianne Moore, Scott McNairy, Linus Roache, Michelle Dockery, Corey Stoll y una Lupita Nyong’o evidentemente pre-12 AÑOS DE ESCLAVITUD a juzgar por su mínima participación, muchos de los cuales pueden ser tan sospechosos como él. NON-STOP: SIN ESCALAS es, claramente, la clase de película de acción que funciona en esta temporada baja de grandes tanques de taquilla de superhéroes o animación que invaden todo a mitad de año. Pero, con menos pretensiones de espectacularidad y más atención a un relato aceptablemente bien construido, puede proporcionar más satisfacciones que películas mucho más ambiciosas que se apoyan más en el impacto que en la efectividad narrativa. Y a juzgar por la reacción del público ante el inoportuno corte de luz que tuvo lugar sobre el final del filme en la función de prensa, queda claro que la mayoría de la gente lo estaba disfrutando también… más allá de que luego muchos no lo quieran admitir.
Non-Stop: Sin Escalas además de ser un thriller lleno de acción en espacios físicos reducidos es un juego. De hecho podría ser una versión cinematográfica -y en el aire- del juego de mesa americano Clue (o de la versión local Misterio). Es que independientemente de la ya casi ridícula premisa del avión secuestrado, el planteo lúdico dura hasta el final y está llevado a cabo con la habilidad necesaria para no traicionar el punto de vista. Sin deus ex machina ni tomadas de pelo o engaños al espectador como en la menos-inteligente-de-lo-que-parece Los Sospechosos de Siempre. Porque Non-Stop además de ingeniosa es honesta. Toda la información está ahí desde el inicio, y, sin embargo, el juego de la adivinanza y la deducción se torna complicado y el suspense se extiende hasta el desenlace. El ya sexagenario Liam Neeson interpreta a Bill, un ex cana derrotado y alcohólico devenido air marshal, un proletario de la seguridad que ni le gusta volar pero cumple con su rol de protector de los vuelos que salen de USA posparanoia 9/11, y es acusado de secuestrar un avión que vigila. Non-Stop juega todo el tiempo con los clichés de las películas antiterroristas pos 2001; diría José Luis Torrente que “en el avión hay chinos, negros, moros y venga más”. Es que la película camina por la cornisa del prejuicio casi como broma constante a los espectadores no solo por el tópico central sino mediante la utilización de un personaje musulmán que se roba los planos medios cuando el héroe busca culpables.
No deja de ser loco que en la actualidad Liam Neeson trabaja en películas que él mismo se encargaba de rechazar 20 años atrás. En 1995 fue uno de los principales candidatos para suceder a Timothy Dalton como James Bond y el actor declinó la propuesta porque no quería aparecer en filmes de acción y terminar encasillado en el género. Hoy a los 61 años no para de protagonizar producciones de este tipo y a partir del éxito de Búsqueda implacable se convirtió en un inesperado héroe de acción que convoca gente en los cines. Su nuevo trabajo representa la segunda colaboración con el director Jaume Collet-Serra (La huérfana) con quien había hecho Desconocido en el 2011. Non Stop parece una película de acción perdida de los años ´90 con la particularidad que la trama se ambienta en el mundo post 11 de Septiembre, donde también juega un papel importante el uso de los celulares. Más allá de estos detalles es una producción que tiene todos los elementos que eran comunes en el cine de acción de los ´90. Inclusive el recuerdo de Pasajero 57, con Wesley Snipes, se hace presente por momentos en la trama. En ese sentido no es casualidad que el principal productor sea Joel Silver, responsable de las sagas de Arma Mortal y Duro de matar, entre otros clásicos, quien la tiene clara en materia de entretenimiento pochoclero. El director Collet-Serra hizo un gran trabajo con la construcción del suspenso hasta que se revela la identidad del villano y luego la película se mete de lleno en la acción. La historia logra engancharte con el conflicto que propone y Liam Neeson es quien saca adelante el film con su presencia. Aunque el nombre de su personaje es Bill Marks y en este caso es un marshal a cargo de la seguridad aérea, en el fondo sabemos que es otro clon de Bryan Mills (Búsqueda implacable). Algo que llama la atención es la presencia de Julianne Moore, quien interpreta un rol secundario intrascendente como los que solía conseguir en el cine al comienzo de su carrera cuando no la conocía nadie. Una tremenda actriz que tiene poco para hacer en este film y supongo que aceptó este trabajo porque tiene cuentas que pagar como todo el mundo. La verdad que no hay muchas objeciones para hacerle a Non Stop, salvo que te sientes a ver la película para buscarle respuestas al significado de la existencia. Reitero, el director presenta un buen manejo del suspenso, las escenas de acción están muy bien filmadas y lo tenés a Liam Neeson que garpa en este tipo de propuestas aunque interprete siempre el mismo personaje. Un gran entretenimiento que se deja ver.
Tensión en las alturas El suspenso llega de la mano del director catalán Jaume Collet-Serra, responsable de buenas películas de terror como La casa de cera y La huérfana o incluso de acción como Desconocido, donde también contó con el el irlandés Liam Neeson. Ahora es el turno de Non-Stop (Sin Escalas), en la que el actor ecarna a Bill Marks, un agente de seguridad en lineas aéreas que arrastra un trágico pasado familiar mientras se refugia en el alcohol y el tabaco (se encierra en el baño del avión para fumar). Durante un vuelo rutinario que va de Nueva York a Londres, el protagonista recibe unos mensajes de texto que le aseguran que un pasajero morirá cada veinte minutos sino se cumplen los pedidos de dinero de un misterioso personaje que está escondido entre los pasajeros. Con esa premisa, Collet-Serra aprovecha la tensión y crea un clima plagado de intrigas (Marks y el espectador comienzan a sospechar de todos los que viajan) donde cada minuto cuenta. Como compañera de viaje tiene a Jen Summers (Julianne Moore) y en la tripulación aparece la azafata (Michelle Dockery), la nueva empleada (Lupita Nyong'o, de 12 años de esclavitud) y una larga lista de sospechosos. El film tiene unos primeros cuarenta y cinco minutos de plena tensión, donde lo visual también juega un papel importante (los mensajes de texto se leen en español y en grandes sobreimpresiones que aparecen en pantalla) para acrentar la paranoia de los atentados terroristas en un juego turbulento que comienza mejor de lo que termina, pero no le resta interés al relato. Se esperaba más pero no defrauda.
Ya no es original decir que Liam Neeson se convirtió de acá hace algunos años en un verdadero astro del cine de acción. El hombre se reinventó así mismo; cada tanto podemos verlo ahora en dramas o comedias de tinte social, pero su fuerte de atracción al público resultó ser una suerte de personaje que construyó alrededor suyo. No es el héroe de acción prototipo de los ’80 lleno de músculos y sin ninguna incorrección; claro, tampoco es el joven galán que se queda con la/s chicas mientras corre la adrenalina por su cuerpo; es un antihéroe, un hombre común arrastrado por la desesperación de la circunstancia (aún encarnando a un policía o un agente cuyo trabajo sea salvar el día); quizás el referente más cercano en su estilo sea Bruce Willis en ciertos aspectos, pero Neeson le gana en su tono parco, recio, y a su vez entrador. Sí, Non-Stop es otro vehículo para demostrar lo mucho que tiene para entregarle al género, y hay que decirlo, es otro acierto en su carrera. Películas como esta ponen en una encrucijada a quien tiene que comentarlas, no se puede adelantar demasiado de su argumento que cambia repetidas veces y guarda varios cambios de rumbos. Veamos en resumidas líneas, Liam es Bill Marks un Agente de seguridad de a bordo; se encuentra dentro de un vuelo que se dirige de Nueva York a Londres. Como saben los adeptos al género, estos personajes no pueden tener una misión tranquila; en pleno vuelo Bill recibirá un mensaje de texto alarmante, sino se transfieren U$S150.000.000 un pasajero morirá cada veinte minutos. Con eso alcanzará para el lector, y estamos sólo frente a la premisa principal, sólo hay que agregar que Bill es alcohólico y tiene un pasado complicado. Más allá del protagónico absoluto del actor que inmortalizó a Darkman, Non-Stop tiene otros ases bajo la manga; por ejemplo, un elenco secundario en dónde encontramos a la eternamente eficaz y todoterreno Julianne Moore (¿Habrá algún papel que no le quede a su altura?), la promesa Lupita Nyong’O, y esa cara conocida de Linus Roache que merece muchísimo más reconocimiento del que tiene. Son muchos los factores positivos de Non-Stop, pero lo que hace mover tan bien su engranaje, su ancho de espadas, es su director. Juame Collet-Serra ya no debería tener que ser presentado, cuanta en su haber con films como La Huérfana, la tardíamente reconocida La Casa de Cera, y otro hito en la carrera de acción de Liam Neeson, la sobresaliente Desconocido. El director catalán le otorga todo lo que un film de este tipo tiene que tener, muchísima tensión, ritmo, clima opresivo, una cuota de acción clásica sin abrumar, un mecanismo de reloj, y unas cuantas vueltas de tuerca que si bien son de un guión que no le pertenece son manejadas con claridad. Películas como Non-Stop logran que se les perdonen algunos hilos notorios, ciertas incongruencias, y sobre todo ese patrioterismo simple al que Hollywood nos ha acostumbrado. Todo eso viene a descontar, pero en la balanza pesa mucho más el haber pasado un rato demasiado entretenido, en medio de personajes que nos importan, y habernos mantenido realmente aferrados a la butaca.
Desde el arranque de “Non-Stop”(USA, Francia, 2014) uno sabe que hay algo que no cierra. Liam Neeson se brinda de lleno a Jaume Colet-Serra, una vez más (ya colaboraron en “Unknow”), y logra componer a Bill, un marshall aéreo norteamericano, que tras la dura fachada de su rigurosidad en lo laboral, esconde secretos que pueden ser puestos en juego en momentos de tensión posterior. Bill tiene un trabajo adrenalínico, pero claro está, como siempre esto sucede para los otros que no lo hacen. Hay mucho de imaginación en esto de creer que ser policía aeronáutico tiene mucho de James Bond, pero en realidad tiene que ver mucho más con una desgastante tarea en la que casi nunca pasa nada, pero cuando pasa, ahí hay que estar con todos los sentidos alertas. Claro está que no es el caso de Bill, quien antes de cada vuelo, y para poder superar el despegue del avión en cada viaje que emprende, toma cantidades, controladas, de alcohol. Igualmente el miedo no desaparece, así que debe encerrarse en uno de los baños de los jets a fumar, tomar nuevamente y tratar de pensar en otra cosa más que el tiempo pase rápido y llegar a tierra. Pero su celular comienza a recibir extraños mensajes, alguien lo interpela dándole indicaciones que debe seguir, caso contrario una persona cada veinte minutos morirá. Collet-Serra construye un relato vertiginoso a 10 mil pies de altura sabiendo que la tensión se irá generando con cada paso y decisión que el personaje de Bill tome. Cabe aclarar que a Bill mucho no le hacen caso, y excepto la fe ciega que deposita una de las pasajeras, Jen (una Julianne Moore correcta), debe arreglárselas él solo para poder tomar el camino necesario que lo lleve a una óptima resolución del conflicto. Todos son sospechosos. La conspiración a la hora del día. Más cuando el director decide narrar la historia pero de manera inversa. Bill es observado con recelo por cada uno de los pasajeros del jet, incluyendo la tripulación a bordo. Los trazos gráficos que corresponden a los SMS que va recibiendo, como así también la utilización del primer plano para contar, es lo que va generando la adrenalina necesaria para este tipo de historias. Hay momentos que podrían ser obviados, cargados de un sentimentalismo y amaneramiento innecesario (la historia de la niña que viaja sola, alguna revelación sobre Jen o sobre el mismo) que restan potencial y fuerza a la búsqueda de aquel que intenta matar a todos en el avión. La música también merece una mención en este sentido. Cual programa de reencuentros televisivos enfatiza la sensibilidad de un discurso que va por otro lado, el relato de una búsqueda desesperada casi en tiempo real. Heredera de “24” o de películas de género como “Plan de Vuelo” o “Air Force One”, el hábil Collet-Serra va más allá generando atmósferas y un tratamiento de la imagen (granulado/color) que incita al dinamismo y la continuidad de la acción. Atentos a una increíble pelea en uno de los pequeños baños, como así también a la inteligencia con la que Bill resuelve algunas situaciones complicadas (a modo de McGyver), en una película que sabe que el entretenimiento y la desesperación por la resolución por parte del espectador está asegurada.
Paranoia y angustia en el aire Con películas como La casa de cera, La huérfana y Desconocido (esta última, también con Liam Neeson como protagonista), el catalán Jaume Collet-Serra se posicionó en Hollywood como uno de esos directores que pueden incursionar en géneros populares como el terror y el thriller con oficio, aportando desde el exterior esa solidez que tanto agradecen en la principal industria cinematográfica. En su nuevo film, Collet-Serra narra con buen pulso y a pura tensión una historia que transcurre casi íntegramente dentro de un avión en vuelo, en el que nunca se sabe muy bien qué pasa, de dónde provienen las amenazas, quiénes son los buenos y quiénes los malos, pero con la posibilidad de la catástrofe siempre latente, inminente. El protagonista (y antihéroe) del film es Bill Marks (Neeson), un veterano agente que viaja de incógnito en los aviones para garantizar la seguridad de los pasajeros. Alcohólico y fumador empedernido (se las ingenia para prender un cigarrillo en el baño tapando los detectores de humo), hombre traumado por una tragedia familiar, es asignado a su pesar para un vuelo transatlántico entre Nueva York y Londres. No conviene adelantar mucho más. Este claustrofóbico film sobre la paranoia post-11 de Septiembre tiene elementos clásicos (una bomba con cuenta regresiva, por ejemplo) y otros más ligados a las nuevas tecnologías. Si bien el guión hace un uso abusivo de los teléfonos celulares en pleno vuelo y apela de manera ridícula al recurso de que todos los pasajeros vean un noticiero ¡en vivo! en sus pantallas individuales, la película no pierde jamás su credibilidad gracias a la consistente narración de Serra, el aplomo de Neeson y los buenos aportes de los personajes secundarios interpretados por Julianne Moore, Corey Stoll y Lupita Nyong'o, entre otros. Si a esos atributos se les suman escenas de peleas cuerpo a cuerpo bien coreografiadas en espacios reducidos y sobre el final un sobrio despliegue de efectos visuales generados por computadora, Non-Stop: Sin escalas una película sobre la redención y las segundas oportunidades surge como un más que digno entretenimiento. Quizá no ofrezca nada demasiado novedoso, pero su propuesta está concebida desde la nobleza y el profesionalismo.
Terror a bordo: un policía anda suelto El director de La huérfana vuelve a mostrar su pulso firme para el cine de género, esta vez con un agente de seguridad aérea en la cabina de un avión amenazado. El problema surge cuando los traumas del pasado empiezan a pesar más que la acción. Non-Stop: Sin escalas tiene a un actor con las espaldas lo suficientemente anchas para bancarse un protagónico como Liam Neeson, quizá la sorpresa más grata del cine de acción en los últimos cinco años, rodeado aquí por un grupo de secundarios que, con plena conciencia de su condición, devuelven todas y cada una de sus paredes. Hay, también, un director con oficio y gran capacidad para naturalizar esas incoherencias propias de este tipo de películas (la señal de celular, en este caso), confiar en la potencia visual de la acción física y hacer de un avión aquello que verdaderamente es: un espacio claustrofóbico y opresivo, un mecanismo de relojería que no admite fallas. Todos elementos que a priori configurarían un muy buen thriller, pero que en este caso hacen uno que apenas aprueba raspando. ¿Por qué? Porque hay dos películas al precio de una, y la segunda borra con el codo todo lo anterior, minimizando el goce de una tensión generada con las herramientas más nobles del cine (movimientos de cámara, montaje, actuaciones convincentes) mediante la irrupción de ese virus que aqueja a nueve de cada diez películas de Hollywood, que es la justificación. Jaume Collet-Serra (el mismo de la notable La huérfana) conoce el potencial del film y decide explotarlo con una progresión digna del cine clásico. Clasicismo al que también podría pertenecer Bill Marks (Neeson), cuyo bagaje emocional y alcoholismo lo convierten en una figura de film-noir. La consecuencia de sus penas y vicios fue la degradación laboral de policía a agente de seguridad en vuelos internacionales. En uno de esos servicios, un mensajito de texto anónimo le anuncia las malas nuevas: cada veinte minutos morirá un pasajero hasta que no depositen 150 palos verdes. ¿Volver al aeropuerto? Imposible: el pájaro metálico está sobre el Atlántico y a diez kilómetros de altura. Para colmo, abajo nadie está muy dispuesto a creerle, sobre todo después de validar que la cuenta bancaria está a nombre de... Bill. La solución está, entonces, en buscar al potencial asesino. Búsqueda en la que vale todo. Incluso ultrajar azarosamente a cualquier pasajero y sospechar de todo aquel que se anime a exhibir su celular. El maltrato está amparado en el procedimiento de una institución policial regida por una doctrina cocinada al calor de la paranoia post 11 de septiembre. Collet-Serra conoce las coordenadas del paradigma del terrorismo ubicuo, pero jamás recarga las tintas sobre ellas. Por el contrario, elige exhibirlas desde sus consecuencias prácticas y cotidianas (la violencia como primer recurso) y no desde la ideología parlamentada. Hasta que, vaya uno a saber por qué, en la última media hora el director y sus guionistas cambian de idea. La solidez y claridad conceptual del film se empantanan cuando lo subrepticio emerge con la forma de elemento motivacional. Porque aquí nadie puede actuar de una determinada forma porque sí. Y sucede que Bill no se debe sólo a su oficio y formación, sino que el guión le suma uno de esos traumas familiares que tanto le gustan a Hollywood. Incluso los mismos pasajeros que sufrieron su prepotencia durante una hora y pico lo entenderán. Su compañera de asiento (Julianne Moore) devendrá de compinche a sospechosa en un segundo y volverá a su condición inicial después de confesar otro pasado tormentoso. Ni hablar de lo que queda para el desenlace. Pero eso ya es otra historia... y otra película.
Muchos pasajeros en peligro De Bill Marks (Liam Neeson), este hombre nervioso que mira la fotografía de una niña en su auto, o apura un trago de whisky, no sabemos nada. Ni que es agente aéreo y que como trabajo cuida a los pasajeros en vuelo, ni que tiene el drama de haber perdido una hija. Sólo lo vemos en el aeropuerto de Nueva York, que está a punto de tomar un jet rumbo a Londres. Luego observamos a un molesto pasajero intentando entablar conversación y un ama de casa alborotadora, Jen (Julianne Moore), que intenta terminar con sus tareas en tierra, vía celular, mientras espera embarcar. Cuando Bill Marks esté en su asiento, se sabrá que no le gusta volar, porque lo dice en algún momento a su compañera, la mujer que hablaba por el celular y al fin consiguió ubicación al lado de la ventanilla. Entonces será el momento en que el móvil de Marks advierta que alguien se comunica con él diciéndole que cada veinte minutos un pasajero morirá. Luego sabrá que hay que depositar ciento cincuenta millones de dólares para que esto no ocurra. Pero ya empezarán los muertos y la azafata desconfiará, como la mayoría de los pasajeros que, poco a poco, serán conscientes del peligro. RUMBO A LONDRES Thrilller aéreo de suspenso, "Non-stop sin escalas", es un atractivo filme del catalán Jaume Collet-Serra -el director de "La huérfana"-, que transcurre a bordo de un avión, camino a Londres y mantendrá en vilo al espectador, que se pregunta sobre el futuro de esa tripulación. Mantener el suspenso en un solo escenario (un avión) no es tarea fácil, pero el director lo consigue a través de la muy buena actuación de Liam Neeson, con una Julianne Moore siempre lista y Michelle Dockery, en el papel de la azafata Nancy. Claro que la calidad de la última parte de la película decae, lo mismo que el guión, aunque es cierto que se intensifica la acción. Buen ritmo y algunas figuras conocidas, que hacen los papeles de dos pasajeros, como Lupita Nyong"o y Scoot McNairy, a los que se vio en "12 años de esclavitud", completan este filme que atrapa.
Vuelo corto No se anda con vueltas el catalán Collet-Serra. En la primera escena presenta al personaje principal, a cargo de Liam Neeson. Un atribulado, alcohólico y agotado sujeto llamado Bill Marks que parece tener en mente solo a su hija, y que ahora abordará un avión que cruzará el oceáno rumbo a Londres. Iniciado el vuelo, Bill recibe inquietantes mensajes de texto en los que un desconocido amenaza con matar a un pasajero cada veinte minutos si no se le deposita una millonaria cifra en dólares. Desde el principio, el catalán ofrece al espectador todo un catálogo de sospechosos entre los pasajeros, para ofrecer la obligada distracción que este tipo de filmes requiere. Sí, todo es muy obvio, pero funciona. Neeson vuelve a explotar el filón que desde "Taken" le viene dando excelentes resultados económicos, y repite con el catalán luego de hacer la fallida "Unknown". Suspenso de manual en las alturas es lo que promete este filme, y cumple, no sin darle al espectador discursos post 9/11, una buena dosis de espectacularidad y escenas que desafían toda lógica, honrando así al más inverosímil cine de héroes estilo McLane.
Entretenimiento puro, un avión cruzando el Atlántico desde EEUU a Londres, un policía aeronáutico fóbico y violento, y una amenaza de una muerte cada veinte minutos si no se deposita una suma de dinero en una cuenta a nombre del mismo policía que trata de solucionar el problema. Tensión, todos son sospechosos y no se sabe para qué bando juegan. Y no se adivina el final. Con Liam Neeson, dirigido otra vez por Jaume Collet-serra, y Julianne Moore.
Heredera de la saga TAKEN y de la interesante DESCONOCIDO, la cinta vuelve a valerse de este nuevo héroe de acción en que se ha convertido LIAM NEESON. Y lo hace las órdenes de un director sabio y hábil a la hora de combinar suspenso con acción. JAUMA COLLET-SERRA dirige milimétricamente, esta aventura que crispa los nervios, que atrapa desde el despegue y no suelta al espectador hasta el último fundido a negro. Una cinta pochoclera, disfrutable que cumple con todo lo que promete, intriga, acción, acción y acción.
¿Quién es el asesino? Liam Neeson debe descubrir en pleno vuelo quién es el terrorista que quiere ir eliminando pasajeros. La carrera de los actores, aquí y en Hollywood -pregúntenle, si no, a Ricardo Darín cómo varió su status luego de Nueve reinas- toma sendas a veces impensables. Liam Neeson había hecho películas de acción, con superhéroes oscuros (Darkman, por caso, de Sam Raimi) hasta que con La lista de Schindler pareció que todos le descubrieron su veta más dramática. Candidato a un Oscar que nunca ganó, el irlandés pegó otro giro -ya había actuado en un papel chico en tiempo, pero trascendente en la trama de Batman inicia- en Búsqueda implacable. Fue tan grande el éxito de la secuela, que al actor de Star Wars, Episodio I ahora le llueven los guiones de thrillers o filmes de acción en los que debe enfrentar, solito o con alguna ayuda impensada, a malvados malvadísimos que quieren hacer el mal o directamente eliminarlo a Neeson de la faz de la Tierra. En Non-Stop: sin escalas lo que quieren es volarlo, no de la Tierra sino del mismísimo cielo, ya que la trama lo encuentra a bordo de la cabina de un avión en el 90% de la proyección. Neeson es Bill Marks, uno de esos agentes de seguridad privada de las aerolíneas que, del 11 de septiembre en adelante, se volvieron casi imprescindibles. El hombre no se lleva bien con el verbo tener: ha tenido un pasado algo turbulento, tiene inconvenientes con el alcohol y tendrá problemas a bordo. Alguien -puede ser en plural- le avisa por mensajito en su celular que si no le consigue una panzada en millones de dólares irá eliminando individuos. El vuelo partió de Nueva York, con rumbo a Londres. Non-Stop es de las películas que sin la tecnología actual no podrían hacerse, y no porque cuente con efectos espectaculares, sino por que sin celular, mensaje de texto, WhatsApp y Wi-Fi sería imposible. El director ya había demostrado que sabe cómo meter intriga en La huérfana, por ejemplo, y aquí la construcción de cada escena va increíblemente abriendo nuevas posibilidades. La película es del tipo hay que descubrir al asesino en potencia , que podría convertirse en serial, averiguar por qué todo parece inculpar al buenazo de Bill y si el maldito está o no a bordo. Los sospechosos se van apilando como los cadáveres, y hasta la pecosa Julianne Moore cae en la duda. Si lo que el lector busca es una película que lo entretenga desde que arranca hasta que termine, y le gusta devanarse los sesos preguntándose, cual en juego de ingenio, quién es el asesino, ésta es su película. Tiene acción, sí, pero lo esencial pasa por el suspenso. Y si Neeson, hace veinte años, salvó a muchos inocentes en La lista de Schindler de una muerte segura, ¿no lo iba a hacer ahora? Ver para creer.
Aerolíneas Collet-Serra A principios de esta semana escribía un artículo de opinión, el cual puede leerse aquí, en el que, entre otras cosas, mencionaba esta cuestión de ciertos cineastas latinoamericanos, como Alfonso Cuarón, que puede decirse que ya no son realizadores de su país de origen, porque trabajan con formas y herramientas hollywoodenses, aunque no dejan de ser latinoamericanos en el sentido de querer ser estadounidenses. Esta noción también podría aplicarse en clave ibérica con Jaume Collet-Serra, catalán de nacimiento pero ya incorporado a la cadena de producción de Estados Unidos desde hace un rato largo, con dos films realmente muy buenos, como son La casa de cera y La huérfana. Es alguien indudablemente talentoso, con una notoria capacidad para la puesta en escena vinculada al suspenso, donde siempre la identidad física y psicológica es puesta en cuestión. Sin embargo, todavía sigue posicionado en la línea media de la industria -en la cual es evidente que se siente cómodo- y le falta un proyecto que lo ponga en el mapa grande. Quizás la adaptación de Akira sea la película que le dé la chance de consagrarse. Mientras tanto, Collet-Serra vuelve a juntarse con Liam Neeson, a quien venía de dirigir en Desconocido, un thriller que tenía una primera mitad bastante sólida y una segunda mitad que tenía más agujeros que un queso gruyer. Neeson es también alguien que, desde la actuación, ha ido desarrollando en los últimos años una especie de sub-filmografía dentro del conjunto total de su carrera, en la que se ha ido cimentando como un héroe de acción maduro, capaz de conectarse con un público más adulto sin por eso abandonar al espectador más habitual del género. En Non-stop: sin escalas interpreta a Bill Marks, un alguacil encargado de prestar seguridad en los aviones con unos cuantos problemas personales, que abarcan desde el alcoholismo hasta una situación familiar camino a derrumbarse por completo, que durante un vuelo comienza a recibir inquietantes mensajes de textos donde alguien anónimo le dice que asesinará a un pasajero cada veinte minutos a menos que reciba 150 millones de dólares. Una manera de resaltar los méritos de Non-stop: sin escalas es comparándola con Séptimo, que también contaba con un director español, Patxi Amezcua: ambas son películas bien de molde, con premisas muy elementales pero potencialmente sostenibles, desarrolladas en un solo espacio, donde además el tiempo juega un papel fundamental, aportando a una mayor escala de tensión y paranoia. Pero Collet-Serra posee mucho más oficio narrativo que Amezcua y realmente sabe sostener atmósferas: durante buena parte del relato, el público comparte plenamente la paranoia de Marks, que encima se va convirtiendo en un personaje cada vez más problemático por las salvajadas que va haciendo para encontrar el criminal y que incluyen todo el catálogo posible de la mano dura estadounidense. Hacemos alusión a lo de la mano dura porque Non-stop: sin escalas es, a su modo, una película ambiciosa, que a lo largo de su narración va tirando diferentes puntas en la narración. La parte del thriller paranoico Collet-Serra la maneja con sapiencia, ayudado por la solidez argumental no sólo de Neeson, sino también de un elenco con nombres sólidos, como Julianne Moore, Lupita Nyong’o, Corey Stoll, Shea Whigham y Linus Roche, y hasta se da el lujo de meter un plano secuencia en combinación con efectos especiales que tiene mucho de exhibicionista pero también de funcional a lo que se está contando. Pero toda la trama de suspenso está también atada a, en primera instancia, un drama de redención personal, en el cual Marks, convertido en el sospechoso de la conspiración que él mismo denunció, realizará un camino de expiación para poder dejar la culpa del pasado realmente atrás, instaurando un verdadero presente en su vida; y en segunda instancia, a una lectura política que se va haciendo cada vez más evidente a medida que avanza el metraje, con la cuestión de la seguridad como eje problemático. Lamentablemente, las variables dramática y política no están del todo ajustadas en la película, con unas cuantas escenas forzadas y personajes que no terminan de ser verosímiles en sus acciones, en especial sobre los minutos finales, lo cual también termina resintiendo el suspenso. Aún así, dentro de su medianía, Non-stop: sin escalas es un viaje interesante en varios niveles, que evidencia nuevamente las capacidades de Collet-Serra, un realizador con un piso alto pero que puede dar mucho más.
I’m So Excited ¿Alguien imaginaba 20 años atrás que Liam Neeson, el actor irlandés nominado al Oscar por su interpretación de Oskar Schindler se convertiría en un ícono del cine de acción? O sea, ya tenía antecedentes – Darkman, Bajo Sospecha, Rob Roy – pero realmente, hay que admitir que el actor de 61 años se sigue re inventando y manteniéndose tan vital como siempre. En Non Stop: Sin Escalas, se reúne de nuevo con el catalán Jaume Collet-Serra – Desconocido – para un nuevo thriller, que sigue el tono del anterior film conjunto. Ya alejado del género de horror que lo puso en el mapa – La Casa de Cera, La Huérfana – el realizador se anima a hacer un policial “vertiginoso” dentro de un avión. El resultado termina siendo bastante entretenido. Neeson interpreta a Bill Marks, un típico detective venido a menos por tragedias familiares: alcohólico, depresivo, tabaco-dependiente, etc. Nada original. Marks trabaja como sheriff encubierto de vuelos comerciales. Un perfecto antihéroe. En medio de un vuelo a Londres recibe un mensaje en el celular, donde le avisan que si no deposita 150 millones de dólares en un cuenta corriente morirá un pasajero del avión cada 20 minutos. La profecía se cumple, pero de una forma bastante impredecible. Durante el vuelo, Marks, no solo debe descubrir al asesino sino también demostrar que él mismo no es un asesino o secuestrador al resto de los pasajeros. En la línea del clásico de Agatha Christie, Crimen en el Expreso Oriente, mezclado con Aeropuerto, Pasajero 57, Momento Crítico o Turbulencia, Non Stop, es una propuesta que se disfruta mientras se mira, porque carece de bastante lógica y coherencia narrativa. Collet – Serra, a través de un montaje ágil y la ayuda de una intensa banda sonora le aporta suficiente dinamismo al film para no aburrir, y mantener el interés obligando al espectador que no razone demasiado acerca de la verosimilitud del relato. En la última media hora, se van rotando los sospechosos y la resolución para evadir los lugares comunes termina siendo bastante ridícula. El McGuffin decía Hitchcock es lo que menos le importaba y el director de Non Stop está bastante conciente de ello, por lo que decide explicar todo lo suficientemente rápido para que no se vuelva una distracción para el espectador. Influenciado acaso por el piloto que compuso Denzel Washington en El Vuelo, para Bill Marks, el viaje termina siendo una suerte de terapia de rehabilitación pero, el director decide usar la personalidad del protagonista solo como excusa para encasillarlo dentro de otro tópico hitchcokiano: el hombre equivocado. Los giros argumentativos bordean la ridiculez, y ciertos clisés y estereotipos del género – desde la típica niña que viaja sola en un avión con su muñeca hasta la muerte de uno de los pilotos – no hacen más que confirmar la vigencia que aun hoy tiene Y Donde está el Piloto? de los hermanos Zucker. Es claro, que lejos del típico patriotismo del cine estadounidense, al director le interesa, opuestamente, satirizar la paranoia post 11 de septiembre. Un argumento poco creíble no sería digerible sino fuera por un elenco sólido que aporta suficiente tensión para generar la empatía con el espectador. Liam Neeson, que después de Taken resulta un antihéroe perfecto, y Julianne Moore, consiguen trabajos dignos, más allá de que la química entre ambos – trabajaron previamente en Chloe – es bastante orgánica. Aun con excesos y ciertas situaciones forzadas, Non Stop es un viaje entretenido y visualmente atractivo. Hubiese sido más divertido, claro está, verlo a Liam Neeson entreteniendo a los pasajeros al ritmo de “I’m so Excited”, pero dejemos el número musical para cuando Almodóvar se haga cargo de la secuela. Mientras tanto, piensen poco y disfruten del vuelo.
Tensión en vuelo en un impecable film de suspenso El director del excelente y retorcido film de terror "La huérfana" se supera con un thriller paranoico que, fiel a su título, no para nunca. Liam Neeson interpreta al encargado de seguridad de un vuelo sin escalas que sufre más de un inconveniente. Para empezar, ni bien el avión despega, el protagonista empieza a recibir mensajes de texto en una red cerrada para seguridad donde un desconocido asegura que, a menos que le paguen 150 millones de dólares en 20 minutos, matará a uno de los pasajeros. Y que si no es escuchada la amenaza, seguirá matando a un pasajero cada 20 minutos. Las primeras escenas, algunas de las pocas que transcurren en tierra, prometen un film oscuro, y "Non stop" realmente lo es. Liam Neeson se sirve un poco de whisky en su café mientras con aspecto totalmente derrotado, mientras observa la gente feliz que está a punto de empezar algún viaje. El hombre no parece la persona mas confiable para ocuparse de la seguridad de un vuelo internacional. Y justamente este es uno de los puntos que conoce perfectamente el misterioso asesino que entrará en acción una vez que el avión está en el aire, ya que justamente su trama macabra apunta, entre otras cosas, a que el propio protagonista parezca ser el que está amenazando el vuelo. El director catalán hace un uso original, totalmente innovativo de los mensajes de texto que aparecen en la pantalla a manera de un subtitulado para que el espectador pueda entender el tenso diálogo entre el delincuente y el antihéroe mientras los pasajeros descansan y no podrían adivinar que a los 20 minutos de vuelo ya hay un cadáver en uno de los baños del avión. La trama del criminal está tan aceitada como el guión del film. El manejo del clima de creciente opresión en una película que sucede casi íntegramente dentro de un avión en vuelo es formidable. La paranoia va subiendo de nivel a medida que no se pueden ocultar las cosas que están pasando en el vuelo, y tanto los tripulantes como los pasajeros son sospechosos, y durante buena parte del film el espectador podrá pensar el delincuente invisible es cualquiera de los personajes coprotagónicos, incluyendo a Julianne Moore, que con su talento habitual encarna a la misteriosa y extremadamente amable pasajera que pide un asiento en una ventanilla, y justo le toca al lado del encargado de seguridad. Y por un momento hasta el público pensará, como los pasajeros, que el delincuente podría ser el héroe. Este es un gran film de tensión y suspenso más que el típico producto de superacción hollywoodense, ya que sólo de a poco el director va dejando que irrumpa la violencia, haata un final impactante que, como es lógico suponer, lleva las cosas al nivel del cine catástrofe. Todas las actuaciones y todos los detalles técnicos y argumentales estan cuidados al máximo, aunque claro, este es un festival Liam Neeson, que por fin encuentra un papel de acción a medida de su talento.
Liam Neeson y su karma con los celulares ¿Qué pasaría si durante un vuelo le dicen al “air marshall” a cargo que cada 20 minutos alguien va a morir a menos que se deposite una gran suma de dinero en una cuenta especifica? Básicamente eso es lo que pasa en Non-Stop: Sin Escalas, ya que tenemos al gran Liam Neeson nuevamente realizando un papel bastante similar a los que viene haciendo desde que triunfó como héroe de acción. En este caso Neeson interpreta a un comisario encubierto. No, no es un comisario de abordo, onda hombre azafata. Es una especie de policía, que pertenece al proyecto de seguridad nacional que empezó luego de los atentados del 9/11. Este programa consiste en mandar a policías encubiertos o Marshalls (Comisarios) a bordo de aviones para que se hagan cargo de situaciones jodidas. Bill Marks, el personaje de Neeson, es un groso como de costumbre. La tiene bastante clara en el uso de armas, deducción y pelea cuerpo a cuerpo entre otras habilidades que lo hacen uno de los mejores en su linea trabajo. Hasta te puede moler a golpes en un baño de avión. Osea, todo un duro de matar el muchacho. Pero durante su placentero vuelo que cruza el Atlántico ocurre un giro bastante interesante. Le llega un mensaje de texto diciéndole que cada 20 minutos alguien morirá en el avión a menos que se deposite una cierta suma de dinero. Aquí es cuando la película se torna bastante buena, porque seamos sinceros, ¿cómo hacen para matar a alguien en un avión sin que nadie se dé cuenta? Lo hacen, no pregunten como, pero empiezan a caer pasajeros y a Bill Marks se le empieza a complicar la situación ya que no logra encontrar al culpable. Además de Liam contamos con la participación de Julianne Moore, que para decirles la verdad me sorprendió verla en un papel como el que realiza. Aunque es importante para la trama, queda totalmente opacada por Neeson que se roba la película. A su vez todos los demás actores cumplen con sus papeles, ni un punto flojo acorde a las actuaciones. En si la trama te atrapa desde el vamos, ya que la situación que se presenta es muy buena. Sumando las presunciones que nuestro héroe irá haciendo, los sospechosos cambian minuto a minuto. El film logra hacerte dudar de cada uno de los personajes que aparecen, hasta del mismo Neeson. Por esto la verdad amerita un pulgarcito arriba. En cuanto a la dirección, el director Jaume Collet-Serra (que ya trabajo con Neeson en Desconocido), se las arregla bastante bien para realizar una película dentro de un lugar tan cerrado y claustrofóbico como un avión. Los planos son muy buenos a pesar de que los espacios no son de lo mejor, e increíblemente mantiene el suspenso y la acción todo el tiempo. Algo que merece ser aplaudido. Conclusión Por un lado, Non-Stop: Sin Escalas es una película que recomendaría ver antes de volar. Rompe con ese estigma de las películas prohibidas como Viven, Vuelo 93, Avión Presidencial, entre otras tantas, y enseña cosas muy útiles sobre como sobrevivir en un avión en crisis.Pero por sobre todas las cosas, el film nos da 108 minutos de pura acción, suspenso e intriga y una excelente interpretación por parte de Liam Nesson.
Liam Neeson está a una sola película de cansar con el mismo papel de agente vengativo de siempre, pero mientras tanto, divierte. La clave para disfrutar de Non-Stop entonces recae en la fuerza de empuje actoral que posee el británico, quien presenta un protagónico ya visto un par de veces, pero interpretado de manera tan convincente que verlo en acción ya es motivo suficiente para asegurar la entrada de cine. A Neeson se lo nota a gusto bajo la dirección del español Jaume Collet-Serra. Desde su desembarco en tierras hollywoodenses con las interesantes House of Wax y The Orphan, este se consolida como un realizador de género a seguir, y en su quinto largometraje elige trabajar junto al otro por segunda vez -la primera fue Unknown- y la dupla promete no separarse porque tienen planeado Run All Night, que llegará a las salas exactamente en un año. Si la fórmula funciona para qué arreglarla, se deben preguntar los productores. Neeson, inesperada estrella madura de acción desde 2008 con Taken, sigue estrujando este nuevo momento en su carrera, esta vez metiéndose en la piel de un policía aéreo con un problema abordo de su vuelo. A medio camino entre un misterio salido de las páginas de Agatha Christie, una pizca de Hitchcock y un más que leve préstamo al thriller aéreo Flight Plan con Jodie Foster, Non-Stop no se ve totalmente innovadora en papel, pero la pericia del director y la fuerza de su protagonista suplen con creces las carencias de un guión un tanto forzado. Ya no importan los pequeños huecos -aeroventilas, ejem- de la trama que podrían hacer caer al avión comercial en lo que canta un gallo, Collet-Serra se encarga de ir desviando la atención del espectador hacia otro territorio, forzándolo a generar empatía con una situación que va escalando en peligrosidad con cada mensaje que aparece en pantalla, gigante y con tono entre socarrón y agresivo. Poco a poco, la mano del catalán se va sintiendo a medida que el suspenso se acrecienta, donde cada cara del estelar elenco tiene su momento de mirada misteriosa a cámara para indicar que ocultan algo. Nada que no hayamos visto antes, por supuesto, pero manejado con cierto tino, con un amor para con la historia que termina conquistando minuto a minuto y envuelve al espectador en la trama, haciéndolo partícipe. Este tipo de historias siempre tiene problemas con la resolución del conflicto y la revelación de las mentes criminales detrás del atraco, y Non-Stop no es la excepción. El momento de la verdad no es lo que uno podría llegar a imaginar, pero no daña para nada todo el recorrido de tensión que se fue creando hasta entonces, y si uno no comienza a darle vueltas en la cabeza instantáneamente buscándole un sentido inmediato y se deja llevar por la trama, saldrá ganando con creces. Liam Neeson no se encuentra solo y lo rodea un elenco importante, entre los que se destacan una Julianne Moore muy juguetona que se permite a sí misma divertirse y soltarse un poco, alivianando el aire tenso del film, mientras que Michelle Dockery deja de lado los trajes de época de Downton Abbey y se une a la tripulación del vuelo como una azafata querible que ayuda en todo lo que puede, y que tiene como compañera a una Lupita Nyong'o esporádica, muy alejada de su papel en 12 Years a Slave por el que ya casi puede saborear la estatuilla dorada. Los nombres siguen, con actores como Corey Stoll, Linus Roache y Scoot McNairy entre otros, caras conocidas que hacen más amena la estadía en el vuelo. Non-Stop es un thriller honesto a su concepto, que dura lo justo y necesario como para llegar a construir suspenso casi asfixiante y dejarlo a uno con una sensación casi escalofriante al abandonar la sala. Todo esto, claro, si uno como espectador se permite sumergirse de lleno en otra aventura del héroe más inesperado y rudo que se haya visto en el cine últimamente.
Volando con Neeson La nueva aventura (esta vez aérea) que involucra a Liam Neeson como protagonista se mantiene a la misma altura que la que el avión vuela en casi toda la proyección, esto es, manteniendo un acertado equilibrio entre acción, tensión y esa dosis de desconcierto que se genera en el espectador cuando intenta descifrar quién es el asesino. El gigante de 1,93 m. vuelve a demostrar por qué le sientan tan bien este tipo de papeles, convenciendo otra vez como un hombre común, con frustraciones y problemas a cuestas, pero capaz de desenvolverse con ímpetu cuando con sus manoplas reparte algunas que otras trompadas limpias. La trama tiene al actor irlandés como Bill Marks, un agente federal de aerolíneas con dificultades para controlarse con el alcohol y con ciertos dramas personales que acarrea hace años. Una vez a bordo, la intriga y el suspenso cobran vida cuando a Bill le empiezan a llegar mensajes de texto en los que se le asegura que una persona morirá cada veinte minutos a no ser que sean transferidos 150 millones de dólares a una cuenta bancaria que le especifican. Jaume Collet-Serra (La huérfana y Unknown, entre otras) sabe cómo entretener a base de la conjunción de aquellos componentes esenciales con los que debe contar todo buen thriller. A estos les adhiere el uso de nuevas tecnologías, con el dispositivo móvil (y sus funciones) como elemento vital en el desarrollo de la historia. Pero el atractivo principal radica en la propuesta con la que desafía al público a descubrir, en una suerte de juego de gato y ratón, quién es el real criminal y creador de tamaño plan acechante. Y el director acierta, puesto que maneja los primeros planos de los personajes como en una doble faz de despiste y detalle, en donde el observador debe estar atento a cada movimiento para dilucidar y hallar al culpable. Trepidante, ágil, pochoclera y tensa aunque no asfixiante como Phone Booth o 911 Llamada mortal, por citar dos ejemplos, Non-Stop: Sin escalas conserva el nivel de expectación durante todo el metraje, incluso añadiendo una atinada bocanada de virajes y vueltas de tuerca ingeniosamente construidas. A pesar de rozar el inverosímil en algunas situaciones, la película gana más en entretenimiento de lo que pierde en este tipo de pormenores a los que se les puede hacer la vista gorda y redondear para arriba su score final. LO MEJOR: Liam Neeson secundada por una nuevamente convincente Julianne Moore. El suspenso y la acción que maneja. Muy entretenida. Bien filmada, grandes giros. LO PEOR: incongruencias en algunas determinaciones. PUNTAJE: 8
Viajar es un placer. Cada nuevo proyecto del genial Jaume Collet-Serra despierta una gran expectativa entre los fanáticos del terror y el suspenso clasicistas, ya que el catalán ha sabido ganarse una posición privilegiada dentro del contexto cinematográfico contemporáneo y/ o el ámbito de las propuestas de género. El director parece obviar por completo la interpretación preciosista de Brian De Palma del andamiaje estructural hitchcockiano, y definitivamente gusta de abrazar la esencia misma de la obra del británico: esa duplicidad prototípica, el dinamismo narrativo, el tópico del “falso culpable”, los juegos psicológicos de dominación, la muerte como resolución tangible, la paciencia en cuanto al desarrollo, la “estrategia doble” del realismo formal en conjunción con un McGuffin de características ridículas, etc. Dejando de lado a la crítica palurda y un opus por encargo de principios de su carrera, sus cuatro películas restantes constituyen un oasis para lo que suele ser la mediocridad del panorama actual: mientras que en el campo del horror centrado en “familias disfuncionales” encontramos a las extraordinarias La Casa de Cera (House of Wax, 2005) y La Huérfana (Orphan, 2009), con Liam Neeson parece haberse solidificado una sociedad maravillosa especializada en la construcción de thrillers de inflexión paranoica, materializados en la trilogía compuesta por Desconocido (Unknown, 2011), la presente Non-Stop: Sin Escalas (Non-Stop, 2014) y la futura Run All Night (2015). Hoy la claustrofobia elemental se aúna con la angustia y la configuración estándar de Eran Diez Indiecitos, de Agatha Christie. Una vez más la sencillez de la premisa contrasta con una ejecución meticulosa y muy compleja: en un vuelo transatlántico, el agente aéreo Bill Marks (Neeson) recibe mensajes de texto de un extraño incitándole a “tramitar” un pago de 150 millones de dólares a cambio de no matar a un pasajero cada 20 minutos. Combinando el pulso de los relatos de entorno cerrado, las consabidas fórmulas del maestro inglés, ciertos detalles de los films de catástrofe y una coyuntura esquizofrénica post Torres Gemelas a la Jason Bourne, Collet-Serra vuelve a dar cátedra en lo que respecta a la dosificación de la tensión dramática, la reutilización de motivos ancestrales y el manejo de los focos de conflicto que van surgiendo de a poco a lo largo de una experiencia fascinante como no veíamos desde hace tiempo. El realizador nunca deja que la acción furtiva eclipse a las vueltas de tuerca y el derrotero del protagonista (otro de esos personajes taciturnos que ya son “marca registrada” de Neeson). Non-Stop: Sin Escalas exprime con inteligencia todos los resortes del género en cuestión, parodia sutilmente los estereotipos raciales de la infame “guerra contra el terrorismo” y pone de manifiesto que aún es factible el suspenso tradicional en nuestros días, en los que el mainstream nos satura con vacuidad y CGI al por mayor. Llegando al desenlace, uno deduce que este podría haber sido un film de derecha de “crisis interna y soluciones drásticas”, pero al cineasta no le interesa la dimensión política: viajar es un placer porque los peligros son primitivos, humanos y -por consiguiente- universales…
VideoComentario (ver link).
Liam Neeson y Julianne Moore agitan los fantasmas del secuestro a bordo en "Sin escalas". En medio de títulos oscarizables, con personajes complejos y estéticas que alimentan la crítica, Non-Stop, Sin escalas es una apuesta a lo conocido, con formato y estrategias en el guión que entretienen. La película de Jaume Collet-Serra toma el ritmo y dosificación del suspense, elige un escenario identificado con el cine catástrofe en el imaginario colectivo, e incorpora la tecnología como personaje, un atajo hábil para crear y luego superar cualquier embrollo. El rostro de Liam Neeson vale por sí mismo. Un hombre de mirada triste, que toma whisky de su petaca aborda el avión de pasajeros rumbo a Londres. El guión ofrece progresivamente información sobre la tarea de Bill Marks y va armando el contexto en torno a él. El antihéroe tiene su oportunidad a bordo para saldar todas las deudas existenciales. Para eso, nada mejor que una amenaza terrorista que ponga a prueba fidelidades y la fortaleza de ánimo frente a una situación límite. Acompaña a Neeson, Julianne Moore, actriz siempre eficaz que colabora en las vueltas de la trama. La acción se concentra en los estrechos espacios de un avión y la cámara ofrece facetas interesantes de algunos personajes secundarios. El comienzo de Sin escalas promete mucho más de lo que cumple, con una lucha a puño limpio en el baño y la atención puesta en el celular de Bill. La pantalla luminosa emite órdenes: el terrorista exige una suma millonaria a una cuenta bajo la amenaza de que morirá un pasajero cada 20 minutos. La película amplía la mirada al plantear las reacciones frente al miedo y cómo la violencia en manos del hombre que quiere salvar a los pasajeros también pierde el sentido de los límites. También es atractivo el personaje de Neeson con sus facetas oscuras. "El control es una ilusión", dice Jen Summers (Moore). A bordo de un bólido que cruza el Atlántico la afirmación intimida. La historia convoca a la memoria reciente en torno a secuestros de aviones, alimentando un subgénero cinematográfico que ha pasado por todos los matices desde ¿Dónde está el piloto? a Vuelo 93. El miedo a volar crece cuando se inocula el dato político. Si todo puede ocurrir y, como dice un personaje, "la seguridad es una mentira", la película actualiza el peligro global, asistido por las nuevas tecnologías.
Liam Neeson vuelve como héroe de acción está vez en pleno vuelo directo a Londres. Un complot, una trampa y un juego de gato y ratón en pleno vuelo.
muerte en las nubes En un vuelo entre Nueva York y Londres, un policía de seguridad aérea comienza a recibir mensajes de texto que le advierten que morirá un pasajero cada 20 minutos a menos que se deposite una suma millonaria en una cuenta bancaria. El agente deberá descubrir quién amenaza a las 200 personas que viajan a bordo. La reconocida escritora británica Agatha Christie, maestra del género policial, situó una de sus novelas (“Muerte en las nubes”, 1935) en el estrecho ámbito de la cabina de un avión en vuelo. El infalible detective Hercules Poirot, casualmente a bordo de la nave, era el encargado de descubrir al responsable de la muerte de uno de los pasajeros, en un interesante ejercicio del razonamiento y de la deducción. Aunque muchas de las deslumbrantes conclusiones del calvo investigador imaginado por Agatha Christie hayan sido reemplazadas por peleas cuerpo a cuerpo o por vistosos efectos especiales, algo de ese desafío narrativo puede encontrarse en este filme del catalán Jaume Collet-Serra, protagonizado por el siempre eficaz Liam Neeson. En efecto, casi la totalidad del metraje del filme tiene lugar en un vuelo sin escalas entre Nueva York y Londres, durante el cual el oficial de seguridad que encarna Neeson (alcohólico, conflictuado, desengañado por la vida) tiene que descubrir al autor de una serie de mensajes de texto que llegan a su teléfono celular y que adelantan que ocurrirá una muerte cada 20 minutos entre los pasajeros a menos que una enorme suma de dinero sea depositada en una cuenta bancaria. Entre los principales logros de la película de Collet-Serra se cuentan una narración dinámica y precisa, elemento fundamental para desarrollar una trama de a ratos compleja, pero siempre clara para el espectador; actuaciones correctas, sobre todo las del protagonista y la de una muy aplomada Julianne Moore; un buen balance entre escenas de calma tensa con momentos de acción, adecuadamente resueltos a pesar del escaso espacio que ofrece el interior de un avión comercial; y, finalmente, un inteligente planteo en el que el espectador nunca está seguro de quién es quién dentro de la aeronave. Pero como contrapeso a estas virtudes aparecen ciertas exageraciones y segmentos poco creíbles del guión, sobre todo a medida que se aproxima el desenlace. Con todo, este ejercicio del suspenso deliberadamente confinado a un espacio acotado se apoya en buenos climas narrativos y en una edición dinámica pero no vertiginosa para ofrecer un muy correcto entretenimiento a lo largo de más de una hora y media de proyección, a pesar de que el remate de algunas situaciones se torne previsible.
Aeropuerto 2014 Irlandés de nacimiento, estadounidense por adopción, el comisario de a bordo Bill Marks (Liam Neeson) se embarca en un vuelo Nueva York-Londres; durante el check-in traba relación con pasajeros y el servicio de la flota. A poco de despegar, Marks recibe un mensaje de texto anónimo; el remitente amenaza con matar un tripulante cada veinte minutos si no se depositan 150 millones de dólares en un número de cuenta. ¿Cómo concretará la amenaza? Bueno, el remitente viaja en el avión. Disimulando mal su nerviosismo, Marks repasa la lista de tripulantes, denuncia el caso y el número de cuenta resulta ser suyo. Y tras cumplirse el primer plazo, también es el asesino de la primera víctima. Lo que en primera instancia parece un simple thriller con la pompa del cine catástrofe, de a poco se revela como un policial bien hilvanado, con una gran actuación de Neeson y de Julianne Moore como una pasajera neurótica que resulta clave en el desenlace. El catalán Jaume Collet-Serra (La huérfana; Desconocido) armó su film como un Los sospechosos de siempre a varios metros de altura, con otro policía de sangre irlandesa (en aquel, el puesto era de Gabriel Byrne) que no para de fracasar hasta aparecer como el más implicado. Sin fisuras hasta los títulos y áspera como el rostro de Neeson, Non-Stop es garantía para el público del cine de acción.
Non-Stop Sin escalas, es entretenimiento puro garantizado al 100%, si no sos de los que le andan buscando "la quinta pata al gato". Si se dejan de lado los detalles poco creíbles del argumento, disfrutarás de un rato sumamente pochoclero y de la actuación de un buen elenco donde se destaca por lejos Liam Neeson cuyo personaje brinda por momentos más tensión que...
Caos y muerte en el aire Bill Marks (Liam Neeson) es un agente federal que ha sido contratado para la seguridad interna de una empresa de líneas aéreas. La película del catalán Jaume Collet-Serra, “Non stop: sin escalas”, comienza en el aeropuerto de Nueva York, en el preciso momento en que Bill debe abordar un vuelo a Londres. El personaje protagónico observa todo con atención, mientras hace la fila como los demás pasajeros, antes de subir al avión. Su rostro expresa cansancio, un dejo de angustia, un poco de incomodidad. Se ve que no tiene muchas ganas de hacer este trabajo y se intuye que su interés está en algún otro lado. Pese a todo, Bill es un profesional, y se hace cargo de la función que tiene que cumplir. Confundido entre el pasaje, atiende cada detalle en donde su presencia pueda ser requerida. Y cuando ya todo parecía ser un viaje más de rutina y se disponía a pasar seis horas junta a una pasajera solitaria con ganas de conversar (Julianne Moore), algo irrumpe en la monotonía y empieza la intriga. Bill recibe un mensaje de texto en su celular de parte de un sujeto que dice estar dentro del avión y que le avisa que debe conseguir 150 millones de dólares y que tiene 20 minutos para lograrlo, de lo contrario alguien en ese vuelo va a morir. El agente se pone en acción inmediatamente para tratar de dilucidar si se trata de una amenaza real y en ese caso, encontrar al sospechoso. A partir de ese momento, la tensión irá aumentando a medida que las cosas tienden a complicarse. A los 20 minutos, efectivamente, en medio de la confusión, aparece el primer muerto. El terrorista avisa que morirá alguien cada 20 minutos si no le depositan el dinero en una cuenta cuyo número envió al celular de Bill. “Non stop: sin escalas” es un thriller en donde el suspenso es el ingrediente principal, ya que el duelo mental que se establece entre el secuestrador del avión y el agente de seguridad va proporcionando una vuelta de tuerca tras otra, en una escalada de tensión y violencia que sume en el caos a la tripulación y a los pasajeros. Todos quieren saber lo que está pasando y todos desconfían de todos. Los contactos con las autoridades en tierra tampoco ayudan a esclarecer mucho las cosas y parece que la situación se vuelve inmanejable, y hasta es probable que nadie sobreviva, porque el delincuente da muestras de estar dispuesto a ir hasta las últimas consecuencias. La película de Collet-Serra, cuyo guión pertenece a John W. Richardson, toca todas las cuerdas sensibles para lograr un interesante embrollo que va desde las hipótesis de conflicto a bordo de un vuelo, hasta las distintas complejidades humanas involucradas en una situación de crisis extrema, capaz de disparar las más peligrosas reacciones y sumar y multiplicar los riesgos. Este film no se puede evaluar desde una perspectiva demandante de verosimilitud sino como una especie de experiencia de laboratorio en la que, mediante una dramatización, se echa a rodar un cúmulo de variables que ponen en escena las posibilidades de supervivencia en una situación límite. El personaje protagónico carga con todo el peso de la película. El agente que interpreta Neeson pasa de ser un antihéroe, un policía con antecedentes oscuros, al héroe salvador, quien pese a que todo le juega en contra, no baja los brazos y consigue salir airoso de esta difícil prueba. El resultado es un entretenimiento de buena calidad en el que los valores humanos positivos logran imponerse satisfactoriamente.
MISTERIO EN EL AIRE Un vuelo internacional. Un protagonista oscuro y problematizado. Un villano misterioso que extorsiona al protagonista. Un tiempo límite para atrapar al malo y salvar a los pasajeros del vuelo. NON-STOP: SIN ESCALAS (NON-STOP, 2014) tiene todos los elementos para ser una de esas películas que tanto abundaban años atrás. Esas en las que un policía con una vida de mierda (personajes que tan bien le quedan a Liam Neeson) tiene que seguir las pistas y descubrir quién es el malo de la historia, frente a un abanico de posibilidades. Cierto, dicho así, parecería que la película atrasa. Y en cierto modo lo hace, pero no por eso deja de entretener. Hay que remarcar que el director nunca intenta darle a la película un trasfondo más profundo del que tiene. Nunca intenta ser grandilocuente o trascendental. Se mantiene siempre en la línea pura del entretenimiento que significaban las viejas películas de intrigas y criminales. Y eso es un punto a favor, ya que desde este ángulo NON-STOP termina siendo una película disfrutable y que mantiene expectante al espectador frente al crimen que busca resolución. Siempre me llevé bien con este sub-género del policial. En mi niñez y adolescencia era uno de mis pasatiempos favoritos. Tantísimas veces entré en el juego, que plantean estas películas, de poder “atrapar” al malo antes que lo haga el protagonista. Luego reconocería esto como uno de los puntos clave que convierten a los films de intriga criminal en algo tan apasionante para muchos espectadores. Este sub-género interactúa de un modo particular con el que mira la película, haciéndolo partícipe en gran forma, presentándole pistas (que, incluso por momentos, le son denegadas al protagonista), llevándolo en diversas direcciones y entablando una carrera hacia la resolución final. Los buenos exponentes de esta ramificación del cine policial, nos dieron todas las pistas para resolver el caso por nuestra cuenta, y nos sorprendieron con un brusco giro sobre el final, donde todas las piezas encajaban. Donde quedábamos pensando en que “era obvio” quién era el villano, aún cuando no lo habíamos podido reconocer antes. NON-STOP no es un gran exponente del género, ni mucho menos. Es una película que usa correctamente los elementos a su disposición. Los usa de un modo inteligente. Abre múltiples caminos dentro del recinto cerrado del avión y los explora sutilmente para encaminar o despistar al espectador y a Bill Marks (Liam Neeson), el agente de vuelo a bordo, que debe resolver el caso. Por momentos, esta constante generación de posibles sospechosos se vuelve un tanto predecible o rebuscada. Pero más allá de esto, la construcción final termina cerrando de manera orgánica, con las piezas completando el rompecabezas, como lo pide el manual del género. La película tiene detalles en contra. Desperdicia enormemente a Julianne Moore, presentándola como una co-protagonista y relevándola al papel de “la mujer que ayuda”. La historia abre algunas puertas que nunca se cierran, algunas pistas que quedan en el aire, o que son dejadas intencionalmente de lado, por su falta de congruencia con la explicación final. Los personajes en sí, amén de la larga lista de problemas que tienen en su historial, se mantienen en una línea de simpleza, que raya lo arquetípico. Prueba de esto es que, a pesar del peligro inminente del caso, de todos los giros y el potencial riesgo en el que están los pasajeros del avión, hay tiempo para que Neeson y Moore se hagan ojitos y una tímida historia de “amor” nazca entre ellos. Como dije, este no es un gran exponente del género. Es una película pequeña, que se pone como meta entretener. Que usa la acción, la intriga y elementos del policial para mantener en vilo al espectador, sin preocuparse por profundizar en los personajes. Un exponente del cine Hollywoodense de entretenimiento a más no poder. Pero uno bien hecho.
En sentido de verdad el titulo original da por sentado a qué nos estamos enfrentando, el agregado de “sin escalas”, hasta en términos formales de significación, termina por ser bastante confuso. El “Non Stop”, o sea el sin parar, o el no detenerse, da cuenta real que estamos frente a un texto que hace honor pura y exclusivamente al genero de acción, por lo que casi todos aquellos elementos agregados, léase puntos y parámetros del thriller, o el suspenso, no dejan de ser otra cosa que adornos, espejitos de colores, que ni el más distraído espectador se las cree. ¿De que trata la historia? Bill Marks (Liam Neeson) es un veterano, retirado y alcohólico policía, que ahora se desempeña como agente del servicio aéreo de los marshalls. Se supone que desde siempre en la política de seguridad aeroportuaria, en los aviones comerciales, uno de estos personajes puede operar de incógnito, máxime desde los atentados a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. Nuestro héroe en cuestión no sólo en apariencia esta harto de su cotidianeidad, sino que hasta descree que sus habilidades estén intactas. El director utiliza todos los recursos narrativos del género para hacer avanzar un relato que no es otra cosa que un gran catalogo de lugares comunes. En este sentido la utilización del leve fuera de foco, sumado al “ralenti”, en el punto de vista del personaje sólo está puesto para que sepamos, antes de saber de él realmente, que algo no está como debe estar, por lo que basta un gesto de bondad para con una desconocida (una niña) para que simultáneamente nos ubique en la empatia con el individuo en cuestión. Él particularmente se siente bastante escaldado tanto con el mundo, como con su vida y, particularmente, con su profesión, pues ya no concibe su tarea como un compromiso para proteger vidas sino como una rutinaria ocupación, más parecido al que se desarrolla en una oficina que a bordo de una aeronave. En unos de esas jornadas rutinarias, en un día como cualquier otro, durante el viaje transatlántico de Nueva York a Londres, comienza a recibir en su teléfono celular una serie de misteriosos mensajes de texto en los que, extorsión mediante, se le pide que exhorte al gobierno a hacer una transferencia de 150 millones de dólares a una cuenta bancaria secreta, caso contrario un pasajero moriría cada 20 minutos. El juego del gato y el ratón se ha instalado y se desarrollara a 20.000 metros de altura, con la vida de los 200 ocupantes del avión pendiente de un hilo. La acción no se detiene, esto desde la estructura narrativa, y no hay donde hacer escalas. ¿Qué produce el enganche para que la trama, ya vista millones de veces, sea más o menos efectiva y no aburra?, en principio se le debe atribuir al manejo de los tiempos expresivos instalados por el realizador, sobre todo desde el montaje, acelerando cuando es necesario, como corresponde a un filme de acción, pero poniendo la pausa cuando se trata de construir y constituir a los personajes, o en los elementos de progresión dramática que resultan de importancia para que el espectador los registre, en la primera variable la mencionada escena de ascenso al avión con una niña pequeña en juego, en la segunda, el plano detalle de la placa de policía del protagonista mientras se fuma un cigarrillo en el baño del avión en pleno vuelo. La producción se sostiene por el ritmo implicado y por las actuaciones más que convincentes, empezando por Liam Neeson, pasando por la todavía increíblemente bella Julianne Moore (Jen), y concluyendo en Scoot McNary (Tom), sin olvidarnos de la preciosa actriz inglesa Michelle Dockery, como Nancy, una azafata que aparenta ser otra cosa Si embargo, el punto más bajo de la realización se da en el guión, desde lo enmarañado que resulta su desarrollo, sobre todo por la cantidad de personajes puestos en juego, hasta determinados componentes de los mismos que colocan al producto en una línea muy fina de la discriminación o, más claramente hablando, la portación de rostro y/o vestimenta de sospechoso. Esto utilizado para trabajar con los tópicos más comunes, tales como el “falso culpable”, el personaje como mera distracción, los juegos psicológicos de dominio alternado, o la más simple de “vamos a morir todos” puesto como subterfugio sensible, el McGuffin hitchcockiano, esto es el elemento alterador del orden casi conseguido. Dicho de otro modo, si algo produce suspenso mientras vemos la proyección no es que nos terminen mostrando o resolviendo el conflicto exponiendo a los antagonistas ocultados en la supuesta subtrama del conflicto interno del personaje principal, sino que lo que realmente, y a partir del primer punto de quiebre, sostiene el suspenso es ver cómo los guionistas se las ingenian para desatar el nudo que ellos mismos fabricaron.
¿Quién iba a decir, en los tiempos de La lista de Schindler, que ese amable gigante llamado Liam Neeson iba a desarrollar, ya maduro, una carrera como héroe de acción? Lo cierto es que le va bien en ese terreno y que tiene el aspecto necesario para la dureza. Este film es una serie de trampas dentro de trampas que no van a sorprender demasiado al espectador: un US Marshall (Neeson) recibe un mensaje de texto en pleno vuelo transatlántico. O depositan U$ 100 millones en cierta cuenta o morirá un pasajero cada 20 minutos. Imaginen lo que viene: primero, la incredulidad; más tarde el miedo y el error; más tarde aún el héroe signado como culpable; más más tarde, que todo es otra cosa. Y el villano sorpresa, como corresponde. Lo que sostiene esta película adivinada es la convicción de sus intérpretes y lo bien filmadas que están las secuencias de acción, lo que permite un suspenso notable en sus mejores momentos. Salimos pensando que necesitamos un poco más de Liam Neeson: superhombres que no lo parecen.
Como su nombre en inglés anuncia (Non-Stop), más allá de tratarse de un vuelo sin escalas, la película no para un segundo, no da respiro. La acción se vuelve absolutamente claustrofóbica, teniendo en cuenta que el 90% de la historia transcurre adentro de un avión. Nunca se sabe bien qué va a pasar pero, ya de movida, en el aeropuerto, mientras los pasajeros esperar para abordar el avión, anticipamos que algo va a estar mal. Muy mal. Liam Neeson (Bill) habla en voz baja y lo vemos atormentado e iracundo. Está enojado con alguien y muy nervioso pero eso no le impide registrar a una niña temerosa, a punto de subir al avión, y acercarse para consolarla y decirle que todo va a estar bien. El perfil ya está definido de entrada: un tipo conflictuado y conflictivo pero bueno y humano. Porque Bill tiene problemas con el alcohol y un suceso familiar del pasado que lo atormenta al día de hoy y que, lógicamente, ha sido la causa de su alcoholismo, adicción cuya perpetuación en el presente sigue trayéndole consecuencias. Es el policía (agente de servicio aéreo) no querido dentro de la fuerza, el que tiene problemas de conducta, el adicto que pierde credibilidad por su adicción. Y por supuesto, está aquí, en este avión, para redimirse definitivamente. De ahí que podemos decir que la película es un western: estamos frente a un outsider, un antihéroe rebelde que viene a restaurar el orden, que termina convirtiéndose en héroe, no sin antes ser cuestionado e injustamente acusado. Y Bill se pone al hombro su papel de antihéroe, hasta las últimas consecuencias. Está dispuesto a hacer todo por sus pasajeros, pero, el tema es, deberá probarles que, en realidad, los está queriendo salvar, dado que todas las sospechas recaerán sobre él. Después de todo, es un alcohólico con problemas no resueltos, bien podría estar perpetrando una venganza contra el sistema que lo apartó de su hija (el agente workaholic que culpa a la fuerza policial por no haber pasado más tiempo con su hija enferma de cáncer). Idas y vueltas y más idas y vueltas. La trama se va enrevesado, los sospechosos van aumentando, los que no lo eran ahora lo son y, en el medio de todo, un celular que no para de sonar (en pleno vuelo) y un asesino que, silenciosamente, se va cargando más víctimas. El acierto de la película está en no solo mantener el nivel de tensión sino redoblar la apuesta con cada nuevo descubrimiento, y en nunca darnos espacio para confiar en nadie. Ahora, el acierto en la construcción de tensión y suspenso se ve rápidamente socavado al introducir un final con todos los estereotipos habidos y por haber, más cuando se trata de una de atentados en aviones. El imaginario yankee burdo se impone nuevamente y tenemos al médico de Medio Oriente, lógicamente sospechado, además de un desfiladero de lugares comunes de categorías antropológicas (el negro, la trola, el policía medio facho, entre otros varios). Cada cual es sospechado por pertenecer a determinado “grupo”, y aquí es donde la película despliega vulgarmente toda su xenofobia y su torpeza extrema a la hora de cerrar una trama demasiado dispersada. Y, los que finalmente se revelan como los reales perpetradores, esgrimirán razones cuasi cómicas, no solo en lo que hace a las motivaciones sino, principalmente, en su verbalización y posterior pseudo toma de conciencia. Pero, claro, nuestro antihéroe salvará a su tripulación e incluso improvisará un plan de contingencia “bomba a bordo” jamás antes testeado. Y todo funcionará de mil maravillas, y hasta habrá flamante novia-nueva-colorada-copada (una Julianne Moore desperdiciada) como parte del pack de final feliz esperable. Una película con cierta cuota de adrenalina que, por cagazo a ir un poco más allá o simple incapacidad (raro de Collet-Serra, raro), se deja caer en el ridículo y termina derrapando, casi tanto como el avión semi-explotado. Pero claro, no faltarán los defensores. Me viene ahora a la cabeza un grupito de gente que ya incluso tiene el nombre perfecto para autoproclamarse fans de Non-Stop: Sin Escalas. Están ahí, pululando, solo tienen que darse cuenta…
Pánico, paranoia e intriga en el aire a 40. 000 pies de altura. Este joven director catalán Jaume Collet-Serra (39) llegó a Hollywood hace varios años un sueño para él hecho realidad poder filmar allí y ser reconocido, tiene dentro su filmografía: “la casa de cera” (2005); “La huérfana” (2009); “Desconocido” (2011), vuelve a tener a Liam Neeson (61) como protagonista, también trabaja Julianne Moore (53), Corey Stoll, Lupita Nyong’o, Michelle Dockery, entre otros. Parece que este director le tomo el gustito de trabajar con el actor irlandés Neeson porque se encuentra realizando el montaje de “Run All Night”, otro thriller, en este caso será un mafioso arrepentido, el resto del elenco confirmado hasta el momento: Ed Harris, Joel Kinnaman, Genesis Rodríguez, Vincent D'Onofrio, Common, entre otros. El estreno está previsto en Estados Unidos para el 6 de febrero 2015. La historia de “Non Stop” es muy sencilla: Bill Marks (Neeson) un agente federal que viaja de incógnito en un vuelo transatlántico entre Nueva York y Londres, por distintos movimientos de cámara el espectador percibe que no será un viaje tranquilo. El protagonista es un fumador que no puede dejar una de sus adicciones, enciende un cigarrillo en el baño del avión, esto se encuentra prohibido, para no ser descubierto tapa los detectores de humo, además es alcohólico y mientras va transcurriendo la acción nos iremos enterando de otros traumas. Como no será un viaje tranquilo Bill comienza a recibir amenazas por mensajes de texto de un anónimo, donde le pide un depósito de 150 millones de dólares en una cuenta, y si no cumple un pasajero del avión morirá cada veinte minutos. Pasa ese tiempo y aparece el primer muerto en el baño y la amenaza va en serio. Hay que salvar unas 200 vidas y encontrar al asesino. Los espectadores aferrados a sus butacas, intentarán descubrir al igual que Bill quien envía estos mensajes, todos se trasforman en sospechosos, comienza el angustiante juego del gato y el ratón. Toda la trama se desarrolla en un espacio reducido de un avión de pasajeros a 40.000 pies de altura y por momentos todo tiende a ser asfixiante. A medida que pasa el tiempo el film contiene más intriga, suspenso, tensión, muertes, se van creando diferentes climas, escenas que van dando distintos sospechosos, mucha acción y todos los toques del género los cumple a raja tablas, muy buen montaje, vuelve a surgir la paranoia del 11 de setiembre, el típico patriotismo y el guión contiene algunas críticas. El irlandés Liam Neeson, después de “Taken” (recuerden que se viene “Taken 3”) se encariñó con el género, lástima la edad pero el cine siempre da la posibilidad de distintos trucos, Julianne Moore esta poco aprovechada y su personaje se podría haber explotado mas, el resto de los personajes algunos rinden más que otros. Bien pochoclera, entretiene de principio a fin.
SUSPENSO EN EL AIRE Thriller con alas. Un agente de seguridad de aerolíneas, gastado por el abandono y la bebida, recibe en pleno vuelo un amenazador mensaje de texto: “si no me depositan 100 millones de dólares ya, cada veinte minutos mataré un pasajero”. ¿Quién es? La cosa se empieza a complicar porque el señor de la amenaza ingresó a una red restringida y secreta. El agente intenta resolver ese enigma tratando de evitar el pánico. Pero no lo logra porque empiezan a llegar las muertes prometidas. Todos son sospechosos, hasta los tripulantes. Desde tierra, consideran que todo es un truco de este agente de seguridad, arrasado por una reciente tragedia familiar. Así que el hombre tiene tarea múltiple: está solito, pocos le creen y nadie la ayuda y encima a metros de un asesino. Hay acción, juegos cambiantes, suspenso y hasta un remate espectacular en pleno aterrizaje. Como héroe solitario y gastado, Liam Nesson está impecable.
El chiste es viejo y se puede contar de muchas maneras, pero siempre tiene como base un avión. Los pasajeros pueden ser un alemán, un italiano y un argentino, o un francés, un americano y un gallego, e incontables variantes más. En el caso de Non-Stop, en un avión se encuentran un árabe, un terrorista y un Liam Neeson. Y no, el terrorista y el árabe no son la misma persona aunque, corrección política aberrante mediante, por un momento se insinúa que podría serlo. Después se le pide disculpas: resulta que era un buen doctor. Reformulemos el chiste entonces: un doctor (árabe, igual sigue siendo importante), un terrorista y un Liam Neeson viajan a bordo de un avión. El Liam Neeson comienza a recibir mensajes de texto con amenazas, y en cuestión de segundos todo se va al demonio apareciendo en escena una bomba y malvados de caricatura. Así contado no es gracioso, puesto que al chiste le falta un remate. Lo mismo le sucede a la película, o al menos le falta uno decididamente mejor que el que posee, pero -aunque resulte increíble- hasta el momento en que se arruina el chiste, Non-Stop es tremendamente entretenida. Y tener al actor que alguna vez interpretó papeles como el de Oskar Schindler (Schindler's List) o Jean Valjean (Les Miserables) sin lugar a dudas ayuda para que esta película de argumento Clase-B salga a flote. En tiempos post 9/11, la seguridad aérea es tópico obligatorio ante cualquier película que transcurra, al menos en parte, a bordo de un avión, y éste film de Jaume Collet-Serra toma lugar en el aire durante un 90% del metraje. Bajo la misteriosa magia de la estructura whodunit (quién-lo-hizo, en castellano), todos son sospechosos y actúan de esa manera (a veces, uno se pregunta si se están esforzando realmente para confundir al protagonista, aún aquellos pasajeros que son inocentes), y a medida que corre el tiempo -que tiene un importante rol en el argumento- los misterios se van develando. La fórmula se cumple al pie de la letra: el señor de buen porte sentado al final de clase turista parece ser malo, malo, malo, y cuando el héroe descubre que puede ser el villano, inesperadamente éste muere. Y sabemos entonces que no, era bueno, bueno, bueno y el asesino de turno se ha cobrado otra víctima. Se repite la escena una vez más con el señor sentado detrás, y así hasta llegar al quiebre que pide una resolución a gritos. Pese a sus limitaciones y absurdos, Non-Stop es una película de acción entretenida, ridícula y súmamente dinámica. Aunque, lamentablemente, es también otra muestra de que quien protagoniza da para mucho más. Posiblemente veremos al actor en toda su gloria en el próximo film de Martin Scorsese, Silence, cuando se estrene en 2015. Hasta entonces, furia a puño limpio con Liam Neeson a cada rato, quien volverá a ponerse a disposición del director de esta película (por tercera vez, luego también de Unknown) con la venidera Run All Night.
“Non-stop”: Tensión sin escalas Al subir a un avión, el pánico se convierte en una constante para muchas personas que no están acostumbradas a volar. Esa sensación, seguramente creada por la cultura hollywoodense y las noticias respectivas que giran alrededor del mundo, genera miedo, levanta sospechas y concentra los ojos cuando la azafata indica los métodos de prevención ante una posible amenaza o un probable accidente. Pero todo eso resulta absurdo y hay que tener mucho cuidado si Liam Neeson es uno de los pasajeros a bordo, ya que eso es garantía de que algo inesperado y peligroso está por pasar. El mismo que encarnó a Oskar Schindler y el que todo lo puede en “Taken” (2008) ya sumó canas a su cabellera y se convirtió con sus 61 años en uno de los personajes de acción preferidos de la actualidad. La película, dirigida por el cineasta español Jaume Collet-Serra, quien ya había trabajado con el protagonista en “Unknown” (2011), nos presenta a Bill Marks (Neeson) con una botella de whisky en la mano y una placa de agente aéreo federal en la otra. Tenso y observador desde el minuto cero, el hombre aborda desde Nueva York un vuelo con destino a Londres, en el que conocerá a Jen (Juliane Moore, ganadora del Globo de Oro a mejor actriz por la serie “Game Change” en 2012), quien será su acompañante de vuelo. El misterio comienza a tomar el rol principal cuando Bill recibe un mensaje en su teléfono de un desconocido en el que le exige una transferencia bancaria de 150 millones de dólares, o de modo contrario un pasajero morirá cada 20 minutos. Buscando resolver este enigma, los problemas se irán acrecentando para todos y hasta las emociones más profundas de los protagonistas se irán removiendo. Una de las principales habilidades con las que cuenta el filme, es que el espectador también participa de la acción ya que se transforma en un detective más al intentar descifrar cuál de todos los pasajeros es el culpable o quiénes son cómplices. De esta manera, se irán revelando pequeñas grandes historias que le aportan amplitud al relato como el de una pequeña niña que está viajando por primera vez sola y que seguramente no quiera volver a hacerlo. Además, el guión genera discordias en las mentes ya que los juicios que se hacen sobre los personajes dan giros repentinos de un momento para otro. Por otra parte, el espacio cerrado que ofrece la aeronave y el hecho de que sea un vuelo transatlántico indican que no hay escapatoria alguna y que el conflicto debe resolverse de la manera que sea en ese pequeño sitio. El ritmo cambiante de las tomas, que va creciendo y decreciendo mientras el reloj llega al minuto 20, los nervios reflejados en las caras de los actores y la banda sonora que acompaña con sutilidad, irán sembrando la intriga y generando desesperación en la audiencia, quien desea obtener una pronta solución a este acertijo. En síntesis, Collet-Serra nos trae un plato fuerte, atrevido y emocionante, pero a pesar de ello, parece haberle faltado la frutilla del postre para que la cinta pueda ser recordada en el futuro como la mejor de las suyas. Si les gusta el peligro, esta es una historia de alta tensión a la que sí pueden acercarse.
Encasillando el talento Viene muy bien el áspero de Liam Neeson con sus roles de macho duro del género de acción, pero debo decir que en esta nueva película del catalán Jaume Collet-Serra no me terminó de volar la peluca. Liam está como siempre, muy profesional y creíble, pero su personaje me dejó un gustito a deja vú... agente federal con problemas de alcohol y familiares, que alguna vez fue un groso en la fuerza de seguridad y ahora está venido a menos... ya lo hemos visto a esto, sin ir más lejos con su personaje más famoso en el género, Bryan Mills, de la saga "Búsqueda Implacable". Hasta su nombre acá en "Non-Stop" es Bill Marks... Bryan Mills, Bill Marks... ¿entienden a qué me refiero? No me quejo porque sí, sino porque no me gustaría ver a un talento tan grande encasillado en un personaje que se repita todo el tiempo. Acá en "Non-Stop" justamente hay un buen manejo del suspenso, las vueltas de tuercas y lindas escenas de acción, pero también hay varios clichés que indicarían una estrategia para encasillar al actor. Lo mejor de todo es claramente la presencia que tiene Neeson en pantalla, la calidad interpretativa que le imprime a las escenas. Otra cuestión que mantiene interesado y un tanto estresado (como corresponde en estos films) al espectador es la forma en que se van dando las cosas y cómo todo lo que está saliendo mal, puede salir aún peor. Hay algunos elementos originales que hacen la odisea más vertiginosa. Lo no tan bueno tiene que ver un poco con la resolución que se hace del nudo, un tanto tirada de los pelos. Parece que se les fue ocurriendo un montón de cosas originales para hacer entre medio, pero al momento de hacer cerrar toda la historia, se les complicó un poco y se fueron por un camino un tanto fácil, haciendo incluso que algunos personajes perdieran relevancia en la trama. Cuando todo termina y uno se pone a analizar lo que vio, se da cuenta de que hubo personajes cuya importancia se vuelve casi obsoleta sobre el final y eso no está bueno. En conclusión, es una buena película de acción, que no se destaca lo suficiente pero que entretiene bastante. Espero que Neeson no se conforme sólo con estos roles y explote más su talento en otro tipo de film.
Liam Neeson se convirtió en un referente del género de acción de los últimos años. En esta oportunidad, protagoniza una cinta de suspenso muy bien lograda en su primera mitad, con misterio, intriga y un ritmo que nunca desacelera, pero que concluye de la manera más patética posible.
ntretenimiento sin escalas. El maduro y tardío referente del cine de acción, Liam Neeson, retorna a la escena para mostrar su incansable perfil de héroe, y no decepciona. Non-stop es un sólido thriller que combina en forma eximia cinematografía, narrativa y actuaciones, para alcanzar un producto final que supera ampliamente el promedio en su genero. Neeson no cansa en su traje de duro, si lo demás acompaña. Un gran actor como él aporta credibilidad al protagonista, sobre todo cuando le ponen a su lado a otra gran actriz como Julianne Moore. Non-stop es cine entretenimiento, pero con gran nivel dramático y sobresaliente calidad narrativa. Los personajes están muy bien presentados y la historia se desenvuelve de modo armónico, sin atajos ni artilugios arrítmicos. Las cámaras y la edición también son muy buenas, para quienes busquen “peros” en lo técnico (como como quien suscribe). Non-stop no es una película más de suspenso y acción, sino una de las buenas. Quizás no muestre nada que no se haya visto antes, pero lo que muestra es de primera calidad. Obviamente que dentro de su género supone una cuota importante de exageración, a tener en cuenta por aquellos que constantemente contrastan la realidad con la ficción. Quienes quieran pasar un buen rato sin detenerse en detalles y verosimilitudes, van a disfrutar de esta muy buena propuesta.