El uruguayo Fede Álvarez ya acumulaba tres cortos cuando nos regaló Ataque de Pánico (2009), aquella maravilla -centrada en una invasión extraterrestre a Montevideo vía robots gigantes- que demostró que todavía podemos hallar una amalgama de talento y sapiencia técnica en nuestros días, en especial considerando el bajo presupuesto y el escaso desarrollo del séptimo arte en el país vecino. Hollywood de inmediato fagocitó a Álvarez y el propio Sam Raimi le encargó la remake de Diabólico (The Evil Dead, 1981): el resultado fue la exquisita Posesión Infernal (Evil Dead, 2013), una película que no sólo le faltó el respeto a un original que ya quedó anacrónico y algo infantil sino que además tuvo la inteligencia de rescatar el único componente aún valioso, esa intensidad arrolladora que poquísimas propuestas detentan en el terror, el suspenso o casi cualquier otro género contemporáneo. Como era de esperar, las expectativas ante su segundo largometraje eran en verdad muy elevadas porque aquel trabajo previo rankeaba en punta -y lo sigue haciendo- como uno de los mejores films de horror de lo que va del nuevo milenio. No Respires (Don’t Breathe, 2016) es otro vendaval apabullante de tensión y astucia, un prodigio que ratifica la maestría de Álvarez y lo termina de posicionar dentro de un grupo cada vez más selecto, el de los realizadores que enarbolan rasgos autorales y tienen con qué justificarlos. En esta ocasión combina ítems de La Gente Detrás de las Paredes (The People Under the Stairs, 1991), La Habitación del Pánico (Panic Room, 2002) y ese díptico de Marcus Dunstan compuesto por El Juego del Terror (The Collector, 2009) y Juegos de Muerte (The Collection, 2012), todos representantes gloriosos de la premisa “allanamiento y robo que derivan en desastre”. La epopeya de por sí comienza con la energía y la vitalidad que deberían tener todas las incursiones macabras: luego de un adelanto de lo que vendrá (un señor arrastrando a una mujer en plena calle) y unos diez minutos de desarrollo de personajes (aquí no nos topamos con ese desfile interminable de estereotipos dramáticos al que nos tiene acostumbrados Hollywood y aledaños), rápidamente caemos en el meollo del asunto. Hoy por hoy son tres los ladrones que ingresan al hogar de Norman Nordstrom (el genial Stephen Lang), un veterano de Irak ciego que perdió a su hija fruto de un accidente automovilístico, tragedia que le reportó miles de dólares de indemnización. Alex (Dylan Minnette) es el encargado de tomar prestadas las copias de llaves de distintas casas que controla su padre, la cabeza de una empresa de seguridad, y Money (Daniel Zovatto) es su amigo y cómplice fundamental. Hasta cierto punto el verdadero eje del relato es Rocky, la novia de Money, interpretada por Jane Levy (recordemos que la señorita compuso a Mia, la “scream queen” de Posesión Infernal), una actriz muy lúcida que sabe utilizar las expresiones faciales para transmitir el espanto de turno en un ambiente dominado por el silencio más absoluto. Una vez que Nordstrom descubre a los usurpadores y asesina a Money, el realizador se despacha con una magnífica atmósfera de encierro y aprovecha al máximo la necesidad de los jóvenes de no hacer ningún ruido para evitar ser localizados por el dueño de casa, quien asimismo esconde algunos secretitos morbosos. Como si se tratase de una versión clasicista -léase hitchcockiana- de la también recomendable pero inferior Intruders (2015), el film le escapa al atajo de las trampas domésticas ocultas y se decide por un realismo sucio y muy efectivo. Desde la fotografía de Pedro Luque y la música incidental de Roque Baños hasta el guión del propio Álvarez, a la par de Rodo Sayagues, cada factor contribuye a que No Respires sea una obra excelente y en conjunto todos ponen de manifiesto el rol importantísimo que la ejecución concreta posee en el horror como género: más allá de varias tomas secuencias extraordinarias y una administración del dolor recibo y el infligido que apunta a remarcar aquello de que el cuerpo humano es una máquina capaz de soportar unas cuantas “sacudidas” consecutivas, el director siempre mantiene la distancia emocional exacta para con el misterioso Nordstrom -no es un personaje agradable pero tampoco un monstruo- y nos obliga a ponernos más pragmáticos que éticos, necesidad de supervivencia de por medio. La codicia por un lado y la sed de reparación por el otro terminan unificándose gracias a la desesperación, los intereses contrapuestos, las decisiones equivocadas y una batalla en torno a la posibilidad de transformar las limitaciones en fortalezas y viceversa…
Misión imposible El género del Thriller es uno de los más recorridos dentro del cine actual. Las películas de persecución y misterio suelen ser las más aclamadas por el público, y la mayoría de ellas no decepcionan al espectador. Casi 50 films del género se estrenaron en estos nueve meses del año 2016. Entre las más destacadas se encuentran 12 horas para sobrevivir: el año de la elección, Jason Bourne y la argentino-española Cien años de perdón. Esta semana, una más se suma a la lista, No respires, una realización que los dejará pegados a la butaca.
En el 2013 el director uruguayo Fede Álvarez desembarcó en Hollywood con una complicadísima tarea, dirigir la remake de “The Evil Dead“, el clásico de Sam Raimi. Si bien el resultado no fue malo, era casi imposible imitar lo logrado en el filme original. Eso sí, advirtió a todo el mundo que llegó para quedarse. Tres años más tarde sorprende con lo que es una de las historias de horror más originales del 2016. “No Respires” es un thriller apasionante que dejará sin aliento al espectador.
Tres jóvenes deciden entrar a la casa de un ciego para robar. En la historia, que encierra secretos y giros, las victimarios se convierten en víctimas. El juego funciona con más suspenso que terror. El director uruguayo Fede Alvarez incursiona una vez más en el cine de terror -antes lo hizo muy bien en Posesión infernal- con esta película que impone el eterno "juego del gato y el ratón" en medio de un clima claustrofóbico. Tres jóvenes de Detroit quieren abandonar su vida aburrida y sin perspectivas y se dedican a robar casas. Así Rocky -Jean Levy-, Alex -Dylan Minnette- y Money -Daniel Daniel Zovatto- preparan su nuevo objetivo: el hogar de un ciego solitario -Stephen Lang, el villano de Avatar- poseedor de una fortuna que es protegido por la alarma y su perro. Sin embargo, sus planes se verán alterados cuando intenten salir con el botín. La historia es sencilla, encierra secretos y va adquiriendo giros que la hacen más inquietante con el correr de los minutos, donde los victimarios se convierten en víctimas y viceversa. No respires sabe crear los climas adecuados de suspenso e impacta con sus sobresaltos, pero el director deja la sangre de lado para adentrarse en un territorio cotidiano donde los únicos monstruos son las personas. Con ecos de Cujo, El coleccionista, La masacre de Texas e incluso de la más cercana Avenida Cloverfield 10, el relato trae a personajes que se encuentran con lo inesperado y son empujados a sobrevivir. El uso de la tecnología celular funciona además como delatora para instalar el clima inquietante que la historia necesita, más allá de algunas situaciones que resultan inverosímiles -¿nadie escucha los disparos en el barrio?- y no le restan tensión al relato. El film, producido por Sam Raimi y con la envolvente banda sonora de Roque Baños, despliega sus artilugios narrativos con una cámara que sigue a sus víctimas en la oscuridad y hasta es es capaz de meterse debajo de la cama o en un acueducto de aire. El espectador estará al borde la butaca en este juego en el que la doble moral también ocupa su espacio, entre las historias personales y la oscuridad de una casa pesadillesca.
Pensé que se trataba de un cieguito Esta producción hollywoodense dirigida por un uruguayo está al tope de la taquilla en Estados Unidos con la atrapante historia de tres ladrones que entran a robar a la casa de un viejo ciego. No respires llega a la Argentina con un antecedente cuantitativo, que puede tanto atraer como ahuyentar: es la película que en estos momentos encabeza la taquilla en Estados Unidos y Canadá. Lo curioso es que su director es un uruguayo, Federico Alvarez, que hace diez años recibió los primeros premios de su carrera en el festival Buenos Aires Rojo Sangre, por su corto El cojonudo. Con su siguiente corto, ¡Ataque de pánico!, sobre una invasión de robots gigantes a Montevideo, le pasó lo que sueña todo pibe que sube algún material a YouTube: se viralizó y lo puso en la mira de los grandes estudios de Hollywood. Así fue que en 2013 llegó a dirigir allá su primer largometraje, Posesión infernal, una remake del clásico de terror Evil Dead, de Sam Raimi, producida por el propio Raimi. No respires -también producida por Raimi- es entonces su segundo largometraje, pero tiene gusto a opera prima, porque es la primera película en la que Alvarez pudo contar una historia propia (coescrita junto al también uruguayo Rodo Sayagues). El planteo es simple y eficaz. Tres jóvenes roban en casas para sobrevivir en la devastada Detroit, esa ciudad semi fantasma que desde su colapso financiero se convirtió en el escenario cinematográfico ideal. Uno de los ladrones tiene el dato del golpe perfecto: en un barrio abandonado, la única casa habitada tiene por ocupante a un hombre que ganó un juicio por 300 mil dólares. Todo indica que guarda el dinero ahí mismo y, para mejor, el tipo es viejo y ciego. Parece el robo ideal para empezar una nueva vida, a menos que... Impredictible, filmada con un ritmo vertiginoso pero sin desdeñar dramatismo, esta es una de esas películas para ver agarrados a las butacas. Casi todo transcurre adentro de esa casona, un ambiente asfixiante hábilmente explotado, de modo que cada rincón dé nuevas posibilidades al juego del gato y el ratón entre los intrusos y el propietario. Cuya ceguera es clave, y permite que las escenas de persecución -y, a fin de cuentas, toda la película- se distingan de tantas otras parecidas. Hay, hacia el final, algunos momentos lindantes con lo bizarro y lo ¿involuntariamente? humorístico, cierta demora en cerrar la historia y también cabos que no terminan de quedar del todo atados, pero nada de esto alcanza a calmarnos los nervios ni empañar las virtudes de No respires.
NO CONFUNDIR CEGUERA CON INDEFENSIÓN Una película que atrapa al espectador desde el comienzo al fin y además maneja su ansiedad y terror. Esta realizada con inteligencia y talento por Fede Alvarez (el uruguayo que salto a la fama mundial con su corto “Ataque de pánico” y luego hizo “Posesión Infernal”), con la producción de Sam Reimi. Básicamente un trío de jóvenes que asaltan casas, porque uno de ellos obtiene el código de seguridad de alarmas para entrar sin problemas. Esta vez invaden la casa de un ex combatiente ciego, que sin embargo les planta pelea, violencia y muerte. Y además tiene un secreto oscuro producto de su locura. Son de esas películas pura acción, donde el ojo de la cámara nos lleva a su antojo con detalles realmente escabrosos y en el limite del asco, algún que otro momento inexplicable, como la supervivencia de supuestas situaciones extremas. Pero para los amantes de la adrenalina pura este es un plato fuerte. El objetivo es entretener, atrapar la atención, mantener el suspenso y esta cumplido.
Después de filmar la remake del clásico Evil Dead, el uruguayo Fede Alvarez, con producción de Sam Raimi logra una pequeña obra maestra con No Respires, la película de género que lleva dos semanas en el número uno de la taquilla de Estados Unidos, hito que, para un director sudamericano, tiene un sólo precedente en los últimos tiempos con Mamá, de Andy Muschietti. Esta es la película de un cinéfilo y una declaración de amor a la artesanía cinematográfica. Cada plano transpira ganas, ideas, potencia, aún los que menos funcionen en términos de estricta verosimilitud. El planteo brilla por su simpleza: unos chicos que roban casas entran a la equivocada, la de un veterano de guerra que vive solo y está ciego. A partir de esa premisa, Álvarez y su equipo ponen a funcionar un mecanismo que, a pura creatividad, inventiva y aprovechamiento de todas las posibilidades que ofrece la edición y la puesta al servicio de la trama -luz versus oscuridad, generación (o América), presente y pasada, exterior e interior- te deja sin aliento tal y como los protagonistas, si quieren evitar que el peligroso enemigo los registre. El uso y aprovechamiento de las locaciones es de una enorme inteligencia y creatividad. Estamos en Detroit, escenario de la crisis económica. Y en un barrio abandonado donde los yuyos se apropiaron de lo que alguna vez fueron jardines. A Álvarez le bastan dos escenas de back, sobre la vida y el entorno de su protagonista, para que la rubia Rocky nos importe y hasta nos conmueva. A través de ella, y como por la rendija de alguna de las ventanas de la casa en la que transcurre la mayor parte de la película, No Respires pinta un país que nada tiene de american dream y en el que los sobrevivientes de sus guerras sangrientas son tratados como héroe,s hagan lo que hagan y sean como sean. No Respires, como Green Room, 10 Cloverfield Lane y hasta Room, ejemplos recientes del género encierro, hace de sus casas microuniversos lleno de recovecos y secretos que se irán develando frente a nuestros ojos, aquí a un ritmo frenético. Conductos, sótanos, armarios, puertas, zócalos adquieren en No Respires tremenda potencia dramática. Un paisaje del interior que es también el de una mente, la del dueño de casa. Sin bajar un cambio hasta el final, No Respires tiene también un juego de ambiguedad conceptual en el que el villano es una víctima y la heroína una ladrona. Pero la lectura política es clara: ambos son producto de una sociedad desigual, violenta e injusta. Como en grandes películas del género, tiene mucho para decir aunque no pierde jamás el hilo y la convicción del desesperado cuento visual que se está contando. Una gran película.
En No Respires un trio de jóvenes ladrones se mete en la casa de un ciego, veterano de guerra para robar un jugoso botín. Una vez en la casa, descubrirán que la víctima se convierte en un salvaje victimario. El uruguayo Fede Álvarez es el responsable de este asfixiante thriller de horror, tan intenso como aterrador. Climática y original, es una experiencia fílmica que crispa los nervios y que resultará no apta para espectadores impresionables.
Crítica emitida por radio.
UN AUTOR DE CINE DE TERROR Hace poco se estrenó una pésima remake de Fiebre en la cabaña (Eli Roth, 2002) y, además, en pocas semanas se estarán estrenando secuelas de El proyecto de la bruja de Blair (Daniel Myrick, Eduardo Sánchez, 1999) y La llamada (Gore Verbinski, 2002). En eso anda, más o menos, el cine de terror norteamericano, patinando en esta época de máxima crisis creativa; aun así, sigue siendo un negocio descomunal, con una producción creciente para un público cautivo que sigue llenando las salas, y con pocos realizadores interesantes. En esa esfera viciosa aparece el espíritu arriesgado del uruguayo Fede Alvarez; es cierto, también está James Wan, que este año logró su mejor película de terror El conjuro 2, pero lo de Alvarez en No respires es un trabajo sólido, contundente y quizás superador a todo lo que le hemos visto hacer a Wan dentro del género. No vamos a gastar energías en exagerar, pero tengamos en cuenta que el debut del director uruguayo fue Posesión infernal (2013), posiblemente una de las mejores remakes jamás hechas dentro del género terrorífico. Una película que no sólo respeta la original sino que la reformula con éxito y va más allá. Habiendo superado con creces las dificultades de hacer una nueva versión de un clásico de culto, Alvarez encara otro proyecto difícil, No respires, una película de una premisa simple que conocemos desde el primer tráiler: un grupo de ladrones jóvenes y sofisticados intentan robar una casa habitada por un viejo ex-militar ciego y aparentemente poco peligroso. Allí descubrirán algunas verdades atroces sobre su víctima que se convertirá en victimario e intentara cazarlos uno a uno. El prólogo es bueno, contundente, nos pone de inmediato en contacto con las motivaciones de los personajes. Sin embargo, la secuencia donde se nos muestra el interior de la casa cuando los ladrones logran ingresar, es reveladora, y no sólo por su efectividad, sino porque nos descubre a Fede Alvarez como un autor, o al menos, como alguien con un absoluto dominio de la herramienta narrativa. A medida que No respires avanza a ritmo sostenido, a puro suspense y con su premisa bien aprovechada iremos captando los detalles, los puntos en común con Posesión infernal, es decir algunos los rasgos autorales; como la particular estructura episódica para englobar las secuencias violentas, que terminan siendo una sumatoria de clímax hacia el final, o el estiramiento de los giros del guión, ningún final parece el verdadero final. Incluso la manera en que se nos presentan los objetos antes de que formen parte de alguna acción concreta. Quiero decir, vemos un martillo en un momento cualquiera, pero cuando llega el peligro sabemos que está allí, y de hecho tenemos expectativas con ese martillo. A ese nivel hitchcockniano explícito trabaja Fede Alvarez, todo es parte de un plan en su maquinara de suspenso perversa llamada No respires. Hasta se consiguió una actriz preferida, Jane Levy es la heroína en sus dos películas, su sólida interpretación sorprende en ambos casos. Tan bien funciona No respires que nos obliga a volver a ver Posesión infernal, que sigue siendo mejor. Si El conjuro 2 nos había parecido un bálsamo entre tanto mal cine, la aparición de Fede Alvarez es aun más feliz, porque entusiasma y da ganas de que siga filmando películas como esta.
Obra maestra del suspenso, con un villano inusual El cine es imagen y sonido. Pero en "No respires", el director uruguayo Fede Alvarez tiene el desafío de llevar a sus personajes al mundo oscuro de un ciego, en el que además hay que limitar el sonido al mínimo, ya que un suspiro puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. El film se inspira claramente en thrillers de cieguitas en peligro como "Espera en la oscuridad", solo que el ciego encarnado por Stephen Lang no es Audrey Hepburn. Cuando los rateros van camino a robar su casa, uno se pregunta si no está mal aprovecharse de un no vidente, para colmo heroico veterano de la Guerra del Golfo. Pero este hombre es un tremendo psicópata, que además de la fortuna que le quieren robar, esconde en su casa un par de sorpresas nada agradables. "No respires" es una obra maestra del suspenso, un auténtico tour de force cinematográfico en el que el productor Sam Raimi y el director Avarez potencian mutuamente su talento para conseguir resolver creativamente situaciones que parecerían imposibles de filmar. Cada rubro técnico de la película esta al servicio de este desafío para que cada recurso visual no resulte artificioso ni exagerado y que pueda ser aceptado con naturalidad por el espectador, que en el segundo acto del film ya empezará a verse arrastrado a un antológico experimento de tensión. Stephen Lang, actor predilecto de Michael Mann, que en la serie "Historia del crimen" interpretaba al fiscal antimafia que termina convertido en el defensor del peor gangster, aquí se transforma en un villano para la historia, en un trabajo actoral que depende del más mínimo gesto, dado que el personaje apenas dice un puñado de frases. Sus contrincantes también son excelentes actores, especialmente la heroína Jane Levy. También se luce el perro lazarillo del ciego, a cuyo lado los Rotweilers de "La profecía" parecen más buenos que Lassie. "No respires" es también un formidable ejemplo de producción, dado que Raimi obtuvo este éxito de taquilla con cuatro actores en un decorado casi único, que para bajar aún mas los costos maximizando la calidad técnica, fue filmado en un estudio de cine húngaro. Un detalle esencial es apreciar esta película en pantalla grande, para no perder los sutiles detalles de los claroscuros extremos de la fotografía ni el extraordinario diseño de sonido que construyen estos 88 minutos del más imperdible suspenso.
El uruguayo Fede Álvarez (lee nuestra entrevista exclusiva ACÁ) sorprendió a todos con su brutal visión de Evil Dead, remake del clásico de Sam Raimi, que en un principio parecía una locura volver a filmar. Aquella fue su ópera prima. Álvarez pasó de hacer un corto en su Montevideo natal a trabajar en Hollywood sin escalas. El director salió bien parado de un desafío enorme como fue escribir y dirigir la reimaginación de una de las películas de terror más queridas de la historia, y decidió que la mejor forma de continuar su carrera era filmando nuevamente un guión de horror propio, esta vez basado en una idea original que desarrolló junto a su compañero de siempre Rodo Sayagues. En No Respires un hombre mayor de edad y no vidente se transforma en la víctima perfecta de un grupo de ladrones, que ve en él la oportunidad de hacer algo dinero fácil. El plan es entrar a su casa por la noche mientras está durmiendo, y robar una indemnización que cobró hace años por la muerte de su hija en un accidente de tránsito. No es un golpe del que todos estén precisamente orgullosos -después de todo la víctima es un sexagenario ciego que perdió a su hija-, pero el miserable presente que llevan en una empobrecida ciudad de Detroit parece ser razón suficiente para realizar este último atraco, usar el dinero para mudarse a California y empezar de cero una nueva vida. Al llegar a la casa la seguridad es mucho mayor de la que esperan, rejas cubren las ventanas y las puertas cuentan con candados y cerraduras imposibles de forzar. De todas maneras logran entrar y la búsqueda por el dinero comienza, y a pesar de que tomaron todas las precauciones para que esta visita indeseada pase desapercibida, el ciego se despierta. ¿Tres jóvenes contra un hombre mayor y aparte ciego? En otro caso esto podría no representar problema alguno, pero resulta que el hombre es también un militar retirado de primera categoría que perdió la visión en cumplimiento de su deber. En un abrir y cerrar de ojos el grupo de ladrones cae en la conclusión de que subestimaron completamente a su víctima, y la única salida es escapar de la casa haciendo el menor ruido posible. Por desgracia descubren que salir será más difícil de lo que fue entrar, y que quizás todas esas barras en las ventanas y candados en las puertas estén ahí por alguna razón más que resguardar el dinero. El enemigo en (su) casa: Resulta increíble pensar que esta sea tan solo la segunda película de Alvarez, ya que encontramos un director en plena forma, como si llevara haciendo esto desde hace años. No sólo hay grandes ideas visuales -con las que suelen engolosinarse los directores que recién comienzan olvidándose así de la historia- hay también un manejo del suspenso que difícilmente se suela ver fuera de directores maduros y con experiencia en el género. E incluso teniendo espacio para el humor (del más negro que puedan imaginar), la película no deja de ser una experiencia absolutamente terrorífica y desesperante. En el sub-género de películas “home invasion” o “invasión al hogar” la amenaza suele venir de afuera para alterar el status quo de las cosas, generalmente de una familia, amantes o grupo de amigos. Ejemplos sobran: Los Extraños, La Noche de la Expiación, Funny Games, Horas Desesperadas, Panic Room y muchas más. Pero no son demasiadas las que le han aplicado una vuelta de tuercas a ese género. Recientemente tuvimos You’re Next, de Adam Wingard, o más atrás en el tiempo La Gente Detrás de las Paredes del eterno Wes Craven. No Respires entra más en esta segunda categoría. Es una película donde casi nada es lo que parece. Donde la situación dentro de la casa es peor a la que los llevó hasta allí en primer lugar. Donde se invierten constantemente los roles en un mortal juego del gato y el ratón. Donde la linea que divide a los buenos de los malos es tan fina que por momentos se vuelve borrosa y hasta desaparece. Esto es algo que se logra por obra y gracia de un guión inteligente, repleto de giros y sorpresas, en la que todos los personajes importan y hay espacio para su desarrollo. Ya sea los ladrones o el ciego que los irá eliminando uno a uno, Álvarez y Sayagues nos dan razones suficientes para sufrir junto a ellos. Se vuelve sencillo simpatizar con cualquiera, llegando al punto de desear una resolución en la que ambas partes puedan llegar a un acuerdo pacífico (que obviamente por el bien de la película, nunca va a suceder). Conclusión: No Respires es una película ágil y bien filmada. Es al mismo tiempo una experiencia asfixiante y angustiosa, que nos recuerda que a veces el ser humano puede ser el peor monstruo de todos. Stephen Lang en el rol del ciego es una verdadera revelación, encontrando a los 64 años el mejor papel de toda su carrera.
No es fácil instalarse en un medio como el terror en el que todo parece ya estar inventado. Los grandes maestros del género son indiscutidos por más que no siempre estén a la altura de las circunstancias. Y se realiza tanto en el mercado, que es muy probable quedar tapado entre mucho estreno de dudosa calidad. Fede Alvarez es uno de esos nombres que logra trascender por sobre el conjunto de los demás. Sin destacar sus propuestas por la originalidad, posee el suficiente manejo del impacto para que estemos atentos a cuál será su próximo paso. Si somos adeptos al género y tenemos algo de memoria, recordaremos que el director uruguayo emprendió una carrera maratónica que le permitió pasar de la realización de cortometrajes (alguna vez estuvo en nuestro Buenos Aires Rojo Sangre presentando uno), hacerse conocido mediante las redes por su corto de robots ¡Ataque de Pánico!, y de ahí directamente saltar a Hollywood de la mano nada más ni nada menos que de Sam Raimi, quien le encargó la difícil tarea de reversionar su clásico Evil Dead. Si Alvarez salió más que bien parado en aquella ocasión con la sobresaliente Posesión Infernal (uno de los pocos remakes que se distancian del original, pero logran resultados igual de dignos), era hora de probarse frente a un largometraje completamente nuevo; y a la vista de los resultados, el examen fue aprobado satisfactoriamente. Co-Escrita con Rodo Sayagues, y producida nuevamente por Raimi, No Respires no se destaca ni por un guion complejo ni demasiado original. Casi todo lo contrario, transita caminos conocidos y trae casi una excusa ir directo al grano. Tres jóvenes que en mayor o menor medida se dedican a la delincuencia, al asalto de hogares deshabitados para ser más precisos. Money (Daniel Zovatto), suerte de líder, Alex (Dylan Minnette) el que posee los datos necesarios para la intromisión por medio de un padre que trabaja en seguros; y Rocky (Jane Levy) la mujer del grupo y en apariencia la más frágil. Money presenta lo que parece un trabajo infalible y de ganancia inmensa. Solo hay un detalle, el asalto será con el dueño de la casa adentro, un hombre ciego que cobró una cuantiosa suma en concepto de indemnización por la muerte de su hija. Como siempre sucede en la fórmula, habrá reticencia, pero todos terminarán aceptando y dirigiéndose a la casa de este veterano de guerra ciego del que no conoceremos su nombre. Primera sorpresa, el dinero en la casa es mayor del que esperaban. Segunda sorpresa, el ciego es bastante menos indefenso de lo que pensaban. No Respires se inscribe en el clásico tópico delos victimarios convertidos en víctimas. En este caso, la referencia inmediata será Gente detrás de las paredes, con la cual tendrá varios puntos en común más allá de diferenciarse en el tono. Alvarez y Sayagues no necesitan de mucho preludio para introducir al ratón en la ratonera, y lo que sigue es un juego de escape. Sin necesidad de caer en el gore extremo (alejado de Posesión Infernal), No Respires precisamente no da respiro; logra mantener una tensión extrema a lo largo de todo su metraje. Para aferrarse a la butaca, inteligentemente, se basa en los personajes, no los pone como simples peones, tienen una historia y un carácter particular cada uno; nos importa qué es lo que les sucede. El trayecto tendrá algún vuelco y sorpresas como para mantener siempre la atención; pero, en definitiva, lo más logrado será el gran clima que Alvarez logra con elementos mínimos. El camaleónico Lang compone un antagónico formidable, desde postura, voz y movimiento, no solo es creíble, es verdaderamente temible. El logrado juego de luces y sombras y la musicalización envolvente contribuyen a esta sensación. De los jóvenes, si bien todos están correctos, será Jane Levy (irreconocible de Suburgatory y Posesión Infernal) quien más se luzca por un mayor peso, es una víctima que queremos que salga indemne, que supere todas las trabas, nos hace pasar todo su dolor en gestos mínimos. No Respires es una de las mejores películas de terror del año, y lo logra sin hacer un derroche de factura. Puro profesionalismo y pasión por lo que se hace. No hay dudas, Fede Alvarez se encuentra en un camino de excelencia.
Es muy grato el poder ir al cine y vivir experiencias sin concesión desde la pantalla. Aquellas películas, que más allá de cualquier error o inconsistencia que uno luego pueda encontrarle, permiten que los espectadores vivan, al igual que sus protagonistas, la tensión y el miedo durante dos horas. El año pasado el reboot de “Mad Max” impregnó los cines de una historia trepidante y épica que mantuvo al vilo de la butaca a los espectadores, quienes podían empatizar instantáneamente con sus protagonistas y el afán de conseguir una vía de escape ante la inminencia de la masacre de la que iban a ser parte. El uruguayo Federico Álvarez una vez más, tras experiencias en su país y dirigir la nueva versión de “Evil Dead”, con el aval de Sam Reimi encara su producción más personal, y también la más lograda visualmente. El guión, escrito junto a Rodo Sayagues, se centra en tres amigos que se dedican a robar casas mientras los dueños no se encuentran en ellas. Uno de los tres es hijo de un empleado de una empresa de seguridad, y los delitos se hacen gracias a que su padre posee las llaves de esas viviendas. Mientras uno de ellos desea dejar de hacer este tipo de trabajos, los otros dos quieren continuar, y más cuando detecten que uno de los propietarios de una casa en una zona “fantasma” del pueblo, quizás afectada por la burbuja inmobiliaria, o porque el lugar simplemente se volvió demasiado impopular, aparentemente posee una fortuna guardada en su domicilio. A pesar que Alex (Dylan Minnette) desea dejar de robar, Rocky (Jane Levy), su amada amiga, aquella con la que sueña todas las noches estar y que deje de una vez al violento y misógino Money (Daniel Zovatto), con quién él cree que no va a llegar a ningún, lado, lo convence para un último asalto, aquel que le permita ir a otra ciudad a recomponer su complicada vida junto a su pequeña hermana. Y como esto es cine, y el chico bueno, claramente debe aceptar el mandato de aquella mujer que ama en silencio, “No Respires” (USA, 2016), enfocará su mirada, estilizada, épica, contradictoria, en el último robo de este trío en esa casa en la que la fortuna les de el golpe necesario para revertir sus destinos. Así, Álvarez, con un registro plagado de planos simil secuencias, travellings, planos detalles y escenas en las que los actores son envueltos por el lente, narrará el derrotero en el cual ingresarán, por una ambición desmedida, y del que, lamentablemente, no podrán salir tan fácilmente como hasta el momento lo habían hecho de cada una de las viviendas que robaron. “No Respires” alude desde su título a cómo Rocky, Money y Alex deberán comportarse luego que en la casa se encuentren no con la fortuna, sino con un ex militar ciego (Stephen Lang, recordado por “Avatar” y “Tombstone”, entre otras) que impedirá, a pesar de su ceguera, a toda costa a que puedan salir vivos de la casa. La lograda tensión y el misterio que envuelve la fortuna que éste tiene escondida en algún lugar de la vivienda, son tan sólo dos de los puntos fuertes de un filme, que si bien cae hacia el final con algunos giros sorpresa y algunas situaciones resueltas de una manera equívoca, mantiene su propuesta hasta el último plano que Álvarez ofrece de esta “travesura” entre amigos que, inevitablemente, iba a salir mal y salió mucho peor de lo que ellos quizás pudieron imaginar.
No respires te quita el aire por 88 minutos, y qué mejor elogio que ese para este film, quizás el gran estreno de terror del año. [Escuchá la critica completa]
Ataque de Pánico (2009) es un corto que cuenta una invasión extraterrestre a la ciudad de Montevideo. Salió en su momento 300 dólares, y era muy original y fresco. Fue todo un éxito y llevó a su director, Federico Álvarez, a los campos dorados de Hollywood (lo pueden encontrar en YouTube. Tiene más de 7 millones de vistas). Allí se topó nada más ni nada menos con un trabajo pesado: realizar la remake de “Evil Dead: Diabólico” (Evil Dead, 1981), y encima supervisado por Sam Raimi, Bruce Campbell y Robert Tapert, el trío original del film. Salió airoso de esta prueba junto a su amigo, colaborador habitual y guionista Rodolfo Sayagués. Ahora este dúo, junto a la protagonista de ese film Jane Levy, más Raimi, Tapert y el compositor Roque Baños, vuelven a repetir en “No Respires” (Don’t Breathe, 2016), uno de los mejores largometrajes de terror de la última década. Rocky (Jane Levy), Money (Daniel Zovatto) y Alex (Dylan Minnette) es un trío de amigos que se dedica a entrar a casas para robarlas. Money es la fuerza bruta, el que roba casi por placer. Rocky quiere juntar el suficiente dinero para llevarse de la ciudad a su hermanita pequeña y que se críe un ambiente mejor, y Alex es el que consigue las llaves e información de las viviendas, ya que su papá trabaja en una empresa de seguridad que les provee alarmas a los hogares. Y, además, casi que se dedica a esto porque está totalmente enamorado de Rocky. Cada robo que realizan los jóvenes está perfectamente planificado, y ahora han encontrado el objetivo perfecto: entrar en la casa de un ciego que, aparentemente, tiene una importante suma de dinero guardada allí. Además, vive en un barrio alejado y, prácticamente, no tiene vecinos. Es el atraco perfecto, y el golpe que podría hacer que dejen de delinquir de una vez y para siempre. Están seguros de que este robo es pan comido, pero después que entren se verán envueltos en una escalofriante lucha por sus vidas. “Posesión Infernal” (Evil Dead, 2013) fue la presentación de Fede Álvarez en Hollywood, pero ese film tenía mucha carga encima: era una remake, estaban los antiguos realizadores respirándole en la espalda, tenía que cargar aunque no lo quisiera con toda la mística de ese clásico. No debe haber sido fácil. “No Respires”, en cambio, es de su propiedad. Y se nota mucho. Álvarez se permite jugar, probar, exigir, cambiar, divertirse, y como consecuencia tenemos una obra maravillosa. Esta película asusta y tiene al espectador aferrado a la butaca, y sin tener un fantasma, demonio o criatura monstruosa asustando a la gente. ¿Hace cuánto que no ven un film de terror que los asuste sin ninguna de esas cosas? Pero no sólo eso porque además nos hace sufrir con los protagonistas y, si en un momento se encuentran no respirando al igual que ellos, es ahí en donde van a notar lo bien que está hecha. Los actores están muy bien dirigidos, con un Stephen Lang que puede lograr que cualquiera se haga pis encima. Los silencios, los colores, las luces, la oscuridad, los sonidos, la ausencia de música, la banda sonora imperceptible, todo en su conjunto hace de “No Respires” un largometraje imperdible. Piedra libre para los banderines del Club Atenas de Montevideo y de Peñarol que este hincha fanático se da el lujo de mostrar en alguna escena. Para aplaudir de pie el plano secuencia que utiliza para mostrar la casa y a los jóvenes irrumpiendo en ella que es descomunal. Y otra cosa genial son las vueltas de tuerca y giros que tiene que suman siempre y son bastante inteligentes. Dense la oportunidad de que “No Respires” los deje sin aliento y pidiendo por una bocanada más de aire. Lo van a disfrutar.
Una pequeña guerra de supervivencia. En un género donde no abundan las sorpresas, el film del director de Evil Dead hace gala de concisión y buen pulso narrativo. Es la historia de Cenicienta, teñida de rojo. Supongamos que sos un fan del terror y el cine fantástico, pongámosle que uruguayo. Con unas compus caseras armás un corto sobre robots gigantes que invaden Montevideo. Lo subís a Internet. Un corto muy corto, 5 minutos. Se llama Panic Attack. Tiene una circulación viral. Lo ve Sam Raimi, el creador de la saga Evil Dead y El hombre araña, y le parece que si con un par de compus hiciste eso, con unos millones de dólares vas a podés hacer mucho más. Te dice que te vayas para allá, te ofrece filmar la remake de The Evil Dead, la primera. La filmás, te va bien de crítica y de público. Rodás tu segunda película en Hollywood, siempre con apoyo de Sam Raimi, y repetís. Tu nombre es Fede Alvarez, tenés 38 años, naciste en Montevideo y esa segunda película es No respires, un cuento de encierro y de sangre que volviste a escribir con tu compatriota Rodo Sayagues, que ya te había dado una mano con Evil Dead. En el sitio Rotten Tomatoes, que recopila las críticas de los medios estadounidenses, No respires saca un 86 por ciento de promedio, equivalente a 8.6 sobre 10. Y 83por cientio de parte de los espectadores. Estás hecho, Fede. Respirá. Del cine clase B, No respires toma el minimalismo de su concepción general y la pintura de personajes con unos pocos trazos. Básicamente, un único escenario y cuatro protagonistas, librando una batalla a matar o morir. Tres chicos veinteañeros de Detroit se dedican a robar casas cuando los dueños no están. No necesitan forzar cerraduras: entran con las llaves, que le quitan por un rato al padre de uno de ellos, dueño de una empresa de seguridad. Dos de ellos son novios. La chica tiene buenos motivos para querer huir a la soleada California: su madre, de vida promiscua, no la trata precisamente bien, por lo cual quiere llevarse con ella a su hermana menor. Para eso necesita plata, y les acaban de pasar el dato de que un veterano de guerra que vive solo en un barrio abandonado (Detroit, que hace décadas dejó de ser el paraíso automovilístico que fue alguna vez, está llena de barrios abandonados), cobró 300 mil dólares como compensación, de parte de una mujer que mató a su hija en un accidente automovilístico. En un scouting, los tres chicos descubren que el tipo (el veterano Stephen Lang, visto recientemente en Avatar) es ciego. Pan comido. Salvo que no será precisamente pan comido. Entre otras cosas porque es veterano de guerra. Y porque además guarda varios esqueletos en el ropero. Concisa y con una precisa dosificación de las sorpresas narrativas, No respires no es un juego del gato y el ratón sino una pequeña guerra de supervivencia, en la que en algún momento aparecerá un prisionero y se develará el paso a la locura. Álvarez y Sayagues echan leña al fuego con cantidad de detalles que riegan meticulosamente. La guerra de No respires es también un sistema de trampas y de ingenio. Lo primero dicho tanto en sentido de cacería como, en cierta medida, de fullería para con el espectador, casi inevitable en esta clase de cuento. La tensión mantiene su crescendo y la moral del relato cierra con un notable nihilismo, que lleva a preguntarse cómo habrán hecho los vecinos rioplatenses para sostener, en tierras en las que el crimen no paga, que se puede robar, matar y hacer cosas mucho peores sin que nadie se entere siquiera.
Desde Uruguay, un nuevo maestro del terror El del uruguayo Fede Álvarez es el sueño del pibe. Tras un corto consagratorio que subió a YouTube (¡Ataque de pánico!), Sam Raimi le encargó dirigir Posesión infernal, remake de su clásico Evil Dead. Luego de ese éxito inicial pudo filmar un guion propio, aunque en condiciones bastante complicadas: un presupuesto de menos de 10 millones de dólares (un "vuelto" para los estándares de Hollywood) que lo obligó a rodar en Hungría para bajar costos y recibir beneficios adicionales. Desde su estreno en los Estados Unidos hace dos semanas, No respires se mantiene como la película más vista. Los dólares llueven y las propuestas, también: mientras maneja varios proyectos para televisión, trabaja en Monsterapocalypse, la adaptación de un cómic que estuvo por concretar Tim Burton. El montevideano es, sin dudas, "el" cineasta del momento. No respires es una pequeña joya dentro de un año brillante para el género de terror. Hecha con mínimos recursos (no sólo económicos sino porque transcurre casi íntegramente en una sola locación), tiene un guion con los elementos justos (tensión, suspenso, sorpresas, vueltas de tuerca) que la puesta en escena de Álvarez sostiene y amplifica. Está claro que No respires no aspira a ser una película disruptiva o de quiebre, sino más bien una sólida incursión en el cine de género, un ejercicio de estilo, una carta de presentación (impecable) para un director y guionista extranjero y con escasa experiencia. El film retoma un tópico clásico dentro del terror (la irrupción de extraños en una casona), pero con algunos cambios significativos: no hay presencia sobrenatural ni diabólica y está contada desde el punto de vista de los "invasores". Alex (Dylan Minnette), Rocky (Jane Levy) y Money (Daniel Zovatto) conforman una banda de ladrones que busca sumar fondos para abandonar la decadente ciudad de Detroit. Tras varios golpes exitosos, eligen como siguiente objetivo la casa de un veterano de guerra (Stephen Lang) que ha quedado ciego y ha cobrado una indemnización millonaria. Además, el padre de Alex maneja la compañía de seguridad encargada de vigilar el lugar, así que poseen las llaves y los códigos como para entrar y salir fácilmente. Pero, claro, no todo será tan sencillo. Más bien todo lo contrario... No conviene adelantar nada de lo que ocurrirá en la casa. Sólo que Álvarez sabe construir los climas, elaborar los misterios, incorporar personajes (¡ese Rottweiler!) y dosificar las revelaciones que irán complicando la trama (y el destino de los protagonistas). En el terreno visual se destaca el aporte del director de fotografía -también uruguayo- Pedro Luque, mientras que el trabajo de los intérpretes (sin ser nada extraordinario) es funcional a lo que la narración requiere. El resultado, por lo tanto, es decididamente eficaz: una experiencia claustrofóbica, asfixiante, aterradora, pero sin apelar al golpe bajo ni al efectismo. Una pequeña gran película que ubica a Álvarez como un digno heredero de los maestros del terror y, claro, con un enorme futuro en Hollywood.
Este es el segundo largometraje de joven cineasta uruguayo Fede Álvarez. Cuenta los momentos que viven tres jóvenes en Detroit: Rocky (Jean Levy), Alex (Dylan Minnette, “Escalofríos”) y Money (Daniel Zovatto, “Te sigue”) quienes se dedican a robar casas, en lo posible sin lastimar a nadie. Hasta que se meten en la casa de un veterano quien participó en la guerra de Irak, es ciego (Stephen Lang, “Los hombres que miraban fijamente a las cabras”; el villano de “Avatar”) y está solo, su única compañía es su perro. Su objetivo es llevarse una importante suma de dinero pero lo que parecía fácil termina siendo una terrible pesadilla. Si bien ya se vieron otras historias similares, por ejemplo: “Funny Games: Juegos divertidos” (Michael Haneke, 1997), “Los extraños (Bryan Bertino”, 2008), donde los asaltantes terminan siendo presas o víctimas. La trama resulta inquietante, tiene más suspenso que terror, un buen manejo de cámara ofreciendo situaciones angustiantes y de nerviosismo, como su título lo indica no te da respiro, tiene buenos climas, mantiene la tensión en todo momento, es ingeniosa y posee algunos sobresaltos e interesantes giros argumentales.
El uruguayo Fede Álvarez conquistó a Hollywood, primero, con su cortometraje viral “¡Ataque de Pánico! (2009), y después con “Posesión Infernal” (Evil Dead, 2013), la remake del clásico de terror de Sam Raimi. Una vez más, con el padrinazgo de Sam y la colaboración del guionista Rodo Sayagues, Álvarez sorprende a todos con este thriller terrorífico que no necesita de espíritus malévolos ni Deadites para mantenernos al borde del asiento. El charrúa se mete con el subgénero de “casa tomada”, pero en esta ocasión la víctima puede tornarse peligrosamente en victimario. Rocky (Jane Levy), Alex (Dylan Minnette) y Money (Daniel Zovatto) son tres jovenzuelos descarrilados que buscan dinero fácil para poder escapar del pueblito de mala muerte donde viven. El trío adolescente se dedica al allanamiento de morada y a robar chucherías, nada muy estrambótico que los pueda mandar a la cárcel durante varios años si los atrapan. Las víctimas de sus atracos son cuidadosamente seleccionadas, casas coquetas cuyos dueños han contratado el sistema de seguridad del que, coincidentemente, está a cargo el padre de Alex. Los riesgos cada vez son mayores, pero este último “trabajo” podría darles el dinero necesario para el tan ansiado escape. El objetivo, la casa de un ciego (Stephen Lang) bastante solitario, veterano de Irak que recibió una jugosa compensación tras la muerte de su hija en un accidente de auto. Ese es el botín que los chicos van a buscar durante la noche, convencidos de que se encuentra entre las cuatro paredes del lugar. Sorteando varios obstáculos, logran entrar a la vivienda, dormir al único ocupante y comenzar la búsqueda del dinero. Al parecer, el ciego es un hueso bastante duro de roer. Alertado de los intrusos decide dar pelea y es ahí donde todo se empieza a descontrolar. De repente el gato se convierte en ratón y comienza a ser cazado. El ciego tal vez haya perdido la vista, pero tiene las habilidades (y los recursos) de un militar entrenado que hará lo que sea para defender lo suyo. “No Respires” (Don't Breathe, 2016) no se contiene a la hora de la violencia, pero su mayor atractivo es las tensiones y la atmósfera que logra crear entre los laberinticos recovecos de su (casi) único escenario. Álvarez y Sayagues no se quedan sólo en este juego del gato y el ratón y, de repente, sacan un par de ases bajo la manga para ponernos un poquito más los pelos de punta. Los realizadores nos obligan, de alguna manera, a tomar partido y ponernos del lado de la víctima o los victimarios. El problema es que primero debemos definir quien es quien en este juego truculento y macabro. “No Respires” no es, necesariamente, una obra mega original, pero sabe como tomar estos elementos tan comunes del género y redefinirlos para crear una historia llena de matices y momentos súper tensos. La idea es poner incómodo al espectador y lo logra, haciendo honor a su título y quitándonos el aliento cada dos segundos. Acá no hay buenos ni malos (todos tienen sus muertos en el ropero), y parecen tener una justificación para sus actos más oscuros. Queda en nosotros decidir desde qué lado nos plantamos y por quién hinchamos en esta película de “casa tomada” que pronto se convierte en una sangrienta cacería.
Llega a los cines la cinta de suspenso, No respires del uruguayo Fede Álvarez (Evil Dead). Una pequeña banda de ladrones formada por un loquito, un sensato y una chica, novia del primero y de la que el segundo está secretamente enamorado ingresan a las casas a las que tienen acceso por trabajar el padre de uno de ellos en la empresa de seguridad que las protege. Planean dar un golpe en una vieja casa en la que vive un veterano de la guerra de Irak, que para colmo es ciego. Aparentemente guarda allí la indemnización por la muerte de su hija, acaecida en un accidente de tránsito. Lo que en aparenta ser un trabajo fácil, se transforma en una pesadilla. Realizada por el mismo equipo técnico y artístico que hizo posible la remake de Evil Dead (Posesión infernal) quienes entregan ahora un thriller con elementos de terror. El realizador uruguayo Fede Álvarez, ayudado por Rodo Sayagues como colaborador en el guión, se disponen a dar una lección moral a quienes planean dar el golpe de su vida y con eso retirarse, encontrándose con un juego de cajas chinas en las que las sorpresas van aumentando a medida que avanza el metraje. Los acosadores son acosados y en la “home invasión”, la casa se transforma también en un personaje más. Alvarez explota todas las posibilidades de un guion mínimo que exprime las contingencias que presenta el espacio físico el que están encerrados (a su pesar) los personajes. Extrae de la casa hasta la última gota y es justo decir que de eso sale airoso. Un virtuoso plano secuencia y una escena a oscuras, Inteligentemente resuelta se colocan en un lugar destacado. Pero cuando la trama da un giro de locura absoluta, la adrenalina del suspenso se desvanece y ya no hay vuelta posible al pacto de credibilidad. Pero no hay que pedirle ni una pizca de verosímil, porque la película no lo tiene, aunque es una buena decisión del guion que la acción se ubique en Detroit, la ciudad cuna de las industria automotriz estadounidense y también en la que se desarrolla la acción de Robocop , una metrópolis en bancarrota y expulsora de habitantes, con un alto índice de delincuencia, a pesar de que no se saque demasiado partido de esa locación. La casa del veterano de Irak, objeto del robo, es la única habitada del barrio. Si pensamos que el tipo está armado hasta los dientes en una fortaleza, es ciego y no tiene vecinos, es casi impensable que necesite una empresa que monitoree su seguridad con una alarma que debe activar y desactivar cada vez que entra y sale. Sin el pacto de adhesión a arbitrariedades, No respires no sería posible.
Hecha con mínimos recursos pero con mucho ingenio y oficio, esta nueva y muy exitosa película del director de Posesión infernal lo ubica como uno de los directores de moda en Hollywood. En lo que viene siendo un muy buen año para el cine de terror, no sólo en lo comercial sino gracias a algunas películas originales de muy buena calidad (y hasta secuelas como El conjuro 2), No respires, de Fede Alvarez, es una verdadera sorpresa. Es cierto que el realizador uruguayo que llegó a Hollywood gracias a una serie de efectivos cortos que subió a YouTube y que fueron admirados nada menos que por Sam Raimi, quien lo adoptó como parte de su equipo, ya había filmado Posesión infernal, remake de Evil Dead, con la aprobación y beneplácito del propio Raimi (responsable de la original), pero aquella versión no era particularmente notable. Funcionaba relativamente bien, pero se perdía en medio del océano de innecesarias remakes. Y de litros de sangre… No respires es un caso muy distinto. Cuando Alvarez podría haber pasado a las “ligas mayores” dirigiendo alguna superproducción (se lo rumoreó ligado a varias), el muchacho decidió juntar a su equipo creativo de siempre y hacer otro film de terror, uno que al menos en apariencia luce más barato que el anterior. Ser fiel a sus necesidades creativas y no a las del mercado no es algo habitual en Hollywood, pero Alvarez lo hizo y al final no sólo logró una muy buena película de género (mejor que la anterior) sino que la convirtió en uno de los sorpresivos éxitos de taquilla de la temporada. Como la reciente Miedo en lo profundo, la película de Alvarez se apoya en mínimos elementos para construir su tenso relato. Tras un comienzo en el que se presentan a los personajes, sus situaciones y acciones (tres jóvenes que roban casas en la zona de Detroit, cada uno metido en eso por diferentes motivos), el film se vuelve una cacería casi sin diálogos en una casa en particular que el trío no tuvo mejor idea que asaltar. Se trata del hogar de un militar retirado que, según el dato que ellos tienen, posee en su casa 300.000 dólares que les ganó en un juicio a la gente que mató a su hija en un accidente de tránsito. El hombre no solo es mayor sino incluso ciego, por lo que para los chicos el asunto parece muy fácil. Pero no lo será. Entre el entrenamiento militar, las habilidades casi sobrehumanas desarrolladas para sobrevivir en la oscuridad total, un entrenadísimo y violento perro y la agresión contenida del musculoso veterano, el militar en cuestión (encarnado por Stephen Lang, de Avatar) se convertirá en una pesadilla para este trío de inexpertos ladronzuelos. Si bien se puede considerar a No respires más como una película de suspenso que una de horror, por lo gráfico de su violencia y las revelaciones narrativas de la segunda mitad del film no está mal darle entrada de lleno al género. Alvarez plantea un largo juego de gato y ratón en la oscuridad de la casa del veterano ciego, en la que los protagonistas –tan o más “villanos”, en principio, que él– tienen todas las de perder. Como en buena parte del cine de terror actual, la más resoluta e inteligente a la hora de superar problemas es la chica, una sobreviviente del más purowhite trash llamada Rocky. La película no da respiro y, si bien la oscuridad casi absoluta de una buena parte del relato puede volverla visualmente agobiante, se reserva una serie de sorpresas (y de, en principio, bienvenidos exteriores) en su largo e intensísimo desenlace. Efectiva, económica, intensa, No respires tiene algo también de la reciente Cuando las luces se apagan, pero con mucho más talento detrás de las cámaras, trabajo de un director que puso el ojo en el centro de la acción y que –salvo por una repulsiva pero efectiva situación que ya descubrirán– no le dio demasiados giros extraños al asunto. Es deseable que esta vuelta a lo básico del nuevo cine de terror y suspenso –llevado a Hollywood, en muchos casos, por directores extranjeros como Alvarez, el argentino Andy Muschietti, el español Collett-Serra, el sueco David Sandberg o incontables asiáticos– sea más que una moda y se convierta en un recambio generacional y de estilo. Acaso no alcance para volver a la época dorada del género de los años ’70 y primeros ’80, pero las referencias son esas. Y el talento está ahí.
Luego de desembarcar en Hollywood con la alucinante reimaginación Evil Dead, el uruguayo Fede Alvarez tuvo carta blanca para crear lo que él quisiera. Bajo el ala de Sam Raimi, él eligió no seguir el camino predecible con una secuela a la posesión demoníaca y, en cambio, se dio el lujo de cocinar un tenso thriller. Don’t Breathe es un impactante juego del gato y el ratón que a veces puede volverse predecible, pero nunca deja de ser adrenalínico. En el centro de la trama están tres jóvenes que intentan dar un golpe maestro, que termine con el raid de robos y los saque de la decrépita Detroit en la que viven. El objetivo parece fácil, pero las apariencias engañan de una manera brutal y sin piedad. No hace falta mucha empatía por los protagonistas, porque cualquier vestigio de cordura escapa por la ventana al ver la poca monta de sus actos delictivos. Uno se agarra la cabeza más de una vez con sus decisiones apresuradas… pero no hay película si los chicos no toman las elecciones equivocadas. Un gran cambio que se siente entre una película y la otra es el tono. Si Evil Dead terminaba con un enfrentamiento en medio de una lluvia de sangre, Don’t Breathe elige aplastar al espectador en su butaca a fuerza de situaciones límite en las que los personajes son pequeños ratones en un laberinto, en el cual el más leve sonido puede costarles la vida. Desde el guión del propio Alvarez con su amigo y colaborador Rodo Sayagues hay una gran idea de un solo escenario con diferentes niveles, que puede resultar muy familiar en su primer tramo pero que a medida que corren los minutos vira hacia un terreno pantanoso muy retorcido y, de tan horrorífico, resulta fascinante. El sentir en carne propia las peripecias de los ladronzuelos denota una excelente labor de parte de Jane Levy y Dylan Minette, ambos con una sensibilidad a flor de piel y muy expresivos. La historia que les espera por delante no los dejará indemnes, y el contraste del villano silencioso de Stephen Lang es notable, con una figura que ocupa toda la pantalla con una presencia avasalladora. Quizás algunos detalles me hayan quitado un poco de la experiencia que propone Alvarez y compañía… Una costumbre un poco molesta de Hollywood es comenzar la película con un pequeño prólogo, que es un aperitivo de lo que va a suceder luego y esa misma escena puede considerarse un poco “spoiler” por su contenido. Hablo del hecho que si uno es un poco sagaz esperará que ese momento eventualmente llegue, robándose a sí misma la capacidad de sorprender al adentrar al espectador en completa oscuridad. Lo mismo sucede con el final: la película termina y ya. Es algo controvertido, no digamos que ata con un moño la historia ni deja la puerta abierta a una secuela, pero es un cierre extraño, como si se hubiesen agotado ya de tensar al espectador. Lo que sí hay que darle crédito al uruguayo es por tener una visión sublime de lo que quiere hacer con la película, desde la cámara dinámica que se mueve aquí y allá, sigilosa como un ladrón, o el no abuso de sustos comunes, escapando a la media de toda película de suspenso/horror. Hay imágenes y momentos que quedan marcados, y Fede lo logra más de una vez en menos de hora y media. Don’t Breathe es otra interesante adición a la ya impresionante planilla de vida de un director joven que sigue sorprendiendo. Habrá un poco de hype de por medio, pero su segundo largometraje es una pequeña maravilla y un soplo de aire fresco dentro del género que tanto se necesita.
Terror con alta tensión No respires es un intenso thriller de terror que mantiene la tensión todo el tiempo. Es la segunda y consagratoria película del director uruguayo Fede Alvarez. Lo más importante en una película es la puesta en escena. Son los planos y los movimientos de cámara los que van a determinar eso que se conoce como atmósfera. Y si se suman situaciones y actuaciones verosímiles, la armonía entre forma y contenido está asegurada. Esto es lo que logra el uruguayo Fede Alvarez en No respires, su segunda película después de la bien recibida Posesión infernal (Evil Dead, 2013), remake de la clásica de 1981 de Sam Raimi, quien además figura como productor. El filme cumple con los tres requisitos básicos de toda buena película de terror: atmósfera, tensión, verosimilitud. Desde el comienzo, Fede Alvarez atrapa con un plano secuencia aéreo e instala el misterio para luego desarrollar la historia de tres jóvenes que entran a robar dinero en la casa de un veterano de guerra ciego. Lo que los jóvenes no saben es que el anciano no es un ciego inofensivo, sino un monstruo capaz de recorrer la oscuridad de su casa como si fuera el alien en el Nostromo, la nave de El octavo pasajero. El principal mérito de Fede Alvarez es que mantiene la tensión durante toda la película. Es una historia que tiene algo de tiempo real, ya que casi siempre transcurre dentro de la casa del ciego. El filme tiene vueltas de tuerca efectivas. Y aunque aparezcan algunos descuidos, nunca alteran el producto ni llegan a quebrar la verosimilitud. Entre las muchas virtudes de No respires, están su habilidad para moverse en espacios reducidos y su capacidad para que el espectador se sienta identificado con las víctimas, gracias a los movimientos de la cámara subjetiva (que imita los movimientos de la cabeza). El guion es simple pero autoportante y monolítico, centrado más en el desplazamiento de los personajes por la casa que en los diálogos, convirtiéndose por momentos en una micro coreografía con niveles de tensión muy altos. Cuando el personaje del ciego cobra voz (enorme interpretación de Stephen Lang) es uno de los mejores momentos del filme, porque le da una dimensión perversa que refuerza el suspenso. La voz del ciego no hace más que reafirmar el mal que ejerce. No respires tiene imágenes de película de terror, pero el ritmo es el de un thriller intenso y clásico. Cuando las historias funcionan, el espectador empatiza con los personajes, se sienten identificados. No respires hace participar al espectador y este es su verdadero triunfo.
Prepárate para vivir hora y media de tensión (de principio a fin) en la última cinta del director uruguayo. Estamos ante un film muy inteligente. A veces tener recursos no es sinónimo de calidad y Federico Álvarez (Evil Dead) lo demuestra. Con cinco personas, una casa antigua, un perro y buen manejo de cámaras logra contar una historia de una tensión apabullante que no da respiro hasta el último minuto. No es una película pasiva, a lo largo del metraje hay virajes y sorpresas que, a la par de los planos con cámara en mano, generan dinamismo y un ritmo agotador. La trama es simple. Se trata de tres amigos que hastiados de sus vidas roban en casas “seguras”, donde saben que los dueños no están. Ellos planean cuidadosamente sus atracos, hasta que un día se enteran de que un veterano de guerra ciego posee en su hogar una cifra muy alta en dólares. Lo que parece presa fácil se convierte en un infierno absoluto. La película se podría dividir en dos partes. La primera, un poco más lenta, realiza la presentación de los personajes y su contexto. El film se sitúa en una Detroit económica y moralmente destruida, en la que lo único que desean las personas es huir y rehacer su vida en otro lado. Impulsados por esta situación, la intención de los protagonistas es recaudar dinero —mal habido— para trasladarse a California. El segundo tramo transcurre dentro de la casa y es adrenalina pura, una verdadera cacería. Una zona de guerra donde lo único que importa es sobrevivir. Fede Alvarez supera con creces su película anterior con buenas ideas, creando climas asfixiantes y sumando un ingrediente social que aporta una visión más amplia a la historia. La premisa de No respires se cumple a la perfección.
No le temas a la oscuridad Contadas son las oportunidades en las que experimentamos aplausos del público en plena proyección de un estreno. Así se canalizó la euforia de los espectadores en la premier de No respires (Don't Breathe) de Fede Álvarez. Son varias las sensaciones que genera su nueva película: desde ganas de cerrar los ojos bien fuerte y comentarla en voz alta, a reír nerviosamente y, de manera muy acertada, a contener la respiración. Fede Álvarez se dio a conocer cuando su corto Ataque de pánico! (Panic Attack, 2009) llamó la atención de la productora Ghost House, especializada en películas de terror y fundada por el gran Sam Raimi (director de las tres partes de Posesión Infernal y las tres Hombre Araña de los 2000, entre otras) y el productor Robert Tapert. Fue entonces cuando Raimi lo eligió para escribir y dirigir la remake de Posesión infernal (Evil Dead, 1981), una de esas obras maestras que en algún momento pensamos que sería mejor no tocar. Lo cierto es que la dirección y enfoque de Álvarez sobre el clásico de los 80 sorprendieron y, con su estreno en 2013, dejaron a más de uno con ganas de ver nuevas historias del director uruguayo. Tres años después llega la vertiginosa No respires, con guion original de Álvarez y Rodo Sayagues, quienes colaboran juntos desde sus inicios. La trama es sencilla: tres ladrones (Jane Levy, Dylan Minnette y Daniel Zovatto) entran forzadamente a la casa de un veterano de guerra ciego (Stephen Lang) con el afán de hacerse con una enorme fortuna, pero lo que parecía una tarea sencilla se convierte en un suplicio al descubrir que el anciano es más amenazante de lo que creían. Hoy día es difícil para una película de terror ser completamente novedosa. Sin embargo, con casos como El conjuro (The Conjuring, 2013) quedó claro que con nuevos enfoques puede hacerse una película refrescante a partir de una premisa similar a tantas otras. En el caso de No respires, por momentos podemos pensar en reminiscencias de La habitación del pánico (Panic Room, 2002) con Jodie Foster y una pequeña Kristen Stewart, o la más reciente Silencio (Hush, 2016), con personajes debilitados por la falta de algunos de sus sentidos y encerrados en una locación. Sin embargo, Fede Álvarez sabe que el giro que tiene entre manos es interesante y aplica su enorme talento para la dirección de manera impecable. En conjunto con el director de fotografía Pedro Luque (con La casa muda de Gustavo Hernández y el mismo Ataque de pánico! entre sus trabajos), Álvarez elige un sinfín de planos secuencia y cámaras inquietas que siguen a los personajes y guiñan a los espectadores con detalles de elementos que serán fundamentales avanzada la historia. La iluminación también tiene un papel fundamental para generar tensión, sensación que el director sabe generar a la perfección y mantiene durante los 88 minutos que dura la película. Sobre el cast, es pequeño pero eficiente: tras Posesión infernal, Álvarez elige nuevamente a Jane Levy como protagonista (¿la Scream Queen de nuestra generación?), quien se destaca por su versatilidad entre la determinación y el pavor. Sin embargo, la verdadera joya es Stephen Lang. Con 64 años, la simple imagen de su cuerpo es imponente y memorable, logrando intimidar aún en las escenas en las que no está físicamente presente. Esto es parte del triunfo del guion, que desarrolla los personajes al nivel de plantearle al espectador las ganas de elegir un bando al que apoyar y luego dudar de su elección al descubrir que en esta historia no hay buenos ni malos. No es secreto que cine de terror independiente esté pasando por un excelente momento, desde The Babadook (2014) a Green Room (2015), a diferencia de los grandes estudios que apuestan a películas más reiterativas como la vuelta de la franquicia de La llamada (The Ring 2002) con el próximo estreno de Rings, dirigida por el español Francisco Javier Gutiérrez. En este clima y teniendo detrás una productora importante como Ghost House, No respires es una rareza, ya que trae una buena cantidad de sustos no gratuitos y buenos momentos de suspenso a la pantalla grande. Desafortunadamente tiene algunos giros de más hacia el final y da la sensación de querer terminar más de una vez, pero si podemos dejar estos detalles de lado, No respires es de aquellas pocas películas del género terror actual que prometen, y cumplen.
Terror del bueno El cine de terror norteamericano tiene una gran recepción en Argentina, motivo por el cual se estrena el 90% de la producción, algo que no sucede con otros géneros. Este dato implica que casi todas las semanas tenemos en la cartelera un nuevo producto del género. Por supuesto la variedad convoca a todo tipo de películas: las buenas, las malas, las regulares y, en menor medida, las muy buenas. No respires (Don't breathe, 2016) es una de las muy buenas. De manera muy astuta el film de Federico Álvarez (el uruguayo que ya incursionó en Hollywood con Posesión Infernal, la remake de Diabólico) retoma los tópicos del género pero modificando los motivos de sus personajes. Aquí hay una situación de encierro y peligro en una casona embrujada como en tantas otras películas de terror, pero no son un grupo de adolescentes que van a pasar un fin de semana a la casa junto al lago, sino un grupo que entra a casas deshabitadas a robar sus pertenencias. Cansados del poco valor que consiguen a cambio, deciden cruzar un límite más en cuanto a delincuencia se refiere: robar dinero a un anciano ciego. Sucede que este anciano no es un “pobre hombre” como a simple vista parece serlo. Es ex combatiente de la Guerra del Golfo y tiene varias formas de aniquilación al alcance de su mano. Si, otra vez adolescentes atrapados en una casa con su vida en juego, pero con motivos mucho más interesantes, tanto desde el lado de ellos (el dinero) como del lado del anciano (vengar la muerte de su hija). Nadie es bueno, todos tienen intereses que los llevan al riesgo dejando a la ley (policía) de lado. El otro factor muy bien explotado son los recursos cinematográficos del género. La ceguera del hombre potencia la utilización del sonido, nunca tan fundamental como en este caso. Cualquier mínimo movimiento es detectado por el anciano lo cual supone de ante mano un atraco fácil de realizar, salvo que la casa también está en penumbras y dificulta la visibilidad de los jóvenes ladrones. Escapar también será complicado. Ahí aparece otro elemento importante en el terror: la iluminación. Lo que se ve y lo que no sugiere temor y tensión por igual, poniendo vértigo al tiempo real en el que suceden los hechos. El fuera de campo cambia su sentido constantemente con aquello que no vemos y sólo escuchamos indicios. La dirección de Federico Álvarez refuerza todo lo mencionado, con una cámara en constante movimiento -sin nunca saturar al espectador- que circula por los reducidos espacios alrededor de los personajes, resaltando sus expresiones (de miedo, de furia) con primeros planos y exponiendo el reducido campo de visión que dificulta la huida. Los movimientos de cámara son coreográficos con un dominio excelente del espacio. No respires es una pequeña gran película que, consciente de sus limitaciones (de espacios y personajes) sabe como explotar al máximo los recursos con los cuenta. El resultado es un film que te tiene atado a la butaca quitándote la respiración por momentos. Como el título pre anuncia.
La nueva película del uruguayo Fede Álvarez (“Evil Dead” 2013), es un thriller de dientes apretados con invasión hogareña y un linda vuelta de tuerca: la supuesta víctima es más peligrosa que los ladrones. Los ladronzuelos son los jóvenes Rocky (Jane Levy); su novio “Money” (Daniel Zovatto); y su amigo Alex (Dylan Minnette). Rocky necesita dinero para liberarse a sí misma de un hogar roto. Al enterarse que hay un veterano de guerra ciego (Stephen Lang) que vive solo y tiene una montaña de dinero en efectivo escondido en la casa luego de un acuerdo legal, los jóvenes deciden entrar. Rápidamente lo que parecía un trámite se convierte en una pesadilla. Están atrapados en la casa por un tipo que aunque sin visión, es una máquina entrenada que usa un sentido sobrenatural de audición para acecharlos desde una habitación a otra. No faltan las ventanas enrejadas y el sótano, por supuesto, y un montón de cerraduras que arbitrariamente resultan de fácil acceso o irrompibles. En esta clase de películas se trata de jugar y torturar a la audiencia, y en ese aspecto Álvarez sale exitoso. Preguntas sobre la plausibilidad de todo lo que sucede en la película, bueno, ese es otro tema. Películas como “No Respires” operan por un conjunto de reglas cuidadosamente diseñadas para tocar alguna fibra al espectador, en general dejando la lógica de lado. Todo lo “creíble” que resulta su primer acto, se deja de lado cuando el relato necesita que la historia siga, como sea. Si alguien se golpea la cabeza dos veces en un radiador de metal, no puede salir caminando, estaría muerto. Si alguien cae en picada de 10 metros de altura a una superficie de hormigón, no puede reanudar su escape, tendría la columna rota. Un personaje indestructible que puede sobrevivir el abuso más brutal, otro personaje que el guion construye como inteligente y de repente se comporta de una manera estúpida, un final satisfactorio para dejar a todos contentos estropeado por una tonta coda. Y otras mil incongruencias. Lo mejor es aceptar a “No Respires” simplemente como un muy buen thriller, divertido y pasatista y no el nuevo clásico que el hype quiere hacernos creer que es.
No respires es un gran trabajo del director uruguayo Fede Alvarez, quien en el 2013 dirigió la remake de Evil Dead. Aunque desde la campaña promocional se vende a este film como una propuesta de terror en realidad se trata de un intenso thriller que se vuelve atrapante a medida que se desarrolla el conflicto. Un cambio interesante en la dirección de Alvarez cuyo trabajo anterior se había enfocado en el gore y las escenas de violencia extrema y en este nuevo film abordó el suspenso de la historia desde los aspectos pscológicos. Una particularidad muy atractiva de esta película es que revierte la fórmula clásica del subgénero conocido en ingles como "home invasion movies". Se trata de esa clase de historia donde los protagonistas sueles ser acechados en sus hogares por psicópatas asesinos que cometen todo tipo de perversiones. Dentro de esa categoría de filmes en el pasado se destacaron historias como Perros de paja ( Sam Peckinpah), Funny Games (Michael Haneke), Los extraños (Liv Tyler) y más recientemente La purga (Ethan Hawke). En No respires el director uruguayo le dio un giro diferente a este concepto y en esta oportunidad los criminales terminan siendo las víctimas del dueño de la casa que intentan robar. Con una premisa muy sencilla Alvarez construye un thiller muy entretenido que sobresale por el tratamiento del suspenso y el trabajo de los actores que fue sobresaliente. Muy especialmente ese gran artista subestimado de Hollywood que es Stephen Lang (Avatar), quien compone un psicópata que será recordado entre los mejores personajes de su filmografía. Lang interpretó numerosos villanos en el pasado pero en este proyecto pudo destacarse con una composición más dramática que no cae en los clichés que tienen estos roles en el género. Algo que me encantó particularmente de este film es la manera en que el director trabajó los silencios en su narración como una herramienta adicional para generar situaciones intensas. Estamos acostumbrados a ver películas de terror donde se abusan de los efectos de sonido para generar impacto y en No respires los grandes momentos de tensión se generan a través del silencio. Por consiguiente, esa casa que se vuelve claustrofóbica con el transcurso de la historia se vuelve un lugar aterrador aunque no haya fantasmas ni hechos paranormales. No respires resultó una gran propuesta de suspenso que vale la pena disfrutarla en el cine y la recomiendo.
Luego de volverse un fenómeno en YouTube con su corto "Ataque de pánico" (2009), el director uruguayo Federico Álvarez se convirtió en la joven promesa mundial del cine de terror. Tanto fue así que el mismísimo realizador Sam Raimi lo llamó para que se hiciera cargo de dirigir "Posesión Infernal" (2013), la nueva adaptación de "Evil Dead" (1981), una de las mejores películas de terror de toda la historia. A esta altura, el montevideano no solo había cumplido su sueño de trabajar con uno de los directores más importantes del género, sino que además se transformaba en el realizador del momento. Para su siguiente acto, el uruguayo junto a Raimi, otra vez en el rol de productor, se descargan con "No respires" (2016), película que ya es descrita por la prensa especializada como una de las mejores proyectos de terror de los últimos años. El film que costó tan solo US$10 millones -una verdadera bicoca- ya lleva dos semanas liderando la taquilla norteamericana, además de ser clamada por la crítica en festivales como SXSW y Fantasia Fest. Alex, Rocky y Money conforman una banda de ladrones de Detroit que roban casas mientras sus residentes se encuentran ausentes. Luego de varios exitosos golpes, eligen su próxima víctima: el hogar de un veterano de guerra ciego que ha cobrado una millonaria indemnización. Pero, la tarea se transformará en una verdadera pesadilla cuando el anciano demuestre no ser tan indefenso como parece. Si en las actuales películas de terror no hay lugar para la tensión, ya que lo que domina son los golpes bajos y el efectismo, acá estamos ante una historia cargada de intriga, tensión y sorpresa escapando de forma magistral a los tantos clichés dentro del género. Los personajes actúan de manera creíble, dejando en claro al espectador las razones por las cuales se toman cada una de las decisiones. Si se logra identificar al público con lo que los protagonistas hacen o dejan de hacer, el miedo surge efecto de forma inmediata, natural y efectiva. Álvarez consigue darle forma final a un producto brillante y solido que demuestra un claro uso del estilo retomando varios elementos tradicionales del terror pero dándole otra elocuente forma, sin fantasma ni presencias diabólicas. Además, y no es un punto menor, el relato se cuenta desde la mirada de los supuestos villanos, que más temprano que tarde se convertirán de victimarios a víctimas. Toda una aventura altamente recomendable para los amantes del suspenso y el terror, con una vuelta de tuerca final de lo mejor que se ha visto en el cine en varios años y que posicionan a Federico Álvarez como uno de los nuevos directores del cine de género a nivel mundial.
Con una campaña de marketing que empezó como un suspiro y creció considerablemente a la hora de su estreno, No Respires es el regreso triunfal de Fede Alvarez a la pantalla grande tras haber estado 3 años en las sombras después del éxito de Evil Dead en el 2013. En esta ocasión, Alvarez nos entrega un film intenso, realista que no nos deja el lujo de descanso en sus 88 minutos de oscuridad. No Respires encierra a Rocky, Alex y Money (Jane Levy, Dylan Minnette y Daniel Zovatto respectivamente), tres ladrones de “casas” en un laberinto de 2 pisos, con pocas salidas y pocas probabilidades de sobrevivir cuando se encuentren con “El ciego”, interpretado por Stephen Lang. Jugando con los sentidos del espectador, Alvarez, recurre a la tensión máxima a lo largo de toda la película; el uso de la visión, la audición y el olfato son las bases de este proyecto. El público observa como los tres ladrones que piensan llevarse por delante al mundo desde el comienzo, terminan siendo las víctimas de un hombre al que la vida le jugó demasiados malos momentos. La manipulación sobre quien es el verdadero villano resuena en cada acción de lo que ocurre – o ocurrió – en esa casa. Uno realmente no sabe de qué lado inclinarse, las decisiones van más allá del bien sobre el mal y ese es el secreto del éxito de este proyecto. El otro secreto es Stephen Lang. Lang da una actuación excelente al interpretar a un personaje frágil y poderoso al mismo tiempo. Conocido por sus numerosos villanos y personajes que imponen autoridad, él puede pasar de ser un asesino en serie como se lo vio en The Hard Way (1991), ser un bocón insufrible con un final trágico en Manhunter (1986) o un militar megalómano en Avatar (2009) con total facilidad. “El ciego” no es sólo un villano, es un hombre preso de hechos desafortunados y apuesto que más de un espectador va a querer que el salga victorioso. Con planos secuencias que recorren pasillos, ventanas, puertas y tuberías, la sensación de claustrofobia se logra instalar en el público acompañada de un silencio expectante. Lo obvio no resulta como uno espera y los sonidos funcionan como si fueran agujas a los oídos, todo esto es mérito del trabajo de Alvarez, que brinda una experiencia excelente con precisión absoluta en cada sector técnico de su film. El resultado final sin duda es satisfactorio sin llegar a extremos. No Respires es una gran película de un director que, con pocos recursos, siempre logra algo interesante y contundente.
Calladitos y quietos El terror llega desde Uruguay de la mano del director Federico Álvarez y el guionista Rodolfo Sayagués con "No respires". Un grupo de amigos asaltan la casa de un hombre rico, y ciego, pensando que lograrán el robo perfecto. Están equivocados. Un grupo de amigos se dedican a robar casas planificadamente: Alex (Dylan Minette) tiene llaves y controladores de alarmas de la empresa de seguridad en la que trabaja su padre. Es por ello que para Rocky (Jane Levy) y Money (Daniel Zovatto) no les cuesta mucho trabajo, más que algún otro contacto para llevar a cabo los hurtos. Para no calificar como robo mayor en caso de que los atrapen, solo sustraen de los domicilios objetos de valor pero que nada supere los 10 mil dólares. Todo cambia cuando la situación personal de Rocky hace que vayan por el botín de una casa en la que saben que hay efectivo por más de 300 mil dólares, aunque Alex primero se niegue por las consecuencias que podría traer pero accede porque piensa que ese dinero puede salvar a la chica que le gusta. El objetivo es sencillo, un ciego (Stephen Lang) en una casa que no vale mucho ni tiene un gran sistema de seguridad. Pero por subestimar a la víctima y la situación, se encontrarán con más problemas que los que tenían antes de entrar en la propiedad. “No respires” hace referencia desde su título al estar frente al peligro y tener que evitarlo dejando tiesa hasta la última de tus células para no sufrir las terribles consecuencias de estar sin escapatoria y sin lugar al cual moverte. Esa tensión se vive durante todo el filme, que trascurre la mayor parte del tiempo dentro de la casa del ciego, que, por cierto, es un militar retirado con nada que perder. Caminar dentro de esa casa de pisos de madera vieja, que rechinan con eco en la noche plena de un barrio desolado, o intentar abrir alguna puerta repleta de candados se transforma en un mortal juego de escape. El director uruguayo Federico Álvarez, que se hizo famoso por un cortometraje de ciencia ficción hecho con pocos recursos, está obligando a todos a prestarle atención con las buenas y cada vez mejores propuestas cinematográficas que tiene entre manos. Lo cierto es que el cineasta no inventa ningún género, pero enseña como se pueden llevar a cabo buenos proyectos, con aires renovados, con las mismas herramientas y efectos que cualquier otro artista tiene a disposición. Un gran estreno del año para ver calladito en la butaca y sin respirar hasta el final.
Y otra buena para la cartelera. Tres jóvenes ladrones esperan robar tranquilamente en la casona de un ciego. Pues bien, el tipo será ciego, pero no es tonto y resulta no solo un contrincante, sino una amenaza. Efectiva y sardónica película de suspenso muy bien narrada por Fede Álvarez que nos pone al mismo tiempo de los dos lados de una supuesta línea moral. Y asusta en serio, con genuina construcción del miedo.
Un ciego, un perro y una casa infernal Un ex militar perdió la vista en combate y vive aislado, en un barrio que parece un páramo porque no anda ni un alma por las calles. Dicen que en su casa esconde una fortuna. Rocky, Alex y Money son ladronzuelos acostumbrados a desvalijar viviendas deshabitadas. ¿Qué puede salir mal si el golpe asoma sencillo y la oportunidad de hacerse ricos está al alcance de la mano? Todo puede salir mal. Horrorosamente mal. Entre lo mucho de notable que tiene “No respires” figura su capacidad para recorrer todos los clichés del cine de suspenso sin que se note. Al contrario: luce tan fresca, precisa y cautivante que termina convenciendo de su originalidad. La casa laberíntica es tan peligrosa como el ciego despiadado/desquiciado al que da vida Stephen Lang (foto, ¿ya es el villano del año?), ayudado por un perro que encaja en cualquier pesadilla. En ese infierno se mete el trío de rateros y mejor no contar lo que pasa de allí en más, salvo apuntar que una vuelta de tuerca torna más terrorífico lo que de por sí ya era espeluznante. Asistimos a uno de los fenómenos de la temporada. “No respires” le costó a Sony menos de 10 millones de dólares -lo que para los parámetros de Hollywood es una película “chica”- y ya recaudó más de 50 millones, sólo en Estados Unidos. Detrás de este hallazgo que prescinde de lo sobrenatural para asustar hay mucho talento uruguayo, desde el director Fede Álvarez y su coguionista Rodo Sayagues a Pablo Luque, cuyo tratamiento visual es óptimo. Álvarez es un protegido de Sam Raimi. Juntos habían hecho la innecesaria remake de “Evil dead”; aquí Raimi produce y Álvarez domina la escena para demostrar que es un narrador implacable. La tensión que construye cuadro a cuadro en “No respires” se nota en la mirada desesperada de Rocky (perfecta Jane Levy) y en las caminatas a tientas por un sótano al que es mejor no asomarse.
Crítica emitida por radio.
Tres adolescentes se dedican al robo de domicilios vacíos con el fin de llevarse objetos valiosos que luego revenden por monedas en el mercado paralelo. De esta forma quedan notablemente desfavorecidos en la transacción poniendo sus vidas en peligro en cada “aventura”. Si bien no hay justificación para sus actos, en el marco del filme, las acciones se insertan dentro de la lógica de la pertenencia a una clase social baja y de familia disfuncionales norteamericanas que empujan a los jóvenes a cometer el delito. La última casa a la que entran (motivo excluyente del desarrollo del filme) es propiedad de un ex combatiente de Irak, y el dato no menos importante es que éste es ciego. Entonces la hazaña parece muy fácil, pues el dueño no podrá verlos una vez dentro del objetivo. Pero, como todos sabemos, las cosas no podrían nunca estar bien. Es así como la casa los atrapa y una vez dentro de ella descubren un verdadero infierno del que tal vez nunca podrán salir. Mas allá de la motivación que impulsa las acciones y del anclaje espacio temporal de la película, No respires es un filme de género; y amparado bajo las leyes del terror propone varios aspectos que hacen de él no un filme excepcional, pero sí uno diferente, o al menos “recordable”. Con esto quiero decir que no quedará en la historia del género, sin embargo dará que hablar a la hora del manejo de ciertos recursos fílmicos que invitan a la participación sensorial del espectador. Las apariciones imprevistas desde ángulos de cámara extrañados, el mapa virtual inconcluso de la casa (millones de puertas que se conectan entre sí), una caja fuerte a la vista y un sótano mortal son algunos de los condimentos que la película tiene y que pone a jugar durante la narración. Pero lo que más vale aquí es el poder sensorial del ciego quien, además de estar entrenado militarmente, tiene hiper desarrollado el tacto y la audición, situación por la cual nuestros queridos protagonistas, una vez más se encuentran desfavorecidos. Así como los chantajeaban en la venta de los objetos robados, el propietario de la casa asaltada los manipula con sus sentidos. No respires, además el título del filme, es la clave para sobrevivir dentro de la casa ya que cualquier movimiento, por más ínfimo que este fuera, hará notar tu presencia. La película atrapa, pero se hace un poco extensa en el comienzo donde la presentación de los personajes no aporta nada nuevo en relación con otras películas del género. La situación típica se pone en escena y el verdadero suspense tarda en llegar. De todos modos cuando llega lo hace de manera intensa y sostenida en un raid de aproximadamente cuarenta y cinco minutos de tensión y expectativas. No respires, o morirás. Por Paula Caffaro @paula_caffaro
Vamos este jueves con una de terror. Siempre me despierta mucho interés este tipo de largometraje donde el género es el gran protagonista y hasta dónde uno está dispuesto a aguantar. “No respires” película dirigida por Federico Álvarez y escrita por él y Rodo Sayagues nos cuenta la historia de tres jóvenes delincuentes que se dedican a robar casas cuando éstas se encuentran sin sus propietarios. Bien preparados, desactivando alarmas, y todo lo necesario como para hacerlo perfecto sin dejar rastros, para luego vender lo sustraído en el mercado negro y hacerse de billetes. Se enteran por las noticias que hay una casa que guarda una enorme cantidad de dinero dentro. Pero en este caso se encuentra ocupada por su dueño, un ciego anciano solitario, solo acompañado por su perro. Esto atrae el interés del trío. El desafío sería cometer este delito pasando un límite que nunca se habían animado. La noche llega y aquí la acción… Como decimos siempre con mis amigos del secundario si te da mucho miedo hay que pensar rápidamente en “luz cámara acción, luz cámara acción” como para salirse y poder restarle a esa sensación. Método recomendable en muchos momentos de esta impresionante peli de terror. Muy bien contada. Donde parecería que la pesadilla nunca va a terminar. Excelente trabajo del ciego (Stephen Lang) perfectamente caracterizado. Encontraremos por momentos aparentes fenómenos paranormales, pero tendrán respuesta. Recurriendo tal vez al género de horror más autóctono. Con un buen guión al que le fueron encontrando diferentes giros a la trama, hasta por momento graciosos, pero sin perder nunca la tensión. Muy recomendable así que a Inhalar mucho aire, aferrarse bien de la butaca… son sólo 88 minutos y que ni se te ocurra respirar.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
Terror en las ruinas imperiales Desde hace unos años, las iniciativas más o menos novedosas, sea en temática o en modos de producción, parecen darse en el terreno del terror o el thriller. Allí están “La bruja” de Robert Eggers (premiada en Sundance) o “Avenida Cloverfield 10” de Dan Trachtenberg (apadrinada por J.J. Abrams), al menos en los últimos tiempos (corridos un poco del género, podemos pensar en “Hardcore: Misión extrema”, el experimento en primera persona de Ilya Naishuller, apadrinado por Sharlto Copley); y directores hispanos como el argentino Andrés Muschietti (“Mamá”), y españoles como el catalán Jaume Collet-Serra (“La casa de cera”, “La huérfana”) y Rodrigo Cortés (“Enterrado”) que, siguiendo la senda creada por Alejandro Amenábar con “Los otros”, rodaron con actores anglosajones y en inglés (Jaume Balagueró hizo “REC” y “Mientras duermes” en español y con actores españoles). El uruguayo Fede Álvarez viene para sumarse a esa línea con “No respires”: una producción que suma una idea original, la producción ejecutiva de Sam Raimi, actores y ambientación estadounidenses y la posibilidad de filmar en Hungría, en este camino de la “Hollywood global” (fuera de la escala de locaciones que ocupan, por ejemplo, series como “Game of Thrones”). A partir de su premisa inicial, Álvarez apuesta a un relato intenso y psicológico que mantenga al espectador atornillado a la butaca, con algunas vueltas de timón sorpresivas. Trasfondo político Si en “Avenida Cloverfield 10” latía una pregunta como: “¿Qué pasa si caemos en las garras de un psicópata que tiene razón en su visión de las cosas?”, acá una de las consignas podría ser: “¿Qué resulta del choque de unos héroes políticamente incorrectos con una víctima que resulta (en términos “morales”) peor que ellos?” Eso sumado al hecho de que obviamente la víctima inofensiva tiene que, para que el cuento funcione, ser mucho más de lo que parece. Lo que suma interés es el trasfondo. Así como en un filme de toma de rehenes como “El maestro del dinero” veíamos la posibilidad de hacer una lectura política, “No respires” hace lo propio en su planteo de la situación inicial; y es muy curioso que sea un uruguayo el que logre como al pasar, como si no fuera lo central (se supone que no lo es, en una cinta de suspenso, violencia y miedito), mostrar una foto de los Estados Unidos del presente. Contemos la parte que se puede contar, que es la que habla de todo eso. Estamos en Detroit, la otrora capital automotriz hoy devastada por la globalización de los empleos, llena de fábricas y casas abandonadas, “white trashes” (“basuras blancas”, apelativo estadounidense para los anglosajones pobres) desocupados y sin destino y veteranos lisiados sobrevivientes de las campañas imperiales de la era Bush. Money (que parece medio latino, y tiene contacto con un delincuente llamado Raúl) y Alex (hijo de un empledo de seguridad, que está muy pendiente de la legislación penal) integran una bandita con una chica llamada Rocky. La muchacha es madre soltera de una niña todavía inocente, hija de un padre que la abandonó y de una madre detestable que además trae los tipos que se levanta. Rocky sale con Money, pero Alex le tiene echado el ojo. Cuando se dan cuenta de que los robos de poca monta que logran gracias a datos de Raúl y las llaves y claves del padre de Alex no les van a servir para escapar, deciden dar un golpe definitivo: robar la casa (solitaria en un barrio vacío) de un veterano de guerra que cobró una indemnización porque su hija murió en un accidente. Y el viejo es ciego: papita pa’l loro. O eso es lo que creen ellos. Vibrar y pensar Ahí estallará el conflicto entre los tres intrusos y el señor, que como se irá imaginando el lector está más cerca de Daredevil que de Ray Charles. Y ahí Álvarez recurre a toda una batería de recursos que tienen su clímax en la estética de los visores de luz residual (“El silencio de los inocentes” fue probablemente su debut cinematográfico), para cierto momento de oscuridad donde el ciego gana ventaja (y aprovechando que esa imagen grisácea tiene su propio dramatismo). Después viene una retahíla de elementos que nunca fallan, entre la sorpresa y aquello que se puede anticipar unos segundos antes. La parte actoral también se basa en recursos mínimos, con el obvio cuarteto en los roles centrales. Para el rol de Rocky, Álvarez apostó por lo conocido y convocó a Jane Levy, quien fuera protagonista de su primer largometraje (“Posesión infernal”, donde también estuvieron el coguionista Rolo Sayagués, el director de fotografía Pedro Luque, ambos uruguayos, junto al compositor Roque Baños), así que está bastante ducha como damisela sufrida y en peligro permanente. Dylan Minette, uno que viene más o menos en ascenso (y también probó el terror), tramita con estoicismo a Alex, el más sensible del grupo de malandrines. Daniel Zovatto viene de “Te sigue”, y construye fácilmente un Money entre lumpen y prepotente: el tipo que a los cinco minutos sabés que la va a pasar mal en una película de estas. Finalmente, Stephen Lang fue elegido para interpretar al ciego: el villano de “Avatar” se la ha pasado haciendo de militar, y tiene el physique du rôle ideal para una actuación que es más bien física (un hombre maduro pero aguerrido y firme). Con esos recursos austeros Álvarez construye una cinta que será del gusto de los seguidores del terror y el suspenso, y al mismo tiempo se permite hablar de otras cosas. ¿Quiénes son los héroes en la sociedad estadounidense: un psicópata que “peleó por el país” o los excluidos del Imperio en su propia sede? ¿Qué opción elegir, cuando se nos ofrece la justicia para otros o la posibilidad de redención propia? ¿Qué cosas pueden hacerse por los hijos? Si todo esto logra meterse en un relato para revolear pochoclo al techo, nos habrán hecho pensar mientras nos entretenemos... y eso es un mérito para la obra.
Suspenso que quita el aliento. Entre los múltiples desafíos que propone el cine contemporáneo, la originalidad dentro del género suspenso es sin dudas uno de los más difíciles de lograr. Don´t Breathe triunfa, precisamente, al brindar una experiencia distintiva, que invierte en cinematografía de primer nivel y en buena narrativa al mismo tiempo. La dirección de Federico Álvarez es quizás el punto más saliente de la película. Tanto la fotografía como la edición están milimétricamente pensadas para oprimir al espectador en todo momento y generar un estado de incomodidad permanente, pero no son sólo los aspectos técnicos los que se destacan en la propuesta. Don´t Breathe se guarda, inesperadamente, alguna que otra sorpresa dentro de la historia, lo que envalentona la experiencia vía el aporte de cierta sustancia narrativa extra. Don´t Breathe tal vez no sea la película perfecta, pero está dentro de las mejores propuestas del tipo que hemos visto en los últimos años. Para ver en la oscuridad y en absoluto silencio.
No Respires es el segundo filme del cineasta uruguayo Fede Alvarez (en conjunción con su socio creativo, el libretista Rodo Sayagues) en tierras yanquis. Es glorioso ver a un compatriota triunfando, especialmente cuando lo suyo comenzó con un golpe de suerte - si no fuera que Sam Raimi vió su corto Ataque de Pánico (2009) en YouTube y se decidió a importarlo a los Estados Unidos, hoy Alvarez seguiría peleando para hacer sus pininos en el cine fantástico, quizás en un mercado mas árido para el tema como es el cine argentino (el cual es el único que tenía a su alcance y que posee una infraestructura cinematográfica seria en el Río de la Plata) -. Considerando que Raimi le tuvo tanta fe al pibe que lo lanzó al ruedo con la remake de Evil Dead (2013) - y la cual estaba hecha de manera muy potable considerando el riesgo de las comparaciones y las trampas que supone rehacer un clásico -, ahora Raimi le ha dejado las manos libres para manufacturar lo que crea conveniente y por eso Alvarez se ha despachado con este proyecto propio y original. Si en Hush o en clásicos como Espera en la Oscuridad (1967) o See No Evil (1971) los no videntes eran las víctimas del sociópata de turno, acá las tablas están dadas vuelta y el ciego es el que se encarga de acosar al resto del elenco, encerrándolos en su casa y exterminándolos uno a uno. Debido a la originalidad de la idea, la intensidad de las situaciones y lo expeditivo de la ejecución - acá ninguno de los protagonistas tiene la vida asegurada -, No Respires surge como un filme mucho mas sólido que Evil Dead 2013, un thriller denso de esos que te hacen clavar las uñas al brazo de la butaca desde que comienza hasta que termina. Ciertamente el primer acto es detestable. Los protagonistas son un cliché ambulante - pibe pavote enamorado de la novia de otro; esa misma chica, la cual no registra al flaco y tiene su propia agenda; el matón, novio de la mina, el cual es una máquina de prepotear y decir burradas, gracias que el guión lo elimina tempranamente y nos ahorra la molestia de soportarlo -, tres criminales despreciables que el libreto intenta rescatar. Mientras que el prepotente es carne de cañón, al menos la chica tiene una historia trágica - madre aberrante, borrachina y falopera a la que le importan tres pitos en qué bardo anda la chica (siempre que traiga dinero a casa), y razón por la cual la muchacha tuvo que aprender a cuidarse sola, amén de tener que criar a su hermana mas chica como si fuera una madre postiza - que intenta redimirla. El escenario es Detroit, otrora olimpo de la industria automotriz estadounidense y que, por las importaciones de autos extranjeros y la extranjerización de la industria propia, se transformó en un cementerio de industrias y sueños, una ciudad sumida en la miseria y el crimen (y se ve que es una situación de larga data, ya que era parte fundamental de la premisa de Robocop en 1987!). Como los tres muchachos son pobres y amorales, deciden atracar el domicilio de un ciego, el cual parece tener guardada la plata de un juicio ganado hace años a los padres millonarios de la chica que atropelló a su hija. El problema es que el cieguito es una especie de Terminator no vidente: un viejo que no tiene un gramo de grasa en el cuerpo, rebosa de músculos, estuvo entrenado en el ejército, participó en Irak y sabe como matar a un tipo de 100 maneras distintas posibles (101 si tuviera bien los ojos). Los bobos irrumpen, el matón hace demasiado ruido, y pronto se come una bala de la víctima (Stephen Lang, un tipo que está haciendo carrera ahora de grande, y que transpira furia por todos sus poros). Los mas indefensos quedan atrapados en la casa; y aunque pueden llamar a la policía para que los rescate - aunque sea arrestándolos -, la tentación es muy grande, sobre todo cuando le ponen la mano al millón de dolares que Lang guarda en su caja fuerte. El problema es encontrar una salida, ya que Lang ha tapialado todo y ha puesto cerrojo a todas las puertas. ofertas software de gestion produccion Desde que aparece Lang No Respires se transforma en una película deliciosa. El juego del gato y el ratón es formidable: el piso es de madera y, si no se cuidan y hacen ruido, Lang puede dispararles al voleo a la primera de cambio; la persecución a oscuras cuando Lang decide cortar la electricidad de la casa (filmada como cámara infrarroja y en donde las figuras distantes se funden con las tinieblas, confundiendo al espectador sobre su posición real); los macabros descubrimientos de los invasores - con lo cual Lang no resulta ser tan santo como parece -, y la lucha desesperada contra un adversario formidable, el cual parece imposible abatir. Ciertamente el filme es una experiencia para vivirla lo mas virginalmente posible, cosa de descubrir todos sus finos detalles sobre la marcha. (alerta spoilers) Ciertamente hay momentos en que el filme raya en lo bizarro - la escena de la inseminación (pelo incluido) es tan tarantinesca como repelente - (fin spoilers), y la perfomance de Jane Levy no ayuda. Será la actriz favorita del director Alvarez pero, para mí, la Levy es una actriz horrenda, especialmente cuando debe demostrar pánico - lo cual ocurre a lo largo del 80% del filme, y en donde sobreactúa de manera shatneresca -. Era ridícula en Evil Dead - en la escena en donde le describía a otro los horrores que había visto, hablando lento y con pausas antinaturales (bien a lo William Shatner) - y es ridícula acá, tapándose la boca todo el tiempo y haciendo morisquetas frente a la cámara (en vez de tramitir horror, uno termina riéndose de su pésima actuación). Al menos el cara de tonto Dylan Minnette es bueno en lo suyo, ya sea haciendo de pavote enamorado o, de pronto, de tipo sacado al cual no le importa agarrarse a los bifes con el mismísimo diablo. No Respires es una gran película a pesar de un par de bizarreadas y de Jane Levy. Es muy inteligente, funciona como un mecanismo de relojería y, cuando uno pensaba que había pasado el peligro, surge una nueva instancia estremecedora. Aplausos para Alvarez y Sayagues y ojalá sigan entregando material de esta calidad para ser reconocidos en Hollywood como se merecen... aún cuando hayan dejado atrás - y a miles de kilómetros - a su paisito querido.
No Respires: el placer del suspenso La nueva película del uruguayo Fede Álvarez abunda en situaciones que mantienen al espectador aferrado a la butaca, eso cuenta para un buen film de género. Tal vez el póster de No Respires haga creer al espectador que se encuentra ante un film de terror, sobre todo por el antecedente de su realizador, el uruguayo Fede Álvarez, que fue la remake de Diabólico, titlada en este país como Posesión Infermal. Sin embargo, en esta ocasión, Álvarez optó en esta ocasión por encarar una producción de suspenso, que no está exenta de algún que otro susto pero que cumple a rajatabla con los requerimientos de ese género. La historia de No Respires se enfoca en tres jóvenes delincuentes que seleccionan viviendas desocupadas y entran a robar. Pero las cosas se complican cuando deciden qu su próximo objetivo es la casa de un hombre ciego que acaba de cobrar una fortuna para no presentar cargos contra una joven que mató a su hija por accidente. Una vez dentro de la vivienda, los tres ladrones descubrirán que las cosas no serán tan fáciles como parecían en un principio y deberán buscar una manera de escapar del lugar. Álvarez recurre a uno de los efectos que mejor sabe usar: la oscuridad. Y si en Posesión Infernal, lo tenía fácil debido a que la acción transcurría en una noche, en No Respires, logra que hasta las escenas de día parezcan oscuras gracias al director de fotografía. Por lo demás, el manejo de planos y la edición permiten al realizador obtener los resultados que busca ya que todas las escenas provocan una tensión constante en el espectador que no tiene tiempo de cuestionarse algunas de las acciones que llevan a cabo los protagonistas y que representan los puntos flojos del guión. Sin embargo, la idea es lo suficientemente original como para que la película se transforme en algo así como un juego de "la escondida" en el que el espectador es el más divertido. La película llega a la Argentina en el momento en el que es la número uno en su país de origen y se encuentra en pleno apogeo de afluencia de público a las salas, y al verla, se entiende el porqué ya que con pocos recursos obtiene unos muy buenos resultados.