Imperdible producción para disfrutar a pleno en pantalla grande. El cuento es muy sentimental, inocente y bello, con un desenlace que llega al corazón. La diversión está a la orden del día, logrando....
La primera "Paddington" sorprendió. Para los amantes de los números, costó unos 55 millones de dólares y recaudó globalmente, arriba de 250. Era previsible que se viniera una secuela. Lo cual, a priori, me generaba dudas en cuanto a su calidad. "Paddington" era un film familiar, sensible, profundo y con un sentido estético pocas veces visto en el género. Digamos que el listón era bastante alto, y pensar una historia atractiva para continuar y establecer la franquicia, se mostraba como un desafío de fuste. Sin embargo, el director Paul King se animó a escribir un capítulo 2 de las aventuras del oso adoptado por una familia londinense y sólo quedó entonces armar un cast a la altura de las circunstancias. Los mejores actores británicos forman parte del proyecto. Encontraremos desde actuaciones tiernas y simpáticas (Brian Gleeson, Sally Hawkins, Hugh Grant son los puntos más altos, sin dudas) hasta un standard de animación que derrocha creatividad, "Paddington 2", se ofrece como un producto de calidad que consolida la historia del protagonista, ofreciendo a su público, una aventura divertida dentro del habitual marco inglés, que caracteriza el tono del personaje. En esta oportunidad, ya sabemos que Paddington vive muy bien en la casa de los Brown en Windsor Gardens. Está muy integrado a la familia (aunque algunos vecinos lo miran con recelo) y realiza sus rondas tratando de insertarse laboralmente. El está decidido a enviarle un regalo a su tía Lucy en su centésimo cumpleaños, y por esas cosas del destino, da con un libro que podría ser el regalo perfecto. Ese increíble ejemplar, es una de esas obras que cuando las páginas se pasan, se va armando un escenario 3 D que muestra un mapa vivo de los lugares más emblemáticos de Londres. Porque acordemos, acá Paddington brilla porque muestra mucho de una de las capitales más importantes del mundo. El osito decíamos se enamorará de dicho libro y ahorrará para comprarlo y regalarlo. Sin embargo, alguien más dará cuenta del mismo, y lo robará porque podría ser una guía para descubrir un tesoro inconmensurable que podría ser la salvación para alquien que tiene problemas económicos. Paddington hace todo bien. Hasta cuando le sale mal. Es un personaje encantador y el entorno en el cual lo ubican le da al film una textura maravillosa. Es un cinta familiar, pero ofrece una buen historia, con excelentes intérpretes y un desarrollo luminoso (toda la secuencia de la prisión es increíble, de principio a fin). Hasta ahora, es el mejor film animado del año (si, ví "Coco" y Paddington 2 es superior, créanme). No deberían perderselo.
El oso más amoroso. Las aventuras del adorable oso Paddington, devorador compulsivo de sándwiches de mermelada y nacido en 1958 de la imaginación del recientemente desaparecido escritor inglés Michael Bond, han movido a generaciones de niños alrededor del mundo. En 1975, el personaje inspiró una famosa serie inglesa en la que participó Joel Grey (el conocido presentador de la exitosa Cabaret), aunque las nuevas generaciones lo conocen gracias a que el guionista y director Paul King se apoderó de ella y dio a luz, en 2014, a la película animada, simplemente titulada Paddington. El éxito fue inmediato y la secuela estaba cantada. En esta ocasión contando con algo más de presupuesto y un elenco de los de quitarse el sombrero (en el film participa la flor y nata de la escena británica, bien sea aportando voz o físico, con nombres de experiencia más que contrastada como Michael Gambon, Hugh Grant, Imelda Staunton, Sally Hawkins, Julie Walters, Jim Broadbent o Brendan Gleeson), estamos ante un entretenidísimo film familiar en el que su hora y tres cuartos de duración se pasan como un suspiro. Bien sea por la estupenda labor llevada a cabo por el equipo de efectos especiales, gracias a los que seguimos las aventuras de la bola peluda como si fuera un personaje real y casi no nos damos cuenta de que está creado a partir de imágenes por ordenador o bien por un guion que no da respiro al espectador, la crítica ha sido unánime a la hora de ensalzar una propuesta recomendable desde ya. Para que luego digan que segundas partes nunca fueron buenas. Se nota la mano, o mejor dicho, la pluma de Simon Farnaby, quien ya dio muestras de su talento en guiones como los de Mindhorn o las series de televisión británicas Blunder o The Persuasionists, y que aquí forma una fantástica dupla con el director, quien también ejerce labores de guionista. A destacar sobre todo los brillantes y muy divertidos diálogos y esos majestuosos monólogos brindados al villano de la función, un Hugh Grant que ya demostró su irreprochable vis cómica en Florence Foster Jenkins y cuyo rol aquí le permite erigirse como un auténtico master de las caracterizaciones mientras se burla sin piedad alguna de los estigmas de las celebridades (ojo a su momento “religioso”, sencillamente tronchante). A diferencia de la película anterior, que tenía una vis cómica más enfocada al público infantil y parecía un ensamble de sketches sin articulación alguna, Paddington 2 luce como una historia más orgánica y dinámica que también provocará la risa de los adultos, incluso en los puntuales momentos de slapstick, como los que tienen lugar cuando el héroe de la función se tiene que ganar la vida bien como barbero o bien como limpiador de ventanas. La trama argumental se inicia con algunas secuencias en que notas al protagonista totalmente adaptado a su vida inglesa, saludando con amabilidad a sus vecinos y desplazándose a su manera por la ciudad. Luego se nos plantea el detonante del conflicto: se acerca el cumpleaños de la tía Lucy, la misma que le salvó la vida y se encargó de criarlo, Paddington desea hacerle un regalo muy especial: un deslumbrante libro pop-up que muestra los lugares más representativos de Londres, pero es demasiado caro. Así que se tiene que poner a buscar trabajo para poder ahorrar. Sin embargo, cuando ya ha reunido la cantidad suficiente para hacerse con él, alguien roba el ejemplar y la policía le culpará, acabando con sus huesos en la cárcel. La gracia del conjunto está en la capacidad de los creadores en dejar el suficiente espacio entre comedia y escenas de acción para mostrar la esencia del libro original y así dejar muy claro el mensaje a la audiencia: la importancia de la inclusión en nuestra sociedad en cuestiones de raza y género, que no se rija bajo estigmas y además sea respetuosa con las diferencias, de tal manera que uno pueda desarrollarse y llegar a ser uno mismo.
Una pequeña obra maestra. El oso Paddington es un personaje literario de enorme popularidad en Gran Bretaña. Su autor, Michael Bond, publicó el primer libro protagonizado por este personaje en 1958. Se inspiró en un oso de peluche que le compró a su esposa en la estación Paddington, de allí el nombre que lleva el oso. La fama del personaje se volvió mundial y sus libros se tradujeron a más de treinta idiomas, vendiendo millones de ejemplares en todo el planeta. Para la cultura inglesa, Paddington es todo un ícono, teniendo incluso una estatua además del famoso vestuario de la mayoría de los muñecos consistente en un abrigo azul y sombrero rojo. La fama del personaje aumentó y tuvo sus series animadas en televisión, pero su fama se volvió aun más universal con la realización de una gran película en el año 2014. Paddington 2, obviamente, es la secuela de aquel titulo. La sorpresa es que si aquel título era muy bueno, esta nueva entrega es simplemente extraordinaria. El famoso oso de origen peruano ya se ha integrado a la familia Brown y es respetado y querido en el barrio de Windsor Gardens. Al visitar la tienda de antigüedades del Sr. Gruber descubrirá un deslumbrante libro pop-up. Paddington desea regalarle el libro a su tía Lucy y para poder comprarlo se dedica a hacer todo tipo de trabajos. Cuando el libro es sorpresivamente robado, una serie de equívocos provoca que Paddington sea el principal sospechoso. Antes y después de este suceso, la película despliega una serie de memorables gags a la altura de los grandes comediantes de la historia del cine. Y aunque el oso sea digital, no deja de ser un personaje desopilante. La voz del oso está a cargo de Ben Whishaw y al tratarse de una película con tantos actores extraordinarios la recomendación es que el público adolescente y adulto intente ver la película en su idioma original. Los matices de acentos que la película tiene son particularmente sofisticados y divertidos. En esta comedia alocada –no exenta de emoción, además- hay algo tan refrescante e inusual, tan antiguo y fuera de moda que termina resultando más descontracturada y menos temerosa que el cine familiar actual. Los chistes son muy graciosos, las escenas son muy espectaculares, las actuaciones son todas brillantes y todo eso está antes que las preocupaciones ideológicas o terrores de incorrección política que están llevando al cine a un lugar sin arte. Los chicos no son tontos, pueden seguir una trama sin que les estén bajando línea a cada minuto, y además, ni hay que aclararlo, la historia no deja de ser positiva y llena de humanidad. Lo que no tiene Paddington es miedo a la libertad y la creatividad, y eso se nota en todas y cada una de sus escenas. Cuando un personaje se convierte en una franquicia de éxito asegurado, cuando no hay riesgo de fracasar en taquilla, es igual de difícil hacer una película mala que una película excelente (siempre y cuando haya talento disponible, claro). Nada obligaba al director, los productores, los guionistas, los actores y todo el equipo a realizar una obra fuera de serie. Nada excepto la ética del artista. ¿Si puedo hacer la mejor película posible, porque no habría de hacerlo? Muchos de los que hacen cine para grandes y chicos deberían recordar que el éxito asegurado no es una autorización para subestimar a los espectadores. Paddington 2 no es solo una buena película, es una pequeña obra maestra. Su ritmo narrativo, su acción, sus ideas visuales, su dirección de arte, su vestuario, todo está a un nivel inusual. Y uno de los elencos británicos más impactantes del cine actual se reúne para festejar al personaje. Actores premiados en cine y televisión, absolutas estrellas se entregan a esta fiesta. Particularmente memorable la actuación de Hugh Grant como el actor villano del film, lo suyo es maravilloso. Pero la lista es mayor: Michael Gambon, Imelda Staunton y Ben Whishaw (las voces de los osos), Hugh Bonneville, Sally Hawkins, Julie Walters, Jim Broadbent, Tom Conti, Peter Capaldi, Noah Taylor, Nicholas Woodeson, Richard Ayoade, Simon Farnaby y para cerrar en algún lugar la lista, el protagonista de todas las inolvidables escenas en la cárcel, Brendan Gleeson, otra actuación maravillosa. No es todo lo mismo, no da igual una tontería mediocre para pasar el rato que una película de esta calidad. Hacer comedia física es más complicado de lo que parece, conseguir una verdadera locura digna del cine mudo o de Jerry Lewis es un diamante que no debe dejarse pasar. Paddington 2 es una de las sorpresas del año, una de esas películas que le alegran el día a cualquiera. Sin golpes bajos, ni vueltas de tuerca efectistas, sin otro arte que el de saber hacer cine original y sin tanta especulación. El resultado está a la vista.
Paddington, el entrañable oso parlante con buenas modales y educación, vestido siempre con abrigo azul, un sombrero rojo y su maleta, creado por Michael Bond desde 1958 y que se convirtió en personaje clave de la literatura infantil británica, ya nos sorprendió en 2014 en su primera aventura cinematográfica. Ahora vuelve en esta secuela con un cautivador relato, derrochando encanto y sensibilidad, con una apuesta visual que combina ingeniosamente la técnica del Libro pop-up con la animación y entorno real, sumado a un sutil llamado a la tolerancia y los buenos modales. Paddington ya es un miembro importante y respetado de la sociedad y la familia Brown. Pero la elección de un obsequio para el cumpleaños de su querida tía Lucy lo embarcará en una aventura que lo llevara a la cárcel, incriminado falsamente por un actor en decadencia -Hugh Grant-, y su lucha y la de la familia Brown por probar su inocencia y limpiar su nombre. La maravillosa integración del pop-up, en la que Londres cobra vida como una extensión del libro, con el personaje animado y los efectos digitales en la imagen real no solo establecen el marco ideal para cautivar al espectador, si no que contribuyen a humanizar mas a Paddington, dan fluidez a una historia divertida, de naturaleza clásica y previsible, pero que conserva el sentido de la maravilla, la inocencia y la aventura de la anterior, y hasta se da lugar para homenajear con sus técnicas y gags a Mélies, Chaplin, Buster Keaton y otros pioneros de la comedia. Los exquisitos modales de lord, su generosidad, ingenuidad, honestidad y humor ingles, que aportan dulzura sin caer en el sentimentalismo, vuelven entrañable a este oso que junto a un elenco de nivel encabezado por Hugh Grant, componiendo con grandes dosis de ironía y auto parodia al villano de turno, un actor de capa caída y egocéntrico que dialoga con los maniquíes, acompañado de Brendan Gleeson, Sally Hawkins y Julie Walters, consiguen retener las virtudes de su predecesora y narrar una historia tierna y divertida. Paddington destaca el valor de la inocencia, los buenos modales y la trascendencia de las relaciones familiares, en una película que cautiva a niños y adultos por igual gracias a las andanzas y carisma de su protagonista, su brillante propuesta visual y perspicaces homenajes a maestros de la comedia.
Paddington 2: El regreso del oso maravilloso. Con el mismo espíritu de su antecesora, esta secuela ahonda en el sentido de la familia y las travesuras del tierno y más famoso oso peruano (con acento británico). Para los neófitos y los que piensan que los británicos son solo colonizadores de las Islas Malvinas, el Oso Paddington es uno de los íconos culturales más famoso de Gran Bretaña, ahí junto a Doctor Who y James Bond; precisa e irónicamente, el apellido del creador de este simpático personajes es también Bond, pero de nombre Michael. Este escritor vio en una tienda cerca de la estación Paddington a un oso de peluche y decidió que era un buen regalo de Navidad para su esposa. Esto en 1956. Para 1958 ya había escrito el primer cuento infantil con el antropomorfo ser llamado “A bear called Paddington (Un oso llamado Paddington)”. Las historias cuentan las desventuras de un oso peruano amante de la mermelada que llega a Londres y la familia Brown lo adopta como parte de la “manada”. Sí, el oso se llama igual que la estación de trenes londinense, ya que el mismo animalejo expresa que su nombre peruano es “impronunciable”. Finalmente, y luego que sus libros se han traducido a 30 idiomas y se han vendido más de 30 millones de copias alrededor del mundo, Paddington llega al cine en 2014 de la mano del realizador Paul King, contando la historia de origen y la llegada del osito a la familia Brown y a Londres. EL film se catalogó como “La película familiar no estadounidense más exitosa de todos los tiempos”. Pues bien, luego de varios años tenemos la secuela de las aventuras del oso más querido ya, de todo el mundo, con grandes cambios pero manteniendo el espíritu de la original, lo que la hace aún mejor, sin tocar la “fórmula ganadora”: Paddington, que ya está felizmente integrado y vive con la familia Brown, se ha convertido además en un miembro muy popular de la comunidad de Windsor Gardens. En la tienda de antigüedades de Mr. Gruber descubrirá un maravilloso libro. Como se trata del regalo perfecto para el cumpleaños de la tía Lucy que celebra su cumpleaños número 100, Paddington decidirá realizar una serie de extraños trabajos para poder comprarlo. Pero todo se complicará cuando el libro sea robado, y Paddington tenga entonces que detener al ladrón con la ayuda de los Brown. No solo la familia Brown ha cambiado, también el mundo, y como si de una metáfora de la inmigración se tratase, Paddington 2 nos viene a replantear la manera que vivimos cuando un extraño llega a nuestro país, a nuestra familia. ¿Lo vemos como amigo? ¿Lo vemos como amenaza? Lamentablemente Paddingotn debe sufrir el cruel destino de los prejuicios y es encarcelado injustamente, pero sus buenos modales, su ternura y las enseñanzas de Tía Lucy logran modificar no solo el comportamiento de sus más cercanos, sino también de sus compañeros en la cárcel, algo impensado en la realidad, pero sostenible desde el mundo de fantasía, aunque sociológico y filosófico. La familia Brown está intacta (si hablamos del cast) y perfecta como siempre. Seguro la mejor adición al elenco (además de Brendan Gleeson) sea el villano de turno: Phenix Buchanan, un actor venido a menos que critica a su estirpe ya desde el solo andar y hablar, interpretado por un, cada vez más imprescindible, Hugh Grant. Las facetas psicóticas de Buchanan son una delicia para el espectador adulto, así como la referencia inequívoca a Charles Chaplin en una escena en particular por parte de Paddington y algún que otro homenaje a una película reciente que tiene como protagonista a la mamá Brown, quizás intencional, quizás no. Toda la cinematografía y la simetría de colores es particularmente fascinante y mejor construida que en su antecesora, dicho esto, Paddington 2 la supera ampliamente y las críticas internacionales no se equivocaron. Quiénes no se equivocaron tampoco fueron los encargados de pedir a nuestro Nicolás Vazquez que doblara al castellano la voz de Paddington: si bien fui con bastante recelo a la proyección (ya que prefiero ver las cintas con las voces originales), debo decir que, nuevamente, el actor argentino no defrauda y le da la impronta necesaria a Paddington para ser ese tierno peludo que no deja de hacer travesuras, pero que todo le sale bien. ¿Saben por qué? Porque lo hace desde el corazón.
Como un integrante más de la familia Brown, el oso Paddington es estimado y bien considerado dentro de una pequeña comunidad en un barrio céntrico de Londres. Con motivo del centenario cumpleaños de su tía Lucy, el adorable plantígrado dará con el regalo perfecto en la tienda de antigüedades: un viejo libro animado sobre Londres. Pero no todo será tan sencillo como parece en un principio y deberá realizar una serie de trabajos disparatados a fin de obtener el dinero para hacerse del valioso presente. Para desdicha del protagonista, sorpresivamente el ejemplar libro será robado al tiempo que él será injustamente acusado de ladrón. A fin de hallar al culpable y limpiar su nombre, la familia Brown junto a Paddington y sus amigos se embarcarán en una serie de aventuras para hallar al culpable y recuperar el obsequio para tía Lucy. Como si se tratara de páginas que emergen del mismo libro que encuentra Paddington, el cuento se desarrolla en una Londres deliciosamente puntillista, casi dibujada. La película despliega con igual destreza secuencias de acción, escenas de golpes y porrazos, e incluso pequeños interludios musicales. En una evidente admiración por el propio cine como arte, la cinta incluye con eficacia citas a reconocidos maestros de la comicidad: el Chaplin de “Tiempos modernos”, el Keaton de los trenes, el Tatí de la cotidianeidad del barrio y el humor británico de la mejor época. La técnica cinematográfica de combinar actores reales con un personaje animado resulta en un producto exquisito sin por ello perder sensibilidad y verosimilitud en cada una de las escenas. El carácter afable e inocente del oso Paddington, con toda la espontánea ingenuidad que puede tener un animal no atado a humanas convenciones sociales, logra fácilmente generar dulzura y empatía sin recaer en el sentimentalismo simplón. El film triunfa en la imaginación con que construye cada momento, siendo su ajustada narrativa y exquisita técnica el medio para conseguir un producto gratamente no habitual en el género. (M.S.)
Otro cuento maravillOSO El pequeño oso fanático de la mermelada de naranja creado por el autor infantil Michael Bond hace casi 60 años vuelve a la gran pantalla con una nueva historia que promete superar el éxito a nivel mundial de su primera película de 2014. Ingenuo y algo torpe pero muy querible, Paddington (Ben Whishaw) está de vuelta para hacernos reír, divertirnos y también emocionarnos con su nueva aventura para toda la familia. En esta secuela, veremos al joven oso del Perú ya asentado en la casa de los Brown, en el pequeño barrio londinense de Windsor Garden, donde es tratado como un miembro más de la familia y muy apreciado por sus vecinos. Cuando el cumpleaños de su tía Lucy (Imelda Staunton) se acerca, Paddington decide juntar dinero para obsequiarle un libro plegable de la ciudad de Londres que descubre en la tienda de antigüedades del señor Gruber (Jim Broadbent) y para eso lo veremos realizar diversos trabajos como ayudante en una peluquería o limpiador de ventanas, en donde su torpeza será la protagonista. Sin embargo, todo cambiará para el oso cuando el libro, que oculta gran tesoro, es robado de la tienda y por un infortunio es declarado culpable y llevado a prisión. A partir de allí, Paddington intentará adaptarse a la vida en la cárcel mientras lo atormenta el miedo de perder todo lo que había conseguido hasta ese momento. Por su parte, los Brown lucharán para demostrar la inocencia del oso. Al ya maravilloso elenco que había participado en la primer entrega conformado por Hugh Bonneville, Sally Hawkinsse, Julie Walters, Jim Broadbent y Peter Capaldi, se suma el reconocido actor Hugh Grant interpretando al villano Phoenix Buchanan, un artista venido a menos con la ambición de encontrar el tesoro que esconde el libro, y Brendan Gleeson como Knuckles, el chef de la prisión. Si en la primera entrega se pudo apreciar cierta evocación por parte del director Paul King al cine de Wes Anderson, en esta ocasión esto se ve aún más explícito en los encuadres, la simetría, la paleta de colores y sobre todo en las escenas dentro de la cárcel que hacen recordar al, hasta ahora último film de Anderson, El Gran Hotel Budapest (The Grand Budapest Hotel, 2014) También hay que destacar el uso del CGI para la creación de Paddington que lo hace muy realista hasta el último detalle, superando al trabajo realizado por muchas grandes producciones de Hollywood. Si hay algo criticable de este film es su previsibilidad en algunas escenas, aún más que en su antecesora, pero al fin y al cabo no deja de ser una divertida comedia familiar en donde la trama y una galería de renovados gags entretienen de principio a fin que sin lugar a dudas honran de la mejor manera la memoria del creador del personaje Michael Bond quien falleció en junio del año pasado a los 91 años. Crítica de Brian Bahar
Al hombre y al oso, lo feo los hace hermosos Vuelve el peluche británico, en un film que traduce al lenguaje del cine la experiencia de leer un buen libro infantil. Puede decirse que el estreno de Paddington (2014), dirigida por Paul King, resultó una grata sorpresa, que mereció críticas generosas y bien ganadas, y el módico favor del público. Sin embargo pasó y nadie la recordaba hasta el anuncio de su secuela, bautizada de forma sencilla y previsible: Paddington 2. Personaje casi desconocido en Argentina (hace unos años una serie animada se emitía por el canal Ta Te Ti de la TDA), el osito Paddington tiene una gran popularidad en el Reino Unido. Su origen literario data de 1958 y desde entonces su figura peluda, su montgomery azul y su sombrero rojo han conquistado cuanto formato y soporte existe, hasta llegar a esta versión siglo XXI que ahora suma su segunda entrega. Se trata de un film infantil de infrecuente pureza teniendo en cuenta los usos y costumbres del cine actual, en el que los productores se desesperan por alcanzar el nirvana del multitasking. No es que se trate de un producto con el que los chicos la pasan genial mientras los padres juntan paciencia para no balearse en los rincones. Al contrario, es una película encantadora en más de un sentido, que pueden disfrutar públicos de todas las edades. La diferencia es que ese goce no procede de chistes “para adultos” metidos de contrabando, sino de una capacidad para evocar sensaciones infantiles en el espectador ya crecido. Deliberadamente artificiales, una de las virtudes de las dos películas es su voluntad de traducir al lenguaje cinematográfico la experiencia de la lectura de un buen libro para chicos. Más que voluntad, porque logra recuperar la sensación olvidada de escuchar un cuento a la hora de ir a dormir. No por nada la historia gira en torno del robo de un libro de dioramas que reproduce lugares emblemáticos de la capital británica, que a la vez funciona como elemento que alimenta la ambición del malo y saca lo mejor de los buenos. Una de las herramientas elegidas para alcanzar ese objetivo es la del humor físico, con la que se homenajea con inocencia a próceres como Buster Keaton o Harold Lloyd. El primer paso para alcanzar esos éxitos proviene de la creación de un universo paralelo donde lo maravilloso es parte de lo cotidiano. Una versión de Londres en la que un osito que habla llega desde la selva peruana y no hay nadie a quien aquello le parezca extraordinario, sino lo más común del mundo. Así funciona la lógica de los chicos y a esa especie de liberación del corsé de la adultez aspira esta saga. También aspira al mensaje positivo y a las buenas intenciones, pretensión que arruinó más películas de las que uno quisiera, pero que acá funciona. No por el mensaje o las intenciones en sí mismas, sino porque estas no han sido puestas por encima de lo cinematográfico. El universo creado es lo suficientemente sólido como para conseguir que esa carga adicional juegue a favor en el balance final. Y como si todo esto fuera poco, Paddington 2 cuenta además con un elenco integrado por un puñado de los mejores actores británicos, que actúan como si fueran parte de la misma troupe circense desde hace años. Ellos son responsables de que el tono sobreactuado con que está narrada la historia sea aceptado como la única forma posible de hacerlo. Por otra parte, nada nuevo puede decirse de, por ejemplo, Hugh Grant, para quien la comedia es su hábitat. Notable es el trabajo de Brendan Gleeson, que consigue convertirse en una caricatura de profundidad y ligereza encantadoras. Y el trabajo de Sally Hawkins confirma su talento. Su cándida pero enérgica madre de familia es vital en el relato y permite entender qué es lo que vio en ella Guillermo del Toro cuando le ofreció el protagónico en La forma del agua, que le valió la nominación al Oscar como Mejor Actriz. Y así el elenco completo, que consigue hacer que todos crean que cualquiera se puede encontrar un osito parlante en una estación del tren en Londres.
Paddington 2: mágica comedia familiar Tres años después de la exitosa película original sobre las desventuras de un oso peruano en Londres llega esta secuela, cuyos resultados artísticos superan incluso los del primer film, también dirigido por Paul King. Paddington (la voz de Ben Whishaw en la versión original y de Nicolás Vázquez en la doblada) ya está instalado y forma parte de la dinámica cotidiana de la familia Brown, que lideran Mary (Sally Hawkins) y Henry (Hugh Bonneville). El querible Paddington está preocupado por encontrar el regalo perfecto para su tía Lucy, que está por cumplir 100 años, y lo encuentra en un misterioso libro ubicado en la tienda de antigüedades del señor Gruber (Jim Broadbent). Pero nuestro antihéroe no tiene el dinero para pagarlo y, mientras hace todo tipo de esfuerzos laborales para juntar la plata, el objeto es robado. Las desgracias para el protagonista se acumulan y poco tiempo después terminará en la cárcel. Paddington 2 es una comedia familiar tocada por la varita mágica: buen ritmo, un hermoso diseño visual, una notable interacción entre el seleccionado de intérpretes británicos (Hugh Grant hace de malvado) y el oso creado de forma digital, una sensibilidad que no necesita recurrir al golpe bajo y pasos de comedia que combinan el humor físico con ciertos toques negros eficaces. Uno de esos casos de entretenimientos nobles en los que los adultos pueden reír y disfrutar tanto o más que los niños.
El osito que queremos todos El director adapta las travesuras del osito peruano al Brexit y la elección de Donald Trump. La primera película sobre Paddington, el antropomorfo osito peruano amante de la mermelada y propenso a los accidentes que jamás se despega de su sombrero, que fue creado por el escritor británico Michael Bond hace seis décadas, llegó a los cines de todo el planeta hace poco más de tres años. Como si Paddington fuera el opuesto del irreverente peluche Ted, el cineasta Paul King concibió en 2014 un empalagoso universo de bondad y ternura donde la irresistible torpeza del oso adoptado por la familia Brown lo hacía meter la pata una y otra vez. Esa prodigiosa mezcla de actores y un osuno CGI era una fábula que celebraba la la diversidad cultural que produjo la migración en Londres. El mundo cambió demasiado desde aquel idílico 2014 y, Brexit y elección de Donald Trump mediante, King tuvo que hacerse cargo de este nuevo contexto y recalcular el destino del osito inmigrante en Londres en esta secuela. Paddington 2 enseguida encuentra al protagonista estigmatizado y encarcelado por un crimen que no cometió. A partir del confinamiento del oso en prisión aparece el principal problema de la película: King se debate entre diversas líneas narrativas entre los vaivenes de Paddington en la cárcel, la lucha de su familia por demostrar su inocencia y la búsqueda de un tesoro perdido que tiene una llamativa conexión con el injusto encarcelamiento del osito peruano. La dimensión política del filme no vuelve depresiva a esta comedia de enredos ni mucho menos. En la cárcel sobra lugar para las monerías de Paddington y King jamás sucumbe ante la depresión del gris carcelario y consigue darle color a ese escenario con banquetes multicolores, uniformes rosas, gentileza de cierto error osuno en la lavandería de la prisión, y una onírica jungla recreada por el Paddington en su celda mientras busca el consejo de su tía Lucy. El verdadero brillo de la película y la diversidad de colores son obra de Hugh Grant, que interpreta al narcisista actor Phoenix Buchanan, y demuestra que todavía puede lograr uno de sus mejores papeles incluso en un rol secundario en una película infantil. Su interpretación es el verdadero tesoro oculto en Paddington 2.
Recuerdo algunas reacciones cuando se lanzó el primer avance para Paddington, el cual ponía su atención en la escena del baño y había quienes signaban el resultado final de la película en base a la elección de esa porción de humor escatológico. Apenas días después se conocería el alejamiento de Colin Firth, que había decidido que su voz no era apta para el personaje, y aquello reforzó las dudas en torno a lo que sería la adaptación. Dichos prejuicios no podrían haber estado más equivocados, dado que resultó en una encantadora comedia para toda la familia, con un protagonista inolvidable rodeado de un notable elenco británico, que acompañó la buena recepción de la crítica por una más cálida del público, que la convertiría en un éxito de taquilla. Dicha repercusión justificaba a las claras una inevitable segunda parte, como es norma actual de la industria. Lo inesperado, no obstante, es que esta sea incluso superior a su antecesora.
“Paddington 2” supera a la primera Una vieja regla dice que "nunca segundas partes fueron buenas". Pero "Paddington 2" es buena, y puestos a analizar es mejor que la primera, con una técnica de animación más perfeccionada, una historia más rica, bien desarrollada, y, entre otras cosas, un villano de película. No es que en la anterior Nicole Kidman estuviera floja, todo lo contrario; pero Hugh Grant está formidable. Como personaje se roba un libro, y como actor se roba la película. Atención, ese no es un libro cualquiera sino uno muy especial, con figuras desplegables, de esos que en inglés llaman pop out y cuestan un criadero avícola. Para el osito Paddington es muy importante. Por él trabajará y hasta arriesgará la cárcel, entre múltiples equívocos y aventuras. ¿Alguien se imagina al osito detenido? Otras cosas son bastante imaginables, pero igual divierten, y enternecen. Y de paso enseñan algo, y no sólo a los chicos. En síntesis, una comedia muy disfrutable, de ejemplar factura, buen humor y buen elenco. Y buen doblaje: en esta ocasión la voz del osito la hace Nico Vázquez, en argentino neutro, y a nuestros oídos suena mejor que la voz "latina" que escuchamos en la primera (ya Vázquez se había lucido como Rayo McQueen en las "Cars"). Uno sale con ganas de leer o releer los libritos originales de Michael Bond, y también, si le queda de paso, visitar la estación Paddington, allá por Westminster, donde está la estatua oficial del osito saludando a lo Chaplin. El suyo es un mundo delicioso.
Un oso suelto en la ciudad En 1958, el inglés Michael Bond publicaba el libro infantil A bear called Paddington, y de esa manera entregaba al mundo el legado de una criatura que, sobre todo en ese país, ganaría muchísima popularidad en base a una estructura sencilla y personajes entrañables. El oso proveniente del más recóndito y oscuro Perú (sic) era adoptado por la familia Brown y pasaba a ser uno de los más corteses ciudadanos de esa ciudad bastante apática y “a las apuradas”. Paddington se convirtió en ícono popular presentando una inmensa cantidad de series de libros, tres exitosas series animadas, una famosa tienda de obsequios londinense fundada en 1972, una realización en stop motion, y hasta cuenta con apariciones en canciones, y promociones de productos varios, como la conocida mermelada Robertson, la preferida del personaje. Con toda esta popularidad era inexplicable cómo aún no había sido llevado a la gran pantalla. Esta omisión se remendó en 2014 cuando Paddington de Paul King finalmente se estrenó, con un elenco de maravilla que incluía una villana Nicole Kidman entregando uno de sus mejores roles en los últimos años. Los típicos prejuicios que perduran sobre el arte dedicado al público infantil, hicieron que las expectativas sobre Paddington fueran más bien medidas. Expectativas ampliamente superadas: Paddington no solo es un encantador film infantil, es una comedia brillante y -sin titubear- una de las mejores películas de aquel año. El éxito fue inmediato, la palabra secuela era evidente. Brown, Paddington Brown Quizás la fórmula del éxito de Paddington sea su realizador, Paul King. Un hombre que viene del mundo de las mejores comedias televisivas inglesas (y ya se sabe del prestigio que estas tienen), además de haber dirigido previamente la también brillante Bunny and the bull. Afortunadamente todo el equipo está presente en Paddington 2. Resumidamente, si para la primera se veía algo de Stuart Little, Paddington 2 cambia y se afianza en la mejor tradición paródica del cine de espionaje y robos inglés. Esta vez el disparador ya no será encontrar su lugar en el mundo, la familia ideal ya la tiene en el hogar de los Brown. Ahora desea encontrar un regalo de cumpleaños para la tía Lucy que justo cumple un siglo de vida. Esa búsqueda lo llevará a una tienda de antigüedades en la que se encuentra un libro muy particular con pistas de un tesoro. Cuando el libro desaparezca, nuestro querido Paddington se convertirá en el sospechoso número uno del robo. Como una suerte de sub-trama, previamente Paddington va a realizar todo tipo de tareas para poder comprar ese libro troquelado que quería para su tía. Los Brown deberán trabajar en equipo para ayudar a Paddington, quien debe afrontar una vida en prisión, desbaratando los planes del nuevo villano interpretado por Hugh Grant. Me das cada día más Paddington 2 habla del trabajo de equipo, de la importancia de ser noble y hacer el bien, y por supuesto de mantener la contención de la familia. Pero a diferencia de otras propuestas infantiles que machacan sus mensajes como si fuesen mantras para niños, Paddington 2 apuesta a la inteligencia, a dejar caer qué es lo que quiere decir pero arropándolo en un marco muy atractivo. No hay una apuesta a las referencias pop, al montaje rabioso, el ritmo furioso, o el humor de doble sentido, como se viene marcando tendencia en los últimos años. Paddington 2 sigue la tradición de la comedia inglesa, apuesta al mejor humor físico, a la comedia de enredos y al diálogo de respuesta rápida e inteligente. No entiende al cine infantil como algo menor, equipara de igual a igual, y es ahí donde gana en todas las edades. Este “cambio” hacia la comedia de misterio, permite que Paddington 2 evolucione de su primera parte y hasta pueda superar lo que ya parecía perfecto. Al contrario de seguir la regla de la secuela por obligación de ofrecer más de lo mismo, amplia el espectro con algo distinto y superador. La interacción con los personajes CGI es perfectamente natural. Cada aspecto de los rubros técnicos, desde el detalle de la fotografía al montaje de comedia clásica, y la banda sonora, se destacan. Sally Hawkins, Hugh Bonneville, Julie Walters, Jim Broadbent, Peter Capaldi, Hugh Grant: la crema de la crema del seleccionado interpretativo inglés se encuentra en Paddington 2, y todos están acordes a la excelencia de la propuesta. Si a esto le sumamos la posibilidad de verla en idioma original, nos topamos con las voces de Ben Wisham, Imelda Staunton, Michael Gambon. Como dato, el doblaje al español, con la colaboración de Nicolás Vázquez, también resulta muy creativo, como para tener dos opciones diferentes. Conclusión Paddington 2 de Paul King refuerza las ideas del primer film y mejora la propuesta aún más, ofreciendo un film de calidad que atrapa al público infantil tanto como a los adultos. Cuando algo se hace en equipo, con pasión y deseos de dar lo mejor, todo sale bien.
Paul King (Paddington) nuevamente es el encargado de adaptar a la pantalla grande a uno de los personajes más famosos de Inglaterra. Así Paddington 2 (2017) se presenta como una nueva aventura del pequeño oso creado por Michael Bond y que ha permanecido en el imaginario popular inglés aún después de la muerte de su autor. En esta nueva oportunidad Paddington estará obsesionado por conseguir el regalo ideal para su tía Luci. En la búsqueda terminará en una vieja tienda de antigüedades donde encuentra un libro ilustrado que esconde las pistas para encontrar un tesoro oculto. Viéndose involucrado en un desafortunado hecho, se termina por convertir en el principal sospechoso del robo del libro en cuestión. Cuando la familia Brown, aquella que ha adoptado al oso amante de los sándwiches de mermelada de naranja, comience a investigar por su parte y desentrañe el misterio que oculta el libro y a aquel que realmente lo tomó “prestado”, se configurará un relato sobre el amor y la amistad, el trabajo en equipo, la persistencia y la devoción. Paddington 2 está filmada con preciosismo y con un detalle que recuerda por momentos a aquellas producciones rodadas íntegramente en estudios, y con un guion de diálogos y situaciones plagadas de humor, naif por cierto, que emparentan a la película con clásicos de Buster Keaton, Charles Chaplin, Laurel y Hardy, y muchos más. Tal vez la virtud más grande del relato es introducir al espectador en este cuento ofreciendo acción al mejor estilo de un libro pop up, evitando caer en lugares comunes e impulsando la historia a otros niveles, cuando por ejemplo, el pequeño oso debe adaptarse a la vida tras las rejas. El mayor atractivo de esta historia son entonces los cuidados escenarios, la colorida feria de atracciones en la que se desenvuelve gran parte de la historia, y, principalmente, el nivel actoral con el que cuenta (el dream team de la interpretación inglesa actual: Sally Hawkins, Brendan Gleeson, Julie Walters, Peter Capaldi, etc.). Mención especial para Hugh Grant quien se ubica como el villano de turno, al que se lo ve en su salsa disfrutando de su rol de “maestro del disfraz”. Elementos que hacen de Paddington 2 un entretenimiento noble, nostálgico, colorido y visualmente impactante, además de entrañable, para toda la familia.
Paddington 2 es la mejor película infantil que se estrenó en los últimos años fuera del género de animación. Una especie en extinción de esas que ya no llegan a la cartelera porque los filmes para niños en el último tiempo se limitan a seguir fórmulas trilladas que repiten el mismo concepto una y otra vez. Lo pudimos comprobar la semana pasada con la desapasionada y mediocre película de El pájaro loco que no era otra cosa que un refrito más de Alvin y las ardillas. En el 2014 el productor David Heyman, responsable de la saga de Harry Potter, sorprendió con la brillante adaptación de Paddington en el cine; un personaje que en Inglaterra representa un auténtico ícono popular. En Londres el oso fue homenajeado con una estatua y los libros de cuentos del autor Michael Bond son un clásico del género. La primera película, que en su momento formó parte de mi top ten anual, sorprendió por el cariño que expresaba a la obra original y sus cualidades estéticas. En esta segunda parte, el productor Heyman reunió al mismo reparto y equipo técnico, incluido el director Paul King, para desarrollar una continuación que supera a la entrega previa. La historia explora los esfuerzos de Paddington por encontrar su lugar en la comunidad inglesa y aunque no todo el mundo lo acepta con brazos abiertos, su gentileza y simpatía eventualmente transforma la vida de cada persona con la que entra en contacto. Sin caer en la predica moralista, el film transmite a los más chicos un gran mensaje de aceptación y tolerancia a través de este particular inmigrante peruano que busca su lugar en la ciudad de Londres. Una particularidad de la nueva entrega es que esta vez la trama se enfoca más en el misterio y la aventura, con un conflicto atractivo que se dispara cuando Paddington termina en la cárcel por un robo que no cometió. Resulta un placer sentarse a ver un film de este género donde no hay situaciones idiotas, escenas escatológicas de mal gusto ni publicidades de productos insertadas en la historia cada dos minutos. Los ingleses le encontraron la vuelta al personaje para desarrollar esta propuesta con un humor más sofisticado sin caer en situaciones vulgares. Paddington tiene una inocencia especial que ya no es frecuente de ver en el cine infantil hollywoodense, algo que encima se potencia con la sensibilidad de la historia. Desde los aspectos técnicos la película sorprende con un espectáculo de primer nivel que ofrece algunas escenas fantásticas. Presten atención a lo que hace el director con la secuencia en la que el protagonista sueña con realizar un paseo turístico por Londres junto a su tía. Un momento de pura belleza cinematográfica que ya no se encuentra con frecuencia en las propuestas infantiles. Por otra parte, el trabajo con las expresiones faciales del oso es imponente y una vez más los realizadores lograron que nos olvidemos por completo el hecho que el personaje fue recreado con efectos especiales. En este aspecto también jugó un rol clave la interpretación de Ben Whishaw quien genera una empatía especial con Paddington. En la versión doblada al castellano Nicolás Vázquez estuvo a cargo de la voz del oso, pero como vi la versión original en inglés no puedo mencionar por el momento si esto distorsionó el retrato del personaje. Paddington 2 es una propuesta que más allá de narrar una buena historia entretenida reúne un elenco de lujo con grandes artistas del cine inglés como Sally Hawkins, Julie Walters, Jim Broadben, más las incorporaciones de Brendan Gleeson y Hug Grant, quienes tienen muy sus momentos destacados. A quienes disfrutaron la primera película especialmente recomiendo que no dejen pasar esta continuación ya que es la mejor propuesta familiar que encontrarán en la cartelera durante un largo tiempo.
Paddington 2, como su precuela, quizás sea una película perfecta. Las actuaciones derraman alegría. El guión podría estudiarse en las escuelas de cine. Cada detalle y cada chiste aparentemente descartable es relevante para la trama y cobra importancia cerca del final. En términos técnicos, es una obra intachable. La integración del protagonista digital –el Paddington del título, un osito peruano que habla perfecto inglés– a la realidad de los actores es alucinante. Los escenarios y vestuarios, repletos de creatividad y color, no tienen nada que envidiarle a las fantasías de Wes Anderson. No hay, en toda la cinta, ningún paso en falso, nada que moleste, nada fuera de lugar. Es, por lo tanto, una película inofensiva. Lo que no significa que no tenga su costado potencialmente incómodo y trágico. En la primera película, la casa amazónica del protagonista es destruida por un terremoto y su tío muere bajo los escombros. Luego el osito se traslada a Londres, donde le cuesta adaptarse. En esta segunda parte, a través de un flashback, vemos cómo quedó huérfano y cómo lo encontraron sus tíos adoptivos. De vuelta en el presente, en la casa de su nueva familia humana y británica, extraña a su tía, que todavía vive en Perú, en un geriátrico de osos. Para su cumpleaños, Paddington le quiere comprar un libro pop-up con los edificios emblemáticos de Londres, ya que ella, anclada al continente sudamericano, siempre soñó con viajar a la ciudad europea. Sin embargo el libro, que se conserva en un anticuario, guarda su secreto: es la clave para encontrar un tesoro. Por eso, una noche, un ladrón entra al local y se lleva el libro. Paddington es testigo del robo e intenta detener al sospechoso. No lo logra y, en cambio, es interceptado por la policía. A los pocos días, el osito termina en la cárcel. Lo que sigue es tan predecible como simpático. Paddington ilumina la vida gris y anodina de los presos, mientras que, en las calles de Londres, su familia humana hace lo posible para comprobar su inocencia. En el medio, se cruzan varios personajes. Aparece Hugh Grant como el ladrón del libro, un vanidoso actor que ya vivió su cuarto de hora. En el penitenciario, encontramos al personaje de Brendan Gleeson, un rudo cocinero cuya especialidad es una gelatina incomestible. Hugh Bonneville y Sally Hawkins regresan como el padre y la madre británicos de Paddington. Todos aportan energía, intensidad e impecable timing cómico. Si uno lamenta las limitaciones de Paddington 2 es porque podría haber sido algo más que una película perfecta. Es decir, podría haber sido una gran película. Los ingredientes están; falta el tiempo para saborearlos. La trama introduce elementos de cierto espesor emocional, pero son desplazados. La soledad de la tía y la nostalgia del osito inmigrante quedan como excusas para avanzar en la acción. Nadie espera, obviamente, una versión animada de Manchester Junto al Mar. No obstante, por dar un ejemplo, la recientemente estrenada Coco vuelve constantemente, sin dejar de lado el humor y la aventura, sobre sus temas más sombríos, el olvido y la muerte. En este contraste está el secreto del mejor cine infantil. Al ser para los más pequeños puede enlazar ambos extremos, lo más doloroso y lo más feliz, de una manera más inmediata y directa que el registro realista de cierto cine para adultos. Paddington 2 coquetea con este tipo de contrastes, pero los atenúa. Cada vez que nos acercamos a la melancolía, hace un giro y vuelve a un territorio más seguro y gracioso. Falta un tono más equilibrado para que los gags, las elecciones musicales irónicas, los chistes zonzos, el ritmo frenético y el montaje acelerado no se lleven por delante la historia -esencialmente agridulce- del osito huérfano y peruano en Inglaterra. Hay cierto miedo a entristecer al público preadolescente; miedo que no se percibe en otros clásicos infantiles con momentos oscuros, desde Bambi hasta Pinocho, pasando por Un Cuento Americano, Pie Pequeño en Busca del Valle Encantado e Intensamente. Que se entienda: Paddington 2 es muy buena; podría haber sido genial.
Es una historia súper tierna de principio a fin, encantadora, que en todo momento te llega al corazón, aquí el director Paul King le pone un toque bien familiar, haciéndola dulce, divertida, con momentos increíbles, como cuando Paddington (voz original es de Ben Whishaw, pero en Argentina está doblada por Nico Vázquez), intenta trabajar en una barbería, o limpiando vidrios, su único objetivo es cumplirle un deseo a su tía Lucy (Imelda Staunton) quien lo crió, y es que pueda conocer Londres. Tras un mal entendido es acusado de robo y lo llevan a prisión, termina tras las rejas, su familia cree en él y harán todo lo posible para que lo liberen, sus padres adoptivos Mary (Sally Hawkins) y Henry Brown (Hugh Bonneville), junto al resto de la familia Judy y Jonathan (Madeleine Harris y Samuel Joslin), y la Sra. Bird (Julie Walters) todos buscan pruebas para conseguir su libertad y limpiar su buen nombre. Además dentro del elenco secundario se encuentra: Gruber ( Jim Broadbent ), el coleccionista de objetos valiosos, el juez interpretado por Tom Conti, los personajes de la cárcel: Brendan Gleeson, Noah Taylor, Aaron Neil, Tom Davis y como villano Hugh Grant con personajes multifacéticos, todos se lucen. La cinta te deja varios mensajes, en distintos momentos te trasmite una gran emoción, goza de una gran estética, cuenta con la banda sonora del excelente compositor italiano Dario Marianelli (“Anna Karenina”). Dentro de los créditos finales hay una escena final maravillosa.
Hacia 1958, el escritor Michael Bond creó al osito Paddington, uno de los personajes más populares de la literatura infantil contemporánea, cuyos libros han tenido ventas millonarias en 40 idiomas alrededor del mundo. El autor británico, fallecido el año pasado, bautizó al personaje con el nombre de la estación donde compró un peluche que le regaló a su mujer; y que marcó el inicio de un inspirado trabajo creativo. Con toda justicia, esta segunda película que recrea las aventuras del oso de origen peruano fanático la mermelada de naranja, está dedicada a la memoria del escritor; y logra mantener el superlativo nivel con el que Paddington debutó en la pantalla grande en 2014. Sin apuros, golpes bajos ni estridencias, el nuevo film de la factoría de Studio Canal, encuentra sus principal acierto en una narración que extiende por poco más de una hora y media el placer de un relato contado con sensibilidad y respeto absoluto por el público. Por más de que en esta oportunidad, el personaje central de la historia pase buena parte del metraje tras las rejas, apresado injustamente por un robo que no cometió, la película construye un aura luminosa; poniendo siempre en el centro de la escena la lealtad de los vínculos. Visualmente, todo un ejército de animadores dan en la tecla exacta a la hora de combinar acción real y animación, logrando ensamblar de manera absolutamente orgánica al elenco de estrellas británicas que desfilan en pantalla con el oso animado. Desde un villano y divertidísimo Hugh Grant hasta destacadas actrices como Sally Hawkins (nominada este año al Oscar a Mejor Actriz Protagónica por La forma del agua) y Julie Walters. En la versión original, la voz de Paddington la aporta el talentoso Ben Whishaw, pero en los cines mendocinos sólo tenemos la chance de escuchar a Nicolás Vázquez, ya que no hay funciones subtituladas disponibles en las salas locales. Más allá de la calidez narrativa y su deslumbrante andamiaje visual, lo que hace de esta película una experiencia maravillosa para chicos y grandes, es su mixtura entre pasajes de humor desopilante y momentos de una ternura inconmensurable. El film articula una batería de gags que heredan la tradición de lo mejor de la comedia muda. El ejemplo más explosivo se da tal vez cuando el pequeño oso hilvana una cadena de divertidas torpezas en una peluquería, uno de los tantos trabajos con los que busca ahorrar dinero y así comprar un libro pop-up con ilustraciones de Londres, para enviárselo como regalo de cumpleaños a su tía Lucy. Como esta escena, hay otras tan divertidas como bien resueltas. Más allá del sofisticado cuidado en cada rubro técnico y artístico, en Paddington 2 flota una atmósfera que conecta con esa sensación tan simple como mágica, que guardamos de por vida en nuestro ADN: el momento del cuento antes de dormir. La película tiene un refinamiento de detalles fuera de serie para el estándar del cine infantil actual, pero lejos de alardear o aleccionar se entrega a la libertad. No necesita del cinismo para conectar con el público adulto, ni del abuso de golpes de efecto para mantener a los niños sentados en la butaca. Esta joya industrial concebida con pasión artesanal, entretiene y conmueve sin ponerse solemne ni aleccionadora. Al igual que otras maravillas del cine de animación reciente como Coco, focaliza en los vínculos familiares como refugio incondicional, así como en la necesaria cuota de aventura para que todo cuento (como la vida misma); conserve el sabor de la más exquisita mermelada. Paddington 2 / 2017 / 100 minutos / Apta para todo público / Dirrección: Paul King / Con: Hugh Grant, Sally Hawkins, Julie Walters, Peter Capaldi, Jim Broadbent, Hugh Boneville, Noah Taylor, Brendan Gleeson y Ben Whishaw (voz de Paddington en la versión original)
En Paddington 2 vuelve el tierno osito que se gana el corazón de todos y, a la vez, los hace ser mejores en una aventura visualmente lograda y con gran elenco. Paddington es un clásico de la literatura infantil en Inglaterra. Acá lo conocimos hace tres años en su primera incursión en el cine. Nos sorprendió y nos enamoró. Y ahora está de regreso. Y, por suerte, evitando eso de las segundas partes nunca fueron buenas. Frente al inminente cumpleaños 100 de la tía Lucy, Paddington busca un regalo que le demuestre su cariño. Encuentra un libro pop up de imágenes de Londres en la tienda de antigüedades del señor Gruber. Pero es tan caro que debe buscarse un trabajo para recolectar el dinero necesario para comprarlo. Lo que ocurre es que el libro, según una vieja leyenda, guarda entre sus páginas la clave para hallar un tesoro y una noche es robado. Las pistas incriminan al osito que terminará como culpable en la cárcel. La familia Brown intentará descubrir al verdadero ladrón mientras Paddington, con su trato, cambiará a los criminales más peligrosos. Con un diseño visual desbordante, el director Paul King consigue una comedia familiar noble y honesta, con toques que remiten a Chaplin, a Keaton y a la comedia musical (el número de cierre con una canción de Stephen Sondheim y una coreografía al mejor estilo clásico de Hollywood es deslumbrante). Un elenco inglés de nombre y calidad mayúscula (Sally Hawkins, Breendan Gleeson, Hugh Bonneville, Jim Broadbent, Julie Walters, Hugh Grant -se lo nota feliz en su villano- y las voces de Imelda Staunton, Michael Gambom y Ben Whishaw) se luce para llevar a buen puerto un divertimento con emoción y ternura que habla de la inclusión, de la posibilidad de cambio, de la apuesta por los sentimientos sin demagogia ni subestimación. Párrafo aparte para esta odiosa costumbre de las distribuidoras, que cada vez toma más cuerpo, de estrenar películas sólo dobladas. En las voces de los osos no se nota obviamente (muy buen trabajo de Nico Vázquez como Paddington), pero en los personajes de carne y hueso las inflexiones, los tonos se pierden para obtener sobreactuaciones insoportables y que atentan contra el mismo film.
Paddington puede parecer a simple vista una simple historia para los más chicos, pero por el mensaje que transmite, no le haría mal a muchos adultos acercarse a los cines a verla, analizarla y convencerse de que los modales, siempre están primero. Luego del boom mundial de Paddington (2014), la secuela de esta transposición del mundo literario británico no podía tardar y es por eso que Paddington 2 llega este año, con más ternura y un desarrollo visual aún mejor desarrollado que su primer entrega. Dirigida nuevamente por Paul King, esta segunda aventura del osito british, que viene con un 100% de calificación en Rotten Tomatoes, trae de regreso al elenco principal, Sally Hawkins y Hugh Bonneville (Mary y Henry Brown), e introduce nuevos personajes del calibre de Hugh Grant. El amigable de Paddington (Nicolás Vázquez en la versión de Argentina) se encuentra preocupado por encontrar un regalo perfecto para el cumpleaños numero 100 de su tía Lucy, una osa fanática de Londres que nunca pudo conocer la ciudad británica. En la búsqueda de dicho regalo, Paddington encuentra un libro animado que lo deslumbra, pero no puede comprarlo por su alto valor. En medio de sus ganas de trabajar y conseguir el obsequio, el libro es robado y todas las pistas apuntan hacia el oso adorador de la mermelada. Paddington deberá probar su inocencia y al mismo tiempo, intentar descubrir quien fue el ladrón que le quitó de sus narices, el tan preciado regalo. La peli es una hermosa forma de pasar un rato en familia, con muchos aciertos a la hora del guion, Paul King demuestra que puede superar la cinta original de forma magistral. Una de las cosas básicas que enseña esta saga de libros, que ahora son películas, es que no hay que juzgar al libro por su portada. Muchos pueden pensar que es una simple historia para niños con ningún tipo de enseñanza o moraleja, pero no podrían estar mas errados. Paddington y sus amigos se las ingenian durante todo el film para transmitir mensajes de cordialidad, gentileza y amabilidad hasta en los momentos menos pensados. Nunca hay que perder los modales, le enseñaba su tía Lucy y el osito lo demuestra en cada una de sus aventuras. Las actuaciones son todas muy buenas, sobre todo el papel de Hugh Grant que sorprende haciendo su papel con total naturalidad y de forma simple y hasta genuina. Parte del elenco complementario está compuesto con figuras reconocidas a nivel mundial por sus trabajos en la TV y cine, tales son los casos como Peter Capaldi (Dr. Who), Jim Broadbent (Game of Thrones) o Julie Walters (Harry Potter). Hablando de la versión que se podrá ver en los cines argentinos, luego de ponerle la voz al Rayo McQueen en Cars (2006) Nicolás Vázquez vuelve a involucrase en trabajos de doblaje y lo hace de una manera muy buena, se puede sentir un gusto en particular por el personaje y su voz parece ser la verdadera del personaje de CGI. Los aspectos visuales de la película sorprenden, teniendo en cuenta el avance con respecto a la entrega anterior. La paleta de colores, los vestuarios y la fotografía son elementos que se destacan a simple vista, pero al estar todo tan coordinado y alineado con el relato quedan de lujo. Paddington puede parecer a simple vista una simple historia para los más chicos, pero por el mensaje que transmite, no le haría mal a muchos adultos acercarse a los cines a verla, analizarla y convencerse de que los modales, siempre están primero.
El nuevo filme sobre el popular personaje de la literatura infantil es muy entretenido y fluye con naturalidad. No tiene un argumento rebuscado y consigue dejar a todos contentos. Al comienzo de Paddington 2, un oso y una osa colgados de un puente salvan a un oso pequeño de la corriente del río. La osa que le tiende la mano es la tía Lucy, el pequeño es Paddington. Años después, cuando Paddington ya está integrado a la familia Brown y aceptado por todos en el barrio de Windsor Gardens, el oso se encuentra con un libro móvil de Londres en una casa de antigüedades. Y se da cuenta de que es el regalo de cumpleaños ideal para su tía Lucy, porque, cuando lo salvaron del río, Lucy y su esposo estaban planeando visitar esa ciudad. El primer problema es que Paddington no tiene el dinero para comprar el libro, situación que lo lleva a realizar todo tipo de trabajos para juntar la plata. El segundo problema es que, cuando ya está a punto de comprarlo, el libro es robado por un misterioso ladrón. Y el tercer problema es que el único sospechoso del robo es Paddington. Este es el simple argumento de la película dirigida y escrita nuevamente por Paul King, basada en el famoso personaje de la literatura infantil del Reino Unido creado por Michael Bond. En 2014 se estrenó su primera versión para cine, con voz de Ben Whishaw (en su versión original). Si bien la historia del oso de abrigo azul y sombrero rojo comenzó como libros infantiles, el personaje se hizo tan famoso que pronto tuvo su serie animada. En esta segunda parte, la magia del cine vuelve a consistir no tanto en la originalidad de lo que se cuenta sino en cómo se disponen esos elementos y recursos que muchos pueden considerar lugares comunes. El secreto de Paddington 2 está en su nobleza y en su enorme capacidad para que el ritmo de la historia fluya con naturalidad. Los chistes físicos, los diálogos y las situaciones graciosas ayudan a que el espectador no se distraiga un segundo y se entretenga como un niño. Las actuaciones se ajustan perfectamente a la trama y algunos personajes se destacan por su gracia y su carisma, como el villano encarnado por Hugh Grant y el cocinero de la cárcel protagonizado por Brendan Gleeson. Paddington 2 es buena porque no peca de vueltas de tuerca innecesarias ni de nada rebuscado o que esté de más. Es la clásica comedia de aventuras con principio, nudo y desenlace que entretiene y emociona. La tarea de hacer un producto de estas características podrá parecer fácil, pero lograr tal nobleza y simpleza y amabilidad quizás sea lo más difícil del arte cinematográfico. La película cumple con su cometido y colma las expectativas del espectador que va al cine a ser feliz por un instante.
ay que bancar a Paddington, simplemente es espectacular. ¿Como es que un oso peruano con buenos modales… consigue ser tan efectivo en la literatura como en el cine? Esto lleva una simple respuesta: este pequeño oso no recurre al chiste fácil y soso para resultar simpático sino que juega con su simpleza y se mantiene aferrada a ella. Trasparente como el agua, Paddington, defiende sus principios e ideales; toda la película vemos un oso unidimensional pero no sufre repercusiones en ese aspecto ya que cuenta con una multitud de personajes secundarios ambiciosos, complejos y coloridos los cuales contrastan con este querido oso peruano y ayudan a que su efectividad sea absoluta. En Paddington (2014) conocemos el mundo que rodea al personaje: sus inicios, sus virtudes y, un clásico de este personaje, sus modales. Estos modales si bien son los encargados de dar una ternura infinita al oso parlante son los mismos que lo ponen en situaciones hilarantes y causan caos en la vida de su familia adoptiva, los Browns. En esta película introductoria al mundo “Paddingtoneano” conocemos la primer faceta de lo que es un principio de relaciones a desarrollar. En la película del 2014 el secreto es encontrar el interior del “corazón” funcional de la historia del oso, y esto sin dudas es: la familia. Su director, Paul King, cuenta con extremo detalle la rutina de cada individuo en pantalla, vemos de la A a la Z el desarrollo de la vida familiar durante 95 minutos. Tenemos un villano de por medio (Nicole Kidman), que es sólo un instrumento para fortalecer esos lazos familiares que el oso Paddington necesita. En su secuela, Paddington 2, estamos ante una expansión total de aquella simpática introducción que nos dejó la película del 2014. Con Paul King de regreso como director (y también como guionista) la secuela se centra en las relaciones personales no solo de la familia – Paddington ya se encuentra instalado permanentemente en la casa de los Browns – sino del vecindario, de como Paddington sigue afectando la vida – para bien o para mal – de las personas que lo rodean. Observamos un desarrollo similar a su antecesora del 2014, y en vez de permitirse ser una mera imitación – al estilo Hangover o Taken – Paddington 2 explora sus fortalezas y debilidades para darnos una secuela con status máximo de excelencia y diversión; Paddington 2 es más grande y roza la perfección de una secuela; la película ofrece lo que queremos y sorpresivamente nos permite soñar más; este oso peruano se sale con las suyas por segunda vez y de alguna forma, nos deja nuevamente con ganas de más – En el momento que escribo esto, la tercer película se encuentra anunciada -. Por primera vez en todo este tiempo no voy a dar puntaje a una película, sino expresar a los lectores que se atrevan a disfrutar de lo que hasta ahora es una de las mejores series de películas que ví (si no vieron la primera está disponible ya mismo en Netflix) y, aunque carezca de sentido, vean cómo un oso peruano parlante triunfa no sólo en una pantalla sino también en los corazones. Paddington 2 actualmente se exhibe en salas de cines, vayan a verla, no se van a arrepentir.
Mira quien habla tambié Este filme infantil por donde se lo mire es, simultáneamente, para toda la familia, la ternura hace aquí bandera y lo supuestamente naif lo que la impulsa. Sosteniendo la amena habilidad mostrada en la primera, como para convertir a Londres en una gran estampa, al mismo tiempo que va logrando humanizar al personaje tanto desde lo afectivo como desde lo físico. De forma tal que toda la narración va transitando por todas y cada una de las variables de la comedia y el humor cinematográfico, dando cuenta de homenajes para nada subyacentes, todos reconocibles, Charles Chaplin, Buster Keaton, Laurel y Hardy, Max Linder entre tantos otros, transitando del humor físico al intelectual pasando por el verdadero “splastick” sin sobresaltos. Todo esto desarrollado en una realización a la que la puesta en escena, la dirección de arte, el diseño de sonido y su banda sonora, no son subsumidos a meros aportes técnicos, son narrativos, lo que los constituye en un gran trabajo, casi de orfebrería. La fantasía de un oso que conviva con humanos quedaba soslayada en la primera aparición del personaje desde su presentación, y su posterior desarrollo no producía conflicto de verosimilitud, no molestaba su capacidad parlante, sólo lo enfrentaba a los verdaderos humanos, por los contenidos y extensión de su vocabulario, la cortesía con que se relacionaba con el medio, ya sea la familia, los vecinos, el mismísimo barrio. En esta segunda presentación todo esto no soólo se mantiene, sino que aparece como adoptado y adaptado a la vida tal como se le presentó. El oso Paddington ya está felizmente integrado en casa de la familia Brown. Se ha convertido además en un miembro muy popular de la comunidad de Windsor Gardens. Su tía Lucy, quien todavía vive en el bosque, cumple 100 años. Él luego de mucho buscar a encontrado el regalo perfecto, un maravilloso libro pop-up de la tienda de antigüedades de Mr. Gruber. Para poder comprar el libro Paddington decidirá realizar una serie de extraños trabajos. El libro que contiene los secretos de un tesoro es robado, y el pequeño oso que había dado cuenta de su interés acusado del delito. El deberá demostrar su inocencia, ayudado por todos aquellos en los que sembró su afecto. Si todo esto ya estaba en los parabienes de presentación al espectador, se le debe agregar la magistral interpretación de Hugh Grant, (lastima el doblaje al español), como una versión casi auto flagelada de si mismo. Toda una parodia sobre un actor muy engreído, vanidoso, pedante, que no le da el intelecto para ser narcisista, caído en el olvido y en desgracia. Una comedia que no deja pasar la oportunidad de transitar por temas actuales como la violencia cotidiana, la discriminación, etc. (*) Dirigida por Amy Heckerling, en 1990.
Es muy -muy- difícil hacer una película familiar, pensar en el público infantil, respetar a un personaje querido y que, de todas esas exigencias, salga una buena película. Pues bien, Padington 2 lo es, incluso es mejor que la primera, que no estaba mal. Aquí el oso peruano quiere trabajar para comprarle un regalo a su centenaria y querida tía, y lo hace con fortuna diversa (siendo generosos). Y luego, es culpado de un robo, lo que lo lleva a la aventura hitchockiana de resolver el caso. Todos los actores de la película entienden de lo que se trata el asunto, entienden que estamos en una aventura donde debe primar el buen humor y la amabilidad el personaje, es además el paradigma de lo amable). El peligro en estos casos es caer en la hiperglucemia. Pero hay un guión inteligente, imágenes al mismo tiempo pertinentes y dignas de verse, y emociones que no se subrayan. Una clase de lo que debería de ser un film infantil: de los que recuperan la libertad maravillosa de la infancia.
Más bueno que un oso Hace cinco años "Paddington" irrumpía en el cine con una historia tan tierna como cómica y bien construida. El animalito tiene todos los atributos de un buen oso: es cortés, leal, humor y un corazón noble, y además habla perfecto inglés. Aquella primera película de 2014 se inspiró en un relato de 1958 creado por Michael Bond que comienza en la estación de Paddington de la cual toma su nombre. Allí conoce a su familia adoptiva, los Brown, y con quienes protagoniza una aventura de vida o muerte y una villana interpretada por Nicole Kidman que lo quiere para su colección de animales embalsamados del Museo de Historia Natural. Para quienes no vieron el primer filme -que está disponible en Netflix- en esta secuela se cuenta en la primera escena cómo fue adoptado Paddington por su familia de osos en Perú. A partir de allí, el director Paul King, también responsable de la primera entrega, muestra con la misma eficacia que lo hizo antes aunque sin la sorpresa inicial, cómo el oso ya está completamente integrado en la comunidad hasta que se cruza en su camino un actor en decadencia, a cargo de Hugh Grant. El conflicto se desarrolla en torno a un antiguo libro popup que contiene la clave para que el actor recupere su brillo, pero que Paddington sólo lo quiere para regalárselo a su tía.
Crítica emitida por radio.