"Creo que es una firme candidata al Oscar ya que las actuaciones de todo el elenco son de primera, destacándose Viola Davis y Octavia Spencer. El vestuario y la ambientación están muy bien logrados. La dirección, la música y la fotografía son excelentes. Realmente es un producto redondo. Las dos horas y veinte minutos que dura el film se pasan..."
Un elenco bien elegido puede salvar una película, así como también un elenco mal elegido puede transformar al relato en una inverosímil propuesta, destruyendo, tal vez, un buen guión. Pero, y es allí donde se la puede ubicar a "The Help", un grupo de intérpretes puede brindarle la profundidad, el sentimiento, el realismo y la fuerza necesaria como para que la historia contada logre transmitirse con frescura e intensidad al espectador, acompañado por un trabajo técnico sobresaliente.
La Misma Canción del Sur Es muy probable que Margaret Mitchell estaría orgullosa de Historias Cruzadas. Su influencia literaria sigue estando presente en Mississippi. Mitchell, fue la precursora de la Gran novela sureña estadounidense. Aquella donde los grandes hacendados sureños hacían autocrítica, reconocían sus errores frente a la esclavitud y admitían culpas, para quedar como los buenos niñitos blancos arrepentidos por sus prejuicios raciales y sociales. Inescrupulosas víctimas de un sistema escrito en los tiempos del imperialismo británico.
Las mujeres perfectas, de color. Estamos en plenas vacaciones de verano. Al igual que como sucede en invierno, el panorama cinematográfico empieza a ofrecer un aluvión de films para chicos y adolescentes, dejando al público adulto un poco de lado. Pero también en verano sucede un fenómeno constante, año tras año. A medida que nos adentramos en la estación comienzan a aparecer, con mayor o menor grado de certidumbre, las películas que seguramente estarán presentes en los Oscar. Es muy probable que Historias Cruzadas figure entre las diez ternadas...
La Película Que Quiso Ser Todo Jackson, Mississippi, inicios de la década del ’60. Una joven blanca proveniente de una familia adinerada, aspirante a escritora y empleada como redactora para una columna de consejos de limpieza bajo un falso seudónimo, decide comenzar a escribir una novela que exponga el punto de vista que tienen las mucamas afroamericanas sobre sus empleadoras, señoras blancas que las explotan y humillan. Partiendo desde esta premisa podría producirse una película interesante, con un guión profundo, quizás tardíamente comprometida, o… algo como esto. Tate Taylor, un joven y nuevo director Hollywoodense (pero con todas las de querer), es el responsable de esta película que nunca define su género, que cuenta con un guión previsible y fallido -basado en la novela escrita por Kathryn Stockett-, que por momentos pareciera presumir de “histórica y comprometida” pero comete errores verdaderamente graves, que desaprovecha a buenas actrices como Viola Davis, Allison Janney e incluso a la nueva revelación Emma Stone, empañadas por una dirección de actores demasiado estereotipada para una historia que también pareciera presumir de profunda y dramática. Personajes que terminan siendo absolutos y llegan a rozar lo caricaturesco llevan el tono del filme a la comedia, sobre todo los secundarios como la malvada muy malvada de Hilly interpretada por Bryce Dallas Howard o la buena muy buena de Celia interpretada por Jessica Chastain, banalizando el relato e impidiendo una evolución dramática. Decir que el guión se limita a girar en torno a la sinopsis dada en el primer párrafo, profundizando sobre la problemática planteada, sería falso. En las dos horas y media que dura (sí, quizás lo peor de todo) la historia va y viene de la risa al llanto más trillado queriendo abordar todo tipo de conflictos como la persecución racial sufrida por la población negra estadounidense, los mandatos sociales padecidos por la mujer americana media y el costo de rebelarse a ellos, la violencia doméstica, el aborto y van… pero todo en un entorno azucarado de niñas millonarias caprichosas y aburridas que tienen hijos como juguetes para que sean criados por estas empleadas de color que heredan como si de un bien se tratara, y a las que les hacen construir baños apartados porque “tienen enfermedades distintas”. Podríamos decir que los deslices cometidos por el guionista y director serían factibles de ser obviados si la película estuviera presentada desde la mirada de una de estas jovencitas republicanas, pero lo que resulta imperdonable es que la subjetividad del relato está presentado desde la mirada de Aibileen (Viola Davis), una mucama que pasó toda su vida criando a niños ricos mientras su hijo le era arrebatado por un país que los excluía, perseguía y asesinaba. La música utilizada en mayor parte de forma no diegética (es decir, agregada artificialmente a la escena, no justificada en el plano) compuesta por Thomas Newman, se convierte en un acompañamiento meloso que no hace más que acentuar todo lo explicitado. No pareciera haber un uso artístico de ninguna de las ramas de la cinematografía, pudiendo quizás sólo rescatar el vestuario, la puesta en escena y la fotografía, que de todas formas no dejan de ser de manual de propaganda norteamericana. Si no fuera por cuestiones de edición esta crítica hubiera sido resumida con un simple: obvia comedia dramática con supuesto mensaje. No hace reír, no hace llorar, cuando lo intenta utiliza artificios tan transitados que no llega a lograrlo. Increíble que transcurra en el mismo estado y en la misma década que la Mississippi en Llamas de Alan Parker.
Estados Unidos, el paradigma de la igualdad entre las personas, no siempre ha sido asi. No lo es en la actualidad, y mucho menos durante los 50s y 60s, cuando los negros tenían que ponerse en la parte trasera de los autobuses, ir a baños separados de los blancos, o conformarse con empleos mal pagos. Algo de todo esto hay en este drama de historias cruzadas. Skeeter, jovencita de 22 años, ha regresado a su casa en Jackson, en el sur de Estados Unidos, tras terminar sus estudios en la Universidad de Mississippi. Estamos en 1962, época “movida” por cuestiones políticas en aquellos lares. La joven, más que pensar en tener novio y casarse, quiere ser escritora y tiene en mente un proyecto de escribir su primer libro. Aibileen es una criada negra que ha cuidado a muchos niños blancos. Tras perder a su propio hijo, que murió en terribles circunstancias laborales, su mirada quedó congelada con un dejo de continua tristeza. Minny, su mejor amiga, cocina el pollo frito y las tortas como nadie, pero no puede controlar sus palabras, así que pierde su empleo por bocona. A pesar de lo distintas que son entre sí, estas tres mujeres se unen para llevar adelante el proyecto clandestino de Skeeter, que supondrá un riesgo para todas: narrar las historias que viven las mucamas negras a cargo de sus amas blancas, no dejando muy bien paradas a éstas últimas. La película de Tate Taylor que adapta el best seller "The help" de Kathryn Stockett, resulta emotiva, bien actuada, con personajes algo caricaturizados (especialmente el rol de Bryce Dallas Howard, como ama de casa de alta sociedad, bastante unidimensional) y, tal vez, políticamente correcta en demasía... Pero se ve con gusto aunque huelgue un poco la fuerza y el ímpetu necesarios. Es un filme que ofrece algunas historias amenas, con una atractiva ambientación (léase escenografía, maquillaje, peinado, vestuario, utilería) que es, junto al elenco preponderantemente femenino, lo más conseguido de la cinta. Viola Davis y Octavia Spencer sobresalen por sobre todas las demás, ofreciendo instancias de gran carga emocional y risueña, respectivamente. Son dignas de destacar las labores de Jessica Chastain (irreconocible, frente a lo ofrecido en "El árbol de la vida") y la revelación última de Hollywood que es Emma Stone. También aparecen en roles secundarios las veteranas Sissy Spaceck, Mary Steenburgen y Allison Janney. Agradable obra, pero tal vez algo "inflada" últimamente por tanta nominación a premios. ¿Será que mediante estos filmes, Estados Unidos busca reivindicar aquellos años oscuros?
Poniendo todo en blanco y negro Quizás sea prudente comenzar diciendo que "Historias Cruzadas" tiene todos los condimentos que los miembros de la Academia adoran, razón por la cual pareciera prácticamente inevitable que se hable de ella a la hora de las apuestas por las nominaciones al Oscar y que empiece a circular como una gran nominada nominada y que hasta llegue, posiblemente, a ser ganadora en múltiples rubros, en todos los premios que empiezan a repartirse por esta época del año. Hecha esta aclaración, "Historias Cruzadas", basada en el best seller que tuvo un éxito completamente arrollador en los Estados Unidos ("The Help" de Kathryn Sockett), tiene un sabor a todo lo conocido y todo lo ya contado sobre esa Mississippi de los años '60 en donde el conflicto racial estallaba en cada una de las casas de familia que contaban con una criada, a la que prácticamente trataban como a una esclava. Partiendo de ese punto y habiendo existido grandes películas en torno a este tema como "El color Púrpura", la miniseria televisiva "Raices", la brillante película de Alan Parker "Missisipi en llamas", o "The Long walk home" con Woopi Goldberg y Sissy Spacek y otras que han tratado los conflictos raciales fuera del entorno de los años sesenta como la extensa filmografía de la primer época de Spike Lee -subrayando sobre todo a la magistral "Haz lo correcto"- o los filmes de John Singleton, todo lo que sucede en "Historias Cruzadas" suena a repetido, reiterativo y tratado con poca creatividad. La que lleva la voz cantante de la historia es Skeeter (Emma Stone), una chica de la high class sureña que quiere ser escritora. Al volver a su casa natal en el descanso de la Universidad ve que las mujeres negras que están trabajando en las casas de familia, tienen muchas costas interesantes para contar. Y todo lo que estas mujeres tengan para decir, va a sonar verdaderamente escandaloso en los oídos de las amigas de Skeeter que dar forma a esa sociedad tan acartonada de la época. Estas voces de las clase más oprimida, de los lugares más olvidados, de los derechos más ignorados, son las que van encontrando un caudal y un lugar para expresarse, cuando Skeeter les vaya dando forma en su libro a cada una de estas expresiones y de estas historias. A pesar de que la extensión se hace notablemente excesiva y que el guión revisita todo los lugares comunes posibles, son los personajes de Viola Davis (actriz nominada al Oscar por su brillante papel el "La prueba", que es quien será la primer mucama que pondrá la voz en el libro) y de Octavia Spencer (simpática y genial en su composición, a quien vimos últimamente en la versión americana de "La Cena de los tontos" y en "Flypaper" con Ashley Judd y Patrick Dempsey) los que amenizan y dan un mayor interés a la historia. En contrapartida, los personajes de las mujeres americanas se construyen como demasiado prototípicos de una clase social elevada, subrayan hasta el mayor grotesco la diferencias raciales y de clases sociales durante esa época, sin el menor atisbo de sutileza de parte del guión para darle fuerza sin perder la credibilidad. Lamentablemente Bryce Dallas Howard (quien aparece en otro reciente estreno cinematográfico "50/50" que si vale la pena -ver reseña-), Jessica Chastain (insoportablemente sobreactuada) y Anna Camp componen el grupo de amigas de Skeeter que se ven completamente alteradas ante las ediciones y las noticias sobre el libro con un nivel de obviedad que llama la atención, transformándose prácticamente en caricaturas estereotipadas de lo que quieren representar. Emma Stone navega entre dos aguas, tratando de hacer que su criatura suene sensible, comprensiva pero a la vez sin perder de vista el éxito editorial que cree tener entre sus manos para su primer gran novela y de esta forma, poder cumplir su sueño de convertirse en escritora. Como puntos a favor, por suerte, en toda buena producción siempre hay lugar para unos buenos roles secundarios que eleven medianamente el nivel de la propuesta. Es placentero encontrar en este caso a Allison Janney, Sissy Spacek y Mary Steenburgen en tres roles pequeños pero interesantes, las tres por igual irradiando talento en la pantalla. Adocenada, transitada, poco novedosa, todo lo que "Historias Cruzadas" intenta contar no sorprende ni aporta nada mejor de lo ya visto.
Durante los años sesenta, una joven del sur de Estados Unidos llamada Skeeter (Emma Stone) regresa de la universidad con el sueño de convertirse en escritora. Pero una vez allí revolucionará a sus amigos y a todo el pueblo con su objetivo: entrevistar a las mujeres negras que limpian las casas y cuidan los niños de las familias blancas de la zona. Si a Historias cruzadas no la delataran signos de contemporaneidad como el protagonismo de la flamante Emma Stone, uno podría fácilmente confundirla con alguna película estrenada hace años. Si bien la convencionalidad a la hora de estructurar un relato a veces favorece la trasmisión de algún mensaje o contenido, la aparente falta de registro del paso de los años y la cantidad de películas sobre los graves conflictos raciales de esos tiempos opera en Historias cruzadas de forma totalmente inversa. Cada personaje parece estar preso de una única faceta que lo identifica: Skeeter es la joven buena e inteligente; Elizabeth Leefolt, la madre cruel; Hilly Holbrook, la desalmada y rencorosa enemiga. Una vez que la relación entre un adjetivo y un rostro se interna en la memoria, las escenas se vuelven tan previsibles como las mismas reacciones de sus protagonistas. Y aquí es donde cabe la observación sobre el aparente desfase temporal de Historias cruzadas: ¿dónde es que lo cinematográfico puede enriquecer un relato en el presente si no le es posible esquivar los lugares comunes ya agotados hace una década? Y también: ¿es posible generar llantos, risas o siquiera la empatía para comprender una época de estas características a partir de fórmulas copiadas de otras ficciones? El mensaje originario, relacionado con cuestiones relativamente atemporales como el racismo o las diferencias de clases sociales, encuentra todo tipo de obstáculos a la hora de hacerse comunicar. Es que ni lo apasionante de la historia, ni el carisma de Emma Stone o lo impecable del vestuario y la fotografía alcanzan a compensar las notables falencias del guión. Historias Cruzadas entrega a sus personajes ante el fantasma de los estereotipos, ignora las posibilidades del humor y la originalidad y, lo que es más importante, rehúye del potencial contenido en el paso del tiempo. Es que, al menos la mayoría de las veces, este último permite revivir y resignificar todo aquello que fue creado bajo las marcas de otro espacio y época; porque sólo así se desautomatizan los pensamientos, porque recién ahí llega a sentirse el pasado.
Publicada en la edición impresa de la revista.
Las venas abiertas de EEUU Historias cruzadas (The Help, 2011) es una de esas películas que nos remiten a muchos films pero a ninguno en particular. Tanto por su temática como por la forma de mostrarla y encararla. Y, aunque dicho así no suene prometedor, lo cierto es que esta película atrapa al espectador desde la primera escena. En su amalgama de corrección política con melodrama, y un plus de comedia, vence cualquier prejuicio hacia los clichés holywoodenses (temáticos y estéticos) y nos invita a conmovernos y reflexionar con una buena historia y elocuentes actuaciones. El film transcurre en los años ’60 en el sur de EEUU, exactamente en Mississippi, la región más controversial del país respecto de la segregación racial. La película se narra desde la mirada de Aibileen (Viola Davis), una de las tantas mujeres afroamericanas dedicadas al servicio doméstico y a la crianza de los niños de las familias blancas. Skeeter (Emma Stone), una joven blanca de la clase alta y aspirante a escritora, le propone contar su historia, darle voz a quienes no la tienen, para luego ser publicada anónimamente. A pesar del miedo y los prejuicios, Aibeleen accede y junto a ella su amiga Minny (Octava Spencer). El film se va armando alrededor de estos personajes y sus vidas, testimoniando también una época del país. “¿Qué se siente dejar todos los días a tu hijo con otra persona para ir a criar a los hijos de una familia blanca?” Esta es la pregunta que inicia Historias cruzadas, la que le hace Skeeter a Aibileen, y con ella se abren una serie de interrogantes que parecen no tener respuesta. Y si bien el tema de la segregación de las razas abre miles de interrogantes, este film hace vivenciales cada uno de ellos. Porque si una persona negra era considerada por los blancos algo así como un ser sin dignidad, ¿por qué motivo confiarían a sus hijos a dicha gente? Por eso este film se construye con el dolor, el sufrimiento, la injusticia de las víctimas y, ¿quienes mejor que los americanos para crear ese lazo de identificación del espectador con los protagonistas y hacer que no decaiga ni un solo minuto? Por otro lado, las producciones americanas no tienen competencia si de ambientar un film de época se trata y todo en este film reafirma dicha superioridad. Pero más allá de esto cabe pensar que testimoniar acontecimientos del pasado en el presente dice algo respecto de ese presente, y que ninguna repercusión tendría un film como este si todavía hoy no resonara algo de aquellos tiempos pretéritos. Volver sobre estos temas -dejando por un momento de lado quien gobierna actualmente EE UU- nos habla de heridas abiertas, desde la mirada de Holywood, claro está, pero aún así es una manera de mantener la historia en el presente.
El film dirigido por Tate Taylor y basado en un libro de Kathryn Stockett es un drama coral ambientado en la década del ´60 sobre un grupo de mujeres separadas por clases sociales que a partir de un proyecto común cambiarán la historia de Missisippi. El film cuenta con cinco nominaciones para la próxima entrega de los Globo de Oro. La historia protagonizada por Emma Stone (Skeeter), Viola Davis (Aibileen) y Octavia Spencer (Minny) sitúa la vida de un grupo de mujeres de la alta sociedad norteamericana y la relación con sus criadas, y refleja la manera en que eran humilladas las mujeres de la comunidad afroamericana en Estados Unidos -en particular en Missisippi, donde hubo múltiples crímenes contra los negros administrados por el Ku Klux Klan- en un momento en que Martin Luther King luchaba por los derechos civiles de la comunidad afro en Estados Unidos. En la película, las mujeres blancas son en su mayoría amas de casa, pero que no se ocupan de sus hijos ni del hogar en sí, sino que se dedican a su apariencia, sus reuniones de salón y a la realización de proyectos pseudo-políticos de corriente higienista para mantener el control sobre la población negra. Mientras tanto, las empleadas que trabajan para ellas y se ocupan de la casa y de sus hijos, sufren la vergüenza y la humillación que les imparten muchas de estas mujeres, como por ejemplo la imposibilidad de usar el mismo baño que la familia para la que trabajan o de sentarse en la misma mesa, así como cualquier actividad que indicara una paridad de clases. El film alterna el drama con algunos momentos de comedia en este retrato coral, en donde las mujeres blancas de la época aparecen de manera polarizada entre las que a fuerza de amenazas y poderío económico dominan a las mujeres negras (que no parecen gozar de ningún derecho y son encarceladas ante la primer acusación de una persona blanca), y otras mujeres más débiles, que a pesar de no concordar con la tiranía racista imperante, no tienen la valentía de cambiar las cosas. Y en el medio aparece Skeeter, una joven recién llegada de la universidad y con una conciencia social más amplia, acorde al momento social y político que atraviesa el país, que será la encargada de lograr que las criadas se junten con ella para escribir acerca de sus deseos y sus padecimientos. En este contexto Skeeter será la única que tendrá el coraje de cuestionar a estas mujeres de la alta sociedad -y a las leyes vigentes en el país mismo- y con la ayuda de Aibileen y Minnie confeccionarán un libro desde el punto de vista de las criadas que pondrá al jet set del pueblo de cabeza al momento de su publicación. El reparto se completa con las actuaciones de Sissy Spacek, Bryce Dallas Howard, Jessica Chastain, Ahna O'Reilly, y Allison Janney, entre otras figuras, y cuenta con las nominaciones a Mejor Película, Mejor Actriz Protagónica (Viola Davis), Mejor Actriz de Reparto (para ambas Octavia Spencer y Jessica Chastain) y Mejor Canción Original (The Living Proof, interpretada por Mary J. Blige) para los próximos Globos de Oro. Una película llena de mensajes de esperanza y coraje, que incita a luchar por las ideas propias a pesar de todo, y que a la vez sirve de denuncia de una época de la historia de Estados Unidos donde la negritud fue castigada y diezmada a causa de un fascismo impulsado por la extrema derecha de ese país, y cuyo único resultado fueron innumerables abusos y crímenes, como bien reflejaba Billie Holliday en su tema Strange Fruit.
The Help llega a nuestro país luego de haberse convertido en un inesperado éxito en las boleterías norteamericanas, recaudando una cifra ocho veces superior a la de su presupuesto y convirtiéndose en el film que más tiempo lideró la taquilla desde Sexto Sentido en 1999. El film de Tate Taylor, quien no tiene una reconocida trayectoria, es extenso, por momentos demasiado rosa y por otros carece de profundidad. Con esto trato de señalar que las razones por las que esta película ha cobrado tal notoriedad no son tantas, sin embargo, más lo pienso, más me convenzo, hay una que vale por todas: las actuaciones. En las calles muy bien representadas de Jackson, Mississippi, se respira un aire de odio racial e intolerancia, el cual se sostiene en el gran conjunto de mujeres que el director supo conseguir. En papeles centrales, tanto Emma Stone como Viola Davis logran destacadas y conmovedoras interpretaciones, no obstante se podrá encontrar en algunos secundarios, especialmente en Bryce Dallas Howard, la perra del año, y Jessica Chastain, de un 2011 impecable, lo mejor de la película. Hay además de esto un apreciable trabajo de guión, en el cual se evitan muchos golpes bajos que otro film no dudaría en dar, a la vez que se toma cierta distancia del discurso aleccionador. Como señala el título con el que se la conoce en Argentina, hay muchas historias que se cruzan en estos 146 minutos, un punto que perjudica al relato por llevar a que muchas de ellas sean tratadas con mayor ligereza de la que merecen. Tal y como el libro que Skeeter escribe, que busca reflejar cómo viven las criadas a principios de los '60 aunque solo parece ser una recopilación de testimonios, de a ratos The Help parece un mero anecdotario.
Milagros inesperados Ví Historias cruzadas hace varios meses y recuerdo haber twitteado a la salida de la proyección que era de esas películas que tenían todos los elementos para incomodarme e incluso para disgustarme mucho, pero que -sin embargo- me había convencido bastante. Un tweet -se sabe- tiene apenas 140 caracteres así que trataré de explicarme más y mejor. The Help (ese es el título original de esta gran sorpresa comercial de 2011 en el mercado norteamericano) podría haber sido uno de esos telefilms a-lo-Hallmark dominado por temas "importantes", regado por frases ampulosas, constantes bajadas de línea, excesos sentimentales y alegorías varias. Y, si bien está varias veces al borde de caer en ese y otro tipo de excesos, tiene el buen gusto de no clavar jamás el cuchillo en la herida. Y, al final de cuentas, emociona con recursos nobles. Lo que se dice, todo un milagro. El film narra la epopeya de una joven aspirante a periodista/escritora (ese diamante interpretativo que es Emma Stone) que se interesa por las historias de vida de varias empleadas domésticas negras y decide trasladarlas a un libro en medio del movimiento por los derechos civiles de los años '60 (aparece, claro, un discurso de Martin Luther King). El guionista y director Tate Taylor (que llegaba sin antecedentes remarcables) consigue actuaciones notables en los papeles de las sirvientas negras (como las de Viola Davis u Octavia Spencer) y secundarios muy logrados por parte de Bryce Dallas Howard, Jessica Chastain, Allison Janney y Sissy Spacek. Este fresco de época, este retrato épico y coral de un tiempo y un lugar, oda feminista en momentos de machismo y racismo, colorido muestrario de usos y costumbres, se tropieza con algún que otro subrayado políticamente correcto, con ciertos pasajes demagógicos o concesivos, pero hay que reconocer que la cosa se sigue con interés durante buena parte de sus llevaderos 146 minutos. Si el año pasado "la" película de reivindicación afroamericana fue la intragable Preciosa/Precious, los leves desniveles o abusos de Historias cruzadas resultan insignificantes. Estamos ante una verdadera rareza, una grata sorpresa. Bienvenida sea.
El Discurso del Amo The Help, que acá la hacen llamar no muy felizmente Historias Cruzadas, es un film que puede provocar muchos amores y algunos rechazos. De hecho, es una de las candidatas a obtener varias nominaciones a los próximos premios Oscar y seguramente veremos a varias de sus estrellas desfilar por la alfombra roja esa noche...
Historias Cruzadas es una de esas pelis que en la Argentina no se estrenan salvo que tengan un gran director atrás o una cara poderosa adelante. En este caso no estuvo ni Spielberg ni Brad Pitt, que hacen la excepción en películas de discriminación racial o equipos de beisbol... Historias cruzadas se ganó su lugar indudablemente por los rumores de Oscar. Y si esa fue la razón por la cual estrenaron, aunque muy tarde por cierto, bienvenida sea. Esta película es una buena historia con grandes actuaciones. No es un dramón, es un retrato de una época en los Estados Unidos, en un estado muy racista que se tiene que acomodar a los nuevos tiempos (de hace 50 años...). La película se hace muy llevadera y la calidad actoral de todo su elenco banca toda la trama. Personalmente adoro a Emma Stone y acá se pone el protagónico de manera brillante. Hay un par de momentos que parece que no logran contar bien lo que querían con uno de los personajes, pero el resultado final es muy positivo. Historias cruzadas es una muy buena historia que merecer ser vista en un cine.
Al tiempo de su lanzamiento en los Estados Unidos, la novela en la que está basada Historias cruzadas resultó un fenómeno deventas inesperado. Pocos apostaban por el éxito del relato de la vida y los sufrimientos de las mujeres negras trabajando en casas de empleadores blancos en el Sur de mediados de los años sesenta. Para muchos el libro resultó controvertido en su liviandad y por el hecho de que está contado desde el punto de vista de una inocente, aparentemente ingenua, hija de la clase dominante de Jackson, Mississippi. Algo similar se le podría achacar al film, que comienza con el retorno al hogar de la mujer en cuestión, Skeeter Phelan, que luego de graduarse de la universidad aterriza en el lugar en el que creció para verlo con renovados ojos. Así, la aspirante a periodista se da cuenta de que para destacarse en lo suyo tendrá que encontrar una historia que pinte su aldea y por ello decide armar un libro con el relato de esas mujeres negras que se ocupan de la casa y los hijos de su madre y amigas, pero que no tienen permitido usar el baño de los dueños. Así, logrará convencer de participar de la peligrosa tarea a Aibileen Clark y Minny Jackson, dos mujeres que sufren el racismo flagrante de sus empleadores. Sin ser un relato de denuncia ni un alegato por los derechos civiles de la población negra, Historias cruzadas prefiere contar los detalles cotidianos de la interacción entre un grupo de mujeres viviendo en un mundo con reglas tan estrictas como inhumanas. Y tal vez en manos de otras actrices esa dirección de la trama podría haber resultado en un festival lacrimógeno sin demasiada sustancia. Sin embargo, cada una de las intérpretes de este film lo eleva más allá de las circunstancias del guión que el director Tate Taylor adaptó de la novela. En el papel de la no tan ingenua Skeeter aparece la ascendente Emma Stone, una actriz con gran talento para la comedia y que no parece tan cómoda en el drama, aunque claro que eso puede deberse a que muchas de sus escenas las comparte con la enorme Viola Davis, que interpreta a Aibileen. Sin gestos grandilocuentes y apenas con unas sonrisas cargadas de tristeza y unos gestos de dulzura infinita, Davis se transforma rápidamente en el centro del relato, en el corazón de esta historia conmovedora. La interacción del personaje de Davis con los niños blancos que cría y cuida cuando no pudo hacer lo mismo por el propio compensa cierta rigidez en el desarrollo de las villanas de la historia: esas jóvenes amas de casa que defienden la segregación racial a capa y espada. Para equilibrar tanto drama el relato cuenta con el personaje de Minny, una mujer que se niega a seguir siendo maltratada por su empleadora y que la actriz Octavia Spencer despliega con humor y desparpajo. Algo de eso tiene también el personaje de Jessica Chastain ( El árbol de la vida ), una mujer que es despreciada por la sociedad blanca por sus humildes orígenes y que no comprende del todo que no está bien visto ser amiga de la mucama. Como una suerte de Marilyn doméstica, gracias a la interpretación de la habilidosa Chastain, ese personaje merecería su propia película.
En la licuadora de películas sobre el racismo Con Historias cruzadas queda inaugurada, en Argentina al menos, la que podría llamarse “temporada de Oscar 2012”, que tiene como hitos la nominación de fines de este mes y, un mes más tarde, la entrega. A partir de la semana próxima irán desembarcando sobre la cartelera candidatas firmes, desde La chica del dragón tatuado hasta Hugo, de Scorsese, pasando por J. Edgar (de Clint Eastwood), La dama de hierro, Los descendientes y Caballo de hierro, de Spielberg, que se sumarán a otras ya estrenadas, como El árbol de la vida y El juego de la fortuna (50/50 es una nominada posible, pero no segura). Si de candidatas “cantadas” se trata, aquí está la primera del año. Cantada, porque reúne varias condiciones esenciales: tema “importante” (el racismo, pre-lucha por los derechos civiles), tratamiento para todo público (drama + emoción + comedia) y una verdadera batalla de actuaciones femeninas, que promete multiplicar candidatas en todas las ternas. Aunque no necesariamente en la de mejor película. Basada en una novela publicada tres años atrás por una señora llamada Kathryn Stockett, Historias cruzadas (título original: The Help) transcurre en los primeros ’60 en las afueras de la ciudad de Jackson, capital del estado de Mississippi. La segregación es oficial: el único contacto posible entre blancos y negros se reduce al de empleados y patrones. O criadas y patronas, en el que focalizan novela y película. Entre un despliegue de spray y vestidos abuchonados, las señoras, esposas en su mayoría de dueños de plantaciones, se reúnen para jugar al bridge, mientras las domésticas mantienen llenos sus vasos de Coca Cola. Entre las mujeres blancas se destacan dos, prolijamente opuestas. Puro veneno destilado, Hilly Holbrook (Bryce Dallas Howard, que también hace de monstruito en 50/50) es “la mala”. La racista desaforada, que aconseja a las amigas construir en sus white mansions baños para negros, para evitar infecciones, al tiempo que elabora un proyecto para “profundizar el modelo” (el modelo segregacionista). Una caricatura, casi a la altura de Cruella De Ville. La otra blanca con relieve es, claro, “la buena”, la heroína de la película. Eugenia (Emma Stone, estrella en ciernes) tiene 23 años y un par de ojazos que su ansiedad juvenil y su tan americana sed de verdad parecen abrir más todavía. Eugenia es “la distinta”, la chica con inquietudes (acaban de contratarla para escribir una columna “femenina” en el diario del lugar), que inevitablemente terminará chocando contra el barbarismo de sus congéneres. Sobre todo, a partir del momento en que decide cometer la herejía de escribir un libro que les dé voz a las otras, las criadas, las que no la tienen. En este segundo grupo se recorta, simétricamente, otro par de emblemas. Una, Aibileen (Viola Davis, que ya había sido nominada por La duda) es la sufrida, la que carga una tragedia personal, la que soporta y calla. Hasta que deje de hacerlo, se entiende. La otra, Minny (la voluminosa Olivia Spencer), es su previsible contracara: la que no se queda callada, la que saca toda la furia, la que le hace comer a la patrona turra una torta de mierda (literalmente). Como la mera sinopsis permite adivinar, Historias cruzadas es un verdadero catálogo de fórmulas, tanto temáticas (¿hay algo más fácil que denunciar el racismo de hace 50 años?) como dramáticas y locales (todos los clichés sureños posibles, incluyendo el canturreo al hablar, el calor y los sauces llorones). Algo así como una mezcla de Tomates verdes fritos con Conduciendo a Miss Daisy con El color púrpura. Tan elemental como todas ellas, la película (¡que dura dos horas y media!) es, sin embargo, más llevadera. La narración es fluida, la iluminación cristalina, los golpes bajos son menos bajos que en algunas de las nombradas y las actuaciones notables, aun al servicio de lo obvio. Una película de verano, en suma, como un helado en palito.
La revolución desde casa Ubicada en Jackson, Mississippi (el epítome del sur nortamericano) a principios de los '60, Historias Cruzadas cuenta la historia de Skeeter (Emma Stone), una incipiente periodista de veintitantos que decide dar a conocer el punto de vista de las mucamas afroamericanas que crían desde bebés a los hijos de las familias de clase media alta de su ciudad, grupo socio económico al que ella pertenece. Las historias cruzadas que se referencian en la traducción muy libre del título original (The Help, la forma en que los patrones suelen referirse a la "ayuda" doméstica brindada por mucamas y mayordomos, como si no fueran sus empleados, si no gente que espontáneamente los ayuda) son las que surgen a partir de que Skeeter le da voz a un grupo de mujeres que fueron educadas para guardar silencio y obedecer al empleador de turno. Son silenciadas en su ámbito laboral y en su vida personal, por ser afroamericanas y mujeres a mediados del siglo XX en uno de los ambientes culturales más conservadores de los Estados Unidos. También son las historias de sus patronas, mujeres blancas criadas para ser esposas, amas de sus casas y tratar a sus empleados como si fueran otro grupo digno de sus cenas de caridad (siempre y cuando no se les rebelen). Es además la historia de Skeeter, que se rehúsa a ser como sus ex compañeras de colegio, interesadas en casarse bien, parir bebés y dejarlos al cuidado de "la ayuda" mientras juegan al bridge con sus amigas. Skeeter se va a asociar a Aibileen (Viola Davis), la mucama de una de sus ex compañeras de colegio que carga con tragedias pasadas y que por toda su resignación y lo que calla en su empleo, al mismo tiempo le enseña de autoestima y dignidad propia a la bebé de su patrona. A ellas se le suma Minny, interpretada por Octavia Spencer, que pese a tener su propia cuota de desgracias personales, hace las veces de comic relief a fuerza de comentarios sarcásticos, ojos saltones y vendettas personales contra su empleadora, Hilly (Bryce Dallas Howard), una villana de suburbio clásica: sonrisas para la vida pública y despotismo puertas adentro, incluso para con su madre, papel a cargo de Sissy Spacek. Que Hilly -que en definitiva no es más que una tilinga consentida- sea la mayor amenaza para este grupo de mujeres nos da una pauta de la visión de la película (y la novela original) sobre el conflicto de base que se plantea en cuanto al reclamo de los mismos derechos para la comunidad afroamericana. Su propuesta de construir un baño separado dentro de las casas de los blancos para la servidumbre negra va a ser el disparador de la revolución doméstica de Skeeter, Aibileen y Minny, que forman su propio club de historias en oposición al exclusivísimo club de cartas de las mujeres ricas y blancas. Pero en las reuniones de bridge no participa cualquier mujer blanca o rica, como le ocurre a la desplazada Celia, una Marilyn en un mundo de Jackies (porque aparentemente así era la cosa en los 60, como en un episodio de la serie Mad Men donde se proponía una publicidad de corpiños que invitara a las mujeres a decidir si eran como Marylin Monroe o como Jackie Kennedy) que intenta encajar pese al rechazo de Hilly y sus secuaces, y está a cargo de una Jessica Chastain que roba pantalla a puro carisma y esmalte de uñas rojo demasiado descarado para las doñas suburbanas. La película co-escrita y dirigida por Tate Taylor no intenta casi salir de este registro de enfrentamientos entre modelos de mujeres, y casi tan ausente como los hombres (los maridos afroamericanos son gritos fuera de campo y moretones y los maridos blancos son muñecos de torta sin voz ni voto dentro de la casa, que sólo sirven para justificar la postura de Skeeter de para qué es necesario casarse cuando le toca uno de esos engominados como interés amoroso) está toda la violencia y persecución que debieron sufrir los activistas de los derechos civiles. No es casualidad que la "realidad" entre por primera vez en la película desde otra pantalla, la de la TV, al anunciarse el asesinato de Martin Luther King, el principal líder del movimiento, seguida por una escena donde Aibileen escapa a las razzias en su barrio. Pero ése el es único atisbo que vemos de ese Mississippi en pantalla, el mismo al cual Nina Simone le compuso una canción llamada “Mississippi Goddam”, cuya línea más famosa decía algo así como “Alabama me desconsuela, Tennessee me hace perder el sueño, y todos saben sobre Mississippi, carajo” (acá me tomé la libertad de traducirla a Nina, perdón por la herejía). El Mississippi de Tate Taylor y Kathryn Sotckett (autora de la novela y amiga del director) es uno soleadamente tecnicolor donde la revolución se mezcla con la rebeldía ante el patrón, una manera efectiva de generar complicidad con la audiencia: ¿quién no quiso o quiere vengarse de ese jefe que lo hizo sufrir con demandas ridículas y horas extras? Al contrario de la lucha de Rosa Parks (también llevada al cine) que también se construyó desde un acto cotidiano (el rehusarse a sentarse en la parte de atrás del colectivo como indicaba la ley respecto a los afroamericanos) pero que era un acto público, en Historias Cruzadas la lucha se conserva siempre en el ámbito doméstico: las casas de las patronas, donde las pequeñas rebeldías de las mucamas contra ellas toman lugar y la casa de Aibileen donde se juntan en secreto con Skeeter a trasladar al papel las historias de sus vidas. Emma Stone, afeada a lo Hollywood (leáse anteojos y rulos versus el pelo lacio a fuerza de toca y fijador que lucen las rígidas cabezas de sus pares), si bien carga decentemente con el rol protagónico -y por ende pasa por un supuesto proceso de autoconocimiento y crecimiento como corresponde- puede apoyarse en la fuerza del abundante elenco femenino, como hace su director, que no innova desde lo estético y simplemente deja que las (muchas) historias se crucen y sus actrices se luzcan como los brillantes vestidos de verano en las que las enfunda (siempre y cuando sean blancas).
La verdad los hará libres Historias cruzadas, film escrito y dirigido por Tate Taylor está basado en la novela homónima de Kathryn Stockett, ambientada en un pueblo sudista en los años sesenta. La película que cuenta con un reparto mayoritariamente femenino se apoya en la dialéctica de diferenciación de razas a partir de la introducción del grupo de criadas afroamericanas, encabezado por Aibileen (Viola Davis) y Minny Jackson (Octavia Spencer) entre las más importantes y su contracara de avinagradas amas blancas, liderado por la desalmada Hilly Holbrook (Bryce Dallas Howard) y Elizabeth (Ahna O’Reilly). Sin embargo, la protagonista de la historia es la rebelde Eugenia ‘Skeeter’ Phelan (Emma Stone), aspirante a escritora que dada su sensibilidad con la servidumbre por el mal trato constante del que debe ser testigo y particularmente su admiración por la criada Constantine, quien se hizo cargo de su cuidado durante toda la etapa de la infancia, se involucra en un proyecto literario que por primera vez da protagonismo al punto de vista de las mujeres afroamericanas en ese contexto de semi esclavitud (baños para negros, colectivos para negros, intolerancia y penalización para quienes hablaran de igualdad de derechos), en una sociedad pacata y retrógrada, retratada con cinismo e ironía por el realizador. Para ello apela a recursos cinematográficos como la voz en off de Aibileen, quien luego de algunos titubeos y temores por represalias mayores decide romper el silencio y contar su historia a Eugenia, a la que acompañarán luego otras experiencias duras de vida y que conformarán el eje del relato, donde el cruce de personajes se produce a partir del nexo de la construcción de este libro que da origen al título de la película. La idea funciona desde su propuesta melodramática por contar con un elenco aceitado, en el que las mejores interpretaciones inclinan la balanza hacia el lado de las actrices afroamericanas porque Bryce Dallas Howard no se puede escapar del estereotipo –tampoco Jessica Chastain como su antagonista blanca de buen corazón- y sus compañeras de voz finita, jugadoras de bridge de mente del tamaño de un maní no aportan demasiada excelencia. El caso de Emma Stone es diferente dada la impronta de su personaje con más carácter pero al que le falta algo de fuerza como a toda la película en general que bordea tangencialmente el conflicto de la lucha por los derechos civiles y se acomoda muy tempranamente en el terreno de la mirada edulcorada y vacía sobre temas más profundos aunque es justo reconocer que nunca cae en excesos ni golpes bajos cuando podría haberlo hecho tratándose de este tipo de historias de odio, segregación y sufrimiento.
La candidata de la gente Drama racial en el sur estadounidense. Una de las potenciales -y sorpresivas- contendientes al Oscar a la mejor película, Historias cruzadas es uno de esos filmes que buscan el impacto emotivo directo y que, en un estilo narrativo tradicional y sin vueltas -y pese a sus evidentes fallas y problemas- en varios momentos lo consigue. Es una película cuya intención es satisfacer al público y estrujar sus emociones, a veces con recursos nobles y otras no tanto, pero sin duda que es efectiva. Los 170 millones de dólares que lleva recaudados en los Estados Unidos lo prueban. El filme transcurre en Mississippi, a principios de las ’60, en plena segregación y racismo indisimulados. La historia de derechos civiles que cuenta el director Tate Taylor hace eje en la vida de un grupo de mucamas que son bastante maltratadas por sus patronas blancas, aun cuando han vivido con esas familias todas sus vidas y criaron a sus hijos. Son esos mismos hijos, ahora adultos, los que parecen haberse olvidado de que fueron amamantados por estas mujeres y ahora las martirizan. A la ciudad vuelve Skeeter (Emma Stone), una chica diferente a las demás, que se fue a Nueva York y quiere ser escritora. Al regresar y ser testigo de un par de humillantes situaciones con algunas mucamas (las principales las encarnan Viola Davis y Octavia Spencer, la primera notable, la segunda aporta más desde lo cómico), Skeeter decide escribir un libro con las vidas de mucamas que han vivido sirviendo a patrones blancos. Hacerlo no es sencillo: todos deben ocultar su identidad y esos encuentros pueden ser peligrosos. Así, entre anécdotas de las mujeres con distintas patronas (la insoportable dama de sociedad que encarna Bryce Dallas Howard, la amable y marginal que interpreta Jessica Chastain, entre otras), situaciones humillantes y revanchas supuestamente graciosas, el libro se va escribiendo y el sur empieza a enfrentarse a los cambios de la época, con la muerte de Kennedy, las manifestaciones por los derechos civiles y los problemas que implica cambiar una cultura en la que ese casual racismo –usar el baño de afuera, cubiertos separados, etc.- está tan arraigado que se lo da por sentado. El filme pasa de historia a historia, episódicamente, y le sobran minutos, subtramas y sentimentalismos varios. Pero también logra emocionar sin pretensiones y, gracias al trabajo de Davis, darle una carnadura algo más realista y menos “best-seller”. Un poco como Un sueño posible –aquella película que le dio el Oscar a Sandra Bullock-, a la hora de los premios, Historias cruzadas es algo así como “la candidata de la gente”.
Cuando el que cuenta es denunciante y denunciado. The Help (título original de la película) es un libro de la autora Kathryn Stockett, una americana blanca nacida y criada en Jackson, Mississippi. Un best seller en Estados Unidos que cuenta la historia de los criados y sirvientes negros de su pueblo en la década del 60, en épocas duras donde la discriminación era aún muy fuerte. Skeeter (Emma Stone) será la protagonista, una joven recién graduada universitaria que desea convertirse en escritora que al regresar a su hogar, se encontrará ante la disyuntiva de buscar el amor y casarse, como lo han hecho todas sus amigas; o luchar por su sueño de escribir más allá de la posibilidad que tiene en el diario local en una columna sobre soluciones o consejos domésticos. Criada por Constantine, su empleada negra, Skeeter aprendió a no tener desigualdades entre los seres humanos, además de considerar a Constantine como una de las personas más importantes de su vida. Lo cierto es que su madre está enferma y le niega información sobre el paradero sobre ella. Para lograr cumplir con su columna, le pide a su amiga la ayuda de Aibeileen (Viola Davis), su empleada negra, quien actualmente cría a una niña rubia de ojos claros que la quiere como si fuera una madre. Aibeileen perdió a su hijo y ya nada le importa. Minny es su mejor amiga, alguien de carácter que cocina como los dioses y que tendrá una nueva jefa muy distintas de las personas que viven en Jackson. Ahogadas en su propio tiempo y espacio, estas mujeres están dispuestas a dejar todo para que sus historias y voces tomen vida, de la mano de Skeeter. Quién cansada de los maltratos que sufren las criadas negras, las organiza para que Aibelieen y Minny cuenten junto a otras amigas, las penas de ser discriminadas para ir al mismo baño pero no para criar a sus hijos, mientras sus madres juegan al bridge. Lo cierto es que películas que cuentan como la raza negra ha sido discriminada, maltratada y asesinada en Estados Unidos a la largo de su historia hay muchas y algunas son más fuertes que Historias Cruzadas (por cierto, estos títulos al español son tan malos). Lo que caracteriza este filme es el fuerte de las interpretaciones, Viola Davis en el papel de Aibeleen (después de La Duda nadie puedo dudar más de su capacidad actoral, válga la redundancia), Octavia Spencer como Minn, Jessica Chastain como Celia Foote (brillante como pocas, también la vemos en El Árbol de la Vida en un papel muy bello) y Bryce Dallas Howard como Holly Holbrook; y la narración llevada en un tempo justo, donde a pesar de su duración y el mix de historias a relatar, su director y guionista Tate Taylor logra atrapar al espectador. Dos puntos sobresalientes para una película que trata un tema tan extremadamente sensible y dramático, con muchos toques de comedia que probablemente ya estén impresos en la obra original de Stockett. Una candidata en potencia para los premios Oscars, que ya cuenta con cinco nominaciones a los Golden Globe, entre ellas como mejor película dramática. Más allá de la cuestión plenamente cinematográfica está la cuestión no menor de que siempre este tipo de filmes son historias contadas por personas blancas. Si bien la narración está puesta en voz y solo en voz, y en off a Aibeleen, el centro original parte de la visión de una americana sea su autora, o sea Emma Stone en el filme. Una buena historia sobre cómo son tratados los negros le permite seguir ascendiendo en la escala y lograr su éxito profesional. Y más allá de algunas manifestaciones puntuales en boca de los personajes, las escenas necesarias para sentir que la protagonista está con ellas 100% queda reducidas a menos de la mitad y es ahí donde Historias Cruzadas me deja un sabor amargo. ¿el cambio social o el cambio afectivo personal para sanar culpas?
Sobre maltrato y segregación El director Tate Taylor adaptó un libro que muestra la idea de una joven universitaria que en los años sesenta decide escribir sobre las sirvientas negras de las familias de su pueblo. En el estado de Mississippi, Estados Unidos, durante la década de 1960, una joven universitaria, blanca, decidida a convertirse en escritora, elige como tema el relato de las sirvientas negras de todas las familias de su pueblo. Lo que abre un universo hasta ese momento callado de injusticias, postergaciones y maltratos. El director Tate Taylor adaptó al cine la novela de Kathryn Stockett, The Help (ese es el título original de la película también) y es posible que ese guión adaptado se lleve al menos una nominación al Oscar. La película recuerda, por su humor, por su melancolía, por su exaltación de la amistad femenina frente a un mundo adverso, a Tomates verdes fritos. Y en cuanto al retrato del sufrimiento de la mujer negra, se la podría emparentar con Preciosa, estrenada hace un año. Al comparar Historias cruzadas con estos films, la película se eleva, ya que queda de manifiesto que aunque por momentos es excesiva y algunos personajes se vuelven un poco cansadores, la fuerza dramática de la película nunca cae en golpes bajos virulentos ni sadismo de ninguna clase. De la misma forma que logra mantener el interés narrativo sin perder nunca su camino original. La fuerza mayor que en definitiva tiene la película es su retrato del maltrato y la segregación de un grupo de personas en una época reciente del mundo. Su sufrimiento es tan evidente y tan terrible que hasta el espectador más indiferente se verá comprometido emocionalmente en cada una de las escenas, acompañando el derrotero de un grupo personajes difíciles de olvidar. Salvo los personajes sobreactuados (en realidad mal escritos) el elenco se luce y brilla, cada uno en su estilo y personalidad. Hay que decir también que la película busca ser lo más conciliadora y amable posible y que el espectador podrá sufrir pero se encontrará con un discurso más bien esperanzador.
Tras un gran éxito de taquilla en EEUU y posible candidata al Oscar en varias categorías, Historias Cuzadas parece ser un film producido para que su gran elenco se lleve algunas estatuillas. Basada en la best seller de The help de Kathryn Stockett, que narra los testimonios de las mucamas negras en los años ’60 en el sur de EEUU cuando la segregación, el racismo y la injusticia social conformaban la cruda realidad de dicha comunidad, Historias Cruzadas propone sumergir al espectador en esta revisión de los hechos pero de manera emotiva, políticamente correcta, y en dosis justas de drama y comedia. Skeeter (Emma Stone), una chica de la alta sociedad sureña que regresa de la universidad dispuesta a convertirse en escritora, será quien hilvane los testimonios de estas mujeres afro americanas dedicadas al servicio doméstico y a la crianza de los niños en las familias blancas. El film cimenta su relato en las notables actuaciones de Viola Davis, Octavia Spencer, Emma Stone, Jessica Chastain y Bryce Dallas Howard que con intensidad y realismo logran atrapar al espectador en sus historias, pero no logra escaparle a los lugares comunes y personajes algo estereotipados que terminan haciendo las situaciones previsibles. Muy rápidamente se presentan los arquetipos de buenas y malas, incluso algunos personajes como Hilly (Dallas Bryce Howard) logra reunir todos los rasgos del típico racista. HC_reparto A pesar de ello Tate Tylor logra, mediante una estructura convencional, darle fluidez al relato durante las dos horas y veinte que dura el film y narrar un drama que entretiene y emociona (aún con los golpes bajos justos y necesarios). Puede que Vidas cruzadas, peque de cierta superficialidad a la hora de abordar los temas, ya que la persecución racial sufrida por la población negra estadounidense en aquella época, las intolerables discriminaciones a las que eran sometidas dichas amas de casa, los mandatos sociales, la violencia doméstica, y la referencia al Ku Klux Klan que jugó un papel importante en el tema de la discriminación al infundir terror a aquellos que apoyaban los movimientos de los derechos civiles, no son profundizados. HC_candidatasPero Tate Tylor priorizo entretener y conmover con el soberbio trabajo realizado por cada una de las actrices y una excelente ambientación, tanto en la puesta en escena como en la fotografía. Dejando un pequeño espacio para reflexionar sobre la idiosincrasia de la sociedad norteamericana. Espacios que si supieron dar grandes films como El color Púrpura o Missisipi en llamas.
Cuando la segregación era moneda corriente Jackson, Mississippi, 1963. El Estado tiene sus propias leyes de segregación racial, repudiadas por el gobierno nacional de J.F.Kennedy, impulsadas por el gobernador Wallace, y bien aceptadas por los blancos del lugar, incluso aquellos que se consideran racistas moderados. En semejante clima, una joven universitaria vuelve a casa, y, por algunas pequeñas pero fuertes razones, decide contribuir de algún modo a «darle voz a quienes no tienen voz». Así es como logra convencer a dos empleadas negras para que cuenten sus experiencias, sus puntos de vista, y ciertos chismes sobre sus patronas, todo lo cual será recopilado en un libro. Ese es el eje de una serie de historias, a veces risueñas, otras indignantes, todas ilustrativas, que permiten formar un entretenido relato coral, bien hilvanado, y con atractivo elenco femenino (es lo que se llama una auténtica «womens picture»), todo puesto al servicio de algo sencillo pero necesario: recordar cómo eran, hace apenas medio siglo, la sociedad y la vida cotidiana del país de Obama. Algunos dirán que ésta es una pintura comparativamente suave de aquellos años, y tienen parte de razón. Otros, que es un tema exclusivo de EE.UU., pero ahí se equivocan. Véase, sino, la película chilena «La nana», que toca cierto aspecto bastante parecido. Como sea, los norteamericanos de hoy ya convirtieron a «Vidas cruzadas» en un auténtico éxito (lo mismo pasó con la novela de Kathryn Stockett en que se basa) y ya la ponen junto a «Tomates verdes fritos» y otras comedias dramáticas de similar nivel y temática. Como ellas, entretiene, hace pensar, es efectiva, y hasta emotiva. Y luce aroma a Oscar, lo que tampoco está nada mal si se quiere mover el corazón del público. Único defecto: dura bastante más de dos horas. A destacar, del extenso elenco femenino, Viola Davis (la criada seria), Octavia Spenser (la criada gordita), Emma Stone (la joven), Bryce Dallas Howard (la tilinga racista), las ya veteranas Allison Janney (la madre de la joven), Cicely Tyson (la vieja niñera), Mary Steenburgen y Sissy Spacek, y, cartel francés, la ascendente Jessica Chastain, la intensa mujer de «El árbol de la vida» que acá hace de rubia cándida estilo Marilyn con un problemita gracioso estilo Mirtha en «Esposa último modelo». Detalle singular, en esta historia sólo ella y la protagonista, dos blancas fuera de la norma, tratan a las negras como iguales.
VideoComentario (ver link).
Skeeter (Emma Stone) decide narrar la vida de las criadas negras encargadas de la crianza de innumerables generaciones de niños blancos y depositarias de las peores bajezas en una época en donde la segregación racial era moneda corriente. Tras la negativa por gran parte de las mujeres que administraban los hogares de la clase media más discriminadora, Aibileen (Viola Davis) y Minny (Octavia Spencer) se atreven a realizar lo que nadie imaginaba en la década del sesenta, denunciar encubiertamente a sus patronas. De esta alianza surgirá “The Help”, un libro que narra las desventuras de las empleadas en el sur de Estados Unidos y que enrostra de la manera más cruel y directa las desigualdades sociales. La transposición de la novela “Criadas y Señoras” tiene más logros de los que se pueden prejuzgar si sólo la consideramos una historia moralizante y aleccionadora apuntada a mujeres de lágrima fácil. La genial musicalización sureña cuenta con el legendario Johnny Cash a la cabeza de un imperdible soundtrack country; la fotografía es bellísima y la composición cromática acorde a aquellos años nos traslada a la época de sufrimiento de toda la comunidad negra; el humor como mecanismo de defensa permite descomprimir la densa atmosfera que se genera con cada una de las maldades que realizan las “damas” de la sociedad (el té para curar el lesbianismo es sólo un ejemplo). En medio del discurso de Skeeter se nos podrían colar los pensamientos cerrados y conservadores preguntándonos hasta dónde estamos autorizados a opinar de un época en la que no nos tocó vivir, sin embargo el guión se planta en la postura de aquellos años, sin juzgar desde el presente.
Excelentes actuaciones y una narración correcta y efectiva para relatar una de esas historias que hace tres décadas se convertían en éxitos descomunales. Películas como Historias cruzadas son una vuelta al Hollywood bien lustrado que pretende hablar de los grandes temas: con su mezcla de nostalgia pueblerina y denuncia contra el maltrato de las minorías (raciales, sexuales), es parecida a una especie de mezcla de Tomates verdes fritos y Conduciendo a Miss Daisy: la sospecha de nominaciones al Oscar hace más explícito todo esto. El problema de estos films, cuando no hay un director que pueda darle mayor vuelo al relato, es que denunciar hechos que ocurrieron hace medio siglo (la película retrata el racismo de la Mississippi de la década de 1960) a esta altura resulta bastante banal si no hay una mirada que pueda actualizar el tema, algo parecido a lo que pasaba en El sustituto de Clint Eastwood con su denuncia apolillada contra el poder policial de hace ocho décadas. Por ejemplo, La isla siniestra es una gran película porque Scorsese sabe que lo suyo no es denunciar las prácticas médicas en los manicomios de la década de 1950, sino otra cosa y que aquello es apenas una herramienta para hacer avanzar el relato. Bien, el director Tate Taylor, que no posee pergaminos demasiado interesantes, sin embargo tuvo la virtud de darse cuenta de algo en su película y encontró en Historias cruzadas eso que eleva a su film. Aquí, una joven aspirante a periodista, Eugenia (esa pichona de estrella que es Emma Stone), decide en el sur norteamericano de 1961 entrevistar a varias sirvientas negras para que cuenten su punto de vista sobre lo que es trabajar a las órdenes de un grupo de familias blancas bastante racistas: con decir que hacen construir baños apartados de la casa para que caguen los negros. Pero a partir del personaje de Celia Foote (la ascendente Jessica Chastain), una “grasa” al pensar de las otras más refinadas señoras de su casa, el film basado en la novela de Kathryn Stockett se anima a llevar el tema de la discriminación a otro nivel, si se quiere un poco más complejo. Sin embargo, Taylor logra que estos temas sean apenas un McGuffin y mientras tanto va construyendo lenta y progresivamente la verdadera anécdota: la de un grupo de mujeres que consiguen algo cercano a la libertad por medio de la transmisión oral de sus historias. Estas sirvientas le contarán a Eugenia, quien terminará editando un libro con sus anécdotas. Es interesante la forma en que Historias cruzadas demuestra que lo más importante que tiene el ser humano es la voz y la posibilidad de expresarse con ella: por medio del narrar, uno es libre, y esa libertad es lo más cercana a la felicidad, dice la película en su notable travelling final. Porque no hay dolor más grande que ese que se silencia. Pero como decíamos, Historias cruzadas no disimula nunca que es una de Hollywood, con su corrección política y su trazo grueso para definir personajes y situaciones, y eso hace que su potencial astucia quede minimizada por algunos momentos más deudores de las telenovelas de las cinco de la tarde. Eso sí, como bien lo sabe el Hollywood que aspira a ganar premios, las actuaciones deben ser un seleccionado de puro talento. Buen vestuario y ambientación, excelentes actuaciones y una narración correcta y efectiva, lo que se dice uno de esos cuentos que hoy ya nos parecen uno más pero que hace tres décadas se convertían en éxitos descomunales. Una película correcta, en todos los sentidos: en los buenos y en los malos.
Basada en la novela homónima al titulo en Ingles “The Help”, de Kathryn Stockett, está ambientada en los albores de la década de 1960, ubicando las acciones en Mississippi, que de los 50 estados de los EEUU sea posiblemente respecto del cual más películas se hayan realizado que se refieran el tema del racismo, Ku Kux Klan incluido, se estrena esta producción, uno de los tanques del año con expectativas mirando hacia los próximos premios de la Academia de Hollywood. Tratando de desgranar el texto fílmico, el nombre “The Help” da cuenta de dos posibilidades, entre muchas. La primera, y más directa, es en función de quienes gira la fábula, las mucamas, que desde siempre fueron llamadas, y en forma despectiva, sobre todo en diálogos entre la gente de clase alta en los estados del sur, como “The Help”. Por otro lado, el significado literal del término tiene que ver con “la ayuda”, y ahí entra a tallar lo cinematográfico. En su traslación al cine se centra en esos dos aspectos, ya que narra la historia de una aspirante a periodista, blanca rubia y radiante, criada por una de estas mujeres de color negro, pero ella no es igual al resto de sus pares que la rodean. Ella no discrimina, tiene una mirada diferente e intentará hacer justicia de la mano de su pluma, para lo que necesitará la ayuda de las criadas, que le cuenten sus historias, de donde posiblemente devenga el titulo del filme en estas playas, o de la pluma en su mano. Esta disquisición no es ingenua. Todo el filme tiene grandes dobleces, Skeeter Phelan (Emma Stone) quiere escribir un texto donde el punto de vista de la relación entre las “Criadas y Señoras” (tal el titulo con que se estrenó en Méjico, en España y otros lugares de habla hispana) sea el de las primeras, por ende necesitara la ayuda de ellas. Y lo que podría haber sido una profundización sobre una respuesta esperada, termina siendo un juego naif de puro divertimento hueco, narrado desde el punto de vista de una de las mucamas. La narradora oficial de la fantasía es Aibileen Clark (Viola Davis). Es verdad que esta producción parece tener como primeras intenciones agradar a Hollywood, ello implicaría tener allanado el camino al premio o, en su defecto, a las nominaciones para los “Oscar”, y para ello es imprescindible incluir varios elementos que ellos sobreestiman. Empezando por los temas por los que transita el guión. Intenta abarcarlos pero no lo logra: racismo, injusticias varias, el aborto, la religiosidad. Luego, es imprescindible contar con una buena legión de actores, y en tal sentido las actuaciones son de lo mejor de la producción, al igual que la reconstrucción de época y el vestuario, muy bien retratados por el director de fotografía sudafricano Stephen Goldblatt (“El Informe Pelicano”, de Alan Pakula, 1993). Digamos que, con las actuaciones, lo único rescatable esta en el orden de la dirección de arte. La música, siempre en función empática, termina por cansar, no sólo no ayuda a constituir algún tipo de clima, que el guión parece no poseer, sino que la melosidad de la melodía por momentos torna insoportable la mirada. En definitiva, desde la estructura narrativa no deja de ser una realización clásica, sin demasiadas pretensiones lingüísticas, por no decir ninguna, a partir de un guión previsible, malogrado, construyendo estereotipos y no personajes de carne y hueso, plagado de clisés, sin golpes demasiado bajos, eso se agradece, pero con aires de instalarse en el lugar de la denuncia o de querer aparecer como comprometida con la historia reciente, solo hace 50 años de los EEUU, pero nunca logra ni implicarse, ni evidenciar, ni salir de la mediocridad.
DAMAS DE HONOR Historias cruzadas del novato directo Tate Taylor es una gran película que trasciende la problemática racial a la que refiere para convertirse en una historia que habla de las mujeres en cualquier sociedad y tiempo. Partimos hacia el sur de los Estados Unidos porque Historias cruzadas (2011) se localiza allí, en Jackson, capital del estado de Misisipi. Un territorio conservador, donde predomina la religión protestante. Misisipi actualmente posee la mayor población de afroamericanos del país, pero en los sesenta, época donde se desarrolla nuestra historia, la población afroamericana había comenzado a decrecer, por la emigración hacia los estados del Norte. Las protagonistas de Historias cruzadas son mujeres que se constituirán como amenazas para el ambiente sureño. Destacamos primero a Skeeter (Emma Stone) y Aibileen (Viola Davis) pero pronto se les sumarán Celia (Jessica Chastain) y Minny Jackson (Octavia Spencer). El resto de las mujeres de la sociedad sureña, estarán representadas por Hilly. A simple vista a estos grupos los separa la ideología. En el primero las dos mujeres blancas se relacionan con las mujeres negras de manera natural, amistosa, y el vínculo ama-criada pasará a ser una amistad de mujer a mujer. Las segundo grupo son claramente racistas y no puede llamarse “relación” al vínculo que tienen con sus criadas porque la violencia, el destrato y la negación como persona predominan. Volviendo a las dos mujeres del primer grupo, ellas no sólo están afuera del segundo grupo por su empatía y cálido vínculo con las mujeres que ayudan en sus casas o en las de sus amigas sino por su condición misma como mujeres dentro de esa sociedad sureña. Skeeter ha regresado de la facultad, ha conseguido un puesto en el diario local, tiene unos rulos cobrizos que como tales no obedecen a los sistemas de alisado y laqueado sureño, su vestuario carece del almidón reinante en las reuniones de Bridge, usa un portafolio marrón de cuero gastado y el detalle más problemático para la sociedad: es soltera. Para lograr su anhelo de convertirse en escritora debe escribir un libro desde el punto de vista de las criadas, contando el maltrato que reciben de parte de las familias sureñas, para ello necesita de las criadas, de sus historias, de su ayuda. Celia está casada –detalle no menor es que su marido es el ex novio de Hilly (comandante/tirana del segundo grupo), su rechazo por parte de la sociedad de damas sureñas responde a su vestuario ceñido, a que usa esmalte rojo en manos y pies, zapatos que no son del mismo color de sus faldas, a que arregla su cabello rubio con unas ondas más californianas, si se quiere, y a que porta una figura curvilínea que luce despampanante con faldas ceñidas y escotes pronunciados. Celia vive en una casa inmensa, no sabe cocinar y desea imperiosamente contar con una ayuda doméstica que con el tiempo se volverá un miembro de la familia. Hilly representa la clase acomodada sureña, hace caridad, viste de manera monocromática, no traspira, trabaja para sostener su imagen pública y para un proyecto de ley que obligue la construcción de baños para las empleadas negras fuera de las casas. El planchado perfecto de sus faldas, el lacio de su peinado y la pulcritud de su hogar esconden la verdadera mugre de su persona que excluye a cualquier mujer que se salga de sus parámetros, que casi no soporta a su madre, que no puede reconocer que la persona que ayuda en las tareas domésticas es eso, una persona y que bajo ningún punto de vista le es lícito negar tal condición, pese a vivir en una sociedad conservadora con leyes y tradición racista. Hilly no necesita ayuda de nadie, la fachada que construye la sustenta, su destino: la ruina, miseria. Aibileen y Minny representan la ayuda para Skeeter y Celia. Son mujeres fuertes, sostenes de familia que abandonan a sus hijos para criar a los bebés de los blancos mientras sus perfectas madres los ignoran. Ellas resisten la violencia de sus patronas, la pobreza en la que viven aún trabajando todos los días de la semana. Pero todo tiene un límite. Ese límite reclama y llama a todas esas mujeres del primer grupo. Las suscita a poner fin a los abusos, a aniquilar la idea de que hay un “deber ser” mujer, y si hay uno, es un ser relacionado a la sensibilidad, a la amistad, a la fidelidad para con las personas y los propios deseos de realización. Nada más lejano a la negación del otro, a la farsa, a la violencia.
Cuando digo que esta película la vimos mil veces es que el argumento retrata nuevamente una situación histórica que fue recreada en tantas películas que no puede traer nada nuevo. Funciona, claro, porque no deja de ser fuerte el hecho de saber que eso ha sucedido. De la misma manera que nunca seremos inmunes al Holocausto Judío, nunca va a terminar de parecernos terrible lo que han hecho tantos años de discriminación racial. Historias Cruzadas nos lleva al sur de los Estados Unidos en los sesentas cuando la lucha por la igualdad de los afroamericanos empezaba a pisar más fuerte. Aprovechando ese momento y esa lucha, cuando una chica que desea ser escritora pide escribir una historia sobre el servicio doméstico desde el punto de vista de ellas (o sea contando las crueldades, la discriminación y demás), el relato empieza a tomar velocidad en cuanto ella tiene una oportunidad de ser publicada. La escritora es Skeeter (Emma Stone) que con su pasión demuestra que ya no es la niña que pertenecía a Jackson. El reflejo de lo que muchas veces pasa con los amigos de la infancia que toman diferentes caminos la lleva a sentirse siempre de prestado y un poco asqueada. Emma está de moda y nadie puede negar que es adorable, pero realmente la extrañé en comedia porque acá le faltó mucha chispa. Para que ella se sienta sapo de otro pozo contamos con una odiosa Bryce Dallas Howard como HIlly que está soberbia como esa chica caprichosa pero que muchas veces se va al extremo y resulta sobreactuada. Aunque no hay chica sureña como la Celia de Jessica Chastain en esa mezcla entre torpe e inútil, con una dulzura que traspasa todo porque se nota su vulnerabilidad. Es el personaje que para mí se roba todo. Viola Davis fue muy elogiada por su Aibileen. Personalmente no creo que esté mal en él, si no que es un papel un poco trillado. Si fuera hombre, estoy segura que Morgan Freeman lo estaría haciendo, conduciendo a una blanca que se llamaría Miss Daisy y si alguna otra duda tenían hasta es la narradora. Ese doble juego de la narración en la que parece que va a ser Skeeter cuando termina tomando las riendas ella es tal vez lo más interesante de la película. Además de esto, la ambientación es preciosa. Desde que llegamos a Mississippi escuchando a Jhonny Cash hasta cada traje. El armado del verano caluroso (me recordó al planteo de Gran Gastby) es glorioso. El maquillaje y el vestuario son realmente impecables y eso es porque son funcionales a la historia. No debe dejarse de lado que vestuario y moda son conceptos antitéticos porque la moda responde a otros patrones como ser cortes, confecciones, colores y el vestuario es lo que habla del personaje antes de que el personaje hable. Emma Stone siempre es la menos arreglada y está con una paleta de marrones, poco femeninos. Cuando sale, la disfrazan de rosado y tacos altos que no le dura y una vez que se siente a gusto con el sur, su vestuario se va suavizando a tonos pasteles. El resultado final es un drama consistente, nada nuevo pero no por eso menos válido. El director de la película fue Tate Taylor que demostró ya en Lazos de Sangre que su dirección de actores es buenísima (no nos olvidemos que Jennifer Lawrence fue nominada como mejor actriz por su papel y no creo que pueda actuar demasiado) y acá se animó a adaptar la novela también. Por momentos su relato se me hace denso y tal vez hace demasiado hincapié en los primeros planos para mostrarnos ojos llenos de indignación, de miedo, de drama. Cuestión que casi la mitad de la película vemos a chicas con caras de constipadas. Tal vez es un poco lenta y bastante femenina, gran parte me hizo pensar en Magnolias de Acero. Ojo que los novios tienden a dormirse en la proyección.
Cuando el hablar fue el principio Hay temas que no pierden vigencia, heridas que no cierran. El dolor causado a las personas de color negro aún sigue latente. Lo que más inquieta y perfora nuestro ser es ver cómo se hablaba de superioridad cuando se actuaba como enfermos que no utilizaban la razón. El guionista y director Tate Taylor vuelve a sacar las imágenes de las personas que fueron condenadas a la esclavitud por el sólo hecho de tener la piel más oscura. En la década del 60´ Estados Unidos vivía el racismo con bastante intensidad. Las clases más pudientes, con ideas más conservadoras, eran las que más discriminaban. Sin embargo ya empezaban por aquella época a circular por la sociedad algunas corrientes de igualitarismo y derechos civiles para todas las personas sin importar raza. En Historias cruzadas es la letrada Eugenia Skeeter quien propicia una nueva visión en Mississippi, su lugar natal al que vuelve después de haberse graduado. Aunque la protagonista siempre resultó distinta entre sus amigas, nunca se habían acentuado tanto esas diferencias como en su regreso. Con la idea de empezar su carrera como escritora y periodista, Eugenia ingresa a trabajar en un periódico haciendo una columna de limpieza, con lo cual realiza el primer contacto con las sirvientas de las amigas para que le expliquen del tema. La gran idea de hacer un libro vendrá a su mente después de enterarse que la señora que la había cuidado toda la vida, la sirvienta de la casa, ya no estaba más entre sus padres. Sin saber con ciencia exacta qué había pasado, ella suponía que la habían echado. Esa ausencia, sumada a los aires de nuevos pensamientos que obtuvo en su paso por la Universidad, la llevan a proponerle a una de las sirvientas de sus amigas hacer unas entrevistas sobre la situación de vida que tenía junto a las personas blancas. Después de mucho insistir sobre el tema, Eugenia logra establecer varias visitas que la ayudarán a la conformación de su libro. A pesar de lo peligroso que resultaba en Mississippi que una mujer blanca visitara a personas negras la protagonista, con mucho cuidado, logra sumar a varias mujeres más a su propuesta. Historias cruzadas, a pesar de su extensa duración, logra mantener al espectador atento durante toda la proyección. Resulta conmovedora y triste, pero combina momentos graciosos que hacen posible un desahogo después de oír tanto sufrimiento. Representa el compromiso de Taylor con su sociedad aunque ya hayan pasado varias décadas y no lo complique tanto hablar del tema. Es la ayuda necesaria para no cerrar una herida, para despertar quizás al pueblo sobre las discriminaciones del siglo XXI, aquellas que hoy se ejercen cotidianamente sobre los sectores de más bajos ingresos. En cuanto a las actuaciones, Emma Stone (Eugenia Skeeter) no logra realizar una producción que se amolde con el personaje que encara. Resulta un tanto insulsa y hasta poco comprometida (absolutamente lo contrario al personaje). No está a la altura del personaje que le tocó hacer. Sus gestos y reacciones parecen sobreactuadas. En contraposición a Stone aparece Viola Davis, quien encara su personaje de una manera alucinante. Mantiene en todos sus movimientos y actitudes el dolor y sufrimiento. Davis se compromete y entra en el personaje mostrándonos el dolor de una raza, pero también a una mujer sensible y adorable capaz de criar a una niña como si fuera su hija siendo sólo su sirvienta. El potencial que despliega tapa varias de las nebulosas que tiene el film, sobre todo esos momentos cursis que no aportan a la historia.
Este jueves 12 de enero debería vivir en la gloria: es el día del estreno en Argentina de Los Muppets, una de las mejores películas que puedan imaginarse. Una de esas películas para ver una y otra vez (yo ya la vi cuatro veces). Pero... ...pero este jueves 12 de enero también marca un día que debería vivir en la infamia, en la desesperanza cinematográfica y cultural. Intenten ver Los Muppets en versión subtitulada y verán que es una misión dificilísima. Apenas hay tres funciones por día (una en Showcase Belgrano, otra en Showcase Norte, otra en Showcase Córdoba) en versión original con subtitulado en castellano. Por lo menos eso es lo que se anunció. Esperemos que esas funciones revienten de público y tengan que agregar más funciones subtituladas. Hice dos textos bastante extensos sobre Los Muppets, uno está en el número de El Amante que está en los kioscos. Otro lo escribí para ADN y lo pueden leer acá. En ambos casos digo que la verdadera película es la de la versión original. Y aclaro una vez más que la película que tanto he elogiado es la de la versión original. La versión doblada es otra cosa: se pierden chistes, las canciones pierden gracia, el sonido es menos crujiente. Y se pierden las voces originales, nada menos. Aclaro, además, que vi las dos versiones: una vez la doblada y tres veces la subtitulada. Hace varias semanas escribí esta nota acerca del avance de esa mutilación para tiempos culturalmente decadentes llamada doblaje. Pensé que estábamos mal. Ahora, con el estreno de Los Muppets, veo que estamos aún peor. Recomendación 1: Vean Los Muppets Recomendación 2: Vean Los Muppets en idioma original y con subtítulos. Recomendación 3: Combatamos el doblaje. Recomendación 4: Busquen la banda de sonido en inglés. Otro estreno de la semana, Historias cruzadas (The Help) es también recomendable. El título original hace referencia a “la ayuda” hogareña, a las mucamas negras del sur de Estados Unidos en un momento crucial de la lucha por los derechos civiles. La película se centra en un puñado de casas, un puñado de familias, un puñado de mucamas. Y en una escritora que decide contar esas historias. Esas historias encajan en la Historia sin excesos enfáticos, con una bienvenida tersura narrativa. Por supuesto, a los logros de la película ayuda Emma Stone, la sonoridad de su risa, la frescura de su risa, la franqueza de su risa, la profundidad de su risa proveniente de su voz grave (gracias Kathleen Turner). El cine, joder, es sonoro hace rato. Cuando el doblaje siga avanzando y películas como Historias cruzadas se estrenen dobladas nos perderemos, también, la voz de Emma Stone. Y Emma Stone ya no será ella. ¿O ustedes creen que serían los mismos si estuvieran doblados en otro idioma? Recomendación 5: Combatamos el doblaje. Recomendación 6: Vean Historias cruzadas. Recomendación 7: si no conocen a Emma Stone, ocúpense. No saben lo que se pierden. Recomendación 8: Combatamos el doblaje. Recomendación 9: presten atención a lo parecidas que son Bryce Dallas Howard y Jessica Chastain, ambas en Historias cruzadas. Recomendación 10: Combatamos el doblaje
En una notable escena de Milk (Gus Van Sant, 2008), el protagonista les pide a todos sus seguidores que admitan públicamente su condición sexual. “Debemos abandonar el gueto”, ruega Milk a aquellos que se niegan a salir del clóset. Algunos aducen que puede ser peligroso, otros reclaman su derecho a la privacidad, pero el político sabe que asumir esa verdad es la única forma de ganar poder. “En este momento, en esta hora, la privacidad es nuestra enemiga”, dice Harvey, recordando lo que señalaba Hannah Arendt al estudiar las revoluciones modernas: si se quieren conquistar nuevos derechos civiles, será necesario sacar a la luz las angustias más íntimas. Atravesar la vergüenza. Desnaturalizar la humillación. De eso se trata esencialmente The Help, y en la exploración de ese doloroso proceso reside el punto fuerte de la película. Así comienza el film, con una empleada doméstica (Viola Davis) que decide exponer su historia de vida, con todos los riesgos que eso implica en plenos años sesenta, en el estado de Mississippi, donde reina la segregación racial, el terror del Ku Klux Klan y esa esperanza llamada Martin Luther King. The Help podría haber resultado mucho mejor si no estuviera a cada paso coartada por el didactismo tan propio del cine mainstream aspirante al Oscar y al mensaje constructivo (que debe ser bien nítido, aunque eso excluya los matices). En el diseño de personajes abundan los brochazos y ciertas situaciones pueden lucir exageradas, pero no creo que esto sea lo más grave, pues el relato no nos deja olvidar que las actitudes más inverosímiles eran parte integral de la “legalidad” de la época. La caricatura también es una forma de crítica, y en este sentido me parece lograda la interpretación de Jessica Chastain como la villana de la alta sociedad. Hay una escena en donde su personaje pronuncia un discurso frente a la agrupación de mujeres que lidera. Observen la pared a su lado, con un empapelado de flores. Allí cuelga un cuadro que también tiene flores, casi idénticas a las de la pared. Es tan solo un detalle de decorado capaz de delatar al personaje en su chatura, en su real falta de distinción. Pero la película está muy lejos de honrar el arte de los pequeños indicios. Por el contrario, el verdadero problema del film es la insistencia, la compulsión a hacer un doble o triple nudo sobre hechos que ya estaban claros para el espectador. Ejemplo: Chastain fomenta un proyecto destinado a construir baños separados para el personal de servicio, y entonces le pide a su amiga periodista (Emma Stone) que publique la noticia en el diario del pueblo. Stone no lo hace, Chastain se lo pide por segunda vez, y Stone finalmente publica una nota tergiversando satíricamente el texto original. Mientras lo escribe, la periodista toma una fotografía de ella junto a su amiga de toda la vida, y lo tira a la basura. Para que no queden dudas de lo que se quiere significar. La narración se somete a la vieja norma del guión clásico de Hollywood que sugería aludir al menos tres veces al conflicto central. Pero The Help reitera las explicaciones continuamente: cada gesto, cada réplica, cada lección resulta potenciada al cubo al punto de perder impacto. Incluso el anticipado acto de venganza de la criada pastelera (Octavia Spencer) termina disolviendo su gracia al ser exprimido una y otra vez hasta secarse. De todas maneras, si uno se permite esquivar las evidentes convenciones, The Help tiene espacio para la emoción genuina. El film hace sentir el enorme miedo que agobia a las víctimas del racismo. El relato lo respeta y sabe poner en su justa dimensión el desgarro que representa confesar el oprobio. Emma Stone comienza a idear el libro gracias a la venia de una editora (¿se acuerdan de Mary Steenburgen?) que tiene un papel breve pero fundamental. “Vas a necesitar al menos una docena de domésticas para el libro”, le exige a la protagonista, una orden que cae mal porque parece apelar antes a lo comercial que a lo humano (así es la jerarquía del periodismo: primero el número, la encuesta vistosa, después la relevancia social). Pero el requisito de sumar más testimonios resulta ser la clave de la evolución. La voz se torna colectiva. Y es muy interesante acompañar el trayecto que va del anonimato al inevitable reconocimiento. Aunque las sirvientas no aparezcan con sus nombres verdaderos en el libro, en el fondo todos en el pueblo saben quién es cada una de ellas. De allí todas las firmas estampadas en el libro, porque junto a estas mujeres están todos los nombres de la raza que quiere decir basta. Porque para la lucha política también es necesario ser individuo. Marcar la diferencia. Y salir a la calle, la propia calle, con dignidad. Como lo hace Harvey Milk en la hoy emblemática calle Castro de San Francisco. Como lo hace Viola Davis en el hermoso final de The Help.
Tiene todo el derecho del mundo a temer este film: después de todo, se trata del típico relato aleccionador con “mensaje importante” que Hollywood nos arroja por la cabeza alternando con el espectáculo de efectos especiales sin sentido. Pero así como en la segunda categoría hay grandes películas (en cartel Tintín o Misión: Imposible IV) también las hay muy buenas en el carril didáctico. Pasa con ésta: chica del Sur estadounidense pero modernizada vuelve a su pueblito en plenos 60 y escribe un libro sobre su comunidad desde la perspectiva de las criadas negras. Es decir: el film trabaja con muchos estereotipos (el de las negras, el de las racistas sureñas, o el de las mujeres de clase alta y baja, etcétera) que parecen empujar el film hacia la caricatura. Pero entonces aparecen las actrices dándoles humanidad (es decir, matices y rasgos personales) a cada criatura. Y el problema del racismo pasa a ser una metáfora de otras cosas, pasa a ser la historia de cómo y desde dónde se cuenta la Historia. En épocas en las que se reivindica el reivisionismo o se quiere manipular un “relato”, este film resulta, aleatoriamente, más interesante.
Magníficas Mujeres The Help o Historias Cruzadas como lo indica su título latino es una gran, gran sorpresa de esas que alegran el corazón cinéfilo del habitué de la gran pantalla. La historia es simple y no es nueva, pero la manera en que está contada en este film es impecable y emotiva. Tiene ese "Ángel" de los grandes clásicos, donde todo encaja a la perfección más allá de sus imperfecciones, donde las interpretaciones del reparto son tan efectivas como emotivas, donde nacen las grandes estrellas de Hollywood. ¿De qué se trata la historia?, es sobre la situación de la gente de color en los años '60, en los que todavía eran marginados brutalmente por la alta sociedad del sur de los Estados Unidos. El relato se centra en el servicio doméstico y su relación diaria con el racismo ejercido por sus empleadoras, que por miedo, tradición e ignorancia las trataban como si fueran marionetas de su propiedad. Como apreciarán es un tema que se ha tratado muchas veces en el cine con distintos matices, algunos más cómicos, otros más dramáticos, pero lo que hace tan interesante a The Help es la combinación exacta de humor y drama, paseando al público por estadíos de alegría, y en el instante siguiente, le provoca un nudo en el pecho que asemeja una trompada de un boxeador peso pesado. También se mete con la violencia de género y el machismo predominante de la sociedad de ese tiempo sumándole un poco de picante a la peli. Otra cuestión contundente para el éxito de esta cinta son las interpretaciones de todas las actrices que conformaron el cast, desde una Jessica Chastain ("El Árbol de la Vida") que encarna con gran ternura a una ingenua sureña un poco vulgar pero de buen corazón y una Emma Stone ("Loco y Estúpido Amor") carismática y muy precisa cuya estrella está brillando cada vez más, hasta unas Viola Davis ("La Duda") y Octavia Spencer ("Siete Almas") que dan vida a dos grandes mujeres llamadas Aibileen Clark y Minny Jackson respectivamente. Bryce Dallas Howard ("La Aldea") también está fabulosa como la malvada Hilly Holbrook al igual que Sissy Spacek ("Carrie") como su divertida madre, completando un equipo soñado. Para cerrar, creo que es una excelente opción de verano, con una historia emotiva pero no sentimentalista, que divierte y hace reflexionar, que más allá de sus imperfecciones cinematográficas enamora al espectador. Una película para disfrutar de mujeres super talentosas recreando con gracia un poco de historia social.
Conocida como "Historias Cruzadas" o "Criadas y Señoras", dependiendo de la distribuidora del país donde vivas, The Help llega con la fuerza de su nominación al Oscar como mejor película y de mejores actrices por parte de Jessica Chastain, Viola Davis y Octavia Spencer quienes ya ganaron hace poco su premio del SAG (Screen Actors Guild Awards), y ésta última un globo de oro incluído, además del premio al mejor elenco en los SAG que es equivalente a mejor película. Así que por lo menos por este palmarés no deberían perdersela. La historia se desarrolla en un pueblo pequeño de Mississipi, Jackson, en los años 60s, en plena movilización social por la defensa de los derechos de la gente de "color", se cruzan las historias de varias criadas, principalmente Aibileen Clark (Viola Davis) y de Minny Jackson (Octavia Spencer), quienes alzan su voz a través de una jóven periodista, Eugenia Pheelan (Emma Stone, quien se luce en su papel), para denunciar los abusos y los sentimientos encontrados ante el trato de la gente a quienes dedican gran parte de su vida y sus cuidados. La historia a algunos les parecerá un poco lenta, sin embargo, debo advertir que, aunque llena de clichés, es una historia completamente humana, que te hace sentir empatía no sólo por los personajes principales (y las grandísimas actuaciones que brindan), sino por las situaciones que calan en lo más profundo, que hacen cuestionarse una y otra vez sobre la necesidad de los seres humanos por ser tan frívolos y sentirse superiores a algo aunque sea tan solo por que "nos educaron así" y sin detenerse a cuestionar la profundidad de nuestras acciones y su repercusión en otras personas. escena cine the helpSi eres alguien sensible, probablemente hasta te molestarán muchas de las actitudes, pero hay que recordar que así de cruda era la situación para la gente afroamericana en los estados unidos debido a la segregación racial, y que alguien se atreva a contar una historia así, con situaciones tan extremas como hilarantes, nos hace reflexionar un poco sobre la condición humana y sobre la integridad de las personas que trabajan haciendo lo que sea necesario por mantener su dignidad y al mismo tiempo ser buenos seres humanos. Es un hecho que no ganará el oscar a mejor película, pues incluso hay momentos en el que el guión se siente flojo o con huecos, hay que recordar que es adaptación de la novela homónima escrita por Kathryn Stockett que incluso ha sido acusada de ser racista en su misma novela y de no reflejar de una manera más exacta históricamente hablando con el apartheid americano, pero es un hecho innegable que las actuaciones son notables, justificando tantas nominaciones y premios otorgados. Una película para ver en pareja y disfrutar enteramente.
Separados por un color La Mississippi de los años 60 mostraba un escenario cotidiano: lujosas mujeres blancas y serviles criadas negras. Skeeter, una inquieta periodista, quiso contar en un libro las injusticias y desigualdades que sufrían esas mujeres de color que cuidaban más de los hijos ajenos que de los propios. La historia comienza cuando la joven, quien también integra una familia acomodada, les pide a Aibileen (la brillante Viola Davis) y a su amiga Minny (Octavia Spencer) que colaboren con sus testimonios para ofrecer mayor rigor y denuncia en los textos. Claro, aunque deberán usar nombres falsos, la única manera de no caer a merced de las garras racistas. El director supo darles pincelazos de comedia a una película de transfondo dramático. Y el resultado es impecable.
Drama racial redencionista para toda la familia ¡Ha vuelto Hallmark Channel! O algo demasiado parecido. Porque lo que exuda Historias cruzadas se parece más a una remembranza de programación para gente bienpensante y de entrecasa que al cine. Es tal la vacuidad con la que el film de Tate Taylor (protagonista, por otra parte, de la sorprendente Lazos de sangre) expone sus "preocupaciones" sociales que se vuelve capaz de lograr algo situado aún más allá de la corrección política. Vale decir, Historias cruzadas es toda la corrección política junta y peor. Que sea una de las películas mentadas de la próxima entrega de premios Oscar ya es decir bastante. ¿Qué más se puede decir del Oscar? Basada en el bestseller The Help, de Kathryn Stockett ?-amiga de infancia, además, del realizador-?, la película retrata amenamente la relación blancos/ negros en el pueblito de Jackson, Mississippi, circa años '60. De Jackson, de hecho, es oriunda Stockett, lo que amerita referir que el personaje de Skeeter, encarnado por Emma Stone, vendría a ser la carnalidad misma de la autora. O algo así. Patito feo de un villerío de mansiones blancas, Skeeter estudia en la universidad y vuelve a Jackson con ganas de ser periodista y escritora. Comienza entonces a dar lugar a su proyecto: dar voz a las criadas, tradicionalmente legadas al patio de atrás del sur estadounidense, en la forma de un libro. Su propia historia de vida colisionará con los relatos que de a poco obtiene, a sabiendas de que la misma ley impide un trato de equidad entre negros y blancos. Hasta aquí la historia. El problema está en cómo se la cuenta. Y la manera de hacerlo radica en una exposición retórica, plagada de lugares comunes; es decir: amigas vueltas esposas, de vestiditos de color saturado, con hijitas rubias de ojos acuosos, pendientes de criadas que les usan el baño, amén de las lágrimas correctas, las miradas de odio, y las redenciones tontas, porque cuando se trata de una madre mejor recordarla con cariño: así es que como salen indemnes los personajes de Allison Janney y de Sissy Spacek, madres respectivas de Skeeter y de Hilly (la mala de la película, interpretada con ceño fruncido por Bryce Dallas Howard). El libro será publicado y los negros comenzarán a hacer oír su voz en la Estados Unidos de los sesenta así como en la de Obama. Poco importa el contexto de ambientación, toda película es consecuencia de su momento histórico de producción. Historias cruzadas se pliega, así, a la mediocre "toma de conciencia" hollywoodense, que nada tiene que ver con el hacer fílmico, incorregible, del gran Spike Lee. Si en algún momento Skeeter es capaz de decir que con Margaret Mitchell (Lo que el viento se llevó) se instituyó el estereotipo de la criada obediente y simpática de rótulo "mammy", lo que Historias cruzadas logra no es más que un decir obvio, mientras justifica los mismos estereotipos al contemplarlos como parte de un supuestamente necesario desenvolvimiento social.
Servidumbre Humana Situada en los años 60, la joven "Skeeter" (una Emma Stone que ya es un increible sorpresa en la actuación y un bombón de mujer) decide abrirse un poco de una sociedad inundada de vacuas mujeres, tan histéricas como (lo peor) racistas, y lo cumple a través de una propuesta literaria que sin dudas traerá conflictos de infierno chico en esa población acomodada y sureña (donde los negros jamás puede acceder a un baño usado por los blancos, por ejemplo). Así intenta volcar en un libro las vivencias de un grupo de mujeres negras que trabajan extenuadamente y bajo presiones sirviendo a esas blancas mujeres vestidas a la moda como tan insoportables, para ello recurre primeramente a Aibileen (Una magnífica Viola Davis, de quién ya habíamos resaltado su calidad interpretativa en su papel de "La Duda") y Minny (Ocatvia Spencer, no la olviden es magistral actriz). Que las historias que aquí se cruzan terminan siendo sorprendentes y bien llevadas en un guión emotivo y no carente dramatismo como de momentos de cierto humor. Hay personajes notables como la madre (Amada Sissy Spacek) que pelea con su hija inaguantable (Una Bryce Dallas Howard estupenda), o la vecina onda "Marilyn" (la grandísima Jessica Chastain, que vimos recientemente como esposa de Brad Pitt en "El árbol de la Vida") que también aporta sus rollos. Sin dejar de mencionar a Allison Janney (la madre de Skeeter), o esa veteranísima de Cicely Tyson como la vieja criada Cosntantine, lo dicho, un elenco actoral insuperable, buenísimo, para dar marco a un historia tan disfrutable como recomendable. Que hablar y mostrar las miserias humanas también tiene sus cualidades, los espectadores veremos gente reconocible en nuestras vida más que seguro.
The Help, una de las nominadas a los Oscar, tiene bastante en común con Vidas cruzadas (Paul Haggis, 2004) además de un nombre muy similar: por empezar porque ambas películas tratan sobre el racismo. Mientras que Historias cruzadas se atiene solamente a la discriminación hacia la raza negra en Mississippi durante los años 60, Vidas cruzadas trataba el racismo a más grandes rasgos en Estados Unidos y en la actualidad. Vidas cruzadas terminó siendo la inesperada ganadora del Oscar el año de su estreno batiendo a pesos pesados como Capote, Munich, El secreto en la montaña y Buenas noches buena suerte. Puede haber sido inesperado para muchos críticos, pero en mi caso, fue uno de los premios que más festejé en los últimos años. El comienzo de una gran amistad... Se ha dicho que, como El juego de la fortuna, Historias cruzadas logró ser estrenada en el país a fuerza de elogios y nominaciones a premios. Sin embargo, no debería ser una sorpresa que una película de estas características se estrene en nuestro país. Si bien el racismo en Estados Unidos posiblemente no sea el tema preferido para un cinéfilo argentino, lo cierto es que estamos frente a una muy buena propuesta, un filme muy agradable, que difunde su mensaje pero que también cuenta historias particulares atractivas y que hacen que el espectador se interese, tanto por el desarrollo de la historia en general como de los personajes en su especificidad. Historias cruzadas cuenta la historia de Skeeter (Emma Stone), una joven que quiere convertirse en periodista o escritora y que decide contar la historia de las criadas de Jackson, Mississippi, todas mujeres negras que prácticamente continúan bajo un régimen esclavista que debió haber terminado hace rato. Estas mujeres se acostumbran a criar niñas blancas, rubias y de ojos claros, a enseñarles todo lo que sus madres no quieren o prefieren evitar y con el pasar de los años terminan trabajando para esas niñas que con el tiempo han crecido para ser madres y estar al cuidado de una casa. ¿Tu mucama va al mismo baño que vos? ¡Horror! Si hay algo que se destaca claramente en Historias cruzadas son sus personajes, construidos con la simpatía suficiente como para interesar al espectador y ejecutados de manera brillante por todo el elenco, principalmente por las multinominadas Viola Davis (una vez más sorprende con una performance sobrecogedora) y Octavia Spencer (ganadora del Globo de Oro a mejor actriz de reparto), pero también por Jessica Chastain, Sissy Spacek y Bryce Dallas Howard -estas últimas quizás con papeles más burdos, demasiado exagerados, pero no por ello muy bien logrados-. Otras dos que merecen una mención especial son Eleanor y Emma Henry, dos pequeñas hermanitas que interpretan a Mae Mobley, la beba que Aibeleen (Davis) tiene que cuidar. En dos o tres breves apariciones las pequeñas logran emocionar, lo que en realidad habla muy bien de la dirección de actores (por algo este filme tuvo tantas nominaciones a "mejor elenco"). Tate Taylor, director con poca trayectoria, adaptó el libro de Kathryn Sockett (Criadas y señoras) y se puso tras las camaras de este filme candidato al Oscar. Se le objeta haber tratado el tema demasiado banalmente, que sus personajes son caricaturescos y extremos (la mala nefasta de Dallas Howard y la buena buenísima de Chastain lo ejemplifican perfecto), sin embargo, todo parece indicar que la idea de Taylor era hacer una película agradable con un mensaje y no un manifiesto antiracista. Supongo que los críticos también nos ponemos extremos cuando se trata de temáticas serias y debemos tomar posición clara. En este caso no lo haré: The Help pasa del momento más dramático y duro de digerir al chiste más inocentón y ese tratamiento edulcorado y poco serio no me parece suficiente como para defenestrar al filme. Al contrario, es cierto que hay películas que tratan el tema del racismo de una manera mucho más lograda, profunda y seria, pero si todas tuvieran un enfoque similar terminaríamos criticando que se parecen demasiado o que no está a la altura de la del pasado. Celia trata muy bien a Minny ¿Sus personajes son caricaturescos y exagerados? ¿Llevados al límite absoluto? Sí. Pero gracias a esos personajes, el guión logra sacarle el jugo a las situaciones para hacerlas realmente cómicas. A fin de cuentas y pese a la gravedad de algunas escenas, The Help es una película que logra hacer reír de la mano de personajes como el de Chastain -una hiper inocente mujer casada con un millonario- o como el de Spacek -una mujer mayor, casi senil, pero con arranques de lucidez muy oportunos-. De todos los caracteres, quizás el más criticable sea el de la madre de Skeeter, que por no ser extrema si no cambiante, termina desentonando en un filme tan lineal. Sus comportamientos terminan resultando ambiguos y carecen de verosimilitud, por distanciarse de sus actitudes anteriores. Ante la estabilidad y linealidad del resto de los personajes, lo que termina resultando poco creíble es el cambio redentor. Quizás Historias cruzadas no sea el documento al cual acudamos para entender el racismo en los '60 en una versión cinematográfica. Pero sí podría ser una primera aproximación para alguien completamente desentendido que no busca información como para una tesis pero que sí quiere pasar un momento entretenido frente a la pantalla. Historias cruzadas es una película fácil de criticar, pero también es fácil de disfrutar si uno baja la exigencia y se divierte con su maravilloso elenco.
Redención asistida Nuevamente, el doblaje de un título fílmico no le hace justicia al original, y hay que comenzar por allí para explicar mejor de qué se trata Historias cruzadas; The Help, tal su nombre en inglés, señala tanto al servicio doméstico brindado por extensas generaciones de mujeres negras en hogares blancos en el históricamente racista sur estadounidense, como al libro homónimo que escribe la valiente Skeeter Phelan (Emma Stone), recopilando los testimonios de explotación y humillación narrados por las mucamas afroamericanas de la localidad de Jackson (Mississippi) en la década de 1960, en plena batalla social por la expansión de derechos civiles. Y es esa conmovedora y solitaria "ayuda" ("Help", también, en inglés) la que le presta la joven periodista blanca en ciernes a la comunidad femenina negra mientras se inicia en un periódico local, soñando con un mejor puesto en Nueva York, desde donde le encargan el libro en cuestión. Cruzada antirracista que busca hacer de la película, además de un relato clásico, un rotundo mensaje, tal vez demasiado remarcado. Por eso, el filme es progresista en su contenido pero conservador en sus medios, incluso a veces ingenuo, con una historia que varía entre el modesto retrato costumbrista con cuidada fotografía sureña y cierta exageración de telenovela (¿cinenovela?), más que nada en el personaje cruel e híper-racista de Hilly Holbrook (Bryce Dallas Howard), archi-enemiga aristocrática de la más intelectual y justa y humilde Skeeter. En ese sentido, Historias cruzadas adolece de una larga lista de estereotipos y clichés puestos en función de sus intenciones pedagógicas, si bien también es cierto que el filme es noble en algunas escenas y personajes, como el de la encantadora y graciosa Minny Jackson (Octavia Spencer), que con la humanidad de sus expresiones supera la ternura racial a la que apunta su rol. Aunque la mayor proeza yace en la dignidad protagónica de Emma Stone, superpuesta sobre la dignidad moral del filme al ponerse éste al hombro y sostenerlo en su transcurso, exhibiendo una solidez hasta ahora ejercitada en los terrenos más incorrectos de la comedia norteamericana, como en Se dice de mí y Loco y estúpido amor. Stone, sí, es la gran ayuda.
Retrato de una época Gran mérito doble del director-guionista Tate Taylor en su segundo largometraje: concreta un relato de casi dos horas y media en el que la intensidad dramática no decae casi nunca y conduce un elenco de actores con puntos interpretativos muy altos. El resultado es una película que atrapa al espectador no sólo porque los hechos que relata son extremadamente potentes sino porque los recursos cinematográficos sobre los que se apoya son eficaces. A tal punto que, si bien queda claro que apela a ganchos emocionales y que los hilos de la trama están hábilmente tejidos para conmover al espectador, la realización convence y el público se entrega sin reparos a los vaivenes de la narración. La pintura de la población sureña de los EE.UU. en los comienzos de los años 60 es sobresaliente, no sólo por los detalles formales de la recreación de una época que está todavía en la memoria de muchos espectadores sino porque también resulta convincente la trama de las relaciones humanas entre los miembros de la pequeña comunidad en la que se desarrollan las historias. El hecho de que la película muestre el punto de vista de los blancos sobre las vivencias de los afroamericanos no le suma ni le resta nada a la propuesta: en todo caso, es una muy buena exposición de un punto de vista sobre un problema complejo en una época caracterizada por posiciones diametralmente opuestas. De todos modos, la película convence, emociona y entretiene. Y en gran medida lo logra porque presenta enormes actuaciones, como las de Viola Davis (inteligente, sutil, expresiva en el papel de la sirvienta Aibileen) y Emma Stone (la aspirante a escritora que decide reseñar las vivencias de las domésticas negras). También sobresalen Octavia Spencer y Jessica Chastain (candidatas al Oscar) y la entrañable Sissy Spacek en una breve participación. A pesar de que en algunos tramos las situaciones y las reacciones de los personajes bordean lo esquemático, el filme redondea una propuesta más que interesante.
Ambientada en la década del 60, cuando en el sur de EEUU los derechos de los afroamericanos no existían. Las señoras ricas sureñas blancas no pueden sobrevivir sin sus criadas negras. Ellas cuidan a sus hijos, cocinan, limpian pero también sufren todos los desprecios. Una relación de dolores e injusticia que a instancias de una futura escritora ellas se atreven a contar. El resultado es un film conmovedor, con grandes actrices, situaciones increíbles que ponen al desnudo las raíces del racismo.
ELLAS TIENEN LA PALABRA Está ambientada en la década de los 60 en Jackson, una ciudad de Mississippi, uno de los estados más racistas. El filme habla de la segregación y la intolerancia. Un tema que siempre permite un nuevo enfoque. La que cuenta los hechos es Abileen (Viola Davis) un empleada a domestica negra que relata sus dolorosas jornadas de trabajo en esa época de marginación y desprecio. Su interlocutora es una periodista blanca que entrevista a varias mucamas negras. Son testimonios anónimos, porque temen las represalias. El material se publica en un diario local y después en un libro. Y eso es todo un triunfo. Más que un filme de protesta, es un melodrama que desecha las sutilezas y plantea las cosas de frente. Por más que desde la TV llegan imágenes de Kennedy y Luther King en esos años tan convulsionados, "Historias cruzadas" no es combativo. La novedad es que esta contado desde el mundo de esas empleadas tan maltratadas y eso seguramente le ha dado carta blanca al director para ensayar un desfile de excesos, subrayados y golpes de efecto. Cine básico, directo, con personajes de esquemáticos, matizado por media docena de escenas fuertes, con gente buena y gente mala, todo empaquetado en una película colorida, con algo de culebrón, pero que a veces divierte y a veces emociona y que deja ver el infierno de esas pobres mujeres, excluidas, desamparadas, llenas de tristeza y miedo. "Criamos esos niños con mucho amor, pero después, cuando se hacen grandes, ellos nos terminan maltratando", piensa una de ellas.
El realizador Tate Taylor dirige su tercer film, en este caso basado en "Criadas y Señoras" (The Help), la novela best-seller que escribió su amiga de la infancia Kathryn Stockett, la cual desarrolla el punto de vista de las mujeres afroamericanas dedicadas al servicio doméstico y a la crianza de los niños de las familias blancas durante la segregación y opresión racial que existía entre blancos y negros en territorios sureños de los Estados Unidos en la década del ’60, período en el que se llevaba a cabo el movimiento por los derechos civiles. Tal como el libro, la cinta se desarrolla en aquella época en Jackson, Mississippi, donde crecieron juntos el director y la autora, respectivamente. Allí, "Historias Cruzadas" introduce al espectador en el proyecto literario ideado por Eugenia "Skeeter" Phelan (destacada labor de Emma Stone), una joven periodista que desea convertirse en escritora. Al regresar a su casa tras graduarse de la universidad, ella descubre que su adorada empleada, quien prácticamente la crió, dejó su trabajo para volver a Chicago. Eso es lo que su sofocante madre (interpretada por Allison Janney) quiere que crea. Debido a esta situación y ante la incomodidad que siente cuando está compartiendo reuniones sociales con sus maliciosas amigas (quienes, a diferencia de ella, están todas casadas y con hijos), el personaje de Stone decide escribir un libro que plasme las vivencias de las criadas de color, que son tratadas como especímenes y degradadas al extremo por los padres y madres de las familias que las contratan. Bajo la premisa "¿Qué se siente dejar todos los días a tu hijo con otra persona para ir a criar a los hijos de una familia blanca?", la protagonista decide reclutar a varias de estas criadas para entrevistarlas. Aibileen (como siempre, una indiscutida Viola Davis), quien trabaja para una amiga de Skeeter (Bryce Dallas Howard) es la primera; luego se suma Minny (la genial Octavia Spencer) y más adelante muchas más que compartirán anécdotas "anónimas" que, una vez que se publique el libro, provocarán revuelo entre la población local. Durante las casi dos horas y media que dura, "Historias Cruzadas", cuyo reparto se completa con Jessica Chastain, Sissy Spacek, Ahna O’Reilly, Ana Camp, Cicely Tyson, Chris Lowell y Mike Vogel, es un film que no se hace para nada pesado sino que por el contrario, a pesar de la temática que aborda (que ya ha sido vista en decenas de filmes), no se centra en desarrollar el contexto político de aquella época sino que su objetivo es mostrar las historias de estas mujeres que se atrevieron a romper las reglas. Por lo tanto, es entretenida, emotiva pero sin golpes bajos, y con algunos momentos de humor que hacen de ésta una cinta amena.
Publicada en la edición digital #1 de la revista.