“La voz de la igualdad” comienza con imágenes de numerosos hombres caminando por las calles vestidos con sus elegantes trajes, entre ellos, se asoma la figura de una mujer, Ruth Bader Ginsburg, protagonista de esta historia, quien luchó, durante su carrera como abogada, por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Mimi Leder dirige esta historia basada en la vida de dicha abogada, aquí interpretada por la actriz Felicity Jones, quien ya posee experiencia interpretando a personajes reales, ya que en la película “La teoría del todo” (2014, James Marsh) encarnó el rol de esposa de Stephen Hawking. Asimismo, la cinta muestra la relación amorosa entre Ruth y su marido Martin, interpretado por Armie Hammer, actor que también representó personas de carne y hueso previamente, como lo hizo en “Red social” (2010, David Fincher). Visualizando las imágenes de Ruth y Martin en la vida real, damos cuenta de que no se buscó el parecido físico en los actores, sino que la verosimilitud se volcó en los hechos narrados. El film en cuestión retrata los sucesos de manera cronológica, desde la llegada de Ruth a la Universidad de Harvard para convertirse en abogada hasta su defensa de un caso fiscal frente a los tribunales para demostrar que las leyes escritas en la Constitución de Estados Unidos eran discriminatorias en cuanto a géneros. Durante todo este trayecto de vida contado en la película visualizamos la lucha de la mujer en un mundo dominado por los hombres, especialmente, en la carrera de abogacía en esa época. Para resaltar ese hecho, resulta interesante la utilización de un recurso nombrado previamente, es decir, ubicar al personaje entre grandes masas de hombres para que se destaque su figura. Asimismo, resultan pertinentes algunos momentos en los cuales Ruth debe enfrentarse a algunos comentarios y actos machistas, los cuales intentan derrumbar la pelea de la protagonista. Estos instantes pueden llamar la atención del espectador e invitarlo a reflexionar acerca de las divergencias de la época retratada con la actual, pero, por otra parte, se pueden pensar en algunas coincidencias con diversos ámbitos laborales donde, actualmente, todavía no se desarrolla la igualdad entre los géneros. La historia, como se aclaró anteriormente, se desenvuelve de manera cronológica y algunos de los recursos utilizados para desarrollar la trama pueden resultar reiterativos, es decir, ya se evidenciaron en otras películas biográficas. La historia de Ruth Bader Ginsburg también fue contada, recientemente, en el documental nominado al Oscar “RBG” (2018, Julie Cohen, Betsy West), donde se exhiben diferentes imágenes de archivo combinadas con relatos, tanto de Ruth como de familiares y colegas que la acompañaron durante su carrera. En síntesis, “La voz de la igualdad” es una película que retoma varios recursos de otros films biográficos para contar la historia de Ruth Bader Ginsburg, sin embargo, es una cinta necesaria, debido a que es importante que se divulguen y se narren historias sobre mujeres que lucharon por la igualdad de derechos y, finalmente, lo lograron, ayudando así a modificar hechos y pensamientos.
Una mujer para la leyenda. Felicity Jones (Rogue One: Una historia de Star Wars, La teoría del Todo), Armie Hammer (Call Me By Your Name) y Justin Theroux (La chica del tren) protagonizan la historia real de la mujer que desafió al sistema legal estadounidense y sentó las bases contra la discriminación de género. Dirigida por Mimi Leder (El pacificador, Impacto profundo), con un guión escrito por el sobrino de la protagonista, la película está inspirada en la historia real de Ruth Bader Ginsburg, una joven abogada y madre de familia que, junto a su marido, el abogado Martin Ginsburg, cambió el curso de la historia con un singular caso sobre discriminación de género que abrió el camino para la igualdad en los Tribunales. En pocas semanas hemos tenido oportunidad de ver dos películas sobre esta mujer excepcional: el documental RBG, realizado por Betsy West, y este biopic de Mimi Leder, largometraje clásico concentrado en los comienzos de la carrera de la jueza Ginsburg, quien actualmente, a los 85 años y operada de un cáncer de pulmón, es la decana del Tribunal Supremo de Estados Unidos. En mi opinión, el documental es infinitamente superior, con el material de archivo y las entrevistas que incluye, entre ellas varias con la propia jueza; la película, absolutamente pertinente en los tiempos del #MeToo, adolece de un exceso de disquisiciones legales y de sesiones de tribunal, tan repetidas en el cine estadounidense, muchas veces con enorme acierto. Muy poco conocida en nuestro país, Ruth Bader Ginsburg, interpretada con convicción por la británica Felicity Jones, es una leyenda del feminismo made in USA. Idealista y apasionada, estudiante de leyes y licenciada en la Escuela de Derecho de Harvard, en los años 1970 se convirtió en una ferviente defensora de la igualdad entre hombres y mujeres. En su carrera de abogada ha defendido más de trescientos casos de discriminación sexista, seis de los cuales en el Tribunal Supremo (ganó cinco), del que forma parte desde 1993. Una de esas producciones hechas para cine pero que tienen tufillo de película de sobremesa de fin de semana con pretensiones. Mimi Leder no puede ocultar su profesionalidad en el medio televisivo y que su carrera ha transcurrido principalmente en televisión lo que no es un demérito. La alta calidad del reparto y de la producción no pueden con esa pátina de telefilme que arrastra. Los dos principales protagonistas están realmente bien, así como los secundarios -en especial Kathy Bates y Sam Waterston, ambos impecables en sus composiciones- pero todo parece ya visto y de poca enjundia. Con todo es una película buena con una realización correcta.
El estreno de la nueva película de la directora Mimi Leder es más que oportuno en tiempos de empoderamiento femenino. Responsable de trabajos disímiles como El pacificador, Impacto profundo y Cadena de favores, la realizadora espía ahora el mundo de una mujer que triunfó en un ámbito dominado por hombres. La voz de la igualdad es una discreta biopic sobre Ruth Bader Ginsburg, la mujer de familia judía que se crió en Brooklyn, ingreso a Harvard, fue abogada de causas en búsqueda de la igualdad y llegó a formar parte de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos. En ese rol se destaca Felicity Jones -la teoría del todo- en un trabajo medido con el que cumple en cada una de las escenas. Su lucha junto a su marido Martin Ginsburg -Armie Hammer, el actor de Llámame por tu nombre-, un destacado abogado, marca el inicio de una carrera llena de obstáculos, prejuicios y luchas contra la discriminación. El filme muestra las barreras que tuvo que vencer para demostrar que "todos somos iguales ante la ley". Después de RGB, el documental que gira en torno a Ginsburg y fue nominado al Oscar, el relato expone la faceta íntima y profesional de la mujer que peleó contra todos para ocupar un sitio de privilegio mientras estudiaba y llevaba adelante su vida familiar. El relato de Leder equilibra el costado más conocido del personaje, con buenas pinceladas dramáticas de la intimidad familiar -la relación con su esposo y su hija adolescente-, la discriminación que sufrió -la llaman para reemplazar a un profesor afro- y la parte tribunalicia que es narrada con fluidez y elipsis para hacerla más llevadera previa a los minutos del desenlace, a pesar de su tono discursivo. En la escena final de la escalinata se puede ver a la verdadera Ginsburg en este relato que cumple su cometido, sin excesos y buenas actuaciones.
Lucha sin género. La directora Mimi Leder se caracteriza por tener un currículum tal vez demasiado variopinto, que va desde El pacificador (The Peacemarker, 1997) hasta Cadena de favores (Pay It Forward, 2000), pasando por Impacto profundo (Deep Impact, 1988) y un sinfín de series televisivas en el Siglo XXI. Así las cosas, se pone al frente de la biopic de una de las mujeres más relevantes de la sociedad norteamericana de las últimos décadas: la jueza de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsberg. La voz de la igualdad nos cuenta los inicios de la mujer en su incansable lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, poniendo el acento en su primer gran caso. Felicity Jones es la encargada de ponerle el cuerpo a Ginsberg, una actriz acostumbrada a la tarea de interpretar mujeres de armas tomar, tanto en sentido literal como figurado, como supimos apreciar en el pasado con sus roles en La teoría del todo (The Theory of Everything, 2014) y Star Wars: Rogue One (2016). Jones cumple con lo suyo mientras se encuentra bien secundada por intérpretes de la talla de Armie Hammer, Justin Theroux y Kathy Bates. A pesar de ser considerado en los últimos años como uno de los guiones originales más ansiados por los grandes estudios, integrante de la famosa “blacklist” hollywoodense, podemos decir que entrega una historia bastante convencional. En los papeles es una biopic correcta, tiene todo lo reglamentariamente necesario y hace lo imposible por sostener en alto la imagen impoluta de la verdadera Ruth Ginsberg, con un retrato que le hace justicia, pero por momentos parece incapaz de captar por completo la grandeza de una mujer cuya lucha marcó el puntapié inicial de un movimiento que fue clave en la lucha por la igualdad entre géneros, y logró romper más de un paradigma socio-cultural de los Estados Unidos. El relato sigue el recorrido clásico, desde los orígenes hasta la actualidad, pasando por todos y cada uno de los traspiés que fueron conformando la personalidad de nuestro sujeto de estudio. El eje central temático del film (lograr que la corte suprema reconozca una deducción impositiva a hombres solteros que tienen que afrontar el cuidado de familiares, cuando esa tarea era considerada históricamente potestad del sexo femenino) se estructura casi como cualquier film de acción o de deportes: Una gran preparación, todas la apuestas en contra, un inicio problemático y una resolución inesperadamente favorable. Tras tanto tecnicismo, tanta batalla legal, tantos alegatos y exposiciones a favor y en contra, la resolución del acto final se queda sin punch. Como si la película alcanzase la línea de llegada sin energía restante, la resolución se apresura un poco, impidiendo que el espectador tome real dimensión sobre lo acontecido. La oportunidad de plasmar en pantalla grande una épica memorable se escurre entre los dedos de Leder, y lo que nos queda es una biopic correcta como tantas… pero no mucho más.
Una nueva biopic, tan de moda últimamente, cuenta la historia de Ruth Bader Ginsburg, (rol interpretado por la británica Felicity Jones) apasionada estudiante de Harvard, primero y de Columbia después, quien lucha por la igualdad entre los sexos. Al verse inmersa en un mundo de hombres, (son muy pocas mujeres en la Universidad y cada vez que levanta la mano no la eligen) lucha cada vez con más fuerza hasta llegar a defender un caso fiscal en el que tiene oportunidad de demostrar lo que tanto anhela cambiar. Acompañada durante toda su vida por su amoroso marido Martin (Armie Hammer), quien trabaja con ella codo a codo y la sostiene, además de ser un destacado abogado, Ruth es una topadora. Tienen una hija que la acompaña mucho cuando es adolescente porque siente el fuego interno de la mujer emponderada y pelea porque las mujeres seamos reconocidas por igual, y un hijo del que se muestra poco. El guión fue escrito por el sobrino de Ruth y en la actualidad, ella ejerce el cargo de Jueza de la Corte Suprema de los Estados Unidos. Dirigida por Mimi Leder, la película tiene sus momentos, a veces la directora logra mostrar la gran fortaleza de Ruth, en otros se repite. Su historia ya fue relatada en el documental RBG, dirigido por Betsy West y nominado al Oscar. En el film participan Justin Theroux, la siempre eficaz Kathy Bates y Sam Waterston. Un buena opción en la época de las mujeres emponderadas que siguen luchando por temas que aún siguen sin resolver. ---> https://www.youtube.com/watch?v=Q4OKcVqBkl4 ---> TITULO ORIGINAL: On the Basis of Sex ACTORES: Felicity Jones, Armie Hammer, Justin Theroux. Jack Reynor, Kathy Bates, Sam Waterston. GENERO: Biográfica . DIRECCION: Mimi Leder . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 120 Minutos CALIFICACION: Apta todo público FECHA DE ESTRENO: 07 de Marzo de 2019 FORMATOS: 2D.
La justicia tiene cara de mujer En concordancia con el día de la mujer llega a todos los cines el estreno de La voz de la igualdad. La película retrata la vida de Ruth Ginsburg (Felicity Jones), una prestigiosa abogada que logra una revolución muy importante en contra de la discriminación a la mujer en los años ’70. El film comienza con una gran decisión cinematográfica, donde vemos planos de un mar de hombres trajeados subiendo unas largas escaleras y la figura de la protagonista imponiéndose entre ellos, como dando entender que se estaba adentrando en un mundo en el que no era para nada bienvenida en esos tiempos. Al tratarse de una biopic, la película llega por todos los clímax conocidos en este tipo de proyectos. Aquí la narración es cronológica y vemos a la joven Ruth ingresar a la Universidad de Harvard para estudiar derecho y que luego por varios problemas por su condición de género, no llega a trabajar de socia en ninguna firma y termina siendo profesora en una universidad. El film cuenta con una gran actuación de Felicity Jones, que con el tiempo se va convirtiendo en una actriz con un rango muy versátil de actuación. El que también está bien es Harmie Hammer, quien personifica al esposo de la protagonista, aunque por momentos da la sensación que pudo haberle dado más a su personaje. Con el correr de los minutos la historia de Ruth te va atrapando más y más, si es que no conoces con detalle su vida. Pero comete varios errores de repetición de momentos innecesarios y también puede resultar abrumador escuchar reiteradas veces términos de derecho si no estás familiarizado en el tema. Sin contar que llegado a cierto lugar de la trama, más te vale que no te hayas levantado para ir al baño porque habrá algunos nombres específicos que tendrás que recordar para no perderle el hilo a la historia. Aunque sin lugar a dudas, lo más destacado es la escena final en la corte. El discurso poderoso que la protagonista les dice a esos jueces de la suprema corte es increíble y evidencia el maltrato que el género femenino tiene que lidiar en el ámbito laboral como también en el simple hecho de no poder caminar por una calle en libertad. La voz de la igualdad es una película que estaría muy bien que todo el público vea, tanto hombres como mujeres, pero que si le exigimos desde el lado del cine tiene algunos errores comunes que no la hacen una propuesta excelente a fin de cuentas. La voz de la igualdad es una película fuerte, esperanzadora y necesaria en los tiempos que vivimos.
Símbolo de lucha “La Voz de la Igualdad” (On The Basis Of Sex, 2018) es una película biográfica dirigida por Mimi Leder y escrita por Daniel Stiepleman. Protagonizada por Felicity Jones (Like Crazy, La Teoría del Todo), el reparto se completa con Armie Hammer (Llámame Por Tu Nombre), Justin Theroux, Cailee Spaeny, Kathy Bates, Callum Shoniker, Sam Waterston, Chris Mulkey, entre otros. La historia se centra en Ruth Bader Ginsburg (Felicity Jones), mujer judía nacida en Brooklyn que en 1957 fue una de las nueve mujeres que comenzó a estudiar Derecho en la Universidad de Harvard, establecimiento donde había más de 500 hombres en las clases. Con su marido Marty (Armie Hammer) dando batalla a un cáncer testicular y teniendo que hacerse cargo de Jane (Cailee Spaeny), su hija que en ese momento tenía dos años, Ruth no se dio por vencida y continuó sus estudios para convertirse en abogada en una época en la que la discriminación de género estaba ultra presente tanto en cientos de leyes como en la propia universidad. Ruth o Kiki, como la llamaban sus más allegados, rápidamente se dio cuenta de la opresión que existía hacia la mujer en el ámbito social y laboral, por lo que una vez graduada en la Facultad de Derecho de Columbia comenzó a utilizar sus conocimientos legales tomando casos que serían buenos ejemplos para llegar a la igualdad de género. Con el gran apoyo de su esposo, experto en Derecho tributario, Ruth se abrió paso poco a poco hasta llegar a la Corte Suprema de Justicia para exponer que la protección igualitaria femenina (y también masculina) no se estaba cumpliendo. Como segunda mujer elegida para ser jueza de la Corte Suprema de los Estados Unidos (la primera fue Sandra Day O’Connor), la feminista Ruth Bader Ginsburg marcó las bases de los derechos que las mujeres tenemos en la actualidad; es por eso que el nombre de la magistrada obtuvo una enorme popularidad en la cultura: su perseverancia para luchar por el cambio de las leyes constitucionales y poner sobre la mesa que la discriminación sexual existe hizo que Ruth tenga muy merecido todo el reconocimiento, admiración y aplausos que recibe día a día. Lamentablemente esta biopic no llega a hacerle justicia a su figura, en especial porque el filme decide enfocarse en uno de los primeros casos que Ginsburg tomó para defender ante la Justicia. Al poner toda la atención en un solo litigio, muchísimos aspectos de la vida de Ruth que son igual o más interesantes terminan no siendo mostrados, como por ejemplo que la abogada siempre apoyó el derecho al aborto y al matrimonio igualitario, que tres veces sufrió de cáncer y lo superó, que su primer libro fue considerado uno de los más vendidos en The New York Times, etc. Es entendible que una película no pueda abarcar cada detalle y logro de la jueza, sin embargo se hace imposible no comparar esta producción con el documental “RBG” (2018), el cual fue nominado al Óscar. Éste utiliza no solo material de archivo y entrevistas a los familiares y amigos de la magistrada, sino que también tiene como protagonista a la propia Ruth, lo que le da muchísima más fuerza al relato. Aunque Felicity Jones hace un buen trabajo al dar vida a una Ginsburg con gran carácter que no se deja pasar por encima, como espectador uno no logra conectar en un 100% con ella. La principal causa de este problema radica en el guión: a medida que avanza la trama los personajes hablan y hablan casi sin parar. No habría inconveniente si lo que dijeran fuera comprensible para las personas que no son abogados, sin embargo el vocabulario técnico y la velocidad con la que se expresan genera que sea muy fácil perder el hilo e interés de la historia, dejándonos con ganas de conocer de otra manera la vida de Ruth. Aunque “La Voz de la Igualdad” cuenta con buenas interpretaciones y un diseño de vestuario acorde a la época, el enfoque que se le dio a esta importante jueza no es de lo más acertado. Para conocer mejor sus grandes aportes y cambios que generó en la sociedad, mejor ver el dinámico documental de Betsy West y Julie Cohen.
Llega a la cartelera otra película muy en sincronía con la coyuntura, y muy necesaria para hacer una rectificación sobre la igualdad de género. On the basis of sex, título original de la cinta, cuenta la historia real de Ruth Bader Ginsburg, quien llegó a ser jueza de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos. Su vida profesional (e incluso personal) no fue fácil, y esta biopic da cuenta de ello. Aunque todo medio edulcorado, y con un “filtro muy Hollywood”, la película cumple su cometido y le llega al espectador. El ritmo es bueno, la directora Mimi Leder encontró un buen balance para retratar temas técnicos en cuanto a leyes, junto con la lucha por igualdad de derechos. Felicity Jones vuelve a demostrar, una vez más, que es excelente en todo lo que hace. Tal vez su envejecimiento (vía maquillaje) no está tan bien logrado o en concordancia con lo que ella esgrime, pero aún así sale muy bien parada. A este tipo de película no le hacía falta un co-protagonista fuerte, pero que alguien como Armie Hammer sea el ladero, le da aún más legitimidad. El resto del elenco está muy bien, y muy marcado, tal vez eso aleja un poco de la realidad. Pero odiás a quien te dicen que tenés que odiar y amás a quien te dicen que tenés que amar. Nunca hay grises. Y tal vez está bien que no los haya, que no haya detalles fidedignos en el cómo, para centrase más en el por qué. Aún parece increíble que esto haya sucedido hace tan poco tiempo, y que aún sucedan cosas similares. Hollywood siempre ha sido, para bien y para mal, un espejo y vidriera de la sociedad, los cambios, y lo que se viene. On the basis of sex, y producciones similares ya estrenadas y que están por estrenarse, dan testimonio de ello. Es un deber verlas.
Prolífica y veterana del cine y la TV desde los años '80 (dirigió películas como El pacificador, Impacto profundo o Cadena de favores y varios episodios de series como ER, The West Wing o The Leftovers), Mimi Leder regresa a la pantalla grande luego de un paréntesis de casi una década con este acercamiento ficcional que reconstruye y exalta la vida y obra de Ruth Bader Ginsburg (The Notorious RBG, como se la conoce popularmente), una de las figuras más importantes del ámbito judicial (y no solo judicial) del último medio siglo de historia de los Estados Unidos. Lanzada apenas cinco meses después de RBG, documental nominado al premio Oscar que también se propuso rescatar sus aportes fundamentales a la lucha por los derechos de las mujeres y las minorías primero como abogada y activista, luego como jueza y finalmente como integrante de la Corte Suprema, La voz de la igualdad resulta una biopic clásica (casi de manual), cuyo estreno en Argentina coincide con la celebración del 8 de Marzo y el auge del movimiento feminista del que RBG es reverenciada como matriarca, pionera, adalid, estandarte y referente ineludible. Interpretada por Felicity Jones, la versátil actriz inglesa vista en La teoría del todo, Rogue One: Una historia de Star Wars, Like Crazy y Un monstruo viene a verme, la RBG del film de Leder es una joven que va incursionando y destacándose en ámbitos no solo machistas sino en muchos casos directamente monopolizados por hombres. Con su cuerpo pequeño y apariencia frágil, esta joven judía logró sortear todo tipo de adversidades en los ámbitos académicos (Harvard) y tribunalicios hasta conseguir algunos triunfos históricos en juicios en pos de la igualdad de género (o, mejor, en contra la discriminación) a la que alude el título local de estreno. En cambio, el film no llega a su etapa como integrante de la Corte Suprema, donde fue protagonista de algunas sentencias (en mayoría o minoría) de fundamentales alcances (eso sí se puede apreciar en toda su dimensión en el citado y muy didáctico documental RBG). Su confidente, colaborador y marido de casi toda la vida (estuvieron juntos 56 años) fue el también jurista Martin Ginsburg, que en el film está encarnado por Armie Hammer. Si bien él siempre estuvo a su lado y la ayudó incluso en varios momentos decisivos, la película está muy lejos de minimizar los alcances de RBG porque fue ella quien ayudó -con una mezcla de inteligencia brillante y persistencia asombrosa- a cambiar en serio la historia estadounidense incluso en los períodos más tenebrosos del recrudecimiento del conservadurismo (ella es una opositora acérrima de Donald Trump). La voz de la igualdad no intenta disimular su apuesta al panegírico, al film-tributo y -por eso- hasta se anima a la aparición de la RBG real (ya anciana, pero absolutamente vigente a sus 85 años) en las puertas de los tribunales. Quien espere una película audaz en términos formales o llena de matices en el acercamiento a una figura pública es muy probable que se sienta frustrado. Se trata de una film “para la hinchada” y para que las nuevas generaciones se acerquen a un mito viviente, una personalidad fascinante, una mujer que hizo (y hace) historia. Una heroína de nuestro tiempo.
A tono con la ola feminista, con escasos meses de diferencia vieron la luz dos películas sobre la jueza Ruth Bader Ginsburg, emblema de la lucha por la igualdad de género y la segunda mujer en ocupar un lugar en la Corte Suprema estadounidense (cargo que aún ejerce). Una de ellas es el documental RBG -sin fecha de estreno en nuestro país- y la otra es esta biográfica, La voz de la igualdad. Aquí se cuentan básicamente dos momentos en la vida de Bader Ginsburg. Sus días en Harvard en la década del ‘50, años en que la prestigiosa universidad de Boston contaba con un ínfimo porcentaje de mujeres entre sus estudiantes. Luego, la imposibilidad de conseguir trabajo como abogada -al punto de tener que resignarse a la docencia- por el sólo hecho de ser mujer. Y, ya en los ’70, su intervención en un caso que sentó precedente sobre la discriminación basada en el sexo (On the Basis of Sex es el título original) en Estados Unidos. Las biopics -y más aún las que llegan desde Hollywood- en general repiten vicios. Dos de los más comunes: como suelen ser homenajes a personalidades destacadas, presentan versiones idealizadas, heroicas, de los protagonistas; para ser accesibles a la mayor cantidad de público posible, caen en un didactismo que se traduce en simplificación. La voz de la igualdad incurre en ambos pecados. La película es una sucesión de escenas epifánicas. A cada hombre que le pone una barrera en su camino, esta esposa abnegada, madre irreprochable y eximia profesional tiene una frase memorable para clavarle. Cuando todo indica que en alguna situación no hay salida, suena una musiquita optimista y, ¡zas!, a nuestra heroína se le ocurre una solución. Y entre tanta epifanía, las explicaciones. Por abordarse intrincados asuntos legales, cada tanto los diálogos tienen que iluminar lo que ocurre u ocurrirá. A esto hay que sumarles las escenas de feminismo explícito donde se enuncian consignas tan justas, ciertas y defendibles como dramáticamente contraproducentes. Sin embargo, algo del plan didáctico funciona: como primer acercamiento a una figura clave del feminismo, últimamente devenida ícono pop (con memes y parodias en Saturday Night Live incluidos), y como asombrosa exposición del grado de machismo que sufrían las mujeres en Estados Unidos hace sólo cuatro décadas. Una lucha que continúa.
La primera parte de La voz de la igualdad decepciona un poco por su apego a los lugares comunes de la biopic. Las secuencias iniciales con la joven Ruth Bader Ginsburg luchando contra los prejuicios como una de las pocas alumnas mujeres de la escuela de derecho de Harvard, a mediados de los 50, anuncian que el film se mantiene en un esquema ya demasiado conocido, en el que cada escena está diseñada para destacar la excepcionalidad de la protagonista y prefigurando un futuro que el espectador probablemente ya conoce. Pero aún en su forma esquemática el film resulta tan cautivante como la historia que cuenta. En gran medida se debe a la interpretación de Felicity Jones, que resalta la inteligencia, resistencia y fuerza de quien se convirtió en la segunda mujer en ser jueza de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos. Cuando la película se concentra en el caso con el que Ginsburg logró un importante cambio en la ley para que no se admita la discriminación por género, la película cobra mayores matices y explota sus mejores facetas. Una de ellas es su tratamiento del matrimonio como una sociedad de pares que se inspiran, apoyan y hasta presionan cuando saben que el otro tiene más para dar (lo cual también se extiende a su hija). El retrato de Martin Ginsburg, interpretado con mucho encanto por Armie Hammer, es el de un hombre que admira a su esposa y colabora para que ella pueda explotar el potencial que ambos saben que tiene, aunque al mundo le cueste aceptarlo.
La historia de Ruth Bader Ginsburg, una de las primeras mujeres en entrar en la Corte Suprema de los Estados Unidos, sin duda es fascinante e inspiracional además de perfecta para recordar a las mujeres del #MeeToo cómo se cimentó la igualdad por la que aún se lucha. Pero, a cargo de la televisiva directora Mimi Leder y en la piel de una actriz que no está a la altura del personaje, como Felicity Jones, el asunto no tiene ni la fuerza testimonial ni la intensidad dramática adecuadas. Leder ha logrado quitarle fuerza hasta a las imágenes apocalípticas producidas por Spielberg en “Deep Impact”: aquí muestra un edulcorado activismo feminista de los años ’70 que apenas se luce por el colorido del vestuario hippie de algunas escenas. Mejores son las escenas previas en la Harvard de los ’60, cuando entre 500 nuevos estudiantes hombres, sólo se permite el ingreso a 9 mujeres, y encima les dan la bienvenida en una reunión en la que la pregunta central es por qué cada una de una ellas merece el lugar de un hombre en universidad (el guión está escrito por un sobrino de Ginsburg, que debe haber escuchado desde chico la respuesta: “quiero estudiar leyes para entender el trabajo de mi marido y comprenderlo mejor”). El caso principal que marcó la igualdad entre hombres y mujeres, el climax de esta película, tiene grandes momentos, pero de todos modos uno no puede dejar de preguntarse qué tanto mejor habría sido esta biopic en las manos de algún experto en dramas tribunalicios, como el recordado Sidney Lumet.
Esta semana se cierra con el Día de la Mujer y oportunamente se estrena La voz de la igualdad, una biopic inspirada en la historia real de Ruth Bader Ginsburg, abogada pionera en la lucha por la igualdad de derechos de las mujeres, y la segunda mujer en convertirse en miembro de la Suprema Corte de los Estados Unidos. Además en 2018, esta luchadora feminista también fue la protagonista del documental RBG, filme nominado a mejor largometraje documental en la última edición de los Oscar. La voz de la igualdad se inicia en 1956, año en el que Ruth es una de las seis mujeres que ingresa a Harvard para estudiar leyes. En una cena de camaradería para darles la bienvenida, el decano las invita a presentarse y darle “una buena razón” que justifique por qué están ocupando un lugar que debería ser para un varón. Ese comienzo ya nos habla del clima adverso y de los muchos obstáculos que debía enfrentar una mujer con aspiraciones a ser algo más que un ama de casa en esa época. A pesar de todo, Ruth sigue adelante y emprende una lucha tenaz por la igualdad de derechos que será la idea fuerza a lo largo de toda su carrera. Además de ser profesora universitaria, ella decide que los jueces tienen que aggionarse ante el cambio de época y entender los cambios en la sociedad y el rol de las mujeres a partir de los ’60, lo que implicaba revisar numerosas leyes que hasta ese momento consagraban la discriminación por género. La película está bien contada y resulta entretenida e interesante, a pesar de que se centra en temas legales que atañen a la Corte Suprema de EEUU y los vericuetos del sistema judicial estadounidense, que difiere del nuestro en el sentido de que los jueces no fallan sobre la base de un código, sino de los antecedentes que forman la jurisprudencia sobre la que se apoyan los principios jurídicos aplicables y las futuras decisiones emanadas de los tribunales. El filme matiza ese debate, que podría ser un tanto árido, con el romance entre Ruth (muy bien interpretada por Felicity Jones) y su marido y colega, Marty (buen trabajo de Armie Hammer), y la vida familiar, especialmente la relación entre madre e hija adolescente, lo que le aporta una dimensión humana al personaje de esta mujer diminuta que se plantó ante la injusticia como si fuera una gigante y cambió la historia de su país.
Esta película está basada en la vida de Ruth Bader Ginsburg, una joven que quiere ser abogada. En este camino se topa con multiples obstaculos, con los que seguramente no se hubiese enfrentado de haber sido hombre. Durante el transcurso del film, Ruth se enfrenta a un caso fiscal con su esposo, el abogado Martin Ginsburg , sabe que esto podría impactar en el rumbo de su carrera y la forma en que los tribunales consideran la discriminación de género en los Estados Unidos de América. Está película transcurre en los años 50, 60 y 70. La ambientación de época está bien lograda y el vestuario es espectacular, acorde a cada momento histórico. Excelentes actuaciones acordes a la época Es una linda historia que no solo trata de la discriminación hacia las mujeres sino que también muestra que también hay marginación hacía los hombres. Un inconveniente que tiene este film es que usan mucho lenguaje técnico. Si no se tiene conocimiento de leyes norteaméricanas puede que por momentos se dificulte la comprensión. Quizás simplificado un poco el lenguaje judicial todos serían capaces de entenderla completamentamente.
Ruth Ginsburg es una entusiasta estudiante de abogacía, que tiene que padecer haber crecido en los 60, época donde la mujer jamás podría hacer las mismas cosas que el hombre. Pese a todo, y debido a su tenacidad, Ruth no solo se recibe, sino que se volverá una de las abogadas pioneras en la lucha por la igualdad. Hoy nos toca hablar de La voz de la igualdad, película que se nota a la legua, que estaba planeada para ser estrenada en épocas de premios, tratando de aspirar a alguno. ¿En que nos basamos para afirmar esto? Solo hay que ver el elenco y la temática que toca. Y pese a eso, debemos decir que su ninguneo en todas las ceremonias, es entendible. El mayor error de La voz de la igualdad, es que peca de estar prefabricada. Tanto en su estilo de filmación (bastante regular, sin nada que la destaque por sobre la media), el recurrir a un tema actual pero que tuvo su caso real en el pasado; deja en evidencia las intenciones de los productores de querer conseguir premios. De todas formas debemos decir que el trabajo de Felicity Jones en el rol de Ruth Ginsburg es impecable. La actriz británica logra trasmitir toda la frustración que debía sentir una mujer en los 60, al ser tratada como un adorno de los hombres, sin ningún tipo de aspiración o auto superación personal. En ese sentido, la película también se queda corta; ya que solo en el final vemos como a Ruth las cosas se le complican seriamente. Mientras, en el resto del film, cada traba que suponemos se le presentó, son obviadas del metraje, y resueltas fuera de campo; haciendo que el espectador suponga que la protagonista logró avanzar a base de esfuerzo. Si bien es un buen recurso que la audiencia ponga de su parte, nunca vemos un verdadero reto. También debemos recalcar, que en el final de la movie, se nos presentan las clásicas letras contándonos que fue de los personajes, y tenemos que admitir que la vida de Ruth Ginsburg fue mucho más interesante de lo que plantea la película, haciéndonos pensar que quizás se dejaron lo mejor fuera del guion, y solo vimos sus inicios como abogada de “causas perdidas” De todas formas La voz de la igualdad no es un mal film. Pese a abusar en algunos tramos de lenguaje legal (más de un espectador se va a aburrir en estos tramos), la historia es llevadera y está bien actuada tanto por la nombrada Jones como por Arnie Hammer. Pero es demasiado poco para una cinta que pretendía establecerse y pisar fuerte en la temporada de premios.
La película tiene a priori en gran atractivo de contar en la historia real de la segunda jueza de la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos, Ruth Bader Ginsburg, una mujer pionera en la lucha de igualdad de género, y la vuelta al cine de Mimi Lader (“El Pacificador” e “Impacto Profundo”) después de una larga y premiada carrera como directora en televisión. El impacto de la historia de Bader Guinsburg atraviesa toda una película que si bien tiene un recorrido convencional de biografía, y es básicamente una película con muchos detalles legales, el guión de la directora y Daniel Stiepleman (sobrino en la vida real de la protagonista), no decae. Desde el comienzo de sus estudios de Ruth hasta el momento que ella y su marido encuentran el caso perfecto, tiene un desarrollo interesante. El caso que toman es el de la discriminación de un hombre porque hace una tarea especificada en las leyes para las mujeres, cuidar a un familiar. El film comienza y termina con unas escalinatas, las que sube la joven Ruth, una de las nueve mujeres admitidas en Harvard en 1956 y luego cuando finalmente gana un caso que abrió las compuertas de la igualdad ante la ley sin importar el género. Todo en la película esta puesto correctamente para emocionar con la lucha de esta mujer singular. Primero sola, siendo la graduada más brillante nunca la tomo un estudio y se tuvo que conformar con dar clases, la enfermedad de cáncer que tuvo y supero su marido con su ayuda fundamental y finalmente la unión de este matrimonio en una verdadera cruzada. Felicity Jones y Army Hammer tienen la química perfecta como para ponerle un moño a este film que emociona legítimamente.
En vísperas del Día de la Mujer, dos películas recientes muestran el interés que por la personalidad de una mujer, Ruth Bader Ginsburg, han tenido distintas directoras para destacarla en su metraje. Una es el documental nominada al Oscar "The Notorius B.I.G" y la otra, "La voz de la igualdad", de Mimi Leder. Su lucha ha sido por la aceptación legal de la igualdad de derechos y su actual cargo de jueza de la Corte Suprema de los Estados Unidos da una idea de cómo la prosecución de un objetivo puede llegar a su concreción. El filme se mueve dentro de una línea tradicional orientada hacia la biografía, dentro de un contexto socio-político con una figura más o menos modélica. En base a hechos que se elevan como significativos en una carrera de obstáculos como la de Bader Gisnburg en la Norteamérica de los años "60 y "70, la personalidad de esta sencilla estudiante de Leyes va mostrando ya a las autoridades incrédulas ante la igualdad de género que inteligencia y astucia pueden ser una dupla peligrosa. Ni el decano de Harvard, Erwin Griswold (estupendo Sam Waterston), durante su estadía universitaria, bromeando acerca de la posibilidad de las mujeres de desempeñarse como abogadas en lugar de los hombres, escapó a los filosos comentarios de una alumna que recurrió como él al humor para criticar la sugerencia. Ruth Bader Ginsburg fue aquella abogada joven que logró que el caso de un hombre maltratado por la Justicia visibilizara con la sentencia final los casos de discriminación sexual, y también la que logró una unión exitosa con otro abogado que se convirtió en su esposo, Martin Ginsburg (Arnie Hammer), que complementó una unión duradera y exitosa. RECORDADAS FIGURAS La historia, bien llevada por Mimi Leder ("La parte del todo"), con todos los clichés que suponen los filmes biográficos, permite conocer a una heroína por los derechos de la mujer, muy bien encarnada por Felicity Jones. En cuanto al correcto elenco, reencuentra a figuras como Sam Waterston ("Crímenes y pecados", "Septiembre" de Woody Allen) o Kathy Bates ("Misery", "Mediodía en París"), como la feminista Doroty Kenyon. En alguna medida, viendo las acciones de la protagonista hoy, a los 85 años, en la Corte estadounidense, puede comprenderse esa condición de rebelde que le valió el nombre de "Notorius RBG" en honor al rapero The Notorius Big.
Una historia inspiradora y conmovedora que a pesar de sus convencionalismos, enseña que no hay que rendirse y a perseverar en la lucha por conseguir el bien común.
CUANDO NO SOLO LA JUSTICIA LLEGA TARDE. En una época donde la lucha por la igualdad y las voces de las mujeres se hacen oír con la debida importancia, la directora Mimi Leder centra su nuevo film en la prestigiosa figura de Ruth Bader Ginsburg (Felicity Jones), alguien que desde fines de los años cincuenta y a lo largo de casi tres décadas debió lidiar contra todos los impedimentos de la sociedad de su época para estudiar derecho en Harvard, Columbia y lograr que se reforme la Constitución Nacional en pos de que hombres y mujeres gocen igualdad de derechos. El film posee una importancia histórica y actual necesaria de hacerse oír y ver, pero la forma en que su directora decide narrar los hechos develan cierto oportunismo para con las lucha de derechos y el movimiento feminista. De haber aparecido en escena unos cinco años antes, La voz de la igualdad sería un film con un mayor peso en el panorama actual y, al igual que lo fue su protagonista, pionero en cuanto a la relevancia de su temática. Sin embargo, y más allá del gran talento y carisma que resultan de la presencia en pantalla de Felicity Jones y de Armie Hammer interpretando a su marido Martin, el film parece haber llegado algo tarde. Su mensaje y temática busca —a través de cierto oportunismo— sumarse a la problemática actual que otras producciones han sabido desarrollar con una mayor voz y honestidad. Esto es percibido a través del desarrollo de la historia, la cual resulta correcta en forma y contenido pero no resuena fuerte a través de su mensaje, a diferencia de lo que sucede con quienes participan activamente para exigir respeto e igualdad de género. La historia se plantea con una serie de dificultades que Ruth, o Kiki para los amigos, debe afrontar a la hora de hacerse respetar ante la mirada de superioridad masculina de sus docentes y compañeros de clase. Al mismo tiempo, Ruth se ocupa de la educación de su pequeña hija y del cuidado de su marido, también estudiante de derecho, que padece cáncer testicular —un elemento más anecdótico que funcional a la trama ya que no es para nada crucial y prontamente es olvidado dentro de la historia. Un cuantioso salto en el tiempo y una serie de hechos pasados por alto hacen que el foco del film pase a ser la preparación de la protagonista para llevar a juicio un caso que, de ganarlo, posibilite el cambio social tan buscado. Esto hace que el film comience a perder la fuerza de la que gozaba en un principio gracias a la forma y el carisma de su protagonista. La ausencia de hechos que podrían construir de mejor forma el arco de crecimiento del personaje y el tedioso foco de atención puesto en la elaboración y los tecnicismos de leyes judiciales que solo pueden resultar interesantes para quienes se dedican a la abogacía, son la razón por la cual el film de Leder pierde dinamismo, y por ende, el interés del público. Los momentos menos interesantes logran sostenerse en ocasiones gracias a la química actoral entre Jones y Hammer: ambos se lucen en pantalla y reflejan de manera hermosa el apoyo y el amor incondicional que los personajes se tienen. Pero más allá de ello, la trama no evita caer estrepitosamente en una monotonía temática y un hundimiento narrativo del cual no puede escapar al menos hasta su climax final. El personaje de Ruth se destaca visualmente muchas veces a lo largo de la historia por las prendas en tonos azules que suele vestir. El azul, representación estética muchas veces de tristeza y vulnerabilidad, aquí se ve reformulado en la valentía y la fuerza luchadora que posee la protagonista. Este bello detalle, que refleja y destaca el valiente espíritu de Ruth, brinda de un costado estético a un film que no lo posee en demasía y que opta mayormente por una puesta que no sobresale demasiado. Los detalles de tonalidades se vuelven también un reflejo de lo que ocurre con el desarrollo del film cuando los tonos azules de Ruth son cambiados por vestimentas más opacas o monótonas, funcionando, paradójicamente, como metalenguaje de la pérdida de relevancia e interés por el film. La voz de la igualdad posee un discurso importante y refleja las vidas de quienes luchan día a día para borrar las diferencias sociales y de género que siguen rigiendo en la sociedad, pero es la forma en que se escoge dejar un mensaje lo que hace que el mismo termine perdido y olvidado por la debilidad narrativa de un film que no supo manejar debidamente la relevancia de la historia que tenía en sus manos. Mimi Leder nos narra los hechos, pero en medio del relato, termina perdiendo la voz. Por suerte, al salir a las calles, hay voces que buscan lo mismo haciéndose oír mucho más fuerte.
Una mujer contra la corriente de la desigualdad Ruth Bader Ginsburg (Felicity Jones), hija de inmigrantes judíos nacida en New York, es una destacada estudiante, muy inteligente y con excelentes notas, que logra ingresar a la Universidad de Harvard. Siendo una de las nueve mujeres más distinguidas, comienza su formación como futura abogada empujada por las injusticias tanto en su carrera como su labor profesional, y así buscar impulsar grandes cambios para lograr más derechos para las mujeres estadounidenses. La voz de la igualdad (On the Basis Of Sex) una película bibliográfica, llevaba a cabo por la directora Mimi Leder, y que trata sobre la discriminación de género en el marco de las leyes y en la sociedad, como en el ámbito laboral. Se podría decir que es un drama judicial con un buen enfoque en su narrativa, a pesar de que narran toda la vida por completo, pero que si plasman en pantalla la lucha de esta icono del feminismo que es Ruth Bader Ginsburg. Las actuaciones son fantásticas, sobre todo por la manera en que se expresan; las miradas, las discusiones, se sienten como si de verdad estuvieras allí, y es por eso que han elegido muy bien el cast para esta película ya que logran convencer el papel que están interpretando. Y en cuanto a la escenografía no será la mejor ya que no se necesitan tantos elementos para ubicarse en la época pero si se aprovechan bien con buenas tomas y un muy buen vestuario. Si se conoce la historia y la vida de Ruth Ginsburg previamente, no hay elementos que se escapen, pero para aquellos que no conocen nada de ella, es una biopic muy buena en donde acto por acto queda claro su reconocimiento en la lucha feminista. No solo nos relatan como era ella en su vida en el ámbito estudiantil y profesional si no también en su vida intima. Estas escenas personales demuestran como era afrontar los obstáculos desde su casa, con su familia, la habitación y la maquina de escribir. La narrativa fue muy bien tratada ya que medida que surgían incógnitas estas eran respondidas. A pesar de que no cuenta con vacíos argumentales, si quedan algunas dudas sobre el final ya que esta película se centra en su primer caso, pero dejan ganas de saber algo mas del personajes y algunas incógnitas del tipo: “¿cómo siguió su carrera?, ¿qué otros logros tuvo ella y su esposo?, ¿qué ocurre con sus hijos?, ¿Fue el único caso que trató?” que si bien fueron respondidas, tal vez no de la manera que uno esperaría, pero trataron de compensarlo con un discurso real de Ginsburg. No es una película difícil de seguirle el ritmo ya que esta tratando sobre la desigualdad de genero que existía en esa época entre hombres y mujeres- un tema muy recurrente en la actualidad- pero si el espectador no sabe de política y leyes entonces es recomendable escuchar atentamente y tomar apuntes si les interesa entender un poquito mejor sobre que discuten en la trama.
El nuevo film de Mimi Leder, "La voz de la igualdad", se aprovecha de cuestiones en debate actual, para traer una historia más bien anecdótica, localista, con un tratamiento innecesariamente técnico. ¿Cuántas veces dijimos que el arte se suele nutrir de los temas de interés del momento? Desde aprovechar el día de San Valentín para traer historias románticas, a la aparición en la filmografía nacional de películas con temática LGBT+ desde las sanciones de las leyes de matrimonio igualitario e identidad de género. El “oportunismo” no debe ser per sé, una cuestión negativa, es saber ver el momento adecuado. Los problemas comienzan cuando más allá de esa “oportunidad” no pareciera haber mayor sustento. Una cosa es esperar el momento adecuado para estrenar o hablar de algo; y otra es aprovechar que algo está candente para sumarse a la ola y sacar una tajada. Este pareciera ser el caso de "On the Basis of Sex", que para mayor oportunismo, en la distribución local le pusieron La voz de la igualdad (importante poner la palabra Igualdad), y la estrenan en la misma semana del día internacional de la mujer. Basada en una historia real, Ruth Bader Ginsburg es una destacada jueza y jurista estadounidense, reconocida por su lucha a favor de los derechos de la mujer, sobre todo en cuanto a la inserción en el ámbito laboral. Logrando ser miembro de la Corte Suprema de aquel país en 1993. Eso sí, es destacada y reconocida, en su país, un dato no menor. Felicity Jones le pone la piel a Ginsburg, llevando los inicios de la historia al momento en que ella era una estudiante universitaria; casada y con una bebé. La película se estructura en dos partes diferenciadas de su biografía. En un primer tramo, imponiéndose en el ámbito académico, como una estudiante que aspiraba a más que el resto – acá hará que recordemos mucho a La sonrisa de Mona Lisa –, y luego ejerciendo su profesión como joven abogada ante un caso emblemático para su país. Una de las primeras escenas ya la pinta de cuerpo entero. En una cena académica presidida por el decano de la facultad (Sam Waterston, totalmente desaprovechado, en plan viejo machista), este hombre le pregunta a cada una de las estudiantes mujeres qué es lo que las lleva a estudiar derecho. Por supuesto, todas las respuestas serán banales, hasta llegar a Ruth que nos espeta el primero de sus panfletos dialogados ante la mirada atónita del señor anticuado y su conservadora mujer. En este primer tramo veremos cómo Ruth logra ser una mujer multiuso, como la procesadora Yelmo que hizo historia ¿? Ruth puede con sus estudios, destacándose, pero sin dejar de lado a su hija y a su marido, también abogado. Aquí el dato fundamental de "La voz de la igualdad". No sólo veremos cómo Ruth es una feminista que no descuida ningún frente, sino que conoceremos a su marido, Martin Ginsburg (Armie Hammer), el ejemplo de dulce de leche hecho hombre… pero del hogar se sigue encargando Ruth, sino ¿para qué es una Yelmo multiuso? Así las cosas, la historia de amor entre Ruth y Martin signa la película, y el hombre será el bastón sobre el que Ruth siempre se apoyará ¿Qué? ¿Las mujeres pueden valerse solas? Posteriormente, llegará a manos de Ruth y Martín un caso impositivo en el que un cliente, masculino, quiere hacer valer sus derechos igualitarios para adherirse a una condonación de impuestos, que, según la Constitución, sólo le correspondería a las mujeres ¿Podrá Ruth maravilla triunfar ante esta nueva adversidad? No sin la ayuda de un equipo conformado por todos hombres, que la asesoran en lo que ella es novata, ¿y adivinen quién encabeza el buffet de abogados de la contraria? Sí, el otrora decano. En fin. Más allá de la veracidad de los hechos relatados, que no serán puestos en dudas en estas líneas, el guion de Daniel Stiepleman, no hace demasiado por hacerlo verosímil, gracias a presentarlos como una serie de viñetas biográficas, y de una construcción de diálogos demasiado ampulosa. No es la primera vez que Mimi Leder recae en una narración innecesariamente declamatoria. En su ópera primera cinematográfica, "El pacificador", ya puso a Nicole Kidman y George Clooney a tirar panfletos de manual mientras se salvaban de una conspiración gubernamental. Hasta lo hizo en medio de una película sobre el choque de un asteroide contra el planeta como Impacto profundo (hasta ahora su mejor película). Como si no fuese suficiente con el guion de Stiepleman, que se encarga de remarcar todo, y hacer que los personajes hablen con un manual bajo el brazo, que luego parecieran no llevar a la práctica; Leder lo adorna con música incidental, y un uso de los planos y del montaje para que todo sea visto como para la posteridad. Si hasta la hija pequeña pareciera que tiene cosas importantes para decir. Jones y Hammer tienen química, y más de una vez, son ellos los que salvan las escenas. La reconstrucción de época también es correcta, aunque tampoco se destaca por sobre la media de un film con presupuesto como este."La voz de la igualdad" cree estar hablándole al mundo, cuando en verdad aborda una historia que sólo reviste interés dentro de su país. Para agravar las cosas, cuando se adentre a resolver el caso, se pondrá innecesariamente técnica, utilizado un lenguaje y un accionar de difícil comprensión para aquel que no es legista. Todo se alarga bastante más de lo debido. La voz de la igualdad se presenta como una propuesta con mucho para decir y enseñar; sin embargo, la torpeza de su guion, el mal desempeño de su directora, y la incongruencia de sus postulados con la forma en que los personajes actúan, nos hacen ver que detrás del discurso, hay solo cáscara. Mientras tanto, en esta misma semana se estrena el documental "Juntas", y todavía están en cartel "Mocha" y "Reina de corazones"; y acaban de subir a Netflix la comedia romántica "¿No es romántico?". Cuatro exponentes menos ambiciosos, pero mucho más efectivos a la hora de hablar de derechos de igualdad e identidad. A veces, menos es más.
Todo es invención: la democracia, los géneros, los dioses, los derechos; todo lo que es del orden de la vida humana refiere a un azar que puede constituirse en hábito, luego costumbre, después cultura, finalmente ideología. Con el tiempo, se instituyeron principios e ideales, uno de ellos la igualdad, otro, la libertad. Del siglo XIX a la actualidad, la primitiva fijación de someter toda una civilización a la supremacía del macho empezó a debilitarse. El indetenible proceso de desmasculinización está en marcha. La historia de Ruth Bader Ginsburg, ilustre abogada dedicada a los derechos civiles en Estados Unidos, pertenece a ese giro multicultural que hoy es parte de un clima de época. Este biopic o hagiografía secular sobre Ginsburg no disimula su vocación didáctica. Ya en el inicio, cuando Ginsburg asiste a su primera clase en Harvard, Mimi Leder amontona hombres de trajes que ocupan el plano, como si se tratara de un ejército de machos alfa, e introduce la excepción: los tacos de una mujer que desentonan con los zapatos de las bestias. Para reforzar el sentido, la musicalización elegida es una marcha militar. Este es un mundo que empieza a desvanecerse, he aquí una fecha clave. El relato comienza en los 1950, pero se establece en la de 1970 y se apoya principalmente en un caso que puede sumar jurisprudencia. Ginsburg defendió a un hombre soltero que pedía una deducción de impuestos como beneficio legítimo debido a que tenía que ocuparse de su madre convaleciente. La inteligencia de Ginsburg fue ver allí un caso por discriminación de género, de lo que se podía predicar una cantidad de otros casos, aunque ligados a las mujeres. Si bien La voz de la igualdad añade algunos temas secundarios (la relación de Ginsburg con su marido, un abogado exitoso que sobrevivió al cáncer de próstata, y la relación con sus hijos), todo el esfuerzo narrativo se dirige al juicio y, en especial, a la defensa en cuatro minutos de Ginsburg frente a tres miembros de la corte convencidos del eterno orden natural (y machista) del mundo. Más allá de algunos encuadres vistosos, un trabajo férreo sobre los momentos de argumentación judicial y alguna que otra interpretación (de los intérpretes secundarios), el filme de Leder se atiene a su legítima misión evangelizadora y subsume su estética a ese objetivo. Los matices se suspenden, también la ambigüedad; Ginsburg es aquí una heroína sin otra característica (loable, sin duda) aparte de esta: razonar y cuestionar cualquier “verdad” evidente. Lo mismo sucede con el resto de los personajes. Un solo rasgo los define; es casi como un cómic: están los buenos y los malos. La lucha microfísica de los derechos reside en la presunta intemporalidad de la ley, y esta se modifica en la acumulación de casos. Esto está implícito en la forma de enseñanza. Desde el inicio del filme, los estudiantes siguen una tradición en la que se aprende a través de casos. Las grandes estructuras jurídicas se horadan frente al caso que demuestra la injustica. Es por eso que el edificio de la ley trastabilla ante la jurisprudencia. De allí en más, es cuestión de tiempo.
NOTAS AL MARGEN En tiempos de lucha feminista, el cine no puede -no quiere- quedar al margen. Y por eso se comienzan a buscar íconos sobre los cuales trabajar relatos edificantes que sostengan esas luchas que se dan en otros sectores de la sociedad. Para los norteamericanos, la figura de la abogada, docente y jueza Ruth Bader Ginsburg es emblemática, porque arrastra más de medio siglo de militancias en búsqueda de la igualdad, y porque además resulta una personalidad con poder dentro de un sistema que se ampara tanto en la representatividad de sus instituciones. Tanto poder, que llegó a ser integrante de la Suprema Corte de Justicia y actualmente es una presencia indisimulable desde lo cultural, donde aparece reflejada hasta en disfraces de Halloween y su nombre se convirtió en sigla RBG. Por lo tanto, es un personaje ideal para llevar al cine, porque no sólo su discurso coincide con un tiempo histórico, sino además porque a las necesidades del biopic presenta en su vida diversos escollos que la imponen también como un ejemplo de autosuperación, como si todo lo demás no alcanzara: una mujer pequeña, judía y de Brooklyn avanzando en un mundo de hombres. Todo esto se puede ver en La voz de la igualdad, que presenta la vida de la jueza como una enciclopedia ilustrada y sin demasiado vuelo. La experimentada Mimi Leder es quien se pone detrás de cámaras, luego de casi una década sin presencia en la gran pantalla. La directora de films de género como El pacificador o Impacto profundo aplica su artesanía a otro relato de géneros, o sobre los géneros, y la mirada estanca que la Justicia norteamericana ha tenido sobre ellos: el quiebre del relato lo representa un caso emblemático llevado adelante por Bader Ginsburg y su esposo, en el que no se le reconocían tributariamente a un hombre soltero los gastos y complicaciones monetarias que representaba el cuidado de su madre enferma. Ese quiebre no sólo es productivo para el personaje porque significa la concreción de un universo basado en las igualdades y las injusticias, que era más teórico que práctico, y también lo es para el relato, porque convierte a la película en un film de juicios, con todos los clichés imaginados pero no carente de cierta emoción: hasta esa situación, La voz de la igualdad era un resumen a lo Wikipedia de los grandes hitos en la historia de la protagonista. Ahora bien, tanto cuando no funciona como cuando funciona, La voz de la igualdad es una de esas películas en las que pareciera que los personajes van acompañados de un guionista que les aconseja la frase justa en el momento indicado. Y eso sobresale en el personaje de la hija de Bader Ginsburg, una joven construida sobre frases hechas y lugares comunes, que es funcional al arco dramático del personaje (es quien le hará ver los caminos divergentes que puede tener una misma lucha) pero excesivamente subrayada en sus parlamentos, incluyendo una ridícula escena bajo la lluvia compartida entre madre e hija que parece más una publicidad buena onda de Sprite. Pero el mayor problema que encuentra Leder es que el meollo de la historia es una trama judicial y administrativa que necesita de un poco de exposición para ser comprendida. Sin embargo, la solución que encuentra la película es un tanto rudimentaria, con parlamentos que nos explican aquello que supuestamente no entendemos. Film didáctico y anodino narrativamente (hasta la dichosa llegada del citado juicio), se parece más al borrador de uno de los abogados que aparecen por ahí, lleno de tachones y notas al margen explicando todo para que no quede nada afuera.
Es un homenaje más que otra cosa y repite recetas muy transitadas por algunos biopic de esta época, consagrados a exaltar en forma desmedida la figura de su protagonista. Por suerte se trata aquí de Ruth Bader Ginsburg (RGB), activista, abogada, una figura notable, que no sólo fue la segunda mujer en llegar a la Corte Suprema de Justicia, sino que hizo historia como una luchadora tenaz, inteligente y consagrada a luchar por los derechos de la mujer en un momento donde había sólo obstáculo. Después, a la sombra de una hija que le habla sobre nuevos tiempos que exigen nuevas formas de acción, RGB logra hacerse de un caso aparentemente menor que al final le permitirá exponer ante un alto tribunal la postergación de la mujer, las formas capciosas de un patriarcado que las ponía “no en un altar sino en una jaula”. El film de Mimi Leder, una realizadora sin vuelo, tiene debilidades: le falta intensidad, una actriz con más fuerza, mayor compromiso con la historia y menos almíbar en el hogar y más barro en las calles. Pero la vida de RGB es fascinante y en la parte final, cuando ella invita a los miembros de ese alto a torcer la historia, el film adquiere el peso y la potencia dramática que le venía faltando. Estrenado a la par del documental “RGB”, “La voz de la igualdad” se acomoda perfectamente a los vientos que soplan estos días. Y vale la pena repasar algunos de los hitos de esta verdadera heroína que con su empuje, su persistencia y su talento fue otra de las tantas que abrió ventanas para dejar circular nuevos aires por todos los corredores.
Cuestión de género No es casual que se estrene La voz de la igualdad (On the basis of sex, 2018), la historia de Ruth Bader Ginsburg protagonizada por Felicity Jones y Armie Hammer, en vísperas del día de la mujer. Tampoco es casual que su campaña publicitaria intente traccionar a un público que ha visto cómo en el último tiempo la cuestión de género ha tomado mayor visibilidad (por suerte) gracias al trabajo organizado de mujeres que pusieron un freno a situaciones de inequidad y diferencia en la sociedad. La voz de la igualdad recupera la historia de esta mujer que llevó la cuestión de género a lo más alto de la jurisprudencia americana con un relato convencional, y pese a que Mimi Leder (Cadena de favores) decide ir por lo seguro, la tensión lograda desde la narración, con una estructura simple y bien concreta, posibilitan que trascienda cuestiones formales para convertirse en un verdadero panfleto (en el buen sentido de la palabra) de la lucha feminista y realización personal. Con dos hijos y un marido a punto de dejarla viuda, la joven debió sortear todos los lugares comunes y diferencias que una mujer en esa época tenía que soportar. Pero claro, la resistencia dura hasta que un pequeño atisbo de posibilidad de cambio puede llegar, y es así que cuando la abogada decide defender a un hombre en un caso que probablemente pueda llegar a tener una concreta modificación en el trato igualitario entre hombres y mujeres. A patir de ahí su vida y la de los suyos, cambiará para siempre. Pensada como una biopic de juicios, la primera etapa de Bader Ginsburg luchando contra sus propios fantasmas, presenta cuestiones más costumbristas acerca de la vida en familia, su relación con la cocina (el lugar para la mujer por ese entonces), el enfrentamiento con su hija, y los golpes que recibe afronta su vida profesional. Pero en aquello de “un tropezón no es caída”, Bader Ginsburg continúa luchando por un trato igualitario en el ámbito académico, laboral, familiar y un cambio de pensamiento en las estructuras patriarcales de la justicia. Hacia la segunda parte del film se concreta el juicio, con el esfuerzo de la mujer y su familia por sostener sus ideas, desembarcando en el sub género de películas de juicios con el agregado de la temática. Un ítem de agenda y actualidad pero con las logradas interpretaciones de Jones y Hammer, y los papeles secundarios de Kathy Bates, Sam Waterston y Justin Theroux, en un mensaje acorde a los tiempos que corren.
¿Quién es la famosa Ruth Bader Ginsburg? Este correctísimo drama biográfico nos muestra sus primeros pasos en la lucha por la igualdad legal entre géneros. “La Voz de la Igualdad” (On the Basis of Sex, 2018) no tuvo mucha repercusión durante la temporada de premios, pero qué mejor fecha para estrenarla en nuestro país que el marco de los “festejos” por el Día de la Mujer. La película dirigida por Mimi Leder -responsable de obras tan opuestas como “Impacto Profundo” (Deep Impact, 1998) o “Cadena de Favores” (Pay It Forward, 2000)- se cruza con otro ícono femenino en la taquilla para completar una semana cargada de heroínas reales y de ficción; y aunque sabemos que “Capitana Marvel” (Captain Marvel, 2019) se lleva todas las de ganar, este drama biográfico basado en la figura de Ruth Bader Ginsburg, tiene un inmenso valor como documento histórico, más que como relato cinematográfico un tanto genérico. ¿Quién es esta señora (ahora entrada en años) a la que tanto mal le desea Donald Trump a través de su cuenta de Twitter? Ginsburg es jueza y jurista norteamericana, una de las pocas mujeres en llegar a la Corte Suprema de los Estados Unidos, y una de las luchadoras más incansables por la igualdad legal de derechos entre hombres y mujeres. Ruth se convirtió en todo un emblema de la cultura popular y durante el año pasado inundó las pantallas con el documental “RBG” (2018) -nominado al Oscar-, y esta película que cuenta sus primeros años en la práctica y ese “caso” que cambiaría su carrera para siempre. Licencias poéticas e históricas aparte, “La Voz de la Igualdad” comienza en el año 1956 cuando la joven Ruth (Felicity Jones), esposa y madre de una bebé, arranca sus estudios en la escuela de leyes de Harvard donde se convierte en una de las nueve mujeres que comparte clases con otros 500 hombres. Un privilegio que el decano y otros superiores no le dejan de remarcar, aunque nada de esto tenga que ver con sus propias capacidades. Pronto la vida se le complica cuando su esposo Martin Ginsburg (Armie Hammer) -estudiante de segundo año- es diagnosticado con cáncer testicular. Ella decide atender a ambas clases para que él no se quede atrás y pueda recuperarse al mismo tiempo. Ambos forman un matrimonio igualitario a prueba de todo, pero dos años después Martin consigue un importante trabajo en una firma de Nueva York, obligando a mudar a toda la familia e interrumpir los estudios de Ruth que, ante la negativa de un traslado a la universidad de Columbia, debe comenzar casi de cero. Sin importar que ella sea la primera de su clase a la hora de la graduación, ningún estudio tiene la intención de contratarla, justamente, por ser mujer. De ahí que Ginsburg se resigne y comience a dar clases en la escuela de leyes de Rutgers, enseñando a las nuevas generaciones sobre discriminación en base a los sexos. En 1970 llega el gran giro a sus vidas y a la carrera de Ruth cuando su marido trae a colación un caso particular de “discriminación” -en realidad tiene que ver con la evasión de impuestos-, donde el excluido es un hombre. Este pequeño fallo en la ley enciende el espíritu combativo de Ginsburg, dándole la oportunidad de revertir las cosas y traer a la discusión -y por ende, la reformulación- todas esas leyes que discriminan (a la mujer) injustamente por razón de género. Una batalla que parece perdida casi desde el comienzo, pero tras conseguir varios aliados como Mel Wulf (Justin Theroux), al frente de la ACLU (American Civil Liberties Union), y Dorothy Kenyon (Kathy Bates), abogada y activista femenina; Ruth se empecina en sentar este precedente que puede cambiar para siempre la percepción en los Estados Unidos y, porque no, en el mundo. Se imaginarán que es como remar en dulce de leche repostero, pero en medio de la revolución sexual y feminista de principios de la década del setenta, tal vez, los hombres blancos y vejetes de la Corte Suprema no estén tan listos para aceptar estos cambios, pero sí el mundo exterior, como bien se lo demuestra Jane (Cailee Spaeny), su hija adolescente. De tal palo, tal astilla Así, la película se convierte en un drama legal cargado de impedimentos y giros que ponen constantemente a prueba la paciencia y la perseverancia de Ruth Bader Ginsburg, no siempre tan segura de sus convicciones y de poder lograr sus cometidos. La fórmula es conocida, pero no por ello menos emotiva a la hora de las deliberaciones, sobre todo si tenemos en cuenta que esto apenas ocurrió unos cincuenta años atrás, y que cada 8 de marzo las mujeres del mundo salen (salimos) a la calle para seguir luchando por todos esos derechos que se les siguen negando. “La Voz de la Igualdad” es una ‘feel good movie’ en la vena de “Talentos Ocultos” (Hidden Figures, 2016), que igual pega donde debe. Sus personajes principales son encantadores y deja bien en claro que el malo de la historia es la historia misma, al menos, esa que se niega a adaptarse a los cambios. Mimi Leder no inventa nada ni innova a la hora de la narración, como tampoco el guión del debutante Daniel Stiepleman, cumpliendo con todos los requisitos de un relato de época contado correctamente (y su gran reconstrucción, obvio), con una protagonista carismática y un compañero de lucha constante. Lo mejor es el choque de visiones entre madre e hija: dos generaciones que tiran para el mismo lado.
Hacía muchos años que la cartelera no presentaba novedades de Mimi Leder, una directora que inició su carrera dentro del género de acción a fines de los años ´90. Sus películas más populares fueron El pacificador (1997) con George Clooney, Impacto Profundo (1998) donde incursionó en el cine catástrofe y Cadenas de favores (2001), aquel dramón con Haley Joel Osment que hizo llorar a muchos espectadores. Su última producción para el cine, que no pasó por la cartelera argentina, había sido The Code (2009), una película de acción olvidable con Morgan Freeman, y desde entonces no hubo más novedades de ella porque enfocó su carrera en la televisión. La nueva obra de la directora narra la biografía de la famosa abogada norteamericana Ruth Bader Ginsburg, quien se convirtió en un ícono feminista en ese país por todo su trabajo relacionado con la lucha por la igualdad legal entre hombres y mujeres. Su cruzada contra el sexismo y los casos que ganó relacionados con estos temas eventualmente la llevaron a convertirse en una jueza de la Superma Corte de Justicia de los Estados Unidos. Aunque Ginsburg es una figura popular tardaron 30 años en hacer llevar su historia al cine porque hasta no hace mucho tiempo no era muy redituable desde lo comercial hacer películas sobre las causas feministas y las desigualdades de género. Hoy con este tema tan presente en la sociedad y los medios de comunicación era inevitable que la biografía de la célebre abogada cobrara vida en el cine y la directora Leder cumple en brindar una biografía decente. Felicity Jones ofrece una buena labor en el rol principal y cada tanto tiene algún momento destacado con Armie Hammer. La directora supo aprovechar de manera acertada la buena química que tienen los artistas, pero eso no pudo impedir que su trabajo se sienta como una película de televisión que ofrece la clásica biografía de manual hollywoodense. La temática que se aborda es interesante, sin embargo el relato de Leder como propuesta dramática no deja de ser otra típica producción genérica sobre litigios judiciales que abundan en los canales de cable. Por la relevancia que tiene la jueza Ginsburg en la cultura norteamericana tal vez se podría haber hecho algo un poco más ambicioso. La voz de la igualdad tiene la buena intención de transmitir una historia inspiradora con buenos valores, el problema es que lo hace a través de una propuesta de ficción que nadie recordará la semana que viene cuando la cartelera renueve sus estrenos.
Saber lo que se quiere y luchar por ello hasta el final. El título original es On the Basis of sex, la dirección estuvo a cargo de Mimi Leder y el guion recayó en Daniel Stiepleman; la película fue llevada a la pantalla con el protagonismo de la gran Felicity Jones, quien encarna a Ruth Bader Ginsburg, una abogada que a pesar de haber conseguido su título con los mejores honores no podía representar un caso en la corte por el simple hecho de ser mujer. Este film es un homenaje a una mujer que ante todas las dificultades que se le presenta en la vida decide con firmeza lograr lo que cree que le corresponde. Ruth fue la primera mujer en el mundo que llevó y representó en la corte un problema de género, hasta el momento ignorado por la sociedad machista de los años 60. A su vez, a partir de su lucha, Ruth ocupó un lugar en la corte como jueza, algo impensado para las transiciones que estaban sucediendo en todo el mundo. La voz de la igualdad acierta en sumarse a un cine que tiene como protagonismo la lucha de la mujer en un mundo dominado por el patriarcado, nada tiene que ver con una mujer heroína, ni la mujer omnipotente; sino que más bien te lleva a una realidad que hasta el día de hoy existe; que es sencillamente cómo la mujer tiene que esforzarse doblemente por conseguir un lugar en un mundo masculino, a partir de su condición biológica que le impide llegar a un lugar en el que está completamente capacitada por ocuparlo. Asumo que es un film que debería ser visto sin ningún inconveniente. En los primeros veinte minutos nos enfrentamos a grandes elipsis temporales, justificadas ya que lo importante del film es la vida de Ruth con un titulo en la mano siendo rechazada en trabajos que podía conseguirlos perfectamente. Me alegra saber que aún se pueden comercializar películas que rindan homenaje en vida a personas que hicieron algo por un mundo un poco más justo.
Las virtudes están por encima de esos defectos: eficacia narrativa, actores que se creen lo que están haciendo, buen aprovechamiento de las reglas del melodrama judicial. A esta altura, y dado que la película no logró ser competidora a los Oscar aunque estaba diseñada para ello, uno pensaba que esta biografía de Ruth Bader Ginsburg sería mejor. Pues bien, los problemas básicos de esta película consisten en su didacticismo constante y en el subrayado paralelo entre grupos discriminados (mujeres y negros, claro, en los EE.UU. de los años sesenta). Pero las virtudes están por encima de esos defectos: eficacia narrativa, actores que se creen lo que están haciendo, buen aprovechamiento de las reglas del melodrama judicial, construcción efectiva de los ambientes en los que se desarrolla la trama. La mejor enseñanza que puede dejarnos esta película es que el entretenimiento es un excelente vehículo de ideas si se toma en serio en tanto entretenimiento. Cuando cumple con su premisa, la película funciona. Cuando no, molesta un poco. Pero el balance es positivo.
A falta de una, son dos las películas producidas y estrenadas el año pasado (en USA) sobre la figura de Ruth Bader Guinzburg. La primera es el documental RGB nominado al Oscar este año, la segunda es precisamente “La voz de la igualdad” (título oportunista si los hay, lejos de la traducción del original que sería "Basándose en el sexo") Ruth Bader Guinzburg (Felicity Jones) comenzó a estudiar leyes a mediados de la década del ’50 nada menos que en Harvard, institución que hacía muy poco había permitido el ingreso de mujeres. Con brillantes calificaciones siguió en la universidad de Columbia, y no obst5ante graduarse de manera brillante, el mundo machista no le permitía ejercer su profesión pese al lobby y el apoyo que su marido Martin (Armie Hammer) intentaba. Estos no serán los únicos escollos que Ruth deberá sortear pues es su personalidad, su deseo de igualdad de derechos, y la rabia que le genera la impotencia por vivir en una sociedad patriarcal e injusta, son los motores que impulsan su lucha que sigue vigente todavía hoy. Mimi Leder, directora bastante ecléctica con títulos de gran factura como “Impacto profundo” (1998) en el género de cine catástrofe que contrasta con intrascendentes como “El pacificador” (1997), aborda esta historia en forma de relato tradicional. Bien Hollywoodense, de tratamiento amable, sin golpes bajos, y a la vez algo edulcorados para que todo transite por andariveles bastante suaves. Es más, en muchos aspectos podría decirse que es una suerte de Cenicienta moderna, como lo fue el personaje de Melanie Griffith en “Secretaria ejecutiva” (Mike Nichols, 1988). El mismo tratamiento reciben las dos pequeñas subtramas de índole familiar: la enfermedad que pone en standby a su marido, y la pelea, no ideológica sino de forma de lucha, que mantiene con su hija adolescente. “La voz de la igualdad” es una producción de contenido necesario para estos tiempos de lucha por la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer. Así lo demuestra la historia y la figura paradigmática de Guinzburg, que a la postre logró modificar más de 100 leyes que discriminaban a la mujer por una cuestión de género. Habría que ver en todo caso si el tono que la directora imprime era el más conveniente, porque con sólo ver las imágenes y escuchar los discursos en las manifestaciones en todo el mundo el ocho de marzo pasado alcanza para entender qué lugar puede ocupar la impronta de este producto. “La voz de la igualdad” se debilita por contraste de la coyuntura actual, independientemente del indudable valor de su contenido.
Una mujer se abre camino en la escuela de derecho de Harvard y seguirá luchando por la igualdad durante toda su vida. On the Basis of Sex es la nueva película de Mimi Leder (Pay it Forward), protagonizada por Felicity Jones (The Theory of Everything) y que narra la vida de Ruth Bader Ginsburg, una abogada estadounidense que logró un avance fundamental en materia de igualdad de género.
La vida y el trabajo de Ruth Bader Ginzburg fueron ejemplares, y este año nos llega una adaptación de uno de sus más importantes logros.
"La voz de la igualdad", estrenada ayer en nuestro país, nos lleva a conocer la historia real de Ruth Bader Ginsburg. Ruth (Felicity Jones) es una joven americana entusiasta en el derecho que busca desafiar el modelo patriarcal en el que vive. Con el apoyo de su marido Martin (Armie Hammer) será de las primeras mujeres en graduarse de abogada en Harvard. La historia es sencilla pero fuerte, desde temprano nos damos cuenta que la película pretende dejarnos un mensaje para reflexionar y la verdad es que lo logra. Debemos confesar que de a ratos se vuelve un poco pesada, pero esto no es tanto culpa de los actores como del guión. Si bien se trata de una biopic sobre una abogada, sentimos demasiado abrumador el peso que le da el film a toda la parte legal, haciendo repetidas menciones de palabras técnicas que pueden desorientar al espectador. Esto sumado a que todo se desarrolla bajo un sistema legal distinto al nuestro, hace que por momentos nos perdamos en la burocracia americana. Si bien los personajes son los que los hechos en cuales se basa la historia obligan, están bien presentados y logramos empatizar rápidamente con ellos. Las actuaciones son buenas en general y además de la excelente labor de Felicity Jones, vale la pena destacar a Justin Theroux que también la rompe. El punto más fuerte de la película está en el tema que trata. Estrenada en la víspera del día internacional de la mujer, esta producción nos promete acercarnos la historia de una de las mayores defensoras de los derechos igualitarios. Sin embargo, poco tardamos en darnos cuenta de que lo que en realidad estamos viendo es una crónica de los malos tratos y discriminaciones que las mujeres de esa época sufrían regularmente, una suerte de Greenbook pero para la discriminación por sexo en lugar de por raza. La naturalidad que se muestra en estos actos, nos lleva aún más allá y nos pone a pensar cuantos otros maltratos o discriminaciones tenemos hoy en día y no nos damos cuenta. “La voz de la igualdad” es una cinta sólida, no es pochoclera, pero es recomendable. Si la vas a ver interesado en aprender un poco sobre el feminismo, no te va a decepcionar. Por Santiago Sturba
El cine industrial de Hollywood está dando una respuesta a la nueva ola del feminismo. Como suele ocurrir en cualquier cine industrial, esos cambios tienen que ver con la especulación comercial, los cambios culturales y, en los mejores casos, con una genuina convicción. Mimi Leder, la directora de La voz de la igualdad es una de las mujeres que logró avances y cambios para la mujer en el cine norteamericano de alto presupuesto. Como directora, y también como productora, dejó una marca tanto en cine como en televisión. Esta vez, con La voz de la igualdad consigue su mejor película, y vuelve al largometraje de cine luego de bastante tiempo en televisión, donde fue la responsable de varios grandes títulos, como por ejemplo The Leftovers. On the Basis of Sex (título original de La voz de la igualdad) se basa en la vida de Ruth Bader Ginsburg, desde que comienza sus estudios de abogacía hasta que consigue un caso que puede cambiar para siempre la historia de la discriminación de género en las leyes norteamericanas. Ruth Bader Ginsburg tiene una carrera de enorme importancia en Estados Unidos, pero se ha vuelto un poco más famosa por este film y también por el documental RBG, también del 2018, dirigido por Betsy West y Julie Cohen. Su fama la precede, pero ahora es mucho más conocida. Con una narración de absoluto clasicismo y sin ninguna novedad a nivel formal, la película consigue, sin embargo, movilizar al espectador más indiferente y emocionar como pocos títulos lo han hecho en los últimos años. Tal vez se necesite un poco de conciencia feminista para valorar la historia de Ruth Bader Ginsburg, pero lo cierto es que las escenas de la película, justamente por su narración clásica, permite entender todo lo que la protagonista logró en su carrera. La historia arranca en 1956 y llega hasta principios de la década del setenta. Ruth Bader Ginsburg es una heroína feminista inteligente, valiente y tenaz, pero su matrimonio y su familia también comparten sus sueños y sus aspiraciones. Con las tensiones de los cambios de época, con los avances y los nuevos conflictos, la película se conforma con exponerlos con oficio y eso le alcanza y le sobra. Desde los primeros problemas de pareja en la década del cincuenta, hasta los problemas con la hija de la década del setenta, el film muestra la evolución del feminismo. Hay varias escenas de enorme emoción, como aquella en la que Ruth descubre, en un momento cotidiano, que su hija vive en un mundo mejor para la mujer de la que ella vivió cuando tenía la misma edad. Hay otros momentos para sentirse movilizado, pero es mejor no anticiparlos. La película recupera una historia que no muchos conocen fuera de Estados Unidos, pero que es tan universal como lo son los derechos de los seres humanos.
La directora Mimi Leder regresa al cine después de varios años dedicados a la TV con una historia basada en un caso real y escrita por Daniel Stiepleman, en su primer guion llevado a la pantalla grande. Protagonizada por Felicity Jones y Armie Hammer, estamos ante la historia de una mujer que se convertiría en jueza para luchar por la igualdad de género en los Estados Unidos. Es un mundo de hombres. En la entrada a Harvard en la década de los ’50 sólo se ven trajes y cabelleras cortas. Pura testosterona. Y allí, en el medio de esa multitud, unos zapatitos y un traje con pollera de un color que no es negro. Ruth Bader Ginsburg comienza de manera entusiasta las clases de abogacía, carrera en la que su marido está un poco más adelantado. Aunque desde el primer momento no hace más que encontrar dificultades (como que la ignoran cuando levanta la mano para dar una respuesta a lo que pregunta el profesor, por ejemplo), persevera y sigue estudiando, aun con una niña pequeña en su casa, aun cuando a su marido le diagnostican cáncer y, para que él tampoco pierda clases, asiste a ambas. Finalmente termina la carrera en otra universidad, la de Columbia, en Nueva York, siguiendo a su marido, y la salida al mundo exterior laboral no le será más fácil. Nadie quiere contratarla y termina, resignada, siendo profesora de un grupo de alumnos con la cabeza más acorde a los tiempos que empiezan a cambiar. Ruth siempre es consciente de los machismos que la rodean, pero cuando aparece un caso que pone los estereotipos machistas del otro lado, se da cuenta de que es una oportunidad única para cambiar un poco las cosas. Y junto a su marido y a algunos contactos se prepara para ir a juicio por primera vez, con el caso de este hombre soltero que de ser mujer estaría exento de pagar impuestos al quedarse en casa cuidando a su madre enferma. La voz de la igualdad va retratando así la vida del personaje interpretado por Felicity Jones a través de todo el proceso que la lleva hasta convertirse en la persona que cambiaría la historia -como bien nos adelanta el tagline de la película-, pero se queda principalmente en eso, en ese proceso. Así, el final se siente abrupto y dan ganas de saber un poco más. Como toda película de este tipo, la información la terminan de complementar unas placas con texto. Al menos la película no apunta a los golpes bajos como otras anteriores de su directora (especialmente Cadena de favores). Pero termina siendo una clase bastante básica de feminismo. Es cierto que, como un manual, apunta diferentes tipos de machismos, muchos de ellos aún vigentes (podemos estudiar lo mismo que los hombres pero todavía es probable que nos paguen menos que a ellos), sin embargo lo hace de una manera didáctica y sin profundidad.