“Annabelle” es uno de los spin offs del universo de “El Conjuro”, aquel empezado con “The Conjuring” (2013) dirigida por James Wan (“Saw”, “Aquaman”) que cosechó tanto la ovación del público como la de los críticos. Esta muñeca demoníaca representa, quizás, el spin off más exitoso y también el más explotado por Warner ya que es el primero en alcanzar el status de trilogía. Si bien la primera entrega no estuvo a la altura de las circunstancias, ofreciendo un producto de terror más convencional y estereotipado, el segundo capítulo representó una gran mejora que se ubicaba más cerca de lo concebido por el mismo Wan, siendo un producto entretenido y bien elaborado. Ahora es el turno de esta tercera entrega que se presenta a modo conclusión, exponiendo el largo camino de la muñeca del título hacia el armario de cristal donde la encerraron la pareja Warren para que no aceche más a ningún mortal. El largometraje nos muestra, nuevamente, a los demonólogos Ed (Patrick Wilson) y Lorraine Warren (Vera Farmiga), los cuales capturan a Annabelle y deciden llevarla a la sala de objetos oscuros que guardan bajo llave en su casa. La colocan en la ya mencionada vitrina bendecida por un sacerdote y salen de viaje apresuradamente prometiendo volver para el cumpleaños de su hija de diez años, Judy (Mckenna Grace), al día siguiente. No obstante, la pequeña niña queda al cuidado de Mary Ellen (Madison Iseman) que parece ser la niñera habitual de la familia. Esta adolescente percibirá que Judy no la está pasando bien en la escuela por ciertos casos de bullying, por una sensibilidad hacia los espiritus tal como la que tiene su madre y por el miedo de sus compañeros a los rumores que rodean a la familia Warren y su peculiar profesión. Es por ello que la niñera intentará animarla mediante juegos y la preparación de una torta de cumpleaños pero todo esto se verá alterado cuando Daniela (Katie Sarife), amiga de Mary, vaya a visitarlas con el objetivo de curiosear sobre los objetos que guardan los demonólogos en su cuarto. Como podrán imaginar, las cosas se volverán terroríficas cuando Annabelle termine siendo liberada y a su vez despierte al resto de los espíritus malignos que descansan en aquel cuarto. “Annabelle: Comes Home” es el raro caso de la secuela que termina siendo mejor que la producción original. Si bien la película no alcanza el nivel de los films de “El Conjuro”, dirigidos por James Wan, sí logra superar a todo el resto de los spin off que fueron derivando del “Universo Warren”, manteniendo los mecanismos propuestos por el realizador malayo y dándole el sello característico por medio de su estética, su manejo de la tensión e incluso la disposición y su estilo en el desplazamiento de la cámara en el espacio escénico. Resulta sorprendente porque además la cinta fue dirigida por el guionista devenido en director, Gary Dauberman, que fue el encargado de escribir las dos películas anteriores así como también “It” (2017) y su continuación, “It: Chapter Two” (2019). El guion de este episodio también fue escrito por Dauberman a partir de una historia concebida por el propio James Wan, y quizás ahí este la clave. Este cierre de trilogía se lo siente como una especie de “El Conjuro 2.5”, ya que no solo cuenta con la presencia de los Warren (una intervención acotada durante dos secuencias, una al inicio y otra sobre el final del film) sino porque también mantiene el espíritu de aquellas películas y porque explota el factor fan por medio de algunos easter eggs relacionados con las películas anteriores y con los conocidos casos del matrimonio real. Por otro lado, la obra se erige como un gran homenaje a los films de terror de la década de los ’70 en especial a aquellos que se orientaban alrededor de adolescentes desprevenidos y también cuenta con cierto grado de humor para descomprimir entre tantos momentos de tensión. Si bien la película tampoco es que reinventa el género, sí se nos presenta como un gran y entretenido capítulo en El Universo Expandido del Conjuro que está muy bien presentado a nivel técnico y narrativo, y que también cuenta con un sólido elenco para afrontar la tarea. El diseño de producción es otro de los aspectos a destacar junto con la fotografía que terminan de construir ese clima asfixiante y terrorífico. Igualmente, la base de este film y lo que supo hacer distinguir a “The Conjuring” de su competencia es el montaje y su administración del tiempo, es decir el ritmo narrativo, así como también el hecho de poner el jumpscare o el susto en el lugar menos previsible y pensado. Algo totalmente fundamental para el fan del género y para todo aquel que busca asustarse radica en ese punto para poder hacer más disfrutable y sorprendente la experiencia. “Annabelle 3: Viene a Casa” es un film entretenido y terrorífico que tiene sus buenas dosis de sustos y adrenalina. Una experiencia cinematográfica asfixiante y angustiosa que no dará respiro al espectador. La película de Annabelle que le hace honor al legado del Conjuro anteponiéndose a las familiaridades de los relatos de posesiones y demonios gracias a un buen trabajo de casting, a un sólido desempeño en el ámbito de la técnica y a una dirección inspirada de Dauberman.
Annabelle estrena la tercera parte de su franquicia con director debutante, y nuevos talentos, pero teniendo como centro a la icónica y malévola muñeca.
Rebelión en lo de los Warren Finalmente llega a nuestros cines la tercera entrega de Annabelle, la muñequita que funciona como un conducto para atraer espíritus demoníacos. Y bien en claro lo tienen los demonólogos Ed y Lorraine Warren, por este motivo la rescatan de las manos de sus últimos dueños y la llevan a su casa para ponerla bajo llave, y contenida en una caja de vidrio bendecida, en el cuarto de los objetos poseídos. Claro que sin no antes experimentar extraños acontecimientos durante el viaje hacia el hogar. Y es aquí donde tendrá lugar la acción de Annabelle 3: Viene a Casa (justamente), el popular spin off del conjuroverse, en donde toman protagonismo Judy (Mckenna Grace), la pequeña hija del matrimonio, que padece acoso escolar porque sus padres están cualificados por la prensa entre héroes y farsantes; la niñera de Judy, Mary Ellen (Madison Iseman), una joven muy responsable que aprecia mucho a la niña; y Daniela (Katie Sarife), amiga de Mary Ellen, muy curiosa de los objetos frikis de los Warren. Lo cierto es que Ed y Lorraine deben ausentarse por un día, y dejan a Judy al cuidado de Mary Ellen, prometiendo volver para festejar su cumpleaños. Claro que Daniela no tardará en unirse al dúo, motivada más que por su amistad con la niñera, por un problema personal que la aqueja, del que piensa que los Warren la pueden ayudar. Es así que mientras Mary y la pequeña prueban sus flamantes patines en el exterior, Daniela no tendrá mejor idea que abrir el cuarto de los objetos poseídos y sobre todo el cofre vidriado donde se encuentra Annabelle… ¡Sacrilège! A partir de este suceso imaginen el descontrol, nuestra muñeca de pelo rojizo alterará a cada uno de los objetos que se encuentran en el cuarto, generando una anarquía paranormal en la casa de los Warren. Serán las tres chicas las que padecerán las consecuencias, además de un joven enamorado de Mary Ellen. Sin dudas Gary Dauberman ha estudiado cada uno de los detalles de este terrorífico universo, porque muestra astucia y conocimiento a la hora de elaborar el guion de esta secuela. En esta receta tenemos todos los ingredientes del conjuroverse, algo de motivaciones personales: el bullyng, el primer amor y la muerte de un padre; combinados con la peor pesadilla sobrenatural, que todos los objetos poseídos se activen a la vez. Todo un legado de sangre para la pequeña Judy, quien posee la misma sensibilidad hacia los espíritus que su madre. Si bien la película no da una vuelta de turca al género, sabe jugar con los tópicos. Propone una puesta en escena funcional, buenas actuaciones y una narración con timing que se nutre a base de grandes sustos. O sea, hay tensión, hay humor, hay frescura, salen a luz nuevos demonios y sobre todo hay autorreferencias; a agudizar los sentidos que vas encontrar más de un easter egg de este temible universo. Sujeta el crucifijo e ingresa a la sala, porque si sos fan de la saga la tercera entrega de Annabelle brinda lo que promete y más.
La muñeca maldita sigue haciendo de las suyas y no sólo cierra su propio arco argumental, sino que abre las puertas necesarias cómo para que este universo esté con nosotros por mucho tiempo más. El universo de terror creado por James Wan en 2013 con El Conjuro (The Conjuring) parece no tener final y a pesar de tener sus puntos flojos en algunos eslabones de su cronología, el spin-off que más rédito le ha dado a la franquicia es el de la muñeca maldita Annabelle. Esta muñeca logró verse por primera vez en un pantallazo general del sótano de los Warren, la pareja protagonista de El Conjuro, desde ese momento se comenzó a jugar con la posibilidad de que de dicha muñeca pudiese tener su propia película donde se explicara su origen y cómo llegó a la casa de los investigadores paranormales. Un poco de eso logró verse en las dos entregas de Annabelle (2014, 2017) en donde se explicó cómo fue construida y cómo “funciona” con los espíritus malignos del inframundo, pero todavía quedaba un interrogante en su propia historia y era quizás la más importante: ¿Cómo terminó Annabelle en el sótano de los Warren?. Eso es lo que Annabelle 3: Vuelve a Casa (Annabelle Comes Home) viene a mostrarnos. De la mano del ya experimentado guionista y escritor de las anteriores Annabelle y La Monja (2018), el ahora director debutante Gary Dauberman, presenta Annabelle 3 para cerrar esta trilogía del spin-off sobre la muñeca maldita y su relación con la pareja de Ed y Lorraine Warren (Patrick Wilson y Vera Farmiga). Sin embargo, no todo pasará por ellos dos ya que la gran protagonista de esta película es Judy (McKenna Grace) la nueva integrante del clan Warren estrenándose en la franquicia. Debido a todo el peso que conlleva su apellido, Judy es bastante bastardeada y aislada de todos los niños y niñas de su edad y es por eso que tiene a ser callada y retraída. La única persona que logra empatizar con ella es su niñera Mary Ellen (Madison Iseman) con quien, debido al trabajo de Ed y Lorreine, comparten mucho tiempo juntas y se tienen un cariño especial. En una de esas noches en la que los investigadores paranormales deben salir a hacer de las suyas Judy, Mary Ellen y Daniela (Katie Sarife), amiga de la niñera quién se mete de imprevisto en la casa y está llena de curiosidad por lo paranormal, deberán intentar sobrevivir a la noche en la que Annabelle será liberada y gracias a eso todos los artefactos que tienen los Warren en su sótano empezarán a acechar a las jóvenes en una interminable y aterradora noche. A pesar de que la “mini franquicia” de Annabelle parecía ya haber alcanzado su techo de calidad en la película previa, esta conclusión mantiene las cualidades técnicas y argumentales que lograron hacer de su predecesora una de las mejores de todo el universo del Conjuro. Quizás lo más positivo que la película pueda dejar es la sensación de que este universo de terror está bastante lejos de terminar, ya que sienta las bases suficientes para poder continuar contando historias y ya dejar ir otras, como la propia Annabelle. El aspecto de la propia muñeca vuelve a dar escalofríos a simple vista y más aún cuando las luces juegan a favor de la estética y de todo lo que la muñeca carga a sus espaldas. De la misma manera que en la película pasada, la trama está desarrollada con tranquilidad dejando así que los eventos fluyan de la manera más natural posible sin perder la tensión y la sensación de que todo puede irse al tacho de un momento a otro. Quienes busquen sustos rápidos y permanentes no los conseguirán. Yendo de menor a mayor en cuanto a la intensidad narrativa, la película se toma sus licencias en cuanto a la originalidad de sus sustos pero no de la calidad, ya que si bien los jumpscares son esperables, no dejan de ser funcionales y efectivos. Todas las situaciones tienen sus trasfondos y cada uno de los personajes también, las estructuras están bien establecidas y no dan lugar a ningún tipo de vacío argumental. La actriz Mckenna Grace logra una performance totalmente consagratoria pese a su corta edad. Dentro del elenco de protagonistas ella es quién más se destaca y si bien el resto no tiene una mala labor, ella es la única que dan ganas de volver a ver, por historia y por su interpretación. Los que siempre están bien son Patrick Wilson y Vera Farmiga. Pese a que apenas tienen un par de minutos en pantalla, la conexión entre ellos y con el espectador es automática. De hecho McKenna Grace tiene rasgos bastante parecidos a los de ellos dos y da toda la sensación de que podrían ser una familia en la vida real. Annabelle 3 es el cierre que se merecía uno de los mejores personajes secundarios que otorgó el universo creado por James Wan. Con una gran actuación de su protagonista principal y con una gran fuerza narrativa, este preámbulo a El Conjuro 3 (2020) sienta las bases necesarias para que este universo de terror continúe asustando por muchos años más.
La franquicia de “El Conjuro” es un referente en lo que respecta al genero de terror contemporáneo y eso se debe gracias a James Wan que provocó que una película de terror alcanzara el éxito y se desarrolle un universo fílmico de terror (Annabelle, The Nun y The Curse of La Llorona). Con esta nueva entrega uno pensaría que al ser una especie de cierre para la muñeca diabólica, en el sentido de que ya se encuentra en el cuarto de los Warren para residir ahí por siempre, veríamos algo de por que se escapa y ver un desfile de terror y lo que sentí fueron dos cosas, una presentación variada de nuevas y posibles maldiciones para el futuro y la otra es que parece una película de terror adolescente, claramente eso se debe a los protagonistas y el enfoque que se le dio, pero no me gusto eso y los chistes tan comunes y cliché a la hora de que pase algo malo o sobrenatural. Gary Dauberman, quien escribió todos los guiones de Annabelle, Annabelle: Creation y The Nun, debuta como director en Annabelle 3. En lo que refiere a la dirección la verdad que es muy buena y los diferentes planos que nos ofrece a la hora de los saltos y sustos es una delicia. Dauberman realiza una jugada inteligente al sacar a los Warrens del centro de la historia para pasar la batuta a Judy, quien sufre en la escuela por la notoria reputación de sus padres, pero ahí es donde entra en juego lo que dije mas arriba, el enfoque ligero, aventurero y juvenil no ayuda a la historia. Annabelle 3Las actuaciones están mas que correctas, Judy interpretada por McKenna Grace está mas que correcta en su papel como una hija en edad escolar que lucha por “tolerar” su nuevo estatus y a la vez el despertar de una habilidad similar a la de su madre. La niñera de Judy, Mary Ellen (Madison Iseman), intenta animar a la joven Judy cuando los Warrens salen para un viaje. Se suman dos personajes mas a la historia, Daniela (Katie Sarife) y Michael Cimino como Bob Palmeri. Uno pensaría que al tener demasiados personajes en pantalla contar la historia seria un problema o se le daría mas tiempo a uno que a otro, pero todo se resuelve de manera dinámica al darle el tiempo que le corresponde a cada uno según su importancia, eso es un punto a favor a tener en cuenta. Los fans de El Conjuro encontraran easter eggs a lo largo de la película, asi que estén atentos. Para cerrar, Annabelle 3 seguro le ira bien en pantalla dado que al aparecer los Warren uno creería que estaría ante una situación similar al Conjuro aunque todo recaiga en su hija y si estas de acuerdo con eso, no hay problema, pero el estilo de historia terror juvenil que se le dió no la ayuda mucho y tal vez pase como una película mas del genero a pesar de tener detrás de ella a James Wann.
Ama-San. Tiene la particularidad de ser una propuesta rodada en Japón por una directora portuguesa, que retrata a un grupo de pescadoras tradicionales que dividen claramente sus días entre el trabajo y el placer, placer por la música, por la comida, por estar en familia. En la película los hombres se esfuman y las mujeres avanzan en el día a día sin siquiera tenerlos en cuenta. Entre los dos mundos Varejao consolida una poética alegoría sobre la vida y el peso que en ella debe tener el ocio.
Annabelle 3: vuelve a casa TERROR Luego de lo sucedido en la segunda entrega de Annabelle, la familia Warren se lleva a la muñeca maldita para contenerla en una caja de cristal y así atrapar todo el mal que lleva dentro suyo. Al principio veremos a Lorraine Warren (Vera Farmiga) y Ed Warren (Patrick Wilson) en su auto llevando a la muñeca en dirección a su casa, en un momento el vehículo se para en frente de un cementerio, Lorraine con su capacidad de ver espíritus se da cuenta que en realidad Annabelle tiene la particularidad de ser una especie de catalizador espiritual. Al llegar a su casa la familiar un cura los espera en la casa, trataran de bendecir la muñeca pero fracasan en el exorcismo de esta, por lo que deciden contenerla en una caja sagrada de cristal la cual puede parar toda energía que pueda tener este juguete maligno. Los Warren dejan a su hija Judy (Mckenna Grace) con Mary Ellen (Madison Iseman) su dulce niñera quien ayudara a su niña en todo lo que necesite. Por su lado Judy oculta un secreto que no puede decirle a nadie, ella puede ver a los espíritus como su madre lo que sera una ventaja y una maldición en ocasiones. El destino quiso que de algún modo la muñeca pueda tener la posibilidad de escapar de su prisión y de su escape poder liberar muchos de los espectros de la sala de artefactos como son “La novia” un vestido blanco que convierte en un asesino a quien se lo ponga. “La armadura samurai” quizás de algún Ronin (Samurai sin amo) una armadura que atrae a quien este cerca mostrando imagenes y sonidos de las matanzas de las que fue testigo. “Caronte” era el barquero de Hades, era quien llevaba las almas al otro lado, en la mitología griega. Entre otros objetos que podremos ver que harán referencia a otras películas del universo el conjuro como sera el mono aplaudidor o una caja musical. Al grupo de chicas se sumara una amiga de Mary, Daniela (Katie Sarife) una amiga quien hace un tiempo perdió a su padre, y al enterarse de que trabajan los Warren, se acercara a esta para de algún modo poder volver a ver a su padre. Annabelle 3 vuelve a aterrorizar luego del éxito de la segunda parte donde nos contaban los principios de esta y de como llega a ser poseída. Lo que en parte se agradece ya que el universo del Conjuro tiene mucho jugo para exprimir.
La llegada de Annabelle viene a casaes la séptima película que integra el universo de El Conjuro -cuya tercera parte se anuncia para 2020- y juega con la idea de los espíritus inhumanos que utilizan a la muñeca del título como conductora para esparcir el Mal en sus distintas formas. Detrás de cámara está Gary Dauberman -guionista de Annabelle, las dos partes de It y la olvidable La monja- mientras que James Wan se mantiene en el rol de productor. Al comienzo del filme vemos a Lorraine -Vera Farmiga- y Ed -Patrick Wilson-, la famosa pareja de expertos en fenómenos paranormales, trasladando a la muñeca del título a su depósito de objetos endemoniados y pasando por un cementerio en medio de la ruta. Ese inquietante prólogo enciende el misterio de cómo Annabelle afectará al resto de los objetos que guardan bajo llave y aterrará a Judy -Mckenna Grace-, la hija de los Warren, a su niñera y a una amiga. Encerrada en una vitrina que nunca debe abrirse, la muñeca es el eslabón para despertar otras monstruosidades que están en el lugar. La película inquieta y concentra más suspenso que terror en una trama de la que se adueñan los personajes adolescentes: se encuentran solos y a merced de fuerzas sobrenaturales que los rodean. En ese sentido, Annabelle viene a casa explora el terror bajo las distintas formas en las que se manifiesta -"Veo cosas como mi mamá", asegura Judy- y juega con detalles terroríficos y la oscuridad de una casa inmersa entre las brumas. El relato recupera el espíritu clásico de las filmes de terror de los años setenta con presencias amenazantes que deambulan dentro y fuera de la casa y que aquí no adelantaremos. Esta tercera entrega concentra el clima adecuado y tiene momentos inquietantes en la casa de los Warren. En esta ocasión cobran protagonismo los diferentes objetos que fueron motivo de investigación y presenta nuevos monstruos entre pérdidas paternas, un juego de mesa y un romance adolescente con el cajero de un supermercado. Los sobresaltos están y el terror dice presente a través de las pérdidas, la culpa y los miedos más profundos.
Luego de que los Warren se hagan cargo de la muñeca Annabelle para añadirla a su “colección” de objetos malignos, la noticia de que son demonologos sale a la luz, afectando de forma directa a su pequeña hija, quien queda marginada en el colegio ante el miedo y la superstición de sus compañeros. Cuando la pareja tiene que viajar para otro caso, la joven Judy Warrense queda con su niñera, a quienes se les suma la amiga de esta última, más interesada en encontrar algo que la contacte con su recientemente fallecido padre. Luego de una mediocre primera parte, y una sorpresivamente precuela, nos llega la conclusión de la saga protagonizada por esta muñeca, que dio pie a los spin off del Warrenverse. Y al parecer, estamos en uno de los pocos casos donde la trilogía fue mejorando a medida que fueron saliendo nuevas películas. Como verán, tanto Vera Farmiga y Patrick Wilson se hacen presentes en Annabelle 3: viene a casa, pero no por eso se roban la función, o estamos ante un El Conjuro 0. Más bien se explora el personaje de la hija de ellos, a quien ya vimos en otras cintas, pero que poco y nada tuvo de protagonismo, más que alguna escena forzada para que sepamos de su existencia. Por suerte, y pese a algún momento de estupidez (debido al guion, sobre todo), los tres personajes logran sostener la película, aun con tres actrices que son jóvenes y desconocidas para casi todos. Sus roles son creíbles, y, por ende, nos preocupamos por ellas cuando sus vidas corren peligro, aunque no pasa lo mismo con el único rol masculino importante de Annabelle 3: regresa a casa. Sin contar demasiado, estamos ante casi el mismo personaje insoportable visto en La Monja. Pero eso no es lo peor de Annabelle 3: viene a casa. Y es que cuando llegamos al clímax, donde se sueltan todos los demonios, tenemos un par de escenas tan poco creíbles, que hasta nos hacen acordar a Escalofríos cuando Slappy soltaba a todos los monstruos creados por Stine. Así y todo, Annabelle 3: viene a casa es bastante entretenida, y pelea con la anterior entrega por el primer puesto de esta saga. Pese a que no deja de ser un producto hecho solo para sacar un par de billetes más agarrándose de El Conjuro, logró tener personalidad propia y hacerse con un nombre en un subgénero que entrega buenas películas a cuenta gotas.
Con eso no se juega. Annabelle 3: Viene a Casa es una nueva entrega de este universo cinematográfico de películas de terror que comenzó con El conjuro. La dirección está a cargo de Gary Dauberman, guionista de sus dos precuelas, además de muchas otras películas del género. Y en este caso sus protagonistas son Mckenna Grace, de una larga trayectoria actoral pese a su corta edad, Madison Iseman, Michael Cimino y Katie Sarife, acompañados por Patrick Wilson y Vera Farmiga, que tienen una breve participación como el matrimonio Warren. La película comienza con una breve explicación del matrimonio Warren sobre cómo esta muñeca llamada Annabelle funciona como canalizador de espíritus impuros, con el objetivo de que estos posean a las personas. Y acto seguido vemos como ellos la llevan a su casa y la encierran dentro de una vitrina sagrada. Empero, mientras ellos están de viaje dicha vitrina es abierta por una joven escéptica, Daniela (Katie Sarife), liberando así a una gran cantidad de espíritus en busca de personas a las que poseer. Lo primero que vale la pena destacar es que no parece ser una ópera prima, ya que Gary Dauberman, su director, maneja muy bien esta puesta en escena inspirada en el cine de terror de la década del 70. Para ello construye climas de suspenso que son rematados de forma sorpresiva buscando sobresaltar al espectador. Y para lograrlo juegan un papel fundamental tanto la oscuridad de la fotografía de Michael Burgess como la música compuesta por Joseph Bishara que recuerda a la utilizada en las películas de Alfred Hitchcock. Es así como vemos aparecer de repente entidades demoníacas en lugares inesperados o algunos objetos se muevan solos y de forma violenta por la casa. Pero toda esta puesta en escena tiene sentido, precisión de quien lleva adelante la acción que desencadena el conflicto principal, es decir Daniela, una joven en crisis por el fallecimiento de su padre que manipula al resto de los personajes para comunicarse con él. Y si tenemos en cuenta que la película transcurre en un universo diegético acorde con la doctrina de la Iglesia católica, resultan verosímiles los acontecimientos, algo similar a lo que ocurre en El exorcista, y no se limitan a acumular golpes de efecto como en la franquicia de Actividad Paranormal. En conclusión, Annabelle 3: Viene a Casa es una película que cumple las reglas del género de terror. Y lo hace de forma efectiva haciendo participe al espectador tanto en las intrigas como en los sobresaltos tal como lo siguen haciendo todavía hoy los grandes clásicos.
Annabelle 3: Vuelve a casa pero un poco desarreglada. La nueva película del universo de El Conjuro decepciona un poco, con sustos y atmósferas ya vistas, pero quizá con algunas cosas interesantes. Simple pero ¿efectiva? Volvemos a donde la conocimos por primera vez. Ella, Annabelle, encerrada en esa caja de vidrio bendecido. En los primeros minutos apreciamos el cómo Lorraine y Ed Warren la trajeron a la casa de la pareja. En ese lugar dónde hay muchos más artefactos endemoniados. Desde acá les decimos adiós a Vera Farmiga y Patrick Wilson ya que no vuelven a aparecer. Si es que esperaban más de la pareja de demonólogos en esta película se decepcionarán. Para los que solo esperan algunos sustos, una atmósfera oscura ya vista, y personajes vacíos, ésta es su película. Es decir, es simple, es un pequeño film que tiene lo suyo. Pero si ponemos un poco más de atención y analizamos la trama, decae en absoluto. La película nos lleva a la casa del Warren dónde Annabelle despierta a todos los espíritus malignos del lugar. «Todos» es una forma de decir. Los posibles ambientes terroríficos planeados con el uso de la luz, los cuales amenazaban en el tráiler, son inexistentes. Gary Dauberman, director y guionista de este film, hace lo posible con la cámara para sostener su propio guion. Luego de los Warren, nos centramos en la hija de ellos, Judy Warren (Mackenna Grace) quien es aislada en su colegio por tener a esos padres. También nos enfocamos en las amigas de mayor edad de ella, vinculada gracias a la niñera (Madison Iseman). Lo raro que el personaje secundario de la amiga de la niñera, interpretada por Katie Sarife, toma bastante protagonismo durante gran parte de la película. Ella es la que tiene el pasado más rico en términos dramáticos, pero a la vez no está bien utilizado. El problema surge en que Judy, la hija de los Warren y supuesta protagonista, carece de importancia debido a que los fantasmas son muchos más poderosos que ella (y las demás chicas) lo que la hace completamente indefensa. Ellas no pueden hacer más que sufrir los acontecimientos fantasmagóricos sin realizar ninguna acción de renombre en contra de ello. La pequeña actriz Mackenna Grace es quizá lo que se puede rescatar de todo esto, entregando esa aura de ternura y sufrimiento que ya vimos como lo hizo en The Haunting of Hill House siendo la niña Theo. Lo que se ve a plena vista es el bajo presupuesto que hay. Casi toda la película sucede en la casa. La mayoría del tiempo son escenas y secuencias de suspenso encadenadas donde los personajes esperan a que suceda el jumpscare. A veces se destaca el movimiento de cámara, con trucos de desaparición interesantes. Con una fotografía aceptable por parte de Michael Burgess (La Llorona). Pero no trae nada nuevo a la escena terrorífica. Hasta pareciera que se quedan sin ideas innovadoras. Desde arrastrar por el piso a alguien, hasta velos en fantasmas. ¿Cuántas veces vimos eso? Sin contar el poco aprovechamiento de ese lugar lleno de artefactos y fantasmas para elegir. La tentación de contar la simple resolución me carcome el alma. El guion falla por todos lados, porque la forma en que se desata el conflicto es de lo más absurdo y con pocas ganas que he visto en mucho tiempo. Siendo aceptable debido a la fotografía y los movimientos de cámara. Además parece un salto de calidad, pero un salto al precipicio. Porque parece un film mucho más chico, con solo una locación y efectos simples. Al principio se toma bastante tiempo para mostrar los personajes y sus subtramas que tienen muy poco desarrollo y una simple resolución. Hay un interés amoroso sin importancia alguna. Se esperaba mucho más con tantos fantasmas o monstruos para explotar. Nada se rescata, más que algunos sustos, efectos especiales y algunas situaciones con las monedas en los ojos. Aunque por momentos hubiésemos querido tener esas monedas sobre nuestros párpados.
Terror sano y limpio para toda la familia. Esa es la propuesta que ofrece la nueva entrega de Annabelle que fue concebida para entretener especialmente a los espectadores entre 10 y 12 años que recién empiezan a explorar el género. Si bien las producciones previas con la muñeca no fueron precisamente obras de Lucio Fulci, en esta continuación se nota la intención de los productores por atraer a los cines a un público pre-adolescente. Por consiguiente, para los aficionados más veteranos la película puede resultar extremadamente liviana y por momentos aburrida, debido al modo en que se trabajaron las situaciones de terror. Todas las escenas de tensión que se presentan parecen salidas de un relato de la serie Escalofríos o un episodio de Scooby Doo, donde se crean escenarios lúgubres pero sin excederse en situaciones violentas u oscuras. La trama es casi inexistente y sirve de excusa para que el director Gary Dauberman construya un compilado de sustos baratos muy predecibles que nunca llegan a ser emocionantes. El campo más destacado de esta producción reside en el diseño de producción que es muy bueno. El director implementa con efecto el uso de la niebla para establecer algunas atmósferas interesantes que parecen influenciadas por el clásico video Thriller, de Michael Jackson. Muy especialmente en la secuencia inicial que protagonizan Patrick Wilson y Vera Farmiga, como el matrimonio Warren, que brinda probablemente los mejores minutos de la película. En lo referido a los aspectos visuales esta entrega de Annabelle en general presenta un trabajo más inspirado que el bodrio de La llorona. Mckenna Grace, quien se destacó en la serie The Haunting of Hill House ofrece una buena interpretación en el rol principal y está bien acompañada por el reparto secundario. El resto del contenido lamentablemente es olvidable y no le aporta nada a la franquicia de El Conjuro que hace rato dejó de generar un mínimo entusiasmo. Annabelle, como ocurrió en los filmes previos, es apenas un objeto decorativo en el conflicto y se consolida entre los personajes más insulsos y aburridos del cine de horror reciente. Esta entrega en particular también abre la puerta a posibles producciones con otros personajes sobrenaturales, cuya concreción dependerá de la paciencia del público. Reitero, para los chicos que recién empiezan a conectarse con el género este film puede ser más entretenido y comprendo en ese caso que la disfruten, pero para el resto, salvo que la veas gratis, no vale la pena perder el tiempo. Será cuestión de esperar futuros estrenos como la segunda parte de It o Dr.Sleep que aspiran a ser más prometedores.
El universo de la saga El Conjuro se sigue extendiendo y con él, la figura de la muñeca Annabelle, quien tal vez es el objeto de cine de terror más importante y relevante de los últimos años. El año pasado vimos La monja, hace unos meses La llorona, y ahora Annabelle en su tercera entrega en solitario. Y más allá del éxito y aceptación del personaje y de la saga, ¿esta película es buena? La verdad es que es muy superior a Annabelle, pero inferior a Annabelle Creation (2017). Este estreno tiene muy a su favor el regreso del matrimonio Warren, aunque en un rol muy reducido, compuesto por los geniales Vera Farmiga y Patrick Wilson, que le dan al film un halo de importancia mayor. Pero las verdaderas protagonistas son la hija, niñera y amiga, que deben sobrevivir una noche con la muñeca fuera de su caja de contención. Y ese es el plot, bien básico y muy al estilo “casa embrujada”, motivo por el cual pasa a ser una película de terror más, pese a estar muy bien filmada. El director Gary Dauberman, quien fue uno de los guionistas de It (2017) y debuta en la gran silla en este film, hace un buen trabajo pese a los clichés y vicios del género. La película es dinámica, entretiene, y asustará más o menos de a cuerdo a cuánto terror haya consumido el espectador. El film apunta hacia un público juvenil y adolescente, el cual, salvo excepciones, no ha visto mucho del género y lo está descubriendo recién ahora. Por lo cual va a salir fascinado. En cambio, para un espectador más versado en el tema, la película cumple y nada más. Sin embargo, Annabelle comes home (Anabelle viene a casa, título original) peca muy fuerte en una regla fundamental del cine de terror, pero es algo que no puedo señalar porque es un spoiler. Pero da bronca que así sea, e incluso es inentendible. Más allá de eso, se disfruta, y da la sensación de consagración, de que la veremos un par de veces más en la gran pantalla.
Casa de muñeca(s) Pocas veces el cine entregó spin-offs con tanto impacto en el público (y en la taquilla) como aquellos derivados de El conjuro, la saga que sigue los pasos de Ed y Lorraine Warren, esos llaneros de lo paranormal cuyas incursiones fantasmagóricas ancladas en hechos reales supieron ganarse su lugar dentro del séptimo arte en general, y dentro del cine de Terror contemporáneo en particular. Por sobre la Monja y la Llorona, Annabelle es sin dudas el personaje satélite que más popularidad arrastra. Siendo la industria más que consciente de todo esto, no sorprende que la tercer película en solitario de la muñeca posesa llegue a la pantalla grande con un nuevo relato escalofriante, bajo el título de Annabelle 3: Viene a casa (Annabelle Comes Home, 2019). El eje temporal de esta nueva historia tiene sus bemoles: es una secuela de la saga de Annabelle y al mismo tiempo una precuela de la primer entrega de El conjuro (The Conjuring, 2013). Abre con los Warren haciéndose de la muñeca infame, y guardándola bajo llave en una caja de cristal dentro de esa habitación que en todas las películas vemos llena de objetos non sanctos, suerte de souvernires de casos anteriores que han logrado sortear exitosamente. Pero no se engañen, de Ed y Lorraine Warren vamos a ver poco y nada esta vuelta. Porque el conflicto gira en torno a su hija Judy, quien pasa una noche alucinante -guiño guiño- junto a sus dos babysitters cuando Annabelle es accidentalmente liberada y da rienda suelta a todas aquellas fuerzas malignas anexadas a cada objeto exótico de la habitación que se encuentra en el sótano de los warren. Y es así como la película quita importancia al desarrollo dramático para concentrar sus energías en entregar una sucesión de escenas que juegan a asustar al espectador, antes que construir un relato que vaya más allá de los “jump scares”. Gary Dauberman hace su debut como director dentro de una saga que anteriormente lo tuvo como guionista, un hombre cuya impronta guionística también tuvo lugar en It (Eso) (2017) y su inminente segunda parte. Dauberman trabaja de forma correcta como director, sabe lograr climas acertados para lo que el genero requiere. El único problema es que estira demasiado el suspenso y los sustos se vuelven demasiado previsibles. Cada secuencia parece la habitación de la casa embrujada de un parque de diversiones: un personaje camina lentamente por un pasillo, todo ruido disonante o sombra tenebrosa lo altera... avanza un poco más... la música sube... la tensión aumenta... y el espectro de turno hace su aparición más espeluznante. Annabelle 3: Viene a casa repite esta operación hasta el hartazgo. El 90% del film transcurre puertas adentro, en la casa de los Warren. Y es acá donde comienzan a priorizarse las decisiones económicas por sobre las artísticas. Una película de este estilo se vuelve barata y viable, considerando los números de las grandes producciones de Hollywood. Sobre la base de un personaje popular con seguidores fieles sumamos actores desconocidos, apenas unas apariciones de Patrick Wilson y Vera Farmiga, y rodaje en interiores... la apuesta es más que segura. Viéndolo así, comenzamos a comprender como Annabelle 3: Viene a casa resulta ser más un ejercicio económico antes que una obra creativa... al menos más de lo que muchos suponíamos. El guión también es de la autoría de Dauberman, con la ayudita de un tal James Wan. Por ende corresponde reclamarle esa falta de profundidad de personajes cuya única razón de ser es posibilitar el susto de la escena que viene a continuación. Cada nombre que se susurra y cada objeto sobre el que se hace algún tipo de mención sirve pura y exclusivamente para activar mecánicamente la próxima puesta y el próximo susto. Lo que se construye no es tanto una historia sino una sucesión de acciones cuyo único objetivo es que el espectador salte de la butaca, pero nada más. Dejemos algo en claro: mucha gente va a al cine a ver esta clase de películas precisamente para experimentar el susto y la adrenalina de situaciones atemorizantes desde la comodidad de su asiento, no hay nada de malo en eso. Es un entretenimiento tan válido como cualquier otro. El problema está en creer que este tipo de construcciones son las que aportan solidez al género, todo lo contrario. El susto por el susto mismo deja poco y nada si no hay una historia con personajes activos que la sostengan. Algo que este universo parece haber empezado a olvidar hace un par de películas...
Parece ser una costumbre que haya secuelas, precuelas y spin-offs de películas exitosas. Es el caso de “Annabelle” (2014), especialmente cuando la segunda parte, “Annabelle, Creation” (2017) recaudó 300 millones de dólares con una inversión de 15 millones. La muñeca que necesita un alma para poseer forma parte del universo de “The Conjuring” (“El Conjuro”), “The Nun” (“La Monja”) y “The Curse of La Llorona” (“La Llorona”) y de una u otra manera, James Wan está involucrado, ya sea como productor o director. En éste nuevo film, nos encontramos nuevamente con la pareja que tanto amamos, los investigadores paranormales Lorraine (Vera Farmiga) y Ed Warren (Patrick Wilson) quienes van en busca de la muñeca y viajan con ella en el auto, pasan por un cementerio y viven una extraña experiencia que no voy a develar. Luego de encerrar a Annabelle en una vitrina bajo llave, en un sótano, junto a otras piezas que es mejor que estén resguardadas del resto de los mortales por estar poseídas o ser demoníacas, la historia se concentra en su hija de 10 años, Judy (excelente trabajo de la niña McKenna Grace) próxima a cumplir años y sin amigos en el colegio católico St. Thomas debido al inusual trabajo de sus padres. La pareja debe ausentarse por poco tiempo por trabajo y dejan a su hija a cargo de la niñera habitual, Mary Ellen (Madison Iseman) con quien tiene una muy buena relación. Todo transcurre con normalidad hasta que Daniela Rios (Katie Sarife), amiga de Mary Ellen, aparece en la casa con la excusa del cumpleaños de Judy, cuando en realidad lo que pretende es averiguar qué tan cierto es que los Warren tienen conexión con el más allá. Más aún cuando Daniela se culpa por un accidente del que no spoilearé detalles. Sólo que la joven provoca el efecto no deseado, que Annabelle salga de su caja para desatar el horror en la casa. La película dirigida por Gary Dauberman es algo lenta, pero si estás familiarizado con el universo Wan podés esperar algunos “jump-scares” y el suspenso se mantiene. --->https://www.youtube.com/watch?v=68POyIGp_3Y ---> TITULO ORIGINAL: Annabelle Comes Home ACTORES: Mackenna Grace, Vera Farmiga, Patrick Wilson . Madison Iseman, Katie Sarife. GENERO: Terror . DIRECCION: Gary Dauberman. ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 106 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años con reservas FECHA DE ESTRENO: 27 de Junio de 2019 FORMATOS: Imax, 2D.
Tras El conjuro (1.085.000 espectadores en 2013 en los cines de Argentina), Annabelle (740.000 en 2014), El conjuro 2 (casi 1.785.000 en 2016), Annabelle 2: La creación(1.200.000 en 2017), La Monja(1.155.000 en 2018) y La maldición de La Llorona (450.000 hace un par de meses), llega ahora a las salas de todo el mundo la séptima entrega de la franquicia y tercera parte de la saga con la siniestra muñeca como eje. En este caso, con unas niñas y adolescentes como protagonistas y una aparición al inicio y al final del matrimonio de psíquicos interpretados por Patrick Wilson y Vera Farmiga, el resultado final no es del todo estimulante. Junio y julio de este año asoman no solo como el bimestre por excelencia para el cine infantil. También habrá una buena dosis de presencias malvadas, en tanto al estreno de Annabelle 3: Viene a casa se le sumará la inminente El muñeco diabólico, remake del clásico de terror de 1988 que llegará a la Argentina el 11 de julio. Claro que si Chucky operará como la encarnación perfecta del Mal en la Tierra, Annabelle lo hace como mero vehículo para que seres diabólicos hagan de las suyas. La tercera parte de este spinoff de El conjuro, quizá la franquicia de terror más inesperada y una de las más exitosas de los últimos años, trae nuevamente al matrimonio de demonólogos compuesto por Ed y Lorraine Warren (Patrick Wilson y Vera Farmiga), quienes, conscientes del peligro que significa la muñeca, la guardan en un sótano junto a otros objetos malditos. Todo transcurre en vísperas de un viaje que, una vez iniciado, dejará sola en casa a la hija, a su niñera y a una amiga de esta que no tendrá mejor idea que sacar a Annabelle de su lugar de reposo. Los primeros momentos de la ópera prima del también guionista Gary Dauberman remiten menos a los años ’70 –periodo de indudable referencia para este universo- que a la saga Scream y sus innumerables derivados centrados en adolescentes asesinados por algún enmascarado, con esas dos chicas de caracteres opuestos compartiendo charlas frívolas y tiempo libre. Sin embargo, una vez iniciada la acción, Annabelle abrazará los tópicos más habituales del terror contemporáneo. Utensilios que se mueven solos, bajones de tensión y entidades demoníacas apareciendo en los lugares más inesperados: poco hay de novedoso a lo largo de los algo más de 100 minutos de metraje centrados más en el efectismo (allí están los estadillos sonoros para comprobarlo) que en la construcción de un relato sólido y atrapante. En ese sentido, lo que asomaba como una relectura autoconsciente del pasado glorioso del género termina siendo más (o menos) de lo mismo.
Ninguno de los spin-offs anteriores de El conjuro había sido bueno. Ninguno. La monja, el ejemplo más cercano, desperdiciaba un personaje que tenía mucho por imaginar, y para asustar, y fue un compendio de lugares comunes, trama sin entramado y sólo golpes de efecto. Así que con todo ese background, uno no puede más que sorprenderse -hasta ahí nomás- con lo que le ofrece la tercera Annabelle. Quizá mucho tenga que ver estén (algo) en pantalla los Warren, ese matrimonio de investigadores de fenómenos paranormales, que interpretados por Vera Farmiga (Lorraine, quien falleció este abril a sus 92 años) y Patrick Wilson (Ed, quien murió en 2006) han sido el sostén de El conjuro y su secuela. Annabelle 3: Viene a casa cuenta cómo la muñeca que no está poseída, sino que está habitada por un espíritu inhumano (o algo así) es encerrada en el sótano de la casa de los Warren. Allí donde tienen un cuartito con souvenirs de distintas investigaciones, la muñeca es guardada bajo llave en una caja de vidrio. El cuarto tiene tres cerraduras. Bueno, lo que sucede es que Ed y Lorraine se van por un día y dejan a su hijita, Judy (Mckenna Grace), al cuidado de una baby sitter. Y Mary Ellen (Madison Iseman), que es asmática, tiene una amiga (Katie Sarife) un tanto, ¿cómo decirlo? entrometida. No hace falta adivinar nada más. Lo cierto es que en Annabelle 3 puede intuirse todo, y también cierto tufillo contra los latinos (Daniela Ríos es la amiga de Mary Ellen, y su hermano, Anthony Ríos, le hace bullying a Judy). Sea verdad o no, lo importante pasa durante esa noche en la casa de los Warren. Lo bueno que tiene Annabelle 3 es que, al igual que las dos El conjuro dirigidas por James Wan, mantiene cierta estructura y manera de relato muy a lo años ’70. No hay un ritmo frenético, ni en el montaje ni hay apuro por que las cosas sucedan. El director, que debuta detrás de las cámaras, es Gary Dauberman, quien en sus antecedentes tenía los guiones de las dos Annabelleanteriores (uff), pero también el de It y ahora, de It Capítulo 2. En Annabelle 3, en algún momento la atención se centra en cuatro escenas que se cuentan en paralelo dentro de la casa. Eso no es fácil de llevar, si se quiere mantener el suspenso. Y Dauberman lo logra. También Annabelle 3 tiene como protagonistas casi excluyentes a tres mujeres (el único hombre casi coprotagónico es Bob, interpretado por el joven Michael Cimino, idéntico nombre del fallecido director de El francotirador y Las puertas del cielo), bien a tono con el tiempo que corre. Nadie da puntada sin hijo, pero al menos ahora Annabelle pega sustos con argumento, o justificación. Para lo que veníamos teniendo, es un montón.
Con casi siete millones de entradas vendidas entre seis películas, el universo conformado por los dos films de El conjuro, los dos de Annabelle, La bruja y La maldición de La Llorona se ha convertido ya en una de las franquicias más exitosas del género de terror en los cines de la Argentina. La saga que tiene como eje específico a la inquietante muñeca victoriana del título regala ahora su tercera entrega, que presenta en el planteo inicial y en el cierre al matrimonio de demonólogos conformado por Ed y Lorraine Warren (Patrick Wilson y Vera Farmiga), pero que en verdad tiene como protagonistas a Judy (McKenna Grace), hija de ambos; a la niñera Mary Ellen (Madison Iseman), que tiene la misión de cuidarla en ausencia de los padres, y a la amiga de esta, Daniela (Katie Sarife), que no tiene peor idea que ingresar a la habitación en la que los Warren guardan múltiples objetos con poderes diabólicos, incluida -claro- Annabelle. Este film dirigido por el debutante Gary Dauberman (guionista de las dos entregas anteriores de este spinoff de El conjuro) tiene algo del terror setentista y otro poco de las clásicas historias de Scream (agraciadas adolescentes deben resistir la amenazante presencia de fuerzas malignas), pero, si bien evita la acumulación sangrienta del slasher, termina apelando durante sus 106 minutos a demasiados lugares comunes tanto en su puesta en escena como en el diseño sonoro y en los efectos visuales. El resultado final no es indigno (el profesionalismo de Dauberman es indudable), pero deja gusto a poco.
Después de una década de trabajo como guionista en proyectos de terror, especialmente a lo largo del último lustro, Gary Dauberman eligió con inteligencia su debut como director. Digamos que tras la primera entrega de Annabelle, en el 2014, la vara quedó demasiado baja. David F. Sandberg hizo mucho por la muñeca maldita con la lograda Annabelle: Creation, con lo que el novel realizador la tuvo más fácil a la hora de encarar Annabelle Comes Home. Sin ser superior a la mencionada segunda parte, es claramente mejor que la primera, y ofrece un digno divertimento a lo largo de sus 106 minutos.
El universo de los Warren está nuevamente en acción de la mano de "Annabelle". Luego de los pequeños guiños que se realizaron en "La Llorona", tener otra vez como protagonista a esta encantadora muñeca no está para nada mal, ¿o si? Dirigida por Gary Dauberman, "Annabelle 3: Viene a Casa" retoma la historia una vez que la muñeca ya pertenece a la colección de objetos sobrenaturales en la casa de Ed y Lorraine Warren (Patrick Wilson y Vera Farmiga). En esta ocasión, su hija Judy (Mckenna Grace) y su niñera deben enfrentar una noche de horrores luego de que una de sus amigas libere de su encierro al demonio anclado al juguete. Aún así, no nos dejemos engañar por lo que nos cuenta la sinopsis. La película no llega a generar miedo en el espectador al verla, como si lo logro "Annabelle 2: La creación" (que en mi opinión fue la mejor hasta ahora). Quizás si nos ponemos a comparar las actuaciones podríamos decir que tanto la primera como la tercera rozan la mediocridad, pero no culpemos solamente a los actores, el director hizo en algunas partes que las escenas sean largas y densas generando así ansiedad de ver, sangre, fantasmas, demonios y o exorcismos. El film tiene sus falencias pero hubo momentos donde el director pudo colocar bien el impacto del terror. A pesar de esto la historia fue convirtiéndose en agua a medida que nos acercabamos al clímax. La ambientación y el arte están bien, todo es de época y nada llega a sobresalir. Las escenas en el sótano son armoniosas a pesar de ser un ambiente totalmente distinto a toda la casa gracias a rápidos cambios de luz y de distintas situaciones. Volviendo a la historia, hubiera estado bueno que los Warren interactúen más pero sus papeles eran más bolos que otra cosa. El guión tendría que haber estado un poco más centrado en Annabelle y los Warren y no tanto en otros personajes o en generar vínculos vacíos para la narrativa. Hablando de las historias paralelas dentro de la cinta, podría llegar a afirmar que dentro de este universo tenemos más relatos y misterios que contar a raíz de esta entrega. Finalmente para cerrar diría que igualmente si viste todas las anteriores de Annabelle esta es una película que no te podés perder. Es una saga que ya encontró su lugar en el cine de terror y que logró convertirse en ese "must see" que en algún momento hay que ver. Por Keila Ayala
Secuela que se prueba relativamente entretenida, a pesar de no poder escapar de ciertos clichés. Las dos películas de El Conjuroestán entre las propuestas de terror más sólidas de esta década. Dado el enorme repertorio de casos sobrenaturales donde participó el matrimonio Warren, la franquicia no tardó en establecerse. Sin embargo, las películas basadas en esos casos separados, donde no participa fundamentalmente el matrimonio, probaron ser flojas o directamente endebles; a años luz, por lo menos narrativamente, de la franquicia madre. Uno de los casos donde más se percibe esta desventaja es en el principal de todos estos spin-offs: la muñeca Annabelle. Las dos películas anteriores retratando su origen y la repercusión de su maldición a lo largo de varios dueños, no llegaron a cautivar lo suficiente. Annabelle 3 parece proponer un término medio: es una historia de la muñeca recién llegada al museo de los horrores que tienen los Warren en su sótano, pero el conflicto descansa en otros personajes, en un contexto de niñeras acechadas similar a la premisa de Halloween. Imán de Mandingas Durante la primera mitad del metraje, Annabelle 3 se las ingenia para eludir los sobresaltos que son la clichada cruz que el género carga desde siempre. No obstante, pasada dicha mitad se les acaban las ideas y esos sobresaltos que supieron evitar comienzan a suceder desvergonzadamente uno detrás de otro. Un detalle que repercute también en su puesta en escena, con una primera mitad prácticamente naturalista y de colores cálidos, mientras que la siguiente acentúa los colores chillones y las sombras exageradas. A pesar de esto, podríamos decir que de las tres películas hechas a partir de la premisa de esta muñeca maldita, es la que está relativamente mejor de papeles. Y ese “relativamente” se debe al desarrollo de personajes. Cada una de las chicas del trío (Madison Iseman, Mckenna Grace y Katie Sarife) tienen un arco a seguir: la niñera con su interés romántico y su alto sentido de la responsabilidad; la niña a su cuidado que debe sobrellevar tanto su don como el aislamiento social, producto del escepticismo hacia la profesión de sus padres; y, finalmente, la irresponsable amiga de la niñera, quien carga con una enorme culpa que motoriza el conflicto principal de Annabelle 3. Es en este personaje donde hay que detenerse un poco, ya que es de destacar cómo el guion no le hace mostrar todas sus cartas de entrada. Inicialmente, aparenta ser una morbosa más, atraída superficialmente por las leyendas demoníacas que rodean al matrimonio Warren y, sin embargo, muy a cuenta gotas, deja ver que sus motivos para meterse a esa casa distan mucho de ser superficiales. Es esta sutileza la que hace de ella el personaje con el desarrollo más rico de todo el trío, ya que la niñera es una típica All-American Girl que cumple con su deber y se queda con el muchacho. O sea, un desarrollo apreciable pero no cautivador, mientras que la niña aprende a convivir con sus peculiaridades pero su problema social es resuelto de una manera muy rosita y perfecta, completamente a contrapelo del tono establecido en el principio. Por el costado del matrimonio Warren, eje de esta franquicia, se limitan simplemente a aparecer al principio y al final. Establecen el tono, cuáles deben ser las transgresiones, retirándose para volver recién en el cierre y otorgar la reflexión final que cierra con moño la premisa temática de la película. Todo el protagonismo, la confrontación y resolución del conflicto recae en las tres protagonistas sin prácticamente ningún deus ex-machina de los Warren, y decimos prácticamente porque la única aparición del matrimonio en medio del conflicto principal es a través de una proyección, la cual es accionada por una de las chicas.
La tercera de la saga de la muñeca maldita, que integra toda la franquicia de ”El conjuro”, una fuente inagotable de productos, según su productor James Wang, que ya planea una película con todos los personajes de su particular universo al estilo de “Los vengadores”. En este caso, la primera de Annabelle nos contó el rito sangriento de una chica (Mataba a sus padres y se suicidaba mientras sostenía a la muñeca) en la segunda, precuela de la primera, ya estaba poseída cuando un fabricantes de muñecas invitaron al espíritu de su hija muerta a meterse dentro del juguete, pero introducen un demonio que hace de las suyas. Este film funciona como secuela de la primera del 2014. Aquí los Warren llevan a la muñeca a su casa, y con rituales católicos la encierran en una caja de cristal bendecida, en su famoso cuarto de artefactos. Se van, dejan a su hijita, con una baby sitter, pero se le suma otra adolescente. Esta última que perdió a su padre en un accidente, hace lo prohibido. Entra al cuarto, libera a Annabelle y desata a los demonios. Toda la primera parte de la película funciona muy bien, con el argumento de Gary Dauberman (escribió las dos anteriores) que aquí también debuta como director, prometedor y terrorífico. Pero el aquelarre prometido es más una colección de efectos conocidos, donde las adolescentes, el pretendiente de una de ellas y especialmente la hijita de los Warren se las arreglan como pueden, pero con una baja en la calidad y en la resolución. El personaje más interesante, Mackenna Grace, es Judy Warren, con los mismos poderes de su madre, que aquí se luce y dará sin dudas una puerta de continuación en la saga. Vera Farmiga y Patrick Wilson tiene poca participación al principio y al final. La segunda parte del film a pesar de los efectos y demonios es la más floja. De las tres de la muñeca diabólica, es la que se desinfla en el transcurso, pero dentro del panorama de terror siempre es una nota más alta.
“Annabelle 3”, más de la misma receta El conjuro es una de las franquicias más inesperadas de los últimos años. Estrenada en 2013, la primera película giraba en torno a uno de los casos de actividad paranormal solucionados por los demonólogos Ed y Lorraine Warren, y fue un éxito inmediato. Hablar de “éxito” en el Hollywood actual es hablar de universos expandidos, secuelas, precuelas, spin off y demás, algo de lo que El conjuro se hizo cargo creando también una saga paralela alrededor de Annabelle, la muñeca poseída que disparaba fenómenos sobrenaturales. La criaturita de plástico funge aquí como “solista”, capaz de generar todos los males atrayendo espíritus que encontrarán en ella un canal para poseer humanos, tal como explican los Warren (Patrick Wilson y Vera Farmiga) en una de las escenas iniciales. Por esa razón no la rompen: las consecuencias podrían ser peores. Las cosas se complican cuando los enormes ojos pintados de celeste de Annabelle se posen en la hija del matrimonio. La ópera prima de Gary Dauberman remite a otras épocas del cine de terror. Aquí la referencia son los ‘90, más precisamente Scream. O al menos eso se desprende de la larga introducción que muestra la dinámica entre dos amigas adolescentes, coqueteo con un cajero de supermercado incluido. Desde ya que encarnan los arquetipos de este tipo de relatos: una es rubia, algo tímida, responsable y bondadosa; la otra, morocha, irreverente y explosiva. Ambas quedarán al cuidado de la hija de los Warren en el caserón familiar que incluye un sótano repleto de objetos tan malditos como para que una vez por semana venga un cura a exorcizarlos. Cuando una de ellas no tenga mejor idea que husmear y abrir la puerta del mueble donde reposa la muñeca, Annabelle 3 dejará de lado su pátina noventosa para abrazar los tópicos habituales del terror contemporáneo. Poco hay de novedoso en el largo recorrido de esas tres chicas en busca de la supervivencia, ni en la forma reglamentaria y despersonalizada con la que Dauberman genera sustos en los espectadores. Con más golpes de sonido que enrarecimientos climáticos y la búsqueda de impacto como norte, Annabelle 3 se convierte en un producto igual a tantos otros que circulan semana tras semana.
Luego de que James Wan dirigió las dos cintas de El conjuro, se ha creado una franquicia que ha resultado de lo más rentable en el género de terror, si nos ponemos a hablar de dinero. La cruda realidad es que más allá de las cintas realizadas por el director malayo, la calidad de los siguientes films a modo de spin off ha sido bastante cuestionable, destacando una decente Anabelle 2 luego de una mediocre primera parte. Está entrega nos trae devuelta a Ed y Lorraine Warren, que lejos de ser los protagonistas de la historia, están para abrirnos las puertas de su casa, con todos los chiches incluídos. Es increíble que una muñeca que no hace nada por si sola ya tenga una tercera entrega, esto igual le vale gracias a un segundo filme que nos trajo una historia interesante con una puesta en escena que fue efectiva con la creación de dicha muñeca. Es así que ahora damos un salto en el tiempo y nos cruzamos con el matrimonio Warren, que luego de resolver un caso donde el tormento ha sido la misma Anabelle, se quedan con ella para contener el mal que ella posee. Si bien al principio podemos llegar a pensar que podía tratarse de un filme protagonizado por los personajes de Patrick Wilson y Vera Farmiga, estos dejan su casa para ir a trabajar y nos dejan con su hija y su niñera, las protagonistas de la historia. Debido a la inconsciencia de una chica que se ha introducido en la casa de los Warren, liberan a la muñeca Anabelle y junto a ella, a todos los demonios y males que residen en esa casa , para obviamente atormentar a nuestros protagonistas. Salvo por el desarrollo de personajes, donde nos muestran un poco más sobre la niña Warren, y como ella también posee las habilidades perceptivas de su madre, y la chica que perdió a su padre y entra en la casa para poder hacer contacto con el, hay muy poca historia en el filme. Si bien la película se llama Anabelle 3, y que su propósito es quedarse con un alma (apenas mencionado) no es recurso suficientes para justificar el protagonismo de la muñeca. Es por ese motivo que el filme ha hecho uso de todos los objetos que se encuentran en el cuarto y mostrar la maldición de cada uno de ellos (y ver si alguno cala para otro spin off). En conjunto, los juguetes de los Warren funcionan, aunque muchas escenas de terror parecen recicladas de las entregas de el conjuro. Si hay algo que funciona bien en Anabelle 3, es el desarrollo de los personajes. Si bien no nos cuentan relatos con gran profundidad, los personajes son carismáticos , sobre todo la pequeña Judy Warren (McKenna Grace) y su niñera (Madison Iseman). Si bien la presencia de Farmiga y Wilson es un tanto testimonial, les llegamos a agradecer que nos abran las puertas de su casa. Anabelle 3 es una película que resulta entretenida en su ejecución, gracias al escenario que nos brinda Ed y Lorraine Warren, la presencia de su carismática hija. Eso no quita que se trate de una historia no muy necesaria, y que el protagonismo de Anabelle no está muy justificado. Aún así tenemos entretenimiento con todos los juguetes del Warrenverse. Calificación 6/10
Todos sabemos que Annabelle surgió gracias a la saga de "El Conjuro", que tiene como protagonistas a Ed y Lorraine Warren, la pareja de demonólogos. Este spin off que ya va por su tercera película, la que nos llega ahora a cartelera, de todos modos se había encargado siempre de contar sus orígenes. Con una primera entrega bastante mediocre y su superior sucesora que funcionó como precuela de aquella, en la línea de tiempo de este universo creado por James Wan, esta nueva “Anabelle 3: Viene a casa” sería una especie de “El Conjuro” 1.25. Dirigida esta vez por Gary Dauberman (guionista de las entregas anteriores pero también de otras películas de terror, algunas de este universo como la fallida “La monja”, sin embargo también fue quien terminó de darle forma al guión de la primera parte de “It” que dirigió Andy Muschetti, después de haber pasado por distintas manos y desacuerdos), “Annabelle 3” comienza con la pareja interpretada por Vera Farmiga y Patrick Wilson obteniendo esta peligrosa muñeca. Peligrosa porque no es una simple muñeca poseída por un espíritu maligno, sino que es un conductor, un elemento que puede atraer a muchas entidades malignas al mismo tiempo. Pero Ed y Lorraine se han asegurado más que una carrera, conocen sus dones y sus capacidades para contener ese mal que en manos de desconocidos podría desatar peligros impensados. Así que se la llevan a su famoso cuartito lleno de objetos recopilados a través de su larga carrera combatiendo demonios. No obstante no estamos ante una más de la saga de “El Conjuro”. Más allá de esa introducción protagonizada por el matrimonio, los protagonistas reales de la película serán la hija pequeña, una niña solitaria que no tiene amigos a causa de la fama de sus padres, y dos chicas adolescentes: la niñera y su amiga. Porque todo sucede durante un viaje corto de esos que la pareja hacía en su trabajo. “Annabelle 3: viene a casa” logra diferenciarse en esa búsqueda por entregar algo que funcione pero que al mismo tiempo consiga resaltar, llamar la atención. Algunas de estas películas lo han logrado y otras tantas, no. En este caso, Dauberman apuesta a un tono por momentos más ligero, con pequeñas escenas simpáticas o divertidas. El trío de protagonistas tiene entonces a esta niña de quien se burlan en la escuela y de quien se acerca un cumpleaños al que teme que no concurra nadie. La adolescente que es niñera pero también amiga y se caracteriza por hacer las cosas bien, portarse siempre como corresponda y tiene un vecino que la corteja de manera tímida y torpe como tantos adolescentes. Y su amiga desenfadada y rebelde que además carga con una historia trágica donde la muerte fue la gran protagonista. Como podemos suponer es este personaje el que desatará el gran conflicto de la película cuando, entre curiosidad y desparpajo, acceda al cuarto encerrado y toque todos esos objetos peligrosos. Dauberman (que también escribe el guión) aprovecha esa parte de la trama para introducir incontable cantidad de guiños y, quién sabe, situar posibles futuros spin offs. A la larga, ese cuartito lleno de objetos está también lleno de historias. Aunque una leyenda tras el prólogo se encarga de recalcarnos que de todos ellos, el más peligroso es la muñeca de apariencia inocente. Una muñeca que no necesitará moverse –no ante nuestros ojos- ni emitir ningún tipo de sonido para que genere incomodidad su sola presencia. En cuanto a la trama, ésta tiene mucho de película de terror adolescente. Son personajes forzados a crecer a través de circunstancias impensadas. Con respecto al terror, éste se sucede de un modo bastante predecible, con alguna escena más efectiva que otra pero sin mucha novedad. Las actuaciones son buenas, resaltándose además de los consagrados Farmiga y Wilson, la niña Mckenna Grace, que sigue consolidándose como algo más que una promesa. A nivel técnico, Dauberman, aunque ésta sea su ópera prima, se muestra como un conocedor del género y se desenvuelve bien generando climas terroríficos a través de una fotografía que se apoya más que nada en escenarios oscuros. Y lo hace con una estética claramente influenciada en las películas de terror de los 70s y 80s. “Annabelle 3: viene a casa” es una de las entregas cumplidoras del cada vez más vasto universo que surgió a partir de “El conjuro”, más allá de que no traiga muchas novedades a la mesa y cuyo tono ligero le resta un poco de potencia al terror que tan bien funcionó en la saga original. Al mismo tiempo es un homenaje al personaje de Lorraine Warren, fallecida recientemente y a quien además está dedicada la película, porque aunque no tenga muchos minutos en pantalla son suficientes para retratarla con amor y energía. Podríamos decir que esta ópera prima está de hecho realizada con amor y respeto.
La tercera entrega de esta saga spin off de "El conjuro", "Annabelle 3: Viene a casa", tiene para ofrecer lo que muchos se venían preguntando desde la primer película de los Warren ¿Qué pasaría si ese sótano plagado de objetos poseídos se liberase? No esperen mucho de la respuesta. No es tan común que las grandes productoras se jueguen por una película de terror a todo trapo, con un presupuesto considerable, y una maquinaria dispuesta a posicionarla como una película fuerte en la taquilla. Si lo hacen suele ser en base a un remake, adaptación, o un personaje ya probado (el caso de It que este año tiene a su secuela como una de las películas más esperadas y promocionadas). En 2013 James Wan lo logró, si bien se basa en personajes reales, "El conjuro" es una película de terror con argumento original, que se convirtió en un éxito rotundo, gozó de una fuerte campaña publicitaria, y se posicionó como un clásico moderno instantáneo del género. Antes de su secuela, llegó al año siguiente el primer spin off, basado en un personaje al que "El conjuro" le había dedicado su secuencia pre títulos, "Annabelle", una muñeca de porcelana (en la historia real es una muñeca de trapo estilo pepona) que sirve como conducto para un demonio que busca el alma de un niño. Con este spin off, comenzó lo que parece ser regla en el universo de "El conjuro". Cuando la historia es sobre el matrimonio Warren, las películas son buenas, cuando son spin off… Seis años después de esa apertura del universo, y a cinco de la primera película en solitario de la muñeca, llega "Annabelle 3: Viene a casa", la película que finalmente prometía lo que se esperaba desde el principio. Contar la historia, o una historia, de la muñeca, una vez que ya está en casa de los Warren. Como plus, nos dan otro caramelo, en el tagline del poster nos adelantan que todo lo que hay en la casa, todo lo que mora en ese sótano al que van a parar los objetos maldecidos recuperados por el matrimonio, será poseído ¿Qué podría salir mal de esta ecuación que nos ofrece lo que tanto queremos? Todo. En primer lugar porque Lorraine y Ed Warren (Vera Fármiga y Patrick Wilson, sí, son lo mejor y único bueno de la película) no son los protagonistas de la película, rápidamente dirán adiós, y de un modo bastante sonso. Volvamos a esa escena del inicio de "El conjuro" – podrían no verse ninguna de las anteriores películas de la muñeca –, Ed y Lorraine se llevan a Annabelle de la casa de esas estudiantes de enfermería. En el medio del viaje, sufren un altercado muy antojadizo, que los hará notar que Annabelle es una canalizadora de espíritus y demonios, despierta a todo ser sobrenatural que hay a su alrededor ¿No sabían ya eso cuando se llevaron la muñeca? En fin, no será algo que aporte mucho, pero nos alargará la presencia de estos dos queridos personajes. Ya en la casa, Annabelle es puesta dentro de una vitrina con un conjuro para mantener atrapado a su demonio. Podrían haberla puesto en algún otro lugar sin peligro de demonios alrededor, pero no importa. Pasa un año (detalle, en el medio ocurren los hechos de "El conjuro", mejor no indaguen mucho en la línea de tiempo), y los Warren se van de viaje, y dejan en la casa a Judy (que en la primera era interpretada por Sterling Jerins, y ahora rejuveneció en McKeena Grace; no importa) junto a su niñera Mary Ellen (Madison Iseman). Judy sufre de bullyng en el colegio porque se dio a conocer la actividad parapsicológica de sus padres (mejor dicho, de su madre, y de su padre acompañante), y además, ella también presenta pruebas de estar desarrollando los mismos poderes de Lorraine. La semana siguiente cumplirá años, y aparentemente nadie vendrá a su fiesta de cumpleaños. Mary Ellen, que es más buena y candorosa que un cachorrito indefenso, decide hacerle una torta y festejarle el cumpleaños por adelantado. En ese momento cae Daniela (Katie Sarife), una entrometida amiga de Mary Ellen, que perdió a su padre en un accidente, y quiere entrar al sótano con la esperanza de poder contactarlo en el más allá (La lógica de esto se la piden al guionista, no a quien escribe). Daniela logra quedarse sola en la casa aun siendo evidente que quiere entrar al sótano; entra, y sí, un par de situaciones arbitrarias más, y saca a Annabelle de la vitrina para dejarla ahí, tirada y libre para poseerlo todo. Fin del argumento y que empiecen los jump scares. Gary Dauberman debuta en la dirección con "Annabelle 3: Viene a casa"; pero es el responsable de los guiones de las anteriores "Annabelle" y de "La monja". Sus créditos no eran los mejores. También es quien adaptó la muy satisfactoria "It", pero se ve que el universo Warren no le sienta bien. Obviamente, el guion de esta entrega también lleva su firma. No sólo su impericia para resolver cuestiones simples de guion se repite, sino que se traslada también a una dirección de lo más rutinaria. Hay algún intento por imitar iconográficamente al terror de comienzos de los ’70 y los ’60; pero todo se reduce a ese juego de referencias sin alma como lo que hace "Stranger Things" con los ’80. Objeto, más no espíritu. Sumémosle que hay una catarata de efectos CGI, quizás más que en las anteriores, y su calidad es mediocre. "Annabelle 3: Viene a casa" es apta para mayores de 13 años. Olvídense de ver sangre, o escenas realmente cruentas. Todo se reduce a un susto por aquí, otro por allá, varios sustos falsos, unos grititos, una luz apagada, y los clásicos veinte minutos finales que son una montaña rusa rutinaria de jump scares que ya son marca registrada de los spin off de "El Conjuro" (si te conoceremos Dauberman). Antes de esa montaña rusa, hay varios sustos, pero abunda el aburrimiento. Las historias personales no interesan, no aportan nada. Hay algo de humor, no muy efectivo. Los personajes, sobre todo Daniela, son altamente odiosos, y no generan la menor empatía. Acá es donde el gancho del terror sesenta/setentoso se cae, aquel era terror de identificación con el personaje, acá todo nos importa nada. Las endebles actuaciones del conjunto (no cuenten en esto a Fármiga y Wilson, ellos son buenos, pero huyen) no ayudan. Hay un claro intento desesperado por encontrar al nuevo monstruo/objeto para un spin off, y hasta probablemente una descarada venta de un juego de mesa (que no les llame la atención si dentro de unos años tenemos "Feeley Meeley- La película"). También hay una búsqueda de gancho para una nueva generación de investigadores. Todo sea porque la cosa no se termine. Del aburrimiento general nos rescatan un par de escenas que ya traspasan lo inverosímil para entrar al terreno de lo gracioso involuntario; pero no, no alcanza un nivel para ser considerado consumo irónico. "Annabelle 3: Viene a casa" es todo lo que no debe ser una película; no una de la franquicia, ni siquiera una de terror, ninguna película; ser incoherente, aburrida, e insípida. Sus 106 minutos (no hay post créditos, pueden salir corriendo rápido) se hacen eternos, y con suerte es una experiencia olvidable. El tiempo dirá si con esta entrega se cierra una malograda trilogía sin ningún episodio efectivo, o si seguirán insistiendo aunque la muñeca ya encontró su recinto final.
Huele a espíritu adolescente Daniela parece una joven terca y pedante, pero lo que más quiere en el mundo es comunicarse con su padre muerto y decirle que lo extraña. Daniela está llena de fragilidad. Si bien Mary Ellen no tiene esta clase de problemas, acercarse al chico que le gusta puede ser similar a tener una experiencia cara a cara con el más allá. Mary Ellen además tiene que cuidar a Judy, la hija de los Warren. A Judy encima la cargan en el colegio: ¿qué puede ser peor que ir a la escuela y que todos duden de la veracidad del trabajo de tus papás? Annabelle 3: Viene a casa se puede transformar a su antojo en tu episodio favorito de Escalofríos o en un libro de superación sincera para adolescentes. Cuando los Warren se van a alguna parte (alguna parte que el guion y el presupuesto destinado a Vera Farmiga y Patrick Wilson no aclaran), Mary Ellen queda a cargo de Judy y de la casa de la familia. Quien está particularmente interesada en ser invitada (e incluso simular interés en el cumpleaños de la pequeña) es Daniela. No pasará demasiado tiempo para que sepamos porqué. En el sótano de la casa hay toda clase de objetos paranormales que los Warren supieron conseguir a base de exorcismos y otras artimañas. Y si bien parecen trofeos, los artículos de este museo prohibido no son exhibidos para ostentar su fama como luchadores frente al Mal. En esa habitación nadie con intenciones curiosas puede entrar y las cinco trabas en la puerta y los carteles de peligro lo subrayan con ansiedad. Más tarde que temprano, Daniela intentará comunicarse con su padre en ese cuarto. No solo conseguirá recuperar el vínculo perdido por culpa de un accidente fatal en la ruta. La muñeca Annabelle logra escapar de su celda de vidrio y –ya que está– libera el resto de los espíritus que habitan en el resto de los objetos. James Wan se convirtió con las películas de El conjuro (y La noche del demonio) en una especie de profeta del esteticismo. Las ramificaciones de la saga (los dos films previos de Annabelle, La monja y La maldición de la Llorona) estaban dirigidas por Salieris que pretendían imitar todo lo que Wan podía hacer con la cámara. Los resultados eran menos orgánicos que culposamente matemáticos: las set pieces y los travellings virtuosos estaban cumplidos menos en virtud de la narración que para contentar a papá Wan. A diferencia de los otros films de la saga, la ópera prima del director Gary Dauberman puede equilibrar con destreza las enseñanzas aprendidas y divertirse sin tener que rendirle cuentas a nadie. Esta tercera parte realizada por el guionista de las anteriores películas de Annabelle y de La monja parte desde una premisa irresistible: ¿qué pasaría si todo el Mal del mundo se derramase por los rincones de una casa como cualquier otra? Como una maqueta escolar que homenajea en escala menor el tercer acto de La cabaña del terror, Dauberman resignifica los espacios en una atracción de parque de diversiones. Los primeros metros recorridos por un tren fantasma no son particularmente vertiginosos. Annabelle 3: Viene a casa le da al espectador una bienvenida similar: comienza con esa calma que parece pereza pero que solo es confianza en los personajes, en el trasfondo de cada uno de ellos y, en especial, en los sustos que vendrán a continuación. Cuando los espíritus se sueltan, la película se quiebra en tres partes: cada personaje debe luchar contra el espíritu que el azar le ha puesto enfrente. ¿Por qué Annabelle 3: Viene a casa es tan placentera y libre? ¿Será porque no hay adultos responsables alrededor? Soltar monstruos (hay una especie de hombre lobo que recuerda vagamente al licántropo de Museo de cera) y fantasmas (el Barquero ya debería tener su propia película) son acciones propias del universo de las travesuras infantiles. Hubiese sido aleccionador y solemne que los adultos les digan a las jóvenes de este film cómo rehacer sus problemas. Las pérdidas impensadas, los miedos más lógicos de la edad y la verdad sobre nuestros padres son conflictos que Daniela, Mary Ellen y Judy resolverán por su cuenta.
El cuarto prohibido A diferencia de las dos entregas anteriores, lo bueno de Anabelle 3: Viene a Casa es que podría ser un capítulo de una recopilación de terror que sólo explota su marca. La muñeca es un detalle más. Es la protagonista de una tiendita de los horrores que libera su magia y pone a andar a todos los juguetes que los demonólogos Warren tienen en su calabozo de aventuras paranormales. Uno de esos juguetes es el de un hombre lobo medio trucho hecho con humo de CGI que corre al galán working class de la película y que nos mete en un juego que podría ser de algún heredero irresponsable de Roger Corman. Escena que expone el espíritu infantil del terror de Wan (en esta oportunidad dirigido por Gary Dauberman, otro de sus muchachos y guionista de la remake de IT); porque aunque los calificadores le den Restricted, lo suyo es el terror ATP, que cuando no es solemne como en este caso ni se pasa de pretensión humorística, no está mal. También hay algo de terror japonés, porque en definitiva más que el horror cristiano que tanto le gusta a Wan, estamos ante una película de fantasmas. Igual de chiquita que La Maldición de la Llorona (2019) o La Monja (2018) pero mejor hecha, con una narrativa más precisa; y decimos precisa sólo porque no te duerme, porque consigue generar algunos climas y que el devenir de las escenas, a veces, interese. A eso se le suma una menor utilización de los jump scares con relación a otras de sus producciones, en pos de la generación de suspense, aunque sea mínima. Si en la segunda parte nos contaban la creación de la muñeca, acá estamos ante su encierro en ese gabinete de vidrio que los que vieron los productos de Wan ya conocen. La premisa toma algo del mito de la niñera y el asesino que los slashers norteamericanos tanto explotaron, porque las protagonistas son Judy (Mckenna Grace como la hija de los Warren), la niñera (Madison Iseman), y su amiga Daniela (Katie Sarife), que en lugar de ser acechadas por un asesino serial son atormentadas por los demonios contenidos en el cuarto prohibido de los Warren. Nada nuevo bajo el sol ni nada que modifique el statu quo del horror estadounidense; de todos modos, hay un poco menos del conservadurismo formal del universo de El Conjuro que hace que esta entrega esté un poquito por encima del resto.
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El mal dejó de estar contenido Annabelle 3: Viene a Casa (Annabelle Comes Home, 2019) es una película de terror que constituye el debut en la dirección de Gary Dauberman, reconocido por ser el guionista de IT (2017) y de las dos anteriores entregas de Annabelle. A partir de una historia concebida por James Wan y Dauberman, esta tercera parte de la muñeca endemoniada se alza como la séptima cinta dentro del universo del Conjuro. Vera Farmiga y Patrick Wilson vuelven a ponerse en la piel de los investigadores paranormales Lorraine y Ed Warren, no obstante aquí el protagonismo lo tiene la joven Mckenna Grace (Yo Soy Tonya, Capitana Marvel). El reparto se completa con Katie Sarife, Madison Iseman, Michael Cimino, Samara Lee, Bill Kottkamp, Luca Luhan, entre otros. Un año después de que Ed (Patrick Wilson) y Lorraine (Vera Farmiga) deciden mantener a la muñeca Annabelle bajo llave en una caja de cristal, la pareja debe hacer un viaje por lo que dejan a su pequeña hija Judy (Mckenna Grace) con la niñera Mary Ellen (Madison Iseman). En ese tiempo que los Warren no están en el hogar, Daniela (Katie Sarife), amiga de Mary, ve la oportunidad perfecta para conocer la casa del demonólogo y la clarividente más cuestionados del país. Sin hacer caso a las advertencias de Mary Ellen, Daniela entrará al cuarto donde los Warren guardan todos los artefactos malignos. Al abrir la caja donde se encuentra Annabelle, el mal será desatado haciendo que tanto Daniela como Mary Ellen y Judy pasen unas horas llenas de espanto. Objetos que se caen solos, ruidos extraños, golpes en la puerta para que después no haya nadie, espíritus demoníacos detrás de los personajes y luces que se apagan solas son solo algunos de los clichés que abundan en esta producción, la cual no requirió de mucho presupuesto ya que casi toda la trama sucede dentro de la casa de los Warren. Aunque la película tenga una estética oscura y neblinosa bien lograda, en ningún momento logra generar tensión o miedo, lo cual es un grave problema teniendo en cuenta que estamos ante una película de terror. Esto sucede gracias a que la historia no tiene nada innovador para aportar: jump scare tras jump scare, ya estamos acostumbrados a la temática de las casas embrujadas por lo que la película en sí se convierte en más de lo mismo. Como la muñeca no es suficiente antagonista, el director decidió agregar a otras figuras malévolas como una novia que posee personas, un hombre lobo/sabueso infernal y un barquero con monedas sobre sus ojos. Los nuevos personajes demoníacos solo sirven para que la película logre alcanzar la duración deseada, ya que no hay intenciones de desarrollar a cada uno como se debe. Por otro lado, del trío protagónico solo sale bien parada la niña Mckenna Grace, que brinda una notable actuación con la que el espectador logra empatizar. Judy se enfrenta a situaciones de bullying en la escuela por la labor que realizan sus padres, pero no solo eso la perturba sino también el don que posee (al igual que su madre, Judy ve a personas muertas o sabe información por sí sola). Mckenna ya venía demostrando que es una joven actriz en ascenso en filmes como Un Don Excepcional (Gifted, 2017) o series como La Maldición de Hill House (The Haunting of Hill House, 2018); en este caso, su personaje es el único que tiene inteligencia, lo que hace que la película sea más llevadera teniendo en cuenta que cada acción que realiza Daniela (Katie Sarife) es completamente estúpida. En cuanto a la pareja de los Warren, resulta una lástima que su aparición en el filme sea tan corta. Lorraine y Ed solo están presentes en el comienzo y el desenlace, dejando la sensación de que si hubieran tenido más tiempo en pantalla la película hubiese sido otra cosa. En conclusión, Annabelle 3: Viene a Casa está muy por debajo de lo que nos brindó Annabelle 2: La Creación (Annabelle: Creation, 2017). Sumamente trillada y con un guión que no le da importancia a la mayoría de sus personajes, esta nueva película dentro del universo del Conjuro solo puede ser disfrutada si no es tomada muy en serio.
UNA MUÑECA A MEDIA PILA Si bien El conjuro y su segunda parte lograron mostrar un estilo llamativo, las demás películas del universo nunca llegan a estar a ese nivel. Annabelle 3, de todas maneras, tiene algunos elementos interesantes, sobre todo desde su diálogo con otras películas de terror y el juego con algunos objetos que apelan al terror de los sentidos, tanto visual como táctil. Los Warren tienen algo de protagonismo en este film porque los eventos suceden en su casa. Si bien su presencia es corta, es notable su aparición. Esos minutos en los que se los muestra trasladando a Annabelle hacia la casa presentan varios movimientos que un espectador frecuente de películas de terror puede creer que sucederán. Sin embargo, son solo intenciones de juego, porque viran hacia lugares distintos. Luego la película toma un rumbo diferente cuando son los jóvenes quienes tienen el protagonismo. La hija de los Warren, su niñera, la amiga y el chico que le gusta son quienes se enfrentarán a Annabelle en esta noche en la que Ed y Lorraine salen de su casa. El protagonismo de los jóvenes y la elección de sus personajes lleva a pensar que son un guiño a otras películas del género en las que el rol de la mujer tomaba dos extremos: una inocente (la niñera) y la otra una rebelde (la amiga). Incluso esto aparece desde el estilo de mujer que interpreta a cada uno de estos personajes. Este juego referencial se lleva una larga de introducción que no le da gran sentido al film. Annabelle 3 no es una película que genere grandes momentos de terror. Pero sí consigue a través de objetos tales como una lámpara de colores y un juego de mesa (en el que buscan a dentro de una caja sin poder ver) explorar diferentes sensaciones. Estas propuestas trabajan muy bien el miedo que suelen generar ciertos elementos en la vida cotidiana en las personas. Por otro lado, Annabelle 3 se enfoca en la pequeña Judy (Mckenna Grace), la hija de los Warren, quien muestra algunas habilidades parecidas a las de su madre. Este elemento podría llegar a retomarse en El conjuro 3, otorgando así una conexión mayor que la que viene ofreciendo hasta ahora el universo, aunque no se ha confirmado aún la participación. La niña hace una muy buena actuación aunque no basta para remontar a un film que no llega a ser una gran propuesta.
Annabelle viene a casa (Annabelle Comes Home), es el nuevo capítulo del universo expandido de El conjuro (The Conjuring) y la tercera película centrada en la muñeca más creepy del siglo XXI, quien en esta edición cuenta con la ayuda de un cuarto infectado de pesadillas listas para interpretar meticulosamente todos los sustos que hicieron exitosa la saga. Comparada con sus predecesoras en la trilogía, esta película, trabaja con una fórmula similar a las protagonizadas por los Warrens: es animada, entretenida y logra que nos tomemos el tiempo de simpatizar con sus protagonistas. La película comienza con la primera aparición de la muñeca en la vida de los Warren, reintroduciendo a Patrick Wilson y Vera Farmiga, una vez más interpretando a los famosos “demonólogos” y reconocidos Ed y Lorraine Warren. Quienes luego de una breve introducción en la cual nos demuestran que la muñeca no es poseída como creíamos, sino que es un poderoso conducto que atrae a todos los espíritus a su alrededor. El universo de El conjuro siempre giró sus historias alrededor de los encuentros sobrenaturales de los Warren, la película se encuentra situada, entre el prólogo y la narrativa principal de El Conjuro, el momento en que el matrimonio traslada a la muñeca Annabelle hasta su casa para encerrarla en su colección privada de objetos malditos. En esta oportunidad aprovechando el debut como director de uno de los co-escritores de este universo, Gary Dauberman, centra su enfoque en Judy Warren (interpretada por McKenna Grace), la hija de Ed y Lorraine, quien es mucho más parecida a la madre de lo que las otras películas habían dictado. La película responde la pregunta que todos nos preguntamos desde El conjuro 2: ¿Qué tipo de vida puede llevar una niña al crecer en una casa donde se guardan innumerables objetos poseídos, regularmente bendecidos por un sacerdote, detrás de una puerta con 4 cerrojos y cerrada con llave? Para la sorpresa de nadie, Judy lleva una vida extraña y solitaria. Se acerca su cumpleaños y aparentemente nadie puede pasar por su casa porque los padres de sus compañeros de clase no quieren que sus hijos se asocien con la hija de los exorcistas, así que parece que la lista de asistentes sólo incluiría a sus padres y su niñera, Mary Ellen (Madison Iseman) aunque el día anterior al festejo, sus padres deben abandonar la casa por trabajo, dejando a la niñera a cargo de cuidar a Judy por la noche, y junto a ella se auto invita su mejor amiga, obsesionada con fantasmas, Daniela (Katie Sarife). Mary Ellen es la niñera más responsable de Hollywood y sabe que no debe husmear en la casa de sus jefes y Judy sabe lo suficiente como para dejar esa habitación maldita sola. Sin embargo el plot de la historia surge gracias a la mórbida curiosidad de Daniela quien logra que en poco tiempo las protagonistas queden atrapadas en una casa llena de espíritus poco amigables. Y el verdadero problema se desenvuelve una vez que la niña libera a Annabelle de la caja y todos los artículos que tocó se vuelven en su contra. Hay una televisión encantada, un vestido de novia encantado, una armadura de samurai encantada, un juguete de mono golpeado de platillos (Stephen King entendió esa referencia) y, para la desgracia de Mary Ellen, hay un fantasma con monedas que cubren sus ojos que va a ser su pesadilla personal. E incluso hay un hombre lobo, porque, ¿porqué no? La saga creada por James Wan no escatimó nunca en métodos originales para hacer que los fantasmas nos hagan saltar del asiento, sin embargo, Dauberman agregó diversidad. Hay muchos tipos de fantasmas, y ha logrado meter a la mayoría de ellos en unos 100 minutos de película. Annabelle viene a casa es la mejor de la trilogía de la muñeca, ya que además de ser entretenida como todas las de su universo, logró que el cambio de protagonistas sea positivo, incluyendo el guiño que Judy es igual a Lorraine. Y quien dice que no podría seguir el mismo camino que siguen sus padres…. El único detalle con el film, es que peca de inconsistente, como la aparición de “personajes” que parece que van a ser importantes a la trama y no lo son o no vuelven a aparecer. O la falta de escenas de tensión que no recurrieran al scare jump, que el conocedor de las películas ya puede predecir. Se viven momentos de tensión, pero no con la adrenalina que se desencadenaba en las primeras películas de la saga. Atrás quedaron los días donde un simple aplauso podía hacernos recordar con cariño a los padres del productor.
Los demonólogos Ed y Lorraine Warren deciden llevar a la muñeca Annabelle a su casa y toman una carretera especial de poco tráfico para evitar posibles accidentes, por el gran poder maligno que esta posee puede provocar que el motor de su coche tenga desperfectos y sucedan hechos terribles. Finalmente llega esta muñeca (que se encuentra poseída por un espíritu maligno) a la casa y guardan en una habitación que forma parte de un museo porque allí se encuentran encerrados varios objetos poseídos y la guardan adentro de una vitrina con una serie de recaudos. En breve llega el cumpleaños de su hija Judy Warren (muy bien interpretada por Mckenna Grace, “Amityville: El despertar” y su próximo papel es en Ghostbusters 3), como algunos saben a que se dedican sus padres muchos no quieren ir a su casa. Los padres de esta joven deben irse de su casa y dejan a su hija (ya esta muñeca atacó a la niña cuando era más chica) con una niñera llamada Mary Ellen (Madison Iseman) y con una amiga Daniela Rios (Katie Sarife), quien resulta ser muy curiosa y logra ingresar a ese museo prohibido donde se desata un terrible infierno. En esta oportunidad la historia se encuentra protagonizada por un elenco más juvenil, los recursos visuales son buenos, resulta bastante oscura y con buenos elementos para generar mayor: suspenso, sustos, fantasmas, monstruos y apariciones esporádicas. Resulta escalofriante, tiene momentos de humor y diversión, acompaña su música y sonidos y todo forma parte de un gran show de terror juvenil. Muchos de los objetos que se encuentran en se cuarto terrorífico dejan un abanico de oportunidades para continuar con nuevas historias.
Hay demasiados ejemplos de sagas que superaron las tres secuelas y que mantuvieron su nivel de calidad. El Padrino, Rocky, Misión Imposible o Toy Story son ejemplos contundentes. Sin embargo, siempre existe cierta aprensión justificada cuando un producto como Anabelle empieza a multiplicarse de manera compulsiva. Sin embargo, Anabelle vuelve a casa, debut cinematográfico del guionista Gary Dauberman (It, La Monja, entre otros títulos) exhibe un grado de seriedad artística del que carecía Anabelle 2. Al menos durante la primera hora, no tiene nada que envidiarles a las mejores películas de terror de los últimos años. Si bien no pretende ser original en ningún momento y se somete a todas las reglas comerciales del género, consigue algo que siempre va a estar más allá del cálculo lucrativo que rige a esta clase de producciones. Sus personajes resultan creíbles y tienen motivaciones coherentes que los impulsan a actuar como actúan. Así las infaltables a adolescentes protagonistas no se reducen a ser chicas lindas y bien dotadas para el aullido, las perfectas víctimas de su propia ingenuidad, sino que son conscientes de lo que hacen y de por qué lo hacen. Lo único que las excede, por supuesto, son las consecuencias de sus acciones. La muñeca maldita esta vez vuelve a la casa del matrimonio Warren (Vera Farmiga y Patrick Wilson), la pareja de psíquicos que trata de mantener a raya a los espíritus del mal y encerrarlos bajo llave en esa especie de gabinete de atrocidades que tienen en el sótano. En una primera escena tensa y espeluznante, que marcará el tono de la narración, se expone la fuerza del mal que Anabelle atrae con su simple presencia. Pero tras esa primera escena, la película da un giro y nos deja con la hija de los Warren, Judy -heredera de los poderes de su madre-, quien queda al cuidado de una niñera, Mary Ellen (el nombre lo dice todo), una chica estudiosa, rubia y linda, que encarna todos los valores de la normalidad tal como se los vivía en la década de 1960, época en la que se desarrolla la historia. A ellas se suma el personaje más interesante: Daniela, una chica inteligente, pícara e intrépida, con una historia personal apta para provocar la avidez de los espíritus malignos. Con todos esos elementos, Dauberman compone una especie de monumento a Anabelle, un homenaje que la saga se hace a sí misma, un museo del terror donde junto a la muñeca los demás objetos del gabinete de atrocidades del matrimonio Warren componen una sinfonía del miedo. Es una lástima que en la secuencia del clímax, el director no haya sabido mantener ese grado de exigencia y su sinfonía se transforme en un bochinche.
Después de todas las sorpresas provocadas en las boleterías por el universo disparado desde el estreno de “El conjuro” (2013), el hecho de ver una tercera parte de un personaje desprendido de aquella obedece precisamente a razones económicas, y solamente económicas. Aquella piedra basal que empezaba a tejer la leyenda del matrimonio Warren, especialistas en demonios y fenómenos paranormales, bastante conocidos en la década del setenta, logró millones en todo el mundo porque conseguía combinar elementos versátiles del género del terror, y algunos efectos propios de los requerimientos de las audiencias de este siglo XXI. La muñeca maldita (que bien podría ser la novia silenciosa de Chucky) vuelve a las andadas. El comienzo, algo engañoso porque Ed y Lorraine Warren (Patrick Wilson y Vera Farmiga, respectivamente) sólo estarán los primeros diez minutos, es precisamente con Annabelle en manos de ambos para ser llevada a su propia casa y encerrada en una suerte de bunker de vidrio, porque “este objeto es el más peligroso de todos”, según reza la frase del principio, ¿cómo se las arreglaron para ahorrarse el sueldo de los actores? Los sacan del guión en misión especial dejando a su hija Judy (Mckenna Grace) con la niñera (Madison Iseman) y una intrusa, amiga de ésta última (Katie Sarife) con mucha curiosidad por saber qué hay en esa habitación endemoniada, y si lo que hay la va a ayudar a conectarse con su papá por cuya muerte siente mucha culpa. Lo mejor de esta “Annabelle 3: Viene a casa”, es el manejo de suspenso, y para ello se nutre de una buena construcción de personajes y del terreno en donde ocurren los hechos. Esa casa y sus entrepisos juegan un papel no menor aquí, por eso la construcción del espacio resulta fundamental. Además, no se abusa para nada de la banda sonora (hay dos o tres sobresaltos pero no molestan), al contrario; la utilización de los silencios (como hacía James Wan en la primera) sostiene el pulso y la tensión del relato, siendo claramente otro de los puntos que hacen crecer a esta entrega. Nobleza obliga, la segunda parte era de tan pobrísima factura que realmente hubiese sido difícil hacer algo peor, pero esto no quita algunos méritos genuinos en la dirección de Gary Dauberman. Al igual que en “El conjuro 2” (2016),, de donde salió la pésima “La monja” (2018), aquí también varios objetos cobran vida e instalan la posibilidad de hacer una docena más. Los fanáticos, de parabienes. Por ahora, simplemente se trata de una correcta recuperación de las cenizas.
Todos los trucos y sustos ya los vimos, pero están dispuestos con una mecánica por una vez efectiva. Las dos películas de “El Conjuro” son excelentes, mezcla de terror, suspenso, observación social, docudrama y emotividad. Las de “Annabelle”, que son derivadas de ese mundo, no. La primera es “muñeca diabólica hace cosas feas”, la segunda, un poco mejor, es “ah, pero esta muñeca es mala porque mirá lo que pasó entonces”. Esta tercera, que se une con “El Conjuro” (porque la muñeca hace de las suyas en casa de los parapsicólogos Warren y tiene como blanco a la hijita de ambos) es probablemente a) la peor película de “El Conjuro” y b) la mejor película de “Annabelle”. Para evitar confusiones: la muñeca encerrada en una caja de vidrio sagrado (sic) decide romper todo y despierta a otros espíritus malignos que viven en objetos que los Warren, vaya uno a saber por qué sádica predisposición, tienen en un cuarto cerrado en casa y no en una bóveda de cemento reforzado bajo tierra fuera del alcance de niñas de diez años en plan piyamada. (Te puede interesar: Cine: cuáles son las películas imprescindibles que hay que ver) Lo interesante del asunto es que todos los trucos y sustos ya los vimos, pero están dispuestos con una mecánica por una vez efectiva. Y que la película no tiene más pretensión que hacernos sufrir hasta que alguien vuelve a poner cada cosa en su lugar. Mientras tanto, se usa todo el aparato cinematográfico para experimentar formas del susto y eso lleva a la película, curiosamente, más cerca del cine abstracto o vanguardista que a la novela fílmica frecuente en el mainstream. Algo es algo.
Los juguetes siguen invadiendo la pantalla, aunque esta vez con ínfulas más diabólicas. Annabelle vuelve para cerrar un círculo que comenzó junto con la franquicia de "El Conjuro". Blumhouse Productions tendrá sus exitosas sagas terroríficas de bajo presupuesto, pero Warner Bros. no se quedó atrás y, de paso, creó un universo compartido de relatos clásicos cargados de sustos y artefactos endemoniados. Sin darnos cuenta, llega la tercera entrega de la muñeca más maldita después de Chucky, una continuación que, de alguna manera, cierra el círculo que arrancó con “El Conjuro” (The Conjuring, 2013). Ahí, en la primera película de James Wan dentro de esta mega franquicia, conocimos superficialmente la historia de Annabelle, antes de que Ed (Patrick Wilson) y Lorraine Warren (Vera Farmiga) aceptaran el caso de los Perron. Después vendría la primera aventura en solitario de la muñeca poseída, un caso ambientado en Santa Monica, a finales de la década del sesenta, protagonizado por una parejita muy afecta a coleccionar estos juguetes antiguos; y “Annabelle 2: La Creación” (Annabelle: Creation, 2017), precuela donde David F. Sandberg cuenta sus orígenes, allá por mediados de la década del cincuenta. Ahora, todo vuelve al principio (¿o es al final?), ya que la historia nos vuelve a transportar a principios de los años setenta, cuando Annabelle llega por primera vez al hogar de los Warren para dejar de causar problemas. O eso es lo que nos quieren hacer creer. De entrada, Lorraine comprende que este no es un “artefacto” más de su colección de objetos malditos. Annabelle no está estrictamente poseída, sino que es un conducto para que otros entes malignos hagan de las suyas; por eso deciden resguardarla bajo una serie de protecciones en el sótano de su casa, incluyendo su famosa caja de vidrio sagrado y unas cuantas bendiciones de un sacerdote. Así, la muñeca ya no puede hacer daño, al menos que alguien meta la pata. Como el terror más banal no puede evitar estos lugares comunes, “Annabelle 3: Viene a Casa” (Annabelle Comes Home, 2019) deja de lado a los Warren para concentrarse en su pequeña hija Judy (Mckenna Grace), quien en vísperas de su cumpleaños se siente un tanto contrariada, ya que sus compañeritos de la escuela le tienen un toque de miedo al descubrir a qué se dedican sus papás. Mientras la opinión pública y los vecinos, deciden si Ed y Lorraine son héroes o puro fraude, la nena tiene varias experiencias sobrenaturales que no la ayudan mucho a sociabilizar. Mamá y papá deben salir durante el fin de semana y ahí es cuando Judy se queda al cuidado de Mary Ellen (Madison Iseman), la niñera que, a pesar de todo, la va a hacer pasar un buen rato. Pero también de la metiche Daniela Rios (Katie Sarife), amiga de Mary, muy interesada en los artefactos de los Warren. Resulta que la chica acaba de perder a su padre y anda necesitando comunicarse con el más allá para mitigar su dolor y sus culpas. Ya se imaginarán lo que viene. Daniela se autoinvita a la casa de los Warren y empieza a meterse donde no la llaman. Tras revolver la oficina de Ed descubre las llaves del sótano, donde el matrimonio guarda los objetos más malignos que tuvieron que enfrentar. No importa que la puerta tenga veinte trabas y cerraduras, la chica hace caso omiso y empieza a toquetear cada uno de los objetos hasta llegar a la vitrina de Annabelle, la cual dice expresamente: “No abrir bajo ninguna circunstancia”. Error, la cajita de cristal queda abierta y así los espíritus mala onda se empiezan a desmadrar, incluyendo muchos de estos artefactos diabólicos. Qué inquieta que resultó la muñeca “Annabelle 3: Viene a Casa” es una historia de terror demasiado convencional, incluso, dentro de la franquicia. Gary Dauberman, guionista de “It (Eso)” (It, 2017) y “La Monja” (The Nun, 2018), debuta detrás de las cámaras y no deja cliché con cabeza. El director logra armar un microcosmos terrorífico dentro del acotado espacio de la casa, jugando en las diferentes habitaciones con las consecuencias de estos objetos embrujados que empiezan a influir en las chicas. Lo sobrenatural se apodera del escenario, pero no evita los clásicos jump scares y los lugares comunes del género con sus linternas y luces que se apagan, elementos que levitan, nieblas misteriosas y alguna fantasmal aparición ocasional. Las motivaciones narrativas de la historia, al igual que su desenlace, son bastante pobres y torpes, y sólo nos demuestran la estupidez adolescente -tan bien llevada en “La Cabaña del Terror” (The Cabin in the Woods, 2012)-. Annabelle termina siendo un ente que se mueve de acá para allá alterando el orden de la casa, con la clara intención de poseer a alguno de sus ocupantes. Lo más rescatable de esta entrega es la breve intervención de Farmiga y Wilson; la pequeña Grace, que este año hizo acto de presencia como la joven Carol Danvers en “Capitana Marvel” (Captain Marvel, 2019), y la recreación de época con sus programas de TV y su musiquita. Por lo demás, el guión de Dauberman resulta una propuesta aburrida, aunque sepa mantener el ritmo y entretener a los amantes de terror menos exigentes. A Carol Danvers también le toca lidiar con espíritus malignos “Annabelle 3: Viene a Casa” es una buena excusa para seguir expandiendo este universo con historias baratas y sencillas que duplican y triplican su dinero en las taquillas del mundo. Suponemos que este es el cierre definitivo para la trayectoria de la muñeca, ya que acá queda bien en claro que no hay mucho más para contar sobre este “personaje” que generó más de una pesadilla en la audiencia.
Una muñeca brava La tercera entrega de la saga de horror se desarrolla en el hogar de "Los Warren", los cazadores de fantasmas que inspiraron este universo La muñeca maldita más famosa del cine de terror, Annabelle, está de regreso en un nuevo capítulo de la serie de filmes iniciados con El conjuro. La terrorífica figura de rostro espeluznante, pelos rojizos y vestido mortuorio había hecho su presentación en sociedad en el prólogo de aquella primera cinta dirigida por James Wan. El impacto de Annabelle en la audiencia fue tan grande, y su supuesta historia real tan aterradora, que rápidamente se ganó su película en solitario. Tras descubrir su origen y ver a los primeros dueños de la muñeca, en esta tercera parte finalmente muestra cómo el matrimonio de parapsicólogos Ed y Lorraine Warren llevan el demoníaco juguete a su casa para guardarlo en una caja de cristal cerrada con llaves. Pero, cuando Judy, hija de los Warren, su niñera y una amiga se quedan solas en dicha vivienda, deberán hacer frente a las distintas entidades que se esconden en el sótano, espectros y seres oscuros que buscan escapar y poseer nuevos cuerpos. Sin dudas, uno de los ganchos más interesantes y atractivos que tiene esta secuela, es la presencia de Vera Farmiga y Patrick Wilson, los carismáticos actores que dan vida a Ed y Lorraine. Aunque el tiempo en pantalla de la pareja es breve, sus secuencias son intensas y creíbles. No menos gratificante es la performance de la niña McKenna Grace (un talento a tener en cuenta) en la piel de Judy Warren que debe hacer frente a muchos momentos de oscuridad y sustos. Su veta dramática le permite transitar con verosimilitud los 100 minutos de metraje bien acompañada por las adolescentes Madison Iseman y Katie Sarife. Al convertir la vivienda de los Warren en el escenario principal de la trama, el director y guionista Gary Dauberman puede jugar con varios artefactos y personajes que conforman el inventario de los Warren. Así, Annabelle se suma a una troupe de espíritus malignos que pululan a lo largo de las escenas, en una estructura argumental muy elemental, casi de fórmula, en la que la sucesión de sobresaltos se van encadenando hasta llegar al climax final. La excelente ambientación y dirección de arte permite que los espectadores disfruten de un mobiliario, vestuario y música que los traslada hasta los años setenta, una década que le sienta muy bien al género. Pese a no tener la solidez de las dos partes de El conjuro, Annabelle 3: viene a casa, logra ser más divertida que sus anteriores entregas, generando la sensación de estar subido a un "tren fantasma" en donde cada rincón, cada esquina oscura, cada pasillo, esconde una aterradora sorpresa. Sin pretensiones, honesta en su espíritu clase B, es una película que no pasará a la historia como una gran exponente de su género, pero que funciona muy bien para pasar el rato, generar risas nerviosas, saltar en la butaca y mirar con desconfianza a las muñecas que impávidas y con gélidas miradas, nos observan desde alguna repisa de nuestro hogar.
Desde su estreno en 2013, la franquicia iniciada por “El conjuro” sigue dando enormes réditos económicos. James Wan ha construido un universo que amalgama nuevas historias y personajes en cada una de sus películas, motivo que le permite seguir sobreviviendo en el tiempo. Con 7 films en 6 años, ya se ha abierto el abanico a spin-offs de la muñeca Annabelle, la monja de “El conjuro 2” e incluso una inmersión a la cultura mexicana con la leyenda de la ‘Llorona’. “Annabelle” es la primera trilogía que ya se formó. La mediocre primera entrega dirigida por John Leonetti terminó sirviendo como puntapié para que David Sandberg consiga una sólida segunda entrega que ordenó los papeles. Ahora, uno de los estrenos fuertes del período de invierno (verano en Estados Unidos) es la tercera parte, “Annabelle 3: Viene a casa”. La dirección y el guión son de Gary Dauberman, un debutante como director, pero experimentado como guionista, que ya había sido uno de los responsables de escribir el libreto de “It” (2017), y las dos anteriores entregas de “Annabelle”. En esta nueva película, el matrimonio de los Warren decide llevarse la muñeca Annabelle para evitar que cause mayores estragos. La encierran bajo llave en la sala de objetos poseídos de su casa. Una noche, la pequeña hija de los Warren queda al cuidado de su niñera, quien por un descuido de su amiga acaba liberando a poderosos espíritus malignos que merodearan la casa. La trilogía va de menos a más, eso está claro. Luego de la mejoría registrada en la segunda cinta, Gary Dauberman pone toda la carne al asador y nos ofrece una montaña rusa de emociones. “Annabelle 3: Viene a casa” transcurre toda en el interior de la vivienda de los Warren, con un aire ligero, despreocupado y tremendamente disfrutable. Inscribiéndose al subgénero de niñeras de los años 80’, Dauberman filma una cinta clásica, con ecos a series juveniles de terror como “Escalofríos”. Pero la cuestión aquí es que se trata de una película que prioriza constantemente la construcción de atmósferas por sobre el jumpscare gratuito, un exceso al que habitualmente pueden llegar a caer producciones como esta. Dauberman busca los movimientos y las angulaciones necesarias para no caer en lo obvio, en lo banal. Los Warren no son parte de esta aventura, y eso hace mucho más interesante toda la cuestión. El conflicto pasan a sufrirlo dos adolescentes y una niña que no poseen ningún tipo de conocimiento sobre demonios. Probablemente se trate de un film algo edulcorado, con apenas violencia y un empaque casi para toda la familia, pero “Annabelle 3: Viene a casa” es una muy buena variante dentro de una trilogía en franco crecimiento. Una de las mejores películas de terror del 2019. Opinión: Muy buena.
El director de por ahora la última entrega de la saga de la muñeca diabólica es Gary Dauberman, quien debuta detrás de cámara luego de haber escrito las dos anteriores, así como La monja e It. Con James Wan ideando esta nueva historia y teniendo en cuenta que nadie mejor que Dauberman para filmarla, se esperaría que Anabelle: Vuelve a casa estuviera cerca de lo logrado por el director en El Conjuro, pero no. Las Anabelle siempre fueron un terreno para directores novatos o inexpertos para dar sus primeros pasos dentro de la industria cinematográfica. El problema es que la expectativa por ser algo similar a El Conjuro les juega en contra. Las tres películas tienen algún que otro destello de talento por parte de sus realizadores pero en general demuestran que no tienen la inteligencia de Wan para dar miedo a través de la puesta en escena. No tienen timing, ni ritmo, ni tampoco saben trabajar las herramientas cinematográficas para que la historia se desarrolle correctamente. Lo que queda son meras excusas, historias que no importan porque están creadas alrededor de set pieces que terminan tomando el papel principal en vez de acompañar. En definitivita se trata de imitadores de un estilo que no entienden lo que las hace exitosas. Tal vez la falta de práctica les juegue en contra. Hay que tener en cuenta que Wan llegó a El conjuro después de filmar cuatro películas. Tiempo al tiempo. «Anabelle: Regresa a casa muestra» lo que paso cuando Ed y Lorraine Warren (Patrick Wilson y Vera Farmiga) llevaron la muñeca a su casa. Luego la historia se centra en las aventuras de su hija Judy Warren y su niñera Mary Ellen. En ese sentido Anabelle se siente más como una secuela de El Conjuro, esto es debido a la aparición de Wilson y Farmiga quienes con sus escasos minutos son lo mejor de la película. Son actores profesionales que ya lograron entrar en imaginario colectivo y sentimos empatía por ellos. Lo mismo no se puede decir de los personajes principales interpretados por la ascendente Mckena Grace y por Madison Iseman y Katie Sarife. No se tratan de malas actrices pero el guión da tantas vueltas con ellas, inventa situaciones incoherentes para luego justificarlas y no terminan generando ninguna simpatía. En cuanto a las escenas de miedo, Dauberman logra muy pocos momentos. Lo más conseguido es el estiramiento de algunas escenas para generar algo de tensión, las cuales termina arruinando con el susto fácil o peor con el susto por el susto. Ahí donde Wan sabía en que momento cortar, Dauberman sigue. A la quinta vez que se corta la luz o que un villano aparece detrás de un personaje cansa y se le ven los hilos a los intentos desesperados por asustar. Aunque no se le puede criticar algunas decisiones estéticas interesantes, pero de nuevo son puros detalles. Si este es el último capítulo no se sabe, siempre hay alguna forma de traer de vuelta a Anabelle, lo que sí se puede adelantar es que Dauberman sacó de la galera nuevos personajes para seguir expandiendo el universo de El Conjuro. Lo mejor sería que se quedaran en esta secuela o pidamos que James Wan dirija la última parte y demuestre como se hace cine de terror. Calificación: regular.
Del equipo de El conjuro, y con el matrimonio Warren como anzuelo, esta tercera incursión en los horrores de los que es capaz la muñeca Annabelle (que pronto tendrá compañía en las salas con El muñeco diabólico) ofrece bastantes clichés y unos pocos sustos. Como saben muy bien el poder que tiene la muñeca para transmitir mensajes de El Mal, los Warren la tienen guardada en una vidriera junto a otros objetos temibles en el cuarto prohibido. ¿Y qué es lo primero que hacen la niñera de su hija y su amiga curiosa? Ir a buscarla, claro. Con las chicas abriendo la siniestra caja de pandora, solas en casa, Annabelle 3 linkea con la saga Scream, pero sólo hasta que las apariciones y los fenómenos inexplicables empiezan a aparecer. Con el ritmo de los golpes de efecto (sonoro) en reemplazo de una buena historia para contar.
La fértil saga de "El conjuro" dio lugar a su sucesora "La monja" y al spin off de "Annabelle", basado en una muñeca maldita que aterrorizó a varias familias. Ahora es el turno de los Warren, la pareja de expertos en fenómenos paranormales reales que dio origen a los relatos. A poco de comenzar, la película se interna en el inframundo representado por una habitación en la que los Warren guardan bajo llave todos los objetos relacionados con algún evento paranormal. Entre ellos ocupa un lugar destacado una vitrina en la que conservan a la famosa muñeca. El matrimonio de psíquicos, interpretado por Vera Farmiga ("Bates Motel") y Patrick Wilson ("Aquaman" y la serie "Fargo") vuelven a interpretar a Lorraine y Ed Warren, pero esta vez serán la hija del matrimonio, su niñera y una amiga adolescente las que tendrán que enfrentarse a los demonios que despiertan cuando una de las chicas sacará de su vitrina a Annabelle. Destinada a captar una nueva generación de espectadores, el filme no sólo está protagonizado por jóvenes y buenas actrices, sino que el director debutante Gary Dauberman no le ahorra tensión ni teme asustar a las chicas que tendrán que poner en su lugar a poderes malignos superiores en número y fuerza.
En un breve prólogo, vemos el momento en el que los Warren toman posesión de Annabelle para encerrarla en su cuarto de entidades malignas. Y es así como da comienzo esta cinta que funciona indirectamente como tercera parte por partida doble: tanto de la saga de los Warren (comenzada con El Conjuro) como la de la perturbadora muñeca. Traer de regreso a Vera Farmiga y Patrick Wilson, aunque sólo sea por un puñado de escenas, ha sido una jugada brillante. Con ambos vuelve el encanto de las películas iniciales de este universo maligno que con su expansión fue sufriendo reveses creativos y resultados desparejos.
El relato posmoderno cinematográfico desarrollado en Hollywood propició la moda de remakes y secuelas, impactando notablemente en el consumo de tales propuestas fílmicas. No obstante, su puesta en práctica data de mucho tiempo antes. Multiplicado a la enésima potencia en el cine del nuevo milenio, resultó reiterativa y tendenciosa la falta de criterio bien entendido, ausente de decencia artística e ideas originales por la que Hollywood recicló mediante remakes, recetas probadas para cual película fuera posible, a la vez que saturó la cartelera de secuelas donde la reiteración le ganó terreno a la inventiva. Los espectadores se acostumbraron, casi como un mandato, a ver la cartelera repleta de remakes y secuelas donde la originalidad brillaba por su ausencia, y un círculo vicioso tendía a alimentar esa reiteración cada vez más monótona. Este ejemplo puede verse también, aún con un dejo de fatalismo, como una especie de correspondencia entre la teoría contemporánea y las nuevas tecnologías mediáticas, porque han cambiado los procesos de lectura de un film. También lo son las malas secuelas. Cada vez que nos encontramos en cartelera con un ejemplar que renueva el género del terror, debemos tener en cuenta de que, quizás, estemos hablando de uno de los géneros más antiguos y prolíficos de la historia del cine. El terror ha brindado cuantiosos ejemplares que dan prueba de una vertiente temática que siempre consigue las formas y los modelos apropiados para reinventarse, aunque también es claro mencionar que la saturación al que el modelo genérico los ha llevado, producto de apresurar un cine de rápida consumición e inmediato efecto de taquilla. Este enfoque propició ciertos modelos de género en Estados Unidos muy superfluos, anclados en el rápido impacto y la anodina repetición ante lo cual se visibiliza cierto agotamiento que pone en perspectiva el presente de los mismos, en comparativa, por ejemplo, con el cine de terror religioso que se propagara durante los años 70, gracias a ejemplares como “El Exorcista” (William Friedkin, 1973) o “La Profecía” (Richard Donner, 1975). Una época gloriosa en las antípodas de la mediocre actualidad; un presente al que el cine de James Wan intenta revitalizar. Aquí, cobra vida por tercera ocasión el personaje de la diabólica muñeca Annabelle, y se proyecta como precuela de la película “El Conjuro”, que el director malayo dirigiera en 2013 y que tuviera su secuela dos años después. Su cine persigue ideas conceptuales muy claras: héroes perseguidos, atrapados en pesadillas suburbanas, capaces de generar en el espectador miedos sostenidos. Su cine ha pergeñado una serie de thrillers de acción masivos en su primera etapa (“Death Sentence”, “El Juego del Miedo”), para luego virar hacia un ejercicio audiovisual en donde priman malévolos muñecos y fantasmas espeluznantes (la saga “Insidous”). En tal sentido, resulta apreciable el abordaje al cine de terror que realiza James Wan: recurre a artificios visuales marcas registrada que provocan el impacto preciso sobre nuestros miedos, como objetos que se mueven, fotografía oscurecida y sombras enrojecidas que develan malignas presencias. Es el sello artístico de un auténtico propulsor de franquicias creativas que cimentan su éxito en el horror extremo y un bizarro sentido del humor. En “Annabelle 3”, se retoma la historia creada por Wan, quien únicamente cumplirá labores de producción, quedando la dirección y el guión en manos de Gary Dauberman. Este nuevo capítulo de la saga vuelve a traernos la historia de los demonólogos Ed y Lorraine Warren, combatiendo los espíritus malignos que despierta la inquietante muñeca. Las producciones de Wan se prueban como absolutamente rendidoras en términos comerciales y que ha proporcionado una cantidad inagotable de títulos a lo largo de la última década, no obstante, la ausencia de cierta decencia artística e ideas originales castiga este innecesario reciclaje de un personaje de éxito probado, que saturó la cartelera de Hollywood en los años recientes y que demuestra que la reiteración le ganó terreno a la inventiva.