El mutismo es salud De un tiempo a esta parte nos hemos encontrado con diversas propuestas provenientes tanto del mainstream norteamericano como de la vertiente indie que apuestan por un regreso a la ciencia ficción minimalista y claustrofóbica símil La Dimensión Desconocida (The Twilight Zone), aunque más volcada al terror entendido en términos contemporáneos, léase alejado del gore y los desnudos y cercano al suspenso y -en mayor o menor medida- a los golpes de efecto. Si bien en esencia este repliegue tiene mucho que ver con el agotamiento de las dos fórmulas centrales de la década pasada, los fantasmas vengadores y el porno de torturas, la idea ha generado films interesantes como por ejemplo Hidden (2015), The Survivalist (2015), Avenida Cloverfield 10 (10 Cloverfield Lane, 2016) y Viene de Noche (It Comes at Night, 2017), todos trabajos que supieron aprovechar la dinámica del encierro compulsivo. Un Lugar en Silencio (A Quiet Place, 2018) constituye la última entrada en esta serie y ya se empieza a notar un cierto cansancio en el formato que -como no podía ser de otra forma, tratándose de Hollywood- viene acompañado de una profundización del sustrato meloso del convite en detrimento de algún detalle verdaderamente original o un posible incremento en la tensión de fondo. Sin embargo este opus dirigido, escrito y protagonizado por el hombre orquesta John Krasinski, fundamentalmente un actor reconvertido en realizador, nos regala una experiencia placentera que por un lado lleva al extremo la que suele ser la premisa principal de este tipo de obras, el sigilo al que están sometidos los personajes para poder sobrevivir, y por otro lado se muestra un tanto previsible en lo que atañe a los antagonistas de turno, hoy unas criaturas misteriosas y ciegas que encuentran a sus presas por el sonido. Por supuesto que gran parte de la propuesta es muda y se concentra en una familia tipo, en primera instancia compuesta por una pareja, Lee (Krasinski) y Evelyn (Emily Blunt), y tres hijos que luego del prólogo -ataque de las fieras de por medio- se transforman en dos y uno en camino (no serán las condiciones más amigables para un embarazo pero ya sabemos cómo es la humanidad cuando quiere autosabotearse, nadie la puede detener…). El guión de Bryan Woods, Scott Beck y Krasinski más que una historia en sí lo que ofrece es una colección de viñetas alrededor del duelo por el nene muerto al inicio, los preparativos para el nacimiento del que vendrá dentro de poco y el acecho permanente de los monstruos, los cuales sinceramente le deben mucho a aquellos zancudos de El Cristal Encantado (The Dark Crystal, 1982), no obstante en esta ocasión con varias hileras de dientes gigantescos, los típicos gruñidos de siempre del mainstream y una actitud bien voraz en sintonía con el xenomorfo de Alien (1979), prototipo para todos los seres animalizados postapocalípticos. Krasinski mantiene una intensidad correcta/ relativamente angustiante durante todo el metraje y sabe exprimir la necesidad de mutismo eterno a través de una cotidianeidad que se hace muy difícil a raíz de la torpeza de los chicos y su carácter inestable, por más que el clan viva en una zona rural inhóspita. Dos son los factores que separan a la película de otras aventuras de supervivencia semejantes: la actuación de una siempre maravillosa Blunt y el concepto de jamás revelar el origen de los cazadores ni dar demasiada información sobre su naturaleza en general (en tiempos como estos, donde estamos rodeados de productos que tienden a la sobreexplicación, la jugada resulta más que meritoria). Sin ser una joya del género, Un Lugar en Silencio logra atrapar al espectador y hasta consigue sobreponerse de algunos momentos de melodrama light familiero que no llegan a manchar las virtudes del relato, vinculadas al desarrollo de personajes con mínimos recursos y a esa homologación entre tranquilidad extrema y una buena salud que puede desaparecer en cualquier instante…
Un lugar en silencio es casi un milagro en el Hollywood actual que casi es arruinado por uno de los peores vicios del Hollywood actual. Me explico: se trata de un guión inteligente que incursiona con igual eficacia en varios géneros (ciencia ficción apocalíptica, thriller psicológico, terror con monstruos, drama familiar sobre la culpa y el sacrificio), está impecablemente filmado y actuado, la tensa y sólida acción neta dura apenas 85 minutos y está construido a partir de un excelente trabajo con múltiples capas de sonido (y silencios, claro) que está justificado desde la propia concepción de la historia ¿El problema? Seguramente temerosos de la reacción del público más pochoclero, terminaron “tapando” varios pasajes de la notable narración con música grandilocuente, subrayada y “emotiva” a cargo de Marco Beltrami. El film se sigue sosteniendo por sus propios méritos y es igualmente recomendable, pero la sensación es como si un tractor hubiese pasado sobre un jardín cuidado en un principio con mucho esmero. La película arranca en el día 89 después de lo que suponemos ha sido una invasión extraterrestre que ha aniquilado a buena parte de la humanidad. Las calles y los negocios están vacíos y en un supermercado vemos a los integrantes de una familia buscando medicamentos y artefactos varios. Los protagonistas son un matrimonio (nota al margen: John Krasinski y Emily Blunt también están casados en la vida real) y sus tres hijos. El más pequeño se lleva pese a la negativa de su padre un cohete a pilas y el ruido de ese juguete será la causa de su inmediata muerte. ¿Por qué? ¿Cómo? La Tierra ha sido invadida por unos aliens ciegos, pero con una capacidad auditiva extraordinaria. Por eso, para sobrevivir, los humanos no deben hacer el menor de los ruidos o inmediatamente llegarán al lugar esas criaturas exterminadores. Tras ese impactante prólogo de unos pocos minutos, el film salta a casi un año después con los protagonistas todavía dominados por el dolor, pero con la madre embarazada. Veremos cómo han desarrollado un complejo sistema de supervivencia, ocultamiento, vigilancia y autodefensa, pero -claro- los ruidos fruto de cualquier accidente doméstico son algo inmanejable y generan un pánico constante sobre todo en el hijo varón (la hija preadolescente es sorda y está interpretada por una actriz muy expresiva que también ha perdido la audición llamada Millicent Simmonds). Con elementos propios del cine clase B (y una versión claramente mejorada de las apuestas de M. Night Shyamalan), Un lugar en silencio se arriesga a trabajar durante la primera mitad casi sin diálogos y con muchos silencios hasta que la apuntada invasión musical rompe esos climas para crear artificialmente otros no tan logrados. De todas maneras, se trata de una excelente carta de presentación de Krasinski como director (sus films previos no eran particularmente brillantes), coguionista y coprotagonista. Se trata, en definitiva, de una de las primeras sorpresas del año llegadas desde el corazón de Hollywood.
Contrario a lo que han publicado las críticas estadounidenses, no vamos a contar aquí a qué le teme esta familia en un futuro bastante inmediato. No es fácil a veces discernir qué es lo que convierte un relato en un muy buen thriller, cuando en la trama hay aspectos fantásticos. A veces se bordea el terror, pero dirimir cuándo una película que tiene intriga pasa la barrera imaginaria del thriller de suspenso para transformarse en un filme del género de terror no resulta sencillo. Y menos en Un lugar en silencio. La película del también actor John Krasinski arranca con esta familia (papá -el propio Krasinski-, mamá –Emily Blunt esposa del realizador en la vida real- y sus tres hijos) recolectando víveres y lo que pueden en un supermercado desvencijado. Casi no hacen ruido. La hija mayor es sorda (Millicent Simmonds, vista en Wonderstruck, de Todd Haynes, lo es), pero no es ése el motivo por el que se comunican apenas en susurros y con el lenguaje de señas. No. Saben que allí afuera hay “algo” (o “algunos”) seres que, ante el menor ruido, los atacan. Son mortíferos. Ya verán cómo. Un lugar en silencio tiene como centro a estos personajes. Difícil que se crucen con nadie. Caminan descalzos, aunque están atravesando un duro invierno. No tiene sentido cerrar la puerta de la casa en la granja que habitan, porque el ruido de abrirla llamaría la atención de la amenaza externa. Han pasado muchos días y están más que preparados. Pero… Como toda muy buena realización, y Un lugar en silencio vaya que lo es, el espectador podrá ir desentrañando como en capas la trama, las características de cada personaje. Y encontrará, si quiere, metáforas sobre el presente. Sobre la sociedad, y sobre la solidaridad. Acerca de los miedos y el valor de la cosanguineidad. Cuando la película bordea, decíamos, el terror, no apela al gore. Krasinski, en su tercera película como director, utiliza muchísimo el espacio en off. Lo que no se ve. Lo que -apenas- se escucha. Y el resultado es amedrentador. Lo antedicho. Vayan a ver Un lugar en silencio si les gusta el thriller, si les encanta pegarse unos buenos sustos. Bah, si les gusta el cine. Que de eso se trata.
La familia es lo primero “Un Lugar En Silencio” (A Quiet Place, 2018) es un thriller dirigido, producido, protagonizado y co-escrito por John Krasinski, reconocido por la serie The Office (2005 a 2013). El reparto también incluye a su esposa Emily Blunt, Noah Jupe (Jack Will en “Wonder”) y Millicent Simmonds. La idea original de la película surgió de una historia escrita por Bryan Woods y Scott Beck; además ellos forman parte de la escritura del guión y son productores ejecutivos del filme. Ambientada en un futuro cercano, la cinta se centra en una familia compuesta por una pareja (Emily Blunt y John Krasinski) y sus dos hijos (Noah Jupe y Millicent Simmonds) que deben convivir en silencio ya que si producen algún ruido unas criaturas monstruosas y ciegas los matarán al instante. Primeros meses del año y ya tenemos a una de las mejores películas en su género gracias a la perfecta edición de sonido, la gran elección de casting y un objetivo bien definido: que lo que les toca atravesar a esta familia nos importe desde el comienzo, logrando que suframos con ellos y nos preocupe su bienestar. La atmósfera creada es increíble, haciendo que hasta como espectador no nos dé ganas de movernos en el asiento por miedo a producir algún ruido. Como pueden ver, el filme te mantiene tensionado durante sus 95 minutos de duración ya que nos muestra que el peligro está presente en todo momento y un simple descuido puede acabar con tu vida. Gracias al terror psicológico tan bien manejado, más de una situación consigue llevarnos las manos a la boca por el susto. La música constituye un buen acompañamiento no obstante las mejores escenas se dan cuando el silencio es absoluto y vemos cómo esta familia aprendió a vivir mediante lenguaje de señas, caminando descalzos o comiendo sin platos. El amor que se tienen se percibe en todo momento, dejando un mensaje clarísimo con el que los que ya son padres seguramente se sentirán identificados: el fin primordial consiste en proteger a los hijos, el foco de atención deja de estar en uno mismo. Todos sabemos lo excelente actriz que es Emily Blunt y no es para menos que vuelva a lucirse en esta producción. Sus gestos faciales traspasan la pantalla e inevitablemente nos ponemos en su lugar: el de una mujer embarazada que debe contener el llanto, los gritos y el dolor. La cinta nos hace reflexionar sobre cómo el ser humano vive produciendo o conviviendo en el ruido por lo que el silencio que vivimos durante el metraje resulta impactante, atronador y sofocante. Párrafo aparte y aplausos incluidos para los niños del reparto. Krasinski tuvo la sabia decisión de elegir a una joven sorda en la vida real para encarnar a la hija de la pareja (que también tiene esta discapacidad en la ficción). Imposible que Millicent Simmonds no sea súper creíble en su papel. Además su personaje carga con el sentimiento de la culpa, lo que genera que su comportamiento sea entendible. Por otro lado, con sólo ver la cara de Noah Jupe sabemos todo el temor que tiene dentro de él. “Un Lugar En Silencio” combina el terror con el drama de una forma sublime, no da respiro y logra emocionar. Imperdible no sólo para los fanáticos del género sino también para cualquiera que quiera ver una propuesta original con personajes empáticos e inteligentes.
Un lugar en silencio, de Jhon Krasinski Por Paula Caffaro No hay espacio para la duda. Cualquier leve movimiento o paso en falso es más que suficiente para la inesperada, violenta y estridente aparición de unos seres que colonizaron el planeta haciéndolo callar para siempre. Un par de pies descalzos abren la escena, desértica y abandonada por Dios, en la cual una familia: madre, padre y tres hijos se encuentran en la recorrida diaria en búsqueda de provisiones alimentarias y medicinales. Por supuesto, todo en silencio. La cámara continúa su descripción, y es en esos primeros 10 minutos de film que el código de lectura se vislumbra. De ahora en adelanta se establece con el espectador un pacto de silencio cómplice el cual deberá ser respetado sin excepción. Sin embargo, y como inicio del drama, es el error que comete la hermana mayor, el principio de la catástrofe familiar. Un juguete a pilas (y su consecuente e imaginable sonido) será la causa primera del comienzo del fin. Un error que se pagará con sangre y dolor. La familia tiene su bunker aprovisionado para vivir en condiciones realmente angustiantes y en silencio mientras que la vida transcurre como en cualquier film que se proponga la representación de una escena de catástrofe. Y es ahí donde la película enamora, en cómo se utiliza la cámara para describir la situación (y sus condiciones), y en el manejo de los recursos expresivos. El juego de puntos de vista y su acusmática no hacen más que intensificar la tensión que se vive en cada segundo, conforme avanza el film, una cualidad única en estos tiempos de timing errado y poco compromiso con el desarrollo de las tramas argumentativas. Un lugar en silencio, navega por la quietud introspectiva del ser humano en tanto su dolor, su pena y la angustiante sensación de soledad que deberán atravesar cada uno de los personajes en los que se destaca el de Emily Blunt en la piel de una jefa de familia de armas tomar. Además, por supuesto, de la performance de Millicent Simmonds. Nadie tiene nombre, pues eso ya no importa ya que nadie podrá pronunciarlo. Y así, tantos otros detalles de despersonalización en un 2020 devastado por unos seres ciegos (muy parecidos a versiones postmodernas de la fisonomía de Alien) que son atraídos por el ruido y no tendrán piedad de eliminar a quien lo genere. Un lugar en silencio, es definitivamente, una gran película y una oportunidad para reflexionar acerca del poder magnético que tiene el cine cuando pone a disposición de su audiencia el disfrute de sus recursos expresivos sin pedir nada a cambio más que el goce único de la experiencia cinematográfica. UN LUGAR EN SILENCIO A Quiet Place. Estados Unidos, 2018. Dirección: John Krasinski. Guión: John Krasinski, Bryan Woods y Scott Beck. Intérpretes: Emily Blunt, John Krasinski, Noah Jupe, Millicent Simmonds, Leon Russom, Cade Woodward, Doris McCarthy. Producción: Michael Bay, Andrew Form y Bradley Fuller. Distribuidora: UIP. Duración: 90 minutos.
Caminando descalzos y aislados en una casa en medio de los maizales, una familia vive en silencio para no despertar a las bestias que están afuera y que cazan ante el más mínimo ruido. Ese es el punto de partida de la atrapante Un lugar en silencio, un relato que combina acertadamente el suspenso y el terror, alejándose de los carriles convencionales del género con un planteo quizás disparatado pero que funciona a la hora de tensar los nervios del espectador. Lee -John Krasinski- y Evelyn -Emily Blunt- conforman un matrimonio -también lo son en la vida real- que vive preocupado por la seguridad y la supervivencia en un mundo que se ha derrumbado ante el avance de criaturas monstruosas y voraces. Refugiados lejos de la civilización y bien equipados, ellos viven junto a sus hijos Marcus -Noah Jupe- y Regan -Millicent Simmonds, la actriz sorda que protagonizó Wonderstruck el año pasado- y harán lo imposible por llevar una vida "normal" que no los convierta en presas fáciles. La tercera película de John Krasinski recorre el género de terror con comodidad, entregando al espectador la información necesaria para acrecentar el miedo ante lo desconocido. Con un hijo por venir, Lee tiene todo pensado aunque las cosas no salgan como estaban planificadas. Se trata de un filme de terror construído en base al lenguaje de señas, con escasos diálogos, alimentado con la atmósfera adecuada -como en la escena de granero- y los sustos justos que vienen en silencio y pegando fuerte. El elenco cumple sobradamente con las expectativas: Emily Bluntlogra transmitir la angustia, el miedo y la desesperación en una escena clave que aquí no adelantaremos, mientras Millicent Simmonds aportasensibilidad en un rol que trabaja con la necesidad paterna. Sigilosos, prevenidos y en estado de alerta, los miembros del clan piensan en todos los detalles y necesitan combatir la amenaza que irrumpe en su hogar en esta bienvenida propuesta que refresca el género y recuerda por momentos a Señales y Avenida 10 Cloverfield, entre otras.
Un lugar en silencio: El sonido del miedo. John Krasinski, actor y director, se despacha con su nuevo opus en el que el thriller, el drama familiar y el terror se combinan para dar un producto novedoso y aterrador. “Hay veces que el amor más intenso se oculta en el silencio más profundo” Quizás lo conozcan más como Jim Halpert en la serie The Office, o por ser el marido de Emily Blunt, pero John Krasinski ya tiene dos films en su haber como realizador (The Hollars y Brief Interviews with Hideous Men) además de varios episodios para la serie que lo hizo popular. En esta oportunidad, apadrinado por Michael Bay como productor (no se asusten, es solo productor), Krasinski apuesta al thriller familiar con tintes de género post-apocalíptico, y déjenme decirles que sale más que exitoso en un terreno donde muchos expertos varias veces fallan. Un lugar en silencio nos mete de lleno en un mundo devastado por una amenaza desconocida. Los seres humanos solo pueden sobrevivir en absoluto silencio, ya que el sonido atrae de alguna manera a dicho peligro y no hay forma de pararlos. En este contexto abrumador, una familia de cuatro integrantes(el padre, Krasinski; la madre, Emily Blunt; un hijo, Noah Jupe; y su hija sordomuda, Millicent Simmonds quien tiene esta discapacidad en la vida real) deben sobrellevar una reciente pérdida, aunque el drama atravesado golpeó fuerte a la familia, y la llegada de un nuevo integrante solo hace más que dificultar el futuro que parece desesperanzador. Es difícil hablar de Un lugar en silencio sin que se escape algún que otro spoiler; por esta razón hablaré de el excelente manejo que tiene Krasinski con la cámara, el manejo de tensión y con la historia que co-escribió y que no le tiene miedo a “desaparecer” de la pantalla a nadie. Pero no hay escenas violentas o gore, sino que el film se maneja con el fuera de campo, con lo que no se ve, con lo que se insinúa y temen los protagonistas trasladando el mismo miedo al espectador: el miedo a hablar. Esta influencia bien podría haberla bebido de “Alien: El octavo pasajero (Alien, 1979)”. Pocas películas en la actualidad pueden manejar un clima silenciosos con tanta eficacia sin caer en la música incidental que, si bien está, no opaca el protagonismo de lo no hablado. Una censura autoimpuesta que se asemeja a la cruenta realidad del “no digas esto”/”no te metas” por el cual el viejo dicho que reza “Para que triunfe el Mal solamente hace falta que la gente buena no haga nada” hace que estemos viviendo en una sociedad donde prevalece la maldad cada vez más. También, el silencio predomina en el luto, cuando no se habla y se guardan las tristezas, los temores, cuando no se puede describir con palabras el dolor de un ser querido arrebatado; momentos en los cuales los personajes atraviesan constantemente este sufrimiento. Volviendo a Un lugar en silencio, por momentos una película chica, un drama familiar, pero el tempo que le impone el realizador y las brillantes actuaciones de, no solo él mismo, sino de su esposa en la vida real Emily Blunt y los dos pequeños, hacen que la trama y la tensión contínuamente traspasen la pantalla, como si en cualquier momento una bomba de tiempo estuviese por explotar. Y, si bien hay algún que otro agujero o decisión que no comparto (y los scarejump…), la cinta termina siendo una experiencia increiblemente catártica y liberadora solamente al final. Tanto para los personajes como para el espectador. Y si desde el vamos empatizamos con los personajes de la pantalla, Un lugar en silencio tiene mitad del partido ganado.
John Krasinski, dirige, escribe, protagoniza el relato más aterrador, hábil, ingenioso y sorpresivo que el cine haya dado en mucho tiempo. En él Una familia debe hacer silencio para poder evadir a seres que desean arrasar con todo aquello que se le presenta. La supervivencia como objetivo, sin perder la humanidad y el amor que originalmente los ha unido. Una experiencia cinematográfica única que exige a un espectador “silencioso” la complicidad necesaria para evitar arruinar el principal recurso de la historia.
A veces dirigir, producir y protagonizar es un caos y a veces sale bien, acá a John Krasinski en su tercer film (“A Quiet Place” 2018) le salió un film que vale mucho la pena. Original por donde se lo mire. Una película de terror psicológico, que te mantiene al borde de la butaca, casi sin moverte, sin hacer ruido, por las dudas... En la casa vive el matrimonio conformado por Lee (Krasinski) y Evelyn (Blunt) (también matrimonio en la vida real) y sus tres hijos, Regan (Millicent Simmonds) casi adolescente y sorda, Marcus (Noah Jupe) y el más chiquito. Cuando comienza la historia, vemos a la familia, descalza, como toda la película,buscando alimentos y remedios en lo que sería un ex-almacén, hasta que un error de la hija mayor desata una tragedia que le costará muy caro a todos. Muchos meses de dolor que no cesan. El motivo de la preocupación y del silencio son unas criaturas ciegas que devoran personas a su paso ante el menor ruido, por eso deben moverse en silencio y hablar por señas. Al cabo de un tiempo Evelyn espera otro hijo con el consiguiente peligro que esto representa, hasta comer debe ser una actividad que debe hacerse sin platos El guión de S. Beck, B. Woods y J. Krasinski trae un aire fresco al cine de suspenso con una idea al menos nueva,aunque las criaturas nos recuerden a “Alien”. El reparto es sensacional. Como siempre, los chicos dan clase de actuación y Emily Blunt es maravillosa. Los efectos y la dirección de arte, al igual que la fotografía, son buenas. Por fin, puedo recomendar una de suspenso. Vayan.
El primer film experimental de monstruos En el año 2020, una familia trata de sobrevivir a unos invasores extraterrestres ciegos pero con un oído finísimo: a partir de esa premisa, el director debutante maneja la narración llegando incluso al silencio absoluto, algo impensado en el cine mainstream. “It’s the Sound!”, grita la tapa de un periódico, que no es la revista Variety en algún momento de 1931, cuando el sonido llegó por primera vez al cine, sino un diario generalista del año 2020, cuando los monstruos llegarán por primera vez a la Tierra. Ligeramente antropomórficos pero asquerosos y letales, estos bichos de estatura algo mayor que la de un humano asuelan el planeta y son prácticamente invencibles. Son ciegos, pero disponen de un oído mucho más fino que el de un perro, por lo cual basta hacer el más pequeño sonido para garantizarse la muerte. De allí que la familia protagónica viva en el mayor de los silencios y la película que narra su intento de sobrevivencia también, llegando incluso, por momentos, al silencio absoluto. En esos instantes, Un lugar en silencio se convierte lisa y llanamente en un film experimental, en tanto desafía la convención universalmente aceptada de que las películas emitan sonidos. Indudablemente, es a esa subversión formal a la que el realizador debutante John Krasinski ha apostado, desde el formato de una película tan mainstream como puede serlo una de terror. Osado, Krasinski inaugura así un género hasta el momento impensable, el film experimental de monstruos. Tal vez algunos identifiquen a Krasinski, actor casi cuarentón,por su papel de Jim Halpert en la versión estadounidense de The Office. Con esa excepción, su carrera de secundario ha sido hasta ahora tan poco relevante que su mayor don parecería ser el de dar voz a personajes de films animados, tarea que cumplió desde Shrek 3 hasta Monsters University, sin olvidar la versión anglohablante de El viento se levanta, de Hayao Miyazaki. Otro mérito es, claro, haberse casado con Emily Blunt, su compañera de rubro aquí. Cosa curiosa, un actor cuya mejor herramienta ha sido hasta ahora la voz, debuta como realizador con una película en la que tiene casi prohibido hablar. Un lugar en silencio opera por sustracción, y no sólo de la voz. La película empieza in media res, con la familia protagónica haciendo las compras en un supermercado, pisando con la suavidad de una geisha y hablándose por señas. Al revés que el 90 % de sus colegas, Krasinsky no le facilita las cosas al espectador, que deberá tener paciencia para saber qué está pasando. En esa secuencia inicial, los protagonistas se hacen señas y aparecen subtítulos que las traducen. Más aún, la hija de la familia sufre de una sordera radical, por lo cual cuando el relato practica subjetivas sonoras de la chica desaparece hasta el sonido ambiente, poniendo la banda respectiva en un vacío total. Lo cual es tan poco habitual que puede llegar a generar cierta desesperación. Desesperados se los ve a los Abott (Krasinski, Blunt & hijos) en el supermercado, y el espectador se pregunta por qué. La respuesta va a llegar cuando alguien cometa el error de producir un sonido y una figura que se adivina monstruosa lo aniquile a toda velocidad. Qué sucedió en el mundo y cómo y de dónde salieron los susodichos bichos, no se sabe. Fundamentalista de la elipsis, Krasinski elimina absolutamente todo lo suntuario, concentrándose en la supervivencia de los Abbott en la pradera, la forma en que procesan su trágico duelo y la dinámica de relaciones familiares, donde la hija adolescente tiende a rebelarse (aunque no del todo) ante un padre que no por protector, presente y responsable deja de asignar a sus hijos roles sexistas. A aprender a pescar lleva con él al hijo varón, indicando a Regan (Millicent Simmonds) que se quede con su madre. En una interesante inversión de funciones, la casa terminará por ser la última frontera frente a las criaturas, con las guerreras Evelyn y Regan descubriendo el punto débil de los bichos, en lugar de haberse puesto a tejer o cocinar plácidamente. La salida de pesca, en cambio, resultará desastrosa, lo que le cuesta caro a Marcus Abbott (Noha Jupe) y más caro aún a su padre, quien tomará una trágica decisión para salvar a los hijos. Antes de un final que cierra in media res lo que empezó del mismo modo, Krasinski muestra una mano tan firme como delicada, paneando con elegancia los verdes maizales y montando con la suficiente intención como para pasar de un plano en el que la madre calma a la hija diciéndole que su padre va a ocuparse de su seguridad, a otro en el que se ve al hijo solo, de noche, en medio del maizal y a merced del bicherío. Lo que no son tan delicados son los sustos, en los que el silencio de las víctimas (¿el silencio de los inocentes?) se confronta con apariciones sorpresivas de los feroces victimarios, cada una de cuyas pisadas suena como si hubiera caído un Transformer sobre la Tierra. ¿Habrá caído el control de volumen en manos de Michael Bay, director de esa saga y productor aquí?
En un mundo posapocalíptico, dominado por unos monstruos de oído muy fino, una familia sobrevive con el único recurso posible: mantenerse en silencio. Es la premisa de esta película dirigida, escrita y protagonizada por John Krasinski -el comediante de The Office, director de Los Hollar- junto a su esposa, en la vida y la ficción, Emily Blunt. Una pareja que arranca perdiendo al menor de sus tres hijos, en un preámbulo que anuncia la contundencia que vendrá. Un año después, el duelo sigue y ella está embarazada: tensión creciente. Con coherencia, la estupenda primera parte de Un lugar en silencio es casi muda, los personajes comunicándose en el lenguaje de señas. Además, la hija mayor es sorda, lo que abre aún más el juego con los efectos de sonido y silencio, aumentando la extrañeza de ese mundo peligroso. La inteligencia del guión se refleja en la descripción de esa vida familiar en puntas de pie. Y aunque cueste entender algunas acciones y sentido de la oportunidad de los personajes, el ejercicio de suspenso -y terror fantástico, y drama- es de una eficacia absoluta. Entre los padres protectores y sus hijos, todos vulnerables, la película late con una fuerza poderosa, sin cargar tintas en torno de metáforas posibles, o dejando las interpretaciones a cargo del espectador. Es cierto que la musicalización creciente y dramática suena a concesión innecesaria, pero no llega a bloquear sus mejores ideas, que son las más jugadas. Una película que puede remitir a muchas otras pero muestra su personalidad desde la primera secuencia. Breve y creativa.
La familia amenazada por un peligro extraño, en un contexto apocalíptico, es el disparador de diversas películas de terror. La singularidad y la capacidad de un film de estas características de sorprender al público recae en el tratamiento del suspenso y en la forma de retratar el drama humano detrás de esta situación particular. El miedo se intensifica cuando el espectador establece una conexión genuina con los personajes. Eso es lo que consigue John Krasinski en Un lugar en silencio. Además de personajes bien formados, el director construye una escalada de tensión que se torna insoportable (como debe ser, dadas las circunstancias que viven los protagonistas), a medida que la fuente del terror se hace más clara y peligrosa. Lee (Krasinski) y su esposa, Evelyn (Emily Blunt), intentan sobrevivir con sus tres hijos pequeños a una amenaza externa, que desde el principio del film queda claro que solo puede evadirse manteniendo el silencio. La hija del matrimonio, Regan (la fabulosa Millicent Simmonds), es sordomuda y toda la familia se comunica por lenguaje de señas. En una escena trágica e impactante, a pocos minutos de comenzar el film, se muestra por primera vez apenas un destello de las horribles criaturas que están terminando con la raza humana. Detrás de muchas de las mejores películas de terror hay una profunda tristeza y una angustia existencial, como sucede en ejemplos tan distintos como Venecia Rojo Shocking o La bruja. Krasinski no olvida esa base fundamental y trabaja sobre ella: en el film, la lucha por la supervivencia física tiene su correlato en la búsqueda de sanar aflicciones espirituales y lazos familiares lastimados. El trabajo actoral es excelente, a pesar de la dificultad de estar limitado a la gestualidad, ya que casi no hay diálogos en la película. Krasinski, que se hizo famoso utilizando sus gestos y miradas como herramienta de comedia enThe Office, está perfecto en un rol que casi siempre está en la misma nota, la obsesión con encontrar la forma de proteger a su familia. Su esposa en la vida real, Blunt, es una actriz con mayores recursos y se luce expresando con su cara y su cuerpo una amplia gama de emociones, convirtiendo a su personaje en ideal para la identificación emocional del espectador. Aunque el drama familiar es el alma de la película, Un lugar en silencio es un potente film de terror. El juego de ir descubriendo los horribles cuerpos de esos monstruos que acechan y la cuidadosa construcción de secuencias terroríficas mantienen al espectador en vilo.
El sonido que puede matarte La película, protagonizada, escrita y dirigida por John Krasinski, trata sobre una familia que debe vivir sin emitir sonido para esquivar una terrible amenaza. "¡Es el sonido!”, está escrito en un viejo diario tirado en la calle. Una familia sale de un local abandonado, en un pueblo abandonado, luego de que el padre le quitara las pilas a un juguete que había encontrado su hijo menor. Todo es con señas, todos caminan descalzos, y procuran no generar ningún tipo de ruido. No bien comienza el filme, se mete al espectador en ese ambiente, tan pesadamente silencioso, tenso al extremo, tanto que nadie querrá emitir sonido ni siquiera para comer el pochoclo o tomar la gaseosa comprada para disfrutar de la película. “Un lugar en silencio” comienza a más de 80 días de que haya empezado todo. ¿Qué fue lo que comenzó?, aún no es tiempo de que la narrativa lo revele, aunque los ojos y los oídos se irán abriendo para intentar dilucidar a qué hay que temerle. Lee (John Krasinski) junto a Evelyn (Emily Blunt) tratan de mantener a salvo a sus hijos Marcus (Noah Jupe), Regan (Millicent Simmonds) y Beau (Cade Woodward), aunque claro, vivir sin emitir sonidos puede ser tan estresante como imposible. La amenaza no es una paranoia, sino que tiene forma y es verdaderamente peligrosa, por lo que la familia vive aislada de todo y debe aprender a sobrevivir en un mundo post apocalíptico. La inquietud va in crescendo, pues cada cosa que hagan, con la más mínima falla, puede derivar en terribles consecuencias. Krasinski, más conocido por su faceta humorística (fue uno de los protagonistas de la versión norteamericana de “The Office”), no sólo se destaca en esta película “muda” como protagonista, sino que también debutó como director y fue uno de los guionistas, por lo que su visión del cine de género en particular, y del cine en general, debe ser valorada porque puede ser una revelación. Si bien se acerca al terror en toda su estructura, existe un halo que tiene que ver más con el suspenso y estéticamente se acerca más al drama, pues también se destacan conflictos familiares y una tragedia que los llevó a permanecer distantes y con un clima de desesperanza hasta los días en los que se narra.
Talento paraguayo El film cuenta la historia de Manu, un repartidor de diarios que recibe un libro de su abuelo con un mapa en su interior y cree que es para encontrar un tesoro. Junto a sus amigos emprende una aventura que estará llena de obstáculos. Grata sorpresa de terror (con tintes de ciencia ficción) me llevé con este estreno. Son 90 minutos que se pasan volando, y que te mantienen sentado al borde de la butaca y con los ojos bien abiertos. John Krasinski, quien no solo protagoniza junto a Emily Blunt, sino que también dirige, genera una atmosfera de misterio y tensión que va creciendo poco a poco. Desde el vamos la premisa es genial: hay que permanecer en silencio porque sino unas criaturas (que suponemos son extraterrestres) te aniquilan al instante. Esto hace dar cuenta de la gran labor actoral porque los interpretes solo emiten sonidos agudos y casi sin diálogos. Prácticamente es una película muda. Millicent Simmonds y Noah Jupe, los niños actores del film están a la altura de los mayores y tienen momentos memorables. Y en cuento a la narrativa visual, no hay ningún descubrimiento ni originalidad, pero el film gana por su guión y puntos de giro. Aún así hay una copia de estilo muy evidente hacia M. Night Shyamalan en el climax, pero que si se toma como homenaje pasa muy bien. En definitiva, Un lugar en silencio es una película de terror muy original y que cumple con creces su cometido. Imposible pasarla mal.
SILENCIO, POR FAVOR Terror del bueno, de la mano del tipo más impensado. “El futuro del terror está en manos de actores de comedia”. What? Sí, recuerden estas palabras; después del exitazo de Jordan Peele y ¡Huye! (Get Out, 2017), John Krasinski –el Jim Halpert de “The Office”- nos regala otra grata sorpresa del género con esta, su tercera película tras las cámaras. Krasinski produce, dirige, coescribe (junto a Bryan Woods y Scott Beck) y protagoniza “Un Lugar en Silencio” (A Quiet Place, 2018), thriller dramático y terrorífico, de esos que emocionan y te ponen los pelos de punta por partes iguales. El realizador se agarra de un presupuesto acotado (unos 17 millones de dólares) y una premisa que no es lo más original del mundo, pero nos da una clase magistral de narrativa audiovisual (con acento en lo visual y lo sonoro), y de cómo se puede crear una obra casi perfecta a partir de esos lugares comunes del género, gracias a sus climas, la tensión incesante y la humanidad de un cuarteto actoral que queremos seguir viendo en la pantalla. Estamos en un alternativo 2020 donde el mundo sucumbió tras el ataque de unas feroces criaturas, totalmente ciegas, pero con la capacidad de rastrear a cualquiera de sus víctimas a partir del más mínimo sonido. Entre los pocos sobrevivientes de las afueras de Nueva York se encuentran los Abbott, familia de cinco que aprendió a tomar sus precauciones y mantener una vida silenciosa en medio del campo. En una de sus tantas excursiones al centro del pueblo en busca de provisiones los golpea la tragedia, pero Evelyn (Emily Blunt) y Lee (Krasinski) deben seguir adelante por el bien de sus hijos mayores, Regan (Millicent Simmonds) –que además es sorda, como la actriz que la interpreta- y Marcus (Noah Jupe). Un año después, los Abbot llevan una existencia (medieval) lo más normal posible, bajo las circunstancias, manteniendo las actividades en silencio absoluto y preparándose para la llegada de un nuevo bebé. Saben que sus movimientos no pasan desapercibidos, ya que hay tres monstruos en la zona, al asecho constante esperando para atacar cuando llegue el descuido. Tanto Lee como Evelyn hacen lo posible para mantener la calma e instruir a sus hijos para que puedan sobrevivir, incluso en un futuro cercano del que ellos podrían no formar parte. Se nota que hay una estructura bien organizada y cuidadosa donde, básicamente, papá vigila e investiga y mamá se encarga de la casa (aunque todos los roles están compartidos), pero también hay pequeños lugares para el afecto, las culpas y los miedos que, por momentos, pueden desequilibrarlo todo. Krasinski consigue plantear un escenario desolador y apocalíptico con una gran economía de recursos, pero su logro más grande llega, justamente, por el lado de su premisa silenciosa y la necesidad narrativa de decir mucho (o poco) sin ninguna palabra. Hay lenguaje de señas, hay sonidos casi imperceptibles, hay gestos y miradas, y así va construyendo una atmósfera de tensión digna de las mejores películas del género; aunque nunca descuida la humanidad de sus personajes, vulnerables, corajudos e imperfectos. Entre monstruos violentos venidos de quién sabe dónde y un gore bien insinuado, la historia rescata el espíritu de supervivencia, y más que nada, los sacrificios que uno está dispuesto a hacer por las personas que ama. “Un Lugar en Silencio” se centra en esta dinámica familiar, estos cuatro seres humanos tan diferentes, que se quieren, pero a veces no pueden evitar pensar en escapar de todo. Krasinski no necesita contarnos todos los detalles ni el origen de está “invasión”, eso no es lo importante. En cambio, nos da suficientes datos (casi los mismos que a los personajes) para entender lo que pasa y salir adelante en medio del caos. Juega con los convencionalismos del género, pero nunca cae en esos clichés tan detestables, incluso sus protagonistas más jóvenes son increíbles, refutando esa vieja teoría de que no hay que trabajar con niños molestos. Nada más alejado de la realidad de “Un Lugar en Silencio”, donde estas personitas nos arrancan lágrimas con sus pequeñas (pero importantes) disyuntivas. El realizador logra transformar una puesta en escena desoladora en algo más familiar y acogedor, al menos, hasta que la cosa se pone más intensa y peligrosa. Su economía vocal se compensa con un gran diseño de sonidos (y silencios) y la banda sonora de Marco Beltrami (“Logan”), tal vez, el lugar más común que tiene la película. Este detalle no le resta puntos a una gran obra que consigue cada uno de sus objetivos, y le sigue apostando a un género que, de a poco, se vuelve a ganar el favor de la crítica y del público más sofisticado. La importancia narrativa de “Un Lugar en Silencio” no reside en el diseño de las criaturas (muy bien logrado, por cierto), en cómo los Abbott van a poder zafar de ellas o qué le depara el futuro a la raza humana. Krasinski y compañía no se detienen en lo macro, sino en las pequeñas cosas, el día a día de la supervivencia hasta que llega la amenaza inminente, sensaciones y momentos con los que podemos identificarnos, simplemente, por el buen planteamiento de la historia y sus personajes. La química entre John y Emily es perfecta (más allá de ser pareja en la vida real), los pequeñines son una goleada (también lo mejor de “Suburbicon” y “Wonderstruck”, sus películas anteriores, por si quieren chequearlo), pero es el conjunto y los diferentes momentos de tensión que va creando lo que la convierten, hoy, en una de las mejores películas del 2018. LO MEJOR: - Su mezcla de terror y humanidad. - La economía de recursos. - Un gran cuarteto actoral. LO PEOR: - Imposible no hacer ESA comparación con “Marcianos al Ataque”. - Que Krasinski no se dedique a esto a tiempo completo.
Debut en el terror del comediante y también director John Krasinski, Un lugar en silencio, parte de una idea muy original que no logra sostener todo el tiempo. Reglas para sobrevivir en una película de terror. Revisen la tetralogía de "Scream" y entérense en boca de los eruditos protagonistas qué hay que hacer, o no hay que hacer, para llegar vivo a los créditos finales y continuar para la secuela. Scream planteaba las reglas para sobrevivir a un slasher, y cada subgénero propone reglas propias. Hay determinadas películas que se distinguen por instaurar reglar propias, por hacer que sus protagonistas deban evitar algo que de hacerlo los pondrá en el pasillo de la muerte. "La oscuridad", "La séptima víctima", y "Cuando las luces se apagan", nos decían que no debíamos quedarnos a oscuras. Un lugar en silencio prohíbe el sonido. Narrada a modo de un diario ligero, "Un lugar en silencio" presenta un escenario post apocalíptico. La humanidad ha sido diezmada, la Ciudad de Nueva York fue alejada, y los diarios anuncian que el mal se propagó por el mundo. En este cuadro de situación, una familia trata de sobrevivir instalados en un escenario rural. Casi como sucedía en "Vienen de noche" (con la cual traza algún paralelismo). Lee (John Krasinski) y Evelyn (Emily Blunt) Abbott son un matrimonio con dos hijos, Marcus (Noah Jupe) y Regan (Millicent Simmonds), más uno por venir. En una emocionante escena previa a los créditos iniciales, fueron presas de una tragedia en el día 89 de la devastación. Siguiendo adelante como pueden, atraviesan más de 400 días sin pronunciar una palabra. Se manejan descalzos, caminando sigilosamente y hasta en puntas de pie, evitando hacer ruidos fuertes, y comunicándose con señas o gestos. Así sobreviven al ataque de una criaturas similares a insectos gigantes (¿Se acuerdan de "Invasión" de Paul Vehoeven?), ciegas, e hiper sensibles al sonido, que atacan mortalmente con sus garras si los escuchan. En los Abbott hay un dejo de tristeza profunda, una tristeza que se traslada al espectador a modo de una carga dramática importante. Se nota un gran amor entre ellos, con los hijos, y en la pareja, que se cuidan, se protegen, y miman. Más allá de que Regan siente que su padre no puede perdonarle aquel error. Un lugar en silencio avanza lentamente, nos introduce en la situación de lo que (sobre)vive esta familia, Hasta llegar a un momento quiebre que cambiará el ritmo de la película, y el sentido del total. El guion, escrito a seis manos entre Krasinski, Bryan Woods, y Scott Beck, se destaca por la originalidad de su propuesta. Acostumbrados cada vez más a un terror que acude al barullo, "Un lugar en silencio", como indica su título, se vale de los silencios. El silencio en este caso no significa cine mudo o ausencia de sonido. Si en algo se destaca la puesta de Krasinski, además de una fotografía detallista que también aprovecha los espacio abiertos, es en el correctísimo uso de los sonidos y la musicalización. Plagada de jump scares, en ningún momento llegan a cansar ni son previsibles. A un momento de calma silenciosa le sigue un crescendo en sonido y musicalización que nos sacude. Así avanza el primer tramo del film, claramente el mejor. Una secuencia clave en el film le abre paso a otra atmósfera, y así "Un lugar en silencio" pasará a convertirse en un film de supervivencia frente al ataque de los monstruos. Uno bastante más convencional, que hasta puede traicionar alguno de los preceptos que antes sostuvo como bandera de originalidad. A partir de entonces, todo se vuelve más vertiginoso, acelerado, reina la noche, y la mezcla de sonidos. Casi como el climax de la saga "Tremors" sin su diversión y estilo Clase B. En este último tramo el estilo es más convencional, pero aún así la propuesta se hace llevadera, hasta arribar a un final que sí, termina por derribar bastante de lo construido. Durante gran parte de la propuesta se nos va adelantando algo, y si uno es un poco perspicaz puede suponer para dónde irá la mano, vamos rogando que pegue un giro y no termine así, pero no, finalmente ocurre, y es tan inverosímil, abrupto y antojadizo como lo suponíamos. Una resolución que no cierra bien lo que "Un lugar en silencio" había mantenido con pericia hasta el momento. Tal como lo había demostrado en sus dos films anteriores, las comedias negras/irónicas Brief Interviews with Hideous Men, y The Hollars, John Krasinski demuestra un buen manejo para la construcción de personajes, la veta dramática, y el manejo actoral. Los cuatro actores de Un lugar en silencio componen armónicamente, expresan el dolor y el amor de esa familia. Tanto Krasinski como Blunt son actores probados en la comedia, que pasan con creces la prueba del terror. Los pequeños Jupe y sobre todo Simmonds rebozan en expresión y carisma. Son un pilar fuerte de la película. "Un lugar en silencio" comienza como una gran película que potencia los elemento positivos del film, pero en sus escasos 90 minutos no logra mantener el mismo nivel, y sobre el final deja la sensación de haber pasado la prueba, sin sobrarle demasiado.
Con una muy compleja premisa, el labor de John Krasinski detrás de las cámaras en sensacional. El terror que quiere imprimir se logra a la perfección desde la primera imagen del film. Dirigida, escrita y protagonizada por John Krasinski, (Jim de The Office 2005-2013), Un Lugar en Silencio (A Quiet Place, 2018) es una película que transcurre en un futuro bastante cercano, en un desolado Estados Unidos, más precisamente en un pueblo de Nueva York, en donde unas criaturas ciegas, pero con muy buen oído, cazan a la gente que anda haciendo disturbios por ahí a lo largo de todo el mundo. Junto con su esposa Evelyn (Emily Blunt, quien en la vida real es la esposa de John) y sus hijos Marcus, Regan y Beau, la familia Abott deberá mantener el mayor silencio para no perder sus vidas en manos de estas criaturas. Cuando se dan obras de gran calidad en tantos aspectos diferentes, es para celebrar. En primera instancia ver la evolución actoral de John Krasinski es sorprendente. Hace varios años, y más desde que terminó la serie que lo puso en los primeros planos de Hollywood, que él ha estado tratando de sacarse de encima el estigma de “solo puede hacer comedias”, y la verdad que cumple con creces. El dramatismo y la emoción que consigue transmitir es alucinante y se nota que el papel que él mismo escribió, junto con Bryan Woods y Scott Beck, le gusta de tal manera que hace un trabajo perfecto. Su esposa -por partida doble- Emily Blunt, se luce también como co-protagonista especialmente en escenas de mayor temor. Los gestos faciales de la actriz reflejan la definición precisa de lo que llamamos terror. Los niños del film, si bien no destacan al igual que los dos mas grandes, cumplen su rol y papeles de una manera como para que en un futuro los grandes estudios los tengan en cuenta. A la hora de la dirección, Krasinski se luce. Con una muy compleja premisa, el labor de John detrás de las cámaras en sensacional. El terror que quiere imprimir se logra a la perfección desde la primer imagen del film. La edición de sonido es un detalle no menor, porque tiene un papel fundamental en la obra y estos sonidos son incluso, por momentos, más personajes dentro de la historia. El guión esta muy bien y lo mejor que tiene es que no se deja llevar por obviedades. Si bien, tiene apenas dos o tres momentos que parecen sacados de los “libros” de como hacer películas de miedo, son escenas que deben estar para que todo cierre de la mejor manera. Uno de los mejores aspectos de la peli, es que el director y protagonista, se dedica a hacer una historia que tiene un principio, un desarrollo y un final. Aunque parezca tonto aclarar este ítem, entre tanta saga y franquicia, no esta mal que cada tanto vengan estas obras en donde no hay que concentrarse en easter eggs o referencias. Lo mejor que se puede hacer con esta peli es, aprovechar alguna función de trasnoche en su cine favorito y verla con ese ambiente, casi desolado, en silencio y con la oscuridad como única compañía, como la familia Abbott.
No importa si son dos personas discutiendo sobre la existencia de Dios o una persecución intensa entre un tiranosaurio y una 4×4, una película tiene el deber de evocar emociones. El factor decisivo, lo que permite que esa emoción dé en el blanco, recae en la inversión emocional que hace el espectador en los personajes y en su evolución. Con esto presente, John Krasinski, un nombre que la mayoría de los espectadores conocemos por sus comedias, hace con Un Lugar en Silencio un giro de 180 grados respecto de su registro habitual; y lo hace de una manera tan perfecta precisamente por entender esta vital necesidad cinematográfica. Odisea muda de una manada humana En un poblado norteamericano tan desierto como post-apocalíptico, la familia Abbott trata de sobrellevar su día a día sin hacer ruido alguno. Esto se debe a que merodea una raza de monstruos que atacan ante el menor indicio de sonido. Lee, el cabeza de familia, debe proteger a su mujer próxima a dar a luz y enseñarle a sus hijos la manera de defenderse de esta amenaza. John Krasinski consigue algo indispensable, algo que no puede faltar jamás en una narración, ya sea en una que apunte a hacer pensar o simplemente a entretener. En otras palabras, lo que separa a una historia con corazón y alma de una cáscara vacía: que al espectador le importe lo que le pueda pasar a estos personajes. El mundo en el que viven, las reglas por las que se rigen y el riesgo que corren son introducidos de una forma inmediata fluida, dinámica y elegante. Cada conflicto, cada acción es resuelta casi siempre a través de lo físico, es decir a través de las imágenes. Concentrémonos un momento en esta palabra: riesgo. Ya que está presente desde el primer encuadre y Krasinski no da tregua al espectador por la tensión que sabe construir y movilizar en todas las secuencias que arma. Incluso con tanto silencio, con tanta acción, esta es una historia con muchísimas emociones más allá del temor. Hablamos de afecto, los pequeños momentos de felicidad por mucha presión que ejerza el contexto. Es una historia repleta de momentos humanos: sobre la culpa del sobreviviente, sobre el legado que deja un padre, sobre cuidarse uno y cuidar a los otros. Sobre la familia. Son personajes que uno llega a querer y, más importante aun, con los que se puede identificar. Tanto por su valentía como por su corazón. En materia técnica tenemos una fotografía que sabe valerse de las sombras y es dinámica en todo momento. La dirección de arte se vuelve un elemento fundamental para crear un clima, entender el contexto y aportar la información sin que salga de la boca de los personajes. Pero todos estos apartados palidecen a la sombra del diseño sonoro de la película. En materia sonido es un juego constante entre la subjetividad sonora de los personajes y la del espectador. Donde cada ruido cuenta, cada sonido es lo que complica más la acción y sobre todo explota todas las posibilidades emocionales del recurso. Como ira, como sacrificio, como expresión de amor. Krasinski no solo brilla como director, sino que su actuación tampoco se queda atrás. Lo compramos inmediatamente como este padre que busca la seguridad de su familia a toda costa, pero lo más importante es la gama de expresiones que ofrece el actor en las situaciones más intensas. Acá no hay una gota de bravado; en cada corrida, en cada acción, está el rostro de un hombre asustado que debe sacar valor de donde no lo tiene para proteger algo más grande que si mismo. No tanto como ejemplo, sino como muestra de amor. Emily Blunt, por otro lado, se ratifica como heroína de acción. En una época donde ese término se utiliza a la ligera, Blunt es una leona, una mujer de armas tomar que no pierde una onza de su femineidad en el proceso y que (del mismo modo que Krasinski) deja salir ese temor tan humano pero tan imposible de tapar por más que tengas el valor de enfrentarte a todo uno ejercito por tu cuenta. Párrafo aparte merecen los intérpretes jóvenes. Un chico puede sumarse a actuar en una aventura apocalíptica por el factor de diversión que implica el correr, saltar y hacer los stunts que vieron en miles de películas. Sin embargo, tener que hacerlo desplegando enormes complejidades psicológicas es algo que requiere de pequeños con mucho talento, y ellos demuestran tenerlo de sobra. Conclusión Con base en un guion sólido como una roca, una puesta en escena que no podría ser más visual, y actuaciones que conmueven hasta con el más diminuto de sus músculos faciales, Un Lugar en Silencio es cine puro. Una película que entre tanta tensión también sabe desplegar un corazón enorme. Ese alma que hace a las películas extraordinarias. Altamente recomendable.
A la tierra llegaron los extraterrestres que tienen una particularidad: Esos monstruos con esqueleto metálico, brazos parecidos a los insectos y una cabeza con reminiscencia de la película “Alien” tienen un extraordinario oído pero son ciegos. Solo con esos escasos datos y con idea de Bryan Wood y Scott Beck que escribieron el guion con el director, alcanza para redondear una historia de terror y ciencia ficción con toques sangrientos. El director John Krasinski es también el protagonista con su esposa -en ficción y realidad- Emily Blunt, acompañados por Noha Jupe y Millicent Simmonds. Qué ha pasado con el resto de los habitantes del planeta, con ejércitos y policía, pocas referencias: solo algunos recortes de diario que recomiendan un manual para sobrevivir con especial énfasis en la necesidad del silencio absoluto. Un ruido, un grito es sinónimo de una sentencia de muerte. La construcción del suspenso ominoso es perfecta. La familia que vive en un idílico lugar, con el lenguaje de señas, mas una de sus hijas sorda, sufre de inmediato una desgracia por culpa de un juguete barullero. Así a nadie le quedan dudas del peligro que corren. Una película corta, concentrada y entretenida. Tiene pocos defectos y mucho para entretener. Los actores están todos muy bien. Emily Blunt es intensa y medida al mismo tiempo. Para Krasinsky, famoso como actor y director, su primer experiencia fuera de la comedia. La película merece verse.
Callar para sobrevivir John Krasinski, luego animarse a dirigir dos películas en el género de la comedia en 2009 y 2016, finalmente se anima a cambiar al terror en esta obra que además co-escribe y protagoniza junto a Emily Blunt, su esposa en pantalla y fuera de ella. Más conocido por su trabajo como actor en títulos como Enamorándome de mi ex, Licencia para casarse o Dreamgirls, John Krasinski lentamente le va dando rienda suelta a su faceta de director. Su debut desde detrás de las cámaras fue marcado por la comedia dramática de 2009 Brief Interviews with Hideous Men aunque tuvieron que pasar siete años para que reincidiera en The Hollars, película del mismo género pero con un elenco de mayor renombre que incluyó a Margo Martindale, Richard Jenkins y Anna Kendrick. Y este año, buscando nuevos horizontes por lo menos en materia de género, llega esta propuesta que se contrapone totalmente a las anteriores y que si no estuviéramos al tanto de la mencionada carrera del Krasinski director, bien podríamos suponer que corresponde a un experimentado especialista del cine de terror. Un lugar en silencio está ambientada en un cercano futuro de características apocalípticas. El año es 2020 y el mundo es un lugar desolado debido a la invasión de unas criaturas cuya única ambición parece ser acabar definitivamente con la raza humana. No sabemos de dónde vinieron, si son de este planeta o no, tampoco se sospecha que cuenten con un nivel mínimo de inteligencia como para establecer algún tipo de comunicación. Lo único que se sabe de ellas es que son ciegas pero, en contrapartida, tienen un sentido del oído altamente desarrollado por lo que los pocos sobrevivientes del ataque inicial están forzados a vivir una existencia de silencio prácticamente absoluto si no quieren ser salvajemente devorados. El primer acierto de la película consiste en presentarnos a sus personajes principales en ese ambiente que caracterizará al resto de la historia: el silencio absoluto. Mediante la comunicación no verbal que entablan junto a una serie de portadas de diarios que dan cuenta de los monstruos y el factor auditivo que es clave, rápidamente y con total simpleza John Krasinski logra sumergirnos en un mundo tan opresivo como inminentemente peligroso. Esto terminará de quedar claro en esa misma etapa introductoria cuando la pareja conformada por Evelyn (Blunt) y Lee (Krasinski) puede solamente atestiguar cómo un inocente viaje a un abandonado supermercado de la zona es interrumpido por la tragedia. Casi no hay diálogos y ya sabemos mucho sobre esta pareja, sobre el mundo que les tocó para criar a sus dos hijos y sobre los improvisados sistemas de seguridad que le fueron añadiendo a su casa de campo desde que la humanidad fuera invadida hace más de un año. Con esa simpleza que antes mencionaba al hacer referencia al inicio de la película, el resto de la trama no pierde esa cualidad mientras nos acercamos al inexorable momento en que esta familia deba enfrentarse a los monstruos pero sin descuidar el aspecto narrativo que, siempre en silencio y con lenguaje de señas, logra notable profundidad dramática al poner el foco en las consecuencias psicológicas que ese viaje trunco al supermercado supuso para los protagonistas y cómo estos deben lidiar con eso mientras se hacen un tiempito para esquivar a incontables bicharracos de dos metros que se los quieren comer. Tal vez con el único lunar que puede ser el uso de la música incidental y típica de las películas de terror para una historia que ya de por sí genera miedo a partir de su uso del silencio como elemento narrativo, Un Lugar en silencio no solo es una obra que le hace justicia a las buenas representantes de su género sino que se erige como una producción muy completa que interpela al espectador desde múltiples ópticas, como hacen las buenas películas.
En la brillante "No respires" un psicópata ciego perseguía a un grupo de delincuentes que tenían que permanecer en silencio si querían seguir viviendo. Ahora, esta muy tensa "Un lugar de silencio" expande una fórmula similar hacia terrenos aún más fantásticos. Es que en un futuro muy próximo el mundo ha sido invadido por horribles criaturas ciegas que casi han aniquilado a la humanidad. Estos monstruos se alertan ante el menor sonido, y quien diga una palabra o haga algún ruido accidentalmente será liquidado en un tris. El relato se centra en los intentos por sobrevivir de la familia de John Krasinsky y Emily Blunt, que por tener una hija sorda se manejan con lenguaje de señas, detalle que logró que a diferencia de sus difuntos vecinos, hayan podido mantenerse vivos intentando sobrellevar una existencia absolutamente silenciosa. Krasinski, además de protagonista es el director de esta aterradora película que ningún fan del genero debería perderse, más allá de que de sus toques excesivamente dramáticos y su obvio mensaje sobre los problemas que sufre la libertad de expresión en el mundo actual no logran que sea tan dinámica y vertiginosa como la citada "No respires". El detalle de que el matrimonio en la ficción sea una pareja real fuera del set ayuda a que las actuaciones alcancen un altísimo nivel, lo que también se aplica a la brillante Millicent Simmonds como su hija mayor. Y con garras que recuerdan a los marcianos de "La guerra de los mundos" los temibles monstruos de este sólido film de terror son el tipo de bicho que con cada aparición harán que el espectador salte del susto.
Dándole una vuelta de tuerca al thriller convencional, John Krasinski dirige Un lugar en silencio, una película muy bien lograda. De qué se trata Un lugar en silencio Un matrimonio con tres hijos debe procurar no hacer ningún tipo de ruido si quiere sobrevivir. En un ambiente arrasado y en constante pelígro, cualquier sonido puede terminar en catástrofe. ¿Es posible vivir en silencio? John Krasinski y Emily Blunt -pareja en la vida y en la película- se lucen en una película que les pide expresarlo todo sin decir palabra. Aire fresco Me gustan los thriller, en formato película, serie o libro. Cuando viste mucho de este género, no todo te sorprende. La buena noticia es que Un lugar en silencio logra su cometido y más. No solo te da una buena dosis de sustos, no solo te mantiene atrapado por completo a la historia, sino que tiene varios giros originales y fuera de lo común que la hacen impredecible. Su principal fortaleza, evidentemente, es la de plantear una historia típica -una familia tratando de sobrevivir en un ambiente hostil y apocalíptico- con un giro que hace la diferencia: la imposibilidad de hablar o hacer ruido. Un lugar en silencio es, de este modo, una película que honra al cine. A la imagen, y solo la imagen, como vehículo suficiente para transmitir miedo, tensión y contar una historia. Y el sonido, claro, no para llenar silencios incómodos o explicar al espectador lo que el guionista quería que supiera, sino como herramienta clave de la narración. En este sentido, el único punto flojo de la película es no haber tomado la premisa del silencio y llevarla al extremo, eliminando, no los ruidos, sino la innecesaria música incidental. Salvando ese detalle, porque viendo la película la música realmente está de más (y todo lo que está de más estorba), Un lugar en silencio es un hallazgo. Tensión, una buena historia y un inteligente corrimiento de los lugares comunes. ¡Imperdible! Puntaje: 8/10 Duración: 90 minutos País: Estados Unidos Año: 2018
Una película de clase B interpretada por actores de clase A. Esa es la fórmula que vuelve tan atractiva a Un lugar en silencio. No es que Hollywood nunca haya ensayado estas combinaciones. Al contrario, las intenta una y otra vez. Si resulta lograda en este caso, es porque se mezclan lo mejor de ambos mundos. Clase B es el argumento apocalíptico, clasificable como horror fantástico: en un futuro cercano, la humanidad es atacada por unos monstruos voraces con unos oídos ultrarrefinados. No pueden ver, ni oler, pero escuchan casi cualquier ruido y devoran a quienes lo producen. Clase A es Emily Blunt, también John Kransinsky –quien aquí cumple las funciones de protagonista y de director– y los dos niños que encarnan a sus hijos: Noah Jupe y Millicent Simmonds. Con ese elenco, la película consigue transmitir todo el espectro de emociones imaginables en un planeta devastado donde un simple sonido puede significar la muerte de la persona que lo emite. Por supuesto, el planteo argumental es fascinante y original. Genera una fuerte restricción narrativa que potencia el drama: los personajes no pueden hablar; se comunican por señas, y aunque los subtítulos en español aclaran lo que no necesita ser aclarado, la cualidad de esa comunicación muda tiene un poder sugestivo enorme. La expresividad de los rostros y de los gestos adquiere un sentido de supervivencia que nunca había sido resaltado hasta ese extremo en un producto comercial. Claro que la ausencia de voces no implica la ausencia de banda sonora, que es manejada con la sutileza suficiente como para que el contraste entre el silencio humano y el subrayado dramático musical no atente contra el sentido del suspenso y del terror. No hace falta decir que ni de lejos se trata de un homenaje al cine mudo. Krasinsky no es un cineasta intelectual que juega con los géneros, es un narrador clásico, que cree en lo que está contando y se lo hace creer a quienes se los cuenta. Si hay nostalgia es por el sentido humano del cine de bajo presupuesto de fines de la década de 1970 y principios de 1980 (el de John Carpenter, sobre todo) pero con los efectos especiales infinitamente mejorados. Esa potencia humana, sostenida por los actores, se complementa con el modo gradual en que el director va exponiendo la dimensión de la tragedia que vive la familia, en un exquisito paralelo visual con la forma progresiva en que va revelando a las criaturas ciegas y voraces. En ese punto, puede decirse que se trata de un trabajo virtuoso, porque Krasinsky resuelve en sus propios términos el dilema de cuánto hay que mostrar y cuánto hay que ocultar en una película de terror. Bajo la premisa clásica de que el miedo no es susto sino verdadera empatía, ofrece lo que tal vez sea la mejor película de género del año.
El terror en su punto justo - Publicidad - Verdadera sorpresa para el actual cine de género, Un lugar en silencio (A quiet place, 2017) es, además de un relato contundente, la contracara del terror efectista y lleno de lugares comunes que con frecuencia llega a la cartelera local. Tal como ocurre en Señales (M. Night Shyamalan, 2002), la película del realizador John Krasinski transcurre en el contexto de una invasión extraterrestre percibida de forma “micro”, en las antípodas del taquillero “cine catástrofe”. Pero a diferencia de aquel film protagonizado por Mel Gibson, en Un lugar en silencio los invasores ya terminaron de hegemonizar su presencia en la Tierra. Lo que queda es desolador (no tanto por las consecuencias ambientales, sino por el deceso de la población) y, si bien es posible que existan muchos sobrevivientes, lo que la película nos presenta es la vida cotidiana de una familia, compuesta por los padres (el propio Krasinski y Emily Blunt) y sus tres hijos. La marca distintiva de Un lugar en silencio está vinculada al hecho de que, si bien ciegos, los extraterrestres cuentan con un órgano auditivo sumamente desarrollado. En consecuencia, para sobrevivir hay que evitar hacer ruidos, algo que un integrante de la familia no cumple y lo lleva directo a la muerte. Este aspecto le da al film un rasgo marcadamente experimental; pocas veces vimos una película de género en donde buena parte del metraje transcurre sin diálogos. Tras un comienzo conciso en términos argumentales y dramáticos, lo que continúa es un expansión del relato familiar, en donde se narra la difícil cotidianeidad, el permanente acecho, y –como si se tratara de una bomba a punto de estallar- el inminente nacimiento de un integrante más, motivo de alegría pero también de preocupación; ¿cómo lograr que un bebé no haga ruido? Krasinski demuestra tener pulso narrativo, gracias a una serie de secuencias que trabajan muy bien con el fuera de campo; para que la amenaza impacte en la platea, es necesario cumplir con la dosificación de la información. Al fin de cuentas, propiciar que el espectador imagine qué es lo que genera tanto temor produce que los sustos sean mayores. Regla del buen cine de terror que aquí se cumple a rajatabla. Con un presupuesto bajo para los estándares de Hollywood, Un lugar en silencio sabe explotar los recursos en pos de lo que narra. Colaboran –y mucho- las buenas actuaciones, sobre todo las de los niños actores, todos en su punto justo. Además de las diferencias argumentales con el citado film de Shyamalan, aquí hay una clara intención de eludir el componente moral-aleccionador, tan patente en las películas del director de El sexto sentido y La aldea. Desde este punto de vista, la de Krasinski es una película que, sin dejar de contemplar lo sentimental, tiene un anclaje profundo en la fisicalidad de las secuencias, en el devenir del tiempo y en cómo eso afecta a los cuerpos y, sobre todo, a los cuerpos en convivencia.
El silencio es salud La tercera película como director del actor John Krasinski sorprende: es una extraordinaria película terror clásica con una vuelta de tuerca muy original. La película empieza con una leyenda que dice “Día 89”, las imágenes de una ciudad en ruinas y una familia buscando provisiones en un supermercado abandonado. Las referencias cinéfilas se disparan y todo indica que estamos ante una película de zombies. Pero pronto vamos a ver que hay una vuelta de tuerca: los sobrevivientes deben permanecer en silencio para que aquellos seres (todavía no sabemos qué son) no los ataquen. Lo descubrimos por sus actos y también por fragmentos de información que el director y los guionistas nos van dejando, como por ejemplo tapas de diarios que se vuelan con el viento. La familia Abbott tiene una particularidad. Regan (Millicent Simmonds), la hija mayor, es sordomuda. Por eso todos saben lenguaje de señas, y así se comunican. Pero Regan, en esa primera secuencia que funciona como un prólogo anterior a los títulos, comete un error que desatará una tragedia y que culminará con una escena extraordinaria en la que explota la tensión acumulada en los primeros minutos: se nos escamotea el origen del peligro, hasta que finalmente lo vemos. Por supuesto, como indica el manual de las películas de terror al mejor estilo Tiburón, no vamos a ver al “monstruo” en toda su magnitud hasta bien entrada la película, pero algunos flashes bastan para transmitirnos el horror. Un lugar en silencio es, a la vez, una película original y de manual. Casi sin diálogos hablados (los personajes se comunican con lenguaje de señas y están subtitulados), el sonido cobra una importancia mayor: pisar una hoja seca puede significar la muerte y los monstruos amenazantes se anuncian con unos sonidos que para la mitad de la película ya logran el objetivo de asustarnos tanto como a los protagonistas. Pero todo esto, que es lo que sin dudas pone a la película en un lugar diferente al resto, está contado de forma totalmente clásica, siguiendo el manual de las películas de terror: la amenaza se va develando bien de a poco, hay un padre que tiene que proteger a su familia, hay una hija díscola que no se deja proteger, hay una embarazada cuya fragilidad aumenta la sensación de peligro y hay detalles: un clavo salido en una escalera de madera es protagonista de una de las escenas más angustiantes del cine de terror en años, dos pilas chiquitas pueden ser más peligrosas que una bomba y un reloj despertador puede dar comienzo al caos. Con esta premisa fuerte y la narración clásica, Un lugar en silencio no precisa más: casi no aparecen otros personajes (no hay una subtrama con otros humanos amenazantes típica de las historias postapocalípticas) y tampoco se explica nada sobre la invasión, ni qué pasó con todo el mundo, ni siquiera la familia tiene un objetivo que vaya mucho más allá que el de sobrevivir. La historia está reducida a su mínima expresión y casi se podría decir que funciona como un ejercicio formal sino fuera porque, con tan poco, se delinean personajes y, hacia el final, se cierra una línea argumental entre el padre y la hija que logra emocionar. John Krasinski es el protagonista (junto a su mujer en la vida real, Emily Blunt) y también el director y el guionista. Seguro muchos lo conocerán por su papel de Jim Halpert en The Office. Esta es su tercera película después de dos comedias que pasaron sin pena ni gloria (se estrenaron en el Festival de Sundance pero nunca llegaron a la Argentina; confieso que no las vi). Toda esta información no hace más que agrandar la sorpresa por el resultado impecable de Un lugar en silencio, que parece dirigida por un especialista consumado del terror y ya está dentro de las grandes películas del género en esta especie de época de oro junto con otros títulos tan distintos como Guerra mundial Z, las dos El conjuro, ¡Huye!, It, Avenida Cloverfield 10, Te sigue, No respires, La bruja y más. Pero me atrevo a decir que Un lugar en silencio tiene algo que casi ninguna otra tiene, a excepción, tal vez, de las dos El conjuro: da miedo de verdad.
El tercer largometraje del actor de “The Office” es un sorprendente y muy efectivo relato de suspenso/terror que recuerda a los mejores filmes de M. Night Shyamalan. Se centra en una familia que debe sobrevivir a una invasión de criaturas extraterrestres que atacan al menor ruido que escuchan. “It’s Sound” dice la portada de un diario a la salida de un supermercado tan abandonado como semivacío en una post-apocalíptica ciudad. Al inicio de UN LUGAR EN SILENCIO se nos proporciona una información mínima: hace 89 días ha sucedido algo grave que ha dejado a esa pequeña ciudad destrozada y que tiene que ver con el sonido. ¿Qué es? No lo sabemos, pero a juzgar por el comportamiento silencioso de la familia que va recogiendo cosas en el super nos queda claro que es algo muy peligroso. Ellos son Evelyn (Emily Blunt), Lee (John Krasinski) y sus tres hijos (una niña y dos varones más pequeños). La hija es hipoacúsica y todos en la familia saben manejarse con lengua de señas, lo que seguramente les ha ayudado a seguir vivos cuando todos parecen haber perecido a su alrededor. Pese a todas las precauciones, niños son niños, y un error cometido por uno de ellos deja en evidencia con qué estamos lidiando cuando una veloz criatura lo liquida de manera fulminante cuando él enciende un avión de juguete. Con inteligencia y un gran uso hitchockiano de los recursos visuales –el filme tiene muy pocos diálogos en voz alta y apenas unos pocos más con señas–, Krasinski va dando datos de a poco: hay una invasión de unas criaturas extratrerrestres que están destruyendo todo a su paso y que son ciegas, por lo que operan en base al sonido. Hacés un mínimo ruido y pronto vendrá alguna de ellas a engullirte cual Big Mac humano. A lo largo de más de un año (cuando la historia retoma tras el primer shock pasó un largo tiempo y Evelyn está embarazada), la familia ha ido armando un complejo sistema para evitar hacer ruidos, que involucra no solo no hablar sino andar descalzos, llenar de arena el piso del exterior, comer con las manos y otra serie de artilugios y mecanismos que deberían evitar que los escuchen. Pero no es fácil, ya que los accidentes pueden suceder en cualquier momento. Y la perspectiva de tener un bebé tampoco ayuda demasiado a soñar con un futuro silencioso. Krasinski construye una primera hora de relato de puro clima y tensión. Tras el shock inicial, lo que vamos viendo es la construcción de ese escenario y su funcionamiento. A eso hay que sumarle el trauma ligado a la muerte del niño: la hija se siente culpable (ella le dio el juguete al chico) y siente que el padre la culpa también; el otro hijo vive permanentemente asustado y la madre hace lo que puede para lidiar con su dolor, su inminente parto y sus propios temores. La película recuerda a los mejores filmes de M. Night Shyamalan (especialmente SEÑALES) en su decisión de centrarse en un solo escenario y unos pocos personajes. Tendremos mínima pero suficiente información de lo que sucede afuera, pero no hace falta saber más: el mundo entero está representado por esas cuatro personas en silencio. A esas restricciones visuales y dramáticas hay que sumarle el excelente trabajo sonoro. Si bien la película tiene música incidental –no se atrevieron al silencio absoluto pero por suerte la banda sonora de Marco Beltrami es bastante discreta y apoya los climas–, la tensión muda que se vive a lo largo de sus 93 minutos es sofocante. Y cada vez que se produzca un accidente, un ruido o un movimiento, el espectador probablemente se paralizará en su asiento. Para el final Krasinski deja que la acción y la emoción broten cuando una serie de acontecimientos llamen la atención de los monstruos –que están claramente inspirados en la línea ALIEN y DEPREDADOR de las criaturas cinematográficas– y el caos comience. Si en algo falla el filme es en la gran cantidad de casualidades y situaciones improbables del guion. No las revelaremos aquí pero en más de una ocasión suceden un par de cosas en paralelo o se dan situaciones que le hacen perder al relato algo de su lógica y plausibilidad, distrayendo al espectador de la experiencia cinematográfica pura. Son detalles menores, si se quiere, pero por momentos impiden que se genere esa “suspensión de la incredulidad” que necesitan este tipo de filmes para funcionar a la perfección. De todos modos la tensión está más que lograda y permite que superemos esas deficiencias, lo mismo que la manera en la que las cruzadas emociones y culpas de los personajes se terminan enredando en un final impecable, violento y desgarrador. Krasinski y Blunt están casados y tienen dos hijos en la vida real y da toda la impresión que la película para ellos funciona como una suerte de terapia acerca de los temores y la responsabilidad de los padres en el cuidado de sus niños. Esa construcción y estructura clásicas son los pilares que sostienen la experiencia de terror auditivo que es UN LUGAR EN SILENCIO, una película para la que se recomienda más que nunca apagar los celulares y mantener silencio durante la proyección. A los que no lo hagan los vendrá a buscar una criaturita de esas y se los engullirá en la mismísima sala de cine, para la alegría de todos los presentes…
Un lugar en silencio nos presenta a una familia que sobrevive en un mundo acechado por unos monstruos asesinos. Estas criaturas ciegas son atraídas por sonidos, por mas imperceptibles que parezcan. Tal es su nivel de percepción, que la rotura de un vidrio puede delatar tu ubicación y costarte la vida Componen esta familia Lee Abott (John Krasinski ) y Evelyn (Emily Blunt), padres de Regan (Millicent Simmonds) que es hipoacúsica, y Marcus (Noan Jupe). Todas las acciones cotidianas se vuelven dificilísimas de concretar sin hacer ruido. Sobrevivir es toda una odisea si tu vida depende de que no se te caiga un plato. Y para colmo de males, Evelyn está embarazada, cercana a la fecha de parto. ¿Ustedes saben lo ruidosos que son los bebes? La propuesta, dirigida por el mismo Krasinski, logra momentos de tensión muy intensos, explotando el uso del silencio como recurso dramático. La necesidad de silencio en la sala, que debería ser religiosa, llega incluso a incomodar al espectador. Uno mismo se queda congelado, tratando de no emitir sonidos de ningún tipo para no atraer a las bestias. El hecho que los primeros minutos de película carezcan prácticamente de foley ayuda a entrar en código enseguida. Ojo, no piensen que la están proyectando sin sonido: la escena inicial es casi silente. Este juego entre sonido y silencio tiene un punto de explotación interesante en Regan. Por momentos la narración cambia el subjetiviza el audio colocándonos en sus oídos, logrando duplicar la angustia. Ella no escucha, pero hace ruido. No puede oírse, por lo que no sabe cuán expuesta está. Elegir el momento exacto en el que cambia este foco siempre es un acierto. Es muy pronto para arriesgar que Un lugar en silencio cosechará nominaciones en la próxima temporada de premios por su propuesta sonora? Las actuaciones logran mantener el clima de tensión generado por los otros recursos. El más flojo, sin embargo, es el mismo Krasinski. Sin estar mal, no logramos involucrarnos con él al mismo nivel que con Blunt o Simmonds. Punto a favor para las criaturas de CGI también. El diseño es atractivo, sobre todo por sus oídos, y logran integrarse en la imagen de modo armónico y creíble. Pero (y siempre hay un pero) el verosímil puede ser un problema. (Este es el momento en que me tildan de amargada, lo sé). Los personajes son conscientes de determinadas cosas que facilitarían su vida. Conocen la noción de aislamiento sonoro y sin embargo viven en una casa llena de aberturas. Saben que los sonidos fuertes tapan otros ruidos más débiles y en vez de situarse en lugares ruidosos habitan en el medio de la nada. Si bien la película atrapa desde el primer minuto, estas preguntas surgen y rompen un poco la magia. Si entras en el juego y no te cuestionas nada, Un lugar en silencio es candidata a ser una de tus películas favoritas del año.
Romper el silencio puede ser algo aterrador. Así lo entendió el director John Krasinski, también guionista de “Un lugar en silencio”, que en inglés lleva el título un poco más irónico de “Un lugar tranquilo”. De tranquilo no tiene nada el pueblo en el que se desarrolla el tercer largometraje del protagonista de “Jack Ryan”. En el antes apacible lugar ya no vive nadie. Todo está abandonado y no se sabe si la gente huyó en masa, aunque un cartel con anuncios indica que todo empezó con la desaparición de decenas de personas. La causa se conoce también a los pocos minutos y la tensión se mantiene a lo largo de la hora y media de este filme protagonizado también por Krasinski y Emily Blunt, su mujer en la vida real, que interpretan a una de las pocas familias que aun vive en esa zona en la que hasta respirar puede ser fatal y en la que la única forma de comunicarse es por el lenguaje de señas. Todo para evitar a extrañas criaturas ciegas pero con un agudo sentido de la audición para cazar a sus presas. “Un lugar en silencio” sobresale entre las producciones del género por la originalidad y simplicidad de su propuesta, su puesta en escena y el ritmo sostenido. Solo al final, Krasinski cede algo a las convenciones del melodrama, lo que no invalidad el sólido resultado final.
Silencio en la sala Un lugar en silencio (A Quiet Place, 2018) se une a la gama del buen cine de terror que ha ido remontando en los últimos años con The Babadook (2014), Te sigue (It Follows, 2014), La Bruja (The VVitch, 2015), No respires (Don’t Breathe, 2016) y Viene de noche (It Comes at Night, 2017) - thrillers creativos y espeluznantes que se nutren de miedos elementales. Está en buena compañía. El mundo ha sido devastado por criaturas monstruosas que atacan brutalmente todo lo que oyen. La escena inicial establece de manera silente y efectiva cuan definitivos son estos ataques, y cuan fina es la línea entre estar vivo y hacer un poco de ruido. Necesariamente, la película cuenta con poquísimo diálogo y una banda sonora poblada mayormente por ruidos incidentales. El resultado no es exactamente una película muda, pero banca en el poder de sus imágenes, creatividad visual y lenguaje corporal para contar una historia sencilla de manera atrapante. En medio de este silencioso apocalipsis se encuentra una familia que se las ha ingeniado para sobrevivir en el campo día tras día sin producir sonido alguno. Se comunican con señas. Curan comida bajo tierra. Trazan senderos de arena para caminar. Se pueden esconder tras fuentes de sonido naturales, como agua corriendo, o provocar estruendos a modo de distracción. Las criaturas en sí poseen un diseño bastante original porque han sido creadas en base a sus ventajas y desventajas en vez de lo que se ve siniestro o impactante, aunque es cuestionable que un ser vivo que caza guiándose por el más mínimo ruido produzca en sí tanto ruido. Dirige John Krasinski sobre su propio guión, escrito junto a Bryan Woods y Scott Beck. Interpreta al patriarca de la familia junto a Emily Blunt, esposa en la ficción y en la vida real. Dos cuestiones temáticas separan a la película del mero efectismo, no particularmente profundas pero que le dan algo de significado humano a la historia: la primera es el deber del padre y la madre de sacrificarse por sus hijos, la segunda es el motivo de la culpa y el remordimiento por los pequeños errores que conllevan consecuencias desmesuradas. Un lugar en silencio no es mucho más que una película de supervivencia (tensa, atmosférica, opresiva) pero estos pequeños arcos de desarrollo le dan peso humano a la historia. Como thriller, la película está perfectamente estructurada: presenta unas pocas reglas, ilustra con distintos ejemplos y contraejemplos y el resto de la historia se siente como el resultado natural de todas las combinaciones posibles. No cambia las reglas del juego. No introduce elementos nuevos. Tampoco hace trampa, aunque algunas partes de la trama dependen de inconvenientes un poco demasiado convenientes. Como suelen presentarse en forma de conflictos más que soluciones, vaya y pase. Arrinconar al personaje de manera convincente es un arte.
Un lugar en silencio es una de las grandes sorpresas cinematográficas de esta temporada y probablemente quedará en la selección de las mejores películas de terror y suspenso del 2018. Se trata de la segunda obra como director del actor John Krasinski, quien hace poco se destacó en el film bélico de Michael Bay, 13 Horas, y en breve debutará como la nueva encarnación del agente de la CIA, Jack Ryan, en una nueva serie de Amazon. Krasinski ya había incursionado en la dirección en el 2016 con The Hollars, un drama familiar que no tuvo difusión y en su nuevo proyecto se metió de lleno en el terreno del suspenso y el horror con un film que evoca los primeros trabajos de M.Night Shyamalan. Si bien la historia es muy diferente Un lugar en silencio por momentos trae al recuerdo a Señales, con Mel Gibson, por el modo en que se abordan los momentos de tensión. Lo genial de esta película y el principal motivo por el que la recomiendo es que Krasinski concibió una propuesta para ser disfrutada especialmente en una sala de cine. Se trata de esa clase de experiencias donde la ambientación de la sala a oscuras marca la diferencia. No es lo mismo descubrir esta historia en tu casa o frente al monitor de una computadora. Krasisnki en este caso elaboró un gran thriller con una premisa sencilla pero fascinante. En el año 2020 la Tierra se encuentra invadida por unos monstruos ultra sensibles al sonido que atacan a los humanos cada vez que escuchan un ruido. El silencio es la única herramienta para sobrevivir. Si hablás o generás el mínimo ruido con el movimiento de una silla los bichos te devoran y son implacables en su tarea. A partir de ese concepto el director, quien además es uno de los principales protagonistas, construye un thriller aterrador que más allá de los momentos de suspenso sobresale por el trabajo dramático del reparto. Emily Blunt, quien es la esposa de Krasinski en la vida real, tiene muy buenos momentos en este film y el casting de los chicos fue excelente. Gran parte de sus interpretaciones se centran en las expresiones faciales y el lenguaje físico, debido a que los personajes no pueden hablar por la amenaza de los monstruos. Aunque el diálogo es mínimo, la interacción entre los protagonistas y las situaciones límites que enfrentan resultan fascinantes por el modo en que el director las trabaja en su narración. En estos días donde nos acostumbramos a ser decepcionados por el género de terror con películas malas sin inspiración, que copian las mismas fórmulas argumentales de siempre, Un lugar en silencio al menos consigue atrapar con creatividad la atención del espectador durante toda su duración. Son 90 minutos donde no sobra una escena y el nivel de tensión es por momentos desesperante. Cabe destacar que esta película fue un proyecto de John Kransinski que financió Michael Bay con su compañía productora Platinun Dunes. El director de la infumable saga Transformers cada tanto se ilumina y produce películas de calidad como esta o 13 horas que fue una buena propuesta dentro de su género. Recomiendo que no dejen pasar Un lugar en silencio en los cines porque está destinada a sobresalir entre las mejores producciones de este año.
Silencio, película Cada año, el terror, aunque no carezca de las fórmulas y lugares comunes propios de todo género, logra reinventarse y sorprendernos con algo totalmente original y atrapante. El año pasado fue la opera prima de Jordan Peele ¡Huye!, que gracias a su políticamente cargado comentario social disfrazado dentro del esquema del thriller le inyectó una buena dosis de vida al género. Este año se puede decir lo mismo de Un lugar en silencio, el debut como realizador del actor John Krasinski, también protagonista, junto a su esposa en la vida real Emily Blunt. Entendiendo que en el terror, más allá de la historia, la ejecución lo es todo, Krasinski se vale de un punto de partida sencillo, pero que resulta una proeza en su armado narrativo: los protagonistas, un matrimonio y sus tres hijos, viven en un futuro distópico donde la humanidad fue arrasada por una invasión alienígena y no deben hacer ningún sonido si es que no quieren ser cazados por unas horribles criaturas sin ojos pero con un oído superdesarrollado capaces de sentir hasta la caída de un alfiler. Con ese escenario (los pocos detalles que exponen cómo fue que el mundo llegó a ese punto apenas están esbozados en diarios tirados en la calle y en recortes de revistas), Krasinski se vale de todo tipo de recursos visuales y auditivos para generar una experiencia insoportable en el mejor sentido, reduciendo el sonido al máximo y dejando que los elementos que se ven en pantalla sean los que transmitan la impaciencia. En este universo en el que el silencio reina y gritar puede significar una muerte instantánea, un clavo oxidado en una escalera o una lata que se cae de un estante llegan a ser elementos terroríficos. Y como todo buen director de género que sabe que la complicidad con su público es esencial, Krasinski logra hacer partícipe como nunca antes a los espectadores de la incomodidad del relato, ya que la total falta de sonido en muchos pasajes del film obliga a callarse completamente en la sala. En la lucha por la supervivencia, para los personajes, la hija mayor (interpretada en forma increíble por una actriz sordomuda) será clave para vencer a esos temibles depredadores. Cuando ya no se escucha en la sala de cine el ruido incesante de la gente comiendo pochoclo, charlando o atendiendo su celular, significa que Un lugar en silencio cumplió su objetivo con creces.
Las películas son relatos de carácter audiovisual. Esto, que puede ser un poco obvio, es un hecho que se basa en que las narraciones están compuestas tanto de la imagen como del sonido. Es así, que si bien siempre se desarrolla o se le dedica especial importancia al diseño de la estética visual, también es igual de relevante y trabajado el campo sonoro. “A Quiet Place”, el film dirigido y protagonizado por John Krasinki que se estrenó el jueves pasado, tiene bien en claro este aspecto y le brinda a la arquitectura auditiva del relato un trato especial y sumamente logrado que eleva a la narración a un nivel superlativo. La película cuenta la historia de una familia que parece estar desplazándose de un lado para el otro, conversando mediante lenguaje de señas y tratando de no generar el más mínimo ruido. El padre de la familia (John Krasinski) y su esposa (Emily Blunt) buscan medicamentos y provisiones en supermercados abandonados junto a sus tres hijos. Aparentemente, tuvo lugar algún tipo catástrofe a nivel global, de la cual nos iremos enterando (no demasiado) a lo largo del relato. Este grupo sigue su camino y el niño menor quiere hacerse con un juguete adquirido en el mercado. El padre le indica que éste es muy ruidoso y no lo puede llevar. En medio de la quietud de los bosques de algún paraje alejado en alguna región de Estados Unidos, el nene saca la nave espacial de juguete recuperada gracias a la complicidad de su hermana mayor con problemas auditivos, y ésta comienza a funcionar encendiendo luces y sonando a un volumen considerable que rompe con la tranquilidad del lugar. Lee, el padre, comienza a correr hacia su hijo mirando a los costados donde se escuchan unos pasos acercándose. Cuando está por alcanzar a su hijo, éste le es arrebatado por una criatura extraña, probablemente de origen extraterrestre. Con este comienzo intrigante, arrollador y cuidadosamente confeccionado empieza la historia de la familia Abbott, que deberá mantenerse en absoluto silencio para lograr sobrevivir. La película del actor, productor y director, John Krasinski (“The Office”), es un pulcro y pulido thriller que mezcla ciertos mecanismos del terror (en especial los jump scares) con algunos acertados elementos del drama familiar y un futuro postapocalíptico misterioso. Luego de esa interesantísima secuencia de apertura, el relato se sitúa un año después con una Evelyn (Blunt) embarazada y una familia afligida por la pérdida del pequeño miembro. Sin embargo, no tendrán mucho tiempo para hacer catarsis porque deberán afrontar varios hechos futuros que amenazan con romper la tranquilidad que tuvieron durante el último año. Lo más atractivo del relato tiene que ver con la premisa que establece la narración. “Si no te escuchan, no pueden cazarte”. Aparentemente, estas extrañas criaturas son ciegas y solamente se guían por el sonido, por lo que los sobrevivientes serán aquellos que puedan mantenerse en absoluto silencio. Esto hizo que el relato sea bastante llamativo en relación al diseño sonoro. La música de Marco Beltrami (“World War Z”, “Logan”) junto con la edición de sonido y la mezcla comprenden un trabajo excelso donde trabajan en absoluta consonancia y armonía los sonidos y la ausencia de los mismos. Está empleado excelentemente el concepto de “silencio” para generar momentos de tensión y de suspenso. Por el lado visual, la fotografía de Charlotte Bruus Christensen (“Fences”, “Molly’s Game”) no desentona y nos ofrece ese gélido y desalentador futuro que tanto acecha y amedrenta a nuestros personajes. Krasinski demuestra una enorme habilidad para ir sugiriendo todos los problemas con los que se va a encontrar esta familia. Todas las piezas están ahí a simple vista, esperando que sean puestas en contacto. Sabemos que el embarazo, tarde o temprano, representará un problema sonoro para los protagonistas, pero también lo será un clavo en una escalera, un granero, etc. Una película que se centra en sus personajes, y se destaca por las actuaciones de los protagonistas adultos, pero también de Millicent Simmonds, la niña que pudimos ver en “Wonderstruck” de Todd Haynes el año pasado. “Un Lugar en Silencio” es un film perturbador y sumamente entretenido que se destaca por su original concepto sonoro. Un hecho que se aprovechó tanto desde lo técnico como desde lo narrativo. Una historia que profundiza en la crisis de una familia y en los problemas de comunicación de los seres humanos y cómo uno puede salir adelante más allá de ellos. Una interesante propuesta para ver en cine y disfrutar en todo su esplendor.
Nos encontramos en un entorno totalmente pos apocalíptico, un matrimonio: Lee (John Krasinski, “Enamorándome de mi ex”, actúa, co-escribe y dirige) y Evelyn (Emily Blunt, “El diablo viste a la moda”, “Al filo del mañana”), con tres hijos: Marcus Abboutt (Noah Jupe, “Extraordinario”), Regan Abbott (Millicent Simmonds, “Wonderstruck”. Esta joven actriz, al igual que su personaje, es sorda) y Beau Abbott (Cade Woodward), caminan descalzos, viven en un lugar casi despoblado, no pueden hacer ningún tipo de ruido porque si lo hacen encuentran rápidamente la muerte. En la zona viven unas criaturas horrendas, hambrientas y monstruosas que se han adueñado del planeta, son seres ciegos que comen todo lo que origine ruido. Su relato resulta atrapante, genial y a medida que corren los minutos causa angustia, tensión, nervios e intriga y se mezcla de manera excelente: el thriller psicológico, el terror y el suspenso. Es necesario prestar atención, son importantes los silencios, como así también los susurros. Además lo interesante es que los espectadores no hagan ningún tipo de ruido sobre todo llegando a horario a la función. Una historia bien narrada y que mantiene el ritmo. El matrimonio en la ficción y en la vida real Emily Blunt y Krasinski hacen un trabajo sobresaliente, los jóvenes actores Millicent Simmonds y Noah Jupe resultan muy creíbles, es muy importante la premisa “Si no te oyen, no te pueden atrapar”, además tiene mensajes interesantes que nos muestran las relaciones entre padres e hijos. Para destacar los efectos especiales que se encuentran muy bien logrados. Una trama sólida con una duración correcta y un final eficaz. Tiene alguna similitud a: “No respires” y “Enterrado”, entre otras.
Puede que John Krasinski sea un nombre conocido por la comedia (fundamentalmente, por su participación en The Office como Jim Halpert), pero a partir de ahora conviene tenerlo en cuenta también para el género de terror: Su film, A Quiet Place, no sólo lo ubica como un sólido narrador del género, sino también como un maestro del suspenso, hábil manipulador de espantos y climas lúgubres. Un lugar en Silencio no sólo es una buena película de género, sino que es además todo un experimento (y por ende, desafío para su realizador) en cuanto al aspecto sonoro: como lo indica el título, sus protagonistas deben sobrevivir frente a una amenaza monstruosa con total sigilio, y por ende no tienen permitido siquiera un suspiro que delate su posición. Sucede que las bestias que acechan todo lo que se mueve son completamente ciegas, pero con un agudizado sentido auditivo. Resumido: oyen, aparecen y destrozan a su presa. La presa, por supuesto, es la raza humana entera, y no hay mucho para hacer contra estos seres que no parecen tener debilidad alguna. Ante esa adversidad se encuentra una familia que de algún modo ha sobrevivido a esta suerte de apocalipsis monstruoso, compuesta por un padre de familia (el propio Krasinski) que aún no supera la pérdida de un hijo, pero no por ello deja de luchar para proteger al resto de su familia, que se compone de su eposa embarazada (impecable Emily Blunt) y sus otros dos hijos (la hija, para colmo, sorda y por ello enajenada y peligrosa para un mundo salvaje como el que han heredado). Un lugar en silencio no llega a ser la sorpresa que el año pasado supuso Get Out (Jordan Peele), pero sí es otra clara muestra de que el terror independiente atravieza uno de sus mejores momentos en décadas, y eso es siempre algo digno de celebrar.
Sorpresa enorme en la cartelera. Esta película de terror, segunda obra como director de John Krasinski, narra la vida de una familia en un bosque. Los vemos moverse con sigilo y en completo silencio. Los vemos hablar con señas -la niña de la familia, son solo cuatro personajes, es sordomuda- y descubrimos que alrededor viven monstruos. Mientras no emitan sonidos, están a salvo, pero como corresponde algo sucederá y aparecerá el peligro mortal. Todo el film es un gigantesco ejercicio de puesta en escena cuyo virtuosismo pasa inadvertido porque se integra completamente a la trama. Hay miedo en cada plano, sin que aparezca la truculencia o la sangre desborde. Estamos lejos del susto por el susto mismo, y bien dentro del verdadero cine de terror, el de exacerbar los miedos primarios (no hay peor que temer que le suceda algo malo a un hijo, a un niño) para que reflexionemos sobre nuestra parte más primitiva. El uso del sonido -o la falta de sonido- de modo dramático está dentro de los más virtuosos de los últimos tiempos. Sería bello que una película al mismo tiempo entretenida y arriesgada, clásica y moderna, encuentre el público que merece. Si no gusta del género, también es una buena oportunidad para acercarse a él. De lo mejor de lo que va del año.
“Un lugar en silencio” se centra en una historia post-apocalíptica en Nueva York, donde los cuatro miembros de una familia deben vivir sus días en silencio debido a las misteriosas criaturas que cazan por el sonido y que amenazan su supervivencia. Nos encontramos con el cineasta Krasinski, poco familiarizado con el género de terror y con escasa experiencia en dirección de cine, quien nos presenta una película muy bien lograda en muchísimos aspectos. Podemos observar que la cinta se toma su propio tiempo para explicarnos cada cosa que sucede mientras va avanzando el film y para introducir a cada personaje y darle su desarrollo; contarle a los espectadores cómo y por qué ocurren todas esas secuencias en la historia. En los aspectos técnicos, “Un lugar en silencio” tiene una muy buena banda sonora y fotografía que acompañan y encajan perfectamente con la historia y su cronología. También podemos visualizar la excelente ambientación durante toda la obra de principio a fin. Los efectos visuales que encontramos al momento de presentarnos a los monstruos son aceptables, pero no están bien logrados. La música tiene su parte fundamental en la trama, ya que triunfa en no hacer que el espectador se aburra, sino que consigue que se mantenga en constante curiosidad sobre lo que va a pasar. También destacamos las actuaciones de Emily Blunt y de John Krasinski, sobre todo la actriz, que logra mostrar al espectador los sentimientos de miedo y de dolor que van atormentando a cada personaje. Por otro lado, los actores jóvenes Noah Jupe y Millicent Simmonds aciertan al momento de obtener que el espectador sienta empatía hacia cada uno de ellos. Sobresale el buen trabajo del guion a la hora de darles buenos desarrollos y giros a los protagonistas durante la película. “Un lugar en silencio” nos muestra que la historia es algo diferente a lo que estamos acostumbrados a ver en las cintas de terror de los últimos años, que a pesar de que este largometraje tenga una trama simple, está muy bien hecha. Podemos ver cómo se combinan varios géneros a la vez, sin la necesidad de sentir que fueron introducidos a la fuerza o mezclados sin un fin concreto. En resumen, John Krasinski nos trae algo nuevo y fresco para el género de terror, que junto a unos excelentes aspectos técnicos y su combinación de varios géneros, constituyen una muy buena cinta cinematográfica. Y que seguramente hará saltar a cada uno de su asiento unas cuantas veces.
Los primeros minutos de A Quiet Place confirman que no estamos ante una película corriente. Es cine de género hecho en un gran estudio, pero desde el comienzo lleva a que sus protagonistas atraviesen una situación demoledora a la que otros proyectos no se animan siquiera a insinuar. Abre con brutal confianza, sabiéndose una ganadora. Emitir un sonido implica una muerte violenta y bajo esa condición ha debido vivir la familia Abbott, durante los meses que siguieron a una invasión extraterrestre que no requiere explicación. Buena parte de la humanidad se ha visto borrada de la faz de la Tierra a raíz de este implacable ataque sin precedentes, con lo que la supervivencia está ligada a una simple regla difícil de cumplir: no emitir un sonido. Y eso es todavía más arduo si uno se refiere al lenguaje cinematográfico, tan acostumbrados a películas que se sostienen en el diálogo o en el refuerzo permanente de la música, sin embargo John Krasinski hace una labor fenomenal para que la suya viva a la altura de su premisa.
Terror del bueno y de gran calidad solo para disfrutar a pleno en pantalla grande. Si el mismo cuento se contara del modo estándar no tendría el mismo efecto, pues no deja de ser una temática tratada hasta el hartazgo: un bicho extraño queriendo capturar humanos. Pero que esos humanos sean....
El primer acercamiento, en su tercer largometraje, del director John Krasinski, en este caso también guionista y protagonista, al género de terror mezclado con elementos de ciencia ficción, se puede definir por su cuidada producción y recurrencia a un estilo de estética narrativa. El filme comienza como una gran pintura de un momento de la tierra post apocalíptica, todo se ve entre desértico y desolado para luego transformarse en un thriller con claros elementos de la naturaleza ficcional a la que adscribe, y de los más utilizado en el cine: Los malvados monstruos extraterrestres que invadieron la tierra. En las primeras imágenes del texto fílmico todo es trabajado en baja sonoridad, nos muestran personajes rondando en el interior de una farmacia abandonada, como el resto del pueblo, luego sabremos que son todos miembros de la misma familia. Hasta que uno de los personajes hace un ruido involuntario. Todo se transforma en un silencio absoluto, no hubo hasta ese momento palabras, mientras que tanto el sonido ambiente como la tenue banda sonora, casi imperceptible ambas, se desvanecen por completo. Esta estrategia narrativa se repetirá a lo largo de los 90 minutos que dura la proyección, ya el silencio es salud y sobrevivencia creyendo que por acumulación podrá instalarse esa idea definitivamente. Para nuestra propia historia, la frase no es muy feliz que digamos. Estamos, según el cartel de inicio, en el día 89, vaya uno a saber de que fenómeno u acto estarán nombrando, puede suponerse, nunca será explicado y posiblemente esta renuencia a explicitar todo sea lo más acertado de la producción, a excepción de las actuaciones. La primera secuencia termina dando la pista exacta sobre el motivo de la imposibilidad de hacer ruido, tragedia mediante, para luego hacer un salto temporal hasta el día 472, más de un año, mostrando, sin mediación alguna, a la madre embarazada. Allí nos encontramos con la familia instalada en una casa rural, con todos los implementos necesarios para la supervivencia. Los monstruos son ciegos pero tienen un oído extremadamente perceptible y unos dientes que son la envidia de cualquier Alien que se precie de tal. Lee Abbott (John Krasinski) y Evelynn (Emily Blunt) son los padres de Regan y Marcus (Millicent Simmonds y Noah Jupe, respectivamente). Mientras Lee sigue investigando a las criaturas para encontrar su punto débil, simultáneamente trata de producir un audífono para Regan, quien sufre de sordera. Todo sea por la supervivencia y el cuidado mutuo, incluyendo el embarazo de Evelyn, claro esta. Si hay algo de suspenso, o que produzca sensaciones extremas en el espectador, esta dado por las actuaciones, la empatía es inmediata con todos y cada uno de los personajes, pero la recurrencia a los efectos de sonido antes descriptos y la intencionalidad de mostrar en detalle al monstruo en rápido montaje termina por ser más cansador que contraproducente. Todo el relato está armado sobre una estructura tan lineal como previsible, para finalizar en un gigantesco cliché melodramático, incluyendo el descubrimiento por casualidad de aquella debilidad tan buscada de los monstruos. Lo que la determina por ser una más de terror, por encima de la media general sin lugar a dudas, mejor contada que las demás producciones del género, con otra posibilidades de búsquedas narrativas, pero que terminan por no ser encontradas fehacientemente. Por otro lado si la intención es meramente metafórica, se quedo en el ensayo.
Crítica emitida en radio.
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Escrita junto a Bryan Woods y Scott Beck, Un lugar en silencio, que dirige el actor John Krasinski, quien además protagoniza junto a su mujer Emily Blunt, es una de monstruos en un futuro muy cercano. Una raza alienígena cayó en la Tierra y la humanidad, o lo que queda de ella, aprendió a sobrevivir como pudo en el bosque. Sin saber demasiado de estas criaturas sí entendieron, por las malas, que lo que los llama es el sonido, cualquier tipo de ruido. Así, una familia pudo adaptarse al aprender a convivir en el mayor de los silencios: se comunican prácticamente con señas, juegan a los dados sobre un mantel, escuchan música a través de los auriculares. La única manera de sobrevivir es así, en silencio. Como era de esperar, el sonido juega un papel fundamental en el relato. Casi sin líneas de diálogo (y algunas de las pocas que tiene hasta bien podrían ser prescindibles), es en el silencio en el que conviven donde cada sonido, cada ruido toma un mayor protagonismo. Sobre todo con una situación que está por acontecer: la mujer cuenta con un embarazo ya muy avanzado por lo que la familia además debe intentar prever qué y cómo van a hacer cuando nazca ese niño. Krasinski logra un film de terror con mucha tensión, sin dar respiro, especialmente en su último tercio donde las cosas que no salieron del modo planeado van desencadenando más encuentros y desencuentros con estas monstruosas criaturas. Estamos ante una de terror minimalista, donde los sustos son generados por causas reales, donde cada ruido es realmente aterrador por aquello a lo que llama. El film está rodado de manera prolija y cuidada. Alejada por ejemplo de Cloverfield, una película (en su primera entrega) a la cual podrían rememorar estos monstruos. Es una historia que se sucede en general de noche y sin embargo no es la oscuridad lo que provoca el miedo. Los monstruos no ven, pero escuchan todo. Además de Emily Blunt y el propio Krasinski, el film está protagonizado por dos jóvenes actores: Noah Jupe y Millicent Simmonds. El primero como el hermano menor, lleno de miedo pero obligado a ser fuerte cuando no tiene otra opción, y la segunda como la hermana que carga con una culpa por una grave pérdida que sufre la familia al comenzar la película en una impactante escena. Si bien el film empieza con la figura del hombre en el lugar del protector de la familia, el relato luego le va cediendo mayor y mejor lugar a los personajes femeninos y allí logran destacarse ellas dos: Blunt entregando una poderosa interpretación y Simmonds (que es hipoacúsica en la vida real y es su segundo largometraje habiendo debutado ni más ni menos que en Wonderstruck de Todd Haynes), con una actuación más sutil y emotiva pero igual de consistente.
Crítica emitida por radio.
Un lugar en silencio es una película plenamente de suspenso, no de terror como es clasificada en algunos lugares. Como muchos filmes estadounidenses tiene claras referencias de películas anteriores, en este caso es fácil establecer cierta familiarización con La Guerra de los Mundos, de Steven Spielberg. En ambas películas el suspense gira en torno a la dinámica familiar en medio del caos que supone el final de la civilización. En el caso del filme que nos convoca, es interesante la inclusión de personajes con capacidades diferentes, y sobre todo que se apele a la hipoacusia para una obra de este género, donde generalmente el sonido es utilizado para concebir climas. El relato presta una especial atención acerca de la dificultad de vivir en un mundo en silencio, tanto metafórica como literalmente hablando. Ni bien comienza el filme, el público se encuentra con una imagen que no está acostumbrado a ver, el espacio completamente desolado con un silencio abrumador. Los primeros cinco minutos alcanzan para comprender el mundo en el cual viven los protagonistas, ese deseo de que permanezcan en silencio para que nada malo les ocurra, aunque todavía no conocemos el peligro al cual se enfrentan. La tensión aumenta constantemente, los momentos de relajación son muy pocos y por períodos breves, en este sentido, no hay un equilibrio de tensión-distensión. Solo cuando las cuestiones que “golpean” a la familia sean compensadas, esto producirá un “respiro”, cierto estado de conformidad en los espectadores, frente a lo que viven los personajes. El final de la película es interesante, no solo por la resolución, sino por la posición en la que deja a las protagonistas. Por María Victoria Espasandín
Películas de último fotograma: esos raros especímenes en donde, en los dos minutos finales, el espectador no sólo puede respirar sino también vitorear con toda la potencia de sus pulmones, soltando todas las emociones reprimidas de los minutos previos. Como La Pasión de Cristo, en donde Mel Gibson nos estuvo haciendo sufrir una hora y media hasta que Jesús revive y se recupera – como si fuera el mas poderoso superhéroe de todos los tiempos… ¿acaso no lo es? – a pesar de que cayera sobre él todo el odio del planeta. Ver a Jim Caviezel erguirse con el agujero en la mano – rezago de su crucifixión – es estremecedor. Algo parecido ocurre con A Quiet Place, una joyita que haría las delicias de Hitchcock en todo sentido de la palabra, y que viene de la mano del nardo John Krasinski. No es la primera vez que dirige – ésta es su tercera obra – pero es la primera que acierta con todo en un mega hit; acompañado por su esposa en la vida real Emily Blunt, Krasinski y su equipo toman una premisa muy simple y la transforman en una obra maestra. Ecos de Señales de M. Night Shyamalan resuenan por todos lados – el sitio en una granja, el terror escondido en los maizales, el jugar a las escondidas con el monstruo de turno -, pero lo de Krasinski es ampliamente superior. Es que la ausencia de palabras amplifica el suspenso, y de qué manera. En un mundo en donde el sonido se ha transformado en sinónimo de muerte, esta gente debe moverse con el sigilo de un gato. Armar senderos enormes tapizados con arena, andar descalzos, cocinar bajo tierra para no se escuche la fritura, hablar con lenguaje de sordomudos – tienen la ventaja de tener a una hija con tal carencia, los que les da una ventaja sobre el resto de los mortales -, usar señales visuales para transmitir mensajes, intentar una y otra vez conseguir señales de contacto humano por una radio de onda corta que sólo emite estática desesperante… Claro, el fin del mundo ha llegado de la mano de una invasión alienígena – una mas de tantas que ha dado a luz el cine – pero ésta es especial: los aliens son indestructibles pero ciegos, y su única guía es el excepcional oído que poseen, que los dirige – a una velocidad pasmosa – a destrozar a a la ruidosa victima de turno. La humanidad ha caído en menos de 80 días, y los que quedan vivos se debaten entre la supervivencia, la locura y el suicidio. ¿Qué hacer en un mundo sin esperanza?. AutosDeCulto, el portal sobre la historia de los autos Pero la familia protagonista no ha salido indemne de la refriega. Su hijo de 4 años ha perecido por una torpeza propia de un niño – coquetear con un juguete plagado de luces y sonidos – y, para su horror, ahora han pasado meses y la Blunt está embarazada (¿dónde hay un preservativo cuando mas se lo necesita?). Un presagio estremecedor de que van a ocurrir cosas espantosas cuando ocurra el parto, la embarazada esté a los gritos pelados y el niño haga estreno de sus pulmones. Krasinski & Cía prevén todo lo que pueden prever – armando refugios bajo tierra, convirtiéndolos en cámaras de aislamiento acústico, creando una cuna hermética con oxigeno (que semeja, inquietantemente, a un pequeño ataúd), y un sistema de alertas basado en luces -. Pero Murphy hace acto de presencia con su ley, y si algo puede salir mal, va a salir mal… y va a ser necesario improvisar sobre la marcha. Las mejores películas de ciencia ficción se basan en una premisa simple, y A Quiet Place es una de ellas. Tomen el mundo tal como lo conocen y alteren una de sus reglas – una de las mas simples y comunes – para, luego, comenzar a experimentar con las consecuencias lógicas de dicho escenario. Como las epidemias de ceguera de El Día de los Trifidos, o Eva Green y Ewan McGregor perdiendo sus sentidos en Perfect Sense. Acá el sonido equivale a la muerte, y eso es terrible no sólo por los cuidados que hay que tener, sino por el estado de represión en que viven los protagonistas. Si no puedes gritar, reirte o llorar, ¿cómo vas a desahogarte?. ¿Cómo vas a sacar toda tu furia, tu miedo, tu impotencia?. Es ciertamente una situación enloquecedora y, por otro lado, es la representación extrema de la esperanza a ultranza y la protección paternal a toda costa. Si puedes terminar todo este sufrimiento con una bala en la cabeza en menos de dos segundos, ¿por qué sigues protegiendo a tus hijos y trayendo niños al mundo?. Porque tú y tu esposa pueden morir en cualquier momento, dejando a los chicos desamparados… pero estás tan seguro de que vas a protegerlos siempre y de que vas a encontrar la solución para la amenaza – o, al menos, poder descubrir un paraje tan aislado en donde puedas sobrevivir como se te cante -, que ni siquiera piensas en ese placentero e instantáneo atajo que supone el suicidio. Las perfomances son geniales, pero lo mejor de todo es la originalidad de las situaciones… y el desesperante desenlace de las mismas. Cuando la Blunt rompe fuente, estando sola en la casa, el suspenso se dispara a la estratósfera. Y todo lo que sigue es un shock tras otro. Un Lugar en Silencio es una película recomendadísima. No tiene desperdicio, no hay defecto visible – salvo la falta de criterio de Blunt & Krasinski por traer otro hijo a un mundo infernal que ya se ha cobrado con su propia carne -, es todo un carrusel de sensaciones donde las situaciones enervantes se suceden una tras otra… hasta llegar a ese dichoso fotograma final en donde la sonrisa del espectador se perfila de oreja a oreja en una situación de revancha que parecía imposible pero que termina por llegar.
La Alien del cine moderno Los géneros en el cine tienen hitos, saltos cualitativos que renuevan la experiencia del espectador. A quiet place es sin dudas uno de ellos, como Alien lo fuera a finales de los 70´. Es una película que invierte en una premisa sencilla, pero bien ideada, y construye una narración sublime a partir de la misma. Prácticamente sin diálogos y con un dominio absoluto de los planos, esta joya moderna del terror presenta y desarrolla los personajes y la trama de modo magistral, y luego asusta. Mucho asusta. Más de lo que asusta cualquier otro exponente en el género en los últimos 20 años. Imperdible. Lo mejor: · Los planos elocuentes · Las escenas de suspenso · El guión
El mundo silencioso que presenta John Krasinski (actor y director del film) es la raíz y herramienta a utilizar a lo largo de toda la historia, siembre en busca de posicionar a sus personajes y al espectador dentro de un clima de tensión constante. Al igual que esa raíz, o como se pudiera hacer en cual otra circunstancia con el sonido, el elemento terrorífico va en aumento de manera envolvente sin soltar a la familia protagonista y al nuevo miembro de la misma que es el espectador. Y es que está muy buscado y logrado que ese temor a hacer el menor ruido se traslade por fuera de la diégesis del film, pudiendo incluso también otorgársele a A Quiet Place el mérito de recuperar ese bien preciado (y lamentablemente perdido) que es el hacer silencio en la sala. Como otros grandes films de género que han sabido contar historias pequeñas dentro de un mundo mucho más grande y que prácticamente solo se puede conocerlo brevemente a través de la experiencia de vida de los personajes, la historia deposita su atención en una familia de sobrevivientes. En un mundo que fue invadido aparentemente a grandes escalas por unas abominables criaturas que son atraídas a sus presas por el menor sonido que ocasionen, la familia de los Abbott forman su hogar en una alejada granja caminando sobre caminos de arena, pisando cuidadosamente lugares marcados de la casa o comunicándose a través del lenguaje de señas, lo cual se relaciona perfectamente a que la única hija del matrimonio es sorda. A través de este cuidadoso modo de vida, el film va planteando con grandes ideas aquel mundo a la vez que se puede entender la relación de esa familia y lo que mueve a los padres (Emily Blunt y John Krasinski) al asegurarse a toda costa que sus hijos sobrevivan en ese mundo hostil. Y si bien en relación a la construcción de mundo y climas la historia familiar pierde al ser un tanto liviana en comparación, eso no evita que se pueda aún así lograr una conexión emocional, por más convencional que ésta sea dentro de un relato cargado de excelentes ideas y de la maravillosa ejecución de las mismas. El film se presenta interesado no tanto en lo que es la historia sino en cómo generar de manera excelente un clima tras otro que plasma de nerviosismo a cada uno de los escenarios. Y es allí donde queda demostrado que a pesar de que la historia en sí o el trasfondo de los personajes no destaca demasiado sino todo lo contrario, de igual manera la fuerza del relato se haya en el guión. A Quiet Place se posiciona más alto entre otros films independientes de género al saber cómo construir las situaciones de conflicto, las cuales todas y cada una de ellas están resueltas de una manera increíble, sin nunca repetir recursos en una misma e incluso extendiéndolas, cargando de inventiva y sorpresa a todo momento de riesgo por el que pasan los personajes. Todos los momentos de tensión se producen y resuelven dentro de los espacios del hogar o aledaños a éste, a ese lugar que ya esta familia tan bien conoce. Elección que permite no solo hacer de cada ambiente una situación diferente de peligro, sino también un creciente estado de nerviosismo que asegura no haber escapatoria alguna. Es así como el film de John Krasinski, y su debut en el género de terror, resulta en un más que excelente ejercicio cinematográfico de saber mantener en vilo y alerta constante al público sin engañar o excederse en su desarrollo. Quizás el único exceso del que sufre el film se halla en su banda sonora, la cual paradójicamente le juega un tanto en contra a la identidad silenciosa y tensionante del film. Sin embargo, A Quiet Place sabe ocupar un merecido lugar de importancia al conformarse como un muy valioso ejemplo de todo lo que puede brindar, con un uso inteligente de los recursos, un film de género. Alejándose de la ruidosa e insustancial maquinaria que predomina en el cine de terror, tal vez con el silencio ofrecido por Krasinski se pueda estar más alertas a aquellas valerosas obras merecedoras de nuestra atención y temor.
Cuando el silencio se vuelve una necesidad básica para sobrevivir, un director visionario descubre una historia que puede atrapar hasta al más escéptico.
Idea original, pocos recursos, grandes actuaciones y gran banda sonora. Podría concluir así mi crítica pero voy a elaborar más lo que fue “A quiet place” Nos encontramos en un mundo “post apocalíptico” (las comillas son porque últimamente ya no se sabe que es post apocalíptico en los films) donde una familia intenta sobrevivir a unos seres que son ciegos pero tienen un altísimo sentido de la escucha. No sabemos de donde son, pero si (a través de un recurso clásico del cine como lo son los… recortes de diarios) sabemos que es algo que pasa en todo el mundo y que no hay que estar bien calladitos. Suena algo poco creíble, pero no olvidemos que no sólo es una película de terror o suspenso. También tiene sus toques de fantasía y amor filial (con algunos tintes de amor romántico, pero no es el tipo de amor que predomina en el film). El drama es también protagonista en esta gran película que parece abarcar muchos géneros. La premisa es interesante. No hay que hacer ruidos porque vienen estos monstruos alienígenas y te hacen bosta. Es cierto que parece algo sacado de Doctor Who (siempre es bueno recomendar esta serie si no la vieron) pero lo real se lo da el resto de la historia, los personajes, la puesta en escena del film. Es muy importante el silencio a lo largo de todo el film. Y para poder generar esa ambientación es destacable, a nivel de Oscar, lo sonoro. La banda sonora, los efectos de sonidos, hasta como lograr el silencio es excelente. Utilizar ceniza en el camino para que al caminar no haya ruido, generar ambientes aislados de sonidos. También suma el “ruido” (no encuentro otra palabra mejor en estos momentos) que hacen estos bichos raros, si bien es el mismo que usan en todas las películas de aliens o bichos raros, suma a la tensión. La tensión y el estrés que existe a lo largo de los 95 minutos del film se transmite con gran claridad a través de la pantalla. Uno se pone nervioso, acompaña a los protagonistas y esta es una de esas películas que le hablas a la pantalla, tratando de ayudar sabiendo que no tiene caso y es en vano gritarle, pero el film logra eso. Logra que te compenetres tanto con este que necesitas decirle lo que está pasando o lo que tiene que hacer y eso, es un gran logro por parte del director. Krasinski (oh Jim Halpert, cuanto has madurado) hace de forma sublime su papel actoral y también su debut en el cine de terror como director. Y Blunt…que decir de ella. Hace todo bien en este film (y en varios otros). Cuando tiene que ser “ama de casa” (acá flaquearon un poco en el guion con ella y la hija siendo las únicas que cocinan y ponen la mesa), cuando tiene que ponerse la familia al hombro y hasta cuando tiene que bancarse el dolor (más de uno a la vez). También están la hija sordo muda (quién lo es en la vida real y ayudaba a que el elenco aprendan el lenguaje de señas) que cumple con su actuación, al igual que sus hermanos. Mi recomendación: Como dije antes un film con pocos recursos (pero con un enorme grupo de gente atrás) genera muchísimas cosas en el espectador y está muy bien logrado. Quizás sea un puntapié para este tipo de cine misterioso/terrorífico. Tal vez Krasinski se convierte en un gran director de este género. Eso no lo sabemos. Lo que si les puedo decir, es que es un gran film que vale la pena ver. Zona de spoilers: NO leas si no leíste la película. En serio, NO LEAS. ¡¿Como me vas a matar al pibito en el comienzo de la película?! Que dolor cuando ella pisa el clavo, que está clavado al revés, pero ¡que dolor! La escena final con la mirada entre madre hija y ella preparando la escopeta para los próximos monstruos es un gran cierre. Y también es interesante que el hijo sea al que le toca cuidar al bebé.