El típico gusto francés... en films hollywoodenses Hace cuatro años, la prolífica factoría de productos de acción de Luc Besson consiguió uno de sus mayores éxitos con Búsqueda implacable, sobre un ex agente de la CIA (Liam Neeson) que atravesaba Europa para rescatar a su hija secuestrada. No extrañó, entonces, que Bryan Mills regresara a la pantalla grande en otro guión del propio Besson con Robert Mark Kamen, ahora con Olivier Megaton en reemplazo de Pierre Morel (ambos tan profesionales como impersonales). Bryan -tan obsesivo y controlador como siempre- intenta que su hija Kim (Maggie Grace) apruebe su examen de conducción, pero descubre que la adolescente está más preocupada por su novio. Mientras tanto, su ex esposa Lenore (Famke Janssen) se ha separado de su pareja y vuelve a mirarlo con buenos ojos. Los tres terminarán en Turquía para lo que, en principio, iba a ser un placentero viaje de reencuentro familiar. Pero el mafioso Rade Serbedzija desea vengar a su hijo y desquitarse de Bryan ¿El resultado? Un nuevo secuestro y otro tour-de-force para el protagonista, que asesinará a las decenas de malvados que se crucen por su camino. Que los diálogos (sobre todo los del pobre Serbedzija) son imposibles, que la trama es esquemática hasta la torpeza… Nada de eso le importa a las huestes de Besson. Megaton construye un thriller tenso y vertiginoso (ninguna toma dura más de 10 segundos), que cumple con el objetivo efímero, fugaz de entretener durante hora y media. Pero ni cinematográficamente (ni mucho menos ideológicamente) hay aquí nada de sorprendente o renovador. En la eterna disyuntiva entre arte e industria, esta secuela de Búsqueda implacable está claramente más cerca del producto en serie que del riesgo creativo. Si al lector le alcanza con un film de acción sin baches y concebido con solvencia técnica, puede que esta propuesta le resulte satisfactoria. Para quienes quieren (queremos) algo más, deja gusto a poco.
La pesadilla americana De las fauces desquiciadas del cine mainstream americana hace unos años surgió un héroe de acción impensado, su nombre, Liam Neeson. Sus características son las de un tipo que hasta cuando sonríe mete miedo. En ese comienzo aventurero con Rob Roy y esa divertida película de Sam Raimi llamada Darkman daba ya muestras de no temerle a la acción, pero lo de Nesson desembocó en lo dramático o fantástico, pero sin tanta brutalidad de por medio. Hasta que un día este hombre de voz ronca casi llegando a los 60 se disfrazó de héroe ochentoso y se subió a una historia violenta llamada Búsqueda Implacable (Taken). Una de esas historias no demasiado brillante pero efectiva: ex agente de la CIA le dice a su hija que no vaya a Europa, todavía es joven, que es riesgoso, ¿que pasa? la secuestran y tiene que ir matar a todos para rescatarla. ¿Qué pasa entonces en Búsqueda Implacable 2? Y bueno, los "malos" también tienen familia. Esta vez Bryan Mills (Nesson) viaja a Turquía (la casi Europa) como asesor en un trabajo de seguridad, invita su hija y ex esposa para que se encuentran con él. Los malos albanos (Los Balcanes es la nueva cuna de los malos de acción con sus mafias brutales) lo ubican y entonces comienza la batahola. Secuestros, operaciones precisas de escape, tiros y muchos albanos muertos. Las escenas funcionan porque Neeson se cree un poco Chuck Norris y logra esa aura invencible. Sin mostrar un resquicio de sensibilidad entrega un Jason Bourne más temible que disfruta de ser una pared inconmovible. En cuanto a la acción, es lo que uno vio, y si lo disfruta, sigue funcionando. Un lindo duelo final con un petiso medio rechoncho en jogging pero tan duro como él. Aquí le voy a dar la derecha a Megaton (que de derecha sabe bastante parece), buen duelo de dos duros de la vieja escuela. El albano no es físicamente imponente pero da la talla, y su insignificancia física permite la empatía del que parece en desventaja. Después existen algunas situaciones divertidas intencionales, como cuando se muestra como padre celoso por el novio de la hija (te la regalo tener como suegro a Liam) y otras que quizás lo sean involuntariamente, como cuando tienen que refugiarse en la embajada americana. Los diálogos y justificaciones mejor no pensarlos si uno quiere disfrutarla. Porque esta vez el contraste entre los mundo es obsceno. Estados Unidos es donde se juega golf, los autos son nuevos y uno toma malteadas en dinners junto a la playa. Turquía es bella y fascinante pero también es un territorio bárbaro. Hasta en un hotel cinco estrellas te secuestran y a quince cuadras están las mafias albanas al acecho. Un "afuera" salvaje procesado por franceses que son más papistas que el Papa.
Recalculando Dicen que segundas partes nunca fueron buenas y Búsqueda Implacable 2 (Taken 2, 2012) no es la excepción. Una secuela implica doblegar las ideas fundantes del original y la película producida por Luc Besson así lo entiende pero olvida la cuestión principal: el tema. La trata de blancas articulaba todo el relato de Búsqueda implacable (Taken, 2008) justificando cualquier exabrupto del guión. Aquí el tema es la venganza y el film se convierte en una lisa y llana película de acción. La película comienza afianzando el vínculo entre padre e hija. En esta oportunidad, aprender a conducir es lo que une a Bryan Mills (Liam Neeson) con Kim (Maggie Grace) que acaba de ponerse de novio. Ambos se encuentran en Estambul junto a la ex esposa de Bryan, Leonore (Famke Janssen), para un viaje que junte a la familia pero se topan con el padre de los albanos asesinados en la película anterior que busca venganza. En esta oportunidad los secuestrados son Bryan y Leonore, y Kim ayudará a rescatar a su padre. Las películas de acción construyen la fantasía del héroe. En Búsqueda implacable, un hombre desesperado haría lo imposible por recuperar a su hija adolescente con el fin de convertirse nuevamente en el héroe que supo ser para ella cuando niña. En esta segunda parte el héroe ya se encuentra consumado para Kim: Bryan Mills es el profesional entrenado para despachar a cuanto albano interceda entre él y su familia. Su hija, el tesoro a cuidar antes, funciona aquí de co-equiper para la trama: la persecución con Kim, conductora primeriza al volante, es la secuencia que afianza el vínculo entre padre e hija. El nudo del film pasa por rescatar a su ex esposa Leonore y convertirse Bryan nuevamente en el héroe que supo ser cuando se casaron. Si la primera parte funcionaba era por el tema, la trata de blancas como ya dijimos, pero también por el balance perfecto de los elementos del relato: construcción de personaje obsesivo, factor tiempo para efectuar el rescate, y el amor inconmensurable por su hija, justificaban cualquier inverosimilitud de la trama. En Búsqueda Implacable 2 el balance dista de ser perfecto. Podríamos atribuirle al director Olivier Megaton (Venganza despiadada) la falta de pulso para reforzar el vínculo entre personajes (la primera película fue dirigida por Pierre Morel), pero no, el problema radica en el guión de Luc Besson y Robert Mark Kamen que deja en evidencia las inverosimilitudes bien disimuladas en la primera entrega. Sin embargo Olivier Megaton se destaca en las escenas de acción que le dan el ritmo necesario a la película y, junto a Liam Neeson, el gran héroe de acción contemporáneo que le pone el rostro a este personaje tan atractivo, sostienen un film aceptable que sin estar a la altura del original cumple con su tarea de entretener.
Historias mínimas La historia no hace más que presentar los lineamientos más convencionales del esquema clásico del film de persecución institucional, en su versión particular del relato de sustracción (ver "La estructura subversiva de la comedia", Samaja/Bardi; 2010). Dicho esquema articula una serie de elementos invariables, entre los cuales los más importantes serían: el alejamiento del héroe; la intromisión de los villanos, que da lugar a la sustracción de alguno de los valores preciados por la comunidad (en este caso el secuestro del agente y su esposa); la persecución o búsqueda del objeto sustraído; restitución de objeto valioso; y la punición final o castigo a los culpables (cárcel o muerte). En este sentido, el film se limita a presentar escuetamente y con inventiva mínima o nula, cada uno de estos componentes. Incluso la anécdota que da lugar al relato (secuestro de agente y esposa por parte de terroristas orientales, que amenazan al héroe con secuestrar y abusar de la hija, es un calco burdo de True Lies (James Cameron; 1994) que, con todos los defectos que se le puedan imputar al film de Cameron, tiene la enorme virtud de no tomarse demasiado en serio, integrando al nudo narrativo diversas situaciones de comicidad que, por un lado, enriquecen la trama, y, por otro, impiden que el espectador focalice por demás una situación narrativa extremadamente simple. La única diferencia que presenta Búsqueda…, y que habría hecho realmente una diferencia cualitativa en la propuesta argumental, es que en este caso la hija no secuestrada se involucra en la acción restitutiva, negándose a quedarse al margen de los acontecimientos. Este elemento, lejos el más interesante de la propuesta, cae en desgracia porque a los guionistas parece haberles resultado inverosímil o inadecuado hacer recaer toda la acción en la joven, rubia e inexperta muchacha, limitando su papel a la ridícula ayuda de hacer llegar un revolver por un caño de respiración en donde tienen cautivo a sus padres. La salida por la tangente que da la historia, al volver a centrar toda la acción en el padre, resta importancia a los personajes secundarios (incluido el propio villano) haciendo del film una serie de sucesos anodinos, con poco interés pero grandes efectos visuales. Otro tema aparte es la ya muy desagradable postura ideológica frente a los terroristas de medio oriente, a los que no sólo muestra como una banda de infradotados, estúpidos e irracionales, sino que los usa para justificar hechos horrorosos como la tortura y el asesinato fuera del marco legal.
Segundas partes nunca fueron... En esta secuela, el protagonista, ex agente de la CIA, debe ser rescatado por su hija, a la que él intentaba rescatar en el filme anterior. En 2008 se había estrenado Búsqueda implacable , escrita y producida por Luc Besson a la manera de los thrillers clásicos norteamericanos, en la que Bryan Mills (Liam Neeson), un agente de la CIA retirado, tenía que rescatar, contrarreloj, a Kim (Maggie Gracie), su hija, de una red de trata en los bajos fondos de París. Cuatro años después llega la secuela: el padre de uno de los secuestradores asesinado por Mills planea la venganza e intenta secuestrarlo a él y a su familia durante unas vacaciones en Estambul. A priori la idea de una secuela de aquel thriller apenas correcto parecía un despropósito y de acuerdo a los resultados lo fue. Si antes se generaba una tensión interesante por las 96 horas de plazo que tenía Mills para encontrar y rescatar a su hija luchando no sólo contra el submundo de la trata de personas sino también contra las fuerzas de la ley de París, en esta secuela el peligro está más desdibujado porque el secuestrado es él y Kim debe ayudarlo. Esta vuelta de tuerca lleva la inverosimilitud al extremo. Ya en la primera entrega Mills era un héroe invencible, una máquina de matar capaz de zafarse de las situaciones más imposibles. Era el pacto con el espectador: una especie de Jack Bauer desatado en París -¿será casualidad que su hija también se llame Kim y sea un poco tonta?- En esta segunda parte no hay siquiera un esfuerzo por cumplir ese pacto. Mills habla por teléfono con su hija desde su cautiverio y es Kim quien va en su ayuda. El verosímil de acción en la que el héroe es capaz de todo se destruye por el desgano de los guionistas. Lo peor es que esto no resulta en una película más anárquica y entretenida: lo contrario. Búsqueda... 2 es menos violenta, más “correcta” moralmente -Mills no le hace daño a inocentes, no tortura a nadie- y las escenas de acción están mucho peor filmadas. Tiene que ver el cambio de director: se fue Pierre Morel y entró Olivier Megaton. Un ejemplo de que no cualquiera es capaz de ser un buen artesano, de que no cualquiera puede filmar una escena de acción y transmitir adrenalina.
Acción y venganza en Turquía Liam Neeson confirma su gran habilidad para el género en la secuela de esta película dirigida por Olivier Megaton, que no es ni tan espectacular ni tan violenta como la anterior. Búsqueda implacable (Taken, 2008) fue una sorpresa. Un film de acción impecable, protagonizado de forma magistral por Liam Neeson, y sin vueltas ni tonterías que distraigan de la trama principal. En una industria que por momentos se pierde en la rutina, Taken golpeaba con dureza y efectividad. La historia era la de un ex agente de la CIA cuya hija era secuestrada para una red de trata de blancas. El desesperado padre no tenía mucho tiempo para encontrarla y arremetía contra su enemigo de manera implacable, como lo explicaba el título en castellano. Una secuela de aquella película, indudablemente iba a partir en desventaja. ¿Cómo podría justificarse una nueva historia igualmente atrapante y movilizadora? Bueno, acá el film parte de la familia de los personajes que el protagonista mató en la primera película y su deseo de venganza. Taken era sobre un violento rescate, Taken 2 es la lucha del protagonista contra aquellos que quieren vengar a los que el mató. Desde el vamos entonces la película tiene un problema. El espectador ya no podrá sentir esa urgencia contrarreloj del primer film y la idea de la venganza de los enemigos complejiza el drama, no la acción. No es que la película cambia radicalmente, pero sin su esencia, todo se reduce a la espectacular suma de escenas de acción y violencia que, además, no es tan espectacular ni tan violenta como la primera. Al repetir el guionista (Luc Besson, el creador de Nikita, El perfecto asesino, El quinto elemento) y el director (Olivier Megaton) de la primera igual se logra coherencia y el drama es efectivo. Liam Neeson confirma su gran habilidad para el género aun a los 60 años, y las presencias de Famke Janssen –la esposa– y Maggie Grace –la hija– le suma fuerza dramática y emocional que le da más sentido a la trama. El villano de turno es Rade Serbedzija, actor croata protagonista de Antes de la lluvia y ya de extensa carrera en la industria de Hollywood. A pesar de todas las limitaciones que ya han sido mencionadas, el entretenimiento funciona y funciona bien, simplemente no al nivel de la anterior. La trama se guarda algunas reflexiones sobre el tema de la venganza y consigue darle al protagonista sus argumentos finales. Pero ya no hay más vueltas que darle a la historia. Así que lo más prudente es que Neeson busque otros films de acción, a la vez que podamos dar por cerrada la historia de este personaje y su atribulada familia.
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Un film para ver sin mirar más allá Estambul Uno recuerda que en la primera “Búsqueda Implacable” Bryan Mills se encargaba de matar a todos aquellos miembros de una banda de tratas de blanca albanesa que funcionaba en Paris y que habían secuestrado a su hija, Kim, para venderla. En esta segunda parte Bryan está volviendo a entenderse con su ex mujer y junto a Kim querrán pasar unos días en Estambul, donde Bryan está trabajando. Pero los familiares de los albaneses muertos en la primera parte volverán por venganza y querrán hacer sufrir y asesinar a Bryan y familia. “Búsqueda Implacable 2” se venía venir dado el éxito de la muy buena primera parte, pero, como dice el dicho, segundas partes nunca fueran buenas, aunque esta se la puede considerar mala, no llega al nivel de la original, más allá. Liam Neeson vuelve a convertirse en ese personaje que es un tierno con su familia, pero que puede resultar hasta sádico con sus enemigos. También muestra que, por ser agente norteamericano, es como que tuviera licencia para hacer cualquier tipo de atropellos. El film si tiene el toque que le imprime Luc Besson, en este caso como guionista. En estas películas de acción uno puede llegar a creer que el protagonista pase por todas las cosas que pase y que él solo pueda con 5 o 6 enemigos preparados. El problema es cuando el film falla en lo técnico y aquí falta una pata de la parte técnica del film fundamental para este género : el continuista, esa persona que va marcando como son las cosas para que la siguiente toma sea coherente. El film tiene una de sus mayores escenas de acción en una persecución fantástica pero si a un coche le rompen la luneta trasera de un disparo en la siguiente escena no la puede tener intacta, o si choca y se le cae destruido el farol delantero no puede al segundo tener el farol intacto y en su lugar. Esas fallas en una película con tanta producción no se pueden dejar pasar. Pero más allá de ese detalle, para mi más que importante, el film, para aquellos que buscan acción sin mirar más allá, está bien.
Una que sabemos todos 2 Si mientras veíamos la primera entrega de esta saga manteníamos una mínima esperanza de recibir algo de dignidad cinematográfica, aunque sea en el último fotograma, esta vez tenemos muy en claro desde el comienzo que nada bueno podemos esperar. En esta segunda entrega se repite el mismo festival de violencia gratuita que en el filme anterior, agravado por un contexto más inverosímil, al punto de provocar risa. Liam Neeson vuelve a ponerse en la piel del experto en seguridad personal y ex agente Bryan Mills, siempre implacable e invencible, ahora perseguido por los familiares de aquellos a los que él mató en la primera película, quienes buscan venganza. La acción se desarrolla en Estambul, Turquía, y nuevamente se apela al recurso racial para presentar el maniqueísmo más básico. Lo novedoso es que ahora no solo Bryan es prácticamente invencible, también lo son su ex esposa y su hija. Lo escrito hace cuatro años (http://www.cineymedios.com/cine.php?estreno=689) es aplicable aquí, y agregamos nuestra opinión sobre lo inútil de hacer una secuela de algo de por sí impresentable.
Los que se sorprendieron con un Liam Neeson transformado en un héroe de acción, cuando como agente de la Cia utilizó todos sus recursos para rescatar a su hija de una red de trata, en lo que fue el primer film de la saga, se divertirán con esta segunda entrega, donde el padre de los asesinos que eliminó quiere venganza. La misma estructura, con la bella Estambul de telón de fondo. No da respiro.
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Si en 2008 el director francés Pierre Morel, el productor/guionista Luc Besson y un inimaginable héroe de acción encarnado por Liam Neeson tomaron por sorpresa al mundo con la historia de este agente brutal e imparable, cuatro años después no existe asombro alguno con Taken 2, un refrito de la trama original que apenas es sustancial como para entretener durante hora y media sin generar las ganas de pispear el reloj. ¿Hasta qué punto se puede contar un relato que se sienta orgánico y que continúe con buen tino un argumento tan duro y real como una red de prostitución internacional? La respuesta del dúo escritor de Besson y Robert Mark Kamen es una rápida venganza. ¿De quién? Los familiares de aquellos que el ex-agente asesinó despiadadamente con tal de salvar el pellejo de su hija. ¿Cuál es el giro ahora? No es la joven sino el padre y su ex-esposa quienes son secuestrados, mientras la chica sigue las precisas instrucciones del experto para dar con su paradero antes de que ocurra lo peor. A partir de ahí, una persecución tras otra tendrán lugar en el exótico destino de turno, la antigua Estambul, en donde los malechores se las verán con la furia de la familia Mills. ¿Taken 2 funciona? Si puede ignorar un poco el exacerbado entrenamiento militar del personaje de Neeson (quien no se puede permitir el más mínimo error a la hora de indicar qué hacer a la gente) se puede disfrutar la hora y media de película, que se traduce en caóticas persecuciones, tiros y patadas repartidos en todo sentido. Incluso en sus mejores momentos, Taken 2 es como mirar un extra de escenas de la primera entrega, y puede llegar a aburrir el modus operandi de los creadores, aunque en la dirección esta vez se encuentra el ascendente director francés Olivier Megaton, quien saltó a la fama con la secuela Transporter 3 y es un protegido de Besson. Liam Neeson está en su salsa y parece disfrutar de ser una máquina de matar; además, cada diálogo suyo transmitido con esa voz tan particular y sugestiva genera un escalofrío en la espalda, más allá de que dichos diálogos rocen lo paupérrimo. Maggie Grace vuelve, esta vez no tan vulnerable y con un peso más proactivo en la trama, y también se le da un gran protagonismo a Famke Janssen, a quien le toca jugar a la secuestrada con la misma habilidad con la que siempre borda a sus personajes. Más allá de eso, apenas vale destacar al villano de turno, el Murad de Rade Serbedzija, quien ligeramente logra transmitir maldad con su padre en búsqueda de una satisfacción sangrienta por la muerte de su hijo. Hay que entrar a ver Taken 2 con un nivel de emoción menor al de la anterior, porque claramente estamos ante una secuela que poco innova y poco se esfuerza por traer algo fresco a la pantalla. Liam Neeson nuevamente saca adelante una de acción como las de antes, y no mucho más.
Con estas dos películas de Búsqueda implacable Liam Neeson se ganó con creces una membresía en los Expendables. Debería tenerlo en cuenta Stallone para otra entrega de esa serie ya que Neeson demostró estar a la altura de los grandes héroes de acción. La primera historia con el personaje de Bryan Mills fue realmente excelente y el director Pierre Morel brindó uno de los mejores filmes que se vieron dentro de este género en los últimos años. El desafío de la continuación en esta historia no era sencillo por la gran repercusión que tuvo la primera entrega. Búsqueda implacable 2 no defrauda a todos los que querían ver una ves más a Neeson interpretando este personaje, pero no es una producción que supere al film original. De todos modos es una buena propuesta pochoclera que tiene sus méritos. Lo que ocurrió en este caso es que más allá de perderse el factor sorpresa de lo que uno podía esperar del protagonista, se sumó el hecho que la trama está totalmente tirada de los pelos y repite la temática del primer film. En Búsqueda implacable al menos tenías como telón de fondo la cuestión de la trata de blancas que presentaba situaciones bastante realistas que ocurren en el mundo. El nuevo film se enfoca directamente en la acción con un típico argumento de Chuck Norris. El nuevo director, Olivier Megaton (El transportador 3), en este caso optó por un enfoque distinto que el que había implementado Pierre Morel en la entrega anterior. La primera historia estaba más en sintonía con los filmes violentos de los años ´70 del estilo de Charles Bronson. En esta continuación el director trabajó la acción más en la línea de lo que fueron los filmes de Stallone y Bruce Willis a fines de los ´80. Un punto donde se destaca su trabajo es que pese a que contó con una trama más débil brindó una muy buena labor con el manejo del suspenso y la tensión. La película es muy entretenida y gracias a la presencia de Liam Neeson el relato te termina enganchando, salvo que no te guste el género. Hace unos días el propio protagonista de este estreno declaró en los medios que Búsqueda implacable no da para más y descartó la posibilidad de hacer otra continuación. La verdad que el actor tiene razón, pero eso no significa que no podamos verlo en otra propuesta similar. Liam Neeson con este personaje resultó toda una revelación para el cine de acción y seguramente lo encontraremos en más producciones de este estilo.
Acción con más secuestros El clima de suspenso y acción constantes en un relato dinámico que caracterizó a su antecesora no volvió a repetirse de la misma manera en Búsqueda implacable 2, que nuevamente trae a Liam Neeson como el agente Bryan Mills enfrentando una nueva amenaza para su familia. Si el primer capitulo giraba en torno a un espía retirado que se lanza contra la organización que secuestró a su hija adolescente, en una historia sencilla y repetida propia del género pero muy bien resuelta con ritmo vertiginoso y gran impacto visual, ahora el padre de uno de los secuestradores jura venganza y lo toma como rehén junto a su familia cuando están de vacaciones en Estambul. Esta vez, la típica historia lineal cargada de lugares comunes que identifican al héroe, al villano, el motivo de la acción y el clásico final feliz, no sorprenden como en la primera, pero la fórmula del género no falla y con los tiempos justos de un guión bien construido y el estilo visual de Olivier Megaton (El Transportadorr 3) cumple eficientemente su propósito de entretener. Búsqueda Implacable poseía muchas de las características de aquel cine de acción de los 90 donde una historia mil veces vista con espectaculares escenas de lucha cuerpo a cuerpo, extensas balaceras y alguna impactante persecución automovilística aumentaban la adrenalina con el correr del relato y supeditaban al espectador a aceptar absolutamente todas las reglas de juego que la historia planteaba. Y en ese contexto, con Luc Besson (que camina por los códigos del cine arte y el comercial) imponiendo su sello aún como guionista o productor, garantizó el éxito de aquel film. Pero las reglas del género funcionan mientras cambien los personajes, aparezcan situaciones de riesgo diferentes, los villanos tengan un papel destacado y el héroe principal genere tal empatía con el publico que demande por si solo nuevas secuelas. Basta nombrar Arma Mortal o Duro de Matar como ejemplos. Si bien Liam Neeson soporta casi la totalidad de las escenas acaparando la empatía del publico, que ve a este personaje como parsimoniosamente resuelve peleas con enorme desventaja, balaceras contra varios criminales o persecuciones automovilísticas, el relato no desarrolla el suspenso ni la forma de hilvanar las acciones que caracterizó la primera entrega. También pareciera estar desaprovechado el rol femenino interpretado por Famke Janssen (la sorprendente Ava Moore de la serie Nip/Tuck o X-Men), que en ésta oportunidad tiene un lugar mas destacado en la historia y, a juzgar por los antecedentes de Luc Besson (cuya preferencia por la heroína fuerte e independiente supimos ver enfrentando enemigos en Nikita o redimiendo asesinos en El perfecto asesino), a cargo del guión, los resultados hubieran sido otros. Búsqueda implacable 2 se sustenta en la continuidad de un estilo cuya estética destaca las escenas de acción y un guión preciso donde la historia no importa pero cada plano dura el tiempo justo que la acción demanda.
Cíclica amenaza de secuestro El ritmo ideado por el director Olivier Megaton es muy vertiginoso, con buena fotografía, aceptable música y con un Liam Neeson, reciclado al cine de suspenso y con muy buen estado físico. Este nuevo "thriller"presenta una fórmula ya testeada fílmicamente, la del hombre de acción, en este caso, un retirado agente de la CIA, llamado Bryan Mills (Liam Neeson), que es víctima de la amenaza de secuestro a su ex mujer y su hija. Mientras la primera "Búsqueda implacable" presentaba a un profesional de la CIA, ante el problema de un secuestro especial, el de su propia hija; en esta segunda parte la apuesta se duplica, porque pone al bueno de Bryan, en un gran aprieto, al tener que intentar salvarles la vida a dos de sus seres queridos. En esta nueva saga, a Bryan se lo ve un poco más tranquilo y haciendo vida familiar en Estambul, Turquía, junto a su ex mujer, libre al menos por el momento de pretendientes y junto a su hija. LA VENGANZA Lo que el ex agente de la CIA ignora es que en ese lugar de veraneo hay un un malo muy malo, padre de uno de los secuestradores que aparecía en la primera película, que está dispuesto a ejercer venganza y elige nuevamente el secuestro para descontrolar la vida de Bryan Mills. La película, igual que la anterior, tiene nuevamente a Liam Neeson como protagonista y es una historia bien construída, ofrece lo que el aficionado a las producciones de acción requiere: vertiginosidad, violencia, tomas rápidas, poco diálogo y nada más. "Búsqueda implacable 2" es un filme más dentro de la fórmula del cine de género. Nuevamente los malos contra los buenos. Sólo que esta vez provienen de Albania, últimamente pertenecían a Europa del Este. El ritmo ideado por el director Olivier Megaton es muy vertiginoso, con buena fotografía, aceptable música y con un Liam Neeson, reciclado al cine de suspenso y con muy buen estado físico.
Esto ya lo vi... Luego de la pesadilla vivida en la primera parte, la familia Mills intenta volver a armarse. No como pareja, claro, ya que Brian (Liam Neeson) vive para y por su trabajo y Lenore (Famke Janssen) está con alguien más. Pero, al menos, las cosas parecen más amenas, menos tensas entre todos, y todo por el bien de Kim (Maggie Grace), que sufrió aquella traumática experiencia. El problema es que no todos intentan rehacer su vida. En Estambul, las familias y amigos de las personas que Brian mató para salvar a su hija están planeando una venganza contra él y todos sus seres queridos y, oh casualidad, el trabajo llevará a Brian a aquellas tierras, y no estará solo, ya que luego de una crísis familiar, Lenore y Kim lo acompañarán, dejando servida la venganza. Resumiendo, Brian y Lenore son secuestrados por este grupo de mafiosos de medio oriente, pero Kim logra escapar, y será ella la encargada de encontrarlos gracias a los consejos que su padre le da desde el cautiverio. Él logra huír, pero su esposa, malherida, permanece en manos de los villanos de turno, y ahora Brian deberá volver a hacer lo que mejor sabe: romper cuellos, brazos y disparar a cuanto tipo se le ponga adelante para rescatarla. En Búsqueda Implacable 2 (Taken 2, 2012) todo parece un deja vu. Las situaciones que se viven son muy similares, lo cual le quita de alguna forma la frescura de thriller-europeo que tenía la primera entrega para convertirla en un clon hecho a las apuradas de lo que fue el exitazo de 2008. La dirección de Olivier Megaton, el niño mimado de Luc Besson, es correcta, pero dan bronca las escenas de acción, editadas vertiginosamente para que no pueda verse del todo lo oxidado que está Neeson para el combate cuerpo a cuerpo. Además, tiene esas cosas de película de acción ochentosa que en este tipo de films es imperdonable: El típico ataque de a uno al héroe, cuando son veinte mil los que están en escena, o la increíble parte en la que Brian habla por teléfono con su hija mientras sus enemigos lo están apuntando nos hacen pensar que estamos viendo algo más cercano a Los Indestructibles que a lo que de verdad quiere ser esta película: un drama con acción y suspenso, pero serio. De todas formas, la seriedad también se perdió. En la primera entrega, el tenso tema de la trata de blancas nos anudaba la garganta, ya que es algo tan aberrante que horroriza hasta al menos conservador. Aquí las cosas se toman con más liviandad, y cuando se intenta poner peso, la película falla porque, bueno, no es tan seria. En definitiva, Búsqueda Implacable 2 brilla en pocos momentos, pero buenos. La clásica persecusión de autos Bessoniana está, y el hecho de verlo a Liam Neeson en su papel de patea-traseros siempre vale la pena, pero el antiguo brillo se perdió en el camino, dejando una película que puede entretener un poco, pero sin deslumbrar. @JuanCampos85
Una secuela que cumple con su propósito por obra y gracia del carisma interpretativo de su actor protagonista. Una cosa quedó clara: cuando los 00?s probaron no tener grandes referentes actorales del cine de acción y ningún candidato aparente para ocupar dicho trono, Luc Besson nos dio dos y bastante inusuales. Por un lado, Jason Statham y su trilogía de El Transportador, que lo único que tiene de inusual es la pelada, y por otro, Liam Neeson, que sí es verdaderamente inusual, principalmente porque a diferencia de la mayoría de los héroes de acción que empiezan su carrera actoral como tales, él ya gozaba de un sólido currículum como excelente actor dramático, interpretó a Darkman, interpretó a Oskar Schindler (siendo nominado a un Oscar por ello), e interpretó a Qui-Gon Jinn, el maestro de Obi-Wan. De la mano del título de 2008, Taken, una de las muchas historias concebidas por Besson, que por su simplicidad narrativa y excesos grandilocuentes de estética, podría haber pasado sin pena ni gloria y, sin embargo, encontró en Neeson al gran héroe de cine de acción de este nuevo milenio. El actor irlandés tomó un modelo de historia y de personaje, ambos clichados in extremis, y con carisma, con profesionalismo y con mucho oficio involucraron al espectador con la historia y le dio una carnadura dramática que, y en esto hagámonos cargo, Besson solía tener (Nikita, Leon, El Quinto Elemento) pero ya perdió hace tiempo. ¿Cómo está en el papel? La cosa va así, resulta que Bryan Mills (Liam Neeson) se va a Estambul por laburo (seguridad personal de alguien con mucha guita as always), e invita para una vacación improvisada a su ex-mujer (Famke Jansen), que no está pasando un buen momento con su nuevo cónyuge y a su hija, cuyo nuevo novio le quita un poco el sueño a Bryan. Pero como esto es Taken y no una película de Nancy Myers, algo tiene que pasar. Ese algo son los mafiosos de la primera peli que quieren venganza por lo que Bryan le hizo a sus seres queridos en la primera película. A nivel guion, el team Besson está concientizado que si llegaron a hacer una secuela es íntegramente por el carisma de Neeson. Así que Besson, y su guionista Robert Mark Kamen (Habitual co-guionista de Besson, y de títulos como Arma Mortal 3) tomaron el mismo molde de la primera película y le hicieron cambios y vueltas, pero estando lo suficientemente atentos al desarrollo del personaje de Neeson, para darle al caballero algo jugoso con que trabajar. Eso sí, no se puede negar que hay un pequeño intento de tema en la película y ese es el de la confianza. La confianza en el otro, sus ventajas y desventajas, poniendo el acento en la que existe entre padres e hijos. Lo difícil que es dejarlos seguir su camino. Una exposición temática que aunque escueta, alcanza y queda demostrada, a pesar de ciertas inverosimilitudes, en el personaje de la hija de Neeson en un momento puntual del segundo acto. Es un intento chiquito, pero intento al fin, que muchas otras películas dejarían de lado. Aunque, y en esto no hay que ser chantas, tanto en Taken como en esta secuela, el tema es uno solo, claro e indiscutible: NO SE JODE CON LIAM NEESON. NI EN PEDO LE SECUESTRES UN FAMILIAR PORQUE TE BUSCA, TE MATA, Y HASTA CREO QUE ES CAPAZ DE USAR TUS DIENTES COMO TECLAS DE ACORDEON. El tratamiento de los villanos me hace acordar a un dispositivo empático utilizado en la película El Pacificador, el de tomar al antagonista y hacernos sentir mal por la tragedia que le pasó, justificando así sus acciones hacia el protagonista. Los que no vieron Taken dicen “Ah, pobrecitos, cuánta violencia que hay en este mundo” y compramos por un tiempo la agonía. Pero los que sí vimos Taken sabemos mejor y decimos “¿De qué pobrecitos me estás hablando flaco? Eran parte de un círculo de trata de blancas y estaban bastante bien armados. Pobrecitos, mis huevos”. Pero más allá de que el espectador esté en uno u otro bando, este dispositivo en apariencia tridimensional se resquebraja y desaparece a medida que avanza el metraje, y el antagonista frase a frase se hunde en el barro de la incredibilidad. Pero hay una frase que cuando se la oigan decir se les va a detonar la irrefrenable ansia de que este “dolido” personaje encuentre un deceso lo más violento posible. Sentís que lo humanizaron al divino botón. ¿Cómo está en la pantalla? Del mismo modo que en Taken, Besson pone a alguien de su confianza a dirigir; en este caso, al señor Olivier Megaton (nombre artístico de Olivier Fontana, que se puso dicho apelativo por haber nacido en el vigésimo aniversario del bombardeo en Hiroshima), quien ya ha capitaneado dos películas Bessonianas, Colombiana y El Transportador 3. La estética es lo que se pueden imaginar, muchos planos aéreos, muchos planos por escena; sobreexpuestos, sobreiluminados, con flares artificiales; todos yuxtapuestos por un montaje superhiperquinético pero que acá, así como el París de la primera película, incluye mucho de los paisajes de Estambul. Párrafo aparte merecen aquellos que están a cargo de las escenas de riesgo. La persecución automovilística en la que Liam Neeson está en un Taxi con la hija estuvo muy bien coreografiada y se pueden apreciar todos los detalles. Pero quien realmente merece un aplauso es el caballero que se encargó de las coreografías de combate mano a mano, ya que supieron dosificar entre los dobles y los verdaderos actores para que creamos que son una misma persona, cuando desde ya hace varios años errores de continuidad como estos no los mosquean ni un poco. En el plano actoral está todo dicho. Neeson la vuelve a romper y si les gustó en la primer peli, acá también les va a gustar. Famke Jansen y Maggie Grace, esposa e hija de su personaje, están a la altura del desafío pero nada más. Rabe Serbedzija, aquel legendario Ivan Tretiak de El Santo de Phillip Noyce, hace lo que puede, pero su personaje tiene tan poca dimensionalidad en el papel que ni sus mejores intentos para emocionarse sirven para sacar a flote su personaje. Conclusión Aunque hay momentos que a los espectadores más exigentes les van a parecer risibles, yo propongo que hay que tomar a Taken 2 con el mismo espíritu con que abrazaron la primera: como una desprejuiciadamente pochoclera montaña rusa de 90 minutos, que tal vez no tenga mucha profundidad u originalidad, pero que vale la pena por la carismática interpretación que propone su actor protagonista.
Disparatada secuela, con villanos subestimados Dispuesto a todo con tal de rescatar a su hija adolescente secuestrada en París por una red de trata de personas, en la primera «Taken» el ex espía encarnado por Liam Neeson exterminaba a más de medio centenar de tipos malos, casi todos hampones albanos. Tan absurda como entretenida y bien filmada, la primera «Búsqueda implacable» se veía como una apuesta de Luc Besson para dejar sentado de una vez por todas que la más rabiosa superacción también podía ser francesa. La apuesta dio dividendos en la taquilla: «Taken» costó unos 25 millones de dólares, y antes de terminar su exhibición internacional en cines había recaudado más de 250 millones. Si el film original era poco creíble, esta secuela es directamente un chiste contado con un tono por momentos demasiado serio. De todos modos, la premisa argumental es bastante verosímil, dado que en Albania hay numerosas personas que lloran a sus difuntos seres queridos que tal vez fueran delincuentes, pero para ellos eran familiares, amigos o novios. Sobre todo el que está muy iracundo es el padre del jefe mafioso a quien el héroe torturó con corriente eléctrica al estilo picana (el eterno gangster de Europa oriental Rade Serbedzija, bastante desaprovechado). Cuando dicho verdugo invita a su hija y ex esposa a acompañarlo en un viaje a un pais cercano de Albania, Turquia, obviamente el juramento de venganza está listo para concretarse. Luego de una media hora lenta y obvia, la película explota en superacción bien filmada acompañada de situaciones delirantes por tontas y casi chistosas a propósito, aunque queda un margen de duda: no se puede explicar de otra manera que el padre secuestrado por los albanos saque un celular y llame a su hija al hotel y le pida que tome unas granadas de mano de su valija y las vaya tirando por el centro de Estambul para que él pueda reconocer la distancia y la zona donde está secuestrado junto a su ex mujer (la jovencita Maggie Grace, que ya casi anda por los 30 años, hace un gran trabajo para aparentar ser casi menor de edad). Hay que reconocer que una vez que empieza la acción, nunca se detiene, logrando que la película, por mas descerebrada que sea, resulte realmente entretenida. Lo único inaceptable es la falta de valoración hacia la comunidad de criminales albanos: según el film, son delincuentes tan poco profesionales como para dejar que un rehén hable a gusto por celular, capaces de hacer guardia mirando al lado contrario de donde podrían venir los intrusos, además de sentirse molestos cuando su perro guardián ladra furioso, ignorantes de que esos ladridos molestos están señalando a Liam Neeson, tan buen actor como para tomarse cualquier escena imposible con la mayor seriedad.
Naturaleza muerta Ante el estreno de Búsqueda Implacable 2, es interesante trazar la diferencia por la cual la original funciona y esta última no. Ambas pertenecen al género de acción y naturalmente, se manifiestan con los tópicos de dicho cine (armas, peleas, muertes, buenos y malos). Sin embargo, si la primera es muy buena se debe a algo ajeno al dinamismo y a la adrenalina. Búsqueda Implacable era un film real. Su detonante argumental (la trata de blancas) se debía a una problemática actual, que trasciende fronteras y clases sociales (así, se exponía una fuerte crítica hacia los estatutos de poder más altos). A su vez, los personajes no eran más que seres comunes y corrientes con conflictos dramáticos clásicos, pero no por eso menos interesantes (un padre sobreprotector, una hija que quiere ser independiente, etc.)...
Más de lo mismo, en Estambul Este segundo capítulo no contiene sorpresas, ni siquiera la de su propia existencia: era previsible que tras el éxito de Búsqueda implacable (que recaudó más de 225 millones de dólares) hubiera una secuela, aun cuando la historia no la justificara. En el film estrenado hace cuatro años, Liam Neeson se convertía en una especie de Charles Bronson contemporáneo cuando debía cruzar el océano y poner en práctica todas sus habilidades de ex agente de la CIA (y también todo su armamento) para rescatar a su hija de 17 años, secuestrada en París, donde pasaba sus vacaciones, por unos malhechores balcánicos dedicados al tráfico de personas. Ya se sabe cómo reaccionaba Bronson cuando alguien osaba meterse con su familia. La furia de Bryan Mills, el personaje que ahora vuelve a encarnar Neeson, no es menor y sus poderes, tantos como los de un superhéroe. Total, que antes de recuperar a la adolescente -y del final de la película- llenaba la pantalla de tantos cadáveres como un film de Tarantino. No se esforzaron mucho Luc Besson y Robert Mark Kamen para concebir esta secuela, si así puede llamársele. La receta es la misma: sólo que ahora la venganza la emprende un patriarca albano cuyo hijo fue uno de los secuestradores a los que Mills abatió siguiendo el ejemplo de Bronson y otros vengadores, anónimos o no. En el mismísimo cementerio donde son enterrados los ataúdes enviados desde Francia, el hombre jura aplicar una versión exagerada del ojo por ojo, de modo que apunta al protagonista y a todos los suyos. Tiene todo un ejército en estado de alerta. Y la oportunidad se presenta cuando los tres Mills -el que para ellos es el enemigo número uno, la chica que se salvó de ser entregada a una red de prostitución y su mamá, ex esposa del protagonista, pero convenientemente libre de compromisos- se encuentran paseando por Turquía, lo que permite que Besson y compañía introduzcan la única y atractiva novedad; los escenarios de Estambul, donde transcurre todo el cuento. Allá van pues los temibles mafiosos, armados hasta los dientes, sin percatarse de que deberán vérselas otra vez con esa especie de superhombre sin capa, su inteligencia infinita y sus dos bellas pero bravas lugartenientes. El mínimo de historia y el máximo de acción, como esperan los más incondicionales fanáticos del género, a los que poco les importa que les estén contando por segunda vez la misma poco creíble aventura siempre que sea a velocidad de videoclip y con sobredosis de enfrentamientos, tiroteos, explosiones, proezas inimaginables y mucha adrenalina.
Por qué escribir sobre esta porquería Cuando estábamos armando la cobertura de esta semana, uno de los integrantes de nuestra redacción, Daniel Cholakian (quien se merece todo un agradecimiento), planteó el siguiente debate (y cito): “pregunto (y me pregunto): ¿Hay que hacer la crítica de una película -hablo de la primera, que la vi- que defiende la tortura y el asesinato ilegal por parte de un (¿ex?) Agente de la CIA? ¿No será hora de decir `esta película no la criticamos por esto y por aquello´? ¿Vamos a hablar de acción o de no acción, de ritmo o de no ritmo, de intensidad o de no intensidad, de actuaciones, escenarios, fotografía o dirección en relación con una película que defiende valores, modos y comportamientos que creo que colectivamente no compartimos?”. La duda, la cuestión planteada por Daniel, es más que pertinente, porque sirve como punto de partida para cuestionarse determinados valores de la profesión de crítico: para qué, por qué, qué escribimos, qué defendemos con la palabra escrita, qué es lo que reivindicamos, qué es lo que decimos que está mal. Adhiero en primera instancia a su lógica general, porque la primera entrega de lo que es ahora la franquicia (en el sentido más paupérrimamente mercantil del término) de Búsqueda implacable era terrible por el marco ideológico que planteaba: estábamos hablando de un film fascista y totalitario, donde la institución familiar (en su variante más conservadora) servía como excusa para avalar la justicia por mano propia, la violación de derechos humanos, el intervencionismo y una visión xenófoba respecto a los habitantes de la Europa del Este (en este caso, con Albania como ejemplo específico). En base a eso, no está mal interpelar la mecánica usual de la grilla de estrenos y sus respectivas coberturas, que pareciera obligarnos a cubrir estas bazofias. Más teniendo en cuenta que en verdad no estamos obligados, que podemos tomar la decisión de no escribir sobre Búsqueda implacable 2, sabiendo que irremediablemente va a repetir las formas y contenidos de su predecesora, sólo que con un cambio de escenario (pasando de París a Estambul) y una mínima variante en su argumento (esta vez la secuestrada es la esposa del protagonista, por los familiares de los que mató en la primera parte, cuando rescató a su hija). Y sin embargo, creo que debemos escribir sobre Búsqueda implacable 2, pero no porque las reglas del mercado nos lo impongan, sino para cuestionar precisamente esas reglas. Me viene a la mente la polémica desatada respecto a Bastardos sin gloria, que fue severamente cuestionada por algunos sectores de la crítica por su relativismo moral, en donde los “los buenos” podían cometer las peores atrocidades, pero seguían siendo “los buenos”. Los detractores de la película buscaron hacerse oír y, equivocados o no, no perdieron la oportunidad de señalar algo que les parecía pernicioso en el relato. Del mismo modo, otras cintas enmarcadas en el género de acción, como Se busca, Tirador u Hombre en llamas, merecen ser remarcadas y señaladas, no por tener méritos, sino por todo lo contrario: por cómo sus formas y contenidos se asocian inmoralmente. Estoy hablando de objetos que ocupan un espacio en la sociedad y la cultura, que generan y reproducen conocimientos, formas de ver el mundo que son nefastas, a través del lenguaje cinematográfico. Son textos fílmicos destinados a asaltar un lugar en la mente y el imaginario de espectadores a lo largo y ancho del planeta. Y creo que la mejor forma de darles pelea es hablar y escribir sobre ellos. Podría parecer que si se los cubre se les da centralidad, y en un punto es así. Pero la cuestión es qué centralidad darles. Además, creo que los realizadores y promotores de estos productos cuentan con nuestro silencio, o al menos con una cobertura rutinaria, que discuta algunas variables formales y no mucho más. Lo que no deben desear es que se los exponga como vehículos ideológicos de la peor clase. Es por todo eso que me parece pertinente escribir sobre Búsqueda implacable 2: porque está preparada para un público masivo y no está mal tratar de ponérsela difícil aunque sea desde este pequeño lugar, señalándole al potencial espectador la inmensa cantidad de defectos que posee, lo peligrosa que es. De ahí que digo lo siguiente: esta secuela repite todas peores características de la primera entrega; busca justificar las peores acciones posibles a partir del mal ajeno; no trabaja con personajes sino con estereotipos de la peor calaña; contrapone un Estados Unidos soleado y repleto de blancos hermosos a una Turquía oscura y criminal; une la producción francesa más xenófoba con lo más totalitario de Hollywood; es machista y racista; está escrita y producida por Luc Besson, que arrancó tratando de contar historias y desarrollar personajes (como en Azul profundo, Nikita y El perfecto asesino), pero ahora sólo produce superficies; ofende la inteligencia del espectador, con su trama que avanza a los ponchazos; y está concebida sólo para juntar mucho dinero, sin el más mínimo amor por el cine. Y ya está en las salas de todo el mundo, tapando la salida de muchos films que le podrían aportar algo más valioso al arte cinematográfico. Entonces creo que no viene mal escribir sobre ella. Y denunciarla, decir con todas las letras que es una porquería.
Padre de familia El mundo es un lugar hostil. El ex agente Bryan Mills (Liam Neeson) tiene esa cuestión clara, y por eso puede ser tan pesado con el novio de su hija como justiciero por mano propia con una banda de vengativos forajidos albaneses. Lo que le importa a él es proteger a los suyos, y en esta secuela dirigida por el francés Olivier Megaton y que vuelve a producir Luc Besson el aguerrido personaje regresa al ruedo en las convulsionada Estambul (Turquía), adonde viaja con su ex mujer y su hija adolescente. La postal turística exótica y amable cambia muy velozmente hacia la lógica de thriller cuando el padre del torturado y asesinado Marko de la primera Búsqueda implacable aparece liderando a un conjunto de matones del tercer mundo para vengar a su hijo. Situación que lleva al correcto y moralista padre de familia Mills a poner en práctica sus “habilidades especiales” para rescatar a su raptada ex mujer y defender a su hija. La prepotencia policíaco-global de Estados Unidos se encarna así en las andanzas de género de Mills, quien irá derrotando a la secta albanesa a fuerza de golpes, tiros y persecuciones, siempre en pos de mantener la “seguridad” de su afable grupo familiar. Toda la convulsión dramática y hasta política que puede emerger del enfrentamiento entre dos padres y dos culturas que son capaces de matar por sus hijos se desvanece en esta película de acción que no tiene otro propósito que entretener, más que nada en esa sociedad hija-padre muy poco creíble pero divertida que se comunica mediante teléfonos celulares y es capaz de protagonizar una turbulenta escapada en automóvil. Lo que no es del todo convincente y tampoco aceptable es que Mills nunca falle, nunca se equivoque y, lo peor, nunca se cuestione su cruzada sangrienta, lo que le resta al personaje la profundidad y humanidad necesarias para convertirlo en un nuevo “clásico”. De ahí que su hija le diga, al presentarle a su novio: “no le dispares, realmente me agrada”. Nunca se sabe cuándo Mills es un padre, y cuándo un asesino.
Esta vez, a Liam Neeson le secuestran a la ex mujer y ahí va el hombre a salvarla a puro tiro, como un super héroe creado por la CIA. Lo bueno de la película es que hay mucha acción y, de algún modo, esto hace que el tiempo pase entretenido. Lo malo es que realmente, después de la primera entrega de esta ¿saga? No hay mucho más para contar, dado que los personajes pierden todo atractivo como seres humanos y solo son partes del mecanismo de relojería cuyos verdaderos protagonistas son las armas y las patadas.
Busqueda implacable es una película rutinaria que a pesar de todo no va a defraudar al espectador que busca una buena combinación de thriller y acción con una historia sin grandes complicaciones. A diferencia de la muy superior primera entrega que era mucho más emocional y mantenía al espectador en vilo, en ésta todo es demasiado previsible, trillado, esquemático y bastante inverosímil...
“No sé quién eres, no sé qué quieres. Si lo que quieres es dinero, te puedo decir que no tengo. Pero lo que sí tengo es un conjunto muy particular de habilidades, habilidades que he adquirido a lo largo de una prolongada carrera. Habilidades que me hacen una pesadilla a gente como tú. Si dejas ir a mi hija en este momento, aquí acaba todo. No te buscaré, no te perseguiré. Pero si no lo haces, te buscaré, te encontraré y te mataré”. Imposible no recordar esa determinante muestra de coraje y de amor hacia su hija con la que Bryan Mills (Liam Neeson) iniciaba la persecución para dar con Kim en el film original. Cuatro años más tarde llega esta previsible e innecesaria continuación que arranca poco tiempo después de concluida aquella primera historia. Padres, hermanos e hijos de que quienes fueron asesinados por Bryan deciden cobrar venganza: en definitiva para los malhechores los lazos de sangre siempre son lo más fuerte y aquello por lo que están dispuestos a morir, aún sabiendo que no tienen oportunidad de ganarle a una máquina de matar como lo es este ex agente de la CIA. Un viaje de negocios lo llevará hasta Estambul, ciudad a la que viajan su hija y ex mujer para sorprenderlo. La felicidad del reencuentro durará poco: los padres serán secuestrados y ahora Kim será la responsable de rescatarlos. Explosiones, persecuciones, tomas aéreas a la orden del día, planos cortos, montaje veloz, un impersonal estilo de dirección rubricado por Olivier Megaton y un guión manufacturado para tener un éxito pochoclero (la primera parte recaudó $224 millones de dólares) es lo que nos brindó Luc Besson en uno de sus proyectos menos inspirados.
No toquen a la nena Es curioso, bastante llamativo, el hecho (repetido) de que un gran segmento de la producción cinematográfica elija como protagonistas a agentes (en actividad o retirados) de la CIA, la agencia de inteligencia norteamericana, o alguna similar. “Búsqueda Implacable” y su secuela, “Búsqueda Implacable 2”, se incluyen en ese colectivo, con Liam Neeson como actor principal. Será que el mundo de los agentes secretos, su estilo de vida, quizás sus músculos, resultan atractivos para el resto de los (simples) mortales. Será que son interesantes, forzudos, inteligentes... vaya a saber. El caso es que la receta se repite, una y otra vez, de la mano de distintos guionistas y directores, como si se tratara de un bocadillo al que no se le puede decir que no y un éxito de taquilla asegurado. Y hasta quizá uno puede suponer de que haya algo de supersitición. ¿Qué megaestrella podría considerarse como tal si nunca hizo una de agentes secretos? Hay que tener películas así en el currículum para estar en onda y no caerse de la agenda... Quizás. “Búsqueda Implacable 2” es la continuación de la primera. Si Ud. no la vio, no entenderá casi nada de lo que pasa, pero tal vez se divierta (un poco) con las persecuciones y los escapes a pura adrenalina. Por las dudas, le apunto que en la primera, el ex agente de la CIA Bryan Mills (Neeson), a la sazón padre de una adolescente de 17 años y divorciado de la madre de la jovencita, debió salvar a su hija de las fauces de una red de secuestradores albanos que pretendían prostituirla. Todo eso ocurrió cuando la muchachita viajó con una amiga a Europa, pese a que su padre no estuvo de acuerdo con esa decisión. Dicho y hecho, las chicas se metieron en problemas y papi tuvo que correr al rescate. La hija se salva, pero la amiga no corre la misma suerte. En esta segunda parte, los albanos andan detrás de Neeson para cobrarse venganza por todos los parientes que el ex agente liquidó mientras peleaba por salvar a su hija. Aprovechan la ocasión en que el profesional en seguridad consigue un trabajito en Turquía y no tiene mejor idea que invitar a su ex (separada ahora también de su segundo marido) y a su hija para que lo acompañen en este viaje de negocios. Allí los estarán esperando los malos, con hambre y sed de venganza. Y como suele suceder en estos casos, lo que hubiera sido una hermosa oportunidad para recomponer los lazos familiares se convierte en una trampa terrorífica, en la bella, aunque misteriosa, ciudad de Estambul. De más está decir que Mills, tocado en sus fibras más íntimas, defenderá a su mujer y a su hija con uñas y dientes, y logrará salvarlas, una vez más, de las garras de la despiadada mafia balcánica. Aunque siempre queda sin resolver el problema de fondo que es la incompatibilidad manifiesta entre la profesión que abrazan estos tipos con la vida familiar... sin embargo, insisten. ¿Será que son irresistibles? ¿Será que consiguen hacerse imprescindibles? ¿Serán un premio o un castigo?
Sabemos lo que entramos a ver, cosa que no pasó con la primera. Eso realmente quita sorpresa pero no por eso salimos defraudados. Quien compra su entrada quiere ver pegar, disparar y demás actos heróicos del Lian Neeson. Lo loco de la primera es que causó una sorpresa similar a cuando Damon le dio vida a Bourne. Incluso me parece que fue superior en cuanto a la revelación del personaje en este caso. La primera película fue muy dura. Mucha acción e incluso escenas de torturas que no son habituales en las películas norteamericanas de este siglo. En esta segunda parte esa tortura no está, pero si hacen mención a la misma en un flashback. No debe haber sido casual. Igual la película es 100% francesa aunque cueste creerlo, pero hecha para un mercado internacional donde funcionó muy bien la primera. ¿Vale la pena verla? Sin lugar a dudas, porque pocas pelis de acción tienen estas secuencias y ritmo. Está muy bien filmada y se nota un presupuesto mayor en algunos aspectos en relación a su predecesora. Obvio tiene cosas trilladas e incluso una secuencia por encima de los techos de Turquía la vimos ya en Bourne o Bond... pero bueno, así son las pelis de acción. Paga la entrada y el pochoclo.
Secuela devaluada Esta segunda entrega de aquella asombrosa película de 2008, es exactamente una imitación de segunda categoría. Si en la primera película la acción transcurría principalmente en el lado más oscuro de París, la ciudad más valorizada del mundo, ahora el thriller solo se situará en la caótica ciudad tercermundista de Estambul. La historia será más elemental y con cero trasfondo social, e incluso la acción en este caso será más desprolija y absurda. Una verdadera lástima porque el personaje interpretado por Liam Neeson es fascinante. Lo positivo de "Búsqueda Implacable 2" pasa únicamente por dos factores: la acción que no deja aliento y el personaje de Brian Mills (Liam Neeson). Aunque prácticamente no cometa errores, y por lo tanto sea muy dificíl asimilar que este en algún peligro genuino, este personaje asombra por su inteligencia y habilidad ante la adversidad. El reto que enfrenta no es derrotar al villano (eso es va a pasar inevitablemente), es llegar a tiempo a salvar a la secuestrada. Todo la película va transcurrir en enfrentamientos y persecuciones donde a través de una cámara sumamente inquieta y una edición completamente vertiginosa, el espectador no va a tener respiro alguno. Sin embargo, lo negativo de la película es claramente lo que envuelve a la acción. Desde el más delirante motivo de venganza jamas visto en el cine hasta las increíbles resoluciones familiares, todo está más que forzado y descuidado. Uno casi podría asegurar que los guionistas ni se tomaron el trabajo en pensar un buen trasfondo para el suspenso y solo se dedicaron a generar buenos momentos de acción. De ser cierto, esto sería un terrible error ya que una película todo repercute y si algo no funciona o es muy ambiguo el verosímil de la historia decae notoriamente.
Cuando se trata de una segunda parte hay cosas que uno ya tiene planteada: la relación entre los personajes principales, un pasado en común, una estética y los villanos que aparecen. El problema de esta película es que peca de dar por sentado esto y no construye nada nuevo desde el inicio. Así es como con una técnica ejemplar (brillante secuencia de títulos, uso de cámara en mano, mezcla de sonido), vemos a Bryan (Neeson) una vez más haciéndose cargo de los errores pasados. El tema es que esta vez la víctima es él y, para llegar a hacerle daño, vuelven a caer la ex mujer y la hija. Si hasta acá les parece un revival de Duro de Matar, no saben todo lo que falta. En una seguidilla de cliché tras cliché del género acción, acá se pierde la verdadera motivación del personaje que tanto atrapaba en la primera (recuperar a su hija y salvarla de esa red de trata de blancas), lo cual en términos de atractivo no parece una buena elección y se la reemplaza por una venganza ... con un malo tan caricaturesco (o será que es porque lo recuerdo como Boris en Snatch)con poco peso especìfico y demasiadas limitaciones. El resto, ya se lo imaginarán. Neeson se nos está poniendo viejo, chicos. Y el guión tampoco aprovecha eso. Él sigue siendo una supuesta máquina con una hija cuasi adolescente que no sabe manejar hasta que puede lidiar con una persecución (!!). Tampoco es que la idea de “legado” esté bien manejada porque si quieren presentar que es digna “hija de”, hay mejores opciones. De alguna manera, Oliver Megaton (el director) eligió que este producto se apoye exclusivamente en la acción, dejando de lado el desarrollo argumental y emotivo que nos atrapó en la primera. Como dije al principio: salva la técnica. Rcomiendo verla en sala por lo mencionado anteriormente y porque los comentarios de los grupos de amigos eternos que van a ver esta película son imperdibles. Probablemente lo más divertido haya sido eso.
Esta segunda entrega, de la que también es productor y co-guionista el francés Luc Besson, no hace más que repetir exagerando al formula de la primera. Nos obliga acarrear con la presencia del actor irlandés Liam Neeson en la piel de Bryan Mills, el ex - agente de la CIA no del todo retirado de la actividad que más le gusta (ya que puede ser contratado por quien necesite de sus servicios), con su bagaje privado de destrezas que le permitieron en la primera película poder salvar a su hija Kim de los secuestradores albaneses hefebofilos. Luego de ese rescate, y habiendo eliminado a todos los involucrados, se fueron en paz y tranquilos hacia los EEUU, habiendo dejado la pesadilla detrás. Pero como el filme recaudó mucho, pero mucho más de lo esperado, se vino cuatro años después la “secuela”. Esta producción comienza en el entierro de los muertos de la primera película, donde el padre de uno de los secuestradores, el jefe de la gran familia, Murad Krasnihy (Rade Serbedzija) jura venganza. Entonces, elipsis temporal mediante, pues sólo así se explicaría algo de lo que sucede a continuación, es que en relación al entierro de los malos de la primera parte de la saga nos encontramos con el bueno de Bryan Mills yendo a socorrer a su ex – mujer por el estado de angustia producida por su separación reciente de su segundo marido. ¿Cómo? Justificativo suficiente para que invite a las dos mujeres, su ex y su hija, a pasar unos días de vacaciones en Estambul, adonde él ira a trabajar por un par de días y luego queda liberado. Lo que no sabe es que el malo de Murad esta al acecho, y cuando se da cuenta es tarde. Tomado como rehén junto a su ex - mujer Leonor (Framke Janssen), pero con el tiempo suficiente como para avisarle a Kim (Maggie Grace) para que se esconda. Pero de tal palo tal astilla, Kim convence a su padre que le indique que hacer para rescatarlos y Bryan, además de ser un superdotado intelectual, casi un Einstein del re-contraespionaje, tiene un GPS en algún lado del cuerpo, no esta determinado exactamente ese espacio físico, pero que lo tiene, le juro que lo tiene, pues en todo momento sabe donde esta ubicado???? De esta manera puede ir indicando qué, cómo, dónde y cuándo Kim debe hacer lo que debe hacer para lograr su propósito. La redundancia explicativa en la presente crítica es directamente proporcional al pleonasmo en el filme, lo digo para justificarme, aunque la realización no lo justifique. ¿Se entiende? Continúo. Si la primera dejaba un cierto olorcito discriminador con los habitantes del viejo continente, léase EURO, éste dobla la apuesta e incluye a los turcos. Sólo que por momentos las vistas de la ciudad hacen más apacibles la tortura por los minutos que va durando cada escena, cada secuencia, hasta un final extremadamente previsible, y eso sin considerar que como en toda obra audiovisual de acción cada plano dure segundos. Técnicamente es tan irreprochable como la primera, si quisiera ser benévolo, hasta podría descubrir algo de la obsesión de Luc Besson en su idolatría, que comparto, por el género femenino, pero me parece que es hilar demasiado fino en un producto hecho para recaudar dinero. Entonces para poder definirlo correctamente vale decir que “Taken 2” tal su nombre en idioma original, no es más que un catálogo de lugares comunes del genero, casi un pequeño diccionario de cine de acción ilustrado, con tanta violencia glamorosa y excitante como su antecesora. Pero lo peor es que, como en la del 2008, lo más flojo está no en la actuación de Liam, sino en que no es creíble su personaje ni por construcción, ni por definiciones al respecto. Tampoco ayuda demasiado la construcción de los otros personajes, si bien madre e hija hasta resultan empáticas, las líneas de dialogo y la resolución del personaje malo, interpretado por el aquí desperdiciado actor croata, son impresentables. Los amantes de este tipo de filmes podrán pasar un tiempo en su salsa, pero como la ausencia de condimentos es extrema al salir les quedara sabor a nada. Supongo
Venganza con gusto a poco Si "Búsqueda Implacable" era un 10 en entretenimiento y suspenso, esta segunda entrega vendría a ser un 6. Hay elementos muy importantes que hicieron al éxito de la 1ra entrega que aquí han sido dejados de lado y que fueron reemplazados, de manera muy poco inteligente, por algunos artefactos comunes de los trabajos promedio del género. Director, hágase cargo! No me malinterpreten... como dijo un amigo mío, hay cuestiones esenciales de la 1ra producción que se siguieron trabajando muy bien en esta secuela, como por ejemplo, los momentos de tensión, llegando en algunas ocasiones a poner al espectador al borde de la butaca. Otro elemento que se respetó, fue la acción y dinámica de la "Búsqueda Implacable" original, con un Liam Neeson asperísimo que ya se consolidó como un exponente del género a quien se debe tomar bien en serio. El problema de esta segunda entrega se da a partir de la sustitución de 2 elementos fundamentales de la trama original, que a mi criterio, le bajaron varios puntos a esta peli. Uno de estos elementos es la historia de trasfondo, algo que en el 1er film atrapaba, involucraba al público y lo hacía indignar a la par del protagonista. La hija de Neeson era secuestrada por una red de criminales para ser vendida como esclava sexual a algún ricachón excéntrico que quisiera pagar una tonelada de guita para divertirse con jóvenes vírgenes... era genial! Nos mostraba un submundo tan repugnante como hipnótico. En esta secuela desaparece este tipo de trama y se sustituye por el rótulo "venganza"... Lo único que quieren todos los villanos aquí es vengarse, sobretodo el padre de un infeliz asesinado por Liam que se muestra triste y compungido por la muerte de su querido hijito... un tipo que secuestraba, drogaba y vendía mujeres como muñecas inflables... como que la onda del padre no pega mucho con la que curtía el hijo. La venganza como centro de la trama resulta vacía, pobre, básica, además de que hemos visto mil películas sobre este tema. Finalmente, el otro problema son la evidente restricción que se le aplicó a la cinta para que resulte más adecuada a un público masivo, léase, hacerla PG-13 (apta para mayores de 13 años) y no Restricted. Esto es un moco, porque la contundencia y la violencia cruda que había en la 1ra entrega, no se aplicó a esta secuela. Nos gustaba que Liam disparara a la cabeza de algún criminal en el momento menos pensado, sin mucha palabrería y con frialdad extrema... En "Búsqueda Implacable 2", la sangre se reduce bastante y se dicen algunas frases cursis y artificiales entre tiroteo y tiroteo. Hija y ex esposa están más inútiles que nunca... ¿no habría sido un golazo que el personaje de Liam hubiera entrenado a su hija en estos años como precaución hacia un nuevo secuestro? ¿Qué tan groso habría resultado ver a una Maggie Grace más guerrera y menos llorona? Sólo algunos pensamientos en voz alta. Una peli que se disfruta, pero lejos está del impacto y calidad que tuvo la 1ra entrega. Ya está confirmada una 3ra parte, que esperemos levante vuelo y haga quedar finalmente bien parada a la trilogía.
OTRA CACERIA Que Hollywood apuesta a lo seguro, de eso nadie duda. La pobreza de libros ha obligado a las imparables secuelas. Esta es la segunda parte de un filme que no aportó nada nuevo, pero que tuvo los condimentos que exige el género: acción, espectacularidad, suspenso, crueldades. Como la cosa funcionó, Luc Besson, antes dedicado a menesteres menos comerciales, insistió y logró recaudar más que la primera parte.”Cacería implacable 2” recorre caminos conocidos: los familiares de los muertos de la primera parte, buscan venganza. Y no sólo quieren secuestrar a la hija del agente de la CIA, también buscan matarlo a él y a su esposa. Estamos en Estambul, donde todo parece más difícil. Lo mejor es que la anécdota es básica pero directa, sin saltos de tiempo ni confusiones ni poderes ocultos: malos contra buenos y que se arreglen como puedan Al final se encuentra el agente y el vengador. Pero ninguno muere. Lo que anticipa que se viene una tercera cacería.
Neeson, otra vez en defensa de su familia Búsqueda implacable , la primera versión de esta nueva saga, se estrenó en Bahía Blanca en octubre de 2008 y en esa ocasión bastaron cuatro palabras para catalogarla: "Inverosímil, reaccionaria, pero entretenida". Aun a riesgo de ser poco original, a esta secuela le calza a la perfección esa misma definición. Liam Neeson es nuevamente Bryan Mills, el ex agente de la CIA que ahora se dedica a tareas de seguridad para empresarios. En la primera versión había expresado que estaba retirado, pero no muerto. En esta historia confirma generosamente esa aseveración. Y está dispuesto a luchar para defender a su familia, aunque reconoce estar un poco cansado de tanto trajín. Es decir, de disparar balas a diestra y siniestra y de quebrar brazos y cuellos a cuanto enemigo se cruza en su camino. En este caso debe cumplir una misión de su especialidad en Estambul e invita a compartir algunos días con él a su hija Kim y a su esposa (o ex esposa) Lenore, quien mantiene un conflicto con su pareja y muestra indicios de querer regresar con su marido (o ex marido). La película registra un prólogo donde se observa al albanés Murat en el cementerio de Trapoja, en la ceremonia de entierro de su hijo Marko y de los otros miembros de la banda albana de trata de blancas que fueron aniquilados por Mills en su operación de rescate de su hija en París. En el propio cementerio, Murat jura vengar la muerte de su hijo. Un año después, considera que la mejor ocasión para cumplir su juramento es durante la estancia de Mills y su familia en Estambul. Y así comienza esta ajetreada historia de unos para apresar a Mills y de éste para evadir el cerco y salvar a su mujer y a su hija. Mills continúa reconociéndose un obsesivo en materia de horarios y en cuanto a sus tácticas ofensivas y defensivas. También le sigue cuadrando el apodo de "Rambo" que le impusieron sus ex compañeros de la CIA en la primera versión. Pero no sólo en el uso de las armas (Mills prefiere el revólver), sino también de los puños. Y aquí cabe recordar que Neeson fue en su juventud un destacado boxeador. Búsqueda implacable 2 posee otra vez el sello del francés Luc Besson, tanto en la producción como en el guión. En este caso, con la colaboración de Robert Mark Kamen. Además de Neeson, vuelve a aparecer en esta secuela la rubia Maggie Grace como Kim, mientras que Lenore posee la encarnadura de Famke Janssen y es, quizás, la que se lleva la peor parte. Como el vengativo Murat está el croata Rade Serbedzija, quien es un excelente actor, aunque aquí no tiene oportunidad para demostrar su talento. La película repite algo del patrioterismo, pero menos que en la primera. El acento está puesto en la familia y en la predisposición de Mills de exponer su vida para defenderla. El director convocado para poner en valor la historia es el francés Olivier Megaton, el mismo de El transportador 3 , que logra mantener la tensión y el suspenso desde el mismo momento que el protagonista pisa Estambul, que es un excelente escenario para una historia de estas características.
Publicada en la edición digital #244 de la revista.
En Búsqueda Implacable 2, producida por Luc Besson, el héroe encarnado por Liam Neeson regresa a la acción cuando el padre de uno de los albaneses asesinados en la película anterior busque venganza. El resultado es una producción carente de ideas que se traduce en un film de acción menor cuyo único fin es batir récords de taquilla. Bryan Mills, el ex agente de la CIA, debe ahora salvar no sólo su vida sino la de su ex esposa y su hija cuando el padre de uno de los albaneses promete vengarse frente a la tumba de su hijo. De vacaciones en Turquía, Mills deberá hacer uso de sus habilidades para acabar uno por uno con los secuestradores. Si la película anterior se metía con un tema delicado y de furiosa actualidad, combinado con un tipo duro al mejor estilo Charles Bronson en Vengador Anónimo (2012), aquí se centra en la venganza y presenta un relato lineal con diálogos forzados y una estética que por momentos cansa. Escrita por Luc Besson y Robert Mark Kamen, los mismos de la primera parte, y dirigida por Olivier Megaton en reemplazo de Pierre Morel, Búsqueda Implacable 2 sólo contiene un elemento novedoso: la acción se traslada a Estambul. Con un ritmo demasiado vertiginoso y con planos de escasa duración, tiende a confundir al espectador que siempre espera algo más. Para quien busque una película de acción donde sobran las peleas y los tiroteos sin esperar más, se verá satisfecho. Pero una porción de público que disfrutó la primera parte se desilusionará con este producto (aunque taquillero) muy inferior al anterior. 2/5 NE Ficha técnica: Título Original: Taken 2 Dirección: Olivier Megaton Guión: Luc Besson, Robert Mark Kamen Estreno (Argentina): 4 de Octubre de 2012 Género: Acción Origen: Francia Duración: 91 minutos Clasificación: AM 16 Distribuidora: FOX Reparto: Liam Neeson, Maggie Grace, Famke Janssen, Rade Serbedzija, Jon Gries, Leland Orser. Web: http://www.taken2movie.co.uk/
Este es otro producto de Luc Besson, el rey de la verdura enlatada. El francés se ha convertido en un productor con amplia llegada en el mercado norteamericano, tomando recetas creadas con anterioridad pero mezcladas de manera innovadora. Como ocurría con el cine inglés de los 50 y 60, se ha decidido a importar estrellas norteamericanas para entrar con cierta chapa en la cartelera internacional; y, por el otro lado, ha imitado a rajatabla todas las recetas habidas y por haber del cine de acción asiático, creando peleas, balaceras y persecuciones realmente vistosas y novedosas. Si El Transportador no es mas que la traslación del cine de acrobacias de Jackie Chan (humor y sorpresa incluidas), Taken es su versión de Jason Bourne. He aquí un super agente secreto lleno de recursos, expeditivo y ultrasagaz. Lo curioso es que en su momento nadie daba un céntimo por Taken - protagonizada por un irlandés secundón y algo geronte, con una trama demasiado reciclada, sin demasiados antecedentes de interés -; incluso en nuestro país salió directo en video y uno había visto el filme meses antes de su modesto estreno en USA... hasta que dejó a todo el mundo boquiabierto y comenzó a recaudar una obscenidad de dinero. Taken era intensa, con unas secuencias de acción brillantes, y con una trama que funcionaba como un relojito; Liam Neeson probó ser un héroe de acción super confiable (y se creó todo un nombre en el género), e inmediatamente puso en marcha su secuela, la cual comentamos aquí. Y mientras que Búsqueda Implacable 2 sigue siendo una película entretenida, es mucho mas absurda y prepotente que su primera parte. No es aborrecible, pero el libreto a veces se manda con cada ocurrencia que a uno lo deja rechinando los dientes. En general los productos de la factoría Besson son mas vistosos que inteligentes. En ocasiones son muy logrados - El Transportador, la primera Taken, La Femme Nikita, León, el Profesional - y, en otros, pavadas recargadas de acción que por lo menos sirve para pasar el rato (como El Quinto Elemento). Taken 2 entra en esa última categoría. La gran innovación del libreto es que ahora los secuestrados son Famke Janssen y el super agente Liam Neeson, con lo cual papito debe guiar a su hijita - desde su celda de cautiverio - a que los encuentre, los libere, y les entregue las armas para así poder patearle los traseros a esos albaneses malnacidos que tuvieron la mala idea de arruinarle el paseo a Estambul. La primera cosa estúpida que hace el libreto es obligar al hiper preparado Neeson a bajar la guardia - dejando los escudos, las pistolas y los bazookas en el hotel -, y salir sólo con un telefonito microscópico camuflado en su zapato como única herramienta para caso de emergencias. No un GPS, ni siquiera una miserable navajita suiza como para cortar las ataduras. Como con el fonito llama a su hija para que venga a rescatarlo, el tipo debe guiarla a partir de una serie de entreverados cálculos mentales - que tienen que ver con el mapa de la ciudad, la dirección del viento, y el desayuno que comió el libretista esa mañana - para que se acerque a donde se encuentra. Para ello no tiene mejor idea de orientarla a partir de una serie de granadas (!) que ella va detonando por donde pasa, y de acuerdo a la intensidad de la explosión le indica si está cerca o no. Desde ya, mas que orientar por el sonido, la hija de Neeson termina poco menos que devastando medio Estambul, con lo cual no es dificil asumir que Neeson y Janssen deben encontrarse en la única casa en pie que dejó en su trayecto la nena. Las bobadas siguen con los maleantes atando a Neeson con una piolita que corta con suma sencillez (¿no tenían presupuesto para unas esposas de acero? ¿no se daban cuenta que era ridículo maniatar a un tipo super peligroso con algo tan frágil?), una persecución disparatada a través de media ciudad... encarada por una chica que hasta hace dos minutos no sabía ni estacionar una moto y que ahora toma las curvas en dos ruedas; y después con el regreso a rescatar a su ex esposa, para lo cual el irlandés usa el mapa mental que se armó una vez que viajaba encapuchado en la camioneta en que lo llevaban secuestrado. En todo caso uno podría decir que los albaneses perecen por idiotas, ya que la prostitución de menores no le deja el suficiente dinero como para alquilar otro inmueble - que no sea de los 3 o 4 que conocen Neeson en Estambul -, y el tipo los encuentra después de dar dos pasos y volver siempre al mismo lugar. Las peleas no son tan buenas como en el original; y la premisa - de que Neeson guíe a su hija para liberarlos - prometía mucho más de lo que realmente termina por ofrecer; ni siquiera las persecuciones son una maravilla, aunque debo reconocer que entre la acción y las vistas turísticas uno termina pasando un rato entretenido. En todo caso el mérito del filme es Neeson, el cual siempre se ve creíble y astuto, y eso le basta para sostener una película que resultaría insoportablemente idiota en manos de otro tipo con menos carisma. Taken 2 es material de relleno, pasable y digerible pero corto de méritos. Para cable sirve, para irla a ver al cine no, y aunque es descartable, por lo menos no ofende al espectador y lo entretiene un rato... siquiera con los disparates que se le ocurren al libreto.
Misma receta, distinto gusto Taken fue sin dudas una de las mejores películas de acción y suspenso de la última década, que nadie vio venir por tratarse de una producción europea y que supo entregar no sólo magníficas escenas de acción bajo un clima de tensión constante, sino también presentar un personaje magnético e implacable. Taken 2 sigue la línea de su predecesora en cuanto a la tensión que logra en ciertos momentos. Empieza bastante bien, con una propuesta obvia pero decente y con dos o tres ideas creativas que son incorporados en la narración con éxito. Pero no lleva mucho tiempo enterarse de que esta secuela no tiene detrás de cámara al mismo director que nos hiciera vibrar en la primera entrega. A la hora de la acción, lamentablemente Taken 2 es víctima de una dirección y edición pésimas. En Taken los golpes dolían, las balas penetraban y el espectador sentía en carne propia la violencia. En esta oportunidad las balas no se ven, las peleas no se entienden y en general queda la sensación de que las tomas de acción están presentes por compromiso y no como parte integral de la película. Así como en la cocina un mismo plato sabe distinto dependiendo de su cocinero, en el cine una misma fórmula cambia su resultado cuando se le cambia el director. Taken 2 intenta replicar su génesis pero falla terriblemente, al descuidar aquellos detalles esenciales que hicieron de la primera un hito del cine de acción contemporáneo. Queremos ver sangre, el impacto de los puños y las balas atravesando la carne, no imágenes distorsionadas e indescifrables que intentan burda e ineficazmente copiar el estilo de las Bourne. Esta moda de las cámaras oscilantes está hundiendo al cine de acción en la mediocridad. Taken 2 podría haber sido buena, es una pena.