El viejo/nuevo Oeste Hace algunos años nadie daba un mango por el western. Era un género muerto, yeta en taquilla y harto parodiado. El nuevo siglo vio su tímida resurrección de la mano de competentes ejemplos culminando con Temple de Acero (True grit, 2010), que ha terminado de signar al género nuevamente como ‘bancable’ a ojos del público. Rango (2011) es la entrada animada/infantil a esta afluencia, y quién mejor que Gore Verbinski, el tipo que revivió las películas de piratas con sus Piratas del Caribe (Pirates of the Caribbean), para dirigirla. Perdido en medio del desierto californiano, nuestro protagonista –una lagartija doméstica– va a parar a un pueblo de mala muerte llamado ‘Mugre’, donde el agua es tan escasa que sirve de moneda. Giros del guión lo llevan a inventarse una falsa identidad heroica, “Rango”, y a proteger a los animalejos vaqueros que habitan Mugre. La animación no es ni de Disney ni de Pixar: entra al juego Industrial Light & Magic, compañía de efectos especiales que se ha mantenido siempre a la delantera con Star Wars (1977), Jurassic Park (1993)y Jumanji (1996), entre varias. Rango es su primera película completamente computarizada, lo cual no sólo garantiza gráficas de primera línea, sino un estilo propio, mejor demostrado en el diseño de los personajes, que es levemente grotesco. Probablemente sea esto, más la (tenue) violencia del viejo oeste, lo que requiere la compañía de adultos en lo que a niños refiere. A la violencia del viejo oeste sumamos las referencias dirigidas a los adultos, desde las más obvias hasta las más insólitas, aunque sospechemos que los que se pierden el chiste ni se van a dar cuenta (¿Cuántos niños saben de Clint Eastwood?). Por otro lado, éste no es un western en el sentido más clásico de la definición. Las cantinas reciben a sus forasteros tensamente, y el duelo siempre es final, definitivo y catártico. Verdad. Pero el humor es sardónico, su elenco de animales antropomórficos, bizarro, y el primer acto de la película linda lo surrealista. Un comentario sobre las voces de los intérpretes. En el inglés original, Johnny Depp lidera un elenco de estrellas y vetes del género. En su traducción, Rango y sus amigos hablan en castellano neutro (ejemplo, LosSimpson), a excepción de dos o tres matones, que hablan porteño, y en sus únicos dos minutos de aparición logran meter “che” y “boludo” al parlamento, lo cual le quita algo de magia y encanto a la película. Se puede traducir cualquier buena película a cualquier idioma y dialecto sin perder su esencia, pero traducirla a dos al mismo tiempo y apoyarse en un lunfardo mundano para hacerlo no sólo distrae la atención, sino que opera en detrimento de la ilusión de la película. El camino del héroe lo conocemos todos, con sus cavilaciones existenciales y sus prolongadas secuencias de acción. La invitación a recorrerlo siempre está bienvenida, ya sea bajo la creativa guisa de película infantil u homenaje al género cinematográfico más viejo y afecto de todos. Como se la vea, Rango es una experiencia bella por su distintiva fotografía, y a lo largo, buen entretenimiento.
LUCHEMOS POR EL AGUA Es maravilloso poder apreciar la evolución de la animación computarizada. La perfección y la gran variedad de matices que el género ha adoptado desde que en 1995 "Toy Story" llegó a las salas de los cines, es inmenso y en esta película de Gore Verbinski, titulada "Rango", se ve claramente, ya que, si bien el guión pudo haber aprovechado mucho más cada una de las premisas que aquí se tocan, el trabajo de animación y la excelente variedad de matices visuales es espectacular y desarrolla una calidad y detallismo que sorprende segundo a segundo. Rango es un camaleón que queda en el medio del desierto luego de que la pecera en la que vivía se cayera en la carretera. Solo, con calor y con el peligro del salvajismo, entra en un pueblo perdido, en el que sus habitantes, todos animales, están desesperados con conseguir agua. Él, inventando historias y haciéndose el galán con una lagartija, va a tratar de que el lugar vuelva a ser lo que en el pasado fue. Esta película se debe analizar desde dos puntos de vista que están muy marcados y presentan unas diferencias interesantes que marcan el rumbo de la historia. Por un lado, todo lo que corresponde a la perfección visual y a la técnica animada con la que se decidió llevar adelante la cinta. El film tiene un estilo muy particular, que se entiende si se conoce la filmografía de Gore Verbinski, especialmente las tres películas de "Piratas del Caribe". La armonía visual, la detallista y profunda animación, acompañada de la creación sorprendente de climas y atmósferas visuales y emotivas muy buenas, bellas y agobiantes y, principalmente, de la delicada y minuciosa labor por hacer de cada personaje un espectáculo visual distinto y con identidad propia, son algunas de las características que aquí, con solo ver el desarrollo artístico, llaman la atención y satisfacen plenamente. A su vez, y es allí donde aparece el toque personal del director, se invoca a distintas situaciones que mantienen una similitud escenográfica con las desarrolladas en otras de sus películas, ejemplo muy claro el momento en el que Rango va a una especie de realidad paralela y habla con el "Espíritu del Oeste", todo satinado con luces y un blanco muy fuerte, bastante similar al presentado en "Piratas del Caribe, en el Fin del Mundo". Los paisajes fueron recreados con belleza, hay muchas tomas que cambian de encuadre rápidamente, diferentes gamas de colores y contrastes hermosos y una continua expresión artística por hacer de la estética de la cinta memorable, muy bien lograda. El trabajo realizado con el protagonista y con una serpiente que aparece casi al final, es, en lo que corresponde a los personajes, lo mejor de la película. Teniendo a la voz de Johnny Depp como principal atractivo interpretativo, el diseño del pequeño animalito es un reflejo directo al histrionismo que el actor encarnó en muchos de sus pasados papeles. Rango es impulsivo, disfruta de lo que hace, es temeroso, tiene expresiones faciales idénticas a las del actor y, en especial, desarrolla una locura y un sentimiento de desinterés por lo que lo rodea muy atractivo y que aporta mucho humor y grandes momentos de comedia. Por otro lado, la serpiente, el segundo mejor personaje, con una voz muy fuerte y temerosa, es el perfecto villano para la cinta, transmite imprevisibilidad y miedo y fue diseñado con ingenio y creatividad. A su vez, cada uno de los animales del pueblo, ya sean los topos, las lagartijas, pájaros, la tortuga, las lechuzas que cantan (muy originales) y los sapos (espectaculares), están muy bien logrados. Ahora bien, es inevitable olvidar el otro lado de la película, y el más flojo, que corresponde al guión. La historia es muy sencilla y, pese a que son muchos los momentos de comedia en los que el protagonista y los diferentes personajes tienen un humor muy ácido y adulto, son demasiadas, también, las escenas en las que hay diálogos que no dicen nada. Hay afirmaciones y negaciones que alargan innecesariamente el relato, un romance que no se finaliza entre dos personajes y, principalmente, una previsibilidad que no da lugar a que el verdadero mensaje de la historia pueda florecer y alejarse de los clichés de este tipo de narraciones. Hay un fuerte potencial en todos los personajes creados y, pese a tres momentos muy bien escritos que son inolvidables (el inicio de la aventura; la corrida por el desierto con el bidón de agua; y el duelo con la serpiente), son pocas las demás situaciones en las que se los puede ver aprovechados al máximo. Con una banda sonora muy particular y acorde a las necesidades de la historia (la larga persecución mezclando las diferentes melodías del western está perfectamente musicalizada); con un trabajo por parte de Verbinski jugado e inteligente y con una animación detallista, distinta y muy realista, "Rango" es una película que entretiene mucho, que tiene sus problemas argumentales, pero que quedan algo camuflados por la genialidad visual. Una cinta que disfrutarán más los adultos que los niños. UNA ESCENA A DESTACAR: persecución por el bidón de agua.
El western nunca volverá a ser lo mismo. Para dejarlo en claro en la primera línea: Rango puede ser una película animada con un lagartito como protagonista, pero lejos está de ser una película infantil. Es más, si en lugar de bichitos del desierto estuviera protagonizada por actores, la estrenarían para el segmento “mayores de 16?. Y no es para menos, porque si bien no se ve una gota de sangre, la violencia y la muerte son protagonistas de esta historia que redefine y al mismo tiempo sella el amor que tiene Hollywood por narrar “el camino del héroe”. Esto quiere decir: tomar un personaje x que parezca intrascendente, pero que a partir de sus experiencias se transforme en el verdadero salvador de la situación. En este caso, el conflicto se desarrolla en Tierra, un pueblo de animales en el medio del desierto de Mojave, en los Estados Unidos, que sufre una sequía que obliga a todos a vender sus propiedades al gobernador (una tortuga en silla de ruedas) y a mudarse lejos de su hogar. En ese contexto aparece en el pueblo, a causa de un accidente de tránsito que lo tira fuera del auto de sus amos, un camaleón (con la voz de Johnny Depp) acostumbrado a la vida de pecera y con una fuerte tendencia a las artes dramáticas. En Tierra utilizará este talento para la actuación y se convertirá en Rango, un valiente justiciero que logró matar a siete criminales con una sola bala. Esta mentira, mas una sucesión de casualidades, harán que el pueblo crea en él y lo convertirán en el sheriff, no solo para impartir justicia, sino que también para solucionar el gran problema de la sequía. Podrá sostener este lagarto de pecera su condición de héroe, o será verdad que la mentira tiene patas cortas? Rango es la primer película animada de Gore Verbinski, director de las primeras dos entregas de Piratas del Caribe, y junto con Nickelodeon y Paramount crearon a este personaje que lejos de ser un tierno y valiente justiciero, parece -al menos al principio- un vil ególatra, mentiroso y completamente desinteresado por la vida de los demas. Un buen ejemplo de esto es una de las primeras secuencias, en la que deja que un águila capture a una rana sólo por venganza. Los personajes de la película son horribles. Pero horribles en el buen sentido. Su diseño y animación es magistral, pero son tan feos que cualquier niño se asustaría. Además, todos tienen sus cosas. Los villanos son miserables de verdad, y los buenos, salvo Beans (Isla Fisher), la joven con (hilarantes) problemas “mentales”, todos cuidan sus intereses, y son capaces de colgar a cualquiera para mantenerlos. Con esto Verbisky logra crear una película con personajes “reales”. Animalitos que se parecen alarmantemente a los humanos. La historia sigue y sigue, y podemos mencionar muchos mas temas que alejan a Rango del rango (ja!) infantil: codicia, muerte, sexo (aunque sutil, tiene su precencia) y un chiste sólo para adultos que involucra a un muy conocido “Espíritu del Oeste”, que carga la voz de Timothy Olyphant, pero la cara de alguien que todos conocemos. Punto aparte merece la sublime banda sonora. Hans Zimmer vuelve a demostrar que es un genio para crear clímas, y los buhos mariachis (en este caso, interpretados por Los Lobos) que relatan la historia como si fueran juglares le dan un toque de comicidad soberbio a la película. Un solo detalle: es recomendable verla en inglés. No solo para disfrutar de las voces de Alfred Molina, Johnny Deep, Isla Fisher y Bill Nighy, sino también para evitar el erradísimo criterio del estudio de doblaje en poner ascento porteño a los villanos. Lagartos de La Boca en el sur de los Estados Unidos. Esa si es nueva. En definitiva: Rango es una película que casi exclusivamente está hecha para los adultos, y nosotros -los adultos, claro, quien mas?- estamos felices de recibir un regalo animado de este tipo. Gore, nunca dejes de hacer películas.
EL ESPÍRITU DEL OESTE Rango es la primera sorpresa del 2011. Western animado lleno de humor e ideas, la película de Gore Verbinski recupera la intensidad y la inteligencia del comienzo de su carrera. Rango es cine por donde se la mire, un entretenimiento apasionante para todos los espectadores. Insistir una vez más sobre la grandeza del western parece redundante. Pero no por redundante es menos necesario. Se podría decir, exagerando un poco, que es más difícil hacer un mal western que uno bueno. Es que las metáforas que rodean al género lo convierten en un insuperable punto de partida. Su iconografía es, además, tan visual, poderosa y bella que resulta incomprensible que no sea el género popular por excelencia. Ya lo dijo el realizador Jean Pierre Melville: “El western es el cine, es la forma más perfecta de espectáculo cinematográfico… Un buen western, en color, y en scope resulta extraordinario… Es difícil hacer algo que no se parezca a un western”. Esta última frase es muy acertada, ya que el western podrá no ser el más popular entre los géneros, sin embargo, muchos géneros toman varios de sus elementos al aprovechar su iconografía y reproducir sus mitos. En la actualidad, el western está tan vivo como lo están los mitos griegos o la obra de Shakespeare, pues propone un terreno fértil para temas universales. Su magnífica carga visual multiplica, además, esta complejidad al dotarla de una belleza arrebatadora. Por eso se puede afirmar que el western es más cine que cualquier otro género, porque es la forma más perfecta de arte cinematográfico, una suma de metáforas, espacios, temas y mitos. Volviendo al comienzo, es cierto que cuesta pensar que se pueda arruinar un género como éste, varios lo han logrado, seamos sinceros, pero no todos los días alguien consigue hacer un western de primera línea. Pero como el propio film nos enseña, del lugar menos esperado, a veces, surge un héroe. Y así es. Sin anuncios previos, sin demasiado escándalo, el segundo western en un mes (el primero fue Temple de acero de los Coen) resulta ser una joya del género. ¿Cómo hacer un western clásico en el cine actual? Ya bastante difícil resulta pedirle a los espectadores actuales que estén a la altura de la grandeza cinematográfica y moral del género como para que además se les demande que estén a tono con el clasicismo. Así que, a excepción de Clint Eastwood y Kevin Costner, los westerns hoy tienden a derivar del revisionismo de Sam Peckinpah y de la parodia de Sergio Leone. Estos dos cineastas hicieron mucho por el género, pero parecería que clausuraron la lectura del western clásico para las siguientes generaciones. Eastwood hereda mucho de ellos y también de Don Siegel, pero por encima de cualquier otra cosa le imprime al género un clasicismo incomparable. Rango es un film de dibujos animados, por lo que necesita servirse del humor para abordar el género. Las imágenes del spaghetti western y de Sergio Leone se multiplican por doquier, la iconografía base parte de ahí. Y los homenajes e intertextualidades son, como es habitual en los films animados, muchísimos. Bastaría mencionar Pánico y locura en Las Vegas para mostrar la locura que posee el film. Los amantes del western tendrán en ese sentido más de un motivo para festejar y sorprenderse. Pero no es ese el encanto principal ni el valor de Rango. La película tiene identidad, fuerza y sentido propios. El western es la frontera. La frontera entre la civilización y la barbarie. El momento en el que se instala la ley, el espacio de las máximas tensiones, el final de una época y el comienzo de otra. Es decir: puro conflicto, drama, tensión. Cualquier western que se precie de serlo sabe que tiene que pasar, directa o indirectamente, por este tema, por este marco que está en el corazón mismo del género. Claro que no es el único tema, pero es el que atraviesa todo. Rango tiene un héroe inesperado, que vive fantasías actorales mientras lleva una cómoda vida dentro de una pecera. El destino lo lanza a la aventura. Irónicamente lo saca del mundo civilizado y lo lanza de lleno a una forma de salvaje Oeste. Otra frontera que la película explora es la del clasicismo y la modernidad. El film arranca con un juego moderno, de cine dentro del cine, y más de una vez brilla de humor al mostrar los límites de la narración, pero a la vez se sumerge en las aguas más profundas y complejas de la narración clásica. El villano –digno heredero del Lionel Barrymore, silla de ruedas incluida- es un poderoso que representa la clase de villano que viene con la civilización, al mismo tiempo que es el hombre feudal de la barbarie. Rango es el “hombre” común metido en una historia extraordinaria, llamado a ser un héroe y devolverle a los integrantes del pueblo la fe que han perdido. Otro tema del western –desde Ford a Eastwood- es la construcción del mito. Las ansias actorales del protagonista lo convierten primero un héroe de mentira y, luego, el mito que él detenta y que todos quieren creer se termina transformando en realidad. El mito une al pueblo, es el factor de cohesión y la base para el futuro. Rango pasa también por este tema como por otros muchos tan cercanos al western y a la experiencia humana. Es triste si algún espectador no puede todavía ver la absoluta claridad con que a partir de los animales animados –pero personalizados- un film como Rango explora y explota al máximo las posibilidades del cine. Además de lo dicho, Rango es un film que acierta en todo lo que se propone. La narración es brillante, el ritmo que tiene la película es arrollador, el humor funciona de punta a punta –incluyendo unas lechuzas mariachis que tiran mala onda todo tiempo-, los personajes son sorprendentes, así como los actores que interpretan sus voces. La emoción también aparece, hábilmente, combinada con el humor nonsense que reina en la película. Unos últimos detalles a mencionar: la película posee la dureza, la complejidad y la ambigüedad de un film adulto, no es oscura donde no corresponde y esto no implica que sea un film lavado. De la misma manera que un film para todo público del cine clásico era, en definitiva, un film adulto, Rango lo es. La caracterización de cada uno de los personajes es un trabajo digno de admiración, son muchos personajes creados con una precisión y una originalidad fuera de serie. Y finalmente, y no por eso menos importante, la belleza de la película la ubica entre lo mejor de los últimos años. Desde las canciones, excelentes y fieles al género, hasta la luz de cada una de las escenas. Con el veterano Roger Deakins como consultor visual y con un trabajo minucioso, Rango es una obra de arte a la vez que un film comercial destinado a una carrera popular. Que los espectadores aprecien los westerns y disfruten de Rango no es un deber ni una imposición, es apenas una expresión de deseo.
Lo que el agua se llevó Simpático western animado, de Gore Verbinski, sobre una lagartija que aspira a ser actor y héroe. Una lagartija con aspiraciones a actor –y también a héroe- se encuentra, tras un accidente automovilístico en una ruta en pleno desierto, y de buenas a primeras, en un pueblito del Lejano Oeste. Habitado por otros animales, se llama tierra (con minúscula, porque es como polvo), que es lo único que hay a kilómetros de distancia. La sequía es atroz, en el banco –donde se guarda lo más preciado- sólo queda agua para seis días, y nuestro antihéroe comienza a creer que el alcalde (una tortuga que ¿para movilizarse más rápido? anda en silla de ruedas) mucho tiene que ver en el asunto. La lagartija, que, para ser sinceros, tiene mucho de camaleón, decide autobautizarse Rango luego de entrar al saloon y beber de una botella Made in Durango. Como sus deditos tapaban Du, decidió que sería Rango. Y más: termina siendo el sheriff del pueblo, fantaseando y fabricando historias de un pasado de certezas incomprobables, hasta que… Ya se sabe, si la mentira tiene patas cortas, no quieran saber lo que son las de la lagartija. Rango homenajea aquí y allá unos cuántos títulos del western ( A la hora señalada , el primero) pero también a Apocalypse Now y La guerra de las galaxias . No es, como podría presumirse, un filme alla Shrek , con guiños del estilo DreamWorks, pero también es cierto que dejará perplejo a más de un niño (y niña, ni qué hablar). Es que los personajes son, cómo decirlo sin herir susceptibilidades de las estrellas, francamente feítos. Miren, sino, a Rango, con sus ojos saltones y su cuello en diagonales. La estructura del guión también es extraña para los más pequeños que en su vida hayan visto o sepan qué es un western, por lo que ahí sí la ayuda de papá y mamá o un abuelito será recomendada. Está, cómo no, el mensaje ecológico sobre la importancia del agua y de no desperdiciarla. También queda claro que cualquier embustero puede ser sheriff (o policía) y alcalde (o Jefe de Gobierno), pero esas son minucias que los chicos aprenderán a discernir y/o padecer cuando hayan crecido. Lo que es una pena es que tanto talento involucrado en la confección de las voces se haya perdido casi por completo en las copias que se estrenan entre nosotros –hay una sola copia subtitulada, en La Plata-. Vayan anotando para cuando salga editada en DVD: Johnny Depp es Rango, y por ahí andan en dos o más patas Ned Beatty, Alfred Molina, Harry Dean Stanton, Ray Winstne o como arrastrándose como Jake, la serpiente, el gran Billy Nighy.
Cabalgatas y camisa hawaiana En un momento en el que el western parece tomar nuevos rumbos (y bríos gracias a Temple de acero), esta película de animación también se juega con un género que parecía olvidado. El producto en cuestión no es otra superproducción de Disney-Pixar o Dreamworks, sino de Industrial Light & Magic, la compañía que dio títulos como La guerra de las galaxias. La versión local, también traducida al "castellano neutro" (en la original Johnny Depp presta sus cuerdas vocales a Rango), el personaje central es un pequeño camaleón con camisa hawaiana y un gran corazón cuya misión consiste en salvar a un pueblo de un grupo de forajidos. Entre cabalgatas, cactus y calles polvorientas, el realizador Gore Verbinski (que coincidió con Depp en la saga Piratas del Caribe) rinde homenaje al western en una dinámica aventura familiar que tampoco excluye buenas dosis de humor y personajes que terminan por conquistar el corazón del espectador. La trama traslada al público hasta el desierto donde la criatura vive bajo una amenaza constante pero la trama tambien depara sorpresas, entradas al "saloon" y peligros mayores. Un film que sorprende por sus rubros técnicos y con la capacidad de hacer simpático un personaje no demasiado agraciado por la naturaleza.
Erase una vez un Spaguetti Western animado. La cuota anual del género por excelencia de este año ya se encuentra completa con tan solo dos films, uno, la remake del western de Hathaway Temple de Acero, un homenaje directo al cine de John Ford dirigida por los hermanos Coen, dos, la animación de la cual aquí desarrollaremos, Rango, un spaguetti western donde la dirección realizó foco sobre el trabajo de Sergio Leone. El pequeño camaleón de profesión actoral accidentalmente termina siendo parte de una comunidad, un pueblo que se está muriendo por la falta de agua, llamado Tierra, donde una gran cantidad de personajes secundarios estereotipados se lucen por su cohesión al personaje principal. El apodado Rango es presentado como la única opción a la necesidad del pueblo, un nuevo sheriff, alguien que busque la manera de encontrar agua para el moribundo territorio próximamente a convertirse en un pueblo fantasma, con una emigración acechante. No falta la presencia de un alcalde de turno, el banquero, las licorerías (en éste caso expenden jugo de cáctus), la pobrecita a ser despojada de sus tierras e interés sentimental del “a convertirse” en héroe. Lo apabullante del film fuera de las excelente tomas logradas luego de haber visto mucho Leone por parte del equipo de producción y animación, añadiendo el asesoramiento de fotografía de Roger Deakins (casualmente DF de Temple de Acero), el hermoso y revitalizado score de Hanz Zimmer, sumado a las autoreferencias y homenajes a Erase una Vez en el Oeste, El Bueno, el Malo y el Feo, Por un Puñado de Dolares y A la Hora Señalada, hacen de Rango, un film que funciona como una enciclopedia cinematográfica del género, inclusive con un timing y edición moderna, funcionales a la vitalidad del guión. La animación está explotada al máximo sobre posibilidades y recursos, si bien no cuenta con ese condimento extra que suelen tener las producciones de Pixar, me atrevo a decir que Rango logra ser el ejemplo de animación más cercano a la convertida empresa de excelencia en animación. Rango es lo que Cars no pudo lograr ser. Mismas temáticas, el personaje perdido en un pueblo, una misión, ser el partícipe de la experiencia surgida a partir de un cambio. Lamentablemente no contamos con las voces originales, ya que la copia presentada en cartelera es la doblada al castellano. Extrañamente el film no fue concebido en 3D, detalle que espero no aleje a espectadores fascinados por la renovada tecnología. Gore Verbinski, versátil director que nos trajo la sorpresiva comedia Un Ratoncito Difícil de Cazar, contratado para realizar la remake hollywoodense del film de terror La Llamada y consagrado con la mayor Disney al lograr trasladar la atracción mecánica del Parque Temático en fílmico con Piratas del Caribe junto a sus dos olvidables pero bien redituables secuelas, logra aquí llevarnos de lleno al oeste, al género que las nuevas generaciones desconocen y podrán descubrir e indagar al respecto, para aquellos que somos fanáticos del género, nada más que deleitarnos. Llegando a las comparaciones habituales, si Toy Story 3 fue descripta como “cine puro”, Rango lo es aún mas, representa al mejor de los géneros concebidos por el cine, en una audaz puesta, divertida e interminablemente sorpresiva.
El director de Piratas del Caribe apuesta a un western protagonizado por un camaleón, con la voz de Johnny Depp El exitoso director Gore Verbinski sorprendió a Hollywood cuando hace algunos meses anunció que renunciaba a dirigir la cuarta entrega de Piratas del Caribe (había filmado con honores las tres primeras) para incursionar por primera vez en el universo de la animación. Si bien las peripecias del capitán Jack Sparrow ya tenían bastante del espíritu delirante y exagerado del cómic, el realizador arriesgó mucho al abandonar una de las sagas más populares de la historia para filmar un western protagonizado por. un camaleón. El resultado de esta audaz apuesta no pudo ser mejor: Rango es una joya tanto en lo estético como en lo narrativo, una comedia no sólo muy entretenida sino también con la inteligencia suficiente como para seducir a públicos muy diversos. Claro que Verbinski no se tiró solo a la pileta. Lo hizo acompañado por (la voz de) Johnny Depp y un impresionante elenco; por un guionista de fuste como John Logan (Gladiador, El aviador); por los geniales artistas y el soporte tecnológico de la Industrial Light & Magic, que lidera George Lucas; por el gran fotógrafo Roger Deakins como consultor visual, y por un combo musical que incluye una furiosa banda sonora compuesta por Hans Zimmer y el ritmo de Los Lobos. Casi nada. El film arranca en la actualidad (el antihéroe protagonista es una mascota que se cae de un automóvil en plena ruta) y luego se sumerge en el mitológico universo del western para describir las desventuras de la patética comunidad de un pueblo perdido en medio del desierto de Mojave. Desesperados ante la falta de agua y sometidos por un alcalde corrupto y por violentos villanos, los animalitos encuentran en el recién llegado Rango -un fabulador con ínfulas y bastante suerte que se convierte en sheriff- su única esperanza frente a tan aciaga coyuntura. Comenzará entonces una verdadera épica que incluye vertiginosas (y muy creativas) escenas de acción dignas de los cortos animados de Chuck Jones para la Warner, gags físicos y punzantes líneas de diálogos, duelos al mejor estilo del cine de Sergio Leone y una gran inventiva visual. Si bien en la mayoría de las salas se verá la versión doblada al castellano, quienes puedan acercarse a aquellos cines que exhibirán la versión subtitulada podrán disfrutar de las voces de Depp (quien aquí evita su tendencia al "unipersonal" para complementarse a la perfección con el resto del elenco) y de otros conocidos intérpretes, como Isla Fisher, Abigail Breslin, Ned Beatty, Alfred Molina, Bill Nighy, Harry Dean Stanton, Timothy Olyphant y Ray Winstone. Cuando parecía que sólo Pixar estaba en condiciones de construir relatos originales, universos con reglas propias, look moderno y espíritu clásico, personajes entrañables con hondura psicológica y distintos niveles de lectura tanto para niños como para grandes, aparece Verbinski con esta gema. Una bienvenida sorpresa para celebrar.
Rango es una de las películas animadas más originales y creativas que brindó el cine norteamericano en los últimos tiempos. Tal vez no sea una propuesta super popular. Los más pequeños pueden asustarse con algunos personajes y escenas de violencia y algunos adultos tal vez no se enganchen con el estilo de humor que es raro. Sin embargo, la película ofrece una propuesta distinta a las últimas cosas que vimos en los cines, entre los filmes realizados por animación computada, que estaban vacíos de contenido o brindaban más de lo mismo. Acá tenemos un poco de aire fresco y creatividad en la cartelera. No es casualidad que Johnny Depp, que no suele trabajar en este género, haya aceptado participar en este proyecto, ni que la película lleve la firma de Nickelodeon, una compañía responsable de series emblemáticas y originales de la última década como Rugrats, Doug y Oye Arnold. Rango es una parodia y un tributo maravilloso también al subgénero de los spaghetti westerns que se hicieron a fines de los años ´60 y mediados de los ´70 en Europa. Desde su título ya se hace referencia al emblemático Django, interpretado originalmente por el Gran Franco Nero en 1966 y además la historia cuenta con un cameo del famoso “Hombre sin nombre” que Clint Eastwood encarnó en las legendarias películas de Sergio Leone, Por un puñado de dólares, Por unos dólares más y El Bueno, el Malo y el Feo. Es un estreno muy cinéfilo donde las referencias son constantes pero sutiles a la vez. Algunas son más obvias que otras, pero están ahí y las vas a descubrir si sos fan de ese estilo. El director Gore Verbinski (Piratas del caribe) tomó como modelo los westerns europeos, más que los hollywoodenses, y esto se nota claramente en el perfil que tienen los personajes, la música y los escenarios. Por ejemplo, el pueblo principal, bastante lúgubre y corrupto, donde se desarrolla este cuento es un retrato perfecto de esos escenarios donde tuvieron lugar clásicos italianos memorables como Los cuatro del Apocalipsis o Keoma. Es muy impresionante como tomaron personajes cotidianos de estas historias y a través de animales cobraron vida nuevamente en un dibujo animado. Este es un estreno donde la versión original con la voz de Johnny Depp hace la diferencia. El director Verbinski, que incursionó en la animación con este trabajo, brindó un film muy entretenido con buenas secuencias de acción y bastante humor que en mi opinión estuvo más dirigido a los adultos que al público infantil. Acá tenemos personajes que se insultan y buscan matarse entre sí, pero bueno, es un western. Lamentablemente en las copias dobladas al castellano, si bien la película se disfruta mucho no es lo mismo. Hay algo que no puedo dejar de mencionar. Creo que el director de doblajes que estuvo a cargo de Rango debería ser desterrado de la industria del cine. No sé si esto ocurrirá también en otros países latinos pero en esta versión que llega a los cines locales hay un momento sumamente extraño. De la nada, en la mitad de la historia aparecen unos villanos que hablan con acento argentino y dicen palabras como “che”, “boludo” y “loco”. Me pareció totalmente fuera de lugar porque el resto de los personajes hablan en neutro y dan la sensación que salieron de otra película. Arruinaron un par de escenas sin sentido. Inclusive uno de estos cowboys argentos habla como un gaucho de la pampas! Es cualquiera y no entiendo como el estudio dejó pasar una cosa así porque quedó mal. Al margen de esta cuestión Rango es una gran producción animada que merece su visión, en lo posible en su versión original.
Héroe accidental ¿Puede tener alguien más problemas de identidad que un camaleón? Sí, un actor. Ni qué hablar entonces de Rango, camaleón actor. Como además es un pusilánime, cuando las papas quemen se hará pasar por héroe. Hasta que quemen en serio y deba convertirse en lo que hasta entonces fingió ser. Lo interesante de Rango, nuevo hallazgo de la aventurada animación contemporánea, es que incluso en ese momento la condición de héroe no será un paso definitivo, la asunción de una entidad cristalizada, sino una circunstancia azarosa, transitoria. Uno más de la serie de tránsitos que llevan al héroe de la ciudad al desierto, del presente al pasado, de lo real a lo mítico, arrastrado por la clase de comedia frenética y acumulativa que cabía esperar de Gore Verbinsky, el realizador de Piratas del Caribe. Condenado a la soledad de una celda de cristal, a falta de aventuras reales, Rango, el más doméstico de los camaleones –piel verde, ojos saltones, camisa hawaiana, voz de Johnny Depp en el original– vive, como un chico, de su imaginación. Un pescadito de plástico y medio torso de muñeca le sirven para representarse como héroe de capa y espada. De pronto, en medio del desierto de Mojave, un barquinazo de la camioneta de sus dueños tirará abajo la pecera en que vive (¿o camaleonera?), y antes de que quiera darse cuenta deberá ponerse a salvo de un águila hambrienta. Es su miedo el que lo salva, llevándolo hasta el pueblito perdido de Dirt (traducido por “Tierra” en la versión doblada). Poblado por lagartos, lagartijas, cuises, tortugas y ratitas –todos ellos a caballo y muertos de sed, por la falta de agua–, en Dirt todo sigue siendo como en el lejano Oeste. Más precisamente, como en un spaghetti western. De spaghetti western es la música (cuatro gavilanes-mariachis atruenan como filarmónica de Morricone), los villanos que aparecerán, el duelo final y hasta –faltaba más– Clint Eastwood. Encarnación literal del espíritu del Oeste, el Clint de pucho y poncho reorientará a Rango cuando éste se crea perdido para siempre. Notable fusión del mito con la realidad más crasa, el Hombre sin Nombre de la trilogía de Sergio Leone es aquí también el mero actor de Hollywood, arrastrando sus Oscar por el desierto, en un carrito de golf. Sobre guión de John Logan (Gladiador, El aviador, Sweeney Todd), la dinámica de Rango es tan trepidante como podía esperarse de Gore Verbinsky, que en la subvalorada La mexicana correteaba por esta misma zona. Aun con baches y empantamientos del terreno, el espectador es empujado, como el héroe, de peripecia en peripecia. Acabamos de darnos cuenta de que el bicho vive en cautiverio (comprobación de un solo plano, que entraña más angustia metafísica que toda la obra de Antonioni), cuando el cristal de su habitáculo ya se está rompiendo, el águila cae en picada y hay que ponerse a correr. Así todo, de allí en más. Cualquier ocurrencia que surja, se la atrapa al vuelo, como hace Rango con cualquier bicharraco que ande volando. Ver el momento, breve como una ráfaga, en que Rango se cruza con los protagonistas de Miedo y asco en Las Vegas, disparados en su descapotable rojo. Tal vez obedezca a que todos usan camisas hawaianas. O a que uno de ellos es Johnny Depp, chiste que en la versión doblada se pierde. Los gavilanes-mariachis funcionan como coro griego-mexicano, presentando y comentando las acciones. Lo hacen a veces proféticamente, a veces ácidamente, a veces con una suerte de shakespeareanismo del sur del Río Grande: “...probó el guacamole de su propia decepción...”, cantan. Con asesoría de Roger Deakins (fotógrafo de los hermanos Coen que acaba de perder el noveno Oscar al hilo, por su trabajo en Temple de acero), en términos visuales la película nunca es menos que deslumbrante, llena de horizontes, tonos terrosos, bruma del desierto, perspectivas de las calles del pueblito. Pero hasta los detalles más ínfimos revelan un gran trabajo visual. Un reflejo permite adivinar, en las primeras escenas, que Rango se halla atrapado detrás de un cristal. La presencia de un terrible halcón se anuncia por sombras. Una última bala, disparada dentro de una pecera (¡!), permite rasgar el cristal, provocando una inundación salvadora. Lástima que –salvo una única copia subtitulada, que tal vez justifique una peregrinación a La Plata– aquí Rango se estrene sólo en versión doblada, que impide oír las voces de Depp, de Ned Beatty como el resbaloso alcalde-tortuga, del gran Bill Nighy como la gigantesca serpiente de cascabel-asesina a sueldo, de Alfred Molina, del aguardentoso Ray Winstone y hasta del mismísimo Harry Dean Stanton, en una reaparición vocal que en Argentina jamás se habrá producido.
Con el espíritu del oeste Si bien Gore Verbinski nunca había hecho un film animado, mentimos si decimos que la animación nunca había estado involucrada en su cine. Por ejemplo en Un ratoncito duro de cazar trabajó con un roedor animado, además de recurrir al humor slapstick como forma de comicidad. Lo mismo hacía en la segunda parte de Piratas del Caribe, esa en la que Jack Sparlow estaba más desenfrenado que nunca: recuerdo una larga secuencia con una rueda gigante como protagonista, donde el humor de cartoon campeaba y se adueñaba del relato. Es decir, para el director el cuerpo es una prolongación del trazo dibujado, y así lo ha expuesto. Por eso, no extraña que se le hayan presentado algunas limitaciones -las propias del físico- y por eso tuvo la necesidad de recurrir sí o sí a la animación. En ese sentido, Rango generaba la curiosidad que siempre da cuando un director hábil en el terreno de la ficción se mete con los “dibujitos”. Pero hay que decir que Rango es un dibujo animado ciento por ciento, que justifica con creces la utilización de la técnica y tiene una estética bien personal y original. Lo curioso, también, es que es un western. Rango es precisamente una película del oeste. No sólo porque está ambientada de esa forma, sino porque además contiene todos los clichés del género: el héroe individual contra el colectivo, el pueblo, el poder representado en la corrupción de los valores, la necesidad de recurrir a la fe y la construcción del mito. Y todos estos temas, más viejos que el cine mismo, envueltos en calles polvorientas, bares de mala muerte, callejones, duelos al sol y cabalgatas rumbo al horizonte en plano general. El asunto no deja de ser curioso: con Temple de acero todavía en las retinas, Rango se muestra como un western clásico en los tópicos que aborda, pero revisionista en su mirada autoconsciente del género. Y si bien su visión moderna puede parecer por momentos paródica o cínica -la utilización de la música, por ejemplo, o unas lechuzas que narran la historia-, Verbinski demuestra que no es así y que si el humor surge es porque la animación no deja de ser una visión caricaturesca de la realidad. Rango arranca como para obra maestra. Sus primeros 15 minutos son de una originalidad, una lisergia y una audacia asombrosas. El conflicto se instala con una serie de escenas entre surrealistas y oníricas, que hacen recordar en mucho a aquel sueño que tenía Jack Sparrow en Piratas del Caribe, cuando arrastraba un barco con una soga. Es evidente que Verbinski ha venido trabajando este material en el tiempo, lo que se comprende al descubrir la solidez del relato, aún cuando después de ese arranque prometedor el film se explaya más convencionalmente. Si nombramos recurrentemente a Sparrow es porque también la presencia de Johnny Depp con la voz del protagonista resulta fundamental. Aquel personaje, amén de ser un vehículo para el lucimiento del actor, era también una especie de agujero negro dentro de un tanque de Hollywood que permitía explorar caminos extraños para el mainstream, una especie de personaje-laboratorio. Y este Rango es pariente directo de aquel Sparrow, porque es un personaje/film que habilita desde el surrealismo hasta lo onírico, desde el absurdo al nonsense más extremo, curiosidad total para un producto Hollywood. Película de gran libertad, no es de extrañar tampoco que le cueste encontrar su público: si bien es un film animado y su humor puede ser comprendido por los niños, es cierto que se trata de un relato adulto, con temas y conflictos más acordes al universo de los mayores, y una estética que hace del feísmo y los trazos duros su mayor característica. De todos modos Verbinski nunca se marea ni con la libertad ni con el target al que apunta. Narra con mano firme y cuenta como tiene que contar, sin retacear en ningún sentido ni buscar lo más conveniente para agradar. Como para tener en cuenta la complejidad del asunto -que siempre es más intrínseca que superficial, porque el film se entiende totalmente-, las referencias y los guiños a los que recurre Verbinski van del “gonzo” Humpter Thompson (en un gag antológico) a Clint Eastwood, de Sergio Leone a la trituradora pop de un Quentin Tarantino para refritar los géneros, hasta incluso una mulita con aires quijotescos. Y si el tono puede parecer paródico, el homenaje que hace el director a Eastwood -y no sólo porque Rango luzca tal cual el actor en aquellos spaghetti western- deja en claro que nada de lo que se ve es casualidad o una canchereada distante y burlona. Rango -el camaleón que vive en una pecera y queda varado en el polvoriento lejano oeste al costado de una ruta- se pregunta sobre su identidad, así como el pueblo en el que cae se cuestiona sobre la falta de héroes y de referentes en los cuales creer. La película es espiritual, aunque no en un sentido místico. Lo que se busca constantemente es una esencia, una identidad que recupere del cine la vieja pasión de contar historias: ¿acaso el camaleón no arranca tratando de hallar el relato perfecto para sus días de abulia en la pecera? Y que Verbinski encuentre esta pasión y esta esencia en el western, y específicamente en la figura de Eastwood, con todo lo que ello representa, es una demostración de afecto y de cariño enorme, que engrandece los resultados de su película. Por todo esto, pero además por su inagotable humor, por su perfecta construcción del héroe, por su diseño visual impactante (es el primer film animado producido por Industrial Light & Magic), su galería de increíbles personajes, su desbordante imaginación y su gran personalidad, Rango es un film totalmente disfrutable y sorprendente en sus inagotables profundidades filosóficas. Si a todo esto le sumamos la notable musicalización de Hans Zimmer y el impresionante trabajo de fotografía de Roger Deakins, el film completa una factura brillante a la vez que demuestra la inagotable voluntad del cine, cuando está hecho por gente con talento, de resistir y renacer en cada oportunidad. Evidentemente es cuestión de confiar en el espíritu del oeste, de todos esos maestros que sentaron las bases y que inventaron el movimiento allí donde no había nada. Básicamente, como el cine de animación se crea a partir de un trazo.
(Jugar a) Ser el héroe. Rango es una largartija que vive encerrada en una pequeña pecera. Sus únicos amigos son un pez dorado de juguete y una muñeca descabezada (literalmente). Él ensaya como actor, rescatando a sus amigos del peligro. Se da cuenta que a su universo, a su microcosmos, le falta algo: el impulso sorpresa que lo obligue a ese ser común a convertirse en héroe. La yuxtaposición no deja de ser efectiva: el auto donde viaja pega un giro brusco, provocando que el reptil salga volando por los aires. Ahí está: ya tiene el acontecimiento que desatará lo que sigue. Rango es la primera película animada de Industrial Light and Magic (ILM, la compañía de efectos visuales de George Lucas) y también lo es para Gore Verbinski (el director de la trilogía inicial de Piratas del Caribe). Entra en un género duro, dominado en lo artístico por Pixar y en la taquilla por Dreamworks. Hay competencia dura, pero Rango también lo es: es una gran película, inteligente, divertida y hasta poética. En primer lugar, que el personaje sea una lagartija con aspiraciones de actor, le da cierta originalidad. Sí, claro: Rango llega a un pueblo de mala muerte en medio del desierto, como el extranjero debilucho. ¿Cómo armar algo original a partir de esto? Bien, lo que sigue juega con las convenciones del género, pero las reinventa. Rango miente: ese ni siquiera es su nombre. Como todo ser con sentido por lo artístico, crea una imagen nueva de sí mismo ante la gran oportunidad de sorprender a su audiencia. Respetado en cuestión de minutos, él es el forastero con el que no hay que meterse. Claro: las mentiras sólo crecen y pocas veces traen reales beneficios. Así es como él deberá ser quién no sólo se enfrente a la ruda pandilla de turno, sino el que deba resolver el conflicto que aqueja al pueblo: la escasez de agua. Entre muchos logros que se le pueden atribuir a la película, está no sólo el convertir al pequeño mentiroso en un ser carismático, de notable astucia e inteligencia, en alguien querido (las buenas películas de animación se notan por el diseño de su protagonista: Rango no es la excepción) sino por introducir una considerable gama de personajes. Todos ellos tienen la oportunidad de lucirse, no sólo en la comedia, sino en el desarrollo general. Tienen personalidad y peso propio. Desde los peculiares residentes del pueblo, hasta los forasteros. Hay muchos: la serpiente que interpreta Bill Nighy (un villano tan bueno como Davy Jones de El cofre de la muerte), el armadillo que se parece a Don Quijote (por Alfred Molina en la versión original), la lagartija co-protagonista (Isla Fisher), entre otros. Rango confirma muchos otros talentos, más allá del de los actores y él director. Hans Zimmer (compositor que a esta altura no hace falta recordar sus trabajos previos) logra una de sus más inspiradas (como siempre, un poco desequilibrada) partituras. Roger Deakins es el consultor de fotografía y eso se nota, porque hay algunas imágenes sumamente impactantes y bellas en la película, como aquella donde un Sol rojo y melancólico recorta las siluetas en perfil de los personajes cabalgando hacia su destino (tan icónico del western...). Las películas de animación que aspiran a un prestigio más grande que el comercial tienen un consultor de fotografía. En WALL-E el mismo Deakins había sido el consultor. Incluso él fue quien recibió su novena nominación al Oscar por Temple de acero (increíble pero real: todavía no lo ganó). Gore Verbinski es un buen director. La serie de Piratas del Caribe lo encontró, para la tercera parte, agotado y sin ideas. Su peor película hasta le fecha. Las dos primeras, mostraban un encanto juguetón hacia la aventura, la fantasía y la magia. Como con Wes Anderson, presiento que lo suyo está más ligado a la animación. Puede manipular a su antojo los personajes y las leyes físicas. ¿Recuerdan a Jack Sparrow dando vueltas en la rueda gigante? Era un truco bastante bonito. La secuencia debió haber sido lo suficientemente complicada para que no dure más que unos minutos en pantalla. En Rango hay una de las mejores secuencias de acción del año, donde incluso la música parodia directamente a la saga de los piratas. De verdad, hay que saber filmar la acción. Howard Hawks decía que una película debía tener 3 secuencias buenas y ninguna mala. Esta tiene sus 3 secuencias, siendo esa la principal. Lo más interesante de la película es el giro que toma a partir de la segunda mitad, cuando el personaje realmente se cree al personaje que inventó. Allí todo se vuelve un gran homenaje a los westerns de Sergio Leone (y uno entiende por qué la elección de la pantalla wide, que además sirve para meter a tantos personajes en escena). Y no sólo eso. Hay referencias a 2001: Odisea del espacio, Barrio Chino (¡La tortuga! ¡El agua!), Django (el título...) y más. Lástima que durante la primera hora (que es bastante digna) la película no termine de encontrar su tono y vacile entre el humor exagerado de Dreamworks y la inteligencia que explotará luego. Quizás yo me confunda: calificar a una película es molesto y este 7 bien podría haber sido un 8. Pero sumado al penoso doblaje castellano (donde hay acentos argentinos que dicen "boludo" y "loco") la experiencia se hizo un poco densa al principio. Más allá de las quejas menores, Rango es una gran película. Apuesta con el corazón por el cine de aventuras y acción. Es un cómic, en tanto exagerada y traviesa. Pero lo más importante, como el héroe que tiene, es que cree en el cine. Es noble. Nos recuerda lo lúdico de las películas: que nos presentan la oportunidad no de comenzar de nuevo, sino de creer en esos universos, mundos y claro... héroes.
Busco mi destino Antes de ser conocido como el director de la saga Piratas del Caribe, Gore Verbinski empezó su carrera como realizador de comerciales. El más conocido es el de las tres ranas de Budweiser, esas que aparecían a cada rato cantando la marca a coro. Son propagandas cortitas, que apenas duran quince segundos, pero en ese breve lapso se podía ver a un realizador interesado por capturar la personalidad de esos anfibios y con cierta sensibilidad por lo raro. Esa locura y ese amor por el slapstick animal propio de los mejores cartoons de la Looney Tunes aparecería en su máxima expresión en su debut en la pantalla grande, con la subvalorada Un ratoncito duro de cazar, suerte de mezcla extraña de Tom y Jerry con el humor negro de los hermanos Coen. Luego vinieron otras películas un poco más olvidables hasta llegar a lo que fue el gran éxito de su carrera hasta ahora, con las películas protagonizadas por el gran capitán Jack Sparrow de Johnny Depp. Y si bien algo de la impronta de Verbinski puede avizorarse en el primer film de la trilogía y en algunos pasajes de la segunda, daba la sensación de que esa obsesión por lo extraño e inusual estaba restringido por los dictámenes de la corporación Disney, más preocupada por mantener una franquicia a flote cueste lo que cueste. Pero como le había sucedido hace unos años a otro verdadero autor como Sam Raimi, que abandonó la saga de Spider-Man por la personalísima Arrástrame al infierno, a Verbinski le dieron rienda suelta para que haga lo que quiera, y el resultado es esta cosa tan rara y tan magnífica llamada Rango. Seguro vieron los avances previamente, pero les aseguro que ningún trailer puede representar el carácter bizarro y fascinante que tiene este film. Ya desde la escena inicial, con la lagartija del título recreando historias en su imaginación dentro de su pecera junto al torso de una muñeca y un pescadito de juguete, sabemos que estamos ante algo diferente, fuera de toda norma. En esa escena vemos que el bicho siempre actúa de héroe de sus propias historias inventadas, pero como él mismo dice, carece de la motivación suficiente que lo lleve a comprometerse con ese papel. La oportunidad de hacerlo le llegará cuando, luego de un accidente que lo deja varado en pleno desierto, vaya a parar al desvencijado pueblito de Dirt, acosado por la falta de agua. Una vez allí el verdoso camaleón asumirá la identidad de Rango, será declarado sheriff por el alcalde y se convertirá en la única esperanza de los habitantes del pueblo, que desconocen que están ante un farsante. Las referencias van a volver loco a más de un cinéfilo, desde los paisajes de desierto propios de los mejores westerns de John Ford hasta similitudes con Chinatown, escenas oníricas propias de Alejandro Jodorowsky, alusiones tanto visuales como musicales al cine de Sergio Leone, y hasta escenas de acción que parecen mezclar lo mejor de películas como Star Wars e Indiana Jones. Pero a diferencia de los dibujos de Dreamworks, que utilizan las citas para ocultar que no hay nada detrás, en Rango el director se adueña de ellas y las integra a la historia como si fueran propias, sin guiñar el ojo a la pantalla buscando complicidad, sino como herramientas que empujen la historia hacia adelante. La atención al detalle prestada por Verbinski junto a su equipo de colaboradores de Industrial Light & Magic es demasiada para el ojo humano. No estamos ante animalitos dulces y cariñosos como para poner en la cajita feliz de un McDonald´s, sino ante bichos sucios y malolientes, de esos que vemos en medio de una ruta y tratamos de no pisar con el auto. Desde una tortuga que se mueve en silla de ruedas hasta un coro de búhos mariachis que predicen la muerte del protagonista a cada rato, con Rango inmediatamente nos damos cuenta de que no estamos ante algo pensado por un comité de ejecutivos, sino ante el resultado de la creatividad y la astucia de un grupo de artistas que quisieron hacer algo extraño y fuera de lo establecido por el mercado cinematográfico infantil. Como le dice el villano al protagonista por la mitad del film, a veces la gente tiene que creer en algo que le dé esperanzas. Yo sí tengo esperanzas, de que existan más directores alocados como Verbinski y sobre todo de que sigan habiendo películas tan originales como Rango.
La leyenda del camaleón Los perdedores que se transforman en héroes por accidente son los personajes predilectos de los dibujos animados. No hace falta hacer historia: un repaso por los recientes Wall-E, Up, Shrek o Toy Story 3 basta para confirmarlo. El camaleón de Rango se suma a esa larga lista en uno de los primeros lugares. ¿Por qué? Porque es patético, feo, falso, fanfarrón, mentiroso y cobarde. Sin embargo resulta tremendamente seductor y de alguna manera consigue que su destino sea el destino de todos. Gore Verbinsky, director de Piratas del Caribe, parece sentirse comodísimo con los personajes ambiguos. En cierto modo, Rango es una especie de Jack Sparrow del mundo de los lagartos. Tiene una moral por lo menos dudosa. No es que trate de adaptarse a lo que más le conviene para pasarla bien, sino que vive haciendo equilibrio para que sus sueños coincidan con la realidad. Quiere la gloria antes que el poder y en la zigzagueante distinción entre una y otra se mueve toda la verdad de esta historia fascinante. Por accidente el camaleón es expulsado de su plácida vida de mascota y queda perdido en una ruta que atraviesa el desierto de Mojave. Su primer interlocutor es un armadillo medio aplastado por una rueda. En la conversación entre los dos animales se concentra el universo de Rango. El armadillo le habla del espíritu del oeste y de la necesidad de cruzar “del otro lado de la ruta”. Un segundo después, el mismo camaleón se salva de ser aplastado tras una serie de accidentes unidos entre sí por un desopilante efecto dominó vial. Pero la verdadera historia del camaleón ocurre en Dirty Town, un pueblo de alimañas que se está quedado sin agua. De manera fortuita, más por comedido que por valiente, Rango se convierte a la vez en la gran esperanza de todos los habitantes y en la mano derecha del siniestro alcalde. Si bien los rubros técnicos en animación ya no sorprenden a nadie, Rango es toda una excepción, por el nivel de extraña humanidad en el dibujo de cada uno de los animales (tortugas, ratas, serpientes, conejos, etcétera) y por la manera en que la poesía visual, el humor y las citas cinematográficas se integran en una historia que por sí misma se gradúa de leyenda.
El cine de animación digital ha dejado de ser una novedad pero, cuando está bien hecho, nos asombra. Es el caso de este film, que narra las desventuras y aventuras de una lagartija –el personaje del título– en un mítico pueblo del far-west habitado por toda clase de bichos. Venido de la ciudad y tras un accidente que lo lleva allí, el personaje se hará pasar por un héroe; el pueblo carece de agua y alguien está tramando utilizar el preciado elemento como materia de canje para quedarse con las tierras. Sí, la historia recuerda un poco el negociado de “Barrio chino”, pero también a los western con matones y pistoleros, con duelos y cabalgatas. Sólo que aquí todo está interpretado por animales a un ritmo por momentos frenético, siempre divertido. Hay, incluso, momentos de humor negro. Lo que en el fondo es una adaptación del clásico cuento de hadas “El sastrecillo valiente”, se transforma en un film de aventuras extraordinariamente bien contado y, mucho mejor, de bello diseño. No hay “animalitos lindos” sino todo lo contrario: los bichos son encantadoramente feos y eso los hace, paradójicamente, más simpáticos. Hay secuencias de acción disparatada y enorme (el ataque de una extraña fuerza aérea a una diligencia) que valen por todo el film. Y también hay un gran trabajo de los actores que colocaron las voces, en particular Johnny Depp, que asume al protagonista y cuyo aporte se nota incluso en la versión doblada al castellano. De lo mejor en lo que va del año.
Sobre la disponibilidad de recursos Gore Verbinski es uno de esos asalariados de Hollywood que dependen por completo del contexto de colaboradores circunstanciales y de la naturaleza intrínseca del material a trabajar debido a que por su cuenta es incapaz de entregar un producto interesante: recordemos sino pasos en falso como Un Ratoncito Duro de Roer (Mousehunt, 1997) y La Mexicana (The Mexican, 2001), obras aceptables como La Llamada (The Ring, 2002) y El Hombre del Tiempo (The Weather Man, 2005) o la trilogía en decadencia de Piratas del Caribe, la cual comenzó prometiendo entretenimiento retro para pronto caer en desgracia. Más allá de la simpática idea de tomar prestada la premisa central de Barrio Chino (Chinatown, 1974) del extraordinario Roman Polanski e incluir alusiones explícitas a figuras de la talla de Hunter S. Thompson o Clint Eastwood, Rango (2011) no pasa de ser otro “film homenaje” que sólo funciona a nivel técnico y metadiscursivo: el subgénero aquí explorado es el spaghetti western a través de una historia de un “recién llegado” que pretende satirizar los correlatos más famosos de Yojimbo (1961) de Akira Kurosawa, léase Por un Puñado de Dólares (Per un Pugno di Dollari, 1964) y por supuesto Django (1966). En gran medida esta colección caprichosa de citas es responsabilidad de Johnny Depp, un actor cuyo período de gloria indudablemente ha quedado en el pasado. Acercándose a la autoparodia involuntaria y la eterna repetición de un andamiaje petrificado de manierismos, el señor de 47 años compone a un camaleón metropolitano que termina como sheriff de un pueblito remoto llamado Tierra al que le viene faltando desde hace tiempo el agua para sus cultivos. Todos los lugares comunes dicen presente: robos, muertes varias, corrupción, un interés romántico, etc. (la trama es oscura para niños y demasiado simple para los adultos). Prácticamente no hay ni un gramo de originalidad en el guión del bienintencionado John Logan, basta con señalar que los villanos de turno constituyen sendas referencias a Lee Van Cleef y John Huston. Nadie se puede ofender por tanto amor cinéfilo, el problema se origina en el hecho de que la película es apenas un vehículo tosco en “plan refrito” con más cinismo que corazón (de más está decir que el grueso del público no acusará recibo). Se extraña a Terry Gilliam en lo que por momentos parece ser una versión domesticada del espíritu salvaje de Pánico y Locura en Las Vegas (Fear and Loathing in Las Vegas, 1998). La animación símil caricatura a cargo de la Industrial Light & Magic resulta el rasgo distintivo de la propuesta, el elemento que justifica su visión a fuerza de una exquisitez y meticulosidad que dejan sin aliento. Con mucho apoyo estético y un encanto maltrecho, Verbinski vuelve a poner de manifiesto sus limitaciones al privilegiar el apartado visual por sobre la coherencia del relato. La única forma digna de rendirle tributo a Sergio Leone es construyendo un spaghetti autosuficiente y no un álbum de recortes aislados: así siempre entre los recursos debería primar el talento, ese oro líquido que a veces se nos evapora…
Anexo de crítica: Rango resulta una anomalía hollywoodense porque se desentiende bastante del target natural de las películas de animación –o sea, los chicos- para concebir un formidable homenaje al spaghetti western. Los guiños son numerosos pero por suerte no es indispensable estar familiarizado con ese mítico subgénero para disfrutarla. Los seguidores de la Trilogía del Dólar de Sergio Leone se sentirán de parabienes con el trabajo realizado por el inspiradísimo director Gore Verbinski (el responsable de la saga de Piratas del Caribe) que demuestra su mano maestra para narrar escenas de acción con un nivel de detalle apabullante. Desde ya que no faltan el humor negro ni apuntes brillantes de todo tipo: algunos son de diálogos, otros de caracterización y muchos del prodigioso diseño animado que se destaca por su realismo pictórico y una precisión tremenda en los movimientos. Entre tantos personajes inolvidables no podemos dejar de reconocer el desempeño de los búhos mariachis que por momentos se roban todos los aplausos…
La factoría Pixar siempre fue la principal fábrica de animación tridimensional, tanto por sus habilidades digitales como por su inteligencia a la hora de caracterizar a sus personajes, sin subestimar al espectador. Así, la empresa de Steve Jobs ejerció su indiscutido liderazgo en un balance perfecto de calidad visual y narrativa. Hasta ahora. Rango, del director Gore Verbinski, es otra muestra de cómo un film animado puede ser para niños y a la vez para adultos, sin caer en excesivas referencias a la cultura popular; los personajes no bailan al ritmo de una canción posmoderna con guiños adultos, sino que viven su mundo como si se tratase de una película de Sergio Leone. Sí, hay homenajes (quizás el punto en contra del film es que a veces resultan demasiados), pero dificilmente un pasaje que remite al clásico A la Hora Señalada (High Noon, Fred Zinemann) u otro que recuerda a Los Siete Magníficos (The Magnificent Seven, John Sturges) pueda ser catalogado de cultura popular. He allí donde radica el principal atractivo de Rango, que lamentablemente deleitará a algunos pero aburrirá a muchos otros de igual manera: las citas son demasiado cinéfilas (mirando siempre al Oeste, y otro poco al film noir, gracias a una historia sospechosamente parecida al Chinatown de Polanski), y tanta búsqueda de complicidad western en otras identidades del género, termina por momentos en una pérdida de la propia. La historia, no obstante, es entretenida y se ve apoyada por un despliegue magistral de animación CGI: una lagartija tristemente solitaria ve alterada su existencia cuando un buen día descubre que la pecera en la que vive domesticada ya no está ahí, y debe enfrentarse a la vida que siempre imaginó. Si esta vida viene acompañada de un pueblo anclado en el tiempo, habitado por animales cowboys (¿o cowpets?), qué mejor para este héroe que siempre sonó con ser protagonista de su propia película. El film así describe sutilmente la soledad del personaje y la importancia de ser libre (sin caer en moralejas demasiado fáciles), así como de ejercer y defender los derechos propios. El agregado del recurso natural escaseando agrega un bienvenido contexto sociopolítico, que dificilmente entenderán los chicos pero disfrutarán los grandes (al menos, los que tratan de cerrar bien la canilla). La película del otrora director de Piratas del Caribe, y La Llamada, es un detallado manual del género, pero también es un film para niños, por momentos muy oscuro, por momentos muy cálido, que se extiende no tanto como un film del mencionado Leone, pero sí un poco más de lo necesario. Mientras tanto tiembla Pixar, gracias a que otros estudios que parecen haber madurado, con resultados cada vez mejores, buscan ubicarse si no por encima, al menos al costado de los padres de Toy Story, en donde, irónicamente, quien abrió el camino fue otro pequeño gran cowboy.
Érase una vez en el Oeste Rango es la primer incursión de Gore Verbinski en el mundo de la animación, con un resultado altamente llamativo, fresco y original. El director de Piratas del Caribe nos contará la historia de un camaleón domesticado que al sufrir un accidente queda perdido en una zona desértica y despoblada. Allí este temerario reptil decide emprender una aventura adentrándose de lleno en la tierra árida que lo rodea, en busca de una civilazación que le de un nuevo hogar. Cuando todo parecía perdido y el desierto comenzaba a ponerse más feo Rango conoce a Beans, una lagartija que sufre una extraña parálisis ante ciertas situaciones límites. Es ella la encargada de guiarlo hacia un desolado y seco pueblo, siendo la escasez de agua la encargada de originar que los integrantes del mismo deban vender sus casas para partir hacia otros lugares donde puedan volver a cosechar. Este pueblo se llama Tierra. Al ingresar al hostíl poblado, y en un intento desesperado por salvar su vida, Rango inventa algunas historias para mejorar su reputación y así conseguir el respeto de los ciudadanos de Tierra. Las anécdotas logran surtir efecto y los pueblerinos lo idolatran , hasta incluso el mismísimo Alcalde lo nombra la máxima autoridad del lugar. Rango se convierte en el ¿temido? Sheriff de Tierra. Cuando todo parece ir de maravilla y nuestro simpático amigo comienza a asentarse en su responsable rol dentro de su nuevo ámbito, el banco del pueblo es asaltado siendo saqueada la última reserva de agua y poniendo en jaque la deficiente labor del camaleón. Allí comienza una increíble y atrapante aventura a cargo Rango y su pandilla en una cruzada por el desierto en búsqueda de los culpables de sumergir a Tierra en la sequia absoluta. Rango no es una película de animación común y silvestre, debido a que posee el código del Western Spaguetti inmerso en sus fotogramas, algo que no se había visto hasta ahora en la pantalla grande. Los homenajes y referencias a la Trilogía del Dólar -compuesta por Por un Puñado de Dólares, Por un Puñado de Dólares Más y El Bueno, El Malo y El Feo- de Sergio Leone son más que evidentes en la música, los planos y la puesta en escena de los duelos que tiene el protagonista contra los malechores que quieren terminar de romper la tensa calma que se vive en Tierra. Incluso hay un cameo del personaje de El Hombre sin Nombre encarnado por Clint Eastwood en la mencionada trilogía que representa uno de los puntos más altos de este recomendable film. En Rango hay humor, ternura, maldad, desolasión, esperanza, amor y más condimentos que hacen que sea una película de alto vuelo con una historia original y fresca, potenciada fundamentalmente por las reglas de un género que de a poco nos visita para demostrarnos que el cine vive dentro de él en su máxima expresión. El laburo de Gore Verbinski en la creación de los personajes es excelente. A lo largo de sus casi dos horas, Rango va a mostrar más de una banda de "animalitos" con distintas personalidades y locuras, dotando a la historia con un peso y una empatía altamente gratificante. Solo por mencionar algunos podremos encontrar en este film un terrible y despiadado villano como Rattlesnake Jake o a la adorable lagartija compañera de aventuras de Rango. Incluso nuestro protagonista sufre una metamorfosis que por momentos se torna muy desoncertante y agradable. La música compuesta por Hans Zimmer -influenciada por el gran Ennio Morricone- subraya brillantemente cada escena de esta gran aventura, al igual que la hermosa fotografía de Roger Deakins. Mención aparte merecen los programadores de los cines que no pusieron ninguna copia de este film en su idioma original, teniendo que sufrir una inentendible e inexplicable traducción de los diálogos de los villanos a un dialecto porteño que rompe con la estética del film, además de desorientar con respecto a las demás voces de la película. Sin contar que nos privaron de poder valorar los trabajos de artistas como Johnny Depp, Bill Nighy, Isla Fisher y Alfred Molina, solo por mencionar algunos, al caracterizar estos grosos personajes. Escuchar "loco" o "boludo" en un film donde todos los personajes hablan en español neutro es una canallada que debería dejar sin trabajo al encargado de tomar semejante decisión. Rango es más que un simple film de animación, es una película que demuestra que el Western no ha muerto y que se encuentra entre nosotros con forma de dibujos animados.
Érase una vez en el Oeste Esta producción es en apariencia, y a primera vista, más un homenaje a western en general y al western spaghetti en particular, enarbolando el nombre del director italiano Sergio Leone como estandarte, que lo que realmente termina sustentádolo en la categoría de gran filme. Encubre en su construcción y no sólo a partir de los guiños y citas de grandes realizaciones del género, que utiliza, toda una declaración de principios. Tanto desde lo inherente al personaje principal y a los secundarios sino, y como muy bien pensado, desde lo estético, en cuanto a lo visual, particularmente al objeto como enunciado, siendo este presentado no sólo desde lo real sino como una gran metáfora actual. Su objetivo ya no es como solía ocurrir en la semblanza autorizada del género el oro o, más próximo en el tiempo, el petróleo, en este caso es el agua. Elemento vital para la vida. Algo que no he mencionado, es que se trata de un filme de animación, lo que inmediatamente remite al público infantil, pero, como en muchos otros casos, se extiende irremediablemente a la platea adulta. Nuestro héroe es un actor, en el cuerpo de un camaleón, y esto no es ni ingenuo ni gratuito. El primero posee la características de alguien que construye su vida, viviendo vidas ajenas a él, un actor es muchos personajes, al que seguramente y en cada composición se introducen cosas particulares de quien representa. El segundo, es un animal que por dicho popular se viste según la ocasión, ni que hablar cuando se quiere enaltecer a un actor se lo denomina “camaleónico”. Este pequeño animal, actor de profesión, se encuentra por accidente en medio del oeste americano. Llega a un pueblo de nombre “Dirt”, traducido en la versión que se estreno como “Tierra”, pero que en realidad significa “sucio”, a diferencia, o instalado como sátira, ya que era muy común que los pequeños poblados estuvieran denominados por el agua. Como ejemplo pueblos llamados, Clean Water, Green Water , Black Water, etc. En este pueblo el bien ausente, la moneda de cambio y pago, es el agua. Los “raros” habitantes de este lugar confunden al recién llegado, creyendo que se trata de su salvador, se autodenomina Rango, y es nombrado sheriff. Rango jugaría en la vida real el juego que más le gusta que es encarnar un personaje, pero la realidad lo reacomodará y lo pondrá con los pies sobre la “tierra”. ¿Que es lo que nuestro héroe vivirá?, Un sinfín de aventuras teniendo que enfrentarse a sus propios miedos, a los miedos reales y la lucha por la supervivencia, que implica necesariamente el agua. El realizador Gore Verbitzky, responsable de la trilogía de “Piratas del caribe” (2003, 2005, 2007), sale airoso de su primera incursión en la animación para lo que contó con colaboradores de lujo, desde la productora de Gerorge Lucas Industria Ligth & magic, el guionista John Logan, el director de fotografía Roger Deakins, la música de Hans Zimmer y las voces de grandes actores (en la copia en inglés, subtitulada en espeñol) como Johnny Deep (Rango),acompañado por Ned Beatty, Alfred Molina, Harry Dean Stanton, Billy Nighy, lastima que esto último, en la versión doblada al español este irremediablemente perdido.
Rango es un camaleón solitario con una pasión por la actuación que por un accidente termina perdido en la mitad del desierto de Mojave, luego en un pueblo de animales llamado "Tierra" o "Dirt". Allí ve la oportunidad de convertirse en el héroe que siempre quiso interpretar e inventa una historia que lo lleva a asumir como sheriff del pueblo encargándose del problema de sequía que aqueja al pueblo. Con este raro pero simple argumento comienza Rango, el primer film animado de Gore Verbinsky (Piratas del Caribe) y también el primero de Industrial Light & Magic (la empresa de efectos especiales de George Lucas). El film incluye las voces de Johnny Depp, Isla Fisher, Bill Nighy, Ned Beatty, Alfred Molina y otros más que no van a escuchar gracias a la brillante idea de alguien que decidió estrenarla en nuestros cines solamente en la versión doblada. Dicho sea de paso es un doblaje bastante peculiar, ya que encontramos todos los tonos del castellano, desde el mexicano, español y el latino neutro hasta el argentino/porteño que tendrán los malos de la película, los cuales al escucharlos desconciertan y arruinan un poco el ambiente porque hasta meten un "boludo" de paso. Destacamos la presencia del genio de Hans Zimmer que nos mantiene inmerso durante toda la película con su soundtrack, el cual incluye unos temas que rememoran a Morricone como la institución que es del spaghetti western. Rango puede ser calificada de dos formas: Una, como nos la venden acá, como película para chicos. Funciona perfectamente con una animación excelente de ILM y Rango como personaje es caricaturesco con gags que mantienen a los chicos entretenidos durante toda la película. Y para los grandes aparte de lo mencionado hay un western entretenido lleno de referencias a Sergio Leone, Morricone como mencionamos anteriormente, Clint Eastwood y varios actores más pero vale la pena descubrirlos solos. Conclusión: Rango es una excelente película para chicos y grandes, es divertida y linda para ver a la vez y sobrevive al doblaje con el cual estamos obligados a verla. Es prueba que el western sigue vivo (nunca murió, solo aparece muy poco últimamente como True Grit) y es un buen ejemplo de cómo puede perdurar este género de una forma nueva.
Muestrario de semana cinéfila Todos los jueves, los bingos vamos al Hoyts a ver estrenos gratis desde que Papá Noel tomó la forma de una sala multinacional que da pases de prensa. Elegimos el Abasto porque está más o menos en el medio de todas nuestras casas, y ahí nos pasamos la tarde de una sala a la otra –los que podemos, los demás suelen caer más tarde- viendo películas malas en su mayoría (gran escuela, la película mala), discutiendo lo que vimos y comiendo barato en Chabuca Granda. Entre las cosas que pueden pasar en un día como ése, mi preferida fue cuando fuimos con Casandra a ver Papá por accidente y en un momento un fuego invadió la pantalla desde el centro, se extendió en un segundo hacia los bordes y se devoró completamente la película. La sensación de euforia que me dio ese fuego (y eso que Papá por accidente me estaba gustando, era la segunda vez que la veía después de verla bajada en lo de Martín y odiarla) es algo que todavía no me explico, pero se ve que a veces queremos ver arder cosas hermosas. También, claro, fue la ocurrencia de algo extraordinario que vino con regalo extra: un empleado entró a la sala para anunciar que en unos minutos se iba a solucionar el problema y repartió entradas gratis para cualquier día de la semana entre los que estábamos ahí: más regalos (soy particularmente fan de lo gratuito, que me pone eufórica, tanto como de la destrucción). El jueves pasado no hubo nada de eso, pero sí fui a ver una película que ya había visto antes como me pasó con Papá por accidente, y la encontré cambiada. La película es Fase 7 y la vi por primera vez en el Festival de Mar del Plata del año pasado, un martes a la medianoche (esa noche cuando volví del cine escribí esto). No sé si fue el aire de la playa, el horario –los festivales implican días de dormir mal y terminar alucinado- o qué cosa, pero Fase 7 me gustó bastante. Y no solamente a mí: también les gustó a Marcos Vieytes y a otros redactores de El amante que estaban ahí (después, claro, tuve que googlear a ese tal Yayo, porque todos hablaban de él y yo que no tengo tele no sabía quién era). Esa noche me entusiasmó la música carpenteriana y la aparición de cosas poco vistas en el cine argentino: la ciencia ficción, el gore, los chistes políticamente incorrectos con chinos y empleadas domésticas (“somos dieciséis personas y una empleada doméstica” creo que dice Luppi en un momento), la barbita de Hendler (gran comediante de acá a la china, pero la próxima vez que quiera verlo en comedia volveré a ver Los paranoicos). Son razones muy tontas para que a alguien le guste una película, pero es verdad que a veces lo más o menos novedoso entusiasma, como lo sabe cualquiera que haya comprado un Danette Cindor o Marroc y no encuentre diferencias con el ya suficientemente bueno Danette Chocolate (eso de decir frente a la góndola del super, “¡Uuuuuh, hay un Danette nuevo, Marroc, qué buena idea!”). Bueno, el jueves Fase 7 me aburrió bastante, y sobre todo sentí que a duras penas había una película ahí, o por lo menos una película filmada de alguna manera que valga la pena ver y no tan recostada sobre los diálogos (que se recuestan a su vez sobre lo divertido de escuchar a un cordobés decir “pelotudo, pelotudo!, unas cuantas veces) y sobre los personajes. Pienso que algo de esta sensación tiene que ver con la manera muy básica de filmar el edificio: se sigue a los actores, pero no se da ningún tipo de densidad a ese espacio. Todo el tiempo se tiene la impresión de estar viéndolos a ellos actuando sobre un fondo que se resiste a ser película, por eso creo que Fase 7 se vale tanto de la música para ser cine –es la música la que da algún tipo de espesor a las escenas-, y eso es algo engañoso. Hay una buena película potencial adentro de Fase 7, pero se arruina cuando, por ejemplo, Hendler y Luppi acaban de matar a una mujer en un departamento, la hija de esa mujer entra al departamento, ve a la madre muerta y tarda como treinta segundos (hubiera estado bueno contarlos) en decir “¡Mamáaaaa!”. Y no parece que se trate de que la fuerza traumática del acontecimiento la deja momentáneamente muda, sino de que la actriz está dando tiempo a que Hendler y Luppi terminen de hacer sus cosas. Raro (sobre todo porque no se trata de una película que apueste a ser berreta). Después vino Rango en una sala llena de nenes con conitos de pochoclos y un niño cinéfilo al lado mío más que entusiasmado (Santi, ¿si no quién más?). Rango empieza lisérgica y feliz, una road movie con lagartija histriónica de camisa hawaiana que busca el papel de su vida. Cuando lo consiga será sheriff, y la película un western, y la simpleza del principio –estamos en el desierto, después de todo- un despelote que acumula citas y citas y citas como si la vida –la de Rango- dependiera de ello. Pero yo pienso lo contrario y sentí que la acumulación de citas y complejidad mataba todo lo bueno que había (y hasta lo mejor, el coro de lechuzas mariachis mala onda que anuncia enseguida “Pero la lagartija…va a morir”). Rango se convierte en héroe entre retazos animados de Apocalipsis now, Indiana Jones, Leone y La guerra de las galaxias (como dijo Santi en su crítica). Pero es raro lo que pasa cuando la cita no tiene mucho sentido más que el de citar: el duelo entre Rango y la villana víbora gigante, filmado como copia de los duelos de Leone, pierde todo sentido porque la víbora es claramente superior –es, repito, gigante- y es obvio que sólo una ocurrencia del azar o del delirio puede ayudar a Rango, entonces no hay contrincantes de verdad, por lo tanto no hay duelo. Cuando la película hace su villana a esa víbora desaforada, se convierte en buena medida en eso mismo y deja de impresionar (y no me refiero a la impresión ligera del “Uauuu” frente a ese Danette nuevo). Lo mismo con la espantosa aparición de ese pseudo-Clint Eastwood que es el personaje de Por un puñado de dólares y siguientes leonidades que adoro: acá, Rango se lo encuentra en el desierto y el cowboy le enseña el heroísmo, entonces este no es Clint Eastwood porque tiene otra cara (y a pesar del poncho) pero también porque no tiene nada de aquel no-héroe callado que mascaba su cigarro y cagaba a todo el que pudiera. ¿Entonces para qué la cita? Carteles, carteles por todas partes que dicen “Western”, pero nada que se le parezca. Uh, me está quedando muy largo todo esto: cambio de planes (tanto como de opinión, como se ve), corto y sigo mañana en otro post. Quiero contarles de mi nuevo trabajito en un cineclub amigo (aparte dije “semana cinéfila” y sólo conté un pedacito de un día, después vienen Infierno al volante, Un conte de Noel, Chocolate, las últimas de Perrone y Romero, y Mammuth, con Gerard Depardieu).
El vaquero Verbinski Este extraordinario western animado es, en muchos aspectos, un compendio de la obra anterior de Verbinski y un curso intensivo de cine. Rango constituye la confirmación de Gore Verbinski como un nombre relevante dentro del panorama del cine estadounidense. Su caso es en extremo complejo, por la variedad de géneros que ha abordado. Y siempre aportando variables de interés: hasta en La mexicana, probablemente su filme más fallido, había una mirada sobre la pareja, los códigos de la comedia romántica en combinación con el policial o incluso al western y el impacto del star system, que escapaba de las convenciones habituales. Si el análisis se adentra en el resto de su filmografía, no deja de ser llamativo el parejo nivel de complejidad: un debut con un filme infantil como Un ratoncito duro de cazar, con una atmósfera oscura y retorcida; un filme de horror como La llamada, capaz de superar al original japonés; la trilogía de Piratas del Caribe, resucitando el espíritu aventurero de décadas pasadas con un toque moderno que no eludía lo barroco; y un drama sin una redención completa a la vista, como El sol de cada mañana, que terminaba constituyéndose en una especie de anti-Belleza americana, en el mejor de los sentidos. Este western animado que es Rango es en muchos aspectos como un compendio de su obra anterior, un curso intensivo del cine (e incluso el mundo) según Verbinski. Y no sólo porque la presencia de la voz de Depp en el bizarro protagónico o de Bill Nighy en un villano tan temible como coherente, más la música de Hans Zimmer, evocan a la saga de los piratas. Hay indudablemente una línea estética que se revela totalmente asentada y consciente de sí misma. Desde su mismo comienzo, desconcertante y potente a la vez, con una clara violación de la cuarta pared, una manipulación explícita del concepto de narración y hasta cierto coqueteo con el campo teatral, Rango se distingue de la gran mayoría de los ejemplos del cine actual, y no sólo en el ámbito animado. Sus cambios de ritmo son tan imprevistos como coherentes, porque las situaciones que se van presentando, por insólitas que parezcan, no dejan de delinear el camino del héroe que es Rango, un camaleón que pasa de imaginarse como la gran estrella de una épica sin precedentes, a tener que hacerse cargo de esa posición que siempre ansió. Este gran personaje (perfecto para la voz de Depp) consigue imponerse al principio y asumir el rol de supuesto mesías, de símbolo de la justicia, a partir de un conocimiento teórico. Sólo cuando pase a la acción, cuando deba enfrentarse a sus miedos, será cuando se complete su identidad. De ahí que el filme sea un particular análisis sobre la diferencia entre discursos y hechos, entre palabra y acción, sobre cómo pueden unirse pero también separarse. Verbinski se permite tomar elementos del John Ford de Un tiro en la noche, pero también del Howard Hawks de Río Bravo, aunque la referencia más visible sea hacia el cine de Clint Eastwood y su conexión con Sergio Leone. Pero no es un formalismo vacío lo que se ve, ni citas arbitrarias, sino más bien lecciones aprendidas y una voluntad inquebrantable por actualizar el espíritu del western. Lo mismo se puede decir de los múltiples enlaces con el universo pictórico, la magnífica fotografía de Roger Deakins –utilizando toda clase de tonalidades con igual inteligencia- o la música de Zimmer, quien se redime de su pretencioso trabajo de El origen para brindar una banda sonora poderosa, tan divertida como conmovedora, de múltiples gamas y que acompaña el relato potenciándolo sin pisarse en absoluto. Y todo esto lo vemos en una película infantil, pero que se bancaría sin problemas ser proyectada en cualquiera de las secciones más rebuscadas del BAFICI. Rango es una muestra cabal de lo que pueden darnos esos pequeños (¿o gigantes?) huecos que deja abiertos Hollywood de vez en cuando. Verbinski sacó su revólver, disparó y dio justo en el blanco, haciendo estallar todo por el aire. Luego montó en su caballo y partió hacia el horizonte. Ahora nos toca a nosotros, críticos y espectadores, seguirlo rumbo a la aventura.
Que una película norteamericana animada tenga como nombre original un término español constituye ya una primera curiosidad. Claro que tratándose de un western en que su personaje central toma su nombre de una botella hecha en “Durango” resulta una explicación jocosa, que marca el tono de todo el film. “Rango”, al igual que el resto de los numerosos personajes (casi todos animales), es un camaleón o lagartija que de golpe cae en pleno desierto de Mojave, donde lo que no abunda precisamente es el agua. Los habitantes del pueblo donde recala y cuyo sugestivo nombre es “Dirt” (por tierra o polvo) lo convencen para que sea su sheriff. Pero no todo será rosa para nuestro inesperado héroe ya que, al mejor estilo de una de “vaqueros”, aparecerán una serie de intrusos liderados por un tiránico alcalde, una tortuga en silla de ruedas, y su sicario, representado éste por una gigantesca víbora cascabel. El género de cine animado continúa sorprendiendo con nuevos productos originales como el de este caso, en que el espectador podrá descubrir numerosas referencias que harán el deleite del cinéfilo. La más transitada será sin duda “A la hora señalada” con Gary Cooper, aunque también será inevitable el recuerdo de los westerns italianos y de quien como Clint Eastwood les debe su lanzamiento a la fama. Por una vez no será necesario calzarse los anteojos 3D, pese a que varias escenas podrían perfectamente haber justificado su uso. Lo que puede lamentarse es que no se den casi copias en el idioma original (habría una en La Plata), con lo que se perderá la oportunidad de escuchar a Johnny Depp en el rol central, a Bill Nighy como el gigantesco ofidio y a Ned Beatty como su jefe. De todas maneras el doblaje es bueno y lo que sorprende es que algunas de las voces sean marcadamente de compatriotas argentinos. “Rango” fue dirigida por Gore Verbinski, el realizador hasta ahora de la serie de “Piratas del Caribe”, lo que también explica la presencia (voz) de Depp y Nighy. La música es del compositor alemán Hans Zimmer, varias veces nominado al Oscar (una vez lo ganó) y los efectos especiales son de la Industrial Light & Magic de George Lucas. Se trata de una producción donde se destaca un ritmo incesante y la excelente calidad de diseño de los seres animados, cuya perfección los aproxima a sus pares vivientes. Imperdible el cuarteto de búhos, especie de relatores de esta original historia.
Rango es un producto de curioso pedigree. Es la primera película animada de la Industrial Light & Magic (ILM), la empresa de efectos especiales de George Lucas. El que Lucas salga a competir en un terreno liderado por Pixar y DreamWorks Animación no me resulta sorprendente, ya que el estudio venía dando pasos en tal sentido: primero, con el expertise en el manejo de CGI que han adquirido en todos estos años, y luego con la producción de tiras animadas basadas en la nueva trilogía de Star Wars - como Star Wars: Guerras Clonicas -. A esto se suma que la empresa - a través de sus múltiples emprendimientos, como es el caso de los videojuegos - había mostrado históricamente su predilección por realizar parodias de género (con títulos como Grim Fandango, Monkey Island o El Día del Tentáculo). La buena nueva es que el debut digital de la ILM recorre un camino fresco y nuevo, y se aparta de la desgastada rutina de generar subproductos basados en la mitología de Star Wars o Indiana Jones. Pero hay mas detalles interesantes. El libretista es John Logan, que no es un tipo sacado de Pixar o Dreamworks Animación sino un curtido guionista con obras del calibre de Gladiador, El Aviador, El Ultimo Samurai o Sweeney Todd bajo el brazo. Y al mando pusieron a Gore Verbinski, quien trajo a bordo a parte de la troupe de Piratas del Caribe - como Johnny Deep y Bill Nighy - para que pusieran las voces. Es decir, ninguno de los involucrados tenía experiencia en filmes de animación y, en contra de las expectativas, terminan generando un filme realmente notable. Rango es un canto de amor al western. Hay homenajes aquí y allá - algunos más camuflados que otros - de clásicos del oeste. Pero los más evidentes detallan una fuerte inspiración en la trilogía del Dólar de Sergio Leone: hay otro forastero anónimo (el camaleón toma el apodo de Rango luego de leerlo en una marca de zapatillas) que llega a un pueblo a impartir justicia, hay un asesino idéntico a Lee Van Cleef (Vibora Jake, interpretado por Bill Nighy); hay cabalgatas sobre el Sol naciente; y hasta hay un cameo del "pistolero sin nombre" (el personaje que hacía Clint Eastwood en los filmes de Leone), que figura aquí como el "espíritu del oeste". Si uno la analiza al detalle, Rango es más simpática que cómica. Los personajes están bien construídos y tienen gracia, pero no son hilarantes. Es cierto que el camaleón hace de comic relief y tiene sus momentos pero el filme funciona más como un western tradicional al que le insertaron pasos de comedia con calzador. Esto se nota especialmente en la segunda mitad, en donde prácticamente es lineal y tiene algunos momentos cuasi dramáticos. Ojo que esto no es desmerecer el filme, de ningún modo!. La película es deliciosa e inteligente, y tiene momentos de sublime inspiración como la secuencia en el desierto (cerca del climax), en donde el héroe comienza a tener epifanías de todo tipo y color. Allí es cuando Rango abandona la parodia y encuentra vuelo propio. Es cierto que, a estas alturas, todas las historias sobre el lejano oeste ya han sido contadas, pero Rango encuentra su propio camino. Como película de animación, creo que es bastante compleja y adulta, y sobrepasa un poco la capacidad de entendimiento de los más chicos. Hay secuencias de comedia slapstick insertadas con calzador como para que los más pequeños no se aburran (y algunas de ellas son las que arruina el final), pero la historia tiene tantos niveles que entretiene a todos por igual... aunque nosotros - los más grandes y que tenemos una idea del cine western - la disfrutaremos aún más.
Un delirante western animado Lo primero que llama la atención de esta producción animada es el aspecto visual. Es destacable el trabajo en el diseño de las muchas criaturas que habitan el mundo de "Rango", algunas más grotescas que otras, pero todas con detalles llamativos y originales. Están satisfactoriamente logradas las texturas de la piel de los animales y el ambiente en el que se desarrolla la historia transmite de forma magistral la sensación de sequía y calor agobiante. Además de eso, la historia del camaleón con dudas existenciales es un divertido y delirante western animado que no está dirigido sólo a los chicos. Si bien durante todo el filme hay mucho humor físico y disparatadas secuencias que mantendrán entretenido al público infantil, hay algunos chistes destinados a un espectador maduro. Incluso pueden encontrarse momentos de surrealismo puro, como al inicio y cerca del final, cuando el protagonista sufre una revelación relacionada con su problema de identidad. La trama arranca despacio, al principio regodeándose demasiado en las desgracias de un lagarto inútil que se hace pasar por héroe. Después, la historia deriva en un relato con elementos del western (género al que se homenajea desde lo narrativo y lo musical), humor absurdo y un mensaje que intenta llamar la atención sobre el cuidado del agua. La aventura está presente gracias al director Gore Verbinski, quien demostró ser un especialista en el género con la saga "Piratas del Caribe". Antes del desenlace, el relato baja el ritmo considerablemente por una necesidad de la historia y el conflicto se resuelve sin sorpresas. Así, el filme no logra ser tan innovador desde lo narrativo como sí lo es desde lo visual. Lo importante de "Rango" es que demuestra que hay vida después de Pixar, el estudio responsable de "Toy Story", con un estilo que recuerda a lo hecho por DreamWorks con la primera "Shrek": un filme que no necesita permisos, que a veces se pasa de vueltas pero que, más allá de todo, divierte y deja esa linda sensación de haber visto algo diferente.
Pánico y locura en la mugre Los ejemplos ya son tantos que hasta se vuelve difícil seguirle los pasos. La animación estadounidense está atravesando una verdadera revolución creativa, sin precedentes en su historia -quizá sólo comparable a la que ocurría en los años 30, a los comienzos del cine sonoro-. A las impagables compañías de animación Pixar, Dreamworks y Sony Pictures Animation también hay que sumarles ahora la Disney (que asombra con películas recientes como Bolt o la grandiosa Enredados) Blue Sky Studios (Robots, Horton y el mundo de los quién) y la que aquí entra en juego: Industrial Light & Magic. Se trata de una histórica compañía de efectos especiales, fundada por George Lucas, que desplegó habilidades en Star Wars (las dos trilogías), Volver al futuro, Men in black, varias Harry Potter, Iron man y un larguísimo etcétera. Rango vendría a ser su primer largometraje de animación de producción propia, y el director a cargo no es otro que Gore Verbinski, un amante del cine clásico que ya había desenterrado el cine de piratas con la trilogía Piratas del caribe. Rango es un western. Y no hay caso, no hay forma de matar al género. No sólo está más vivo que nunca, sino que además es el terreno en el cual hoy se ensayan demencias experimentales como The burrowers (mezcla de terror y western) la bizarrada japonesa Sukiyaki western Django (de Takashi Miike) o el estridente divertimento surcoreano The good the bad and the weird. Aquí la animación busca una estética desagradable y grotesca que puede chocar al comienzo, pero que al cabo de un rato se vuelve costumbre, cuando se descubre la coherencia del universo presentado. Porque aquí nos retrotraemos a los westerns más sucios, aquellos de Peckinpah y Leone, en donde el polvo desértico se apuntalaba en rostros curtidísimos y expresiones intimidantes. El personaje principal –a quien en la versión original le da voz Johnny Depp- es un camaleón doméstico que va a parar a un pueblo llamado acertadamente Mugre, y se asemeja un tanto al toxicómano Jack Sparrow de Piratas del caribe, en el sentido en que reacciona al peligro de formas inverosímiles, desplegando comportamientos impensables, escenificando situaciones y ensayando una mitomanía patológica. El pueblo de mala muerte es habitado mayoritariamente por roedores de pocas luces, que colocan al fabulador como Sheriff, por lo que queda expuesto a peligros inconmensurables. Las escenas de acción están muy bien logradas. La persecución de los murciélagos, o el enfrentamiento del protagonista con un par de animales inmensos son poderosos y vertiginosos. Las referencias cinéfilas son una infinidad, y los chistes adultos de doble sentido –muchos de índole sexual- llaman la atención y agregan cierta personalidad al planteo. De la misma manera que en los westerns de Leone, los personajes no presentan relieves psicológicos, pero sí rasgos caricaturescos que los vuelve atractivos. Carente de profundidad alguna pero eficaz en sus pretensiones de divertir, Rango es, en definitiva, otro digno entretenimiento familiar.
Contarla para vivir. Es raro ver una película de animación y sentir que se está frente a una obra maestra. No es que el cine animado no tenga las mismas chances de generar grandes películas que el cine de acción en vivo, pero las películas de animación siempre constituyen un número bastante más chico que las otras, y muchas parece que estuvieran producidas para un nicho infantil demasiado específico que las limita. Rango es una obra maestra por muchísimos motivos, pero sobre todo lo es porque el público al que le habla no es uno meramente infantil, o por lo menos no le habla a los chicos como si fueran tontos, sino que los trata con respeto y los exige porque espera mucho de ellos. Una de las cosas que les pide es que se acostumbren a lidiar con la muerte y el dolor: cuando el cómodo mundo de Rango se hace pedazos y el camaleón se ve solo en el medio del desierto de Mojave, lo primero que le pasa es que, por el sol y calor terribles, Rango empieza a cambiar la piel en medio de un estertor sordo pero agónico. Poco después y agobiado por la sed, es perseguido por un águila monstruosa y se salva milagrosamente, pero su compañero de escape –no estoy seguro de qué animal era–, el mismo que le aconsejara que se camufle para no ser visto por el depredador, será la presa que el pájaro se termine llevando. A ese animal le espera la muerte, probablemente una violenta, y que esa muerte sea relegada al off no calma la impresión que causa la imagen en que se ve al águila volando hacia el horizonte con el bicho que grita atrapado entre sus garras. Ni bien empezada, Rango muestra sus cartas: el suyo es un universo salvaje, repleto de sufrimiento y carencias (la falta de agua debilita los cuerpos y enloquece las mentes), donde la aventura tiene un precio demasiado alto y los errores se pagan con la vida. Otro de los signos de respeto que la película exhibe a la hora de construir un público es el gusto por los relatos. Rango es un western hecho y derecho (más spaguetti que clásico), y el camaleón se la pasa contando historias que no son suyas pero que se siente que pertenecen a una tradición del género. El protagonista se hace un lugar en el pueblo de Mugre a puro golpe de cuentos, verdaderos o no, eso poco importa. Lo que vale es, como en Un tiro en la noche, que los habitantes de Mugre eligen siempre la leyenda, por más inverosímil o notoriamente falsa que pueda ser. No es que sean bobos, sino que la vida en un pueblo del desierto es demasiado dura como para no permitirse soñar un poco, es decir, que el camaleón amante de los relatos y del efecto teatral arriba al lugar perfecto: una comunidad en descomposición donde lo único que queda es creer en ficciones que permitan escaparse de la vida cotidiana, demasiado árida y dura. Entonces, hay otro comentario que se corre de un espectro meramente “infantil”, como si la película les estuviera diciendo a los chicos que las historias no siempre son algo accesible y gratuito, que a veces también pueden ser formas de vida (Rango) o de hacer un poco más llevadero el dolor de estar vivo (los habitantes sedientos y amargados de Mugre). Y también que algunos cuentos, como el que pergeña Rango acerca de sus pretendidas hazañas, son peligrosos: cuando la serpiente pistolero a sueldo Jake lo viene a buscar, lo primero que hace es refregarle en la cara sus mentiras, dejarlo en ridículo frente a su auditorio que, de manera esperable, se siente traicionado porque ya no tiene la leyenda en la cual ahogar sus penas de todos los días. Gore Verbinski es un director desparejo pero con un pulso cinematográfico evidente. En Rango es capaz de enhebrar una visión cruda del mundo con las convenciones del western y de otros géneros (hay persecuciones, una trama detectivesca, un trasfondo de política y corrupción, etc.) sin caer en la parodia o el cambalache. Verbinski cree en la(s) historia(s) que está contando, y eso se siente a cada momento, ya sea en la vertiginosa escena del escape de la carreta por entre las montañas o en el delineado de los personajes que abarca desde los habitantes del pueblo hasta el tremendo Jake, un villano horrible y carismático que permanece en el recuerdo mucho después de haber terminado la función. Una muestra de la creencia de la película en sus propias criaturas es el cuidado que pone en su construcción visual: los animales de Rango no son lindos, ni tiernos, ni abrazables ni suavecitos, son todos, incluso los más queribles, bichos llenos de escamas, pelos, pieles ásperas y caras de pocos amigos. El diseño general de los personajes a cargo de Industrial Light and Magic opta siempre por la textura rasposa y el gesto hosco. Pero quizás los que mejor sinteticen la propuesta de la película sean los búhos mariachis que aparecen cada tanto por fuera del relato comentando las desventuras de Rango y anunciando su destino aciago, muchas veces con un humor increíblemente macabro (ante un ahorcamiento inminente, los cuatro cantan en la cárcel colgados de una soga atada al cuello). Los mariachis emplumados son cómicos y tienen una simpatía notable, pero eso nunca los despoja del clima fúnebre que envuelve toda la película. Incluso cuando hace chistes, Rango le recuerda a su público la existencia del peligro, como si el valor de la aventura se cifrara pura y exclusivamente en la posibilidad de encontrar una muerte terrible en medio de un desierto infernal.
Viva Rango!!! Rango es un camaleón que sueña con ser héroe, y que limita sus acciones a interpretaciones casi shakespereanas en su mundo de pecera casera. Por vicisitudes se extraviará en el desierto, y allí iniciará un periplo donde de un reptil chanta, oportunista, mentiroso, irá de a poco convirtiéndose en el héroe que alguna vez soñó. Su insertación en un pueblo de maravillas, habitado por otros animales chicos de curiosas mañas, casi un retrato animado de aquellos westerns spaghettis de los 70, donde la principal preocupación y valorización pasa por un solo estado y líquido: el agua que escasea por algun razón misteriosa. Con humor y guiños para público adulto, decididamente no es recomendable para niñitos que podrán asustarse con algunas situaciones violentas aunque simpáticas, con un guión que asemeja más a un filme para jóvenes y adultos con actores, el director Gore Verbinski ha eslabonado una historia visualmente perfecta, de un prodigio artístico insuperable, y que afortunadamente sale de los cánones repetidos en numerosos largos de animación, por ello la narración es original, y abunda en situaciones que nos son propias en las relaciones humanas. Este original filme es de Industrial Light & Magic, la empresa de efectos especiales de George Lucas, que de plano sale a competir en un negocio liderado por Pixar y DreamWorks Animación. Hay perlitas muy cinéfilas: aparece el "Espítitu del Oeste" que no es otro que aquel personaje de Clint Eastwood en las pelis de Sergio Leone, o que el malvado "Víbora Jake" tenga las formas y hasta el bigotito de Lee Van Cleef, hay unos narradores divertidisimos que son cuatro lechuzas que tocan sus instrumentos y mandan fruta al protagonista, o al inicio un armandillo o mulita -término argentino- que es una suerte de Don Quijote consejero, habla en castizo idioma y su sombrero semeja a la bacía del cabballero andante, quizás porque Rango deberá buscar su destino fortuito. Bienvenido como filme renovador, como muestra del arte en animación y en formas, como ejemplo de combinar el cine de entretenimiento y admiración. Viva Rango ! y viva el cine!!
Con espíritu de leyenda Gore Verbinski le soltó la mano a su popular saga de piratas, para filmar un western de animación protagonizado nada más y nada menos que por ¡una lagartija! Rango es un fantástico ejercicio animado destinado a ser una de las más gratas sorpresas cinematográficas del año. Una animación que no parodia sino que homenajea al western a través de personajes carismáticos y muy bien construidos. Se puede disfrutar de un relato original, que ofrece su propio universo de reglas, con look moderno y espíritu clásico, personajes entrañables con hondura psicológica y distintos niveles de lectura. Claro que para todo esto el director cuenta con el soporte tecnológico de la Industrial Light & Magic liderada por George Lucas. La historia arranca en la actualidad: el antihéroe protagonista es una carismática lagartija con ínfulas de actor: le gusta cantar, bailar, imitar y fantasear, interactuando en una virtual red social aunque en la práctica es esencialmente una criatura aislada, un “Don Nadie” sin contexto y sin historia. Hasta que un inesperado accidente lo hace acceder al “otro lado” de la frontera y sumergirse en el mitológico universo del western. El contacto con la pintoresca comunidad de un pueblo perdido en medio del desierto, que atraviesa el problema de la falta de agua y la corrupción de un alcalde mendaz y manipulador, hace que los animalitos (animalitos tan simbólicos como los de Esopo) encuentren en el recién llegado una especie de líder que, con mucha suerte y astucia, se transforma en el justiciero capaz de encarnar la esperanza frente a tantas adversidades. Cine puro “Rango” es una las pocas producciones animadas de Hollywood que en los últimos tiempos dan un paso hacia delante dentro de las convenciones del género. Esto es visible desde el vocabulario utilizado, dirigido a un público al que no se subestima, donde aparecen palabras como “epifanía”, “metáfora”, “acuífero” (uno de los personajes pregunta qué es eso) o “carroza de alabastro”. El diseño de los personajes le da un valor añadido a una obra que con una historia tan clásica como las fábulas griegas se permite una ácida crítica social que los niños pasarán por alto, aunque igualmente la disfrutarán. Asombran los detalles en la piel de cada animal y la creatividad juega incansablemente con las variaciones de ese envoltorio vital para sobrevivir en el desierto. También lo hace con la estética de las miradas: esos bichitos hablan con la humanidad de los ojos. La calidad admirable de la imagen debe mucho a la contribución de Roger Deakins, el director de fotografía de los Coen: el acabado técnico de los fondos o un empleo magistral de la iluminación, entre otros méritos que marcan un hito en el ámbito de la animación que se permite guiños modélicos, reconstruyendo matices evocadores de los coloridos horizontes de John Ford. “Rango” utiliza la animación para “decir” cosas, algo que de partida ya marca una considerable distancia con respecto a la mayoría de productos similares, donde prima la construcción de relatos más convencionales e industriales. Estamos ante un director que dota de personalidad a su discurso y puesta en escena, por lo cual la etiqueta de “película-de-animación” no alcanza para definirla. Entretenida y con sentido del humor, está repleta de referencias y alusiones fuera del alcance del público infantil, porque “Rango” es ante todo cine en estado puro.
Realmente es un trabajo de animación que rompe con los moldes habituales a los que estamos acostumbrados. Tratar el problema de la falta de agua, situarla en el Lejano Oeste y protagonizarla por animales, es una idea tan creativa, que hace de este film un producto muy digno de ver. La estética de cada uno de los personajes...
Flik + Mr. Fox + homenaje a Blondie = Rango Dicen que las viejas fórmulas nunca fallan. Lo cierto es que parece que sí. Rango (2011) es un mejunje de ideas sacadas de películas animadas exitosas, o cuando menos originales. Estamos hablando de pequeños matices o detalles que hicieron a un todo en los títulos que pronto citaremos, que los destacaron como films de culto. Se trata de A Bug's Life (1999) y The Fantastic Mr. Fox (2009): por un lado tenemos la esencia argumentativa de la segunda cinta de Pixar, y por otro las caracterizaciones del último film de Wes Anderson, ligado a lo grotesco y lo feo como intentos de emparejamiento con la noción de común. Rango falla por predecible -aún cuando esas lechuzas, que tranquilamente pueden pasar por los ratoncitos de Babe (1995), insistan con el hecho de que el protagonista se termina muriendo-, por una trama acartonadísima, que se mezcla como un verdadero forastero en un claro y decente intento de originalidad estética, apoyada en la colaboración del mítico Roger Deakins en la supervisión cinematográfica de las animaciones y su puesta en escena tipo western. Lo único rescatable es el intento de reivindación de aquel género, con su súmum en el personaje del Espíritu del Oeste, que -damas y caballeros- es nada menos que Clint Eastwood haciendo de Blondie en Il buono, il brutto, il cattivo (1966). La cinta experimenta, prueba por aquí, por allá, y no encuentra su lugar en el mundo. El protagonista, ese camaleón tan perturbador como para la imagen de un personaje principal en un film que ¡pretende ser para niños!, tranquilamente puede ser un fiel reflejo de la película en general. Rango -título y personaje- no sólo no se decide entre el público infantil y el adulto, sino que apuesta al shock visual como elemento de originalidad, como la innecesaria aparición de Roadkill, el puercoespín que aparece casi partido al medio en plena autopista. Ni por sus idas y vueltas, ni por su intento de comedia negra, ni por la calidad de la animación: nada justifica soportar las impresiciones e indecisiones de una película semejante. Por su obviedad narrativa, por su cliché llamado Johnny Depp (actor que, lamentablemente, si no elige mejor sus papeles se viene en picada), y por su casi-plagio a caracterizaciones como el topo ladrón (un auténtico 'choreo' al film en stop motion de Anderson) o el mismo protagonista, que tranquilamente podría ser Flik de A Bug's Life, no vale la pena gastar tiempo y dinero en Rango.
Así como en "Desde el jardín" el personaje de Peter Sellers es elegido como un hombre con una categoría que no posee, Rango es tomado como alguien sobresaliente cuando en realidad no lo es tanto. En la historia de Gore Verbinski, director de "Piratas del Caribe", la clave del humor se dispara cuando el camaleón Rango se convierte en sheriff de un pueblo peligroso, de modo totalmente accidental. Con efectos atractivos y bajo una animación que atrapa tanto a grandes como a chicos, el filme plantea además la tan manida crisis de identidad. De una manera sutil y a veces no tanto, sobrevuela esa problemática y también la necesidad de ser reconocido y ganar el afecto de los demás, sobre todo cuando, como en el caso de Rango, la belleza no está de su lado. Con buena dinámica y acción, el filme divierte y da gusto verlo.
Rango sólo es un camaleón torpe, feo y asustadizo, sin embargo en su interior habita un héroe que lucha por salir a la superficie y acabar con las injusticias del mundo. Cuando se quede abandonado en Dirt, un pueblo plagado de forajidos y asesinos, tendrá la ocasión de demostrarlo. Uno podía pensar que a Gore Verbinski se le había acabado la chispa. Desde el estreno de Piratas del Caribe en el 2003, desatando un enorme furor de taquilla, el director no pudo volver a hacer una buena película que repitiera ese éxito. Si bien las secuelas que se hicieron sobre el capitán Jack Sparrow fueron aún más recaudadoras que su predecesora, no por nada la cuarta parte está por estrenarse, no se puede decir que sean productos logrados. Con Rango recupera ese espíritu del 2003, dado que no sólo va a llevar al público en masa al cine sino que además lo va a hacer con un trabajo excelente que es hasta el momento de lo mejor del año. El protagonista es sólo un camaleón doméstico que accidentalmente cae de la comodidad de su terrario en un pueblo sin ley como en el Lejano Oeste. Un animal cuyo sentido en la vida es el de mezclarse y perderse en su entorno encuentra que allí se destaca, convirtiéndose rápidamente en el sheriff de Dirt. De esta forma, el comienzo en clave cómica deriva en un western con todas las letras, en un lugar donde todos son marginales sin futuro, Rango es quien puede traer esperanza a quienes necesitan creer. En el Desierto de Mojave el problema es la escasez de agua, sequía que logra que hasta los cactus mueran, y es el héroe quien se encarga de buscar la solución, luchando contra un alcalde corrupto y sus secuaces. Así, una vez que queda delimitada la estructura del far west, la película se deleita con una serie de pasos de comedia muy efectivos, permitiendo que cada personaje pueda aportar algún chiste igual o más divertido que el anterior, circulando por ambos géneros, obteniendo lo mejor de cada uno de ellos. El único problema que tiene en Argentina, algo ajeno a la película, es que los distribuidores eligieron lanzarla sólo traducida al castellano, a excepción de alguna sala, lo cual es una pérdida importante teniendo en cuenta la calidad de actores que prestaron sus voces. Verbinski se arriesgó, se alejó de la cuarta parte de Piratas… para hacer un western animado con animales, y sin duda salió ganando. Además de los intérpretes que se sumaron al elenco, la realización contó con la presencia de viejos conocidos del director, con un gran guión de John Logan, escritor de Gladiador y Sweeney Todd entre otros, una animación realmente impresionante de la compañía Industrial Light and Magic y la banda sonora a cargo de Hans Zimmer, quien deja su marca en cuanto éxito puede. Como hiciera Temple de Acero hace tan sólo unos días, Rango revitaliza un género dejado de lado con resultados sorprendentes. Regalando algunas secuencias impactantes, homenajeando a todos los partícipes de los westerns de la década del ’60, el film es un placer tanto narrativo como estético desde el principio hasta el fin.
CON LAS ESCAMAS ALCANZA Marketing: la lagartija con-voz-de-Johnny Deep estrena en Córdoba la versión con-voz-de-Johnny Deep en una sola sala y con un único horario de trasnoche… El resto de los espectadores van a soportar un doblaje argentino que zafa hasta que aparecen ratas porteñas de arrabal… Sí, ratas porteñas de arrabal; canchereada grasa que un productor irresponsable permitió en la grabación del doblaje. Las ratas dicen “boludo”, “che”, “vos” y desconcierta tanto que el espectador sufre un lapsus y su recuperación lleva un tiempo. Pero como Rango se estructura con los mismos parámetros de cualquier película animada, el atentado del doblaje termina siendo anecdótico. Porque la seducción de Rango no vendría jamás desde su guión copy-paste. Las películas animadas funcionan todas igual: un héroe en una aventura descubre su identidad. En donde Rango marca su diferencia es en el diseño de animación, en su originalidad y crudeza. Hay una percepción hipertáctil que paraliza y obliga a contemplar cada detalle. Todos los animalitos de la película son horribles, propicios a fobias: escorpiones, sapos, palomas, serpientes, murciélagos, hámsters, topos y varios más. Y no están diseñados tiernamente. No, uno los mira y son repugnantes. Sus texturas son hiperreales; uno toca escamas, pelaje roñoso o piel viscosa. La apuesta de los animadores sube: la fealdad natural se combina con su deterioro. Un ratón sin dientes, un búho desplumado, un sapo obseso. Y la apuesta vuelve a subir: los bichos están antropomorfizados sin diluir ningún rasgo anatómico. Es decir, si a una iguana le ponen una camisa hawaiana y la paran en dos patas, sería idéntica a Rango. Esto crea un clima siniestro e impresionante que obviando la tontería que nos están contando, sumerge a Rango en un cuadro de Bosch. Algo que debe reprocharse es el desubique del homenaje. De pronto suena La Cabalgata de las Valkirias para recordar a Apocalipsis Now, un personaje al que le dedican planos innecesarios es igual a Jabba The Hutt y aparece un quirquincho como El Quijote. Complicidad forzada porque Rango no es para nada una película inteligente, Rango es una película táctil y asombrosa.
Extraña y placentera combinación Rango es la última película de Nickelodeon Movies dirigida por Gore Verbinski (Piratas del Caribe 1, 2 y 3, La Llamada y Un Ratoncito Duro de Roer, entre otras) que cuenta la historia de un camaleón de ciudad que por accidente cae de un auto en medio del desierto, donde deberá aprender a sobrevivir y buscar su lugar entre una loca y variada fauna de alimañas que conforman un pueblo al mejor estilo western, llamado Dirt. El trasfondo del film hace alusión a la importancia de diferenciar entre lo que es real y lo que no en la vida, junto a la valoración de la verdadera amistad. Lo primero que quiero remarcar, y que debo decir que me encantó, es el tipo de humor utilizado que es muy original, inteligente, arriesgado y que bordea la locura en ciertas escenas. No siempre resulta fácil obtener el permiso para materializar ciertos deseos de los directores, pero aquí claramente se ve que si hubo censuras sobre el humor a utilizar, casi ni se nota, ya que hay escenas de humor negro, irónico y hasta morbo, pero con una mezcla de ternura que hace funcionar muy bien a la cinta. En segundo lugar, la calidad de los gráficos es excelente, con un despliegue de colores increíbles y un uso de los efectos perfecto. Por otro lado, y citando al gran Roger Ebert, "...(¡por fin!) rodada en glorioso 2-D", sin todas las complicaciones que implica el 3-D, sobre todo en nuestro país. Entre las voces que dieron vida a los personajes y aportaron al atractivo de los mismos se encuentran Johnny Depp (Rango), Isla Ficher (Beans), Abigail Breslin (Priscilla) y Bill Nighy (Rattlesnake Jake) entre otros, aunque más que las voces famosas, lo que realmente compra es el diseño de unos personajes que no tienen desperdicio, resaltando el rol de los secundarios, que son divertidísimos. Quizás uno de los problemas que se puede evidenciar es algo muy común entre las películas animadas, que es el objetivo de querer llegar tanto a niños de 5 años como a adultos de 30, 40 años, lo que transforma algunas cuestiones en aburrimiento para los adultos o falta de entendimiento por parte de los niños, pero como esta cuestión es algo generalizado y de práctica común en el cine, no se lo vamos a imputar de manera rigurosa. Yo les diría, Adultos, acompañen a sus hijos a ver este film, que de seguro se llevarán una sorpresa placentera. Para los amantes de la animación, ¡esta es una obligatoria!
Cuando un camaleón hace historia Hay muchisimo para decir acerca de "Rango" el último film de animación producido por los estudios Nickelodeon y dirigido por Gore Verbinski, el mismo director que se hiciera famoso con la saga de "Piratas del Caribe" pero que ya tiene en su haber otra comedia delirante como "Mousehunt - Un ratoncito duro de Cazar" y que ha incursionado también en otros géneros: mucha acción con "La Mexicana" con Brad Pitt y Julia Roberts, el terror con "La llamada" protagonizada por Naomi Watts y "The weather man" una comedia con Nicholas Cage, sólo disponible en video. Evidentemente, analizando su filmografía, vemos que se siente mucho más cómodo en el terreno del humor y del disparate. Y en "Rango", apoyado por un excelente guión, Verbinski delira dentro de un argumento tan desopilante como lógico. La historia le permite recurrir a la estructura más tradicional del cine de género -el Western, un género casi olvidado que parece que este año junto con "Temple de Acero" de los hermanos Coen está disupuesto a resucitar-, pero también se permite por medio del personaje central abordar universos imaginarios y más abstractos. El planteo inicial de la historia comienza mostrándonos la vida de un camaleón dentro de una pecera familiar. Una mascota que, increíblemente, sufre de problemas existenciales, lo invade una crisis de identidad, él quiere elevarse intelectualmente a algo más. Luego nos damos cuenta que está viajando en el auto de la familia, pero un accidente lo hará atravesar la experiencia que quizás justamente estaba esperando. "Rango" arranca con una primera parte, sus primeros veinte minutos, llenos de delirio, un ritmo vertiginoso y una fiesta de humor y desenfreno creativo como se puede ver en el trailer. Explotando al máximo el potencial de los avances en la animación, la persecución del águila es fantástica y las notas de humor que rondan todo este primer segmento son realmente muy graciosas. Pero todo cambia, cuando accidentalmente después de pasar por algunas desventuras, llega a un pueblo llamado Dirt ("suciedad") en donde la lucha por el agua es el principal problema que acucia a su población. Enclavado en el medio del desierto, este pueblo dará lugar a que comience la verdadera historia central del film, un típico western en donde el guionista aprovechará para rendir homenajes y hacer guiños permanentes al cine de ese género. Una víbora con un bigote a lo Charles Bronson, personajes del Saloon más heterogéneo del Lejano Oeste, una tortuga que anda en silla de ruedas para ganar velocidad, sembrando temor en el pueblo -fiel espejo de la situación política donde en poder hace connivencias con los sectores más oscuros- y una iguana del desierto que parte el corazón de Rango llamada Beans que será su compañera de aventuras (no parece salida de la familia de Jar Jar BInks, una de las criaturas del universo de Star Wars?). Con un diseño de imágen y de animación perfecto "Rango" es un homenaje cinéfilo casi constante y el director lo aprovecha en cada secuencia. Como adicional, un coro griego de cuatro buhos mariachis (otro acierto!) nos va anticipando el destino de nuestro personaje principal -o no!- y lo acompañan a lo largo de toda la película y la galería de personajes secundarios es inagotable (hay conejos, ratas, ratones, cocodrilos, lagartos... una zoológico de lo más variado). Como bonus track, un cierre de títulos con un espíritu cercano a lo Tarantino, referencias a los clásicos del Oeste como "A la hora señalada" y rindiendo culto al spaghetti western de los setenta, "Rango" gana en cada uno de los terrenos que aborda. Tiene mucho humor, está plagada de acción, una animación perfecta y una diseño de personajes que hace interesantes a cada uno de ellos dotándolos de características particulares y brindándoles una historia y una funcionalidad dentro del guión (lo cual no sucede en la mayoría de las películas). El viaje es una metáfora del cambio, del inicio de una nueva etapa, y Rango, para no ser menos que cualquier otro héroe moderno, también se mueve en su viaje iniciático a su propio interior, a un viaje casi existencialista de una búsqueda postergada. Una búsqueda que lo arrastra a ser el Sheriff del pueblo y luchar por los derechos de estos habitantes perdidos en el medio del Oeste. Creativa, diferente, singular, "Rango" levanta fuertemente el promedio de los estrenos fuera del tándem de los Oscars. Sólo resta hacer notar que la distribución en nuestro país, como ya nos tiene acostumbrados, tiene caprichos imposible de entender. No hay prácticamente copias subtituladas (creo que hay una en La Plata!) y de esta forma no se puede apreciar todo el potencial del film perdiendo cierto matiz de las voces en el doblaje, que de todas formas es muy bueno (pero dan ganas de escuchar a Johnny Depp, Abigail Breslin -la nena de Pequeña Miss Sushine-, Alfred Molina o Ned Beatty). Tampoco entiendo el sentido de que al estar doblada en prácticamente todas las copias, trate de "venderse" como una película de animación para chicos, cuando es un producto demasiado alejado de los intereses de los más pequeños y hasta algunas escenas pueden resultarle algo violentas.