Adaptada de la novela "I Love You Phillip Morris: A True Story of Life, Love, and Prison Breaks" de Steve McVicker, la cual es basada en la historia real del compositor y multiple escapista de prisión Steven Jay Russell, esta película es una divertida y cruda por momentos narración que se destaca por el inigualable trabajo de Jim Carrey y Ewan McGregor en los papeles protagónicos.
Aclaro que no es la típica comedia tonta de Jim Carrey, lo cual espantaría a muchos incluyéndome, sino que interpreta uno de sus personajes más interesantes junto a lo realizado en "Man on the Moon" y "The Truman Show". Por uno de esos misterios de Hollywood, a pesar de contar con Carrey en el protagónico, esta producción francesa/norteamericana (Luc Besson es productor) aún no consiguió distribución en ese país. Quizás por ser un trabajo difícil de promocionar (comedia? drama? romance? crimen?) o, tal vez, por abordar el tema de una relación homosexual, lo cierto es que su estreno allí es un interrogante. El film arranca con la frase "ésto realmente ocurrió", repitiendo segundos después "sí, realmente ocurrió", insistiendo así que estamos, aunque cueste creerlo, frente a una historia real y no el fruto de la imaginación de un buen guionista. Escrita y dirigida por los guionistas de "Bad Santa", es una película que recorre distintos géneros (comedia, drama, romance, crimen), pero principalmente fue definida por sus directores como una historia de amor entre dos hombres. Pero esta relación no es lo único interesante en la vida de Steven Russell, un hombre que cree que "ser gay es muy costoso", algo que lo lleva a cometer distintos fraudes que terminan arrastrándolo a la cárcel, donde conoce al gran amor de su vida, Phillip Morris. Y este amor que Steven siente por Phillip, lo impulsa a diagramar fugas y nuevas estafas que hacen ver a Frank Abagnale Jr., el personaje de Leonardo DiCaprio en "Catch me if you Can", como un novato. Empieza como una comedia (por momentos con un tono poco "correcto", al igual que "Bad Santa"), para luego transitar el drama, utilizándolo como propósito para sorprendernos con un inesperado giro que nos lleva a un increíble final. Además de una gran actuación de Jim Carrey, Ewan McGregor compone bien a su pareja y compañero de celda. Al no ser un admirador de Jim Carrey, me llevé doble sorpresa con esta entretenida historia real.
Dos reclusos del amor Después de su intrépido regreso en la más que aceptable Yes man (2008), los fanas de Jim Carrey nos quedamos con ganas de más. Lamentablemente, o por lo menos desde mí visión, el traspié de A Christmas Carol (2009) no se pudo evitar, a pesar de que era una interesante propuesta visual para niños. Finalmente, y después de tanto amague de sus participaciones en films cómicos, Carrey aparece en el debut en la dirección de los hasta ahora reprochables guionistas Glenn Ficarra y John Requa, acompañado por un reparto de gente conocida dispuesta a marcar un nuevo episodio en la filmografía hilarante (que no significa que dé gracia, sino que hace reír, que no es lo mismo) del hombre de las mil caras. Sin embargo, el film que nos compete -el atrevido I love you Phillip Morris (2009)- no despega hasta que Ewan McGregor irrumpe en escena, brindándonos una de sus más efectivas incursiones interpretativas en lo que al histrionismo en su carrera se refiere; y eso que Carrey y Leslie Mann la vienen piloteando bien con la introducción. Pero no, I love you Phillip Morris no funciona sin ese dúo magistral compuesto por el capocómico de los rostros graciosos y el rubiecito de ojos celestes (como él mismo se describe en su aparición en la peli). Más allá de que a muchos les pueda resultar chocante el tratamiento de las escenas homosexuales (la historia trata la vida de una pareja gay que se conoce en la cárcel, aunque después ahondaremos más), Carrey y McGregor hacen un estupendo trabajo juntos, no sólo generando una química asombrosa, sino haciendo a uno desternillarse de la risa por algunas escenas muy elevadas de tono pero con un fuerte contenido de comedia ácida y negra (si alguien nota el detalle de la escena en el bote, que avise). Y aunque la trama se reviste de tragedia en más de una ocasión, los matices románticos que le aplica la pareja protagonista no tienen desperdicio (como la escena del traslado a otra prisión, con McGregor persiguiendo a su amado y Carrey gritando el título de la cinta desde el omnibus), generando empatía desde la secuencia en la biblioteca hasta esas excelentes discusiones de pareja en los momentos de quiebre del guión. Esta comedia dramática con tintes de biopic (es una historia real, según se dice) cuenta con un raro pastiche entre la parodia y el romanticismo, que a veces le juega en contra, aunque siempre está McGregor dispuesto a ponerle el pecho a cada escena y salvar al relato de la ambigüedad. El guión, a pesar de ser muy sólido, a ratos se cae, y deja muchos cabos sueltos que al final resultan no ser de mucha ayuda. Esto, y teniendo en cuenta que la película está practicamente partida en dos partes bien marcadas -por un lado, la historia de amor entre Steve Russell y Phillip Morris (con todas las escenas de la cárcel siendo lo mejor del film, por lejos), y por otro las andanzas de Russell, lo cual seguramente se dio con el fin de lucir las cualidades histriónicas de Carrey-, es lo único desfavorable que se le puede atribuir a esta creíble, transgresora y ácida producción francoamericana. Y, como decíamos, se da un raro episodio interpretativo, ya que tenemos a la insulsísima Leslie Mann aportando bastante al inicio de la historia, junto con la participación de Rodrigo Santoro siendo, además de necesaria, efectiva para ciertos momentos en que el guión necesita encontrar un claro donde descansar (por ejemplo, en los sucesivos intentos de suicidio del protagonista). También hay ciertos momentos en que la dirección cobra fuerza y el relato se nutre de seriedad y credibilidad, motivo por el cual la tragicomedia se vuelve digerible incluso para aquellos pudorosos que no encontrarán la gracia ni en las fuertes escenas de sexo ni en los chistes racistas o religiosos de los tramos más brillantes del film. Por último, cabe resaltar la importancia que se le da a los cimientos psicológicos que fundamentan todo lo sucedido, incluso cuando la voz en off de Jim Carrey ya no aguanta más el peso de tanto giro argumentativo. Además de sólido, entonces, el guión resulta pertinente, algo que ya no sucede en las comedias que nos llegan desde Hollywood (aunque ésta lo es sólo en parte). I love you Phillip Morris invita a sacarse los tabúes, para disfrutar de 102 minutos de comedia negra de la buena, con actuaciones excelentes, gags efectivos y una historia de amor encerrada en una nube (con forma de pene) de credibilidad, solvencia y, principalmente, divertimento "a la Carrey".
Es factible que luego de verla las opiniones sean de lo más diversas: te puede parecer incoherente la forma en que esta dirigida, ya que McGregor actúa sin irse de la línea dramática, mientras que Carrey está más en...
No todo es color de rosa Los irreverentes Glenn Ficarra y John Requa, guionistas de la película Un santa no tan Santo, debutan en la dirección con este inspirado drama (que por momentos amenaza con convertirse en comedia o...¿es al revés?) supuestamente basado en hechos de la vida real. Una pareja despareja (desacertado título local sobre el original I love you Phillip Morris) cuenta los días de Steven Russell (Jim Carrey en otro rol dramático como en Man of the moon), un hombre casado que sufre un accidente y, al despertar, descubre que es homosexual (de chico veía nubes con forma de pene). Steven es mentiroso y está buscado por cometer fraude de seguros en Texas. El resultado: la cárcel donde conoce a Phillip Morris (Ewan Mc Gregor), un joven que cumple condena por no "devolver un auto alquilado" y de quien se enamora perdidamente. Russell logra escapar cuatro veces de prisión (de las maneras más absurdas) para luego reunirse con el hombre de su vida. Y todo vuelve a empezar. El relato pone el foco en el "renacer" y en el tema del "autodescubrimiento" que atraviesa el personaje central para subsistir entre el horror de la cárcel y el mundo lujoso de Florida ("Ser gay es realmente muy caro") al convertirse en un sospechoso asesor financiero. Su devoción por liberar a Phillip Morris y conseguir una vida perfecta lo lleva a plasmar una estafa detrás de otra. Una pareja despareja es un cóctel atípico y episódico de situaciones que terminan funcionando gracias al andamiaje de mentiras y simulacros (de muerte). Y, sobre todo, por las buenas actuaciones de la dupla protagónica. Jim Carrey tiene escenas fuertes y las sortea cómodamente; Ewan McGregor con su pelo rubio y su tono delicado aporta el tono justo sin excesos y, por último, Rodrigo Santoro (el villano de 300) que aparece en un rol breve pero convincente. El film entrega emoción y lágrimas en una trama en la que no todo es color de rosa.
Una pareja despareja es el particularmente estúpido título que ligó para su estreno en Argentina I Love You Phillip Morris. Los directores son Glenn Ficarra y John Requa, guionistas de Bad Santa (2003, aquí estrenada en DVD como Un santa no tan santo, muy recomendable). I Love You Phillip Morris es una comedia feroz y anómala. No, no es anómala porque el protagonista es gay: el sexo y el amor gay están mostrados con inteligente falta de énfasis (comparar con la bochornosa Apariencias, protagonizada por Suar). La película no se detiene en la exhibición de “ey, tenemos a Jim Carrey y a Ewan McGregor haciendo de gays”. Las buenas comedias nunca son exhibicionistas con las supuestas transgresiones; las buenas comedias transgreden, sobre todo transgreden las adormecidas expectativas. Uno nunca sabe del todo de qué se trata I Love You Phillip Morris, la película pega volantazos que no se sienten como tales en el momento, pero al terminar de ver la película nos damos cuenta de los sorprendentes virajes. De repente estamos en una sátira al fanatismo religioso en Estados Unidos, después estamos en una feroz pintura de las corporaciones, un rato más tarde vemos una gran historia de amor, y de fondo hay una comedia de infrecuente acidez. Vemos a Carrey en una de sus actuaciones más oscuras (otra gran película con un Carrey tenebroso es The Cable Guy – El insoportable, dirigida por Ben Stiller). Escuchamos una musicalización extraña, uno de los elementos que nos dice que no estamos ante una comedia común y corriente. Vemos una película de producción francesa en la que aparece el brasileño Rodrigo Santoro (que actuaba en Leonera, de Pablo Trapero). Vemos una película que se comercializa en Argentina con el título mencionado y con un afiche que promete una astracanada pedorra. Pero I Love You Phillip Morris no es lo que promete la publicidad, y es poco probable que se ajuste a cualquier expectativa. Es una película que desarma las expectativas, punzante, incómoda, de estructura narrativa anárquica. Una de las sorpresas del año.
Dos extraños amantes Vi esta película en su estreno mundial, en el marco de la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes 2009, con los dos guionistas/directores y el mismísimo Jim Carrey presentándola sobre el escenario de la sala Stéphanie Théâtre Croisette. Me pareció -y lo escribí entonces- toda una audacia, no tanto para una propuesta independiente (el principal financista fue el todopoderoso productor francés Luc Besson) sino para las carreras, siempre tan cuidadas, de dos estrellas de Hollywood como Carrey y Ewan McGregor. El tiempo me dio la razón: 15 meses después el film aún no se ha estrenado en los Estados Unidos, a pesar de que ha sido adquirido hace tiempo por un distribuidor de ese país ¿Autocensura? ¿Conservadurismo? Aquí, por suerte, Una pareja despareja (un título local muy poco inspirado) llega finalmente a las salas comerciales y, por lo tanto, su lanzamiento merece ser saludado con especial énfasis. Tras la aprobación del matrimonio igualitario, estamos aquí en un ambiente social friendly para una película como de estas características Inspirada en una insólita historia real, los guionistas de la notable Un Santa no tan santo debutaron en la dirección con esta desprejuiciada comedia negra de amor gay, plagada de millonarias estafas y engaños tan ingeniosos como delirantes, que transcurre en su mayor parte dentro de prisiones, de las que se escapan (y vuelven a entrar) los protagonistas/amantes interpretados por Carrey y McGregor. Con un sólido guión y con actuaciones bastante arriesgadas (que incluyen besos apasionados y escenas extremas) por parte de los dos astros, se trata de una película de eficacia irregular en sus gags (hay más hallazgos que traspiés), pero muy disfrutable y con un inevitable, merecido destino de culto.
El gran engaño El Jim Carrey “serio” vuelve a las andadas en la historia real de Steven Russell, un estafador gay que supo hacerse rico con el mismo ímpetu que puso su vida en riesgo al enamorarse de Philiph Morris (Ewan McGregor, en una de sus mejores interpretaciones hasta el momento). A medio camino entre la comedia y el drama se estrena con el nefasto título argentino Una pareja despareja (I love you Philiph Morris, 2009). Jim interpreta a un estafador de poca monta que supo aprovechar cada una de sus situaciones para convertirse en millonario. Su motor: el amor desenfrenado que siente por Philiph Morris, aquel por quien sería capaz de cualquier cosa. Pero Jim va demasiado lejos en su afán por tenerlo todo, y hasta pone en riesgo lo que más quiere, su amado Philiph Morris. Jim Carrey deambula en los últimos tiempos por papeles que lo catapulten finalmente en actor de dramas con la misma tenacidad que es ubicado para las comedias. Así Si, Señor (Yes I can, 2007) da paso a Una pareja despareja, pasando por Los fantasmas de Scrooge (A chrismas Carol, 2009). Carrey ya ronda los cincuenta y sabe que no podrá hacer morisquetas eternamente. Ya consumada su fama -y como todo actor reconocido- busca ganarse el respeto con papeles que le den prestigio. Una pareja despareja está basada en una historia real pero también es una fábula. Jim interpreta a un soñador, un tipo que supo sortear los prejuicios de una sociedad conservadora y ganarse su propio reputación a fuerza de enriquecerse engañando al resto. Hizo creer al mundo que era médico, abogado, heterosexual, etc. Su objetivo es tomar lo que desea del mundo, por más políticamente incorrecto que sea. Ewan McGregor es el caso contrario, desde su participación en Star Wars, optó por tomar riesgos en su carrera y por ahora le va cada vez mejor. Simplemente pensar en los filmes en donde lo vimos últimamente para darnos cuenta de ello. El escritor oculto (Ghost Writer, 2009) bajo dirección de Roman Polansky, fue su última aparición de este estilo. De lo que no hay dudas es que demuestra ser mejor actor y, en su rol de Philip Morris alcanza lapsos de transformación absoluta en la piel de este gay afeminado, cambiando desde sus gestos hasta su mirada. Una pareja despareja aún no fue estrenada en EEUU por su carácter controversial. Ser estafador y salirse con la suya ya había sido permitido en Atrápame si puedes (Cath to tief, 2004), pero dejar la devoción por la iglesia e incluso la familia y los hijos por una pulsión homosexual incontrolable, parece haber sido demasiado para los ejecutivos de hollywood. En esta oportunidad no sabemos si Jim será un actor de dramas en el futuro pero, que lo intenta alocadamente como su personaje, de eso no hay dudas.
Te amo Phillip Morris!! Russell (Jim Carrey) es un policía, hombre de familia y de ley, casado con hijos, (gracias a) un accidente de tránsito que lo deja inconsciente, no sólo despierta del trance, sino que abre una nueva faceta en su vida, dejar de esconder secretos, vivir al límite y no respetar más las leyes, previa confesión del verdadero y principal manifiesto sobre su orientación sexual: “ser completamente gay”, según sus palabras. Para Russell, ser gay es caro y para ello habrá que buscar una manera de generar el dinero necesario para afrontar semejante gasto. El uso de lámparas solares, costosos relojes, auto deportivo, sesiones de masajes, peluquería y manicura, clubes privados, vestimenta…la solución al problema: “estafar”, actividad dentro de la cual se convierte en un experto. Su ex mujer (Leslie Mann) comienza a recibir numerosas sumas de dinero mensuales provenientes de los diversos fraudes generados por el padre de sus hijos, atracos a cajeros, falsificación de tarjetas de crédito, hasta una inusual y verdadera “gran estafa”. Una Pareja Despareja oscila entre la comedia y el drama, pero es esencialmente una historia de amor verdadero entre dos hombres. Russell y Phillip. Ellos se conocen dentro de una institución carcelaria, Russell cumpliendo condena por sus estafas y Phillip por un delito menor. La química es instantánea y Russell utilizará todo lo que tenga al alcance para permitirse los lujos que facilita el tener dinero al estar dentro de una prisión. Es así como en pocos días, R. y P. forman su nidito del amor nada menos que en una celda. Dentro del elenco nos encontramos con una multifacética interpretación de Jim Carrey vinculando su excelente vertiente hacia el drama (El Show de Truman, Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos) frente a algunas de las ya hastiantes muecas utilizadas en sus comedias, por suerte no son muchas. Ewan McGregor como el reciente nuevo interno dentro de la unidad carcelaria, logra con su excelente labor mantener el equilibrio faltante para que el film no se desbalancée en carácter de género. Su rol es implícito en el drama, riel sobre el cual el film tiene mayor recorrido y peso. Rodrido Santoro tiene una pequeña participación como uno de los primeros intereses amorosos de Russell. El film está basado en la novela “I Love You Phillip Morris: A True Story of Life, Love and Prison Breaks”, escrita por el mismo Russell. Dos cuestiones a destacar, una es que el film no ha sido estrenado comercialmente en uno de sus países de origen (EE.UU.) y otro es que la producción ejecutiva recayó sobre Luc Besson, director que viene generando vuelcos en su carrera en materia de géneros. Se encuentran reminiscencias a otros films como Atrápame si Puedes,y la vida carcelaria en tono de comedia como en Un Romance Peligroso. Persiste la narración en off, la ironía y los juegos escénicos con constancia para demostrarnos una realidad cambiante desde diferentes puntos de vista. El hito del film es en gran parte la “forma” en que es planteada la historia principal, conllevar un entorno de estafas, persecuciones y hasta un drama carcelario, para ser vinculados a una historia de amor no es poco. El trato de la homosexualidad con indiferencia, con una aceptación implícita, sin caer en banalidades, chistes fáciles o groserías. El score del film a cargo de Nick Urata, ondulante entre melodías hawaianas y jazzeras, resulta atractivo y digno de ser revisionado. Sólo falta decir que, Phillip tambien ama a Russell, por lo cual el film tambien podria haberse denominado: Te amo Steven Russell…!!
Una pareja despareja es una película que de no haberse basado en hechos reales probablemente algún guionista la hubiera inventado. Si bien en todas las variantes de afiches que hicieron los productores se vende la historia como una comedia, este estreno está lejos de serlo. Es un gran drama que narra la vida de película que tuvo Steven Jay Russell, uno de los mayores estafadores en la historia de los Estados Unidos, que puso en ridículo a la administración de George Bush, durante su etapa como gobernador de Texas. Las escenas más ridículas que vas a ver en este film, esa que te dan la sensación que son cualquier cosa, sucedieron realmente y eso es lo más increíble de todo esto. La película logra hacerte reír en varios momentos por las situaciones disparatadas que vivió el protagonista, pero esta no una típica comedia de enredos de Jim Carrey. El Discovery Channel hizo hace un tiempo un gran documental sobre este caso policial que hizo historia. Ningún otro delincuente se escapó en ese país tantas veces de prisión como lo hizo Russell con un ingenio que es difícil de cree. No en vano se ganó el apodo de “Houdini” No lo voy a quema acá con detalles, pero la capacidad de este tipo para estafar al sistema penitenciario fue fabulosa. Lo más loco, como retrata muy bien el film, es que sus motivaciones tenían que ver con el amor que sentía por su pareja Philip Morris, interpretado a lo grande por Ewan McGregor, quien está excelente en esta película. No tengo duda que si Steven Russell hubiera sido heterosexual o hubieran cambiado este tema en la película, Una pareja dispareja podría haber tenido más repercusión en los cines estadounidenses. De hecho, Luc Besson fue el que se puso las pilas como productor para llevar esta historia al cine, ya que los grandes estudios de Hollywood no querían saber nada con este film. Esta es la mejor película que hizo Jim Carrey desde Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, donde tuvo la posibilidad de mostrar todo su potencial como artista y vale la pena tenerla en cuenta. Buen estreno de esta semana. EL DATO LOCO : (revela datos de la historia, seleccionar texto para leerlo) A raíz de esta producción de Besson, la figura del verdadero estafador adquirió muchísima notoriedad en Estados Unidos y se creó un petitorio en internet para que el estado de Texas libere a Steven Russell, ya que no es un delincuente violento ni asesinó a nadie y fue condenado a 144 años en una prisión de máxima seguridad. Una decisión que parece más un acto de venganza que de justicia.
Suma de géneros con el mejor Jim Carrey La entrega del actor es el eje de Una pareja despareja Sería una lástima que entre las irresueltas controversias que rodean el lanzamiento en Estados Unidos (demorado varias veces y programado ahora para comienzos de diciembre) y el muy desafortunado título elegido para su lanzamiento local este film quede expuesto a permanentes equívocos y se pierdan de vista los muchos hallazgos que es capaz de ofrecer. En este sentido, seguir el título original parece el mejor camino para aventar confusiones. Sobre todo porque hace una explícita referencia a sorprendentes hechos reales, cuyos protagonistas reales llevan los mismos nombres y apellidos que aparecen en el relato. El personaje central es Steven Russell (Jim Carrey), un estafador vocacional y profesional que llegó a ser bautizado Houdini por su notable talento para el engaño y la fuga. Se sabe que logró escaparse de al menos 14 prisiones con distintas caracterizaciones. También que pasó su infancia como hijo adoptado de una familia muy conservadora, que se casó, tuvo hijos y fue oficial de policía hasta que una instancia reveladora -representada en el film con un accidente- lo llevó a cambiar de vida o, mejor dicho, a declarar que a partir de ese momento viviría según sus deseos, impulsos y sueños. Asumió desde entonces su homosexualidad, dejó a su familia, descubrió un talento innato para la defraudación y la estafa en pequeña o gran escala y en una de sus sucesivas estadas en la cárcel se enamoró perdidamente de otro interno, llamado Phillip Morris (Ewan McGregor), relación también marcada a fuego por la compulsión de Russell por el fraude. Este tour de force parece haber viajado de la realidad a la ficción para que Carrey pudiera demostrar virtuosamente la convivencia entre el histrionismo desbordante y una profunda interioridad dramática, dos facetas hasta aquí nunca aprovechadas en conjunto. La entrega y el compromiso del actor canadiense -seguramente en su mejor aporte a la pantalla grande- son el eje de un relato que recorre con energía, frescura y atrevimiento esta suma de peripecias. En menos de dos horas, Requa y Ficarra abordan múltiples géneros (el melodrama familiar, la comedia de enredos, el film carcelario, la sátira costumbrista) y terminan valiéndose de todos ellos, en una libre y fecunda amalgama, para fundir todos los ingredientes en una cálida historia de amor. Para lograrlo, los realizadores eligieron asumir todos los riesgos, entre ellos una escena sexual entre hombres al borde de lo explícito, disparadora de la enorme polémica que aún rodea al film en Estados Unidos.
Ese farsante llamado Carrey Ha logrado engañarnos el bueno de Jim. Lo hizo en "Man on the Moon" donde compuso estupendamente a Andy Kauffman. Lo hizo también en "The Truman Show", tal vez su mejor trabajo, se destacó también en "Eterno Resplandor de una mente sin Recuerdos". ¿Era suyo el mérito? A esta altura y ante el filme que nos ocupa, todo indica que no. Jim Carrey es un elemento peligroso dentro de una película. Debe ser manipulado con precaución, como si fuera nitroglicerina; así de inestable es este actor tan propenso a los excesos. Aquí interperta a Steven, un policía felizmente casado que de pronto decide asumir su homosexualidad reprimida durante años. También se convierte en un tipo lanzado y ambicioso. El problema es que Steven es muy inteligente, y sabido es que quien delinque nunca es lo suficientemente inteligente y así es como va a parar a la cárcel por fraude. En prisión conoce a Philip (Ewan McGregor), un delicado gay de quien se enamora de inmediato. A partir de entonces todos sus esfuerzos estarán dedicados a satisfacer a Philip y vivir felices fuera de la cárcel, a costa de estafas, mentiras y engaños no sólo a su entorno sino también al Estado. Esta película tiene un claro problema con el tono. Basada en una historia real, no se decide a parodiarla del todo, pero tampoco a tomársela en serio. Jim Carrey logra por momentos, sólo eso, encarnar al sujeto que se supone que es; pero todo se echa a perder cuando asume personalides ya exhibidas en otros filmes más familiares como "Mentiroso, Mentiroso". Los directores pierden entonces definitivamente el control del filme ante un Carrey avasallador y decidido a gesticular y sobreactuar todo lo posible. A Ewan McGregor, por su parte sólo le queda dejar que todo fluya y hacer su parte con profesionalismo, sin conseguir plasmar algo de química en la pareja. Aún con algunos buenos momentos que destilan cierto aire indie, el todo no alcanza a redondear una película que merecía otro protagonista.
La historia de un gay sin máscara Un padre de familia se asume homosexual. No hay muchos actores con éxito en Hollywood que se arriesguen a la hora de elegir qué guiones filmar. Jim Carrey es uno de ellos. Tras el exitazo que fue La máscara aceptó protagonizar un filme oscurísimo, no sólo en su humor, que fue El insoportable . Y alejándose de la comedia, probó suerte (variable) con el drama, en The Truman Show y El Majestic , y hasta en el thriller ( Número 23 ). Pero Una pareja despareja lo ponía –y lo puso- en una situación que resultó más incómoda de lo que podía esperar. De hecho I Love You Philip Morris (tal su título original), se estrenará en los EE.UU. en diciembre, casi dos años después de su première en Sundance y su paso por Cannes. ¿El motivo? No, no es porque sea una mala película. Es una película muy pero muy jugada sobre una pareja gay, que se conoce en prisión, se ama con desesperación más que con locura, que incluye una fuerte escena de sexo entre hombres y, además, se inspira en hechos reales. Tal vez demasiado para el standar estadounidense. Carrey es Steven Russell, que de un día para otro, aunque casado y con hijo, admite que, en verdad, siempre fue gay. Lo que no le gusta aceptar ni reconocer es que es un estafador. Así que termina tras las rejas, donde conoce al Philip Morris del título (un mucho menos sobreactuado Ewan McGregor) y lo que nace ahí no morirá jamás. Podrá sucederles de todo, y de hecho, les sucede, pero lo que siente Russell por Morris no conoce límites. Aunque no faltará quien piense que le vendrían muy bien. Lamentablemente, las extravagancias del personaje de Jim Carrey han hecho que la película pase más por el costado de la ironía, la zafaduría y el humor grosero que por lo que pudo ser una historia romántica con todas las de la ley (ahora que está el matrimonio igualitario). Los debutantes Glenn Ficarra y John Requa también son dispares y heterogéneos: fueron los guionistas de otra subida de tono como Un Santa no tan santo , pero también de la infantil Como perros y gatos , y tienen por estrenar en 2011 Crazy, Stupid, Love , con un elenco de estrellas. Con Una pareja despareja demuestran que tienen con qué sorprender en un universo como el hollywoodense, donde a las cosas se las llama por su nombre, y a esta película nadie la quiere recordar…
Homo Eroticus Súper Gay ¿Jim Carrey interpretando a un policía de pueblo chico con doble personalidad? ¿No se trata, acaso, de Irene y yo y mi otro yo, la salvaje y muy graciosa película de los hermanos Farrelly? Pues no, aunque se pueden establecer algunas similitudes o paralelismos con la obra que nos compete, intitulada I Love You Phillip Morris en su idioma original y pedestremente traducida al español por la distribuidora local como Una Pareja Despareja. De hecho, como en aquella comedia de 2000, también aquí hay dos realizadores responsables de poner en imágenes una de las historias más extremas –desde un plano sexual al menos- que haya encarado el actor canadiense de The Truman Show hasta el día de la fecha. La diferencia más notoria es que el personaje de Carrey no está escindido psicológicamente como el Charlie/Hank de Irene… pero aún así esconde un alter ego que se revela de la forma más brutal a los diez minutos de iniciada la proyección. La narración en off en primera persona del protagonista Steven Jay Russell (Carrey) –con algunos resabios de la modélica Belleza Americana por cómo se subvierten los típicos valores burgueses/familiares- conforma muy rápidamente un estilo ya asimilado por el cine independiente de los Estados Unidos, en el cual se llama a las cosas por su nombre sin condescendencia y con bastante osadía. Claro que no siempre veremos a Jim Carrey encarnando a un hombre común que experimenta una epifanía luego de sobrevivir milagrosamente a un accidente vehicular (advertencia digresiva: parece que si escuchás Dance Hall Days del dúo Wang Chung en el stereo del auto tenés pocas chances de llegar vivo a tu casa) para terminar confesando a propios y extraños su condición de gay y abrazarse sin culpas a una vida hedonista contrapuesta a los principios conservadores que la regían hasta el momento… La escena en la que se pone de manifiesto explícitamente las preferencias sexuales de Steven –una muy incómoda para el espectador desprevenido aunque el remate sea gracioso- ha provocado tal conmoción que la película sigue permaneciendo inédita en su país de origen. (Pacatos y mojigatos los hay en todas partes…). El compromiso de Carrey con este proyecto queda más que en evidencia así como la intención de sus autores-directores: la onda es ésta, señores… (Wong-Kar Wai había utilizado un recurso parecido en Happy Together). Las peripecias criminales de Steven Jay Russell fueron encadenándose sin pausas a partir de su nueva etapa pro orgullo gay. Mantener los lujos y el confort de una existencia a todo trapo no es posible con un sueldito de empleado por lo que nuestro anti-héroe descubre que con pequeñas estafas los ingresos están asegurados. Primero para darle los gustos a su pareja Jimmy (breve aparición del brasileño Rodrigo Santoro) en una soleada Miami y, tras ser descubierto y encarcelado, para brindarle lo mismo al Phillip Morris del título (extraordinaria actuación del por lo general subvalorado Ewan McGregor) a quien conoce en prisión. La comedia de Glenn Ficarra y John Requa no es más que una actualización para los tiempos modernos de un cuento clásico en el que el marido opera por fuera de la ley para que su media naranja (ingenua, dulce y de pocas luces) no se percate de que es un delincuente (en este caso reincidente). Lo que saca a Una Pareja Despareja del más rancio lugar común es el brillante detalle de que la mujercita es esta vez un varoncito… Al subvertir el género del consorte el argumento cobra otro sentido, más anómalo y “original” si se quiere aunque las situaciones tiendan a repetirse en demasía (defecto quizás atribuible al libro de Steve McVicker en el que se basa: “I Love You Phillip Morris: A True Story of Life, Love, and Prison Breaks”). La cantidad de veces que Russell fue preso y logró escapar mediante insólitos subterfugios, brillante dialéctica y oportunos disfraces (que han dejado muy mal parado al sistema penitenciario y judicial de los Estados Unidos) para continuar con su raid de desfalcos le valió una notoriedad tan grande como para ganarse varios apodos “de guerra” (entre ellos Houdini o King Con, o sea Rey de la Estafa) y, tras su última visita a la cárcel en 1998, una ampliación a 144 años de la condena inicial. Casi al mismo nivel de Frank Abagnale Jr., aquel imberbe interpretado por Leonardo DiCaprio en la Atrápame si puedes de Spielberg… Ficarra y Requa, guionistas de esa fabulosa comedia negra que fue Un Santa no tan Santo, han sabido extraerle el máximo provecho a dos señores actores como Carrey/McGregor que forman una dupla sensacional. Si la obra no termina estando a la altura de semejantes intérpretes tiene que ver con las reiteraciones ya aludidas en una trama por demás anecdótica y, más que nada, por aquello de que “aunque el mono se vista de seda…”. Reconozco el rasgo de ingenio planteado –astuta, irreverentemente- por los autores pero a esta película ya la vimos…
La irreverencia y el cinismo siempre son bienvenidos en un producto independiente que no es casual que aún no se haya estrenado en el país del norte. Un gran debut para los guionistas de Un Santa no tan Santo al dirigir esta ácida comedia de humor negro gay que cuenta con el gran protagónico del versátil Jim Carrey interpretando al estafador carismático Steven Russell, acompañado de un inmejorable Ewan Mc Gregor que con este papel agrega un peldaño de audacia a su carrera como actor, dejando en claro que también puede hacer comedia e incluso convencer al espectador de su amor por otro hombre como en este caso...
Bueno, ya podemos confirmarlo: Un Santa No Tan Santo (Bad Santa, 2003) no fue para nada un accidente, Glenn Ficarra y John Requa están lo suficientemente trastornados como para entregar otra propuesta agridulce de tendencias anarquistas. Más allá de la maravillosa apología de los marginados sociales, resulta sorprendente que semejantes peripecias hayan ocurrido en realidad: la película marca el regreso de Jim Carrey y Ewan McGregor a lo más destacado de sus carreras, denuncia la infinita estupidez del ciudadano promedio y a fin de cuentas se impone como una de las mejores comedias del año…
El beso de la censura Después de postergaciones porteñas y la cancelación en EE.UU., llega esta comedia negra protagonizada por Jim Carrey y Ewan McGregor. La historia, basada en hechos reales, se focaliza en un amor carcelario entre dos homosexuales. Señores, se estrena hoy “Una pareja despareja”. Está confirmado. Basta de postergarla y patearla para adelante. Basta de reflejar lo que sucedió en EE.UU., donde, eufemismo mediante, se canceló su estreno. ¿Demasiado gay para Hollywood? ¿Acaso no es una historia real? ¿Homofobia? “Algo de eso hay”, comentan los directores Glenn Ficarra y John Requa -guionistas de “Un santa no tan santo”-, que tomaron la posta del sorpresivamente renunciante Gus Van Sant. El no arribo a los cines norteamericanos luego de una batalla campal entre distribuidores y productores, no hizo más que acrecentar la promoción y el deseo de adquirir un film que ya es casi de culto. El director de fotografía de la película, el mexicano Xavier Pérez Grobet, sin tanto prurito, se descargó: “No se dicen las cosas como son. Desde mi punto de vista, no se ha estrenado por el tema gay. Está clarísimo. Hay más miedo de los distribuidores que de la gente en general”. Lo insólito es que el film se puede ver en las aerolíneas que viajan a EE.UU. Políticamente, ¿demasiado incorrecta? Su contenido es más fuerte, más explícito que la premiadísima “Secreto en la montana”, que gozó de la venia de la gran industria. ¿Y “Milk”, sobre aquel activista que peleó por los derechos gay y fue asesinado en 1978? Aquel film con Sean Penn deja escapar una escena álgida entre el protagonista y el mexicano Diego Luna. Tampoco tuvo mayores inconvenientes. Y aquí ninguna imagen obligará a desviar la vista. No es para tanto. Hace más de un año que “Una pareja despareja” (título que maquilla el original, “I love you Philip Morris) está en gateras. Esta comedia negra, osada y audaz, fue ovacionada en Cannes (2009), y en varios países europeos. No obstante, la Meca del Cine, purista y conservadora, optó por hacer la vista gorda e ignorar a dos colosos que aquí ratificaron sus atributos interpretativos: el canadiense Jim Carrey, especialmente, y el escocés Ewan McGregor. “Una pareja...” tuvo una sola proyección oficial en EE.UU. y fue durante el Festival de Sundance, cuando la influyente revista Variety casi que signó su destino con este parte de defunción: “Con una espectacular escena de sexo, que involucra a Carrey montando como un cowboy, la película provocará un ataque cardíaco a algunos fans de Ace Ventura”. Es obvio que a Hollywood le molesta y mucho que uno de sus actores preferidos, alguna vez llamado “el ideal para la familia”, esté revolcándose con otro hombre. “Esto es una historia verdadera. De verdad”, susurra a modo de advertencia Steven Russell, el personaje de Carrey, que otra vez, sale favorecido en historias dramáticas (“The Truman Show” y “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”), más que cuando desfigura su rostro con las mil y una morisquetas de varias de sus conocidas comedias. Aquella frase del primer minuto del film aumentará las ganas de sumergirse en esta impensada aventura de un organista de iglesia -aparentemente feliz, casado y con una hija-, que descubre su verdadera realización...en la cárcel y en compañía de otro hombre. Otro aspecto que vale la pena saber es quién fue, quiés es Steven Russell, que hoy purga una pena de 144 años (hasta ahora sólo cumplió doce) en una cárcel de Texas. Su rutina asfixia: durante 23 horas está solo en una celda rodeado de custodia, de la que sale una hora para asearse. Russell tiene el récord de fugas, aunque en ninguna usó la violencia. ¿De qué se lo acusa? Es uno de los más extraordinarios estafadores del sistema financiero. Aunque parezca extraño, hay que aplaudir el arribo de “Una pareja despareja”, estreno que, de alguna manera, celebra el recientemente aprobado matrimonio igualitario.
Desde The Truman Show a esta parte, mucho se ha hablado del costado serio de Jim Carrey y se trató al actor como una especie de esquizofrénico que oscila entre sus payasadas como Las locuras de Dick y Jane y su ceño fruncido como en Eterno resplandor de una mente sin recuerdos. Los directores Glenn Ficarra y John Requa, guionistas de la inolvidable Un Santa no tan santo, armonizan lo mejor de esos dos mundos en Una pareja despareja. Carrey es conmovedor en cada declaración de amor a Ewan McGregor (nunca nadie hará mejor de enamorado que él) y es desopilante en cada una de sus múltiples fugas de prisión. Una comedia negra así de tierna era tan impensable como que la disparatada historia de Una pareja despareja esté basada en hechos reales.
Mentiras hay muchas, amor uno solo Protagonizada por Jim Carrey y Ewan McGregor, esta comedia que todavía no se animan a estrenar en los Estados Unidos está basada en la historia real de un impostor compulsivo, que desafió al establishment por ser feliz al lado del amor de su vida. “Esto sucedió realmente... en serio.” La advertencia en los créditos iniciales de I Love you Phillip Morris tiene su gracia, porque si no se supiera que los guionistas y directores Glenn Ficarra y John Requa se basaron en una historia real, bien podría pensarse que es una fabulación absoluta, y de las más alocadas. Pero sucede que su protagonista es eso: un fabulador nato, un mentiroso patológico, un impostor compulsivo, alguien que no puede dejar de ser muchas máscaras al mismo tiempo. ¿Y quién mejor si no Jim The Mask Carrey para encarnarlo? Es una pena, sin embargo, que la película no esté a la altura de todas las posibilidades que ofrece, que le falte precisamente vuelo, locura. Una de las primeras cosas que Steven Russell (Carrey) se entera en la vida, cuando todavía es un niño, es que no es quien creía ser sino otro; que es adoptado y que su madre lo abandonó en un estacionamiento por un puñado de dólares. El mismo Russell, en el que supuestamente es su lecho de muerte (toda la película está articulada a partir de su relato en off, un recurso que funcionó para el personaje de William Holden ahogado en la piscina de Sunset Boulevard, pero que aquí cuesta bastante sostener), cuenta que no se deprimió, sin embargo. Que se propuso ser una buena persona... Elipsis total: Russell ya de adulto tocando el órgano en la iglesia; Russell con el uniforme de policía, dispuesto a servir y proteger; Russell dándole el besito de las buenas noches a su hija y fornicando luego mecánicamente (pijama incluido) a su dulce esposa, que le promete cocinarle unas cookies. El sueño americano, se intuye, no va a durar mucho. En principio porque el feligrés organista de la iglesia, el policía machote, el marido ejemplar y mejor padre de familia, confiesa a los gritos, antes de que hayan pasado siquiera diez minutos de película, que es gay. Que siempre lo fue. Y que ya nada le importa, que no quiere seguir ocultándolo, que quiere vivir su vida sin mentiras. “Pero ser gay puede llegar a salir muuuuy caro”, dice Russell mientras se pasea frente a las lujosas vidrieras de Miami con un muchachote de un brazo y unos perritos toy del otro. Y la mentira vuelve a ser una necesidad en su vida. Abogado, consultor financiero de alto nivel, médico... Ninguna profesión le es indiferente. A todas puede acceder con su histrionismo y su imaginación. Y más si lo único que quiere es complacer al único, al gran amor de su vida, a Phillip Morris (Ewan McGregor), un tímido rubio de ojos azules que conoce en una de sus muchas entradas y salidas de la cárcel. Porque Russell también es eso: un escapista como no hubo otro desde Houdini, un recluso capaz de salir caminando por la puerta principal de la prisión como si fuera el alcaide. Sí, claro, hay coincidencias y diferencias con Atrápame si puedes (2002), de Steven Spielberg, en la que Leonardo DiCaprio encarnaba, también, a un magistral estafador, que existió en carne y hueso. El film de Spielberg tenía más ritmo, más vuelo cinematográfico, más glamour. El de Ficarra y Requa (los guionistas de Un Santa no tan santo) cojea un poco, es desparejo, tiene bruscos cambios de tono que van del humor ácido a la manera de los hermanos Coen a un romanticismo capaz de rozar la cursilería. La ventaja de I Love you Phillip Morris –citar la película por su desafortunado título local sólo acentuaría la confusión con viejas comedias de Neil Simon– por sobre Atrápame si puedes es que allí donde el film de Spielberg (típico de él) terminaba sacrificando a su protagonista en el altar de la moralina y el conformismo, el de Ficarra & Recua, por el contrario, no se permite ninguna concesión a las buenas conciencias. Steven Russell no se arrepiente de ninguna de las zancadillas que le hace al establishment (que se ensañó ferozmente con él: cumple 144 años de cárcel sin haber cometido ningún crimen violento). Y mucho menos se arrepiente de su amor, que es la fuerza que motoriza sus fugas, su ansia de libertad. Quizá sea ésta una de las razones por las cuales I Love you Phillip Morris, un año y medio después de su estreno en el Festival de Cannes, todavía no haya conseguido estrenarse en los Estados Unidos. ¿La otra? Parece que alguien en Hollywood todavía tiene miedo de ver a dos estrellas de la magnitud de Carrey y McGregor dándose besos.
Ve donde te lleva tu corazón La dupla de guionistas John Requa y Glenn Ficarra, que ya han trabajados juntos en comedias como Cats and dogs, Bad Santa o Bad news bears, nos presentan en esta oportunidad la primera película dirigida por ambos. I love you Philip Morris está basada en la novela homónima de Steve McVicker y ha sido distribuida en nuestro país con el nombre de Una pareja despareja que, además de ser un título poco atractivo comercialmente, poco tiene que ver con la historia y denota cierta intolerancia con respecto a las parejas homosexuales. Quizás esta elección esté relacionada con los escándalos que la película suscitó en los Estados Unidos donde, en un primer momento, fue prohibido su estreno pero finalmente fue confirmada su llegada a las salas para el mes de diciembre. Esta coproducción Franco-Estadounidense protagonizada por Jim Carrey, en un personaje algo diferente a los que estamos acostumbrados, trata de un hombre (Steven Russell) que ante un accidente automovilístico decide blanquear sus preferencias sexuales ante el mundo pero, para llevar adelante un nuevo estilo de vida lleno de gastos, salidas y lujos, se convierte en un gran estafador. Por culpa de todos sus delitos, pronto caerá en prisión donde conocerá el gran amor de su vida: Philip Morris, interpretado por Ewan McGregor. De este modo, comenzará a vivir un romance casi idílico dentro de la prisión, valiéndose siempre de sus engaños para cumplir cada deseo de su amado. Al llegar la libertad, sus engaños le traerán constantemente nuevos problemas y deberá luchar una y otra vez por estar cerca de su amado. En estas constantes escapatorias de Steven Russell se sucederán ante nosotros diferentes géneros cinematográficos: será ante todo una película romántica y en muchos momentos una comedia, aunque en cierto punto la historia asumirá un tono dramático que nos recordará el film Philadelphia de Jonathan Demme. Estas diversas intensidades le darán cierto dinamismo que lograrán sorprender el espectador impidiendo que el desenlace final se vuelva predecible. Se destacan dentro de la película varios elementos: la utilización de una estética muy colorida y alegre, en la que no faltan elementos sexuales (como las nubes con forma de falo) y algunos estereotipos de la cultura gay pero sin caer en la burla; la elección musical impecable de Nick Urata, en especial en la maravillosa escena del baile dentro de la celda; las actuaciones de los protagonistas son muy buenas y el romance entre ambos es interpretado de un modo muy intenso y creíble. Pero quizás lo más sorprendente dentro del film sea el punto de vista adoptado ya que, quizás por primera vez en Hollywood, la homosexualidad no es mostrada como un tema en sí mismo base de un conflicto, sino como un condimento más dentro de una historia de amor que podría haber sido protagonizada por dos personajes de cualquier género o edad, que trasciende toda categorización y se centra en el romance y los sentimientos profundos de sus personajes
El novelista Steve McVicker escribía aún la novela “I love Phillip Morris” cuando Glenn Ficarra y John Requea conocieron el argumento basado en la historia contada por el periodismo texano sobre Steven Russell, un mentiroso compulsivo, cuya patología, estafas mediante, lo llevó a la cárcel. El dúo de realizadores decidió inmediatamente llevar a ese personaje a un guión cinematográfico. Russell era un marido y padre de familia “modelo americano” hasta que al recuperarse de un accidente descubrió que hubo un cambio en su sentir, a partir de ese momento supo que era gay y sin culpas ni remordimientos comenzó a vivir su vida con esa opción sexual. Hasta aquí el espectador tiene la sensación de que todo será una cómica historia estereotipada sobre relaciones homosexuales al ver en pantalla los esfuerzos del protagonista para tener una relación estable con otro hombre, aunque busca afianzarla por medio de la imagen que puedan proyectar, sobre todo la de un taxi boy que lo dejará en la bancarrota y ahí la vida de Russell, la trama cinematográfica y las expectativas del espectador toman un giro inesperado hacia la tragicomedia. El mentiroso y hábil Steven Russel para mantener su vida rumbosa incurrirá en delitos financieros que lo conducirán directamente a prisión. Allí le sucederá algo que no pensaba que le ocurriría, se enamorará de su rubio y vulnerable compañero de celda y vivirá preso y feliz hasta que el sistema carcelario los separa y las peripecias para reencontrarse ocuparán la trama central del guión. El espectador que piense que se trata de una historia de amor que puede darse también entre heterosexuales no estará errado en su apreciación, porque el mensaje es la búsqueda, y la defensa en este caso, del amor que completa de manera definitiva. Aunque no sea por el camino tradicional que marcó hasta hace poco la sociedad argentina, y que marca todavía el colectivo social de los Estados Unidos donde esta obra cinematográfica no ha podido ser estrenada. El actor Jim Carrey como Steven Russell esta vez compone desde su interior para proyectar sentimientos sin recurrir a la parafernalia gestual, y deja bien en claro la dualidad que el personaje posee de mentir y estafar pero ser absolutamente sincero en la manera de brindar su amor al ser que ha elegido. Ewan McGregor como el angelical Phillip, objeto de este amor, también otorga a su personaje dos facetas, la de dejarse querer bajo protesta de los medios que su enamorado utiliza para amarlo, pero ser consciente que él no puede dejar de amar a ese mentiroso. Carrey está alejado del estereotipo, pero McGregor lo roza de manera permanente sin llegar al desborde. Los que sí llegan a desbordarse en algunas escenas son los realizadores, quizá por la compleja magnitud del protagonista que los conduce por momentos a adentrarse en el género del absurdo alejándose de la estructura narrativa. La música no es original pero logra acompañar de manera divertida las incidencias. Esta obra cinematográfica no está destinada sólo a la comunidad gay sino que será disfrutada, sobre todo en sus gags por todos los espectadores. El metamensaje es que amar es un sentimiento que involucra a todos los humanos, aunque se lo experimente y se lo exprese de diferentes maneras ya sea con un ser del mismo sexo o estafando o excediendo los límites. O todas esas cosas simultáneamente.
Dicen que este film no se estrenó en EE.UU (salvo por el Festival de Sundance) por su temática gay y sus pocas escenas "atrevidas"; sin embargo sabiendo que está basada en la historia real de Steven Russell, uno de los mayores estafadores y escapistas norteamericanos, a uno le queda la duda sino será porque la película destapa increíblemente la ineficiencia de un sistema que realmente siempre se autoproclamó como uno de los mejores. Russell fue capaz de hacerse pasar por abogado, llegar a asesor financiero de la North American Medical Managment para posteriormente desfalcarla y escaparse incontables veces de prisión con métodos evidentemente irrisorios y hasta ridículos; todo lo cual lo llevó finalmente a una condena desmesurada: prisión de por vida con 23 horas de encierro con una sola hora para aseo y recreación!. Suena a mucho para un criminal que nunca ejerció la violencia, su única arma fue la astucia y la inteligencia suficiente para encontrar el bache por donde poder escurrirse gracias a un coeficiente intelectual que dicen es sorpresivamente altísimo. La película es una ópera prima de los guionistas Glenn Ficarra y John Requa, quienes decidieron tomar el toro por las astas cuando finalmente quedaron sin director (dicen que Gus Van Sant fue el que se bajó del proyecto) . El argumento está basado en el libro del periodista Steve McVicker quien atraído por la figura de Russell se encargó de contar su historia interpretada por Jim Carrey, Ewan McGregor por su parte encarna a Phillip Morris, su amante. Y acá es donde me parece que el film hace un poco de agua ladeandose de un lado a otro entre la comedia pasatista y el drama que nunca se atreven a contar en profundidad. La película tiene escenas muy bien logradas, una narrativa dinámica pero por momentos no me convence, me deja con ganas de más y su atrevida visión que otros le han endilgado no me parece para nada impresionante como para excusar su prohibición. Es que al fin de cuentas no es más que una correcta comedia romántica que por momentos pierde el foco centrándose inquietantemente en el estafador dejando en segundo plano su relación con aquel que al fin y al cabo le da el nombre al film. Pero ¿de qué va el argumento?: Steven (Carrey) es un agente de policía aparentemente feliz con su matrimonio y una hija. Como de pequeño ha sido adoptado intenta localizar a su madre biológica quien una vez frente a él lo rechaza olímpicamente, compungido y posteriormente accidentado, la perspectiva de Steve sobre cómo vivir la vida cambia por completo y sale disparado del placard, se muda a Miami y para solventar los gastos con su novio empieza con sus primeras estafas. Finalmente termina en la cárcel donde conoce a Phillip (McGregor), y caen perdidamente enamorados. Pero Steven logra salir de prisión y para sacar a Phillip también se hace pasar por abogado con tanto éxito que sus proyectos de estafa comienzan a apuntar cada vez más alto. Si hay algo que destaca en esta obra es la actuación de los protagonistas, fuera de todo cliché y tópico exagerado. Convencen gracias a la química entre ambos y gracias, también, a los gestos excesivos que esta vez Carrey ha dejado de lado para brindarnos un personaje cómico, sí, pero creíble con escenas donde claramente se muestra capaz del drama más emotivo. Y si bien como dijera la película no se muestra tan sólida como quisiera, no puedo dejar de valorarle sus aciertos que hacen de la cinta un producto entretenido, nuevo dentro de lo que cuenta aunque por momentos realmente inverosímil.
Mucho corazón, poco raciocinio No está lograda del todo, en algunas de sus metas se queda a mitad de camino, pero en unos años va a ser un poderoso antecedente, un borrador del cine gay del nuevo milenio. I love you Phillip Morris (prefiero al menos por ahora utilizar el título original, luego explicaré el motivo) obliga a preguntarnos por cómo en nuestra vida concebimos el mundo gay. ¿Es un nosotros (los heterosexuales) y ellos (los homosexuales)? ¿Por qué ellos son ellos, y nosotros nosotros? ¿Hasta dónde llega la autonomía del ser gay y en qué momento o lugar confluye con el deseo permanente de ser incorporado con todas las de la ley a una sociedad que siempre lo ha discriminado (lo cual puede ser caratulado como paradójicamente conservador)? Varias de estas preguntas son bastante elementales, pero no han perdido vigencia. Incluso son actuales a partir de ser eludidas, malentendidas o directamente censuradas. O sea, hagámosno cargo: uno puede pasar, sin muchas escalas, de un ámbito en el que los comentarios homofóbicos son festejados sin pudor, a otro en el cual uno hace un chistecito tonto sobre la comunidad y pasa a ser mirado de reojo como si fuera una reencarnación de Hitler. Falta un equilibrio, un tomarse las cosas jocosas en broma, y las cosas serias con, valga la redundancia, seriedad. El tópico de la homosexualidad aún no permite un disfrute de la hilaridad, ni tampoco un emocionarse hasta las lágrimas. Un poco de eso ambiciona el filme protagonizado por Jim Carrey y Ewan McGregor. Para eso, cae un poco en el lugar común de la ópera prima: pone toda la carne en el asador, hasta casi quemar todas las achuras. La película transita por varios géneros, sin pausa, pero con mucha prisa, sin transiciones e incluso cediendo a la mescolanza absoluta. Comedia slapstick, sátira a fondo de todos los lugares comunes posibles, comedia dramática, comedia de rematrimonio, comedia políticamente incorrecta, historia de amor carcelaria, drama hecho y derecho, policial, alegato social, etcétera, etcétera. I love you Phillip Morris no elude ningún desafío: quiere que riamos, que lloremos, que nos indignemos, que nos mate el suspenso. En muchos pasajes lo logra, porque el relato está narrado con una convicción llamativa. Pero esta convicción también es contraproducente, porque tira cincuenta mil puntas, va para todos lados al mismo tiempo, construye un pastiche que desconcierta hasta casi la exasperación. Las emociones están -la escena del baile en la celda o la corrida de Morris (McGregor) para despedir a Steven Russell (Carrey) al ser separados mientras están en la cárcel son tan risibles como conmovedoras-, pero falta una racionalización que encarrile lo estético y lo sentimental. El debut en la dirección de la pareja de guionistas Glenn Ficarra y John Requa busca juntar un montón de convenciones sobre la tipología gay cinematográfica, para reacomodar las piezas, a ver si puede aportar una nueva mirada. No lo logra del todo, en la mayoría de las metas se queda a mitad de camino, pero de aquí a un par de años va a quedar como un poderoso antecedente, un borrador del cine gay del nuevo milenio. Quisiera dejar algo bien claro sobre el estreno de la película en Argentina. Por suerte, la película tuvo un lanzamiento apropiado, a diferencia de las continuas demoras que sufrió en Estados Unidos. Pero la “traducción” del título original es, sencillamente, un asco. Una pareja despareja suena a comedieta barata con Olmedo y Porcel persiguiendo minas en Las Toninas, y ya fue usado con mínimas variantes en otras ocasiones. Pero, principalmente, delata una homofobia preocupante, una especie de culpa estúpida por estrenar una historia de amor entre dos tipos. Es que de eso se trata I love you Phillip Morris: un tipo que le dice a otro que lo ama, que es lo que más quiere en la vida, que está totalmente enamorado, que siente que es lo más importante, que haría lo que sea por él. ¿Por qué será entonces que, a pesar de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario, todavía hay algunos que no se atreven a poner bien grande en el cartel de un estreno TE AMO PHILLIP MORRIS?
Alias Jim Carrey Hay decenas de variables que te acercan a una película, que te hacen ir al cine. Muchas tienen, aunque sea, un mínimo rasgo de azar. Puede ser una recomendación de un amigo que te encontrás por casualidad en la calle, una derrota en la batalla contra el acompañante de turno por la elección de la película, o una crítica perdida en un blog perdido como este. Cualquiera de estos eventos puede hacer que descubramos algo que jamás se nos hubiera ocurrido ir a ver, o generarnos odio por el amigo, el acompañante o el cybercrítico. El resto, en oposición a esos factores aleatorios, depende de la voluntad del distribuidor y de qué tanto quiera acelerar el motor de la máquina publicitaria. Sus armas más comunes para llevarnos de las narices, digamos las armas reglamentarias, suelen ser el trailer, el afiche y, en nuestro caso, la “traducción” del título original. Con I love you, Phillip Morris es demasiado evidente que trataron de dar gato por liebre (hablando de traducciones, en inglés dirían pig in a poke) con los tres. El trailer dice que es una película de Jim Carrey, y efectivamente es una de Jim Carrey, con sus gestos ridículos y esas neurosis que aparecen en casi toda su filmografía, pero a la vez se encarga de eliminar todo lo que le agrega esta película, lo que no tiene de sus éxitos pasados. A su vez el afiche lleva escrito, con una tipografía más propia de Ace Ventura o de Brigada explosiva, el increíble título de estreno Una pareja despareja. Yo voy a ver todas las de Jim Carrey, de éstas y de las otras, pero está claro que quisieron estafar a los despistados amantes del detective de mascotas o de Tonto y retonto. Más de uno, después de haber caído en la trampa (casualmente en una película sobre ese tema), se habrá acomodado en la butaca para matarse de risa con la comedia física a la que está acostumbrado. Y la cosa empieza un poco así, como era de esperarse. Steven Russell (Jim Carrey) es un hombre de familia con una esposa rubia (Leslie Mann) y una hija. Policía de Texas que de chiquito, cuando los padres y su hermano le cuentan que es adoptado en una escena genial por su crueldad, decide no deprimirse por la noticia sino esforzarse de ahí en más para ser la mejor persona del mundo. Todo marcha como lo esperaban los espectadores engatusados, y aunque puede haberles llamado la atención que Steven cogiera con su esposa como si fuera un conejo exaltado, no es hasta un par de minutos después, cuando el plano recorta dos cuerpos desnudos haciéndolo estilo perrito, que los asalta la sorpresa al asomarse una cabeza que no es la de Leslie Mann, sino la de un hombre con bigotes que le grita “Do it, man! Cum in my ass!”. Mientras se daban cuenta de que Una pareja despareja no era lo que fueron a buscar, Steven ya había decidido cambiar la plastificada vida de sueño americano en los suburbios por otra, también de cliché, en Miami junto a su nueva pareja, Jimmy Kemple (Rodrigo Santoro). Steven es un personaje perfecto para Jim Carrey, el actor del doppelgänger, nuestro Jerry Lewis. En él (y en Carrey) conviven muchos hombres que aparecen y desaparecen con extrema velocidad y hasta se superponen. Puede ser ese hombre de familia que les contaba, un gay de gustos caros y extravagantes, un prisionero que conoce la cárcel como si fuera suya, un hombre de negocios que juega al golf, un abogado de origen humilde, un empleado de panadería, o quien se le ocurra. Steven es alguien que nunca ha sabido muy bien quién es, que se ha pasado la vida indagando en su identidad y mientras indagaba fue aprendiendo a adoptar todo tipo personalidades con suma facilidad. Sólo el amor por sus parejas le sirve de ancla por un tiempo, porque ahí encuentra un poco lo que realmente es. Incluso el amor perfecto, lleno de cariño y ternura que lo une a Phillip Morris (Ewan McGregor, increíble en el papel de un chico frágil que sólo puede ver lo bueno que hay en los demás) desde que lo conoce en la cárcel, es incapaz de frenar su incansable búsqueda. Para hacerlo un poco más explicito, los directores deciden que cuando Steven se acerque a un espejo reciba una imagen deforme de sí mismo. Saber quién es él realmente se le hace tan lejano como las nubes a las que de chico jugaba a encontrarles forma junto a sus amigos, y que funcionaban como otro espejo roto que sólo le devolvía una pequeña parte de sí. El pene que venía en esa nube, al igual que su pasión por Phillip, era sólo una pieza más de Steven; el resto se compone de mil caras. En la cárcel, hay una escena en la que ambos bailan pegados un lento en su celda mientras afuera varios tipos se matan a piñas y ellos siguen al compás de la música como si el universo terminara en esa habitación de dos por dos. Pero cuando el exterior entra en sus vidas, Steven puede cambiar su máscara para escapar de esa prisión, para conseguir dinero fácil o para ser cualquier otra cosa. En definitiva, para seguir explorando y explorándose, aunque ese mundo lo condene por farsante. Aunque para esos espectadores que hayan sido llevados a la sala por engaño el panorama puede parecer, en principio, desolador, I love you, Phillip Morris, con su fotografía soleada, repleta de cielos ultra celestes y colores estridentes, con sus varios gags y morisquetas, no es un drama depresivo ni mucho menos. Es una comedia romántica sobre dos hombres románticos que puede llevar a Jim Carrey al extremo de la enajenación. Y si a esos espectadores no les agarra un ataque de pacatería, la pueden disfrutar en todas sus formas y no enojarse por el fraude del distribuidor, porque como dice Steven Russell para justificarse: al final, nadie salió lastimado, sino todo lo contrario.
Te amo, Phillip Morris. Así debió haberse llamado, o algo parecido al menos. ¿No era tan complicado, no? Entiendo que a veces es difícil interpretar un título en un idioma extranjero, sobre todo para “los señores que ponen los títulos”, esa gente de la que suponemos –cada vez con mayor convencimiento– que incluso desconoce el idioma castellano y para colmo de males no mira ninguna de las películas que titula. Entiendo también que muchas veces se necesita un título “ganchero”, con “punch”, que convoque multitudes a las salas, en general son los que tienen alguna de estas palabras: obsesión, peligrosa, deseo, perdición, prohibida… la lista es larga y bastante poco original. Lo que no puedo entender, ni tolerar, bajo ningún punto de vista es que hayan titulado esta película como si fuera una de Emilio Disi y Gino Renni, que hayan tenido tamaño descuido y desidia. Que por el solo hecho de haber leído –con suerte–, una gacetilla de prensa que decía que Jim Carrey encarnaba a un gay se haya producido, además de ese título horrendo, un póster de lo más mentiroso, dando a entender que los espectadores nos íbamos a encontrar con una comedia parecida a Tonto y retonto o a La máscara. Afortunadamente aquellos que, a pesar del título horrendo y del póster mentiroso, vimos la película nos sorprendimos con una historia sencillamente hermosa y cautivante. El primer plano de I Love You… nos muestra un diáfano cielo salpicado con algunas nubes, nada malo puede pasar. El plano siguiente, corte abrupto mediante, es el de Steve (Carrey) tendido en una cama de hospital en la que aparenta estar muriendo, mientras su voz en off nos narra la (su) historia. En I Love You… nada es lo que parece ser. Steve se entera de que es adoptado y por eso decide convertirse en la mejor persona posible (con una significancia bastante particular): toca el órgano en la iglesia, se hace policía, se casa con una adorable y religiosa joven y tiene una hermosa hija. Es un marido y un padre ejemplar, aun así, su comportamiento es impredecible; la película también. Cuando Steve confronta a la madre biológica, sin obtener respuesta, se lleva el felpudo de la puerta, renuncia a la policía y se muda a Texas, así de simple, se cambia de vida y se vive “el sueño americano” en un pestañear. Y con la misma simpleza nos dice que es gay, que siempre lo fue. Steve dice, también, que tiende a esconder las cosas, hasta que una noche sufre un grave accidente de tránsito; él lo llama “una revelación”, y así, como si se tratara de un tema borgeano, el hombre se da cuenta de su destino ineludible. Steve se separa, se muda a Florida y comienza a vivir su vida como siempre lo debería haber hecho: “voy a ser el verdadero yo”. Y ese verdadero yo se devela como un buscavidas, un estafador. “Ser gay es caro”, se justifica Steve para hacer algo que en realidad parece estar inscripto en su ADN: ser una persona real y a la vez ser muchas, tantas como ese puñado de tarjetas de crédito que posee. Claro, los fraudes de todo tipo se suelen pagar (si te agarran) en la cárcel. Allí, Steve conoce a Phillip (McGregor), un retraído rubio de ojos claros que capta su atención automáticamente. El enamoramiento entre Steve y Phillip se narra básicamente a través de un intercambio epistolar rebosante de romanticismo y ternura, pero cuando finalmente se encuentran y el relato está a un tris de la cursilería más ramplona, Phillip directamente corta el clima con un “basta de romance, cojamos”, y nuevamente eso que la película amagaba ser se transforma. Constantemente se transforma. Cambia el tono, el ritmo (que no decae nunca), el registro, el tipo de montaje, la linealidad de la narración. Todo se altera y se reformula, felizmente, aunque por momentos se tiña de tristeza. Las idas y vueltas de Steve como estafador tienen ribetes insólitos, propios de las ficciones clásicas. Pero contadas en su propio estilo anárquico, el pulso se tuerce hasta con las reacciones (in)esperadas que pueden tener sus protagonistas (como cuando Phillip se entera de que Steve le pagó a un tipo para que le pegara a otro recluso). Steve dice al comienzo una frase que argumentará a favor de toda la película: “El amor es una cosa curiosa, te hace feliz, te pone triste. Te impulsa a hacer cosas inimaginables”. I Love You Phillip Morris se hace eco de esa línea y sobre ella se carga el relato al hombro. Todo lo que Steve realiza es por amor, y porque forma parte de su identidad y de su destino. La película entonces decide homenajearlo: una leyenda nos cuenta la verdad de su condena ridícula y ejemplar, pero el final lo muestra escapando, riendo, tratando de ser libre para volver a Phillip. Un cielo diáfano nos invita a fantasear con otra historia. A disfrutar de lo inimaginable.
¿Una pareja despareja? Es realmente un lástima que el título de “Una pareja despareja” diste tanto del original “Phillip Morris, I love you”, o para entender mejor en español “Phillip Morris, te quiero”, ya que básicamente esta comedia romántica habla de eso, del amor. Muchas fueron las críticas y aún mayores los impedimentos por los que tuvo que pasar este filme para salir a cartelera. De hecho, su estreno fue censurado en varios países y pospuesto en muchos otros, a raíz de su temática gay. Sin embargo, cabe destacar que esta película no está muy alejada de las clásicas comedias románticas que estamos acostumbrados a mirar. Es más, si los papeles fueran interpretados por Jennifer Aniston y Gerard Butler la comedia cerraría exactamente igual, y las críticas caerían por otro lado. Superadas todas estas críticas, la resolución que tomaron los directores Glenn Ficarra y John Requa en el abordaje de este filme no son para nada erradas: esta es una comedia romántica entre personas del mismo sexo. De hecho, la comedia no cae en los clichés comunes y antinaturales, o en lo grotesco de los gestos, las acciones y lo sexual; esta es una comedia totalmente natural, en la cual la temática gay es apenas un detalle en el contexto de la película. Cabe destacar que existen ciertas atribuciones o juegos con lo sexual que permite robar una risa al espectador, ya que, dentro de cualquier relación, causan gracia. La trama argumental es muy sencilla. Steven Russel (Jim Carrey) es un padre de familia muy correcto, policía y cristiano. Tras un accidente automovilístico, decide revelarse de su monótona vida y aceptar su condición de gay. Cansado de ocultarse ante la sociedad, se muda a Miami y conoce a su primer novio (Rodrigo Santoro), descubriendo así los grandes lujos y los altos costos de esta vida. Es por esto que decide comenzar con una serie de estafas que lo conducirán, nada más y nada menos, que a la prisión donde conocerá a Phillip Morris (Ewan McGregor). Dentro de la cárcel se enamoran perdidamente, y al salir, Steven, le promete que hará todo lo posible para que estén siempre juntos. Al fin y al cabo, esta historia basada en hechos reales ofrece muy buenos resultados como comedia romántica, sumado a las increíbles actuaciones de Jim Carrey y Ewan McGregor que le aportan una increíble química. De hecho, “Phillip Morris ¡Te quiero!”, intenta ingresar a una sociedad que aún tiene ciertos prejuicios ante estas temáticas, desde una mirada cómica, natural y romántica. Sin dudas, esta no es “Una pareja despareja”, es una pareja como cualquier otra, una pareja que se diría “Phillip Morris ¡Te Quiero!”
Miénteme con un beso Lo primero que advierte la pantalla es: “Esto realmente pasó”. Enseguida enfatiza: “De verdad”. Ese adelanto de que lo que se verá está basado en una historia real le da a Una pareja despareja una verosimilitud insospechada, en un relato que parece inventado para ser contado por Hollywood. Pero pasó nomás. Sin embargo, nada más lejos del realismo que esta comedia dramática-carcelaria-gay. La historia: Steven Rusell (Jim Carrey) es un buen policía, está casado y tiene una hija, canta en la iglesia los domingos y lleva una vida tranquila en Texas. Con un pequeño detalle, esconde su homosexualidad. Un accidente de auto que casi lo mata lo hace recapacitar, salir del closet y decidirse a tener un pasar de gay glamoroso. Pero cuesta. Para ello, no tiene pruritos en estafar a compañías de seguros, tarjetas de crédito o bancos. En prisión, conoce al amor de su vida, Phillip Morris (Ewan McGregor) y en adelante, ya tiene un buen motivo por quien mentir, estafar y timar. Si bien la polémica del filme se basó en algunas escenas de sexo, el eje de la historia no está ahí. A pesar de su traducción como Una pareja despareja , la película es una comedia liviana como las nubes, entretenida, que a través del romance entre Steven y Phillip cuenta la increíble biografía de uno de los escapistas y estafadores más astutos de Texas. Con una estética carcelaria de cuento de Disney (prisiones de colores estridentes, trajes amarillo patito) y música de cajita feliz, es una historia de amor y desenfreno sobre cuán lejos puede llegar un mentiroso por conseguir lo que quiere/a quien quiere. Jim Carrey encuentra otra vez (como en Truman Show ) su punto entre comedia y drama (aunque por momentos cae en su habitual hipérbole gestual), y McGregor da en el tono justo y medido de su cándido señorito inglés. Más cerca de Atrápame si puedes que de Secreto en la montaña , los directores Glenn Ficarra y John Requa decidieron que, si el verdadero Rusell fue un gran fabulador, la mejor forma de recrear su historia era con otra fábula. Y si bien la narración por momentos se hace cíclica, logra una comedia coherente, que no se traiciona ni moraliza. Dos datos: el verdadero Rusell se escapó de prisión 14 veces y tiene un IQ de 163 puntos. Ah, y las polémicas escenas no son nada para escandalizarse.
Amor loco y melodrama agridulce Hoy se estrena la secuela de El Hombre de hierro, un buen entretenimiento para fans, aunque no logra deslumbrar. A pesar de invitados estrella como Scarlett Johansson y Mickey Rourke, el protagonista sostiene y se roba la película. Steven Russell parece poseído como Linda Blair en El exorcista, pero su estado no refiere al acoso constante de Satanás, sino al amor que siente por Phillip Morris (Ewan McGregor). Y en ese trance romántico, en la declarada historia de dos enamorados, es que Una pareja despareja (ay, estos horribles títulos locales) expresa sus tonos de comedia lunática, amor loco y melodrama agridulce. Es que Steven descubrió que es gay en una internación por un accidente y por eso se alejará de su esposa. Pero, falsificador de primer nivel y habilísimo para los negocios truchos en los que obtiene importantes sumas de dinero, pasará su primera temporada en prisión, donde conocerá a Phillip Morris, el amor de su vida. Y ambos entrarán y saldrán de la cárcel varias veces, sin nunca perder el interés por el dinero ajeno, pero tampoco olvidando que sólo juntos podrán ser felices. Quien suscribe estas líneas no se ubica en el bando de los fanáticos del humor de Jim Carrey desde su catarata de tics y morisquetas que lo hicieron célebre en La máscara. Prefiere al Carrey insufrible e incómodo, que obliga a la resistencia del espectador, tal como se lo veía en El insoportable (The Cable Guy) de Ben Stiller, antes que al mal imitador del gran Jerry Lewis. Pues bien, Steve es una continuación de aquel técnico de cable que invadía la privacidad de sus clientes: hiperquinético, sonriente, chanta, seductor, seguro de sus decisiones. Un punto muy a favor de Una pareja despareja es la cuota de cinismo y sabor agridulce que aportan los directores Ficarra y Requa, acostumbrados a esta tónica no políticamente correcta de acuerdo al antecedente como guionistas de Un Santa no tan santo, aquella fábula anti-infantil con un Papá Noel que despreciaba a los niños. La primera mitad tiene la velocidad de una screewball comedy pero adaptada a los nuevos tiempos por el carácter efímero del montaje. Más aun, allí el film aclara sus propósitos de no tratarse de una comedia convencional, un pasatiempo fashion, una historia como tantas. En ese trayecto, como ocurre con los buenos ejemplos del género, Una pareja despareja expone temas importantes: la falsa vida en familia, el trabajo a desgano, las máscaras que ocultan a una sociedad pacata y conservadora como la de Estados Unidos, que aún no decidió el estreno de la película. Otro punto a favor para esta particular historia de amor.
Muy lejos del tonto título en castellano El film por un lado se abre a cierta perspectiva satírica y lunática, sobre los comportamientos más conformistas de una sociedad. Y por el otro, se identifica con el melodrama, romántico e intimista, que cala en una historia personal. Engañoso título, así lo creo, es el que han adoptado lo distribuidores de nuestro país (tal como en Méjico) para el estreno de este tan esperado film, que sólo fue dado a conocer en Estados Unidos a fines de abril de este año, tras haber sorteado ciertos problemas de censura; fundamentalmente por el nombre propio del título original y en segundo lugar por la relación existente con un hecho real, ya que el personaje central del film aún cumple condena en una prisión en los Estados Unidos. Lejos de ser una comedia convencional, "Una pareja despareja" es un film que circula por dos ramales; por un lado la comedia que se abre a cierta perspectiva satírica y lunática, sobre los comportamientos más conformistas de una sociedad que, en su mayor parte, no puede tolerar cuestionamientos a sus propios funcionamientos institucionales. Y por el otro, y de manera simultánea, el film se identifica con el melodrama, romántico e intimista, que cala en la historia personal, en la biografía del personaje que asume, ma gis tral men te un sorprendente Jim Carrey. Cercano al film de Spielberg, "Atrápame si puedes", en relación con los comportamientos escurridizos del personaje que compone Leonardo DiCaprio, "I love you Phillip Morris" nos ofrece el retrato de un nombre que, a partir de una secuencia inicial en la que se van trazando sus conductas según Dios y la sociedad mandan, poco a poco, y desde cierto rechazo y accidente posterior decide asumir esa condición que nunca fue novedad en él; la que lo define e identifica como un hombre gay, aspecto que nunca desconoció pero que siempre enmascaró; lo que lo llevó a adoptar conductas de un "respetado" hombre de familia, practicante de los preceptos religiosos, voz de un coro en la iglesia de su vecindad, servicial policía en pos de la restauración de un casi inmutable orden providencial. Ya desde el inicio, este film de caracteres nos va presentando a un hombre que debió, por decisión propia, por temores, por mandatos, por miedo, a ser rechazado una vez más, adoptar numerosas máscaras, en la que sonreír siempre era su más atenta consigna. Todo ello en el film está narrado desde una situación Terminal por una voz en off, que nos trae, en cierta medida, a la del propio Steven Russell, de la vida real, a partir del libro publicado por un periodista de Texas, el estado que identificó al gobierno de Bush, por su fuerte y dominante presencia conservadora, por sus discursos a favor de la pena de muerte y de sus ataques discriminatorios dirigidos hacia la comunidad homosexual. Pero no son estas las únicas máscaras que el personaje construye para sí. A partir de un hecho, puntual hecho que pone en crisis y derriba sus falsos diques, nuestro personaje decide romper, un día, ese día, todo aquello que lo ubicaba, falsamente en un convencional concepto de amor. A partir de aquí, y de acciones posteriores que lo llevarán a situaciones que rompen con el marco de la ley, será progresivamente, abogado, contador, empresario, y en algunos momentos presidiario. Pareciera ser que en esta suerte de transformismo giratorio, una rueda imparable, desata una serie de reacciones en cadena, mediando, ahora sí de manera pausada, lo que será el encuentro con su verdadero y declarado amor. Todo ello empujado por el amor, ese amor que aún espera cristalizarse, ese amor que se despierta en un flechazo, estando él en prisión. En Italia, el film que mereció elogiosas críticas se dio a conocer con el nombre de "Colpo di fulmine", algo así, y en este contexto, como flechazo. Lamentablemente, en este país el personaje de Ewan McGregor sólo figura en un segundo plano en el afiche y en el de Estados Unidos directamente está ausente. Film que puede definirse como una comedia dramática sentimental, "I love you Phillip Morris" nos presenta a un Ewan McGregor que se diferencia de los otros compañeros de la prisión. Tímido, reservado, volcado a la lectura su personaje del ahora bienvenido Phillip Morris pasará a ser el único motivo auténtico en la vida de Steven R. Quien en su permanente estar agradecido, llevará a que mediante conductas camaleónicas le alcance, pese a los riesgos, y el borrar ciertas fronteras, legales, tocar el cielo con las manos. Doloroso tránsito es el que debe asumir Steven R. Ante cada nuevo acto de escapismo y de fraude, de encarcelamiento y juicio posterior, deberá echar mano a otro ardid, de otra estrategia. Su vida es una permanente fuga, pero que lleva, siempre, a los brazos de su amado. Con él intercambió cartas, bailó en el interior de la celda, compartió silencios y risas. Admirable, ahora, el encuentro de ambos y momentos posteriores en un espacio tironeado por múltiples intereses ajenos y marcados por un permanente estar fuera de la ley. Jim Carrey despliega aquí el conjunto de todos sus movimientos extendidos hacia los cuatro puntos cardinales. Con su personaje que se ubica cerca de los dibujos animados, que saluda a tantos perfiles creados por el propio Jerry Lewis, quien, por otra parte, lo celebró en más de una oportunidad, y su densidad dramática que habla de su ilimitada capacidad compositiva (en otro orden, uno puede pensar en Peter Sellers, siempre amado) vivirá junto a ese tal compañero de prisión Phillip Morris una única oportunidad de sentirse reconocido por lo que siempre fue y ahora ha aceptado. Melan cólico, hiperactivo, de reacciones a veces violentas, su personaje de Steven Russell es toda una lección actoral, que transita desde la carcajada hasta la humillación, de sentirse plenamente vivo y heroico hasta orillar el límite de la desesperación y la muerte. La voz en off del personaje de Steven R. nos va llegando cada vez más profunda. Matizada con notas humorísticas, su tono y volumen va registrando el ritmo de las acciones. Como asimismo el palpitar de su propio corazón, que se acelera y al mismo tiempo se suspende cuando ve por primera vez, lo descubre, a quien será el amor de su vida, un tal Phillip Morris.
La liberación de Steve. Es la tragicómica vida de un impostor nato. Alguien que, acostumbrado desde chico a sobrevivir con la mentira de su familia biológica y el ocultamiento de su homosexualidad, convierte el engaño en un modo de vida. Así, Steve (Carrey) se hace policía en su ciudad natal, se casa con una buena chica, tiene una hija y lleva una vida social plena. Todo hasta que descubre quién es su madre biológica. Aquí empieza la verdadera liberación de Steve. Su oficio de embaucador lo ayudará a tener la vida soñada, es decir, de ensueño gay. Carrey, que demostró más de una vez (“El mundo de Andy”, “El show de Truman”) que cuando tiene en manos un buen guión es mucho más que un tonto con una endemoniada flexibilidad facial, está excelente en “I Love You Phillip Morris”, que en aquí lleva el horrible título de “Una pareja despareja”.
En los créditos de inicio se advierte que lo que vamos a ver es una historia que realmente sucedió, y a continuación, otro cartel enfatiza que “realmente sucedió”. Basada en hechos tan asombrosos como humanos, expuestos en la novela del periodista Steve McVicker, esta adaptación a guión cinematográfico por los también directores John Requa y Glenn Ficarra resulta, cuanto menos, atractiva. Jim Carrey es Steven Russell, un padre de familia que vive su despertar gay después de sufrir un accidente de auto, convirtiéndose de golpe en estafador profesional, atrapado y encarcelado. Ewan McGregor es el Phillip del título original (“I love you Phillip Morris”), un recluso al que conoce allí y con quien iniciará una relación amorosa. Sin soportar estar separados, los enamorados harán lo imposible para ser libres y vivir su amor. Con esta propuesta algo tragicómica, reaparece Carrey en las pantallas, y esta vez con un rol con muchos tics de los que ya le conocemos, pero en el cuerpo de un personaje en el que nunca se lo había visto. Uno de los grandes aciertos del filme son las actuaciones; resulta creíble la relación homosexual encarnada por ambos actores, mucho más en los momentos dramáticos en los que se manifiestan sus sentimientos de amor. Otro de los puntos a favor es, como en muchas películas, estar basada en hechos reales, dándole un ingrediente extra a lo increíble de las situaciones. Ni siquiera ha sido estrenada en salas en Estados Unidos, dada la ridícula polémica en la que se vio envuelta por resultar tan “explícita” en su contenido homosexual. Da risa y ganas de llorar al mismo tiempo… Como en esta película…
Comedia atípica para Jim Carey. Sigue la agitada peripecia de Steven Russell en procura de su identidad. A los 9 años, sus padres le confiesan que es adoptado, que su verdadera madre se los entregó por unos pocos dólares. Ya mayorcito, llega como agente de policía a la casa de su mamá, y esta le mete un portazo en plena cara. Casado y con un hijo, luego de un brutal accidente automovilístico, al salir del coma, decide asumir abiertamente su homosexualidad. Se lo plantea a Debbie, su esposa, y lo echan de casa. Pierde el empleo y anda a los tumbos hasta que se convierte en estafador con diversas identidades. Así, hasta que va a parar a la cárcel y conoce a Phillip Morris, el amor de su vida. Por él, falseará enfermedades que no tiene y cambiará de oficio de manera febril. Demasiados episodios para una sola película, pero el tema atrae y suena bastante provocativo, aunque se vaya por las ramas. Jim Carrey modera sus habituales morisquetas y se empeña a fondo en un trabajo de riesgo.
Romance gay con el sello de Jim Carrey Steven Russell (Jim Carrey) es un estafador que se hace pasar por abogado. En apariencia, un buen padre de familia, termina finalmente en prisión cuando es descubierto en una de sus múltiples estafas, donde se enamora de su compañero de celda, Phillip Morris (Ewan McGregor) mientras cumple su condena. Cuando Morris sea liberado, Russell se convertirá en un especialista de las fugas con tal de reencontrase con él y lo volverá a involucrar en sus asuntos. Con una presentación interesante con el personaje principal contándonos la historia desde la cama de un hospital, como si fuese un largo flashback, dan ganas de irse enterando cómo es que llego hasta allí gracias a la dinámica forma del relato y los soprendentes virajes que va dando la trama. Pero la propuesta inicial no termina de definirse entre la comedia, la película basada en hechos reales o una irónica mirada al mundo de las apariencias, mientras que avanza en una trama que se repite en una constante de encuentros, fugas y desencuentros. "Una pareja despareja" (evidentemente la distribución optó por tratar de generar desde el título una empatía con el tono de comedia, aunque evitar por cierto el tono más abiertamente jugado de "I love you Phillip Morris") tuvo problemas de distribución en Estados Unidos donde aún no se ha podido estrenar- planean su estreno para diciembre de este año- a pesar de que se presentó hace ya dos años en Sundance. Justamente el planteo de un amor homosexual con escenas que no dan lugar a medias tintas, evidentemente sigue molestando al público americano que sigue teniendo una pacatería a toda prueba. Los verdaderos problemas de la película no están ahí por cierto: el talón de Aquiles es el guión que no llega a definirse ni permitirnos profundizar en la historia y los vínculos de los personajes. Jim Carrey, quien -como otro punto en contra- da rienda suelta nuevamente a su show de morisquetas molestas de las que no puede despegarse como había logrado hacer en "Truman Show" y "Man in the moon" nos confunde más aún con un registro completamente de comedia delirante cuando en realidad lo que se quiere contar, o lo que se pretende contar, pasa por otro carril. El que gana con un papel diferente al que lo vemos frecuentemente, es Ewan Mc. Gregor quien logra sostener una actuación interesante en medio de la catarata de gestualidad de su compañero y sale completamente airoso y creíble en su composición. Es entendible que la pseudo-polémica que fue despertando la película en su recorrido comercial, haya rendido sus frutos como campaña publicitaria para que algún que otro curioso, se asome a esta comedia sin demasiado vuelo, ya que de otra forma, sin polémicas de por medio, hubiese interesado aún menos al común denominador del público. De todos modos, una interesante actuación de Mc. Gregor (a quien pronto veremos en la brillante "Begginers" acompañando a Christopher Plummer) y los flashbacks donde el protagonista cuenta algunos fragmentos de su historia personal (sobre todo, en los momentos en que cuenta su niñez) son los puntos fuertes de esta comedia. El resto del film transcurre sin grandes sobresaltos y como toda pelicula basada en hechos reales que se precie de tal, en el final nos irán contando en qué terminó la historia de cada uno de ellos mediante algunas lineas sobreimpresas a las imágenes finales del film. A esta altura, la explicación de lo ocurrido, es más una manera de cierre de una película que de satisfacer un interés concreto para el espectador de qué fue de la vida de cada uno de ellos.
Steven Russell (Jim Carrey) lleva una vida promedio, está felizmente casado con Debbie (Leslie Mann) y es miembro de la fuerza policíaca local. Todo esto hasta que sufre un severo accidente automovilístico que lo lleva a una epifanía suprema: reconocer ante el mundo que es gay. Cambiando sus costumbres por un estilo de vida extravagante, Steven opta por realizar engaños y fraudes para llegar a fin de mes… hasta que es enviado a la cárcel y conoce al amor de su vida: Phillip Morris (Ewan McGregor). Su devoción por liberarlo y construir una familia junto a él lo llevará a cometer una serie increíble de farsas. Basada en un hecho real, esta flojísima producción del francés Luc Besson (quien no estuvo a cargo ni del guión ni de la dirección) tiene a Carrey como una parodia de sí mismo. Repite tics, muecas y exabruptos de sus peores películas. Ni siquiera la dupla que conforma con McGregor (¡qué hace Ewan acá!) es digna de destacar. Con graves problemas de incongruencias temporales en el relato, la pequeñez de sus realizadores se resume en el hecho de considerar la muerte por sida como el único factor dramático posible en una historia homosexual. El elenco se completa con el inexpresivo trabajo del brasileño Rodrigo Santoro y la forzada veta cómica de la mencionada Mann.
Una típica comedia americana El amour fou (amor loco) ha sido una constante temática de la comedia desde los inicios del séptimo arte: para citar un ejemplo conocido, basta pensar en casi cualquier película de Charles Chaplin para comprobarlo, como también la natural asociación que suele establecer con la incorrección política, con la transgresión de las normas simbólicas que regulan la vida de una sociedad en un tiempo histórico específico. Resulta curioso, sin embargo, que a tantos años vista en Estados Unidos se siga censurando al cine, que por cierto es una de sus industrias más importantes (a la altura de la militar): I Love You Phillip Morris (vale la pena obviar el impresentable título local) sigue sin estrenarse en el país del norte a un año y medio de presentarse en Cannes, aunque ya llegó a nuestros cines. ¿Qué es lo fulminantemente trasgresor de esta película? ¿Acaso su temática explícitamente gay? ¿Pero la Academia no había premiado ya a Secreto en la montaña? Vale citar aquí al crítico Luciano Monteagudo (Página 12), quien sugiere que la molestia no viene sólo por el lado de la temática homosexual, sino también por la incomodidad que genera su protagonista, Steven Russell, un famoso estafador que no sólo existe en la vida real, sino que nunca se arrepintió de sus crímenes. Acaso pueda decirse también que hay algo profundamente norteamericano en I Love You…, un tono que curiosamente potencia su carácter revulsivo: el filme es a la vez la puesta en escena del “american dream” y su misma refutación, una secreta (y tímida) exploración de su costado oscuro, de su hipocresía congénita. Y Steven Russell se convierte, entonces, en un personaje emblemático para la cultura norteamericana: el homo capitalista en estado puro, aunque transfigurado en amante incondicional (tanto de Phillip Morris como del dinero). La primera ruptura que propone el filme ocurre a los diez minutos. Luego de un montaje introductorio donde se narra un trauma infantil (la revelación de ser adoptado y haber sido vendido por su madre biológica, que funciona como una innecesaria explicación psicológica de lo que vendrá), y se muestra la supuesta vida ejemplar que alcanzó Russell (un Jim Carrey apenas contenido) como un policía felizmente casado con la hija de su jefe y con una pequeña niña, la propia voz en off del protagonista revelará la verdad, que es homosexual. Un accidente automovilístico lo convencerá de vivir abiertamente su vida, y nuestro protagonista se mudará a Miami, el paraíso del género en los años `80, donde pronto descubrirá que para vivir el sueño americano necesita de algo más que sinceridad: hace falta, sobre todo, dinero, mucho dinero (he aquí el segundo quiebre que propone el filme). Para conseguirlo, Russell comenzará a utilizar sus tendencias mitómanas, y se convertirá en un estafador de poca monta, con tarjetas de créditos y seguros contra accidentes, hasta que eventualmente termine en prisión. Allí conocerá al amor de su vida, Phillip Morris (un Ewan McGregor más sólido que Carrey), un tímido joven que parece su exacto reverso, pero de quien no podrá separarse más. Y ya en libertad, conseguirá liberar a su compañero, para vivir al fin el sueño que tanto anhelaba…, aunque para ello deberá convertirse en un embaucador ya de alto nivel, haciéndose pasar por abogado o consultor financiero de grandes empresas, hasta que vuelva a caer en prisión. Claro que Russell fue también un escapista magistral, y el filme se convertirá así en un típico tour de force con las aventuras de Russell, acercándose a Atrápame si puedes (2002), de Steven Spielberg. Formalmente convencional, el principal logro de I Love You… reside en su capacidad para problematizar la visión ingenua y manipuladora que suele existir sobre el american dream, llegando incluso a cuestionar el mundo de las corporaciones e insinuando sus oscuras formas de poder (por algo Russell terminó con 140 años de prisión, en condiciones terribles, sin haber cometido ningún crimen violento). Pero hay que decir también que Glenn Ficarra y John Requa (los directores debutantes, también guionistas de Un Santa no tan santo), no logran llevar a las últimas consecuencias todo lo que prometen, y que el filme termina siendo una comedia negra despareja, a veces contradictoria, que no aborda con igual calidad todos los géneros que mezcla y que tampoco resulta tan transgresora como parece, a no ser que se considere que mostrar unos besitos entre Carrey y McGregor, o insinuar alguna fellatio, sea algo verdaderamente revolucionario. Por Martín Ipa