Gracias por compartir es una película sumamente entretenida y agradable, que a pesar de tratar un tema serio, se ve constantemente con una sonrisa en los labios. El guión, si bien es ligero y por momentos muy predecible, está bien construido y ofrece el equilibrio justo entre el drama y la comedia. Además tiene la buena cualidad de no rozar nunca lo grocero o ...
El fetiche por la caricatura. En lo que respecta a las “comedias para infradotados”, Hollywood indudablemente ha tenido mucho para ofrecer a lo largo de las últimas décadas: en esencia hablamos de un subgénero que demostró ser muy redituable en taquilla y que por lo general se basa en premisas ingenuas, una estructura súper previsible, un inconformismo de cotillón, lenguaje soez, referencias escatológicas y un elenco de apellidos más o menos atrayentes para el espectador promedio de estos engendros. Podemos esbozar una tipología bien escueta que abarca las comedias estudiantiles, las románticas, las centradas en “bromances”, las de “superación personal” y las parodias de films y/ o cosmovisiones de determinada índole. Cabe señalar que en el contexto actual quedaron en desuso la comedia de situaciones y la sustentada en gags, cuyas matrices pasaron a engrosar el catálogo de estas bazofias prototípicas. La mediocre Gracias por Compartir (Thanks for Sharing, 2012) nos ofrece la oportunidad de explicitar algunos rasgos de una mixtura “de moda” desde hace un buen tiempo, la que utiliza a la susodicha farsa de “superación personal” como armazón básico sobre el cual ir adicionando a posteriori elementos varios de la comedia sofisticada, los melodramas cínicos y los “bromances” más idiotas. Recordemos el cúmulo de basura que le debemos al palurdo de Judd Apatow, de quien por suerte no llegó a estrenarse demasiado. La historia presenta en paralelo el devenir de tres hombres que forman parte de un grupo de apoyo para sobrellevar una adicción al sexo considerada un chiste de por sí: Adam (Mark Ruffalo) es el “carilindo” que inicia una relación con Phoebe (Gwyneth Paltrow), sin comentarle de su aflicción, Mike (Tim Robbins) es su mentor ocasional, un veterano malhablado con un vínculo traumático con su hijo, y Neil (Josh Gad) es un gordito socarrón que no puede controlar sus “inclinaciones”, léase el frotarse esporádicamente contra alguna que otra señorita. Resulta patético que el personaje más interesante sea Danny (Patrick Fugit), el hijo drogodependiente de Mike y único bípedo multidimensional de la película. Prácticamente en la vereda opuesta de Asfixia (Choke, 2008), Shame (2011), Entre sus Manos (Don Jon, 2013) y la reciente Nymphomaniac (2013), todas obras maravillosas y similares a nivel temático, Gracias por Compartir nunca va más allá del retrato estéril de un padecimiento que a los ejecutivos de los estudios norteamericanos parece sacarles sonrisitas nerviosas. La necedad infantiloide, un elenco desperdiciado y la ausencia de novedades significativas se mezclan en una trama que sólo llegando al desenlace alcanza un atisbo de redención para luego volver al verosímil inerte de siempre. Hollywood continúa con su fetiche por la caricatura, aquí estirada a dos horas que se sienten en verdad eternas…
Un método peligroso. Stuart Blumberg toma tres historias vinculadas entre sí como punto de partida de su ópera prima. La de Adam (Mark Ruffalo), Neil (Josh Gad) y Mike (Tim Robbins), todas atravesadas por las compulsiones sexuales sufridas por los tres personajes, que asisten a las mismas reuniones de sexoadictos y son “padrinos” unos de otros, ayudándose mutuamente a continuar la lucha diaria contra su enfermedad. Una lucha que parece de nunca acabar, porque para ir superándose a sí mismos deben abstenerse de todo, hasta de masturbarse. Pero el verdadero eje de la película no es la adicción -que podría ser al sexo o cualquier otra cosa- sino la superación personal y el grupo de personas que sirven de sostén durante el arduo proceso. Una suerte de comunidad que está dispuesta a responder llamadas de ayuda a cualquier hora del día, siempre listos para dejar todo y salir corriendo a evitar que algún personaje tenga sexo. Los de Gracias por Compartir son seres atormentados por adicciones de las que no pueden recuperarse del todo. Personajes que tocan fondo, que viven al borde de la recaída, que reinciden, mienten, tienen prohibido el acceso a internet o a un televisor y no pueden viajar en subte. Entonces, el sexo se convierte en un problema y ya no existe ni la sana diversión para estos pobres personajes. Por lo tanto, no hay normalidad posible para ellos. Son hombres enfermos tanto cuando recaen como cuando no. Así, la película se torna -al igual que sus personajes- un poco inestable e impredecible, oscilando entre la falta de definición en cuanto al tono y la disparidad de las actuaciones. A pesar de estar siempre muy por encima del resto, Gwyneth Paltrow no parece encajar del todo en ese universo. Junto con los problemas de tono y de actuación, surgen los de guión y dirección con escenas melodramáticas que bordean la inverosimilitud e incluso parecen forzadas para encajar con las situaciones requeridas por el guión, lo que hace que estemos todo el tiempo conscientes de los mecanismos de la fórmula y no podamos empatizar con ningún personaje. En parte, porque además son seres que pueden cambiar sus actitudes de un minuto a otro y realizar acciones que jamás hubiésemos imaginado que harían hasta ese momento. Incluso la película se encarga de impedir que logremos -si se quiere- comprenderlos o compadecerlos, porque nunca ahonda en lo que lleva a esos personajes a contraer sus adicciones. El cine mainstream hollywoodense se ha encargado de demonizar últimamente el hecho de llevar una vida sexual activa normal dentro de una sociedad, con ejemplos que van desde Shame hasta Entre sus Manos. La libertad sexual es vista como algo peligroso, hasta el punto en que cualquier personaje que lleve una vida sexual libre es un adicto al sexo o tiene un problema. Lamentablemente, la ópera prima de Blumberg no se distancia de estos ejemplos y termina siendo no más que un muestrario de diversas adicciones y formas de lidiar con ellas, rociadas de un puritanismo aleccionador patológico.
Terapia para todos No hay nada nuevo en “Gracias por compartir” (USA, 2012), de Stuart Blumberg, una comedia dramática sobre personas adictas al sexo, en la que el mayor esfuerzo se centra en las actuaciones secundarias más que en la historia. En todo aquello que “Don Jon” (USA, 2013) lograba desestructurarse y reírse de sí misma, hablando sobre el mismo tema, en esta nueva película sobre adictos al sexo y el porno hay una moral que atrasa. Esta película es el revés o lado B del filme de Joseph Gordon-Levitt Tres adictos al sexo se harán amigos en un grupo de recuperación y a su vez compartirán sus visiones sobre la problemática mientras se relacionan con el sexo opuesto de una manera “controlada”, respetando y respetándose. Por un lado está Mike (Tim Robbins) el líder del grupo, casado hace cientos de miles de años con Katie (Joely Richardson) y con una problemática relación con su hijo (Patrick Fugit). Por otro lado estará Adam (Mark Ruffalo) quien en medio de su recuperación conocerá a Phoebe (Gwyneth Paltrow) con quien intentará mantenerse en “regla”, pero que al esconderle su situación verá como su sueño de vivir en paz sexual se complica. Y por último Neil (Josh Gad, en un papel muy Jonah Hill) que tratará de superar su adicción acercándose a Dede (Alicia Moore “Pink”) para conquistarla y así despegar de su sobreprotectora madre. Entre los tres se armará una sinergia con la que intentarán llevar adelante la pesada carga de sus problemas, pero también funcionarán como vía de escape para cada obstáculo que se presente. El problema de “Gracias por Compartir” es la chatura con la que Blumberg filma y cuenta todo, y también que entre la pareja principal (Ruffalo y Paltrow) no está la química necesaria como para comprender el denodado esfuerzo con el que Adam tratará de hacer para mantenerse a su lado. Hay lugares comunes, sí, muchos, pero también hay honestidad en algunas escenas entre Robbins y Fugit, y también entre Gad y Pink (revelaciones totales del film) que hacen que todo lo criticable del film pueda superarse. Chata. PUNTAJE: 6/10
Una comedia que intenta transgredir, pero apenas raspa la superficie. A primera vista, Adam (Ruffalo) es un consultor de cuestiones relacionadas al medio ambiente, Mike (Robbins) es un hombre casado dueño de un negocio, y Neil (Gad) es un médico de guardia. Pero todos ellos tienen algo en común; son adictos al sexo. Al mismo tiempo, llevan su adicción de distinta manera. Mientras que Adam es un exitoso profesional, no se permite volver a enamorar hasta que Phoebe (Paltrow) se cruza en su camino, Mike deberá lidiar con la reaparición de su hijo (Fugit) en su vida y Neil deberá aprender a aceptar y convivir con su enfermedad. Serio pero no tanto Gracias por Compartir es el último trabajo de Stuart Blumberg, guionista de Mi Familia (The Kids Are All Right), quien en esta oportunidad se para también detrás de las cámaras para hacer su debut en la dirección. Para este primero trabajo en solitario (Mi Familia la co-escribió con Lisa Cholodenko, quien también la dirigió), Blumberg mantuvo a Ruffalo en uno de los papeles protagónicos y buscó repetir la misma formula que funcionó tan bien en la anterior película y que le terminó valiendo unas cuantas nominaciones al Oscar, incluyendo la de Mejor Guión y Mejor Película. La formula de la que estoy hablando es la de tratar con la mayor naturalidad posible temas que aún se consideran tabú o transgresores en Hollywood. Con Mi Familia se logró contar una cálida historia al rededor de los hijos en parejas del mismo sexo pero en Gracias por Compartir el tiro salió por la culata, ya que esta historia de amor en todas sus formas entre personajes adictos al sexo o pacientes recuperados de cáncer, apenas raspa la superficie de las cosas. Si tenemos que darle la derecha en algo a Gracias por Compartir, es que hace un muy buen trabajado marcando un punto y dejando en claro que hoy por hoy vivimos en una sociedad "sexificada", con estímulos visuales constantes. La cinta tiene a favor que habla sobre una adicción no muchas veces explorada en el cine comercial, pero siempre se siente que lo hace desde lejos, sin verdaderamente sumergirse en la dura realidad de lo que debe ser. El film nada tiene que envidiarle a aquellas ágiles y vacías románticas que suelen estar protagonizadas por gente como Sarah Jessica Parker, Kate Hudson o, hace algún tiempo, Matthew McConaughey. No es que tenga nada en contra de ellas, incluso dentro de lo que intentan contar hacen un mejor trabajo que Gracias por Compartir. El problema aquí es que Blumberg se toma a la ligera un tema que nos pinta con la mayor seriedad en un comienzo. Rápidamente comenzamos a desentendernos de la historia ya que pareciera nunca encontrar un equilibrio en su tono. Incluso su benevolente mensaje de aceptación y entendimiento pone a prueba nuestra paciencia por lo reiterado y explícito que resulta. Lo mejor que Gracias por Compartir tiene para ofrecer está en la parte actoral. Mark Ruffalo y Gwyneth Paltrow entregan actuaciones muy frescas y convincentes que desgraciadamente se ven limitadas por el desarrollo de la historia. Algo similar sucede con el desaprovechado Tim Robbins quien, aunque hace un trabajo correcto, el guión le juega una mala pasada. Nunca se le presta la suficiente importancia a la sub-trama centrada en su personaje y en el de su hijo interpretado por Patrick Fugit (Casi Famosos), incluso el verdadero conflicto aquí aparece a muy poco minutos de concluir la cinta. Por su parte, Josh Gad hace un aceptable trabajo como Neil, quien es quizás el personaje más complejo de la película, y al que desgraciadamente le tocó compartir la mayoría de las escenas con Alecia Moore (a.k.a. Pink), quien como actriz es una buena cantante. Conclusión No puedo decir que haya disfrutado de Gracias por Compartir, pero tampoco es una película que dejaría de recomendar si lo único que están buscando es una comedia romántica para matar el tiempo. En lo personal, nunca me pude conectar completamente con los personajes ni con las situaciones, y para ser sincero uno se ve venir el desenlace paso por paso de las tres historias. Para hacer algo más gráfica mi opinión de la película, les diría que Gracias por Compartir es como Shame, pero a cargo del director de Como Perder un Hombre en 10 Días. Una película que pide a gritos que nos la tomemos en serio, pero que dada su concepción eso es algo casi imposible de hacer.
Gracias por compartir es, ante todo, una comedia muy inteligente, de esas que desafortunadamente no abundan en el cine. Si bien el plot de los adictos al sexo ya ha sido explorado en las películas, en esta oportunidad la mirada del director y guionista Stuart Blumberg es muy acertada y astuta porque no cae en lo obvio. Vale destacar que se trata de una ópera prima pero que Blumberg ya cuenta con muy buenos guiones filmados y todos con un gran punto en común: grandes vueltas de tuerca. Pudimos ver sus diálogos y perspicacias en Keeping the faith (2000), The girl next door (2004), y The kids are all right (2010). Todas excelentes películas. En este estreno el director se apoya totalmente en el formidable reparto que armó dado a que saca lo mejor de Mark Ruffalo, Gwyneth Paltrow y Tim Robbins, así como también de Josh Gad que se roba cada una de sus escenas. Además de situaciones muy cómicas también se pueden apreciar muy buenos lazos entre los personajes haciendo que no solamente los romances (o intentos de romances) sean los atractivos sino las relaciones de amistad y padre e hijos. Cada una con sus complicaciones y resoluciones. La adicción al sexo es la gran excusa para que confluya todo y un adorno a la historia porque el fuerte son las idas y vueltas de los protagonistas y las vueltas de tuerca. La película es buena e inteligente. El secreto para disfrutarla bien es no sobre-analizarla ni esperar que sea una obra cumbre.
Yo te ayudo “Soy adicto al sexo”, “No puedo dejar de masturbarme”, son frases dichas por hombres pero no entre sonrisas en un bar, sino en un grupo de autoayuda y con caras de preocupación. Es el comienzo de Gracias por compartir (Thanks for Sharing, 2012), película que aborda la adicción al sexo pero desde un costado sensiblemente femenino. Mike, Adam y Neil (Tim Robbins, Mark Ruffalo y Josh Gad) pertenecen a un grupo de hombres que sufren adicción al sexo en distintos niveles (de menor a mayor respectivamente). Sufren por no poder hacer una vida normal, lloran y muestran sus sentimientos. En el camino se cruzan con personajes que pondrán en crisis su tratamiento: Mike con su hijo (Patrick Fugit), Adam con Phoebe (Gwyneth Paltrow) y Neil con Dede (Pink, si la cantante con cara de adicta, ideal para el papel). El tema es que en Gracias por compartir la adicción al sexo es tratada como cualquier otra adicción. Y en vez de tratar de canalizar la energía hacia otro lugar menos dañino (solución promovida por psicólogos), los personajes buscan reprimirla de cuajo, haciendo abstinencia o evitando lugares de atracción. Aquí aparecen los momentos cómicos del film: el personaje de Josh Gad conduciendo torpemente una bicicleta para evitar el subte, el de Mark Ruffalo haciendo quitar la televisión de los hoteles donde se aloja, etc. También hay episodios dramáticos: las novias que no aceptan al “enfermo”, los adictos que se vuelven amigos inseparables o Mike, padrino ejemplar del grupo, no pudiendo manejar el problema de adicción de su hijo (aquí si con drogas), etc. Distinto es el tratamiento del tema en Entre sus manos (Don Jon, 2013) que retrata la adicción al sexo desde una visión declaradamente masculina: las situaciones pasaban por el contacto físico, la mujer devenida en objeto y la excitación visual. Es que si pensamos a Gracias por compartir desde otra óptica entenderemos que la adicción no es el tema del film, sino la autoayuda, el grupo de auto superación personal al que asisten los muchachos (también hay alguna chica). Lugar donde confesar problemas, apoyarse en el prójimo, y darse fuerza en conjunto. Hay métodos a seguir cuan manual de autoayuda para aislarse del camino equivocado y reencaminarse en la senda del bien. Un mensaje esperanzador sobre cómo extraer traumas internos compartiéndolos con otros. Una idea que, la secuencia final con montaje paralelo y música esperanzadora, reafirma.
De amor y otras adicciones Si bien algunos prefieren presentar comercialmente Gracias por compartir como una comedia romántica, se trata en verdad de un melodrama con el centro puesto en el tema de las adicciones. En forma predominante se aborda la adicción al sexo, pero no sólo esa: al alcohol, a las drogas, a la comida... El protagonista (Mark Ruffalo, más atractivo que nunca) está en recuperación de su adicción al sexo, para lo cual comparte un grupo de rehabilitación, bajo el padrinazgo de un ex alcohólico (Tim Robbins). Adam evita caer bajo el bombardeo estimulante de las imágenes sexies que abundan en los carteles de la vía pública, así como mirar a mujeres con poca vestimenta, o la televisión o Internet. En paralelo, se viven otras subtramas, que por momentos cambian de tono y devienen farsa, historias de otros miembros de su grupo, quienes también libran duras batallas contra sus obsesiones (Josh Gad, Alesia Moore), o su orgullo (Robbins). El problema se presenta cuando Adam, después de haber permanecido sobrio durante cinco años viviendo casi como un monje, conoce a una mujer (Gwyneth Paltrow) con quien inicia un tipo de relación distinta de las que le eran habituales. Pero ella ha jurado no volver a unirse a un adicto. Ahora el cine propone otra mirada sobre los prejuicios o prevenciones que despiertan estas adicciones, sobre la pérdida del control de los pacientes, quienes se ven obligados a hacer algo que no quisieran, es decir, que viven un conflicto trágico dentro de ellos mismos. Y lo que significa el juicio del otro, más ocupado en mirar a los demás que en observar sus propias limitaciones. En este sentido, resulta interesante la figura del coordinador que encarna Robbins, quien apuesta por la fuerza de la voluntad, montado en el orgullo de su propia recuperación, y quien, como todos, tendrá sus propios quiebres. Porque en su mirada sobre la adicción el film muestra cómo todos somos frágiles, tenemos nuestras propias subidas y bajadas. La esposa está interpretada por Joely Richardson, hija del director Tony Richardson y de Vanessa Redgrave. Gracias por compartir es la opera prima de Blumberg, guionista con Lisa Cholodenko de Mi familia (The Kids Are All Right), gran comedia en la que también actuaba Ruffallo. El director y su coguionista practican el trazo grueso, presentando las adicciones con demasiadas generalidades y sin detenerse un momento a profundizar en sus causas. Tampoco pueden evitar caer en el didactismo convencional al que Hollywood nos tiene acostumbrados, en un final que no convence a nadie y que ablanda un film que presentaba todo el drama real. Sobre este tema es preferible Shame, notable film de Steve McQueen que presenta el problema de una manera más lacerante que Blumberg.
Una experiencia discretamente amena Los tres protagonistas están en pleno recorrido del programa de los 12 pasos para recuperarse de una adicción. Y aunque el film evade tanto una aproximación mística como moralista, navega sin demasiado riesgo hasta atracar en un puerto seguro. Hay muchos títulos injustos o engañosos para con la propuesta del film al que bautizan, pero pocos cuya significación opere como una extensión semántica del tono artístico generalizado en la pantalla. Gracias por compartir, traducción literal del Thanks for Sharing original, es uno de esos casos; una película tan amable, ligera y políticamente correcta como el acto aludido en la nominación. Es cierto que la ópera prima del hasta ahora guionista Stuart Blumberg (Divinas tentaciones, el directo a DVD The Girl Next Door y el drama indie Mi familia) es una comedia dramática coral de manual acerca de la autosuperación y el franqueamiento de las adversidades en la que es sabido de antemano que nada saldrá del todo mal. Pero debe reconocerse que el tono deliberadamente amigable y sin un atisbo de trascendencia, sumado a una narración segura y poco rugosa, hacen que ver Gracias por compartir se convierta en una experiencia discretamente amena. Ni mucho más, pero tampoco menos. Los tres protagonistas están en pleno recorrido del programa de los 12 pasos para recuperarse de una adicción. Uno de ellos batalla contra el alcoholismo. Los otros dos no empuñan botellas, sino sus entrepiernas, ya que son adictos sexuales. Los tres hombres son, además, respectivos padrinos espirituales del otro. El primero es Mike (Tim Robbins), devoto esposo de los suburbios neoyorquinos y portador de una vida para él felizmente rutinaria, al que sin embargo se le complica el panorama con el regreso a casa de su hijo. La noticia sería buena, a no ser por el detalle de que el vástago es chorro y drogadicto. Entre los segundos están Adam (Mark Ruffalo, o el actor más mundano de Hollywood) y Neil (Josh Gad), con uno intentando construir una relación amorosa con Phoebe (el bombonazo de Gwyneth Paltrow) y el otro convertido en un masturbador crónico que pierde hasta su trabajo de médico. Lo más interesante de este tipo de planteos es la tematización subrepticia de un potencial quiebre al orden familiar social y políticamente impuesto. Esto, a pesar de los antecedentes poco auspiciosos. Basta recordar la gravedad penitente de Shame: sin reservas o la hipocresía de Entre sus manos, dos películas recientes que borraban con el codo lo escrito con la mano, para comprobar que Hollywood suele mirar de reojo de cualquier factor amenazante del statu quo hogareño. Sin embargo, a diferencia de las anteriores, Gracias por compartir tiene el mérito de correrse del prejuicio procurando acompañar a sus protagonistas sin ametrallarlos con condenas de pacotilla ni mucho menos palmearlos desde una mirada de suficiencia paternalista. El problema es que ese acompañamiento acrítico conlleva la falta de indagación en las causas de las particularidades. Blumberg (sin parentesco con el ingeniero apócrifo) evade una aproximación metafísica y mística (Shame) o moralista (Entre sus manos) del trastorno para, en cambio, enraizar sus consecuencias en la cotidianidad del trío. O, mejor dicho, lo que para el cine norteamericano es la cotidianidad, ya que el ideario neoyorquino obliga a no preocuparse demasiado por cuestiones ajenas al núcleo temático. Así, poblada por personajes bonachones con un grado de sabiduría lingüística tal como para embocar el diálogo justo en el momento indicado, detalle propio de las películas centradas en las vueltas de su texto antes que en la armonía con el resto de los componentes cinematográficos, Gracias por compartir navega sin demasiado riesgo hasta atracar en un puerto seguro, cumpliendo al pie de la letra la hoja de ruta, como quien avanza con el aplomo de dirigirse a un terreno ya visitado.
Donde pone el ojo... Mark Ruffalo interpreta a un adicto al sexo que trata de salir adelante, pero se enamora de Gwyneth Paltrow, y... Entre la comedia y el drama. Las adicciones no suelen deparar comedias, sino por lo general dramas, y Gracias por compartir tiene un pie en cada estribo. Tal vez sea el hecho de que la adicción por la que Adam sigue el programa de los famosos 12 pasos sea la del sexo que uno se siente, a lo sumo, más relajado desde la butaca. Pero no. A Stuart Blumberg le gustan las tramas controvertidas. Fue guionista de Divinas tentaciones (un sacerdote y un rabino se enamoran de la misma mujer), de La chica de al lado (un adolescente se vuelve loco cuando una estrella del porno se muda al lado de su hogar, y se enamoran) y de Mi familia (dos jóvenes que nacieron de inseminación artificial llevan a sus progenitoras -dos mujeres- a su padre biológico). Aquí, Adam no es el único que tiene que lidiar con alejarse de las tentaciones. Interpretado por Mark Ruffalo (de Mi familia), Adam lleva cinco años sin abrir la bragueta hasta que conoce a una mujer (Gwyneth Paltrow, nada menos) y le cuesta horrores contarle la verdad. Menos problemas tiene Neil (Josh Gad), ya que por más que está en el programa de rehabilitación, se engaña a sí mismo y a quienes lo rodean acosando mujeres en el subte, en su trabajo y mirando porno. Adam es el "mentor" o guía responsable de Neil, y Mike (Tim Robbins), el de Adam. Más que sumergirnos en el infierno, Blumberg está más preocupado por mostrar cómo el apoyo mutuo es más que suficiente para salir adelante. De ahí que intuimos que los tres personajes sufrirán su zancada, pero que probablemente saldrán a flote. Es una instinto. Lo mejor del filme es que no nos mueve a la compasión. Seguramente porque tampoco juzga a los personajes. Fuera del terceto, quien se roba las escenas es Pink, la cantante que hace su debut en un rol dramático en esta opera prima de Blumberg, un nombre que empezaremos a oír más seguido, porque sabe narrar sin caer en agujeros y también conseguir un elenco -y qué elenco: sumen Joely Richardson, Carol Kane y Patrick Fugit- que se adapta a su guión y no a la inversa. Con una banda sonora excepcional, la película plantea cuánto se gana o se pierde al mentir en una relación o no ser sincero consigo mismo. O sea: cuando no se comparte.
Recuperándonos Gracias por compartir, el primer film que dirige Stuart Blumberg, coguionista nominado al Oscar por Mi familia, es un film sobre adictos. Especialmente, sobre adictos al sexo, variante que tanto puede conducir a la comedia -picaresca o no- como tomar el camino del drama, en cuyo caso suele incluir una buena porción dedicada al tema de la recuperación. El director debutante apunta en todas direcciones y no sólo se propone tomar el asunto en serio, aunque no deseche el ingenio, sino que al mismo tiempo busca entrecruzarlo con la comedia romántica. Y si bien se le reconoce su habilidad para inyectar humor en diálogos sobre asuntos que no son necesariamente risueños, aquí los cambios de tono pueden sonar discordantes y en algunas oportunidades, forzados. En realidad, más que de la adicción al sexo en sus distintas manifestaciones, y de otras conductas adictivas, se trata de la recuperación. Los tres protagonistas de la película participan de un mismo programa de abstinencia en doce etapas. Los tres son hombres, blancos, profesionales, viven en Manhattan y disfrutan de buena posición económica, aunque sus edades y sus patologías difieren. Cuando la historia se inicia, Adam (Mark Ruffalo), hombre de negocios soltero e irresistible para las mujeres, ya lleva dos años de abstinencia sin recaídas, prueba más que sacrificada en un medio como la Nueva York actual con su constante apelación a lo sexual. Tanto que su consejero, el más maduro de los tres, el felizmente casado y aparentemente ex alcohólico Mike (Tim Robbins), cree que ya es hora de que intente probar la normalidad de una relación monogámica. Y para eso asomará la muy frugal y estirada Gwyneth Paltrow, que de entrada no más declara su fobia por cualquier adicto, resultado de una desdichada experiencia del pasado. El tercero y más novato -y también el más reacio a cumplir los planes del programa- es Neil (Josh Gad), un joven y obeso médico cuya adicción se manifiesta a solas y no implica la necesaria participación de una partenaire; para estimularlo ahí están su nutrida colección de pornografía, sus temerarios acercamientos a alguna compañera de viaje en subte o sus recursos para deslizar minicámaras que apunten sus objetivos por debajo de las polleras de las mujeres con quienes conversa. La película sigue cada una de las tres historias más o menos independientemente, aunque a veces se interconectan, en general para subrayar cuánto pueden ayudarse unos a otros cuando llega la hora de los problemas extremos y con ellos los costados más dramáticos del relato: que a uno lo echen de su empleo, que otro tropiece con el juicio de un hijo que supo descubrir su falsa liberación o que un tercero compruebe que lo más grave de la adicción es que encubre su notoria incapacidad para asumir otras relaciones que no sean las anónimas y pasajeras. La personalidad adictiva abarca otros casos, inclusive el de una llamativa chica pop (interpretada precisamente por la estrella pop Pink), que nunca ha podido entablar con los hombres otro tipo de relación que la puramente sexual. Ella es uno de los aciertos de la película. En general todo el elenco, generoso en nombres cotizados, responde a las necesidades del director y coautor de un libro no demasiado original, pero a ratos ingenioso y acertado en la definición de los diversos personajes, aunque lo que menos convenza sea, precisamente, la inserción de lo romántico en medio del vaivén entre risa y drama.
De la ligereza a la gravedad sin atenuantes Tres personajes con una patología similar pero canalizada de diferentes maneras intentan encontrar juntos la solución. Pese a las correctas actuaciones el film no logra conectar las historias y se diluye buscando el tono. Se supone que después de las comedias edulcoradas que saturaron la década del ochenta y las agridulces que poblaron las pantallas en los noventa y bien entrado el nuevo siglo, el género necesariamente debía mezclarse con otros y la sonrisa tenía que ser apenas la excusa para reflexionar sobre la alienación y otras taras mundanas. En ese sentido, Gracias por compartir bien podría ser el paradigma de este tipo de películas con aspiraciones, un relato que habla de la soledad, la imposibilidad de las relaciones –material siempre en stock para las comedias, en todas sus variantes– desde las adicciones, principalmente al sexo, uno de los más o menos nuevos problemas que deben enfrentar los neuróticos habitantes del mundo (y por mundo se entiende las clases medias y urbanas, según la mirada recortadísima de Hollywood). Entonces el film de Stuart Blumberg (guionista de Los chicos están bien, La vecina de al lado y Más que amigos) tiene tres ejes que parten desde la adicción al sexo de tres personajes bien diferentes, con distintas patologías, pero todos infelices aunque tratando de recuperarse a partir de contar sus problemas y buscar soluciones en el grupo de apoyo. Así, Adam (Mark Ruffalo) comienza una relación con Phoebe (Gwyneth Paltrow en su faceta deslumbrante y hot), que también carga con lo suyo, mientras que Neil (Josh Gad) consume pornografía desaforadamente y desperdicia su talento como médico y Mike (Tim Robbins), un fanático de la terapia que esconde sus miedos trabajando de una especie de Mesías para el resto mientras mantiene una coraza con su esposa y no puede relacionarse con su hijo. Que también es adicto. Lo cierto es que más allá de la corrección del elenco, que hace lo suyo y nada más, con una puesta que va de la ligereza a la gravedad sin atenuantes (ciertamente, desde una perspectiva escandalosamente conservadora), Gracias por compartir es un relato que no logra conectar las historias, navegando en la indecisión de recorrer con convicción el camino de la comedia o por el contrario, sacrificar el género en pos de todos los tips que quiere abordar en cuanto a la gravedad de la modernidad y lo que hace con el género humano.
Esas raras adicciones nuevas Adam (Mark Ruffalo) es de esas personas que a simple vista parecen tenerlo todo: es lindo, tiene un buen trabajo, y un hermoso departamento en Nueva York. Pero Adam es adicto al sexo, y para poder llevar su vida adelante debe concurrir a reuniones todas las semanas, donde cuenta con la ayuda de Mike (Tim Robbins), su sponsor, que con los años se ha convertido en su mejor amigo. Mientras tanto un nuevo miembro se ha integrado al grupo, y es el turno de Adam de convertirse en sponsor de Neil (Josh Gad) , un joven médico que no se toma el tratamiento demasiado en serio, sino que lo hace por obligación. En una fiesta Adam conoce a Phoebe (Gwyneth Paltrow), y siente que finalmente es hora de comenzar una relación estable, pero no sabe si sera capaz de semejante desafío, tampoco es fácil para su pareja acompañarlo y comprender las limitaciones que tiene para relacionarse. La historia se centra más que nada en la vida cotidiana de quien debe lidiar con una adicción, en la fuerza de voluntad, y en todos los pequeños detalles que debe cuidar diariamente para no recaer. Pero si bien el tema principal es delicado, la película no es un drama si no una comedia romántica, y probablemente allí este lo flojo de la propuesta. Durante la primera parte de la historia los protagonistas plantean situaciones conflictivas muy interesantes, especialmente la relación de Mike con su hijo, pero luego todo se centra en la pareja protagónica y sus escenas románticas, dejando de lado las historias de los personajes secundarios, cuyos conflictos se resuelven rápidamente en los últimos minutos de la película, y son bastante más interesantes que el romance central de la historia. Así, finalmente son las interpretaciones de Tim Robbins y Josh Gad las que hacen que la historia valga la pena, y si bien no es uno de los mejores estrenos del año, es una historia ágil, bien filmada, que plantea un tema difícil, pero lo hace de un modo llevadero, y por momentos hasta gracioso.
Con 20 minutos menos sería una gran comedia La adicción al sexo sigue sin ser un tema muy común en el cine, y el mayor mérito de "Gracias por compartir" es abordarlo desde un punto de vista lo bastante humorístico como para volverlo fácilmente asimilable por el público. Mark Ruffalo, en otra de sus buenas actuaciones, es el adicto al sexo que luego de años de recuperación es empujado por su consejero Tim Robbins a que vuelva a intentar alguna cita romántica. La elegida es Gwyneth Paltrow. Su personaje no tiene adicción pero sí una fobia: es fóbica a los adictos ya que su novio anterior era alcohólico, y saber de la adicción al sexo del protagonista la lleva a negarle su oportunidad al galán. Eso en principipio, porque luego le da una nueva chance para probarse a ella misma que es "una persona profundamente sexual" en una escena algo disparatada con bailes sensuales y lingerie erótica. A Stuart Blumberg, guionista de películas como "Los chicos están bien" y la serie "MadTV", convertido ahora en director, le cuesta mantener el tono en su opera prima, igual que el foco en los personajes centrales y cuáles son los conflictos principales de la película. Se desconcentra y el film empieza a tener menos gags, a volverse menos divertido y a resultar excesivamente largo. De hecho, unos veinte minutos menos no le hubiera venido nada mal. Con todo, los momentos en los que sí logra enfocar bien el tema son interesantes y dan lugar a gags originales y entretenidos, igual que el personaje de Tim Robbins, que casi vuelve la película totalmente recomendable. Otro detalle interesante es la presencia de la cantante Pink en una curiosa y breve aparición actoral.
Intento de comedia romántica, con aires de profundidad que termina haciendo agua por la poca empatía que logran los personajes principales y el desnivel argumental entre el drama y los momentos de humor. Y queda claro que el mayor problema es el texto original, porque los actores, se muestran solventes y creíbles, Mark Ruffalo y Gwyneth Paltrow se valen de su enorme ofició, logrando ser naturales y realistas pero poco graciosos.
Thanks for Sharing es una dramedia que llega demasiado tarde a las carteleras -su estreno norteamericano data de 2012- pero que no por eso le resta mérito e importancia a su historia, donde tres hombres batallan el duro estigma de la adicción al sexo. Stuart Blumberg elabora aquí su primer trabajo como director y también firma el guión junto al actor Matt Winston. Blumberg ya había trabajado en el subgénero junto a Lisa Cholodenko en una de las grandes favoritas del 2010 como lo fue The Kids Are All Right, y acá vuelve a traer al ruedo al estupendo actor que es Mark Ruffalo para darle vida a un hombre maduro alejado ya de la ajetreada vida sexual que su enfermedad le trajo, pero que vuelve a enfrentarse a sus demonios cuando conoce a la atractiva Phoebe -Gwyneth Paltrow-. El segundo es Tim Robbins como el líder de un grupo de ayuda, que se ve en aprietos cuando su hijo adicto a las drogas regresa al seno familiar. El tercero es el médico interpretado por Josh Gad, enviado por la corte al grupo para solucionar su problemas de acercamiento a la gente, mas precisamente mujeres. Del más grande al más chico, los tres están conectados por las reuniones y cada uno es el patrocinador del otro. Si bien los toques de comedia son pocos, más que nada la sombra del drama sobrepasa los momentos humorísticos y los románticos, Blumberg balancea con suficiente tino las situaciones, aunque desde el guión la segunda mitad de la película haga aguas y trastabille con los propios clichés del género. De lejos, la pareja de Ruffalo y Paltrow es la de más peso, con una química fascinante y atrayente -la escena del parque es excelente- y una vez más, me saco el sombrero frente a él, un actor que uno nunca tiene en cuenta como "bueno" pero cuando se lo ve trabajando, construyendo un personaje en pantalla, asombra. Robbins tiene la suficiente presencia como para salir airoso de la línea argumental más simple y común, mientras que las sorpresas recaen en Gad y el rol más dramático de la cantante Pink al momento. Él -quizás no lo tengan, pero fue la voz del dulce Olaf en Frozen- tiene un timing de comedia muy fino, y ella destaca por su naturalidad frente a las cámaras. Las historias cruzadas de Thanks for Sharing funcionan con simpleza desde el guión, que arroja a sus personajes a los típicos recovecos oscuros de cualquier problema de adicción, pero lo que realza la idea del film es su elenco sólido y conmovedor durante momentos, sin abandonar nunca el lado amable y sensible.
Adictos a la caricatura No es difícil para Mark Ruffalo, galán latino en Hollywood, representar a un adicto al sexo en vías de recuperación, poner cara de “ahora no puedo pero las hice todas” y jugar a ser víctima para ganarse a Gwyneth Paltrow. Pero incluso con el sostén de Tim Robbins, como coordinador de un grupo de rehabilitación cuyo miembro estelar es Adam (Ruffalo), el debut del guionista Stuart Blumberg cuenta con un antecedente en el tema que lo condiciona. Allí donde Shame, de Steve McQueen (ganador del Oscar por 12 años de esclavitud), muestra descarnadamente la ansiedad y la compulsión, el film de Blumberg pone foco en situaciones disparatadas que responden a la “dramedia” y se sintetizan en Neil, el personaje de Josh Gad que no puede resistirse a frotar mujeres en el subterráneo. Tal inclinación por la caricatura pone a Gracias por compartir más cerca de Mejor imposible, el film protagonizado por Jack Nicholson que satiriza el trastorno obsesivo compulsivo, pero sin la gracia narrativa que hizo de este último un clásico del género. La química entre Ruffalo y Paltrow es lo más destacable y en cierto modo compensa los peores vicios de la película.
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"Gracias por Compartir" es la comedia de esta semana (seamos sinceros, tampoco es taaan comedia). La historia es la de tres adictos al sexo que de entrada te va a atrapar, sobre todo por el elenco... Mark Ruffalo, Gwyneth Paltrow, Tim Robbins y Pink, que verdaderamente están muy bien en sus personajes. El guión va decayendo a medida que pasan los minutos... Por momentos, como dije antes, es comedia, pero por otros es un drama... Un género bastante raro de definir en esta peli. Los actores terminan salvando todo lo que pasa en pantalla. Peli para disfrutar en el cine, salir y continuar con la vida... esta vuelta sin debate posterior.
Es una comedia dramática sobre tres personajes adictos al sexo que tratan de sobrellevar sus problemas en reuniones de autoayuda, brindadas por otros que estan superando dicho flagelo. La moraleja gira en que todo exeso es nocivo, el alcohol, el dinero,el sexo, pero ¿ cómo es vivir todos los días con esa enfermedad en una sociedad en la que todo el tiempo hay recordatorios que buscan que recaigan en el vicio? Mark Ruffalo, el actor de "Los Vengadores" interpreta a un hombre que intenta salir adelante y encuentra el amor en una joven que desconoce su padecer. La ganadora del Oscar Gwyneth Paltrow ( Iron Man ) interpreta a dicha mujer, acompañados por un reparto que incluye a Tim Robbins y la cantante Pink. El filme busca presentar el poder de destrucción que tienen la adicciones, mezclando humor y logradas actuaciones que hacen que queden a medio camino entre el humor y el melodrama.
En terapia Adam (Mark Ruffalo) es un consultor en cuestiones ambientales, Mike (Tim Robbins) un maestro mayor de obra (ponele) y Neil (Josh Gad) médico de un hospital. Estos tres chochamus integran un grupo de autoayuda de adictos al sexo. Y todos ahí pensamos esbozando una sonrisa socarrona: ¿Pero qué cazzo tiene de malo ser adicto al sexo? Y ahí entra Gracias por Compartir cuán Troy McClure para mostrarnos que vivir sin poder mirar publicidades en la calle, sin internet, sin televisión y hasta sin poder viajar en subte para evitar al máximo las “tentaciones” no estaría taaaan taaaan copado. Y si nos quedan más dudas habría que preguntarle a Miguel Ángel Russo qué onda es ser un “enfermo del sexo” (?). Esta ópera prima de Stuart Blumberg, guionista de Divinas Tentaciones y The Girl Next Door, sigue en la línea de tratar con naturalidad (al igual que en Mi Familia, film del cual fue co-escritor) y sin ahondar con excesivo dramatismo, los problemas sociales que pueden sufrir las personas ninfómanas u, en el caso de Mi Familia, homosexuales. O sea, Blumberg cuenta el problema de vivir en una sociedad totalmente expuesta a constantes estímulos sexuales y, aunque no profundice demasiado, es lo suficientemente concreto y sencillo como para que su cometido se haga realidad. En Gracias por Compartir hay de todo para el bolsillo del caballero y la cartera de la dama. Tenemos al gordo freak (Gad) de casi 30 años que pierde todo por ser alto jeropa que le grabó (y fue pescado) un upskirt a su jefa. También está la chica excéntrica (interpretada por Pink, que tiene dos escenas impostadas a full de baile y canto pero que funcionan en parte) que además de ser adicta al sexo es también una re drogona en recuperación. Además está en el grupo un hombre bonachón que ronda los 40 años (un Ruffalo que siempre da bien con el rol de tipo común) que reza antes de levantarse, es exitoso en su profesión, y que tiene alto departamento pero que no mete un revolcón o una japa desde hace 5 laaaargos años. Está además la flaca ideal (una Gwyneth Paltrow cada día más desenvuelta y sensual), por copada, por linda, por rubia, para retomar las manualidades y casarse, que parece recontra perfecta pero que es un tanto obsesiva con el morfi y con salir a correr. Algo acorde a estos tiempos donde la plaga de runners acecha al mundo con ponerle pantalones cortos y zapatillas deportivas fluorecentes. Estos dos vendrían a ser el centro romántico de la película. Mark Ruffalo siempre da bien con el rol de tipo común. Y por último, por si ninguno de los demás integrantes te generó empatía, tenemos al tipo cincuentón (un Robbins en piloto automático) que le contagió hepatitis C a su mujer y que se lleva como el orto con su hijo (Patrick Fugit, que también es adicto en recuperación) pero que es ídolo de todos los “patrocinados” que tiene a su cargo. Gracias por Compartir presenta todos los conflictos con tanta ligereza que por un lado, resulta totalmente amigable y querible, y por el otro, trivial y obvia. La cuestión es que por no intentar trascender o ser distinta, termina por fallar en su espíritu jovial junto a esta banda de puñeteros seriales los 12 pasos hacía la superación y la felicidad.
La liviandad del ser Crónicas de rehabilitaciones anunciadas El cine norteamericano de los últimos tiempos parece tener una grave falencia narrativa en materia de abordaje de ciertas cuestiones.Algo así como una pacatería extrema al momento de mostrar las relaciones enfermas con el sexo, los desnudos y las relaciones interpersonales. Ya tuvimos una fallida muestra de enfoque del tema con el debut como director de Joseph Gordon Levitt y su olvidablemente tibia Entre sus manos , daría la sensación que la industria se averguenza de mostrar la crudeza de las adicciones como realmente son y en cambio nos muestra una mirada edulcorada y artificial sobre el recorrido del camino de héroe que transitan estas almas sin rumbo Lo extraño es que la direccion de Gracias por compartir estuvo a cargo de Stuart Blumberg quien ya nos había entregado inteligentes miradas sobre relaciones peculiares como lo fueran Mi familia y Divinas Tentaciones ,sin embargo su paso del guión a la dirección no fue tan fructífero como esperábamos y en este film parece haber sido apoderado por la excesiva tibieza de la industria y termina realizando un producto que sin ser malo carece de una identidad propia. El film nos narra la historia de diversos personajes que se encuentran en un periodo de readaptación social : Phoebe ( Gwyneth Paltrow) es una enferma de cáncer en recuperación que ha tenido una experiencia traumática con un alcohólico. Adam ( Mark Ruffalo), Mike ( Tim Robbins) , Neil ( Josh Gad ) y Dede ( la cantante Pink ) pertenecen a un grupo de apoyo al estilo de Alcoholicos Anónimos que brinda contención a personas con desordenes de índole sexual.La actitud de estos hombres y mujeres frentes al sexo es casi de asepsia, no aprenden a lidiar con la pulsión sino a evitarla constantemente La sanidad del personaje de Adam pasa exclusivamente por un celibato autoimpuesto que lo lleva a no mirar televisión o internet por temor a sentirse atraído hacía la tentacion de una eventual recaída .De esta forma estos seres atormentados se convierten en errantes sin destino más que evitar la colisión con su propia naturaleza, viviendo una rutina que siempre está bordeando su autodestrucción. vlcsnap-2013-12-25-10h29m43s151 Así el tono del film , desde lo narrativo repite el esquema mental de los adictos: la moderación absoluta. Sin ser aburrida tampoco divierte y sin ser dramática tampoco conmueve. Ese modo gris del relato con esporádicos chispazos de alguna escena efectiva , es salvado por las actuaciones de sus interpretes que tal vez sean el mayor acierto del fallido film.Gracias por compartir es una frase hecha , correcta y de uso corriente para agradecer la deferencia de un tercero sin demostrar demasiada emoción. Exactamente eso es la opera prima de Stuart Blumberg: cortesía, buenos modos y frases hechas, nada de eso está mal,pero a veces un poco de incorrección política es necesaria en medio de una industria tan chata como predecible.
El guionista Stuart Blumberg, creador de Más que amigos, La vecina de al lado y Los Niños están bien (The Kids Are All Right), por la que llegó a ser candidato al Oscar, incursiona en la dirección con esta comedia dramática que aborda en forma ligera y algo divertida, la particular adicción al sexo y el drama que viven esos personajes sometidos al deseo compulsivo y a la terapia de grupo de por vida. La película narra paralelamente la historia de tres hombres asistentes al grupo de adictos, vinculados entre sí por ser “padrinos” unos de otros, y como enfrentan sus problemas. Adam (Mark Ruffalo), un profesional exitoso quien lleva cinco años de “sobriedad” sin ver pornografía, prostitutas ni citas, que intenta comenzar a reconstruir su vida tras conocer a Phoebe (Gwyneth Paltrow); Neil (Josh Gad), un enfermero a punto de perder su trabajo por su adicción y Mike (Tim Robbins), un hombre con una larga historia de adicciones que ha logrado rehacer su vida familiar con su esposa Katie (Joely Richardson) pero que guarda un pasado conflictivo con su hijo. Muy distante de la profundidad temática sobre las adicciones y el potencial visual de Shame: Sin reservas, la película de Steve McQueen con Michael Fassbender, y lejos de Entre sus manos (Don Jon), la diferente e interesante propuesta de Joseph Gordon-Levitt, Gracias por compartir propone una mirada bastante superficial sobre esta adicción tan particular a través de un relato que oscila, de forma alternativa y sin unirse, entre los mecanismos de la comedia romántica y el drama familiar, reduciendo a romance la relación de Mark Ruffalo y Gwyneth Paltrow, a drama familiar la de Tim Robbins y su hijo, y a culto a la amistad la del enfermero Josh Gad y la cantante Pink. Si bien Blumberg sabe construir ironías en sus diálogos, las situaciones demasiadas trilladas y el relato políticamente correcto y aleccionador sobre las adicciones contemporáneas y los grupos de autoayuda, circunscriben la película al estupendo reparto, cuyas relaciones fluyen con total naturalidad creando la conexión con el espectador para poder disfrutar de esta simpática película que rápidamente olvidaremos.
Manual de superación en forma de comedia Gracias por compartir se enfoca en la vida de un grupo de adictos al sexo y describe con sensibilidad, sentido del humor y un mensaje voluntarista cómo cada personaje trata de rehabilitarse con la ayuda de los otros. Las películas que quieren enseñarnos a vivir siempre resultan un tanto empalagosas. Más que una historia parecen imponernos las lecciones de un manual de superación personal, que raramente resultan aplicables a la propia vida. Mucho de eso hay en Gracias por compartir, cuyo título alude a la fórmula de agradecimiento grupal que recibe un adicto luego de contar sus problemas ante un público de otros adictos. Lo curioso, en este caso, es que no son adictos al alcohol sino al sexo, de modo que la gama de situaciones potenciales, tanto dramáticas como humorísticas, podría ser muy diferente a la habitual cuando el cine trata estos temas. Y hasta cierto punto el director Stuart Blumberg indaga en ese nuevo territorio de posibilidades, pero no lo suficiente como para que su producto sea realmente original. Son cuatro los personajes que atraviesan distintas fases de rehabilitación. Adam (Mark Ruffalo) un soltero que ya lleva cinco años sin reincidir; su mentor, Mike (Tim Robbins), el sostén espiritual del grupo; Neil (Josh Gad), un médico ansioso e irónico que no puede controlar sus peores instintos, y Dede (Pink), una peluquera que sólo puede relacionarse con los hombres mediante el sexo. El elenco se completa con Gwyneth Paltrow, Patrick Fugit, Joely Richardson y la sorprendente Emily Meade (que protagoniza junto a Ruffalo la mejor escena de la película). Sostenida por esa constelación de buenos actores, Gracias por compartir es una comedia cuyo tono ligero a veces vira bruscamente hacia el drama y otras hacia la carcajada. Tiene momentos intensos y alguna que otra vuelta de tuerca interesante. Pero tal vez el principal problema es que cree demasiado en la misión de difundir el mensaje de que la sexualidad compulsiva es una patología y las personas que la padecen deben ser tratados como enfermos. Muchas de las conversaciones entre Mike y Adam o entre este y Neil podrían compendiarse y proyectarse como parte de una campaña mundial contra la adicción al sexo. Tampoco la carga de humor casi exclusivamente depositada sobre el rotundo cuerpo de Josh Gad colabora con el equilibrio emocional de la historia. Todo lo cual no impide que el producto final resulte simpático, incluso entretenido, y con algo más que una pátina de sensibilidad a la hora de retratar las relaciones humanas.
Tres personas que ingresan en una clínica de desintoxicación para adictos al sexo. Este es el debut en la dirección de Stuart Blumberg (consiguió una nominación al Premio Oscar al mejor guion original por “Los chicos están bien”) con este film que llega a nuestro país un tanto demorado, toca un tema difícil que le puede pasar a cualquiera , de hecho no hace tanto tiempo Michael Douglas admitió su adicción al sexo, ingresando a una clínica de rehabilitación y en el año 2000, Douglas firmó un acuerdo prematrimonial con Catherine Zeta-Jones en el que se incluía una cláusula relacionada con este tema. Este film “Gracias por compartir” que se acaba de estrenar en nuestro país toca el tema de tres adictos al sexo y su lucha para vivir en sociedad y llegar a tener una relación estable sin vaivenes. Es una comedia romántica que nos ofrece un enfoque interesante entre las relaciones de distintos tipos de personas, se tocan algunos temas tabúes como son las adicciones al sexo, algo similar como ocurría en los films: “Entre sus manos” film de 2013 protagonizado por Joseph Gordon-Levitt (Don Jon tiene una gran habilidad para conquistar al sexo opuesto pero ni siquiera sus mejores conquistas pueden compararse con el placer que obtiene viendo pornografía sólo frente a su computadora); "Shame" de 2011 con Michael Fassbender (Un hombre de negocios vive en Nueva York y su vida gira en torno al sexo: prostitutas, encuentros casuales, masturbación y pornografía), entre otras. En este caso son un grupo de personas que concurren a terapia; por un lado esta Adam (Mark Ruffalo), soltero, se dedica a los negocios, un conquistador nato del sexo opuesto que ya lleva unos años de abstinencia sin recaídas, pero conoce a Phoebe (Gwyneth Paltrow), una mujer muy hermosa e independiente que viene de una ruptura con un adicto al alcohol. También está el ex alcohólico Mike (Tim Robbins), casado con su novia de toda la vida Katie (Joely Richardson), en medio de la recuperación sufre un brote, debido a varios conflictos que se le van presentando. Por último esta Neil (Josh Gad) un médico que esconde una cámara en su zapatilla para filmar secretamente a las mujeres que llevan sus polleras cortas, todo mientras intenta convencer a sus amigos de que puede vivir sin sexo; el programa de recuperación consta de 12 pasos. A lo largo de la película cada uno intenta superar su adicción, en el medio hay discusiones, ocultamientos, tensiones, secretos, las actuaciones son discretas y Paltrow se anima hacer un striptease, un baile erótico, alguna de las figuras secundarias como Joely Richardson, Carol Kane, Patrick Fugit y la aparición de la cantante Alecia Moore más conocida como Pink como una peluquera también adicta. Una buena banda sonora y fotografía pero termina siendo una comedia liviana, tibia y superficial a la que le faltó un tratamiento un poco más profundo.
Enfermos con muchas ganas Aquí se aborda un tema muy frecuentado en estos días: el de los adictos al sexo. Pero falla porque no define su tono y no se toma las cosas en serio. Si bien el material se presta para el toque grueso y burlón, el filme no abandona el tono de comedia amable, que en algunas situaciones y en algunos personajes (sobre todo ese médico desaforado) apela a la brocha gorda y no alcanza a ser ni chispeante ni romántico. Es el primer largometraje como director y guionista del hasta ahora solo escritor Stuart Blumberg. Su filme se pone a veces serio y a veces absurdo, pero es indeciso y desparejo. Los protagónicos tienen dos buenos actores (Marck Ruffalo y Gwyneth Paltrow) y su historia debería ser lo más interesante en este juego de enfermos raros que necesitan grupos de autoayuda para poder hacer los doce pasos salvadores que los dejarán en la otra orilla. No hay intriga, fluye entre notas pintorescas y apuntes de variada efecto, pero deja con ganas de ir un poco más allá, de poder abordar seriamente el asunto, de ver de qué manera esta nueva patología va condicionando conductas y hasta dónde el amor y sus demandas puede ser parte del manojo de adicciones que va atando a sus practicantes. Son ideas apenas insinuadas que a falta de profundidad se quedan en la superficie. El filme no aburre ni despierta mayor interés, transcurre en una medianía que alterna buenas y malas, es disperso y le falta garra, pero no deja de ser agradable, aunque quizá demasiado leve y agradable.
Siempre hay un roto para un descosido El sexo y la sexualidad suelen ser material habitual para melodramas pseudo-indies ambientados en Nueva York, donde parece que la neurosis urbana ha terminado condenando al habitante medio a una crisis existencial vinculada con su deseo: por ausencia o por exceso de ello, el ser humano sufre. Gracias por compartir es otra de esas comedias con espíritu independiente, pero que terminan abrazadas a las convenciones más recurrentes para retratar los conflictos familiares. Que en este caso tienen que ver con adictos al sexo que están en etapa de recuperación o -al menos- lo están intentando. Si hay algo que destaca en el film de Stuart Blumberg es que su falta de pretensiones le vuelven un ameno y ligero muestrario de diversas dolencias, antes que un excesivo y sórdido drama puramente efectista a lo Shame: sin reservas. Este año vimos Entre sus manos, de Joseph Gordon-Levitt, que hablaba de un adicto a la masturbación. En ese mismo plan van estos personajes, aunque ya los encontramos en charlas de autoayuda, lidiando con lo suyo. Pero a diferencia de aquel film, que intentaba indagar en el porqué de la adicción, aquí se busca ser un poco más comprensivo con el doliente: se nos dice, en todo caso, que dicha adicción viene de alguna fragilidad emocional que no podemos manejar. Y que, finalmente, la “cura” no llega mágicamente sino que se da en una lucha con un mismo. Sin cuartel. El último plano connotará, astutamente, que esa pelea es eterna, que nada nos aleja definitivamente de ese que fuimos y que los estímulos y el contexto potencian las recaídas. Así como lo vemos, Gracias por compartir es una película de tesis para discutir en programas de radio. No hay casi elementos cinematográficos dispuestos con astucia para mirar a sus personajes desde la puesta en escena: película de guionista en definitiva, todo lo importante que pasa por el film se da a través de sus diálogos. Que a veces son astutos, otras inteligentes, pero muchas veces caen en frases altisonantes o de manual, más allá de la autoconsciencia que por momentos se exhibe. De todos modos hay que reconocerle a Blumberg que con un pasado que tiene guiones como el de Mi familia, es un tipo con una oreja hábil para abordar -con la mayor serenidad posible- temáticas tabú y convertirlas en algo cotidiano, humano, cercano. Para esto último en mucho ayuda la presencia del trío protagónico que integran Mark Ruffalo, Tim Robbins y Josh Gad, quienes aún recurriendo a sus propios estereotipos cinematográficos, hacen que sus personajes -plagados de tics y comportamientos recurrentes- criaturas con dimensiones y cierta calidez. De hecho, cuando Gracias por compartir se pierde es cuando abandona esa ligereza y se ve seducida ante la posibilidad de que sus personajes tengan alguna recaída; porque en el fondo esta es una película sobre ascensos y caídas, con final tranquilizante. Lo mejor de la obra de Blumberg es en definitiva su mirada desprejuiciada sobre las adicciones de sus protagonistas y cómo trabaja la necesidad de un otro, que puede ser tanto una pareja, un amigo o la familia. Sin mayores riesgos y con una narración asimilable para cualquier público, Gracias por compartir es esa clase de productos que parece más un programa de autosuperación que una película. Así y todo, hay momentos amenos y de cierta verdad que salen a la superficie.
Tres historias protagonizadas por hombres adictos que quieren superar una adicción. Tres amistades que sirven de sostén al impulso irrefrenable del deseo. Tres géneros en una misma película dados por conflictos demasiado profundos todos relacionados con el miedo: a recaer, a no ser querido, a no ser aceptado... Y ahí radica la debilidad de la estructura de esta película: quiso contar mucho y no profundizó en nada. La historia principal, comedia romántica, está protagonizada por Mark Ruffalo, un atractivo ejecutivo que lleva años sobrio de relaciones sexuales. Cuando Gwyneth Paltrow aparece en su vida, el miedo al descontrol lo paraliza y no lo deja disfrutar de lo que consiguió en ese tiempo de terapia. La necesidad de ocultar algo avergonzante, que la sociedad prejuzga y por lo que discrimina y margina se convierte en el problema real, más real que la adicción al sexo. Y los miedos del personaje de Ruffalo se confirman cuando el de Paltrow descubre la verdad. Nadie quiere estar con una persona adicta, porque la adicción no se cura, sólo se controla. La trama secundaria de género dramático es la que protagoniza Tim Robins, un ex alcohólico que contagió a su mujer de epatitís y que despreció a su hijo por drogadicto. Es una trama de miedos y perdones, de superaciones. Robins, mal padre con su hijo, se redime de su error siendo “padre” de los asistentes a las terapias de grupo que él dirige. Y no es capaz de ver que su hijo también se merece una oportunidad, una y mil, por ser su hijo, porque si los de la terapia caen y se vuelven a levantar, su hijo también tiene ese derecho. Esta trama flojea por tener demasiada carga dramática y ser una secundaria que apenas repercute sobre la principal. Sería una película en sí misma. La segunda subtrama, el contrapunto cómico, es la más entretenida y la mejor interpretada. Un chico adicto al sexo que pierde el control de su vida, que con tanto esfuerzo logró conseguir. Lo despiden del hospital donde trabaja e incluso tiene demandas por acoso. En la terapia, a la que recurre desesperado, conoce a una chica con el mismo problema. Lo que al principio resulta una tentación incontrolable se convierte en una ayuda indispensable y finalmente en la primera amistad femenina. Pero vuelve a fallar en lo mismo: una explicación muy dramática la que justifica su adicción al sexo contada muy superficialmente: una historia que daría para otra película en sí misma.
Hacer una comedia coral y romántica (algo así) sobre la adicción al sexo es un punto de partida interesante. Tener actores que saben comportarse como seres humanos reales -especialmente Mark Ruffalo, que ha encontrado tal madurez expresiva sin alardes que uno le cree ser este tipo o el increíble Hulk-, suma. Y que se busque constantemente un tono medio, genera la sonrisa automática de estar viendo algo agradable. Ahora bien, el problema del film, aquello por lo cual no alcanza a ser una gran película, es que busca, todo el tiempo, convertirse en un manuial de autoayuda y a eliminar, esterilizar o borrar el sexo. Es cierto que tal es, en parte, el problema de sus protagonistas (un grupo de autoayuda, justamente, de adictos al sexo, justamente) y que la forma de la película reproduce lo que sucede en sus cabezas y cuerpos. Pero hay también una indecisión -llamémosla “políticamente correcta”- a la hora de no ir a fondo con las situaciones más ridículas ni con las más escabrosas. Y es allí, paradójicamente, donde la película denota su manipulación y donde pierde esa humanidad que los actores saben inyectarle.
Adicciones repartidas Adam, Mike y Neil son tres adictos al sexo que no pueden mantener relaciones profundas y duraderas. Los tres desgranan sus vidas en el consultorio de un programa de recuperación, pero cada uno intentará resolver a su manera las adicciones que comparten. En esta película del debutante Stuart Blumberg hay una cadencia imposible de obviar: su relato transcurre entre el drama y la comedia. Y, por eso mismo es imposible de clasificar. Es una comedia (hay situaciones divertidas que convierten al espectador en cómplice de los personajes), pero también es un drama (porque su tema central es la adicción al sexo) y un filme romántico (porque los personajes -al fin y al cabo- también se enamoran). Y aqui radica la blandura del filme. Sí, porque la principal habilidad del director (que fue coguionista de “Mi familia”) es precisamente, la de inyectar humor en diálogos sobre asuntos que no son risueños; pero en esta película esos cambios de tono a menudo suenan discordantes y en algunas oportunidades, forzados. Mark Ruffalo, en el rol de soltero atractivo que ve peligrar su estabilidad cuando conoce a una mujer (Gwyneth Paltrow) que tiene fobia a cualquier tipo de adicción. Mike (Tim Robbins) es su consejero, también adicto y Neil (Josh Gad) es un joven médico que apuesta por la autosatisfacción. Los tres ven peligrar su futuro a causa de sus obsesiones sexuales. En el medio aparece una llamativa chica pop, interpretada por Pink, que se convierte en el principal acierto del filme. La historia entretiene, hace pensar y divierte, pero sin demasiadas pretensiones.
Publicada en la edición digital #262 de la revista.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
MEJOR NO COMPARTIR La filmografía de Stuart Blumberg cuenta con destacados créditos como guionista. Dos de los filmes escritos por él son Divinas tentaciones (Keeping the Faith), de Edward Norton y Mi familia (The Kids are all right), de Lisa Cholodenko. Gracias por compartir (Thanks for sharing) es su ópera prima. Fiel a su obra como guionista Stuart Blumberg reincide en narrar historias que involucran la acción de la voluntad. En la piel de un adicto al sexo Mark Ruffalo interpreta a Adam, un cuarentón que se encuentra en rehabilitación. Inmerso en la dinámica de la terapia grupal el personaje salta de cliché en cliché. Sin ánimos de querer contar una historia más allá de lo que se ve, la película resulta tediosa. La estructura narrativa es básica y tres minutos luego de que el personaje femenino hace su primera aparición ¿qué más se puede esperar? Adam se enamora de Phoebe (Gwyneth Paltrow)y a partir de aquí la historia es conocida aún para aquellos que no vieron el filme. No sólo el argumento es predecible, sino que las actuaciones se ven apagadas y estereotipadas bajo lánguidos moldes pre fabricados y vetustos. Para colaborar con el ambiente de la promiscuidad y los encuentros sexuales fuertes y casuales, ambos protagonistas se encuentran siempre en situaciones en donde las acciones que realizan involucran la actividad física, ya sea sexo o deporte, y sus cuerpos se hayan en constante desnudez y/o sudoración. La desnudez no sería lo más problemático, aunque Ruffalo debería haber cuidado más su imagen y Paltrow su prestigio. Lo que realmente perturba es la continua desagradable sensación de pestilencia. Las otras historias cuentan con la presencia de Tim Robins por un lado, y Pink por el otro. Sin romper la esencia predictiva de la película, ambos relatos reabren viejos fantasmas del pasado. Un jefe de familia, casi recuperado, ve como su hijo malgasta su presente y arruina su futuro; y un gordito nerd que vive de la masturbación compulsiva en la soledad de su cuarto, aún de adolescente ve llegar a su vida a la sensual Pink que funcionará como su “ayudante mágico”. Se podría hablar de temas serios como las adicciones y las relaciones familiares peligrosas, pero lo cierto es que el filme no logra capitalizar todo ese material y se queda a medio camino entre lo que es y lo que podría haber sido. Una lástima ya que la propuesta resulta interesante pero la realización deja mucho que desear. Correcta hasta el hartazgo, sus posiciones de cámara, cortes limpios y medidos, sumado a sus diálogos acartonados hacen de Gracias por compartir un filme más del amplio repertorio que versa sobre la fuerza de voluntad y el poder de la auto ayuda. Confía en ti mismo and let it be es el mensaje que sin necesidad de aburrir con casi dos horas de película se podría haber adivinado desde los primeros 10 minutos de metraje. Por Paula Caffaro redaccion@cineramaplus.com.ar
La primer película que dirige Stuart Blumgerg, guionista de "The girl next door" y "The kids are all right", es un retrato sobre las adicciones, en particular la adicción al sexo. Tim Robbins, Mark Ruffalo y Josh Gad interpretan a tres hombres adictos al sexo, tres etapas distintas de la ¿recuperación? de una enfermedad. Mike (Robbins) es un hombre con un matrimonio de tres décadas junto a una bella mujer (Joely Richardson) que lo bancó en todas, y un hijo drogadicto (Patrick Fugit) que reaparece tras varios años intentando enmendar la relación, y a la vez es el encargado de las sesiones terapéuticas. Adam (Ruffalo) es un hombre atractivo y exitoso que hace cinco años que no tiene ningún tipo de relación sexual pero cuando conoce a una bella mujer (Gwyneth Paltrow) comienza a plantearse algo que debería ser normal para todo el mundo pero para él no lo va a ser: tener una relación de pareja. Y Neil (Gad) es un doctor cuyas compulsiones y sus pocas ganas de curarse, al menos hasta que entabla una amistad con otra chica en recuperación (Pink), lo llevan a ser despedido del trabajo. Gracias por compartir trata temas complicados pero lo hace con liviandad, además de no terminar de decidirse a qué genero pertenece. No es ni una comedia romántica, ni un drama, es algo intermedio que no termina de funcionar ni como uno ni como otro, y mucho menos en su conjunto. El retrato de estos hombres cada uno lidiando con su enfermedad como puede, es interesante por momentos pero incluso se termina tornando predecible. El tono es intimista y los actores le influyen mucha naturalidad a sus respectivos personajes, pero las dos horas que dura la película comienzan a sentirse, especialmente después de largo tiempo empezada la película en el que los protagonistas apenas se movieron del lugar donde estaban. Pero a la larga, "Gracias por compartir" es una película sin pretensiones y sin necesidad de recurrir a golpes bajos ni a un clima frío y tenso como el que inundó Steve McQueen de su película, "Shame", sin importar cuánto funcionaba en aquella. Es ligera, salvo por algún momento en que quiere profundizar y termina descolocando un poco, y accesible, aunque puede dejar sabor a poco.
Cuando vi la categorización y el póster de la película asumí que iba a encontrarme con un film mucho más liviano de lo que terminó siendo. Si sumamos las cintas anteriores de Stuart Blumberg como “Mi familia”, “Divinas tentaciones” o “La chica de al lado”, las sospechas tenían una base medianamente coherente. Pero la línea entre el cine y la realidad se borra cuando uno presenta a personajes más cercanos. “Gracias por Compartir” nos enfrenta con un proceso de recuperación de una serie de adictos y lo que debería ser divertido (y es que ellos intentan hacerlo lo más liviano y esperanzador posible) se termina convirtiendo en triste. Frente a nosotros, los personajes que eran la insignia de luchar contra los demonios internos, se transforman de nuevo en marionetas demostrando que siempre están a un paso de volver a caer. Esta es la historia de Adam (Mark Ruffalo), un adicto al sexo en recuperación que no sólo tiene a su padrino, sino que tiene los años suficientes como para ser el padrino de otro. En este proceso vemos no sólo a quién se lo toma seriamente, sino a cómo su apadrinado, Neil (Josh Gad), termina entrando en un estado de negación que lo hace cada vez más triste, esa idea de la degradación y de uso de su propio cuerpo. La cosa se complica más para Adam cuando conoce a Phoebe (Gwyneth Paltrow) y quiere empezar una relación con ella quien ya se está recuperando de una enfermedad ¿Cuánto puede comprenderse el proceso de recuperación de un adicto? ¿Quién puede sentarse a juzgar al otro? La película tiene una estructura bien clásica, donde la intriga de predestinación se nos presenta en las primeras dos secuencias, con lo que tenemos una idea de cómo va a terminar a los 15 minutos, pero está sostenida con un guión humano, donde no hay grandes monólogos ni grandes revelaciones y se priorizan las relaciones entre los personajes. Ruffalo hace un buen papel, pero celebro mucho la participación de Robbins como Mike, ese padrino perfecto que no puede tolerar la gran mayoría de las presiones puertas adentro y el volver a ver a Patrick Fugit, aquel que ya nos robó el corazón en “Casi Famosos”, como este chico rehén de las adicciones y sin una gota de fe para una segunda oportunidad. Todos los personajes responden a los lugares típicos de este tipo de temáticas, pero funciona y los actores saben defenderlo: el niño perdido que busca una palmada de su padre, la madre sometida, el padre que no quiere darle otra oportunidad, el que corre de las relaciones por miedo a la intimidad, etc. La fuerza del film está en dar peso a una adicción que hasta el día de hoy juzgan a ver si es realmente un desorden, como si uno tuviera el monopolio de los problemas y pudiera decidir o no quién es normal. La adicción al sexo no determina el éxito o canchereo de alguno de los personajes, sino la incapacidad de relacionarse porque, como toda adicción, te aísla del mundo real.
Mi enfermedad ¿Qué constituye a una adicción? Bueno, en primer lugar se puede hablar de una enfermedad patológica, una discapacidad involuntaria en la que un sujeto incursiona de forma frecuente, progresiva y sin control en el uso de alguna sustancia o en una determinada actividad que, en principio, puede producir satisfacción pero que rápidamente deriva en una dependencia y, finalmente, en una enfermedad que persiste a lo largo del tiempo generando cambios físicos, emocionales y sociales. ¿Y que constituye una adicción al sexo? Como todas las adicciones, el uso abusivo provoca trastornos de todo tipo (en este caso, el comportamiento sexual y la necesidad imperiosa de conseguir placer, por ejemplo), y se pueden reconocer en síntomas tales como la masturbación compulsiva, sexo promiscuo e indiscriminado, disfunción social, aislamiento. Gracias por compartir gira alrededor de varios personajes que luchan a diario para mantener controlada su enfermedad y gravita, especialmente, sobre Adam (Mark Ruffalo), quien luego de cinco años de sobriedad conoce a una hermosa mujer (Gwyneth Paltrow) que le brinda la posibilidad de volver a sentirse enamorado, pero también la de caer en viejos y nocivos hábitos nuevamente. Varias ideas interesantes se desarrollan a lo largo de la película, entre ellas, aquella que queda sugerida sutilmente cuando Neil (Josh Gad) debe llegar a un lugar y, al no poder viajar en subte, se sube a un taxi desesperado para evitar estar sujeto a las tentaciones y los estímulos de la calle. Una vez dentro del taxi debe luchar contra las imágenes de una pequeña pantalla en el respaldo del asiento del conductor que muestra una sensual clase de gimnasia aeróbica. Es que la adicción al sexo pareciera responder a un signo de los tiempos, donde el sexo se ha convertido en mercancía de intercambio y aquellos más débiles de voluntad son los más fáciles de someter. A la vez, y al contrario de otro tipo de adicciones, los estímulos negativos que recibe el adicto al sexo provienen de todos lados, de la publicidad, de la televisión, de las revistas, etcétera, lo que habla, claramente, de una adicción creada por la sociedad de consumo, una enfermedad impuesta por el sistema. Pero también dan vueltas varias ideas y conceptos que valen la pena ser rescatados, nociones sobre la amistad, el verdadero valor de una relación sentimental entre dos personas, el peso de la institución familiar y lo difícil de asumir el rol designado, las presiones sociales y las expectativas depositadas en uno mismo y en los demás, etcétera. Gracias por compartir es una historia pequeña, austera, que fácilmente podría haber tomado una dirección hacia algo grotesco pero que, sin embargo, resiste y se mantiene humilde, sincera, filtrando una crítica honesta hacia una sociedad cada vez más cruel y superficial. Pequeña y agradable sorpresa.
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El sexo y otras adicciones La carrera de Stuart Blumberg despegó en el 2010 cuando escribió, junto a Lisa Cholodenko, The Kids are All Right, una comedia dramática que contaba la historia de una pareja de mujeres homosexuales y la relación con sus hijos. El film recibió nominaciones de todo tipo –participó en cuatro categorías en los Oscar- y hasta se llevó dos Golden Globes. Es por eso que, cuando se anunció la realización de Gracias por Compartir, el primer proyecto dirigido por Blumberg, las expectativas eran altas. Sin embargo, aunque la temática sin dudas llama la atención, la película falla en varios niveles. Gracias por Compartir sigue a tres individuos que a primera vista parecen tener poco en común, pero a los que en realidad une una misma cruz: la adicción al sexo. Adam (Mark Ruffalo), es un exitoso consultor ambiental que logró domar a su adicción hace cinco años, pero que, tras enamorarse de Phoebe (Gwyneth Paltrow), teme perder el control y volver a adentrarse en las acciones que lo llevaron a tocar fondo en su pasado. Por otro lado tenemos a Mike (Tim Robbins), un empresario casado desde hace años que vuelve a encontrarse con su hijo, que heredó de su padre su debilidad, pero por las drogas. Por último conocemos a Neal (Josh Gad), un médico que tiene el hábito de acosar sexualmente a mujeres en el subte y hasta a su propia jefa. Thanks-For-Sharing-10.jpg Mark Ruffalo y Tim Robbins son dos adictos al sexo en recuperación. De Gracias por Compartir podemos decir que trata de ser honesta, aunque termina siendo demasiado melosa y suave para ser realista. Nadie pretende que Ruffalo se meta en la piel de Michael Fassbender en la explosiva Shame de Steve McQueen, pero el hecho de que los personajes estén "sufriendo" por una enfermedad que supuestamente entorpece sus relaciones interpersonales por motivos que terminan siendo muy blandos, hace que el filme sea difícil de tomar en serio. Cabe destacar la actuación de la cantante Pink como Dede, que, a pesar de no tener casi experiencia en el cine, provee la interpretación más convincente y conmovedora en sólo unos minutos de pantalla, pasándole por arriba a sus coprotagonistas más experimentados. Pero, aunque Gracias por Compartir sea bienintencionada, y su premisa es innegablemente original, toda la película termina cayendo en lugares comunes de peleas y reconciliaciones que, sinceramente, están muy alejados de lo esperado del escritor del brillante largometraje indie, The Kids are All Right.
La liviandad aplicada a una adicción Llega esta nueva comedia romántica que pasa sin gloria ni pena por las carteleras de nuestro país. Es algo medio loco, pero cuando veo ese formato de poster promocional (como el que pueden observar acá a la izquierda) automáticamente ya me doy cuenta del tipo de producción que estoy por ver. Las parejas sonrientes en distintos planos, con el título del film cortando la pieza al medio y un trabajo de photoshop bastante artificial, ya marcan el tipo de película. Algunos ejemplos de esto que escribo pueden ser "Think like a man", "What to expect when you're expecting", "Hope Springs" o "Something borrowed", todas películas livianas que no trascienden la barrera de los común, lo superficial y lo poco profundo. "Gracias por compartir" es otra propuesta que toma un tema interesante como puede ser la adicción al sexo y le pone un manto de inocencia azucarada para que no haya espectadores susceptibles que puedan hablar mal de ella. Eso es no jugarse. No estoy diciendo que deberían haber armado un trama oscura como la de "Shame" de McQueen, porque estamos hablando de una comedia romántica, pero se podrían haber jugado un poco más con el contenido y las interrelaciones que proponen. No era tanto lo que le faltaba para ser un poco más transgresora, pero se ve que hay filtros de producción y distribución que son difíciles de sortear. El director Stuart Blumberg, anteriormente escritor de guiones como el de "The kids are all right", parece haberse limitado en esta ocasión y trata la adicción al sexo de manera bastante superficial. Lo que era mostrado con realismo y poco filtro en aquella película donde fue guionista, acá se ve muy artificial, con escenas débiles que no logran transmitir las dificultades que tienen los adictos al sexo para relacionarse. En algunos pocos momentos, se presentan escenas más fuertes pero si mal no recuerdo son sólo dos y no están relacionadas con la temática central del film, sino que tienen que ver con la interacción familiar de los protagonistas. Los actores en general hacen un buen trabajo, sobre todo el confiable Tim Robbins ("Río Místico") y el ascendente Mark Ruffalo ("La isla siniestra") que demuestra ser extremadamente versátil. Los demás acompañan muy bien, pero no logran una empatía fuerte con el espectador, en gran medida por la falta de trabajo sobre el guión. Es como que el manual de la comedia románica está aplicado, hay momentos de humor que se mezclan con los dramáticos para causar la montaña rusa de sensaciones, se trata un tema interesante y hay buenos talentos dando vida a los personajes, pero el aura de autoayuda, las enseñanzas morales baratas y la falta de valentía para mostrar una adicción, apocaron a esos elementos positivos. Un entretenimiento liviano destinado al olvido.
Publicada en la edición digital #265 de la revista.
Cuando el sexo es una adicción Por un lado está Adam (Mark Ruffalo), que está iniciando una relación con Phoebe (Gwyneth Paltrow), una mujer muy hermosa e independiente que no sabe que él es adicto. A su lado se encuentra Mike (Tim Robbins), casado que además de ser adicto al sexo, ahora es adicto a los programas de recuperación basados en 12 pasos. Ambos han vivido, padecido y sobrellevado consecuencias familiares y laborales de sus acciones como consecuencia de su sindrome. Finalmente, aparece Neil (Josh Gad), médico, simpático, un muchacho que parece no hacer daño a nadie pero quién esconde en su zapatilla una cámara para filmar a las mujeres que llevan polleras cortas, mientras le asegura a sus compañeros que su adicción al sexo ya quedó en el pasado. Es el argumento de Gracias por compartir, una de las películas que entraron en los Cines del Centro en la última renovación de cartelera y que, como la británica La mejor oferta, que ingresó en la tanda anterior, son la clase de títulos que vienen a funcionar como bálsamo entre tanto tanque comiquero de mayor o menor calidad argumental, y películón superanimado, todo bajo la sombra del efecto 3D. Gracias por compartir pide del espectador un tono más relajado, predispuesto a dejarse llevar por el cuento sin sobresaltos. Es un relato difícil de encasillar en un género, porque a través de la comedia y el romance, filtra el drama medular: las adicciones, de diversa índole y manifestación, y lo que significa el día a día para un adicto. Habla del sufrimiento por la incomprensión y estigmatización que acarrean ciertas patologías, en contraste con otros padecimientos, y de la necesidad de ver para poder empezar a transitar un camino de “sanación”. El director de esta cinta es debutante en estas lides, pero antes había escrito el guión de la película Mi familia, donde Ruffalo cumplió el rol del tercero en discordia entre una pareja de lesbianas que llevaba 20 años de convivencia había criado dos hijos. Con un cartel de nombres fuertes, se metió sin pruritos pero sin excesos en el análisis de una temática usualmente estereotipada y le imprimió una mirada sin estridencias, que permite al espectador involucrarse con el planteo y tener sus propias conclusiones.