La historia se repite ¿Cómo reflotar un clásico de terror? Parece ser la pregunta que mejor responde Masacre en Texas 3D (Texas Chainsaw 3D, 2013), que sin estar a la altura de la original, encuentra un argumento válido para continuar con la historia del loco de la motosierra. Final de la película original, La masacre de Texas (The Texas Chain Saw Massacre, 1974): la rubia escapa de la familia de maniáticos e inmediatamente llega la policía y un grupo de organizado por el pueblo con el fin de hacer justicia divina. Los tipos resultan ser tan sádicos como los enfermitos que disfrutaban torturando gente e inician una matanza quemando la casa con la familia Swayer dentro. Pero sobrevive uno (siempre sobrevive uno), una bebé que, elipsis temporal mediante, es hoy en día una sexy joven que hereda la mansión familiar. En ella se ocultan más de un secreto de sus perversos ancestros. La historia se repite, salen los amigos en una furgoneta buscando pasarla bien y de paso conocer la herencia de Heather Swayer. En el camino levantan a un desconocido que hace dedo y todo comienza a tornarse siniestro. Un gran ejemplo de cómo continuar sin deformar –ni manchar- el clásico de Tobe Hooper. Porque lo importante es que la danza de tripas que venga luego tenga justificación. Quizás uno de los problemas de la película sea justamente que abusa de las explicaciones. Si nos remontamos al original, el encanto procedía del inexplicable gusto por la masacre que tenía la familia Swayer. Asustaba la falta de motivos y razones para realizar tan macabros exabruptos. Masacre en Texas 3D, en su afán por darle forma a la secuela, cae en la tentación de fundamentar lo innecesario, y perdiendo así la posibilidad de asustar realmente a las nuevas generaciones. Sin embargo, la idea de los “fundamentalistas texanos” que masacran en favor de la justicia es muy interesante, y contemporánea. Masacre en Texas 3D logra, sin jamás superar a la original, respetarla y hacerle honor (como corresponde) aportando datos de sumo interés para los fanáticos de la saga.
Otro motivo para valorar aún más el film original Masacre en Texas 3D es la séptima entrega del universo Leatherface. Muchos directores han pasado pero pocas fueron las ideas que intentaron aportar luego de la primera entrega y los estilos para hacerlo variaron dependiendo del contexto histórico de los respectivos estrenos. En este caso la novedad venía por el lado de que iba a tratarse de una secuela directa de aquella joya de 1974 dirigida por Tobe Hooper. Con esas esperanzas fui a ver el film. Inmediatamente después de una maravillosa secuencia de créditos comienzan los primeros problemas conceptuales de este apartado. ¿De dónde salieron tantas mujeres en la familia del querido Leatherface? ¿Se basaron realmente en el argumento del film original? Sigamos, el film recién empieza y todavía queda tiempo para explicaciones. La secuencia de la cacería me recuerda a Devil's Reject y me doy cuenta lo que hubiese sido sino la dirigía alguien de la talla de Rob Zombie. Luego de eso, una elipsis, calculo que habrán pasado unos 20 años de los incidentes del primer film. Puedo notarlo en la edad de la chica dark que seguramente es la descendiente del clan porque... es dark. ¿Pero que veo? Los protagonistas que estaban en esos incidentes parecen muy jóvenes. Ya va a haber tiempo de explicar. ¿Y eso? Podría jurar que es un iPhone. ¿Están usando celulares con cámara? ¿Si los hechos de la primera pasaron en 1974? Lo dice la voz off al comienzo de aquel film, ¿No habían pasado 20 años? ¿En el 94 había celulares con cámara en Estados Unidos? Pasemos a otro apartado, la coherencia espacio temporal no es el fuerte de esta película. En Masacre en Texas 3D hay varias líneas argumentales o mejor dicho, el film cambia el rumbo varias veces al avanzar el relato. En un comienzo seguimos a Heather (Alexandra Daddario) en su descubrimiento acerca de su identidad. Ella descubre básicamente que es adoptada y que tiene una abuela, recientemente fallecida, que le dejó una casa como herencia. El camino hacia esa casa reelaborará entre otras, la secuencia de la Van. En la casa tarde o temprano van a encontrarse con Leatherface y se van a dar secuencias dignas de cualquier Survival. Ese es un punto muy positivo, se abandona el Tortureporn, ya más que agotado, para volver a la esencia del terror de supervivencia. En ese momento la película va a cometer el error de no terminar y cambia la trama haciendo un corte a 90 grados en la curva dramática de la protagonista principal. Prefiero no revelar este movimiento que más que giro es un derrape violento por como esta armada toda la secuencia en donde se desarrolla. Un bloque argumental con una ideología que todavía me resulta dudosa. Para hacer una revisión completa tengo que hablar de otro de los factores de esta película, el 3D. En este aspecto las escenas que lo explotan me recordaron a Viernes 13 Parte 3 de 1982. El 3D no es nada nuevo (Hitchcock filmó en 3D), aunque es obvio que se mejoró ese precario sistema anáglifo con un sistema muchísimo más flexible y eficaz. Sin embargo el recuerdo de aquel film de otro gran Movie Maniac vino por la intensión más que por la técnica. En las escenas en donde se podía (o puede si la consiguen en dvd y se compran los anteojitos bicolor) disfrutar el efecto óptico en aquella película del 82 el director se limitaba a acercar a la cámara algún objeto filoso (y en un momento con un porro, una idea todavía no robada) como si se tratara de una madre acercándole un sonajero a un bebé para entretenerlo. Este film de 2013 hace lo mismo sólo que se limita a la motosierra. Creo que ya pasó ese boom infantil por el sistema y habría que llevarlo por otro lado si se quiere seguir respetando al espectador como tal. Masacre en Texas 3D es un film que abre muchas subtramas, muchas de las cuales terminan en nada, que intenta innovar pero lo hace de manera equivocada. Con algunas referencias a la saga, algunas más inteligentes que otras, pero que a pesar de jactarse de ser una secuela directa del clásico de 1974 no tiene de aquel más que la secuencia inicial de títulos y la figura del "Cara de cuero".
Grado cero y secuelas paralelas. Para explicar un caso tan bizarro como el de Masacre en Texas 3D (Texas Chainsaw 3D, 2013), a uno no le queda otra opción más que remontarse a aquellas “décadas doradas” del exploitation, un período entrecortado que abarca desde los 50 hasta los 80, en donde a una película exitosa le seguían una multitud de secuelas y rip-offs, más o menos oficiales, que pretendían capitalizar comercialmente la bonanza de la original. El cine mainstream hollywoodense hasta los 70 no veía con buenos ojos dichos atajos pero...
Lo primero es la familia Con un comienzo que recuerda lo ocurrido en la primera parte de la saga, arranca esta continuación de la Masacre de Texas. La legendaria historia de la familia homicida Sawyer, retoma la historia del clásico del horror de 1974 dirigido por Tobe Hooper. En Texas todo daba para pensar que los responsables eran los Sawyer, dueños de la parrilla local, sospecha que con el tiempo se confirmó. Ya que un día de verano una joven escapó aterrorizada de la casa diciendo que sus amigos habían sido asesinados. La casa fue incendiada y la familia muerta. ¿ toda?,,, Ese interrogante es la conexión con el presente donde Heather se entera de que ha heredado una propiedad en Texas de parte de una abuela que nunca supo que existía. Décadas más tarde este grupo de amigos llegan a la inmensa casa, junto a Heather, y comenzarán a conocer el lado oscuro de Texas. El film acumula litros de sangre y una motosierra intimidante que en algún momento obligará al espectador a agacharse gracias a los efectos 3D. El realizador logra en esta secuela, generar empatía con el depredador asesino, cosa poco común en los films de horror. Masacre de Texas no ahorra sustos ni cuerpos multilados, entre lazos familiares y una riña que se teje entre el alguacil y los Sawyer. Para el público sediento de sangre y venganza, esta es la película adecuada, pero el resto deberá abstenerse.
El loco de la sierra Una mini tropa de guionistas intentan ponerle pimienta a esta nueva entrega (que nada de bueno hereda de la original), la cual resulta bizarra, hosca y poco entusiasta. La historia comienza con la venganza a manos de un grupo de pueblerinos de Newt sobre la familia Sawyer, quienes ocultaban a su monstruoso Jeb, el responsable de brutales asesinatos. Queman su casa y sobrevive una beba que adoptan dos habitantes de Texas. Cuando la niña crece y ronda los 20 años, recibe una nota de su abuela nombrándola heredera de sus bienes. Y así, entre rebeldía y bronca por enterarse tardíamente de todo, no tiene mejor idea que emprender un viaje hacia el gran caserón junto con su novio y una pareja amiga más. Lo malo de Texas Chainsaw 3D es el 70% del film, el cual no aterroriza al espectador, no suscita saltos inesperados y para colmo recae innumerables veces en la ridiculez. Todo huele a conocido en esta narración en donde un conjunto de jóvenes parece no tener salvación tras ser masacrados uno por uno sin que tengan siquiera una milésima de segundo para reaccionar, pero cuando la protagonista (Alexandra Daddario) está en aprietos, nuestro amigo el “cara de cuero” parece tomarse sus tiempos para acercar su sierra eléctrica a las extremidades de la joven en cuestión. Probablemente entretenida para el público adolescente amante del género, Masacre en Texas 3D termina siendo prácticamente tragicómica, absurda y netamente olvidable. LO MEJOR: una dinámica aceptable. La duración está en la medida justa. LO PEOR: deja mucho que desear respecto de otras entregas. Previsible, no conecta, actuaciones. Ridícula. PUNTAJE: 3
Pornotortura para una secuela innecesaria Películas como Masacre en Texas 3D obligan a cuestionarse mucho menos las bondades o no del producto cinematográfico terminado que la ontología de todo el asunto ¿Para qué retomar la historia de la madre de todas las slasher movies? ¿Se busca adosarle una nueva mirada o, al menos, masificarla en una nueva generación? En el primer caso, la respuesta brilla por su ausencia: no hay absolutamente nada, más allá de un 3D que atrasa un lustro, que mínimamente explique el por qué de esta película. Consecuencia directa de lo anterior, la segunda respuesta es un rotundo no. Masacre en Texas 3D se plantea como una suerte de “secuela” de la original. Así, todo comienza en el final del film de Tobe Hooper, con la rubia escapando de la familia de maniáticos. Ella llegará hasta la estación policial del pueblo, donde un grupo de civiles, apresados por un misticismo aterrador, deciden masacrar a los Swayer prendiendo fuego la casa… con todos ellos adentro. De allí escapa una de las menores con una beba. Beba que, decenas de años después, vive con una familia sustituta (ella no sabe que es adoptada) y devino en una de esas chicas habitué en este tipo de películas: algo tonta, aparentemente frágil, misteriosa, sensible y muy pero muy tetona. El recibimiento de una carta anunciándole la muerte de su abuela sanguínea y nominándola como única heredera de todo el emporio es el puntapié inicial para que la susodicha viaje hasta el maquiavélico pueblo sureño. Pero no lo hará sola, claro, sino con su parejita, un par de amigos y un ocasional transeúnte rutero. El quinteto llegará al enorme caserón sin saber que en el sótano yace el famoso asesino de la motosierra. Asesino que no es otro que el primo de la protagonista. John Luessenhop muestra la típica cacería del grupo de amigos y de aquellos que en los ’70 incendiaron la casa y hoy ocupan los principales cargos administrativos del pequeño pueblo. El film ni siquiera se libera al placer del gore sanguinario sino que dedica gran parte de sus noventa minutos a justificar la matanza. Quedarán apenas algunas escenas de pornotortura, una sucesión de escenas sin un mínimo atisbo de suspenso que ni siquiera aprovechan las bondades del 3D y un par de sustos generados únicamente por efectos sonoros. El resultado es una secuela injustificada que está a años luz de la original.
El terror ha demostrado ser uno de los campos más fértiles para plantear secuelas, precuelas, reinicios, y todo tipo de aprovechamiento de un título en pos de una franquicia; y a su vez pareciera ser el que más problemas ha tenido a la hora de encausar esas “ramificaciones” con respecto al producto original. Masacre en Texas 3D: Herencia maldita vuelve a mostrar esta dolencia, y plantea la duda si cada film puede ser analizado de manera independiente sin referirse a sus orígenes por más difusos que estos parezcan. Para aclarar el tema, en 1974, Tobe Hooper se adelantó a su época y con “El loco de la motosierra” (The Texas chainsaw massacre) plantó las bases para lo que luego devendría en el sub-género slasher, y lo hizo de una manera carnal, brutal. Seis películas después, remake de por medio en la quinta, y mucha bifurcación de lo que fue aquella, es poco lo que quedó de aquel original en esta producción de 2013. Antes de analizar su argumento, no está enteramente claro, si el contexto es el de un nuevo reinicio, o una tercera parte de aquello que comenzó en 2003 con producción de Michael Bay, más teniendo en cuenta que el director de aquella, Adam Marcus, ahora oficia de productor y co-guionista. Tratemos de saltear esto, y veamos; todo comienza años atrás, los Sawyer son perseguidos en un pueblito de Texas por los horribles crímenes que cometió uno de sus miembros, hablamos del mítico Leatherface. La gente logra hacer “justicia por mano propia” y aparentemente toda la familia es liquidada, pero sabemos que una bebé sobrevivió, y aunque no nos lo dicen sabemos que “Leatherface” también (sino no habría película). De esto nos trasladamos al 2012, en el cual la jovencísima Heather (Alexandra Daddario) descubre que es adoptada por medio de una herencia que acaba de recibir por parte de su abuela, y sí se trata de aquella beba. Pese a las advertencias, Heather se dirige a la mansión de su abuela fallecida para conocer su origen, y lo hace en conjunto de dos amigos y su novio, además en el camino levantan a un autostopista. Claro, todo va más o menos bien, hasta que alguien baje al sótano secreto, abra la puerta blindada y el de la motosierra reaparezca de entre las sombras. El guión plantea lo que pareciera ser una vuelta de tuerca, Leatherface conoce a su prima, y además la gente del pueblo también representa al costado villano por más que el fin sea terminar con el asesino. El asunto está en que esta vuelta de tuerca es lo que suena menos convincente en la película, y lo que se va oscureciendo cada vez más hasta llegar a un final que, sin adelantar, resulta ilógico y decepcionante. Lo que queda, las cacerías brutales del asesino podrían ser lo más remanido y repetitivo, y aún así son lo mejor del film, pese a un 3D que aporta poco. Acá sí, los amantes de la saga estarán a sus anchas, el protagonista no perdona y hay un cierto clima entre sucio y ominoso bastante logrado. Los cameos de Gunnar Hansen (el Leatherface original) y Bill Moseley también haran las delicias de fanáticos. El director John Lussenhop ofrece una película apta para seguidores incondicionales, es inútil analizar lógicas, los tremendos errores en los años y las edades de los personajes, son detalles para los fanáticos que solo quieren ver a su personaje una vez más en acción. Extrañamente a lo supuesto, esta entrega es menos bestial que anteriores y hasta intenta humanizar de alguna manera la historia ya conocida, aún así lo fundamental está. Con 3D o sin él, con solidez o con baches y delirios, lo cierto es que “El loco de la motosierra” está de regreso en la pantalla y para algunos eso solo ya es celebración (y lo mejor para ellos es que ya hay anunciada otra entrega). Quienes pretendan algo más, un sostén detrás de la carniceria, la original se consigue fácilmente en DVD, Blu-Ray y hasta hay ciclos que eventualmente la exhiben en sala.
Masacre, venga y vea Podríamos empezar destacando la obviedad de que no hacía falta otra Masacre de Texas, y menos en 3 dimensiones; pero no tiene sentido patalear por lo que no tiene remedio. En efecto, tenemos entre nosotros una nueva masacre; que para muchos podrá no tener precisamente nada de “novedosa”, pero yo creo que a pesar de sus limitaciones (las de siempre) hay algunos sutiles aportes al legado de Leatherface en esta nueva entrada. Acá está el detalle que más importa: Masacre en Texas 3D es la primera, dentro de la fórmula conocida, en intentar desarrollar una –mínima- historia que justifique lo que se ve, y que involucre no sólo a Leatherface, los familiares de siempre y a sus víctimas (que suelen ser un grupo uniforme a reducir matemáticamente, sin la más mínima carnadura ni desarrollo). Esta vez la cosa también involucra a todo el pueblo en cuestión; lugar con un pasado lleno de secretos, personajes inciertos y elementos que van más allá del sinsentido habitual con el que, generalmente, se comenzaban a apilar cadáveres por mero placer. Aunque quizás la película no logre todo lo que se propone, al menos hay “algo” más para aportar a una causa perdida, envejecida por los años y sobre la que se creía que ya no se iba a ver nada fresco. Bueno, esta nueva Masacre texana, a su limitada manera, lo es… Lo curioso es que esta nueva entrada en la franquicia se propone como una secuela directa del clásico de los 70s de Tobe Hooper; haciendo caso omiso de que aquella película tuvo tres secuelas que corrieron a lo largo de los 80 y 90s. Y desde luego que reniega y se desentiende de la remake de 2003 y su infame precuela de 2006 (conocida como El inicio). Dato loco si pensamos que de alguna manera lo más lógico hubiese sido hacer encajar a este nuevo episodio dentro del reboot de la última década. Pues no, Masacre en Texas 3D comienza usando como material de archivo fragmentos del final del clásico del 74, para ponernos inmediatamente a momentos del final de aquella película y continuando la historia en ese mismo amanecer en el que la única sobreviviente era levantada (salvada) en la ruta por una camioneta, dejando al querido Leatherface agitando su motosierra al aire, impotente y lleno de furia; acto seguido (y aquí es donde entra la recreación de aquellas instancias del clásico original), una horda de “rednecks” oriundos de la querida Texas se aproxima a la casa del loco de la motosierra; todos ellos dispuestos a terminar con el reinado de terror de la familia Sawyer. En esa instancia, se hace explícito el conocimiento del pueblo sobre las prácticas macabras de la familia, y en especial sobre el albergue de Junior, ese monstruo retrasado, maníaco y asesino que descuartizaba por doquier y luego coqueteaba con máscaras confeccionadas con la piel de sus víctimas (la cara, para ser más precisos). La gente del pueblo tenía que terminar con esa familia; motivo por el cual deciden incinerar esta casa de locos, con todos sus ocupantes adentro, aniquilando sistemáticamente el mal que allí habitaba (o al menos eso creían). Pero no todo será tan fácil ni absoluto, y unas décadas después, momento en que Masacre en Texas 3D retome la acción luego de una generosa -y algo confusa- elipsis, se verán los resultados y descubrirán los sobrevivientes de aquella noche de genocidio y terror. No cuento mucho más porque les arruinaría… lo poco que haya para ver… Por más que la película no logre guardar sus mejores cartas demasiado tiempo en el juego, la trama de despacha algunas sorpresas y afirma a esta secuela tardía de La Masacre de Texas como un intento de ir un poquito más allá…; y si bien ese “más allá” no es lo suficientemente lejos como para salvar a un producto mediocre (lo es, lamentablemente), al menos se ven buenas intenciones y cierta confianza en darle al género un crédito inusual. Después del clásico atemporal de Tobe Hooper, esta es lejos la mejor del grupo.
En 1974 Tobe Hooper deslumbro a los fanáticos del horror con una película independiente de horror puro: La Masacre de Texas original, ha sobrevivido el paso del tiempo y aún hoy resulta cien veces superior que todas sus secuelas y remakes, incluida esta nueva versión, realizada para explotar el filón del 3D con un argumento remanido y la esperable sucesión de cuerpos mutilados. El arranque del filme es esperanzador, remite a los hechos ocurridos en la película original, pero es una secuencia efímera, luego todo deriva en las clásicas escenas de jóvenes tratando de sobrevivir al psicópata de turno, en esta oportunidad el mítico Leatherface. Es verdad también, que el guión intenta varios giros dramáticos y sorprendentes, pero están tan mal desarrollados y son tan poco creíbles, que generarán más risas que asombró. Hay tambien un acierto osado, la de generar empatia con el villano del filme, nuna antes el "loco de la motosierra" resulto tan querible como en este largometraje, demasiado poco para un filme ideal para adolescentes con ganas de vivir experiencias de horror fílmico, espectadores pocos exigentes y no iniciados en la saga. A los demás, la recomendación es recuperar el clásico en DVD o BluRay y disfrutar del encanto de los setenta más extremos.
La saga de "Leatherface", el loco de la motosierra, reflota con esta nueva entrega, la primera exhibida en formato 3D. La historia presentada en el clásico de terror escrito y dirigido por Tobe Hooper en 1974 (y que tuvo una adaptación libre en 2003), continúa en esta secuela que se inicia precisamente con el final de aquella película en la que una muchacha rubia logra escapar de la casa de los Sawer en Newt (Texas) luego de que sus cuatro amigos fueran brutalmente asesinados. Inmediatamente, la policía local, liderada por el comisario Hooper (Thom Barry), junto con una muchedumbre rodean la casa de esta familia que por décadas ha sido la responsable de las misteriosas desapariciones de una gran cantidad de gente. Con sed de justicia (dicen por ahí que el fin no justifica los medios) terminan incendiándola y asesinando a casi todos sus miembros... o al menos a eso creyeron. Décadas más tarde y a cientos de millas de distancia de la masacre original, una joven llamada Heather Miller (interpretada por Alexandra Daddario) descubre que ha heredado una propiedad en Newt por parte de una abuela que nunca supo que tenía, por lo que decide viajar hasta allí junto a sus amigos (encarnados por Trey Songz, Tania Raymonde y Keram Malicki-Sánchez). Una vez en el lugar, descubrirá sus raíces y algún que otro secretito que viene incluído en el sótano de esa aislada mansión victoriana. Es en el personaje de la joven actriz conocida por su participación en el film "Percy Jackson y el Ladrón del Rayo" en la recae el peso de esta vuelta de tuerca que se añade a la trama de este asesino ícono de las películas "slasher" al que le gusta desmembrar personas y hacer máscaras con piel humana. A partir de un guión escrito por Adam Marcus, John Luessenhop ("El Escuadrón del Crimen") dirige una película que no es tan atemorizante como entregas anteriores de esta franquicia de culto. Es más bien un homenaje que incluye apariciones especiales de cuatro actores de la versión original: Gunnar Hansen (el "Leatherface" original), Marilyn Burns, John Dugan y Bill Moseley.
El simple hecho de haber podido ver en una pantalla de cine y en 3D los mejores momentos de La masacre de Texas original de Tobe Hooper, en los primeros minutos de este estreno, ya me ganaron como espectador. Esto es solo para fans, el resto creo que no se va a enganchar de la misma manera. Ser fan del loco de la motosierra significa que tenés en tu casa en dvd La masacres de Texas 3 con Viggo Mortensen y La Masacre de Texas: La nueva generación, con Renée Zellweger y Matthew McConaughey. Películas que son malísimas pero las disfrutás igual porque resultan divertidas. “Saw is family.” No lo podés evitar. Después de El Exorcista, la historia original de Leatherface es mi otra gran favorita que marcó un antes y un después en este género. Aunque sean malas disfruto cualquier producción que involucre a la familia Sawyer. La nueva película no está a la altura de La masacre de Texas 2 con la memorable interpretación de Bill Moseley como Chop Top, pero es un poco mejor en materia de realización que los episodios 3 y 4. La trama es una continuación directa del film original que desconoce todas las entregas anteriores que se hicieron hasta la fecha. Una propuesta que le exige al espectador pasar por alto ciertas incoherencias argumentales. Un ejemplo. La historia comienza minutos después del final de la película original, que brinda una muy buena escena en la que hay cameos especiales de Bill Moseley, John Dugan (el clásico abuelo Sawyer) y Gunnar Hansen, el actor que interpretó a Leatherface en 1974. Dentro de esa situación aparece una bebé que más tarde es la protagonista de esta película. El tema es que después el argumento se desarrolla en la actualidad y el personaje principal tiene 20 años cuando debería tener 38. Algo que no tiene sentido y se podía haber evitado tranquilamente si no aparecían celulares y autos modernos. El director John Lussenhop comienza con fuerza la película que luego se convierte en un típico slasher con persecuciones y ataques del loco de la motosierra. El problema que tiene esta producción es el concepto del argumento. Leatherface prácticamente es retratado como un anti héroe y eso va a contramano con el espíritu original del personaje. Los Sawyer son una familia de piscópatas siniestros y cuando al asesino principal se lo trabaja desde un enfoque compasivo se viene abajo todo lo que construyó Tobe Hooper en su obra original. Entiendo que quisieran hacer algo distinto pero ese giro que le dieron al tratamiento del villano no me terminó de convencer. Los Sawyer en este caso quedan como unos mártires justicieros y hay cierta indulgencia especialmente hacia Leatherface que hace ruido. De todos modos el film es entretenido y me gustó que tuviera una pequeña participación Marilyn Burns, la gran figura de la producción de 1974, que acá interpreta a la abuela de la protagonista, Verna Carson. En este género venimos de ver cosas peores. Si te gustan las historias de estos personajes esta se deja ver. Recuerden que durante los créditos finales hay una escena extra.
1974 fue un año importante para el género de terror, se estrenaba La Masacre de Texas, del director Tobre Hooper, y así se iniciaba una larga tradición y sub-género conocido como slasher film: un psicópata (sobrenatural o no) que con un cuchillo u otro objeto cortante mutila y mata a sus víctimas. La película fue un éxito pero año a año siguió sumando popularidad hasta llegar a ser un símbolo de la cultura pop. Se desprendieron secuelas, una remake y una precuela. Unas aceptables, otras malas y otras muy malas. Esta semana llega una nueva secuela pero con la particularidad de que se ubica cronológicamente luego de la primera entrega pero ignorando las que siguieron, algo original y bien logrado en cuestión argumental. Para nada tirado de los pelos. La Masacre de Texas 3D no innova ni sorprende pero si entretiene y seguramente los amantes de este tipo de films pasarán un buen rato porque se condensan todos los elementos clásicos sin variaciones absurdas e innecesarias. El casi ignoto director John Luessenhop hizo un buen trabajo y contribuyó en llevar el gore al extremo (dentro de los parámetros permitidos en el cine industrial y comercial) y brindar secuencias muy bien realizadas. Como parte de estos híper conocidos condimentos no podían faltar los adolescentes tontos y víctimas de Leatherface, sobre todo las chicas ligeras de ropa. Y aquí hay que destacar la participación de la sensual Alexandra Daddario, cuya transformación desde que se la vio en Percy Jackson (2010) es más que aplaudida por la platea masculina. Y su papel si bien mantiene el estereotipo mencionado logra agregarle algún matiz, esto sumado a una ingeniosa vuelta de tuerca referente a su personaje hacen que su papel sea de los más disfrutable en el film junto con las cruentas escenas no aptas para impresionables. Lo otro que tampoco se puede dejar de destacar es el 3D, ya en el título es mencionado y al respecto los productores se quedan con los pulgares arriba porque logran su cometido: “manchar” de sangre a los espectadores y que vuelen cosas fuera de la pantalla. No es ese 3D “artístico” de James Cameron, Ang lee o Baz Luhrmann (que obviamente es el mejor) pero cumple y le agrega un plus. Este estreno es de los que suelen ser muy maltratados por la crítica y que el público compra o no compra. Dependerá de la predilección particular por el género, porque si el mismo gusta es una buena oportunidad para disfrutar de un clásico pero con toques modernos.
Cuatro secuelas, una remake con su correspondiente precuela, versiones para televisión y algunos videojuegos no han impedido que con la única novedad del 3D John Luessenhop encarara esta enésima derivación del clásico de horror que Tobe Hooper realizó en 1974 y que los años convirtieron en film de culto y fuente de inspiración para mucho cine de horror y suspenso realizado con posterioridad, y que lo hiciera como si todos esos productos (incluida la primera secuela firmada por el mismo Hooper) no hubieran existido. Así, esta flamante reaparición del loco de la motosierra se plantea como continuación directa de los atroces hechos acontecidos en el pequeño pueblo de Texas hace cuarenta años. Y en ese comienzo que precede a los créditos y está elaborado con tramos notorios del relato original convenientemente convertidos al 3D reside, precisamente, lo mejor de esta novedad, por lo menos en la medida en que se lo compara con la estupidez de lo que está por venir. Porque lo que viene a continuación, fruto de un guión escrito a cuatro manos y con escasa imaginación basándose sobre los personajes ideados por Hooper y Kim Henkel, es apenas un festival gore en el que lo único que se salva (y probablemente sea involuntario) es la hilaridad que producen los textos obvios e idiotas que los guionistas ponen en boca de personajes que, por ejemplo, están a punto de entrar en una picadora de carne, cuelgan de un gancho como una res en el frigorífico, están escondidos en un ataúd viendo cómo la motosierra atraviesa la tapa o descubren que el metal frío que les acaba de tocar el cuello desde atrás es precisamente la hoja de la sierra eléctrica. Escenas que bien podrían haber sido destinadas a alguna Scary Movie . Hay aquí una nueva protagonista: la escultural muchacha de ojos claros que, como última integrante (o casi) del clan Sawyer sobreviviente de la masacre, ha heredado la maldita mansión y tiene cierta dificultad para abotonarse las camisas. También, claro, hay una participación pronunciada de la motosierra en manos del cebado gigante con retraso mental al que por algo llaman Leatherface (la escena en que se trasplanta la cara de una de sus víctimas es una perla del horror cómico). Hay muy gráficas escenas de violencia, con sangre, vísceras y cuerpos mutilados por todas partes, una guerra despiadada y feroz alimentada perpetuamente por la venganza entre dos bandos enfrentados y muy poco que se parezca al suspenso o al horror, terrenos en los que Luessenhop no se luce demasiado. Como el film es en 3D, no falta la motosierra que vuela hacia el espectador y es uno de los efectos más logrados. Otro "mérito" -muy relativo, por cierto- es que con toda su acumulación de disparates y con los momentos en que los rebuscamientos de la acción generan risas, el film puede desagradar por su despliegue de imágenes violentas o cansar por su reiteración de fáciles golpes de efecto y sus excesos, pero no llega a aburrir.
Cuando la sangre tira El respeto de un legado. El inefable clan Sawyer, allá por 1974 (de la mano del mítico realizador Tobe Hooper) masacraba sin piedad en Newt, Texas. Y la homicida familia fue ajusticiada y quemada viva por un pueblo en busca de venganza. Pero como sucede en muchos de estos filmes, alguien sobrevive. Dos décadas después (o sea 1994) la sangrienta herencia recae en Heather (Alexandra Daddario) quien con sus ojazos y curvas peligrosas se entera que es adoptada y presa de su enigmático linaje y suculenta herencia: la mansión de su millonaria abuela. El filme que implementó a la motosierra como instrumento de tortura y muerte, no tiene casi ningún acercamiento a la original, sólo el comienzo. En aquella masacre setentosa todo era frenético, la hemoglobina se dosificaba y Leatherface parecía matar sin razón alguna. Aquí, Cara de cuero (o Jed Sawyer, a cargo de Dan Yeager) se humaniza. Sigamos. La hermosa y equipada mansión victoriana en manos de la oscura joven (debe tener varias porque es nulo su gesto de sorpresa) es visitada por su grupete de amigos quien a la mitad del film ya son cadáver en manos del loco de la motosierra. Solo quedará ella y su blonda amiga Nikki, la osada Tania Raymonde, quien también pasará a mejor vida. Entonces, la pregunta: ¿cómo hará John Luessenhop para continuar el filme sin repetirse ni aburrir con el guión? Recurrirá a la mística pueblerina con personajes secundarios que ocultan secretos y están al acecho: desde el comisario (de los buenos), el alcalde (de los malos) y un abogado familiar que le recuerda a cada rato a Heather que ella es una Sawyer. Y que el filo de la familia será su karma. Como anticipamos, la humanización del hombre-niño es una jugada vuelta de tuerca. Y por más que haya masacrado a todos los amigos de su primita, ella se pone del lado de Jed (¿atraída por su tétrico pasado?) y le grita “Haz lo tuyo, primo”. Y, obviamente, Leatherface la tiene clara: el efecto 3D parece manchar con sangre al público, la motosierra quiere salir de la pantalla grande mientras corta todo a su paso. Es indestructible. Este filme muestra la artesanal faena de Jed, el mata despacito, a sierra lenta para delirio de sus fans. Su reducto (con una cortina de huesos humanos) ambienta muy bien a su lúgubre mundo.
Es hora de dejar descansar a esa motosierra Treinta y nueve años han pasado desde la aparición de El loco de la motosierra (sensacionalista título local de The Texas Chainsaw Massacre), uno de los films de terror ineludibles de los años ’70. La creación de Tobe Hooper es, a esta altura, una institución de la era pre-slasher (Michael Myers estaba en pañales y los Freddies y Jasons de este mundo aún no habían afilado sus cuchillas), una de esas películas a las que habría que volver cada tanto como una suerte de baño en las fuentes originales. La historia de Leatherface y la familia más loca de Texas supo tener sus dos secuelas oficiales, y en 2003 le llegó el turno a la ligeramente interesante remake dirigida por Marcus Nispel, con la actuación de una por entonces (casi) desconocida Jessica Biel. Masacre en Texas 3D olvida por completo esa reversión y su posterior “precuela” para ofrecerse como continuación directa del film seminal, del cual pueden verse varios planos en la secuencia de títulos. Poco importa que la protagonista debiera tener entonces unos 39 años y no los 20 del personaje central interpretado por la morocha de ojos gigantes Alexandra Daddario. Poco importa. Nada importa, en realidad. Esta algo enrevesada introducción genealógica viene a cuento: la primera entrega 3D de la franquicia probablemente marque su piso creativo histórico. Típico producto seriado, del tipo chorizo embutido con las sobras del matadero, el film de John Luessenhop parte de un guión escrito a seis manos que ubica en los tiempos de la masacre original a una beba de meses, ¿única? sobreviviente de la sangrienta familia Sawyer y heredera de una mansión con un secreto bien guardado. Por supuesto, ese misterio no es otro que el mismísimo Leatherface, oculto por una tía lejana en el sótano del lugar, dispuesto, fiel a su costumbre, a hacer cachitos de carne de los jóvenes y esbeltos cuerpos de los amigos de la heredera. Palo y a la bolsa, apenas llega la muchachada al lugar el loquito sale con su instrumento y empieza a despanzurrarlos uno por uno, con una total falta de imaginación en la puesta en escena y el uso de los efectos especiales. Si las vueltas de tuerca de la trama apenas si merecen ese nombre, resulta particularmente risible el empeño de los realizadores por intentar algo parecido a la crítica social (corrupción policial, justicia por mano propia), creando asimismo al sheriff más ingenuo y manipulable de la historia del cine. Por cierto, no hay en Masacre en Texas 3D elementos paródicos ni espíritu camp ni nervio gore. Todo es cansino, elemental y predigerido. La carrera de Leatherface está encerrada en un callejón sin salida, pero a pesar de ello los productores ya anuncian una cuarta parte de esta nueva serie. ¿Por qué no dejan a la motosierra y a su dueño descansar en paz?
El de la motosierra revivió La original "Masacre de Texas" de Tobe Hopper, data de 1974. Aquel filme fue realizado con bajo presupuesto y se convirtió rápidamente en uno de los éxitos cinematográficos más importantes de las historias de terror. Nadie que la vio pudo olvidar a la familia que viaja a Texas para ver la tumba de un pariente cercano y es atacada por un grupo familiar caníbal. Por supuesto que hubo remakes, precuelas o como se llamen, desde entonces hasta ahora y para incorporarse a la franquicia se estrena ésta, que retoma al personaje más pequeño de la familia Miller, una niña y la transforma en la heredera de una casona victoriana en la que vivieron sus antepasados. Ella se llama Heather Miller (Alexandra Daddario) y nada que ver con el personaje de la original de Hopper, porque ahora pasaría los cuarenta años y ella se ve rozagante y muy joven. Por supuesto que la heredera se encontrará con el horror de Leatherface (Dan Yeager), el famoso asesino y su aventura ingresará a un universo imprevisible, aunque estará acompañada por un grupo de amigos, que se sabe tendrán un triste destino. TERROR PEDESTRE Con seis películas anteriores, esta "Masacre en Texas 3D. Herencia maldita", se regodea en el terror más pedestre y no abandona la idea central del loco de la motosierra. Eso sí, centra su atención en la linda heredera que se entera que es adoptiva y se propone descubrir algo más sobre lo que se le ocultó y que puede esconderse, como en "El barril de amontillado" de Poe, en las bodegas de la casa. El filme abunda en tomas con cámara subjetiva y a la trama central se agregan subtramas que no cierran totalmente y no siempre motorizan la acción. Su final resulta bastante ambiguo. Una curiosidad. Al desfile de chicas lindas de la película, encabezado por Alessandra Daddario, se suma un chico muy atractivo llamado Carl, que es interpretado por el hijo de Clint Eastwood y un conocido consultor, Keram Malicki Sanchez, especialista en la vida real en cruces de arte y tecnología y que en el filme personifica a Kenny, uno de los amigos de Heather.
HACE FALTA PODAR Han pasado 39 años del estreno de THE TEXAS CHAIN SAW MASSACRE (1974), el impactante film de terror (hoy de culto) dirigido por Tobe Hooper. En todo ese tiempo hubo varias secuelas, remakes y precuelas, pero la nueva entrega de la franquicia, MASACRE EN TEXAS 3D (TEXAS CHAINSAW 3D, 2013), les da la espalda a sus “hermanas” y se presenta como una secuela directa de la original. De hecho, la trama comienza con fragmentos que recuerdan lo sucedido al final de la primera película y avanza un poco más con los hechos: los habitantes del pueblo de Newt, enfurecidos cuando las matanzas salen a la luz, reaccionan incendiando la casa de la desquiciada familia Sawyer, a la que pertenece el asesino Leatherface, fanático de las motosierras, de las máscaras de piel humana y de cortar gente como si fueran carne para milanesas. Sin embargo, no todos los Sawyer mueren después del linchamiento: el linaje continúa vivo en una bebé, que es robada por uno de los pueblerinos que decidieron hacer justicia por mano propia. Los años pasan y la niña, a la que bautizaron Heather (Alexandra Daddario), crece sin saber sobre su pasado, aunque sospechando que hay algo raro y sin sentirse nunca parte de su hogar. Un día, la joven recibe la noticia de la muerte de una abuela a la que no conocía, y así se entera de que es adoptada. Luego del impacto que le produce la noticia, decide viajar junto a sus amigos a Newt, Texas, para recibir su herencia: una casona en medio de una zona despoblada. Allí descubrirá más sobre su identidad y nuevas muertes se producirán. El hecho de que el título original del film haya obviado la palabra “Massacre” no parece menor: si bien se presentan un par de muertes violentas (ninguna que se destaque por su originalidad), MASACRE EN TEXAS 3D es una película que deja con ganas de más. Ni siquiera puede decirse que el guión funcione a modo de excusa para los momentos sangrientos, porque éstos no son tantos ni tan impactantes, y el 3D sólo se justifica por un par de momentos en los que la motosierra sale de la pantalla hacia los espectadores (como era de esperar). La trama es demasiado sencilla, con conflictos muy obvios y elementales (por ejemplo: enfrentamiento entre el sheriff “noble” y el alcalde), y está cargada de tópicos sobre la familia, además de que no existe preocupación alguna por construir los momentos tensos ni por darle peso dramático a los personajes. Tampoco convence la manera en que el film muestra (¡ALERTA DE SPOILERS! ¡ALERTA DE SPOILERS!) a los habitantes de Newt (y especialmente al alcalde) como los verdaderos “monstruos”: este cambio de enfoque lleva a que en el tercer acto el espectador se coloque del lado de Leatherface, quien insólitamente pasa a ser una especie de héroe, algo que va en contra de la esencia del personaje. (¡FIN DE SPOILERS!) Con los años, en el árbol genealógico de la saga hubo ramas de todo tipo, algunas más torcidas que otra. MASACRE EN TEXAS 3D es un vástago pequeño y deforme, que brota hacia el lado incorrecto. Si sus intenciones son seguir creciendo, lo mejor será realizar una sana podada. Quizás aún estamos a tiempo de que aparezcan nuevos brotes, más vigorosos, que le hagan justicia a la semilla plantada por Hooper hace tantos años. Y sino, será mejor tener siempre a mano una motosierra.
Esa pavada de la sangre A veces uno conoce ciertas personas que confirman aquel dicho viejo y berreta que reza: “es un lobo con piel de cordero”. En un sentido ético negativo hablamos de personas feroces que se esconden bajo su disfraz de buena gente, y luego se nos abalanzan con todos su dientes carroñeros porque nosotros poseemos alguna boludez que ellos desean, o tan sólo porque son malos. ¿Qué tiene que ver todo esto con Masacre en Texas? Nada, pero hay tan poco para decir sobre esta pobre película de John Luessenhop que me pareció interesante reflexionar sobre cualquier otra cosa. En fin, más allá del chiste cínico y cool, digamos al menos que hay un lobo con piel de cordero en Masacre en Texas, Heather Miller (Alexandra Daddario), pero en otro sentido. Ella no sabe que es feroz todavía, porque no conoce su identidad, no sabe realmente nada sobre su pasado. Es cuando descubre lo que pasó, que se da cuenta de su destino. Brotará en ella instantáneamente una violencia mórbida y vengativa que está impresa en su alma desde que era un bebé. Esa idea, simple y casi siempre efectiva, es la que merodea en la película de Luessenhop. Pero lamentablemente hay un problema: está contada como el orto. En principio, sucede que tiene dos premisas auto-limitantes que son las causantes principales de las continuas fallas: primero, es una secuela directa de la mítica película de Tobe Hooper, lo cual hace que los múltiples guionistas se preocupen hasta el absurdo por moldear la continuidad que se nota forzada casi siempre. Segundo, es en 3D, lo que significa, entre otras cosas, que tiene que ser pirotécnica, con sangre y motosierras volando. Bueno algo de eso hay, pero no es ni siquiera divertido. Es demasiado obvio que sólo querían cobrar más cara la entrada, ya que no hay una sola escena bien pensada como para justificar un poquito ponerse esos anteojos. Luessenhop continúa con su film, y vemos de nuevo retratada la oscura América profunda que nos mostraba tan bien Hooper, pero aquí superficialmente, con comparaciones obvias como “los chicos lindos y divertidos que llegan de la ciudad en contraposición con los pueblerinos bobos y retrógrados del pequeño pueblo de Newt”. Nuestra niña Heather hereda una casa de una parienta que no conocía: es una mansión enorme, con un sótano muy escondido (adivinen quién está allí). Descubre muy rápidamente que es una Sawyer, más precisamente la primita de Leatherface (el asesino carnicero de humanos de la saga) y que toda su familia fue cruelmente masacrada, y también toma aires de venganza. “Porque la sangre tira”, parece decirnos Luessenhop, subrayando este subtexto cada vez que tiene oportunidad. Esta obviedad de las relaciones familiares entre asesinos de películas famosos y sus víctimas se ha utilizado en muchas de las sagas largas y de culto del cine de terror. Michael Myers siempre ha estado obsesionado, sin demasiadas razones, por matar al último descendiente de su familia, y del mismo modo Jason Voorhes y hasta Fredy Krueger se han peleado o aliado con algún pariente en sus películas. Además de ser cinematográficamente paupérrima, Masacre en Texas todavía pregona esa idea boluda de anteponer la familia incluso ante la moral, como esas madres que realmente hacen lo que sea por sus hijos, aunque sus hijos sean asesinos culpables, corruptos acomodaticios o… Jorge Lanata. ¿Qué hacen los jóvenes que heredan casas? Se van con amigos y arman una fiesta sexy. ¿Qué nos enseñaron las películas de los ochenta? Que van a terminar todos muertos. Bueno, eso pasa en Masacre en Texas, de forma rutinaria y sin clímax. Ni su brusco gore o sus escenas atrevidas aptas para menores apasionan. Para resumirlo: no divierte, y eso está muy mal para algo pensado como mero entretenimiento. Por último digamos que Alexandra Daddario posee una belleza grasa: morocha de ojos celestes, tetas de vedette y actuación tosca prototípica como le exige su papel. La película también es grasa pero fea.
Leatherface volvió a la pantalla, retomando la historia original y con poco que contar. Vamos a aclarar un punto para no chocar desde el principio: Está bien que en las películas de "un-grupo-de-adolescentes-va-a-una-casa-en-medio-de-la-nada" estos jovenes no sean exactamente luminarias de la física, la química y la literatura. Es normal que sean un grupo de cabezas de marihuana que solo piensen en acostarse con alguien, comer papas fritas, fumar y emborracharse. Nos gustaron en muchas películas, y la fórmula parece no agotarse jamás, ya que cada tanto sale alguna película de este estilo que nos roba una hora y media de nuestras vidas y nosotros no nos quejamos. Pero los personajes de La Masacre de Texas 3D no pueden ser más imbéciles. De verdad, no pueden. Y ese es el punto más débil de la película, que la expone como un muestrario de consecuencias sucedidas a un grupo de personas que parecería habérselas buscado, y no por provocar al destino, sino sencillamente por idiotas. Vamos desde el principio. Esta historia omite, de alguna forma, todas las secuelas que tuvo La Masacre de Texas y va directo a la original, de 1974, y hasta nos muestra algunas escenas claves de esa película. Y, en un "guiño brillante", el policía del pueblo se llama Hooper, como Tobe Hooper, el director de La Masacre... original. Allí, en un enganche con esta secuela, muestran como la policía llegó a rodear el hogar de la familia Sawyer/Carson y pidió la rendición de Jed, es decir, Leatherface. Pero a su vez un grupo de civiles también se hace presente para linchar a todos. Superados en número, la policía no puede hacer nada, y todos los Sawyer/Carson son dados por muertos, a excepción de una bebé, que es encontrada más tarde en brazos de su moribunda madre. Ella es tomada por una pareja que no podía tener hijos, y -salvo por una marca en su pecho- deciden comenzar de cero. Le dan el nombre de Heather, y comenzarán a criarla en base a mentiras sobre su identidad, para así darle una vida lo más normal posible. Pero hay algo en la familia que no funciona... El problema es que años más tarde, una joven-adulta Heather (Alexandra Daddario) recibe una carta de su abuela, su abuela de sangre, que le hereda una mansión en Texas. Así sus padres deben contarle la verdad, aunque prefieren omitir la historia detrás. Finalmente, la chica va con tres amigos (y uno que levantaron en la ruta... porque saben que siempre hay que levantar a alguien en la ruta en una proto-road movie de terror) a su nuevo hogar. Pero el hogar venía con una sorpresa: Leatherface. Revelar todos los huecos argumentales de la película sería tirar por la borda a la película en si, contándoles absolutamente todas las "sorpresas" (que de sorpresa no tienen nada, vamos a ser honestos) que puede llegar a tener la cinta. Pero más allá de todos sus defectos, el resultado final es una película de terror que está bien. No resiste una segunda visión, no resiste un análisis post película. Es verla y olvidarse, pero lo que se vió, dentro de todo, tiene algo de dignidad. Mínima. Pero algo al fin.
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Cortada por otra motosierra Las primeras imágenes de la nueva versión de Masacre de Texas son las más impactantes. Aparecen junto con los títulos y replican escenas de la película original de 1974 (estrenada en la Argentina con el título El loco de la motosierra y que hoy puede verse gratis en YouTube). La fotografía de esas escenas reproduce el color saturado de las producciones de bajo presupuesto de la década de 1970 y sugiere que la puesta al día del director John Lussenhop será un tributo al espíritu de aquella obra de Tobe Hopper pionera en el género. Si bien la tonalidad solar permanece unos minutos después de los créditos, el único homenaje visible consiste en llamar Hopper al personaje del primer policía que llega a la casa de la familia caníbal. El resto estará dominada por la estética actual del cine de horror, en la que el cálculo efectista se impone a cualquier aventura narrativa y visual. Masacre de Texas es estrictamente una secuela: empieza en el punto exacto donde terminaba la historia original. El problema es que enseguida se desvía en la dirección menos recomendable. Si El loco de la motosierra se demoraba unos intensos 40 minutos antes de empezar la danza macabra de degollados y descuartizados, ahora ese tiempo se reduce al mínimo, porque el solitario policía no consigue detener la jauría humana que se desata contra los familiares y la casa del psicópata Jed Sawyer. En una muestra de generosidad del casting, el gigante retrasado que usa máscaras de piel humana y ataca con la motosierra, aparece rodeado por una parentela que es exterminada a los tiros y quemada junto con la granja en la que viven. En este punto, se introduce un delirio de tragedia griega: una tía de Jed acaba de ser madre y la beba es salvada de la masacre por una pareja que no puede tener hijos. Muchos años después, esa beba, bautizada Heather Miller, se convierte en una joven que ignora su pasado, pero que casualmente trabaja en la carnicería de un supermercado, hace obras de arte con huesitos y luce como un personaje favorecido de Tim Burton. Como la primera masacre transcurría el 18 de agosto de 1973, no hay forma de que Heather tenga sólo unos 25 años. Así que la película se ve obligada a hacer extrañas contorsiones temporales para no delatar su propia infidelidad. La más obvia: no muestra completa la fecha de la lápida de la madre de Heather. Ese anacronismo inconfeso sería un detalle menor, si la lista de inconsistencias y lugares comunes que presenta la nueva Masacre en Texas no se extendiera a lo largo y a lo ancho de la narración en un catálogo de situaciones y resoluciones previsibles. La libertad y la amoralidad que exhibía la producción de Hopper hace 40 años es reemplazada por un erotismo de baja temperatura y por un revanchismo genético comparado con el cual la Ley del Talión parece un tratado de Derecho Romano.
La trama es calcada a carbónico a casi todas las del género. La ecuación no falla si se trata de un slasher, pero el éxito de la misma va a depender siempre de la mano del director y un guion que entretenga y sea un poco original. Esto último se nos presenta en los primeros 15 minutos donde nos enganchan el fin de la peli original de 1974 de Tobe Hooper, justo cuando Sally escapa y la policía se dirige hacia la casa de la familia. La historia sigue en el presente con Heather , quien se embarca en un viaje con amigos hacia una casona en Texas que heredo de su abuela, para firmar unos papeles, la cual se encuentra en el mismo sitio donde ocurrió el horror cortesía de los Sawyer. Pareciese que el director luego quiso poner su impronta y la historia se lo comió, retomo la misma de una forma tan burda y predecible que hasta podía adivinar con los ojos cerrados todo lo que iba a ocurrir. Un par de tetas y culos por aquí (Tania Raymonde gracias por la magia!), vacios argumentales por allá, un asesino mas tonto que una puerta y una vuelta de tuerca final que era más predecible que la salida del closet de Ricardo Fort. Texas_Chainsaw_3D_Alexandra_Daddario LOS FIAMBRES ESTÁN DE OFERTA Claro que la estrellita es Leatherface. El resto del elenco solo tenía que cumplir y listo. Con excepción de la heroína de turno, la bella Alexandra Daddario (la amiguita de Percy Jackson) quien aún le falta como prota, pero va por buen camino. El resto del reparto navega entre lo aceptable y lo decadente. Como dato anecdótico cabe destacar en los créditos las apariciones de Gunnar Hansen (el Caradecuero del film original), Marilyn Burns (la Sally original), Bill Mosley (Chop Top de la “Masacre de Texas 2″) y un tal Scott Eastwood ( si, el hijo más joven de Clint). MI VIEJO LEATHERFACE YA NO ES LO QUE ERA El punto fuerte de toda película de asesinos seriales que asesinan jóvenes fueron, son y serán las muertes. Ese acto de desprecio por la vida humana que ejecuta el monstruo de turno queda resonando en la pupila del espectador, que con su veredicto aprobará o no su gracia. La trama puede ser tonta, pero la impresionabilidad de los asesinatos es el ancho de espada. Y acá no hay NADA de eso. Muertes más tontas que la misma tontera y gore a cuentagotas. A diferencia de otras películas que utilizan el 3d como otro medio más para narrar ,en este film ni se nota. Solo unos pocos segundos en los títulos y en una que otra muerte. Pero nada más. Es una incógnita porque el director no aprovecho el 3d para introducir más al espectador en la historia. Si bien nunca fue uno de los más queridos y carismáticos psicópatas de la época dorada de los slashers, Leatherface siempre se las ingenio para hacerse un hueco entre el jet set de homicidas y maniacos de película. Su éxito radicó en su entorno, en su familia. Digamos que sin esos enfermos sádicos y caníbales (Sawyers o Hewitts depende las versiones) que lo rodeaban y masacraban púberes, jamás podría haberse convertido en el icono que es. Y aquí en este film la parte esencial de “la familia” no hace presencia en ningún momento. Esos atisbos de sadismo real que nos mostraban los integrantes en los diferentes films acá jamás se hacen escuchar. La familia le daba la realidad necesaria para hacer mas tenebroso el cuento creado por Tobe Hooper. Sin “la familia” no existis Leatherface querido. leatherface3d CONCLUSIÓN Los que van a ver “una de terror” se divertirán un rato, reirán y hasta se asustarán. Pero se olvidarán la película en menos de media hora. Los que aman el terror jamás querrán ver esto nuevamente. Gracias a la dirección de John Luessenhop , una historia que tenia todas las herramientas para construir algo más que interesante, se volvió un licuado de clichés que termina en cualquier cosa, menos en una Masacre de Texas. Facebook2 Twitter4 Google +1 Pinterest Correo electrónico Calificación Alta Peli Décadas más tarde y a cientos de millas de distancia de la masacre original, una joven llamada Heather se entera de que ha heredado una propiedad en Texas de parte de una abuela que nunca supo que tenía. Luego de embarcarse en un viaje con sus amigos para descubrir sus raíces, encuentra que es la única dueña de una espléndida y aislada mansión victoriana. Pero su nueva riqueza viene con un precio, ya que encuentra el horror en los fríos y húmedos sótanos de la casa.
Una vuelta para empezar de nuevo La historia regresa a la versión original a fuerza de citas y clichés, pero consigue su rumbo. El espectador recién iniciado o aquel que no ve más que los estrenos, tal vez no conozca El loco de la motosierra (The Texas Chainsaw Massacre, 1974) de Tobe Hopper. Esa película que cambió para siempre la historia del cine de terror tuvo luego dos secuelas y una remake y algunas desviaciones más. Para quienes sólo hayan visto la remake, la importancia de Leatherface y su familia en la historia del cine resultará nula. La remake se pierde en el montón, no es ni por asomo un clásico. No por nada esta nueva historia que se cuenta en Masacre en Texas 3D intenta ir de lleno hacia la historia original y pasar por alto cualquier secuela. Lo curioso es que a fuerza de citas, juegos, clichés y 3D, la película consigue encontrar su rumbo. Asombrosamente la segunda mitad de la película es mejor que la primera. Y hasta se da el lujo de imitar la vorágine de violencia de la primera, es decir que luego de preparar el terreno comienza la matanza y ya no se detiene más. Claro que no tiene categoría de clásico, pero la presencia de cuatro de los actores del elenco original haciendo pequeños papeles sin duda delata el cariño real por aquel inolvidable clásico. El 3D sirve, como podrán imaginar, para jugar con la motosierra y si se sientan en una fila bien alejada de la pantalla podrán ver como en una escena toda la platea se agacha al mismo tiempo. Aunque derive de la más pura tradición gore y haya escenas terribles, este film homenaje al clásico sin duda es post Tim Burton. O dicho de otra manera: la monstruosidad no está siempre y únicamente en los monstruos. Y a no irse hasta el final de los títulos. Una última escena queda por ver, y vale la pena.
Motosierra a la que no se le acaba la cuerda Además de haber sido en su momento (1974), la producción independiente más redituable de la historia del cine, "La masacre de Texas" de Tobe Hooper no paró nunca de dar dividendos a través de secuelas y remakes que se ocuparon de seguir dándole carne que cortar a la motosierra de Leatherface, todo un ícono para los fans del gore. Justamente uno de los aportes de esta secuela que retoma las cosas en donde quedaban en la última escena del film original es que finalmente logra que Leatherface tenga un comportamiento heroico. La secuencia de créditos es un contundente resumen de los mejores y más crudos momentos del film de Hooper, continuados por un sólido prólogo que también sucede en 1974. Allí se muestra cómo los que rescatan a la única hippie no masacrada se indignan, y tomándo la justicia en sus manos al viejo estilo texano, van y masacran a toda la familia de psicópatas caníbales, sólo dejando viva para darla en adopción a una bebita que crece para convertirse en la sexy Alexandra Daddario, que ajena a su origen y empleada en una carnicería, exhibe un gran talento para cortar filetes. Al enterarse de que es la heredera de una difunta abuela de sangre que no sabía que tenía, la prima de Leatherface no duda en viajar a a Texas con unos amigos juerguistas. Junto a las llaves de una impactante casona, un abogado le da una carta de su abuela con instrucciones especificas que debería leer de inmediato. Sin leer la carta, en cambio se va a comprar comida al pueblo, descuido terrible dado que obviamente Leatherface sigue vivo y motosierra en mano. Y ahora, además de seguir cortando en pedacitos a todo el mundo, quiere vengarse de quienes masacraron a su familia y que encima ya están listos para matar a su prima recién llegada. La trama incoherente incluye toda la gama de bloopers cronológicos (la heroína tiene 20 años, pero la matanza de la que se salvó de bebé ocurrió cuatro décadas atrás) y desopilantes actos estúpidos de casi todos los personajes. De todos modos, esta "Texas Chainsaw 3D" nunca deja de resultar entretenida en su despliegue de ultraviolencia al por mayor con chorritos de sangre tridimensionales. Lógicamente la estrella del 3D es la herramienta de Leatherface, casi siempre filmada para que amenace directamente al espectador, que aun cuando se pueda reír de los derrapes increíbles del guión, sin dudas terminará saltando aterrorizado de su butaca más de una vez por culpa de esta motosierra a la que nunca se le acaba la cuerda.
La sangre brota Quizá la última película del género slasher que tuvo algún interés fue Sangriento San Valentín. La delicia del slasher, acaso más que en ninguna otra categoría de películas que funcionan en serie, es la repetición. Pero esa característica ineludible no puede remitirse sin más a un gruñido familiar, no puede ser solo lo mismo pero con otros actores y con un dispensario de efectos especiales y de maquillaje más o menos renovados. Sangriento San Valentín, del año 2009, aludía en forma directa a aquella pequeña película con estatuto de clásico que apareció en los ochentas y creció de manera subterránea, superando incluso a Martes 13, su antecedente inmediato, en la consideración de los seguidores del género. La remake de marras tenía todo lo que hay que tener, es decir, tenía el despacho de cadáveres reglamentario, tenía chorros de sangre, tenía una dramaturgia simplona, tenía chicas en tetas, tenía la locura como una forma desesperanzada de estar en el mundo. Pero además tenía un aliento virginal que no resultaba del todo risible, incluso a su pesar. Carecía de guiños piolas, renegaba de los vericuetos barrocos que pudieran darle un espesor extra –la ola que trae retazos de lo antiguo y lo incorpora para ser leído, como capas geológicas, dentro de la historia del género–; no estaba interesada tampoco en exhibir una marca actual demasiado definida, que la inscribiera en un aquí y ahora reconocible: en suma, no era inteligente. Ni pretendía serlo. Masacre en Texas: Herencia maldita parece querer cubrir su insolvencia en materia de slasher puro y duro acumulando varias de las taras mencionadas. La película pide a gritos ser relacionada con el mítico espectáculo sangriento montado por Tobe Hooper en los años convulsos de principios de la década del setenta, con la palabra herencia incluida en el título en castellano y todo, pero resulta un ejemplo desmejorado del género, algo así como una baratija pagada de sí misma, que empalidece frente al original por querer acercársele con argumentos espurios. Masacre en Texas: Herencia maldita no tiene mejor idea que inventar en el guión la filiación dudosa que reclama. Según se explica, la protagonista es la última descendiente de aquella familia de locos de la película de Hooper. Con ese manotazo como premisa, el director y su ejército de guionistas pergeñan una remake por lo menos absurda, que tiene muy poco que decir en el terreno del slasher. Hay que admitir que a lo mejor en verdad había poco para decir, pero lo que se advierte claramente es que este objeto rutinario amparado en una marca prestigiosa se desespera en vano por encontrar un toque contemporáneo que opere a modo de justificación. La película repasa con prolijidad el inventario que le da origen y produce de paso un amague de actualidad de poca monta, donde los policías corruptos son otra cara del horror que se cuece en las entrañas del hogar. Masacre en Texas: Herencia maldita despliega un arsenal de sustos de baja intensidad y falla en su intento por aportar un gramo de novedad al conjunto que nadie estaba necesitando: la película es un ejemplo perfecto de cine sin alma, en el que cada película parece funcionar como recordatorio de su automatismo y falta de frescura. Este es el verdadero cine de zombies.
Alexandra Daddario, la joven protagonista de Texas Chainsaw 3D, tiene 27 años. Enfatizo la edad porque el cine nos ha enseñado que actrices más grandes perfectamente pueden interpretar a adolescentes o jóvenes adultas. Para seguir el juego propongamos todo lo contrario, que esta bella muchacha de 27 años se ponga en la piel de una mujer madura de 40 años pero sin ningún tipo de maquillaje. ¿Sería posible? Desde luego que no, pero algo así proponen los realizadores de esta nueva Masacre de Texas, que retoma la acción ni bien finaliza la primera -1974, se aclara-, cuando Heather era apenas una bebé. Para que la idea tuviera algún tipo de lógica, la película tendría que estar ambientada, como mucho, a comienzos de la década del 2000. No sería difícil de lograr, porque con una ambientación en casas antiguas, en un pueblo tejano donde todavía se usa sombrero de vaquero y en el que el principal antagonista emplea como arma una motosierra, sería fácilmente transportable a casi 15 años atrás. De esta forma tendría sentido también que el sheriff del lugar o el alcalde, hombres maduros en los eventos que se recrean de la primera parte, tengan la edad y cargos que tienen, y no los 80 años que deberían tener. Es la pereza total y absoluta la que justifica que este tipo de absurdos tengan lugar. Una única escena es indicadora de temporalidad, cuando un oficial de policía transmite en vivo y en directo a través de su iPhone lo que ocurre. ¿Hacía falta ceder la coherencia de una película completa sólo para utilizar ese recurso burdo? Del mismo modo habría que preguntarse el motivo por el cual incluir un amorío entre el novio de la protagonista y la mejor amiga de esta, dedicarle algunas escenas para desarrollarlo, finalmente concretar el acto y que, después de todo, la engañada nunca se entere del engaño. ¿Era para la platea? ¿Querían mostrar que Tanya Raymonde tenía algo más para ofrecer que lo que se veía en Lost? Se supondría que tratándose de una producción de enorme presupuesto, en comparación a la película que con mínimos recursos financieros ayudó a fundar el slasher, habría un cuidado mayor en no cometer estos descuidos, a sabiendas de que las opiniones negativas están al caer por ser de movida una secuela innecesaria. Si de alguna forma se logra ignorar todo lo mencionado arriba y trabajar en torno a los aciertos de la película, podría destacarse que tuvo algunas ideas correctas que perdió de a poco. En los avances se escuchaba la apropiada The Beast in Me de Johnny Cash –cualquier cosa mejora por diez gracias a él- y se evidenciaba una vuelta a los orígenes. La misma es parcial, ya que si bien se abraza el concepto inaugural de Tobe Hooper, de a poco se lo va soltando para caer en los peores aspectos de la pornotortura actual. Siempre valoré la pureza de la de 1974 y esta en principio sigue sus pasos, de hecho recrea el tiempo de la primera con un comienzo que es lo más sólido de la película, pero acaba por desviarse hacia terrenos harto conocidos. Los jóvenes caen rápido, sin vueltas, y hasta hay una conversión de Leatherface en un anti-héroe víctima de su entorno. Poco y nada más logra salvarse de esta fallida producción una vez que entra en piloto automático y le exige a la audiencia que haga más y más concesiones. Probablemente sea mejor no pensar, sino acabarán inmersos en un loop de cuestionamientos sobre las decisiones del sheriff hacia el final, la revelación del joven policía -sin sentido para lo que acaba sucediendo-, la supervivencia del asesino de la motosierra por tres semanas sin que alguien le deje comida en la puerta y, lamentablemente, mucho más.
La motosierra eterna El terror, el morbo y el sadismo salen a flote en esta nueva versión de "Masacre en Texas", que tiene el plus de exhibirse en 3D. Pero, lo que es mejor, aplica esa tecnología sólo en pequeñas dosis, lo que le suma sorpresa a la saga. La historia parte de donde quedó la producción original de 1974, dirigida por Tobe Hooper, y desconociendo las otras secuelas. Los perversos vecinos de Next (Texas) incendiaban la vivienda de los Sawyer, y quedaría viva sólo la beba Heather, que ahora es una bebota descomunal y tiene la herencia maldita de la familia. Salvo el error del director de no darle a Heather la edad que le corresponde, ya que en esta película tiene algo más de 20 años y debería tener casi 40, esta saga tiene la virtud de llevar de las narices al espectador. La muchacha va con sus amigos en busca de sus orígenes, y se encuentra con una mansión plagada de misterios. Y mientras sus amigos tienen en mente vivir una fiesta inolvidable (para lo que se buscó muchachos musculosos y mujeres más que atractivas) se encontrarán con alguien que sólo quiere matar: Leatherface, el hombre de la motosierra con una máscara humana. A partir de aquí se sucederán los crímenes en cadena, con cuerpos mutilados, sangre en abundancia, y una trama que profundiza más en dejar todo acomodado para otra saga más que en hacer hincapié en los vínculos de los personajes. La actuación de Daddario es poco convincente y no se explotó tanto la personalidad de Leatherface, aunque al menos muestra un gesto de amor familiar. Los guiños a la película de 1974, con la actuación de, entre otros, Gunnar Hansen, que dio vida a la criatura asesina en el primer filme, son perlitas para fans. La historia queda abierta y la motosierra sigue encendida.
Han sido muy fuertes las décadas del ‘70 y del ‘80 en materia de cine de terror. Hubo muy buenos exponentes, pero en el género comenzó a suceder que los personajes a temer se “comían” el guión y pasaban a ser más importantes. Villanos como Jason con todas las “Martes 13”, Michael Myers con todas las “Halloween”, y Freddy Krueger con las “Pesadilla en lo profundo de la noche” son algunos de los exponentes. Sagas interminables en las cuales se buscaba mucha sangre producida por muertes insólitas, luego de persecuciones aún más insólitas. Así se construyó el género como industria, con el juego del gato y el ratón, sumado a historias de asesinos de pasado sórdido que una vez conocido por el espectador cerraba el círculo argumental y justificaba las crueles matanzas. Claro, la literatura era cada vez más endeble, y así asistimos a funciones en donde Jason iba al espacio, por ejemplo. En pocas palabras, se fueron de mambo. Por cierto, estos asesinos jamás morían. Tenían el síndrome de Terminator. Les daban y les daban, pero volvían a la vida para seguir mutilando cuerpos, por lo general de chicas y chicos jóvenes que así comenzaban la carrera de actuación en Hollywoo,. muriendo en alguna de terror ochentoso, pregúntenle si no a Jamie Lee curtis, Kevin Bacon o Crispin Glover. Otro de estos terribles asesinos era Leatherface (cara de cuero) que apareció en “La masacre de Texas” (1974), de Tobe Hooper. El loquito iba vestido con una máscara hecha de piel y una motosierra para cercenar cuanta extremidad humana encontrara por ahí y así darle de comer a su familia caníbal. Un encanto de tipo. Por supuesto que esta brutalidad vista en 1974 le paró el corazón a más de uno. “La masacre de Texas” fue prohibida en varios países por su violencia extrema y el terror que provocaba. Hoy, claro, no asusta a nadie, lo cual me lleva a las preguntas: ¿por qué y para qué hicieron “Masacre de Texas: Herencia maldita”? La fórmula aplicada es exactamente la misma, pero con cámaras digitales y quizás mejores efectos. Levanta el argumento de hace casi cuarenta años y lo continúa desde allí. Luego hay una elipsis y nos situamos 20 años después de los acontecimientos de la original. Vemos a Heather (Alexandra Daddario) recibir en herencia esta casa infernal. Digamos que es el último orejón del tarro de la familia Sawyer, como la actriz es increíblemente bella uno se pregunta a quién habrá salido, porque, créame, nadie de los Sawyer vistos en los ‘70 tiene esos genes. Ella y sus amigos van a la casa que dejó la abuela a ver qué onda presenta, aunque parece no estar tan deshabitada. El sheriff (y todo el pueblo), de poca simpatía por esta familia; vaya a saber por qué, anda husmeando todo el tiempo. Algo va a pasar. Todo aquello que el espectador sospeche, va a pasar sin vueltas de tuerca ni sorpresa. Igual que en 1974, sólo que en esa época, funcionaba bien.
Para el público fascinado con el terror, una vuelta de tuerca a una tradición legendaria, el de la sierra implacable de pilas eternas. Sangrienta del principio al fin y una historia de familia maldita, con sus últimos descendientes. Desde 1974 a hoy, la cosecha de victimas nunca termina…
No cabe duda de que el género del terror (más bien del horror, porque aquí las imágenes impactan en lugar de temerse) se ve bastante beneficiado por el 3D, especialmente cuando apela a la truculencia. Es extraño que esta nueva versión de El loco de la motosierra sea, a pesar de ello, mucho menos efectiva que la original de principios de los años 70, donde solo el sonido y el maquillaje quebraban al espectador. Funciona a veces, algunos horrores impactan y asusta mientras la luz esté apagada.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
Publicada en la edición digital Nº 6 de la revista.
"Los ídolos nunca mueren" Difícilmente haya otro icono del cine de terror tan versátil e importante como Leatherface, capaz de reinventarse con éxito tantas veces en la pantalla grande. Si analizamos bien la situación, la respuesta más lógica que encontramos es que Leatherface es el padre del slasher, ese subgénero tan importante dentro del cine de terror y por lo tanto el público todavía lo sigue respetando y valorando como tal pese a los años y todos los personajes que vinieron después. Cuando en 1974 Tobe Hooper estrenaba “The Texas Chainsaw Massacre” le estaba regalando a los espectadores una imagen tan escalofriante como adictiva: La de un loco asesino corriendo a su víctima con una motosierra y una máscara hecha con la piel de sus anteriores victimas. Todo lo demás, si bien era interesante y original (familia devenida en caníbales por la desolación y el abandono de un pueblo y adolescentes indefensos en peligro) no llegaba a generar el mismo impacto que esa imagen, imborrable para nuestros ojos y marcada a fuego en nuestros recuerdos más terroríficos. Si por esas cosas de la vida sos uno de esos bichos raros que nunca vio la primera película original de “La Masacre de Texas”, hacelo cuanto antes y comprobalo vos mismo: La primera aparición de Leatherface sigue siendo igual de escalofriante y aterradora hasta el día de hoy. Por eso quiero empezar a destacar este trabajo de John Luessenhop, ya que si bien no está a la altura de otras películas más recientes hechas con este personaje (La de Marcus Nispel en el 2004 y la de Johahtan Liebesman en el 2006 me parecieron geniales), cumple con lo necesario para ser un producto digno de ser disfrutado por los fanáticos de esta saga. De hecho, lo que convierte a este film en algo interesante y entretenido es que se trata de una secuela directa del clásico de 1974 que abre una ventana de nuevas posibilidades concretas para seguir explotando la saga por un camino diferente. Con títulos iniciales que contienen algunas escenas de la película original, un argumento que instantáneamente te obliga a (por lo menos) echarle un nuevo vistazo a ese clásico, mucha sangre, muchos guiños (incluso el gran Gunnar Hansen tiene un papel clave) y mucho protagonismo de su estrella principal, (el gran Leatherface), “Masacre en Texas 3-D” es una propuesta más que decente. Recordemos que el mismo Hooper dirigió una secuela en 1986, la cual fue muy bastardeada por la prensa y ciertos fanáticos de la saga. Lo que hicieron los guionistas de “Masacre en Texas 3-D” fue tomar el final de la original y deslizarlo de forma cuidada y respetuosa hasta los tiempos que corren para cargarla de personajes bastante simplones y payasos que terminan siendo de lo peorcito del film. Nuevamente estos personajes ridículos, que los guionistas se empecinan por poner en las películas de este subgénero, van convirtiendo a medida que avanza el relato a nuestro asesino en un verdadero justiciero. Atención que el 3-D vale la pena, ya que Leatherface te tira de todo con tal de dejarte bien en claro quién fue, es y seguirá siendo el más capo del barrio cuando en materia de slasher se trata. Y por eso hay que recomendar “Masacre en Texas” que, pese a todas sus falencias y errores, sirve para demostrar una vez más que la locura por el asesino de la motosierra no morirá jamás.