Matrimonios de conveniencia Estamos ante una de esas coproducciones donde dada la cantidad de países que han aportado su granito de arena en forma de montante económico (a saber: Holanda, Francia, Reino Unido, Irlanda y EEUU) sería muy sencillo que todo hubiera acabado deslabazándose y yéndose de las manos a los distintos responsables (en los títulos de crédito se pueden llegar a contar hasta catorce productores distintos). Pero resulta que muy al contrario, nos hallamos ante una pequeña pieza de cámara rigurosa y concebida desde un confeso amor hacia el original: la novela corta epistolar titulada Lady Susan, escrita por la celebérrima autora británica Jane Austen en 1794 y publicada de manera póstuma en 1871.
Lady Susan Vernon es una refinada mujer acostumbrada a la vida acomodada en la alta sociedad inglesa de hace dos siglos, pero junto a su hija quedaron en una situación delicada desde que falleció su marido, el único medio de sustento que supo tener. Desde entonces viven a merced de la buena voluntad de familiares y amigos, algo que aunque ella sabe incentivar con sus grandes dotes para la manipulación sabe que no durará para siempre por lo que tienen en marcha un plan para garantizarse un ingreso más estable para ambas antes de verse obligada a resignar su estilo de vida. Desde su primera aparición queda evidenciado que no está esperando ser rescatada sino que activamente opera moviendo los hilos que le permitan conseguir lo que desea, aunque eso pueda implicar romper un matrimonio o usar a su propia hija como moneda de cambio, empujando ella sola hacia adelante una historia de intrigas palaciegas con una buena dosis de humor cínico para lograr que generemos simpatía por una protagonista que claramente es también la villana de la historia. Como buena psicópata que parece ser, manipula sin culpa a cada persona de su entorno a todos los que tiene a su alrededor sin preocuparse por su bienestar siempre que sirva para mantener el nivel de vida acomodado que está acostumbrada a tener sin trabajar un día de su existencia. Culebrón de cine: La realización de Amor y Amistad es bastante modesta pero prolija. La reconstrucción de época más que decente se muestra con una fotografía prácticamente televisiva que repite escenarios y planos sin avergonzarse porque lo que les importa es el trabajo actoral, algo que se deduce cuando absolutamente todo lo que ocurre es relatado por alguno de los personajes, incluso contándole a terceros acciones que les vimos hacer en la escena anterior. A la trama de manipulaciones de Lady Susan no le faltan motivos para ser interesante y Kate Beckinsale maneja bastante bien el alto nivel de cinismo e ironía que le pide el personaje, pero de todas formas la trama pierde mucho de se atractivo porque está contada de una forma tan explícita que hasta parece subestimar al público. No se me ocurren muchos otros motivos para que la primera vez que aparece o se nombra a algún personaje pongan un cartel con su nombre y descripción durante varios segundos, mientras el aludido posa estático detrás esperando para continuar con la acción. Este montaje tosco sin duda colabora para que la película se sienta lenta y demasiado extensa cuando en realidad no lo es tanto. Conclusión: Aunque la historia tiene potencial y las actuaciones no están del todo mal, el relato acartonado hace que parezca una síntesis de temporada de algún culebrón, metiendo a la fuerza información que hay que dar a cualquier costo para que se entienda la historia.
El director de Metropolitan, Barcelona, Los últimos días del disco y Chicas en conflicto regresa con una fascinante incursión en el cine de época a partir de la literatura de Jane Austen. Whit Stillman dejó de lado la pintura del mundo contemporáneo y recurrió a una obra de Jean Austen para concretar el que es su mejor film. Suerte de nouvelle o novela corta espistolar, Lady Susan es una obra de juventud que traza un retrato muy agudo y ácido sobre la sociedad inglesa o, dicho de otro modo, un mordaz cuadro de la aristocracia británica de principios del siglo XIX. Las obras de Austen –como las de las tres hermanas Brontë- están siendo recatadas por el cine y las feministas porque muestran el estado de situación de la mujer en la primera mitad de ese siglo, mucho antes de que surgieran los movimientos de liberación femenina, y abordan de uno u otro modo el tema del matrimonio, único destino para la mujer burguesa de la época. La protagonista, Lady Susan Vernon, es una viuda sin fortuna, con una hija casadera de 16 años, Federica. De acuerdo con su condición, la chica estudia en una escuela de señoritas y la madre vive de la hospitalidad de sus conocidos. Así llega a alojarse de manera algo forzada y comprometida a la gran casa de campo de su cuñado, quien con toda ingenuidad la recibe a pesar de las reservas de su esposa sobre la dudosa conducta de la joven viuda y de las críticas del señor De Courcy, hermano de ésta y un joven heredero. Por supuesto, este hombre será el centro de las atenciones de la mujer, quien si bien no posee recursos económicos sí los tiene para la seducción, en una amplia y admirable variedad. Kate Beckinsale ha madurado con toda la gloria y está en un momento alto de su carrera, igual que su personaje Lady Susan. Despliega todo su charme, su ropa de luto es deslumbrante, sus sombreros admirables, y su inglés, de sonoro encanto. Arribista, intrusiva, inescrupulosa, la mujer es tan inmoral como bella y seductora, y viste su falsedad con toda elegancia al punto que nadie osa contradecirla. Mientras De Courcy cae en su red, ella mantiene una relación con otro noble casado y maneja los hilos para unir a su hija con un noble, rico y bastante idiota. Es este cuadro no podía faltar la amiga y confidente, una bella estadounidense (Chloë Sevigny) casada con un noble inglés mucho mayor que se resiste a morir, y quien no aprueba la conducta de Lady Jane ni la amistad de su mujer con personaje tan turbio. Stillman prefiere el trabajo con conocidos, y suele a recurrir a los mismos intérpretes: Sevigny y Beckinsale ya habían estado juntas en Los útimos días del disco, otra historia de amistades, aunque en otro contexto. La película evoca de alguna manera su origen epistolar: hay cartas que van, cartas que vienen, que se envían de una a otra casa, que informan, confiesan, denuncian, despiden. La palabra, célula de la epístola, lo es también del film, con voces y diálogos constantes, algunas líneas brillantes, argumentos de Lady Susan en uno y otro sentido tendientes a justificar su conducta, pero es oral en una medida que puede llegar a abrumar. La música original siempre es la adecuada para acompañar la acción, y recuerda aquella de Barry Lyndon, e incluso la de Downton Abbey, otras obras dedicadas a la aristocracia inglesa, a partir de piezas de Haendel, Johann Christian Bach, Charpentier, Vivaldi, Mozart y otros. Stillman diseña una puesta en escena exquisita: en una cuidada reconstrucción de época, donde tanto decorados como vestuario responden a una paleta de colores delicada, los planos con fotografía de Richard van Oosterhout lucen un buscado equilibrio: los personajes siempre enmarcados por puertas, ventanas, arcadas, columnas, espejos, o componiendo dúos o tríos cuidadosamente pautados por la luz, en una puesta tal vez demasiado teatral. Con un humor muy fino, Stillman desarrolla una crítica corrosiva de los que posan, de los que especulan y, sobre todo, de esos nobles que en la flor de su edad no hacen otra cosa que pasear por los jardines -primero con la madre, después con la hija- o recorrer a caballo sus propiedades -trabajadas por otros-. Los hombres de Amor y amistad son inactivos, ingenuos o estúpidos -sobre todo el fantoche pretendiente de Federica (Tom Bennett), un personaje muy logrado que se roba cada escena-, o se mueven según la manipulación que ejercen las mujeres, quienes tienen más clara la situación y saben manejarla con sutileza.
Con un mero puñado de largometrajes, la voz de Whit Stillman se ha convertido en un panteón para la comedia de costumbres que es al mismo tiempo mordaz. Tras ver Love and Friendship, uno se pregunta cómo es que el director no había adaptado todavía a esa magnífica e incisiva dama de la literatura que fue Jane Austen. Es increíble ver cómo el material de uno saca lo mejor del otro, en algo que sólo se puede describir como una cruza celestial. Basada en la novela epistolar Lady Susan, pero tomando prestado el nombre de otro de sus trabajos, Love and Friendship ya comienza a meterse de lleno en el egoísmo de la trama a partir del sarcasmo del título fiado. Poco hay de amor y amistad en la historia de la tenaz Lady Susan, sino un obstinado fervor por alcanzar todos sus objetivos y salirse con la suya en el seno de una sociedad victoriana, que lo que tiene de conservadora en la superficie no lo tiene de recatada bajo las enaguas. Es un costado de Austen que la autora exploró aquí y allá, pero esta vez con una audaz protagonista femenina elevada a la enésima potencia, con un entendimiento moral de la vida bastante mas ventajista que el de las personas que la rodean. En otras palabras, la Lady Susan de la genial Kate Beckinsale es de una monstruosidad victoriana importante, tan maquiavélica en sus planes como lo es de hermosa, aún siendo viuda, un estado civil no muy auspicioso para una mujer de su edad – en dicha época, claro-. Beckinsale se agarra fuerte de las fortalezas de un personaje hecho a medida por el director, con el cual trabajó previamente en The Last Days of Disco, y el resultado es una seguidilla de enredos de clase alta, donde la británica demuestra que no sólo es una actriz de acción sino que las películas de época le sientan más que bien. Hay una mínima reunión con Chloë Sevigny -trabajaron juntas en The Last Days…– que entrega los mejores y más tajantes momentos de la película con una locuacidad sorprendente. Sin embargo, el que se roba todos los aplausos es el Sir James Martin de Tom Bennett, en la construcción de un hombre tan vacuo y perdido en la vida que es deliciosamente vergonzante presenciar todas sus escenas. El resto del elenco está muy a la altura de los anteriores jugadores, inclusive Stephen Fry en prácticamente un cameo, generando un agradable ambiente de cordialidad y engaño en cada reunión y tertulia. Stillman es el Quentin Tarantino de la comedia, siendo Love and Friendship su quinto largometraje en 26 años de carrera. Comparado insistentemente con Woody Allen, hay algunos trazos en común pero en definitiva el estilo de Whit es mucho mas cerrado y de nicho que el del neoyorquino. El humor es muy particular, demasiado sutil a veces por su propio bien, pero la lucidez que tiene su historia y la agilidad de cada diálogo hacen de Love and Friendship una pequeña joyita que todo seguidor de Austen y de la comedia inteligente debería ver.
Alta comedia de modales Es la dupla que nadie imaginaba, pero ahora es imposible entender por qué. Cómo fue que hubo que esperar tanto para que ocurriera lo que ahora parece inevitable: la sociedad entre el director Whit Stillman y la autora Jane Austen. Tal vez haya tenido que ver con el respeto que el realizador norteamericano siente por la novelista británica, tan evidente en Amor y amistad, su adaptación de Lady Susan, la novela corta de Austen, uno de sus primeros trabajos, que se publicó después de su muerte. Lo cierto es que el director de esas pequeñas grandes películas sobre los usos y costumbres de los jóvenes de clase alta de la sociedad norteamericana que son sus films Barcelona, Los últimos días del disco y Metropolitan entendió a la perfección las claves de la narrativa Austen. En el centro del relato conviene tener a un personaje ingenioso, carismático y algo egocéntrico, esa última característica es optativa, claro, pero en el caso de Lady Susan se cumple a rajatabla. La viuda va por la vida usando su inteligencia y su habilidad retórica para conseguir lo que quiere. Aunque más allá de todos sus métodos de manipulación, sus opciones son limitadas: es una mujer sin dinero ni propiedades en la Inglaterra de la regencia. Sus únicos bienes son su belleza y su reputación. La primera nadie la pone en duda; sin embargo, la segunda está en cuestión desde la primera escena en la que Lady Susan y su hija Frederica salen casi huyendo de la mansión en la que se alojaban. Luego la astuta viuda pintará el cuadro con colores mucho más bellos y apacibles cuando lleguen de improviso a la casa de su cuñado, un bonachón terrateniente que no encuentra nada cuestionable en la conducta de su familiar ni en su visita espontánea. La señora de la casa, por supuesto, está bastante menos tranquila con la huésped. Con la justa medida de liviandad e ironía, pero sin perder de vista el contexto del relato, Stillman guía a sus personajes con soltura por las particularidades de la comedia de modales. Cada uno de sus actores, desde la perfecta Kate Beckinsale como la seductora Lady Susan hasta su compinche de correrías, interpretada por Chloë Sevigny -dos actrices habituales del cine de Stillman-, pasando por los varios actores secundarios que las rodean, aportan sensibilidad y humor al entretenido cuento.
La ironía de Austen en la gran pantalla. Es una película de época, pero no “de qualité”: el realizador de Barcelona toma un relato de la escritora británica para construir una historia en tono de comedia sarcástica. Una de las protagonistas de Metropolitan, ópera prima (1990) del estadounidense Whit Stillman, estaba encandilada por la obra de Jane Austen, en particular por la Fanny Price de Mansfield Park. Un cuarto de siglo más tarde, Stillman le da el gusto a su heroína y filma una nouvelle de la autora de Sensatez y sentimientos y Orgullo y prejuicio, demostrando que su obra será escasa, pero sus amores no son fugaces. Quinta película del realizador de Barcelona y Los últimos días del disco, Amor y amistad (que para enrevesar un poco las cosas no se basa en el cuento homónimo escrito por Austen a los 14 años, sino en la novela Lady Susan, que la autora de Persuasión habría completado a los 19, pero se publicó póstumamente) es su primera película de época. De época, pero no de qualité: como casi todas las historias de Austen, Amor y amistad es una comedia. En ella no importan nada la platería o los cortinados, sino las tramoyas de los personajes. De hecho, según Stillman su fuente de inspiración cinematográfica fue Dos pícaros sinvergüenzas, aquella comedia de los 80 en la que Michael Caine y Steve Martin estafaban a señoras adineradas en la Costa Azul. Acá, con todas las licencias del caso, los alter egos de Martin y Caine serían, como se verá, Kate Beckinsale y Chloë Sevigny. Beckinsale es Lady Susan Vernon, viuda muy deseable que al comienzo de la película parte en carruaje junto a su hija, en medio de un pequeño drama familiar de sus ex anfitriones. No está muy claro el motivo de los gritos y las lágrimas, pero más tarde se sabrá que se deben a la excesiva confianza que la dama se habría tomado con el apuesto dueño de casa, Lord Manwaring. De allí, Lady Susan decide prestar una visita a su cuñado y esposa, quienes justo en ese momento se hallan en compañía del joven hermano de ésta, Reginald DeCourcy. Llamativamente, Lady Susan prolonga su visita, prodigándose en paseos en compañía del joven Reginald. Para su sorpresa llega su hija Frederica, expulsada del internado al que concurría, por haber intentado huir de allí. La novedad no le hace mucha gracia a su madre, tal vez porque Reginald podría ser un candidato para ella. Sin embargo pronto llega Sir James Martin, un bobalicón que podría ser perfectamente “colocable” como prometido de Frederica. Mientras tanto, en Londres, Alicia Johnson, confidente estadounidense de Lady Susan (Sevigny) la ayuda a seguir tramando hilos que incluirán convenientes partidas y regresos de Frederica, a quien su madre mueve como a una pieza de ajedrez. Un dato rotundo del triunfo de la adaptación –a cargo del propio Stillman– es que la novela original está escrita, como Sensatez y sentimientos, en formato epistolar. Salvo una voz masculina que aparece en la brevísima escena inicial (y que de hecho no se sabe a quién corresponde) no hay voz en off en toda la banda sonora de Amor y amistad (título bastante poco apropiado, en verdad, ya que hay algo de lo primero en la historia, pero nada de lo segundo). Stillman da con un recurso de gran efectividad para imponer un tono y una forma de comunicación, al presentar a cada personaje parafraseando una modalidad del cine mudo, con viñetas que los describen de manera generalmente sarcástica. “Buen partido”, por ejemplo. “Algo atolondrado”, para el torombolo de James Martin. El estilo irónico, eventualmente vitriólico de Stillman hace sincro con el de Austen, lo cual permite a la película funcionar como una pista de patinaje del subtexto. Y una montaña de texto: Stillman nunca tuvo ningún complejo de que el cine no tuviera que ser dialogado. Sigue sin tenerlo, así que el espectador deberá afilar sus oídos. En ese sentido hay otra influencia no dicha, aunque sí confesada entre bambalinas por este nativo de Washington, que es la de Eric Rohmer. Influencia que parece extenderse a la puesta en escena, que manifiesta un claro predominio de planos americanos, que imponen una cierta distancia con respecto a un mundo en el que lo aparente y lo real también la mantienen entre sí.
De romance y enredos Basada en la novela "Lady Susan" de Jane Austen, Amor & Amistad (Love & Friendship, 2016) es un film característico de la autora, que sigue la línea de Sensatez y sentimientos y Orgullo y prejuicio. Y no decepcionará a los amantes del género. Con una mala fama conseguida gracias a su carácter y belleza, Lady Susan Vernon (Kate Beckinsale) es una joven viuda que sólo piensa e su bienestar económico. La necesidad de mantener el estilo de vida que tenía con su marido hace que se traslade a la casa de su cuñado, donde conoce a Reginald (Xavier Samuel), un hombre apuesto y millonario con el que se relaciona. Mientras, intenta convencer a su hija Frederica (Morfydd Clark) de que se case con un adinerado conocido al que la joven no ama. La película de Whit Stillman no desentona con las otras historias de Austen llevadas a la pantalla grande. Por ejemplo, son infaltables los magníficos escenarios al aire libre y las grandes casonas inglesas. Sin embargo, se diferencia de ellas porque tiene diálogos más distendidos, y en la forma en que el director elige presentar a los personajes: primeros planos en los que el público lee sus nombres y la relación que tienen con "Lady Susan". Kate Beckinsale es una excelente protagonista. En general las actuaciones son correctas y medidas porque el mayor desarrollo de los personajes está dado a través del texto. El film de Whit Stillman es estilizado y acorde a lo que el público espera, tanto desde la estética como desde el argumento y la música (vale destacar las piezas del período Barroco que complementan las escenas). Romance y enredos conforman una fórmula más que efectiva.
COMPLICADA Y DIVERTIDA Basada en una novela corta epistolar que Jane Austen que nunca presento para publicar, le permite al adaptador y director Whit Stillman realizar una película encantadora donde la protagonista es una mujer linda, inteligente, malvada. Y con el uso de la seducción que la hace poderosa para una época (1790) donde los protagonistas eran los hombres, aquí muñecos en una trama acorde con los intereses de esta joven. Kate Beckinsale tiene un soñado protagónico donde se luce.: Es una mujer de 30 años, que enviudó, que no tiene dinero y que debe casarse con el candidato adecuado y también tiene que solucionar un matrimonio para su joven hija, para que no la estorbe, por la que siente muy poco afecto. Y esto mientras tiene como amante a un hombre casado. Complicado y gracioso con una muy buena reconstrucción de época, con la pintura de una sociedad donde las formas ocultan turbulencias, chismes y enjuagues de todo tipo. Se luce un elenco muy bien elegido. El espectador agradecido.
Nueva y divertidísima adaptación de Jane Austen, lejos de cualquier encorsetamiento y solemnidad, esta película basada en una novela de juventud y poco conocida de la autora, Lady Susan, es una de las sorpresas del año. Con la irreverencia necesaria para trabajar con semejante soltura, el director Whit Stillman sigue a la viuda Susan Vernon (Kate Beckinsale, genial) en el incansable armado de pequeñas conspiraciones para casarse, ella o su pobre hija, con algún tonto adinerado. Vernon tiene su reputación, su apelllido y sus contactos, pero también pesan sobre ellas sospechas de amoríos nonsanctos y, principalmente, está sin un centavo. Junto a su amiga americana (Chloe Sevigny), Susan urde tramas para hacerse invitar y seducir, o para colocar a la joven Frederika, cuando casualmente se acuerda de ella. Stillman hace de su maquiavélica protagonista un encanto malicioso digno de verse en cada escena, pero también conmovedor: Stillman transmite un gran cariño por sus criaturas, incluída esta villana maravillosa. Y los que están de un lado y de otro de sus planes, engañados o desengañados, tienen, hasta en los papeles más chicos, momentos de brillo y humanidad. Con gran sentido del humor, la película llega lejos en su mirada de las cuestiones sociales de la época austeniana y el lugar de lo femenino en ellas.
DESCARO Y MALICIA El nuevo milenio vio una fiebre Jane Austen. Por algún motivo las obras de esta autora de comienzos del siglo XIX tocaron alguna fibra, engancharon con la sensibilidad del siglo XXI, y las adaptaciones fílmicas y televisivas aumentaron exponencialmente. Según el sitio IMDB, de 67 adaptaciones contabilizadas, 33 se produjeron del 2000 para acá. Lo cual no deja de ser un dato estadísticamente significativo teniendo en cuenta que la primera data de 1938. Es cierto que el nombre Jane Austen puede hacer levantar la ceja en señal de desconfianza. No por su culpa, claro, sino porque unas cuantas de estas adaptaciones terminan en rutinarios y pomposos relatos de época concebidos para la admiración de la fotografía y el diseño de vestuario (no contamos algunos delirios disparatados como Orgullo Prejuicio y Zombies, de 2016). A bajar la guardia. Amor y Amistad es otra cosa, totalmente alejada del Qualité, gracias a su ligereza, su frescura y su sentido del humor. El film de Whit Stillman es una rareza en principio porque elige una pieza poco conocida de su autora, publicada de manera póstuma, que a diferencia de otros títulos como Orgullo y Prejuicio, Sensatez y Sentimientos o Emma, que tuvieron numerosas adaptaciones, es llevada por primera vez a la pantalla. Su título original es Lady Susan, y el de Amor y Amistad está tomado de otra obra, aún menos conocida. Este trueque no parece inocente dado el tono, no solo porque parece referenciar de manera burlona otros títulos de Austen consistentes en un par de emociones profundas, sino porque la presencia del amor y la amistad en esta historia es algo por lo menos cuestionable. La Lady Susan en cuestión, interpretada con mucha gracia por Kate Beckinsale, es una viuda joven, no se diría alegre pero sí bastante descarada y decidida. Su posición social, todavía al límite de lo aceptable pero pendiente de un hilo, la lleva a elaborar un plan para conseguir un marido para su hija adolescente y, de paso, uno para sí misma. De ser posible “rico y tonto”. Plan que va a ejecutar con admirable destreza y para el que va a contar con la colaboración involuntaria de miembros de su familia política a quienes va llevando de la nariz pese a su eventual protesta. Se trata de una mujer inteligente, que es también arribista y manipuladora pero ciertamente cautivante. Claramente no es una heroína, pero uno no puede dejar de simpatizar con ella, reírse con sus observaciones agudas pero certeras y desear, en fin, que se salga con la suya. Y aquí entra lo interesante del retrato de época. Después de todo, ante la debilidad de su posición social, Lady Susan manipula y dirige pero a fin de obtener lo que la misma sociedad que la juzga le exige, lo que la convierte en una sobreviviente. Si el título parece una ironía es porque el amor aparece aquí como excusa para el interés y porque la única amistad que se percibe como verdadera es la de Lady Susan y Alicia (Chloë Sevigny quien vuelve a juntarse con Beckinsale desde Los últimos días del Disco, de 1998, también de Stillman), una relación de complicidad plagada de comentarios maliciosos para con el resto de la sociedad. Y es que el fuerte del film son los diálogos, rápidos, picantes, irónicos, siempre con un subtexto o una segunda intención. Mérito de Stillman ya que el original es una obra epistolar. Stillman echa mano además a recursos propios del cine mudo como la presentación de personajes, enmarcados en un iris, con descripciones escritas como “un hombre divinamente atractivo”, “su esposo por obligación” o “ayuda a empacar y desempacar”, que señalan que en esta sociedad de apariencias nada debe ser tomado muy en serio. Este rechazo de la pomposidad y la afectación, su desfachatez y descaro es lo que distingue a esta película y la convierte en una experiencia fresca y disfrutable. AMOR Y AMISTAD Love & Friendship. Estados Unidos, Gran Bretaña, Irlanda, Francia. 2016. Dirección: Whit Stillman. Intérpretes: Kate Beckinsale, Chloë Sevigny, Morfydd Clark, Xavier Samuel, Emma Greenwell, Stephen Fry, James Fleet, Jemma Redgrav y Tom Bennett, Guión: Whit Stillman, basado en la novel “Lady Susan” de Jane Austen. Fotografía: Richard Van Oosterhout. Edición: Sophie Corra. Música: Benjamin Esdraffo. Duración: 93 minutos.
“Amor y amistad” adapta bien a una joven Jane Austen Kate Beckinsale es una deliciosa y muy peligrosa seductora, a la altura de la malvada Joan Collins, en esta comedia de época que trae al cine una novela poco difundida de Jane Austen: "Lady Susan". Parece mentira, pero ella la escribió cuando apenas tenía 19 años. La pulió a los 30, y la dejó sin publicar. Lo mismo hizo con varias cositas previas, muy ingeniosas pero todavía verdes, entre ellas un cuento llamado "Amor y amistad". En fin, ahora, con el nombre de uno, vemos la ilustración cinematográfica de otro. Que, es cierto, tienen bastante en común, empezando por el ambiente, la brevedad, y el carácter epistolar. Es decir, todo avanza a través de cartas repletas de chismes, secretitos, confesiones y cambios de punto de vista, ya que son varias personas las que se escriben, intrigando entre ellas o cayendo en alguna intriga (amorosa, por supuesto). Lamentablemente, la adaptación "alivia" el trabajo del cartero, pero en cambio sigue fiel al asunto original y a la mirada observadora de la joven Austen, cargada de ironía. El director Whit Stillman le agrega, además, una elegancia general muy placentera, y le pone como carnaduras unos artistas excelentes: Stephen Fry, Chloe Sevigny, Jemma Redgrave, etc. Pero el mayor atractivo es Kate Beckinsale como la referida Lady Susan, una hermosa viuda fresquita y moralmente muy fresca, falsa, aprovechadora, egoísta, etc. Como dice en la novela una de sus víctimas, ella "no se limita a esa clase de seducción honesta que agrada a la mayoría de la gente, sino que aspira a la más suculenta gratificación, que consiste en hacer desgraciada a toda una familia". Y vivir de arriba. Si lo consigue o no, eso hay que verlo.
Pese a no ser prolífico, el director Whit Stillman conserva su lugar de privilegio entre los más interesantes cineastas estadounidenses. Metropolitan, su ópera prima, le valió premios, una nominación al Oscar por Mejor Guión Original, y le permitió ser parte del boom del cine independiente de su país a principios de los 90. A diferencia de varios de sus colegas de aquella movida, que retrataban microcosmos marginales, lo de Stillman iba por el lado de ironizar sobre los jóvenes adultos elegantes, acomodados, con los mejores puestos de trabajo y afectos a las charlas sobre cuestiones filosóficas; un ámbito donde tampoco faltan los vínculos sentimentales, con sus idas y vueltas. Barcelona, ambientada en la ciudad de España (el director comenzó su carrera cinematográfica en ese país), sigue en esa misma línea, y también Los Últimos Días del Disco, que funciona como el cierre perfecto de una trilogía que le permitió ser denominado el Éric Rohmer del Upper East Side. Tras años de ausencia, en 2011 regresó con Chicas en Conflicto, ambientada en el mundo universitario. Refinamiento, intrincadas relaciones de pareja, una mirada crítica y un humor sutil… No es casual que Stillman terminara adaptando una novela de Jane Austen. De hecho, en Metropolitan hay referencias a la autora, y Chicas en Conflicto tiene puntos en común con el argumento de Emma. Sin embargo, Amor & Amistad, basada en la nouvelle epistolar Lady Susan, es su incursión explícita en el mundo de la escritora. Gran Bretaña, 1790. Luego de quedar viuda, Lady Susan Vernon (Kate Beckinsale) decide pasar un tiempo en la casa de campo de la familia de su cuñado. Las intenciones de la mujer se resumen en conseguir un marido poderoso para Frederica (Morfydd Clark), su hija, que les permita a ambas conservar su estatus en la alta sociedad. Reginald DeCourcy (Xavier Samuel), un joven y atractivo heredero, pronto ingresará en el radar de la bella aunque manipuladora Susan. La obra de Austen fue llevada al cine innumerables veces (Orgullo y Prejuicio, por ejemplo), pero Stillman evita los clichés de antaño y le imprime su exquisitez marca de la casa y una capacidad para hacer entrañable hasta al personaje más políticamente incorrecto. Además del uso de diálogos ingeniosos, el director añade humor mediante las presentaciones de cada personaje, a veces describiendo el verdadero carácter o el propósito de cada uno. Kate Beckinsale tenía la oportunidad dorada de lucirse en el rol de Lady Susan, y la aprovechó con creces. Trasmite las observaciones e intenciones del personaje, y también su lado más comprensivo. Sus escenas junto a Chloë Sevigny (interpreta a Alicia Johnson, una norteamericana amiga de Susan) permiten saber que sigue inalterable la química que ambas ya habían mostrado cuando protagonizaron Los Últimos Días del Disco. En Amor & Amistad, Stillman deja en claro que puede hacer suyo un material de otro autor sin faltarle el respeto y otorgándole una frescura irresistible, y que su cine es tan vigente, fino y deliciosamente irónico como desde las primeras épocas.
Una señora elegante y manipuladora. Lady Susan Vernon (Kate Backinsale) es una hermosa viuda de la alta sociedad inglesa del siglo XIX, muy culta y refinada pero que se ha quedado sin un centavo y sabe disimularlo muy bien. Sin aceptar que no tiene en realidad donde vivir visita parientes y vive divinamente como invitada. Sabiendo que debe buscar una solución a su precaria economía, Susan hará cualquier cosa con tal de conseguir un buen marido para su hija, y tal vez uno para ella también. Con pocas opciones en su lista decide instalarse en la casa de su familia política, donde es bien recibida por su cuñado y mirada con desconfianza por su cuñada. Hermosa y terriblemente manipuladora, Susan arma un tremendo revuelo en la casa, y su cuñada no tarda en descubrir el tendal que ha dejado en todos los sitios que ha visitado. Celos, engaños, y otros pormenores trascurren en el lugar, pero siempre manteniendo el decoro y respetando la hora del té. Basado en el relato corto de Jane Austen “Lady Susan” el filme refleja a la perfección la sutileza con la que la autora describe a la pacata sociedad de la época, pero a diferencia de otras adaptaciones aquí el eje no son los sentimientos ni los romances, sino esa cualidad que desarrollaban las mujeres en esos tiempos en los que estaban siempre relegadas a un segundo plano, que las llevaban a aprender a mover los hilos desde la sombras para lograr lo que querían, a disimular sus emociones y disfrazar palabras. Kate Backinsale interpreta magistralmente a esta cínica señora que sin culpas ni remordimientos manipula a todos a su alrededor, incluso a su propia hija, con tal de asegurarse su futuro. Entre mansiones, porcelana, vestidos y sombreros transcurre esta comedia que si bien se burla de las costumbres y la hipocresía de la época, termina dejando de lado la ironía y la crítica para convertirse en una novela que por momentos resulta demasiado contenida y hasta acartonada. Alrededor de la protagonista las actuaciones son correctas, y tanto las interpretaciones como la puesta en escena es bastante teatral. Sin ser la mejor adaptación de la autora, esta película es una correcta comedia costumbrista, con un final redondo; pero también un interesante retrato de la época, a través de los ojos de Jane Austin.
La nueva película de Whit Stillman, director indie muy interesante que no trabaja tanto como nos gustaría (su película anterior, la comedia “Damsels in distress”, es del 2011 y acá sólo se la vio en un Bafici), lo vuelve a reunir con Kate Beckinsale y Chloe Sevigny. Las protagonistas de “Last Days of Disco” ahora se calzan trajes de época y dan vida a una novela menos conocida de Jane Austen, “Lady Susan”. La Lady Susan a la que hace referencia el título de la obra literaria (la película tiene el mismo título con el que se estrena en nuestro país pero en inglés claramente) está interpretada por una Kate Beckinsale mejor desenvuelta que la mayoría de sus veces en la pantalla grande. Es divertida, encantadora, mentirosa, interesada y sobre todo, manipuladora. Es también una busca vida, en cierto modo. Recientemente viuda y con una hija a la que prefiere tener alejada y a quien no logra entender, al mismo tiempo quiere que tenga un buen pasar económico, pero también quiere conseguir uno para ella misma. Casarse para ella es un trámite, aunque su hija no piensa lo mismo y se enoja por querer ser obligada a esposar a quien no ama ni desea. Claro que hablamos de una época en la que los matrimonios arreglados o por conveniencia eran algo muy común, así como también estaba mal visto a una mujer sola. Mientras planea su buen pasar y el de su hija, llega a la casa de su concuñada para quedarse con la excusa de querer conocer a la familia cuando en realidad su economía pasa por un momento delicado. Al llegar a este hogar, casa de campo, en medio de una pareja sencilla y entregada al otro, de a poco comienza a revolucionar este hogar. Una posible conquista a la que inmediatamente logra poner en la palma de su mano y la irrupción de su hija a quien echaron de la escuela revolucionan a la propia Susan, quien en realidad nunca cede al pánico sino que siempre tiene un as bajo la manga. Chloe Sevigny es la amiga fiel y confidente, una mujer tan cínica como la propia Susan y con quien juntas tienen los mejores diálogos de una película. Esta es la película más cara que hizo Stillman y esto se debe principalmente al arte y vestuario, y sin dudas logra un retrato de época visualmente muy bello pero además, “Amor y amistad” es una opción divertida y fresca, más allá de un comienzo que descoloca con la presentación de todos los personajes, que en su momento no son más que un conjunto de nombres y rostros que nos va a tomar su tiempo aprender. A medida que avanza toma ritmo y se pone mucho mejor. Fabulosa Kate Beckinsale con su personaje dispuesto a todo para lograr su cometido. Una heroína con la cual no siempre estaremos de acuerdo sin embargo es admirable la fortaleza de este personaje femenino que a la larga va a terminar saliéndose con la suya.
El romance entre Jane Austen y el cine es casi tan apasionado como la obra de la autora supo cosechar su audiencia cautiva en el momento que cada nueva novela era esperada con ansiedad tiempo atrás. Basada en esta oportunidad en un cuento corto llamado “Lady Susan”, “Amor y Amistad” de Whit Stillman, recupera cierto tipo de cine histórico que se nutre de una narración plagada de locaciones bellas y un vestuario acorde para terminar plasmando el espíritu de una época en la que todo era mucho más complicado y las apariencias eran aún más importante para la sociedad que aquello que realmente se poseía. Así, Stillman, persigue a Lady Susan (Kate Beckinsale) por bellos jardines y palacios mientras urde conspiraciones y planes para que la alta sociedad inglesa pueda seguir con sus lazos sin que ningún recién llegado se codee con ellos, y en esa persecución o pesquisa, termina por, de alguna manera, contradecir todo aquello que caracteriza a Austen como escritora, ya que, con el afán de innovar termina por construir un relato mucho más cercano a la comedia que al drama y la épica que las páginas de “Lady Susan” contenían. Susan llega a la casa de su cuñado y queda impactada por Reginald (Xavier Samuel), un millonario y apuesto caballero en el que depositará todos sus anhelos para superar rápidamente la soledad en la que la reciente viudez la ha colocado. A su vez, convencerá a su hija Fredrica (Morfydd Clark) para que se case con un adinerado allegado a ella, a pesar que ésta no lo ame y se lo diga a viva voz. Pero Susan es manipuladora, fría, calculadora, y antes que quedar en la pobreza desea profundamente que alguna de las dos pueda convencer a alguno de los millonarios para asegurarse un presente y un futuro plagado de lujos y recursos. Y para sumar tensión a ese conflicto, una serie de personajes secundarios aportarán lo suyo para que Susan o bien no pueda cumplir con su cometido, o bien termine en los brazos de otros caballeros que sean no tan ricos, pero sí más honestos con sus sentimientos. El principal problema de “Amor y Amistad” no es tanto las actuaciones, al contrario, en el denodado esfuerzo de ellos por transmitir a partir de los diálogos el espíritu de época se termina por consolidar desde ese lugar la propuesta, el problema del filme radica en la poca consistencia de la narración a partir de la incorporación de elementos modernos que terminan por acercarla a una comedia de equívocos sin respeto por el original que adapta. Stillman ha sabido configurar una obra sólida y moderna, con relatos que, desde la colaboración de musas recurrentes en sus filmes, como Beckinsale y también Chloe Sevigny (en un papel secundario aquí), y su particular mirada sobre diferentes momentos históricos, supieron erigirlo como uno de los cineastas más influyentes de los últimos tiempos. En “Amor y Amistad” todo aquello que lo ha caracterizado y que supo conseguirle una serie de admiradores, está ausente, y ni siquiera el dinamismo de los diálogos le permiten superar el tedio con el que termina de configurar la película. “Amor y Amistad” es una fallida adaptación de Austen, que supo contar con ya clásicos como “Sensatez y Sentimientos” o “Persuasión” y “Orgullo y Prejuicio” con un acercamiento logrado, y que en esta oportunidad ni siquiera su emparentamiento con “Relaciones Peligrosas” hace que uno se interese por la propuesta.
Contiene diálogos inteligentes y chispeantes, una vez más se desnuda a la sociedad inglesa, sus costumbres, donde florece la hipocresía, frivolidades, los mandatos, secretos y mentiras. Las actuaciones son correctas y solo algunas escenas algo acartonadas. Visualmente esplendorosa y atractiva, bien ambientada, buena música y fotografía.
Amor y amistad, nueva adaptación del universo literario de Jane Austen. Lady Susan Vernon es una viuda con una hija adolescente, con una situación económica apremiante. Haciendo uso de su poder de seducción buscará sutiles maneras de encontrar marido para ella y su descendiente. Whit Stillman, realizador independiente estadounidense que debutó con Metropolitan (1990) en la que uno de los personajes estaba encandilado con la obra de Jane Austen, realiza una impecable adaptación de una corta novela epistolar de la misma autora, captando el espíritu de todo lo que en el original es un cuidado ir y venir de palabras escritas que destilan una corrosiva descripción de la sociedad inglesa de la época. Le agrega irónicas dosis de humor en pequeñas viñetas que presentan a los personajes, describiéndolos con bastante acidez. De amor algo hay, lo de amistad puede cuestionarse, más bien lo que se muestra son relaciones por conveniencia, la inmoralidad con elegancia y la habilidad para manejarse socialmente con falsedad. Lo que maravilla de Amor y amistad es que, a diferencia de lo que ocurre en otros films de época, el realizador de Los últimos días de la disco, no se preocupa por mostrar en detalle mansiones, muebles, vestidos y escenarios, sino que pone el acento en los afilados diálogos, que son muchos, de todos los personajes. Todo llevado a cabo por un elenco de singular encanto encabezado por Kate Beckinsale, Chloë Sevigny, Stephen Fry, Xavier Samuel, Morfydd Clark, Emma Greenwell y Tom Bennett. En Amor y amistad las mujeres ejercen el poder de manejar los resortes de las relaciones, para amar, para elevarse socialmente o para manejar una familia. Nobleza y especulación con el encanto de Jane Austen, pero como si sucediera hoy en día.
¿Cómo hace un hombre para vivir sin una mujer (y viceversa) en la sociedad inglesa del siglo XVIII? No pueden. No sólo por los diversos vínculos que pueden haber entre ellos sino por su interacción cotidiana. Jane Austen tenía muy claro esto y por ello explora y juega de diversas maneras con sus personajes para que siempre terminen juntos, pero no sin antes pasar por altercados y complicaciones fascinantes de vivir. No es la excepción con Lady Susan que Whit Stillman adapta con fidelidad e ingenio. Las descripciones iniciales de sus personajes condensan en un gesto y una frase las personalidades que veremos a continuación. Nos encontramos, así, ante la adaptación de una sátira que cuestiona desde distintos ángulos las acciones de una mujer, Lady Susan, decidida a sobrevivir a los obstáculos sociales. Con un humor muy refinado e ironía, Amor y Amistad (Whit Stillman, 2016) retrata la vida en sociedad de Lady Susan y sus triquiñuelas para mantener a flote a su hija y a ella. Desde el comienzo, los diálogos están cargados de un humor que desnuda las costumbres de la sociedad de esa época al poner de relieve los roles de la mujer frente al hombre. Lady Susan complota con Alicia Johnson (una divina Clhöe Sevigny) sus planes para atar a un hombre y a otro para ella y su hija. Vemos así las estrategias de Lady Susan más que para seducir, para manipular a los hombres. Aunque el filme está exento de planos memorables, sí tiene actuaciones valiosas como la de Chlöe Sevigny haciendo de Alicia y Tom Bennett de Sir James Martin. La primera aprovecha la ironía de su personaje para enriquecer su actuación con gracia y mordacidad a la vez. El segundo es el comic relief de la historia, quien condimenta los enredos de la trama con un humor más evidente. No obstante, quien no termina de convencer es Kate Beckinsale que aborda su Lady Susan con obviedad y amaneramiento, olvidando los matices que puede tener una mujer manipuladora. Otro de los aspectos fascinantes de la película es el vestuario. Con tonos estridentes, cada vestuario esboza el rol del personaje dentro de la historia. Lady Susan viste colores más opacos, incluso viste de negro, porque en el fondo, es la más dominadora de todos. Ella es quien controla a los demás personajes, sea intencionalmente o debido a circunstancias ajenas a ella. Por su parte, la música de Benjamin Esdraffo enriquece las escenas con coros que generan expectativa y dinamizan la acción. Atrás no quedan los sets y decorados de época que muestran con opulencia el nivel social de cada familia. Cumplen un papel primordial porque además Lady Susan se muda en diversas ocasiones y, así, podemos detallar sutilmente hasta dónde tiene que descender el personaje hasta acomodarse. Al final, lo importante no es quién queda con quién aunque eso parezca lo relevante en las obras de Jane Austen, sino los variados estados por los que pasan sus personajes femeninos, no sin una pizca de humor, para alcanzar lo que en el fondo desean.
Extraordinaria e irrespetuosa adaptación de una poco conocida novela de Jane Austen, “Lady Susan”, la nueva película del realizador de “Metropolitan” es uno de los mejores estrenos de la temporada: una comedia ingeniosa, pícara y brillante protagonizada por Kate Beckinsale y Chloë Sevigny. Al ver tan solo unos segundos de AMOR Y AMISTAD, la nueva película de Whit Stillman, uno se preguntará cómo a nadie se le ocurrió hacer una combinación así antes. Si hay un autor del cine contemporáneo capaz de llevar al cine un universo como el de Jane Austen sin caer en el tono conservador/respetuoso de gran parte de las adaptaciones al cine de la autora –especialmente desde el desembarco cinematográfico casi completo de su obra en los años ’90– ése es el director de METROPOLITAN, película que no por nada contenía en un momento un debate sobre la obra de la escritora. La película se basa en LADY SUSAN, una novela inconclusa y con forma de intercambio epistolar que Austen escribió siendo muy joven y que, publicada mucho después de su muerte, es uno de los trabajos menos conocidos de la autora. Fue eso, seguramente, lo que ha permitido (o liberado) a Stillman para imponer bastante su personalidad, tono y estilo catacterístico a las desventuras de esta mujer que, como muchos otros personajes de Austen pero en plan algo más pícaro, desea casar a su hija para mejorar su difícil situación económica. Es un encuentro de sensibilidades óptimo, ya que Stillman logra sacarle el lustre de falso y académico prestigio pero sin perder el respeto por los materiales y, a la vez, poniendo en primer plano el agudo ingenio de los diálogos y el subtexto económico/social que muchas veces queda tapado en las adaptaciones cinematográficas por las idas y vueltas románticas de los personajes. Al contar con un guión propio que se toma bastantes libertades con el original, Stillman le impone al filme un toque cómico más evidente, que logra el milagro de bordear la parodia sin caer jamás en ella del todo, de utilizar recursos que podrían ser considerados “posmodernos” pero sin jamás poner a la historia ni a sus personajes por debajo de sus jugueteos formales y, especialmente, de transformar a la novela en una película divertídisima que actualiza, como muy pocas lo hacen hoy, el screwball comedy clásico del Hollywood de los años ’30. En el que tal vez sea el mejor papel de su carrera, Kate Beckinsale le escapa por un rato a la devaluada superacción de la saga UNDERWORLD para volver a sus orígenes (uno de sus primeros roles, en 1996, fue en una versión televisiva de EMMA) y encarnar a Susan Vernon, una mujer de fines del siglo XVIII que acaba de enviudar y que tiene una hija a la que intenta casar para recuperarse de su difícil situación económica actual. La bellísima, sagaz y muy pícara Susan puede a la vez atraer las miradas de los candidatos que bien podrían/deberían ser para su hija y ser una creíble aunque desentendida madre. De haber existido el concepto MILF en 1790, a la Susan de Beckinsale le habría caído a la perfección. Un tanto obligada a irse de Londres tras descubrirse su affaire con un hombre casado, con la colaboración en el “armado del proyecto” de su amiga norteamericana Alicia Johnson (Chloë Sevigny), Susan viaja a la mansión de su cuñado para quedarse un tiempo allí. Ya célebre por sus flirteos románticos, la mujer consigue atraer la atención de Reginald, el hermano menor de la esposa de su cuñado, pero la relación no es del todo bien vista por allí. Es entonces cuando aparece en la mansión Frederica, su hija, que se ha fugado del colegio, y a su vez Sir James Martin, un millonario que quiere casarse con la chica, relación que Susan apoya pero la chica quiere evitar a toda costa por motivos que serán obvios con solo conocer al personaje. Martin (encarnado por Tom Bennett) es un hombre simplón, casi tonto, que tal vez sea la creación más abiertamente cómica de la carrera de Stillman y de la literatura de Austen, al menos como está versionado por el director de METROPOLITAN. La aparición de Martin lleva a la película a un tono abiertamente más cómico –casi cercano a un potencial sketch de Monty Python– y ya no solo dependiente del ingenio de los diálogos y la picardía de las tramposas actitudes de Susan. El gran logro de Stillman aquí es poder incorporar ese humor más, si se quiere, directo, a la trama del filme sin que por eso la acción desbarranque hacia la parodia ni se pierda la credibilidad de la puesta. De hecho, ya de entrada había quedado claro que Stillman estaba dispuesto a faltarle el respeto excesivo al tono qualité que suelen arrastrar este tipo de adaptaciones. Lo hace ya en los textos que aparecen impresos en la pantalla cuando presenta a los personajes, en las escenas con lecturas de cartas (en las que también juega con textos en pantalla) y en otras que conviene no revelar. Tras la aparición de los nuevos personajes, las manipulaciones de Susan se volverán más complejas, problemáticas e ingeniosas, pero jamás perderán ese tono liviano e inteligente que caracterizan no solo a las películas previas del realizador (como THE LAST DAYS OF DISCO o BARCELONA), sino a las grandes comedias clásicas de los años ’30 y ’40. Beckinsale bien podría ser un personaje de Katharine Hepburn o Carole Lombard en una comedia de esa época y Stillman un digno heredero de Lubitsch. Lo que termina por convertir a LOVE & FRIENDSHIP (título sacado por Stillman de otra obra poco conocida de Austen y uno que le sirve para jugar con los ya conocidos títulos de las novelas más famosas de la autora, como SENSATEZ Y SENTIMIENTOS y ORGULLO Y PREJUICIO) en una gran película –sino una obra maestra– es el afecto que demuestra por cada una de las criaturas del filme. Tanto la “malvada” Susan como el bobalicón Martin –y más aún el resto de los personajes– son tratados con un cariño y una comprensión que desarman, transformando a la película en una compartida fiesta que, para completar el asunto, incluye hasta bailes y canciones. El filme es una celebración de principio a fin, con un cierre que Stillman alteró de la novela original y que apunta aún más hacia ese lugar amable pero pícaro a la vez en el que los personajes de la película viven. En LOVE & FRIENDSHIP (AMOR Y AMISTAD, por si hace falta traducirlo), Stillman puede tener un guiño en el ojo a lo largo de casi todo el relato, pero jamás se pone por encima de las situaciones ni de los personajes creados por Austen más de doscientos años atrás. Es uno más, allí, en la Mansión Churchill, tan fascinado y entretenido con las desventuras y el ingenio de los personajes como lo estamos los espectadores.
Bella, inteligente y ambiciosa Lady Susan, amor y amistad, basada en la novela de Jane Austen, tiene a Kate Beckinsale en el mejor papel de su carrera. Cuando Jane Austen escribió Lady Susan tenía sólo 19 años y no imaginaba que iba a convertirse en un clásico de la literatura universal. No había escrito aún las grandes novelas que la ubicarían en ese pedestal del que ya nadie podrá bajarla si se juzga por el enorme éxito que siguen teniendo Orgullo y prejuicio, Sensatez y sentimientos, Persuasión o Emma. La gran ventaja de Whit Stillman (Los últimos días de la disco) como guionista y director es que sí conoce la dimensión de esa narradora inigualable y se vale de semejante conocimiento para que su adaptación sea un verdadera proeza. Hay que tener en cuenta que el relato original de Austen es una breve novela epistolar, muy bien compuesta, pero limitada por ese género que a fines del siglo XVIII ya mostraba signos de agotamiento. Lady Susan es uno de los retratos más perfectos y menos moralistas de una manipuladora que ha dado la literatura. En su paso al cine, se transforma, además, en un cuadro de la aristocracia inglesa de la época, en sus variantes campesina y urbana. Stillman es un experto en diseccionar las clases altas como sólo puede serlo alguien que ha pertenecido a ellas, sin odio ni rencor, aunque con mucha ironía y sentido del humor. Lady Susan, interpretada por Kate Beckinsale en el mejor papel de su carrera, es una viuda todavía joven, madre de una hija de 16 años, con una mente brillante, una ambición proporcional y un corazón que todavía late, pero que ella controla por el placer que le proporciona controlarlo todo. No sólo quiere bienestar, quiere algo más y conoce varios caminos para conseguirlo. Por suerte, Austen y Stillman entienden la psicología de una manera poco y nada freudiana. Hay caracteres (la mayoría de los hombres) y hay personalidades (Lady Susan, su amiga Alicia Johnson y en menor medida su cuñada Catherine). La estrategia importa más que las motivaciones, como sabe cualquiera que entienda el poder. En ese sentido, los personajes son lo que pueden hacer de sí mismos en la posición social que se encuentran, y la herramienta más eficaz de esa guerra de salón es el lenguaje. A diferencia de Austen, Stillman se permite mostrar en modo espectral las rígidas diferencias de clases de la Inglaterra del siglo XVIII. Lo hace acentuando los movimientos casi mecánicos de los sirvientes que componen una especie de máquina humana, un sutil aparato de sumisión, de espionaje y de delación. Lo que se mantenía en estado de abstracción en la novela epistolar (carente de descripciones y de diálogos) se vuelve algo mucho más concreto y tangible en la película. Eso es un punto a favor y un punto en contra a la vez. De ahora en adelante, ¿cómo será posible imaginar una Lady Susan que no tenga la cara, el cuerpo y la voz de Kate Beckinsale?
Una película ideal para fans de Jane Austen. Para el público que no esté familiarizado con los trabajos de la escritora este film podría resultar un bodrio, pero quienes disfrutaron sus novelas seguramente se engancharán con Amor y amistad, ya que representa una de las mejores adaptaciones cinematográficas de la obra de la artista inglesa. La película está basada en Lady Susan, uno de los trabajos menos populares de Austen que se publico tras la muerte de la autora en 1871. Algunos de sus biógrafos destacan que Austen nunca estuvo conforme con su labor en esta historia y por ese motivo nunca la publicó, pese a que fue su primera labor literaria. En el cine este relato no cuenta con grandes antecedentes salvo por una adaptación que brindó la BBC en el 2009. La razones que no sea tan conocida y uno de los elementos que hace interesante a esta propuesta es que se trata de la historia más cínica de Jane Austen, quien a nivel popular es una artista asociada con el romance. Lady Susan es la contracara de las heroínas sensibles que se destacaron en Orgullo y prejuicio, Sensatez y sentimiento y Emma. La trama se centra en una mujer de treinta y pico, quien tras quedarse viuda manipula a todos los hombres de su círculo social para asegurarse un buen pasar económico. A diferencia de otras creaciones de Austen como Emma Woodhouse o Elizabeth Bennet (Orgullo y prejuicio), quienes apostaban por el amor verdadero, Lady Susan está de vuelta en la vida y no le importa nada. Seduce hombres casados y busca la atención de jóvenes a los que dobla en edad. Un personaje muy divertido y transgresor para el contexto social en el que se desenvuelve. Estos elementos hacen que esta historia sea una propuesta muy diferente a los relatos que suelen ser asociados con la escritora. La película del director Whit Stillman ( Los últimos días del disco) presenta una adaptación impecable que sigue con bastante fidelidad el relato original. Kate Beckinsale, quien en 1996 había interpretado a Emma en un film para la televisión, acá sobresale en el rol de la manipuladora Lady Susan que logra ser una anti-heroína muy atractiva. La comedia de Whitman desarrolla muy bien la sátira de la sociedad inglesa en la Era Victoriana que proponía la novela. Salvo por el detalle que el argumento se desarrolla en Irlanda, en lugar de Inglaterra, el film sigue de cerca el conflicto del libro y hasta incluye diálogos originales de Austen. Un riesgo que tomó Stillman, ya que los largos diálogos que mantienen los personajes de Austen en los libros en el cine podrían resultar monótonos. Sin embargo el director le dio un ritmo dinámico a la narración de la historia y el conflicto se resuelve en 90 minutos. La paradoja de este estreno es que se titula Amor y amistad, un nombre que Whit Stillman tomó de un cuento de Austen, cuando esos elementos precisamente brillan por su ausencia en esta historia. Una ironía adicional para un relato que se burla del romanticismo victoriano. Desde los aspectos técnicos la película sobresale en la puesta en escena del período histórico y los vestuarios que no pasan desapercibidos. Kate Beckinale se encarga de llevar adelante la trama pero está acompañada por un muy buen reparto donde se destacan Chloë Sevigny (quien junto a Beckinsale había protagonizado Los últimos días del disco), Stephen Fry y Tom Bennet, un actor popular de la televisión inglesa que en este film tiene momentos desopilantes. En resumen, Amor y amistad es una muy buena película que recrea una historia diferente de Jane Austen que nunca tuvo mucha difusión.
Continuar manteniendo el nivel económico y social sin trabajar, donde el único valor que conserva es el de un importante apellido (de su marido muerto), esa es la misión que tiene Lady Susan Vernon en esta historia trasladada de una novela corta escrita por Jane Austen a fines del siglo XVIII. Este film dirigido por Whit Stillman cuenta la historia de una viuda reciente que tiene a una hija adolescente pupila en un buen colegio, a la que, a toda costa, quiere casar con un millonario y, de paso, si ella puede también casarse con otro rico. El relato transcurre a fines del 1700 en Inglaterra, en campiñas de gente adinerada. con muchos sirvientes a su disposición, y una apacible y cómoda vida. Lady Susan Vernon (Kate Beckinsale) es una mujer fría, calculadora, que tiene muy en claro qué hacer y cómo moverse en la vida para lograr lo que se propone. Eso implica manipular a su hija, a la familia política que la recibió en su casa, a amigos y conocidos, al sacarles provecho, tanto a los inteligentes como a los tontos, valiéndose de ellos para sus planes. Siempre logra salir bien parada en todo lo que hace, cada acción que comete está premeditada hasta en el más mínimo detalle, y si algo falla, tiene la lucidez y las armas necesarias para solucionar el inconveniente. Los escrúpulos y la moral no son cuestiones que le preocupen a la protagonista, no le remuerde la conciencia, pues para ella está todo bien, lo que hace como lo hace,, porque al poseer sólo como propio el preclaro apellido de su difunto esposo no tiene nada que perder, y se la juega el todo por el todo hasta el final. Está muy buena la ambientación de la época, el director utiliza pocas pero buenas locaciones que conservan el aspecto exterior de más de 200 años de antigüedad. El vestuario, la escenografía, la fotografía, la luz están cuidados al más mínimo detalle, acorde a lo que la historia nos cuenta. El elenco tiene parejas actuaciones, nadie se destaca, excepto Kate Beckinsale que compone a su personaje en forma ajustada, precisa, cargando exitosamente con el mayor peso de la historia participando en la casi totalidad de las escenas. El lenguaje literario expuesto en el guión es muy florido, con largas frases y muchas metáforas, por lo que el espectador debe estar muy atento a los diálogos para no perderse la esencia de la narración. Lo que desentona un poco cinematográfica es la presentación de los personajes, porque parecen que fueran de una historieta y no de una película de época. Pero eso corresponde al concepto estético del realizador. Esta es una comedia para pasar el rato, no tiene la originalidad suficiente para hacer historia en la cinematografía de estos tiempos.
Stillman es un realizador irónico que encuentra ternura y calidez donde menos se la espera. Esta versión de Jane Austen tiene el brillo y la acidez de una comedia de los años treinta, y logra que ese mundo del siglo XIX donde el matrimonio resulta un imperativo tanto social como económico nos resulte transparente metáfora de parte de nuestro tiempo. Lo de Beckinsale es digno de todo elogio que se proponga. Muchísimo más que miriñaques.
Hablada con el inglés de la reina, ambientada en los círculos de la nobleza del siglo XIX, con cortejos y música de consort, pareciera que Amor y amistad es apenas otra adaptación del canon de Jane Austen, cuando es mucho más que eso. La película toma Lady Susan, una novella de Austen, y da a todos los elementos mencionados un giro sarcástico, al tiempo que nos adentra en ese tiempo y espacio: más que un estereotípico film de época. El director Whilt Stillman y las actrices Kate Beckinsale y Chloë Sevigny vuelven a reunirse mucho después de Los últimos días de la disco (1998), y la buena química se traduce en el resultado. Beckinsale compone a una Lady Susan tan excesivamente manipuladora que acaba resultando grotesca, casi tanto como el estúpido Sir James Martin (Tom Bennett), a quien quiere casar con su hija Frederica (Morfydd Clark) para que otro pague sus estudios. Los cálculos son permanentes, Lady Susan se adapta a cada cambio de escenario (cómo retener a DeCourcy sin resignar a Lord Manwaring) y siempre hay una cita punzante (“los americanos son desagradecidos; recién los entendés cuando tenés hijos”).
JUEGO DE AMOR Lo de Jane Austen es interesante. Más allá de ser parte de los cimientos de la literatura consagrada y el peso que esto implica, resulta notable cómo sus relatos han dado lugar a adaptaciones frescas, con personajes contemporáneos que, trascendiendo los vestuarios de época, tienen un vigor moderno que ha entregado excelentes films. Con este preámbulo estamos dando a entender que Amor y amistad gustó y que tiene en Whit Stillman a un director y guionista que conoce la obra y le da movimiento a una novela difícil de llevar a la pantalla, sobre todo por ser epistolar. Pero además tiene en la presencia de Kate Beckinsale a una mujer con la gracia, la elegancia y la belleza que parece venirle como anillo al dedo para representar a la manipuladora y oscuramente encantadora Lady Susan, entregando una actuación memorable. La historia es engañosamente sencilla, algo que termina beneficiando con creces al ritmo de lo que cuenta y aquello que decide mostrar y lo que no. Lady Susan es una viuda que se encuentra completamente despojada de un estilo de vida ampuloso y decide alojarse con familiares del fallecido señor Vernon. Allí su intención es buscar un marido para su hija adolescente, Frederica (Morfyyd Clark), pero también la forma de poder asegurar su porvenir. De las asperezas de esta relación y las verdaderas intenciones de Susan es que se nutre un relato que va desarrollando a esta mujer que utiliza el deseo y la manipulación para lograr sus fines, siendo al final que todas las fichas caen en su lugar para comprender su accionar. Más allá de esto, lo interesante es que no hay una lectura reivindicatoria de la protagonista: la moral pasa a un segundo plano para mostrar las aristas del personaje sin tomar partido. El dibujo de la Lady Susan que va trazando Beckinsale se sostiene en la sutileza de los gestos, las miradas y esa aparente vulnerabilidad con la que se mueve para obtener lo que quiere e interpretar los actos de quienes le rodean. Las largas líneas de diálogo que le tocan suenan ligeras y fluyen con su personaje, siendo esto complejo por lo ingenioso que suenan algunas sentencias: es sabido, el derroche de ingenio en un guión puede ser brillante o puede terminar de hundirlo por lo artificioso que suena. En Amor y amistad no es sólo el guión de Stillman, sino también las actuaciones las que ayudan a que aparezca la parte más brillante del asunto. Más allá del excepcional trabajo de Beckinsale, la labor de Clark como su tímida y sensible hija; el grotesco y simpático James Martin de Tom Bennett; la confidente de Susan, Alicia, interpretada por Chloe Sevigny; y el Reginald de Xavier Samuel le dan al film un elenco compacto y sin fisuras que ayuda a que la narración resulte sencilla de seguir. La dirección no tiene el vigor que Joe Wright supo imprimirle a la adaptación de Orgullo y prejuicio pero adopta con irreverencia algunos clichés del cine mudo y deslumbra con encuadres a los que la música y la dirección de fotografía complementan con notable lucidez. Hay varios ejemplos válidos pero uno de los más representativos se encuentra hacia el desenlace, cuando Susan irrumpe en una escena a la que previamente había llegado dolido el personaje de Reginald, solicitando que Frederica le acompañe. El movimiento interno de cuadro es clave para entender el tono dramático de la escena, en particular si seguimos a los personajes de Reginald y Frederica. La disposición de las personas es clave para que comprendamos la tensión que reina en el ambiente y tiene en las manos de Stillman a alguien que comprende los tiempos y ritmos que debe tener la secuencia. Esta nueva adaptación de una obra de Jane Austen resulta un drama con un agudo sentido del humor que gana fuerza con personajes carismáticos y actuaciones notables. La densidad que pueden tener sus largos diálogos puede espantar a algunos espectadores, pero la universalidad de sus dilemas la hacen, al igual que cualquier obra de Austen, cercana a todas las generaciones.
Basada en la novela epistolar de Jane Austen, “Lady Susan” (publicada de forma póstuma en 1871), Amor y Amistad, se permite ciertas licencias para hacer de una película de época algo placentero y entretenido. Ejemplo de esto es el modo en que los personajes son presentados, a través de alguna característica que defina su personalidad, otorgándole un carácter cómico y descontracturante al relato. Luego de enviudar, Lady Susan Vernon (Kate Beckinsale) queda en las ruinas, junto a su hija Frederica (Morfydd Clark). Inteligente y calculadora al extremo, esta homeless del siglo XIX, toma una decisión: irse a vivir junto a la familia de su cuñado en el palacio. Cuando le llega una carta con la noticia a Lady Luckyman -su concuñada- la mujer huele algo raro, sobre todo, porque la reciente viuda nunca se preocupó siquiera por conocer a sus sobrinos. Los rumores acerca de la reputación de Lady Susan son diversos y ninguno parece faltar a la verdad. Mientras hay quienes hablan de su carácter seductor e impostor, otros lo hacen acerca de sus aventuras amorosas. Encantadora en los tratos, suave en sus gestos, con una sonrisa continua en su rostro, la mujer llega a Churchill decidida a quedarse una temporada junto a su familia política hasta encontrar una solución para su economía.