Una ofrenda para melómanos. Todos aquellos que nos hemos topado con aquel pequeño film de John Carney intitulado Once (2006), siempre recordaremos la química de la pareja central, la estética naturalista y la excelente calidad de las canciones que acompañaban a la historia. Hoy por hoy podemos afirmar que hablamos de uno de los mejores musicales de la década de turno y hasta nos atreveríamos a ampliar el período abarcando una buena tanda de lustros hacia el pasado. El talento y la energía de Glen Hansard, líder de The Frames (banda en la que Carney tocó el bajo), y de Markéta Irglová, una cantautora checa conocida de Hansard (con quien luego construiría una relación), complementaban perfectamente la poesía callejera de la película. Ya con un mayor presupuesto y estrellas hollywoodenses a su disposición, el director en esta oportunidad nos presenta una realización muy similar a Once, circunstancia que pone de relieve una coherencia en franca sintonía con la de sus personajes principales: en vez de padecer la gravitación de la industria, el cineasta la termina exprimiendo sin perder esa típica frescura, su “marca autoral” distintiva. La esplendorosa Begin Again (2013), que en Argentina fue rebautizada ¿Puede una canción de amor salvar tu vida?, funciona casi como una remake conceptual de la susodicha aunque adaptando el devenir narrativo a la sensibilidad norteamericana, la labor de actores profesionales y la fisonomía neoyorquina. Precisamente llama la atención la capacidad de Carney no sólo para dar nueva vida al júbilo creativo de antaño sino también para homenajear a la Gran Manzana de una manera tan sencilla como gratificante. Esta vez son Dan (Mark Ruffalo), un ejecutivo de una discográfica al que echaron de su trabajo, y Gretta (Keira Knightley), una joven en crisis que se ha separado de su novio, quienes cruzan caminos en un bar de mala muerte, cuando ella sube al escenario para tocar una canción y él queda maravillado ante lo que escucha. Carney vuelve a obviar los clichés del relato romántico para centrarse en la idiosincrasia del dúo, su ligazón afectiva, la grabación de los temas y especialmente la música en cuestión. La idea de registrar en vivo el disco de Gretta a lo largo de New York viene a reemplazar el esquema visual a la Ken Loach de Once: si bien las tomas vinculadas a los documentales de observación desaparecieron en gran medida y la dupla Ruffalo/ Knightley no llega al nivel de su homóloga Hansard/ Irglová, aquí el clasicismo se acopla con delicadeza al contexto metropolitano y el desempeño del elenco resulta prodigioso. Begin Again es una ofrenda melómana para melómanos, toda una especie en peligro de extinción: se agradecen mucho detalles como los arreglos “imaginados” por Dan para la canción de Gretta y la secuencia en la que ambos utilizan el “splitter” para compartir melodías mientras recorren la ciudad…
Puede una cancion de amor salvar tu vida? es una exquisita película con excelentes actuaciones y una simple pero muy bella historia que no podes dejar de ver si te gusta la música. El guión está muy bien construido como para que el espectador no pierda nunca el interés desde el primer segundo hasta el último, y cuando digo último me refiero realmente al...
La canción de tu vida. La carrera para alcanzar el éxito, ese que se zarandea como una zanahoria, suele dar buenos réditos en las comedias que llamamos “feel good movie”, pensemos -por ejemplo- en Letra y Música (2007). John Carney, el director de la recomendable Once (2006), retoma una idea sobre dos personajes a punto de tocar fondo en sus vidas. El primero es un productor musical neoyorkino, Dan (Mark Ruffalo), poseedor de tiempos mejores en la industria, despedido en la actualidad por su antiguo socio, con quien fundó una disquera. La segunda es una joven inglesa, Gretta (Keira Knightley), quien acompañó a su novio músico a la ciudad de Nueva York para el cierre del contrato de su primer disco, en el que ella participaría con un par de canciones. Finalmente una “aventura” del novísimo rock star la deja en el mismo círculo de patetismo del productor, en la lona del sueño americano musical. De la misma manera que Inside Llewyn Davis (la obra maestra de los hermanos Coen, estrenada a principios de año), el film comienza con una cantante y su guitarra, sola frente a un público interpretando una canción completa. Las diferencias entre ambas películas, en primer lugar, está en el tono: mientras que la película de los Coen expone una Nueva York gris y depresiva, ambientada a principios de los años 60, el film de John Carney muestra un costado luminoso de la ciudad más cinematográfica del mundo y carga con ese rasgo a sus personajes, quienes rápidamente -mediante la gracia de las presencias de Keira Knightley (su crecimiento actoral es directamente proporcional a su alejamiento del mainstream más hueco) y de Mark Ruffalo (otro vino que se pone cada vez mejor con el añejamiento)- tiñen la empresa de grabar un disco, en tiempos ultra digitales que desprecian los soportes físicos, en una aventura urbana. El diálogo de esta película de Carney con la última de los Coen no es el único, también hay puntos de contacto con Frank (otro gran film musical de este año), de Lenny Abrahamson, porque allí también está presente la tensión por la búsqueda desesperada del éxito, un problema que sacude a los protagonistas de este corpus de cine melómano. Si para el pobre de Llewyn Davis el éxito negado era el discurrir circular del fracaso, para Dan y Gretta la zanahoria del éxito se termina transformando en una búsqueda que los intercepta con vistas a encausar nuevas tramas, como una suerte de contraplano del film de los Coen. Es así que la secuencia final tiene una resignificación simbólica a partir del splitter que funciona como conector para que Dan y Gretta escuchen las canciones almacenadas en un teléfono celular, durante un paseo nocturno por las calles de Nueva York. El plano final -como unidad mínima- del rostro de la gran Keira Knightley en bicicleta, con una corta profundidad de campo, resume la luminosidad de esta película, que no necesita diálogos ya que tan solo le basta la canción que atraviesa toda la historia: Lost Stars. Begin Again es una bienvenida película que completa el tridente de brillantes films musicales (y bien opuestos unos de otros) del 2014.
Por amor a la música ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? (Begin Again, 2013) es una comedia romántica que transcurre entre canciones en la ciudad de Nueva York, cuyo mayor valor es el amor por la música que trasmite. La película se presenta como una excusa para escuchar aquellas “buenas melodías” de los recónditos del paisaje urbano. El título de estreno en cines en Argentina resume absolutamente el argumento: Dan (un Mark Ruffalo que se carga la película al hombro) es un productor discográfico venido a menos. Su hija adolescente y ex esposa lo consideran un perdedor tras siete años de no poder encontrar una banda para llevar al estrellato. Su vida transcurre entre alcohol y deudas, justo cuando su socio lo echa de la empresa. Deambulando por bares se topa con Gretta (Keira Knightley), una gran cantante y compositora de perfil bajísimo, que luego de ser engañada por su novio y también cantante Dave (Adam Levine), necesita volver a reunir fuerzas para salir adelante. Se imaginan cuál es la respuesta al título. Sin más, el destino de ambos parece estar escrito para que se unan en la odisea de crear un disco independiente, con el plus de ser grabado en vivo en distintos lugares de la ciudad de Nueva York. La ciudad aparece como el tercer personaje de esta historia que, con música indie de fondo, colorea cada una de las escenas. El amor por la música es el denominador común de los personajes, la fuerza irracional que los une y les da sentido a sus vidas. El personaje de Ruffalo es un ser pasional, su don está en lo intuitivo: el tipo siente la música. Ella, la compositora, logra expresarse mediante las letras de sus melodías: sus temas están relacionados con sus estados de ánimo y expresan sus cambios a través del relato. A Mark Ruffalo el personaje de perdedor reventado le calza perfecto. Le brinda el color y carisma que, con su cara de buen tipo, no se puede dejar de quererlo. Keira Knightley aporta su ternura y encanto –aparte de su voz- que le alcanza para darle simpatía a la historia. En ellos dos, y con cierta fluidez y frescura narrativa, transcurre esta historia dirigida por John Carney. La película bien podría ser un musical, varias canciones sintetizan situaciones y expresan el sentir de sus protagonistas. Sin embargo cumple a la perfección con la estructura de la comedia romántica: Dos personajes sensibles que, luego de un par de fracasos personales, se unen. Todo en la película sugiere lo previsible, pero lo importante no es el fin sino el medio para llegar a destino. He aquí que la música y la ciudad Nueva York como contexto, sean lo mejor de la película. El rescate de las melodías perdidas, que bien hablan de la ciudad y sus habitantes risueños, en detrimento del pop industrial que copa el universo discográfico, termina siendo el motor de un film, que da más ganas de escucharlo que de verlo.
A pesar de todo me siento bien Pasaron ocho años desde el éxito internacional de Once y el irlandés John Carney vuelve a los cines argentinos con una película salida de la misma matriz que aquella pequeña historia romántico/musical exhibida en el BAFICI 2007. Protagonizada por el todoterreno Mark Ruffalo y Keira Knightley, ¿Puede una canción de amor cambiar tu vida?, horrible traducción local del mucho más preciso título original Begin Again, conserva el espíritu indie de su hermana menor, su mensaje esperanzador, la concepción de la música como síntoma y disparadora de situaciones internas. Conserva todo, tanto que el gusto es el de un poco menos de lo mismo. Dan (Ruffalo) no pega una. Divorciado, fumador y bebedor compulsivo, atraviesa una crisis personal devenida en laboral cuando la compañía discográfica en la que trabaja lo despide porque hace años que no descubre un talento. Esa misma noche, por esas jugadas del destino tan habituales en Hollywood, caerá un bar donde oirá a Gretta (Keira Knightley), una letrista y cantante londinense amateur que tampoco la pasa muy bien -está recién separada después de una infidelidad- pero que, al menos para él, es un diamante en bruto. Begin Again mantiene la química melómana y humana entre sus protagonistas de Once, pero deja de lado el tono naturalista y eminentemente urbano que la convertían en un fresco poético-callejero para, en cambio, aportar una mirada estilizada de una Nueva York recorrida por la dupla con el objetivo de armar un disco grabado en distintos lugares emblemáticos de la ciudad. Concebida como una feel-good movie en la que nada podrá salir del todo mal, menos sugerida que su predecesora y más subrayada en sus buenas intenciones, Begin Again se convertirá en una de esas películas amables, disfrutables y felizmente inofensivas que difícilmente molesten al espectador. Los antecedentes, de todas maneras, presagiaban algo mejor.
Canción para corazones solitarios John Carney ha logrado hacerse un nombre dentro de la industria del cine independiente con su pequeña obra de culto "ONCE" que fue mostrada en Buenos Aires allá lejos y hace tiempo en un BAFICI en 2007 y que ha llegado incluso a Broadway en forma de comedia musical con muchísimo éxito. Sin abandonar el tono de su obra anterior -que el director bien sabe que rinde sus resultados-, ahora vuelve a abordar esa mezcla de comedia romántica sutil encuadrada dentro del mundo de la música en el estreno de esta semana "Puede una canción de amor salvar tu vida?" impresionantemente horrible traducción del original "Begin Again" que habla justamente del volver a empezar, del barajar y dar de nuevo, del frenar y volver a empezar que atraviesan los personajes principales. En este caso, la historia cruza los destinos de Greta (Keira Knightley, una eterna heroína de la comedia romántica) que está atravesando una crisis de pareja y por otro lado tenemos a Dan (Mark Ruffalo, a quien recientemente vimos protagonizando "Gracias por Compartir") que se encuentra en plena crisis profesional, sin saber como rearmar su carrera después de serias desavenencias con su socio en la discográfica. Dos almas completamente en crisis -cada uno en su terreno- que terminan "chocándose" en un pub... y a veces es cuestión de encontrarse en el peor momento pero en el mejor lugar. Invitada a escuchar a su mejor amigo, ella se resiste pero él inisite en que cante y finalmente sube al escenario y se pone a cantar algo que compuso recientemente, claramente atravesado por un tono bucólico y melancólico debido a su reciente separación. El tema es que la pelea con su novio (Adam Levine, si! el cantante de los Maroon 5, que ha tenido alguna intervención en series de televisión) no sólo la desequilibra en la pareja sino que es él con quien incluso componían y trabajaban juntos. Por otro lado Dan cree escuchar en su canción, un potencial un nuevo hit en su maltrecha carrera. Inteligentemente la historia se "rebobina" y nos explica un poco de cada una de las vidas de los protagonistas, para ponernos al día contándonos como es que cada uno llegó a este pub. Luego veremos qué será de los destinos de cada uno de ellos después de este cruce... Todo está contado en un tono ameno, simple, tranquilo, buscando de esta forma agradar con la historia a todo el mundo. Greta oscila todo el tiempo en dejar partir su viejo amor o recuperarlo y Dan por su parte intenta recomponer la relación con su hija (Hailee Steinfeld, la nominada al Oscar por el western de los hermanos Coen "True Grit/Temple de Acero"). Y mientras intenten recomponer las piezas del rompecabezas de cada una de sus vidas, se lanzan a encarar juntos un nuevo proyecto discográfico. En la elaboración y desarrollo de este proyecto, la película gana en frescura y en dinamismo con una forma narrativa ágil y liviana, buscando locaciones de lo más insólitas para grabar sus canciones y con la ciudad de Nueva York jugando de marco preciso, con cada uno de sus barrios y sus recovecos, a cada una de las canciones. El relato se completa con algunos secundarios tan interesantes como desaprovechados por un guión que no intenta más que hacerlos girar alrededor de la historia central para darle un toque de color. Por un lado está el amigo de Greta, jugado por James Corden (a quien hace muy poco lo vimos brillar en la pantalla en "Mi gran oportunidad") y por el otro, la ex mujer de Dan, está jugada por la siempre fresca Katherine Keener que sabe sacar brillo de cualquier papel, por más menor que fuere. Y obviamente que el peso central de "Puede una canción de amor salvar tu vida?" recae en la pareja protagónica de Knightley y Ruffalo. Keira Knightley se aleja, por suerte, del insoportable registro que tuvo en trabajos anteriores como "Un método peligroso" de David Cronemberg (donde ha llegado a echar a perder la película con una actuación exasperante) o la insulsa Cathy en "Código Sombra: Jack Ryan" y se mueve en el terreno conocido de la comedia romántica que le sienta mucho mejor aún cuando no logra desprenderse del todo de sus mohines y lugares comunes (sabemos que definitivamente son las heroínas de los relatos clásicos de Austen o Tolstoi las que le permiten brillar contundentemente). A su lado, Mark Ruffalo demuestra una vez más toda su versatilidad para abarcar un abanico tan discímil como sus participaciones en las sagas de Avengers, películas independientes como su trabajo en "The kids are all right / Mi familia" o la inédita "Margaret" y relatos de suspenso y acción como "Nada es lo que parece" o "La isla siniestra". Aquí con Knightley tienen una excelente química, hacen que el relato suene sumamente creíble y es realmente una excelente decisión de casting para que la historia cumpla con sus objetivos, en aguas calmas tranquilas y conocidas, como la va conduciendo John Carney, logrando un producto acertado y, aunque sin demasiadas sorpresas, que llega a buen puerto.
Dulzura que no empalaga Entre otras confusiones y contusiones que los tiempos nos imponen, puede advertirse el desprestigio del azúcar. Esto es muy notorio en Argentina, en donde el uso y abuso de edulcorantes sintéticos está a la orden del día. Esta confusión lleva a que hoy en día el verbo "endulzar" pueda significar la puesta en acción de productos cuya nobleza es muy inferior a la del azúcar o a la miel ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? (largo título para Begin Again) es de esas raras películas que prometen dulzura y cumplen sin edulcorantes, con materiales de una nobleza intachable y detectable en el paladar. El director y guionista de ¿Puede una canción...? es el irlandés John Carney, el de Once (2006), hit de bajo presupuesto que terminó dando la vuelta al mundo y cuya música fue parte fundamental de su identidad. Luego de Once, el cineasta hizo algunas películas que lograron repetir ese éxito. Con ¿Puede una canción?? vuelve a los elementos de aquél film: una ciudad (antes Dublín, ahora Nueva York), un hombre, una mujer y canciones. Claro, lo que en Once era pequeño crece aquí: más personajes, más producción (para la música y para el resto de los elementos), más actores con más cartel. Las películas que apuestan a la dulzura pueden ablandarse demasiado si se basan en fórmulas y si además intentan meramente engordar y no crecer. Pero Carney encontró la manera de que los personajes secundarios tuvieran encanto y espesor: la adolescente Hailee Steinfeld (Temple de acero, 3 días para matar), el inglés James Corden, la veterana indie Catherine Keener, el hip-hopero Mos Def, el cantante de Maroon 5 Adam Levine y Cee Lo Green se ensamblan perfectamente a pesar de su notoria diversidad. Quizá se deba a que esta es una película segura, que jamás intenta negar su dulzura. Elige un tono amable, elige dedicarse a los sentimientos, elige las canciones y a su poder, elige que las más bellas sean aquellas que no están edulcoradas: elige buscar de forma incesante una cualidad elusiva como el encanto. Y logra ser encantadora. ¿Cómo logra ese encanto? El arte de Carney en esta película (y también en Once) parece ser transparente, estar ahí sin mayor esfuerzo. Y eso es logro de un trabajo de puesta en escena que busca fluidez, una presencia inadvertida. Su cámara está cerca de los personajes sin invadirlos jamás, les permite mirarse, los deja volver a sus historias previas -en un doble flashback que potencia la velocidad narrativa y nuestra ansiedad por saber cómo terminarán las emociones en juego- los deja dudar de sus sentimientos (hay más de un ejemplo de ese tiempo de espera sobre un rostro que esconde decisiones clave). Las canciones se despliegan también de un modo amable y generan el efecto de armarse y mejorar ante nuestros ojos, convenciéndonos de que son la banda sonora vital de este productor discográfico que tiene que "empezar otra vez" y de esta chica herida de la que parecen brotar sin dificultad dulces canciones. Ellos son Mark Ruffalo y Keira Knightley, y sus encantos particulares -probados con anterioridad, incluso la capacidad de Knightley como cantante- resplandecen en esta película y se potencian en cada interacción. Carney, con una película que parte de la fórmula de "chico en problemas conoce chica herida" demuestra que, a veces, el cine puede ser genuinamente dulce.
La acústica de una ciudad Gretta (Keira Knightley) llega a Nueva York junto a su novio, ambos son músicos, pero él ha tenido suerte antes que ella y consiguió un contrato discográfico por el cual se mudaron desde Londres. Apenas llegan su sólida relación comienza a tambalear cuando la fama marea al joven músico, y poco tiempo después ella se encuentra en una ciudad que apenas conoce, y con un solo amigo Steve (James Corden), otro músico inglés, que toca en calles y bares. Dan (Mark Ruffalo) esta tan solo como Gretta, y si bien la ciudad no le es extraña ha perdido todo lo que ha construido. En poco tiempo pasó de ser un exitoso productor discográfico a ser un desempleado solitario que no sabe como criar a su hija. Una noche ambos coinciden en un bar, Gretta canta una hermosa canción que ha compuesto, solo acompañada por su guitarra, y Dan -borracho y apenas en pie en el medio del bar- no ha perdido aún su privilegiado oído y sabe que esa canción es uno de esos éxitos que se convierten en clásicos. Por esas cosas extrañas del destino ambos se han encontrado en ese bar, y ahora deben confiar uno en el otro, para resurgir de las cenizas y creer que sus sueños aún pueden ser posibles. La discográfica donde Dan trabajaba les cierra las puertas en la cara, por eso ambos deciden hacer las cosas a pulmón, y grabar de forma independiente, pero no solo eso: van a grabar cada una de las canciones en un lugar distinto de la ciudad, con el sonido y el espíritu de cada ambiente, la voz de Gretta, los arreglos de Dan y músicos que los acompañan de onda. Las vueltas por la ciudad, las discusiones, las charlas, ayudan a construir una interesante relación entre ambos, descubren cosas de ellos mismos y se ayudan a salir del pozo, mientras revolean críticas a la industria discográfica. La ciudad es la tercera protagonista, Nueva York es definitivamente hermosa, pero esta es una de esas películas donde es aún más hermosa, y no vemos solo el Central Park o los lugares típicos, sino esos rincones perdidos que son los que representan la esencia de una ciudad. Ambos actores realizan una gran interpretación y la química entre ambos funciona de maravillas; Dan es un cínico, y Gretta una malhumorada, pero como en "Once" John Carney vuelve a retratar una hermosa relación a base de buena música y caminatas por la ciudad, con interesantes diálogos cargados de humor, ironía, y algo de esperanza. Hermosas canciones, un aire indie que recorre todo el film, y un guión tan simple como atractivo, "Begin Again" (su título original) es una de esas historias tan disfrutables como una buena canción.
La bohemia musical neoyorkina No son buenos momentos para Dan Mulligan (Mark Ruffalo). Las cosas no andan bien en su casa, su hija, Violet (Hailee Steinfeld) le da problemas y la compañÃa discográfica en que trabajaba lo despidió por falta de "ojo" para descubrir un nuevo Ãdolo popular. Ahora ancló en un bar para emborracharse y olvidar tantos problemas. Pero allà se lleva una sorpresa, una bonita chica, Gretta (Keira Knightley), cantante y compositora a la que tratará de contratar, allà en medio de la sala. Palabras van, palabras vienen los dos logran superar desconfianzas y concepciones sobre la música como negocio y deciden producir un álbum juntos, ante las dudas del socio de Dan. El resto habla de sueños y realidades, de tomar conciencia del momento y aprovecharla sin que se lastimen aspiraciones ni concepciones ideales del arte. SUEÑOS COMPARTIDOS El filme del irlandés John Carney atrae por su sencillez, la calidez de sus intérpretes y el buen ritmo que tiene en su desarrollo. Se escucha buena música, se asiste a formaciones de nuevos grupos musicales con las mismas aspiraciones y sueños de los veteranos, más el recorrido urbano para grabar el disco en diferentes lugares de la ciudad. Con aproximaciones temáticas a "Balada para un hombre común" de los hermanos Coen, joya que recuerda la bohemia musical sesentista, "¿Puede una canción de amor salvar tu vida? atrae como comedia romántica y tiene un puñado de excelentes actores, Mark Ruffalo en otro perdedor como el de "Gracias por compartir", vista recientemente en Buenos Aires, la deliciosa Keira Knightley y Adam Levin como el ex novio de Gretta.
Gretta (Keira Knightley) y su novio de largo tiempo Dave (Adam Levine) se conocieron en la universidad pero también son socios en la música. Ambos partiran a Nueva York cuando él firma un contrato con una gran discográfica. Pero la parafernalia de su nueva fama pronto tienta a Dave a alejarse, dejando a Gretta sola en la gran ciudad. Su mundo da un giro para mejor cuando Dan (Mark Ruffalo), un complicado productor musical de un sello discográfico, se cruza con ella en un show y es cautivado inmediatamente por su talento nato. De este encuentro casual surge un retrato encantador de una colaboración mutuamente transformadora para ambos, ajustado a la banda sonora de un verano en la ciudad de Nueva York.
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No salva la vida de nadie, pero se ve con agrado El título local debe ser todo un record de cursilería, ya que era mucho más fácil y coherente traducir el de esta comedia romántico-musical como "Empezar de nuevo". Por otro lado, aquí no hay ninguna canción que pueda salvarle la vida a nadie, pero sí varias que casi arruinan la película. En todo caso, en cuestión de gustos musicales hay de todo, y más allá del tono más bien insulso de las canciones pop que sostienen el film, la verdad es que la idea es simpática y está bien sostenida por un buen director y un elenco eficaz. Mark Ruffalo se roba la película como un productor musical con la vida deshecha. Alguna vez fundó un sello discográfico para encontrar talentos indies y enfrentar a las majors, pero ahora todo su talento parece haberse ido a pique, y hasta lo despiden de la propia firma que fundó. La peor noche de su largo derrotero se emborracha en un bar donde una chica es casi obligada a cantar una canción de su autoría, sola, con una guitarra acústica. En su alocado estado mental, el protagonista se imagina varios otros instrumentos participando de los arreglos musicales de la canción de hecho, esta escena es muy buena- y persigue a la chica para producirle un disco. La cantante, que por supuesto no es otra que Keira Knightley, está a punto de abandonar la ciudad de Nueva York luego de un desengaño amoroso con su novio, una estrella pop en ascenso obnubilado por la fama. En el medio de la historia aparecen otros personajes, como un gordito que toca folk por las calles, la hija adolescente del productor que toca la guitarra mejor de lo que pensaba, y hasta un agradecido superastro del hip hop. Todos confluyen en lograr la idea que en realidad es la que redime a "Begin Again" de sus lugares comunes más o menos melosos, y es la de, ante la falta de dinero para un estudio, grabar un disco en vivo en las calles de Nueva York. Con mejores canciones (el director se empecinó en componer varias de las que se escuchan en el soundtrack) y un poco más de chispa entre la pareja estelar, ésta hubiera sido una gran película. Digamos que así como salió, no le va a salvar la vida a nadie, pero se deja ver amablemente.
Cuando tengo que escribir sobre una película a veces tengo dudas con que tema arranco la crítica. Con ¿Puede una Canción de Amor Salvar tu Vida? Surge nuevamente el conflicto interno. ¿Comienzo sobre las canciones bajoneras o sobre Mark Ruffalo, que tanto me encanta? Y me pregunto, claro! Del mismo modo que lo hace el título del film. ¿Puede una Canción… Comienza precisamente con esos dos cuestionamientos: una melodía triste interpretada por Gretta (Keira Knightley) pero que a los oídos de Dan (Mark Ruffalo) suena como una pieza completa y de pleno estímulo. Ambos personajes se encuentran como si estuvieran parados en una cornisa, los engaños amorosos que han atravesado y el vacío en una ciudad enorme, son los sentimientos que les impide tener una nueva oportunidad pero la música hará lo suyo. En esa búsqueda, tanto interna como externa, van surgiendo distintos personajes que también estaban esperando algo mejor para sus vidas como el pianista de la clase de danza o el guitarrista callejero. John Carney apuesta a una nueva versión de Once situada en Nueva York y con dos protagonistas auténticos. El director John Carney, filmó en el 2007 Once, una película similar donde la pareja protagónica se conocían paseando por las calles de Dublín y se entrelazaban desde las notas musicales. El irlandés se reinventó y situó a estos nuevos personajes en Nueva York, que disfrutan de largos paseos por la ciudad escuchando las canciones más hermosas que se fusionan al ritmo del paisaje. Tanto el personaje de Knightley como el de Ruffalo, interpretan a personas comunes y simples en situaciones creíbles y en las que uno se puede identificar fácilmente. ¿Puede una Canción de Amor Salvar tu Vida? Es una película alegre y brillante. Con acordes sutiles sin caer en melodías melosas, y además, te levanta el ánimo.
¿Puede una canción salvar tu vida? Es el título alternativo de este filme de corte independiente dirigida por John Carney, es una pregunta que intenta contestar. Si bien no es en el sentido literal, muchos sabemos lo que una ruptura puede doler. Y es así que la música salva nuestra vida de caer en una profunda depresión. Greta (Keira Knightley) y Dave (Adam Levine) son una pareja cuya pasión musical los une de una manera muy especial. Es hasta que uno de ellos tiene éxito y se va de gira, que salen a relucir otras actitudes que los separan. De esa manera, y sumida en la tristeza, Gretta, quien también es una excelente cantautora, conoce a Dan (Mark Ruffalo), un productor musical en el ocaso de su carrera. Ambos deberán empezar de nuevo a redescubrir su pasión por la música y el sentido de su vida, mientras emprenden la aventura de grabar un cd para Gretta. Romántica, especial, musical, pero sobre todo envolvente, Empezar de nuevo es una road music movie, o lo que podríamos clasificar un viaje musical y un viaje de vida. El hecho de que Adam Levine, vocalista de Maroon 5 participe (y por cierto cumple bien, sin tropiezos), eleva la calidad de las canciones, de las que esperamos ver a más de una nominada en los próximos oscars; mientras que gente como Ruffalo, Hailee Steinfeld y la misma Knightley (quien por cierto es agradable descubrir su talento musical), ponen el talento en la actuación y complementan de una forma inesperada y sorpresiva este filme. Es una de esas películas que sin duda no deben dejar pasar.
En este estreno nos encontramos con la mejor película que hizo Keira Knightley en mucho tiempo. ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? (título inexplicable y rebuscado para la traducción de Begin Again) es el nuevo trabajo del director irlandés John Carney, quien sorprendió en el 2006 con el excelente drama musical Once, que lamentablemente no pasó por los cines locales. Este proyecto producido por Judd Apatow (Ligeramente embarazada), quien afortunadamente no intervino en el guión, brinda otro gran drama relacionado con el mundo de los artistas musicales. El film tiene algunos puntos en común con Once, con la particularidad que en este caso el director trabajó con actores más conocidos y un mayor presupuesto. Mark Ruffalo interpreta a un productor que se encuentra en la ruina, luego de haber sido despedido de la empresa discográfica que fundó. Un día descubre en un bar a una joven compositora (Knightley) y decide gestar con ella un proyecto especial. Un disco que será grabado grabado en distintas calles de Nueva York, donde los sonidos de la ciudad funcionarán como un instrumento más de la banda. Para la artista que se encontraba abandonada en esa localidad, luego de descubrir la infidelidad de su novio, el disco representa una nueva oportunidad en su vida, mientras que el productor intenta recuperar su fe en el ambiente musical. El trailer y la traducción del título de este film apuntan a vender esta historia como si se tratara de una comedia romántica, aunque en realidad el conflicto se desarrolla por otro camino. El núcleo del argumento reside en el proceso creativo de la música más que en los asuntos sentimentales de los protagonistas y eso en definitiva es lo que contribuyó a brindar una propuesta diferente. La escena en que Ruffalo descubre a Keira Knightley en el bar es brillante. Ella interpreta una canción con una guitarra acústica mientra él imagina en su mente los arreglos que podría tener el tema. El trabajo que hizo el director Carney con ese momento es fantástico. No es un detalle menor que la buena química que se gestó entre los dos protagonistas jugó un papel clave en esta producción, donde Keira, especialmente, sorprende con sus interpretaciones musicales. La vulnerabilidad que le dio a la compositora y el empeño por salir adelante con su arte hicieron de Gretta uno de sus mejores personajes en el cine. Si bien el nuevo trabajo de John Carney no está a la misma altura de lo que fue Once, este film brinda una linda historia que se disfruta de una manera especial si tenés una gran conexión con la música.
¿Puede una canción de amor salvar tu vida? Es la primera película en EEUU del director de la hermosa "Once" (que si no viste, te la super recomiendo), John Carney. Si te gustan las historias románticas, con música de por medio, y encima que esa música esté interpretada por los actores, esta es tu opción sin lugar a dudas. Keira Knightley sorprende cantando todas las canciones, al igual que Adam Levine (Maroon 5), a quien ya conocemos como cantante. Mark Ruffalo se pasa de talentoso con su trabajo actoral, que a mi gusto, es para aplaudir de pie. ¿La peli? Una historia de amor adulto, con decisiones interesantes y quizás, no tan comunes para una película romántica... y eso justamente es lo que tiene John Carney, que te hace una peli de amor y te pega un volantazo que ni vos te esperas... Es original, con buena música y un guión, que al igual que "Once", podría llegar a ser una obra musical en Broadway. No te la pierdas, es bellísima.
Como piedras rodando Begin again se llama la película. Su título no despierta demasiadas expectativas pero el que eligieron para el lanzamiento por estas tierras es un verdadero ejercicio de chantaje emocional (¿Cómo una canción de amor puede salvar tu vida?) cuyo único fin es condicionar la mirada y arrinconar la historia hacia los carriles convencionales de una típica historia de amor. Por suerte, nada de esto ocurre. Hay que decir que el director John Carney, el mismo que dirigió Once, tiene una particular sensibilidad para construir argumentos fusionados con música y dar vida a personajes que establecen una química especial. En esta oportunidad, una dupla integrada por Gretta (Keira Knightley) y Dan (Mark Ruffalo), que funciona a la perfección. Ambos son como piedras rodando en una Nueva York que no es mostrada precisamente de forma turística, ya que los grandes momentos, aquellos donde los vínculos se arman mágicamente, suceden en bares, interiores desordenados, callejones y terrazas. Las primeras escenas, con su montaje a base de cortes continuos, arman el caos cotidiano del protagonista interpretado por Ruffalo, un productor vagabundo, demasiado emocional, pero con un oído privilegiado que le ha llevado a consagrar músicos en el sello independiente que maneja con su amigo. No obstante, el presente le juega una mala pasada y es un verdadero inadaptado para los tiempos que corren. Su socio, su ex mujer y su hija se lo hacen saber, aunque él no abandonará los principios que lo hicieron respetable. Es por ello que dice en relación a su lugar de trabajo donde ha sido despedido “era como una zona de guerra; ahora está aburguesado”. Es el primer gesto reaccionario, entre otros, que planteará una alternativa creativa, vital e inyectable frente a la idea de música prefabricada por la industria y que en el film está sugerida con la presencia de Adam Levine, haciendo de estrella promovida por productores inescrupulosos. El pop, el lujo, la forma en que se maneja se contrapone a la delicadeza y a la modestia de Gretta, su novia, quien pronto se alejará obligada de su lado. Todo lo anterior sucede rápidamente para llegar a un instante, de esos que se agradecen como espectador. Ruffalo entra a emborracharse al mismo bar que vimos al comienzo de la película. Es la misma escena pero contada desde otro punto de vista, es decir, la misma canción interpretada por Knightley, pero con el foco puesto en el personaje masculino. Y ahí sucede la magia: se puede perder el rumbo, ser un perdedor, pero jamás un buen oído. La canción escuchada por este hombre desahuciado es otra, cobra vida, se agregan instrumentos y orquestaciones, todos en la mente de Dan, cuyo rostro se colma de deseos por producir a esa joven. El director nos ha brindado uno de esos momentos cinematográficos inolvidables para dar inicio a una relación, de manera inteligente y sensible, para decirnos que lo mejor de la vida también transcurre en bares de mala muerte, en la calles, y que el arte no puede sino expresarse a partir del dolor y de esa sensación de soledad en las grandes ciudades que sólo pueden ser aplacadas con canciones. En este sentido, la mirada de Carney rescata el espíritu comunitario y solidario de un grupo de personas unidas por la misma pasión, el sesgo artesanal frente a un mundo frívolo de pop impostado. Son seres que buscan, que van por ese momento que los determina o cambia su destino, inquietos, simpáticos y molestos. Humanos en definitiva. Se trata de una película con convicciones. Gretta le hará saber a su ex novio, devenido en estrella apagada, que le ha destrozado su canción al someterla a los designios de la industria. Le dirá que una creencia es preferible a un hit. Es otro eslabón en la cadena de muletillas discursivas reaccionarias. Cuando no hay recursos para registrar un demo, la solución es hacer las cosas a la manera de la vieja escuela, esto es, ir en las calles, evitar los condicionamientos empresariales, construir un estudio móvil de grabación. Se trata de una especie de retorno a los primeros tiempos, como si fuera necesario recuperar el aura para enfrentar a la indiferenciada generación de mp3. La tecnología está presente, pero de manera funcional, nunca se impone por sobre las voluntades individuales. Hay una escena maravillosa que resume lo anterior, aquella en que la pareja protagónica camina, comparte música y se enseña sus canciones preferidas. Es un pasaje largo y hasta inusual, pero necesario. Ambos transitan la noche de ese modo y cuando parece que todo va a ir por los carriles más comunes del amor, enseguida se eluden a través de una mirada o un toque de manos que revelan que allí hay, sobre todo, amistad. Jamás se privilegiará el aislamiento y el encierro como formas potables para escuchar y disfrutar de la música. La cámara nunca abandonará con sus movimientos este semblante callejero ni soltará a los personajes. Finalmente, nunca las piezas encajan para todos, porque la vida suele ser así, pero las canciones siguen sonando a pesar de ello y es lo que importa. A no dejarse engañar: la película es mucho más que su título. Knightley está sensual y Ruffalo bailando y poniendo el cuerpo es un verdadero monstruo cinematográfico de los que quedan en la retina por largo tiempo. No se necesitan grandes ambiciones ni discursos ampulosos para hablar del amor o de las relaciones afectivas, sobre todo cuando hay probabilidad de chaparrones, pero se requiere de cierta sensibilidad que no desbarranque, y John Carney la tiene.
Cómo superar los clichés de un género No se trata de una comedia con romance de fondo ni de una historia de amor que a veces hace reír: el director consigue que la gracia y el espíritu romántico surjan directamente de las situaciones que entrelazan las vidas de sus personajes. La comedia romántica es uno de los géneros más injustamente maltratados y menospreciados del cine. En principio, se lo suele reducir a la categoría de “cine para chicas”, definición que tiene tanto de verdadero como aquella que dice que los géneros de acción o aventuras son “para varones”. Es cierto que, tampoco hay que ser necios, en ambos casos existe un fondo de verdad: cuando una de las variables desde las que se construye una película es el mercado (y no hay dudas de que gran parte del cine industrial se elabora desde ahí), es imposible no aceptar la presencia de la noción de target en el proceso de producción; es decir, el hecho de pensar las películas como productos con un público específico como objetivo. Más allá de eso, a quien le guste el cine no se limitará a fraccionarlo de ese modo, sino que en todo caso se permitirá categorías tanto más amplias y personales: logrado o fallido; agradable o detestable; generoso o egoísta; sabroso o insípido; bueno o malo. Si hubiera que definir así a ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? lo más justo sería recurrir a la primera mitad de estos dípticos. Claro que eso tampoco es decir mucho, porque las películas son más que una mera suma de adjetivos genéricos que en sí mismos agregan poco a la hora de hablar de cine. ¿Puede una canción..? es eficaz como comedia romántica, porque hace honor al género, trascendiendo con naturalidad esa dualidad de origen. No se trata de una comedia con romance de fondo ni de una historia de amor que a veces hace reír: Carney consigue que la gracia y el espíritu romántico surjan directamente de las situaciones que entrelazan las vidas de sus personajes, evitando los golpes de efecto que harían que la cosa se pareciera a un injerto de dos géneros metidos a presión dentro de una sola trama. El director, que también es guionista y eso multiplica sus méritos, tuvo la prudencia de no reducir el universo de sus criaturas a la claustrofobia de lo que le ocurra a su inesperada pero efectiva pareja protagónica, integrada por dos buenos intérpretes como Keira Knightley y sobre todo Mark Ruffalo, uno de esos actores que pasan por la pantalla como por la vida, y que cuanto menos parecen lucirse es porque mejor lo están haciendo. Acá los roles secundarios no se reducen a ser excusas para contar una historia principal, sino que conforman una red de individuos, cada uno con sus gracias, necesidades y deseos a los que la película siempre les hace un lugar. Aunque por momentos algunos queden algo desenfocados. Entonces no importa tanto que Ruffalo sea un notable productor de rock y fundador de un prestigioso sello independiente, divorciado con una hija adolescente, alcohólico y venido a menos, ni que a Knightley le toque el papel de una compositora talentosa y desconocida que de golpe se queda sola en Nueva York cuando a su novio, una estrellita del indie rock en ascenso, se le da por aprovechar los beneficios de la fama. Lo importante serán las diferentes formas en que el amor irá manifestándose en torno de ellos a través de los vínculos que ligan a los personajes entre sí. Así es cómo el amor romántico se convierte sólo en uno de los engranajes de un gran dispositivo sentimental, en el que también hay espacio para el amor paterno-filial, la amistad, el amor platónico, el amor perdido y el recuperado. En esa riqueza se ubica lo mejor de ¿Puede una canción...?, un film que siendo comedia romántica no teme incluir al drama, la amargura o el desengaño como parte de un mecanismo que se parece a la vida misma, pero enmascarada y vista con lente de aumento, y cuyo peor defecto es ese título en castellano explícito y pegoteado que reemplaza al mucho más simple Begin Again (Empezar de nuevo) del original.
Para disfrutar y seguir cantando La película de John Carney, con un amable tono agridulce, narra la historia de un productor discográfico (Ruffalo), en plena crisis personal, que conoce a una talentosa cantante que le devuelve el entusiasmo hacia su profesión. Hace unos años el director de origen irlandés, John Carney, sorprendió con un bellísimo y singular film musical de perfil bajo llamado Once –una vez– que se convirtió en un film de culto dentro del cine independiente y llegó a conseguir el Oscar a mejor canción con "Falling Slowly", parte de su banda de sonido. Carney no saltó de inmediato a Estados Unidos, pero en 2013 realizó esta película cuyo título original era Can a Song Save Your Life?, título que luego cambió por Begin Again, aunque en Argentina se decidió mantener algo parecido al original. Acá la formula y el estilo sigue siendo parecido al de aquel recordado film, pero con pequeños cambios que lo acercan a la estética del cine independiente norteamericano y algo de cine un poco más comercial. Esto, lejos de representar un alejamiento de la línea de perfil bajo del director y su amable tono agridulce, es la coherencia refinada de esas constantes. Mark Ruffalo interpreta a Dan Mulligan, un productor discográfico separado que lleva un largo período de fracasos y no sabe tampoco muy bien cómo lidiar con su ex y su hija adolescente. Dando vueltas por bares para ver músicos, descubre a Gretta (Keira Knightley) una cantante de perfil bajo, actitud algo hosca, pero a la vez de un gran talento, dulzura y sensibilidad. Dan ve en Gretta una posibilidad de encontrar ese talento y ese éxito que le ha sido esquivo todo este tiempo. A su vez, Gretta vive a la sombra del nuevo éxito de su novio, con quien entra en crisis frente a la forma en la que él, también músico, comienza a comportarse. Gretta y Dan combinan bien y se abre frente a ellos la posibilidad de hacer un gran trabajo juntos. La sensibilidad de los protagonistas es la sensibilidad del film en su conjunto. Carney realiza una película "para sentirse bien", una obra de una enorme calidez, con un retrato hermoso e inolvidable de personajes. Como agregado, la ciudad de Nueva York está filmada de forma igualmente maravillosa, y es un marco que agrega belleza a todo el film. Se sigue notando el estilo del director, aunque haya cambiado de ciudad. Y ni hablar de las muchas hermosas canciones que se cantan a lo largo de la película. El espectador que desee pasar un momento realmente placentero, no tiene más que acercarse y disfrutar de esta hermosa película.
Letra y música El irlandés John Carney cambia las callecitas dublinesas de Once por el Lower East Side de Manhattan en esta nueva comedia romántica, con encantadores personajes, un guión de altibajos y una resolución convincente. La película muestra el encuentro de dos perdedores en un pub: empujada por su amigo Steve (James Corden), Gretta (Keira Knightley), recién separada, se anima a cantar una de sus canciones mientras Dan, un borracho productor discográfico (Mark Ruffalo), cree encontrar en ella su salvación. Son malos tiempos para Dan; también se ha separado y su sello Distressed Records está prácticamente tomado por su socio, Saul (el rapero Mos Def), con quien tenía un dúo de hip hop. Por su lado, la inglesa Gretta acaba de romper con Dave (Adam Levine, del grupo Maroon Five), un cantante a quien acompañó a construir su carrera y ahora, exitoso, la abandona por su enorme ego. Dan acompaña a Gretta a grabar su disco en lugares abiertos (una escena en la terraza de un edificio, interrumpida por la policía, es un homenaje a Get Back de Los Beatles). El vínculo con Gretta es profesional, pero Carney maneja los hilos de manera que el desenlace parezca impensado. Si por momentos el guión decae, el magnetismo de Knightley y el oficio de Ruffalo hacen que la película resulte llevadera y, además, desprovista de los golpes de efecto de Hollywood.
Una comedia encantadora, historias de soledades, de músicos, de convicciones creativas, de amores perdidos y reencontrados. Mark Ruffalo y Keyra Knightley (que además canta muy bien) son una delicia de comunicación y química, más una Nueva York lejos de la postal pero muy cerca de los mejores sueños creativos.
Mark Ruffalo interpreta a un productor musical, y Keira Knightley es una talentosa cantante con el corazón roto. Sin dudas, una comedia romántica perfecta debe incluir a Mark Ruffalo y Keira Knightley entre sus protagonistas. Sin embargo, y pese al título en español, ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? no es exactamente una comedia romántica y tampoco es una película perfecta. Pero sí es una declaración de amor a la música, a la vida y a Nueva York, con las cantidades imaginables de sentimentalismo que contiene cada uno de esos componentes. Dan (Ruffalo), un productor musical en decadencia, escucha cantar en un bar nocturno a Gretta (Knightly), una chica retraída que tiene una voz angelical, que escribe canciones preciosas y que, por supuesto, pronto lo sabremos, tiene el corazón roto. El cuadro se completa con el exnovio de Greta, Dave, un cantante que se ha vuelto famoso de un día para el otro (interpretado por Adam Levine, el líder de Maroon 5), con la exposa de Dan, Miriam (Katherine Keener) y con la hija de ambos, Violet (Hailee Stainfeld). La idea de la película no es otra que mostrar el poder de la música para volver a soldar los fragmentos de esas vidas más o menos destrozadas. Por suerte, el director John Carney (Once) confía más en la música por sí misma que por sus propiedades terapéuticas, y la intensidad con la que disfruta cada canción es visible en todas las escenas y en todos los escenarios que eligió para filmarlas. En ese sentido, hay un momento que roza la epifanía: ocurre cuando los dos protagonistas, conectados al mismo iPod por el cable de un auricular bifurcado, se sientan a ver pasar a la gente, y Dan le explica a Gretta que sólo la música puede hacer que cualquier instante se transforme en una perla de tiempo. Mientras narra las peripecias de grabar un disco en distintas locaciones de la ciudad, Carney se permite una mirada lateral sobre la industria discográfica y sobre el sistema de celebridades de los Estados Unidos. Si bien manifiesta su disconformidad con ese mundo de las apariencias, no llega a ser crítico, no por pacato, ni por respeto a Adam Levine (una superestrella musical, con talento, es cierto, pero superestrella al fin, y adicto al falsete), sino porque su confianza en el poder de reconciliación de la música es tan grande que las artimañas del capitalismo cultural le parecen un detalle menor. Ideologías aparte, hay que decir que el gran Ruffalo peca de italiano por primera vez en su carrera y sobreactúa en varias escenas, en especial en aquellas en que se muestra trabajando de productor musical con la banda. El resto del elenco, en cambio, cumple con el mandato de darle a cada uno de los personajes una nota personal y distintiva.
¿Puede un musical con malas canciones ser un buen musical? O, pongámoslo de otra manera: ¿puede una película sobre músicos ser una buena película aún si la música que hacen, y que es importante para la trama, está entre lo mediocre e intolerable? Sí, puede. La prueba más concreta es LETRA Y MUSICA, una gran película con Hugh Grant que no tenía grandes canciones (igual, eran mejores que estas) y lograba transformarse en una muy simpática comedia romántica. Ese no llega a ser el caso de ¿PUEDE UNA CANCION DE AMOR SALVAR TU VIDA?, pero sí es un milagro que con canciones tan pobres y llenas de clichés la película logre mantenerse a flote. Hay que decir que, cuando arranca, uno piensa que va a ver uno de los peores musicales (más que musical en el sentido clásico, se trata de una película donde la gente toca y canta en vivo seguido) de todos los tiempos. Nada parece funcionar. Gretta (Keira, “cada vez más flaca” Knightley) toca una cancioncita en un bar de Brooklyn a insistencia de un amigo (la futura estrella de talk shows James Corden). Allí la ve Dan (Mark Ruffalo, al que se le nota aquí un entusiasmo inusitado en su vida profesional) y se fascina con ella. La película hará dos flashbacks para mostrarnos cómo cada uno de ellos llegó ahí. Veamos: (L-R) MARK RUFFALO and KEIRA KNIGHTLEY star in CAN A SONG SAVE YOUR LIFE?Dan está en pleno viaje alcohólico nocturno, plagado de problemas familiares (divorcio reciente, hija adolescente que lo ignora) y recién despedido del sello discográfico indie que fundó. El hombre, sepanló, busca un sonido “auténtico, real, sensible” y está harto de la supuesta basura pop que quiere publicar su compañía. Pero la ve a ella –que hace un folk/rock estilo singer songwriter tan o más cliché que los CDs que él tira a la basura) y siente que descubrió a la nueva Carly Simon. En realidad, la conexión parece ir más por el lado de la letra que por otra cosa. Son dos solitarios, perdidos en el mundo, viajando solos en subtes, ¿está claro? Ella está allí tras separarse de su pareja, un cantante que encarna Adam Levine, el líder de Maroon 5, que hace de una versión idiota de sí mismo. El hombre quiere ser a toda costa una estrella pop y no entiende los deseos de la chica de mantenerse en un perfil más bajo e intimista. Además, caramba, termina engañándola con una chica de su sello discográfico y allí se acaba la cuestión. Al menos por el momento. begin-again.Por suerte, cuando Ruffalo y Knightley empiezan a interactuar, la película mejora. No necesariamente en términos narrativos (que, incluye, obviamente la posibilidad de que se ayuden mutuamente en sus vidas y carreras caídas en desgracia) ni en su visión entre inocentona y romántica del mundo de la música indie, sino en la química entre estos dos muy buenos actores que levantan aún los diálogos más previsibles del Libro de los Diálogos Previsibles. Ellos dos –más algunos secundarios, como Catherine Keener– logran superar las deficiencias de un flojo guión que, por lo menos, tiene la inteligencia de evitar uno de los clichés que todos nos veíamos venir. Y, como pasaba también en ONCE, la película anterior de John Carney, hay un entusiasmo inocente y liviano en la puesta en escena que termina resultando contagioso, como la escena en la que él imagina los instrumentos tocándose solos. begin2En ese sentido, Carney es como esos narradores de historias que pueden estar contando una obviedad detrás de otra, pero que lo hacen con tanta pasión, fervor y elocuencia que terminan cayéndote simpático. Es esa vibración (que le ha transmitido evidentemente a Ruffalo y hasta un poco también a Knightley, a la que le sienta muy bien de vez en cuando salir del siglo XIX) la que sostiene a la película. Y es la que hace que, aunque su trama sea la de cuento de hadas para adultos disfrazada de película sobre las complicaciones de la industria musical, nos dejemos llevar de a ratos por el cuentito, entre canción y canción mediocre (escritas por un tal Gregg Alexander, compositor de éxitos para Santana, Enrique Iglesias, Boyzone y Texas, entre otros) que, por algún motivo, deberíamos creer que son más “honestas” que las canciones pop que Dan tanto desprecia. Esa es la maestría de Carney: lograr generar algún momento de emoción con este tipo de canciones llenas de sacarina. Más que maestría, milagro. Cuando en un paseo de ambos por las calles de Nueva York comparten en sus auriculares algunos clásicos cantados por Frank Sinatra, Stevie Wonder y hasta la obvia “As Time Goes By” (el de ellos es, después de todo, el comienzo de una bella amistad) queda claro que mejores canciones mejoran la película. Con lo que había a mano, no se podía hacer mucho más tampoco… PD. Teniendo a Mos Def y Cee Lo Green en pequeños papeles secundarios, podría haber sido una mejor idea, al menos en algún momento, usar sus talentos musicales que son muy claramente superiores a los del “cansautor” Alexander y sus sensibles melodías de restaurante de Palermo…
Crítica emitida por radio.
Con la estética y el ritmo de una película indie, pero con estrellas del mainstream, el film de John Carney cumple con todas las reglas de la comedia romántica y del musical, sin pertenecer realmente a ninguno de estos géneros. El film comienza en el momento del encuentro de los protagonistas (Mark Ruffalo y Keira Kneightly) en un café concert de Nueva York, aunque rápidamente comienzan unos flashback que relatan el pasado de ambos. Ella es Gretta, una cantautora independiente, que ha sido engañada por su novio, un músico en ascenso embelezado por el mundillo de los famosos, y él es Dan, un productor musical, que ha perdido el rumbo de su vida en manos del alcohol. El encuentro, por supuesto, se convierte en el puntapié inicial para curar las heridas de ambos, mediante la grabación de un disco con sonido ambiente en todos los lugares típicos de la ciudad de la música. En cuanto al romance, podemos rastrear todos los elementos: se conocen, se hacen amigos, surge la sospecha de la posibilidad del amor, reaparecen los amores del pasado y la duda acerca de si acabarán juntos o no. En cuanto al musical, cabe destacar la dulce voz de Kneightly, fiel al estilo indie folk norteamericano, a pesar de que las canciones son bastante llanas en cuanto a la melodía y las letras. La película transcurre de la grabación de un tema al otro, y cada uno aporta sentido a la historia. Sin embargo, no puede decirse que sea realmente un musical, ni una comedia romántica, ya que no hay un romance explícito (es más bien, “el comienzo de una bellas amistad”), ni las canciones hacen avanzar la historia. Quizás es un poco larga, pero Carney logra sostener un guión bastante predecible por medio de la música pegadiza y las buenas actuaciones (Catherine Keener en un rol secundario, por ejemplo) . Olvidable, aunque agradable podría ser el resumen del último trabajo del director de Once.
MUSICA Un film tierno, agradable, con gente problemática pero inteligente, un film que no necesita de un final feliz y que en vez del relato edulcorado prefiere la sencilla ternura de contar una historia simple con muy buenos recursos y grandes intérpretes. Carney nos había gustado en “Once” y ahora volvió para contagiarnos otra vez su pasión por la música. Dan y Gretta se encuentran. Dos perdedores: a ella lo dejó su novio y el anda a los tumbos entre el alcohol y el desamparo. Como no tiene un peso, deciden hacer un disco pero grabándolo en las calles de la ciudad, al aire libre. Y allí empezarán a encontrarle otro sentido a la vida. Una historia más, pero lo que vale es la sensibilidad del cine de Carney, la humana fragilidad de sus personajes tan confundidos, la envolvente banda sonora y las encantadoras presencias Keira Knightley y Mark Ruffalo. Enfoque diáfano de una historia que no necesita redimir a nadie y que deja a sus personajes librados al azar de un futuro incierto. Es sensible, cálida, divertida y tiene además un par de escenas buenísimas: cuando Dan imagina los arreglos para la canción que entona una tristona Gretta; y el paseo por la ciudad, mientras comparten sus temas musicales más queridos.
El director John Carney, conocido por su aclamada película Once, vuelve con otro trabajo con temática musical. Los protagonistas de este nuevo film titulado ¿Puede una Canción de Amor Salvar tu Vida? (Begin Again) son Mark Ruffalo (Los Vengadores) y Keira Knightley (Buscando un Amigo para el Fin del Mundo). Este producto es un drama musical sobre un productor/ejecutivo musical que descubre en una mujer inglesa un talento natural para componer canciones. Principalmente, este film retrata la amistad entre un hombre y una mujer sin que haya un costado romántico, algo poco usual en el cine. Pero es la música el principal motor que impulsa al largometraje cuando el guión, escrito por el mismo Carney, cae en clichés o no hace avanzar la trama. Por suerte, la pareja de Knightley/Ruffalo es lo suficientemente atractiva y simpática como para poder entretener a los espectadores. ¿Puede una Canción de Amor Salvar tu Vida? incluye como curiosidad composiciones cantadas por la propia Knightley. Otro elemento atractivo de la película es la inclusión de la ciudad de Nueva York como escenario para grabar dichas canciones, convirtiendo al lugar en otro protagonista. ¿Puede una Canción de Amor Salvar tu Vida? no es una gran película, pero sí es muy agradable y tiene la capacidad de levantar los ánimos de quien la vea. Sin grandes ambiciones, el director/guionista John Carney logra hacer las cosas lo suficientemente bien como para hacer de este largometraje un buen pasatiempo.
Con la música adelante de todo. John Carney sorprendió en 2006 con una pequeña película filmada en video intitulada Once (que probablemente tengan mas fresca por la cancion “Falling Slowly” que le valió el Oscar a sus dos protagonistas), dicha película era una historia de amor con la música como hilo conductor y telón de fondo. Casi ocho años mas tarde, todavía independiente pero con un presupuesto mayor al de su antecesora y cuatro nominados al Oscar como parte del reparto, Carney vuelve a insistir con el romance y la música con ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? ¿Cómo está en el papel? Dan (Mark Ruffalo) es un ejecutivo discográfico que es despedido de la firma en donde trabaja. Esa misma noche, tras una severa borrachera, escucha cantar en un bar a Gretta (Keira Knightley), y queda obnubilado con su talento. Dan le propone a Gretta grabar un disco de forma completamente independiente, sin estudios, sin mezclas, en plena calle. Todo esto mientras Dan trata de lidiar con una mujer que ya no lo quiere y una hija con la que se comunica poco; Gretta, por otro lado intenta superar un rompimiento producto de la infidelidad de su novio, un reconocido cantante de rock. ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? tiene el guion justo y necesario para funcionar. Tiene los suficientes elementos argumentales, temáticos y dramáticos en regla para que el espectador tenga un hilo que seguir y tenga interes por saber como va a terminar. Pero una cosa es clara: esos son solo tramites; lo que moviliza, motiva y hace funcionar a John Carney como narrador es la música. Esta es una de esas películas donde la música es, aparte de la pareja protagónica, un tercer protagonista indiscutido. La diferencia reside en que ese amor, esa necesidad y esa idiosincrasia forman parte del guion desde un principio, en oposición a lo que se estila la mayoría de las veces que es ver la peli terminada y, acorde a lo que transmiten las imágenes, tejer una alfombra musical sobre ellas. ¿Cómo está en la pantalla? Por el costado técnico, la película tiene un manejo de la cámara en mano que evidencia su claro espíritu independiente. El montaje, por obvias razones, responde a un estilo videoclipero. La música, como es de esperarse, esta excelentemente trabajada y no se limita solo a subrayar las acciones sino que les otorga una espina a las acciones que hacen que la película fluya mas rápido; consiguiendo así que disfrutemos del viaje, mas que preocuparnos en como va a terminar. Por el costado actoral tenemos apropiadas actuaciones de Keira Knightley, Hailee Steinfeld (como la hija del personaje de Ruffalo) y Catherine Keener en un pequeñísimo papel. Sin lugar a dudas, lo mas alto a nivel interpretativo es Mark Ruffalo. El actor sabe transmitir a la perfección no solo la derrota del personaje, sino su hambre de éxito y por encima de todo –como su director espera– su amor por la música. Conclusión A pulso de una narración correcta, actuaciones que saben cuando destacar y una banda de sonido que esta moviendo los hilos a cada momento ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? puede ser una buena opción si te interesa ver una película no tanto sobre el ambiente de la música, sino lo que significa para muchas personas.
Sin pasión no hay arte (Henry Matisse) Cuando hay pasión en lo que se hace, esto se percibe y en el caso de ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? traspasa la pantalla y contagia al espectador. Y esos clichés que tanto pueden molestar en otros filmes, aquí se disfrutan. ¿Por qué? por el amor y la honestidad con la cual Carney trata a sus personajes. La historia es simple y sin grandes pretensiones, Dan es un reconocido productor musical (el enorme Mark Ruffalo) venido a menos que carga con problemas laborales y familiares, por esas cuestiones del destino descubre a Gretta (Keira Knigthley) en un bar donde tocan músicos indies. Gretta, sola y desilusionada, acaba de romper con su pareja de hace cinco años, una incipiente estrella pop (Adam Levine, líder de Maroon 5). A partir del inesperado encuentro, Dan le hace la propuesta de grabar un disco en exteriores, en distintos escenarios de New York. Así una canción de amor cambia la vida de los protagonistas. La química entre ambos es indescriptible. La naturalidad de las situaciones se intercala con una narración fluida, dando lugar a que interactúen varios puntos de vista en la historia. Y el director logra que todas las miradas signifiquen. Así como la mirada hacia la ciudad de New York. Como la música suena en un callejón, en los bares o en una terraza que tiene de fondo al Empire State…imposible no enamorarse. ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? habla de las emociones, de la música como lenguaje universal, del engaño y del desengaño. La realización del disco es el punto de inflexión para comenzar de nuevo (como lo indica el título original del filme “Begin Again“), superando o acomodándose a las nuevas situaciones. El relato no se reduce a una previsible historia de amor, aquí el amor se disipa en la amistad de los protagonistas, en la hija adolescente y la ex mujer de Dan, en los músicos, en las canciones… en los vínculos que se van estableciendo. Hay un funcionamiento orgánico, como en una orquesta cada integrante cumple su rol y hace funcionar a ese todo en donde la simplicidad y la integridad narrativa son el mejor recurso. Se agradece la sensibilidad de Carney para realizar un filme donde predominan las buenas intenciones y el respeto hacia el espectador. Por María Paula Rios redaccion@cineramaplus.com.ar
A ocho años del estreno de Once, John Carney, ya instalado en Hollywood y haciendo pleno uso de su maquinaria, parece repetir la receta alterando algunos condimentos. ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? oscila entre el musical y la comedia romántica, aunque el romance al que le debe gran parte de la tensión jamás llega a ser explotado. El director vuelve a poner en escena dos personajes al borde del abismo unidos por el azar y la música. Dan, encarnado por el multifacético Mark Ruffalo, es un exitoso productor musical que ha perdido todo, mientras que Gretta (Keira Knightley) afronta tras una infidelidad la ruptura con su novio devenido en rockstar y el fin de sus sueños como compositora. A partir de su encuentro en un karaoke, la vida de ambos cobra un nuevo sentido: realizar un disco íntegramente grabado en las calles de Nueva York. Al igual que en Letra y música o la inigualable Alta fidelidad, la melomanía se convierte en el eje que da forma y estructura a la historia. La música como lenguaje universal y su proceso creativo se transforman en el canal que permite la caracterización de cada personaje. La destreza musical de los protagonistas sorprende con gratitud, al igual que la banda sonora que se muestra tan correcta como agradable de oír. Sin embargo, la crítica al circuito y la industria musical que parece esbozarse queda a medio camino frente a la emergencia de un mensaje fundado en el ideal americano. Por otro lado, la monotonía surge como consecuencia de un forcejeo temporal, siendo tan evidente como tedioso el estiramiento en el que se intenta continuar diciendo lo que ya está dicho. Aun así, recursos como la ruptura en el punto de vista o los flashbacks aportan dinamismo y logran en parte compensar los baches. En este sentido, el escenario se torna relevante: los travellings de la fisionomía neoyorkina embellecen el relato junto con minuciosos planos generales y logran opacar el desgaste del argumento. ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? no llega a aburrir ni empalagar del todo. Aunque resulta inevitable percibir cierta pobreza en relación con las expectativas generadas por su antecesora, la pasión y el fervor que pone de manifiesto consiguen que hasta resulten simpáticas cada una de las obviedades que construyen la historia.
Se olvidaban de lo artesanal Salvo excepciones, el cine mainstream norteamericano ya no ofrece nada interesante, lo mejor del cine estadounidense parece provenir de un circuito más pequeño y que algunos críticos, amantes de las catalogaciones, han llamado “Nueva comedia americana”. “Adventureland”, la hiper independiente “The Daytrippers” o la también musical y encantadora “Olvidando a Sarah Marshall” han sido algunas de las expresiones de esta corriente, que sin muchas pretensiones han dotado de vitalidad al panorama norteamericano. Dentro de esta corriente, se inscribe “¿Puede una canción de amor salvar tu vida?”, la misma narra la relación que se gesta entre Greta, una compositora y cantante talentosa recientemente abandonada por su novio (un músico que se “vendió” a la industria), y Dan, un productor musical alcohólico, con una relación conflictiva con su hija que ya no tiene lugar en la compañía discográfica que está cada vez más preocupada por el dinero que por la calidad y el riesgo musical. De alguna manera, y desde la música, la película pone en evidencia la tensión existente en la industria cinematográfica hollywoodense, donde las películas son productos de mercado en detrimento del valor artístico y el amor por el cine. “Has perdido la canción en la producción” le dice Greta a su exitoso ex novio al escuchar la versión pop que ha grabado con una gran discográfica, a lo que él le responde “De esta manera lo escuchará más gente”. Greta, en cambio, prefiere el camino artesanal, rechazada en primera instancia en la Industria, decide grabar el disco con Dan, haciendo tomas callejeras y con músicos amigos. Cuando la calidad del disco es evidente, la compañía quiere entrar al negocio pero las condiciones que propone son usureras, cada 10 dólares 1 para el artista y 9 para la compañía, por lo que Greta propone ponerlo en venta por Internet a 1 dólar y repartirlo entre todos los que participaron. Si bien el planteo es algo naif y la forma en que se reconstruye la grabación del disco se resuelve demasiado sencillamente, la película no deja de retratar una situación que en el sistema capitalista se extiende a toda la industria cultural: el dominio de los ejecutivos y contadores por sobre la genuina expresión artística. A pesar de algunas buenas actuaciones, como la de Keira Knightley (“Orgullo y prejuicio”), la trama romántica de la película es lo más débil del relato. Nunca logramos empatizar con ninguna de las parejas en disputa. De esta manera, cuando Dan se reencuentra con su esposa, no sentimos ninguna emoción, ya que no se construye narrativamente el amor previo entre ellos. Con sus defectos, “¿Puede una canción de amor salvar tu vida?”, es aire fresco para una cinematografía en decadencia.
Música y lágrimas La gran paradoja que se presenta es cómo hacer para que el público vaya a ver un filme que desde el titulo impuesto en español produzca el efecto contrario. Empezar de nuevo, “Begin again” tal el titulo original de esta producción cinematográfica, dispara infinidad de supuestos pero ninguno determinante, algo, cualquier situación puede ser un nuevo principio, pero la inclusión de términos como canción, amor y vida, si lo hace. La historia, las historias, pues en realidad son dos, pero al mismo tiempo una sola, se centra en Gretta (Keira Kniightley) y Dan (Mark Ruffalo) casi articulando la frase de un primer ministro ingles: “El éxito en la vida es el camino que va de fracaso en fracaso”, Winston Churchill La narración se abre con Steve (James Corden, el actor de “Mi Gran Oportunidad” (2013, aquí también como cantante) presentando a su amiga Gretta en un bar de Nueva York, quien canta una canción compuesta por ella misma desde la herida producida por el abandono de su novio, un cantante que se encontró con el éxito demasiado rápido Allí esta presente Dan, hundido en un vaso de whisky, un productor musical caído en desgracia que acaba de perder la productora que él mismo fundó. Escena que tendrá un par de recurrencias a lo largo de la proyección, con el sólo fin de ir constituyendo el universo del relato de manera progresiva. En “Begin again”, Carney, el mismo director que sorprendiera con “Once” (2006, se hace cargo a través de un paradigma conmovedor, demasiado tópico para luego confeccionar una obra de otro calibre, esto se podría definir así: De como una extraña novata puede ser el camino hacia la redención de un muerto en vida, y al mismo tiempo éste sea la boya donde la joven pueda aferrarse y salir a flote. ¿Le suena conocido? Algo que en la historia de la literatura, y específicamente del cine, ha sido visto una y mil veces, pero que en las manos de éste realizador irlandés cobra otros sentidos a partir de elecciones no sólo estéticas, sino de las grabaciones de las canciones por parte del “dúo” en lugares insólitos, como una calle, una terraza, el reinventarse constantemente, o las narrativas, ya que pudiendo circular hacia la comodidad de una historia romántica se constituye en otra de mayor dificultad para la resolución de los conflictos individuales de cada personaje, utilizando, al igual que en su ya mencionada anterior producción, a la música no sólo como “pre-texto”. Todo lo que Carney crea con esos elementos, tras ese punto de partida de la historia, sólo demuestran que hay una incesante búsqueda de sentidos en las situaciones cotidianas, dando cuenta al mismo tiempo, y casi como denuncia, reflejar, testimoniar, este periodo de transformación de la mal llamada industria cultural, y más especifica dentro del ámbito musical. Claro que para sostener todo esto en un alto nivel contó con la inestimable presencia de la joven veterana actriz londinense Keira Knightley, y del gran actor como Mark Rufallo, que, le aseguro, si Mark fuese jugador de futbol argentino la hinchada estaría vitoreando para que lo lleven a la selección….
Before watching Begin Again, I have to admit I was afraid of finding yet another cheaply sentimental film about starting over in your life thanks to the sound of music. I haven’t seen any of John Carney’s films, the poster and the title came across as too generic, and the alternative title, Can a Song Save Your Life?, sounded even worse. But I do find Keira Knightley, Mark Ruffalo, and Catherine Keener to be accomplished and very likable actors. So there was hope. A few minutes into the film, something struck me right away: Begin Again felt like a very honest, true-to-life story narrated with a very balanced tone that alternates comic moments with dramatic ones seamlessly. And the music, which I feared was going to be a gimmick or mere filler, was actually a narrative pillar that moved the story forward and translated the characters’ sentimental and emotional predicaments, their anguish, pleasures and joys in a very emotive, but never corny manner. Perhaps this was only a good beginning, but the story unfolded and it went along the same auspicious road to the very end, including a handful of outstanding scenes. Begin again takes off with a chance encounter between Dan (Mark Ruffalo) a down-and-out music-business executive and Gretta (Keira Knightley) a young singer-songwriter who’s just arrived in Manhattan. He wants to sign her to a studio to make an album, and so be once again a big-time producer. She doesn’t want anybody to mess with her music, let alone remix it or suggest changes. But since they would honestly die for their music, they decide to team up and see what happens. Of course, there are also their love lives: she’s recently had a painful break-up, and he’s been separated for some time now. Yet one way or another, neither of them can let the past go. So it’s actually perfect for both to begin again. At least with music, for the time being. Don’t expect an incredibly intricate story of love, betrayal, love again, more betrayal, success and failure, hits and losses because that’s not how Begin Again is built. In fact, it never goes for big meanings, enlightening messages, Deus ex machina, crucial endings, or melodramatic confrontations. Wisely enough, John Carney opts for a more naturalistic, down-to-earth approach, with the necessary stylization and a welcome layer of romance. Moreover, the performances from the entire cast are both convincing and enticing, even if a bit clichéd when it comes to the producer down on his luck or the successful singer who abandons his girlfriend. Begin Again is a rare film for it has many elements that could have easily turned it into a forgettable product, and instead it is a gentle, delicate and amusing take on how two people, and perhaps those surrounding them, can actually start their lives over provided they just do the right thing. Which is to follow their hearts. Production notes: Begin Again / Can a Song Save Your Life? (USA, 2013). Written and directed by John Carney. With Keira Knightley, Mark Ruffalo, Hailee Steinfeld, Adam Levine, James Corden, CeeLo Green, Catherine Keener, Mos Def. Music: Gregg Alexander. Cinematography: Yaron Orbach. Runnig time: 104 minutes.
No voy a hacerme el especial, pero hago canciones y terminar de componer una es para mí una sensación cercana a la del orgasmo. Estoy siendo subjetivo, y desde este lugar me atrevo a decir que John Carney logró producir algo semejante cuando Chico y Chica tocaban “Falling Slowly” en aquella tienda de música. 7 años después, el director nos sitúa en New York, ciudad en la que su “Once” se volvió un suceso teatral, ganando el premio Tony a mejor musical. Carney no reniega de su lugar actual; sabe que en Hollywood las cosas se hacen distinto y lo deja en claro en la segunda conversación que tienen Dan (Mark Ruffalo) y Gretta (Keira Knightley). “Podés mantener la autenticidad, pero de alguna forma tenés que lograr que la gente venga a verte para que a partir de allí la música haga su trabajo”, le dice él. Y podríamos aplicar dicha lectura a la película: “traelos a Ruffalo y a Knightley si igual vas a complacernos con un orgasmo (o algo parecido: usted lo llama como quiera, pero no se atreva a negar su magia)”, que es más o menos lo que acontece cinco minutos antes de esa conversación. Es una canción, digamos, pero es, de vuelta, algo más que eso…difícil explicarlo. Debe ser visto. Aunque está protagonizada por dos estrellas de primerísima línea, el film tiene espíritu de película chica (que se sabe grande –ya no existe forma peyorativa para tal expresión-): sabe cuándo contenerse, reconoce la importancia del silencio y evita los momentos estruendosos. Retoma de “Once” la preponderancia de la canción, el entusiasmo colectivo por un proyecto genuino y una verosímil pintura de la industria discográfica y artística. Carney también se burla de todo aquello en lo que su ópera prima se transformó (una mutación e identidad corrompidas que se reflejan en el personaje de Adam Levine, especialmente concentradas en su vestuario de la escena del parque), aunque recupera los códigos de la comedia romántica allí usados para contar, una vez más, una historia de amor trunca, inconclusa. Lo que distingue a “Begin Again” de otras comedias románticas es que las canciones, al ser parte concreta la vida de los personajes, jamás aparecen como mero adorno; sino más bien los modifican dramáticamente. ¿Esto la convierte en una comedia musical? No. Quizá “Once” tampoco debió haber hecho ese cruce de género, aunque pareciera lo indicado. A veces las cosas parecen pero no son. Dan, el complejo protagonista de este film, borracho, depresivo, prácticamente autoretirado y pasado de moda en sus valores que van a contracorriente del mundo actual; no tiene una buena relación con su hija adolescente se separó hace un año. Nos vamos enterando paulatinamente. Parece mucho, ¿no? Casi un estereotipo. Pero Carney sabe que Ruffalo no puede ser un estereotipo; y que le aportó una cuota clave de humanidad a la comedia romántica de la década pasada. De hecho, y sin ánimo de exagerar, su actuación aquí es de una excelencia que los premios deberían recordar al final de la temporada y que si no lo hacen es porque esta película no está revestida para la academia y si Ruffalo no entra por decantación (como lo harán algunos actores de películas malas como “Perdida”), probablemente ni siquiera lo haga. Su interpretación es la del borracho noble que Johnny Depp pudo convertir en nominación pero que también merecían el Bob Thornton de “Bad Santa” y el Kevin Costner de “The Upside of Anger”. Mencioné el título original sólo una vez. Quería tener cuidado con “Begin Again”, pues habla de recomenzar y es apropiado para la película, a la cual le pusieron un título en español horrendo. Sin embargo, en la función a la que yo asistí, se leyó otro título en los créditos, y creo que ahí está la clave. “Can a song save your life?” es otro nombre que el film maneja. Acá se equivocaron y le agregaron ‘amor’ (yak!), como si lo otro no fuese lo suficientemente fuerte por cuenta propia. No estamos hablando de una gran película, pero no la minimicemos y hagámosle justicia dejándola preguntar lo que realmente está preguntando: ¿Puede una canción salvar tu vida? Ahora es otra cosa, ¿no? Hagan sus apuestas. Un último detalle, de melómano nomás. El compositor de las canciones del film es Gregg Alexander; un músico espectacular que cantaba en la banda New Radicals y luego –por suerte- se dedico a producir y componer para decenas de personas. Bajen ese (único) disco de New Radicals si les gustan las canciones de este film. Es un discazo.
Gretta (Keira Knightley) y su novio Dave (Adam Levine) se conocieron en la universidad, y comparten un amor incondicional por la música. Pero la diferencia es que Gretta encuentra consuelo y alegría en el arte de componer, y Dave quiere ser una estrella de rock. Y, cuando ambos emprenden un viaje a Nueva York cuando él firma un contrato con una gran discográfica, la relación termina de golpe y Gretta se encuentra sola en la gran ciudad. Pero su mundo da un vuelco cuando conoce a Dan (Mark Ruffalo), un productor musical caído en desgracia y con problemas con el alcohol. Él reconoce enseguida su talento innato y la convence para grabar un disco, pero no en un estudio, sino en las mismas calles de Nueva York. Y así emprenden un viaje interior gracias a la música, que transforma sus vidas y les da sentido de nuevo. John Carney ya nos había hecho enamorar en Dublín con Once, y con ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? (Begin Again) utiliza a Nueva York como un fresco y vivo escenario en el cual sus sonidos naturales se mezclan con una banda sonora dulce y pegadiza creada por el frontman de los New Radicals, y crea una historia de amor platónico entre un renegado productor neoyorquino y una joven cantautora inglesa. Keira Knightley y Adam Levine en "¿Puede una canción de amor salvar tu vida?". Keira Knightley y Mark Ruffalo brillan como Gretta y Dan, y son el corazón de una película que apela a lo sentimental sin llegar a lo cursi ni al cliché, sino que da vueltas inesperadas con una narrativa que entretiene en todo momento gracias a su sutil y acertado diálogo, y a la personalidad y el carisma de cada uno de sus personajes. El cantante de Maroon 5, Adam Levine, incursiona en el cine como el ex novio rockstar de Gretta, e interpreta a una versión parecida a sí mismo en la vida real: la de un músico amado por las mujeres que encuentra el éxito comercial y la fama como su hábitat natural. También James Corden logra darle un toque de identidad a esta película idealista y encantadora ¿Puede una canción de amor salvar tu vida? responde su propio interrogante continuamente: sí, sí, sí. El filme de Carney demuestra que es la pasión y el encontronazo entre corazones que laten al unísono lo que lleva a que una persona pueda salvarse de sí misma, y de lo monótono de una vida llena de frustraciones y desamores.
No es una historia de amor El 2 de octubre hace su debut ¿Puede una canción de amor salvar tu vida?, una comedia dramática y un musical ambientado en Nueva York. Empieza con un aire inocentón que nos recuerda un poco a series adolescentes. Una pareja desde siempre con Gretta (Keira Knightley) y Dave Kohl (Adam Levine) que después de la secundaria deciden abandonar el pueblo para triunfar en la gran ciudad. Hasta aquí llegó la parte trillada, ya que cuando a este músico empieza a irle bien, nos demuestra lo imbécil que puede llegar a ser el hombre y la despide de pronto con un “gracias, hasta luego”, y si te he visto no me acuerdo. Superarlo o morir, esas son las opciones que se le plantean a Gretta cuando la vida que tenía planeada de pronto va a ser que no. Estas mismas opciones se le presentan a Dan Mulligan (Mark Ruffalo), un productor de discos que acaba de ser despedido, además de distanciarse de su familia y acercarse al whisky un poco demasiado para un gusto normal. Los caminos de estas dos personas parecen destinados a cruzarse, como era de esperarse, cuando Dan ve a Gretta cantando en un pequeño bar, aunque no con mucho éxito. Hasta aquí parece la conocida historia de “boy meets girl” de dos personas miserables que superan sus rupturas y se enamoran, y felices para siempre. Pero por suerte para el espectador, la historia da un giro y se aleja de la fórmula trillada. Y es que esta no es una historia de amor, aunque tenga el amor en su título pésimamente traducido al español. En su original se titula Begin Again, mucho más acertado: volver a empezar o dejarse morir. Esto mismo podemos decir de la conocida fórmula boba y romanticona: el director intentó reeinventarla, y ciertamente lo logra. Quizá en un principio temíamos que John Carney estuviera copiándose a sí mismo y la idea que ya funcionó con Once, que también es un musical y ganó el Oscar a Mejor Música Original en 2008. En esta producción también la música tiene un papel importante, es una historia sobre la música. El soundtrack original fue compuesto por Gregg Alexander, ex líder de la banda ochentosa New Radicals, que ya estuvo a cargo de la música de películas como Click y A Walk To Remember; y de series como Smallville y Community. Canciones pegadizas y frescas que bien podrían anotarse una nominación al soundtrack original. Por supuesto sin spoilers, pero lo mejor es el final. Un giro inesperado que sorprende y nos saca de los guiones encasillados y sube de forma increíble el nivel de la película, haciendo que todas las idas y vueltas valgan la pena. Las actuaciones están a la altura de esta historia sorpresiva y con algunos momentos de tierna inocencia, pero otros crudamente realistas. Keira Knightley y Mark Ruffalo se lucen en sus papeles, aunque la sorpresa ha sido Adam Levine. El líder de Maroon 5 muestra que también puede actuar, y puede que está película le abra la puerta a nuevos proyectos actorales. De la misma manera, Knightley nos ha mostrado que también puede cantar. En resumen, aunque las expectativas indicaban que veríamos otra vez la misma fórmula, sorprende gratamente. La historia se siente realista y sus giros avanzan con naturalidad. Los personajes resultan creíbles aunque inocentes. Todo esto con una música de fondo acorde, estilo indie o chill out que llena los espacios de buena actuación en los que sobran las palabras. Aunque no es una historia de amor, podemos decir que es una historia de una linda amistad.
Vaivenes de la música y la vida "Begin Again" o el nombre ridículamente cursi que le pusieron acá, "¿Puede una canción de amor salvar tu vida?", es una comedia romántica, con algunos toques de drama, que con bastante frescura nos muestra la historia de Dan (Mark Ruffalo), un productor musical que está en la lona y Gretta (Keira Knightley), una joven cantante incipiente cuya carrera ha sido eclipsada por la de su novio cuya popularidad se encuentra en franco ascenso. La trama gira en torno a las vidas de estos dos protagonistas y sus relaciones interpersonales; de Dan con su familia (está separado y tiene una hija) y con su jefe/socio con quien mantiene diferencias, y por otro lado de Gretta con su ex novio Dave (Adam Levine) y su estancada carrera como artista. La casualidad o providencia consigue que ambos se conozcan en uno de los peores días de sus vidas, ella recién despechada y él recién despedido de su trabajo. Dan se encuentra con Gretta cantando en un bar y automáticamente capta el potencial que tiene como artista. A partir de esto, juntos tratarán de salir a flote y mejorar sus vidas haciendo una suerte de música callejera. El film tiene un buen ritmo y presenta también buena química entre Ruffalo y Knightley. Hay algunas escenas interesantes y bien concebidas, aunque no llega a ser un producto memorable a mi entender. Es una comedia/drama de manual con algunos toques y vueltas de tuerca que la convierten en un entretenimiento por encima del promedio. Por ejemplo la secuencia en que él va descubriendo el potencial de Gretta mientras interpreta un canción en el bar, es una de las mejores. Una de sus canciones, "Lost Stars", está nominada al Oscar 2015 y demuestra un buen laburo sobre el elemento musical que expone, que en definitiva es el core central sobre el cual gira la historia. Tiene toques dramáticos, varios, algunos de humor y otros de romance, aunque no tiene un desenlace clásico como en la mayoría de estos films. En "Begin Again" todo está mostrado con mayor naturalidad que en otros exponentes del género, permitiendo esto que el espectador se involucre más con los personajes y lo que les sucede en pantalla. Una buena película para disfrutar sobre las amarguras y alegrías que tiene el mundo de la música y la vida misma.
Publicada en la edición digital #266 de la revista.
Cuando la música cura corazones Gretta y Dan deciden apostar uno por el otro y embarcarse en el proyecto de grabar un álbum en la calle. Gretta y su novio Dave se conocieron en la universidad pero también son socios en la música: ella escribe maravillosamente; él, canta. Ambos parten a Nueva York cuando él firma un contrato con una gran discográfica y la idea es mantenerse juntos. Pero la firma está interesada en una de las partes del dúo, y su nueva fama pronto tienta a Dave a alejarse. Gretta ya no tiene qué hacer en la gran ciudad. Pero a punto de volver al terruño, se cruza con Dan, un productor musical aferrado a tiempos menos comerciales que los actuales y un obstáculo para su socio, que decide echarlo de la firma que contribuyó a crear. Separado desde hace un par de años, mantiene una relación conflictiva con su hija adolescente. Y por si fuera poco, las noches a expensas del alcohol que, según dice, le devuelve "la magia" que precisa para reconocer la buena música, o han contribuido demasiado a mejorar su situación. Con sus corazones lastimados, Gretta y Dan deciden apostar uno por el otro y embarcarse en el proyecto de grabar un álbum en las calles, con nada de dinero y mucho de talento y gran imaginación. De la filmografía de John Carney se descata Once, rodada en Dublín y protagonizada por Glen Hansard (de la banda The Frames) y Markéta Irglová como músicos aficionados, de esos que cambian las joyas de sus dones por unas monedas en la perturbadora geografía urbana. La película obtuvo un premio Oscar a la mejor canción original por Falling Slowly. Sobre una idea similar entrama ¿Puede una canción...? (Comenzar de nuevo, según la traducción literal del título original), y produce un placer absoluto el paseo que el director regala al espectador por rincones de Nueva York, mientras narra el efecto curativo que la música produce en los protagonistas, conforme comparten la belleza de la creación. Un elenco acostumbrado a los lujos de Hollywood como a la modestia independientes se encarga de componer personajes creíbles, para una comedia deliciosa, sostenida en conflictos comunes: el amor y desamor, las traiciones, la adaptación a los cambios, el duelo de los sueños y la necesidad de reinventarse para continuar con la vida sin traicionar la esencia. La banda de sonido, creada especialmente para el filme por Gregg Alexander, cuenta entre las voces de la propia Keira Kinghtley en cinco de sus 32 canciones. Entre perlas, se encuentran los cameos de los reconocidos raperos Ce Lo Green y Mos Def, aunque lo más pintoresco del relato reside en la participación de la escena urbana y los ciudadanos comunes en los videos que se filman en la película, con alguna reminiscencia de Play ing for change.
Once again Tocala de nuevo, John. Carney repite la fórmula de Once (2006), hermosa película sobre un músico callejero. Es inevitable entonces comparar ambos films. Lo que gana en su nuevo trabajo con la solidez de sus intérpretes lo pierde en frescura y, sobre todo, en música. Habrá que decir entonces que algo de la honestidad de Once se perdió en la calle, y no es un dato menor teniendo en cuenta que la autenticidad y la fidelidad a uno mismo son los temas que más le preocupan al director irlandés. Un productor con un pasado exitoso y un presente caótico (el gran Mark Ruffalo) cree encontrar un diamante en bruto en Gretta (Keira Knigthley, dejando de lado la habitual dama de época), una cantante inglesa abandonada por su novio (Adam Levine, parodiándose a sí mismo) justo en el momento en que este empieza a triunfar en la industria. Es entonces cuando la película se disfraza de comedia romántica, pero por suerte se queda en amagues y resulta divertida sin ser cómica, mientras sobrevuela el amor en todas sus formas sin forzar situaciones. As time goes by, es el comienzo de una bella amistad. Hay cierta inocencia de cuento de hadas en esa unión de perdedores hermosos, y la mayoría de las canciones no son todo lo geniales que deberían ser, pero aún así funciona. Párrafo aparte para la pregunta del título, pregunta que sólo se hace el traductor, ya que el director había optado por una frase mucho más simple. Y corta. Yo creo que puede.