Machete es un antihéroe que surgió de la retorcida mente de Robert Rodríguez, y como producto de la curiosidad de convertir en largometraje uno de los clásicos avances de cine ficticios que gusta de hacer en sus presentaciones, esta vez en Planet Terror (2007). Así, Danny Trejo,un mexicano muy estereotipado y hasta cierto punto racista, es Machete, un ex agente federal que descubre que la justicia y las leyes no siempre van de la mano, así que decide convertirse en una especie de vigilante. Así, con toda la ironía y situaciones clichés del cine de acción (el héroe nunca muere y es capaz de cualquier cosa) Machete Kills es la secuela de una película que atrapó gran cantidad de adeptos por su frescura y su sentido de la burla. Ahora, Machete es contratado por el presidente de los EU (Carlos Estévez), para detener a Marco Méndez (Demián Bichir), un narcotraficante que amenaza destruir Washington si no intervienen en la desigualdad social de México. Pero todo resulta ser un juego de la verdadera mente maestra, Voz (Mel Gibson) quien planea llevar sus negocios al máximo. Como ustedes saben (y por si no lo saben, es advertencia), el cine de Robert Rodríguez es sangriento, burlón, sádico, pero sobre todo, lleno de clichés y parodias. Si no se toman este tipo de cine en serio o no soportan mucha sangre volando exageradamente y habilidades extraordinarias en el héroe, mejor absténganse. En cambio, si disfrutan de una buena película de acción, definitivamente no los defraudará. Con la participación especial de gente como Antonio Banderas, Lady Gaga, Cuba Gooding Jr., Vanessa Hudgens, Sofía Vergara y más, y la mayor parte de la gente de la primera parte, Machete Kills promete seguir con una nueva entrega en el espacio y seguir siendo tan irreverente como genial.
Una hipérbole devaluada. Sinceramente atacar a una realización como Machete Kills (2013) por su carácter ridículo es sinónimo de no comprender la dialéctica involucrada, dejarse llevar por preconceptos trasnochados y equivocar el punto de vista del análisis. Para juzgar un film de estas características se lo debe pensar dentro del contexto general que impone la carrera de su responsable máximo, el inefable Robert Rodriguez, y en función de ello adoptar una perspectiva tradicional en lo que hace al cúmulo de rasgos positivos/ negativos del convite en cuestión. De hecho, el tono narrativo reproduce el costado más salvaje del texano, un cineasta en esencia mediocre que nos ha regalado algunos chispazos aislados de genialidad...
Machete Kills es la secuela de Machete, esa bizarreada que Robert Rodriguez se mandó en el 2010 y que a su vez se basaba en un falso trailer presente en el experimento cinematográfico de Rodriguez & Quentin Tarantino Grindhouse (2007). La idea era convertir a Danny Trejo en una especie de Charles Bronson a la mexicana, una máquina de matar asesinos y criminales a machetazo limpio. La primera película fue un modesto hit de taquilla, y ahora llega esta continuación, la cual promete una tercera parte aún cuando haya fenecido sin pena ni gloria en el box office. Tal como dice el falso trailer que acompaña al filme, dudo mucho de que veamos remontar vuelo al capítulo final de la trilogía, el cual manda a Machete al espacio y lo pone a lidiar con miles de sicarios enfundados en trajes de astronauta. En sí, las aventuras de Machete son películas malas ex profeso, saturadas de momentos exagerados, homenajes cinematográficos, referencias pop, estrellas en decadencia e historias flojas. Y mientras que la primera Machete me pareció mas o menos, debo admitir que Machete Kills me mató de risa. Ok, es un filme terrible - aún cuando sea una cinta mala hecha a propósito - ya que la historia es rebuscada y hueca. Cuando esta gente deja de disparar y hacer piruetas, y se ven obligados a decir diálogos y avanzar en la trama, uno se da cuenta de los enormes problemas que tiene la película. Aún los filmes intencionalmente malos (por ejemplo Pirañas 3D, Sharknado o incluso Serpientes en el Avión) se dan maña para narrar una historia relativamente pasable, y comienzan a salpicarla con escenas bizarras; pero acá las cosas no tienen ni pies ni cabeza desde el vamos. Es por eso que toda la película se siente como una serie de gags pegados con saliva, hilvanados por una trama que deja muchísimo que desear. Por suerte uno puede olvidarse de la trama cuando llega la hora de las secuencias de acción, las cuales llegan a niveles surrealistas. En ese sentido Machete Kills es mejor que la primera Machete, simplemente porque acá la sobreactuación y el disparate llega a niveles estratosféricos. En vez de los acartonados Don Johnson o Steven Seagal, tenemos a un cast mayoritariamente latino dispuestos a devorarse la pantalla, haciendo que sus pequeños y ridículos papeles se conviertan en obras maestras del disparate. El caso más puntual es Sofía Vergara - a la cual siempre consideré una comediante tibia -, la cual literalmente mastica a dentallada limpia cada uno de los parlamentos que le toca. Aquí la Vergara hace de la madama / esposa del lider de un cartel de drogas, la cual anda munida de un brassiere artillado con un par de metralletas Gatling, y a la cual le tocan algunas de las mejores líneas del libreto. La escena en donde tiene una sesión sadomasoquista con un cliente y empieza a acordarse de los abusos que sufrió de su padre no tiene desperdicio - la colombiana tiene un desenfreno tal que transforma a la sobreactuación en una nueva y sublime categoría artística -. Los otros que funcionan como los dioses son Demian Bechir - como un mafioso con desorden de personalidad - y Antonio Banderas. Banderas - que hace de una de las identidades de Camaleón, un asesino que es maestro del disfraz y que pasa por los rostros de Walter Goggins, la insìpida Lady Gaga y el resucitado Cuba Gooding Jr - se hace pasar por un yanqui disfrazado de mexicano, el cual escupe un castellano atravesado que apenas se entiende y es uno de los momentos más graciosos de la película. Y mientras que los latinos del cast sintonizan a la perfección con el clima de disparate que pretende crear Rodriguez, las cosas vienen algo más reñidas por parte de los norteamericanos. Amber Heard se relame con su papel de reina de belleza devenida en asesina a sueldo, pero Charlie Sheen (acreditado con su nombre de nacimiento, Carlos Estévez) hace de Charlie Sheen, y Mel Gibson intenta recuperar (sin éxito) algo del carisma que lo llevó al estrellato hace más de 20 años. La historia no tiene mucho sentido; Machete es reclutado por el presidente norteamericano para capturar al lider de un cartel mexicano. Resulta que el tipo tiene un misil atómico apuntando a Washington y, como el disparador está conectado a su corazón, no lo pueden matar. Por supuesto, en el medio pasan dos millones de cosas, y tanto el misil como el disparador terminan en las manos de un megalómano (Mel Gibson), el cual quiere liquidar a la humanidad mediante un holocausto nuclear para repoblarla con clones de su persona - en un esquema idéntico al de la aventura de James Bond Moonraker -. Mientras que todas las correrías y refriegas terminan siendo deliciosas (tal como Roland Emmerich, Robert Rodriguez ha refinado de tal manera la exageración y el disparate hasta convertirlo en una forma de arte), a uno le queda cierto sabor a desencanto en la boca ya que la trama no es autoconclusiva. Vale decir: quedan montones de cabos sueltos - como el enfrentamiento final del villano -, los cuales debería tener lugar en un descerebrado tercer capítulo - del cual figura un falso trailer; Machete Mata... En el Espacio! - que algún día quizás veremos. A mi me gustó muchísimo Machete Mata; los gags son tremendamente divertidos, y aquí el cast disfruta mucho más del disparate que en la primera película. Por contra, la trama de base es un bolazo mal cocinado, incluso para los standares de la saga Grindhouse. Si hay tercera película lo dudo mucho, a menos que Rodriguez pele su chequera y la financie de su bolsillo... lo cual es una macana, ya que ésta es una mediocridad que me encantaría volver a ver en pantalla.
Machete Kills es ideal para pasar un rato puramente pochoclero, siempre y cuando obviamente, lo pases bien viendo entrañas y cabezas rodando por allí. Uno de los atractivos de esta película es su elenco que incluye estrellas de primera línea, muchas de las cuales uno no esperaría encontrarlas en una historia asi, pero eso es lo divertido de este asunto, ya que si te...
Machete ocurre A veces hay un hombre. No diré un héroe porque, ¿qué es un héroe? Pero a veces hay un hombre. Está en el momento y en el lugar exactos. A veces hay un hombre. Y ese hombre es Machete, el ex federal mexicano devenido en mercenario interpretado por Danny Trejo. El director Robert Rodríguez inventó a Machete en un tráiler falso para Grindhouse (2007) pero el chiste cobró vida con Machete (2010) y continúa con Machete Kills (2013), cuyo redundante título alude a la redundancia de la propia película. En esta nueva entrega, Machete pasa a ser una especie de James Bond chicano, armándose con tecnología de punta (todo un arsenal de armas blancas fantásticas) para detener al excéntrico multimillonario Luther Voz (Mel Gibson) y su ridículo plan para conquistar el mundo. Así que si Machete era un homenaje al cine de género explotador de los ‘70s, Machete Kills además canibaliza el cine de espionaje a lo Bond y lo hace propio. El absurdo terrorismo espacial recuerda un poco al de Hugo Drax en Moonraker (007: Moonraker, 1979), aunque también hay cualquier cantidad de chistes a expensas de Star Wars: Episodio IV - Una nueva esperanza (Star Wars, 1977). La gran decepción es que la película es relativamente doméstica, comparada a sus viscerales orígenes. En la primera escena de Machete, nuestro protagonista arremete en auto contra un antro criminal, amputa el brazo de un enemigo, recoge la mano que aun sostiene un revólver y dispara con ella antes de decapitar de un machetazo a los sobrevivientes, rescata a una damisela desnuda, ella le acuchilla, saca un celular de su vagina y llama a Steven Seagal, que decapita a la esposa de Machete con una katana antes de quemar todo. Ahora comparen esta bruta eyaculación con el comienzo de la secuela, en la que algunos extras intercambian tiros antes de los títulos y ya. No resulta particularmente violento o gracioso. La primera película disfrutaba de la audacia de su temática y la crudeza de su contenido, además de enhebrar cierto satirismo político en su trama. Machete Kills está llena de la inagotable adrenalina que propulsa las películas de acción más estrambóticas y divertidas, sí, pero por contraste resulta sorprendentemente somera. El mal gusto, la irreverencia, los desnudos, los efectos especiales a la vieja escuela – todo ha desaparecido o ha sido domesticado. Lo mejor de la película sigue siendo el curtido, el estoico, el macho Danny Trejo como Machete, un hombre cuya boca se haya congelada en un eterno rictus de desprecio y cuyo lenguaje corporal se resume en entrecerrar los ojos mucho o no demasiado. A sus 69 años sigue siendo el colmo de la rudeza y la virilidad, así que obviamente el papel le queda como un guante. A su zaga se encuentran los parias non gratos de la industria Mel Gibson como un excéntrico villano y Charlie Sheen (o “Carlos Estevez”) como el presidente de los Estados Unidos. El elenco además cuenta con dos (breves) participaciones de celebridades que han hecho carrera del fetichismo y la objetivación de sus cuerpos: la parodia humana Lady Gaga como asesina a sueldo y la voluptuosa Sofía Vergara como madama de prostíbulo. Abundan los cameos. Machete Kills promete una tercera película: Machete en el Espacio. Lo cual no suena nada mal, desde un punto de vista irónico. La única pérdida por ahora han sido la mordacidad y la creatividad de Robert Rodríguez.
Acción al servicio de la parodia Con un trailer al comienzo que adelanta "Machete Kills Again in...Space", llega esta segunda parte también dirigida por Robert Rodríguez y deja en claro que al realizador le gusta divertirse y rodearse de amigos. Rofríguez ya había utilizado este recurso en Planeta Terror, cuando se anunciaba Machete. Machete (Danny Trejo) es contratado ahora por el gobierno de los Estados Unidos (el Presidente está encarnado por Charlie Sheen) para liquidar a un excéntrico millonario (Mel Gibson) que se dedica a traficar con drogas y armamento. Su intención es extender una guerra por todo el planeta luego de lanzar un misil en suelo norteamericano. Machete Kills es una de esas realizaciones para no tomar en serio, con algunos gags efectivos (el anuncio de Leonardo Di Caprio y Justin Bieber en el elenco de la tercera) y mucha acción. En este segundo eslabón el film cuenta otra vez con la siempre guerrera Michelle Rodríguez y Jessica Alba, a las que se suman la colombiana Sofia Vergara con sus tetas-ametralladora y la participación especial de Lady Gaga, Antonio Banderas, Vanessa Hudgens y Alexa Vega, protagonista de su anterior saga Mini-espias. El resultado es una película ochentosa, plagada de gags, sangre, intestinos que se enredan con las hélices de un helicóptero y referencias explícitas a Star Wars, entre otras. Todo es posible de la mano de un cineasta que sabe parodiar y reírse de sí mismo, además de plasmar un relato disparatado. Si el espectador busca eso lo encontrará en medio de sables láser y armamento sofisticado al mejor estilo James Bond. Y con Trejo, un hombre de cara ruda, que ya es una marca registrada.
Menos revolucionario que antes Superada la expectativa de Machete, esa creación del mexicano Robert Rodríguez como pretexto del trailler devenido película en 2010, la saga pedía, de existir la posibilidad de una segunda aventura, un cambio de aire para no caer en redundancias sin menoscabar -claro está- la creatividad del director puesta al servicio de la autoparodia de su propia criatura y del exploitation frente a las fórmulas recicladas del Hollywood decadente que debemos padecer en materia de películas del género acción en los últimos años, que se pretenden desde un concepto serio o solemne y causan gracia sin proponérselo. Machete kills es más de lo mismo pero esta vez los dardos venenosos de la crítica social apuntan en el centro del cinismo de la primera potencia mundial en relación a la carrera armamentista y al negocio privado de la venta de armamento. No hay más que ese eslabón, atado a una cadena que se va oxidando a medida que acumula guiños cinematográficos, exacerba los códigos de películas de dobles agentes para caer en los lugares más comunes de la incorrección política. La caricatura de la acción llevada al paroxismo consigue su copia en carbónico en la construcción de un villano bipolar (Demian Bichir), híbrido entre héroe revolucionario de los pobres y narco despiadado cuando su fase Jekyll y Hide amnésica explota. También explota el mal gusto, el chiste fácil pero efectivo y una galería de personajes desopilantes tal vez pensados para lucimiento de los actores o celebridades convocadas, léase Lady Gaga (lamentable); Mel Gibson, igual suerte que Robert De Niro en la primera película, la sexy Amber Heard en un papel ajustado a sus curvas y Sofía Vergara que hace de…Sofía Vergara. La diversión está garantizada -Charlie Sheen es el presidente de Estados Unidos- y el descontrol mucho más aunque ya una tercera parte en el espacio como se anuncia dilapidaría la buena idea del origen de todo que no era otro que un metadiscurso elaborado y con crítica política sobre el rol de la comunidad mexicana en la doble moral norteamericana.
Tal como se prometía al final de la primer entrega, Machete volvió, y con toda la energía como para entregar nuevamente lo que a esta altura, los fans devotos, piden a gritos. Más y más, más acción, más delirio, más homenajes directos. Eso es Machete Kills una invitación a redoblar la apuesta. Recordemos que todo nació en 2007 con Grindhouse, el culto al cine continuado con la presentación doble de Robert Rodríguez y Quentin Tarantino... más unos trailers “falsos” dirigidos por ellos mismos y/o terceros. Si bien esta presentación doble fue un fracaso en recaudación, conquistó un séquito de seguidores; y uno de los trailers que se presentaban (que poco a poco fueron siendo llevados a películas reales) llamó más la atención que el resto, Machete, proponía un clásico policial exploitation de los ’70, con Danny Trejo a la cabeza ajusticiando malosos a su paso y distintas mujeres rindiéndose a sus pies. Efectivamente, eso fue el film estrenado en 2010, con el personaje del título como un ex policía de migraciones al que traicionaron, asesinaron a su familia, y actualmente vivía oculto en la frontera con Méjico, hasta que es convocado para un nuevo trabajo, es traicionado nuevamente, y se une a dos sensuales mujeres para proclamar su venganza y limpiar su nombre. Como ya aclaramos, en otro de los homenajes al exploitation y al continuado, se anunciaba “Mache te regresará en...” Así llegamos a esta secuela en donde las cosas han cambiado. Tal cual sucedió con muchos clásicos de género nacidos del bajo presupuesto, tras el éxito, en sus continuaciones, la escena era más grande, hasta parecieran contar con más libertad creativa o por lo menos de presupuesto. El homenaje que Robert Rodríguez hace avanza, y ya no suena tanto al policial de los ’70, sino al traspaso hacia la próxima década, los ’80, siempre manteniéndose en aquellos films de productoras pequeñas y estrenos limitados, de relleno. Decimos traspaso, porque mantiene elementos de la anterior, pero cambia la atmósfera. En la primer secuencia del film (luego de un trailer tremendo sobre lo que puede ser una tercera entrega) no hay descanso, acción a pleno que termina de modo trágico para nuestro héroe que ahora es agente anti narcóticos. Devastado por la pérdida, es secuestrado por un grupo de maleantes que lo tienen a punto de muerte hasta que es rescatado por órdenes del Presidente de EE.UU. (Carlos Estévez A.K.A. Charlie Sheen).El líder mundial lo recluta entre sus fuerzas encargándole una misión encontrar y aniquilar a un peligroso y desquiciado narco Mendez (Demian Bichir). Este será solo el comienzo de un argumento que cambia de rumbo cada diez minutos, y que es capaz de combinar, la acción, el gore (en menor medida que la anterior), lo cuasi erótico (también en menor medida respecto a su primer entrega), y la ciencia-ficción; siempre teniendo al delirio, el derrape, y la diversión como primer opción (atención con todas las apariciones de grandes actores de la época desde William Sadler a Mel Gibson). Decir que Robert Rodríguez juega a la hora de dirigir y guionar no es ninguna novedad, pero lo hace siempre a conciencia. Sabe cuáles son los elemenmtos que debe incluir para que las referencias esten ahí, si la sangre y la piel han bajado, es porque en los films que ahora intenta referenciar también se cumplía con el mismo rito. En compensación, el delirio y el frenesí es mucho mayor, podemos ver metralletas en pubis y pechos, naves como las de Star Wars, personas que cambian de máscaras varias veces en la misma escena, y los diálogos más ocurrentes. Machete es una fiesta para aquellos que veneran los tiempos del cine del desborde, el de los clásicos berretas de géneros, aquel que no pide cordura, sino ir cada vez más al límite.
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La secuela de Machete resultó el mayor fracaso comercial en la carrera de Robert Rodríguez. Desde que debutó en 1992 con El Mariachi esta es la primera vez que un trabajo suyo no logró recuperar el presupuesto invertido. En este caso hablamos de apenas 20 millones de dólares lo que significa que hasta los propios fans del director le dieron la espalda a esta propuesta y ni siquiera la vieron en el cine. Con Planet Terror también tuvo problemas pero aquella producción fue un proyecto en conjunto con Quentin Tarantino. La responsabilidad no era completamente de él. A la continuación de Machete sin duda le jugó en contra un boca en boca negativo, debido a que es la labor más desapasionada de la carrera de Rodríguez donde parecería que la hizo sin ganas, con cero inspiración. El gran problema de este estreno es que distorsionó el espíritu de la propuesta original. La primera entrega de Machete fue un divertido revival del viejo cine Grindhouse de acción clase B que se hacía en los años ´60 y ´70. La nueva producción dejó de lado ese enfoque para presentar una trillada parodia de James Bond que a esta altura no da para más. Ya fue suficiente con la serie de Austin Powers. El personaje de Machete es parte de la nueva historia pero aparece en una película distinta que tiene algunos destellos humorísticos con los cameos de celebridades de Hollywood que pasan por la trama. Mel Gibson y Charlie Sheen, que acá se lo menciona en los créditos con su verdadero nombre, Carlos Estevez, son los que levantan por completo la película en cada momento en los que aparecen. Las escenas de Lady Gaga, que había sido tan promocionada en los afiches, en cambio todas juntas apenas llegan a durar un minuto y no tuvo mucho para hacer en la trama, como la mayoría de los actores secundarios. El film está plagado de violencia extrema exagerada igual que en el capítulo anterior. En las primeras secuencias de acción cuando Machete decapita a alguien o le saca las tripas a un villano te podés reír por el humor negro y absurdo que tienen esos momentos. El tema es que cuando la misma situación se repite una y otra vez en la película, la historia termina por aburrir y se hace demasiado larga. Especialmente hacia el final. Queda la sensación que Rodríguez perdió la magia en este proyecto y no hizo otra cosa que refritarse a sí mismo. Ni siquiera se calentó por lo menos en darle una buena motivación al villano de la trama, ya que se limitó a robar literalmente de manera burda el mismo conflicto de Moonraker (1979), de la saga Bond. Lo peor encima es que el argumento no tiene un final concreto y deja la puerta abierta para una tercera entrega, pensada como una cargada a Star Wars (algo que nunca se hizo), que difícilmente logre concretarse después de semejante fracaso. Igual Rodríguez es un cineasta independiente y puede hacerla con dos mangos pero hay que ver si sigue adelante con esto, luego de esta continuación que pasó desapercibida en los cines. Quedó claro con esta entrega que al personaje de Danny Trejo no le da el cuero para tener una saga más extensa y con la segunda parte ya se lo explotó bastante. El regreso de Machete en definitiva no es otra cosa que la Scary Movie de James Bond que no está para nada al nivel de lo que puede brindar como director Robert Rodríguez, quien en este trabajo se se limitó a filmar una secuela en piloto automático.
Así como extendió (quizá más de lo conveniente) la inspirada saga de Mini espías , Robert Rodriguez decidió que una película sobre Machete -el ex agente federal mexicano devenido inmigrante ilegal, agente secreto, implacable asesino a sueldo e irresistible donjuán en los Estados Unidos- no era suficiente y, apenas tres años después de aquella comedia negrísima, decidió retomar al personaje interpretado por el casi septuagenario y monosilábico Danny Trejo. Si el primer film funcionaba bien -aunque con un efecto bastante efímero- con su mezcla de violencia con excesos gore (cabezas cortadas, chorros de sangre, cadáveres al por mayor), erotismo primario (mujeres voluptuosas exponiendo sus curvas y exagerando sus gestos seductores y su adoración por Machete) y cierta incorrección política (dar vuelta los estereotipos con un héroe mexicano haciendo estragos en medio del establishment estadounidense), en esta secuela la propuesta nostálgica de ese cine clase B de explotación mixturada con algo de la saga de James Bond se agota mucho antes. Tras un prólogo muy simpático (un trailer a-la- Star Wars con Machete luchando en el espacio y un look retro con efectos de copia en 35mm rayada), arranca el film con el protagonista siendo reclutado por el mismísimo presidente de los Estados Unidos (Charlie Sheen) para enfrentar a un malvado esquizofrénico (Demián Bichir), cuya personalidad escindida (mitad narco, mitad "revolucionario") lo lleva a apuntar un misil hacia Washington. En la segunda mitad -cuando la película ya naufraga en un mar de clichés y repeticiones-, aparece un segundo villano llamado Voz (Mel Gibson), un traficante de armas que utiliza sus millones para sembrar el caos en el mundo. Para completar el panorama de enemigos de Machete está Sofía Vergara ( Modern Family ) como la dueña de un burdel de armas tomar. Uno de los principales placeres de Machete Kills consiste en disfrutar de estrellas que desfilan brevemente en pantalla en delirantes personajes secundarios (algunos no llegan más que a cameos): desde Antonio Banderas hasta Cuba Gooding Jr., pasando por la ex Disney Vanessa Hudgens o la diva pop Lady Gaga. Sin embargo, con el correr de sus 107 minutos la eficacia de esta secuela se va desintegrando y, así, la acumulación de caprichos, homenajes obvios y situaciones extremas no funciona ni en plan de "placer culpable". Una pena, porque el director de El mariachi y Del crepúsculo al amanecer es un artista con indudable talento, creatividad y pasión cinéfila. Su prolífica carrera permitirá reencontrarnos pronto con sus mejores atributos.
Otro delirio. Esta vez de la mano de Robert Rodriguez, que si bien por momentos se repite a sí mismo y ya no nos sorprende tanto, tiene con Danny Trejo un Machete que es un personaje que inspira las locuras: un jefe narco de doble personalidad, un día cruel y ambicioso, otro líder guerrillero, un presidente de los EEUU con la cara de Martin Sheen mas inescrupulosa, mujeres bellísimas que pueden tener ametralladoras en sus pechos, un elenco que va de Lady Gaga a Mel Gibson. Los ingredientes están y se hacen valer.
Un justiciero bien afilado Machete vuelve con todo su rigor para cumplir una misión presidencial: atrapar a un millonario contrabandista de armas. Esa sociedad Rodriguez-Trejo de once películas juntos y aquel inolvidable Navajas de Danny, cuya afilada puntería en La balada del pistolero (1995) lo puso como “el malo a seguir”, marcó en Machete (2010) el primer papel estelar del estadounidense más mexicano de todos, que se reforzó (y mejoró), con esta segunda parte. El realizador de Sin City: La ciudad del pecado y El mariachi, entre otros éxitos, acertó en la secuela con un producto que se alejó del gore de la primera parte aunque no perdió el carácter brutal y su humor tan particular. En esta secuela, el ex agente federal también corta cabezas y brazos a mansalva, pero parece civilizado y dispuesto al diálogo, por más que su tono seco y monosilábico no olvide la graciosa tercera persona: “Machete no twittea”, dice recio. En esta versión matadora, Robert Rodriguez lava un poco el tributo al cine exploitation de los ‘70 y se mete de lleno en el mundo del espionaje, como si Trejo mutara al mejor James Bond chicano. Vale recordar que el que se toma en serio esta saga, pierde. La trama es descabellada por donde se mire. ¿Alguien vio que el disparador de un misil atómico esté encastrado al corazón de su dueño (Marco Méndez, por Demián Bichir)? Bueno, de ese calibre es el detonante de las aventuras que Machete debe superar. Contratado por el presidente de los Estados Unidos -un mujeriego interpretado acertadamente por Charlie Sheen-, el mercenario deberá impedir que se desate una tormenta nuclear en manos de Luther Voz (Mel Gibson), un loco millonario contrabandista de armamento. El rostro de Trejo, tallado a pura sangre, acero y balas, dirá que “La venganza nunca muere”, parodiará los efectos 3D y pondrá a prueba su virilidad inoxidable (¡tiene 69 años!) ante Luz (Michelle Rodríguez), parche en el ojo y más brava que nunca. Entre las malvadas aparece Desdémona, la madama (a cargo de la bella colombiana Sofía Vergara) quien, en la cumbre de lo dantesco, muestra un brassiere armado con un par de metrallas que usa sin piedad. Y otra estrella pop se mete en el séptimo arte (ver crítica de Este es el fin), es el caso de Lady Gaga quien, fiel a su estilo camaleónico -y aquí peligroso- aparece por debajo de una máscara luego de un trasvestismo total. Por más que los diálogos no sean sustanciosos, Machete Kills es el vivo ejemplo de la imagen por sobre la palabra. Y así lo será en el supuesto cierre de la trilogía -anunciada al comienzo y al final del filme- donde se lo ve a Danny Trejo haciendo de las suyas ¡en el espacio! Machete puede.
¿Para qué filma Robert Rodríguez? A Robert Rodríguez le está pasando algo parecido a lo que le pasó a Woody Allen durante unos cuantos años, cuando su costumbre de estrenar una película por año terminó afectando su creatividad, entregando films que poseían interés, una búsqueda fuerte y arriesgada, como Dulce y melancólico, pero también otros anodinos, como Melinda y Melinda, La maldición del escorpión de jade o Ladrones de medio pelo. La culpa no era sólo de Allen: habían también estrellas dispuestas a poner sus nombres en sus diversos proyectos (buscando un prestigio que ya no era tal), un sector de la crítica que lo defendió hasta en sus peores momentos y un público fiel incluso hasta la inmolación. Aún se sigue percibiendo algo de eso en el director, cuando observamos por ejemplo A Roma con amor, pero la aparición de un film vital, lleno de ideas, como Blue Jasmine, hace augurar una renovación en sus energías. Rodríguez también empezó a entrar en esa dinámica del filmar por filmar, sin renovarse. Y lo puede hacer porque tiene un montón de actores que se ponen a su disposición (evidentemente es un tipo simpático y el hecho de que sepa trabajar tan rápido ayuda bastante), porque hay una parte de la crítica que lo sostiene pese a sus vaivenes y un público propio. Esta secuela, más las de La ciudad del pecado, la cuarta entrega de Miniespías, el desarrollo de una versión televisiva de Del crepúsculo al amanecer y la creación de un canal de televisión propio como es El Rey Network lo van acercando cada vez más al rol de productor, o de creador (más bien reciclador) de conceptos vendibles, y alejándolo del de director. Además, hay que ser buenos: el aporte que Rodríguez ha hecho al cine es ínfimo al lado del de Allen, un realizador que cuando falló no fue por la repetición de historias, sino por la pereza a la hora de explorarlas. Rodríguez, como lo prueba Machete kills, ni siquiera se está poniendo a pensar formas narrativas nuevas en su cine. En esta continuación de las aventuras de Machete, la trama podría parecer lo de menos, aunque a medida que pasan los minutos la cosa se va enredando cada vez más, a la vez que estira en demasía el metraje. Machete kills es un film que da la impresión de ser de cartón corrugado, aunque a la vez insinúa una enorme ambición, contando muchas cosas a la vez, volviendo a hacer un alegato seudo político, donde aparecen Demián Bichir como un revolucionario psicópata, Mel Gibson como un millonario que encabeza una corporación armamentista que busca crear el caos en el mundo y Charlie Sheen (alias Carlos Estévez) como el presidente de los Estados Unidos, quien convierte a Machete en un mercenario de su país. Todo está amontonado sin demasiado orden y el asunto acaba siendo monótono y carente de interés. Pero no son la politiquería adolescente ni la torpeza narrativa lo peor del film, sino el machismo y el sexismo que delatan sus imágenes y el tratamiento para sus personajes femeninos. Lo que empezó como una pose canchera y hasta inocente en el cine de Rodríguez, se ha convertido prácticamente en una postura ideológica. La única manera en que el director parece que puede filmar a las mujeres es resaltando sus tetas y culos, de forma totalmente objetual y a la vez puritana, porque a la hora del sexo recurre a truquitos baratos para no mostrarlo (hasta podríamos decir que censurándolo). Raro en un cineasta que previamente, como en La balada del pistolero, se tomaba su tiempo para los desnudos y el sexo, aunque fuera terriblemente grasa a la hora de mostrarlo. En Machete kills lo único que tenemos es la exhibición de los cuerpos al estilo Familia Sofovich. Queda claro, tanto al principio como al final, que queda una tercera parte, que quizás no será la última. Es que claro, Rodríguez se debe a su público, aunque sea cada vez más reducido. Y se debe a Hollywood, del mismo modo que Machete acepta deberse a los Estados Unidos, sin conflictuarse demasiado. Por eso sigue brindando más de lo mismo, en piloto automático, desempeñándose como ejecutivo y alejándose de su papel de director. Ojalá que revierta esta tendencia, porque si no su carrera se va a ir al tacho.
"Nos vemos en el espacio, Sr Machete" Machete se hizo muy popular gracias a un falso tráiler que se proyectó en “Grindhouse”, película que fue un fracaso comercial impresionante en los Estados Unidos. Sin embargo sus primeras apariciones se remontan a la saga de “Pequeños Espías” (dirigida también por Rodríguez) en donde era el popular y siempre mencionado tío “Machete Cortez” de los pequeños protagonistas. En el 2010 Robert Rodríguez se animó y realizó la primera película en solitario de este personaje y puso a Danny Trejo al frente de un elenco compuesto por Robert De Niro, Don Johnson, Michel Rodríguez, Jessica Alba, Steven Seagal y Lindsay Lohan. Acompañando de una historia que parecía simple pero criticaba abiertamente la política de control de inmigrantes que ejerce los Estados Unidos, Trejo (actor que hizo una carrera en base a papeles secundarios y protagónicos en films destinados al videoclub) se subió a una montaña rusa en donde él era el eje del universo bizarro y descabellado concebido por Rodríguez. Pese a que Rodríguez siempre fantaseó con la idea de una saga con este personaje, tal como lo hizo en su momento con el Mariachi (protagonizado por Antonio Banderas), el imprevisible éxito de aquella producción del 2010 le jugó una muy buena pasada a la hora de concebir esta segunda entrega de las aventuras de Machete. En la primera película el realizador se vio obligado a seguir una línea argumental muy similar a la del tráiler que popularizó al personaje, en cambio ahora se nota que Rodriguez se tomó libertad absoluta para contar una historia mucho más exagerada, entretenida y por momentos más ambiciosa que su antecesora. Dejando de lado esa camuflada crítica social que decía presente en el film del 2010, “Machete Kills” es puro entretenimiento dirigido a aquellos que buscan pasar un gran momento dentro de una sala de cine viendo una película con aroma a “clase b” pero llena de talento de primer nivel. Un hilarante Mel Gibson, una deleitante Amber Head, un excelente Demian Bichir (se roba la película por completo) y momentos divertidísimos de parte de Sofia Vergara, Antonio Banderas, Lady Gaga y el gran Tom Savini, son algunas de las migajas que Rodriguez arroja al publico más exigente mientras conduce los hilos de esta aventura al terreno donde él se siente más cómodo: el delirio total. Párrafo aparte para Carlos Estévez, una de las mejores interpretaciones que se hizo del presidente de los Estados Unidos en los últimos años dentro de Hollywood. Con “Machete Kills” Robert Rodriguez escribe, edita, produce, musicaliza, se encarga de la fotografía y dirige una de sus mejores películas hasta la fecha, llenándola de momentos memorables y guiños hacia el cine que lo marcó en su infancia y que lo convirtió en este monstruo imprevisible que es hoy, capaz de hacer una película de forma atípica (anticipándote el final apenas arranca el film) y mantenerte en vilo igual durante 107 minutos. Eso lo logra gracias a que desde el arranque aprovecha los personajes viejos, se toma su tiempo para desarrollar los nuevos y después sin muchas vueltas te mete de lleno en el conflicto central, cerrando todo con un desenlace a pura acción que termina por ofrecer una de las escenas más bizarras e impensadas de este 2013. Que quede claro: “Machete Kills” no es mejor que la primera, pero es una gran secuela que respeta el esquema de segunda parte de forma perfecta y te deja al borde de una más que necesaria tercera parte donde el control absoluto lo tiene su realizador. De concretarse esa locura, Robert Rodriguez dará por finalizada su misión de conquistar Hollywood ni más ni menos que poniendo un mexicano en el espacio. Definitivamente Machete es el Austin Powers de esta generación.
Machete acaba con los malos, salva el día y se queda con todas las mujeres. Y hace todo eso y más con la inconfundible cara de pocos amigos de Danny Trejo, un hombre que pasó por cualquier cantidad de cosas en su vida y que a los 69 años, tras décadas de ser el rudo secundario, se puede dar el lujo de encabezar una franquicia. Ese es el chiste en esta película de Robert Rodriguez y también lo fue en la anterior, un homenaje ya gastado al grindhouse –el movimiento viene desde el 2007-, a las producciones exploitation clase B, con escenas de sexo, violencia y gore, con metraje quemado y secuencias completas perdidas en la proyección. Ya es hora de decir basta y seguir adelante, pero el director evidentemente no lo tiene en sus planes. Machete es el nombre del personaje que el mencionado actor interpretaba en la saga Spy Kids, otro producto que se ha extendido por más tiempo del necesario en la filmografía del realizador. Reaparecido con un tono más adulto como un avance falso en Grindhouse, la producción doble que realizó junto a Quentin Tarantino, el mismo pasó después a tener un film que, con sus fallas, aún lograba funcionar. Rodriguez no se conformó con haber hecho una película a raíz de un trailer para un proyecto que no existía y hace otra, el problema es que repite lo producido anteriormente y no tiene nada nuevo que ofrecer en la mesa. Es que se sabe que la idea del federal mexicano está extinguida y que no alcanza para más que algún gag efectivo, por lo que se la llena de figuras que ayuden a empujar hacia adelante el concepto de parodia que sin mucho tino se propone. Así, al igual que en la primera parte, el hombre cuyo nombre aparece en el título es nuevamente un personaje secundario. Machete mata. Machete no twittea. Nadie conoce a Machete. Rodriguez plantea a su protagonista como una suerte de James Bond improbable, el federal mexicano que nunca muere y al que todo le sale bien. Al ser esa la idea central y que la gracia se sostenga en comentarios sobre su condición de extranjero, no se tarda en notar que el realizador y su guionista Kyle Ward no tienen otra cosa que entregar, por lo que presentan una inagotable lista de figuras en papeles menores para reforzar la broma, todas con mayor o menor participación. En Machete Kills su titular es otra vez un personaje secundario porque no se le permite salir del arquetipo en el que está planteado y así resulta mucho más interesante la presencia de Demian Bichir -en un rol más importante del que se podía inferir durante la campaña publicitaria- o de Mel Gibson, cuyo villano recién aparece bien adentrados en la segunda parte y para el cual se lamenta que no tenga más participación. Más allá de lo dicho, no hay que pensar que Machete Kills no tiene sus momentos. Es un producto de entretenimiento moderado, llevadero, pero con un tópico tan agotado que resulta curioso el encono de Rodriguez para con la franquicia. Austin Powers y Johnny English son ejemplos de parodias a la saga de James Bond, con la primera sobre todo como una especialista en ofrecer disparatados cameos de figuras destacadas de Hollywood. Con esos antecedentes, esta secuela tiene muy poco que la distinga más que la mexicanización del héroe de turno, un legendario agente incapaz de equivocarse. La broma divierte y su lista de actores ayuda –a pesar de que haya chistes que se espera funcionen porque sí, como que Charlie Sheen sea el Presidente o Lady Gaga una asesina llamada Camaleón-, pero no es suficiente. Menos aún cuando se considera que el tejano quiere llevar a cabo una tercera parte que seguramente no ofrecerá ningún aliciente más que un traslado al espacio.
Robert Rodriguez nos trae la segunda entrega de la peli de Tio Machete! Tras una primera parte realmente brillante, estamos seguro que mas de lo mismo, si nos gusto, siempre es mejor… ¿O no? KATANA HANZO La peli comienza mas o menos donde dejo la anterior, Machete con Danny Trejo dandole vida, esta en una redada de armas con Jessica Alba, cuando prontamente todo se va al cuerno. Un nuevo villano aparece en escena, y Machete sera reclutado por el presidente de los Estados Unidos, compuesto por un tal Carlos Estevez en su debut actoral. (Obviamente hacemos referencia a Charlie Sheen quien utiliza por primera vez su nombre real en una producción. De ahí en mas, el sin fin de carnicería, y muertes cada vez mas creativas y cómicas no para. Por momentos parece el Coyote, o Destino Final. Pero bajo presupuesto. Y a eso nos vamos a referir en el próximo párrafo. TRAMONTINA OXIDADO machete-kills-new-4Si bien cuando uno se sienta a ver una película como Machete, sabe exactamente que se sienta a ver, no pude evitar sentir que el “look trucho” por momentos no era algo conseguido a propósito, si no que mas bien era lisa y llanamente, trucho. Muchas cosas se ben desprolijas, apuradas y hasta por momentos mal hechas. Cosa que la Machete orignial no tenia. Es cierto, estamos hablando de Rodriguez, padre del cine hecho con dos pesos. Pero acá lo de lo que hablo es de otra cosa, algo así como: - “Beto, si hacemos una toma mas queda perfecto”. - “Pero no! Dejalo asinomá!” Cuando la vean sabrán entender a que me refiero. Trejo por otro lado se lo ve forzado en un papel que le es tan cercano y querido como su propia persona, y eso me llamo la atención, por momentos, Trejo parece aburrido de encarnar al Tio Machete. Y se nota. Ejemplo cabal de esto es que su frase de la primer película “Machete Don’t text”, esta repetida hasta el vomito con variaciones. “Machete don’t fail”, “Machete don’t smoke”, “Machete don’t joke”, etc, etc, etc. Logrando en la repetición del chiste, el hartazgo. Hay una que realmente hace reír, y a propósito deje fuera de la lista. Y SUS AMIGOS machete-kills-sofia-vergara-alex-vegaRealmente todo el reparto que rodea a Trejo es genial. Todos en sus papeles realmente suman. Cuba Gooding Jr. esta muy bien en un papel poco común para el. Lo poquito de Banderas, hablando español forzado es realmente muy bueno. Mel Gibson como una especie de “Líder” al mejor estilo Simpsoniano se pasa! Párrafo a parte para el Presidente que compone Carlos Estevez, un presidente mujeriego, drogón y puteador! Realmente supera las expectativas del rol. Incluso la “sombrero de bife angosto” Lady Gaga no desentona, lo cual es muchísimo! Otra que se luce es Sofia Vergara como madama con corpiño con ametralladoras incluida, similar a las canillas de Thalia pero con balas! EL tema con el gran reparto es que todos tienen poquito tiempo al aire lamentablemente, y hace que uno se quede con un poquito mas de ganas de los personajes que componen. ¿HAY TRAMA? amber-heard-danny-trejo-machete-killsSi, algo hay. Pero es una excusa para llevar adelante la película. Una amenaza nuclear desde Mexico a Washington. Y es un mexicano quien debe salvar al Tio Sam. Fin, eso es todo. Todo lo demás que pasa, no reviste mayor análisis serio, y quizás eso sea en su favor. Machete Kills se rie de si misma como la anterior, y te invita a reírte con ella en cada momento, en cada exageración, en cada evisceración y en cada remate de conversación espantoso. No se confundan, se van a divertir como locos, porque poco nos importa en cierto punto la “calidad” cinematográfica de Machete Kills. La película es para los fans, y se nota mucho. Todo el tercer acto es tan ridículo que uno si bien ya venia relajado, directamente se saca los zapatos y sube los pies en la mesa! Se extrañan las lolas! Machete no se voltea a todas las chicas como antes, y hay una cosa medio “bajada de decibeles” con la desnudez, que no llego a entender. ¿Intestinos enganchados en un helicóptero si, pero tetas no? Una elección que no llego a entender del todo. (Y que obviamente no comparto!) CONCLUSION Antes de ver Machete Kills, preguntate que esperas ver con esta película. ¿Divertirte? ¿Reírte y empaparte de sangre falsa? Entonces no te pierdas esta segunda parte y reza por que se haga la tercera, cuyo trailer esta al principio de la película, cuasi contándote como va a terminar la película que estas por ver. Si vas a buscar algo serio, o incluso ciertas cosas de la primer entrega, no las vas a encontrar. Son dos películas en escencia iguales, pero de ejecución diferente. Si Tío Machete es tu ídolo, agarra la piedra de afilar, mojala poquito, y empezá a afilar, la vas a necesitar para desmembrar junto a Trejo! - See more at: http://altapeli.com/review-machete-kills/#sthash.wMxZF0R1.dpuf
Machete Kills (Forever) Si uno entiende la melodía en la cual se desenvuelve Machete Kills es fácil darse cuenta que es muy improbable que el film no funcione. Las características del universo que maneja Robert Rodriguez en casi toda su filmografía ya de antemano acortan el rango de error. Rodriguez tanto en Machete como en sus productos orientados al público infantil es una máquina de justificar. Esta característica, que a un observador poco interesado por el análisis de este tipo de películas, podría parecerle negativa, es un logro que el director alcanzó por sus grandes virtudes al escribir y que remata con una sólida manera de filmar. El cine de Robert Rodriguez asimila a la perfección cada arista de la construcción clásica de las historias y de su puesta en escena. El director absorbe el denominado Modelo de representación institucional con una facilidad tal que le permite subvertirlo a su antojo. Machete_Kills_EntradaAl ver el falso tráiler de Machete Kills Again, supuesta tercera parte de la saga, uno lo toma como un salto argumental imposible, un delirio que no encuentra justificación alguna. Después comienza Machete Kills, se desarrolla, y uno queda shockeado por la manera en que deviene en ese falso tráiler imposible, convirtiéndolo en el próximo paso más lógico para el relato. En este sentido, el guión del film, es un punto a destacar. Aunque parezca, en principio, que el tipo de película no amerita una disección de sus partes, esta nueva aventura del antihéroe mexicano guarda puntos muy interesantes. Machete Kills se marida con una pizza y una jarra (grande) de cerveza. Al terminar no deja ningún sentimiento de trascendencia en el paladar pero sí un recordatorio con luces de neón casi cegadoras que dice que el cine no debe dejar de ser diversión. Esta secuela tiene muchos más guiños a clásicos del cine de género que su antecesora y afila aún más el humor irónico basado en la tirante relación del cine Hollywoodense con el verosímil. Pequeños detalles en las actuaciones de los extras, acciones que comienzan segundos después de comenzado el plano evidenciando la orden del director, movimientos de cámara tironeados, diálogos y situaciones estereotipadas, mujeres con corpiños de metralleta y sangre divertidamente falsa construyen la estética B cambiando el grano y las rasgaduras del fílmico de la primera entrega por primeros planos de la cara surcada del inmenso Danny Trejo. Robert Rodríguez demuestra su amor por el cine considerado menor en cada una de sus cintas sin necesidad de recurrir a la referencia directa, sin embargo, opta por reflotarlo constantemente luego de Planet Terror, obra vencedora en ese cabeza a cabeza cinéfilo que lo encontró con Tarantino en Grindhouse. La saga Machete es necesaria en un contexto donde lo referencial y lo “postmoderno” parece reservado exclusivamente para el “cine de autor”. Un contexto en donde esta clase de películas no funcionan en taquilla de cine pero rompen records de descargas virtuales. La dupla Tarantino-Rodriguez despertó un interés masivo en la realización de un cine que tiene sus raíces en los videoclubs y que parece intentar naturalmente volver al visionado hogareño.
Macheteando la frescura Robert Rodriguez intenta, con esta secuela, ir convirtiendo a Danny Trejo en una suerte de héroe del cine Clase B. Otra película para incluir en el listado que forma parte de esa especie de mito que reza que las segundas partes nunca fueron buenas. Lo que aparentaba ser igual de descabellado que disfrutable, endulzando al espectador con un vigoroso y divertido tráiler al inicio de la proyección, va dejando vestigios de creatividad en el camino hasta desmigajarse por completo. A pesar de contar con un reparto caracterizado por una buena cantidad de cameos, en donde participan carismáticamente artistas como Lady Gaga, Antonio Banderas y, con un poco más de minutos en cámara, Mel Gibson y Charlie Sheen, al bizarro film no le alcanza para redondear, en su conjunto, una performance similar a la primera entrega de Machete, en la que la frescura y la sátira se ubican peldaños arriba de esta última edición. Innegable es la capacidad de Robert Rodriguez para la puesta fotográfica y sus acertadas pinceladas artísticas. Nos tiene acostumbrados a brindar una imagen impecable. Pero el problema principal se da cuando lo aceptablemente disparatado pierde fuerza en parangón con el entretenimiento y el libre albedrío de ideas, en este caso con dificultades en la inventiva. Lo más destacable de la cinta radica en un inicio dinámico, que mantiene la chispa hasta promediar la primera hora de rodaje. A partir de allí, un destello de sucesos no concebidos con mucha lógica (por supuesto siempre dentro de lo ilógico, valga la redundancia, y valeroso de este tipo de propuestas) ponen en leve riesgo el seguimiento enfático de la historia, restándole vibra y ánimo. Rudimentaria, violentamente repetitiva y entretenida de a ratos, Machete kills queda lejos de ocasionar una concepción parecida a la de aquel carnaval de sabrosas y aparatosas insensateces que supo cosechar su predecesora. LO MEJOR: el tráiler inicial, la dirección fotográfica. Los cameos le juegan a favor. LO PEOR: la dificultad para construir ideas frescas. Muy menor, en sarcasmo, violencia y adrenalina a la primera. No hay un equilibrio apreciable entre lo bizarro y lo complaciente. PUNTAJE: 4,7
Continuación con demasiados autorrobos La fórmula que tan bien funcionó en la Machete original pierde algo de consistencia en su segundo tramo, que prenuncia una conclusión en el espacio exterior. Como siempre, Trejo y Michelle Rodríguez destacan aun más que la constelación de invitados. La idea de la Machete original (2010) era buenísima: crear un héroe de acción que fuera un tipo impresentable, pero que terminara convertido en brazo armado nacional y popular. Como darle un empujoncito político-mexicano al Snake Plissken de Fuga de Nueva York. Que también era un marginal y también dejaba pagando al mismísimo presidente de los Estados Unidos, después de haber cumplido su obligada misión de rescate. En Machete Kills, segunda parte de una secuela que tiene continuación anunciada (Machete Kills Again... In Space!), la fórmula pierde consistencia, quedando reducida a una cáscara que se rellena con alguna ideíta acá, algún atisbo allá, algún famoso más allá. Si hasta casi no se siente ese placer loco de filmar berretadas como disparos de ametralladora, que siempre fue la flor y nata del cine de Robert Rodríguez... Coproducción entre Estados Unidos... ¡y Rusia!, Machete Kills encuentra al héroe (el siempre extraordinario Danny Trejo, versión mexicana del Vikingo de Campusano) y a la serie misma sufriendo una pérdida importante, que no debe contarse. Cuando unos corruptos agentes de la DEA están por ejecutarlo en un sucucho, suena el teléfono y alguien pregunta por él. Es el presidente de los Estados Unidos, faltaba más, interpretado por Charlie Sheen, a quien los créditos devuelven su nombre real de Carlos Estévez (recuérdese que papá Martin se llama en verdad Ramón Antonio Gerardo Estévez). El presi anda requiriendo que el hombre del rostro con más pozos que las calles porteñas busque y atrape a un temible narco mexicano (Demián Bichir). Punto de partida muy semejante al de Fuga de Nueva York, con un héroe que acá tampoco puede rechazar la oferta. De allí en más, Machete Kills funciona como una de Steven Seagal (que no por nada participaba de la Machete original) con toques de Bond berreta y dirigida por Rodríguez. Esto es: acumulación de episodios y personajes, más para sumar minutos y engrosar el elenco que para sacarles el jugo, gatillo fácil a niveles alarmantes (por cualquier pavada todos matan a todos) y algún que otro guiño, chiste o idea no demasiado inspirados, incluyendo autoafanos. Yendo por partes, los nombres del gigantesco elenco (ver ficha técnica) incluyen a Jessica Alba, Amber Heard como reina de belleza WASP de San Antonio, Texas (patria chica de Rodríguez), la colombiana Sofía Vergara al frente de un grupo de feministas armadas que parecen salidas de Sin City, los mismísimos Antonio Banderas (recuérdese que actuó en La balada del pistolero y otras de Rodríguez) y Mel Gibson... ¡y hasta Lady Gaga, paseando algunos de sus exóticos modelitos! Una idea más divertida en los papeles que en los hechos es la del villano al que llaman El Camaleón, porque su rostro es una careta que se saca y debajo hay otro. El chiste es que en realidad no es una careta, sino un actor famoso, que va dando lugar a otro (Cuba Gooding Jr. a Lady Gaga, y así). Una idea buena, pero autoafanada, es que Sofía Vergara lance cuchillos o disparos de ametralladora desde las puntas de su corpiño metálico (la colombiana es famosa por su pechera). Autoafanada de la pata de palo-ametralladora de Rose McGowan en Planet Terror. Un desmadre final que anuncia la próxima secuela, con homenaje a El hombre de la máscara de hierro, cita visual de Dr. Insólito y un lanzamiento al espacio, donde tendrá lugar la tercera. Pero lo único verdaderamente bueno, fuerte, con verdadero volumen físico y dramático es la gran Michelle Rodríguez, con su parche en el ojo como cita de Snake Plissken, atuendo de guerrera sexy que se impone en cada escena y una condición de líder de grupo resistente que no le queda ni un pelito grande.
Superhéroe latino, disparate simpático Nuevamente protagonizada por Danny Trejo, el director Robert Rodríguez vuelve a retomar la historia y personajes de la saga post-trailer de Grindhouse. En esta oportunidad, este James Bond latino lucha contra Voz (Mel Gibson). Primero fue la presentación del personaje, un ex agente federal mexicano al que le asesinan su esposa y su hijo. El hombrón, interpretado por el inescrutable Danny Trejo, entonces fue cumpliendo su venganza y en el camino, regado por la sangre de políticos mesiánicos y policías corruptos, involuntariamente se convirtió en Machete, símbolo de los desarrapados, los espaldas mojadas que en algún momento cruzaron el Río Bravo en busca de un futuro mejor y se convirtieron en mano de obra barata para los gringos. Si en la primera parte de la saga Robert Rodríguez forzaba al máximo el verosímil y resolvía con éxito el trámite de instalar a un cuasi súperhéroe latino, testeado el entusiasmo que despertó el mix de géneros que van desde el gore, pasando por el western y hasta un poco de cine-denuncia, el director que también puede general éxitos de la industria como Miniespías, se lanza de cabeza a un delirio relativamente gracioso, donde el espectador de cierta amplitud de miras va a preguntarse cuál es el techo de semejante despropósito. Porque hay un poco de todo, hay que reconocerlo. Vísceras que sirven como sogas amarradas a los rotores de un helicóptero, armas filosas de la nueva generación, clones letales, un arca de Noé, una Miss Texas como agente encubierta y hasta Charlie Sheen como presidente de la nación más poderosa del planeta. Y Machete, que dobla la apuesta y se convierte en algo así como un James Bond latino, que debe luchar contra Voz (Mel Gibson desatado) y su maquiavélico plan para destruir al mundo, escapar al espacio para volver con algunos elegidos y empezar de cero. Por supuesto que Machete sigue conservando esas características viriles y tan de cómic que lo hacen un personaje fascinante –hay que decirlo, casi exclusivamente por el hierático Danny Trejo–, pero sin embargo, a pesar de que el chiste de Sheen como presidente funcione, y si bien Sofía Vergara como enloquecida mastica-hombres es eficaz, la película no termina de cerrar como es debido. De la irreverencia con sustento de la primera película, apoyada en todo un pasado de un extraordinario cine exploitation de los años '60 hasta entrados los años '80, se pasó a los chistes sin alma, a la cinefilia calculada y el efecto sorpresa buscado con desesperación. No es que el film sea malo, porque si bien entretiene y en algunos tramos es francamente ingenioso, en conjunto no pasa de ser un disparate simpático.
Últimamente se puede leer de quien escribe la palabra “fiesta” en más de una oportunidad (afortunadamente), y en este caso no queda otra más que repetirla porque no hay otro adjetivo que le haga justicia a Machete Kills. La nueva producción de Robert Rodríguez sigue con la misma impronta delirante y “fumada” acerca de este anti-héroe mexicano en donde lo absurdo es regla y lo lógico imposible. Un film clase B (o clase Z) que hace todo lo posible por no encasillarse bajo esos parámetros cinematográficos y que divide las aguas entre los que llorarán de risa y pedirán a gritos la tercera parte (de la cual ya se puede disfrutar un falso trailer) y los que la odien de manera visceral, algunos por no entenderla y no captar la sintonía, y otros porque simplemente nos les gusta ese tipo de humor. Danny Trejo retorna en toda su gloria para encarnar una vez más al rey de los “one-liners” manteniendo siempre la misma cara no importa que es lo que suceda en la pantalla. Y al igual que en la primera parte, aquí se ve rodeado de estrellas consagradísimas o en ascenso que claramente aceptaron los papeles para romper el molde un poco y divertirse dado a que se sabe que les pagaron lo mínimo. Comenzando por un genial Mel Gibson en un rol que le devuelve el alma a su carrera, hasta llegar a un enorme Charlie Sheen, o mejor dicho Carlos Estevez, como el presidente de Estados Unidos lo más políticamente incorrecto posible al igual que el actor en la vida real. Luego tenemos a la bomba sexy Amber Heard, lo más estereotipada posible pero de una manera tan bien y tan esperada que causa todo tipo de placeres. ¿Cameos y participaciones especiales? Claro y todos excelentes: Jessica Alba, Lady Gaga, Antonio Banderas, Cuba Gooding Jr., Sofía Vergara, Michelle Rodríguez, Vanessa Hudgens, entre otros. Con la premisa simplísima de evitar que el mundo entre en guerra como consecuencia de una bomba que está por estallar y que Machete tiene que lograr desactivarla antes, Rodríguez da rienda suelta a toda su locura bajo una estética al estilo “berreta” del más pobre cine de la década del ’70 y en esta oportunidad con el gran agregado de las referencias nerds que tanto están de moda últimamente. Primando Star Wars y otros hitos de la “pop culture” la saga se eleva un escalón más arriba y abre el abanico de forma grandilocuente para lo que vendrá (si es que sucede). Un dato no menor para destacar es que la película no rindió en Estados Unidos y se convirtió en el peor fracaso en la filmografía del director. Pero bueno, eso nunca (o casi nunca) tendría que ser el indicador de que si un film es bueno o malo. Machete Kills es una invitación a una fiesta lisérgica que garantiza lágrimas como producto de risa incontenible para aquellos que amen y sientan el espíritu de este personaje.
Reinventar el machete no tiene sentido si no corta la maleza Cuando tenés muchas expectativas sobre algo, suele defraudar. Es algo que se aplica a esta segunda entrega de Machete, sin dudas. El hecho que haya sido el fracaso comercial más grande de la carrera de Robert Rodríguez es algo que no entra en este análisis, el criterio de las salas nos excede, pero es un dato que se agrega a este caso. ¿Por qué? Porque había muchas expectativas y porque generó una especie de culto entre los que la vimos. Bueh, no fue para tanto. Pero el personaje de Machete en la primera sorprendió y nos dejó con ganas de más. ¿Qué es Machete 2? Es como una persona que se emociona con un chiste y lo repite, lo repite, lo repite; la segunda vez sigue haciendo gracia, la tercera te reís de compromiso, y la cuarta ya lo empezás a odiar. Me generó la misma sensación que Crank 2, el chiste de la primera parte no tuvo más ruedo para la segunda. Machete es un gag constante que pierde efectividad, pero sin dudas, el principal problema fue su argumento. Machete es Machete, darle una personalidad al agente secreto del servicio de inteligencia, no va con él, o podría ir, pero se quedó corta. En realidad, lo que menos hay que pedirle a Machete es verosimilitud, es donde se hizo fuerte la primera entrega y donde falla en la segunda, ya sabemos que Machete es indestructible, se exageró demasiado en eso. machete-kills Hablemos de la película, casi que comienza anticipando el final sin saberlo, un pequeño trailer simpático de Machete en el espacio que se transforma en lo más gracioso de la película. A pesar de no habernos dejado conformes, el delirio de la entrega sigue firme a la orden del día. Una reina de belleza que engancha con Machete para evitar una catástrofe y ambos se involucraran con el presidente de los Estados Unidos para salvar a Washington y el mundo. Una madame de cabaret con una metralleta en sus tetas, un personaje que se cambia de caras como de remera, y un narco/revolucionario con dos personalidades que aparecen imprevistamente. Hubo personajes sin sentido que podrían haber aportado más al argumento y otros cuyo conflicto se disolvió sin darnos cuenta. Parte del fracaso estuvo en que la trama fue un poco tirada de los pelos e inclusive los pequeños gags no fueron tan graciosos, por eso la película falló. La aparición de las celebridades fue lo que más aportó a Machete, Mel Gibson, el malo de la película, tiene un rol genial; después, las pequeñas participaciones de Cuba Gooding Jr., Lady Gaga y Antonio Banderas, suman, pero se quedan a mitad de camino. Aunque Carlos Estevez (Charlie Sheen), como presidente de los EE.UU. le brindo un gran rol, después de tantas apariciones ocasionales, viendo la película uno se pregunta, “bueno, a donde va todo esto?”. Antes de terminar, quiero hacer una salvedad. No es que critiquemos a Machete por falta de credibilidad en las escenas o por sus tomas delirantes, entendemos que es parte de su esencia, pero en mi opinión, un poco más de verosimilitud en las escenas no hubiese estado mal. Si alguno prefiere una película con continuidad bien marcada, tomas creíbles, un argumento serio y menos pochoclera, que vaya a ver Corazón de León (?). A pesar de todo, le tenemos cariño a Machete por su primera parte, y le daremos una oportunidad a la tercera, no me sucede lo mismo con Crank 3, por ejemplo. El personaje no está agotado para nada y tiene potencial de brindar buenas cosas, no sé si en el espacio sea la mejor forma de volver, espero que Robert Rodríguez tenga en cuenta sus errores y sepa brindar una historia mejor.
Superagente mexicano divierte en el espacio Machete es el superagente mexicano. Y, contradiciendo el título, mata lo menos que puede. Y se opone de plano a tener cuenta en Twitter o mensajes de texto. Danny Trejo es Machete Cortez, federal mexicano dado por muerto en sus apariciones previas, y que ahora es presentado como un tipo imposible de matar: mientras hace tiempo colgando de una soga impuesta por un sheriff de Arizona, recibe un llamado de la Casa Blanca que lo obliga a bajar del improvisado patíbulo para salvar el mundo. Cualquier película que presente a Charlie Sheen como presidente de los Estados Unidos, confiando en Machete como salvador de la civilización occidental, merecería de por si cierta atención. El truco que usa el director Robert Rodríguez es enfatizar el carácter de sátira política durante la primera mitad del film, para luego llevar al espectador hacia los sitios menos pensados. Para esto, Rodríguez se da el lujo de contar con Mel Gibson como un archivillano que envidiaría cualquier producción de James Bond. Gibson aquí brilla y reluce al estar detonado al mejor ¿o peor?- estilo Mad Max, para burlarse no sólo de su decadente carrera profesional sino también de su problemática vida personal. Luego, Machete va al espacio en una sorprendente parodia de "Moonraker" el film de la saga 007 con Roger Moore- y de ahí en mas toda referencia al mundo real queda pendiente para la próxima película, "Machete kills, in space!". Por desparejo que pueda ser, esto es un auténtico film de culto, con Lady Gaga compartiendo el mismo personaje con Antonio Banderas, entre otros.
Ahora Machete lleva adelante una misión bajo las órdenes del Presidente. Comienza de una manera muy particular: mostrando imágenes de como sigue esto "Machete Kills Again in...Space" ("Machete Kills Otra vez... En el espacio", para el 2015), con la dirección y guión de Robert Rodríguez ("El mariachi", "Planeta Terror", "Sin City"), con algunas sorpresas y con una presentación fiel a su estilo. Nos acercamos al desarrollo de la historia que comienza en la frontera México -Arizona, en una dura lucha donde Machete se enfrenta a sus enemigos acompañado por la bella Sartana (Jessica Alba). Algo sucede y se ve obligado a presentarse frente al Presidente de los Estados Unidos (Charlie Sheen) y su pedido es cumplir una misión, de esta forma quedará limpio de sus delitos y conseguirá la ciudadanía de los Estados Unidos, debe detener a Marcos Méndez y a un loco y excéntrico millonario Luther Voz (Mel Gibson) quien posee un arma muy poderosa que puede destruirlo todo, a raíz de esta situación se van generando una serie de momentos increíbles, con la participación de muchos personajes y una gran sucesión de ataques, luchas y sarcasmos. Quienes elijan este film saben con que se van a encontrar, el realizador tiene sus fieles seguidores, le gusta divertirse y rodearse de amigos y esta no es la excepción, su desarrollo es más alocado que las anteriores, se burla de todo, contiene picardías y criticas. Muy bien actuada por parte del elenco, técnicamente impecable en cuanto a música, edición y montaje. Impecable Charlie Sheen interpretando a un mujeriego que tiene la obligación de mantener la paz mundial; Luz es Michelle Rodríguez con un parche en el ojo, más brutal y valiente; el mundo depende del corazón de Marco Méndez (Demián Bichir) si este se para algo terrible puede suceder; la colombiana Sofía Vergara es la Desdémona (no la de Shakespeare en “Otelo”), que lleva unas ametralladoras muy particulares en su cuerpo; Lady Gaga como La Camaleón; Miss San Antonio (Amber Heard "Tierra de Zombies"; "Infierno al volante")una belleza muy particular; la bella Cereza (Vanessa Hudgens "Spring Breakers: viviendo al límite"; "High School Musical"); la ruda KillJoy (Alexa Vega); y Machete más rudo que nunca, siempre intacto, al mejor estilo James Bond, todo exagerado. Hay unos minutos para Antonio Banderas y Cuba Gooding Jr. ambos están estupendos. Se puede ver una parodia a los efectos con los anteojos para el 3D, siguen los gags, intestinos largos, la sangre y por algo se nombra a Leonardo Di Caprio y Justin Bieber. Hay dos escenas extras entre la primera parte de los créditos en el final y en el crédito después de los logos al final.
Esta producción es la segunda entrega de éste personaje sacado desde todo punto de vista, sacado de registro, de lo verosímil, del parámetro clásico de héroe. Digamos que hombre bajo, feo, cincuentón, violento, latino, amante perfecto y deseado por las mujeres más bellas. Increíble, no desde lo admirable o asombroso, sino desde lo no creíble. Esta secuela es así desde un principio, apuesta fuerte desde la primera imagen, instala al espectador en este delirio que va a ver el producto de una noche de demasiada juerga y sustancias de todo tipo. Al igual que en la primera, Machete (Danny Trejo) es la única persona que aseguraría el cumplimiento de la ley, aunque él mismo deba usar métodos que la quiebren constantemente. Toma todos los elementos de la primera y los expone al máximo, explota la locura. Comenzando por el falso tráiler con que abre la historia, luego al final produce un giro tan desequilibrado como todo lo es en esta producción, hasta el humor sinsentido, la violencia glamorosa por momentos, y otras totalmente gratuitas, exultante, excitante hasta en algún punto muy desagradable, sumándole cameos y no tanto de lujo. Empezando por Charlie Sheen como presidente de los Estados Unidos, y en como es presentado en los títulos, hasta Antonio Banderas o Cuba Gooding Jr. o Lady Gaga, que siendo su primera intervención cinematográfica aparece poco, pero lo hace de una manera eficiente (un colega me dijo que ella es así). Pese a ello la recomendamos sobre todo a los fanáticos que van a tener un cien por cien de seguridad que se van a divertir, encontrarán guiños, diversión, acción y violencia de todo tipo, mucho humor inteligente y nada de mesetas narrativas aburridas. La historia comienza cuando contratado por el presidente de Estados Unidos Machete se embarca en una difícil misión: acabar con el líder de un cartel y Luther Voz (Mel Gibson), un traficante de armas potentado, excéntrico, quien ha ideado un arma espacial con un plan para la destruir el planeta y conformar una nueva sociedad vaya uno a saber en qué parte de la Galaxia , y luego retornar. De tan delirante y hasta obscena que es, hace que por momentos un sienta que unos minutos menos no le vendrían nada mal, lo que si queda claro es que Robert Rodríguez se dio el gusto en vida. Nada nuevo bajo el sol, ni nada que vaya a quedar en los anales de la historia del cine, reírse un rato de todo y de todos es el objetivo y en muchos momentos lo logra.
El hombre que dirigía trailers ¿En qué momento Robert Rodríguez se convirtió en un director de trailers ingeniosos de sus propias películas? ¿O nunca fue otra cosa? Son solo preguntas al viento; probablemente retóricas, ya que los fans por antonomasia son los que aman sin responder. Lo cierto es que uno se encuentra con las últimas tres películas de Rodríguez y comprueba, con una resignación renovada, que incluso los créditos son mejores que las películas propiamente dichas; los bordes superan en mucho lo que está en el centro. El director promete en los créditos lo que a su vez se anticipa con habilidad en los trailers, ese sabor de cosa vieja y peligrosa con aires venerables: fragmentos concebidos a imagen y semejanza del cine de “explotación”, es decir, el intento juguetón de recuperar –aunque sea en forma de jirones lujosos– algo de ese paraíso módico cuya vuelta anticipó Tarantino con suerte dispar y pretende ahora seguir Rodríguez. Machete Kills, como su antecesora, la más lacónica Machete, resulta un pequeño fiasco, incluso para los que no habíamos bajado del todo la guardia respecto de la capacidad del director para hacer pasar gato por liebre. Aunque parezca una exageración, Rodríguez es más cerebro que músculo: no se preocupa mucho por sorprender al espectador de sus películas, solo calcula y hace la plancha, confiado en que los seguidores fieles de sus cine –los amantes de la marca Rodríguez– no pagan una entrada y se sientan luego en la oscuridad de la sala para ver exploitation de verdad sino ese remedo un poco melancólico que les ofrece. Primero los créditos, simpáticos, desbordantes de amor por el género, incluso emocionantes a su manera: los colores chillones, la música que salta, el sonido defectuoso, los carteles que parecen abalanzarse sobre el público. Es el tributo de Rodríguez a algo que ya no existe: la promesa de un universo entero que se desata en la pantalla de cine. Pero después llega la película, con la factura impecable de sus imágenes, sus escenas razonablemente filmadas, su cautela irritante con respecto a las drogas, el sexo apenas aludido y continuamente velado, el progresismo irremediable de su zona política. Todo el tiempo el cálculo. La especialidad de la casa: hacer como que; presentar no ese espectáculo al que se supone que se está aludiendo, en su versión contemporánea, sino apenas una sombra, una versión pálida, que usurpa el lugar del original sin la menor pizca de su intensidad ni de su fuerza. La corrección política reemplaza a la transgresión y la sangre digital en cuenta gotas a la salsa de tomate a chorros. Machete Kills solo tiene algo de gracia en el uso de figuras de peso en apariciones más o menos sorpresivas: Charlie Sheen (muy simpáticamente anunciado en los títulos como Carlos Estévez), Lady Gaga, Antonio Banderas o Mel Gibson desfilan por la película y parecen estar divirtiéndose. Pero las estrellas en Machete Kills son el certificado de que la película opera dentro de los límites de una diversión perfectamente controlada y cartografiada, algo así como una fiesta de teenagers con los padres presentes. Es como si el público de cine de exploitation se hubiera vuelto niño y se necesitara que no se lo exponga a emociones fuertes. Sin ir más lejos, ya que lo mencionamos a Gibson, Get The Gringo era mucho más incorrecta y atractiva. Rodríguez, sin embargo, no descansa: su película trae adosado un trailer de Machete Kills… again (in the space), con toda seguridad el próximo avatar de la franquicia.
Machete no tuitea. Imaginen que James Bond dejara la elegancia, la higiene y el sentido más recto de la justicia. Lo que quedaría sería Machete, un hombre-ejército dispuesto a arresgarse a las misiones más peligrosas que pueda dar el mundo. En esta ocasión, Machete es contratado por el mismísimo presidente de los Estados Unidos, que le encarga al mercenario exterminar a Luther Voz, un contrabandista de armas completamente desquiciado que es parte de un plan malévolo digno del peor villano del agente 007. Hay un punto a destacar, y es que Machete (no solo esta entrega, su saga en si) es una especie de meta-película. Claro que lo que vemos es lo que nos tiene que importar, y es lo que tendríamos que juzgar, pero ahí no se acaba la cosa, porque a su vez es un permanente homenaje a las películas explotation de los 70 y a los descabellados villanos que nos dieron las películas de héroes irrompibles. Esos que tienen al héroe atado mientras le cuentan tooooodo el plan maléfico, con debilidades incluidas. Claro que no es una película para tomarse en serio, y todo aquel que no esté dispuesto a firmar un contrato con el delirio, mejor que vaya a ver otra cosa. danny-trejo-machete-kills-600x421 Machete es un héroe que no cuadra con estos tiempos, y tal vez esa sea la mayor gracia de la película. Hay un ambiente de atraso que ya supera el homenaje. La carrera de Robert Rodriguez, en general, siempre atrasó, y esto no es ni bueno ni malo, solo es un estilo que adoptó y con el que no le fue nada mal. Hasta en películas visualmente innovadoras como Sin City, Rodriguez se sentó sobre un esquema bien de los 60 y 70 y no parece querer moverse de allí. Pero con Machete lo que el director logra hacer es no solo quedarse en sus décadas preferidas, sino meterse en los géneros más sectarios para robar cositas aquí y allá (fiel al estilo de su amigo Quentin Tarantino) y armar su propio collage antiheróico. Machete Kills no es muy superior a la primera entrega, pero si hay algo que logró mantener, y es cierta frescura, cierto halo de novedad pese a su estética anacrónica. Debe ser porque en Machete hay gente que se anima, se arriesga y se divierte, algo no demasiado habitual en la pantalla grande hoy en día.
La silueta retacona y musculosa de Danny Trejo se recorta sobre el fondo inmaculado de la Casa Blanca. Síntesis inicial de la película de Robert Rodríguez que retoma la figura de Machete, el tipo violento que mata del lado de la ley. El orden establecido en la saga incluye varios supuestos conceptuales que no resisten análisis, ya que la suspensión del sentido crítico es el primer contrato no firmado entre el público y el director. Machete Mata, título y tema único de la película, reúne cantidad de efectos y opera por saturación al resolver cada conflicto de manera violenta y cruel. El superhéroe expresidiario (en el cine y en la vida), habilísimo en el manejo del arma que lo nombra, tiene una misión descomunal: desactivar un misil que destruirá el mundo. Así de grave y liviano a la vez. El hombre cruza la frontera con México, sabiendo que de ambos lados del muro lo buscan. La película instala un mito contemporáneo, chicano, bilingüe, testigo de las luchas que Rodríguez muestra de paso y con un tratamiento humorístico. El director se ríe del género de acción, roba ideas (algunos dirán "homenaje") y envuelve las escenas obvias, de folletín, con la sofisticación de Tarantino y el repertorio de luchas sangrientas, con mucha explosión y cabezas cortadas. El humor es la constante de Machete Mata. El héroe habla en tercera persona, como Maradona y Riquelme, sin mover un músculo de su rostro; los personajes lo consideran mito y leyenda; se mete con un villano bipolar (Demián Bichir) y paga el sello de ciudadano estadounidense con todo tipo de hazañas para beneplácito del presidente del país del norte (Charlie Sheen). Hay un millonario y genial inventor que sueña con su propio mundo en la galaxia (Mel Gibson no se priva de nada) y un agente que se mimetiza, llamado Camaleon, personaje de locos interpretado por Cuba Gooding Jr., Antonio Banderas (habla español a lo gringo) y Lady Gaga. Las mujeres aportan roles duros, de sensualidad siniestra (Michelle Rodríguez, Jessica Alba, Amber Heard, Sofía Vergara) También hay guiños delirantes a Matrix, clones y chistes sobre nuevas tecnologías utilizadas por el héroe de porte y reflejos de hombre de las cavernas, así como script, aclaraciones en la pantalla, GPS, carteles, celulares y mensajes de texto que funcionan como intromisiones del director en el relato. Machete Mata, a la manera de un James Bond outlet (la banda sonora remite directamente al otro héroe), es una película entretenida, de final tan abierto y oportunista como la saga nacida para conquistar el mercado hispano desde el corazón de Hollywood.
Machete en secuela Robert Rodríguez trae de vuelta a su bizarro personaje Machete, en esta segunda aventura el hosco e incansable mejicano será reclutado por el mismísimo presidente de los Estados Unidos (Charlie Sheen, tomándose el pelo a si mismo)para enfrentar al líder de un cartel y a un traficante de armas que quiere destruir el mundo. Si lo que en verdad parece un guión más digno de peli de 007 James Bond, que para secuela del bigotudo machetero, a la larga termina siendo un disparate fílmico a la altura de cualquier aventura de Austin Powers, volcada a la autoparodia referencial. Con co-producción de origen ruso, Rodríguez no ha podido llegar a ser tan divertido como en su primera parte del año 2010, y de hecho el filme no ha sido más que un fracaso de boletería -lo cual haría replantear el proyecto a futuro de "Machete en el espacio"-, y a veces no resulta sumar muchos famosos en breve cruce por la pantalla: Banderas, Lady Gaga, Cuba Gooding Jr., bellas chicas: Alexa Vega, Sofía Vergara, Amber Heard, Michelle Rodriguez y en cuanto al villano de Mel Gibson, parece todo el tiempo estar burlándose de si mismo. Cuando hay ausencia de guión se sabe como resulta todo. Machete esquiva, corre, pega, salta sobre las explosiones, se gana alguna chica, y todo es una sucesión de gags visuales de efecto desigual, y nada más que eso. Falta originalidad y humor como en la primera parte. Una pena.
CONTROL MACHETE Según fue revelado en la primera película en 2010, Isador Cortez, más conocido como Machete, es un policía federal mexicano que luego de ser traicionado por sus superiores, escapa a los Estados Unidos donde busca una vida tranquila y anónima que, por supuesto, no consigue. De inmediato se ve involucrado en una trama de corrupción, racismo y xenofobia y conoce a un grupo de resistencia latina escondido en lugares insospechados. En esta segunda entrega de la franquicia dirigida por Robert Rodríguez, Machete (Danny Trejo) continúa enfrentando a los tipos malos en la clandestinidad y a pura violencia desbocada y sangrienta. Sin embargo, y a pesar de estar fuera de la ley, es contratado por el presidente americano (Charlie Sheen, acreditado como Carlos Estévez, su verdadero nombre) para combatir a un grupo extremista que amenaza con detonar una poderosa arma si sus demandas no son escuchadas. Parte de un género que los críticos de EEUU llaman “mexploitation”, es decir, el aprovechamiento descarado de los clichés y lugares comunes de la cultura mexicana y latina en general, Machete Kills continúa con las aventuras del héroe latino más violento del cine. Nuevamente junto al personaje del título regresan Luz (Michelle Rodríguez) y, en una participación más breve, Sartana Rivera (Jessica Alba) para luchar contra una manga de locos comandados por Marcos Méndez (Demian Bichir) y Luther Voz (Mel Gibson) que quieren destruir la Tierra para luego irse al espacio a fundar una sociedad desde cero. Toda la idea podría ser tomada como un bodrio soporífero pero, afortunadamente, Robert Rodríguez está en el extremo del absurdo y llena la pantalla con explosiones, peleas y mujeres desnudas por aquí y por allá. El director nos ofrece un desfile de sorpresas como el destape hot de Alexa Vega (la ex nena de la saga Mini-espías), la sexualización definitiva de Vanesa Hudgens (ex nena Disney), el debut cinematográfico de la cantante pop Lady Gaga, la absurda participación de las gemelas Avellán (que vendrían a ser las Xipolitakis estilo tex-mex) y hasta un corpiño-ametralladora que dispara balazos desde los pezones. Y por supuesto, una lista de cameos interminable que va desde Antonio Banderas hasta Cuba Gooding Jr. El resultado, sin embargo, es inferior a la primera película de la saga simplemente porque ya no sorprende tanto como antes. Es como un chiste que se cuenta demasiadas veces. Si tenemos en cuenta que todo el asunto surgió de un trailer falso emitido en la película Grindhouse (2007) y que Danny Trejo también interpretó a un personaje llamado Machete en las cuatro películas de Mini-espías (todas de Rodríguez) se podría decir que el efecto está tocando su techo. Aún así, hay lugar en la cinta para anunciar la tercera parte: “Machete kills again…in space”. Creo que estamos muy cerca de presenciar Machete y los Muppets en la corte del Rey Arturo. Para finalizar, ¿alguien puede creer que Danny Trejo tenga 69 años?
Un antihéroe con poco filo Robert Rodriguez inició su trayectoria con la recordada El mariachi, aquel western texmex que costó apenas siete mil dólares. Después, Rodriguez conoció Hollywood mediante Quentin Tarantino y sus películas perdieron frescura en pos de grandilocuencia. Desde entonces, cada nuevo film del hispano es siempre el mismo, pero un poco peor. Machete Kills trae de vuelta a Danny Trejo en su tercera aparición (si se cuenta su debut en el falso tráiler de Grindhouse) como una especie de Rambo mexicano. Machete es un mercenario indestructible, pero también es un fetiche bizarro: es el Pedemonti de Rodriguez, cuyo potencial queda asfixiado por la megalomanía del director. Junto a un despliegue de efectos sin ton ni son, Machete Kills es ejemplar del estilo Rodriguez, que consiste en hacer chicle las ideas. El mayor rival de Machete es un clon; hay un villano sin rostro (puede ser Cuba Gooding Jr., Lady Gaga o Antonio Banderas) y un archivillano que no es tal sino que está al servicio de otro. El colmo de este divague es el final; más que final abierto, Machete Kills no tiene conclusión y se invita al público a esperar el siguiente film. Quedan todos advertidos.
El sangriento mundo de Robertito "Machete Kills" es un producto que debe evaluarse como lo que es, un entretenimiento bizarro y divertido que reverencia a los filmes clase B de los años 60s y 70s. Si viste la primera entrega sabés muy bien de qué va la segunda, sabés que va a ser más exagerada y lunática que su antecesora. Si no te gusta este sub género del cine, seguramente te encuentres con que este film te resulta una reverenda basura, pero en parte sabrás que es culpa tuya por no haberte informado debidamente antes de ir a verla. Hay un gran problema con la gente que va al cine esperando ver algo totalmente distinto de lo que realmente se ofrecía. Puntualmente recuerdo de personas que volvieron horrorizadas luego de ver "El árbol de la vida" con Brad Pitt... Pensaron que estaban yendo a ver una especie de "Leyenda de pasión" o "La gran estafa" y se encontraron con el imaginativo complejo de Terrence Malick... La reacción apresurada fue "¡Qué mala película!", cuando en realidad muchos no la entendieron o simplemente estaban programados para ver otra cosa. Con todas las salvedades del caso, con "Machete Kills" sucede algo parecido. Puede que la locura del director Robert Rodriguez no haya estado en su punto más alto o que la creatividad no haya alcanzado su mejor nivel, pero no se le puede discutir que ha sido consistente con el concepto que ofreció en el comienzo de la saga y que tiene un sentido del entretenimiento bien afilado. Por otra parte, el desfile de estrellas interpretando personajes exageradísimos e hilarantes fue un buen condimento, aportándole más color y variedad al menú. Lo de Mel Gibson es bastante bueno y divierte mucho como villano excéntrico. Dentro de lo no tan positivo, tenemos la dinámica que se le imprimió a la narración. Hubo tanta carne tirada al asador en los primeros 30 minutos, que los 75 minutos siguientes se aletargan bastante y se vuelven por momentos repetitivos. Las vueltas de tuerca de las vueltas de tuerca terminan agotando un poco y hacia el final uno sólo quiere ver qué tan disparatada termina toda la peripecia. Concluyendo, es una peli para ver con muchas ganas de divertirse, revivir el cine clase B y bañarse con la sangre bizarra de Robert. En un mes te olvidarás de que la viste seguramente, pero en el momento te va a sacar más de una carcajada nerviosa.
Otra de Machete. Bueno, en realidad Machete, el personaje creado por el tándem DannyTrejo (actor) – Robert Rodríguez (director) es una especie de juguete, de fetiche, de recuerdo de los seriales violentos de la clase B, cuando uno decía “veo la de Trinity” o “veo la de Sabata”. Aquí el simpático antipático que hace Trejo, una especie de cowboy sanguinario en un mundo siempre polvoso, se enfrenta a una banda de traficantes de armas de la peor calaña, comandados por ese gran sacerdote del humor negro llamado Mel Gibson. Se trata de un film absurdo, humorístico y desaforado, un recuerdo de todo aquello que puede hacerse en el cine sin necesidad de pedir disculpas. Es decir, de la búsqueda, por el lado de la crueldad fantoche y de la sangre demasiado colorida, de la libertad y la diversión, de la catarsis vertiginosa y -más allá de las citas puntuales a otros films, quizás lo menos lucido de esta clase de películas- una gran capacidad de invención. En el fondo, una película infantil (de las buenas) para público adulto.
Usualmente en todo grupo de amigos suele haber un individuo que sale con una simpática gracia que todos los demás festejan. Y luego, una vez más, ese amigo repetirá en otra reunión social el mismo chiste despertando muchas menos risas de las que provocó originalmente. Reacio a contar un chiste nuevo, el sujeto en cuestión insistirá con el mismo jolgorio intentando mantenerlo vivo, pero no dándose cuenta que los chistes pierden gracia con la reiteración excesiva. Abstraído al mundo del cine, ese amigo sería Robert Rodríguez y el chiste sería Machete Kills. Para algún distraído, recordemos que Machete fue uno de los para entonces falsos trailers de Grindhouse, aquella double Feature dirigida por Quentin Tarantino (con su segmento Death Proof) y Robert Rodriguez (con Planet Terror). En algunas proyecciones podía verse Grindhouse completa con una separación de trailers falsos entre los que se destacaba el de Machete. El tiempo pasó y finalmente Rodriguez decidió hacer de ese trailer un largometraje, que todavía con un poco de frescura lograba entretener o al menos causar cierta gracia. Pero el problema con Machete Kills es que la historia vuelve a calcar los pasos de la anterior (y por consecuencia del trailer de Grindhouse). Una pérdida personal al comienzo de la película lleva a Machete (Danny Trejo) a ejecutar una salvaje venganza contra un enemigo enmascarado que cualquiera que haya visto los avances de la película identificará pronto. Y luego... bueno, luego sigue lo de siempre. Tiros, explosiones, una atractiva mujer con un sostén metralleta (Sofía Vergara) y muchas otras señoritas en paños menores disparándole al héroe. Cualquier excusa viene bien para que algún que otro famoso se pase por la pantalla para saludar en lo que probablemente le haya llevado unos 10 minutos en el set de filmación y ninguna retoma. Los actores Antonio Banderas, Cuba Gooding Jr, Walton Goggins y Lady Gaga son los encargados de personificar al "camaleón", uno de los personajes que no tiene absolutamente ninguna razón de ser ni justificación en el guión fuera de que ofrecía la chance de poner muchos nombres y cameos como guiño para el espectador aburrido. Machete Kills es en resumen un chiste que ya se contó, por el mismo director quien a pesar de tener aptitudes para filmar proyectos más serios y ambiciosos, sigue dándose el gusto y capricho de realizar estos films que además, pese al bajo presupuesto fracasan en taquilla y se olvidan en cuanto uno sale de la sala de cine.