Brilla tu luz para mí Se podría decir que Doctor Sueño (Doctor Sleep, 2019) es la mejor película posible hoy por hoy considerando su linaje y el paupérrimo contexto cinematográfico actual: el director y guionista Mike Flanagan, el encargado de llevar adelante la faena, reconcilia los extremos y logra dejar a todos contentos de la mano de un film satisfactorio dividido en dos mitades sutilmente opuestas a nivel de la estructuración retórica y sus pretensiones de base, con una primera parte respondiendo a una adaptación más o menos fiel de la novela homónima de 2013 de Stephen King, continuación tardía de su legendario trabajo de 1977 intitulado El Resplandor (The Shining), y un segundo acto que se aparta generosamente de las fuentes literarias y sí funciona como una secuela de esa prodigiosa película de Stanley Kubrick que los fans del horror tenemos tan presente por su inconmensurable riqueza conceptual. El realizador tuvo que convencer al escritor de que a nadie le interesaba su versión en pantalla de la historia, aquella aburrida miniserie de 1997, y que eran necesarias las referencias al film protagonizado por Jack Nicholson y Shelley Duvall, un trabajo que siempre criticó porque King se identifica con el personaje del escritor borracho que en un bloqueo creativo pretende despachar a su familia y porque el opus de Kubrick no le brindaba al susodicho ni un ápice de redención, algo que él mismo corrigió de manera clarísima en la continuación literaria y que Flanagan -oh, sorpresa- vuelve a pasar por alto en un guiño cariñoso a El Resplandor (The Shining, 1980) y todo su nihilismo en lo que atañe al andamiaje familiar. Para aquellos que no sepan de qué va el asunto simplemente diremos que estamos ante un relato centrado en una batalla entre telépatas polirubro en la tradición de Scanners (1981) de David Cronenberg, lo que desde ya también nos reenvía al fetiche del querido Stephen con los poderes sensoriales y aledaños, catalizador que en el séptimo arte pudimos disfrutar en Carrie (1976), La Zona Muerta (The Dead Zone, 1983) y Ojos de Fuego (Firestarter, 1984), entre otras traslaciones de novelas y cuentos del escritor. En esta oportunidad el inefable Danny Torrance (ahora Ewan McGregor, antes Danny Lloyd) no es un niño sino un adulto traumatizado que -ya con su madre Wendy fallecida hace muchos años- oculta su “resplandor”, su habilidad psíquica, debajo de litros de bebidas espirituosas hasta que se hace amigo de un tal Billy Freeman (Cliff Curtis), quien lo lleva a Alcohólicos Anónimos y le presenta al Doctor John Dalton (Bruce Greenwood), líder del grupo gracias al cual consigue dejar de beber y su jefe en ese nuevo trabajo como empleado de limpieza en un hospicio para ancianos, donde junto a un gatito consuela a los veteranos antes de morir. Por otro lado está Abra Stone (Kyliegh Curran), una nena que también posee el resplandor aunque en una versión mucho más poderosa, lo que le permite comunicarse con Danny para pedirle ayuda cuando identifica a una psicópata con todas las letras que responde al nombre de Rose the Hat (Rebecca Ferguson), la telépata cabecilla del Nudo Verdadero/ True Knot, un culto que se alimenta de niños con poderes psíquicos en pos de alcanzar la inmortalidad. Doctor Sueño es una gran adaptación contemporánea de King y una buena película si la pensamos dentro de la admirable carrera de Flanagan desde que se hiciera famoso en el circuito indie internacional con Ausencia (Absentia, 2011) y en el mainstream con Oculus (2013), dos epopeyas muy sensatas que dispararon una seguidilla de películas más o menos interesantes aunque siempre dignas de un artesano que privilegia la puesta en escena y el desarrollo de personajes por sobre el facilismo demacrado de los jump scares, los grititos histéricos y los adalides unidimensionales, léase Hush (2016), Somnia: Antes de Despertar (Before I Wake, 2016), Ouija: El Origen del Mal (Ouija: Origin of Evil, 2016), El Juego de Gerald (Gerald’s Game, 2017) y The Haunting of Hill House (2018), aquella serie para Netflix que lo terminó de posicionar como uno de los grandes expertos actuales en tramas fantasmagóricas y sobrenaturales varias. La película le calza como anillo al dedo al director porque le deja todo servido para regresar a sus latiguillos y obsesiones temáticas de siempre (fundamentalmente la destrucción de la familia, sus coletazos psicológicos en los miembros concretos y la posibilidad de salir adelante mediante una solidaridad que puede incluir a personas ajenas al “núcleo” del clan) y porque le permite incorporar una serie de citas formales que van desde lo bien explícito hasta lo apenas disimulado (en la media hora final el señor abusa de las alusiones a la odisea de Kubrick, sin embargo durante el resto del metraje el ardid nostálgico está manejado con una bienvenida sutileza; en especial debido al pulso retórico sosegado, la música ominosa minimalista, las bellas transiciones entre las escenas y ese realismo curiosamente etéreo y luminoso que en suma retoma los engranajes principales del melodrama para resignificarlos desde la furia del dolor contenido que espera el momento de manifestarse en una suerte de defensa contra los parásitos sociales de turno). El estilo narrativo de Flanagan ya era bastante tranquilo y se entiende el amor que despliega hacia el film de 1980, en cierta medida hasta traicionando la novela que supuestamente está adaptando, no obstante cae en algunos problemas típicos del cine actual como perderse en ocasiones en la melancolía para con tiempos pasados y sobreexplicar detalles que en la obra maestra de Kubrick quedaban sujetos a la gloriosa interpretación del espectador, película que por supuesto no llega a igualar porque mientras que el opus con Nicholson constituyó un mojón vanguardista e hiper meticuloso del enclave de los sustos, el film que nos ocupa en cambio jamás pasa de ser una especie de “nota al pie” cual producto exploitation bien hecho, uno de esos que antes eran legión y en la actualidad casi desaparecieron para dejar paso a una catarata de bodrios clase B que tratan de copiar lo peor y más conservador del mainstream rimbombante hollywoodense. Este trasfondo de propuesta indie nostálgica con gran presupuesto recorre cada uno de los generosos 151 minutos de Doctor Sueño, en los cuales Flanagan osa otorgarles a otros actores papeles centrales de antaño para secuencias muy cortas; nos referimos a Henry Thomas en el personaje de Jack Torrance (Nicholson), Alex Essoe para Wendy (Shelley Duvall) y Carl Lumbly como Dick Hallorann (el recordado Scatman Crothers en el convite de Kubrick), quien hoy regresa para aconsejar a Danny sobre cómo superar sus temores. Más allá de que la hiper esperable vuelta en sí al Hotel Overlook del desenlace es un tanto frustrante por la innecesaria andanada de citas, el film en su conjunto es de lo más loable ya que consigue convencernos de que el inglesísimo Ewan McGregor puede ser Danny y que la deliciosa Rebecca Ferguson puede constituir la encarnación de un mal vampírico que merece ser contrarrestado vía esa luz fraternal/ solidaria/ humanista/ comunicacional con la que sólo unos poquísimos elegidos cuentan…
Nostalgias El primer problema de Doctor Sueño se adivina a poco de comenzar la película. Una nena, que tiene el poder de eso que en la película se llama “resplandor”, se acerca a una mujer que canta delante de un lago. Esa mujer, uno lo sospecha de antemano, quiere hacerle daño a la niña. Más adelante, incluso, nos enteraremos de que la dama en cuestión es capaz hasta de torturar a un chico con tal de alimentarse de él, como una suerte de vampiro más truculento. El problema es que esa mujer horrenda y cruel está interpretada por Rebecca Ferguson, una muy buena actriz con gran presencia escénica, es cierto, pero también uno de los rostros más angelicales con los que cuenta el cine actual. Cada vez que Rebecca quiere mostrarse monstruosa, el efecto resulta tan creíble como si viéramos a Danny De Vito interpretando un atleta olímpico, o a Dolph Lundgren interpretando a Gandhi. Es cierto, de todos modos, que si uno hace un esfuerzo hermenéutico (uno desmedido y particularmente benevolente hacia la película), puede encontrarle a la insólita elección de Ferguson para un personaje así cierta lógica. Doctor Sueño es una película aniñada, y que su sádica villana parezca una conductora de un programa infantil podría tener algo de sentido. Lo de aniñado no tiene que ver tanto con la importancia que posee en la película la figura de una nena, sino más que nada con la forma escolar, incluso ingenua, que Doctor Sueño encuentra para expresar temas como las adicciones, el miedo a la muerte y la posibilidad de una sobrevida. En todos estos casos, Flanaghan opta por tocar estos asuntos usando diálogos sobreexplicativos, muchas veces en boca de un Ewan Mcgregor exponiendo sus mensajes esperanzadores con un aura de misticismo calmo y con ecos New Age, en situaciones que se adivinan forzadas para darnos un mensaje. Es un asunto raro cuando uno compara Doctor Sueño con su predecesora de hace casi cuarenta años. El Resplandor de Kubrick es un exponente de terror adulto, que construye su tensión a partir de climas rigurosamente planificados y que exigen un espectador paciente. A esto se le agregaba la idea de hacer un film puramente enigmático, que se entregaba a misterios sin resolver y un final abierto. El Resplandor se trata también de hacer una película sobre personajes que están estancados en situaciones o roles familiares (la esposa sumisa, el escritor trabado en una misma frase) y que si encuentran una salida a su pesadilla, es a partir de dejar estas cosas atrás y seguir adelante. En Doctor Sueño, en cambio, la idea es hacer una película que se la pasa mirando hacia atrás, más específicamente a su antecesora. Y así es como pasamos a una de las decisiones estéticas más insólitas y desacertadas de Flanagan. Allí el realizador calca planos enteros de El Resplandor pero con otros actores y con reproducciones digitales. El efecto es pésimo por varias razones. Una porque esos planos, que vienen de una película tan particular como la de Kubrick, no tienen nada que ver con el resto de la historia, que mantiene otra estética; otra es porque no son más que versiones degradadas de planos que ya vimos antes, donde prima el digital ahí donde antes había una construcción escénica meticulosamente armada. Algo idéntico sucede con las interpretaciones de los actores que hacen una imitación de los Wendy y Jack Torrance originales. En El Resplandor las actuaciones desatadas de Nicholson y Duvall se lograban a partir de una exigencia brutal por parte de Kubrick que los hacía llevar esas actuaciones al límite de sus esfuerzos. Había algo en sus formas de actuar que eran al mismo tiempo muy artificiales (por lo exageradas) pero también muy realistas (su estado de locura exacerbada se debía a un cansancio real de los intérpretes). Cuando la vemos a la actriz Alex Essoe imitando a Duvall y su expresividad desencajada, la vemos hacerlo desde un registro actoral que trata, inútilmente, de emular uno que se logró a partir de una dirección basada en una paciencia enorme (y una dosis de sadismo por parte de Kubrick). El efecto, obviamente, no es el mismo, sino que parece una imitación paródica. Mientras veía esas imágenes no podía dejar de preguntarme con qué necesidad un director haría eso. El tono y el tema de Doctor Sueño no tiene nada que ver con la película de Kubrick, más que nada porque la película es una adaptación que durante buena parte del relato sigue con mucha fidelidad (no sólo argumentalmente, sino también temáticamente y en tono) la novela original de King. Colisionar a King y a Kubrick es juntar dos cosas que no tienen nada que ver, es insistir en unir a un escritor obsesionado con la construcción de argumentos atractivos y criaturas monstruosas con un realizador que gusta de los climas pacientes, de los tonos gélidos y enrarecidos y de un relato que se construye lentamente. Cuando estos dos universos chocan, el resultado no puede ser otra cosa que fallido. El ejemplo más acabado de esto se da en el uso que Flanagan hace de los fantasmas kubrickianos. En El Resplandor cinematográfico los fantasmas tenían una rara característica: no atacaban, simplemente permanecían eternizados en lo que parecía una actividad condenada a la perpetuidad. Flanagan, en cambio, tiene la (pésima) idea de que esos fantasmas ataquen sobre cuerpos vivos. El efecto es raro porque lo que termina lastimando son dos nenas gemelas, una anciana decrépita desnuda y un señor con una copa en la mano, todos seres de fantasía que claramente funcionaban mucho mejor como monstruos “pasivos”, que permanecían eternizados en una acción, que como seres directamente dañinos. Pero creo que este error puede deberse a dos cuestiones. Una es el afán enloquecido de hoy en día por la nostalgia ochentosa, que se ha vuelto uno de los negocios más rentables del mundo del cine y de las series actuales. Es un afán que devino un problema en el cine de terror contemporáneo. La nostalgia es un sentimiento que tiene algo de triste pero también de encantador, que nos recuerda la época en que éramos más jóvenes y más ingenuos. De esta forma el terror, que logra transmitir tensión por su característica inquietante, se vuelve demasiado inocente y predecible. De esta forma, Doctor Sueño parece recordarnos a cada rato una película de otro tiempo menos porque tenga algo que ver con la trama que por la sola evocación. La otra es, creo yo, que Doctor Sueño no adolece sólo de exceso de nostalgia sino de pereza. Sólo eso podría dar cuenta de la elección por explicar sus conceptos a través de discursos altisonantes y no por medio de ideas visuales que expresen ideas de forma más sutil; que aquel Hotel Overlook que en la película de Kubrick (¡y hasta en la novela de King!) iba consumiendo progresivamente a sus personajes no sea otra cosa acá que una casa del espanto que empiece a resultar una amenaza a los diez minutos de entrar allí; que la película vaya al impacto duro y cruel en las escenas de terror más álgidas (como aquella en la que se tortura a un chico), como si estuviera apurada por darnos imágenes tensionantes en vez de construir un clima previo para llegar allí; o que calque planos y melodías enteras de una película anterior en vez de tratar de resignificarlas. Todo, finalmente, termina estando al servicio de una película signada por el menor de los esfuerzos. Demasiado poco para una secuela que tardó casi 40 años en aparecer.
Suspiros arrebatados Doctor Sueño (Doctor Sleep, 2019) es la adaptación de la novela homónima de Stephen King publicada en 2013, pero es también la continuación del clásico del prolífico escritor, El Resplandor (The Shining, 1977), obra llevada al cine magistralmente por Stanley Kubrick en 1980, hoy considerada una de los mejores películas de terror de todos los tiempos. Tras dirigir El Juego de Gerald (Gerald’s Game, 2017), film basado en la cruda novela de King de 1992, Mike Flanagan, actualmente trabajando en una serie basada libremente en una famosa novela de Shirley Jackson, The Haunting of Hill House, emprendió la adaptación de Doctor Sueño al cine, un libro con un estilo narrativo muy similar al lenguaje cinematográfico, justo como la mayoría de la obra de Stephen King. Al igual que con toda la filmografía en torno al autor de Eso (It, 1986), la película no estuvo exenta de polémicas entre el director y el escritor sobre la visión general y la relación cultural de El Resplandor con el film de Kubrick. Como la novela, el relato retoma la traumática historia de Dan/ Danny Torrance (Ewan McGregor), el niño con habilidades precognitivas paranormales perseguido por espectros en el Hotel Overlook, en su proceso de lidiar con sus tétricas y amenazantes visiones. Dan crece como un alcohólico como su padre, Jack, para contener las visiones del resplandor, y vive escapando de sí mismo hasta que encuentra un amigo, Billy (Cliff Curtis), que reconoce su sufrimiento y lo ayuda a dejar la bebida. Gracias a la ayuda de Billy, Danny se convierte en enfermero del geriátrico de la ciudad y descubre como canalizar su habilidad en un don para auxiliar a las personas en su trance entre la vida y la muerte. Pero la historia se centra en el Nudo Verdadero, una comunidad de seres sobrenaturales vampíricos que se alimentan del resplandor de los seres humanos, causándoles sufrimiento para purificar la esencia vital. Mientras realizan uno de sus macabros rituales, el Nudo es descubierto por Abra Stone (Kyliegh Curran), una pequeña niña con un gran poder que entabla una amistad a distancia con Dan, que aún conversa con el espíritu de Dick Hallorann, el cocinero del Hotel Overlook. La líder del Nudo Verdadero, Rose (Rebecca Ferguson), una hermosa mujer de una misteriosa oscuridad que siempre lleva puesto un sombrero, se propone cazar a la niña para alimentar a toda la comunidad, que comienza a sentir la falta de comida. El film de Flanagan se apega demasiado a la novela, especialmente en la primera parte, como una especie de resumen de la obra de Stephen King, eliminando o minimizando personajes para construir una historia más cinematográfica centrada en protagonistas fuertes y recortando el relato coral del autor de éxitos editoriales como Carrie (1974) o Christine (1983). En la segunda parte Flanagan realiza un homenaje a -y un cierre de- El Resplandor, regresando al Hotel Overlook, que en la novela ha sido demolido hace ya muchos años. La versión cinematográfica en clave de transcripción acotada de la novela funciona pero también deviene en un film de larga duración que deja muchas cuestiones afuera, lo que genera pequeñas grietas -aunque mínimas- en el guión. Flanagan se centra en los ejes narrativos del libro, las escenas más importantes que hacen avanzar la historia y explican el derrotero de Danny Torrance, aunque en el final abandona bastante la fuente literaria para seguir el camino de la versión de Kubrick, lo cual funciona a pesar de que el corte es bastante notorio. Rebecca Ferguson interpreta muy bien a Rose, el personaje más importante y carismático de la novela, mientras que Ewan McGregor realiza una buena labor componiendo al inestable y atormentado Danny Torrance. Kyliegh Curran y Emily Alyn Lind también realizan un gran trabajo como Abra Stone y Snakebite Andi, y el resto del elenco acompaña la propuesta muy bien. El personaje de Zahn McClarnon, Crow Daddy, tiene gran protagonismo y Carel Struycken interpreta magníficamente al Abuelo Flick. Alex Essoe realiza una interpretación muy mimética de Wendy Torrance mientras que Carl Lumbly es un flojo Hallorann, un personaje brillantemente interpretado en El Resplandor por Scatman Crothers, actor fallecido hace ya muchos años. Las reconstrucciones de los personajes interpretados en El Resplandor maravillosamente por Jack Nicholson y Shelley Duvall son bastante buenas, aunque no aparezcan demasiado, y Danny Lloyd, el niño que componía a Danny en la película de Kubrick, tiene un cameo para los fanáticos del mítico film del realizador norteamericano. Flanagan interpreta muy bien las metáforas de la novela y resalta la cuestión vampírica del poder, de los millonarios que viven a expensas del talento de otros, explotándolos y exprimiendo sus habilidades y descartándolos de forma cruel y viciosa cuando ya no les sirven. Stephen King destaca así la distinción entre el virtuosismo del resplandor y la corrupción enfermiza del Nudo Verdadero, y en este sentido el film reconstruye muy bien esa mirada alegórica de nuestro entorno que la novela propone. La decadencia de la actualidad, el entumecimiento del talento y la falta de una mirada mágica del mundo son parte de la óptica pesimista que King le imprime a la novela y que Flanagan recupera en la versión cinematográfica. En Doctor Sueño King y Flanagan logran encontrar un equilibrio entre la historia de El Resplandor y la segunda novela del escritor, El Misterio de Salem’s Lot, una historia de vampiros. La película sigue a la novela en su afán de explicar y cerrar varias cuestiones de El Resplandor, que en la novela tienen un cierre más claro y un desarrollo más completo. La principal distinción entre la novela y la película es que esta última remite a la obra del propio King mientras que Flanagan no rehúye de la adaptación de Kubrick y la retoma para homenajearla y explotarla durante toda la última parte del film. El opus del director es respetuoso por demás tanto de King como de Kubrick y crea así un híbrido entre la continuación de la novela y de la película, ofreciendo como resultado una buena historia de terror con el estilo de Stephen King que se pierde un poco en algunas cuestiones menores, pero que logra adaptar el trabajo del escritor estadounidense sin dejar de homenajear la interpretación de Stanley Kubrick.
Hace 39 años se estrenó “El Resplandor” (1980) de Stanley Kubrick, basada en la novela de Stephen King que quedó en la memoria colectiva como una de las películas de culto de terror con escenas icónicas recordadas por todos y una actuación de Jack Nicholson que puso su carrera en alza. Este jueves llega a las salas su secuela, basada también en el libro del maestro del terror “Doctor Sleep”, de la mano de Mike Flanagan, un director con experiencia en el género gracias a la realización de películas como “Absentia” (2011), “Oculus” (2013) y “Ouija: Origin of Evil” (2016) o su reciente incursión en las series con “The Haunting of Hill House” (2018), una producción que mezcla el terror sobrenatural con el drama familiar. Lo interesante de su estilo es que se centra más en el desarrollo psicológico de sus personajes que en caer en los clásicos jumpscares para atemorizar al espectador: provoca un miedo mucho más realista y profundo. Y eso también se ve plasmado en esta obra. “Doctor Sueño” se centra en Danny Torrance, quien tuvo una infancia compleja y dolorosa, luego de los trágicos eventos que vivió con su familia en el Hotel Overlook. Allí no solo sufrió la transformación y degradación de su padre, sino que también descubrió que tenía un don que lo condenaría: el resplandor. Tras varios años sumido en el alcohol y enfrentándose a sus demonios internos y externos que lo perseguían desde ese entonces, Danny decide cambiar su vida mudándose a un pueblito pequeño. Sin embargo, no logrará deshacerse de su pasado cuando una niña con poderes se contacte con él para pedirle ayuda. Ambos deberán luchar contra un grupo de seres malvados que se alimentan del resplandor de pequeños niños. La película de dos horas y media de duración logra ofrecernos una historia atrapante, que por un lado busca homenajear a “El Resplandor” y por el otro ahondar aún más en este universo, con la presentación de nuevos personajes y villanos de una manera efectiva. Al hablar de una secuela inevitablemente debemos hablar de su film original, y en este caso nos encontramos con buenos homenajes a “El Resplandor”, una tarea difícil de abordar, teniendo en cuenta que la obra en cuestión se trata de un ícono dentro del género. Algunos son más sutiles, mientras que otros se muestran a través de flashbacks o secuencias oníricas, donde se recrean escenas de la cinta anterior pero con nuevos actores. Existe un gran parecido entre los intérpretes actuales y los del film original, aunque no hubiera estado mal recurrir al material de archivo y tener nuevamente a un joven Jack Nicholson en pantalla. Si bien hacia el final nos encontramos con una mayor presencia de este recurso debido a la historia que se desarrolla, no se siente como un abuso o una constante búsqueda de generar nostalgia, sino que está bien amalgamado y justificado dentro del relato. Pero la película también funciona como una obra individual, aunque sin dudas hay que mirar la anterior para poder comprender cada detalle y referencia. En esta oportunidad conocemos a más personas como Danny, con un don especial: algunas que lo desarrollan para el bien y que recién están experimentando y otros que se encuentran en la oscuridad y se alimentan de aquellas almas luminosas. Es así como vemos un enfrentamiento entre ambas fuerzas. En este sentido, debemos destacar las buenas actuaciones de todo el elenco, en el cual sobresalen Ewan McGregor (Danny Torrance), Kyliegh Curran (Abra Stone) y Rebecca Ferguson (Rose the Hat). McGregor interpreta a un protagonista con fortalezas y debilidades, consiguiendo plasmar de una buena manera el arco de transformación de su personalidad, desde un alcohólico sumido en su tragedia hasta un hombre que lucha por un bien mayor. Como su aliada se encuentra Abra, una niña que está descubriendo sus poderes y que buscará enfrentarse al mal, encarnado por Rebecca Ferguson, una villana poderosa que tiene un sustento y desarrollo dentro de la narración, y está muy bien plasmado en pantalla por la actriz. Como mencionábamos anteriormente, “Doctor Sueño” no es una película que asuste, si bien tenemos algunos sobresaltos provocados por el trabajo sonoro, porque al igual que con “El Resplandor”, su director busca crear un clima de tensión constante y un terror mucho más terrenal, que entra dentro de la lógica del mundo fantástico planteado, basado en una historia más sustancial. Esto se genera también gracias al acompañamiento de la banda sonora y a la oscuridad de su fotografía en cada escena. En síntesis, “Doctor Sueño” es una película que atrapará a los nostálgicos de “El Resplandor” y a los fanáticos de las historias de Stephen King por igual, aunque durante la segunda mitad se distancie bastante del libro de base. Un film que cautiva por sus homenajes pero también por la continuidad de un mundo más profundo y amplio. Buen desarrollo de los personajes e interpretaciones del elenco que junto al clima logrado nos ofrecen una buena película de terror y suspenso.
Resplandecer a pesar de todo La idea de adaptar lo que para mí es una novela netamente transitiva que logra una evolución lógica con respecto a sus personajes no me parecía muy genial y más aún si esa trama toma personajes ya muy arraigados en el imaginario popular como los de la novela “El Resplandor” de Stephen King, que tuvo su adaptación en manos de un cineasta de los más respetados de la historia como lo fue Stanley Kubrick, pero que curiosamente es una de las adaptaciones que menos quiso el autor de su basta baraja de éxitos. Mike Flanagan allá por 2013 logró atraparnos con ese cuento moderno a lo Hansel & Gretel temporal que fue Oculus; tuvo una más que decente adaptación de El juego de Gerald también de Stephen King (y que pueden encontrar en Netflix); y si de series hablamos, nos regaló esa excelente adaptación del libro de Shirley Jackson, Haunting Of Hill House. Para hablar de Mike Flanagan hay que enmarcarlo en el contexto de que ya entra en ese pequeño grupo de directores que han sabido contar las historias de Stephen King dotándolas de una personalidad intrínseca tal como supieron hacer Frank Darabont o Mike Garris anteriormente. La visión del director respecto a esta obra es de lo más acertada y debo decirles que la adaptación se toma unas cuantas licencias y de manera muy válida para mi gusto. En Doctor sueño la historia retoma los años posteriores a los hechos fatídicos de la familia Torrance en el hotel Overlook. Danny es un alma atormentada no solo por este poder particular de comunicarse con los muertos sino que él mismo intenta huir de su vida, acallando su voz interior bebiendo sin control y tomando unas muy malas decisiones que lo acompañarán por siempre. Doctor sueño habla de la redención y la falta de esperanza coqueteando por momentos con el terror pero sin dejar de iluminar a los personajes con esa tridimensionalidad necesaria para conectar con la trama, una muy buena labor de Ewan McGregor dando acertadamente en la interpretación de un hombre perdido buscando la salida sin dejar de entender el camino, y es en ese viaje que Danny conocerá a Abra Stone (Kyliegh Curran), una niña que comparte un poder mayor y que de alguna forma le recordará que es necesario hacerle frente a un mal antiguo y muy latente que se alimenta de la gente que resplandece. Me quiero detener en los villanos de la película, un grupo de sedientos seres autoproclamados “El Nudo Verdadero”. Tanto en la novela como en la adaptación no vamos a tener claro si son simples criaturas paranormales o una especie de evolución de los vampiros provenientes de Jerusalem´s Lot (de hecho en la novela toman los terrenos de la mansión Barlow y los cimientos del Overlook como sus refugios por ser centro de un poder maligno y se describe que a Rose la chistera le sobresale un único colmillo cuando se alimenta). Estarán casi todos los miembros más importantes del Nudo pero cabe destacar la labor de Rebeca Ferguson como Rose La Chistera. Rose es implacable, es la líder del grupo y por sobre todo la única capaz de rastrear a Abra teniendo en la película uno de los mejores momentos de la película. Una de las cosas en las que había que prestar especial atención era en los momentos de la violencia ya que son puntal en la narrativa, el nudo Verdadero necesita alimentarse de algo que ellos llaman Vapor y lo poseen las personas con el don de Resplandecer, hay una escena con tortura y muerte de un niño que penetra en todos los sentidos tal y cual la describe el maestro del terror literario y que el director supo plasmar muy bien. Estamos ante una muy buena adaptación de Stephen King, el director toma riesgos en el tercer acto cambiando el desenlace pero créanme que ha quedado muy bien todos los giros en la trama llevan a ese final, los fantasmas del pasado dormidos no tardarán en despertar, Flanagan hace un homenaje sencillo sin caer en la empalagosidad típica de las nuevas remakes o adaptaciones que pululan en Hollywood, para destacar ese latido a modo corazón delator que llega a desesperar en los momentos de más tensión. Doctor sueño no intenta imitar a El resplandor, es como un viaje a la redención de Danny con sus fantasmas y por sobre todo con resplandecer, siempre y a pesar de todo.
Flanagan logra resplandecer con una secuela digna de las obras de Kubrick y Stephen King. En verdad que Mike Flanagan no tuvo una tarea nada fácil al dirigir Doctor Sueño ¿Por qué? Es una secuela nada menos que de El Resplandor (1980), una de las obras maestras de Stanley Kubrick, y la transposición de una novela de Stephen King. Pero vale destacar que a su modo, el creador de la exitosa serie La Maldición de Hill House, sale airoso. Y esto no es poco señores. La trama gira en torno a lo sucedido tras los trágicos y paranormales eventos ocurridos en el Hotel Overlook. Lugar maldito en el que Jack Torrance (inolvidable Jack Nicholson), se vuelve loco de atar e intenta a asesinar a su familia; a su mujer y a su hijo Danny. A pesar de que Kubrick plantea un thriller psicológico dejando poco margen para lo fantástico, si queda en claro que el pequeño Torrance tiene una especie de don predictivo... resplandece. Y es así que después de un breve racconto de la niñez de Danny Torrance (Ewan McGregor), saltamos hacia su adultez. No encontramos con un hombre adicto al alcoholismo, en el límite. Lo nefastos incidentes de su infancia lo han marcado de por vida, así como su don resplandeciente que ha tratado de ocultar, guardando fantasmas en cajitas imaginarias. Cuando decide “limpiarse” y comenzar de nuevo, se conecta mentalmente con Abra Stone (Kyliegh Curran) una adolescente con sus mismos poderes, que ha descubierto a un grupo de crueles y antiguos inhumanos. Rose the Hat (Rebecca Ferguson), lidera al malvado grupete que ansía tener existencia eterna a expensas de alimentarse del temor y el dolor de estos seres especiales. Inevitablemente, Danny y Abra, se deberán unir para detener la amenaza, aunque esto cueste perder seres queridos en el camino. Muy al estilo Flanagan, aquí lo sobrenatural y lo fantástico cobra sentido, sin miedo a coquetear con efectos especiales y seres vampíricos. Mientras la narración se aferra a la esencia de la novela de King, vale reconocer que el director sabe cómo crear climas tensos y terroríficos. También veremos hartas referencias de El Resplandor; pero aquí, en vez de una locura per se inexplicable, las personas practican telekinesis y están imbuidas en una especie de estado onírico. La cinta a su vez funciona como todo un drama que reflexiona acerca de nuestra finitud, la redención y las huellas que dejan los actos de nuestros padres, en nuestras vidas. Festejamos el hecho que Flanagan pone de manifiesto su impronta, en una historia clásica que ya tiene arraigada toda una mitología y elementos simbólicos del horror, como el hacha, el laberinto, las mellizas, el hotel… este último sitio karma de Danny Torrance, donde se originó su trauma. Vale la pena volver a transitar los pasillos de este lugar maldito, a través de una secuela correcta y digna.
Volver al Overlook Qué tarea difícil la que le tocó a Mike Flanagan, ¿no? Incluso para un director con experiencia en el género del terror, reconciliar los mundos creados por Stephen King y Stanley Kubrick no pudo haber sido sencillo. Y habiendo visto la película, se nota que no lo fue. Dr. Sleep arranca siguiendo a un Danny Torrance (Ewan McGregor) que ya es todo un adulto y que, como muchos adultos, no puede dejar de repetir la historia de su padre. Ahora Danny pasa los días adormeciendo su Resplandor, con alcohol y drogas, pero intenta rehacer su vida como enfermero en un hogar de ancianos. Por otro lado, conocemos a la pequeña Abra (Kyliegh Curran) que tiene un Resplandor tan poderoso que puede conectarse con Danny a la distancia (en una especie de msn mental) y que tiene la mala suerte de llamar la atención de los villanos de turno: una pandilla muy macabra de ex-humanos que se alimentan del Resplandor de otros. La película es larga, dura 151 minutos. Se toma todo el tiempo del mundo para presentar las situaciones, a los personajes y a los villanos, que son lo más interesante que tiene la historia, básicamente. La mejor de ellos es, sin dudas, Rose the Hat, la macabra líder del clan que es la que se encarga de encontrar a los niños que tienen el Resplandor. Rebecca Ferguson nos regala una interpretación soberbia: sutil pero intensa, digna de una gran villana de película de terror que tortura y se alimenta de niños. El otro gran villano que reaparece y que es encajado a la fuerza en la historia es el Overlook, el hotel de la saga inicial. Nunca dejó de atormentar a Danny desde los eventos del Resplandor y que ahora en Dr. Sleep casi hasta le da una mano. Con la aparición del Overlook, todo lo demás pasa a un segundo plano y la película pisa el acelerador de repente: personajes empiezan a morir sin ningún tipo de ceremonia más que para cortar cabos sueltos y el hambriento hotel se prepara para ser el escenario de la batalla final. Batalla que pasa sin pena ni gloria y cuya única finalidad es llevar la historia de vuelta al lugar de los inicios. Allí es donde radica el verdadero problema de Dr. Sleep: más que una película es una gran excusa para volver al Overlook. La historia parece forzada, como si se tratara en realidad de dos historias distintas obligadas a convivir en la misma película. Y si lo pensamos seriamente, algo de esto es lo que ocurre en realidad: al fin y al cabo, Dr. Sleep está basada en la secuela de un libro de Stephen King que nunca vimos representado en El Resplandor (1980) de Stanley Kubrick, que hizo su propia versión de la historia; y al mismo tiempo, se utilizaron muchas de las escenas de este ícono del cine para construir la secuela. Esto sin mencionar que algunas de las escenas más icónicas de El Resplandor (Here’s Johnny!) fueron recreadas en Dr. Sleep, pero con distintos actores. No comments. El resultado es un híbrido que no termina de funcionar. De todas formas, y para ser justos, las dos horas y media que dura Dr.Sleep se pasan volando y la película tiene una buena construcción de la tensión y el suspenso que es la base de cualquier película de terror. Me atrevo a decir que cualquiera que disfrute de las oscuras historias del prolífico Stephen King no saldrá decepcionado (en cuanto a los demás mortales, quizás sí quedarán). Por Mariana Van der Groef
Doctor Sueño: Eterno Resplandor. Finalmente el Overlook vuelve a abrir sus puertas para ver qué pasó con Danny una vez que escapó de aquellos fantasmas del pasado. ¿Triunfo o fracaso estrepitoso? Probablemente la respuesta sea ni una ni la otra. Quizás para cualquier cinéfilo una secuela de El Resplandor (The Shinning, 1980) era una mala idea. No obstante, aquel film de culto dirigido por el inmenso Stanley Kubrick está basado en un clásico de la literatura contemporánea escrito por Stephen King. Dicha novela posee una secuela literaria de 2013, que lleva el nombre de Doctor Sueño (Doctor Sleep) donde el autor buscó darle una continuación a la historia de Danny Torrance, y al mismo tiempo dejar de lado aquella vieja y conocida querella con Kubrick por su visión sobre la novela. Casi 40 años después se estrena la adaptación de aquella segunda parte que propone llevar a buenos términos la disputa entre ambos artistas intentando hacerle honor tanto a la obra literaria como al opus del director cinematográfico. El encargado de tal ciclópea tarea es Mike Flanagan, director de Oculus (2013), otra adaptación de King titulada Gerald’s Game (2017) y la celebrada versión televisiva de The Haunting of Hill House (2018) producida por Netflix. El largometraje retoma la historia de Dan Torrance (Ewan McGregor), ya convertido en adulto, con un presente complicado el cual trae aparejado problemas de alcoholismo (para aplacar el resplandor y ocultar los fantasmas del pasado) y ciertos ataques de ira. Al ver ciertas cuestiones de su padre reflejadas en su actualidad decide mudarse y empezar de cero en otra ciudad. Allí conocerá a Billy Freeman (Cliff Curtis), quien se convierte en su padrino de alcohólicos anónimos. Pasan los años y su sobriedad hacen que se levante y reconstruya su vida, incluso obteniendo un empleo en un asilo de ancianos donde oficia de enfermero y asiste a los adultos mayores que están próximos a morir. Cuando sus habilidades psíquicas resurgen, se contacta con una niña de nombre Abra Stone (Kyliegh Curran), quien pide su ayuda al ser identificada por un grupo de viajeros que se alimentan del resplandor de niños pequeños. Dicho grupo llamado “El Nudo Verdadero” es liderado por Rose The Hat (Rebecca Ferguson), una poderosa y despiadada telépata con sed por aquel don que la mantiene joven a lo largo del tiempo. Dan deberá ocupar el rol de mentor, aquel que en un principio realizó el cocinero Dick Halloran con él, ya que la vida comprende un ciclo que se va repitiendo en un eterno transcurrir. La película se divide en dos partes bien marcadas, una que adapta fielmente el libro homónimo y una segunda que se aleja un poco para apegarse más a la versión cinematográfica de Kubrick. Esto hace que el relato se vuelva atractivo e impredecible pero que también se pierdan algunas cosas en el camino. El mismo libro buscaba separarse de la primera parte contando una historia más fantástica centrada en los poderes sobrenaturales de los personajes y aquí se vuelven a enfocar en el Overlook con el objetivo de homenajear melancólicamente a Kubrick. Si bien esta bueno volver al ominoso y siniestro hotel, se pierde la esencia del libro por momentos. Igualmente, Flanagan logra construir un relato atractivo con su sello característico y varios momentos que nos recuerdan al trabajo de su serie de Netflix. Lo que resulta un poco chocante son los momentos en que aparecen los personajes de Wendy y Jack Torrance interpretados por otros actores diferentes a los de la primera parte, lo que hace que ante tales icónicas interpretaciones el espectador se sienta en cierto sentido traicionado. No obstante, dejando de lado esos breves pasajes, todas las insinuaciones o referencias a la película original están muy bien marcadas y motivadas. Incluso los cambios sobre el final de la cinta, volviendo a la esencia del final del libro original, y aquellas modificaciones devenidas de los homenajes a la película protagonizada por Nicholson son bastante satisfactorios. Quizás Flanagan peque de sobreexplicativo en ciertos aspectos que Kubrick dejaba a la libre interpretación del público o a su reflexión más profunda pero es algo muy común en los productos del mainstream actual. Sin embargo, la elección del director para llevar a cabo esta secuela se ve como algo acertado siendo que ambas novelas, y la película de 1980 exploran temáticas que él mismo ha explotado en sus películas anteriores, además que es un experto en materia de relatos sobrenaturales y fantasmagóricos. Todo esto no hubiera sido posible sin la trinidad actoral sumamente comprometida con la que contó el realizador. Ewan McGregor brinda una gran interpretación como Dan Torrance, pero las verdaderas revelaciones son Ferguson como la temible villana y Kyliegh Curran como una joven promesa de actriz. Se los ve a los tres muy compenetrados con la tarea cuando muchas veces tienen que realizar cosas que en el traspaso del papel a la pantalla podrían haberse visto muy absurdas (aunque por momentos el director coquetea con esto). En suma, Doctor Sueño (Doctor Sleep, 2019) comprende una buena adaptación de la novela de King y una interesante conexión con la obra de Kubrick. Quizás arriesga demasiado con esta cuestión de dejar contentos a los fans de la novela y de la película pero justamente eso convierte al film en una experiencia cinematográfica disfrutable.
¿Te atreves a regresar? En este nuevo capítulo de The shining de Stanley Kubrick, Mike Flanagan intenta fusionar ambos mundos, honrar la historia y los personajes creados tan maravillosamente, con el lenguaje cinematográfico que se volvió icónico. Ahora Danny ha crecido y responderá a esa pregunta que alguna vez nos hicimos todos: ¿qué pasará con ese niño cuando se convierta en adulto? Doctor Sueño (2019), basada en el libro homónimo publicado por Stephen King en 2013, funciona como continuación del film de culto El resplandor (1980) dirigido por Stanley Kubrick. Ahora esta secuela, dirigida y adaptada para la pantalla grande por Mike Flanagan, sigue a Danny Torrance (Ewan McGregor), quien se encuentra afectado por el trauma que experimentó cuando era niño en el Hotel Overlook, Dan tuvo que luchar para encontrar un poco de serenidad. Pero cuando conoce a Abra (Kyliegh Curran), una valiente niña con poderes extrasensoriales, sus viejos demonios resurgen. Porque ella es consciente de que Dan tiene los mismos poderes y necesita su ayuda: busca confrontar a Rose (Rebecca Ferguson) y su tribu, que se alimentan de los dones de inocentes como ella para conquistar el mundo y ser inmortales. Formando una alianza inesperada, Dan y Abra participan en una lucha despiadada contra Rose. Dan no tiene más remedio que utilizar sus propios poderes. Mike Flanagan, reconocido cineasta del género de terror y por su serie de horror sobrenatural de Netflix: La Maldición de Hill House (2018), logra con Doctor Sueño una obra de universo individual, en la que plasma su impronta. Es un experto en fotografía a la hora de la puesta en escena, utiliza unos planos únicos para representar con su estilo misterioso, lo que observa en locaciones en apariencia normales o en donde nada ocurre. Generando de esta manera una atmósfera ilusoria y oscura, adecuada para sentir y vivir el suspenso. El guion es prolijo, la presentación de los personajes es correcta, aunque quizás algo prolongada, hasta que la verdadera acción de terror comienza. Con lo que puede parecer de ritmo lento, no obstante, esto depende del gusto del espectador. Hay recreaciones del film de Kubrick, escenas que quizás resulten innecesarias a la hora de seguir la idea de Doctor Sueño y separarse de El resplandor. Algo que también, puede o no ser del gusto del espectador. Se destaca la interpretación de Ewan McGregor que nos tiene acostumbrados a comprender la psicología y el alma del personaje, y en general las actuaciones de todo el elenco. El permanente latido de corazón y la música, acompañan el suspenso de la trama, junto a los movimientos de cámara que sugestionan. Los diálogos son muy inteligentes y no necesitan ser explícitos para transmitirle al espectador el desarrollo de la trama y el porqué de ciertas situaciones. Más allá de las expectativas del espectador, con respecto a la comparación con la de Kubrick, este relato trae consigo sus propias emociones, siendo tal vez, más revelador del padecer del autor y su fragilidad, de la novela “El resplandor”, constituyéndose en independiente y tomando al pequeño Danny, sólo como un adulto traumatizado. Es una historia de recuperación, de adicción, apoyo, sobriedad y responsabilidad. El mensaje profundo e imperante que transmite, a mi parecer, es que un adicto vive en una cierta oscuridad y soledad, alejado de lo que supuestamente brilla. Sin embargo, no se trata de bandos contrarios. Tanto la luz, como la oscuridad, forman parte de todos nosotros.
Basada en la novela de Stephen King de 2013, Doctor Sueñoencuentra en Mike Flanagan al guionista y realizador ideal para plasmar el universo pesadillesco y de peligro inminente que tiene el libro. El creador de Silencio; Somnia: Antes de Despertar y Ouija: El Origen del Mal, entre otras, enhebra con precisión narrativa una atrapante puesta en escena entre el enloquecido y fantasmagórico ambiente de El resplandor y esta continuación que es una suma de todos los miedos y horrores imaginados por King. Doctor Sueño comienza en Florida en 1980 y salta a New Jersey, en 2011, con un adulto y abatido Danny Torrance -un impecable Ewan Mc Gregor- sumergido en el alcohol debido a los acontecimientos vividos de pequeño junto a su familia en el Hotel Overlook. Con su habilidad psíquica oculta conocida como "el resplandor" decide mudarse a Frazier y con la ayuda de un amigo -Cliff Curtis- consigue trabajo en una asilo de ancianos a los que tranquiliza para que puedan "partir" en paz. En el altillo que lo cobija hay manifestaciones sobrenaturales y se conecta con Abra -Kyliegh Curran, una grata sorpresa- la pequeña con poderes y cuyo "resplandor" es mucho más poderoso. Y hay una comunidad nómade de seres sobrenaturales vampíricos liderada por Rose, la chistera -Rebecca Fergusson, muy acorde en el rol de villana- que busca a pequeños para poder insuflar su fuerza vital para mantener eternos. El mundo de King aparece en todo su esplendor a lo largo de toda la historia: niños desaparecidos como sucedía en It!; maizales y rutas desoladas como en Los niños del maíz; el "Mal" que ingresa por la ventana al hogar de Abra como plasmaba La hora del espanto y la presencia de fantasmas que vuelven y aconsejan, gatos incluídos, como en Cementerio de animales. Todo está allí dispuesto para que Flanagan encienda el andamiaje de esta moderna pesadilla cotidiana en la que la conexión entre las diferentes partes empuja a los personajes a una persecución sin descanso hasta el esperado enfrentamiento final que tiene al abandonado hotel Overlook como el escenario ideal. A lo largo de dos horas y media que nunca decaen, el relato hace gala de situaciones que mantienen la tensión -la trampa en el campamento y la escena de la camioneta- y privilegian los climas antes que el susto fácil o los sobresaltos. "Nadie resplandece como tú" le dicen a Danny que todavía arrastra los miedos de la infancia y atraviesa un standby emocional. La película no se separa demasiado de la novela en su primera parte y aprovecha para recrear momentos de El resplandor en el final. Aparece la icónica escena del baño, el recordado laberinto del final del filme de Kubrick y un Jack Torrance que atiende a su hijo Danny el bar del hotel. Pasaron muchos años, el lugar cerró sus puertas pero la mente abre otros recovecos sobrenaturales y trae a los espectros de antaño.
Here’s Danny Doctor Sueño (Doctor Sleep, 2019) tiene la ardua tarea de ser una secuela digna de El resplandor (The Shining, 1980), pero es incapaz de comprender o manejar las sutilezas y ambigüedades que hacen de ella una obra maestra del cine de terror. En sus mejores momentos la secuela es, como mucho, una adaptación efectiva de un thriller frívolo de Stephen King. Cuanto más se distancia del film de Stanley Kubrick, mejor para todos. La comparación es bochornosa. El problema no es tanto la trama así como la ausencia de una visión artística. Kubrick, como Hitchcock, veía a los libros que adaptaba como puntos de partida para una búsqueda original. No hay tal visión unificadora detrás de esta película. La historia no determina la forma en que se cuenta, como la hipnótica Midsommar: El terror no espera la noche (Midsommar, 2019). Aquí la historia es tan solo combustible para una máquina que hace “cine de terror” con condimentos insulsos: ruidos molestos y After Effects. Han pasado décadas desde que Danny Torrance sobreviviera el Hotel Overlook. Habiendo heredado el alcoholismo de su padre, Dan (Ewan McGregor) se ha convertido en un fracasado itinerante hasta que encuentra su propósito como el “Doctor Sueño”, utilizando sus dotes psíquicas para guiar a los moribundos hacia el más allá. McGregor interpreta una versión verosímil de un Danny adulto, vulnerable y descarriado pero esencialmente bueno. Sin embargo Dan es tan solo un tercio de la trama, que se convierte en un duelo psíquico entre la “resplandeciente” adolescente Abra (Kyliegh Curran) y una pandilla de vampiros vagabundos dedicados a secuestrar y matar niños para alimentarse de su esencia. La película comete el error de mostrar y explicar demasiado, poniéndose ridículamente técnica con su propia mitología. Ejemplo: la esencia que consumen los vampiros es “vapor”, y su calidad está siendo arruinada “por celulares y Netflix”. Nunca se menciona la palabra “vampiro” así como las películas de zombis tienen la costumbre de no usar la palabra zombi - “Porque es ridículo,” como explican en Muertos de risa (Shaun of the Dead, 2004). Pero los vampiros de Doctor Sueño no son menos ridículos porque no se los nombre. Ni son menos ridículos los poderes psíquicos con los que Dan y Abra les dan batalla, como si fueran duchos X-Men. El resplandor sufre la misma bastardización que La Fuerza, imponiéndosele tecnicismos terrenales que le roban su mística. Doctor Sueño ha sido escrita y dirigida por Mike Flanagan como un thriller épico de ciencia ficción, adoptando un ritmo trotamundos y expandiendo la acción a lo largo de todo Estados Unidos. Se define nítidamente a los buenos y a los malos desde el principio y el resto consta de generar expectativa hasta el inevitable duelo, incrementando la tensión con picos de violencia. Es una propuesta kitsch y entretenida: los buenos son entrañables (Ewan McGregor da una rara dimensión dramática a la historia), los malos son detestables (liderados por una maligna y seductora Rebecca Ferguson) y para variar no hay esfuerzo cómico que desbarate su enfrentamiento. La película se divide esquizofrénicamente entre contar una historia autosuficiente y canibalizar al film original. Gran parte de la secuela se sostiene por cuenta propia gracias a la caracterización de los personajes, las actuaciones, algunas escenas poderosas y la tensión entre sus partes. Cuando se apoya en la antigua gloria de la original no se siente cínica así como torpe o equívoca. Pero el clímax es prácticamente blasfemo, esencialmente instalando una montaña rusa en el Overlook y comprimiendo a El resplandor en 20 minutos de Grandes Hits: la catarata de sangre, el salón de baile, el cuarto de escribir, la habitación 237, etc. La película no sólo pasa lista a estas escenas como si fueran atracciones - reduciendo al hotel a una vulgar casa embrujada - sino que recrea las mismas tomas y los mismos ángulos. Algo que ya era impresionante cuando Steven Spielberg lo hizo en Ready Player One: Comienza el juego (Ready Player One, 2018) pero que aquí queda como un intento desesperado por querer empaparse de una grandeza que nunca será suya.
Mike Flanagan construye una transposición fiel e inteligente del libro de King y logra establecer una esencia propia a pesar de los guiños y homenajes que también le brinda, y muy bien, a El Resplandor. En un año plagado de adaptaciones cinematográficas de las historias de Stephen King, entre las que se destacan IT: Capítulo Dos o Cementerio de Animales, ahora llegó el momento de que la secuela de una de sus obras más celebres salte a la gran pantalla. Se vuelve al universo de El Resplandor (The Shining, 1980) para ver qué fue lo que le deparó el futuro a Danny Torrance luego de que su padre fuera poseído por los espíritus malignos del Hotel que se encontraba cuidando durante el largo invierno e intentase matarlo. Por supuesto que esta secuela, como lo hizo el material original, está basada en el libro de nombre homónimo a la cinta y a pesar de que por desgracia el director del Resplandor no puede hacerse cargo de ella (te extrañamos todos los días, Stanley), el encargado de esta transposición será Michael Flanagan alguien que ya trabajó con material de King cuando adaptó para Netflix El juego de Gerald (Gerald’s Game, 2017). Ahora el peso propio de la obra pondrá a prueba al director para ver si la secuela está a la altura de la película del ’80 o sólo será una adaptación más. Doctor Sueño (Doctor Sleep, 2019) cuenta que fue de la vida de Danny Torrance (Ewan McGregor) luego de los eventos vividos en el Hotel Overlook en donde terminó de descubrir sus “habilidades” psíquicas a pesar de su corta edad. Pero poco más de 30 años han pasado en la vida de Danny y ahora se la pasa reprimiendo su don gracias a la bebida y a las drogas. Por otra parte se nos presenta a una joven llamada Abra (Kyliegh Curran) que también “resplandece” como Dan e incluso más que él y pese a su corta edad puede manejar sus dotes de manera perfecta y en alguna oportunidad han podido comunicarse con Dan mediante sus pensamientos. También se introduce a una secta conocida como El nudo verdadero, una comunidad de personas que secuestran y se alimentan de niños que poseen el resplandor y consumiéndolos pueden alcanzar la inmortalidad. Este culto está dirigido por Rose “La chistera” (Rebecca Ferguson) y en cuanto sienten los poderes de Abra se ponen cómo objetivo hacerse de ella para quitarle todo su poder. Ahí es cuando Dan deberá dejar de lado todos sus fantasmas para ayudar a la joven Abra por más de que eso lo lleve a lugares que él pensó había dejado atrás. Difícil trabajo tenía Mike Flanagan a la hora de adaptar esta obra. Más allá de que la transposición de material literario a la gran pantalla siempre deja elementos fuera del metraje final en esta ocasión el director estadounidense también debía lidiar con la comparación obvia y odiosa que se iba a dar con una de las mejores películas de terror de la historia como lo es El Resplandor de Stanley Kubrick. Por suerte para Flanagan, su película logra estar a la altura de las circunstancias y logra hacer una adaptación fiel al libro de Stephen King y terminar concretando una perfecta segunda parte para la película de Kubrick. A pesar de un comienzo engorroso en donde tres arcos argumentales aparecen y desaparecen de golpe casi que con ninguna conexión entre sí y con un montaje bastante vertiginoso con muchos cambios de escenas en momentos que no parecerían ser los indicados, el filme sale airoso cuando el director y guionista logra la estabilidad narrativa como para desarrollar a los personajes y que la historia fluya sin ninguna prisa. La película se toma su tiempo ya que la duración del corte es de casi dos horas y media y si bien esa duración se termina sintiendo, en ningún momento se torna aburrida, ni previsible ni agotadora para el espectador. Un gran acierto del director es la utilización de elementos reconocibles de la película anterior para que el gancho con el espectador sea completamente efectivo. Estos elementos no son utilizados a lo largo de toda la película cómo si fuese un homenaje o mucho menos un refrito corriente, sino que esos momentos se los guarda para aquellos momentos en donde la trama puede llegar a tener un interés menor y entonces la nostalgia sirve para que el nivel de atención nunca decaiga. Ésta maniobra consigue su punto de ebullición en el último acto en donde la película decididamente abraza al pasado en cuanto a puesta en escena pero no así en atmósfera, algo que es casi imposible de lograr dicho sea de paso. El vuelo narrativo que posee esta película fue pocas veces lograda en cualquier otra adaptación de un material de King. Puesta en escena, manejo de cámara y situaciones surrealistas componen un relato que cómo pocos logran reflejar la esencia de las páginas de los libros. También el uso de efectos especiales prácticos logran un toque diferente ante tanto CGI en otras producciones y eso le da un salto de calidad que debe ser reconocido. Algo similar pasa con la banda sonora, que está a cargo de The Newton Brothers, que logra generar un ambiente propio de cara a los eventos que se van presentando y al mismo tiempo hacer una conexión inmediata con El Resplandor, incluso muchas veces se utiliza la canción clásica de aquella película como para establecer una relación directa aunque eso ya esta plasmado desde un primer momento. En relación a las actuaciones, los tres personajes principales tienen a un actor y dos actrices que no dan lugar a reproches. McGregor, Curran y Ferguson hacen que cada uno de sus papeles logren tener una identidad propia desde el primer momento en el que están en plano. Cada uno con responsabilidades diferentes, más McGregor por el trasfondo de su personaje, logran hacer un trabajo impecable y envidiable. La joven Curran logra tener quizás la segunda mejor actuación de toda la película y eso es mucho decir ya que es sólo su segundo trabajo en cine y el primero en el que su protagonismo es real. Ferguson está impecable haciendo el rol de villana y a pesar de que podría tener más minutos en cámara, para poner sobre la mesa un poco mas de contexto sobre su personaje logra transmitir temor y considerarse una verdadera amenaza. Ewan McGregor logra establecer una actuación soberbia, que también consigue su punto máximo en el desarrollo del tercer acto en donde lleva a cabo una actuación más física para lograr una semejanza clave para con otro personaje que realmente sorprende. Doctor Sueño es la justa continuación de una de las películas mejor consideradas del cine y al mismo tiempo una inteligente transposición del material original de Stephen King. Con guiños y homenajes claros en momentos claves, esta película logra construir su propia identidad e incluso los momentos en donde intenta desprenderse de El Resplandor, terminan siendo los mejores.
Con momentos logrados visualmente, y un Ewan McGregor que cumple, el relato se pierde entre el querer ser otra cosa y despegarse de su predecesora, de la que inevitablente termina, en su último tramo, por homenajear hasta la copia. A Mike Flanagan le quedó grande el traje.
Posiblemente Stephen King sea el escritor más reconocido en la era contemporanea. Esto se refleja en todas las adaptaciónes que han tenido sus historias y es que este año solamente ya tuvimos 4 películas basadas en sus libros (ademas de las series Castle Rock y Creepshow). A la remake de Cementerio de animales, la segunda parte de It e In The Tall Grass se le suma Doctor Sueño, la secuela de El resplandor, posiblemente la mejor película basada en uno de sus libros aunque el propio King odie la versión hecha por Stanley Kubrick. La película, basada en su libro homonimo, cuenta como continuó la vida del pequeño Danny Torrence luego de los hechos ocurridos en el Hotel Overlook. ¿Y como podía crecer un niño que vio como su padre intentaba asesinarlo junto a su madre, todo esto mientras estaba rodeado de fantasmas? Si, como un alcoholico con la cara de Ewan McGegor. Sin embargo, el ya no pequeño Danny deberá dejar atrás su adicción cuando descubre que lo que el llama como “el resplandor” es una habilidad que poseén varias personas más, entre ellas una pequeña niña llamada Abra con la cual tiene una conexión y deberá ayudar a escpar de un grupo de pseudos hippies casi inmortales que se alimentan de ese resplandor, liderados por Rebecca Ferguson. Vamos a lo importante. ¿Es una buena película? En líneas generales si. Visualmente está muy bien lograda y tiene sus buenos momentos de suspenso y misterio (no diría que hay mucho terror en esta historia), además de que durante gran parte busca apelar a la nostalgia de El resplandor. Pero las 2 horas y media de duración son una exageración. Por momento la película se hace eterna con muchos momentos estirados y con otros pasados muy por arriba. Por ejemplo, la mencionada Abra aparece fuertemente recién a mitad de la película, mientras que se le dedica más tiempo en pantalla a personajes que no hacen a la trama. Por otra parte, el por qué del nombre de la película apenas es explicado y poco tiene que ver con lo que se decidió contra en la película. Ahora ¿Era necesaria? Absolutamente no. Al igual que tampoco lo es el libro (el cual admito no haberlo leído). Si bien busca expandir y explicar todo el mambo místico que hay detrás de El resplandor, se termina haciendo una sobreexplicación innecesaria trayendo a personajes que poco tienen que ver con la historia original y que hasta parecen incompatibles. Más allá de esto, no sería ético calificar a una película por si es necesaria o no, sino por lo que genera, y la verdad es que (apesar de lo ya mencionado en cuanto a su duración) quien vea Doctor Sueño se va a entrener en el momento y esto se tiene en cuenta al poner un puntaje. Pero así y todo no hay que dejar de adveritr que con el paso del tiempo esta película va a quedar en el cajon de “una película más” (como muchas otras adaptaciones de King), mientras que El resplandor seguirá allá arriba, posiblemente vista por muchos como una historia única, con un principio y un final, como debería haber sido siempre.
Hablar de la pertinencia o no de una secuela cinematográfica de El resplandor (The Shining) carece de sentido desde el momento en que fue el propio Stephen King quien en septiembre de 2013 decidió publicar la continuación de su novela de 1977. Una vez lanzado el libro, imposible no pensar en una nueva película. Y fue Mike Flanagan, en su triple rol de guionista, editor y director, el encargado de la esforzada y al mismo tiempo valiosa transposición: el corte final de 151 minutos incluye una multiplicidad de épocas, personajes, conflictos, locaciones y referencias que hablan a las claras de un proyecto ambicioso, que pretende estar a la altura de su predecesora, del aura de Stanley Kubrick y de las 531 páginas escritas por King. N. de la. R: A partir de aquí habrá algunos spoilers (si les molestan, se recomienda seguir leyendo una vez vista la película) Doctor Sueño arranca con dos prólogos y ya desde el inicio (tomas aéreas cenitales y acordes que remiten a la banda sonora original de Wendy Carlos y Rachel Elkind) habrá homenajes estilísticos y guiños varios al film de Kubrick. En el primer preámbulo (ambientado en la Florida en 1980) vemos cómo una suerte de secta de seres paranormales denominada Nudo Verdadero y liderada por Rose La Chistera (Rebecca Ferguson) secuestra a una niña; también nos reencontramos con el pequeño Danny Torrance (Roger Dale Floyd) lidiando con sus fantasmas, traumas y pesadillas; en el segundo (que transcurre en la Nueva Jersey de 2011), Danny (Doc) aparece en su versión adulta encarnada por Ewan McGregor. Alcohólico, drogadicto, afecto a relaciones efímeras y a violentas peleas en bares, el protagonista es un alma en pena. Ya en la actualidad, Danny Torrance se muda al pequeño pueblo de Frazier, donde intentará reencauzar su vida abandonando las adicciones y con un par de trabajos como enfermero en una asilo de ancianos que sufren enfermedades terminales y como ayudante del querible y solidario Billy Freeman (Cliff Curtis) en un tren lúdico que hay en el lugar. En Doctor Sueño aparece también una coprotagonista, Abra Stone (Kyliegh Curran), una adolescente afroamericana de 13 años con poderes extraordinarios que le permite tener visiones, adivinaciones, anticipaciones y comunicaciones a distancia que la convertirán en la socia ideal de Danny y en rival de Rose y su clan. Lo que sigue es una acumulación de enfrentamientos, perversiones, situaciones tan extremas como perturbadoras (abusos varios a niños y adolescentes) y constantes apariciones del sabio Dick Hallorann (originalmente interpretado por Scatman Crothers y ahora por Carl Lumbly) que desembocarán en el mítico Hotel Overlook, con sus gemelas y la bañera de la habitación 237. Hay algo de regodeo en este juego de citas, de veneración a El resplandor y por momentos la sensación es de una película demasiado solemne, derivativa y un poco desnortada. Algo así como un parque de diversiones del género fantástico y de terror, en una acumulación similar a la de Andy Muschietti en la secuela de It. Como compensación y contrapeso, Doctor Sueñoentrega un puñado de escenas logradas desde lo formal, con un buena construcción de tensión, suspenso e irrupciones de un terror que va de lo psicológico a lo sangriento, y un notable trabajo de dirección de fotografía y de diseño sonoro y visual. Sin ser ninguna maravilla, por su dimensión y su portentoso despliegue visual es una película que “exige” ser vista en pantalla gigante. En ese sentido, esperar hasta que llegue al streaming hogareño no parece ser un buen Plan B. Si no es en un cine casi que es mejor dejarla pasar... para siempre.
Volver al hotel Overlook, casi 40 años después, es conmocionante, no solo para Danny Torrance, que cuando tenía 5 años debió escapar de su padre, Jack, que quería destrozarlo hacha en mano en el laberinto helado. También para el público que tiene a El resplandor como a una de las mejores películas que haya visto. La vara estaba muy alta y, seamos sinceros, todos los fans sabíamos antes de ingresar a la sala que Doctor Sueño no iba a estar a la altura de la película de Stanley Kubrick. ESPECTÁCULOS SUSCRIBITE Buena Doctor Sueño: De lo psicológico a lo explícito La secuela de El resplandor pierde en la comparación ya por el abordaje y la trama en sí misma. Danny, adulto. Ewan McGregor es el hijo de Jack... 40 años después. FOTO: WARNER BROS. PABLO O. SCHOLZ COMENTARIOS (0) 06/11/2019 - 12:31Clarín.comEspectáculosCine Stephen KingEwan McGregorCríticas De CinePelículas De TerrorSpot Volver al hotel Overlook, casi 40 años después, es conmocionante, no solo para Danny Torrance, que cuando tenía 5 años debió escapar de su padre, Jack, que quería destrozarlo hacha en mano en el laberinto helado. También para el público que tiene a El resplandor como a una de las mejores películas que haya visto. NEWSLETTERS CLARÍN Lo más leído del día | Enterate de qué se habló hoy para no quedarte afuera del mundo Recibir newsletter La vara estaba muy alta y, seamos sinceros, todos los fans sabíamos antes de ingresar a la sala que Doctor Sueño no iba a estar a la altura de la película de Stanley Kubrick. Y no lo está. Y no lo está porque ya la novela de Stephen King, en su trama, la presentación de los personajes y el modo de “explicar” el fenómeno del resplandor que tienen Danny y otros no condice con el terror psicológico que brotaba de las páginas del libro original y de la película. Doctor Sueño arranca con la misma música de El resplandor. La intención es que vivenciemos la misma sensación, la misma atmósfera que en los cines hace 39 años. Estamos en Florida 1980, poco después de los hechos en el Hotel Overlook. A Danny se le aparecen imágenes recurrentes, todas referidas al Overlook. Y allí, en la pantalla, está el travelling, con la cámara bajita, de Danny de espaldas y su triciclo por la alfombra del hotel, el cuarto 237. No, no es el mismo actor, claro. Es imposible. ¿Importa? ¿Importa que otra actriz sea Wendy? Es evidente que quienes reemplazan a los personajes originales intentan imitarlos en sus gestos, al margen del parecido físico que tengan, o no. ¿Importa? Lo que sí importa es que el miedo que uno sentía por lo sobrenatural en El resplandor, aquí sea explícito. Que si en El resplandor había sólo un golpe de efecto (el hachazo de Jack a Hallorann), Doctor Sueño tenga varios: es un filme de terror como los que se estrenan jueves tras jueves. Todo lo que era sugerencia, aquí es ofrecido en bandeja. Esa es la diferencia. ¿La historia? Danny irá creciendo, y ya adulto, en un pueblito de New Hampshire descubrirá que una niña tiene un resplandor más fuerte que el suyo. Se comunican (se hablan uno en la cabeza del otro). Una tribu de fantasmas hambrientos se nutre del “vapor” que emana de niños resplandecientes, que sale de sus bocas cuando sufren o los matan. El resplandor los alimenta. Rosie la Chistera (Rebecca Ferguson) es la líder. El resplandor tenía un elemento crucial: el encierro y el aislamiento de Wendy y Danny en el hotel, habitado por fantasmas y un Jack cayendo en la endiablada demencia. Doctor Sueño, no. Ewan McGregor pone, exhibe toda la extrañeza que le cabe a Danny adulto en este filme que, si se lo ve y entiende como un homenaje a El resplandor, puede caer mejor.
Otra secuela de un objeto famoso de la cultura pop con legiones de fans, justo lo que andábamos necesitando. A veces, de todos modos, salen bien esos emprendimientos, pero no es este uno de esos casos. Estamos aquí ante otra adaptación de un libro de Stephen King, uno que continúa El resplandor, cuya versión cinematográfica dirigida por Stanley Kubrick el escritor detesta, y con muy atendibles razones. Pero King, claro, no impidió que la película de Kubrick se volviera un "film de culto" y una usina de "referencias pop", una fuente de citas y guiños en muchos y diversos productos. Este producto Doctor sueño tiene a Dan Torrance, el hijo de Jack Torrance, el señor interpretado -pasado de rosca- por Jack Nicholson en la película de 1980. Y tiene luces de autos que encienden nieblas, y tiene los árboles de Nueva Inglaterra, y tiene sangre en varias narices, y tiene olor a Stranger Things, y tiene ese inconfundible olor del oportunismo. A veces, de todos modos, el oportunismo no hunde por sí solo a una película. Pero Doctor Sueño es un relato anémico con formato de serie, con cinco medias horas de una eternidad infernal, sin fluidez, plagadas de pausas anodinas ante cada introducción de personaje y de acciones sin cohesión. De todos modos, los problemas mayores de este enfrentamiento pretendidamente cumbre entre seres sobrenaturales malos y buenos van por el lado de la celebración atolondrada de la referencia, de una acumulación de duelos finales directamente risibles a su pesar, y de actores que claramente no pueden creer ni hacer creíble la lluvia de torpezas que los riega; una lluvia torrencial que no los hace crecer crecer ni a ellos ni a sus personajes, ni al cine ni a nada alrededor.
“Doctor Sueño”, de Mike Flanagan Por Jorge Bernárdez En 1980 se estrenaba El resplandor, dirigida en por Stanley Kubrick sobre libro de Stephen King. Para el momento en que se estrenó, el autor de Carrie era aún autor en ascenso mientras que Kubrick era un genio del arte y el actor que protagoniza esa película, Jack Nicholson, ya era una mega estrella que se convertía en un icono de El resplandor. King se ha cansado de decir que la película de Kubrick no lo satisfacía y la razón de ese enojo es que en el libro, el personaje de Nicholson aparece claramente como víctima del delirium tremens y su alcoholismo tiene un papel central, mientras que en la película ese tema es muy lateral. Años después el escritor, ya convertido en una estrella, retoma aquella historia acaso para hacer justicia con su mirada sobre aquellos personajes. En el comienzo de Doctor sueño se deja en claro qué ha pasado con Danny Torrance y que las capácidad especiales del hijo de Jack, el cuidador del hotel que interpretaba Nicholson, duermen. Danny las usa para ayudar a morir a los ancianos de un hogar para adultos mayores donde trabaja, también lleva ocho años sin tomar alcohol y es un activo participante de AA. Al mismo tiempo, un grupo atraviesa América cazando gente, son un fuerza comandada por una líder que los organiza y es la administradora de la energía que los provee de los poderes especiales -el mismo que posee Danny, que llama “resplandor”-. Este grupo captura gente y les chupa la energía, son casi eternos, perciben la existencia de gente con la energía que necesitan a kilómetros de distancia y las víctimas son preferentemente niños, ya que en ellos la energía está más presente que en los adultos. Un día Danny se conecta con una nena con sus mismos poderes y también con el grupo de cazadores. La nena percibe también a Danny y al grupo y la líder del grupo sólo percibe la poderosa fuente de energía que es la chica negra que se llama Abra. Ahora Danny está obligado a salir de su escondite ideal para atravesar América y proteger a Abra. Todo ese proceso le lleva a la película varios minutos y al director Mike Flanagan no le preocupa, se toma el tiempo necesario. Todo lo comentado lleva a que Dany y la chica negra se unan para luchar contra el grupo hambriento de energía para seguir viviendo. ¿Y qué mejor para el enfrentamiento final que buscar un territorio donde Dany sabe que las fuerzas energéticas están muy activas? Seguramente ya adivinaron que el tercer acto se desarrolla nada más ni nada menos que en el hotel donde tuvieron lugar los incidentes de la película original. A partir de allí, Doctor Sueño deja de tener vida propia para asumirse como una película que funciona como epílogo de la de Kubrick. El director copia planos de aquella película y deja en claro que Kubrik quizás no haya sido fiel al libro de Stephen King, pero era un genio de la puesta en escena y Nicholson aún estereotipado sobresale por la energía que puso en ese clásico que hoy es El resplandor. Doctor Sueño sigue paso a paso lo que ocurre en el libro y quizás King entienda ahora que no todas las decisiones literarias pueden pasar a una película, porque lo que se lee puede parecer interesante y con lógica, pero pasado a la pantalla es imposible de creer. Ewan McGregor está bien como Danny Torrence pero las dos mujeres del elenco se roban la función: por un lado Rebecca Ferguson como Rose The Hat, la líder del grupo de cazadores de almas y Kayleigh Curran, la chica que le da vida a Abra, la fuente que irradia un resplandor poderoso. Flanagan es un experto en filmar historias de terror (Oculus, Somnia: Antes de despertar, Ouija: El origen del mal ) y logra momentos de un clima denso pero en otros da un poco de vergüenza ajena. De todas maneras los fans seguramente rescatarán lo bueno de la película y el hecho de que les han traído la continuación de una historia que muchos esperaban conocer para por lo menos volver a aquel hotel y visitar los fantasmas del pasado. DOCTOR SUEÑO Doctor Sleep. Estados Unidos, 2019. Dirección y Guión: Mike Flanagan. Elenco: Ewan McGregor, Rebecca Ferguson, Kyliegh Curran, Cliff Curtis, Bruce Greenwood, Carl Lumbly, Zahn McClarnon, Henry Thomas, Alex Essoe, Jacob Tremblay. Producción: Trevor Macy y Jon Berg. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 151 minutos.
Volver a resplandecer. Crítica de “Doctor Sueño” de Mike Flanagan.I Terror y espíritu nostálgico en la segunda parte de uno de los clásicos más grande del cine de terror. Por Bruno Calabrese. Al ser la continuación de “El Resplandor” surge inevitablemente la comparación con el clásico de Stanley Kubrick protagonizada por Jack Nicholson de 1980. Eso es lo primero que hay que evitar, es casi imposible lograr algo que esté a la altura de una película considerada como una de las mejores del género de terror de la historia. Así y todo, Doctor Sueño entretiene gracias a una historia atrapante, buenas escenas de suspenso y personajes aterradores. En el film veremos a Danny Torrance (Ewan Mcgregor), quien ahora es un adulto atormentado por los eventos ocurridos en el Hotel Overlook. Actualmente, después de superar sus problemas con el alcohol, vive en un pequeño pueblo de New Hampshire trabajando en una residencia de ancianos. Allí utiliza su habilidad mental denominada ‘resplandor’ para proporcionar consuelo a los moribundos. Pronto conocerá a una niña con su mismo poder, con un resplandor aún más brillante que el suyo. El escritor Stephen King había criticado la película de Stanley Kubrick porque la misma se centraba en los problemas de alcohol de Jack Torrance (Jack Nicholson) que en la crisis creativa que sufre el escritor, cómo relata en el libro. A pesar de eso, el director elige seguir la línea argumental de esa película, obviamente con el aval del escritor. Es por eso que vemos a Danny tratando de luchar contra los mismos problemas de alcohol que sufría el padre. Pero el eje central de conflicto no estará planteado en ese ámbito, el principal problema son unos vampiros que aspiran el resplandor para vivir eternamente. Una especie de secta asesina que recorre kilómetros en busca de niños poseedores del poder para torturarlos y aspirar el vapor que emanan. Siempre utilizando el angelical rostro de Rose The Hay (un maravillosa Rebecca Ferguson) como carnada para atraer a sus víctimas. Los mismos están muy bien presentados y tienen un sadismo aterrador. La película tiene dinámica y en ningún momento aburre. Tiene un tono depresivo atrapante e hipnótico. Nos sacude por momentos cuando los eternos consiguen presas para saciar su sed. Pero hay algo que reprocharle: es el final en el hotel Overloock. Intenta funcionar que como una especie de homenaje a la resplandor original pero su conclusión se da muy rápido y no da tanto miedo como si lo hacen en toda la película “los eternos”. Sin ir más lejos, el año pasado, Steven Spielberg en Ready Player One le hizo un mejor homenaje. La ambientación y el manejo de las escenas de terror que Mike Flanagan le imprime a sus película es realmente admirable. Ya desde su ópera prima “Absentia”, pasando por “Oculus” y la atrapante Hush (si no la vieron, véanla está en Netflix), hasta llegar a la serie “La Maldición de Hill House”, el director mostró un manejo del suspenso envidiable. Acá lo vuelve a demostrar pero con un guión sólido cuya adaptación era muy esperada por fanáticos del género. “Doctor Sueño” es un aterrador relato de aventuras, con la eterna lucha entre el bien y el mal. Una película que, a pesar de no estar a la altura de su antecesora, cumple con creces a las expectativas generadas. Puntaje: 75/100
Mike Flanagan –nuevamente en el rol de director, editor y guionista- adapta una obra de Stephen King por segunda vez en su carrera. En este caso tenemos la transposición de la novela homónima ‘Doctor Sueño’ (2013), que trae consigo un dilema: serle fiel a su referente literario, o convertirse en la secuela de la película que trasgredió varios elementos claves de ‘El Resplandor’ (1977), su relato originario. No especificaremos si se inclina por uno de los dos costados, o por ambos (una de las grandes intrigas que perturba a los más fieles seguidores de King), pero sí que, como fue adelantado en los trailers, está protagonizada por Rebecca Ferguson en el rol de la antagonista principal, y por Ewan McGregor que interpreta a una versión adulta de Danny Torrance. Otro cocodrilo difícil de domar es la autoimpuesta rememoración a pasajes visuales del film de Stanley Kubrick, ya que en estos tiempos el entendimiento (y no la comprensión) de la referencia citada tiende a ser identificada a modo de factor nostálgico barato. No anulamos las lecturas disidentes, más bien señalamos que se suelen escuchar argumentos apriorísticos que incluso pueden ser acusaciones tajantes por la sola presencia del mero recuerdo a instantes cinematográficos que son considerados clásicos, y esto aplica a toda suerte de secuela u homenaje. Salvo por la reinterpretación de ciertas secuencias realizadas en el Hotel Overlook, Flanagan no comete la atrocidad de intentar imitar a Kubrick desde su puesta en escena; eso queda completamente relegado al montaje, con el uso de algún “leivmotiv” de la vieja banda sonora y los fundidos encadenados elegantes –y casi invisibles- que nos trasladan de un paisaje a otro. Ahí está la máxima expresión que el director hereda de la forma artística que, de alguna manera, necesita distender.
Demonios físicos e internos “Doctor Sueño” (Doctor Sleep, 2019) es una película dramática de terror sobrenatural dirigida, escrita y editada por Mike Flanagan, el cual ya viene realizando varios filmes de calidad en este género como lo son “Oculus” (2013), “Hush” (2016) o “El juego de Gerald” (Gerald’s game, 2017), además de ser el responsable de la intrigante serie de Netflix “The Haunting of Hill House” (2018). Basada en la novela homónima de Stephen King publicada en 2013, esta producción funciona como secuela de “El Resplandor” (The Shining, 1980), película de Stanley Kubrick que adaptaba el best seller de King de 1977. Protagonizada por Ewan McGregor, el reparto se completa con Kyliegh Curran, Rebecca Ferguson (El gran showman), Emily Alyn Lind, Cliff Curtis, Zahn McClarnon, Alex Essoe, Carl Lumbly, Jacob Tremblay (La habitación), Violet McGraw, Henry Thomas, Bruce Greenwood (Endless love), Carel Struycken, entre otros. En 2011, Danny Torrance (Ewan McGregor) es un alcohólico con problemas de ira debido a los sucesos traumáticos que vivió de chico en el aislado Hotel Overlook. Escapando de sí mismo, Danny llega a un pequeño pueblo en donde un buen hombre llamado Billy Freeman (Cliff Curtis) le consigue hogar, trabajo en un hospital y, por sobre todo, le brinda ayuda para superar su adicción a la bebida. Pronto, Danny comenzará a recibir extraños mensajes en la pared de su casa. Éstos provienen de la mente de Abra Stone (Kyliegh Curran), una joven que también posee la cualidad de resplandecer, en mayor medida que él. Cuando Abra percibe la amenaza de un clan de demonios liderado por Rosie La Chistera (Rebecca Ferguson), a Danny no le quedará otra que intentar protegerla de estos seres que se alimentan del dolor y la muerte de las personas que tienen el don. Casi 40 años después de uno de los mejores filmes de horror de todos los tiempos, nos llega su segunda parte, centrándose en qué es lo que pasó con Danny Torrance en su adultez. Difícil tarea tenía Flanagan ya que es sabido que Stephen King no quedó satisfecho con la película que dirigió Kubrick, que en cambio sí funcionó para los espectadores y la crítica. De esta manera, el director decidió no dejar de lado ni a los fanáticos de los libros de King ni a los que admiraron la obra cinematográfica de 1980. ¿Consiguió su cometido? Sí, pero no por eso el resultado es del todo satisfactorio. Y es que al querer homenajear tanto a su predecesora, esta cinta sale perdiendo. La cantidad de referencias recalcadas a “El resplandor”, en especial durante el último acto, hacen que el tributo a Kubrick sea excesivo, añadiendo elementos que quedan muy forzados y no terminan funcionando. Uno de los mayores errores radica en la recreación de escenas con personajes de la anterior película, pero esta vez interpretados por otros actores. No solo es inverosímil, sino que descoloca al espectador. Sin embargo, cuando el director se esfuerza por añadir guiños sutiles sí se le agradece, ya que en esas escenas no se subestima la capacidad del público. Por suerte, esta secuela tiene más aciertos que errores. Por empezar, “Doctor sueño” se ocupa de mostrar con más detalle qué son capaces de hacer las personas que viven con la habilidad de resplandecer. Cada personaje está muy bien desarrollado y Flanagan se toma su tiempo para que conozcamos a cada uno, por lo cual ésta no es una película que apela al susto fácil o a los jump scares: el temor pasa por otro lado, es más atmosférico y genuino porque verdaderamente nos importa el bienestar tanto de Danny como de Abra. En cuanto a las actuaciones, Ewan McGregor fue la opción perfecta para encarnar al Torrance adulto, un hombre atormentado, melancólico y bastante callado que transmite una sensación de soledad adondequiera que vaya. Sin embargo, las mejores interpretaciones del filme son dadas por Kyliegh Curran y Rebecca Ferguson. La nena demuestra que tiene un prometedor futuro como actriz y Ferguson compone a una villana tan seductora como amenazante. Además, a pesar de que aparece muy poco en pantalla, Jacob Tremblay es parte de la mejor escena de horror. Por otro lado, cuando la película se enfoca en su propio conflicto alrededor de los demonios es cuando más se disfruta. Trucos mentales, una forma de alimentarse atemorizante sumado a unos sonidos insufribles constituyen la identidad propia de un filme que en su tercer acto se aleja de lo que tan bien había sabido construir. Los antagonistas funcionan en gran parte por su trasfondo, ya que tienen motivos lógicos para accionar de esa manera. Alejada de ser una maravilla, “Doctor sueño” es una digna secuela que encara tópicos tales como la represión de los miedos y la vida más allá de la muerte. Con un crecimiento notable del personaje principal entre el comienzo y el desenlace, la película deja bien en claro que no hay que ocultar nuestro verdadero ser.
Volver al Overlook En 2013, el legendario escritor Stephen King decidió darle una continuación a "El Resplandor", su novela de 1977 que fue adaptada por Stanley Kubrick en 1980. Ahora, el director Mike Flangan tuvo la difícil tarea de aunar el legado cinematográfico del aclamado cineasta con el material del novelista en "Doctor Sueño", una historia vibrante que homenajea al legado de Kubrick pero que tiene su propia esencia. La historia transcurre años después de los acontecimientos sucedidos en "El Resplandor", y con flashbacks veloces se rememora la historia de Danny. También vemos cómo ha repercutido en él su traumática experiencia en el Hotel Overlook -donde su padre Jack Torrance se vuelve loco e intenta matarlo a él y a su madre- y cómo ha desarrollado sus habilidades especiales, tratando de mantenerlas ocultas y llevando una vida de un alma totalmente torturadas, de alcoholismo, drogas, peleas en bares y relaciones casuales. Por otro lado, se suma la aparición de Abra Stone, una niña con un fuerte poder resplandeciente y un grupo de crueles seres paranormales conocidos como "El Nudo Verdadero", que se alimentan del terror de las personas con este don. Con la irrupción de estos personajes a la historia, el director va más allá del terror psicológico que planteaba Kubrick para dar paso a aspectos totalmente sobrenaturales. Aquí, la locura de Jack, encuentra otras explicaciones. Flanagan, con menos de una década de carrera, se ha consagrado como uno de los nuevos nombres fuertes del género de terror, con títulos como "Hush", "Ouija: el origen del mal", "El juego de Gerald" -también basada en una novela de King- y la serie "La maldición de Hill House". Aquí, hace el trabajo de director y guionista, y mantiene su estilo tanto en lo técnico como en lo narrativo, como el virtuosismo visual y característicos movimientos de cámara. A esto le suma sellos del propio director de "El Resplandor" y aprovecha la música compuesta por Wendy Carlos y Rachel Elkind. El trabajo actoral de Ewan Mcgregor como un Danny Torrance adulto es simplemente impecable, pero también vale destacar a Rebecca Fergusson, como la cabecilla de la secta de inhumanos, un personaje enigmático y aterrador. Las interpretaciones, sumado al trabajo de dirección, lleva a la creación de climas muy bien logrados. En resumen, una película que se toma su tiempo para su desarrollo, impecable en lo visual y por momentos atrapantes, que a pesar de no alcanzar los méritos de su predecesora, vale la pena verla en el cine. Puntaje: 7,5/10 Por Federico Perez Vecchio
«Brindo por mis cinco meses de sobriedad, y todo el irreparable daño que me han causado». Jack Torrance, The Shining.
Mike Flanagan, responsable de la genial miniserie “La Maldición de Hill House”, tuvo a su cargo una gran responsabilidad: dirigir la secuela de “El Resplandor”, una película emblemática e inolvidable, considerada como una de las gemas del terror psicológico, con la actuación del gran Jack Nicholson. En ésta segunda parte vemos cómo siguió la vida del pequeño Danny “Dan” Torrance. Ya adulto, en la piel de Ewan Mc Gregor, (antes interpretado por Danny Lloyd) Danny trabaja en un geriátrico donde atiende a sus pacientes antes de morir y sigue traumatizado por su difícil infancia en el Hotel Overlook, donde su padre enloqueció y sufrió una verdadera transformación. Su madre Wendy ya falleció hace algunos años y él sigue manteniendo su “resplandor”, esa habilidad que le permite ver y escuchar más allá. Por otro lado aparece un nuevo personaje, Abra Stone, con sus mismos poderes, pero más intensos, interpretado por Kyliegh Curran quien es una grata sorpresa. Ella será quien se comunique con Danny para pedirle ayuda cuando descubra a la poderosa y despiadada “Rose the Hat” (Rebecca Ferguson), líder de la secta llamado “True Knot” (“Nudo Verdadero”). El grupo se alimenta de los que poseen el “resplandor” para llegar a la inmortalidad. Los dos forman una unidad para acabar con ellos, y aún Danny, quien abrazó el alcohol para seguir su vida errante, decide parar y concurrir a Alcohólicos Anónimos donde conoce a su sponsor, Billy Freeman (Cliff Curtis) y gracias a él y al grupo, deja de beber. El film es la lucha entre el dúo formado por Danny, un alcohólico en recuperación, quien se convierte en mentor de Abra, contra Rose. Quizás, después de la película original no hacía falta una secuela, pero no está mal saber que fue de la vida de Danny Torrance. Hay tomas que, para los que vimos la icónica primera parte, son clásicas. Para los que ven un film totalmente nuevo, son necesarias para entrar en la historia. El guión de Akiva Goldsman y Mike Flanagan, no despliega terror, más bien suspenso y ciencia ficción, pero es atrapante. Las actuaciones de todo el elenco son dignas de destacar, especialmente las de Mc Gregor, quien se balancea entre sus demonios del pasado y la fuerza que necesita para ayudar a Abra, (Curran, excelente en el descubrimiento del don que posee a tan corta edad) y Ferguson, la villana de turno, con toda su maldad. Con una fotografía oscura, “Doctor Sueño” es una cita obligatoria para los amantes del gran Stephen King y para los nostálgicos que amaron “El Resplandor”. --->https://www.youtube.com/watch?v=FnoL-veIRyg ---> TITULO ORIGINAL: Doctor Sleep ACTORES: Ewan McGregor, Rebecca Ferguson, Jacob Tremblay. Cliff Curtis, Emily Alyn Lind, Bruce Greenwood. GENERO: Terror . DIRECCION: Mike Flanagan. ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 152 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años FECHA DE ESTRENO: 07 de Noviembre de 2019 FORMATOS: 2D.
A casi 40 años del estreno de «El resplandor», llega «Doctor Sueño», secuela y homenaje de aquel clásico del cine que inmortalizó Jack Nicholson. El desafío no era menor. Adaptar al cine una historia de Stephen King, pero no cualquiera, sino la continuación de un universo que muchos espectadores ya vieron representado por el mismísimo Stanley Kubrick. Simbolismos, escenas icónicas, terror del que no necesita oscuridad. Y, encima, las expectativas. Mike Flanagan ya había demostrado su talento para adaptar a Stephen King en la genial «El juego de Gerald» y su capacidad para sobresaltar a cualquiera con la serie «La maldición de Hill House». Sin pretender emular a Kubrick sino homenajearlo, Doctor Sueño tiene baches pero también una buena cantidad de grandes momentos. ¿De qué se trata Doctor Sueño? Danny Torrance nació con un resplandor, una capacidad extrasensorial que se exacerbó cuando era niño y su familia se mudó a un extraño hotel. Hoy es un hombre adulto que lucha por mantenerse sobrio mientras trabaja como enfermero. Pero su resplandor sigue ahí. Cuando Abra, una niña con capacidades similares, lo conecta, ambos unen fuerzas ante una aterradora amenaza. Lo bueno y lo malo El comienzo de la película nos introduce en el mundo de Danny adulto y su lucha por mantenerse sobro, al tiempo que vemos el espantoso actuar de un grupo de seres con toques vampirezcos que cometen crímenes atroces. Esta presentación me resultó lenta, como haciendo un esfuerzo pretencioso por crear algo demasiado especial sin éxito alguno. Entonces, cuando notás que las expectativas te están jugando en contra y te preparás para hora y medio de bodrio… llega ese resplandor que todos esperábamos. Cuando Danny y Abra entran en acción, empieza lo mejor. Lucha metafísica, juego de poder, espíritus, terror, la mente peleando con sus demonios y desafiándolos. Ahí se pone bueno, hasta llegar a un gran final, digno de Stephen King. Porque lo que la película tiene a favor, como toda obra basada en las historias del gran maestro, es la inevitable originalidad. Sin llegar a la maestría visual de Kubrick, la película cumple más que bien desde lo visual. Ewan McGregor – que ni es ni pretende ser discípulo de Jack Nicholson- cumple con lo suyo y no decepciona. Destaca el trabajo de la pequeña Kyliegh Curran como Abra y de la poderosa Rebecca Ferguson como Rose the Hat. Doctor Sueño, aun con sus fallas, con su tiempo excesivo (152 minutos tienen sabor a mucho), ofrece un relato original y diferente. Eso es King. Pero además, logra homenajear tanto como puede todo el imaginario de Kubrick, para que sonriamos -o saltemos- al ver esos personajes que tomaron forma cuatro décadas atrás. Puntaje: 6/10 Título original: Doctor Sleep Duración: 152 minutos País: Estados Unidos Año: 2019
Hoy nos compete hablar de un estreno que nos ha sorprendido por sobremanera, Doctor Sueño, adaptación de la novela de Stephen King y continuación de El Resplandor. El film es dirigido por Mike Flanagan y protagonizado por el siempre decente Ewan McGregor. Doctor Sueño sigue la historia de Danny Torrance cuarenta años después de los sucesos ocurridos en el temible Hotel Overlook. Dan debe ayudar a la pequeña Abra Stone quien posee un resplandor tan poderoso como él quien es perseguida por un grupo de seres sobrenaturales que quieren alimentarse de ella. Doctor Sueño es una agradable sorpresa, las adaptaciones del maestro del terror suelen ser mediocres, pero Mike Flanagan da en el clavo y logra realizar la mejor película basada en la obra de Stephen King de los últimos años. El gran acierto del director es mezclar la historia de Kubrick con la de King, por eso les avisamos a quienes hayan leído el libro que van a encontrarse con algunos cambios que por suerte enriquecen el film. El Resplandor es una obra icónica desde dos fuentes distintas, la novela y la película, lo que hace Flanagan en Doctor Sueño es mezclarlas, todo aquello que tiene que ver con el Hotel Overlook se basa en la cinta de Kubrick, en lo demás sigue al libro de Stephen King. Esto es un acierto porque las imágenes que están asociadas a El Resplandor suelen ser las de la película más que las del libro. Si nos referimos al trabajo de dirección, Mike Flanagan realizó un excelente trabajo de cámara. Se nota muchísimo que el director comprende la obra del autor y sabe cómo pasar a cámara la esencia de Stephen King como ya vimos en su versión de El Juego de Gerald. La fotografía del film es asombrosa y se nota una mano prolija, principalmente cuando tiene que reponer escenas que nos llevan directamente a la película de Stanley Kubrick y en ese sentido tenemos que decir que Flanagan fue realmente muy respetuoso con el director de culto. Si bien la fotografía es muy buena, lo que realmente nos sorprendió es el trabajo de sonido, hay una corporalidad que nos encantó, respiraciones y un latido de corazón nos acompaña casi como si fuera un narrador. De esta manera el film nos sugestiona para tensionarnos sin necesidad de recursos facilistas como los scare jumps (los cuales son prácticamente inexistentes en la cinta). Como critica, tal vez debamos mencionar que en el uso del recurso de repetición hay un cierto abuso, son varias las veces que se repiten las mismas cosas sin necesidad. También notamos que la película afloja bastante durante el último acto, aunque las dos horas y media de duración no se hace pesada para nada. Sobre las actuaciones quien se lleva todos los laureles es sin dudas Rebecca Ferguson quien está por encima de todo el elenco, siendo hermosa y letal al mismo tiempo, por otro lado, la joven Kyliegh Curran sorprende por su corta edad y le sienta bien el papel de Abra Stone. Ewan McGregor está correcto y cumple muy bien el papel de Dan Torrance. Los papeles secundarios acompañan al nivel de los protagonistas. En fin, Doctor Sueño es una gran película de la cual se esperaba poco. Si sos fan de Stephen King tenés que ir al cine ya que no va a decepcionarte y sin dudas se encuentra entre las mejores películas de terror del año y ni hablar de otras adaptaciones de Stephen King.
Danny Torrance vivió una experiencia traumática de niño, junto a su madre y padre en el Hotel Overlook. Ahora ya de adulto, intenta encausar su vida, pero los vicios no lo dejan. Luego de llegar a un pequeño pueblo y empezar a reformarse, una misteriosa niña lo contacta usando su mismo y particular talento; pero también en escena entra una peligrosa mujer junto con sus igual de peligrosos compañeros. Llega a nuestros cines Doctor Sueño, film que desde el vamos ya se hizo notar, porque es secuela de El Resplandor, el emblemático film de Stanley Kubrick, y adaptación de la obra homónima de Stephen King(con todo lo que se sabe que este último odió dicho film). Las dudas estaban presentes desde el primer momento, ya que quienes conocen el material original, saben de las diferencias entre ambas versiones. Desde ya le decimos que, para disfrutar a full de Doctor Sueño, es necesario ver el film de Kubrick, pero no así haber leído la novela (aunque sí lo hicieron, mucho mejor). Pero dejando de lado aclaraciones, fanservice o nostalgia; podemos decir sin titubear que esta adaptación, es por lejos la mejor de las tres que se hicieron este año (aunque tampoco tenía demasiada competencia). Uno de los mayores aciertos de esta película, aparte de respetar el material original, es que jamás busca asustar a base de jumpscares o demás herramientas efectistas, sino que se toma su tiempo para construir un clima bastante opresor, donde más que darnos miedo, se intenta incomodarnos como espectadores; haciéndonos sentir mal, y en especial preocuparnos por sus protagonistas, quienes se sienten muy reales, y no meros personajes de una historia. Otra clave para que la cinta este gustando a todos, es lo bien actuada que está. Desde Ewan McGregor que logra componer un Dan Torrance quebrado por lo vivido en el Overlook, pasando por Rebecca Ferguson (quien es igual a la Rose descrita en la novela), pero sobre todo, quedándonos con Kyliegh Curran y Jacob Tremblay. Ella porque necesitaba interpretar un rol bastante complicado, y, sobre todo, ser casi co protagonista, con todo lo complicado que sabemos, es poner a un niño (niña en este caso) en pantalla. Y el segundo, porque vuelve a demostrar que es uno de los mejores actores de su generación, pese a que solo tiene una secuencia para lucirse. Pero no todo es perfecto en Doctor Sueño. El mayor defecto que le podemos encontrar, es que las dos horas y media de duración, se sienten bastante, pese a que se dejó de lado gran parte del material original. Quizás el inicio se siente un poco lento, e incluso con demasiados saltos temporales y cambios de personajes, tornándose un poco caótico para quienes sean ajenos a la trama de la novela. También vale recalcar, que no estamos ante una película que busque darnos miedo, de provocarnos pesadillas o indagar en nuestros peores temores. Más bien es una cinta de suspenso sobrenatural, bastante espesa y con un buen clima. Doctor Sueño es de lo mejorcito del sub género en un año bastante flojo, y por obviedad, la mejor adaptación de una novela de King en el 2019. Para amantes del terror, o espectadores casuales, solo deben tener en cuenta lo dicho en el párrafo anterior; fuera de eso, es una recomendación segura.
Fluido y emocional homenaje a un clásico. El Resplandor, de Stanley Kubrick, fue la segunda película en adaptar una novela de Stephen King. Una adaptación muy querida como la gran mayoría del corpus de trabajo del cineasta, aunque no cuenta con el beneplácito de su autor original. Por ello, cuando se anunció la adaptación de Doctor Sueño a manos de Mike Flanagan (uno de los más destacados realizadores de cine de terror de la actualidad) cabía preguntarse de cuáles fuentes iba a beber a la hora de retomar para el cine la historia de Danny Torrance. Regreso a casa Doctor Sueño goza de tres líneas narrativas claramente definidas, presentando personajes protagonistas con los que uno puede llegar a simpatizar y antagonistas de tremendo cuidado. El protagonista lucha con su alcoholismo y contra su don. Si bien cede ante el segundo, nunca lo hace ante el primero (y no pocas veces corre el riesgo de la tentación). La gran actuación de Ewan McGregor ayuda a comunicar eso. Con la excepción de una escalofriante escena que tiene por victima al niño Jacob Tremblay, la película como un todo no produce sustos, sino que se propone más el buscar una atmosfera lúgubre. No por ello está exenta de riesgos, y son esos riesgos quienes contribuyen enormemente a que la película sea entretenida. Es de destacar que Flanagan no haya querido sucumbir al uso de la tecnología para rejuvenecer a Shelley Duvall, Jack Nicholson y Scatman Crothers. Tampoco el gesto de convocar actores parecidos es un intento burdo de darnos una cosa por otra: es un gesto sutil del director diciéndonos que, aunque esto sea una suerte de secuela, el no pretende en ningún momento ser Stanley Kubrick. Hay un retorno al Hotel Overlook, no vamos a decir cuándo, pero el momento del metraje donde eligen ponerlo y el rol que ocupa en el desarrollo del personaje, convierte a la referencia en algo crucial, útil y no una referencia por la referencia misma; a pesar de que Flanagan no pueda evitar copiar la intro de El Resplandor. El trabajo visual es logrado, con una gran utilización de los espacios. Vale la pena señalar que Flanagan sabe cuándo calcar a Kubrick, pero también sabe cuándo aportar sus propias ideas de puesta en escena. Un ejemplo de esto es Dan caminando a lo largo del pasillo podrido que alguna vez recorrió en triciclo cuando era pequeño: lo que en El Resplandorera una toma en Steadicam a la altura de Danny niño, en Doctor Sueño es un seguimiento desde lo alto, en un plano picado que a lo mejor puede ser la fuerza del hotel ejerciendo su presión, o tal vez que Danny ahora ve las cosas desde otro lugar y puede enfrentar sus demonios. Sin embargo, a nivel narrativo se deben señalar tres tropiezos. Primero, la película tiene un extenso prólogo antes de meterse de lleno en el conflicto principal que podía escindirse o durar la mitad del tiempo. Segundo, la confrontación final pierde un poco de lustre por explicaciones que aparte de excesivas son forzadas. Tercero, existe un personaje que recibe una introducción elaborada solo para tener un arco escasamente desarrollado, reduciéndolo a una simple conveniencia narrativa para complicar la trama en el último minuto.
Stephen King escribió esta novela en 2013, donde retoma la vida de ese niño protagonista en “EL resplandor” de 1977. Pasó mucho tiempo. Desde ese genio que fue Stanley Kubrick , que adaptó el libro con Diane Johnson, con disgusto del autor de la novela, pero una obra de arte donde los demonios más temibles eran la locura, la dependencia del alcohol, un padre persiguiendo a su niño y a su esposa para matarlos. Con esos antecedentes, pero con King como coguionista, con el director Mike Flanagan (La Maldición de Hill House) este film también tiene lo suyo. Y aunque se extiende por dos horas y media, una verdadera desmesura, hay que reconocerle, elegancia, suspenso más que terror, imágenes sugestivas y terribles, buenas actuaciones y un homenaje para Kubrick y su film inolvidable. Ese niño de “El resplandor” es un adulto adicto al alcohol, que aprendió a encerrar a sus fantasmas en su propia cabeza, pero que se derrumba en su adicción para soportar lo que paso. Una oportunidad de redención, un trabajo que justifica el titulo y paralelamente una comunicación con una niña cuasi adolescente que tiene sus mismas facultades. Juntos deberán desmantelar una comunidad de demonios que se alimentan de niños resplandecientes. Aciertos y lentitudes marcan el relato y el film. Es un trabajo personal y lento donde el realizador impone su visión, homenajea y sorprende. No es terror pero el recorrido fascinara a los fanáticos de King sin llegar a las alturas de excelencias. Muy buenas actuaciones de una inspirada Rebecca Ferguson, Ewan McGregor se luce, y en general es acertado el elenco numeroso. Larga pero entretenida, no es terrorífica pero los horrores de una banda perversa, la lucha del bien y el mal están planteadas para darnos entretenimiento sin respiro y cierta fascinación.
"Doctor Sueño": el resplandor final El director de la serie "The Haunting of Hill House" filma la secuela de "El resplandor" en la que el niño llamado Danny Torrence es ahora un adulto poseído por sus propias pesadillas. Unos tres cuartos de hora le lleva a Doctor Sueño dejar de lado un estilo narrativo que, por querer desplegar en cuestión de minutos distintos tiempos, espacios, personajes y circunstancias, se hace entrecortado, disperso y confuso. Cuando finalmente halla sus coordenadas de tiempo (la actualidad), espacio (una pequeña localidad en el centro de los Estados Unidos) y acción (la lucha entre dos bandos de superdotados psíquicos), en la restante hora y 45 la película se encarrila, se concentra y puede ser que no sea lo más sugerente o delicado del mundo, pero sí resulta clara, eficaz y progresivamente comprometedora (en el sentido de generar un compromiso por parte del espectador). Hasta que todo lleva hasta el abandonado Hotel Overlook, donde el héroe deberá afrontar sus peores fantasmas, los más hondos y arraigados. El héroe de Doctor Sueño es Danny Torrance, también llamado Doc (duplicación sintomática de la proliferación inicial), aquel chiquito que en El resplandor recorría los pasillos del hotel en triciclo, encontrando en ellos cosas raras. De hecho, Doctor Sueño --basada en la secuela homónima de aquella novela, escrita por Stephen King un lustro atrás-- empieza así. La alfombra, los recorridos circulares, las dos mellizas al fondo y la famosa habitación 237, que permanece vedada. Todo eso, que parece metraje del film original, fue refilmado sin embargo ahora, con un chico parecido como protagonista. Hay un fragmento en Miami con Danny y la mamá y después un salto a la actualidad, cuando el Danny adulto (un impávido Ewan McGregor, como siempre) no se presenta en las mejores condiciones. Barba crecida, aspecto de homeless, pocos dólares en la billetera, compañeras sexuales que vomitan en la cama, propensión heredada al alcohol, indefinición vocacional e hipersensibilidad psíquica, que le hace recordar algunas de las experiencias más shockeantes de su infancia en el hotel. Esa hipersensibilidad es el famoso “resplandor”. En paralelo el relato sigue a un grupo de nómades de look y hábitos medio setentosos. Se autodenominan El Nudo Verdadero (¿?), los acaudilla una mujer bella y temible que responde al seudónimo de Rose El Sombrero (Rebecca Ferguson, poderosa), tienen poderes a distancia y se alimentan de niños, aspirando el vapor que éstos expelen durante la agonía. Ese vapor sirve a los miembros de El Nudo como alimento y también, por lo visto, como fuente de excitación sexual. Una tercera línea, finalmente, halla en una niña llamada Abra (la excelente debutante Kyliegh Curran) a una dotada de temer. Tanto, que logra bloquear a distancia las peores intenciones de Rose. Cuando Danny deja de lado sus inservibles (dramáticamente) concurrencia a Alcohólicos Anónimos y trabajo con enfermos terminales, se contacta con Abra (llamada así, se supone, por “cadabra”), se alían y se anuncia una batalla de colosos de la mente, que recuerda un poco al enfrentamiento final de los dos magos en El cuervo (Roger Corman, 1963) y otro poco a alguna entrega de X-Men. Ya se sabe que el estilo King se basa en lo material, lo directo, el golpe de efecto y, a veces, la caricatura. Jugada al susto y el golpe de efecto (hay mucho “¡shruk!”, “chan chan” y “¡blum!”), Doctor Sueño no se parece mucho a El resplandor de Kubrick (quizás un poco más a la versión televisiva de 1997), pero tampoco a la serie The Haunting of Hill House, que Mike Flanagan --guionista y director de Doctor Sueño-- filmó el año pasado para Netflix (se incluye, a pesar de eso, la mención de Netflix como uno de los males del mundo contemporáneo). Combinando con eficacia lo realista y lo sobrenatural, la serie trabaja resueltamente las secuelas psíquicas y anímicas que el paso por una casa fantasma dejó en cinco hermanos. Doctor Sueño (lindo título, dicho sea de paso) toma el tema en la figura del traumatizado Danny, pero con la clase de funcionalidad narrativa que Hollywood suele aplicar en estos casos. El fragmento más fuerte de Doctor Sueño (en términos dramáticos, no físicos) es ése del regreso a Overlook, donde los fantasmas son bien visibles y palpables, pero también ancestrales y, sobre todo, peligrosamente familiares.
Mike Flanagan es uno de los realizadores más interesantes que surgieron en los últimos años dentro del cine de horror y hasta la fecha sus trabajos no decepcionaron. A través de muy buenas películas como Absentia (2011), Oculus (2013) y la historia de origen de Ouija (2016) demostró un dominio contundente del género. Una cuestión que se consolidó en su mejor expresión con la excelente miniserie de Netflix, The Haunting of Hill House (2018). Dr.Sleep es una propuesta diferente del cineasta ya que se trata de un thriller con elementos sobrenaturales que en ocasiones manifiesta algún guiño a los relatos de terror. El gran desafío para Flanagan en este caso pasó por desarrollar una continuación de El resplandor, de Stanley Kubrick, que tal vez fue la última verdadera obra maestra que brindó este género en las últimas décadas. Una producción que no fue una adaptación rigurosa de la novela de Stephen King (el autor la odió en su momento) pero en materia de cine ofreció una película extraordinaria que no en vano se convirtió en un clásico. En Dr. Sleep Flanagan presenta una exploración interesante de la mitología de la obra original donde el director logra salir bien parado hasta que la trama llega al complicado tercer acto. La introducción de la versión adulta de Danny Torrance, a cargo de un excelente Ewan McGregor, y los nuevos personajes está muy bien trabajada y el film enseguida te envuelve dentro del conflicto. Creo que esta producción encuentra su mejores momentos en los primeros dos actos donde la narración se esfuerza en darle una identidad propia a la continuación. Todo el conflicto entre los personajes con poderes psíquicos y la enorme carga que representa contar con esas habilidades plantea ideas interesantes. El gran gancho de esta película se encuentra en esa tremenda villana que es Rose The Hat a cargo de una memorable Rebecca Ferguson, quien se come sola esta película. Ella es el corazón y alma de la producción y logra que el trabajo de Flanagan funcione hasta la llegada del clímax. Me encantó lo que hizo con este personaje y cada escena en la que aparece se disfruta muchísimo. Dentro del reparto también sobresale el casting de Kyliegh Curran, una joven actriz que aspira a tener una carrera importante. La madurez de su interpretación y la enorme empatía que despierta indicaría que llegó para quedarse y en adelante la veremos más seguido en el cine. La gran química que tiene con McGregor y esos duelos con Ferguson contribuyen a que la película se disfrute muchísimo. Mi problema con Dr.Sleep tiene que ver con el tercer acto y el desarrollo del clímax donde esta propuesta decae notablemente. De hecho mientras más repaso en la mente este segmento menos me gusta. No leí la novela de King por lo que no puedo juzgar la adaptación, pero mis objeciones pasan por cuestiones cinematográficas. Me quedó la sensación que Mike Flanagan dirigió este film hasta el momento en que la trama se traslada al Hotel Overlook. Luego parecería que la realización se la cedió a un equipo de ejecutivos de marketing del estudio donde hicieron gala de los peores lugares comunes. Dr.Sleep encuentra sus mejores momentos cuando construye su propia identidad e intenta a hacer algo diferente y se debilita notablemente luego con el festival del fan service. Todo el tour por el hotel resulta completamente innecesario, especialmente cuando se copian en más de una oportunidad escena por escena del clásico de Kubrik. La identidad de Flanagan como realizador se desvanece y su obra se encarrila por el cliché hollywoodense. Me parece que no era necesario abordar el recuerdo de El resplandor de un modo tan burdo. Podían haber buscado otra manera creativa de hacer lo mismo sin caer en escenas tan obvias. El duelo final entre Danny Torrance y Rose The Hat parece salido de un capítulo de la serie Supernatural (con todo respeto a su comunidad de fans) y tiene poco que ver con la impronta que caracteriza el cine de Flanagan en este género. Más allá de estas cuestiones la película se disfruta bastante y saca adelante el desafío de presentar una continuación de un clásico tan importante.
Muy pocas veces se da que una película iguala (o supera) a su libro de origen, y Doctor Sueño es una de esas muy contadas excepciones. En 2013 salió a la venta la novela, muy esperada tras su inesperado anuncio en 2009 cuando Stephen King dijo que estaba trabajando en una secuela de The Shining. El libro es muy bueno y cumplió con las expectativas, abrió ese universo de una manera muy interesante. La película era una obviedad y tardó un poco en llegar. Y -no- casualmente lo hace en la nueva época de apogeo de adaptaciones de King. Desde la gráfica y trailers la están vendiendo como una secuela de El Resplandor (película) y está muy bien que así lo hagan, es un gran gancho, pero a la vez genera una gran incógnita para los que leímos los libros. Es sabido que King odió la adaptación que hizo Stanley Kubrick en 1980 por varias razones, pero una de ellas son los cambios que hizo. Y justamente dos de esos cambios eran los que nos llenaban la cabeza de preguntas: En la película el personaje Dick Hallorann moría de un hachazo a manos de Jack Torrance cuando en el libro no. Y por otro lado el Hotel Overlook era destruido en la novela, pero en la película no se dice nada al respecto. Bueno, el guionista y director Mike Flanagan encontró la solución perfecta, una que sirve tanto para el libro como para la película. Con esa data arranca Doctor Sueño, y con una recreación perfecta y homenaje a Kubrick, algo que se repetirá varias veces. La película cumple como exponente de su género, pero no llega a ser muy aterradora, lo mismo sucedía en el libro. O sea, tiene un par de escenas que pueden asustar pero no mucho más que eso. Prima el suspenso y el desarrollo de los personajes. Flanagan crea un gran clima y resuelve bien las cuestiones ya mencionadas, pero no innova en narración ni puesta en escena. Ewan McGregor está muy bien como Danny Torrance. El tipo es un protagonista nato y el director se para mucho en él. Aquí compone una versión un tanto más edulcorada y más ATP que la del libro. El resto del elenco está muy bien. Rebecca Ferguson tiene mucha presencia, pero queda como una villana sin muchos matices. En cambio, la joven Kyliegh Curran brilla en su rol. El film pasa rápido pese a sus casi dos horas y media y es entretenimiento del bueno, aunque no asuste mucho. Los fans deberían sentirse satisfechos y el espectador ocasional pasará un buen rato en el cine y se le dispararán preguntas que podrán ser saldadas en la obra de King. En definitiva, uno de los estrenos más esperados de 2019 que supo estar a la altura de semejante legado.
Sí, finalmente se animaron y filmaron una secuela de 'EL RESPLANDOR'. Tengo en claro que la película se basa en la novela homonima de King, pero el director Mike Flanagan se animo a que la adaptación haga canon la versión cinematográfica de Stanley Kubrick ¿fue una buena decisión? ¿le falta el respeto a la original? ... bueno, hablemos de eso. Ewan McGregor se pone en la piel del adulto Danny Torrance (sí, el nene del triciclo), quien continúa lidiando con sus poderes psquicos (el 'resplandor') y con sus traumas tras lo sucedido en el Hotel Overlook. Tras años de excesos y descontrol el muchacho consigue estabilizar su vida en un pequeño pueblo, pero todo se va a ir al carajo cuando un grupo de ... ¿vampiros deboradores de almas? Liderado por una tal Rose the Hat se obsesione con cazar a una jovencita (Kyliegh Curran) dotada de un 'resplandor' extramadamente fuerte. La película tiene muchisimas virtudes. El apartado visual de Mike Flanagan deja en evidencia la libertad creativa que el director tuvo para esta idea, ya sea en lo exótico de los planos o en lo perturbadora que puede llegar a ser por momentos. Si bien agarra MUCHISIMO de la versión de Kubrick se podría decir que la película se vale mucho por si sola, no copia el estilo visual de su predecesora e intenta hacer algo nuevo. Los primeros dos actos se sienten como una continuación verosímil de lo visto en 'The Shining', mientras que el climax cae en un exceso de referencias y fan service que tira por la borda la personalidad y la fuerza que Flanagan le había puesto al concepto inicial. El nivel actoral es MUY flojo. A Ewan McGregor no se le cree ni un poco ninguna de sus lineas, y esto se aplica a TODOS los personajes excepto a Fergusson, quien hace a una villana muy alocada, soberbia y visualmente intrigante. El problema está en los dialogos, son pésimos. La escritura es tan plana y cursi que ni siquiera la brillantez de lo visual la caretea. La mezcla de sonido es de lo mas brillante de la película, cada vez que un elemento meta físico va a hacer aparición de fondo escuchamos el palpitar de un corazón, haciendo que la atmósfera sea mucho mas atrapante para el espectador. El ritmo de la historia esta bien nivelado, lo cual no quiere decir que la historia sea buena. Las cosas inexplicables de EL RESPLANDOR se explican se formas cutres y simplistas, se pierde mucho el misterio detras del Overlock y de sus fantasmagóricos habitantes. Volvemos a ver al pequeño Danny de la película original junto a su madre, interprerados (gracias a Dios) por actores nuevos y no por copias en CGI, idea que me parecio técnicamente brillante pero a nivel narrativo solo fue un fan service mas. Aunque me queje del fan service de "DOCTOR SUEÑO" por tener que ser objetivo admito que disfrute mucho volver a ver el Overlook, la recreación que se hizo fue magnífica y como fan de EL RESPLANDOR (de la película, nunca me interese mucho en el libro) me sentí feliz por un rato. ¿la recomiendo? La verdad que sí. Esta lejos de ser perfecta pero si es tomada como un homenaje con sello personal pueden disfrutarla, a pesar de sus errores la volvería a ver.
Adaptación de la novela de Stephen King secuela de "El resplandor", "Doctor Sueño", tiene en su realizador, Mike Flanagan el arma secreta para resolver positivamente los muchos desafíos que tenía por delante. Una novela inadaptable. Término muy usual a la hora de hablar de libros cuyo traspaso al ámbito cinematográfico pareciera ser dificultoso de ser concretado. Hay varias, clásicas; y de hecho, en su mayoría, cuando se terminan animando, los resultados no suelen ser los más satisfactorios. "Doctor sueño" podía ser considerada una de esas novelas inadaptables, aunque no por las razones usuales. De hecho, casi inmediatamente publicada la novela, se sabía, o se suponía, que terminaría siendo llevada al cine. El tema es ¿Cómo lo harían? "El resplandor" es la tercer novela de su autor, publicada en 1977, y una de las más conocidas y aclamadas. Es más, su texto es transversal a otras historias del mismo King. Cuando en 1980 Stanley Kubrick realizó la adaptación cinematográfica, las aguas se dividieron, básicamente entre Stephen King que no le gustó lo que hicieron con su obra por las muchas libertades que se tomó, y todo el resto (salvo los adeptos más fieles al autor) que inmediatamente la catapultaron al estirpe de clásico, referencia, e ícono del género. Recién en 2013, Stephen King publicó una secuela de su novela. Que en realidad sigue la historia de uno de sus personajes en la actualidad, pero viviendo hechos bastante distintos a los anteriores. Quizás por las altas expectativas, "Doctor Sueño" tuvo un recibimiento más tibio del esperado, y muchos la consideran entre los textos más flojos del autor de "It"; probablemente por este hecho de no ser una secuela pura y derecha. Ahora en 2019 los temores regresan, "Doctor Sueño", la película, no sólo adapta una novela que debe mejorar las expectativas de los lectores, sino plantearse entre ser fiel y estar a la altura (o ser digna) del clásico de Kubrick, o respetar más a la obra y espíritu del Tío Stephen. Por suerte, quien se ubica detrás de cámara es Mike Flanagan, uno de los realizadores de género más sólidos y talentosos de la actualidad, acostumbrados a tomar riesgos en sus proyectos, que otros directores más amoldados elegirían eludir. ¿Cómo ubicarse a la altura de un grande como Kubrick? ¿Cómo seguir sus pasos? Flanagan ni lo intenta, hace su propio camino, y traza los homenajes y guiños justos, para que el fan salga contento pero que sienta que se lo respeta. Hay una decisión estética que puede enfrentar opiniones respecto a las escenas que traen al anterior film, entre ser y no ser lo mismo, usar las últimas tecnologías o ir hacia las prácticas tradicionales. Flanagan es un director que suele hacer gala del mejor clasicismo bien entendido, y esta no es la excepción. Habrá que estar atento, en sus dos horas y media, un primer tramo entrega mucha información comprimida, trae varios personajes, cambia intermitentemente de ambiente y año, y arma un gran mosaico como aquel alfombrado que Danny recorría con su triciclo. Todo esto nos dirá que su director elige no apurarse ni simplificar, prefiere tomarse el tiempo necesario para que entremos a la nueva historia, comprendamos sus reglas, y recién ahí encender los motores para un juego de tensión que no abandona. Danny y su madre sobrevivieron y se recluyen en Florida. Allí, él crece, guardando los fantasmas de su pasado (literalmente), y superando los conflictos del ser especial gracias a su poder de resplandecer. Tanto las visitas de Tony como de los espectros del Overlook van mermando, y en su adultez (Ewan McGregor) se convirtió en un personaje con demonios a superar para no convertirse en su padre. Drogadicto y alcohólico en recuperación, parece poder utilizar el resplandor para un fin noble como enfermero ayudante en un geriátrico. Pero las sombras pueden regresar. Hace ocho años que mantiene una comunicación sensorial, similar a la que él mantenía con Tony, con una niña llamada Abra (Kyliegh Curran) de poderes iguales a los suyos. Abra logra conectar con otro niño especial que fue secuestrado y asesinado por la banda dirigida por Rose The Hat (Rebecca Ferguson). También con los poderes mentales del resplandor, esta banda se dedica a absorber los vapores de otros niños para asegurarse una juventud prolongada indefinidamente. Abra desea frenar a este grupo, se expone más de lo necesario, por lo que recurre a Danny, quien deberá remover las zonas oscuras que quiere dejar atrás, para poder enfrentar los problemas de este presente. "Doctor Sueño" es un film por encargo para Mike Flanagan, como lo era "Ouija 2: el origen del mal"; y como en aquella oportunidad, logra hacer propio aquello que le era ajeno; aunque esta vez, quizás hablemos de su film menos personal. El director de Ausencia suele transmitir el terror desde el drama y la angustia, desarrollar los vínculos entre los personajes y hacer que comprendamos sus sombras internas. "Doctor sueño" no es la excepción. Quizás en ese primer tramo, cuenta alguna historia paralela que no sume tanto a la historia general, pero funciona para comprender el mecanismo del conjunto de los personajes. Nada es librado al azar. Como si estuviésemos frente al enfrentamiento entre el Profesor Xavier y Magneto en la primer "X-Men" que se disputaban la pertenencia de Rogue. Aquí se forman dos clanes con vínculos y relaciones internas. Danny encuentra en Abra, y en su mentor de la AA, los vínculos para salir adelante y reinsertarse adecuadamente sin repetir los hechos de Jack. Rose y los suyos se nuclean, viven en comunidad, y en esa eternidad hay también una respuesta a huir de la soledad. "Doctor Sueño" expone su mayor temor de los personajes en el ser incomprendidos y quedarse solo. Sombría, con los tiempos necesarios para crear tensión sin que se sienta el martillazo. Flanagan también recurre a la visón de los clásicos sin recaer en lo obvio, no sólo en el film de Kubrick; en aquel clan y su forma de ataque y convivencia también sentiremos la presencia de "The Lost Boys" de Joel Schumacher, y "Vampires" de John Carpenter: los monstruos rockstar dirán presente de forma comunitaria. Ewan McGregor muestra su solidez habitual y no entiende al género como una propuesta menor, los tintes dramáticos de su composición son logrados. Rebeca Ferguson compone a un personaje afectado, diferente a lo que le vimos hasta ahora, no recurre a lo básico para generar miedo, es un personaje fuerte y frágil a la vez, una dualidad muy atractiva y seductora, de una villana para nada típica. "Doctor Sueño" es una propuesta muy lograda, no solo por sus nobles resultados, sino por la sumatoria de riesgos que resuelve con mano firme y convincente. No intenta ser el clásico que fue aquella gema de 1980, ni tampoco pasarla por alto. Tampoco descuida al fan del autor al que siempre le está tendiendo una mano (es la segunda adaptación del director a King, luego de la también lograda "Gerald's Game"). Mike Flanagan sigue a paso firme en una filmografía cada vez más nutrida y variada.
Llega “DOCTOR SUEÑO” la secuela del clásico de Stanley Kubrick de 1980 “EL RESPLANDOR”. Después de los sucesos de “EL RESPLANDOR”, Danny Torrance (Ewan McGregor) es un adulto que vive atormentado con los hechos que ocurrieron décadas atrás en el Hotel Overlook, cuando era un niño de 5 años. Ahora lucha por encontrar algo de paz a pesar de seguir irremediablemente marcado por aquel trauma. Pronto conocerá a Abra (Kyliegh Curran), una valiente niña dotada de un poderoso don extrasensorial. La joven reconocerá en seguida que Dan comparte su poder, y le pedirá ayuda para enfrentarse a la despiadada Rose la Chistera (Rebecca Ferguson) y a sus seguidores. Junto con Abra, Dan deberá enfrentarse a sus miedos a la vez que revive los fantasmas del pasado, mientras emprenden una batalla a vida o muerte contra Rose. Difícil tarea del director Mike Flanagan la de hacer honor a una película basada en un libro de Stephen King y a la vez estar a la altura de una de las cintas más emblemáticas de la historia del cine, sin duda una de las grandes películas del género de terror de todos los tiempos y dirigida por un cineasta leyenda. Debo ser honesto en cuanto a no ser un gran fan de las secuelas. A menudo las encuentro una mera explotación comercial. Y si bien en este caso la novela cuenta con un libro que la sucede, me pregunto. ¿Precisaba la versión cinematográfica una continuación? La cinta comienza empapada del lenguaje “Kubriquiano”. Colores, planos, música, sonidos, arte, fotografía, referencias. Casi como si el juego fuese emular al icónico director. Sin embargo, esa decisión progresivamente se abandona tomando el lenguaje de una cinta contemporánea de terror más. Vuelve por momentos a arrojarnos estos guiños como para que no nos olvidemos a qué película continúa, pero se siente por momentos forzado y desencajado. La historia también toma un rumbo que poco pareciera encajar en el universo creado por Stanley Kubrick. Insisto, tal vez esté en el libro, pero en el lenguaje construido por el film todo el relato de los cazadores de aquellos que tienen el resplandor se siente por momentos infantil. Por otro lado, es un film entretenido, bien actuado y con sus buenas dosis de tensión. Inevitablemente para aquellos fanáticos de “EL RESPLANDOR” la nostalgia golpeará nuestros corazones más de una vez, sobre todo viendo volver a Danny al hotel y caminar por sus pasillos una vez más recreando planos icónicos que quedaron marcados en la cultura popular. Y si hablamos de recrear, polémica y errada decisión a mi parecer la de esperar que otros actores evoquen lo mismo que hicieron Jack Nicholson y Shelley Duvall en esos personajes. “DOCTOR SUEÑO” no es una película de terror que te vaya a quitar el sueño por las noches, pero tampoco te vas a dormir en la mitad de la peli. Por Matías Asenjo
Dejemos de lado el asunto “es la secuela de El Resplandor” porque Kubrick siempre jugaba a otra cosa incluso cuando se divertía con los géneros. Esta es una película de terror y aventuras, o más bien de esa combinación que podríamos llamar “aventura terrorífica” donde el susto existe, pero más importante es que los personajes tomen el control de los acontecimientos y vayan a la confrontación con el Mal en lugar de convertirse en víctimas, como era la norma en el terror de otras décadas. El hoy más que cuarentón niño de la primera película tiene que volver al origen del mal acompañado por una chica con poderes para enfrentar a una gran villana. Y a las citas y la mitología se le suma ahora la aventura directa. La aventura tiene los tintes de oscuridad y lirismo que el sub-género requiere y to
Después del brillo A casi 40 años de El resplandor llega su secuela, Doctor Sueño. Aun bajo supervisión de Stephen King, el film no logra eludir la sombra de Stanley Kubrick. Stephen King odió la adaptación que hizo Stanley Kubrick de El resplandor. Con el tiempo, produciría una versión afín a sus gustos a través de una miniserie, pero su encono con la película perdura y es difícil de entender. La única explicación posible es que Kubrick introdujo elementos que no estaban en el libro, y cierto celo por el estatus de film de culto que obtuvo el film, a diferencia de la novela, hizo el resto. Para mayor pesar del escritor de Maine, algunos de esos elementos, pura imaginería Kubrick, son los que volvieron icónico a El resplandor. Jack Torrance –el escritor “bloqueado” que interpreta Jack Nicholson, buscando inspiración en el alejado hotel Overlook– no muere congelado y la cabeza frizada, hoy satirizada en numerosos memes, debió causarle escozor. Tampoco existen las escalofriantes gemelas que Danny, el hijo de Jack, descubre en visiones y en los pasillos del hotel –esos fondos de campo profundo que, de los Coen a Ari Aster, inspiraron a dos generaciones de cineastas–, ni la poderosa escena del baño de sangre que brota de un ascensor. Dos diferencias fundamentales: John no deambula con un hacha sino con palo de croquet, y el laberinto, tan adecuado para el hipnótico final, era en realidad un jardín de topiarias. Y después está el cambio menos relevante, aunque el más significativo para las legiones de “conspiranoicos”. Los pasajes más sobrenaturales del libro ocurren en la habitación 217. Según Kubrick, las autoridades del Hotel Stanley (donde se rodó el film) sugirieron que el guion alterara ese número para que futuros clientes evitaran, por pura aprensión, albergarse allí. Kubrick sólo alteró un dígito; eligió el número 237, que según el director no se correspondía con ninguna habitación del hotel. Pero 237 resulta ser la distancia calculada en miles de millas que distancia a la Tierra de la Luna. A partir de este dato –sumado a que Danny, el atribulado hijo de Jack, se dirige en una escena hacia la habitación con el Apolo 11 bordado en su sweater–, muchos creyeron ver señales enviadas por Kubrick para ratificar el mito de que en 1969 había escenificado el alunizaje de Neil Armstrong, algo que hoy puede verse en numerosos videos de YouTube y fundamentalmente en el film Room 237. Mitos y conspiraciones aparte, es de notar como el estricto –por no decir cuestionable– gusto de King por las adaptaciones de sus libros posibilitó la realización de Doctor Sueño, la tan postergada secuela de El resplandor. El apoyo incondicional de King a la segunda adaptación de It, una de sus mejores novelas, derivó en la reciente y costosa producción en dos partes dirigida por Andy Muschetti, una versión fiel, si bien nada destacable, cuyo hype la convirtió en la película de horror más taquillera de la historia, con más de 700 millones de dólares recaudados a lo largo y ancho del globo. La satisfacción de Warner fue tan grande que dio luz verde a una nueva adaptación de King. Y así la elección recayó sobre Doctor Sueño, una novela que el maestro del terror publicó en septiembre de 2013. Era una oportunidad imperdible para ajustar cuentas con el pasado. En el banquillo opuesto a Kubrick está Mike Flanagan, director en ascenso del cine de horror que ya había escarbado el legado de King tras recrear Gerald’s Game, novela considerada “infilmable” y que en verdad no resultó uno de sus mejores trabajos. En una década que vio renacer el temor a los fantasmas, Flanagan marcó la diferencia con sólidos guiones que abordaron una agenda versátil, sea el caso de personas que desaparecen al atravesar un túnel (Absentia, 2011), un atávico espejo que lleva la maldición a una familia (Oculus, 2013), o una mujer sorda encerrada en su casa y a merced de un psicópata (Hush, 2016). Inevitablemente, la oferta de incluir casas embrujadas en su dossier llegó cuando su prestigio estuvo consolidado, y en octubre de 2018 Netflix emitió The Haunting Of Hill House, su adaptación de la clásica novela de Shirley Jackson en formato de serie. Fue entonces que Stephen King dio su bendición a Flanagan y sugirió la adaptación de Doctor Sueño. Hay una característica del director nacido en Salem que encaja perfectamente con las ideas de King: su apego a las formas narrativas por sobre los efectos dirigidos al espectador. Además, todo aquello que King denostó en Kubrick (su indeleble arthouse, su “frialdad”, como él mismo notó) está ausente en Flanagan. Al momento de darse a conocer el proyecto, Flanagan declaró que su película tomaría a los dos libros y la película como puntos de referencia. Y así lo hizo. En directa referencia al film de Kubrick, mientras el logo de Warner aparece en pantalla suenan las ocho notas clásicas de la Symphonie Fantastique de Berlioz, interpretadas en sintetizador por Wendy Carlos y Rachel Elkind. Seguidamente, una imagen aérea –otra cita– sobrevuela un campamento en el bosque. Una niña escapa de su madre y descubre a una mujer de espaldas, mirando a un río, sentada sobre una roca y luciendo un extraño sombrero de media copa. Es entonces cuando los mundos de King y Flanagan se yuxtaponen, su tendencia a exponer la vulnerabilidad infantil frente a lo sobrenatural, y a no demorarse en mostrar esa instancia paradigmática. La mujer seduce con su presencia, sustentada en su belleza y una dulzura impostada, la enmascarada maldad que constituyó un arquetipo para generaciones de cuentos infantiles. Ella es Rose the Hat –encarnada con personalidad por la actriz sueca Rebecca Ferguson–, líder de un culto de seres casi inmortales, suerte de modernos vampiros conocidos como The True Knot, que inmediatamente surgen del bosque para rodear a la inocente. En algún lugar, muy lejos de allí, se despierta agitado Danny Torrance, que con igual empatía hacia lo vulnerable interpreta Ewan McGregor. Ya crecido, al borde de los 50, su némesis, como la de su padre, es el alcohol. Pero en el momento en que decide abandonarlo descubrirá a una nueva némesis. En la adaptación de The Shining, la agonística entre el bien y el mal, tan esencial para King, nunca queda del todo clara. Tanto la tensa relación entre Danny y el hotel como el potencial del chico son elementos difusos. Para balancear ese –a su criterio– defecto argumental, en Doctor Sueño todas las cartas se exponen de manera clara –quizás, excesivamente clara–. Media hora después del inicio, se descubre el modo en que la tribu se nutre de inocentes que poseen cierto don: el resplandor. Durante una práctica de béisbol entre adolescentes, Rose y su culto encuentran a un chico que nunca erra un bateo, como si siempre supiera adónde se dirigirá la pelota. Cuando el juego termina, la secta lo persigue en su caravana de vehículos y lo acorralan a un costado de la ruta. Rose empuja al chico, lo tiende de espaldas, se monta sobre él y lo hiere en las costillas. Cada vez que el chico grita de dolor emite un vaho que la mujer y sus acólitos desesperan por aspirar. Esa herida será su punto débil. Rose escarba su uña en la herida, una y otra vez, para que el chico no pare de emanar el resplandor que alimenta a los andrajosos vampiros. Es ese el momento de un segundo despertar. En su casa familiar, Abra (la adolescente Kyliegh Curran) se despabila con los sentidos activos y se proyecta en la escena, a miles de kilómetros de distancia. Su resplandor es demasiado potente. Intenta detener la carnicería y hasta aleja de un golpe a Rose momentáneamente de su presa, pero no logra evitar que la tribu vuelva sobre el chico hasta consumirlo. Es un momento clave, prototípicamente King y cuidadosamente encapsulado por Flanagan, con un manejo de la crueldad no exento en films de Clint Eastwood como Río místico. Abra es la nueva chica King, la femenina Danny Torrence. Pero es mucho más fuerte que Danny –¿otra instancia de empoderamiento?–. Alegre y confiada, irá a buscar a Danny para formar alianza contra sus cazadores. A Danny paraliza lo que para Abra es un juego. Dos temperamentos que definen al universo de Stephen King. Una instancia crucial –probablemente un spoiler para los obsesivos, pero es imposible un spoiler cero en la secuela de un film tan icónico– ocurre cuando el dúo pone rumbo a las Montañas Rocosas, en Colorado, un retorno al Overlook Hotel. Es una secuencia incongruente con King, que en el final de su novela había incendiado el hotel hasta sus cimientos. Es quizá su modo de subrayar la ominosa presencia del Overlook como entidad viva a lo largo de la saga, por encima de los excesos de Nicholson. Pero es también –como si el hotel extendiera su encantamiento allende la ficción– haber caído en una trampa. En este punto, Flanagan revierte la pericia con que había piloteado una trama de antagonismos sobrenaturales. Con el hotel en pie, recrea escenas clásicas de El resplandor, con actores que reemplazan a Nicholson y Shelley Duvall, con las gemelas y REDRUM, con la habitación 237 y el baño de sangre. E introduce nuevas escenas que resultan citas innecesarias. Aun con esos pasos en falso, Doctor Sueño es un film emotivo y atrapante. Ideas imperecederas como la exhalación de vida hacia un ente extraño y quizás maligno, representada por el flujo de resplandor en las víctimas de predadores, así como la creencia en buenos guardianes fantasmas y un bien indeleblemente ligado a la inocencia, son temas recurrentes de Stephen King que jamás perderán vigencia. El don de Flanagan es haber capturado esa esencia, quizá como nunca antes en el cine.
Llega a la pantalla grande Doctor Sueño (Doctor Sleep, 2019) basada en la novela de Stepehen King que funciona como secuela de El Resplandor, otra de sus obras más exitosas llevada al cine por el mítico Stanley Kubrick.
La temática de King, la impronta de Kubrick y el talento de Flanagan. Los desencuentros entre Stephen King y Stanley Kubrick fueron casi tan legendarios como la poderosa obra cinematográfica concebida en 1980 por el genial creador de 2001: una odisea del espacio a partir de la novela El resplandor. Si bien se trata de medios de expresión totalmente distintos, sería una necedad no reconocer que el filme, con el tiempo, ha opacado por completo al libro publicado en 1977 por el gran narrador estadounidense. Las modificaciones sustanciales realizadas por Diane Johnson -que para empeorar las cosas habló mal públicamente del trabajo de King- y el mismo Kubrick sobre la novela siempre le resultaron indigeribles al autor de Carrie. Hasta tal punto fue esto así que en 1997 King emprendió su propia versión del libro con la soporífera y, obviamente más fiel al texto, miniserie de TV. homónima que hoy día nadie recuerda. La película de Kubrick hacía muchísimos años que no se proyectaba en cines de la Argentina cuando se programó una función especial en la edición 2012 del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Con el Auditorium -la sala más grande de MDQ- explotando de un público ansioso por ver El resplandor por primera vez en cines, la experiencia resultó un fraude colosal: la copia estaba hecha jirones y era propiedad de un coleccionista privado. Para más datos, era la misma que fuera censurada durante la época del proceso (ver aquí la nota sobre el censor Miguel Paulino Tato donde se explica este tema con mayor detalle). Tan deteriorado se encontraba el celuloide que faltaban escenas enteras y nadie de la organización había salido a aclarar que se pensaba exhibir en estas lamentables condiciones. Pocos años después llegaría a los cines de nuestro país una remasterización impecable del film que mucho hubiésemos querido poder apreciar en esa frustrada función. Volviendo a MDQ, la idea era complementar el visionado del sorprendente documental Room 237 (Rodney Ascher, 2012), que toma las teorías de varios fans de El resplandor que creen haber dado en el clavo sobre el subtexto craneado por Kubrick, y las desarrolla con mucho humor y amor por el cine. Hubiese sido espectacular poder verlas en continuado pero no pudo ser… Doctor Sueño es la muy demorada secuela de El resplandor escrita por Stephen King en 2013. La temática de gente dotada de poderes paranormales es ya un clásico en su profusa e irregular obra (a Carrie y El resplandor habría que agregarles también La zona muerta y Ojos de fuego). A esta altura es imposible pedirle originalidad a un artista que, siendo sinceros, nunca lo fue: lo suyo pasó por aggiornar conceptos caros al género como el vampirismo, los zombis, los extraterrestres y unos pocos más. Empero, no se discute su calidad literaria y su capacidad para entretener al “lector constante” (así llama King a sus seguidores). Doctor Sueño retoma al personaje de Danny Torrance, que fuera un niño en El resplandor, y lo sitúa en su edad adulta donde arrastra todos los traumas generados en el Hotel Overlook. Como el final del libro y de la película de Kubrick difieren en un par de detalles importantes, la novela Doctor Sueño continúa el relato sin tomar en cuenta los cambios usufructuados por su adaptación fílmica. ¿Existirá una forma de conciliar estos dos universos sin traicionar al autor y a la vez rindiéndole un homenaje al filme de 1980? Mike Flanagan, el director especializado en terror más destacado del cine en la actualidad, parece haber conjugado con éxito ambas vertientes en la flamante Doctor Sueño (2019) que viene a cerrar la grieta con inteligentes decisiones creativas. No podía esperarse menos de Flanagan cuyos antecedentes hablan por sí solos (Ausencia, Oculus, Somnia: antes de despertar, Ouija: el origen del mal, Hush, El juego de Gerald y la sensacional serie de Netflix La maldición de Hill House). La verdad que 2/3 de Doctor Sueño, la película, no genera mucho en un espectador fogueado en estas lides. La trama es bastante genérica y se cuece a fuego lento lo que a la larga deja como saldo una duración de 151 minutos quizás demasiado excesiva para lo que se está contando. Ewan McGregor como Danny está muy contenido por lo que desde lo actoral las palmas se las lleva la villana Rose que, interpretada por la carismática actriz sueca Rebecca Ferguson, luce desatada por completo (en modo cristinista podríamos decir). Las particulares características de la tribu nómade que lidera Rose no disimula analogías de la mitología vampírica. Y de hecho hay quienes han trazado una línea directa entre Doctor Sueño y la obra maestra de Kathryn Bigelow Cuando cae la oscuridad (Near dark, 1987). La historia levanta un poco a partir de la irrupción de la niña Abra Stone (buena actuación de Kyliegh Curran) en la hasta ese entonces algo rutinaria existencia de Danny. La película toma a estos escasos personajes y los enfrenta en varias escenas violentas donde se aprecia el buen hacer de Flanagan en la elaboración de climas y la introducción de algunas vueltas de tuerca módicamente ingeniosas. Hasta aquí, sin ser ninguna maravilla, la adaptación del realizador aprueba sin sobresalir. Pero Flanagan se reservaba lo mejor para el clímax, un auténtico show de horror que le rinde pleitesía al filme de 1980 sin por eso dejar de ser creativo desde su concepción estética. Podrá parecer desmesurada la cantidad de referencias, guiños y recreaciones de distintos momentos de la película de Kubrick, pero no cabe dudas que están utilizadas con criterio y coherencia. Flanagan entrega su trabajo más inspirado en ese último acto, y no deja afuera ningún aspecto esencial del original para que el fan service -que se rumoreaba desde mucho antes del estreno- alcance su máximo gozo y esplendor. Doctor Sueño no es original y no sorprende demasiado, pero esas rémoras no deben minimizar la notable factura técnica de un thriller de una eficacia apabullante.
Antes de que cualquier fan de la legendaria película El resplandor ingrese a la sala a ver la secuela Doctor Sueño, sabe que el nuevo film es víctima de una pesada herencia por partida doble. Por un lado, la novela en la que se basa este flamante estreno fue publicada en 2013 por Stephen King y contó con un tibio recibimiento de la crítica. Por otro, y a pesar de que el rey de los relatos de terror haya denostado durante cuatro décadas los resultados del capítulo inicial rodado por Stanley Kubrick en 1980, aquella adaptación se transformó en un clásico de culto que ya ha estremecido a un par de generaciones. Es sabido que las comparaciones son odiosas, y más allá de que Doctor Sueño ha estado signada de antemano por una alta expectativa, esta producción no triunfa ni el territorio del homenaje a un exponente icónico del cine de horror, ni en la ambición de una apuesta propia que jamás logra remontar vuelo. El director Mike Flanagan (Ausencia, Somnia: antes de despertar, Ouija: el origen del mal), despacha el trámite apoyado en una notable factura formal y una catarata "de chanes" sonoros y visuales. De verdaderos climas de tensión... ni hablar. Si en El resplandor el Hotel Overlook cobraba una dimensión protagónica transformándose en un determinante personaje de la trama, en Doctor Sueño, tanto en su versión literaria como cinematográfica, la acción se abre a una mayor cantidad de subtramas, espacios y derivaciones. La aglomeración de elementos de la novela que durante algunos años fue considerada como imposible de trasladar a la gran pantalla, es resuelta por Flanagan a puro motor de ritmo vertiginoso y subrayados explicativos. Tras un innecesario prólogo que ilustra cómo Danny Torrance y su madre (interpretados por artistas que replican los tics y se parecen a los originales Danny Lloyd y Shelley Duvall), sobrevivieron al traumático desenlace de El resplandor, el relato salta a la actualidad partiéndose en tres vertientes que no logran cuajar de manera orgánica ni dramática. Torrance (un Ewan McGregor que aporta todo su linaje a este combo pasteurizado), está sumido en una adicción al alcohol que remite al infierno de su padre. Más allá de su refugio en un grupo terapéutico, trabaja en un asilo acompañando los últimos momentos de vida de varios enfermos terminales. En otra línea, una pandilla de vampiros liderados por una desaprovechada Rebecca Ferguson secuestran, torturan y asesinan mayormente a niños para alimentar la eternidad del grupo con el vapor que producen el pánico y el dolor que emanan de sus víctimas. La calidad de vida de esta tribu que se debate entre aires de comunidad hippie y la brutalidad propia de una secta como la del Clan Manson, se ve deteriorada porque esos vapores que para ellos resultan tan vitales, "están cada vez más contaminados por el masivo uso de teléfonos celulares y de Netflix". Ese postulado pudo resultar doblemente irónico, tanto por la alusión al gigante del streaming, como por el hecho de que Mike Flanagan creó para esa plataforma la serie La maldición de Hill House. Sin embargo, lejos del sarcasmo ese condimento se vuelve totalmente chapucero, ya que Doctor Sueño es tan anodina y previsible como el grueso de los productos que mensualmente Netflix estampa en su grilla. Por último, la tercera pata de la narración se sostiene sobre una adolescente afroamericana que tiene un enorme poder para "resplandecer". Al establecer contacto con Danny, deciden unir fuerzas con el propósito de destruir a la mencionada patota siniestra en medio de una contienda entre fuerzas sobrenaturales tan inverosímil como despatarrada. Hay una secuencia en el abandonado y temible Overlook que más que un outlet de El resplandor, parece una apresurada venta de remate, acumulando todos sus objetos más reconocibles y estrellándolos contra la pantalla sin ninguna operación de resignificación. Planos calcados del laberinto de arbustos nevados, los pasillos del hotel, los chorros de sangre que emanan a borbotones, el misterio de la habitación 237, la puerta destrozada a hachazos, las gemelas espectrales y el salón de baile; se apiñan en una desesperada operación que se desplaza sin prurito del homenaje a la vergüenza ajena. No hay nada sugestivo en Doctor Sueño. Apenas destellos de cada uno de sus personajes que por momentos conquistan un mínimo ápice de convicción. Sin embargo, en la interacción entre pares o contrincantes, la química es tan nula que el desgano se vuelve inevitable y la película se reduce a dos horas y media de automatizado metraje con uno que otro hallazgo de puesta. En su conjunto, el film no zafa del inexorable clic con destino a la papelera de reciclaje. Doctor Slepp / Estados Unidos / 2019 / 151 minutos / Apta para mayores de 16 años / Dirección: Mike Flanagan / Con: Ewan McGregor, Rebecca Ferguson, Kyliegh Curran, Carl Lumbly.
Si leíste la novela de Stephen King, que retoma la historia de El Resplandor (1977) a través de Dani Torrance, hijo del malogrado Jack, Doctor Sueño es una experiencia destinada a la frustración. Otro ejemplo de lo difícil que es trasladar el poder perturbador de las páginas a la imagen. Algo parecido vale para la otra gran sombra que se cierne sobre esta película, la que proyecta la película de Stanley Kubrick, de 1980, obra maestra para muchos, problemática para el autor de la novela, con aquel Jack Nicholson desatado. Contra todos esos contras, Doctor Sueño, de Mike Flanagan, es un respetuoso traslado del novelón de dos horas y media. Y como tal, encuentra algunos logros: el tiempo que dedica a sus personajes centrales, el retrato de su protagonista ex alcohólico, el trabajo de Ewan McGregor. Pero incluso su elenco parece desperdiciado en el lío de escenas irregulares, que van y vienen entre el universo de los villanos y el de los buenos, destinados a chocar. Con algunas de sorprendente crueldad, como la del niño jugador de béisbol, y otras que parecen de una serie de brujas modernas. A medida que pasan sus larguísimos minutos, crece la sensación de superficialidad de las continuaciones innecesarias. Con una serie de situaciones no demasiado memorables que llevarán a la batalla final, un esquema que en la novela atrapa pero del que la película apenas. También crece -atención spoiler- la evidencia de que El Resplandor es la gran excusa a explotar, de una manera bastante alevosa, con una artillería de citas que se guardan hacia el final. La música subraya la supuesta importancia de volver al hotel Overlook, Y ciertamente, entrar en él otra vez es uno de sus grandes atractivos. Aunque no haga más que confirmar la certeza de que la atmósfera, el clima terrorífico, en el que la locura se mezclaba con lo ominoso, le pertenece a aquella película y no a esta.
Doctor sueño: El homenaje fallido. Mike Flanagan es el director, escritor y editor de la nueva película Doctor Sueño. Esta es la secuela directa de la célebre obra maestra «El resplandor» dirigida y coescrita por Kubrick. Ya ahí la primer pregunta que puede venir a la cabeza es: ¿era necesario? Y la segunda pregunta que surge, una vez terminada de ver la película es… ¿Valió la pena todo el esfuerzo? «El resplandor» es probablemente una de las películas de terror más icónicas y admiradas de la historia del cine. Escenas, actuaciones y hasta planos han quedado en el inconsciente colectivo de la sociedad, gracias a la maestría de Stanley Kubrick y la base, algo difusa pero existente al fin, de la obra de Stephen King. Pero, ¿por qué comenzar a reseñar una película de 2019 hablando sobre otra de 1980? ¿Hay una relación buscada y/o válida entre Doctor Sueño y su antecesora? ¿Es justo compararlas? ¿Cuánto termina valiendo la nueva película si no se la compara con la obra previa y preexistente? Muchas preguntas, pero todas tienen su respuesta. Quizás sería ideal justificar primero la comparación con la película de Kubrick. A modo de supuesto homenaje, veremos a lo largo de Doctor Sueño planos y situaciones sacadas literalmente de la película de 1980. Ya en el tráiler podemos ver situaciones calcadas a «El resplandor«, pero una vez metidas en este collage extraño y bastante fallido que plantea la película, realmente no se justifican en absoluto. Las reflexiones o los planteamientos que la película saca de sus referencias directas al clásico son no sólo vagas, sino que son directamente inútiles. Todo es un fanservice mal logrado y sobre todo mal intencionado. Los momentos dónde los fanáticos deberían disfrutar o asustarse junto a la película parecen hechos por un aprendiz en el género más que por alguien digno de realizarle una secuela a una de las películas más conocidas del mundo del cine. Termina siendo una casita del horror, donde el espectador, junto a un lamentable Ewan Mcgregor, recorre distintos momentos célebres para recordar las viejas épocas. No mucho más. Se podría decir que es injusto compararla, pero realmente Doctor Sueño se empecina en ser comparada. El propio director, que como aclaramos al principio de la reseña es el mismo que la editó, parece tener un cronómetro en la sala de edición, para que cada 15 minutos máximo veamos un plano o una referencia a la película de Kubrick. La película podría haber tomado el camino de ser una adaptación directa de la novela e ignorar la obra preexistente, pero toma todo lo anterior y lo usa simplemente para ponerlo en un trailer o en un póster. Lo primero que se le viene uno a la cabeza es una secuencia de la película «Ready Player One» que, siendo de otro género y con otro tono muy distinto al de una película de terror, le hace un homenaje muy bien logrado a Kubrick en tan solo 20 minutos. En Doctor sueño, en cambio, el homenaje dura 2 horas y media y es totalmente fallido. Pero bueno, terminemos la comparación. ¿Qué plantea de nuevo Doctor sueño? ¿Hay algo que no tenga que ver con Kubrick y que sea original de esta nueva película? Si, y lamentablemente es aún peor que el intento de homenaje. Cabe aclarar que, por ejemplo, el espectador debería prepararse para ver muchísimos menos minutos de lo que uno esperaría ver a Ewan McGregor, el supuesto protagonista del film. Ya sea por una decisión autoral o por una falta de presupuesto, el tiempo en pantalla del actor es bastante menor para lo que parecería indicar la campaña promocional y el póster. Existen dos sub-tramas que se irán conectando con la historia de McGregor y que son de lo más flojo del film. Por un lado tenemos una especie de secta liderada por una mujer llamada Rose (interpretada por Rebecca Ferguson) y por otro, está la historia de una joven niña llamada Abra Stone (interpretada por Kyliegh Curran). Ambas luego se relacionarán con el personaje de Danny Torrance, interpretado por McGregor, pero el tiempo y la atención que la película dedica en seguir estas historias alternativas duele mucho y continuamente choca con el ritmo del film. Ni vale la pena hablar de las actuaciones y la poca precisión que tienen para dar en el tono y la intensidad adecuada, siempre quedando del lado de lo sobre actuado y muy pocas veces planteando personajes verosímiles o realistas. Eso, igualmente, no es 100% culpa de los actores. La historia parece tener una base mínimamente interesante, que probablemente provenga de la obra de King, pero el desarrollo es tan vago y tan poco cinematográfico que uno realmente se sorprende cómo pudo haber sido aprobado un guion así. Los diálogos tienen muy poco cuidado y caen una y otra vez en la sobre-explicación dejando así algo totalmente chato y sin profundidad alguna. Esta intención de Flanagan de todo el tiempo poner a personajes hablando y contándonos la película le saca todo el misticismo al relato, haciendo que los momentos oníricos se sientan sosos y los momentos realistas, aburridos. Obviamente esto repercute directamente a cómo el espectador termina procesando las, de nuevo, 2 horas y media que dura la película, y que terminan siendo eternas. ¿Y no hizo nada bueno el film? Si, tiene cosas buenas. Y eso probablemente haga que duela aún más su existencia. El trabajo de arte y escenografía está bastante bien cuidado, y hasta la paleta de colores tiene un nivel de detalle que claramente está en un nivel superior en comparación a las otras áreas de la obra. Pero ver que todo el trabajo puesto en estos aspectos haya sido tan en vano hace repensar a uno todo el proceso cinematográfico de hacer un film. Acá hay un responsable que decidió darle luz verde a este proyecto, que movilizó a cientos y cientos de personas a realizar esta obra que simplemente quedará olvidada en el tiempo, o peor, será recordada como la secuela que nadie pidió. Todo esto, sumado a personajes sobreactuados, una banda sonora con muy poca creatividad y una dirección totalmente errada terminan en un film que asusta, si, pero de lo malo que es. Asusta también porque para las nuevas generaciones esta podría haber sido una puerta de entrada a otro tipo de cine. Que alguien que nunca vio «El resplandor» comience por ver Doctor sueño es quizás el mayor miedo que te puede dejar el film. Su estilo se parece más a las peores películas de «Annabelle» o mismo «Transformers», que al de una película secuela del fallecido Stanley Kubrick. El montaje recuerda más a Marvel y su esfuerzo por querer mantener al espectador con los colores suficientes que a películas como las de John Carpenter. El terror es mucho más que Doctor sueño. El género puede llegar a mejores lugares. Y sobre todo, la industria debería querer llegar a mejores lugares si pretende que el cine sea algo más que entradas cortadas y tickets vendidos. En pocas palabras, Doctor Sueño termina siendo un supuesto homenaje, que solo existe porque fanáticos la irán a ver y que, con suerte y un poco de ilusa esperanza, la historia se encargará de borrar.
Doctor Sueño: Un paseo por el hotel Overlook. Doctor Sueño (2019), la secuela de El Resplandor (The Shining, 1980) y la obra del escritor Stephen King, llegó a la pantalla grande para enseñarnos que, aunque la maldad ronde cerca, siempre habrá una luz que la opaque. Para quienes conocen la obra literaria de King sabrán que muchas de sus obras se basan en la amistad, la confianza y el mundo de la oscuridad, y este film tiene todos los elementos que caracterizan las obras del maestro del terror. Doctor Sueño ( Doctor Sleep, 2019) es dirigida por el cineasta Mike Flanagan (El juego de Gerald , 2017) y nos regresa a la vida de Danny Torrance (Ewan Mcgregor), ese niño que vimos en la tan aclamada obra de Stanley Kubrick, pero ya adulto. Danny es un alcohólico y vagabundo que vive con trabajos de poca monta hasta que una tarde en el parque conoce a Billy Freeman (Cliff Curtis), quien lo rescatará de esa lúgubre vida para tener un nuevo comienzo. Pero todo cambia de rumbo cuando una noche en su habitación recibe un mensaje en una de sus paredes laterales de parte de una niña llamada Abra Stone (Kyliegh Curran) con quien comparte los mismos poderes psíquicos que él. Allí es cuando comienzan a crear un vínculo. Mientras tanto un grupo de viajeros cuasi humanos con poderes sobrenaturales, liderado por la poderosa Rose (Rebecca Ferguson), secuestran niños para alimentarse de ellos a través de su “resplandor”, y es así que tanto Danny como Abra, a través de sus energías comienzan una aventura conjunta para combatir a este grupo de asesinos. Doctor Sueño es una novela de Stephen King, secuela de la obra El Resplandor (1977), escrita por el mismo autor, llevada a la pantalla grande, y aprecia noblemente los rasgos característicos que el mismo King logra trasmitir al lector en sus novelas. Este mismo año también pudimos ver la segunda parte de IT (2019), estas dos obras tiene varios giros en común: Niños y amistad. Pero en esta última entrega se puede percibir la unión de adultos con jóvenes sin que uno se luzca más que otro. Para ser sinceros, el papel interpretado por Curran, es extraordinario y una revelación para una joven de su edad en la pantalla grande. Sin dudas la actuación de McGregor es extraordinaria, logrando atraparnos hasta el último minuto y haciéndonos sentir que a quien veíamos era al mismísimo niño que jugaba en aquel hotel embrujado llamado “Overlook” escapando con su madre de las locuras poseídas por la entidad que habitaba en el cuerpo de su padre, interpretado por Jack Nicholson. Una de las peculiaridades a destacar es la música y la imagen, remontándonos al pasado y haciéndonos pasar 2 horas y 32 minutos en las cuales cada detalle es de admirar, mostrándonos una película sombría con un guion de más atractivo, además de una gran puesta de cámaras. Flanagan utilizó muy bien los flashbacks para mostrarnos y entrar en la línea del tiempo, con escenas que hemos visto en su predecesora. Secuencias icónicas como la sangre que desbordaba los pasillos del hotel saliendo del ascensor. El director y sus protagonistas lograron con Doctor Sueño (Doctor Sleep, 2019), atrapar a los fanáticos de King reproduciendo una digna adaptación del libro, y conquistar a quienes siguen las historias de uno de los precursores del terror, donde se mezclan a la perfección trama y misterio.
ENTRE STEPHEN Y STANLEY Contrariamente a lo que podría pensarse en un vistazo inicial, Doctor Sueño no es una secuela cualquiera, o más bien, no sigue los parámetros habituales. Por un lado, adapta la premisa y la estructura narrativa de una novela de Stephen King que funciona como continuación de El resplandor, uno de los primeros –y más emblemáticos- éxitos literarios del autor. Por otro, no deja de referenciarse en la iconografía de la adaptación cinematográfica de 1980 dirigida por Stanley Kubrick, a la que (vale la pena recordar) que King detestó y detesta. Es desde ahí que se va constituyendo en una suma de contradicciones constantes, con las que lidia de manera ambivalente: por momentos abraza, acepta y explicita sus propias ambigüedades, y en otros pasajes parece sentirse un tanto incómoda con lo que tiene para contar. Hay un punto de partida que coloca al film de Mike Flanagan en un lugar distinto al de Kubrick y más cercano al de King, que se da a partir del protagónico: si la película de 1980 era más un retrato sobre la progresiva entrada en la locura del padre y marido alcohólico que era Jack Torrance, el libro era un drama familiar donde la disolución de un matrimonio, la caída final de un padre y marido y el horror cada vez más potente emanado por un hotel maldito eran observados por el lente que implicaba la mirada de un niño con poderes sobrenaturales. El verdadero protagonista de El resplandor para la pluma de King era el hijo de Jack, Danny Torrance, y eso lo termina de ratificar en Doctor Sueño, que sigue a un Dan ya adulto (Ewan McGregor), tratando de lidiar con los traumas de su pasado, repitiendo algunas miserias de su padre –el alcoholismo, la ira a flor de piel, la vocación autodestructiva- pero buscando posibles caminos para su redención. Es por eso que termina recalando en un tranquilo pueblito donde encuentra contención, amistad, apoyo y hasta un propósito: guiar a los ancianos de un geriátrico a una muerte pacífica. Sin embargo, no puede escapar por completo de sí mismo, ya que establece contacto con una niña con poderes parecidos a los suyos y, al mismo tiempo, con una organización siniestra, el Nudo Verdadero, que se alimenta de gente como ellos para mantenerse inmortales. Flanagan va desarrollando todo este marco de dilemas personales y conflictos entre fuerzas antagónicas de manera bastante pausada, incluso preocupándose por darle una entidad palpable a los villanos, que a pesar de sus actos horripilantes no dejan de tener un particular sentido de comunidad, solidaridad y pertenencia. A la vez, no deja de incurrir en subrayados excesivos en algunos diálogos –que por momentos amontonan lecciones de vida-, secuencias puntuales de horror y hasta ideas visuales (como la forma en que se retratan las mentes de las personas) que le quitan verosimilitud al relato. Tanto en lo virtuoso como en lo defectuoso, Doctor Sueño no deja de evocar a la escritura de King, que suele caer en palpables desniveles en sus narraciones. Pero Flanagan no puede dejar de lado la iconicidad de la película de Kubrick y eso se nota particularmente en la media hora final, donde intenta una operación de confluencia entre el imaginario cinematográfico y el literario. O más bien una mutua corrección –y no tanto complementariedad- entre ambas fuentes, que no llega a funcionar del todo. En esos minutos finales, prevalecen los parches, escasea el miedo y el drama interior luce forzado, arribando a una resolución definitivamente desangelada. Secuela problemática en su composición, casi vampírica en su entramado estético y narrativo, Doctor Sueño aprueba con lo justo más por la suma de las partes que por su totalidad.
Stephen King es el escritor que con el título de "maestro del horror" ("Carrie", "El resplandor", "Cementerio de animales") se permite indagar en la condición humana en sus más amplias variantes. El éxito de varios de sus libros llevados al cine, como "Cuenta conmigo" o "El resplandor" de Stanley Kubrick, hace que la pantalla cinematográfica lo elija una y otra vez para recrear sus creaciones. "Doctor Sueño" fue escrita por King en 2013 como una continuación de "El resplandor", justamente, y es tomada por Mike Flanagan ("El juego de Gerald", "El origen del mal") para su versión cinematográfica. En el filme reaparece la figura de Danny Torrance, aquel niño que con su madre eran llevados por el escritor Jack Torrance al siniestro hotel Overloock y sufrían un calvario de horrores. Ahora es alcohólico y su condición de resplandeciente, aludiendo a sus premoniciones, lo sumergen en angustias y terribles imágenes de un pasado no superado. Paralelamente, la secta Nudo Verdadero, con su jefa Rosie, la chistera (aludiendo al sombrero que usa), parece moverse en los alrededores en busca de niños para abastecerse de vida en ceremonias diabólicas. El caso es que Danny, que encontró alivio como enfermero en un geriátrico, comienza a recibir imágenes mentales de esta secta y se despierta en él la necesidad de exterminarlos. Lo hará secundado por una niña que también es dueña del resplandor y con la que duplicarán poderes. TERROR REAL "Doctor Sueño" es un filme que mezcla elementos de la notable "El resplandor" (el pasado de Danny) con su famoso hotel, el cuarto 237 y las mellizas (cuidadosamente refilmados), con los sucesos del accionar de esta secta demoníaca, en cierto modo dueña de todos los males que el hotel Overlook albergaba. El resultado es una pesadilla muy bien filmada, de resultados desparejos, con exageraciones, desequilibrios, momentos de horror, secuencias destacadas y una utilización del sonido (especialmente) y las imágenes realmente formidables. Con muy buenos actores como Ewan Mc Gregor, Rebecca Ferguson y la niña Kyliegh Curran, "Doctor Sueño" es una película para amantes del terror en su forma directa, nada del metafísico a lo Kubrick, irrepetible e inolvidable, pero válido por su juego de tensión y realismo sangriento.
La película Doctor Sueño (2019), de Mike Flanagan, secuela del libro El Resplandor, de Stephen King y, obviamente de la adaptación que hizo Stanley Kubrick en 1980, abre de la mejor manera posible: con la misma música que abría la obra maestra de Kubrick: una fantasmagórica adaptación del himno fúnebre latino de la Edad Media llamado Dies Irae, mezclado y sintetizado con las extrañas voces (esas especies de gritos que recuerdan aves o gaviotas absolutamente terroríficas) de Wendy Carlos y Rachel Elkind, quienes ya habían trabajado para Kubrick en otra obra maestra: La Naranja Mecánica (1971). Si bien el film de Flanagan intenta despegarse de ese icono de la cultura pop de los años ´80 (mal que le pese al mismo Stephen King, que siempre estuvo en desacuerdo con la visión de Kubrick para con su novela), al tratarse de una continuación de la vida del pequeño Danny Torrance luego de la pesadilla vivida en el Hotel Overlook junto a su madre y con todos los fantasmas que allí vivían en una especie de tiempo sin tiempo, esto se hace sencillamente imposible, y más cuando el mismo director no escatima homenaje tras homenaje en un final a todo Kubrick, con elementos que no estaban en la novela de King. - Publicidad - La historia de Doctor Sueño comienza unos meses después de los trágicos sucesos en el Hotel Overlook, con Danny tratando de escapar a sus pesadillas —el famoso resplandor le hace vislumbrar una y otra vez el fantasma de la mujer de la bañera que lo persigue a todas partes—, con Wendy tratando de calmarlo y el cocinero Halloran que aparece para darle una especie de truco en donde aprisionar sus pesadillas. De ahí —y con la información de la desaparición de una niña y que se hará presente luego— nos vamos directamente al año 2011, con un Danny (un correctísimo Ewan McGregor) alcohólico (como lo fue su padre), con su madre fallecida varios años atrás, y deambulando como un homeless de pueblo en pueblo sin encontrar paz para su vida. Durante la primera parte del film —dura dos horas y media— el derrotero de Danny es extremadamente difícil y todas las escenas son sombrías tanto estética como emocionalmente. Uno de los trabajos que consigue es el de acompañar a gente moribunda; estar con ellos en el preciso momento en que su alma abandona su cuerpo. Hay un gato que actúa como una especie de ángel de la muerte, recordando quizás a Church, el famoso gato de otro de los grandes libros de Stephen King: Cementerio de Animales. Hasta que la vida de Danny toma un rumbo inesperado. Una niña llamada Abra Stone (gran actuación de Kyliegh Curran) se contacta con él —mediante su propio resplandor— para pedirle ayuda. A partir de ese momento los dos se unen para enfrentarse a un grupo llamado El Nudo, que viven una vida casi eterna —unas especies de vampiros que se alimentan del resplandor de personas que secuestran y asesinan— y destruirlos. Tarea nada fácil. El grupo El Nudo —comandado por la bella y fría Rose the Hat (Rebecca Ferguson)— vienen operando desde tiempos inmemoriales. Claro que el poder de la pequeña Abra es tan intenso que no solo El Nudo la buscará para poseer su resplandor, y lograr un par de milenios más de vida, sino que sin saberlo será su propia condena. A partir de la segunda parte, el film de Flanagan, quien además de dirigir Absentia (2011), Oculus (2013) y Ouija: Origin of Evil (2016), también incursionó en una obra de King: El Juego de Gerald (2017), se agiliza, se vuelve más dinámico y trae consigo unas cuantas escenas, de neto corte onírico, muy bien trabajadas y bellas. Y si hay algo de lo que carece —y se agradece— es la casi falta de jumpscares —estratagema indispensable en este tipo de films— lo que lo convierte en una historia con una trama aterradora pero con un desarrollo fluido, compacto y lúgubre. De hecho Flanagan —un gran conocedor del cine de género, y quizás por eso mismo, alejado de tantos clichés— se centra más en la psicología de los personajes lo que los convierten en más humanos y con facetas más complejas. Acompañado con una música destacable —como la tuvo El Resplandor (1980) de Kubrick— Doctor Sueño tiene reminiscencias de las películas de terror de los años ´70, pero sin el incipiente gore —que estallaría en los ´80— y sin los consabidos sobresaltos del Halloween de Carpenter, Pesadilla de Craven y sus no tan logradas secuelas. Párrafo aparte merece la llegada de Danny y Abra al Hotel Overlook para la lucha final. Aquí es donde Flanagan despliega todo su cariño a la versión de Kubrick y no al original de King. De hecho, al promediar el film, hay un pequeño guiño casi inadvertido en donde se puede ver que la numeración de la casa de Abra es 1980, año en que se estrenó la obra maestra de Kubrick. Las hermanas gemelas asesinadas por Grady —su padre y antiguo casero del Hotel—, el ascensor que escupe litros de sangre, el Salón Dorado en donde Danny se sienta a conversar con su padre —un Jack Torrance que no recuerda su pasado— en una escena antológica—, la mítica escalera en donde se enfrentan los dos poderes personificados por Rose por un lado y Abra y Danny por el otro, la puerta todavía con las secuelas del hacha de Jack, el laberinto congelado, y muchos recuerdos más que conviene ir descubriendo, son parte de esta remembranza que actúa más para los fans de la obra de Kubrick que para los lectores del libro. Por eso una buena manera de disfrutar al máximo de esta película —sugerencia que puede tomarse o dejarse— es ver El Resplandor de Kubrick antes de recorrer los territorios oscuros y abandonados del viejo Hotel Overlook, de adentrarse en una obra densa y desangelada como Doctor Sueño y esperar que no haya una tercera parte, porque el resplandor, aunque poderoso, podría llegar a agotarse y eso sería una pena.
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Es válido señalar que la crítica de cine acerca el film a lo literario para establecer valores, mientras la dimensión temporal del cine incorpora a éste la función de la narración; no obstante en el séptimo arte siempre prima por encima de todo el trabajo del realizador, es decir, la imagen. El cine es concebido, primordialmente, como representación de realidad producto de contar fielmente acontecimientos, de la misma forma que, a través de la palabra, la literatura recrea ambientes y sigue cierto hilo temporal de acciones. Entonces, podemos afirmar, que el cine independiza a la literatura de éste al describir el mundo. Desde ya, este factor no resulta una novedad; antiguos realizadores (y desde los comienzos del cine mismo) utilizaban obras literarias para desarrollar films, como una gran bolsa de historias de la que se nutrían estética y narrativamente. En mención a lo expuesto, podemos establecer que el imaginario personal de cada lector provocado por el texto original (literario o teatral) dejará la adaptación de la historia sujeta a la mayor de las subjetividades, más allá de la fidelidad o no con que se retrate la obra respecto de su original. El cine fija el tiempo, la huella es la imagen del acontecimiento y en el libro los acontecimientos son la palabra del autor. En este caso, Stephen King, nada menos, consagrado maestro de la literatura de horror. Ante lo cual, cabe preguntarnos: ¿cuánto debe el cine a Stephen King? ¿cuánto debe éste al cine? El cine le adeuda incontables cantidades de historias que han sido adaptadas y aprovechadas por el género de terror y el suspenso psicológico, nutriéndose de estas a lo largo de los años. No obstante, el mismo King, uno de los más grandes autores contemporáneos, reconocido y valorado mucho antes de que sus obras llegaran a la gran pantalla, agradece al cine, sin dudas, parte de su trascendencia y perdurabilidad. “Christine” (1983), “Cuenta Conmigo” (1986), “Misery” (1990), “Sueños de Libertad” (1994), “Milagros Inesperados” (1999) y “La Niebla” (2009) fueron grandes películas y ejemplos válidos para corroborar esta tendencia de saber aprovechar el rico material literario de King, en manos de directores como Rob Reiner, Frank Darabont y John Carpenter. Sin embargo, su obra más paradgmática cobró forma cinematográfica en 1980, cuando el emérito Stanley Kubrick estrenara la exitosa novela “El Resplandor”. Kubrick poseía la visión de un cineasta consumado y la habilidad de un autor consecuente con su obra, capaz de condensar en esta adaptación la esencia filosófica del genio literario, plasmando su propia visión del mundo y sus inquietudes. De un grado de perfeccionismo y obsesión tan propias de un adelantado, el cineasta neoyorkino plasmó en la retina de sus espectadores sus miedos e inseguridades más intrínsecas, como un reflejo del mal que la cámara observa, impulsada a un vacío insondable. A pesar de semejante logro, King quedó visiblemente descontento con la adaptación, excusándose en que Kubrick ‘no supo interpretarlo correctamente’. Diatribas aparte, de igual manera a como el autor revolucionara el terreno de la ciencia ficción con “2001, una Odisea del Espacio” (1969), el cine de terror de los ’80 marcaría un antes y un después luego de estrenada esta obra. “El Resplandor” nos transmite, de modo perturbador, la esquizofrenia que reviste una historia inquietante y angustiosa. El poder de la imagen cinematográfica llevada a su máxima expresión. Casi cuarenta años después, el mito cinematográfico cobra vida ante nuestros ojos, trayendo de regreso una de las historias más escalofriantes que el celuloide se haya animado a contar. Con resultados mixtos, la polémica está servida a la hora de desmenuzar virtudes y carencias de la ambiciosa secuela rodada por Mike Flanagan. Durante el visionado de la flamante “Doctor Sueño”, podemos sentirnos profundamente atrapados o llanamente estafados en nuestra buena fé, en igual proporciones. Estamos ante una película repleta de ambigüedades y extrañezas. Podemos ‘comprar’ su verosímil o no. Pero King es así y “Doctor Sueño” porta el ADN de su huella autoral. Tómalo o déjalo. El autor nativo de Portland (Maine) quedó notoriamente descontento con la adaptación que Stanley Kubrick realizará para la citada obra maestra del terror, estrenada en 1980 bajo el nombre de “El Resplandor” (la novela data de 1977), es por ello que “Doctor Sueño” -adaptación de la homónima novela que el propio King publicará en el año 2013 como secuela a The Shining- pretenda cerrar un círculo histórico, ciñiéndose a preceptos estéticos más respetados y fidedignos al plano literario. Saldando deudas con su antecesora película (a los ojos de King), la adaptación que Mike Flanagan hace de la secuela consigue satisfacer al experto escritor de novelas de terror, haciendo las paces con el legado cinematográfico de míticas dimensiones. El talentoso creador de “Carrie” sentía que Kubrick no había hecho justicia con su original mirada literaria y, a estas alturas del análisis, el juicio crítico debería cuestionar si, más allá de la fidelidad al espíritu original de la obra, la secuela tiene –o no- razón de ser en lo estrictamente cinematográfico. La trama principal sobre la que se basara la inicial “El Resplandor” regresa al presente film a modo de flashback, pretendiendo ordenar las enigmáticas piezas que conforman este puzzle psicológico que retoma variantes de la historia original, a modo de estudio sobre una raza de seres cuyas mentes lucen tan perturbadas como dotadas con ciertos dones telepáticos y telequinésicos. Colocando sobre la traumada psiquis de Danny (un cuarentón rehabilitado que a echado a perder su vida, en la piel de Ewan McGregor) el peso dramático de la obra, sobre sus poderes y tormentos psíquicos órbita la curiosa galería de fantasmales personajes que forman parte del relato (y de su propia conciencia, desde su en absoluta tierna niñez). El relato se verá surcado (de modo fluctuante, en mayor o menor medida irrisorio) por la intrigante pequeña afroamericana Abra, perseguida por la bella y malvada Rosie (Rebecca Ferguson), al comando de un culto satánico del que forma parte desde tiempos ancestrales. El séquito la acompaña a cometer horrendos crímenes y su accionar sustenta el devenir de la trama, alrededor de una serie de desapariciones (secuestros) de niños en distintos puntos geográficos de la costa este americana. Mediante una utilización de la elipsis temporal por momentos fallida (aspecto que diluye ciertas líneas narrativas sugeridas y resta homogeneidad al relato), por momentos la propuesta se debilita en las desmedidas mixturas genéricas que aborda; no obstante resultan subyugantes las escenas rodadas dentro del recordado y espeluznante Hotel Overlook. Majestuosidad visual en estado puro y elevadas cuotas de nostalgia para el cinéfilo más avezado, otorgan a la última media hora de metraje un plus cualitativo. La película es inobjetable desde lo visual: un portento estético qué va ganando en grandilocuencia y exuberancia a medida que avanza el film, valiéndose de un osado uso de planos, fotografía y movimientos de cámara por medio de los cuales el director nos sumerge en los ominosos climas que dominan el devenir de la trama. Por supuesto, la reconocible música incidental que remite a la tenebrosa versión original será un más que especial aditamento. Bajo este contexto, “Doctor Sueño” nos inunda de guiños cinéfilos que se asemejan a un viaje en el tiempo. Por momentos, su arquitectura visual (por ejemplo, los recursos de transición elegidos sumado a una serie de decisiones estéticas la convierten en deudora absoluta) se espeja con “El Resplandor” con una simetría poderosa. Aún sin total uniformidad narrativa -irregular, y creciendo con el correr de los minutos-, inclusive llevándonos por terrenos bajo los cuales el verosímil sobre el que sostiene la trama comienza a flaquear, poniendo en duda las bases narrativas de la historia. Sin escatimar ambición, estamos ante un ejemplar del género de terror que supera la mediocridad que –medianamente- suele abordar en abundancia el cine de Hollywood. A estos fines, Flanagan sabe interpretar correctamente los designios narrativos -aún rozando sus habituales excesos- y los siniestros mundos imaginados por Stephen King, sin apartarse de una estética que remite a la parafernalia visual que convirtiera al film de Kubrick en un ejemplar de culto. No sin cierta nostalgia, el cinéfilo memorioso recordará a los históricos personajes interpretados por Jack Nicholson (Jack Torrance), Shelley Duvall (la madre de Danny) y Scatman Crothers (Halloraan), recreados aquí bajo actores con un notable parecido físico, pero cuya inclusión dentro del relato no pretende ser un capricho en sí (ni un anecdotario homenaje), sino que posee suficiente injerencia dentro de la laberíntica historia que ante nosotros se nos devela, mutando del suspenso psicológico con tintes sobrenaturales hacia el terror fantástico y de allí al cine más reconocible de vampiros inmortales al paso del tiempo. Este talentoso director estadounidense aporta su experiencia al comando de una historia made in Stephen King, luego de su exitosa transposición a la pantalla grande de “El juego de Gerald” (interpretada por Bruce Greenwood y Carla Gugino) y llevado a la pantalla grande en el año 2017. Convertido en una joven promesa de culto del cine de terror, el director de las logradas “El Origen del Mal” (2016) y “Antes de Despertar” (2017) acomete el enorme desafío de inmiscuirse en los oscuros laberintos de esta mítica y terrorífica historia, respetando la vigente mirada sobrenatural del canon literario patentado por un especialista en la materia, al tiempo que honrando la visionaria arquitectura cinematográfica de una de las gemas del cine de terror más resplandecientes de todos los tiempos. Shine on you, crazy diamond…
El mayor problema de esta producción aparece signado y designado ya desde el afiche, en variables que por sí misma deberían sostenerla, pero que finalmente por el peso mismo de lo expuesto gráficamente se hunde más en su inoperancia que en la imposibilidad. Presentada como la secuela nunca esperada (el filme cerraba perfecto), tardía claro, de esa pequeña joya como lo es "El resplandor" (1980) dirigida por Stanley Kubrick, asimismo basado en una novela que el mismísimo Stephen King publicara en 2011. Estos dos nombres, el autor de la novela y el filme original. son aquello que está instalado como elemento seductor del público y debería haber funcionado como motor para un filme que nunca termina de acercarse al origen, ni desplegar nada propio, ni un universo que le pertenezca, ni una estética que se presente como excepcional. El paquete se lo tiraron encima a Mike Flanagan, un director con práctica en el género de terror y mucha experiencia televisiva que se nota. Mas allá del buen trabajo por parte de la dirección de fotografía, nada deslumbrante, pero acorde al género y al texto, a la que nunca puede emular el diseño de sonido ni la banda de música que por repetición se torna insoportable, no es empática, ni genera emociones que parecería desear. La historia transcurre años después de los acontecimientos de "The Shining", Danny Torrance (Ewan McGregor), ese pequeño de la original es ahora un traumatizado, alcohólico e iracundo adulto, cuyas acciones hacen eco especular de los problemas de su padre Jack. Cuando sus destrezas mentales se restituyen, es contactado por una niña de nombre Abra Stone (Kyliegh Curran), a quien debe rescatar de un grupo de viajeros que se alimentan de los niños que poseen el don de "resplandecer". Pero esto sucede en el cuarto tercio del filme estructurado en cinco, hasta podrían llamarse capítulos. Tal es la estructura del filme, al que le sobran mínimamente 30 minutos, o sea una quinta parte de su duración. Abre con una escena que cobrara cierto sentido después, cuando desarrolle a los personajes presentados, que el mismo no sea el adecuado, que la actriz que debe encarar al mal, a pesar de poseer muy buenos recursos histriónicos, no puede vencer su propia iconografía, es otra historia. Estoy hablando de Rebecca Ferguson, en el rol de “Rose The Hat”, la líder de un grupo de algo similar a muertos vivientes, que necesitan de ese resplandor lo mismo que Drácula la sangre. La primera parte se encarga de presentar a los personajes, entre ellos no hay conexión alguna, sólo cuando transcurre en la infancia de Danny, se observa en una fotografía, aviso de una desaparición, un detalle de la futura posible trama conflictiva. La segunda parte, parece un intento de desarrollo de cada uno de los personajes presentados, simultáneamente comienzan ciertos guiños a los elementos que promocionan el filme. La tercera parte intenta de manera bastante aleatoria unir a los personajes a través de un conflicto que debería provocar, entre miedo y suspenso, pero produce nada. La cuarta parte despliega las acciones que derivan la lucha entre el bien y el mal, donde la pequeña Abra Stone, pasa a ser algo equiparable al más poderosos de los X MEN y Rose la malvada que debería haber sido y termina siendo casi una imitación de Cruela de Vil, desteñida, lo mismo sucede con sus secuaces. Es la quinta parte donde por fin entramos en ese espacio del terror que fue el Hotel Overlook, mantiene la mística hasta que vaya uno a saber cuál fue la intención, mezclar imágenes de archivo de la original o reemplazar personajes y espacios, sin definirse por una o por otra. El cine es en gran parte el arte de la insinuación, hacer presente al padre de Danny, en el cuerpo de alguien que no es Jack Nicholson, sabiendo que la realidad que vive Danny es otra mueve más a reírse por no llorar que a cualquier otra sensación. El imperio del resplandor funcionaba como la senda a transitar para desarrollar aspectos considerablemente más profundos, hasta insondables temas como la soledad, el aislamiento, las adicciones, en este caso el alcohol, la oclusión en el arte de crear, el desasosiego por lo desconocido, la manipulación desde un supuesto poder, la violencia, y mucho más importante, la demencia. En esta realiuzación, clara secuela, (en término de enfermedad), termina por decepcionar, todo acaba siendo una excusa para mostrar burdos pases de magia, sin la presencia de Houdini, claro.
Se estrena Doctor Sueño, de Mike Flanagan, la esperada adaptación de la secuela de El resplandor, ambas escritas por el prolífico Stephen King. Ewan McGregor protagoniza este film más cercano a un thriller convencional que al relato de terror que inspiró la mítica obra de Stanley Kubrick. A Stanley Kubrick nunca le interesó El resplandor. Le interesó construir una escenografía gigante que le proporcionara desafíos técnicos para instalar al espectador en un universo propio y calculado, rompiendo con los estereotipos del cine de horror y creando una caricatura animalizada sobre un personaje con traumas psicológicos. ¿Una metáfora sobre las consecuencias del alcohol en un padre de familia? No, el personaje es un alcohólico y además está loco y además quiere asesinar a su esposa e hijo… porque son insoportables. Kubrick fue único. Y a Stephen King nunca le gustó lo que hizo con una de sus novelas más intimistas y personales. Quizás, para que la adaptación protagonizada por Jack Nicholson no fuese el último recuerdo que el lector ideal del autor tuviese sobre el universo de El resplandor, en 2013 salió a la luz Doctor Sueño. Y su transposición a la pantalla era inminente. De la mano de Mike Flanagan, que venía de adaptar para Netflix El juego de Gerard y la serie La maldición de Haunted Hill (hay un divertido gag en referencia a la plataforma streaming), Doctor Sueño es, ante todo, una película con la impronta de Flanagan: una historia sobrenatural sobre personas en crisis que deben reconciliarse con su pasado para pensar en el futuro. Por supuesto que en una era donde se pregona la cultura de la nostalgia como estrategia de marketing, las citas al film de 1980 no podían faltar, pero Flanagan es inteligente y cinéfilo. No desea ser Kubrick. En ningún momento esta secuela pretende tener los climas, el tono o, incluso, la estructura narrativa de su predecesora, pero cuando se trata de flashbacks o del reencuentro del protagonista con el Hotel Overlook, Flanagan se pone meticuloso y reconstruye la escenografía, los vestuarios, el maquillaje y emula planos y angulaciones con un nivel de detalle asombroso. Los efectos digitales ayudan mucho, pero Flanagan no abusa de ellos. Todo tiene una justificación narrativa. Es la cabeza del protagonista que junta los pedazos de su pasado. La narración sigue tres relatos paralelos. Por un lado a Danny Torrance, desde que vuelve con su madre Wendy a su casa y debe superar los traumas que aún lo persiguen, hasta la madurez, convertido en un hombre sin rumbo y alcohólico. Danny encuentra la redención cuando conoce a Billy, otro ex alcohólico que le consigue un hogar, un trabajo y lo inserta en un programa de desintoxicación. El personaje, además, comprende a convivir con su don («el resplandor») y lo usa caritativamente. Paralelamente, y desde el comienzo del film, Flanagan presenta a la “villana”: Rose the Hat, una especie de vampiro que se alimenta de los vapores de los resplandecientes. Rose lidera un grupo de seres como ella, nómades (¿hippies? mal año para el hippismo), que buscan niños con poderes sobrenaturales para asesinarlos y, mientras tanto, comer su dolor y miedo (¿cualquier conexión con Pennywise es pura coincidencia?). Los vapores les otorgan juventud a lo largo de varios siglos, incluso milenios. Pero Rose empieza a ser perseguida mentalmente por Abra, una adolescente mucho más poderosa que ella. Abra descubre los crímenes de Rose y decide detenerla, pero para eso necesita a Danny, el único que la puede ayudar. Lejos de tener la estructura típica de un film de terror, Doctor Sueño es, ante todo, un thriller de persecuciones metafísicas. Un juego de gato y ratón trasladado a un terreno fantástico. Abra quiere atrapar a Rose, pero Rose va tras ella. ¿Quién va a llegar primero? El juego mental de una con la otra se ve interrumpido por la participación de Danny, quien decide confrontar sus miedos pasados y presentes, en pos de un futuro esperanzador, en el lugar donde nacieron todos sus temores: el Overlook. Flanagan prioriza el suspenso, la evolución y arco narrativo de cada personaje y de las diversas subtramas, por sobre la estética y la innovación audiovisual. Se diferencia de varios de sus contemporáneos en el género como Aster o Peele, excluyendo la mirada irónica sobre la sociedad para abocarse a traumas más universales o íntimos como el alcoholismo o las relaciones padres-hijos. A Flanagan le interesa que el cuento se entienda, que la narración fluya funcionalmente, que no queden huecos. Le interesan y empatiza con los conflictos de los protagonistas, no importa en qué bando estén. El cuidado de la puesta lo deja para el final, principalmente, con el reencuentro con el hotel que fue un personaje fundamental en la película de Kubrick. Pero no lo hace desde la nostalgia (como sí lo hizo Spielberg en Ready Player One), sino desde las sensaciones que le dejan estos espacios a su protagonista. Flanagan es listo, justifica aquello que desde los papeles podría sonar forzado o esquemático. Hay alma en Danny Torrance, y Ewan McGregor (como una especie de Obi Wan Kenobi que en algún momento de su vida tuvo una etapa Renton de Trainspotting) le aporta la suficiente expresividad y calidez para conseguir la identificación con el público. Del otro lado, como Rose, se encuentra Rebeca Fergusson, demostrando que puede cargarse al hombro casi un protagónico, cómoda en el rol, carismática como villana y caracterizada como Linda Perry (la cantante de 4 Non Blondes). Entre Fergusson y McGregor se sucede el principal duelo interpretativo, aunque hay sólidos trabajos secundarios de la joven Kyliegh Curran, Cliff Curtis y el siempre brillante Zahn McClarnon (de la serie Fargo). Si bien la narración es fluida, las dos horas y media de extensión, por momentos, se hacen notar. Flanagan cuida que ningún detalle quede afuera e intenta no volverse explícito ni redundante pero, posiblemente, 15 minutos menos de película hubieran sido ideales. Aun así, el relato nunca decae y la película atrapa de manera clásica, con recursos nobles y herramientas simples desde el primero hasta el último minuto. Lejos de ser la obra maestra visual y trascendental que fue el film de Kubrick (tampoco pretende serlo), Doctor Sueño es simplemente una historia sólidamente narrada e interpretada. Evita prácticamente los golpes de efecto (aunque tiene momentos bastante tétricos y tensionantes) y prefiere darles prioridad, sin regodeos, a las emociones que son comunes en el universo y a la esencia de King, pero no del director de La naranja mecánica. Y, aún con cierta autonomía visual, consigue ser un notable homenaje a aquella obra de culto que inmortalizó Jack Nicholson, en el rol de Jack Torrance.
A BRILLAR MI AMOR Doctor Sueño es una digna secuela de El ResplandorStephen King sigue copando las pantallas, esta vez, con la adaptación de la secuela de "El Resplandor", película que trata de amalgamar su obra con la visión de Stanley Kubrick. No es ningún secreto que Stephen King odió con toda su alma la adaptación de “El Resplandor” (The Shining, 1980) a cargo de Stanley Kubrick. “Kubrick convirtió la película en una tragedia doméstica con algunos toques sobrenaturales. Como no podía creer, no logró que la película fuera creíble para otros”, opinaba el propio autor sobre una de las obras más emblemáticas del género terrorífico. Más allá del disgusto de King, el film prevalece en el tiempo como un clásico indiscutible (y discutible), cuyos elementos característicos trascendieron la trama para formar parte de ese entramada nostálgico conocido como la cultura pop. Para sacarse el mal sabor de boca, en 2013 Esteban se despachó con “Doctor Sueño” (Doctor Sleep), secuela de aquella celebrada novela de 1977 que ahora contaba las peripecias de un crecidito Danny Torrance, décadas después de los eventos ocurridos en el hotel Overlook. Ni lento ni perezoso, Hollywood tenía que echar mano de dicha historia, y en un año (lustro, década) recargado de adaptaciones del maestro del terror literario, nos llega esta continuación homónima. Mike Flanagan es el encargado de esta tarea, un realizador con varias historias de horror en su haber (“Oculus”, “Ouija: El Origen del Mal”, “The Haunting of Hill House”) y “El Juego de Gerald” (Gerald's Game, 2017), su propia versión de un relato de King, celebrada por el autor. De ahí el voto de confianza para este director, guionista y montajista que decidió tomar como fuente tanto la novela como la película de Kubrick, amalgamándolo todo con la intención de expandir el universo resplandeciente con nuevos elementos y personajes, así como apelar al conocimiento (y, una vez más la nostalgia) del espectador sobre ese terreno tan conocido. El resultado es un híbrido que entretiene (a pesar de sus dos horas y media), pero no siempre funciona, mucho menos cuando se empeña en recalcar lo establecido por Kubrick, olvidándose que el público puede construir sus propias conclusiones. Flanagan arranca en 1980 con un pequeño Dan y su mamá Wendy dejando atrás los horrores vividos, en su nuevo hogar de Florida. El nene todavía debe lidiar con su don, perseguido por los fantasmas del Overlook, pero con una ayudita encuentra la forma de hacerles frente. No lejos de ahí, un culto de seres casi inmortales conocidos como True Knot (el nudo verdadero), y liderados por la carismática Rose the Hat (Rebecca Ferguson), se dedica a rastrear a otros niños que ‘resplandecen’ para alimentarse de su poder, fuente de su perpetuidad, o convertirlos y sumarlos como miembros de su familia. Años después, en 2011, Dan sigue sin superar sus traumas y se entrega a la bebida para suprimir su resplandor, en parte, siguiendo los oscuros pasos de su papá Jack. Después de tocar fondo, algo lo lleva a instalarse en el pequeño pueblo de Frazier (New Hampshire), donde enseguida conoce a Billy Freeman (Cliff Curtis), futuro amigo y sponsor de Alcohólicos Anónimos, cuya relación lo va a ayudar a rehabilitarse y conseguir un trabajo en un asilo para ancianos donde sus poderes serán bienvenidos: de ahí su nuevo apodo, Doctor Sueño. Fantasmas del pasado Ocho años después, los miembros de True Knot están hambrientos y desesperados en busca de víctimas. Pronto van a sentir la presencia de Abra Stone (Kyliegh Curran), una jovencita cuyos poderes son enormes y que en los últimos tiempos anduvo en contacto telepático con Dan, una relación sin muchos riesgos, hasta que la nena decide buscarlo para pedir su ayuda. Esta es la verdadera cuestión del asunto, y aunque quiera esquivarlo, Torrance va a tener que convertirse en guía y protector de Abra, mientras buscan la manera de derrotar a Rose y su grupo. Flanagan tiene mucho para contar, salta de lugar en lugar, de año en año hasta que logra sentar las bases de su relato. Su punto más alto es el establecimiento de estos nuevos villanos y sus motivaciones, un grupo de seres sobrenaturales que mete miedo con poco y sin necesidad de extenderse en los detalles de su contexto. Son el nuevo enemigo a vencer y ahí es cuando la película se instaura como la clásica lucha del bien contra el mal, sin las sutilezas de Kubrick. Ferguson es, sin duda, el personaje más rico e interesante de este conjunto, mientras que el Dan de Ewan McGregor pasa a un segundo plano, opacado por el protagonista de Abra, una nena demasiado confiada para el beneficio de la narrativa. “Doctor Sueño” no es “El Resplandor”, ni pretende serlo, pero cuando se estanca y ya no sabe qué más agregarle a este universo de sectas inmortales y niñitos con poderes, cae en la tentación (y la repetición) de volver a recorrer todos esos lugares conocidos (física y metafóricamente). La historia de Abra vuelve a convertirse en la de Danny para intentar darle un cierre a sus propios traumas. La nueva villana de este universo Se celebra el detallismo con el que el director homenajea a Kubrick sin perder su propio estilo estilístico (tan marcado y recurrente en “The Haunting of Hill House”) y el no caer en la tentación del rejuvenecimiento digital cuando las escenas necesitan volver al pasado. Pero estas decisiones artísticas no siempre ayudan a una trama que parece dividir la película en secciones que deben ser superadas para seguir avanzando. Igual, y a pesar de la incesante banda sonora de The Newton Brothers que intenta marcar el pulso, Flanagan sale airoso con una secuela correcta que logra concluir una etapa y, con suerte, abrir un nuevo capítulo para este universo sobrenatural que deja bien en claro que tiene mucho más para ofrecer más allá de Dan, Abra, Rose y el siempre diabólico hotel Overlook.
Doctor sueño tiene una paradoja de la que no puede escapar. Por un lado es una película mucho más cálida y humana que El resplandor (1980) de Stanley Kubrick, y por el otro, todo el tiempo la película protagonizada por Jack Nicholson viene a nuestra mente a lo largo de esta interesante secuela. Sí, Doctor Sueño (Doctor Sleep, 2019) es una secuela de El resplandor (The Shining, 1980). Pero no estamos hablando solo de las películas. También es una secuela de del libro de Stephen King. El primero escrito en 1977 y su continuación en el año 2013. Danny Torrance es ahora un adulto que aún vive atormentado por los eventos ocurridos en el Hotel Overlook. Actualmente, después de superar sus problemas con el alcohol, vive en un pequeño pueblo de New Hampshire trabajando en una residencia de ancianos. Allí utiliza su habilidad mental denominada resplandor para proporcionar consuelo a los moribundos. Pronto conocerá a una niña con su mismo poder, con un resplandor aún más brillante que el suyo. Pero a diferencia de la película de 1980, acá hay una segunda línea que corre junto a la principal y que tiene como protagonistas a un grupo de vampiros psíquicos. Aunque la historia puede ser interesante, lo mencionado en el párrafo inicial hace que toda esta otra trama parezca excesiva y por momentos ridícula. Más allá de que el propio Stephen King no estaba conforme con el film de 1980, hay que entender que ya se ha transformado en un clásico de la historia del cine. Las secuelas necesariamente terminan siendo juzgadas en la comparación y en este la termina perjudicando.
Hay secuelas… y hay secuelas. Hay secuelas que solo regurgitan (con maquillaje) la premisa del filme original con la vil excusa de recaudar unos dolares mas y hay otras secuelas que son un dechado de originalidad, que expanden la historia hasta límites nunca antes vistos. Doctor Sleep cae en una categoría intermedia. Te da la impresión que acá hay una historia independiente que no precisaba a Danny Torrance ni toda la mitología de El Resplandor dando vueltas, y cuyo mayor propósito es adornar la historia con fines meramente comerciales. Tomen el culto de los vampiros de almas, añadan a la morenita con poderes mentales (que encima, es tan viva que da vuelta como una media a los villanos) e inventen un clímax en donde la heroína le pase el trapo a los malos. ¿Qué? ¿Que no puede matar porque es una niña?. No creo que sea una limitación moral para Stephen King porque acá se despacha (con mucha valentía artística, debo admitir) con un par de asesinatos de niños en primer plano. Es simplemente que King quiere seguir recaudando con El Resplandor – una de sus obras mas populares – y lo encastra como puede en esta trama. Esta secuela no trata sobre los orígenes de la maldición del Hotel Overlook, ni sobre Danny Torrance buscando venganza contra el hotel desbordante de demonios y fantasmas que se cobró la vida de su padre; el Overlook es simplemente el escenario de un duelo, Danny está en modo inhibido la mayor parte del tiempo y cualquier otro adulto con poderes mentales hubiera podido ocupar su rol. Lo que ocurre es que el relato está tan salpicado de detalles sobre El Resplandor, que es imposible no apartar la vista de la pantalla. Es como El Despertar de la Fuerza: se siente mas como un fanservice que como parte integral del relato. Las deudas pendientes con el Overlook y sus moradores se resuelven casi de manera accidental, secundaria, no como un evento orgánico y una conclusión natural de la historia. Debo admitir que soy un No Fan declarado de El Resplandor de Kubrick. Me parece sobreactuada y ridícula, en donde los experimentos en fotografía de Kubrick (y su desprecio por el lado humano de la historia) la castran y la convierten en otra cosa, en un galimatías visual que no deja de tener su costado fascinante. Y por mas de que yo chille (y de que King chille, porque a él nunca le gustó la versión de Kubrick sobre su novela), El Resplandor de Kubrick está plagada de imágenes memorables: las tomas de Danny en triciclo por los interminables corredores del hotel, el fantasma putrefacto de la habitación 237, los planos simétricos y en profundidad, el diseño de las alfombras y tapizados, la música, los planos aéreos, los escenarios enormes… Para encargarse de esta secuela llamaron a Mike Flanagan – un nombre en alza después de Oculus, Hush y la miniserie basada en The Haunting que emite Netflix -, quien decidió conciliar las críticas de King, la versión literaria de El Resplandor, la versión de Kubrick y la historia de la secuela… simplemente porque la imaginería kubrickiana es tan potente que es imposible negarla como si nunca hubiera existido, amén de que defraudaría a una enorme cantidad de fans del filme de 1980. El resultado final es una película inteligente que sorprende mas que asusta. Sip, hay un par de momentos tétricos – las muertes de los niños, las muertes de los vampiros, la iconografía del Overlook presente en las pesadillas de Danny – pero no asustan demasiado. En cambio es una intriga interesante, especialmente porque hay un villano potente – Rebecca Ferguson, relamiendo con gusto un rol que parece nacida para interpretar – y hay un héroe potente – y no el pavo de Danny Torrance sino la novata Kyliegh Curran, una morenita de 14 años que exuda inteligencia, carisma y que puede ser igual o mas despiadada que la reina de los vampiros -, y el duelo entre ambas no está en absoluto resuelto de antemano. Danny actúa mas como un asistente, ya que la morenita lo contacta y le va dando pistas de los crímenes que va cometiendo la secta de los vampiros – disfrazados como Johnny Depp en Dead Man, mezcla de hippies e indios -, los cuales absorben la energía psíquica –el mentado Resplandor – de las víctimas cada vez que las matan (y si es con crueldad, mejor, ya que rinde mas energía) y rejuvenecen al aspirarla. Sip, los villanos son unos vampiros vapeadores, los cuales incluso guardan un stock de humito de sus antiguas víctimas en unos bonitos termos para el caso de que pase mucho tiempo sin que capturen una presa fresca. Ciertamente las perfomances son muy buenas, pero te da la impresión de que Ewan McGregor / Danny Torrance es mas un segundo banana (como dicen los yanquis) que un auténtico protagonista. Uno sigue todo su descenso a los infiernos, el alcoholismo y el abandono, la peregrinación constante, la reconstrucción de su vida gracias a la colaboración de un alma caritativa (Cliff Curtis), y la persecución constante en pesadillas de los sucesos ocurridos en el hotel maldito. Es realmente casual el cómo se topa con la morenita Curran y su WhatsApp síquico (a lo Rey / Ren en El Ultimo Jedi) y se enreda en la trama de la tribu errante de vampiros síquicos. Por otra parte King recicla recursos de otras historias – esa estupidez de los muros / bibliotecas / castillos mentales (que en la imaginación se ven como uno físico) y que usara en Dreamcatcher – y se manda a hacer cameos de momentos memorables de El Resplandor (en donde Flanagan los traduce a la iconografía de Kubrick) el cual sorprende y es curioso… pero no estoy seguro de que la mayoría de ellos contribuyan al relato. En vez de apelar a trucos digitales, Flanagan contrata a actores parecidos a los originales (hay un clon de Shelley Duvall, uno del joven Danny, otro de Scatman Crothers) y rehace / extiende algunas escenas de la historia original con resultados intrigantes: en el caso del personaje de Dick Halloran está justificado porque viene a ser una especie de Obi Wan Kenobi que le enseña al joven Danny Torrance a controlar su poder y combatir sus demonios; pero otros pierden el efecto porque parece una fiesta de Cosplay, en especial el cameo de cierto tipo de cejitas arqueadas. Flanagan prefirió la perfomance real con sosías en vez de apelar a un adefesio al estilo del Peter Cushing digital de Rogue One, el cual se ve como un zombie ultramaquillado y se mueve de manera antinatural en pantalla. Flanagan mantiene un clima muy interesante en donde toda esta sanata suena creíble. Y, mientras tanto, se da el lujo de imitar a Kubrick copiando planos, recreando el hotel Overlook, haciendo guiños de todo tipo para los fans (cameos de personajes inesperados; la oficina donde Bruce Greenwood mantiene una charla con Ewan McGregor, que es la misma donde Nicholson tenía su entrevista de trabajo en el filme de Kubrick; el asilo donde trabaja McGregor, con planos simétricos y en profundidad de los pasillos, tal como Kubrick filmaba los pasillos del Overlook; incluso el plano aéreo inicial de El Resplandor, recreado aquí en versión nocturna cuando McGregor y Curran deben huir de los villanos… y qué mejor que refugiarse en el sitio mas peligroso del mundo que es el Overlook), y aportando su cuota de estilo. Claro, el filme tiene sus momentos de credibilidad forzado – como, p.ej., como Cliff Curtis acepta en dos minutos toda la historia de tipos con poderes y vampiros que chupan su energía, y plegándose a emboscar y matar a los enviados de la Ferguson sin cuestionarse siquiera si son fantasías de McGregor -, pero es mucho mas sólido e interesante que ese desastre monumental y decepcionante que fue It: Capítulo Dos (y que se dió maña para recaudar 7 veces mas que éste filme, que tiene muchos mas méritos). Doctor Sleep es satisfactoria. Cosa curiosa, no se siente como un filme de terror sino como uno de superhéroes (tipo la menospreciada Push, o una de los X-Men), con dos bandos antagónicos enfrentados y haciendo uso intensivo de todos sus poderes para ver quien gana la pulseada. Lamentablemente no veremos secuela (hubiera sido interesante ver las andanzas posteriores de la morenita Curran) ya que le fue mal en taquilla. Será que las secuela llegó demasiado tarde, que a una generación le gustó pero a la mas moderna no, o de que pensaban de que había que ver si o si una película vieja de 1980 para entender lo que ocurría acá. Son esas sorpresas que ocurre en el mundo del cine, en donde un bodrio es taquillero y una película solida se pierde en el anonimato. Porque Doctor Sleep no es lo mejor de King, pero ciertamente está muy lejos de ser el fondo del tarro.
Eso vive En 2009 el escritor Stephen King realizó una encuesta entre sus lectores más fieles para que ellos decidan cuál debería ser su siguiente novela. La elegida por la mayoría fue "Doctor sueño", una secuela directa de "El resplandor", la misma que en 1980 fue adaptada a la pantalla grande por el maestro Stanley Kubrick. Debido al revival que en estos últimos años nuevamente puso de moda la idea de adaptar diferentes trabajos de King al cine, el proyecto para realizar una película basada en "Doctor sueño" era algo inevitable, considerando además que tanto el libro original como la película de Kubrick se convirtieron en clásicos imbatibles. Ewan McGregor interpreta a una versión adulta de Danny Torrance, el niño con capacidades extraordinarias que junto a su madre sobrevivió a los eventos ocurridos en el Hotel Overlook, y que ahora deberá ayudar a una joven con la que comparte cierto vínculo sobrenatural. Al mismo tiempo nos encontramos frente a un grupo de secuestradores y asesinos de niños, quienes deambulan por el país buscando a otros infantes con poderes para alimentarse de su energía y volverse más longevos. Mike Flanagan, director de las muy bien logradas “Ouija: El origen del mal" y “El juego de Gerald”, se encarga de adaptar el libro respetando las decisiones de King, pero dentro del universo cinematográfico que construyó Kubrick, y que sabemos nunca fue del agrado de King. Por suerte Flanagan consigue salir bien parado y presenta una versión a la altura de las circunstancias. Casi tres horas de duración que se diluyen rápidamente sin descuidar la tensión del espectador. De lo mejor que dio el género en todo el año.
Una lograda secuela de “El Resplandor” Casi cuarenta años después del estreno de la mítica película de Stanley Kubrick, llega esta continuación que ahonda en los conflictos internos de Danny Torrance Hay una paradoja alrededor de la versión fílmica de El Resplandor. Considerada una obra maestra del género, popularizó el nombre del autor de la novela original: Stephen King. Pese a esto, el escritor odió esta adaptación a tal punto que no ha dejado de boicotearla cada vez que ha tenido oportunidad. En los años posteriores al estreno del filme de Kubrick, King ha escrito una miniserie considerada muy fiel a la obra original, pero poco reconocida entre los fans del horror y ha escrito una secuela con la idea de profundizar en el interior de Danny Torrance, un niño con un don muy especial. Viviendo una nueva ola de fanatismo por sus historias, el autor de Cementerio de animales se mostró muy alegre de que Mike Flanagan (el creador de la serie La Maldición de Hill House, de la que King ha hablado maravillas) fuera el responsable de trasladar Doctor Sueño a la pantalla grande. Y efectivamente, el resultado de esta versión es más que satisfactorio, porque el cineasta ha logrado respetar tanto la obra de King como la de Kubrick, y no solo eso, las ha combinado de tal manera que nada en este largometraje suena fuera de lugar. En esta secuela, que ocurre exactamente cuarenta años después de los hechos narrados en El Resplandor, vemos a Danny Torrance luchando contra el alcoholismo (igual que su padre en aquella primera historia). Aún conserva su don, pero además entrará en conexión con una niña que también lo posee y que es acosada por una banda de seres demoníacos que buscan alimentarse de su energía. A diferencia de la película de los ochenta, esta segunda parte es más amigable con el espectador, resultando detallada en las explicaciones y razones de los personajes, y apelando a una trama más cercana a los cánones del género. De todas formas, y teniendo en cuenta las legiones de seguidores del filme protagonizado por Jack Nicholson, el realizador Flanagan vuelve constantemente al Hotel Overlook y lo hace recreando decorados, escenas, personajes y climas. Doctor Sueño, sin dudas, es una lograda historia de horror, con buenas actuaciones de todo el elenco, encabezado por un solvente Ewan McGregor, quien logra transmitir toda clase de sensaciones interiores, siempre de manera sutil y efectiva. También hay que destacar la labor emocional de Kyliegh Curran, así como la bella y monstruosa performance de Rebecca Ferguson como la líder de la banda de criaturas terroríficas que la persiguen. Sombría y claustrofóbica por momentos, la película además se sostiene en un guión muy atractivo (aquí los cambios con la novela original son mínimos y ayudan a hacer la película más ágil) y en secuencias muy elaboradas, con una gran puesta de cámaras. El clima general quizás se quiebre en una escena demasiado sangrienta y explícita que involucra a un niño y que puede hacer que algunos espectadores sensibles aparten la mirada de la pantalla. Pero más allá de esta secuencia, en general las dos horas y veinte minutos de metraje se vuelven hipnóticos. Doctor Sueño es un filme que probablemente no logre entrar a la categoría de súper clásico del horror, pero sin dudas es de una frescura y originalidad poco frecuente género. Deja de lado las fórmulas del terror, para tomar su propio camino. Sin los “jump scares” típicos, ni efectos grotescos, es una película que te atrapa y que pese a su título, no dejará dormir a los espectadores por algún tiempo.
Esta fallida e innecesaria secuela del clásico “El resplandor” cuenta lo que sucede con Danny Torrance (el niño del film original) en su adultez, lidiando con un extraño grupo que pretende hacerse de los poderes psíquicos de otros chicos. Es un riesgo llamar a una película DOCTOR SUEÑO si uno no desea que el título caiga sobre el propio producto como una broma. Es cierto, la novela de Stephen King se llama así y eso justifica el título, pero tomando en cuenta que el factor “sueño” y el factor “médico” poco realmente importan al menos en esta adaptación de Mike Flanagan, bien podrían haber llamado a la película EL RESPLANDOR 2 y evitarse ese potencial problema. De cualquier modo, este otro título traería otras complicaciones, quizás peores. El principal: ¿es necesario hacer una secuela de una de las mejores películas de terror de la historia? El pleito entre King y Stanley Kubrick, director de aquel film de 1980, es conocido. El director hizo muchos cambios a la novela original y al autor –entonces bastante joven– no le hicieron mucha gracia. Y hasta el día de hoy, por más que todo el mundo la celebre como la mejor adaptación jamás hecha de una novela suya, al autor de IT le importa muy poco y sigue diciendo que no le gusta nada. En estos años, sin embargo, la máquina de hacer dinero de King ha empezado a tomarse con más calma sus transposiciones al cine y es así como, a partir de haber escrito la secuela, aceptó (aparentemente a regañadientes) que la versión cinematográfica de DOCTOR SUEÑO tome como referencia tanto el libro original como la por él odiada adaptación. Es así que el Overlook Hotel y las criaturas célebres de aquel film están “revisitadas” aquí con el imaginario cinematográfico y algunos detalles –que no conviene adelantar– responden más a esa versión que a la novela original de EL RESPLANDOR. En algún punto es secundario, porque la idea de la nueva película es dedicar la mayor parte de sus extensísimas dos horas y media de duración a la nueva y actual historia. Y solo al principio (como hilo conector) y, especialmente, sobre el final, aquellos viejos y largos pasillos volverán a hacer su aparición. DOCTOR SUEÑO es una película que no posee ni la magia ni el clima ni la potencia visual del clásico de Kubrick. Nada de la extrañeza asombrosa que convertía a aquella película en una pesadilla se mantiene aquí. Y ni siquiera cuando (re)aparecen escenarios o personajes tomados de aquel film se conjura el hechizo. Es una cita, como podría haberla hecho cualquiera, solo que autenticada por el autor de la obra original. La secuela no responde a otra cosa que a intentar seguir facturando a partir de otra “Propiedad Intelectual” reconocida, pero el producto en sí mismo es apenas mediocre. Una película menor e innecesariamente larga que puede llegar a convertirse en un éxito, pero que seguramente pasará al olvido rápidamente. La trama conecta los hechos de EL RESPLANDOR siguiendo al personaje de Danny Torrance, a quien vemos de niño muy traumado tras los hechos del primer film (que no se explican demasiado claramente, buena excusa para ponerse a ver la película de Kubrick), sin querer hablar y con pesadillas permanentes. Un reencuentro virtual con el viejo Dick Hallorann (Carl Lumbly en el rol que hizo Scatman Crothers) le permite salir del pozo mediante un concepto psicológico bastante tonto que la trama toma de manera literal: poner sus traumas en cajas y, digamos, cerrarlas con candado. Uno sabe que eso no puede terminar muy bien. En paralelo vemos a un extraño grupo de personas comandado por la bella y extraña Rose (Rebecca Ferguson, en un personaje que bordea el ridículo ya desde el vestuario de cantante de música country/pop) abducir a una pequeña criatura en un bosque. Pronto sabremos que ese grupo, conocido como El Nudo Verdadero, tienen poderes parecidos a los de Danny (ese “resplandor” que le da enormes poderes psíquicos) y que andan cazando criaturas con ese poder para, como buenos vampiros sustitutos que son, alimentarse de ellos y así sobrevivir por siglos y siglos. La historia avanza a 2011 y nos encontramos con un Danny adulto (Ewan McGregor, con cara de depresión constante) en estado caótico: alcohólico, drogadicto, peleador. De a poco (gracias a otras ayuditas) logra ir saliendo del pozo: viaja a un pueblo de New Hampshire, se hace de un buen y noble amigo y empieza a encauzar su vida usando sus poderes como un enfermero que, con ayuda de un gatito (sí, no pregunten) trabaja con ancianos al borde de la muerte reconfortándolos. De ahí el título de la película, si bien este ítem de la trama será más que secundario. Simplificando lo que aquí son una larga serie de eventos desafortunados, Danny se conectará con una niña llamada Abra (por Abracadabra) que también tiene poderes similares a los suyos y ambos colaborarán entre sí para combatir a esta suerte de bizarro grupo de psíquicos que los tienen como potenciales víctimas. Es un largo y complicado set up de acontecimientos para lo que luego terminará siendo una bastante simple y concreta batalla entre héroes y villanos con el único agregado “sorpresa” de que lo que vemos, buena parte del tiempo, puede no estar realmente ahí. Pero la película, más allá de algunos momentos fuertes y bien logrados (los ligados a la captura de otro chico, encarnado por Jacob Tremblay) no logra crear un nuevo universo que esté a la altura del anterior. El grupete denominado True Knot (me cuesta decirles… Nudo Verdadero) nunca es una amenaza realmente potente, más por su tratamiento visual que por sus poderes en sí. Por momentos parecen artistas de algún tipo de circo abandonado y, por otros, villanos de alguna berreta película clase B de los ’80. Y lo mismo pasa con algunos efectos especiales: son tan pobres conceptual y visualmente, que solo si uno se pone en plan retro pueden apreciarse. Y la verdad es que Flanagan no apuesta por ese tipo de código. Quiere asustar y más que asustar está por momentos al borde de producir risas involuntarias. AVISO: PROBABLES SPOILERS La última parte de DOCTOR SUEÑO recupera, al menos visualmente, escenarios ligados al film original: el hotel, algunos personajes memorables y situaciones específicas que son ya parte del vocabulario clásico del género (ya saben de cuáles hablo, ni siquiera tienen que haber visto la película). Y si bien esas escenas logran, sí, traer a la memoria el universo de EL RESPLANDOR de manera más clara, también se sienten como manotazos de ahogado para salvar, en la última media hora, una película que no parece ir a ningún lado. Parece el show de una banda de rock que, cansada de que nadie baile con los temas de su disco nuevo, en el bis se despachan con todos los Grandes Exitos.
El director de los originales de Netflix, Gerald's Game y The Haunting of Hill House ya estrenó su adaptación del libro homónimo de King en las salas argentinas.
Las adaptaciones de Stephen King siempre resuenan en el cine, pero esta trae algo especial, es la continuación de una de las películas más icónicas que adaptan historias del autor.
por Leon Leopoldo Cancino La fórmula casi lograda Una película que casi logra su cometido en cuanto a tributo y desarrollo de su predecesora, donde los errores no son fatales, pero son evidentes. “Dr Sleep”, 2019, dirigida por Mike Flanagan es la continuación de la aclamada película “El resplandor”, (1980) del famoso director Stanley Kubrick basada en la novela de Stephen King, la cual continúa la historia de Dany desarrollando su traumática vida. Una historia atrapante, con diálogos entretenidos, en pocos momentos se fuerzan diálogos sin sentido o se abusan de los silencios. Estos diálogos aportan significativamente a los personajes y nos cuentan sobre sus psicologías, deseos y miedos, algo que se aprecia mucho en las películas de terror, ya que logramos empatizar más fácilmente, intensificando la angustia cuando se los pone en peligro. La dirección es firme y logra mantener un relato constante que rara vez nos hace desviarnos de lo que nos cuenta, planteando las dudas necesarias para intrigarnos y dando las certezas buscadas antes de que nos frustramos por no entender que pasa. El mayor problema de “Dr Sleep” es el diseño de sonido, el cual abusa de los clichés del cine de terror, manteniendo un sonido constante para generar tensión durante más de 15 minutos, lo que genera que el efecto se pierda rápidamente. La música de terror clásica con sonidos desafinados o cuerdas estridentes se contrasta demasiado con los leitmotiv que se reutilizan de “El resplandor”. La reutilización de escenas de la película previa se quedan a medio camino entre una magnífica idea bien concretada y una forma fácil de generar nostalgia. Cuando se muestran escenas de la película previa, los actores se distancian demasiado, siendo poco parecidos. El intento de copiar la dirección de Kubrick, algo realmente difícil, se queda en meras referencias que no aportan nada. “Dr Sleep” entretiene y atrapa, sus pequeños errores se deben al intento de imitar a su predecesora y a no desarrollar una puesta más original. La fórmula de “El resplandor” se replica por momentos y por otros, se distancia lo suficiente hasta transformarse en un film típico y contemporáneo. Si buscan entretenerse o saber más de la historia planteada por King, definitivamente es su película. Si buscan sentir lo que sintieron con “El resplandor” mejor vuelvan a mirar la película de Kubrick porque, lastimosamente, se encuentra a medio camino." Calificación: 6/10 Título original: Doctor Sleep Año: 2019 Duración: 151 min. País: Estados Unidos Dirección: Mike Flanagan Guion: Akiva Goldsman, Mike Flanagan (Novela: Stephen King) Música: The Newton Brothers Fotografía: Michael Fimognari Productora: Warner Bros. / Intrepid Pictures / Vertigo Entertainment. Distribuida por Warner Bros. Género: Terror. Thriller | Thriller psicológico. Sobrenatural. Secuela Grupos: Adaptaciones de Stephen King