Un golpe de realidad para los héroes Jugando con el verosímil, pero también con el imaginario popular, que contiene dentro de él a héroes y villanos clásicos, el escritor Leandro Loyola imaginó en la novela, que ahora Nicanor Loreti adapta al cine, "Kryptonita" (Argentina, 2015), un universo en el que nada ni nadie tiene asegurado su permanencia y que en la recreación y evocación se construirá un nuevo mundo marginal para estos personajes, alejado del glamour y las grandes ciudades cosmopolitas que suelen habitar. "Kryptonita" ubica a Superman, Batman, Flash, Linterna Verde y la Mujer Maravilla (entre otros), reinventandolos, como seres que habitan en la marginalidad de los suburbios de Buenos Aires, robándole a los ricos para poder hacer posible el sustento de comedores escolares que no reciben ayuda del Estado. Lady Di (Lautaro Delgado), Nafta Super (Juan Palomino), Faisán (Nicolás Vazquez), Federico (Pablo Rago) y Ráfaga (Diego Cremonesi) conformarán al grupo de Nafta Super, la liga que los reúne y que, por las vueltas de la vida, harán que todos ingresen en un hospital para que Pinino (Palomino) pueda seguir con vida. Pero caen en el peor hospital, el más marginal, con las mayores carencias, y con un equipo de guardia encabezado por un doctor (Diego Velázquez) que no puede lograr que los pacientes que llegan graves al shockroom salgan con vida de él. Mientras Pinino se recupera, la policía rodea el hospital para atraparlos, y ellos, atrincherados dentro del lugar, intentarán resistir el máximo posible para que Pipin llegue con vida al amanecer, porque saben que pasado ese tiempo, él sobrevivirá y volverá a liderarlos. Loreti narra con maestría el relato íntimo de unos seres solitarios (le perdonamos el traspié de "Socios por Accidente"), desesperados y desgarrados que sólo quieren acercarse a los otros esperando comprensión y compasión, y ese doctor, que se juega la vida en salvar al superhombre, también intentará por el mismo escuchar el relato de cada uno de los orígenes de los héroes de este "comic criollo", que mucho debe a la comedia, pero también al film noir, al drama social y a la escuela de películas que con "Sin City" entendieron que la mejor adaptación del universo de las historietas es emulando, en algunas escenas, no sólo la composición, sino también, la estética y encuadre de cada viñeta. Y si bien el libro de Loyola no es un cómic, sino una visita a él, la transposición ayuda a configurar una imagen única y gráfica de estos héroes venidos a menos en una Argentina atada con alambre, pobre, oscura, patética, a la que intentan ofrecerle, de alguna manera, un poco de magia y luz volviendose reales y de carne y hueso. Puntaje: 10/10
Basada en la aclamada novela de Leonardo Oyola, Kryptonita llega prometiendo muchísimo. Veremos si Loreti y su pulso pueden llevar a la pantalla grande una adaptación a la altura de las circunstancias. El último guacho de Krypton Para aquellos que no saben de que va la historia, Kryptonita podría ser perfectamente lo que DC Comics llama elseworld: historias de superheroes conocidos, encapsuladas en un mundo auto-suficiente en las que pasa cosas locas, pero que no afectan la continuidad oficial. Kryptonita, de Oyola, está situada en Buenos Aires, en sus barrios pobres, donde los miembros de La Liga de la Justicia son seres marginales, tumberos, integrantes de una banda villera. Superman, Batman, Mujer Maravilla, Flash, Linterna Verde, J’onn J’onzz y Hawkgirl, todos tendrán sus contrapartes en Nafta Super o Pinino, El Fede, Lady Di, Ráfaga, El Faisán, Juan Raro y Cuñataí Güirá. La banda es intensamente buscada por la policía, y tras ser herido de muerte por El Pelado (Lex Luthor), Nafta Super será llevado al hospital Paroissien, donde la banda se atrincherara a espera de la llegada de la policia en una suerte de homenaje a Asalto al Precinto 13. Todo esto ante la atenta mirada del Tordo nochero y Nilda la enfermera de turno. Corona (The Joker) el mediador de la policía hará de las suyas, lo mismo que el Cabeza de Tortuga (Doomsday) que intentará matar nuevamente a Pinino, quien agoniza a la espera de que salga el sol. Adaptación de lujo Loreti logra en la adaptación de Kryptonita cosas realmente increíbles. Para aquellos que habíamos leído el libro, por lo menos en mi caso, todo lo que se ve en pantalla es EXACTAMENTE como lo había imaginado al leer la novela. Hay algunos agregados pequeños que son bienvenidos, ya que ayudan a la narración. Y un ausente imperdonable, la escena de Carozo y Narizota no esta. No hay manera de endulzarlo, la mejor escena de todo el libro no esta. Pero aun así, no llega a molestar al relato, en absoluto. El ritmo, los colores, las actuaciones, todo esta en justa medida y a favor de una gran historia que se pasa en 15 minutos. Y te deja sinceramente con ganas de más, como la novela. Actuame esta La mayoría de los papeles están representados de manera genial. Carca compone un grandioso Juan Raro, Diego Velazquez se luce con el Tordo, lo mismo que la Nilda de Susana Varela. Palomino está correcto, y no se luce más porque su papel, a pesar de todo, no es el principal. Nico Vazquez esta muy bien, y si quizás algo sobreactuado, aunque nada grave que opaque su labor. Ahora, los que merecen parrafo a parte son Diego Cremonesi y su Ráfaga, excelentemente compuesto, quien por momentos tiene la nada fácil labor de llevar adelante el relato. Y por supuesto Lautaro Delgado, quien directamente se come la película con su Lady Di. Tenia el papel más dificil de todos, y la paro de pecho, salio jugando y la clavo en un angulo. Asi de simple. Gran interpretación, convincente, solida y sobre todo conmovedora, incluso hasta las lagrimas. Realmente el punto mas alto a nivel actoral en Kryptonita. Puedo decir sin miedo que el reparto de Kryptonita es Lauaro Delgado +6. Por otro lado Rago cumple perfectamente su rol de El Fede, lo mismo que Sofìa Palomino (hija de Juan) como la Cuñataí Güirá. El Corona de Capusotto es realmente genial, pero peca de dos cositas pequeñas: la primera es el poco tiempo en pantalla (siendo que esta predominantemente expuesto en el trailer), y la segunda es que si bien el personaje es todo lo que promete, está bastante cercano a su Violencia Rivas. Y lamentablemente la inclusion de Sebastian De Caro, lejos de sumar resta. Si decíamos que Nico Vazquez por momentos sobreactua un poquito (no demasiado), entonces De Caro, subactua. Una pena. Altos efectos Realmente el apartado de VFX otra de las maravillas de Kryptonita. Si bien le falta una pulidita, que responde a un apuro por llegar al Festival, no por que los efectos estén mal en si. Andres Borghi colabora en este apartado y se nota su buena mano. Pero como dije, quizas media hora más de horno no le venga mal. Ya que un producto como este se merece salir al publico al máximo de su potencial. Esta peli tiene que ser perfecta, por eso, creo que de aquí a su estreno, estará pulida en su totalidad y sorprenderá hasta al más escéptico de los espectadores. Quejas y sugerencias Kryptonita está en Competencia Argentina, lo cual es realmente injusto. El nivel de fatcura técnica, actuación y VFX hacen de la pelicula algo que deberia haber estado dentro de la Competencia Internacional. Realmente no veo razón alguna por la cual esto no tenga que ser asi, pero en un festival plagado de errores y desaciertos, este apenas es uno más. Conclusión Kryptonita es la película para “cerrarle el orto” a la critica, a la gente que desconfía del cine de género argentino y a aquellos que buscan diversión y pochoclo solo en producciones extranjeras. El nivel de factura técnica es realmente genial, la adaptación de la novela de Oyola es justa y perfecta, y las actuaciones sobresalen en su gran mayoría siendo la de Lautaro Delgado la que se lleva el premio con su Lady Di. Vean, recomienden y revean esta película. Hagan todo lo posible para que le vaya bien. Argentina se merece este cine, y está en manos del publico que producciones como Kryptonita se mantengan en cartel, y hagan de este modo que la gente madure y entienda, que el “nuevo cine argentino” es tan solo “cine argentino” y merece ser visto, difundido y, sobre todo, cuidado por nosotros. Kryptonita es una película que tanto propios como ajenos van a disfrutar. Kryptonita es la película que nos merecemos y la que necesitábamos.
KRYPTONITA no es una película de superhéroes. Sería una trampa o una mentira suponer que el espectador se va a encontrar al verla con el lujo de efectos especiales y los poderes administrados a gran escala por escuderías como Marvel o DC que han travestido sus cómics en enormes gestas de acción constante, tramas incomprensibles y pasión desenfrenada por cosas (personas, edificios, ciudades, planetas enteros) que explotan por los aires. Al menos en ese sentido, es bueno KRYPTONITA no sea eso. La nueva película de Nicanor Loreti (que dirigió un filme de terror de culto como DIABLO y también dos películas de la popular saga SOCIOS POR ACCIDENTE) está más cerca del policial de gente sitiada y sin salida, de ese subgénero que habitualmente consiste en una serie de personajes encerrados y/o rodeados que tratan de sobrevivir al acoso y al potencial ataque de los de afuera, mientras también lidian con sus problemas internos. Las referencias son varias: el modélico western RIO BRAVO, de Howard Hawks; su reversión policial ASALTO AL PRECINTO 13, de John Carpenter; o hasta cierto punto PERROS DE LA CALLE, de Quentin Tarantino, por citar solo algunas. La novela de Leonardo Oyola, como muchas de las suyas, traslada situaciones que podrían parecer estrictamente genéricas a un realismo del conurbano en el que personajes solo imaginables en una pulp fiction norteamericana de bolsillo pueden existir en el Gran Buenos Aires o zonas aledañas. Y no lo hace apostando por la ironía, el absurdo o el gesto canchero, sino gracias a una exquisita apropiación del lenguaje barrial que permite que uno crea que alguien parecido a Superman circula por La Matanza. Y que las vidas de esos personajes son perfectamente plausibles. KryptonitaPor suerte, Loreti entendió que la película también pasaba por ahí, por respetar esos códigos planteados por Loyola y no creer que debía convertir al filme en una versión épica o grandilocuente de esos mismos acontecimientos. KRYPTONITA respeta bastante la novela y transcurre en gran parte en la sala del hospital en la que un muy herido Nafta Súper (Juan Palomino, el “Superman” en cuestión) ha llegado con su banda de secuaces quienes ponen en aprietos al agobiado médico de guardia para que lo salve como sea. Por suerte, no se trata de un herido común (su resistencia deja entrever su “origen”) y sus posibilidades de supervivencia tal vez sean mayores que las del común de los mortales. El personaje que, de algún modo, narra la historia o representa a los espectadores en el relato es el Doctor que recibe al Nafta y a su banda de criminales que integra la travesti Lady Di (Lautaro Delgado, como una suerte de Mujer Maravilla del subdesarrollo), Ráfaga (Diego Cremonesi), Juan Raro (Carca), Faisán (Nico Vázquez, versionando a Linterna Verde) y luego El Señor de la Noche (Rago), entre otros. Interpretado magníficamente por ese gran actor que es Diego Velázquez, “el “Tordo” escucha las historias de estos superhéroes/criminales caídos en desgracia ahora apretados por la Bonaerense y las bandas rivales. Entre los antihéroes que lo tienen entre la espada y la pared (“o lo salvás o sos boleta”) se destacan Diego Cremonesi aplicando un alto grado de intensidad pero sin desbordes a su encapuchado Ráfaga, quien podría ser una versión de Flash en esta versión deforme de la Liga de la Justicia y Delgado, encarnando a una Lady Di a años luz del Palacio de Buckingham. kryptonita12Habrán notado, claro, que el poster le pertenece pura y exclusivamente a Diego Capusotto, quien encarna muy bien y sin casi guiños humorísticos al Negociador, al hombre enviado a resolver los conflictos entre los de afuera (la policía y la banda de El Pelado, interpretado por Daniel Valenzuela) y los de adentro. Con un look cien por ciento Guasón, Capusotto tiene una extraordinaria escena en la que se encuentra/enfrenta a los antihéroes en un tenebroso pasillo del hospital, pero es un rol secundario en lo relativo a la trama y al desarrollo del filme. Algo parecido sucede con el supuesto personaje principal, el Nafta Súper (Juan Palomino) que durante gran parte del relato yace en una camilla del hospital como testigo inmóvil de la creciente tensión. Dentro de una cinematografía con mínimos sino nulos acercamientos valiosos al cine de superhéroes como es la argentina, Loreti y su equipo tomaron en KRYPTONITA la mejor decisión posible: en lugar de tratar de imitar o de jugar a la parodia para “iniciados”, se dedicaron a ser lo más fieles posibles a la novela –que hace ese mismo trabajo, no imita ni se burla– y adaptar la historia desde la lógica interna de cada personaje y de sus conflictos más que la parafernalia visual que ahora acostumbra el género en su versión superproducción. Para eso contó con un excelente elenco que pudo hacerse cargo de los filosos diálogos y monólogos de Oyola y otorgarle intensidad, humanidad y realismo a sus personajes utilizando seguramente los vestuarios más estrafalarios de todas sus carreras. Algo que, podrán imaginar, no es nada sencillo.
Sobre héroes y tumberos ¿Qué hubiese pasado si Superman, en lugar de haber caído en Estados Unidos y ser recogido por una familia de campesinos, hubiera aterrizado en el Conurbano bonaerense? El cine de género argentino viene creciendo hace tiempo, por suerte cada vez son más los realizadores que se juegan y el público que decide ir a verlas. Kryptonita es la gran apuesta de este año del cine nacional en esa materia. Este crecimiento se demostró en la primera función en el Festival de Cine de Mar del Plata, el interés del público fue tanto que no se tomó en cuenta la capacidad de la sala y la función quedó sobrevendida, lo que derivó en un caos de personas clamando por entrar. El público y los enviados de prensa que quedaron afuera fueron trasladados a otra sala donde pudieron ver la película, aunque con muchos minutos de atraso. Basada en un libro de Leo Oyola, la película dirigida por Nicanor Loreti cuenta con una premisa bastante original, ¿Qué pasaría si el bebé que fue Superman hubiese caído en la zona oeste del conurbano bonaerense? Un médico que hace el turno nocturno (Diego Velázquez) ve llegar a la guardia del hospital a un grupo de delincuentes que trae a su líder herido luego de una pelea contra una banda rival y le piden que haga lo imposible por mantenerlo con vida. Nafta Súper/Superman (Juan Palomino) es el líder de una banda de delincuentes entre los que se encuentran Faisán/Linterna Verde (Nicolás Vázquez), Ráfaga/Flash (Diego Cremonesi), Lady Di/Mujer Maravilla (Lautaro Delgado), Juan Raro/Detective Marciano (Carca), Cuñataí Güirá/Chica Halcón (Sofía Palomino) y el Federico/Batman (Pablo Rago), un caballero de la noche que va y viene en su moto. Todos ellos atrincherados en el hospital darán pelea y resistirán hasta que el sol restaure los poderes de Nafta Súper. La policía ante tal situación decide mandar a un payasesco negociador conocido como Corona (Diego Capussotto) el joker argentino, que intentará mediar a su particular manera. Loreti y Camilo de Cabo son los guionistas del film quienes contaron ante al público presente luego de la proyección que escribieron seis o siete veces el guion con mayor o menor fidelidad al libro, pero que dejaron en claro que amaban el material original. Además el acierto del film es que los héroes no son un chiste sino que dejan en claro que estos son los únicos que se conocen en ese mundo. Luego de verla no se podría imaginar a otros actores en esos roles, todos convencen de que no habría más opciones que ellos. Mención aparte merece Diego Capussotto quien aunque tiene pocos minutos en pantalla, hace un personaje memorable que ya desde su vestuario y caracterización lo definen como un joker definitivo. La película deja en claro que más allá de la reversión de los héroes de DC la trama pasa por un tema universal que tiene que ver con la humanidad, porque a pesar de ser superhéroes (y en este caso delincuentes) tienen esa humanidad que plantea a cada ser dilemas éticos y morales.
Kryptonita, basada en la novela homónima de Leandro Oyola, imagina que hubiese sucedido si Superman hubiera caído en el profundo conurbano en vez de en Smallville. El film se desarrolla en la noche en la que el Nafta Super (Juan Palomino) llega malherido a la guardia de un hospital junto a su banda, que está siendo buscada por la policía. El (¿único?) médico a cargo tendrá el deber de mantenerlo con vida. Si bien no soy particularmente consumidora de este género, fui con gran entusiasmo a ver Kryptonita, celebrando que este tipo de producciones se realice a nivel local. El público del festival también estaba entusiasmado, y casi todas las funciones estaban agotadas. El trailer y los primeros 15 minutos de película prometen: desde la fotografía, el arte, el sonido y la música se logra construir con efectividad el clima que este género requiere. La irrupción de la banda del Nafta Super constituye uno de los mejores momentos de la película. Sin embargo, es una pena que pese a todos los recursos y el calibre de la producción, la película no sostenga su interés a lo largo de toda el film. Esto se debe a un guión que es ante todo monótono. Los recursos originales que resultan cómicos al principio (ver al Flash -Diego Cremonesi- o a la Linterna Verde -Nicolás Vázquez. del conurbano diciendo “wachin” es bastante simpático, por un rato) dejan de ser sorpresivos y comienzan a volverse algo reiterativos, sobre todo porque prácticamente toda la acción recae sobre los diálogos, lo cual funciona a la perfección pero no en este género. Y como Kryptonita quiere ser eso, género, resulta extraño cómo comienza por comprender sus formas y recursos y termina ignorándolos. Si bien hay algunas escenas de acción con efectos especiales notables, no por su particular realismo sino por una clara búsqueda de una imagen de cómic que encaja a la perfección con la estética “del conurbano” que plantea la historia, la mayoría son flashbacks que poco tienen que ver con la historia central: así, quien parecería ser el protagonista, el médico interpretado por Diego Velazquez, muchas veces se transforma en un simple interlocutor de las historias del Nafta Super (otro posible protagonista, pero que se encuentra en coma). Esto produce otro problema: el médico no hace demasiado ni compromete nada de sí mismo para salvar al Nafta Super; tampoco sabemos demasiado de él. Además, hay ciertas informaciones que son reveladas para agravar el conflicto, pero podemos ver con facilidad su artificio: “¿por qué no nos enteramos de esto antes?”, es una pregunta perfectamente válida que puede hacerse el espectador, sin encontrar respuesta. Los tiempos de la policía son también bastante extraños, y no queda demasiado claro por qué actúan o dejan de actuar de un momento a otro. Entonces, al quedar un poco desdibujado quién es verdaderamente el protagonista, ocurre lo mismo con la historia en sí: ¿es una película sobre la redención de un médico fracasado? ¿es una película sobre el líder de una banda criminal? ¿es una interrogación sobre los límites entre el bien y el mal? Estas (y otras) posibilidades quedan abiertas, pero el film parece no decidirse por ninguna. Si hace algunos años existía entre el público el mito de que el cine argentino se escucha mal o se ve mal o tiene ciertas deficiencias técnicas, Kryptonita (junto a otros films, dentro de los cuales incluiría a El Clan o Relatos Salvajes, por ejemplo) destruye esta idea por completo, pero nos deja con otra conclusión: no hay técnica espectacular que cubra deficiencias narrativas y, quizás, lo que más le hace falta al cine de hoy (podríamos decir en Argentina pero creo que aplica perfectamente, también, a algunas superproducciones hollywoodenses) son buenos guiones.
n el Conurbano Bonaerense, en un hospital público, un médico nochero hace su última guardia. La noche empieza mal cuando le traen un joven ladrón que debe dejar morir por pedido de la policía. Y todo se vuelve aún peor cuando la banda del Nafta Súper lo toma de rehén a él y a su enfermera Nilda. Ahora, el Doctor Gonzales deberá mantener a Nafta Súper vivo hasta que amanezca, mientras la policía intenta entrar al hospital para liquidar a toda la banda. Pero nada es lo que parece, y se estará por dar una noche inolvidable para todos. Kryptonita es la adaptación de la novela homónima escrita por Leonardo Oyola, donde se parodia y homenajea en partes iguales, a unos personajes que todos conocemos: La Liga de la Justicia. De hecho, el libro podría funcionar como uno de esos cómics de DC llamados “Elseworlds”, donde los superhéroes tienen una versión alterna al universo regular donde se mueven. Por ejemplo, “Hijo Rojo” nos relata la historia de Superman pero con la variante que su nave cayó en el bando socialista en plena guerra. Bueno, Kryptonita podría entrar dentro de esas versiones alternas, pero con los personajes moviéndose a niveles callejeros, en las villas del Gran Buenos Aires, siendo tumberos pero de buen corazón, y acosados por una policía que los ven como una amenaza para sus propios chanchullos. Ya se imaginaran que el tono de la película es bastante bizarro y nunca se toma en serio a sí misma, y ahí está su genialidad. El director Nicanor Loreti y su compañero de guión Camilo De Cabo supieron captar la novela de Oyola a la perfección, y respetaron el tono poco serio, de parodia y homenaje que desprende a cada página. Y también supieron entender de qué prescindir a la hora de realizar la adaptación, dando como resultado una película que va a dejar contentos a quienes disfrutaron el libro. Pero la película no sólo es buena por su guión o su estilo. A nivel actoral podemos ver trabajos profesionales (que la peli sea en broma no choca con esto) de alto vuelo. En especial de Lautaro Delgado, quien tenía el papel más difícil de todos (interpretar a cierta heroína que tiene un lazo, pero siendo un travesti); lejos de los lugares comunes o los chistes obvios, Delgado construye un personaje emotivo y querible casi de inmediato. También hay que destacar a Diego Cremonesi (muy rápido y de rojo), quien lleva el relato adelante y es como la voz relatora que nos va introduciendo en esta historia de dioses y hombres tumberos. En realidad, casi todos los actores tienen su momento para lucirse. Es una lástima la inclusión de Sebastián De Caro en la película. No porque su personaje no aparezca en la novela, sino porque realmente es la única mancha negra en un film totalmente redondo; dando una interpretación pobrísima, como si alguien le estuviera sosteniendo el guión fuera de cuadro y él leyéndolo. Si bien aparece poco, y no le resta demasiado al conjunto, su rol podría haber caído en manos de un actor de verdad. Si entre los lectores hay fans de Carpenter, esta película es totalmente recomendable para ustedes, ya que estamos ante una versión argentina de Asalto Al Precinto 13, pero con bastante humor añadido a la historia y la re lectura de La Liga de la Justicia. Pero no sólo aparece el sello del “Maestro del Terror” en el relato, con escuchar unos acordes de la banda sonora su imagen se nos viene casi de inmediato. Kryptonita claramente no es una película para todo el público, y de hecho es bastante de nicho. Aquellos que no son fans de los superhéroes, o que no son de mirar films con un tono tan desprejuiciado y autoconcientes de sí mismos; no sólo no la disfrutarán, sino que no entenderán qué se le ve de positivo. En cambio, si se es lo contrario (lector de cómics o amante del cine serie b con presupuesto) estará ante una de las mejores películas que dio el cine argentino en lo que se refiere a films de esta clase, muy disfrutable, con momentos tiernos, de acción y comedia todo bien balanceados. Film de culto instantáneo.
Una de las películas nacionales más esperadas del año acaba de debutar en el marco del 30º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. La pregunta es: ¿pudo sobrevivir a semejante expectativa, o este Superman bonaerense estrelló su cohete antes de llegar a destino? Kryptonita es, originalmente, una novela homónima de Leonardo Oyola. A grandes rasgos, parte de la hipótesis de qué hubiera sucedido si, en lugar de caer en Smallville, Kansas, Superman aterrizaba en Isidro Casanova y era un pibe del conurbano con súper poderes. Con una Liga de la Justicia amiga, también de origen humilde y altas llantas, Nicanor Loreti (Diablo, Dos para una Mentira) se encargó de llevarla al cine... y el resultado es épico. El relato se desarrolla en un período de tiempo acotado: una noche en el hospital Paroissien, al que llega Nafta Súper (Juan Palomino) escoltado por su troupe y herido de muerte (justamente por la sustancia que da nombre al film). Una vez que González, el médico nochero que lo atiende, logra estabilizarlo, hay que resistir hasta que salga el sol: como sucede con cierto "último hijo de Kryptón", la luz solar le permitirá reponer sus energías y sanar. Ante la incredulidad del médico frente a esta afirmación, el hospital se ve rodeado de policías que los quieren hacer cagar. Esta condensación de la acción es lo que determina la dirección: hay un claro objetivo al cual llegar, y gran parte del éxito depende de aguantar. Esta resistencia y espera genera un clima de intimidad en el que los diferentes personajes pueden ir contándole al médico y a la enfermera algunas anécdotas de su pasado, experiencias fundamentales para terminar de construir la identidad de cada uno de ellos. El primer punto fuerte de la cinta es el cast: acá nos olvidamos de todos los papeles anteriores del reparto y nos zambullimos de lleno en los personajes que pasan una noche en vilo en el hospital Paroissien. Diego Velázquez compone a un aterrorizado doctor González/ Socolinsky que opera con precisión como eje de la trama. Porque si bien se mantiene su punto de vista como en la novela, yo no diría que es el protagonista, sino más bien el personaje principal, pero ya hablaré de eso más adelante. Entre todos ellos, se destacan Nicolás Vázquez (Faisán), Pablo Rago (El Señor de la Noche), Diego Capusotto (Corona) y, en especial, Lautaro Delgado encarnando al travesti Lady Di (la versión bonaerense de Wonder Woman), que aporta momentos maravillosos. Como decíamos antes, el grueso de la trama transcurre en el hospital, saliendo de éste sólo en los diferentes flashbacks que se presentan. Un gran acierto es que estos flashbacks no se desarrollan en lugares concretos; son más bien abstractos, oníricos: el único espacio real es el del hospital, es el aquí y el ahora, los recuerdos como siempre son subjetivos y van contaminándose con el paso de los años. Además, las hazañas que cuentan de Nafta Súper son ambiguas y dudosas para González, aunque poco a poco la evidencia frente a sus ojos no le dejará más alternativa que creer; entonces, ¿qué mejor que enrarecer el ambiente al mostrarlas? El universo ficcional que contiene el relato es un doble universo paralelo: de un lado, una variación (o elseworld, para los viejos lectores) sobre los orígenes y evolución de los personajes clásicos de la Liga de la Justicia de DC Comics: los integrantes de la banda de Nafta Súper no son otra cosa que los Superman, Batman, Mujer Maravilla, Flash, Linterna Verde, Chica Halcón y Detective Marciano foráneos. No desde las explosiones y el exceso de dar cuenta constantemente de sus fuerzas, sino desde la ambigüedad, la sutileza. Los guiños no sólo al cómic, sino a la cultura popular en general, son muchísimos, pero eso no quita que cualquier persona que nunca haya tenido un cómic en sus manos pueda disfrutarlo. Y ahí entra en juego el segundo universo alternativo, uno que tenemos al alcance de los ojos pero no siempre queremos ver: las eternas guardias en los hospitales públicos, el pibe chorro al que dejan morir, la marginalidad. Kryptonita es básicamente una historia de superhéroes cotidianos, de eameos que terminan subsistiendo a los ponchazos mientras toda la sociedad les da la espalda, aunque a veces pueden caer en la delincuencia a pesar de esconder virtudes maravillosas. Es muy difícil la trasposición de una obra literaria al cine y el público muchas veces se ofusca ante ajustes argumentales, ignorando dos grandes principios: en primer lugar, que cine y literatura son dos lenguajes diferentes y que a la hora de llevar una novela al cine los ajustes son necesarios. Porque la fuerza de la imagen permite mostrar las cosas de otra manera, porque el ritmo es otro y porque además aparece el sonido, permitiendo elaborar una narración mas compleja. Y por otro lado, detrás de cada cinta hay un director, que tiene sus principios, su foco de interés, su ideología y su visión sobre el texto. Todos, en realidad, tenemos nuestra visión. ¿Hace falta entonces aclarar que la película es la visión del director? En el caso de Kryptonita los ajustes del relato no deberían ser cuestionados en absoluto, porque lo que se rescata son la ambigüedad, la sospecha, el "¿Son? ¿O parecen?" con el que Oyola hilvanó toda el relato original. La imposibilidad de salir del hospital implica también un poco el no poder salir del todo a la luz, el ser sombras, el ser un pibe más en el conurbano. Y esa esencia se transmite magistralmente: eso debe ser siempre ese el eje de una adaptación, transmitir la idea mas allá de la fidelidad narrativa. Y sí, de más está decir que se logra con creces. VEREDICTO: 10 - MÁS FUERTE QUE EL SARMIENTO Kryptonita agotó sus localidades en las tres funciones que tuvo en el festival. Capta a la perfección la esencia del submundo narrado en la novela y lo lleva a la pantalla de manera minuciosa y precisa. Sólo una cosa le faltó: un público menos solemne. Porque si bien hubo risas y aplausos, la película destila rock y pide a gritos una hinchada. Que la festejen como un partido de fútbol. Pasión, la palabra clave acá es pasión.
Superhéroes del conurbano. A pesar del fanatismo histórico del público argentino por las películas y las series de superhéroes, no teníamos obras a nivel local que busquen competir o agregar una versión nacional del fenómeno. Aquel intento fallido de Luis Barone con Zenitram (2010), en pos de construir al primer superhéroe nacional y popular, resultó desesperanzador para muchos, mientras los productos de Hollywood inundaban el mercado, hasta incluso con su contracara crítica, Birdman (2014). Con una aproximación completamente distinta, el realizador Nicanor Loreti se propuso con Kryptonita crear una película sobre delincuentes- superhéroes, epígonos de Robin Hood en el conurbano bonaerense. En un hospital de la provincia de Buenos Aires, un médico de guardia cansado, automedicado y con problemas familiares recibe como paciente a un tal Nafta Súper. Traído inconsciente al hospital por su banda, una especie de “Liga de la Justicia”, y con una herida cortante de un vidrio verde, la suerte de Nafta Súper queda en menos del doctor y de sus amigos que deciden protegerlo de las fuerzas policiales mafiosas que quieren eliminarlo. Kryptonita mezcla la tradición de crítica social con el cine de superhéroes en una amalgama que cuadra con la idiosincrasia del espectador argentino consumidor de este tipo de producciones. Así podemos encontrar a una Mujer Maravilla travesti que narra su transformación (Lady Di), un imitador de Linterna Verde tumbero (Faisán), un Flash misterioso y amenazante (Ráfaga), y un Superman boxeador callejero, (Nafta Súper), como algunos ejemplos de esta apropiación popular de personajes del comic. A partir de una gran utilización de los recursos y sin abusar de los efectos especiales, la propuesta logra construir un contexto y una historia para estos héroes marginales que desafían a la policía y a los mafiosos, como parte de un mismo sistema político que los excluye. La participación de Diego Capusotto como un oficial corrupto y desquiciado -disfrazado del Guasón- merece una mención aparte por su versatilidad, ampulosidad y su extraordinaria capacidad para la gestualidad grotesca. Tanto Loreti en la dirección como el equipo de guionistas que lo acompañaron a nivel general en la construcción del relato (Nicolás Britos, Camilo De Cabo, Paula Manzone y Leonardo Oyola), consiguen crear una épica para cada personaje, aportando a la historia un componente de la tradición del comic, el autodescubrimiento personal, enriqueciendo así la narración para crear los lazos emocionales entre el espectador y los justicieros que caracterizan a este tipo de obras. Kryptonita supera los obstáculos que una película de superhéroes nacional plantea gracias a un gran talento para el trabajo estético de cada escena y una banda sonora plagada de sintetizadores que transportan al espectador a través de un conurbano bonaerense que funciona en muchas localidades como una ciudad de un futuro distópico, abandonada por las autoridades y controlada por la delincuencia y los narcotraficantes. De esta forma, el opus de Loreti se propone exitosamente como la punta de lanza de una probable saga dentro del género de los superhéroes en la cinematografía argentina.
Dentro de la competencia Argentina del Festival de cine de Mar del Plata, se estrenó Kryptonita de Nicanor Loreti, que hoy llega a los cines. Nicanor Loreti vuelve a la ciudad en la que hace cuatro años con Diablo ganó como mejor película de la competencia Argentina. En el festival de cine de mar del plata, se estrenó Kryptonita, una de las películas Argentinas más esperadas del año. Mucho se habló, mucho se especulo y muchas expectativa generaba la novela de Leonardo Oyola llevada al cine. Vale aclarar, Kryptonita no es una película de superhéroes ni pretende serlo. Va mucho más allá de eso. Un grupo de personas quedan atrincheradas en un hospital con la policía rodeando el lugar. Claras son las referencias de películas como Asalto a la comisaria del distrito 13, entre otras. Es clara la referencia de los personajes a ciertas creaciones del mundo de D.C Comics, pero trasladados a la cotidianidad y al conurbano bonaerense. No solo desde las vestimentas, sino desde el mismo lenguaje de cada uno, haciendo que todo sea verosímil y así mucho más fácil entrar en el código de Kryptonita. Nosotros, como espectadores, vivimos todo desde el lugar del doctor (Diego Velázquez) que recibe a “Nafta Super” (Juan Palomino) herido. El resto del grupo esta integrado por: “Faisàn” (Nico Vazquez), “Ràfaga” (Diego Cremonesi), “LAdy Di” (Lautaro Delgado), “Juan Raro” (Carca) y “El Federico” (Pablo Rago). Capusotto, con un look muy al estilo Guason, funciona como mediador entre las dos partes, los atrincherados y la policía. Dos intervenciones le bastan para demostrar que ese personaje escrito por Oyola, nació para ser suyo. Loreti entendió a la perfección cómo llevar esa novela a la pantalla grande, respetando los textos escritos por Oyola, con geniales interpretaciones, una gran puesta en escena y una extraordinaria fotografía. Kryptonita no solo está bien, sino que cumple las expectativas que todos teníamos y Loreti vuelve a entregar una película de alto nivel.
La potente novela de Leonardo Oyola, con la puesta cinematográfica de Nicanor Loreti, funciona en diferentes niveles. La historia de una noche de guardia de un médico nochero que es interrumpida por una disputa entre una banda criminal y la policía, rehenes incluidos (algo cada vez más recurrente en el conurbano bonaerense, donde las drogas y la violencia crean un ambiente denso), se torna estrictamente cinematográfica cuando Loreti replica la idea central del libro de Oyola: todo se soporta gracias a la relación fraterna de los integrantes de la banda criminal de Nafta Súper, cuyo líder es herido y sus súbditos deben resistir toda la noche la embestida policial. Loreti utiliza una lógica carpenteriana/ hawksariana para desarrollar la historia: música simple, minimalista y repetida con teclados, y una situación de encierro y amistad entre los personajes, quienes crean un sólido grupo de resistencia. Kryptonita es una suerte de mix entre Asalto al Precinto 13 y Los Vengadores, con algunos interesantes flashbacks que remiten a Sin City, donde el director nos muestra las historias que “construyeron” a estos superhéroes barriales en el contexto de marginalidad de La Matanza. Diálogos fuertes, apariciones rutilantes (El Guasón de Diego Capusotto, con tintes épicos), acción y ante todo, tristeza y melancolía, llenan de sentimientos la pantalla para que nos identifiquemos con estos héroes queribles de la clase trabajadora.
Outcast superheroes face danger in Greater BA By Pablo Suarez POINTS: 8 Local genre piece Kryptonita mixes sins with redemption in show of craftsmanship Faithfully adapted from the novel by Argentine writer Leonardo Oyola, Kryptonita is the new film by Nicanor Loreti, whose debut feature, the gory Diablo (2011), a prime work of local horror cinema, was far more than a pleasant surprise in a genre seldom tackled successfully by local filmmakers. And the same could be said of Kryptonita: it’s as much the work of an inspired auteur as it is an accomplished genre piece — even if that might sound contradictory. More precisely, Kryptonita depicts a local urban universe within the mould of a superheroes movie, no less. It’s mainstream, but also art house. And we’re not talking about your conventional superheroes. Instead, think of a gang of delinquents from La Matanza, Greater BA, who are led by Nafta Súper (Juan Palomino), an atypical superhero who’s nearly fatally injured after an attack, and is then taken to the emergency room of a public hospital where a worn-out, pessimistic doctor (Diego Velázquez) and his nurse (Susana Varela) will have to save his life, no matter what, as ordered by the criminals. Other members of the gang include transgender wonder-woman Lady Di (Lautaro Delgado), Juan Raro (Carca), Ráfaga (Diego Cremonesi), Faisán (Nico Vázquez), his girlfriend (Sofía Palomino) and El Señor de la Noche (Pablo Rago). And there are, of course, the dirty cops played by Luis Ziembrowski and Diego Capusotto, who want to take down the gang at any cost. As the Doctor tries to save Nafta Súper’s life, through flashbacks we learn some bits and pieces about the past and present of the superhero, as well as about past events where he proved how invincible he is. That is, invincible so far because he may not make it this time. As Loreti himself acknowledged, Kryptonita has a setting familiar to fans of John Carpenter: a group of characters is locked in a house, a police station, an island, or a building, and are attacked by outside forces who want to destroy them. Echoes of Carpenter’s Assault on Precint 13th abound as well as stylistic flourishes and imagery from the likes of Robert Rodríguez and Quentin Tarantino. Special credit goes to cinematographer Mariano Suárez, whose camerawork and lighting design create and convey an atmosphere of bleakness. In the flashback sequences, the fast and nervous editing by Loreti and Francisco Freixá alongside the inventive F/X by Andrés Borghi render a very appealing sense of surreal reality. Then there’s the eloquent musical score by Darío Georges, which enhances the ambiance of turmoil, and the art direction by Catalina Oliva and Laura Cacherosky which turns an otherwise ordinary emergency room into an urban shelter. Unlike Hollywood mega-productions which strive harder and harder to dazzle viewers with sophisticated F/X, Kryptonita smartly utilizes its moderate budget to deliver the most with what’s available and turns visual tricks into a show of craftsmanship. More interesting is the fact that the focus is on the characters and their ordeal in becoming unwanted and unsung heroes. Because the fantastique is the vessel for a story anchored in human bonds and affections — the monologue by Lady Di is frankly moving — in the vein of realism and not without a good dose of social commentary. Loreti knows better than having a condescending, patronizing view of his outcasts, and he never portrays them as victims of the establishment — although it’s plainly clear that he has an emphatic outlook. And it makes sense, considering they all make up a family with their own codes where honesty and justice prevail above everything else. For treason and cruelty, you have the cops. So Kryptonita opens up a new path within a genre that still needs much development in Argentina. Just like he did in Diablo, Loreti mixes drama with action, humanity with hostility, and sins with redemption. And it all works to superb effect. production notes Kryptonita (Argentina, 2015) Directed by Nicanor Loreti. Written by Nicanor Loreti and Camilo De Cabo, based on the novel by Ignacio Oyola. With Diego Velázquez, Juan Palomino, Pablo Rago, Lautaro Delgado, Diego Cremonessi, Diego Capusotto, Luiz Ziembrowski, Sebastián De Caro, Nicolás Vázquez, Carca, Susana Varela, Sofía Palomino, Pablo Pinto. Cinematography: Mariano Suárez. Editing: Nicanor Loreti, Francisco Freixá. Running time: 80 minutes. @pablsuarez
“Cuéntenla como quieran. Que somos dioses, que somos hombres, que somos buenos, que somos malos, pero que quede claro que somos reales”, dice uno de los personajes de esta gran película y yo la tomo como punto de partida para comenzar el análisis de este evento cinematográfico. Kryptonita no es una película más, es una bisagra en la historia del cine de género nacional. Un hecho histórico podría decirse. El best seller escrito con la mente prodigiosa y gran corazón de Leo Oyola se adapta a la pantalla de forma magistral y se convierte en el estreno cinéfilo del año para todos aquellos que saben amar las diferentes aristas de este arte y reconocen cuando hay algo más que solo una película. Para quien haya leído el libro y/o sea fan de Superman y la Liga de la Justicia este film es una fiesta absoluta para los sentidos. La premisa de que la nave de El Hombre de Acero aterriza en Isidro Casanova en lugar de Smallville es tan comiquera y tan argenta que logra que cualquiera pueda abrir los ojos con gran interés. Pero la cosa no se queda ahí nada más porque a lo largo de toda la cinta nos encontramos con miles de referencias hacia este héroe y sus compañeros de DC Comics pero con un tinte criollo que da verdadero placer. Y a no confundirse porque esto no es una parodia por más que Diego Capusotto aparezca en el lugar central del poster. No amigos, este film es tan serio y solemne como su contraparte hollywoodense. Incluso quien no haya leído el libro ni sepa todos los datos freaks podrá apreciar y darse cuenta que esta no se trata de una película más. Claro que no es un film para Doña Rosa ni para quien va al cine a ver únicamente Rápido y Furioso, pero su universalidad es innegable. Nicanor Loreti, director de culto argentino con gran proyección, tuvo la titánica tarea de plantear un escenario con superhéroes con un presupuesto acotado y aún así el resultado es excelente. La fotografía es maravillosa y la banda sonora sublime, enmarcando una historia con diálogos entrañables y acotaciones muy divertidas. Se puede pasar de la risa a la lágrima en un segundo. Claro que el plato fuerte es el formidable elenco. Un verdadero dream team de estrellas consagradas y actores de trayectoria pero no masivos. Nicolás Vázquez interpreta al Faisán, la versión argenta de Linterna Verde que tiene más presencia y tridimensionalidad que la gran mayoría de los superhéroes de los grandes estudios. Lo mismo sucede con Diego Cremonesi, el Ráfaga, su Flash es perfecto al compás de sus movimientos y miradas. Por su parte, Lautaro Delgado tuvo la gran tarea de componer a Lady Di, la versión travesti de la Mujer Maravilla. Es él quien aporta casi todo el sentimiento de la película y quien hace que el espectador se encariñe con los personajes. Carca (Juan Raro) y Sofía Palomino (Cuñataí Güirá), son las versiones locales del Detective Marciano y la Chica Halcón, y cuyas intervenciones son memorables por más que sean breves. La que no es breve es la solemnidad de nuestro Superman Juan Palomino. Su Nafta Súper tiene las mejores escenas de acción sólo superadas por la tremenda presencia que le pone a quien es el personaje central de esta historia. Y como si esto fuera poco, y para darle legitimidad máxima a este ensamble, Pablo Rago compone a El Federico, al Señor de la Noche, bien calculador, certero, directo, triste y que “bate la posta”, tal como Batman debe ser. Miradas al mejor estilo Michael Keaton y un look inmejorable le dan el sello reconocible por todos por más que le falte la insignia del murciélago. Por último tenemos al tordo, el hilo conductor de toda la historia y testigo de una noche inigualable. Diego Velázquez hace magia en este papel. A este cast maravilloso hay que sumarle al ya nombrado Capusotto (genial Guasón), Sebastián De Caro, Susana Varela y Luis Ziembrowski. Queda claro que esta crítica está escrita por un fan muy contento con esta obra, pero más allá de lo fan, Kryptonita es una película de acción con tipos que pueden hacer cosas asombrosas, algo a lo cual estamos acostumbrados pero que en esta oportunidad tiene el sello argentino. ¿Son dioses? ¿Son hombres? ¿Son buenos? ¿Son malos? Eso lo juzgarán ustedes pero con la certeza de que son reales. Y si bien esto es una historia imaginaria… ¿Acaso no lo son todas? No se pierdan Kryptonita.
El cine argentino no quiere quedarse atrás en la época dorada de los superhéroes en el cine, por lo que presenta su primera película basada en el universo de lo imposible y lo subnormal. ¿Qué pasaría si el hijo de Krypton aterriza en el conurbano bonaerense en lugar de Smallville? Nace Kryptonita, la adaptación cinematográfica de la obra literaria de Leo Oyola. Leornardo Oyola, reconocido escritor argentino, tuvo la brillante idea de aprovechar lo que es conocido como “elseworlds“: el sello autorizado de DC Comics para realizar historias con sus personajes más conocidos de la editorial, pero lejos de la continuidad y ubicados en tiempos y lugares diferentes de sus habituales hogares. Superman es de Metropolis, Batman de Gotham y Flash de Central City. Pero su historia, Kryptonita, cuenta el relato de una noche en el que varios de estos héroes son protagonistas pero en el conurbano bonaerense. Nicanor Loreti (Diablo, 2011) es el director que se encargó de la adaptación cinematográfica de la obra de Oyola. No solo sorprende por la calidad de su filmación, la paleta de colores utilizda y su fotografía, sino que también supo armar un excelente elenco de actores argentinos, quienes encarnaron a sus personajes con total responsabilidad. Pero no esperen una historia parecida a las de las grandes industrias del entretenimiento estadounidense: Kryptonita es un producto nacional hecho con mucha calidad que busca respetar la esencia de la novela homónima. La trama explota en un hospital público de Isidro Casanova, localidad de La Matanza, donde en una noche complicada, el doctor González (Diego Velázquez) recibe a la banda del Nafta Súper (Juan Palomino), el Hombre de Acero argentino. A diferencia de la clásica Liga de la Justicia de América, este grupo está integrado por delincuentes criados en la misma ciudad, que se dedican a realizar todo tipo de golpes y actos criminales, en lugar de salvar vidas y luchar contra “los malos”. En el medio de peleas por territorios, Nafta Súper cae, y llega a las manos de González y la enfermera Nilda (Susana Varela), para transformar la velada en una que ninguno podrá olvidar. Quién hubiera imaginado que la banda más jodida de la ciudad llegaría a instalarse y atrincherarse en el hospital, durante una noche que no podría empeorar. A medida que avanza la trama, los personajes pertenecientes a la banda de Nafta Súper aparecen en el establecimiento con un solo objetivo: mantener a su amigo con vida hasta que salga el sol. Pero los planes se complican cuando la policía de la ciudad, encabezada por Ranni (Sebastián de Caro), una especie de comisionado James Gordon, se dirige hacía el hospital donde se encuentra la banda de delincuentes más buscada de La Matanza, en una oportunidad única de atraparlos. En un contexto oscuro, impuro, sucio y fantasioso a la vez, se presenta Corona, interpretado por Diego Capusotto: la versión argentina del Joker. A simple vista, el papel le queda perfecto al comediante, quien supo aprovechar todas las características irónicas y retorcidas que el personaje exige. Pablo Rago interpreta a El Federico, el hombre que toma el lugar de la figura oscura y solitaria de Batman. Los fanáticos de los cómics podrán entender y apreciar los guiños hacia la historia original y la mitología de ambos personajes. El Joker y el Batman nacionales, algo único. Uno de los mejores aspectos de Kryptonita es que no busca centrarse en un solo personaje principal, si bien la historia gira en torno a la figura de Nafta Súper. Loreti supo aprovechar la calidad de todos sus actores: Diego Cremonesi como el Ráfaga, el Flash vernáculo, está más que bien, mientras que Nicolás Vázquez como el Faisán, y Sofía Palomino en el papel de Cuñataí Güira (o Hawkgirl) resultan también muy agradables; pero el que califica con una nota superior es Lautaro Delgado en su papel de Lady Di, “La Amazona del Conurbano”, una brillante versión de Wonder Woman: un travesti que recuerda mucho al personaje que Jared Leto logró apropiarse en Dallas Buyers Club (2013). Kryptonita quizás logre un antes y un después en el cine argentino. Su fotografía única, con un aspecto muy similar al de películas comiqueras como Watchmen (2009) de Zack Snyder o Sin City (2005) de Robert Rodríguez, y las buenas secuencias de acción demuestran que la industria nacional puede apostar a un estilo de cine más arriesgado. Loreti aprovechó cada segundo requerido en la película para darle un toque especial y único. Divertida, interesante y muy renovadora. A pesar de ser una de las películas más esperadas por el ambiente geek de argentina, Kryptonita resulta ser, también, una buena opción para el que no es un gran conocedor del mundo de los cómics. Al fin y al cabo, la historia involucra personajes que esconden muchos secretos y arrastran una historia más que interesante que merece ser contada y vista.
La mejor crisis infinita Kryptonita supera con creces lo que se esperaba de ella. Es la personificación exacta de esos héroes que vemos en producciones estadounidense pero como si hubiesen nacido aquí, en este costado del planeta, en un mundo tercermundista. Es la película de la Liga de la Justicia del Conurbano, del Oeste, de la calle y el barrio argento. Nicanor Loreti, a quie n ya vimos detrás de cámara en Diablo (2013), nos traslada desde su óptima al hospital Paroissien junto a El Tordo (Diego Velázquez), el médico “nochero” que será quién reciba a la banda del Nafta Super (Juan Palomino) en una noche totalmente diferente a cualquiera en esos terrenos bonaerenses. Loreti utiliza y juega con el Tordo, mostrando las grandes contradicciones morales y éticas con las que conviven gran parte de los argentinos en cada uno de sus trabajos. En este caso, un doctor que debe ir en contra de su código profesional y ético para cumplir con un pedido corrupto de la policía. A modo de detalle, se le agregó un propósito moral a esta Liga del Oeste, a diferencia de la novela homónima de Leonardo Oyola, libro en el que el film se basa. Por otra parte, éstos son héroes de carne y hueso, con problemas y falencias reales. La caracterización de cada uno de ellos es ejemplar, además el espíritu narrativo aparece desde el comienzo en los diálogos de Ráfaga (Diego Cremonesi), Lady Di (Lautaro Delgado) y el Faisán (Nicolás Vázquez), utilizando un humor negro, bizarro y actual. Pablo Rago cumple con una gran interpretación del Caballero de la Noche, mientras que Diego Capusotto actúa de manera similar con su némesis, Corona. Delgado toma gran parte de la pantalla gracias a su carácter y esmero en personificar a la mujer maravilla de La Matanza de manera ejemplar y contundente. Cada uno de ellos, hasta el músico Carca haciendo el papel de Juan Raro, cumple con el rol expuesto en las líneas de Oyola y llevadas a la pantalla de manera gratificante por Loreti y Camilo de Cabo. Un gran acierto por parte de la dirección del film fue invitar al rodaje al autor del libro, para consensuar y debatir ciertos aspectos narrativos y argumentales. Tal vez, lo más flojo de la película recae en el guión, que no avanza y a veces cae después del envión elemental que generó la primera aparición de toda la banda, con Nafta Súper a cuestas. Sin embargo, es un detalle menor gracias a la gran ambientación que generó todo el aparato artístico y de producción. El manejo técnico que empleó el director aparece de una manera muy lograda en el aspecto caricaturesco de sus matices, fondos y contrastes, un argumento similar al trato que utilizó el referente comiquero Frank Miller en Sin City (2005). La dirección de arte comandada por Catalina Oliva como así también el trabajo realizado por Dario Georges en la música, conviven y nutren al film en un escenario único y especial. Kryptonita tiene su propia esencia gracias a la combinación entre ellos, además de la fotografía (a cargo de Mariano Suárez), el gran matiz actoral y la mirada del director. Se puede hacer referencia en cierto aspecto del montaje, pero vale recordar lo complicado de realizar una película nacional de este género, comparado a los miles de millones de dólares de presupuesto que se utilizan en las producciones norteamericanas. Por su lenguaje burdo, coloquial, popular y de barrio, Kryptonita es una película para un público más adulto-adolescente que creció imaginando como imposible a un Superman de La Tablada y demás. Un mimo al alma a todos los fanáticos que hoy se regocijan con los trailers de Batman vs Superman y Capitan America: Civil War, pero que tomarán a Kriptonita como un clásico de culto en esta nueva cultura pop.
Todos los héroes en una misma película El film dirigido por Nicanor Loreti es la trasposición del libro homónimo de Leonardo Oyola que conjuga diferentes estéticas. Es un intento de relectura de géneros ajenos al cine argentino. El Conurbano, La Matanza, interior del Hospital Paroissien, un médico franquero y toda la desolación de los pasillos desangelados, la falta de recursos, los turnos interminables que sólo se soportan empastillado mientras llegan pibitos baleados, rotos, esos que todo hace suponer que si esta vez zafan es apenas la postergación de un destino trágico. La cuestión social puesta en primer plano y después lo otro, la banda que llega con Nafta Súper (Juan Palomino), malherido, con un pedazo de botella verde clavado en el costado y la vida que se le va a menos que el medicucho logre el milagro, un poco por experiencia pero sobre todo porque si el paciente se le queda, para él también va a ser la última intervención. Y lo extraordinario, el capo de la banda que resiste aunque no debería junto al Señor de la Noche (Pablo Rago), Lady Di (Lautaro Delgado), El Ráfaga (Diego Cremonesi), Faisán (Nico Vázquez), Cuñataí (Sofía Palomino) y Raro (Carca), cómplices, familia, la liga de la justicia en versión matancera, descangallados superhéroes que nunca pudieron ni quisieron salir del tercer cordón, sobrevivientes de mil batallas dispuestos a resistir, que afuera están los patas negras que juegan para la banda del Pelado (Daniel Valenzuela) y hay que aguantar hasta el amanecer porque está comprobado que si Nafta Súper pasa el alba se salva. Siempre. González (muy buen trabajo de Diego Velázquez), el atormentado médico de guardia, es el centro del abanico de historias que a partir de la narración de Ladi DiMujer Maravilla y a través de flashbacks,completan el perfil de cada uno de los personajes mientras la noche avanza y hay un intento envenenado de mediación con Corona Capusotto en plan Guasón, una de las escenas inolvidables de la película como enviado de la policía y de la banda rival. La película es la rigurosa trasposición al cine del exitoso libro homónimo de Leonardo Oyola a cargo de Nicanor Loreti (Diablo, Socios por accidente), en una puesta que conjuga el hiperrealismo y una estética del pop que incluye los comic de Marvel, el Batman televisivo y también Quentin Tarantino y Robert Rodríguez con su resignificación vintage del cine trash con el Gran Buenos Aires como telón de fondo, un lugar tan bueno como cualquier otro para contar una historia de amistad con superhérores en situación de marginalidad. Kryptonita es un valioso y en gran medida efectivo, intento de relectura de géneros bastante ajenos al cine argentino, tomando como base la extraordinaria novela de Loyola lo más fielmente posible.
Subvertir la historia Adaptación del libro de Leonardo Oyola, aquí se respeta, y también se potencia, el desenfado del autor. Quizá Kryptonita no sea una gran película bajo los cánones que definen qué es una gran película, pero su texto brillante, su historia arriesgada desafían esos cánones y muchos más. Adptación del libro homónimo de Leonardo Oyola, el filme de Nicanor Loreti respeta y potencia el desenfado del autor. Y arriesga con personajes únicos una lectura sui generis del superhéroe, construido culturalmente desde acá, desde la idiosincracia conurbana, un mundo en el que “la justicia la liga” y no al revés. Después de todo, ¿qué es un súper héroe? Acá es un cómic real, surgido del barro, de la montonera, de la lucha de clases leída sin postulados ideológicos si es que eso existe. Mérito compartido entre Oyola y Loreti, que entendió rápido de qué se trataba y reivindicó el riesgo junto a su elenco. Un médico, un nochero del hospital Paroissien, interpretado por Diego Velázquez, sucumbe frente a un sistema que deja morir a los pobres. Empastillado, sobrelleva la guardia cuando en la larga noche en la que transcurrirá el filme irrumpe la banda del Nafta Súper (Palomino), que trae a su jefe gravemente herido y le exige al tordo que lo salve a punta de pistola. Curiosa y fugaz se despliega una galería de personajes conurbanos, una pandilla que copa la guardia y rodea al médico y a la enfermera Nilda (Susana Varela). Lo crudo, violento y realista del trasfondo, compite con esos trajes vistosos, con los efectos especiales. Es una larga noche de charla, recuerdos y acción con la travesti Lady Di, el Faisán (Nicolás Vázquez), el sórdido Ráfaga, y Federico, un ex poli reconvertido en hampón. Linda bandita. Van contando anécdotas, amores, un costumbrismo al revés tejido con los ojos de la calle mientras se preparan para enfrentar a la policía. Aparece el mediador Corona, Capusotto lookeado de Guasón, o el Cabeza de Tortuga (Pablo Pinto), el rival eterno del Nafta Súper. Libro y filme que subvierten conceptos en un entramado fantástico, profundo y a la vez desopilante de un mundo que hay que contar.
La pandilla criolla La banda del Nafta Súper (Juan Palomino) es un auténtico seleccionado de personajes estrafalarios: el Faisán (Nicolás Vázquez), un Linterna Verde bonaerense ataviado con jogging y camiseta del Deportivo Lafererre; Lady Di (Lautaro Delgado), una sensible mujer maravilla travesti; el Ráfaga (Diego Cremonesi), émulo de Flash de temperamento decidido y buzo con capucha; la Cuñataí Guirá (Sofía Palomino), sensual Mujer Halcón ducha con las armas y de acento paraguayo; el intrépido Batman criollo y motoquero encarnado por Pablo Rago, y Juan Raro (Carca), un grandote de pocas palabras y extraña sabiduría inspirado en El Detective Marciano. Kryptonita arranca con una de las agitadas jornadas del médico "nochero" del Hospital Paroissien encarnado con solvencia y corazón por Diego Velázquez: a esa guardia llegan cada dos por tres heridos en enfrentamientos con la siempre temible policía bonaerense, y el doctor no se caracteriza por su eficiencia a la hora de atenderlos. Hasta que cae, en muy malas condiciones, justamente el Nafta Súper, líder de una pandilla del conurbano con fama de Robin Hood, morocho y cervecero, herido de gravedad por un adversario traicionero. Toda la historia se desarrolla en un ámbito reducido y asfixiante, una sala de ese hospital rodeada muy pronto de decenas de policías que exigen a la bizarra banda que se entregue de inmediato. Con Asalto a la Prisión 13 de John Carpenter como modelo más evidente, Nicanor Loreti (ex periodista de la revista La Cosa y director también de Diablo y un documental sobre Hermética) construye una película cargada de tensión, sazonada con humor y algunas referencias al mundo del cómic y, sobre todo, llena de inventiva. Los efectos especiales usados en algunos de los flashbacks que aparecen en la historia tienen un tono deliberadamente kitsch, en perfecta sintonía con la estética de la película, de espíritu netamente suburbano. Pero el fuerte de Kryptonita no son las evocaciones ni los homenajes, una tentación que podría haber ahogado su eficacia. Tampoco la acción. La clave es más bien la identificación cabal con el alma, el pulso y la sangre de la historia inventada por Leonardo Oyola para la muy buena novela en la que está inspirado el film. Los aciertos en el casting son la base en la que Loreti se apoya para conseguir varios momentos de poderosa emotividad protagonizados por los integrantes de esa caterva bizarra, apegada a los códigos barriales y marcada por las deudas sentimentales. La entrada a escena del trastornado negociador enviado por la policía -un Diego Capusotto convertido en desaliñado y verborrágico Guasón vernáculo- interrumpe por un breve lapso la improvisada ceremonia de confesiones íntimas, recuerdos lacrimógenos y sueños de incierto futuro que se desarrolla mientras los entrañables protagonistas de la historia esperan que el líder se recupere y le escape una vez más a la muerte, esa amenaza latente que preocupa a cada uno, pero se enfrenta mejor entre todos, como en las buenas familias.
Super héroes bien argentinos Basada en la novela homónima de Leonardo Oyola, Kryptonita (2015) es un espectáculo cinematográfico en todos los sentidos del término. Una propuesta innovadora, a la altura de las circunstancias, que adapta el género de super héroes norteamericano al particular universo del conurbano bonaerense. La película marca un antes y un después en el cine local, abriendo un nuevo camino hasta ahora no transitado de historias, personajes y códigos a rescatar. Todo empieza cuando cae herido de gravedad en la guardia del doctor que interpreta Diego Velázquez Nafta Súper (Juan Palomino), líder de la Liga de la Justicia del Conurbano que completan Federico (Pablo Rago), la mujer maravilla travesti apodada Lady Di (un genial Lautaro Delgado), Ráfaga (Diego Cremonesi), Cuñataí Güirá (Sofía Palomino, hija del actor), Faisán (Nicolás Vázquez sorprendiendo una vez más en cine) y la suerte de oráculo que es Juan Raro (Carca). El medico viene de una mala racha con varios pacientes muertos, y no tendrá otra que resucitar junto con su enfermera Nilda (Susana Varela) al hombre ante la presión de su pandilla y la policía que los espera afuera del derruido hospital público. De esa situación inicial se desprende la presentación de cada personaje, incluyendo el doctor, y una gama de estrambóticos secundarios como Corona (Diego Capusotto), una especie de guasón argento, Cabeza de Tortuga (Pablo Pinto), el comisario Ranni (Sebastián de Caro), y el malhechor que compone Daniel Valenzuela. Las historias se van sucediendo paralelamente a la trama principal sin nunca perder la tensión de la misma. No era fácil la tarea que tenía entre manos el director Nicanor Loreti: poner en la pantalla grande el particular universo de la novela de Leonardo Oyola. Presentar sus personajes y hacerlos funcionar en una estructura cinematográfica acorde a las referencias de un género importado con casi nula tradición en Argentina. Y no sólo eso, porque además compite con la dificilísima tarea de estar a la altura de producciones millonarias contando con un escaso presupuesto que debe disimular. Teniendo en cuenta estos factores de riesgo, no se puede creer la genialidad del film y lo que representa para la industria nacional. La película de Loreti (Diablo) marca un antecedente muy difícil de obviar. Ahora hay un cine de super héroes hecho en Argentina que sienta una base sólida de la cuál partir. Personajes creíbles, con códigos de bandas barriales (en el dialecto, en la forma de vestirse y actuar), en un mundo fantástico, recreado digital y estéticamente con un profesionalismo digno de La ciudad del pecado (Sin City, Frank Miller), donde la ley y el orden son puestos completamente en crisis y subvertidos por la idea de justicia. Se suma una serie de actores que dan a la perfección con el físico rol buscado, y una equipo técnico especializado en la materia. No se trata de parodiar los films de super héroes americanos, sino de construir un cine de super héroes netamente local. Nace un universo de films, un camino por explorar después de notables incursiones en géneros asociados como el terror y la fantasía ya instalados de la mano de estos mismos actores y realizadores. Pero faltaba una película así, lista para competir en las grandes ligas para imponer un formato. El futuro llegó.
Desde mucho antes del éxito de las adaptaciones cinematográficas de sus aventuras historietísticas, los superhéroes edificaron su propio Monte Olimpo dentro de la cultura pop. Las referencias a estos justicieros especiales y a sus respectivas mitologías se extienden a otras ramas del arte, como la música, la televisión, la pintura y la literatura. En este último caso, viene destacándose una novela nacional: Kryptonita. El escritor Leonardo Oyola le imprimió a esta creación su sello personal -elementos policiales, fantásticos, códigos y citas a, por ejemplo, Duran Duran o Bon Jovi-, y le agregó referencias específicas, y muy pensadas, del universo de la editorial DC, hogar de Batman, Superman y toda La Liga de la Justicia. Como suele suceder, el libro devino en una película homónima. Parece ser otra noche rutinaria en un hospital del Oeste del Gran Buenos Aires, cuando cae un grupo de personajes tan pintoresco como temible: la banda de Nafta Súper (Juan Palomino), a quien traen herido de gravedad. Al principio, no parece haber esperanzas para este singular personaje al que no se le puede atravesar la piel con jeringas, pero el Tordo (Diego Velázquez) consigue mantenerlo estable. El resto de sus secuaces presiona para que pueda llegar con vida al amanecer, y en tanto, rememora viejas epopeyas y contrincantes todavía al acecho, a la par de que dejan entrever sus verdaderos sentimientos. Todo esto, mientras la policía amenaza con entrar y capturar a quienes resultan ser mucho más que forajidos comunes y corrientes. Siguiendo la línea de Diablo, su debut en el largometraje, Nicanor Loreti cuenta otra historia ambientada en un lugar cerrado, con antihéroes que deben cuidarse entre sí ante la adversidad. Un estilo parecido al de John Carpenter, de quien Loreti es fanático. Pero las similitudes entre una película y otra no se extienden mucho más: mientras que aquella vez el tono era el de una comedia negra salvaje, aquí el enfoque es más arriesgado, ya que mezcla diversos elementos, sin jamás caer en el ridículo. Lejos de la parodia, esta especie de Liga de la Justicia del conurbano bonaerense está mostrada en serio, haciendo hincapié en el corazón y la lealtad de cada integrante. Loreti sabe balancear las escenas intimistas con flashbacks más violentos (acá la impronta es cercana a la de Sin City) y le da un toque exacto (ni frenético ni cansino) a las pocas pero calculadas secuencias de acción y efectos especiales. Y jamás pierde de vista a los personajes, ni siquiera al médico y a la enfermera (Susana Varela) Justamente es el elenco el factor determinante para que el film funcione. Aunque Palomino es la versión criolla de Superman y el corazón del relato, son sus compañeros de elenco quienes más se lucen: Pablo Rago (El Felipe/ Batman), Lautaro Delgado (Lady Di/ La Mujer Maravilla), Nico Vázquez (El Faisán/ Linterna Verde), el roquero Carca (Juan Raro) y Diego Cremonesi, una suerte de Daniel Craig argentino, como el iracundo Ráfaga/ Flash. Por el lado de los de afuera del hospital, Sebastián De Caro interpreta a Ranni, el comisario, y Pablo Pinto es Cabeza de Tortuga, uno de los archivillanos de turno. Y hay tiempo para apariciones de Luis Ziembrowski y Daniel Valenzuela. Kryptonita no es una película de superhéroes sino un policial con referencias al mundo de los comics. De todos modos, al igual que muchas de esas historias que nacieron en viñetas, habla acerca de la unión, la confianza y la amistad, con buenas dosis de heroísmo, y no sólo durante el combate cuerpo a cuerpo. Y además, ¿quién dice que en las zonas marginales no puede haber individuos capaces de volar, capaces de hazañas imposibles, capaces de luchar por lo que es justo?
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Nuestros superhéroes del subdesarrollo El nuevo film de Loreti es el exponente más ambicioso y depurado del Cine Independiente Fantástico Argentino, una película que aspira a cierta masividad mediante un casting de figuras conocidas por el gran público sin resignar espíritu cinéfilo. “Lo que haría falta es público”, decía hace dos años Daniel de la Vega cuando este diario le preguntó por las asignaturas pendientes del Cine Independiente Fantástico Argentino. Las razones de la respuesta del director de Hermanos de sangre hay que buscarlas en el estreno de una sucesión de películas nacionales de indudable apego a los códigos narrativos clásicos, de buenas para arriba en su factura técnica, plagadas de referencias al cine de género de los 80 y con amplio reconocimiento en ámbitos alternativos o festivaleros, que sin embargo nunca lograron sintonizar con la cartelera, convirtiéndose la mayoría de ellas en fracasos comerciales. En ese sentido, Kryptonita es el exponente más ambicioso y depurado de este movimiento, una película que aspira a saldar aquella deuda mediante un casting de figuras conocidas por el gran público (de Nicolás Vázquez hasta Diego Capusotto, pasando por Pablo Rago y Juan Palomino) y una historia que amalgama lo particular con lo general. O, mejor dicho, que hace de lo general algo particular.Mucho antes de ser uno de los films más comentados y esperados del reciente Festival de Mar del Plata, donde su función de prensa se convirtió en un caos debido a la sobreventa de entradas, Kryptonita fue uno de los libros de culto fundamentales de la última década y convirtió a su autor, Leonardo Oyola, en el referente más visible de una generación de escritores (Juan Diego Incardona, Leandro Avalos Blacha, Selva Almada, entre otros) abocados a inscribir sus obras dentro de un realismo suburbano deformado a fuerza de suciedad y fantasía, cotidianidad y enrarecimiento. La historia se sitúa en la guardia del Hospital Paroissien de la localidad de Isidro Casanova, donde un doctor nochero cubre una maratónica guardia de tres días a cambio de unos pesos extras. En las vísperas del fin de turno llega la banda de Nafta Súper con su líder caído a raíz de un apuñalamiento con un pedazo de botella de cerveza. Botella verde, para más precisión.El dato sería menor, salvo porque allí, en ese color asociado a las marcas premium, se cifra gran parte de las coordenadas simbólicas del relato: el peso para la cerveza, el barrio, los códigos y la cultura del aguante, todo puesto en palabras mediante un léxico coloquial y callejero hasta lo apabullante que marca que para Oyola la riqueza de la lengua parece estar en su constante circulación y mutación y no en la letra fría de un diccionario. Loreti se mantiene en ese cauce sin ironía ni suficiencia, ni guiños cancheros, haciendo hablar a sus personajes como lo haría un lumpen del conurbano. Es el primero de los factores que hace viable algo que a priori no lo es: que el espectador crea que sí, que es posible que a un puñado de kilómetros de la General Paz se libre una batalla épica entre un grupo de delincuentes con poderes sobrenaturales y los escuadrones de un cuerpo de élite de la policía; una batalla, en fin, entre el Bien y el Mal. ¿Se dijo “poderes sobrenaturales” y “Bien y Mal”? El segundo factor es anterior a la preocupación por la forma de comunicarse, y tiene que ver con la apropiación de la iconografía del universo de los superhéroes para cambiarlos de bando y devolverlos a la pantalla en medio de un ámbito palpable y cercano por su geografía; pero sobre por todo por el alcance de sus acciones.Los alter egos tercermundistas de Superman (Nafta Súper, interpretado por Palomino), Batman (Federico, por Rago), Flash (El Ráfaga, por Diego Cremonesi), Linterna Verde (El Faisán, por Nicolás Vázquez) y la Mujer Maravilla (Ladi Di, por Lautaro Delgado) batallan no por la salvación del mundo, sino por sostener al líder con vida hasta el amanecer y evitar la concreción de las amenazas del negociador (Capusotto en plan Guasón merqueado y de aparición mucho más breve de la que los afiches invitan a suponer), ubicando a Kryptonita más cerca de una revisión del cine opresivo y concentrado en tiempo y espacio de John Carpenter –referencia reconocida por los propios Loreti y Oyola en varias entrevistas– que de la grandilocuencia temática, visual y sonora de una de Marvel. Quizá por eso tampoco hay en el film un ahondamiento en la faceta emocional que explique los porqué del aquí y ahora de cada personaje, lo que es virtud a la vez que defecto. Los flashbacks, centrales para el arco dramático del libro, aquí se resuelven con una serie de imágenes deliberadamente estilizadas y digitales dignas del universo de Frank Miller, con Sin City como máximo emblema, lo que convierte a la narración en un tren sin freno a cuyos pasajeros, esos superhéroes del subdesarrollo, uno se queda con más ganas de conocer.
Crítica emitida por radio.
Pudo ser un poco más Kryptonita es una película de encierro, un grupo de personajes se resiste el asedio de otro grupo de personajes en plan Asalto a la prisión 13 (John Carpenter, 1976), aunque la acción transcurra en un hospital en Isidro Casanova. Los personajes que están adentro son ladrones, los de afuera policías, pero los de adentro son un grupo particular y extraordinario que poco a poco vamos reconociendo como una versión retorcida y autóctona de los personajes que nosotros conocemos como superhéroes. Ahí están Superman, Batman, Flash, la Mujer maravilla y otros más, pero su origen es el de los bajos fondos rioplatenses. Hasta ahí la tentadora premisa de la película de Nicanor Loreti, luego nos encontraremos con un film correcto que intentará no sucumbir al pesado cúmulo de referencias, influencias y homenajes. Hay cosas que se pierden y otras que se ganan en el juego de tensiones entre los lenguajes literarios y cinematográficos. El secreto parece estar en mantener un equilibrio sin perder de vista el espíritu de la historia principal. Loreti, en general, logra mantener en pie el edificio de Kryptonita, incluso sosteniendo la estructura narrativa de la novela, esto de ir contando la historia de Nafta Súper por medio de testimonios y flashbacks, aunque eso signifique resignar movimiento en una historia con quizás demasiada quietud. La novela de Oyola es una especie de adaptación, una combinación de ese universo de la mitología moderna norteamericana que son los superhéroes, con el ambiente del conurbano olvidado de las instituciones decadentes y corruptas, y también con algunos elementos autobiográficos. Se nota el esfuerzo de Oyola, y de Loreti por evitar la parodia berreta, captamos que los personajes son argentinos tan sólo al escuchar su lenguaje y no porque coman choripán. Sin embargo, en el caso de la película tenemos algunas actuaciones desparejas que perjudican un poco el resultado final. Es decir, el Federico de Pablo Rago o el Faisán de Nicolás Vázquez están menos logrados que el Ráfaga de Diego Cremonesi o la Lady Di de Lautaro Delgado, el Corona de Diego Capussotto queda en el terreno de la corrección, es una deformación de Violencia Rivas. Hacia el final de Kryptonita se va notando la necesidad de movimiento físico, los diálogos potentes y el narrador poderoso del libro no terminan de aparecer en la versión cinematográfica. Además, se van acumulando una serie de testimonios injustificados de los personajes que tienen que terminar de redondear la historia de Nafta Súper, lo cual resulta en un final un tanto apurado o mal dosificado. Así y todo, la visión de Loreti aparece en todo su esplendor a fuerza de un par de secuencias de acción interesantes, y gracias a algunos personajes que terminan rescatando el espíritu de la novela como Lady Di. Kryptonita termina siendo una película que está bien, pero que no logra despegar culpa del peso de sus propias expectativas.
Kryptonita se desarrolla en un hospital del conurbano bonaerense profundo. Allí, un médico de guardia nocturno se encuentra con una banda de delincuentes que traen a su líder "Nafta súper" herido de muerte. Rodeados por la policía, el grupo de marginales revelará la verdadera esencia de sus personalidades en una lucha entre héroes y villanos dignas del mejor cómic. Nic Loretti dirige esta adaptación de la novela de Leonardo Oyola que presenta esta bizarra tesis: ¿qué hubiera pasado si los integrantes de la Liga de Justicia, se hubieran criado en la marginalidad local?. Obviamente, no es esta una clásica cinta de superhéroes, es más bien un filme policial con fuerte crítica social, que se nutre de todos los tópicos del género, y a base de guiños, humor negro y grandes actuaciones, se convierte en una tremenda película del género. Todos los actores están impecables, pero sin dudas quien la rompe es Lautaro Delgado como un travesti que emula a La Mujer Maravilla. Diego Capusotto como un Guasón delirante, aparece menos de lo que el trailer promete, pero sus presencias valen la pena. Juan Palomino, Nico Vázquez y sobre todo Diego Cremonesi cumplen con creces en este bienvenido filme, que otorga una enorme bocanada de aire fresco al aletargado cine argentino.
El encanto de los superhéroes criollos Este nuevo film del director de Diablo es una transposición bastante fiel (y con no pocos logros) de la novela de culto de Leonardo Oyola, quien estuvo ligado muy de cerca a la producción. Si cualquiera se dejase llevar por el título o por ciertas referencias de Kryptonita podría pensar que estamos ante una película de superhéroes hecha en la Argentina y si esa misma persona viera una foto del personaje de Diego Capusotto podría pensar también que se trata en una parodia del género o de una comedia satírica al borde del grotesco. Es cierto que en este film de Loreti hay un poco de todo eso, pero Kryptonita trasciende, subvierte y traiciona (en general para bien, en algunos aspectos para mal) las expectativas y los prejuicios. ¿Qué le falta para ser una gran película? Mayor despliegue de elementos genéricos, más y mejores escenas de acción, un poco más de ritmo, fluidez e intensidad. Pero al mismo tiempo, para demostrar que se trata de un film hecho con talento, profesionalismo y convicción, tiene un mundo propio (prestado, claro, del de Oyola), personajes atractivos, varias situaciones logradas, una impecable ambientación, notables diálogos y un nivel actoral muy bueno. Las referencias del film son bastante evidentes (desde Asalto al precinto 13, de John Carpenter, hasta Sin City, pasando por Kick-Ass y el universo superheroico), pero lo que hace de Kryptonita un largometraje con vuelo propio es el trabajo sobre lo local (está ambientado en un decadente hospital de La Matanza), ese decir tan particular del submundo delictivo del conurbano y las irrupciones de lo fantástico y sobrenatural en medio de un trasfondo de realismo social. Para destacar, además de sus múltiples hallazgos visuales y narrativos, el nivel parejo y convincente de todo el elenco: Diego Velázquez (El Tordo, un doctor en plena crisis existencial que es el protagonista/testigo de los hechos), Juan Palomino (Nafta Súper, el pseudo superhéroe a-lo-Superman que llega malherido al hospital), Lautaro Delgado (impecable como la travesti Lady Di en plan Mujer Maravilla), Diego Cremonesi (Ráfaga/Flash), Carca (Juan Raro/Detective Marciano), Nico Vázquez (Faisán/Linterna Verde), Pablo Rago (Federico/El Señor de la Noche/Batman/Bruce Wayne), Sofía Palomino (la paraguaya Cuñatai Güira/Chica Halcón) y el apuntado Capusotto (como el negociador Corona con un look muy a-lo-Guasón), entre varios otros. Es probable que quienes esperan una película de acción pura se sientan un poco decepcionados y hasta abrumados por la acumulación de diálogos, pero eso puede ser así sólo en función con las expectativas previas. En sus propios términos y en relación con el original literario, Kryptonita cumple con lo que promete.
Nada de héroes Un médico de guardia (Diego Velázquez), que se dedica a cubrir las guardias que deberían hacer otros a cambio de unos pesos, no pasa por una buena racha. Los pacientes que le llegan al hospital del conurbano donde trabaja no zafan, se le mueren todos. Como pasó con el último muchacho que llegó todo golpeado luego de que lo ajusticiaran entre unos cuantos. Está mal el doctor, encima se olvidó el cumpleaños de su hija y algo así cuando se está separado es el inicio de una batalla insoportable con la ex. La noche recién empieza y ya no le alcanzan las pastillas al tordo para sobrellevarla, pero lo peor todavía no pasa. Ahí vienen, traen a uno medio muerto, es la banda de Nafta Súper que trae a su líder inconsciente y exigen al pobre doctor, de la peor forma, que salve la vida del capo. Presión no es lo que necesitaba nuestro sufrido protagonista esta noche, pero ahí está, hace lo posible por estabilizar al que ahora es su paciente mientras escucha de boca de los secuaces las más disparatadas historias. Todas remiten a un carácter sobrenatural del líder de la banda, a épicas luchas territoriales y contra la ley. El relato se basa en la realidad que viven los hospitales del conurbano bonaerense, esa que vemos en los noticieros, médicos amenazados, toma de rehenes, abusos varios. Pero eso tan cotidiano y real es solo la base para jugar con la idea de seres súper poderosos, como si fueran el reverso de los héroes de DC, que exponen su propia filosofía, en general benevolente con el mundo de la delincuencia y hasta con cierta poesía tendiente a edulcorar a los malhechores y dejar como villanos a los que están del lado de la ley. Esto se hace explícito solo con ver como es presentada la policía. La película tiene en Diego Velázquez a un excelente protagonista que mientras está ligado al mundo real hace que el relato fluya, pero se pierde cuando se presenta la ambigüedad fantástica y entran elementos puestos para la tribuna, como el personaje de Capusotto, innecesario a los efectos del relato, pero seguramente necesario para vender la película; de hecho tiene un lugar en el afiche que no es acorde a su participación en la película. Tal vez en la novela funcione el juego con los superhéroes, al fin y al cabo queda en la cabeza de los lectores rematar el chiste, pero el cine es otra cosa, entra el director como intermediario y en este caso lo explícito de ciertas escenas solo contribuyen a la confusión. No ayudan la mayoría de las actuaciones, excepto la del ya destacado Velázquez y Lautaro Delgado, que logra sacar adelante su travesti, a pesar de lo discursivo de su personaje. Dirigida a los aficionados al mundo de los cómics y el cine fantástico, "Kryptonita" se queda a mitad de camino entre la comedia negra, el drama existencial y un cine para amigotes, esos con los que compartir ciertos códigos, relegando así al gran público.
Ya la novela de Leonardo Oyola había creado un clima muy especial y esta película viene precedida de la mística creada en el festival de cine de Mar del Plata. Los héroes de los cómics pero en la Matanza. Una banda que roba a los ricos para darles a los pobres. Superman es Nafta Súper; Batman es Federico, de la federal, caballero oscuro; la Mujer Maravilla es un travesti; el mediador es una versión de El Guasón. Con muchos homenajes al cine de género, encanto, grandes actuaciones. Quizás hubiésemos querido un poco más de acción. Hay que verla.
Todo lo contrario de Secretos... Una mitología nacida en los Estados Unidos -la de los superhéroes de DC, Superman, Batman, etcétera-, trasladada al Conurbano profundo, historia basada en la novela homónima de Leonardo Oyola, se trata con respeto y con cariño no solo por el texto sino por el mundo al que refiere. El film tiene ripios, soluciones un poco apresuradas, fallas en el ritmo. Pero también tiene ganas de contar algo más allá del simple homenaje del fanático y comunicar una idea. Como estrategia, elude definitivamente la parodia y se toma lo que narra en serio. Un ejemplo es la secuencia con Diego Capusotto: no es cómica sino inquietante; su Corona -que es el Joker, tal es el tipo de trasposición- es un personaje de terror. Ese clima de un mal opresivo (que proviene directamente del cine de John Carpenter, el gran “homenajeado” aquí) tiene un solo problema: que el suspenso, ese “crescendo” necesario a la confrontación final, se diluye en gran parte del film. Pero vale el intento de comprender lo que se narra.
Hace varios meses que venimos escuchando/leyendo que el libro de Leo Oyola iba a desembarcar en pantalla grande... Finalmente "Kryptonita" llegó a todos los cines del país y sí o sí tenes que ir a verla. ¿Por qué? Porque es una peli argentina que apuesta a los superhéroes, que está muy bien escrita y dirigida por el gran Nicanor Loreti (Diablo, Socios por Accidente 1 y 2) y para sumarte más data, está protagonizada por un elenco de lujo como lo son: Juan Palomino, Nicolas Vazquez, Pablo Rago, Diego Capusotto, Lautaro Delgado, Susana Varela, Diego Velazquez. "Kryptonita" es una peli chiquita muuuy bien rodada, con personajes profundos y con un nuevo mundo - de superhéroes - por explorar en nuestro cine nacional que estoy seguro no terminará con el estreno de esta primera parte. Los superpoderes llegaron y ojalá Faisán, Federico, Nafta Super, Lady Di, Corona y todo el clan vuelvan por mucho más. De una, ¡tenes que ir al cine a verla! (Ah, y para tener en cuenta: no te levantes de la butaca que apenas arrancan los títulos hay escenas ocultas)
Noche de guardia Una noche llega la guardia de un hospital público en La Matanza llega un grupo de personajes que parecen salidos de una fiesta de disfraces. Algunos son más sobrios, otros más llamativos, pero llegan como una banda, como un grupo, como una liga. El médico de guardia y su enfermera intentan salvar a uno de ellos muy mal herido. Pronto descubren que hay algo en ese hombre que lo hace diferente a cualquier otro caso que hayan conocido. Estos marginales, posibles herederos de clase baja del espíritu de Robin Hood, son a su manera, superhéroes. Algunos tienen poderes muy claros otros, son algo más misteriosos. La idea del grupo encerrado y resistiendo puede acercar a Kryptonita a varios clásicos de la historia del cine, porque las comparaciones son odiosas e injustas, no jugaremos el juego de las comparaciones ni las citas, aunque hay muchas. Lo que sorprende de la película es su falta de simpatía y diversión. Aquello que suele sobrar en los films de Nicanor Loreti, acá brilla por su ausencia. Obligada a ser una película clase B o tal vez convencida de serlo, Kryptonita desaprovecha lo mejor de esta clase de cine. No tiene la velocidad narrativa de este tipo de películas, con esa construcción propia de los films cortos pero llenos de ideas y con una gran historia. Tampoco tiene el sentido del humor de estos films, incluso cuando la trama invita a tenerlo. Casi hay cierta resistencia a ser simpático o gracioso. La gravedad se impone de una manera que, una vez más, sorprende en el director de Diablo. Algunas actuaciones son correctas, otras son lamentables. Debe ser difícil encontrar el tono para los actores en una película que nunca consigue hallarlo. Nicanor Loreti tiene interés y amor por los géneros y lo ha demostrado. Su ópera prima, Diablo, era todo un hallazgo. Luego dos películas familiares de acción como la fallida pero bien intencionada Socios por accidente y la horrible Socios por accidente 2 lo desviaron un poco del camino. Su cuarto film, Kryptonita, retoma el camino de la ambición más personal. Sin embargo, aquella potencia pura y entretenida que tenía Diablo aquí no llegar a plasmarse. Tal vez la historia no lo permita, pero habiendo aquel film, era de esperarse algo igual de entretenido al menos. Incluso Juan Palomino, que acá está bien en su papel secundario y su rostro es ideal para héroe de comic, daba una actuación mucho mejor en el rol protagónico de Diablo. Las búsquedas estéticas de este film son válidas y originales, pero es la narración lo que no fluye. Si uno elige historias cercanas a los grandes maestros del clasicismo, lo mejor es definir si uno busca esa misma narrativa o si por el contrario apuesta a la modernidad. Kryptonita es clásica pero no tiene una narración a la altura de sus posibilidades.
¿Y si el kryptoniano más famoso de todos (Superman) hubiese aterrizado en La Matanza en vez de Smallville, Kansas? Leonardo Oyola, autor del libro Kryptonita lleva este concepto al máximo, ¿heroísmo?, ¿excentricismo?, ¿playboys filántropos?, ni cerca, pero si la realidad más cruda del conurbano bonaerense, se funde con lo sobrenatural en una noche de guardia en el Hospital Paroissien, Isidro Casanova el resultado es una cachetada de 80 minutos. Es medianoche en el hospital de La Matanza, al médico nochero -Diego Velázquez- le faltan 4 horas para terminar una maratón de 72 horas de guardia, reza que todo continúe como viene, pero de un momento a otro tiene a la banda de delincuentes Nafta Súper irrumpiendo con su líder, Nafta Súper -Juan Palomino-, en las últimas por una puñalada de un vidrio verde. La premisa original puede sonar facilonga, pero Nicanor Loreti, desde la dirección, se mantiene fiel al tono original del libro de Leonardo Oyola, esto significa que no es una película de Marvel, tiene realmente todo lo pesado del conurbano, pero con el agregado de que esta banda en especial tiene un aura supernatural que la envuelve; explosiones donde nadie sale herido, balazos que no hacen efecto, etc. Sumado a la estética Frank Miller –Sin City-, Kryptonita hace un menjunje de estilos e historias que llevan el cine Fantástico Argentino a ocupar el lugar que siempre estuvo buscando. Basado en el arco argumental de “La muerte de Superman”, Kryptonita -2015- está plagado de referencias al mundo de DC Comics , desde sus personajes hasta las subtramas entre ellos, y ese juego de poner en paralelo este mundo fantástico con la cruda realidad es lo que hace funcionar todo. Cabe también destacar el enorme parecido en el look, pero totalmente venido a menos, de Diego Velázquez con un Tony Stark/Robert Downey Jr. El nivel actoral del film es otro gran punto a favor, ninguno desentona y Pablo Rago -El Fede (Batman)-, Lautaro Delgado -Lady Di (Mujer Maravilla)-, Diego Cremonesi -El Ráfaga (Flash)- y Nicolás Vázquez -El Faisán (Linterna Verde)- son los motores de la historia. Tal vez lo que queda corto es la aparición de Diego Capusotto como un Guasón pasado de fiestas, que si fuese por el trailer y los póster de promoción debería tener más que sólo una escena, lo que no significa que en esos escasos minutos nos haga creer que realmente podría interpretar a un Guasón dentro del mundo de los comics. En conclusión, Kryptonita es la película que el género Fantástico argentino estaba esperando para ser catapultado, y tal vez en esta ocasión, sí lograr buenos números en la taquilla. Ayudada también por un elenco tremendamente reconocible, este es un film diferente a lo acostumbrado nacional, que con solamente una hora y 20 minutos le alcanza para sacudir y gustar mucho.
Un triunfo del cine fantástico argentino Antes que nada, "Kryptonita" es todo un triunfo del cine fantástico argentino, que además, deja claro que no por hacer cine de género el director Nicanor Loreti deja de ser un auténtico autor: igual que la excelente "Diablo" el film que realizó antes de la comedia "Socios por accidente" y su secuela- esta película tiene el sello del director en todos los detalles. Basada en la novela de Leonardo Oyola, "Kryptonita" surge de la idea de replicar en el Gran Buenos Aires, más precisamente La Matanza, la "Liga de la Justicia" que unía a algunos de los superhéroes más famosos del comic (empezando por Superman, Batman, y la Mujer Maravilla). Los personajes son fácilmente reconocibles, aunque obviamente tienen otros apodos Nafta Super sería Superman, Ráfaga sería Flash, Faisán vendría a ser Linterna Verde,etc- y en realidad son una pandilla de delincuentes típicamente suburbanos, con lenguaje y actitudes bien de rioba y de la cultura de la cumbia villera. El chiste se agotaría por sí solo una vez presentados los personajes, pero el guión está muy bien armado para generar tensión e ir descubriendo la misión apropiadamente superheroica de los protagonistas y sus enemigos. Muy al estilo de "Asalto al Precinto 13" de John Carpenter -que a su vez estaba inspirada en "Río Bravo" de Howard Hawks- la historia transcurre durante una noche terrible en un hospital, donde un agotadísimo médico de guardia es presionado por estos superamigos para que salve a su líder, Nafta Super, herido gravemente con algo que obviamente tiene que ver con el mineral extraterrestre al que se refiere el titulo. Cuando el hospital es rodeado por la policía, esta liga bonaerenses queda sitiada, esperando un amanecer en el que podría decidirse el futuro del mundo. Con ritmo vertiginoso, una buena dosis de acción e imágenes formidables, los casi 90 minutos de proyección pasan volando, y el delirio lunático del director realmente logra contagiar a los actores, que se lucen como nunca en sus personajes , empezando por el Batman encarnado por Pablo Rago y la Mujer Maravilla travesti interpretada por Lautaro Delgado. Y el que brilla es el negociador de la policía, totalmente desquiciado al mejor estilo de El Guasón que hace Capusotto, que lamentablemente aparece menos de lo que uno querría. Todo no se puede, pero de todos modos estamos ante una película de culto, excelentemente filmada y actuada, que tiene todo para funcionar muy bien con el público masivo.
Es dificil pensar en una adaptación cinematográfica de los cómics de DC, si tenemos en cuenta la gran importancia que tienen sus personajes en la cultura pop mundial. Creo que hoy en día no hay nadie que no conozca a los personajes de Batman, Superman, Flash o la Mujer Maravilla. Podemos tomar como ejemplo a Superman: Regresa, película de 2006 que a pesar de tener un gran director, actores y una alto presupuesto, hizo agua por todos lados. Sin embargo acá estamos, en Argentina en el 2015. Mientras que por un lado se estrena el tráiler final de ‘Batman V Superman’ con su grandes explosiones, sus grandes monstruos y sus grandes actores, acá se estrena Kryptonita del director Nicanor Loreti. ¿Como haces para comprar estás producciones? Fácil, no lo haces. Estamos hablando de diferentes ligas. Estamos hablando de comparar Hollywood y sus producciones de más de $200 millones de dólares, con esta que seguro no superó los $10 millones de pesos. Y creo que eso es lo que le da aún más mérito a Kryptonita, por cómo está realizada, contada y dirigida. Pero empecemos primero a contar de qué se trata. El Tordo es un doctor que trabaja como “nochero” en un hospital, cubriendo los turnos de noche de otros médicos a cambio de un poco de plata, junto con una enfermera veterana llamada Nilda. Una noche como cualquiera, un grupo de personajes variopintos entran en la sala de emergencias, cargando a su líder que se encuentra al borde de la muerte. De a poco vamos descubriendo que esta banda no es un grupete más de delincuentes, sino que tienen ciertos poderes y habilidades especiales que los hacen únicos en el mundo. Ellos deberán sobrevivir la noche, esperando que su líder no muera, mientras que afuera del hospital los espera la policía, lista para atacar. La premisa de esta película, basada en la novela homónima de Leonardo Oyola, es la de que hubiera pasado si la nave de Superman, proveniente del planeta Kriptón, no hubiera caído en Smallville, sino en el conurbano Bonaerense. De esta forma su nombre no se convierte en Superman, sino en Nafta Súper. Esto pasa con todo el resto de los que originalmente serían los otros miembros de la Liga de la Justicia: La Mujer Maravilla es Lady Di, Linterna Verde es Faisán, Flash es Ráfaga, Batman/Bruce Wayne es El Señor de la Noche/Federico, el Detective Marciano es Juan Raro y Cuñataí Güirá es la Chica Halcón. También tenemos la posibilidad de ver a Peter Capusotto interpretando al Guasón, y a Sebastián De Caro como el detective Gordon. Debo confesar que ya había leído el libro de Oyola y me había gustado mucho la adaptación de los personajes a Argentina, y me sonreía cada tanto al encontrar ciertos detallitos muy bien transformados a un tono más sudamericano, pero más en particular, argentino. Este Superman no es este tipo perfecto, es un ladrón, un asesino, pero de buena naturaleza, una especie de Robin Hood con un código moral un poco retorcido. Lo mismo va con todos los personajes, sabemos que son “maleantes”, pero que son buenos, y uno empatiza con eso, y con su esperanza de que todo vuelva a estar bien. La acción principal sucede en el hospital, pero con los recuerdos de los diferentes personajes vamos explorando sus orígenes, en una especie de flashbacks presentados de una forma super-comiquesca, casi o muy parecida a lo presentado por Sin City en 2005, salvo que un poco más colorido. Las actuaciones fueron algo que me sorprendieron mucho, y se sintieron muy reales. Yo sinceramente no soy muy fanático de las actuaciones del cine argentino, ya que siento que la mayoría no están bien interpretadas, y me parecen patéticas y totalmente falsas. Aunque esto también es en parte culpa de los diálogos que les proveen a los actores. Sin embargo, acá logran convencer, haciéndonos sentir la soledad y los problemas de una sociedad que está atada con alambre y podrida por todos lados. Y eso que estamos hablando de una adaptación de una adaptación de un cómic, lo que me parece brillante. Decepcionó un poco el Guasón de Capusotto por el poco protagonismo que tiene, y Sebastián De Caro que parecería que está ahí sólo por el hecho de ser quién es y no porque tenga alguna capacidad actoral. El ritmo que consigue el director, las tomas, y la música sintética hacen que la película pase volando (igual, dura sólo 1:20), mezclando acción, comedia y drama en partes iguales. Me gustó, la disfruté, y me sorprendió. Sin embargo tal vez el público que no sigue los cómics o las historias de DC, no comprenda muchos de los detalles que forman esta historia, y tal vez se podrían perderse de mucho de la trama. Puntaje: 9 – Grandes actuaciones y una gran dirección hacen que esta se convierta en una de las mejores películas argentinas del año.
El día de la lealtad ¿Un filme con superhéroes criollos o una comedia efectiva para movilizar las emociones? Con Kryptonita, la nueva película de Nicanor Loreti, el director de la muy interesante Diablo (y también de Socios por accidente), se anuncia el advenimiento de una veta nacional de los superhéroes. ¿Llegó la hora de nuestros Batman, Superman y Iron Man? Por suerte, no. La banda de Nafta Súper, liderada por el pirómano Pinino (o Nafta Súper) poco tiene que ver con un grupo de superhéroes y mucho más con un grupo de marginales unidos en una sesgada supervivencia ligada a los barrios. La reminiscencia del narcisismo infantil de los muchachos millonarios de Los vengadores es nula. El americanismo brilla por su ausencia. Todo empieza el domingo 28 de junio de 2009. La referencia temporal es exacta, no tanto la localidad de la trama. La acción se circunscribe a un hospital público durante una noche, más precisamente a su guardia. Ahí está el médico de turno, que no tiene mucha suerte ni con sus pacientes, ni en su vida familiar. Después de perder a un herido grave, no por su praxis sino por la intervención indirecta de un policía fascista, llegará la banda con su líder a punto de perder la vida. El “Doc” tendrá que revivirlo y curarlo, mientras que la policía irá cercando el edificio público para atrapar a la banda. La tensión narrativa está delimitada a la recuperación de Pinino y a un posible escape. Quien espere acción encontrará diálogo; quién busque superhéroes criollos dará con personajes. He aquí lo más hermoso de Kryptonita, sus criaturas. Todos los miembros de la banda son queribles y en sus propios términos nobles. Sin duda, la travesti Lady Di, que luce como La Mujer Maravilla, es la estrella que resplandece en la trama; la composición de Lautaro Delgado es magnífica y en él o ella recaen las mejores secuencias dramáticas. Pero todos los actores están bien, sin excepción. Basada en la novela de culto de Leonardo Oyola de título homónimo, Kryptonita, que remite más a Asalto en el precinto 13 que a Sin City, y en nada a las películas de la mayoría de los superhéroes estadounidenses, tiene una resolución no exenta de emoción, en la que la lealtad aparece como la virtud por excelencia. Puede faltar equilibrio entre acción y diálogo; puede también ser un filme cuya situación de encierro requería otros recursos poéticos (y no solamente algunos flashbacks más o menos ingeniosos y panorámicas de drones de la ciudad en la noche) para eludir su ostensible arritmia y cierta dependencia excesiva de sus intérpretes. Aún así, Kryptonita es un filme de género eficaz que respeta de principio a fin a sus espectadores y sorprende justamente en donde no se lo espera: en el orden intangible de las emociones.
Es un film bien diferente y nacional. Nos habla de los superhéroes pero se los ubica en el conurbano bonaerense en Argentina. Basada en el libro de Leonardo Oyola, cuenta las vivencias de un grupo de personajes que se amotinan en un Hospital y hay que salvarle la vida a Juan Palomino el líder Nafta Súper/Superman; parte de la banda son: Pablo Rago es Federico/ Batman; Nicolás Vazquez es Faisán /Linterna Verde; Diego Velázquez, Lautaro Delgado es Lady Di /Wonder Woman La mujer maravilla; Diego Velazquez como médico/El tordo; Ráfaga (Diego Cremonesi); Juan Raro (Carca). Quien aparece con una participación de unos tres minutos es Corona, el Guasón interpretado por Diego Capusotto; hacen alguna referencia a otros films y contiene humor negro. Con una fuerte crítica social y política. Se encuentra dirigida por Nicanor Loreti, quien también se hizo cargo del guión junto a Camilo De Cabo. Le otorgaron 110 salas.
“Kryptonita” es una película notable dentro del cine argentino. El filme de Nicanor Loretti (“Diablo”, “Socios por accidente”), basado en una novela de Leonardo Oyola, se desmarca de los lugares comunes, juguetea con los arquetipos, tiene suspenso, aborda el lado B -el más duro- de la realidad sin bajar línea. Y toda esa proeza viene acompañada de buenos actores y humor, un humor ácido, paródico, en ocasiones absurdo. La trama transcurre en un hospital (“el peor hospital, en el peor barrio y con el peor médico”, dice uno de los personajes). A ese lugar ubicado en el llamado conurbano (una palabra que no existe en el diccionario pero que evoca todo un mundo), llega malherido El Nafta Súper (Juan Palomino) mítico personaje de una banda de delincuentes, con fama de Robin Hood y de inmortal (“Yo vi cómo le pusieron un tiro en la cabeza y sobrevivió”). Lo acompañan sus amigos, todos con rasgos de héroes de historieta, con súper poderes y códigos de honor y lealtad. A punta de pistola le exigen al médico que le salve la vida al Nafta Súper. Mientras esperan, vendrán las confesiones y la intimidad de algunos de ellos. Pero también la policía y un desenlace de comic. Hace poco el New York Times dijo que los mejores hackers del mundo son argentinos. Su habilidad -sostiene- sería consecuencia de la costumbre criolla de “romper las reglas” y de vivir en un medio donde todo está “atado con alambre” (lo dice así, en castellano). Y estos personajes hacen eso. Intentan sobrevivir como sea, con las herramientas a mano (“Nosotros estamos, existimos, somos reales”). Son del conurbano de Buenos Aires, pero podrían ser de San Isidro, Puerto Madero o Recoleta. A veces, la diferencia parece solo una cuestión de modales.
Maravillosos superhéroes del conourbano Detrás de la película de Nicanor Loreti hay una gran novela de Leonardo Oyola. Y detrás, como un gigantesco lago formado a la sombra del conurbano bonaerense, la incontrastable potencia de la realidad. La savia que nutre a “Kryptonita” pasa por el lenguaje, los códigos y la violencia que impregnan el día a día de nuestra argentinidad. Recortada en la guardia del hospital Paroissien, eso sí, porque a fin de cuentas no hacía falta más. Los miembros de la banda debaten qué hará la Bonaerense con ellos. Recuerdan la masacre de Ramallo, pero advierten que están las cámaras de Crónica, y entonces no se animarán a matarlos en directo para todos los hogares. Es un hilo conductor entre “Kryptonita” y, por ejemplo, “Pizza, birra, faso”. Esto somos, esto nos pasa. El ingenioso giro fantástico subraya la existencia de un cine de género nacional, tan interesante y prolífico como invisibilizado por el circuito mainstream. La banda es una colección de magníficos personajes, bien construidos y mejor interpretados. Lady Di, la mujer maravilla travesti que juega Lautaro Delgado, es pura emoción y lo demuestra en un pasaje clave, declarándole su amor al agonizante Nafta Súper. Brutalmente honestos, los superhéroes de Isidro Casanova, Rafael Castillo, La Matanza y después vomitan grandezas y miserias. Son decididamente humanos. “Dios... a esta guardia hace rato que no viene”, dice el doctor González (gran trabajo de Diego Velázquez), uno de esos médicos que se arruinan el físico y el espíritu en los vericuetos de la salud pública. El de “Kryptonita” es un guión formidable, matizado por diálogos precisos, ingeniosos y -sobre todo- creíble. Desde allí Loreti se hace una fiesta narrativa, incluyendo flashbacks con la impronta del “Sin City” de Robert Rodríguez y dejando a la vista que hay mucho cine y literatura de acción/aventuras fluyendo por sus venas. Demasiadas razones que hacen de “Kryptonita” una película imprescindible.
Los superhéroes desde el margen La noche decisiva en la vida de un hombre de acero. Amigos que lo cuidan, vidas en peligro. Policías violentos y un villano de risa demente. Casi como si fueran superhéroes. Pero no. Todos están vigilados y en una fuga constante. Hay varias líneas que confluyen en Kryptonita. Que encuentran vínculo en la misma apropiación -vía revistas locales y mexicanas- de esa palabra rara, de radiación letal para Superman. El libro de Leonardo Oyola rubrica la cuestión desde la recreación del superhéroe y amigos en el conurbano bonaerense, a lo largo de una noche de hospital con su vida en peligro. Las líneas aludidas responden, por un lado, a la inserción de esta película en un género cinematográfico todavía novedoso. Hay una afinidad elegida, que comparte cartel con propuestas de índole similar. Por otro lado, también hay un recorrido cinéfilo local, que da cuenta de la dificultad de entender un concepto eminentemente norteamericano en la narrativa argentina. Es decir, el forzamiento conduce a la parodia, es inevitable. En este sentido, puede pensarse en Zenitram (2010), la película de Luis Barone, como una reversión irónica, peronista, protagonizada por este "equívoco superhéroe argentino", según Juan Sasturain, autor del cuento. Pero también, y de manera ejemplar, debe citarse un clásico de culto: Las aventuras de Súper Hijitus, donde Manuel García Ferré instauró un absurdo magistral, que ha resistido el paso del tiempo (hace muy poco, Hijitus voló de nuevo en historietas reeditadas). Sea el ejemplo que sea, lo que aparece es la relectura, la mirada devuelta. ¿De qué se habla cuando un superhéroe sobrevuela una historia local? (De paso, por brillante, Rep dijo de Hijitus y su casa-cañito que se trataba del primer homeless de la historieta argentina). La habilidad de la novela Kryptonita radica en contar una historia de superhéroes clásica, con sus lugares comunes. No hay lector del medio que no encuentre afinidad. Pero lo que también sucede, de manera más profunda, es el revés del espejo. Es decir, ¿de qué lado están estos superhéroes y por qué? O también, tal como Alan Moore lo hiciera desde su historieta Watchmen: ¿Quién vigila a los vigilantes? En Kryptonita no se trata de vigilantes, sino de vigilados. Lo corrobora la policía. La película de Nicanor Loreti lo deja claro al situar a sus (anti)héroes como prófugos constantes. Conforman una pandilla. Son delincuentes. Tal vez ladrones, de cuño "Robin Hood". Todo depende del cristal con el que se mire. Que este "cristal" sea rápidamente ejemplificado con el ojo de un informativo televisado, ya dice mucho. Es ése, de hecho, el lugar donde descansa la propuesta: héroes, dioses, ladrones o lo que sea. Cuente la historia como usted quiera, le dicen al doctor de guardia, un "nochero" anestesiado de pastillas y cansancio. Como usted quiera, pero "existimos". Acá aparece el nodo, el lugar donde la kryptonita se hace verdad y toda suposición fabulesca cede. Vuelos, súper fuerza, habilidad mental o anillo poderoso. Todo eso podría ser, pero lo que imbatiblemente es, es que estos tipos existen: armados, de habla atropellada, bravucones, matones, pendencieros, violentos. Vienen de ese otro mundo o lugar del cual, ladinamente, las noticias dicen saber cómo es. Un mundo alterno que está ahí nomás, a la vuelta, al cruzar esa otra calle. Si Superman hubiese caído con su nave por allá, ¿cómo hubiese sido la historia? Como se trata de una suposición (el What if...? de los cómics Marvel, los Elseworlds de DC; cuyas argucias Oyola y Loreti saben), la película juega con ella y se vale de recursos lábiles, como el que supone el efecto sonoro que daría cuenta de la rapidez del Ráfaga (Diego Cremonesi), capaz de aparecer "rápido" por uno de los costados de cuadro. ¿Veloz o no? Algo que vale mucho más que cualquier efecto especial. Porque no se trata de hacer volar a nadie, sino de acercar este tipo de personajes a una estética acorde con un presupuesto exiguo, lejano de cualquier superproducción. El superhéroe es un personaje del mainstream. Kryptonita es su reverso. De todos modos, hay momentos para el despliegue. Un nexo estético cercano al Sin City de Robert Rodríguez campea. Tal vez falte un desborde más acorde con Diablo (2011), la ópera prima imbatible de Loreti, con sangre que salpique. Las piñas con la policía no son de lo mejor, pero lo que importa es que están. También porque el espíritu mayor que circunda el asunto es el cine de John Carpenter, la música de Darío Georges lo refiere, con Asalto al precinto 13 como escenario cinéfilo ideal. Por las dudas, y si no queda claro, estos súper amigos tendrán que esperar al amanecer para que su líder recobre fuerzas. La policía los quiere reventar. Y uno de los que anda detrás de esto es Corona (Diego Capusotto), un Guasón vernáculo con dos momentos estelares en la película. El primero, para lucimiento del actor y la curiosidad del espectador. El segundo, eso sí, es el mejor. Porque es el mismo cuadro de cine el que conjuga al villano con el policía. Los dos a la vez, lamentando lo que finalmente sucede. Juntos por estar, precisamente, de acuerdo. Quieren lo mismo. ¿Por qué? Entre la galería de personajes, habrá que encontrar lugar de preferencia para la Lady Di de Lautaro Delgado. Su versión travesti de Mujer Maravilla es un hallazgo, más aún al sostener varias escenas donde hace comulgar sensibilidad, orgullo, y amor por Nafta Súper (Juan Palomino). En este sentido, gran parte de Kryptonita se construye desde la sumatoria de recuerdos sentidos, de fragmentos heridos. Algo que, por momentos, parece abismar al film así como demorar sus momentos más explosivos. Pero, se decía, lo que importa es que las piñas están dirigidas de modo eficaz. Y que no se trata de una victoria final sino, en todo caso, de supervivencia. Policía, medios de comunicación y villanos (de traje multicolor, pero trajes al fin) continuarán con su tarea común. Mientras, una diadema culmina el relato y repara en lo que de veras importa: una niña de mirada libre, sin prejuicios, que se sabe princesa. En ella todo es verdad. ¿Cuándo fue que se perdió esa inocencia?
Bandidos y héroes del conurbano "Kryptonita" nos transporta a la zona más peligrosa de Isidro Casanova, y nos muestra qué hubiese sido de los superhéroes si el destino los hubiese juntado allí. Se destaca la seriedad y complejidad en cada uno de los personajes, por ejemplo en que lo “heroico” no proviene de poderes especiales, sino de sus vidas difíciles y su amistad. Superman no es Superman por sus poderes. Batman no es Batman por ser “El caballero de la noche”. El Guasón no es Guasón por perseguir al hombre murciélago. Miles de diferencias separan a lo que es de lo que podría ser, y “Kryptonita”, filme de Nicanor Loreti basado en la novela del mismo nombre de Leonardo Loyola, lleva al extremo el principio de identidad que otorga el barrio que te vio crecer. La premisa de la historia nos lleva a los “otros mundos” que aparecen en los comics, en las que alguna diferencia modifica por completo los universos de los superhéroes. En esta versión, el ¿qué hubiese pasado? nos transporta a la zona más peligrosa de Isidro Casanova, y qué hubiese sido de esos “Paladines de la justicia” si el destino los hubiese juntado allí. En una aparente noche tranquila en un hospital de Isidro Casanova, el médico (Diego Velázquez) a cargo debe atender a Nafta Super, malherido lider de la banda que llega armada hasta los dientes para exigir su atención. Además de El Faisán, llegan El Fede (o Batman, Pablo Rago) Lady Di (Lautaro Delgado) una travesti vestida como la Mujer Maravilla; Juan Raro (Carca); El Ráfaga (Diego Cremonesi); y Cuñataí Güirá (Sofía Palomino). La noche pasará lentamente mientras esperan que Nafta Super se recupere del puntazo que recibió con una botella de cerveza verde (la Kryptonita, claro). “Cuando salga el sol se va a recuperar”, le aseguran al médico. Pero lo que era una misión de rescate se transformará en un planeamiento de fuga, cuando la banda, cercada por la Policía Bonaerense, deba no sólo hacer que su amigo resista, sino aguantar ante una posible redada de la que están seguros que no saldrán vivos. Quién hará las cosas más difíciles es Corona (Guasón, Diego Capusotto), que es llamado como mediador para hablar con los “bandidos” en la toma de rehenes de la banda de Nafta Super. Estaba todo servido para hacer una sátira de las películas de superhéroes, tanto en el libro como en su adaptación cinematográfica. Sin embargo, se destaca la seriedad y complejidad en cada uno de los personajes, por ejemplo en que lo “heroico” no proviene de poderes especiales, sino de sus vidas difíciles y su amistad. Más que de un código ético justiciero, van al frente por los “códigos”, entiéndase la diferencia. ¿Alguien podría pensar que en una sociedad tan corrupta, como la que muestra “Kryptonita”, los héroes estarían del lado de la ley?
HÉROES DEL SEGUNDO CORDÓN En la guardia de un Hospital Paroissien que luce como el Hall of Justice, un doctor pasa la noche empastillado tratando de sobreponerse a la decepción que le causó a su hija al faltar a su cumpleaños. La banda de Nafta Súper cae al lugar con el malechor herido. Ráfaga, Lady Di, Faisán, Cuñataí Guirá, y Juan Raro le dejan bien en claro que debe mantenerlo vivo, como sea, hasta las primeras horas del día. Basada en el libro de culto de Leonardo Oyola la película de Nicanor Loreti recorre los pasillos de un hospital que se muestra tan real como onírico y deposita en el desarrollo de los personajes todo su carisma. “Kryptonita” es una película de actores, no de efectos especiales. En el borde de la verosimilitud y la fantasía, el director juega con dos universos, el de DC Cómics y el de la “argentinidad”. El milagro del filme es que funciona para cualquier público, el avezado lector de cómics podrá disfrutar de las referencias a lugares como “la fortaleza de la soledad” la trinidad: Batman, Superman y la Mujer Maravilla y al resto del panteón: Linterna Verde, Mujer Halcón, Detective Marciano, Flash (un excelente Diego Cremonesi) y claro, El Guasón, una breve pero sustanciosa actuación de Capusotto. Y el que no tenga idea alguna acerca del universo de las historietas no quedará afuera de una trama que si bien es simple gana su peso por los personajes y sus historias, especialmente Lady Di, compuesta con gravitas por Lautaro Delgado. Lamentablemente aún hoy, se escuchan risas en las salas cuando un personaje travestido aparece, como si algunos espectadores tuviesen la preconcepción que un personaje así será el “comic relief” del filme… deben ser muchos años de ver TV. “Kryptonita” es un triunfo del cine argentino en muchos aspectos, es cine de género que funciona en taquilla, sin estrellas y con una temática de mitos globales bajados a nuestro suelo, allí donde un pedazo de vidrio verde te hiere, pero no te mata.
Nicanor Loreti se atreve a llevar “Kryptonita” a pantalla grande. Ya solo por llevar una película de género, y de ese estilo, es todo un logro, y es una muy buena adaptación del libro best seller de Leonardo Oyola. La historia: la extraña banda de “malandras” de Nafta Súper (Juan Palomino) ingresa a la guardia de un hospital público para que el médico (un tanto perturbado) lo reviva, al poco tiempo son rodeados por las fuerzas policiales que están dispuestas a entrar al lugar. Antes de eso hay historias y diálogos de lo que realmente es Nafta Súperu banda… y así van conociéndose todos los fuertes héroes, con sus grandes y sensibles corazones. Las excelentes e intensas actuaciones hacen que cada personaje sea increíblemente real y serio, e inmediatamente trasladan al espectador a ese ominoso hospital, a esa guardia en donde esa noche todo cambiará. “Cuéntenla como quieran. Que somos dioses, que somos hombres, que somos buenos, que somos malos, pero que quede claro que somos reales”, dice el personaje de Nico Vázquez. Todos están muy bien en su papel, pero hay una brillante actuación de la travesti Lady Di, interpretada por Lautaro Delgado, y también en Diego Cremonesi se ve pasión. Y por supuesto Capusotto, lookeado de Guasón, hace un monólogo justo para él, con niveles de oscuridad diabólica y divertida. Durante 80 minutos “Kryptonita” quiere contar algo y dejará un mensaje. “Kryptonita” podría ser en un futuro una obra de teatro, para deleitarse con las actuaciones. No siempre los superhéroes caen en el primer mundo donde todo está “solucionado”, donde hay que salvar a la humanidad por las grandes amenazas. Estamos rodeados de pequeñas historias con grandes héroes todo el tiempo.
Cuando se acusa al cine nacional de no tener la diversidad de géneros que tienen otras industrias hay algo de verdad. Pero al calificar a la nueva película de Nicanor Loreti como una obra bisagra en la historia del cine nacional, quizás se exagere un poco también. Que no abunden las películas de ciencia ficción, terror u otros géneros cinematográficos es una de las grandes deudas de nuestra industria. Y Loreti, felizmente prueba que en Argentina se puede escribir, dirigir y estrenar comercialmente una película que escape a ese encasillamiento. Pero superada esa barrera, luego está la difícil tarea de convertir ese proyecto y esa rebeldía en un buen producto. Salvo Mengano y algún que otro vengador anónimo, los superhéroes no abundan en la fauna bonaerense. Con pocos antecedentes (quizás ninguno) el best seller de Leo Oyola llega a la pantalla grande para contar una historia singular. Hace 13 años Mark Millar escribió una ficción alternativa en la que proponía que la nave de Superman se estrellaba en la Unión Soviética en vez de Estados Unidos, y el resultado es mucho más que interesante. Sin ser menos, Kryptonita plantea qué hubiera pasado si la Liga de la Justicia fuera autóctona de algún cordón del conurbano en vez del país consumidor de pollo frito Nº1 en el mundo. La historia se desarrolla al mejor estilo Asalto al precinto 13, donde los protagonistas se encuentran en un hospital rodeado por la policía esperando que el líder de la banda, Nafta Super (Juan Palomino), se recupere de una extraña herida provocada por un cristal verde (¿les suena familiar?). La liga de la justicia bonaerense se completa con Federico (Pablo Rago), una Mujer Maravilla travesti llamada Lady Di (Lautaro Delgado en lo que quizás sea el punto más fuerte del reparto), Ráfaga (Diego Cremonesi), Cuñataí Güirá (Sofía Palomino), Faisán (Nicolás Vázquez) y una suerte de oráculo apodado Juan Raro (Carca). Y acorde a lo que el género acostumbra, acompañan algunos cameos entre los que destacan Diego Capusotto y Sebastian de Caro, para el deleite de la tribuna. Todos los elementos están dados para que Kryptonita funcione a la perfección. Incluso a nivel técnico Loreti consigue asemejarse a una estética al mejor estilo Sin City dotada de un cuidado diseño de producción y arte. Sin embargo, a pesar de sus escasos 80 minutos de metraje, la historia tiene pasajes un tanto tediosos con conversaciones prolongadas por demás que atentan contra el ritmo de la película. La irregular sucesión de escenas denota que algo falló en la adaptación que pasa de una conversación aparentemente irrelevante a una secuencia de acción casi sin contexto, simplemente porque el guión lo exigía. Algún desarrollo de personajes extra hubiera permitido terminar de contar historias secundarias que quedan desequilibradas, y a profundizar en otros personajes que nos hubiera gustado ver más tiempo en pantalla. Aun así Kryptonita no deja de ser una propuesta interesante al margen del color de la bandera del país del cual proviene la cinta. Quizás, con suerte, la película de Nicanor Loreti sea el puntapié inicial para que otros realizadores se animen a incursionar en un género que definitivamente se puede perfeccionar en nuestro país.
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Precedida por el éxito obtenido cuando se proyectó en el Festival de Cine de Mar de Plata esta película abrió una gran expectativa desde el anuncio de su estreno. Fue dirigida por Nicanor Loreti, que también escribió el guión junto a Camilo De Cabo, Paula Manzone y Nicolás Britos, basándose en la exitosa novela de Leonardo Oyola. La historia es jugada por personajes grotescos referenciados en héroes americanos pero que habitan en el conurbano bonaerense, más precisamente en el Partido de La Matanza. La referencia "americanista" se profundiza con situaciones que remiten a películas de superhéroes hollywoodenses y también a alguna reminiscencia al cine de John Carpenter. “Krytonita” desde el comienzo marca una directa crítica social plagada de humor negro, contenida en un desarrollo fantástico que la convierte en fiel exponente de las películas de género. La trama es atractiva, un conflictuado médico de guardia queda estupefacto al ver llegar al hospital, en plena madrugada, a una banda de delincuentes que trae a su jefe, "Nafta Super", herido de gravedad y sus cómplices le exigen que le salve la vida o el "Tordo" perderá la suya. El desarrollo de la trama oscila entre el tratamiento grotesco y el del humor, acercándose por momentos al melodrama cuando el mensaje de la apunta a las historias de vida de cada personaje, incluidos el médico y su enfermera. Con buenas actuaciones, los personajes están perfectamente perfilados con creatividad, Juan Palomino como Nafta Super es el actor adecuado para ese rol, Nico Vázquez demuestra lo que una buena dirección puede hacer con él, mientras que Diego Cremonesi como Ráfaga y Susana Varela como la Enfermera componen sólidamente sus personajes. El actor que se destaca es Lautaro Delgado componiendo a Lady Di, una travesti que se identifica con la Mujer Maravilla y que es el personaje que trasmite el trasfondo social con mayor intensidad. Un exigente desafío del que Delgado salió airoso al evitar los esteretotipos y los desbordes. Los amantes del cine de género disfrutarán totalmente de esta realización. Los cinéfilos podrán encontrar que por momentos pierde el ritmo aunque lo retoma rápidamente. Los espectadores de cine verán un filme entretenido para el que tendrán que estar predispuestos a creer "lo inverosímil". Y todos verán que Diego Capusotto cumplió las expectativas al interpretar al negociador, identificable con El Guasón, un personaje que sutilmente enriquece el mensaje al presentar la ambilencia de un mediador/delincuente. “Krytonita” es una buena película, y quizá sea el primer escalón que permita que el cine de género deje de ser una moda, no se circunscriba sólo al circuito de las producciones independientes y se instale sólidamente en el cine argentino.
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Finalmente llegó ese día que muchos siquiera sabían que estaba por llegar y Kryptonita, la novela del autor argentino Leonardo Oyola, se hizo película. Bajo el mando y la imaginación de alguien diestro con la fantasía y evidentemente conocedor de DC Comics, esta historia elegida como una de las mejores publicaciones literarias de 2011, narra un “elseworld” o mundo paralelo, donde los integrantes de la Liga de la Justicia son en realidad criminales que, parapetandose en la guardia de un hospital de Isidro Casanova, toman de rehén a un médico en el peor momento de su carrera, para que salve la vida de su moribundo líder: Nafta Super. Sin perder nunca de vista la cultura local, Oyola supo adoptar a los dioses norteamericanos modernos para un relato sin desperdicios. El traspaso a la pantalla grande no era tanto una obviedad, sino más un deseo del nicho nerd local. Siempre esperamos nuestra propia película de super héroes y sabiendo que El Eternauta nunca llegará, esta era definitivamente la mejor alternativa. La que no era un premio consuelo. La que queríamos ver. Nicanor Loreti, en un merecido paralelismo con Dos Caras, dirigió ambas entregas de Socios por Accidente, argumentando que las mismas eran un gran ejercicio para el plan que tenía para con Kryptonita. Y como suele pasar, algunos planes fallan. Sin embargo los errores no son por ineficacia o falta de talento. Muchos de los actores se destacan, muchas ideas visuales están realmente bien aplicadas y, sinceramente, el trabajo de decidir que quedaba fuera de la adaptación y que no, se realizó con una precisión quirúrgica. Lamentablemente parecería que en algún momento el entusiasmo de un proyecto que despertó tanto interés en el público, hizo que se pasaran por alto varios inconvenientes que no arruinan, pero definitivamente no ayudan a la película. Principalmente, la misma está enfocada como si fuera una obra de teatro. Cada vez que nos presentan una nueva situación, vemos un plano general con todos los actores en medio y a medida que avanza la historia, no vemos otro enfoque ni ángulo de cámara, siempre estamos omnipresentes ante los largos monólogos de cada personaje, en el cual el empeño por ser fiel al traspaso del libro, impidió el buen tino de elaborar mejor los diálogos, para que no siempre sea una persona la que habla y la otra sólo arroja monosílabos para dar tiempo al orador de turno a tomar aire y tragar saliva. En un segundo lugar, son los mismos actores quien no terminaron de llenar los enormes zapatos propuestos. Mientras que Pablo Rago y por sobre todos, Diego Cremonesi, se llevan el colectivo de los aplausos, Diego Velázquez y Nicolas Vázquez opacan el trabajo de todos. No necesariamente por ser malos actores, sino porque resulta imposible creerles. O peor aún, se les cree que sean super héroes, pero no que sean gente de calle y eso termina echando por tierra a sus personajes. Sin embargo, la tercer columna inestable de esta película es uno de los mayores problemas del cine nacional, el cual en la gran mayoría de sus películas, no logra definir diálogos que parezcan ser llevados a cabo por personas reales. Tan pintoresco y alabado como bastardeado es nuestro idioma, nuestro tono, nuestro lunfardo y sin embargo, en ninguna película se escriben diálogos que sean verosímiles a personas reales. En la novela, el lenguaje del medio es distinto pero en la pantalla, en la carne y audio, todos los díalogos parecen de dibujo animado doblado de los ochenta y mientras que la temática no cae tan lejos de esta exageración, aún hace daño al producto final. Los pifies de Kryptonita duelen más por las ganas del público de que no existan, que por lo que realmente afectan al largometraje. Fuera de los aspectos criticados, las elecciones de colores y musicalización son soberbias, como inspiradas en juegos como Hotline Miami o cortos como Kung Fury, pero con identidad propia. Las escenas en cromas fijos ayudan al juego planteado de si realmente estos seres tiene poderes o simplemente es nuestra imaginación al escuchar sus relatos y los cameos, aunque algo duros en sus apenas segundos en pantalla, ayudan a la mística fantasiosa Pop de todo el relato. Kryptonita es una gran historia, pero en ningún momento esto aseguraba que también sería una gran película. Como ya lo hizo en Socios por Accidente, Loreti maneja bastante mal los ritmos de las situaciones y las transiciones temporales, confundiendo a veces al espectador y desinteresandolo de la película. De todos modos, si existen los premios consuelos en los análisis cinematográficos, se nota que todo el mundo, tanto los buenos y los malos, detrás y delante de cámara, realizaron un aplaudible esfuerzo por hacer de la historia una realidad. Con intenciones no hacemos nada, pero con experimentos y ejercicios como estos, el cine de nicho sigue cobrando protagonismo.
Paladines del conurbano Esa frase del Faisán, uno de los integrantes de la banda del Nafta Súper, quizás marque una de las claves de “Kryptonita”, la película de Nicanor Loreti basada en la novela de Leonardo Oyola, de gran repercusión en varios ámbitos. Ese juego entre el realismo más crudo y la irrealidad de la premisa fundante está en varios niveles. Pero, ¿cuál es esa premisa? Alguna vez Oyola empezó a jugar con la idea de qué hubiera pasado si Kal-El, el Último Hijo de Krypton, hubiese caído en el Conurbano bonaerense en vez de la tranquila granja de los Kent en Smallville (en el universo de DC Comics, esos ejercicios ucrónicos llevan por nombre elsewords). Así, se genera un juego de transposiciones entre la dureza de la narración y sus circunstancias, y el aspecto “divertido” y nerd de reconocer a personajes conocidos detrás de esos lúmpenes perseguidos por la Bonaerense. Aunque de comedia en sí no haya nada. Noche crucial La historia arranca en el Hospital General de Agudos Doctor Diego Paroissien de Isidro Casanova, la locación central en la narración. Vemos a un médico demacrado, pasado de pastillas estimulantes, que cubre guardias ajenas por unos pesos. Junto a él está Nilda, una enfermera trigueña, que lo acompaña en su calvario de que se le mueran chicos “tirados” por la policía. Algo dice el diario de un robo, y la televisión, de la misteriosa donación a un comedor. Ésas son notas discordantes en un cuadro inicial que podría ser el de una película de Pablo Trapero, que seguramente pondría el eje en el médico como ser superior en ese mundo (así como en “Elefante blanco” el curita y la asistente social eran la fuerza motriz entre el rebaño de villeros). Pero la cosa cambia cuando irrumpe la banda del Nafta Súper: allí toman el control los invisibilizados, casi como salidos del imaginario que Israel Adrián Caetano y Juan Bautista Stagnaro desplegaron a finales de los ‘90. Y lo toman literalmente, cuando la banda invade el hospital para que le salven la vida a su líder (hasta la salida del sol, guiño), el Nafta Súper (supuestamente por su gusto piromaníaco), “el Pinino” para sus amigos, el que se viste de azul y rojo y tiene una S grabada en el pecho. Todos lo creían invulnerable, pero fue finalmente herido por “el Pelado” (el Lex Luthor de este mundo) con una botella de las verdes (ate cabos con el título, amigo lector). Allí están sus amigos: “el Ráfaga” (un Flash de pelo con rayo y buzo rojo y amarillo), que toma el control de la situación, pura violencia contenida; “el Faisán” (camiseta verde de Laferrere y anillo, a lo Linterna Verde), pasado de rosca por la tensión; Lady Di, una travesti que en el fondo ama al Pinino (con tiara, top, minishorts y bucaneras, no cuesta reconocer a la Mujer Maravilla). Junto a ellos, los más silenciosos: “la Piba”, “la Cuñataí Güirá” (una Hawkgirl paraguaya de camperita emplumada; su nombre significa literalmente “mujer pájaro”) y Juan Raro, el que sabe contar, calcular y predecir (el Martian Manhunter del equipo). No contaremos mucho más sobre el devenir de la historia (allí se irán desplegando vivencias y biografías, paralelamente al crescendo narrativo), pero debemos decir que la Bonaerense rodea el hospital. Lo contamos para introducir a tres personajes más: Corona, el negociador policial, un Guasón traicionero pero con chapa; “el Federico”, el que anda de negro y solo pero toma las riendas del grupo (un Batman de la Federal); y “el Cabeza de Tortuga”, el enemigo físico del Nafta Súper: un policía fuerte y blindado (vendría a ser el Doomsday en la cuestión). Quizás el único problema narrativo esté en cierto apuro en la salida hacia el final, en una cinta que dura apenas 80 minutos. Aunque quizás funcione casi como un artificio teatral: hay algo de puesta escénica en los momentos de encierro. Realismo sobrenatural La tensión que mencionamos al principio está también en la puesta visual, entre la crudeza realista de las imágenes (con una destacada fotografía que resalta las imperfecciones y el desgaste de los rostros), los flashbacks virados al cómic al estilo de la saga “Sin City” (de Robert Rodríguez, Quentin Tarantino y el dibujante original Frank Miller), donde más se muestra la sobrenaturalidad, y algunos efectos especiales clase B en el presente de la acción, que dejan entrever los poderes especiales que se esconden en la pandilla perseguida. Loreti deja translucir que ha prestado atención a las sagas de Batman de Tim Burton (el hospital visto desde afuera como un lugar algo gótico) y Christopher Nolan (cuando entran los policías). También hay referencias a otros discursos de la industria cultural: “Juan Raro” es la traducción de “Odd John”, la novela de Olaf Stapledon; la Piba manejando la escopeta a lo Sarah Connor en “Terminator 2”, o el Federico entrando en moto en asedio policial, al estilo T-1000; la referencia a MacGyver en la intención del Federico de no usar armas de fuego; y algunas que se puedan pescar por ahí. Ningunos héroes En el lado de las actuaciones, hay que decir que a Juan Palomino le toca interpretar al personaje central, pero más allá de algunos momentos, son los otros los que alcanzan las cotas interpretativas más altas. Empezando por Diego Velázquez como el “Tordo”: alguien arrasado por la vida, que una noche recibe la oportunidad de cambiar su destino; por un potente Diego Cremonesi como Ráfaga, temible en su gesto rígido bajo la capucha; por un expresivo Nico Vázquez como Faisán, con momentos de tensión y distensión algo humorística; y Lautaro Delgado como una entrañable Lady Di, frágil e intensa. Y con pocos minutos en pantalla, Diego Capusotto logra que queramos verlo como Guasón en una verdadera película de Batman. Pablo Rago es correcto como el Federico: una voz firme en la locura. A Carca le alcanza con su estatura, su melena y patillas para dar vida al parco Juan Raro; Sofía Palomino le pone actitud a su paraguayita picante; y Susana Varela muestra ductilidad en la paleta expresiva y física de Nilda. El resto del elenco acompaña y para los fans hay cameos de Sebastián de Caro y Gabriel Schultz. Los originales son éstos, dicen ellos: que Siegel, Schuster y Kane pataleen desde el más allá.
Lo hiperreal “La simulación no corresponde a un territorio, a una referencia, a una sustancia, sino que es la generación por los modelos de algo real sin origen ni realidad: lo hiperreal.”(Cultura y simulacro – Jean Baudrillard) Pocas películas argentinas generaron lo que Kryptonita desde su anuncio. Los condimentos eran múltiples, basada en la novela de Leonardo Oyola, dirigida por Nicanor Loreti que la había clavado en el ángulo con Diablo, superhéroes, conurbano, género. Kryptonita se convirtió en película de culto mucho antes de haber sido estrenada. Al poder verla finalmente, lo que queda claro es que la película no es una bisagra por formar parte de un género con muy pocos antecedentes en nuestro país sino por inaugurar un género propio. Kryptonita se balancea tomando estructuras y puntos nodales de varios géneros sin perder un estilo (el propio) que funciona enmarcando arriesgadamente el policial y la comedia con el universo DC como juego referencial. El film empieza con El Tordo empastillándose para poder pasar otra noche de guardia en el Paroissien de Casanova. Cuando parece que va a ser una noche más, un grupo de delincuentes entra al lugar con armas largas. Es la banda de Nafta Super (Palomino) quienes lo traen gravemente herido. El Tordo logra estabilizarlo pero la noche recién comienza. Afuera la Bonaerense, bajo órdenes de una banda criminal rival, planea entrar al lugar y masacrarlos. A pesar de tener algunas capacidades especiales, la banda tiene que sobrevivir hasta que se haga de día, momento en el que los rayos del sol van a recargar a Nafta Super. Por su consciencia, manejo narrativo, estructura y género, Kryptonita resulta incomparable a otras producciones. Loreti vuelve a la estructura de la ciudad sitiada, esa que le queda tan bien y heredó del cine de Carpenter. También vuelve a establecer los lazos familiares como último bastión al que debe arribar el héroe, así como en Diablo. Con estos elementos crea un universo propio, un conurbano que está en constante tensión entre la magia como esperanza y lo cotidiano como hostilidad. El cine hace posible que para hacer Hamlet ya no sea necesario a un hombre vestido de príncipe diciendo que “…algo huele mal en Dinamarca.”. Simba es Hamlet en El Rey León sin dejar nunca de ser Simba. Así, Palomino es Nafta Super pero podría ser Superman, así como lo es Henry Cavill. La pregunta que resta es si todavía recordamos a quién hace referencia Superman. ¿Será Kryptonita, en palabras de Baudrillard la referencia a una referencia para la cual ya no existe referente? “El simulacro no es lo que oculta la verdad. Es la verdad la que oculta que no hay verdad. El simulacro es verdadero.” dice Baudrillard y la película establece su postura al respecto abiertamente: “Cuéntenla como quieran. Que somos dioses, que somos hombres, que somos buenos, que somos malos, pero que quede claro que somos reales” dice El Faisán (Nico Vázquez) con su remera de Lafe y su anillo poderoso. Kryptonita es hiperreal. Si encaramos el film de Loreti como quién mira Los Simpsons y disfruta reconociendo sus referencias nos vamos a perder la película, ya que el valor de Kryptonita no está en ese juego referencial sino en lo que la dupla Loreti - Oyola nos cuenta con ese corrimiento. Que el Paroissien esté fotografiado como el Salón de la Justicia, que Mujer Maravilla sea un travesti, etc. sólo tiene valor si se piensa en lo que queda en el medio entre una referencia y otra. Las ideas políticas, sociales y metafísicas que se extienden de ese análisis son imposibles de abarcar en la extensión de una crítica como esta. Ya habrá tiempo para reverla y hacer ese trabajo. Kryptonita toma todos los riesgos posibles y sale airosa. Con tanto ambiente creado las expectativas hacia el final quedan muy altas y las escenas de acción (si bien son precisas) no logran colmar tanto fuera de campo. Sin embargo, nada de esto llega a debilitar a la narración. Kryptonita es uno de los estrenos argentinos más relevantes del año, por la apuesta, la propuesta y por lo que consigue con esos elementos. No es una comedia, no es un policial, no es una de superhéroes, es todo eso organizado en un estilo muy diferente.
El comic viene pisando fuerte hace años en la cultura popular argentina y, hasta el momento, el cine no había recogido el guante o al menos no como podría haberlo hecho. El último festival de cine de Mar del Plata, en ese sentido, contó entre otras varias gemas con esta, la apuesta definitiva del cine nacional por una estética y una tradición de viñetas, colores y personajes que sólo el comic le dio al arte internacional y popular. Kryptonita, nuevo opus del realizador Nicanor Loreti, nos planta en el conurbano bonaerense a Batman, Superman, Flash, la Mujer Maravilla, el Güasón, Linterna Verde. O como aparecen bautizados en el film: El Federico (Pablo Rago), Nafta Súper (Juan Palomino), Ráfaga (Diego Cremonesi), Ladi Di (Lautaro Delgado), Corona (Diego Capusotto) y Faisán (Nicolás Vázquez). La historia, basada en la novela homónima de culto de Leonardo Oyola, planta a los personajes en un hospital de la provincia de Buenos Aires, hasta donde el Superman vernáculo llega acompañado por sus compañeros tras una refriega. Allí se centra la trama y hasta allí se apersonan, entre otros, el monumental Joker de Capusotto, un policía oscuro que mezcla a los güasones que supieron componer Jack Nicholson y Heath Ledger con un toque de cocaína mal cortada y vino en tetra. Otros puntos altos en términos actorales son los de Lautaro Delgado, que hace magia con su Wonder Woman travesti, casi una filial local del Actor´s Studio, una composición que si los premios al cine no son todo lo conservadores que se supone, deberían el año que viene hacerle justicia de alguna forma.
Imaginen esto: Diego Capusotto como el Joker, irrumpiendo en la guardia de un hospital bonaerense sitiado por la policía, y enfrentándose a una especie de versión villera de la Liga de la Justicia. Guau, qué imagen mas volada. Francamente la secuencia es deliciosa, lástima que el resto del filme no le va en saga. Kryptonita es un experimento mas intelectual que entretenido, que sirve como una delicatessen apreciable por un puñado de selectos dotados de paladar delicado - una camada de nerds argentos amantes del comic -. Es una elaboración ingeniosa de la mitología de los superhéroes a la criolla, lástima que la historia de fondo no termina de ser satisfactoria. Quiten trajes, superpoderes y segundas lecturas, y verán que la historia del médico de guardia - de vida amarga y solitaria, y que sobrevive a un sitio policial de 12 horas en su lugar de trabajo, infestado de violentos malhechores - no es tan redonda como debiera. Si hay un filme con el cual uno podría emparentar Kryptonita, ése sería Zenitram (2010). No sólo ambos tienen superhéroes, sino que funcionan como una especie de alegoría peronista de la realidad argentina, sea la actual o la histórica. Los superhéroes provienen de la villa, maltratan a los ricos y benefician a los pobres, y no dejan de ser ignorantes de buen corazón a los cuales el destino les ha mezquinado la educación a cambio de un poder excepcional. Ciertamente Zenitram era un producto mas burdo y de sensaciones encontradas - el superhéroe era una especie de idolo maradoniano viviendo en una realidad alternativa adoradora de la iconografía peronista como los monumentos y posters gigantes, los coches de marca Justicialista y el culto a la persona - que no dejaba de regurgitar las macanas de la vida real del Diego en otro contexto (una visión romántica del peronismo / menemismo) y pretendiéndolas vender como si fueran salidas cómicas. Kryptonita, por el contrario, tiene bastante mas personalidad: Leonardo Oyola demuestra ser un buen conocedor del mundo del comic y, en vez de quedarse en la anécdota, se las ingenia para darle tridimensionalidad a los personajes - en especial el de Lady Di (o la versión argenta y trasvestida de la Mujer Maravilla) - a la cual le da parlamentos muy interesantes, amén de jugar con lo inusual de la propuesta. Uno nunca sabe si estos tipos no dejan de ser una camada de drogones que imaginan cosas, si es el médico (posiblemente dotado de cultura comiquera) que reinterpreta lo dramático de la situación en términos fantásticos, o si realmente se trata de un grupo de chabones con superpoderes. El tema es que los superhéroes villeros ayudan a los pobres, combaten al Capital a su manera, son enemigos mortales con la policía bonaerense - cuerpo de seguridad de fama dudosa si los hay -, y confían en las cámaras del canal Crónica como garante de imparcialidad. Sumen a eso los nombres del cast (y su filiación política), la K en el título, la historia de la dignidad transexual, el empoderamiento de los pobres en el cono sur, el castigo a los millonarios...y veremos una opera fantástica con ribetes kirchneristas. Honestamente, no hay nada malo en que la ideología se mezcle con la fantasía; casi diría que se trata de una condición sine qua non de la ficción fantástica argentina. Desde El Eternauta de Oesterheld hasta la Invasión de Borges & Bioy Casares, la literatura fantástica criolla ha utilizado la metáfora como manera de abordar una realidad política tan candente como inescrutable - imposible de discutir en términos racionales debido al exceso de dogmatismos y apasionamientos -, amén de proveer un mecanismo para difundir discursos y utopías. Kryptonita parece caer en esos tópicos al intentar un speech de "dignidad villera" - individuos ignorantes pero de gran corazón que promueven el cambio desde la marginalidad y reestablecen el orden social que el gobierno ha alterado - que rápidamente es bastardeado cuando Faisán / Linterna Verde muele a golpes al médico de la guardia, el cual no deja de ser un laburante de clase media que tuvo la desgracia de estar trabajando en el lugar y momento menos indicado. No sólo contradice y rebaja la condición de héroes de los protagonistas, sino que los convierte en amorales egoístas a los cuales sólo les interesa su supervivencia y sus propias causas sin considerar a los terceros que los rodean. De ser así, entonces, ¿cuál es el mérito del superhéroe villero?. Aún así, hay muchas cosas destacables en Kryptonita. Oyola toma todo esto y lo convierte en una especie de Universo 52 ambientado en la Villa 31. Desde ya, abundan otras contradicciones: si son tan superpoderosos, ¿por qué no pueden simplemente escaparse de la policía - una camada de simples mortales - por los tejados?. ¿Por qué no ir al Hospital Alemán u otro nosocomio mejor dotado para reestablecer la salud de su jefe?. ¿O por qué no utilizar la sabiduría omnisciente de la versión argenta de J'onn J'onzz para tomar decisiones como la gente?. Quizás el punto sea que estas personas no logran alcanzar la plenitud de sus superpoderes debido a su propia ignorancia. oferta software de sueldos De todos modos las virtudes superan los defectos de Kryptonita. Nico Vazquez, por ejemplo, resulta ser toda una sorpresa; está genial como pibe cabeza, malhablado y violento, versión argentina de Linterna Verde que sólo piensa en apretarse a una Dama Halcón a la paraguaya. El otro que descoya es Lautaro Delgado como Lady Di, la Mujer Maravilla travesti, el cual recarga su historia de origen con mucho sentimiento. Diego Cremonesi rezuma misterio como El Ráfaga (o Flash, versión villera), y Diego Velazquez aporta dignidad como el médico de la guardia, protagonista del relato. Palomino hace lo suyo, lástima que está limitado a un cameo extendido y algunos flashbacks; y ni que hablar de Capusotto, que uno quisiera que hubiera tenido mas tiempo de pantalla - sólo figura en un par de escenas como el desquiciado mediador de la diabólica Bonaerense, Guasón a la argentina que tiene los mismos tics de Sergio Corona (y de él toma el apellido) - y fuera el antagonista principal; el tipo rebalsa de gracia e intensidad, y me animaría a ponerlo en el panteón de perfomances memorables del Joker al lado de Ledger y Nicholson. El único que desencaja es Pablo Rago, el cual carece de carisma como Batman (lo gracioso es que su historia de origen ambienta el asesinato de sus padres a la salida del Ital Park!) y se reduce a recitar sus parlamentos de manera robótica; pero ése ya es un problema endémico del cine argentino, en donde el personaje encargado de las exposiciones largas (como pasaba con Federico D'Elia en Los Simuladores) termina siendo reducido al papel de locutor, el tipo encargado de vomitar las alocadas explicaciones del autor, en vez de ser un personaje con auténtica carnadura. Sin lugar a dudas Kryptonita es un título de culto; y, como tal, está reservado a las minorías. Para la mayoría - que no hilan la mitología de los superhéroes de la DC Comics - le parecerá un disparate; para otros es un drama demasiado estático considerando que ofrece versiones alternativas de reconocidos personajes. Yo creo que es un experimento intelectual válido y muy interesante, apreciable sólo por unos pocos. No es un filme de acción, la falta filo como comedia, es sólo una alegoría bastante bien elaborada... lástima que el drama de fondo no es movilizante - ¿realmente el médico se ha vuelto mejor persona gracias a las horas que pasó con estos facinerosos disfrazados? -, y es mas una curiosidad bien hecha que un filme innovador y emocionante.
Por fin llegan superhéroes del conurbano La nueva película de Nicanor Loreti adapta una novela de Leonardo Oyola que plantea qué hubiera pasado si Superman hubiese caído en el conurbano bonaerense Hace poco más de 20 años, la editorial norteamericana DC Comics lanzó una línea de historietas bajo el tópico Elseworlds que planteaba la incógnita sobre qué hubiera ocurrido si sus personajes principales, Batman y Superman, hubieran nacido en otros tiempos y espacios. Bajo esta excusa salieron pequeñas joyas del noveno arte como el "Batman Pirata", de Alan Grant y Enrique Alcatena, o el "Superman: Red Son", que planteaba un hombre de acero salido de la Unión Soviética. Hubo también un proyecto a finales de los ´90 para plantear a Batman como un hijo de desaparecidos que debido a presiones políticas no llegó a prosperar. Pero a Leonardo Oyola, un consagrado escritor argentino, se le ocurrió años atrás, en presencia de estos comics, qué hubiese ocurrido si la nave que traía a Superman hubiese aterrizado en Isidro Casanova y en base a ese concepto recreó no sólo la historia del clásico superhéroe sino también la de la Liga de la Justicia, el grupo de héroes que lidera. En esa línea, llega Kryptonita, adaptación de la novela del mismo título a cargo de Nicanor Loreti, que en 2011 ganó en el Festival de Cine de Mar del Plata el premio al mejor largometraje con Diablo y obtuvo un éxito de taquilla con Socios Por Accidente en 2014. En la historia, la banda de Nafta Súper (Juan Palomino) lleva a su líder malherido a la guardia de un hospital público para que el médico de turno lo reviva, al tiempo que son rodeados por las fuerzas policiales que están dispuestas a entrar al lugar a sangre y fuego. En este apartado cabe aclararse que Kryptonita es una novela en la que se utiliza esta premisa para retratar la vida en el conurbano de manera brutal, en la que se describe el accionar de bandas delictivas, se denuncia la presencia de las maras centroamericanas e incluso la costumbre de los médicos de los hospitales públicos de juntar dinero y pagarle a algún compañero para que le cubra las guardias nocturnas por varios días. Sin embargo, el punto de vista de Loreti es el de homenajear a uno de sus directores favoritos, John Carpenter, con una suerte de Asalto al Precinto 13 (Assault on Precint 13, 1976) y hacia allí va el filme: un equipo ya conformado que busca resistir la embestida y escapar hacia la libertad. Si entendemos este planteo, la película de Loreti, que dura escasos 80 minutos que dejan con ganas de más, cumple de sobra el objetivo. Ahora, lo que se busca es la crítica social a la vida en las villas de emergencia y a la delincuencia que impera en el bajo mundo, lo ideal es buscar un documental. Porque Kryptonita es una película que busca impactar a los fanáticos de las historietas, una tribu que ha crecido exponencialmente en las últimas décadas y que en la actualidad llena salas y salas de cines para ver a Superman, Spider-Man o los Vengadores (ni hablar de la Superman V Batman que llega el próximo año) y lo logra con unos recursos técnicos que parecen más caros de lo que son. Los puntos fuertes del film son, sin embargo, las actuaciones de Diego Cremonesi y Nicolás Vázquez, quienes se colocan en los personajes de manera asombrosa; y ni hablar de la impresionante transformación de Lautaro Delgado como Lady Di, una versión trans de la Mujer Maravilla que no deja ver ni rastro del actor de Los del Suelo. También se destacan Diego Velázquez como El Doctor y Susana Varela como Nilda, la enfermera que debe ayudar al pobre galeno a sobrevivir a la emboscada del hospital por parte de la policía bonaerense. ¿Y Diego Capusotto? El actor no tiene mucho tiempo en pantalla, y de hecho hay una escena escrita para que reaparezca que no estaba en la novela, pero ya se sabe que el cómico vende y esa es la razón de que aparezca en primer plano en los pósters que coparon las calles en la última semana. ¿La ligará la justica finalmente? El público, como siempre, tiene la última palabra.
El estreno de Kryptonita llega precedido por un caluroso paso por el Festival de Mar del Plata y críticas unánimemente positivas. En la mayoría de las notas de opinión sobre la película de Nicanor Loreti (Diablo, Socios por accidente) se pone el acento en la inusual mixtura de códigos de hiperrealismo y elementos del cine de superhéroes. A este combo único, se suma la novela de culto escrita por Leonardo Oyola como base de un universo que deambula entre lo áspero y lo fantástico. A un hospital del conurbano bonaerense llega malherido Nafta Súper (Juan Palomino), jefe de una banda integrada por personajes tan especiales como Lady Di, una travesti con aires de Mujer Maravilla (magnífico Lautaro Delgado); Faisán, un picante Linterna Verde con camiseta del Deportivo Laferrere (Nico Vázquez); Ráfaga, uno de los integrantes más recios del grupo enfundado bajo una capucha al estilo Flash (Diego Cremonesi); Juan Raro, el personaje que determina las decisiones fundamentales de la pandilla desde unas escasas y parcas palabras (Carca); El Señor de la Noche, un motoquero con reminiscencias batimaníacas (Pablo Rago); y la sensual paraguaya Cuñatai Güira, una suerte de Mujer Halcón siempre dispuesta a gatillar su arma (Sofía Palomino). El médico de guardia, el "Tordo" que interpreta magistralmente Diego Velázquez, es el encargado de mantener con vida a Nafta Súper, aunque la mayoría de los pacientes que han pasado por su manos no hayan logrado la supervivencia. En tanto que el negociador entre la policía apostada fuera del hospital y la pandilla, es Corona (Diego Capusotto con desopilante porte Guasón), una de las piezas claves de este apasionado relato. Desde lo estético y narrativo, Kryptonita no oculta la influencia de hitos del cine indie como Asalto al presinto 13 de John Carpenter, o una impronta deudora del cómic al estilo Robert Rodriguez. De todas formas, los aciertos y las falencias de Kryptonita exceden el ámbito de sus referencias cinéfilas. Desde el plano de los hallazgos, la fidelidad y virtuosismo con el que se resuelve la traslación de la novela de Oyola, y la combinación de códigos realistas y fantásticos; se ubican entre los logros más arriesgados de esta aventura fílmica. Desde el punto de vista de lo parcialmente conquistado, tal vez al espectador le resulte más rico lo narrado a través de los diálogos que lo desplegado a través de las imágenes. Loreti confía plenamente en las conversaciones de tono intimista que estos personajes atravesados por el dolor y la lealtad mutua, mantienen con el médico a quien han ordenado la misión de sacar adelante al capo de la banda. Cada una de estas charlas, ilustradas a manera de flasbacks, va fortaleciendo el vínculo entre unos seres pertenecientes a diferentes contextos que seguramente por primera vez se detienen a mirarse en detalle. Tal vez la película subraya por demás las culpas del "Tordo", incluyendo el olvido del cumpleaños de su hija y el ya mencionado pobre rendimiento a la hora de salvar la vida de sus pacientes. Así y todo, una de las conquistas más grandes de Kryptonita va por el lado de la mirada desprejuiciada que van desarrollando sus criaturas, postulando a la comprensión entre clases como una suerte de escudo liberador. Hay en el film algo de romanticismo y dignidad que enaltece a estos sectores, habitualmente tratados desde nuestro cine con cierta solemnidad como parias, y que los ciudadanos más reaccionarios encierran bajo el latiguillo de "esos negros de mierda". Tanto en el libro de Leonardo Oyola como en la película de Nicanor Loreti, no se juzga a los personajes por sus acciones delictivas, sino que se pone en relieve que más allá de un trasfondo hostil hay un puñado de códigos que se respetan. "Cuando cuente esta historia diga que existimos, que somos reales", reafirma con vehemencia el Faisán. Kryptonita no sólo abre una nueva puerta para el cine argentino, sino también a ese mundo estereotipado en la sentencia marginal, que aquí muestra su costado más vulnerable, ese que atraviesa a todos los hombres y a todas las clases: el amor y el desamor como causa y consecuencia de todo lo que llega. Kryptonita / Argentina / 2015 / 80 minutos / Apta mayores de 13 años con reservas / Dirección: Nicanor Loreti / Con: Diego Velázquez, Juan Palomino, Lautaro Delgado, Diego Cremonesi, Carca, Nico Vázquez, Pablo Rago, Sofía Palomino y Diego Capusotto.