Cuando realizas películas de viajes en el tiempo, tienes una ventaja y una desventaja (por decir las principales). La ventaja es que si se te acaba la historia que querías contar, puedes empezar a hablar de futuros o pasados alternos que te den la oportunidad de jugar con historias no exploradas, cambiar de bando a los héroes y reiniciar tu universo. La desventaja es que si no elaboras la historia con cuidado, puedes caer en muchas fallas e incoherencias que terminen por hacer de tu historia una pérdida de tiempo. Terminator Génesis retoma la idea de los viajes en el tiempo, y ahora nos presenta una historia alterna a la que hemos conocido en los cuatro filmes anteriores. En esta ocasión, un terminator es enviado al pasado a matar a Sarah Connor pero cuando es una niña, lo cuál le permite conocer a nuestro T-800 mucho antes de lo original, alterando la línea de tiempo de la saga original y provocando que en el futuro, Skynet entienda lo que hizo mal, y ahora retrase su aparición hasta 2017 pero con un guardián mucho más efectivo. No daremos spoilers, pero agradecemos que la historia sea ciertamente diferente de la original, y que al mismo tiempo no desmienta nada y se toma la libertad de hacer guiños a las 4 anteriores (aunque principalmente a la primera, que es en torno a lo que sigue girando la historia). La parte mala es que, en favor de la acción, el guión sencillo tiene muchos vacíos y desperdicia a varios personajes (principalmente a David Tennant, cuya aparición es meramente anecdótica, y a JK Simmons). Eso si, Emilia Clarke y Schwarzenegger cargan bien con la parte cómica y protagónica, entregando a una de las mejores Sarah Connor, solo por debajo de la original Linda Hamilton. Génesis, en doble sentido como el inicio de Skynet y el probable inicio de una nueva saga, entrega buenas secuencias de acción en donde el 3D luce poco (solo en la secuencia del puente y la persecución de helicóptero justifican su uso) pero que cumple con el principio de entretener y atrapar a la nueva generación que no creció con el original de los 80, pero que como bien dice: "I´ll be back".
Y de golpe uno se encuentra de nuevo en ese 1984 que James Cameron creó (aunque no es el mismo) para Terminator: sucio, con humo, reventado. Pero humano. Original, por sobre todas las cosas. Aparece Kyle Reese pero no es el Kyle Reese que conocíamos de aquella época: flaquito y con cara de loco. Este es otro: cara de bonachón, mirada cálida y en extremo musculoso. Lo vemos llegar a ese 1984, lo vemos toparse con el linyera, lo vemos preguntar la fecha, el día y el año en que se encuentra. Lo vemos hacer todas esas cosas pero no estamos viendo Terminator. Estamos viendo algo que, primero, no sorprende en absoluto porque ya se hizo hace 31 años. Estamos viendo Terminator Génesis. En ella, John Connor (Jason Clarke) decide enviar al pasado a Kyle Reese (Jai Courtney) para proteger a su madre, Sarah Connor (Emilia Clarke), de todo lo que ya sabemos que pasa en la primera película. Lo envía, también, para destruir Skynet antes de que se forme como tal. Algo falla en la máquina del tiempo al momento del viaje y Reese es enviado, de hecho, a 1984 pero no al que todos recordaban sino a un universo paralelo de ese mismo año, en el que la joven Sarah ya se conocía con el Terminator de Schwarzenegger desde que ella tenía nueve años. Y no sólo eso: él es casi un padre para Sarah. Todo muy raro. ¿Y quién es el malo? Porque cada Terminator tiene un antagonista emblemático y, en principio, imposible de vencer. Bueno, el mismísimo John Connor, el cual es modificado por las máquinas en el futuro y enviado al pasado a detener los planes de Reese y compañía. Nada nuevo bajo el sol. Cada paso que da la película puede ser previsto cinco pasos antes. El esquema de guión de acero (dícese de aquel guión o estructura de guión que no puede ser modificado por nada del mundo) se lleva adelante y cumple con todos los requisitos que el género exige: cada veinticinco minutos -clavados- hay un giro en la trama, peleas, persecuciones, dramas de novela de la tarde, más peleas, más persecuciones, la pelea final y la resolución. Algo a favor: la película es dinámica. Las escenas de acción son buenas. El montaje es prolijo y ayuda a que la acción sea fluida. Hay una versión, al principio de la película y recreada por CGI, del Terminator de Schwarzenegger de 1984 que lucha con una versión mucho más avejentada de sí mismo, lo que sorprende para bien. Más allá de eso, a Arnold mucho no le cuesta hacer de T-800. Hasta le hacen repetir, en esta película, las escenas de Terminator 2 en las que el joven John Connor le enseña a reír. Hablar de que Hollywood ya no tiene ideas es una discusión vieja. Y no solo es vieja. Está comprobado y la prueba empírica es (junto con muchas otras) esta película. El criterio de “universo paralelo” podría ser utilizado para hacer de nuevo cualquier película que se les ocurra. Lo único que tienen que hacer es escudarse bajo esa premisa, con lo cual, tranquilamente, James Cameron podría rehacer Titanic pero en un universo paralelo, en el que el barco le pasa cerca al iceberg y llega a destino sin mayores complicaciones.
Terminator Génesis era uno de los proyecto más esperados desde que Arnold Schwarzenegger dejó atrás su carrera política y regresó al mundo de la actuación. Pero revivir una franquicia que a lo largo de casi tres décadas pasó por las manos de diferentes personas y productoras (cada película pertenece a un estudio distinto) no es una tarea fácil. Y si bien el resultado final es algo dispar, es suficiente para proclamarla como un digno intento, al que (no por falta de merito) le cuesta trabajo encontrar su lugar en la saga. Viejo, no obsoleto Pocas veces el término reboot le sentó tan bien a una película, porque si una cosa queda clara después de ver Terminator Génesis, es que definitivamente no funciona como secuela. Aunque hace lo posible para mantener cierta lógica y respetar los hechos que se sucedieron principalmente en la primera película (las referencias a la segunda son casi todos guiños al espectador), su mayor preocupación reside en establecer nuevas reglas y, con algo de suerte, comenzar una nueva saga. Por lo que si esperan que el film dirigido por Alan Taylor encaje perfectamente en la linea temporal de la franquicia, lamento decirles que no será así. Terminator Génesis bien podría ser una versión alternativa de Terminator 3: Rise of the Machine (la cual aquí se obvia por completo), una Terminator 3.1 si se quiere, hasta con algunos de los mismo conflictos que se sucedieron en aquella película repitiéndose una vez más en esta, pero de forma muy diferente. Sería justo decir que para lograr un mayor disfrute de la película, el espectador debe asumir y aceptar que la saga terminó con Arnold sumergiéndose en metal fundido y levantando su dedo pulgar en los últimos minutos de Terminator 2. La tercera y cuarta parte tendrán sus seguidores y detractores, pero eso aquí no importa. Terminator Génesis es un intento por devolver la saga a sus raíces, sin importar demasiado si se sobrescribe, o se reescribe, o se borra o se contradice todo lo que sucedió hasta el día de hoy en el Universo Terminator. Cuanto más rápido entendamos eso, mejor. Los Ángeles. Año 2029. Al mando de John Connor la rebelión humana contra los robots de SkyNet por fin ha triunfado, pero todavía no se puede cantar victoria. En un último intento, las máquinas logran enviar un robot a 1984 para eliminar a Sarah Connor, madre de John, antes de que de a luz su hijo. Al mismo tiempo, John Connor envía al mismo año a Kyle Reese para protegerla. Hasta ahí nada que no sepamos por las anteriores películas, pero acá es cuando la cosa se empieza a complicar. Cuando Reese llega a destinos nos enteramos que otro robot T-800 fue enviado a 1973 para proteger y criar a Sarah desde chica, por lo que ya no es la damisela en apuros que alguna vez conocimos. Ahora nos enteramos que el día del juicio final, que originalmente era en 1997 (y en la 3 se pospuso hasta el 2004) será ahora en el 2017, el mismo día que Génesis, una suerte de programa que sincroniza todos tus aparatos tecnológicos, será puesto en linea. Y, ¿que es Génesis?, básicamente SkyNet con otro nombre. Ahora nuestros héroes deberán viajar una vez más en el tiempo, esta vez al año 2017 en una improvisada maquina de desplazamiento temporal creada por Pops, el Terminator guardián de Sarah, para impedir otra vez el día del juicio final. Tarea que, obviamente, no será para nada fácil, ya que el arma que esta vez envía SkyNet para destruirlos es el propio John Connor. Aunque la película hace las cosas más que bien en materia de efectos especiales, manteniendo el pulso con escenas de acción bien logradas y momentos épicos como la pelea de Arnold vs. Arnold que reescribe los primeros minutos de la primera película, intenta de cualquier manera mantener el sentido. Por momentos el guión parece esforzarse en encontrar giros que le sientan para su propósito, y en otro todo se soluciona con una simple linea de dialogo, siempre haciendo referencia a que ya no hay una, sino varias lineas temporales, por lo que básicamente hay vía libre para hacer cualquier cosa. Y cuando llega el momento del gran giro que tiene la película, probablemente el más interesante desde que Schwarzenegger pasó de villano a héroe en la segunda parte, es cuando terminamos por darnos cuenta que el trailer que lanzó Paramount arruinó absolutamente todas las sorpresas que tenia para ofrecer el film. Los debutantes en la saga Emilia Clarke. Jai Courtney y Jason Clarke lo hacen con resultados dispares. La actriz de Game of Thrones es a quien le tocó la parte más interesante, ya que tiene oportunidad para crear una Sarah Connor distinta a todas las que conocimos, muy lejos de como se la veía en el primer film, pero con la particularidad de haberse preparado una vida para el Día del Juicio y sin haber sufrido todo lo que vimos y supimos por la segunda película. Clarke es otro que sale bien parado de esta aventura, tanto como el líder de una revolución y como el Terminator de alta gama que busca proteger a SkyNet a toda costa. Por otro lado, Jai Courtney no resulta del todo convincente como Kyle Reese, quien está muy lejos de ser ese tan atractivo y vulnerable héroe que conocimos, y sale muy plano en la piel de un actor que parece careces de expresiones. Arnold Schwarzenegger, tal como dice el propio T-800, está viejo pero no obsoleto, y podría seguir viéndolo interpretar este papel hasta que le de el físico y la mente. J.K.Simmons (Whiplash) y el ex Doctor Who Matt Smith también tienen pequeños papeles en la película, pero mejor no hablar mucho de ellos así reservamos aunque sea algún pequeño giro que Paramount y sus trailers todavía no nos arruinaron. Conclusión Terminator Génesis es una película que probablemente guste más al ocasional espectador de cine de acción y ciencia ficción que a los fanáticos de la saga. Que se las arregla para seguir adelante a toda marcha, muy a pesar de su confusa historia y su intento por mantener cierta lógica dentro de un mundo en el que ya parece imposible. Pero si la encaramos como un simple entretenimiento pochoclero, y no como la continuación o reinvención de una franquicia clásica, es probable que se la pueda disfrutar mejor.
Paradoja temporal de la Inteligencia Artificial. Había mucha expectativa detrás del regreso de Arnold Schwarzenegger al papel que lo convirtió en una de las estrellas de acción más grandes de Hollywood y el universo cinematográfico. Y esa ansiedad no hizo más que aumentar tras ver los trailers, de diversa duración y contenido, que anticipaban el inminente estreno. Daba la sensación de que habían agarrado y metido lo mejor de todos los films de la saga en una coctelera, alterando líneas temporales a troche y moche, superponiendo personajes, etc. Corrió un sudor frío por la frente de todos los fans, que se rompían la cabeza pensando “¿cómo van a hacer para unir todo este lío?” Podemos decir con alivio que la apuesta salió bien, y estamos antes la mejor película de la franquicia después de las insuperables Terminator (1984) y Terminator 2: El Juicio Final (1991). Aquello sobre lo que se apostó con más fuerza en Terminator Génesis (Terminator Genisys, 2015) se vuelve su mayor fortaleza, al entregarnos una propuesta que se nutre de lo mejor de la saga, volviendo a aquello que la hizo épica, únicamente para deconstruirlo y crear una nueva historia más grande y sumamente más complicada a partir de la cual arrancar prácticamente de cero. En esta ocasión volvemos al futuro (al mejor estilo Robert Zemeckis), al momento exacto en que John Connor, llamado a ser el salvador de la humanidad en la guerra contra las máquinas, envía a Kyle Reese a 1984 a evitar que un Terminator asesine a su madre y eventualmente anule su propia existencia. Pero el 1984 al que llega Kyle ya no es el mismo visitado en la primer película de James Cameron, la línea temporal fue alterada y es la misma Sarah Connor quien lo está esperando para ponerlo al tanto de las novedades, que por cierto son muchas y es recomendable reveer las entregas anteriores si no están frescas en la memoria. Con el eje central de la trama planteado, asistimos a 126 minutos de acción y Sci-Fi en estado puro, con una primera mitad de la película que atrapa al espectador colocanco hábilmente en el camino toda referencia posible a los eslabones anteriores, con el ojo puesto en el detalle casi cuadro a cuadro; y una vez que nos tiene a todos en la palma de la mano, el film configura una segunda mitad que no repara en explosiones, persecuciones, tiros y “cosha golda”. Por momentos las paradojas y líneas temporales se vuelven un tanto desconcertantes, casi como sucede en Volver al Futuro II (1989) con su 1985 alternativo, pero en vez del Delorean y Hill Valley tenemos robots exterminadores y Skynet. Seguramente no faltarán las teorías y los interminables posteos de los fans/ trolls de internet buscándole agujeros a un argumento que -recordemos- trata sobre robots cibernéticos enviados desde el futuro para terminar con la humanidad: no es necesaria la extrema rigurosidad. Estamos ante un producto que pone en primer lugar todo aquello que los fans adoran de la saga y lo usa como base de despegue para el inicio de una nueva trilogía (como se viene rumoreando), logrando un resultado final tan satisfactorio que logra ubicarse más allá de cualquier crítica meticulosa que pueda recibir desde los rincones más oscuros del mundo digital. Sin duda Schwarzenegger es ese componente que lo une todo, el que da sentido de pertenencia a todo lo que sucede en el relato. Si bien Emilia Clarke (Sarah Connor) y Jai Courtney (Kyle Reese) no desentonan interpretando personajes emblemáticos, Arnold se lleva todos los aplausos. El director Alan Taylor y su dúo de guionistas -con el guiño favorable de Cameron- logran que la historia y las exigencias del personaje no sean una carga para el ex Gobernador de California de 67 años, sino todo lo contrario. Se ve en pantalla lo mucho que “Arni” disfrutó esta vuelta. En un año en el que las viejas sagas se encuentran en modo “regreso triunfal” (con Jurassic Park y Star Wars a la cabeza), Terminator Génesis entrega un producto que revalida el pasado pero hace honor a su título (re)creando un nuevo futuro, más allá de lo que las paradojas del espacio-tiempo nos deparen.
El 2015 será recordado como el año de la nostalgia cinematográfica… y de la falta de personalidad. No es novedad que Hollywood está carente de ideas y debe recurrir a una infinidad de secuelas, remakes, adaptaciones y reboots varios para llenar sus arcas, pero eso no implica que los realizadores no puedan estampar su marca y estilo personal. “Mad Max: Furia en al Camino” (Mad Max: Fury Road, 2015) es un gran ejemplo de ello, “Terminator Génesis” (Terminator Genisys, 2015) es todo lo contrario. Esta secuela con olor a reboot, o sea un nuevo comienzo para la saga futurista creada por James Cameron, quedó en manos del director Alan Taylor, responsable de “Thor: Un Mundo Oscuro” (Thor: The Dark World, 2013) y de algunos de los mejores episodios de “Game of Thrones”. Pero no le vamos a echar toda la culpa al tipo, los guionistas Laeta Kalogridis y Patrick Lussier también tienen sus dosis de responsabilidad por este mamarracho que ya nos spoilearon casi completamente desde los avances. Esta nueva entrega de “Terminator” no funciona, ni desde la historia (bastante incongruente), ni desde sus personajes, y sólo nos deja un poco de entretenimiento pochoclero cargado de explosiones, peleas robóticas y un montón de efectos especiales que más que deslumbrar, encandilan. Al igual que “Jurassic World” (2015), “Génesis” se agarra con uñas y dientes a sus predecesoras, recalcándonos a cada segundo -con cada frase y cada momento icónico- de dónde viene, pero sin dirigirse a ninguna parte. La trama termina pareciendo una excusa para que Arnold Schwarzenegger, ahora un T-800 que envejece (¿?), vuelva a calzarse las ropas de cuero y entrar en combate con cuanto androide se le cruce por el camino. Por lo demás, ya nada importa, ni la historia de Sarah Connor (Emilia Clarke), ni la de su hijo, ni el pobre Kyle Reese (Jai Courtney) que viaja al pasado con una misión que ya no tiene necesidad de cumplir. Estamos en el año 2029, la vida para los seres humanos es un desastre porque Skynet tiene el control total, pero los rebeldes, con John Connor (Jason Clarke) a la cabeza, le siguen dando pelea minuto a minuto. Es este líder indiscutido el que tiene la posta sobre los verdaderos acontecimientos (del pasado, presente y futuro) gracias a las enseñanzas que le dejó su madre, y sabe cuando dar el golpe de gracia. La resistencia logra encontrar la “máquina del tiempo”, aunque ya es demasiado tarde y Skynet consiguió mandar a su primer T-800 al pasado para matar a Sarah Connor. Ya sabemos que la mano derecha de John, Kyle, es el voluntario que irá en su rescate sin saber cual es el papel fundamental que juega en esta historia, pero todo cambia cuando llega a Los Ángeles de 1984 donde lo espera una realidad muy, muy diferente a la que le plantearon. Acá es cuando se empiezan a enredar las cosas. Reese es el que termina siendo rescatado de las garras de un T-1000 (sí, el robotito líquido mimético) por la mismísima Sarah y su guardián, un T-800 con el tejido cutáneo envejecido que la supo salvar y cuidar desde que era una nena. Todo esto ocurre apenas empezada la película y ni siquiera llegamos al meollo del asunto que, acá, no vamos a divulgar ya que los realizadores se encargan de explicarlo y sobre explicarlo todo por demás, como si fuera tan complicado de entenderlo. En dos horas de película nos pasean por una infinidad de líneas temporales, personajes que desaparecen y nunca más volvemos a ver, otros que apenitas hacen acto de presencia, una infinidad de peleas cuerpo a cuerpo que parecen no tener fin, destrucciones, explosiones, persecuciones y todos los truquitos que se les ocurran para mantenernos sentados en la butaca y no querer salir corriendo por el desastre argumental que se nos plantea desde la pantalla. Ninguno de los personajes está a la altura de los films originales, esos salidos de la cabecita y la mano experta de Cameron que sí sabe como delinear una gran heroína, un buen villano o un héroe que es capaz de dar hasta el último aliento por alguien que jamás ha visto en su vida. Todos carecen de gracia y carisma, y Arnie hace lo que puede con un protagónico que ya no le calza como hace treinta años. El humor forzado no funciona, no hay química y mucho menos sentido. Algunas cosas, simplemente, hay que dejarlas en el pasado.
Arnie prometió volver, y ahora cumple Retirado de la política, el ex gobernador de California vuelve a la saga que en 1984 lo vio nacer como una suerte de Adán anabólico y confirma que es el único patovica de Hollywood que usa de modo creativo su sentido del ridículo. “¡Llamen a Arnie!” El grito habrá resonado en todo Hollywood tras la poco atractiva Terminator - La salvación (2009), que tenía poca relación con la trilogía inicial. “¡Vuelvan el tiempo atrás!”, habrá reclamado algún productor, refiriéndose tanto a la saga misma como a los rulos temporales que le son propios. Ambas solicitudes se cumplen en Terminator Génesis, quinta entrega de la serie fílmica iniciada por James Cameron en 1984. Ver de vuelta al gran Arnie siempre es bueno: el austríaco es el único patovica del cine que usa en modo creativo su sentido del ridículo. Volver a experimentar mareo por las idas y vueltas en el tiempo tampoco está nada mal: el pueblo quiere dos, tres, muchas más Terminator. Claro que si Schwarzenegger queda casi del todo confinado a la mera función de distensión cómica, ya no es lo mismo. Como tampoco lo es que en varios pasajes se caiga en las sobreexplicaciones científico-técnicas que abruman la ciencia ficción de hoy en día. O que al conjunto le falte esa “quinta velocidad” que las películas verdaderamente buenas ponen por sobre las demás.Dirigida por el televisivo Alan Taylor (capítulos de Los Soprano, Mad Men y Juego de tronos, antes de ponerse al frente de la segunda Thor), sobre guión de Patrick Lussier y Laeta Kalogrydis (la Alejandro Magno de Oliver Stone, La isla siniestra de Scorsese), Terminator Génesis se inicia en el año 2029, cuando John Connor (el australiano Jason Clarke) envía a su hombre de confianza, Kyle Reese (Jai Courtney, del mismo origen), en viaje hacia atrás en el tiempo. El objetivo: impedir que su madre, Sarah Connor (la británica Emilia Clarke, Daeneris Targaryen en Juego de tronos), sea asesinada por un Terminator enviado a tal efecto. El lugar al que Reese tiene que arribar es la ciudad de Los Angeles. El año, 1984. En otras palabras, y como en tantas operaciones recientes de reseteo cinematográfico, vuelta al origen (de allí, y no de alguna connotación mítica, el título de la película).Ese regreso se hace literal gracias a una buena reescritura, por vía digital, del comienzo de la primera Terminator. Ese en el que Schwarzenegger se presenta como un Adán anabólico, con una misión digna de Caín. “Soy más que un profeta”, dice en esa línea mística John Connor, cuyas iniciales se corresponden con las del Salvador al que la fe cristiana rinde culto. Pero estamos en tiempos en que ni Jesús se libra de la sospecha, y Génesis es una Terminator de estos tiempos. Con el espíritu de época se corresponde también la idea de que tanto el pasado como el futuro son reescribibles. Idea que Terminator Génesis concreta con generosidad y alguna explicitez. Esa idea de reescritura hacia atrás y hacia adelante previene a la película, además, tanto de la tentación retro como de la previsibilidad dramática.En otra evidente sintonía con el zeitgeist de la época, Sarah Connor no es ahora ninguna oscura camarera, sino ya una guerrera en tiempo y forma, que recibirá a su protector sin inocencia y hasta guiándolo en todo el trayecto. A su vez, el envejecido T-800 de Schwarzenegger (el actor tiene 68) da un paso más (o menos) con respecto a su condición de ángel guardián de Terminator 2 (1991) y 3 (2003), comportándose de un modo que justifica que la chica lo llame “Pops” (algo así como “papi”). Exhibiendo canas, forzada sonrisa de perro guardián y camperón militar, el T-800 repite como un mantra que está viejo, pero no obsoleto.Como efecto cómico –y ese es básicamente el rol que se le asigna al ex gobernador de California–, el guión de Terminator Génesis echa mano del latiguillo (“Volveré”, avisa ridículamente el T-800, antes de tirarse de un helicóptero) y la autorreferencia. La película entera puede verse como una gigantesca autorreferencia de 2 horas 6 minutos: el playback del inicio de la primera, el regreso al año 2019 para impedir el Juicio Final de la segunda y un comienzo en el que, como en la tercera, las máquinas reinan. Autorreferencias, acumulación y variaciones. En tren de “engorde” argumental, todo tiende a duplicarse: viajes temporales, tiempos alternos y Terminator malos –al primero de ellos, que recuerda al exterminador mercurial de T 2, lo encarna el coreano Lee Byung-hung, a quien los cinéfilos conocerán de A Bittersweet Life y The Good, The Bad and the Weird–, así como vueltas de tuerca argumentales (otro rasgo típico de los tanques actuales) y comic reliefs.En ese último carácter, a Arnie se le suma el también grande J. K. Simmons, que hace de un policía a la antigua, “puesto” en la película con bastante calzador. En tren de debilidades deben sumarse algunos actores (Jason Clarke sobreactúa, su tocaya pero no pariente Emilia Clarke hace lo contrario), pero sobre todo una falta de grandeza cinematográfica muy propia del cine de la época, en el que no por nada suele no circular el nombre del director. Falta de grandeza que intenta suplirse con un efecto multiplicador al que obviamente hay que sumarle un vasto surtido de consabidas y correctamente resueltas (pero no más) secuencias de hiperacción. Sumergida en la bruma visual propia del 3D, que colabora con la sensación de poco brillo, la nueva Terminator no es mala. Eso nunca es del todo bueno.
Una secuela innecesaria "Soy viejo, no obsoleto", repite una, dos, tres veces el androide interpretado por Arnold Schwarzenegger durante este regreso de la saga que lo hizo famoso. Pero, aunque la frase pretenda sostener la vigencia del héroe de acción austríaco de ¡68 años!, o apostar desde la ironía a la complicidad del espectador, en el contexto del film se parece más a un mantra propio de la meditación para sostener la autoestima. A 31 años del inicio de la franquicia, Terminator Génesis intenta con escasa fortuna recuperar el espíritu de los dos primeros films de James Cameron y revitalizar una carrera de Schwarzenegger que en los últimos años no ha podido trascender el mero sesgo autoparódico. Los guionistas Laeta Kalogridis y Patrick Lussier recurren al viejo artilugio de la máquina que permite viajar en el tiempo para que los protagonistas vayan a y vengan de distintas épocas (1984, 1997, 2017, 2029) intentando incidir en el pasado para cambiar el futuro. Kyle Reese (el galán australiano de la saga Divergente Jai Courtney), Sarah Connor (Emilia Game of Thrones Clarke, aquí en reemplazo de la mítica Linda Hamilton), John Connor (Jason Clarke) y el guardián de Schwarzenegger son los cuatro protagonistas de esta suerte de Volver al futuro con bastante más solemnidad que humor (las bromas, además, son poco lucidas e ingeniosas). En realidad, Terminator Génesis es un poco de todo y mucho de nada. Acumulatoria y derivativa, esta superproducción de 155 millones de dólares de presupuesto a propulsión de efectos visuales 3D (gentileza de Industrial Light & Magic) combina algo de ciencia ficción, un puñado de secuencias de acción y destrucción apocalíptica, un poco de romance y drama familiar, y el resto dedicado al humor poco sutil ya mencionado. Podía esperarse algo más de Alan Taylor (Thor: Un mundo oscuro no era ninguna obra maestra pero fluía bastante mejor que esta acumulación de enredos temporales). Así, el recuerdo de las joyas originales de 1984 y 1991 permanece inalterable y, lamentablemente, también inalcanzable.
Viejo sí, pero obsoleto, no Rodeado de jóvenes actores, Arnold Schwarzenegger es el centro en esta nueva vuelta de tuerca. Para quienes tenemos a la Terminator original (1984) de James Cameron como una de las más logradas películas de acción y ciencia ficción, esta Terminator Génesis no puede más que traernos cierta nostalgia. ¿Está mal? No, para nada. No está mal tener nostalgia, y tampoco está mal la película en la que Arnold Schwarzenegger vuelve a cuidar a Sarah Connor, como en la segunda Terminator, porque en la primera, recuerden, Arnie era malo. En esta incesante e interminable batalla de los humanos contra las máquinas, Terminator Génesis pega otra vuelta de rosca. John Connor, hijo de Sarah, envía desde el futuro a Kyle Reese a salvaguardar a su madre, por 1984. Pero por entonces Sarah no era la madre del líder de los rebeldes, a la que el Terminator malo quiere eliminar para, precisamente, evitar que nazca el paladín de la justicia humana. Así que Kyle conoce a Sarah enviado por su hijo. ¿Se entiende? Menos mal, porque luego todo se irá complicando con las implicancias de las coordenadas de espacio y tiempo. Desde que J.J. Abrams presentó Lost (qué hará el director con el universo de Star Wars en el Episodio VII es todo una incógnita) y barajó de nuevo la saga de Star Trek, estos saltos son cosa de todos los días. Aquí por momentos parece Volver al futuro, con Marty conociendo a su mamá. Porque -ya dijimos, los viajes temporales irán sumándose- e iremos por 2029, 1984, 2017... Lo de las identidades cambiadas, los buenos que se transforman en malos (y viceversa) puede parecer una genialidad o una utilización forzada de un mecanismo agotado. Cada espectador sabrá qué apreciar y qué denostar, si cabe, en Terminator Génesis. Arnold volvió, como prometía en cada una de las tres películas en las que participó (en la cuarta no estuvo) y se lo toma con buen humor. “Soy viejo, no obsoleto”, repite Terminator, quien cada vez que está en foco parece que no pudiera evitar un gag, un chiste o un guiño. ¿La acción es trepidante? Sí. ¿Los efectos son buenos? También. ¿El 3D tiene sentido dramático? Humm, a veces sí, otras es solamente efectista. En el elenco, Emilia Clarke (Daenerys Targaryen en Game of Thrones) da muy bien como la “nueva” Sarah Connor, lo mismo que Jai Courtney como Kyle. El que parece no pegar es el nuevo John Connor. Jason Clarke, de gran desempeño en El planeta de los simios: Confrontación, o no da con el rol, o tiene los diálogos más inverosímiles, por lo que el director Alan Taylor (Thor: Un mundo oscuro) desperdicia uno de los papeles más ricos de esta película de ciencia ficción. Lo mejor, claro, viene por el lado de Arnold. Con su ecosistema destrozado, sus chistes berretas o sus salidas ingeniosas, el Terminator Guardián sale a flote de una trama enmarañada, en la que un toque telenovelesco la vuelve más inverosímil de lo que debería.
Terminator Genesis ofrece entretenimiento garantizado, aunque sin sorpresas ni originalidad. Para los muy fanáticos y para los que crecieron viendo esta saga, les va a resultar un poco molesto no ver las caras familiares en los personajes principales, sobre todo en los actores masculinos, cuyo carisma y tipo físico ...
Desde que James Cameron dio un paso al costado allá por 1991, los intentos por reflotar la saga de Terminator no rindieron los frutos esperados. Desde hacer una continuación similar (Terminator 3: Rise of the Machines) hasta abandonar todo el concepto inicial e irse directamente al mundo post-apocalíptico (Terminator Salvation), nadie pudo encontrarle la vuelta. Hasta que alguien seguramente dijo “la saga tiene viajes en el tiempo, ¿y si les sacamos provecho y apretamos ‘reset’?. Y efectivamente, Terminator Genisys (Génesis para los latinoamericanos) busca usar algunos de los mismos elementos de todas las anteriores y repartir las cartas de nuevo. En las películas anteriores, el viaje en el tiempo siempre fue apenas un recurso para contar algo más. En Génesis, el viaje en el tiempo ya es parte primordial de la historia y empiezan a jugar con la alteración de diferentes líneas temporales. Esto es un arma de doble filo: aporta tanto lo mejor como lo peor de esta nueva entrega. Al comienzo, se recrea lo que todos ya sabemos: es el año 2029 y Skynet va a liquidarnos, mientras el líder de la resistencia John Connor envía a Kyle Reese (Jai Courtney, que por algún motivo sigue consiguiendo trabajo) a detener al Terminator que va a matar a Sarah Connor. Lo que sigue es probablemente la mejor idea de la película. Se recrea casi cuadro por cuadro el inicio de The Terminator de 1984, la original. Pero no es lo que parece, y hay cambios en la línea de tiempo y estamos, al igual que Kyle Reese, desorientados sobre qué es lo que está pasando. Ver eventos que ya conocemos pero con una vuelta de tuerca (medio a lo Volver al Futuro Parte II) hace que los primeros 30 o 40 minutos sean quizá de lo mejor que nos ofreció la saga desde T2: aparece nuestro viejo conocido de mercurio T-1000, Arnold viejo pelea contra un Arnold joven, el endoesqueleto vuelve a aparecer en toda su gloria y hay preguntas sobre estos nuevos eventos que nos hacen pensar ¿por qué hay Terminators desde antes? ¿quién los mandó? ¿hasta qué época en la vida de Sarah Connor pueden interceptarla? Lamentablemente, Génesis no está interesada en eso y en expandir la mitología de lo que ya conocemos, sino que abandona todas estas ideas para introducir otras nuevas pero completamente pobres que ni se acercan a las ya establecidas anteriormente. No voy a revelar con exactitud qué sucede (aunque los trailers ¡y hasta el póster! ya revelan un enorme spoiler) pero por algún motivo los realizadores, con la dirección a cargo de Alan Taylor (Game of Thrones, Thor: The Dark World), decidieron que tenían que subir la apuesta y mostrar algo nuevo, algo más avanzado, con efectos especiales aún más complejos y la verdad es que no era necesario. Los elementos para volver a hacer una buena Terminator ya estaban, y añadir una nueva capa de conflicto con reglas no establecidas sobre los viajes en el tiempo, con personajes y motivaciones sin explicación lógica no le hicieron del todo bien a Génesis. Luego de una prometedora primera mitad, la película se empieza a derrumbar sobre sus propias ambiciones, que van más allá de lo que la trama puede soportar y se abandona cualquier cosa que se asemeje a tener un sentido. Dicho esto, la película logra entretener. Los efectos especiales están en su mayoría muy bien logrados, las secuencias de acción no rompen ningún molde pero son efectivas, y Arnold Schwarzenegger sabe hacer lo suyo y es el pegamento que evita que todo se caiga a pedazos. Emilia Clarke, por otra parte, hace una versión pobre de Sarah Connor, pero no tanto por su capacidad como actriz, sino por cómo el guión trata al personaje y no respeta muchas de las características que hicieron de ella alguien tan fuerte y conflictiva. Del resto del elenco no conviene decir mucho para no arruinar las pocas sorpresas que hay (aunque no esperen la gran cosa tampoco). 800x350 terminator genesis “I’ll be back”. Y Arnold cumplió. El problema con el que se siguen encontrando estas películas es que el futuro dominado por Skynet no es ni va a ser tan atractivo como lo que sucede en el pasado. Tratar de prevenir un hecho es más entretenido que ver el resultado apocalíptico y deprimente de ese hecho, y es por eso que T1 y T2 funcionan tan bien. Su fuerza radica en la simpleza de que alguien tiene que sobrevivir mientras dos fuerzas opuestas de un futuro incierto luchan por evitar o lograr un objetivo. Las idas y vueltas de la línea temporal y el funcionamiento de las máquinas en el futuro quedan en la imaginación del espectador, cosa que no ocurre con Génesis. Acá se revela el plan de Skynet para llevar a cabo la dominación y la explicación de su evolución es poco satisfactoria. La pregunta, en todo caso, se torna ¿hay alguna revelación posible que nos deje satisfechos? Y la verdad es que es muy difícil que haya una. El misterio de esa revolución de las máquinas que era apenas referido en las primeras películas funcionaba mejor cuando era algo desconocido porque, en realidad, no era eso lo que importaba, sino la lucha y los sacrificios de los personajes por decidir qué hacer con esa información. La complicación de la trama original puede ser un punto a favor si está bien pensada y tiene un sentido o una finalidad. Pero cuando la complicación genera confusión en lugar de profundizar el conflicto, es mejor evitarla. Génesis fue pensada como la primera parte de una nueva trilogía aunque, a juzgar por los resultados que está teniendo, no se sabe qué pasará con esos planes. Y a decir verdad una vez que termina este film, no sé si queda mucho más para contar. Lo mejor que podían hacer para resucitar la franquicia se hizo a medias en Génesis y el resto no parece ser una versión superior de lo que ya vimos. Como ya quedó evidenciado en las varias iteraciones, a lo mejor ya se hizo todo lo que se pudo. Como dice Terminator en distintas oportunidades, se puede ser viejo pero no obsoleto. De la saga, no estoy tan seguro.
TERMINATOR GÉNESIS, quinta entrega de la saga, vuelve al punto de inicio de la primera entrega con SARAH CONNOR tratando de escapar de las máquinas que quieren matarla para que no de a luz al líder de la rebelión. Después de cuatro películas muy desparejas, esta nueva entrega, desconoce las tramas anteriores, y crea una nueva línea de tiempo con giros argumentales tan osados como sorprendentes. ARNOLD SCHWARZENEGGER regresa a su papel más emblemático, y lo hace en clave de auto parodia, logrando una performance tan divertida como irresistible, en donde apela a todos los clichés del personaje, incluidas sus frases mas memorables. La acción del filme esta rodada con pericia por ALAN TAYLOR, un director que ha sabido aprovechar la última tecnología en materia de efectos para dar mas espectacularidad a la puesta. EMILIA CLARKE como SARAH es una gran elección, su físico y su impronta de "armas tomar", la convierten en la heroína perfecta, y logra hacernos olvidar a la bella y clásica LINDA HAMILTON. La nueva línea de tiempo, permite que los "no iniciados" puedan sumarse a la trama sin necesidad de haber visto todas las entregas y a los puristas, amantes de la cinta original, TERMINATOR GÉNESIS les permitirá volver al mundo en donde todo se inició. Ciencia ficción clásica, con viajes en el tiempo y maquinas rebeldes, una fiesta para los amantes del genero.
Desde la aparición de esta máquina de matar de la mano de James Cameron, la fundación del mito, los fans y esta ultima película corrió mucha agua, pasó mucho tiempo. Y esta nueva producción si bien tiene unos impresionantes efectos especiales y Arnold con una apropiada vuelta de tuerca pone lo suyo, el argumento fuerza demasiado la historia y se pierde el impacto que caracterizó a la saga. Igual entretiene y mantiene la tensión
Crítica emitida por radio.
No, no es la obra maestra de 1986, ni la otra obra maestra de 1992, ambas de James Cameron. Es más parecida a la bella y humilde -pero poderosa- tercera parte, aquella dirigida por el artesano Johnatan Mostow. Aquí el realizador Alan Taylor (otro artesano, algo menor) trata de darle sentido a un “relanzamiento” que invierte varias de las constantes mitológicas de aquellas películas. El problema consiste en que el guión tiene que dar demasiadas vueltas para volver consistente el asunto que hace del salvador de ayer el villano de hoy. En fin, es lo de menos, porque el film está diseñado como un bastidor basado en la vieja historia para bordar una serie de secuencias espectaculares que sí, dan al espectador aquello por lo que pagó su entrada. Y además está Arnold Schwarzenegger poniéndole humor a la historia, y haciéndose cargo de modo absoluto de lo que implica el paso del tiempo. Lo que falta es la reflexión sobre el tiempo, sobre los peligros de la tecnología, sobre el poder e incluso el escondido poder metafórico de las dos primeras fábulas. Pero así estamos hoy, ante un cine que apunta a espectadores viscerales, dispuestos a formar parte del espectáculo antes que a contemplarlo. Y en esa categoría (que no es ni mala ni buena, sino un poco distinta de lo que solíámos llamar cine clásico), la película funciona. Cruje un poco por el óxido, es cierto, pero funciona.
EL RENACIDO HÉROE DE ACCIÓN ES LO MEJOR DE "TERMINATOR GÉNESIS", QUINTA ENTREGA DE LA SAGA QUE INICIÓ CAMERON Schwarzenegger no está obsoleto "Estoy viejo, pero no soy obsoleto", explica el semiperimido androide, un modelo realmente vintage al lado de los enemigos de metal líquido que el ex gobernador de California trata de matar a tiros inútilmente durante buena parte de las dos horas de película. Entendiendo que si las segundas partes no suelen ser buenas, no se puede pretender demasiado de la quinta entrada en la saga de "Terminator", de James Cameron, filmada hace tres décadas. Sin embargo hay que reconocer que Schwarzenegger no sólo no está obsoleto, sino que es lo mejor de esta película que convierte la imaginativa premisa de Harlan Ellison (a quien Cameron le plagió desvergonzadamente su histórico "Soldier" adaptada en un legendario episodio de la serie de TV "Outer Limits") en una ensalada difícil de tomar en serio, dado que todos los personajes pueden ir y venir en el tiempo a gusto para que la historia pueda ir hacia cualquier lado, en cualquier momento. De hecho, el pasado a modificar desde un futuro apocalíptico dominado por máquinas y computadoras por momentos parece más repleto que el camarote de los hermanos Marx, con todos los futuros hijos, padres y madres revelando sus hipotéticos parentescos futuros, mientras distintos modelos de Terminators aparecen como ninjas camuflados en seres humanos. Y, peor aún, en seres queridos. La gracia del primer film era el hermetismo que dominaba el planteo narrativo, ya que la lucha entre dos viajeros en el tiempo para luchar por la vida o la muerte de una camarera llamada Sarah Connor no era explicada hasta bien promediado el relato. Aquí, en cambio, se explica todo de más desde el principio, cuando el líder del futuro, John Connor, envía a su lugarteniente al año 1984 para velar por la seguridad de su madre. Eso implica que el asunto tarde unos 20 minutos en empezar en serio, y luego que cada tanto la acción se detenga con escenas dialogadas dignas de un culebrón. El que aporta humor en cada escena es justamente Arnold, que incluso exagera la bondad de su personaje robótico casi parodiando el hecho que marcó siempre la diferencia entre la película original y sus secuelas: lo que convirtió a Schwarzenegger en superastro fue un papel de androide malísimo, algo que nunca se atrevió a repetir (tal vez debido a sus ambiciones políticas ya no quiso interpretar al villano). Por otro lado, un punto realmente flojo es la Sarah Connor que interpreta Emilia Clarke y hace extrañar a Linda Hamilton. El único actor que realmente apoya a Arnold es J.K. Simmons (el de "Whiplash") en el papel secundario de un policía que todos consideran chiflado y se roba toda escena en la que aparece. A favor, se disfrutan un par de complejas escenas de acción realmente contundentes, sobre todo una con un micro escolar sobre el puente Golden Gate de San Francisco con ecos del final de "Dirty Harry" de Don Siegel. Y lo mejor, sobre todo para los fans del primer Terminator, es el énfasis en respetar todo lo que tenga que ver con la estética original, incluyendo los relámpagos del viaje temporal, el rostro mitad metálico de protagonista, y especialmente la visión subjetiva del androide, respetada a rajatabla a pesar de que hoy en día no parece nada futurista. Si siempre los personajes pueden ir y venir del futuro para alterar el pasado, está claro que hay "Terminator" para rato, aunque si la idea es centrarse en el aspecto melodramático del asunto, mejor deberían hacer una miniserie, justamente la especialidad del director Alan Taylor, realizador de episodios de "Los Soprano" y "Game of thrones".
Todo el peso sobre los hombres de Arnold La quinta entrega de esta franquicia vuelve a poner al ex gobernador de California y héroe de la trama en el centro de la escena. Sin embargo, salvo por el actor y algunas escenas de acción desaforadas, el film no logra el nivel de su origen. Terminator Génesis es el quinto film de la franquicia de Terminator. Los cuatro films anteriores son Terminator (1984) y Terminator 2: el juicio final (1991) dos obras maestras dirigidas por James Cameron; Terminator 3: La rebelión de las máquinas (2003) un film no exento de ciertos méritos dirigido por Jonathan Mostow y Terminator - La salvación (2009) un verdadero bodrio dirigido por McG. En esta entrega se eligió volver a poner a Arnold Schwarzenegger en el centro de la trama, como para que su figura recupere por sí sola el espíritu de los mejores films anteriores. Desde el prólogo la película decide poner su apuesta en ser una continuación de los primeros dos films y trabaja una profunda conexión con ambos. Por momentos parece un homenaje, por momentos una mezcla excesiva. Ese fatídico día de octubre de 1997, la humanidad sufre una debacle nuclear que sólo puede ser evitada con un viaje en el tiempo. En el 2029, John Connor (Jason Clarke), el líder de la resistencia en el futuro envía al sargento Kyle Reese (Jai Courtney) al pasado, a 1984, para proteger a Sarah Connor (Emilia Clarke), madre de John. Pero las cosas se complican y mucho. Las acciones mezclan los eventos de los films anteriores con una trama nueva, multiplicando vueltas de tuercas y sorpresas varias. Arnold Schwarzenegger aparece en más de una faceta, incluyendo una reconstrucción digital de su papel en 1984 que es asombrosa. Pero su rol principal es el de Guardian, un terminator cubierto con piel humana con la capacidad de envejecer, protector de Sarah Connor. El trío protagónico de Sarah, John y Kyle carece de encanto y hace extrañar a los elencos de los primeros films. El único que tiene el nivel adecuado es, claro, Schwarzenegger. La película lo sabe e intenta en varios momentos apoyarse en él. Pero esta combinación y recreación de los films viejos le complica su identidad como película. Algunas escenas de acción desaforadas –pero no muy originales- le dan junto con Arnold algo de respiración a la película. Pero pasadas las ideas de volver sobre los primeros films, le cuesta muchísimo a Terminator Génesis dar con el tono adecuado. Por momentos se consume en solemnidad, luego se refugia momentáneamente en los grandes momentos de acción espectacular, prueba también el homenaje y la nostalgia para congraciarse con el espectador y finalmente hace agua cuando intenta algunas primitivas formas de emoción. Se anuncian dos films más luego de este renacer. Esperemos que si se llegan a hacer, encuentren algo de identidad y estilo, dos cosas de las que carece esta película. <
La de Terminator es una saga que sirve de ejemplo inmediato –como El Padrino II- para argumentar que las segundas partes no siempre son peores que las originales. James Cameron, al igual que Francis Ford Coppola, llevó a la pantalla grande una película enorme en 1984, cuyo genio superó cinco años más tarde con la otra obra maestra que es Terminator 2: Judgement Day. Lamentablemente y sin demasiada necesidad es que se llevó adelante una tercera parte que, sin ser mala, mostraba signos de agotamiento en la franquicia, la cual derrapó con la fallida Terminator Salvation. Y dado que se fracasó en el paso adelante, la única manera de retomar al personaje era la vuelta atrás. Y así es que se obtiene Terminator Génesis, un relanzamiento que no tiene sentido ni personalidad. Más allá de que se retomen elementos de la saga y se les de continuidad, no es una remake ni una secuela. Lo que se hace es apretar el botón de reinicio y mirar desde otra óptica algunos elementos que ya estaban presentes. El cambio más significativo, y que le da cierta frescura al proyecto, se da en la naturaleza de los personajes. Sarah Connor no es la mujer débil que era en 1984, sino una joven de armas tomar que toda su vida fue entrenada por un T-800 que la preparó para lo que vendría. Kyle Reese viaja al pasado sabiendo el futuro, no obstante es un mensajero de noticias ya conocidas desde hace años. John Connor es el líder de la rebelión que es vuelto en contra de su propia gente, parábola inversa de las primeras dos partes que convirtieron al villano en el héroe de un film al otro. Todas las historias se expandieron hasta límites que no se habían imaginado, sin embargo se percibe como mero artificio que carece de la brillante y efectiva sencillez de las primeras. Alan Taylor demuestra una vez más su capacidad para filmar geniales secuencias de acción y acompañarlas con dosis excesivas de discursos sobreexplicativos para justificar lo que pone delante de cámaras, al igual que en Thor: The Dark World. Terminator Génesis hecha mano a todas las buenas ideas que tuvo James Cameron y se permite usarlas todas a la vez, en un resumen que insume la mitad de la película. Hay espacio para crear, con lo que el guión de Patrick Lussier y Laeta Kalogridis trata de utilizar cada milímetro "desaprovechado" para expandir su historia, aún cuando no haya demasiado sentido en ello -J.K. Simmons es siempre una presencia bienvenida en cámara, pero su personaje y su historia son absolutamente intrascendentes para la trama-. Hay algo poco satisfactorio y anticlimático en el jugar con las cartas marcadas, dado que todos los personajes conocen peligros de antemano y niegan la capacidad de asombro. Como se ha dicho, hay que reconocer que la acción es impactante, con una escena más sorprendente que la anterior, mientras que el argumento expandido y las vueltas de guión lo mantienen a uno cautivo durante sus dos horas. No obstante es todo un refugio ante la falta de ingenio propio. Se apila una energética secuencia de riesgo tras otra para suplir el poco contenido que tiene, una vez que los recursos de las primeras dos películas ya fueron agotados. Como se dijo más arriba, a Terminator Génesis le falta personalidad. Es un film que no tiene espina o la que tiene es prestada. ¿Cuál es el sentido de relanzar una franquicia si se recurre al mismo personaje central y se hace del paso del tiempo un punto argumental clave? Arnold Schwarzenegger es Terminator y la saga no funciona si no lo tiene a él abordo, por lo que su reinicio se alimenta cual garrapata de las películas originales. Cuando un proyecto es tan servicial a lo hecho por otros, deja de ser un "homenaje" y prueba que en realidad faltan ideas o un estilo propio como para sostenerse por su cuenta. Al trío que acompaña a Arnold sinceramente le falta carisma. Emilia Clarke hace un trabajo aceptable como una Sarah Connor ruda desde el primer momento, mientras que Jason Clarke acompaña en un personaje que se vuelve demasiado genérico a medida que corren los minutos. Jai Courtney, que sinceramente sorprende cómo recibe tantas ofertas de trabajo en distintas franquicias cuando hace siempre el mismo papel, no tiene mucho sentimiento como para aportar a su Kyle Reese, pero sirve como un buen contrapunto para un Arnold envejecido que es el verdadero premio de la película. "Viejo pero no obsoleto" es una frase que el Roble Austríaco repite de manera constante, afirmación que sin duda es autorreferencial. Nadie duda de Schwarzenegger, pero quizás ya sea hora del retiro de la franquicia, sobre todo cuando se planea hacer otras dos películas y ya no hay ideas de James Cameron a las cuales aferrarse.
"Terminator Genesis" es la quinta entrega de esta serie de pelis, de la que me atrevo a decir que esta exclusivamente realizada para los adolescentes que nunca vieron el "Hasta la vista Baby" (incluido en esta versión). Alan Taylor supone un inicio al mundo de James Cameron, e inclusive de los efectos especiales de las primeras entregas (algo extraordinario en el momento de su estreno). Si viste las cuatro anteriores, viste absolutamente todo, no es una película que propone un nuevo despliegue visual, no no. Schwarzenegger es y sigue siendo lo mejor, hasta incluso cuando se ríe. Los momentos de acción están buenísimos, pero vuelvo a lo mismo, ya los vimos (para destacar: la escena de persecución entre helicópteros y la explosión de un colectivo escolar: lo mejor de Terminator). Emilia Clarke (la bella Daenerys Targaryen de Game of Thrones) junto a Jai Courtney corren durante las dos horas que dura la historia, pero sus personajes, a mi parecer, no están profundizados como deberían. Una peli con un balance extraño, sobre todo teniendo en cuenta el guión (bastante flojo), pero que con pochoclo de por medio se la pasa bien.
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"Terminator Génesis", un viaje confuso Hace 31 años, de la mano del director James Cameron, se estrenaba "Terminator" (1984). El filme exponía los temores que existían en esos años respecto de los avances en la tecnología y la creación de máquinas inteligentes. Esta película dio lugar a una saga que continuó con "Terminator 2: El Juicio Final" (1991), "Terminator 3: La Rebelión de las Máquinas" (2003) y "Terminator: La Salvación" (2009). Incluso podemos contar la serie "Terminator: The Sarah Connor Chronicles" (2008-2009). Lo cierto es que para la gente, en general, la primera y la segunda son las únicas que valen la pena. "Terminator Génesis" (2015) intenta valerse de estas dos para conformar su relato y brindar algo novedoso. Fracasa estrepitosamente en su intento. Este largometraje comienza con un prólogo de Kyle Reese (Jai Courtney) que cuenta cómo el 29 de octubre de 1997 Skynet, la poderosa inteligencia artificial creada por el hombre, tomó conciencia de sí misma y dio lugar al Día del Juicio Final, dando como resultado la muerte de tres mil millones de personas y el control del mundo por parte de las máquinas. Reese continúa contando cómo conoció a John Connor (Jason Clarke), el líder de la resistencia, y explicando que tres décadas más tarde Skynet está a punto de perder la batalla final contra los humanos. La ofensiva resulta un éxito, pero los rebeldes descubren que Skynet poseía una última carta: una máquina del tiempo. Connor manda a Reese a 1984 a proteger a Sarah (Emilia Clarke), su madre, de un Terminator que fue enviado para asesinarla. Cuando Kyle se introduce en la máquina y está a punto de viajar logra ver cómo John es atacado por un enemigo infiltrado (Matt Smith). Apenas llega a su destino, Reese descubre asombrado que las cosas no son lo que esperaba: es atacado casi inmediatamente por un T-1000 (Byung-hun Lee) y lo salva Sarah, que esperaba su llegada. Y para agregarle más confusión al asunto, ella tiene como protector y ángel guardián a un viejo T-800 (Arnold Schwarzenegger) que la cuida desde los 9 años. "Teminator Génesis" intenta lucrar, básicamente, con dos cosas: los viajes en el tiempo y los personajes creados por Cameron. En todo el primer acto coquetea con el espectador y le muestra hechos que conoce perfectamente, para después proponerle otras variables. Pero el guión de Laeta Kalogridis y Patrick Lussier se torna confuso y, en algunos puntos, demasiado explicativo. También omite algunas explicaciones necesarias para que -se supone- el público vea la serie que se está desarrollando y las dos secuelas que la distribuidora Paramount planea hacer. Por el lado del elenco, lamentablemente ni Emilia Clarke ni Jai Courtney están a la altura de los personajes que nos regalaron Linda Hamilton y Michael Biehn. Sencillamente no pueden contra esos fantasmas. Los únicos puntos favorables del filme son las actuaciones de J.K. Simmons y Arnold Schwarzenegger, que se ríe bastante de sí mismo durante todo el largometraje. Por el lado de la acción, algún día los realizadores van a entender que romper más cosas, hacer explotar otras tantas y disparar a mansalva no hacen que la acción sea mejor. Agotan y aturden. Hay escena postcréditos, así que no se levanten de sus asientos. Hubiese sido preferible una remake o un relanzamiento de la saga a este pobre intento de lucrar nuevamente con una franquicia ya agotada. De todas las frases emblemáticas que nos regalaron los filmes, la que me mejor le cuadra a éste es: "Hasta la vista, baby". Lástima que no se vaya a cumplir.
Arnold refritado Después de ser gobernador de California por el partido republicano, Arnold Schwarzenegger vuelve a su papel de exterminador pero en el cine, interpretando nuevamente al rol que lo llevó a la fama: Terminator. En esta quinta parte, la saga reconoce en justa medida al protagonista absoluto de la serie –recordemos que Terminator: La Salvación (Terminator Salvation, 2009) intentó prescindir de él y así le fue- para hacer un revival ultra consciente tanto de sí mismo como de Terminator (The Terminator, 1984). Basta ver la aparición en escena de Arnold en Terminator: Génesis (Terminator: Genisys, 2015)…¡¡¡peleando contra sí mismo!!! Si, porque la paradoja temporal hace todo posible (y la tecnología CGI también). La historia vuelve tanto sobre sí, que abusa de la voluntad del espectador que conoce y recuerda con nostalgia el clásico de los ochenta. Tanto Terminator como Volver al futuro (Back to the future, 1985) hicieron de las paradojas temporales y viajes en el tiempo un recurso elemental de sus relatos. Y si Volver al futuro 2 (Back to the future II, 1991) se iba literalmente al carajo con el abuso de la idea, Terminator: Génesis hace lo mismo con el cyborg que viene del futuro a matar la esperanza de la humanidad. Estamos en 2029 en la guerra de las máquinas. A diferencia de las anteriores el narrador es Kyle Reese (Jai Courtney), y no el mismo John Connor (Jason Clarke), líder de la resistencia. En un ataque estratégico entran al centro de operaciones de Skynet (corporación que crea la inteligencia androide para exterminar la humanidad) y descubren la máquina del tiempo que envió un T-800 (o sea, Arnold) a 1984 a matar a Sarah Connor (Emilia Clarke), madre de John antes de concebirlo. Comienzo de Terminator, donde vemos al humano Kyle enviado por la resistencia para defenderla. En ese año aparece Arnold viejo –pero no obsoleto reitera una y otra vez- defendiendo a Sarah ya guerrera de un T-1000 oriental. Kyle comprende que algo cambió el pasado esperado por él, un algoritmo temporal dirán que al fin de cuentas es una explicación bastante extraña y poco creíble. ¿Pero a quién le importa? La primera parte si la pensamos seriamente tampoco tenía la coherencia que la paradoja suponía. Esta quinta parte refrito de la primera, menos. Kyle y Sarah Connor viajan al 2017 –desde 1984- justo antes del juicio final donde los espera Arnold más...canoso, para evitar la “génesis”. Ahí aparece John Connor, el mismo en edad y forma de 2029, que también viajó en el tiempo –pero a 2017-, sólo que ahora coquetea con Skynet e intenta matar a los protagonistas. Ahora sí la paradoja temporal es un caos sin solución, cuyo único fin es volver sobre las firmes bases del clásico, sin nunca tratar superarlo. Auto consciente de la saga, para nada solemne e incluso con pizcas de humor, Terminator: Génesis busca divertir con sus innumerables guiños a los espectadores ávidos del mejor rol que supo interpretar Arnold Schwarzenegger en la pantalla. Él mismo se refrita y ríe de si mismo (su sonrisa es un tema en el film), como si se tratase de una película filmada en los años noventa, construida como paratexto de sus antecesoras, y hasta cierto punto parodiándolas. En ese tono, las explicaciones argumentales suenan ridículas, del mismo modo que los excesivos y poco realistas efectos especiales. Mucho no importa, porque lo valedero aquí es ver de nuevo a Arnold calzando su campera de cuero diciendo “Volveré (I'll be back)”.
De vuelta al ruedo. Arnold Schwarzenegger acepta el desafío de volver a la saga de las máquinas asesinas en “Terminator Génesis” (USA, 2015) con la clara intención de disfrutar y hasta de reírse de sí mismo. Y ese es uno de los puntos más altos de una película que va encontrando el rumbo a medida que avanza la narración y por momentos pierde su norte. Nuevamente Sarah Connor (Emilia Clarke) y su hijo John Connor (Jason Clarke) se encontrarán en diferentes momentos de su vida en un viaje de ida y vuelta en el que no sólo sus vidas, sino la de la humanidad, se ponga en juego cuando un misterioso sistema operativo llamado Génesis posibilite la extinción total de la vida en la tierra. “Todo el que me quiere se muere” dice una triste Sarah en un momento del filme, porque sabe que tras sí pende una daga que si el movimiento que da es en falso la eliminará. Pero ¿cómo saber si la decisión que toma es la correcta? Y ¿cuándo debe dudar de cada persona que se presente ante ella como John, Kyle Reese (Jai Courtney) o hasta el propio T-800, si todos son posibles sospechosos? “Terminator Génesis” aprovecha el mito de la saga y toma algo de cada una de las entregas anteriores para evocarlo y trabajarlo de otra manera, principalmente desde los efectos especiales, potenciados con el 3D (muy efectivo por cierto) y con una búsqueda del espíritu y la tensión que mantenga en vilo a los espectadores en cada huída que se presente. Sarah recibe a Kyle, quien a su vez fue enviado por John desde el futuro al año 1984 para impedir que Génesis destruya a la humanidad. Pero luego aparece John, que en realidad es una versión mejorada del T-1000 y los persigue para asesinarlos. Pero Sarah y Kyle no estarán solos, allí también estará el T-800, o el Terminator, para asistirlos y poder también salvar a la tierra de su extinción. Alan Taylor dirige la película con algunos problemas, porque el guión escrito por un equipo encabezado por James Cameron termina por generar una multiplicidad de líneas que terminan confundiendo, por un lado, y estereotipando, por el otro. Pese a algunos baches y algunas exageraciones, Taylor aprovecha al máximo la participación de Schwarzenegger, ridiculizándolo, tomándolo en solfa y hasta jugando con los aspectos del actor (joven/viejo) gracias a la posibilidad que le brinda la tecnología para poder ubicar en un mismo momento al T-800 de 1984 y al del 2029. Pero esto no es lo único con lo que juega Taylor, porque también se permite, gracias a la entrega del inmenso Arnold, de poder exponer las ganas de volver al cine que tiene, haciendo chistes, poniendo el cuerpo, muy a pesar que, al igual que su personaje, el paso de los años le ha dejado marcas en su físico y en su andar. “Terminator Génesis” reflexiona, en paralelo a la fuga de los protagonistas, de un fenómeno universal relacionado a la hiperconectividad y dependencia de los celulares/tablets/etc., algo curioso y no menor, ya que cuando la primera “Terminator” se desarrolló hablaba del dominio de las máquinas desde una impronta apocalíptica relacionada a la fuerza y a la amenaza sobre lo desconocido de la tecnología, mientras que esta habla sobre la pérdida de los vínculos, la soledad y el egocentrismo de cada puesta en las redes de la personalidad de cada uno. “Terminator Génesis” podría haber explorado aún más este punto y jugado más con los viajes en el tiempo, pensando principalmente en aquellos espectadores más jóvenes que desconocen la saga original, que, básicamente en la época del receso invernal que llega a los cines, serán los que en primera instancia determinarán el éxito o fracaso de los filmes y de esta nueva entrega de una saga que parece aún no encontrar su límite.
Desde que hago críticas muchas veces me pasó de tener esta sensación: no importa lo que yo escriba, el público cautivo irá igual. Yo soy parte de este público masivo, así que sé que vos, peluche de mediados de los 80, vas a comprar la entrada te diga lo que te diga. Al menos, entonces, voy a asumir la responsabilidad de avisarte. Terminator Génesis hace lo que nadie hizo antes: viajar tanto en el tiempo que uno cree que está en la Quinta Temporada de Lost. Sí, de repente, Kyle tiene un recuerdo del pasado que permite comprender cómo evitar de una vez por todas el Día del Juicio Final, aquel en el que Skynet eliminó a la mayoría de la población y encerró al resto en Campos de Exterminio para que las máquinas dominen la Tierra. Para esto Sarah Connor tiene que quedarse embarazada de su hijo, John Connor, que es el líder de la Revolución y el que derrota a las máquinas. Todo esto está en peligro porque quieren asesinar a Sarah para que John nunca nazca. Desde el futuro envían un robot asesino. Pero la trampa está en que hay dos posibles tiempos que funcionan en simultáneo, o sea que vuelta y media tienen que ponerte diálogos terriblemente forzados en los que un personaje le tiene que decir al otro cómo es posible que estén todos en un cuarto. Sí, así, tal cual. El casting está más pensado para poder rendir homenajes que para construir, no hay química más que con las locaciones de la imponente San Francisco. Abundan las escenas oscuras y nocturnas, ya un clásico en la saga. Pero no tiene sabor, no hay conexión y la historia no cierra. Ahí donde te hablan de un futuro libre, las decisiones son en loop. Ni siquiera pretende dejarlo abierto porque no tiene esa picardía, es sencillamente un pésimo guión llevado con un ritmo aceptable. No todo es terrible, igual. No sólo Arnold no está mal (es hasta simpático a esta altura) sino que tiene muchos homenajes a la primera entrega (mi favorita), como el hecho del primer viaje del T800 a 1984 es una situación calcada, la música en golpes secos y graves (usando excesos muchas veces), o los gags apelando siempre al humor Cyborg – Hombre de la segunda entrega. La banda sonora es muy buena en general y los efectos visuales funcionan como espejitos de colores en los que uno se distrae y piensa que a lo mejor hay esperanzas para la peli. La verdad es que no la hay. Emilia Clarke, es una Sarah Connor infantil y con las habilidades sociales de una chaucha. Es débil y caprichosa sin ver en ella otra gracia que el parecido con Linda Hamilton. Jai Courtney, sí el mismo que hace del hijo de John McLaine en Live Free or Die Hard, tiene la capacidad actoral de una tabla de madera. Su Kyle Reese carece de encanto y de amor para convertirse en un pichón de pecho de John Connor. El querido John (Jason Clarke que lo interpreta cual Hannibal), y esto se ve en el tráiler pésimamente montado, es un cyborg ahora, así que es malo y cínico. John Connor malo, ¿Entienden eso? Me fui no esperando nada, así por momentos al menos no la pasaba mal. Lo único que hago, querido hermano de la generación del 80, es intentar prepararte. Esta peli juega con tu infancia. Y es un juego en el que no salís bien parado.
Yo, la peor de todas. Estamos ante una nueva expresión del actual Hollywood para subnormales. Todo bien maquillado con chistecitos autoreferenciales, y con la supuesta buena onda de la nada misma. Como sucede con el hipsterismo actual -que supo robar la cáscara de las subculturas que boyaban por los bordes del hiperconsumo para drenarles la onda y volver todo masivo, todo aceptable, vaina y consumismo- este tipo de cine se disfraza de “feel good”, de sonrisita, de referencia, para tapar su vacío y digestión. Esta película es otro ejemplo de cómo la actual industria fagocitó un cine que apoyaba su acción en algo más que los efectos. En la idea original, los efectos especiales eran vehículo de la narración, la sábana del fantasma de una puesta en escena tan colosal como su brío religioso merecía. Aquella idea madre, la única profunda, tan profunda que podía transmitirse cinematográficamente con pocas palabras o sin ellas, es aquí vaciada y viciada, sólo quedan ecos sin alma, repeticiones con la tristeza de los calcos. Si la segunda parte ya estaba contaminada por una corrección zonza (el Terminator ya no mataba policías, no, por amor de dios y nuestro nuevo Hays), en ésta hay además una humanización berreta, un Terminator papá por siempre de una Sarah Connor de góndola de supermercado. La negación estética de la resistencia liderada por el otrora mesías John Connor es otro ejemplo de absorción: si antes podían pasar por revolucionarios, aquí podrían ser militares del poder dominante. Y esta deformación del espíritu original de la resistencia, no es solo insinuación sino que está en el relato -seguramente no por casualidad- en la transformación de John Connor en el nuevo villano. Rediseñado en la historia por los robots, claro, pero no importa, lo significativo es que ya no hay lugar para los héroes de los márgenes, ni siquiera cuando son accesorio de algo superior. Y este vaciamiento va de la mano con un problema aún mayor, el de la narración. Porque además de la mencionada guía masturbatoria referencial y el culto al efecto por el efecto mismo, Terminator 5 es parte de un cine que no sabe poner en imágenes al relato y utiliza al diálogo explicativo para ocultar su pobre sistema narrativo. Los momentos de habla imbécil no son aquellos en los que Arnold se pone a explicar los procesos del viaje en el tiempo y el nuevo Kyle se hace el chistoso para que se calle (parodiando a los verosimilistas sin reparar en que su apoyo constante en los diálogos vacuos es, incluso, mucho peor); estos momentos son los que durante -por ejemplo- las escenas del futuro, John Connor y Kyle nos quieren explicar todo, a nosotros, los idiotas. La contradicción de un cine que apuesta a lo visual pero a su vez no confía en las imágenes: la antítesis de la idea nodriza. Un diálogo síntoma de la primera se daba entre los canas; el sargento negro le decía al detective Hal “¿cómo me veo?”, a lo que el segundo respondía “como la mierda”, para que el negro le diga “tu vieja”. Esa pavadita reflejaba el pesimismo que encerraba también la Terminator a la que no se le escapaba nada, y mostraba cómo forjar al verosímil en el cine fantástico. En la quinta no sólo no hay alma, sino que tampoco hay calle. Entonces, ¿de qué está hecha esta nueva Terminator? De efectos especiales absolutos, que no vehiculizan la narración; de una acción que no se da por causalidad sino que pretende ser inicio y final (aniquilando así el único propósito de su existencia: el suspense del relato); de diálogos sobrantes; y de humor, de chistes de terapia intensiva, cuidaditos, abotonaditos, humor de alcohol en gel, porque lo que importa es la salud.
La dignidad de un museo vivo La quinta entrega de la saga es es una especie de parque temático de todas las anteriores. Empecemos con un repaso general. Hay cinco Terminator. La primera es un clásico: la que inventó la trama de los viajes temporales para eliminar en el pasado lo que será demasiado peligroso en el futuro. La segunda es una de las mejores películas de ciencia ficción de la historia, con la introducción de un efecto especial que todavía perdura. La tercera es un bodrio. La cuarta -sin Arnold Schwarzenegger, pero con Christian Bale- hace lo imposible para mantenerse a la altura de la leyenda y casi lo logra. Y la quinta, la que acaba de estrenarse, es una especie de parque temático de todas las anteriores. Eso significa que si uno vio las cuatro precedentes va a disfrutar más esta última que si las ignora, aunque es justo decir que el guion se toma el tiempo necesario como para explicarles a expertos y profanos de qué se trata la cosa, lo cual sin duda tiende a demorar la acción más de lo conveniente. Por supuesto, de lo que se trata es otra vez de lo mismo: cyborgs y humanos que viajan en el tiempo para arrancar de raíz los problemas que vendrán. Es el año 2029 y John Connor está liderando con éxito la guerra contra Skynet, el laboratorio de inteligencia artificial que ha decidido eliminar a la humanidad para que sólo las máquinas reinen sobre la Tierra. Pero debido a que justo antes del ataque final de los humanos un cyborg es enviado a 1984, el líder de la resistencia se ve obligado a mandar a su mejor amigo y lugarteniente con la misión de salvar a su madre, Sarah Connor. Las paradojas temporales abundan en Terminator, génesis, aunque ya no provocan ese estupor lógico que producían en la década de 1980, cuando además de la primera Terminator, dirigida por James Cameron, se estrenaban la maravillosa saga de Volver al futuro y El vengador del futuro, también con Schwarzenegger. Lo que sí cambia es el concepto de cuáles son las consecuencias de alterar el tiempo, ahora sostenido por una física de los mundos paralelos, que hace incurrir a los personajes en diálogos científicos largos y prescindibles. Por lejos lo mejor es el propio Schwarzenegger, como el viejo T 800, que tiene la triple carga de aportarle energía, humor y una pizca de ternura a la trama. No sólo se parodia a sí mismo, también se resigna a ser una especie de escolta de lujo para la pareja protagónica (a la que por cierto le falta la mitad de la tabla periódica para tener verdadera química). La presencia de Schwarzenegger basta para que tantos los defectos como los efectos especiales queden en segundo plano y Terminator, génesis tenga la dignidad de ser un museo vivo de una de las mejores ideas que surgieron de Hollywood en la década de 1980.
Cuando el personaje trasciende la película La saga iniciada por el genio de James Cameron era –y es- demasiado importante como para despedirse de su público con la vergonzosa Terminator: La salvación (2009) que fuera dirigida por McG prácticamente sin guión (además de ser la única secuela en la que no intervino Arnold Schwarzenegger). Después de todo lo que se habló desde que se confirmó que se resucitaría la franquicia, cabe preguntarse si Terminator: Génesis (2015) está a la altura de tan magna creación. La respuesta, al menos la mía, es contradictoria y abierta al debate. Por un lado se siente al filme de Alan Taylor como la continuación más cercana a las dos películas firmadas por Cameron que le ha dado el visto bueno con comentarios hasta diría elogiosos. Es indudable que pertenecen al mismo universo ya que la línea argumental de la Terminator de 1984 está integrada a la historia que desarrollan los guionistas en esta nueva entrega. Como tentativa de brindarle un cariz inédito a esta mitología futurista, la idea -sin ser exactamente original- no carece de atractivos. Lo que le juega en contra son básicamente dos aspectos. Uno de ellos es la decisión de tomar algunos roles claves como el de John Connor y subvertirlo hasta límites peligrosos. El concepto de que el líder de la resistencia se convierta en el villano puede sorprender pero quizás sea demasiado extremo como para ser aceptado. El otro aspecto discutible es la cantidad de giros que sufre la trama a partir de la ventaja de viajar en el tiempo a corregir los momentos puntuales donde se tuerce el destino a favor de Skynet y las máquinas que en el futuro gobernarán el mundo con el objetivo de exterminar a los humanos. La película arranca con todo y jamás se detiene descuidando en el camino esos detalles de guión que se aprecian particularmente a la hora de analizar la obra en su conjunto. Las paradojas temporales que se van suscitando con cada cambio que introducen en la historia los autores Laeta Kalogridis y Patrick Lussier simplemente no se sostienen. La velocidad con que se narran los hechos –no hay tiempo para reflexionar sobre lo que vemos- ayuda a disimularlo un poco pero tampoco alcanza. Por ende dependerá mucho del nivel de exigencia que posea cada espectador sobre el tópico de las paradojas, todo un clásico de la ciencia-ficción. Pensemos que uno de los motivos por los cuales funcionó tan bien la primera película fue por su simpleza argumental para explotar UN solo elemento fantástico y extraerle todas sus posibilidades en el contexto de un arco narrativo fuerte, lineal y con apenas unos pocos flashbacks desde el punto de vista del soldado Kyle Reese. Si bien en este subgénero es habitual toparse con guiones que se pasan de listos aún para su propio beneficio, lo más grave acontece cuando debido a esos excesos se pierde el verosímil y/o la coherencia interna del relato. Lamentablemente Terminator: Génesis no puede evitar caer en este error y la película se resiente de ello así como de otros problemas de guión que deberían haberse contemplado antes de empezar el rodaje. Por más que uno esté identificado con la saga de Terminator era de esperarse que el guión no esté a la altura de tanta expectativa. Porque si vamos a ser sinceros, ¿quién es el alma caritativa capaz de encontrar un tanque de Hollywood que tenga un guión realmente bien escrito? Excepto honradas excepciones, no existe tal cosa en una industria que privilegia el dinero, la técnica y la profusión de efectos especiales por sobre las ideas. A los guiones los retocan tantas manos que lo bueno que podían llegar a tener queda muchas veces en la papelera de reciclaje y se le da luz verde a los conceptos menos interesantes muchas veces por lo motivos equivocados. No da la sensación de ser este el caso en Terminator: Génesis donde sólo aparecen acreditados como escritores Kalogridis y Lussier aunque se sabe que el mismo Cameron hizo algunas sugerencias y no habría que descartar otros aportes más o menos anónimos. Está claro que se intentó darle al reboot alguna arista novedosa para enganchar a los fans y al siempre renovado público joven. Nadie pone en tela de juicio esto. El gran problema es la naturaleza misma de esta saga con temas que ameritan un desarrollo inteligente y de mayor solidez que el empleado aquí. En concreto, uno quisiera toparse con una película del género que el día de mañana pueda volver a verse. Y pongo como ejemplo a la primigenia Terminator que pese a sus 30 años sigue estando fresca y vigente. Menuda aspiración la mía. Si la intención de los productores es plasmar una trilogía –los derechos del personaje vuelven a Cameron en 2019- estaría bueno que profundicen más en los libretos sin perder el ángulo comercial que justifica su realización. Si hasta la serie The Terminator: The Sarah Connor Chronicles en sus dos temporadas brindó episodios de una gran complejidad argumental, ¿cómo no van a lograrlo con todos los medios que cuentan a su disposición? Tal vez la solución sea buscar otros guionistas. El talento no abunda hoy día. Volviendo a Terminator: Génesis hay que reconocer que entrega todo lo que se espera de ella: están los guiños a los filmes previos, las frases icónicas que no pueden faltar, una acción frenética que no conoce de desmayos (aunque no hay ninguna secuencia especialmente memorable), actores nuevos que se han adaptado sin problemas a los personajes por todos conocidos (Emilia Clarke no da una imagen aguerrida como Linda Hamilton pero tampoco pasa vergüenza), se oye de a ratos el inmortal leitmotiv de Brad Fiedel arreglado para la ocasión por Lorne Balfe, y lo principal: la figura estelar e intimidante de Arnold Schwarzenegger que aunque esté viejo (no obsoleto, como desliza él mismo en tono autorreferencial) sigue demostrando por qué el querido cyborg fue, es y será por todos los tiempos su mejor creación. El carisma, la dignidad y el aplomo de Arnie como Pops (así lo llama Sarah: abuelo), hace que nos olvidemos por un momento de las debilidades del guión para festejar con todas las ganas de un reencuentro que se hizo rogar. Dijo que volvería y aquí está. A disfrutarlo mientras se pueda…
Viejo, pero no obsoleto Alan Taylor se pone al mando de Terminator Génesis con el fin de darle una nueva (y cuestionable) vuelta de tuerca al asunto. Sumamente difícil resulta renovar las cosas cuando, tras cuatro proyecciones, las ideas parecen haber sido bastante exprimidas en una saga que para muchos debió haber concluido con la excelente segunda entrega. La presencia de Arnold Schwarzenegger acaba resultando absolutamente necesaria para que la obra de Taylor sume unos cuantos puntos extra. Es que este ícono del cine de acción saca a relucir los mejores momentos de la historia, ya sea por sus imponentes apariciones como guardián y protector de Sarah Connor o bien por sus acertados toques de humor a través de comentarios que encuentran respuesta positiva en el espectador. Arnold está viejo, pero no obsoleto, como no se cansa de repetir su personaje en determinados pasajes de la narración. El director nos adentra en un futuro en el que un grupo de rebeldes humanos liderado por John Connor (Jason Clarke) y secundado por Kyle Reese (Jai Courtney) intentan ponerle fin al sistema de inteligencia artificial Skynet. Para salvaguardar el futuro, Connor envía a Reese a 1984 para proteger a su madre, Sarah (Emilia Clarke) de un Terminator programado para matarla con el fin de que no llegue a dar luz. Terminator Génesis se vale de la utilización del recurso de viajes en el tiempo con la misión de añadirlo como un giro argumental que suene renovador, aunque no innovador. El relato se ve envuelto en una especie de similitud con Back to the Future, por las situaciones que se van sorteando y por todo aquello que implica el regreso a cierta época para modificar el porvenir. No hay nada que no se haya inventado o visto antes en relatos vinculados a las causas y consecuencias que se puedan desprender de toda esa maraña de sucesos asociada a las líneas temporales. En este aspecto mencionado, el enredo se hace presente (hasta quizás de a ratos confunda) y, pese al esfuerzo por tratar de explicarlo todo, quedan cabos sueltos o particularidades que no terminan siendo exploradas por completo. La película logra cumplir con los requisitos del cine comercial, brindando un espectáculo que da garantías en cuanto al entretenimiento que ofrece (las dos horas de duración no se sienten), así como también en lo que respecta a las secuencias de mayor adrenalina y acción, sostenidas y magnificadas por la riqueza técnica de los efectos especiales. Alan Taylor tampoco se olvida de las dos primeras proyecciones (aquellos clásicos de culto de James Cameron) y nos inyecta una dosis de nostalgia al exponer en la gran pantalla escenas que guardan similitudes con las joyas que conquistaron al público en 1984 y en 1991. Es así como podremos visualizar a un T-1000 (esta vez interpretado por Lee Byung-hun) obsecuente que funciona más bien como un guiño, en su afán por traer a la memoria al que vimos en Terminator 2: El Juicio Final. Lo cierto es que el brillante papel desempeñado por Robert Patrick ha conseguido que todos los villanos que desfilaron en las siguientes obras carezcan del peso necesario como para atemorizar. Es posible que Terminator Génesis genere opiniones diversas, opuestas y abiertas a debate. Se trata de un film que se aboca a la acción y al entretenimiento derivado de ella. Previsible en sus resoluciones, pero agradable de ver, cumple (sin descollar) con lo solicitado por sus fanáticos. LO MEJOR: la presencia de Arnold Schwarzenegger. El guiño nostálgico a entregas anteriores. Entretenida. LO PEOR: algunas cuestiones vinculadas a los viajes en el tiempo. No se acerca, en nivel, a las primeras dos cintas. Previsible. PUNTAJE: 7
Obsoleto La gente del sitio web estadounidense Screen Junkies, arrancaba su tráiler honesto sobre Terminator 2: el juicio final con la siguiente frase: “en la gran tradición de A2R2, El gigante de hierro y Johnny Five, llega otra historia sobre un adorable niño y su mascota robot… ¡sólo que ésta es jodidamente intensa!”. Y es cierto, Terminator 2: el juicio final es un film sumamente intenso, de una vitalidad notable, y lo mismo puede aplicarse a la primera entrega de la saga. Lo eran no tanto por las complejas líneas temporales con las que iban ensamblando sus narraciones, sino por la simplicidad de sus estructuras formales y de fondo: eran films de huida y persecución, con personajes sumamente esquemáticos, pero en los que el director y guionista James Cameron creía a fondo, otorgándoles características definitivamente icónicas. Y eran obras arrojadas, hechas como si no hubiera mañana, sin pensar en los condicionamientos de los grandes estudios, los testeos de público o las barreras de la censura, con una libertad creativa casi irrepetible. Son ejemplos positivos de lo que la megalomanía artística puede conseguir. Terminator 3: la rebelión de las máquinas era dirigida por Jonathan Mostow, pero era en verdad un film de Arnold Schwarzenegger y se podría decir que es una continuación un tanto inútil, aunque lo cierto es que es una bella grasada, un viaje en el tiempo al espíritu de los ochenta, que funciona perfectamente como entretenimiento, trata de expandir la mitología de sus predecesoras y posee una vuelta de tuerca final algo polémica pero muy ingeniosa. A Terminator – La salvación se le puede reconocer que toma riesgos al dejar de lado -casi totalmente- la presencia de Schwarzenegger para situarse ya directamente en la guerra entre los hombres y las máquinas, pero jamás llega a ensamblar adecuadamente los elementos que dispone, su final era absolutamente intrascendente y, para colmo, tiene una de las peores sobreactuaciones de Christian Bale, lo cual es mucho decir. Pero lo de Terminator Génesis es realmente muy flojo: es una película endeble, sin fuerza, que no se anima a crear algo propio y se limita a vampirizar elementos de sus predecesoras -especialmente las dos primeras partes-, forzando todo, sin encajar de forma pertinente las piezas de su rompecabezas y recurriendo a parches para cubrir sus múltiples agujeros. Si los films de Cameron focalizaban su atención primariamente en sus personajes y sus motivaciones, la película de Alan Taylor -quien venía de la fallida Thor: un mundo oscuro- está excesivamente preocupada por crear una línea temporal “original” (aunque lo único que le sale es algo enredado al cohete) y eso lleva a que sus protagonistas sean meras sombras de las encarnaciones originales, ocupados como están durante todo el metraje en explicar lo que les pasa. Esto afecta en gran medida el desempeño de los actores: Jason Clarke está totalmente desperdiciado como John Connor; Emilia Clarke queda lejos, lejísimo de lo que supo dar Linda Hamilton; y lo de Jai Courtney como Kyle Reese es realmente pésimo. El único que se salva es, obviamente, Schwarzenneger, no sólo porque nació para el papel del T-800, sino porque su estatuto de estrella clásica le permite amoldarse a situaciones adversas e imponer su carisma. Para colmo, Terminator Génesis, con su calculada violencia para llegar a la mayor cantidad de público posible -que la emparenta con la remake de RoboCop, otro film vacuo y sin el punch del original-, niega toda chance de dolor o muerte, lo cual le sirve para dejar la puerta abierta a posibles secuelas (la intención de la compañía productora es llevar a cabo una nueva trilogía), pero la aleja del espíritu oscuro, ambiguo y chocante de la saga a la que pretende pertenecer. Y no, la verdad que Terminator Génesis, película vacilante y hasta cobarde como es, no está a la altura de un universo ficcional al que por algo Cameron dio por concluido luego de la segunda parte. Habría que tomar eso en cuenta y darle vacaciones al pobre T-800, que se la pasa afirmando que no está obsoleto, pero sin darse cuenta que habita un film obsoleto desde su mismo nacimiento.
Otra película de Terminator sin magia. A esta altura queda claro que en Hollywood nunca le encontraron la vuelta a esta saga y si los filmes no son dirigidos por James Cameron las propuestas nuevas que produce el estudio Universal son decepcionantes. Terminator: Génesis es una película que presenta algunas virtudes técnicas y un par de momentos entretenidos , pero en términos generales ofrece una producción olvidable que hace poco por mejorar una franquicia que venía en decadencia. La nueva historia ignora por completo los últimos dos filmes (Terminator 3: La rebelión de las máquinas y Terminator: La salvación) para establecer una conexión directa con los trabajos de Cameron. Génesis es una especie de "reset cinematográfico" dentro de esta serie que tiene el objetivo de instaurar una nueva línea argumental. El concepto que Sarah Connor y Kyle Reese volvieran a tener roles destacados en la trama tenía su atractivo, pero la idea no funcionó debido al desastroso casting que eligieron los productores. Jai Courtney, quien interpreta a Reese (el personaje encarnado previamente por Michael Biehn) es la prueba viviente que los milagros existen. Resulta increíble que un actor sin carisma como este sujeto lograra conseguir trabajo en producciones populares como Duro de matar 5 y la saga Divergente. Courtney es de madera y su interpretación de este clásico héroe parece salida de esas parodias clase Z que suele hacer la productora Asylum. Una situación diferente es la de Emilia Clarke (Juego de tronos) que es una artista talentosa pero en este caso interpretó un personaje que no era para ella. Sarah Connor es una de las grandes heroínas en la historia de la ciencia ficción moderna y la actriz nunca llega a ser convincente en ese rol. Lena Headey hizo un trabajo completamente superior en la serie de televisión Terminator: Las crónicas de Sarah Connor. Uno la veía a Headey en ese programa y nunca dudaba que era Sarah, algo que no sucede con el personaje que compone Clarke. Si a esto se le suma la química inexistente entre los protagonistas, la relación de Kyle y Sarah en este film terminó siendo completamente fría e insulsa. Esa conexión humana que tenían los personajes en el film original de James Cameron acá brilló por su ausencia debido a que los actores no estuvieron conectados entre sí. Arnold Schwarzenegger es por lejos lo mejor de esta película y con su interpretación logra levantar la trama en numerosos momentos. La idea del Terminator envejecido estuvo bien explicada y el personaje brinda algunos aportes humorísticos. En este punto encontramos tal vez el gran problema de Génesis. Las mejores escenas tienen lugar cuando Arnold te hace reír y eso no debería ocurrir en un film de esta saga. Terminator era otra cosa. Desde los aspectos técnicos es justo destacar la extraordinaria labor que hicieron a la hora de recrear varias escenas de la producción original de 1984. El repaso por Terminator 1 se destaca claramente entre los mejores momentos de este estreno. El trabajo que brindó el equipo de efectos especiales es impecable y en este aspecto encontramos la mayor virtud de esta producción del director Alan Taylor (Thor 2). Lamentablemente el cineasta luego ofrece un film bastante mundano en materia de acción con muchas persecuciones que no tienen ningún tipo de emoción. Hacia el final la última secuencia que transcurre en San Francisco está bien lograda, pero en general no hay grandes escenas en esta historia que queden en el recuerdo a la salida del cine. Terminator: Génesis no es una película mala pero tampoco enamora ni convence con esta nueva línea argumental que el estudio Universal pretende desarrollar en una próxima trilogía. Una producción a la que le faltó un poco más de corazón y un director que sintiera pasión por estos personajes. Alan Taylor sin duda no la tiene.
Arnold Schwarzenegger está de regreso para interpretar, por cuarta vez, a su emblemático personaje en la quinta entrega de la franquicia creada por James Cameron y la guionista Gale Anne Hurd. En esta nueva película dirigida por Alan Taylor (“Thor 2: Un Mundo Oscuro”), la historia que todos conocemos cambia de forma notable. Hasta cierto punto, la premisa original sigue igual. La trama se sitúa en Los Ángeles en 2029, mismo año del que provenía el robot T-800 enviado por Skynet en el film de 1984 para eliminar a Sarah Connor e impedir que su hijo no nacido se convierta en el futuro líder de la resistencia contra las máquinas. Aquí vemos cosas que no nos fueron mostradas en la primera película, en este caso cómo es que John (Jason Clarke), tras descubrir una máquina del tiempo en el centro de operaciones de la corporación, envía a Kyle Reese (Jai Courtney) al mencionado año para proteger a su madre del androide programado para matarla. Explicación mediante (hay un hecho que origina una nueva línea de tiempo), Reese se encuentra en una versión nueva y desconocida del pasado, en el que Sarah (interpretada por Emilia Clarke de “Game of Thrones”) no es aquella asustadiza camarera en peligro por la constante amenaza de muerte. Al contrario, es una mujer que sabe absolutamente todo y, por tanto, está preparada para dar pelea, ya que ha sido adiestrada en el uso de armas y técnicas de combate gracias a Pops, un “Terminator Guardián” que, al igual a ese programado para proteger al joven John en la segunda entrega de la saga, la ha estado cuidando a ella como si fuera prácticamente su propia hija. En esta película, cargada de efectos especiales, se vuelve a los orígenes de la franquicia, desprendiéndose de las líneas argumentales desarrolladas anteriormente (algunas sin mucho éxito) y se nos muestra a un exterminador envejecido por fuera “pero no obsoleto”, como el mismísimo Arnold nos lo hace saber. No olvidemos que ya tiene 70 años y esta vuelta de tuerca le permitió ser parte del elenco de esta nueva producción que también salta al 2017, justo antes del nuevo “Juicio Final” (que ahora no sucede en 1997) en el que el trío Sarah/Kyle/Papá Terminator debe restablecer el futuro evitando que se lance “Génesis”, un programa que sincroniza todos los dispositivos tecnológicos y que supuestamente mejorará la vida de todos los usuarios. ¡Ah! Y en ese tiempo John Connor es el villano. No nos importa si es una secuela, un reinicio o una especie de refrito porque -en definitiva- la industria está colmada de ellas debido a la falta de originalidad. Aquí lo lindo es ver a Arnold en este papel que lo llevó a la fama y con el condimento extra de que éste se enfrenta a sí mismo gracias al CGI. El ex-gobernador de California, también se ríe de sí mismo y aprovecha para bromear y soltar todas las frases que nos encantan de este personaje que intenta, de una manera muy espeluznante, sonreír (lo de los dientitos es lo más). “Terminator Génesis” es una cinta que entretiene y marca el inicio de una nueva trilogía que nos irá revelando cosas que aún no han sido explicadas debido a esta fractura en la línea temporal. Esperemos que al plantear este nuevo futuro no se queden a medio camino. En cuanto al aspecto actoral, la que destaca principalmente es Emilia Clarke, quien por momentos se parece a Linda Hamilton. El resto, no aporta demasiado.
Internet y el nuevo juicio final Aprovechando las grandes ideas, personajes, esa estética ochentosa y efectos especiales, que consagraron a Terminator I como película de culto, esta nueva "Terminator Genisys", entrega grandes dosis de nostalgia y relanza la franquicia al jugar con los viajes en el tiempo y sus dimensiones. Terminator Genisys mantiene la esencia de la historia desarrollada originalmente por James Cameron, tomando todo lo bueno que tenían Terminator I y II y sirviendo, al menos en su primera mitad, como suerte de homenaje que devuelve parte de ese esplendor del cine de acción y ciencia ficción de los 80s y 90s, aunque con algo más de Animación y FX. En los primeros impases de Terminator Genisys, los más contundentes, creíbles y mejor construidos del metraje, funcionan como un flashback de las películas de Cameron, con gags y guiños a las mismas, donde las escenas de acción se acumulan como un refrito de cosas que ya hemos visto antes, sagas donde todo dependía de evitar el día del juicio final. Pero luego, la trama se adentra en los viajes en el tiempo y sus dimensiones para ir un poco más atrás en la vida de Sarah Connor, rompiendo totalmente con lo visto en las anteriores entregas y tomando varias licencias que por momentos resultan confusas y en algunas ocasiones puede poner en aprietos al espectador menos conocedor del universo de Terminator. Cuando John Connor, líder de la resistencia humana, envía al sargento Kyle Reese al año 1984 para proteger a Sarah Connor y salvar el futuro, un inesperado giro de los acontecimientos crea una línea temporal fracturada. Ahora, el sargento Reese se encuentra en una versión nueva y desconocida del pasado, donde descubre aliados insólitos, como el Guardián, nuevos y peligrosos enemigos, y una misión nueva e inesperada: reconfigurar el futuro. Terminator Genisys propone cierta humanización de la franquicia, con un Schwarzenegger que puede envejecer -externamente- y adquiere nuevas destrezas, entre ellas la simpatía, y donde Skynet ya no es solo una inteligencia militar capaz de controlar los misiles nucleares de todo el planeta para acabar con la humanidad, sino que evoluciona de una aplicación llamada Génesis, que sincronizará todos los aparatos tecnológicos del mundo rindiendo a los pies de Skynet a la Humanidad entera, y que es personificada a través de un holograma. No es fortuita la elección del año 2017 como espacio tiempo donde se desarrolla la trama principal, que funciona como una sugerente critica a nuestra sociedad actual donde resulta cotidiano los dispositivos móviles, las redes sociales, la búsqueda de la interconexión completa, absoluta e ininterrumpida. Sera este Skynet de 2017, que se vende como un sistema de sincronización entre móvil, ordenador y Tablet para llevar la inteligencia a la nube, la parodia del actual Google que nos controla. En cuanto a los personajes, la elección de Emilia Clarke -una de las actrices más mediáticas del momento encumbrada por su papel en la serie Juego de tronos-, con su con cara de angelito y baja estatura más tierna que torturada, para personificar a Sarah Connor, tira por la borda cualquier atisbo de identificación con el espectador y enaltece aún más aquella Linda Hamilton, aquella musculosa y luchadora Sarah de los 80 que transpiraba la camiseta para salvar su vida. Un correcto J. K. Simmons, con apariciones muy breves para amenizar la trama con cierto sentido del humor, y la falta de carisma de Jason Clarke y Jai Courtney, que no están a la altura de sus personajes, agrandan la figura de un Arnold Schwarzenegger que se muestra más suelto y carismático, transformándose en protagonista absoluto. Entre las perlitas de Terminator Genisys están la secuencia de su pelea con su yo joven recreado digitalmente; Kyle Reese volviendo al pasado desnudo con la misma atmósfera ochentosa y las mismas Nike Vandals de los 80s que calzaba el joven Michael Biehn interpretando al mismo personaje; Schwarzenegger llegando desnudo al Griffith Observatory y enfrentando a un grupo de punks; y la mejor secuencia de acción, sin duda, el accidente del bus escolar en el Golden Gate de San Francisco. “Viejo pero no obsoleto” sostiene el personaje de Schwarzenegger en la trama, sintetizando de algún modo a un entretenido Terminator Genisys, que homenajea aquellos Terminator de culto y símbolo del cine de acción y ciencia ficción y relanza la franquicia adaptándola a un nuevo público. Terminator Genisys juega con las líneas espacio temporales y abre el juego para las futuras secuelas con el clásico "I'll be back", pero en este caso visualmente y después de títulos.
Volver a las fuentes La quinta película de ‘Terminator’ intenta volver a la magia de las primeras sin comprender del todo en qué consistía esa magia. Hay que decir primero que Terminator nunca fue sobre viajes en el tiempo. En la primera película de la serie, estrenada en 1984, se usaba el viaje en el tiempo como un plot device para ubicar a un cyborg futurista en el presente: ciencia ficción en el universo de Buscando desesperadamente a Susan, un robot asesino indestructible enviado al presente para asesinar a un personaje de John Hughes. Pero no había ni en esa película ni en las dos siguientes que completaron la primera trilogía ningún juego temporal, ni planteos complejos sobre el tiempo a la manera de Volver al futuro, Doce monos, Looper: Asesinos del futuro o Interestelar, por poner sólo algunos ejemplos de películas que lidian con paradojas temporales, presentes alternativos y la relatividad del tiempo. Las Terminator eran películas sencillas y efectivas y, a su modo, parecidas entre sí. Pero al final de Terminator 3: La rebelión de las máquinas, la historia llegaba al Día del Juicio Final, al tan temido momento en que Skynet toma control de todo el armamento mundial y decide acabar con la Humanidad. ¿Cómo continuar con la franquicia? Después de una olvidable Terminator – La salvación, pensada como el comienzo de una nueva trilogía que no fue y que ya era directamente una película de guerra futurista, llega Terminator Génesis que de alguna manera intenta volver a las fuentes. El problema es que es imposible volver a las fuentes cuando se desconoce de qué fuentes se trata. La historia sigue avanzando y ya estamos en 2029, el mítico año en el que Skynet manda al Terminator al pasado para asesinar a Sarah Connor y la Resistencia hace lo mismo con Kyle Reese. Ese primer acto, para los que crecimos con Terminator en nuestro imaginario, es fascinante. Sabemos que Reese siempre estuvo enamorado de aquella mujer misteriosa, madre de su líder, sólo por relatos y por esa célebre fotografía tomada por un chico mexicano en una estación de servicio cercana a la frontera cuando ella estaba embarazada de John Connor. Ese primer acto, entonces, nos pone en imágenes aquellas escenas que apenas imaginábamos cuando teníamos diez años. Después, cuando el Terminator y Reese aparecen en Los Angeles en 1984, la película repite los mismos planos que la primera de James Cameron. No se me ocurre un posible mejor primer acto que este. Pero, ¿cómo seguir? Obviamente, ese 1984 no es el mismo que el de la película original de Cameron y ahí empiezan a jugar los presentes alternativos y toda esa cosa compleja de los viajes en el tiempo. Pronto la fascinación se transforma en tedio y descubrimos que la complejidad está desprovista de inteligencia. La simpleza y la levedad se extrañan aún más cuando el laberinto no se sostiene. Pasados alternativos, una máquina del tiempo en 1984, dos Terminators coexistiendo con un T-1000, Arnold Schwarzenegger en tres edades, un John Connor malo, un Kyle Reese adulto hablándole a un Kyle Reese chico, todas volteretas que están colgadas de un pincel. Schwarzenegger vuelve a jugar con su edad: Sarah Connor le dice “Pops” (abuelo) y repite varias veces “estoy viejo pero no obsoleto”. Arnold dejó la gobernación de California hace cuatro años y volvió a los sets hace siete películas. Ya en Los indestructibles y muy particularmente en la excelente El último desafío hacía referencia a su edad. El chiste ya quedó tan viejo como el propio Arnold. Todos estos defectos no se atenúan por unas escenas de acción que se destaquen particularmente. El director Alan Taylor tiene mucha experiencia en televisión (dirigió capítulos de las series más importantes de HBO, desde Los Sopranos hasta Game of Thrones) y debutó en las grandes ligas del cine con Thor: Un mundo oscuro -después de algunas experiencias indies-, pero acá no le llega ni a los talones a un Jonathan Mostow que en Terminator 3 se había lucido con una extraordinaria escena con una grúa mecánica -que nunca olvidé-. Pero sería injusto culpar a Taylor. El problema es que los responsables de Terminator Génesis nunca entendieron de qué se trata.
“I’ll be back” (volveré), dijo a mediados de la década del ‘80 el Cyborg T-800 personificado por Arnold Schwarzenegger. Y lo hizo. Volvió tres veces más (contando esta) y desde entonces, si bien la historia se fue desdibujando un poco, la figura se hizo icónica e incluso sobrevivió a una cuarta entrega que no lo incluía más que por una aparición fugaz. Año 2029. Skynet se salió con la suya, pero la resistencia, al mando de John Connor (Jason Clarke) está a punto de ganar la guerra contra las máquinas por lo cual el cerebro artificial decide usar el recurso secreto que conocemos todos: enviar un robot al año 1984 para que asesine a quien será la madre del líder libertador para que éste no nazca y la rebelión no se concrete. Llegamos a la famosa escena en la cual la máquina le pide la ropa a un trío de pibes medio drogones. Hasta ahí “Terminator: Genesis” no hace otra cosa que mostrar la acción acaecida en la primera película, pero desde el ángulo del futuro. Para ello recurre a una recreación minuciosa de los primeros 10 minutos que hará la delicia de los fans. Aquí uno debe pararse de pie y aplaudir el logro de los técnicos en efectos especiales. Una verdadera barrera se ha superado al lograr reproducir digitalmente la cara (y sus movimientos) del actor austríaco sobre la de un doble, y así poder enfrentar al robot de los ‘80 contra el de esta época que está “viejo, pero no obsoleto”, según se dice. Es decir, tanto la llegada del primer T-800 como la del protector de Sarah, Reese (Jay Courtney) son interrumpidas por sendos robots bien conocidos en esta franquicia. Es extraño lo que sucede después. Los guionistas Laeta Kalogridis y Patrick Lussier caen en una maraña de loops narrativos que van de 2029 a 1984, ya sea porque lo dicen los personajes o por montaje, van apareciendo 1973, 1997, 2014, etc, como eventos importantes para explicar la presencia de una Sarah Connor (Emilia Clarke), quien ya sabía de la llegada del terminator malo y se pone al hombro la supervivencia de todos. A diferencia de las anteriores, que situaban la acción siempre (o mayoritariamente) en el pasado (o sea en nuestro presente), el guion de “Terminator: Génesis” irá saltando temporalmente y rebotando en la línea de tiempo. Es extraño este enredo (traducido en acumulación de información) que termina por conspirar contra el sentido común a la hora de armar un producto de este tipo Por otro lado, no es sano para una saga tener una secuela que no le aporte nada desde lo conceptual o filosófico que, en casos como este, ya estaba sólidamente instalado. Peor aún debe ser tratar de negar lo que pasó antes para abrirle la puerta a una nueva interpretación de los hechos de la historia. Convengamos que, como mínimo, es riesgoso. Vivimos una trilogía en la cual lo principal siempre fue salvar a John Connor, ahora la cosa pasa por otro eje. Así, este producto está cargado de acción, efectos especiales y efectos de sonido que quitan el aliento. Hay varias secuencias de tremenda factura, como la de la destrucción del planeta o la de una persecución en helicóptero. Alan Taylor, director de la segunda parte de “Thor: El mundo oscuro” (2013), entrega entretenimiento puro, sí, pero que va en desmedro del núcleo principal: la belleza de una historia que se volvía cíclica y le daba verdadero sentido apocalíptico a los personajes. Y ya que estamos con ellos, parece mentira pero es el trabajo de Arnold el que salva a los otros. Jai Courtney como Reese elige la dureza y rigidez. Era un soldado es cierto, pero el original compuesto por Michael Biehn tenía una enorme dosis de humanidad, necesaria para justificar su enamoramiento de Sarah. Y respecto de ella, el casting de Emilia Clarke es insólito. No tiene ni la firmeza, ni la presencia, ni la convicción de Linda Hamilton. No hablemos de actuar porque sería cruel. Esta Sarah Connor parece salida de “Hannah Montana” (2009). Es muy linda, eso sí. A poco más de 30 años del estreno de la original en nuestro país, y con un abismo gigantesco en materia de evolución tecnológica, una cosa queda clara: “Terminador” (James Cameron, 1984) es una obra maestra del género. Todo el universo que se pueda construir en materia de secuelas puede ser lógico de acuerdo a como se maneja la industria en Hollywood, pero de ahí a que esté artísticamente justificado hay otro abismo todavía más grande. El atractivo comercial para una quinta entrega está claro: Arnold Schwarzenegger se calza el traje otra vez. Eso para los fans es como un bálsamo luego de “Terminator: La salvación” (McG, 2009) porque aquella buena realización instalaba un relanzamiento de la saga partiendo del futuro ya consumado, pero Schwarzenegger es Schwarzenegger, no.
Demasiado lejos del clásico original Para derrotar definitivamente a las máquinas que en el futuro sojuzgarán a la humanidad la clave está en el pasado. Hay que salvar a Sarah Connor, madre de quien liderará la resistencia. El soldado Kyle Reese viajará en el tiempo para afrontar esa misión. La historia es la misma que estrenó James Cameron hace 31 años, con imprescindibles variantes en la trama que evitan el papelón del copy paste. Esas tres décadas que separan el clásico de Cameron de este renacimiento de la saga están grabadas en las arrugas de Arnold Schwarzenegger. Ya se vio en el trailer que Arnold encarna a un terminator “bueno”; salvado así el riesgo del spoiler queda subrayar que, bordendo los 70, al ex gobernador de California ni se le ocurre bajar los decibeles. Sigue dando y recibiendo golpes como el primer día. “Terminator: Génesis” no es el primero ni será el último raspaje de la olla hollywoodense. A falta de ideas originales, bueno es el recauchutaje de las fórmulas exitosas. La película es intensa, un poco enrevasada en el desarrollo del guión (saltos temporales, física cuántica y explicaciones que no siempre aclaran el panorama), con algunos chispazos de humor y poquísima emoción. Emilia Clarke (sí, la Daenerys de “Juego de tronos”) se pone el traje de la inolvidable Linda Hamilton y lo lleva con dignidad. Jai Courtney, en cambio, es de madera terciada. Junto a Arnold componen el trío abocado a salvar el mundo del apocalipsis. Alan Taylor, que venía de dirigir la segunda parte de Thor, abusa de los efectos especiales digitales. No le quedaba otra, seamos honestos, atendiendo a las exigencias de la historia. Arnold se da el gusto de protagonizar algunos pasajes de pura acción, ensaya una que otra sonrisa y conserva el gesto robótico. Está en su salsa.
Volver al futuro Alan Taylor –director de la grandiosa Thor: Un mundo oscuro, secuela que se libera de la solemnidad de su antecesora como si se quitara un cinturón de castidad dentado a lo Mad Max: Furia en el camino– es el responsable de la quinta entrega de Terminator, película que también vuela libre y se toma unas cuantas licencias (como la alteración de los eventos vistos en todas las anteriores), algo que siempre parece desatar la furia de los fans o puristas de alguna saga de cómic, libro o videojuego. Sin embargo, y a pesar de haber sido destrozada por la crítica estadounidense y por gran parte de la nuestra, Terminator Génesis muestra un gran respeto hacia el universo creado por James Cameron, por más que intente despegarse de él para actualizarse según los tiempos que corren. Hay quienes estarán más o menos contentos con el resultado, pero no podrán decir que es una repetición de lo ya visto anteriormente (dado que altera la línea temporal de la original, aunque sin contradecirla) o una copia de sus predecesoras. Uno de los mayores riesgos que asume la película es a la vez su mayor acierto: sumergirse en el pantanoso (y peligroso) mundo de los viajes en el tiempo sin temerle a los baches, errores o contradicciones que esto pueda generar en el camino; después de todo, ninguna de las entregas anteriores está exenta de alguna que otra incoherencia narrativa. Pero la valentía de Taylor –director de series de televisión antes que de cine– no termina ahí, también se anima a introducir por primera vez a John Connor como villano. La nueva Terminator, al igual que Mundo Jurásico, es mucho más grande, ruidosa y excesiva que sus antecesoras, a las que les guiña el ojo proponiendo una variante que no pretende superar lo hecho antes. La de Taylor y la de Trevorrow son películas tan conscientes de la importancia de sus primeras entregas que durante la primera mitad de sus metrajes habitan literalmente los acontecimientos sucedidos en ellas. En uno de los grandes momentos de Génesis, donde se reconstruye digitalmente el comienzo de la primera Terminator, el cyborg “viejo pero no obsoleto” que interpreta el siempre carismático e imprescindible Arnold mantiene una memorable pelea con su versión 1984 de un Ken con anabólicos. Lo que sigue son nostálgicas autorreferencias, simultáneas líneas temporles, vueltas de tuerca y esporádicas apariciones del gran J.K Simmons, que hace de un policía devenido en un obsesivo investigador de casos de robots que viajan en el tiempo. Como una pieza de museo clásica y contemporánea a la vez, la quinta película de la saga les dice a los puristas: “Hasta la vista, baby”; no hay dudas de que volverá para reescribir el pasado y seguir alterando el futuro del cine mainstream actual.
El viaje en el tiempo nunca fue el núcleo de la historia de Terminator. Ni en la primera (Terminator, 1984) donde funciona como plot device, ni en la segunda (Terminator 2: Judgment Day, 1991) donde el viaje se reduce a poner al cyborg en una linea de tiempo distinta. Reglas claras. En esta secuela de la secuela (Terminator 3 Rise of the Machines, 2003) las paradojas temporales juegan un papel preponderante. Y allí radica su error. En T3 se llegaba al dia del juicio final, la manera de continuar la saga fue pensar un nueva trilogía, pero T4 (Terminator Salvation, 2009) no le gustó a nadie. Génesis vuelve a las fuentes, y su primer acto parece diseñado como puro fan service y funciona muy bien. Estamos en 2029, el año en que Skynet manda al T-800 a matar a Sarah y la resistencia hace lo propio con Kyle. El momento más genial del film es el encuentro en la escena recreada CGI mediante del T-800 con los punks. El problema es como se sigue desde ahí. Presentes, futuros y pasados alternativos que enredan en vano una trama que al ser tan tonta ni siquiera sirve como ejercicio intelectual. Un Arnold de tres “edades”, Una Sarah que no convence desde lo físico, Kyle que le habla a Kyle niño y la revelación más ridícula del film, una sorpresa que no es tal ya que la pusieron en el póster y en el tráiler… sí, el material promocional contiene el mayor spoiler de la película. Schwarzenegger es lo mejor de un saga gastada, en este caso además los chistes le funcionan, algo es algo. Cine chatarra.
Sueños de robot Isaac Asimov (Petróvichi, Rusia, enero de 1920 – Nueva York, Estados Unidos, abril de 1992), padre fundador de la robótica en la ciencia ficción moderna, en 1976 y con motivo de la celebración del bicentenario de la independencia de los Estados Unidos, escribió por encargo The Bicentennial Man, relato acerca de un robot que poco a poco va asimilando el mundo de los humanos hasta llegar a ser reconocido como uno de ellos. Este concepto de la humanización de las maquinas fue germinando a través de sus cuentos y novelas de robots (1950), alcanzando su punto máximo con Los Limites de la Fundación (1982) y Fundación y Tierra (1987), revelando en ellas a los robots como ocultos benefactores de la humanidad. Gracias a la inmensidad de su obra, años más tarde, pudimos disfrutar películas como Blade Runner (1982), The Terminator (1984) o A.I. Artificial Intelligence (2001). Todas relacionadas con la misma temática, la evolución de las maquinas en pos de nuestro beneficio o destrucción. Hago hincapié en el origen de estas producciones porque Terminator Génesis (Alan Taylor) hace gala de este y muchos otros elementos de la más pura ciencia ficción. Si hablamos de evolución, tenemos que entender que las propuestas como Terminator Génesis son realizadas lejos de sus concepciones originales, y a esto no está para nada mal. Es una realidad que desde hace varias décadas estamos transitando un cambio tecnológico con respecto a los medios de comunicación, que asimismo transformó las producciones cinematográficas. El proceso creativo está orientado a un planeamiento más visual, entrando a una época de cine espectáculo como jamás se ha visto antes. Por eso, esta tendencia a lo espectacular, a la falta de contenido, nos hace disfrutar las vueltas de tuerca de los guionistas trabajando bajo la sombra de operas primas gigantes, en busca de cierto aire renovador (fallidos en su mayoría) en los últimos reboots que Hollywood nos trajo. Volviendo a Terminator Génesis, el cambio de paradoja en el viaje temporal es más que bienvenido, alejándonos de la concepción del futuro inalterable y acercándose a la creación de nuevos futuros, en el que no hay líneas temporales absolutas que deban cumplirse, donde a partir del momento en el que se logar viajar en el tiempo no se altera el pasado, sino el futuro del universo. Otro puro elemento de ciencia ficción desaprovechado por sus entregas anteriores. El cambio de paradoja en el viaje temporal de Terminator Génesis es más que bienvenido. En lo que concerniente a los aspectos técnicos si bien no sale del promedio habitual esta excelentemente realizada, en especial al principio cuando recrean parte de la original de 1984. Cabe resaltar que aunque sigue siendo una película de acción la trama es lo suficientemente sólida para sostener sus 126 minutos de duración. No obstante el abuso constante de puntos en común o emotivos con el espectador resulta reiterativo y hasta cansador. Otro punto sensible, por no decir flojo, es la elección de los protagónicos. Arnold Schwarzenegger, inoxidable, nos brinda los momentos de mayor comicidad y las secuencias más emotivas y espectaculares del film. Emilia Clarke cumple sin complicaciones su rol de Sarah Connor, aunque todavía está lejos de la soberbia interpretación de Linda Hamilton. El problema son Jai Courtney y Jason Clarke. Patéticos y deleznables en su roles de Kyle Resse y John Connor. En resumen, esta franquicia inagotable seguirá funcionando a medida que sus creativos y Arnold Schwarzenegger sigan involucrándose en futuras producciones.
Una historia con borrón y cuenta nueva Con el Terminator original, Arnold Schwarzenegger, el quinto filme de la saga da por tierra con su pasado. Uno de los tanques de 2015 es Terminator Génesis, quinta película del título que dudosamente se puede entender como parte de una serie. Su anterior, Terminator: la salvación (2009), con Christian Bale en el papel de un John Connor crecidito y al mando de la Resistencia, quedó como una suerte de acto fallido o eslabón perdido en la cadena de la saga futurista, mientras que las originales de 1984, 1991 y 2003, quedan apenas como referencia de la nueva edición. Para los neófitos, el tema central de la franquicia es la guerra entre la raza humana y la Inteligencia Artificial Skynet que consiste en un sistema informático de defensa estratégica de Estados Unidos, creada por Cyberdyne Systems, que se vuelve consciente de sí mismo y, al percibir a todos los seres humanos como una amenaza, pretende acabar con la humanidad misma iniciando una guerra nuclear entre potencias. Tras este apocalipsis, Skynet construye su propia milicia, integrada por los Terminator, enviados a matar a todo sobreviviente humano, algunos de los cuales se han organizado militarmente como una Resistencia. En algún momento, Skynet desarrolla la capacidad de viajar en el tiempo, y tanto ella como la Resistencia pretenden utilizarla para ganar la guerra evitando la actual línea de tiempo. A diferencia de la primera serie, en este reseteo la historia parte desde los años posteriores al llamado Día del Juicio, desde donde John Connor envía a su mejor soldado al pasado para proteger a su madre, Sarah Connor. Desde allí, es responsabilidad del interesado en verla saber qué es lo que pasa en cuanto relato. Lo imperdible resulta obviamente la participación de Arnold Schwarzenegger, el Terminator original, por un lado, como el autómata que apareció desnudo en la pantalla de 1984, incluido a fuerza de un cuidado trabajo de edición en una secuencia reciclada y que los memoriosos recordarán no sin asombro. Por otro, como un Terminator reprogramado -–como el de la cinta del ’91-- que llegó a la vida de Sarah Connor para protegerla Con su “cobertura” humana ya ganada por los años, responde al apodo de “el Abuelo” y es un Schwarzenegger que se encarga de los guiños para los antiguos seguidores y que no pierde para nada el sentido del humor cuando se trata de parodiar su propia (in)capacidad expresiva. La historia está bien replanteada y, como es de esperar, deja cabos sueltos a responder en futuras entregas.
Arnold Schwarzenegger continua vigente y vuelve a ofrecer puro entretenimiento para viejas y nuevas generaciones. Esta es la quinta entrega de “Terminator” (que inició James Cameron en 1984), funcionando como una secuela, precuela y reboot de la franquicia. Dentro del elenco se encuentra Arnold Schwarzenegger y lo completan: Emilia Clarke, Jason Clarke, Jai Courtney, Matt Smith, Byung-hun Lee, Dayo Okeniyi, Courtney B. Vance, Sandrine Holt y J.K. Simmons. El guión de Patrick Lussier (dirigió “Infierno al volante”) y Laeta Kalogridis ("Alejandro Magno"; "Avatar"), ambos conocedores del género, saben lo que le gusta a los espectadores. El guión es sencillo. Todo comienza en 2029 cuando John Connor (Jason Clarke, “El gran Gatsby”) envía a Kyle Reese (Jai Courtney, “Divergente”), a través de una máquina del tiempo (como si fuera “El túnel del tiempo”) y hacia al pasado, para impedir que maten a Sarah Connor (Emilia Clarke, “Juego de tronos”) que es la madre de John y de esa manera asegurar el futuro. El lugar en el cual cae es la Ciudad de Los Ángeles en 1984 .Kyle comienza a tener varios recuerdos del pasado. De esta manera se van alternando las líneas de tiempo, viajando al futuro y al pasado (1984,1997, 2017,….), pasando por diferentes años y de esta forma se unen las historias anteriores, con sus personajes (similar a “Volver al futuro”, donde ellos se veían como eran antes y después), incluyendo varias referencia, humor, y frases que muchos recordarán (los que vieron las anteriores). Acá se presenta a Arnold Schwarzenegger (muy bien caracterizado, se divierte y hasta se ríe de él mismo) un cíborg enviado para proteger a Sarah, siguiendo por persecuciones, luchas interminables, explosiones, mucha acción y escenas maravillosas que sobrepasan la pantalla. En alguno de estos momentos muchas secuencias hacen que se luzca el 3D. Y como suele suceder a veces en este tipo de historias, algunos de los actores quedan un tanto desaprovechados como el caso de: Matt Smith y JK Simmons. Otras de las actuaciones son acartonadas, pero seguimos teniendo peleas cibernéticas con sujetos que son capaces de reconstruirse a sí mismos segundo a segundo y seguir peleando por mucho tiempo y siempre está en juego el bien y el mal. Este es el inicio de una nueva saga y atrapará a las viejas generaciones y nuevas como lo hizo en los ochenta. La banda sonora de “Terminator 5 Génesis” es de Lorne Balfe ("El origen", "Los pingüinos de Madagascar"). Después de los créditos finales hay escenas extras.
Hoy es jueves de estrenos y como todo vuelve, porque Arnold Schwarzenegger no lo iba a hacer, en este reinicio o reversión de la saga Terminator dirigida por Alan Taylor (Thor: Un mundo Oscuro). Ha comenzado una guerra encabezada por un grupo de rebeldes que se ha hecho con el mando del sistema de inteligencia artificial Skynet. Sin embargo, cuando John Connor, líder de la resistencia, se entera de que un Terminator ha sido enviado del pasado para asesinar a su madre, hace todo lo que está en su mano para protegerla. Hace unas semanas tuvimos el estreno de Jurassic World y ahora otro clásico de los 90 vuelve a la era moderna y con un lavado de cara. Mientras que en el film de los dinosaurios recorría decenas de homenajes a las originales y su argumento, en mayor o menos medida, se mantiene similar a las primeras. En Terminator Génesis, encontrarán varios guiños a la saga, como la vuelta de Arnold, los diversos terminator y las situaciones que dan otra vuelta de tuerca a eventos que vimos en Terminator 1 y 2 (sin tener en cuenta la tercera y la cuarta). Las idas y vueltas del argumento pueden agotar varias de las explicaciones que da el film para justificar los cambios de la saga original, eso puede cansar por momentos; pero no se preocupen, Terminator: Génesis tiene mucha acción; y escenas características: peleas entre robots, persecuciones en vehículos y mucha destrucción de edificios. Dentro de lo actoral, Schwarzenegger impone su gracia y el conocimiento de un personaje que realiza desde hace años; “viejo pero no obsoleto”. Emilia Clarke hace un papel correcto como Sarah Connor, aunque Linda Hamilton siempre será Sarah Connor, especialmente porque Emilia todavía esta muy pegada a su personaje de Daenerys en Juego de Tronos. Jai Courtney y Michael Biehn no difieren su papel de Kyle Reese, ninguno de los dos sabe actuar; aunque la nostalgia siempre favorece a Biehn. Finalmente Jason Clarke hace un John Connor totalmente diferente al resto, pero acorde a los cambios en el guión. Dato curioso, es que contrataron a J.K. Simmons para el papel del policia medio loco que nadie cree que en verdad hay Terminators en el mundo; un personaje que nos recuerda al actor Earl Boen quien hacía del Dr. Silberman en las tres primeras partes.
Terminator Génesis llegó para revivir la nostalgia de dos clásicos que tuvieron llegada en 1984 y 1991 respectivamente. Logra sacar afuera buena parte de esos sentimientos de cariño y nostalgia por esos filmes, y además tiene logradas escenas de acción; pero no tiene el suspenso de la primera, ni el tono épico, ni tampoco la sorpresa de la segunda. Gusta, pero no encanta; esta bien hecha, pero palidece frente al legado que debe continuar. No revitaliza la franquicia del modo que se espera, y eso hace que se sienta como un productó al cual ya se le pasó la fecha de vencimiento, sin llegar a ser insalubre, ni dejar de ser rico, pero pasado de fecha en fin. Trata de usar el esquema que tantos réditos dio en Jurassic World haciendo revivir los sentimientos de la original, pero solo logra recordarnos que aquellas primeras películes eran mejores, más sólidas, más efectivas y más sorprendentes. Ese esquema planteado no funciona tan bien por varias razones, entre ellas, un tour de force, un giro argumental que no funciona bien porque es hereje a la historia de la franquicia, donde un personaje hace cosas que no se esperan y contradicen lo que pasó en anteriores filmes, algo que además ni siquiera funciona como una sorpresa en el filme, porque si bien está construida la historia con ese fin, los mismos productores se encargaron de destruir la sorpresa no solo con los tráileres sino además con el afiche del filme inclusive. Semejante tour de force produce un efecto de rechazo en la audiencia que rompe la magia de el efecto nostálgico y por ende daña al filme. Lo que funciona bien es la presencia de Schwarzenegger que vuelve atener un rol más protagónico en la saga, algo que se extrañó en la cuarta entrega. Y la escena donde dos Arnolds pelean es bastante llamativa y satisfactoria, un poco menguada por el hecho de que se siente un poco digital la escena. Un filme que entretiene, con buenas escenas, con un Arnold intacto, pero que no tiene la emoción, la sorpresa ni la intensidad de glorias pasadas. Escuchá la crítica radial completa en el reproductor debajo de la foto, o mirala en video debajo del reproductor de audio..
Crítica emitida por radio.
Hasta nunca, baby "Soy viejo, no obsoleto” es el nuevo latiguillo de Arnold Schwarzenegger, que a los 67 años vuelve a representar al T-800 que lo hizo famoso. Después del fiasco que resultó la cuarta Terminator, con Christian Bale como John Connor, este quinto capítulo, bajo una excusa argumental, rescata al personaje de Schwarzenegger como pivote del film. Una paradoja temporal envió al T-800 más atrás en el tiempo, a cuando Sarah Connor tenía 9 años; este Terminator es un protector de Sarah y ambos liquidan al icónico Arnold desnudo antes de que descuartice al trío punk por un puñado de ropa. Es interesante que, tecnología mediante, el director Alan Taylor recree aquella escena del primer film, así como el instante tan mentado, pero nunca interpretado, en que John Connor (Jason Clarke) envía a Kyle Reese (Jai Courtney) para proteger a Sarah (Emilia Clarke), y que es algo así como los 10 mandamientos de la saga. Así y todo, con Arnold armado hasta los dientes, hay baches argumentales imposibles de salvar. En primera instancia, Taylor altera groseramente la historia a cambio de poco o nada. El héroe vuelve a ser el T-800, a quien Sarah llama cariñosamente Pops, pero para que “Pops” gravite en primer plano John Connor, en un punto de la película, es vampirizado por Skynet, operando a través de un ultra moderno T-5000 (Matt Smith), y se convierte en un híbrido villano que será la némesis del T-800. El nuevo tablero permite una acción ciclópea, de camiones volando por el aire y helicópteros cayendo al agua, así como un Arnold más paródico que en Twins, pero, argumentalmente, el film hace agua. Los personajes pierden en la piel de los actores y Arnold no es el mismo de 1984, cuando era el pesista más famoso del mundo: hoy carga el muerto de la peor gobernación de California. Cuando James Cameron abandonó la dirección de la saga, sucesivas producciones apostaron a la permanencia del carismático Arnold en vez de tentar a un gran director. La abortada serie The Sarah Connor Chronicles demostró que el éxito no depende de Arnold. El éxito artístico, claro. Pero este quedó marginado a la ópera prima, tecno-futurista, cada vez más realista con el paso del tiempo, mientras su saga quedó cautiva de los carteles de marketing y vendedores de pochoclo.
Una actualización para el Abuelo Las dos primeras entregas de la saga “Terminator” son un fenómeno único, dos clásicos del cine amados por fans y símbolos de una generación que se crió entre los ‘80 donde habitaban los puns a los que el primer androide les robaba la ropa, y el filo de los ‘90, donde explotaron los Guns n’ Roses que pusieron “You could be mine” a la banda sonora (es inolvidable el videoclip, con escenas del filme y la aparición de un Schwarzenegger caracterizado de T-800, que buscaba a Axl Rose pero lo juzgaba “desperdicio de munición”). La primera ganó los corazones con sus ideas (distopía tecnológica, viaje en el tiempo para cambiar la línea temporal, cyborgs, el percusivo motivo instrumental compuesto por Brad Fiedel), además de posicionar a James Cameron y consagrar al buen Arnold. En la siguiente, Cameron demostró que segundas partes podían ser mejores (lo hizo también con “Aliens”), Schwarzenegger era el actor mejor pago de su tiempo, Linda Hamilton estalló como la Sarah Connor guerrera y Robert Patrick pasó a la historia como el perfecto némesis: el T-1000 de metal líquido. Para muchos, las siguientes dos entregas supieron a poco (no mucho más que Kristanna Loken como la T-X, agregaría alguno). Por eso, la apuesta de “Terminator Génesis” es convertirse en un “semi reboot” de la saga, y al mismo tiempo posicionarse como “la tercera”. Prescinde perfectamente de “Terminator 3: la rebelión de las máquinas” y de “Terminator: la salvación”, y con lo que sabemos de las dos primeras ya nos alcanza para entender casi todo. “Casi”, porque mientras en las dos primeras la línea temporal de Sarah era “lineal” (el segundo ataque seguía al primero) acá se abre el abanico de futuros, que ya fueron explorados por cientos como “Al filo del mañana” o “Looper” (qué lindo cuando tenemos que desarrollar en estas páginas teorías sobre el viaje en el tiempo). Restart Contemos un poco. La película nos pone en un punto previo a lo que vimos en el ‘84. Tras un ataque múltiple, parece que John Connor ha logrado derrotar a Skynet, pero sin evitar que mande al “primer” T-800 a matar a una ingenua Sarah. Kyle Reese es enviado a salvarla, pero antes de cruzar el tejido del tiempo ve un contraataque de Skynet, y ve visiones en su viaje. Llega a los ‘80, sólo para descubrir que Sarah ya está preparada y que tiene un T-800 envejecido (“el Abuelo”) con ella, que la ha criado desde que sus padres fueron atacados por algo parecido a un T-1000 en 1973: quiénes mandaron a uno y a otro son misterios. Entonces ya todo se desmadra, aparece otro T-1000 (vestido de policía motorizado, para más gracia), Reese no entiende nada, pero sabe que el momento clave del “Día del Juicio” no será en 1997 sino en 2017. Así que, con una máquina del tiempo construida ad hoc, consigue viajar junto con Sarah, para reencontrarse con el Abuelo y descubrir que John Connor está allí y que ya nada es como se los habían contado. Reload Es interesante ver la evolución de Skynet: si en la “Terminator” original de 1984 la imaginábamos como una maligna supercomputadora, una HAL 9.000 en esteroides, en “Terminator 3: la rebelión de las máquinas” ya se nos revelaba en toda la potencia de su nombre (“red del cielo”), en tiempos del boom de Internet. A esta era de la multiconexión, “la nube” y demás, el embrión de Skynet es un sistema operativo global, el Genisys del título original. Quizás es de celebrar que la distopía tecnológica se mueva con nosotros y nuestro desarrollo, siempre un paso adelante. También es ingeniosa la vuelta que le han encontrado a los personajes, empezando por la explicación de un Terminator viejo (aunque logren montar un rostro de Arnold joven sobre el voluminoso físico de Brett Azar, para hacer al T-800 “nuevito”). Y dos o tres nuevas relaciones que se tejen: ¿Qué pasa cuando Kyle Reese se entera de que él es el encargado de poner la semillita para engendrar a su líder? Eso cambia las cosas con la Sarita. Y si en “Terminator 2” la máquina pasaba a ser el héroe, acá es la figura paterna: desde las fotos y dibujitos a la escena de los cargadores, un divertido juego de yerno y suegro. Y no puede faltar el modelo nuevo, extraoficialmente conocido como T-3000 esta vez conformado por alguna especie de nanotecnología recombinante que luce como viruta magnética, un poco al estilo de “Transcendence: Identidad virtual”. Updates Desde el elenco, la primera conquista es la recuperación del austríaco como protagonista, otro punto que la vuelve tercera en la saga. El ex gobernador se permite divertirse con un personaje que parece crecer en la comprensión emocional y al mismo tiempo es gracioso en su desconexión con el mundo humano, mientras juega con alguna de sus catch phrases (“I’ll be back”): personaje e intérprete se pertenecen ya definitivamente. El otro logro del casting, que tuvo una final reñida según se cuenta, fue la elección de Emilia Clarke como la nueva Sarah. Es que nadie como la Daenerys Targaryen de “Game of Thrones” puede meter tanto espíritu y vigor en ese 1,57 curvado de redondeces sugestivas y labios trémulos y guerreros: son 52 kilos de “pura heroína” (de la que no hace mal al organismo, sino lo contrario). Los dados del destino han puesto a Reese en un lugar central (la voz en off es suya aquí), y Jai Courtney logra estar a la altura de sus compañeros de trío, en la piel del guerrero del futuro. Completan el elenco Jason Clarke como un John Connor sin tantos ribetes de prócer (quizás elegido más por el devenir de la historia) y J.K. Simmons como el detective O’Brien, un policía medio pelotazo, obsesionado con robots y viajeros temporales. El final es abierto de nuevo, la carretera es soleada en vez de nocturna, y quedan varias puntas abiertas para una continuación. “La actualización ha concluido exitosamente”, dirían los sistemas operativos del presente.
Si una película quiere jactarse de inteligente, primero debe generar las herramientas narrativas que le permitan comunicar sus ideas a la platea. Caso contrario, lo que tenemos es un tren desbocado que ha perdido a los vagones atestados de pasajeros por el camino. Ese era un problema serio que tenía Primer, la cual es una película de ciencia ficción realmente briillante (era un innovador enfoque sobre viajes en el tiempo) pero cometía el grave pecado de ser soberbia y explicar con cuentagotas qué era lo que realmente pasaba. Todo el esquema de Primer se entiende después que uno terminó de ver la película, sacó una hoja y un lapiz, comenzó a armar esquemas de cómo cacso funcionaba la dichosa máquina del tiempo, y se tomó la molestia de revisionar por segunda vez la cinta. A Terminator Genisys le pasa algo parecido, con el agravante de que se trata de una película de acción. La gente que va a ver la última de Schwarzenegger no viene con lápiz y papel para sacar cálculos en el cine sino que quiere piñas, patadas, explosiones y una trama que se entienda. Es posible que el engendro temporal que el libreto plantea tenga su lógica (aunque a mí me parece que hay demasiadas cosas traídas de los pelos) pero, para el espectador común - y para el seguidor de la trama Terminator - va de lo abominable a lo indigerible. Es el momento en que el director pierde a su público y uno se sienta a contemplar el resto del espectáculo con completa indiferencia, sintiendo que toda esa historia se pasó tanto de rosca que se encuentra a miles de kilómetros por encima de su cabeza. Desde hace años la saga Terminator se encuentra en crisis. Yo soy de los pocos defensores de Terminator 3: Rise of the Machines - a mi juicio, la última película de la franquicia que realmente vale la pena -, la cual aún mantenía las características genéticas de la saga creada por James Cameron; pero después del filme de Jonathan Mostow, nadie tuvo la más minima idea de cómo proseguir con la serie sin la presencia de Arnold Schwarzenegger. Terminator Salvation tuvo la valentía de ir un paso mas allá, de olvidarse de las interminables persecuciones / viajes en el tiempo para matar a la familia Connor (construyendo su propia historia en un futuro devastado por los robots) pero, por otra parte, se metió en un berenjenal propio al poner a otro tipo - el Terminator con alma humana que componía Sam Worthington - como protagonista. Al menos hasta ese entonces tenías 4 filmes de Terminator que eran lineales y se podían seguir, pero... Es difícil determinar a quién le corresponde la culpa del desastre que resulta ser Terminator Genisys. ¿Es la obsesión de los productores por insertar con forceps a un envejecido Arnold Schwarzenegger como el robot de turno?. ¿Es la idea de hacer un reboot / secuela con ideas "bananas", como hizo J.J. Abrams con Star Trek, el Futuro Comienza - manoseando el pasado y metiendo nuevas versiones de personajes clásicos -?. Hay cosas realmente interesantes en Terminator Genisys - el robot enviado a proteger Sarah Connor a la temprana edad de 9 años; John Connor infectado por un virus que lo transforma en un Terminator que conserva su memoria humana; la idea de revisitar escenas de Terminator 1 y 2 pero con otros protagonistas / significados (Sarah Connor salvando a Kyle Reese; el conocimiento anticipado de que deben "procrear" para dar a luz a John Connor, etc) -, lástima que la historia implosiona a los 40 minutos de comenzado el filme porque Alan Taylor es incapaz de manejar una explicación creible para la generación de múltiples lineas temporales. Lo de Kyle Reese Begins - que él conocía desde chico que debía atacar Genisys en el 2017 - es algo tremendamente traido de los pelos; nadie explica quién fue el que mandó al primer Terminator a la infancia de Sarah Connor, y de dónde diántres sale Genisys (cuando Terminator 3 indicaba que Skynet era un sistema operativo de procedencia militar, cuando aquí figura que es una especie de Android asesino, desperdigado por todos los dispositivos informáticos del planeta, y presto para saltarle a la yugular de la humanidad ni bien quede on line). Por si fuera poco Emilia Clarke se ve demasiado adolescente y enana, a miles de años luz de la aguerrida Linda Hamilton de Terminator 2; la Clarke le pone actitud pero le falta físico, y ni siquiera tiene demasiada quimica con Jai Courtney, un flaco que tiene la desgracia de aparecer en franquicias moribundas como para terminar de matarlas - Die Hard 5, Divergente -. Lo que se dice, un yeta total. Si uno se despega del bodrio argumental de los viajes en el tiempo, Terminator Genisys resulta una película pasable, si bien indiferente. Arnold reaparece y tiene su cuota de latiguillos y momentos de gloria, pero parece demasiado relegado a ser un secundario en su propia franquicia. Arnie es la cereza del postre, lástima que éste no está bien condimentado y resulta mas soso que lo habitual. No hay una secuencia de acción mínimamente memorable en Terminator Genisys, ni siquiera un villano con presencia amenazante y, cuando el filme recrea escenas clásicas de Terminator 1 y 2, nos hace añorar el talento que James Cameron tenía cuando regenteaba la saga. Es dificil recomendar algo que resulta insatisfactorio. Quizás sea el momento de jubilar definitivamente a la saga, ya que pasaron demasiados años desde la última entrega y, si la espera solo ha servidor para madurar algo tan entreverado como ésto, mas vale dedíquense a rodar otras historias. Terminator Genisys es una pálida sombra de una franquicia memorable, y mas vale no continuar insultando su memoria. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/terminator-genisys.html#sthash.GVxdDIu8.dpuf
Saga Exterminada Judgement Day es un ancla difícil para cualquier secuela de Terminator, porque se trata de una de las mejores películas de acción de la historia del cine. Es inevitable que la segunda entrega en la franquicia se utilice como patrón de comparación. Dicho esto, todas las Terminator que le han seguido a Judgement Day debieron atravesar un denso umbral de expectativas, y esta quinta parte lejos está de ser la excepción, al auspiciar el tan esperado regreso de su protagonista estelar. Genesys ni siquiera arriba al mencionado umbral y es, seguramente, la peor Terminator a la fecha. Rise of the machines fue un intento de trilogía a pesar del abandono de su creador, James Cameron. Terminó siendo un refrito de escenas previas; una repetición formulada de la receta de Cameron que defraudó, pero con un mínimo de dignidad creativa. Terminator Salvation, en cambio, fue un relanzamiento conceptual de la saga que incursionó en el universo de Terminator por fuera de su mítico protagonista. A mi gusto, Salvation fue una muy buena película que no logró convencer a una audiencia extremadamente nostálgica y adicta a Arnold Schwarzenegger. A Genesys no le caben atenuantes. Es pésima. A falta de talento, giros en la trama. Genesys intenta lo imposible en materia argumental para justificar que Arnold vuelva a la pantalla y esquivar así las críticas de quienes sospechan del espíritu artístico del filme. La quinta entrega de Terminator recurre a variantes innecesarias en la historia, incluida la lamentable humanización del T-800, a la que, como si fuera poco, le sigue la robotización de John Connor. Eso, sin mencionar la terrible trivialización que ha sufrido el personaje de Sarah Connor, quien supo ser una heroína de una complejidad dramática importante y es ahora poco más que una adolescente que se tropezó con la misión de salvar al mundo. Genesys es una especie de T-800 enviada desde el futuro con la misión de destruir la saga Terminator, su historia y sus personajes. Es una empresa meramente comercial, disfrazada de película; un insulto a la inteligencia de todos los que descubrimos el cine de acción y ciencia ficción, en gran parte, gracias la visionaria proeza de James Cameron. Un fiasco difícil de digerir.
Cuando empezaron a surgir noticias de este proyecto y que Arnold estaría dentro, realmente me dio esperanzas, después de películas como mínimo flojas (Terminator 3: Rise of the Machine y Terminator 4: Salvations The Future Begins), creí que con la mano de Arnold y las lecciones aprendidas en las dos últimas entraríamos en una nueva trilogía con el pie derecho, lo que infelizmente no es el caso. Con la idea de ser un reboot y continuación al estilo de la nueva franquicia de Star Trek, la película empieza con hechos que nunca vimos en las otras. Cómo la resistencia consigue ganar a Skynet con ayuda de John Connor (Jason Clarke), que por lo que le pasó en la infancia (Terminator 1, 2 y 3) tiene conocimientos casi mesiánicos de lo que sucederá. En esta primera parte vemos a Connor con la ayuda de Kyle Reese (Jai Courtney), tomar de asalto una base especial de la Skynet, donde se encuentra la máquina del tiempo, donde se ve al T-800 siendo enviado al pasado con la misión de matar a Sara Connor (Emilia Clarke), siguiendo los acontecimientos de la primera película de 84 y bueno, obviamente, Reese se ofrece para enfrentalo y hacer el viaje en el tiempo, pero en el último instante pasa algo inesperado y cuando llega a 1984 descubre que Sara ya no es la mujer frágil que le contaba Connor, pero que es una guerrera entrenada por un exterminador que ella lo llama “papi”. Hasta acá todo bien, realmente la primera parte y principalmente cuando vez al T-800 llegando, con muy buenos efectos sobre el Arnold digital joven, la historia funciona. Toda la reconstrucción de las escenas del Terminator original es extraordinaria y te llevan a la nostalgia de cuando lo viste por primera vez. Después de acá lamentablemente todo se va para abajo, una cantidad de reviradas vueltas al pedo, para peor la mayoría de ellas entregada en los trailers. Schwarzenegger dijo en varias entrevistas que había más cosas importantes que no fueron mostradas, pero salvo un pequeño detalle al final, que claramente fue introducido para seguir haciendo más películas, todo el resto fue tirado en nuestras caras por el estudio, con eso le saca todo lo bueno del comienzo. Además los nuevos actores no convencen, por ejemplo, vos te imaginas una Sara Connor que fue creado por un Terminator de los 7 años de edad para que sea un soldado, lo primero que me vino a la mente fue Linda Hamilton en Terminator 2, y lo que vez en la pantalla es casi una adolescente irritante, que en ningún momento te transmite la fuerza y la determinación de Linda Hamilton. Jay Courtney no hace más que un personaje genérico. J.K. Simmons que ni el tiene idea de lo que esta haciendo ahí, totalmente desperdiciado. Jason Clarke en un papel, yo diría hasta injusto, por la manera en que el estudio trató el marketing de la película. Lo único que lo salva es cuando Alnord aparece en escena, realmente el carisma que tiene en pantalla es lo único que motiva a verla. Escenas de acción flojas, diría que en ese sentido el peor de toda la franquicia, mostrando un T-800 obsoleto salvando a Sara Connor de un enemigo tras otro, termina siendo un rejunte de homenajes a las primeras películas, que tira abajo nuestra esperanza de una nueva trilogía.
Ya se nos hizo costumbre despertarnos una mañana y enterarnos que Hollywood revivirá alguna franquicia de películas que haya tenido gran éxito, o cualquier película que haya sido exitosa en su época y sepan que puede generar plata. Hay en ocasiones que revivir una gran historia puede salir bien cosa pasó con las nuevas entregas del “Planeta de los simios” y “Terminator Génesis” podría funcionar. En esta nueva entrega, esta vez de la mano de Alan Taylor, que demuestra que como en “Thor:The Dark World” puede manejar la acción sin ningún tipo de problema y junto a su equipo de trabajo logra adaptar esta nueva versión al tono y a la mano de James Cameron. Durante toda la película Alan Taylor se encargó de mostrar guiños a las primeras dos películas que los fans de la saga reconocerán fácilmente.
La exitosa vuelta que no fue Todos queríamos que la nueva "Terminator" fuera un éxito y devolviera a la gloria a esta franquicia clásica. Lamentablemente eso no sucedió. Leí en algunas publicaciones previas a su estreno que Arnold Schwarzenegger le había dado con un caño a "Terminator Salvation" del director McG, la cinta más nueva de la franquicia hasta el momento. Bueno Arnold... debo decirte que "Terminator Salvation" le patea el trasero a esta nueva entrega que no sólo no logra entretener, sino que exhibe una falta de corazón e interpretación de lo que el público realmente estaba esperando ver. El director Alan Taylor ("Thor: El mundo oscuro") y los guionistas Laeta Kalogridis y Patrick Lussier le pifian bastante en el planteo de esta nueva historia. El salto temporal y el cambio en la historia original es un cachetazo a lo que hizo previamente, además de que a esta mecánica ya la habíamos visto en un formato parecido en "Terminator 3", que tampoco es una joyita del cine. Se entiende el tema de las referencias en diálogos o situaciones del film a las entregas más icónicas, pero eso no quita que ofrezcan algo verdaderamente nuevo y atractivo. Por momentos sentí que estaba viendo una versión alterna y mala de "Terminator 2". El uso de CGI, sobretodo para traer a la vida al joven Terminator con la cara de Schwarzenegger, resultó muy artificial y exagerado. Hablando en criollo, se ve muy trucho. Otra cuestión que me pareció funesta, fue revelar en los posters promocionales al villano principal. Es un spoiler ENORME, que le saca impacto al desarrollo de la trama. No se si esto fue culpa del estudio o la distribuidora, pero fue realmente un error. En general la trama no termina de atrapar. Ni la relación padre-hija que se plantea entre el T-800 y Sarah Connor, ni el protagonismo de Kyle Reese, ni el planteamiento del villano principal logran que la película enganche al espectador. Es como ver algunos destellos de lo grosas que fueron las dos primeras entregas perdidos entre una parafernalia de efectos especiales. No recomendable.