La última obra cinematográfica de Paul Haggis (la oscarizada "Crash", "In the valley of Ellah") pone el foco en una familia, en un filme que comienza como un drama y deriva en un thriller con enorme suspenso e importantes dosis de acción. La película trata la historia de un matrimonio perfectamente normal (Russell Crowe y Elizabeth Banks), que de golpe ven cómo su serena cotidianeidad se vuelve patas para arriba: ella es incriminada por homicidio y condenada a 20 años de cárcel. A partir de aquí su marido agota, sin suerte, todos los medios legales para demostrar su inocencia, por lo que decide tomar cartas en el asunto por cuenta propia y liberar del encierro a su inocente mujer. Si estuviésemos hablando de un filme de los 90´s, hubiese sido un rol perfecto para Harrison Ford: aquél del hombre común que debe enfrentarse a un submundo criminal que le es ajeno, logrando su objetivo con creces, por supuesto. Sin perder de vista el género dramático, estamos ante una historia de perseverancia y amor. Indefectiblemente, en este tipo de películas, hay que ser, como espectadores, bastante concesivos, porque hay que creer que un profesor de literatura tiene una gran sagacidad y un poder de discernimiento formidables, como para despistar a todo un raid policial que los busca. Salvando eso (que seguramente para algunos no es poco) la historia se disfruta muchísimo y resulta muy entretenida a lo largo de sus más de 2 horas de metraje. A pesar de haber trabajado más como guionista, Haggis (que tiene en su haber los guiones de “Million dollar baby”, “Cartas desde Iwo Jima”, “Casino Royale” y hasta algunos capítulos de la vieja sitcom “Blanco y negro”) elige una historia que no le es propia: se trata de una remake de la cinta francesa de 2008 “Pour Elle”, escrita y dirigida por Fred Cavayé. Con participaciones especiales de Liam Neeson, Brian Dennehy, Olivia Wilde y Daniel Stern, la cinta de Haggis entretiene de principio a fin, aunque puede alejar a los que buscan situaciones 100% creíbles.
Parece extraño que un reconocido realizador como Paul Harris (guionista de "Million Dollar Baby", "Casino Royale", "Flags of our Fathers" y ganador del Oscar por "Crash") haya elegido para su siguiente trabajo la adaptación de un thriller francés. Si bien el film en el que se basa, "Pour Elle", era un efectivo producto de suspenso, uno espera un proyecto original y no una remake de parte del director de "Crash". Durante poco más de la primera mitad, Haggis se mantiene fiel a la versión original presentando la historia de un padre de familia (un siempre efectivo Russell Crowe) que diseña un plan para ayudar a escapar de la cárcel a su esposa (una fría Elizabeth Banks), acusada de un asesinato y condenada a prisión por un largo período. Entre visitas a la cárcel y el cuidado de su único hijo, este hombre construye, guiado por los consejos de un ex-convicto (una pequeña participación de Liam Neeson), un elaborado plan de escape que ofrece unos primeros 80 minutos con ritmo intenso y entretenido. En la última parte, aparecen las diferencias entre ambas versiones. Una de estas diferencias es que en la original desde un principio conocíamos que esta mujer era inocente, lo que permitía simpatizar con los personajes y justificar sus acciones. Paul Haggis se guarda esta información hasta el final, dejando abierta la posibilidad de que ella sea culpable. Otra diferencia importante es que "Pour Elle" apenas superaba los 90 minutos de duración, mientras que "The Next Three Days" supera tranquilamente las 2 horas. Gran parte de estos minutos de más son dedicados a la ejecución del plan, el cual, si bien logra generar tensión y suspenso, se torna extenso y desparejo por los cambios efectuados al nuevo guión. Si deben optar entre "Pour Elle" y "The Next Three Days", recomiendo elegir la versión original de Fred Cavayé.
Este filme es una muestra clara de como sin el recurso del 3D, ni de efectos espectaculares, ni de animación, pero sí en cambio, de una buena historia y un buen guión, se puede hacer una película 100% atrapante. Pero, como dije al principio, si sos de aquellos que un film ya no te gusta cuando ves que ciertas cosas no son muy factibles de que puedan suceder...
Luego de una molesta y empalagosa introducción que nos muestra, básicamente, lo perfecta y feliz que era la vida de John Brennan junto a su esposa e hijo, es decir, la implacabilidad del “American Family”; su esposa cae presa acusada de un asesinato en el cual, según evidencias y testigos, no quedan dudas para el Estado de su culpabilidad, pero sin embargo el esposo, convencido incondicionalmente de su inocencia, se la pasa apelando la sentencia hasta que se vuelve irreversible. Con su esposa al borde del suicidio, Brennan decide fugarla de la prisión por la puerta de atrás. El hecho es que la película genéricamente plantea que la restitución de ese estado de familia perfecta americana deba ser restituído a toda costa. Nada debe interponerse en el camino hasta que la familia vuelva a estar unida y en paz como en el estado inicial. Esto es parte de la ideología estadounidense dominante acerca de la familia: esta no tiene un pelo de imperfección y si esto se altera, jamás obedecerá a factores de cambio endógenos, sino siempre exógenos. Esto ya de por sí se hace patente cuando, en el medio del goce, la armonía y paz familiar del desayuno antes la policía irrumpe brutalmente en la calidez del hogar para llevarse a la madre presa. Una vez más, lo que altera siempre viene de afuera, por dentro todo siempre está bien. Si al lado de este film ponemos, por ejemplo, otro bastante reciente, titulado Law Abiding Citizen (acá titulada Días de Ira), nos muestra un aspecto más de esta ideología misma, que además la complementa: si por alguno de esos factores, siempre exógenos, (otra vez más el conflicto nunca viene “de adentro); tu familia resulta aniquilada y vos tratás de tomar armas contra el sistema que muchas veces ampara a los más brutales criminales, nunca vas a tener chances. De alguna forma, lo que aquí se muestra, es que el aparato del Estado de justicia y sus leyes, son como la gran familia americana que tampoco debe ser alterada. El personaje podía hacer mucho bochinche con su venganza, pero sin embargo jamás logrará cambiar nada. El aparato seguirá siendo el mismo, inmutable, “incorruptible” (más allá de que al principio se nos muestre lo contrario). La situación en está nueva película que de alguna forma reivindica los mismos ideales, no debe ser entendida, creo yo, como que finalmente aquí se logra birlar el sistema en pos de una reunificación familiar. El escape de la ley es sólo aparente: hacia el final aparece una escenita con el antiguo detective que realizó el arresto de la mujer, donde el discurso fílmico se apiada de la figura del policía y nos muestra que en el fondo es bueno. Allí verán el porqué de todo esto (no se los quiero contar). El problema es, justamente, que este sistema de producción hollywoodense es absolutamente incapaz de volverse contra sí mismo, de realizar una crítica constructiva que ponga en jaque los intocables valores americanos. Y esto nunca va a llegar a la categoría de cine, que, como todo arte, se supone que ofrezca una nueva perspectiva sobre un determinado tema. Finalmente, esta película es sólo una muestra más de todo lo anterior.
Con el pasaporte en mano El director de Vidas cruzadas y escritor de Million Dollar Baby, Paul Haggis, se coloca nuevamente detrás de cámara para contar una historia de desesperación y salvación familiar bajo el formato del suspenso. Solo 3 días comienza con una cena algo ajetreada entre matrimonios y continúa con una apacible vida familiar. La tranquilidad no durará demasiado porque los días de John Brennan (Russell Crowe), un profesor universitario, dan un giro inesperado cuando su esposa Lara (Elizabeth Banks) es acusada por un crimen que niega haber cometido y es enviada a prisión. Sus días, meses y años convierten a John en un hombre dispuesto a todo para demostrar la inocencia de su mujer mientras cuida a su pequeño hijo Luk (Ty Simpkins). En el film de Haggis lo cotidiano se enrarece y el hombre común se transforma en un personaje que se codea con el mundo marginal mientras planea sacar a su mujer de la cárcel. El relato es vertiginoso y acumula maniobras, búsqueda de documentación (para salir del país), falsificaciones, golpizas y escapes. Pero lo más atrapante está en el accionar del protagonista, interpretado con convicción por Russell Crowe, un docente devenido en gladiador moderno en medio del caos, que intenta escapar del FBI. En el elenco aparecen Elizabeth Banks (de las series Scrubs y 30 Rock) en un rol ambiguo que genera dudas; un reaparecido Brian Dennehy (lejos quedaron los tiempos de Rambo!) como el contundente padre de John y también un cameo de Liam Neeson. Solo 3 días inquieta desde el principio y luego da información sobre la muerte de la que acusan a la esposa a través de flashbacks en blanco y negro. Tres años después de su condena, John libra su batalla final y combate también sus miedos, su culpa (cuando está por robar un banco y nunca abre la puerta del auto) y su inexperiencia. En tanto, el film invita al espectador a pasar momentos de tensión bien resueltos en medio de agitadas persecuciones y a tener, por las dudas, el pasaporte en mano.
Adonde estuvo la falla? En algún lado dentro de Solo Tres Días, hay una buena película. Los elementos individuales estaban ahí, tenemos actores de buena talla, un director (Paul Haggis) con un historial con peso, y una historia relativamente interesante. Russel Crowe personifica a John Brennan, su esposa Lara Brennan (Elizabeth Banks) es acusada súbitamente de asesinato en primer grado a su jefa (con la cual tuvo una fuerte discusión el día anterior) y sentenciada de por vida a prisión. La defensa intenta por varios años encontrar evidencias que soporten la inocencia de Lara, pero después de fracaso tras fracaso, llega la noticia de ella sera mudada de prisión a una en otro estado, lo cual haría casi imposible que John y su hijo la visiten seguido. Desde ese momento, John tiene Tres días para planear y ejecutar un escape casi imposible. La historia de un hombre normal, atrapado en circunstancias extraordinarias y logrando casi lo imposible debería ser interesante, empujada por pura adrenalina y una seguidilla de hechos que nos lleven a apoyar al protagonista y esperar su éxito. Adonde estuvo la falla? Varias, realmente. Por empezar, el film es extremadamente largo, perdiendo muchísimo tiempo en empezar a levantar el paso, y al final remontandolo en una manera extremadamente acelerada que termina de cementar el desorden del guion que nos presentan. Hay momentos interesantes, o escenas que nos muestran pequeños fragmentos de el film que pudo haber sido, en vez de el que fue. Una escena con un cameo genial de Liam Neeson viene a la mente. Como un ex convicto que escapo de varias prisiones, le indica los pasos a seguir para poder realizar un escapo. Neeson entiende el film, entiende lo que debería ser y entiende el tono que hay que darle a la actuación para elevar el material. Lamentablemente Neeson solo dura 4 minutos en un film de dos horas y media. Y el resto de la película esta completada, quizás estirada muy de mas, con varias historias o personajes que no traen ningún valor agregado. Una historia cuasi romántica con una madre soltera realmente no se entiende, menos el gastar una actriz de la talla de Olivia Wilde para un papel que no tiene pies ni cabeza. Brian Denehey (una leyenda) participa unos 3 minutos como el padre de John, una especie de centro moral. Que no realiza realmente ninguna acción o reacción sobre los personajes que los ayuden. Simplemente esta ahí. Así como el principal antagonista del film, un policía que persigue a John y Lara, quien es introducido pasando la mitad del mismo, con un arco que simplemente se limita a mirar fijo a la cámara y gritar ordenes a sus subordinados. En general, el film nos deja con un sabor amargo y con ganas de que Haggis haya tomado mas tiempo con el guion y eliminado tanta grasa del mismo. Un producto un poco mas refinado y mas enfocado, podría resultar en un gran e interesante planteo. Así como esta, es una gran oportunidad perdida.
Las próximas dos horas Paul Haggis escribe y dirige Solo tres días (The next three days, 2010), una remake de la francesa Por Ella (Pour elle, 2008). Haggis realizó Crash, vidas cruzadas (Crash, 2004), otra película acerca de personajes enfrentados en situaciones límite. Mientras que Crash se distribuía en un numeroso elenco, en esta el peso de la (crecientemente ridícula) trama cae exclusivamente sobre Crowe y Banks. Sus actuaciones no merecen la simplona película de acción en la que el filme se termina convirtiendo. La felicidad de John (Russell Crowe) y Lara (Elizabeth Banks) marchita con el arresto, juicio y aprisionamiento al que Lara es sometida por el homicidio de su jefa. Lara no admite ni niega nada, pero John, enamoradísimo esposo, no sólo no le pregunta, ni le importa, sino que pasa los siguientes tres años criando a su hijo, los siguientes tres meses planeando un escape y los siguientes tres días ejecutándolo como mejor puede. John mueve cielo y tierra para sacar a su mujer de prisión, todo el cielo y la tierra que caben en la mano de un cuarentón y aburguesado profesor universitario. Necesita dinero que no se anima a robar, compra armas que no sabe usar y se alecciona en el crimen mirando videos de YouTube. Gran parte de la historia lo tiene sufriendo y perseverando a través de todo tipo de calvarios y humillaciones. El ritmo es lento, los obstáculos varios, y el tiempo se le está acabando. A eso de la mitad de la historia, la película acelera el montaje y el “Héroe de Acción” que todos conocemos desde Gladiador (Gladiator, 2000) despierta y hace todo tipo de proezas poco características de su personaje, ayudado por una desmesurada buena suerte y todas las soluciones (posibles pero no plausibles) que se pueden conjurar a modo de deus ex machina. Esta increíble transformación a super hombre taja al relato en dos, creando una simetría poco creíble y doblegando a la película en dos mitades desbalanceadas y contradictorias. El tiro de gracia ocurre al final, durante una secuencia en la que una breve y risible reinspección de la escena del crimen comprueban la inocencia o la culpa de Lara. El final no sólo es anti climático, improbable y mal ejecutado. La inocencia o culpabilidad de Lara nunca importaron a John, y a estas alturas, tampoco importa al público.
Un gran regreso a los cines del director Paul Haggis (Crash). Solo tres días es un muy buen film de suspenso que va a contramano con la mayoría de las cosas que se hacen actualmente en Hollywood. No sólo presenta un elenco excelente donde todos los actores están bien aprovechados, sino que el director se preocupó por construir bien los personajes. Haggis no intentó hacer una remake de El Fugitivo, sino que desarrolló un relato que entretiene y permite que el espectador se pueda conectar con las emociones que viven los protagonistas. Russell Crowe no interpreta a un clásico héroe de acción. En este caso es un profesor universitario que nunca tuvo problemas con la ley y tiene que recurrir a medidas extremas cuando descubre que por la vía legal no puede ayudar a su esposa, quien cumple una condena por un crimen que no cometió. Es muy interesante ver a Crowe, quien interpretó a tipos duros que enfrentaban todo tipo de adversidades, en este personaje que es mucho más vulnerable y se tiene que endurecer a los golpes para lograr su objetivo. En esta película está brillante y me atrevería a decir que es la principal razón por la cual no se debería dejar pasar este estreno. Su personaje vive cambios importantes a lo largo del film y esa transición del profesor que conocemos en las primeras escenas al hombre que vemos al final de la trama está muy bien trabajada por el director y el propio Crowe.
Contra el sistema El guionista y director Paul Haggis (Vidas cruzadas) se inspiró para Sólo tres días en el film francés Anything for her, opera prima del cineasta Fred Cavayé (colaborador junto a Haggis de la elaboración del guión) protagonizada por Vincent Lindon y Diane Kruger en los respectivos roles de marido y mujer que en esta oportunidad quedaron en manos de Russell Crowe y Elizabeth Banks. Básicamente la premisa de la original pone en contexto la lucha de John, abnegado esposo, profesor de literatura y de conducta ciudadana ejemplar, quien frente a la indiferencia del sistema judicial que acusó injustamente a su esposa Lara a la pena de cadena perpetua por considerarla autora material del asesinato de su jefa con muy pocas pruebas en su contra, urde un complejo plan para liberarla una vez agotadas las instancias judiciales. Consciente del riesgo que implica adentrarse en un mundo marginal y completamente oscuro para conseguir documentos falsos, así como tomar contacto con gente peligrosa y en algún momento quedar expuesto ante la policía cuando se comiencen a atar cabos sueltos, John (Russell Crowe) sabe que una vez puesto en marcha el plan de fuga no hay vuelta atrás y para eso tal vez deba arriesgar el futuro tanto de su hijo pequeño Luke (Simpkins) como el de su esposa (Elizabeth Banks), resignada a terminar sus días detrás de las rejas. Las diferencias más notables entre ambas películas marcan precisamente los desaciertos de Paul Haggis al organizar la trama que, pese a la buena dosis de tensión dramática, acumula giros y vueltas de tuerca intrascendentes con un epilogo vergonzoso que por supuesto en el film francés se descartó desde el primer minuto. Parte de ese defecto lo constituye claramente el hecho de adaptar la estructura narrativa al nivel intelectual del público norteamericano como parte de la quintaesencia de todo film Hollywoodense. El reduccionismo y la redundancia con fines exclusivamente efectistas para resaltar el drama interno del personaje convierten a lo que era una buena historia que en sus raíces planteaba las contradicciones humanas frente a las situaciones extremas en una película vacía de contenido pero indudablemente entretenida, así como refleja que Paul Haggis escribe mucho mejor de lo que filma.
Aprenda todo en Internet Con la ayuda de la red, Russell Crowe arma un plan para sacar a su esposa de la cárcel en este thriller de Paul Haggis. Si uno se toma más o menos en serio lo que sucede en Sólo tres días , la película es prácticamente absurda. Ahora bien, si uno se la toma ligeramente, como si fuera fantasía pura, el asunto puede llegar a ser un poco más entretenido. El problema aquí es que Paul Haggis, su director y guionista, parece tomárselo todo muy, muy seriamente, con lo cual el asunto, en vez de tornarse intenso, se vuelve involuntariamente divertido. Uno podría pensar que, más allá de ser un thriller acerca de un hombre que arma un muy complejo plan para sacar a su esposa de la prisión, Sólo tres días es una película acerca de cómo se puede aprender todo por Internet. Es que John (Russell Crowe, serio y compenetrado), un maestro de escuela algo timorato que enseña Don Quijote a sus alumnos (anoten metáforas en un papel), cansado de intentar sacar legalmente a su esposa Lara (Elizabeth Banks, afeada) de la cárcel (fue apresada supuestamente de manera injusta por haber matado a su jefa) no tendrá mejor idea que liberarla por su cuenta. Y para eso, bueno, están Google y YouTube, que enseñan a truchear reportes médicos y a armar llaves multiuso, y hasta uno puede averiguar dónde conseguir pasaportes falsos y comprar armas y cosas así. De golpe, nuestro héroe anda metido entre gángsters mientras cuida al hijo de ambos, sigue dando clases en el colegio y visitando a su esposa, que ni enterada está de lo que trama. Sólo tres días podría haber sido una mejor película si Haggis la hacía con un espíritu más hitchcockiano, cercano a James Bond (es guionista de las últimas dos) o a Jason Bourne. Pero aquí, el director de Crash está queriéndonos decir algo supuestamente importante (no se sabe muy bien qué, de cualquier manera) y pretende que nos creamos las desventuras del tal John al pie de la letra. Más allá de ese tono sombrío, varias escenas (y un buen grupo de actores secundarios) salvan a la película del papelón, especialmente la primera (una charla/pelea de antología), la secuencia en la que John prueba una llave falsa en la cárcel y, fundamentalmente, la última media hora, cuando el plan se pone en marcha. Allí aparece la película que Sólo tres días podría haber sido y se disfruta. Sólo que ya pasaron dos días y medio…
El director de Vidas cruzadas plantea un thriller sencillo y efectivo Ganador del Oscar por Vidas cruzadas en 2005, el guionista y director Paul Haggis filmó dos años más tarde una intensa y cuestionadora película sobre las consecuencias de la guerra en Irak ( La conspiración ). Ahora, sorprende con la remake de Pour elle -una película francesa reciente con Vincent Lindon y Diane Kruger- en la que apuesta por una combinación entre el melodrama familiar (en su primera mitad) y el thriller de fuga y persecución (en su segunda hora). El resultado es digno, aunque por momentos la narración resulta demasiado lenta, solemne y recargada dentro de un género como el del suspenso. John Brennan (Russell Crowe) es un profesor universitario que está casado con Lara (Elizabeth Banks) y ambos crían sin demasiadas complicaciones a su pequeño hijo. Sin embargo, esa apacible vida de clase media se derrumba cuando la policía irrumpe en el hogar y arresta a la madre bajo la acusación de haber cometido un brutal asesinato. Este hombre común está convencido de que su esposa es inocente, pero la vía judicial parece inexpugnable. Así, mientras se sigue ocupando de su rol de padre, inicia un descenso a los infiernos del submundo criminal de Pittsburgh y el film adquiere una dimensión más épica y con elementos propios del cine de género. La película -más allá de la indudable solvencia de sus actores y de los buenos aportes artísticos en rubros como la fotografía y la música (a cargo de Danny Elfman)- pierde por momentos su eje a partir de múltiples derivaciones, constantes cambios de tono y registro, subtramas menores, y detalles que no agregan demasiado. De todas maneras, aun con estos y otros problemas, Haggis logra mantener el interés por la suerte de sus criaturas. Lejos de la compleja estructura coral de Vidas cruzadas , Sólo 3 días propone una narración bastante más lineal, aunque Haggis mantiene la densidad dramática y el trabajo sobre las contradicciones, las ambigüedades, los dilemas morales de sus personajes. Al final de cuentas, ese es su "sello de fábrica" y, aunque estemos ante la remake de un film francés que no escribió, aquí también terminó imponiendo su marca.
Por amor, cualquier escape es posible Russell Crowe encarna a un simple profesor de literatura que termina planeando la fuga de su esposa de un penal de máxima seguridad. Más allá de la inverosimilitud del asunto, el film se salva gracias a una dosis de suspenso que aparece en los últimos 45 minutos. ¿Es posible que un manso y tranquilo profesor de literatura de colegio secundario se convierta, casi de la noche a la mañana, en un experto capaz de organizar una fuga del penal de máxima seguridad de Pittsburgh? ¿Por qué no? Al fin y al cabo, se trata de un acto de amor y Hollywood todo lo puede. Y lo que no, lo inventa. Más si el profesor de letras es Russell Gladiator Crowe. El asunto es así. Una noche, Lara Brennan (Elizabeth Banks) llega tarde y desencajada a una cena en un restaurante. Su marido, John (Crowe en su faceta perro San Bernardo), la quiere y por lo tanto la contiene y la calma. Pero eso no impide que Lara se agarre de las mechas con la pareja de amigos con quienes habían quedado en cenar. Sucede que Lara viene de pelearse mal con su jefa. Que esa mujer aparezca asesinada esa misma noche y que en el impermeable de Lara se encuentren restos de sangre de la occisa no hacen sino convertirla en la culpable perfecta. El único que confía en su inocencia es, por supuesto, John, que sabe que la madre de su hijo nunca podría haber hecho tal cosa. Y está dispuesto a todo por volver a unir a su familia. Remake de un film francés titulado Pour elle, que en Argentina nunca llegó a estrenarse, Sólo 3 días es una película rara para el guionista y director Paul Haggis, cuyas ambiciones suelen picar más alto, aunque sus resultados no estén necesariamente a la altura de esas ambiciones. Guionista de Million Dollar Baby, entre otras películas de Clint Eastwood, Haggis saltó a la fama con el rosario de Oscar que cosechó como director de Vidas cruzadas (2004), uno de esos films corales en donde al final todos los personajes se redimen de sus pecados. Y en La conspiración (2007), su segundo esfuerzo como director, se animó incluso a rezar una suerte de responso por los veteranos de la guerra de Irak. Allí también había un padre decidido a todo, en este caso por llegar al fondo de la misteriosa desaparición de su hijo. Pero la diferencia con la nueva película de Haggis era que allí Tommy Lee Jones tenía experiencia previa: había sido miembro de la policía militar. Ahora el personaje de Crowe juega con la desventaja de que debe aprenderlo todo desde cero, desde el Código Penal y las leyes del Estado (mientras cree que puede salvar a Lara a través de la Justicia) hasta el último truco de cómo escapar de una prisión aparentemente inexpugnable. Claro que para eso hoy en día está Internet. Cuando no le está dando de comer a su hijo o preparando sus clases de la mañana siguiente, el pobre John se la pasa online, sumergido en la red de redes, donde encuentra todo lo necesario para llevar a cabo su plan. Empezando por el autor de un libro (Liam Neeson), ex presidiario y escapista experto, que en una fugaz charla de bar no duda en tirarle un par de ágiles tips para que John tenga en cuenta a la hora de llevar a cabo su aventura. Es difícil abstraerse de la inverosimilitud absoluta del planteo, pero en caso de que el espectador llegue a hacerlo puede llegar a disfrutar acríticamente de los últimos 45 minutos de película, cuando John todavía no ha terminado de perfeccionar su plan y descubre que tiene que implementarlo cuanto antes, porque en apenas tres días (a los que alude el título del film), Lara será trasladada a otro presidio. Allí aparece una dosis moderada de suspenso (convencional, pero suspenso al fin): persecuciones a toda carrera en auto, en subte, a pie, pero sobre todo un contrincante a la medida del protagonista, un detective negro que parece el peor perro de presa posible, interpretado por uno de esos secundarios ignotos (Lennie James, vigésimo quinto en el reparto), cuya sola presencia alcanza a darle a la película un espesor impensado.
Sentimiento inapelable La construcción de una realidad propia es un tema de la literatura. De eso trata la clase del profesor Brennan sobre El Quijote , mientras su vida parece perdida para siempre en una realidad sin atenuantes. Russell Crowe protagoniza Sólo tres días , la película de Paul Haggis, un drama con dosis de acción y suspenso a la medida del director de Crash. Vidas cruzadas. John Brennan debe sostener a su hijo de seis años después de la tragedia familiar. Su esposa Lara cumple condena por un asesinato que está seguro que no cometió. Haggis esta vez deja de lado el tratamiento orquestal de Crash pero mete al protagonista en un laberinto que mantiene al espectador muy entretenido. Sólo tres días es la remake de la película francesa Por Ella (2008); Crowe vuelve al registro más emocional, incluso tras la frialdad del profesor. En tanto, Elizabeth Banks ofrece la personalidad de la convicta que ve a su hijo cada vez más lejos. El común denominador de la familia es la ausencia de diálogos francos. En esa línea, los abuelos dicen todo con miradas y gestos. La película comienza como un drama; luego desarrolla meticulosamente el plan de John que se impone su propio y enorme desafío: rescatar a Lara de la cárcel de Pittsburgh. La primera parte funciona con momentos de cámara, con primeros planos en la visita a la cárcel. Luke, el hijo de la pareja, ya no besa a su madre y el ambiente limpio y luminoso se siente opresivo. “Sé quién eres”, dice John a Lara. Eso le basta para armar un fenomenal mapa de la fuga, sin cómplices, concentrado en ese otro mundo de fantasía que nadie adivina. La película de ambientes y rostros tristes da paso al montaje, al paralelismo entre la investigación de cada detalle y los pasos aparentemente normales. La tensión crece y el espectador llega a la acción sentado en el asiento trasero del auto de John. Qué parte de nuestras vidas están bajo control y cuánto estamos dispuestos a pagar por la libertad son los planteos breves y directos que Haggis se permite en esta película de discreta desobediencia al sistema.
Queremos al Russell Crowe heroico, emprendedor a la hora de la aventura y ganador en los frentes de tormenta. Por supuesto, sostenemos dentro del marco de nuestra cinefilia a su Maximus de Gladiator y, quizá con más entusiasmo todavía, a su Jeffrey Wigand, aquel que combatió a las tabacaleras desde su trinchera de principios en The Insider. Sin embargo, debemos permitirnos un gesto de disgusto ante este flojón caballero que se nos presenta en este nuevo opus. No es un mal intento el que emprendió Hollywood con esta remake de ese buen policial francés que fue Pour Elle, en el que un hombre del común emprende una vertiginosa carrera por sacar a su esposa de la cárcel, presa por un crimen del que él la considera inocente. En The Next Three Days (retitulada en Argentina en referencia a la última parte del relato) lo que vemos es el complejo derrotero que enfrenta este antihéroe metido a salvador, que debe emprender un duro camino para intentar la fuga de su esposa de una cárcel y un contexto delictivo que le complica las cosas más de lo que suponía. Crowe no luce sólido en el personaje que le tocó en suerte en este opus irregular. La marcación parece débil, apenas poniendo el acento en cierta inseguridad, pero por breves momentos, como en chispazos de lucidez para un guión demasiado rutinario y que sigue tan al pie de la letra la fórmula del éxito que se vuelve insípido e insuficiente a poco de comenzar. Aunque no está del todo mal logrado el perfil del hombre de a pie enfrentado a una aventura que no sabe afrontar, hay, en ese punto, apenas un mínimo destello de atractivo en más de dos horas de cinta, lo que puede encontrarse alguna pequeña luz de un faro que sin embargo no marca bien el rumbo y se pierde en sus propios giros.
Paul Haggis es un exitoso guionista (ha escrito films de Clint Eastwood y de la saga de James Bond), ganó el Oscar –injusto– a Mejor Película por “Crash, vidas cruzadas”, y dirigió una muy buena película de denuncia sobre la guerra de Irak, “La conspiración”. Sabe combinar la acción y el suspenso de las buenas ficciones con el aspecto social y político, es decir, el espectáculo y eso que suele llamarse “mensaje”. En este filme, un hombre –Russell Crowe– intenta sacar legalmente de la cárcel a su mujer (esa gran comediante que es Elizabeth Banks, aquí en un rol dramático), quien asegura ser inocente. A punto de perder la tenencia de su hijo, planea una fuga. El film discurre entre mostrar las falencias de un sistema legal y cierta condena respecto de la ideología del castigo que la sostiene, y la aventura desesperada de este hombre común transformado en héroe por circunstancias que lo superan. Haggis toma una decisión interesante al respecto: decide que no hay villanos. Los policías solo hacen su trabajo, mientras que durante casi todo el metraje se conserva la idea de que quizás la mujer miente. Lo que da fuerza a la historia es, justamente, esa ambigüedad realista de su trama y la idea de que el mundo es un lugar tan fantástico y peligroso como un planeta lejano lleno de peligros. El peso recae sobre Russell Crowe que, como siempre, demuestra tener espaldas y presencia cinematográfica para soportarlo.
Run, Rusell, run! Hay algunos nombres que es necesario tener en cuenta antes de ver Sólo tres días. El primero es el de Paul Haggis, un guionista y director que ha sabido caer en los peores vicios del guionista con intención de hacerse notar y en ninguna de las virtudes que podría llegar a tener un artesano de la industria. Hay que decirlo de una vez: sólo un capo total como Clint Eastwood podía hacer que toda la maraña de giros imposibles del guión de Million Dollar Baby consiguiera coherencia. Luego Haggis tuvo piedra libre para escribir y dirigir ese horror ultra sobrevalorado que fue Vidas cruzadas, con personajes miserables mágicamente redimidos a través de actos piadosos inverosímiles y un discurso manipulador y miserable que sólo buscaba decirnos lo triste que era el mundo. Con La conspiración supo levantar un poco, más que nada porque apostó a una construcción basada en los códigos del género policial, aunque no dejaba de lado referencias un tanto burdas sobre el contexto de la Guerra de Irak. El segundo es el de Russell Crowe, un actor que luego de unos cuantos años de acumular “prestigio” de la peor manera posible (con sobreactuaciones aplaudidas por el público y las academias en Gladiador y Una mente brillante), decidió sentar cabeza y comenzar a actuar para las películas y los personajes, en vez de para su ego. Por eso no tardaron en llegar momentos de esplendor en sus performances en El tren de las 3:10 a Yuma, Gánster americano, Red de mentiras y Los secretos del poder. Es verdad que tuvo una patinada bastante grosera con Robin Hood, pero todavía nadie sabe para qué demonios se hizo esa película y eso es más que nada un problema del director, Ridley Scott. También tenemos las presencias de Elizabeth Banks, una actriz mayormente especializada en la comedia, pero que se banca lo que venga y siempre rinde. Y hasta una aparición fugaz de Liam Neeson, un intérprete que muchas veces transita la medianía, pero que difícilmente haga su papel mal. ¿Qué termina saliendo de todo esto? Una remake del filme francés Pour elle, que cuenta la historia de un profesor (Crowe) que busca sacar de la cárcel a su esposa (Banks), quien está condenada por un asesinato que él está convencido de que no cometió. Cuando todos los medios legales a su alcance se le agotan, comienza a planear una fuga del penal en toda regla, para huir junto con ella y el hijo de ambos. La premisa es bastante retorcida y hasta inverosímil, y durante buena parte del metraje, donde el protagonista va planeando todas las acciones, eso se nota demasiado. Además, Haggis cae unas cuantas veces en ciertas tendencias miserabilistas y se regodea un poco en el dolor de la pareja, el silencio del hijo o la marginalidad de los sitios a donde el profesor debe acceder para ir juntando los elementos y medios que necesita. Pero Haggis demuestra que quizás lo que se vio en La conspiración no fue pura casualidad y que le puede interesar contar una historia sin andar disparando mensajes, apuntalando a los personajes y la historia antes que al discurso. En consecuencia, los últimos cuarenta minutos de Sólo tres días son como una versión en clave familiar de El fugitivo: puro vértigo, gente corriendo a todo lo que da perseguida por otra gente que hará todo lo posible para que no se escapen, una sucesión de enfrentamientos donde el profesionalismo y las capacidades de construir artimañas se van sucediendo con toda prisa y sin prisa. En el medio de eso surge un particular teniente encarnado por Lennie James (visto recientemente en la serie Jericho), personaje sólido e impenetrable, duro como una roca, eficiente y experto, que no dará tregua en la persecución. Es cierto que el realizador en esos minutos finales se manda unas cuantas de las suyas (hay un malentendido y una especie de intento de suicidio que son tan forzados como irritantes) y que la vuelta de tuerca final, que se venir a la distancia, está bastante tirada de los pelos. Pero aún así, Sólo tres días consigue un esforzado aprobado, le renueva un poco el crédito a Haggis y nos vuelve a mostrar que Russell no sólo es un australiano irritante e irritable, sino también un gran actor.
Amar tiene su precio, aunque tengas toda una vida o solo tus tres próximos días. Cuando uno confía en el otro, puede que jamás te arrepientas de tu elección o que un día descubras que quien está con vos nunca es quien dice ser. En esta semana cargada de estrenos de los más variados , tenemos a “The Next Three Days” la última película del ex – gladiador Russell Crowe que cuenta con la dirección del guionista PaulHaggis y la participación de la bella Elizabeth Banks. La cinta es una remake de la francesa “Pour Elle” (2008) de Fred Cavayé. Si uno piensa en Haggis, siente que luego de haber escrito los guiones de filmes como Crash, Million Dollar Baby, Letters from Iwo Jima y Flags of OurFathers (las últimas tres del gran Clint Eastwood), algo debe tener este film para destacarse. Alguien que hace muy buenos guiones, base fuerte de un filme, debe hacer un buena cinta. Pero dirigir es otra cosa, y muchas veces la fusión guionista-director no resulta, pero en este caso la unión funcionó, y dió como resultado una buena película. Admito que Crowe está cayendo en picada, ha sido un actor que ha cautivado y a quien le confiaría un gran papel porque creo que está preparado para ello. Ahora ¿qué le pasa con la elección de los proyectos? No está permitiendo la mutación de su performance y creo que no le está haciendo nada bien, da la sensación de estar atrapado siempre un mismo papel. Igualmente en este caso, puedo reconocer que cumple a raja tabla con las características de un ser tímido, no demasiado arriesgado, que un día decide tomar el toro por las astas y hacerse cargo de ello. Crowe sabe cómo ser el dueño de la historia, y darle profundidad, a pesar de que no abandone su clásica interpretación. Lara Brenna (Elizabeth Banks) es un hermosa esposa y madre, que un día es acusada de matar a su jefa. Con nulas probabilidades de salir de la cárcel, ya que su apelación ha sido denegada, su marido John(Crowe) hará lo que sea necesario para revertir esa situación. En una búsqueda obsesiva por lograr recuperar lo perdido, se encontrará de cara al mayor desafío de su vida donde deberá superar los miedos y poner a prueba su inteligencia. Algo a destacar es la música compuesta por el maravilloso Danny Elfman. Cada soundtrack no pasa desapercibido y conduce la narración eficazmente. Además de contar con algunas canciones de Moby que van a deleitar los oídos de los espectadores. Lo cierto es que si te gusta estar atrapado en una película dos horas trece minutos, esperando que lo que deba pasar pase, entonces andá al cine y prepárate para estar entretenido un rato. Si no te importa tanto lo que va a pasar pero cómo va a pasar, también andá al cine. Creo que “The Next Three Days” cumple todos los gustos y no creo que nadie salga decepcionado. A mí, personalmente, no me gusta su moraleja pero sobre gustos, como dice mi madre, no hay nada escrito.
TODO POR AMOR Paul Haggis, director de films serios y solemnes, decidió esta vez pasarse a un drama de acción, cuyo mayor mérito es proporcionar una narración atrapante dentro del marco de un historia bastante inverosímil. Un gran logro de Solo tres días consiste en exponer, tal vez sin saberlo, cómo se ha perdido hoy la posibilidad de que críticos y espectadores disfruten y entiendan las búsquedas de un film que le da prioridad al drama y al espectáculo y no al realismo o a la lógica procedente del mismo. Gracias a que la apuesta es clara y sin vueltas, lo mejor para entender esta película es respetar su juego y sus propios códigos. Lara Brennan (Elizabeth Banks), mujer, esposa y madre, es encarcelada por un crimen que dice no haber cometido. Su marido John (Russell Crowe), desesperado, hace lo imposible para que la justicia revise su caso. Frente al fracaso de tales esfuerzos comienza a crecer en él una idea osada y peligrosa: planificar la fuga de su mujer de la cárcel. Solo tres días combina en esta idea una fuerte dosis de drama, con un –muy bien– logrado suspenso y memorables escenas de acción. Justamente la habilidad del realizador Paul Haggis (La conspiración, Vidas cruzadas) consiste en hacer que el compromiso emocional con el protagonista y su drama vuelva mucho más impactantes los momentos de suspenso y acción. Es necesario decir que a medida que avanza la trama, cualquier espectador descubrirá sin esfuerzo alguno que las situaciones se van volviendo cada vez más inverosímiles. Pero inverosímil debe tomarse aquí como sinónimo de no plausible, y no como equivalente a no creer en lo que vemos en el film. Varias –no solo una– de las escenas del film son de una tensión tal que cualquier lógica debe ser dejada de lado enseguida. No importa si es creíble o no, nosotros vivimos junto al protagonista su sufrimiento y angustia. Y para que esto ocurra, el film no solo cuenta con el trabajo de su director, sino también, con varios actores de lujo que acompañan a los protagonistas. La breve presencia de Olivia Wilde, como la madre de una amiga del hijo del matrimonio; los nombres de Daniel Stern, como el abogado del protagonista, Brian Dennehy, como el padre, y, nada menos que, Liam Neeson, como un experto en fugas de cárceles. Todo esto sumado parece dar como resulado una película memorable, pero lo cierto es que el guión decae por momentos y el afán de cierre pierda clima en los últimos minutos, en donde la historia se alarga –aunque solo sea un poco– de manera innecesaria. El problema, cuando una historia tan absurda falla en el ritmo, es que el espectador comienza a cuestionarse la lógica de los eventos, pero estos son momentos aislados dentro de un film que nunca pretende ser realista y que halla en la exageración su forma de ser. Los amigos de la lógica y la verosimilitud se verán en problemas a la hora de evaluar Solo tres días, y hasta sentirán rechazo. Por otro lado, los que quieran un film de acción emocionante, que combine escenas de alto suspenso con una gran carga dramática, encontrarán en esta película una excelente opción, que seguro no los defraudará.
Los molinos sí eran gigantes En mi último post escribí sobre un film noir que pertenece al subgénero del procedimiento policial. La contracara de ese tipo de películas, que son algo así como un manual sobre el funcionamiento de la ley y el orden, debería ser un subgénero que se llame de procedimiento criminal (si no es que ya existe bajo otro nombre que desconozco). Ahí entrarían las películas que se denominan de planes perfectos, o casi perfectos. Por lo general, y a diferencia del police procedural, estas películas no intentan mostrar el movimiento de cada engranaje del sistema sino todo lo contrario: los protagonistas son hombres solos que corren de un lado al otro con una llave francesa en la mano para desmontarlo. Pueden tratar de robar un banco, cometer un magnicidio o escapar de la cárcel. Son los genios del mal, y por eso siempre son atractivos, incluso cuando Russell Crowe recuerda al John Nash de Una mente brillante. En Sólo tres días lo que tiene que hacer su personaje, John Brennan, es un poco diferente a lo habitual de este subgénero. Su mujer fue condenada por homicidio, y a pesar de que todas las pruebas indiquen que se trata de la verdadera culpable, él confía con firmeza en su inocencia. Entonces no tiene que escapar de prisión como pasa la mayoría de las veces: tiene que liberar a su esposa y huir junto al hijo de ambos a un ignoto país adonde la justicia norteamericana no los pueda encontrar. La planificación del delito se hace lejos de una celda, en medio de la vida cotidiana de un profesor de literatura, una profesión que le asigna al personaje las virtudes de soñador necesarias para confiar en su desmesurada estrategia, o para creer que su esposa no cometió el asesinato por el que está condenada cuando todo indica lo contrario. Él mismo lo dice en una de sus clases cuando habla de Don Quijote: ¿cuál es el problema si uno elige vivir en la ficción? ¿Qué pasa si él elije creer que Lara Brennan (Elizabeth Banks) no mató a nadie? En este caso el protagonista es un hombre solo por obligación, un hombre solo que desea volver a estar acompañado. Lo que mueve al personaje de Russell Crowe no es el amor a la libertad o al dinero, es el amor a secas, como reivindicación del más sagrado acto irracional. Aunque para verbalizar la tesis de la película se use la novela de Cervantes de una forma bastante ñoña, por ese lado pasa una de las cosas más atractivas que ofrece Sólo tres días. Durante toda la película, mientras John planea el rescate como un obseso, se va sembrando en el espectador la duda acerca de la inocencia de Lara. Es una duda que va y viene y se trabaja con cuidado para sostener en ese juego lo que se intenta narrar como una intriga que puede no tener resolución. Pero como ya se sabe Hollywood es más amigo de las certezas que de las vacilaciones y Paul Haggis habla en su contra cuando al final deja las cosas claras con unos flashbacks innecesarios, cuando la película ya prácticamente había terminado. El resto está dedicado a la preparación de la fuga. Haggis maneja el ritmo con cuidado, se toma el tiempo necesario para mostrar cómo hace John Brennan para educarse en el arte del escapismo, para pasar del aula de clases a la acción más dura. Y oculta unos trucos para sorprender al final, cuando John empiece a ejecutar cada paso pensado con minuciosidad. Sólo tres días no es un film de procedimiento al estilo de Jean-Pierre Melville, ni Crowe es Delon, ni se toma cinco minutos para probar un manojo de llaves como hacían en El samurai, pero siendo la remake de una película ?que no vi? llamada Pour elle, algo de ese acento que tiene el policial francés se debe haber filtrado por alguna hendija. Lo demás, eso de que al final haya que confirmar que los molinos de viento eran gigantes de verdad, seguramente es una nueva idea que surgió al cruzar el Atlántico. Ya mismo me voy a bajar Pour elle, para confirmar mi teoría y porque acabo de descubrir que Diane Kruger es Elizabeth Banks.
Al lado de Vidas cruzadas (película que le valió a Paul Haggis el Oscar y una merecida comparación con el canalla mexicano Alejandro González Iñárritu), esta remake del film francés Pour elle es casi bressoniana. Más allá de la boutade, al menos se trata de un thriller lineal que -a pesar de su carga trascendente y su dilema moral- trabaja con bastante dignidad el suspenso e incluso no descuida la acción en su mitad final. Claro que durante sus más de dos horas, el film resulta un poco tortuoso en la cantidad de derivaciones, subtemas y detalles que proporciona, todas trabajadas con demasiada solemnidad y sin respiro. Russell Crowe es un hombre común, un simple maestro de escuela que se sumerge en el submundo de Pittsburgh para -no adelantaremos nada más- sobrellevar la ¿injusta? condena de su esposa (Elizabet Banks), acusada de asesinar a una mujer. Mientras cría sólo a su hijo hará de todo para cambiar su situación. Tensa y ambigua, pero por momentos decididamente inverosímil, se queda a mitad de camino entre la solidez formal del thriller y la emoción del melodrama familiar.
Anexo de crítica: En Sólo Tres Días (The Next Three Days, 2010) Paul Haggis entrega exactamente lo que se espera de él: un guión sólido, actuaciones precisas y una dirección ajustada a los parámetros de una típica historia de “hombre común en circunstancias extraordinarias”. Más allá de las bienvenidas participaciones de Liam Neeson y Brian Dennehy, debemos admitir que aquí Russell Crowe ofrece uno de los mejores trabajos de su carrera (por suerte en esta oportunidad está bastante medido). El realizador demuestra una vez más su inteligencia a la hora de construir un verosímil tan multidimensional como angustiante...
Este thriller esencialmente ridículo se predica de una forzada escena pasajera en donde Russell Crowe, antes de devenir en una suerte de detective, ejerciendo como profesor de literatura expone el nudo problemático del Quijote en torno a cómo ciertas circunstancias nos llevan a la irracionalidad, aunque el comportamiento y las decisiones del personaje de Crowe, más que irracionales, son casi sin excepción inverosímiles. ¿Qué tal un profesor de literatura a los tiros con unos dealers en los suburbios de Pittsburgh? El amor lo puede todo, se dirá, aunque la moraleja del film es que en Internet se puede aprender de todo, desde hacer llaves maestras hasta abrir autos con pelotitas de tenis. Tras una secuencia inicial en la que se establece el conflicto (el malestar de la mujer de Crowe, Lara, interpretada por Elizabeth Banks), una dulce escena familiar con el único vástago de la familia tiene lugar. Es un instante de amor puro interrumpido por un allanamiento policial violento anticipado por un piloto con sangre. Lara irá presa, y toda la evidencia confirmará su culpabilidad. Tras varias apelaciones, la decisión de Crowe es liberar a su mujer en sus propios términos, y bien le servirán los sabios consejos de un Houdini penitenciario encarnado por Liam Neeson. El apóstata de la Cientología, también guionista y director, Paul Haggis suele apostar por la tragedia y las situaciones límite para hilvanar sus historias con pretensiones existencialistas. Como en todo drama penitenciario, la simpatía por la fuga de un inocente es atravesada por el suspenso de saber si logrará o no escapar, y es aquí donde la imaginación de Haggis resulta esquemática y acomodaticia. Musicalizada hasta el hartazgo y exorcizada la trama de toda ambigüedad para evitar cualquier gris moral, excepto si se trata de matar drogadictos, el destino final del héroe y su familia ni siquiera admite una lectura irónica o, en su defecto, ser interpretado como chiste político.
El director Paul Haggis, quien fuera el responsable máximo de “Vidas Cruzadas” (2004), ganadora del Oscar en el 2005 por un muy buen film coral, donde narraba varias historias entrecruzadas. Aquí se mete de lleno en una historia unipersonal, no importa si al personaje principal lo acompañan en la pantalla la mujer, los padres, el hijo, la vecinita insinuante, el policía rudo, el amable, muchos malos y muchos buenos. Estamos hablando de John Brennan (Russell Crowe) el personaje actante, o sea el que lleva adelante las acciones, el héroe, el motivado, que en este caso es un hombre común, profesor de literatura de una escuela secundaria, envuelto en una situación extraordinaria. Su vida transita apacible junto a su esposa Lara (Elizabeth Banks) y el hijo de ambos. Una mañana como cualquier otra, la policía irrumpe en el hogar, ella es acusada de asesinar a su jefa, con la que el día anterior habían discutido acaloradamente. Ella es encontrada culpable. Los elementos probatorios expuestos en la causa aparecen como irrefutables. Sentenciada a muchos años de prisión, el único que la sigue creyendo inocente es su apasionado esposo. Abandonado literalmente por su familia y sus amigos, su vida hace un giro de 180º. Elipsis temporal mediante, nos encontramos tres años más tarde, que es cuando John se entera que su esposa será transferida dentro de tres días a otra prisión, lejos de la ciudad donde ahora vive solo con su hijo. Él tiene ese tiempo, tres jornadas, para llevar adelante, ahora aceleradamente, una empresa herculiana, preparar y ejecutar la fuga de su mujer. Para ellos contara con la inefable ayuda de algunos personajes pertenecientes al bajo mundo, ex-convictos, vendedores de armas dentro del mercado negro y, por supuesto, como no podía ser de otra manera, en los tiempos que corren, el arma más poderosa de la actualidad: el INTERNET. Allí aprenderá todo lo necesario para logra su objetivo, desde como hacer una llave maestra, pasando por como distraer a la policía respecto de lugares de fuga, o el transito, hasta producir un caos cibernético inusual. El mayor problema del filme es que siendo un remake del filme francés “Pour Elle” (2008), de Fred Cavayé, que tenia determinados elementos, datos que la hacían no sólo creíble, sino que además, desde la estructura del relato, el espectador sabía cosas desde un principio, en el caso de “Sólo 3 días” esos datos son retaceados con el único propósito de manipular al espectador. Situación para nada gravosa si sólo quedará allí. La realización está construida desde dos variables, por momentos parece un drama familiar, y en otros, sobre todo en la segunda mitad, se quiere instalar como una producción de suspenso, pero todo es tan inverosímil que mueve más a tomarlo como un mal chiste que en el orden de la seriedad que propugna pero que no demuestra. En relación a los rubros técnicos nada se descubriría que la corrección es su más firme valoración, al igual que las actuaciones, donde Elizabeth Banks, la esposa que transita por varios estados anímicos y mascaras, Brian Dennehy, en el rol del padre de John escéptico, distante, hasta finalmente incondicional de su hijo, y Liam Neeson, en el papel de un ex convicto devenido en escritor, se llevan los mejores lauros. Poco, demasiado poco, para lo que prometía, por lo menos desde el afiche y los responsables.
Sólo tres días se desmarca como un thriller que sabe elaborar una tensión creciente y que puede tomarse su tiempo, casi alejándose del mainstream que se hace hoy en Hollywood. Caso curioso el de Paul Haggis. Cuando algún guión (Million dollar baby) y su opera prima Vidas cruzadas nos hacían despreciarlo un poquito, La conspiración y ahora Sólo tres días nos ponen en la encrucijada de tener que apreciar sus dotes de buen narrador, de inteligente artesano para construir tensión y edificar personajes masculinos que, tras su aparente entereza, esconden muchas debilidades. Atención, la remake Sólo tres días es un retroceso respecto de su film-denuncia anterior, además de ser un film fallido algunas veces, maniqueo otras y que exhibe esos excesos que ya son marca de orillo del autor. Pero así y todo, se desmarca como un thriller que sabe elaborar una tensión creciente y que puede tomarse su tiempo, casi alejándose del mainstream que se hace hoy en Hollywood. En Sólo tres días Russell Crowe es John Brennan, un tipo al que le meten en la cárcel a su mujer (Elizabeth Banks) por el supuesto asesinato de su jefa y que luego de transitar todos los carriles legales habidos y por haber, tiene que comenzar a aceptar la idea de que el resto de su vida tendrá que verla entre rejas. Eso, o pergeñar una fuga de la prisión de máxima seguridad de Pittsburg que parece imposible. Y John aprende un montón de trampitas vía Internet, se contacta con un especialista en fugas y se intromete con el submundo del delito, entre falsificadores, vendedores de drogas y demás maleantes. Sobre la superficie del film campea una mirada terminal sobre lo que un hombre común es empujado a hacer por culpa de la burocracia judicial. Peligroso. Pero convengamos una cosa. La premisa del film es totalmente inverosímil, no por imposible sino por absurda. Y a esto, Haggis lo registra con seriedad y solemnidad, como si estuviera filmando un documental sobre el hambre en África. A eso se suma un Crowe ultra concentrado, tenso, que aporta a la respiración áspera del film. El choque entre la intensidad del director y el reparto, y la ridiculez del planteo argumental, contra lo que se puede pensar, termina favoreciendo al thriller. La película se divide evidentemente en dos, y si la primera parte es más un drama familiar con una mirada algo polémica sobre la justicia, en la segunda hora se trasviste de thriller ejemplar de escapadas y corridas, con los protagonistas manteniendo la respiración al límite. El acierto de Haggis es saber llevar cómodamente al espectador hasta esos últimos cuarenta minutos, en los que Sólo tres días empieza a volar con gran fluidez, entre escenas que no por conocidas (las escapadas en auto, las huidas de hospitales, las salidas en aeropuertos y estaciones de trenes) dejan de generar tensión y suspenso. Seguramente el error del director, que siempre hace una de más -y aquí aparece el Haggis que no nos gusta- es querer atar todos los cabos y dejar una idea tranquilizadora y confortable sobre sus personajes. Cuando toda la película se balanceaba en la duda que generaba el saber si la mujer había cometido o no el crimen que le habían endilgado, una resolución final impide la ambigüedad y, además, coarta cualquier posibilidad de incorrección política. Y en ese movimiento, también limita los alcances de una película que termina sobresaliendo por su buena dosis de entretenimiento sin mayores pretensiones. Mal que le pese a Haggis.
El Amor cuesta caro Que de buenas a primeras se metan en tu casa, y la policia se lleve a tu mujer con cargo de homicidio, no es fácil para el tipo bonachón que compone en este nueva peli, el consagrado Russell Crowe. Así se pondrá como única meta, salvar a su esposa y madre de su único hijo, las posibilidades judiciales y/o fortuitas no ayudan, la única que queda es trazar un plan de escape. Crowe irá pasando por etapas algunas inverosímiles y otras bastante traidas de los pelos por el director y guionista Paul Haggis. Mucha duración, cierta lentitud, y por momentos un filme que se aletarga y que se nota no era tan necesario sumarle dos horas , sobra metraje y faltan mejores intenciones de narración cinematográfica, igual la peli no es de esas que hacen agua irremediablemente y se ahogan en sí mismas. No, está correcta, apta para pasar un rato -teniendo en cuenta estas salvedades anotadas más arriba- y punto. Liam Neeson aparece dos minutos en un rol que define la pauta principal del personaje, y Olivia Wilde es la vecinita linda, como la esposa amada y convicta está Elizabeth Banks, que recordamos de "Zack y Miri hacen una porno" entre otras.
Paul Haggis era hasta el año 2005 reputado como un exitoso guionista a quien se debía entre otras la historia de “Million Dollar Baby”, dirigida por Clint Eastwood, que ganó ese año cuatro Oscars (película, director, actriz y actor de reparto). En 2006 su segundo largometraje (“Vidas cruzadas”/“Crash”) obtuvo algo sorpresivamente el Oscar a la mejor película, aunque no a la mejor dirección. Luego volvió a dirigir en 2007 (“La conspiración”), siendo “Sólo tres días” (“The next three days”) su cuarta obra como realizador. Se trata en verdad de una remake de un film francés (“Pour elle”), no estrenado en nuestro país, en lo que se está convirtiendo en una modalidad habitual del cine norteamericano. Basta recordar la reciente “El turista” también basada en otro film francés (“Anthony Zimmer”) igualmente no visto localmente. La carencia de guionistas del cine de los Estados Unidos es algo que ya no se discute, pero tratándose de Haggis sorprende que, con sus antecedentes como autor de libros cinematográficos, se haya dejado atrapar por una historia tan inverosímil como la que aquí se presenta. Russell Crowe parece estar dejando atrás su momento de gloria cuando, hace apenas una década encadenó, una serie de tres nominaciones al Oscar consecutivas por “El informante”, “Gladiador” (donde ganó) y “Una mente brillante”. Su personaje aquí (John Brennan) es un profesor universitario de literatura a cuyo hogar en Pittsburgh llega un día la policía para llevarse a su esposa Lara, la atractiva Elizabeth Banks (“Zack y Miri hacen una porno”), acusada del asesinato de su jefa. De allí en más la vida de John se vuelve un infierno al tener que ocuparse de Luke, su pequeño hijo (una buena composición de Ty Simpkins). Cuenta para ello con la ayuda de su padre, en una feliz reaparición de Brian Dennehy (El vientre del arquitecto”). Pero, incapaz de imaginar que sea su esposa quien mató a la víctima, situación que recién se aclarará al final de los más de 130 minutos que dura el film, elaborará un plan para sacarla de prisión. Y es allí donde “Sólo tres días” gana y pierde a la vez. Para quienes sólo busquen entretenimiento las escenas de la media hora final, llenas de persecuciones en auto, dentro de un túnel de subterráneo o en un aeropuerto serán bien recibidas al estar muy bien filmadas. En cambio para quienes exijan cierto rigor y credibilidad en la trama es probable que la sensación sea diferente. Ya una escena anterior, en que John ingresa a un hospital donde se encuentra Lara y logran escapar pese al enorme despliegue policial parece difícil de asimilar. A señalar que este es uno de los films donde el uso de Internet por parte de su protagonista se convierte en una herramienta vital. Sólo de esa manera se explica, por ejemplo, su contacto con un especialista en fugas, casi un “cameo” de Liam Neeson, cuyo personaje daba para más que una fugaz aparición en el film.
Hágalo usted mismo Russell Crowe es un profesor de literatura, cuya esposa es acusada de homicidio, aunque no sabemos si injusta o justamente. Hay un par de flashbacks del hecho, pero sólo están para hacernos trampa y que dar la chance de la duda, para que John sea un protagonista por el que sentimos empatía. Pero si bien hay varias cosas cuestionable, el verdadero quiebre se produce cuando se mancha las manos con sangre. Ya saben: ella es acusada y condenada a prisión. La familia queda destruida y él se propone a liberarla. Cueste lo que cueste. Lo que podría haber sido un interesante drama moral se torna en simplemente un ejercicio de cine de suspenso/acción. Muchas corridas por aquí y por allá. Muchos actos fallidos de liberarla. Mucho dealer amenazante. Todo resuelto con bastante pesadumbre, como si nadie tuviera ganas de hacer algo original. Es raro, porque si bien a muchos les disgustó, el director y guionista ganador del Oscar de Crash: vidas cruzadas, se destaca justamente por el costado "humanista" de sus relatos. En esa película era la vida de los angelenos. Pero basta ver Casino Royale, Quantum of solace o las colaboraciones con Eastwood (Million dollar baby, Cartas desde Iwo Jima) para entender mejor a qué me refiero con eso. Sólo tres días cuenta con buenos actores, como Elizabeth Banks y Crowe. Pero no están bien aprovechados y me pregunto si para este tipo de película (que no termina de ahondar en la psiquis de los personajes) no hubiese sido mejor uno de estos directores franceses de la escuela de Luc Besson, que no serán sutiles, pero saben entretener. Aquí John pasa de literato a Jason Bourne en cuestión de minutos. Mucho video de YouTube y listo: usted puede vulnerar hasta las prisiones más seguras. Lo que más ruido hace es que deberíamos sentir empatía por el protagonista. En orden para liberar a su mujer, planea una meticulosa fuga y se junta con rufianes del bajo mundo (Liam Neeson es uno de ellos, aunque hubiese sido mejor que sea él el héroe de acción). Es una obsesión pero la película, que no está filmada como cine trash (como, por ejemplo, Búsqueda implacable), no hace demasiados juicios morales. Cuando Russell se convierte en un asesino, se lo sigue viendo como un héroe de acción. Hay una línea bien notoria que separa una cosa de la otra. Incluso se podría decir que es un poco fascista que no pase nada porque mata a los dearles y ladrones. Hacia el final, las trampas del guión se hacen más notorias e insostenibles. Haggis filma la acción con prolijidad, pero no es suficiente. Se queda a mitad de camino, y la película es larga: dos horas y veinte.
The Next three days, la nueva película del guionista y director ganador del Oscar Paul Haggis, es una remake del film francés Pour Elle, de Fred Cavayé. Si bien se trata de una adaptación fiel, como suele ocurrir con las nuevas versiones, es inferior a la original en muchos aspectos. En ciertas oportunidades cuando se toma una realización proveniente de Europa u otras regiones se lo hace bajo pretexto de dotarla de más agilidad, lo que básicamente significa hacerla a la manera de los Estados Unidos. El hecho de que la norteamericana tenga una extensión 30 minutos mayor que la francesa es un elemento que llama la atención, dado que se termina alargando de forma innecesaria una historia que ya venía con el ritmo preciso marcado. Tres años atrás John y Lara cenaban con el hermano de él y su pareja en un restaurant. Las mujeres pelean principalmente por culpa de Lara, quien se encuentra alterada por una fuerte discusión mantenida con su jefa horas atrás. Mientras desayunan en armonía al día siguiente la Policía irrumpe en el hogar y arresta a la mujer acusándola de asesinato. La primera de estas dos escenas no forma parte del relato original, comparando una y otra se podrá entender que el sentido de esta inserción es el de plantar una duda. En los primeros 15 minutos de la francesa se sabe perfectamente que fue lo que sucedió esa noche, mientras que en esta, más allá de lo que uno pueda pensar, no se tiene certeza de la inocencia o culpabilidad hasta el final. De esta repentina detención transcurren dos años, el salto temporal encuentra a un John desesperado enfrentando una nueva realidad, tras agotar todas las instancias de juicios definitivamente la madre de su hijo pasará el resto de su vida en prisión. Sin otra opción más que la fuga el personaje que Russell Crowe interpreta pondrá en marcha su plan. Siendo un profesor universitario sus conocimientos en la materia son nulos, por lo que buscará la información que esté al alcance de su mano, como algunos libros o, créase o no, videos de Youtube con instrucciones. Su maestro será el experto en huidas Damon Pennington, un Liam Neeson que supone el punto más destacado de toda la primera parte, quien explicará paso a paso el manual para el prófugo exitoso. Este realismo propio de quien no tiene idea de lo que está haciendo y el progresivo desarrollo de John hasta convertirse en un criminal no sólo favorecen a la película en general, sino que también le otorgan un nivel de credibilidad que también estaba presente en la versión anterior. Considerando esto como uno de los mayores logros, hay que señalar el hecho de que se desperdicia parte de lo obtenido cuando hacia el final se decide soltar la mano del planteo original para hacer una serie de agregados que le restan fluidez y veracidad. Que el tiempo deje de ser un factor apremiante, que inexplicablemente Lara intente quitarse la vida o que John se convierta en un calculador escapista capaz de desconcertar a todos los agentes que lo persiguen suena poco plausible para una película cuya fuerza reside en llevar a un hombre normal a situaciones extraordinarias y no viceversa. Estos detalles terminan afectándola a un nivel comparativo con su antecesora, lo cual no implica que se trate de una mala película. Haggis parte de un trabajo muy bien realizado y, si bien no aporta nada respecto a la anterior, construye un buen thriller capaz de mantener el interés a pesar de su extensa duración. No se trata tampoco de hacer como Michael Haneke con su Funny Games U.S., que con un cambio de actores y locación fue suficiente, pero tampoco se puede modificar radicalmente los tiempos y el ritmo, menos si esto supone agregar una excesiva media hora.
Thriller de buena ley The next three days es la Remake del film francés Pour Elle rodado en 2008, en este caso bajo la dirección de Paul Haggis, y protagonizada por Russell Crowe, la ascendente Elizabeth Banks, Liam Neeson y Olivia Wilde. La película cuenta la historia de una familia cuya vida se ve arruinada por el inesperado arresto de Lara Brennan (Banks), la mujer del protagonista, acusada de cometer un asesinato que supuestamente no cometió, por lo que su esposo, John Brennan (Crowe), hará hasta lo imposible por recuperar a su familia. La historia es simple, un cliché casi, pero está encarado de una manera inteligente, que hace de este film un viaje emocionante. Crowe está impecable como siempre, secundado por una serie de actores no tan reconocidos, pero que realizan interpretaciones que aportan al realismo y emoción de esta cinta. Una vez más, se nota la dirección de Haggis, que a la onda de Tony Scott (Asalto al tren Phelan 123, Imparable y Juego de espías) puede convertir las historias más simples en grandes películas taquilleras. Sólo 3 días, logra de manera efectiva mantener el interés de los espectadores, con momentos de tensión extrema, acción, drama y suspenso, en 123 minutos que se pasan mucho más rápido de lo que parece, algo que agradezco siempre, ya que perder 2 horas en alguna boba producción, resulta muy molesto. Por otro lado, tiene algunas cuestiones que a veces no tienen mucho sentido, como un 2do intento de suicidio, la aparición de 2 policías por separado que van tras el caso de Lara y algunas cuestiones más que ustedes encontrarán. Creo igual, que más allá de los errores aparentes, el film en su conjunto logra superarlos para entregar un buen Thriler que de seguro va a entretener a la mayoría. Como remake, está muy bien lograda, pudiendo adaptar las diferencias de la cinta francesa a la realidad de la familia Brennan. Por último, resalto el nivel de realismo con el que se filma la película, donde claramente se puede ver la transformación que lleva de a poco a este hombre común a convertirse en un héroe de acción, no por lo áspero que es, sino por la necesidad de salvar lo único que le permite vivir.
John y Lara lucen como una pareja feliz, hasta que el cielo, de pronto, se les oscurece: a ella se la acusa de haber cometido un asesinato. Convencido de que se trata de un terrible error, John libra una lucha sin cuartel contra el sistema legal, sin éxito. Desesperado, ante las trabas que impone la Justicia, decide tomar el asunto en sus manos. Es una carrera contra el reloj, ya que le quedan apenas tres días para impedir que Lara pase el resto de su vida en prisión. Listo para jugarse el resto, este profesor de literatura que ha conocido hasta ese momento una existencia apacible, organizará un complicado plan para sacar a su mujer de ese presidio de máxima seguridad donde la tienen alojada. Una vez más, el thriller encara la fórmula de “uno contra todos”. John elige hacer justicia por su mano, sin medir las consecuencias. Haggis maneja con eficacia las reglas del género, en una intriga tensa, sin espacio para el bostezo.
El cine que nos imponen Las salas de exhibición alternativa han vuelto a abrir sus puertas en la ciudad, y la diferencia en la oferta cinematográfica es notable: a los patéticos estrenos de las salas comerciales, comenzando por la marketinera Biutiful, de Alejandro González Iñárritu (un filme que pretende pasar por “cine de calidad”, que ostenta una elaborada puesta en escena para seducir a desprevenidos,pero que en el fondo no es más que pura explotación de la miseria), se le contrapuso la proyección de algunos de los mejores filmes de la década, como Morir como un hombre, de Joao Pedro Rodríguez, y Wendy and Lucy, de Kelly Richars, en el Cineclub Municipal Hugo del Carril, o tambiénel estreno de Santiago, de Joao Moreira Sales, en la Ciudad de las Artes (que se proyectó en un doble programa valiosísimo con Vikingo, de José Celestino Campusano). Córdoba respira cine, y se viene un año para el recuerdo con el estreno en abril de tres filmes realizados enteramente aquí con ayuda del INCAA: El invierno de los raros (4 de abril), Hipólito (18) y De Caravana (2 de mayo). Vivimos un momento auspicioso, por demás estimulante, pero debemos tratar de ver también el bosque: al momento de salir esta columna, por ejemplo, ya no estará ninguna de aquellas películas en cartelera, por lo que nos veremos obligados a hablar de lo que hay en los complejos multisalas (al menos hasta que aquellas joyitas se editen en DVD). Y basta este simple balance para constatar un síntoma funesto, quizás definitivo, pues sugiere que ese otro cine tiene vedado su acceso a los grandes complejos, que prefieren estrenar cualquier bodrio de Estados Unidos (o de algún director consagrado allí, como Iñárritu) a una película de otra cinematografía, o con otras aspiraciones (como Wendy and Lucy, que es estadounidense), por más prestigio previo que tenga. El resultado es que la mayoría de los cordobeses se educan, entrenan y hasta se piensan a sí mismos en los límites estrechos de una cinematografía decadente, la mayoría de las veces estéril, que no suele buscar otra cosa que repetir formatos consagrados para garantizar la satisfacción de cierto tipo de espectador, por supuesto formateado según sus propias necesidades. La inmensa variedad y riqueza del cine contemporáneo les será entonces ajena, o quizás peor: inaccesible. Por lo demás, no hay razón posible para justificar el estreno de cosas como Sólo tres días o El Santuario en lugar de aquellas obras maestras; aunque quizás exista un miedo inconfesable a lo múltiple, a la variedad que pueden ofrecer otras películas, a la simple idea de abrir el juego (y éstos estrenos sí ofrezcan una especie de seguridad tonta, muy parecida a un suicidio inconciente). Esquemáticas, formalmente convencionales, y de una simpleza argumental que las acerca a los novelones televisivos, estas películas no tienen prácticamente nada en común, salvo la pertenencia a un mismo universo ideológico, filosófico y cultural, que las hermana en sus decisiones estéticas. La primera es otro thriller inverosímil donde un hombre común, en este caso un profesor de literatura encarnado (cuando no) por Russell Crowe, se anima a realizar una hazaña extraordinaria, como organizar y llevar a cabo la fuga de su esposa de una cárcel de máxima seguridad de Pittsburgh. Dirigida por Paul Haggis (el inmerecido ganador del Oscar por Vidas cruzadas), Sólo tres días se propone como un drama profundo, que sienta sus bases en una institución crucial para el sistema y su representación hollywoodense, como es la familia. Su idea de fondo es mostrar cómo un hombre es capaz de hacerlo todo por amor, y con ese norte no escatima recursos, por más imposibles que parezcan. Se diría, empero, que lo más patético no son los giros del guión, sino la impericia formal y narrativa de Haggis para plasmarlos, que logra justamente que cada sorpresa nos confirme nuestras sospechas y termine destruyendo el suspenso. Del mismo mito de las grandes hazañas del hombre pretende vivir más aún El Santuario, filme auspiciado por James Cammeron (el mismo de Avatar), que se propone narrar otra “historia real” ocurrida esta vez en las profundidades del mundo: un grupo de espeleólogos (exploradores de cuevas) que quedó atrapado en una caverna gigantesca en Papúa-Nueva Guinea, mientras una tormenta inunda de a poco su refugio. Se trata de un relato convencional de supervivencia, con aspiraciones de filme de aventuras, pero la trivialidad intrínseca de todo el planteo terminará perdiendo a la misma película: episódica y mecánica, El Santuario naufraga en la liviandad de los conflictos familiares (el eje del filme es una disputa edípica entre un padre y su hijo) y de poder que plantea, y que se llevan gran parte del metraje. Sin suspenso, sin protagonistas que puedan generar algún interés o empatía, y con muy poca aventura, El Santuario ni siquiera podría aspirar a ser un filme de clase B, pues sus pretensiones presupuestarias así lo impiden, pero tampoco el 3 D o la construcción digital de sus inmensos escenarios logran salvar a este bodrio mal filmado, mal actuado y terriblemente orquestado, que mejor podría encontrar su lugar en un canal de cable, en un domingo cualquiera a la hora de la siesta. Por Martín Iparraguirre