Guerras intempestivas. En un futuro desolador, una guerra atroz entre humanos y mutantes ha llevado a estos últimos al borde de la extinción debido a la labor de los centinelas, unos robots genéticamente modificados cuya misión es cazarlos y asesinarlos. Esta situación es el punto de partida para X-Men: Días del Futuro Pasado, una nueva película sobre la saga de los mutantes que reúne a los personajes sobrevivientes de la primera trilogía iniciada en el año 2000 y a los de la primera generación que comenzó en el 2011. En esta oportunidad, Magneto (Ian McKellen) y Charles Xavier (Patrick Stewart) se han unido para buscar a Kitty Pryde (Ellen Page), una mutante que puede transportar la conciencia de las personas hacía el pasado. La idea de los mutantes es llevar a Wolverine (Hugh Jackman) a los años setenta e impedir que Mystique (Jennifer Lawrence) asesine en 1973, durante la conferencia de paz por la finalización del conflicto bélico de Vietnam en París, a Bolivar Trask (Peter Dinklage), un empresario y científico de la industria armamentista norteamericana que ha centrado sus investigaciones en los poderes y la estructura genética de los mutantes con el fin de neutralizarlos. La misión de Wolverine es ardua ya que debe convencer a Xavier (James McAvoy) y Erik Lehnsherr/ Magneto (Michael Fassbender) de unirse nuevamente a pesar de sus diferencias para impedir conjuntamente que Raven/ Mystique realice su primer asesinato, el cual conducirá a la aprobación del proyecto de los centinelas y a su captura. Este acontecimiento será el detonante de la guerra e impedirlo es la única posibilidad de supervivencia para los hostigados mutantes. Con extraordinarios efectos especiales, un guión muy ágil pero por momentos poco ingenioso y un elenco envidiable para cualquier producción, el film propone nuevamente la posibilidad de los seres humanos (y mutantes) de cambiar, poniendo el énfasis en el libre albedrio basado en la educación, la construcción de una identidad y la guía psíquica sobre las causas y consecuencias de las acciones personales. X-Men: Días del Futuro Pasado postura la necesidad de luchar por los proyectos personales y no dejarse vencer por la adversidad para conquistar la libertad individual y construir una identidad soberana. La última película de Bryan Singer continúa con la misma visión de sus antecesoras planteando un nuevo comienzo que sirva para reflexionar sobre la importancia de las acciones individuales y el precio de enfrentar a los demonios personales. Las guerras intempestivas características de este tipo de films fantásticos, cuya atracción es la misma idea repetida al infinito, nunca terminan y recrean la amenaza del ocaso, la destrucción y la salvación en un eterno retorno que no se condice con el imaginario lineal que los protagonistas postulan en su discurso. El devenir de lo fantástico todavía tiene mucho potencial, solo necesita desembarazarse de la industria cultural y sus vetustos y conservadores valores.
Mutar a un mejor cine. La compleja historia de los X-Men es una de las más interesantes del universo Marvel y del comic en sí, aunque nunca había sido llevada al cine con el carisma y la complejidad que ésta necesitaba, hasta ahora. Bryan Singer ya había dirigido X-Men y X-Men 2 que, aunque eran películas bien logradas, no llegaban a alcanzar ese nivel de profundidad que caracterizaba al relato original, y menos aún las siguientes La Batalla Final, de Brett Ratner, y Primera Clase, de Matthew Vaughn. Pero todos esos matices que -en parte - faltaban en las anteriores empiezan a reflejarse en X-Men: Días del Futuro Pasado, en un más que destacado retorno de Singer, no sólo a la saga sino al cine en general, ya que el director de la genial Los Sospechosos de Siempre venía de realizar la vergonzosa Jack, el Caza Gigantes. A diferencia de las anteriores, esta nueva obra logra plasmar en la pantalla -como no lo había hecho ninguna de las anteriores- un relato atrapante sobre los X-Men. Quizás con el aliciente de haber tomado una de las historias más ricas que es la de la aparición de los Centinelas, Singer maneja una narración impecable a través de un gran uso del montaje para mantener las acciones entre un presente apocalíptico y un pasado que se intenta revertir para que el futuro sea diferente.
Pluscuamperfecto X-Men: Días del futuro pasado (X-Men: Days of Future Past, 2014) se juega a unificar y continuar las dos ramas narrativas de la saga X-Men en lo que resulta ser un gran final. Por un lado sigue las andanzas de Wolverine (Hugh Jackman) y el elenco original de X-Men (2000) y sus secuelas. Por otro lado retoma las versiones jóvenes de X-Men: Primera Generación (X-Men: First Class, 2011), interpretados por James McAvoy, Michael Fassbender y Jennifer Lawrence. La premisa: estamos en el año 2053. Todos los mutantes han sido cazados por robots asesinos. ¿Todos? ¡No! Una banda de irreductibles mutantes resiste todavía y siempre al invasor. La resistencia sobrevive gracias a los poderes de Shadowcat (Ellen Page), que le permiten crear un bucle ontológico a lo Hechizo del tiempo(Groundhog Day, 1993) cada vez que los derrotan. Shadowcat era la chica que podía atravesar paredes en las otras películas, no se explica por qué ahora es ama y señora del tiempo. Los X-Men restantes deciden enviar a Wolverine al pasado para detener el asesinato político que desencadenaría 50 años luego el holocausto mutante. Así que Wolverine despierta en 1973 (lo primero que ve es una lámpara de lava, obviamente). Su objetivo es reconciliar a los jóvenes Profesor X (James McAvoy) y Magneto (Michael Fassbender) para que detengan a Mystique (Jennifer Lawrence) de asesinar a Bolivar Trask (Peter Dinklage), el creador de los robots asesinos cuya muerte propulsaría su producción en masa en vez de cancelarla. Necesita la telepatía de Xavier para localizar a Mystique, y la presencia combinada de su archienemigo Magneto para disuadir a la asesina. El problema es que Xavier se ha vuelto adicto a una droga que le permite caminar pero a cambio suprime sus poderes, con lo que localizar a Mystique resulta imposible, mientras que Magneto se haya prisionero en el Pentágono. Detrás de estos tecnicismos acecha un triángulo de emociones conflictivas: Xavier se ha convertido en un ermitaño rencoroso hacia el amigo y la hermana que le abandonaron, Magneto ha traicionado a su amante en pos de su eterna guerra contra la humanidad y Mystique vive oprimida entre la fiebre controladora de uno y la inhumana manipulación del otro. Todo esto bordea lo melodramático pero los actores le dan cierta solemnidad redentora a sus papeles. McAvoy en particular se destaca como el más complejo de todos. Es el verdadero protagonista de la película, y comparte una escena muy buena con su futuro yo (Patrick Stewart). A estos conflictos internos y externos se suma la alegoría social que ya todos conocemos acerca de la lucha por los derechos civiles, ya sea por la fuerza o la diplomacia. Ambigüedad que suele perderse al dividir a los mutantes entre “los buenos y los malos”, pero que aquí se sostiene mejor que en otras películas hasta cierto punto. La eterna lucha de los X-Men es tan atractiva porque son superhéroes que primero y principalmente luchan por su propia supervivencia. Cuando luchan por el mundo no lo hacen para preservar un orden falaz, sino para poder cambiarlo y modelarlo a imagen de un ideal que nunca llega del todo pero amerita pelear otro día. Probablemente son los superhéroes más auténticamente revolucionarios que tiene Hollywood. Ninguna película sobre los X-Men podría llegar a ser considerada “la película de X-Men por antonomasia”. Suelen tener sobrepeso de personajes que no reciben la atención que se merecen ni terminan de involucrarse del todo en la trama, y las historias tienden a arrancar en lugares más interesantes de los que llegan. X-Men: Días del futuro pasado repite un poco de todo esto, y a eso suma un contexto histórico risible y unas cuantas incoherencias entorno a su premisa. Pero Bryan Singer logra dirigir hábilmente a dos enormes elencos confinados en dos espacios temporales simultáneos sin jamás desenfocar el conflicto humano ni perder la intensidad de la trama. La saga da un paso para atrás y dos para adelante con esta película.
Un futuro apocalíptico inicia la acción de esta nueva entrega de los superhéroes dirigida por Bryan Singer, un realizador que enhebra las dos primeras películas y pasa directamente al enfrentamiento sin rodeos ni explicaciones innecesarias. X-Men: Días del futuro pasado, secuela de Primera Generación y de X-Men: La batalla final muestra a los personajes conocidos por los fans de la saga uniendo fuerzas frente a Trask Industries (con Peter Dinklage, de la serie Juego de Tronos a la cabeza), creadora de los “Centinelas”, las máquinas que gobiernan el futuro. El film juega con los viajes en el tiempo, ya que Wolverine (Hugh Jackman) es enviado a la década del 70 (con buena reconstrucción y detalles de época) para impedir la masacre que se avecina. En la trama también cobran protagonismo Mística (Jennifer Lawrence), Nicholas Hoult (Hank /La Bestia) y Ellen Page (Kitty) junto a Magneto adulto y joven (Ian McKeller y Michael Fassbender), Charles Xavier adulto y joven (Patrick Stewart y James McAvoy). Todos enfrentados consigo mismos. Con buenos recursos técnicos, la mano segura de Singer para mostrar un universo que conoce a la perfección y todo un entramado que dejará contentos a los seguidores en medio de una historia que presagia el asesinato de un senador, este nuevo eslabón esconde una escena final después de los créditos.
Centinelas del buen cine La nueva entrega de la saga de los mutantes en manos del director Bryan Singer tal vez sea la más perfecta de todas las realizadas a la fecha y la que más se adecua al espíritu e ideología imperante en los comics en los que se basa. Con cincuenta años de antigüedad, el universo de los X Men desde sus inicios siempre tuvo un fuerte componente ideológico y debate ético sobre la postura de las minorías y su inserción en la moderna sociedad de consumo. Surgidos en los años sesenta de la mano de Stan Lee y Jack Kirby, los mutantes siempre fueron la excusa perfecta para cuestionar el trato que la sociedad les da a aquellos seres que son diferentes. Los dos principales pilares de discusión eterna se ven encarnados en el Profesor Xavier y Magneto. El primero de ellos encarna la idea de inserción social de los mutantes, la concordia y el deseo de pacífica convivencia entre las partes. Por otro lado, Magneto representa la militancia combativa basada en la férrea convicción de la superioridad de los mutantes sobre el homo sapiens y en el exterminio sistemático del diferente por parte de los humanos. Este enfrentamiento ético es una de las aristas más interesantes de la saga que claramente nació como un reflejo de la agitada década del sesenta y la constante relación de fuerzas entre la sociedad norteamericana y las diversas etnias que la componían. X Men Days of the Future Past retoma ese tópico y lo coloca en el centro de la narración haciendo de la dialéctica entre Xavier y Magneto un verdadero espectáculo que sobrepasa ampliamente a la acción física y dota a los personajes de una riqueza increíble. El cuidado guión a cargo de Simon Kimberg nos permite tener un primer acercamiento a un futuro distópico donde los mutantes son perseguidos de forma cruel y sistemática, siendo el único remedio posible para evitar esta realidad la modificación de ciertos hechos del pasado. Para realizar esta arriesgada misión, Wolverine es elegido como el encargado de modificar el curso de los destinos mutantes. Y es en este ámbito en el que el relato se maneja, gracias a la dirección de Singer, con una magnifica soltura que es lograda a través de un excelente montaje alterno en las dos líneas temporales. Otro elemento interesante de esta entrega es la interrelación entre importantes hechos de la historia mundial reciente y la intervención de los mutantes en ella (extremo que ya se había anticipado desde distintos videos virales que se fueron presentando en las distintas redes sociales) que nos brinda un interesante ingrediente lúdico histórico Nuevos personajes se suman en esta entrega como es el caso de Bolivar Trask, la mente detrás de las industrias Traks, quien será el encargado de convertirse en el elemento desencadenante del violento futuro de persecución a los mutantes. Brian Singer se despoja de la mirada binaria que divide a villanos de héroes brindándonos personajes llenos de matices, donde nadie es totalmente bueno o totalmente malvado y todos de una forma u otra son emergentes de cierto aspecto de la sociedad de la que son parte. El director nos brinda un film plagado de escenas de acción, sin desatender por ello los planteamientos morales y éticos tan característicos de la saga. Los toques de humor son dosificados de forma tal que si bien son efectivos no restan seriedad y sustancia al resto del relato. En cuanto a las actuaciones claramente brillan James McAvoy, Michael Fassbender, Ian McKellen, Patrick Stewart, Peter Dinklage Hugh Jackman y Jennifer Lawrence. Con la grata sorpresa de la inclusión de Evan Peters como un convincente Quicksilver. Days of the Future Past es entretenimiento en estado puro, pero también es un ámbito de reflexión en el cual cuestionarnos los limites de la manipulación genética, la tolerancia a las minorías y las diversas formas de defensa de los derechos colectivos. Como las criaturas ideadas por Stan Lee y Kirby, el director parece tomar la forma que sea necesaria para dotar de intensidad al relato sin perder ritmo e intensidad, brindandonos una de las mejores películas de la factoría de Marvel de los últimos años.
Los mutantes sean unidos... A la salida de la función de prensa de X-Men: Días del futuro pasado, hablamos con un colega acerca del nivel mayoritariamente pobre de los tanques cosecha 2014. Ambos coincidimos, primero, en que establecer el año pasado como parámetro de comparación no era una decisión acertada, ya que el agrupamiento temporal de joyas como Monsters University o Titanes del Pacífico fue una feliz excepción. La conclusión conjunta fue que, sin ser una película notable ni mucho menos, el regreso de Bryan Singer a la saga –había dirigido las dos primeras, a comienzos de la década pasada- es de lo mejorcito visto este año. La historia enlaza la trilogía iniciada en 2000 con el par de films sobre la "nueva generación" realizados desde 2011. Ambientada en un futuro, la guerra entre mutantes y humanos es una amenaza concreta para los primeros, quienes para salvarse no les queda otra opción que tratar de remendar los errores del pasado. Y para esto, nada mejor que ir directo a las fuentes: esto es, viajar al comienzo del fin (los '70, justo en el crepúsculo de la guerra de Vietnam) para evitar el asesinato de un empresario / científico armamentístico (Peter Dinklage, el enano de Game of Thrones), cuyo desarrollo en ciernes está vinculado con unos robots capaces de detectar y aniquilar a los mutantes. Para eso, la troupe encabezada por Charles Xavier tendrá la ayuda de una mutante (Ellen Page) capaz de transportar a las personas al pasado a través de su conciencia. ¿Alguien dijo El origen? Sí, el germen de Nolan campea en la idea basal, pero X-Men jamás ensaya una explicación metafísica del fenómeno, sino que simplemente se lo apropia para explotarlo narrativamente, naturalizándolo como parte del universo fantástico. El elegido para viajar no es otro que Wolverine (Hugh Jackman). Una vez en los '70, y pasados los chistes de rigor sobre el choque cultural, el hombre con las garras deberá encontrar a Mystique (Jennifer Lawrence) para revertir la historia. El film de Singer oscila entre una vertiente humorística nunca del todo explotada y las escenas de acción habituales en este tipo de producciones, aunque pierde algunos puntos cuando los dilemas temporales generen un tono grave y ampuloso, como si no cupiera la posibilidad de una reflexión forzada. Así, asentada sobre esos pilares, X-Men: Días del futuro pasado es un producto correcto, que entretiene y cautiva gracias al magnetismo de sus actores (Dinklage nació para ser cínico y sobrador en pantalla), y que conecta ambas sagas con armonía. No será mucho, pero para este 2014 flaquito puede ser suficiente.
Días del futuro pasado es una de las historias más populares que surgieron en los cómics de los X-Men. Una trama publicada originalmente en 1981 que se desarrolló en apenas dos números (el 141 y 142 de Uncanny X-Men), donde los artistas Chris Claremont, John Byrne y Terry Austin sorprendieron a los lectores con un conflicto que transcurría en un futuro alternativo distópico. Marvel ya había adaptado varias veces este relato en sus producciones dentro de la animación. Primero en la excelente serie de los X-Men de 1994, luego en Wolverine y los X-men (2009) y más recientemente, con un enfoque infantil orientado a los niños, en El escuadrón de Superhéroes. En el caso de esta nueva película los productores tomaron la esencia del conflicto del cómic y la trasladaron al universo de ficción cinematográfico. Nos encontramos ante un glorioso regreso del director Bryan Singer, quien vuelve a presentar un trabajo al nivel de lo que fueron sus películas anteriores con estos personajes. Junto con X-Men 2 me parece que este estreno es el mejor film de los mutantes hasta la fecha. Días del futuro pasado contiene todos los elementos que generaron que las primeras películas fueran tan elogiadas. Es decir, un guión con una trama interesante y la magnífica narración de Singer, quien presenta un film de más dos horas donde logra capturar la atención del espectador desde la escena inicial. James McAvoy , Michael Fassbender, Hugh Jackman y Jennifer Lawrence son los actores que llevan adelante la historia y en consecuencia, quienes más logran destacarse dentro del reparto. Entre las novedades que presenta esta producción sobresale la aparición de Quicksilver (el hijo de Magneto en los cómics), quien es protagonista de una escena de antología en esta saga. Se trata de una secuencia de acción donde el mutante hace uso de sus poderes y que Bryan Singer la convirtió en una obra de pura belleza cinematográfica. La musicalización y la ejecución general de la escena es simplemente brillante. Puedo imaginarme a los espectadores hablando del gran momento de Quicksilver a la salida del cine. Un personaje que uno hubiera deseado que tuviera más participación, ya que el trabajo del actor Evan Peters (American Horror Story) también es muy bueno. Por otra parte, esta producción de Singer consiguió el equilibrio perfecto entre el suspenso que ofrece este clásico argumento de los cómics y las numerosas escenas de acción, que llegan a ser impactantes desde los aspectos visuales. Tenemos una nueva película de los X-Men realizada por el director que revivió las historias de superhéroes en Hollywood. Era una apuesta segura que no podía decepcionar y dentro de este género la verdad que es una gran película. El Dato Loco: Para los espectadores comiqueros principalmente. En una escena del film aparece Len Wein, el creador de Wolverine, en un loco cameo como Congresista de Washington.
El inesperado tropiezo de una saga diferente Tropiezan los X-Men. Un poco de historia: tras las dos primeras entregas, dirigidas y supervisadas muy de cerca por el nada tonto Bryan Singer (realizador de la recordada Los sospechosos de siempre), la tercera X-Men cayó en manos del amanuense Brett Ratner, que se las ingenió para convertir esta saga distinta en una de superhéroes del montón. En vista de ello y en su carácter de productor y autor de la idea original, Singer tuvo el buen tino de convocar al británico Matthew Vaughn para la siguiente. Guionista y director de Kick-Ass, Vaughn imprimió a la cuarta X-Men (2011) una desfachatez pop que la roció de aire fresco. Lástima que no lo dejaron seguir: ahora Bryan Singer se limitó a contratarlo para colaborar en la escritura de la historia de base de la quinta entrega (ni siquiera el guión), retomando él el comando del asunto. Contra todos los pronósticos, X-Men: Días de futuro pasado está más cerca de la de Brett Ratner que la de Matthew Vaughn. La rueda vuelve a girar alrededor de ambos líderes: el estratégico Xavier (Patrick Stewart) y Magneto (Ian McKellen), partidario de la “línea dura” en la lucha de los mutantes por ganarse un lugar en el mundo. Vuelve a haber, como en la anterior, un viaje en el tiempo. En X-Men: Primera generación, la que viajaba era la narración, que recorría la historia de ambos, desde la infancia hasta el momento mismo en que peleaban para siempre. ¿Para siempre? Ante la amenaza misma de extinción y cercados en un futuro próximo por unos robots asesinos llamados Centinelas, en Días de futuro pasado los veteranos shakespereanos se alían para enviar a Wolverine (Hugh Jackman) al pasado, gracias a los poderes de una joven discípula (Ellen Page), que mediante la aplicación de manos puede hacer viajar a donde (o cuando) sea el espíritu de quien se le ponga delante. El año elegido para depositar el espíritu de Wolverine es 1973, cuando la guerra de Vietnam está a punto de desbarrancar definitivamente para el imperio. El lobizón deberá impedir que Mystique (Jennifer Stewart) ejecute al creador de los Centinelas. Que es el primer enano fascista literal de la Historia. Como que lo encarna el pequeño Peter Dinklage, conocido sobre todo por su papel de Tyrion Lannister en Game of Thrones. Buenísimo el nombre del tipo acá: Dr. Bolívar Trask (¡!). Wolverine tiene que contactar a los jóvenes Xavier (James McAvoy) y Magneto (Michael Fassbender) y convencerlos de que deben unirse. Lo cual, se supone, no ha de ser fácil. Dejando de lado lo que hace interesantes a los X-Men (su condición de “distintos”, de segregados, de discriminados), Días de futuro pasado recurre a las mismas armas que cualquier tanque hollywoodense: espectacularidad (Magneto suspendido en el aire, con ese casco de cuero medio retro, conduciendo un ejército de Centinelas voladores), efectos especiales a la manera de fuegos artificiales, retorcimientos de la trama, despliegue de subtramas que da una falsa sensación de complejidad a lo que es una mera máquina encendida. Eso, para no hablar de la aparición del peor Nixon de la historia del cine: un tipo que se le quiere parecer y no puede.
Tensiones (pasadas, presentes, futuras) Desde hace un rato que está bastante claro: hay ciertos temas vinculados al mundo de los superhéroes que ya no pueden sostenerse por sí mismos. El Hombre Araña no puede seguir hablando sólo sobre cómo un gran poder implica una gran responsabilidad, ya todos sabemos que Superman es una metáfora gigantesca sobre Dios, se ha explorado hasta el hartazgo la noción de justicia por mano propia en Batman y (obvio) está claro para todos que la historia de los X-Men es la alusión por excelencia al racismo, la xenofobia y otras formas de discriminación que nacen del miedo al otro. Esto no significa que esos tópicos se agoten, porque son universales, sino que deben ser repensados, buscando nuevas formas de representación en función del cine actual. Con X-Men: Primera Generación, la saga mutante cinematográfica comenzó a hacerse cargo de esta necesidad de reelaboración, encontrando una nueva punta de análisis a partir del contacto con la Historia. Bah, la Historia de Estados Unidos, que según la visión estadounidense se termina posicionando como la Historia universal. Este entrecruzamiento con lo que pasó en la realidad en décadas pasadas refuerza la vocación del contenido ficcional por constituirse en vehículo para la producción de discursos políticos y culturales. El adentrarse en el pasado implica rastrear las huellas que constituyeron la identidad, dándole mayor entidad a los superhéroes pero también a la sociedad que han habitado. Pero a la vez, este proceso tiene sus peligros: echar un vistazo al pasado lleva a sacar a la luz viejos traumas. Todos estamos marcados por las tribulaciones y los norteamericanos tienen una lista larga de muertos en el placard. Aquella precuela ya exponía unas cuantas vacilaciones a la hora de mostrar lo que había sido la Crisis de los Misiles en Cuba. ¿Cómo abrir el juego entonces con lo que fue el asesinato de Kennedy, la presidencia de Richard Nixon y la derrota en la Guerra de Vietnam? ¿Cómo presentar las mayores heridas al imaginario estadounidense, no sólo en la propensión imperialista, sino también en su concepción de la democracia a través de un tanque de 200 millones de dólares? ¿Cómo unir ese pasado con este presente, que posee sus propios traumas, que marcan y configuran a un espectador cinematográfico con las expectativas de un gran espectáculo, y que a la vez se ha alimentado con el fanatismo típico de la lectura de cómics y la recepción de las anteriores entregas de la saga? Toda esta introducción viene a cuento de las fuerzas en pugna dentro del relato que cimenta a X-Men: días del futuro pasado, film en el que las lecturas temporales no sólo están en su título y en su premisa, sino también en sus múltiples referencias políticas. No se trata sólo de la historia de cómo Wolverine debe viajar en el tiempo a través de su mente, desde un futuro distópico, donde el mundo ha sido prácticamente destruido y la extinción de la raza mutante es sólo una cuestión de tiempo, hasta 1973, donde el asesinato de un científico desató la guerra que condujo hasta esa destrucción que se quiere impedir, cambiando los acontecimientos. Se trata de seguir reflexionando sobre la construcción del Profesor X, Magneto y los demás mutantes que han alimentado la mitología de los X-Men no como personajes lineales -los buenos y malos- sino como seres que se han ido edificando a sí mismos, avanzando y retrocediendo, tal como la sociedad que integran. Porque claro, lo que importa en el fondo es reafirmar la -supuesta- capacidad (o potencial capacidad) de la sociedad estadounidense para reconstruirse a sí misma, para salir delante de sus momentos más oscuros, corrigiendo sus propios errores. “Si sobrevivimos a Nixon, Vietnam, al asesinato de Kennedy (mencionado en la trama como un mutante, en un guiño histórico tan inteligente como hilarante), podemos sobrevivir a lo que sea”, parece decir la película. Y cuando lo dice, su discurso no sólo apunta al espectador estadounidense, sino también al público global. El problema es que hay mucho que contar -hay evidentemente varios acontecimientos que en el cómic original tenían mucho más desarrollo, como la creación y acciones de los Centinelas- y a X-Men: días del futuro pasado, para poder mantenerse a la par de los hilos narrativos, se le escapa buena parte del tono épico que necesita su relato. Hay un permanente tira y afloje, que no termina de resolverse del todo, entre la discursividad que nace de Charles Xavier o Wolverine, y la fisicidad aportada en distintas instancias por Magneto o Quicksilver (una incorporación realmente estupenda). La acumulación de sucesos se da con apropiada fluidez, no hay por qué negarlo, pero a la vez al film le cuesta encontrar su autonomía, su impacto único, propio, sin depender de las anteriores y futuras entregas. Sólo de a ratos (en especial en los últimos minutos) alcanza la emoción que se insinuaba en los avances previos. Película de tensiones -políticas, cinematográficas, culturales, ideológicas-, entre el antes y el ahora, X-Men: días del futuro pasado es capaz de provocar múltiples reflexiones en lo posterior a su visionado, aunque en el momento en que se la ve no trasmite la intensidad esperada. ¿Y cuáles eran las expectativas? Con eso también juega el film, con lo que vimos antes y aguardamos a futuro, con una identidad maleable, indefinida, hasta se diría que problemática. Esa dificultad para definirlo lo hace mucho más interesante que buena parte del espectro hollywoodense.
X-Men: Días del futuro pasado es la séptima película de la saga basada en el popular cómic creado por la compañía Marvel en los 60. También es la más cara y ambiciosa hasta la fecha. Con un presupuesto que superó los 200 millones de dólares, este nuevo film reúne a las figuras del elenco de la primera trilogía (Hugh Jackman, Patrick Stewart e Ian McKellen) con las de la precuela X-Men: Primera generación (Michael Fassbender, James McAvoy y Jennifer Lawrence). "La idea es expandir la audiencia para los X-Men a tal punto que motive la creación de nuevas películas derivadas de este universo", declaró hace unos días Simon Kinberg, guionista y productor del nuevo largometraje e involucrado también en las nuevas entregas de otra saga muy exitosa, la de Star Wars. Por lo pronto, habrá un nuevo capítulo en 2016, cuando se estrene X-Men: Apocalypse (vale la pena ver los créditos de X-Men: Días del futuro pasado hasta el final). Si la idea era que la masa de seguidores creciera, nada mejor que una buena película. Y esta dirigida por Bryan Singer (que ganó notoriedad con Los sospechosos de siempre, ya estuvo en dos anteriores de la saga y continuará en la próxima) sin dudas lo es. Tiene un guión sólido, mucha acción, ritmo sostenido, escenas memorables -cada uno podrá elegir la suya, naturalmente, pero la de Quicksilver (Evan Peters, ya confirmado para Apocalypse), a dos velocidades y astutamente musicalizada, es todo un viaje- y múltiples referencias políticas, algunas teñidas de humor ácido (las sorpresivas hipótesis sobre la identidad de algunos líderes, por caso) y otras más adustas, pero igual de punzantes, en torno a las luchas por los derechos civiles para los afroamericanos, el desastre de Vietnam y la crisis de los misiles en Cuba. Recluidos en campos de concentración o directamente exterminados por los temibles "centinelas", una mortífera creación de Bolivar Trask (Peter Dinklage, estrella de la serie Game of Thrones, otra vez brillante), antropólogo obsesionado con la eliminación de los mutantes por considerarlos una amenaza para el homo sapiens equivalente a la que esta especie representó para el homo neanderthalensis, los superhéroes nacidos de los experimentos llevados a cabo durante la Segunda Guerra Mundial apelan al no muy original recurso de enviar al pasado la conciencia del impaciente Wolverine (Jackman, cómodo en su papel como siempre en la saga). El objetivo es cambiar el curso de ciertos acontecimientos en los que participaron unos mucho más jóvenes Charles Xavier (McAvoy, de excelente trabajo), Magneto (Fassbender) y Mystique (Lawrence). Algo falla en esa misión, el proyecto tiembla y se disparan una cantidad de aventuras tan atrapantes que incluso generan expectativas alrededor de los spin-off ya anunciados, una tercera producción sobre Wolverine para 2017 y la primera sobre Gambito, otro personaje del cómic original, con Channing Tatum como protagonista.
Héroes que viajan en el tiempo En la nueva entrega de la saga, Wolverine y compañía deben volver a los años setenta. Los X-Men no fallan. Dejando entre paréntesis las dos películas de Wolverine en solitario, el resto de las aventuras de los mutantes compite con la trilogía Batman de Christopher Nolan por un hipotético título de Mejor Saga Fílmica de Superhéroes. Y Días del futuro pasado, la quinta de la serie, mantiene intacto el prestigio del Profesor Xavier y sus discípulos. El plan inicial era que Matthew Vaughn, director de X-Men: Primera generación, volviera a estar al frente. Pero Vaughn eligió otro proyecto, y entonces Bryan Singer, el padre cinematográfico de las criaturas, director de las dos primeras entregas de la saga, adoptó otra vez a sus queridos mutantes. Y si su presencia ya era garantía de calidad, el elenco a sus órdenes reforzaba las expectativas: Ian McKellen, Patrick Stewart, Michael Fassbender, James McAvoy... más Peter Dinklage, el enano de Game of Thrones, como villano. Es cierto que, para poder reunir a los mutantes originales con su versión más joven (los de aquella Primera generación) el guión da una cabriola un poco forzada, inspirada -según admitió Simon Kinberg, uno de los guionistas- en Terminator y otras películas de viajes en el tiempo, como La máquina del tiempo, Volver al futuro o Looper: asesinos del futuro. Aquí el viajero es Wolverine, enviado a la década del ‘70 para evitar un hecho que fue el desencadenante del dominio del mundo por esos exterminadores de mutantes llamados Centinelas. Así, todo transcurre en dos dimensiones temporales: los ‘70 y ese futuro postapocalíptico. El tema del viaje temporal da lugar a que la película plantee, de refilón, cuestiones filosóficas como el libre albedrío o el destino. Y, también, a que el espectador se plantee preguntas propias de la ciencia ficción, como ¿sería posible modificar un detalle puntual del pasado sin que todo lo demás también se alterara? (Singer declaró que se rigió por la Teoría de Cuerdas: a googlear se ha dicho). Tampoco exageremos: esta no deja de ser una película de acción. Con enormes méritos, como personajes sólidos y escenas de violencia justificadas y bien realizadas. Y con unos cuantos guiños para los fanáticos. El último llega durante los créditos: hay que quedarse -una vez más- hasta el final para ver un anticipo de X-Men: Apocalypse, anunciada para 2016. Así que, por suerte, hay X-Men para rato.
Tras el estreno de X-Men: The Last Stand (2006), la franquicia de los mutantes parecía liquidada. Las decisiones de Brett Ratner y su guionista Simon Kinberg no solo habían dado como resultado la peor película dentro de una trilogía que había ayudado a revitalizar el cine de superhéroes, sino que en términos argumentales dejaba a un equipo diezmado, sin mucha posibilidad de continuar el camino hacia adelante a pesar de que se dejaban pistas para una continuación. La única dirección en la que se podía ir era hacia atrás y se lo hizo con la pobre X-Men Origins: Wolverine, que bien pudo haber dado el golpe de gracia. Fue la entrada en escena de Matthew Vaughn (Kick-Ass) la que generó el primer cambio positivo en mucho tiempo, retrotrayéndose al pasado de todos los personajes –no de solo uno-, desarrollando el origen de un enfrentamiento que se extendería a lo largo de las décadas, planteando una serie de líneas argumentales ricas y fuertes como para seguir siendo trabajadas y con un notable acierto a la hora de elegir a los actores que encarnarían a sus personajes. Con eso en mente, Bryan Singer –que nunca se alejó del todo ya que permaneció como productor- puede llevar a cabo una de las mejores películas de los conocidos personajes, una "inbetwequel" que va en todas direcciones, hacia adelante, hacia atrás y hacia los costados. En los meses previos al estreno, el principal cuestionamiento tenía que ver con la cantidad de incorporaciones que el director había hecho a su elenco. La batalla al estilo videojuego de The Last Stand todavía era una posibilidad concreta y que el realizador convocara a dos docenas de figuras, era preocupante. X-Men: Days of Future Past tiene el buen tino de aprender de los errores del pasado en más de un sentido. En términos de personajes, se concentra en un puñado: los que más rédito le han dado a la franquicia. Novedades y viejos conocidos tienen su tiempo de cámara, el mínimo capaz de justificar los llamados. No se los extraña, sin embargo, dado que por escaso que sea, su momento es de brillo. Y porque el realizador pone el foco en las cinco figuras rentables que representan los jóvenes Xavier, Magneto, Mystique y Bestia, así como el eterno Wolverine. Con ellos al frente, hay un mundo de posibilidades en materia argumental. Y la incorporación del gran Peter Dinklage a la escena, decanta las opciones en favor de una. La mayor parte de la acción tiene lugar en 1973, más de una década después de los eventos de X-Men: First Class. Ese salto hacia adelante permite justificar los caminos más oscuros en los que se encuentra cada uno de sus protagonistas, sin tanta necesidad de ahondar en los pormenores. Un Magneto encarcelado, una Mystique con furia asesina, un Charles Xavier que ha perdido la voluntad y la esperanza de seguir, el futuro de los mutantes es verdaderamente negro, pero su pasado presenta conflictos internos serios, más ricos como para ser explorados en pantalla. A pesar de la gran cantidad de personajes originales de los cómics que hay frente a cámaras, la realidad es que la película goza de la economía de mutantes. Sí, hay cameos varios y participaciones en diferentes niveles, pero el concentrarse en sus cuatro figuras –Bestia está más bien relegado y no tiene los problemas de la primera- lleva a que la película funcione en un ambiente controlado y manejable, aún cuando trabaja sobre múltiples líneas temporales. Si bien se trató de una precuela, la película del 2011 relanzó la franquicia. Days of Future Past sigue esa misma tendencia pero, al involucrarse con el futuro de los personajes, inevitablemente se percibe como un reboot encubierto. Ocurre que apenas años después de llevar la franquicia hacia un terreno cenagoso, Kinberg tiene la posibilidad de reescribir sus propios errores. Si lo logra o no, es otra cuestión, dado que tanto él como Singer esperan que el público sea capaz de ignorar algunos huecos que quedarán en una historia que no tiene la capacidad de regenerarse fácilmente. Al igual que First Class, esta logra canalizar aquellos elementos que hoy hacen a las mejores películas de superhéroes. Las primeras que dirigió Singer eran producciones logradas que no terminaban de desarrollar los conflictos patentes de los mutantes, The Last Stand era básicamente una gran pelea y la The Wolverine que realizó James Mangold explotaba los aspectos carentes en las otras en desmedro de la espectacularidad de los combates. Days of Future Past tiene el drama interno, el conflicto social y las notables interpretaciones de James McAvoy –hace años que viene estirando sus músculos como para sacar el mayor jugo de un papel como este-, de un Michael Fassbender que se consagra a cada paso y una Jennifer Lawrence cuyo status de estrella mundial le consigue a Mystique ser uno de los principales focos de atención, cuando en la primera trilogía era solo una mano derecha. También posee las grandes secuencias de acción –la del cuestionado Quicksilver es genial, resaltando el aspecto caper de la producción- dentro de lo que es una suerte de thriller a escala mundial que no deja que la intensidad disminuya o que la tensión se rompa. A casi 15 años de su primera película, Bryan Singer demuestra un importante crecimiento dentro de un género que ayudó a refundar y que apenas un lustro después parecía no entender con Superman Returns. La entrada en la madurez no es solo cuestión del grupo de personajes que acaba de salir de una institución educativa, sino que esto se refleja tanto en el realizador –que desde hace tiempo que no hacía una película realmente buena- como en la saga. Y por ello Days of Future Past es, indiscutiblemente, una de las mejores.
La nueva película de la franquicia X-Men es presentada nuevamente por Bryan Singer tras tener un impasse con “X-Men: First Class”, y afortunadamente cuenta con todo el reparto original en 131 minutos de acción continua. El futuro llegó El comienzo de “X-Men: Días del Futuro Pasado” es bastante desalentador. La guerra entre humanos y mutantes se ha desatado años atrás y unos robots llamados centinelas poseen la habilidad de detectarlos, obtener el poder de aquel al que están atacando lo que propicia una masacre para el bando de los X-Men. Éstos sólo cuentan con la habilidad de huir de sus guaridas por medio de viajes temporo-espaciales gracias al poder de una de ellos, Kitty Pryde (Ellen Page). La creación del centinela fue realizada por Dr. Bolivar Trask (Peter Dinklage) que lo propuso al gobierno de Estados Unidos cuando estaba finalizando la guerra de Vietnam, pero éstos lo rechazaron. Luego Mistique (Jennifer Lawrence) asesina al Dr. Trask en la firma de la rendición de Estados Unidos ante Vietnam y el proyecta se pone en marcha lo que es desvastador para los mutantes en los años venideros. Tras el último ataque de los centinelas logran reagruparse todos los X-Men y organizar la contraofensiva. Por medio de los poderes de Kitty envían a Wolverine (Hugh Jackman) al pasado -en parte porque es el único de ellos que puede tolerar tal viaje- para convencer a los entonces jóvenes Charles Xavier (James McAvoy) y Magneto (Michael Fassbender) para detener a Mistique de que no cometa aquel asesinato y así cambiar el destino de los mutantes. Crónicas mutantes No es tarea fácil hacer una review sobre este tipo de películas sin spoilear, así que voy a ser lo más quirúrgico posible con mis palabras. Creo que estamos ante la mejor película de la saga X-Men. El guión es casi en su totalidad perfecto y supongo que mantendrá en vilo a más de un espectador, exceptuando algunos baches que ocurren durante el segundo y tercer acto que son los que evidencian la duración del film (dos horas y once minutos) y quizás alguno espía su reloj. De todas formas es sumamente entretenida con acción continuamente al mejor estilo Hollywood. Estéticamente no podría ni atreverme a hablar, porque no sólo en su técnica clásica está bien construida sino que los efectos son increíbles, aunque ya nos tienen bien acostumbrados. Lo único a destacar es que el 3D da exactamente lo mismo que esté o que no, ya que no hay efectos ni partes del argumento que justifiquen el efecto de esta técnica. Conclusión “X-Men: Días del Futuro Pasado” es una película que definitivamente entretiene y reivindica un poco la franquicia luego de entregas como “X2″ y “X-Men: La Batalla Final”. Quizás con 15 minutos menos de duración funcione a la perfección en todo su espectro, pero no creo que se arrepientan de ir al cine si les gustaron las anteriores películas. P.D: No se vayan de la sala y esperen hasta luego de TODOS los títulos porque hay algo corto pero prometedor.
Mutantes en clave política Disfrutable y olvidable, la nueva entrega de X-Men cumple lo que promete en materia de aventura y entretenimiento. La mesa está servida para los seguidores de la rendidora saga. El dilema con las sagas o franquicias, o como se denominen, es exigirles más de aquello que proponen en cada una de las películas. Pero no sólo eso: el otro inconveniente del crítico no fanático es ubicarse o no en el mismo lugar que los defensores a ultranza de una saga. Más aun, los fanatismos (ojo, el crítico también los tiene) son peligrosos, pero también, placenteros. Dicho esto, los seguidores incondicionales de los X-Men, seguramente, encontrarán el Santo Grial en esta otra vuelta al pasado de la franquicia, ahora ubicada en los años '70, a comienzos de la década, donde Logan/Wolverine es enviado para impedir un hecho político clave de esa época. La saga construyó a través de los años un grupo de films donde se concilian la aventura, el romance, el heroísmo, los poderes que ostentan los personajes, el bien, el mal, el destino, la Historia (con mayúscula) y, más que nada, el afán de entretener con la mejor calidad, olvidando la cantidad de dólares invertidos y la necesidad de recuperar el dinero para seguir interminablemente con las historias. X-Men: Días del futuro pasado (título poético) entretiene desde que empieza hasta que termina, sin necesidad de estar "muy arriba" todo el tiempo a través de peleas, efectos especiales de última generación y adrenalina pura volcada al vacío. Los personajes de siempre están, en el presente y en el pasado, en tanto las disquisiciones sobre el futuro de la humanidad son pequeñas pinceladas que jamás caen en el exceso de importancia al que recurren otros títulos similares. No hay apelaciones a un mundo mejor ni invocaciones a la estética "new age" que ha embarrado los films procedentes de Marvel de los últimos años. Hay humor, como siempre en la saga, pero este funciona mucho mejor desde el absorto rostro de Logan en los años '70, descubriendo un paisaje totalmente ajeno. Los chistes tienen su impacto, bien lejos de la solemnidad, momentos en que la película dispara gags sobre los turbulentos años '60 y '70 en Estados Unidos, Vietnam y Nixon incluidos. Hay un atractivo uso del ralentí, que provoca una particular extrañeza al ver a los héroes filmados de esta manera. También, la película deja espacio a un par de buenos trabajos (James McAvoy, Fassbender), uno más que relevante (el "bajito" Peter Dinklage como el Dr. Bolívar Trask), en oposición a los personajes femeninos, un tanto diluidos dentro de la trama. Por lo tanto, la mesa está servida para los fanáticos de los X-Men y del consumo de la franquicia Marvel. Y entonces ¿es una buena película? Sí, disfrutable pero también olvidable, también original y reiterativa. X-Men: Días del futuro pasado es lo que es, nada más y menos que eso.
Despareja “X-Men”, ahora en la guerra de Vietnam Luego de mezclarse con la crisis de los misiles, ahora los X- Men deben meterse en la era de la guerra de Vietnam. Esta premisa parece de por sí atractiva, pero no es todo lo que sucede en una película por un lado demasiada complicada y, por otro, repetitiva. Es que en realidad los superhéroes están en un futuro desolador en el que la guerra contra los mutantes unió a lo peor de la humanidad para darle rienda suelta a unos robots asesinos llamados "Centinelas". Para salvar al mundo hay que volver en el tiempo a 1969, el día que, en un rapto de venganza, Mystique asesinó a sangre fría al malvado científico que inventó el proyecto Centinela. Ella no se dio cuenta de que al cometer el asesinato, en vez de detener el proyecto lo potenció, dado que la administración Nixon se convenció de la peligrosidad de los mutantes. El que viaja en el tiempo es Wolverine, aunque la manera de realizar el viaje no es de lo más ortodoxa. Sólo viaja con su conciencia, que se encuentra dentro de su versión de él mismo en el pasado, donde tendrá que convencer a Xavier y a Magneto de que trabajen juntos para evitar que Mystique cometa el asesinato y así poder cambiar la historia. La primera parte del viaje en el tiempo es lo mejor del film, con Hugh Jackman conociendo al joven Xavier, que ya no es profesor porque la división entre mutantes lo quebrantó. Hay una excelente escena de acción en Vietnam, y una divertida intrusión mutante en la conferencia de paz de París. Pero, a diferencia de la película anterior que sabía como meter a los mutantes en la historia de la Guerra Fría sin distorsionar los resultados, aquí puede pasar cualquier cosa, lo que si bien aporta algunas humoradas, le quita toda seriedad a un complicado argumento que termina resultando cansador. Hay un gran momento cuando hay que liberar a Magneto de una cárcel hipersegura en la profundidad del Pentágono. En esa escena, el mutante con el don de congelar el tiempo resulta esencial para lograr la fuga, y el director usa todo su talento para convertir la situación en una especie de clip con música hippy que funciona de una manera irónica pero tambien poética. Lamentablemente, un momento superlativo como éste no se repite, y en cambio hay buenas escenas dispersas, como el aterrizaje de Magneto en un estadio vacío que transformará como arma, o la lucha contra los primeros Centinelas presentados por el mismísimo Nixon con la mayor pompa. Michael Fassbender se roba la película junto a Hugh Jackman, mientras que los demás mutantes, incluyendo a celebridades como Halle Berry, no se lucen demasiado, igual que muchas de sus luchas con poderes mutantes, que parecen simples repeticiones de los films previos.
Nuevo tiempo En un recóndito lugar de China se libra una batalla que parece definitiva. Blink, Bishop, Shadowcat y Warpath, son algunos de los mutantes que enfrentan a los enemigos más poderosos que hayan conocido y que ponen en jaque su existencia. Xavier, Magneto, Storm y Wolverine llegan para ayudar y hallar la solución final. Solo hay una manera de evitar la extinción de los mutantes: para que logren vencer en el presente y seguir existiendo en el futuro, deberán dar pelea en el pasado. Es Wolverine quien sirve como hilo conductor y nexo en la trama que con pericia conduce a través de diferentes espacios/tiempos el director Bryan Singer. Por otro lado, Raven/Mistique forma parte del nudo de un relato que involucra a un científico que desea descifrar el poder mutante para dominarlo, y también a los jóvenes Xavier y Magneto que no dejarán su diferencias de lado en esta ocasión, por delicada que sea. El filme tiene características épicas, se desarrolla hasta alcanzar un clímax en el que no se adivina una salida fácil, en tanto los personajes principales alcanzan niveles de complejidad que enaltecen la saga y la revitalizan. Se presentan nuevos mutantes, entre los que se destaca QuickSilver en una de las escenas más logradas del filme, y también hay cameos de viejos conocidos, de manera que ningún fanático se quede con ganas. Como es habitual, al final de los créditos hay una escena extra y esta nos deja claro que habrá más. Esperemos que lo que venga sea tan bueno como lo que pasó.
“X-MEN: DIAS DEL PASADO FUTURO”: EL MEJOR PRESENTE Cinco años tuvieron que pasar. Cinco años para que vuelva a emocionarme tanto saliendo del cine, luego de vivir la aventura de una película de superhéroes. Recuerdo que en Marzo del 2009, apenas salí de ver Watchmen fue que mi cabeza no paraba de girar sobre un film que (si bien había leído el comic y note los cambios) me dejo sin poder hablar y dormir durante unos días. El porqué de mi extrema devoción hacia Zack Snyder (que luego bajaría un poco tras EL HOMBRE DE ACERO) es por el simple hecho de que supo hacer una película de superhéroes, humanizarlos con toques de humor (sin caer en el ridículo) y con mucha adultez en la trama, a tal punto de que algunos menores no la podrían entender. Snyder le dio a nuestra generación algo que no teníamos, películas de encapotados para gente de nuestra edad. Hoy, podemos decir que X-MEN heredo su legado, ya que la última producción de la franquicia X-MEN: DIAS DEL FUTURO PASADO, es la mejor película de superhéroes (o algo así) que se vio en mucho tiempo. Si bien Brian Singer nos había dados dos excelentes films de los mutantes (X-MEN y X-MEN 2) tuvo que volver a la dirección y juntarse con el tal vez mejor guionista que tuvo la saga (Simon Kinberg, quien también escribió la buenísima X-MEN 3: The last stand). Ahora bien, es la primera vez en esta saga que ellos trabajan jutnos y lograron el mejor equipo hasta la fecha, consiguiendo una película adulta y seria, con los toques de humor necesarios y con dos líneas temporales y argumentales al mismo tiempo, logrando hacer algo muy difícil, sin que pierda sentido todo, que es unirlas. La cosa es así: En un pasado distópico y apocalíptico, los mutantes son perseguidos y eliminados por los Centinelas, unos robots desarrollados por los humanos con la única función de cazarlos. Casi al borde de la extinción, solo quedan algunos con vida, siendo la última esperanza el equipo de Xavier y cia. Es aquí donde aparece Wolverine, quien (debido a su capacidad de regeneración) viajara a la mente de su versión de 1973 para así poder cambiar la historia y evitar la guerra entre humanos y mutantes. Es aquí donde las dos líneas temporales se fusionan. Mezclando los elencos de ambas generaciones (los de la trilogía inicial y los de X-MEN: Primera generación), introduciendo personajes nuevos y por supuesto apareciendo TODOS (y sí, me refiero a TODOS) los que vimos en las precuelas con sus respectivos actores que supieron interpretarlos, X-MEN: DIAS DEL FUTURO PASADO es una obra maestra que marca el estilo de FOX de tratar las pelis de superhéroes, logrando la masividad pero no la pobreza argumental, como si lo hace la empresa del ratoncito en la mayoría de los casos. Los actores son los mismos: Hugh Jackman, Ellen Page, James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, Halle Berry, Nicholas Hoult, Patrick Stewart e Ian McKellen entre muchos otros. Todos y cada uno realizan una labor mas que aceptable, llegando convencer definitivamente que ellos son esos personajes y eso sucede ya que el espectador no visualiza a otro más que a Jackman como Wolverine o a Fassbender como el joven Magneto. Esto es, sin lugar a duda, un merito de los actores que supieron ponerle el cuerpo a muchos de los personajes más emblemáticos de MARVEL. La dirección es sublime y balancea muy bien los momentos de acción con la tensión y el humor; desarrollando una trama compleja con un guion que utiliza cada momento para desenterrar frases celebres y que encaja perfectamente con el personaje que la dice. Si bien hay diferencias con la historia original del comic (en el comic es Kitty Pryde quien viaja en el tiempo y no Wolverine) esos cambios son para bien, ya que la hacen mas cinematográfica aún. Visualmente es impecable y logra algo que pocas pueden, hacer que la peli se disfrute de maneras diferentes pero completamente satisfactorias tanto en 3D como en 2D, un gran merito. De más esta decir que estamos frente a la mejor película de X-MEN a la fecha. DIAS DEL FUTURO PASADO es una gran película que tanto fanáticos de los comics, como personas ajenas al mismo pueden disfrutar por igual; y estoy seguro que al salir del cine sentirán una cosquilla en la cabeza que le hará investigar más sobre Xavier y cia. Es de público conocimiento que la franquicia de los mutantes y su adaptación anti heroica con los humanos ha sido siempre la piedra en el zapato de la empresa del ratoncito, y damos gracias por eso. Esperemos que nunca la obtenga ya que esta producción deja muy claro las diferencias narrativas entre FOX y ellos. Es un deseo personal que retengan los derechos fílmicos y estoy dispuesto a aguantarme cual película pedorra de Wolverine salga para que eso pase (recordemos que, para mantener los derechos, cada 5 años deben hacer una película nueva, de ahí derivan los dos spin-off olvidables). Extras: Como toda película de X-MEN que se precie de serlo, es obligación quedarse después de los créditos.
"Una nueva esperanza" Luego de varias idas y vueltas finalmente el padre del cine moderno de superhéroes volvió a la pantalla grande con una de las mejores producciones del género que él mismo redefinió hace unos años. Bryan Singer es sin dudas el realizador más importante de las últimas décadas en lo que se refiere al cine basado en héroes nacidos en cómics. Sus excelentes “X-Men” (2000), “X-Men 2” (2003) y “Superman Regresa” (2006) así lo confirman, aunque con la llegada de directores de la talla de Christopher Nolan (responsable de la última saga de Batman) y Zack Snyder (director de “Watchmen” y “Man of Steel”) el público parece haberse olvidado un poco el orden de las cosas. Hay que dejar en claro que sin los primeros dos trabajos de Singer dentro del universo de los mutantes de Marvel difícilmente hubiéramos podido disfrutar de esta etapa dorada que viven hoy los superhéroes en la pantalla grande. Con el regreso de Singer al sobrecargado campo de batalla de franquicias basadas en cómics, Marvel encontró al oponente más poderoso a vencer de acá a un par de años y lo paradójico es que se trata de un rival que lleva el sello de su propia casa (recordemos que Fox tiene los derechos de estos personajes junto con los de “Los 4 Fantásticos”). La exitosa y a su vez pisoteada y desorganizada saga de los X-Men vuelve a consolidarse a partir de “Días del futuro pasado” como una de las más importantes del cine de acción y ciencia ficción de los últimos años y eso se debe, principalmente, al espectacular trabajo que realizaron en esta nueva oportunidad Singer, el guionista Simon Kinberg y el productor Matthew Vaughn. El principal acierto de esta séptima producción que tiene como protagonistas a los X-Men es que vuelve a las bases argumentales que tan bien funcionaron en las películas del 2000, 2003 y, en menor medida, también en la del 2006. Es decir, nuevamente los responsables del film lograron combinar de forma perfecta grandes dosis de suspenso y drama con increíbles escenas de acción. Si bien en “X-Men: Primera generación” (2011) Vaughn había logrado algo similar, con el arribo de esta nueva producción de Singer queda claro que el arco argumental dramático, humano y serio de estos personajes todavía puede expandirse muchísimo más. Y ese pulso, hasta ahora intacto, parece tenerlo únicamente Singer. “Días del futuro pasado” es por lejos la más imponente, compleja y profunda de toda la saga. Eso no es poca cosa. Junto con “Watchmen” de Snyder, “X-Men: días del futuro pasado” se consolida como una de las películas, basadas en cómics, más adultas y espectaculares de los últimos años. Y repito; es por lejos, la pieza más valiosa y brillante de una saga que lleva 14 años vigente en la pantalla grande. No sería justo olvidarse de los grandes trabajos que ofrecen los viejos actores de jerarquía que forman parte de esta saga, donde sobresalen Hugh Jackman y Patrick Stewart. Tampoco podemos dejar pasar lo fundamental que son los cada vez más asentados actores James McAvoy, Michael Fassbender, Nicholas Hoult y Jennifer Lawrence dentro de este consolidado nuevo comienzo de los “X-Men” que comenzó en el 2011. Párrafo aparte para la gran labor de Peter Dinklage como Bolivar Trask y el joven Evan Peters como Quicksilver. El primero no solo compone un poderoso y paranoico villano de escritorio para demostrar que el poder de la inteligencia es completamente superior al de la fuerza, sino que también demuestra de una vez por todas que esta clase de enemigos funcionan de maravilla dentro de este tipo de films. Por su parte, el segundo, se roba la película por completo con su aparición ofreciendo una escena de antología que quedará por mucho tiempo en el recuerdo de los fanáticos, junto con el increíble arranque de “X-Men 2”. Resulta imposible, como amante de estos personajes y de esta clase de películas, no emocionarse ante el glorioso regreso de los mutantes más famosos del mundo del entretenimiento. Y por ese mismo motivo, no existen excusas para dejar pasar la oportunidad de ver el mayor esplendor de la patrulla X en la pantalla grande. Volvió Singer. La casa está en orden.
Resultaba difícil mantener el nivel de la última cinta X-MEN: PRIMERA GENERACIÓN, y sin embargo BRYAN SINGER logró equiparar este filme apelando a un elenco infinito pero sólido, a un guión entreverado pero entretenido, y un metraje plagado de acción, escenas intensas pero también momentos de reflexión y de ordenamiento de un Universo que tras tantas películas y subproductos se había tornado confuso. Fiel al espíritu del comic original, resulta casi un homenaje a los personajes emblemáticos que han generado la mitología de X-MEN. Sin dudas es la película de la franquicia más ambiciosa de todas, llena de ideas y de momentos de puro cine fantástico. Y como si fuera poco, no da respiro y mantiene al espectador atado a la butaca durante las dos horas de metraje.
Una nueva entrega de la saga que se basa en la teoría cuántica para desarrollar un particular viaje al pasado y cambiar el futuro. El objetivo es cambiar el destino de los mutantes a punto de ser destruidos por robots infalibles construidos con los mejores efectos especiales. Un buen guion, una realización impecable y el entretenimiento es redondo. No se vaya del cine porque después de los créditos hay un pequeño adelanto. Si ama a los X MEN quedará encantado.
Si estabas esperando esta película hace mucho, te recomiendo ya mismo que al terminar de leer este review saques tu entrada para verla. Marvel está a otro nivel: Perfección, gran elenco, buen guión y espectacularidad es lo que vas a ver en esta X-Men que no defrauda para nada. Como dije recién, un elenco, no de lujo, de ¡lujazo! encabezado por Hugh Jackman, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, Ellen Page, James McAvoy, y muchísimos más, y todos están increíbles. Los efectos especiales y el 3D son para deslumbrarse, sobre todo en una escena en una cocina, donde todo ocurre en cámara lenta - es para pararse y aplaudir -. Los seguidores de los X-Men se van a ir muy contentos luego de ver esta película, y quienes no sepan mucho de ellos, pueden ir igual porque se entiende absolutamente todo. Aprovechen... Ahhh... No te levantes de la butaca luego de los créditos porque hay una escena extra.
Esperando la extinción… El caso del séptimo eslabón de la franquicia de los X-Men es sumamente particular ya que estamos frente a una obra muy atrapante cuyo núcleo es por demás anodino, en esencia una actualización estándar de esa vieja premisa a la que los responsables de turno recurren cuando la escasez de ideas alcanza niveles preocupantes, la desesperada “¿qué tal si…?”. A aquellos que les importe un rábano los comics y sólo abracen preceptos cinematográficos a la hora de juzgar lo que acontece delante de sus ojos (al fin y al cabo, hablamos de “material fílmico” y no de dibujitos sobre papel para adolescentes), de seguro les resultará fascinante esta excursión por los vaivenes estructurales y las diferentes capas en cuestión. Por supuesto que la condición sine qua non para avanzar verdaderamente en el análisis es obviar el infantilismo prototípico de buena parte de la crítica y el público, la primera siempre centrando su alegato trasnochado en sandeces varias referidas a esa “eficiencia retórica compulsiva” que le adjudica a los productos y el segundo considerando al espectáculo y/ o los “espejitos de colores” como la única dimensión interviniente en lo que hace a la recepción. X-Men: Días del Pasado Futuro (X-Men: Days of Future Past, 2014) es la excepción -un tanto paradójica- que confirma la regla, léase el agotamiento de las posibilidades discursivas que en un primer momento ofrecieron los superhéroes de antaño. Superando la mediocridad de Thor: Un Mundo Oscuro (Thor: The Dark World, 2013), Capitán América y el Soldado del Invierno (Captain America: The Winter Soldier, 2014) y El Sorprendente Hombre Araña 2 (The Amazing Spider-Man 2, 2014), hoy la realización se sostiene en dos pilares: por un lado tenemos el regreso de la mano maestra de Bryan Singer detrás de cámaras y por el otro está la excelente labor del elenco, en el que se destacan Hugh Jackman, James McAvoy, Michael Fassbender y Jennifer Lawrence. La inestimable participación de todos los involucrados oculta los rasgos más derivativos de un guión que reflota aquel encanto maravillosamente ridículo de Volver al Futuro (Back to the Future). Ya viene siendo hora de que Hollywood pruebe suerte con una fórmula alejada de los exploitations de la apabullante trilogía de Christopher Nolan sobre el encapotado justiciero. Así las cosas, en contraposición a lo ocurrido con los duplicados de El Señor de los Anillos (The Lord of the Rings), la “vida útil” en taquilla de los superhéroes lamentablemente ha demostrado ser más perdurable y aún se resisten a morir. El cliché vetusto de los viajes al pasado para evitar catástrofes futuras (con semejante título no hay mucho que explicar), pone de manifiesto la inteligencia visual y narrativa de Singer, un director cuyo talento no se puede “clonar” bajo los paupérrimos criterios con los que los popes de los estudios reproducen hasta el infinito la misma metáfora contradictoria que nos ilumina sobre supuestos “procesos históricos” que descansan en individualidades suprahumanas. Pero a no perder las esperanzas: sabemos que sólo basta un fracaso comercial para la “extinción” de todo proyecto protagonizado por bobos con calzas ajustadas y diatribas de plástico…
Bryan Singer (Los Sospechosos de Siempre) retoma la franquicia de los mutantes y logra un film genial, con una fuerte conceptualización en el manejo de varios personajes para narrar una historia clásica de los ochenta. Un film de acción y Ciencia Ficción excelente.
La nueva película de los mutantes se caracteriza por ser, si bien no la más sólida, la más conciliadora en cuanto a errores y aciertos de las anteriores aventuras. De ahí que su nombre resulte por demás apropiado: Días del futuro pasado remite a los mejores personajes de las últimas películas (en presente pero, sobre todo, en pretérito), sus acciones y sus arcos dramáticos, a la vez que omite, al menos en parte, los pasos en falsos de capítulos fallidos como Origins: Wolverine y X-Men 3: The Last Stand. Este apretón de manos entre vieja escuela y joven generación (o "first class", en base al título anterior) da como resultado un film diseccionado en dos partes, que gracias a que tira más para un lado que el otro, sufre de un imbalance incómodo que cada vez que recurre al montaje paralelo, inevitablemente corta el ritmo narrativo. En el futuro, Kitty Pride (Ellen Page) envía al pasado a Wolverine (Hugh Jackman, quien a esta altura puede interpretar a su personaje con los ojos cerrados y caminando en reversa) para cambiar hechos históricos que llevaron a la Tierra a la devastación casi total. La genial idea pertenece al profesor Charles Xavier (Patrick Stewart) junto con el mismísimo Magneto (Ian McKellen), quien deja de ser villano -al menos, en una de las líneas temporales- para convertirse en un valuable aliado. La cronología se parte así en dos: futuro incierto y 1973, con vestidos y peinados funky por doquier, gracias a una sobreestilización de la época que funciona como apartado humorístico y encuentra su mejor momento en una notable escena que tiene al mutante Quicksilver (Evan Peters) rompiendo récords de velocidad e ingenio. El acompañamiento musical de dicha escena redondea un momento perfecto que, lamentablemente, no se repetirá en lo que queda de la película. Es justamente por culpa de esta fragmentación temporal que la película, si bien divierte -aunque no asombra- está plagada de altibajos: en sus mejores pasajes es ingeniosa, dinámica y ágil, y en sus peores todo lo contrario. El salto de un extremo a otro es capaz de producirse en apenas un espasmo de Wolverine que lo devuelve al futuro y en el paso le da una temporal amnesia. Pese a sus irregularidades, X-Men: Days Of Future Past es un bienvenido regreso de la saga a los buenos viejos tiempos, aunque ésta última frase conlleve más de un dolor de cabeza de ser analizada en base a los teorías erradas de la película.
De regreso al futuro Los robots están a la orden del día, desde los colosos de Titanes del Pacífico hasta la remake de Robocop, así como los exoesqueletos que próximamente se verán en Al filo del mañana, la nueva ficción sci-fi de Tom Cruise. En X-Men: Días del futuro pasado, la acción arranca en el año 2023; el mundo está gobernado por centinelas, una legión de robots asesina de mutantes y sus aliados humanos. En el momento más crítico, Magneto (Ian McKellen) y Professor X (Patrick Stewart) consiguen que Kitty Pryde (Ellen Page) use sus poderes para enviar a Wolverine (Hugh Jackman) al pasado; la misión de Wolverine es evitar que Mystique (Jennifer Lawrence) elimine al científico Bolivar Trask (Peter Dinklage), futuro diseñador de los centinelas. O sea, para cerrar las asociaciones robóticas: la nueva X-Men es como Terminator, pero a la inversa. Con excepción del desatinado escenario de 1973 (más que burdo, por ejemplo, en comparación con la recreación que del mismo año hiciera la serie inglesa Life on Mars), es indudable que en términos de diseño, coreografía y efectos Días del futuro pasado es la película más innovadora del momento y pone al director Bryan Singer en la cúspide de su carrera. Pero así como el debut de X-Men en 2000 resultaba inacabado en su concepción visual, su hilo narrativo era más sólido que el de esta última entrega. Los mayores problemas de la película son los incesantes vaivenes entre pasado y futuro, recortes que aparte de abusivos complican la trama, así como (y este es un viejo problema) la inclusión de mutantes de gran potencial con poco peso en el argumento. Notables son, en cambio, las apariciones de Quicksilver (Evan Peters) cuando rescata al joven Magneto de 1973 (interpretado por Michael Fassbender) o dejando en offside a sus adversarios. Esta dinámica, junto a bromas internas incomprensibles para los no aficionados, hace de la película un compromiso ineludible para los fans.
La nueva película de la saga X-Men y su divertido juego de palabras Días del Futuro Pasado (o Days of Future Past en idioma original) resultaba un enigma. La idea, los pósters y la información que se venía entregando sonaba a rejunte, a una suma de personajes con la excusa del viaje temporal. Pero lo que entrega Días del Futuro Pasado no resulta una inútil promiscuidad de viajes temporales y personajes de la franquicia. Está bien. Lo del viaje temporal está tirado de los pelos. La justificación de rebobinar la cabeza del bueno de Wolverine (el gran Hugh Jackman) mediante un “poder” que nunca se explica de parte de Kitty Pryde (Ellen Page) es endeble. Pero después de todo, el Profesor Xavier (Patrick Stewart) había explotado en la tercera X-Men, tampoco es para ponerse tan pretenciosos. La idea de descontrol temporal que podía presentarse (estilo Volver al Futuro Parte II) no lo es tanto. Más bien estamos ante la primer parte de Volver al Futuro. En este caso los mutantes son Marty McFly, y para un mejor futuro, sus padres deben besarse en el baile del encanto bajo el océano. O bueno, algo así. Acá los que deben bailar pegados una canción romántica son el trío de jóvenes Xavier (James McAvoy), Magneto (Michael Fassbender) y Raven/Mystique (Jennifer Lawrence) para impedir que Bolivar Trask (Peter Dinklage de la serie Game of Thrones) no construya unos robots-gigantes-destruye-mutantes. La historia arranca en un futuro distópico donde la civilización está contra las cuerdas por culpa de unos centinelas (esos robots de los que hablaba) que tienen la capacidad de adaptarse a cualquier poder mutante. De ese futuro que huele a final de especie, el viaje nos lleva los ’70. Con ese retroceso temporal la saga principal de X-Men (la de Tormenta, Wolverine y los viejos Magneto y Xavier) se conecta con la X-Men: Primera Generación del 2011. Porque Días del Futuro Pasado es una secuela de la Primera Generación a la vez que un reinicio de la franquicia. Parece que es hora de pasar la antorcha, y aunque esté el irrompible Hugh Jackman como Wolverine (que difícil va a ser reemplazarlo) atravesando toda la saga, es hora de borrón y cuenta nueva. La película luego del salto temporal se queda (casi hasta el final) en los ’70. El guión aprovecha esa época para meterle humor y resignificar algunos turbulentos acontecimientos de ese tiempo. El proyecto de los Centinelas está en ciernes, y ellos deben cortar el proyecto de raíz. Su creador, Bolivar Trask, es el enemigo a vencer, aunque la realidad que la batalla es la misma de toda la saga, paz o guerra entre el humano y el mutante. El director Bryan Singer elije (sabiamente) ocuparse de sus personajes. Aunque el comienzo de la película nos inyecte acción apocalíptica, la historia va a decantar hacia el lado humano (con poderes), los conflictos y relaciones cruzadas. El triangulo Xavier-Magneto-Mystique es el corazón de la película. Tanto porque Mystique juega un papel fundamental en el desarrollo de la historia como porque sobre ellos es que nosotros vamos a empatizar con el relato. El Magneto de Fassbender es siempre un oscuro enigma, su solemnidad y enfado es utilizada como elemento de tensión. La fragilidad de Xavier (muy bien llevado por McAvoy) sirve para la incertidumbre de la misión a cumplir. Y la ganadora del Oscar Jennifer Lawrence finalmente muestra su talento y se despega de aquella apática primera intervención en la saga. Después Bestia (Nicholas Hoult) es un mero lazarillo de Xavier, un personaje de poca trascendencia. Y Wolverine es Wolverine, facha y carisma, de taquito llevado por Jackman. La muy comentada aparición de Quicksilver (Evan Peters) es fugaz pero paga cada minuto en pantalla, es quizás, de lo mejor de la película. Una pena que no se explote más su personaje. Su insolencia le hubiera venido bien como descongestionante de tanta angustia mutante. X-Men: Días del Futro Pasado resulta de lo mejor de la franquicia, y con la mera excusa del viaje temporal, Singer y su troupe logran revitalizar la saga a la vez que reiniciar el mundo mutante. Y por la escena tras los créditos, uno sabe que falta mucho camino (mutante) por recorrer.
X-Men: Días del Futuro Pasado es un filme extraodinario, no solo hace las cosas bien, sino que además deshace cosas que hizo mal X-Men 3. Es un filme creativo, soprendente, emocionante y técnicamente brillante, con un reparto impresionante y una dirección acertada. Imperdible para los amantes del género. Escuchá la crítica radial completa en el reproductor, (click en el link).
Crítica de cine: X-men días del futuro pasado Hay algo que sabe hacer MARVEL y es indiscutible: unir historias. Esta película es eso: una clase de unir todo el universo de X-Men en una sola. Y no sólo eso, sino dejarnos con ganas de más… Claramente INCREIBLE! El desafío inicial es bastante grande, unir la precuela con las viejas X-men y (como si fuera poco) llevarnos al futuro y al pasado sin perder el hilo. Si bien debo aceptar que es bastante complicado seguirle el hilo y uno sigue analizando la película una vez terminada, cada uno de los detalles que nos ofrece esta entrega de “X-men: días del futuro pasado” son de un nivel impactante. (Para aquellos que se perdieron les dejo un cuadrito que encontró un amigo en la web y que ayuda bastante a seguir el orden cronológico de las cosas). La trama es la siguiente: Un peligro inminente les espera tanto a los mutantes como a los humanos en el futuro. Los X-MEN deciden enviar a Wolverine al pasado para evitar un evento importante ocurrido en los años 70 que marcaría un fatal rumbo para la humanidad. Wolverine deberá encontrar a los jóvenes Charles Xavier, Magneto, Bestia y Mystique y convencerlos de completar la misión. Si bien el 3D no está explotado en toda su magnitud, creo que es lo de menos ya que el nivel argumentativo que tiene el filme rompe con eso. Sin embargo, los efectos están muy bien logrados y las peleas vuelven a tener esa riqueza que esperamos de una digna lucha X-Men. En cuanto a los actores, ¿qué decir? Digo, ¿es necesario que les recuerde que cuenta con grandes actores de la vieja escuela y los mejores de la nueva? Bueno… eso es todo… Sin palabras. Otro detalle importante es el final, ya que nos plantea una nueva incógnita sobre el futuro de los X-men… pero si eso era poco, llega un after credits que nos deja boquiabiertos. Para aquellos que no conocen mucho de este universo, les cuento que es un avance para lo que vendrá en X-men: Apocalipsis a estrenarse en 2016. Si muchachos, MARVEL tiene para rato con estos mutantes.
X-men, días del futuro pasado vuelve a reunir a los personajes de la saga y tiene escenas impresionantes, pero su acción es dispersa y le falta sentido dramático. Se supone que el máximo tabú de los viajes en el tiempo es modificar la historia. Como en aquel famoso cuento de Ray Bradbury, sólo bastaría pisar una hoja en un bosque prehistórico para trastornar todo lo que viene después. Lo contrario de ese tabú es lo que sostiene a X-men, días del futuro pasado: si el presente es pura decepción (o extinción) no queda otra alternativa más que volver hacia atrás y ajustar las tuercas allí donde todo empezó a funcionar mal. En este caso, el presente indefinido de la civilización de mutantes es una variante oscura del infierno. Están en guerra contra esa parte de la humanidad que quiere exterminarlos y la derrota final parece inminente. La causa: unos soldados robots fabricados con materiales derivados del ADN de una X-men: Mystique (Jennifer Lawrence). La mayor virtud de esta entrega –que vuelve a ser comandada por Bryan Singer (autor de las dos primeras)– es a la vez su mayor defecto. Por un lado, la trama consigue atar los hilos sueltos de las versiones anteriores y reunir a los personajes principales, pero por otro lado divide la acción en múltiples direcciones, para darles espacio a todos los protagonistas. El efecto es una dispersión dramática que no termina de ser equilibrada por el carisma de los actores ni por algunas escenas formidables, como la del rescate de Magneto en el Pentágono, donde brilla Quicksilver (Evan Peters). Para colmo esas armas asesinas que son los robots carecen de las emociones básicas que vuelven interesantes a los seres malignos, con el agravante de que el científico que los dirige (Peter Dinklage) siempre está demasiado lejos de la verdadera acción. Al revés de lo que ocurría en X-Men, primera generación, que ofrecía una versión secreta de la historia del siglo 20, X-men, días del futuro pasado directamente modifica los hechos históricos, los distorsiona, y por eso mismo los desencanta y los vuelve relativos, les quita ese peso de fatalidad que tienen las cosas ya ocurridas. Y si bien el guion se permite cierta ironía retrospectiva hacia la figuras del canciller Henry Kissinger y presidente Richard Nixon, la crítica a los poderes reales no pasa de una caricatura. Todo indica que la saga cinematográfica de superhéroes más interesante del nuevo siglo sigue siendo una máquina de generar ficciones y millones. De hecho, ya se han anunciado una nueva Wolverine y X-men Apocalipsis. No habrá que faltar a la cita.
Esta secuela está llena de acción, es divertida y te deja expectante aguardando la próxima entrega en el 2016. Marvel/Fox lanza “X-Men: Days of Future Past”. Este es un film de ciencia ficción bastante esperado este año por todos sus seguidores bajo la dirección de Bryan Singer (48) quien también dirigió las dos primeras partes de la serie X-Men y cuenta con un presupuesto mayor a 200 millones de dólares. En esta oportunidad surge una lucha por la supervivencia de la especie en dos periodos de tiempo diferentes, nos encontramos en el 2023 y Logan / Wolverine (Hugh Jackman), imbatible, valiente, fuerte y feroz, deberá viajar en el tiempo a 1973 es decir al pasado, están en peligro los seres humanos y mutantes, hay que cambiar el pasado y salvar el futuro. Cuando trasladan a Logan este despierta en una cama de agua al lado de una lámpara de lava, desnudo y junto a una chica muy bonita, los guardias le dicen que es la hija del jefe y continua con una espectacular lucha. De esta forman ingresan a la historia los personajes originales de la trilogía X-Men y la precuela X-Men” Primera generación”, unen sus fuerzas, por lo tanto nos encontramos en la trama con: Hank /La Bestia (Nicholas Hoult) y Kitty (Ellen Page, juega un papel clave) junto a Magneto adulto y joven (Ian McKeller y Michael Fassbender), el Profesor Charles Xavier adulto y joven (Patrick Stewart y James McAvoy), Mística/Raven (Jennifer Lawrence, le toca un papel camaleónico, con un traje apretado a su piel), Dr. Bolivar Trask (Peter Dinklage, la nueva incorporación), y Storm (Halle Berry). Su desarrollo nos ofrece una gran batalla épica, los primeros minutos son espectaculares, con buena reconstrucción y detalles de época (coches, lugares, productos, trajes y peinados), guiños históricos, cada personaje ocupa bastante tiempo en pantalla para destacarse, con sólidas actuaciones, efectos especiales deslumbrantes, el ritmo rápido, cargada de adrenalina, las secuencias se trasladan a: Nueva York, Moscú, China, Vietnam, París y Washington, abundan los momentos intensos, espectaculares escenas frente a la Casa Blanca con toques de humor, buenas escenas cuando son en cámara lenta, logra capturar la atención del espectador en todo momento, entretiene, con dosis de suspenso, tensión, secretos, sorpresas y bien pochoclera. Después del último crédito tenes una escena extra, y para la próxima entrega “X-Men: Apocalyps”, con el mismo director, el elenco confirmado es: Jennifer Lawrence, Michael Fassbender, Nicholas Hoult, James McAvoy, Evan Peters, entre otros. El estreno está previsto para el 27 de mayo de 2016 en Estados Unidos.
De mutantes y Centinelas Bryan Singer vuelve a sumergirse en el mundo de los mutantes, en esta oportunidad recargado y dispuesto a arrasar más aun respecto de sus precedentes films vinculados a Wolverine, Xavier y compañía, aquellos que tuvieron lugar en el 2000 y en el 2003, en el comienzo de la saga. En X-Men: Días del futuro pasado, el director nos deleita con un sobresaliente en casi todos los elementos que hacen a la historia y a la puesta en escena, con una producción de un calibre técnico impactante, valiéndose además de un reparto de ensueño y de un relato estructuralmente irreprochable, cimentado de tal forma que cada acontecimiento tenga una explicación apropiadamente fundamentada. A través de un arranque potente y fibroso en un futuro siniestro, la película amarra fuerte al espectador a la butaca con una batalla ardua y peligrosa para nuestros héroes. La amenaza está dando sus frutos y venciendo. Algo ha ocurrido, allá por los años setenta, que permitió la creación (y la consecuente mejora) de esta especie de robots acechadores de mutantes. Un viaje hacia el pasado es necesario para cambiar las cosas y prevenir un ultimátum que pondría en riesgo a toda la humanidad. Fanáticos del cómic agradecidos, seguramente, por esta proyección que se adapta al cine utilizando y haciendo funcionar a cada uno de los componentes y condimentos adecuados como para no situarse o encasillarse en un solo género. X-Men: Días del futuro pasado no es un sinfín de enfrentamientos estruendosos (de hecho no desborda de acción), es mucho más abarcadora y profunda. Es cierto, como producto pochoclero o taquillero pisa fuerte, pero durante sus dos horas y pico de metraje también se dedica a indagar e inspeccionar en la conexión entre los personajes, en sus reflexiones y maneras de encarar la tensa situación que se avecina y así buscar una solución que dé un giro rotundo al porvenir. Y aquí es donde las cosas se empiezan a complicar; al enfoque oscuro y tenaz del Magneto personificado a la perfección (nuevamente) por Michael Fassbender, se le suma la rebeldía de Mystique (gran labor de Jennifer Lawrence) y las luchas internas del Profesor Xavier (convincente rol de James McAvoy). La añadidura de la línea histórica-política en la narración es un punto que suma, aporta solidez e incluso magnifica la temática al ser observada desde la perspectiva y la controversia que generan en la sociedad los mutantes. Aunque resulte difícil en una sola entrega darle mayor participación a todas las figuras que se presentan en la cinta, vale destacar la intervención de una de las sorpresas (de contagioso carisma): Quicksilver, gracioso y entretenido, encarnado por Evan Peters (atención a una de las escenas en la que contribuye muy agradablemente). Firme y solvente se lo percibe a Peter Dinklage como Bolivar Trask, en otra de las atinadas elecciones para la conformación del elenco, mientras que en lo que respecta a los principales y ya conocidos intérpretes poco hay para agregar por tratarse de desempeños a la altura de las circunstancias. Para fieles y seguidores de X-Men, existen momentos en los que también se incurre a la bien transcripta aparición de Storm, Bishop y Warpath, entre otros. De modo que no se pierda la costumbre y como efecto motivacional para la próxima edición, se aconseja quedarse al finalizar los créditos. LO MEJOR: la historia, con saltos temporales correctamente estructurados. Enfrentamientos. Efectos. Interesante recurso al ralentí. Combina acción, drama y algunas bocanadas cómicas. Actuaciones brillantes. LO PEOR: alguna que otra escena en la que quizás se estire su duración. PUNTAJE: 9
Si algo nos ha enseñado Marvel en los últimos años, es que puede hacer productos de calidad respetando el material de orígen. Si bien debido a su crisis se tuvo que deshacer de los derechos de muchos de sus personajes, ha retomado un control creativo en un esfuerzo por presentar mejores productos de calidad a sus espectadores. A diferencia de Sony y Spiderman, quienes decidieron hacer un completo reboot y presentar un universo diferente (The Amazing Spiderman) para limpiar el desastre hecho por Spiderman 3 de Sam Raimi, el director Bryan Singer, también en su afán de limpiar el desastre que representó X-Men 3, decidió hacer un reboot de una manera más elegante: presentar una historia con giros argumentales en el tiempo para reiniciar. Aprovechó X Men First Class , tomó el universo que él mismo había establecido, y mediante una de las sagas más famosas de los mutantes, los días del futuro pasado, ha sido capaz de hacer que la gente, fans y no fans, olviden lo sucedido y comience de cero una nueva saga. Sin embargo, a pesar de que lo realiza de una forma casi magistral, con unos efectos excelentes (el 3D aporta en algunas secuencias, en otras no tanto), escenas geniales y actuaciones cumplidoras (especialmente Fassbender y McAvoy, quienes tienen los mejores duelos actorales), Días del Futuro pasado nos deja con otras interrogantes que prometieron serían contestadas y no lo hicieron, nos deja con ganas de mucho más y con cierto sentimiento de decepción. No es que sea mala, realmente es muy buena, y la pondría sólo por debajo de X Men 2 en toda la saga, pero considerando todo lo que presentaron durante los avances, hay sensación de inconformidad por la película en sí, pero mucho conformismo por la manera por demás inteligente de hacer un reboot a la saga y no recurrir al pan de cada día de hollywood, con nuevos actores, y nuevo universo.
"Ni precuela ni estrictamente una secuela, el film de Bryan Singer es una 'entrecuela': Una historia que sucede en el medio de las dos sagas y que, de una manera muy inteligente, conecta las dos líneas temporales y redefine el universo de los X-Men. El resultado es la mejor película de la serie hasta el momento". Escuchá el comentario. (ver link).
Si existe un clásico dentro de la rica historia de los X-Men es, sin lugar a dudas, “Días del Futuro Pasado” y Bryan Singer, director de las primeras dos entregas de la saga (“X-Men” y “X2″), vuelve a conducir los destinos de estos personajes de la Marvel Comics en esta nueva adaptación (la primera para el cine) basada en la historia de Chris Claremont (argumento/guión) y John Byrne (argumento/dibujo) plasmada en los números 141 y 142 de Uncanny X-Men, publicados en el año 1981. Con un guión de Simon Kinberg sobre la historia de Jane Goldman, Simon Kinberg y Matthew Vaughn (director de “X-Men: Primera Generación”), el argumento del film es muy similar al de aquella publicación que transcurre en dos líneas argumentales paralelas; una en un futuro distópico en donde los mutantes -y los humanos en general- están diezmados, en campos de concentración y al borde del exterminio; y otra en el pasado, antes de que todo vaya de mal en peor. Es así, que desde el futuro envían a alguien al pasado para que evitar que ese trágico futuro suceda. En el cómic es a Kitty Pride, en la serie animada de TV de los ’90 es a Bishop (Omar Sy), y en esta cinta, la responsabilidad de cambiar el futuro recae sobre Wolverine (Hugh Jackman), quien sirve de nexo entre las dos generaciones fílmicas de X-Men: los personajes de las tres primeras entregas más los de “X-Men: Primera Generación”. La trama del film comienza en ese desolado futuro no tan lejano, con grupos de mutantes rebeldes luchando contra los Centinelas más avanzados que jamás hayan existido. Kitty Pride logra enviar a otros mutantes, horas y hasta días atrás para avisar sobre los ataques que efectivamente ocurrirán en poco tiempo. Los X-Men que aún quedan con vida, como Tormenta (Halle Berry) o Iceman (Shawn Ashmore) logran reunirse y liderados por Xavier (Patrick Stewart) y Magneto (Ian McKellen), surge la idea de enviar al pasado al único mutante capaz de regenerarse tan rápidamente como las lesiones que provoca el viajar en el tiempo, Logan/Wolverine. Gracias a Kitty (Ellen Page), Wolverine logra su cometido y despierta en los ’70 -10 años después de lo sucedido en “X-Men: Primera Generación”- dentro de una versión de sí mismo de por aquellos años pero con el conocimiento de lo que está por suceder. Su misión es evitar que Mystique (Jennifer Lawrence) asesine a Bolivar Trask (Peter Dinklage), el creador de los Centinelas, y para ello necesitará la ayuda de las versiones jóvenes de Xavier (James McAvoy) y Magneto (Michael Fassbender), cuya relación está quebrada por lo sucedido en “First Class”, y de algunos otros mutantes como Bestia (Nicholas Hoult) y Quick Silver (Evan Peters). Esta “X-Celente” película deshace casi todo lo sucedido en las entregas anteriores, arregla la continuidad en el tiempo y además, a no levantarse del asiento hasta el final de los títulos, porque hay una escena más que sirve de gancho con la próxima entrega de los Hombres X: “X-Men – Apocalipsis”.
TIEMPO DE MUTAR Hay que tener cuidado con las decisiones que tomamos. Las consecuencias de los caminos que elegimos se expanden en el tiempo, moldeando nuestro futuro de maneras inesperadas. Sucede en la vida, sucede en las películas. Y también sucede en las decisiones de producción y marketing detrás de las películas: el estudio Fox había empezado a corregir los errores cometidos con la franquicia X-Men (y me refiero a X-MEN ORIGINS: WOLVERINE y, en menor medida, X-MEN: THE LAST STAND) con el estreno de la intensa e inteligente X-MEN: PRIMERA GENERACIÓN (X-MEN: FIRST CLASS, 2011). Ahora, con X-MEN: DÍAS DEL FUTURO PASADO (X-MEN: DAYS OF FUTURE PAST, 2014), la saga de los mutantes apunta a entregar su propio film-evento, es decir, una película a la que se vende como un suceso importante y épico del que nadie puede quedarse afuera. Con esa idea en mente, Fox trajo de vuelta al director Bryan Singer (responsable de X-MEN y X-MEN 2), y reunió a los actores de PRIMERA GENERACIÓN (Jennifer Lawrence, James McAvoy, Michael Fassbender) con el elenco de la trilogía original (Hugh Jackman, Patrick Stewart, Ian McKellen, Halle Berry, entre otros), sumando además a otros actores para interpretar a personajes prescindibles (aunque hay una fugaz excepción). El resultado es un film entretenido que muta del humor a la oscuridad con la facilidad de la azulada piel de Mystique. Hay, además, un destacable trabajo de efectos especiales y secuencias de acción impactantes y muy bien resueltas. Por otra parte, los sucesos del film marcan un importante quiebre en la historia de la franquicia y funcionan a modo de guiño a los fans. Lamentablemente, X-MEN: DÍAS DEL FUTURO PASADO presenta trilladas reflexiones sobre el destino y algunos tropiezos del guión que impiden que se convierta en la mejor y más grandiosa entrega de la franquicia, tal como era el plan de Fox y Singer. Empecemos por el futuro: en un oscuro mundo post-apocalíptico, los X-Men luchan contra unos robots que fueron creados para cazarlos: los Centinelas. Gracias a los nuevos poderes de Kitty Pryde (Ellen Page), poderes cuyo origen el guión nunca se molesta en explicar, los mutantes aprovechan la ventaja de los viajes temporales de la consciencia para sobrevivir. Pero saben que no durarán mucho. Entonces, Magneto (McKellen) y el profesor Xavier (Stewart) idean un plan. Sí, Xavier, el profe paralítico, quien había muerto en X-MEN: THE LAST STAND pero trasladó su mente a un nuevo cuerpo tal como se vio en la escena post-créditos de aquel film, aunque eso nunca vuelve a ser mencionado en X-MEN: DÍAS DEL FUTURO PASADO, generando algo de confusión. Ah, cierto, el plan: enviar la consciencia de Wolverine (Hugh Jackman) a su yo del pasado para reunir al grupo y evitar que Mystique (Lawrence) mate al científico Bolivar Trask (Peter Dinklage) y genere toda una cadena de eventos que culminará en ese terrible futuro. Al regresar a los años 70', Wolverine también busca la ayuda de Quicksilver (Evan Peters), un veloz mutante que protagoniza una cinematográfica y muy humorística secuencia. El aspecto del personaje, tan criticado por los fans cuando se revelaron las primeras imágenes, no es de lo mejor, pero la interpretación es buena y la forma en que se muestran sus poderes con el uso de la cámara lenta hacen que su incorporación a la franquicia valga la pena, por más breve que sea. Una pena que no haya sido mejor aprovechado. De hecho, resulta algo ilógico que Wolverine y los demás no soliciten su colaboración para impedir el asesinato de Trask. Así de forzadas resultan otras decisiones del guionista Simon Kinberg, como la de incluir personajes de la franquicia en su juventud de manera no demasiado justificada (como Stryker o Sapo), o el abrupto cambio de Magneto (Fassbender) en relación con Mystique (Lawrence), que no está lo suficientemente desarrollado, y sin olvidar lo poco que le dan para hacer a un groso como Dinklage. Además de las escenas con Quicksilver o aquellas protagonizadas por la salvaje y sexy mutante azul, el otro gran momento de la película es su clímax, cuando de forma muy inteligente se combinan las batallas del pasado y del futuro, en un idea y vuelta dramático y de mucha intensidad. Sin embargo, más allá del explosivo espectáculo (que no suma nada original al género comiquero), el combate final en los 70' se siente contenido y no tan épico, como si en realidad no hubiera sucedido demasiado. También resulta interesante analizar la participación del antagonista: [¡CUIDADO, SPOILER! SELECCIONÁ EL TEXTO PARA LEER] Trask no es el villano y ni siquiera lo son los Centinelas. La franquicia se repite al poner a Magneto en el rol del enemigo a vencer, aunque más no sea para ese último enfrenamiento. [FIN DE SPOILER] Claramente, la película busca que la verdadera lucha suceda en el interior de los personajes (como es el caso de Xavier, Magneto y Mystique, y las decisiones que deben tomar). Aquí, lo que los mutantes combaten es el futuro: pelean por el derecho de elegir su destino.
X-Men, dias del futuro pasado es una película imperdible que contiene todos los ingredientes de la saga y muchísimo más. Como siempre quedate a ver los títulos para saber un poquito de lo que se viene. El ritmo es excelente y a pesar de la diversidad de personajes Marvel y de las diferentes líneas y épocas que podrían prestarse a confusión o a dejar cosas colgadas, el argumento es claro, emotivo y...
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Los superhéroes andan a los saltos por el tiempo Si hay que encontrar alguna virtud a la nueva X-Men es la de hacer partícipe de su desbarajuste temporal a los espectadores. Seguramente, nadie debió pensar, pocos años atrás, siquiera "filmable" un argumento en donde convivieran distintas versiones -pasadas/futuras- de superhéroes prácticamente desconocidos para el gran público. Ejercicio empresarial que Marvel/Disney supo cómo implementar para, así, entrometer en la cabeza de espectadores desprevenidos nombres como Wolverine, Xavier, Jean Grey, Magneto, Cíclope, entre otros. Quedan a salvo las magníficas historietas fuente, las de los '70/'80, donde moran todas y cada una de las vueltas argumentales que incorpora la serie cinematográfica. Ésta es la aventura más famosa de los X-Men del cómic, también la más triste, ya que el futuro no les depara nada mejor, y aún cuando los vericuetos de guión les permitan salir airosos, lo cierto es que la persecución al diferente continuará peor. Todo esto más o menos presente en el film de Bryan Singer, el encargado "oficial" de X-Men. Allí cuando la serie parecía tocar cierto límite con su tercera entrega, la renovada X-Men: Primera generación (2011) devolvió bríos y encontró relevos perfectos en James McAvoy y el gran Michael Fassbender. Con Días del futuro pasado se encuentra un enlace generacional justo, capaz de despegar hacia una renovación de casting definitiva, que unos cansinos Ian McKellen y Patrick Stewart ya no pueden sostener. Pero sólo eso. Tampoco es que haya que pedir tanto, sólo se trata de otra película de superhéroes, con su fórmula ya trillada por tantos títulos fugaces. Lo que llama la atención es cómo ciertos directores no pueden desplegar otros rumbos. Que Bryan Singer deba seguir en lo mismo de siempre (nombre ya previsto para otra secuela) y no retome propuestas cercanas al espíritu de sus tempranas Los sospechosos de siempre y El aprendiz (según novela de Stephen King) da cuenta de cierto corsé (auto)impuesto. Lo que queda, entonces, es un ejercicio narrativo destinado hasta al espectador más distraído. Con el eje puesto en quien sigue como estrella del reparto: Hugh Jackman, obligado acá a hacer lo habitual, si bien presa de muchos diálogos explicativos, pero con las garras feroces de siempre. Algunas pequeñas notas agregan valía: la caracterización irónica de Peter Dinklage (el Tyrion Lannister de Game of Thrones), la interacción entre Jackman y Fassbender, la desnudez azul de Jennifer Lawrence (cuando Mystique, su personaje, no es un dibujito digital), la adicción alcohólica y de LSD disimulado de Xavier (McAvoy), y los registros en súper-8: cuya textura y colores saturados recuerdan el offset de los cómics de origen. Hay momentos fugaces donde el viaje a los '70 tiene cierto encanto, pero enseguida perdido. Lo digital irrumpe rápido. Y estos personajes, antes que hijos del átomo, lo son de los cálculos por ordenador. Allí es donde todo este cine termina. En los números.
Lo mejor está por venir… El Apocalipsis está cerca. Si son fanáticos de los X-Men lo saben. Pero todavía no estamos preparados para recibirlo. Por eso mismo, Bryan Singer nos trae Días del Futuro Pasado. Esta nueva entrega de la saga X-Men es acaso la más esperada desde La Batalla Final, para aquel que sigue las adaptaciones de los cómics, creados por Marvel, a partir del año 2000. Esperada porque marca el regreso del elenco original y lo combina con el de Primera Generación, esperada porque empieza a rearmar las piezas sueltas que dejaron las entregas de la primera trilogía y las entregas de Wolfverine. Esperadas porque Bryan Singer, luego de varios traspies personales, se volvió a poner detrás de las cámaras. Se trata, además, del proyecto más ambicioso de todos, y no solo por la cantidad de actores y personajes que aparecen, sino porque debieron crear dos mundos: un alternativo futuro, oscuro, con humanos y mutantes esclavizados por máquinas en una visión muy similar a la de Terminator 2: El Día del Juicio Final, con reminiscencias a Metrópolis y Tierra de los Muertos, y un alternativo 1970, con Richard Nixon en la presidencia aprobando la utilización de Centinelas para destruir a la nueva amenaza, post vietnamita, llamada: Mutantes. El eje de la historia es el Dr. Trask (maravilloso Peter Dinklage, aun cuando no tiene demasiada potencia como villano) un científico que odia a los mutantes – nunca conocemos los verdaderos motivos – que inventa una legión de robots para aniquilarlos. Sin embargo, Trask es asesinado por Mystique. Este hecho sucedido en los ’70 provoca que los científicos confirmen que los mutantes son peligrosos y por lo tanto, la invención de los “centinelas” – que solamente están programados para matar mutantes – sea inminente. Cuando los científicos atrapan a Mystique, mezclan su gen mutante con los de los Centinela, y de esta manera los robots, adquieren la fuerza y poder del adversario mutante en pos de destruirlo y hacerse invencible. El futuro. Los mutantes están en guerra y la única manera de evitar la destrucción total de la especie es que alguien detenga a Mystique antes de matar a Trask. Kitty (Elle Page) es capaz de regresar la mente de las personas a sus cuerpos originales en los años 70 – tampoco se explica como Kitty adquiere ese poder, dado que ella solamente traspasaba paredes y espacios – pero cuanto más largo sea el viaje en el tiempo, más se deteriora la mente. El único con la capacidad de resistir es Wolfverine, ya que su mente se puede autosanar. Wolfverine debe viajar a su cuerpo en los ‘70 para convencer al joven Xavier – que en el futuro está inexplicablemente vivo – para que manipule a Mystique y no mate a Trask. Aunque parezca muy complejo, todo esto se explica en los primeros 5 minutos del film. El resto es una mezcla de Terminator con Volver al Futuro y algo de Watchmen: Xavier en los 70 perdió su escuela de mutantes y está hecho un hippie deprimido – el Teniente Dan de Forrest Gump – y no quiere ser mutante. Magneto está recluido en una prisión dentro del Pentágono por asesinar a Kennedy. Wolfverine va encontrando palos constantes frente a su camino que debe resolver, a medida que encuentra nuevos mutantes aliados. El film es acaso el más divertido, entretenido y adrenalínico de la historia de los X-Men. Bryan Singer, confirma que sigue teniendo buen pulso para narrar, después de los fracasos de Jack, El Cazagigantes, y las subvaloradas Operación Valkyria y Superman Regresa. La habilidad por lograr una relato fluido con tal complejidad argumental, sin caer en discursos obvios es admirable. Además vale destacar que el film tiene al menos tres secuencias inspiradas a nivel audiovisual: el escape de Magneto – con un estilo muy Zack Snyder pero con más humor – el primer intento de asesinato de Trask en Paris y la secuencia final. Si bien es poco lo que aporta el 3D el viaje logra ser bastante divertido. El problema principal de la película es su guión. Si bien Singer y el guionista Simon Kingberg se arreglan para que tenga cierta coherencia narrativa, abarca tantas historias y subtramas que no logra tener una suficiente cohesión para que todo quede realmente claro. Hay demasiados huecos e interrogantes sueltos relacionados con las anteriores entregas – personajes muertos que reviven, personajes que son más jóvenes en esta entrega que en otras, inéditas elipsis temporales – y varios errores históricos. Además, ningún personaje tiene suficiente desarrollo para terminar poniéndose el film sobre los hombros. Es más bien un pase de postas, donde cuando un personaje le pasa el protagonismo a otro, queda olvidado. Estas falencias en el guión, sumado a un pequeño dejo de solemnidad, característico en Singer, provocan que el film no sea tan efectivo como se supone que sea. Con menos pretensiones y ambiciones, X-Men: Primera Clase, de Matthew Vaughn, terminaba siendo una película más redonda, divertida y sólida. Con un elenco que consigue trabajos convincentes, más allá de la poca profundidad de los personajes y notables efectos visuales, X-Men: Días del Futuro Pasado, aún con desniveles, es divertida, violenta (la más oscura y violenta de todas) entretenida y demuestra que Singer está en forma y sobretodo nos prepara – tomando en consideración el excelente avance pos créditos finales – para X-Men: Apocalipsis, sin dudas, el gran sueño de todo fanático de la mitología mutante.
Hay que reconocerle a Bryan Singer el esfuerzo que hizo no solo en la dirección, sino, principalmente, en el guión, para que “X-Men: días del futuro pasado”(USA, 2014) atrape desde el inicio al fin y se presente como una de las películas definitivas de superhéroes. Más allá que sabía que contaba con uno de los cast más impresionantes y con las estrellas más rutilantes del firmamento cinematográfico (y sino miren la reciente incorporación de Peter Dinklage a la saga), sin un argumento fuerte que apoyara las actuaciones, nada sería lo que es en esta oportunidad. “X-Men: días…” supera a su predecesora porque es capaz de hacer cohabitar en un mismo tiempo fílmico a todos los mutantes con los que tanto hemos sufrido y soñado a la vez. Los duelos actorales obviamente, y ante la posibilidad de esta coexistencia, estarán a la orden del día, como así también los entrañables sentimientos de amistad que, por ejemplo, pueden existir entre seres tan disímiles entre sí como Wolverine (Hugh Jackman) y Bestia (Nicholas Hoult/Kelsey Grammer). La acción, en una dinámica y trepidante escena, comienza cuando los X-Men deciden hacer viajar al pasado a Wolverine, para poder así detener a Mystique/Raven (Jennifer Lawrence) y evitar que asesine al científico Bolivar Trask (Dinklage), creador e impulsor de los Centinelas (los gigantescos robots inteligentes que asesinaran en un futuro a los mutantes). En ese viaje al pasado, Wolverine se encontrará con el joven Xavier (James McAvoy) y Bestia (Hoult), en medio de la desolada y abandonada escuela para jóvenes mutantes. Con ellos, luego de varios intentos de explicar su situación de “viajero”, intentará a toda costa detener a Mystique (Lawrence), sabiendo que con su habilidad no será una misión fácil. En el medio de la historia el eterno planteo de la saga, la lucha por sobrevivir de estos seres diferentes, que intentarán imponerse frente a aquellos que niegan la posibilidad de vivir en paz y armonía a todos juntos. A su vez la acción irá y vendrá en el tiempo y asistiremos a cómo en el futuro el grupo de X-Men, ya adultos (el viaje se retrotrae a 50 años al pasado), deberán tratar de controlar y resistir a los embates que el grupo de Centinelas acomenterá sobre ellos. En esos viajes en el tiempo, todo el despliegue audiovisual y sonoro se potenciará para lograr generar tensión entre los personajes, a los que se sumará la eterna rivalidad entre Magneto joven (Michael Fassbender) y el joven Charles X (McAvoy), entre quienes, a pesar de saber que deben trabajar en conjunto para evitar que toda la descendencia padezca un castigo y control mayor, nunca terminan de celarse y traicionarse. Además de trabajar con la eterna pelea entre buenos y malos, la idea principal de la película es la de ver si de alguna manera el destino se puede cambiar a pesar de los obstáculos. “El futuro está escrito” arranca la narración del filme, para luego demostrar que siempre existe la posibilidad de que “todo lo que sucede está en tus manos”, otra de las frases new age que se escuchan en algún momento. Singer aprovecha la contextualización histórica del comic para anclar su narración en un futuro y en la década de los setenta del siglo pasado, con referentes como Roberta Flack y Richard Nixon (interpretado por Mark Camacho), la guerra de Vietnam, y hasta animarse a indicar que la detención de Magneto es porque asesinó a J.F.K (¡a quien también acusan de mutante!). Un filme para entretenerse, divertirse y disfrutar y en el que el virtuosismo del director y la calidad de las actuaciones (todas) no hacen más que seguir afirmando el buen momento de las películas de la Marvel.
Esta película cargaba con todas las expectativas posibles: era el retorno del director Bryan Singer (el mismo que debutó con nada más y nada menos que “Los sospechosos de siempre” y estuvo a cargo de las dos primeras entregas de X-Men), combinaba los castings de las primeras entregas y de X-Men First Class, y se basaba en una saga con viajes en el tiempo que todos los que amamos la ciencia ficción siempre nos anotamos para ver. Para los que no conocen el tema: X-Men plantea un mundo que pertenece a una Era Atómica, en la cual los cambios en la Tierra y las guerras alteran el ADN del ser humano y permiten ciertas mutaciones. Hay mutaciones pequeñas que pueden ser muy leves (como tener una maravillosa vista y siempre acertar la flecha en el blanco) y hay otras que desarrollan lo que los seres humanos entendemos por “poderes”. Como siempre ha sucedido, el hombre no se caracteriza por ser tolerante a aquello que es diferente y los mutantes tienen herencia de esto. Así es como dos amigos con todo lo que implica, se enfrentan de por vida entre una postura que busca que todos convivan en paz y otro que dice que el que golpee antes vencerá, porque al fin y al cabo nunca los van a terminar de aceptar por miedo a su superioridad y porque él los considera inferiores. Esta historia inicia en un mundo destruido, una humanidad sometida y los mutantes siendo cazados por unos centinelas que tienen la posibilidad de absorber sus poderes y, por ende, de ser invencibles. Los amigos enfrentados, Charles y Erik, se alían para poder viajar en el tiempo y poder detener esta situación. Pero el viaje es muy intenso y puede dañar la estructura mental con lo cual terminan enviando a un mutante con la capacidad de sanarse a sí mismo: Wolverine. Mientras se nos presentan hechos históricos reversionados (siempre me divierte mucho cuando hacen esto en los cómics) dentro de este universo, el orden de la sociedad y pidiendo el orden por miedo, terminamos provocando peores catástrofes y la pregunta sigue en el aire ¿Lo que pasa tiene que pasar o es posible detenerlo? ¿Cuánta incidencia puede tener un solo ser frente a todo esto? Agradecí profundamente que esta entrega no cayera en el exceso de gags efectistas de otras del Universo Marvel, sino que se le imprimiera el drama necesario, el destino y su fatalidad y algún que otro momento alivia esto, pero no lo borra como en el caso de Iron Man 3, por ejemplo. El elenco enorme que se maneja responde de una forma maravillosa al titiritero de Singer. Plantea matices, montajes paralelos, la teoría del caos y todo eso sin que nosotros digamos cómo puede una situación llevar a otra. El guión funciona como un reloj, pero lo que le da cuerda es el genio de Bryan. No puedo remarcar más que el trabajo impecable de ambientación, maquillaje y vestuario (excepto, capaz, que si hace muchos años no usábamos a Cerebro, no tendría que parecer una publicidad de Míster Músculo sino tener algo de polvo) y de cómo los actores han defendido a su personaje con su psicología pero sin destacar particularmente una interpretación de otra. Lo cual, en la ciencia ficción, ayuda a la inmersión: no veo los personajes, veo la historia. Es cierto que hay muchos mutantes que quedan simplemente de decoración, que no se entienden sus historias o que no se habla de su incidencia, pero eso está pensado para los que aman los cómics, para que se emocionen cuando Quicksilver está abrazando a una chica vestida de rojo mientras miran la pantalla conmocionados y saben que es La Bruja Escarlata. Dialoga constantemente con textos previos y creo que eso es lo que nos hace todas las veces decir “que Bryan no se vaya nunca más”. No se olviden de quedarse a ver la escena post créditos y ya van a ver que salen como salí yo del cine: enojada por no ser mutante.
Si las primeras películas de la serie eran apenas un intento de llevar al cine a los mutantes de Marvel apelando a una aburrida corrección política que versaba sobre la diferencia y la tolerancia, X-Men: Días del futuro pasado tira todo por la borda y prueba un camino completamente distinto: el resultado es una película adulta y segura de sí misma, capaz de maniobrar un tono trágico sin por eso dejar pasar oportunidades para construir humor (habilidad siempre rara dentro del género, con la excepción de las Iron Man), y que aprovecha los saltos temporales y su curioso dispositivo narrativo (muchos personajes aparecen escindidos entre su yo del pasado y del presente) para observar la época y hasta para comentarla sin caer en reduccionismos ni mensajes acerca de la Historia. Además, Bryan Singer se muestra en plena forma, capaz de lograr los planos más elaborados y dinámicos que capturan la vitalidad de los movimientos de los protagonistas (en especial de Wolverine) al tiempo que estiliza la puesta en escena; las imágenes son siempre potentes y bellas, invitan a ser miradas, nunca son solamente ilustrativas de lo que ocurren en el relato, como en la escena de acción del comienzo, en el que el vértigo de la lucha y el duelo de poderes es de lo mejor que se haya podido ver en una película de superhéroes. Es que en X-Men todo es exceso: del espacio, el cuerpo y hasta del dolor que padecen los personajes. Quizás como ningún otro grupo de héroes de Marvel o DC, los X-Men cargan con un sufrimiento que los convierte en criaturas perfectamente aptas para la tragedia: además de la marginación que les dispensa la sociedad, los duros combates que entablan con los villanos y los amores casi nunca correspondidos, los alumnos del profesor Xavier deben enfrentarse a sí mismos y a la soledad a la que parecen condenados eternamente. Cuando Wolverine viaja al pasado para encontrar al antiguo profesor y convencerlo de que lo ayude en su misión, lo halla viviendo solo, perdido por el alcohol y el recuerdo de una traición amorosa, acompañado solo por un alumno fiel que lo cuida como si fuera un anciano. La mansión que habita el Xavier quebrado y sin poderes (renuncia a ellos voluntariamente para poder caminar) es lo único que queda de la escuela para mutantes, la esperanza de un puñado de jóvenes con extrañas habilidades que debe cerrar por orden del gobierno. La agonía en la que se debate un ahora cínico y desencantado Charles Xavier no tiene medida, como no la tiene tampoco el calvario hecho de experimentos y torturas a los que somete el científico militar Bolivar Trask a los mutantes capturados para perfeccionar su legión de centinelas, unos robots cazadores que persiguen implacablemente a personas con el gen X. Pero no se trata solo de la ruina silenciosa a la que parece haberse confinado el futuro líder de los X-Men: también está la cárcel ubicada a miles de metros bajo la tierra en la que yace enterrado vivo Magneto, alejado de cualquier clase de metal; o los soldados mutantes que eligen pelear por su país en Vietnam una guerra sucia, menos por convicción que por la vaga promesa de ganarse un lugar en la sociedad que les da la espalda y los trata como animales. Desde ese pasado colmado de infelicidad y violencia, el guión traza un arco temporal que llega hasta el presente (es decir, el futuro), en el que una distopía terminal esclaviza a la raza humana y la mutante por igual y en la que la última frágil resistencia la constituyen un grupo de mutantes incapaces de batirse con sus enemigos; en cambio, su estrategia es: cuando son atacados por un grupo de centinelas y, de antemano, se saben masacrados sin remedio, dos de ellos, Bishop y Kitty Pride, se retiran del campo de combate y ella lo envía unos días atrás en el tiempo para advertirles a sus otros yo del pasado que ya fueron descubiertos y que tienen que cambiar de escondite. La cuestión es que, mientras Bishop y Kitty hacen eso, los otros deben entretener a los centinelas a costa de sus vidas y sufrir una muerte salvaje. La corrección temporal fruto del viaje en el tiempo los salva y devuelve a un momento en el que todavía pueden huir, pero se trata de una huida breve, ya que en breve serán detectados de nuevo por los enemigos y deberán repetir el ejercicio incontables veces, siempre luchando con la única misión de, si tienen suerte, despertar unos días atrás como si nada de la carnicería hubiera sucedido. Incluso salvando la vida, el puñado de mutantes restante, golpeado y desmoralizado, solo puede aspirar a repetir indefinidamente ese empezar de nuevo como en 8 minutos antes de morir o, ahora, la más reciente Al filo del mañana. El director sabe explotar la veta trágica de su relato sin convertirlo en un retrato lastimoso, y puede generar unas tensiones al interior del grupo que son el corazón de la película: sobre todo a partir de la aparición de Magneto, interpretado increíblemente por Michael Fassbender (puede actuar muy bien cuando no es dirigido por Steve McQueen). Su Erik, muy superior en cálculo frío, rencor e instinto asesino al compuesto por Ian McKellen, se roba una buena cantidad de escenas y también de planos: su presencia en el encuadre es eléctrica, empuja toda la atención del ojo al rostro pétreo y algo contrahecho de Fassbender y deja en la sombra al resto de los personajes. Hugh Jackman muestra de nuevo que quizás no sea un gran actor pero que sí puede darle vida a un personaje difícil como Wolverine, un duro que bien podría ser una continuación en clave de superhéroe de los héroes taciturnos y desencantados del cine clásico (de hecho, en esta última X-Men se revela definitivamente el método de Jackman: lo suyo pasa por imitar el tono de voz, el gesto hosco y hasta el desprecio infinito que suelen caracterizar a los personajes de Clint Eastwood). Por cómo puede maniobrar las dos líneas temporales de manera simultánea (aunque la de mayor peso sea la del pasado), por cómo construye y dejar crecer a algunos grandes personajes del cine de superhéroes como Magneto y Wolverine, por cómo juega a reescribir la historia sin ninguna pretensión de importancia (ver quién está detrás del asesinato de Kennedy), por cómo fija la mirada en la época y sus detalles pero sin perderse en ellos ni elaborar un comentario social (los 70 son solo un marco en el que van a inscribirse los mismos conflictos que sufren siempre los mutantes), X-Men: Días del futuro pasado representa el paso a la adultez de una serie tibia, que elegía la comodidad del mensaje políticamente correcto y no solía tener grandes habilidades a la hora de desarrollar una historia, cuya única fortaleza era contar con unos personajes atrapantes ya elaborados por décadas de historietas. La última película de Bryan Singer barre con todo eso y, a pesar de haber dirigido las primeras, acá hace un cine exponencialmente distinto, que eleva en parte la media de un género que todavía sigue esperando sus grandes películas, las que lo arranquen de la mediocridad que parece ser su sigo más reconocible. Las primeras Batman de Nolan y las Iron Man de Favreau tienen ya no están tan solas.
La cima de la saga mutante Podríamos decir que Chris Claremont es para los mutantes de la Marvel lo que Stan Lee para el resto de los personajes de la “Casa de las Ideas”. Porque si bien “The Uncanny X-Men” comenzó a salir en 1963 con autoría de Lee y el Rey Jack Kirby, ese período iniciático no causó el mismo furor que otros lanzamientos de la editorial: hubo que esperar hasta 1974, cuando el guionista Len Wein (que ya había creado a Wolverine) y el dibujante Dave Cockrum relanzaran la nueva y mítica formación, para rápidamente pasarla a Claremont, con los lápices de John Byrne. Ahí estalló la magia de la franquicia, con 15 años de grandes ideas en la misma: de la saga de Fénix Oscura y Wolverine en Japón a “Rubicón”, pasando obviamente por “Días del futuro pasado”. Preste el lector atención a las fechas, porque si “X-Men: primera generación” estaba ambientado en 1962 (durante la crisis de los misiles de Cuba), en las vísperas del debut de los X-Men en el papel, la mayor parte de la cinta que hoy nos convoca transcurre en 1973, poco antes del relanzamiento, cuando los X-Men estaban técnicamente disueltos. Si salió por casualidad y no lo hicieron a propósito, es “cosa e’ mandinga”. Salvar el futuro Intentemos adentrarnos en el argumento. En un futuro temiblemente cercano, los mutantes y muchos humanos normales (por solidaridad o por ser portadores del gen X) están siendo exterminados por la más flamante generación de Centinelas, unos robots preparados para detectar y destruir mutantes, con habilidades para adaptarse a los poderes con que los ataquen, conducidos por “lo peor de la humanidad”. El Profesor X y Magneto encabezan juntos el último grupo de resistentes, secundados por Wolverine, Storm, Kitty Pride, Sunspot, Warpath, Iceman, Bishop, Colossus y Blink. A partir de un experimento de Kitty con sus poderes (enviar la consciencia de Bishop a su cuerpo del pasado inmediato para avisar de un ataque de Centinelas), surge un plan mayor: mandar a alguien más atrás en el tiempo, a evitar que Mystique elimine al doctor Bolivar Trask (puede pensarse que ese nombre fue una referencia de Claremont al doctor Vannevar Bush, el gran científico militar de posguerra), lo que generó una cadena de hechos que termina en los Centinelas. Puesto Wolverine nuevamente en la situación de ser clave de la historia (es el único que puede aguantar el proceso), el canadiense tendrá que viajar al pasado y convencer a un desilusionado Charles Xavier, a un resentido Magneto y a la joven y enojada Mystique de cambiar el curso de la historia: una tarea nada menor. Maestría Bryan Singer lo hizo de nuevo, y lo llevó más allá. El principal director y productor de la saga mutante volvió a ponerse al frente, colaborando con Matthew Vaughn (director de “X-Men: Primera generación”) que gestó el argumento junto con Jane Goldman y Simon Kinberg. De ese equipo creativo, surgió un producto que combina los atractivos destacados en la primera trilogía mutante y la precuela, sumando a los potentes elencos de ambas temporalidades. Y también (en cuanto a clima y situaciones) algo que se mueve entre lo mejor de la saga de “Terminator” (con algunas paradojas temporales para discutir, como inevitablemente pasa) y “El origen” de Nolan (con el cuerpo de Logan mantenido en el sueño/viaje temporal por Kitty, durante un tiempo que en el pasado son largos días). Y al mismo tiempo, el producto tiene mucho sabor a Claremont, con la recuperación de una de sus sagas más queridas (la forma en que se trasladó la idea de Fénix Oscura en “X-Men: la batalla final” puede parecer por momentos injusta) y la puesta en movimiento de una gran cantidad de mutantes célebres mostrando sus poderes con la plenitud que lo permiten los efectos visuales (la escena de Quicksilver es magnífica, a la vez que divertida). De yapa, el juego temporal permite recanonizar la saga (algo que en los cómics de superhéroes ya es habitual) y la escena post-créditos permite adivinar para dónde irá la cosa. Cumbre Del elenco, hay que decir que los siempre elogiados Hugh Jackman (Wolverine), James McAvoy (Xavier joven) y Michael Fassbender (Magneto joven) llevan la historia con la soltura con la que ya adoptaron sus personajes; lo mismo cabe decir de Patrick Stewart (Xavier grande) y de Ian McKellen (Magneto veterano), más la intensidad que logra Jennifer Lawrence (Mystique), una actriz en constante crecimiento. La gracia de Nicholas Hoult (Hank/Beast) completa el equipo principal, que aparece secundado por las reapariciones de Halle Berry (Storm), Ellen Page (Kitty Pryde) y Shawn Ashmore (Iceman), más algunas sorpresas y cameos. Y una curiosidad: Peter Dinklage (en el candelero gracias a “Game of Thrones”) como un Trask enano. Posiblemente, estemos ante la mejor película de la saga mutante hasta el momento. Podemos imaginar a Chris Claremont en la oscuridad de la sala, mascando pochoclo mientras ríe entre dientes, satisfecho con el legado que dejó. Larga vida a los mutantes, y que viva la diferencia.
Una parte del cine está enfrascada en una especie de deporte olímpico: cómo superar año a año el récord de gigantismo en producción y de recaudaciones. Para ser sinceros, el campeonato de este año no está proveyendo el mejor espectáculo del mundo, por lo cual esta mega superpelícula de millones y millones, con su precisión narrativa, su ocasional humor y su plétora de estrellas es bienvenida. Especialmente porque uno no pierde el interés nunca en lo que pasa en la pantalla y porque hay momentos de gran inventiva (un escape del Pentágono, por ejemplo, de las mejores escenas de acción y humor de los últimos años). El truco comercial aquí es que los X-Men de la primera saga y los de Primera Generación aparecen (más o menos) juntos en una misma película. Solo seis o siete dicen algo más que una frase y el drama se concentra en cuatro personajes. La historia parece complicada pero es simple: en el futuro hay máquinas que matan mutantes y esclavizan humanos, Wolverine –siempre grande Hugh Jackman– viaja al pasado para eliminar la causa de tal desastre, lo que nos lleva a una secuela directa de Primera generación y al triángulo familiar-amoroso entre James McAvoy, Michael Fassbender y Jennifer Lawrence. Se nota que el realizador Bryan Singer quiere mucho a sus personajes, porque logra transformarlos, a pesar de lo vertiginoso de la puesta, en personas complejas. Sí, esta es la campeona de 2014. Hasta ahora.
EL RETORNO DEL REY Digámoslo desde el comienzo: “X-Men: Days of Future Past” no es una gran película, pero su avidez la dota de una energía que otros directores de la saga como Gavin Hood, Brett Ratner o James Mangold no supieron darle. Solo la “X-Men: First Class” de Vince Vaughn, estrenada en 2011, pudo recuperar algo del nivel que tuvieron en su momento “X-Men” y “X2”. Para alegría de todos, el director de “Los sospechosos de siempre” decidió volver luego de diez años para mostrar cómo se hace. En el futuro tanto hombres como mutantes son sistemáticamente eliminados por los centinelas, robots gigantes que tienen la capacidad para copiar las habilidades de los mutantes, lo cual, sumado a su superioridad física y numérica, los hace invencibles. Así, la única solución posible es enviar al pasado a Wolverine, cuyos poderes de autocuración le permitirían sobrevivir al impacto psicofísico que implica el viaje, para evitar que ocurra lo que desencadenó todo: el intento de asesinato del Dr. Bolivar Trask, creador de los centinelas, por parte de Mystique a principios de los 70. La séptima entrega de la saga iniciada en el 2000 reúne a la mayoría de los mutantes que han aparecido en las entregas anteriores. Hay cierta dispersión dramática producto del ida y vuelta entre el pasado y el presente, y los personajes se ven obligados explicar el suceder de los acontecimientos para que el espectador no se pierda. Por suerte, también hay humor y teorías jugosas sobre algunos sucesos históricos y el mapa genético de líderes mundiales como J. F. Kennedy. Su holgado presupuesto de más de doscientos millones de dólares no ha sido desaprovechado y de sus varias escenas de acción sobresale aquella en la que Quicksilver (que se lleva sin dudas el premio revelación) resuelve la situación a su tiempo mientras suena, precisamente, el setentoso Time in a Bottle, de Jim Croce. El director anunció ya un nuevo capítulo para el 2016: “X-Men: Apocalypse”. No teman, mutantes… de la mano de Singer hay presente y hay futuro.
Cierre y cuenta nueva Con Hugh Jackman y Jennifer Lawrence al frente de un oscarizado elenco, reune a varias generaciones de superhéroes. X-Men: Días del futuro pasado trae un nuevo episodio de las aventuras de este grupo de superhéroes creados por el estudio Marvel, en el que Wolverine (Jackman) es enviado al pasado para cambiar el curso de un importante acontecimiento histórico que puede afectar a humanos y a mutantes. Esta secuela, con una fuerte dosis de adrenalina, reúne a todos los personajes de la saga original. La acción tiene lugar en 2023, cuando humanos y mutantes son atacados por un ejército de Centinelas superpoderosos, y en 1973. La última escena, queocurre en Washington, hará las delicias de los espectadores. Además, los responsables del filme regalan una escena extra -hay que esperar hasta el final de los créditos-, que vincula esta película con la próxima, prevista para 2016. El elenco reúne a tres actrices ganadoras de un Oscar -Halle Berry, Paquin y Lawrence-, y a varios nominados como Jackman, McKellen y Fassbender. La película ha sido muy bien recibida por la crítica, que espera que barra la taquilla norteamericana con unos 110 millones de dólares, aprovechando que el hoy es feriado en Estados Unidos por la conmemoración del Día de los Caídos (Memorial Day). La revista estadounidense especializada “Variety” incluso considera que esta última secuela puede convertirse en una de las películas más taquilleras de la historia. La anterior, X-Men: Primera generación(2011), recaudó más de 55 millones de dólares sólo en Estados Unidos. La web especializada Rotten Tomatoes le da sin complejos un nivel de aprobación del 91%, afirmando que la cinta "reúne los mejores elementos de la serie para alcanzar un resultado vertiginoso que se convierte en uno de los mejores episodios". "Las críticas han sido muy positivas y confiamos en que todos, los X-fans y los no X-fans, irán a ver la película y que les gustará", dijo a Variety, Chris Aronson, presidente de distribución del estudio 20th Century Fox. Los aplausos generalizados escuchados la semana pasada durante el preestreno del filme en Hollywood también son un reconocimiento al director Bryan Singer, que atraviesa una delicada situación legal al ser denunciado hace un mes por abusos a menores. "Bryan Singer regresa al formato taquillero -afirmó Variety sobre el director, que también firmó las dos últimas entregas de la saga-. Singer ha sabido crear un nuevo y ambicioso capítulo, lleno de suspenso que asegura un futuro a la gran franquicia". Un nuevo comienzo En efecto, la X-Men versión 2014 vino a poner orden y a atar cabos sueltos que fue dejando la serie previa, que incluye las spin-offs de Wolverine y Primera Generación. En una labor titánica de guionado, Brian Singer y compañía lograron reconstruir oportunas historias de amistades-enemistades, sentimientos encontrados, muertes y hasta situaciones reales -la muerte de John Fitzgerald Kennedy y algunas derivaciones de la crisis de los misiles en la Cuba de fines de los 60- y crear el relato de una historia alternativa a la, hasta ahora contada, todo a partir de un sensible cambio en un suceso del pasado. Para que ese cambio de produzca, Wolverine debe regresar su mente a su cuerpo en el pasado -en el cómic de 1981 en el cual se basa el libro lo hace una Kitty Pride ya adulta- y convencer al joven Profesor X -devastado por haber visto morir a tantos mutantes en virtud de la guerra de Vietnam-, y a Magneto, prisionero en una celda especial del Pentágono, acusado de haber asesinado al mismísimo presidente de los Estados Unidos-, de que deben reunir bandos filosóficamente divididos. Juntos, además, deben recuperar la confianza de Raven-Mystique. A partir de esa -rediagramada- “realidad paralela” se arriba nueva oportunidad a la saga que continuará con Apocalipsis, en 2016, y Wolverine 2, en 2017. Más allá de las cuestiones de trama, absolutamente disfrutables, la factura técnica de Días de futuro pasado resulta impecable, con una producción de efectos que acompaña a la acción con espectacularidad pero sin derroches.Es, esta, una de las mejores películas del universo Marvel que se hayan producido en los últimos 15 años.
Historias del mañana Es cierto que la idea de los saltos en el tiempo para tratar de corregir desde el pasado los hechos que llegan al presente no es novedosa en el cine (ni en la literatura), pero no lo es menos el hecho de que los argumentos que reconocen este punto de partida suelen ser muy interesantes. Es el caso de esta nueva entrega de la serie de películas sobre los mutantes, personajes creados por Marvel que nunca dejan de asombrar con sus impares talentos y que dan lugar a las aventuras más alocadas; pero, al mismo tiempo, debe reconocerse que el enfoque que se le ha dado al tema desde la mayoría de los filmes de la saga trasciende al mero entretenimiento. El planteo (sobre todo en las películas dirigidas por Bryan Singer) pone el acento en los problemas que aquejan a los diferentes, a aquellos que se apartan de las reglas impuestas por los “normales”, y las persecuciones y discriminaciones de las que suelen ser objeto. En esta oportunidad, el argumento se hace más complejo con la idea del viaje en el tiempo, y debe reconocerse en este punto uno de los más altos merecimientos del filme: el director logra una narración limpísima, sin confusión posible, y relata (en algunas oportunidades en simultáneo, como en la gran batalla final) las acciones que tienen lugar en 2023 y en 1973. Otro de los aciertos de la película es el de haber reunido a los personajes tradicionales de la serie (a cargo de Patrick Stewart o Ian McKellen, por ejemplo) con sus versiones juveniles (James McAvoy y Michael Fassbender, respectivamente), que tuvieron una exitosísima presentación en la anterior entrega (X Men: Primera Generación). Y, finalmente, el mérito descollante es el de haber logrado un entretenimiento de primer nivel (con una resolución visual admirable y escenas de acción hábilmente intercaladas con momentos de calma) mientras se deslizan ideas en la trama que pueden dar lugar a interesantes discusiones una vez que se encienden las luces de la sala. Los seguidores de esta serie de películas ya forman una especie de hermandad en todo el mundo (una prueba de ello es que nadie se mueve de la butaca hasta que terminan los títulos finales y se proyecta la breve escena que anticipa el próximo capítulo). El tema es saber si quien no vio las películas anteriores entiende completamente lo que ocurre en estas últimas entregas. La otra pregunta es: ¿hay alguien que no vio las películas anteriores?
VideoComentario (ver link).
X-Men: Dias del Futuro Pasado es la adaptación a la pantalla grande de la miniserie gráfica escrita por John Byrne y Chris Claremont en 1981. La misma comenzaba con una versión apocalíptica del mundo futuro, en donde la mayoría de los mutantes habían sido diezmados por una raza de robots cazadores llamados los Centinelas, los cuales tenían la capacidad de absorber los superpoderes de éstos y utilizarlos en su contra. Como la extinción mutante parecía un acontecimiento irremediable, la única opción posible era viajar en el tiempo y regresar al pasado a detener el proceso de creación de los Centinelas, misión para la cual resultaba elegida Kitty Pride - la única con capacidad de doblar el tiempo y el espacio -. La Pride volvía mentalmente hasta una versión joven de sí misma, y tenía la dificil tarea de reunificar a los mutantes - entablados en sangrientas guerras internas en el año 1980 -, para que todos juntos pudieran rastrear y detener a Mystique antes que asesinara al senador Richard Kelly - magnicidio que cambiaría la opinión del público respecto de los mutantes y desencadenaría la aprobación de diversos programas de defensa, los cuales culminarían en la iniciativa Centinela -. La miniserie pronto demostró ser muy popular, obteniendo los favores de la crítica y el público, y pasó a ser catalogada como una de las mejores sagas de la historia del comic. Ahora llega esta versión revisada por Hollywood, la cual difiere bastante del original. El núcleo de la historia se mantiene - el viaje en el tiempo -, pero el viajero es otro - Wolverine, una elección mucho mas popular que la de Kitty Pride -, amén de que los detalles del magnicidio varían. En el comic era la figura del senador Richard Kelly - el personaje que encarnaba Bruce Davidson en el primer filme de la serie -, mientras que aquí el objetivo ha pasado a ser Bolivar Trask, el científico responsable de la creación de los Centinelas. Por lo demas, el espíritu del filme sigue siendo el mismo de la miniserie. Honestamente, yo tenía mis reparos previos al filme, fundamentalmente por el regreso de Bryan Singer a la silla de cineasta. Es indiscutible que Singer es un gran director y que sus filmes de la saga X-Men son obras de calidad pero, por contra, son filmes demasiado dialogados y bastante desabridos a la hora de la acción - yo podría ver varias veces los filmes de Iron Man o el Capitán América, pero dudo que hiciera lo mismo con los X-Men de Singer -. Por otra parte, la puesta en escena que montara Matthew Vaughn para X-Men First Class me pareció tan excepcional que sigue siendo mi filme favorito de los X-Men. El problema es que Hollywood está cayendo en un nuevo vicio - si tenés la suerte de crear de la nada una franquicia millonaria, al día siguiente serás despedido y reemplazado por un director de gran calidad pero decadente y mas barato; así pasó con la franquicia de Crepúsculo, estuvo a punto de pasar con la segunda parte del reboot de El Asombroso Hombre Araña, y ocurrió aquí con Vaughn -, con lo cual despidieron al innovador Vaughn y recontrataron al inteligente (pero estático) Singer, el cual venía de una mala racha luego de la tibia recepción de Superman Regresa, Operación Valikiria y Jack, el Cazador de Gigantes. Para colmo se le agregó el escándalo de la súbita - y poco creíble - aparición de una serie de denuncias por violación contra Singer, acusándolo de cobrar favores sexuales a muchachos interesados en obtener papeles de importancia en el mundillo artístico de Hollywood (y, para colmo, tratándose de hechos supuestamente acaecidos hace cerca de una década; ¿tanto tiempo le lleva a la gente pensar si ha sido violada o no?). No sería la primera vez que escándalos relacionados con artistas y autores terminaran por torpedear un filme, como ha ocurrido en ocasiones previas con películas de Tom Cruise o en el caso de La Huésped, cuyo autor estaba tan empapado de una rancia homofobia (y tenía tanta mala fama) que terminó por ser radiado de las ruedas de prensa por parte de los productores de la cinta. Las buenas nuevas es que Singer ha aprendido a filmar acción y, dentro de todas las películas que ha dirigido de la saga X-Men, ésta es la mejor de todas. En todo caso lo que torpedea a X-Men: Dias del Futuro Pasado - y le impide ser una película formidable - es el poco creíble desenlace, (alerta spoilers) el cual peca de simplista frente a toda la complejidad del desarrollo previo. No es que sea un filme particularmente complicado, pero sí venía madurando un complejo desarrollo de relaciones interpersonales - el culebrón habitual de los X-Men, el cual está matizado por una larga lista de personajes interesantes - que, de pronto, es resuelto en menos de cinco minutos y de la manera mas boba posible. ¿Tanto lío para culminar así, con la gente perdonándole la vida a los mutantes a pesar de los destrozos masivos producidos en Washington - eso sin contar las numerosas ocasiones en que intentaron atentar contra el Presidente y otras autoridades gubernamentales -?. ¿Dos días y un par de tapas de los diarios bastan para dejar de considerar a los mutantes como una amenaza? (fin spoilers) Mientras que los 15 minutos del final no me terminan de cerrar, el resto es inteligente y divertido. Aquí los X-Men juegan a una aventura onda Terminator - ir al pasado para frenar el disparador de una serie de acontecimientos que terminarán en un futuro apocaliptico -, para lo cual se embarcan en un viaje mental en el tiempo al estilo de Somewhere in Time (1980) - ésa en donde Christopher Reeve se dormía para despertarse en el siglo XIX y vivir un apasionado romance con una dama antigua encarnada por Jane Seymour -. Como el viaje es desgastante físicamente el único que puede hacerlo es Wolverine, el que - como es inmortal - siempre se ve como Hugh Jackman, tenga los años que tenga. Aquí Jackman maneja enormes Buicks, viste camisas de enormes cuellos y usa jeans de enormes botamangas. A él le toca el turno de reclutar a un Xavier mucho mas joven y drogón - devastado por haber sido abandonado por Mystique -, y de rescatar a un adormecido Magneto, el cual ha pasado los ultimos 10 años encerrado en una prisión subterránea ubicada bajo el Pentágono y siendo acusado de haber matado a John Fitzgerald Kennedy en 1963 (¿se acuerdan de la "bala mágica", ésa que hizo un montón de vericuetos para destrozarle el cráneo al presidente?). Es en esos detalles históricos en donde extraño el delirio creativo de Matthew Vaughn para hacerlos pintorescos; aquí Singer los dispara al pasar, sin mucha convicción, y dedicando toda su energía a las interrelaciones personales antes que al desarrollo (o el análisis de su integración con) el contexto histórico en donde se transcurre la acción. En muchos sentidos X-Men: Dias del Futuro Pasado se siente como la versión mutante de Ocean's Eleven: importan los actores, su carisma, sus roces, y la trama es sólo un pretexto para ver tanto talento reunido. Por ejemplo, el reclutamiento de Magneto es absurdo, ya que es un tipo al cual solo le gusta hacer bardo - eso no quita que resulte magnífico ver a Michael Fassbender haciendo una maldad tras otra -; para detener a Mystique no era necesario enrolar tanta gente, y a veces la historia se deshace mas en los dramas personales de esta gente, que en el proceso de pesquisa y captura de la desquiciada mutante azul. Por otra parte, hay tantos personajes que la mayoría de estos terminan por robarle espacio a otros para su mejor desarrollo - como es el caso de Bolivar Trask, el cual está demasiado subdesarrollado, y que tenía todas las chances de ser memorable al estar en manos de un tipo tan carismático como Peter Dinklage; ¿cómo desperdiciar el análisis de que un científico enano es el responsable de proteger a los seres humanos "normales" de la potencial amenaza creada por los mutantes?; digo: Trask mismo es un mutante (uno socialmente aceptado, como pasa con quienes padecen de enanismo), y se erige en una posición intermedia como guardián y verdugo de los diferentes -. Había una enorme cantidad de tela para cortar, pero el libreto prefiere dejar a Trask / Dinklage como un detalle secundario y anecdótico, y enfrascarse en todos los vericuetos melodramáticos que caracterizan a los X-Men. Al menos el script tiene el buen tino de incorporar a alguien tan zafado y delirante como el Quicksilver de Evan Peters, el cual se roba el filme en los escasos minutos en que aparece en pantalla. X-Men: Dias del Futuro Pasado es inteligente e intrigante, pero no es equilibrada ni es el clásico que todos dicen que es. Desde ya que la onda de ver superheroes vintage - y mezclados con los acontecimientos mas importantes de la historia humana - es apasionante, y acá ha un montón de gente que derrocha carisma como para que la cosa no aburra; pero la historia tiene un remate débil que no se condice con las expectativas. Quizás hubiera sido mejor agregarle unos minutos más y reescribir el acto III como para que la lógica no saliera volando por la ventana en el último momento. Ello no quita que sea buena y recomendable, pero deja cierto sabor en la boca... similar a esas comidas en donde uno descubre a último momento que uno de los ingredientes quedó algo crudo, un detalle que termina por rebajar los puntos de la experiencia en su totalidad. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/xmen-futuro-pasado.html#sthash.MtYQslVA.dpuf
El tiempo es mutante Desde que la industria cinematográfica se erigió como tal, siempre encontró en el Noveno Arte (el cómic) variadas e interesantes historias para adaptar. Si bien Superman (1978) dio el puntapié inicial para que las historietas sean llevadas seriamente al cine, el Batman (1989) de Tim Burton creo la ola gigante que hoy nos bañas con muchos -y cada vez más- filmes de superhéroes. Entre los pioneros de esta moda estuvo el director Bryan Singer, que venía de realizar Los Sospechosos de Siempre (1995) y El Aprendiz (1998). Recomendación: si no las vieron, corran a hacerlo. En el año 2000 Singer se decidió a llevar a la pantalla a los X-Men, un grupo de superhéroes mutantes creados para Marvel por Stan Lee y Jack Kirby en 1963. Hay que recordar que en nuestro país no contaban con la popularidad de otros personajes (Superman, El Hombre Araña, Batman), pero 14 años después se erigieron como favoritos de los espectadores. Es por esto que X-Men: Días del Futuro Pasado, séptimo film de la saga, es uno de los tanques más esperados por los fanáticos. Y, para ser sinceros, estamos ante el mejor film de la franquicia. La película se basa (con varios cambios significativos) en el cómic homónimo escrito por Chris Claremont y dibujado por John Byrne en 1981. En el futuro unos robots llamados Centinelas encarcelaron en campos de concentración a los mutantes y a los humanos que intentaron ayudarlos. Todos aquellos que se resistieron fueron asesinados, incluso los humanos poseedores del gen mutante para que no tengan descendientes. Sólo un pequeño grupo de mutantes sobrevive, escapando de un enemigo que es imbatible. La única chance que tienen es tratar de viajar al pasado para cambiar el curso de los acontecimientos. Kitty Pride (Ellen Page) usará sus poderes para enviar la conciencia de Wolverine (Hugh Jackman) a su cuerpo de 1973. El mutante deberá evitar un hecho puntual que desencadenará este sombrío futuro, y para eso deberá pedir la ayuda de los jóvenes Charles Xavier (James McAvoy) y Magneto (Michael Fassbender). El principal atractivo que tiene este filme, sin ninguna duda, es la chance de poder ver a todos los mutantes (o actores) que aparecieron en la saga: Patrick Stewart (Charles Xavier), Ian McKellen (Magneto), Halle Berry (Tormenta), Shawn Ashmore (Iceman), Anna Paquin (Rogue), Daniel Cudmore (Coloso), más los que habían aparecido en X-Men: Primera Generación (2011) como Jennifer Lawrence (Mystique), Nicholas Hoult (Bestia) y Lucas Till (Havok), entre otros. Y también podrán ver nuevos personajes, pero es mejor que se sorprendan. El villano en esta ocasión es Bolivar Trask (Peter Dinklage), inventor de los Centinelas, que en las historietas no es un enano como en el film. Esto no es casual, ya que el punto del filme es el odio y resentimiento hacia el diferente. Trask es un enano, alguien que no encaja en lo "normal" de la sociedad, y es él quien pregona que el mutante es un enemigo al cual hay que extirpar, otros seres "anormales". Otro gran punto del film es que está película trata de borrar los errores que dejaron las anteriores, o explicar algunas cosas que quedaron en el tintero, -no todas, aclaremos- para que la saga tome un nuevo impulso. Atentos con las apariciones especiales y, por supuesto, quédense hasta el final de los títulos para ver una escena que es el punto de partida de la ya anunciada X-Men: Apocalypse (2016). Será difícil superar este filme, pero los mutantes son la evolución del ser humano y todo lo pueden lograr.
Publicada en la edición digital #262 de la revista.
La vuelta gloriosa de Singer Esperadísima secuela de la factoría Marvel sobre los mutantes y su lucha por convivir en paz con los seres humanos. Personalmente soy un gran fan de los X-Men, tanto sus cómics, como sus dibujos animados, con los que pasé buena parte de mi adolescencia, y también me han gustado bastante las películas que se han llevado a la gran pantalla, tanto por Bryan Singer como por Matthew Vaughn, siendo este último mi favorito. Realmente cuando confirmaron que volvería Singer a la dirección no estaba muy contento, no porque no me hayan gustado sus films anteriores, sino porque lo de Vaughn me había parecido magnífico y fue por la senda en la que me imaginaba la evolución de la saga. Debo reconocer que Bryan Singer supo captar bastante bien la visión de Vaughn y la combinó con lo mejor de su expertise en el cine de acción y aventuras. Se nota que hay una evolución en su manera de ver a los X-Men, pero a la vez mantuvo la magnificencia y la carga emotiva que fueron su sello en las dos primeras películas, sobre todo en la segunda, "X2". En esta ocasión, de manera muy inteligente, nos ofrecen una historia que cruza ambos universos de la franquicia, uno situado en un futuro no muy lejano en el que los X-Men de Singer están siendo exterminados por unos futuristas y despiadados centinelas y el otro ubicado temporalmente en los años setentas cuando muchos de nuestros protagonistas estaban definiendo su bando y su carácter. Singer se inspira en la compleja "Days of future past", 2 capítulos de la serie X-Men Uncanny que están dentro de los cómics más queridos por los fans. La película es super dinámica, con un comienzo que quita el aliento y ya predispone al espectador a la avalancha de batallas y emociones por venir. Como personaje puente de ambos universos está el infaltable Wolverine, interpretado por Hugh Jackman, que deberá incentivar a un joven y vencido Charles Xavier y a su vez deberá convencer a inminentes villanos como Magneto y Mystique para trabajar en conjunto y evitar un futuro apocalíptico. La trama es bien interesante y más que compleja resulta ser bastante abarcadora. Esta cuestión suele ser un inconveniente para los directores ya que se les complica a la hora de unir todos los cables y cerrar la historia, pero para el ya veterano Singer la cosa pareció resultó más sencilla y pudo cumplir con las expectativas generadas. La acción, la emotividad y el humor vuelven a conformar un trío exitoso que hacen que las más de 2 horas que dura el film se pasen volando y nos dejen con ganas de ver más, sedientos de más aventuras mutantes. El punto más bajo pasa por la cantidad de personajes de gran potencial que quedan relegados a un segundo plano, casi de relleno incluso en algunos momentos. Este es el caso por ejemplo de Bishop, Coloso, Havok o el mismísimo Quicksilver, que luego de algunas intervenciones realmente entretenidas, desaparece para dar lugar al reparto de más peso. Más allá de esta cuestión, la trama resulta verdaderamente atrapante y la acción propuesta es gigantesca sin ser exagerada o grotesca. Un verdadero blockbuster de alta calidad que vale la pena disfrutar, sobre todo si sos un fanático de las películas de superhéroes.
“X-Men: Días del Futuro Pasado”, una batalla épica en dos frentes devastación, genocidio y masacre inminente. Éste es el futuro del planeta Tierra que retrata X-Men: Días del Futuro Pasado, tanto para los mutantes como para los humanos que osan protegerlos y luchar a su lado. Los "Centinelas" –robots que son capaces de reconocer y rastrear el gen mutante- atacan por sorpresa y sin remordimiento, aniquilando despiadadamente y casi sin esfuerzo a sus objetivos. Los mutantes viven como refugiados, escapando de un lugar a otro ante cada ataque de los Centinelas. Hasta que el profesor Xavier (Sir Patrick Stewart) y Magneto (Sir Ian Mckellen) –ahora reconciliados- tienen una idea: volver al pasado para evitar que estas máquinas destructivas sean creadas y así salvar al mundo de un futuro apocalíptico. Pero el único lo suficientemente fuerte y resistente para realizar el viaje es Wolverine (Hugh Jackman). Y así, Xavier y Magneto lo envían 50 años hacia atrás, a los años '70, para que convenza a sus "Yo" jóvenes de que lo ayuden, a pesar de sus casi irreconciliables diferencias que arruinaron su amistad. De esta manera, los X-Men pelearán una batalla en dos frentes, en un juego de ajedrez doble entre pasado y futuro, y con cada pequeña variación con un impacto permanente en el presente y en las vidas de cada uno de los mutantes y humanos 50 años más tarde. Pero no es un juego, es una guerra darwinista contra la extinción. Con un elenco estelar con James McAvoy y Michael Fassbender a la cabeza (como Charles Xavier y Erik Lehnsherr), X-Men: Días del Futuro Pasado es una sinfonía épica que alcanza un pico climático de acción y drama que ensambla las dos eras de una manera idílica. Bryan Singer, director de toda la saga desde sus comienzos en el 2000 y de Los sospechosos de siempre, controla como un titiritero excepcional a la pandilla de antes –con sus personajes encarnados por Hugh Jackman, Halle Berry y Shawn Ashmore- con las caras más nuevas de la franquicia, interpretadas por McAvoy y Fassbender, además de Jennifer Lawrence, Nicholas Hoult y Evan Peters, sin mencionar al flamante villano de Peter Dinklage, Tyrion Lannister en Game of Thrones. La mayoría de la trama ocurre en los 1970 en Estados Unidos, lo que básicamente se traduce como "Vietnam", "movimientos hippies" y un Nixon como presidente. Y uno de los grandes momentos del film, y de impecable calidad cinematográfica viene de la mando de Evan Peters como Quicksilver, ahora un adolescente hiperquinético y cleptómano, en una secuencia en el Pentágono que destila genialidad. Por desgracia, su tiempo en pantalla es decepcionantemente corto. Con X-Men: Días del Futuro Pasado, Bryan Singer logra llevar a la franquicia a un nivel superior, y prueba, una vez más, que su fórmula sigue vigente, y que sus personajes y su historia son fuentes inagotables de buenas ideas y de material en bruto, que sin dudas se exprimirá durante muchos años más.
La mejor saga de superhéroes de la historia del cine. X-MEN es, a mi criterio, la mejor saga de superhéroes de la historia del cine, no sólo por sus virtudes cinematográficas en lo técnico, sino y fundamentalmente por su complejidad narrativa. Es muy difícil adaptar un cómic plagado de personajes a la pantalla grande y lograr desarrollar sus múltiples personajes en forma profunda. X-MEN lo ha logrado, gracias a las sólidas bases creadas por Bryan Singer, este gran director que ahora retoma la posta para terminar lo que ha comenzado tan bien. Days of future past es un delirio absoluto, una incursión creativa dentro de la trama cronológica de los X-MEN que refresca la premisa original. Probablemente esté plagada de inconsistencias, sí, pero la verdad es que no importa. Bryan Singer regresa para hacer lo que mejor sabe hacer: contar una buena historia sin descuidar a los personajes y los vínculos que existen entre ellos, apelando a una cinematografía envidiable. El resultado vuelve a ser genuino, entretenido y por momentos sorprendente. El espectador ya conoce a los personajes, sus historias personales y sus motivaciones. Siempre es un placer reencontrarse con ellos en aras de una nueva aventura. X-MEN, a pesar de pertenecer a un género popular entre los adolescentes, sigue siendo una película de ciencia ficción que se toma muy en serio a sus protagonistas, y por eso quizás continúe cautivando a la audiencia del modo en que lo hace. A la audiencia, y al reparto también. Ésta debe ser una de las pocas sagas de la historia del cine que luego de 5 películas y 15 años continúa convocando con entusiasmo a sus actores originales, lo que habla a las claras del compromiso que todo el equipo tiene con el proyecto. Days of future past es de visión imprescindible para quienes disfrutan del género y en especial de la saga. Cualquier otro también la pasará bien, aunque tal vez se pierda un poco en los detalles de la historia. Para los amantes de la fotografía y la técnica cinematográfica, promediando la cinta hay una escena sinceramente fantástica, que será recordada y comentada por mucho tiempo en la industria. X-MEN sigue sin defraudar, y se consolida como la saga de superhéroes mejor realizada de la historia del cine.