La nueva película de Ryan Reynolds y Samuel L. Jackson se puede describir perfectamente con su titulo original, The Hitman’s Bodyguard (El Guardaespaldas del Sicario). Por algún motivo, los genios que distribuyen la película en Latinoamérica, decidieron que la traducción de dicho nombre, seria incomprensible para nosotros, y le pusieron Duro de Cuidar, un titulo que nos hace pensar en un bebe molesto, que además es diabólico. La premisa de la película, es bastante básica. Michael Brye (Reynolds), trabaja para una agencia elite de guardaespaldas. Años después de una fallida misión, un contacto dentro de Interpol le encarga el cuidado de un testigo clave en un juicio en la corte de La Haya, por crimenes de Lesa Humanidad. Con esa historia, el director Patrick Huhes (The Expendables 3), nos lleva básicamente a lo que eran las películas de acción de los 90´s. Escenas de acción a gran escala, comedia, dos personas que se odia, un villano que parece extraído de un manual de estereotipos, y la mejor parte, la química entre los protagonistas. Porque lo mas importante que tenían esas películas, era eso. La química de los actores principales. Si uno piensa en esas películas, lo mas destacable de Arma Mortal, eran Mel Gibson y Danny Glover, de Bad Boys, Will Smith y Martin Lawrence, de Beverlly Hill’s Cop, Eddie Murphy, Judge Reinhold y John Aston, y así podríamos seguir. E indudablemente la química entre Reynolds y Jackson eleva la película. Constantemente dándose los pies, desarrollando la relación a pesar de no soportarse, primero por un sentimiento de responsabilidad, y de a poco, cuando conocemos las historias de cada uno, porque son afines, y pueden ser grandes amigos. A eso se agrega muy buenas escenas de acción, a veces utilizadas con fines cómicos, a veces con espectacularidad, pero siempre muy bien realizadas. En conclusión, esta película son casi dos horas de diversión, como nos solían traer las películas de los 90´s, sin pretensiones, con la sola intención de divertirnos, llevándonos a una época donde el cine podía ser solo eso, diversión.
En contraposición a la monotonía del relato, tenemos adrenalínicas y loquísimas escenas de persecuciones automovilísticas que compensan los altibajos del inverosímil guión. Ideal para pasar un rato ameno y divertido con mucha acción, siempre y cuando no.....
Una fórmula bien aplicada Si bien no hay nada nuevo bajo el sol, es justo decir que Duro de cuidar es un film pasatista, entretenido y en el que pueden encontrarse todos los elementos de género bien ejecutados. El primer ingrediente para este plato bien presentado en su packaging es contar con una pareja protagónica capaz de generar empatía y complicidad con el espectador, al mejor estilo de las “buddy movies” como la icónica Arma mortal. Sin embargo, la comicidad per se en lo que se enrola dentro del mainstream como comedia de acción falla precisamente por la precariedad de este segundo elemento de la ecuación. No hay ideas concebidas para explotar la acción, el vértigo y las secuencias características de persecuciones, tiros y cosha golda. El caso de este film es una grata excepción a la regla, tal vez porque detrás de cámara se encuentre el avezado Patrick Hughes (responsable de Los indestructibles 3), quien no apela tanto al efecto digital como muchos de sus colegas que pretenden ocultar sus falencias con la pirotecnia y las explosiones sin sentido. Si hay algo que destacar de Duro de cuidar –título poco feliz de los distribuidores locales– es su equilibrio entre escenas de humor físico, contrapuntos entre Ryan Reynolds y Samuel J. Jackson, sin dejar de lado el aporte de Salma Hayek en un rol secundario vistoso y a su medida. Una premisa sencilla y eficaz: Reynolds es un guardaespaldas de elite, degradado por una falla con una de sus protegidos, quien fue ultimado por un sicario, ahora debe tomar trabajos de poca acción. Jackson, por su parte, cumple condena en una cárcel de máxima seguridad, es un sicario experto y su testimonio en un juicio de lesa humanidad puede torcer el destino de un tirano (Gary Oldman), acusado de masacrar poblaciones enteras. La unión de ambos no hace a la fuerza, sino todo lo contrario porque el pasado siempre los encontró de un bando al otro, uno a la defensa y el otro al ataque. Imposible que de esa relación salga algo bueno y menos si se trata de cuidarle la espalda al otro durante un largo tránsito por rutas peligrosas y al acecho de villanos y sicarios que pretenden empañar los planes. El resto acapara casi dos horas de acción y humor donde la pareja explosiva demuestra estar a gusto con sus respectivos personajes. Ni más ni menos que una fórmula bien aplicada.
Duro de Cuidar: Una pareja explosiva. Samuel Jackson (Pulp Fiction) y Ryan Reynolds (Deadpool) se unen en esta comedia de acción del director Patrick Hughes (The Expendables 3). La fórmula que utiliza Duro de Cuidar (The Hitman’s Bodyguard), con esa penosa traducción de título, es muy conocida y la vimos infinidad de veces. Nos encontramos ante la típica Buddy Movie, donde dos personas bastante disímiles se ven obligadas a convivir o armar una alianza por un fin mayor. En el cine de acción lo vimos en películas como Lethal Weapon (1987), 48 Hours (1982) y más recientemente en Rush Hour (1998) y The Nice Guys (2016). Por lo general, la fortaleza de estos films radica en la química de sus protagonistas más que en el guion o la historia que se presenta. En el caso de Duro de Cuidar, se presenta una premisa apenas un poco más original que en relatos anteriores. Resulta que un prestigioso guardaespaldas, Michael Bryce (Ryan Reynolds), recibe un nuevo cliente: un asesino a sueldo, Darius Kincaid (Samuel L. Jackson), que debe testificar en un juicio en La Haya contra un cruel dictador (Gary Oldman). Bryce supo estar en la cima en lo que respecta a su trabajo, pero luego de una misión fallida se vio obligado a tomar trabajos menores. Su exitoso pasado lo tuvo enfrentándose a Kincaid en varias oportunidades, por lo que su relación será tormentosa en un principio. Sin embargo, ambos tendrán sus motivos para aliarse, el personaje de Samuel Jackson quiere obtener un trato para lograr la libertad de su mujer (Salma Hayek) y por el lado del protagonista que compone Reynolds buscará realizar esta misión que le encarga su ex mujer (Elodie “Elektra” Yung) para volver a ganarse su amor. Como en muchas cintas de los ’90, tendremos grandes secuencias de acción, una dinámica interesante entre los protagonistas, y algunos estereotipos como el del villano y la latina que compone Hayek. Más allá de ciertas cuestiones relacionadas a la familiaridad del relato en general y ciertos clichés, la química entre Reynolds y Jackson elevan a la película por sobre la media de este tipo de narraciones. La dupla protagónica logra que escena a escena se vaya produciendo una catarata de gags y situaciones cómicas que sacan a relucir en conjunto a sus talentos individuales. Por el lado de la técnica, podemos ver la pericia del director para filmar escenas de acción. A veces, éstas cumplirán la función de sorprender a nivel espectacularidad y otras tantas a nivel hilarante. La edición del film también es otro aspecto a destacar, al igual que las coreografías que se pueden ver en algunas escenas (sobre todo las desarrolladas en los dos pequeños planos secuencia del relato). Resumiendo, Duro de Cuidar es un divertimento modesto y sin grandes aspiraciones más que entretener por medio de la buena simbiosis de sus protagonistas. No esperen una joya a nivel narrativo ni mucho menos, pero aquellos que quieran pasar un buen rato en el cine pueden disfrutar de esta comedia de acción pasatista.
Duro de Cuidar: Risas, disparos y muchos insultos. Ryan Reynolds, Samuel Jackson, mucha acción, risas y hasta un villano de Gary Oldman: una propuesta casi irresistible. Hay pocas propuestas que atraigan inmediatamente solo por los nombres, pero esa es la razón por la que este film de comedia y acción resulta dificil de ignorar. Ryan Reynolds hace uno de sus típicos papeles que siempre hacia antes de Deadpool, solo que en esta ocasión se lo combina con el carisma de Samuel L. Jackson y con una película cuya principal virtud es saber cuando tomarse en serio y cuando no. Duro de Cuidar prioriza el entretenimiento por sobre cualquier cosa, y utiliza la comedia como principal arma para lograr la atención del espectador. Aunque su nombre (un juego de palabras referenciando al clásico Die Hard/Duro de Matar) así lo sugiera, no se trata de una cinta en la que abunden las referencias o parodias. Se enfoca más en contar una simple historia sobre un guardaespaldas que quiere recuperar la gloria de sus épocas doradas, y del difícil hombre al que debe proteger para lograrlo. La película se disfruta más cuando sus protagonistas se encuentran en desacuerdo y plena discusión, es decir casi la totalidad de sus intercambios. Lamentablemente eso no es más que una parte del film, ya que tenemos escenas de acción en las que no se aprovecha el carisma único de este dúo, además de una trama dramática que aunque logra merecer la seriedad con la que se toma, no es la razón por la que nadie esta mirando (ni por lo que alguien podría recordarla). El film utiliza estas escenas de peso para darle algo de corazón a la historia, principalmente gracias al detestable villano que interpreta Gary Oldman. Pero el contraste entre las escenas protagonizadas por Oldman y las que involucran a nuestro dúo protagónico son demasiadas y en ningún momento logran conectarse satisfactoriamente. Lo que nos lleva al principal problema de la película: el manejo de los contrastes. Las transiciones entre escenas completamente opuestas en tono resaltan negativamente debido al uso indiscriminado de la música como termómetro dramático. El rock genérico marca las escenas de acción, la banda sonora genérica marca los momentos de dramatismo y tensión mientras que la ausencia de música evidencia las escenas de comedia. La separación que insiste en realizar termina por conspirar contra un film que logra sus mejores momentos en la mezcla de tonos: grandes secuencias de acción protagonizadas por graciosos personajes. Es una película con una muy bien ejecutada acción que se salva de la mediocridad extrema por el carisma de su reparto. El guion permite a los actores dar lo mejor de sus personajes pero al mismo tiempo la limitada dirección hace que, aunque entretenida, apenas sirva para entretenernos durante una tarde.
Preparen el balde de pochoclines que esta es puro entretenimiento. Si hay algo que tiene claro el cine americano (en líneas generales me animaría a decir) es la claridad (valga la redundancia) en la presentación de los personajes y el conflicto central de la historia. Eso no condiciona a que un film sea bueno o no, pero en esta industria audiovisual que se concentra en hacer ficciones al por mayor, el detalle ayuda para saber rápidamente de que va la cinta. Y son siempre esos primeros minutos tan importantes, para uno como espectador, cuando se decide (consciente o inconscientemente) en creer en la propuesta para entrar por completo en la aventura. El titulo original es The Hitman’s Bodyguard (Duro de cuidar) bajo la dirección de Patrick Hughes y en los principales roles encontramos a Samuel L. Jackson, Ryan Reynolds, Gary Oldman y Elodie Yung. Un guardaespaldas de altísimo nivel recibe el pedido de cuidado para un cliente de los más temibles. Vamos a dar pocos detalles de las formas de cómo se conocen/encuentran. Hay que cuidarlo ya que va testimoniar en la corte de la Haya contra un tirano, asesino, ex presidente de un país en conflicto. No es un destello de originalidad el guión pero tiene mucho enganche, el trabajo de los actores esta genial y el despliegue audiovisual es impactante (nunca me pasó tan cerca un helicóptero). Tiene mucha acción bien condimentada de humor. Altamente recomendada, con casi 2 horas de duración que son para pasarla bomba.
Michael Bryce es un guardaespaldas de elite, que se dedica a cuidar a gente que corre peligro de ser asesinada. Luego de que un trabajo terminara de la peor forma, el estatus y la fama de Bryce decayó bastante; pero su ex pareja le pide ayuda para que proteja a un asesino que puede condenar a la prisión a un ex presidente totalitarista de Bielorrusia. Bryce y el sicario Kincaid deberán dejar de lado sus diferencias ideológicas y colaborar para salir vivos y llegar al juicio a tiempo. Mucho se habló de Duro de Cuidar (The Hitman´s Bodyguard en su nombre original) ya que desde que comenzó su campaña publicitaria, la gran mayoría se sorprendió al ver una cinta de acción que intentaba parodiar a El Guardaespaldas, pero con Samuel L. Jackson siendo una maquina de decir insultos y Ryan Reynolds en el rol que mas cómodo le sienta. Bueno, por desgracia al que vaya esperando ver una gran buddy movie y pasársela en grande con muchos tiros y acción, y una cinta que no se tome en serio a sí misma; lamentamos decirles que este no es el caso, ya que el guionista Tom O´Connor nunca encontró el tono que le quería dar a su relato, oscilando entre una película seria y una cinta de acción sin prejuicios. Un claro ejemplo de esto es Gary Oldman, quien compone a uno de sus clásicos villanos serios y manipuladores; pero que parece sacado de otra película en comparación a los protagonistas. Peor aún es cuando con ellos interactúa un máximo de cinco minutos.. El resto del elenco, como se preveía, cumple sin más, tanto Jackson como Reynolds hacen los roles a los que nos tienen acostumbrados, y es gracias a la química que nace entre ellos que Duro de Cuidar se logra sostener como una buddy movie. En cuanto a la acción, se nos prometía mucha y muy buena; pero la duración de Duro de Cuidar se extiende más de la cuenta, haciendo que tanta adrenalina se diluya y que cuando terminemos de ver la película, solo recordemos una sola secuencia (eso sí, es muy buena y vale la pena volver a verla). Recopilando, Duro de Cuidar parecía ser un entretenimiento de esos que por ser tan honestos, terminaba haciéndose un hueco en el corazón y la memoria del espectador, pero la falta de coherencia con el tono que se le aplica a la historia, termina por lograr que estemos ante un film irregular, que se desdibuja, y que no sabe que quiere contar; y que solo se sostiene por la dupla protagónica. Lo peor de todo es que si vieron los trailers y el poster, la decepción va a ser aún mayor porque esas referencias que esperábamos, brillan por su ausencia.
Samuel L. Jackson y Ryan Reynolds se ganaron un lugar destacado como figuras del cine de acción, que recientemente (y en gran parte gracias al Universo Cinematográfico Marvel) ha tenido a la comedia como un necesario soporte. ¿Qué podría suceder si ponemos a estos dos intérpretes en una propuesta que (se supone) tiene a ambos géneros al frente de todo? Esto es lo que viene a contestar Duro de Cuidar. ¿Y dónde está el Guardaespaldas? Michael Bryce es un guardaespaldas que no está pasando por su mejor momento profesional, pero se le presenta una oportunidad de volver a las grandes ligas cuando su ex-novia, agente de la Interpol, le pide que escolte al asesino a sueldo Darius Kincaid al tribunal de La Haya, para que testifique en contra de un dictador bielorruso. Los problemas surgirán dado que dicho dictador tiene compradas a gran parte de las fuerzas policiales europeas, sumado al hecho de que Michael y Darius tienen una rivalidad profesional que hará que no pocas veces se saquen chispas. Duro de Cuidar se vende como una comedia de acción, pero, en honor a la verdad, la acción funciona al 100% mientras que la comedia solo lo hace al 50%; las escenas de acción son eficientes, pero no todos los momentos cómicos funcionan como deberían. Debe destacarse que la película utiliza el flashback de un modo peculiar. Habitualmente elegir este recurso, teniendo el segundo acto en marcha, delata una escritura perezosa. Sin embargo, el guión le encuentra una vuelta cómica que nos permite conocer más a fondo a los personajes aunque -hilando más fino y mirando en retrospectiva- no sumen mucho al avance de la historia. Si tengo dos errores concretos que achacarle a la película, es que ocasionalmente desvía exageradamente su tono,y a medida que se acercan al desenlace el metraje se estira innecesariamente con escenas de relleno. Para profundizar en el problema del tono, al mismo lo tenemos perfectamente manifestado en el villano que encarna Gary Oldman. A los 10 minutos de película demuestra su nivel como antagonista matando a una mujer y a un chico delante de un profesor para hacerlo hablar. Si fuera una película netamente de acción, esto no sería un problema. Ahora: si anteriormente introdujiste a tu protagonista en un contexto donde el asesinato de alguien es un poco más irónico, estas acciones del villano son, por contraste, de una crueldad que ni siquiera es admisible como humor negro y el espectador es demasiado inteligente para comprarlo como tal. En materia actoral, Ryan Reynolds y Samuel L. Jackson dan lo que se espera de ellos. Reynolds tira sus chistes y Jackson entrega ese repertorio de palabras soeces por el que, entre otras cosas, es reconocido. La química funciona y las discusiones entre ellos está entre lo que puede motivar al espectador para quedarse hasta el final. Salma Hayek también hace sus aportes en el apartado cómico, aunque a menudo lleve demasiado lejos el estereotipo de la latina enojada. Gary Oldman entrega una actuación bastante digna y a la altura de alguien de su trayectoria. Conclusión: Si entrás esperando originalidad o una obra maestra, Duro de Cuidar te va a parecer una más del montón. Pero si querés pasar el rato, y disfrutar de la buena química de dos carismáticos actores enmarcados en apropiadas escenas de acción, tal vez quieras darle una chance. No es lo que se diría imperdible pero, a pesar de sus errores, cumple con lo que se propone.
Ya con el titulo parece estar todo explicado. En este entretenimiento que une acción y humor la historia nos presenta a un buen guardaespaldas que es contratado por un sicario, su peor enemigo, para que lo cuide ya que debe atestiguar contra un malísimo Gary Oldman. El asesino a sueldo que esta por redimirse es Samuel L Jackson. El que debe protegerlo es Ryan Reynolds y en esta ficción pergeñada sin originalidades por Tom O Connor, ellos que no se soportan deben aliarse y trabajar duro las 24 hs si quieren sobrevivir. Además del humor al que le sacan el jugo los protagonistas, los dos actores tienen el suficiente carisma como para levantar lo que sea, están las escenas de acción que tienen a sus adictos. Encontraran persecuciones en autos, motos, barcos. Escenas filmadas en el Reino Unido, Bulgaria, el museo Rijks de Amsterdam y no mucho más. El director Patrick Hughes, el mismo de “Los indestructibles 3” le saca el jugo a lo que tiene. En especial al todo terrero Jackson que siempre sale bien parado y es digno de verse y a un Reynolds sin la altura de un brillante “deadpool” (hay que esperarlo hasta el año que viene) pero que exprime todo lo que puede de lo que le tocó. Entretenimiento que se mete con el absurdo, el humor y la acción y livianito. (G.M.)
Ryan Reynolds es el guardaespaldas de Samuel Jackson en una comedia. No hay remate. La cara bonita de Ryan Reynolds se traslada a otro ámbito del drama para enfocarse en una nueva etapa de la comedia. La obra “Deadpool” le ha abierto las puertas para su nuevo desafío humorístico. En esta ocasión, el actor se pone en la piel de Michael Bryce, un guardaespaldas que puede defender a quien sea con los ojos cerrados. Pero un pequeño accidente lo dejará fuera del servicio de la elite y deberá aceptar un trabajo secreto que le encomienda su expareja. Su regreso al trabajo pesado será la de defender a muerte a un sicario (Samuel B. Jackson) quien es buscado por el dictador de Bielorrusia (Gary Oldman). La casi totalidad de los chistes se basan, por no decir todos, en la relación entre los dos protagonista. Jugando gran parte del metraje entre la pregunta ¿Quién es el bueno a la hora de meterse en estos crímenes? ¿El que mata o el que ayuda a salvar una vida? ¿El que mata al malo o el que lo defiende?, la película logra crear una gran química y relación entre el cuidador y el asesino. La buddy movie (entre explosiones, muletillas y gags) pone sus fichas con tal osadía en la dupla que olvida todos los comentarios alrededor por parte de su elenco de reparto. No hay gracia fuera de ellos. Y el complemento de sus charlas son sentenciadas sobre el amor y la estabilidad que viven con sus (ex)novias. Patrick Hughes expone y es cómplice de una dirección hollywoodense en tierras europeas, donde se pierde el apartado estético para dar lugar a lo grandilocuente, tal como es el caso de la escena donde Jackson le deja las flores a su esposa encerrada en la prisión. Pero el film no queda estancado en el pulcro del humor y propone al espectador un festín visual de acción, con especial foco en las persecuciones automovilísticas. Además, el villano encarnado por Oldman (un acento forzado) genera impulso en la trama para que se pueda mover en esos dos ámbitos y géneros. Sin embargo, es justamente esta combinación de acción/comedia donde se mete el acelerador en el guion y nos deja a merced de una ensalada visual más que un producto sobresaliente. “Duro de cuidar” no es una propuesta que sobrepase lo que promete, entre horas de entretenimiento y algo de risas, sin embargo cuando se trata de cumplir lo hace de manera amena.
El guardaespaldas que dio el mal paso. Hay cierto vínculo entre Ryan Reynolds, que conoció alzas y bajas en su carrera como actor, y el personaje que encarna en este film de orgullosa clase B: en tono de comedia, su custodio caído en desgracia se redimirá al cruzarse con Samuel L. Jackson. Como ocurre en una práctica como el surf, en el cine, y sobre todo en el cine pensado desde el punto de vista de los negocios, es muy importante prestar atención a las olas. Saber mirar, aprender a distinguir cuáles son aquellas a las que es mejor dejar pasar, hasta identificar la ola perfecta, esa sobre la cual hay que montarse para potenciar la experiencia, para llegar más lejos y exhibir lo mejor. Como un surfista avezado, Ryan Reynolds ha sabido reconocer que su protagónico en Deadpool –una de las adaptaciones más exitosas de un comic de Marvel al cine, no sólo desde el punto de vista artístico sino, sobre todo, si se atiende a lo que ha generado en la relación costo/beneficio–, es una de esas olas que marcarán un antes y un después en su carrera como actor. Y lejos de dejarla pasar, parece estar decidido a surfearla de costa a costa. La película Duro de cuidar pone en evidencia esa voluntad de aprovechar el juego que aquella otra película le dejó servido. Se trata de una producción de abierta clase B, rasgo que la emparenta no solo con Deadpool, que también es una producción de segunda dentro del universo de los superhéroes, sino incluso con la carrera del propio Reynolds. Michael Bryce, su personaje, es casi una celebridad en el mundo de los guardaespaldas, alguien que de tan bueno parece hacer su trabajo de taquito. Pero justamente por el resquicio de esa confianza algo sobradora se cuela lo peor: le matan a un cliente importante justo frente a su cara, en el segundo exacto en que lo deposita sano y salvo en su destino. De la cresta de la ola al fondo del mar de un solo balazo. A partir de ahí Bryce se convierte en un superviviente del oficio: ya no más outfit de lujo ni autos supersport; ahora sobrevive cuidando lo que sea, con la misma seguridad pero por mucha menos plata. Hasta que, a partir de un complot dentro de las fuerzas de seguridad, debe hacerse cargo de trasladar extraoficialmente a un sicario, para que declare en contra de un sanguinario dictador de Europa del este ante el tribunal de La Haya. Como se ha dicho, puede pensarse que de algún modo la curva dramática del personaje que interpreta en Duro de cuidar también representa la de la carrera del propio Reynolds, quien pasó de estrella en ciernes a desterrado (porque no siempre fue un “surfista avezado” y se dio algunos porrazos sonoros, como Linterna Verde) y de ahí, Deadpool mediante, a renacido como potencial comediante. Porque está claro que Duro de Cuidar es una comedia, con mucha acción, claro, pero sin lugar a dudas una comedia. Una en la que la farsa y el absurdo juegan un papel fundamental, detalle distintivo que la película toma “prestado” de la fórmula que ya probó dar buenos resultados justamente en Deadpool. Duro de cuidar es además una buddy movie en la que se distinguen con facilidad todas las características del género. El personaje de Reynolds y el que interpreta Samuel L. Jackson (un asesino a sueldo de efectividad prodigiosa, pero con un corazón noble y las mejores intenciones, si es que esto pudiera existir en un tipo dedicado al negocio de matar) le sacan chispas a sus diferencias para ir construyendo juntos el camino que los terminará convirtiendo en (casi) amigos. A partir de diálogos veloces y filosos que ambos actores interpretan con pericia, y escenas de acción compuestas a reglamento pero con ingenio para potenciar el lenguaje del humor físico, Duro de cuidar consigue sostener a flote su propuesta. Es cierto que quizá eso no alcance para convertirla en una película memorable, pero sí lo suficientemente profesional como para que quien elija verla no solo no salga del cine decepcionado, sino bastante satisfecho.
Duro de cuidar es la nueva película de la productora Millennium, la gran heredera de lo que fue la compañía Cannon Films en los años ´80. Su fundador, Avi Lerner, fue uno de los principales colaboradores del realizador Menahem Golan y en los últimos años concibió la mayoría de las películas que hicieron Dolph Lundgren, Jean Claude Van Damme y Steven Seagal para el dvd. Si bien por lo general sus proyectos se estrenan directamente en video o en plataformas de streaming, a veces también llegan a los cines, como ocurrió con la saga Expendables y Ataque a la Casa Blanca (y su continuación) con Gerard Butler. En esta ocasión Millennium nos propone un viaje en el tiempo a los comienzos de la década de 1990, uno de los grandes períodos de gloria del subgénero de la Buddy Movie, con una producción que tranquilamente se podría haber estrenado en ese momento. Ryan Reynolds y Samuel Jackson (quien protagonizó en el pasado grandes filmes de este tipo como Duro de matar 3 y El largo beso de adiós) son los responsables de hacer llevadera una historia olvidable que sin ellos hubiera terminado en la televisión. Ambos conforman una dupla con química que se potencia por sus habilidades para generar situaciones graciosas y están muy bien en sus personajes. Lamentablemente el guión no los acompañó y presenta una trama que no explota el potencial que tenía esta dupla. La película del director Patrick Hugues (Red Hill) tiene un severo problema de identidad en su narración y nunca termina de quedar claro el tono que le quería dar a este conflicto. El film tiene numerosas situaciones de humor absurdo que se contraponen con otras escenas más serias que parecen pertenecer a una producción diferente. El mejor ejemplo de esta cuestión lo encontramos en el villano que compone Gary Oldman, que tiene un claro perfil dramático e interviene en una subtrama política que no tiene nada que ver con los hechos ridículos que enfrentan los protagonistas. Entre los aspectos positivos de Duro de aguantar es justo destacar que el director Hughes mejoró su trabajo en las escenas de acción, luego de su decepcionante labor en Expendables 3. Al menos en este proyecto pudo crear secuencias de tiroteos y persecuciones automovilísticas decentes que no abusan de los efectos digitales. Para matar el tiempo con una comedia de acción este estreno logra ser entretenido si bien le sobra media hora al argumento y su visionado enseguida queda en el olvido. A la hora de buscar propuestas de este género, en este momento están disponibles Asesino: Misión venganza y Atómica que son producciones superiores para disfrutar en una sala de cine.
Testigo en peligro Los cracks del marketing lo hicieron de nuevo y para que ningún despistado se quede afuera ni malinterprete de qué se trata, The Hitman’s Bodyguard (2017) se estrena en nuestras salas como Duro de cuidar. Exacto, el prefjio “Duro de...” en un título permite identificar inequívocamente al género Comedia de la misma forma que otros del estilo de “Un loco suelto en...” o “¿Y dónde está el...”. Gracias a esto no hay manera de pifiarle cuando de una comedia mainstream con tufillo a directo-a-video se trata. Muchos lugares comunes se hacen presentes en Duro de cuidar, a pesar de su reparto clase A. Ryan Reynolds (Deadpool) interpreta a Michael Bryce, dueño de su propia empresa de seguridad personal, quien tras una mala experiencia en su trabajo sobrevive como puede hasta que le llega la tarea de proteger al asesino a sueldo Darius Kincaid (Samuel L. Jackson), quien tiene que ser trasladado desde Londres hasta la corte de La Haya en Holanda para prestar testimonio contra Vladislav Dukhovich (Gary Oldman) el sangriento dictador de Bielorrusia, acusado de genocidio. Como bien sospechan el camino estará repleto de otros asesinos contratados por el propio Dukhovich para evitar que Kincaid suba al estrado. En lo que intenta ser una buddy movie -esas películas en las que una “pareja despareja” debe aprender a trabajar en equipo- combinada con una road movie, los extensísimos 118 minutos de duración no ayudan a una historia que nunca encuentra el tono cómico, en medio de persecuciones, tiroteos y explosiones. A pesar del talento de Reynolds, Jackson y un desaprovechado Oldman, el guión -considerado curiosamente uno de los más buscados por los grandes estudios para producir- no ayuda a dar forma a un relato que lucha de principio a fin por agarrar buen ritmo. Las múltiples ciudades europeas que sirven de telón de fondo se siente igual de desaprovechadas en medio de un poco inspirado diseño de arte. Uno de los pósters promocionales del film muestra a Reynolds sosteniendo en sus brazos a Jackson, parodiando la clásica imagen de El guardaespaldas (The Bodyguard, 1992), dando a entender que el personaje de Kincaid es el débil del dúo y Bryce tiene que lidiar con él, cuestión bastante opuesta a lo que sucede en la trama y que concede algo de confusión. Otro ejemplo de la forma en que los guiños y lugares comunes buscan la asociación fácil sin pensar de qué forma afectan a aquello que su película quiere contar… un pecado casi tan grande como usar el prefijo “Duro de...” o una de esas salidas fáciles.
Es una comedia de acción cargada de humor negro e incorrección El mejor guardaespaldas del mundo tiene un nuevo cliente: un asesino a sueldo, antiguo enemigo con quien se ha enfrentado en el pasado. Y aunque se odian mutuamente el agente protector tendrá que lograr que el sicario llegue a La Corte Internacional de La Haya, vivito y coleando, para poder testificar en contra de un peligroso dictador de Europa del Este. Los intérpretes (actuando en piloto automático) se la pasan en grande en este filme sin pretensiones, que oficia como parodia de las historias de genero tan recurrentes en el cine norteamericano. Ryan Reynolds aún emocionado con los resultados de Deadpool, juega al sarcasmo en todo el metraje, acompañado por un malhablado Jackson, que parece hacer de cada exceso actoral una virtud: su composición cercana a la caricatura funciona dentro del delirante argumento. Las secuencias de acción son imponentes, sobre todo una persecución por los canales de Ámsterdam en donde el director Patrick Hughes "pone toda la carne en el asador". El villano que compone Gary Oldman parece salido de una viñeta de Tin Tin, pero es funcional a la trama. Como nueva exponente de las "buddy movies", la película es entretenida, tiene algunos buenos chistes y una pareja protagónica atractiva. Sin destino de clásico, aunque resulte previsible termina siendo efectiva.
Crítica emitida por radio.
El nuevo film del director australiano Patrick Hughes, “Duro de Cuidar”, llega a nuestras pantallas este 14 de septiembre en los mejores cines del país. A pesar de su corta filmografía, también es conocido por haber dirigido “Red Hill” (2010) y la tercera entrega de la película de “Los Indestructibles” (2014). En esta ocasión, y junto con la participación de Netflix, nos trae una comedia llena de acción protagonizada por Ryan Reynolds (Michael Bryce), Samuel L. Jackson (Darius Kincaid), Elodie Yung (Amelia Roussel), Gary Oldman (Vladislav Dukhovich) y Salma Hayek (Sonia Kincaid). “Duro de cuidar” parecía ser, por lo que pudimos ver a simple vista en el primer trailer, una película que no llenaría del todo nuestras expectativas. Pero, al parecer, los números probaron lo contrario, ya que lleva durante tres semanas consecutivas como número uno de taquilla en los Estados Unidos, venciendo a las películas de “Annabelle 2: La creación” y “Dunkerque”. Michael Bryce (Ryan Reynolds) es un agente de protección de primera categoría bajo el lema “Lo aburrido siempre es mejor”, quien en su último trabajo como guardaespaldas su cliente es interceptado y asesinado bajo su tutela. A partir de este momento y dos años después de este acontecimiento, todo en su vida estará a punto de cambiar, ya que su nueva misión será proteger a un asesino a sueldo llamado Darius Kincaid (Samuel L. Jackson) de las manos de el dictador bielorruso Vladislav Dukhovich (Gary Oldman) quien se encuentra bajo juicio por sus crímenes. La misión de Bryce será proteger y mantener con vida a Kincaid para que logre testificar contra Dukhovich y así terminar su sangrienta tiranía. La acción y las aventuras realmente comienzan cuando ambos, Bryce y Kincaid, se encuentran y recuerdan su enemistad, la cual deberán dejar de lado para poder sobrevivir y trabajar juntos. Uno de los puntos a destacar en esta película y que la acompaña bastante bien en cuanto a las escenas de acción, es la banda sonora. Está compuesta por Atli Örvarsson, cuyos trabajos podemos ver en series como: “La Ley y el Orden” y “Chicago Fire” y también en películas como: “Cazadores de Sombras: Ciudad Hueso” y “Al filo de los diecisiete”, entre otros reconocidos títulos. Esta banda sonora también cuenta con grandes canciones de los ochenta como “Hello” de Lionel Richie y “I want to know what love is” de Foreigner y hasta un tema cantado por el mismísimo Samuel L. Jackson “Nobody gets out alive” también incluido en dicha banda sonora. Para ir cerrando, “Duro de cuidar” es una película que posee no solo buenos efectos visuales, sino también buenas escenas de acción, ya que al director no le gusta el efecto de la “pantalla verde”, por lo que los choques y las escenas de riesgo, son reales. La película a pesar de su larga duración (1h 58min para ser exactos), es entretenida, graciosa y la dupla de Ryan Reynolds con Samuel L. Jackson de seguro dará que hablar por su buena química y humor.
Dos patas de un buen disparate Ryan Reynolds y Samuel L. Jackson se divierten y divierten en esta comedia de acción para adultos. Así como Deadpool, el año pasado, sorprendió por su nivel de violencia y humor en un cóctel imprevisible, siempre, otra comedia de acción con su protagonista, Ryan Reynolds, llega hoy a los cines argentinos. No está Reynolds solo, sino que Duro de cuidar es una buddy movie, una película de pareja al estilo Arma mortal, o tantas otras del cine hollywoodense. Y quien lo acompaña, como la otra pata de este disparate entretenido, es Samuel L. Jackson. Ambos son dos tipos de disparo certero. El primero, Michael, era un guardia de seguridad privada que ve cómo su imperio se le desmorona cuando alguien asesina de un certero balazo a un cliente (un traficante de armas, de apellido Kurosawa…) y pasa a hacer trabajos menores. El otro es un asesino a sueldo que tiene que testificar en contra de un dictador bielorruso (Gary Oldman). Si lo hace, liberan a su esposa (Salma Hayek). Y lo contratan a Michael para “cuidarlo” en su traslado. Ya se sabe que a Gary Oldman el desborde le sienta bien, así que su personaje, entre esquizofrénico y demencial, está a la enésima potencia. Y como todo es desbocarse y desenfreno, está bien. Esta comedia negra -negrísima- no le teme a nada. Tampoco a no ser políticamente correcta, ya que se nutre de los atentados terroristas, sin preocuparse por nada más que por entretener. Rodada prácticamente en Europa (Londres, Amsterdam, y varias secuencias en Bulgaria por cuestión de abaratar los costos), está armada a partir de secuencias de acción, con algunas persecuciones realmente muy bien filmadas (en los canales de Amsterdam) en las que lo inverosímil no molesta sino todo lo contrario. Duro de cuidar no aporta más que desenfado al ya trabajado género de los compinches de acción que tanto pulularon en los años ’80 y ’90, pero por lo que sucedió en los Estados Unidos, donde se estrenó hace menos de un mes y revitalizó la taquilla de una temporada flojísima, se ve que al público le atrajo y le agradó. Y eso no es poco en los tiempos que corren por allá y por acá también.
El guardaespaldas Michael Bryce (Ryan Reynolds) es un guardaespaldas de primera clase que es infalible en su trabajo, al menos hasta el momento en que pierde a un cliente y su vida se viene a pique. Tiempo después se gana la vida protegiendo a gente poco importante pero su ex esposa Amelia (Elodie Young), una agente de la INTERPOL, le ofrece un trabajo y a regañadientes acepta escoltar y llevar sano y salvo a la corte de La Haya en Holanda para que testifique contra Vladislav Dukhovich (Gary Oldman) un dictador de una pequeña república europea. Desde su premisa la película ya plantea una suerte de homenaje/parodia a las películas de acción de la década del 80 y principios de los 90, Y aunque le sale bien, se hace bastante predecible por momentos y hace decaer el ritmo un poco. El fuerte está en su elenco de reconocidas figuras ya que son ellos quienes logran sobrellevar lo cliché que son sus personajes, sobre todo el dictador que encarna Gary Oldman. Además el divertido dúo protagónico hace todo más fácil ya que tiene una excelente química. Patrick Hughes es un director joven que aún no tiene experiencia pero en esta película muestra lo que había dado en sus obras anteriores (Red Hill y Los Indestructibles 3) y ratifica que es muy bueno para la acción, en este caso acompañadas por un recorrido por algunas importantes ciudades europeas. Duro de Cuidar es una entretenida comedia de acción que no va a reescribir el género y que sirve para pasar casi dos horas de diversión sin sentido.
Una pareja explosiva y malhablada Duro de cuidar es una comedia de acción y un ejemplo muy claro de varios componentes del cine 2017: es una coproducción global (Europa más China y los Estados Unidos), con protagonistas y lógica de acción de Hollywood, rubros técnicos y artísticos ocupados por gentes de otras nacionalidades, actores secundarios que apuntan a diferentes mercados, duración excesiva, espectacularidad en demasía que termina mermando el interés, falta de imaginación para la música y -lo más molesto- componentes de montaje y encuadre televisivos, sobre todo al principio. ¿Y qué es lo bueno? Más allá de las secuencias de golpes, tiros y persecuciones resueltas con potencia, claridad y mucho de vistoso, la película recupera algo casi en extinción. Esta historia de un guardaespaldas, ahora en declive profesional (Ryan Reynolds) que tiene que proteger a un asesino a sueldo -que supo ponerlo en jaque (Samuel L. Jackson)- y llevarlo desde Manchester a La Haya para que declare contra un dictador bielorruso (Gary Oldman), tiene algo en lo que se destaca, y que la hace un exponente menos cabal de 2017: brilla en los diálogos y en la química entre los protagonistas. Reynolds y Jackson son realmente explosivos en su relación de odio-respeto, y lo es también la interacción -aunque breve- de cada uno con sus mujeres. Y ellos dos, más Salma Hayek, hacen una verdadera exhibición gloriosa de lo que Pauline Kael llamaba el nada sencillo "arte de la puteada".
Se estrenó sobre el final de una temporada veraniega (boreal) con muchos más fracasos que sucesos. Fue recibida con críticas lapidarias y, sin embargo, se mantuvo tres semanas en el primer puesto de la taquilla de los Estados Unidos. Contra todos los pronósticos, esta comedia física de acción tan absurda como sangrienta que bebe de la tradición de las viejas buddy-movies resulta un simpático y eficaz entretenimiento con una punzante dupla protagónica acompañada en personajes secundarios por unos delirantes Gary Oldman y Salma Hayek. Fui a ver esta película varios días después de su estreno en los Estados Unidos (a la Argentina llega un mes después que allí) y ya había leído a la inmensa mayoría de los críticos top de ese origen burlarse de ella y despacharse con reseñas incineratorias. Aun dejando por sentado que no se trata de ninguna obra maestra y que en varios momentos es una acumulación de elementos genéricos ya bastante usados, no puedo más que discrepar con mis colegas norteamericanos: Duro de cuidar es una combinación entre esas buddy-movies ochentistas y noventistas, el humor físico de la screwball-comedy, el espíritu del cine clase B y de los dibujos animados a-la-Tex Avery, y las películas de acción sangrientas, autoconcientes y malhabladas (como Deadpool, también con Ryan Reynolds) que funciona bastante bien y entretiene de manera genuina. No pocos la definieron como una mala copia del cine de Shane Black y Quentin Tarantino, y aunque en la comparación no llegue a esos niveles ni tampoco a las alturas de John Wick y ni siquiera de la reciente Atómica, Duro de cuidar es una película con una narración vistosa y virtuosa, con una dupla (Reynolds y Samuel L. Jackson) con mucha química y con un toque revulsivo y provocador que molestó a los fanáticos defensores de la corrección política, que le cuestionaron que se metiera con atentados terroristas y genocidas. Pero la nueva película del director de Los indestructibles 3 jamás apuesta al realismo: sus conflictos llevados al terreno del absurdo, sus personajes exagerados hasta lo estereotipado y su apuesta permanente por la comedia negra, estilizada y sangrienta no hacen más que distanciar al relato de cualquier lectura política o correlato con la realidad. Reynolds es un experto en seguridad privada cuya hasta entonces exitosa compañía en Londres quiebra cuando un traficante de armas japonés de apellido Kurosawa es asesinado delante de sus narices. Devenido en un alma en pena, su Michael Bryce se convierte de príncipe en mendigo. Por su parte, Jackson es Darius Kincaid, un asesino a sueldo encarcelado en Manchester al que le ofrecen testificar contra un dictador bielorruso (Gary Oldman) y con eso lograr la liberación de su esposa (Salma Hayek). Tanto Jackson como Oldman y Hayek están muy divertidos en sus interpretaciones hiper exageradas que sintonizan a la perfección con el artificio de la propuesta. El resto tiene que ver con adrenalínicas, coreográficas y pirotécnicas set-pieces rodadas en distintas ciudades como Amsterdam (aunque buena parte de la película se filmó en Bulgaria para abaratar costos). Como quedó dicho, no hay nada especialmente innovador en Duro de cuidar, pero constituye un noble y eficaz entretenimiento aun transitando sobre terrenos conocidos.
La de las buddy movies es una fórmula que funciona hace décadas y la clave está en la química. Cuando se suma a la mezcla el elemento policial surge un proyecto como The Hitman’s Bodyguard, uno de esos tras los pasos de Lethal Weapon, 48 Hours o Kiss Kiss, Bang Bang, una comedia restringida de acción de aquellas que se hacen cada vez menos. Y para que todo ande sobre ruedas es clave la dupla que se elija, algo que se aprueba con creces al poner en el centro a Ryan Reynolds y Samuel L. Jackson, dos insultadores de primera con sus metralletas verbales bien afinadas, que a base de carisma ayudan a ignorar los elementos menos destacados.
Bienvenida la posibilidad de ver a un actor como Samuel Jackson en un rol en el que se lo ve disfrutar todo el tiempo. Secundado por Ryan Reynolds, la comedia de Patrick Hughes desanda los caminos de la buddy movie más visceral, potenciada por un humor digno de las últimas películas de Apatow. En el derrotero de ese testigo protegido (Jackson) que debe llegar a buen destino para dar su testimonio, “Duro de Cuidar” se posiciona como un film que revisita el género para construir su propia visión sobre este tipo de films, jugándole en contra su excesiva duración. Atentos a la participación de Salma Hayek, que se ríe de sí misma y sus participaciones en películas como “Del crepúsculo al amanecer”.
Es la buddy movie del momento, primera durante tres semanas en la taquilla de Estados Unidos. Una comedia de acción violenta que se aprovecha del carisma de sus protagonistas: Ryan Reynolds, haciendo ese galán perdedor y antihéroe que tan bien le sale, como demostró en Deadpool, y Samuel Jackson, con lo que tan bien le conocemos. El primero es un guardaespaldas venido a menos, el segundo, un matón invencible que debe llegar sano y salvo para atestiguar contra un sangriento líder ruso, interpretado por Gary Oldman en plan sacado. Un disparate autoconsciente de esos que hacen gritar y aplaudir a la audiencia de allá (y a la de acá también). Simpático, y para ser tomado como lo que es: una gran broma
Es probable que lea críticas destructivas respecto de esta película. Y, es cierto, tiene problemas serios en cuanto a desarrollo del guión, ritmo narrativo, etcétera. Pero también tiene un elenco conformado por cuatro actores con demasiadas ganas de divertirse. Da la impresión de que, cuando vieron el guión y en lo que se metían, decidieron pasarla lo mejor posible. Pues bien, esta película, que narra cómo el mejor guardaespaldas del mundo (Reynolds, que no volverá a tomarse en serio nunca más) tiene que proteger al mejor sicario del mundo (Jackson, que quizás tampoco vuelva a tomarse en serio, si alguna vez lo hizo) para que declare contra un dictador (Oldman, que a veces se divierte) es la excusa para reírse del absurdo del cine de acción contemporáneo –después de todo, el fan puede decir “Ey, Deadpool tiene que cuidar a Nick Fury”, y básicamente el film explota esa característica– y para que los intérpretes hagan un poco lo que quieren. En esa libertad un poco extraña, un poco conseguida a contrapelo, radica el atractivo de la película. Que es, ni más ni menos, sobre el trabajo del actor de cine en el mundo de las superproducciones. Ese, por casualidad, es su verdadero tema, lo que permite que uno se divierta sin pensarlo demasiado y, al mismo tiempo, se ponga del lado de estos tipos, sujetos a tiros y explosiones por un puñado de dólares.
Hace rato que no se estrena una buena buddy movie y esta no es la excepción pese a sus dos grandes protagonistas. Muy lejos quedó la saga Arma Mortal, y si bien hace poco vimos un peliculón como The nice guys (2016), no es algo que abunde. Planteada como una comedia de acción, Duro de cuidar (pésimo título para este territorio) no llega a causar risas en las partes supuestamente cómicas ni a sorprender en las secuencias de explosiones, persecuciones y/o peleas. El gran problema es la repetición. Ya vimos todo (y mejor) en otras películas. El director Patrick Hughes, responsable de la última -y más floja- entrega de The Expendables, no logra un film conciso, con una mezcla de géneros medio desordenada. La puesta en escena es buena pero inferior a una película de acción de primer nivel y eso resalta mucho. Lo que salva al film es la excelente dupla compuesta por Ryan Reynolds y Samuel L. Jackson. Cada uno genial en lo individual y potenciados juntos. El ida y vuelta entre ellos y el arco de transformación de personajes está muy bien desarrollado. También se destacan los papeles secundarios: Salma Hayek en un rol bastante gracioso y Gary Oldman como un villano con todos los clichés. Queda bien claro que lo mejor de la película es su elenco. En definitiva, Duro de cuidar es un film entretenido pero no mucho más que eso.
EL GUARDAESPALDAS Esto ya lo vimos, y antes tampoco nos hizo gracia. Hasta la fallida traducción local nos da a entender que “Duro de Cuidar” (The Hitman's Bodyguard, 2017) guarda grandes reminiscencias con el cine de súper acción de las décadas del ochenta y noventa. La comedia de Patrick Hughes, responsable de “Los Indestructibles 3” (The Expendables 3, 2014), exuda testosterona y lugares comunes a conciencia, tratando de reírse de sí misma y de las grandes “buddy cop movies” que la precedieron. A pesar de que el machismo, la misoginia, la violencia excesiva, los insultos a mansalva y todos los demás clichés del género están puestos ahí a propósito, la película no logra totalmente su objetivo porque el humor no alcanza para balancear tanta acción desenfrenada y una trama que no requiere muchas neuronas. Ni la buena química entre Ryan Reynolds y Samuel L. Jackson, ni los chistes subiditos de tono consiguen que la experiencia sea meramente entretenida, más que nada porque dicha historia ya la vimos demasiadas veces. Michael Bryce (Reynolds) es un experto en servicios de seguridad que cae en desgracia tras perder a uno de sus afamados clientes. Dos años después, y dedicado a proteger a personalidades menos importantes, debe aceptar a regañadientes la misión de cuidar a Darius Kincaid (Jackson), un asesino a sueldo con un prontuario más que abultado, pero que resulta ser el testigo clave que podría poner tras las rejas a Vladislav Dukhovich (Gary Oldman), el dictador de Bielorrusia culpable de varias masacres. Los inmaculados métodos de Bryce chocan con la imprevisibilidad de Kincaid, pero ambos deben dejar sus diferencias (y su pasado) de lado para unir fuerzas y sobrevivir a los matones que los persiguen por la mitad de los países de Europa. Así es, la odisea de estos dos comienza en las calles de Londres y terminará en los juzgados de Holanda. En el medio hay explosiones, un montón de cuerpos acumulados, persecuciones de todo tipo, traiciones (porque nunca pueden faltar los infiltrados en la Interpol) y conflictos de pareja. Bryce debe seguir las órdenes de su ex Amelia Roussel (Elodie Yung), mientras que Darius hace todo lo posible para que su esposa Sonia (Salma Hayek) no sea acosada por la policía. Acá no hay misterios, sino una trama bastante previsible. Lo importante es que la acción y los chistes no paran en ningún momento, aunque la historia y el público lo necesiten. Una aventura contrarreloj diseñada para romper todo lo que se cruce por su camino, y de paso llevarnos a pasear por las ciudades más lindas de Europa. Esto es todo lo que tiene para ofrecernos “Duro de Cuidar”, una película que ya vimos demasiadas veces, ahora ambientada en el turbulento siglo XXI donde las comunicaciones y la tecnología parecen complicarlo todo. Jackson y su vulgaridad se destacan por encima de la corrección de Reynolds, aunque sabemos que, gracias a “Deadpool”, podrían estar a la misma altura. Ambos siguen a rajatabla los estereotipos del “policial bueno apegado a las reglas” y el “delincuente que nació para romperlas”. El resto: Goldman y un villano genérico que molesta, Yung y ootra actuación olvidable para su currículum, y Salma haciendo de la típica latina fogosa que divierte a expensas de su acento marcado, su tosquedad y sus curvas marcadas. “Duro de Cuidar” es una de esas comedias para el espectador (¿masculino?) poco exigente. Correcta desde su realización, aunque no se destaque desde ninguno de sus aspectos visuales. Lo más flojo, sin dudas, es su guión, fallido para alcanzar el estatus de parodia, y aún mucho más para entregarnos una película entretenida y disfrutable más allá de sus numerosas falencias.
Mas allá del nombre -sea en su idioma original o cualquiera de sus traducciones según el país-, con el que el film intenta parodiar algunos films de acción -entre ellos aquel clásico de 1992 protagonizado por Kevin Costner con la genial banda sonora a cargo de Whitney Houston, pero sin la historia de amor entre los protagonistas-, Duro de cuidar refresca la cartelera con esta comedia de acción protagonizada por una pareja antagónica con una vuelta mas de tuerca. Ryan Reynolds protagoniza a un obsesivo y prolijo guardaespaldas que deberá llevar sano y salvo a un asesino a sueldo -Samuel L. Jackson- dispuesto a testificar ante la Corte Internacional de justicia de La Haya contra un ex presidente ruso. Pero ambos parecen tener cuentas pendientes del pasado, que sumados a los innumerables sicarios del dictador transformaran su llegada a la corte en una odisea. Patrick Hughes, responsable también de Los indestructibles 3, sabe utilizar la fórmula del género y combina acertadamente secuencias de acción cruda y violenta -especialidad de Hollywood con protagonistas imparables en el arte de eliminar a sus enemigos-, con extensas persecuciones enmarcadas por admirables locaciones como Ámsterdam, Londres y Bulgaria, y otras escenas en tono de comedia basadas en los diálogos y gags surgidos de la buena química entre Samuel L. Jackson con Ryan Reynolds, intercalando flashback y contrapuntos musicales para parodiar algunos de los clásicos de los que bebe o al menos se ríe de ellos. Aunque el afiche local no permitió descubrir a simple vista, como en el americano, la parodia de El Guardaespaldas -Ryan Reynolds sosteniendo en brazos a Samuel L. Jackson respetado todas las tipografías, escalas cromáticas y fondos del original de Kevin Costner a Whitney-, algunos flashback al son de "I Will Allways Love You" -tema central de la banda sonora de El Guardaespaldas- rinden un divertido homenaje. Pero la vuelta de tuerca esta dada por el tono o enunciación elegida para la narración, sobre todo por parte de Ryan Reynolds, que hereda de mucho de Deadpool y su afán por romper la cuarta pared con el espectador. Del súper héroe también hereda a un Ryan Reynolds verborrágico, metódico, enamorado de una morocha de armas tomar, con una banda sonora con éxitos de los 80, un villano cruel e inescrupuloso, escenas de comedia romántica en medio de violencia extrema y gags cómicos e inverosímiles intercalados con discursos sobre la inocencia y la culpa o sobre la vida y el amor. La química entre la dupla Reynolds / Jackson resulta refrescante a pesar de ser estereotipos de papeles que han hecho anteriormente -Jackson es el clásico criminal que en el fondo tiene buen corazón o al menos un código de honor y Reynolds casi una prolongación de Deadpool-, y muy bien acompañados de un grupo de secundarios muy eficaces, como Salma Hayek -la esposa de vocabulario procaz y soez- y Gary Oldman -como el dictador despiadado-, tal vez ambos un poco desaprovechado, junto a Élodie Yung -Elektra en la serie de Daredevil-, entre otros. A pesar de los clichés y algunos gags muy previsibles, Duro de cuidar imprime los tiempos justos de cada género para lograr un relato de acción divertido y efectivo. Me resulta interesante destacar que tal vez por los escenarios elegidos y los recientes acontecimientos internacionales ocurridos en Europa, la audiencia difícilmente se abstraiga de ello y algunas escenas de persecuciones y explosiones añadan otros aditivos en la percepción del espectador.
Aunque los traductores no lo crean, el día llegará en que se acabarán los “Duro de…” para “interpretar” como nuevo título en español. Y ahí veremos qué sucede. Mientras tanto, nos tenemos que contentar con este “doblaje” forzoso que, de todos modos, teniendo en cuenta la película de la que se trata, no molesta. Y es que Duro de Cuidar es The Hitman’s Bodyguard (“El guardaespaldas del asesino” sería a lo sumo, lo cual tampoco es un gran título), un film que no se toma demasiado en serio, en buena parte porque sabe que no puede. Para ser completamente honestos, más que una película parece un proyecto destinado únicamente a financiar las vacaciones de quienes participan en ella. El despliegue de lugares turísticos es igual o mayor que el número de explosiones en pantallas, y el nulo cuidado de los efectos especiales y en especial los recortes por chroma o pantalla verde (no se ve algo tan mal integrado a la escena por lo menos desde el año ’85) no hacen más que confirmar lo anterior. El montaje televisivo sumado a una muy poco inspirada selección musical para la banda sonora tampoco ayudan al desempeño de la película. Sin embargo, Duro de Cuidar no es mala. Sí, así como suena: es sumamente entretenida y su realizador, Patrick Hugues (cuyo antecedente es la también mediocre Los Indestructibles 3) parece saberlo, reposando en el hecho de que la química entre Samuel L. Jackson y Ryan Reynolds es tan grande que “nada más importa”. Lógicamente, se equivoca, pero su desacierto es menor: es cierto que esta buddy movie no tiene nada para ser recordada, pero también lo es que hay un cierto goce en ver disfrutar a actores que nos caen bien y que, sin duda, la están pasando muy bien mientras trabajan. Así, los diálogos y situaciones disparatadas entre un guardaespaldas y el asesino a quien protege se suceden con buen timing de comedia, y Reynolds y Jackson se sacan chispas para ver quién es más ocurrente. La historia es una excusa, y aunque es evidente entra en el mismo código: no importa. El pretexto para introducir a Gary Oldman (repitiendo su rol de ruso malvado en Avión presidencial / Airforce One) es que éste es un dictador asesino que debe ahora comparecer ante la corte de La Haya, y claro que hará todo para quedar inocente. Así eso signifique eliminar a todos los testigos, como Jackson, un mercenario con consciencia y una moral un tanto ambigua. Duro de Cuidar es la definición de película de verano, o más aún, esa que llega doblada al español neutro un sábado por la tarde. Para los memoriosos, es cine shampoo de la matinee de un fin de semana televisivo. No aporta nada ni tampoco molesta.
Divertida comedia negra con guardaespaldas y asesino Un argumento minimalista y acción a raudales, en una trama donde todos quieren matarse con todos. La acción brota a raudales en esta comedia negra muy bien dirigida por Fran Hughes, encargado de la última entrega de la trilogía de "Los indestructibles". El argumento tiene cierta originalidad al mostrar los problemas que tiene un guardaespaldas venido a menos en su profesión cuando es comisionado para llevar a uno de los mas temibles asesinos a sueldo desde Inglaterra hasta el tribunal de La Haya para que declare en contra de un terrible dictador. La trama tal vez sea minimalista, pero da lugar a todo tipo de escenas divertidas en las que interactúan los dos protagonistas, Ryan Reynolds como el guardaespaldas, y Samuel L. Jackson como el asesino que hay que cuidar. El detalle de que ambos se detesten y sobre todo de que Jackson no tenga ningún problema en tratar de liquidar a su protector, dado que no tiene muchas ganas de testificar, mientras varios asesinos tratan de matarlos a ellos, resulta en una vertiginosa mezcla de humor y violencia que tiene su momento culminante cuando estos dos tipos de temer comparten un viaje con unas monjas. Justamente, otro atractivo de esta explosiva road movie es la variedad de paisajes que usa como fondo para sus tiroteos a granel.
Duro de cuidar es acción en grandes dosis y comicidad en menor medida protagonizada por una pareja actoral con buena química. Ryan Reynolds es Michael Bryce, un agente de seguridad caído en desgracia por una misión fallida, que tiene la responsabilidad de trasladar, sano y salvo, desde Londres hasta La Haya, a un sicario Darius Kinkaid (Samuel Jackson) que debe testificar contra un dictador de Bielorrusia, Vladislav Dukovich (Gary Oldman), que cometió crímenes de lesa humanidad. A cambio de su testimonio, Kinkaid pretende lograr la libertad de su encarcelada esposa Sonia (Salma Hayek). Bryce, por otro lado, de ser exitosa su misión, pretende reconquistar a su ex mujer (Elodie Yung), que trabaja en el Servicio de Inteligencia. El título original es The Hitman’s Bodyguard (El guardaespaldas del sicario) y resulta bastante irritante que, por inexplicables motivos de marketing, se lo haya cambiado a este Duro de cuidar que suena más a baby sitter teniendo que velar por una criatura insoportable. El director de todo esto es Patrick Hughes, responsable de Los indestructibles 3 (The Expendables 3), llevando a cabo una fórmula que nunca pierde vigencia, ya sea realizada con mayor o menor pirotecnia visual y verbal, que está sujeta a la química entre los actores elegidos. Esto es, una pareja que debe soportarse a pesar de las diferencias para llevar a cabo un fin. Dos tipos que se odian pero se respetan las lealtades. La cosa funciona (casi) siempre, desde Jerry Lewis y Dean Martin, pasando por Eddie Murphy y Nick Nolte en 48 horas, Robert De Niro y Charles Grodin en Midnight run, Mel Gibson y Danny Glover en Arma mortal, hasta la más reciente Dos tipos peligrosos con Ryan Gosling y Russell Crowe. En este caso, Ryan Reynolds, en un muy buen momento de su carrera, gracias a Deadpool y, quien ya es un clásico, aunque a veces se repita demasiado, Samuel Jackson. Es notable y para destacar la prolífica carrera del nominado al Oscar por Pulp Fiction, un actor cercano a los 70 años, cuya filmografía despegó con esa película, cuando contaba con 48 diciembres en su haber y que, desde entonces, está presente en las pantallas a un promedio de cinco films por temporada. Por el lado de las damas, una explosiva Salma Hayek es la latina que putea en dos idiomas. Duro de cuidar no tiene otra misión que la de entretener, con una despareja dosis de chistes no siempre eficaces y un envoltorio a veces lujoso (por moverse por grandes ciudades como Londres, Amsterdan y La Haya). Persecuciones en las que chocan autos, lanchas y motos, coreografiados como en la vieja escuela. Y en algunos momentos, explosiones y fuego generados por CGI que parecen medio berretas. En algunos tramos es caótica y en otros inusitadamente sangrienta. Quizás la clave para entender en que falla Duro de cuidar es que no se trata de una comedia de acción, sino más bien de una parodia. No en vano uno de sus posters es casi una caricatura de El guardaespaldas, con Whitney Houston y Kevin Costner. Aquí con Reynolds llevando en brazos a Jackson.
Crtítica emitida en Cartelera 1030, Radio Del Plata (AM 0130) el sábado 16/9 de 20:10-21hs.
Un experto en seguridad debe transportar a un asesino a sueldo para testificar en un juicio contra un dictador en esta curiosa y explosiva comedia de acción con escenas de inusitada violencia. Samuel L. Jackson, Ryan Reynolds, Gary Oldman y Salma Hayek son los protagonistas. DURO DE CUIDAR parece la combinación de dos películas en una. O, mejor dicho, de dos tonos/tipos de películas en una. Si bien las tramas sobre dos hombres muy distintos entre sí –casi enfrentados– atravesando situaciones de peligro, escenas de acción y violencia son un subgénero en si mismo, raramente las secuencias ligadas a los personajes y las relacionadas con la acción tienen un tono tan distinto. Las primeras, en las que vemos a Ryan Reynolds y a Samuel L. Jackson, viajar desde Manchester a La Haya para presentar allí un testigo (Jackson) que pueda mandar a la cárcel al dictatorial presidente de Belarus (Gary Oldman, desaprovechado), se juegan en un tono burlón, amable, cómico, lo esperable de dos especialistas en diálogos rápidos, irónicos y plagados de malas palabras como pueden serlo Reynolds y Jackson. Es esa la mejor y más simpática película de las dos. La otra es un filme de acción de una violencia inusitada para este tipo de entretenimiento masivo. Las escenas de persecución son impactantes en términos de producción pero narrativamente muy confusas (a nuestra dupla protagónica la persiguen los matones del dictador para que el testigo no llegue a destino y a la vez a ellos los persigue Interpol pero difícil es darse cuenta quién le dispara a quién) y llama la atención lo sanguinarias que son, especialmente en relación con la canchera liviandad de los diálogos. Más allá de que es un producto que en ningún momento apuesta por la plausibilidad cuesta, aún en la pura ficción, imaginarse a los protagonistas hablando de sus problemas amorosos y hasta cantando mientras se masacra gente alrededor de la manera en la que Hughes lo hace. No es que no sea común la estructura, lo que sorprende es la virulencia de estas escenas, con bombas que matan decenas de personas, historias cruentas del dictador y, en la persecución en sí, un llamativo nivel de dureza que es más acorde al de otro tipo de película –o tono– que a esta mezcla de BAD BOYS, 48 HORAS o cualquier otro tipo de similar relato de personas aparentemente antagónicas (en profesión, en modo de actuar) y de distintas razas que se unen a la fuerza por una causa común. Aquí, Reynolds como un especialista en seguridad personal (más un estratega del cuidado que un típico guardaespaldas) y Jackson como un asesino a sueldo que le ha hecho varias veces la vida imposible, pero hoy es a quien tiene que proteger porque es el único que puede poner en prisión al citado dictador. Hay romances en el medio (Salma Hayek se divierte como una suerte de malhablada gángster mexicana casada con el personaje de Jackson, mientras que el romance de Reynolds con Elodie Young es bastante más soso) y situaciones entre los dos protagonistas que son realmente graciosas, en especial por su diferencia de estilo y personalidad para resolver problemas. El problema es que la película que los rodea parece dirigida por otro realizador, uno al que no le avisaron que, en paralelo, los protagonistas venían haciendo una comedia.
Honestamente, no entiendo a los críticos. Le han perdonado la vida a cada bodrio rampante – desde espantosas aventuras para “jóvenes adultos” hasta las películas de Tyler Perry -, pero no pueden soportar una rutinaria comedia de acción bien hecha. Le han caído a palos a The Hitman’s Bodyguard sin detenerse a pensar si es un espectáculo sólido – el cual es, y en donde el público le ha dado su bendición con el Top 1 en el box office durante dos fines de semana seguidos… aunque, si bien es cierto, fueron los fines de semana mas flojos en recaudación de los últimos años -. Tendrá sus desprolijidades pero, que uno se divierte con Samuel L. Jackson y Ryan Reynolds, es sin dudas innegable. Para los fans de Deadpool The Hitman’s Bodyguard es una excelente pieza de compañía. Claro, Reynolds acá la juega de tipo serio y es Sam Jackson el que pierde los cabales, puteando a 10.000 por hora como solo él puede hacer – ha convertido su motherf… en una marca registrada -. Hay situaciones bizarras, mucha acción filmada como los dioses – algo sorprendente pensando que ésta es una comedia de acción, en donde el hincapié está puesto en los chistes -, y un grupo de actores con una química impecable. Reynolds y Jackson se sacan chispas y funcionan de maravillas. Y sí, es probable que haya una secuela y yo estoy dispuesto a comprar desde ahora el ticket para verla. En sí The Hitman’s Bodyguard es una versión hipercafeinada de Midnight Run – aquella deliciosa comedia de acción de 1988 donde Robert De Niro debía llevar a un sufrido Charles Grodin para que atestiguara frente a sus antiguos jefes de la mafia -, sólo que aquí los roles están cambiados. El testigo es mas malo que la peste y el custodio, si bien es letal, no deja de ser un ingenuo lleno de mañas. Claro, el tipo era un guardaespaldas top hasta que le mataron a un cliente VIP, toda la comunidad dejó de creer en su eficiencia y, desde entonces, rasca las monedas del tarro, pasando de un Jaguar último modelo a manejar un Ford C-Max y llevando impresentables contadores cocainómanos ante las fuerzas policiales. Para colmo el flaco tiene su corazoncito puesto en una dura agente de Interpol – Elodie Yung, probando suerte en la gran pantalla luego de su gran debut en la segunda temporada del Daredevil de Netflix -, el cual lo trata para el c… pero él la sigue amando igual. Reynolds no es el único con mal de amores; Jackson se desvive por una latina con mal genio tan letal como él (Salma Hayek, robándole cámara a Jackson a la hora de putear a 10.000 por hora en tres lenguas diferentes), la cual está en la cárcel… aunque quizás por no mucho tiempo. The Hitman’s Bodyguard está plagada de momentos deliciosos fruto del roce de Reynolds y Jackson. Y, si hay algo que no funciona, es el personaje de Gary Oldman, el que parece pertenecer a otra película mucho mas seria. Ok, en una comedia como éstas hay que demostrar que el malo es malo y liquida gente – recuerden sino Arma Mortal 2 -, pero acá el dictador bielorruso de Oldman cae en un par de momentos de mal gusto, sea matando la familia de un tipo delante suyo – aunque las muertes ocurren fuera de cámara -, ordenando genocidios, enterrando cuerpos en fosas comunes o torturando al vendido Joaquim De Almeida de la peor manera posible. No importa la lógica de los hechos; The Hitman’s Bodyguard no está pensada para ser realista sino para ser una gozada hasta que termine. Claro, es un formato viejo de comedia de acción – que estuvo tan de moda en los 80 y los 90 – pero, para mí, sigue siendo deliciosamente efectivo. Jackson, Reynolds y sobre todo Hayek roban escenas como los dioses, y se sacan chispas en una comedia efectiva e inspirada, la que podrá seguir caminos trillados pero nunca deja de entretener.
La muerte les sienta bien Esta realización, que se vincula desde el primer momento en lo que se conoce como del género comedia de acción, en una primera secuencia, que finaliza con el rostro petrificado de Michael Bryce (Ryan Reynolds), al mejor estilo Buster Keaton, termina refrendando a lo largo de la narración eso que proponía en los primeros minutos. Secundado, apoyado, exacerbado, por un diseño de sonido y una banda sonora en representaciones más narrativas que climáticas. En estos términos la música, las canciones y la forma en que se las utiliza, nunca dejan de recordarnos hasta el final que el filme se burla del propio género al que se adscribe. Lo segundo que sucede para sostener y desarrollar la premisa, pero que en la realidad es prioritaria para la misma, es el establecimiento de la famosa química entre sus protagonistas. Eso también se logra- La aparición de Darius Kincaide (Samuel L. Jackson) en la historia, y el encuentro con quien deberá ser su guardaespaldas definitivo es de guión, pero de un buen guión, por momentos se asemejan, salvando las distancias, en tanto posición de ambos en contradicción como mecanismo de humor a la establecida entre Stan Laurel y Oliver Hardy El director Patrick Hughes (“Los mercenarios 3” / “The Expendables 3”, 2014) construye la relación de ambos en medio de las escenas de acción a gran escala, siempre en tono de comedia, dos personajes que se odian, ambos lados de una misma moneda, y un villano que parece extraído de un manual de guión, sólo que en este caso Vladislav Dukhovich (Gary Oldman) y el traidor necesario y de turno, como una farmacia, es Jean Foucher (Joaquin de Almeida), ambos actores conocen esos personaje de memoria, y se nota. Para quedar establecido como una producción de neto corte clásico no pueden faltar las subtramas, aquellas que le da un respiro al espectador sobre la trama principal, y al mismo tiempo distienden tanto en el género del suspenso y/o policial, en este caso al ser dos protagonistas, son dos subtramas, que parecen interrelacionarse entre las mismas pero nunca sucede. Como otra variable de ruptura. La gran diferencia entre ambas se establece por quienes sostienen a los personajes, Sonia Kincaid (Salma Hayek) como la esposa de Darius, y Amelia Rousell (Elodie Yung). como la ex de Michael. La primera sabe perfectamente cual es el juego que se proponen y lo juega de maravillas, la segunda nunca le encuentra el tono al personaje y no se dio cuenta que es un juego, pasa casi desapercibida por el poco tiempo en pantalla y por sus compañeros. La historia se centra en estos dos personajes Michael, uno de los mejores guardaespaldas del mundo, que debe trasladar a Darius, un peligroso asesino a sueldo, a los tribunales de La Haya como testigo en el juicio contra Vladislav Dukovitch. Uno cuida sin preguntar a quien esta cuidando en realidad, el otro mata y nadie se pregunta la razón real de su accionar. La traducción del titulo original del filme seria algo así como “El guardaespaldas del sicario”, ¿A que se debe la modificación? Peleas bien coreografiadas, persecuciones de autos, motos, lanchas. aviones, etc. muy bien filmadas, un guión con diálogos inteligentes y mucho humor, sumado al contrapunto exacto de la pareja protagónica. Descubrir las dotes actorales de Samuel L. Jackson a esta altura parecería ser casi una falta de respeto, mientras el canadiense Ryan Reynolds desde antes de “Enterrado” (2010) viene demostrando ser un gran actor todo terreno Entretenimiento asegurado, secuela casi también, ¿Estaremos frente a otra saga tipo “Arma Mortal”. 1987, 1989, 1992 y 1998) (*) Dirigida en 1992 por Robert Zemeckis.
Testigo en peligro Cierto sector del Hollywood de las últimas dos décadas ha logrado la proeza de transformar a la comedia en un género menor destinado a burgueses y lúmpenes oligofrénicos que se regodean en su humor bobalicón, grasiento y profundamente apolítico, lavado de cualquier elemento sacrílego para con las instituciones o -aunque sea- los grandes “preceptos” del sentido común, ese que fuera en otras épocas el blanco principal de las ironías y demás dardos mordaces. Hay que ponerse específico en este punto para aclarar que nos referimos a un tipo concreto de comedia, léase la producida por ese mainstream norteamericano contemporáneo que en buena medida borró todos los trazos del cine de autor de antaño y se la pasa construyendo productos culturales ensamblados con una lógica marketinera repugnante que nos condena a ver una y otra vez las mismas pavadas sin ningún aliciente. Ahora bien, Duro de Cuidar (The Hitman's Bodyguard, 2017) respeta a rajatabla este estado de cosas pero por lo menos tiene la decencia de ser sincera en su planteo y además volcarlo a una nostalgia ochentosa que ya vimos en otros géneros aunque no tanto en la comedia (y menos en esta vertiente en especial de la susodicha): en términos prácticos la película retoma una fórmula antiquísima de los policiales centrada en la estrategia narrativa del “testigo en peligro”, un esquema del que por cierto también han bebido las parodias de acción de décadas previas para con la inefable negligencia/ corrupción de los uniformados y la estupidez de la sociedad a la que deberían servir. Por supuesto que de este componente irreverente hoy por hoy no queda nada ya que todo el asunto está hermanado -en simultáneo- al ardid de las “parejas desparejas”, otra muletilla infaltable del rubro cómico. Michael Bryce (Ryan Reynolds) es un guardaespaldas vip que cae en los bajos fondos de su profesión luego de un fracaso estrepitoso vinculado a un cliente japonés, el cual termina con un disparo en la cabeza. Desde ya que la oportunidad de redimirse llega sin demasiados preámbulos -y exactamente dos años después- cuando Amelia Roussel (Elodie Yung), una agente de Interpol, le pide ayuda para proteger a Darius Kincaid (Samuel L. Jackson), un sicario internacional que testificará en un juicio contra Vladislav Dukhovich (Gary Oldman), el antiguo y salvaje dictador de Bielorrusia, un señor adepto a asesinar a todo individuo que pudiera complicar su situación en lo referido a la acusación que pende sobre su cabeza en torno a una infinidad de crímenes en contra de la humanidad durante su régimen. Como era de esperar, Bryce y Kincaid arrastran un odio que se remonta al pasado y para sobrevivir deberán limar asperezas mientras esquivan balas de los correligionarios de Dukhovich, quien además tiene un secuaz en Interpol, Jean Foucher (Joaquim de Almeida). Si no existiese una mínima química -y aquí hay que subrayar la palabra “mínima”- entre Reynolds y Jackson no estaríamos ante un film más o menos digno del que hablar: Reynolds continúa demostrando que el único registro cómico que maneja es el del canchero malhablado que siempre bordea el ridículo, y Jackson por su parte sigue haciendo de “nigga” soberbio, verborrágico y puteador, ese personaje hiper estereotipado que lo acompaña prácticamente desde Tiempos Violentos (Pulp Fiction, 1994). Lo curioso del caso es que la propuesta brilla en serio cuando aparecen Oldman, interpretando a otro de sus diablillos marca registrada, y Salma Hayek, en la piel de Sonia, la esposa iracunda de Kincaid. Ni el guión de Tom O'Connor ni la dirección de Patrick Hughes logran elevar a la película por encima de la melancolía formal ochentosa y unos chistes de “incompatibilidad de caracteres” que se ven venir a kilómetros de distancia, no obstante por lo menos sacan buen partido de las secuencias de acción y de algunos intercambios entre los personajes…
Una comedia de acción explosiva del director de “Los Industructibles 3” Patrick Hughes. Aquí los personajes deben sobrevivir a las persecuciones, tiene sarcasmo, las escenas se viven en distintas locaciones, contiene mucho humor, atractiva, resulta convencional, previsible pero entretiene para disfrutar entre la acción y la comedia. Sin pretensiones. Tiene un lindo elenco: Ryan Reynolds, Samuel L. Jackson, Salma Hayek y Gary Oldman. Tiene una pequeña similitud a “Dos tipos peligrosos” (2016).
Nuevo exponente de la comedia de acción con pareja despareja, "Duro de cuidar" de Patrick Hughes ofrece pocas experiencias nuevas y no balancea bien entre sus dos vertientes. Probablemente, el género de acción y la comedia sean los dos géneros que mejor resultados dan a la hora de plantear un cine pochoclero y pasatista. Qué mejor que la posibilidad de verlos juntos en una misma película, un producto que ofrezca vértigo, explosiones, músculos, risas, y momentos absurdos por igual. La mezcla está lejos de ser una novedad. Todos los años pareciera que sí o sí tenemos que tener uno de estos títulos que se dividen entre el policía/agente haciendo dupla con un outsider inexperto; el policía/agente de buenos modales junto al policía/agente bravo; o el policía/agente dentro de la ley uniéndose por fuerza mayor con alguien fuera de la ley que resulta no ser taaan malo. El punto de partida puede ser cualquiera, pero el destino es el mismo, la pareja dispareja en peligro y a los tiros. "Duro de cuidar" responde al último modelo, el agente que termina unido con alguien que supuestamente debe formar parte del bando de los enemigos. En este caso, se trata del agente guardaespaldas Michael Bryce (Ryan Reynolds), que luego de ser un triunfante en lo suyo, rápidamente cae en desgracia tras una operación fallida con la consecuencia de su protegido muerto. Luego de ese hecho, Michael se recluye y pasa a trabajar como guardaespaldas de abogados de narcotraficantes, y otros trabajos denigrantes y menores. Paralelamente, el dictador bielorruso Vladislav Dukhovich (Gary Oldman en plan denme trabajo ya) asesina a la familia de un científico para obligarlo a que este trabaje para él. El científico se revela, se recurre a la justicia internacional, y Dukhovich será juzgado en La Haya. El principal testigo del denunciante es Darius Kincaid (Samuel L. Jackson), un asesino a sueldo que trabaja para las grandes esferas, y que precisamente, se negó a cumplir las mortíferas órdenes del dictador de Bielorrusia porque su código de honor es sólo asesinar a personas que se lo merecen, a tipos malos… en fin. Volviendo a Bryce, una ex novia de él, también agente de Interpol lo localiza para encargarle el traslado de Kincaid porque sabe que él es el mejor en lo suyo. En el traslado las cosas salen mal, y Michael y Darius deberán huir juntos y defenderse para poder cumplir con la misión de llegar sanos y salvo a declarar; todo sea por la paz mundial. Ryan Reynolds ya demostró varias veces moverse en las aguas tanto de la acción como de la comedia. Carisma no le falta, y hasta el personaje por el que todos lo celebran ahora, Deadpool, es una mezcla exacta entre esos dos polos. Samuel L. Jackson debe ser uno de los actores con más onda en el Hollywood actual, a poco de pasar la barrera de los 70 años, no sólo es inoxidable, mantiene una actitud patea traseros envidiable. Es más, Jackson ya protagonizó, por lo menos, dos películas con esta tónica The Man/Detective por error y Fórmula 51 (sospechosamente muy similar a esta). Sin embargo, pese a tener dos protagonistas ideales, "Duro de cuidar" falla. Michael Bryce y Daruis Kincaid no son personajes bien definidos, o por lo menos no bien definidos en sus opuestos. Ambos son expertos en el uso de armas, tienen mal carácter, y una idea de lo legal ambigua. Kincaid tiene reacciones poco formales que descolocan y complican a Michael; pero este tampoco tiene el comportamiento de un señorito. Por lo que, la química despareja no funciona tan bien como debería. Aun dejando de lado las connotaciones ideológicas de la propuesta (volvieron los rusos malos), la historia hace aguas por todos lados, las motivaciones son pobres, y todo debe ser tomado en el grado de ser una comedia liviana. Comedia que tampoco llega a estar bien explotada. Las comedias de acción deberían entregar dosis parejas de ambos contenidos, o introducir comedia en la acción, o viceversa. Eso no sucede en Duro de cuidar, en donde la acción se interrumpe para un momento de comedia esporádico, y vuelta a la acción. Hay buen despliegue técnico para la adrenalina, pero poco lugar para una franca sonrisa. Los momentos de humor llegan a quedar algo descolocados. Los personajes secundarios suelen ser un buen pilar de estas propuestas, y en Duro de cuidar son otra de sus falencias, y no por falta de talento. Ya hablamos de Gary Oldman, pobre, debe necesitar pagar sus cuentas. El hombre está en otra película, intenta actuar bien y sus diálogos sin indecibles. También se encuentra Salma Hayek como la esposa de Darius en una historia paralela, que nunca se conecta bien con el tronco central, y desaprovecha a la bomba mexicana que ha sabido ser buena actriz y comediante. "Duro de cuidar" es correcta desde lo formal, en su muestrario de presupuesto; pero más allá de eso, no ofrece nada nuevo y desaprovecha las armas que tiene. Por último, es llamativo como comedias argentinas que aplican esta fórmula de la pareja dispareja en acción son fuertemente rechazadas por crítica y público aun ofreciendo un producto mucho más logrado que estos productos venidos de un Hollywood degastado, repetitivo y sin ideas frescas, pero de mayor aceptación por ambos lados. Cuestión de idiosincrasias.
A SALVO DE LA INNOVACIÓN Cada año que pasa quienes hacemos crítica nos encontramos con un nuevo desafío, no bajar mucho más la vara de la indulgencia para evaluar películas que cada vez ofrecen menos para destacarse de la fórmula original. Vivimos en una época en la que la saturación de contenidos audiovisuales es tan grande y llega por canales tan variados, que muchas veces nos da la sensación de que lo hemos visto todo y cada cosa que llega a nuestros sentidos no es más que otro refrito. Y más cuando lo que se nos ofrece en Duro de cuidar -traducción lamentable si se me permite- es la reversión de una historia que se ha filmado una y mil veces en los mayores blockbusters de los últimos tiempos, desde Arma mortal, Duro de matar 3 o 48 horas por dar algunos ejemplos. Esto no sería lo grave, de hecho las reversiones de los clásicos a veces resultan en verdaderas joyas, o al menos en intento digno de aggiornamiento de las historias conocidas por todos. Pero el mérito debería estar en la forma de narrar, en cómo esa historia que todos conocemos con pelos y señales, se nos presenta como al entretenimiento que va más allá de la sorpresa de su contenido. El problema es que no estamos hablando de una nueva versión de Romeo y Julieta, de Rey Arturo o de Drácula, hablamos de una fórmula que fue tomando cuerpo y estilo con cada director que la utiliza y hace de su buddy movie (película de amigos/compañeros), algo personal. Y en el caso de Duro de cuidar, teniendo todos los elementos para ser algo digno (un buen casting y presupuesto más que nada) termina siendo una larga sucesión de escenas de acción y chistes poco efectivos unidos por un guión que se hace predecible a cada minuto. El experto en seguridad caído en desgracia Michael Bryce (Ryan Reynolds) es convocado por su ex, la agente Amelia Roussel (Elodie Yung), para que se haga cargo de la custodia del mercenario a punto de testificar Darius Kincaid (Samuel Jackson) contra el dictador de Bielorrusia Vladislav Dujovich (Gary Oldman) por sus crímenes contra la humanidad. Roussel acude a Bryce cuando la mafia rusa intenta acabar con Kincaid y por eso es que ambos pistoleros, con un pasado en común y una enemistad evidente, tienen que sortear obstáculos diversos para llegar al juzgado a ofrecer testimonio. Nada, pero absolutamente nada nuevo ofrece este argumento que uno sabe con exactitud cómo terminará, aunque este siga sin ser el problema mayor. Reynolds y Jackson son más que lábiles en su oficio y componen sin esfuerzo al par de secuaces en fuga, aunque no tienen líneas de diálogo para lucirse a pleno. Hay sólo dos situaciones en las que se puede decir que funciona el tipo de humor y el resto es tan remanido como el argumento. Por otro lado de los secundarios sólo destaca Salma Hayek, que encarna a la esposa latina fogosa y violenta de Kincaid, que tampoco es nada que no haya hecho antes, pero logra darle aún más gracia de la que tiene su personaje desde la escritura. El dictador ruso de Oldman podría haberse integrado por CGI (ya sería hora de que comiencen a darle uso para cuando los actores repiten personajes hasta el hartazgo) y no ofrece la más mínima variante, caída de jopo cuando se pone nervioso incluida. Y eso también podría aplicarse a Joaquim de Almeida, que ya debe estar medio cansado de que lo citen para hacer de traidor o corrupto enquistado en el gobierno, por bien que le paguen. Luego está la acción, que resulta correcta en su arquitectura y fluye (salvo en las explosiones espantosas con fuego generado por computadora y que no son pocas) pero que no conecta del todo con las escenas con humor, como si la película no se decidiera a tener un tono más solemne o más paródico por momentos. Definitivamente el director no encuentra el tono adecuado y por eso mismo es que termina cansando entre tanta acción, escenas largas en flashback que resultan en un chiste soso estiradísimo como la del primer encuentro entre Roussel y Bryce, y la ausencia de sorpresas en cada giro argumental, que ante la falta de todo lo demás, molesta en cada minuto para llegar al final. Patrick Hughes ya había dirigido Los indestructibles 3, curiosamente la más floja de la saga creada por Sylvester Stallone a pesar de su elenco que hasta logró integrar a Harrison Ford entre muchos otros, lo cual me hace pensar que este director es un gran derrochador de recursos. Y me hace pedir, además, que a pesar de lo inevitable que resulte el uso de fórmulas repetidas a discreción, los espectadores no seamos tan fáciles de descuidar.
Función de la película a las tres de la tarde, nadie en el cine. Me puse cómodo y me prepare para ver esta película a la cual no iba con muchas expectativas. Una vez más, sirve el no ir con expectativas, porque me encontré con una película muy divertida. La pareja Raynolds/Jackson es una gran combinación. Se nota la química entre los dos actores y hace que la película se divertida, al punto de sacarme varias carcajadas. Buenas escenas de acción. Un par de escenas de persecución bien desarrolladas con tiros y explosiones por todos lados. Buen uso del flashback en momentos concretos donde los personajes rememoran ciertos momentos de su vida o de algo que ha sucedido minutos antes. Buenas actuaciones de las dos mujeres Hayek que aparece muy poco, pero sutil. Y de la nueva Elektra de Marvel: Elodie Yung. Algo que me pareció totalmente fuera de tono e innecesario fue la inclusión de Gary Oldman haciendo el papel de un bielorruso, ¿Por qué no poner un actor de ese país o un ruso? No es que lo haya hecho mal, pero todos sabemos que es Gary Oldman. Por momentos road movie, por momentos comedia, por momentos comedia negra, por momentos película de acción y por otros película de persecución, es una película que no aburre, divierte a lo largo de sus 111 minutos de film. Mi recomendación: Buena película para pasar el aburrimiento en casa tranqui.
Crítica emitida por radio.
Enemigos íntimos en Amsterdam Un filme que está en la delgada línea entre la comedia y la acción, por lo que es una buena opción para pasar dos horitas en la butaca viendo cómo dos viejos enemigos logran acercarse bajo el mando del Interpol. Se trata de una buddy movie con todos los condimentos tradicionales del género y en la que los golpes y la sangre abundan, pero sin lograr una trama lo suficientemente original. El filme se sustenta por su brillante dupla protagónica, Ryan Reynolds y Samuel Jackson, que deberán limar sus diferencias. Otro de los aciertos es la locación. La bella ciudad holandesa de Amsterdam abre sus callejones y sus casitas como salidas de una maqueta para generar una atmósfera cautivante. La historia se basa en el guardaespalda número uno del mundo que tiene un nuevo cliente: un asesino a sueldo que debe testificar en un caso frente a la Corte de La Haya. Pero para eso, deberán sortear sus diferencias y serenar sus temperamentos, tarea que no será nada fácil. Así, entre canciones bizarras de los noventa, viajes de auto interminables y situaciones paródicas y delirantes, este filme es una buena opción para disfrutar de un pochoclo extra large. Pero no esperen más que eso.