La venta que se hace con respecto a que está dirigida por Hardwicke, la misma que la de Crepúsculo, es sólo obviamente para atraer más gente al cine, pues por más que la haya dirigido ella, no pudo lograr el mismo efecto en el espectador que con la famosa saga, ya que acá...
La película sin cabeza La chica de la capa roja (Red Riding Hood, 2011) no es otra cosa que la fiel y sumisa reproducción de la lectura universal que ha tenido Caperucita Roja, cruzada con el fenómeno pop de Crepúsculo (Twilight, 2008) para potenciar su venta al público más joven, de cuyo bastión importa un triángulo amoroso, un pueblito embrujado, bosques nevados, lobos computarizados y hasta la misma directora, Catherine Hardwicke. El relato sigue a Valerie (Amanda Seyfried, la muñeca de porcelana de Hollywood), que ama al leñador Peter pero no al herrero Henry, con quien está forzosamente comprometida. La huida de Valerie y Peter se ve obstaculizada por ataques lupinos, que sumen al pueblo en terror y cercan la entrada de un chiste anacrónico, un cura/inquisidor/paladín/cazador de hombres lobo interpretado por Gary Oldman. El carácter Freudiano de los cuentos de hadas ya había sido analizado en Charles Perrault y los hemanos Grimm, y llevado al cine con En compañía de lobos (The Company of Wolves, 1984), que tomaba el relato de Caperucita Roja como una alegoría del despertar sexual y lo conciliaba con la licantropía. La figura del lobo reemplaza la manzana cristiana y tienta a la virgen con promesas de libertad (literal, pero también sexualmente retórica) y engulle el icono de conservación que es la familia: su abuela. La contextualización cristiana de la película ancla el hipotético mundo de Caperucita Roja en una dimensión histórica/real, con lo que los varios anacronismos y errores que la decoran no pueden ser excusados a través de la lógica de lo maravilloso. Dentro de este innecesario marco histórico, la película retoma el camino de Corazón de caballero (A Knight’s Tale, 2001) y da la versión poco educada (o adolescente, o pop) de la Edad Media: fiestas rave con música tecno y cacerías montadas con riffs metaleros, cabello parafinado para los chicos, melena hippiesca para las chicas y rastas para la abuelita de los ojos tan grandes. Cualquier intento de seriedad se ve socavado por el próximo peinado en escena. Según el tráiler (de esto no nos enteraremos en la película) el relato transcurre “alrededor de 1300s”. América no ha sido colonizada aún (quizás ni siquiera descubierta), pero los habitantes de esta supuesta Edad Media hablan todos en inglés norteamericano y los púberes parecen importados de alguna escuelita perdida en Memphis, Tennessee. Huelga decir que un importantísimo giro narrativo ocurre cuando Valerie descubre a Peter bailando al son del tecno con la (¿porrista?) del pueblo. Ya lo dijo Roger Ebert – esta película tiene todo el ridículo, todo el absurdo, todo el sinsentido necesario para convertirse en la próxima comedia de los Monty Python. Así como se presenta, balanceada en la medianera entre el cómic y el kitsch, esta moderna “reinterpretación” de Caperucita Roja es puramente estética, y en todo caso, de una estética de mal gusto, masticada demasiadas veces para sentirla como otra cosa que un producto de consumo dentro de una larga e inagotable cadena de montaje especializada en reciclar triángulos amorosos entre apuestos y sombríos jovencitos que dotan cada aliento y cada mirada de sexo. La espina dorsal del relato está directamente calcada de Crepúsculo, y la superioridad comparativa de esta película hace sombra a cualquier intento de originalidad dentro del “nuevo” film de Hardwicke.
Cuando fui a ver esta película, sabía que corría el riesgo, el gran riesgo de que no me gustase. Primero, porque aunque no parezca y no me convenza de aquello, creo que cumplo los requisitos de un típico estereotipo de estudiante de cine, de aquellos que en el momento de ver una película comercial sabe de entrada que no le va a gustar. Segundo, porque la directora de La Chica de la Capa Roja, Catherine Hardwicke, se hizo conocida por la famosa y taquillera película Crepúsculo (Twilight ,2008); o sea, ya sabía por donde más o menos iba el sentido de este estreno. Y tercero, aunque ya lo dije antes, sé que es una película con fin comercial que pocas veces, contadas veces, podría llegar a convertirse en clásico. Aun así, fui con la esperanza de que algo me sorprenda, y poder decir que algo aprendí de ver este film, pero tengo que decir que para estas fechas me quedo con el Bafici o alguna película de cineclub del barrio. Pero no todo es malo. Si yo fuera seguidora del género fantástico gótico romántico adolescente, estaría feliz, pues hace alegoría al amor juvenil, al juego de seducción y al encuentro y lucha del primer amor. Esta adaptación del cuento mundialmente conocido “Caperucita Roja”, trata de darle la vuelta de página, tratando de darle una sensación misteriosa y suspensiva al respecto, dejando de lado el aspecto infantil y convirtiendo la trama en un amor adolescente y peligroso. Y aunque está ambientada en un recóndito pueblo, donde todo está seco, donde siempre parece que hubiera invierno, donde todos los aldeanos son humildes y a pesar de su humildad las chicas llevan trajes sacados de las princesas de cuentos medievales, la belleza juega un papel importante, donde lo real y lo romántico se conjugan con un sentido de la moda actual, y un aura de música romántica pop. Todos absolutamente todos los personajes en este film son lindos físicamente, hasta el personaje que me sorprendió, por su aparición es “este” film -Gary Oldman- sale peinado y bien vestido y hasta algo atractivo (claro que Gary Oldman para mi ya no se lo puede catalogar ni feo ni bello es simplemente Gary Oldman). Es sorprendente la belleza física del reparto, inclusive los aldeanos de mayor edad, puesto que las abuelas no se quedan atrás. La directora se la jugó por combinar rasgos irreales en su película, la belleza de todos sus personajes, una luna roja que aparece en los momentos de acción, la ambientación con música moderna dentro del relato medieval, y un trato actual en las relaciones interpersonales de los actuantes. Hacen que para un seguidor de Crepúsculo, no quede “creo” defraudado. Buena dirección artística, aunque algo irreal para la época planteada, pero llena de colores contrastantes, que iluminan y difieren con el entorno de un pueblo triste y olvidado, los vestuarios pertenecientes dignos de un diseñador actual, que acompañaban e igualaban la belleza de los personajes. Y una infinidad de detalles en las pequeñas casas de la aldea hacen que se vea un trabajo arduo y de gran presupuesto en ello. Aunque no solo nos podemos dejar llevar por la belleza en pantalla, hablando mas argumentativamente y citando lo arriba escrito, esta historia de amor digna predecesora de Crepúsculo, saca a relucir lados románticos adolescentes, no digo que el amor de adolescentes sea cursi, pero esta película así lo plantea. Tengo que admitir que a ratos cuando en pantalla salían los dos enamorados, echando al aire su parafernalia romanticona tuve que taparme la boca para que nadie se dé cuenta de mi risa burlona, o un noooo (esto ya es demasiado) en medio de la sala, menos mal, existe un poco de prudencia en mi, y no le arruiné la película a nadie, que a la mitad ya me tenía un poco aburrida tanto galanteo obvio.
Todos conocemos el cuento de “Caperucita Roja”. Aunque nunca nos hayan leído el cuento siendo pequeños, llegó a nosotros por el cine, la televisión y los medios que se les ocurran. Como todo icono pop. Si bien el trasfondo siniestro del cuentito —escrito por Charles Perrault y más tarde adaptado por los Hermanos Grimm— dio pie a films adultos (En Compañía de Lobos, de Neil Jordan, y Hard Candy, por nombrar dos ejemplos), La Chica de la Capa Roja se presenta como la versión dark oficial de la historia. La acción transcurre en Daggerhorn, un pueblito medieval, rodeado por un bosque. Un bosque en el que mora un gigantesco lobo, de carácter sobrenatural. Para que no los devoren, los habitantes de Daggerhorn sacrifican animales en su honor. Por su parte, la joven Valerie (Amanda Seyfried) debe elegir entre dos muchachos: Henry (Max Irons), que por su posición económica puede asegurarle un buen porvenir, y Peter (Shiloh Fernandez) misterioso leñador al que realmente ama. Pero todo se complica más cuando la bestia rompe el pacto y empieza a comerse a los pueblerinos. Y la pobre Valerie será el interés principal del hocicudo monstruo. La Chica... está dirigida por Catherine Hardwicke. Si bien filmó películas como A los Trece, la grandiosa Los Amos de Dogtown y El Nacimiento, su trabajo más exitoso (al menos, desde lo económico) sigue siendo Crepúsculo. Es posible encontrar varios puntos en común entre su nuevo opus y la historia de Bella Swan y Edward Cullen: hay criaturas de la noche, romance contenido (ojo, por lo menos esta vez se ve algo más de piel), actúa Billy Burke, Shiloh Fernández casi se queda con el rol que convirtió en ídolo juvenil a Robert Pattinson... Pero, sobre todo, La Chica... responde a las obsesiones de la Hardwicke: el mundo de los adolescentes, incluyendo su relación con los adultos, el amor, la alegría, el dolor, la pérdida. Lamentablemente, varios aspectos convierten a este film en uno de los más flojos de la directora. El guión —que juega con el recurso narrativo conocido como Whodunit?, en el que recién al final se sabe quién es el culpable de todo— deja bastante que desear. Irons y Fernández resultan parcos y carentes de onda como los galanes de Valerie. La mayoría de los movimientos de cámara no aportan nada a la narración, y los lobizones digitales siguen sin ser creíbles. Pero no todo es para tirar a la basura. Lo mejor, sin dudas es la protagonista. Amanda Seyfried no actúa tan bien como otras veces, pero es una preciosidad de chica y uno no puede dejar de verla. Con la indumentaria roja es una auténtica caperucita teenager. Gary Oldman interpreta al Padre Solomon, cazador de licántropos que llega al pueblo para terminar con la pesadilla usando métodos dignos de la inquisición. Oldman tampoco está genial, pero se la arregla para componer otro de sus típicos villanos. Virginia Madsen también sale airosa, y de verdad parece madre de la Seyfried. Y no olvidemos destacar a la “abuelita” de la ecuación: Julie Christie, que le da un toque esotérico y hasta peligroso a su personaje. La Chica de la Capa Roja es parte de una tanda de adaptaciones cinematográficas de cuentos infantiles, pero desde una óptica “para los más grandes”. Dentro de poco le tocarán a Hansel & Gretel y a Blancanieves. Esperemos que tengan mejor suerte.
Valerie vive en un pueblo de aspecto medieval, al borde de un bosque oscuro, donde cada luna llena un lobisón ataca sin que nadie sepa cómo pararlo. En ese mismo bosque, la abuela de la chica tiene una casa y en su tiempo libre le cose una bonita capa roja que Valerie usa todo el tiempo. La nieve cae y cada movimiento de la chica de capa roja -Caperucita le decían en el cuento de los hermanos Grimm- es como un reguero de sangre que anuncia que nada bueno sucederá. Que es lo mismo que se puede decir de este film de Catherine Hardwicke, el primero que la realizadora emprende luego de hacer Crepúsculo. Sin poder desprenderse de la sensualidad pasteurizada para adolescentes del film de vampiros, Hardwicke confía demasiado en su joven elenco, aunque el guión -endeble- no les de mucho para hacer. Amanda Seyfried vuelve a demostrar que en fotogenia nadie le gana, mientras que sus galanes, Shiloh Fernandez y Max Irons, intentan demostrar una intensidad que nunca alcanza a la pantalla. La presencia de Gary Oldman como un excéntrico cazalicántropos agrega un poco de absurdo, bienvenido, a una propuesta que podría haber sido interesante.
Para empezar está bien que le hayan puesto el título de La chica de la capa roja... ya que si hubiera sido Caperucita roja, estaríamos hablando de una historia... este título subielesco le cae mejor... Es como "hombre mirado al sudeste"... El mayor atractivo de esta película, es ver a la ascendente Amanda Seyfried nuevamente... por el resto nada más. Se nota que la directora Catherine Hardwicke mejoró algo después de Crepúsculo... pero algo mínimo. Quizás es porque haya tenido mayor presupuesto, pero con esta película también se puede notar que el casting que hace busca gente medio de madera, o que su dirección de actores es menos 10. Con esta última opción podemos encuadrar a Gary Oldman, que en esta oportunidad parece un extra de sketch de Susana Gimenez... La historia es nula, ya la definición es "ni fu, ni fa". Una pena que al menos no le hayan puesto una banda sonora para encontrarle un momento agradable... Yo creo que la directora o el guionista pensaron la escena final de las "develaciones" y desde ahí armaron una película. O sea de atrás para adelante... pero al menos Memento se entendía en algún momento... acá se queda atrás dando vueltas. Un pena el desperdicio que se hace con Amanda... ella es muy buena y acá la rema contra la corriente y el guión casi inexistente. Creo que solo es apta para adolescentes entre 12 y 15 años, que estén aburridas de haber visto muchas veces Crepúsculo... porque tiene un par de vueltas o recursos básicos y viejos del cine de terror. Me cuesta definir a que público le puede gustar esta peli. Pero es una pena que no hubieran hecho algo mejor.
Se estima que los primeros relatos de Caperucita Roja nacieron en el siglo 14 en Europa, como una tradición folclórica que se narraba de manera oral entre las familias. El escritor Charles Perrault fue el pionero en incluir esta vieja leyenda en un libro de cuentos en 1697. En las primeras versiones, que eran mucho más sangrientas, Caperucita terminaba comiendo la carne descuartizada de la abuelita. La historia, que era bastante aterradora, había nacido con el propósito de aleccionar a las niñas para que no entablaran contactos con desconocidos. En 1800 el escritor Ludwig Tiek escribió una versión más sangrienta todavía con elementos eróticos que se tituló “Vida y muerte de la pequeña Caperucita Roja: Una tragedia”. Entonces aparecieron los hermanos Grimm y en 1812 cambiaron la historia tomando elementos de los laburos de Perrault y Tiek pero con la particularidad que incluyeron un final más feliz, que es la versión que todos conocimos en la infancia. A lo que voy con este repaso histórico es que si existía una leyenda grandiosa para jugar en el cine con los géneros del terror y la fantasía era esta! La chica de la capa roja, que se anunciaba como una propuesta con potencial, que iba a trabajar este clásico en la pantalla grande con un enfoque más oscuro resultó una decepción. Por las primeras imágenes que se habían conocido uno podía esperar ver algo del estilo de Blanca Nieves: Un cuento de terror, un muy buen film con Sigourney Weaver que recreó la historia de este personaje a través del género de horror hace unos años. No es el caso de este estreno. El gran problema de esta producción es que estuvo totalmente influenciada por la nefasta saga de Crepúsculo, esa gangrena inmunda que desde hace un tiempo carcome los géneros de fantasía y romance. En lugar de vampiros acá tenemos al famoso lobo y el interés romántico de Amanda Seyfried es una mala copia del personaje de Edward Cullen. Siloh Fernandez, el actor que interpreta ese rol inclusive luce un peinado similar al de Robert Pattinson. Por lo menos se podrían haber preocupado por incluir en la trama al personaje del “estilista de la aldea” por que es ridículo que en el contexto de la historia un flaco de la Edad Media se viera de esa manera. Una vez más quedó demostrada la incompetencia absoluta de la directora Catherine Hardwicke para trabajar el género de fantasía. Realmente su labor es horrible. No tiene la más pálida idea de cómo narrar la historia con suspenso y las secuencias de acción son paupérrimas. Tampoco ayuda que la trama transcurra en el Era Medieval y los personajes se expresen como en series actuales de televisión estilo Gossip Girl. Por otra parte, los castillos y poblados realizados por computadora son una vergüenza. En la actualidad existen videos juegos que presentan paisajes muchos más realistas que esta producción que lleva la firma del estudio Warner. Uno recuerda lo que hizo el director Neil Jordan con esta leyenda en ese peliculón que fue En compañía de los lobos y te dan ganas de llorar al ver esto, porque es una muestra contundente de la mediocridad que existe en Hollywood por estos días. Inclusive el desquiciado film animado La verdadera historia de Caperucita Roja, presentaba un guión con más cerebro que este trabajo de la realizadora Hardwicke. Un bodrio para el olvido que solo puede ser recomendado por las seguidoras de Justin Bieber.
Perdón, Caperucita Los cuentos infantiles ofrecen inagotables posibilidades. Se puede narrarlos en sus versiones originales, imaginar qué fue de sus protagonistas luego del “y fueron felices para siempre”, humanizar a los villanos, combinar las historias o buscarles nuevas vueltas de tuerca. Todo ha sido ensayado. Incluso fuera del terreno de la animación, y sólo por citar algunos casos, el cine supo arrojar a una dulce princesa al salvaje mundo real (en Encantada), involucrar a los autores en sus propios relatos (en Los hermanos Grimm) o llevar a Alicia, unos cuantos años después, de vuelta al País de las Maravillas, en la última versión de la novela de Lewis Carroll realizada por Tim Burton. Los clásicos dan para todo: adaptaciones, citas, homenajes, hasta parodias. Por eso, apelar meramente a su iconografía y tomar sus elementos para desparramarlos en una construcción sin imaginación ni demasiado sentido parece, por lo menos, un poco pobre. La chica de la capa roja se presenta como una versión adolescente del tradicional cuento de Charles Perrault. Su protagonista, Valerie, es una joven que vive con su familia en una villa medieval, tiene una abuela en una casita alejada y claro, viste la capa roja de rigor. Como es una señorita, no debería adentrarse en el bosque, pero allí se encuentra en secreto con el leñador de sus sueños, Peter, con quien planea huir contrariando la voluntad de su madre, que quiere casarla con un candidato más adinerado. Además, al estilo de La Aldea de Night Shyamalan, en el bosque tupido que rodea la villa habita una criatura feroz –en este caso, un lobo- que mantiene con los pobladores un pacto de no agresión, mientra ellos le ofrezcan sus animales y no invadan su territorio bajo la luna llena. El conflicto se desata una noche en que el lobo, por una razón desconocida, ataca y mata a la hermana de Valerie. Los aldeanos claman por venganza y salen a buscar al animal, y para colaborar con la empresa llega al lugar el padre Solomon (el gran Gary Oldman, aquí bastante sobreactuado), una suerte de cruzado con métodos inquisitoriales que se proclama experto en exterminar a estas criaturas malditas. El cura aporta la novedad de que la bestia es en realidad un hombre lobo, que además es un poco vampiresco, porque transmite su condición a cualquiera que sea mordido por él durante la llamada “luna de sangre”. A partir de ahí, como el enemigo no está estrictamente en el bosque sino que puede ser cualquier hijo de vecino, todo son recelos, miradas punzantes y frases sospechosas. Si hay algo que la directora Catherine Hardwicke había demostrado en sus trabajos anteriores era una fina sensibilidad para retratar el mundo y los conflictos adolescentes, en especial a través del estilo elegido para contar sus historias, que en cada caso hablaban de cómo se sentían los personajes y cómo los percibía el mundo exterior. Así, la inmediatez casi documental de Los amos de Dogtown traducía el vértigo y la adrenalina del deporte y la fama súbita; a la vez que el artificio exacerbado de Crepúsculo se correspondía con la extrañeza, la inhumanidad del protagonista, y también con su romanticismo trágico. Todo esto faltó a la cita en La chica de la capa roja. El amor prohibido de Valerie (de algún modo el paralelo de la desobediencia en el cuento original) y la rivalidad entre sus dos muchachos carece de dramatismo y queda reducido al status de un mero histeriqueo, abonado por la inexpresividad de los galanes de turno (Shiloh Fernandez y Max Irons). No mucho más puede decirse de Amanda Seyfried quien, lejos de dar a la joven Caperucita personalidad, decisión y rebeldía, pasea por la aldea sus ojazos celestes, más impávidos que nunca y profundamente desorientados. Si mientras el lobo está fuera de campo el film mantiene un cierto clima, todo viso de seriedad y suspenso se pierde irremediablemente cuando el animal aparece y se transforma en parlante (aunque sólo la heroína pueda oirlo), en una escena que es más hilarante que terrorífica. De modo que las bellas tomas del comienzo y una ambientación bastante cuidada se diluyen sólo un rato después del “había una vez...”. La historia es delirante y aunque el lobo resulta ser el personaje menos pensado, no por inesperada esta revelación final resulta menos forzada e intrascendente. En fin… Caperucita espera un justo y merecido desagravio, en alguna otra oportunidad.
Anexo de crítica: Para la directora de Crepúsculo Catherine Hardwicke tener en sus manos la adaptación del clásico cuento infantil de los hermanos Grimm es la excusa ideal para convertir a caperucita en una adolescente que se debate entre el deseo de lo prohibido y el deber familiar. Le ha quedado demasiado grande a la realizadora que pese a su rigor esteticista no acierta ni con el tono y mucho menos con una historia elemental, tosca e irrisoria que apenas respeta la capa roja del original. Si todos los adolescentes son como esta caperucita sería bueno que dejen suelto al lobo.
Caperucita perdió la inocencia y protagoniza una historia de amor prohibido. Caperucita Roja. Todos conocen el cuento, ¿no? Bueno, ahora (y gracias a la tendencia) la inocente (y tétrica) historia de Charles Perrault se convirtió en una película de amor adolescente con ciertos matices de suspenso y terror. El pueblo de Daggerhorn vive con temor, ya que un hombre lobo habita en los bosques. Al principio, gracias a sacrificios de animales y ciertas reglas, viven en tregua, pero pronto se rompe cuando la hermana de Valerie (Amanda Seyfried) es asesinada por la bestia. Ahora, todos los hombres del pueblo se unirán para combatir a este monstruo, pero una ayuda indeseable también llegará: el padre Solomon (Gary Oldman), un especialista en seres sobrenaturales que ratifica el dicho “es peor el remedio que la enfermedad”. Mientras tanto, Valerie vive dentro de un triangulo amoroso que forma con un rico y joven herrero, con quien su familia ya arregló el casamiento, y con un pobre leñador. ¿Podrá más el amor o el dinero? Oh, los dilemas juveniles. La Chica de la Capa Roja (Red Riding Hood, 2011) es una aproximación de la directora Catherine Hardwicke al clásico cuento de Perrault. Pero esta aproximación falla por casi todos los lugares. Por empezar, y con buenas intenciones, se eligió un soundtrack moderno, para contrastar con las imágenes rurales y antiguas de Daggerhorn, pero nunca termina de quedar bien. Es más, da la sensación que sólo lo hicieron para vender discos. Por otra parte, la directora vuelve a encarar un proyecto con el cual no tiene buenos antecedentes: recuerden la primera parte de Crepúsculo, la peor de la saga que, pese a los buenos resultados en taquilla, provocó que Hardwicke no siguiera en esa franquicia. La historia y la estética son similares, y también los errores cometidos. Esta vez, decenas de evidentes pistas falsas de desperdigan por toda la película, pero son tan obvias que es imposible prestarles atención. El final sorpresivo termina siendo predecible y durante la hora y media que dura uno no puede dejar de pensar en cuánto se tomó para hacer esta película de La Aldea, la amada y odiada obra de M.Night Shyamalan. En cuanto a las actuaciones, sorprende ver a un Gary Oldman tan apagado. Un actor de su categoría podría lucirse mucho más, pero da la sensación que se tiró a menos para emparejar con el resto del elenco. La protagonista demostró en varias ocasiones que tiene cualidades para la actuación, pero no en esta, ya que la directora prefirió dejar en claro a través de planos cortos y escenas sensuales que es una chica hermosa (algo evidente) en lugar de dejarla explorar a su personaje a través de un trabajo actoral decente. En definitiva, La Chica de la Capa Roja es un intento de enganchar al público cautivo de estas nuevas historias de amor imposible con guiños de suspenso, pero lo único que logró es confirmar que este no es un género que le caiga en gracia a nuestra querida Catherine. A todos nos gustaría que vuelva a hacer de la calidad Lords of Dogtown o A Los 13, pero si ella escogió este camino, ella sabrá sus motivos, y seguramente su cuenta bancaria también.
Para no verte, mejor Tomen algo de "La Aldea" de Shyamalan, bastante del clásico "El Hombre Lobo", una pizca del cuento de Caperucita Roja y mezclen todo con el romanticismo berreta de "Crepúsculo" que impone la directora de la primera entrega de la historia de los vampiros, ahora dedicada a impregnar con el mismo tono esta versión muy libre del clásico infantil. La protagonista ya no es una niña, sino una mujercita con las hormonas a tope enamorada de un muchacho de la aldea. Pero su madre tiene otro plan para ella, casarla con el hijo de un hombre con una mejor posición económica. Mientras tanto un licántropo azota la villa y los lugareños ya no saben como enfrentarlo. Cierto día llega a la aldea el Padre Salomon, interpretado por un Gary Oldman con piloto automático, sujeto especialista en la captura y matanza de hombres lobo que impone restricciones en el lugar. El pastiche anodino que es esta película sólo nos impone advertir sobre su falta de sustancia, monotonía y vulgaridad en el relato. El marketing y las necesidades adolescentes harán lo suyo para llevar público al cine, mientras nosotros les recomendamos que aprovechen su tiempo en ver algo mejor. Nuestra calificación: Esta película no justifica el valor de una entrada.
VideoComentario (ver link).
Qué boca grande que tienes... La enamoradiza Caperucita, ahora acosada por un hombre lobo. No habrá sido obra de la casualidad que los productores de esta aggiornada versión de Caperucita roja hayan llamado a Catherine Hardwicke para dirigirla. Luego de ver la primera parte de Crepúsculo , era número puesto: ambas son historias de amor adolescente, con un costado fantástico casi primordial, un trío romántico enrevesado, hombres lobos dando vuelta y, por su fuera poco, la realizadora volvió a llamar a Billy Burke, que había sido el padre de Bella para ahora ser... el padre de Valerie. La idea primordial de Hollywood hoy es, ya que no abunda el ingenio para bosquejar nuevas tramas, retomar aquéllas que son clásicas y demostraron tener anclaje popular, y reformularlas. Caperucita ya no teme al Lobo, sino a un Hombre lobo. La madre (Virginia Madsen) no manda a su hijita a llevarle comida en una canastita a la abuelita, porque ella misma ya tiene asuntos más espinosos por resolver. Y la abuela (Julie Christie) no está postrada en la cama en su casa en la profundidad del bosque, sino que sospecha de medio mundo y de la otra mitad también. Pero la cuestión no queda allí en cuanto a personajes, porque están Peter (el ascendente Shiloh Fernandez), a quien Valerie ama y con quien quiere escapar, y Henry (Max Irons), el otro joven, pero de buen pasar, con quien quieren casarla de prepo. Cuando el lobito ataque la aldea y mate a la hermana de Valerie, al clérigo del lugar (Lukas Haas) no le queda otra que llamar al experto Padre Solomon, que no es exorcista, pero sí capaz de cazar y aniquilar al atacante de las lunas llenas. Y que, siendo interpretado por Gary Oldman, claro, estará lleno de excesos. Como los que tiene la película: apartada del relato de Charles Perrault, inquieta más descubrir quién es el hombre lobo que si se comerán o no a Caperucita. Para el espectador avezado hay pistas suficientes, pero los que se queden prendidos entre la agitación y los escarceos románticos se sorprenderán con el final. Almibarada y sangrienta, con frases apasionadas como “La vida que quiero no es otra que contigo”, o la menos apropiada aquí “Te comería”, por razones obvias, La chica de la capa roja tiene en Amanda Seyfried a la intérprete virginal y brava, el corazón que bombea la trama. Y la acompaña un elenco de renombre -aunque para los adolescentes Oldman y Christie no signifiquen nada-. Para los que no estén apurados, quédense hasta el final, después de los créditos...
A Caperucita le sienta el terror No es la primera vez que, partiendo de la base del clásico infantil «Caperucita roja», un director termina aportando algo interesante al cine de hombres lobos. Ya lo había hecho Neil Jordan en una de sus mejores y menos conocidas películas, «En compania de lobos», que convertía la archiconocida historia en una estilizada película de terror . Ahora la directora de la transgresora «A los 13» y de la mucho más exitosa pero menos interesante «Crepúsculo», Catherine Hardwicke, toma el asunto de frente ya desde el título original, «Red Riding Hood», que perfectamente podría haberse traducido como «Caperucita Roka». La película es despareja y, sobre todo, tiene un comienzo muy flojo, con un prólogo super cursi con dos niños atrapando un conejo para matarlo sádicamente, y luego convertirse en adolescentes de un pueblo medieval asediado por el miedo al lobo, que obviamente no es un animal sino un temible licántropo, con el que los aldeanos han realizado un pacto de no agresión, sacrificando su mejor ganado las noches de luna llena para evitar las víctimas humanas. Pero una «noche de lobo», como le dicen en el pueblo, la tregua se rompe y el lobo vuelve a matar nada menos que a la hermana de la protagonista, que aún está a media película de recibir de manos de su abuela (la mismísima Julie Christie) la capa roja del título. La película se vuelve realmente interesante y por momentos muy lograda cuando empiezan los ataques masivos del lobizón, lo que sucede en simultáneo con la entrada en escena de Gary Oldman como una especie de cazador oficial de monstruos de la Iglesia. Con algo de inquisidor y algo de Van Helsing, el personaje de Oldman tiene un fascinante doble filo entre cruzado en lucha contra el mal y fanático religioso, obsesionado con su presa al punto de tener uñas de plata para nunca estar sin defensa contra la bestia. Poco a poco, «La chica de la capa roja» se va transformando en un buen film de terror, con escenas gore que faltaban en «Crepúsculo», y un sólido elenco que ayuda a mantener el interés en los aspectos románticos y la duda principal acerca de la verdadera identidad humana del lobo. Plásticamente, el film tiene grandes hallazgos como todos los gadgets antimonstruo de Gary Oldman y los alucinantes paisajes terroríficos donde transcurre la acción. Y la música de estilo dark, mucho más rockera que la típica banda sonora de un film de terror, ayuda a hacer de esta Caperucita una película de terror original y recomendable.
A sus plantas rendido un lobo Tiene suspenso, terror, romance y fantasía, como algunos de sus condimentos genéricos principales. También reúne algunos buenos aditamentos técnicos: una lograda fotografía de paisajes boscosos y montañosos nevados, una buena banda sonora de efectos, y un diseño escenográfico donde se aprecia el ingenio puesto para edificar un pueblo medieval con maderas, hierro y pieles, que ayude a crear la atmósfera de soledad primitiva a la que están expuestos los personajes que hacen de víctimas del hombre lobo. La chica de la capa roja intenta contar una vieja historia de una manera original. Hay una bella jovencita ante la cual el enorme y feroz animal que está asesinando a los aldeanos, ha mostrado un lado vulnerable. Hay un secreto enterrado que el espectador y la protagonista tienen que develar, además de tener que detener la horda de ataques a los que están siendo sometidos tantos inocentes. Mientras tanto, Valerie (así se llama ella) tiene que debatirse entre el mandato de una madre que le arregló el casamiento pensando sólo en el bienestar económico, y el deseo de consagrar el sentimiento que la une a un muchacho de su misma condición social. Aunque no tiene un final fácilmente previsible, aunque produce auténticos espasmos de emoción, aunque los actores son buenos, este filme tiene algo de artificial que le impide ser todavía mejor. Quizá se deba a la calidad o al uso que se dio a los efectos especiales, o tal vez al modo en que se emplean algunos simbolismos que aparecen como vaciados de contenido (el caso de la capa roja sobre la nieve inmaculada es el más flagrante), o tal vez la permanente sensación de que se asiste a un espectáculo que no se define entre ser cine o ser teatro. Pero es probable que a mucho público ese tipo de detalles no le hagan “ruido”, y sean capaces de disfrutar La chica de la capa roja de una manera totalmente distinta. Afortunados, ellos.
Anexo de crítica: Uno de antemano podría deducir que nunca será del todo mala una película con Amanda Seyfried como una Caperucita Roja adolescente, Virginia Madsen como su madre y con Julie Christie personificando a la dulce abuelita (ya que estamos tampoco nos olvidemos de Gary Oldman en el rol de un inquisidor fanático del viejo arte de torturar a seres humanos en elefantes de bronce flameados). Sin embargo Hollywood vuelve a sorprendernos y en otro de sus típicos razonamientos lineales le encargó un exploitation de Crepúsculo a Catherine Hardwicke, directora nada menos que del primer eslabón de la saga: el resultado es un producto hueco y meloso lleno de estereotipos e incapaz de generar algo más allá de la indiferencia y/ o el tedio...
DESTRUYENDO UN CUENTO CLASICO Mezclando la historia clásica de "La Caperucita Roja" con la estética de "Crepúsculo", esta propuesta de suspenso es una fallida película que desarrolla una historia que desaprovecha talentos como el de Amanda Seyfried y Gary Oldman, que deja de lado todas las sorpresas, e invoca una serie de clichés y personajes estereotipos que molestan y destruyen todo intento de originalidad. Valerie es una muchacha que vive en una aldea medieval y que, repentinamente, va a ser acechada por un hombre lobo que no se intimida y comienza a matar a parte de su familia. A su vez, se va a ver enredada en una problemática amorosa cuando ella se entera que tiene su matrimonio arreglado con un hombre muy distinto al que ella ama. De alguna manera va a tener que encontrar la forma de poder lidiar con sus problemas personales y con la feroz criatura. La cinta desarrolla una historia que es muy fiel a la idea principal desarrollada en el clásico cuento infantil, por lo que solo cuesta ponerse a pensar quienes son cada uno de los roles originales del relato para descubrir, ni bien empieza, quién es el asesino. En términos argumentales, esta propuesta tiene mucha fuerza cerca del final, cuando todo concluye, pero con un desarrollo muy flojo y desinteresado en la introducción y en su planteo medio. Son varias las características que hacen de esta película una propuesta desacertada y mal encaminada: Primero que nada, antes de introducir al lobo, a la caperuza y hasta la casita de la abuela, se toma el tiempo para planear un triángulo amoroso, que al mismo modo que en "Crepúsculo", es el centro principal de la historia. No se usan los minutos para desarrollar las personalidades de los roles, se va directamente al grano presentando a los dos candidatos en la vida de la protagonista. Esto demuestra el camino por el cual la narración va a transitar. Luego, hay bastantes problemas de ambientación y personificación que perjudican y entorpecen la credibilidad de la historia. Supuestamente el relato sucede en una aldea medieval, ya que las herramientas de trabajo, la manera en la que viven, las chozas, el uso del agua y la vestimenta lo dan a entender, pero la forma en la que hablan, las palabras que usan, el acento, la relación romántica y pegajosa entre los personajes, los peinados de los hombres y, principalmente, la banda sonora utilizada para ambientar cada uno de los pasajes (en una parte están festejando la muerte de un lobo con música tecno) son totalmente contemporáneos. Esta incoherencia perjudica muchísimo el entendimiento y, en especial, impide que el espectador pueda sumergirse y formar parte de la historia. Nada es creíble y, dejando de lado la vestimenta y la fotografía, todo lo que rodea el accionar de los personajes está mal dirigido. Catherine Hardwicke, la directora, muestra una espantosa utilización de la belleza como principal fuente narrativa. No faltan los planos en los que se puede ver por unos cuantos segundos los rostros inexpresivos de los protagonistas masculinos para que la platea femenina grite, y se juega bastante con el romance, la desconfianza y la reconciliación entre personajes. Las actuaciones son muy regulares. Amanda Seyfried es quien mejor está dentro del elenco, no solo por darle fuerza a su personaje, sino por bancar y hacer todo lo posible para que su rol se aleje un poco de los problemas del guión. Gary Oldman está muy descolocado en la historia, es como una luz de talento que siempre trata de prenderse, pero cuando lo intenta pasa algo que lo frena y tiene que volver a empezar. Es el único actor de todo el reparto que le da un acento diferente al habla de su rol. Shiloh Fernandez y Max Irons, los hombres que se disputan el amor de Valerie, están muy sobreactuados en casi todos los momentos en los que aparecen. "Red Riding Hood" es una película muy desacertada. Una mezcla muy heterogénea entre "Caperucita" y el éxito de "Crepúsculo". Mal dirigida, con un guión que entra en los lugares más comunes del suspenso (los pocos sustos están mal logrados, no son repentinos. Es más, la pantalla negra los anuncia) y con actuaciones regulares. Una película superficial y pasajera. UNA ESCENA A DESTACAR: los descubrimientos en la casa de la abuela. La escena de "¡Que grandes ojos que tenés!... Son para verte mejor..." da vergüenza ajena.
Chau caperucita! ¿Qué tipo de expectativas podemos tener al ir al cine a ver una película dirigida por Catherine Hardwicke, ya casi una experta en cine adolescente fantástico? Ahí vamos: sala llena de niños (a pesar de ser una versión subtitulada) con sus respectivos baldes de pochochos y gaseosas, acompañados por sus padres, todos atacando el maíz inflado como si no comieran desde hace días. La mitad de la sala obviamente no supera los 16 años. Comienza la peli con unos paisajes maravillosos, bosques dignos de cualquier caperucita roja europea, a pesar de haber sido rodados en Canadá. Y luego la historia, tan antigua y familiar para todos: una joven y hermosa muchacha tentada por los encantos de un joven apuesto y todos los peligros que él encarna, la presencia de un hombre lobo que acecha el pueblo y la sospecha de que el joven apuesto sea en realidad el lobo a quien temer. Entramos al cine y ya sabemos qué es lo que vamos a ver, que no nos vamos a asustar (de lo contrario no habría sido protagonizada por la inocente Amanda Seyfried y no hubiera sido publicitada hasta en los juegos más infantiles del facebook) y que la historia podrá tener un final relativamente feliz y esperado. El guión, por supuesto, es bastante monótono y lineal, las actuaciones no son demasiado brillantes y el elenco fue evidentemente elegido para el deleite adolescente femenino que amará sentirse identificado con la protagonista y su amor en pugna entre dos muchachos apuestos: el pobre, a quien ama, y el rico, que es tan lindo y caballero que daría lástima que se quede solo. Quienes recuerden y hayan amado versiones más crudas y de suspenso de esta fábula saldrán bastante indignados y algo empalagados. Lo que ciertamente queda claro en esta película es la habilidad de su directora para convertir seres temibles y oscuros de la tradición popular europea en versiones deseables y edulcoradas sin siquiera una gota de suspenso, y con unos efectos que ni siquiera se ven demasiado creíbles. Lo peor es que sus hijas saldrán del cine buscando lobos urbanos dispuestos a conquistarlas y que sean tan perfectos como Max Irons o Shiloh Fernandez. ¡Nuestras abuelas y tantos años de esfuerzo, para prevenir a las muchachas, tirados a la basura por una película! Dejando de lado los chistes, veamos si logramos ser un poquitos generosos con La chica de la capa roja y señalemos algunas buenas cualidades que pueda poseer: buenos paisajes, obviamente un buen trabajo de arte (salvo por los efectos y hombres lobos que se veían un poquito artificiales), un par de caras bonitas y no mucho más. Algo que realmente me indigna es que porque se trate de una película dirigida a un público juvenil, sea tan insulsa y poco innovadora. Parece que Hardwicke se está dedicando a destruir monstruos tradicionales ¿qué sigue ahora? ¿La versión naif de Frankenstein? ¿O un grupo de zombies apuestos intentando conquistar a otra Amanda Seyfried?
Este entrecruzamiento de literatura infantil (“Caperucita Roja”) con terror, (“El hombre lobo”), llevados al cine ya separados, juntos, hasta en animación, y agregándole pizcas del nuevo genero exageradamente sobrevalorado, como lo es la saga de amor entre humanos, vampiros, y hombres lobo de “Crepúsculo” (2008), ha llegado con este producto a tocar fondo. Es increíble la cantidad de realizaciones que pueden reconocerse mientras se esta viendo la que nos convoca. Se podría decir que es casi lineal a “En compañía de lobos” (1984) de Neil Jordan, esto a partir de lo narrado, pasando por personajes robados a “Corazón de Dragón” (1996), es más, el personaje de Julie Christie (Gran madre) tiene el mismo final, hasta elementos de la irreverente “Corazón de Caballero” (2001), como ser una secuencia de baile en un pueblito en la edad media donde la música es típica del siglo XXI, entre otras cosas. Y si todavía no se convenció de no elegirla, me extiendo en los detalles. Primero, y para no ser injustos, lo bueno, la dirección de arte es lo mejor del filme, la recreación del ambiente donde se desarrolla el relato es casi impecable, salvo algunos detalles que romperían con el verosímil temporal del mismo, también la fotografía entra en esta categoría, incluyendo la iluminación, conformando un trío con el diseño de vestuario, que da cuenta de una estética de muy buena propuesta. Pero el paupérrimo guión, que casi brilla por la inconsistencia de los diálogos, la infortunada construcción de los personajes y los clisés forzados da por tierra con lo anteriormente halagado. La historia de amor entre una joven agraciada, Valerie (Amanda Seyfried), quien desde pequeña tiene su corazón puesto en Peter (Shiloh Fernandez), un pobre leñador, se ve en peligro de concreción ya que sus padres Cesaire (Billy Burke) y Suzette (Virginia Madsen) han planificado la boda de su bella hija con el primogénito de una familia acaudalada del vecindario. Por lo que de buenas a primera Henry (Max Irons) pasa a ser el malo de la película, o de la historia de los enamorados, y por ende el antagonista, pero no por mucho tiempo. Sabemos, por la promoción y la publicidad, que se trata de una producción de terror, entonces, ante la inminente huida de la pareja de enamorados el pueblo sufre el ataque de un hombre lobo. El relato se quiebra. Ahora lo importante es encontrar a la bestia, para eso llega al pueblo, convocado por el joven Padre Augusto (Lukas Haas), el Padre Solomon (Gary Oldman), mezcla de Van Helsing, Torquemada y Shane. Quien somete a los pobladores a un sinfín de torturas con el sólo fin de encontrar a su peor enemigo. Todo es tan vulgar, chabacano, repetido, que lo único que pasa a tener un poco de interés es descubrir quién es el hombre que en las noches de luna llena se transforma en lobo, o en republicano según diría Woody Allen. Pero el suspenso no se sostiene, ya que es por demás previsible, al igual que lo es la historia de amor. La enumeración de los actores no es ingenua, esto da cuenta del nivel de producción de la que estamos hablando, incluyendo a su directora, Catherine Hardwicke, igualmente responsable primera del mamarracho de “Crepúsculo”.
Ni Caperucita, ni el Lobo, ni nada La maquinaria de Hollywood suele fusionar muy bien elementos de distintas vertientes para crear algo original. No es el caso esta insulsa mezcla de Caperucita Roja con El Hombre Lobo. La maquinaria de Hollywood puede funcionar muy bien, tomando elementos desde otras vertientes y recomponiéndolos para crear algo totalmente nuevo y original, potente, que promueve un tipo de experiencia distinta para el espectador. Scott Pilgrim vs. los siete ex de la chica de sus sueños o Se dice de mí son buenos ejemplos. Pero no es este el caso con La chica de la capa roja, que busca mezclar el cuento de Caperucita Roja con el mito de El Hombre Lobo, en combinación con una estética que introduce variables contemporáneas dentro de un contexto rural y medieval. El problema pasa porque en estos casos hay que ser como un gran cocinero, poniendo los distintos condimentos en la cantidad y forma justa. Y Catherine Hardwicke, directora de Crepúsculo y de este filme, pareciera que mucho de cocina no sabe. O pone muy poquito o se pasa de largo. Por eso nunca va a fondo con el suspenso o se revela como extremadamente puritana en lo que refiere al contacto sexual y/o amoroso (los protagonistas tardan como cuarenta minutos en darse un beso cuando había mil chances para que eso ocurriera antes). O quiere cancherear con una puesta en escena que recurre sin mucha razón a un romanticismo pop bastante irreflexivo (y hasta poco romántico), a efectos especiales mal utilizados, a dispositivos como la voz en off que nunca agregan nada y hasta personajes que pasan por ahí como meras marionetas, sin mucha razón de ser (los de Lukas Haas y Cole Heppell como máximos ejemplos). Donde se ve incluso impericia por parte de Hardwicke es en la sobreestimación de Amanda Seyfried, una actriz que ha sabido erigirse como una buena componente de elencos, como en Chicas pesadas, Mamma mia! o la serie Big love, pero a la que hasta ahora le ha faltado carisma suficiente para llevar un filme sobre sus espaldas, como si han podido hacerlo otras intérpretes como Kirsten Dunst, Lindsay Lohan o Emma Stone. A la pobre se la nota permanentemente desorientada y los dos muchachos que la acompañan en el triángulo amoroso (Shiloh Fernandez y Max Irons) no la ayudan en lo más mínimo con sus poses copiadas de Robert Pattinson y Taylor Lautner (pésimos modelos a seguir, por cierto). Por suerte, a pesar de tomarse a sí misma muy en serio, La chica de la capa roja solo hace reír involuntariamente (la secuencia que cita en forma explícita la parte en que Caperucita se da cuenta que su abuela en realidad es el lobo, es el Himalaya de la ridiculez). Y hasta tiene a Gary Oldman en un papel pequeño pero decisivo, pasando por caja con una actuación de taquito pero sumamente oportuna, como queriéndonos decir “che, esto no es tan importante, pero la podemos pasar bien, riámonos un poco”. Y uno hasta le hace caso y se deja llevar. Un capo, un lobo en el medio de un montón de ovejitas. ¡Que se coma a las ovejitas!
La idea era atractiva: recrear el cuento (¿infantil?) Caperucita Roja, haciendo foco en sus costados más perversos y terroríficos, con todos los elementos técnicos del cine actual. Pero el arranque medianamente interesante de esta peculiar adaptación pronto se desdibuja para internarse en la línea de los subproductos para adolescentes que se iniciaron con Crepúsculo. Films que combinan elementos sobrenaturales y románticos, y que terminan siendo un desfile de carilindos y atléticos chicos y chicas que presuntamente actúan. La directora Catherine Hardwicke fue precisamente la responsable de Crepúsculo y aquí, en lugar de aprovechar alguna buena idea que le proponía el guión de David Johnson (La huérfana), prefirió alinearse dentro del estilo del film vampírico-amoroso que la catapultó. La chica de la capa roja transforma la antigua y tradicional fábula en una historia con toques góticos y medievales que incluye una aldea sitiada por uno o más licántropòs, un cazador estilo Van Helsing y una chica protagonista que en este caso no es una niña. En esta versión es ya una joven y bella mujer que no sólo se debate entre dos amores, sino que también debe lidiar con un padre y una abuela (sí, la famosa abuelita) que esconden siniestros secretos que ella intentará develar. Munida de su capa y capucha roja, claro. La bonita y no poco talentosa Amanda Seyfried (Mamma Mia!, Cartas a Julieta) debe padecer un par de inexpresivos galanes, dentro de un elenco que incluye un seleccionado de actores de ayer y de hoy como Gary Oldman (con su habitual capacidad histriónica), Julie Christie, Billy Burke, Virginia Madsen y Lukas Haas. Pero ninguno de ellos logra remontar una trama que se acerca más a un fiasco que a una recreación novedosa.
¿Lobo estás? Una versión que combina el clásico cuento infantil con el mito popular para componer un relato donde predomina el misterio. Caperucita01Catherine Hardwicke, directora de Twilight y Thirteen, traslada su mirada pop adolecente a este film que combina el famoso cuento de los hermanos Grimm, Caperucita Roja, con el mito del hombre lobo adaptándolo a un público adolescente. Lo interesante de este film, mas allá de la excelente puesta en escena a cargo del nominado dos veces al Oscar® Tom Sanders (Rescatando al soldado Ryan, Dracula) y la fotografía de Mandy Walker (Australia), surge del trabajo de su guionista David Leslie Johnson (La Huerfana), quien habilmente estructura el relato dotandolo de misterio, mas que suspenso, en el cual todos son sospechosos y donde cada uno de los personajes tiene un momento en el que el espectador comienza a desconfiar. Caperucita02La pelicula esta ambientada en un escenario frío y hostil de naturaleza fantástica y aire gótico, que no denota un lugar o tiempo específico pero bien podría ser el medioevo, prometiendo más de lo que cumple. La combinación del cuento con el mito brinda elementos que resultarían fascinantes para un thriller psicológico que aborde con terror y suspenso el lado oscuro y siniestro de sus personajes, que ya están en el cuento original si leemos entre líneas. Pero aquí, La Chica de la Capa Roja, solo continúa la línea temática de Crepúsculo haciendo alegoría al amor juvenil, cuidado y artístico, más ciertos elementos universales presentes del cuento y el mito, como sus personajes, la capa roja, el lobo y el engaño. Amanda Seyfried (Letters to Juliet, Mamma Mia!) interpreta muy bien a esta adolente atrapada entre dos apuestos pretendientes y cuya conexión única con el lobo la llevara a desconfiar de todas las personas en su vida. Algunas indicios de transgresión temática pueden rescatarse si se juega un poco con la escena del sueño donde Valerie y la Abuela se encuentran en la cama, o el sugestivo baile de Valerie con su amiga. O tal vez cuando salen a relucir los secretos de su madre. Pero en su conjunto prima aquella moraleja que nos dejaba la infantil lectura del cuento original. Caperucita03Así es como toda la acción y la intriga de la película queda reducida a la clásica explicación de quién es el lobo, cómo y porqué atacó a sus víctimas, dotando el relato de misterio, mas que suspenso. La música, con melodías y acordes demasiados pop y románticos, contribuye muy poco o nada para acentuar el suspenso en el relato. Un acierto del film, a diferencia de la saga Crepúsculo, es no haber puesto el acento en la transición del hombre a lobo y viceversa, evitando luchas y efectos digitales innecesarias e inverosímiles, acentuando en cambio el personaje de la bestia a través de sus ojos. Pero no alcanza. Caperucita04Más allá del cuento de hadas (una niña inocente con una capa roja, camino a casa de su abuela), Caperucita Roja es una adolescente, en su despertar sexual, con sus miedos, dudas e interrogantes donde el Lobo cambia su forma de vestir para atraerla. Si a ello le sumamos el mito del hombre Lobo y su planteo de apariencias engañosas, donde aquel en quien confías y amas profundamente puede ser tu asesino, el resultado podría ser fantástico, en manos de Tim Burton o Christopher Nolan por ejemplo.
DISFRACES EN LA NOCHE La nueva película de la directora de Crepúsculo propone el origen de una nueva saga de personajes que vagan a través de la historia desplegando su encanto y masacrando personas. Es hora de esbozar un análisis de este fenómeno donde los malos son los que atraen y provocan el éxito de estas grandes producciones cinematográficas. El problema de las últimas películas para adolescentes, como Crepúsculo (2008), su primera versión realizada por Catherine Hardwicke, quien también dirige La chica de la capa roja (2011), es la atracción que provocan los personajes que representan el mal, los vampiros en la primera, el lobo en la segunda; que terminan siendo objeto de fanatismo para el público joven a quien especialmente van dirigidas. En ambas películas los personajes “malos” son asesinos, pero son quienes seducen a las protagonistas femeninas. Esta fórmula, acentuada por la elección de parejas bellas, atractivas: Bella (Kristen Stewart) y Edward Cullen (Robert Pattinson) como vampiros, Valerie (Amanda Seyfried) y Peter (Shiloh Fernandez) como la chica de la capa roja y el lobo, es la que provoca esta inversión axiológica. La chica de la capa roja muestra el origen del mal (del lobo) como un momento oscuro. Algunos filósofos alemanes han hablado de esto refiriendo este origen del mal al “lado oscuro de Dios”, que el mal se origina en Dios, en su lado oscuro. Este origen es trágico, su raíz es ética, ya que está en la libertad, y para ser salvados no basta la libertad (o la no elección del mal), sino la gracia (el lobo no puede pisar suelo santo, o lugares santos ya que se quema). A lo largo de la película muchas veces y en boca de varios personajes, como el padre Solomon (Gary Oldman), la abuela (Julie Christie) se habla de este origen oscuro, de la lucha contra la oscuridad, pero serán las palabras del mismo “lobo” las que confirmen que su proceder asesino está en su libertad y que el ámbito oscuro es un lugar de poder, de fuerza, de dominio. Por otra parte, Valerie, la protagonista de la película, quien desde pequeña se ha visto suscitada por este maligno, va a tener su momento “libre”, su instancia de elección para encaminarse hacia la oscuridad o no. De manera curiosa, si bien los diálogos aluden a esta oscuridad, cuando Valerie delibera su destino las imágenes que se le presentan a modo de flashfowards del camino de la oscuridad son sumamente luminosas, nítidas, en cuanto a la fotografía. Esta contradicción visual y argumental acompaña la inversión axiológica de la que hablábamos anteriormente. Tanto Crepúsculo como La chica de la capa roja muestran al mal como “algo” (un vampiro, un lobo), como una “cosa”, postura equivocada ya que el mal no es aquello, sino que es un hecho, es un ser de hecho: es una privación y existe porque se da. Que se den estas películas a las que podríamos sumar Let me in en su versión original Criatura de la noche (2008) y en su remake americana Déjame entrar (2010), próxima a estrenarse en nuestro país, nos habla de que esta inversión que el cine expone (y con la que recauda) es apostar a otro modelo que motive el consumo. Porque evidentemente en el mercado adolescente lo que seduce y cautiva es lo malo, revestido, como los flashfowards citados, lo cual nos dejaría una leve esperanza de que aún tiene que haber luz para desafiar la noche.
VideoComentario (ver link).
Valerie es una hermosa joven enamorada de Peter, un leñador, pero sus padres arreglaron su matrimonio con el adinerado Henry. No dispuestos a separarse, Valerie y Peter planean huir juntos cuando se enteran que la hermana mayor de ella fue asesinada por el Hombre Lobo que merodea por los bosques oscuros de la aldea. Con la firma de Catherine Hardwicke, pensar a Red Riding Hood (La chica de la capa roja) como un nuevo intento de Crepúsculo no es equivocado. El enfoque "siniestro" sobre la historia de Caperucita, no es más que una excusa para desarrollar lo que es el verdadero interés de la directora así como del estudio detrás, una historia de amor. Sean vampiros, como en la saga ya mencionada, extraterrestres, como en el caso de I Am Number Four, u hombres lobo como en esta, la realidad es que hay un jugoso mercado al que hincar los dientes, y no importa a qué criatura corresponda esa dentadura. En este caso se trata de una adaptación libre del famoso cuento infantil, mezclando algo de la versión de los hermanos Grimm (el leñador como el héroe) con la original de Charles Perrault (la ingesta de carne humana por parte de la protagonista, por ejemplo). No obstante la historia está tan sazonada con el condimento romántico, no por nada uno de los agregados es un tercero en discordia, que no se termina valorando los aspectos propios de la película porque en todo momento se la ve como una imitación de las otras. En esta se podrá reconocer la fórmula de héroes torturados interpretados por jóvenes lindos (por suerte en esta no hay un contrato que les pide sacarse la camisa cada 10 minutos), así como también se podrán encontrar diálogos inverosímiles, actuaciones masculinas muy flojas y a Billy Burke como el padre de la protagonista. La película cuenta con algún punto a su favor, principalmente la figura del cazador, interpretado por Gary Oldman, el cual lleva adelante no sólo la mejor actuación sino que carga además con el personaje más interesante y complejo. Sombrío, cínico, violento, es el que más facetas presenta, y si bien es raro que un actor con su carrera se sume a una apuesta así para el púbilco adolescente, su Padre Solomon parece justificarlo. Por otro lado el final es otra sorpresa, algo que sin duda escapa a la obviedad. David Johnson, el guionista que llamó la atención con su primer trabajo en Orphan, parece acordarse de su realización previa y sostiene el misterio acerca de la verdadera identidad del lobo hasta el final. Esto que en un primer momento parece un logro, se va perdiendo a medida que se necesita explicar literalmente todo lo ocurrido en la película para que ese desenlace tenga sentido. La película no termina exactamente ahí, como hubiera correspondido, sino que hay algo más, una despedida "emotiva" y un sueño romántico de la protagonista, lo que lleva de vuelta al principio de esta crítica. Puede ser que por momentos veamos alguna cosa diferente, un Oldman desquiciado y a un lobo asesino, pero en realidad no hay un desvío del camino prefabricado. Hardwicke intenta repetir lo que hizo en el 2008, un nuevo Crepúsculo pero con hombres lobo. Habrá que ver si esta historia tiene éxito para que en un futuro aparezcan otras pero con ángeles, demonios, elfos y demás criaturas mágicas.
Caperucita en target teen y vampírico Basada en el legendario cuento de los hermanos Grimm, la directora de Crepúsculo acerca la historia al género que popularizó con un lobo sanguinario y un trasfondo de desconfianza que la transforma en un disparate reaccionario. Si el relato de Caperucita Roja circuló como una de las tantas historias que se trasmitían oralmente en la Europa medieval hasta que en el siglo XlX los hermanos Grimm lo encuadraron dentro de su imaginario poblado de seres tenebrosos, crímenes y castigos, la versión cinematográfica de Catherine Hardwicke está basada en el cuento original pero, escandalosamente, anclada en jóvenes. Se trata de personajes paliduchos, sedientos de sangre y convenientemente excitados, es decir, el “género Crepúsculo” (del cual Hardwicke dio el puntapié inicial), que en libros, series y claro, en el cine, se supone que enloquece a los adolescentes. La chica de la capa roja se ubica difusamente en algún lugar de la Europa del 1300, en una aldea aislada, donde sus habitantes saben que deben rendir un tributo magro –un chanchito cada tanto– para que el lobo que los acecha desde siempre los deje tranquilos. Por supuesto, no es sólo un animal de carácter irascible, sino que se trata de un licántropo, es decir, un hombre que se convierte en bestia, casi siempre en busca de venganza. El monstruo un día se cansa de la dieta porcina y mata a una joven doncella, una muerte que complica la huída de su hermana Valerie (la etérea Amanda Seyfried) con Peter (Shiloh Fernández), un leñador pura fibra que la quiere bien y no va a permitir que su amada se case con Henry (Max Irons), el bacán del lugar. Lo que continúa es más o menos previsible, con el pueblo temeroso, las víctimas que se siguen sumando a la carnicería, la aparición del Padre Salomon (Gary Oldman), un fundamentalista especializado en cazar bichos raros, mucha bruma, espadas de plata, la tensión sexual entre la parejita protagónica, el lobo que es malo, pero que también ofrece un mundo de sensaciones, y sobre todo la paranoia, a partir del descubrimiento que cualquier vecinito puede ser el feroz asesino. Y ahí, donde el despropósito hecho película muestra su peor cara, porque si a duras penas y con un enrevesado guión se hacían malabares para encuadrar al cuento de Caperucita en el target joven y vampírico, el relato se asienta en una especie de caza de brujas y hasta una versión macartista a destiempo, donde todos desconfían de todos y el enemigo está dentro de la propia comunidad, que convierte a La chica de la capa roja en un disparate, pero además, un disparate reaccionario.
Caperucita siglo XXI Mezcla de tragedia griega con policial plagado de suspenso, “La chica de la capa roja” es mucho más de lo que parece. El tradicional cuento de Caperucita Roja es retomado por Catherine Hardwicke para combinar una historia inquietante con muy buenas imágenes. El resultado es una película entretenida que seducirá a no pocos adolescentes del siglo XXI. La historia de un hombre-lobo que acecha a una aldea medieval tiene orígenes mucho más complicados que los de la leyenda del hombre que se convierte en una bestia asesina los días de luna llena. El amor, los lazos familiares y hasta sedimentos de la Santa Inquisición son barajados y mezclados por la directora para construir una historia con buen ritmo y final inesperado.
Caperucita en el crepúsculo Lo interesante de los relatos clásicos es que siempre admiten nuevas versiones e interpretaciones; en este caso, le toca a la tradicional historia de Caperucita y el Lobo, bajo el tratamiento de una trama de violencia e intriga. El punto de partida es el conflicto de una joven, enamorada de un leñador pero obligada a casarse con otro joven, de mejor posición económica; el drama comienza cuando la hermana de la protagonista aparece muerta por el ataque de un misterioso hombre lobo que atemoriza a todo el poblado. Los aldeanos, desesperados, convocan a una suerte de exorcista que se especializa en eliminar a este tipo de bestias; cuando éste llega, desencadena una nueva crisis al revelar que el hombre lobo se oculta bajo una apariencia humana, y que por lo tanto puede ser cualquiera de los habitantes del pueblito. La directora Catherine Hardwicke intenta reflotar en este filme los mecanismos que le dieron buenos resultados (al menos, en la aceptación por parte del público adolescente) en "Crepúsculo", pero sufre demasiados tropiezos. La trama muestra debilidades que impiden que el público entre en la convención indispensable en este tipo de relatos: no se pretende que la historia sea creíble sino que resulte convincente. Además, el paralelo con el tradicional cuento se va haciendo cada vez más forzado y arbitrario. Amanda Seyfried trata en todo momento de darle intensidad a su personaje, pero el guión no le brinda demasiadas oportunidades; Gary Oldman, un muy buen actor, aparece duro y esquemático en el rol del exterminador de hombres lobo, y Julie Christie se ve un tanto desconcertada con el personaje de la abuela. Los efectos especiales y los aspectos visuales están muy cuidados, pero la puesta en escena no termina de convencer. En síntesis: Hardwicke parece haberse quedado a mitad camino entre una realización de suspenso y terror y la reedición de la aventura romántica con rasgos dramáticos y fantásticos que intentó en "Crepúsculo".
Perrault y Grimm al estilo "Twilight" (?) Siempre es bueno ver nuevas versiones de clásicos. No es este exactamente el caso, pero casi. El antiquísimo cuento de tradición oral traído por Charles Perrault y luego reversionado por los hermanos Grimm llega a cartelera, en nueva y extraña versión. Hace un tiempo, los grandes estudios están atraídos hacia la búsqueda de volver a revisar algunos productos tradicionales y aggiornarlos a nuestros días. Lo cual, a priori, no parece nada mal. El tema es cuál es la dirección que se le imprime a esa búsqueda y cual es el resultado final. En este caso, se buscó a la directora de la saga "Twilight", justamente para hacer una película donde hay: lobos, una relación triangular, un bosque, ambiente sobrenatural y mucha sensualidad contenida. Todo para que Catherine Hardwicke se sintiera cómoda: los mismos elementos que utiliza en "Crepúsculo"!!! Esta bien, entendamos que esta "Little red riding hood", está pensada para el público adolescente, por la similitud de los escenarios y conflictos, quienes siguen la saga ya mencionada, sentirán a esta película muy cercana ya que la atmósfera que se genera la hace parecida en espíritu, al trabajo insignia de Hardwicke.... Más allá de eso, lo importante es saber si (solo por curiosidad), se respeta la historia clásica de Caperucita Roja o esto es un pastiche donde libremente se recrea aquello que le parece al guionista, sin ningún tipo de control o freno inhibitorio... Debo decir que lo que Perrault dejaba entrever (y pueden consultar los estudios psicológicos de su obra, sus implicancias ocultas), el tema del deseo de las doncellas jóvenes de adentrarse en el bosque y descubrir allí aquello que es prohibido (el lobo, o...), está presente. La connotación de este cuento tradicional, cuyo destinatario primero no eran los chicos, sino las jóvenes de aquella época, está clara en este trabajo: sabemos que este rojo que ostenta Valerie (Amanda Seyfried) tiene que ver con algo primario y visceral, su desarrollo como mujer y sus sentimientos hacia lo desconocido, lo no dicho, la transgresión en estado puro, en una sociedad que condena este tipo de manifestaciones. "Red riding hood" hace carne este espíritu y lleva agua para su molino, en lugar de reversionar lo tradicional, toma el elemento más visible en aquel clásico relato y lo encuadra dentro de una fórmula que lleva dando mucho resultado a su directora: la de los corazones jóvenes que se alteran y perturban ante el desarrollo de su sexualidad. Esta Caperucita está pensada para un público en particular y es difícil que fuera de este target, otras edades le presten atención. Es cierto también que tiene muchas similitudes con "El lobo", aquel film con Anthony Hopkins del año pasado. Pero muchas más, como dijimos, tiene con la trilogía "Twilight". Tiene, las que la definen, por analogía. La historia nos presenta, como ya dijimos, a Valerie, una adolescente que está enamorada de su amigo y compañero de juegos de la infancia, Peter (Shiloh Fernandez). Viven en un poblado cercano a un frondoso y peligroso bosque, donde mora, en apariencia, un lobo muy feroz. Los aldeanos dicen que están en paz con él, ya que hace varios años que no ataca a la población, pero la amenza, latente, sugiere respeto y observación en el inicio. La madre de Valerie, Suzette (Virginia Madsen) junto a su padre, Cesaire (Billy Burke) han arreglado su boda con Henry (Max Irons), pero la joven se resiste a la idea. Ella está enamorada de Peter, pero como él no tiene dote y Henry es el hijo del herrero, el resultado está claro: sus progenitores han decidido garantizar el futuro económico de la familia. A poco de conocer la noticia, aparece el cadaver de la hermana de Valerie con claras heridas de lobo en su cuerpo. El lugar se conmociona y los habitantes de la aldea debaten cómo enfrentar esta realidad justo en el momento en que un Padre sanguinario y cruel, Solomon (Gary Oldman) llega al poblado. Entre todos, deberán enfrentar el desafío de dar batalla a la amenaza que los acosa y poner fin al reinado del terror. Entretanto (y con el mismo nivel de intensidad), Valerie vivirá su triángulo amoroso con furia y enojo, mientras intenta oponerse a la orden paternal... A favor de la película, hay que decir que está muy bien fotografiada y que no me pareció, particularmente aburrida ni nada por el estilo. "Red riding hood" se deja ver, es un producto comercial que luce ajustado y tiene claro sus limitaciones, no hay que pedirle lecturas profundas: tiene aspecto de cuentito de terror, pero es un thriller al estilo "Crepúsculo", con mucha tensión reprimida, mucho rostro exasperado y respiración entrecortada ... La ambientación está lograda y la banda de sonido subraya sin mayores complicaciones. Amanda Seyfried está bien, pero ella ya es una actriz consolidada y eso no debería sorprender. Por lo demás, no me termina cerrar el registro con el que cuentan la historia ni las pobres actuaciones del resto del cast. Si están con amigos menores de 20, tienen curiosidad por el film y ya les gustó "Twilight", es una película aceptable que sirve como aperitivo para esperar la tercera parte. Eso es indudable. Si son románticas o sentimentales empedernidas, también están invitadas. Pero...si son espectadores críticos, esta no es su película. Aunque como ya dije, es una propuesta, que no molesta, que no incomoda, pero no aporta la recomendada buena dosis de cine semanal que necesitamos.
¡Ojalá se la hubiera comido el lobo! Red Riding Hood o La Chica de la Capa Roja es una nueva adaptación de la conocida leyenda de la "Caperucita Roja", una historia que en su versión original era mucho más terrorífica y sangrienta de lo que conocemos hoy en día, que fue mutando con el tiempo hasta convertirse en el cuento que a todos nos enseñaron cuando éramos chicos y que forma parte de los clásicos de la infancia. Dicho esto, como adulto que se crió con estos cuentos, la decepción que me llevé cuando vi esta adaptación en pantalla es difícil de explicar en palabras... Me sentí como un nene al que le acaban de arrebatar de las manos su juguete preferido. De todas las adaptaciones que podrían haber hecho, se decidieron finalmente por la peor y más cursi de todas, imprimiéndole elementos de la tan criticable "Crepúsculo", como si fuera una joya de la historia del cine y un ejemplo a seguir... La directora Catherine Hardwicke, al igual que otros directores que ya he citado en otras críticas, parece haber entregado su integridad a las órdenes de lo comercial sin escrúpulos, involucionando tanto que ha llegado al punto en que es conocida como la directora de la insoportable historia de vampiros carilindos con problemas de socialización, dejando en el olvido otros trabajos de dirección mucho más respetables como por ejemplo el film "Thirteen" o "Los amos de Dogtown". En fin, en esta ocasión se vuelve a convocar a actores carilindos, faltos de talento, para protagonizar la historia, por ejemplo en el papel principal de Caperucita Roja a la "ascendente" Amanda Seyfried, que la verdad no tengo idea de porque se le tira tantas flores desde la prensa, ya que no he visto casi ningún trabajo respetable de la joven actriz... luego, para completar el triángulo amoroso están un tal Shiloh Fernandez (Peter) y Max Irons (Henry), 2 pibes a los que no los conoce ni la madre. En el sector de las figuras con peso, están el villano eterno Gary Oldman (Padre Solomon) que no hace un papel memorable y forma parte del ya cliché de darle con un caño a la Iglesia, y por otro lado Virginia Madsen (Suzette) como la madre de caperucita que tiene una participación muy acotada. Para resaltar, la fotografía es buena y el diseño de vestuario, área donde tiene basta experiencia Hardwicke, es impecable, pero con esas dos cosas no se hacen una buena película. Por momentos la banda sonora es interesante, moderna y oscura con la interpretación de la banda Fever Ray. Creo que no hay más nada que rescatar de esta versión tan chata y olvidable, que parece salida de la fantasía más cursi de un adolescente en plena edad del pavo. Las fantasías personales por más que en nuestras mentes a veces tengan el más perfecto sentido, no siempre son aptas para hacerlas públicas y mucho menos en un film, de hecho la mayoría de las veces nos las guardamos para nosotros mismos, por eso son personales. Una película sólo para los incondicionales de la saga Crepúsculo.
PARA ABURRIRTE MEJOR... Esta nueva adaptación del clásico de Charles Perrault ”Caperucita Roja” relata la terrorífica vida en el pueblo de Daggerhorn, que durante años se ha visto atacado por el lobo, que en cada noche con luna de sangre se lleva la vida de un ser humano. El filme comienza con la muerte de la hermana mayor de la protagonista (que aquí no se llama Caperucita, sino Valerie) bajo las garras del lobo y la conmoción familiar que ello acarrea. Además, Valerie se entera que sus padres van a casarla con el heredero de la familia más rica del pueblo, cuando ella está enamorada de Peter, el humilde leñador al que ha amado toda su vida. Mientras tanto, Solomon, un cazador de hombres lobo, irrumpe en el pueblo, advirtiendo que el lobo adquiere forma humana durante el día y que podría ser cualquiera de ellos. En ello radica el principal atractivo del guión, ya que se intenta poner como sospechoso a cualquiera de los personajes (incluyendo a la abuelita, jugada por la legendaria Julie Christie). Por lo demás, el filme cuenta con diálogos trillados y lugares comunes en cuanto a la historia romántica. Virginia Madsen representa a la madre de Valerie, con su rostro lamentablemente hinchado por las cirugías, mostrándola totalmente fuera de registro para una historia medieval (además de que jamás pierde el excesivo maquillaje a pesar de la muerte de su primogénita). Gary Oldman aporta su profesionalismo en un rol que ya ha demostrado en varios papeles anteriores, aquí como el típico hombre obsesionado con la caza del lobo, que no mide consecuencias y se constituye como otro antagonista del relato.La puesta en escena (léase vestuario, maquillaje, escenografía, iluminación) así como los grandilocuentes planos generales con cámaras cenitales y cierto montaje acelerado o ralentizado en diferentes instancias, es lo más destacable de esta apuesta algo fallida. Amanda Seyfried es lo suficientemente bella y agraciada para el rol, mezclando la inocencia y la sensualidad de su cabello rubio y sus ojos grandes y claros. Pero falta química en su relación con sus dos pretendientes (Shiloh Fernandez y Max Irons, olvidables), por lo que la parte romántica no adquiere el protagonismo y el nervio necesario. Por suerte no falta el clásico diálogo de “Abuelita, qué grandes ojos tienes, qué grandes orejas, qué grandes dientes…”, pero sólo sucede dentro de una pesadilla de la jovencita. También, la tradicional caperuza roja tiene protagonismo en la vestimenta de Valerie, poniéndole colorido a una historia oscura en una nevada zona boscosa.
Lobo estás? Es bastante dificil, después de haber leidos varias de las críticas que fueron publicadas, tratar de escribir algo que sea un poco diferente a todo lo dicho, respecto del estreno de esta semana, "La chica de la capa roja" que viene con el antecedente de estar dirigida por la misma directora de "Crepúsculo". Es paradójico que la película sea promocionada de esta forma -haciendo hincapié en su directora- en donde indudablemente la esta nueva adaptación del cuento tradicional, tiene su punto más flojo, y por lejos. Catherine Hardwicke parece haber entendido poco y nada del tenebroso mundo del cuento de Perrault, varias veces adaptado, incluso suavizado por los hermanos Grimm. Hardwicke le vuelve a imprimir lo que evidentemente va a pasar a ser su sello distintivo -adolescentes en celo con las hormas superrevueltas, sea en el ámbito que sea- y acá no hace mucho más que cambiar vampiros por hombre lobo, pero el "calor", adolescente y apasionado, persiste. Ya desde el enfoque inicial, entonces, la directora pierde rápidamente el rumbo y se detiene a mostrar con muchos más detalles la encrucijada amorosa y pasional de Valerie (Amanda Seyfried, en una versión super libre de la conocida Caperucita Roja) entre el niño de una clase que no le pertenece, Peter (Shiloh Fernandez) y aquel con quienes sus padres han arreglado un matrimonio por conveniencia, Henry (Max Irons) que luego, por otras vueltas de la trama, veremos que tenía su razón de ser porque ambas familias ya estaban anteriormente vinculadas. Todo este triángulo amoroso se desarrolla en una aldea de Daggerhorn, un pueblo típicamente tranquilo que se ve alterado por las constantes apariciones en noche de luna llena del hombre lobo, criatura que desestabiliza la quietud pueblerina y que luego puntualiza su acecho en Valerie. Es con ella con la única persona que el lobo habla -por eso inclusive Valerie será tildada y tratada como a una bruja- ya que tiene un vínculo que encierra oscuros secretos que se irán develando hacia el final de la película. Seguramente Hardwicke hubiese ganado contundencia en el relato si hubiese sabido domesticar y poner de su lado a una criatura tan enigmática e interesante como es el hombre lobo y aprovechar el enorme elenco que pusieron bajo su tutela en los roles secundarios, los cuales, en su gran mayoría están totalmente desaprovechados. Hasta en algunos momentos, actoralmente a la deriva, parecen no tener registro ni marcación alguna. Además de desperdiciar totalmente a Lucas Haas (aquel niño de "Testigo en Peligro") en un papel que hubiese dado para mucho más, Virgina Madsen (que supo brillar en la comedia independiente "Sideways - Entre copas") no logra dar con la ambivalencia de la madre, quien además, ha perdido una hija -la hermana mayor de Valerie es atacada por el hombre lobo al inicio del film- e ignora completamente ese momento de quiebre, como si nada hubiese pasado. Gary Oldman como el padre Solomon, un afamado cazador que viene a prestar ayuda a los desesperados aldeanos, está lejos de sus grandes actuaciones, es como una pequeña sombra de lo que supo demostrar en "Drácula" o en sus últimos malvados para la pantalla. Y Julie Christie como la abuela de Valerie es la que tiene algunos momentos bien aprovechados, pero que claramente podría haber explotado todo su halo de misterio, si Hardwicke se hubiese obsesionado más en la negrura de sus personajes antes que a los adolescentes carilindos y hormonales persiguiendo a la rubia de cuento de hadas. Sin embargo, y a pesar de todos los reparos, Seyfried (como Valerie, demostrando que ya tiene un rostro privilegiado para la pantalla grande y puede vibrar en varios registros como "Mamma Mia!" "Cartas a Julieta" o "Chloe") hace un enorme esfuerzo por sostener la historia y logra transmitir todas sus dudas respecto de la identidad del lobo. Fundamentalmente está la posibilidad de que cualquiera de sus dos amados sea finamente el hombre lobo, pero sobre la mitad del film se empiezan a desplegar otros posibles sospechosos y para cuando se devele la verdadera identidad, habrá más de una sorpresa y es sin duda este enigma, el único hilo conductor que el film logra sostener decorosamente. Cabe señalar que Hardwicke tampoco fue ayudada por un diseño de escenografía que indudablemente se trata de un gran estudio de cine decorado a tal efecto, no hay un sólo escenario natural: eso se nota ... y mucho. Ni los paisajes, ni las casas, ni la nieve, ni el bosque de árboles desde cuyos troncos salen espinas con forma de lanzas, ni el granero... nada de nada suena real. Con lo cual hay que hacer un esfuerzo adicional para situarnos en esa pequeña aldea medieval donde además, todo el mundo tiene aspecto de salir de la Vanity Fair directo al estudio de filmación, dado que hay muy poca dedicación en la ambientación de época: ni el vestuario, ni los peinados, ni la manera de conducirse respetan la época. Pero ninguna de esta objeciones les va a interesar a los adolescentes y sobre todo las adolescentes que suspiren por los dos compactos de hormonas que se disputan a Valerie. Para el resto, hay momentos muy logrados, sobre todo en el misterio que rodea a la identidad del hombre lobo y sobre todo las escenas relacionados con Valerie y su abuela están filmadas con un tono muy adecuado al suspenso y el misterio. La adaptación de "Caperucita" con su universo mágico y siniestro daba quizás para mucho más que para esto, pero si bien Hardwicke y su guión no dan en el clavo totalmente, tampoco es un producto tan desparejo dentro del género. Entretiene, sostiene un misterio a lo largo de todo el film y se rodeó de un elenco interesante que trata de hacer creible una historia fimada en un universo de cartulina y copos de nieve artificiales.
Una variante adulta del célebre cuento de Perrault. “Caperucita roja”, ha dado lugar a todo tipo de lecturas. Catherine Hardwicke (“Crepúsculo”) encara el asunto como un thriller fantástico y explora a fondo sus zonas oscuras. Durante años, los habitantes de Dagger Horn han mantenido una tregua con un hombre-lobo que acecha la región, pero la bestia cambia brutalmente las reglas del juego al asesinar a la hermana mayor de Valerie. Prometida en matrimonio a un hombre pero enamorada de otro, la muchacha se mueve en un terreno cargado de riesgos. El peligro se acrecienta cuando un cazador advierte que el licántropo adquiere forma humana durante el día y camina entre ellos. Mientras el número de víctimas crece, Valerie advierte que está ligada de manera inexorable a ese hombre-lobo que tiene en vilo a la aldea. Se convierte en sospechosa y deciden utilizarla como carnada para atrapar al depredador.
En un pueblo de leñadores, cazadores y de mujeres dedicadas a las tareas de la casa, Valerie es prometida al joven heredero de una familia de dinero dedicados a la herrería. En secreto, ella se encuentra enamorada de Meter, un leñador humilde que corresponde a los sentimientos de la chica. En el momento en que deciden huir y emprender una nueva vida juntos, el llamado de las temidas campanas comienza a sonar. El lobo ha matado de nuevo. Este caserío perdido en medio de nevadas montañas sufre una maldición: un voraz hombre lobo asola a los pobladores, quienes para mantener seguras a sus familias ofrecen terneros y novillos para saciar su apetito. Sin embrago, esta vez, tras asesinar a una adolescente, el lobo solo reclama algo a cambio: Valerie. Si la muchacha decide irse con él, todos vivirán tranquilos, sino continuará matando. La única oportunidad que tienen es usarla de carnada: en una de sus habituales visitas a la casa de su abuela Valerie deberá atravesar el bosque, engañar al lobo y luego aniquilarlo. Levemente inspirado en el clásico relato infantil de Caperucita Roja, esta vuelta de tuerca extrema que propuso la directora Catherine Hardwicke (“A los trece”, “Crepúsculo”) cuenta con todos los elementos de aquella historia pero potenciados para lograr un thriller cargado de acción, sensualidad y suspenso. Que el famoso lobo ahora sea presentado como un licántropo es un gancho más que atractivo y si le sumamos la magnética presencia de Amanda “ojos enormes” Seyfried, toda la locura de Gary Oldman y una rockera banda sonora, el combo no es para nada despreciable.
Obsesión licantrópica Los hermanos Grimm, quienes en el siglo XIX popularizaron la leyenda de Caperucita Roja, mostraban a un hombre lobo que se disfrazaba con el atuendo de una anciana que acababa de devorar. Pero en esta versión 2011 de la mítica historia -que recayó en manos de Catherine Hardwicke, la directora de Crepúsculo- la fragilidad del guión es acorde a la fórmula melosa que catapultó al éxito a la adaptación fílmica de la trilogía escrita por Stephenie Meyer. En La chica de la capa roja un licano, cuyo salvajismo aparece en las escenas colectivas, hechiza (y se conecta) visualmente con la protagonista: la cautiva como Jacob Black hacía con Bella Swan. El reciente estreno está protagonizado por Valerie (Amanda Seyfried), la rubia y bella Caperucita Roja, quien se adentra en los gélidos bosques. Y acá un punto importante: si el espectador busca aislarse en ese territorio escarchado, las antorchas paganas del film le calentarán la sangre durante toda la película. Una luna sangrienta es la antesala para la aparición del hombre lobo que asola todo a su paso y, con una fuerza inaudita, se cobra víctimas entre zarpazos y mordidas. Los jóvenes actores Shiloh Fernandez y Max Irons, en la piel de Henry y Peter respectivamente, disputan el corazón de la joven (otro guiño crepuscular) y el padre de Caperucita, interpretado por Billy Burke, (sí, el papá de Bella en Crepúsculo) engarzan una vez más a este filme con la saga adolescente. Uno de los personajes más misteriosos es el de la abuela (protagonizada por Julie Christie) quien vive, apartada de la comarca, en medio del bosque. Secretos familiares, la aparición de un justiciero (en la piel del gran Gary Oldman) y el devenir de una comarca que se ampara en las leyendas folclóricas deja cierta estela sombría sobre un film al que le faltan varias manos de oscuridad.