Futuros eran los de antes Todo lo que empieza tiene que terminar. La ciencia ficción basada en teorías futuristas empieza a agotarse. A menos que se agarren cuentos o novelas inéditas de Phillip K. Dick o Isaac Asimov, el género fantástico debería empezar a renovarse y no inclinarse continuamente hacia las mismas visiones pesimistas futuristas. Las ciudades arrasadas, marginalizadas, clases sociales extremas… son un futuro tan posible como demasiado visto en los últimos años. La inclusión de una vuelta de tuerca con viajes temporales en el medio, no hacen de Looper una propuesta tan novedosa o inteligente como se preveía. La premisa prometía cierta originalidad. Es el año 2044 y todavía no se inventaron los viajes en el tiempo, sin embargo treinta años después no solo existirán, sino que estarán prohibidos y lo usarán solamente los mafiosos para deshacerse de víctimas. De esta manera, mandan al condenado atado y con la cara tapada al pasado, y un “looper” lo mata de un balazo limpio. Después se deshacen de los cuerpos. Limpio y legal. No se puede acusar de asesinar a alguien que no es del presente. La única claúsula del “looper” es que su tiempo termina, cuando mata a su “yo” del futuro, por lo que recibe una rica indemnización. Joe, un “looper” joven y soñador, se enfrenta a su Joe treinta años más viejo y con el rostro de Bruce Willis. Imposible matarlo. Bruce como siempre, se escapa de su Joe joven y sale en la búsqueda del hombre que está matando a todos los “loopers” del futuro, mientras Joe joven (Gordon – Levitt) desea perseguirlo y matarlo (o matarse) antes de lo encuentren sus jefes. La primera hora del film de Johnson es entretenida e intensa. Si bien la pintura futurista no resulta del todo original, es convincente. El mundo no ha cambiado tanto, pero la violencia se ha incrementado. Como retrato social es interesante. Después que ambos Joe coinciden en 2044 comienza una persecución llevada con buen ritmo, hasta que el director parece cansarse de la trama original y complicar caprichosamente el argumento, agregando personajes, abriendo subtramas, induciendo al espectador a generarse hipótesis que no llevan a ningún lado, para terminar con un absurdo, banal y previsible final. Es una verdadera lástima, porque Johnson le dio tono de film noir cronenbergiano que podría haber sido mejor explotado, sino se hubiese tentado por convertirlo en un relato inútilmente apocalíptico y sentimental. A partir de que aparece el personaje de Emily Blunt, la película desbarranca y el realizador/guionista pierde la brújula. Se vuelve morosa y aburrida, repetitiva, y lo que es peor, empieza a mostrar sus cartas intencionalmente. La paradoja temporal acerca de la búsqueda de una identidad en la hora inicial, se contradice con la segunda mitad, pesada, lenta, romántica, combinación entre Terminator y X Men que no llega a profundizarse ni quedar demasiado clara, porque el director quiso que el espectador reflexione demasiado, y para eso lo confunde continuamente. Se nota que a Johnson, Blade Runner, le voló la cabeza, pero no logra transmitir, ni generar ese clima oscuro, retrofuturista y ambiguo, mezclado con cierto lirismo estético. Si en lo narrativo existen numerosos huecos y sin sentidos, en la puesta en escena también es azarosa. Nunca se comprende el maquillaje del protagonista, la transformación física de Gordon-Levitt en este Joe que no se parece demasiado a Willis. Tampoco queda claro que género quiso encarar realmente el director, porque comienza como un policial clásico, con vos en off incluida, resolviéndose como un típico spaghetti western. Si bien no vi Brick, premiada ópera prima de Johnson, sí puedo opinar de Los Estafadores (The Brothers Solomon), su segunda obra, que también fue una decepción. Una comedia dramática con alguna que otra idea ingeniosa, pero que desbarrancaba al final. Looper en cambio, cae en la mitad y no se recupera. Si los minutos aparecen desperdiciados, el elenco padece de lo mismo. Gordon-Levitt se toma en serio el personaje y no le queda mal, contenido e intenso. Willis por su lado, hace lo suyo: pelea a puño limpio, ametralla un poco, corre. Lo de siempre. Usa una camiseta blanca que tarde o temprano terminará llenándose de sangre propia y ajena. Además no le provoca sorpresa verse a él mismo joven. Recordemos que ya lo había hecho en 12 Monos y Mi Encuentro Conmigo. Si ayer nos quejábamos de la remake de El Vengador del Futuro, hoy Looper no logra hacerle sombra a esta. El secreto debería apostar por la sencillez. No dar vueltas con paradojas y filosofía barata. Demasiados puntos que quedan sin cubrir, y pocas herramientas discursivas verosímiles para darle una resolución a la historia. Looper es pretenciosa y no cuenta con suficiente ingenio para romper su propia lógica y probar algo “nuevo”. En pocas palabras, un desperdicio de tiempo. Y dicho esto, regreso al DeLorean.
La lucha contra uno mismo Este film de acción y ciencia-ficción juega con los viajes en el tiempo y enfrenta al personaje central contra...él mismo. Un grupo de asesinos conocidos como "loopers" trabajan para organizaciones criminales, reciben los objetivos que son enviados en el tiempo y deben deshacerse de los cuerpos. Así de fácil o no tanto. Joe (Joseph Gordon- Levitt, el actor de Batman: El Caballero de la noche asciende) deja escapar a su presa, su otro yo pero con treinta años más (papel encarnado por Bruce Willis) y se desata el caos. Con esta premisa, el director Rian Johnson (Brick) alimenta una historia en la que dicen presente las persecuciones vertiginosas, la implacable mafia del futuro (con pilotos negros al mejor estilo Matrix) y una misión que consiste en eliminar a quién será el líder del Mal en el año 2072. Con elementos prestados de Terminator (Emily Blunt se llama Sara en homenaje a Sarah Connor) y un clima de tensión constante que se disputan los actores principales (es eficaz la transformación de Joe en Joe con más años), se suma la presencia de una madre que vive con su pequeño hijo en una granja y lo defiende de toda amenaza exterior. Como una suerte de rompecabezas (por momentos tantos elementos se tornan confusos) el espectador irá hilvanando, al igual que los personajes, este relato que se mueve entre una vida caótica y un futuro que se presenta sin esperanzas. Y donde las piezas aparecen demasiado dispersas y la telekinesis parece excesiva dentro del relato. Looper: Asesinos del futuro cumple su objetivo como producto de acción, con elementos futuristas y colocando en primer plano la eterna lucha del Bien y el Mal y, lo que es peor como visión de mal augurio: el combate con uno mismo.
El arte del buen reciclaje A partir de múltiples y variadas referencias, el guionista y director de culto Rian Johnson (Brick, Los estafadores y un par de episodios de Breaking Bad) construye un ambicioso y bastante logrado film de ciencia ficción que encuentra en los viajes en el tiempo su principal sostén y razón de ser. Podríamos decir que la película arranca como un noir futurista a la Blade Runner, sigue con un hombre del futuro (nada menos que Bruce Willis), que regresa a la actualidad de la trama (2042) desde el año 2072 para arreglar algo y evitar así una tragedia (aquí la huella de Terminator es indeleble), sigue como un western a-lo-John Ford y Anthony Mann (hay también algo de melodrama familiar con el personaje de Joseph Gordon-Levitt cuidando al de Emily Blunt y a su hijo) y termina con algo del existencialismo, la grandilocuencia y la metáfora obvia del M. Night Shyamalan de Señales. Hay más, muchos más, en este reciclaje cinéfilo-literario que propone Johnson (Niños del hombre, La jetée/12 monos, El origen, El mago de Oz, Jorge Luis Borges y siguen las firmas), pero no por eso estamos ante un film sin ideas ni vuelo propios. Es más: una mixtura de tantas citas y referencias no tiene por qué terminar en el mero regodeo o el capricho vacuo si la historia en sí adquiere sentido, coherencia y fluidez. Y en Looper -como en el cine de Quentin Tarantino, otro “reciclador” de primera línea- hay gracia, tensión y, en ciertos pasajes, hasta genuina emoción. Que son varias películas en una, que el que mucho abarca poco aprieta, que el desenlace es un poco over the top… Todo eso es cierto, pero en una industria como la hollywoodense, que es capaz de hacer una película (y luego una saga) a partir de un concepto mínimo e ingenioso (ver Ted, que me encanta, pero es eso) apreciar el delirio, la audacia por momentos desmedida y algo caótica de un Rian Johnson, es motivo suficiente como para celebrar.
Rian Johnson nos trae su tercer película, la cual personalmente venía esperando mucho. Quizás demasiado, lo cual le jugó en contra a una película que si bien es buena, tiene falencias importantes. Del Ladrillo al Bucle Brick, genial ópera prima de Rian Johnson, es un policial negro inserto en el mundo de una secundaria yanqui. La premisa, a priori irrisoria, es realmente brillante y termina siendo una película que no puede dejar de verse. Luego vendrían Los Hermanos Bloom, que si bien es una película disfrutable, no es algo que te quite el sueño. Finalmente Rian, nos trae Looper, la cual venía con el agregado de contar con la ayuda de Shane Carruth, el enfermito detrás de la genial “Primer”, acaso la película más completa y compleja sobre viajes en el tiempo. Teniendo en cuenta que ésta temática, cada vez que es abordada en cine, hace agua por todos lados, era una garantía tener a un tipo al lado como Carruth para que no haya problemas y no haya inconsistencias. Pero evidentemente, se ve que mucho no lo escucharon al buen Shane. Asesino Así es, el personaje principal de la película, es Joe. Joe es un Looper, un tipo que mata gente en lugares específicos, a horas especificas.Sus víctimas son enviadas desde el futuro, donde es “casi imposible” deshacerse de un cadáver. Entonces, las mafias y bandas los mandan al pasado, donde son eliminados por los Loopers. Todo comienza (o termina) cuando Joe recibe a su propio antiguo yo para asesinar y éste se escapa. Y aquí comienzan los errores, así es, hasta acá la película es impecable. Pero jugar con la consistencia espacio temporal en un guión, es cosa MUY complicada. Tomemos Volver al Futuro,como ejemplo. Funcionaba porque la trama pasaba por otro lado, y los cambios o efectos temporales no eran demasiado tirados de los pelos. Bien. Si vamos a “La Máquina del Tiempo”, ni siquiera de eso se trata la película, si no de una crítica a la sociedad en la que H.G. Welles estaba inserto. Pero como este tipo no era un gil, hizo que su viajero transcurriera su historia en el año 800.000! Genialidad, porque si se fijan, Volver al futuro 2 transcurre en el año 2015, y yo no veo que los autos vuelen en 2 años y medio. En cambio, al setear una historia más de 800 mil años en el futuro, sacó el factor causa efecto del medio. Y sobre todo, el de un juicio de valor de la sociedad contemporánea. No creo que andemos por acá dentro de casi un millón de años. A que voy con estas aclaraciones, a que en Looper TODO tiene que ver con las causas y los efectos. TODO. Saben que mi estilo es nunca contar spoilers, pero en este caso, les contare una frase muy importante. Bruce Willis, el “viejo Joe” tiene una conversación con Gordon-Levitt “joven Joe”, en la cual literalmente le dice, “no hablemos de viajes en el tiempo, porque no entenderíamos nada”. ¿Qué? ¿Cómo? ¿Me planteas una historia con un nivel de complejidad temporal tremendo y sin embargo me decís (mediante uno de tus personajes) que no hablemos de viajes en el tiempo? Rian, ahí pifiaste feo. Y claro que sí, porque a nivel “espacio temporal” la peli hace agua, por varios lados. Joe & Joe Por otro lado, la película es buena. Tiene buenos efectos, acción y una buena historia. Joseph Gordon-Levitt hace un trabajo de caracterización de Willis BRILLANTE, realmente te crees que son la misma persona joven y vieja. Excelente. Sin embargo hay un problema grave, los personajes están construidos de tal manera que es muy difícil hacer empatía con ellos. Lo cual nos limita a ver cómo se desarrolla la historia en vez de vivirla en la piel de alguno de los personajes. Error garrafal. La trama y lo que pasa en la historia no llegan a traspasar al espectador, limitándolo a ver “una peli mas de acción”. Esto no seria malo, si estuviéramos hablando de “Expendables 2”, pero el tema es que Rian Johnsosn, es un tipo que en sus otras dos películas, doto a sus personajes de gran profundidad y multidimensionalidad. Podían ser enigmáticos o transparentes, peros sus personajes en “Brick” y “Brothers Bloom” tenían sustancia. En Looper, ambos “Joes” no tienen sustancia, y eso en un director que ha demostrado que sabe escribir, se nota y mucho. CONCLUSIÓN Si bien Looper no es una mala película de acción, sí falla en conceptos temporales, los cuales son eje central de la historia. O sea… No podes como director, escribir, dirigir y estrenar una película que se llama “Looper”, lo cual en ingles significa “Bucle” y después defenderla diciendo que lo que pasa es lineal. No se llama “Lineal” se llama “Looper”. El final de la película específicamente es lo que más falencias tiene, el cual podría (y debería) haber terminado de al menos cinco maneras diferentes, cualquiera de ellas menos la que vemos. Como dije, es una buena película, sobrevaluadísima cosa que no llego a entender bien por qué La experiencia es la de comer un queso gruyere, es rico, nos gusta, y lo disfrutamos. Pero está lleno de agujeros…
Tiempos violentos La ciencia ficción viene algo maltrecha con las propuestas que se han estrenado últimamente. Sin dudas Prometeo es el ejemplo más claro de las cintas que llegan a nuestras carteleras bajo esa aura fantástica futurista que terminan por ser una gran decepción. En cambio Looper: Asesinos del Futuro, dirigida por Rian Johnson y protagonizada por Joseph Gordon-Levitt y Bruce Willis, hace honor al género que aún hoy encuentra en Blade Runner a su exponente más reconocido y canónico. Los viajes en el tiempo fueron inventados en el 2074 e inmediatamente fueron prohibidos, aunque la mafia comenzó a utilizarlos clandestinamente para enviar a las personas que les causaban problemas unos treinta años para atrás para que un grupo de asesinos llamados Loopers se ocupen de ellos sin generar rastros del cuerpo, ya que los finaditos en cuestión no era nadie aún para el año 2044. Joe es un Looper que comenzará a complicarse su placentera vida de lujos cuando su objetivo sea asesinar a su yo del futuro. La historia de Looper parte de una idea original de Johnson y es explotada de manera satisfactoria. La película no gira en círculos alrededor de los viajes en el tiempo hasta el hartazgo sino que a medida que avanza en su metraje comienza a abrir distintos focos (algunos más interesantes que otros) asumiendo el típico riesgo de que cuanto más se quiere abarcar más complejo es cerrar y darle fuerza a una idea. Resumiendo en criollo: "cuando mucho se abarca, poco se aprieta". Pero Looper: Asesinos del Futuro no haciendo caso al dicho y siendo bien ambiciosa presenta un producto que a simple vista es una película de ciencia ficción, aunque si buceamos un poco en sus profundidades encontraremos escenas de western, un gran policial, un film fantástico donde la telequinesis es moneda corriente y hasta un romance que surca los límites del melodrama. La trama romántica es una de las más desarrolladas, especialmente en el segundo tramo de la cinta, y quizás por momentos se torne anodina y pesada por tener que cargar con dos personajes demasiado duros y golpeados como para que pueda convencernos de que el amor pueda conmoverlos y salvarlos. Johnson no logra en esta historia salir bien del todo, aunque sí cumple con su intento de anclar a su protagonista a la realidad. El Joe de Gordon-Levitt (cada vez más asentado, eficaz y versátil) no tenía nada que lo atara a su actual presente de robot que cumplía órdenes con algunas pequeñas ambiciones de un cambio de vida hasta que conoce a Sara (una bastante flaca, cojonuda y sensual Emily Blunt) y su hijo (que tranquilamente podría ser el hijo de Jean Grey por la similitud en sus tremendos e incontrolables poderes) y al relacionarse con ellos comienza a crear ese "algo que perder" que lo vuelve más humano, interesante, complejo y hasta querible. En el cambio de protagonistas Looper: Asesinos del Futuro sale muy bien parada gracias a la ya mencionada solvente labor de Joseph Gordon-Levitt y por tener a ese crack siempre confiable de Bruce Willis. En ellos dos recae que el continuo "swicheo" de Johnson no se contraponga con los intereses de la película. Obviamente que también hay mérito en Johnson en sostener y crear dos atmósferas que se asemejan pero que a la vez son independientes, generando un interés por el pasado, presente y futuro de ambos protagonistas. Si es bienvenido que al mejor estilo "Tarantineano" Johnson logre conformar en Looper: Asesinos del Futuro un producto que recuerda en varios pasajes a distintas películas como Blade Runner, X-Men (la escena de la destrucción del policía rememora a la "muerte" de Charles Xavier en la tercera entrega de la saga mutante), a clásicos westerns y hasta a Terminator (el nombre de la Sara de Blunt es un claro homenaje a la Sarah Connor de Cameron) pero casi todo cohesionado, fluido y por momentos hasta coherente. Es que Johnson, en otra clara similitud con los resultados del cine de Tarantino, no deja que esa mixtura pulp de géneros, reciclajes y reversiones altere su idea o su mensaje y a pesar de sus falencias consigue que Looper: Asesinos del Futuro sea su película y no un refrito de ideas sin sentido o simple homenaje a los autores que lo influenciaron.
Looper, asesinos del futuro es entretenimiento 100% garantizado. Todos los amantes de las películas sobre viajes en el tiempo no pueden dejar de verla. La claridad en el argumento es una de sus mejores cualidades ya que no confunde al espectador que puede seguir la trama sin peligro de entender poco o nada, pues la narración es muy clara y fácil de seguir. A pesar...
Si a falta de propuestas originales, el cine de ciencia ficción ha perdido cada vez más tiempo de pantalla, el 2013 tiene en cola una decena de grandes tanques que, se espera, supongan una transfusión de sangre a un género que ha perdido vitalidad. Sin contar la presencia de RoboCop y Star Trek Into Darkness, es decir una remake y una secuela, el próximo año verán la luz Pacific Rim, de Guillermo del Toro, Elysium de Neill Blomkamp, Gravity de Alfonso Cuarón, After Earth de M. Night Shyamalan, adaptaciones como Ender's Game y Oblivion, y hasta una comedia con tintes apocalípticos llamada The World's End, a cargo del genial Edgar Wright. Tras la desilusión que supuso la Prometheus de Ridley Scott, es Looper el prólogo perfecto a estos doce meses cargados de sci-fi. Se trata de un nuevo trabajo de Rian Johnson, quien entrega una vez más un film original que, aún con sus aspiraciones de un público masivo, se convierte en un clásico instantáneo de culto. Hay en Looper una cuestión que, en favor de la crítica y del buen visionado, es necesario señalar rápidamente. Ocurre que, como cualquier película que se adentre en los viajes en el tiempo, es difícil sostener una línea lógica si uno se pone a indagar en las vueltas de la trama. Con habilidad, Johnson pone en labios del viejo Joe la solución que permita franquear esta dificultad: discutir sobre los viajes en el tiempo es inútil porque implica una espiral de argumentos de la cual no hay forma de salir. Al blanquear esta cuestión, es fácil entrar en el inteligente juego que propone el realizador, un hombre que conoce de géneros y que explota los límites de la ciencia ficción con un apasionante relato en que un hombre caza a una versión diferente de sí mismo. Hollywood necesita desesperadamente de mentes creativas como la de Rian Johnson. Cuando las historias frescas escasean, lo publicable se piensa en términos de posibles adaptaciones y las películas reciben luz verde si hay secuelas en el camino, un director capaz de entregar piezas de género salidas de su propia pluma es todo un hallazgo. Más aún si ofrece resultados como los que se encuentran en su último trabajo, a base de un presupuesto considerablemente inferior al de otras producciones similares y con iguales pretensiones artilleras. Johnson presenta un doble futuro distópico, introduce al mismo personaje en dos etapas de su vida y elabora junto a ellos complejas líneas temporales con la reescritura inmediata como su criterio fundamental, sin perder una pizca de ritmo o potencia narrativa. Para esto dispone de un guión escrito con conocimiento de causa, de diálogos y personajes fuertes -con el antihéroe como valor central-, pero con la picardía de saber cuándo evitar un peligroso enredo, así como con dos estrellas en notables interpretaciones. El peso de Bruce Willis como gran figura del cine de acción adquiere toda su dimensión con una caracterización de tantos matices, que incluye un paso desde la comedia y el romance hasta la violencia pura y dura para mantenerse con vida. Es también la interpretación de Joseph Gordon-Levitt la que se destaca con creces, con las prótesis faciales que dejan de notarse cuando se funde con el Joe joven, cuando el trabajo de ambos actores se convierte en el de uno solo. Del mismo modo que ocurría con la anterior película del director, The Brothers Bloom, en su última media hora esta pierde algo de su fuerza. Será el mal de The Walking Dead, pero trasladar la acción al campo se traduce en una resolución con menor velocidad, que además se concentra en el aspecto más discutible del certero guión. Por fuera de esto, es evidente que el cine necesita y mucho de autores como Rian Johnson y Looper sólo viene a confirmarlo. Con mano firme lleva un argumento sólido y original, dirige a un pequeño grupo de actores para obtener lo mejor de cada uno y construye una realidad paralela con sencillez pero con enorme potencia visual. En resumidas cuentas logra, con una historia que tiene al tiempo como baluarte, ofrecer un clásico atemporal.
Futuro incierto Looper-Asesinos del futuro (Looper, 2011) es una pretensiosa película de ciencia ficción que, tras un prometedor comienzo con mucha acción en un mundo futurista, se torna existencialista en su segunda mitad, sin llegar a balancear correctamente dichos cambios de tono. Sin embargo, y aunque Bruce Willis no sea el protagonista como anticipa el afiche, la película crece con su presencia en escena. Joe (Joseph Gordon-Levitt) es un “looper”, un asesino a sueldo que mata personas enviadas del futuro en campo abierto y a quemarropa. El problema surge cuando la víctima es él mismo, interpretado por Bruce Willis. Le perdona la vida (o sé perdona la vida) y ahora deberá escapar porque su jefe capo mafia (Jeff Daniels) buscará eliminarlo. Looper-Asesinos del futuro es una combinación de varios géneros en un futuro apocalíptico. La historia comienza con mucha acción, pero luego vira hacia lo existencialista, poniéndose pretensiosa innecesariamente. El film se torna un melodrama con la aparición del personaje de Emily Blunt y su hijo en la ficción, provocando una caída del ritmo del relato involuntariamente. Hay que reconocer que la película no cuadra dentro de los parámetros hollywoodenses, algo que pareciera ser una buena noticia para las convencionales historias saturadas de efectos especiales. El film dirigido por Rian Johnson se para en la otra vereda pero con un inconveniente que es también su comodín: Bruce Willis. El actor de Duro de matar (Die Hard, 1988) aparece en escena y le otorga frescura a la densidad del relato, pero a la vez su personaje dista del que nos tiene acostumbrados. Quien vea un afiche con Bruce Willis empuñando un arma y entre al cine, saldrá decepcionado. Ahora, quien busque una historia seria, con vueltas de tuerca y un futuro oscuro pero posible, saldrá mas satisfecho. El relato no es del todo original, pues recurre ha varias ideas de clásicos de la ciencia ficción, pero en la piel de un Joseph Gordon-Levitt (50/50) en ascenso, tiene aires de novedoso y hasta resulta atractivo.
Muerto al llegar No es habitual encontrar una película con tantos elementos reconocibles (de otros exponentes clásicos del género, sí, pero también de la literatura fantástica) como Looper: Asesinos del Futuro que sin embargo triunfa en despegarse del pelotón debido a la audacia e inteligencia puesta de manifiesto por el autor y director Rian Johnson. La lista de referencias es larga y Johnson, el creador de ese rarísimo homenaje al filme noir que es Brick (2005), no se pone colorado de meter en la misma coctelera a Terminator, 12 Monos, Scanners: Los Amos de la Muerte y Niños del Hombre, entre otras obras. Lo remarcable, en todo caso, es la originalidad volcada en un relato que, como quedó dicho, si bien recicla de otras fuentes lo hace con una inspiración inusitada. Looper: Asesinos del Futuro contiene escenas de acción y violencia pero básicamente es una historia de personajes bien delineados, con un trasfondo de ciencia ficción atrayente y un tercer acto que abunda en climas enrarecidos. No es el típico blockbuster del verano, precisamente. De hecho otra particularidad del guión es que transcurren dos tercios del metraje en un ambiente urbano para concluir en una granja lejos de la ciudad y con una fuerte connotación onírica. Los roles principales están a cargo de Joseph Gordon Levitt, Bruce Willis, Paul Dano, Piper Perabo, Noah Segah y el inmenso Jeff Daniels pero recién con la aparición de Emily Blunt y el niño Pierce Gagnon en el último segmento de la trama se consolida de manera satisfactoria el intrincado argumento (más por la cantidad de derivaciones y ramificaciones que surgen si se analizan las paradojas temporales que por la intención de Johnson). Si los dos primeros actos llevan a pensar en un thriller noir futurista con algún sesgo de imaginación deslumbrante la parte final provoca una deliberada ruptura en la narración tal como ocurriera en el fantástico segundo acto de Testigo en peligro (John Book conviviendo con los amish). Y digo que hay una evidente imaginación porque la premisa de que la mafia del 2072 haga viajar a sus condenados a muerte al 2042 para ser exterminados por asesinos a sueldo, los “loopers” del título, creo merece ser reconocida como tal. Lo bueno de Rian Johnson es que asume riesgos, no le da nada por sentado al espectador y trabaja muy bien con la ambigüedad a través de las emociones. A diferencia de otros prductos, aquí todo es ambiguo hasta que deja de serlo. La historia no queda inconclusa ni te deja furioso por malas decisiones creativas. Es más de lo que se le puede exigir a Hollywood hoy día: una película que estimula las neuronas del público es como hallar un animal en extinción a la vuelta de la esquina. Extraño pero, creer o reventar, nada imposible… En el 2042 la solitaria vida de Joe (Gordon Levitt) como hitman cambia drásticamente al no poder ejecutar a su alter ego adulto (Bruce Willis, espléndido) que se da a la fuga. Perseguido por sus antiguos empleadores, Joe intenta encontrar a su otro yo para cumplir con el mandato y así ser condonado. Claro que esto es más fácil concebirlo que cumplirlo porque el viejo Joe tiene una agenda propia para llevar a cabo en esa línea temporal. Esa misión es tan extrema como para reforzar en el joven Joe, aún más si cabe, la idea de asesinarse a sí mismo. Una propuesta bizarra por donde se la mire por más implausible que parezca. Looper: Asesinos del Futuro de haber sido filmada por Quentin Tarantino en este momento se estaría vendiendo por la crítica como una obra maestra que se nutre de aquí, allá y más allá para dar forma a algo con identidad propia, mucho sentido del humor y un vuelo poético virtualmente desconocido para el género. De más está decir que es uno de los mejores títulos estrenados en lo que va del año. Rian Johnson puede dormir sin frazada: Looper llegó para quedarse…
Ciencia ficción y una buena historia Cuando el joven Joe comenta que está estudiando francés porque piensa que algún día se mudará a Francia, un hombre bastante mayor le advierte: "Yo vengo del futuro: deberías ir a China". Sí, con humor, pero otra vez viajes en el tiempo. Y otra vez telekinesis, armas superestilizadas, artefactos futuristas, asesinos a sueldo, chicos en peligro, violencia; otra vez el intento de salvar el futuro modificando el pasado. Elementos, en fin, que de tan frecuentados parecen prometer más de lo mismo: rutina, una intriga de acción y muchas excusas para lucimiento de los efectos especiales. Sin embargo, en manos de un hábil director como Rian Johnson esa alarma se desvanece pronto: todo suena nuevo, remozado, vibrante, y la intrincada historia se presenta como una obra de ciencia ficción bastante más ambiciosa que un mero ejercicio y al mismo tiempo como un drama provocativo tanto por la compleja aventura que cuenta y por sus planteos filosóficos como en su estilizada construcción narrativa. Los viajes en el tiempo son ilegales en 2044, tiempo de la acción, pero como tantas otras cosas ilegales se practican, rinden buen dinero y los explota la mafia, la que envía las víctimas de sus crímenes desde el futuro 2074 -cuando es imposible hacer desaparecer los cuerpos- para que los responsables de estos asesinados, los llamados loopers, se encarguen de la tarea a cambio de generosos pagos en bloques de plata. Joe (un Joseph Gordon-Levitt convenientemente transformado para pasar por un joven Bruce Willis), guarda unos cuantos en el sótano de su departamento hasta que un capomafia del futuro decide que es hora de que el hombre complete su propio círculo (ellos tienen un tiempo limitado de vida) y le manda desde el futuro a la versión de sí mismo (Willis), que se ha convertido en un tipo peligroso para la organización. Es el complejo e insólito enfrentamiento se dirimen varios asuntos entre los que se mezclan una vieja muerte, una madre que practica la telekinesis, un chico que deberá ser eliminado si quiere impedirse que sea el demonio de mañana y otras complicaciones que no conviene revelar para no malograr el suspenso de la acción, que avanza sin desmayos conducida por un Rian Johnson al que alguna vez se le cuestionaron sus excesos de estilización y ahora muestra un admirable control de la narración. La intrincada cacería coloca a los dos hombres (el mismo en realidad, pero en tiempos distintos) lidiando con cuestiones de identidad, destino y motivaciones contradictorias. Sin cargar tintas ni subrayar contrastes, Johnson ha sabido dar forma a un creíble mundo del futuro dividido entre quienes carecen de todo y los que apenas pueden sobrevivir. Su film -aun con sus ecos de Terminator , El origen u otros films que han dejado un nítido recuerdo- atrapa con su originalidad, su sólida estructura y el creciente progreso de su historia. Tiene, cabe señalarlo, el apoyo de la fotografía de Steve Yedlin y del estupendo desempeño de los actores, tanto los dos protagónicos como los que le brindan apoyo, entre ellos Emily Blunt, Jeff Daniels y el pequeño Pierce Gagnon, a veces tierno y a veces temible.
No hay mejor fuga que escapar hacia adelante Sumamente valorada, a este crítico Looper le parece un híbrido derivativo, pensado y armado de a pedazos no del todo congruentes. Escrita y dirigida por el igualmente estimado –igualmente sobrevalorado, según quien escribe– Rian Johnson (Maryland, 1973), esta historia de viajes en el tiempo es (o quiere ser, o le sale ser) trágica, autoparódica, negra, pop, clásica, melodramática-familiar, lúdica, solemne, caricaturesca, realista, despiadada, sensiblera, de culto y para todo público. Sería estimable si fuera todo eso junto y a la vez, y no sucesivo y desmembrado. Aunque hay quienes sostienen lo contrario. Así que el crítico se reserva el margen de autosospecha de rigor. Tal vez cuando la vio estaba en un mal día, cruzado, malhumorado y enroscado. O el día era bueno y la película no. Como saben disc-jockeys y hermeneutas del tecno, un loop es un bucle. Por eso a los protagonistas de esta película se los llama loopers. Fríos asesinos profesionales, a mediados del siglo XXI matan por contrato, viajando hacia atrás en el tiempo y volviendo luego al futuro. El sistema funciona: nada más difícil que atrapar a quien, cuando la policía se pone a investigar, ya está treinta años adelante. Aunque no funciona tanto para los propios loopers, cuya vida útil es más breve que la de una top model: llegado un punto, otro looper los asesina. Cuestión de borrar información comprometedora. Hasta puede suceder que el que venga a matar a un looper sea él mismo en el futuro, paradoja ficcional-temporal propia del subgénero “viajes en el tiempo”. Que le pregunten si no a Terminator por John Connor. Sí, claro, Terminator es uno de los fantasmas que la película de Rian Johnson no puede (o no sabe, o no quiere) ahuyentar. Así como también Niños del hombre (en ambos casos, por la idea de asesinar y/o salvar a un salvador y/o asesino del futuro) y, tal vez, Un mundo perfecto, por la relación padre-hijo entre un niño desvalido y un asesino protector. O lo contrario. Una película llamada Brick convirtió a Rian Johnson, a mediados de la década pasada, en wonder boy instantáneo. El crítico no vio esa pero sí la siguiente, The Brothers Bloom, editada aquí en DVD con el título Los estafadores. Le pareció un híbrido pop sub-wesandersoniano, mezcla de La vuelta al mundo en 80 días, de Michael Anderson, con La vuelta al día en 80 mundos, de Cortázar. El cruce de dandysmo y melancolía reaparece aquí. Ver, por un lado, el gesto pop de convertir al Joe de Joseph Gordon Levitt en un viñeta de comic, con prótesis nasal digna de Nicole Kidman en Las horas, jopo engominado y semisonrisa cool y ladeada. Pronto se comprende que, por razones argumentales, el muchacho está practicando una imitación de Bruce Willis, que durante la primera mitad de la película se mantiene ausente. Como castigo por un grave descuido, el despiadado jefe de los loopers (Jeff Daniels, en plan mafioso) encarga al protagonista una misión final. Allí, Joe joven y Joe viejo se verán las caras, comenzando una doble persecución que insume el resto de la película. Truéquese a la Linda Hamilton de Terminator por una Emily Blunt de reflejos rubios, a John Connor por un chico llamado Cid y a Schwarzenegger por Bruce Willis y se obtendrá lo que falta.
Uno que viene del futuro y se ve en el pasado Bruce Willis y Joseph Gordon-Levitt interpretan al mismo personaje en un encuentro que oscila entre la desconfianza y el malestar por tener que cumplir su objetivo. Entre la obra maestra y el recipiente de desechos. Viajes en el tiempo, del futuro al pasado, de 2044 a 2014, una estrella incipiente (Joseph Gordon-Levitt), otra ya veterana y siempre canchera, como si las hubiera vivido todas (Bruce Willis) y un director de prestigio (Rian Johnson) debido a su opera prima (Brick, 2005). La mesa está servida para los fanáticos de la ciencia ficción ajena a los lugares comunes, es decir, dentro de esa lista interminable que abarcan Terminator, Blade Runner y hasta la saga X-Men. Las citas a estos y otros títulos genéricos resulta inabarcable, desde la sutileza hasta la intertextualidad, desde el homenaje subrayado al guiño cómplice. Looper: asesinos del futuro, al estilo film de Tarantino, será un cóctel perfecto para muchos o un tacho de basura con objetos residuales y descartables para tantos otros. Dependerá desde qué lugar se mire al género, o al mestizaje genérico que propone Rian Johnson, para que Looper sea una obra maestra o una astuta acumulación de materiales ajenos reciclados con cierta inteligencia. En realidad, la película no es tanto ni tan poco. La primera parte, la hora inicial, es arrolladora debido a sus ideas y a la destreza narrativa de la que se vale Johnson para construir una historia original. Los loopers, los mafiosos en cuestión, esperan el envío de su víctima proveniente del futuro, le pegan un par de balazos y cumplida la misión. Pero uno de ellos, Joe (Gordon-Levitt), se encuentra con él mismo, 30 años después, en la piel de un veterano Bruce Willis, razón por la que se establecerá una particular relación entre ambos que oscila entre la desconfianza, el malestar por cumplir el objetivo y la posibilidad de abortar la misión. Cuestión más que improbable porque los mafiosos andan por todos lados y el poder acosa al sorprendido Joe. O a los dos Joe, claro está. En ese primer segmento, el film alterna escenas de una violencia seca y contundente junto a las ironías de las que sólo alguien como Bruce Willis, que hace tiempo está más allá del bien y del mal, puede sostener con su transparente simpatía. Son los momentos donde Looper ancla en el terreno de la acción y toma a la ciencia ficción con una bienvenida ligereza, sin necesidad aun de recurrir a una mirada presuntuosa sobre la historia. Pero la película se quiebra en su tono eficaz cuando en la segunda mitad se convierte en un ejemplo de cine reflexivo, invadido por otra clase de ideas, ahora sí, que fluctúan entre la banalidad y los mensajes de segunda mano que también caracterizan al género en su versión más autosuficiente. Como si la extraordinaria Terminator (1984) hubiera pasado a manos de Stanley Kubrick, aquel nombre intocable para muchos, discutible para tantos otros. Y que me perdonen los fans del creador del 2001: odisea del espacio, tal vez una de las grandes mentiras de la historia del cine.
Matando el tiempo En el año 2044 todavía no existen los viajes en el tiempo, pero en el futuro sí, aunque será ilegal hecerlos. Desde ese futuro la mafia envía a sus enemigos hasta el 2044, donde un asesino a sueldo, conocido como "looper", ejecuta a la víctima. Un crimen perfecto. Excepto por un detalle que rara vez se da, pero que de suceder plantea un serio problema, y es que el looper se reciba a sí mismo como víctima. Es lo que le sucede a Joe (Joseph Gordon-Levitt), quien disfruta de la buena vida gracias al pago por sus asesinatos, hasta que un día se encuentra con él mismo. Old Joe (Bruce Willis) logra escapar de la única solución a la crisis que se plantea, ser eliminado, y así provoca el desequilibrio del estado vigente. Old Joe llega con un objetivo claro, muy al estilo "Terminator", y no permitirá que ni siquiera él mismo se interponga en su logro. Mientras tanto, otro loopers, comandados por el siempre brillante Jeff Daniels, salen a la caza de los dos tipos que ponen en riesgo el "negocio", sin medir consecuencias. El filme escrito y dirigido por Rian Johnson plantea más de una paradoja, lógico en todo emprendimiento que juegue con el tiempo y tenga protagonistas que viajen a través de él. Johnson arriesga, juega en el filo y logra salvar su producto gracias a una narración sólida en lo cinematográfico, notables efectos y buen ritmo que consiguen maquillar el disloque temporal.
Rian Johnson es un director y guionista que homenajea muy buenas peliculas de ciencia ficcion “(Blade Runner”,”Terminator”, “Señales”). El resultado es un thriller de acción que se mete con el pasado, el presente y el futuro, con mafiosos y asesinos a sueldo, con saltos en el tiempo. Para espectadores atentos y gustosos del género fantástico y de acción. Se lucen Joseph Gordon Levitt, Bruce Willis y Emily Blunt.
Lo mejor de Looper y por eso mi calificación, es el riesgo que deciden asumir con esta historia de distintos tiempos. Pocas películas en la historia del cine han logrado ser originales con un desarrollo de esta manera. Es inevitable pensar en Terminator y en Volver al futuro al verla, pero no está robando nada, pero sigue la filosofía de buena historia bien contada. Igualmente no es una película para ver medio cansado o relojeando si alguien puso algo en su facebook o en twitter. No es apta para boludos. Es una buena película, un buen cuento y hay que prestarle atención. La dupla protagonista es genial, fundamentalmente lo de Joseph Gordon-Levitt que junto a Batman tuvo un año de lujo muy merecido. En la avant premiere que hicimos, tardaron 10 segundos después del final en aplaudir. Quedaron todos en silencio... y se fueron hablando de la misma. Es así... no le va a gustar a todo el mundo seguramente, pero si te gustan las buenas historias la vas a pasar muy bien.
En Looper nos encontramos ante una muy buena propuesta de ciencia ficción producida por Joseph Gordon-Levitt. La dirección en este caso corrió por cuenta de Ryan Johnson, un cineasta independiente que cobró notoriedad en el 2005 con su ópera prima Brick, protagonizada por Levitt en un momento en que el actor no contaba con la fama de la actualidad. Por cierto, muy buena película de suspenso. Johnson también realizó esa historia rara que fue Los hermanos Bloom con Mark Ruffalo y Adrien Brody, donde Levitt tenía una breve participación. En este caso la dupla desarrolló un loco film que prácticamente presenta dos películas en una. En la primera mitad de Looper la trama se desarrolla dentro de lo que se conoce como el neo noir, es decir, un policial futurista que incluye gángsters, asesinos a sueldo, tiroteos y persecuciones. Tal vez esta es una de las partes más entretenidas de la trama. Sin embargo, a partir del momento en que entra escena Emily Blunt, Looper se transforma en una película diferente donde el director Johnson deja de lado los elementos típicos del neo noir, para centrarse más en un relato pulp de ciencia ficción clásico. Lo interesante es que el conflicto y las intrigas que enfrenta el protagonista son las mismas pero cambian de manera drástica los enfoques del film. La verdad que es una muy buena historia de viajes en el tiempo donde el espíritu de los cuentos de Philip K. Dick está bastante presente. Sobre todo en esa sociedad distópica que se retrata al comienza de la trama. Jopseph Gordon-Levitt y Bruce Willis llevan muy bien la historia, pese a que tienen pocas escenas juntos, y el director Johnson brinda una película sólida y entretenida que es de lo mejor que se estrenó recientemente en este género. Una mención aparte se merece Pierce Gagnon, el niño del film, que brinda una de las interpretaciones más impactantes que se vieron en un actor infantil en los últimos años. La madurez y espontaneidad de su trabajo es realmente sorprendente para alguien que recién da sus primeros pasos en la actuación y en Looper está excelente. Para los que sean seguidores del género esta película merece ser tenida en cuenta.
Crímenes, pero sin cadáveres Una pregunta se le plantea al público con esta película: ¿Qué hubiera hecho usted si como Ezra Lieberman, el protagonista en "Los niños de Brasil" se encontrara con varios niños idénticos a Hitler y supiera que Josef Mengele los había diseñado genéticamente a semejanza física y moral de Hitler? A un dilema parecido se enfrenta el pobre Joe (Joseph Gordon-Levitt), un muchacho del futuro, que trabaja de "Looper", algo así como un mercenario destinado a sanear el exceso de individuos venidos del futuro. El siempre cumplió con lo que le pedían sus jefes los "dueños del futuro" y está cansado de hacer más fácil el camino de unos cuantos, terminando con sus obstáculos humanos. Este matador sin cadáveres se encuentra en un momento dado con el drama moral de que sus jefes le mandan a él mismo, o sea a Joe mayor (Bruce Willis) para exterminarlo. ¿Cómo sería esto de matarse a sí mismo? Eso nadie se lo enseñó. FILME AUDAZ "Looper: asesinos del futuro" es una película original, humorística y audaz. Con algo de la legendaria "Blade runner" en su atmósfera y toques de violencia que recuerdan a algunas producciones de Quentino Tarantino y Oliver Stone, este nuevo thriller futurista, dirigido por Rian Johnson, logra reunir en una buena fórmula, el humor negro, el drama sin solemnidad, el romance y el policial negro. Joe es como cualquier trabajador con un objetivo aparentemente violento, pero que en realidad termina con una entelequia: nunca más va a poder volver a ese otro sector de tiempo, al que él no llegó, o sea que desaparece sin dejar rastro. Pero no todo es como uno piensa y las dudas comienzan a azotar a este "looper" sartreano al que la violencia pretende anularle las ideas. UN LARGO VIAJE 2042 y 2072 son fechas por las que transita este singular "viaje" a la identidad, en el que la violencia va a ser el distintivo y el poco valor de la vida, una realidad, aunque en este presente no se pueda matar a ningún contemporáneo. La secta de los "loopers" son algo así como los yuppies del momento y dentro de ese mundo en el habitan, existen niños como el de la película "El tambor", capaces de levantar a cualquiera por los aires con un grito o una mirada. La película tiene suspenso, muy buenos efectos especiales, ritmo febril y actores de primera, como Joseph Gordon-Levitt (Joe joven), Bruce Willis (Joe mayor), Paul Dano (Seth) y la chica Emily Blunt (Sara). Por no hablar de una sorpresa infantil llamada Pierce Gagnon, en el papel de Cid. Este joven director llamado Rian Johnson es una especie de prestigitador con su cámara. Atropella a sus personajes en las escenas de violencia; captura hasta el mínimo gesto de sus actores y demuestra una libertad expresiva en sus sofisticados encuadres, que resultan deslumbrantes.
Tiempos violentos Thriller de ciencia ficción, con Bruce Willis, Joseph Gordon-Levitt y Emily Blunt, que transcurre en dos futuros. “Esta es mi vida. Vos ya tuviste la tuya“. Nada raro en esta frase, excepto que Jason, el que la pronuncia, se la está diciendo a sí mismo, treinta años más viejo. En persona. Una especie de “No sos vos, soy yo, que vendríamos a ser los mismos. El mismo”. Antes de que abandone la lectura, las explicaciones del caso. Looper: asesinos del futuro transcurre en dos futuros. El más lejano es el de 2074. Allí ya existen los viajes en el tiempo, pero 30 años antes, no, por lo que cuando quieren eliminar a alguien, lo “trasladan” al pasado y un looper -esos asesinos del futuro (futuro actual)- se encarga de, arma en mano, ajusticiarlo, sin dejar evidencias. Redondo. Todo iba bien para Joe, que viste con corbata y aspecto retro (retro para 2044) hasta que le llega un encargo y cuando está a punto de disparar el gatillo, advierte que el futuro fiambre es él mismo. O sea que en vez de asesinar a alguien, está por cometer suicidio. Cuando quiere disparar, es tarde, porque él mismo (30 años más viejo) tiene reflejos más rápidos, y escapa. Si nada de todo esto le llama poderosamente la atención, tal vez sí si le decimos que Joe joven es Joseph Gordon-Levitt y Jason viejo no es Josephn Gordon-Levitt con maquillaje sino Bruce Willis. Y que Joseph Gordon Levitt es el que usa maquillaje para parecerse a Willis… Algo en la nariz, las cejas, el color de los ojos. Ver para creer, y creer o reventar. Pero lo más relevante de Looper... es que si bien se trata de una película de ciencia ficción, no lo es en el sentido que más ha popularizado el cine últimamente. No hay un futuro apocalíptico, sino que se ciñe más estrictamente al término como lo que es, un género especulativo que relata acontecimientos posibles desarrollados en un marco puramente imaginario. Es un thriller de ciencia ficción. No es tiempo de megacorporaciones como las que soñó Philip K. Dick, aunque haya un loquito suelto (Jeff Daniels, que ya supo de meterse en otras historias en La rosa púrpura de El Cairo, pero ésa es otra historia) que quiera eliminar a Jason. O sea que la persecución no es una, sino que son dos. Y serán tres cuando Jason viejo quiere descubrir en el pasado (que es el presente de la película) quién es el hacedor de lluvia que lo tendrá a maltraer en el futuro más futuro. Ciencia ficción, con algo (mucho) del primer Terminator, con extensos tiroteos, muertos por doquier, violencia inusitada, sed de venganza, sacrificios y el duelo interpretativo entre Gordon-Levitt y Willis. Y falta Emily Blunt, que tarda en aparecer. pero cuando lo hace ilumina toda la pantalla con un personaje totalmente impensado para ella (¿la inglesita como una granjera?). No hay mucho presupuesto (la ciudad es apenas decline de lo que es hoy), pero no se nota y lo que se ve, se ve muy bien.
Alternando entre una obra de ciencia-ficción con renovadas ideas dentro de las últimas tendencias, con un film por momentos rebuscado y excedido, Looper, asesinos del futuro es una pieza ambiciosa, por momentos atrayente, pero también despareja. Con una dupla protagónica carismática, compuesta por el veterano pero siempre vigente Bruce Willis, bastante identificado con el cine futurista (12 monos, El quinto elemento, Identidad sustituta), junto a uno de los mejores actores de la nueva generación, Joseph Gordon-Levitt, a los que se suma la ascendente y bella Emily Blunt; la película garantiza convicción y seducción actoral. Lo que no significa que el trío ponga al producto totalmente a salvo. Para empezar, resulta bastante difícil entrar en la convención que ambos son la misma versión de un asesino intertemporal (llamados loopers, como reza el título), ya que, salvo por el color de ojos, se parecen muy poco. Más allá del atractivo del dúo, aspecto ya consignado, se trata de una vaguedad del casting. Esto condiciona el film a partir de la media hora en adelante, ya que su arranque es de lo mejor que ha presentado el género en los útimos tiempos, en donde se recicla la idea de los viajes en el tiempo poniendo en primer plano a sicarios futuristas que trabajan para organizaciones criminales de un futuro bien lejano. Con una clara inspiración en Terminator, habrá idas y venidas en el tiempo, entre otras vuelta de tuerca que irán ajustando y enriqueciendo la idea. Luego la trama se ira deshilvanando hasta un segmento final en el que la persecución de un niño con poderes sobrenaturales complejizará y disgregará todo, innecesariamente. En definitiva Looper, asesinos del futuro termina siendo más un desatado film de acción que otra cosa, con lo cual, en definitiva, puede atraer a variados tipos de público.
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Looper, asesinos del futuro acorralados por su pasado Las películas que han empleado los viajes en el tiempo han agotado los clichés en vez de repensar las implicaciones de su paradoja que construyan a un mejor film. El concepto del viaje en el tiempo pertenece a la fantasía y como tal, está sujeto a las reglas impuestas por el escritor y de ellas depende que tan cerrada y buena sea la trama. Looper podrá no ser una película perfecta, pero sus implicaciones del viaje en el tiempo entre otras cuestiones, la convierten en un de los mejores films de ciencia ficción del 2012 y hasta uno de culto para el género. Looper se conforma por una complejidad narrativa poco vista en el cine y un estilo visual clásico de los films noir. Su director y escritor Rian Johnson, quien tiene dos películas indies subestimadas (Brick y The Broothers Bloom), refresca el género, reciclando elementos y detalles de algunas de las películas más famosas de sci-fi, como Terminator, Blade Runner y Viaje al Futuro. Protagonizada por Joseph Gordon-Levitt, quien interpreta a Joe, un asesino especializado, bien remunerado por un oscuro sindicato del crimen, que envía a la gente que quiere muerta 30 años en al pasado, donde los Loopers los esperan para asesinarlos sin dejar rastro. La complicación en la trama se desarrolla cuando en el presente (2044), donde los viajes del tiempo todavía no han sido inventado, un nuevo jefe del futuro (2074) comienza a cerrar ciclos, lo que significa que los Loopers asesinan a una versión 30 años más vieja de ellos mismos, sin darse cuenta hasta que el hecho ha sido perpetrado. La versión más vieja de Joseph Gordon-Levitt es Bruce Willis, quien escapa de ser asesinado por su versión más joven para poder cambiar el futuro, en donde encontró una razón para vivir: el amor de una mujer. Willis mientras escapa de su antiguo jefe Abe, un vil Jeff Daniel (The Newsroom)y de su versión más joven, planea buscar y matar a su futuro jefe, que en el presente 2044, sería solo un niño. Aunque la interpretación de los viajes en el tiempo de Johnson no es más realista comparada con todo la que ya hemos visto, se siente de esa manera a causa de la tardía aparición en la trama y la omisión de explicar cómo se dan. Es que Looper utiliza como historia de fondo los viajes, de forma suficientemente detallada para una sensación de verosimilitud, sin la necesidad de empantanarse en la minucia de los detalles. Ir más allá para explicar porque Looper es una película muy bien lograda por donde se la mire, es indagar en exceso detalles que revelarían los giros de la trama. Esta no sería bien solventada de no ser por la construcción de sus principales personajes y quienes los interpretan (Willis, Gordon-Levitt, Emily Blunt, Paul Dano, Jeff Daniels). Una mención especial para Pierce Gagnon, un nene que nos da una de las mejores actuaciones que se ha visto en este año y que a más de uno dejará con la boca abierta. El minucioso estudio de Bruce Willis por Gordon-Levitt para interpretar a una versión joven del calvo es escalofriantemente asombroso e incomodo, al punto de que nos distrae de la trama para poder contemplar su trabajo de caracterización tan bien detallada. Gestos, frunces, carraspeos, entonaciones, no hay nada que a Levitt se le pase por alto para ser un reflejo fiel de Willis. Looper cuenta con personajes bien desarrollados y contundentes, que se mueven en una sociedad que recuerda a los cuentos de Philip K. Dick, con una ambigüedad moral discutible. El film es intelectualmente satisfactorio, de gran alcance emocional y con un final que no defrauda. Es una historia convincente, de la mejor manera imaginable, haciendo de Looper, sin duda, uno de los mejores films del año, que algunos pocos podrán ser capaces de apreciar.
Volver al pasado Así como el argumento de Looper: asesinos del futuro opone dos tiempos del futuro (2044 y 2074) y dos actores-generaciones: Joseph Gordon-Levitt y Bruce Willis, así también el filme –tercero de la otrora promesa indie Rian Johnson- podría dividirse en dos mitades: una interesante, la segunda fastidiosa. La película comienza de la mejor forma, con una Kansas decadentemente futurista en la que sí, proliferan detalles tecnológicos como pantallas en las paredes, motos que se desplazan al ras del piso, una droga que se aplica como gotitas para el ojo y el dato de que “un 10 % de la población tiene telekinesis”, pero por lo demás la ciudad luce lóbrega, descascarada, “retro”: se ven logos de Budweiser, se escucha música country. Y un grupo de gángsters llamados loopers utilizan las viejas pistolas de siempre para ejecutar a las víctimas de un futuro de tres décadas más adelante y así salir indemnes del asunto, en baldíos o descampados donde el condenado a muerte aparece teletransportado. A eso se dedica Joe (Levitt), un joven matón que sueña con robarse parte del botín y escapar a Francia hasta que su Joe del futuro (Willis) se le aparece como víctima y escapa, y al que ahora tiene que aniquilar antes de que los loopers se lo carguen por haber fallado. A la vez, el Joe “maduro” debe evitar que un tal “Maestro de la Destrucción”, que ahora es niño, asesine a su amada mujer asiática en el futuro. A pesar de su nombre (Looper, que refiere a loop, una secuencia que se repite de manera constante y que puede asimilarse a una circunferencia), la cinta de Johnson es lineal, sin adornos o complicaciones temporales. De hecho Joe/Willis le dice a su yo joven, en una conversación que suena a auto-guiño en un restorán tarantinesco: “no tiene sentido hablar de viajes en el tiempo, perderíamos el día haciendo diagramas”. Y es esa frugalidad la que se agradece de Johnson en la primera mitad del filme, de ritmo sostenido, atractivos decorados y escenas de acción espaciadas y anti-espectaculares, secas y pudorosamente folletinescas como las de los hermanos Coen. Pero si hasta ahí el filme de Johnson podría definirse como un original noir de ciencia-ficción con destellos western, Looper después derrapa hacia un thriller gótico en el que Tenemos que hablar de Kevin se fusiona con el peor M. Night Shyamalan en la figura de un niño de diez años que tiene peligrosos berrinches de telekinesis (hijo de la granjera Sara/Emily Blunt, quien está muy bien con su rostro de expresión impasible). Así, Johnson pasa de emular la artesanía de género de los Coen a concebir su inquietante reverso: un cine que disfraza el más trillado rubro pochoclero con retoques “de autor”. En una escena, un barbado Abe (Jeff Daniels), jefe de los loopers, le dice al joven Joe al despreciarle la campera: “Es una copia de las películas que copian a las películas. Es muy siglo XX”. Eso es Looper: más un pastiche del pasado que un hallazgo del futuro.
Nuevo (y logrado) viaje en el tiempo Es difícil hacer algo nuevo con el tema de los viajes en el tiempo y sus paradojas. «Looper» lo consigue mezclando el tema en una trama original y especialmente compleja, empezando por el detalle de tener durante buena parte del guión las versiones joven y madura de un mismo personaje enfrentados en un mismo plano temporal (Joseph Gordon-Levitt y Bruce Willis no se parecen mucho, pero el director logra que el espectador compre que son una misma persona). La acción transcurre en el año 2044, donde aún no se ha inventado el viaje en el tiempo, que sí existe 30 años más adelante, pero es altamente ilegal y sólo lo usan grupos mafiosos para liquidar a sus enemigos: los mandan hacia el pasado, con vida pero maniatados, y en el momento de su arribo los espera un «looper» con una escopeta para terminar el trabajo. Estos sicarios tienen todo organizado por un mafioso del futuro instalado en su época, pero cuando se les escapa una de las víctimas, pueden darse por muertos. Por otro lado, su trabajo homicida que les da dinero, drogas y la sensación de ser alguien en un futuro desolador y miserable donde la gente se mata por un poco de comida, tiene una fecha de vencimiento. Es que sus jefes del futuro no quieren cabos sueltos, a los 30 años los buscarán, si es que están vivos, para mandarlos al pasado para que los liquide un «looper» (lo que podría dar lugar a que alguien sea su propio verdugo). Durante una hora, «Looper» es un thriller fantástico tenso, inteligente y vertiginoso, lleno de acción e ideas realmente interesantes. Luego, durante casi otra hora entera más, cambia de clima, se vuelve más lento y dialogado, e introduce otros temas y personajes en la trama. El efecto es extraño, pero igualmente original, y si bien el cambio es un poco abrupto, la película sigue siendo igual de sorprendente y bien actuada y filmada. Lógicamente, entre tanto salto para atrás y adelante en este doble futuro, al guionista y director Rian Johnson se le chispotean un par de detalles, aunque es probable que a esa altura el espectador pueda estar un poco confundido por la compleja trama y no se dé cuenta. En todo caso, el oscuro futuro que plantea el film incluye descripciones muy logradas a todo nivel, y hay excelentes actuaciones, por ejemplo la del villano futurista encarnado por un brillante Jeff Daniels.
Con el tiempo, probablemente esta película será considerada una obra maestra. En la superficie, es la historia de un asesino a sueldo que mata limpiamente en el pasado víctimas que le envían del futuro (un crimen perfecto). Pero todo se da vueltas cuando su víctima, él mismo pero treinta años más viejo, lo enfrenta y huye. Todo en un paisaje futuro absolutamente verosímil, donde la brecha entre ricos y pobres es enorme y global, donde los valores morales han perecido. Y donde, además, acecha desde el futuro un ser sobrenatural. Pero todos estos elementos, notablemente dosificados para que ninguno pase por demasiado fantasioso en el transcurso de la trama, son menos interesantes que la habilidad para filmar –de modo clásico y novedoso– la acción (nunca de más, siempre precisa) y, sobre todo, la perfecta historia de amor y piedad que el film, como una auténtica parábola, esconde. Hay muchas huellas de films pasados (“Terminator” y “La furia” son las más obvias) pero también del western, el policial negro –negrísimo– y el melodrama. El despliegue visual del film, notable, no es en modo alguno inútil, sino que es sutil y está al servicio de la trama. Por una vez, Joseph Gordon-Levitt justifica su fama, mientras que Jeff Daniels y Bruce Willis dotan de una gran profundidad a personajes que exceden –con mucho y por obra del director– su carácter de elementos necesarios a la trama. Porque aquí ni el más malo de los malos deja de ser humano, y en ese secreto radica la potencia emotiva de esta historia de un sacrificio piadoso.
MATANZAS PREVENTIVAS La idea no es del todo original, pero al menos es interesante: en el futuro del futuro, los indeseables son enviados al pasado para que se los liquide antes de que empiecen a molestar. Limpieza preventiva, que le dicen. Estamos en el 2042 junto a una tropa de matadores que reciben condenados del 2072. Todo funciona como quiere el poder de turno. Pero hay una conspiración (también en el futuro las habrá) y después de varias vueltas el asesino del 2042 se enterará que ese viajero del futuro que debe eliminar, es nada menos que él mismo, por supuesto, más viejo y pelado. A la manera de un espejo deformado, se encontrará no sólo con su imagen envejecida sino también con la posibilidad de ir revisando juntos un vínculo que uno de ellos conoce y el otro va construyendo. Y habrá pases de facturas. El filme se inspira en varias fuentes, pero sale airoso porque el interés no decae, las escenas de acción están bien resueltas, el amor y la soledad juegan su parte y siempre importa ver las reacciones de alguien que tiene por delante y a tiro de escopeta nada menos que su destino.
El giro del final te va a salir A pesar de lo que podría indicar su título, no es Looper: asesinos del futuro (a partir de aquí Looper, a secas) una película de esas con múltiples giros y vueltas de guión precipitadas hacia el final: no es un film con final sorpresa, sino que lo que ocurre en ese desenlace es más bien una consecuencia a determinado asunto. Como decíamos, Looper tiene una vuelta única hacia el final que más que vuelta podría ser considerada una revelación o una resolución a un conflicto que tarda en presentarse y que aquí no revelaremos, pero que tiene que ver con cierto niño que aparece por allí. Lo que sí podíamos adivinar y se cumple, es que Looper es una obra que si bien está recostada sobre la ciencia ficción y la acción, es más bien una película de autor, con todo lo bueno y lo malo que esto incluye. Está claro que Rian Johnson, director de Brick y Los estafadores, y de dos capítulos de la genial serie Breaking bad (uno de ellos, Fly, es una maravilla de tensión y locura), es un tipo al que los géneros parecen importarle más como una señal que llame la atención del espectador que como una posibilidad expresiva, y lo que hace es, a partir de eso, jugar e intentar algún tipo de reflexión. Looper alterna buenos y grandes momentos, con otros demasiado preocupados en volverse cool o adjuntar datos inútiles que no hacen a la cuestión de fondo. Lo gratificante, en todo caso, es que aquellos momentos logrados hacen crecer al film exponencialmente. Looper hace referencia al oficio de viajeros en el tiempo de los personajes centrales del relato, asesinos a sueldo, pero también es una presencia constante en el entramado narrativo que dispone. Porque Johnson no pauta la película a partir de giros en la historia, sino que lo hace a partir de enrular el tono y el registro con el que cuenta y construye: Looper arranca casi como un neo noir, con destellos de futurismo distópico, adosa luego elementos de la ciencia ficción paradojal con el protagonista desdoblado viviendo un mismo tiempo, avanza con algo de acción salvaje (y para ello hace uso de un Bruce Willis más iconográfico que nunca), merodea el cine de mafias urbanas a lo Scorsese y se acerca hacia el drama existencialista, un poco a la Shyamalan con ecos de El protegido aunque también hay rastros de los X-Men, especialmente en la crisis que genera la imposibilidad de manejar un poder y el débil hilo que separa el bien del mal. Pero hay más, mucho más. Si todo esto parece un poco enroscado y confuso, verlo no lo es menos: la barroca estructura de Johnson obliga no sólo a la película a recomenzar una y otra vez, sino al espectador a reacomodarse a lo que la película dispone. Esto, que puede ser un ejercicio atrevido y hasta provocador (pensar en el espectador potencial de esta película, alguien que busca tiros y explosiones, y que es constantemente sacudido y desacomodado), genera algunos momentos anticlimáticos, especialmente aquella subtrama que incluye al personaje de Emily Blunt y que viene a quebrar el ritmo intenso que Looper comenzaba a tener una vez que cruza a Willis con Josepsh Gordon-Levitt. Ya que hablamos de los protagonistas, que interpretan a un mismo personaje en dos momentos diferentes de su vida pero que por obra y gracia del guión se cruzan, es interesante ver cómo Johnson los usa en una función expresiva (vale decir que Looper sería imposible sin Bruce Willis, ya que es sobre su simbolismo cinematográfico que buena parte de la historia se sostiene: cómo no entender la escena de las aspirinas, por ejemplo, sino como un guiño hacia Duro de matar). Cuando Looper es el Joe joven de Gordon-Levitt, especialmente en la primera parte, se parece más a ese cine independiente canchero y cool del que director y actor provienen, con ecos a El samurái de Melville por cómo la violencia seca y el tiempo tienen una relación directa. Pero cuando Looper es el Joe viejo de Willis, le entra una energía especial, una vitalidad que la dispone a la acción, una electricidad que arruga cada plano cuidado y esteticista de Johnson, y la película adquiere vida alejándose de sus manierismos posmodernistas. Hay un momento que es ejemplar en este sentido, y es la excelente escena de la cafetería en la que ambos Joe charlan: alcanza con ver cómo Willis hace de Willis mientras Gordon-Levitt hace que hace de Willis, pero como de un Willis anterior al rugoso de hoy. En esos cruces es donde Looper muestra su costado más arriesgado y donde Johnson deja en claro que su película es una constante experimentación en la que incluso algo puede salirse de su cauce y no ser tan perfecto. Eso que le reclamo al control total del Frigorífico Christopher Nolan. Hay que decir que luego de ese encuentro en la cafetería, Looper arriba a esa subtrama en medio del campo, con Emily Blunt en pose campirana machona, pero al igual que con ese personaje le iremos descubriendo progresivamente detalles, sensibilidades que nos conducirán hacia el final. Es casi un reinicio y cuesta hacerle frente, especialmente porque apuesta a unos tiempos más relajados a los que la película nos había acostumbrado hasta entonces. Pero cuesta hacerle frente, sobre todo, porque aparecen algunos elementos sobrenaturales que por poco ponen a la película al borde del ridículo absoluto. Digamos que de ser Shyamalan, Looper se hubiera desbarrancado hacia el disparate atómico y hubiera salido bien (La dama en el agua) o mal (Señales). Pero a pesar de casi rozarlo, Johnson sale airoso porque por empezar es alguien a quien lo ridículo no le cuadra (es un director independiente y de arte ¡caramba!) y porque aún bastante traída de los pelos, la película contiene una sincera reflexión final sobre la violencia y el mal que la convierten en una propuesta romántica y decididamente humanista. Sin revelar demasiado, Looper dice que el mal no es un fin sino una consecuencia, de la falta de amor, de cariño, de afecto, de comprensión; de sentirse un Otro desplazado como elemento social. Sin embargo, el final no es conclusivo sino abierto, incluso inquietante. ¿Qué despierta al mal? En ese giro final casi bucólico en medio del campo, Looper encuentra una belleza impensada hasta entonces. Y nos suelta bastante melancólicos.
El futuro fuera de control La única regla para un looper es: “Nunca dejes escapar a tu objetivo incluso si ese objetivo sos vos”. Un looper es quien en 2040 se encarga de matar y hacer desaparecer a las víctimas de las organizaciones criminales que operan en 2070, a las que mandan al pasado para que los criminales a sueldo hagan el trabajo sucio. “Looper”, la película, da una vuelta de tuerca a los lugares comunes de la ciencia ficción. El futuro y todas sus especulaciones habituales no tienen lugar en este filme protagonizado por Joseph Gordon-Levit y Bruce Willis. Ambos interpretan al mismo personaje, Joe. Otra regla es que un looper sabe que su vida tiene fecha de vencimiento. Cumplido su plazo laboral activo, es enviado desde el futuro a 2040 para ser eliminado. Y es en ese momento cuando el looper Gordon-Levit deberá matarse a sí mismo. Pero cuando la bala que debe dispararle a su versión madura, el looper-Willis, no impacta en su objetivo a pesar de su determinación a hacerlo es cuando el filme comienza su recorrido más intrincado en lo narrativo y original en su puesta en escena, lo que hace de “Looper” una película singular. Lo es por su concepción de un futuro desolador, pero reconocible en sus aspectos más domésticos: una modesta tecnología convive con un mundo rural intacto y antiguos restaurantes con drogas de diseño. Todos en una sociedad corrupta, con una mayoría sumergida, volenta y fuera de control.
A veces uno se topa con una película excepcionalmente inteligente cuyo final es meramente adecuado. Ese es el caso de Looper, Asesinos del Futuro. Durante 110 minutos se dedica a explorar en profundidad - y de manera fascinante - todas las paradojas posibles de los viajes en el tiempo; y, cuando llega la hora del climax, se despacha con una resolución que es prolija pero que a uno le deja sabor a poco en la boca. Quizás sea una sensación injusta, provocada por todo el deslumbrante desarrollo previo generado por el director y guionista Rian Johnson, y al cual le exigíamos una descomunal genialidad para apagar la luz y bajar la persiana, pero es más una cuestión de perspectiva que de balance. De acá a un tiempo, en una nueva revisión del filme - y siendo menos venales - coincidiremos en que no existía otro climax posible que el que figura en la cinta. Looper (que traduciré como "buclero") es una película de viajes en el tiempo. En general el género de los viajes en el tiempo es uno bastante bastardeado por la ciencia ficción, simplemente porque la mayoría de los autores eligen caminos fáciles para resolverlos: mandan a alguien de esta época al pasado a detener a Hitler (y, de paso, mostrar una tonelada de material de archivo, algo muy propio de la serie El Túnel del Tiempo), o lo despachan al futuro, a pelear contra los Morlocks en algún escenario post apocaliptico. En dichos casos el pasado es inalterable - surgen caminos alternativos, p.ej. nace Joe Perez y hace lo mismo que Hitler -, o el viaje al futuro es una simple excusa para despacharse con una aventura en un escenario fantástico pleno de decorados raros. Hay pocos casos en donde los autores han jugado inteligentemente con la premisa y la han llevado más allá, entre los que figura la trilogía clásica de Volver al Futuro, Primer y hasta FAQ Sobre los Viajes en el Tiempo. A ellos se suma Looper, Asesinos del Futuro, la que se anima a explorar la paradoja de poner a dos versiones de la misma persona - la actual y la del futuro - en el mismo escenario y jugar con la idea de que una de ellas puede alterar al instante los recuerdos / la vida / la evolución de la otra y viceversa. Los loopers son asesinos a sueldo. Sus victimas se las mandan desde el futuro - en donde los equipos CSI son tan sofisticados que resulta imposible esconder los cadáveres -, y los chivos expiatorios viene atachados con lingotes de plata, los cuales hacen las veces de pago. Estos loopers son organizados por Abe (el siempre versátil Jeff Daniels, que compone a un afable jefe de asesinos), quien los recluta y monitorea. Los "bucleros" se llaman así porque, llegado el caso, deberán matar a su versión del futuro de sí mismos - cerrando el bucle -y, a partir de entonces, dispondrán de treinta años para disfrutar de la fortuna que han acumulado. Por supuesto las cosas no salen bien para Joseph Gordon-Levitt (con toneladas de maquillaje para brucewillizarlo) cuando se enfrenta al geronte de su otro yo del futuro; el problema es que el tipo es extremadamente letal aún sin armas, y lo deja inconsciente en un abrir y cerrar de ojos. Resulta que Bruce Willis ha encontrado la felicidad en brazos de una mujer, la cual ha sido asesinada por un mafioso conocido como Rainmaker y que es quien lo ha mandado al pasado para freirlo. Pero Willis se ha dado maña para sobrevivir el viaje y va en busca de la versión infantil de Rainmaker - bien onda Terminator -, para lo cual tiene algunas pistas de dónde hallarlo. Mientras tanto, Gordon-Levitt sólo desea liquidar a Willis para jubilarse, amén de esquivar a las huestes de Jeff Daniels, quienes no están muy contentos de que las cosas se salieran de control y quieren cerrar la paradoja con una o, si es necesario, dos muertes - las de las versiones presente y futura de Gordon Levitt -. Si bien uno pone algunos reparos al inicio del filme - ¿nadie más en el futuro puede viajar en el tiempo? ¿siquiera la policía? -, la premisa pronto comienza a transformarse en algo absorbente, especialmente cuando el filme pasa la primera hora. Es cierto que el filme explora de manera fascinante los mecanismos de las paradojas temporales - cosas que hace Gordon Levitt provocan cambios instantáneos en los recuerdos de Bruce Willis -, pero la cosa se pone mejor cuando vemos que estos personajes se ven forzados a tomar decisiones morales peliagudas con tal de cambiar (o preservar, según se trate de la óptica de la versión vieja / nueva del protagonista) la versión de la historia que más les conviene. Casi diría que todo esto se trata de un problema de moral y redención, en donde uno - decidido a defender su bienestar - termina haciendo muchísimo mas daño que si directamente no obrara. ¿Acaso la versión futura del protagonista es tan valiosa que merece tantas muertes? ¿Acaso su misión no es de un supremo egoismo? ¿O acaso la versión actual sea la egoista, pensando sólo en la fortuna y el retiro, y no midiendo las consecuencias de su inacción?. Es dificil tomar partido, más cuando ambas versiones del personaje están interpretadas por actores que merecen nuestra gracia. Será porque son anti héroes, individuos torturados por sus pasados que se han redimido y que intentan justificar el rumbo de sus acciones desde su propio punto de vista moral... el cual nunca termina por ser equlibrado. No sé si la palabra adecuado para calificar a Looper, Asesinos del Futuro es "satisfactoria". Es apasionante, sin dudas, pero creo que en un momento el libreto desvía su atención, centrándose demasiado en el tema del asesinato de la versión infantil del futuro jefe mafioso - y la sub trama de los poderes síquicos -, cuando en realidad el punto central pasa por el quiebre moral del protagonista (actual y futuro). Incluso diría que la historia tiene cierto tufillo a western, en donde el protagonista depura su conciencia a la hora de enfrentarse con su enemigo - durante media película nos pasamos esperando que haya un gran duelo en la granja que regentea Emily Blunt -. Por lo demás Looper, Asesinos del Futuro es una película inteligente, bien armada y bien interpretada. Looper es un gran filme, aunque uno con un par de detalles - yo le hubiera sacado todo el tema de la telekinesis -. Eso no quita que uno reconozca a una obra absolutamente original cuando la tiene enfrente, pero quizás le hubiera venido bien un par de ajustes y una pequeña pulida. Eso no quita que entre al panteón de los mejores filmes sobre viajes en el tiempo, simplemente porque juega con mucha inteligencia con todos los factores posibles y los explica de manera lógica y didáctica. Y eso, para mí, de por sí solo merece un sobresaliente.
Camino a la perdición. Looper: asesinos del futuro no es una película sobre viajes en el tiempo, sino sobre un asesino a sueldo (que son dos, en realidad) frío y desalmado, que se enamora y quiere redimirse. La aclaración es necesaria, y por eso la película misma lo plantea abiertamente durante un encuentro entre los dos Joe, uno del presente y otro del futuro. El viejo se rehúsa a explicarle el complejo mecanismo temporal aduciendo que podrían estar sentados y hablando de eso todo el día. Joe, el joven, interpretado por Joseph Gordon-Levitt, escucha y entiende, aunque todavía no comprenda todo. De todas formas, nadie mejor que él para hacerlo: Gordon-Levitt ya había salido en El origen, esa película intencionalmente difícil y enrevesada sin necesidad que se pasaba casi todo su metraje tratando de enseñarle al público el funcionamiento de su propio dispositivo narrativo. La de Nolan era, al revés de Looper, una película sobre un tema (la inmersión en los sueños) y no sobre personajes. En esa elección se resume buena parte de la inteligencia cinematográfica del director Rian Johnson: hacer que la cuestión temporal sea un elemento dinamizador, que ponga en movimiento la trama sin llegar a constituir nunca el centro del relato; no engolosinarse con su invento del tiempo y volver siempre al drama de los protagonistas. El porte noir de Joe, compuesto un poco de gesto rebelde y otro poco de pose, le imprime al futuro cercano en el que transcurre la historia el aire de las narraciones fuertes del cine clásico. A Joseph Gordon-Levitt medio que lo disfrazan, le ponen unas cejas y una nariz que vienen a darle un corte de cara más recio y menos delicado: el experimento, hay que decirlo, funciona bastante bien porque el actor está seguro en su papel. Hay una geografía reconocible que habita en el vestuario algo cuarentoso que el personaje gasta a la manera de una fanática resistencia vintage, y que también signa el submundo del crimen organizado con sus jefes sanguinarios y benévolos, o sus clubs con drogas, mujeres fatales y perdición. Pero no se trata de una copia nostálgica de la iconografía del cine negro, sino de señalar la persistencia de un modo de contar que se manifiesta de muchas formas, por ejemplo, en el hecho de negarse a entronizar el diálogo por sobre la acción. Diálogo, justamente, es lo que menos tiene a su cargo Sara, la madre soltera ruda, hosca y falta de cariño a la que le pone el cuerpo Emily Blunt. Su personaje, que vive en el campo en una casa lejos de la ciudad (que les queda demasiado grande a ella y a su pequeño hijo), es puro músculo aplicado al trabajo físico, ya sea partir un tronco indestructible que obstaculiza su jardín tanto como el resto de las tareas hogareñas, entre las que se incluye la defensa armada de la casa. Esa mujer, crispada, de palabras torpes y escasas, en permanente estado de alerta, es una criatura más del mundo de Looper: Sara se mezcla con los hombres en una trama que no contempla las debilidades y que, por eso mismo, no deja lugar para la femineidad que no provenga, ya curtida por las inclemencias y la dureza de la vida, del lejano universo del clasicismo. Cuando hacen su entrada Sara, su hijo Cid y la granja, también aparece el campo y la ciudad se siente cada vez más distante, aunque no se trate de un campo bucólico sino, claro, de uno en sintonía con la apuesta de Johnson que cruza film noir con distopía futurista (¿futurista?). Conforme avanza la historia, la red de viajes y saltos temporales se enreda cada vez más sobre sí misma pero sin que eso afecte la fluidez del relato. Al contrario, a la par de esos viajes, los personajes, todos, ganan en relieve, suman intensidad dramática sin aumentar demasiado sus matices (porque se trata de tipos duros, básicos, que ejecutan ciegamente unas pocas ideas). Hasta un villano frustrado y secundario se beneficia del avance de la narración, incluso él consigue un espacio propio en la historia y oportunidades de protagonismo para desplegar su bellaquería. Pero no es el único, y en esto el guión también se muestra cohesivo, enhebrando todas las historias con un hilo común, manteniendo. Todos, tanto los diferentes Joe como Sara, son culpables antes de empezar la película o bien se condenan a sí mismos frente a nosotros: traicionan a sus mejores amigos, abandonan a sus hijos o hasta llegan a asesinar premeditadamente a un niño. Ese, a su vez, es otro de los méritos de la película, el acercarnos a unos personajes terribles, ponernos en sus zapatos cuando uno querría estar en los de alguien más noble, más moral. Pero es que, al menos hasta el final, no hay personajes nobles en Looper. En ese final se cierran no solo los conflictos, también se borran las distintas líneas temporales de un plumazo, o mejor, de un escopetazo. Así de fácil y de rápido es que Johnson puede dar por finalizado su complicado aparataje narrativo; esa economía y simpleza es otra muestra más de la justeza de la película. Incluso la historia del jovencísimo Cid y de la amenaza que representa, que parece cumplir la única función de darle a los personajes una causa, un horizonte más valioso y más importante que ellos, no interrumpe la precisión del final.
En el año 2044 los viajes en el tiempo están prohibidos por ley, sin embargo, treinta años en el futuro esta práctica servirá para enviar al pasado a los hombres que deben ser asesinados y cuyos cuerpos son imposibles de esconder en 2074. Encargados de esta tarea poco agradable y recompensados con barras de plata, los loopers son los responsables de eliminar cualquier vestigio de estos homicidios encargados por el futuro pero ejecutados en el pasado. Pero incluso estos homicidas deben cerrar su círculo (loop) en algún momento y matar a la versión tres décadas mayor de si mismos. Joe (Joseph Gordon-Levitt) logra ser sorprendido por su otro yo (Bruce Willis) y a partir de allí, con la ayuda de una madre soltera (Emily Blunt), comienza una carrera para aniquilar a su versión del futuro y descubrir quién es Rainmaker, el tirano que controla con un reino de terror y mano dura la vida de todos los humanos en el año 2074. Si creíamos haber visto todas las variantes posibles de lo que un viaje en el tiempo podía llegar a representar en el cine, estábamos equivocados. Looper parte de una premisa original, situándonos en un nada original mundo apocalíptico, para volver a sorprendernos con un relato en donde la escoria del futuro es enviada sin miramientos a un pasado destrozado por la marginalidad, las diferencias económicas y la corrupción. Bruce Willis, asiduo en esta rareza de convivir con personajes que lo representan a él mismo pero con algunos años menos, es correcto en su composición de vengador del futuro en busca de salvar a la mujer que ama, mientras que el verdadero protagonista (Gordon-Levitt) es quien lleva el peso de la historia, a pesar de esas prótesis que debieran hacerlo más parecido físicamente a Willis pero que terminan por distraer al espectador de lo que es verdaderamente importante: la historia.
Género difícil la Ciencia Ficción, puede encararse de muchas diferentes maneras. Ya sea enmarcándola como un relato de acción pura, como un contexto para ofrecer una gran aventura, o como apertura para una serie de planteos reflexivos y/o filosóficos. Looper, asesinos del futuro tiene algo de lo primero y supuestamente algo de lo tercero, pero carece del sentido de la aventura. Los hechos se sitúan en un futuro relativamente cercano, 2042, no muy distinto de nuestro presente. Joe (Joseph Gordon-Levitt) forma parte de una mafia integrada por asesinos a sueldo llamados Loopers (para los que no saben ingles sería algo así como “cerradores de ciclo”). Los viajes en el tiempo han sido inventados pero está prohibido su uso por las implicancias que podría traer. Estos Loopers se dirigen a un lugar aislado, reciben a un enviado encapuchado que la misma mafia les envió desde 30 años en el futuro y sin más lo matan de un escopetazo recibiendo como recompensa unos lingotes de oro que los del futuro le pusieron en la espalda a las víctimas. Joe pareciera vivir sin remordimientos, se droga constantemente con unas gotitas en el ojo y se acuesta con cualquier cabaretera de un bar. Pero lo primero que le mueve el piso es la aparición desesperada de su amigo y colega Seth (Paul Dano) que cometió el “error” de ver quién era su víctima, cayendo en la realidad de que era él mismo y dejándolo escapar. La mafia, encabezada por un emisario del futuro (Jeff Daniels), anda detrás de Seth (el del presente y el del futuro), y Joe trata de resistir hasta dónde puede. Sucede que en ese futuro de 30 años un asesino llamado Rainmaker tomó el control y está estableciendo un nuevo orden terrorífico eliminando a otros Loopers a los que considera traidores. Como si Joe tuviese poco hasta ese momento, perturbado, comete el mismo error de Seth, y el Joe del futuro (Bruce Willis) logra escapar. Ahora al Joe joven no solo lo persigue la mafia, sino que intenta frenar a su yo mayor que tiene el plan de eliminar al Rainmaker que por ese entonces tiene 10 años; ah, me olvidaba, el nene es el hijo de una de las cabareteras. Empecemos por los aspectos positivos, Looper es técnicamente (casi) irreprochable. Su director Rian Jonhson (Brick, Los Estafadores) pareciera saber qué es lo que quería mostrarnos desde un principio, y hace un muy buen manejo de los recursos que tiene. La filmación es precisa, rígida, en ningún momento se confunde, y la fotografía algo ruinosa le agrega mucho al aspecto que se buscaba. Esto se nota mucho en las escenas de acción (que son las justas y necesarias lo mismo que su duración) filmadas con solvencia y logrando que siempre se entienda a quién se apunta, quienes combaten, y qué es lo que sucede, algo no muy común hoy día. El problema con Looper es cierta pretensión en su contenido. Su director y guionista dice venir manejando la idea de esta película hace más de diez años. La realidad es que al verla pareciera tener una serie de elementos que funcionan solamente como ornamentas para manejar una historia que ya se manejó mil veces. Para dejarlo claro, como película de Ciencia Ficción, Looper falla precisamente en eso, no es un film de ese género. Con todo, la película se sostiene relativamente bien hasta acercarnos a un elemento promediando el final que pareciera extraído de un film de terror y que no solo suena ajeno sino que además está mal resuelto, llevando el resultado a un desbarranco. Lo dicho, en varios diálogos del guión hay una buscada intención humorística (a veces lograda, a veces no), y en eso el personaje de Jeff Daniels es fundamental. Joseph Gordon-Levitt no es Humphrey Bogart y se le nota, igualmente su desempeño no es malo y hace de su personaje alguien creíble. Bruce Willis pareciera estar en ese punto de la carrera en el que el actor ya se cree más allá del bien y el mal y no quiere ser tomado en serio; es imposible analizarlo seriamente, es grande. Por último, a Emily Blunt nunca deberían haberla dejado salir en cámara mostrando sus no pechos, la credibilidad de cabaretera desaparece al instante. Algo positivo, el nene Pierce Gagnon mete miedo en serio, y nos hace acordar las buenas épocas de Miko Hughes. Looper es un film que se mantiene de a momentos, convencerá a quienes entren en su mixtura de géneros y sub-géneros, y al que definitivamente le sobran varios minutos. Tiene logros muy buenos que la hacen destacable, pero cae en algunos errores que pueden convertirla en insalvable.
¿Cuántos planteos se pueden hacer en una misma película? La cinematografía no pone límites más allá de aquellos que marca el sentido común. Por eso es riesgoso para un artista no saber discernir entre idea y propuesta. Si esto no está claro se torna difícil para todos, especialmente con la ciencia ficción en donde el espectador debe poner más de sí mismo, en pos de creer en algo que no existe. ¡Ojo, ojito, ojazo! (como decía Pepe Biondi). En este género lo importante es el verosímil. Hector Hochman, un colega (y a partir de tal circunstancia un amigo), logró expresar en palabras sencillas aquello que a uno se le hacía complicado de explicar. Conversábamos (discrepando) sobre mi amor por la filmografía de Steven Spielberg (el piensa distinto), pero aquella vez él mismo no pudo dejar de admitir la regla básica de éste gran cineasta, "instalame la idea", -dijo Héctor- "mosquito prehistórico petrificado en resina. Siglos después sacamos el ADN y clonamos un dinosaurio, LISTO! ¡COMPRÉ! Ahora vendeme lo que quieras". Esta frase se convirtió en un termómetro perfecto para medir este género. En la primera escena de “Looper, asesinos del futuro” se cumple a rajatabla aquello que pregonaba el gran maestro Alfred Hitchcock de “enganchar” al espectador. Año 2044. Texas. Un descampado. Joe (Joseph Gordon-Levitt), escopeta en mano, alterna su mirada entre un reloj y una manta de plástico que yace en el piso a un metro y medio suyo. Tres segundos después, en la manta aparece, de la nada; un hombre arrodillado, atado de manos y encapuchado. Joe le vuela el corazón a quemarropa. Obviamente, todos quedamos enganchados. A partir de ese momento la voz en off del protagonista nos explica lo que acabamos de ver, en lugar de dejar fluir la información y que el espectador construya el mundo. Son decisiones, lo sé. No está ni bien ni mal. La información, entregada en un rápido parlamento, indica que 30 años después de la fecha en la que estamos se inventa la máquina del tiempo, la cual es defenestrada por la sociedad y se usa en forma clandestina. Las corporaciones la tienen para enviar "mafiosos" al pasado a los efectos de ser liquidados por agentes que, una vez consumado el hecho, eliminan el factor de "competencia" en el futuro. Se llaman Loopers. Estos hombres son contratados para matar a los viajeros en el tiempo hasta que los mandamases deciden terminar el vínculo, en cuyo caso… bueno, no hay que dejar cabos sueltos ¿se entiende? (hay un gancho en esto que no conviene revelar) El problema es que la propia voz de Joe es la que al tratar de instalar el verosímil de esta historia de ciencia ficción, pisa el palito de la lógica y todo queda desdibujado. Insisto en no revelar nada, pero con hacerse sólo una pregunta alcanza para que se caiga el castillo de naipes. Luego de esa primera escena que tiene fuerza propia, uno sigue adelante pero con preguntas que quedan flotando. Cuando aparecen las respuestas ya no creemos nada, aún con la sólida construcción de personaje de Bruce Willis. Para colmo de males, la película se suicida al intercalar una historia que no sólo va dejando de lado la trama principal; sino que la hace mutar en otra cosa más cercana a “X-men” (serie de TV iniciada en 1992), con una escena conceptualmente calcada de “X-men III” (película de 2006). Para hacer este viraje fue necesario un momento de transición que se hace eterno, al punto de provocar bostezos. La estética elegida es, al menos, extraña. Como si se hubiera quedado a mitad de camino. Joe, camina, se viste, habla y se peina como un muchacho salido de “Rebelde sin causa” (1955) después de la gomina. Un apartado merecen las escenas de acción. Varias veces en este relato estamos pendientes de amagues de tomas a-la-“Matrix” (1999), que cuando arriban a la estética de suspender en cámara lenta lo que sucedería en un segundo, la intención dramática ya no tiene sentido. Esta falta de "timing" conceptual es coherente con los baches narrativos producidos por diálogos inútiles, como si el realizador no se hubiera dado cuenta que todos los actores de esta película tienen el oficio gestual de transmitir lo que les pasa. En términos de edición (especialmente en música) hacer un "loop" es repetir una misma secuencia rítmica. Por definición no tiene comienzo ni final. Es como un círculo vicioso. Interesante concepto entonces, el título de Looper. James Cameron resolvió el círculo con una foto en “Terminator” (1984). Así, el espectador era el encargado exclusivo de determinar el final. También lo hizo Terry Gilliam en ”12 monos” (1995). Se ve que el director de esta película no vio ninguna de las dos. Y eso que contaba con la ventaja del nombre. Que pena.
Este filme podría catalogarse como una mixtura de otros varios realizados en el pasado que manejan como sustento la visión de un futuro posible. ¿Parece confusa la frase? Paso a explicarme. Esto no es necesariamente ni por definición algo malo, siempre y cuando esté bien constituido y armado. La primera relación que uno encuentra sin demasiado esfuerzo es lo referente a “Terminator” (1984), y todas sus secuelas. Aquí también, y ya desde el subtitulo en español “asesinos del futuro”, nos da cuenta de viajes en el tiempo, aunque igualmente podría leerse, luego de finalizado el filme, por supuesto, que lo que están asesinando definitivamente es el “futuro” de este genero cinematográfico, esto dicho por la inconsistencia que se muestra a lo largo de la narración, con un final más de acción tonta que inverosímil. Desde lo estético, esta visión de un mundo en decadencia, con la perdida total de los valores éticos y de las conductas morales, tratando de imitar, sin lograrlo, a “Blade Runner” (1982) o, en otro sentido, y cuando las acciones transcurren a campo traviesa, en donde se mezclas imágenes de western enmohecidos con fantasía retrrofuturista del ocaso de la humanidad en un futuro no muy lejano, por lo que en tal sentido podríamos hasta encontrar alusiones a “Mad Max” (1980). Seguimos en la década del 80. ¿Increíble, no? La acción comienza en el año 2042. Joe (Joseph Gordon-Levitt) es un looper, nombre que reciben los asesinos a sueldo de la mafia, pero con una modificación, sus victimas son enviadas desde el futuro con el sólo fin de sostener a los poderosos en el poder, estos solo son un riesgo para ellos por lo que saben de las actividades que promueve los distintos grupos. Pero las vidas de los Loopers tienen fecha de vencimiento. ¿Qué pasaría si tu próxima victima fueses vos mismo, pero dentro de treinta años? Interesante interrogante Estamos a mitad del relato y se produce un quiebre narrativo, no es el primero, no es la primera disyuntiva a la que se enfrenta el personaje principal. Hasta aquí el filme es bastante animado, nada inaudito como ya lo mencione, pero entretenido, desde la presentación de los personajes, hasta su descripción y desarrollo, destacándose en este segmento el personaje de Abe (Jeff Daniels), el capo mafia, todo un cínico, excesivamente sádico y perverso como para creerlo, un lobo con piel de cordero, que el actor hace admisible. Pero es a partir de esta propuesta que la idea aparentemente original no tiene ni grandes desarrollos ni sustentos lógicos-formales que hagan creíble lo visible. No decae por la aparición del Joe envejecido (Bruce Willis), hasta se podría decir lo contrario, ya que el bueno de Willis hace lo que más veces le vimos hacer, y le sale de taquito. También cumple con la actuación Levitt, haciendo que el maquillaje exagerado deje de ser prioritario en la credibilidad del personaje y los recursos expresivos que presenta sean de mayor importancia para atrapar al público. Pero volviendo a la historia. Al mismo tiempo, con aceleración a partir de elipsis, nos encontramos de lleno con la persecución de uno tras otro que deriva en forma temporal, yendo y viniendo del futuro al pasado de los personajes, el filme paso de ser ciencia ficción atravesado por el cine negro, para llegar a la estética y estructura de los filmes de acción, todo atado como se pueda. Ambos tienen objetivos distintos, unidos por un mismo personaje separado por la época: uno sostenerse en ese presente, el joven, el otro con el ansia de una venganza anticipatoria, transformar ese presente para alterar su propio futuro. Ha esto se le suma la aparición de la bella Sara (Emily Blunt), madre soltera, con el mismo nombre que Linda Hamilton, la progenitora de John Connor en “Terminator” ¿Será casualidad? Quien construye con el joven Joe un historia de amor, que se transforma en subtrama casi necesaria que sirve para cerrar con un giro moral del personaje y terminar la historia. El problema es que los espectadores, porque ya fue mostrado en el filme, sabemos lo mismo que sabe el personaje, que al igual que en “Desafío del tiempo” (2000), lo que a un personaje le sucede en el pasado repercute en su futuro, tanto como en su cuerpo. Por lo que la acción y decisión final del personaje deja de ser inverosímil, para ser tonta. ¿O esto ya lo dije?….
La premisa de los viajes temporales nunca deja de ser atractiva. Y si el tema presenta giros peculiares, mejor todavía. Lo demostró H.G. Wells en la literatura y directores como Robert Zemeckis y James Cameron en el cine. Y es justamente el séptimo arte el que sigue dándonos alguna que otra sorpresa referida a este subgénero. Looper: Asesinos del Futuro transcurre en 2044, un futuro similar a nuestro presente, pero con algunos chiches tecnológicos. Menos maquinas del tiempo... que serán creadas 30 años mas tarde. Es mas, son usada por organizaciones mafiosas, que en esa próxima época mandan a sus victimas al ahora del film para que lo asesinos (denominados loopers) se encarguen de ejecutarlos a cambio de lingotes de plata. Joe (Joseph Gordon-Levitt), uno de los loopers más destacados, lleva una rutina basada en tener sexo con su novia (Piper Perabo), el consumo de drogas mediante gotas en los ojos y el aprendizaje de francés. Pero todo cambia cuando le toca matar al nuevo viajero del futuro: la versión mayor de sí mismo (Bruce Willis), quien se escapa de inmediato, dispuesto a recomponer situaciones para impedir un hecho trágico de su vida. El Joe joven va tras él (tras de sí mismo), al tiempo que comienza a ser perseguido por sus jefes y compañeros criminales, y descubrirá más de lo que había pensado...
Destino: trampa de ida y vuelta En lo que respecta a teorías sobre viajes en el tiempo, hay básicamente dos. Una la podríamos llamar la “Teoría de la mariposa”, que Ray Bradbury se encargó de plasmar en su cuento “El ruido de un trueno”: si alguien viaja al pasado y altera algún elemento, cuando regrese a lo que cree es su presente estará más o menos alterado, pues ha cambiado la línea histórica. Eso sí: el viajero se mantendría inalterable, puesto que su viaje lo preservaría de la paradoja temporal. La teoría rival es la que Isaac Asimov mostró en su cuento “La carrera de la Reina Roja”: en ésta el tiempo es circular y, por más que un viajero en el tiempo quisiese intervenir cambiando la historia, sólo lograría hacer cosas que ya han sucedido. Se parece un poco a la tragedia griega: cuanto más se trata de alejarse del destino, más se va hacia él. La primera teoría suele ser la más popular (de hecho se hicieron dos películas llamadas “El efecto mariposa”). La segunda es menos común, con algunas excepciones como el capítulo de “La dimensión desconocida sobre la agente que busca matar al bebé Hitler, y por supuesto la saga de “Terminator”, aunque con algunas contradicciones que se subsanaron a medias en la tercera entrega. También se habla por ahí de “teoría del Multiverso” (creación de futuros paralelos) contra una de futuro simple. “Looper” parece inscribirse en la “Teoría de la mariposa”, aunque con un giro particular: el viajero del tiempo es alterado por los cambios que hubiera sufrido a partir de variantes introducidas en la vida de su “yo” más joven, tanto física como mentalmente (a nivel de sus recuerdos). Como verá, es una de esas películas que complican la cabeza de muchos espectadores (y de unos cuantos críticos), por lo que es probable que quienes se marearon con los filmes de Christopher Nolan como “Memento” o “El origen”, o incluso con la más reciente “El vengador del futuro”, se enrosquen definitivamente. Por su parte, los foros rebosan de geeks que fuerzan interpretaciones más alocadas de las esperables. La trama La cosa es así: allá por la década del 2070 se inventa (se inventará) el viaje al pasado. Los mafiosos de entonces lo usan de una peculiar manera. Como no pueden deshacerse de los cuerpos de su tiempo, organizan -a través de un enviado- una asociación de ejecutores -en la década de los 2040- que reciben a las víctimas encapuchadas, las matan y las desaparecen. A cambio, con el cuerpo reciben un pack de lingotes de plata. Pero hay una trampa: los jefes del futuro también se encargan de deshacerse de estos sicarios, así que un día los agarran y los mandan para que su propio yo más joven los elimine. Como nadie levanta la capucha, se enteran porque esta vez los lingotes son de oro: ese día termina su contrato, comienzan a aprovechar esa riqueza para disfrutar los próximos 30 años, hasta que los agarren y los manden de vuelta. Así se cierra el bucle (loop en inglés, por lo que se los llama loopers). Esto pasa en Kansas en 2044, donde la zona rural de siempre convive con una megalópolis llena de indigentes, linyeras, huérfanos y prostitutas: más o menos como será la cosa si Ben Shalom Bernanke sigue algunos años más al frente de la Reserva Federal y si los republicanos ganan un par de elecciones en el medio, dirían las malas lenguas (en este contexto se explica mejor que alguien quiera dinero fácil a cambio de morir en tres décadas). Vemos que a un grupo de loopers les está tocando cerrar su círculo, y Joe ve qué pasa cuando a su amigo Seth se le complica la cosa. Hasta que a Joe, uno de ellos (vendido por su madre a unos mendigos, devenido en ratero y “redimido” como looper drogadicto por Abe, el mafioso venido del futuro) le toca enfrentarse con su yo del futuro, que viene liberado, lo reduce y se escapa. Acá viene el problema: porque vemos la primera versión, en la que Joe se “autoeliminó”, vivió su tiempo y regresó al pasado en modo diferente, alterando el bucle. Su idea es cargarse a la versión bisoña del capomafia del futuro el Rainmaiker (“el que hace llover”), nombre aborigen chamánico que explica “algo”, aquí perdido al ser traducido como “Maestro de la Destrucción”. Mientras tanto, el joven Joe quiere en principio cerrar el círculo y recuperar su vida. Unos números y un mapa los reunirá en una granja de Kansas, como la de Dorothy en “El mago de Oz”, o como la de los Clutter en “A sangre fría”. Allí viven una madre soltera con su hijo, y allí se decidirá el futuro. El narrador Rian Johnson, realizador venido del cine independiente, llega a este filme parcialmente gracias a la producción de Joseph Gordon-Levitt, uno de sus protagonistas. Y escribe un guión complejo, bastante bien logrado pero que, como es de esperar, deja algunas inconsistencias (que se pueden explicar por hacer “trampa” moviéndose entre diferentes teorías). Sin quemar mucho la historia: si se cambia el futuro, de dónde viene la “Organización looper”, debería cambiar ésta desde el tiempo en que apareció (pongámosle la década de 2030, por lo menos, por lo que ya este presente sería distinto... y ya no sé en qué teoría estamos). De todos modos, el relato se sostiene sin fisuras, y logra sostener el suspenso y el crescendo narrativo a pesar del barullo temporal, con un buen recurso de los recursos cinematográficos. Los rostros En cuanto al elenco, se lucen Gordon-Levitt y Bruce Willis como los dos Joe, el joven y el viejo. Su parecido físico se acrecienta gracias a que ambos tienen “rostros sin tiempo”: uno parece más grande de lo que es, y el otro está igual hace años. Y ambos actores hacen creíbles las motivaciones de dos que son el mismo pero tienen vivencias distintas. El resto del elenco está para acompañarlos a ellos: Emily Blunt como la madre soltera redimida Sara, entre tierna y todo lo seductora que debe ser; Noah Segan está muy bien como Kid Blue, el pistolero más patético; el veterano Jeff Daniels compone a Abe casi sin esfuerzo; el niño Pierce Gagnon sorprende con su interpretación de Cid, otro de esos niños que dan miedito porque parecen viejos, en la escuela de la ahora crecida Dakota Fanning. La calificada Piper Perabo apenas puede mostrar su flaca suculencia como la prostituta Suzie, pero eso no es poco. Paul Dano como Seth, Summer Qing como la esposa del viejo Joe y Tracie Thoms (“la negrita de ‘Cold Case’”, para el telespectador) como la mesera Beatrix completan la alineación. Así se cierra otro círculo: una película que es redonda cuando comienzan a pasar los créditos, pero que abre el debate y las dudas después, que gusta en el momento y crece al discutirla con amigos o desconocidos. ¿Qué más puede pedir una película?
Volver del Futuro: Looper Ufff, que se puede decir de esta película sino empezar porque tiene toda la pasta para convertirse en un film de culto. Rian Johnson nos presenta una película con viajes en el tiempo, paradojas temporales, lineas alternativas, poderes psicquicos y BRUCE WILLIS!!!! Si! ya se es un combo explosivo pero realmente funciona. Empecemos por la trama, Joe (Joseph Gordon Levitt) es parte de un grupo de trabajo llamado Loopers. Estos individuos en el años 2074, contratados por un viajero del futuro asentado en ese año (Jeff Daniels), se encargan de liquidar a misteriosos individuos enviados desde el futuro. Estos Loopers, firman un contrato cuya cláusula de retiro es que en algún punto la persona que llegue del futuro será su “yo futuro” y deberá liquidarlo para cerrar su “loop”. Este momento le llega a Joe pero cuando el “viejo Joe o Joe del Futuro” (Bruce Willis) aparece, Joe falla en su misión. Ahora, los loopers están en busqueda de ambos joes pero un nuevo objetivo surgirá cuando el viejo Joe le cuente el verdadero motivo de su regreso a Joe. (si ya se es un boloqui pero es la mejor manera de explicarlo!! jaja) Impresionante Joseph Gordon Levitt!!!! La interpretación que hace de Bruce Willis es impecable, no sólo saca una voz parecida sino los mismos gestos!! Realmente Joseph se ha convertido en uno de esos actores que demuestran lo que es la profesión de actor. Realmente impresionante. Bruce hace un poco de lo que más le gusta, estar cubierto de sangre a lo John Mc Clane y entrar a tiros a todas partes. Emily Blunt y su papel como Sara no deja de ser simplemente una actuación olvidable.. La película es impecable, es uno de esos films que te mantiene atrapado y sus 2 horas de longitud se pasan rapidísimo. El gancho del film es que obliga al espectador a mantener la atención e ir procesando lo que sucede lentamente hasta el final de la historia. Y cuando digo procesando, es pensando, analizando, preguntando y hasta cuestionando la lógica de lo que sucede en el film. La banda de sonido es bastante mediocre, no me gustó mucho. El maquillaje y los FX son muy buenos. Excelente película, definitivamente destinada a convertirse en película de culto a persar de que en mucho puntos podemos encontrar similitudes con Blade Runner y Terminator. Vayan a verla al cine, es un film a la altura de Inception. Mi calificación es muy buena.
Mi Futuro me Condena La ciencia ficción en el cine es todo un tema, puede resultar ser una descalificada suma de efectos especiales, un "más de lo mismo", un aburrimiento pavoroso, una genialidad o algo como esta peli de Rian Johnson, un buen producto de entretenimiento con algo que nos retrotrae a títulos como "Blade Runner" o "Terminator", y es que por allí anda la cosa. Resulta que los viajes en el tiempo han sido inventados en el 2074 e inmediatamente fueron prohibidos, aunque se los comenzó a usar clandestinamente para enviar a las personas que causaban problemas unos treinta años para atrás para que un grupo de asesinos (los "Loopers") se ocupen de ellos sin generar rastros del cuerpo, Joe es uno de ellos, con el cual todo bien hasta que descubre que debe asesinar a su otro yo del futuro, y éste se le rebela, escapa, algo que puede parecer traido de los pelos, pero que termina siendo curioso e intrigante para el espectador. Con mucho de "thriller futurista", de a ratos "filme noir" y hasta género "western" -cuando la trama se traslada a escenarios rurales, con la aparicion del personaje de Emily Blunt-, esta suerte de lucha-contra-reloj viene con Joseph Gordon Levitt -el mismo de "Batman: El Caballero de la noche asciende"- como productor y actor protagonista de solvente trabajo actoral más un veterano y siempre acorde Bruce Willis, y así se redondea una propuesta que interesará a un público más ferviente a los argumentos con idas y vueltas, y mucho a desentrañar, más que a los rutinarios adictos al cine de consumo pochoclero.
La búsqueda de identidad en una realidad demasiado cruel Este thriller futurista se desarrolla en dos épocas: 2042 y 2072. Pero el escenario de la historia es el "presente", es decir 2042. El director Rian Johnson (1973) es también autor del guión. El filme es una vuelta de tuerca sobre el clásico tema de los viajes en el tiempo. En el futuro (2072), esos viajes están prohibidos, lo mismo que el asesinato de personas. ¡Qué novedad! Pero hecha la ley, hecha la trampa. La mafia del futuro, conducida por el "Maestro de la Destrucción", encontró un subterfugio para eliminar a sus enemigos. Enviarlos al pasado (2042) a través de una máquina del tiempo, para que sean liquidados por los loopers, asesinos a sueldo que también se encargan de hacer desaparecer sus cadáveres. Las víctimas llegan con una carga de lingotes de plata, que constituye el pago a los loopers por sus servicios. Uno de ellos es el interpretado por Gordon-Levitt, que ya acumuló una considerable cantidad de esos lingotes. La tarea de los loopers es controlada por Abe, un delegado arribado del futuro. El looper que no cumple a rajatabla el protocolo o que pretende prolongar su actividad, es perseguido y eliminado. La vida útil de los loopers es limitada. Apenas algunos años y después podrán disfrutar de la riqueza acumulada. El protagonista está estudiando francés, porque piensa radicarse en Francia. Pero alguien le sugiere aprender el mandarín. "Yo vengo del futuro --dice--; deberías ir a China". Al protagonista le encomiendan una última misión: eliminarse a sí mismo. Para eso llega él mismo del futuro, pero con la encarnadura de Bruce Willis. Y esto desata una cruenta persecución. ¿Se entiende? Y este es, obviamente, el principal conflicto dramático. El otro conflicto es la supervivencia de un chico dotado de poderes supranormales, que vive con su madre en una casa de campo. Willis pretende asesinarlo porque lo conoce del futuro, pues es el predestinado a ser el "Maestro de la Destrucción". El chico es protegido por su madre y también por Gordon-Levitt. El director copió rasgos de la forma fílmica de El origen (2010), de Christopher Nolan, mientras que la historia posee mucho de Terminator (1984), de James Cameron, donde un cyborg llega del futuro para eliminar a Sarah, quien será la madre del líder de la resistencia humana a la tiranía de las máquinas. En este filme, la madre también se llama Sara (aunque sin "h"), pero en este caso el hijo ya ha nacido y está predestinado para el ejercicio de un liderazgo diametralmente distinto. En ese presente, que para nosotros es futuro, la "odiada" clase media ha desaparecido. Y también se han incrementado las diferencias sociales y las ciudades aparecen dominadas por un cuadro generalizado de violencia y marginalidad. El relato es complejo y a tal extremo que requiere de permanentes explicaciones por boca de los personajes para que el espectador pueda captar y seguir el desarrollo de la historia. Pero en gran medida el filme es un sostenido ejercicio de estilo, sustentado sobre los efectos visuales. De ese maremagnum de artificios formales y violencia rampante, emerge un tema que posee sentido: la búsqueda de identidad, cuestionada y acosada por una realidad extremadamente cruel.
Año 2072, los asesinatos están terminantemente prohibidos, por lo que los objetivos son enviados a través de una máquina del tiempo al pasado, al año 2042, donde existe una red de sicarios, conocidos como loopers, que se encargan de acabar con ellos y deshacerse rápidamente de los cuerpos. Uno de los mejores loopers es Joe (Joseph Gordon-Levitt) para quien esta profesión sólo supone un trabajo muy bien pagado. Hasta que recibe un nuevo objetivo desde el futuro: él mismo (Bruce Willis).
Creatividad! Te damos gracias Original e inteligente film del director y escritor Rian Johnson. Una de las propuestas más originales de los últimos años en materia de ciencia ficción y acción, algo que muchos espectadores, entre los que me incluyo, agradecemos fervorosamente. Creo que la historia es bastante compleja y rica como para intentar hacer una sinopsis corta, por lo que voy a optar por resaltar las bondades de la peli sin entrar en detalles sobre el tema que trata. En 1er lugar, me parece fantástico que la creatividad haya retornado nuevamente en los estudios hollywoodenses, ya que la ciencia ficción es uno de los géneros que venían medios chocados últimamente, no tanto como el género del Terror, pero sí se estaba notando una tendencia creciente a hacer remakes (bastante mediocres) de historias que hemos visto hasta el hartazgo en los '90 y la falta de ideas originales se hacía cada vez más evidente. Aquí la trama nos sumerge en un futuro decadente en el que conviven asesinos a sueldo, ciudadanos frívolos a los que sólo les interesa drogarse y pasarla bien en la gran ciudad, personas con mutaciones psíquicas y algún que otro ser humano con un poco de dignidad y sentido de comunidad. Quizás, uno a simple vista lee estas características del film y puede pensar que hay una especie de rejunte de otras historias exitosas de ciencia ficción, cuestión que en parte es cierta, pero lo que hace realmente interesante a "Looper", es el talento que tuvo su director y escritor para narrar una historia de revelaciones y redenciones contextualizada en un escenario totalmente innovador y atractivo, que además, tiene una estética muy cuidada e hipnótica. En 2do lugar, quiero resaltar la labor de Joseph Gordon-Levitt, ese flaquito de pelos largos que actuaba en "3rd Rock from the Sun" que ahora la está rompiendo en la gran pantalla, participando y formando parte fundamental de los repartos de peso en películas como "El Caballero de la Noche Asciende", "50/50" y "El Origen". Lo de Willis es bueno también, pero el viejo ya tiene sus mañas y se nota que los perfiles de sus personajes tienden a ser bastante similares y repetitivos. Completan Emily Blunt, Paul Dano, Piper Perabo y Jeff Daniels ("Tonto y Retonto") en interpretaciones que resultan frescas y creíbles. Por ahí leí que es "la nueva Matrix"... me parece un poco exagerado pero entiendo porque han hecho esa comparación, y es en gran parte por el carácter innovador, la estética y la acción que por momentos deja sin aliento. Es una peli que recomendaría.
Refritaje ingenioso Es el año 2044. Al parecer las brechas sociales se han ensanchado (¡aún más!), y la pobreza y la delincuencia campean en una urbe sucia y descuidada. Los yuppies salen a la calle armados con escopetas para cuidar sus lujosos autos y motos voladoras de los vagabundos y las prostitutas que deambulan; si la tecnología ha avanzado, sólo puede notarse por algunos artículos de lujo –que ni siquiera andan muy bien-, y por las nuevas drogas sintéticas. Una buena parte de la población ha adquirido habilidades de telequinesis por mutaciones genéticas generalizadas, pero de momento son muy débiles y sólo parecen servir para trucos baratos -hacer levitar monedas o encendedores sobre las manos-. Años después, serán desarrollados los viajes en el tiempo, lo que lleva a que el protagonista (Joseph Gordon-Levitt) y sus congéneres reciban “encargos” por parte de agentes del futuro, con el objeto de que eliminen a personas enviadas a su época, y que despachen sus cadáveres sin dejar rastros. Para el protagonista es un trabajo sencillo e impersonal, recibe el “paquete” humano, -debidamente envuelto y encapuchado- le coloca una bala en la cabeza sin siquiera escrutarlo, e incinera el cuerpo en un lugar específico. Pero el problema surge cuando una de las personas que mandan para que asesine es él mismo luego de treinta años. Así es que el protagonista entra en el primer “loop” (bucle) -hay varios, algunos hasta metafóricos- lo que le da significado al título. Es sencillo rastrear las influencias artísticas de las que se nutre esta película, porque están todas muy cerca, a la vuelta de la esquina. Se puede decir a grandes rasgos que hay mucho de Terminator, de 12 monos, de Niños del hombre y que el filme se alterna entre varios géneros: la ciencia ficción cyberpunk -entre Philip K. Dick y William Gibson-, el thriller sobrenatural a lo Stephen King, el western. Si bien la introducción a la temática y los primeros giros son contundentes y están planteados con una estética sórdida y atractiva, la película se estanca sobre la mitad, perdiéndose de vista al personaje de Willis, dando cuentas de anécdotas pasadas de algún personaje, y presentando a otros sin demasiada cadencia narrativa. Quizá lo mejor del planteo esté en el enfrentamiento entre el protagonista y su "yo" futuro, y que sea dificil la identificación plena con alguno de ellos. Por fuera de esto, hay alguna incoherencia elemental -¿por qué los agentes del futuro exigen que los sicarios se maten a si mismos, cuando podrían pedírselo a otros y evitar problemas?- y cierto esquematismo general en el trazado de personajes que resta puntos de verosimilitud, impidiendo pensar en situaciones mundanas cercanas. En el desenlace, una escena final cierra todos los conflictos, ata los cabos y rompe los bucles. Pero también queda esa sensación tan propia de los enlatados hollywoodenses de que terminada la película queda resuelto el acertijo, el pasatiempo, y que ya no queda mucho más en lo que pensar. Una pena.
El Futuro ya está aquí La ciencia ficción y el cine apocalíptico han tenido un año prolífico en 2012, no sólo en el imperio del norte, aunque lógicamente allí se concentró la mayoría de las producciones. ¿Será acaso la traducción cinematográfica de una crisis económica que parece no tener fin? O mejor, ¿cómo hace Hollywood para representar aquello que vivimos en su universo simbólico? Al autor se le ocurre que un buen filme para desplegar estas especulaciones es Looper: asesinos del futuro, fulgurante promesa del mainstream hollywoodense para una temporada donde si bien hubo cantidad, en general estuvo reñida con la calidad (y también con la originalidad, ya que las remakes volvieron a ser mayoría). Firmada por la otrora promesa del cine norteamericano Rian Johnson, muy recordado por su opera prima Brick (2005), Looper es un típico producto de nuestro tiempo: un híbrido de estéticas, temas y referencias múltiples, que construye su poética en una intersección lúdica de influencias diversas (que van de Terminator a los X-Men o Niños del hombre) aunque inscriptas en una fuerte tradición genérica. La diferencia con las meras copias que nos suelen llegar cada semana, es que esta vez detrás de todo hay una idea, o al menos una dirección de la puesta en escena con la suficiente pericia como para orquestar un filme con cierto vuelo propio, aunque no alcance para construir una mirada personal (autoral) del mundo. El primer plano es preciso: un reloj antiguo marca el tiempo, que será uno de los temas del filme. El segundo plano ya será general, y allí nuestro protagonista llamado Joe (Joseph Gordon-Levitt/Bruce Willis) asesinará a otro hombre que aparecerá de repente en la imagen, sobre una tela ya preparada previamente para envolver el cuerpo. Ocurre que Joe es un “looper” (que viene de “loop”, término que utilizan los DJ para calificar secuencias musicales que se repiten), un asesino a sueldo que trabaja para una mafia del futuro, que le envía sus víctimas desde el año 2074. El presente del filme es 2044, y constituye por supuesto una extensión distópica del momento actual: la anarquía domina el espacio público, que se rige por la ley del más fuerte, como en las peores épocas del far west. Pero la influencia más evidente en Looper no es el western sino el policial negro, como lo atestigua la estética retro de los escenarios y las vestimentas, o la iluminación de tonos oscuros, que oficia de tenebrosa premonición. Porque pronto las cosas se complicarán para Joe y compañía, ya que un líder del futuro comenzará a liquidarlos mediante el simple operativo de enviarles su propio yo, con la última paga, para que ellos se asesinen, sin saberlo, a sí mismos (o a su versión madura: desde entonces tendrán 30 años para disfrutar del dinero). Pero el Joe de 2074 (Bruce Willis) se logrará escabullir de su versión juvenil, y allí comenzará una triple persecución: de los mafiosos a los dos Joe, del protagonista a su versión madura y de éste a tres niños que podrían ser aquel líder del futuro (apodado caricaturescamente el “Maestro de la destrucción”) para asesinarlos. Una madre desesperada (Emily Blunt), un posible romance y un niño de tintes malévolos con poderes de telekinesis completarán el combo. Formalmente elegante, Looper ostenta un aliento clásico en su narración: el relato en off de Gordon-Levitt organiza la historia y simplifica sus supuestas complejidades (un buen diálogo llama a desentenderse de las especulaciones espaciotemporales), Rian Johnson construye una dialéctica fluida entre planos detalles (siempre funcionales, utilizados para dar información), planos medios y planos generales (que suelen usarse para las escenas de violencia), que reniega del golpe de efecto fácil. Por ello, es revelador el modo en que se filma y se narra la violencia: no sólo por el uso del plano general en los asesinatos, sino por la apuesta al fuera de campo o incluso a la abstracción (es decir, la no representación) de momentos álgidos de la acción (donde otros harían lo contrario: engolosinarse con la sangre), lo que no le quita contundencia al filme, más bien al contrario. El gran despliegue visual de la película está subordinado así al relato, casi nunca se pone por encima de él, aunque no resigna (el relativo) riesgo ni personalidad. También es clásica, y pertinente, su lectura del mundo: la moral ha muerto y de lo que se trata, en definitiva, es de reponerla, o en otras palabras sigue el clásico formato del antihéroe que busca redimirse por amor. Pero como dijimos Looper es un filme de muchas caras, por lo que Johnson caerá progresivamente en lugares comunes, tanto temáticos como formales, que comenzarán a contradecir los valores nombrados: la irrupción del niño malvado es elocuente, con la introducción de los ralentis típicos de las películas de superhéroes (y un asesinato filmado como el sumun de la estetización de la violencia). Los efectos especiales ganarán espacio a la puesta de cámara, al uso de la profundidad de campo y al plano secuencia, y la banalidad y la solemnidad comenzarán a imponerse en la trama, revelando la auténtica cara de Looper: un filme ecléctico, hecho de algunas buenas ideas, pero también varias de las otras. Por Martín Iparraguirre
EL TIEMPO NO CURA NADA Los viajes en el tiempo son un interesante recurso para contar buenas historias de ciencia ficción. Pero meterse con las variaciones cronológicas y sus paradojas puede ser algo muy riesgoso. En LOOPER: ASESINOS DEL FUTURO sólo basta con un manotazo de un enojado Bruce Willis contra una mesa seguido por un “¡No importa!” para que dejemos de preguntarnos acerca de las reglas de este mecanismo en el film . El director y guionista Rian Johnson ha dicho que en esta película no son importantes los viajes en el tiempo en sí, sino las vivencias de los personajes a partir de este recurso. Y en el film, eso queda bien plasmado en ese golpe furioso de Willis, que hace de Joe, un viejo asesino que regresa en el tiempo y se encuentra con su versión joven, interpretada magistralmente por un Joseph Gordon-Levitt con la cara cubierta de unas horribles e innecesarias prótesis faciales. Pero tras un inicio prometedor, la cosa empeora. La película tiene un buen comienzo , en el que se muestra ese mundo en el que trabajan los loopers, cuya tarea es matar a la gente enviada desde un futuro aún más lejano por la mafia. El funcionamiento de estos asesinos a sueldo es explicado por una voz en off del Joe joven, un recurso que, por momentos, resulta redundante e injustificado. Sin embargo, el mundo ideado por Johnson es una construcción sólida y lo suficientemente atrayente como para ser un interesante punto de partida. Por eso es una pena que no haya logrado desarrollar esa buena idea: el comienzo, con todos sus originales detalles, se diluye con la aparición del desabrido personaje de Emily Blunt y el misterioso niño de la granja. Ahí, el guión deriva en una trama ridícula y forzada, tan artificial como las prótesis que Gordon-Levitt usa para parecerse al viejo Willis. Es en ese momento cuando la historia, que había iniciado con fuerza, se estanca. Hay ciertos momentos de sentimentalismo (ej: los recuerdos del Joe viejo) que no encajan y una secuencia casi autoparódica en la que Willis mata a un montón de enemigos, en lo que parece ser una descolgada escena/chiste de THE EXPENDABLES. La decepcionante conclusión del film se siente exigida, como si el director se obligara a cerrar el loop de su propia historia luego de darse cuenta de que estaba algo perdido.
Looper es, en muchos sentidos, una película para convertirse en una cinta de culto, a la par de cosas como Volver al futuro o La dimensión Desconocida por mencionar algunas que tienen que ver con viajes en el tiempo o universos alternativos. Y aunque la cinta, que cuenta con las actuaciones de Bruce Willis y Joseph Gordon-Levitt, no habla preciosamente de la teoría de universos múltiples, es necesario entender que los viajes en el tiempo están siempre relacionados de alguna manera con ésta teoría. Como tal, Asesino del futuro nos muestra un futuro en el que viajar en el tiempo es ilegal, y en donde sólo son usados por la mafia quienes asesinan a gente enviándolas al pasado para que los "loopers" se encarguen de eliminarlos. Es así que Joe trabaja ahorrando para conocer el mundo, mientras no envíen a su yo del futuro, lo cuál le garantizaría un retiro de 30 años mientras es capturado en el futuro, cumpliendo con el ciclo perfecto del tiempo. Sin embargo, cuando se acaba el tiempo, Joe del futuro (Willis) quiere evitar un futuro caótico y le complica las cosas a Joe del pasado (Gordon-Levitt). Suena un poco confuso, cierto, pero así son los viajes en el tiempo. Hay que decir que la calidad artística del filme es bastante buena. Los efectos especiales son imperceptibles. Y de hecho la parte de los viajes en el tiempo no es el asunto principal, sino que en realidad es el punto del cuál parte todo y después, la película se conduce por sí sola, experimentando pequeños altibajos que, a pesar de ello, hacen muy disfrutable la proyección. Se agradece que Willis esté en el elemento que mejor maneja y la actuación de Gordon Levitt en quien recae el mayor peso de la actuación, es simplemente intachable. No quiero complicarlos con cosas extrañas que van más allá del análisis "sencillo" de la película. Y me refiero por sencillo al análisis referido a lo que tiene que ver la película en sí (dirección, efectos, etc.) y no lo que implica entender lo que hay detrás del guión. Y es que, como mi pequeña nota al pie de página lo indica, soy químico (lo cual implica que tengo que ver física) y con ello entender ciertas cosas que aplican en la realidad sobre el tipo de cosas que la ciencia ficción nos enseña. Pero para aquellos que busquen un análisis más profundos de películas científicas, terminarán encontrando una enorme discusión sobre si el guión tiene o no fallas que harían que ésta película se derrumbase y perdiera esa excelente calificación que se le da en éste espacio. Podríamos ponerle dos calificaciones, una para aquellos que simplemente buscan un par de horas de buen cine y entretenimiento, y otra para aquellos que sean muy quisquillosos y en realidad esperen un producto de alta calidad que también tenga coherencia con el universo real. Pero eso sería imposible, porque entonces todas las películas que se hacen, sean o no de calidad, siempre tendrán más de una falla por la cuál terminarían quedando en el olvido. Pero justo como dijo un amigo: eso es lo que hace a éste tipo de películas que sean de culto, siempre podremos sentarnos a discutir horas y horas sobre el mensaje oculto que hay detrás de la proyección y nunca podremos llegar a un acuerdo. Y eso es lo que hace rico no sólo a éste espacio, sino a cualquier espacio que dedique un poco de su tiempo a platicar del cine y del arte en general: podremos estar en desacuerdo en algunas cosas, pero siempre, cuando eso pase, podemos estar seguros de que estamos ante un producto que no puede dejarse pasar por alto. Así es Looper.
Publicada en la edición digital #244 de la revista.
Publicada en la edición digital Nº 4 de la revista.
Publicada en la edición digital Nº 4 de la revista.
Una fantástica idea que no llega a romper el molde. Looper es una de las propuestas más prometedoras que se han visto en materia de ciencia ficción en los últimos años. Con una premisa argumental original e inteligente, un reparto sólido y un concepto artístico cautivador, esta película augura entregar mucho más de lo que en realidad termina entregando, debido a ciertas imperfecciones en el guión y a una fallida dirección en los momentos clave. Empieza bien, con buen ritmo y un estilo narrativo muy interesante, pero lentamente comienzan a verse ciertos errores en la dirección. Las fallas son sobre todo observables en las secuencias de acción, que evidentemente no son el fuerte del director. Cámaras confusas, coreografías que no llegan apreciarse y una pésima edición, prestan testimonio de la falta de experiencia de Rian Johnson a la hora de los tiros y los golpes. Algunas escenas, sin ir más lejos, parecieran estar cortadas a cuchillo. Sin embargo, las tomas de alto voltaje no son el único impedimento para que Looper sea una gran película. También hay algunos atajos e imprecisiones en el guión que son infantiles e inverosímiles, y sinceramente prescindibles. Personajes que entran y salen de escena sin necesidad, arruinando un relato que podría haber sido impecable. Looper se disfruta por la frescura y solidez de su base argumental, pero termina apenas siendo una propuesta pasatista más del género cuando podría haber hecho historia. La misma película, con un director más ducho en la dirección y edición de escenas de acción, y con un guión mejor pulido, podría haber sido una de las mejores entregas de ciencia ficción de la década.