Toro salvaje Fuerza Antigangster tiene el espíritu de la novela negra de los años ‘20 y las crook stories de los ’30, porque ésa fue la época del apogeo del cine de gángsters, el surgimiento de los grandes de la mafia –Capone, Bugsy Siegel, Joe Masseria- y porque Mickey Cohen dio sus primeros pasos durante la época de la Ley Seca, para luego convertirse en uno de los principales capos de Los ángeles en los ’40, década en la que comienza a verse en el cine, el tráfico de drogas como un negocio más...
Esta Película ya la Vi La historia de la mafia y los gángsters durante los años 40 en Los Angeles, Chicago y Las Vegas son fuentes inagotables de inspiración cinematográfica. Se pueden seguir exprimiendo al mismo tiempo que se sigan encontrando cadáveres en el desierto y James Ellroy continúe publicando novelas sobre el tema. De hecho, las mejores películas relacionadas con la pintura de esta década que se hicieron en los últimos años estaban inspiradas en dos exitosas novelas de este autor: Los Ángeles al Desnudo, de Curtis Hanson y La Dalia Negra, dirigida por Brian De Palma, que pese a no haber recibido demasiados elogios, tiene la identidad cinematográfica de su realizador, que no regresaba al tema desde Los Intocables. Fuerza Antigángster toma a un personaje constante en la literatura de Ellroy: Mickey Cohen. Sin embargo, Ruben Fleischer deforma la novela negra, el policial, y lo convierte en un folletín, en la representación cinematográfica de un serial de los que se compraban en los kioscos de revistas en aquella época. Esta elección podría haber sido interesante, sino fuera que el guión de Will Beall es realmente tan superficial como previsible. Los personajes están acartonados, son caricaturas sin profundidad ni historia. Fleischer deja que la película la lleven adelante estereotipos del cómic. La idea de crear una pandilla salvaje sin reglas, violenta, marginados de la ley para capturar al forajido Cohen fue llevada tantas veces al cine, que deja de generar emoción. Y no hablo solo del género de gángsters. Compararla con Los Intocables es caer en un lugar facilista. De hecho, guarda mayores reminiscencias con la película de Sam Peckinpah protagonizada por William Holden, Los Siete Magníficos - o Samurais versión original de Kurosawa – y Munich – con la que tiene mayores similitudes incluso – que con las películas de gángsters. También hay varias citas a Barrio Chino o las películas de John Huston, como el robo del agua o una persecución… por el Barrio Chino. O, incluso, robando el famoso plano secuencia de entrada al club de gángsters de Buenos Muchachos. La aparición de Carmen Miranda aporta muy poco a la historia. Posiblemente, habiendo incluido la escena de la matanza dentro del cine, habríamos visto algo que no hayamos visto en otras películas (la escena fue quitada tras la masacre en el cine de Denver, razón por la cuál hubo que postergar el estreno del film). En cambio todas las escenas parecen haber sido extirpadas de otras obras del género. Y, lo que es peor, esta pastiche de escenas, no logran tener una unidad visual. En una escena determinada, a Fleischer se le encapricha robar la estética cámara en mano de Michael Mann en Enemigo Público… porque sí, ya que todo lo visto previamente tenía una puesta completamente industrial. No es anarquía, es incoherencia. Honestamente, la poca inspiración de Fleischer a la hora de narrar esta historia es una decepción. Tierra de Zombies, su primera película era divertidísima, una obra llena de ideas novedosas que conseguía encontrarle una vuelta de tuerca a otro género demasiado transitado en los últimos años. Pero ya segunda película, 30 Minutos o Menos (que fue directo a dvd acá) era una comedia bastante estúpida y de resolución demasiado ingenua. Con Fuerza Antigángster sigue demostrando ausencia total de ideas. Esta pintura que parece emular a la Dick Tracy de Warren Beatty (1990), estrepitoso fracaso comercial en su momento, que aunque sea era más honesta y menos pretenciosa en su estética folletinera. Al duro Sargento O’Mara - con el que Josh Brolin logra una sólida interpretación a pesar de todo - solo le falta el reloj con pantalla para comunicarse con su jefe. En cambio, la grotesca caracterización de Sean Penn, completamente caricaturesca, remite al villano mafioso que interpretaba Pacino en la obra de Beatty. Pero mientas que el actor de El Padrino, le aportaba un humor genuino, en Penn, todo resulta forzado, poco creíble, pretencioso. El resto del elenco y los personajes está completamente desperdiciados: Nick Nolte, Robert Patrick y especialmente Emma Stone, aparecen para rellenar la escenografía. Más allá del cuidado estético con la fotografía y el diseño de producción recreando a Los Ángeles de los ’40 no hay otra arista para poder resaltar. Solamente Ryan Gosling y Giovanni Ribisi logran interpretaciones un poco más destacadas, personajes más creíbles y humanos. Si bien el relato no cae en la monotonía ni se vuelve moroso, al final queda un sabor agridulce, producto de la falta de imaginación de un director y un guionista para llevar adelante un material que daba para mucho más. Quizás si se hubiesen apegado un poco más a la verdadera historia de Cohen – lo único real del film – este habría sido más interesante. Queda solamente para destacar un final a puño limpio, entre Penn y Brolin, que había quedado pendiente de los tiempos de Milk.
Directo al grano Una eficaz película de gángsters, ambientada en Los Angeles de la década del cuarenta, cuando todavía posaba en las colinas el cartel de Hollywoodland. Sin embargo, detrás del brillo de la ciudad, se esconde el despiadado Mickey Cohen (Sean Penn), el rey de la mafia nacido en Brooklyn, que recibe dinero ilegal del negocio de las drogas, la prostitución y el juego. En Fuerza Antigángster el director Ruben Fleischer (Tierra de Zombies) no pierde tiempo y va directo a la acción con una historia sólida en la que los personajes se mueven por órdenes o por conveniencia. El jefe de la polícía Parker (Nick Nolte), le encarga al Sargento O´Mara (Josh Brolin) la misión de terminar con la actividad criminal de Cohen y para eso reúne a los miembros de una banda secreta de una fuerza especial de la policía. Lo que se dice un bloque compacto integrado por los actores Ryan Gosling (seducido por la "femme fatale" encarnada por Emma Stone y "mujer" del enemigo), Giovanni Ribisi (un experto en telecomunicaciones), Robert Patrick (donde pone el ojo pone la bala) y Anthony Mackie. El film entrega buenas dosis de sangre y acción como el ataque al cabaret (se eliminó una escena similar que tenía lugar en un cine), varias muertes y el esperado enfrentamiento boxístico final. Una ciudad plagada de carteles de neón, asfalto mojado, policías y políticos corruptos y micrófonos secretos, conviven en este relato que cuenta con una esmerada reconstrucción de época. Se lucen Sean Penn y Josh Brolin, o la impunidad versus el deber y el orden familiar reestablecido.
Una película puede buscar sus méritos por varias cuestiones; un buen elenco es uno de ellos. Poner a un conjunto de estrellas, cuyos nombres resalten en la taquilla y le de algo de prestigio al asunto, es un buen recurso; y más si ese elenco se compone de actores talentosos que entregan buenas performances. Uno de los ejemplos más recientes del año pasado fue Curvas de la vida en la cual Clint Eastwood, Amy Addams y John Goodman remontaban una historia algo remañida. Algo similar ocurre con Fuerza Anti Gangster una película correcta, interesante, y en la cual para disimular los baches contamos con labores actorales sobresalientes. Es llamativa la apuesta del director Ruben Fleischer, después de ser reconocido por films como Zombieland y 30 segundos o menos, encaro un proyecto que podría llevarlo en otra dirección, digamos más seria; una historia de gangsters y policías ubicada en Los Ángeles en 1949. Sin embargo, desde la violentísima primera escena nos percatamos de que no será tan así. Fuerza Anti Gangster es una mixtura, de climas, de géneros, en definitiva de tratamientos. La ciudad está siendo conducida hacia la perdición por Mickey Cohen (Sean Penn), un mafioso ex boxeador sin ningún tipo de remordimientos y con ínfulas de formar un imperio del crimen. Estamos en la reciente post-guerra y el Jefe de Policía Parker (Nick Nolte) convoca secretamente al Sargento John O’Mara (Josh Brolin) para que forme y lidere un escuadrón cuyo objetivo será terminar con el reinado de Cohen, entregarlo vivo a la Fuerza para ser condenado por homicidio; con un detalle, el escuadron debe manejarse en las sombras, no figurará en ningún lado, casi como un grupo para-policial... o un team de super-héroes. O’Mara convocará al Sargento Wooters (Ryan Gosling), y a los Oficiales especialista en Keeler (Giovanni Ribisi), Ramírez (Michal Peña), Kennard (Robert Patrick), y Harris (Anthony Mackie); y juntos responderán a la violencia de Mickey con más violencia, por algo se manejan al margen de la ley. Una subtrama otorga más relevancia Gosling, Wooters mantiene un romance con Grace Faraday (Emma Stone), una de las principales chicas del mafioso. La película maneja una suerte de oscilamiento, a la manera de un Guy Ritchie moderado (por suerte), hay manejo de cámaras lentas, trayectorias de balas en primer plano, otros sucesos más acelerados, y repito, una carga de violencia excesiva e innecesaria para esta historia. Por un lado, conjugamos una típica historia de gato y ratón, policías y gangsters manejada con clasicismo; y por otro lado, como si fuese otro film, un ritmo acelerado, con algo de gracia y estilo modernista impuesto, como para atraer a un público distinto al acostumbrado a las historias policiales. Como atractivo extra, el film se basa en supuestos hechos reales, una serie de notas periodísticas que hablaban sobre un escuadrón para policial persiguiendo al mafioso Cohen. A pesar de algunas fallas y cambios abruptos en el clima; Fuerza Anti Gangster maneja dos cartas que le juegan muy a su favor, rubros técnicos muy cuidados (con una interesante ambientación de época) y lo que nombramos al principio; un elenco dispuesto a salvar las papas del fuego. Tanto Penn, como Brolin, Gosling y Emma Stone (en una extraña femme fatale de film noïr) cumplen con sus roles haciendo creíbles todas las situaciones. Pero hay otros que merecen ser destacados, Giovanni Ribisi algún día será reconocido por muchas grandes actuaciones, y Robert Patrick parece encontrarse en un eterno regreso glorioso; y sobre todo Mireille Enos en el papel de Connie, la esposa de O’Mara sabe hacer un gran rol de un papel pequeño, simplemente está perfecta en las escenas más demandantes. Fuerza Anti Gangters es un film noble, entretenido, y realmente fresco, pero más que nada, a la altura de los anteriores trabajos de Fleischer... con todo lo que ceso puede significar.
Los intocables 2013 Siguiendo la línea trazada estéticamente por el emblemático film de Brian De Palma, Fuerza Antigangster (Gangster Squad, 2013) construye un poderoso relato sobre el mundo del hampa situado en Los Ángeles en el año 1949. Hay también en esta historia un caricaturesco villano a derrotar (antes interpretado por Robert De Niro) encarnado por Sean Penn. Acción y violencia de la mano de un elenco potente. El ex boxeador devenido en mafioso y dueño de la ciudad llamado Mickey Cohen (Sean Penn) verá en peligro su imperio de miedo cuando el funcionario Chief Parker (Nick Nolte) conforme un escuadrón ilegal para combatirlo. El equipo será integrado por el incorruptible Sargento John O’Mara (un impecable Josh Brolin, el mejor de todo el elenco) y el Sargento Jerry Wooters (Ryan Gosling). También integrará la banda el Oficial Max Kennard interpretado por Robert Patrick -el villano de Terminator 2 (Terminator 2: Judgment Day, 1991)- mientras que la bella Emma Stone será Grace Faraday, la “chica” de Mickey y amante de Jerry, toda una mujer fatal. Como en Los intocables (The Untouchables, 1987), habrá un escuadrón con principios inquebrantables encargado de desbaratar al sádico villano y un tratamiento estético de lo narrado. El comienzo de Fuerza Antigangster está mediado por un proyector que vemos en los primeros minutos de película, para luego ver imágenes de Mickey Cohen en su época de boxeador abriéndose paso a golpes de puño. Dos cosas quedan claras: la violencia y la representación tiñen toda la película de principio a fin. Fuerza Antigangster está basada en el libro de Paul Lieberman y aclara al principio “inspirada en una historia real” sin ningún propósito. Porque la conexión con “la historia real” es anecdótica, lo importante en el film es el carácter que adquiere la violencia como representación, mediante una imagen de estética “publicitaria” de la época. El resto pasa a un segundo plano. Aquí prima la espectacularidad de las escenas de acción y violencia. Todo es estereotipo, edulcorado y sin matices, para construir un enérgico relato de acción donde no importa tanto la historia que se cuenta sino el concepto a transmitir: ¿quién controla la ciudad?
Fotocopia Sucede que uno puede tener un golpe de suerte. En la literatura, la segunda novela luego de un primer gran libro, es la que define la calidad de un escritor. En el cine se suelen dar más oportunidades. Ruben Fleischer, director de la excelente Tierra de Zombies (Zombieland, 2009) parece que luego de malgastar su segundo strike en la fallida 30 Minutos o Menos (30 Minutes or Less, 2011) la termina de embarrar con su tercera película, Fuerza Antigángster (Gangster Squad, 2013). La historia, con ciertos reparos, podía pensarse interesante. Una fuerza parapolicial es creada para luchar contra un gangster más psicópata que mafioso. El enemigo se llama Mickey Cohen. La idea de fuego contra fuego, nada novedosa, podía resultar un interesante análisis acerca del tema o jugar en contra, por reaccionaria. En este caso se vuelca hacia una defensa de la institución policial siendo una digna representante de la segunda etapa del policial americano, esa donde la censura y puritanismo metieron la mano obligando a ponerse del lado de la ley, abandonando cierto ensalzamiento de la figura del criminal (usualmente más interesante). Pero ni siquiera da para discutir eso la película. Desde el vamos la selección de actores resultaba un tanto cuestionable, ver en el trailer a un Sean Penn (Mickey Cohen) con prótesis facial e histrionismo desmedido asustaba un poco. También ver a una hermosa Emma Stone que reversionaba a la sensual Jessica Rabbit (¿Quién engañó a Roger Rabbit?) pero que daba la sensación de estar incrustada en la película sin convicción. Y ver al muchacho llamado Ryan Gosling como chico duro no cerraba tampoco, pero como en Drive había cumplido, era una duda cuestionable. Sorpresa, al fin un trailer honesto. Mickey Cohen es un vehículo para la sobreactuación de Sean Penn, y el director no lo beneficia exhibiendo torpemente sus “viles” acciones para exponer cuán duro es (cuanto te falta Penn para rozarle los talones al Al Capone de De Niro). Su personaje, el terror de Los Angeles, es un boxeador que mediante violencia e inmisericordia va subiendo peldaños para gobernar la ciudad. Listo. Ahora que Cohen sea una parodia de Toro Salvaje no ayuda. Parece que never-go-full-retard de Penn se comió los personajes de Robert De Niro y le salió esto, un mamarracho. Emma Stone juega insípidamente el papel de amante de Cohen como una supuesta mujer fatal (a la que le falta mucha sopa). Ella se vincula con el policía interpretado por Ryan Gosling que presenta un papel afectado durante todo el metraje, anda a saber con que intención. Su propósito de hacerse el duro no convence ni un poco, principalmente por esa voz blanda que le pone al personaje. Al liderato del grupo que perseguirá a Mickey Cohen esta el sargento O’Mara (Josh Brolin), un policía que es veterano de la segunda guerra, tiene a su mujer embarazada y va para adelante como un animal desbocado. A él le encargan formar este grupo que está por fuera de la ley, justificado con un simple “esto es una guerra”. El equipo lo integran Ramirez (Michael Peña), Harris (Anthony Mackie), Keeler (Giovanni Ribisi) y Wooter (Gosling), pero solo se destaca Kennard (Robert Patrick), único actor a la altura de la aspereza que la película pretende mostrar. Otro problema grave, además del elenco, es su propósito de presentar un escenario de desasosiego de posguerra. Se fuma mucho y se toma mucho, pero la ausencia de sexualidad y fisicidad deja expuesta la falsedad de cada escena. Si luego vienen tiroteos mal filmados (Michael Mann debería darle un curso a este muchacho), cámaras lentas que solo demuestran la necesidad de querer hacer algo diferente con el género (luego de fotocopiar mal todo acerca del mismo) y un enfrentamiento final con tantas golpes carentes de emoción que uno solo desea ver que termine, no resta más que tratar de olvidar lo más rápido posible lo que ha visto. Da la impresión que Ruben Fleischer efectúo un apático escaneo del género para quedarse golpeándose la cabeza con la superficie, entregando un film que suena como la versión high school musical de Los Intocables de De Palma.
Donde viven los monstruos Sería divertido pensar que, cual virus, los elementos pertenecientes al cine de terror de Zombieland quedaron impregnados en Ruben Fleischer. Dos evidencias del contagio: una secuela en camino y Fuerza Antigángster. Este film, haciéndole honor al género, se regocija en la sangre y las tripas ya en los primeros minutos mostrando como dos autos estiran a una persona hasta partirla, literalmente, al medio. A continuación, aparece otro componente, esta vez, representado en las figuras de los lobos que devoran el cadáver. Pero también en la escena se halla la presencia clásica del terror en múltiples disciplinas artísticas -desde la pintura y la literatura hasta el cine mismo-: el monstruo, que en este caso es un mafioso llamado Mickey Cohen. En realidad, aquí el monstruo es humano aunque sus facciones y detalles físicos lo acercan a una deformidad cercana a lo sobrenatural. Es la materia orgánica unificada con el instinto salvaje de quien desconoce las barreras morales...
Un poco de guerra urbana… Durante la última década hemos presenciado un proceso doble que abarca la desaparición gradual de los comentarios metadiscursivos y una bienvenida vuelta al viejo y querido cine de género tradicionalista, de anclaje arquetípico. Curiosamente el paso previo fue la aceptación definitiva por parte de Hollywood, en los 80 y 90, de las autoreferencias y homenajes diversos aunque ya no más bajo el formato de las “desviaciones”, como ocurría desde la década del 60. Inconducentes a la fecha las disquisiciones vinculadas a señalar la construcción ficcional, la sociedad de la “información líquida” exige espectáculo a secas. Estamos ante un ejemplo paradigmático de los tiempos que corren, un representante natural de su entorno que precisamente gusta de llevar al extremo los recursos formales del subgénero en cuestión. Fuerza Antigángster (Gangster Squad, 2013) funciona como una suerte de versión caricaturesca de Los Intocables (The Untouchables, 1987), la recordada obra maestra de Brian De Palma, recorriendo con garra y cariño los recovecos del film noir más violento. De hecho, la realización combina desmembraciones varias, balaceras generosas, venganzas de toda índole, cuchillos voladores y muchas batallas a puño cerrado. Con semejante título no hace falta dar demasiados detalles acerca de la historia más allá de aclarar que se sitúa en Los Ángeles durante fines de los 40. La corrupción gobierna las calles, con el despiadado Mickey Cohen (Sean Penn) a la cabeza, y el Jefe de Policía Parker (Nick Nolte) decide encargarle al Sargento John O´Mara (Josh Brolin) la creación de un grupo parapolicial con vistas a efectuar una “guerra de guerrillas” contra el enclave mafioso. Junto a su mano derecha, el también Sargento Jerry Wooters (Ryan Gosling), John atacará un “negocio” que se sostiene gracias a las apuestas, la trata de blancas y las drogas. La trama recorre con esmero y vitalidad cada uno de los clichés de los policiales hardcore, relativizándolos con chispazos gore, una estética preciosista, algunas salidas cómicas y una catarata de enfrentamientos con pistolas y ametralladoras. Sinceramente llama la atención el cuidado puesto en la reconstrucción de época, la fotografía y las frases altisonantes que desparrama el prodigioso elenco. El director Ruben Fleischer supera el paso en falso de 30 Minutos o Menos (30 Minutes or Less, 2011) y regresa al interesante nivel de su debut Zombieland (2009), así hoy esquiva la parodia y ofrece una simpática hipérbole non stop…
Una de gangster edulcorada y maquillada, pero que no por eso pierde entretenimiento. Eso es Fuerza Antigangster. Con un gran elenco, y con buenas escenas de tiros, esta película si bien no busca perdurar en la memoria de los espectadores, logra que se pase un rato entretenido en el cine. El maquillaje que le pusieron a Sean Penn al comienzo hace pensar si no estamos frente a una Dick Tracy light, pero solo el está deforme, sin más sentido que el de seguramente parecerse al personaje original que ninguno de nosotros conoce. Tiene buenos momentos de buenos contra malos y otros donde se pone bastante humor a situaciones menos tensas. Un par de personajes desaparecen sin lógica alguna, pero no es para buscarle la quinta pata al gato. No es para el Oscar, es para una trasnoche de viernes. Y dentro de eso, la película cumple y entretiene. Punto.
Gangster Squad es una cáscara brillante, pero vacía. Llama la atención de inmediato por su interesante elenco y la meticulosa reproducción de una Los Ángeles de fines de los '40, no obstante, detrás de su opulencia fílmica, se encuentra una historia ensamblada que se nutre de varios éxitos pasados del género. La misma quiere ser una reimaginación de aquellas historias de pandillas, pero poco y nada tiene que aportar a dicha subtrama criminal, exceptuando ser un producto de calidad y entretenimiento asegurado. En una cruenta y pasmosa escena inicial es que conocemos al villano de turno, el matón Mickey Cohen, un sujeto con complejo de superioridad que aspira a comerse el mundo y, para eso, empieza a tomar el control de una Los Ángeles corrupta y llena de vicios por doquier. En una ciudad en la que nada ni nadie está seguro, él se cree un dios, pero un astuto y obstinado agente de la Ley piensa lo contrario: el sargento O'Mara está cansado de que el lugar que eligió para criar a su hijo sea un desperdicio y se dispone a limpiarlo con sus propias manos. Tendrá un incentivo, claro, cuando un superior le proponga armar un escuadrón para hacerle frente al criminal jugando con la misma moneda. ¿El resultado? Casi dos horas de enfrentamientos a quemarropa en el que ambas facciones luchan por el control. Antes que nada el aplauso se lo merece Ruben Fleischer por lograr que una de gangsters luzca impecable. El director tiene un pulso bastante peculiar para filmar que ya había mostrado en la brutal Zombieland y que vuelve acá más estilizado que nunca. Muchas tomas cobran vida propia y resultan en una inmersión en la trama, aparte de que la recreación se antoja vistosa y asfixiante de color al mismo tiempo. Técnicamente, Gangster Squad se pasa, pero a la hora de vendernos una historia creíble y aceptable, el guión de Will Beall toca tantos lugares comunes que es inevitable darse cuenta de que es la misma de siempre. Un malo malísimo, un bueno que es un pan de Dios, pérdida de vidas inocentes, trampas, amoríos... Básicamente uno puede prever cada paso y cada vuelta del argumento, lo cual hace el paseo violento menos entretenido y disfrutable de lo que podría haberlo sido con una historia más pulida y no tan simplista. Afortunadamente, lo que podía ser un bodrio de película sale a flote con un elenco soberbio y sobrio en todos sus aspectos. Por sobre todas las cosas, las idas y vueltas que tienen Josh Brolin y Sean Penn son fantásticas: el uno que nació para ser un justiciero -y para brillar en Hollywood, sin dudas- y el otro que encontró que el traje de villano le sienta de perlas. La lista sigue y nos encontramos con Ryan Gosling y su seductor emperdenido Wooters -cuya aterciopelada voz resulta extrañamente atractiva-, que le sigue rompiendo el corazón a una despampanante Emma Stone -recordemos la natural química de estos dos en Crazy, Stupid, Love- y conforman uno de los dos polos de amor, el otro siendo el del personaje de Brolin y una convincente Mireille Enos, a la cual nos tendremos que ir acostumbrando en el medio porque viene pisando fuerte. El equipo se conforma con el comodín, Giovanni Ribisi, la resurrección de Robert Patrick y dos caras nuevas que se están colando poco a poco en la Meca: Anthony Mackie -cuya posición consolidada crece más y más, y Michael Peña, el as latino por excelencia en estos últimos años. Mención especial le vale a un Nick Nolte irreconocible. Hay tiros, lío, y cosha golda en Gangster Squad, lo suficiente como para que el reloj se pase volando, pero la falta de interés suscitada luego del final es alarmante, y no creo que una película se jacte de eso. Se esperaba mucho más de ella pero no, no estamos frente a The Untouchables del siglo XXI, ni mucho menos.
Parapoliciales eran los de antes Sean Penn es el “capo” al que un grupo de policías de élite debe desbancar en la Los Angeles de los años ‘40. Las películas de gángsters tienen un encanto, que tal vez nazca del traqueteo de las metralletas, los autos antiguos, o de los trajes de corte y confección a mano que suelen vestir los mafiosos de turno. Bueno: Fuerza antigángster tiene esos elementos, más un elenco descomunal, con Sean Penn como el capomafia y Josh Brolin liderando a los agentes en busca de imponer el orden en una desquiciada Los Angeles de la posguerra. La película abre con una escena fuerte, terrible, que casi hace bajar la mirada. Sirve como preaviso: Cohen (Penn), “el judío que amenaza el control de los italianos”, quiere manejar el negocio del hampa -droga, prostitución, apuestas ilegales- tanto en Los Angeles como en Chicago. Y está dispuesto a todo. Lo cierto es que la fuerza antigángster que el personaje de Nick Nolte le pide al de Brolin que arme es, dicho sin vueltas, un grupo parapolicial. Y en él están los policías sin placa que, por más que la película se base en hechos reales, suenan arquetípicos. De este lado de la ley están el lindo Jerry (Ryan Gosling), el negro (Anthony Mackie), el latino (Michael Peña), el que tiene familia -siempre hay uno- (Giovanni Ribisi), el que donde pone el ojo, pone la bala (Robert Patrick, el malo de Terminator 2 ) y el que volvió de la Guerra (Brolin). Y entre los dos bandos está la vampiresa, en este caso, pelirroja (Emma Stone), que se acuesta con Cohen y con Jerry. Y la película, en manos de Ruben Fleischer ( Tierra de zombies ) se vuelve una coctelera. El director ofrece momentos de violencia inu- sitada, escenas de balaceras muy bien encuadradas con otras que se vuelcan más hacia la comedia. Si lo hizo para relajar a la platea, de hecho lo logra, pero este quinteto de valientes -como sucedía en Los intocables de De Palma, en otra ciudad y en otra década- le parecen superhéroes al espectador, por más que uno intuya que alguno de los policías -sí: ése- no llegue sano y salvo a los créditos finales. Josh Brolin cumple con el rol protagónico que tantas veces le escamoteó Hollywood, con bravura y humor bien negro. Y aunque casi siempre comparte la pantalla con Gosling o sus compañeros de armas, de su rostro pétreo también pueden salir expresiones entre sarcásticas, jocosas y hasta con cierta coloratura de dulzura. Gosling se repite como el héroe de Drive y quien se lleva la mejor parte es Sean Penn. Su Mickey Cohen lo aproxima al Capone de De Niro, pero es mucho más físico -si Capone le rompía la cabeza con un bate a un comensal en una mesa, no quieran saber lo que puede hacer Cohen con sus puños de ex boxeador-. Esta guerra de guerrillas con mucho de art decó, y policías y jueces corruptos, no peca por original, sino por ser una catarata de escenas con algunos diálogos tan increíbles como muchas características de los personajes. Brutal y entretenida, increíble y lujosa, Fuerza antigángster depara dos horas de movimiento continuo. Las sutilezas quedaron en la funda de los revólveres.
La fuerza que combate a la mafia De Fuerza antigángster se oyó hablar bastante hace un tiempo, en especial a partir de la masacre registrada en un cine de Denver, Colorado, durante el estreno del último film de Batman. La película, inspirada en la feroz batalla llevada adelante por un cuerpo de elite parapolicial para expulsar de Los Angeles a la mafia conducida por el gangster judío Mickey Cohen en los años 40, incluía una escena similar que, obviamente, debió ser eliminada, y llevó a los productores a encarar un largo proceso de cortes y reediciones, que terminaron postergando su estreno hasta ahora. Pero ese accidentado montaje no sirve de pretexto para justificar las debilidades del film, tan notorias y tan abundantes como pocas veces se observan en una producción tan costosa y en la que intervienen tantos profesionales de bien ganado prestigio, desde el elenco hasta la dirección de fotografía o el diseño de producción. Y no es caprichoso que el comentario comience por los artistas involucrados en la ambientación pues si hay algo rescatable en esta suerte de desordenada colección de clichés con pretensiones de cine negro es precisamente la esmerada recreación del escenario donde transcurre gran parte de la acción, del submundo californiano a los sofisticados y/o lujosos interiores art-deco. En el origen del film está la serie de artículos sobre la historia real del Gangster Squad que Paul Lieberman publicó en el Los Angeles Times y reunió en un volumen que fue best seller. Will Beal se ocupó de convertirlo en un guión sin demasiada fortuna a juzgar por los resultados. Dramáticamente plana, animada por personajes que raramente escapan al estereotipo y mucho más raramente resultan creíbles; por lo menos dudosa en cuanto a su rigor histórico, y más que discutible en su aparente aprobación de la brutalidad policial, la película se desentiende de la cohesión, duda entre imitar a Los intocables o a Los Angeles al desnudo (entre otros modelos de los cuales está muy lejos) y parece confiar excesivamente en el presunto atractivo de sus repetidas escenas de violencia con sobredosis de sangre, en las que tampoco sobra originalidad, y más de una vez se precipita en lo grotesco (véanse la escena inicial o la secuencia del ingreso en la casa de Mickey Cohen para plantar micrófonos). Justo es señalar que no todo es culpa del libro y la dirección: también contribuyen los actores, del casi caricaturesco Sean Penn como el sádico capomafia, al hierático Josh Brolin, el ex supersoldado a quien ponen al frente del grupo porque es incorruptible. Puede perdonársele a Emma Stone que sólo se preocupe por mostrar lo bien que le sienta la moda de los cuarenta porque su personaje es francamente inexplicable; menos se entiende que Ryan Gosling prefiera asumir un aire casi adolescente y actual para componer a su veterano de guerra. Casi todo, al fin, resulta bastante inexplicable, incluidos su elevado presupuesto y la presencia de tantos actores cotizados.
Ruben Fleischer, director de Zombieland, nos sorprende con una propuesta diferente. Se trata de una película de gángsters ambientada en Los Ángeles de los años '50 a la que, como es de esperar, no le faltan los disparos, los ajustes de cuentas, las persecuciones en auto, los clubes nocturnos, las esbeltas mujeres en busca de fama, la droga y la prostitución. Sólo basta con la primera escena (no apta para aquellos que se impresionan fácilmente) para darse cuenta de que lo que va a venir será muy bueno. Sean Penn interpreta extraordinariamente a Mickey Cohen, ex boxeador y capo de la mafia, uno de los hitos del crimen organizado en los EE.UU de mediados del siglo XX. Cohen es un mafioso rudo, despiadado, arrogante y sin respeto por la vida humana, que está al mando de todo el negocio ilegal de armas, drogas y prostitución. Su ambición por el dinero y el poder (varias veces su personaje me remitió al inolvidable Tony Montana) lo llevan a cometer toda clase de atroces asesinatos. Prácticamente es dueño y señor de toda la costa oeste gracias a que cuenta con la protección de jueces y políticos importantes. Con una ciudad cada vez más insegura, y en medio de un sistema policial completamente corrupto, aparece alguien dispuesto a acabar con el imperio de Cohen: el sargento O'Mara (Josh Brolin). Él, junto con el oficial Wooters (Ryan Gosling), un genio en logística, un viejo vaquero y su ayudante harán lo imposible para restablecer la paz en su ciudad natal, incluso romperán algunas reglas, de ser necesario. Paralelamente, el personaje de Gosling comete un error muy grave: enamorarse de la novia del malo de la película. La actriz que encarna el papel de dicha mujer es la bella Emma Stone, siempre sexy. En cuanto al montaje de la escenografía y el vestuario, reflejan a la perfección la época en la que transcurre el film. Todo esto acompañado de una banda sonora precisa y con personalidad propia (a cargo de Steve Jablonsky). Todos y cada uno de los actores que conforman el elenco de Fuerza Antigángster (Gangster Squad, 2013) son de primera línea, por lo cual no hay nada que decir respecto a sus performances. Pero la caracterización de Sean Penn es simplemente imperdible. Una nariz moldeada, típica de boxeador; rasgos bien marcados; gestos de matón y una forma de hablar cantada, no tienen desperdicio alguno. Podría aseverar que este Mickey Cohen no pasará desapercibido. Sencillamente, un gran film que conjuga la acción y un poco de humor en la dosis justa y hace saltar al espectador de la butaca en varias oportunidades; y con un final digno de este tipo de películas. El cine negro agradecido. @mf12887
Un buen entretenimiento que daba para mas que ser solo eso. …Y llego el día, nomas. En los viejos albores de Mayo pasado, un tráiler me voló la peluca como ningún otro. Yo, el que nunca publica un tráiler ni de casualidad, hice una excepción con este título porque prometía: Un excelente ensamble de actores, tiros y cosha golda en la Los Ángeles de los ’40., una estética visual impecable. En definitiva: Una Los Intocables con la estética de Los Ángeles al Desnudo. Tristemente el resultado final es una película que si bien alcanza el nivel estético de esas dos películas, olvida ––y hasta trivializa–– lo que verdaderamente las hizo grandes. ¿De que la va? Mickey Cohen (Sean Penn) es un mafioso que tiene a la ciudad de Los Ángeles a su merced. Un imperio de Prostitutas, Juegos Ilegales y Drogas que sostiene gracias a la compra de varios jueces, concejales y policías. Para poner un alto a este maleante, el Jefe de la Policía Bill Parker (Nick Nolte) le pide al Sargento John O’Mara (Josh Brolin) que conforme un escuadrón para desbaratar los negocios ilegales de Cohen, ya que matarlo o arrestarlo solo dejaría un sitio vacante para que otra escoria como él tome su lugar. ¿Cómo está en el papel? Stephen J. Cannell, creador de la serie Brigada A, dijo una vez: “La estructura es lo que te hace seguir la historia. Los personajes es lo que te hace amarla.” Esta frase es crucial para entender la principal falla que tiene Gangster Squad. La película está excelentemente estructurada, los puntos de giro se activan cual mecanismo de relojería; las escenas de acción están no solo muy bien armadas sino muy bien pensadas en lo estratégico. Pero ¿Por qué siento que a esta espectacular montaña rusa le está faltando algo; algo que a una película “Basada en Hechos Reales” no le puede faltar jamás? Esa “alma” que hace que al espectador le importe lo que le sucedan a estos personajes. La película carece completamente de eso; al espectador le da igual lo que les pase. Ese es el serio problema que le impide a este título sobresalir más allá de sus virtudes visuales y actorales. Profundicemos en este aspecto. El Personaje de Josh Brolin es el que más o menos tiene el personaje más armado de la peli por el simple y sencillo hecho de ser el protagonista. Su motivación para hacer lo que hace no es vendida del todo, pero lo es lo suficiente para seguir el viaje que ofrece la película. El Personaje de Ryan Gosling, el otro protagónico, el deuteragonista si se quiere, es un ladies man que también presenta una motivación que al espectador le cuesta tragar, pero que también la compra solo por el sencillo hecho de que su personaje es solo un rostro bonito para el cual combinar con el personaje de Emma Stone. El personaje de Emma Stone está prácticamente de adorno, es solamente “la chica de la película” y nada más que eso. No tiene una motivación y cuando la tiene parece muy metida con calzador. Un personaje cuya existencia queda tan colgada en el aire, que la revitalizan a los ponchazos al cierre del segundo acto por el simple y sencillo hecho de que no podían dejar inconcluso el arco de su personaje. El personaje de Giovanni Ribisi es el compás moral de este grupo. El que siempre cuestiona si el fin justifica los medios. En vez de ser constante, surge solamente dos veces en toda la película y las dos veces genera la misma sensación que el desarrollo personaje de Emma Stone. El personaje de Robert Patrick, uno de los mejores de la peli, es reducido a un par de frases filosóficas de vaquero y a hacer despliegue de sus habilidades con el revólver. Los otros son sencillamente estereotipos; ni más ni menos que eso. El villano que compone Sean Penn es tratado solo superficialmente. Es un matón malhablado y ambicioso. Pero su villanía esta mas demostrada en los gráficos asesinatos que lleva a cabo más que las acciones y pensamientos de su personaje en sí. Ahondemos ahora en otro punto flaco de la cuestión que es el “triángulo amoroso” que hay entre los personajes de Gosling, Stone y Penn o directamente la “subtrama amorosa” que hay entre los dos primeros que es lo mismo; lo que quiero decir es que ambos conceptos son presentados pero jamás desarrollados. En cualquier otra película liarse con la mujer de un mafioso es una situación de peligro constante aun siendo un oficial de la ley, pero de la cual no pueden zafar porque están demasiado involucrados el uno con el otro. Su “historia de amor” no se siente; después de una introducción que no tiene nada que envidiarle a una película de los años 40, los vemos tres veces juntos: En la cama, en la casa Mickey Cohen y en el departamento del personaje de Gosling. Estas tres escenas son de muy corta duración y no ahondan o muestran nada concreto por lo cual uno se “enamora” del otro. Pero la prueba cabal de lo antes mencionado es cuando Cohen está viendo con sus secuaces una película de cuando era boxeador y le profiere sutil y subtextualmente una amenaza al personaje de Emma Stone. Sabemos lo que quiso decir, sabemos su intención, pero no sentimos la maldad de la amenaza. El único personaje que está desarrollado como la gente es el de la mujer del personaje de Josh Brolin. Es el único personaje que tiene un objetivo concreto y un desarrollo concreto, y oh, sorpresa, cuando está en peligro, al espectador le afecta; cosa que jamás pasa con ninguno de los otros personajes. ¿Cómo está en la pantalla? Estéticamente no se le puede reprochar nada a esta película, la fotografía es excelente; una iluminación prodigiosa apoyada por una cámara que a menudo hace énfasis en las altas velocidades, una dirección de arte es impecable y detallada in extremis. Hay momentos de violencia que son dignos de la más explícita novela gráfica. Las actuaciones son fenomenales, desde el primer hasta el último actor; uno ve tanto talento que da lástima que lo hayan puesto al servicio de unos personajes tan, pero tan, chatos. A base de carisma, dejan su nivel actoral bien alto, justificando así el pago del boleto. Por esto, me refiero a todos; desde el Oscarizado Penn pasando por los potables Brolin y Gosling, hasta los otros miembros del reparto. Emma Stone, una actriz que ha demostrado que es algo más que un rostro bonito, es desperdiciada y reducida a un cliché que no necesitaba de un talento ––ampliamente demostrado en otros títulos; Easy A en particular–– como el suyo; cualquier modelito en su lugar hubiera hecho la misma faena y no se hubiera notado la diferencia. Párrafo aparte merecen dos actores: Mireille Enos, por su interpretación de la mujer del personaje de Brolin; no solo encara el personaje con mucha emoción y credibilidad, sino que su química con Brolin y una brevísima ––pero potente–– escena con Gosling están entre lo más alto de la película a nivel interpretativo. Por otro lado, Robert Patrick, nuestro querido T1000, que con su Max Kennard, finalmente logra ser algo más que el asesino de metal liquido; le imprime a su personaje un carisma y una actitud con las que el espectador se encariña; al punto que uno se queda con las ganas que le hayan dado más desarrollo a su personaje; obviamente le ladramos al árbol equivocado. Conclusión El tráiler prometió una película de acción y eso fue lo que entrego; ni más ni menos, y si ese fuera su propósito el resultado sería distinto. Pero con este reparto al frente, no engrupen a nadie; querían ser los nuevos Intocables y la joda les salió mal. Lo que ignoraron los realizadores, que lo que hizo grande a esa película, aparte de un desarrollo satisfactorio de los personajes, fue el debate entre seguir las reglas y torcerlas para poder salvar vidas. Un debate que acá se plantea muy superficialmente y se abarca del mismo modo y a lo bruto. Pero, a pesar de todo, lo que si logra como entretenimiento no puede ser ignorado. Es una de esas películas que si sos un espectador exigente, te va a parecer horrible. Pero si te concientizas que vas a entrar a ver dos horas de tiroteos sin límite y nada más que eso, probablemente la pases de lo lindo y si ese es el caso, te recomiendo ampliamente Gangster Squad. Lo que es cierto, en cualquiera sea el bando al que pertenezcas, lector, esta es una película que olvidaras ni bien comiencen los créditos finales. Un potencial que se echa a perder por no poner un poquito más de tiempo y presupuesto en unas resmas de papel carta.
A matón, matón y medio En 1949 la ciudad de Los Angeles está bajo el poder de Mickey Cohen, un ex boxeador, sanguinario y desquiciado, que maneja como títeres a policías, jueces y políticos; a todos, menos a algunos, entre ellos el sargento O´Mara, un hombre incorruptible, formado con fuertes ideales basados en el cumplimiento de la ley. Mickey planea disputar el poder a los mafiosos de Chicago y para ello tiene planeado llevar adelante una gran empresa que lo convertirá en el zar de juego, y dueño de medio país; pero no cuenta con que el jefe de policía vaya a armar un escuadrón especial, con O´Mara a la cabeza para destruir su imperio criminal. Como los "intocables" de Elliot Ness, pero sin placas y al margen de la ley, así es el el grupo que arma el buen sargento para golpear a Mickey donde más le duela. Como todo policial negro que se precie de tal, una bella muchacha pasa a ser parte crucial en la historia y en esta ocasión es Grace, una pelirroja a quien Mickey usa como adorno y que no tarda en caer en los brazos de un policía. La primera escena del filme deja en claro que no habrá sutilezas, es la primera muestra de un festival de violencia que durante casi dos horas no dará respiro. Hay gángsters que disparan con dos ametralladoras al mismo tiempo, o subidos al costado de una auto en movimiento, también capaces de obedecer al impiadoso Mickey y perforar con un taladro la cabeza de un súbdito ya prescindible. Sean Penn compone magistralmente a un hampón rabioso, cegado por la sed de revancha, ambicioso y poseedor de una violencia demencial. Como contraparte, Josh Brolin se impone con rudeza y convicción, bien acompañado por Ryan Gosling, quien aporta con gracia la dosis de liviandad necesaria en el relato. La dirección artística ofrece una formidable reconstrucción de época que se luce gracias a una impecable labor de fotografía que, junto a la banda sonora de Steve Jablonsky, honra al género que tantos éxitos le dio a la Warner Bros. Nuestra calificación: Esta película justifica el 100 % del valor de una entrada.
Para disfrutar sin culpas Con un atractivo elenco encabezado por Sean Penn en el rol de un enemigo público, la película recuerda a Los intocables con un look caricaturesco. Esquema básico y rendidor. Desde la caracterización de Sean Penn del catatónico Mickey, un enemigo público, puede analizarse Fuerza antigangster, puesta al día del género y film vampírico que nunca esconde sus citas, invocaciones e influencias. O robos desmedidos pero aggionardos al siglo XXI. Es que Mickey, personaje fundamental pero secundario, tal como el Al Capone de Robert De Niro en Los intocables (1988) de Brian De Palma, es pura caricatura, un dibujito animado constituido por violencia, arrogancia y puños fuertes (se trata de un ex boxeador) devenido en la obsesión de un grupo de policías (Brolin, Patrick, Gosling, entre otros) conformado por un poder (Nolte en tres cortas apariciones) que necesita una fuerza de élite. El director de cine y televisión para adolescentes Ruben Fleischer propone un viaje al pasado reciente actualizando al cine de gangsters y policías, tomando en cuenta los ejes canónicos de los mejores films genéricos de Martin Scorsese, Francis Ford Coppola y De Palma, pero realizando una extraña operación estética con similares dosis de pérdidas y ganancias. A saber: Fuerza antigangster es velocidad pura comparada con la fauna gangsteril de los '70 y '80, acumulando violencia al por mayor, explosiones y esos planos cercanos de ametralladoras que caracterizan al género. Como muestra, la primera secuencia, donde se estaquea a un rival de Mickey y se lo descuartiza en dos partes, como en un film gore, verista y eficaz. El momento es impactante y aclara el tono que tendrá el film y acá vuelve el recuerdo de Los intocables y su comienzo, donde De Palma observaba el pasado clásico (vía Hitchcock) para contar una escena a puro suspense. Pero Fuerza antigangster apunta a otro lado: los tiempos cambiaron y el instante certero se impone a la secuencia extensa, al suspenso estirado al máximo. Ahora bien, ¿esto es suficiente como virtud? Ocurre lo siguiente: la película de Fleischer, pese a su look caricaturesco al estilo Dick Tracy, tiene personajes interesantes, tratados a través de apostillas, pero al fin y al cabo, con la información justa y necesaria para seducir al auditorio. El grupo policial, con el familiar personaje de Brolin, el veterano de Patrick y el langa que interpreta Gosling (excelentes los tres), funciona a la perfección, como suplementarios y parecidos al irascible Mickey que encarna Penn. Y allí está la virtud del film, aun cuando Emma Stone no encaje en el rol de femme fatale: construir personajes más allá de ciertas obviedades de las acciones y de un esquema básico y rutinario. Pese a estos reparos, Fuerza antigangster es disfrutable como un dibujo animado de la vieja época de la productora Warner. «
Fuerza antigangster sólo a media máquina Sean Penn es el ex boxeador Mickey Cohen, gangster temible y caricaturesco decidido a tomar por asalto la ciudad de Los Angeles y, si fuera posible, todo el estada de California. La heroína y la trata de personas son sus principales negocios que no piensa compartir con sus colegas de Chicago. Su intención queda en evidencia en una de las escenas iniciales de «Fuerza antigangster», donde manda a descuartizar al estilo Tupac Amaru -pero con autos- a un emisario de la capital gangsteril de los Estados Unidos. Corre el año 1949 y Josh Brolin, raro caso de sargento de policía honesto, entiende que la ciudad que dejó antes de ir a la guerra no es la misma que encontró al volver. Como tiene más músculos que cerebro, actúa atacando de frente a cualquier hampón que se le cruce, lo que llama la atención del también honesto jefe de policía Nick Nolte, que le propone organizar un cuerpo de cuasi parapolicías dedicado a sabotear toda operación del jefe mafioso, ya que sin jueces honestos sería imposible actuar por derecha. Nadie se va a quejar de la falta de acción ni la escasez de tiroteos. Hay muchos, en medio de una vistosa ambientación de época llena de detalles coloridos y pintorescos, como la presencia de la mismísima Carmen Miranda, todo excelentemente fotografiado por Dion Beebe. Sólo que el director Ruben Fleischer (el de la más divertida y coherente en estilo «Tierra de zombies») no supo o no pudo darle al tono adecuado a esta película que tenía todo para ser una gloriosa masacre de hampones con guiños a todos los clásicos, desde la era de James Cagney al Brian De Palma de «Los intocables», y en cambio quedó un poco a mitad de camino tanto por no definir cómo usar la violencia en los momentos culminantes -da la sensación de que, o le sobra, o le falta-, como por no tener tampoco un guión lo bastante elaborado que aporte algún otro tipo de elemento para que ese asunto no resulte tan importante. En todo caso, la película no aburre nunca pese a durar casi dos horas, está bien filmada y no le faltan buenos intérpretes, incluyendo espléndidos actores de carácter como Robert Patrick (que realmente se luce), Giovanni Ribisi, Jon Polito y Michael Peña, aunque los estelares en algunos casos daban para más, empezando por el malísimo Sean Penn que de todos modos agrega su talento a casi todas las escenas en las que aparece. En realidad, el mismo problema quizá también se aplique a toda esta «Fuerza antigangster», típico producto cuyos defectos quedan claros en pantalla grande mientras sus cualidades se apreciarán especialmente si se los descubren en DVD o en una sesión de zapping.
Inspirada en hechos reales, y a su vez basada en la novela homónima escrita por el periodista Paul Lieberman, "Fuerza Antigangster" llega a las salas de nuestro país una semana después de su estreno en los Estados Unidos (11 de Enero) y luego de que el film haya sido postergado hasta esta nueva fecha debido a la matanza sucedida en Denver en Julio de 2012 cuando un hombre entró a una función de "Batman: El Caballero de la Noche Asciende" y disparó contra los espectadores. La decisión del estudio Warner Bros. de atrasar su exhibición se debió a que una de las secuencias de éste película contenía un tiroteo en un cine (la cual fue suprimida), por lo que el elenco tuvo que volver a reunirse tiempo después para filmar una nueva escena que la reemplazó. Dirigida por Ruben Fleischer ("Zombieland", "30 Minutos o Menos"), esta producción es una elegante nueva mirada sobre los eventos vinculados a los esfuerzos del Departamento de Policía de Los Ángeles durante la década del '40 por retomar la ciudad de las manos de uno de los jefes de la mafia más peligrosos de todos los tiempos: Mickey Cohen, interpretado formidablemente por Sean Penn. El ex boxeador devenido en criminal llevaba las riendas de la ciudad, cosechando las ganancias ilícitas del tráfico de drogas, de armas, de prostitutas y de los centros de apuestas telefónicas de Chicago, lo cual hacía con la protección no sólo de sus propios matones, sino también de la policía, de los jueces y de funcionarios de alto mando que se vendían para mirar hacia otro lado. Pero no todos eran corruptos. El film le presenta al espectador con recursos visuales realmente muy atractivos, cómo un honesto Jefe de la Policía (papel a cargo de un Nick Nolte cada vez con menos voz) le encarga al Sargento John O'Mara (un impecable Josh Brolin) la creación de un pequeño escuadrón secreto de agentes para tratar de detener a Cohen y destruir su imperio saboteando, uno a uno, todos sus negociados. Prácticamente comportándose como criminales para derrocar al mafioso en cuestión. El grupo está liderado por el propio O'Mara y está conformado además por el sargento Jerry Wooters (Ryan Gosling) y los oficiales Coleman Harris (Anthony Mackie), Max Kennard (Robert Patrick), Navidad Ramírez (Michael Peña) y Conway Keeler (Giovanni Ribisi). Otro personaje clave en la película es Grace Faraday (encarnada por Emma Stone), una aspirante a actriz y "novia" del mafioso que se ve involucrada románticamente con el interpretado por Gosling. Esta dupla de jóvenes y talentosos actores vuelven a conformar pareja luego de "Loco y Estúpido Amor" (2011), así como también Penn y Brolin tras "Milk" (2008). "Sin nombres. Sin placas. Sin piedad" resume el lema de esta película repleta de acción, tiroteos y violencia en la que estas personas de ley arriesgan todo y no por obtener reconocimiento sino por la vocación de servicio y por una ciudad mejor. Con buenas actuaciones, un excelente guión y una interesante banda sonora compuesta por Steve Jablonsky que mezcla sonidos de los años '40 con música moderna, la entretenida nueva producción de Fleischer (la primera que no es una comedia) combina, en su impecable recreación de época, la estética cinematográfica contemporánea con la de la glamorosa Edad de Oro de aquella Hollywoodland.
En Hollywood también se equivocan (y cómo) Si hay algo que Hollywood suele garantizar es la solidez de sus producciones. Sus películas podrán luego gustar mucho, poco o nada, pero hay un estándar mínimo (generalmente bastante alto) que hace que una comedia, un thriller o un drama, por más convencionales que puedan ser sus propuestas, aseguren cierto piso del que -ya nos acostumbramos a creer- es imposible bajar. Pero, de vez en cuando, se cuelan en medio del sistema de grandes estudios films como Fuerza antigángster en los que todo aquello que podía salir mal, resulta peor. Y no estamos hablando de un proyecto experimental con gente joven que se salió de cauce. Se trata de una producción de la poderosa Warner Bros. -para colmo emblema del cine clásico de gángsters- con un generoso presupuesto de 75 millones de dólares dirigida por Ruben Fleischer (responsable de una pequeña joya como Tierra de zombies) y con un elenco pletórico de grandes figuras: desde el ya mítico Sean Penn hasta estrellas del momento como Ryan Gosling y Emma Stone, pasando por intérpretes de enorme experiencia como Nick Nolte, Josh Brolin o Robert Patrick ¿Cómo pudo salir tan mal? Es la inevitable pregunta de difícil respuesta. Mucho se habló y escribió sobre cómo el film fue remontado y cortado una y otra vez (incluía una escena con una matanza de espectadores en una sala de cine que fue eliminada tras la masacre en la proyección de la última Batman de Nolan en Colorado), pero queda claro que los problemas de la película exceden por mucho esas cuestiones. Simplemente, estamos ante un mal guión, mal filmado, mal editado y mal actuado. Así de contundente. Este film-noir ambientado en Los Angeles de 1949 reconstruye con sus lógicas licencias el ascenso, apogeo y caída de Mickey Cohen (Penn), un mafioso judío -cuando la mafia era eminentemente italiana- que tuvo la ciudad a sus pies apelando a sus contactos (generosas coimas incluidas) con la policía y los jueces, y a una violencia extrema que ejerció para dominar negocios tan rentables como el tráfico de drogas, la prostitución y las apuestas ilegales. Y el título se refiere a un comando de élite (encubierto, parapolicial) liderado por el sargento John O’Mara (Brolin) e integrado también por un puñado de especialistas en diversos rubros (Gosling, Patrick, Giovanni Ribisi, Anthony Mackie, Michael Peña). Hay, claro, un intento por darle una sensación o espíritu de época, y un triángulo amoroso con la bella Emma Stone como vértice (amante a la vez de Cohen y del detective/galán que interpreta Gosling). No es difícil adivinar que los ejecutivos de Warner Bros. quisieron edificar un sucedáneo de -por nombrar algunos títulos bastante recordados- Los intocables, Los Angeles: al desnudo, La Dalia negra, Bugsy, Barrio Chino, Scarface y Buenos muchachos. El problema es que lo hicieron sobre unos cimientos de cartón. Si algún fan de Raymond Chandler, Dashiell Hammett, James Hadley Chase, Jim Thompson, Elmore Leonard, James. M. Cain o James Ellroy llega a escuchar los diálogos (por llamarlos de alguna manera) que declaman los actores sentirá que le duelen los oídos y querrá volver de inmediato a cualquiera de sus libros; si algún cinéfilo experto en películas de género se topa con las torpes escenas de acción construidas con cámara en mano (y presentadas con profusión de imágenes en cámara lenta) sentirá que le duelen los ojos. Y así podría continuar con el resto de los “atributos” (carencias) del film. Hay, es cierto, un gran despliegue de recursos y no poco talento delante y detrás de cámara (el DF es, por ejemplo, el australiano Dion Beebe, que iluminó desde Chicago hasta Colateral), pero la mayoría de las secuencias son ridículas (como cuando el equipo entra a la casa de Cohen para poner un micrófono). Estamos, en definitiva, ante un vistoso envoltorio que no contiene casi nada. O, peor, que nos ofrece un regalito que no querríamos darle ni al peor de nuestros enemigos.
RUBEN FLEISCHER firma esa película de corte clásico, atrapante. Con lo mejor del cine de género, y un elenco de estrella a la altura, el filme se disfruta desde el primer fotograma. Y es que la trama, bien narrada y con diálogos sólidos, se refuerza con una dirección de arte estilizada y fiel a la época. El vestuario, las armas, los decorados, los rostros recios de los hombres y la sensualidad misteriosa de las mujeres. Todo retratado con buen gusto y coherencia. Qué decir de SEAN PENN que parece haber nacido para el personaje de MICKEY COHEN. Verlo en pantalla es un placer, y el director acierta en no abusar de su histrionismo. JOSH BROLIN, RYAN GOSILING y todo la FUERZA ANTIGANGSTER intimidan y cumplen. Es cine pochoclero de calidad.
La intensidad de la violencia Este es un filme con resultado discutible, que contó con un buen presupuesto, en el que se incluye una extrema violencia, pero al que le faltan ciertos elementos que la hubieran transformado en una destacada película de gángsters como las conocidas "Los Intocables", o "La dalia negra", las dos dirigidas por Brian De Palma. La acción está ambientada en Los Angeles, a fines de la década de 1940. El mundo del hampa ha asumido un control que la policía del Estado trata de enfrentar. Ahora es un representante de la mafia judía él que está desplazando a la mafia italiana en la "jefatura" del crimen. La violencia asume características especiales y Mickey Cohen (Sean Penn), "el pequeño boxeador de Brooklyn", requiere un grupo especial para acabar con sus negocios de la droga, el juego y la prostitución. Un grupo de élite se forma a pedido de William Parker (Nick Nolte), jefe del Departamento de Policía, de Los Angeles, con el sargento John O"Mara (Josh Brolin) al frente y una serie de individuos que aceptan compartir el desafío. La condición es que luego del éxito, nadie tiene que saber de su existencia. Serán seres anónimos reunidos con un objetivo común. Epoca de los Al Capone, el mismo Mickey Cohen llegará a negociar con el hermano del capo mafia, mientras "el escuadrón de la muerte" trata de anular sus jugadas. DETALLE ROMANTICO La película de Ruben Fleischer se mueve en una medianía general a pesar del excelente equipo actoral y el cuidado diseño de producción. El mismo Sean Penn en un personaje aparentemente servido, da una versión casi al borde del estereotipo del violento Cohen. Hay un diseño de producción de primera línea, diálogos lineales y ciertas figuras que no alcanzan el liderazgo carismático que se requiere para lograr la total atención del público. Subtramas como la vida familiar del jefe de la "fuerza antigángster" y especialmente un romance entre el sargento Jerry Wooters (Ryan Gosling) y la novia de Cohen, Grace Faraday (Emma Stone) no despiertan suficiente interés para ocasionar la serie de situaciones que se desencadenan posteriormente. Quien sí logra cierta preeminencia es el canadiense Ryan Gosling, en el papel del sargento Jerry Wooters, él que con John O"Mara (Josh Brolin), enfrenta a los mafiosos. Este es un filme con resultado discutible, que contó con un buen presupuesto, en el que se incluye una extrema violencia, pero al que le faltan ciertos elementos que la hubieran transformado en una destacada película de gángsters como las conocidas "Los Intocables", o "La dalia negra", las dos dirigidas por Brian De Palma.
La película dirigida por Rubén Flesicher quiere ser un homenaje al género, con un estilo parecido a “Los intocables”, con un elencazo: Sean Penn, Ryan Gosling, Emma Stone, Josh Brolin y Nick Nolte. Lo tenía todo para ser una gran película y se queda a mitad de camino. Con algunas situaciones ridículas, otras muy bien logradas y elegantes. Vale solo para ver a esos actores.
Una de superhéroes, pero con mafiosos Más allá de ciertas innovaciones, el film apela a formas clásicas sin aportar nada nuevo y sin explotar las contradicciones. El cine siempre ha sido útil a la cultura estadounidense a la hora de crear una mitología que ayudara a producir una galería de personajes que poblaran una particular forma de narrar la Historia desde la Ficción, y generar entre ambas vertientes una dinámica que ha dado por resultado un relato popular de gestas y héroes. Ese cuento se ha convertido en la historia oficial del siglo XX. El hecho puede verse bien en el western clásico, que ocupa un lugar similar al del Martín Fierro para la cultura argentina y fue por años el encargado de sostener la épica nacional norteamericana. Pero no es el único género utilizado por los Estados Unidos para sostener su historia desde el cine y puede decirse que de todos han hecho un uso oportuno; pero no es el tema de este artículo. Para ir al grano, en especial de otros dos géneros se ha valido Hollywood para contarse (y contarle a todos) su propia grandeza: el género bélico y las películas de gangsters. Fuerza antigángter, de Ruben Fleischer, es un ejemplo de la vigencia del mecanismo. Si, tratándose de una nación que vive del conflicto, las películas de guerra sirven para mostrar de qué modo los Estados Unidos aplican (y son) la ley en el mundo, las de gangsters representan su contracara. No sólo muestran el manejo de la ley puertas adentro y propician un ejército de héroes morales (ver Los Intocables de Brian De Palma, versión de la serie homónima que cumplía el mismo rol), sino que en un único y contradictorio movimiento también convierten en héroes a los malos. Es que el crimen organizado ha sido siempre un factor importante en la economía estadounidense, y el cine lo refleja como nadie. Dicho esto, y dado que se alimenta de los elementos que han nutrido al género (como estar basada en hechos reales), Fuerza antigángster no sólo no aporta novedades sino que, si se revisa la filmografía destacada (El Padrino; Buenos muchachos; las dos Caracortada; la mencionada Los intocables), se vuelve rápidamente olvidable. Y no es que no haya motivos en la película para que el resultado final fuera otro. Empezando por un elenco notable, no sólo por la cantidad de nombres estelares (Penn, Brolin, Gosling, Patrick, Nolte o Emma Stone, que en el afiche está igual a Jessica Rabbit), sino porque cada uno encaja en el physique du rôle de su personaje. Pero, ya se sabe, tener “cara de” no es lo mismo que “actuar de”. El mejor ejemplo es Sean Penn, quien ayudado por un maquillaje que muchas veces le juega en contra, sobreactúa la gestualidad de su versión de Mickey Cohen, el desalmado criminal que echó a patadas de Los Angeles a la mismísima Maffia en los años ’50. La película cuenta cómo, en medio de una justicia y un departamento de policía por completo corrompidos, un grupo de oficiales apoyado por un alto funcionario crea un grupo parapolicial para realizar por izquierda lo que la ley no conseguía por derecha. La película de Fleischer, quien había sorprendido hace unos años con la excelente Tierra de Zombies, se permite un juego pop más propio de una de superhéroes, de dotar a cada integrante del escuadrón de una habilidad que lo hace ideal para formar parte del equipo (el viejo que es un as con la pistola y el negrito que es un mago con el cuchillo; el que es un genio de los gadgets retro; el líder incorruptible, masculino y violento; y el joven galán que renuncia a todo menos al amor). Esto hará que, si bien la película empieza con la seriedad impostada de los clásicos, violencia explícita incluida, pronto se transforme en un híbrido más cercano al cine de acción multitarget que al policial negro puro y duro. En el medio el relato se empastará aún más queriendo retomar la veta histórico-social, aludiendo a la posguerra donde hombres entrenados para ganarse la vida matando debían reintegrarse a una sociedad pujante y en desarrollo, pero en tiempos de paz. Cada vez menos firme, el relato se cargará entonces de subrayados comentarios éticos y morales, puestos en boca de quienes necesitaron romper todas las leyes para hacer cumplir algunas. Una contradicción que esta película, a diferencia de otras, no alcanza a justificar, para acabar siendo una de muy buenos contra muy malos, que es como suelen ver al mundo allá por el Norte.
Balas de fogueo Si uno se pone a pensar en posibles referentes de las últimas décadas para Fuerza antigángster, por encima de films como La dalia negra, Caracortada o Los Angeles: al desnudo se impone Los intocables, no sólo por su lujosa y precisa reconstrucción de época, sino principalmente por su voluntad de construir una apología de la violencia de las fuerzas policiales en contraposición a la violencia gangsteril, donde el primer tipo de violación de la ley se ve justificado a partir de la supuesta escasez de alternativas y la superioridad moral que brinda lo “civilizado” contra la “barbarie”, factor que ha cimentado durante siglos la construcción de la nación estadounidense (y tantas otras naciones, como la Argentina). Ahora, Los intocables conseguía convertirse en un film no sólo problemático para el espectador más liberal, por la empatía que generaba con sus protagonistas y sus avatares, sino entretenido, complejo y hasta conmovedor por el tono épico que iba desarrollando. Para hilvanar una épica se necesita de todo lo que había en Los intocables: plena convicción en lo que se está narrando, un director como Brian De Palma en su mejor momento, con capacidad para filmar estupendos planos secuencia y escenas arrolladoras en su puesta en escena, como el homenaje a El acorazado Potemkin; un elenco estupendo al servicio de la historia (justo Oscar para Sean Connery incluido); un villano tan caricaturesco como apropiado para generar distanciamiento; un guión tan preciso como excesivo de David Mamet, con frases, diálogos y momentos inolvidables; y una banda sonora compuesta por Ennio Morricone que contagiaba al espectador del sentido heroico de la trama. El resultado era una película que transportaba al público a otra era, repleta de personajes más grandes que la vida y que hasta se daba el lujo de incluso problematizar y repensar su propio discurso épico, con sus mortales consecuencias, a través del personaje de Elliot Ness. Aquí es donde se empiezan a marcar las diferencias con Fuerza antigángster, film que nunca consigue sostener una narrativa aventurera, a pesar de contar con varios elementos a su favor: una escenario seductor como Los Angeles de fines de la década del 40; un elenco multiestelar (Josh Brolin, Ryan Gosling, Sean Penn, Emma Stone, Nick Nolte y unos cuantos más); y una historia de esas que son subterráneas pero que a la vez marcaron a fuego la Historia norteamericana. La película apenas si amaga a consolidarse como un buen exponente del género de acción gangsteril, pero ni para eso le alcanza, porque aún para ese objetivo mínimo se necesitan personajes y situaciones que salgan de lo maniqueo. Y eso nunca sucede en Fuerza antigángster, que es puro estereotipo, desde las frases supuestamente crudas pero impostadas, hasta un villano de cartón corrugado como es el gángster Mickey Cohen (muy mal Sean Penn, que actúa aquí tan feo como su cara), pasando por escenarios y situaciones esquemáticos al extremo (el Sargento O´Mara discutiendo con su teniente por desobedecer órdenes, el discurso aleccionador del jefe de policía Parker con el sargento asintiendo, el triángulo amoroso Cohen-Grace-Jerry construido con plasticola, la muerte del tipo con familia que se ve venir a cien kilómetros de distancia y no le importa a nadie, etcétera, etcétera). De ahí que el metraje del film avance a pura rutina, sin conseguir que el espectador se meta en ese gran juego de ajedrez sangriento que debió ser la lucha entre Cohen y esa pequeña fuerza parapolicial. Es cierto que Ruben Fleischer supo hacer esa excelente comedia de terror llamada Tierra de zombies y que aquí busca darle un giro moderno, especialmente desde la estética, al género gangsteril, utilizando el apoyo del director de fotografía Dion Beebe (quien ya resignificó Los Angeles a través de la cámara digital en Colateral). Pero Fleischer aún está lejos del talento que tuvieron realizadores como De Palma y nunca consigue sacar a Fuerza antigángster a flote, básicamente porque jamás se posiciona en un lugar específico: pasa del mero entretenimiento a la reflexión vacua sobre la violencia, o de la apología de la justicia por mano propia a una tibieza que haría sonrojar al más políticamente correcto. Y como siempre se conduce con culpa, con una voz en off innecesaria y redundante, la película termina exponiéndose a ser juzgada, por no hacerse cargo a fondo del alegato pro-mano dura que la atraviesa en muchos momentos. El no tener una ideología es también una forma de pararse políticamente pero Fuerza antigángster, ignorante de esto, termina cayendo en su propia trampa y mordiéndose la cola.
Anexo de crítica El director Ruben Fleischer sale airoso a fuerza de un excesivo formalismo y transita por el ABC del subgénero haciendo de los clichés y de los arquetipos el caldo de cultivo lo suficientemente atractivo para la exageración y la parodia a las películas de gángsters tal como había aplicado en Zombieland. Esquemática pero atractiva en el apartado visual, la película cuenta con un interesante elenco que se ajusta a la perfección a las nulas exigencias del guión donde la cuota de violencia seca y no esteticista se entrelaza con el gore y explota en esos ralentis que inquietan y sacan al relato del realismo sucio para generar otro registro que se acerca al comic o al pulp con personajes que son caricaturas como por ejemplo Mickey Cohen.
Ella es la mujer del jefe de los gángsters. No lo ama pero estar con él le conviene, usa un traje rojo furioso (como el de Jessica Rabbit), toma sola (como Gloria Grahame en Los sobornados) y mantiene a raya a los hombres con una lengua rápida y filosa. Pero este bosquejo de femme fatale, quintaescencia del policial negro, ni bien empezado el relato se revela como una damisela en peligro que carece de vicios, ambición, en espera de alguien que la rescate y que hasta se muestra dispuesta a colaborar con la policía. Podría suponerse que lo que sigue es una relectura del género que intenta ponerlo patas para arriba y jugar con él, pero no, solo se trata de una película que nada entiende de sus materiales, sin oído para los diálogos, pulso narrativo para sostener una buena trama o mérito alguno a la hora de dirigir actores. De entre todos los problemas de Fuerza antigángster, las actuaciones son el más evidente, empezando por el personaje insoportable de Micky Cohen, compuesto por el peor Sean Penn imaginable, más exagerado y sobreactuado que nunca. Descontando la nula habilidad del director para controlarlo, está claro que Penn piensa que cada papel suyo tiene que ser descomunal, gigantesco, bigger than life, y que además cree que tiene los medios para conseguirlo. No es que el resto de las actuaciones sean buenas, pero al menos se integran (o tratan de hacerlo) al conjunto: Josh Brolin se defiende bastante, tiene un corte de cara perfecto para los trajes y sombreros de la época, pero su interpretación caballeresca pertenece a un mundo menos brutal y más amable que el de Fuerza antigángster. Ryan Gosling trata de aportar su característica estampa de galán sofisticado, pero su personaje parece no haber dejado nunca el set de Loco y estúpido amor, donde prácticamente se parodiaba a sí mismo (¿quién le dijo que hablara con voz finita todo el tiempo?). Emma Stone está bien como siempre: no importa el género, el tono, el personaje, ella siempre se las arregla para traer credibilidad a sus criaturas, incluso estando fuera del terreno que mejor conoce (la comedia) y teniendo que lidiar con ese amague de mujer fatal que le tocó en suerte. Robert Patrick es el actor más prolijo pero también el más desdibujado, y quizás se deba a su condición de personaje relegado que el guión no alcanza a arruinarlo del todo, a pesar de ponerle como acompañante a un desclasado mexicano que se llama Navidad. Lo de Nick Nolte no cuenta porque difícilmente pueda confundirse con una actuación los gruñidos que larga en las pocas (por suerte) líneas que tiene a su cargo. La pésima resolución de las escenas, la información que circula mal y a destiempo (¿cuánto tiempo tarda Grace en enterarse que Jerry es policía?), la previsibilidad grosera de los giros de la narración, lo inverosímil de muchos conflictos que el relato no hace ningún esfuerzo por volver creíbles (si el villano va a tomar todo un hotel y a convertirlo en su fortaleza personal, al menos podrían desarrollarse un poco mejor sus vínculos espurios con la policía), la rutina abrumadora con que la película recorre los puntos obligados de cada escena (Goslyng golpea la mesa de compromiso y sin pasión, como De la Rúa en el programa de Grondona), los ralenti que irrumpen en momentos claves para realzar la acción pero que lo único que logran es ser anticlimáticos y perezosos, y eso sin mencionar el temblor de la cámara en mano y el realismo digital que se le quiere imprimir a las imágenes nocturnas, como aspirando a copiar lo que hace Michael Mann en Enemigos públicos. Lo curioso es que Ruben Fleischer, que dirigió la excelente Tierra de zombies, no comprende el film noir pero tampoco la comedia, aunque eso no le impida tratar de fundirlos torpemente en más de una ocasión (ver el ridículo cruce de Jerry y Grace en la casa de Cohen). Al final, el cuadro general podría parecer menos pobre si la película no intentara, homenaje solemne mediante, vestir a sus flacos protagonistas con el ropaje de los héroes. El fracaso de Fuerza antigángster trasciende incluso cualquier reparo ideológico: el violento grupo de vigilantes que comanda Brolin tiene tan poca robustez narrativa que ni siquiera despierta el más remoto interés de discutir con la película.
Caricaturas violentas Desquebrajar, carbonizar, golpear, disparar: un festín desaforado, un exhaustivo catálogo de matanzas. Fuerza antigángster es el famoso filme cuyo estreno fue retrasado porque un ciudadano estadounidense confundió en una función de Batman lo real con la ficción y acribilló a sus congéneres interpretando al personaje del Guasón. Sucede que en el filme de Ruben Fleisher había una escena similar en un barrio chino de Los Ángeles. La secuencia en sí quedó afuera, no la escena, en la que mueren varios inocentes. En Hollywood, la violencia es algo dado, pocas veces se intenta contextualizarla y es un imperativo estetizarla. Coreografiar balas en cámara lenta es ya un lugar común, por eso la búsqueda de lo sublime pasa aquí por extender las virtudes visuales del ralentí: hacer añicos un adorno navideño, por ejemplo; o transmitir un poco de indignación, cuando vemos a un lustrabotas adolescente tener una muerte temprana por la impunidad cotidiana del hampa. Y ahí está Sean Penn, deformado, estereotipado, sacado, excitado hasta el infinito y comprometido para componer a un mafioso de fines de la década de 1940. Una inscripción inicial nos confirma que este tipo existió y que veremos una reconstrucción de la realidad. Después de la Segunda Guerra, Los Ángeles era una ciudad enviciada y peligrosa. ¿De qué se trata? De una "guerra de guerrillas", dirá Parker (Nick Nolte), la máxima autoridad policial de la época, entre una fuerza parapolicial y un ejército mafioso dirigido por Michael Cohen (Penn). Un dato que no es poco relevante: Cohen no es napolitano o siciliano, sino judío. Y es malísimo. Según nos cuentan, un tal John O'Mara (Josh Brolin), sargento estoico (y veterano de guerra) reclutó a un par de agentes y pistoleros bajo la supervisión secreta de Parker. El objetivo: desterrar a Mickey Cohen y garantizar la seguridad de Los Ángeles. Hay también un toque romántico: la amante de Mickey (Emma Stone) se enamorará de otro sargento, Jerry Wooters (Ryan Gosling). Y eso es todo. Un par de besos, muchos muertos y una colección de coreografías desmañadas de luchas y tiroteos, acompañadas de algunas líneas de diálogo ridículas. En un pasaje de transición, Cohen se autodenominará "Mickey Mouse". Hay algo de cartoon fallido en todo esto, y si bien un tímido gesto cómico se insinúa cada tanto, la gravedad del tema y la legitimidad del origen del relato, sumadas a un realismo aplicado a la violencia explícita, denotan la falta de un punto de vista definido. En definitiva: otro elogio a las fuerzas del orden que oscila imperfectamente entre la caricatura y la épica. Mucha pólvora y sangre, muchas figuras y glamour, mucho mobiliario y vestuario de época, pero, fundamentalmente, poco cine.
La nariz de plástico El despiadado Mickey Cohen (Sean Penn), rey de la mafia nacido en Brooklyn, dirige el show en su barrio, obteniendo las ganancias ilegales de las drogas, las armas, las prostitutas y, si logra lo que quiere, cada apuesta que se lleve a cabo en el oeste de Chicago. Y lo hace todo con la protección no solo de sus matones, sino también de la policía y los políticos que están bajo su control. Hasta que un grupo de forasteros le hace frente. A Sean Penn le ponen una nariz de plástico y lo obligan a hacer lo que mejor hace: enojarse. Grita, escupe, tortura, mata. Pero todos sabemos que está actuando. Esa nariz no es de verdad. Ese villano es falso. Vamos al cine porque queremos que nos mientan. Nos gusta, así de sencillo. "Fuerza antiganster" (2013) no satisface ese morbo. Ruben Fleischer, el director de la película, sufre la maldición de la opera prima exitosa. En 2009 estrenó "Zombieland". Alta película con cameo sorpresa de Bill Murray. Insuperable. El actor Ryan Gosling es un buen tipo, macanudo parece, pero a él también lo obligan a hacer lo que mejor hace: ser un tipo macanudo. Tal vez interpreta al héroe de "Drive" (2011), pero más verborrágico. Josh Brolin se pone el traje de superhéroe estadounidense. Poco creíble, ya interpretó a Bush hijo en "W" (2008). Emma Stone vuelve a trabajar para Fleischer (ya la dirigió en "Zombieland") y da la sensación de que no sabe llorar de verdad cuando se lo piden los productores mercenarios. Así se arma esta pandilla de policías renegados que trata de voltear a Penn, capo de la mafia en Los Ángeles de la post guerra. Una película, digámoslo lisa y llanamente, hecha para ganar plata. Un híbrido Basada en hechos reales y en una novela de Paul Lieberman, "Fuerza antigangster" es un híbrido entre la adaptación literaria y el celuloide de efectos especiales. Empieza bien, para que negarlo. Mickey Cohen, el villano que interpreta Penn, jefe de la mafia judía, golpea a puño limpio (y en super slow motion) una pesada bolsa de box, mientras se escucha un sencillo monólogo de Brolin. Sin dar muchas vueltas nos aclara el panorama: Mickey es más malo que el diablo y debemos matarlo. Cabe destacar que Jason Patrick, el robot perverso de "Terminator 2", es de la pandilla antigangster y se las ingenia para caerle simpático al público al interpretar a un sheriff avejentado con excelente puntería. Siempre se las ingenia. Y sigue actuando, por lo visto. En fin, los policías renegados se ven obligados a bordear la ley para darle una golpiza al malo de Cohen. Son verdaderos outsiders, pero buenos tipos. Por no decir buenos patriotas norteamericanos que cumplen órdenes de un superior interpretado por un Nick Nolte salido del geriátrico. No puede ni hablar, o no se lo entiende. O es un buen actor, después de todo. La fórmula es harto universal y abundan los lugares comunes. Tal vez, lo novedoso llega al último, durante los créditos finales. Los títulos se escriben sobre postales de Los Ángeles de mediados del siglo XX. En fin, los vendedores ambulantes de la Muñecas al 100 ya venden la película. Trucha, obvio. No deberían ni venderla. O si lo hacen, deberían ponerle un rótulo que rece: "esta pandilla no sabe mentir".
LOS ÁNGELES Y LOS DEMONIOS FUERZA ANTIGÁNGSTER (GANGSTER SQUAD) tenía todo a su favor para ser una gran película, empezando por su género (¿a quién no le gustan las películas de la mafia?). Segundo, su director: Ruben Fleischer había demostrado su pericia con la genial ZOMBIELAND (2009) y con la divertida y subvalorada 30 MINUTOS O MENOS (30 MINUTES OR LESS, 2011). Pero claro, ambas son comedias: la cuestión era ver si el cineasta se bancaba el desafío de contar una violenta historia de mafiosos y policías situada en 1949 en Los Ángeles. Un tercer aspecto llamativo del film es su elenco, encabezado por Josh Brolin, Ryan Gosling, Emma Stone y Sean Penn. Y sin embargo, todo ese potencial es desperdiciado a causa de un guión predecible y por momentos muy trillado, un guión que no permite que la película despegue de su chatura. Quizás haya ciertos aspectos para destacar, como la excelente ambientación y el vestuario, pero al mismo tiempo hay otros elementos negativos, como esas enormes secuencias de acción que no transmiten ningún tipo de pasión por lo que se está contando (como la deslucida persecución, el tiroteo en Chinatown o el obvio combate final). El resultado de esta lucha interna entre sus pros y sus contras, sus ángeles y sus demonios, es una producción no del todo lograda, incapaz de generar algún tipo de emoción, más allá -claro- del calentamiento global que genera Stone. Los problemas del guión arrancan con sus estereotipados personajes, que no están demasiado desarrollados y que siguen motivaciones bastante obvias. Los heroicos policías que conforman el Escuadrón Antigangster son reclutados por el incorruptible O`Mara (Brolin) en una secuencia bastante pobre y sin complicaciones. Casi todos los agentes de la Ley son definidos con burdos trazos y no son más que una cara, un nombre y alguna característica diferenciadora (el “cowboy” pistolero-bigotudo, el negro con navaja, el nerd familiero, el mexicano gracioso y medio inútil, etc.). El film le dedica algo más de tiempo al joven y descreído Jerry (Gosling), pero la composición no está del todo lograda: algo raro pasa con su voz y sus gestos, que lo hacen ver como un lánguido y dulce nabo. Además, el burdo disparador que lo impulsa a sumarse al grupo de policías se ve venir desde varios minutos antes de que suceda. Por otra parte, la interpretación de Sean Penn como el jefe mafioso Mickey Cohen es exagerada y demasiado teatral, lo que no permite que el villano sea la pieza central que todo relato necesita.
De dudoso rigor real y sin demasiado aporte Como lo sugiere el título, se inscribe en lo que se conoce como gangsters films , uno de los dos géneros emblemáticos del cine norteamericano. El otro es el western. El protagonista de esos filmes se mueve en una telaraña paranoide, asciende, llega a la cima y cae estrepitosamente. Fuerza antigangster encuadra en esas características. Su origen fue una serie de artículos de Paul Lieberman, publicados inicialmente en "Los Angeles Times" y luego recopilados en un libro, que se convirtió en un éxito de librería. El gangster convocado en esta ocasión es el judío Meyer Harris "Mickey" Cohen (1913-1976), un ex boxeador de peso pluma que en la ficción es sobreactuado por Sean Penn. Se inició en el delito en Cleveland, luego pasó a Chicago y en 1937 se instaló en Los angeles como segundo del capomafia Buggsy Siegel. Después de la muerte de Siegel en 1947, compitió con Jack Dragma por el control de la droga, la prostitución y las apuestas ilegales y, tras liquidarlo, se erigió en jefe único y supremo. Eso ocurrió en 1949 y la historia de la película arranca en esa fecha y se entiende hasta 1951. Mickey Cohen decía que él era el "progreso" y el "futuro" y estaba dispuesto a refundar la ciudad de Los Angeles a sangre y fuego. Logrado su objetivo, pretendía dominar Chicago y confrontar fuerzas con la mafia italiana. En 1949, el jefe de policía Bill Parker (un Nolte casi irreconocible) decide crear una fuerza parapolicial para detener el avance de Cohen. El comando estuvo integrado por cinco policías, que no actuaban como policías sino como criminales. La misión de esa "fuerza" no era matar a Cohen, sino destruir sus bienes --casinos, prostíbulos, hoteles, etc.--, para que se vaya de Los Angeles. Y de esto trata la película. Esa fuerza parapolicial es conducida por el sargento John O'Mara (el hierático Josh Brolin), recién desmovilizado, mientras los otros miembros fueron elegidos atento a que cada uno de ellos poseía una habilidad especial que los convertía en hombres ideales para integrar el comando. El otro personaje clave es Jerry Wooters, interpretado por el ascendente Ryan Gosling, un arriesgado que logra conquistar los favores de Grace Faraday (Emma Stone), la bella amante de Mickey Cohen. Algo similar ocurrió poco tiempo después, pero en la vida real, con Judith Exner, una de las numerosas amantes de John Kennedy, que a su vez alternaba con Sam Giancana, el jefe de la mafia de Chicago, que luego intervino en la organización del magnicidio presidencial. El filme comienza con una secuencia brutal, difícil de ver, a manera de anticipo de lo que vendrá luego, cuando las calles, casinos y hoteles se pueblan de cadáveres y los disparos no cesan. Pero a pesar del tema, de estar basada en hechos reales y su elenco de figuras de primer nivel del cine norteamericano actual, Fuerza antigangster registra un dudoso rigor histórico y no aporta nada nuevo a lo ya conocido. Salvo confirmar que los hombres repiten la historia. Porque hoy la peste de los capomafiosos persiste y continúan digitando la designación de jueces, corrompiendo policías y manejando desde la oscuridad negocios sucios con protección oficial, de la misma manera que ocurría en otras décadas.
Esta película no aburre, con cien por cien de certeza puedo asegurar que nadie se va a quedar dormido en el cine, a menos que por razones personales le suceda. Dicho esto, el filme abre con la leyenda “basado en hechos reales”, y como si esto fuese un axioma cada vez que aparece hay que saber que no es creíble. En este caso sólo la existencia de Mickey Cohen (Sean Penn) es verdadera, el resto es una construcción literaria sobre un momento de la vida en la ciudad de Los Ángeles. Digamos que tomando en cuenta los personajes se podría decir que estamos ante una remake, con otro nombre, de “Los Intocables” (1987), la genial película de Brian de Palma. Dicho esto, pues tanto las fuerzas antagónicas, conformadas ya sea como grupos o como personajes principales de manera individual, van cumpliendo iguales performances, repiten lo constituido en el filme de De Palma. Alli era Al Capone / Elliot Ness. Acá hay un jefe mafioso que domina la ciudad bajo el terror, Mickey Cohen, al que se le enfrentará el sargento John O´Mara (Josh Brolin) quien por encargo del jefe de policía Parker (Nick Nolte) conforma un grupo que no se regirá por dentro de los cánones de la ley para combatir a la mafia. ¿No le resulta conocido? Pero la producción tiene sus valores propios y sus hallazgos. Es un típico filme “noir”, o de policías, o de gangster, o como más se lo conoce desde la traducción como cine “negro”, ya que tiene todos los elementos pertenecientes al género. Pero incurre en la superposición de géneros, por momentos es muy identificable la iconografía del western, en escenas dentro de un casino clandestino, los caballos para la huida, el típico calabozo, y el uso de los distintos tipos de sombreros de los personajes, lo que no va en detrimento del producto en forma directa. Sólo que el amontonamiento de distintos tipos de representación dan cuenta que lo que más endeble de la producción es el guión. Pues no sólo el western se hace presente, algunos personajes parecen salidos de tiras cómicas, o simplemente desde su presentación e imagen extraídos de realizaciones como la de Warren Beaty “Dick Tracy” (1990), principalmente Mickey Cohen, al que no hay que echarle la culpa al gran Sean Penn, es toda una elección del responsable del filme. Los hallazgos están en el orden del diseño de producción, esencialmente en el diseño de arte, por cuanto la reconstrucción de época es impecable, tanto en el orden de la escenografía como del vestuario. Lo mismo ocurre con la banda de sonido, en donde el montaje tiene una función de verosímil increíble, y la música esta puesta por destino en ser sostenimiento y creación de climas. La fotografía es el punto más alto de rendimiento, el manejo de la luz, la iluminación sobre los rostros y los claroscuros se llevan la mejor parte, no el uso estilizado de algunos recursos técnicos como determinados movimientos de cámara, el empleo del raleti de algunas acciones puestas en función simple de transitar sobre la violencia excitante y glamorosa. En cuanto el rubro actuaciones a los ya nombrados, destacándose Josh Brolin, hay que agregarles toda una selección de actores que realizan una muy buena performance, comenzando por Ryan Gosling, Robert Patrick, Giovanni Ribissi y culminando por agradecer la inclusión de Emma Stone como Grace Faraday, la mujer de Cohen y amante del sargento Jerry Wooters, interpretado por Gosling. Resumiendo: mucha acción, violencia casi legitimada, montaje por momentos vertiginoso, ritmo acelerado que no decae, lo va a entretener, no se va a dormir, de ahí a que sea una gran película hay un trecho.
Una historia bien de gánsters que cuenta la vida de un importante jefe de la mafia que tuvo en vilo a la Ciudad de Los ángeles durante los años 40. Basada en hechos reales. Ambientada en Los Ángeles, 1949, allí se encuentra el cruel, atroz y despiadado Mickey Cohen (Sean Penn), y un equipo de agentes de la policía secreta dirigidos por dos sargentos. Estos trabajan juntos en una tarea muy difícil que consiste en destruir este gran imperio de la mafia que maneja la ciudad con una total impunidad. El corrupto Mickey vive del negocio de la droga, la prostitución, el juego, compra el silencio de jueces, policías y todo lo que se ilegal, podríamos encontrar algún punto de comparación con los grandes personajes: Tommy DeVito por Joe Pesci en "Buenos muchachos 1990"; Al Capone de Robert De Niro en “Los Intocables 1987”; el Tony Montana por Al Pacino en "Scarface, 1983"; entre otras. En medio de tantos crímenes, libertinaje y en una ciudad que se va tornando cada día más difícil de controlar El jefe de policía Parker (Nick Nolte), le pide al Sargento John O´Mara (Josh Brolin) la misión de terminar con todo esto y obligar a Mickey Cohen que desaparezca del lugar. Para que esto sea posible el Sargento O´Mara reúne a varios profesionales que serán parte de una fuerza especial de policías; Oficial Conway Keeler (Giovanni Ribisi) experto en todo lo relacionado con las telecomunicaciones, Oficial Max Kennard (Robert Patrick); Oficial Ramírez (Michael Peña); Oficial Coleman Harris (Anthony Mackie); el Sgto. Jerry Wooters (Ryan Gosling) es un apasionado por el sexo opuesto; entre otros. Quien tiene una gran responsabilidad es el Sargento John O’ Mara que se encuentra presionado por darle la liberar a la ciudad de este mafioso y por su esposa Connie O'Mara (Mireille Enos) quien se encuentra embarazada a punto de ser madre y quiere que vivan tranquilos sin tantas presiones, algo complicado por la personalidad de su marido. No falta el amigo un tanto tiro al aire Jerry Wooters alcohólico, seductor y un romántico que pronto se encuentra seducido Grace Faraday (Emma Stone) no es cualquier mujer es la amante de Cohen; esta subtrama romántica no está del todo aprovechada, se ve una linda mujer que luce muy bien en cámara, no llega a la altura de la femme fatale de otras protagonistas que jugaron este papel. Como suele suceder en este tipo de historias hay una buena investigación antes de realizarla para lograr una buena reconstrucción de época. Los actores protagonistas se lucen a su medida: Sean Penn, Ryan Gosling y Josh Brolin, el resto acompaña bien y la música se encuentra en el momento apropiado dándole mayor dramatismo, tensión o suspenso. En ningún momento falta sangre, violencia, acción, un toque de humor negro, una lucha de box con la suficiente adrenalina, y recordemos que se eliminó una escena similar que tenía lugar en un cine y después de la masacre en la proyección de la última “Batman...” de Christopher Nolan en Colorado, pero tiene otras, secuencias bien de los gánsteres, no faltan los buenos efectos visuales y es un entretenimiento garantizado. Recordemos que el gánster Meyer Harris "Mickey" Cohen (4 septiembre 1913 hasta 29 julio 1976) existió, y era un mafioso judío estadounidense quien en la década de 1930 se destaco además en el boxeo. Vestía muy bien, se movilizaba en un Cadillac a prueba de balas, salía con Frank Sinatra y Lana Turner. Cohen fue interpretado por Harvey Keitel en “Bugsy 1991” cuyo protagonista era Warren Beatty como Bugsy Siegel dirigidos por Barry Levinson.
Algo malo pasó antes de llegar a la pantalla entre el film que podría haber sido (y que aparece en ciernes, agazapado, durante todo el metraje) y el que finalmente vemos. Hay estrellas y hay una historia basada lejanamente en algo real (el ascenso del gángster Mickey Cohen, la aparición de un grupo parapolicial que caza a los malos uno por uno), hay producción generosa y motivos para que el espectador espere acción y suspenso. Hay, además, un juego con el aspecto “retro”, y el término “juego” no es accidental: tan saturado es todo que da la impresión de que se quiso acercar lo retro a la sátira, a una lectura más irónica que realista. Pero el resultado es mortalmente serio y aparatoso, donde el elemento de época funciona como un puro decorado (es decir “está ahí porque queda lindo”) y no porque sea consustancial con la trama. El film entero parece funcionar, así, como una especie de ayuda memoria o museo popular: así eran los gángsters, así eran los sombreros, así se vestían las mujeres...así todo. Pero ni la historia ni los actores -que hacen lo que pueden- nos dan algo de humanidad que nos obligue a seguir mirando. Las escenas violentas son rutinarias y la cámara tomando a los (anti) héroes desde abajo, demasiado cómica para que la tomemos en serio, aunque el montaje final del film haya ametrallado cualquier posibilidad de humor, salvo involuntario.
Fuerza Antigangster es entretenimiento garantizado al 100%. Está muy bien realizada y ambientada además de contar con todos los clichés del cine de género. Con todo el despliegue que tiene no aburre para nada y no defrauda, pero un guión un poco más rico hubiera dado como resultado una gran película. Las actuaciones son impecables y el trabajo de maquillaje de Sean Penn...
Inicialmente admito que esta película no le tenía para nada fé. Era una más del grupo de películas conocidas como Noir o Policial Negro al estilo L.A. Confidential. Pero nuevamente el cine me sorprendió. La película nos cuenta la historia del Sargento John O’Mara (Josh Brolin) un duro e idealista policía de Los Angeles al cual le ofrecen una misión secreta: Destruir Mickey Cohen (Sean Penn) y su Imperio Mafioso. Sin insignias, sin reconocimientos O’Mara aceptará la misión y se organizará junto a un grupo de policías con determinadas habilidades para cumplir su objetivo. Admito que siempre me gustaron como laburan Josh Brolin y Ryan Gosling, pero en esta película laburan muy bien. Mucho dirán que Gosling hace el papel que mejor le sienta (el de canchero y seductor) pero realmente encaja muy bien en la película. Josh haciendo de O’Mara logra convencerme de que es ese policía que quiere hacer bien las cosas para que su mujer y su hijo puedan vivir felices en L.A.. Y bueno Sean Penn, labura de la gran flauta,. con maquillaje que emula un pasado pugilistico en la piel de Mickey cohen logra transmitir esa personalidad petulante y despreciada de los mafiosos de esa epoca. Emma Stone cumple su trabajo, nada más. El gran acierto de la película en mi opinión es la excelente ambientación. La fotografía de la película es impecable y nos lleva por todas las escenas a lugares “conocidos” o del tipo “clichés” del cine de Gangsters (el club con la cantante seductora, el puerto, hasta hay una especie de escena de un tiroteo en un hotel que recuerda a la escena de la estación de trenes en Los Intocables). La acción es la justa y acompaña a la perfección la historia. Es una buena peli, a mi me encanto, de hecho la considero un peliculón! Tengan en cuenta que venía cebado de jugar LA Noire en PS3 (emula esa epoca) pero tienen entrenimiento asegurado.
Opulencia vacía "Fuerza antigangster" es una película llena de todo tipo de recursos narrativos donde ninguno esta usado de buena manera. La gran cantidad de explosiones, tiroteos y peleas de puño garantizan el entretenimiento, pero ni siquiera estas escenas se construyen con calidad. La trama está tan sobrecargado de incongruencias como errores. Si bien la historia es bastante atrapante, el disfrute del espectador solo será extremadamente fugaz. Nada, pero nada, en está película funciona. Los personajes, con Sean Penn a la cabeza, están horriblemente construidos, las escenas carecen tanto de gracia como lógica, los giros argumentales fallan en sorpresa y efectividad, las relaciones entre los personajes están terriblemente forzadas, los diálogos son demasiados pretenciosos para su nivel intelectual, la trama no es ni consistente emocionalmente ni racionalmente edificada y, por último, hay demasiados elementos que son a priori incompatibles y no logran el desafío de unirse de manera apropiada, como por ejemplo principal la trama tiene un desarrollo y estética demasiado clásica para sus secuencias de acción excesivamente modernas. Lo sorprendente de "Fuerza Antigangster" es que todo su personal está lleno de gente muy talentosa y experimentada. Desde el director y sus técnicos, hasta los actores. El único principiante es el guionista con su primera película después de trabajar en los guiones de la serie televisiva Castle, pero es obvio que no es único responsable. Son esas raras excepciones donde Hollywood mete la pata y en grande. A pesar de hacerse con una calidad de primer nivel, la película fracasa casi de minuto cero. ¿Realmente a alguien le puede parecer verosímil que un judío ex-campeón de boxeo pueda ser la cabeza de semejante organización criminal cuando es de público conocimiento que las mafias de aquella época fueron mayoritariamente católicas y encima los boxeadores, especialmente los campeones, nunca sobresalieron por su inteligencia?
Un pastiche que es un crimen "Fuerza Antigangster" es una de las grandes decepciones de la temporada. Realmente había pensado que con semejante cast y con el director de "Zombieland" a la cabeza, este film de género podía resultar algo bien interesante, pero en vez de eso me encontré con un producto muy irregular que no supo encontrar el camino adecuado. Para comenzar debo decir que el mix de situaciones dramáticas y humorísticas fue bastante convulsionado, artificial, poco coherente. En la secuencia en la que se debía demostrar la pericia y la potencia del escuadrón antigangster para ir anticipando al espectador lo que se viene, se optó por hacer que todo saliera pésimo y darle un toque de humor con frases prácticamente caricaturescas que no hicieron más que mal predisponer. Hay un uso de drama combinado con comedia que suele dar muy buenos resultados si es tratado con cuidado y se elaboran transiciones que den naturalidad al film, cosa que aquí no sucededió. La mezcla resultó forzada y le bajó algunos puntos a la propuesta. Se notó una gran indecisión acerca de la personalidad que se le quería imprimir a la historia, con algunos toques al estilo Gatsby, otros de "Sin City" y algunos de "Los Intocables", pero nunca logrando una fórmula que involucre al público con lo que está sucediendo en pantalla. Es una lástima que se haya desaprovechado un cast tan talentoso. Sean Penn compone un mafioso de manual para tontos, exagerado y poco interesante. Todos sabemos de las dotes interpretativas de Penn, por lo que gran parte de la responsabilidad recae sobre el director Ruben Fleischer que no supo sacarle lo mejor. Emma Stone aparece un par de veces, componiendo a un personaje sin mucha importancia para la trama, al igual que Nick Nolte. A Ryan Gosling, actor al que super banco, le dieron un rol acartonado, mediocre, al igual que a Giovanni Ribisi. Se podría decir que los mejorcitos son Josh Brolin y Robert Patrick, haciendo de sargento duro y pistolero rebelde respectivamente, pero en general los personajes eran bastante pobres. Hay algunas escenas dramáticas y de acción que logran despertar un poco durante el metraje, pero no alcanzan para lograr que la propuesta sea de calidad. La estética es atractiva, pero estamos hablando de un aspecto técnico menor que no forma parte del paquete principal. Quizás los fanáticos de los actores en su individualidad puedan disfrutar un poco más esta película. A mí me pareció que se quedó bastante en el camino de lo que podía haber sido un policial interesante.
Balas de fogueo Un comando antimafia buscará romper con el dominio de Mickey Cohen, un sangriento hampón que quiere adueñarse de Los Angeles. Basado en una historia real, Fuerza antigángster tiene varios condimentos que pueden llevarla a ser una película atractiva: un grupo de choque anónimo –vinculado sólo a un jefe policial- que buscará desarticular a la mafia que busca apoderarse de la costa oeste de los Estados Unidos, un villano ejemplar (Mickey Cohen), la ninfa pelirroja de la traición (a cargo de la seductora Emma Stone) y una sucesión de balas y ajustes de cuenta dignos de un argumento de cómic. Esta película tenía previsto su estreno para septiembre pasado, pero con la matanza ocurrida en Aurora (durante una de las avant premiere de Batman: el caballero de la noche asciende) se decidió la postergación del estreno de la película y, además, quitar una escena del filme donde hay una masacre…. en un cine. Los mensajes violentos desde el séptimo arte hollywoodense hace rato son motivo de discusión, la pregunta es si es necesario recurrir a ejemplos que peligrosamente se tocan con la realidad. Basta con ver la flamante Jack Reacher donde el eje gira en torno a un francotirador que practica en campos de tiro en las afueras de la ciudad. Pero volviendo al Los Ángeles de 1949, el actor Sean Penn le pone la piel a un capo mafia con pocas pulgas quien con desmembramientos (¡muy real!), incineraciones y muchos golpes pondrá en caja a cada “colega” que dude de su autoridad en el oscuro mundo del hampa. Los Angeles es suyo y sólo suyo. Con una exagerada encarnación en el malo de la película (tics por doquier), Cohen domina y digita las ganancias ilegales de las drogas, armas, prostitutas, etc. Y creará un centro clandestino de apuestas por donde pasarán millones de dólares. El dolor de cabeza ante este plan maquiavélico es el sargento John O´Mara, a cargo del imperturbable Josh Brolin, quien reclutará al policía Jerry Wooters, encarnado por Ryan Gosling, uno de los actores mimados de Hollywood. El resto del team del bien lo conforma un moreno justiciero (Anthony Mackie), el latino (Michael Peña), el capo en escuchas y comunicaciones (Giovanni Ribisi) y hasta un cowbow quien con su revólver demuestra una puntería única, caracterizado por Robert Patrick, sí, el avejentadísimo actor que fue el T-1000 de Terminator 2. La película de Ruben Fleischer (Tierra de zombies) tiene balaceras exageradas, artesanales persecuciones en esos viejos bólidos -se extrañaban en esta clase de filmes- y una oscuridad que siempre va tiñendo a una película de por sí bastante negra, con un malhechor que recuerda al Capone de De Niro pero con mayor brutalidad. La película, aunque no abunda en recursos y un guión original, te mete de lleno en el submundo del hampa donde se buscará escapar a cualquier precio, donde siempre habrá un mártir y ajusticiamientos públicos. Porque las viejas fórmulas de estas películas, son a las que siempre se recurre. Y funcionan.
Antiespectáculo Lo que engaña y vende de esta película es el elenco: Sean Penn como jefe mafioso, Josh Brolin y Ryan Gosling como los duros protagonistas, Emma Stone como la femme fatale (esas eran las de antes) y Nick Nolte como jefe de operaciones especiales. Todos intérpretes de buena presencia y carisma, y gran desenvoltura frente a cámaras. Pero es lo único que hay aquí, y ni ellos ni el mejor elenco de actores del mundo podría haber salvado un guión tan lamentable ni una película así de intrascendente. Supuestamente la historia está basada en hechos reales: la avanzada del criminal exboxeador Mickey Cohen y sus intenciones de hacerse del control de la ciudad. Cohen echó a la mismísima maffia de Los Ángeles, pero fue detenido a tiempo ya que la policía se puso las pilas y armó un pequeño equipo parapolicial con el objeto de frenarlo a él y sus actividades ilícitas. Pero esta anécdota es usada para hacer una rutinaria película de género, con héroes muy machos, diálogos de escolar y muchísima violencia gratuita. La película sufrió un retraso en su lanzamiento y un cambio en el guión a último momento: una escena entera tuvo que ser desechada y debió filmarse otra en su lugar. Una secuencia en plena función adentro de un cine, con los mafiosos abriendo fuego sobre los espectadores debió ser omitida como una decisión de la Warner Bros tras la masacre real ocurrida en Denver. Si en El padrino –por nombrar una película de gángsters en la que existe sutileza para demostrar ciertas cosas- una cabeza de caballo dentro de la cama era información suficiente como para saber que la mafia no se andaba con chiquitas y era gente de temer realmente, aquí lo tenemos a Cohen vociferando todo el tiempo, y ejerciendo la violencia directamente, en una misma escena repetida tres veces: alguien cercano a él le habla mal, o no hace su trabajo como quiere, y él se las cobra matándolo de formas horribles -taladrándole la cabeza, prendiéndole fuego adentro de un ascensor, etc- como para demostrar que es malísimo. A esto hay que agregarle personajes de historieta; el guionista Will Beal libretó la película por venir La liga de la justicia, (con Batman, Superman y tutti quanti) y seguro se le pegó algo. Los miembros del escuadrón parapolicial son diferenciados por sus habilidades especiales: el as de la pistola, el que lanza cuchillos, el experto estratega. Cuesta creer que Ruben Fleischer sea el mismo director de la divertidísima Tierra de zombis, una película que cumplía con todas los requerimientos para un buen espectáculo. Lo predecible de la trama, las escenas de acción rutinarias, la ausencia de psicología o interacción humana lógica, lo ridículo de algunos momentos –mención aparte la contienda entre el bueno y el malo, en el que el protagonista decide tirar la pistola y luchar a golpes con su adversario, sabiendo que es un exboxeador- convierten a esto en la peor de las opciones de la cartelera actual. Publicado en Brecha el 1/3/2013
Publicada en la edición digital #247 de la revista.
Un agradable film policíaco con un reparto envidiable Ambientado entre la década del ´40 y ´50, Gangster Squad posee ya de movida un póster de promoción interesante, teniendo en cuenta las figuras que aparecen en él, siendo dicho recurso el atractivo principal como para inclinarse a verlo. Sean Penn es el “capomafia” de pocas pulgas que intenta apoderarse del negocio ilegal de drogas, apuestas y prostitución en Los Ángeles. Su personaje es el de un judío rabioso que no se anda con chiquitas (en la escena inicial ya presenciamos un pase de factura que deriva en un asesinato brutal). Para frenarlo, Nick Nolte le encomienda a Josh Brolin que reúna y equipe un escuadrón dispuesto a desbancar y capturar al jefe mafioso. Y en ese rejunte, resulta divertido ver las características de cada uno de los participantes de este grupo, en donde siempre hay un líder (Brolin), un “cerebrito” desde lo técnico-electrónico (Giovanni Ribisi), un loco comprometido a la causa (Robert Patrick) y uno que se involucra sentimentalmente con la mujer del villano (Ryan Gosling con Emma Stone). Y en estas encarnaciones, el director le encuentra el lado dinámico a la narración con una buena dosis de humor y carisma cada vez que participa quien supo ser el malo de turno de Terminator 2. El guión y alguna cierta previsibilidad quizás sean los factores más débiles de esta historia de gángsters, pero la acción y el ritmo que se le imprime a la cinta contrarresta estos contrapuntos. A los mencionados aspectos positivos, debemos sumarle la factura técnica: los planos y movimientos de cámara por momentos resultan exquisitos, lo que enaltece el nivel de la película. Disparos, violencia, un reparto admirable y algo de comedia son los motivos fundamentales por los cuales Fuerza Antigángster termina convirtiéndose en un más que ameno entretenimiento neo-noir. LO MEJOR: la dinámica, las escenas de “power”, recursos del director e interpretaciones. LO PEOR: ausencia de giros inesperados. Quizás incluso podría resumirse en algunos minutos menos. PUNTAJE: 7,1
En Fuerza Antigangster, Ruben Fleisher (Zombieland, 2009) dirige a un gran elenco y apuesta por la violencia sobre un guión sólido. El resultado es una película de acción carente de drama y con grandes actores desaprovechados. Los Ángeles, 1949. Mickey Cohen (Sean Penn) es el capo de la mafia y llena sus arcas con dinero proveniente de cualquier negocio ilegal: el tráfico de drogas, la prostitución y el juego tienen su lugar en Hollywood. Para lograr esto cuenta con toda la protección que un hombre de su posición requiere. Con los policías y jueces en su bolsillo, nada parece cruzarse en su camino para tomar el control de la ciudad hasta que un grupo parapolicial liderado por los sargentos O´Mara (Josh Brolin) y Jerry Wooters (Ryan Gosling) le declara la guerra. El origen del film puede encontrarse en la serie de artículos basados en la historia real del Gangster Squad que Paul Lieberman publicó en Los Angeles Time. El guión quedó en manos de Will Bean. Es allí donde comienzan los problemas para una película que contó con un enorme presupuesto y con los actores más populares del momento. Los diálogos son irreales y parece que todo el tiempo se buscaran frases pomposas que queden en la mente del espectador luego de verla. Se alternan secuencias de acción donde la cámara en mano cobra gran importancia con largas escenas en cámara lenta que no logran aportar nada a una historia que ya fue mejor contada. Los Intocables (The Untouchables, 1987) salta a la mente como primera gran referencia. Un grupo de policías que luchará contra un mafioso con métodos poco ortodoxos. Y la diferencia sustancial no debe buscarse en la dirección de ambas películas o en el elenco sino en el guión. Aquel de la película de Brian De Palma protagonizada por Kevin Costner, Sean Connery y Robert De Niro fue escrito por David Mamet, reconocido autor teatral que cuenta entre sus trabajos a Glen Garry Glenross (1992), Ronin (1998) y Hannibal (2001). Muy lejos queda Fuerza Antigangster de aquella película que le valió un Oscar a Sean Connery como mejor actor de reparto. Asimismo, otras grandes películas como Chinatown (1974) o Los Ángeles al Desnudo (L.A. Confidential, 1997) son un claro ejemplo sobre historias de mafia con buenas dosis de acción pero también con una cuota de drama, aportadas por consistentes guiones, que supieron convertirse en grandes hitos de la cinematografía. Además, los personajes son puros clichés. Brolin encarna al héroe de guerra, un policía honesto que no parará hasta ver a Cohen tras las rejas. Sean Penn ha demostrado a lo largo de los años que es un gran intérprete y que el papel de villano le cae como anillo al dedo, pero en Fuerza Antigangster es una caricatura. Con prótesis en su nariz y en sus cejas, es un personaje que se asemeja al Big Boy Caprice de Al Pacino en Dick Tracy. El problema es que este film apunta hacia un lado distinto de aquel dirigido por Warren Beaty basado en el detective protagonista de la tira creada por Chester Gould en 1931. Ryan Gosling es el lindo del grupo que conquista a la chica de Cohen interpretada por Emma Stone, personaje totalmente injustificado en la trama. Por otra parte, Robert Patrick es el experimentado tirador que habla poco pero dispara mucho; Michael Peña es el latino que busca su lugar en una sociedad que no mira con buenos ojos a los hispanos y tampoco faltan el policía de color (Anthony Mackie) y el tipo de familia (Giovanni Ribisi) que siempre se está cuestionando los métodos del escuadrón. Con pretensiones de cine negro, Fuerza Antigangster es un film que dispone de todos los ingredientes para lograr una gran obra y coquetea con un género que tantas satisfacciones dio a cinéfilos de todo el mundo pero, debido a un guión flojo y una dirección confusa, resulta ser sólo otra película de acción. 2/5 NE Ficha técnica: Dirección: Ruben Fleisher Guión: Will Beal Estreno (Argentina): 17 de Enero 2013 Género: Policial, Acción Origen: Estados Unidos Duración: 112 minutos Clasificación: AM 13 Distribuidora: Warner Bros. Reparto: Josh Brolin, Sean Penn, Ryan Gosling, Emma Stone, Giovanni Ribisi, Robert Patrick, Anthony Mackie y Nick Nolte.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
El estereotipo en la frente Ruben Fleischer (Zombieland) tuvo todo servido en bandeja: los mejores sets de filmación, buenos diálogos, las estrellas mejores pagas y Robert Patrick, el actor más desperdiciado de la historia. Así y todo, él mismo sabe que no van a nominarlo en festival alguno. La acción de Fuerza antigangster se sitúa en Los Angeles durante 1949, cuando el boxeador retirado Mickey Cohen (Penn) se convierte en rey de la mafia local, un intocable que soborna jueces y hace temblar a la policía. El escenario es similar al de Miller’s Crossing (incluso Jon Polito, villano de aquel filme, tiene aquí un pequeño rol como rival italiano de Cohen). Pero mientras en el magno opus de los Coen las lealtades se desdibujan a cada rato, en Fuerza antigangster los personajes llevan el estereotipo en la frente. Para destronar a Cohen, el oficial John O’Mara (gran creación de Brolin) arma un escuadrón ilegal al que no le temblará el pulso. Y más allá de consideraciones éticas sobre el ajusticiamiento a la americana, el mayor problema del film es su torpeza. Comparado a estos enfrentamientos, el baño de sangre final en Scarface parece una maravilla de Kurosawa.
Si Los Intocables fuera mala… Es una lástima que una película que lo tiene todo para ser buena, termine resultando un fiasco. Gangster Squad es un intento vergonzoso dentro de su género, porque confunde y tergiversa las verdaderas variables que han hecho célebres a películas como Los Intocables o L.A. Confidential. No se trata sólo de piñas, tiros y mucha cara de malo dentro del mundo del hampa; se trata de contar una historia… Una muy buena fotografía, un gran reparto y el excelente trabajo realizado en las escenas de acción esta vez no alcanzan; ni siquiera la soberbia interpretación de un transformado Sean Penn logran salvar del fracaso absoluto a una película que no presenta sus personajes, simplemente se tropieza con ellos. La narración de Gangster Squad es caótica, inconexa y por momentos inverosímil, al extremo de parecer haber sido guionada por adolescentes. Ganster Squad es un claro ejemplo de cómo a veces los productores hollywoodenses subestiman la inteligencia de la audiencia. La receta esta vez quedó incompleta: un reparto cautivador y un director que sabe mucho de cámaras y edición no pueden despuntar el milagro sin buenos escritores. El resultado está a la vista: una de acción descerebrada y rápidamente olvidable.