La redención llega a Jersey Shore. Entre Sus Manos no es ni una comedia atípica ni una película alternativa -a un cine mainstream o a la comedia romántica hollywoodense- o innovadora, y mucho menos una propuesta trasgresora, como sí lo fue en su momento 500 Días con Ella o la más reciente ¿Quiénes Son los Miller?, aquel estereotipo de “familia Flanders” reconvertido en una sátira que no se guardaba nada. El debut de Gordon-Levitt como director tiene un comienzo potente y enérgico, dado por el montaje frenético y la estética videoclipera. La propuesta del californiano de 32 años se plantea en un principio como una comedia sin tapujos sobre el sexo pero luego introduce una vuelta de tuerca: en la adicción a la pornografía del protagonista (Don Joan aka The Situation), radica su incapacidad para conectarse íntimamente con una mujer real. A partir de este giro, como si fuese un panqueque en una sartén, la película se desvía de su camino y pasa de ser una comedia ágil a un drama con una visión conservadora que convierte al porno en excusa para crear un discurso moralista, que terminará con la redención del personaje central (un hombre que nunca pudo “perderse” en una mujer durante el sexo, o dicho en modo comedia romántica pacata, mientras “hacen el amor”)...
Aunque algunos puedan considerar que el desenlace de Entre sus manos es un poco edulcorado o con moralina, no van a poder negar que la película es sincera y original. Y más de un hombre se va a sentir identificado. Si bien la trama es bastante esquemática y carente de complejidad, a la historia se la percibe auténtica, sobre todo en el momento en que Jon explica el porque de su...
La semilla de Onán. Quizás no podríamos decir que lo estábamos esperando pero una vez aquí, no queda más que celebrar su llegada: estamos ante una suerte de reinvención de la comedia romántica tradicional, alejada por completo de las estupideces infantiloides de los últimos años, apuntando específicamente al público adulto y encarada desde la perspectiva masculina, sin obviar ningún detalle escabroso en lo que respecta a la relación entre los géneros. Como sólo los imberbes pueden seguir denominando “nueva comedia americana” a los tres o cuatro apellidos de moda en el submundo de la crítica trasnochada (“nueva comedia americana” hubo en los 70, 80, 90 y 00; la crítica musical es mucho menos repetitiva a nivel taxonómico, a la hora de catalogar una masa amorfa de artistas), hoy basta con decir que lo que propone Joseph Gordon-Levitt, en su ópera prima como realizador, es una aproximación visceral a algunas compulsiones que se dan cita en la vida de los hombres...
Don Porn Escrita, dirigida y protagonizada por Joseph Gordon-Levitt, Don Jon cuenta, además de generar expectativa por tratarse del debut desde la dirección y guión del actor de Inception y Premium Rush, entre otras, con un tráiler jugoso casi coreográficamente perfecto para promover el film. Pero en muchas ocasiones los adelantos son tan buenos como engañosos, y he aquí cómo nos topamos con la realidad decepcionante de una proyección olvidable. La historia involucra a Jon como un joven sumamente adicto al consumo de pornografía. No es que tenga una vida sexualmente poco activa ni mucho menos; todo lo contrario, pero más allá de conquistar mujeres distintas en cada noche de juerga, el personaje de Gordon-Levitt no puede dejar de recurrir al porno. No hay placer que lo satisfaga más que su fascinación y su apelación constante y cotidiana al material condicionado que ofrece la web. En su camino se cruza Barbara (la siempre sensual Scarlett Johansson), en el escalón más alto de belleza con el que se haya chocado Jon. Esta relación representará el desafío más importante para nuestro protagonista: dejar el lujurioso vicio que lo ocupa en internet para dedicarse de lleno a un vínculo sentimental menos superficial. Desde otra perspectiva, se le suma Esther (Julianne Moore), dispuesta a aleccionarlo y adoctrinarlo. La cinta tiene graves problemas de conexión con el espectador. Su ritmo, lejos de la mansedad, porta unas cuantas irregularidades. De a ratos no hace más que generar una sensación de insulsez característica de las narraciones vacías de trama y contenido. Todo se limita a una serie importante de repetidas situaciones que aparentan no aportarle novedad alguna al asunto. Don Jon gana en todo aquello que tenga que ver con la diferenciación de las reiteraciones agobiantes de acontecimientos típicos de las comedias románticas, pero pierde en el buen gusto. El film constituye el retrato de una generación que demanda con mayor asiduidad a la complacencia que le otorga la tecnología en cuanto a lo efímero y las pulsiones sexuales. También refleja con naturalidad la competencia casi como un juego, entre amigos, por ver quién es el más ganador de la noche, en cantidad y calidad. Puede ocasionar, en contadísimos momentos, leves risas; no obstante, falla notablemente cuando procura conmover al público a partir de una suerte de determinaciones vacuas y descorazonadas, que de tan poca familiaridad con la propia línea narrativa de lo que se expone en pantalla, se terminan esfumando rápidamente. LO MEJOR: ciertas situaciones algo graciosas. Dura menos de hora y media. LO PEOR: insustancial, poco cautivadora. No enlaza. Irregular. Reiterativa, poco recurrente. PUNTAJE: 4
Entre sus manos, o Don Jon como es su nombre original es la primer película, escrita, dirigida y protagonizada por el versátil Joseph Gordon-Levitt aquel pequeño que empezó su carrera en la genial serie que protagonizaba Michael J. Fox, Lazos de Familia. El argumento de esta película es difícil de contar sin decir nada respecto a lo que la película quiere retratar realmente. Don Jon es un muchacho de clase media, vive en New Jersey y se interesa solo en un par de cosas: Su familia, su auto, su trabajo, su entrenamiento y su pornografía. Don Jon es un tipo que disfruta de su vida, pero cuando cree conocer a su verdadero amor (Scarlett Johansson) todo da un vuelco en su vida y las cosas que eran mas importantes para el se van a ver comprometidas. Una compañera de escuela nocturna (Julianne Moore) será la persona que lo guíe por un sendero que Jon no había conocido nunca. DON JON En las manos de Scarlett En repetidas ocasiones el cine fue capaz de retratar las relaciones amorosas, pero pocas veces lo hizo de manera critica, de una forma original donde la frustración y la repetición da paso a la comedia. Esto es lo que hace Don Jon, este film logra poner en un abismo las concepciones que tenemos de como debería ser una relación con otra persona. Desde los primeros minutos de metraje de este film el montaje nos da la idea de un zapping donde las mujeres son vistas como objetos a obtener, como objetos de uso, donde el sexo es una forma de venta. Y así Don Jon va a poner en crisis toda una serie de factores esenciales para el capitalismo, como la pornografía, la iglesia, la pareja, el sexo, la familia, hasta las relaciones con los amigos. No les voy a mentir, la película va a ser mas disfrutable para el genero masculino, no solo por las apariciones de Scarlett sino por los problemas que se le presentan al protagonista y como tiene que lidiar con ellos. Yo creo que mas de uno se va a sentir identificado. Es algo de ida y vuelta don-jon09La técnica de esta película se basa en su montaje y en una serie de repeticiones. Todas estas repeticiones nos van a mostrar la rutina del personaje principal y las pequeñas variaciones que van a haciendo la diferencia hasta un final totalmente esperado, no les voy a decir que no tiene un final previsible, sigue siendo hollywood. Pero Joseph Gordon-Levitt se las arregla para manejar toda la película con una originalidad que pocas veces se ve, es un director absolutamente consciente de la película que quiere hacer y eso se nota, sobre todo en la escena donde el y el personaje de Scarlett van a ver una película romántica evidenciando el metalenguaje y por supuesto el abismo que separa a la película que están viendo con el film que esta viendo el espectador realmente. El punto mas flojo de la película es cuando el recurso de las repeticiones se vuelve un poco aburrido y esperable, pero debo decir que es necesario para que los cambios mínimos que se van dando en los personajes funcionen. Conclusión Entre sus manos es una opera prima muy bien realizada, con una autocrítica al genero, con una critica social y sumamente acida. No es una película orientada a los mas conservadores pero aun así, cuando abandonas la sala te deja pensando en toda la serie de imágenes que viste y siembra una duda. Creo que ese es el mejor logro de una película.
En el imaginario colectivo está instalada esta idea de que el porno y la paja son empresas casi exclusivamente masculinas. Solo los hombres se hacen la paja, y muchos se hacen la paja mirando porno. Y solo se hacen la paja mirando porno si no están en pareja. ¿Cómo puede alguien mirar porno y tocarse estando en pareja? ¿cómo puede alguien mirar porno de manera regular? Claro, como si acaso porno y sexo en pareja fueran conceptos excluyentes. Como si acaso coger con la pareja anulara cualquier otro tipo de deseo más bien ligado a una fantasía inalcanzable como es el porno. Porque mirar porno involucra, en realidad, una especie de ritual. Como bien nos muestra Joseph Gordon-Levitt en su debut cinematográfico y con él mismo como protagonista en Entre sus Manos (Don Jon), mirar porno involucra una serie de pasos, todos disfrutables en igual medida: abrir la computadora, rastrear en el buscador el sitio que más nos interesa en ese momento, de acuerdo con las apetencias del día, entrar, encontrarse con los millares de videos y categorías, empezar a elegir (no siempre se da con el indicado, a veces hay que ver algunos minutos de otros hasta dar con ese, con “el” video que estamos buscando), encontrar el que queremos y recién ahí entregarnos por completo a la experiencia de la paja. No es tarea sencilla mirar porno, no se crean. No es fácil amar al porno, justamente por eso que nos da, por esas fantasías irreproducibles en la vida real, por regalarnos un rato de ese mundo tan hermoso de sexo desenfrenado. Algunas veces, esos videos pueden ser tan pero tan buenos (la famosa categoría ameteur, tan venerada por algunos, esa que nos muestra historias más reales, con actores más cercanos a uno, en un entorno realista, si se quiere) “que duelen”. Jamás nada se va a parecer a eso, a ese sexo perfecto, a ese “fuck of the century”. Nada de eso ocurre en la vida real. En la vida real uno puede estar en pareja, estar bien con su pareja, tener buen sexo, incluso muy buen sexo, pero nada jamás se comparará con el buen porno. Y así es cómo Jon vive sus días, su parca y monótono cotidianeidad. Los títulos iniciales, haciendo debido honor al montaje de atracciones postulado por Eisenstein, nos regalan una secuencia vertiginosamente cachonda: escenas de películas porno, yuxtapuestas con videos de deportes, minas esculturales en body haciendo sentadillas, videoclips hot. Y conocemos a nuestro Don Jon y a sus hábitos cotidianos, repetidos una y otra vez sin cesar. La iteración de la rutina opera en tanto fijador de conceptos, en tanto vehículo de transmisión de esa monotonía. Su vida es eso, eso que ama, eso que no se altera jamás: ama a su auto, ama a su iglesia, ama a su casa, ama a su familia, ama a sus amigos, ama a su porno, ama a sus levantes casuales. Y así, día tras día. Pero, por sobre todas las cosas, en un momento dado, empieza a amarla a ella, a Barbara (Scarlett Johansson). Reconozco que Scarlett suele parecerme una bomba sexual, una rubia debilidad que tiene esa mezcla de belleza natural, un culo que raja la tierra y labios salvajemente esponjados. Pero aquí, no la vemos tan hermosa. Si bien sigue destilando esa sensualidad apabullante, hay algo en la cara, en el pelo, o tal vez en cómo la toma la cámara, que nos hace distraernos de sus atributos. O tal vez sea el personaje que encarna, una suerte de Susanita versión 2013, una niña rica y mimada, con habitación rosa y uñas perfectamente esculpidas, cuya misión en la vida es encontrar a un hombre para casarse que, si no encaja justo en el molde deseado, será modificado hasta que encaje. Así es como somos testigos de esta relación superficial y cosmética como todo lo que rodea a Barbara (y a Jon también, claro), como esas parejas que hemos visto en un shopping o en un gimnasio, deslizándose por los pisos encerados cual gacelas en el prado, felices en su chatura y en el hecho de compartir esas estupideces de la vida como grandes trofeos en materia de compatibilidad y empatía. Nada parece perturbar la paz de la pareja hasta que… irrumpe el porno. Porno causante de la ruptura, porno moralizado, porno cuestionado por la rubia tonta que no entiende cómo se puede recurrir a él estando en pareja. Pero no solo irrumpe el porno. También aparece la antítesis, la humanidad dentro de ese mundo tan deshumanizado, en la forma y el cuerpo de Esther (Julianne Moore). Y con la humanidad vienen las arrugas, viene la piel áspera y seca, viene menos el deseo sexual que el deseo de pasar tiempo con un ser humano. Entonces Don, casi sin quererlo, se ve involucrado con Esther. Y acá es donde la película desbarranca y se va al pasto. Porque hasta ahí, todo bien. El pibe es como es y elige sus vínculos acorde a cómo es, a sus intereses, como suele suceder. De golpe, Esther, la inteligente, la copada, la sensible Esther, aparece en su vida como ángel benefactor, y el segundo encuentro sexual entre ambos se da en el marco de una charla que apela al innecesario golpe bajo Iñárritu-style: ella perdió a su esposo y a su hijo hace un año, y necesita tener contacto con un hombre, con alguien, necesita llorar con alguien y necesita alcanzarle la toalla a alguien mientras se baña. Golpe bajo mediante, la relación se construye, y el adicto al porno, el que no creía en esa conexión mágica entre dos personas, de buenas a primeras, deja de ver porno porque se cura, porque decide entregarse a un vínculo más humano y porque, finalmente, puede hacer el amor y sentirse uno con el otro. El porno ya no es un estilo de vida, una elección, el porno es una enfermedad que envenena el alma y el cuerpo y, como tal, debe ser combatida y reemplazada por una conducta sana. Y qué mejor que el sexo con amor para tomar su lugar, que mejor que el sentimiento puro, la entrega, la empatía con el otro, más si se trata de una viuda dispuesta a depositar todo su amor y dolor en un otro. La película, en este sentido, se traiciona a sí misma al volverse moralista y aleccionadora, al pretender dar un giro y “rescatar” a Jon de sí mismo y de sus conductas patológicas. Todo lo que se sostuvo sin juicio de valor durante hora y media, borrado de un plumazo. Una vez que entra la moral ya no hay lugar para el juego, solo queda el inexorable camino a la redención, esa pseudo-redención tranquilizadora de mentes timoratas. Porque el amor todo lo conquista, incluso el porno y la paja.
¿Qué tan difícil es lograr que aquellas personas que se dedican a la distribución de películas respeten la traducción de un título? ¿O peor aún, que se pongan de acuerdo? Don Jon fue titulada en México como "un atrevido Don Juan", mientras que en Argentina se llamó "Entre sus manos". Y a todo esto, el título real era simplemente Don Jon. Son de esos misterios que nunca resolveremos. Hablando de lo que nos toca, el debut en dirección (y guión y producción) de Joseph Gordon Levitt es por la puerta grande. Sumando su actuación que, como siempre, es muy buena, esta vez acompañado de Scarlett Johansson y Julianne Moore, en un filme que toca muy de cerca la temática del sexo, pero sobre todo del porno, y que lo hace de una manera simple, apropiada, pero sobre todo libre de todo morbo. Aquí viene lo importante. Hace poco reseñábamos "The Sessions" y mencionábamos lo importante y lo bueno que es encontrar películas que hablen del sexo fuera de todo tabú, si, pero de una forma limpia y espiritual. Algo que nos muestre lo que hacemos en nuestra vida cotidiana y que al mismo tiempo sea capaz de reflejar el sentir de una sola persona. Inspirado en el libro de "Don Juan Tenorio", Jon es un mujeriego que noche tras noche caza a alguna mujer para llevarla a la cama, sin que suponga complicación alguna. Es hasta que conoce a na chica (Johansson) que se niega, que comienza a distinguir entre el sexo de una noche y el amor, pero es hasta que conoce a Esther, cuando por fin entenderá que necesita ayuda, entenderá la verdadera diferencia entre el sexo y el amor y podrá por fin poner punto final a sus problemas. Interesante, con ese toque de picardía, tanto en el humor como en el sexo, con un par de escenas subidas de tono, pero muy limpia y una dirección completamente honesta, Don Jon es de esas sorpresas con las que nos gusta toparnos de vez en cuando.
Don Juan de Jersey Joseph Gordon-Levitt debuta como director-escritor-protagonista con Entre sus manos (Don Jon, 2013), acerca cómo nuestras expectativas egocéntricas definen nuestras relaciones. Antes hizo 50/50 (2011), acerca de cómo las relaciones duran hasta que dejan de servir. Y antes hizo (500) días con ella (500 Days of Summer, 2009), acerca de cómo el amor no basta. Habría que coronarlo rey de las comedias románticas anti-fórmula. Y pensar que empezó como el obnubilado nerd de secundaria en 10 cosas que odio de ti (10 Things I Hate About You, 1999). Digo “comedias románticas” porque Entre sus manos es cómica y porque el romance es su tema, aunque el molde de comedia romántica le queda chico. Es un estudio de dos personajes muy distintos que se enamoran o al menos buscan el amor en el otro porque sus patologías así lo dictan. Jon (Joseph Gordon-Levitt) sale con Barbara (Scarlett Johansson, en su papel más carnal) porque es adicto al porno, y determina que tener sexo con Barbara debe ser lo más parecido que hay al porno (ayuda que la interprete Johansson). Barbara sale con Jon porque es apuesto y fornido, pero también porque detecta que puede hacer de él el hombre galán y educado que le han vendido las comedias románticas que tanto consume. “Don” Jon narra la película en primera persona, y a su favor vende su adicción al porno como algo tan serio como el juego o la droga. La película no es exactamente sobre el porno, pero pasa bastante tiempo a espaldas de Jon mientras se masturba frente a la computadora, o subrayando su viciosa hambruna con montajes de clips pornográficos mientras nos explica por qué disfruta más del porno que del sexo. El porno le da exactamente lo que quiere y cuando lo quiere, mientras que el sexo le resulta engorroso porque se hace de a dos. Barbara entra en su vida, y son dos personajes geniales para tener en la pantalla todo el tiempo. Jon como el engominado zángano que los domingos va a casa de sus padres a comer pasta en musculosa y siempre está a punto de trompearse con su padre (Tony Danza), Barbara como la infartante “mujer de rojo” que en realidad es una niña mimada de alcurnia cuyo cuarto esconde peluches y un poster de Titanic. Ninguno es muy inteligente pero gracias a sus actores ambos resultan entrañables. La combinación recuerda a la de Sailor y Lula en Corazón salvaje (Wild At Heart, 1990): los personajes trascienden el estereotipo y se ubican ya en el reino del arquetipo. ¿Por qué sería ésta una historia arquetípica? Porque desvela una experiencia universal – la naturaleza intrínseca de las relaciones egoístas/masturbatorias – de una forma única y dentro de una cultura específica, en este caso el de un New Jersey de clase media baja. No se contenta con seguir una fórmula generalizada, al menos no hasta que llega el personaje de Julianne Moore, que parece más un recurso narrativo que las caracterizaciones impecables que son Jon y Barbara. Fuera de eso Entre sus manos es un excelente debut para Joseph Gordon-Levitt como guionista y director: ha hecho una película confiada, observadora, graciosa y bastante cierta.
Las buenas intenciones chocan con sus limitaciones El debut cinematográfico de Joseph Gordon-Levitt fue una verdadera sorpresa, sin que esto signifique algo necesariamente positivo. Hay muchas cosas para analizar de la película y eso en definitiva es bueno para considerar el film y tenerlo en cuenta, pero vayamos a lo básico. Se trata de un film con una temática tan actual como clásica. Por un lado, Don Jon (Joseph Gordon-Levitt) es un adicto al porno y su obsesión al consumo de esos videos online evita que pueda disfrutar de una relación sexual placentera y amorosa con otra persona. La imagen y la sobreactuación es lo que lo llena de placer, en definitiva, Don Jon ama las apariencias y su vida está llena de ellas. Su familia y su entorno parecen extraídos del videoclip del tema de Soundgarden, Black Hole Sun, o de Jersey Shore, con la religión y los hipócritas valores tradicionalistas para rellenar el argumento. Es decir, la típica crítica al modelo de sociedad estadounidense y occidental que vemos en todos lados. La sorpresa no es exactamente eso en la temática y el argumento, sino en la forma que eligió para narrarlo. Quedándose a mitad de camino entre las escenas de nudismo y la cultura porno, con la de la sociedad tradicional que no demuestra en efecto lo que es. Sería algo que podría definir como el “consumo-porno-familiar” (?). Don Jon tiene la vida que quiere y las mujeres que busca las obtiene, hasta que llega Bárbara (Scarlett Johansson), mujer que lo enamora y por la cual pierde la cabeza. A pesar de eso, la obsesión por el simulacro porno de Don Jon no se detiene y se ve compensada por el idealismo de Bárbara por otro tipo de porno: el que proviene de las películas románticas del cine. Esos universos chocan y sus ambiciones también. Por momentos, el tono de la película se hace demasiado monótono y aburre, opacando las grandes interpretaciones del mismo Joseph Gordon-Levitt, Tony Danza y la actuación de Scarlett Johansson con un papel que de ninguna manera quedará en el recuerdo, pero hace una buena interpretación de un personaje tan odiable como calienta-pava. Luego conocemos a Esther (Julianne Moore, también de gran interpretación), que provoca un cambio en la narrativa y en el universo del film. Tan grande fue este cambio que incluso provocó que surgiese la opinión de la hermana de Don Jon, Monica (Brie Larson), personaje que no suelta el celular en todo el film y no emite palabra. La aparición de Esther fue abrupta para el universo y para el desenlace del film, con una solución rápida y tan efectiva que le quitó verosimilitud a la trama. Me llamó la atención, para bien, la ligera mutación de fotografía y de narrativa visual en ese salto argumentativo, que pasó de escenas con cambios de cámara constantes – casi una forma televisiva de filmar – a planos más largos y escenas más sostenidas en los diálogos. Se trata de una película que es comedia por la representación sarcástica de esa vida, pero con pocos momentos que verdaderamente hagan reir. Inclusive como crítica hacia la sociedad de consumo actual pareció un poco trillada y facilista, sin embargo, su argumento y el mensaje que brinda sin dudas es efectivo y no podemos dejar de destacar eso en la primera experiencia de Joseph Gordon-Levitt como director. Una película interesante para pensar pero nada más que eso. Hasta puede ser de esas películas que hay que ver muchas veces para que enamore.
El Don Juan sin tierra Don Jon (desafortunadamente traducido para nuestro mercado como Entre sus manos) es el debut de Joseph Gordon Levitt como director, guionista y productor. La premisa inicial podía resultar interesante: ¿Cuán irreconciliables son las ideas del amor con el sexo salvaje sin límites? ¿Puede un hombre enamorado saciar sus instintos más básicos con la mujer que ama, sin sentir que por eso mancilla el más puro de los sentimientos? El film arranca con un musculoso y atlético joven mirando a cámara y narrando como para su vida el sexo en el porno es la máxima expresión del “perderse en uno mismo“. Para Johny, el porno es una ceremonia, tan llena de liturgia como una misa: primero comenzará con imágenes fijas pornográficas, luego llegará la elección del video en cuestión, pero nunca tocará su pene en estos actos preparatorios. Después, y una vez encontrado el video exacto, sí comenzará el ritual masturbatorio y la maravillosa sensación de perderse en ese universo de senos, traseros y todos los actos más explícitos que una mente pueda idear. Pocas cosas son importantes para el protagonista: el porno, su familia, la limpieza, su aspecto personal, su auto y sus amigos. Todo aquello que lo define para “el afuera“ es cuidadosamente exhibido, las ceremonias -incluida la de masturbarse- son respetadas al extremo. Las misas de la iglesia, los almuerzos familiares, las salidas con los amigos son repetidas con un automatismo casi autista. En medio de la automatización de la vida superflua de Johny aparecerá el objeto perfecto -y cuasi decorativo- que le faltaba, una chica 10, personificada por Scarlett Johansson. Una mujer que emana sexo con su mera presencia, pero que sin embargo para consumar su relación le pide al joven que deje de lado el porno y que retome los estudios. Y Johnny, el que tenía tan claro lo que quería, lo hará por ella para sumar un nuevo trofeo a su galería de banales galardones. Y en este nuevo espacio de estudio conocerá a Esther (Julianne Moore, en una gran actuación), quien levemente irá entablando una relación con este joven que claramente no sabe lo que quiere. Así el film se dividirá en dos momentos totalmente diferenciados por su estética y por el ritmo narrativo que le impone su director: una primera mitad con una estética de video clip, que reconoce a Gordon Levitt como un emergente de la era MTV donde el frenesí es la marca distintiva y un segundo momento, luego de la aparición del personaje de Esther, en el cual el tiempo se detiene y el montaje pierde velocidad, además los diálogos pasan a ser más elaborados e intimistas. Como si el mismo director nos anticipara que el universo que nos mostró con recatada desmesura en los primeros minutos (tampoco hay un espíritu rupturista en Levitt) poco a poco va a ir perdiendo su razón de ser. Entre sus manos es un film sobre sexo, donde el sexo no está presente, salvo en los casi epilépticos flash que muestran las imágenes que inspiran su “malsana costumbre”. Ni aún la presencia de Scarlett Johanson dota al film de un aura de erotismo latente. Todo está tan fríamente calculado; tan automatizado en la dinámica narrativa, que nada puede emanar sin ser contenido (como hace Johnny masturbándose con un paquete de pañuelos descartables a mano para las poluciones autogestionadas) La opera prima de uno de los abanderados de la comedia indie termina siendo más mainstream que nunca. Ensanchando aún más la burguesa línea entre sexo y amor. Demostrándonos que el día que encontremos el amor lo único que podremos anhelar es mirar fijamente a los ojos a nuestro amante y practicar el sexo como Dios manda: en la posición del misionero. Tal vez Joseph Gordon Levitt no sea más que un misionero tratando de adoctrinarnos sobre la improbable posibilidad de compartir los placeres de la carne con quien amamos. Eso es el amor para él, la renuncia a la pasión. Y lo más triste de todo es que esa renuncia la transmite a su cine.
No es ningún secreto que banco mucho a Joseph Gordon Levit. Crecí viéndolo crecer así que siento que es amigo de la casa y en éste, su debut como director y guionista, no iba a dejarlo a pata. Don Jon tiene lo que me gusta de una película independiente: tiene cero pretensiones. No intenta solucionarte la vida ni dejarte un mensaje que dé lugar a reflexiones. No, lo que hace esta peli es contarte algo chiquito, que te podés relacionar hasta cierto punto y en otro consumirlo como el cuento que es. Jon es un chico que ya dejó de ser tan chico, por ende esos ideales de que sos el mejor si podés todas las noches levantarte una distinta o de ser un ganador por tener un autito y una casa se quedaron viejos. Pero él no lo sabe y no lo sabe porque siempre le han funcionado. Ahora: Jon es un Don porque vuelve cada noche acompañado pero eso no lo aleja de lo que verdaderamente disfruta que es mirar porno. Se engancha, claro está, con alguien peor que él que lo hace sufrir y es que las enseñanzas más importantes sobre las relaciones son usualmente regadas por lágrimas. Si en vez de pensar en el porno, lo pensamos como nuestros ideales de relaciones gracias a lo que hemos visto o leído, nos vamos a dar cuenta de que esto que le pasa a Jon de expectativas versus realidad nos tocó a todos. Qué feo descubrir que nadie te persigue al aeropuerto y que no siempre el amor lo puede todo. O lo es, hasta que aprendés qué esperar y a quien elegir. Me gustó lo cercano de la película, lo divertido de lo caricaturesco de los personajes (Tony Danza está divino) y cómo el cromatismo cambia junto a él. Una comedia tierna y simple, de esas que hace mucho no veía. ¡Felicitaciones, amigo Joe!
Y sí, el pibe la tiene clara. Escribe la película, la dirige y la protagoniza. Además te arma una romcom masculina (y no es para polemizar de si existen las comedias románticas para hombres o mujeres, las comedias existen y ya) enfocándose en la vida de Don Jon, un megalómano, metrosexual obsesionado con el porno. “Entre sus manos”(USA, 2013), horrible título que han decidido poner en Argentina a la ópera prima de Joseph Gordon-Levitt, es una agradable sorpresa en las pantallas por su novedosa narrativa sincopada, disruptiva y hábilmente icónica. Todos los clichés de las clásicas y cursis historias de amor son enviadas a la papelera de reciclaje y el lienzo que pinta Gordon-Levitt es atravesado por un sinfín de tópicos, principalmente masculinos (lo que no quiere decir misóginos) con los que dialoga durante el metraje de la cinta. Tomando como punto de partida la idea de que “todos los hombres consumen pornografía”, estando en pareja o no, este Don Jon que compone el actor, vendría a ser la versión onanista de Brandon Sullivan de “Shame”(USA, 2011), y que más allá de poder conseguir todas las noches a la chica que quiera, tiene un problema con el porno que lo hace tambalear cuando finalmente cae en las redes de Barbara (Scarlett Johansson), una manipuladora belleza rubia, que sólo quiere conseguir un hombre para casarse. Don Jon no tiene otro objetivo en la vida más que masturbarse, limpiar su casa, andar en su automóvil e ir los domingos a la misa a confesarse, y cuando esta rutina se modifica por su noviazgo, y porque su chica lo obliga a ir a estudiar, comienza a pensar que lo de mejor sólo que mal acompañado tampoco ya le sirve. En esa “escuela nocturna” conocerá a Esther (Julianne Moore), una mujer madura, desprejuiciada, que contrastará con la ingenuidad y vacuidad de todas las relaciones que mantiene con el sexo femenino. “¿Qué es mejor, el porno o el sexo?” con esa pregunta analiza las relaciones que mantiene con el sexo opuesto, un sexo que no lo completa pero que paradójicamente manda sobre su vida segundo a segundo hasta niveles obsesivos.Jon además mantiene una relación de amor odio con su padre (Tony Danza) y trata de mantener siempre contenta a su madre (Loanne Bishop) cada vez que los visita. Tiene una hermana (Brie Larson) que siempre está con su teléfono interactuando en redes sociales y no emite palabra hasta casi finalizar la película, toda una afirmación sobre las relaciones en el siglo XXI. “Entre sus manos” arranca con una explosión de imágenes, centrípeta, que ubica al espectador en el largo listado de máximas que el protagonista comenzara a enunciar. Los planos detalles de objetos, cuerpos, partes del mismo, afianzan y potencian cada palabra que pronuncia el protagonista. Porque la película es muy verborrágica y pasional. Jon habla y habla en todo momento y grita y mucho. Un tano de ley. Los sonidos, tanto como las imágenes, son parte importante de la estructura narrativa, encabezando el inicio de un video de porntube como la sectorización y serialización de la película. Toda una toma de posición acerca del amor y el aislamiento de la vida actual. Fresca, ágil, entretenida, pero sobre todo, innovadora, “Entre sus Manos” es el prometedor arranque de Gordon-Lewitt del otro lado de cámaras.
Que tipo talentoso que es Joseph Gordon-Levitt, encima de haber logrado una gran transición de niño actor a estrella consagrada, cada vez labura mejor. Y ahora para colmo su debut como director es formidable. Ojo, que esto no se mal interprete como una carta abierta de envidia hacia él sino todo lo contrario. Pasa que resulta imposible hablar de Entre sus manos (pésimo título latino para Don Jon) sin antes remarcar la importancia de su realizador y protagonista. Esta ópera prima es una fiesta para los sentidos, tanto para los hombres como las mujeres, para que pasen 90 minutos intensos a puro ritmo y hormonas. Esta aclaración del disfrute unisex viene a raíz de que el enfoque, que sin bien va a ser disfrutado por las mujeres, es más bien masculino. Y no podía ser de otra manera dado a que Joseph Gordon-Levitt no solo dirige y protagoniza sino que también es el guionista. Con una muy ingeniosa estructura argumental y una edición impecable para darle más contundencia a diálogos muy auténticos conocemos al personaje y sus costumbres para luego pasar a su familia. Aquí cada actor se luce, pero por sobretodo Tony Danza, en un rol muy Poncharelo, como su padre. Todas sus líneas y miradas son geniales. Así como también es genial el “momento Silent Bob” que tiene la actriz que interpreta a la hermana en el climax de la película. Por razones más que obvias Scarlett Johansson merece un párrafo aparte, no solo por lo bomba sexy que es y que resalta con todo en su personaje sino por condensar todas las cualidades reales de una mujer de esas que se convierten en “carceleras” para los hombres (con el visto bueno del sometido, obvio), aquellas que de a poco van cortando libertades y robando identidad. Johansson logra en esta película calentar en demasía (aplausos para la escena en el palier del edificio) y ser detestable a tal punto de que su belleza deja de importar y ahí es donde la otra gran genialidad de la película abre su camino: el personaje de Julianne Moore. Es a través de ella que el film adquiere otra dimensión y profundidad, que gira 180 grados desde la comedia de situación hasta el drama. Otra cosa muy interesante para destacar es el enfoque que se le da al consumo de la pornografía, que si bien es algo que ya ha sido explorado bastante en el cine, aquí se lo aborda de una forma moderna y graciosa. Esto junto a las falsas películas -el llamado recurso “movies inside the movies”- terminan de redondear una joyita que tendría que ser de vista obligada a los realizadores que quieran hacer una comedia como ópera prima para aprender de Joseph Gordon-Levitt. Entre sus manos es divertida, inteligente, visceral, hormonal y real. Genialmente actuada, escrita y dirigida. Gran opción para ir en pareja y/o con amigos.
Joseph Gordon-Levitt, debuta como director y guionista con esta comedia romántica entretenida, a ratos divertida y relativamente diferente, para un género en el que Hollywood nos tiene acostumbrado a la vulgaridad y falta de imaginación, salvo contadas excepciones. Entre sus manos nos presenta al famoso Don Juan del Siglo XXI, personaje que fue representado, tanto en la literatura, como en el teatro, la música o el cine por infinidad de grandes autores, con múltiples y muy dispares personalidades e incluso por Ingmar Bergman, que adaptó dos versiones, una para teatro (Don Juan, 1955) y otra para el cine (El ojo del Diablo, 1960), con la misma destreza para la seducción que su predecesor, aunque con unos métodos mucho más rudimentarios y una particular adicción: la pornografía. El relato se centra en la simple y rutinaria vida de un joven obsesionado con la pornografía por Internet y cuya existencia gira en torno su cuerpo, su casa, su auto y cada nueva conquista para redimirse cada domingo por la mañana en misa y terminar con la típica reunión familiar. Hasta que conoce a Bárbara, una chica tan bella como manipuladora, que obligará a Jon a dejar muchos de sus hábitos de vida. Comenzará entonces una lucha interna del onanista mujeriego que disfruta más del sexo viendo pornografía en su notebook que practicándolo en vivo. A pesar de la superficialidad de los personajes y el ritmo acelerado del relato, Joseph Gordon-Levitt logra exponer una leve crítica a la sociedad actual dependiente del fenómeno de internet y las redes sociales, donde las relaciones interpersonales y el amor a distancia están regidos por la incomunicación más absoluta, y como su personaje encuentra en la pornografía un vehículo de desahogo unidireccional, fantasioso y egocéntrico con la seguridad en un tipo de relaciones que siempre sale bien. También se da lugar para burlarse de las comedias románticas, con las que Hollywood nos abruma y que aquí quedan perfectamente parodiadas con los cameos de Anne Hathaway y Channing Tatum, y ciertas incoherencias propias de la religión y la iglesia como institución. Los personajes son simples y triviales, pero sus protagonistas se enfundan en sus arquetipos con notable talento y gracia. Con la bellísima Scarlett Johansson mascando chicle y muy alejada de su glamorosa imagen habitual, pero siempre cautivante; la siempre correcta Julianne Moore en el papel de una mujer que está de vuelta de todo y que conseguirá que el nuevo Don Juan se cuestione sus principios y hasta su fe; un divertido Tony Danza interpretando al padre de Jon Martello y una actuación cargada de originalidad para Brie Larson, como la hermana de Jon que sólo pronunciará una frase en toda su interpretación, que sintetiza la obsesión de toda una generación. Pero el mayor acierto del film, radica en el ritmo y estilo elegido para abordar el género, desplegando ciertos recursos cinematográficos tendentes a introducir al espectador en las sensaciones de su protagonista, como mecánicas repeticiones de planos a manera de insert y juegos con los sonidos y los silencios en la banda sonora (casi en la línea de Trainspotting o Réquiem para un sueño). Tal vez la falta de sutileza en el tramo final, a partir de la aparición del personaje interpretado por Julianne Moore, buscando cierta redención del personaje y exponiendo una moralina algo traída de los pelos al estilo “El sexo es una experiencia vacía y antes o después el protagonista se va a enamorar y darse cuenta de que el sexo con amor es mucho mejor”, sumado al abuso de determinados recursos que funcionan muy bien inicialmente (las repeticiones de las rutinas) pero que acaba desgastándolos al final, resten puntos al film. Esta especie de versión cómica de Shame: Sin reservas, el film de Steve McQueen en el que Michael Fassbender muestra los problemas de un hombre para encontrar una vida sexual equilibrada dando como resultado la pérdida total del control personal, mezclada con Alfie (versión original de 1966 o remake protagonizada por Jude Law) donde un joven carismático, encantador, promiscuo y metrosexual se dedica a conocer, enamorar y seducir mujeres como segundo trabajo, podría haber tenido mejores frutos, pero para ser su opera prima Joseph Gordon-Levitt ha salido más que beneficiado. Con un guion sencillo pero efectivo, sin profundizar en los personajes y cimentado en las buenas actuaciones y una estética original para el género, ha logrado un film entretenido y divertido que no retendremos mucho en la memoria pero habrá valido el tiempo que le dedicamos.
Si la vida fuera como el porno... Jon Martello (Joseph Gordon-Levitt) es un joven de New Jersey, descendiente de familia italiana, que por momentos nos recuerda al Tony Manero de John Travolta por su afición a ir a bailar con sus amigos y ser el que más éxito tiene con las mujeres. Aunque siempre se lleva a casa a la más linda, Jon es adicto al porno y ninguna relación sexual real le parece tan placentera como las que ve en su computadora, donde todo en el porno le parece perfecto mientras en la vida real, no tanto. Jon es perfeccionista con su imagen, con la limpieza de su casa, de su auto, y por supuesto con las mujeres. Hasta que conoce a Barbara (Scarlett Johansson), quien parece ser una chica diez, y por la que pierde la cabeza. Si bien Barbara colma todas sus expectativas -es hermosa, sus amigos lo envidian y su familia la adora-, ella es tan superficial como él. Ambos están juntos para satisfacer sus propios deseos, para tratar de llegar a ese ideal soñado, pero a ninguno le interesa realmente la felicidad del otro. Y por más que se lo haya prometido a su novia, Jon es incapaz de dejar el porno. Un día aparece en su vida Esther (Julianne Moore), una compañera de estudios algo mayor y todo lo contrario a lo que Jon está acostumbrado a frecuentar, pero con bastante más experiencia que él, ella le enseñará algunas cosas que lo sacarán de su burbuja. Inicialmente la película plantea algunas cuestiones interesantes; sobre cómo estamos invadidos de imágenes perfectas desde la publicidad, el cine, el porno, y la forma en que nos muestran un ideal que jamás podremos alcanzar, llevándonos hacia la frustración, y la incapacidad de conectarnos realmente con quienes nos rodean. Lamentablemente no profundiza demasiado esos conceptos, y se queda en los detalles graciosos que surgen entre los protagonistas. Cabe destacar que con muy buenos diálogos. Por otro lado, muestra de forma bastante satírica a la familia y a la iglesia, sin terminar de redondear una crítica sobre la doble moral de la sociedad estadounidense. Con muy buenas actuaciones, personajes un tanto estereotipados, y un guión del que podríamos esperar un poquito más, Joseph Gordon-Levitt tiene dentro de todo un buen debut como director; muy prolijo, con mucho humor, algo de cine indie, y un lindo final.
Comedia romántica con gusto a poco La ópera prima del galán indie fluctúa entre el fresco sociológico juvenil, un psicologismo superficial y un retrato poco feliz sobre la disfuncionalidad familiar. Y con el correr de la película, el tono inicialmente zumbón se va diluyendo y pierde atractivo. Entre sus manos es una de esas películas que quiere ser y, debido a sus propias taras, no es. Recibida con críticas más que aceptables en su estreno en el último Festival de Sundance y su paso por la Berlinale, la ópera prima del galancete indie devenido en mainstream Joseph GordonLevitt (500 días con ella, Batman: el caballero de la noche asciende) campea entre el fresco sociológico del sector de la generación sub30 más posmoderno, un psicologismo craso acerca de la imposibilidad amorosa del protagonista y un retrato sobre la disfuncionalidad familiar no del todo redondo. Todo atravesado por el brío siempre refrescante de las comedias románticas. Nobleza obliga, debe agradecérsele esta última intención, ya que Gordon-Levitt hace de la pulsión sexual del adicto al porno, interpretado por él mismo, una anécdota inicialmente menor y simpática, todo lo contrario a la gravedad penitente de Shame: sin reservas. Logro no menor, pero tampoco suficiente. La obviedad del jueguito de palabras no le quita verdad: el Don Jon del título es un auténtico Don Juan, uno de esos tipos cuya facha y chamuyo lo convierten en una máquina de encamarse con mujeres de “ocho para arriba”, tal como dicen, con partes iguales de admiración y resignación, los dos amigos que lo circundan. El problema es que eso no lo satisface. O sí, pero no tanto como masturbarse mirando porno. “Por más que trate, esas cosas no pasan en la vida real”, compara. Uno de los méritos de los dos tercios iniciales del film es la naturalización y la ausencia de condena a ese comportamiento, llegando incluso a convertirlo en una consecuencia de las particularidades de la formación dentro una familia digna de David O. Russell. Ahí está mamá preocupada por el anhelo de una horda de nietos, la hermana sumergida en su celular y papá (Tony Danza, un grande) encarnando lo más parecido a un neandertal que se haya visto en años. Pero a todos les llega la hora del amor, y Jon no es la excepción. El problema es que ella (Scarlett Johansson) lo pilla –literalmente– con las manos en la masa frente al monitor, poniéndolo entre la espada y la pared: ella o el XXX. Entre sus manos convertirá a la chica en una antiheroína insoportable, y a la pareja en una entidad plástica digna de publicidad de remeras de primera marca. Y lo hará de forma progresiva e imperceptible. Hasta aquí, entonces, el film es como las víctimas de su protagonista: de buena para arriba. Pero cuando todo invitaba a ir por más, a hacer de la autogeneración de placer un acto posible dentro de la cotidianidad masculina y a esa familia un objetivo de atención narrativa mayor, Gordon-Levitt tira el ancla, incluyendo a una tercera en discordia (Julianne Moore, radiante a los 53) para enseñarle al protagonista aquello que ni siquiera docenas de Padre Nuestro y Ave María pudieron hacer. Tercera en discordia que, ay, acarrea heridas emocionales por esas pérdidas totales que tanto le gustan a Hollywood. Así, el tono inicialmente zumbón deviene en otra cosa totalmente distinta, obligando al pobre de Jon a dejar de ser quien era para convertirse en algo que, al menos para la película, es infinitamente superior.
Joven y reconocido actor (en los últimos años trabajó en films como E l origen, 50/50, Batman: El caballero de la noche asciende, Looper: Asesinos del futuro y Lincoln ), Joseph Gordon-Levitt debuta como guionista y director con una provocadora y despiadada mirada a la sexualidad masculina. Es que bajo la pátina externa de comedia cínica y cool (su aspecto menos logrado), Entre sus manos esconde lo que es su verdadera esencia y su principal hallazgo: un retrato casi etnográfico sobre los jóvenes de hoy, con sus obsesiones, miedos y miserias a cuestas. El propio Gordon-Levitt interpreta a Jon Martello, un atractivo muchacho de Nueva Jersey que, si bien es todo un Don Juan (no hay chica que se le resista cuando sale de "caza" en los clubes nocturnos), se convierte en un adicto al porno en Internet. En las primeras escenas del film, el protagonista -31 años, de familia católica, con look y cuerpo de marine trabajado en horas de gimnasio- explicará todas y cada una de las ventajas de masturbarse frente a la pantalla de la laptop antes que soportar las exigencias y defectos de cada una de sus conquistas amorosas. Así planteadas las cosas, el lector (especialmente la lectora) pensará que estamos ante una película machista y misógina, pero no es así. Es que las cosas cambian por completo cuando Jon se enamora de Bárbara (notable Scarlett Johansson), una hermosa y voluptuosa joven que poco a poco empezará a mostrar su costado más dictatorial y manipulatorio, y -así- nuestro antihéroe pasará de dominador a dominado, el otrora arrogante seductor devenido en hombre sumiso, el cazador-cazado. Más allá de algunos lugares comunes y estereotipos a la hora de plantear las diferencias entre ambos (que se condensan, por ejemplo, en los opuestos gustos cinematográficos), el film funciona muy bien en su primera mitad gracias a un humor filoso e imágenes (de irónica estética publicitaria) bastante audaces para los cánones actuales de Hollywood. El problema es que en la segunda parte -cuando los roces entre Jon y Barbara y las mentiras de él ponen en crisis la relación- aparece en escena una mujer madura de pasado trágico (la siempre dúctil Julianne Moore) y allí la película entra en una zona bastante más convencional, supuestamente sensible y demasiado aleccionadora. De todas formas, Gordon-Levitt sostiene siempre el relato con inteligencia y dignidad, se muestra como un gran director de actores (se lucen Tony Danza y Glenne Headly como sus padres y Brie Larson como su hermana Monica), y termina construyendo un incisivo ensayo sobre los cambios en las formas tradicionales de la masculinidad. Otra estrella de Hollywood que demuestra que tiene un promisorio futuro también detrás de cámara.
La vida por las tres equis En su debut como director Gordon Levitt también protagoniza este film sobre un hombre adicto al porno que conoce a Barbara, una mujer que intentará modificar sus hábitos. Opera prima como cineasta del reconocido actor de cine y televisión Joseph Gordon Levitt, Entre las manos fluctúa entre la originalidad del argumento y la lección de vida que de a poco recibe el personaje central debido a sus viajes por Internet visitando páginas para adultos. Es que Jan Martello (el mismo Gordon Levitt) tiene plata, facha, auto, carisma y consigue a las chicas que quiere con un chasquido de dedos, un par de palabras o un mínimo gesto. Pero el tipo es feliz cuando se atrinchera en su privacidad hedonística y masturbatoria y viaja todas las noches por el mundo XXX, llenando los recipientes de papeles luego de la eyaculación diaria. La película, en este punto, describe de manera inteligente a un personaje particular, y también a sus padres, ítalomericanos ambos, donde se destaca Tony Danza como un progenitor que parece el Tony Manero en camiseta de Fiebre de sábado por la noche con treinta años más. En la vida de Martello se cruzará Barbara (Scarlett Johansson en piloto automático) y desde allí la película rumbeará para el lado del voyeurismo masculino, ya que no solo el hedonista Jan desea a su chica. En este punto, Entre las manos, como comedia liviana y sin demasiadas complejidades, funciona en el trazado de los personajes y en la felicidad personal del joven, aun cuando Barbara descubre sus gustos y amenace con abandonarlo. Por su parte, Gordon Levitt director y guionista, recurre a un montaje veloz, acorde con lo público y privado que caracteriza al personaje, en un tono medio y simpático, teñido de cierto costado misógino, ya que se atreve a criticar a la novia que encarna Scarlett, decidida a que su pareja abandone esos horribles hábitos. Pero la película, inesperadamente, o no tanto, se ubica a favor del inquieto Martello y no de la histérica Barbara. En la segunda mitad, en cambio, surge el aprendizaje de vida y el castigo moral al joven personaje. Aparece la viuda Esther (Julianne Moore), mirada triste y melancólica, con un pasado gris y cierta vitalidad fúnebre que intentará seducir al joven fanático del sexo por Internet. El montaje se aquieta, las palabras suenan más importantes y las acciones se remiten a mostrar que la vida es mucho más que el placer cotidiano que complace a Jan Martello. Desde allí la película derrapa hasta el final, como si al personaje central le hubieran interrumpido sus maniobras diarias en la mitad o cerca del final de sus rituales a solas y narcisistas.
Satisfacción no garantizada El actor de “Looper” y “500 días con ella” debuta en la dirección con esta comedia sexual jugada, osada y paródica. “Es mejor que lo real”, trata de convencernos (y convencerse) Jon Martello con respecto a las imágenes que observa en la pantalla de su computadora. Jon suele tener mucho levante -lo interpreta Joseph Gordon-Levitt, aquí también director de largo: tiene varios cortos como realizador-, por lo que suele llevarse a su cama y casa de soltero a distintas conquistas. Pero no. El dice que la pasa mucho mejor masturbándose mientras ve películas pornográficas. Puede estar con una bomba como Scarlett Johansson, levantarse de la cama y prender la laptop. Dios le da pan a quien no tiene dientes. Jon -por algo sus amigos le dicen Don Jon- es un narcisista, y un católico penitente, que no falta a misa, se confiesa y recibe padrenuestros como remedio a sus pecados, que se convierte en un enajenado cuando maneja su auto -y maldice y execra a todo el que se le cruce en el camino-. Jon probablemente no tenga los patitos en fila, pero el guión explica que si Jon es lo que es -y si Barbara (Johansson) es como es-, es resultante de la sociedad en la que viven y se (con)forman. Un ejemplo: Jon y Barbara van al cine, y ven imágenes de un bodrio con Chaning Tatum y Anne Hathaway. A Barbara le encanta y se emociona, porque vive en un mundo de fantasía. El de Jon es igualmente falso, y así, parece, les va. Gordon Levitt, también autor del guión, es terriblemente cómico y no le hace asco a nada. Gráfico o impúdico, el relato pega un par de giros con los dos personajes femeninos con los que se cruza. Barbara de entrada le dice que sí, pero no, por lo que Jon debe ingeniárselas para seducirla -en la visión del personaje sería dominarla, adueñársela-. Y Esther (Julianne Moore) es una viuda madura y algo depresiva con sus secretos a cuestas, con la que Jon aprenderá más de lo que se esperaba. La otra mujer importante está en su familia, y no es su madre -una igualmente soberbia Glenne Headly- sino su hermana (Brie Larson, ningún queso). Casi no habla, metida como está con su smartphone. Pero esperen a que abra, ejem, la boca. Acaso el padre de Jon (Tony Danza, guapo en camiseta como Pepe Galleta) no sea más que una parodia, un reflejo de una familia, un grupo, una comunidad que se pudrió en vida y dio a luz estos personajes que exudan tanto patetismo como evidente autenticidad.
“ENTRE SUS MANOS”: DEL PORNO Y OTRAS ADICCIONES ¿Qué cosas pueden ser tan importantes para nosotros, y que nuestra vida gire en torno a eso? ¿Cuantas veces enfocamos mal los objetos que no son tan fundamentales y las llevamos a un lugar mucho más grande, donde seguramente hacen que sobre espacio y sintamos que algo nos falta? Afortunadamente cuando algo importante tiene que llegar, llega, ocupando su lugar correspondiente y demostrando que no existen las casualidades sino las causalidades. Joseph Gordon-Levitt ( 500 días con ella, Inception ) nos trae una comedia romántica con una visión un poco distinta a la que estamos acostumbrados: la perspectiva del hombre. Escrita y protagonizada por él, “Entre sus manos” cuenta la historia de Jon Martello, un joven mujeriego al que únicamente le importaban pocas cosas en su vida: Su familia, sus amigos, su cuerpo, su auto, sus chicas y su porno. Sólo interesado en las relaciones efímeras que le puede dar una noche de bar, Jon pasa las noches de fiesta con sus amigos y acostándose con una chica diferente siempre que puede. El problema es que ninguna mujer de verdad le genera lo mismo que ver pornografía. Al encender su computadora se olvida de si mismo perdiéndose en el mundo de la internet hasta encontrar el video perfecto y disfrutar de unos minutos de lo que es, a su criterio, el mejor sexo. Todo cambia cuando conoce a Bárbara (Scarlett Johansson) y Esther (Julianne Moore), dos mujeres muy distintas con las que aprenderá algunas lecciones sobre la vida y el amor, dando lugar a, como dije antes, que lo verdaderamente importante llegue. Se esperaba con mucha curiosidad la aparición de esta película, ya que es la primera armada y pensada por el joven Robin. Ya lo conocíamos como actor y ahora es el momento de verlo como director. Buenos guiones, hermosos enfoques de cámara, siempre buscando y exponiendo el sentimiento y la perspectiva de los personajes, cosa no fácil debido a la diferencia en las personalidades de los mismos y donde mostrar todas estas distintas idiosincrasias es tan fundamental para el cuerpo del film. Por supuesto que el gran elenco de actores le da un empuje más interesante. Scarlett y Julianne llevan a la perfección sus papeles. La primera como la joven chica que se preocupa por su imagen, siguiendo los estándares sociales definidos y la segunda, como una mujer con edad, experiencia e ideologías más profundas sobre las personas y las relaciones. Además cuenta con la aparición de Tony Danza (Taxi) como padre de Jon, un hombre con ascendencia italiana que marca la diferencia de corrientes entre generaciones y el peso que puede tener la opinión de una familia sobre nuestras vidas. Podría decirse que Arthur de Inception nos trae una nueva obra de arquitectura en el séptimo arte, con un humor y un relato en el que más de uno va a sentirse identificado. Un comienzo más que aceptable para el reciente director y que sin dudas le va a dar ánimos para seguir creciendo. Así que, Joseph, por muchas más.
Scarlett Johansson y muy poco más El sexo y el amor en el siglo XXI están minados por los estímulos que surgen de Internet. Al menos éste es el planteo de la opera prima como realizador del actor Joseph Gordon-Levitt, también a cargo del personaje protagónico, un estudiante adicto a la pornografía, que a pesar de conseguir conquistar a una belleza del calibre de Scarlett Johansson, no puede dejar de masturbarse varias veces al día mirando películas porno en la web. El film empieza como una comedia más sexual que romántica, con apuntes divertidos sobre la adicción a los placeres solitarios del protagonista y sus redenciones semanales visitando el confesionario de la Iglesia del barrio, ya que el foco está en la etnia italoamericana del personaje y su familia (lo que permite el lucimiento del talentoso Tony Danza como el padre pésimamente mal hablado). En la primera mitad del film el argumento se concentra sobre todo en narrar la relación entre Gordon-Levitt y su novia, una chica demasiado formal que lo hace esperar semanas antes de tener sexo, se la pasa organizando su futuro laboral y familiar y hasta la limpieza de su casa, y que por supuesto le prohíbe terminantemente mirar pornografía en su PC. Luego la trama se va desdibujando cuando aparece la improbable compañera de clases Julianne Moore. Esta gran actriz siempre aporta algo a toda película en la que participa, y aquí da vida a una extraña mujer que, como era obvio, le dará un par de lecciones de sexo y romance al inexperto galán. Joseph Gordon-Levitt tenía entre sus manos algo que podría haber sido bastante más interesante, pero dadas las repeticiones del guión, los baches narrativos y su obsesión por estar prácticamente en cada escena del film, su primera película como director se queda a mitad de camino, sobre todo por la típica estrategia de empezar una historia de la manera más guarra e irónica posible para ir llevándola a un territorio bastante más light. En términos de cine, no hay nada demasiado malo, ni tampoco muy notable. Hay algunos momentos divertidos, aunque no muchos gags realmente reideros. Con todo, ver a Scarlett Johansson nunca hace mal.
"Entre sus manos" es el debut como director de Joseph Gordon-Levitt (quien también es el guionista y actor protagónico - seguro lo recordarás por "500 días con ella"-) y realmente lo hace muy bien. Comedia romántica, con buenas puestas de cámara, excelentes pasos de comedia y grandes actuaciones por parte de Scarlett Johansson, Julianne Moore, Tony Danza y Glenne Headly. Una película que apunta/explora el mundo de la masculinidad y de las insatisfacciones, con presencias tan habituales como los amigos, la familia, la religión y el romance, siendo estos los ingredientes principales de esta gran historia que seguramente te va a divertir de principio a final. Bien por Joseph Gordon-Levitt, gran película y gran final (acordate lo que te digo), te va a encantar.
"Final feliz" Nadie pone en duda su calidad actoral, ni mucho menos la buena onda que transmite por los distintos medios en los que de vez en cuando aparece. Joseph Gordon – Levitt es mucho más que una cara famosa y de a poquito se va ganando un merecido lugar dentro de Hollywood como la estrella que es. Ahora bien, tampoco hay que ser exagerados ni chupamedias (algo que parece imposible dentro del medio) a la hora de hablar de la calidad de los trabajos en los que se ven inmersos esta clase de personas que, por alguna razón, tienen un aura especial que los destaca sobre el resto. Las comparaciones son odiosas y los ejemplos sobran de que si a un artista, tanto la prensa como el público, le dan alas lo suficientemente amplias de forma injustificada terminará volando muy alto y la caída será estrepitosa y muy dolorosa. Por eso hay que tomar con pinzas “Entre sus manos”, la opera prima de Gordon – Levitt como realizador, ya que se trata de un pequeño film que está lejísimos de rozar la excelencia y comete un error garrafal que como espectador uno no debe dejar pasar. De todas formas, vayamos primero por lo positivo: “Don Jon” es un producto entretenido, que se disfruta de principio a fin siempre y cuando el único objetivo del espectador sea el de pasar un buen rato dentro de una sala de cine. Con actuaciones solidas, como las de Scarlett Johansson y la de la siempre correcta Julianne Moore, “Entre sus manos” sigue los pasos de Jon (Gordon-Levitt), un joven vigorexico, católico, mujeriego y adicto a la pornografía que, precisamente por este último punto, tiene problemas a la hora de entablar una relación seria y a largo plazo con las mujeres. El gran acierto de “Entre sus manos” es que, del mismo modo que su protagonista seduce a muchas mujeres y no se queda con ninguna, la película coquetea con géneros como la comedia romántica y el drama pero no se establece sólidamente en ninguno de los dos ofreciendo un resultado entretenido que por momentos también ayuda a la reflexión. Sobre esto último, la intención es visible, ya que no en vano el film traza una excelente disyuntiva acerca de los efectos que pueden producir en las personas el meta mensaje que transmite tanto la industria de la pornografía como también la del mundo del cine, siendo ambos igual de perjudiciales. No hay que ser ignorantes en esto: Es igual de peligroso que se retrate a las mujeres como ninfómanas y dispuestas a tener sexo de todas formas con cualquiera que se cruce en su camino (como lo refleja el porno), así como también que se las retrate como princesas cuyo único objetivo en la vida es enamorar a un hombre con dinero para ascender socialmente y tener una vida mejor (como suelen reflejarlo novelas, películas, obras literarias, etc). Y ahí es donde está la punta del ovillo que sirve para desenmascarar el grosero error que comete “Don Jon” ya que critica algo que luego termina haciendo, solo que cambiando los sujetos (los hombres en vez de las mujeres) y los hechos (el amor en lugar del sexo). Finalizar una película que, ni demasiado seria ni tampoco muy irracional, invita todo el tiempo a reflexionar sobre como el sexo (a través de todas sus instancias) puede distorsionar la vida de las personas con una especie de moraleja “Made in Disney” es un despropósito por el cual “Entre sus manos” deberá pagar un precio muy alto. Opacando el “Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”, la opera prima de Joseph Gordon – Levitt como realizador se asemeja a un perro que se muerde su propia cola y entretiene porque da vueltas sobre sí mismo pese a ser, ingenuamente, un acto ridículo.
Joseph Gordon-Levitt y un debut algo fallido como director El norteamericano Joseph Gordon-Levitt ha venido desarrollando una interesante carrera como actor desde temprana edad. Cuando apenas tenía once años debutó en “Nada es para siempre”, tercer largometraje dirigido por Robert Redford, con una corta intervención que pasó totalmente desapercibida. Adquirió cierta notoriedad hacia fines de la década del ‘90 por su participación en la serie “Third Rock for the Sun” (con John Lithgow) y en el film “10 cosas que odio de ti” junto al fallecido Heath Ledger. Hubo que esperar otros diez años para que su nombre empezara a tener relevancia con títulos tan sugestivos como “500 días con ella” y “El origen”. “Batman: el caballero de la noche asciende” (también de Christopher Nolan), “50/50” y “Looper: asesinos del futuro” lo consagraron en el 2012 así como su papel como hijo de Lincoln en la película homónima de Steven Spielberg. Ahora por primera vez asume un doble rol como director y actor en “Entre sus manos”, torpe título local que alude a su adicción sexual por ver películas pornográficas en su laptop y que poco tiene que ver con “Don Jon”, nombre original del film, que alude a sus dotes donjuanescas. Acostumbrados a que los films estadounidenses raramente duren menos de dos horas, puede sorprender que el que ahora nos ocupa no exceda los noventa minutos. Lo que a priori aparece como un plus en realidad no lo es tanto, ya que en ese lapso de tiempo lo que abundan son las reiteraciones, que poco aportan al crecimiento dramático de la historia. Casi se podría decir que son apenas cuatro o cinco los repetidos escenarios en los que se desarrolla el grueso de la trama. Por un lado están los encuentros nocturnos de Jon y sus amigos en un bar-discoteca, donde ellos van calificando a las atractivas mujeres que desfilan y que a menudo terminan subiendo al auto de Jon, yendo de allí derecho a su departamento. Pero intercaladas entre estas escenas asistiremos a otras, en este mismo lugar privado, con actos de satisfacción “personal” donde ahora la compañía ya no será real sino virtual. Los otros escenarios serán: la casa de la familia del joven, junto a sus padres (con buenas interpretaciones de Tony Danza y Glenne Headly) y su hermana (Brie Larson). Y las clases en la universidad que darán pie a que aparezca un personaje de creciente importancia en el relato: una mujer bastante mayor que recientemente enviudó al perder al esposo e hijo en un accidente de tránsito. Julianne Moore compone a este carácter femenino que contrastará fuertemente con el que encara Scarlett Johansson (Barbara), la que parecería ser la mujer de los sueños. Sin embargo será Bárbara quien le reproche “tener más sexo con la computadora que con ella” al descubrir que Jon no puede abandonar su compulsión masturbatoria viendo porno. Para completar queda aún un último espacio, la iglesia, semanalmente visitado por el joven y su familia y donde él regularmente se confiesa. Lo que al principio causa gracia por las penalidades del/los cura/s (Aves Marías y Padres Nuestros) se transforma a la larga en un recurso que cansa y que, por sobre todo, carece de comicidad. Pese a los reparos señalados la película se sostiene durante casi una hora. Falla notoriamente hacia el final cuando la imaginación del director (y guionista) parecería haberse agotado. El cierre, convencional y poco convincente, no se ajusta a la psicología del personaje central y termina perjudicando al conjunto. (Para los muy cinéfilos señalemos que Michael Gordon, abuelo de Gordon-Levitt, fue un director de Hollywood con varias comedias muy populares como “Problemas de alcoba”, “Por amor o por dinero”, “Un favor muy especial” y una excelente versión de “Cyrano de Bergerac” con José Ferrer).
Luego de consagrarse como uno de los talentos jóvenes de esta generación, Joseph Gordon-Levitt incursiona en la dirección y el guionado por partida doble con Don Jon una ligera comedia que tiene más de drama que de momentos hilarantes, con una construcción minuciosa de personajes muy opuestos entre sí, y en conjunto un gran ejercicio fílmico que destaca por ser la primera vez de Joseph. Ya sea de fiesta con sus amigos, poniéndoles puntajes a mujeres de acuerdo a sus atributos, o en la burbuja en la que se encierra Jon mientras ve pornografía - donde finalmente logra trascender a otro estado, se pierde - la radiografía de este personaje que parece salido de esa barrabasada llamada Jersey Shore se antoja superficial, y ahí reside la gracia. A través de esta hora y media de - comedido - descontrol pornográfico, la adicción de Jon supone un escollo para con sus relaciones interpersonales, ya sea con la blonda explosiva y manipuladora Barbara de Scarlett Johansson o la sincera y centrada Esther de uan siempre destacada Julianne Moore. Por más sexo que tenga, él siempre a su santuario, la Internet. Cuando su diez perfecto le pide que cambie, que no vea más porno por ella, ¿podrá este muchacho hacerle caso a su otra mitad, o su adición será más fuerte que él? Don Jon bien podría dividirse en dos partes. La primera, con edición y estética videoclipera, bien MTV - con todo lo que el monólogo inicial conlleva, eso de mi cuerpo, mis amigos, mi familia, mi auto, mi porno - mientras que la segunda se enfoca más en el cambio del protagonista, dándole un giro más intimista, menos epiléptico en su corte y más pausado. La trama puede generar más de un exabrupto, sobre todo por el tramo final, en donde el conflicto se resuelve de una manera más o menos definitiva. Puede o no gustar esta revelación final, este rompimiento del nudo conflictivo que tiene una doble lectura, pero Joseph es fiel a su guión, y más que melodramático y mañido, el díalogo final tiene un gran peso y, aunque edulcorado, es un buen final al viaje de su Don Juan matador. Comprender fehacientemente la psicología de los personajes es complicado, y más si la excelente caracterización del elenco no ayuda a que el espectador sienta empatía por estos deplorables seres que usan sudaderas, o cuyas manicuras y bronceados están impecables. Scarlett eligió un papel arriesgado, para nada agradable, y sale airosa en la construcción de su mezquina Barbara, mientras que Joseph y toda su núcleo familiar, incluídos sus amigos, tienen ese aire pesado a Jersey que hasta puede resultar repelente. Misión cumplida, Joseph, si has querido crear una visión realista de esas costas tan iletradas. No es increíblemente relevante, pero como opera prima, Don Jon le sirve a Joseph Gordon-Levitt de maravillas, para presentar sus capacidades cinéfilas poco exploradas en pantalla. Con poco de comedia y mucho de drama, es otra faceta del joven actor que promete mucho si sigue en esta senda directorial.
El porno tan temido Parecía que el mayor mérito de esta ópera prima de Joseph Gordon Levitt era la de quitarle el halo de gravedad a la idea de masturbarse, que impuso la infame Shame del sobrevaloradísimo Steve McQueen. Lo que sí hay, a pesar de esa mirada menos ponzoñosa sobre la autosatisfacción sexual, es algo de hipocresía al poner al protagonista, Jon (Gordon-Levitt) como un hombre que siente -como parte de una rutina bien delineada- la necesidad de confesarse en la Iglesia por tales actos impúdicos; no sólo masturbarse sino también tener sexo ocasional.
El talentoso actor Joseph Gordon-Levitt debuta como director de un largometraje (tiene cinco cortos en su haber) que también escribió y que protagoniza junto a Scarlett Johansson y Julianne Moore. En su ópera prima, el actor que debutó en la televisión con una participación en dos capítulos de la serie “Lazos de Familia” y que luego logró notoriedad en “3rd Rock from the Sun”, interpreta a Jon Martello, un muchacho de Nueva Jersey (proveniente de una típica familia ítalo-americano) que es todo un Don Juan -como indica el titulo original del film- por su habilidad para conquistar a una mujer distinta cada fin de semana. Sin embargo, este joven arrogante al que sólo le importan unas pocas cosas en la vida (su cuerpo, su departamento, su auto, su familia, su iglesia, sus amigos y sus chicas) no se siente satisfecho con llevar a sus conquistas a la cama y disfrutar de sexo casual y desinteresado. Él siente que nada de eso se compara con el placer que obtiene masturbándose viendo pornografía frente a su computadora. La narración en primera persona nos brinda las razones del porqué de semejante disfrute. Pero su rutina (de hecho el film está estructurado de tal manera que muestra una seguidilla de situaciones que este personaje repite diariamente) de pronto se quiebra cuando conoce a Barbara (muy buena labor de Scarlett Johansson), una de sus últimas conquistas (“la cosa más bellas que ha visto en su vida”, dice), con quien intenta entablar una relación normal y, por tanto, una vida amorosa más gratificante. Pronto, la voluptuosa muchacha que masca chicle sin parar, mostrará su costado “mandón” (la intención es moldearlo a su antojo), por lo que este seductor fornido con corte de pelo tipo “marine” aprenderá que una de las cosas importantes en una relación es dar y recibir. En medio de la crisis, aparece otra mujer muy distinta, Esther (Julianne Moore), de quien también aprende valiosas lecciones sobre la vida y el amor. Si uno ve las primeras imágenes del film, podría pensar que esta producción trata una temática enteramente pornográfica y que se sucederán muchas imágenes de este estilo, pero no. El porno (que integra la lista de las cosas importantes para el protagonista) es la excusa para abordar otros asuntos que tienen que ver con las relaciones, no sólo físicas y sexuales. En ese punto es donde aparece el concepto de “unilateralidad” que puede surgir en cualquier pareja. Bien por JG-L, quien realiza un notable trabajo delante y detrás de cámara. “Entre sus Manos” (de la que también participan Tony Danza y Glenne Headly como sus padres y Brie Larson como su hermana Monica) es atrevida (en el buen sentido), libre de tabúes, juega con los estereotipos propios del género masculino y femenino (y se ríe de ellos), y muestra, sin tapujos, a la mujer como un objeto, sí, pero dentro de un contexto que desarrolla una trama inteligente y sólida, con situaciones de comedia y con un toque de drama.
Con una larga carrera como actor desde muy pequeño, Joseph Gordon-Levitt empezó hace pocos años a probar suerte detrás de cámaras. Tras varios cortos, ENTRE SUS MANOS marca su opera prima como director de un largometraje que también protagoniza. La película, que estuvo en festivales como Sundance y Berlín en 2013, se estrena curiosamente ahora en Argentina. Curiosamente porque llega poco cine independiente americano de este tipo aquí y es seguramente la participación de Scarlett Johansson la que “ayudó” en ese sentido. La película, como el no muy sutil título local lo deja bastante en claro, cuenta la historia de un hombre que, pese a tener todas las chicas que desea, prefiere toda la vida masturbarse mirando porno online en el living de su casa. En la voz en off casi scorseseana que recorre casi toda la narración, Jon (Gordon-Levitt, obviamente) cuenta su vida cotidiana de muchacho musculoso de barrio (New Jersey) a lo Tony Manero: mucho gimnasio, amigos, familia, iglesia y salidas a las noches a boliches en las que, inevitablemente, termina llevándose a una chica a su casa solo para darse cuenta -en el medio de la misma noche- que prefiere toda la vida, digamos, hacer la suya. don-jon-7El tema es que el asunto se volvió ya una adicción, una que empieza a complicarle su vida social. El problema crece cuando conoce a una chica que le gusta en serio (Scarlett Johansson, más sexy que nunca) pero que no consigue del todo hacerle olvidar su “pasión”. Ella no solo lo descubre “con las manos en la masa” (no pude evitarlo), sino que le dice que si sigue consumiendo porno lo va a dejar. Es solo el principio de una serie de cambios y de crisis que irá viviendo Don, que incluyen empezar un curso laboral en el que conoce a una algo curiosa mujer un poco mayor que él que interpreta Julianne Moore. Gordon-Levitt no es lo que se dice sutil como realizador. La película apunta por momentos al humor más grueso (su familia es particularmente caricaturesca) y es claro desde el principio que hay un cierto tono entre condescendiente y burlón respecto a casi todos los personajes y sus vicios y costumbres cotidianas. Ciertos recursos estéticos -como un montaje repetitivo, musical, clipero- aparecen como simpáticos en un principio, pero se vuelven excesivamente reiterativos sobre el final. DON JONEso no quita que ENTRE SUS MANOS no tenga sus muy buenos momentos, empezando por algunos detalles específicos de la vida de Jon con los que muchos se sentirán identificados: la dificultad para establecer relaciones serias y perder la independencia, la presión y las tensas relaciones familiares (con la tele siempre puesta en algún canal deportivo) y las peleas que más de uno tendrá con novias que intentan cambiarle las costumbres. Pero el asunto no evoluciona más allá de algunas posibles sonrisas de reconocimiento: al rato es evidente que la película no pasará de ahí ni intentará explorar más a fondo la, aseguran, creciente adicción a la pornografía online. En una película y unos personajes que tienen la estética de un Megatlón cinematográfico (el gimnasio es casi lo más importante para Don después de su casa y su porno), al menos Gordon-Levitt aprovecha para convertir a la habitualmente un poco distante y misteriosa Johansson en un “minón de barrio”, con duro acento de New Jersey y todo. Con el correr de los minutos vendrá, claro, el conflicto y la posible “redención”, que vendría a ser algo así como que Jon se saque el barrio de encima y se vuelva un hombre que acepte su lado femenino, respete más a las mujeres, etc, etc. El cambio de tono es tardío y si bien otorga algunos buenos momentos (cortesía de Julianne Moore) no alcanza a justificar del todo el recorrido.
500 (pajas) con ella En su debut como director en largometraje, Joseph Gordon-Levitt elige un tema contemporáneo y decide ponerlo en escena asimilando discursos narrativos del presente: contemporáneo porque si bien la pornografía es más vieja que la injusticia, lo cierto es que la pornografía a la que hace mención Gordon-Levitt es la de Internet, la que -disculpen el exabrupto, pero ya que estamos- está a mano. Su protagonista, un Don Juan masturbatorio, es fanático de los sitios de videos XXX, sale con cientos de minas pero prefiere antes el placer de estar frente a la computadora, y la película lo registra en su actividad con el mismo criterio fragmentario y selectivo de esa pornografía. Entre sus manos es una película que maneja inteligentemente el nivel de la imagen, iconográfica y narrativamente, aunque se empantana a la hora de desarrollar sus temas sin caer en bajadas de línea o mensajes rutinarios. En el nivel de la imagen, por ejemplo, tenemos la utilización que se hace de Scarlett Johansson como ícono sexual barrial. No hay una belleza sutil en la actriz -nunca lo hubo-, sino que lo suyo es más el erotismo de póster de taller mecánico. Gordon-Levitt lo sabe y por eso construye personajes que son y se mueven en universos que no les son ajenos. Es ahí donde el director demuestra un gran ojo para la construcción de un relato que sea coherente al menos en un sentido simbólico. Lo mismo ocurre con la manera en que el protagonista se relaciona con la Iglesia -o con su familia-: lejos de caer en los terrenos del sermón clerical, la película evidencia lo supersticioso que hay en el vínculo de algunas clases sociales con la religión y lo espiritual. El inconveniente mayor de Entre sus manos es que el director, protagonista y guionista no logra nunca desarrollar del todo una idea profunda sobre el tema que se ha decidido a abordar. Y convengamos que el “tema” es bastante fuerte y presente, como para no saber bien qué hacer con él una vez que se mete a desarrollarlo. Aclaremos: por un buen rato la película funciona y hasta aporta una mirada despreocupada del sexo y de la vida en pareja, al menos para los estándares de Hollywood. Es hedonista, es divertida, y topándose con situaciones parecidas a las de Shame: sin reservas, logra que el sexo sea menos una carga culpógena que algo placentero. La película gira alrededor de la imposibilidad emocional de relacionarse que tiene el protagonista, se cree en parte por culpa de la pornografía que consume. En algún momento la pregunta surge y hay un personaje que deja picando la duda -me sigo disculpando-: la pregunta que debería responder la película es ¿por qué el protagonista no encuentra el mismo placer en las relaciones sexuales en vivo que el que encuentra cuando tiene sexo virtual? Lejos de dar una respuesta acorde, Entre sus manos da varios giros, como si se avergonzara de la comedia canchera y un poco hedonista que había sido -y tuviera que justificarse-, y se convierte en una comedia romántica con personajes torturados (la Esther de Julianne Moore es sencillamente insoportable) que encuentran la salvación. Gordon-Levitt termina filmando, así, una reversión de 500 (días) con ella pero un poquito más guarra, donde vuelve a hablar de cómo la cultura popular construye un tipo de ideario romántico que no tiene por qué ser real, eludiendo olímpicamente el tema que nos había convocado. Porque nos vamos del cine sin una idea muy clara acerca de si se puede tener más placer mirando pornografía que teniendo sexo con otra persona, aunque sí podemos decir que si hallamos un ser de luz en nuestra vida podemos estar cerca del amor y ahí sentir muchísimas cosas lindas. Entre sus manos termina siendo como el propio Gordon-Levitt, simpático, intenso, pero bastante inofensivo.
A la velocidad de un video clip; de un motor fuera de borda al cual se le va acabando la nafta; así es “Entre sus manos”, y así se presenta el personaje central de esta comedia estrenada el jueves. Jon (Joseph Gordon-Lewitt) está sentado frente a su notebook. En su discurso, a manera de introducción, sabremos que además de importarle sólo su cuerpo (plano de él en el gimnasio), su casa (plano limpiando su alfombra), su auto (plano arrancando su Chevy), sus chicas (tres, cuatro, las que vengan), su iglesia, y sus amigos (plano tomando cerveza y mirando un partido), le guarda un especial cariño al porno (en tanto videos porno, y acá vienen “como cien” inserts de pornografía). Asistimos a una explicación detallada (en off) de por qué ver un par de videos y lograr la ansiada “luna de miel en la mano” (parafraseando a Virus), es mucho mejor que el sexo en carne y hueso. La explicación sobrepasa lo patético porque las virtudes que resalta del material pornográfico que tanto le gusta ver son precisamente las que no puede vivir a pleno con los levantes pues, su condición de macho alfa con actitud de todo-me-importa-un-bledo, no se lo permite. En estos primeros interesantes 15 minutos con buen ritmo y timing veremos a Don Jon en acción de levante continuo. Una tras otra desfilan las mujeres por su cama mientras en su propia narración se pavonea sobre su masculinidad, critica a las chicas por ser todas frígidas o recatadas a la hora de la inventiva, y pondera la ecuación levante + sexo + porno + masturbación = vida ideal. Obviamente estamos esperando qué pasa cuando ve a Bárbara (Scarlett Johansson) en el boliche e intenta abordarla, sin éxito. Este segundo personaje será el encargado de cambiar el paradigma por el cual vive Jon, aunque también le espera otro giro adicional cuando entra en acción Esther (Julianne Moore). El guión intenta una progresión a partir de segmentar la obra en dos anclajes fundamentales: Por un lado, la casa paterna de Jon con reuniones, por momentos desopilantes (muy bien Glenne Headly y Tony Danza como los padres), dado cierto contraste entre sus integrantes. Por el otro (más subrayado aún), los momentos en los cuales llega a la iglesia a confesarse que funcionan como un termómetro según la cantidad de padrenuestros encargados por el sacerdote conformando una suerte de tangente por la cual el protagonista se escapa. A medida que “Entre sus manos” avanza, el ritmo se va frenando de a poco, como para darse el tiempo a instalar la situación. Sin embargo, a partir de la primera discusión con Bárbara el rumbo cambia, y tanto la pretensión de polémica sobre si la mujer siente que compite con el porno o no, como la historia “romántica” per se, van perdiendo fuerza a manos de cuestiones anecdóticas como los estudios de Jon o su propio conflicto interno sobre seguir mirando porno después de tener sexo. Tal vez por eso queda una gran ¿Y…? en la mente del espectador una vez comenzados los créditos. Aun cuando cada uno aprende una gran lección da la sensación que Hewitt no supo cómo seguir a fondo con lo propuesto abandonándolo a su propia merced, como si el tema se hubiera desalojado del cuerpo del protagonista y pasara a ser parte de un texto que le quedaría mejor al stand up. Técnicamente bien realizada, y entretenida, el debut de Lewit como director deja cosas interesantes para el futuro. Mientras tanto, la cosa viene livianita.
La película empieza y uno se pregunta qué clase de voltereta va a poner en práctica el guión para establecer que su protagonista, alguien seguro de sí mismo, al que las cosas le salen bien, un tipo que se muestra pleno e, incluso, feliz, es en realidad un adicto. ¿Pero adicto a qué? Si la lista de adicciones del cine está formada por algunas pocas entradas (comida, alcohol, droga, sexo, adrenalina… no hay muchas más), Entre sus manos viene a sumar un ítem hasta ahora ausente: ver porno. Jon Martello ve mucho porno y se masturba al menos una vez por día, pero es curiosa la distinción que hace la película: el problema, la adicción en cuestión, parece incluir solo el acto de ver pornografía y, llamativamente, no el de la consabida gratificación posterior. Hay allí un ruido, un malestar que la película no sabe bien cómo resolver. El caso es que, mucho antes de que se proponga que lo que tiene Jon es una adicción (y no se trata solo de un mal uso del porno, ya que en la historia no hay otros ejemplos de hombres –o mujeres—que vean porno y lo hagan de manera saludable; no hay, por así decirlo, ningún pajero virtuoso), la película muestra a un personaje satisfecho con su vida cotidiana y sus pequeñas rutinas. Hacer la cama, entrenar en el gimnasio, ir al bar, las conquistas fáciles, el sexo previsible, la misa del domingo y el almuerzo con la familia; hasta cerca de la mitad de la película, el guión pareciera respetar los obsesivos rituales que le dan forma a la existencia un poco gris de Jon, a lo sumo se hace hincapié en su repetición; repetición que, dicho sea de paso, lo es más para nosotros que para el protagonista: si su vida nos resulta aburrida, siempre igual, se trata solo de un efecto producido por la manera en que la película nos presenta su día a día, un trabajo de montaje; el personaje, en cambio, no acusa ningún signo de cansancio ni de aburrimiento, al contrario, parece muy contento con la vida que lleva. La oscilación la introduce Barbara, una chica que termina enamorando a nuestro héroe y sometiéndolo al punto de convertirlo prácticamente en un títere suyo. Barbara, en el cuerpo, el rostro y los labios de Scarlett Johansson, es un esperpento difícil de contemplar: el personaje es engreído, manipulador, un poco estúpido, metido… en ningún momento resulta creíble, todo el tiempo se revela como una construcción contrahecha de guión, un mero mecanismo narrativo que habrá de sacar a Jon de su equilibrio inicial cuando descubra que a su novio le gusta el porno e inmediatamente lo censure. De ahí en más, la película se vuelve un simple recorrido moral. La tesis del relato puede resumirse así: Jon está mal consigo mismo y por eso ve porno (o está mal por ver porno; la película no aclara cuál sería la causa), hasta que llega Esther, una cuarentona medio desubicada con un pasado trágico que habrá de enseñarle el modo correcto de relacionarse con las mujeres. La película es consciente de su solución moralista e intenta disimularlo, trata que no se note tanto (no lo logra), y con ese fin habrá de acuñar un eufemismo para lo que las comedias románticas, desde hace décadas, vienen llamando “hacer el amor”, en contraposición con el sexo sin compromisos: Esther le explicará en qué consiste “perderse en el otro”, algo que Jon, aparentemente, no estaría capacitado para hacer debido a su gusto por mirar videos porno en internet. El debut como director y guionista de Joseph Gordon-Levitt empieza bien y, aunque sea por un momento, deja ver a un director con un manejo visual singular (en los planos hay velocidad, ideas y cambios de ritmo), pero enseguida anuncia sus limitaciones: la película no concibe matices, todo debe estar subrayado, desde la maldad y ridiculez de Barbara hasta la disfuncionalidad familiar y el caos de los almuerzos presentados como tanada pintoresca (solo las puteadas del reaparecido Tony Danza le suman un poco de humor a ese concierto de groserías impostadas). Así, el guión tampoco es capaz de respetar la tranquila felicidad de su protagonista durante mucho tiempo, y después de conocer al monstruo de Barbara (Scarlett incluso está afeada, con si tuviera una o dos capas de maquillaje extra) se dará a conocer rápidamente el diagnóstico antes mencionado. Eso sí, al menos en los términos en los que la explican los personajes, la adicción consistiría única y exclusivamente en ver porno y no en el hecho de masturbarse, y eso se debe menos a un gesto de libertad sexual que a un pudor mayúsculo que le impide a la película discutir el asunto. Lo que el moralismo tibio de Entre sus manos evita nombrar (y mostrar, también), viene a ser recordado un poco bestialmente por el simpático título local.
Joseph Gordon-Levitt ha pasado casi toda su vida frente a las cámaras, a sus 32 años ya tiene más de sesenta créditos como actor. Para dar el salto a la dirección de largometrajes escribió el guión de Entre sus manos. Don Jon (el título original de este filme) cuenta la vida de Jon (interpretado por el propio Gordon-Levitt), un joven preocupado por llevarse a la cama a una chica distinta cada noche y utilizar la pornografía para masturbarse a cada momento. El título original juega con la idea del don Juan, una de las características de Jon quien como su grupo de amigos es misógino y egocéntrico. Pero de repente conoce a una chica que se le resiste un poco, Bárbara (Scarlett Johansson), ella no accede a tener sexo con él hasta conocer a su familia y amigos y digitar distintas cuestiones de su vida. Una de las intromisiones de Bárbara llevará a Jon a la escuela nocturna para terminar el secundario. Allí conocerá a Esther (Julianne Moore), una mujer más grande que él con la que empezará a establecer una relación madura y estimulante. Con un guion carente de profundidad y una puesta sin riesgo Joseph Gordon-Levitt desperdicia la historia de este personaje adicto al sexo. Don Jon es una obra esquemática que recién encuentra un quiebre en la historia, el ritmo y en el protagonista cuando empieza a cobrar mayor peso el personaje de Esther. De hecho uno de los mayores logros de la película es el extraordinario trabajo de Julianne Moore. Lamentablemente para su debut Gordon-Levitt tuvo entre sus manos una historia interesante que ameritaba ser trabajada con mayor rigor. Fausto Nicolás Balbi fausto@cineramaplus.com.ar
Manuelita Entre sus manos -título en nuestro país- se llama una película que cuenta la historia de un adicto a la pornografía que se pasa el 80% de la cinta masturbándose. A pesar del chiste, demasiado obvio, el nombre es más ajustado que el original Don Jon (sic) porque de Don Juan Tenorio, este muchacho no tiene nada. Durante la primera parte, Jon (Joseph Gordon- Levitt) declama un manifiesto onanista como si se tratara de una clase de filosofía. Las pornos que consume son cortas, rápidas y efectivas, podría decirse que están diseñadas para el comportamiento compulsivo. Lejos de ser un perdedor que se queda en casa jugando consigo mismo, cada tanto sale a los boliches con sus amigos y se levanta una chica. Y lo hace con mucha facilidad, tiene todo lo necesario para hacerlo: belleza, músculos y hasta un poco de inteligencia. Sin embargo, nos aclara que el sexo real no es tan maravilloso como sus películas triple X. En una de esas noches conoce a Bárbara (Scarlett Johansson), quien parece ser la chica de sus sueños. Le cuesta un poco más ganar su confianza pero finalmente la invita a salir y al poco tiempo comienzan una relación veloz y vertiginosa. Jon se entrega a las demandas caprichosas de Bárbara y hasta la invita a conocer a sus padres. La familia de Jon es el núcleo central de la película y el objeto de mi enojo. Tony Danza interpreta al padre (siempre a lo Tony Danza) y todos son reducidos a un estereotipo “ítalo-americano”: cenan en musculosa, a los gritos, no se escuchan, miran la televisión a todo volumen y son católicos, muy practicantes, y hasta van a misa todos los domingos. En definitiva, un acto discriminatorio muy lamentable que salpica a toda la historia. Joseph Gordon-Levitt compone un personaje inverosímil y de caricatura, un verdadero “Mario”, nombre derogatorio que otorgan los estadounidenses a los italianos (tal como a los hispanos les dicen “Pedro”). Y también la caracterización de Scarlett Johansson es deliberadamente grasa y no como un testimonio verdadero sino como un chiste. En la segunda mitad de la película, Jon conoce a Esther (Julianne Moore), una mujer madura y mayor que él (casi la edad de su madre) que ha perdido a su familia en un accidente y, gracias a ella, podrá abandonar la adicción a la pornografía y otras conductas de adolescente tardío. Una de esas cosas que debe abandonar, es la relación con Bárbara que no lleva a buen puerto y cuando lo hace, sus padres se angustian y le dicen que no sabe hacer nada bien. Será su hermana (en su única línea durante todo el film) quien dirá una gran verdad en esa mesa familiar y que pondrá las cosas en su lugar. El personaje de Esther podría haber redimido los errores clasistas de Gordon-Levitt pero, justamente, decidió presentarla como una típica americana blanca y protestante que llega para traernos la razón. En definitiva, Entre sus manos decepciona como comedia, como drama, como comedia romántica y hasta en sus pretensiosos mensajes moralistas que no llegan a cuajar en el espectador.
"Pasión de multitudes" Ante las críticas por renombrar films de manera anodina, aquí hubo alguien que tuvo coraje y fue al grano. Porque Entre sus manos es, efectivamente, acerca de un muchacho que disfruta el sexo, sobre todo cuando está solo. En su debut como director y guionista, Joseph Gordon-Levitt es Jon Martello, un Don Juan de familia italoamericana (Don Jon es el título original; bueno pero menos certero) que vive para el gimnasio, las chicas, el boliche y… esos mágicos momentos que dedica a ver porno en la computadora. Esta comedia muestra la habilidad de Gordon-Levitt para retratar estilos de vida mostrando algunos detalles; usa efectos en los momentos bombásticos (las fantasías sexuales, anunciadas con el arranque de Windows), cámara en mano para la escena más tierna y también para la más graciosa (el descubrimiento de Jon en flagrante delito) y deja sin ropaje aquellos que marcan quiebres, como los cambios de Jon para complacer a su novia Barbara (Scarlett Johansson). Gordon-Levitt maneja con frescura la película; hace que lo remanido suene natural, como el “creí que eras distinto” de Barbara tras su desengaño. Entre sus manos es ciertamente una película menor, pero el acercamiento outsider de Gordon-Levitt al prototipo de familia italiana (similar al de Lawrence Kasdan en I Love You to Death) la dota de humor ingenioso y efectivo. Sobre todo, la película es certera en el retrato de la adicción y el modo en que Jon cambia al conocer a una mujer madura y real (Julianne Moore), capaz de entenderlo y destrabar sus problemas de ego. Un gran debut del actor californiano.
El debut como director de Joseph Gordon-Levitt aborda los problemas amorosos de un adicto a la pornografía virtual. Sin dejar de tener sus momentos divertidos, la cinta se diluye entre algunos problemas de registro y la tendencia al sermón. Una de las virtudes de la comedia norteamericana reciente está en el registro actualizado y sagaz de distintos fenómenos sociales, desde los más generales hasta los tics más minuciosos. Desde el género, la vida cotidiana es expuesta y comentada en un formato reconocible para todo público. De eso se trata a primera vista Entre sus manos (Don Jon, en su idioma original), el debut detrás de cámara de Joseph Gordon-Levitt, actor en alza desde 500 días con ella. La comedia romántica trata en este caso una creciente costumbre global: el consumo de pornografía en Internet y su contracara, el aislamiento y la dificultad para establecer vínculos. Jon (Gordon-Levitt), al que sus amigos llaman Don Jon (Don Juan) por su talento para las conquistas, es también un joven fornido y estructurado que pasa sus días entre el gimnasio, la familia y la iglesia. La vuelta de tuerca está en que, a pesar de su eficacia para el levante, que lleva a cabo con pulso publicitario en la disco de rutina (una mirada, baile y a la bolsa), Jon sólo disfruta a pleno cuando está solo en su casa frente a la computadora. Sus sesiones masturbatorias no le significan un problema hasta que conoce en la disco a Bárbara (Scarlett Johansson), con la que Jon siente lo más parecido al enamoramiento. Él la invita al cine, hacen las compras juntos, hasta se la presenta a su disfuncional familia (cuyo padre es un tarado y eficaz Tony Danza). Pero un día ella lo encuentra in fraganti frente a la PC, y ahí empiezan los inconvenientes. Hasta ahí, el planteo de la película es divertido, con el hallazgo sociológico del adicto al porno bien digerido por los engranajes de la comedia. Serán esos mismos mecanismos, que tienden al mensaje moral llano cuando no entran bien en combustión, los que no puede evitar Gordon-Levitt: Entre sus manos se vuelve sermón de manual al subrayar que el “amor verdadero” es la respuesta a la soledad del onanista, en simultáneo a la aparición en escena de la mujer madura Esther (Julianne Moore), un personaje innecesario para la trama inicial. Así, la buena idea se pierde entre unos pocos momentos graciosos y algunas intermitencias de registro, como la disco hardcore del comienzo, que parece salida de la televisión y no de la vida real, o la familia de Jon, que hace de trasfondo curioso pero abusa de un tono caricaturesco. El personaje de Johansson es lo peor y lo mejor de la cinta: la actriz irrumpe con una vitalidad imprevista, llevándose puesto literalmente al protagonista como un tornado sexual. Pero Bárbara, caprichosa como un chicle, termina perdiéndose en los vaivenes del filme; ella también parece la réplica de otra comedia lejana, pegada aquí como un collage. Sin ser un debut sólido, Entre sus manos consigue su fin: entretiene y alecciona.
Empecemos por lo que el film tiene de malo: se parece a un grotesco argentino, a una película “de familia”, no del orden “Los Campanelli” (perdón por lo arcaico del recuerdo) sino más bien del orden “Buscavidas” (ídem, aunque menos). Sí, bueno, son ejemplos televisivos pero también los más adecuados. El actor y aquí guionista y director Joseph Gordon-Leavitt (Looper, El origen, Batman: El caballero de la noche asciende) narra la historia de un chico de barrio piola, conforme con su vida salvo por el hecho de que es adicto al porno, o bien a la visión irreal que del sexo provee el porno. Consigue una novia preciosa (Scarlett Johansson) pero su adicción al triple equis es más fuerte. Lo que mejor funciona en el film es la actuación y el timing para lo cómico de la mayoría de los protagonistas y el retrato realista suburbano. Esquiva, desgraciada e inadvertidamente, el gran tema: la relación que cada persona establece con la imaginación y con la fantasía, los límites de lo real, y lo hace para dar “un mensaje”. Ese error se compensa por la gracia del paisaje.
Jon Martello (Joseph Gordon-Levitt) es una típica víctima de la posmodernidad: deshumaniza todo lo que está a su alcance. Así, las chicas del boliche se convierten en premios, que califica del 1 al 10, va a la Iglesia y se confiesa sin entender qué significa, y enumera las ventajas de masturbarse mirando pornografía en su computadora por sobre las que tienen las relaciones sexuales. En definitiva, es un adicto al porno. Pero las cosas comienzan a cambiar cuando Jon conoce a Bárbara (Scarlett Johansson), una rubia manipuladora a quien describe como “la mujer más bella que vio en su vida”. De este modo el filme muestra la realidad de una pareja que sigue las reglas de una relación tradicional y cómo estos lineamientos tan estereotipados la frivolizan hasta desvanecerla en la nada misma. Hacia la mitad del filme, aparece una mujer depresiva (Julianne Moore) que encarna un rol fundamental para que Jon empiece a ver las cosas de otra manera. De la unilateralidad a la verdadera entrega. Del placer virtual al placer real. El filme es la ópera prima de Joseph Gordon-Levitt, quien deslumbró en la pantalla grande en películas como “500 días con ella” o “50/50”, entre otras, y que en este caso se embarca como director y guionista dando como resultado una comedia bien lograda, con ciertos guiños al sarcasmo y la parodia. De este modo “Entre sus manos”, brinda 90 minutos de escenas impúdicas y subidas de tono, con las que más de uno se sentirá identificado, logrando un mensaje efectivo, conciso, y superador. Sin dudas Gordon-Levitt deja en claro que posee el potencial para tener un gran futuro, también, detrás las cámaras.
Cuando la adicción a la pornografía puede obstaculizar el amor. Este es el debut Joseph Gordon-Levitt (32 años) como director en este largometraje, además es el guionista y el protagonista, vive en New Jersey, de clase media, se encuentra en un mundo donde casi todo gira en torno a Internet, en su departamento se siente frente a su notebook y tiene sexo viendo pornografía a solas. En sus salidas es un ganador a la hora de seducir, sus amigos lo llaman “Don Jon” (Joseph Gordon-Levitt). Él es obsesivo de su: cuerpo para ello concurre al gimnasio, entrena, trabaja, visita a su familia, cuida su auto, su departamento, va misa, donde confiesa sus pecados que es la masturbación y es adicto a la pornografía, esto le da un inmenso placer y no le insume nada. Pero un día conoce una chica sensual, seductora, una bomba sexy Bárbara (Scarlett Johansson), esta vive en un mundo de fantasía como la película que fueron a ver (protagonizada por: Chaning Tatum y Anne Hathaway). Ella es como una Barbi, todos quedan impactados y deslumbrados cuando la conocen sus amigos y sus padres Angela y Sr. Jon (muy buenas actuaciones Glenne Headly y Tony Danza) estos la aceptan inmediatamente, la única que no le presta atención a nada es su hermana Mónica (Brie Larson, un buen personaje), es adicta a su Smartphone por lo menos es lo que se ve (vive autista, eso aparenta). Todo marcha bien se transforma en un amor de película, pero algo sucede que todo se rompe, comienzas los reproches y la desaprobación, aunque no es casual que paralelamente a esa relación conozca a Esther (Julianne Moore) y él deberá aprender más sobre el amor y la vida. La historia se encuentra bien planteada porque estamos viviendo en un mundo bastante cibernético, vivimos tan atrapados por el capitalismo, prácticamente todas las actividades se encuentra volcadas en internet, (relaciones y separaciones, compras, ventas, mensajes, todo bajo este sistema), es fácil detenerse por unos minutos y observar familias, jóvenes y amigos todos realizando alguna aplicación con sus celulares, en muchos casos se ha roto la comunicación y en mucho casos ya se torno en una adicción. Y nuestro protagonista no es la excepción, además de mirar a la mujer como un objeto sexual desde el servidor de su notebook hasta cuando va al boliche y la mira como mercancía, que está por comprar. Aquí lo que se plantea también es que este hombre prefiere complacer sus fantasías a través de la cibernética, esto lo estimula, lo satisface, está cómodo, mediante lo tecnológico él maneja sus tiempos y no le demanda compromisos. La primera mitad de la película resulta bastante interesante, entretenida, tiene mucho de sátira, con frases e imágenes ingeniosas, tiene humor ácido, plantea como nos relacionamos con la familia, los amigos, la iglesia, la pornografía, la pareja y el sexo, unos de los problemas que tiene resulta reiterativa, abusa de algunas situaciones, por momentos resulta monótona y tiene algún golpe bajo (como la perdidas familiares del personaje de Moore). Contiene una crítica a la sociedad, al género masculino y deja alguna moraleja.
Amándome "Don Jon" marca el debut detrás de cámaras del nuevo niño mimado de Hollywood, Joseph Gordon-Levitt. Debo decir que encontré su primera película bastante divertida, fresca y con chispa aunque con algunas cosas que no me cerraron del todo. En primer lugar debemos aclarar que la película es una comedia romántica, ni más ni menos. Tiene algunos toques que van un poco más allá de la típica peli de romance y estos la hacen más interesante, pero su esencia es esa. Cuando hablo de "algunos toques más", me refiero a la relación íntima entre el protagonista Jon y su pornografía y el protagonista Jon con él mismo. Este ingrediente resulta interesante, le sube el tono a la propuesta y se anima a abordar el tema de la intimidad sexual. Otra cuestión que aborda es la ridícula relación con su familia y la Iglesia a la que asiste regularmente, lugar en el cual limpia su conciencia católica como si metiera una remera sucia al lavarropas. Acá hago un pequeño parate para criticar la visión de Joseph. No se si realmente en USA es tan marcado el tema de los descendientes de italianos que son católicos, pero la verdad es que me parece un estereotipo de los más básicos, como si el católico promedio del país del norte fuera siempre de clase trabajadora, medio bruto e inmigrante. Not cool. Además de esto, se le hace una crítica a la institución, cuestión que ya hemos visto hasta el hartazgo y que se exagera demasiado. Volviendo a los aspectos positivos, otro gran pilar de la propuesta lo aporta el trío protagonista. Gordon-Levitt está más carismático que nunca, Scarlett Johansson calienta la pantalla al máximo con su sensual Bárbara y Julianne Moore, como siempre, le imprime nivel a los films en los que participa. Los tres hacen un trabajo interpretativo muy bueno. Hubiera preferido que Gordon-Levitt no caricaturizara tanto a su personaje y que no se basara en los descerebrados de Jersey Shore para darle una personalidad, pero de todas formas sale airoso y ofrece un producto de buen nivel que se deja ver amigablemente y entretiene. Hay incluso unos pequeños cameos con grandes estrellas que también van a gustarle al espectador. Como debut está más que bien, pero Joseph tiene que pensar que en su próximo trabajo detrás de cámara se le va a exigir más. Una comedia romántica de buen ritmo, humor y con algún que otro mensaje bueno para reflexionar.
"Y me refiero ahí abajo" pareciera sugerir la traducción de la nueva película dirigida, escrita e interpretada por Joseph Gordon-Levitt. Don Jon (tal su título original) cuenta la historia de un joven típico italoamericano promedio que ocupa sus días entre sus amigos, sus mujeres, su familia, su auto, su iglesia y sobre todo su amada pornografía. A Jon Martello le gusta salir de parranda con amigos a fiestas y bares en donde encuentra divertido calificar a las mujeres con valores del 1 al 10 basándose únicamente en su atractivo físico. Su promedio habitual de "levante" suele rondar entre ochos y nueves, nunca menos, y eso es lo que lo convierte entre su pandilla en el legítimo Don Juan. Pero un día se cruza a la guapa Barbara (Scarlett Johansson), un auténtico e indiscutible 10 y su vida cambiará para siempre, o al menos eso es lo que él cree. Pero resulta que el amor verdadero es mucho más que ochos, nueves y diez, porque a pesar de su romance idílico con la mujer perfecta, Jon descubre que no hay nada tan bueno como su pornografía. Y es que verlo en una pantalla es más higiénico, menos pegajoso y hasta más excitante, ya que sus novias de internet son incondicionales y están dispuestas a hacer cosas a cualquier hora que ninguna novia de la vida real se animaría a hacer. El problema de Jon es que él cree que encontrando al 10 perfecto con el que ha soñado toda su vida sus frustraciones y su ansia por la pornografía se acabará, sin embargo no es tan así. Su relación con Barbara no reduce en lo absoluto su onanismo, y por el contrario complejiza su situación en la que se ve obligado a hacer lo que muchos de los hombres harían al ser arrinconado por su novia bajo acusaciones de ver pornografía: mentir. Entre sus manos parece ser el producto de un ejercicio puramente estructuralista en el cual todo lo que se cuenta ya lo hemos visto en cine, televisión y en la cultura popular en general (además de vivido en primera, segunda y tercera persona en muchos casos). Pero claramente la intención del debutante director es exactamente esa, mostrar la tediosa vida de un personaje promedio de la gran pantalla. Un personaje que carece de todo tipo de espontaneidad y actúa con una frialdad enajenante. Que es exactamente la misma sensación que provoca la película. Se trata de un relato timido que intenta alcanzar cierta frescura dentro de un género enfermo de vulgaridad y pocas ideas, pero el inconveniente es que se queda a medio camino.
Teniendo una exitosa carrera actoral, Joseph Gordon Levitt lanza su primer largometraje como director: Don Jon, una comedia dramática un tanto cursi pero realista. La historia va de lo más común que podemos encontrar hoy en día: un chico veinteañero (Joseph Gordon Levitt), muy dedicado a su físico, a las salidas, la iglesia, la familia, las mujeres y… el porno. Dentro de su estructurada y vacía vida, Jon encuentra lo que al principio parece ser una transformación: la hermosa y cautivadora Barbara (Scarlett Johansson), con quien entablará una relación tradicional y comprometida que se interpondrá entre él y su mayor amor: la pornografía. Si bien la película abunda en clichés, la historia contiene un planteo interesante: en medio de esta vida monótona guiada por la inercia, las tradiciones y las estructuras, Jon encuentra su única liberación en la pornografía; porque no es solamente en la masturbación sino en la virtualidad y ficcionalidad del porno. De hecho no se cansa de afirmar y repetir que la pornografía es mucho mejor que el sexo real. El sexo y las mujeres reales (la vida real, al fin y al cabo) abundan en errores, desencantos, desilusiones, compromisos y sobre todo, límites; el mundo pornográfico, por el contrario, se presenta como el espacio del vale todo, de la fantasía. Con respecto a esto, Jon defiende su pornografía como el modo de escapar a la rutinaria y sistematizada vida real… Su novia Barbara (como tantas otras personas) encuentran su distracción de la realidad en películas de amor tan irreales acerca de las relaciones humanas como el porno. Ahora, se encuentra por primera vez con una mujer que lo fascina, que lo ama, lo cuida pero le dirige la vida y ahí es cuando entra uno de los grandes estereotipos: una bella y buena mujer como novia tiene un precio alto, debes hacer y ser lo que ella dice si no te deja. Barbara es tan atractiva que encandila, es amable, educada, le gusta a la familia de Jon pero le parece inconcebible que su novio se divierta con su computadora. En un primer momento Barbara es la mujer ideal, a la cual Jon se refiere como “la cosa más linda que he visto en mi vida”, pero una vez que se convierte en real comienza a mostrar la hilacha, es controladora, conservadora, Al mismo tiempo, el personaje de Jon es otro estereotipo marcadísimo: familia half italian, católicos, conservadores, padre severo, él no se interesa en nada trascendente y cada semana expía sus pecados mediante la incomprensible confesión frente a un desinteresado y mecanizado sacerdote.Estos estereotipos, si bien están presentados en la película de modo crítico e irónico, por momentos aburren y se ven como simplistas. Como contrapartida de esto, aparecerá en la vida de Jon Esther (Julianne Moore), una mujer algo desconcertante que pone en jaque sus creencias acerca de las mujeres, el sexo, su hombría y el porno. Don Jon, es finalmente, una película de amor, una historia de encontrar el amor verdadero en la persona que menos esperamos, alejado de los esquemas propios. Por eso hace que su final sea un tanto agridulce, la película en algún punto plantea de modo moralista la diferencia entre hacer el amor y tener sexo, siendo el primero lo positivo y real y lo segundo lo vacío y redundante, cuando todos sabemos que no es necesariamente así.
Amar en los tiempos de Nicholas Sparks y YouPorn. “Sólo hay unas pocas cosas que realmente me importan en la vida. Mi cuerpo. Mi departamento. Mi auto. Mi familia. Mi iglesia. Mis amigos. Mis chicas. Mi porno”. En menos de cinco minutos, “Don” Jon Martello Jr. explica lo básico de su filosofía de vida, al mismo tiempo que Joseph Gordon-Levitt saca todas las expectativas de la comedia romántica que vende el marketing de Entre Sus Manos (Don Jon, 2013). No sorprende enterarse de que esta sea su ópera prima, si lo consideramos como el último paso en una impredecible carrera, que lo llevó del niño alien de la sitcom 3rd Rock From The Sun a una figura de la escena independiente de la mano de gente como Rian Johnson y Gregg Araki. Ahora que películas como 500 Días Con Ella, 50/50 y los tanques de Christopher Nolan lo catapultaron a gran promesa de carisma popular, el actor decide continuar con la veta abierta por su trabajo en la productora online HitRecord, por lo cual escribe y dirige un nuevo relato de expectativas y realidades de los romances en el siglo XXI. Como con tantos realizadores debutantes, es claro que Gordon-Levitt busca llamar la atención usando las armas de la adrenalina y el tabú, como se nota en la criatura que elige iluminar para esta historia. Verán, Jon es lo que se conoce como un “guido”. Orgulloso y grasoso a más no poder, el literal Don Juan se pavonea por la vida en su preservado y fugaz Corvelle, manteniendo tanto el estereotipo (uno de tantos parodiados con una rara suerte de cariño) del italoamericano macho, que uno podría confundirlo con un participante del reality trash Jersey Shore. don-jon-danza Sin embargo, hay un patrón en la vida de Jon, reflejado por el vivaz y repetidor estilo ‘casi-pero-no-totalmente-MTV’ del montaje empleado por Joseph. Uno de los mejores aciertos de la película es el trabajo con la sensación de rutina, impuesta como recurso estilístico y deslizada a enemiga a vencer por el protagonista. Del paso por el gimnasio y la confesión semanal en la iglesia hasta el tiempo pasado con su disfuncional familia, la existencia se le pasa de calculadas decepciones. Ni siquiera el sexo lo satisface tanto como quiere. ¿Por qué? Por la promesa de la computadora, que en su infinita oferta de fetiches lo vuelve una suerte de mal hablado catador de pornografía. “Por unos pocos minutos toda la mierda se desvanece”, explica (en una parte que testea el alcance de encanto de Gordon-Levitt para mantener la simpatía por este simpático pervertido), “y la única cosa en el mundo son esas tetas… ese culo… la mamada… el vaquero, el perrito, el acabe y eso es todo, yo no tengo que decir o hacer nada. Yo sólo me pierdo”. Es entonces el momento ideal para la llegada de dos mujeres que lo van orientando a la ruta de la realidad. Todo arranca con la aparición de Bárbara (Scarlett Johansson), una chica “diez” que usa su explosivo cuerpo para dominar al antes cazador Jon, quien verá que ella tiene su propia serie de fantasías de vida: las tan temidas comedias románticas. Pero en medio de su odisea por satisfacer las alucinaciones de caballero por su novia, Jon conocerá a Esther (Julianne Moore), una veterana que discutirá su modo de vida. De esa manera, Gordon-Levitt plantea su comedia sobre la frustración que causa el amor al reflejo de la pantalla, mostrando brevemente el efecto de las influencias que rodean al adicto al XXX, pasando de su baboso padre (un muy gracioso Tony Danza), a la reacción católica (en una de las mejores escenas de la película, Jon cuestiona el método del cálculo de Padres Nuestros y Ave Marías que debe rezar tras confesar sus instancias de sexo y masturbación), o la habitual venta publicitaria. Es en estas partes que el film vuela, aunque pronto uno se da cuenta que la historia se cree más inteligente de lo que es. Esto queda claro al considerar el arco de Johansson y Moore, estrellas que, a pesar de ser radiantes y divertidas, sufren de la falta de material. Girando alrededor del universo de Martello, las dos sirven una función específica, volviéndose instrumentos de caricatura o tragedia, respectivamente. Eso, sumado a varias escenas redundantes y un giro final a la convencionalidad, hace que la producción se resuma en sólo repetir un dicho: “ellas quieren romance, ellos quieren saltar a la cama”. Pero a pesar de esa artificialidad, Entre Sus Manos logra mantener el humor y la energía para encantar por una vez, y Joseph Gordon-Levitt prueba que aún hay formas de girar la fórmula de la típica historia del verdadero amor. Para una película que arranca con un tipo admitiendo que el sonido de inicio de su notebook le da una erección, aún es muy dulce.
Apta para reducido público. El debut de Joseph Gordon-Levitt como director de un largometraje es admirable desde múltiples aristas. Don Jon es una comedia atípica, extrovertida, provocadora y ciertamente no apta para todo público. Esto último no significa que sea solo una película para adultos –lo que efectivamente es–, sino que no es una película para todo el mundo. Sin connotaciones machistas, Don Jon es un filme que será disfrutado preferentemente por hombres. Su humor es extremadamente vulgar, y aunque no sea explícito, sí es agresivo a los ojos, gracias a una dirección sinceramente magistral por parte de su protagonista. Gordon-Levitt busca impactar al espectador visualmente y lo logra, desplegando una muy buena fotografía, pero sobre todo, una magnífica edición. La película también muestra un guion original, lo que aporta una frescura extra al relato. La historia propuesta no es solamente atrevida, sino también atípica en contenido, aunque fundamentalmente en la forma en que se cuenta. Dentro de su notoria extroversión, Don Jon esconde sutilezas; mensajes ocultos que alcanzan una profundidad insospechada cuando uno se pone a pensar en ellos. Por último, las actuaciones. La transformación de Gordon-Levitt es lo más destacado en materia dramática, porque el flaquito al que estamos acostumbrados aumentó varios kilos de músculos para interpretar a su alter ego, Jon. Al cambio de aspecto se le suman modificaciones radicales en lo gestual y lo oral, adaptando su acento y sus formas al de un típico norteamericano de marcada descendencia italiana. Acompañan en el reparto Scarlett Johansson y Julianne Moore, quienes también muestran interpretaciones brillantes. Don Jon incomoda, sorprende y nos hace reír durante su hora media de duración, con una historia provocadora y personajes entretenidos. Es una gran comedia que brilla en lo técnico y se destaca por su originalidad.