Alicia a través del espejo es la secuela de Alicia en el país de las maravillas, adaptación cinematográfica de la obra clásica de Lewis Caroll, dirigida por Tim Burton. A pesar de que pasaron varios años desde el estreno de su predecesora, y de que es James Bobin (Los Muppets) quien se hace cargo de la dirección en esta oportunidad, nada ha cambiado (decida usted, querido lector, si esto es bueno o malo) Alicia, no tan maravillosa En esta oportunidad, la historia comienza mostrándonos a nuestra heroína navegando los siete mares, a cargo de su propia embarcación. A pesar de los peligros que presentan las salvajes y traicioneras aguas, la vemos con los pantalones bien puestos a la hora de dirigir a su tripulación para salir airosa de los desafíos que presenta el álgido océano. Una vez en tierra firme, tendrá que lidiar con el dilema de comenzar una vida estable y “normal” junto a su madre, o seguir su sueño de ser capitana de alta mar como alguna vez lo fue su padre. Es en ese momento cuando es invitada nuevamente a ingresar, a través de un mágico espejo, al colorido y sin sentido país de las maravillas. Luego de reencontrarse con algunos de sus viejos amigos, descubre que el Sombrerero lleva varios días recluido en su casa, atormentado por un asunto del pasado. Alicia inmediatamente va a visitar a su fiel amigo y este le cuenta que ha encontrado un indicio de que su familia, a la cual daba por muerta, podría no estarlo después de todo. Es entonces cuando la valiente Alicia deja de lado la realidad y se embarca en una aventura donde tendrá que enfrentarse al mismísimo Sr.Tiempo (Sacha Baron Cohen) para regresar al pasado y resolver el misterio que aqueja al Sombrerero, y que hasta esta poniendo en riesgo su vida. Si en la entrega anterior se habían tomado muchas libertades a la hora de escribir el guion, en esta oportunidad fueron aun más libres. La historia es completamente nueva (se introducen nuevos personajes y tramas). Nada tiene que ver con la obra original, mas allá de las referencias a los personajes clásicos. Si por lo menos la propuesta fuese creativa, podría aceptarse sin chistar, pero lamentablemente ni siquiera eso. Es una lastima que se desperdicie la riqueza del material de base y se reemplace por una formula totalmente gastada, con todos los lugares comunes presentes en las más básicas películas infantiles. A este flojisimo guión no puede remontarlo ni la genial actriz Mia Wasikowska, ni los carismáticos Sacha Baron Cohen y Helena Bonham Carter (quienes ofrecen unas simpáticas actuaciones). Johnny Depp interpreta al Sombrerero, fiel a su estilo (ya no se si es bueno o malo) y Anne Hathaway, con un lenguaje corporal muy exagerado, le da vida a la Reina Blanca. En cuanto a estética, Bobin se mantuvo bastante fiel a su predecesora. El país de las maravillas es un mundo con colores sumamente saturados y repleto de un CGI que parece haber quedado a medio camino. Dejando de lado lo digital, el arte y el diseño de vestuario es hermoso. Recomiendo fervientemente no verla en 3D. No está aprovechado para nada. No hay un solo momento en que se justifique y logre producirnos algún tipo de sensación extrasensorial. Es más, confunde y no permite apreciar el gran diseño artístico de las escenografías, y puede ser la razón por la que el CGI no se ve tan cuidado. Conclusión Alicia a través del espejo arrastra lo peor de la entrega anterior y le suma más problemas al querer crear una trama desde cero que termina resultando innecesaria. El país de las maravillas hubiera resultado mucho más maravilloso con menos ambición visual y más ganas de contar una historia interesante. Menos es más.
En esta secuela de Alicia en el País de las Maravillas, nos encontramos con una Alicia (Mia Wasikowska) viviendo aventuras al mando de su barco “El Maravillas”. A su regreso de China se entera que su madre lo perdió todo en durante su ausencia y quien se encuentra detrás de esta desgracia es Hamish, su antiguo comprometido. Alicia, abrumada por los problemas, sobre los cuales no sabe que decisiones tomar, de repente nota la presencia de Absolem (Alan Rickman) y se topa con un llamativo espejo que servirá como un portal para volver a Infratierra. Allí se entera de que El Sombrerero (Johnny Depp) se encuentra deprimido, débil y a punto de morir. Tras recordar a su difunta familia que murió hace ya algunos años, él cree que ellos aún siguen con vida, pero nadie toma estas palabras como ciertas. Sólo hay una forma de saber las respuestas y para eso debe acudir al castillo de El Tiempo (Sacha Baron Coen) y obtener la cronoesfera, un objeto capaz de alterar el pasado y cambiar el curso de varios acontecimientos importantes. Tim Burton e el año 2010 fue el encargado de dirigir “Alicia en el País de las Maravillas (Alice in Wonderland)”, la versión live-action del clásico libro infantil escrito por Lewis Caroll, una adaptación algo alejada de su material original y dándole un tomo más oscuro (habitual en su carrera cinematográfica) y siendo la patada inicial en cuanto a adaptaciones del mismo estilo, seis años después nos llega su secuela. Burton pasó de ser el director a productor en esta nueva entrega, el encargado de dirigir esta segunda parte es James Bobin (Los Muppets) quien aporta algo de frescura a la historia, alejándose del tono oscuro de Tim Burton. La película está plagada de impresionantes efectos especiales y paisajes llenos de colores haciendo lucir el 3D de la mejor manera posible, uno de ellos él es castillo de El Tiempo, con los segundos y minutos, en cuanto al guión deja mucho que desear tomando, tomando pocas referencias del libro en que se basa y haciendo de ello algo muy predecible. Danny Elfman, fiel colaborador de las obras de Tim Burton retoma su puesto para ofrecernos sus perfectas composiciones en cuanto a la banda sonora de la película. Al final del film se le dedica unas palabras a la memoria de Alan Rickman quien murió a comienzos de este año. Lo bueno: Johnny Depp con su caracterización de El Sombrerero, las escenas en el castillo de El Tiempo, Danny Elfman en la banda sonora, los efectos especiales que rodean la película. Lo malo: El guión es algo pobre y por momentos confusos.
Llega la secuela del gran éxito de Tim Burton, pero esta vez se nota muchísimo su ausencia. “Alicia en el País de las Maravillas” (Alice in Wonderland, 2010) no es una obra maestra, ni mucho menos, pero tiene cierto encanto, una historia “feminista” de fondo, algunos personajes entrañables y el toque inconfundible de Tim Burton. Nada de esto se mantiene, ni mejora, con “Alicia a Través del Espejo” (Alice Through the Looking Glass, 2016), secuela que ahora dirige James Bobin –responsable de las últimas aventuras de Los Muppets-, cuyo único objetivo parece ser la parafernalia visual y seguir embolsando un montón de dólares. La película de Burton se transformó en un éxito rotundo y abrió las puertas para un sinfín de adaptaciones live-action de clásicos infantiles, en la mayoría de los casos correctas, pero muy intrascendentes cuando las comparamos con sus predecesoras animadas. “Alicia a Través del Espejo” es, incluso, un retroceso y una odisea bastante más aburrida que la primera entrega donde la protagonista es una mera excusa para contar los infortunios de otros personajes que la acompañan. Arrancamos en la Londres de 1875 donde Alice Kingsleigh (Mia Wasikowska), convertida en la capitana de Maravilla –el barco de su padre-, regresa al hogar tras sus travesías por el mundo. La empresa para la que “trabaja” ha pasado a manos de su ex prometido, que le asegura un futuro menos aventurero a cambio de salvar la casa hipotecada de su madre. La chica no se queda por mucho tiempo a sopesar sus opciones, porque pronto descubre un espejo mágico que la transporta, una vez más, hacia el País de las Maravillas. Bastante entusiasmada de poder volver a ver a sus amigos, pronto decide aceptar una peligrosa y casi imposible tarea: viajar hasta la fortaleza del Tiempo (Sacha Baron Cohen) y robar la Cronósfera, un aparato que le permitirá viajar al pasado y descubrir que sucedió con la familia del Sombrerero (Johnny Depp), que está más loco que nunca y enfermo por la pena. De esta manera, Alice debe afrontar una carrera (literal) contra el tiempo para ayudar a su mejor amigo, intentar cambiar algunas cosas, y evitar que Iracebeth (Helena Bonham Carter) –la ex Reina Roja- obtenga la Cronósfera para utilizarla en sus propios y maquiavélicos propósitos. Así conocemos el pasado de los verdaderos protagonistas de esta historia, adornados de un sinfín de efectos especiales, mucha pantalla verde y melodrama que aburre más de lo que entretiene. La chica del título es sólo una guía turística en esta aventura fantástica que, además de perder la novedad, extravió el Norte de los clásicos relatos de Lewis Carroll. Nos venden un villano como el Tiempo -un Sacha Baron Cohen bastante contenido y de lo más rescatable del film- que no lo es tanto, una historia de venganza entre hermanas que resulta más trillada que la novela de la tarde, y los insoportable manierismos de Johnny Depp que aburrieron una década atrás por culpa de este tipo de personajes repetitivos. A pesar de la verborragia visual, la estética sigue siendo lo más atrayente de esta entrega, lo único que maravilla en un relato plagado de subtramas familiares que deja a la propia Alicia fuera de la ecuación y sólo la recupera a la hora de dar un cierre y otorgarle una moraleja a esta adaptación literaria. Al menos Burton invertía en los personajes, arquetipos bien delimitados. Bobin y el guión de Linda Woolverton (Maléfica) ni siquiera se preocupan por ellos como para lograr que nosotros hagamos lo propio. “Alicia a Través del Espejo” es básica, colorida, puramente infantil y sumamente aburrida para el adulto que busca algo más (algo mínimo) que un despliegue sin fronteras de efectos realizados por computadora. Lo único que logró conmoverme, la dedicatoria a Alan Rickman en los títulos finales.
Un espejo con dos caras. Luego de la fallida Alicia en el País de las Maravillas, dirigida por un Tim Burton, desentendido de su esencia y de su peculiar y brillante visión cinematográfica, llega la secuela Alicia a Través del Espejo, en este caso dirigida por James Bobin (Los Muppets), corriendo una suerte similar a su antecesora. Basada en el poderoso libro de Lewis Carroll, el film se aleja un poco de la columna vertebral que sostenía el texto, una partida de ajedrez más que interesante, la cual en esta entrega solo se presenta en la escena inicial donde Alicia se sumerge nuevamente en el País de las Maravillas para cumplir una nueva misión. Luego de recorrer los mares en el barco Wonder, Alicia regresa a su casa y junto a su madre asistirán a una fiesta en la mansión de Lord Ascot, aquel desagradable muchacho que le había propuesto casamiento anteriormente. En esta ocasión, apremios económicos presionan a Alicia a tener que vender su barco y dedicarse a trabajar en la empresa del nefasto Ascot. Algo imposible de imaginar para una persona que insiste con pensar seis cosas imposibles antes del desayuno y a quien solo le interesa vivir una vida embebida en imaginación y maravillas. Como no podía ser de otra manera, se encuentra con Absolem, ahora convertida en una mariposa bellísima, quien la guía hacia un espejo mágico, el cual será el acceso directo para volver a Wonderland, donde se encontrará con todos sus viejos amigos, el Conejo Blanco, el Gato Sonriente, Lirón, la Liebre, los Tweedles, la Reina Mirana y el Sombrerero Loco (quien, en esta oportunidad, ha perdido toda su locura y alegría). Y aquí es donde la historia da un giro que nada tiene que ver con el libro del cual toma su nombre, y todo se convierte en un viaje demasiado fugaz y con poco sustento dramático. El Sombrerero está convencido de que su familia está viva y Alicia será la única que crea que esto es posible, por lo que deberá viajar a la fortaleza donde vive “El Tiempo“, una persona mitad humano mitad reloj (interpretado por Sacha Baron Cohen), dueño de la cronosfera, un artilugio que permite viajar en el tiempo, el cual Alicia deberá robar para dar inicio a su viaje al pasado. Allí también volverá a encontrarse con su supuesta enemiga, la Reina Roja, nuevamente interpretada por Helena Bonham Carter, quien en esta ocasión parece ser un personaje más de relleno para lo que la historia quiere contar, y su línea argumental resulta demasiada forzada (al igual que su desenlace). Desde allí todo se reducirá a una vuelta de tuerca a otra anterior, a algunos chistes repetidos sobre el paso del tiempo -o la carrera contra el tiempo- que no alcanzan para sugerir esbozo de sonrisa, y al cliché ya utilizado/ desgastado por el cine sobre la idea de que volver el tiempo atrás solo puede traer nuevos inconvenientes y que por más que lo intentemos el pasado no puede modificarse, convirtiendo algunas escenas en metáforas y moralejas pobres que bordean lo ridículo. Las actuaciones de todo el reparto en general son buenas, pero más que nada debido a que no se les plantea a los actores en ningún momento un desafío interpretativo que implique un trabajo preciso; cabe mencionar que en esta entrega el personaje del Sombrerero (interpretado por Johnny Depp) parece ya una caricatura y pierde la originalidad que poseía en la primera entrega de Alicia. Lo que si mejoró y mucho, entre ambas películas, es la calidad de los efectos visuales: no cabe duda que el trabajo de producción es magnífico y cada escena es un deleite visual cuando de deslumbrar se trata, el infortunio de esta mejora es que paralelamente remarca que el film brilla de manera visual en lo que palidece en términos de argumento. Existe una coherencia estética que se mantiene en ambas entregas, incluso podría pensarse en un mismo director dirigiendo ambas, porque no existe nada significativo que destaque la mano de un nuevo director a cargo. Se brinda un espectáculo en líneas generales entretenido aunque excedido en duración, no obstante aquello que se vuelve casi imperdonable es que, luego de ser testigo del flamante viaje de Alicia una y otra vez al pasado, el final del film nos encuentra casi en el mismo lugar en que iniciamos: no hay un crecimiento de los personajes, un aprendizaje que haya valido la pena, y el correrse tanto del origen literario resulta ser una muy mala decisión. Siguiendo el interés por nunca renunciar a los imposibles, por mantener la magia en cada situación que la vida nos presente, Alicia a Través del Espejo se resume en una infinidad de buenas intenciones que no logran dar con un resultado óptimo, al nivel del magistral texto escrito por Carroll.
Extrañando a Tim Burton Alicia a través del espejo repite gran parte del equipo actoral y artístico de Alicia en el país de las maravillas (2010). El único de los grandes nombres que falta es el del director Tim Burton, y su ausencia se nota demasiado. Película con poca vida, arbitraria e insustancial, esta secuela es quizá uno de los puntos más bajos de los estudios Disney en los últimos años. La historia retoma las vivencias de Alicia ya convertida en una capitana de barcos, pero eso importa poco. El núcleo fuerte del film comienza cuando ella ingresa al mundo mágico del Sombrerero Loco y compañía atravesando el espejo del título. Lo que en encuentra del otro lado es al personaje de un cada día más caricaturesco Johnny Depp al borde de la muerte, situación que la obligará a lidiar con Tiempo (Sacha Baron Cohen) para intentar retroceder al pasado y remendar un par de situaciones familiares. Que el encargado de regir la voluntad del tiempo se llame Tiempo es uno de los primeros síntomas de un film bombástico, ruidoso, mecánico, forzado, escasamente armónico y sobre todo discursivo como pocos. James Bobin (Los Muppets) no apuesta al surrealismo visual ni mucho a ampliar el universo creado por el director de El joven manos de tijera y El gran pez, sino que, por el contrario, elige limitarlo reduciendo todos los conflictos por la vía fácil de los asuntos familiares no resueltos. Ese recurso facilista está bien en línea con la idea de convertir las imágenes en meras ilustraciones de un guión de hierro y preocupado únicamente por sostener la atención del espectador a fuerza de explicaciones, cortesía de la guionista Linda Woolverton, a la postre la máxima responsable del film. Burton volvé, estás perdonado.
Después de Alicia en el país de las maravillas (Alice in Wonderland, 2010), James Bobin toma el lugar de Tim Burton para dirigir la secuela de una historia basada en los libros de Lewis Carroll. Alicia a través del espejo (Alice Through the Looking Glass, 2016) presenta el elenco original, precedido por Johnny Depp, Anne Hathaway, Helena Bonham Carter y Mia Wasikowska. Ahora Alicia (Mia Wasikowska) es capitana del barco que heredó de su padre, actividad que realiza con pasión. Su madre no desea que su hija permanezca toda su vida en alta mar y tiene otros planes pensados para ella. Pero cuando la joven se entera se niega y, al igual que en la primera parte, se refugia en el país de las maravillas. Al atravesar un espejo se reúne con sus antiguos amigos, entre los que se destacan la Reina Blanca (Anne Hathaway) y el Sombrerero loco (Johnny Depp), quien está triste porque quiere recuperar a su familia que murió hace muchos años. Si bien Alicia al comienzo no le cree, después decide ayudarlo y emprender una aventura hacia el pasado en la que se encuentra con el Tiempo (Sacha Baron Cohen) y la Reina Roja (Helena Bonham Carter). Bobin logra una película que sigue la línea de su antecesora. Imágenes coloridas, fantasiosas y dinámicas conforman un argumento en el que el público se inmiscuye sin demasiados cuestionamientos. Porque aquellos que eligen esta clase de películas esperan ver, justamente, lo que Disney y su mundo extraordinario les ofrece. Deep, Hathaway y Bonham Carter realizan una gran interpretación, manteniendo las características sobresalientes de sus personajes. Mientras Wasikowska compone a una Alicia más adulta y Baron Cohen se une a este elenco con una buena actuación. Además, emociona escuchar la inconfundible voz del recordado Alan Rickman como Ábsolem. La excelente realización de los efectos visuales permite que el resultado del film sea óptimo. Y lo mismo ocurre con la escenografía, el vestuario y el maquillaje. Alicia a través del espejo no decepciona. Por el contrario, consigue que espectador viaje a un universo mágico junto a la protagonista y viva con ella los sucesos por los que atraviesa. Una oportunidad para alejarse de la realidad y aventurarse en un escenario tan extraño como encantador.
LUJOSO PERO NO MÁGICO En este film Tim Burton es solo uno de los productores y el director James Bobin y la guionista Linda Woolverton. La creatividad y la fantasía de Lewis Carrol solo es una excusa para tomar a sus personajes y meterlos en una aventura con un ojo puesto en el negocio. Esta construida sobre grandes efectos especiales recargados donde se logra espectacularidad pero no magia, la gran ausente. Alicia vuelve para salvar de la depresión a su amigo el sombrerero loco, porque sabe que su familia vive y no la puede salvar. Por eso viaja a través del tiempo, una parafernalia ruidosa de efectos y deja lo mejor para la historia de Helena Bohan Carter y su transformación en maldita. Si se la ve como un entretenimiento para chicos vale, pero todo lo que provoca el libro de Carroll no está. Mucho maquillaje, color, vértigo, nombres rutilantes (Johnny Depp, Anne Hattaway, Mia Wasikowska), envoltorio lujoso.
Referencias a Lewis Carroll muy remotas. En Alicia a Través del Espejo (2016) Tim Burton se corre de su rol de director para desplazarse a la producción. El relato comienza donde nos dejó Alicia en el País de las Maravillas (2010), con la protagonista como capitana del barco Wonder (“Maravilloso”), que también puede remitir al verbo “preguntarse”, ya que si hay algo que no le falta a Alicia es la curiosidad. A diferencia del film anterior, en esta oportunidad el relato se preocupa por precisar el contexto histórico, marcado en 1874 en el Estrecho de Malaca y luego en Londres en 1875. Continúa el rechazo de la protagonista contra la institución del matrimonio, a favor de su independencia, e incluso se critica a otras instituciones como las psiquiátricas. Con frases como “ser capitana no es un trabajo para una mujer”, y con el diagnóstico médico de “histeria femenina” ante las conductas contrahegemónicas de Alicia, en el film se critica a la sociedad de aquel entonces (elementos que serán acentuados también desde el vestuario oriental y circense que viste Alicia en una fiesta de la alta sociedad, que la diferencia de los personajes canónicos de su contexto). Con respecto a la actuación de la protagonista, Mia Wasikowska, desde la película anterior celebrábamos que no se eligiera a la típica joven bonita rubia de ojos claros (a diferencia de lo que sucedía en la versión clásica de 1933), pero su actuación resultaba decepcionante. En contraposición aquí su interpretación ha mejorado bastante, pues parece haberse asentado en el personaje. La trama de Alicia a Través del Espejo profundiza especialmente en la piscología de los personajes del Sombrerero Loco (Johnny Depp) y la reina Roja (Helena Bonham Carter) -acompañada esta vez de servidores que remiten a los retratos barrocos de personas, hechos con las formas de verduras y frutas, del pintor italiano Giuseppe Arcimboldo- y para ello se hace referencia al pasado familiar de ambos, incluso se llega a explicar la razón del gran tamaño de la cabeza de la reina de corazones. El film trae a colación dos metáforas bastante recurrentes y comunes con respecto al tiempo y su circularidad. Por un lado, mediante un Absolem convertido en mariposa, como metáfora de la circularidad de la vida, al igual que la “cronosfera” que le permitirá a Alicia viajar en el tiempo. Por otro lado, el isomorfismo del reloj ligado a los latidos del corazón del personaje de Sacha Baron Cohen, El Tiempo, el cual combina lo mecánico y el cuerpo humano (quizás como ruptura del dualismo cartesiano). Sin embargo, el personaje de Cohen resulta algo estereotipado y nos remite a su inspector en La Invención de Hugo Cabret (2011). El resultado es un relato anacrónico y poco osado con varios vaivenes temporales, cuya moraleja es que el pasado no puede cambiarse, pero podemos aprender de él. Si bien es sabido que las trasposiciones siempre van a tener similitudes, y por sobre todo diferencias, ya que hablamos de dos lenguajes artísticos diferentes, hay mejores realizaciones que otras y las de esta saga de Alicia (a cargo de la misma guionista, Linda Woolverton) no son precisamente notables, aunque combinan elementos de ambos libros. Además, suponiendo que la obra literaria sea sólo un punto de partida para la inspiración, como sucede aquí (la historia se desvía por completo de la temática del libro homónimo), la narración se queda a mitad de camino sin resultar lo suficientemente entretenida ni mucho menos profunda. La versión animada de 1951 sigue siendo la más destacada de las tres de Disney. Lo más interesante de estas dos últimas películas es su belleza estética en cuanto a los decorados, el maquillaje y el vestuario, los cuales nos otorgan un deleite visual de ensueño. Otro elemento atractivo es la arquitectura fantástica pensada -desde su estructura y texturas- con muchísimo detalle y siempre vinculada a la psicología de los personajes, como es propio del universo de Burton. Sin embargo, si nos ponemos minuciosos y con ojos expertos, el maquillaje estaba mejor logrado en el film anterior o quizás más cuidado desde la postproducción. Si bien Burton coloca en su equipo una vez más al compositor musical Danny Elfman, éste tampoco se destaca como sí en otras producciones. Esperamos entonces con ansia la dirección de Burton en Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children (2016), a estrenarse en octubre en nuestro país: ojalá su esencia y genialidad estén de regreso. En cuanto a la literatura de Lewis Carroll, no nos queda más que esperar por nuevas trasposiciones que nos sorprendan y exploten el potencial único de su obra.
En el año 2010 el estreno de Alicia en el país de las maravillas significaba para Disney, y para la industria de Hollywood en general el inicio de una “moda” sobre adaptaciones de cuentos clásicos infantiles en un tono y estética más adulto. Seis años después llega su secuela, la cual a la vista de los resultados podría estar indicando un profundo desgaste de la fórmula. No nos confundamos, la novela de Lewis Carroll adaptada muy libremente en el primer film tuvo también una secuela, precisamente llamada A través del espejo y lo que Alicia encontró allí. Parte de la historia de ese libro se veía dentro de la primera película. En esta oportunidad, salvo algunas referencias escénicas el camino que se tomó es totalmente diferente, nada hay aquí de la segunda novela; es más, nada hay de Lewis Carroll. Alicia (Mia Wasikowska) ahora ya es toda una capitán de barco, a bordo del Maravilla recorre los océanos buscando intercambios de todo tipo. En su regreso de China, se entera que puede perderlo todo, su madre (Lindsay Duncan) ha hipotecado la vivienda y la única manera de librarse de la “condena” impuesta por el rencoroso Hamish (Leo Bill) es entregar su barco y olvidarse de la capitanía pasando a ser una empleada administrativa. Presionada por la situación, Alicia hallará un nuevo escape reingresando a la Tierra de las Maravillas, esta vez traspasando un espejo. Una vez dentro de su fantasía, la joven se enterará que El Sombrerero (Johnny Depp) está muriendo de tristeza, cree que sus desaparecidos padres, víctimas de una tragedia, están vivos y que solo Alicia puede regresarlos. Nada es imposible, Alicia descubre la existencia de la Cronoesfera en posesión de un personaje llamado Tiempo (Sacha Baron Cohen), y necesita robársela para regresar el tiempo e impedir la tragedia de los padres del Sombrerero. Hay más, Tiempo está siendo somerito por Iracebeth (Helena Bonham Carter), la pérfida Reina Roja, para poder utilizar la cronoesfera a su favor y cambiar los hechos que la llevaron a su situación actual. El guión creado por Linda Woolverton no se ahorra dar una y mil vueltas, aparecen (casi) todos los personajes de la película anterior y le agrega viajes temporales e idas y vueltas a una Tiera y la otra ¿Significa esto una complejidad del material? Alicia a través del espejo carece de novedad, todo lo que vemos, incluso una cronoesfera, ya se ha visto anteriormente. La presencia del tiempo como elemento trascendental es remarcada una y otra vez impidiendo la sorpresa sobre lo que puede llegar a venir. Varios de esos giros son los tradicionales de toda secuela, como el conocer nuevas aristas o historias de trasfondo de los personajes ya familiarizados de otro modo. Para acrecentar esta falta de originalidad el cambio en la dirección no mejoró el panorama. Si Alicia en el país de las maravillas es una de las películas más estándar de Tim Burton, su remplazo por James Bobin (Los Muppets) ofrece algo totalmente falto de inspiración. Aún bajo las órdenes del gigante Disney, Burton se las había ingeniado para transmitir algo del universo de sus películas y mezclarlo con algo de la demencia de los libros de Carroll. Nada de eso encontramos esta vez, A través del espejo es lo que se conoce como una película de productores, en donde la mano del director se encuentra casi nula. Todo el desparpajo que Bobin supo imprimir en los Muppets (aunque la secuela guionada por él sea menos irreverente), Flight of the Concords y en los shows de Ali G, parece haber desaparecido dejando lugar a una aventura que se sigue con interés pero que puede adivinarse todo su curso desde que su premisa general queda establecida. Esa carencia de creatividad también se transmite al rubro interpretativo, en el que los actores ya conocidos repiten cual fórmula lo que hicieron en el anterior film pero en menor medida (algo muy notorio en Depp y Bomhan Carter) y las nuevas adquisiciones se encuentran acotadas por un guión que no les permite desarrollarse correctamente. Hablamos de un film entretenido, con un gran despliegue de efectos, que pone todas sus fichas a entrar por los ojos (aunque no hay nada sorprendente), y que mantiene su interés constante en sus casi dos horas. Pero la sensación de ser algo menor es latente. Se podría decir como excusa que es un producto para un público infantil, lo cual iría totalmente a contramano de los conceptos ideados por Carroll de entregar una historia que puede ser apreciada por el público menudo sin necesidad de menospreciarlos y otorgándole el beneficio de la suficiente inteligencia al lector/espectador. Alicia a través del espejo transmite desgano, presión en realizar una secuela de algo que quizás no lo necesitaba y que solo obedece a la regla de exprimir la fórmula del éxito. Los innecesarios remarcados, la monotonía disimulada con un ritmo de carrusel, y la permanente sensación de esto ya haberlo visto; así parecen dejarlo claro.
Si “Alicia en el país de las maravillas” (USA, 2010) fue el proceso con el que Tim Burton acercó a las nuevas generaciones la historia de Lewis Carrol, quebrando la hegemonía que el clásico animado de Disney tuvo hasta el momento, “Alicia a través del espejo” (USA, 2016) profundiza el universo imaginado por Burton, en una secuela dirigida por James Bobin a la altura de las circunstancias. Retomando el relato desde la partida de Alicia (Mia Wasikowska), con la que finaliza la primera entrega, en su nuevo rol de Capitana del barco Maravillas, asistiremos en el arranque a una dramática situación en la que deberá, de alguna manera, proteger el navío tras el asedio por flotas piratas que desean quedarse con el bote y la carga que lleva. Eludiendo esto, y demostrando una vez más su alta capacidad de liderazgo, improvisación y resolución (rasgos que la definen) Alicia regresa con toda la información que sumó en su viaje alrededor del mundo a su hogar, pudiendo conocer culturas lejanas y ancestrales, que una vez más la conforman como la aguerrida y experimentada mujer de mundo que siempre soñó ser. Pero al volver, su experiencia no tendrá tiempo de ser transmitida, ya que algunas cuestiones le entorpecen su continuidad como triunfante y exitosa capitana, ya que el morir el dueño de la empresa para la que trabajaba, su hijo, el detestable Hamish (Lord Bill), ex candidato de la joven, le tiene planeado para ella algunas sorpresas desagradables. Entonces Alicia, desbordada por la situación decide incurrir, casi sin explicarse cómo, una vez más, en ese país en donde ella tiene un particular trato con los demás, alejada de cualquier intento por quitarle el barco de su padre, hipotecar su casa y mucho menos, perder su puesto como líder y ubicarla en una oscura oficina siendo relegada a tareas administrativas. En el ingreso al país de las maravillas, a partir de la inmersión en un gigantesco espejo, Alicia podrá ayudar a los miembros del reino, sabiendo inconscientemente que en ese ayudar a estos personajes también ella podrá redescubrirse y definir la magnitud real de sus sueños. El sombrerero amenazado por recuerdos de su familia, la que fue diezmada por una orden de la irritante reina de corazones (Helena Bonham Carter), será al primero que asistirá, teniendo que correr una carrera contra el tiempo, literal, luchando con Tiempo (Sacha Baron Cohen), el nuevo aliado de la reina cabezona, para poder regresar al pasado de su amigo y así poder revertir la situación en la que se encuentra. Y en el camino Alicia descubrirá que nada será fácil, y que tan sólo ese volver le permitirá conocer detalles determinantes para el futuro presente, mucho más importante que cualquier movimiento pensado de fichas que cambien el destino de sus amigos. Bobin impregna de dinamismo el relato, apoyándose en un guión que utiliza el punchline como manera de poder construir el sentido lúdico de la historia. Los efectos especiales y las animaciones de CGI, además, le permiten emular detalles que Burton había pensado para la primera entrega y que aquí poseen continuidad. “Alicia a través del espejo” es un entretenimiento familiar que funda su origen con guiños a otros referentes del género como “Oz” o “El mago de Oz”, pero que puede además trascender la propuesta con su colorido despliegue de imágenes y simulaciones que cada día hacen más verosímil la saga.
Publicada en edición impresa.
Crítica emitida por radio.
A diferencia de la película anterior dirigida por Tim Burton, que estaba inspirada en el relato original de Lewis Carroll, Alicia a través del espejo sólo toma el título de la segunda novela que se publicó con este personaje para presentar una historia original. El nuevo film dirigido por James Bobin (Los Muppets) presenta un tono muy diferente a lo que fue la producción del 2010. Bobin se alejó por completo de las ambientaciones tenebrosas de Burton para desarrollar una continuación que está más en sintonía con el viejo cine live action de Disney. El director apostó a una puesta en escena más colorida y luminosa que contribuyó a darle a la película su propia identidad. Reaparecen casi todos los personajes del film previo pero en este caso intervienen en una propuesta de fantasía diferente. En esta oportunidad Alicia no participa de grandes batallas épicas, sino que termina involucrada en un conflicto de viajes en el tiempo que contribuye a desarrollar las historias personales de El sombrerero loco (Johnny Depp) y La Reina Roja (Helena Bonhan Carter). Una vez más Mia Wasikowska se carga toda la película en sus hombros y lleva muy bien esta versión más rebelde y feminista de Alicia. Ella es la gran figura de esta película mientras que Deep y Bonhan acompañan en roles más secundarios donde tienen poco para hacer. La nueva incorporación del reparto es Sacha Baron Cohen como El señor del tiempo, un personaje que parece salido de la saga literaria de El mago de Oz más que del universo de Alicia. Desde los aspectos técnicos la película es espectacular y el director Bobin logra mantener la emoción de la historia con muy buenas escenas de acción y aventuras. Se destaca especialmente la secuencia inicial que presenta a la protagonista como la capitana del barco de su padre, donde el film trae al recuerdo los viejos clásicos de aventuras de Disney como 20 mil leguas de viaje submarino y en especial Los hijos del Capitán Grant. Alicia a través del espejo seguramente no quede en el recuerdo entre los mejores estrenos del año pero es una muy buena propuesta de fantasía que al menos brinda una continuación digna del film original realizado por Tim Burton.
En este momento Disney se encuentra en varias etapas de producción de diferentes proyectos que adaptan sus clásicos animados a películas live action, desde La Bella y la Bestia cuyo tráiler recién salido está rompiendo todo pese a no mostrar prácticamente nada hasta nuevas versiones de Pinocho, Dumbo, Peter Pan, Aladdin, entre otros. Los antecedentes son brillantes porque tanto a La Cenicienta (2015) y Maléfica (2014) les fue genial, pero todo comenzó con Alicia en el País de las Maravillas (2010) y por lo tanto este estreno sirve mucho como termómetro porque es la primera secuela que hacen de este tipo. Lo que me pasó con este film es que no me sorprendió en lo más mínimo en ningún aspecto, cosa que la película original si había hecho desde lo visual y en cierto punto también con la vuelta de tuerca de la historia. Me parece que daba para que se la jugasen un poco y exploraran un aspecto romántico entre Alicia y El Sombrerero en lugar de la premisa que se maneja. ¿Se nota que Tim Burton no está sentado en la silla de director? La verdad que si porque es el mundo al cual él le dio forma y los personajes que él dio vida, son sus diseños y aquí están manejados por otra persona. No es que James Bobin, quien viene de dirigir las últimas películas de los Muppets, haga un mal trabajo porque no es así pero le falta un poco de personalidad pese a que hay muy buenas secuencias. El cast vuelve prácticamente en su totalidad pero con principal énfasis en Johnny Depp y Mia Wasikowska. Pero aquí me parece que su Alicia se encuentra más forzada desde lo argumental y la actriz queda un poco expuesta por momentos. Sin embargo me gustó que se explorara un poco la relación entre las reinas pero más que nada por los personajes encarnados por las geniales Helena Bonham Carter y Anne Hathaway. Por otro lado, la habilidad cómica de Sacha Baron Cohen está totalmente desaprovechada. En definitiva, Alicia a través del espejo es una secuela pobre en comparación pero que ofrece buen entretenimiento para los más chicos.
Alicia en el mar Alicia a Través del Espejo (Alice in Wonderland: Through the Looking Glass, 2016), dirigida por James Bobin, es la continuación de Alicia en el país de las maravillas (Alice in Wonderland, 2010) de Tim Burton, quien esta vez oficia sólo de productor. Los mismos personajes reaparecen para un viaje fantástico hacia lo imposible. El tiempo es el elemento central, y si bien la trama se mece entre subidas y bajadas que la hacen inestable, su fuerza está en su impresionante aspecto visual, digno de toda aventura. Alicia (Mia Wasikowska) es capitana del Wonder, el barco que le dejo su padre de herencia con el cual se dedica a dirigir expediciones a países lejanos como China. Alejada de la tradición que marca la vida de las mujeres de 1875 en Londres, su madre intentará que vuelva a una vida "normal" dominada por los nobles. Inconforme Alicia se encuentra con una habitación donde hay un extraño espejo que al cruzarlo la lleva de regreso con sus antiguos amigos. Ellos están en la hora del té, pero consternados pues el “Sombrerero loco” (Johnny Depp) ha perdido su locura alegre, y en cambio está sumido en la tristeza por un sueño imposible: cree que su familia sigue viva, cuando creía que habían muerto. Ante eso está muriendo de tristeza y entonces su fiel amiga Alicia tendrá que salvarlo, y para ello debe viajar en el tiempo y evitar que los padres del sombrerero mueran. El relato es atrapante desde su inicio, voraz con una Alicia mucho más madura y valiente y un Johnny Depp en un gran nivel actoral. Sin duda se percibe como los elementos burtonianos tienen un conductor diferente, algo que resulta extraño y menos interesante. La idea de viajar en el tiempo es atractiva pero el artificio para consumar ese viaje resulta muy simplista. De igual manera la presentación de los personajes y el humor resultan efímeros, justo donde el mundo de Tim Burton manejado por el propio Tim Burton hubiera tenido un mejor resultado. Aunque cabe señalar, paradójicamente, que son sus personajes los que sostienen la película: Salen a lucirse para que el aire de cuento mágico permanezca firme con encanto y suspenso, en especial en esa parte final donde ayudan a que Alicia salve al mundo de un pasado perdido luego de que la Reina Iracebeth (Helena Bonham Carter) obrase mal. Una secuencia increíble a plena emoción con una técnica impecable. Pero esta versión de Alicia requiere de su antecesora, tanto que solo la noción de secuela no le basta siendo una simple continuación de la anterior. Sin embargo, no desilusiona pues tiene momentos loables y muy buenas alegorías, moralejas a veces exageradas y otras bien trabajadas, sobre todo la que refiere al tiempo. Una idea ingeniosa, lo mismo que el uso del mar como elemento presente para viajar al pasado. Y así como el oleaje marítimo, la película sucumbe a tempestades y mares tranquilos, pero siempre sale a flote. Mia Wasikowska, también en un alto nivel, se pone la película al hombro y hace que se mantenga la fantasía intacta.
Sin estar a la altura del material clásico en el que se inspira, "Alicia a través del espejo" es un film que resulta lleno de fantasía, pero vacío de magia. [Escuchá la crítica completa]
Extravía la emoción y la imaginación de Lewis Carroll La secuela es mejor que la original, definitivamente. La "original" fue la catastrófica Alicia en el país de las maravillas dirigida por Tim Burton, una película burocrática, sin brío, enferma de efectos digitales. Sin embargo, por más que estemos ante un paso adelante, la película de James Bobin -el héroe que recuperó a Los Muppets para el cine- no puede con el peso de Burton, de Johnny Depp, del guión de Linda Woolverton (Maléfica). La secuencia final del mundo maravilloso nos muestra largamente a los personajes huyendo meramente de un efecto digital interminable, sin emoción, sin verdadero movimiento. No queda mucho más que eso a esas alturas, porque la película se desintegró en un mar de explicaciones: a cada paso de Alicia y los otros personajes -e incluso cuando están sentados y acostados- se suceden aclaraciones, instrucciones de uso y reflexiones enteramente explícitas sobre el tiempo, más algunos chistes sobre el mismo tema y el personaje Tiempo, por una vez un triunfo actoral de Sacha Baron Cohen, expansivo esta vez con sustento y lógica, con una pasión ausente en el resto del elenco, a excepción de la protagonista Mia Wasikowska y del trabajo de voces de Stephen Fry y Alan Rickman. Fry y Rickman (Cheshire y Absolom) están poco. De más está el personaje de Johnny Depp, el Sombrerero. Su presencia probablemente esté estirada en función de intentar justificar su ubicación al tope de los créditos pero no hay necesidad narrativa de tanta recurrencia de su personaje, el mero punto de partida de la búsqueda del Tiempo por parte de Alicia. La película se detiene y no fluye -y se pone en exceso didáctica y sentenciosa antes que delirante- en presencia del Sombrerero, y sin embargo se pone en movimiento en los momentos en los que Alicia protagoniza su vida fuera del mundo de las maravillas, en la Inglaterra victoriana. En ese mundo alejado de la sobreexplicación constante hay más acción y más determinación. A partir del cruce del espejo, cada largo regreso de Alicia al mundo fantástico es una pesadilla de narrativa en extremo arenosa, con escasos atractivos más allá de efectos visuales digitales cada vez más perfectos. Los antídotos contra esta imaginación pedestre y limitada están siempre en los libros de Carroll y en la versión animada en 1951 producida por Walt Disney y dirigida por Clyde Geronimi, Wilfred Jackson y Hamilton Luske. Y, claro, en la mejor adaptación del espíritu de los libros de Carroll: Laberinto, de Jim Henson, con Jennifer Connelly y David Bowie.
Lo nuevo de Disney sigue los pasos de las adaptaciones a live-action de sus cuentos clásicos: algunos ejemplos son Maléfica (2014), Cenicienta (2015) y, la más reciente, El Libro de La Selva (2016). Alice In Wonderland tuvo su película animada en 1951, y hace seis años Tim Burton dirigió la remake. Una vez más, Disney apostó a la mágica historia y ahora trae la secuela de las novelas de Lewis Carroll. Alicia A Través Del Espejo está ubicada un par de años después de su antecesora, donde Alicia (Mia Wasikowska) libera al mágico país del tirano gobierno de la Reina de Corazones (Helena Bonham Carter). Ahora en el País de las Maravillas reina la paz, gobernado por la Reina Blanca (Anne Hathaway) hasta que esa tranquilidad se interrumpe por la repentina tristeza de uno de sus habitantes mas pintorescos: El Sombrerero (Johnny Depp). A su vez, Alicia se encuentra en el mundo real donde llevó mucho tiempo de expedición al rededor del mundo y al volver a casa también tiene que lidiar los problemas con su madre. Pero sus amigos en Wonderland necesitan su ayuda y harán que cruce por un portal atreves del espejo para que este de vuelta. Alicia, a lo largo de todo el relato, deberá encontrar la solución para devolver la felicidad a su mejor amigo. Para ello emprende un viaje en el cual conoce a El Tiempo (Sacha Baron Choen) y descubre una manera para viajar en el tiempo aunque esto les traerá muchas consecuencias. Y la historia suena repetitiva: Alicia tiene que afrontar decisiones en el mundo real y se refugia nuevamente en el país fantástico. Todo parece muy mágico hasta que lo predecible gana. Aún así, las actuaciones son buenas. El elenco se repite con Mia Wasikowska nuevamente en el impecable papel de la joven Alicia. Anne Hathaway, Helena Bonham Carter y Johnny Depp vuelven a resaltar con sus excéntricos papeles. Hay una importante incorporación y es Sacha Baron Choen, extravagante y muy correcto en todo momento. James Bobin fue el encargado de dirigir esta película que ofrece la esencia de lo que puede ofrecer Disney en sus mundos mágicos y coloridos. Supo respetar el universo que se presentó en la primera película, pero sin embargo no deslumbra de la misma manera como lo hizo el film de Tim Burton, que esta vez ocupó el puesto de productor. No menos importantes son las visuales que tiene el film que se torna un protagonista mas en pantalla, las recreaciones del Pais de Las Maravillas con sus personajes perfectamente caracterizados logran que todo lo que se ve y se oye sea muy bueno.
Alicia a través del espejo es la secuela de la película de Tim Burton basada en la obra literaria de Lewis Carroll. En esta segunda parte Alicia debe viajar al pasado para rescatar a un deprimido Sombrerero Loco e impedir que El país de las maravillas se transforme en un mundo estéril. Versión muy libre de la obra literaria original, el guión está construido para el lucimiento de cada uno de los actores: la Alicia de Mia Wasikowska, el Sombrerero Loco de Johnny Depp, la Reina Roja de Helena Bonham Carter, la Reina Blanca de Anne Hatheway y el Tiempo, un villano muy logrado encarnado por Sacha Baron Cohen. Un diseño visual grandilocuente, una puesta onírica, por momento lisérgica nos permite disfrutar de fotogramas plagados de color y detalles que son un deleite para los sentidos. La historia puede resultar confusa, sobre todo para los más pequeños, sin embargo el compendio de extravagancias y personajes bizarros resultan irresistibles. El director James Bobin hizo bien los deberes, estudio Burton I y II y le dio una continuidad estética que nunca desentona con la cinta predecesora.
Tiempo al tiempo Resulta más que notoria la ausencia de Tim Burton detrás de las cámaras en esta secuela, Alicia a través del espejo, que repite elenco y equipo, y transita de manera tangencial por la homónima novela de Lewis Carrol sin el vuelo poético de su predecesora ni la magia del universo del creador de El gran pez. No obstante, sería injusto recargar las tintas sobre esta nueva aventura porque en términos estructurales y funcionales el convite cumple con las expectativas de recuperar a la protagonista y definir su gradual transformación de la niñez a la etapa madura. Tránsito no por ello menos doloroso, sobre todo a partir de la premisa de que lo imposible no está al alcance del mundo real a pesar de existir aquel otro, ligado a la imaginación y a la fantasía, donde incluso el pasado puede revertirse y así los andamiajes de la maquinaria reparadora comenzar a hacer de las suyas, alterar el orden y dejar abierta la puerta a lo incierto. El tiempo avanza de manera incesante y la muerte es otra circunstancia de ese paso. En el universo de Alicia, que se encuentra detrás del espejo, el tiempo está personificado y se llama Tiempo. Sin segundas lecturas posibles, engañar al tiempo es lo único que dilata el momento de enfrentarse con la realidad y con el dolor de la pérdida. Quizás de la inocencia de aquella niña que rechaza las convenciones de su siglo y no se casa para emprender su aventura como capitana del barco Wonder - que navega el océano de incertidumbres - que le ha dejado como herencia su padre, aunque los avatares económicos pongan en jaque los sueños aventureros y entonces el dilema entre el universo de los posibles y lo imposible determine el rumbo de la decisión final. Ese es a grandes rasgos el arco argumental en el que navega la historia, sumergida en el plano de la imaginación que encuentra un paralelismo entre la historia de Alicia y la tristeza del Sombrerero Loco, con una conflictiva relación con su padre. Él pretende reparar su pasado y Alicia hará lo posible para que el personaje no perezca. Salvar la imaginación es el objetivo, el faro que guía en la tempestad porque sin aquella no hay recuerdos felices. Para ello, la única manera de hacer posible lo imposible es viajar en el tiempo, cambiar el pasado y asumir las consecuencias del futuro. Sin entrar en más detalles, resta por decir que estamos frente a un film entretenido, demasiado literal en varios aspectos pero que logra conectar al espectador con esa mirada sensible sobre el dolor y el paso del tiempo.
Nuevamente inspirándose de forma libre en la obra de Lewis Carrol, esta ves con James Bobin -"Los Muppets"- en la dirección y Tim Burton en la producción, "Alicia a través del espejo" regresa al País de las Maravillas en una nueva aventura para salvar al Sombrerero Loco, enfrentándose al Tiempo y a la Reina de Corazones en una especie de odisea a través del tiempo en la que también descubriremos el pasado de varios de sus personajes. Partiendo del universo desarrollado por Burton en la anterior película y manteniendo los personajes y la coherencia estética, nos encontramos una Alicia convertida en capitana de su propio barco que a su vuelta a Londres deberá afrontar una difícil situación junto a su madre. Pero a su vez será llamada para regresar al Submundo, donde tendrá que embarcarse en una aventura a través de la Cronosfera del Tiempo para salvar al Sombrerero Loco -Johnny Depp-, sumido en una depresión tras descubrir que su familia esta viva. Cronosfera, que a manera de “MacGuffin” servirá no solo para desplegar grandes secuencias de acción visual, con algunos pasajes surrealistas muy bien logrados, sino para cruzarse con sus amigos y enemigos en diferentes etapas de sus vidas y descubrir el pasado de la mayoría de los personajes, especialmente el que llevo a convertirse en malvada a la reina de Corazones. Si bien es cierto que esta nueva aventura de fantasía poco tiene que ver con la realidad de Alicia -algo que Lewis Carrol siempre mantenía en conexión en sus libros y en el film lo mas significativo del mundo de fantasía para Alicia será aquella frase celebre del Sr. Tiempo “No se puede cambiar el pasado, solo podemos aprender de él” para decidir junto a su madre que hacer de sus vidas una vez que regresa al mundo real, no faltara el mensaje de rebelión femenina, la critica a los anticuados puntos de vista de la época sobre el papel de la mujer, la importancia de la familia y, sobre todo, aprender del pasado. El director James Bobin, fiel a la forma de rodar de Burton, junto a un gran diseño de producción y el suntuoso vestuario de Colleen Atwood, logran secuencias tan fabulosas como la inicial del barco, la casa del Sombrerero Loco, el palacio de la Reina de Corazones, el majestuoso reloj inmenso en el que vive Tiempo y los viajes de la protagonista en la Cronosfera, apoyado esta vez en un 3D con una gran profundidad de campo. Mención aparte y aplausos para la muy irónica y divertida escena de la mesa del te, en la que el Sombrerero y amigos se burlan del Tiempo con el juego del lenguaje. Si bien mantiene los personajes de la anterior y agrega algunos nuevos, es el Tiempo -mitad humano y mitad reloj- uno de los personajes más interesantes y complejos de la cinta interpretado magistralmente por un soberbio Sacha Baron Cohen, acompañado por sus esbirros, especie de Transformers adorables con una estética steampunk que se convierten en minutos y horas. Dinámica, entretenida y visualmente atrapante Alicia a través del espejo es una secuela que mejora a la película previa y deja la puerta abierta para futuros viajes.
“Alicia a través del espejo”, un clásico traicionado en la pantalla Charles Lutwidge Dodgson, más conocido como Lewis Carroll, es considerado como uno de los fotógrafos más importantes de la época victoriana, pero también como uno de los más influyentes de la fotografía artística contemporánea. Si bien dominaba a la perfección este arte, no se quedó sólo con ello y tenía como objetivo escribir y hacer algo que prevaleciera en el tiempo. El 4 de julio de 1862 (según su propio diario) inventó el argumento de lo que sería su obra definitiva. Él y su amigo el reverendo Robinson Duckworth llevaban de paseo por el río Támesis a las hermanitas Lorina (13), Alice (10) y Edith (8), hijas de Henry Liddell, deán de Christ Church, en donde Dodgson trabajaba dando clases de matemática. Para entretenerlas improvisó una historia y después del paseo Alice le pidió que la escribiera –según Lewis Carroll, la historia no estaba basada en ella–. Así lo hizo y después se lo llevó a un editor que, tras pensar en títulos como de “Alicia entre las hadas” y “La hora dorada de Alicia”, lo publicó en 1865 como “Las Aventuras de Alicia en el país de las maravillas” (Alice’s Adventures in Wonderland), con ilustraciones de sir John Tenniel. Fue tanto el éxito que publicó en 1871 la segunda parte: “A través del espejo y lo que Alicia encontró allí” (Through the Looking-Glass and what Alice Found There). En 2010 Tim Burton decidió adaptar al cine la primera novela de Carroll y nos brindó un producto que dejó decepcionada a mucha gente, sobre todo por alejarse tanto de la historia original y hasta de la película animada de Disney de 1951, todo un clásico. En “Alicia a través del espejo” (Alice Through the Looking Glass, 2016) Burton se dedicó sólo a producir y le dejó su silla al correcto James Bobin. La que siguió en su lugar otra vez como guionista fue Linda Woolverton quien, básicamente, podría decirse que lo único que tomó de la novela fue el título. Si leíste el libro, olvidate de todo porque vaya a saber uno en donde quedó esa trama (propongo escrache público a esa señora). Alicia (Mia Wasikowska) se convirtió en capitana de un barco con el que recorre los océanos. Cuando regresa a su hogar, se enfrenta al dilema si seguir en esta senda o asentarse y llevar una vida normal. Pero antes de decidir sobre su futuro volverá al País de las Maravillas para ayudar a su amigo el Sombrerero (Johnny Depp), quién al encontrar un objeto de su infancia creerá que su familia asesinada sigue con vida y se deprimirá por el recuerdo de ellos y también porque nadie le cree. La heroína robará de la casa de Tiempo (Sacha Baron Coen) la cronoesfera, un objeto que le permitirá viajar al pasado, ver si por algún motivo su amigo tiene razón y su familia se salvó de morir, y si es así tratar de cambiar los eventos sucedidos. Pero deberá tener cuidado porque si hace las cosas mal podría destruir todo ese maravilloso mundo. Pocas cosas buenas se pueden decir de este filme, porque lo primero que indigna es que usen el nombre de un clásico literario y lo transformen en algo totalmente distinto. Mucho CGI, mucho maquillaje, mucho efecto visual, pero nada de consistencia y poderío en la trama (muy sosa y predecible). Como en tantas otras ocasiones, los actores pueden hacer poco y nada con un material tan mediocre. Lo único que llega de este largometraje es escuchar la voz de Alan Rickman como Absolem (fue su último filme). Alicia debería quedarse del otro lado del espejo y no volver más, porque de este lado de su maravilla ya no queda nada.
Más que film, un producto de diseño. Los rodajes de la era digital no son tales. Al fin y al cabo, el proceso de captación de imágenes y sonidos de los nuevos dispositivos no incluye nada que ruede: ni rollos de cinta, ni manivelas, ni cabezales. Pero el cine, tan volátil y fugaz en sus corrientes artísticas, está menos preocupado por esa correspondencia entre definiciones y hechos, y al acto de filmar se le sigue llamando rodaje. Para Alicia a través del espejo no sólo no rodó nada, sino que quizá podría haberse hecho sin siquiera algo parecido a un rodaje: da la sensación que el peor producto de la factoría Disney en años se terminó mucho, muchísimo antes del ingreso de actores y técnicos al set. Incluso James Bobin, el mismo (o al menos eso aseguran las fichas técnicas) de Los Muppets, podría haber sido acreditado como diseñador en lugar de director y nadie haría demasiado escándalo. Quizá el único aporte del film –que, para mantener la línea del purismo lingüista, tampoco debería llamarse así– a la historia del cine sea justamente ése, el de evidenciar hasta qué punto puede prescindirse de un director a la hora de hacer una película. Ya sin Tim Burton en la silla plegable pero con gran parte del equipo técnico y actoral de la primera entrega, Alicia a través del espejo es un eslabón recargado de la era multitarget que atraviesa Hollywood. Era en la que priman los traumas familiares como explicación única de cualquier conflicto y en la que todo –dirección y elección del casting, diseños visuales, música– parece alinearse bajo la voluntad de un guión de hierro, infranqueable, fosilizado y, por si fuera poco, abundante en explicaciones, no sea cosa que alguien pierda el hilo narrativo. Así se entiende que en una historia bien básica cuyo eje es el paso del tiempo y la eterna ambición del hombre de controlarlo y manipularlo –Alicia (Mia Wasikowska) debe salvar de la muerte al Sombrerero (Johnny Depp, en cada película más caricatura de sí mismo) remendando un par de situaciones familiares, obvio, en el pasado–, la palabra “tiempo” se repita no menos de cuarenta veces. Lo visual, entonces, es la somera ilustración en imágenes digitales, plásticas e imponentes pero sin vida de esos diálogos explícitos, convirtiendo a Alicia en el país de las maravillas en una auténtica obra maestra al lado de ésta. Catalogada como uno de las películas más flojas de la filmografía de Tim Burton, la menos personal, la más automática y estándar, aquélla encontraba su principal problema en que ese universo era ajeno a los parámetros habituales del realizador, ya que la adaptación del clásico de Lewis Carroll había estado a cargo, igual que aquí, de la guionista Linda Woolverton. Es cierto que allí no estaba la huella autoral de un director habituado a estampar su obra con marcas y una visión del mundo personales, pero la secuela invita a pensar que esa falla en realidad fue mérito, y que quizá su función pasaba menos por darle su impronta que por tratar de enmarcar ese universo fantástico dentro de una serie de reglas lógicas. Ahora, ya sin Burton como director, lo que hay es una película que interpreta a la fantasía como una luz verde para que pase literalmente cualquier cosa, confundiéndola con el más liso y llano arbitrio. Cosas que pasan con el cine prediseñado.
Cuenta con un gran elenco: Alicia es Mia Wasikowska (“La cumbre escarlata”), el Sombrerero Loco es Johnny Depp, la Reina Roja interpretada por Helena Bonham Carter, la Reina Blanca por Anne Hatheway, Tweedledee / Tweedledum es Matt Lucas, el cómico Thackery por Paul Whitehouse y el Tiempo, un villano que se luce es Sacha Baron Cohen (mitad humano y mitad reloj). Su trama es una gran aventura mágica y con varios mensajes. El personaje principal que es Alicia tiene un gran temperamento, le pone el pecho a las dificultades, lucha para vencer todos los obstáculos e ira viviendo todo tipo de encrucijadas y conflictos para salvar a su amigo “El Sombrerero Loco”, que ha perdido a toda su familia, ella desafiará al tiempo para lograr su objetivo. Visualmente resulta esplendida, con mucho color y rodeada de una gran estética, lucen a la perfección las imágenes 3D. Este film fue dedicado a su amigo Alan Rickman (1946-2016).
Reina en colores La nueva aventura cinematográfica del personaje creado por Lewiss Carrol navega en las ideas de las dos últimas novelas pero genera sus propias ideas y divide aguas entre los puristas y los innovadores. Cada día se le pide nuevas ideas a Hollywood pero, en paralelo, cada vez que un autor se anima a darle una vuelta de tuerca a una adaptación de un comic o de una novela, algunos críticos y fanáticos le caen encima como al locro del 25 de mayo. Este vendría a ser el caso de Alicia a Través al Espejo, secuela del filme de Tim Burton estrenado en 2010 que dirige en esta ocasión el "hombre Muppet" James Bobin. Y si bien, seguirle la onda a Burton es muy difícil para cualquier profesional (ya varios lo intentaron y cayeron en el proceso como Joel Schumacher y sus versiones de "Batman"), Bobin no sólo logra continuar la historia sino que le insufla su propio estilo sin quedar mal parado en el proceso. La historia de este nuevo film (que difiere de la de la novela del mismo nombre cuyo contenido ya fue adaptado en parte en la película anterior) lleva a una Alicia (la australiana Mia Wasikowska) más madura nuevamente al País de las Maravillas donde la Reina Blanca (Anne Hathaway) le encarga que vaya a ver al Sombrerero Loco (Johnny Depp), que sufre de unos delirios mucho más serios que los de costumbre. Una vez en casa del extraño personaje, Alicia descubre que éste ha encontrado una prueba que podría indicar que su familia, muerta durante el ataque del Jabberwocky, y ella decide buscarlos por él. Sin embargo, la única manera de regresar a ese momento es viajando a través del tiempo, por lo que ella deberá arreglárselas para engañar al mismísimo amo del tiempo (Sacha Baron Cohen) y surfear esa dimensión. La película, abre con una escena espectacular que sirve para mostrar cómo ha crecido Alicia en los últimos tres años y, tras unos primeros minutos un tanto "tranquilos", arranca con una sucesión de viajes en el tiempo que rivaliza con cualquier película de acción. La imaginería visual del nuevo director logra rivalizar con la de Burton, haciendo gala de un departamento de efectos especiales de primera línea (no en vano Disney tiene a su servicio a los mejores animadores del mundo) que no paran de generar momentos visuales de una espectacularidad pocas veces vista. Es realmente un deleite visual como se suceden las escenas y se descubren más y más capas de la cebolla que ha resultado ser este "País de las Maravillas" cinematográfico. En el plano de las actuaciones, Johnny Depp demuestra lo efectivo que puede ser con capas infinitas de maquillaje sobre su rostro, y el regreso de Hathaway, Wasilowska y Helena Bonham Carter como la Reina Roja garantizan que la historia mantiene una buena continuidad. La versión en inglés, c uenta además con las voces de destacadas figuras como Stephen Fry, Toby Jones y el fallecido Alan Rickman, a quien los productores dedicaron el film. De esta manera, Alicia a Través del Espejo se transforma en el estreno de la semana que "hay que ver" no sólo por su particular versión de esta historia –que a pesar de no para nada fiel a la original tiene fuerza propia- sino también por la riqueza visual que presenta a lo largo de su desarrollo.
Otra “Alicia” de esteticismo vacuo De toda la filmografia de Tim Burton, probablemene la película menos interesante sea su versión de "Alicia en el país de las maravillas", una especie de híbrido entre superproducción infantil de Disney y adaptación más o menos literal de un clásico literario, forzado para incluir la imaginería habitual de un director tan personal como el autor de "El joven manos de tijera". Esta secuela de aquel film del 2010, al menos, no tiene a Burton detrás de la cámara salvo como productor. El director es James Bobin, el de las dos recientes y excelentes películas de los Muppets, que aquí retoma el clásico personaje de Lewis Carroll con la limitación de tener que seguir la estética casi abrumadora, y por momentos grotesca, del film que lo precede. Aunque parezca una contradicción, una cualidad de "Alicia a través del espejo" es no prestarle demasiada atención al libro en el que se basa algo posible debido a que la novela es menos conocida que "Alicia en el país de las maravillas"), y básicamente parte de la premisa original de la protagonista a través del espejo, para regresar al mundo mágico ya conocido y rescatar a su amigo, el Sombrerero Loco, encarnado por Johnny Depp, enfrentándose por supuesto a la temible Reina Helena Bonham Carter, y encontrándose con algunos nuevos y estraflararios personajes. Algunos tan atractivos como el mismísimo Tiempo, que compone el inigualable Sacha Baron Cohen, sin olvidar todo tipo de criaturas digitales que vuelven al film, una especie de catálogo de efectos visuales que atacan al espectador escena tras escena a lo largo de casi dos horas que se vueven extenuantes. Depp tiene sus momentos, pero a veces parece un mimo depresivo. Hay mucha acción, algunas imágenes atractivas y un par de gags eficaces, pero todo el asunto daba para más.
No entienden a Alicia ni a Lewis Carroll. Después de dos películas -la primera, quizás, el piso absoluto en la carrera de Tim Burton- queda claro que la idea de invención y locura ordenada que el enorme escritor británico dejó en sus libros (de intención infantil, pero que influyeron en toda la literatura moderna, de Joyce a Borges pasando por los surrealistas, obviamente) no termina de ser comprendida. Los guiones de Linda Woolverton en ambos casos tratan de darle lógica, plausibilidad e historia a lo que entiende como vehículos para hablar de la condición femenina de Alicia. La tarea es lícita; el resultado, no. Después de haber logrado una gran película con los Muppets, el realizador James Bobin sucumbe a una confusa y abigarrada puesta en escena digital donde los actores intentan hacer lo suyo. Crear una historia para el Sombrerero Loco, por ejemplo, es contradecir el espíritu de Alicia, que es justamente que no hay forma de entender por qué los personajes son como son y debemos aprender a vivir entre su (aparentemente) extraña lógica. Ahora bien: este cambio radical podría funcionar si el diseño de producción no aplastara invariablemente cada uno de los fotogramas. La posible emoción se ve disuelta, pues, en el mar de imaginería digital y la saturación de colores. En ese marco, Mia Wasikowska retoma a Alicia con autoridad, Helena Bonham-Carter está graciosa, Johnny Depp hace lo de siempre y Sacha Baron-Cohen parece un poco desconcertado. Como el espectador, ahogado por explicaciones.
Portal deslucido La secuela Alicia a través del espejo de James Bobin intenta reparar los errores de Tim Burton, pero sigue sin convencer. Algo de reparación y otro poco de controlada irresponsabilidad recorre la posta tomada por James Bobin (Los Muppets) en Alicia a través del espejo, la secuela con actores de Disney después del paso en falso de Tim Burton en Alicia en el País de las Maravillas (2010). La estridencia de esta es aplacada en pos de una estética más austera y contenida pero así y todo saturada de peripecias y referencias fantásticas: adaptación de la obra de Lewis Carroll al Hollywood digital del siglo 21, el filme de Bobin tiene menos del universo de Alicia que de Hugo, Volver al Futuro y las trilogías tolkienianas de Peter Jackson. Alicia (Mia Wasikowska) vuelve de un viaje en alta mar en el barco de su padre para encontrarse con un panorama económica y moralmente desalentador en el Londres de siglo 19. La opción de la evasión le llega con un espejo a través del que pasa a una habitación especular enrarecida. La estela de Carroll llega hasta allí, a partir de lo cual, puerta en el cielo a lo Magritte mediante (la referencia a la Historia del Arte incluirá también a unos arcimboldianos seres vegetales), Alicia cae al mundo maravilloso y bucólico y de cotillón de siempre, donde el Conejo Blanco, el Gato de Cheshire o el dúo Tweedledum-Tweedledee (los más freaks del grupo) ya son viejos e indiferentes compinches. La entrada en escena de Tiempo (Sacha Baron Cohen) será crucial a todo nivel: no sólo revela la verdadera esencia de la historia (el viaje en el tiempo para cambiar el destino trágico de la familia del Sombrerero Loco, interpretado por un Johnny Depp en penitencia) sino que también introduce a la inefable estrella cómica, que con su acento y gags luce más como un performer que como un auténtico villano. La cronósfera que Alicia roba para volver al pasado inicia una serie de subtramas de antes y después que muestran a un Sombrerero y a una Reina Blanca y Roja (Helena Bonham Carter, la única actriz con sangre del filme) en su contexto infante, a la vez que Tiempo acecha a Alicia: la persecución entre ambos con burbujas-deloreans a través de las olas es de lejos lo más bizarro y realmente libre del conjunto. Aún faltan aldeas medievales a lo Hobbit, dragones que arrasan con su fuego y relojes analógicos que se pasean como el sueño de la máquina en la era del píxel (lazo con Hugo reforzado por Baron Cohen). Tantos portales no alcanzan de todos modos para que el filme atraviese el suyo, que se queda atascado de este lado.
Ante todo es importante aclarar que “Alicia a través del espejo” poco y nada tiene que ver con el cuento de Lewis Carroll “A través del espejo y lo que Alicia encontró allí”. Dicho esto, habremos de disfrutar de otra producción de Disney con ínfulas de prodigio audiovisual que, de todos modos, deja la pregunta flotando: ¿Quién pidió una secuela de “Alicia en el país de las maravillas”? Corre al año 1875. Alicia (Mia Wasikowska) ya no es tan niña. Es más, es capitana de un barco (el Maravilla) en plena huida de piratas malasios con la suficiente personalidad como para exigir a la tripulación pasar por afilados riscos. De vuelta en casa, asiste con su madre a la fiesta de Lord Ascott (Leo Bill) en la cual se entera que éste tiene la posibilidad de quedarse con su casa (o su barco), y por ende con el futuro de lo que queda de la familia. Inducida por una mariposa azul (Alan Rickman, a quien está dedicada la obra) la muchacha descubre un espejo a través del cual vuelve al País de las Maravillas y se reencuentra con casi todos los personajes de la anterior. En especial con Hatter (Johnny Depp), quién está marchitándose de a poco a menos que Alicia logre rescatar a su familia a la cual se cree muerta. “Vos me dijiste que hay que creer posible lo imposible para lograrlo” dice Hatter. Lewis Carroll en su máxima expresión. La utilización de los recursos visuales convierte a esta suerte de fábula en un entretenimiento visual de gran poderío imaginativo sobre el cual se apoya el guión de Linda Woolverton, a quien debe atribuírsele la creación del personaje más interesante, Tiempo (Sacha Baron Cohen), que vive en su castillo de relojes, y desde allí digita el destino de todo y todos con la frialdad de quién vive y se alimenta de minutos. En su morada hay una esfera con la cual se viaja en el tiempo. Esa que Alicia necesita para tratar de cambiar el pasado y devolverle a Hatter su familia. Claro que la novia de Tiempo (Iracebeth, notable Helena Bonham-Carter) tiene otros planes para también arreglar cuestiones del pasado. Nuevamente estamos frente a una producción de Tim Burton de modo que ni el director James Bobin ni la guionista, ni la enorme vestuarista Coleen Atwood, ni el estupendo Danny Elfman en la banda sonora, escapan a pertenecer al universo de “mi papá no me entendía” plasmado en casi todas las producciones que dirigió desde “El joven manos de tijeras” (1992) a “Charlie y la fábrica de Chocolate” (2005), Si el Willy Wonka compuesto por Johnny Depp en ese entonces sufría por hacer golosinas con un padre dentista, aquí lo padece con un padre que no lo considera “sombrerero” por querer diseñar sombreros art decó. Ni hablar de “El gran pez” (2004). Todo tiene que ver con todo, decía Pancho Ibañez. Así es nomás. Es cierto también que detrás del diseño visual se pierde un poco el concepto del tiempo para cambiarlo por algo más ameno (es cine para los chicos después de todo) como el concepto de la familia que se tiene y la que se elige. En este aspecto, las emociones llegarán al final para quienes hayan logrado compenetrarse con la misión de Alicia. Tal vez James Bobin debería revisar un poco el timing de las transiciones para no alargarlas demasiado, pero finalmente el mensaje se entrega y el entretenimiento está asegurado. No más secuelas, por favor.
Luego de que Tim Burton se sumergiera en el mundo de Lewis Carroll con cuestionables resultados, James Bobin decidió sentarse en la silla de director para su secuela: una propuesta visualmente impresionante, pero con una historia que peca por ser demasiado sencilla, carente de emoción y, en especial, sin la locura del material original.
El tiempo es oro Dirigida ahora por James Bobin, "Alicia a través del espejo" mantiene el sello de Tim Burton; es secuela y precuela a la vez. La apuesta visual, en el fantasioso 3D, también resulta espectacular en la misma línea que la anterior entrega. Tras el filme que revivió a Alicia y su viaje al país de las maravillas, Tim Burton decidió correrse de la dirección y dejó en manos de James Bobin la secuela basada en la famosa fábula cuyos derechos le pertenecen a Disney. Alicia (Mia Wasikowska) es capitana del barco de su papá y, tras recorrer el mundo, regresa a su hogar. Varios problemas laborales y familiares la aquejan, pero todo parecerá menor cuando el llamado de sus amigos de la infratierra la haga ir para salvar a su amigo, el Sombrerero (Johnny Depp), que está enfermo y la única manera de salvarlo es devolverle a su familia. Lo más importante de esta segunda parte es que mantiene dignamente lo visto en la anterior película y, tratándose de un guión original, es interesante que el mensaje que deja sobre “utilizar bien el tiempo” sea tan claro, sin muchas complicaciones, e igualmente disfrutable para niños como para adultos. La apuesta visual, en el fantasioso 3D, también resulta espectacular en la misma línea que la anterior entrega, sólo que con más recursos para crear ese mundo, gracias al avance tecnológico en materia de efectos especiales en estos cinco años de diferencia.
Para vencer el tiempo Una película para soñadores, para los que aman el mundo de Disney, para los fanáticos de la obra de Lewis Carroll, para chicos y grandes. Ellos son los principales destinatarios de "Alicia a través del espejo", la película de James Bobin con producción de Tim Burton, con menos vuelo visual que "Alicia en el país de las maravillas" pero con una ruta directa a los sentimientos. La producción protagonizada por Mia Wasikowska y Johnny Depp sube la vara en cuanto a la temperatura emotiva en una trama plagada de fantasía (no podía ser de otra manera) y a la vez apuesta a mensajes que para muchos serán obvios o de manual, pero que rescatan los valores de la familia, la defensa de los ideales y los principios éticos, nada menos. En esta secuela, la heroína deberá viajar al pasado para salvar a la familia de El Sombrerero Loco, su amigo entrañable. Para eso tendrá que enfrentarse con el Señor Tiempo (Sacha Baron Cohen) y la villana más temida, La Reina Roja (Helena Bonham Carter), quienes se convertirán en obstáculos casi infranqueables. El despliegue técnico y las maravillas de la tecnología digital le imprimen a esta película una dinámica intensa, que impacta no sólo en los más pequeños sino incluso en los mayores. Hay momentos mágicos de humor de la mano de algunos de los eternos personajes de Carroll, quienes hubiesen merecido más tiempo para desplegar su impronta. Pero el tiempo, está dicho, es el villano a vencer y será también el que inspire las frases más risueñas y las de los mensajes del epílogo. Con actuaciones impecables, como la de Depp y Bonham Carter, el filme dedicado a la memoria de Alan Rickman (se aprecian sus voces en la versión subtitulada), se disfruta y conmueve. Para no dejar pasar y sortear al tiempo.
El país de los decoradores “Si yo tuviera un mundo propio, todo sería sinsentido”, dice Alicia al comienzo de Alicia en el país de las maravillas (1951). Bueno, mala suerte, Alicia. Esta vez te vas a quedar con las ganas. Alicia a través del espejo (2016) es visualmente llamativa pero nada más, un caso de realizadores que no están a la altura de las herramientas a su disposición. Es extraño, teniendo en cuenta que su director es James Bobin, director de las dos genialidades más recientes de los Muppets y de una de las series más divertidas y originales de los últimos tiempos, Flight of the Conchords. Si bien esta película de Bobin es considerablemente mejor que la predecesora de Burton, que hacía del Sombrerero Loco una especie de Aragorn esquizoide, apenas logra elevar a mediocre lo que empezó siendo pésimo.Los personajes de Lewis Carroll en versión Burton siguen habitando el mundo fantástico del film, pero se ve que para Bobin no son lo suficientemente irritantes y agrega a uno de los comediantes más exagerados disponibles hoy en día, Sascha Baron Cohen, en el rol de la personificación misma del concepto del tiempo, que se convierte en antagonista al no utilizar sus poderes para que la película termine más rápido. Wasikowska, gran actriz ella, es el único personaje atrayente entre numerosos actores insoportables o mal utilizados (la aparición de Rickman, aunque emotiva por ser uno de sus trabajos finales, es extremadamente breve y el gran Stephen Fry resulta irreconocible por el desgano de su interpretación). Aunque es un cumplido para Wasikowska, es también evidencia de las enormes fallas del film que en una aventura por un mundo (supuestamente) maravilloso lo único atractivo sea el personaje perteneciente al mundo real. Y es que el gran problema al atravesar este espejo es que Wonderland carece de wonder, no hay maravillas en ese país, solamente un ejército de diseñadores y maquilladores bastante talentosos. El ingreso al mundo fantástico de Alicia, una invitación a la imaginación desbocada, es regulado por Bobin y compañía a fuerza de un universo extremadamente pequeño, limitado a dos o tres locaciones (la casa de Sombrerero, la de Tiempo, el pueblito), y un relato lineal y predecible. El Sombrerero en esta entrega cambia la espada por ¡traumas de la infancia! (el padre no lo abrazaba lo suficiente, ¿vió?), tan traumáticos que casi lo revientan. Alicia debe remontarse al pasado, a un pueblo pseudo-medieval de marca genérica donde lo maravilloso desaparece aún más y ni los maquilladores talentosos quedan. Hay una pelotita McGuffin-máquina temporal y varios la quieren, pero si se ven a ellos mismos en el pasado se puede romper el presente (lo que de todas formas no sería una gran pérdida). Humanizar a estos personajes, atarlos a un relato convencional y forzarlos a convivir en un universo finito y consistente significa traicionar la propuesta básica del film de un escape a una aventura ilimitada y desquiciada. Lo que debería ser una oportunidad para explotar toda su creatividad, Bobin lo convierte en un brutal proceso de normalización. Una de las características principales del libro original, escrito por Lewis Carroll, eran los ingeniosos y constantes juegos de palabras. En honor a esto, el film llena el guion con incontables variaciones de chistes sobre la misma palabra, “Tiempo”. Alguien levanta al tipo mientras exclama “el tiempo vuela”, y así todo el día. Es una atrocidad, no por exigir respeto frente a la obra original, sino por la manera de desaprovechar el material disponible y limitar aún más las posibilidades de la película. Nada más lejano al mundo de sinsentido soñado por Alicia que este film sin libertad ni juego, constreñido a reglas innecesarias y formatos prefabricados que eliminan cualquier posibilidad de maravillar.
“Alicia a través del espejo” Qué emocionante film!. Cuando pienso que está todo escrito aparecen este tipo de películas que me “vuelan” la cabeza. La manera de lograr un imposible, es creyendo que es posible. El tiempo no es nuestro enemigo, aunque a veces lo parezca, es un enorme señor lleno de valores y bondades. Una mentira puede ser una condena para toda tu vida. Porque los sueños, sueños son, pero no siempre. Ama a tu familia, es tu mejor tesoro. No hay dinero que pueda comprar tu libertad y felicidad. Absolutamente de todo y todos aprendemos algo en este viaje. Porque un espejo es nuestro reflejo, pero también es el viaje a un futuro mejor si es lo que deseas. Y cuantas cosas más puedo escribir. Guión, dirección, efectos, música, actores actrices, talentos… la magia sigue intacta. Disney y su mundo de personajes te invitan a ver algo mas que un largometraje. No pierdas nunca tu inocencia, los sueños se concretan si están dentro de ti. Si deseas un final feliz, ahí esta donde radica la magia, el optimismo de un mejor mañana. Luchemos por eso, somos nosotros vs nosotros, aprendamos de nuestros errores. Bueno, en serio, no dejen de verla, recomendada para toda la familia, es un desborde emocional de enseñanzas puestas sobre la pantalla.
UN ESPEJO QUE AUMENTA Arranquemos con un par de verdades. Es cierto que Alicia a través del espejo es mejor que Alicia en el país de las maravillas, aunque también es cierto que no era muy difícil lograr eso. Aquella película era tal vez el punto más bajo en la carrera de Tim Burton, y no es que esta sea gran cosa pero al menos la aventura resulta un poco más atractiva, y a pesar del hiperbólico diseño digital hay algo en la experiencia de esta Alicia más adulta y decidida que resulta interesante y tangible. Claro está, para apreciarla del todo hay que tratar de olvidar el poder lisérgico e inventivo de la obra original de Lewis Carroll y permitirse disfrutar, apenas, de la mirada autoconsciente y metalingüística de la que es capaz el director James Bobin, quien logró darle nueva vida a los Muppets pero no pudo acá salirse del todo de la celda que el diseño de Burton y Disney definieron como predeterminado para esta secuela. Burton pifió al traducir su universo freak al paródico mundo fantástico de Carroll: su Alicia era fría y distante, sin alma. Bobin, lo demostró con Los Muppets, sabe cómo trabajar personajes cuyo universo se les opone. La película abre con un muy buen prólogo donde el espíritu de las aventuras marítimas ofrece todo su encanto, y allí vemos una Alicia resuelta, que construye su propio destino. Claro, hasta que el mundo en el que habita la oprima y la obligue a la evasión que representa atravesar el espejo y regresar al País de las Maravillas. La primera contradicción de estas películas es que lo maravilloso es muy poco maravilloso. La segunda, es que todo lo que se observa y sucede tiene una traducción verbal: así, se achata el poder del original hasta una síntesis administrativa y muy poco estimulante. En ese sentido, la virtualidad de las imágenes profundiza la distancia que el espectador siente por grandes pasajes del film. Alicia a través del espejo se pretende un film feminista. Y lo logra por momentos, especialmente cuando deja los parloteos y pone a su heroína en acción. Llamativamente, tanto el prólogo como el epílogo en este mundo son mucho más sustanciales que todo lo que ocurre en el universo fantástico. El inconveniente mayor proviene de los guiones de Linda Woolvertone, quien entiende que este territorio es fértil para la metáfora y los paralelismos visuales un poco burdos. Y otro punto, evidentemente Bobin no es un director de acción, y por momentos su película luce confusa, enroscada en secuencias donde el movimiento se ve frenético pero muy poco estimulante. ¿Qué hace entonces mejor a esta Alicia que a la otra? Básicamente su sentido del humor, que se vale de juegos lingüísticos autoconscientes, especialmente con el personaje de Sacha Baron Cohen, el villano Tiempo. Cohen es uno de los grandes aciertos, un actor que se siente cómodo haciendo personajes extremos y que aquí aporta cierta rugosidad a un film evidentemente pensado para el público infantil y adolescente. Otra, es la delirante Helena Bonham Carter. Es cierto que Alicia a través del espejo tiene varias ideas visuales y narrativas en juego, empezando por una serie de criaturas divertidas y una lúdica administración del tiempo y el espacio. También es cierto que estos recursos se agotan por momentos y encuentran un límite. En definitiva lo que hace que todo se sostenga (inclusive la poco feliz subtrama del Sombrerero, showcito de Johnny Depp incluido) es la solidez de Mia Wasikowska, quien entregada a la aventura se observa mucho más cómoda que con la anodina introspección de la película de Burton. En definitiva, un film mejor de lo que se podía prever pero mucho menor de lo que debería haber sido.
ALICE IN CHAINS Esta secuela innecesaria de la película de Tim Burton de 2010, basada en la eterna historia de Lewis Carroll pone a un nuevo director a la cabeza (James Bobin de las recientemente revividas películas de los Muppets). Sin embargo, esta secuela repite muchos de los mismos errores que la Alicia de Burton. Ambas películas favorecen las enormes posibilidades visuales de los efectos por encima del desarrollo de los personajes y la intriga narrativa. Una corriente de girl-power, atraviesa la película -Alicia ahora es capitana de su propio barco- y eso es algo que se agradece y acomoda la historia a los tiempos que corren. Pero la película carece de magia, un elemento fundamental es este tipo de cuento, toda esta excursión resulta aburrida, desde su construcción hasta sus escenarios, que ya hemos visto en esta y en otras sagas, así -paradójicamente- esta Alicia no maravilla. Caótica y sin brillo. Linda a la vista, pero sin substancia y con un humor que se limita a una serie de puns acerca del tiempo -el personaje de Sacha Baron Cohen es el tiempo- la película corre desenfrenadamente pero permanece en el mismo lugar, estancada en su medianía. Tal vez el problema es que no hay suficiente Carroll y hay demasiado Disney.
A pesar del éxito que obtuvo la adaptación de Tim Burton del clásico de Lewis Carroll, pasaron seis años antes de que llegue a los cines la inevitable secuela de Alicia. Aquí, la joven aparece como una especie de líder feminista, empeñada en seguir los pasos de su padre como capitán de barco. Pero cuando cruza el espejo y vuelve al país de las maravillas, ve que su amigo sombrerero está en problemas y se lanzará a ayudarlo. El tiempo, interpretado por Sacha Baron Cohen, es el tema central de esta aventura de colores chillones que salta, como las agujas del reloj, entre demasiadas situaciones, incluida la revelación original sobre el enfrentamiento entre la reina blanca -Anne Hathaway- y su hermana cabezona, una gritona Helena Bonham Carter. Parece difícil encontrar el tono de Alicia en el cine, la ternura esperable de un film para chicos, la simpleza de un cuento. Por el contrario, esta puesta dirigida por James Bobin (The Muppets) en la que Burton aparece sólo como productor, se siente compleja, recargada, estridente y finalmente, de una notable intrascendencia.
Se dice que el mismo Lewis Carroll entendió a la secuela de Alice in Wonderland como un apéndice, casi un pie de página de su obra mayor, y eso se amplifica en esta adaptación de Alicia a través del espejo. Básicamente con el mismo equipo actoral de la adaptación de Alice in Wonderland, estrenada en 2010, Tim Burton cambió la dirección por la producción, y encaró la clásica secuela bajo el paraguas de Disney, con el dream team de animadores que entregó la excelente El libro de la selva, apenas un par de meses atrás. La película comienza con Alicia (Mia Wasikowska) viviendo su realidad en el Londres decimonónico, una realidad bastante fantástica, ya que la chica traza rutas comerciales con China navegando su propio barco, The Wonder, siempre asediado por piratas. Al regresar de uno de sus viajes, la realidad abandona el velo de magia, pero es también el disparador de la nueva aventura. Una deuda de la madre obliga a Alicia a elegir entre entregar The Wonder o la casa para saldar la hipoteca; la fea situación es al instante suprimida por la irrupción del universo Wonderland (al que en el film, por arbitraria razón, se refiere como Underland). Una gran mariposa azul (con voz del desaparecido Alan Rickman) guía a Alicia hacia un espejo, mediante el cual vuelve a la tierra del Gato de Cheeshire, el Conejo blanco y el Sombrerero loco, nuevamente interpretado por Johnny Depp. El Sombrerero atraviesa una depresión de raíz edípica, y la Reina Blanca (Anne Hathaway) envía a Alicia a negociar con el Tiempo mismo (Sasha Baron Cohen) un viaje hacia el pasado para solucionar los desaguisados entre el Sombrerero y su padre. La elección de James Bobin en la dirección, autor de los últimos films de The Muppets, parece acertada. Bobin sabe cómo pintar a los personajes, a los que ya todos conocen, de una personalidad única y asertiva, mientras los efectos se encuentran a años luz de la endeble aunque exitosa Wonderland que dirigió Burton. El problema es que narrativamente no se aporta algo nuevo; muy por el contrario, aún en las mejores escenas (como las que protagonizan Baron Cohen y Helena Bonham Carter, nuevamente como la Reina Roja) hay referencias a Volver al futuro y a los pobres films de Burton post El gran pez. Resulta una pena que, partiendo de un gran despliegue visual, el film no esté a la altura de los recientes logros de Disney.
Una película repleta de aventura y acción, pensada y diseñada más para impactar visualmente que para construir una gran historia. Si vas a buscar diversión, no hay ni una pizca, aunque si hay una interesante propuesta sobre...
Disney intenta mantener su “muchosidad” Tras volver de una larga travesía por el mundo, la extravagante Alicia (Mia Wasikowska) se reencuentra con Absolem (Alan Rickman). Este la conduce hacía un espejo mágico, él cual la transporta de regreso al fantástico Underland, encontrando a sus bizarramente encantadores amigos en plena crisis. Resulta que la salud del Sombrero Loco (Johnny Depp) se ve afectada por un error cometido en su juventud. Así, nuestra heroína, deberá enfrentarse a la personificación del Tiempo (Sacha Baron Cohen) para viajar al pasado y evitarle un destino fatal a su compañero. James Bobin sustituye al venido abajo Tim Burton como director de esta secuela de “Alice in Wonderland” (2010), ambas basadas, muy a grandes rasgos, en las históricas novelas de Lewis Caroll. Cuando digo “muy a grandes rasgos” me refiero a que el film solo adapta un 1% de lo que es la obra original. La obra de la guionista Linda Woolverton, es una historia colmada de “sin sentidos” que mata lo mitológico del libro, convirtiendo así al surrealista ensueño de Alicia en una simple epopeya hollywoodense de acción y aventuras que no se priva de sumar “viajes en el tiempo” a la fórmula. Se puede rescatar alguna que otra escena que, a los fans de Caroll, nos puede llegar a dibujar una sonrisa en el rostro. Por ejemplo, la secuencia de Alicia entrando en el espejo, o su fugaz encuentro con Humpy Dumpty. Quizás sería justo sumar a esto la aparición de Tweedledum y Tweedledee (Matt Lucas). Pero lamentablemente no dejaron nada más que pueda añadir. ¿Hubo mejoras respecto a la primera? No es mucho decir, pero sí. En aspectos técnicos la película está aprobada. El cambio de Burton por Bobin fue acertado. El nuevo cineasta siguió las ordenes de Disney a la perfección, quizás demasiado, creando una versión mucho más colorida del submundo sin salirse de la zona de confort que identifica a la empresa del ratón. Respecto al ritmo que lleva la película, tengo que asumir que es más que potable. La edición en conjunto, con esos excelentes efectos especiales, hacen de la película una experiencia disfrutable para la vista, a tal punto de hacernos olvidar, solo por momentos, la desastrosa historia del film. El vestuario, el cargado maquillaje, los diseños y las exageradas actuaciones, funcionan mucho mejor en esta continuación que en su predecesora. Con excepción de “El Tiempo” que fue un tremendo plagio al villano Doctor Nefarious Tropy de “CRASH BANDICOOT”,. El 3D cuenta con una buena profundidad, pero lamentablemente el formato opaca mucho el apartado visual del proyecto. Para ir cerrando, el problema de “A Través del Espejo” se aloja en la historia. Si buscan algo entretenido con una onda medio “vídeo juego” o una película para ver en familia, este proyecto es el indicado. Pero recuerden, no esperen complejidad argumental, ni una adaptación fiel. Si no leyeron el libro, probablemente, la gocen más que yo.
Una carrera contra el Tiempo Hace seis años, Tim Burton se hizo cargo de una de las nuevas iniciativas de la Disney, en su campaña de revisar sus historias clásicas en live action y con nuevas miradas sobre sus personajes (si “Maléfica” es una lectura a contrapelo, casi digna de Pacho O'Donnell, “El libro de la selva” es una vuelta sobre la crudeza de Rudyard Kypling). En el caso de Burton, se le dio la oportunidad de meterse con el mundo de Lewis Carroll en “Alicia en el país de las maravillas”, sobre un guión de Linda Woolverton (la misma que escribiría “Maléfica”), que parte de la premisa de que es la “segunda venida” de Alicia (Alice Kingsleigh) a la Infratierra, un mundo al que llegó de niña y luego había olvidado: podemos pensar que se aceptaba como la primera a la propia novela de Carroll, pero tendría sentido si fuese la película animada de Disney de 1951. Burton recurrió a un interesante diseño de producción de Robert Stromberg (que repetiría el puesto en “Oz, el poderoso”, y fue director en “Maléfica”), una riquísima paleta visual, vestuarios de Colleen Atwood (que colaboró con él desde “El joven manos de tijera”, y es siempre celebrada en estas páginas) y los alocados personajes de Carroll, dos de los cuales confió a sus actores fetiches: Johnny Depp y Helena Bonham Carter, su propia esposa, ideales para encarnar al Sombrerero Loco y la Reina Roja, respectivamente. Pero como dijimos, era un regreso, por lo que Alicia era una adolescente que volvía al mundo de su infancia, y es ahí donde entró ese asunto del crecer, cercano a “Peter Pan” (y tempranas vueltas, como “Hook” de Steven Spielberg), con lo que Carroll se une a ese otro gran imaginador complejo de su tiempo, que fue James Matthew Barrie (personaje que curiosamente encarnó Depp en “Descubriendo Nunca Jamás”). Desde el pasado Ahí se ancla Woolverton para pensar “Alicia a través del espejo”, secuela de esta nueva continuidad, con Burton en la producción y James Bobin como director, con Dan Hennah (llegado desde la trilogía de “El Hobbit”) en un diseño de producción elegante, que brinda unidad con la cinta anterior; también vuelve Atwood junto al compositor Danny Elfman. La historia toma el concepto del cruce del espejo, pero toma por otros caminos, apostando por la aventura y con algo de “¿Dónde está Carmen Sandiego? Búscala en el tiempo”, aquel primigenio videojuego donde se perseguía a la criminal, pero esta vez a través de diferentes períodos históricos. Se nos indica que han pasado algunos años, Alicia ha perdido a su padre y se ha convertido en capitana del Maravilla, el barco que heredó de él. A su regreso, se entera de que también ha muerto Lord Ascot, y que su hijo (a quien alguna vez rechazó como pretendiente) quiere quedarse con la casa de su madre. Estando en la propiedad de los Ascot (donde alguna vez cayó en el pozo) es interpelada por una mariposa azul que no es otro que Absolem, la oruga azul que conociese en Infratierra. Allí cruza el espejo de marras y llega a ese mundo fantástico, pero para enterarse de que el Sombrerero está en una crisis depresiva: ha encontrado un objeto de su pasado que creía perdido, y que indicaría que su familia podría estar viva o al menos no haber muerto cuando él creía. Así que Mirana, la Reina Blanca, sugiere a Alicia que se haga con la Cronoesfera, propiedad del Tiempo, para volver al pasado y resolver el enigma. Pero una pista lleva a la otra, y averiguará más cosas de las esperadas, incluyendo el pasado de Mirana e Iracebeth (la Reina Roja), mientras pone en riesgo la trama del tiempo. Hay algo de teorías circulares sobre el tiempo, de esas que están enloqueciendo a multitudes en “Game of Thrones”; curiosamente, uno de los relatos emblemáticos de esta teoría es “La carrera de la Reina Roja”, de Isaac Asimov (dato de color, para que el lector se entusiasme). Pequeños gestos Por supuesto, siempre hay un poco de pérdida en querer racionalizar Infratierra o Nunca Jamás, y se deja de lado el exotismo para apuntar a la aventura y a cierto contenido edificante, a la vez que se muestra que el bien y el mal no son absolutos. Pero el resultado es digno, con un gran logro visual, que apuesta a un diseño bastante steampunk para el Tiempo y todo lo que lo rodea (con muelles y engranajes), con una Cronoesfera digna de “La máquina del tiempo” de H.G. Wells. En cuanto al elenco protagónico, ya sabemos de lo que son capaces: Depp hace gala de todo su repertorio de recursos expresivos que lo trajeron hasta aquí, de Edward Scissorhands a Jack Sparrow, aunque su Sombrerero tiene algo de luminoso y aniñado (exacerbado por la puesta visual) ausente en otras composiciones. Bonham Carter le ha dado a su marido algunos de sus personajes más temibles e intensos, e incluso su Bellatrix Lestrange de “Harry Potter” parece una criatura burtoniana; con este bagaje, su Reina Roja se luce en pequeños matices faciales, amplificados por el maquillaje y la ampliación digital de su cabeza. Junto a ellos, Mia Wasikowska demuestra que ha crecido tanto como Alicia, en edad y carrera actoral, y se despliega cómoda como heroína resuelta, con su cara de polaquita alegre y su lunar de diva del cine mudo. La que se debe haber divertido mucho es Anne Hathaway como Mirana: su interpretación es teatral, llena de pequeños clichés de hada buena de cuento (la forma de mover las manos, las sonrisas, los pasitos cortitos y rápidos). Sacha Baron Cohen está cumplidor en su rol de encarnación del Tiempo, mientras que Matt Lucas le pone gracia a los gemelos Tweedledee y Tweedledum, abajo del retoque digital. Aportan a la causa Lindsay Duncan como Helen (la mama de Alicia), Leo Bill como Hamish Ascot y una pincelada de Richard Armitage como el rey Oleron, padre de las dos reinas. En el reparto de voces destaca el fallecido Alan Rickman como Absolem, en su último rol. Para él también es una despedida, como lo es en otro modo para Alicia. Pero siempre quedan, como dice El Sombrerero, los jardines de la memoria.
Luego de más de mil millones de dólares recaudados en la taquilla global, era de esperarse que tarde o temprano una secuela de esta adaptación de la novela de Lewis Carroll legase. La espera terminó y consigo trajo varias paradojas: Alicia a Través del Espejo continúa la misma línea de su predecesora, comete algunos de los mismos errores, pero aún así es infinitas veces superior al film de Tim Burton. James Bobbin, quien venía de rescatar del olvido a los muppets, hace lo que puede con este nuevo capítulo de la vida de Alicia, y para ello se rodea de nuevos personajes (el más importante y soslayable es el de El Tiempo, personificado por Sacha Baron Cohen en uno de sus mejores papeles) y situaciones disparatadas que rinden homenaje a la letra de Carroll, pero no terminan de comprender qué es justamente lo que lo hacía tan maravilloso. El aspecto visual es tan fascinante como siempre, pero la sucesión de efectos especiales aturde tanto que, irónicamente, los pasajes más interesantes del film son aquellos que no suceden en Wonderland sino en la Inglaterra de fin de Siglo XIX. La excusa del regreso de esta Alicia post-adolescente es que dicha tierra onírica parece estar desapareciendo, sumergida en la tristeza de un Sombrero Loco (el nuevamente irritante Johnny Depp) que sospecha que sus padres están vivos pero no puede hallarlos. La linea argumental es débil y no se sostiene (se nota a la legua que es apenas una excusa para poner al frente a Depp, cuando la historia en el fondo mucho no lo necesitaba), y así Alicia... se torna repetitiva con el tiempo (sin chiste fácil). Puede que la tercera sea la vencida y, con otro director, esta franquicia finalmente logre llegar a buen puerto.
El mundo de Alicia adquirió más color La secuela de Alicia en el País de las Maravillas llega seis años después, fiel al estilo y con mucho más brillo. El mundo fantástico de Alicia Kingsleigh regresó para traer a las pantallas un sorprendente espectáculo de efectos y color. Del mismo modo en que Lewis Carroll concibió A través del espejo y lo que Alicia encontró allí seis años después del éxito de Alicia en el País de las Maravillas, tras un lapso desde el estreno de la oscura versión del original, dirigida por Tim Burton y producida por Disney en 2010, viene la secuela inspirada en la continuación literaria. Con el mismo elenco estelar en vivo y en off, un plantel al que se agregó el hindo-británico Sacha Baron Cohen en el rol de El Señor del Tiempo y el inglés Rhys Ifans como Zanik Hightopp, padre del Sombrerero Loco, este relato se aparta del discurso lacónico de Burton como director y el rol de narrador es asumido por James Bobin, director de Los Muppets, con una impronta muchos más dinámica y jugada en términos visuales. Basada en los personajes de la novela A través del espejo no reproduce exactamente aquellos textos. De hecho, parte de los personajes y sucesos ya habían sido utilizados en la película previa. De allí que esta historia apenas toque el planteo de la obra literaria referida, que fue concebida como una partida de ajedrez, donde los arroyos y los setos dividen las casillas y Alicia es un peón que aspira a ser reina; donde nada tiene sentido y nada es lo que parece; la visión del mundo está distorsionada o directamente al revés. En esta trama renovada, Alicia ya es una mujer hecha y derecha, capaz de capitanear el barco de su padre y atravesar los mares. De regreso, encuentra que Amish Ascott amenaza con quitarle la herencia y dejar a su madre en la calle. En este conflicto cuando la protagonista es conducida por Ábsolem convertido en mariposa, hacia un espejo mágico que la devuelve a Infratierra. Allí la nuevas aventuras que cursan por el pasado del Sombrerero Loco y de la Reina Roja, confluyen en nuevos aprendizajes que ayudan a Alicia a resolver su vida.
Lewis Carroll era un tipo con una enorme imaginación y una capacidad reflexiva inagotable, capaz de hablar de algo pero estar diciendo otra cosa con una elegancia tan grande que atrajo hacia su obra la curiosidad de muchísimos estudiosos de las letras. Disney tiene una deuda enorme, pero enorme así de grande con él: ninguna de las adaptaciones hechas de sus novelas clásicas le hacen justicia. Y, como era obvio, Alicia a Través del Espejo también se queda corta. Muy, muy corta. Si bien ya la primera adaptación live-action del 2010, dirigida por el ahora productor Tim Burton, se escapaba de la trama original, fusionándola con la segunda novela de Carroll, principalmente porque uno de los ejes es el regreso de Alicia (interpretada por Mia Wasikowska) a Wonderland, cosa que sucede en el segundo libro, en esta secuela las libertades que se toman respecto a tramas y personajes son mucho más grandes, tan grandes que prácticamente podemos afirmar que lo que se toma de la novela es solamente el nombre. Y esto no sería un problema en absoluto si la nueva historia funcionara. Pero, ¿saben qué? Nop, no funciona. A grandes rasgos, al comienzo de la cinta Alicia regresa a casa luego de un viaje como capitana del barco heredado de su padre y descubre que su madre lo ha perdido todo a manos de Lord Hamish (Leo Bill), a quien rechazó en la primera entrega. Sin tomar una postura definida al respecto, la joven simplemente huye nuevamente al Inframundo siguiendo a Absolem a través de un espejo. Y es ahí donde se ve envuelta en aventuras que no tienen nada que ver con la partida de ajedrez llena de juegos de palabras propuesta en la novela. Por su parte, El Sombrerero (el falsamente versátil Johnny Depp) está agonizando y extrañando a su familia, que supuestamente ha muerto, pero convence a Alicia que no es así y logra conseguir su ayuda. A partir de ese momento, la trama principal gira en torno al viaje en el tiempo que hará Alicia utilizando la Cronósfera (el Delorean de esta peli, robada a El Tiempo, interpretado por Sacha Baron Cohen) para dar con el paradero de estos personajes y cambiar hechos que permitan que en el presente la familia esté reunida y el Sombrerero saludable. Lejos de proponer algo nuevo, todo el tema del viaje temporal cae en varios clichés espantosos: en primer lugar, las diferentes consecuencias que tiene modificar las cosas en el pasado (el viejo y conocido "Si arreglo acá, se me rompe allá, allá y allá, así que voy a volver a arreglar eso otro a riesgo de romper tres cosas más"). Luego, la historia de la enemistad entre la Reina Roja (una apagadísima Helena Bonham Carter) y la Reina Blanca (que creo que es el papel que mejor le queda a Anne Hathaway): hermanas enfrentadas por una pavada, en medio de un tono melodramático muy María la del Barrio. Y por último, un esbozo de línea humorística a través de recurrentes y trillados juegos de palabras respecto al personaje del Tiempo ("¿Estamos a tiempo de merendar?", "Llegué justo a tiempo" y frases similares), que lo único que te generan son ganas de viajar al pasado y no haber entrado nunca a la sala a verla. Ademas de la simplificación total de la trama, el vaciamiento de contenido original y la incorporación de nuevos personajes, existe cierto abuso a la hora de construir el verosímil de la historia. Es como un enorme desgano que dice: las reglas en el Inframundo son tan absurdas y tan maravillosas que cualquier cosa que hagamos va a quedar bien. Y claro, si no hay hilo conductor firme, cualquier cosa que sumes, por más que puedas salirte de las reglas de la física y la biología, se vuelve un accesorio decorativo sobre una estructura inexistente. Lo mejor de la película es el universo visual que logra construirse (hagamos de cuenta que el CGI no nos abruma en lo absoluto, de hecho, con el paso del tiempo lo vamos asimilando cada vez más), lo mismo todo lo relativo a vestuario, maquillaje y peinado, y la siempre impecable banda sonora de Danny Elfman generando climas que desde el montaje no se conseguirían ni en años luz. VEREDICTO: 4.00 - ¡DEVUÉLVANME EL DINERO! Alicia en el PaÍs de las Maravillas había tenido una serie de deficiencias que A Través del Espejo, en vez de corregir, profundiza, otorgando un resultado más vacío, más estúpido y más aburrido. Para mirar cositas de colores me clavo una pepa y agarro un caleidoscopio; el cine es otra cosa.
Alicia a través del espejo, conduce al espectador hacia esta tierra llena de maravillas bizarras, personajes coloridos y una cantidad insufrible de hechos que no llegan a ningún lado ni producen el más mínimo interés. En esta ocasión, Tim Burton regresa no como director, sino como productor, alejándose de su época de esplendor. Desde el Planeta de los Simios, su carrera se encuentra en una perpetua caída, justamente, al estilo Alicia, en un hoyo que al final no lleva hacia un mundo maravilloso, sino a el recuerdo de ¿Se acuerdan de Ed Wood, Sleepy Hollow o Beetlejuice? ¿Se acuerdan cuando Tim Burton no se repetía constantemente hasta el hartazgo? En esta segunda parte la tierra de las maravillas es, en resumen, un personaje de reparto, quitando así el atractivo principal que deslumbraba en el universo de Alicia. Lo asombroso, lo impredecible queda como un arte secundario dando el top spot, la mirada principal, a un personaje insufrible: El Sombrerero. Toda la apuesta en este film se resume a él, los grandes personajes, por ejemplo, Cheshire Cat son simples cameos desaprovechados. Este es “el” punto en contra en la primera adaptación y en esta segunda parte, en lugar de implementar una mejora, sufre otra derrota por ello. Estas dos entregas no se tendrían que llamar Alicia en el país de las maravillas o Alicia a través del espejo sino El sombrerero Parte I y Parte II. Otro asunto interesante es el guión, escrito por Linda Woolverton, flojo por donde se vea, aleja al espectador en vez de incluirlo en las maravillas visuales presentadas en pantalla. Las situaciones críticas no se llegan a asimilar por la rápida resolución que Woolverton da y una cantidad de plotholes sin sentido hacen preguntar a todo espectador ¿Cómo es que el personaje llegó a ahí? Hay lindas frases y momentos para sonreír, pero todo esto se echa a perder en cuestión de segundos. El 3d genera buenas sensaciones por su claridad, a destacar los primeros minutos los cuales transcurren en una envolvente noche tormentosa. Usualmente la mayoría de películas con demasiados elementos en pantalla –ya sean atmosféricos o enfrentamientos a gran escala - sufren de un excesivo desenfoque o motion blur. Pero aquí no es el caso, imagen clarísima de principio a fin. Una dirección correcta a cargo de James Bobin, muestra a Alicia a través del espejo visualmente grata para los más grandes y una gran apuesta para llevar al cine a los más chicos; ver el nombre de Alan Rickman acompañado por su personaje buscando nuevos horizontes puede resultar un momento emotivo. Pero el resultado total es un golpe bajo para Disney.
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Disney presenta la secuela de una de sus películas live-action (de carne y hueso) más exitosas de toda la compañía, que estuvo a cargo de Tim Burton, que en esta oportunidad decidió ceder la silla de director para tomar la posta como productor ejecutivo del proyecto. James Bobin dirige esta vez, con el regreso de Linda Woolverton como guionista. Esta nueva historia de Alicia, está levemente basada en el cuento escrito por Lewis Carroll, tal como fue la anterior película. Han pasado 3 años luego de la última aventura de Alicia (Mia Wasikowska) en la Infratierra, y ahora capitana del barco que heredó de su padre, es llamada nuevamente a este fantástico mundo para salvar a su mejor amigo, el Sombrerero (Johnny Depp). Para ello, deberá buscar la ayuda de un nuevo y particular personaje: el Tiempo (Sacha Baron Cohen). La nueva aventura de Alicia no va a decepcionar, pero inevitablemente comparando con su predecesora, no llega a superarla. La metáfora y el mensaje de que el tenemos que aprender a usar nuestro tiempo y no desperdiciarlo está plasmado a lo largo de toda la película y es una buena enseñanza, no solo para los niños, sino que para todo el público. Ya que el tiempo es uno de los temas principales de la película, no podía hacer falta el viaje en el tiempo, y es aquí donde este recurso nos ayuda a conocer varios orígenes de los personajes principales. A pesar de esto, varios personajes que eran relevantes en la otra pelìcula, acá no tienen mucha participación y algunas veces parecen desdibujados o solo están para agregar alguna cuota de humor, como los hermanos Tweedles (Matt Lucas). Todos los elementos visuales, el punto fuerte de la película anterior, están de regreso. La dirección de arte es impecable por donde se la mire, ya sea en la Londres de 1880 donde los ambientes o los trajes de los personajes son adecuados a la época, como así también los escenarios y vestuarios de los personajes de la Infratierra van acorde con lo ya establecido. Vale destacar el gran laburo realizado por los animadores en esos espacios ficticios del País de las Maravillas, ya que son impresionantes por los detalles y la calidad de los mismos. El castillo de Tiempo, con una estética oscura y steampunk, identifica perfectamente a su dueño con las texturas, colores y formas, dando la impresión que uno está metido en un videojuego de aventuras. Otro espacio que es digno de mencionar es el "océano del tiempo" que con su inmensidad y grandeza, impacta al espectador y te hace sentir que estás navegando con la pequeña Alicia por ese mar interminable. Esta percepción también se logra con el efecto del 3D digital, que está bien aprovechado en esta película, en la que le da ese toque de profundidad durante toda la película, haciendo que uno pertenezca dentro de ese mundo. Párrafo aparte para la banda sonora, compuesta nuevamente por el ya conocido Danny Elfman, que acompaña perfectamente toda la película, manteniendo el tema principal icónico de la película anterior como leiv motiv de maneras alternativas, pero siempre con el estilo digno de una película de aventuras épicas. En resumen, se puede decir que esta película cumple su objetivo de entretener, pero no logra superar a la anterior entrega, ya que varios de sus personajes quedan descolgados por la historia, a pesar de transmitir un lindo mensaje al público que va muy acorde a esta generación donde vivimos "sin tiempo" para las cosas.
Antes de hablar específicamente sobre Alicia a través del espejo, es bueno aclarar que toda película basada en el maravilloso mundo creado por Lewis Carroll enfrenta una vara difícil de superar. Aún hoy, el largo de dibujos animados lanzado por Disney a comienzos de los 50, se erige como la aproximación más fascinante al universo surreal y algo libertario del escritor, matemático y fotógrafo británico. Después de la decepcionante entrega dirigida por Tim Burton en 2010, automatizada y carente de espíritu; James Bobin (director de las estimulantes Los Muppets y Muppets 2: los más buscados), supera el intento burtoniano, aunque queda un par de saltos atrás del imaginario Carroll. Lejos del frondoso vuelo propuesto por el autor de los libros publicados en la segunda mitad del siglo XIX, Bobin apuesta por una fábula explicativa y aleccionadora; que paulatinamente va construyendo una entidad propia, y termina por seducir al espectador. Con producción de Burton y el mismo elenco protagónico del capítulo anterior, sumando a Sacha Baron Cohen interpretando al histriónico e irresistible Tiempo; Alicia a través del espejo sumerge rápidamente al público en un viaje vertiginoso. Convertida en capitana de barcos, la heroína de esta historia enfrenta la posible pérdida del buque que perteneció a su padre. En medio de ese conflicto, su ingreso en el mundo mágico posibilitará su reencuentro con el Sombrerero (Johnny Depp), esta vez sumido en una tristeza al borde de la muerte. Alicia (Mia Wasikowska) emprenderá un viaje para lidiar con Tiempo, y así torcer el rumbo del destino y recuperar con vida a los familiares de su entrañable amigo. Tanto la protagonista como la película, corren sin parar de una dimensión a otra. Los escasos momentos de detención esbozan atisbos de confidencia entre los personajes, pero en general representan breves anclajes para aclarar o subrayar el curso de los acontecimientos. El arsenal de efectos especiales es sin dudas deslumbrante, pero por momentos sofoca la emoción de algunas escenas que no necesitarían de tanta descarga pirotécnica. De hecho, cada vez que el film confía en el poder de un abrazo o una mirada, respira más inspiración y encuentra verdadera sustancia. Da la impresión de que hoy los directores descartan de lleno los tiempos y la textura artesanal de hitos del cine de fantasía como Laberinto o La historia sin fin. Tal vez por temor a perder el interés del público, se lanzan en una vorágine que privilegia la acumulación por encima de un relato con altibajos anímicos. La premisa consiste en ir siempre arriba, no dar lugar a respiro ni tregua. Así y todo, Alicia a través del espejo baraja con eficacia sus cartas de asombro. Los exquisitos detalles en la dirección de arte y el sofisticado diseño de sonido, mantienen al espectador siempre en trance. La paleta de colores y texturas es digna de una larga sesión de hipnosis. Por otro lado, y aún en medio de su alta velocidad, cada criatura tiene su momento de lucimiento. La química entre Alicia y el Sombrero conserva el necesario halo de ternura y calidez. Mientras que la desopilante escena del té regala un puñado de gags, interpretados con gracia y sentido del ritmo por Depp y Baron Cohen. En la última media hora, el film levanta vuelo y aún repitiendo latiguillos como el de "no podemos cambiar el pasado, pero sí aprender de él"; encuentra su fibra de sensibilidad alrededor de temas tan tocantes como los lazos familiares, los sueños, el deseo, la muerte; y por sobre todas las cosas, la confianza en ese pequeño gran milagro que llamamos vida. Alice through the looking glass / Estados Unidos / 2016 / 113 minutos / Apta para todo público / Director: James Bobin / Productor: Tim Burton / Con: Mia Wasikowska, Johnny Depp, Helena Bonham Carter, Anne Hathaway, Sacha Baron Cohen
El director James Bobin, responsable del genial resurgimiento de los Muppets gracias al film de 2011, se pone al hombro una secuela que nadie pidió de un film (también secuela de otro film animado) que tampoco nadie pidió. A la fallida primera entrega, basada en parte en las dos obras literarias de Lewis Carroll, se le podía atribuir su fracaso a la ya no talentosa mano de Tim Burton. En manos de Disney, aquella casa del ratón que por tantos años fue su principal némesis, el director se convirtió en una copia vacua y reiterativa de lo que alguna vez fue. Ahora, con Bobin a cargo de la segunda parte, se lograba atisbar un pequeño halo de esperanza que invitaba al espectador a atravesar el espejo junto a Alicia (Mia Wasikowska). Desafortunadamente, mientras Alicia pasa por el espejo sin daño alguno, el espectador lo atraviesa con un estallido, encontrando del otro lado un despojo del mismo. Un film hecho añicos que, en vez de que alguien recoja sus pedazos como lo hacen con Humpty Dumpty las piezas de ajedrez con vida (única referencia basada en el libro original), los personajes pasan por encima de él resquebrajándolo con cada paso dado en el transcurso de las casi dos horas de duración. El film carece de la presencia del director, sosteniéndose como una copia de esa autocopia llamada Tim Burton. No hay prácticamente lugar para que el director de turno despliegue su impronta, solo una ráfaga momentánea que brilla con luz propia cuando se permite dejar entrar el humor irónico del director en una escena compartida entre el Sombrerero Loco (Johnny Depp), sus comensales para tomar el té y el Tiempo (Sacha Baron Cohen, un crack del humor que salvo por la escena en cuestión está prácticamente desaprovechado). Sin presencia del director y sin elementos concretos de la obra de Carroll más allá de los personajes utilizados, no hay para ofrecer más que una aventura de viajes en el tiempo (Alicia viaja una y otra vez al pasado dentro de Wonderland para lograr ayudar a un depresivo Jack Sparrow… ehm, Sombrerero Loco). Un viaje que de seguro entretenga a los más pequeños, pero que lo haría aún más para todos si no se subiera a la fama de una obra que no tiene casi nada que ver con el material desarrollado. Un gran acierto ha sido el desarrollo de criaturas, lo cual se llevaba los aplausos dirigidos a la primera parte, si bien aquí se ha explorado de buena forma en la inclusión de nuevos personajes, la mayoría carecen de sorpresa al haber una extremada presencia de personajes ya conocidos. Aunque es agradable ver la evolución lograda en el personaje de Absolem (El querido y difunto Alan Rickman, a quien está dedicado el film) quien ha pasado de ser una oruga a una mariposa. En cierta forma exteriorizando que, donde quiera que esté el actor británico, ha evolucionado a otra forma. Lo cierto es que la invención de personajes y lugares sin duda son de una imaginación soberbia, pero que no perdería el efecto de sorpresa y la sensación ver más de lo mismo de no ser por ese capricho tan actual de que todo esté rodeado de los efectos digitales y las pantallas verdes. No hay diferencia entre el mundo real del cual viene Alice y el país de las maravillas al que ingresa. Basta tan solo recordar a The Wizard of Oz (Victor Fleming, 1939) para encontrar un producto que hoy en día continúa sorprendiendo gracias al manejo del arte que diferencia ambos mundos. Seguramente muchos recuerden que en las cajas de juegos de mesa por lo general se aclara la restricción de edad de los jugadores a los que va dedicado el entretenimiento en cuestión. Alicia a través del espejo también la posee, limitando el visionado del film tan solo para aquellos que no hace mucho aún usaban pañales. El mundo que visita Alicia ya no posee tantas maravillas, incluso el Sombrerero en su depresión ha perdido algo de su propio encanto en el camino, y entre viajes en el tiempo y moralejas poco sutiles no hay sorpresas gratas para todo aquel que ya haya viajado un poco por terrenos similares. Para Bobin el tiempo no está de su lado y termina siendo tanto némesis del director como de los personajes de su film.
Una historia dispersa Lamentablemente esta secuela no logró superar la calidad de la primera entrega, que si bien fue buena y entretenida, tampoco era la octava maravilla. Más allá de que el film no logra entretener, tampoco tuvo buenos resultados de recaudación, lo que derivará seguramente en que no haya más películas de esta saga. Es una pena, porque el universo de Lewis Carroll es basto, atractivo y bizarro en el buen sentido. Si se hubiera manejado mejor la producción probablemente los resultados habrían sido más favorables. Vamos a ser claros. Los efectos audiovisuales son fenomenales como lo fueron en la primera película y hasta mejores. Hay un gran despliegue de colores, personajes locos y mucha acción. Si sos de los que se conforman con ese pack, seguro la pases bien, aunque seguramente cuando salgas de la sala de cine te quede un gusto a poco y en un par de semanas te olvides de qué trataba la peli. Creo que el director James Bobin ("The Muppets") no se pudo acomodar demasiado en la silla de Tim Burton y terminó dando a luz una película demasiado ruidosa y dispersa. Hay demasiadas sub tramas, algunas de muy poco interés y que podría haberse recortado. Te enganchás un rato y te aburrís otros. Esto no debería pasar con una historia tan rica como esta. Por otro lado, en lo que a interpretaciones se refiere, Sacha Baron Cohen ("Borat") no me convenció demasiado en su rol. No llegaba a ser divertido y tampoco lo suficientemente serio cuando debía serlo. Como que se quedó a mitad de camino. Lo de Johnny Depp tampoco es muy bueno. Admito que en la primera no fue de mis personajes favoritos, pero acá con el protagonismo más fuerte tampoco logró sacar un personaje memorable o adorable. El Sombrerero se ve forzado y por momentos aburrido y tedioso. Los demás actores están OK y suman jerarquía aunque eso no alcanza para levantar el film. Si por esas casualidades de la vida volvieran con una tercera entrega para cerrar una trilogía, deberían mantener el guión más enfocado y simple, con toda la parafernalia de efectos por supuesto, pero con una historia que valga la pena y que de gusto ver.