Sobre la amnesia programada. Por supuesto que cada género del entramado audiovisual arrastra un colorido catálogo de obsesiones temáticas, manierismos y fetiches con respecto a determinada arquitectura general de los relatos que despliega; los que paulatinamente construyen una identidad que en momentos históricos progresivos resulta mutable y siempre abierta al cambio, a contraposición de la licuadora reaccionaria del mainstream de nuestros días, que lo único que hace es combinar elementos petrificados sin la más mínima actitud renovadora. El “cortar y pegar” tuvo un dejo de vanguardia durante la década del 90, cuando el campo cultural se volcó a la nostalgia, pero hoy ya no sorprende a nadie y definitivamente cansa. Consideremos por un instante las historias de espionaje y la vieja premisa de la amnesia programada del agente de turno, sin duda uno de los ardides más recurrentes -y también de los más cercanos a la ciencia ficción- de aquellos thrillers que nacieron con la Guerra Fría: mientras que la televisión a lo largo de los años se especializó en la vertiente cómica de dicho planteo narrativo, al cine le tocó la orilla más severa y las consecuencias menos felices del saberse ajeno a la propia vida. Así las cosas, la doble identidad suele poner en cuestión la seguridad de un devenir apacible que de a poco se viene abajo a medida que el “héroe” descubre que es una máquina de matar latente, siempre a la espera de ser activada. Respetando a rajatabla el canon de una infinidad de propuestas similares, Operación Ultra (American Ultra, 2015) es un ejemplo maltrecho de la tendencia porque si bien a nivel formal se nos presenta como una suerte de comedia de acción con detalles extraídos tanto de la pantalla chica como del séptimo arte, la verdad es que como comedia claramente no funciona ya que el acento dramático tapa los pocos chistes existentes, los cuales por cierto son muy derivativos. Aquí el agente encubierto de la CIA -que desconoce su naturaleza- es Mike Howell (Jesse Eisenberg), un pueblerino lelo y fumón en pareja con Phoebe Larson (Kristen Stewart), quien en términos prácticos hace también de la “madre” del susodicho. El dúo protagónico en ocasiones parece igual de perdido que el propio film, tratando de amoldarse a un guión que no sabe hacia dónde está apuntado y que nos remite a esos pastiches posmodernos sin personalidad a los que nos referíamos anteriormente. Desde ya que no se podía esperar casi nada del realizador Nima Nourizadeh, cuyo único antecedente era la lamentable Proyecto X (Project X, 2012), sin embargo uno hubiese apostado que el sentido común iba a prevalecer, dotando a la obra de intrepidez o un núcleo cohesionante. Por suerte la película encuentra una especie de redención -aunque sea en parte- en las interesantes secuencias de acción, un placebo para tanto conformismo sin pies ni cabeza…
Operacion ultra es un producto diferente y refrescante que si bien no es "la" película tiene mucho que ofrecer al espectador que busca simplemente distraerse y pasar un rato pochoclero y distendido en el cine. El guión a pesar de ser una ensalada de géneros e inspiraciones en personajes de otras películas está bien...
Fumados a todo ritmo. Estamos ante la que seguro es la película más loca y descerebrada que se estrena en lo que va del año. Desde un inicio nada prometedor, donde se explica la sosa relación entre Mike, un chico apocado con repetidos ataques de pánico que trabaja en una gasolinera (Jesse Eisenberg) y Phoebe, su guapa novia (Kristen Stewart), que no paran de meterse alucinógenos en forma de marihuana para poder sobrellevar su rutina diaria. Enseguida pasamos a una auténtica aventura con aroma pulp, donde nada es lo que parece. El protagonista resultará ser una máquina de matar al servicio del gobierno de los Estados Unidos; su pareja, alguien con una identidad impostada y una serie de secuaces antológicos, los enemigos a batir. El director de esta recomendable apuesta a contracorriente es el londinense de ascendencia iraní Nima Nourizadeh, quien ya despuntó en el terreno de la acción y el ritmo desenfrenado hace tres años en el que fuera su debut en la gran pantalla, la comedia adolescente Proyecto X -2012-. Para que nos podamos ir haciendo una idea, Operación Ultra -2015- podría llegar a definirse como una suma de Pineapple Express -2008- más Identidad desconocida -2002-. Por un lado tenemos ese ambiente ofuscado y descomedido propio de las situaciones derivadas del consumo de estupefacientes y por el otro un film de acción puro y duro. Escenas de lucha cuerpo a cuerpo, persecuciones imposibles, explosiones, chico salva a chica de una muerte segura y viceversa. La paranoia se va adueñando de manera progresiva del desarrollo argumental (el guión viene firmado por Max Landis, autor entre otros de Chronicle -2012-) hasta el punto de no saber si en realidad no estamos asistiendo a una gran broma pesada con muy poco espacio a la originalidad. La base de la propuesta es la química entre los dos protagonistas, ya demostrada con creces con anterioridad en la deliciosa y muy recomendable Adventureland -2009- de Greg Mottola. Si bien a Jesse Eisenberg el papel de superhéroe hogareño le venga un poco grande, para la heroína de la saga Crepúsculo no es más que un divertimento y un escape después de haber demostrado en los últimos dos años estar lo suficientemente capacitada para acometer interpretaciones mucho más profundas y comprometidas (Siempre Alice -2014-, Camp X-ray -2014- y El otro lado del éxito -2014-, entre ellas). Entre los roles secundarios, destacar la presencia de Bill Pullman en un pequeño papel al final del metraje, y los siempre efectivos Topher Grace (Interstellar -2014-), quien nos regala a un villano de altura, y al colombiano John Leguizamo (Daño Colateral -2002-) recuperado para la causa y, como casi siempre, dando vida a un narcotraficante sudamericano bastante pasado de vueltas. En definitiva, una comedia de acción desenfadada y muy “pulp” con acentuada estética de cómic, pero absoluta falta de ambición, que parece sumida en la misma niebla de sus muy fumados protagonistas y que acaba decepcionando un poco por culpa de su poca capacidad de sorpresa.
La supremacía stoner. Conforme avanzamos como sociedad y nos insertamos en la modernidad, nos volvemos más tolerantes y abiertos a ciertas cuestiones que en el pasado eran consideradas aberrantes. Tal es el caso del consumo de las llamadas drogas blandas, en particular la marihuana. El cine no es un espacio ajeno a esta transición/ aceptación del consumo y el universo del cannabis. Desde los míticos personajes de Cheech y Chong (Up in Smoke, 1978), pasando por Harold y Kumar (Harold & Kumar Go to White Castle, 2004), y llegando hasta Superfumados (Pineapple Express, 2008), la pantalla grande supo y sabe dar lugar a esos personajes colgados, olvidadizos y perezosos cuyo universo gira entorno a fumarse un “fasito” (o varios) y tratar de pasarla lo mejor posible haciendo el menor esfuerzo. Un cuadro de situación similar es el de Mike (Jesse Eisenberg), empleaducho de un local perdido en el medio de la nada en Operación Ultra (American Ultra, 2015), lo nuevo de Nima Nourizadeh, director que obtuvo cierta notoriedad con otra cinta de excesos, Proyecto X (2012). Mike se pasa sus horas laborales detrás de un mostrador atendiendo los pocos clientes que se acercan y mata el tiempo haciendo dibujitos sobre monos espaciales en un anotador. Cuando no está “trabajando” se la pasa en el sofá de su casa con su novia Phoebe (Kristen Stewart), fumando porros y viendo televisión. Pero la trama se espesa cuando Mike descubre que en realidad es un agente entrenado por la CIA mediante un proyecto secreto: cuando el director de ese programa decide terminarlo, Mike pasa a ser considerado un bien prescindible. Su antigua entrenadora lo “activa” para que pueda salir vivo del conflicto y es en ese momento cuando un sinfín de explosiones y muertes -mediante objetos cotidianos- tienen lugar en la trama. La película funciona como un crossover entre el subgénero stoner (o “fumón”, en castellano) y las películas de acción con agentes de inteligencia al estilo Identidad Desconocida (The Bourne Identity, 2002). De hecho, abundan las referencias al universo de Jason Bourne: el jefe inescrupuloso, la empleada que ayuda desde adentro, el agente con pérdida de memoria que desconoce sus habilidades, las persecuciones, los secuaces de turno, etc. Las secuencias de acción se vuelven un extenso muestrario sobre cómo matar gente con los objetos más inesperados, y es así como la ultra violencia ocasional se estiliza y se expande al campo de lo humorístico. Jesse Eisenberg y Kristen Stewart repiten el rol de parejita joven, tal como los vimos en Adventureland (2009), y si bien Eisenberg continúa interpretando ese tipo de personaje neurótico que habla rápido y divaga en cada uno de sus pensamientos (sin importar si interpreta a un sobreviviente del apocalipsis zombie o al CEO de la red social más grande de la red), Stewart parece lograr más matices en su interpretación, algo que se puede percibir en sus últimos trabajos y que por suerte la aleja del mal karma de Crepúsculo (Twilight, 2008), que amenazaba con encasillarla en cierto tipo de personajes. Tal vez lo más flojo de la estructura narrativa se encuentre en el inicio, donde a modo de flashforward se nos develan imágenes claves del tercer acto, imágenes que -sumadas a lo ya visto en el trailer- tienen la duración suficiente como para darnos una idea bastante concreta de cómo va a decantar la cuestión, y eso hace que se pierda un poco el elemento sorpresa. Como película de acción, el film entretiene sin revolucionar el género y los momentos de comedia están lo suficientemente bien intercalados como para amenizar las cosas y robarle al público algunas risas, dentro de un relato que seguramente será más disfrutable para aquellas personas asociadas con la cultura canábica y sus bemoles.
Perdidos en el mundo del espionaje Generación Z, o la generación que se les ocurra con las últimas letras del abecedario y sus posibles combinaciones. Un rango etario inasible, volátil, incapaz de concentrarse en objetivos y amante del descanso, la procrastinación y el ocio como manera de vida. Imaginar una historia de espionaje protagonizada por personajes con estas características y sumar además, cierta reminiscencia a Escape salvaje (True Romance, 1993) es lo que se puede ver en Operación Ultra (American Ultra, 2015), algo que claramente se le puede ocurrir sólo a Nima Nourizadeh, que se regodea de su inverosímil generando una propuesta corrosiva y original, como ya lo hizo en su película anterior (Proyecto X). En Operación Ultra Mike Howell (Jesse Eisenberg verborrágico y esquizofrénico como siempre) ve como su tranquila rutina como empleado en un comercio y sus días entre televisión y drogas son alterados, cuando recibe la inesperada visita de una mujer (Connie Britton) que le “activa” cierta parte dormida en su inconsciente para salvarlo. Y esta “parte” no es otra cosa que la cristalización de un largo proceso de entrenamiento físico y militar por el cual fue convertido (en algún momento del pasado) en un arma mortal capaz de derrotar a ejércitos enteros a partir de elementos simples de la vida cotidiana, herramientas que le servirán nuevamente para sobrevivir, y que de alguna manera terminaron por esconder para evitar complicarlo. Incapaz de entender qué es lo que pasa con él y su entorno, comenzará una carrera contrarreloj en la que no sólo él será expuesto a un sinfín de situaciones arriesgadas, sino que verá cómo su novia (Kristen Stewart) también será arrastrada hacia lugares insospechados en los que la otrora tranquilidad con la que convivían y lidiaban, será la nueva meta a conseguir luego del terremoto de asesinos que se acerquen a querer liquidarlos. Fundando su verosímil en justamente lo inverosímil, el realizador propone una historia en la que es inevitable la empatía con sus protagonistas, a quienes queremos ver salir ilesos de cada una de las trampas en las que caerán por obra de Adrian Yates (Topher Grace), un siniestro jefe de la CIA a quien anteriormente la misteriosa mujer (Britton) tenía a su cargo. La decisión de eliminar a cada uno de los miembros del proyecto American Ultra (de donde provino Mike), para esconder así la vulnerabilidad de USA ante posibles ataques de espías extranjeros, convierte al pequeño pueblo del que forma parte Mike en una distopía momentánea en la que nada tendrá sentido para nadie. Nima Nourizadeh se nutre de un guión sólido para fortalecer el desparpajo con el que los actores interpretan a sus personajes, y con el que también se toman la propuesta, corrosiva y políticamente incorrecta, como hace tiempo no se veía en la pantalla. El mundo del espionaje narrado con fuertes dosis de ácido humor, mucha acción y exageraciones y la clara intención de no tomarse en serio nada de nada para terminar construyendo uno de los films más divertidos de la cosecha 2015 y también uno de los más irreverentes y entretenidos.
Colisiones sorpresivas Empecemos por relajarnos y repasemos el flashero argumento de Operación Ultra: Mike (Jesse Eisenberg) es un hombre con una vida muy simple, circunscrita básicamente al amor incondicional que siente por su novia Phoebe (Kristen Stewart). Con un humildísimo porvenir financiero e inseguridades varias por tratarse de un junkie (léase: adicto a la marihuana), sus preocupaciones pasan únicamente por tratar de hacerla feliz. Sin embargo, todo su pequeño mundo cambia repentinamente cuando se ve envuelto en el tironeo de poder interno de una operación entre agentes secretos que lo activan prematuramente, ya que él era una célula durmiente. La película entonces, versa básicamente sobre esto: ver como una parejita de amantes que escapa de una banda de sicarios que quiere asesinarlos, reacciona con inocencia y respuestas absurdas frente a la situación límite, generando mucha ternura y alguna que otra sonrisa. Una situación de huida que cada tanto mete un freno, y muestra como Mike enfrenta a los sicarios -unos malos muy malos cuya apariencia desde la actitud y el sentido estético, resulta uno de los puntos más logrados de la película- al transformarse en una verdadera máquina de matar y a sus escenas en una suerte de catálogo extenso sobre como matar sin armas, o mejor dicho: como matar convirtiendo cualquier objeto en un arma. Un guión muy sencillo -con un par de giros argumentales interesantes- con una narrativa que combina escenas de amor y ternura, con otras de super-acción pochoclera, y debido a esto, la historia por momentos pierde cierta fluidez debido a su brusquedad. Otra cosa a criticar es que el cariño expreso de ambos simpáticos protagonistas, a veces puede resultar repetitivo. Cuestiones puntillosas que debemos mencionar pero que no dañan la película ya que a pesar de ellas, ésta funciona. Operación Ultra se sostiene en las buenas intenciones de su guión, que intenta que dos mundos colisionen: el de la marginalidad y la vida poco pretenciosa más allá del pequeño porro de cada día con, el del mundo de super-agentes top secret que con sus inmaculadas tomas de combate hacen de la perfección, un hábito esperable. Párrafo aparte para las escenas de acción qué, muy logradas y con algo de gore en sus entrañas, son otro punto fuerte a tener en cuenta y recuerdan a las que pudimos ver en películas como Kick Ass (2010) y Kingsman: The Secret Service (2014). El tren de influencias no se agota en esas dos producciones dirigidas por Mathew Vaughn, sino que podría también apoyarse en los hombros de las Duro De Matar (1988 y siguientes), por su categoría de hombre sólo perseguido, contra el resto del mundo. Pero la mayor cercanía la encontré en una película dirigida por James Gunn; Super (2010), ya que la violencia extrema deja su paso a altas dosis de inocencia y ternura marginal para de nuevo irrumpir con fuerza, si es necesario. Si bien las historias son muy distintas, existen grandes similitudes entre los espíritus de ambas películas. Operación Ultra resulta un entretenido mix entre la ternura que parte de la inocencia disfuncional y convertirse luego en chiste, para provocar una sonrisa, con una gran dosis de acción pochoclera bien funcional.
La nueva locura escrita por Max Landis, dirigida por Nourizadeh Nima (responsable de la revolucionaria Proyecto X) y protagonizada por la dupla Jesse Eisenberg – Kristen Stewart llega a los cines: Operación Ultra, otra comedia de acción recomendada para fumados. Corren tiempos donde cualquier locura y proyecto extraño puede ser logrado y presentado en los cines de gran parte del mundo. Eso es Operación Ultra, lo nuevo de Max Landis: un delirio en forma de película de comedia, mezclada acción bizarra. Jesse Eisenberg, quien supo interpretar al creador de Facebook en La red social, ahora es un feliz consumidor de marihuana. A Eisenberg se le suma Kristen Stewart, la “chica Crepúsculo”, para confirmar una vez más que ambos forman un dúo más que interesante (también formaron pareja en Adventureland). Al comienzo, la película presenta una pareja muy enamorada que vive en un pueblo lejos del cemento, con buen trabajo y su propio cultivo cannábico. Mike (Eisenberg) es un pibe que está como quiere: feliz y con su novia Phoebe, que solo aparece en los primeros minutos del film para mostrar que está buenísima, pero sin desarrollar mucho más su personaje. Operación Ultra podría seguir, con tranquilidad, el curso natural de una historia como la que se presenta, pero no, no bajo el poder de Max Landis. Mike tiene un trabajo tranquilo y rutinario, un poco aburrido, pero que aún así le permite formar su propio “universo de historietas”, algo que a su novia le agrada mucho. Pero, en realidad, Mike es un proyecto de la CIA: por mucho tiempo fue estudiado y analizado como una rata de laboratorio y, por último, depositado en una ciudad tranquila. Las cosas en la CIA están revoltosas y, en una guerra interna entre los altos puestos del servicio de inteligencia, se activa a Mike: una máquina de matar. Mike no comprende nada de lo que sucede, y luego de ser activado se da cuenta de que ya no es el mismo: ante cualquier amenaza física, responde con un instinto asesino y preciso, como si de RoboCop se tratase. Todos sus movimientos son exactos, por supuesto que algunos golpes recibe, pero de todas formas la figura poco imponente de Eisenberg se transforma en un Jason Statham al mejor estilo Transportador. Una de las facetas más divertidas de la película está en el villano Adrian Yates, interpretado por Topher Grace (Eddie Brock/Venom en Spider-Man 3). Se trata de un personaje crudo y evidente, cuya intención es simple: hacer lo imposible por causar risas. El director de esta película, Nima Nourizadeh es reconocido por haber realizado Proyecto X en 2012. Operación Ultra es su segundo film, y en ella realiza un trabajo correcto: pasa de momentos de mucha acción a escenas sentimentales y de reflexión, donde muestra que después de tantos tiros, peleas, muertes y explosiones, los personajes también sienten el cansancio de una noche plagada de situaciones inexplicables. De todas formas, el humor que utiliza es, por momentos, forzado mientras roza lo bizarro.
Es cotidiano encontrar en el cine hollywoodense avances cinematográficos que distorsionan el contenido de las películas para venderlas mejor comercialmente. Hace mucho que no surgía un caso tan claro donde el trailer convierte al trabajo de un director en un film completamente diferente al que después ves en el cine. Si uno se deja llevar por los avances de Operación ultra parecería que se trata de una parodia nerd de las historias del agente Jason Bourne. En este caso combinada con las comedias de fumones como las que suele interpretar Seth Rogen. Sin embargo, la historia resultó mucho más dramática de lo que se promocionaba en los trailers. El verdadero film del director Nima Nourizadeh (El proyecto X) fusiona varios géneros en una entretenida película de acción donde sobresale la labor de sus dos protagonistas. Me pareció muy interesante que el agente implacable del estilo Bourne en este caso es representado por un alfeñique fumón que no tiene recuerdos de sus habilidades físicas. Jesse Eisenberg hizo un gran trabajo con la composición de este personaje y sorprende su desempeño en las secuencias de acción donde presenta una interpretación creíble. Tal vez algún día Kristen Stewart logre quedar despegada por completo de la saga Crepúsculo que la hizo ver como una actriz fría y limitada. En Operación ultra está excelente y a lo largo de la trama su personaje atraviesa un rango de emociones muy diferentes, donde queda claro que ella puede actuar cuando el papel le permite hacer algo interesante. Ambos ya habían ya habían formado una buena dupla en Adventureland y acá volvieron a integrar un muy buen equipo en una propuesta diferente. El director Nourizadeh, cuyo film anterior había sido una comedia con adolescentes, en este caso sorprendió con una película que presenta muy buenas secuencias de acción. Probablemente lo mejor de este estreno. El punto débil de su trabajo pasa por el tratamiento del humor donde los diálogos parecen haber sido escritos para otra película y se contraponen con el tono dramático que tienen en general la trama. Queda la sensación que el guionista Max Landis (Chronicle), hijo del director John Landis, intentó emular el trabajo del escritor Shane Black en Largo beso del adiós, que presentaba una propuesta muy similar, pero acá el humor no terminó de cerrar demasiado. De todos modos, si bien la fusión de géneros en Operación ultra terminó siendo rara la película consigue brindar un entretenimiento decente.
Héroe por accidente ??El director de Proyecto X y el guionista de Poder sin límites unieron fuerza para lo que en principio surge como una típica comedia negra juvenil sobre perdedores, pero que luego va derivando hacia el thriller de acción a-la-Jason Bourne. El resultado de este largometraje encabezado por Jesse Eisenberg y Kristen Stewart es más que agradable.??? Dirigida por el londinense Nima Nourizadeh (Proyecto X) y con guión de Max Landis (Poder sin límites), Operación Ultra se vende como una suerte de comedia stoner protagonizada por un fumón con una vida sin sentido y que, de buenas a primeras, es perseguido por los servicios secretos norteamericanos sin que él sepa bien por qué. Hay algo de eso detrás del film, pero también bastante más. El protagonista es Mike (Jesse Eisenberg), un joven sin demasiada proyección a futuro y cuyo único interés en la vida parecen ser su novia Phoebe (Kristen Stewart) y las docenas de gramos de marihuana que consume diariamente. Una agente del FBI con un mensaje a priori inentendible pero en el cual se cifra gran parte de su pasado marcará un quiebre narrativo por el cual Mike se convierte en objeto de persecución de todas las agencias de seguridad norteamericanas, al tiempo que repartirá piñas y patadas con un pragmatismo digno de Jason Bourne. No conviene adelantar demasiado de las razones de lo anterior, sobre todo porque allí anida gran parte del atractivo de un film que campea entre la autoconciencia y la violencia estilizada digna de una novela gráfica, entre el humor negro y la acción más clásica del personaje emblemático de Mat Damon, dando como resultado una experiencia por demás agradable.??
Hace ya unos meses vimos a Kristen Stewart en “El otro lado del éxito” haciendo de una chica normal que disfruta del arte y a Jesse Eisenberg haciendo magia “En nada es lo que parece” o en los trailers de Batmans Vs Superman siendo el futuro Lex Luthor. Pero ahora como dice en el cartel que promociona el film veremos a dos agentes fumados…. De la mano Nima Nourizadeh, director de “Proyecto X” (2012) llega una película llena droga y tiros. Phoebe y Mike son dos jóvenes enamorados que viven en un pequeño pueblo del que nunca pueden salir, ya que a Mike le agarran ataques de pánico cuando está por dejar todo atrás. Connie Britton le da vida a una agente que hace mucho había comenzado un proyecto que consistía en crear máquinas de matar, pero esto no llegó muy lejos, ya que todas las personas que se sometían a esto se volvían locas, el único que no enloqueció fue Mike, pero el gobierno decidió dar de baja a este proyecto. Cuando esto terminó decidieron darle una segunda oportunidad y para eso bloquearon sus habilidades con algún método, como si fuese hipnosis. Hay un nuevo hombre a cargo de la agencia y decide matar a Mike. Entonces, Mike junto a Phoebe deberán escapar de un grupo de asesinos mientras que él descubre poco a poco sus habilidades. Toda la película son ellos dos peleando y escapando de lugares. Las actuaciones son geniales, Jesse Eisenberg viene demostrando que es un gran actor y que hacer de alguien super hiperactivo o drogado le sale de taquito. Voy a admitir que prefería a la Kristen Stewart con anteojos haciendo y leyendo libros, pero la verdad es que sorprende el nivel que tiene en momentos determinados. Y no hay que dejar pasar esto: Es complicado verlos haciendo de gente que mata mucha gente. Los que vayan a ver este film no esperen una obra de arte. “Operación Ultra” es de esas películas que se ven con amigos o un viernes a la noche cuando te quedás en tu casa. Tiene buenos chistes, buenas actuaciones y peleas casi absurdas que divierten. Además… Vas a ver una película que el cartel que la promociona dice: “No hay nada más peligroso que una nueva generación de agentes… fumados”
Otra vez juntos Kristen Stwart y Jesse Eisenberg en una historia que nos quiere hacer creer que un chico lleno de miedos y traumas puede “despertar” como un agente letal que hay que eliminar porque mata hasta con una cucharita. Cine pochoclero, pero de entretenimiento regular.
El superagente fumón Equilibrada y fresca, la historia se sostiene desde el guión y dos buenos protagónicos. En Operación Ultra, la nueva película de Nima Nourizadeh (Proyecto X) Mike y Phoebe, Jesse Eisenberg y Kristen Stewart, viven una romance alucinado, paranoico y creativo en Virginia, EE.UU. Pero en paralelo, en los altos mandos militares, un jefe inescrupuloso decide acabar con Mike, que sin saberlo fue parte de un experimento, un proyecto para crear agentes superhombres de dudoso éxito. Nourizadeh muestra un mundo juvenil, stoner, fumón, con dillers, campos y rutas abiertas, en las que los agentes asoman implantados para acabar con la paz de la feliz pareja. ¿Qué pueden querer de estos buenos chicos, de Mike, que sólo piensa en Phoebe, en sus cómics, en sus drogas, mientras trabaja en un supermercado? Todo podría ser fruto de su imaginación, un cómic más, pero no. Dos agentes llegan para matarlo minutos después de que una misteriosa mujer decidiera activarlo, salvarlo, aunque él apenas se entere. Allí nace la película, la historia del chico acosado por un maniático y su ejército exterminador. Un juego con lo inconcebible, el absurdo, donde el personaje va descubriéndose como un superhombre. Drones, agentes de la CIA, psicópatas poderosos y narcotraficantes conviven en este paisaje creado por Nourizadeh y el guionista Max Landis, dúo poderoso e inventivo en esto de parodiar la inteligencia militar asociada a la tecnología. Cruza de acción y comedia que, desde Terminator, se ha vuelto ineludible para una creciente cantidad de películas: como la debilidad y la escasa novedad de sus argumentos no permite riesgos mayores, apuestan a jugar con el tono. La vieja salvación del absurdo. Sí necesitan que el casting funcione, y aquí funciona. Eisenberg y Stewart, su gracia, su capacidad para mezclar ingenuidad, sorpresa y mantener inalterables sus personalidades son un punto alto de la película. Mike es Mike incluso cuando se sabe experto asesino. Acción, personajes queribles, burlas ocurrentes con la historia del cine y una trama leve ofrecen un resultado cercano a lo que debiera ser ese absurdo en un cine joven. Y claro, está la parodia del superhombre fumón.
Otra topología del descontrol La ópera prima del londinense Nima Nourizadeh fue Proyecto X (2012). Aquel film era la crónica de los preparativos, la realización y los resultados de una fiesta estudiantil que el director utilizaba como vehículo para estudiar cómo el orden podía mutar, sin que nadie sepa de qué forma, ni por qué, ni muchos menos en qué momento, en el desmadre más absoluto e incontrolable. Por su parte, Max Landis (hijo de John, uno de los realizadores estrella del firmamento de la comedia más subversiva entre los 70 y primera parte de los 80) había estado a cargo del guión de Poder sin límites (2012), primer largometraje de Josh Trank (la reciente Los cuatro fantásticos), centrado en tres jóvenes no del todo populares que deseaban serlo y que, de buenas a primeras, obtenían una serie de superpoderes que ponían al servicio no del bien común sino del revanchismo y, consecuencia directa de lo anterior, de un rompan todo digno de una de Marvel. ¿Qué podía salir de un film dirigido por el primero y guionado por el segundo? Nada muy distinto a lo que Operación Ultra finalmente es: una –otra– topología del descontrol, de lo felizmente exacerbado.Al igual que los protagonistas de Proyecto X y Poder sin límites, los de Operación Ultra son víctimas de los mecanismos de sus rutinas. Y también de otros ajenos a su control y voluntad. Claro que esta parejita parece estar mucho más cómoda consigo que los adolescentes de las anteriores: Mike (Jesse Eisenberg, cada película con un grado de superior neurosis y locuacidad) es un pueblerino un poco lelo y recontra fumón de novio con Phoebe (Kristen Stewart). Ambos tiene trabajos ganapanes, son felices el uno con el otro y no parece importarles nada más. Hasta que a él sí. “¿Yo soy ese árbol que te está deteniendo?”, le pregunta a ella después de que una de sus ataques de pánico les impidiera tomarse unos días de vacaciones en Hawaii. Ella dirá que no, que lo ama, pero la belleza siempre gélida y enigmática de Stewart deja translucir que quizá haya algo en su pasado que convierte a esa sentencia en una frase oportunista antes que en la puesta en palabras de un sentimiento auténtico.Ese pasado vuelve cuando una agente del FBI aparezca por el minimercado regentado por él con un mensaje a priori indescifrable, pero que empezará a tener sentido cuando Mike descubra a dos agentes poniéndole una bomba a su auto y, sin qué el mismo entienda muy bien cómo, termine asesinándolos, a uno de ellos con una cuchara. Porque Mike reparte piñas y patadas con la ductilidad de Jason Bourne. Y también, al igual que el personaje creado por Robert Ludlum, tiene una imposibilidad de recordar cuándo y por qué adquirió esos conocimientos de combate. ¿Quién es verdaderamente? ¿Por qué el Bureau movería cielo y tierra para dar con él? ¿Qué se esconde detrás de su fachada?Ya sin la cámara en mano para crear el efecto de “ficción filmada como documental casero” de sus películas anteriores, Nourizadeh-Landis patentizan las piezas de aquel pasado en un presente violento y con los servicios secretos dispuesto a todo con tal de cazarlo, incluso a destruir la ciudad entera. La desmemoria y el pragmatismo resoluto a la hora de la violencia física del protagonista convierten a Operación Ultra en hija no reconocida de la saga protagonizada por Matt Damon y Jeremy Renner, aunque sin la gravedad ni la preocupación por establecer vínculos con la coyuntura geopolítica. En ese sentido, el film está más cerca de la adaptación del universo de una novela gráfica, sobre todo por su apuesta deliberada y autoconsciente por la estilización de la violencia extrapolada de cualquier contexto y siempre campeada por una dosis creciente de un humor negrísimo. Negrura que llega a su punto culminante en un operístico tiroteo dentro de un supermercado cuyos hectolitros de sangre causarían la envidia de Quentin Tarantino.
Una pareja con química A la hora de elegir un actor que encarne a un personaje sub 30 desolado, que llene casi todos los casilleros del slacker definitivo, en suma, que trasmita todo el peso de la desmotivación generacional, Jesse Eisenberg probablemente sea uno de los primeros en la hipotética lista corta que manejan directores y productores de Hollywood. Ahora bien, si Eisenberg viene cumpliendo ese rol con una efectividad demoledora en títulos como Adventureland (Greg Mottola) e Historias de familia (Noah Baumbach) es indiscutible que el muchacho también tiene ese algo que puede hacerlo pasar de un freak depresivo con severos problemas de sociabilidad en alguien de temer, como ya lo demostró en La red social (David Fincher), Nada es lo que parece (Louis Leterriere) e incluso Zombieland (Ruben Fleischer). Ese arco interpretativo y si se quiere, de physique du rol es el que explota Operación ultra, que lo ubica como un atormentado joven con ataques de pánico, empleo descartable en una estación perdida del estado de Virginia y existencia anónima, que considera que lo único bueno que le pasó en la vida es su novia Phoebe (Kristen Stewart). Y el chiste tan extendido como efectivo es que ese anónimo hombre de los márgenes, que abraza sin poder creer el amor incondicional de su pareja, que fuma porro sin parar y dibuja historietas en un cuadernito, es también una máquina de matar, un experimento de la CIA que solo espera las palabras correctas para activarse. El director Nima Nourizadeh sigue la línea de su anterior film, Project X, una comedia adolescente que hacía uso y abuso del desenfreno y la acción, abreva en la saga Bourne la amnesia programada, la memoria casi en blanco, las habilidades insospechadas pero que salen a la luz cuando hacen falta y trabaja en el formato stoner movie (películas de fumones) para conformar un combo bastante eficaz que se apoya en la ya probada química entre Jesse Eisenberg y Kristen Stewart, que en Adventureland conformaban una pareja adorable. El resto está a cargo de un villano clásico como el agente del gobierno encargado de la operación de limpieza del experimento fallido (Topher Grace), la responsable de campo que trata de evitar la "cancelación" del proyecto (Connie Britton) y el dealer del pueblo (John Leguizamo en plan John Leguizamo). Sin ser del todo feliz a partir de cierta dispersión del relato y un ritmo intermitente, Operación ultra es una comedia disfrutable que con un poco más de cohesión, podría haber sido una gran película.
La función principal de cualquier film de género será cumplir con su cometido; ya sea si es suspenso generar tensión; si es terror exponer cantidad de sangre o generar pavor; buscar la lágrima en el drama; elevar la fantasía en la ciencia-ficción; y en la comedia crear situaciones risueñas, hacernos pasar un momento entretenido mediante el recurso de la risa. Inconveniente principal de Operación Ultra, rara vez crea genuinos momentos de comicidad efectiva. El segundo opus de Nima Nourizadeh (Proyecto X) intenta ser un homenaje a varias cosas, a la vez que una parodia de otras. Con solo leer su premisa ya caeremos a qué antecedentes hace referencia. En primer plano tenemos a Mike Howell (Jesse Eisenberg) un fumón de pueblo que pasa sus días sin hacer mucho más que escribir un comic alternativo y probar algún humo recreativo. Lo acompaña Phoebe (Kristen Stewart), su novia que lo apoya y soporta, en todo. Lo que Mike no sabe es que en verdad es un Agente encubierto de la CIA, entrenado para ser un arma mortal. Ya sabemos, por más amnesia que se tenga, el pasado siempre regresa a tomar partido. ¿Se acuerdan de El Largo Beso del Adiós?, y más cerca en el tiempo, la saga Bourne, o Desconocido; o cualquier otra película sobre agentes que perdieron la memoria o deben escapar de su antigua agencia, las hay a montones. Tomen esas ideas en clave parodia y mézclenlas con las comedias fumadas de los setenta e inicios de los ochenta. Eisemberg y Stewart se esfuerzan en salvar sus personajes. El actor de Red Social vuelve a reinterpretarse en el personaje atribulado que ya le vimos hasta el cansancio, pero le sale de taquito. Stewart sigue intentando despegarse de la insípida Bella, y logra algún matiz extra, algo más de carisma o color. De todos modos ambos están lejos de la química que habían conseguido en Adventureland, fundamentalmente porque aquí nada los acompaña. Un puñado de secundarios como los de Connie Britton, Thoper Grace, Bill Pullman o John Leguizamo, poco aportan. El guión de Max Landis (Poder sin límites) pareciera adorar a los míticos Cheech & Chong, pero ni Eisemberg y Stewart son Cheech Marin y Tony Chong, ni Landis y Nourizadeh poseen el timing para emular las viejas épocas. Aún en la muy fallida Proyecto X quienes gustan de las estudiantinas modernas, tenían sus momentos de regocijo efectista, suerte que aquí no encontraron durante casi todo el metraje. Algo de mejor suerte parecieran correr las escenas de acción, correctas en su mayoría, trilladas, y con alguna inventiva sobre el arte de matar. Operación Ultra intenta ser desfachatada en una época en la que se habla de hierbas hasta en programas y películas infantiles, recurre a viejas estructuras y recursos sin agregarle algo de frescura. Estéticamente busca asegurarse algún lugar dentro del nuevo estilo comic, y lo logra a medias, siendo sin embargo uno de los puntos destacables. Comúnmente las comedias buscan el efecto pasatista, hacer que nos olvidemos del alrededor y dejar transcurrir el tiempo. Operación Ultra en su escaza hora y media nos hace sentir que el tiempo transcurre más lento; quizás sea el efecto de algún alucinógeno contrario.
Parte thriller de acción, parte comedia stoner. Operación Ultra sufre por su falta de identidad. Las aventuras (y desventuras) del Jason Bourne cannábico Son tantos los elementos al rededor de Operación Ultra que bien conjugados podrían habernos dado un nuevo clásico de culto, que resulta imposible no salir del cine sin sentirse algo decepcionados. Dirigida por Nima Nourizadeh (Proyecto X) y con un guión original de Max Landis (Poder Sin Límites), el film se propone la difícil tarea de ser una comedia stoner metida dentro de una clásica película de espías amnésicos. Con escenas de acción que gracias a cortes rápidos de montaje, coreografías y la ayuda de la tecnología, transforman al neurótico Jesse Eisenberg en una suerte de Jason Bourne cannábico. La idea de parodiar a la saga protagonizada por Matt Damon queda en claro desde el primer momento. La película incluso esta situada en el ficticio pueblo de Liman, obvia referencia a Doug Liman, director de la primera aventura de Bourne y productor ejecutivo de la franquicia. Algunos tramos de la historia y el montaje durante las secuencia de pelea nos dan tambien un fuerte indicio de esto. Pero Operación Ultra nunca va mucho más allá de ser una versión drogada y algo más juvenil de Jason Bourne. Honestamente me costó trabajo determinar si no me estaba riendo porque la película no intentaba hacerlo de manera intencional, o porque fallaba miserablemente cada vez que intentaba sacar a relucir su registro cómico. No hace falta aclarar que la respuesta está en la segunda opción, ya que el film nunca llega a funcionar como sátira, ni como comedia stoner o slacker. A tal punto que el hecho de que los personajes de Jesse Eisenberg y Kristen Stewart sean unos vagos simpáticos y fumones, termina convirtiéndose en un punto trivial, casi anecdótico , dentro de la trama. La sensación es que los responsables estaban más interesados en entregar un productor bien pulido, con una cuidada estética comic y que se comportara como un juego shoot 'em up, en lugar de la comedia que proponía en un principio. Es una lástima porque explotar un poco más este aspecto podría haber dado un película diferente, en el sentido más amplio de la palabra. Eisenberg y Stewart nuevamente forman dupla después de haber trabajado juntos en Adventureland y el resultado vuelve a ser bueno. Entre tanta acción y el viaje de nuestro personaje por descubrir su verdadera identidad, el guión de Landis encuentra los espacios para desarrollar una historia de amor que se siente auténtica en todo momento, en especial gracias la química buena entre los actores y diálogos con verdadero sentimiento detrás. Por el lado de los secundarios no hay mucho más que cara conocidas haciendo aceptables trabajos: Connie Britton, Topher Grace, John Leguizamo, Walton Goggins, Tony Hale y hasta Bill Pullman, algunos con más tiempo en pantalla que otros, pero más allá de sus divertidas intervenciones en la historia la realidad es que este es un show puro y exclusivo de Jesse Eisenberg y Kristen Stewart. Conclusión Operación Ultra es una película que probablemente guste más a aquellos vayan en busca de un thriller de acción en lugar de la comedia stoner que nos prometía. En ese sentido no es tan redonda como Pineapple Express, donde la combinación de géneros terminó dando como resultado un film más homogéneo, diferente y divertido. El humor nunca se siente integrado a la historia y ahí reside su gran falencia. Pero más allá de eso es una digna cinta de acción que compensa con entretenimiento su falta de gracia, con momentos explosivos y con el corazón en el lugar correcto, cortesía de un a una sorpresivamente sincera interpretación de Eisenberg y Stewart.
Efectiva mezcla de delirio, violencia y mucho humor negro Los viejos métodos de lavado de cerebro al estilo "El embajador del miedo" llegan a niveles inéditos de delirio y humor negro en esta nueva película del director de "Proyecto X", el inglés de ascendencia iraní Nima Nourizadeh que esta vez tiene un cómplice especialmente talentoso, el guionista Max Landis, hijo de John Landis, director de clásicos como "The Blues Brothers" y "Un hombre lobo americano en Londres". Evidentemente Max fue a la escuela indicada para saber armar una historia con guiños al cine de los años 80 pero también muy arraigada en lo más audaz del siglo XXI, aportando ideas a un director que se debe haber divertido tanto filmando esta película como el espectador viéndola. Jesse Eisenberg es un joven adicto a todo tipo de sustancias tóxicas que vive sufriendo terribles ataques de pánico que, entre otras cosas, le impiden salir de los limites del pueblo en el que habita junto a su inquebrantable novia Kristen Stewart, a la que siempre quiere llevar a Hawai, cosa que nunca logra. Pero el último intento de concretar ese viaje soñado despierta una alarma en un jefe de servicios secretos que inmediatamente mandan gente para exterminarlo. Es que el protagonista es una célula "dormida" de un programa altamente confidencial llamado Ultra. El pobre tipo no entiende lo que está pasando, salvo que no tiene inconvenientes en liquidar a los asesinos que mandan por él, incluso si sólo tuviera como arma una cucharita. "American Ultra" tiene escenas ultraviolentas excepcionalmente filmadas, y tambien situaciones increíblemente divertidas en las que aparecen todo tipo de personajes estrafalarios, como un asesino sonriente que pronto pierde sus dientes, o un extrovertido proveedor de drogas intrepretado por John Leguizamo. Lo mejor de del film es que sólo va revelando sus secretos de a poco, tanto al público como a su protagonista, que se pasa buena parte de las escenas pensando que tal vez sea algún tipo de robot homicida. La pareja estelar se luce especialmente, sobre todo Stewart que aquí hace un trabajo a años luz de las películas adolescentes a las que nos tiene acostumbrados. Llena de secuencias impactantes tanto en lo argumental como en la estética psicodélica usada por el director, éste es ese tipo de film destinado a convertirse en objeto de culto, y que dan ganas de ver de nuevo ya no bien termina. La alucinante escena animada de los créditos del final es sólo un elemento en este sentido.
Este jueves llega el estreno de Operación Ultra, dirigia por Nima Nourizadeh (Proyecto X) con Jesse Eisenberg y Kristen Stewart. Mike es un joven que no tiene motivación alguna y que vive junto a su novia Phoebe en una pequeña y aburrida ciudad. Un día, su vida da un giro inesperado cuando el pasado de Mike vuelve para perseguirlo y se convierte en el blanco de una operación de alto secreto del gobierno. Operación Ultra parte de una premisa, que aunque ya vista en otras películas, conforma una comedia de acción negra simple. El problema principal de Operación Ultra radica en intentar ser algo que no es. Jesse Eisenberg pareciera repetir una y otra vez los personajes de todas sus películas y en el caso de Kristen Stewart, el desarrollo de su protagonista solo es creíble en la desvariada historia que plantea el director de Proyecto X. Sin grandes carcajadas, ni una acción desmedida (como muestra el trailer) el film de Nourizadeh quiere apostar a varios géneros pero no brinda nada nuevo en ninguno de ellos; y queda a medio camino de todos.
Comedia romántica y narcótica No hay respiro en Operación Ultra. Desde el momento en el que una pareja de jóvenes fumones de West Virginia que planea un ansiado viaje romántico a Hawai se entera de que la CIA está detrás de sus pasos, todo es vértigo. Y eso ocurre muy rápido, en el primer tercio de la película. El inconveniente inicial se produce en el aeropuerto: Mike y Phoebe (Jesse Eisenberg y Kristen Stewart, la misma feliz sociedad de Adventureland) pierden el vuelo a Honolulu porque él sufre un ataque de pánico y elige encerrarse en un baño en lugar de subir al avión con su novia. Y de ahí en más se de-sata una cadena de sucesos completamente disparatados que incluye tiros, explosiones, violentas peleas cuerpo a cuerpo y un humor zumbón al estilo Piña Express (otro célebre film de stoners, lanzado directo al video en la Argentina) que funciona intermitentemente. Nadie puede sospechar seriamente, observando al desgarbado Mike, que está frente a una máquina de matar entrenada por la CIA. Ni siquiera él mismo, sobre todo porque la poderosa central de inteligencia se ocupó de lavarle el cerebro para que no recuerde su participación en un programa secreto que, aunque parezca irreal, se dice que existió (y se llamó "MK Ultra"). No es la primera vez que el cine americano se toma en solfa a los agentes secretos, pero no siempre la parodia es tan ácida e hiperbólica como en este caso. Dedicado durante años a la publicidad y director de clips de Franz Ferdinand, Hot Chip y Lilly Allen, el británico Nima Nourizadeh consigue, con una buena cantidad de recursos visuales y un ajustado trabajo de montaje, que la narración sea ágil, que la trama -aun con una líneas argumental extravagante- se entienda (en buena parte de las películas de acción de Hollywood eso no está del todo asegurado, vale la pena aclarar), se despliegue, fluya. Cuenta, además, con dos protagonistas con mucho carisma que logran que también funcione una línea romántica que a primera vista puede quedar opacada por tanta pirotecnia, pero finalmente termina emergiendo con fuerza. La película oscila constantemente entre la acción desenfrenada y la comedia romántica y narcótica. Mike es un Jason Bourne colgado y alejado de toda solemnidad. Salta de su oscuro puesto de cajero en un pequeño minimercado pegado a la ruta a las batallas más sangrientas contra enemigos peligrosísimos y armados hasta los dientes. Agotado el chiste de esa inesperada transformación, queda la historia de amor. Y es la química entre Eisenberg y Stewart la que logra mantenerla obstinadamente viva. Sobre el final, una notable secuencia de títulos rinde homenaje a la novela gráfica, obvia fuente de inspiración de esta película ideal para una trasnoche cargada de pochoclo.
Hay química entre los dos En Operación Ultra, Nima Nourizadeh continúa la línea de su anterior film Project X: comedia teen donde utiliza un mundo juvenil, fumón y mucha acción para construir un relato bastante atractivo, mezcla entre Pineapple Express y la saga Bourne. En esta oportunidad conformó un combo muy eficaz a partir de la química entre Kristen Stewart y Jesse Eisenberg (recordemos la pareja de Adventureland), quienes definitivamente son el alma de la película. Y después tenemos a Topher Grace, como el villano agente del gobierno encargado de la operación de limpieza del experimento fallido, entre otros muy buenos secundarios, donde podemos destacar a Bill Pullman (un pequeño papel hacia el final) y el colombiano John Leguizamo. La trama es light (nada muy rebuscado), pero la mezcla de psicópatas, narcotraficantes, drones y agentes de la CIA creada por Nourizadeh y guion de Max Landis, hacen que todo funcione. Posiblemente la única crítica sea el exceso de violencia y la falta de coherencia entre todo lo que sucede y el rejunte de géneros, pero el ritmo no cae en ningún momento y mantiene la atención del espectador, donde el desenfado es uno de los principales responsables. Operación ultra es una comedia muy disfrutable y seguramente sin muchas ambiciones, pero que logra el objetivo primordial de entretener.
Por ahí bien se supo describir a American Ultra como una cruza entre la saga Bourne comandada por Matt Damon y la comedia drogada Pineapple Express, con la dupla Rogen & Franco. La comparación no está del todo errada, pero la segunda película de Nima Nourizadeh -director de la alocada Project X- no tiene el nivel de acción desenfrenada de la primera, ni tampoco la gracia de la segunda, sino que es un híbrido que se queda en muy buenas intenciones, con una premisa interesante, pero que es víctima de sus propias limitaciones. Comenzar en media res, en un interrogatorio con el protagonista todo golpeado y con cara de pocos amigos, es una aciaga manera de iniciar la película. Por un lado, sabemos que el personaje se las ha visto negras y, por el otro, que ha sobrevivido a la odisea que plantea la historia de Max Landis. Es un dispositivo fílmico bastante utilizado, pero que le quita inmediatamente esa urgencia y el peligro que comporta descubrir que un cajero de minisuper drogado es en verdad un agente durmiente. El frenetismo que Nourizadeh presentó en Project X más la fresca visión de Landis en Chronicle dejaba entrever una aventura lisérgica y descontrolada, pero American Ultra no es nada de eso. Tiene sus momentos de gloria, sangrientos y hilarantes al extremo, pero están tan diseminados a lo largo y ancho de la película que en ciertas ocasiones hay mesetas imposibles de franquear, aún cuando el carisma de Jesse Eisenberg y Kristen Stewart lo es todo para lograr química instantánea y que el espectador se preocupe por su futuro. Ambos demostraron tener buena piel en Adventureland, y esa presencia desenfadada que tienen le sienta de maravillas a esta pareja de jóvenes constantemente fumados, que se ven salidos de su elemento cuando un agente tras otro les da caza. Detrás de un sólido elenco secundario -Connie Britton arma en mano, un cameo extendido de Bill Pullman y el histriónico asesino que encarna Walton Goggins, entre otros- hay interesantes escenas de acción bien dirigidas y coreografiadas, una buenísima banda de sonido que le da ese toque acelerado a la historia, pero que en definitiva una vez terminada la película -con pincelazos de secuela muy claros- no dejan un gran sentimiento de desenfreno, lo cual prometía a creces este proyecto. Se deja disfrutar, pero cuando el viaje se termina, ahí se queda.
Mezclar no siempre es malo Nima Nourizadeh había demostrado con su opera prima, Proyecto X (Project X), dos características fundamentales que lo ubicaban como a un tipo al que convenía prestarle atención. Aquella película (uno de los mejores exponentes de la anarco comedia adolescente) no sólo entraba y salía de géneros formalmente opuestos sin afectar en ningún momento el espíritu festivo sino que, además, elevaba exponencialmente la propuesta de cada uno de ellos hasta rematar en un clímax que los envolvía a todos. La comedia en Proyecto X era cada vez más absurda sin afectar el verosímil, el drama era cada vez más denso sin afectar la comedia, la acción era cada vez más desenfrenada sin perder la densidad del drama y todos esos géneros se mantenían a lo largo del film sin afectar la base formal del found footage (que nunca abandonaba). Ese era el resultado de un profundo conocimiento sobre las bases del cine de género y de una consciencia sobre el arte de narrar que no abunda. Saber qué se quiere contar y cómo hacerlo. ¿Simple? No tanto. Ambas características continúan presentes en su nuevo opus Operación Ultra, esta vez con un sólido guión de Max Landis, hijo del enorme John Landis (dato no menor para entender la capacidad de la película de encontrar el orden dentro del desenfreno). La capacidad narrativa de Nima Nourizadeh y el desenfreno del guión de Max Landis hacen de Operación Ultra (American Ultra) un híbrido orgánico y equilibrado. El film pasa de la comedia fumona a una acción más propia del cómic que del cine, de esta, a las películas de agentes secretos post 11-S y de ahí, al romance y el drama. En ninguna parte de este periplo estilístico Operación Ultra traiciona el código con el espectador sino que, por el contrario, se solidifica cada vez más a medida que más variables entran en juego. La dupla guión-dirección tiene en claro que el objetivo es entretener, pero no descansan sobre esa confianza para mostrarnos un compilado de gags entre secuencias que no tienen conexión entre sí, sino que profundizan en cada una de las decisiones que toman y las sostienen hasta las últimas consecuencias. Operación Ultra es honesta y desprende amor al cine en cada fotograma.
Desmadre a la americana Operación Ultra es una combustión de comedia, acción, conspiraciones, ciencia ficción y violencia gore. Seis años pasaron desde que Jesse Eisenberg y Kristen Stewart actuaron juntos en Adventureland (2009), la entrañable obra maestra de Greg Mottola. Los protagonistas de aquel parque de diversiones de la década de 1980 se robaron el corazón de toda una generación de espectadores a fuerza de química y talento y sus fans pedían a gritos una nueva película con ellos dos. Hasta que llegó, por fin, Operación Ultra, que los reúne de nuevo y que, además, junta al director de Proyecto X (2012), Nima Nourizadeh, y al guionista de Chronicle (2012), Max Landis, dos títulos que se ganaron una relativa fama de “filmes de culto” en un reducido sector del público joven. El resultado es explosivo y único. Dicho rápidamente, Operación Ultra (American Ultra es el título original) es una comedia romántica de acción conspiranoica y ultra violenta, en la que el humo de la marihuana que fuma el personaje principal se mezcla con la hemoglobina que brota a borbotones de los cuerpos de agentes secretos y asesinos despiadados de la CIA. La película tiene menos que ver con Adventureland y más con Proyecto X y Chronicle. Tiene más elementos en común con estas dos que con la película dirigida por Greg Mottola. Pero lejos de caer en la comedia fumeta al estilo Este es el fin, Operación Ultra da un paso más y toma un camino que se bifurca en subtramas paranoicas con violencia gore, lo que no hace más que singularizarla y distinguirla del resto de los filmes mainstream. Mike Howell es el típico slacker (holgazán) que trabaja en una especie de supermercado en un pueblo apartado. Vive con su novia Phoebe (Kristen Stewart), el amor de su vida, y se la pasa fumando hierba. En sus ratos libres, se cuelga dibujando bocetos de futuros comics. Pero un buen día su vida da un giro inesperado cuando pasa a ser el blanco de un grupo de inteligencia del estado, que quiere matarlo en una operación secreta del gobierno. Esto da comienza a una historia delirante de paranoia, persecución y violencia, en la que Mike deberá huir con Phoebe y averiguar por qué lo quieren matar. El link con el subgénero “lavado de cerebro” y con la ciencia ficción también se hace presente cuando Mike empieza a dudar de su identidad y a preguntarse si no será un robot programado por la CIA. Hay algunos planos con colores fluorescentes que refuerzan la puesta en escena. Por momentos da la sensación de que la película está en el limbo, pero ese detalle es algo positivo porque se condice con lo que le pasa al personaje de Mike. Y si bien tampoco queda clara la postura del director, esto también es algo que suma porque encaja con la indefinición de la película. Como Mike, Operación Ultra no tiene una identidad definida. ¿Es una película sobre la fragmentación de la identidad? Si la respuesta es positiva, estamos entonces ante una película del aquí y ahora, que habla del estado de las cosas y del mundo actual. Una recomendación final: atentos al dibujo animado de los créditos finales. Es un cierre perfecto para una película que hay que ver en el cine.
El antihéroe que faltaba Jesse Eisenberg es Mark Howell, un nerd de pueblo con ataques de pánico, siempre con un cigarrillo de marihuana a mano, que atiende un supermercado mientras dibuja las aventuras de un mono espacial, pensando en una tira de cómic que, obviamente, no se concretará. Lo extraño es que su novia Phoebe, que le aguanta todas sus manías, es ni más ni menos que Kristen Stewart. Allí pasa algo raro. Una noche en la caja del súper, aburrido, dibujando las aventuras del súper mono y tomando sopa enlatada, observa a dos individuos que le hacen cosas a su auto. Sale a increparlos, los individuos sacan dos pistolas y Mark los despacha cual Jason Bourne (a uno lo atraviesa con la cuchara de sopa). Desconociéndose él mismo, Mark sabrá después que fue programado como un agente letal, pero un cambio en la cúpula de la CIA decretó su exterminio. Con guión de Max Landis (hijo del famoso John), la película abreva en la mencionada saga Bourne, el bizarro agente israelí Zohan Dvir y otros parias peligrosos, pero no consigue sostenerse con humor, que es el as en la manga de Eisenberg. Las escenas de acción son muchas y truculentas, pero con eso solo no alcanza.
“Operación ultra” es un pastiche. Y podría haber sido un pastiche divertido, pero humor es justamente lo que le falta. El segundo filme del director británico-iraní Nima Nourizadeh (“Proyecto X”) intenta parodiar las películas de espías que perdieron la memoria, al estilo Bourne, y cruza esta parodia con las comedias “stoner” de los 70, más una buena dosis de sangre y violencia. El protagonista es Mike Howell (Jesse Eisenberg), un chico de pueblo tímido y fumón que está perdidamente enamorado de su novia Phoebe (Kristen Stewart), una compañera incondicional que le perdona todo. Claro que nada es lo que parece y Mike es en realidad un agente encubierto de la CIA entrenado para matar, aunque él no lo sepa. Convengamos que la premisa del espía con amnesia está trillada y Nourizadeh no hace mucho para aportar algo nuevo. “Operación ultra” se vuelve aburrida y previsible, y cuando pasó menos de una hora el interés decae a cero. Y como comedia bizarra tampoco funciona. Sólo algunas escenas de acción vibrantes logran meter tensión, pero este efecto se agota a los pocos minutos. Jesse Eisenberg (“Adventureland”, “Red social”) se salva porque siempre es un gran actor y al personaje de loser se lo sabe de memoria. Kristen Stewart, en cambio, es pura belleza gélida y un puñado de mohines.
A esta altura, la historia del tipo muy común, que es, sin saberlo, un perfecto superasesino oculto, se ha vuelto un lugar común en el cine de acción. Algo nos dice del mundo, sin dudas, que se desconfíe del Estado, capaz de transformar al humano en arma. La variante en esta película es que el “arma” es un postadolescente fumón, en las antípodas del agente que lo persigue. El contraste funciona porque los actores (J. Eisenberg, K. Stewart, T. Grace) entienden el juego, mantienen a rajatabla las constantes de sus roles y nos convencen de existir. Y porque las secuencias de acción son en general muy buenos gags físicos. Esos elementos apartan la película de la repetición y le permiten a la vez decir algo perturbador respecto del mundo en que vivimos: que no sólo no estamos solos, sino que nuestra libertad es una especie de ilusión de la que sólo cierta incorrección política puede despertarnos.
Un poco fallida y un poco abyecta 1. Conocimos al director Nima Nurizadeh por su trabajo en Proyecto X que se presentaba como película definitiva sobre fiestas caseras que se van al carajo. En realidad es una buena comedia, sólida y de buen ritmo, que es, sin defraudar, un poco menos de lo que prometía ser. En Operación Ultra intenta imprimir el ritmo que consigue en aquella película pero se encuentra con algunos obstáculos. Primero la dirección de actores, el elenco de famosos más o menos consagrados con el que cuenta Operación Ultra parecen estar actuando como si les hubieran dicho “hacé lo tuyo”, sobre todo en el caso de John Leguizamo y Topher Grace. También se ven esas dificultades con los protagonistas: Jesse Eisenberg, un buen actor con gracia y timing pero que siempre hace variaciones del mismo papel no termina de encontrar su personaje; luego la bella Kristen Stewart, que hay que dejar de condenar por su rol en Crepúsculo porque, digámoslo, es una buena actriz (ver El otro lado del éxito de Olivier Assayas para despejar todas las dudas), que en Operación Ultra está en un registro un tanto cargado para el tono superficial de la película. Dejaremos de lado la desconcertante actuación de Bill Pullman. El otro obstáculo es el guión de Max Landis, escritor de, entre otras cosas, Poder sin límites. Su historia es estática, incluso geográficamente, una película que es básicamente una reescritura de Identidad desconocida o RED no debería suceder sólo en un lugar. Esta característica hace trastabillar incluso el desarrollo de los personajes que están patinando en un esquema de una o dos dimensiones durante gran parte del metraje. Hacia el final, y acumulando algunas buenas secuencias, Nourizadeh parece encontrar el tono, pero ya es tarde, ha cometido el pecado de aburrirnos un poco. 2. En el capítulo en el que los Simpson van a la tierra de Tomy y Daly, Lisa se pregunta si ese tipo de violencia que están experimentando no los volverá insensibles, mientras mira impávida cómo un robot con forma de Tomy se desmorona frente a ella y le mancha con sangre la cara. Inmediatamente Bart, como si nada hubiera pasado, la invita a tomar un helado. La escena es brillante como casi todo lo que sucedía en Los Simpson en aquellos años, porque digamos lo obvio, no sólo hace reír si no que expone con bastante lucidez y actualidad un cierto estado social, 25 años antes que la torpe Relatos salvajes por ejemplo. Ahora los años que nos separan de aquel capítulo no son en vano, quizás deberíamos preguntarnos como Lisa qué hacemos con películas como Kingsman y esa escena tan estilizada con Colin Firth matando inocentes de las manera más imaginativa y un tanto abyecta, o con Operación Ultra y sus agentes del gobierno que matan a lo Mike Myers porque sí. El problema es largo y de debate eterno, sólo digamos que Operación Ultra, como otras tantas, se hace cargo de 60 años de divertido gore que la preceden. Porque claramente la pregunta no es moral, poco importa ya el dilema de si mostrar o no un tipo atravesado por un machete. La pregunta es qué significa esa violencia, estilizada cruel y aparentemente vacía, desbordada ya en otros géneros y contextos cinematográficos. Sin dudas somos Bart y Lisa en La tierra de Tomy y Daly, el problema es cuánto nos incomoda nuestra abyección.
Escuchá el audio (ver link). Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli. Un espacio dedicado al cine nacional e internacional. Comentarios, entrevistas y mucho más.
La Autopista del Sur Escuchá el audio (ver link). Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli. Un espacio dedicado al cine nacional e internacional. Comentarios, entrevistas y mucho más.
Mucho porro y poca chispa Proyecto Ultra tiene un cast extraordinario y una historia atractiva, pero su director no logra construir una película a la altura de sus ambiciones. Uno de los grandes estrenos de este año fue Kingsman: El servicio secreto, una película que podría resumirse como “James Bond en versión comedia”, cuyas virtudes pasan, sencillamente, por estar repleta de ideas visuales que logran el objetivo constante de asombrar. Proyecto Ultra participa de esa especie de subgénero de comedia de espías, con el plus de un cast extraordinario, pero carece por completo de ideas que rellenen esa estructura. Claro: Nima Nourizadeh no es Matthew Vaughn. Hace tres años se estrenó Proyecto X, la primera película del inglés Nourizadeh. Igual que ocurre con Proyecto Ultra, esa ópera prima tenía ecos de otras películas pero carecía de ideas, con el agravante de que echaba mano al recurso del found footage. Como se puede ver en su segunda película, ese recurso ocultaba la incapacidad de Nourizadeh para llevar adelante un relato con chispa y sin trucos. Pero vamos a Proyecto Ultra. Mike Howell (Jesse Eisenberg) es un fumón fracasado y con problemas psiquiátricos que vive con su novia Phoebe Larson (Kristen Stewart), pero en realidad es producto de un experimento de la CIA: él no lo sabe, pero fue programado para matar. El agente Adrian Yates (Topher Grace) decide acabar con el experimento, es decir, asesinarlo, pero su rival Victoria Lasseter (Connie Britton) quiere impedirlo. Para eso, “activa” a Mike, que sin saber por qué de pronto es capaz de pelear y manejar armas y descubre que su novia no es sólo su novia: también es una agente asignada para vigilarlo. Además de Grace y Britton andan por ahí Walton Goggins, John Leguizamo, Bill Pullman y Tony Hale, un verdadero seleccionado de actores que no sólo son excelentes sino que además portan esa característica un poco difusa pero incuestionable que es la de ser cool. Es que Proyecto Ultra tiene pretensiones de cool, como otras películas de las que bebe Nourizadeh: es el caso de la propia Kingsman y de Supercool, modelo principal de Proyecto X. Pero, a diferencia de ellas, no lo es. Es que para eso no alcanza con diagramar un guión de modelo cool sentado en una mesa, hay que tener talento o, al menos, sensibilidad y gusto para construir el relato con escenas atractivas y diferentes. El desaprovechamiento de tipos como Tony Hale -Buster en Arrested Development y Gary en Veep- o Walton Goggins -Shane en The Shield y Boyd Crowder en Justified- es apenas uno de los problemas que tiene Proyecto Ultra, quizás el más molesto y notorio, pero que son producto del problema principal: la falta de ideas y la confianza excesiva en los elementos sueltos, en el esqueleto. Basta compararla con Kingsman o incluso con El agente de C.I.P.O.L., que si bien no es estrictamente una comedia, tiene un tono juguetón que la hace sexy e irresistible. Proyecto Ultra, al lado de ellas, es convencional y anodina. Hay que decir, para ser honestos, que no todo está tan mal: Proyecto Ultra es una película decente, con una historia atractiva, ritmo firme y alguna que otra escena sugerente. Además está Kristen Stewart. Pero es imposible no verla añorando lo que no fue, percibiendo que la ambición de Nourizadeh no quedó plasmada en la película. Este director inglés de ascendencia iraní proviene del mundo de los videoclips -trabajó con Franz Ferdinand, Hot Chip y Lily Allen, por ejemplo- y tiene un problema: conserva de ese mundo la pretensión cool pero no las herramientas para consumarla.
Acción, humor, bien pochoclera y a puro entretenimiento. Todo gira en torno a una pareja: Mike (Jesse Eisenberg) quien tiene una vida lánguida sin motivaciones y vive junto a su novia Phoebe (Kristen Stewart), en una pequeña y aburrida ciudad. Sus días son muy rutinarios, no se anima a entregarle un anillo de compromiso a su enamorada, pasa sus horas libres dibujando a un mono astronauta que lucha contra el mal, como las historias de Apollo Ape, y trabaja en un supermercado. Cuenta con ciertas habilidades que un principio desconoce, pero una noche comienzan a suceder una serie de hechos extraños y se convierte en un ser diferente. A partir de ese momento nada será como antes y su vida tendrá un giro inesperado. Se ve obligado a luchar con unos tipos, logra desarmarlos, se defiende como si fuera un comando y golpea todo lo que encuentre a su paso, (todo esto filmado en plano secuencia), lo que él no sabe es que es un agente que está cumpliendo una operación secreta del gobierno y que su novia no es lo que él cree. Esta cinta se encuentra dirigida por el director inglés Nima Nourizadeh (“Proyect X”), hijo del activista político y periodista iraní Alireza Nourizadeh, y como guionista el estadounidense Max Landis (hijo del conocido realizador John Landis, por sus comedias, algunas de terror y sus vídeos musicales para el cantante Michael Jackson). Dentro del elenco secundario: Bill Pullman (“Día de la independencia”), John Leguizamo (“Kick Ass 2”, “Moulin Rouge") y Topher Grace (“Interstellar” "Spider-Man3") que no se encuentran de todo aprovechados. Un actor que vuelve a demostrar todas sus habilidades es Jesse Eisenberg (“Nada es lo que parece"), en cambio la otra protagonista Kristen Stewart solo tiene algunos momentos interesantes ya que no logra sacarse ciertas expresiones y juntos tienen buena química. La película se encuentra llena de gags, entretiene, contiene una dosis de humor y se mezcla con momentos de acción, bien pochoclera, llena de efectos especiales, algunos absurdos y peleas coreografiadas. Un film pensado para adolescentes que resulta un buen pasatiempo. En los créditos finales algunas escenas extras de un mono astronauta le otorgan una pizca de simpatía.
Para qué negarlo, el comienzo de “Operación Ultra” tiene algo que llama la atención. Deja enganchado al espectador y probablemente no sea por una sola cuestión. Mike (Jessie Eisenberg) está en una sala de interrogatorio de la C.I.A. Se lo ve golpeado, sangrando y maltrecho, pero nervioso y atento. Más allá de encuadres y planos detalle con una compaginación extremadamente vertiginosa, banda sonora estridente y fotografía filtrada con colores fríos, hay diez segundos en los cuales vemos literalmente retroceder la acción desde esa sala hasta un living. Esa decena de segundos tiene varias (por no decir casi todas) escenas que luego, por interpretación automática del código visual planteado, volveremos a ver pero con más detenimiento. Es decir, la película comienza con un flashback revelado al ojo del espectador en lugar de una elipsis a contratiempo como es habitual. Así Mike nos cuenta que su vida actual, de adolescente semi drogón, empleado en un autoservicio 24horas, con pánico a volar y aparentemente sensible a cualquier sobresalto producido por un cambio en esta rutina narcótica, tiene su razón de ser gracias a la existencia de Phoebe (Kristen Stewart), su novia con la cual comparte todo. Sin embargo, esta vida casi resignada no es casualidad. Alguien en algún lugar está digitando éste destino,y aparentemente, que éste chico esté vivito y coleando no le conviene a la institución. Si el hecho de tener un protagonista cuya verdadera identidad fue tapada para ser parte de un programa para convertirlo en súper agente letal con sólo escuchar una frase clave le resulta familiar, no se sorprenda. Lo es. Y resulta tan ridículo como siempre, aunque en el caso de “Operación Ultra” estamos frente a una autoconciencia que termina convenciendo. Es decir, si quitamos de en medio factores como verosimilitud o sentido común, estamos frente a una aventura con mucha acción y algunos toques de humor físico bien logrados, pero que no alcanzan a empatar los goles en contra de un guión que poco a poco va perdiendo interés en retratar una adolescencia adormecida, para centrarse en lo anecdótico de la puesta. Habría que analizar la conveniencia de algunos argumentos para vender éste buzón, empezando por pregonar en el afiche que este producto es del director de “Proyecto X” (2012) Con semejante antecedente la tendencia debería ser la de alejarse de la boletería o, como en este caso,volver a usar chupete para pasar el rato y hacer de cuenta que no nos dimos cuenta.
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Acá tengo que confesar, creo que no entendí la forma en que había que ir a ver esta película, porque me parece que la idea era verla fumado. Esa era la única forma de que yo pudiera explicar la existencia de esta película y para que puedas sacar algo de ella. Hollywood sigue sorprendiendo gastando millones en películas sin ningún sentido, usando dos actores conocidos para intentar crear tal vez, una franquicia, que por suerte apenas consiguen hacer esta. La película protagonizada por Jesse Eisenberg(Mike) y Kristen Stewart(Phoebe), cuenta la historia de los novios que viven en un pequeño pueblo, hasta que, luego de un episodio, Mike es "activado" y termina siendo un agente durmiente de la CIA, llevándolo a meterse en un gran peligro para el y su novia. Con esa súper “original” historia tenemos básicamente la película, en una idea que tal vez nació como una comedia de acción mezclada con Bourne, pero quedó en eso. En la parte de la comedia no muestra nada nuevo, y en la acción termina siendo como máximo normal, nada que se pueda destacar, nada que no se haya visto inumerables veces. El director Nima Nourezadeh (Proyecto X) no consigue mostrar ni en historia ni en acción para que la hizo, lo poco que termina salvandola es la actuación de Jesse y Kristen lo que realmente no es mucho porque los personajes no tienen mucha profundidad. Hay un giro de la trama, muy superficial y si prestaste atención un poco habrías visto que hay algo raro. El supuesto villano interpretado por Topher Grace, no podría ser más caricaturesco y cliché, que si lo tomás en cuenta prácticamente todo el guion es asi. Junto con Hitman son dos películas que me habían interesados en los tráilers pero al final son un desastre, una lástima, pero como comenté en el comienzo, tal vez tenga que verla en otro estado de conciencia para entenderla.
Operación Ultra es una película de autor. Generalmente, este término se reserva para creaciones de cineastas de la talla de Francis Ford Coppola o Woody Allen, o piezas más independientes como Boyhood de Richard Linklater o Dallas Buyers Club de Jean Marc Vallée. Sin embargo, esta comedia de espías también queda catalogada dentro de esta distinción, particularmente por ser un producto de la imaginación de Max Landis. Hijo de John Landis - director de piezas emblemáticas de la cultura pop como Thriller de Michael Jackson, The Blues Brothers, Animal House y hasta An American Werewolf in London -, este guionista de apenas 30 años supo posicionarse como una de las mentes más frescas del cine comercial actual, lo que no es necesariamente una buena entrada en el currículum cuando todos los dinosaurios de la industria están llenando sus arcas a base de secuelas, precuelas y remakes. Aún así, Max Landis consiguió en contadas oportunidades llevar sus historias al cine. En 2012 Chronicle entretuvo a algunos cuantos y la originalmente titulada American Ultra seguramente haga lo mismo. ¿Porqué tan sólo a algunos? Por que al denominar esta película como cine de autor, nos referimos a que está construida a base de los caprichos creativos de Landis y si no son partidarios de su trabajo, tranquilamente no podrán ver más allá de una comedia de acción del montón, a la altura de las circunstancias. En pocas palabras - y mientras menos sepan más podrán sorprenderse - Operación Ultra cuenta la anecdótica noche de un jóven sin prospecto de futuro ni mucho menos (Jesse Eisenberg) quien vive con su igual de abandonada a la suerte novia (Kristen Stewart) en uno de estos pintorescos pueblos norteamericanos donde uno puede morir y vivir en paz sin que absolutamente nada aporte algo de color a sus vidas. El punto de quiebre temprano llega cuando nuestro protagonista resulta ser un agente durmiente de una agencia gubernamental, quien luego de ser activado no consigue lograr que su vida de marihuano desinteresados gobernado por sus ataques de ansiedad cooperen con las docenas de agentes que lo quieren asesinar. De ahí en más, todo es una pendiente de comedia de situación, utilizando esta inclinación hacia abajo no como algo despectivo, sino como lo divertido y vertiginoso que puede resultar una tobogan. Sin embargo, este es el punto donde la audiencia se dividirá en dos. El motivo por el que se recalcó tanto la trayectoria del guionista detrás de la película, es porque sus historias son acerca de a quienes les pasa algo y no el algo que pasa. Operación Ultra no cuenta el enfrentamiento de dos bandos, ni las motivaciones de ambas partes, sino que es un relato en tono cómico de lo que experimentan los involucrados. Las escenas de acción, muy bien coreografiadas por Nima Nourizadeh - director de esta obra y la bien recordado Proyecto X -, no brillan por su calidad de pelea, sino por el factor humano de quienes se cruzan y así sucesivamente, contando personajes y no sus historias. Operación Ultra es una película que sucede durante los noventa y seis minutos que dura y en ningún otro momento. No hay lugar para historias de orígenes o posibles secuelas. Este caldo de personajes bien mezclados es una buena narración con el ritmo de ser relatada por un buen cuenta cuentos. A efectos de esta descripción, todo termina sonando positivo, pero es fácil comprender porqué muchos no se adecuarán a este formato. Finalmente esta película más que aceptable que definitivamente justifica la entrada al cine, tal vez sea más disfrutada si a modo de aperitivo se consultan entrevistas a su creador o historietas escritas por el mismo, para entender cómo funciona su cabeza en relación a sus relatos y personajes. Inclusive si consultan su canal de Youtube llamado Uptomyknees, no sólo se harán más amigos de sus métodos, sino que terminarán notando como tanto Jesse Eisenberg en su rol de héroe y Topher Grace en el de villano, incorporaron a sus personajes gestos y expresiones de quien escribió sus papeles. Operación Ultra se destaca por la frescura de creadores jóvenes con ganas de aportar sustancia a la pantalla grande y un elenco que se destaca por demostrar que se divierten con sus papeles, pero tal vez la fuerza irresistible de esta obra choque demasiado fuerte contra el público inamovible, demasiado acostumbrado al pochoclo prefabricado. Una película más, si sólo quieren ver una película más, pero un buen producto del cine para aquellos que quieran ser entretenidos.