Cuando descubrí por primera vez el cine de Susanne Bier sentí un desgarro en el corazón. No podía creer que se pudiera sentir tan real los sufrimientos de los protagonistas. No me refiero a pesares físicos -más allá que los haya- sino a ese estado de turbulencia que permanece en el cuerpo y en la cabeza luego de ver sus películas y perdura en el tiempo. Susanne Bier, es una directora danesa que comenzó sus primeros films bajo el Dogma 95 (en el que Lars von Trier y Thomas Vinterberg se destacaron entre ellos). En el 2002, hizo un corte definitivo con esta manifestación artística para poder realizar sus producciones como mayor libertad, así surgió Corazones Abiertos. Una película cruda y realista. Luego, llegó Hermanos. Solo bastaban tres actores para llevar adelante una historia marcada por la culpa y la fatalidad. Como todas las versiones americanas, Jim Sheridan, realizó su remake con Natalie Portman, Jake Gyllenhaal y Tobey Maguire. La historia puede ser la misma pero no con la misma esencia. La mirada femenina de Susanne Bier -hasta ese momento- era irremplazable por lo tanto su remake no logra mantener la misma tensión. Uno de los mayores impulsos que logró la directora a lo largo de su carrera fue con Después de la Boda. Un drama sobre la búsqueda de la identidad y paternidad, donde se entrelazan las mentiras y las apariencias. Con esta película, Bier obtuvo una nominación como Mejor Oscar Extranjero en el 2006. Este salto a América, la ayudó a filmar su primera cinta con actores internacionales como Halle Berry y Benicio del Toro, en Lo que Perdimos por el Fuego (o Lo que Perdimos en el Camino). Una historia de pérdidas, también de culpas y de cómo reinventarse para poder continuar. Susanne Bier, perdió esa mirada que hacía de su cine algo auténtico y demoledor. Pero no faltaría oportunidad para que Susanne finalmente se quedara con un Oscar. En el 2010 gana la estatuilla con Un Mundo Mejor, donde retrata la violencia en la sociedad desde el ámbito infantil. Hasta acá se podría decir que su filmografía apenas sufrió algunos altibajos pero prácticamente supo mantenerse con un estilo propio, sensible e intenso sin caer en la cursilería. Ahora llega el estreno de Todo lo que Necesitas es Amor. Una película con una mirada completamente distinta a sus anteriores trabajos. Esta producción localizada en una ciudad italiana con la presencia de Pierce Brosnan como galán repite la fórmula enfermedad/boda (ya realizada en Después del casamiento) pero en tono de comedia romántica donde las escenas pueden ser encontradas en infinidad de otras películas del mismo género (chico, chica, amor, enfermedad, salvación). Cuando terminé de ver este último film tuve una sensación completamente distinta de lo que había experimentado en su comienzo filmográfico. Cambió su registro y se esfumó esa conmoción que te daba en el medio del pecho. Ahora se encuentra en post-producción una película titulada Serena con la parejita del momento: Jennifer Lawrence y Bradley Cooper. Pero dudo que me anime a experimentarla ya que soy una espectadora, con el corazón roto, que perdió en el camino…
La segunda es la vencida Todo lo que necesitas es amor representa para el caso de la directora danesa Susanne Bier un retroceso en su filmografía teniendo en cuenta sus créditos desde aquella devastadora Corazones abiertos pasando por la oscarlizable Un mundo mejor (2010) que apela a la fórmula del drama teñido de comedia romántica para explotar la figura del galán maduro Pierce Brosnan, rodeado de actores daneses bastante conocidos para un público familiarizado con el cine europeo. Poco de ese cine europeo pensante, agudo se respira en este relato que se concentra en la idea o el tópico de las segundas oportunidades cuando de historias de amor se trata. Tal vez una pequeña sorpresa pueda ocurrir con algún lugar común no del todo respetado pero nunca llega la vuelta de tuerca o la relectura de los elementos más básicos del género en cuestión, más allá de cierto esmero al momento de filmar y sacar de los paisajes italianos el mejor jugo para embellecer las imágenes. El ritmo a tono con la propuesta no afecta el desarrollo pero sí lo hace en algún sentido la idea de ir salpicando personajes y subtramas que alejan en realidad el foco de la historia principal: la que se teje entre el avinagrado viudo Philip (Pierce Brosnan) y la enferma oncológica Ida (Trine Dyrholm), quienes tienen en común además de la proximidad etaria ser los respectivos padres de la pareja joven que los convoca a su boda en el sur de Italia. Patrick (Sebastian Jessen) es el hijo de Philip que decide junto a su novia Astrid (Molly Blixt Egelind) invitar a todos los familiares a la tierra de la tarantela y cuna de Romeo y Julieta aunque también para el caso de su padre significa un mal recuerdo que se conecta con la muerte de su esposa Elizabeth. Susanne Bier hace de este encuentro el ideal puente para interconectar personajes secundarios y poner cuotas de melodrama y humor en dosis proporcionales pero falla en la elección de los personajes, como por ejemplo el de la cuñada insoportable de Philip, Benedikte, a cargo de la conocida actriz Paprika Steen, calcado de cualquier estereotipo sin vida propia. No es el caso del viudo interpretado por Brosnan y su carisma o la correcta Ida con su procesión interna producto de su enfermedad. De segundas oportunidades y malas elecciones para enamorarse va este segundo film hablado en inglés que para el caso de Susanne Bier implica un rotundo cambio de registro para nada prometedor y que teniendo presente sus próximos proyectos con Jennifer Lawrence parece ingresar en una preocupante pendiente de decadencia.
Fundamentalmente, el gran punto de atención en "Todo lo que necesitas es amor"es la firma de su directora, Susanne Bier. Para cualquier seguidor de su filmografía, desde que la conocimos con "Corazones Abiertos", el cine de esta directora danesa que supo enrolarse en las filas del movimiento Dogma que desarrollara Lars Von Trier, siempre tiene apuntes interesantes e historias fuertes para contar. Entre sus otros títulos están la arrolladora "Hermanos" –que luego tendría una remake hollywoodense protagonizada por Tobey Maguire y Jake Gyllenhaal formando triángulo amoroso con Natalie Portman–, la cantidata al Oscar "Después del casamiento" y finalmente su filme "En un mundo mejor" con el que se alzó con el Oscar a Mejor Película Extranjera en el año 2010. Quizás este nuevo estreno esté más emparentado con el tono de "Cosas que perdimos en el fuego", su incursión en la industria cinematográfica de Hollywood que no ha tenido estreno comercial en la Argentina, con las actuaciones de Benicio del Toro y Halle Berry. No justamente porque "Todo lo que necesitas es amor" tenga el mismo tono dramático, sino porque elige contar una historia más ligada a un esquema de cine comercial, siguiendo las convenciones y las recetas que ciertos géneros imponen, alejándose (bastante, para mi gusto) del estilo narrativo y de la temática de su cine más interesante. En este caso se trata de una agridulce comedia romántica que cumple con las exigencias y los guiños que corresponden a un producto de estas características y no logra llegar mucho más lejos que eso. Ida (Trine Dyrholm, protagonista de "La Celebración", "Aguas Turbulentas" y la genial e inédita en nuestro pas "En Soap") es una peluquera que está atravesando uno de sus peores momentos: no solamente padece una enfermedad que ha alterado gravemente su vida sino que además, mientras atraviesa ese duro momento descubre que su marido le es infiel. Por otro lado áparece Phillip (el impecable Pierce Brosnan), un empresario inglés que vive en Dinamarca, viudo para facilitar aún más las cosas en el terreno del romanticismo, lamentablemente todavía no ha podido superar la muerte de su esposa. Adivinaron? Obviamente! La mesa está servida y la receta no tiene demasiadas sorpresas sino que funciona en general por carriles lo suficientemente previsibles como para dejar contento al público con lo que exactamente esperaba de este producto... entonces cuando Phillip e Ida se encuentren en una hermosa ciudad italiana para asistir a la boda de sus respectivos hijos, la atracción será tan inevitable como sinuosa. Tanto por los hermosos paisajes, el clima de boda y la presencia de Brosnan, muchos momentos hacen recordar a "Mamma Mia!" aunque el tono que le pone Bier a su propuesta no tiene ni el ritmo ni la música de su antecesora. El punto fuerte de "Todo lo que necesitas es amor" es Trine Dyrholm, dúctil, hermosa en pantalla y aprovechando intensamente cada una de las escenas que le tocan sortear (algunas provechosas y otras lidiando con un guión algo ridículo) y Brosnan acompaña discretamente con su buen porte, su simpatía y su elegancia. Pero obviamente, no le pidamos mucho más que eso y justamente en las escenas más complejas de resolver se evidencia notablemente el desnivel actoral entre los dos protagonistas. Aunque, por fuera de eso, la química en pantalla de la pareja es sumamente creíble y efectiva. Nadie que admire a Susanne Bier va a ver en "Todo lo que necesitas es amor" una gran película. Como una vuelta de timón en su carrera, lo que para muchos será como un traspié, para otros será un momento agradable, con una comedia que toca el drama y se apoya más en el giro romántico (la pareja de Dyrholm-Brosnan se contrapone con la de las historias de sus hijos a punto de casarse). Y así, sin demasiadas pretensiones, y habiéndose ganado el voto del público en varios festivales (con lo que entonces se adivina como una crowd pleaser, de esas que "le gustan a todo el mundo"), en este caso nos entrega un producto aceptable que crece cuando su lujosa fotografía nos permite viajar en aquellas escenas donde el paisaje de la paradisíaca Sorrento se convierte en otro de los protagonistas, en una de esas villas que dan ganas de quedarse a soñar.
Susanne Bier pertenece a esa camada de cineastas daneses que surgieron a mediados de los años ´90, donde se destacaron también Lars von Trier y Thomas Vinterberg. La mayoría de sus trabajos funcionaron muy bien en el mercado internacional y en algunos casos se convirtieron en éxitos comerciales. Podemos citar The one and Only (1999), Open Hearts (2002) filmada bajo las reglas del Dogma 95, Brothers (2004), con Connie Nielsen (que luego tuvo su remake Hollywoodense), Thing We Lost in the Fire, con Benicio del Toro y Halle Berry y más recientemente In a Better World (2010), película con la que ganó el Oscar al Mejor Film Extranjero. Con su nuevo trabajo, Todo lo que necesitas es amor, la directora volvió un poco a sus raíces con esta comedia romántica, que es el género con el que se inició en el cine en la década del ´90. Es una película más liviana que sus últimos trabajos, donde presenta una historia de enredos que en Hollywood tranquilamente podría haber hecho Julia Roberts en la actualidad. Trine Dyrholm, recordada actriz de La Celebración (1998), es la protagonista de esta producción, donde forma una buena dupla con Pierce Brosnan, la figura más popular del reparto, ya que el resto de los actores son daneses. Todo lo que necesitas es amor tiene todos los clichés y estereotipos de este género, algo que genera que la película sea bastante previsible. No hay sorpresas en el argumento y desde el momento en que se presentan los personajes principales ya sabés como va a terminar la historia. Sin embargo, no es para nada una mala producción. Es claro que después de los dramas que realizó en los últimos años, la directora Bier se relajó un poco con este proyecto que terminó siendo su película más comercial hasta la fecha. Con la buena pareja que forman los protagonistas y las bellas locaciones que presentan los paisajes italianos, este film no pretende otra cosa que brindar un entretenimiento ameno dentro de este género y creo que cumple muy bien con ese objetivo.
El melodrama según Susanne Bier La directora danesa Susanne Bier se caracteriza por sus dramas profundos, existencialistas, que socavan con dureza las costumbres burguesas. Después del casamiento (Efter brylluppet, 2006) y En un mundo mejor(Hævnen, 2010) son la muestra de ello, en la vasta producción de la realizadora con bases en el Dogma 95. Todo lo que necesitas es amor (Den skaldede frisor, 2012) es su segunda incursión en el cine en idioma inglés, con Pierce Brosnan a la cabeza y con el melodrama como género predominante. Estamos frente a una comedia dramática con romance incluido, que transita todos los lugares comunes del melodrama: la mujer protagonista, desdichada y mártir de su destino y su marido, que tiene que enfrentarse y ponerle el pecho (en varios sentidos) a los avatares de la vida. Tilde (Trine Dyrholm) está curándose de un cáncer, saliendo apenas de la depresión por enfermedad cuando se entera que su marido la engaña. Su cómoda vida burguesa acomodada parece desmoronarse pero sin embargo debe concurrir con la mejor de las sonrisas al casamiento de su hija en el sur de Italia. El padre de su futuro yerno, Philip (Pierce Brosnan), es un viudo resentido de la vida y las mujeres y auto condenado a vivir en soledad. Pero después de un encuentro poco feliz entabla una relación profunda con la Tilde. ¿Que hace que Todo lo que necesitas es amor no se torne un liso y llano melodrama sentimental? El modo de filmar de Susanne Bier, alejado del clasicismo (aunque no del todo en este caso), una narración fragmentada y un acercamiento crudo a los personajes que los vuelve humanos en su dolor y tristeza. Una manera personal y poco habitual que parece renovar la ya transitada historia de las segundas oportunidades. También tiene el aire preciso de film europeo: hermosos paisajes del sur de Italia, contrastados con historias románticas de y para adultos, que a simple vista simulan ser profundas. Como para acercarse a un cine de autor con cierto sentido artístico, justo en un cine actual donde reinan las producciones de y para adolescentes. Todo lo que necesitas es amor es una película menor en la filmografía de Susanne Bier, pero que sin embargo tiene su sello y marca una distancia inmensa con otras producciones en su particular modo de retratar las relaciones humanas.
El placer de tu compañía Alejada de los melodramas, la directora danesa Susanne Bier cuenta una gran historia de amor, con Pierce Brosnan. Contra lo que muchos suelen pensar, de que a cierta edad, parece, en materia de amor la gente está a la vuelta de todo, Ida y Philip desafían a más. Y eso que en la nueva película de Susanne Bier tendrían más para perder que para apostar. Bier es de los realizadores daneses surgidos de los '90 que mejor se lleva con el público femenino. Sin la iracundia de Lars von Trier ni el escepticismo de Thomas Vinterberg, sus ex compañeros del Dogma, a la directora de Corazones abiertos le llaman más las relaciones de pareja enrevesadas.Lo que puede un accidente automovilístico inesperado. Si en Corazones... la pareja de un hombre que quedaba paralítico se enamoraba del esposo de la mujer que había causado el accidente de tránsito, en Todo lo que necesitas es amor también cruza a una mujer y a un hombre que a priori no deberían unirse. O tal vez sí. Ida es danesa y madre de Astrid, y Philip, el padre de Patrick, jóvenes que se van a casar en Sorrento. Ida viene de sufrir golpes de todo tipo, ya que si la quimioterapia ya pasó, teme que el cáncer regrese, y lo que menos esperaba era encontrarse a su marido revolcándose con una compañera, "la puta de Contabilidad", en el sillón de su casa. Philip es viudo y ni siquiera acepta ponerse los zapatos para bailar tango que le obsequia su más joven y linda secretaria. Están, claro, uno y otro para otra cosa. Bier maneja el humor como un escape. No hay escena dramática que no tenga como corolario un gag bien cosido. Porque Todo lo que necesitas es amor es una comedia, romántica, y por momentos dramática, con muchos personajes secundarios rondando esa historia central que arranca mal (Ida choca el auto de Philip, aún antes de saber que sería su consuegro) y que va tocando extremos como un subibaja, o un electrocardiograma. Hay tal vez demasiadas subtramas y algunas historias inverosímiles en cuestión de que cada familia tiene sus secretos (otra constante en Bier) y está todo muy mezclado. Pierce Brosnan vuelve a viajar para asistir a una boda a un lugar paradisíaco (Grecia en Mamma mia!, donde cometía el sacrilegio de cantar; aquí es Sorrento, al sur de Italia), pero parece más aplomado, aunque su Philip es, por momentos insufrible. Trine Dyrholm, que sufría como pocas en La celebración, y vista en En un mundo mejor, Aguas turbulentas y Pequeño soldado, tiene el papel más complejo. Y a veces dan ganas de arroparla, pero otras lo que extrae de uno es bufar: todo ello indica que estamos ante otra gran trabajo de esta monumental actriz danesa.
Una inexplicable “dramedia” al estilo danés Al cronista le había gustado Corazones abiertos, hecha una década atrás bajo las reglas y “aprobación” del Dogma 2000, movimiento al que algunos llamaban “Dogmarketing”. Tenían razón. Pero más allá de las astucias propagandísticas de su creador, el inefable Lars Von Trier, el Dogma permitió la emergencia de un puñado de películas tan estimulantes como anómalas. Como varios de sus compañeros de ruta, pero más, después de aquélla de 2002, su realizadora y coguionista, Susanne Bier, no volvió a hacer nada que valiera la pena. O tal vez aquélla tampoco valía la pena y el cronista supuso que sí. Trátese de dramas o dramones (Hermanos, 2004; Después del casamiento, 2006; En un mundo mejor, 2010), lo de Bier fue, de allí en más, un cine empaquetado, de cálculo y “temas” presuntamente importantes. Con Todo lo que necesitas es amor, la señora tira la chancleta y se arroja de lleno a la dramedia (mezcla de drama y comedia) romántica “para matrimonios”, con Pierce Brosnan como principal argumento de venta. Pudiendo llamarse All You Need is Love, Todo lo que necesitas... se llama, en el original (Bier filma en inglés, obvio), Love is All You Need. Desperdicia así, aunque más no sea, un bello eco lejano. La comedia romántica (o dramedia, como en este caso) es, como se sabe, el género en que dos personas empiezan odiándose y terminan, hora y media más tarde (o interminables dos, como en este caso) amándose para siempre. Como para no olvidar que la cerveza de Bier fermenta en el drama, Ida, la heroína, viene de hacerse una mastectomía y lleva peluca: la quimio la dejó más calva que la cantante de Ionesco. Como Todo... no es un drama, sino una dramedia, la mujer calva es... peluquera. Chiste danés. En realidad, el mayor problema de Ida no es la calvicie, sino uno más clásico: el marido ni se enteró de que desde hace un tiempo su mujer no tiene dos pechos, sino uno. La hija de Ida está por casarse, en ese paraíso llamado Capri. ¿Con quién? Con el hijo del hombre cuyo auto Ida acaba de chocar, en el estacionamiento del aeropuerto, poco antes de abordar ambos el vuelo. El señor es, claro, Mr. Brosnan, el típico viudo que no quiere saber nada con enamorarse. El destino de este vuelo de Ida y Pierce cualquiera lo adivina. Escribiendo siempre los guiones junto a Anders Thomas Jensen, adentro de Todo... Bier mete, como es su costumbre, todo. Un joven soldado que va a la guerra y vuelve, por ejemplo. Hijo de Ida. Imposible de saber qué tiene que ver la guerra (y de qué guerra se trata, ya que estamos) con el mundo de hipermillonario europeo en vera-no, con su azul Mediterráneo, verdes acantilados, vecchia villa, “be-emes” negros, casamiento en el parque y compras en Prada. El muchacho de campera militar habrá salido de Hermanos, donde había uno con la misma parka. A qué viene cierto deus ex macchina gay del final, se entiende menos todavía. Cómo es que el viudo hermético y hosco hombre de empresa se convierte en veterano príncipe azul, será porque es Pierce Brosnan y Pierce Brosnan no puede hacer otro papel que no sea ése. Expresiva, como suelen serlo sus compatriotas, la danesa Trine Dyrholm.
Luego de siete largometrajes dramáticos de gran intensidad, la realizadora danesa Susanne Bier entrega ahora una comedia romántica que habla de los hondos sentimientos por los que atraviesan muchos seres humanos. Todo lo que necesitas es amor no es una comedia romántica con personajes bidimensionales; aquí hay una mujer en una situación realmente desdichada y un hombre que deberá decidir entre un pasado que lo tortura y un futuro que lo sacará de su desdicha. La directora no intentó evitar el dolor, pero se esforzó para que no fuera inquietante y lo difícil (y logrado) fue tratar con encanto un tema incómodo, aunque sea sólo una parte de la historia. Los responsables de la trama se ciñeron al pie de la letra a las reglas de la comedia romántica y desde el principio del encuentro de la pareja central parece que ambos viven micromundos aparte. Varios personajes secundarios añaden toques de humor, como la engreída cuñada de él decidida a conquistarlo, o la amante del ex marido de ella, que no duda en demostrar su inmadurez. La realizadora tuvo una gran capacidad para elegir a su elenco, en el que se destacan Pierce Brosnan, que sabe ponerse en la piel de ese hombre que necesitaba de un nuevo amor, y Trine Dyrholm, como esa mujer que va descubriendo su sentimiento a pesar de los problemas.
Comedia romántica a la europea Ida (Trine Dyrholm) acaba de terminar un tratamiento de quimioterapia debido a un cáncer de pecho, y mientras espera los resultados del último chequeo debe concurrir a la boda de su hija en el sur de Italia. A pesar del complicado momento que está atravesando, Ida es una mujer positiva, que trata de disfrutar de todo, incluso hasta las cosas pequeñas. Todo lo contrario es su consuegro, Philip (Pierce Brosnan), un hombre que luego de enviudar se convirtió en un adicto al trabajo, que detesta estar rodeado de gente. La boda se realiza en la villa que la familia del novio tiene en el sur de Italia. El paisaje y el contexto son ideales para una típica comedia romántica, donde las familias se reúnen casi por obligación, y las cuentas pendientes e historias inconclusas salen a la luz. La historia tiene como tema central el amor que llega por segunda vez, aquel que encuentra a los protagonistas ya más viejos y un poco decepcionados, que ya no esperan nada, pero encuentran algo. Es un tema bastante visto en el cine, y sería de esperar que una cineasta como Susanne Bier le encontrara una vuelta interesante a la trama, pero eso no es lo que sucede. La historia cae en varios y melosos lugares comunes, y aunque las interpretaciones de ambos protagonistas son muy buenas, no terminamos de creernos del todo ese amor repentino que surge entre ambos. El resultado es una película entretenida, amena, y un tanto pretenciosa. Lo interesante es que en general los filmes de este género que solemos ver son estadounidenses y parecen hechos en serie; pero esta película danesa tiene una muy buena dirección, y actores que no parecen modelos de publicidad, lo que le otorga un poco más de calidad y naturalidad al producto final.
Italia, el destino del romance Desde la década del '50 en adelante, Italia ha sido el espacio elegido por cineastas de todo el mundo para mostrar una forma idealizada del amor romántico. Americanos, ingleses y también daneses ahora, han encontrado en Italia un lugar para que los personajes vean revolucionado su corazón en cuanto pisa sus ciudades, sus pueblos o sus costas. Todo lo que necesitas es amor se suma a la larga lista de lugares comunes alrededor de este concepto, aun cuando intente darle una parcial vuelta de tuerca. La historia de la película es la de Ida (interpretada por la actriz danesa Trine Dyrholmm), una peluquera que ha perdido todo su cabello durante su lucha contra el cáncer y cuyo matrimonio se rompe al descubrir que su marido le ha sido infiel. Cuando viaja a Italia para el casamiento de su hija, conoce Philip (Pierce Brosnan), el padre del novio, un viudo aun duro y amargado por la muerte de su esposa. La película, que se promociona como una cómoda comedia romántica, es mucho más que eso. La directora ganadora del Oscar a mejor película extranjera, Susanne Bier, tiene un historial de dramas intensos e impactantes, y acá asoman algunos atisbos de su anterior cine. Como muchos otros directores daneses, Bier observa el infierno que late dentro de cada familia y aunque aquí apela a cierta ligereza, no deja de mostrar su mirada sobre el asunto. Lamentablemente, la directora de Corazones abiertos, Después del casamiento y En un mundo mejor mezcla tonos a lo largo del relato sin obtener el resultado adecuado nunca. Cuando hay humor, este resulta fuera de lugar, cuando hay melodrama excesivo, este queda forzado, cuando hay romance suena falso, y la combinación de todo esto pierde cualquier coherencia posible. La acumulación de temas no llega a resultar cómica por muy poco. Cáncer, infidelidad, accidentes, homosexualidad, violencia, anorexia, clases sociales y el ingrediente de "That's Amore" sonando en la banda de sonido sin que se incline por la ironía o por el verdadero disfrute por la música. Esa es la clave. No sabemos si Bier ha cambiado para llegar un público más masivo y no está cómoda o si por el contrario siente que este es el rumbo que debe adoptar su cine. Lo que importa es lo que se ve en la pantalla, y eso que se ve es muy poco.
Dirigida y coescrita por Susanne Bier, es una historia agridulce con personajes todos confundidos, o porque se les derrumba el mundo por amor, por enfermedad, o porque están heridos emocionalmente por un pasado no resuelto o porque sencillamente son miserables. Romántica a pesar de todo, con momentos demasiado alargados, resulta grata
Temas serios con la ligereza de una buena comedia Los amargados pueden acusarla de previsible. El público general agradecerá ese "defecto", tanto como los hermosos paisajes costeros, los jardines, de placentera visión que, por suerte, matizan el relato. Es que acá se tocan temas serios con ligereza de comedia bien vestida y muy bien actuada por excelente elenco. Y son todos invitados a una boda, donde el romance que nos interesa puede darse entre los consuegros. El es un empresario inglés, viudo, especialista en el cultivo de limones previamente injertados en naranjos, lo que algo sugiere acerca de su carácter. Ella es una peluquera danesa, simultáneamente enfrentada a la quimioterapia y la crisis conyugal. Se casan sus hijos, llevados por inexperto entusiasmo. Se junta toda la familia en la hermosa Sorrento, donde el hombre, buen anfitrión, tiene sus dominios. Hay cena, brindis, fiesta, etcétera. Y confesiones públicas y privadas, de las que nadie vuelve fácilmente. Pero volver, al menos en el cine, se vuelve, porque el público quiere salir contento y porque (he aquí la moraleja) la vida sigue aunque nunca sepamos por cuánto tiempo, así que más vale vivirla. Autora, la danesa Susanne Bier, afortunadamente cada vez más alejada del Dogma. Reconocida por los dramáticos "Hermanos" y "En un mundo mejor", Oscar al mejor film extranjero, ella sabe exponer los frágiles vaivenes del amor, la necesidad de afecto y sostén de la gente. Lo hizo en "Asuntos de familia", "Corazones abiertos" y "Después del casamiento", y lo hace ahora de un modo más amable y supuestamente ligero. Contribuyen a esa sensación de incierta ligereza los protagonistas Pierce Brosnan y Trine Dyrholm. El recita bien, ella es actriz de abundantes recursos, y la escena de desnudo absoluto es muy singular y algo perturbadora. Invitados y colados a la boda, Paprika Steen (la cuñada bonachona pero impresentable), Kim Bodnia (el marido aún más impresentable), Sebastian Jessen Patrick y Molly Blixt Egelind (los novios), Micky Skeel Hansen (el hijo varón), Christiane Schaumburg-Müller (la encantadora loquita de contabilidad, que tiene unos bocadillos de risueña lógica), y Ciro Petrone (el catalizador). Rodaje en Sorrento, Salerno, Herlev y Copenhague. Fotografía, Morten Soborg. En la banda sonora, "Tintarella di luna", por Mina, "Sará perche ti amo", de Ricchi e Poveri, y "That's amore", por Dean Marti (de cajón) pero al final también por Jonas Winge Leisner a dúo con Alice Carreri, linda versión. Un pequeño detalle, que nos vuelve a la seriedad. En 1987 Pierce Brosnan perdió a su esposa, tras cuatro años de lucha contra el cáncer y apenas un día después de recordar el aniversario de bodas. El año pasado perdió a su hija, también tras larga lucha contra el cáncer. Pero la chica, dos semanas antes, se dio el gusto de casarse, y él la llevó del brazo hasta el altar. "Afrontaron la muerte con elegancia, coraje y dignidad", dijo el actor en su momento. "He abierto muchos sobres con el resultado de los exámenes. Yo sé lo que es, de verdad", dijo cuando la presentación de esta película en Venecia.
Hay películas que son más fáciles de entender en función de su producción que de su resultado final. Uno tiene la impresión que TODO LO QUE NECESITAS ES AMOR es una de esas películas que se vendieron solas: tanto los actores, como los productores, como el equipo técnico, los guionistas y hasta sus parejas deben haber dicho que sí, encantados, a la propuesta de irse unas semanas a una coqueta villa en Sorrento, Italia, a filmarla. ¿Quién se negaría? Bellísima ciudad cercana a Nápoles –excelente clima, comida, bebida, lo que se les ocurra–, seguramente fue un asunto muy convincente a la hora de armar el filme danés. De hecho, uno supone que Pierce Brosnan aceptó encantado, más por eso que por tener a una ganadora del Oscar como directora. Hemos visto muchas películas como ésta, virtuales catálogos turísticos para quienes quieren disfrutar a la distancia de paisajes maravillosos y ponerse en la piel de los personajes de alguna liviana historia de amor en la cual “el regreso al terruño”, al pueblo chico, sirve como excusa para casi todo. Eso, claro, y la idea antiquísima ya de que en estos lugares las personas revelan su “verdadero ser”. loveisall2Algo así sucede en este filme que sigue a los miembros de dos familias que van a Sorrento a la boda de sus respectivos hijos. Pero, con Susanne Bier como directora (la misma de CORAZONES ABIERTOS, HERMANO, DESPUES DEL CASAMIENTO y la ganadora del Oscar EN UN MUNTO MEJOR), la película ni siquiera podía ser una amable farsa de romances veraniegos en Italia. Debía, de algún modo, convertirse en un tracto un tanto serio que incluyera enfermedades terminales, guerras, traumas familiares y otras yerbas. Brosnan es el dueño de la finca, un viudo que solo piensa en el trabajo (vende las frutas que allí produce con su empresa basada en Copenhagen) y abandonó la idea de tener una relación seria y duradera. Ida (Trine Dyrholm) viene de atravesar un cáncer y se topa con que el idiota de su marido tiene sexo en su propia casa con una chica más joven del trabajo. Todos ellos –además de otros parientes y amigos– se van a Sorrento al casamiento de la hija de ella con el hijo de él, lugar donde entre reproches y conflictos, nacerá un amor y otros se complicarán. loveisall1Da la impresión de que TODO LO QUE NECESITAS ES AMOR no tiene muy en claro qué tipo de película quiere ser. Parece el resultado de una batalla entre un grupo que quería una comedia de daneses burgueses de vacaciones románticas en Italia (algunos actores, de hecho, parecen actuar en esa película) mientras otros buscaban una versión un tanto más amable de LA CELEBRACION, otra película de la misma empresa (Zentropa), en la que el caos familiar arruina un importante evento social. Lo que quedó es algo así como una versión para televisión de ese filme (o una mala mezcla entre eso e ITALIANO PARA PRINCIPIANTES), en la cual la célebre compañía productora danesa que inventó el Dogma parece burlarse de sí misma. La película es bastante banal, muy poco creativa, dramáticamente complicada sin necesidad, obvia por donde se la mire y casi no se nota química alguna entre los protagonistas. Lo curioso es que, a juzgar por la poca gracia que se siente en las escenas, hasta da la impresión que ni siquiera la pasaron tan bien durante el rodaje (la cara de fastidio y de poca onda de Brosnan parece más del actor que del personaje). Podrá tener su éxito local si es que el mercado sigue existiendo para esta mezcla de folleto turístico con trama para mujeres de más de 40 que sueñan con que tipos como Brosnan se enamoren de ellas. Pero como drama no convence. Como comedia, tampoco. Como película, menos aún.
La película con mayor factor “awwwwwwww” potencial. Señora que peleó al cáncer y queda calva (es peluquera, ironía de guión) se encuentra en Italia (nótese el lugar “romántico”) con un viudo amargado (que es Pierce Brosnan, de profesión galán maduro) y, como el título lo indica, ambos encontrarán que lo que necesitan es amor. Ya lo sabemos. Hay una a favor en esta ensalada de romance desparejo que propone la especialista en romance difícil Susanne Bier (ya vimos Hermanos, ya vimos En un mundo mejor, ya sabemos de qué se trata su método “tristeza-alegría-vuelta de tuerca tremenda-vamos a recuperar algo”) y es que los personajes, a pesar de las características que les provee el guión para ser patéticos, parecen seres humanos de verdad. Y esa hazaña no es solamente el producto del talento actoral sino también, paradójicamente, de las virtudes de la realizadora, que conoce cómo sacar algo auténtico de lo retorcido. Quizás tal sea su intención siempre. La simpatía, aquí, abunda y salva.
Dos a quererse La danesa Susanne Bier es una directora aclamada tanto en Europa como en los Estados Unidos. Con films como Corazones abiertos, Hermanos, Después del casamiento, Lo que perdimos en el camino y En un mundo mejor (ganadora en 2011 del Oscar a la mejor película extranjera), se convirtió en una cineasta con poder suficiente como para decidir qué hacer, cuándo hacerlo, con quién hacerlo y dónde hacerlo. Para mi gusto, es una de las realizadoras más sobrevaloradas de nuestro tiempo, una artista ambiciosa y pontificadora, con aires de profetisa, que condensa varios de los peores aspectos de la muy irregular producción de su país. En ese contexto, Todo lo que necesitas es amor se ubica entre lo menos interesante y más fallido de su filmografía: una tragicomedia que no emociona ni divierte, una película que aborda cuestiones supuestamente trascendentes y resulta siempre banal, y que -para colmo- cae en el pintoresquismo y en todo tipo de lugares comunes que hacen que uno pueda adelantarse a cada una de las secuencias y no errar cómo será la resolución. Los conflictuados protagonistas son un empresario británico (Pierce Brosnan), típico workaholic esquemático y obsesivo que a pesar de tener la pinta de Brosnan no tiene intenciones de mantener relaciones afectivas; y una peluquera danesa (Trine Dyrholm) que está recuperándose de un cáncer de mama, pero que cuando regresa a su casa encuentra a su marido teniendo sexo con una muchacha joven de su trabajo. La cuestión es que ellos y muchos más (daneses e italianos) terminarán en una hermosa villa de la paradisíaca zona de Sorrento, cerca de Nápoles, para participar en una fiesta de casamiento. Sin anticipar nada más del argumento, hay algunos momentos penosos, como cuando Philip ve a Ida sin su peluca (ha perdido el pelo en la quimioterapia) o cuando uno de los personajes acepta de manera súbita su homosexualidad. Todos los clichés y estereotipos que puedan imaginarse respecto de las segundas oportunidades, de ese amor que finalmente llega a pesar de los prejuicios, los problemas y el dolor acumulado, irán apareciendo en el transcurso de este film que no se decide por ser una comedia romántica liviana, un melodrama coral y aleccionar, una propuesta provocativa y perturbadora (por momentos tiene un aire a su connacional La celebración) o un manual de autoayuda. Es un poco de todo eso, pero sin llegar a ser convincente en ninguno de sus aspectos.
Una película situada en Italia, con una atmósfera fresca y un elenco totalmente simpático que funciona a la perfección, eso es "Todo Lo Que Necesitas Es Amor", la nueva historia de Susanne Bier. Comedia romántica, que no te voy a negar que cae en situaciones previsibles (pero aún así, uno quiere ver que pasará) y lo más importante, humor inteligente como pocas. Totalmente disfrutable, entretenida y para toda la familia (salvo algunas escenitas fuertes del comienzo), que quiero que veas y dejes que tu mente se relaje por unos cuantos minutos. Buena opción para este fin de semana de vacaciones de invierno.
Boda con planteos Todo lo que necesitas es amor, de la directora danesa Susanne Bier, es una historia que ancla el drama en la crisis de dos familias. Susanne Bier es una directora danesa muy activa, con un promedio de una película cada dos años, desde 1990 a la actualidad. En todo ese tiempo recibió numerosos premios europeos e incluso ganó un Oscar a mejor película extranjera con En un mundo mejor (2010), que junto a Hermanos (2004) y Después de la boda (2006) son algunos de sus títulos más difundidos en Argentina. Todo lo que necesitas es amor también viene de lograr alguna presea a nivel europeo, y sin embargo es de una talla media. Bier es una realizadora que busca los temas familiares fuertes y controversiales con su cámara. En Hermanos, dos hombres tienen una afrenta cuando uno de ellos parte a la guerra en Afganistán mientras el otro toma su lugar entre la mujer y los hijos que quedaron. En Después de la boda, un empresario exitoso rastrea al ex amante de su esposa en África para pedirle un favor muy especial. En Todo lo que necesitas es amor también hay un empresario involucrado (interpretado por Pierce Brosnan, la figura por lejos más conocida del elenco) en una boda que pone en contacto a dos familias que acaban de conocerse. Esos dos clanes están en crisis y una vez más en esta clase de filmes el festejo se convierte en una dolorosa oportunidad para sacar los problemas afuera, aprovechando el ambiente relajado y abundante en alcohol. En alguna parte se dijo que esta película es una comedia. Bueno, el humor danés no es el nuestro, pero también existe un lenguaje universal de la risa que aquí no se habla del todo correctamente. La historia parece querer disimular el drama, más que nada, y esa ambigüedad no la beneficia demasiado. Además, el drama que queda al descubierto promete más de lo que cumple. Las imágenes sí son fabulosas. La ambientación sucede casi por completo en una casona en Sorrento, cerca del empeine de la bota italiana. La fotografía destaca al mar, los miradores, las galerías, los faroles, el pueblo montañés adornado con hortensias y geranios y, en cada rincón, los muelles con sus veleros. Placer tras placer. Lo mismo que la plantación alrededor de la casa de la boda: un increíble limonar.
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Un roto para un descosido Conocida por su estilo áspero, la danesa Susanne Bier, directora de Hermanos, encara su primera comedia romántica sin perder el menor toque corrosivo. Ida (Trine Dyrholm) descubre que su marido la engaña justo cuando está por partir desde Copenhague hacia Italia, para asistir a la boda de su hija. El descubrimiento es el golpe de gracia de una tragedia personal: cerca de la tercera edad, Ida está sometida a quimioterapia para combatir cáncer de mamas, pero su peluca rubia, tan natural, y su sonrisa, tan carismática, mantienen el ánimo a flote. En situación no menos desventajosa está Philip (Pierce Brosnan), que perdió a su mujer en un accidente automovilístico. Philip es el padre del novio y todo hace suponer que antes o después de la boda habrá un encuentro amoroso entre ambos, en el escenario deslumbrante de mar y costas rocosas del sur de Italia. Bier presenta esa posibilidad y luego la complica con los rollos de los protagonistas, pero la película avanza gracias a la vulnerable y enamoradiza Ida, cuyo apego a la vida desarma al acartonado Philip. Brosnan, una vez más, impecable en su impostada flema británica.
La danesa Susanne Bier ha construido una carrera cinematográfica cimentada en los dramones intensos, en los romances tórridos y en las personalidades conflictivas y complejas. No son necesariamente películas interesantes o destacables, pero sin dudas se trata de una realizadora con un rasgo autoral definido y una de las voces del cine europeo más conocidas de este lado del Atlántico. Todo lo que necesitas es amor no olvida esos elementos constitutivos de su cine, pero hay un cambio de registro y de tono que logra aportarle algo de liviandad a la propuesta. Y en este contexto, eso es lo más atractivo que tiene para aportar la película más allá de que lo termine ejecutando sin demasiada convicción. Todo lo que necesitas es amor es una película de manual: típico encuentro familiar alrededor de algún tipo de celebración, relato coral con personajes que se cruzan, una apuesta temporal que pone en abismo los vínculos y el paraje del sur italiano como horizonte emocional. El viudo, la mujer que descubre que su marido lo engaña, la amante del susodicho, la novia que no está muy decidida sobre el paso que va a dar, el novio en crisis interior, la cuñada calenturienta. Este mapa de personajes da rienda a todo un sistema de relaciones que chocan y, en esa fricción, intentan encontrar algunas respuestas a las preguntas que se van dando sobre el amor, el deseo, los sentimientos. Ese es el territorio por el que la película transita, y logra algunos buenos momentos. Bier acierta cuando apuesta a la química entre la pareja madura que componen Pierce Brosnan y Trine Dyrholm, especialmente en los primeros minutos donde un humor decididamente incómodo se apodera de las situaciones. Todo lo que necesitas es amor arranca como relato fragmentado, y es así en su serie de viñetas donde mejor funciona: la película no se define todavía como el drama romántico que luego es, y esa indefinición argumental genera algo de misterio en el espectador acerca de los deseos de cada uno de los personajes. Esta es, sin dudas, una película que resulta más atractiva en sus dudas en que las certezas que van apareciendo progresivamente. Está claro que la apuesta por la comedia romántica es bastante riesgosa para la directora, y que por momentos no encuentra el tono adecuado: ahí cuando los personajes terminan reunidos en un único espacio (el casamiento), es cuando el film empieza a naufragar. Las acciones se van definiendo, el drama se hace presente, y la supuesta liviandad es trocada por un melodrama a medio tiempo. Esos cambios de tono hacen dudar de las verdaderas intenciones de Bier, y está claro que la ligereza impide que el drama sea lo preciso que debería ser, mientras que el drama adormece la potencia liberadora de la comedia, fundamental por los temas que andan dando vueltas por ahí (homosexualidad, anorexia, cáncer). Todo lo que necesitas es amor termina siendo, en su parte final, un drama romántico geriátrico (subgénero tan de moda), pero ya sin el ángel de los primeros minutos. El problema de directores “consagrados” como Bier cuando se enfrentan a productos trillados como estos es que quieren, a toda costa, imponer un toque autoral. No da.
¿Qué le pasa a Pierce Brosnan? Desde que dejó al 007, allá por el 2002, viene tambaleando, por no decir en picada. Es un buen actor. Conoce la cámara, además de ser un gran dosificador de gestualidad. Es de esos actores que sino está bien dirigidos no “salva” una película. Un breve repaso ejemplificador sería el flojo protagónico de “Al caer la noche” (2004), un mal villano en “Chantaje” (2007), el espantoso melodrama “Prueba de amor” (2009), con una escena patética en la cual intenta llorar pero parece estar seco de vientre, flojísimo en “¡Mamma Mía!” (2008) tratando de hacer lo que no sabe. errático en “El camino de la salvación” (2011), estrenada en DVD. y jugando al “pendeviejo” con Emma Thomson en “Love Punch” (2013), estrenada entre nosotros hace un par de meses. Los pocos trabajos con cierta composición fueron en “Perseguidos por el pasado” (2006), ese western inquietante junto a Liam Nelson, lo hecho con Polanski en “El escritor” (2010), y la comedia de 2004 “Las reglas de la seducción” junto a Julianne Moore. Todo esto para presentar un nuevo traspié en su carrera que, en realidad, es otro caso de falta (o equivocada) dirección de actores. “Todo lo que necesitas es amor” es, además, la demostración que se puede ser brillante en la dirección cinematográfica, pero si el guión falla es difícil salir a flote. Susanne Bier ha demostrado sensibilidad en sus películas. No solamente con “En un mundo mejor” (2012), ganadora del Oscar a mejor película de habla no inglesa, también con el drama “Hermanos” (2004), o “Lo que perdimos en el camino” (2007). Aquí, en dupla con Anders Thomas Jensen, su ya co-guionista habitual, presenta un drama con algo de humor que en realidad comienza al revés. Ida (Trine Dyrholm) es una peluquera sin pelo por causa de un cáncer del cual se está recuperando, aunque tiene otro en forma de marido a quien encuentra in fraganti en la casa un día cuando vuelve del médico. Por otro lado Philip (Pierce Brosnan) es un empresario fruti-hortícola con base en Copenhague. Es viudo, pero el dolor lo canaliza con poco tiempo para los afectos y adicción a su trabajo. Sus vidas chocarán (poca sutileza la de la directora al mostrarlos colisionando en un estacionamiento) para enterarse, en un diálogo muy forzado, que sus sendos hijos se van a casar en Italia. Nos enteramos porque además suena That’s Amore” todo el tiempo como un jingle de publicidad. Hasta allí la comedia que luego da paso a una densidad innecesaria para el planteo inicial. Sucede que el guión empieza a ramificarse y darle más importancia a las subtramas que a la relación entre ambos. Se multiplican los temas (salir del placard, la infidelidad, sobrellevar el dolor, la hipocresía, etc) y lentamente va perdiendo el interés, se diluye la idea ver la historia de dos personas cuyo pasado e inmediato presente funciona como una mochila no asumida, como barrera entre ambos. “Todo lo que necesitas es amor” encuentra apenas algunos momentos de la danesa Trine Dyrholm como para despertar interés por un personaje que se deja avasallar por lo insólito de algunas situaciones, y eventualmente un buen trabajo en la banda sonora. De Pierce Brosnan concluimos que su problema es la mala elección de sus trabajos. Por el lado de la puesta, ni siquiera algunos inserts de imágenes postales de la costa italiana están justificados. Hay poco para rescatar porque así sucede cuando se carece de solidez literaria.
Todo lo que necesitas es amor es una comedia romántica dirigida por la danesa Susanne Bier (Hermanos, y la ganadora del Oscar a Mejor Película Extranjera En un mundo mejor) que aporta muy poco al género y termina pasando sin pena ni gloria. Lo vi todo Ida (Trine Dryholm, tal vez la recuerden de films daneses como La Celebración y A Royal Affair) es una peluquera sin pelo, ya que acaba de finalizar un tratamiento de quimioterapia. Un día llega a su casa y encuentra a su marido teniendo sexo con una joven compañera de trabajo. Ida decide viajar por su lado a Italia, donde se casará la hija de este arruinado matrimonio se casará en dicho país. Por otro lado tenemos a Philip (interpretado por el queridísimo Pierce Brosnan), un empresario inglés radicado en Dinamarca, un viudo solitario cuyo hijo casualmente contraerá matrimonio en Italia. Ida choca con su auto al auto de Philip en el estacionamiento del aeropuerto y se dan cuenta de que los dos van a la misma boda (y que son futuros consuegros). Italia mon amour En general, cuando vemos una comedia romántica sabemos cómo va a terminar, y está bien, lo que importa es cómo llegamos a ese final feliz. Todo lo que necesitas es amor no es la excepción. El problema está en todas esas situaciones que llevan a que terminen juntos Ida y Philip. Lamentablemente, Susanne Bier nos presenta un cliché atrás de otro, desde cómo se conocen los protagonistas hasta las diversas situaciones que los terminan uniendo o el hecho de que el enamoramiento tiene lugar dentro de unas mini-vacaciones en una ciudad turística y durante una boda. Está todo visto y es realmente una pena, ya que cuenta con correctas interpretaciones y personajes por demás queribles. Pierce Brosnan y Trine Dryholm hacen una buena dupla y son de lo más rescatable de la película, junto con algunas sorpresas que se reserva la película. Otro elemento que hace ruido es la idealización de la locación de la boda. Italia parece ser el paraíso, con un sol espectacular, árboles y frutas por todos lados y unos paisajes impresionantes. Hay un uso descarado de estas “postales” de Italia, que más que situarnos en el lugar parecen una publicidad de una agencia de viajes. No aporta nada valioso al género de comedias románticas y probablemente la olvide rápidamente. Conclusión Todo lo que necesitas es amor desilusiona desde su comienzo. Abusa del “caramelo visual” y constantemente cae en los clichés de las comedias románticas. Igualmente, se deja mirar y más allá de las “figuritas repetidas” que se encuentran a a lo largo de la película, entretiene al espectador. Si alguien nunca vio una comedia romántica, quizá encuentre este film atractivo. Para el resto de los mortales probablemente pase sin pena ni gloria, ya que no parece tener nada nuevo que decir.
Los personajes de la realizadora danesa Susanne Bier, siempre padecen. Accidentes o enfermedades, todo vale para poder descubrir, a partir de allí, la crisis de sus parejas. Aquí todos viajan para asistir a una boda en Sorrento, encantadora como siempre. Son seres confundidos. Comedia romántica, de hermosas locaciones, baile, flores y una casona de ensueño, un film apenas agradable, que habla de amores tardíos y de segundas oportunidades. Es algo cursi, exagerada, previsible, pero tiene una buena actriz (la vital Trine Dyrholm, la peluquera optimista) y mal o bien aporta un poco de amor y de esperanza a una cartelera sobrecargada por explosiones, villanos y terrores varios.
Si la vida te da limones... La directora danesa Susanne Bier, autora entre otras de “Después de la boda” (Efter brylluppet, 2006) y “En un mundo mejor” (Hævnen, 2010), tiene además el antecedente de haber integrado el grupo Dogma, movimiento fílmico vanguardista de la década de los ‘90, una propuesta que pretendía reinventar el cine recuperando su lenguaje más tradicional oponiéndose a los trucos tecnológicos tan típicos de la industria hollywoodense. El movimiento produjo algunos largometrajes en los que se trataban temas polémicos y se reinvindicaba el uso de la cámara en mano como el rasgo de estilo más marcado. De allí surgieron algunos cineastas de renombre como Lars von Trier y Thomas Vinterberg, y si bien los preceptos rigurosos del Dogma, reunidos en un Manifiesto, no se pudieron mantener en el tiempo, los realizadores que pasaron por allí no pueden disimular su poderosa influencia. El caso de “El amor es todo lo que necesitas” (Den skaldede frisør, 2012) no es una excepción, aun cuando la autora prefiere el registro de la comedia romántica y no del drama, como en sus anteriores películas. No está muy claro, en realidad, si es una apuesta de Bier o una exigencia del contrato, la cuestión es que el film resulta una rara combinación de algunas de las temáticas recalcitrantes muy al estilo Dogma y un formato más acorde con los modelos comerciales del género. La figura del primer actor irlandés Pierce Brosnan, cuyo nombre aparece más destacado en los carteles promocionales, ya hace un poco de ruido al verlo asociado con Bier, quien no obstante sale bastante airosa al conseguir desacartonar un poco al rudo ex 007, quien aquí interpreta a un empresario inglés, radicado en Dinamarca, viudo, iracundo y solamente interesado en los negocios. El sujeto se llama Phillip, perdió a su mujer hace varios años y quedó solo con un hijo, Patrick, que ahora, veinteañero, está a punto de casarse y pretende hacerlo en Italia, país donde sus padres se conocieron y donde vivieron hasta el fatal accidente que dejó a uno huérfano y a otro viudo. La novia de Patrick es Benedikte, hija de Ida, una peluquera que atraviesa por un duro momento en su vida personal. Ida, papel a cargo de la estupenda actriz danesa Tryne Dyrholm, es una mujer de mediana edad que acaba de superar un cáncer y que no encuentra mucha contención de parte de su marido, Leif, quien no solamente se ha desentendido de la enfermedad, sino que además le ha agregado mayor sufrimiento a su mujer introduciendo (literalmente) una amante más joven en el seno del hogar. Phillip e Ida se conocen en el aeropuerto (en Dinamarca, donde viven todos) antes de viajar a Italia para la boda y entre los dos surge eso que se llama química. La película está centrada en la relación de ellos, quienes simpatizan y se apoyan mutuamente en un contexto familiar que pronto empieza a mostrar grietas por todos lados. En un tono de comedia, pero con altos componentes de ironías y sarcasmos, Bier hace un retrato de la sociedad culta europea contemporánea, a la que se observa bastante desorientada, sobre todo en el plano afectivo-emocional, y proclive a embarcarse en relaciones disfuncionales, egoístas y sin un proyecto que ayude a las personas a realizarse en la vida. Sin embargo, en medio de ese ambiente por momentos caótico y bastante decadente, Ida y Phillip consiguen renacer de sus cenizas, recuperarse de sus fracasos y darse otra oportunidad para ser felices. Como decía, es rara esta combinación entre el rigor conceptual y formal de los daneses con el modelo del sex-simbol de Hollywood, pero en ese contraste está el encanto que Bier supo aprovechar, como diciendo “si la vida te da limones, haz limonadas”. En suma, “Amor es todo lo que necesitas” es una película amable, destinada a un público de mediana edad, que busca entretenerse y sentirse identificado con los personajes que ve en la pantalla, porque la historia que se cuenta, sus dramas y sus protagonistas son bastante parecidos a los de todos en cualquier parte del mundo.
Love is like the lovely lemon tree Lo que redime a Todo lo que necesitas es amor de ser la versión danesa de Mamma Mía, la película (además de no ser un musical) es que en la propuesta de Susanne Bier hay una subrayada e interesante dosis de drama emocional hilvanada entre sus hilos de comedia romántica y una suerte de “eureka” narrativo que nos hace, cuanto menos, sonreír y pasar 116 gratos minutos, pese a la predictibilidad de su trama. Rodada en el sur de Italia (segunda sede intergaláctica del romanticismo cinematográfico, después de Francia) la historia organiza un combo agridulce a través del cual parece hablar más de la supervivencia ante la carencia de amor que de sus luces y mitologías fantásticas: planteando la problemática de la apariencia como centro gravitacional temático, Todo lo que necesitas es amor atiende a los tópicos revisitadísimos de la infidelidad, la homosexualidad reprimida, la enfermedad, los choques de clase y la muerte desde un humor que no deja de tener ciertas notas de lo denso y difícil de digerir de todo el cine de Bier. Lejos de la estética de En un mundo mejor (2010) y más lejos aún de sus años de Dogma 95, la directora sugiere como plato fuerte, esta vez, la actuación fresca y sencilla de Trine Dyrholm en el protagónico femenino, a través de numerosos e intensos primeros planos que sirven de marco a la que tal vez sea la mirada más expresiva del cine danés. Su interpretación de Ida (una mujer que, en plena lucha contra el cáncer, se entera de que su marido le es infiel) es la más consistente y mejor resuelta de todo el film y es la fuerza de tracción y atracción de la obra, abriéndose paso entre personajes que buscan la gracia a través del estereotipo. La notable cantidad de planos paisajísticos y la elección de un soundtrack que tiene por cabecera y leitmotiv la canción “That’s amore” de Dean Martin se presumen recursos forzados por partida doble: por el entorno de una Italia en su papel idealizado de paraíso romántico y por el canon hollywoodense del género en cuanto a puesta en escena que parece subyacer a este estilísticamente particular film de Bier. Todo lo que necesitas es amor es una entretenida comedia romántica con estructura de shot de limoncello: algo dulce en la superficie y con un fondo ácido y fuerte que rompe, felizmente, con la primacía de lo acaramelado. Pero esta es una comparación posiblemente tan obvia como la linealidad cromática que opera entre el polvo amarillezco que tiñe los créditos de apertura, los copiosos y omnipresentes campos de limones y el amarillo ineludiblemente metafórico del vestido de Ida ante la inminencia de un nuevo amor.
Nada como ir juntos a la par “Todo lo que necesitas es amor” es una comedia romántica en donde la directora ganadora del Oscar, Susanne Bier, abandona por completo el género dramático y los preceptos del movimiento “Dogma 95” para volcarse hacia una propuesta simpática, amena, sencilla y pasatista. La película está protagonizada por Pierce Brosnan y por la danesa Trine Dyrholm, quien ya había trabajado con Bier en el film “En un mundo mejor”, aquella maravillosa cinta ganadora del Oscar a mejor película extranjera en 2010. “Todo lo que necesitas es amor” es un film cuyo atractivo principal reside en la complejidad psicológica de sus personajes. Ambientada en el paradisíaco sur de Italia, el film narra la historia de amor de dos personas solitarias que atraviesan diversas crisis personales. Philip -Brosnan- es un acaudalado y apático inglés que vive en Dinamarca, viudo y padre soltero. Ida -Dyrholm- es una peluquera danesa en recuperación de un cáncer de mama y cuyo esposo la abandona para disfrutar de los encantos de Tilde, una mujer mucho más joven que ella. Ambos se conocen en Sorrento, Italia, durante el casamiento de sus hijos: Astrid, hija de Ida y Patrick, hijo de Philip. Bajo la mirada escudriñadora de Bier, el film plantea temáticas universales tales como el amor, la pasión, la felicidad, la soledad, la sexualidad y el destino, aunque no puede evitar caer en los típicos clisés de un género cinematográfico que demuestra un claro agotamiento en cuanto a su estructura y modalidades de enunciación. La película es bastante previsible y desde un primer momento sabemos la manera en la que terminará la historia. Sin dudas no se trata de una mala película. Si bien el desarrollo del vínculo amoroso entre Philip e Ida resulta un tanto abrupto y forzado, a su vez cuenta con excelentes secuencias cómicas, grandes interpretaciones y personajes secundarios bastante desarrollados. De hecho, la sub-trama que se desarrolla entre Astrid y Patrick a menudo resulta mucho más interesante que la relación de sus padres, debido a la profundidad de los conflictos que plantea. El cuento de los vejetes solitarios y desdichados que se enamoran contra todas las posibilidades ya lo hemos visto miles de veces en el cine. Cabe destacar también la extraordinaria fotografía de Morten Soborg, que a través de sus postales paradisíacas logra construir un escenario ideal para el desarrollo de una historia de amor. En definitiva, se trata de una historia bien narrada, con buenas interpretaciones, entretenida pero trillada. Teniendo en cuenta la capacidad de Bier, demostrada en trabajos como “Hermanos” (2004), “Things we Lost in The Fire (2007) y la mencionada “En un Mundo Mejor” (2010), se trata de un film que le queda chico al semejante lomo de esta directora.
Así como en el futbol sus partícipes tienen como “meca” el lograr un contrato en las grandes ligas europeas; en el cine, hay una tendencia de actores y directores que suelen pegar el “gran salto” una vez que lograron reconocimiento en su país de origen. La danesa Susanne Bier entra en ese grupo, luego de sus rigurosos films enmarcados (libremente) en el dogma de Lars Von Trier con los que se hizo reconocida mundialmente (y hasta llegó a ganar el Oscar a Mejor Película Extranjera), entró al cine “hablado en ingles” (para no limitarnos a Hollywood), y "Todo lo que necesitas es amor" es su segundo opus en esa dirección. Como suele suceder, en estos traspasos hay cosas que quedan en el camino y cabe preguntarnos ¿Qué fue de aquella instigadora de la condición humana, aquella directora intimista y desgranadora de relaciones complejas? Todo lo que necesitas es un melodrama clásico, de historia lineal y sin mayores pretensiones, que además no ahorra su importante cuota de golpes bajos gratuitos, sino no sería un melodrama ¿no? Es la historia de Tilde (Trine Dyrhorn) a quien la vida parece que disfruta pegándole, está enferma de cáncer, recién comenzando con la etapa curativa de remisión, ya de por sí eso deprime a cualquier paciente, pero si a eso le sumamos que descubre a su marido engañándola, listo, podemos cantar el bingo de la desgracia. Pero no, hay un rayito de sol allá al final del túnel, y tiene nombre: Philip (Pierce Brosnan), su consuegro, al que conoce en la boda de su hija, y ahí con los melancólicos pero reconfortantes paisajes de Italia comienza una relación que puede cambiarle la vida a ambos. Sí, Philip tampoco es un canto a la vida, viudo amargado, que desprecia a todo lo que se le acerque, en especial si es del sexo femenino. En fin, una historia simple y directa, que no ahorra en lugares comunes y moralejas directas; casi televisivo (en su argumento definitivamente es una más de las películas del cable a la tarde) de no ser porque detrás Bier se encarga de darle algún vuelo estético, y por la fuerza interpretativa de Dyrthorn y Brosnan que reman para sacar sus personajes adelante. Después del sabor extraño que nos dejó "Things We Los In The Fire" (su primera incursión hollywoodense más criticada que alabada), la directora parecía haber retomado una buena senda con "In A Better World" (sin llegar a sus mejores momentos de "Hermanos y Corazones Abiertos"), pero nuevamente tropieza aquí con la misma piedra. "Todo lo que necesitas es amor" no es un film mal film, espectadores con pocas pretensiones (sobre todo un público femenino al que abiertamente se dirige el film) podrán encontrar un rato agradable entre llantos y alguna sonrisa – sería algo así como una comedia dramática –, pero quienes entren guiados por la trayectoria de aquella dama danesa auguro que no saldrán del todo conformes. Salvo excepciones, este es el lugar que la industria destina a directores extranjeros de nivel, películas menores, de relleno, lejos de lo que pueden hacer con la libertad de estar en su propio territorio.
Publicada en la edición digital #265 de la revista.