Agosto es otra interesante película sobre las infaltables relaciones problemáticas dentro de una familia. Dentro de este estilo de temática, donde los miembros de una familia se reúne por un determinado motivo para finalmente terminar sacando los trapitos al sol, hay películas mucho más...
La dureza de las pasiones agobiantes. Las miserias familiares tienen una fuerza inconmensurable que pone a prueba el carácter, desatan mareas de sentimientos incontenibles y abren la puerta de la intimidad develando todas las pasiones que nos inundan. Agosto (August: Osage County, 2013), de John Wells, es un drama familiar organizado en un prólogo y tres actos (no demarcados en el film), basado en el guión de Tracy Letts a partir de su obra homónima, la cual ganó el premio Pulitzer en el año 2008 y fue interpretada en varios teatros de todo el mundo.
Heridas que no cierran La adaptación cinematográfica de la exitosa obra de teatro que en nuestro país protagonizaron Norma Aleandro y Mercedes Morán, reúne a un grupo de eficaces actrices que pone en marcha los conflictos de una familia disfuncional. Agosto coloca en primer plano a los Weston, un clan separado por diversas circunstancias que ahora debe unirse nuevamente en su casona cuando el padre (Sam Shepard) desaparece. En medio de un calor insoportable, la matriarca Violet (Meryl Streep) recibe a su hija Bárbara (Julia Roberts), esposos, parejas e hijos para afrontar la crisis que se avecina. La misma que está escondida desde años y amenaza con aflorar. El director John Wells va enhebrando a sus personajes entre reproches, celos, maltratos y una crueldad que está a flor de piel y los pone a prueba a cada instante. Mientras Ivy (Julianne Nicholson) postergó su carrera y su vida; Karen (Juliette Lewis) dejó el hogar -con menos suerte- en busca de su lugar en el mundo. Los cruces entre Violet, adicta a las pastillas y siempre con las frases más provocadoras, y Bárbara, con su carga nuerótica, funcionan como un efecto catarata sobre el resto. Las mujeres tienen mucho que decir en esta película que cuenta con magníficas actuaciones y repercute con la misma intensidad en el reparto masculino en el que desfilan Ewan McGregor, Chris Cooper y Dermot Mulroney. La versión teatral que se conoció en Buenos Aires era más atrapante, provocadora y radiografiaba a los Weston a través de una escenografía que cortaba la casa y los mostraba en todos sus aspectos. En su film, John Wells (viene de la televisión con series como E.R. Emergenicas y Shameless) no escapa del clima teatral de la pieza de Tracy Letts, y se apoya más en los intérpretes para mostrar sus miserias.
Esto no es un film El éxito de la obra Agosto, ganadora del Pulitzer, escrita por el actor y dramaturgo Tracy Letts dio la vuelta al mundo en numerosas adaptaciones. Pero nunca es tarde para recordar que el teatro es el teatro y el cine es el cine. De tanto en tanto, lamentablemente, hay algún film que lo olvida y se produce una cosa como esta que nos ha tocado sufrir en esta ocasión. Agosto es un despliegue ridículo y casi cómico de lugares comunes de disfuncionalidad prefabricada. Teatro como en el teatro, pero en el cine, un sub Bergman instantáneo para principiantes. No el buen Bergman, sino el Bergman pesado y sin vuelo de sus films más naturalistas y solemnes. La cámara se clava para que los actores desplieguen gestos exagerados. Más de cien años de historia del cine destruidos por esta idea teatral mal entendida, que en realidad está más cerca de una mala televisión y no del teatro. El teatro tampoco es esto. Y si lo es, es teatro malo. ¡Qué poco vuelo tiene esta película! No hay un solo plano, una sola escena que no sea de una literalidad absoluta, directa, subrayada una y otra vez. La historia arranca con la desaparición del padre de familia, lo que lleva a que las tres hijas vuelvan al hogar y se encuentren con su madre enferma y adicta a las pastillas. Se suma la hermana de la madre, su marido y su hijo. A partir de allí, una catarata de reclamos, insultos, maltratos, todo filmado con intencional fealdad, poniendo en el rostro de cada uno de los actores los peores gestos, sacándoles toda belleza y obligándolos a una gestualidad exagerada. Ni la propia Meryl Streep es capaz de controlarse y se adapta al juego de la sobreactuación. Ella, y tal vez Chris Cooper, son los únicos dos que tienen instantes en los que destilan algo de emoción, pero son solo instantes. Pocas veces Streep actuó tan mal como aquí. Cuando digo actuar mal no me refiero a que falla, sino a que es llevada a actuar sin sutilezas, sin estilo cinematográfico. El director cree que hay un mérito en poner actores y actrices bellos haciendo de personajes repugnantes, afeados desde el guión, la actuación y hasta la puesta en escena. Todavía hay gente que cree que eso es arte, increíble pero real. Los planos generales del comienzo y el final, los espacios abiertos que el director usa para esconder la teatralidad mal entendida, son un gesto demagógico para ocultar el desprecio de este film por el cine. Agosto está hecha por gente que piensa que el cine es un arte menor, y por eso tratan de ignorarlo. Por suerte están equivocados y todo el gran elenco del film ha sabido, por suerte, dar mejores trabajos en verdaderas películas. No se dejen llevar por inercia, con solo prestar atención la película delata cuan ridícula y forzada es.
Notable elenco en lograda adaptación de una célebre obra teatral “Agosto” fue un gran éxito teatral en el mundo y también en nuestro país. Tracy Letts, su autor ganó el Pulitzer y la puesta en escena en Broadway obtuvo además el Tony. Claudio Tolcachir fue el responsable de la versión teatral local con una duración de unas tres horas y un elenco liderado por Norma Aleandro, secundada por Mercedes Morán, Andrea Pietra y Juan Manuel Tenuta entre otros. Es justamente el personaje de Beverly Weston, que Tenuta interpretaba (con otro nombre), quien aparece en la primera escena en la corta pero sobresaliente actuación de Sam Shepard. Y su primera frase “Life is very Long” de T.S.Eliot aparece como una ironía y resultará premonitoria de lo que ocurrirá poco después. No se comete mayor infidencia al señalar que Beverly se suicidará, lo que provoca el traslado de sus hijas y otros parientes cercanos a Osage County (Oklahoma) en el medioeste americano. A partir de allí el personaje de Violet, su viuda, tendrá un protagonismo central, lo que ya ocurría con Norma Aleandro en la versión teatral vista en Argentina. Pero sin desmerecer a nuestra gran actriz, lo que Meryl Streep logra aquí resulta un hito difícil de superar. No sorprende que por 18º vez haya sido nominada la tres veces ganadora del Oscar y menos debería hacerlo el hecho de que muy probablemente se lo lleve Cate Blanchett, su principal rival, por “Blue Jasmine”. Pero la película tiene aún una segunda y última nominación para Julia Roberts como mejor actriz de reparto y si bien la competencia también es feroz, una característica que se viene repitiendo año tras año en lo roles femeninos, sus chances parecen algo mayores que las de Meryl Streep. Digamos de paso que en la versión local la actuación de Mercedes Morán no tiene mucho que envidiar a la de la “mujer bonita” lo que no hace más que destacar a ambas caracterizaciones de Barbara Weston. Justamente la neurótica relación entre Violet y Barbara, madre e hija, es uno de los nudos centrales de “Agosto” aunque no el único ya que los Weston son un ejemplo de una típica familia disfuncional a la que son tan afectas las tramas de muchas películas norteamericanas. El matrimonio entre Barbara y Bill (Ewan Mcgregor, quizás lo más flojo del extenso reparto) está en plena crisis lo que será revelado durante el almuerzo familiar y que mostrará a Jean (Abigail Breslin), la hija de ambos, como una víctima ya a sus escasos catorce años. Incluso será acosada por Steve (Dermot Mulroney) la nueva pareja de su tía Karen (Juliette Lewis). Ivy (Julianne Nicholson), a tercera de las hijas de Violet tendrá también una relación particular aunque aquí si se prefiere no develar nada mayormente. Hay otros personajes relevantes como el de la hermana de Violet, Mattie Fae (Margo Martindale) que esconde varios secretos que se irán revelando a lo largo de la historia y que involucran a su marido Charles (Chris Cooper) y a su hijo Little Charles (Benedict Cumberbatch). Hay aún otro personaje que pese a no pertenecer a la familia Weston tiene cierta trascendencia. Se trata de Johnna, la joven criada de origen indio en una buena interpretación de Misty Upham y que en Argentina hacía (y muy bien) Mónica Lairana. El director John Wells cuyo único antecedente era “The Company Men”, donde ya actuaba Chris Cooper, tiene una larga experiencia como productor televisivo y su mérito es haber logrado condensar en apenas dos horas una obra teatral bastante más extensa. Pero además consigue superar el desafío que significa “darle aire” a una composición dramática no pensada para el cine. Claro que tuvo a su favor el conseguir un notable elenco donde las actuaciones de Meryl Streep y Julia Roberts, justamente nominadas, son el punto más alto de esta lograda adaptación teatral.
Una transposición emancipada. Siempre se acusa a una transposición cinematográfica de una obra teatral de tener una correspondencia excesiva con el lenguaje del texto fuente, sin poder ofrecer, desde el cine, una salida artística, no sólo por la mera forma, sino por un desarrollo narrativo que permita al nuevo texto desprenderse y tener una conciencia propia. Agosto, del director John Wells (quien hizo -casi- todos sus trabajos anteriores en un tercer lenguaje: la TV), aspira a emanciparse de la carga transpositiva exigida por una obra teatral, a la que se la puede considerar superior por default, por el sólo hecho de pertenecer a un lenguaje más realista, más cercano al público y por tener la cualidad de lo efímero, porque la experiencia de una presentación jamás se repite. A todo esto hay que agregarle la popularidad que ha ganado esta obra escrita por Tracy Letts (quien se encargó también de escribir el guión), atenuante que termina de revestir esa capa de inmunidad que cubre a las piezas teatrales que son “destruidas” por el cine. Wells parece más un estratega que un director, se cubre eficazmente de la sobreactuación de sus intérpretes (especialmente por tener de protagonista a Meryl Streep) pero más que nada del diseño producción (el llamado production design) porque si bien la locación principal es la casa familiar, esta podría haber sido un simple escenario teatral, lo que hay es una luz natural que cubre todo el film. Los exteriores (el jardín de la casa, el agua -espacio netamente dramático-, la ruta) funcionan más como parte de una historia familiar que como espacios de oxigenación para la narración o para los propios actores. La luz amarilla y naranja oficia de contrapunto de las miserias familiares -motivo temático universal-, que provienen del afuera; son lo que se les escapa a los personajes ya que cada uno está inmerso en su mundo, que poco respeta al del otro. Ello está ejemplificado en la secuencia de la cena familiar, en la que se supone debería sobresalir el diálogo, no obstante lo que se puede desglosar de ella son monólogos (casi todos provenientes de la madre de la familia, el personaje de Streep) y pocas interacciones, siempre interrumpidas por un tercero. Probablemente la situación que mejor define a esta familia disfuncional esté sintetizada en el único discurso de la hija de los personajes de Julia Roberts y Ewan McGregor, encarnada por Abigail “Miss Sunshine” Breslin, quien osa decir que es vegetariana, brindándoles el argumento de que lo que se consume junto a la carne es miedo, el cual todos llevan inoculado por pertenecer a esta familia. Claro que el segmento finaliza en carcajada general.
Un agosto sofocante... La versión cinematográfica de Agosto, basada en la exitosa obra de teatro escrita por Tracy Letts, ganadora del premio Pulitzer, y representada en diferentes teatros del mundo, llega a las pantallas con altas expectativas, justificadas y logradas gracias a un destacado compendio de factores: un sólido argumento, un elenco magistral encabezado por la soberbia actriz Meryl Streep, música compuesta por Gustavo Santaolalla y una historia que a todos en alguna medida nos puede resultar familiar. Si de familia se trata, estamos ante una donde todos sus integrantes parecen estar condenados o condenarse a fuerza de mérito propio a la infelicidad, hagan lo que hagan ese parece ser su destino; desde el patriarca en cuestión Beverly (Sam Shepard), quien decide suicidarse y dar inicio a un drama familiar épico, hasta su esposa Violet (Meryl Streep), una mujer de temperamento ácido con un cáncer en la boca, enfermedad que no la detendrá para decir las más crueles verdades y los silencios más sonoros que nadie querría escuchar.
La familia matriarcal Podríamos decir que es por demás extraño el caso de Tracy Letts, si consideramos lo que suelen ser los patrones habituales del Hollywood actual: si bien en primera instancia debemos aclarar que hablamos de producciones independientes, resulta excepcional que se le permita al propio autor de la obra teatral escribir en solitario el guión de la adaptación para la pantalla grande. El norteamericano alcanzó esta hazaña la friolera de tres veces seguidas, lo que sin dudas señala el respeto que este actor reconvertido en dramaturgo despierta entre sus colegas, el off Broadway y la “industria del espectáculo” en general. Luego de las interesantes Peligro en la Intimidad (Bug, 2006) y Killer Joe (2011), ahora es el turno de Agosto (August: Osage County, 2013), un trabajo que eleva el número de personajes pero a la vez mantiene ese tono ambicioso a nivel interpretativo, indicando que el minimalismo extasiado de las propuestas anteriores se ha trasladado al ensamble en cuestión. Hoy John Wells reemplaza al mítico William Friedkin en lo que vuelve a ser una suerte de comedia dramática apuntalada en detalles corrosivos y un humor negro muy notorio, en esta oportunidad volcado hacia la institución familiar y las cuentas pendientes. En un clan de estructura matriarcal, un buen día la figura paterna desaparece y con él un necesario “contrapeso emocional”: Violet Weston (Meryl Streep), una mujer mayor adicta a los fármacos, no encuentra a su esposo alcohólico Beverly (Sam Shepard). Eventualmente éste aparece muerto y con motivo de su funeral se dan cita en la casona rural de Oklahoma sus hijas Barbara (Julia Roberts), Ivy (Julianne Nicholson) y Karen (Juliette Lewis), más sus respectivas parejas. Por supuesto que la mesa estará servida para que explote un cóctel de sadismo contextual, reproches ácidos, insultos y pasadas de factura de variada índole. A pesar de que el convite logra despegarse de la dinámica teatral y construye con solvencia una narración netamente cinematográfica, aquí nos reencontramos con un conjunto de características -tanto positivas como negativas- que terminan dejando un sabor algo agridulce en el paladar del espectador. Entre los puntos a favor, podemos mencionar la intensidad lacrimógena a flor de piel, el estilo relativamente despojado con el que se ha encarado el material, el buen gusto en lo que respecta a la introducción esporádica de algún golpe bajo y la eficaz coyuntura bucólica, la cual enmarca una historia de triste alienación. Nuevamente el saldo es positivo aunque la falta de un desarrollo un poco más meticuloso y la escasez de sorpresas concretas en lo que hace a la configuración melodramática impiden que el opus de Wells crezca más allá de un terreno fértil, una potencialidad quizás no del todo aprovechada por el director. Tampoco está de más aclarar que esta es la creación más “tradicional” de Letts en el ámbito de las tablas, lo que derivó en una pequeña epopeya anímica que en realidad no puede ir mucho más allá de una irreverencia modesta y el excelente desempeño de la gran Meryl Streep y sus partenaires masculinos/ femeninos…
Una verdadera clase de actuación y como una actriz puede transformarse por completo, eso es Agosto y eso es lo que logra -una vez más- la enorme Meryl Streep. A través de su grotesco y deplorable personaje el público es sumergido a la intimidad y miserias de una familia de lo más detestable donde todos y cada uno tienen secretos, lamentos y muchas cosas para decirse. Un pueblo, una casa, un funeral y una cena familiar sirven como escenarios para que un gran elenco se luzca pese a tener a la cabeza a la actriz más versátil (y nominada) de todos los tiempos. Una estupenda Julia Roberts es flanqueada por Ewan McGregor, Chris Cooper, Margo Martindale, Sam Shepard, Dermot Mulroney, Juliette Lewis, Abigail Breslin, y Benedict Cumberbatch. Todo este talento es dirigido y puesto en escena por John Wells, quien ya se había probado como buen realizador en The company men (2010) pero que aquí queda en un segundo plano como consecuencias de estas grandes performances. El guión es rápido, eficaz y con ritmo pero aún así no sorprende a lo grande y los giros y contra giros que da ya han sido vistos hasta el hartazgo no solo en otras producciones sino también en novelas de las tres de la tarde. Por ello, vale recalcar (otra vez) que la riqueza de esta cinta recae meramente en su elenco, sobretodo en la poderosa Meryl a quien dan ganas de aplaudir en más de una secuencia. Salvo eso, no es una película que marcará al espectador, pero los que quieran contemplar una gran cátedra acerca de cómo componer y dar vida a un personaje, este es el film para ir a ver.
La intrascendente levedad de Hollywood Tener un elenco de estrellas, el texto de una obra teatral exitosa y un gran presupuesto no siempre garantizan buenos resultados. Y ese es el caso de Agosto (August: Osage County, 2013). Una película que si no fuera por la conjunción de esos tres elementos pasaría por los cines con más pena que gloria. La desaparición, por propia voluntad, del patriarca de la familia reunirá en una casona a la esposa de éste (una sobreactuada Meryl Streep), sus tres hijas (Julia Roberts, Juliette Lewis y Julianne Nicholson ), el ex marido (Ewan McGregor) y la hija (Abigail Breslin) de una de una de estas, el novio de otra, y la hermana de la esposa con su marido e hijo (Benedict Cumberbatch). Por supuesto lo que menos se discutirá será la razón por la que el hombre decidió irse y cada uno aprovechará para revelar verdades ocultas que desestabilizarán la falsa armonía familiar. Agosto cuenta una historia que el cine ha retratado en diferentes oportunidades como La celebración (Thomas Vinterberg, Festen,1998) pasando por Historias de familia (The squid and the wale, Noah Baumbach, 2005) hasta llegar a Pequeña Miss Sunshine (Little Miss Sunshine, Jonathan Dayton & Valerie Faris, 2006), por nombrar solo algunas películas recientes. El problema es que en las citadas había cierta búsqueda estética y narrativa que le aportaban al tema de la disfuncionalidad familiar una mirada diferente, dándole una vuelta de tuerca a un conflicto trillado. Algo que el inexperto de John Wells no supo imprimirle a un texto en donde todo es previsible, obvio y cae en cuanto lugar común exista. El elenco no aporta mucho más que sus nombres. Un reparto estelar donde lo más destacado es la actuación de Julianne Nicholson, la menos conocida de una lista de estrellas que en este caso no hacen nada para demostrar que detrás de esos nombres (y sueldos millonarios) también hay actores capaces de sacar adelante una película sin rumbo ni dirección. Si hay una película que no tiene nada nuevo que aportarle al cine de hoy es Agosto, donde sin duda lo mejor que le hubiera podido pasar es haberse quedado en el teatro. Un espacio que pese a la mediocridad de su texto le sentaba un poco mejor. Olvidable.
Cada familia es un mundo. Y el mundo de las familias disfuncionales (que en realidad yo creo que todas lo son) siempre le resulta interesante al cine. En este caso, primero fue el teatro. Tracy Letts escribió esta obra de teatro que ya fue traída a los escenarios de nuestro país protagonizada ni más ni menos que por Norma Aleandro y Mercedes Morán, y ahora tuvo la oportunidad incluso de guionar su propia versión cinematográfica. La labor de dirección recayó en John Wells, director de algunas series de tv que además dirigió el film The Company Men. En este caso, el elenco es de lujo. Meryl Streep y Julia Roberts encabezan un reparto que acompañan Ewan McGregor, Juliette Lewis, Chris Cooper, Benedict Cumberbatch, Dermot Mulroney y hasta Sam Shepard en una breve pero importantísima aparición, que luego deriva en desaparición. Porque después de algún plano abierto exterior conocemos a este matrimonio compuesto por Violet y Beverly en un prólogo donde quedan al descubierto la problemática relación entre dos personajes rotos y además se presenta un nuevo personaje, alguien que viene a ayudar a la casa, éste hombre desaparece. Y su desaparición deriva en una reunión familiar como hacía años que no sucedía. Y las reuniones familiares en las que se encuentran y reencuentran personas que son afines por lazos sanguíneos pero tienen miles de diferencias y sueños y modos diferentes de ver la vida nunca se dan bien. La obra, y la película, ponen en la mesa miserias, sueños frustrados, celos, amores prohibidos y demás elementos digno de un culebrón de canal de aire a las 3 de la tarde. Agosto es una película donde ningún personaje es atractivo y por lo tanto es imposible empatizar con alguno. A simple vista parecería ser que las mujeres son las peores, y probablemente lo sean. Pero mientras el personaje de Chris Cooper parecería ser diferente al resto, mostrándose afectuoso con su hijo, es quien después no tiene problema en burlarse del vegetanearismo de la más joven de la familia, creando una situación tan incómoda como lo es toda la película. Lo peor de todo el film sea quizás que ni siquiera los actores la salvan, ni siquiera una Meryl Streep afeada y venenosa logra destacarse en este film tan opaco, todos sobreactúan y se dejan llevar por un guión aburrido y previsible. En lugar de ser un film satírico, termina siendo un culebrón, tal como mencionaba previamente. Mientras la primera parte del film apuesta a un humor negro todo eso se va perdiendo hasta la resolución aburrida y esperada.
Una vieja casona alejada de todo y todos es el marco ideal para que una familia, tras la misteriosa desaparición del padre, exponga sus diferencias y miserias sin importar las consecuencias. Casi una “intervención” en la pantalla grande, eso es “Agosto” (USA, 2013), adaptación que John Wells realizó de la aclamada obra ganadora del Pulitzer de Tracy Letts, si se tendría que resumir en pocas palabras. Wells tiene mucha experiencia en la TV (The West Wing, ER, etc), pero poca en cine (“The Company Men”), razón por la cual en “Agosto” no se encuentra una grandilocuencia o maestría en las imágenes o puesta de cámara, pero si un reemplazo de esto con las increíbles actuaciones de cada uno de los participantes de la película. En “Agosto” hay un duelo actoral entre Meryl Streep y Julia Roberts que opaca cualquier otra actuación secundaria, y eso que tiene a varios/as de los grandes del séptimo arte de todos los tiempos como Ewan McGregor, Chris Cooper, Abigail Breslin, Benedict Cumberbatch,Juliette Lewis y Margo Martindale (entre otros). Al lado de Streep, quien en esta oportunidad se pone en la piel de Violet, una adicta a las pastillas empedernida, aún más luego que un cáncer de garganta -no por casualidad- le sea detectado, y Roberts (Barbara, su hija) nada pueden hacer. Es que ya desde su origen la obra teatral estaba pensada para el lucimiento de esos dos personajes, y la cinta hace lo mismo. El calor de agosto en Pawhuska, Oklahoma, condado de Osage, favorece la determinación de Barbara de poder repasar su historia, para pararse en el presente y ver qué quiere hacer de ahora en más con su matrimonio (en crisis) y con su familia. Y en medio de ese viaje casi iniciático y de análisis se enfrenta a Violet, su madre, alguien a quien nadie puede decirle qué hacer o cómo hacerlo y al que todos los integrantes de la familia le ocultan cosas (aunque ella sospeche todo). Es que si bien su padre (Sam Shepard) hasta el momento logró mantener a Violet en su lugar, (apoyándose también con la ayuda de una empleada) con su desaparición todo es más complicado. Porque Violet es difícil, y en cada escena en la que aparece, Wells, y también Letts (que autoadapta su obra) dejan en claro que detrás de esa mujer, a la que el paso del tiempo y los tratamientos han desmejorado, sigue existiendo una fuerte ambición por mantener el poder y las decisiones sobre todo. El padre que sigue sin aparecer y las reuniones familiares con cada vez más integrantes sentados a la mesa (y con más secretos ocultos). Cada uno que se suma se esconde para no ser atacado por la verborragia resentida de Violet, porque saben que el veneno que destila es hiriente, hasta para los más jóvenes. Hay una intención de desenfocar el conflicto entre Violet y Barbara, agregando a la película escenas fuera de la vivienda entre los secundarios, pero uno más allá de seguir con atención esas digresiones, espera con ansiedad cada nuevo encuentro entre la madre y la hija mayor. En un momento Barbara avanza subida a la vieja cuatro por cuatro familiar en búsqueda de respuestas por el camino polvoriento (reflejado con largos planos y tomas fuera de la cabina de la misma). Sabe que el camino no le devolverá más que certezas acerca de su enfermiza relación familiar, pero se abandona al mismo, porque sabe que nunca nadie podrá cambiar a su madre. Tenso y punzante análisis sobre la familia y los vínculos, que en las mismas palabras de Letts, pueden llegar a hacer más daño que las acciones de alguien desconocido. Para asombrarse una vez más con Streep y Roberts.
Dans la maison Con sólo dos nominaciones a los premios Oscar (Mejor Actriz, Meryl Streep, y Mejor Actriz de Reparto, Julia Roberts) se estrena el drama familiar claustrofóbico: Agosto. Cuando por fuera todo parece tranquilo y normal, el interior de la casa donde habita la familia Weston, está en su punto de ebullición. El ingreso de una nueva empleada doméstica es el factor determinante para que el hombre de la casa decida partir en busca de paz. La muerte de Beverly, es el hecho movilizador para que la familia se reúna nuevamente, se encierre y entre penumbras y polvillo, ventile su más resguardada miseria, podrida desde hace tiempo. Meryl Streep, es quién lleva la delantera con un personaje tan árido y espeso como el aire que se respira en Oklahoma. Su personaje, Violet, padece una enfermedad que la ha convertido en un ser mas irritable y carente de filtro. Cuando su hija, Bárbara -compuesto por Roberts- viaja para asistir al funeral de su padre no faltaran las oportunidades para dar pie a las ironías, los gritos y peleas cuerpo a cuerpo. Si la película transcurre un noventa por ciento dentro de la vivienda, la sensación de asfixia se deja ver en el personaje que interpreta la progenitora. De cara al ventilador o cualquier elemento consistente sirve para abanicarse, darse aire, bocanadas de oxígeno como un buzo en las profundidades. Regresar al hogar es recordar el motivo por el cual se fue, es remover la basura que está en el fondo del mar. Primero la discordancia con su madre, después los reproches de su hermana menor. Esas cuatro paredes la avejentan, la endurecen por transpirar el odio acumulado en su interior. En Agosto todo puede explotar, hasta una simple broma puede terminar en tragedia. Así como los personajes interpretados por Ewan McGregor, Abigail Breslin, Benedict Cumberbatch, Juliette Lewis y otros, van surgiendo de manera alborotada e irrumpiendo con sus variadas personalidades, desaparecen. Cuando todos se reúnen en la cena post-entierro, ritual en el que deberían encontrarse en estado de comunión, es el momento para que todo reviente y uno a uno vaya desintegrándose. La misma pieza en versión teatral fue realizada en Buenos Aires hace unos años con Norma Aleandro y Mercedes Morán, con personajes tan fuertes que nada tienen que envidiarles a esta nueva producción. En los créditos iniciales se reconoce a George Clooney como productor y a Gustavo Santaolalla que compuso la música de Agosto, pero esta vez no fue suficiente para competir por la gran estatuilla.
Mi mamá me mima (poco) “Agosto” es un filme de actuaciones, y su elenco es un seleccionado de 11 grandes intérpretes. Una obra de teatro trasladada a la pantalla, por lo general, gana y pierde. Agosto, además de tener en su trama tantos elementos sobre el derrumbe de una familia que dejan al espectador entre groggy y exhausto, es el tipo de pieza que se basa en las actuaciones. Es que para ayudar a sobrellevar tantos infortunios, y los desvíos melodramáticos, y tantos momentos en que los personajes están muy arriba, y explotan, y… hay que contar con un elenco de excepción. John Wells, productor fructífero, guionista de varios capítulos de ER Emergencias y de The West Wing, debe haber puesto como condición tener a este verdadero seleccionado que parece un equipo de fútbol, once intérpretes de primer nivel a su cargo. Haberlo conseguido es su mayor mérito. Es que casi todo transcurre en la casona en el campo de los Weston, donde la intolerable, insoportable, fastidiosa, irritante, cruel e hiriente Violet (Meryl Streep) espera a su familia tras la desaparición de su esposo escritor (Sam Shepard). Que las cosas nunca estuvieron bien, que las relaciones entre los integrantes de esa familia están lejos de basarse en el respeto -parecen fundamentarse en el miedo y la mentira- se desvela pronto. De las tres hijas, Ivy (Julianne Nicholson) es la única que se quedó allí. Barbara (Julia Roberts) y Karen (Juliette Lewis) hicieron su vida lejos del condado de Osage. El regreso a casa será entre truculento y liberador. La película dura dos horas, una menos que la puesta en escena que estrenaron aquí Norma Aleandro y Mercedes Morán, en los roles que ahora abordan Streep y Roberts, ambas muy merecidamente candidatas al Oscar como actrices protagónica y de reparto. Si el lector vio la obra, no es necesario recordarle qué es lo que enfrenta a todos. Y si no la vio, prepárese porque cuando crea que ya ha visto y oído todo, queda mucho por descubrir. Decíamos que en la adaptación al cine una obra teatral gana y pierde. Aquí fue el mismo autor Tracy Letts (que ganó el Tony y el Pulitzer por ella, y que también es actor: estuvo en la última temporada de Homeland), el encargado de “comprimir” algunas acciones. Pero bien que dejó los momentos más álgidos, intensos y graves. En los ojos, las actitudes y los gestos de Streep hay más de un indicio de qué es lo que motiva lo agria que es Violet. Háblese de duelo actoral, de tour de force, de peso específico como actrices, pero cada vez que Roberts le clava la mirada a Streep, chispas es lo menos que brotan. Tal vez todo sea demasiado, excesivo. Que en una sola familia pasen tantas cosas resulta abrumador, pero el teatro, como el cine, a veces es el arte del engaño. Está en cada uno dejarse llevar de las narices por este seleccionado que encabeza Streep, pero que tiene a Chris Cooper, Ewan McGregor, Dermot Mulroney, Benedict Cumberbatch, Juliette Lewis, Margo Martindale y a Abigail Breslin, además de los nombrados, sufriendo y haciendo sufrir de lo lindo.
Pocas obras han ganado tantos premios (desde el Pulitzer hasta el Tony) y han conseguido tanto éxito en los teatros de todo el mundo incluidos los argentinos como la creación de Tracy Letts y, por lo tanto, esta transposición al cine dirigida por John Wells -con guión a cargo del propio Letts tiene que "competir" contra los logros y hallazgos de su antecesora. Para sortear semejante desafío, Wells contó con uno de los elencos más imponentes de los últimos tiempos: una docena de reconocidos intérpretes que y éste es uno de los principales méritos tanto de la obra como de la película tienen espacio y material suficientes como para lucir todo su arsenal de recursos expresivos, sus múltiples matices, sus facetas más diversas (la trama pendula entre la crueldad y la vulnerabilidad, entre la perversión y la compasión, entre el odio y el desprecio más profundos a la dependencia más absoluta y el amor más desesperado). La película reducida de tres a dos horas respecto del original teatral tiene al personaje de Violet (Meryl Streep) en el centro de la escena como la matriarca de los Weston, una familia de Oklahoma tan amplia como decididamente disfuncional. Tras la repentina desaparición de su marido (Sam Shepard), un poeta alcohólico que, pronto sabremos, ha decidido quitarse la vida, esta mujer despótica e inestable (adicta a todo tipo de pastillas) recibe a sus tres hijas (Julia Roberts, Juliette Lewis y Julianne Nicholson), quienes llegan acompañadas para el funeral por sus propios maridos, novios y en el caso de la mayor (Roberts) hasta con su propia hija preadolescente (Abigail Breslin). Lo que sigue es una batalla dialéctica entre esas tres generaciones de los excéntricos Weston (y varios otros personajes que los rodean), en la que, además, se irán acumulando y luego desentrañando todo tipo de secretos y mentiras, de excesos y abusos. La película funciona bastante bien en los términos en que está planteada (extensos y desgarradores diálogos escritos a puro virtuosismo para el lucimiento histriónico de sus estrellas), pero este despliegue de ácidos y cínicos parlamentos resulta al mismo tiempo su principal limitación. Es que, más allá de los esfuerzos de Wells y de su director de fotografía, Adriano Goldman, por dotar al film de cierto movimiento, de "airearlo" con imágenes de los exteriores rurales de esa región en plena explosión veraniega, estamos ante el imperio de la palabra y de las actuaciones (sobre todo la de Streep), que muchas veces rompen con el naturalismo y se acercan casi inevitablemente a cierta ostentación y grandilocuencia teatral. La película es como un culebrón culto, un muestrario de las ruindades, de la peores miserias, de toda esa carga de hipocresía, cinismo y hasta sadismo que puede albergar un núcleo familiar. Hay algo de fascinante, pero también de patético en esa articulación entre mujeres dominantes (de apariencia fuerte, pero también de enormes carencias afectivas) y hombres entre sumisos y dependientes, muchas veces ausentes, inmaduros e irresponsables. Agosto, con su aura de obra prestigiosa, con sus intérpretes de primera línea, con su provocativo estilo de comedia negra con picos escabrosos, tiene atractivos suficientes como para seducir a cierto segmento de público. El resto, en cambio, es muy probable que salga indignado de la sala. La película no esconde lo que es ni lo que propone. Sólo hay que saber de qué lado se para cada uno a la hora de decidir enfrentarse o no a los conflictos que aquí se exponen con absoluta crudeza e intensidad.
El drama llega a una casa de familia Basada en una obra de Tracy Letts –que aquí fue dirigida por Claudio Tolcachir, con Norma Aleandro y Mercedes Morán–, la película es otra muestra cabal de teatro filmado, sin escapar de ciertos convencionalismos. Pero el elenco, notable, se lleva todos los aplausos. ¿En qué consiste el teatro filmado? En una película, basada o no en una obra teatral, que tal como sucede en el teatro convencional (no en el de vanguardia) se construye a sí mismo siguiendo al pie de la letra lo que está escrito, a falta de libreto, en el guión. El guión del teatro filmado transcurre las más de las veces (aunque no sólo) en interiores, y se atiene no sólo a los cuatro actos aristotélicos (introducción, desarrollo, nudo y desenlace), sino que puede incluir alguna vuelta de tuerca “inesperada”. Por supuesto que la puesta en escena prácticamente prescinde de cualquier otro elemento expresivo (encuadres, montaje, sucesión de planos, dramaturgia fotográfica) que no sean los propios del teatro: el trabajo del actor, sobre todo, pero también el valor dramático de los elementos del decorado. El teatro filmado puede considerarse, a esta altura, toda una tradición cinematográfica, aunque muchos discuten, no del todo sin razón, su adscripción al cine. Basada en una obra de Tracy Letts y candidata a dos Oscars, Agosto es una muestra cabal de teatro filmado. 253 Alguna vez hace mucho tiempo, el colega Luciano Monteagudo, inusualmente furioso, tronó contra cierta película dirigida por el australiano Bruce Beresford, diciendo que no era teatro filmado, sino “mal teatro, mal filmado”. Puesta en su momento en la Argentina por Claudio Tolcachir, con Norma Aleandro y Mercedes Morán en los protagónicos, Agosto no es una mala obra de teatro. Pero tampoco una particularmente innovadora. Se atiene, como queda dicho, a la sistematización aristotélica, y en el último tercio de película (de obra) echa mano del poco noble recurso del gato encerrado, un dato que se había guardado como el fullero el as, sin darle al espectador ninguna clave y con el solo objeto de tomarlo por sorpresa. Dirigida por John Wells, entrenado en programas como E. R. y con un largo previo no estrenado aquí (The Company Men, 2010), Agosto está mal dirigida sólo en las escenas de mayor dinamismo, cuando parecería que Mr. Wells se abatata, llegando tarde a cada corte y cada plano. Al resto puede atribuírsele una corrección profesional, que tiene incluso la bondad de prescindir del defecto más común del género teatro filmado: el abuso del plano-contraplano. La excusa dramática es, también, tradicional. Ante cierto hecho primero preocupante, poco más tarde trágico, la familia Weston se reúne en casa de mamá Violet (Meryl Streep, con peluca azabache), tras la huida de papá Beverly (Sam Shepard). Detrás de la hija menor, Ivy, que es la que vive más cerca (Julianne Nicholson), vienen la hermana mayor, Barbara (Julia Roberts, con peinado alisado), con su esposo e hija, y la del medio, la cabeza hueca de Karen (la reaparecida Juliette Lewis, que no lleva muy bien la edad) con “su novio de ese año”, Steve (el siempre magnífico Dermot Mulroney). También vienen tía Mattie Fae (Margo Martindale, excelente), su marido, Charlie (el infalible Chris Cooper) y, más tarde, el hijo de ambos, Little Charlie, a quien su “querida” mamá parece haber condenado a un destino de torpeza e inseguridad (el británico Benedict Cumberbatch, a años luz de sus temibles papeles en El Hobbit y Star Trek: en la oscuridad). Todo esto tiene lugar en la casa familiar de Oklahoma, en pleno agosto, cuando la temperatura puede llegar a escalar, como si nada, a 42 grados. Volviendo al comienzo: Agosto es, sí, el más puro teatro filmado. Pero los personajes principales tienen los suficientes matices para ser interesantes, los diálogos (escritos por el propio Letts) son como flechas envenenadas y, sobre todo, el elenco es inmejorable, con cada actor lanzado de cabeza a su papel. Sí, es verdad que Violet, con su cáncer terminal, su lengua viperina (no por nada el cáncer lo tiene en la boca), sus manipulaciones, sus temibles intuiciones, sus miradas de cañón y el efecto gagá que le produce el sobreconsumo de pastillas, es uno de esos personajes servidos para que una actriz superdotada haga de él un show. Nominada al Mejor Protagónico, Mrs. Streep no desaprovecha, claro, la oportunidad. Pero, ojo, porque la Streep es una actriz de gran nobleza y aquí lo confirma, no poniéndose nunca delante del personaje. En el otro rincón, también nominada –a Mejor Actriz Secundaria–, la Srta. Roberts, la peor enemiga de mamá y, a la larga, tal vez su mejor espejo. A los 47 años, la Mujer Bonita sigue siendo mucho más que eso: cada primer plano sobre ella parece la construcción de una catedral. Intensa, visceral, vulnerable y todo eso sin el menor subrayado, la otrora princesa de Hollywood se confirma como dotadísima actriz dramática. Entonces, y por más que esto sea puro teatro filmado, ¿por qué no relajarse y gozar de semejante entrevero de grandes actuaciones, que además tienen el enorme mérito de funcionar en equipo?
Un áspero melodrama familiar Película de buen ritmo, a pesar de la densidad psicológica, con insuperables actuaciones. Meryl Streep deja hasta los huesos en su papel de Violet. Julia Roberts muestra un trabajo al borde de la navaja, esquiva bien los abismos y se luce al lado de la reina Meryl. Violet Weston (Meryl Streep) tiene cáncer y es adicta a todo tipo de píldoras, su estructura mental es ya un "blíster". La acompañan, Barbara (Julia Roberts) su hija "preferida" (a su manera), igual a ella, la otra hija, Karen (Juliette Lewis), un espécimen descerebrado, con novio de temporada y la dulce Ivy (Julianne Nicholson), las tres representan un lujo inesperado al final de su vida. Todos aparecen cuando Beverly Weston (Sam Shepard), el esposo de Violet, un pobre poeta alcohólico, lejano a la realidad, desaparece al comienzo del filme. Y entonces el caos. La cabalgata familiar con sus parejas respectivas, hasta la hermana de Violet, la vital Mattie Fae Aiken (Margo Martindale) y su hijo, el pequeño Charles (Benedict Cumberbatch), concurren a la vieja casona de los Weston. Hay un aquelarre en la mesa familiar, en medio del calor del Medio Oeste, donde se despistan las vidas y revientan los contenedores emocionales, sumados al sopor climatico, la herencia, el dolor, la falta de sentimientos y esa sensación de que el abismo puede tragarnos. HISTORIA REVULSIVA "Agosto" es un melodrama revulsivo con personajes literariamente reales. Bien sabía Tracy Letts, el autor, que su Oklahoma natal albergaba tanta gente que parece nacida de la pluma de Tenessee Williams, Edward Albee, Eugene O"Neil, John Steinbeck, o Carson McCullers. Porque Ivy, de algún modo puede decirse se parece a la Laura de "El zoo de cristal"; el pequeño Charles parece salido de "La balada del Café Triste"; la tía Mattie y Violet huelen a personajes ideados por John Steinbeck. Por si esto fuera poco, los reúnen en algo así como el revival de "¿Quién le teme a Virginia Woolf?" y de vez en cuando, para superar la claustrofobia, echan imágenes de campos ilimitados y bandadas de pájaros al atardecer. Película de buen ritmo, a pesar de la densidad psicológica, con insuperables actuaciones. Meryl Streep deja hasta los huesos en su papel de Violet. Julia Roberts muestra un trabajo al borde de la navaja, esquiva bien los abismos y se luce al lado de la reina Meryl. La tía Mattie nunca hubiera tenido mejor sosias que Margo Martindale; mientras Julianne Nicholson le aporta cierta elegancia a su personaje de Ivy. Y los demás, estupendos en sus actuaciones, como el camaleónico Benedict Cumberbatch, o el intenso Sam Shepard. Una buena fotografía, una música acorde al clima que el filme requería y un gusto amargo al salir de la sala deja este inolvidable melodrama .
Agosto es la adaptación cinematografica de la famosa obra de teatro con el mismo nombre. John Wells es el encargado de dirigir a las dos actrices nominadas al premio de la academia Meryl Streep y Julia Roberts en este dramón familiar con toques de comedia. Cada Familia es un Mundo. Todo en Agosto comienza con una frase, “La vida es larga, T.S Elliot”, esta frase la cita Beverly Weston quien es el detonante de esta historia. A partir de la desaparición de Beverly, toda la familia Weston decide reunirse en Oklahoma para acompañar a Violet Weston (Meryl Streep) la mujer de Beverly y madre de tres hijas, una mujer de un caracter muy particular que esta atravesando un cancer y a causa de eso también es adicta a los medicamentos. A primera vista todo parece ir bien en la vida familiar de los Weston, pero todo esto seria muy aburrido si seria así. Todo comienza a complicarse a medida que los familiares empiezan a llegar al condado de Osange. Cosas viejas y horribles comienzan a salir a la luz, recuerdos buenos y cosas que siempre se ocultaron son reveladas al espectador quien en un momento se ve envuelto en los secretos de esta familia y funciona como único confidente, esto es uno de los puntos fuertes del film. Todos los personajes de Agosto tienen problemas bastante graves que tendrán que ir aceptando a medida que el film avanza, lo cual a veces puede ser un riesgo cuando hay tantas lineas argumentales sucediendo al mismo tiempo, sin embargo Wells maneja muy bien el tiempo del drama y de la comedia, esto hace que el film no se sienta descompensado. Agosto, no solo un mes. Se puede pensar que es muy difícil llevar una obra de teatro al ámbito cinematográfico, sin embargo Wells lo hace de una forma muy particular, con pocas locaciones y extensos dialogos que hacen crecer a los personajes, muchos planos en conjunto y carencia de planos cortos, esto hace que en algunos momentos la película baje su ritmo narrativo. Agosto posee un elenco excepcional, con actores como Chris Cooper, Ewan McGregor, Dermot Mulroney y Benedict Cumberbatch, pero las que realmente se llevan toda la atención son Meryl Streep y Julia Roberts. Sus performance en pantalla son dignas de resaltar, estos dos personajes pueden crear una empatía absoluta por momentos y por otros un sentimiento hasta de resentimiento por parte del espectador. Por si alguien estaba ajeno a esto, la música es producto del argentino Gustavo Santaolalla y esta bien, sorprende la utilización de música country, cuando las cosas se complican en esta familia y el drama se hace presente, el acompañamiento musical no se entromete demasiado y nos permite concentrarnos realmente en lo que estamos viviendo. Conclusión En Agosto es casi imposible aburrirse, todo es complejo y todos los problemas son diferentes, la enfermedad, la separación, el amor no correspondido, la muerte, forman parte de esta familia y por supuesto de muchas otras, por eso es tan fácil meterse en esta historia, relacionarse con los personajes, ponerse en sus zapatos. Quererlos y aceptarlos como son, porque hay que recordar que la familia no se elige, la familia te toca. - See more at: http://altapeli.com/review-agosto/#sthash.Azuy9U3c.dpuf
La obra de Tracy Letts salta de las tablas a la pantalla grande, con un resultado efectivo y sorprendente, ganando, gracias al formato, una intensidad y un dinamismo, que la obra original, quizás por su extensión parecía no tener. ¡El texto, inteligente y atrapante, esta! Y en boca de los enormes actores a los que les toca rezarlo, resulta más contundente. Hay una batalla dialéctica y de interpretación en la que claramente sale triunfante MERYL STREEP, otra vez regalándonos una actuación para el aplauso. Párrafo aparte para la música compuesta por nuestro compatriota GUSTAVO SANTAOLALLA que acompaña con mesura pero ritmo firme, el infierno chico de una familia a punto de abrir una caja de pandora. Cine de calidad, artístico, emocionante y puro.
Artificiosa pero entretenida historia de cuño teatral Calificado elenco y buenas actuaciones en el clásico estilo del teatro norteamericano, obra artificiosa pero entretenida, con un tantito de Eugene O'Neill (pero evitando su angustia trágica), otro tanto de Tennessee Williams casi con fecha de vencimiento, una generosa aplicación de Edward Albee, agua destilada, excipientes c.s., no mucho más. Tal es la fórmula que aplicó en Broadway Tracey Letts, dramaturgo exitoso. Para su traslación al cine, simplemente agregó una canción de los hermanos Followill para dar sabor medianamente local, fondo variado de Gustavo Santaolalla para compensar, y sólo dos minutos donde la imagen se impone a la palabra (llegada del comisario con la grave noticia, ajustes al último traje, una breve toma de la carretera). Y un buen director de actores, en este caso el gordo John Wells, tan bueno que deja que Meryl Streep haga lo que quiera. Así, su aparición histriónica imitando a Liz Tayor es de las que arrancan aplausos en los teatros y temores en el público de cine. En la escena central, donde su personaje se burla de casi todos los presentes, está igualita a Vittorio Gassman en aquel memorable esquicio de "Los monstruos", donde el divo, travestido de escritora pagada de sí misma, descalifica a cada uno de sus colegas masculinos. Y en el tercer acto se imita a sí misma, se desafía a ser expresiva y convincente hasta con los anteojos oscuros puestos, y gana. Su personaje, como otros de la obra, es un artificio que sufre cáncer de boca pero habla sin parar, vive empastillada pero al primer día de abstención está casi bárbara, y maneja una familia de desquiciados, cada cual con sus miserias, mezquindades y "ganas de gritar verdades", convocados en pleno verano por la desaparición del patriarca, que se tomó el buque, o más bien la canoa. La reunión de todos ellos sólo dejará en pie a los pocos seres humildes, serviciales y pacientes. Pero nos fascinarán los dos peores, es decir las hermanas más viejas, encarnadas por Streep y Margo Martindale. Bien Julia Roberts, cuyos primeros planos resaltan su buena transición a la madurez. Elogios también para el resto de la compañía: Chris Cooper (el cuñado grasa), Sam Shepard (el patriarca que se las toma), Julianne Nicholson (la hermana sufrida), Juliette Lewis (la hermana hueca), Dermot Mulroney (su nuevo novio), Benedict Cumberbatch (el hijo atolondrado), Misty Upham (la doméstica india), Ewan McGregor y la piba Abigail Breslin, medio desperdiciados estos dos últimos. Para memoriosos y amigos de las comparaciones: esta obra tuvo su versión local durante la temporada del año 2010 en el Lola Membrives, dirigida por Claudio Tolcachir e interpretada por Norma Aleandro, Mercedes Morán (que para algunos se lucía mejor que la Roberts), Lucrecia Capello, Antonio Ugo, Manuel Tenuta, Andrea Pietra, Eugenia Guerty, Esteban Meloni, Julieta Zylberberg y Vanesa González (alternaron el papel de hija adolescente), Gabo Correa, Fabián Arenillas (el socio y marido de "El misterio de la felicidad").
Si querés llorar, llorá… “La familia es la base de la sociedad”. Bueno, no hay que ser un genio para deducirlo. Pero lo cierto es que en Estados Unidos “la familia” unida es símbolo de estabilidad y prosperidad. Un hombre debe tener su esposa, sus hijos, sus cuñados, suegros, nietos, perros y gatos bien bien cerca o la sociedad lo empieza a mirar con otros ojos. No por nada, la temática “familia disfuncional” es un tema tan convocado por el cine de Hollywood. Es un tema que hay que arreglar. Una familia disfuncional no es buena propaganda estadounidense. La obra Agosto: Condado de Osage del premiado dramaturgo Tracy Letts intenta de alguna manera satirizar la institución familiar exponiendo o desnudando en un fin de semana toda la hipocresía y mentiras que se esconden debajo de la alfombra de los Weston, una típica familia conservadora rural sureña liderada por un patriarca intelectual y una madre dominante. Los hijos, tienen su propia vida y evaden a cualquier costa, reunirse con sus progenitores. Pero sucede una tragedia: papá se suicida en el lago y mamá se está muriendo de cáncer, a consecuencia del tabaco y el alcohol. La familia deberá pasar un fin de semana juntos intentando no matarse entre ellos, después del funeral del padre. De esta manera comienza la adaptación cinematográfica de John Wells de la premiada pieza de Letts. Lo más atractivo – y publicitario – de esta trasposición reposa en el elenco que Wells tiene la difícil tarea de coordinar. Meryl Streep lidera un escuadrón, secundado por Julia Roberts, Chris Cooper, Benedict Cumberbatch, Juliette Lewis, Abigail Breslin y Ewan McGregor entre otros. Sin embargo, entre tanto nombre, entre tanto prestigio ganado con antelación, entre tanta fotografía crepuscular y una banda sonora emotiva a cargo de Gustavo Santaolalla que intenta recuperar un tono folclórico típico sureño, John Wells, se olvida de construir una película Letts, con bastante pereza hace una adaptación demasiado fiel de su propia obra y Wells toma esto al pie de la letra. Es muy poco lo que convierten a Agosto, en una obra cinematográfica y no en una obra filmada en escenarios “naturales”. Wells pone la cámara al servicio de diálogo y es demasiado respetuoso para construir una atmósfera, un clima cinematográfico. No hay estética. El montaje es una sucesión de escenas en espacios reducidos – hay bastantes exteriores, pero el espacio donde se mueven los personajes es muy limitado – hay poco lugar para silencios o cruces de miradas. Wells no comprende demasiado bien que el primer plano, diferencia al cine del teatro, y por mero respeto a la obra, quiere conservar una puesta teatral – especialmente en una escena clave durante una cena que dura 15 minutos, pero pareciera que dura tres horas. Si tomamos como ejemplo otras trasposiciones como Tape (Richard Linklater, 2001) o Closer (Mike Nichols, 2004) veremos que la tensión pasa por lo que no se dice en la escena, por lo que se transmite en el ambiente, por las miradas de los actores, por la evolución rápida que tiene la acción. Sin salir de un mismo escenario obras llevadas al cine como la de Linklater, Bug (William Friedkin, 2006, inspirada en otra obra de Letts, al igual que la inédita y genial Killer Joe) o ¿Quién le teme a Virginia Woolf? (también Nichols, 1966), la tensión se construye por todo aquello que no vimos en el teatro, por la intimidad, porque el espectador es el aire entre los personajes. Por un momento el film parece influenciarse en ciertas películas “indies” de fines de los ’60 como Mi vida es mi vida (Bob Rafelson, 1970), pero está muy lejos de ese nivel de cercanía, química y perspectiva entre los personajes y el espectador. Más allá de una fallida e inimaginativa puesta de cámara, el film se regodea más en el melodrama que en la ironía. Wells impone un tono similar a la de una telenovela donde se van sucediendo revelaciones que en cierta forma obligan al espectador a despertarse del letargo. Una excusa para que la película siga adelante y no termine de repente. Las “sorpresas” argumentativas no son más que golpes de efecto forzados y que derivan en diálogos superficiales, que terminan con personajes llorando, abrazándose o pegándose. Si la intención de Letts fue una crítica sarcástica a la forma en la que la sociedad estadounidense retrata a la familia perfecta, el resultado de la visión de Wells, es el opuesto: una justificación de esa mirada conservadora. Y sí la mirada ingenua – que incluye la mirada de un personaje ajeno, una descendiente de aborígenes demasiado estereotipada – y discursiva no es suficiente para molestar al espectador que no se conmueve fácilmente con las revelaciones familiares, el aburrimiento lo terminará sucumbiendo. Porque no nada que sea más denso que ver teatro filmado, y mucho menos si este parece leído tal cuál fue escrito. Nuevamente, el único verdadero atractivo del film es su elenco. No en particular Meryl Streep, que cuando compone un personaje demasiado alejado físicamente de su propia fisonomía – caso Margaret Thatcher – da como resultado una caricatura, una criatura inverosímil que solo conmueve a los miembros de la Academia de Hollywood por su distanciamiento con la “Meryl real”. Tampoco Julia Roberts, que un poco mejor que Streep, no puede sacarse de encima a Erin Brockovitch. Y mucho menos Ewan McGregor que desde que hizo Episodio I de La Guerra de las Galaxias se parece más a un androide que al fascinante actor que conocimos en los primeros y mejores trabajos de Danny Boyle. Son Chris Cooper, Margo Martindale, Julianne Nicholson, Juliette Lewis y Sam Shepard quiénes le brindan un poco de calidez y humanidad a la obra. Tampoco están mal, a pesar de ciertos excesos Benedict Cumberbatch y Dermot Mulroney, acaso el personaje más parecido a un comic relief que tiene el film. Una obra oscura demasiado iluminada, una sátira dramatizada injustamente, una película pretenciosa, demasiado confiada en sus nombres para sacarla adelante. Para rematar, Wells le agrega una escena final que no estaba en la obra original, que deja la sensación de que el mundo se puede arreglar tan solo mirando el crepúsculo. Gracias, pero con Lo que el Viento se llevó fue suficiente.
August: Osage County es nuevamente un ejercicio fílmico que no termina de cuajar. Teniendo sus raíces en la laureada obra de teatro de Tracy Letts, es una pieza netamente teatral que siempre satisface a los académicos y termina con varias nominaciones en las ternas actorales, pero en el marco general, uno se va olvidando de la propuesta poco a poco con el correr del tiempo. Es carne de Oscar, lo sabemos, y todos los participantes lo saben, pero no por eso deja de ser una propuesta interesante sobre las internas de una familia a la que la palabra disfuncional le queda chica. Con la desaparición del patriarca, el poeta Beverly Weston, la excusa de reunir a la familia desperdigada por todo Estados Unidos denota una fricción más que importante desde el comienzo. Quizás ante pesos pesados en la carrera como 12 Years a Slave o Blue Jasmine, la trama de August se vea afectada por su convencionalidad, pero el cándido cruce de las mujeres de la familia es un festín de cuervos con excepcionales actuaciones de por medio, en el que ningún papel -hasta los secundarios- está desperdiciado. El sacar trapitos al sol y pasarse facturas por sucesos ocurridos en el pasado no es una temática para nada nueva, hasta se puede decir que cansina en los tiempos que corren, pero no se puede decir que si el conjunto está bien conducido, no genere buenos resultados, entretenidos en los casos más agudos. Hablemos entonces de las interpretaciones, pilar fundamental de August. El traspaso de la escena teatral al cine deja un hueco enorme, palpitante, que se rellena con toques álgidos que rayan lo grotesco. En el epicentro está Violet, la violenta y muy verbal matriarca interpretada por Meryl Streep. Muchas veces me repito que a la Academia le encanta nominarla, que una terna de Mejor Actriz no está completa sin Meryl, pero después uno ve la clase actoral en pantalla y la dama no hace más que cerrarnos la boca. La escena del almuerzo familiar es simplemente su demostración más fehaciente de que todavía tiene la capacidad para cerrarnos el pico y mirarla interactuar con cada miembro del grupo con total impunidad, paga el precio de la entrada. El contrapeso dramático más inmediato lo genera Julia Roberts como la endurecida Barbara, quien no recuerda con buenos ojos a su madre y atraviesa también conflictos en su propio seno familiar, incluidos un marido del cual está separada y una hija adolescente en plena pubertad. Como decía antes, ningún secundario está desperdiciado y verlos reunidos bajo el mismo techo -en dicha escena de la comilona familiar- es donde se que ve que cada uno va tomando la posta del otro. Julianne Nicholson, Margo Martindale, Benedict Cumberbatch, Chris Cooper, todos tienen su pequeño gran momento y aderezan con tino esta producción. Se podría esperar que la dirección de John Wells sea más caótica y menos precisa a la hora de retratar al clan Weston, pero la película tiene una veta fílmica muy casual, tensa pero nada sobresaliente. Esto se nota más con algunas escenas que se sienten forzadas, creadas específicamente para la versión cinematográfica, que agregan más contenido personal a algunos personajes pero que en definitiva le suman una carga pesada al metraje, que va perdiendo fuelle poco a poco. Las dos horas, entonces, se sienten sobrecargadas de información y eso es algo malo cuando se están hablando de temas tan picantes como el incesto, el desapego y la miseria familiar. August: Osage County es una feroz interna familiar, una película que vale la pena disfrutar por las interpretaciones y por el caos rayano en lo grotesco que es esta reunión penosa. No es increíblemente memorable, pero Meryl da una nueva clase de actuación para alquilar balcones.
Loca, como tu madre Cuando el patriarca de la familia Weston desaparece, la preocupada esposa llama a sus hijas y a su hermana, quienes llegan a la casa con sus parejas e hijos. Ya reunidos todos en la casa familiar, la preocupación por el padre deja de ser el tema principal para dar paso a reproches, rencores guardados, oscuras historias familiares, y otras tantas miserias que en principio están reprimidas dentro de cada uno, pero encuentran el momento para salir y formar parte de un terremoto emocional en el que la familia estará sumida durante todo un fin de semana. Basada en la obra de Tracy Letts, la película es bastante teatral en su puesta; la casa oscura y sombría se convierte en un escenario donde nos encontramos ante una reflexión sobre los lazos familiares, la culpa, el peso de los traumas, la incapacidad de ver el dolor del otro, y finalmente la pregunta: si la única manera de tener una vida relativamente sana es huir lo más lejos posible de la familia. Las actuaciones son notables -como era de esperar-, el guión ostenta grandes diálogos con una enorme cuota de cinismo. La película es una marea de confrontaciones, de explosiones emotivas, y de búsquedas personales. Para no perder la costumbre, Mery Streep compone magistralmente a una madre enferma de cáncer que abusa de todo psicofármaco existente para tapar las dolencias tanto físicas como emocionales, y que ha dejado a tres hijas heridas que están tratando de reconstruir sus vidas, entre las que se destaca Julia Roberts, la hija mayor que acaba de divorciarse. Exagerada por momentos, un tanto densa por la cantidad de diálogos y de gritos, pero finalmente bien dirigida y con una excelente musicalización, el filme es un catálogo de buenos actores, y un buen ejemplo de adaptación teatral al cine, en este caso con muy buenos resultados.
Basada en la obra teatral (que tanta repercusión tuvo entre nosotros con puesta de Tolcachir y con Norma Aleandro y Mercedes Morán) de Tracy Letts, el autor también del guión y la dirección de Jhon Wells, el poderío del argumento es demoledor. Una familia llena de secretos, con hombres y mujeres que compiten en herirse e ironizar cruelmente sobre los otros, desnudando hasta el hueso verdades veladas y un elenco que parece un seleccionado: Meryl Streep, Julia Roberts (las dos nominadas al Oscar), Ewan McGregor, Chris Cooper, Sam Shepard y siguen los grandes nombres.
A "Agosto" ya le tenía mucho cariño luego de verla en Buenos Aires al mando de Norma Aleandro y Mercedes Morán, pero la versión cinematográfica (confieso que le tenía un poquito de miedo) me pareció excelente... Meryl Streep interpreta el personaje que hacía Norma y Julia Roberts el personaje que interpretaba Morán... y ambas son tremendamente buenas. En la película, Violet (Streep) esta abordado desde otro lado y eso lo hace muy interesante al relato... Mientras que Barbara (Roberts) sorprende minuto a minuto, desde el poco (casi nada) maquillaje hasta las reacciones de su personaje desbordado. Reunión familiar en donde todos tienen mucho para decir, y que respeta las incomodidades y saltos que uno vivió (si la vieron) en el teatro. Gran versión de John Wells y elenco magistral para "Agosto". Ahhh, la música (hermosa) es de nuestro Gustavo Santaolalla.
La historia de las adaptaciones de obras teatrales al cine es una de malentendidos, choques, diferencia de lenguajes y tradiciones. Un arte antiquísimo enfrentado a uno reciente, cada uno con sus códigos, sus lógicas y sus verdades. Si bien a lo largo de las últimas décadas se han intentado generar nuevos cruces de lenguaje entre ambas artes (de ida y vuelta), permanece aún en el aire la sensación de que las tradicionales adaptaciones del teatro al cine siguen siendo una especie de forzado engendro, casi de choque cultural. La adaptación al cine de AGOSTO, la premiada obra teatral de Tracy Letts, el autor de BUG y KILLING JOE, que fue un éxito teatral también en la Argentina, no está pensada para renovadores de ningún lenguaje. Es, sin ningún tipo de vergüenza, una adaptación old school de Hollywood: grandes actores en un par de escenarios sacándolo todo afuera en una competencia de histrionismo sin casi pausa ni freno. En un punto, tiene sentido: la obra se propone continuadora de cierto estilo realista de posguerra y la adaptación trabaja casi como si el cine actual fuera igual que en los años ’50 y ’60. Pero no lo es, por lo que la película se siente como un extraño objeto de otra época. august-osage-county-meryl-streep-slice AGOSTO se establece como una representante del subgénero “reunión familiar”, excusa que sirve para juntar a un grupo poderoso de actores y ponerlos a sacarse chispas entre sí. Lo demás es funcional y no se aleja mucho del escenario teatral: un par de cuartos en la casona, el parque que la rodea y apenas dos o tres escenas en otros lugares para “airear” la cuestión. Nada nuevo bajo el sol. Si bien la obra presentaba algunos desafíos estéticos (el escenario principal incluía una casa enorme y hueca), la película apuesta directamente al realismo psicológico en su variante más prototípicamente teatral. Meryl Streep está aquí a sus anchas. Una actriz que suele mostrar grandes dosis de inteligencia para dosificar sus excesos de técnica, acá está –aprovechando al personaje– totalmente desatada, en una actuación que recuerda a clásicas personificaciones como la de Elizabeth Taylor en QUIEN LE TEME A VIRGINIA WOOLF? No por nada Taylor es la ídola de Violet, el personaje materno aterrador que interpreta en la película. august-osage-county-julia-robertsCuando Beverly (Sam Shepard), el marido de Violet, desaparece y luego sabemos que se suicida, las hijas (y la hermana de Violet) van para el funeral a la casa de la Madre Todopoderosa. A lo largo de unos pocos días, el encuentro familiar derivará hacia el caos. Como un Voldemort de Oklahoma, Violet lanzará su veneno contra todos los asistentes. Podrá excusarse en la cantidad de pastillas que toma por su cáncer, pero lo cierto es que su agresividad supera los límites de toda tolerancia: no solo agrede y critica a sus hijas y nieta, sino que quiere quedarse con todo el dinero de la herencia entre otras barbaridades que conviene no adelantar acá. Julia Roberts es Barbara, la hija mayor y la única capaz de hacerle frente ya que, finalmente, se le parece bastante. Ella y su marido (Ewan McGregor) acaban de separarse y tienen una hija adolescente (Abigail Breslin), pero prefieren mantener su situación en secreto. Juliette Lewis encarna a Karen, la hermana menor, que va de pareja en pareja, casi no tiene relación con la familia, y llega al funeral con su nuevo novio (Dermot Mulroney), bastante insoportable. También está Ivy (Julianne Nicholson), la hermana del medio, la que se ocupó más de los padres y que ahora está en pareja con su primo hermano (Benedict “me anoto en todas” Cumberbatch) y quiere irse a vivir a Nueva York con él. El primo y sus aparentemente más accesibles pero igualmente perturbados padres (Chris Cooper y Margo Martindale) completan el elenco funerario. No, perdón, está también la mucama de origen indígena, que todo lo ve con el estoicismo y la sabiduría que, dice el lugar común, tienen los pueblos originarios. augustosagecounty-mv-2En la mesa familiar (literalmente, una caótica comida es la “pièce de résistance” de la obra) empiezan a acumularse una tras otra las revelaciones y a salir las broncas del pasado. La obra duraba más de tres horas y la película dura apenas dos, por lo que la acumulación de grotescas situaciones familiares transmite al espectador la sensación de estar viendo una telenovela en fast forward en la que todas las calamidades posibles pasan una tras otra, sin dar respiro. ¿Infidelidad? Claro. ¿Alcohol? Por supuesto. ¿Drogas? Al por mayor. ¿Racismo? Sin falta. ¿Problemas de dinero? Todo el tiempo. Y podría citar más, pero dejemos las “revelaciones” para el filme. Este combate de lucha libre actoral tiene, por supuesto, a Streep como la Reina Madre, ganadora de la batalla antes de empezar. Al espectador le ganará también, por admiración, cansancio o fastidio, ya que su presencia y poder son inevitables. No es una “mala actuación” ni nada por el estilo, sólo que se maneja en un tono tan ampuloso y teatral que resulta agotadora, al igual que su personaje. Roberts, en ese sentido, parece mucho más enterada de la presencia de la cámara y aún cuando su personaje tiene varias aristas similares a la madre, en sus momentos de silencio y en sus primeros planos podemos ver en ella retazos de un ser humano. Nicholson y Cumberbatch como la sufrida parejita de primos y Cooper -en el rol más jovial de todos- bajan un poco los decibeles de histrionismo del grupo, pero AGOSTO nunca se aparta ni un centímetro de su sistema, tan antiguo como probado. Es cierto que en algunos momentos la intensidad actoral y las peleas pueden hacer mella en el espectador (especialmente los que tengan familias bastante problemáticas), pero lo que uno no logra nunca es sacarse de la cabeza que está viendo a un grupo de actores fagocitándose los textos y olvidándose que hay una cámara que amplifica enormemente cada cosa que dicen o cada gesto que hacen.
El secreto de su caos Es sabido que la adaptación al cine de una obra teatral no siempre funciona bien y es lógico que así sea ya que la forma de manejar la trama, de dialogar y discurrir y por sobre todo de manejarse en el espacio físico y en relación a otros personajes en muy diferente en ambos tipos de manifiestaciones artísticas. Sin embargo, al ver Agosto, por momento no sabemos cuales son los personajes que lograron captar que se encontraban dentro de un film y cuales se mantuvieron fieles (y no en el buen sentido) al espirítu teatral de la pieza. La trama comienza cuando Beverly (Sam Shepard), esposo de Violet (Streep, quien sufre un cáncer bastante avanzado), se va de su hogar y luego aparece sin vida en su velero, en lo que aparenta ser un suicidio. Ante tal tragedia, las hijas (y la hermana de Violet) acuden a la vieja casa familiar al funeral; pero ni siquiera los ánimos de ese mismo día pueden apaciguar el caos familiar que se comienza a desatar a través de la ira y el brutal “sincericidio” venenoso y grotesco de Violet hacia todos sus parientes. La excusa será la medicación y drogas varias que ingiere por su enfermedad, pero su agresividad se torna avasallante para todos: partícipes y espectadores por igual. La única persona que “le hace frente” a Violet es Barbara (Julia Roberts) hija mayor, quien asiste al funeral con su hija adolescente, y su marido en pleno proceso de separación. A esto se suman la hija menor Karen (Juliette Lewis), y la hermana del medio, Ivy (Julianne Nicholson), quien reniega por ser la única que se ocupo de sus progenitores, a la vez que mantiene una relación amorosa secreta con su primo hermano Charles (Benedict “actúo en cuanto film haya dando vueltas” Cumberbatch). El elenco de estrellas se completa con los padres de Charles (Chris Cooper y Margo Martindale), y Joanna, una mucama cheyenne que Beverly contrata antes de morir; y que aparenta ser la más “centrada” y sabia de un grupo cargado de secretos y miserias. La cuestión con el film de Wells es que pareciera más una clase de actuación acompañada por una excesiva y por momentos poco justificada, cuota de histrionismo; donde desfila, grita, y llora un elenco cargado de estrellas, que si bien no se opacan, están muy por detrás de Meryl Streep y Julia Roberts. Ambas (aunque tal vez sea mayormente el caso de Streep) hacen ostentación y abusan de la palabra rompiendo con el clima naturalista que se intentaba mostrar desde el escenario físico elegido, para caer en la grandilocuencia teatral que si bien pueden encantar a quien mire, al ser algo permanente durante los 120 minutos, termina resultado agotadora. Por momentos recordé a Festen (La celebración, 1998) de Thomas Vinterberg y no sólo por la temática de discusión-cena familiar-secreto develado, sino por el estilo de actuaciones y los movimientos de cámara, sin embargo, en La celebración se podía notar un nivel más moderado dentro del caos que era la familia general; en Agosto los personajes están para gritar, para ver quien se queja mejor, quien puede interpretar mejor su miseria, y en este duelo de yoes, la historia queda en segundo plano. Tal vez, Nicholson y Cumberbatch en el rol de sufrida parejita de primos, con sus escenas dulces y musicales logran aminorar de alguna forma los decibeles de histrionismo del grupo, pero Agosto no abandona, y se orgullece de no abandonar su histeria, enojo y pasión visceral que casi todos los personajes emanan a lo largo de las dos horas que dura el film. Por Marianela Santillán
La obra de Tracy Letts, ganadora del Pulitzer en 2008 auspiciada desde la producción por, entre otros, George Clooney y Grant Heslov, da el gran salto de las tablas de Broadway a la pantalla Hollywoodense con un resultado a medias sobresaliente. Esto es debido a una paradójica transición de las reglas teatro-cine, que es salvada por excelentes actuaciones. “Agosto” (mes bochornoso y sofocante), comienza en una granja a las afueras de Pawhuska (Oklahoma) venida a menos. La cámara entra a un salón- biblioteca con libros amontonados y objetos cubiertos de polvo. Se detiene sobre un hombre sentado en un sillón, Beverly Weston (Sam Shepard), mientras bebe habla consigo mismo y hace una nebulosa referencia tanto a unos versos de T.S. Elliot, como a la patología de su familia. En medio de esa aparente tranquilidad aparece balbuceando y tambaleante Violet Weston (Meryl Streep), seguida por la empleada, una india Cheroque Misty Upham (Johnna Monevata). “Mi esposa toma pastillas y yo bebo”, dice Beverly Weston, un poeta que ha perdido su impronta y siente que el fracaso se adueñó de su vida. Entonces, tras escasos diez minutos, luego de un excelente “tour de forcé” entre él y su mujer, Beverly Weston se esfuma. La desaparición de Beverly Weston pone en marcha una variación sobre un tema ultra tratado en obras de teatro, films, series televisivas, novelas: los problemas en familias disfuncionales. El clan familiar compuesto esencialmente por mujeres, Bárbara (Julia Roberts), Ivy (Julianne Nicholson), Karen (Juliette Lewis) llega raudamente ante el llamado de su madre. Luego irá apareciendo el resto del grupo: la hermana de Violet, Mattie (Margo Martindale) y Charlie (Cris Cooper) su esposo e hijo Little Charles (Benedict Cumberbatch), Bill (Ewan MacGregor) ex marido de Bárbara y la hija de ambos, Jean (Abigail Breslin) y Steve (Dermot Mulroney) novio de Karen. Además del exceso de píldoras y alcohol, ya señalados, el resto del menú en este particular funeral son: adulterio, incesto, divorcio y una fallida violación a una menor. El encuentro de la familia trae como resultado una batalla campal entre distintas maneras de pensar y hondos rencores, entre sarcásticos discursos y estallido de lágrimas, pero sobretodo deja traslucir tras cada escaramuza los afectos reprimidos. Dentro de la trama hay un personaje oculto que es como un gas subterráneo que se ve obligado a salir a la superficie y las consecuencias ambientales a raíz de explosión son terribles. Ese gas son los secretos familiares. Todo el entorno está plegado y se circunscribe a espacios cerrados, de manera teatral. Las escenas más conflictivas se suceden en zonas cargadas de recuerdos (cuadros, fotos, libros, vajillas, discos). Cuando se despliega lo hace de forma tormentosa (ruptura de platos, gritos, palazos). "August: Osage County ", dirigida por John Wells (fundamentalmente guionista, productor ejecutivo y realizador de series televisivas), no le dio al filme ritmo televisivo, como supuestamente podría esperarse, sino por el contrario consiguió dar a su propuesta la cadencia del agobiante mes de agosto, en el cual los personajes se mueven con lentitud, como arrastrándose por la desvencijada casa y sus alrededores. Su cámara captura con poesía la crepuscular infinitud de la llanura que rodea la granja, a la que la música de Gustavo Santaolalla da una profunda carga de nostalgia. Mientras que la fotografía de Adriano Goldman pone acentos en la intimidad de los personajes y agranda la soledad de los mismos. “Agosto” es un filme que debe verse a pesar de sus defectos estructurales, porque lo más valioso del mismo está en las actuaciones. Éstas son inolvidables.
Agosto es la adaptación cinematográfica de una obra de teatro sobre los vínculos tensos y dramáticos de una familia norteamericana. Las familias, a su modo, son una puesta en escena. Traen implícitas sus discusiones, vínculos, contextos, dramatizaciones. En Agosto, adaptación de la obra de Tracy Letts, tal condición es llevada al extremo. Como sucedió en Un dios salvaje de Roman Polanski, aquí también el teatro absorbe a la historia: uno puede ver las bambalinas tras las paredes de la casa de los Weston, y las individualidades que asoman por encima del conjunto: en especial Violet Weston (una exageradamente buena Meryl Streep), la despiadada matrona que recibe a los suyos en su sombría morada de Oklahoma al morir su marido, un reconocido poeta interpretado en los minutos iniciales por Sam Shepard. Pero allí está también la más acalladamente eficaz Julia Roberts haciendo de Barbara Weston, la hija mayor que soporta la infidelidad de su esposo (Ewan McGregor) y la pubertad de su hija (Abigail Breslin), a la vez que toma las riendas de su familia ante la desolada postal del padre muerto y la madre enferma de cáncer y adicta a las pastillas. El grupo que completan las hermanas de Barbara, Ivy (Julianne Nicholson) y Karen (Juliette Lewis), quien llega con su último novio, el fantoche Steve Huberbrecht (Dermot Mulroney), y la tía abuela Mattie (Margo Martindale), su marido Charlie (Chris Cooper) y su hijo Little Charles (Benedict Cumberbatch) entra en combustión en el reencuentro, donde no tardan en aparecer todo tipo de revelaciones, reproches y golpes bajos, con cimas estrepitosas que incluyen vajillas rotas, peleas en el piso y golpes por la espalda. El filme de John Wells respira cuando sus personajes salen a pasear en auto y se muestra el desierto y, como dice Barbara, se revela que el blues es un paisaje (y una banda sonora, a cargo de Gustavo Santaolalla). Ese trago seco mitiga tanto empalague melodramático, y también son oportunas las alusiones a las diferencias generacionales deslizadas bajo tanto griterío y comentario ácido, en el matrimonio fallido pero así y todo duradero de Violet frente a las relaciones temblequeantes de sus hijas, o la aspereza trágica de las vidas de tercera edad en oposición a los caprichos confortables de los baby boomers. Agosto disfraza sus estridencias previsibles de drama de calidad, una fórmula ideal para competir por un par de estatuillas doradas del Oscar, aunque su sustancia funcione mejor en tablas o relatos de expertos en ocasos familiares como John Updike o Richard Yates.
HOGAR, AMARGO HOGAR Parte de una premiada obra teatral que tuvo una soberbia versión en nuestro país. Y no reniega de su origen. Al contrario, parece una transcripción tan obediente que incluso hasta define su estética: concentrada, muy dialogada, con una cámara quieta y hasta con una dirección de actores que a veces recarga demasiado su histrionismo. El tema es denso: la sorpresiva desaparición de un jefe de familia, en Oklahoma, logra que su familia se reúna. Está la matriarca (Streep), sus tres hijas y su hermana. Recuerdos, reproches, revelaciones y secretos aparecen a lo largo de este par de jornadas de desahogos y puesta al día. La riqueza dramática de la pieza teatral se desvanece, aunque el nivel interpretativo es alto. La sensación es que hay demasiados temas y subtemas en medio de tanto hartazgo y griterío. “Los secretos que escucharon estas paredes”, dice la matriarca, destruida por las pastillas y un cáncer. Pero a veces destruyen más los secretos que nadie escuchó, toda la sobrecarga de olvidos, celos y silencios que palpita en toda familia. Una obra dura sobre el desamparo y la mentira, sobre el hogar como campo de batalla y sobre la soledad de esas tres hermanas y esa madre que sienten la desaparición sorpresiva del padre como el resumen de una familia que hace tiempo se había extraviado. La matriarca se queda sola, sin hijas y sin el terrible secreto; desesperada y frágil se refugiará en el regazo de la nueva niñera, buscando en esos brazos un renacimiento y un ayer imposibles.
Cada casa es un mundo..., reza la sentencia de épocas en las que los refranes eran faros que guiaban a quien buscara filosofía de entre casa. “Agosto”, la película por la que Meryl Streep seguramente ganará otro Oscar por su extraordinaria interpretación de una madre que navega por los mares de la vejez, perdida por las drogas disfrazadas de medicamentos, narra una historia dura, terrible, pero peligrosamente parecida a las realidades de los universos encerrados en cualquier casa de familia occidental. El relato comienza cuando tres hermanas se reencuentran en su casa natal para asistir al funeral del padre. En el antiguo hogar se reúnen con su madre y con sus tíos, y el mundo comienza a temblar con las revelaciones que se producen mientras cumplen con la ceremonia de la comida del funeral. Con un elenco de primera línea donde brilla Meryl Streep y cumplen correctamente con sus roles Julia Roberts, Ewan McGregor y Juliette Lewis, la película se convierte en una sucesión de golpes propinados en dosis exactas que otorgan credibilidad al argumento. El filme, que sorprende por su dureza, pone al descubierto los problemas que en una familia suelen ocultarse a la espera de que el tiempo acomode cosas que sólo pueden poner en su lugar los protagonistas de la historia.
El verano de nuestro descontento Para quien haya disfrutado la versión teatral de Agosto con Norma Aleandro y Mercedes Morán, ver a Meryl Streep y Julia Roberts en los mismos zapatos es casi una obligación. Será interesante contrastar la vehemencia de las actuaciones de Streep, como la impiadosa enferma terminal Violet Weston, y Roberts, como su no menos desquiciada hija, Barbara; pero lo importante del film es que transmite el sabor local de esta obra, ganadora de los premios Tony y Pulitzer en 2008. Aunque, como suele ocurrir, esa ventaja no se traduzca en ganancia. Considerado un heredero de Tennessee Williams, el autor Tracy Letts ambientó August: Osage County (tal el nombre original) en el caluroso verano de Oklahoma. Beverley Weston (Sam Shepard), un alcohólico poeta, abandona el hogar dos días después de haber contratado a una criada cherokee. Violet enloquece. Primero la visitan su hermana (Margo Martindale) y su cuñado (Chris Cooper); luego van Barbara y sus hermanas, Ivy y Karen, para hacerse cargo del muerto; literalmente, porque horas después el cadáver de Beverley aparece flotando en el río. Así llegan los deudos, todos familiares con cuentas impagas, y se desata el conflicto. Pese a la bella fotografía sureña, que musicaliza con oficio Gustavo Santaolalla, su potencial queda marginado a alguna toma paisajística; la mayoría del film transcurre en interiores, lo cual no sólo ahoga la transcripción (guionada por el propio Letts), sino que subraya las bravuconadas de Streep y Roberts, llevándolas casi a un nivel grotesco. Ewan McGregor, como el apocado esposo de Barbara, tiene un papel desdibujado; su compatriota Benedict Cumberbatch resulta apenas más creíble como el amor consanguíneo de Ivy. Agosto es una película actuada con ovarios y a decibeles que, en general, se padecen.
Donde el escenario y la actuación se hacen uno Hay un gran fanatismo de la sociedad argentina por ufanarse de los logros de los argentinos famosos y así exaltarlos, aún no siendo muy maravilloso lo que hagan. Pero en este caso, y con la posibilidad de caer en la misma actitud, me gustaría destacar la musicalización que contiene Agosto, generando un clima que entra en consonancia con la gran actuación de Meryl Streep. Es Gustavo Santaolalla quien está detrás de la banda sonora que hace posible dar humor y dramatismo a la obra. En Agosto se hace visible una problemática actual: el miedo a la vejez. El mundo que hoy vivimos se plantea muy a menudo la idea de la vejez como algo malo, se intenta permanecer en la juventud el mayor tiempo posible, las personas realizan cambios de actitudes y en sus cuerpos para permanecer jóvenes. El cine no se queda atrás y dramatiza estas tensiones y dilemas. Así como, también, deja en evidencia ese salto de generación, ese cambio de mentalidad entre la crianza de los hijos pasada y la de ahora. Entran en juego en Agosto, además de lo mencionado, los problemas con la droga y el alcohol. Esta película se enfoca principalmente en los sentimientos y las sensaciones. El personaje principal a cargo de Streep desempeña un papel sumamente movilizador. Se encuentra en el límite entre lo trágico y lo cómico. Provoca en los espectadores sensaciones de apatía o desagrado por momentos y en otros una cercanía absoluta. La actuación de ella es excelente, pero es efectiva a través de muchos componentes que hacen al clima. Como ya mencionamos antes, la música es uno de los elementos que ayuda a generar esos espacios de tensión y humor. Pero también entran en juego la elección de la vestimenta y el maquillaje de la protagonista, generando casi dos personas en una. Por un lado, una Street con peluca y con vestimenta de día, con un componente de persona de carácter fuerte y excesivamente frontal, llegando a ser lastimosa. Por el otro, aparece la protagonista en pijama, sin peluca, ni maquillaje, dejando a la luz las marcas del cáncer y el dolor del personaje. En esta última se ve una figura débil y hasta carcomida por su sufrimiento. Pero el clima también es ayudado por los escenarios. Principalmente se desarrolla en la casa de la protagonista. Este hecho hace que se cree un micromundo. Es así como la casa está caracterizada por la oscuridad, que podemos interpretar que es el mismo estado de tristeza que está teniendo la protagonista. Sin embargo, se presentan también espacios de apertura, que a menudo coinciden con los momentos de respiro de las hijas. Estos últimos se caracterizan por espacios abiertos, verdes y muy bellos. Agosto es una buena oportunidad para ver una buena actuación como es la de Meryl Streep. El hecho de que la obra proviene de los espacios del teatro no parece un dato menor. Es notable la necesidad de exponer a la protagonista y de resaltar los escenarios a tal punto que generen un clima dado para esa experiencia. Pero también el film contiene algunos momentos de humor que rozan entre lo trágico y lo cómico, la mayoría funcionando bien pero algunos otros un poco trillados.
Cuando en las familias salen a la luz todas las miserias, secretos, mentiras e hipocresías. Esta es la adaptación de la obra ganadora del premio Pulitzer, representada con distintos elencos en el teatro, en Argentina “Agosto: Condado Osage” de Tracy Letts con Norma Aleandro, Lucrecia Capello, Mercedes Morán y gran elenco, en la dirección de Claudio Tolcachir. Esta es una historia bastante melodramática, la conforma un elenco excepcional, y muestra todo lo que sucede en una familia disfuncional, que podría ser la de cualquiera, en este caso todos se reúnen en una enorme casona por el fallecimiento de Beverly Weston (Sam Shepard), un poeta y alcohólico, la viuda es Violet Weston (Meryl Streep), quien sufre de cáncer de boca, permanentemente vive tomando analgésicos, sedantes y alcohol para soportar el dolor. Bajo el calor agobiante de Oklahoma, y ante este hecho se encuentran reunidos: la hija mayor Bárbara Weston (Julia Roberts) separada de su marido mujeriego Bill Fordham (Ewan MacGregor), y que no puede relacionarse con su hija adolescente Jean Fordham (Abigail Breslin). La otra hija Ivy Weston (Julianne Nicholson), la hija menor Karen Weston (Juliette Lewis), la hermana de Violet, Mattie Fae Aiken (Margo Martindale), el hijo de esta Little Charles Aiken (Benedict Cumberbatch), y el resto Steve Huberbrecht (Dermot Mulroney), Charlie Aiken (Chris Cooper). Y a pesar de la situación sale a la luz, todo el dolor, la miseria, los abusos, engaños, desconfianza, las mentiras, los secretos, el egoísmo, la falta de moral, la intolerancia, la falta de identidad, inmadurez, indiferencia, entre otros temas, en fin todo lo que puede salir en una familia que puede ser la de cualquiera y en estos puntos varios de los espectadores se pueden sentir identificados, son momentos que pueden suceder en cualquier familia. Es una historia dura y amarga, protagonizada por un brillante elenco y muy buenas actuaciones, como la esplendida Meryl Streep una vez más excelente, por esta interpretación nuevamente se encuentra nominada para los premios Óscar, que ya ganó en tres ocasiones y Julia Roberts también nominada quien ya tiene un Premio Oscar por “Erin Brockovich, una mujer audaz” (2000); ellas forman parte de estos seres que son incapaces de ser felices, con una vida destrozada, una madre decepcionada de la vida que no pudo escapar del resentimiento y se lo hace pagar a todos. está dolida en muchos sentidos y sale en cada uno de los personajes toda la rabia acumulada. Los conflictos se exponen con crudeza, escenas muy fuertes y violentas, con una buena fotografía y la música de nuestro compatriota Gustavo Santaolalla, y como suele ocurrir al llevar una obra de teatro al cine a veces algunas cosas se pierden y otras se obtienen, aquí lo que más se valora son las actuaciones y se destacan los agudos diálogos entre Streep y Roberts, como así también cuando participan Nicholson y Martindale. Tiene pocos exteriores, la gran parte transcurre en interiores, pero a pesar de todo lo maravillo que tiene el film le sobran algunos minutos.
Heridas, pastillas y desorden familiar Unánime es la opinión acerca del reparto glorioso que reúne Agosto. Las disparidades aparecen y las voces se diversifican cuando nos remontamos al desarrollo de la proyección. Un melodrama familiar de ritmo lento, dialogado, discutido y gritado. Todos contra todos. La armonía como antónimo por excelencia del relato. La ambientación y la fotografía acompañan la opacidad turbulenta de las controversias que se dan entre los intérpretes, pero también satura. Se trata de una obra escrita por Tracy Letts, ganadora de premios como el Pulitzer, que supo ser bien exprimida de forma exitosa en teatros de varios países. Cinematográficamente, John Wells toma la batuta desde la dirección y traslada las situaciones a la gran pantalla. Y cuando parece contar con todos los artilugios necesarios como para triunfar, la película acaba resultando una aglomeración de grandes figuras que, entre opulencias y exageraciones actorales, se queda en el camino por su reiteración de sucesos vinculados a la disputa constante. La trama nos remite a la sorpresiva desaparición de la figura paterna (Sam Shepard) en una mansión que parece estar brotada de malas vibras. Su esposa (Meryl Streep) y adicta a las pastillas, recibe la visita de sus hijas, con sus respectivas parejas (y ex también) y demás parientes asociados. Una vez situados todos allí, comienza una interminable suerte de culebrón que se acentúa en escenas como en la que cada uno de los integrantes del elenco comparte la mesa. Una historia de rencores, de miradas fuertes y reproches ácidos, en donde la personalidad femenina se resalta como la más fuerte y verborrágica, pero también y en contraposición a estos impulsos, como la más sufrida. Desenfundar un conjunto de recriminaciones y críticas hacia la otra persona está a la orden del día, de modo tan acentuado y monótono que agobia y cansa al espectador. Nadie duda de Meryl Streep, ni de sus condiciones para construir y compenetrarse con el papel que le toque. La protagonista se muestra mordiente, sincera, firme pero a la vez exagerada, ampulosa. Si bien aquí no defrauda, su sobreactuación puede suscitar, en muchos, la pérdida de enfoque o interés en el producto. Un drama que más allá de sus interpretaciones sabe más agrio que dulce. Caprichosamente perezosa, Agosto transita una media hora inicial al borde de lo soporífero, tornándose algo más apetecible una vez pasados los primeros sesenta minutos, pero sin ocasionar esa extrañeza hipnótica de enlace con el público que alcanzan las narraciones de un ritmo similar. LO MEJOR: el reparto. LO PEOR: repetitiva, monótona. Agobiante, extensa y lenta. Olvidable. PUNTAJE: 3,5
Teatro como en el Cine Es común a la industria del cine que exitosas obras teatrales lleguen a la pantalla, algo que va desde el bagaje de las de Tennessee Williams a más contemporáneas como "Un Dios salvaje" de Yasmina Reza, sin olvidar hitos del escenario nacional que también pasaron al cuadro grande como "Un guapo del 900", "La Nona", "Esperando la carroza", "Made in Argentina", "Convivencia", o "Yepeto". Ahora es el turno de "Agosto: Condado Osage" que hace unos años se conociera en nuestro país con un elenco donde sobresalían: Norma Aleandro, Mercedes Moran, Juan Manuel Tenuta, Andrea Pietra, y elenco. El dramaturgo Tracy Letts aquí se ha encargado de adaptar su exitosa pieza, y vemos los avatares de la familia Weston, que ante la desaparición del padre, se reúnen en una casa tan llena de luz en Oklahoma, aunque sus moradores posean su oscuridad y cinismo que los llevara a un sinfín de tensiones, y pasadas de facturas. Cada hogar un mundo, y dentro de una cuantiosa guerra dialéctica, la madre enferma (estupenda Meryl Streep, quién sino podía hacer mejor este papel..??), recibirá pues a sus tres hijas, y será ácida, irritante, déspota y resentida, despertando un genuino compendio de ruindades familiares, que harán que la propuesta a mitad de la historia pegue el volantazo hasta casi convertirse en un "culebrón" digno de telenovela mejicana. Sin embargo si hay algo que atrae, que hace recomendable la visión de esta peli es la suma de buenísimas labores de actuación de un reparto significativo y elogioso, con una Julia Roberts en la hija mayor en perfomance maravillosa con gestos, miradas, que dicen mucho, Margo Martindale como la hermana, Sam Shepard el desaparecido marido, Dermot Mulroney un tarambana novio de la hermana del medio que interpreta una reaparecida Juliette Lewis, Abigail Breslin como esa nieta que crece y observa un mundo poco atractivo en los adultos, Chris Cooper en el cuñado, y que como siempre la borda y Benedict Cumberbatch que también destaca en su Charlie sobrino. Quizás en menor grado y bastante desaprovechado, no luzca tanto, el otro cuñado que hace Ewan McGregor. Lo dicho, en su totalidad un ejemplo claro de esa miserabilidad en cooperativa denominada: familia.
Familia en naufragio Tracy Letts ha logrado algo admirable en “Agosto”: combinar elementos que podemos encontrar en la tradición de la tragedia griega (el destino inexorable que se acerca cuando se le rehúye, las falsas opciones que traen pena sin importar lo que se elija, incluso las relaciones prohibidas); en las “películas sobre familia” europeas (la crisis intergeneracional, los abandonos, el adiós a las formas de vida tradicionales); la dramaturgia familiar argentina a lo Daulte o Spregelburd (con su saturación de cuñados insoportables y suegras locas); y el más duro culebrón venezolano (con sus infidelidades, sus incestos, sus paternidades ocultas). Y todo eso sin que deje de ser una obra absolutamente estadounidense, con sus puritanas iglesias bautistas, la rusticidad del Medio Oeste (que fuera el Salvaje Oeste) y esa especie de crisis moral crónica que tanto atrajo a John Kennedy Toole y J.D. Salinger. A su manera, Letts hizo de “Agosto” su propia Gran Novela Americana. Y la transposición al medio cinematográfico era un desafío, pero que se resuelve con buenos resultados. El dramaturgo unió esfuerzos con el director John Wells para una reescritura que incluya todo lo que obra pueda echar en falta, empezando por los paisajes del condado de Osage que especifica el título original, con sus planicies y su insoportable calor, que se van metiendo entre las persianas cerradas de la casa de la familia Weston. Por lo demás, y aunque sin haber visto la puesta teatral, se pueden intuir el formato original (especialmente en la cena del funeral, la charla entre las tres hermanas, los momentos de intimidad y los grupales), Wells se las apaña para que nunca parezca “teatro filmado”, y que las actuaciones logren el naturalismo que el formato cinematográfico demanda sin que pierdan potencia esas frases precisas y afiladas: “Gracias a Dios que no podemos predecir el futuro, nunca podríamos salir de la cama”, dice Barbara en algún momento, y no es de las cosas más duras que le toca decir. Reunión obligada El disparador de la trama es la desaparición de Beverly Weston, un ex profesor y bebedor de campeonato, que lleva décadas casado con Violet, quien sufre de cáncer de boca pero consume pastillas en volúmenes mucho mayores a lo que cualquier ser humano necesitaría. Esa crisis reúne a las tres hijas del matrimonio: Barbara, la “favorita del padre”, la que tiene una personalidad tan dura como la de su madre, que se está separando pero nadie lo sabe y va con su marido e hija adolescente; Karen, la superficial que vive “la vida loca” con “su hombre de este año”, que quiere sentar cabeza aunque no le crean; y Ivy, la que se quedó a “vestir santos” (o eso parece) por permanecer cerca de sus padres cuidándolos. Como si fueran pocos, también llegarán Mattie Fae (hermana de Violet, la “favorita de su madre” y quien la protegió alguna vez), su marido Charlie, un hombre bueno y sencillo, y su hijo “pequeño Charles”, especie de niño grande al que dan por tonto y torpe: “Ya me di por vencida con él”, dirá su madre delante suyo. Como la historia empieza a tomar desvíos inesperados rápidamente, no abundaremos mucho más. Lo que sí podemos decir es que son dos horas de una “montaña rusa” emocional (que pasa por la comedia llana, el grotesco, la crueldad exaltada y las revelaciones fatídicas) que pueden dejar extenuado a más de un espectador. El score, a cargo de “nuestro” Gustavo Santaolalla, se mueve discreto entre los intersticios, combinándose con canciones viejas y nuevas, centradas especialmente en el folk. Como dato de color, la canción de los créditos (“Last mile home”) está a cargo de los Kings of Leon, la banda integrada por los hermanos y primos Holloway: una familia de Nashville con tanto alcoholismo e internas como para empardar a los Weston. Seminario actoral Por supuesto, por todo lo antedicho (el texto fue pensado para que todos tengan oportunidad de lucimiento y buenos diálogos), la mesa estaba servida para que presenciemos un banquete actoral donde todos los convidados alcanzan niveles de perfección, más allá de lo pequeño o grande que sea su rol. Aunque sea difícil no quedar opacado por el “huracán Streep”: la veterana Meryl saca ventaja construyendo una Violet compleja, que sale del delirio y el alocamiento para convertirse en Cruella DeVille. La maldad de Violet (que tiene un trasfondo de pasado difícil, o sea que no es una villana de dibujos animados) es a veces por gusto y a veces es una maldad banal (diría Hannah Arendt), casi por omisión. Julia Roberts (Barbara) demuestra que no es sólo una “mujer bonita” (nunca ha dejado de serlo, en todas sus edades), mostrándose como una actriz madurísima, con una gestualidad riquísima. A Sam Shepard le alcanza muy poco (ya con el comienzo) para dar mucho. Juliette Lewis hace su reingreso en grande en el cine, irreconocible como Karen, alejadas (actriz y personaje) de la babyface de antaño. La ultrapecosa Julianne Nicholson (que viene fundamentalmente de la televisión, donde se la recuerda por la serie “The others” y las magníficas últimas temporadas de “Ally McBeal”) es una Ivy sensible y devastada. Chris Cooper, aquel vecino de “Belleza americana”, se viste con la piel de Charlie Aiken, ese hombre sencillo, tosco, pero honesto, digno y sin maldad, quizá el mejor tipo de toda la reunión. Ewan McGregor (otro bastante irreconocible) hace un Bill (marido de Barb) muy moderado y contenido, en parte por la culpa y en parte porque se parece un poco a su suegro. Abigail Breslin (la otrora “Pequeña miss Sunshine”) le presta rostro y carnadura a Jean, la hija adolescente de Barb y Bill, retraída y abrumada por ese mundo al que no siente pertenecer. Benedict Cumberbatch como el pequeño Charles se sale de sus interpretaciones habituales (el malévolo Khan de “Star Trek”, las voces del Nigromante y Smaug en “El Hobbit”) para crear al ser más tierno de la familia, adorable en su necesidad de dar y recibir afecto. Margo Martindale construye con destreza a Mattie Fae, la hermana de Violet, tan compleja como ella y con sus propios trapos sucios, detrás de su imagen de tía metiche y madre desnaturalizada. Dermot Mulroney vuelve como galán (maduro) como Steve, el prometido de Karen, que de todos modos tiene tiempo para arruinar la cosa. Y por último cabe mencionar el trabajo de Misty Upham como Johnna, la empleada cherokee que contrata Beverly antes de irse: casi sin hablar, es testigo del naufragio de la familia (aunque le toque involucrarse llegado el caso), y con su rostro y su gestualidad dice muchísimo. En definitiva, un seminario del Actor’s Studio puesto en acto y por el precio de una entrada de cine. Pero eso sí, estimado lector, vaya preparado: que la memoria emotiva no lo abrume.
Agosto cuenta de antemano con muchos elementos a favor: una obra de teatro reconocida y ganadora del Pulitzer, un elenco con actores como Ewan McGregor y Julliete Lewis que nos han acostumbrado a gratos momentos, dos actrices experimentadas y queridas por el público que garantizan convocatoria. Meryl Streep y Julia Roberts vienen también a remozar a la “madre e hija ajustándose cuentas”, dueto que el cine ha transitado con frecuencia con altas performances de Bergman y Woody Allen. Pero Agosto carece de potencia cinematográfica y esta falla no radica exclusivamente en su fuente de inspiración. Las adaptaciones del teatro al cine –de las que Shakespeare fue víctima en los mejores y peores casos– han generado resultados diversos. Más que por su naturaleza teatral, las falencias de Agosto provienen de ese devenir en el que el teatro necesita transformarse en cine. Es ahí donde el director John Wells y Tracy Letts –autor de la obra, colaborador en la película– se pierden en su propia traducción. Wells filma con bastante pobreza, en especial en los momentos “intensos” de duelo descarnado entre Julia Roberts y Meryl Streep en los que todo se recita, todo se declama o se escupe. Esta sucesión de unipersonales emotivos en la que cada uno aguarda el momento para hacer su descargo es lo que más estanca la película, lo que le quita dinamismo y fluidez. Porque de acuerdo con la lógica del film el sufrimiento no se ajusta a los límites del cuerpo; no está enquistado en los gestos, en la contención de la emoción o en el no decir las cosas (que podría ser tan valioso como decirlas). Las emociones están a flor de piel y uniformadas y el dolor personal es como una náusea esperando su turno para provocar el vómito, un alien acechando agazapado solo para desbaratar a quienes están cerca. Wells es consciente de la necesidad de agilizar tanto parlamento y busca exteriores como contrapunto visual. Esto logra airear un poco la película, pero la realidad es que Agosto es en esencia coral y de interiores y es en la representación de la interioridad en donde más fracasa. Casi todos actúan con mayúsculas pero nadie interactúa, nadie se interesa por el otro. Los otros (en especial los personajes masculinos, bastante desdibujados) parecen no tener capacidad de respuesta. Este silenciamiento del entorno que atenta contra uno de los principios más básicos de la cinematografía (ya desde el plano contraplano el cine buscó tempranamente dar cuenta de la reacción) lleva en particular a Meryl Streep a desplegar un histrionismo desbordado la mayoría de las veces altisonante y ridículo. Pero si Agosto se basa indefectiblemente en las actuaciones es en este punto en el que sucumbe y logra a su vez mayor precisión. Sam Shepard está elegantísimo e incluso misterioso en el comienzo, Margo Martindale muy sobria en su gran revelación. La bendición que intenta elaborar el tío Charlie en la mesa (momento que sí contempla la reacción de los demás) es una de las escenas más simpáticas. Son soplos de libre albedrío en una película en la que todo ya viene arrastrado por la fatalidad.
Agosto en el Condado Osage. Al menos esa sería la traducción literal para la nueva película de John Wells (The Company Men), protagonizada por Meryl Streep -tras una larga discusión entre los especialistas sobre quién tenía el rol principal- y Julia Roberts. Bárbara, Ivy y Karen son las hijas del matrimonio Weston, cada quien ya con una vida realizada. Es hasta que beverly, el patriarca de la familia fallece, que se ven reunidas en casa de su madre -una inestable mujer que sabe todos los secretos de la familia- mientras en la convivencia van destapando esos secretos que pasan hasta en las mejores familias. Interesante y a la vez aburrida. Es una película para disfrutar un domingo por l atarde cuando no hay nada en la TV. Y es que a pesar de que tiene un estupendo duelo actoral entre Roberts y Streep (lo más sobresaliente del filme), podría parecer incómodo a muchas familias, debido a esos pequeños secretos que todas las familias tienen. un divorcio, un amorío secreto, relaciones intrafamiliares, etc. Tal cuál como poner una cámara a la hora de la comida familiar y ver cómo el carácter y las disputas están a la orden del día. Con un guión sencillo que recae en las actuaciones, Agosto es un filme que se coló a la fiesta de los oscares por esta razón, y que será su mejor logro al considerar que ni siquiera es favorita a ninguna categoría.
Hay películas que son apenas la ilustración de una obra teatral o un campeonato (casi televisivo) de interpretaciones “intensas”. Agosto es su paradigma: la historia de una reunión familiar alrededor de una madre monstruosa no es más que un montón de lugares comunes que el espectador puede disfrutar o padecer solo en la medida en que le caigan bien -desde antes- los actores. Sí, Meryl Streep actúa muy bien: el problema es que se nota que actúa.
Agosto es un film basado en la obra de teatro homónima creada por Tracy Letts, quien a su vez tambien hizo el guión para esta versión cinematográfica. El director John Wells se encarga de dirigir este film con un reparto que cuenta con Julia Roberts, Meryl Streep, Ewan McGregor, Julianne Nicholson, Abigail Breslin y Dermot Mulroney entre otros integrantes de un interesante ensamble actoral. La obra teatral original se estrenó en el 2007 en los Estados Unidos (también se estrenó en Buenos Aires, contando con Norma Aleandro y Mercedes Morán en el reparto) y llegó a ganar muchos premios. Ahora la versión cinematográfica está nominada al Oscar a Mejor Actriz (Streep) y Mejor Actriz de Reparto (Roberts). El film es un melodrama al mejor estilo ¿Quien le Teme a Virginia Woolf? o los trabajos que hacía Elia Kazan adaptando a Tennesse Williams (Baby Doll y Un Tranvía Llamado Deseo), con un desastroso clima familiar que explota cuando surge un problema grave, donde todos los protagonistas son convocados al hogar maternal y lo que surge de ese conflicto son los trapos al sol de cada uno de los familiares involucrados. Aquí, es con algunos toques de humor, aspereza y con algo de cinismo como se maneja el trabajo de Letts y Wells. A pesar de que cada uno de los interpretes están correctos , cabe destacar la labor de Julianne Nicholson como la sufrida Ivy. Quizás lo que le falta a Agosto, más allá de su corrección técnica y narrativa, es "algo más", ese toque extra, ya que los otros films antes mencionados han cubierto satisfactoriamente dicho terreno. El director John Wells no ha podido imprimirle al trabajo su personalidad, quizás porque dejó que la obra hablase por sí misma, quitando cualquier intento de que la obra parezca más cinematográfica. Lo que acá vale son las actuaciones correctas y los arcos dramáticos de los personajes. Quizás, sólo por esos dos elementos, Agosto sea más que suficiente para algunos.
Intimidades de una familia desgarrada La muerte de Beverly Weston reúne a su viuda, Violet, con las tres hijas del matrimonio. El encuentro se produce en la vieja casa de Oklahoma que alguna vez habitó la familia completa. Tíos, primos y parejas se añaden a ese universo en el que se entrecruzan secretos y vivencias del pasado y del presente. El encuentro será áspero y revelador. “August: Osage County” fue uno de los grandes éxitos del teatro estadounidense durante la década pasada. El autor, Tracy Letts, subió a una ola de premiaciones y recogió el Pulitzer y el Tony. Entusiasmado, Letts aceptó adaptar su pieza para la pantalla. Fue la oportunidad de sacar a los Weston de los opresivos ambientes de la casa de campo en la que se cocina la historia. La película respira por esos planos de horizonte lejanísimo, elegidos por el director John Wells para desarticular la puesta teatral a la que inevitablemente conduce el corazón de “Agosto”. Más que una familia disfuncional, los Weston constituyen un clan herido de muerte y disgregado. Encontrar retazos de amor entre la desbordada Violet y sus hijas es una misión casi imposible. En “Agosto” priman la violencia, el rencor, la incomprensión. Las alfombras desbordan de secretos inconfesables, barridos por los años, el alcohol y el abandono. Las relaciones familiares, tema de fondo, se ramifican entre adicciones y renunciamientos, infidelidades y desconfianza, hasta abrevar en el incesto. Muchos tópicos, muchos personajes con demasiadas cosas que decir. El texto de Letts necesita intérpretes precisos. Wells contó con la enorme Meryl Streep en el rol de Violet. Es asombroso cómo Streep camina por al borde la sobreactuación sin cruzar esa línea tan delgada. Julia Roberts está a la altura de Barbara Weston, la hija mayor, y se adueña del poderoso desenlace. Ni Streep ni Roberts (juntas en la foto) obtuvieron el Oscar para el que estaban postuladas. “Agosto” es una batalla cultural netamente femenina y por eso Julianne Nicholson, Juliette Lewis y la siempre excelente Margo Martindale opacan a, por ejemplo, Ewan McGregor y al omnipresente Benedict Cumberbatch. Pero no a Chris Cooper, de esos actores a los que no hay forma de encontrarles un mal paso. No es fácil mantener la tensión dramática durante dos horas de metraje y la película de Wells zigzaguea en más de un pasaje. Es cuando aparecen sus formidables protagonistas para sostener el entramado de los Weston y escarbar en sus profundas heridas.
Un drama conocido y válido de atestiguar Cada quien sabe de sus gustos y elecciones. Agosto se presenta como un desafío a tomar solo por algunos. Se destacan las grandes actuaciones. Dos datos emparentan a Agosto con la platea argentina. Uno es que la música de la película fue compuesta por uno de los favoritos de Hollywood, Gustavo Santaolalla; el otro, que el texto que la inspira, una obra de teatro escrita por John Wells, ganadora de un premio Pulitzer y recreada en los teatros de primera línea internacional, también tuvo su versión criolla con la gran Norma Aleandro en el rol principal y a Mercedes Morán como la mayor y más aguerrida de sus tres hijas. Para el caso, Violet, la matriarca de la familia Weston, una familia numerosa y con claras disfuncionalidades, es interpretada por Meryl Streep y el de su heredera Bárbara por Julia Roberts, dos estrellas de la gran pasarela actoral que estuvieron nominadas en la última temporada de premios y concluyeron ese trayecto con las nominaciones a mejor actriz y mejor actriz de reparto, respectivamente. En un elenco multiestelar, ellas llevan la batuta del relato que se sitúa en una tradicional mansión de Oklahoma, donde la familia se reúne luego de la desaparición del padre. El matrimonio Weston ha venido apaciguando los embates del nido vacío con una dosis de fármacos y alcohol mayor de lo acostumbrado y entre narcotizada y al borde de un estallido que no tardará en asomar, Violet recibe a sus hijos a la mesa de esa jornada calurosa del mes de agosto. Entre el agobio de un espacio común que remueve viejas heridas, la desesperación y el desencuentro que ahora tiene como testigos y actores invitados a consortes e hijos, la temperatura anímica escala a la par del termómetro hasta niveles impensados. El clima sofocante es enfatizado por un desarrollo de escenarios limitado a los interiores de la casona y unos pocos exteriores. Excelentemente escrita, pero no exactamente bien adaptada al cine, es una película que invita a un espectador dispuesto a sumergirse en las fortalezas y miserias de un núcleo unido por lazos de sangre que no siempre garantizan la compatibilidad.
La familia sea unida... o no "August: Osage County" fue una de las películas de las que se habló mucho, primero como candidata fuerte para aparecer en la terna de Mejor Película de los Oscars 2014 y luego como una de las ignoradas por la misma Academia. Los "premios" que finalmente se llevó fueron las nominaciones de Meryl Streep y Julia Roberts por sus roles protagonista y de reparto respectivamente. En mi opinión, que hayan estado nominadas como Mejor Película "American Hustle" (David O. Russell) y "Philomena" (Stephen Frears) en lugar de "Agosto" (John Wells) que quedó afuera, fue un tanto injusto. Se dejaron llevar por comentarios de la prensa y algunos críticos que ensalzaron de más a la película de David O. Russell, director a quien respeto mucho y cuyas películas me han encantado con excepción de esta última, claro. "Agosto" es la adaptación al cine de una premiada obra de Broadway escrita por Tracy Letts, quien de alguna manera hace una autobiografía de su familia en las tierras de Oklahoma, USA. Se ve que no la pasaban muy bien los Letts, ya que los personajes que creó son tan deprimentes y disfuncionales como fascinantes. Padre alcohólico y depresivo, madre adicta a las pastillas y con grandes problemas de ira, grupo de hermanas averiadas emocionalmente por una crianza demasiado disfuncional. El ensamble de actores que logra Wells es de mucho renombre, pero a diferencia de otros trabajos donde la presencia de muchas estrellas no aseguraba la calidad y la cohesión de las interpretaciones, en este film todos encajaron como partes de un relojito suizo. Excelentes labores de Streep, Roberts, Cooper, McGregor y Nicholson (Julianne, no Jack) por nombrar algunos. Entre todos logran diálogos muy interesantes y cargados de tensión y drama que mantienen sorprendido al público durante casi todo el metraje. Estos elementos conforman el plato fuerte que ofrece un producto entretenido, que mantiene interesado al espectador y que vale la pena ver. La historia es deprimente, por momentos desesperanzadora y puede llegar a bajonear un poco, pero si superás esta cuestión la vas a disfrutar mucho. Hay algunas vueltas de tuerca en la obra de Letts que agrandan el escándalo familiar y suman tristeza al relato. No busco desalentar con estos comentarios, sino que pretendo alertar sobre el tipo de film que estarán yendo a ver para que no tengan la idea errónea de que es una comedia/drama light con la Streep y la Roberts. Es una película mucho más compleja y trascendente. Muy recomendable.
“...Ese conflicto está muy bien hecho, está muy bien filmado, está brillantemente actuado y pasa lo siguiente: es tan dramático pero tan dramático, que da gracia; se ríen, por eso es una tragicomedia, hay momentos donde realmente son desopilantes de los dramáticos que son...” Escuchá la crítica radial completa en el reproductor, (hacé click en el link).
Publicada en la edición digital #259 de la revista.
Publicada en la edición digital #259 de la revista.
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Batallas de Agosto "La vida es demasiado larga". Con esta frase de T.S. Eliot, Beverly Weston, el personaje de Sam Shepard, parece adelantarnos su despedida. Poco después se lo ve navegando en un bote, y luego, el bote está vacío. Agosto (August Osage County en inglés) es una adaptación a la pantalla grande de la ganadora del Pulitzer y obra maestra de Tracy Letts sobre una familia extremadamente disfuncional, que se reúne en la casa de su matriarca (Meryl Streep) en Oklahoma para un funeral. Y las peleas no tardan en surgir -peleas que más podrían ser batallas campales. Aunque los hombres que completan el elenco ofrecen actuaciones memorables –ésta debe ser la primera vez que Benedict Cumberbatch (12 Años de Esclavitud, Caballo de Guerra) no interpreta a un personaje con intelecto superior al resto de los humanos- las que brillan en este film son las mujeres, y especialmente Streep, que se roba la película a mano armada. Pronto nos damos cuenta de que el cáncer de boca que sufre Violet Weston, el personaje de Streep, es una metáfora bastante obvia de su personalidad. Escupiendo veneno con cada palabra que forma su lengua, Violet no para de generar conflictos y atacar a su familia con comentarios hirientes, y a Johanna, una empleada aborigen que su difunto marido había contratado como cocinera, que parece la única persona mentalmente estable en ese lugar. "Soy una adicta a las drogas. Amo la droga", dice Violet, un tanto irónicamente, pero no por eso menos falso. Pastilla tras pastilla, su vicio vuelve loca a Bárbara, su hija mayor interpretada por Julia Roberts, la "armas tomar" de la familia. Dirigida por John Wells (The Company Men), y adaptada para el cine por la propia Tracy Letts, la película cuenta con una cinematografía gloriosa, que muestra la nostalgia y la soledad del paisaje desértico del sur de Estados Unidos, y que es acompañada majestuosamente por una impecable musicalización por el argentino Gustavo Santaolalla. Pero las palabras no bastan para describir la sensación de tristeza y angustia inherente de toda una familia, que se ve torturada y abatida por problemas personales, que salen a la luz en el momento menos inoportuno, y sirven como munición para el resto de sus parientes, especialmente para los integrantes femeninos del clan. Meryl Streep fue nominada al Oscar -junto con Julia Roberts- por su actuación en el film, interpretación que hasta podría ser una de las más impresionantes de su extensa y prestigiosa carrera. Con un ensemble de actores envidiable, Agosto es sin dudas una de las pequeñas grandes joyas de la temporada.
Las miserias familiares. August: Osage County es una película muy triste con pinceladas de humor. Es muy difícil decir que es una comedia, porque el drama predomina en su trama en todo momento, a veces de modo tragicómico, pero drama al fin. No hay alicientes en la historia. La película empieza mal y termina quizás peor. Es una propuesta sincera que se enfoca en las miserias de la vida y la familia sin contemplaciones, muy disfrutable gracias a las soberbias actuaciones de todo su reparto, y en especial de Julia Roberts, quien logra ponerse a la altura de tal vez la mejor de todas las actrices en la historia del cine, Meryl Streep. Para mi gusto, al relato le falta una conclusión, y es el único defecto que le encuentro. La película termina de repente y deja muchas cosas sin resolver, lo que quizás sea común en una familia de verdad, pero no es del todo gratificante en un filme. Sentarse a ver una película o a leer un libro es un pasatiempo paralelo a la realidad, y sea ficticia o no, una buena historia necesita ser concluida. En esta entrega no existe la conclusión, y a pesar de disfrutarse en el trayecto, defrauda un poco en el final. August: Osage County es algo así como un drama terapéutico, donde se explora la génesis de los conflictos familiares. Si bien no es una experiencia del todo fascinante, vale la pena gracias a la calidad actoral de su reparto.