Un ex-mercenario deberá evitar ser asesinado mientras descubre quién está cazando a sus compañeros para no dejar cabos sueltos. África mía Jim pertenece a un grupo de mercenarios comandados por Félix, quien hace de contacto eThe-Gunman-Final-Int-1-sheet-High-Resntre ellos y sus clientes anónimos. En pleno 2006, Jim se encuentra en Congo trabajando mientras comparte visitas con su novia Annie, quien es enfermera de una ONG. Tras asesinar al Ministro de Minería, Jim deberá exiliarse; pero tras ocho años e intentos de redención, tendrá que volver a las armas cuando alguien empieza a cazar a todos los miembros de aquella vieja misión. Conciencia social a los tiros Esta película mezcla varios géneros en una misma historia. Pónganle una trama humanitaria anti-corporaciones, agréguele un poco de romance, unas cuantas balas de alto poder, y tendrán como resultado The Gunman. El nuevo film del director de la sorpresiva, y a esta altura casi de culto, Búsqueda Implacable vuelve a repetir casi al pie, la formula de aquella película que tanto éxito le dio a todos los involucrados. Esta vez no hay trata de mujeres, sino ONGs involucrados en África intentando ayudar a la gente en países dictatoriales, y mercenarios ofreciendo sus servicios al mejor postor. Eso sí, la trama se encarga claramente en juzgar y castigar a todos los que sacaron provecho de la situación en dichos países, dejando como impolutos inmaculados únicamente a los que solo estaban ahí para intentar aportar su granito de arena. De nuevo, Pierre Morel vuelve a mostrar su buen pulso a la hora de filmar las escenas de acción, sin recurrir al (por suerte en vías de extinción) molesto recurso de la cámara tembleque donde el espectador tiene que adivinar que pasa. Siempre sabemos quién le está disparando a quien, y que personaje le está dando una paliza al otro. Acá es cuando se hace presente ese estilo de acción a la vieja escuela que tanto le gusta a la mayoría. Y es el momento donde sorprende ver a Sean Penn a los tiros y apuñalando gente, cosa rara en su filmografía pero que no le queda nada mal si algún día quiere volver a repetirlo. Es una pena que el resto del elenco esté tan poco aprovechado y gente como Javier Bardem o Idris Elba apenas tenga un máximo de cinco minutos en pantalla. Conclusión The Gunman: El Objetivo es una entretenida película de acción, que se toma la molestia de introducir elementos de thriller a la historia, para que no quede en la planicie de uno contra muchos. Pese a que no está bien desarrollada está sub-trama, al menos le da una variante más para despegarla de la media de este género. Pero también sorprende ver a Penn involucrado en estos films (aunque si uno conoce sus ideologías, seguramente lo convencieron por ese lado para que acepte). No digo que siga los pasos de Liam Neeson de encasillarse en esta clase de proyectos; pero es una opción más tanto para el actor como para el espectador. Si incluimos The Gunman al grupo de las John Wick y Kingsman, sorprende que en el primer trimestre del año tengamos ya tres films de acción con un piso de entretenidos para arriba. Todo un logro en un género que no suele ser tomado en serio muchas veces.
Recursos escasos. Las denuncias de Eduardo Galeano en Las Venas Abiertas de América Latina pueden ser leídas como un apéndice de la expropiación de los recursos que los países imperialistas vienen realizando desde hace cientos de años en sus colonias, ahora a través de sus corporaciones multinacionales. Mientras el primer mundo se dedica a despilfarrar recursos y a vivir bajo los cráneos aplastados en sus patios traseros, la ideología de los recursos naturales menguantes va cobrando fuerza entre los inescrupulosos empresarios que buscan grandes negocios a costa de grandes sufrimientos mediante crímenes. Jim Terrier (Sean Penn), un francotirador mercenario contratado por una corporación minera multinacional, asesina al Ministro de Minería de la República Democrática del Congo, desatando una cruenta guerra civil en el país. Así comienza Gunman: El Objetivo, la última película del director francés Pierre Morel (Taken, 2008), una obra cargada de conciencia política respecto de la soberanía de los recursos naturales, la explotación y la desestabilización a cualquier precio a manos de las salvajes corporaciones multinacionales que saquearon y siguen pillando desvergonzadamente en los países del Tercer Mundo. Ocho años después de estos acontecimientos, un grupo de mercenarios intenta matar a Terrier mientras trabaja en la construcción de un pozo de agua para un pueblo en el Congo con la ayuda de una ONG, para limpiar su conciencia por su crimen. Tras el ataque, el ex francotirador deberá indagar en su pasado para salvar su vida de los asesinos que lo persiguen a través de Europa. La adaptación de la novela del escritor francés comprometido socialmente -ya fallecido- de historias criminales, Jean-Patrick Manchette, The Prone Gunman (1981), a cargo del mediocre guionista Don MacPherson (The Avengers, 1998) y el destacado director Pete Travis (Dredd, 2012), es previsible pero eficaz en su mensaje. Sostenida por las buenas actuaciones de Sean Penn y Javier Bardem, la agilidad de la cámara de Morel -que condensa la acción en logradas tomas extremadamente cortas- y una gran fotografía que pone foco en panorámicas y pequeños callejones de Gibraltar, Londres y Barcelona, Gunman: El Objetivo logra generar la tensión necesaria para crear una amalgama entre la denuncia social y la acción. Gunman: El Objetivo sale adelante de esta manera desde esta lógica con vistas a desafiar a las corporaciones a través de una adaptación correcta del espíritu de The Prone Gunman para proponer entretenimiento, adrenalina y bastante histrionismo de la mano de Bardem. Estamos ante una historia sobre mercenarios arrepentidos y asesinos devenidos empresarios en trajes de seda que dan el tono de los tiempos actuales, donde la acumulación del capital es la piedra de toque de una sociedad cada vez más desinformada en vías aceleradas de embrutecimiento.
Limpiar el equipo Sean Penn vuelve a las andanzas para explorar algo que no es muy común para él: convertirse en un héroe de acción. Y es que cuando el director Pierre Morel, responsable de “Búsqueda Implacable”, nos da algo nuevo dentro del género en el que se siente cómodo no podemos evitar las comparaciones. Sin embargo, este film basado en la novela de Jean-Patrick Manchette tiene un trasfondo pro humanitario que la despega de otros exponentes de la acción. Penn interpreta a Jim Terrier, un mercenario asesino a sueldo que es contratado para asesinar al Ministro de Minería del Congo. Está enamorado y en pareja con una enfermera que trabaja para una ONG (la italiana Jasmine Trinca) que se ve obligado a dejar tras una misión. Gracias a eso, y a sus ganas de expiar culpas, ocho años después encontramos a Jim del lado de los buenos haciendo obras hídricas para un pueblo en el Congo, pero la misión de Jim y su equipo ha desencadenado una guerra civil, y aunque se esboza un ideología en contra de las corporaciones súper ambiciosas que lucran con los que menos tienen, realmente no es el tema central de la película. Cuando el flamante activista sufre un intento de asesinato enseguida sospecha de Félix (Javier Bardem) quien ha sido el nexo entre el equipo y los clientes en la misión del pasado que lo avergüenza. Siguiendo el estilo del director de “uno contra todos”, donde ese uno parece superpoderoso, el director no se aleja demasiado de la primera entrega de “Búsqueda Implacable”. Además, Morel fue el responsable de la puesta en escena de “El Transportador” y encontramos aquí las mismas pintorescas tomas en ciudades europeas como Gibraltar, Londres y Barcelona. La buena la decisión de que las tomas de lucha y disparos sean tan limpias se agradece, ya que no tenemos que seguir una cámara confusa y temblorosa en las escenas de acción, un recurso al que se recurre cada vez menos (siempre y cuando hablemos de buenos directores). Respecto a las interpretaciones, Sean Penn se lleva todas las miradas. Fuera de su zona de confort, luego de internase incontables horas en el gimnasio para terminar marcado como cualquier modelo, el ganador del Oscar está a la altura del desafío. Es una lástima que el resto de los actores como Javier Bardem o Idris Elba cuenten con poquísimos minutos en pantalla y no se aproveche su gran potencial. El guión, por otro lado, es una típica historia de persecusión que no representa demasiada novedad y deja varios cabos sueltos. Tampoco se hace demasiado acento en el tema político, y aunque se menciona un mensaje anti corrupción, no se desarrolla del todo como para lograr un impacto en la conciencia. Lo más destacable de esta película es observar a Sean Penn explorando nuevos horizontes actorales, tanto en lo físico como en lo interpretativo. De todos modos no deja de incomodar el hecho de que este y otros directores del mismo estilo acaban copiándose a sí mismos. Pero si no nos ponemos quisquillosos con ese detalle, es un buen exponente que seguro disfrutarán los más exigentes fanáticos del género de acción. Agustina Tajtelbaum
El truco de la estrella metida al cine de acción Típico exponente de thriller post 11-S –lo que equivale a decir post Jason Bourne, en referencia a la saga protagonizada por Matt Damon que marcó definitivamente la forma en que el cine concibe el complejo panorama de la geopolítica actual–, The Gunman es además un producto hecho a imagen y semejanza de las películas de acción producidas por Luc Besson, pero sin contar con el francés entre sus mecenas. Y su ausencia es notoria, no precisamente para bien. Como pasa con esas películas, The Gunman no toma como escenario central los Estados Unidos, sino que traslada la acción sobre todo a Europa, aunque la trama no se priva de echar raíces en el Tercer Mundo, en este caso en Africa. Y también elige como protagonista a una estrella del mercado internacional no necesariamente vinculada con este tipo de cine, para intentar el experimento de hacerla reencarnar en la piel del héroe de acción.Puede decirse que Besson es el responsable de haber transformado a Liam Neeson en la gran figurita nueva del género vía Búsqueda Implacable, como así también de conseguir que la inestable carrera de Kevin Costner volviera a cotizar en Bolsa tras el film 3 días para matar. En este caso el elegido es el devaluado Sean Penn, que viene de dar un muy mal paso como villano de la fallida Escuadrón Antigangster, y el responsable detrás de cámara es Pierre Morel, uno de los alumnos dilectos del cineasta y productor galo, quien nada casualmente debutó como director con dos películas escritas y producidas por éste, incluyendo el episodio original de la mencionada Búsqueda Implacable, el mejor de esa saga.Pero aun con estos elementos necesarios para conjurar la “mística” bessoniana, hay algo que falla en la ecuación final. Por un lado la cruza entre los universos políticos y corporativos fundiéndose en operaciones ilegales en el Congo, que incluyen el asesinato del ministro de Minería de ese país para favorecer a empresas transnacionales, se abre como un inmejorable punto de partida para un film de intriga contemporáneo. Incluso se puede decir que Sean Penn no representa una mala elección para el papel de este francotirador culposo y de buen corazón a quien su pasado se le viene encima para obligarlo a volver a los viejos hábitos. Sin embargo, el argumento acaba pecando de ingenuo y termina amontonando todas sus aceptables intenciones previas en un embudo final, donde algunas cursilerías les sacan varias cabezas a los modestos méritos costosamente acumulados. La burda utilización de un montaje paralelo para asimilar una corrida de toros con la persecución final y el sacrificio del héroe, es tal vez la más notoria de esas torpezas. Tanto que se termina extrañando la mano de Besson que, aunque no sea justamente la personificación de la sutileza, como productor y guionista no suele perder el tiempo con falsa poesía.
Pierre Morel es uno de los mejores directores que surgieron en el género de acción en la última década. Un artista que empezó a trabajar en el cine como colaborador de Luc Besson y luego pasó a dirigir sus propias películas. Distrito 13 (2004), Búsqueda implacable (2009) y Sangre y amor en París (2010) sorprendieron por las elaboradas y emocionantes secuencias de acción, donde el cineasta abordó el género con enfoques diferentes. La ópera prima se centraba en las artes marciales, el thriller con Liam Neeson evocaba el cine de acción de los años ´70 y su último trabajo, protagonizado por John Travolta, estaba más en sintonía con las buddy movies de los años ´90. Si a esto le sumamos el hecho que el realizador se niega a filmar continuaciones de sus películas, ya que prefiere hacer cosas diferentes, Morel se convirtió en un artista muy interesante para seguir. The Gunman lamentablemente resultó la película más floja de su filmografía, a tal punto que no parece dirigida por él. La idea de ver una producción realizada por Morel, que además reunía en su elenco a Sean Penn, Javier Bardem, Idris Elba (Luther) y Ray Winstone, era una propuesta muy atractiva. Sin embargo, la cosas se dieron de otro modo y al terminar de ver el film queda cierta sensación de decepción, pese a que no es una mala película. El gran problema que tiene este proyecto personal de Penn es que desaprovechó por completo un equipo de artistas que estaba para más. Barden y Winstone tuvieron roles muy secundarios y el trabajo de Elba quedó limitado a una breve participación especial en la última parte de la trama. La historia que concibió Penn es una típica propuesta de Jean Claude Vann Damme de esas que el actor belga suele hacer para el dvd y ya se filmaron centenares de veces. Sin embargo, con un director como Morel y el reparto reunido se podía haber brindado un film más atractivo. Esas secuencias de acción soberbias, cargadas de tensión y adrenalina, que vimos en Búsqueda implacable o en Sangre y amor en París, acá brillaron por su ausencia y Morel presenta una película de acción bastante genérica que no está al nivel de sus labores anteriores. Las escenas de tiroteos y persecuciones fueron filmadas con mucha corrección pero no hay ningún momento que quede en el recuerdo luego de ver este film. The Gunman es una propuesta que parece concebida para el lucimiento exclusivo de Sean Penn, quien a los 54 años sorprendió con una notable transformación física que trae al recuerdo al Sylvester Stallone de mediados de los años ´80. Nadie hubiera imaginado que el protagonista de Río mistico un día se iba a convertir en el heredero de Cobra. Esta película representa su debut en el género de acción y Penn se desenvuelve en la historia como si fuera Dolph Lundgren y no hubiera hecho otro tipo de cosas en su vida. Obviamente la cámara se encarga de hacer lucir sus bíceps cada cinco minutos, algo que es comprensible después de semejante trabajo en el gimnasio. Si a los 54 años llegás con el mismo estado físico que tiene Penn en este film, creo que en adelante andás desnudo por la vida y nunca más te ponés una remera. Reitero, para los seguidores del cine de acción The Gunman no es para nada una mala propuesta, pero tampoco van a encontrar la película que se hubiera esperado teniendo en cuenta los artistas que fueron parte de este proyecto.
Un mercenario con culpa Sean Penn desembarca en el cine de acción con este film dirigido por Pierre Morel (Búsqueda implacable) donde interpreta a un criminal que apuesta a cambiar su vida. Sean Penn, ganador de dos premios Oscar, entre muchos otros reconocimientos, se suma a la lista de actores prestigiosos que buscan una nueva línea acercándose al cine de acción. Como Sean Penn tiene también un conocido interés político, su vuelco hacia la acción incluye algunos detalles sociales que no son menores. Jim Terrier (Penn) es un mercenario, un asesino pagado que años después de haber terminado un trabajo en África y haber dejado atrás a su gran amor, sigue sufriendo del estrés post traumático producto de su pasado siniestro. Arrepentido y retirado de la vida criminal, se dedica a realizar ayuda humanitaria en el continente. Pero sus viejos jefes han salido a eliminar los cabos sueltos de aquella misión y ahora Jim sabe que lo único que le queda es enfrentarlos. El director de este film de acción con aires de compromiso es Pierre Morel, el mismo que hace unos años cambió para siempre la carrera de Liam Neeson cuando lo dirigió en Búsqueda implacable (Taken, 2008). Sin embargo, el deseo de darle más drama y seriedad que hay en The Gunman la deja un poco atrás como film de acción con respecto a aquella película. El estilo pretende ser un poco más realista, darle una supuesta mayor profundidad, pero en definitiva lo único que realmente tiene valor son las escenas de acción. Por otro lado, al querer que haya un toque de realidad, The Gunman nos obliga a tomarnos de otra manera la historia, y el hecho de que el protagonista sea un asesino arrepentido no termina de generar empatía con los espectadores en lo que respecta al drama político. La película, una producción entre Reino Unido, España y Francia, está filmada en Europa y África y tiene un despliegue propio de esta clase de films. Pero si no está a la altura de Búsqueda implacable, tampoco lo está de los films de Jason Bourne o de otras series de películas. Los actores –incluyendo a Javier Bardem– tienden a ser más actores de drama que de acción, lo que lleva a algunos momentos de sobreactuación, pero en general cumplen bien sus roles. Sean Penn se adapta al papel y en su doble rol de actor productor debe haber tenido bastante poder de decisión. Lamentablemente, y sin anticipar nada de la trama, no hay mucha coherencia moral en el film, lo que también debilita su lado serio. La acción, entonces, las variadas locaciones, los cambios de país y paisaje, son lo que le dan un marco aceptable a este film menor, con mayor pretensión que resultado.
Penn, nuevo astro de superacción. Pierre Morel es el director que tuvo el mérito de transformar a Liam Neeson, el actor serio de "La lista de Schindler", en el Charles Bronson del siglo XXI con "Búsqueda implacable". Quizá el mérito sea dudoso, pero redituó tanto en la taquilla que ya va por su tercera parte. Y ahora también generó algo que podría considerarse un subproducto, una película de acción con Sean Penn en su primer protagónico en años, con una fórmula bastante similar a la de aquel film con Neeson. La principal diferencia es que "Gunman" se toma un poco más en serio con una trama que intenta meterse en los vericuetos violentos de los negocios en el Tercer Mundo y los crímenes políticos, ya que Penn es el francotirador de un equipo de mercenarios que, al matar a una persona clave en un país africano, provoca el caos y la desolación en una zona ya de por sí castigada de todas las formas posibles. Luego de este trabajito, el protagonista debe ocultarse para protegerse a sí mismo y a su equipo, lo que entre otras cosas hace que desaparezca del mundo sin que nadie sepa nada más de él, incluyendo su novia. Pero ocultarse no sirve de nada en ese negocio, ya que de todos modos, el mercenario sigue siendo un hombre buscado por misteriosos enemigos que continúan atentando contra su vida y la de cualquiera que esté a su alrededor.Y la culpa también carcome al tortuoso personaje de Penn que confiesa: "hice cosas malas"- y ese sentimiento se materializa en parte en la forma de una rara enfermedad cerebral perfecta para generar más suspenso en medio de las más complicadas escenas de acción que el film ofrece con la mayor generosidad. "Gunman" es bastante esquemática y previsible en lo argumental, y totalmente escasa en humor, pero indudablemente funciona como vehículo para un Sean Penn aplomado que le da la mayor seriedad posible a su irredimible personaje, que sin embargo, intenta salvar lo que pueda de lo que rodea a sus horrendos actos. El que está un poco desaprovechado es Bardem, pero eso sucede también con todos los actores de un elenco sólido, puesto totalmente al servicio de Penn y de las elaboradas escenas violentas filmadas con imaginación y precisión, jugando un poco con el estilo vertiginoso de la saga de Bourne. Si bien el asunto en principio parece un poco más frío, tal vez con "Gunman" Penn logre establecerse como nuevo astro de superacción, pero eso es algo que sólo la taquilla decidirá.
Sean, relájate y goza El síndrome Liam Neeson encontró en Sean Penn a una nueva víctima. La nómina de afectados dispuestos a pasar de las mieles de la reputación y el prestigio al barro del cine de acción incluye, claro está, al protagonista de La lista de Schindler que, desde la saga Búsqueda implacable, reparte piñas, patadas y balazos en cuanta película pueda, pero también a Kevin Costner (de Danza con lobos a 3 días para matar) y Pierce Brosnan (El aprendiz, las de Bond). El problema es que Penn es incapaz de divertirse con su trabajo ni mucho menos sacarse el método actoral de encima y su gravedad impertérrita termina afectando a una película que hubiera sido mucho mejor con menos del protagonista de él y más del de Javier Bardem. El español es el cabecilla de un grupo de mercenarios que anda por el mundo camuflándose detrás de una ONG para asesinar políticos y empresarios molestos para la concreción de los negocios de una multinacional. Una de esas víctimas es el Ministro de Minería del Congo, y la responsabilidad de disparo fatal recae en Terrier (Penn). El operativo culmina bien (o al menos para ellos, ya que el asesinato desata una guerra civil), pero Terrier debe abandonar inmediatamente el continente, dejando atrás a su novia (la italiana Jasmine Trinca, protagonista de Miele), una doctora de la ONG que desconoce su oficio. Dirigida por Pierre Morel, habitual secuaz de Luc Besson y responsable de Búsqueda implacable, The Gunman: El objetivo continúa ocho años después. Allí está Terrier intentando lavar su conciencia poniéndose al servicio del organismo humanitario cuando un grupo armado llega al campamento con la idea de aniquilarlo, obligándolo a encarar una nueva huida, pero ahora con el objetivo de saber quién le puso precio a su cabeza. Lo que encuentra es a su ex jefe convertido en un poderoso empresario casado con….su ex novia. Desatado y tanto o más exagerado que su villano de Operación Skyfall, el español encarna el potencial delirante de una película tan predecible como entretenida y eficaz, pero que falla al mutar el placer coreográfico de la violencia estilizada por la moralina bienpensante de una denuncia altruista.
Deja ir a la chica De la “Escuela de Cine Luc Besson para Franceses Cinéfilos” llega The Gunman: El objetivo (The Gunman, 2015), otra historia sobre un curtido vaquero americano suelto en Europa, con Sean Penn en el papel típicamente reservado para ciudadanos de la tercera edad como Liam Neeson o Kevin Costner. Hay un poco de cotillón político acerca de la explotación del Congo, sin duda insertado para complacer a Penn (quien recibe crédito como productor y guionista), pero resulta irrelevante a la trama, la cual podría ser resumida – para bien o mal – como “Identidad desconocida (The Bourne Identity, 2002) mezclado con Búsqueda implacable (Taken, 2008)”. La progenie de Luc Besson consiste de Pierre Morel, Olivier Megaton y Louis Leterrier, tres mosqueteros que han compartido la dirección de las películas de Búsqueda implacable y El transportador (The Transporter) y son igual de competentes a la hora de manufacturar películas de acción marca Besson. Morel (director de Búsqueda implacable) es el conductor designado en este caso, y su punto de partida es la novela homónima del Robert Ludlum francés Jean-Patrick Manchette. El vaquero de turno es Jim Terrier (Sean Penn), un mercenario en la República Democrática del Congo cuya relativa paz se ve interrumpida cuando su colega Felix (Javier Bardem) le ordena asesinar al Ministro de Minería. Al hacerlo, Terrier se ve obligado a exiliarse del continente, dejando detrás y sin explicación a la mujer que ama (Jasmine Trinca) a la merced de su rival sentimental – ni más ni menos que el mismo Felix. Años más tarde, Terrier se encuentra de nuevo en el Congo, de nuevo viviendo en relativa paz, y de nuevo el objeto de una cacería humana. Luego de sobrevivir un intento de asesinato, nuestro héroe entra en modo Jason Bourne y viaja a Inglaterra y España, donde se pone en contacto con viejos compañeros de guerra (Mark Rylance, Ray Winstone y el propio Bardem) y comienza a desenhebrar una trama de corrupción y encubrimiento. Idris Elba tiene un pequeño y desagradecido papel como un agente de Interpol a cargo de pedirle por favor a Penn que coopere. Penn, improbable héroe de acción, está bastante bien en el papel y brinda dimensión a su personaje. A Trinca le toca hacer de damisela en apuros y entorpecer la acción con gritos, sollozos y una escena muy, muy estúpida en la que frena un intento de escape por puro capricho. La película se reserva el derecho a la verosimilitud durante la primera mitad, y el derecho a la acción para la segunda mitad, que si bien es bastante implausible al menos no es del todo descerebrada. Al depender más en las armas de fuego que en el combate cuerpo a cuerpo, el montaje es prolijo y no hay necesidad de engañar a nadie revoleando la cámara cada vez que alguien lanza una piña. Y nuestro héroe tiende a favorecer las soluciones creativas antes que el enfrentamiento directo, usualmente venciendo con algún tipo engaño de por medio. Lo que sí no salva nadie es el duelo final, el cual termina con una de las muertes más exageradas desde que Ricardo Montalban fue arrollado por un colectivo, una aplanadora y una banda musical en pleno desfile al final de La pistola desnuda (The Naked Gun: From the Files of Police Squad!, 1988).
Un relato de acción contado al ritmo de una corrida de toros Sean Penn reaparece como un francotirador que ahora trabaja en ayuda humanitaria, debe limpiar su nombre y es perseguido en una trama que acumula acción y romance. Por su parte, a Javier Bardem se lo ve poco y desdibujado en la película. Sin una trama que sea innovadora y con el pulso narrativo que le imprime el director Pierre Morel, el mismo de la exitosa Búsqueda implacable, la película encabezada por Sean Penn entrega un típico producto de acción ambientado en Africa y Europa como escenarios de una persecución que parece no tener fin. Jim Terrier -Penn- , un francotirador mercenario contratado por una corporación minera multinacional, asesina al Ministro de Minería de la República Democrática del Congo y desata el caos. Ocho años después -¿era necesario esperar tanto?- un grupo de mercenarios intenta eliminarlo mientras Terrier trabaja para un pueblo con la ayuda de una ONG. El relato es la típica historia del hombre que desea recuperar a la mujer que ama -"Hice cosas malas"-, escapar de sus perseguidores y limpiar su nombre. Está claro que Penn no es Liam Neeson ni Sylvester Stallone -aunque físicamente se está pareciendo a éste último- porque sus películas no están ligadas a los típicos héroes de acción, pero se las ingenia como para mantener el interés de una trama un tanto forzada pero que no carece de intriga y de buenos momentos -como la escena de la llegada de un grupo de asesinos a la casa o las peleas con forajidos y secuaces de temer-. En ese sentido, The Gunman: El Objetivo acierta en sus escenas de tiroteos, escapes y romance en medio de un clima humanitario anti-corporaciones y con la mujer que alguna vez amó -Jasmine Trinca- y que ahora cae en las manos del personaje que tiene a su cargo Javier Bardem, en una aparición desdibujada y episódica. Como en toda película de género, al villano -Mark Rylance- muy del estilo de los personajes ochentosos se suman el agente que investiga -Idris Elba- las extrañas conspiraciones que tiñen de negro el pasado y presente del héroe maduro y el amigo -Ray Winstone - que ofrece refugio cuando las papas queman. Mientras tanto, una persecución feroz sigue su marcha al ritmo de la adrenalina que marca una corrida de toros sobre el desenlace. Y un oleeee para el hombre que arrastra la culpa del pasado.
A los tiros y con cargo de conciencia Jim Terrier (Sean Penn) integra un grupo de mercenarios que trabajan en el Congo bajo la fachada de una ONG, aunque en realidad responden a intereses de mineras internacionales que se benefician con los conflictos bélicos y revueltas civiles. Luego de cometer el crimen que le encargaron debe abandonar el país, dejando atrás a su grupo y a su novia (Jasmine Trinca). Ocho años después, Terrier se encuentra en otra zona de Africa, realizando un trabajo más honesto -construye pozos de agua- y tratando de hacer las paces con su conciencia, hasta que tres hombres intentan asesinarlo. Luego de escaparse, comienza a rastrear a los ex miembros de su grupo y a contactarlos a través de Europa para descubrir quién está tras él y por qué. No tarda en descubrir que los hechos están relacionados con el crimen que le encargaron varios años atrás. Así comienza una trama cargada de persecuciones, acción, armas sofisticadas, y por si eso fuera poco, Terrier descubre que su ex novia está casada con quien era su jefe (Javier Bardem), ahora convertido en un acaudalado empresario de seguridad, lo que le suma un triangulo amoroso a la historia. Sean Penn interpreta a un sufrido héroe de acción, dándole demasiada intensidad a su personaje para un film que más allá de su trasfondo político, es una historia pasatista, con bastante violencia, y locaciones europeas por doquier, como si estuviéramos viendo un folleto turístico. A pesar de las buenas actuaciones de Penn y Bardem, la película no se diferencia de otros filmes del mismo género, pero entretiene con una muy buena dirección que crea tanto escenas de suspenso, como de esas explosivas que muchos disfrutan, con el maldito pochoclo en mano.
Esta vez es Sean Penn quien, con mucho empeño y gimnasio, se mete en la piel del hombre de acción, con un director, Pierre Morel, que hizo “Búsqueda implacable”. Agente con conciencia, amores cruzados. Vertiginosa.
Crítica emitida por radio.
A esta altura de las circunstancias ya se encuentra instalado en el mercado hollywoodense el llamado método Besson para iniciar una saga de acción. El director de "El Perfecto Asesino" y "El Quinto Elemento", hace años viene colocándose en el rol de productor de una decena de films de acción, producidos a medias por su equipo francés y una productora estadounidense; y más o menos repiten todos los mismos esquemas. Director francés, galan de acción maduro que suele venir de otro género, una mujer en peligro muy probablemente más joven que él, un pasado que viene a cobrarse revancha, escenas de acción que oscilan entre el vértigo automovilístico y las explosiones causadas por armas de calibre mediano, villanos que no entienden que se enfrentan al mejor de la materia, y escenarios internacionales presentados cuasi turísticamente. Esto pudimos verlo en "El Transportador" (que este año presenta una temprana remake), "Búsqueda Implacable", "Tres días para matar", o "MS1: Máxima Seguridad", entre otras, y ahora es el turno de "Gunman: El Objetivo", que no obstante presenta algunas características propias que le otorga su actor principal. Sean Penn es Jim Terrier, un soldado, agente encubierto en tierras del Congo al cual se le encarga asesinar al Ministro de Minería de ese país. El hombre debe cumplir, pero el hacerlo lo obliga a abandonar la vida que había formado en dicho país, incluida Annie (Jasmine Trinca), que se la disputa junto a su colega Felix (Javier Bardem). Terrier, es entonces un soldado, agente encubierto en tierras del Congo, al cual se le encarga asesinar al Ministro de Minería de ese país. El hombre debe cumplir, pero el hacerlo lo obliga a abandonar la vida que había formado en dicho país, incluida Annie (Jasmine Trinca), que se la disputa junto a su colega Felix (Javier Bardem). Pero el tiempo pasa, y Jim, otra vez en Congo, vuelve a ser el blanco a eliminar, por lo cual, aún traumado por lo que perdió, decide ponerse de nuevo en acción, descubrir lo que se oculta detrás de su cacería, y de paso, recuperar a Annie. Por supuesto, que este viaje de huída y reconstrucción lo llevará por distintos puntos europeos (principalmente España), encontrarse con viejos compañeros (entre ellos un inoxidable Ray Winstone y el pillo de Javier Bardem) y tener que colaborar con un agente de Interpol a cargo de Idris Elba (que ya prepara su carta de presentación por si es elegido como el futuro 007); todo muy al pie del manual. La película no presenta mayores sorpresas, funciona a tracción de clichés y lugares comunes; pero también son esos clichés y lugares comunes que el público adepto a estos films ama. Por otro lado, en el primer tramo del film, se asoma un entramado político más cercano al Penn de los últimos tiempos, una verdadera lástima que esa historia sea abandonada de raíz cuando se entrega a la acción profunda. Dirigida por Pierre Morel (el mismo de la primer "Búsqueda Implacable"), basada en una novela de Jean-Patrick Manchette y co-adaptada por el propio Penn, Gunman no es el mejor ejemplo de la fórmula Besson, en eso, la franquicia protagonizada por Liam Neeson y la iniciada por Jason Statham ganan la cabecera abiertamente; quizás por poseer al héroe que más incómodo se lo ve en su rol de acción. Algunas escenas exageradas, otras que tienden a la risa, nada demasiado grave, pero lo fundamental, es que posee el ritmo necesario para no aburrir. "Gunman" no será la mejor, pero demuestra que el método Besson sigue siendo rendidor, por lo menos para sus adeptos.
Siguiendo los pasos de LIAM NEESON, SEAN PENN se recicla como héroe de acción maduro, en este correcto thriller de acción, de estética europea y con una trama políticamente correcta en la que se dan cita varios tópicos del cine de espionaje internacional. Eso sí, plagada de lugares comunes, pese a sus pretensiones de denuncia, lo más interesante del filme, resulta de una puesta en escena que nunca reniega de lo mejor del género. El francés PIERRE MOREL muestra su buen pulso a la hora de rodar las secuencias mas adrenaliticas, sin caer en el recurso del videoclip, gentileza de la escuela de LUC BESSON. Otro punto fuerte, es la presencia de algunos secundarios de lujo, como JAVIER BARDEM (haciendo gala de su histrionismo una vez más) Una rara ocasión de ver a PENN en un papel arriesgado, que pese a los prejuicios, le sienta bien.
El director de The Gunman: el objetivo es Pierre Morel, el mismo que en Búsqueda implacable operó la transformación de Liam Neeson de respetado actor dramático a héroe de acción, con el consecuente ensanchamiento de su campo de trabajo. No cuesta imaginar que al elegir al cineasta y ex director de fotografía francés para su nueva película, Sean Penn habrá perseguido un objetivo similar, si se considera que este tipo de productos no suele haber sido frecuentado por el actor de Milk, Río Místico, Mientras estés conmigo o Dulce y melancólico. Y más todavía si se advierte que además de protagonista absoluto el actor es en este caso también productor y coautor del guión y que el personaje que se reservó -el de un ex mercenario asesino mezclado en una especie de intriga internacional- lo obliga a aparecer muchas veces sin camisa para mostrar el resultado de su trabajo en el gimnasio. Y también, claro, para avisar que lo que estamos viendo es una película de acción y que tras el prólogo, en una República Democrática del Congo cuyas riquezas naturales han sido permanente motivo de guerras civiles y masacres a las que también contribuye el protagonista cuando asesina a un líder progresista antes de desaparecer de África dejando al gran amor de su vida -una bella muchacha dedicada a la labor humanitaria- prácticamente en brazos de un colega (Bardem) que promete protegerla. El resto sigue en la actualidad, con cambio de escenarios (Londres, Barcelona, Gibraltar), traiciones varias, batallas a tiros, a golpes, a cuchilladas y machetazos en los lugares más inesperados, para llegar a su culminación en la plaza de toros de Barcelona, aquí colmada de público aunque las corridas están prohibidas allí desde 2012. Se habla mucho porque hay mucho que explicar en esta especie de intriga internacional que se expone bastante confusamente (las metáforas que emplea Idris Elba en su fugaz aparición son un ejemplo) y las escenas de acción tampoco tienen el brío ni el profesionalismo que Morel mostró en otros casos: aquí no agregan demasiado atractivo. Entre todos ellos, Penn circula sin excesiva convicción y con cierto aire de superioridad, como sintiéndose muy por encima de las exigencias de su papel. Algunos apuntecitos críticos sobre los intereses políticos y económicos que se mueven por detrás de estas intrigas internacionales suenan postizos, mientras el buen elenco hace lo que puede.
Sean Penn, el mercenario El actor parece no disfrutar el rol de héroe de acción, y Javier Bardem está lejos del malvado de “Skyfall”. Cuando una película funciona, no pasa mucho tiempo para que se convierta en fórmula. Y en The Gunman: El objetivo no cambia la fórmula, no varía el director (es Pierre Morel, el mismo de Búsqueda implacable, la primera y la que se copia), y el protagonista, que supo estar del lado de los -digamos- servicios, está buscando a gente que también lo quiere eliminar. Jim (un Sean Penn que ni siquiera se divierte haciendo de héroe de acción) es un mercenario, que por 2006 trabajaba con otros en el Congo. Félix (Javier Bardem) es el enlace entre los clientes más o menos anónimos -corporaciones- y los asesinos como Jim. Hay que matar al ministro de Minería, porque a cierta empresa no le conviene lo que hace, y el indicado para apretar el gatillo a distancia es Jim. Que debe abandonar el país, y dejar atrás a su novia, Annie, una enfermera que trabaja para una ONG y no sabe o no contesta la profesión de su amado. Ocho años más tarde, empiezan a caer como moscas los mercenarios que estuvieron involucrados en el Congo, y Jim, que trata de limpiar su nombre de regreso en el Congo, trabajando -bien, ¿eh?- para una ONG, está apunto de ser masacrado, vía bala o vía machete. Zafa, se va y trata de averiguar quién le puso precio a su cabeza/corazón/ u órgano que sea. Sin pensar demasiado, parece que es Félix, quien no sólo progresó -tiene flor de empresa-, sino que se quedó con Annie. Pero tal vez no sea él. The Gunman: El objetivo divide las aguas, dejando a Moisés como a un poroto. Los buenos de un lado, los malos, del otro. Como un asunto de conciencia social -tardía-, los que se portaron mal antes, van a tener que pasarla mal ahora. Morel es de los directores de acción clásicos, como los que no quedan. Y eso que el francés es joven. Pero al menos en el momento de las balaceras no es de los que pide siete cámaras en mano: uno sabe quién dispara, no es todo un frenesí estrambótico ni parkinsoniano. Si Penn no parece disfrutar su papel (¿para qué lo habrá aceptado?), Bardem como malvado o medio malvado, no está ni a la sombra de lo que fue su Silva en Operación Skyfall, el último Bond. Mucho tiro, algo de conciencia social y que pase el que sigue.
Acción progre A la hora de ver The gunman: el objetivo, hay que tener en cuenta no a su director, Pierre Morel -que en Búsqueda implacable y Sangre y amor en París ha demostrado ser apenas un discreto artesano, sin mucha personalidad- sino a su verdadero autor, Sean Penn, protagonista y coproductor de la película. Principalmente, hay que saber desde qué posición ideológica mira el mundo. Y lo que tenemos es un artista que se sabe parte de un país capitalista e imperialista al extremo como es Estados Unidos, que es consciente de que directa o indirectamente lo representa y alimenta en sus oscuras representaciones y que lidia con la culpa a través de una crítica superficial y hasta cómoda. La suya es una visión que piensa que el mundo se cambia a través de los discursos (y por eso se saca fotos con líderes que suelen vociferar arengas anti-yanquis, sin preguntarse desde qué lugar hablan o con qué coherencia) y el trabajo de las Organizaciones No Gubernamentales. En el fondo, su pensamiento delata un gran individualismo, una profunda desconfianza en las capacidades e intenciones de los Estados y hasta cierta convicción de que los estadounidenses son la causa, pero también la solución de todos los males del mundo. Se pueden rastrear huellas de todo lo enumerado anteriormente en casi la totalidad del relato de The gunman: el objetivo, una película que crece en interés cuanto menos se habla en ella, cuando deja los diálogos explicativos y las bajadas de línea torpes. De ahí que funcione mejor el thriller de acción sobre un ex mercenario perseguido por fuerzas desconocidas por un hecho particular de su pasado, que el alegato político sobre cómo las corporaciones se manejan de manera brutal para obtener recursos en las zonas más olvidadas y postergadas del planeta -en este caso, Africa- con la ayuda de profesionales de la guerra. O que Penn y Javier Bardem están mucho mejor cuando se expresan a través de sus físicos y miradas que cuando se convierten en portadores de frases que en su mayoría no salen de la reflexión banal. Por eso el film fluye de manera más cabal y coherente cuando avanza y no piensa, cuando deja que sean los tiros, puñetazos, cuchillazos y explosiones las que hablen por los personajes, dejándose llevar por la fisicidad, el vértigo y la paranoia. El gran problema de The gunman: el objetivo llega casi por decantación hacia el final, cuando tiene que cerrar su conflicto y elige los caminos más simplistas, elementales y tranquilizadores, sin hacerse cargo de los pecados del protagonista, con un par de metáforas visuales muy groseras y enunciados del manual más progre. Para la película -y su autor- los problemas parecen solucionarse expresando un poco de arrepentimiento y no mucho más, porque claro, el que comete los horrores puede pasar fácilmente a ser el tipo más solidario del mundo. Si lo que se critica es cómo determinadas naciones sufren una permanente tutela por parte de otras potencias, la propuesta no pasa por la autonomía, sino por nuevos tutelas. En cierto modo, no deja de ser lógico que Penn piense así: lo hacen otros artistas progres como él en Estados Unidos y un montón de intelectuales alrededor del mundo que aplican similares esquemas. Vean sino a muchos intelectuales argentinos, que despotrican contra la influencia política y cultural de los Estados Unidos sobre Latinoamérica, pero después observan el Interior de nuestro país con una mirada definitivamente porteña. Quizás le estamos pidiendo demasiado a Penn, sin reconocerle algunos riesgos que toma al pretender darle una vuelta de tuerca al género de acción, poniéndole el pecho a las balas, pero lo cierto es que falae en sus ambiciones y queda un poco maltrecho en el intento.
Kiss kiss bang bang Con Gunman, el objetivo pueden confirmarse dos dudas: si una película cuenta entre sus protagonistas y productores –también guionista- con Sean Penn, eso no significa necesariamente que estemos en presencia de un film comprometido con la realidad mundial o con la política exterior por un lado, y por otro que Javier Bardem y su histrionismo están cerca de convertirse en una marca registrada que hace peligrar considerablemente los dotes actorales de este español querido por Hollywood. Hechas estas salvedades, debemos comenzar por aclarar que el fantasma de Luc Besson, mejor dicho su legado, encuentra uno de sus alumnos más disciplinados, el ex DF (director de fotografía) Pierre Morel, para tratar de contentar con su labor detrás de cámara tanto a Penn como al director de El perfecto asesino (1994), con este producto de acción y drama, donde prevalece mucho más el drama que la acción por cierto. No es adecuado asociar las intenciones de Morel y equipo con, por ejemplo, Búsqueda Implacable (2008) –recordemos que ésta fue dirigida por el mismo Morel- o la trilogía de Jason Bourne, aunque sí existan algunas escenas de ritmo frenético que apunten hacia ese horizonte, pero que en el resultado final no hacen más que número frente a muchas otras de menor intensidad. La República del Congo es el escenario tercermundista elegido para el comienzo del film en el contexto de las revueltas sociales del continente africano, donde entran en pugna los intereses de las empresas multinacionales en el negocio de la extracción de minerales a expensas de muertes, pobreza y toneladas de sangre de las poblaciones civiles. Allí, la labor de organismos de ayuda humanitaria trata de hacer frente a tan nefasto panorama, pero es la pantalla ideal para un grupo de mercenarios contratados por uno de los competidores en el negocio de la minería, grupo que tiene entre sus filas a Penn, experto tirador, junto a otros mercenarios como el civil Félix, interpretado por Javier Bardem. Si a esa situación le sumamos un triangulo amoroso con el interés romántico de una joven luchadora humanitaria, a cargo de la actriz Jasmine Trinca, el operativo kiss kiss bang bang está en marcha. Así las cosas, Gunman... no supera las convenciones de un thriller al que le queda bastante grande la palabra político –lo político es una excusa y no un disparador de subtramas interesantes- para adentrarse de lleno en la rivalidad entre el protagonista y su antagonista por el amor de una damisela en peligro. A eso debe agregarse la idea de reconvertir a Sean Penn en un héroe maduro de acción, como ya se hiciera con Kevin Costner o Liam Neeson, aspecto que en este caso no alcanza a pesar de la exhibición casi obscena de tubos y músculos que justifican algunas secuencias de lucha cuerpo a cuerpo, donde cabe aclarar que Penn no es Jason Statham, pero no pasa vergüenza. El elenco no sobresale pero suma un puñado de secundarios interesantes como Ray Winstone, ese amigo fiel que nunca falta cuando el héroe está en apuros, claro que lo de héroe teniendo presente que la moral de un mercenario arrepentido es más que gracioso, por no decir cuestionable. Pero ese no es el punto de Gunman, sino la garantía de entretenimiento por tratarse de una película liviana de acción protagonizada por un ícono del cine políticamente incorrecto, quien ahora parece ir por los dólares o los euros (se trata de una coproducción entre Francia, Reino Unido y España), esperemos que para mejores causas.
Dado que Pierre Morel es el director de Taken y uno de los principales responsables de que Liam Neeson se haya convertido en uno de los referentes actuales del cine de acción, es fácil hacer la conexión y establecer que The Gunman es una búsqueda implacable pero protagonizada por Sean Penn. Si bien esto puede ser correcto, lo cierto es que en esta oportunidad el francés trata de hacer mucho más. Y sin aprender demasiado del fracaso estrepitoso de From Paris With Love, su nuevo thriller vuelve a hacer aguas por apuntar sus armas en las direcciones incorrectas. Dos de los mejores exponentes del género en los últimos años han sido John Wick y The Raid, films que priorizaron la palabra "acción" por encima de una trama enrevesada o inútilmente compleja que no haría más que perjudicarlos –algo que sí pasó con la secuela The Raid: Berandal, por ejemplo-. The Gunman, por el contrario, quiere tenerlo todo y está lejos de conseguirlo. Más de uno pensará lo chocante que es que el ganador del Oscar, un férreo opositor al uso de armas de fuego, sea quien encabece una propuesta de este estilo. Desde el comienzo se entiende el motivo de esta incompatibilidad: la película busca ser un thriller de acción con contenido sociopolítico, al punto de que pareciera que el comprometido actor hubiera colaborado en el guión para diseñar un personaje afín a sus intereses -de hecho posteriormente comprobé que le dieron un crédito como co-escritor-. Jim Terrier es un militar altamente entrenado, uno que tiempo después se descubre como un devoto a la causa de los derechos humanos y que decide prestar su ayuda haciendo pozos de agua en el Congo. Es un "chico malo" con un cuerpo muy trabajado, que no respeta las reglas y sale a surfear por la mañana a pesar de las estrictas medidas de seguridad, aunque tiene la cabeza y el corazón en el lugar adecuado. Y no conforme con perfilar un héroe a la medida de quien lo interpreta, The Gunman quiere más. Además de la mezcla de tiros con responsabilidad social, tiene a un héroe conflictuado en cada aspecto de su vida. Si ser un asesino de élite no es suficiente peso sobre los hombros, tiene que cargar con un amor perdido que quiere recuperar, una enfermedad neurológica cuya única cura parece ser dejar las armas y además carga con la culpa de haber dado inicio a una guerra civil tercermundista. En papel, el último proyecto de Morel sonaba más prometedor. Penn lidera un elenco de figuras sumamente impactante para un proyecto de estas características. Javier Bardem, Idris Elba, Ray Winstone y hasta Mark Rylance -un aclamado hombre de las tablas que ha hecho muy poco cine- completan un ensamble masculino envidiable por cualquier drama de primer nivel y hacen una labor más que digna para sacarlo adelante. El director francés no aplica demasiado esfuerzo en hacer que las secuencias de acción superen a la media, no obstante compensa con un nivel de recursos generoso. El recorrido de Jim por el mundo lleva a que el film se floree a la hora de mostrar sus valores de producción, haciendo un uso de locaciones sin ningún miramiento y planteando así algunas secuencias en las que se luce gracias al espacio en que son dispuestas. El gran problema de The Gunman, sin embargo, reside en enfocar su atención en todos los aspectos incorrectos para un film así. El guión de Don MacPherson (autor de la olvidable The Avengers, no la de los superhéroes sino la de los espías basada en la serie de televisión) y Pete Travis (director de Dredd que hasta ahora no había escrito nada) se concentra demasiado en pintar con brocha gorda un mensaje social fuerte y claro -el final es para soltar una carcajada-, pero no hay ninguna intención de aplicar esas ganas en un argumento novedoso o siquiera interesante. En sus casi dos horas, la película prácticamente no tiene un ápice de emoción y la narrativa se hace llevadera solo por el dinamismo de trasladar la acción de un lado para el otro, lo mismo gracias al peso de su equipo de protagonistas. Lo que no se comprendió es que cuando este tipo de películas falla no es por falta de un contenido político "complejo" que le de entidad, sino por tratarse de producciones genéricas que no aportan nada nuevo. Y en su primera incursión al terreno de la acción, es exactamente lo que hace Sean Penn.
Sean Penn, no apto para la acción. Hay algo que no funciona desde el principio en Gunman: el objetivo y que podría definirse como una nota falsa a partir de la cual todo empieza a desafinar. Parece increíble que una película que cuenta en su elenco a Sean Penn y a Javier Bardem y al habílisimo Pierre Morel (Búsqueda implacable) como director sea tan malograda. Pero en el cine abundan esta clase de decepciones. Mucho del argumento de Gunman, tal vez demasiado, recuerda a la saga de Bourne, aunque en este caso no están implicados los servicios secretos de las grandes potencias sino multinacionales mineras con intereses en el Congo. Terrier (Penn) es un francotirador que trabaja como custodio de miembros de organizaciones no gubernamentales humanitarias que ayudan a las víctimas de las guerras civiles y la desnutrición en ese país africano. Pero en realidad el trabajo es una fachada que oculta algo más siniestro y que deriva en un magnicidio. Después de cometer ese asesinato, Terrier debe huir del continente y dejar al cuidado de un amigo (Bardem) a la médica (Jasmine Trinca) de la que está enamorado. Los elementos clásicos del cine de acción está todos dispuestos sobre la bandeja y por si faltara algo se le añade el triángulo amoroso y la corrección ideológica. Sin embargo, más allá de ciertas torpezas imperdonables de la narración, lo que asombra es la desidia con la que Bardem asume su personaje, una rara mezcla de sobreactuación e histeria que vuelve poco veraces todas las escenas en las que participa. Tampoco Sean Penn resulta dúctil como actor de acción. La tristeza eterna de su cara contradice a sus músculos y se hace difícil adecuar la figura de un mercenario a la de un rufián melacólico, por más que esté enamorado de una mujer hermosa y arrepentido de todos sus pecados.
Duro de matar Decir a esta altura que Sean Penn es uno de los más grandes actores de la historia del cine, todo un camaleón en la construcción de personajes, parecería redundante. Pero si algo le faltaba a la extraordinaria carrera de éste actor, nacido en California, era personificar, a sus 54 años, a un héroe de acción. Lo más increíble es que resulta portentosamente creíble, no sólo verosímil, eso daría cuenta de la mano del director, sino que luego de verla, no podríamos imaginar a otro actor en ese personaje. El filme intenta utilizar circularmente una historia de amor trunca por rivalidad y celos, y la denuncia del abuso perpetrado por los poderosos, empresas y gobiernos, sobre países subdesarrollados. La historia comienza en 2006, en el Congo, en medio de una guerra civil que comenzó en lo que parecía ser una lucha por la independencia, allá por el año 1960, pero que parece no tener fin. Jim Terrier (Sean Penn) es un espía internacional que aparece como trabajador de seguridad de gente de una ONG, que se estableció en el Congo. Félix (Javier Bardem), su superior inmediato, le asigna la misión de asesinar al ministro de minería del país, quien esta en contra de los intereses de la empresa para la que realmente trabajan ambos y todos sus compañeros. Esta misión hará que Jim deba abandonar el país luego de la ejecución del plan y dejar atrás a su novia, la bella Annie (Jazmine Trinca), quien era su cable a tierra, y la posibilidad de dejar esa vida en constante contacto con la muerte. Ocho años después, vuelve con el fin de encontrar a su ex novia y algo de paz por los pecados cometidos en su vida, como encargado de la producción de pozos de agua, pero se da cuenta que ha sido traicionado por la propia organización para la que trabajaba, ante un intento fallido de asesinarlo, él buscara a los responsables En ese largo viaje descubrirá que sus antiguos compañeros están siendo eliminados, uno por uno, quedando sólo tres o cuatro. Son de tal muy buena factura las escenas de acción que, aunque Sean Penn logra salir airoso, en ningún momento deje de pensar que podría aparecer Bruce Willis, diciéndole a Sean “déjame mi que esto es lo mío”, pero finalmente nos damos cuenta que no hace falta. Cuando se reencuentra con Félix, éste ya es todo un empresario millonario, casado con Annie, y lo que podría haberse situado en un conflicto de dimensiones de traición por amor, algo demasiado humano y cotidiano, dando un doble sentido al agregado del titulo, pero eso no sucede y es casi lamentable. La narración gira hacia la acción y la denuncia sobre las corporaciones civiles que hunden a su paso a cada país que dicen querer ayudar. Un texto atiborrado de ideas políticamente correctas, en especial sobre los derechos de soberanía de los recursos naturales. Lo que plantearía, entonces, es el usufructo y la desestabilización a cualquier precio a manos de las crueles compañías multinacionales que saquearon los países del Tercer Mundo, por supuesto que con la anuencia de los gobiernos de turno. Sería sólo una producción de acción con buenas intenciones sino contaría con esos actores, ya que los rubros técnicos son impecables, pero no sorprendentes, el montaje clásico de acción por donde se lo mire, de progresión dramática constante, incluidas las pausas que aplica para dar respiro al espectador. La película es una traslación de la novela "Prone gunman", del escritor francés Jean Patrick Manchette. Todavía nada se ha garantizado, pero a la expectativa de su funcionalidad en la taquilla, se espera que sea el primer largometraje de una trilogía seguida de otras dos novelas "3 to Kill" y "Fatale". En conclusión, se deja ver y se disfruta de los duelos actorales.
Sean Penn también anda a los tiros Pasaron ocho años desde que Jim Terrier asesinó al ministro de Minería del Congo. Quedaron cabos sueltos de aquella operación y Terrier es uno de ellos. Ahora libra una batalla para salvar su vida. El francés Pierre Morel fue el director de “Búsqueda implacable” (la primera de la saga), thriller que hizo de Liam Neeson -ya con cincuenta y largos- un héroe de acción con todas las letras, Es lógico que Morel haya sido el elegido para conducir esta incursión de Sean Penn por el cine de acción. Penn es un mercenario enamorado de Annie (Jasmine Trinca, actriz italiana tan linda como inexpresiva), pero eso no lo priva de matar a tiros o con las manos a cada bicho que lo amenaza. De paso, muestra una musculatura envidiable para sus 54 años. Larga, previsible y superficial por donde se la mire, “Gunman” propone un despliegue multinacional en los escenarios y en el reparto. Hay lugares comunes a cada paso, con panorámicas de la crisis humanitaria en el Congo incluidas, diálogos insólitos y villanos de vuelo bajo. Nada más.
Acción, suspenso, traiciones y romance en un film que nos muestra a un Sean Penn diferente. Esta historia se encuentra protagonizada por el actor y director estadounidense Sean Penn, ganador de 2 Premios Oscar (“Río místico” y “Milk”) y que a sus 54 años se anima a mostrar otras cualidades, entre otras: su físico que se encuentra muy bien trabajado, bien corpulento, usa musculosas o muestra su tórax al desnudo, al mejor estilo de: Arnold Schwarzenegger en “Terminator”, Bruce Willis en “Duro de matar” o Mel Gibson en “Arma mortal” y encarna un ex soldado es Jim Terrier que perteneció a las Fuerzas especiales y se encuentra sufriendo un desorden post- traumático. Todo comienza en 2006 en la República democrática del Congo, allí trabaja con la médica Annie (Jasmine Trinca) quien es su pareja. Él es un trabajador de seguridad de gente de una ONG en un lugar en el que suceden varios revuelos casi a diario. Un día tiene una misión muy difícil: debe matar al ministro de minería, porque este es peligroso para los negocios de la empresa para la que él trabaja. Cada día que transcurre la situación se pone más tensa y difícil e intentan asesinarlo. El es un agente especial encubierto, debe abandonar a su novia y viajar a Londres y Barcelona para sacar algunos datos, mientras se va encontrando con otros personajes, sus conocidos también pueden encontrarse en peligro de muerte. Varias situaciones se tornan bastantes sospechosas, existen personas que lo quieren ver muerto y de eso debe escaparse, encontrar la verdad y descubrir quien o quienes lo traicionaron. Pasaron varios años y se vuelve a reencontrar con su viejo amor, adorada y dulce Annie, pero ella está saliendo con Félix (Javier Bardem) un multimillonario que era amigo de ambos. El film está basado en la novela “The Prone Gunman” de Jean-Patrick Manchette y se encuentra dirigida por el cineasta francés Pierre Morel (“Distrito 13”, “Taken”). Cuenta con un gran elenco: Javier Bardem “El consejero”); Idris Elba (“Titanes del Pacífico”); Ray Winstone (“Infiltrados”); Mark Rylance (“La otra Bolena”) y Jasmine Trinca (“La habitación del hijo”). El argumento se encuentra bastante trillado, algunas actuaciones se destacan más que otras. Contiene toques políticos, un ritmo estrepitoso, llena de acción, tiros, explosiones, persecuciones, peleas y luchas cuerpo a cuerpo. La película se encuentra filmada en: Barcelona, Londres y África.
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Un veterano duro de matar Al encarar cualquier abordaje de “The Gunman: el objetivo”, la alusión a “Búsqueda implacable” (2008) es inevitable. Ambas películas repiten director (el francés Pierre Morel), tienen como protagonista a un héroe de acción veterano (Liam Neesom en “Búsqueda...”, Sean Penn en “The Gunman”), un trasfondo de complejas problemáticas internacionales esbozadas en forma sencilla, blandamente crítica y por sobre todo tiros, peleas y persecuciones. Pero, aunque el modelo se reitera casi al pie de la letra, allí donde la película de 2008 funciona, ésta falla. No estrepitosamente, pero en dos aspectos que son clave: la -sorpresiva- falta de carisma de Sean Penn y la escasa fe de los realizadores en los propios personajes, que no terminan de convencer, ni los buenos ni los malos. Y si ocurre esto, si los actores no se creen lo que hacen, ¿cómo es posible que logren transmitir a los espectadores algún atisbo de emoción genuina? La acción arranca en el Congo en 2006. Jim Terrier (Sean Penn) forma parte de un grupo de agentes especiales que protegen a las organizaciones que realizan tareas humanitarias para tratar de cerrar las heridas abiertas por la guerra civil en el país africano. En realidad, esto es una especie de fachada: realizan algunos trabajos mucho más oscuros, al servicio de difusos intereses políticos y empresariales. En paralelo, desarrolla una relación amorosa con la bienintencionada Annie (Jasmine Trinca) una profesional que cumple servicios en una ONG. Tras un operativo donde cumple el rol de “tirador asignado”, debe abandonar el continente y a su novia. Y llevar consigo el trauma de las consecuencias de sus actos. Ocho años después, Jim está otra vez en África, realizando tareas comunitarias en un evidente intento de lavar sus culpas. Sin embargo, el pasado lo acecha: cuando intentan asesinarlo para borrar las huellas de aquella antigua operación, se ve obligado a usar sus habilidades para hallar a los culpables, limpiar su nombre, recuperar a Annie y redimir sus pecados. Actores en horas bajas Muy lejos de la intensidad de sus trabajos en “Río Místico” o “21 gramos”, Penn intenta imprimir cierto giro a su carrera al tratar de avanzar en un terreno en el que ya indagaron, con dispares resultados, otros actores como el mentado Neesom, Matt Damon, Daniel Craig y Tom Cruise, entre otros. Lo logra sólo a medias. Digamos que lo resuelve con solvencia, pero sin indicios de la profundidad psicológica de la que suelen estar dotadas sus criaturas. Algo similar ocurre con Bardem: su personaje, Félix Marti, despunta como villano y después queda claro que no es tan malo sino más bien una marioneta al servicio de intereses que están muy por encima de su alcance. Pero el actor que supo provocar escalofríos con su inquietante labor en “Sin lugar para los débiles”, no llega a conmover aunque trate de plantear todos los matices posibles. El resto del elenco tan sólo cumple, salvo Ray Winstone en un papel a su medida como curtido agente (un “perro viejo”, como se autodenomina) que se dedica a mirar deportes, disfrutar de buenos vinos y ayudar a sus antiguos compañeros. Desde el punto de vista técnico, casi todo en “The Gunman: el objetivo” es un compendio de lugares comunes del género. Hay un uso excesivo de tomas aéreas para mostrar los diferentes contextos en que se desarrolla la trama (Congo, Londres, Barcelona, Gibraltar) y las escenas de acción (con balas, golpes de puño, alguna que otra explosión) están filmadas de un modo convencional, sin excesos. En definitiva, un film menor que desaprovecha todo aquello que tenía a su favor para trascender. Así como “Búsqueda implacable”, con todos sus defectos, dio pie a dos secuelas que también resultaron exitosas en la taquilla, esta película se agota en sí misma.
The Gunman, el objetivo, es una película que si la vas a ver por cable sin invertir dinero extra, está bastante pasable, pero para gastar en una entrada de cine, recomiendo pensarlo dos veces. Su argumento es trillado, previsible, y visto hasta el hartazgo en películas de poca monta que se encuentran fácilmente...
Débil y con los mejores recursos Con todos los elementos para ganar, esta película del director de Búsqueda implacable no logra el objetivo. Sean Penn es el gran protagonista de Gunman: el objetivo. Penn ya pasó por policiales y de acción como Fuerza antigangster (2012, ambientada los años '40, o la más moderna La intérprete (2005), donde compartió cartel con Nicole Kidman, y nadie puede opacar la presencia de un intérprete como el de La vida secreta de Walter Mitty, El árbol de la vida, Milk o 21 gramos y otros dramas antológicos. Pero en el rol del villano está Javier Bardem (Sin lugar para los débiles), y tras las cámaras, un director como Pierre Morel (Distrito 13, o la primera Búsqueda implacable). La acción arranca en el Congo en 2006, donde Jim Terrier (Penn) integra un grupo de agentes especiales que, supuestamente, protegen a las organizaciones que realizan tareas humanitarias para tratar de cerrar las heridas abiertas por la guerra civil. Lo real es que sirven a intereses políticos y empresariales non sanctos, que terminan produciendo la muerte de muchos en medio del caos. Está enamorado de una profesional al servicio de una ONG (Jasmine Trinca), pero circunstancias especiales lo obligan a escapar y dejarla, y cuando regresa ocho años después, procura redimirse con ella y de los pecados de antaño en el mismo escenario, pero los recuerdos pueden más y antes de sentirse en paz se obliga a dar con los verdaderos responsables de aquella tragedia. De Penn no se puede decir que no tenga experiencia. Tampoco Bardem en el papel del villano. Y ambos la aplican. Pero ni uno, ni otro, ni en conjunto con el director logran darle a esta película la fuerza y profundidad dramática esperable, incluso en un guión que tiene todas las marcas del género. Pasa, pero no convence ni queda para hacer historia.
The Gunman es una película de acción convencional que intenta por momentos disfrazarse de drama para agregar complejidad a una receta por demás de conocida. Esa alquimia que tan bien fue lograda en la genial Blood Diamond, cuando Di Caprio dio el salto que lo perfiló como el gran actor que finalmente es hoy, no funciona esta vez. En el mejor de los casos, es una propuesta mediocre con buenas escenas de acción. Lo narrativo es apenas superficial. El hilo argumental de The Gunman es básico, poco original y está pobremente guionado. No alcanza el talento de Bardem y Penn juntos para rescatar una historia trillada, que de vez en cuando sorprende con buenas secuencias de acción, pero la mayoría del tiempo intenta innecesariamente vender otro género. Hay un leve y tímido intento de rodear la trama con un aura de thriller político, pero el foco real del filme está puesto en un Sean Penn musculoso e implacable, de fácil comparación con el personaje estereotipo usualmente interpretado por Stallone. Las casi dos horas pasan rápido entre los tiros, las piñas y una falsa expectativa que se diluye poco a poco. En The Gunman sobra el talento, pero falta la sustancia argumental. Prescindible, sin dudas.
Martin Terrier (Sean Penn) es un asesino a sueldo, pero que no trabaja en algún lugarcito de por ahí. El loco es un asesino a sueldo en el Congo, metido entre el quilombo y la guerra de las empresas multinacionales y el negocio de los minerales, además de la explotación del oro. Pero como todo tipo duro, tiene su lado sensible y la debilidad de cualquier hombre: Una bella mujer. Cansado de ser quien es y poco orgulloso de su trabajo, Terrier decide retirarse del negocio para poder seguir adelante con su vida, lejos de riesgos, de problemas y en busca de una vida tranquila junto a su novia (Jasmine Trinca). La chica es una linda actriz italiana donde la mayoría de sus escenas se la pasa mostrando su sensualidad y su buen físico, no podemos ver nada de desnudo pero te podes dar cuenta de que Sean Penn no estuvo mal acompañado en ésta película. Lo bajón de todo esto para el personaje principal, es que luego de realizar ese “último trabajo” la condición para “desligarse” de todo contacto era abandonar el continente y convertirse en un fantasma. Dicho eso, era obvio que su historia de amor llegaba a romperse de manera poco formal para un caballero como lo es The Gunman así que luego de cumplir con su misión, el personaje cumple con lo pactado y desaparece del mapa. Pero obvio, ¿te pensabas que te ibas a ir como si nada? resulta que la gente para la que él trabajaba, luego de varios años del último asesinato, han salido a cazar a todos los protagonistas del golpe y Terrier es el objetivo mayor. Luego de varios años de haber renunciado a todo tipo de trabajo mercenario, el chabón vuelve a Congo para realizar tareas comunitarias (ONG) y tratar de remediar todo el mal que ha hecho, mal que lo persigue durante toda la película y que tiene grandes consecuencias en el personaje. Como dijimos, el pasado pasa factura al protagonista y de una manera bastante especial. Al sufrir ataques y descompensaciones, tras consultar con un médico se revela que su pasado de asesino a sueldo, rodeado de explosiones y bombas le han hecho mierda el cerebro y tiene un principio de Alzheimer, a lo que el especialista le recomienda dejar de asistir a “recitales” “espectáculos ruidosos” y todo tipo de actividad peligrosa. ¡Pero no le importa nada, el loco se va a cagar a tiros con todos! Esa es la acción que queremos vieja, un enfermo que tiene el cerebro destruido sale a la cacería. Así que los momentos fuertes son los que compartimos junto a The Gunman tratando de arreglar el problema que lo sigue atormentando, además de su dificultad/enfermedad que lo molesta. La película recorre desde el caos del Congo, pasando por la lujosa Londres y los suburbios de Barcelona, donde vemos como siempre el protagonista se la arregla para quedar como el más groso de todos. Otra mención especial es para Idris Elba, el actor británico de “Luther” ocupa el rol del hombre de la ley que está dispuesto a ayudar al tipo más buscado del mundo. Si bien sus minutos en escena no son muchos, su talento y capacidad de persuasión para con el papel, le dan un salto de calidad a la película. La idea que trae “The Gunman” es sentarse y disfrutar de una buena película de acción, sin muchas escenas de piñas pero sí con una buena trama que por momentos se hace larga, pero la espera lo vale.