MARVEL META En momentos en que el género de superhéroes muestra signos de agotamiento, Marvel, los responsables de su resurgimiento, buscan nuevas maneras de mantener su universo cinematográfico fresco. Guardians of the Galaxy (2014) primero y Ant-Man (2015) después, fueron ejemplos de este nuevo acercamiento. Personajes no populares entre el público mainstream pero con el suficiente appeal para dejar su marca en la cultura pop. Deadpool claramente es un anti-héroe, así fue concebido para los cómics en los 90. Ryan Reynolds interpretó una versión que nada tenía que ver con el Deadpool comiquero en “X-Men Origins: Wolverine” (2009). Inestable, hablador, superhumano con el poder de auto-sanación Deadpool es un personaje que pedía a gritos un filme que abarque todas las características que lo hicieron popular entre los lectores. Desde la impresionante secuencia de títulos, nos damos cuenta que esta no será un película más del MCU, los chistes paródicos y -sobretodo- auto-paródicos no cesan hasta el final. La autorreferencia y el rompimiento de la cuarta pared son una parte muy importante del cómic que podía resultar arriesgado llevar al cine. Los chistes -sobre Marvel, Reynolds y todo- no pueden ser más meta, pero el carisma de Ryan Reynolds, el ritmo que la edición le imprime a la historia, y un guión sólido, hacen que todo se sienta natural, inclusive lo inverosímil. Una linea de tiempo que va y viene para hacer la historia más fluida, escenas de acción filmadas con destreza, un gran uso de los X-Men: Colossus y Negasonic Teenage Warhead, y el delivery de stand up de T.J. Miller, todo confluye de manera perfecta para completar una película redonda en todos los aspectos, justo cuando creíamos que Marvel se venía cayendo…
El anti-héroe de Marvel debuta en la pantalla grande con mucha acción, algunas secuencias gore y burlándose con sarcasmo e ironía de diferentes personajes de comics, sobre todo con múltiples referencias a Lobezno, Cable y X-Men, entre otros. Deadpool llega a gran pantalla basado en el anti-héroe de Marvel creado por el artista Rob Liefeld y el escritor Fabian Nicieza, que tuvo su primera aparición en 1991 en las páginas de The New Mutants #98, y cuenta con la dirección del debutante Tim Miller, encargado de los efectos especiales de otra adaptación de un cómic: Scott Pilgrim contra el mundo.Valiéndose de flashbacks al comienzo para explicar el origen deDeadpool y lo que ocasiono que el antihéroe se embarque en la cacería de su detractor y salvador al mismo tiempo, e imprimiéndole un ritmo frenético al relato, Millerdosifica muy bien los momentos de humor, acción, drama y hasta deja lugar para algunas escenas gore, a la hora de la lucha cuerpo a cuerpo y disparos acertados.Ryan Reynolds interpreta a este exmilitar devenido en mercenario de poca monta, que vive satisfecho con su novia Vanessa -Morena Baccarin- hasta que llega la terrible noticia de que está gravemente enfermo de cáncer. Con los días contados decide someterse a un experimento en el cual es inoculado con ADN de Lobezno, adquiriendo su factor curativo y volviéndose indestructible, pero también estéticamente un monstruo y acentuando su oscuro y retorcido sentido del humor. Así es como este personaje poco ortodoxo llamado Wade Wilson, como una burla relacionada a Slade Wilson -nombre real de Deathstroke, un mercenario de los comics DC-, se convertirá enDeadpool, mitad villano mitad héroe, verborragico y arrogante, que no se toma nada en serio y sin leyes ni principios, para buscar al hombre que lo curo y al mismo tiempo destruyo su vida.Gran actuación de Ryan Reynoldsque logra absorber este personaje irreverente, insensible pero vulnerable y fundamentalmente irónico y burlón, que durante el relato rompe la 4ta pared con el espectador haciéndolo partícipe de la acción y múltiples guiños, burlas y referencias sobre el mundo de los superhéroes, incluso chistes sobre Star Wars y un cameo significativo del gran Stan Lee.A pesar de la historia de manual y el típico drama de los antihéroes,Miller sabe plasmar la acción, violencia y humor para hacer deDeadpool una atractiva e hilarante película de antihéroes, autoconsciente de la irreverencia con que parodia y provoca a los films del género y que logra ser la primera película de Marvel en burlarse de la marca.Deadpool entretiene desde los créditos del comienzo, y como era de esperar también exige quedarse hasta el final para ver la yapa.
Dueño indiscutido de la mejor campaña publicitaria de los últimos años, el mercenario mutante de Marvel Comics finalmente llegó a los cines. Pero, ¿es digno de semejante prensa, o es puro blabla? La génesis de Deadpool es bastante particular, ya que bien podría decirse que es una película hecha gracias a los fans. Como ya te contamos hace unos meses de manera súper detallada, en plena Comic-Con 2014, "se filtró" una suerte de trailer conceptual de una película de Deadpool que, más allá de los rumores que llevaban años oyéndose, aún no era para nada firme su realización. El clip, protagonizado por Ryan Reynolds (quien fuera vinculado al proyecto desde el 2004), mostraba al personaje atacando un vehículo de matones en plena autopista. Pero lo mejor de todo era que el actor se veía como Deadpool, sonaba como Deadpool, bromeaba como Deadpool, y rompía la cuarta pared como Deadpool (una de las principales características del personaje en los cómics). Dicho de otra manera: era todo lo que no había sido la bochornosa aparición de Deadpool en X-Men Origins: Wolverine (también interpretado por Reynolds). Ante la avalancha de pulgares arriba en las redes sociales por parte de la prensa especializada y de los fans, 20th Century Fox raudamente firmó el cheque y dió luz verde para que comience la producción de la tan esperada adaptación cinematográfica del personaje creado por Rob Liefeld y Fabian Nicieza en 1991. Es por eso que decimos que el film estuvo gestionado por los fans: ¿quién sabe cuánto tiempo más hubiera pasado antes que 20th Century Fox aprobara el proyecto, si no hubiera existido semejante presión del geekdom en las redes sociales? Desde los créditos iniciales, donde no mencionan a ninguno de los actores del elenco sino que los generalizan/estereotipan en diversos rubros (como "villano británico"), la película ya te brinda esa sensación de tranquilidad que suena en tu mente diciéndote "Estos tipos entendieron todo". "Estos tipos", por supuesto, son Rhett Reese y Paul Wernick, la misma dupla guionista de Zombieland, que -junto con la importante intervención del propio Reynolds- supieron plasmar en la pantalla grande todo lo que hace de Deadpool... bueno, Deadpool. Los incesantes latiguillos, la constante ruptura de la cuarta pared (en un momento, el personaje literalmente mueve la cámara para que no podamos ver qué sucede), la frialdad a la hora de asesinar gente y hasta los chistes subidos de tono y las puteadas; algo que, si bien en los cómics no puede hacer por un tema de censura, acá en el cine, con una calificación para Mayores de 16, utiliza con holgura. Pero todo esto de los gags y las referencias metatextuales no funcionaría con la suma eficacia con la que lo hace, si no fuera por Ryan Reynolds. El actor, que durante años se cargó el proyecto al hombro buscando la financiación necesaria por parte de la Fox, ES Deadpool. No tengan la menor duda al respecto. A pesar de estar con la máscara colocada durante gran parte de la cinta, uno puede imaginarse a la perfección cada gesto, cada mueca realizada por Reynolds a medida que dispara un chiste detrás de otro, con un ritmo y un timing envidiables: desde Green Lantern, sus propia carrera actoral, los X-Men ausentes, y hasta Liam Neeson (!), todos son observados por la lupa sarcástica de Deadpool; no por algo su apodo en los cómics es "The merc with a mouth" (algo así como "el mercenario bocón"). Por supuesto que ante semejante cantidad de chistes, algunos no dan en el blanco o (como audiencia latinoamericana) no entendemos del todo la referencia, pero la gran gran gran mayoría de ellos te van a sacar una risa. Respecto al resto del elenco, el círculo íntimo de Wade se compone de Vanessa (la bella Morena Baccarin, de Firefly), su amigo/barman/dealer de armas Weasel (T.J. Miller, de Silicon Valley), y su confidente y ciega roomate, Blind Al (Leslie Uggams, de la recordada serie televisiva Raíces). La química con cada uno de ellos es totalmente efectiva y convincente. Sentimos la pasión desbordada entre Wade y Vanessa (especialmente luego de ese montaje "festivo"), la camaradería sincera con Weasel (quien no duda en buscarle similitudes poco agraciadas luego de ver por primera vez su rostro desfigurado), y la confianza de entrecasa con Blind Al. Este trío secundario contribuye a que, si bien dista muchísimo de ser algo similar a un (super)héroe -como él mismo reconoce más de una vez-, podamos percibir a Wilson como alguien mucho más humano y sensible, y no como una simple máquina de matar y tirar chistes. Pero Deadpool, como todo buen personaje actual, forma parte de un universo mucho mayor, en este caso el de los X-Men. Es por eso que cuando Colossus (en la voz de Stefan Kapicic) y Negasonic Teenage Warhead (Brianna Hildebrand) aparecen para intentar convencerlo por enésima vez de que se una al equipo del Prof. Xavier, queda bien claro que la película está firmemente plantada en la franquicia mutante (y que hace como si X-Men Origins: Wolverine jamás hubiera existido, gracias a Dios). Realmente da gusto verlo a Piotr "Peter" Rasputin, con su acento tan soviético y su naturaleza de buen pibe, haciendo algo en pantalla, a diferencia de sus pasadas intervenciones cinematográficas. Por su parte, Negasonic Teenage Warhead es una interesante adición al equipo, gracias a su personalidad de adolescente desinteresada y cuasi-emo. Ambos aportan lo suyo en el combate final sin prolongar su presencia ni volverse tediosos... además de teasernos de cómo sería ver a Deadpool luchando en equipo junto a los X-Men, claro. La trama de la película es bastante simple y convencional, incluso para ser una "historia de origen": chico conoce chica, chico es diagnosticado con cáncer terminal, chico se somete a un dudoso experimento con la promesa de curarse, chico termina torturado y desfigurado, chico duda de reaparecer ante chica, chica es secuestrada por el malo, chico decide recuperar a su chica y, de paso, vengarse del malo. Es una película de superhéroes hecha y derecha, que por momentos transita el género romántico, el de horror, y termina en una clásica venganza. Sabiamente los realizadores optaron por arrancar el film in media res, en plena escena de acción, e ir mostrando mediante flashbacks cómo Wade Wilson se convirtió en Deadpool. A decir verdad, resulta algo molesto la forma en que los implementaron (los flashbacks no siempre están insertados en el mejor momento). Pero por suerte, promediando el relato, los recuerdos alcanzan al desarrollo presente, el recurso del flashback concluye y la acción transcurre de manera lineal hasta el desenlace. Quizás el punto más flojo -como muchas veces sucede en el género- es el de los villanos. Es que Ajax (interpretado por Ed Skrein, de The Transporter Refueled) y Angel Dust (Gina Carano, de Fast & Furious 6) son dos antagonistas de lo más genéricos, sin mayor profundidad ni grandes motivaciones. Pero, nobleza obliga, debemos aclarar que en los cómics Deadpool tampoco posee un gran antagonista propio; sus grandes y más recordados enfrentamientos siempre fueron con los villanos de otros, como Magneto o Apocalipsis; es por eso que, aunque decepciona un poco lo chato que resultan sus enemigos cinematográficos, tampoco nos sorprende. Por el lado de la dirección, el debutante Tim Miller plantea las escenas de acción de manera estilizada y con buen ojo, sin esconder las decapitaciones ni demás actos violentos perpetrados por nuestro particular protagonista. Es más, no sólo no las esconde, sino que nos las patea directamente a la cámara. Las coreografías de las peleas no hacen más que exaltar la agilidad y destreza física de Deadpool, quien pasa de utilizar armas de fuego a utilizar sus espadas con total naturalidad y fluidez. También debemos mencionar la gran banda sonora, con algunas canciones que definitivamente vas a salir cantando en voz baja a la salida del cine (como "Shoop" o "X gonna give it to you"), y un par de selecciones musicales que -por lo fuera de contexto- resultan brillantes. Entre la avalancha de películas de superhéroes que tuvimos en la última década (con un promedio de casi 5 films por año), y las que tendremos de acá al 2020, Deadpool se destaca por su originalidad (aún dentro de los parámetros del género), su metatextualidad, y su humor zarpado: sinceramente creo que me reí más viendo Deadpool que cualquier otra comedia en el 2015. Hay una escena en particular (que me recordó mucho a Alejo y Valentina), que surge totalmente de la nada y expone la demencia del personaje de manera bien definida, que te va a hacer reír a carcajadas. Los realizadores saben que le deben mucho a sus seguidores, y en cierta manera celebran esa fuerte presencia en la cultura pop, con referencias a Star Trek, Voltron e incluso Hora de Aventura. Además, la película es un claro signo de lo bien plantado y firme que está el género superheroico en Hollywood actualmente: de otra manera, un largometraje protagonizado por un personaje que sólo conocen los más geeks, con un actor principal que -aunque reconocido y popular- jamás metió un rotundo éxito de taquilla, y encima con calificación "Restringida" (algo a lo que los estudios le escapan como a la peste, porque implica una recaudación mucho menor), jamás hubiera visto la luz del proyector. Cada tanto Hollywood se acuerda de cómo era tomar algún riesgo. (Ah, por cierto: sí, hay un esperado cameo y una escena post-créditos. Pero definitivamente ninguno es lo que se esperan... pero por eso mismo deben uno de las mejores cameos y escenas post-créditos que hayamos visto. ¡No se lo pierdan!) VEREDICTO: 8.5 - DEMENCIALMENTE DIVERTIDA Deadpool es una de esas películas que uno, como fanático del género y viejo lector de cómics, no puede más que prender una vela y agradecerle a la Virgen por que existan en el mercado actual. Irreverente pero totalmente respetuosa de su audiencia comiquera, violenta, creativa, con buenas escenas de acción y -en especial- absolutamente divertida de punta a punta, nos cuesta pensar un mejor debut para un personaje en la pantalla grande. Felicitaciones para Ryan Reynolds y los realizadores. Ahora sí: ¡queremos verlo junto a Wolverine!
Ryan Reynolds nació para interpretar a Wade Wilson, Deadpool, el "merc with a mouth". Fue una desgracia mayor para todos los involucrados en X-Men Origins: Wolverine que el resultado de la presentación del personaje haya sido tan tibia, en comparación con la explosión de violencia e hilaridad con la que Wilson siempre contó. Deadpool entonces es una inestimable cuerda de salvación tanto para el mercenario como para la carrera superheróica de Reynolds, para quien finalmente la tercera es la vencida tras los fracasos de Origins y Green Lantern. Mucho de lo que hace a la película debut de Tim Miller transformarse en una verdadera fiesta cinéfila es la luz verde que le dio Fox a él y a sus guionistas Paul Wernick y Rhett Reese (Zombieland, G.I. Joe: Retaliation) para hacer lo que se les caiga en gracia. Con un presupuesto relativamente pequeño para una entrada del universo Marvel o X-Men -$58 millones- la colaboración del trío se las tiene que arreglar para representar al personaje y conectar lo suficiente con el universo compartido superior a base de puro corazón. Ya desde la campaña promocional se veía venir una película de superhéroes diferente, pero a la vez el estudio fue cauteloso con un film "pequeño" dentro de los parámetros usuales, cosa de que si no llega a funcionar, se cubran sus propias espaldas. Pero Deadpool tiene que andar bien a toda costa. Cualquier falencia o carencia que el proyecto posea, se la disfraza con una cantidad ingente de chistes y referencias que destrozan simplemente la cuarta pared, donde se lo hace partícipe al espectador en todo momento. Hay momentos en los que la platea se estará partiendo tanto de la risa que no prestará tanta atención a los detalles. Y eso, aunque a veces daña, no es el caso de Deadpool. Desde los mismos títulos del comienzo y la aplastante secuencia inicial, estamos claramente frente a la atípica entrada en el mundo Marvel que hasta ahora, nunca habíamos presenciado. En la televisión, Daredevil y Jessica Jones allanaron un poco el camino, y gracias a Fox tenemos una comedia restringida con todos los condimentos de un cómic presentes. Todo lo que siempre quiso ser una adaptación comiquera y nunca pudo por cuestiones comerciales -mientras más gente vea la película, mejor- hoy es realidad. La historia de orígenes es bastante simple y está contada a dos tiempos, algo bien sencillo para presentar al personaje y en un futuro aumentar la realidad del mundo donde camina Deadpool. Repito, hay que hacer maravillas con un presupuesto acotado, y desde el guión Wernick y Reese se sacan un sobresaliente, y el debut de Miller como director ya venía augurado desde esa inolvidable secuencia de créditos en The Girl with the Dragon Tattoo de Fincher. Miller, siendo un creativo visual y artista de tales efectos, tiene la suficiente visión para acompañar con impactantes y grotescas secuencias de acción al Merc y sus acompañantes, en este caso el mutante Coloso que ya todos conocemos de la saga X-Men y la joven Negasonic Teenage Warhead, una muchachita con energía de sobra. De más está decir que Reynolds está fabuloso como Deadpool. Se nota a la legua que ha nacido para interpretar A Wade Wilson, que no quedó conforme con su primera aparición y que ha hecho lo imposible por contarla bien de una vez por todas. Como comediante siempre tuvo esa facilidad para entregar líneas a toda velocidad, y como héroe de acción, siempre sigue probando sus límites. Como contrapartida humorística, el siempre talentoso T.J. Miller actúa como mejor amigo y confidente de Wilson, siempre dispuesto a un ping-pong de improvisación, mientras que en la parte de acción el villano Ajax de Ed Skrein parte y reparte para todos lados, siendo un villano un tanto tranquilo pero funcional a la trama. Por el lado de las féminas, Morena Baccarin se divierte bastante como el interés romántico del antihéroe luego de su paso dramático por la serie Homeland, mientras que Gina Carano vuelve a aportr su granito de arena como heroína de acción y la joven Brianna Hildebrand también se divierte con su mutante X de mal carácter. Deadpool es un conjunto de viñetas de cómic que cobran vida en la pantalla grande. Es un festín de guiños, comentarios, acción, violencia y más violencia, todo lo que un cómic tiene que ser, sin filtros, sin tapujos. Es una verdadera fiesta que no le hace asco a nada y a la cual el término irreverente le queda corto. Bravo por Reynolds, que finalmente logró su cometido y con creces.
Ryan Reynolds tuvo su tercera oportunidad para interpretar a un superhéroe y no la desperdició. En realidad, poco de héroe tiene este personaje salido de las viñetas de Marvel en los 90, pero dada la invasión de adaptaciones comiqueras en la última década, tener tu propio personaje en alguno de los tres universos (Disney, Fox y Warner) es una oferta difícil de rechazar, sobretodo si vas en busca de la revancha. Deadpool es una explosión de humor, chistes subidos de tono, sangre y mucha conversación con sí mismo y con los espectadores. La película dirigida por Tim Miller sobresale del resto de las superheróicas porque responde a una consigna diferente: reírse de sí mismo y del mundo real. Uno de los recursos más utilizados en el film es el poder cruzar la cuarta pared y encontrarse con el público, lanzarle un chiste directo camuflado de amenaza o comentario con respecto a la situación vivida en cada momento y cuanto más escatológico mejor. A diferencia del cómic, donde va por todos lados haciendo lo que quiere, aquí hay una misión bien definida, lo que lo hace más entretenido: venganza y amor (lástima el modo de cómo fue tratado este último). La experiencia con este tipo de films es que cuando llegue la secuela (que seguro existirá), el potencial del personaje se explotará aún más. Este es sólo el primer intento de un Deadpool genuino en pantalla, con película propia, y salió más que airoso. Quien ya conoce al álter ego de Wade Wilson sabe lo que le espera en la sala de cine. Para quien no, y si todavía existe alguien que aún no sepa cuál es el estilo del superhéroe después de su gran campaña de publicidad, se encontrará con una película distinta de un personaje que saltó de las viñetas a la pantalla grande. Por el lado de Ryan Reynolds, no sólo se compromete con el papel, sino que parece haber nacido para él. Luego de ya haber interpretado en 2009 al personaje (una aberración más parecida a Baraka de Mortal Kombat que al verdadero Wade Wilson), parece que la redención para el actor es la que él y los fans esperaban. ¿Cumple con todo lo que se espera del personaje? Con creces. El actor encarna a Deadpool de forma orgánica, al mostrar que todos sus esfuerzos para lograr hacer esta película rindieron frutos. Todo en este largometraje es una carta de amor de los involucrados en la producción al simpático individuo de Marvel. Mucho también tiene que ver la campaña de marketing elegida para promocionar la película: tráilers, spots, pósters, tarjetas de navidad, apariciones en diferentes programas de TV, todos con la impronta del superhéroe y el traje tan bien logrado, fueron algunas de las herramientas para ayudar a Reynolds a convertirse en el verdadero Deadpool. Tim Miller debuta en el cine como director de largometraje con una marca registrada que seguro le abrirá puertas por su estilo bien marcado a la hora de filmar. Miller explota con solvencia las cualidades de Deadpool, como poder hablar de la franquicia de Fox, de personajes y hechos de la vida real, así como también del pasado del personaje en la pantalla grande. Sobran las referencias sexuales y a los estupefacientes, pero por eso fue calificada para mayores de 16. La inclusión de los dos X-Men, Coloso y Neegasonic Teenage Wardhead, no es sólo una excusa para mencionar que Deadpool también fue parte de la franquicia mutante y que hay varias conexiones que a futuro pueden llegar a unirlos, sino que también funcionan en las partes de acción y una excusa para reírse de la propia franquicia cuantas veces se lo tenga permitido. Coloso, interpretado por Stefan Kapicic (previamente encarnado por Daniel Cudmore) está muy bien logrado desde su acento hasta el efecto metálico de su piel y su función como partner -por momento es exquisita-. Por el lado, la aprendiz mutante Neegasonic, también resulta ser un testing para ser incluida en alguna futura película de X-Men, X-Force o la secuela de Deadpool, que seguro ya deben haber incluido en algún calendario secreto que todavía no ha sido revelado. Un ejemplo de estos momentos en el cuál parece una película básica es en la elección y perfil de los villanos. Nadie recuerda a Ajax (Ed Skrein) ni Angel Dust (Gina Carano) como grandes personajes en las viñetas, y tampoco lo hará luego de este film. La faltó desarrollo en esos personajes y realizar una conexion más directa con el universo al que pertenece; por ejemplo, mencionar que son de Weapon-X hubiese sido un buen guiño. Pero también hay que reconocer que eso le hubiese quitado tiempo a Wade Wilson, su historia de amor y su búsqueda de venganza. Morena Baccarin está despampanante. Si bien no tiene ningún rol de superheroína como el que se esperaba, ni tampoco alguna referencia a Copycat, la morocha encarna lo distintivo del film: el amor de Wade Wilson. Como se mencionó antes, el mercenario con poder regenerativo, no posee un objetivo claro ni un amor que lo desvela en las viñetas, sin embargo, en esta película, la inclusión de estos dos elementos resultan un acierto. No así el modo en el que fue narrado: flashbacks largos, una historia desequilibrada desde lo narrativo, y oros puntos flojos. El miedo a que el personaje vuelva a ser manoseado y mal realizado estuvo desde que se anunció la película. Pero también estaba esa brisa renovadora y esperanzadora que provino desde el test digital que se lanzó hace dos años que aparece en algún fragmento de la película: Deadpool se lanza desde la autopista, cae en una camioneta y comienza a repartir puños, patadas y chistes malos. Afortunadamente, la cinta cuenta con todo lo que uno podría esperar: la ruptura de la cuarta pared, bromas vulgares, sexo, violencia, decenas de diálogos graciosos y hasta una escena post-créditos única que funciona como una nueva broma y un anuncio. Si bien las presentaciones de personajes en la pantalla grande no siempre suelen salir airosas de su primer encuentro con la crítica y los espectadores, en esta oportunidad el film logra aprobar como una película que ofrece toda una técnica nueva -también propia del personaje en los cómics- de poder llegar al espectador. Más allá de los errores de guión y los extensos flashbacks contando como Wade Wilson se convirtió en el héroe con el factor curativo similar al de Wolverine, la película cumple, sobre todo en los momentos de acción como el comienzo del film y esa batalla en la autopista que se puede ver casi completa en los trailers y spots. Deadpool y Ryan Reynolds logran su objetivo, se llevan el premio mayor y crean una película tan delirante y grosera como el cómic en el que se basa. Los fans quedarán satisfechos, entusiasmados para lo que se viene, y los que no lo conocen de antes se sorprenderán de lo interesante y divertido que puede ser este personaje. ¿Será este un film que evidencie las posibilidades narrativas de adaptar un cómic desde su esencia sin ser fan service? La respuesta la daría el mismo Deadpool: “¿A quién mierda le importa?”
Después de muchas idas y venidas, finalmente Deadpool logró tener su propia película: Las dudas, sobre todo luego de su fallida intervención secundaria en X-Men Origins: Wolverine abundaban, más aún cuando se anunció que repetiría el mismo interprete, Ryan Reynolds, cuyo currículum poniéndole la piel a superhéroes no era el mejor. El personaje no es de los más sencillos en llevar a la pantalla, prueba de ello el fallido intento en aquel film de Gavin Hood. Entonces, lo primero que hay que decir para tranquilidad de los fans; la prueba ha sido superada. Deadpol es un film que no engaña. Desde sus primeras imágenes promocionales, sus múltiples y llamativos afiches, y trailers; podíamos adivinar cómo vendría la mano. Estamos frente a una comedia más que a un film de acción o aventuras (llamar a Deadpool Superhéroe sería complicado). Desde los “originales” créditos iniciales (prepárense para tararear el clásico naif Angel of Morning durante días), uno de los mejores momentos del metraje, la sonrisa se instala en la cara y la carcajada se suelta a raudales sin abandonarla nunca. Estamos en medio de algo no convencional. Wade Wilson/Deadpool le habla a los espectadores, se ríe de todo, provoca, maneja referencias constantes a la cultura pop, se mofa de su productora, de su universo comiquero, de los clichés típicos de toda película de este género, y principalmente apunta sus mejores dardos al mundillo de Hollywood, Hugh “Wolverine” Jackman, y Ryan Reynolds, el actor detrás de la máscara. La historia es sencilla, y quizás ese sea el punto debatible del asunto. Mediante constantes flashback nos presentan a Wade Wilson (Reynolds), un matón y asesino a sueldo de poca monta pero eficacia comprobada. Es una historia de amor (y una bastante buena en tiempos de San Valentín), en un bar conoce a su enamorada Vanessa (Morena Baccarin, dando justo en la talla para los requerimientos del personaje), la atracción es inmediata, pasan los años, se fortalecen, llega la desgracia. A Wade le descubren cáncer con metástasis varias, sin ninguna solución, por lo menos no de las tradicionales. En el bar de su amigo hace su aparición un hombre de traje que propone curarlo haciendo despertar los genes mutantes en él (es el universo de X–Men) para que luego se una a una supuesta liga. Desesperado acepta, pero las consecuencias son terribles, el científico y villano principal Ajax/Francis (Ed Skrein) lo somete, tortura y desfigura su rostro. De ahí en más, a la utilización del traje, la desaparición de la sociedad, y la búsqueda de venganza ya convertido en Deadpool, un implacable asesino a sueldo. Decimos que el argumento es lo más debatible, porque allí dónde Deadpool brilla en sus dardos cómicos, no es tan eficaz cuando de aventura se trate. Sus villanos, sobre todo el principal, Ajax, adolecen de peso narrativo y escénico. Las escenas de acción son resueltas de modo apenas correcto, discreto. Algo similar sucede con los dos X-Men que aparecen en pantalla Colossus (voz de Stefan Kapicic) y Negasonic Teenage Warhead (Brianna Hildebrand). Como se burla el protagonista, son personajes de segunda línea, sin mucho más para agregar. Como si todo girase alrededor de Wade/Deadpool y sus constantes y muy eficaces humoradas, todo está puesto al servicio de ello, y lo único que sobresale es Vanessa por la solvente labor de Baccarin, su imponente presencia en pantalla y la química que logra con Reynolds. Lo fundamental es que tal y cómo está concebida la propuesta, esta falta de peso argumental, no perjudica en gran medida al resultado del film del debutante Tim Miller. Deadpool es una comedia, uno entra a la sala a ver eso, y en ese aspecto, brilla, es novedosa (la ruptura de la cuarta pared, y la autoconciencia de “ser una película” es un hallazgo perfecto para la complicidad) y nos hace pasar una estadía muy placentera. Reynolds está a la altura de la circunstancia, y hasta aporta algún peso dramático en las contadas escenas serias; logra reivindicarse luego de tres intentos infructuosos en el mundo de lo heroico. Deadpool probablemente sea un film menor no destinado a ser el tanque más grande del año (para eso, su productora Fox tiene otra entrega de la saga X-Men); ni siquiera intenta serlo. Es un pasatiempo alegre, zafado, irreverente, lleno de doble sentido (ojo padres que se tienten frente a la posibilidad de las copias dobladas), y brioso. Tal cual los orígenes del comic, violencia y carcajadas en dosis similares. Ideal para un balde gigante de pochoclo.
El personaje Deadpool es un personaje de quiebre dentro del universo Marvel, tan alejado de estereotipos del héroe clásico que se acerca, en la adaptación fíllmica de Tim Miller “Deadpool”(USA, 2016) a la reciente “Ant-Man”, principalmente en cuanto a no tomarse en serio el cine de comics y reinventar un nuevo sistema narrativo que además centrifuga la cultura popular en cada escena. “Deadpool” se centra en Wade Wilson (Ryan Reynolds), un matón que un día ve como su mundo perfecto junto a su mujer (Morena Baccarin) y sus anhelos se derrumban al detectarle un cáncer terminal e irreversible. Mientras toma la decisión de alejarse de Vanessa (Baccarin) le aparece una posibilidad de entrar en un programa que lo convertirá en un ser poderoso, pero nunca terminan de aclararle las verdaderas consecuencias. Así, desde la clandestinidad, no sólo deberá intentar buscar venganza y aniquilar a aquellos que no fueron claros a la hora de ofrecerle la panacea, sino que, además, deberá mantenerse alejado de su mujer para evitar que ella vea cómo realmente es. Leyendo así la simple línea de la historia, uno puede pensar que una vez más la venganza como motor frente a la inevitable aceptación de lo imposible de revertir (en este caso la apariencia), puede ser reiterativa como tema del universo creado por Stan Lee (que por cierto tiene en “Deadpool” uno de sus más divertidos cameos), sino basta ver los conflictuados Hulk y La cosa, como para mencionar sólo a dos personajes, pero en “Deadpool”, el humor es aquello que termina redoblando la apuesta y reforzando su idea central. Wade es un malhablado, buscapleitos, negador de la realidad y que a fuerza de puño y patadas se ha hecho un lugar dentro del mundo de la lucha contra el crimen. Si bien intentó mantenerse alejado de la captura sentimental, al conocer a Vanessa su idea sobre las relaciones cambian, y así como la película va y viene con flashbacks hasta el momento inicial de su poderosa transformación y lucha, también sus pensamientos mutaron al enfrentarse primero a la cruel realidad de la enfermedad y su mortalidad, y luego ante un cambio inevitable que lo convirtió en un ser de la oscuridad. El hábil e ingenioso guión de Paul Wernick y Rhett Reese, además, pudieron condensar no sólo el cinismo y la ironía del personaje, sino que, además, fueron más allá potenciando esa veta única e inimitable de Deadpool con las mútiples referencias a la cultura más popular, aquella a la que el personaje termina perteneciendo. Si Ryan Reynolds hace bromas con sus anteriores participaciones como héroe de filme basado en comics (por favor no me den un traje verde), es también porque acepta que el contrato de lectura de “Deadpool” permite la infinidad de licencias en las que la identificación del espectador evitará considerar a la película como un filme de ruptura. La presencia de la mirada a cámara (más allá que detrás de la máscara del personaje no veamos los ojos) y la mención constante a la cuarta pared y su corrimiento, también hacen de “Deadpool” un objeto interesante más allá de su propuesta, en la superficie, de filme de género. En “Deadpool” se hace todo bien, y el disfrute es innegable e imposible de no asumir que estamos ante una de las comedias más bizarras e irreverentes, en el buen sentido, que el cine americano ha dado en los últimos años.
Marvel satiriza a Marvel con Deadpool, ópera prima de Tim Miller, donde el humor autoconsciente se impone ante una historia bastante simplista para el universo de súper héroes. Ryan Reynolds merecía la reivindicación. Notable comediante canadiense, Reynolds entró en Hollywood después de protagonizar algunas sitcoms olvidables. Después de probar suerte con comedias “zafadas”, pasó a ser el galán de comedias románticas y a alguien se le ocurrió que sería un buen superhéroe. Primer secundó a Blade en la tercera y más olvidable secuela del cazavampiros de Wesley Snipes,; luego le adjudicaron un horrible cameo como Deadpool en X-Men Orígenes: Wolverine y por último fue protagonista en Linterna verde y RIPD, policías del más allá, dos adaptaciones fallidas del universo DC. Parecía que Reynolds estaba condenado a mediocres propuestas indies como la sobrevalorada Enterrado o The Captive -una de las últimas películas de Atom Egoyan, destruida por la crítica en Cannes- cuando Marvel decidió darle otra oportunidad a Deadpool, pero siendo fiel a las raíces del personaje. Wade es un ex soldado de Irak que se dedica a usar sus tácticas para asustar bullies. Después que se enamora de una prostituta, a Wade le detectan un cáncer terminal. Deprimido, el personaje acepta la proposición de un agente, que le ofrece curarlo y convertirlo en un super soldado. Wade termina siendo víctima de múltiples torturas de un científico llamado Ajax . El protagonista adquiere fuerzas sobrenaturales y el poder de autocurarse, estilo Wolverine. Wade promete vengarse de Ajax por convertirlo en un monstruo y no tener la oportunidad de volver ver a su novia Vanesa. Básicamente, esto es Deadpool, y al mismo tiempo no lo es. El film de Miller se convierte por la ironía de su personaje en una sátira al universo de los superhéroes con un lenguaje metacinematográfico, donde Wade le habla directamente al espectador siendo consciente no solamente que está dentro de un film, sino que además es consciente de la propia autoconsciencia que está llevando a cabo. Deadpool son tres películas en una que confluyen en forma bastante dinámica. Por un lado es esta sátira con humor al estilo Hermanos Zucker –La pistola desnuda-, por otro una divertida historia de venganza, con un superhéroe “canchero”, y por último el film más provocador de la factoría Marvel hasta el momento con variados desnudos, visceral carga de violencia –no muy realista, sino más cercana a Rodríguez y Tarantino- y un humor más “adulto”. De principio a fin vale destacar las múltiples citas –la mejor de todas es la escena posterior a los créditos- y el ingenio del talentoso Tim Miller, diseñador de Video Juegos, efectos especiales y secuencia de títulos como La chica del dragón tatuado, de David Fincher. Toda la secuencia que estructura el film es una persecución por una autopista visualmente estimulante. El guión pertenece a Paul Wernick y Rhet Reese, la misma dupla de Tierra de zombis, por lo que se comprende perfectamente de donde viene el sarcasmo y el humor autoreferencial. Sin embargo, más allá del funcionamiento de los gags y las secuencias de acción, lo mejor de Deadpool es la capacidad de Ryan Reynolds para reírse de sus propios fracasos en su carrera. Es obvio que la mayoría de los guiños están orientados a un público freak y cinéfilo. La presencia de Reynolds le resta protagonismo al resto del elenco encabezado por Morena Baccarin, Ed Krein y Gina Carano. De hecho, los problemas de Deadpool pasan por la intrascendente trama central, la pereza de los flashbacks románticos y el poco carisma de los personajes secundarios, lo que beneficia a que Wade/Deadpool y el protagonista –también productor- resalten todavía más. Un divertido entretenimiento y pasatiempo cinéfilo, Deadpool, es un film que evade los lugares comunes de las películas de superhéroes acercando a Marvel a un terreno más arriesgado a nivel narrativo y comercial del que sale airoso gracias al humor y el talento de Ryan Reynolds.
Máximo grado de provocación En una industria cinematográfica dominada desde hace años por las películas de superhéroes (y, dentro del subgénero, por los personajes de Marvel), los productores, guionistas y directores deben ingeniárselas para diferenciarse de lo mucho ya visto. En este sentido, Deadpool apuesta por el humor zafado antes que por la espectacularidad de la acción, por un juego irónico destinado a aquellos ya un poco cansados de tantos films similares y por situaciones bastante más extremas en términos de violencia, sexo y lenguaje que las que suelen dedicarse al target habitual de este tipo de productos: niños y adolescentes. No es la primera vez que Hollywood parodia el cine de superhéroes (está, por ejemplo, la saga de Kick-Ass) y ni siquiera es la primera oportunidad en que Marvel se juega a pleno por la comedia (Ant-Man, Guardianes de la Galaxia y hasta el Iron Man de Robert Downey Jr. también transitaban ese camino), pero ninguno alcanzó el nivel de autoconciencia y autorreferencialidad ni el grado de provocación (escatología y vulgaridad incluidas) de Deadpool. Ryan Reynolds interpreta a Wade Wilson/Deadpool, un auténtico antihéroe, un perdedor que como en la historieta suele hablarle directamente al espectador con la idea de generar códigos de identificación y empatía. Surgido de forma muy lateral de la saga de X-Men (también propiedad de Fox en cine), Deadpool es un renegado que se burla incluso de esos mutantes. De todas maneras, nada (ni siquiera los insultos) pueden ser tomados demasiado en serio en esta película. Desde los créditos de apertura, todo es broma, sarcasmo y autoparodia, como si se estuviera más cerca de la irreverencia de la nueva comedia estadounidense que del cine de superhéroes. Wade tiene una novia (una prostituta de buen corazón llamada Vanessa, que interpreta Morena Baccarin), pero cuando intenta llevar una vida más o menos normal se le diagnostica un cáncer terminal. Su única opción es someterse a un tratamiento experimental a cargo del sádico científico Ajax (Ed Skrein). Deadpool se salva, pero queda con todo el rostro desfigurado. Los personajes secundarios no tienen demasiado despliegue. Deadpool contará con la ayuda de dos mutantes de X-Men (el gigante metálico Colossus y la adolescente rebelde Ellie Phimister/Negasonic Teenage Warhead), mientras que Ajax tendrá como ladera a Angel Dust (la campeona de artes marciales Gina Carano). El principal problema de esta ópera prima de Tim Miller es que la idea de reírse de todo y de todos, del uso permanente de los chistes internos, de las referencias a la cultura popular y de la voz en off cínica tiene un efecto limitado que se va desvaneciendo, esfumando con el correr de los minutos. De hecho, más allá del ingenioso despliegue de los efectos visuales, Deadpool se resuelve en términos muy similares al del resto de las películas de Marvel a las que en principio cuestionaba. El espíritu subversivo, se sabe, tiene sus límites. Sobre todo en Hollywood.
Un superhéroe del stand up Hay humor del bueno desde el primer minuto hasta el último, con acción a la altura de los chistes. Si Iron-Man, los Guardianes de la Galaxia y Ant-Man habían llegado al universo Marvel para ponerle una cuota de humor al asunto de la eterna lucha entre el bien y el mal, Deadpool directamente es más un súper standapero que un superhéroe. Ya desde los títulos iniciales (el director, el debutante Tim Miller, es “un títere con un sueldo excesivo” y los guionistas, Rhett Reese y Paul Wernick, son “los verdaderos héroes de esta historia”) nos enteramos de que aquí habrá paladines, villanos y acción, pero nada será tomado demasiado en serio. Y cuando decimos nada, es nada: hay chistes sobre feminismo, pedofilia, masturbación; cantidad de bromas sexualmente explícitas. Y muchísimo meta-humor: Wade Wilson/Deadpool es como un amigo cómplice sentado al lado nuestro en el cine, haciéndonos comentarios sarcásticos sobre lo que estamos viendo. Constantemente rompe la cuarta pared (y también se ríe de eso). Hay, por supuesto, recurrentes guiños pop a la subcultura de los superhéroes: el tradicional cameo de Stan Lee es apenas uno más entre las burlas a Ryan Reynolds y su papelón como Linterna Verde, a los X-Men y el universo Marvel. En fin, a la solemnidad monástica que tantas veces endurece a los superhéroes. Este desparpajo respeta la línea de los cómics creados hace 25 años por el guionista Fabián Nicieza -argentino de nacimiento, estadounidense por adopción- y el dibujante Rob Liefeld: es la reivindicación de un personaje que había sido desperdiciado en Wolverine, donde el propio Reynolds había encarnado a un Deadpool siniestro, silencioso y con la gracia de una momia, que terminaba muerto por las garras de Wolverine y su hermano. También es la gran revancha de Reynolds, que hasta ahora era un galancete bobo y musculoso de los tantos que pululan por Hollywood. Lo bueno es que detrás de todos los chistes hay una historia sólida, con escenas de acción a la altura del humor. Se cumple una regla de las sagas de superhéroes: las primeras películas, las que cuentan los orígenes, suelen funcionar. Ah, quédense hasta después del final: el stand up heroico nunca se detiene.
El culposo sentido del disfrute Si algo caracteriza a Deadpool (2016) es su irreverencia y provocación. Así, la adaptación cinematográfica del comic que ha dirigido Tim Miller y protagonizan Ryan Reynolds, T.J. Miller, Morena Baccarin y Gina Carano, se convierte en el la primera película basada en un personaje Marvel que desafía todos los límites de la incorreción política. La trama se centra en Wade Wilson (Ryan Reynolds), un antiguo miembro de las fuerzas especiales convertido en mercenario. Enfermo de cáncer terminal, forma parte de un experimento que le otorga el poder de una curación acelerada, y es ahí cuando adopta el alter ego de Deadpool. Armado con sus nuevas habilidades y un retorcido sentido del humor, Deadpool se dedicará a buscar al villano que le arruinó su vida. Deadpool no es la típica película de superhéroes a la que están acostumbrados los seguidores de este género, y mucho menos los de la factoría Marvel. A tener en cuenta: hay desnudos, chistes con referencias sexuales, sadismo y diálogos tan ácidos como corrosivos, aunque vale aclarar que todo en un sentido humorístico. Esto hace que Deadpool tome distancia de todo lo visto hasta el momento poniendo en pantalla a un (anti)superhéroe con una línea ideológica que juega con la incorrección política llevándola hasta lugares inimaginables. Las escenas de acción se resuelven siempre al borde del grotesco, desatando carcajadas en varias ocasiones. Elemento que funciona de maravilla ante el planteo narrativo y estético que hace foco en un humor corrosivo, la repetición de gags, lo paródico y el uso desacerbado de la ironía. Ryan Reynolds tiene la habilidad de reírse de sí mismo y no faltan las referencias a X-Men Orígenes: Wolverine (2009) y a Linterna Verde (Green Lantern, 2011) fracaso de crítica y público del que el actor saca provecho esta vez a través de un guion armado para su lucimiento personal, y del cual aprovecha para tomar revancha. Sin dudas Deadpool le encuentra una vuelta de tuerca al universo de los superhéroes y funciona más como una comedia que como una película de acción. Y es ahí en donde gana. Tanto en la original poética en que decide mostrarlos, como en una puesta en escena que está siempre a cinco segundos del caos.
Buscándole la vuelta creativa a la enorme cantidad de películas de superhéroes que existen en el mercado, Marvel apostó en DEADPOOL por un cambio, si no drástico, al menos lo suficientemente llamativo como para generar una expectativa diferente. Y la película en sí funciona un poco como sus trailers, posters y otros productos promocionales: la combinación de una trama clásica de superhéroes con un humor corrosivo, ácido y autoreferente que la lleva a explorar otros costados de este tipo de universos. No es nada nuevo lo que propone DEADPOOL. Todo ya se ha hecho antes pero aquí está lanzado en a 300 kms. por hora. Veamos: el superhéroe que se ve a sí mismo como antihéroe y al que no le importa salvar el mundo ni nada parecido, los comentarios irónicos permanentes, el rompimiento de la llamada “cuarta pared” (con el protagonista hablando a cámara), las bromas internas sobre el género, los chistes con el mundo real y las guasadas y escenas hot que le garantizan una calificación no apta para menores. Todo se vio antes, claro, hasta en películas de los ’80 y ’90 (me viene a la mente EL ULTIMO HEROE DE ACCION, con Arnold Schwarzenegger, entre otras), pero lo que la diferencia en esta película de muchas otras deconstrucciones es que el operativo, durante buena parte del tiempo, funciona bastante bien. Gran parte del mérito es del guión y de Ryan Reynolds. O, mejor dicho, de la manera en la que el protagonista aprovecha esos textos entre irónicos, ingeniosos y zarpados para construir a este antihéroe, un personaje cercano al mundo de X-MEN pero que no quiere integrarse a esa “escuelita manejada por un pedófilo”. La película arranca a media res, en medio de una escena de acción espectacular en la que se superponen los títulos de una manera tal que queda claro cuál será el tono de la película. La escena entra en una serie de variadas pausas para que esta criatura en spandex rojo se dirija a los espectadores y nos cuente cómo llegó hasta ahí. Es así que la película se construye como una serie de flashbacks que vuelven varias veces a esa escena para finalmente seguir hacia la resolución. En esos flashbacks vemos que Deadpool era Wade Wilson, un duro mercenario que tendía a juntarse con otros de similar calaña en lugares de mala muerte. Allí conoce a Vanessa (Morena Baccarin, de HOMELAND), una prostituta de esa misma tribu con la que se engancha y procede a tener una maratón sexual que se extiende por… un año. Hasta que el hombre súbitamente descubre que tiene un cáncer terminal. Y acepta someterse a un tratamiento experimental para curarse. No hace falta que les diga que ese tratamiento no sale del todo bien, por lo que Wade queda desfigurado, con intención de vengarse de quien lo operó pero, a la vez, con poderes que le permiten –como a su colega Wolverine– autoregenerarse y curarse de cualquier herida. Eso sí: su cara está tan deformada que no solo tiene que ponerse un traje que la cubra e inventarse un nuevo nombre sino abandonar a su chica pasando a una especie de clandestinidad. La trama en sí no tiene nada de particular: un villano a vencer con una durísima sidekick que encarna Gina Carano enfrentada a nuestro antihéroe a quien acompañan dos mutantes del más bajo rango de los X-MEN: Colossus (una mole que parece la versión sovética y de autoayuda de Hulk) y una adolescente torturada que se convierte en una bola de fuego pero la mayor parte del tiempo no despega la vista de Twitter. Las escenas de acción están construidas con la espectacularidad de un carísimo aviso publicitario y muchos efectos especiales que permiten que la cámara se entrometa por lugares imposibles en medio de planos fijos o en cámara lenta. Pero el secreto vuelve a ser el tono ácido y pícaro de Reynolds, permanentemente haciendo comentarios irónicos sobre otros superhéroes, sobre los actores que los interpretan, sobre las miserias de Hollywood y con los infaltables e inevitables chistes sobre la actualidad que llevan a la serie al terreno del sketch televisivo de un Saturday Night Live. No es una gran pelicula DEADPOOL ni mucho menos, pero es relativamente refrescante dentro del panorama de producción en serie de Marvel. Dirigida por Tim Miller en su primera película (viene, caramba, de la publicidad), la película no pertenece al tronco oficial de los filmes de Marvel con Disney sino que es un spin-off de X-MEN, controlada por Fox. Después del fracaso de LOS CUATRO FANTASTICOS y la medianía de la mayoría de los títulos recientes del género, DEADPOOL entra en un terreno similar al de ANT-MAN, GUARDIANES DE LA GALAXIA o KICK-ASS, logrando subir la apuesta todavía más de lo que lo hicieron esas películas. Y, finalmente, le da a Ryan Reynolds el papel por el que este muy solvente pero habitualmente menospreciado actor (y cada vez mejor comediante) podrá ser identificado de aquí en adelante. Y del que podrá burlarse en las secuelas…
También, en simultáneo con Estados Unidos llega Deadpool, que nos presenta a Wade Wilson, un ex agente de fuerzas especiales que se somete a un experimento para salvar su vida. La operación no sale como esperaba y queda desfigurado pero también con el poder de la autocuración. Así, decidido a encontrar a los hombres que destruyeron su vida, adopta la forma de un superhéroe bastante particular. Olvídense de cualquier película de héroes que hayan visto, ninguna es tan salvaje, original y fresca como Deadpool. Tim Miller es el responsable de esta cinta "políticamente incorrecta" en la que Ryan Reynolds no teme ponerse en la picota para un sinnúmero de chistes autorreferenciales y un montón de momentos de humor oscuro y sangriento. Probablemente sea esta la película de súper hombres más adulta de la historia del cine y no por su argumento (bastante elemental por cierto) sino por su arriesgado tono sexual y gore que, hay que decirlo, nunca resulta pornográfico. Divertida y entretenida hasta la médula, es el ejemplo perfecto de cómo se puede romper "la cuarta pared" sin ser solemne ni caer en el cliché. Y, como si fuera poco, Deadpool tiene el mejor cameo de Stan Lee de todas las películas Marvel. Los fans la van a adorar y los no iniciados descubrirán que los superpoderes no siempre recaen en personas aburridas.
Superhéroe de la incorrección Mosca blanca en el universo de los tanques de Hollywood, el nuevo producto de la factoría Marvel conserva el humor negro y la violencia roja del comic, con un protagonista que rompe la “cuarta pared” y un humor que recuerda a los personajes de Tex Avery y Chuck Jones. Puede ser que Deadpool, la versión cinematográfica del popular personaje de historieta creado por Marvel Comics, esté algo sobrecargada, que a veces tenga poca sustancia más allá del oscuro encanto de su protagonista; e incluso es posible que los detractores de Ryan Reynolds, protagonista de la película, tengan razón cuando lo postulan como sucesor de Ben Affleck en el trono virtual del peor actor de Hollywood. Quizá todos estos argumentos tengan algo de cierto y es posible que, vista con malos ojos, hasta se pueda jugar a escribir una crítica en contra de este film, el primero de Tim Miller como director. Claro que para eso es necesario realizar un ejercicio de mezquindad explícita, haciendo caso omiso de las virtudes que le permiten a Deadpool trascender sus desbalances. Y, siendo pragmáticos, ¿a quién le importa todo lo anterior si al terminar la proyección es evidente que se ha pasado un buen momento? Porque Deadpool es un buen entretenimiento y ante esa certeza lo mejor es, sin esconder sus debilidades, empezar por enumerar sus aciertos.En primer lugar, la buena adaptación al lenguaje cinematográfico de un personaje para nada sencillo de llevar a la pantalla. Es cierto que algunos rasgos de Deadpool, como su sentido del humor integrado por partes iguales de absurdo, infantilismo y un sarcasmo muy agresivo, sumado al constante recurso de salirse de la lógica narrativa para dialogar con el público en forma directa (la llamada “ruptura de la cuarta pared”), hacen suponer que se trata de un personaje perfecto para el cine. Pero es en esa aparente simplicidad donde estriba el gran desafío de no pasarse de la raya (al menos no más de la cuenta). Y Miller logra caminar sobre ese filo con un equilibrio al que, por suerte, muchas veces se permite desestabilizar, pero sin dejar que la cosa acabe en caída. Inestabilidad que, por otra parte, resulta utilitaria para iluminar el desequilibrio del personaje, un ex mercenario devenido matón que acepta realizar un cruel experimento, en un intento desesperado por curar un cáncer fulminante que amenaza con destruir su apasionada historia de amor con Vanessa, una sensual y alocada chica nocturna.Dentro de la mencionada fidelidad de la adaptación, resulta una sorpresa bienvenida la decisión de no aligerar el tono de una historieta que se caracteriza por el humor negro –que con frecuencia se vuelve rojo, debido a la sostenida violencia que despliega su protagonista–, cargado de alusiones sexuales y otras gracias de la incorrección política. Un riesgo que no es habitual en los grandes estudios, siempre atentos a la confección de productos multitarget que les permitan llenar las salas con espectadores de todas las edades. Deadpool ha recibido restricciones muy altas en los países en los que se proyecta (en la Argentina fue calificada como SAM 16 c/R). Tratándose de una de las películas más esperadas del año por los fanáticos de las historietas de superhéroes, que en su mayoría son chicos por debajo de la edad límite, esa decisión representa una mosca blanca dentro del género de los blockbusters. Como ejemplo alcanza con mencionar que ya en su primera secuencia Deadpool lleva el asunto de la destrucción, la violencia y el gore a niveles dignos de Tomy y Daly, la sádica parodia de Tom y Jerry creada por Matt Groening dentro de Los Simpson.La cita es oportuna, porque en Deadpool hay mucho del humor visual y físico y del slapstick violento que eran propios de la era dorada de los cortos animados, con maestros como Tex Avery o Chuck Jones como referencias indiscutibles. Del trabajo de ambos sin dudas se ha nutrido Miller quien, a pesar de debutar con esta película como director, tiene probada experiencia en el campo de la animación, habiendo ganado en 2004 un Oscar por el corto Rockfish y siendo nominado un año después por Gopher Broke (ambos pueden verse en YouTube). En los dos –pero sobre todo en el último–, las influencias de Jones y Avery son evidentes y vuelven a aparecer con claridad en Deadpool. Lo mismo ocurre con la interpretación de Ryan Reynolds, en la que es posible detectar fácilmente puntos de contacto nítidos con algunos de los trabajos de Jim Carrey, el comediante que mejor supo reproducir en vivo el humor de aquellos psicóticos e increíblemente divertidos cartoons. En ese diálogo con los clásicos se encuentra lo mejor de Deadpool y eso alcanza para que el valor de una entrada valga la pena.
Ya empezando por los créditos iniciales donde la película consigue no tomar en serio ni siquiera a sus realizadores, descubrimos que no es a lo que estamos acostumbrados. Sucio, sarcástico, sin miedo de reírse de si mismo y de todo su universo, Deadpool consigue mostrar que no sólo de chistes fáciles y universos realistas están hechas las películas de superhéroes, trayendo un poco de aire nuevo a lo que parece que estaba establecido como padrón en los films del género. La película en sí, como toda las de orígenes, muestra como surgió el “héroe”, obviamente siendo una de Deadpool no podría ser algo clásico y contínuo, pero en ella descubrimos como Wade Wilson (Ryan Reynolds) conoce a Vanessa (Morena Baccarin), o como más adelante será conocida como Copycat, y luego deque descubre que tiene múltiples cánceres terminales, accede a entrar en un proyecto secreto para crear supersoldados, lo que obviamente no podría salir bien y termina dejándolo con un factor curativo casi infinito, pero todo deformado. Básicamente esa es la historia de cómo surgió Deadpool, contada de forma no lineal. Riéndose de su propio origen como personaje y como película, Deadpool rompe innumerables veces la cuarta pared para contarnos lo que piensa de su actor, director, sus películas pasadas, se ríe de su papel en Linterna Verde, e inclusive de el universo X-men. Y en eso está lo mejor del humor de la película, porque no tiene miedo de burlarse ni del protagonista, ni del universo que creó FOX con la franquicia de X-men, haciendo excelentes chistes sobre el profesor Xavier, Wolverine e incluo sobre sus actores. Dirigido de forma competente por el debutante como director Tim Miller (filmó muchas de las animaciones CG para juegos como Batman Arkham y Star War The Old Republic), Deadpool consigue lograr un muy buen equilibrio entre la comedia y su violencia gráfica, sin miedo a mostrar vísceras y cráneos desparramados por toda la película, como referencias a Monty Python, chistes con miembros y sus usos como la constante aparición de merchandasing de Hello Kitty. Infelizmente un de los grandes problemas de Hollywood ataca nuevamente, si viste los 25 comerciales y tráilers etc… básicamente viste lo que hay en la película, el guión bastante lineal y sin mucha imaginación no ayuda mucho tampoco. También, y a pesar de tener un excelente humor, en algunas escenas es extremadamente forzado, principalmente en su interacción con su amigo Jack Hammer (T.J. Miller). Pero en general es excelente a lo que se propone y arriesga, ya que es una película para mayores de 16 (18 en EUA), tal vez mostrando para Marvel que hay otro camino por adelante y no la fórmula que ya viene usando prácticamente en todo su universo cinematográfico. Quizá si Deadpool consigue el suceso necesario podamos soñar con que FOX piense en un Wolverine con este molde, con la violencia, y la agresividad que son características del personaje y en las películas fuero dejadas de lado.
Deadpool responde a una fórmula muy diferente que la mayoría de las producciones basadas o inspiradas en superhéroes hasta la fecha. La película en cuestión, encabezada por el actor Ryan Reynolds, se las arregla para eludir con osadía la conformada cadena de montaje impuesta por Marvel Studios/Disney con su universo cinematográfico cohesivo desarrollado para los Avengers , o su mas próximo referente como es el caso de los vapuleados mutantes de X-Men en propiedad de FOX , raíz de la que se desprende el siempre jocoso Deadpool. Recilando la primera y penosa experiencia de una irreconocible adaptación del personaje en Wolverine origins (2010) que resultó en el disgusto generalizado del público, la película de Deadpool (2016) se reconoce desde los errores de producciones que la antecedieron para emerger triunfante desde las cenizas, aludiendo a la condición indestructible/regenerativa del personaje. Destinada en primer término a satisfacer a los aficionados al personaje como una producción de nicho, la buena estrella acompañó el devenir de esta apuesta de FOX/MarvelStudios capturando la atención y ganando la simpatía del grueso del público mediante una ejemplar campaña de marketing que escapó a los canones establecidos -desde un inusual y absurdo proceso que le facilitó su desarrollo y llegada a las salas de cine, apelando a humoradas con doble sentido y delirante creatividad-. El personaje es la creación del guionista Fabian Nicieza (nacido en Argentina) y el siempre polémico dibujante Rob Liefeld , e hizo su debut hace exactamente 25 años, en las páginas de New Mutants #98 (1991). Como excepción a la regla, Deadpool es una anomalía, incluso dentro de las viñetas de Marvel Comics, siendo el único super(anti)héroe nominal que desata un alud de violencia a partir de relatos dotados de la ironía de los cartoons y la impronta caustica de comedia negra viñeta tras viñeta. Deadpool encuentra su condición ideal en una suerte de collage capaz de pivotar a partir de humoradas ultra-referenciales al mundo de la cultura pop, aportando desparpajo, mofándose de los prejuicios y la abundancia de solemnidad de los relatos precedentes de Superhéroes. Esto es lo que Tim Miller, debutante director convocado para la ocasión, comprendió a la perfección conduciendo un desmesurado relato que oscila entre la génesis del personaje y una potenciada trama de venganza personal, liberada de ciertas restricciones del patrón de producción -de una cada vez más cuestionada- “formula Marvel” y su panorama cinematográfico. Ryan Reynolds junto a Chris Evans (Capitán América) son quienes a la vieja usanza de los actores de seriales de cine de la década del 40, más veces han interpretado o prestado sus voces para personajes provenientes de las adaptaciones de comics o Pulps a la pantalla. En el caso de Reynolds, hoy se ajusta idóneamente a su condición efectiva de comediante antes que a su “proclamado” rol de héroe de acción, poniendo el pecho a las críticas por sus interpretaciones precedentes de superhéroes en los universos de Marvel y DC Comics, con una efectiva humorada respecto de la poca afortunada adaptación de Green Lantern (2011). Deadpool, es de los más atípicos antihéroes del Universo Marvel Comics, dado que realmente no se trata un superhéroe que intente de salvar el planeta, y tampoco destaca como alguien que acentúe su nobleza. Originalmente Wade Wilson es un ex miembro de las fuerzas especiales, devenido en mercenario, que se encuentra con un pie en la tumba debido a un cáncer por demás invasivo. Pero la respuesta a todos sus males se encuentra en una suerte de pacto con una agencia gubernamental secreta, haciendo las veces de la figura de un Mefistófeles, que lo lleva a someterse a un experimento extraordinario que cataliza los genes de una persona hasta que producir una mutación en su ADN. 12696893_10208754068112900_1361144081_oLos prometedores resultados de los experimentos realizados en Wade, evidencian que se desarrolló un factor de curación acelerada, similar al de Wolverine, que eliminó por completo al cáncer y potencio al máximo sus habilidades físicas, haciéndolo virtualmente indestructible. Pero todo pacto tienen una letra chica y para Wade Wilson/Deadpool esto representa que su piel este cubierta de laceraciones sin cicatrizar que le valen un aspecto poco agraciado. El caso es que después de negarse a prestar servicios de operaciones especiales en nombre de la misteriosa agencia que lo dotó de sus extraordinarias habilidades, habrán de tomarse represalias capturando a la ex pareja de Wade (Morena Baccarin ) para conversar en términos razonables con el ahora extraordinario mercenario mutante. Desde su estructura argumental bastante sencilla, Deadpool resulta estar simplemente sostenida a partir de flashbacks y recurrentes paréntesis narrativos concatenados entre efectivas escenas/ coreográficas de acción, las cuales en todo momento son adornadas con mordaces comentarios hacia el espectador de parte del protagonista, haciendo poco probable discernir la tenue línea que divide al personaje/Deadpool del actor/Ryan Reynolds. Así, cumplen con el propósito de romper la cuarta pared, una de las características primordial del personaje en los comics. Con la falsa modestia de pretender ser una humorada o gran burla de parte de todos los involucrados, se trate de productores, realizadores o el mismísimo Ryan Reynolds hacia la FOX, Deadpool con sus cualidades y defectos cumple en su premisa y cometido de ser una película sumamente original que encuentra su victoriosa condición al escapar de toda linealidad establecida.
Siempre con sentido del humor Siete años después del ridículo “Deadpool” que apareciera en X-Men Origins: Wolverine (2009), Ryan Reynolds hizo justicia y no sólo revivió a Deadpool en toda su gloria, sino que mostró un nuevo género en películas de superhéores y confirmó que al igual que Hugh Jackman con Wolverine y Robert Downey Jr. con Iron Man, Reynolds es, fue y siempre será Deadpool, el mercenario bocón. Cinematográficamente, Deadpool nació en la fallida historia de orígenes de Wolverine como un experimento de laboratorio, con la boca cosida, unas katanas retráctiles en los brazos, rayos por los ojos, invisibilidad, y muchas giladas más, pero lo que deadpool 4el cinéfilo nunca supo -hasta ahora- es que el Wade Wilson -Ryan Reynolds- que está entre nosotros ahora es el Deadpool que todo fanático de comics disfrutó hace ya 25 años. Constantes quiebres de la cuarta pared, al gran estilo Olmedo y Porcel, con un completo conocimiento del mundo real (fuera de la película), la película demuestra escena tras escena cuánto bien funcionan las escenas de violencia (muchas extremidades fracturadas y amputadas), mezcladas con humor sin límites, tanto en el universo X-Men como fuera de la sala de cine. Los chistes y el humor se entrelazan durante todo el film, haciéndolo completamente dinámico y funcional a un solo propósito: hacer una buena película. Otra gran arista a destacar es el interés amoroso de Wade Wilson, Vanessa -Morena Baccarin-, él un mercenario que no sabe si mañana va a seguir respirando, ella una bailarina erótica, quien también vive el día a día, se complementan de una forma genial, y de nuevo, los chistes hacen que todo sea mejor. El clásico cameo de Stan Lee dice presente, pero por lejos es el más original, realista y ni hablar de chistoso. Párrafo aparte para destacar cuán ligado está Deadpool al universo X-Men, difícil entender en qué tipo de línea temporal ya que entre Days Of future Past -2014- y Apocalypse -2016- no queda claro qué realidad es la corriente. Colossus -Stephan Kapicic- (el gigante metálico) y Negasonic Teenage Warhead -Brianna Hildebrand-, dos equipo X-Men, fieles al lado del mercenario en su aventura de venganza y también intentarán ganar su confianza para convertirlo en el nuevo refuerzo X para el mundo que viene amasando 20th Century Fox. Párrafo aparte número 2 para Ryan Reynolds y el equipo de dirección quienes lograron hacer de esta película la única versión en “R Rated”, para Argentina “Apta para mayores de 16, con reservas”, esto significa sangre, sexo, lenguaje “inapropiado” y todas esas cositas hermosas que en su momento hicieron que la Terminator original sea lo gloriosa que es, gracias al “R Rated” y la Terminator Genesys lo olvidable que es por el “PG 13”. En líneas generales, Deadpool -2016- llegó para enrostrarnos con un nuevo género dentro del mundo de los super poderosos, que sin duda necesitan estas bocanadas de aire fresco (como también lo fue Guardians Of The Galaxy -2014-) para no sentir que estamos viendo lo mismo con diferentes personajes una y otra vez.
Llega de la mano del director debutante Tim Miller. Su narración es muy dinámica, atractiva y tiene ritmo bien acelerado que lo mantiene, vertiginosa, por lo tanto nunca decae, llena de gags, humor, momentos sarcásticos y varias referencias a otras películas y actores. Ingeniosa, distinta, divertida, llena de acción, con un buen manejo cámara, es una de superhéroe y villanos muy especiales con algunas bromas al respecto y varias referencia a quienes trabajan en la industria cinematográfica. El actor Ryan Reynolds se luce y hasta se burla de sí mismo. Es conveniente no contar demasiado la trama. Hay que ver los créditos finales.
Violencia y picaresca extremas con el sello Marvel La nueva película de Marvel tiene cabezas cortadas, drogas, sexo y un superhéroe desfigurado que cuenta chistes políticamente incorrectos y está orgulloso de su superpene. De hecho, el exmercenario Wade Wilson, convertido en Deadpool cuando lo transforman en un mutante horrible pero capaz de autocurar cualquier herida o enfermedad, no actúa demasiado como superhéroe, sino más bien como un vengador con fiebre asesina. Indignado por su falta de comportamiento superheroico, un grandulón metálico y moralista que anda con una mutante teenager que prende fuego a todo, intenta adoctrinarlo hacia el bien para conchabarlo en su especie de versión boba de los X Men. Por supuesto esos intentos sólo logran resultados relativos. "Deadpool" explota con una impresionante masacre en una autopista con el héroe protagónico liquidando de las formas más crueles, sangrientas y humillantes posibles a más de una docena de villanos de la banda de su archivillano, el tipo que lo usó de cobayo para sus experimentos de autocuracion y terminó sometiéndolo a cosas sádicas inimaginables hasta terminar convertido en un mutante desfigurado. La furia de Deadpool sólo se equilibra con su retorcido sentido del humor, que incluye matar a esos bastardos disparándole tiros desde el centro de sus nalgas. Vista en el IMAX, esta escena de superacción y humor del mejor mal gusto es algo de no creer. La historia de la transformación de Wade Wilson en Deadpool es contada en un largo flashback que sucede a la primera masacre. Es un largo relato contado con mucho cinismo pero también con un lado romántico-erótico que antecede a la tragedia. Es que el amor casi perfecto que experimenta el protagonista Ryan Reynolds por su novia Morena Baccarin, una pasión llena de sexo fuerte e interminable que desprende increíbles dibujitos animados en sus climax carnales, es uno de los puntos fuertes de una película que lleva a Marvel un nuevo nivel. El giro guarro por supuesto también incluye a Stan Lee, en uno de sus cameos más divertidos, demostrando que a sus setenta y pico el legendario dueño de Marvel es más pícaro que Jaimito. De todos modos, la trama toma demasiado del "Darkman" de Sam Raimi (lo que reconoce en un chiste sobre Liam Neeson) y por otro lado, con tanta película de superhéroes, es imposible que las situaciones no se vuelvan un tanto repetitivas. Pero el humor negro y picaresco de este superhéroe, más la violencia exagerada y la talentosa dirección de Tim Miller sirven para que este nuevo Marvel guarro sea recomendable.
A la medida de los fans La nueva película de la factoría Marvel se centra en un personaje atrevido y marginal. Las páginas comiqueras de Marvel revolotean a toda velocidad para dar inicio a su enésima entrega, esta vez dedicada a su personaje más atrevido y marginal y atorrante: Deadpool, el soldado echado del ejército, el cancerígeno devenido en inmortal, el cara de Freddy Krueger que se niega a alistarse en las filas de los X-Men, el antihéroe de traje rojo y negro que no para de hablar y disparar gruesas municiones pop. “Una película de un imbécil”, así se lo presenta desde los créditos iniciales al personaje interpretado por el cada vez menos carilindo Ryan Reynolds. La película de la factoría que tiene a Stan Lee como el cabecilla mayor, arranca con una cámara vertiginosa, espectacular, que funciona como un anzuelo. Luego, un flashback explicativo que por momentos brilla y por otros se vuelve opaco. Wade Wilson (Ryan Reynolds) es un mercenario que regentea el bar de un amigo hipster, un antro nocturno al que van otros personajes tan manyines como él. Una noche conoce a Vanessa (Morena Baccarin), el amor de su vida. Pero no todo es sexo y amor y color de rosas. Un buen día, Wilson cae desmayado y se le diagnostica cáncer terminal. Y lo que parecía una historia de amor muta en una de terror. Entonces aparece el señor Smith, quien le ofrece a Wilson la cura de su enfermedad, pero en realidad se somete a un experimento en el que le inyectan una sustancia cuyo efecto es la inmortalidad. Convertido en Deadpool, Wilson sale en busca del responsable de su desfiguración en compañía de sus dos amigos: el colosal de acero Colossus y Negasonic Teenage Warhead, una adolescente dark. La boca de Deadpool es una ametralladora de chistes autoreferenciales para el deleite del fan marvelero. El filme repite el viejo efectivo truco del humor metacinematográfico; rompe la cuarta pared, le habla a la cámara, al espectador, detiene la película para adelantarla como si se tratase de un VHS, entre otros efectos. Y sí, hay tiros, hay cameos graciosos, grandes secuencias de acción, en la que se destruye todo y la sangre chisporrotea; pero también hay momentos en que el filme se estanca, cede, baja un cambio. Pero ¿qué es Deadpool sino una suerte de falsa rebeldía dentro de la casa Marvel para hacer creer que también tiene autocrítica? Deadpool no es un personaje atípico, es solo un personaje más, cubierto de un cancherismo cool hartante. Deadpool nos hace creer que es una excepción inmoral y políticamente incorrecta aunque es la película más conservadora de Marvel hasta la fecha. Pero es esto lo que, paradójicamente, la hace fuerte y entretenida, como si la única posibilidad de rebeldía consistiera en caer simpático. Hay algo que caracteriza a los devotos de la cultura popular: la falta de reflexión crítica. Repetir nombres de canciones, de bandas, de películas, de discos y de actores parece ser el límite. Y este es el aspecto que le conviene explotar a Hollywood.
Deadpool es el remedio perfecto para combatir el desgaste y la saturación que generan tantas producciones basadas en cómics dentro del cine y la televisión.Me senté en la butaca a verla sin ganas y me encontré con la película más irreverente y subversiva en la historia de los estudios Marvel.No es una exageración afirmar que Deadpool ya hizo historia en este género y marca una bisagra por el modo en que desconstruyó el concepto del film de superhéroes.Creo que es una producción que llegó en el momento justo, donde muchos espectadores ya empezamos a sentir cierto cansancio antes tantas ofertas que brindan más de lo mismo.Deadpool no sólo se ríe de los clichés del género, sino que además los revierte para brindar una experiencia diferente.Más que destacar debo agradecerle al director Tim Miller la estupenda idea de narrar la historia de manera no lineal. Algo que nos permitió a los espectadores evitar la tortura del origen del superhéroe.Esta vez no tenemos que esperar una hora hasta que surja el protagonista, sino que la trama presenta a Deadpool desde la primera escena y a través de flashbacks el director nos cuenta su origen.Un recurso que generó que la película sea mucho más dinámica y entretenida. En esta producción la historia del personaje se va construyendo como un rompecabezas que nos permite comprender las actitudes del psicópata Wade Wilson (Ryan Reynolds).Hasta hace unos días este ícono de la editorial Marvel , al igual que los Guardianes de la Galaxia, era completamente desconocido para el público general.Reynolds lo había interpretado previamente en X-Men orígenes: Wolverine donde Deadpool estaba irreconocible.Esta nueva película finalmente le hizo justicia a este anti-héroe de culto y captura a la perfección el espíritu original del cómic.El film de Tim Miller es como Deadpool: irreverente, exacerbado y grotesco.Como suele ser tradicional en su revista, el personaje también rompe la denominada "cuarta pared" en la película para hablarle directamente a los espectadores. Un recurso que desde las escenas iniciales invita al público a vivir una experiencia distinta.El guión es estupendo por el modo en que se trabajan con humor las referencias hacia la cultura popular. Desde la gloriosa serie animada Voltron hasta los filmes del estudio Fox, Deadpool se burla de todo y no deja títere con cabeza. Incluido el propio universo cinematográfico de Marvel.Ahora bien, más allá del lenguaje vulgar, las escenas de sexo y la violencia extrema, la virtud de esta película es que presentan una de las mejores historias de amor que se vieron en el género de superhéroes.La relación entre Wade Wilson y Vanessa (una excelente Morena Baccarin) llega ser bastante tierna y le aportó la humanidad necesaria al protagonista.Es muy interesante lo que hicieron con este aspecto del film porque evitaron que Deadpool sea una propuesta tonta que solo se concentra en las escenas sangrientas.Acá hubo un muy buen desarrollo de los personajes y durante el transcurso del conflicto los espectadores pueden conocer en profundidad al protagonista.No puedo dejar de destacar la tremenda interpretación de Ryan Reynolds quien brinda probablemente el mejor trabajo de su carrera. Hace mucho que el actor no se lucía de esta manera y con Deadpool tuvo la oportunidad de mostrar su versatilidad para la comedia y el drama.El único problema que tiene este film es que deja una vara demasiado alta, tanto para una secuela como para el resto de los filmes de superhéroes.No va a ser tan sencillo superar esta producción.Por lo pronto se encuentra disponible en la cartelera una gran película que recomiendo especialmente a quienes desconocían las existencia de este personaje.Vayan a descubrir a Deadpool que se van a sorprender con una de las películas más divertidas que se estrenaron este verano.
Menos superhéroe que antihéroe, Deadpool es uno de los cómics menos ortodoxos del universo Marvel. El ex militar Wade Wilson (Ryan Reynolds) usa sus habilidades, entre las que no descarta un ácido sentido del humor, como mercenario justiciero de patoteros urbanos. Un día desmaya frente a su novia, Vanessa (Morena Vaccarin), y los médicos le diagnostican cáncer. El siniestro Dr. Killebrew lo visita y le propone una cura: convertirlo en mutante. Durante el tratamiento, Francis, alias Ajax (Ed Skrein), que en su caso tiene los nervios anestesiados para resistir el dolor y aumentar su fuerza, debe torturarlo para que el gen mute y derrote al cáncer; cuando esto ocurre, Wilson se quema como una salchicha pero consigue la habilidad de regenerar su cuerpo. Perseguido porque en esas condiciones no podrá ver a su novia, cubre su rostro y cuerpo y, como Deadpool, sale a buscar revancha. Esto último ocurre en los primeros minutos; la historia del personaje se cuenta en un extenso flashback donde Reynolds hace gala de un desconocido don para la comedia. Porque el fuerte de Deadpool es el humor, aparte de desmadradas dosis de violencia. Deadpool dispara bromas por dentro y fuera del universo Marvel (uno de los blancos es el propio Reynolds, coproductor del film), y si bien la calidad es dudosa, la apuesta por algo distinto, opuesto a los adustos X-Men, es loable. Una batalla final entre ambos personajes y sus laderos, Colossus y Angel Dust (la ex kickboxer Gina Carano) es una sobredosis efervescente que los fans sabrán agradecer.
Rompan todo La ópera prima de Tim Miller podría haber sido filmada tranquilamente por Woody Allen: si nos olvidamos por un momento de la maquinaria Marvel, el clarinetista le hubiese sacado provecho a una historia que mezcla a superhéroes con el humor en su estado más natural y promete pasar la cuarta barrera siendo fiel al cómic original. Ryan Reynolds (Deadpool) no duda en voltear a cámara para explicarnos cómo son o deberían ser las cosas –el tono es audaz y socarrón- y uno rememora al Allen de Annie Hall o al Alec Baldwin de A Roma con amor; en este caso la violencia es la que circunscribe a toda la historia. Hay explosiones, armas de todos los calibres, soliloquios, sangre, acrobacias, diagnósticos terminales, planos secuencia y una insípida historia de amor. Los chistes no esperan ni a los títulos de inicio y se predisponen como el ingrediente principal aunque terminan por engañarnos; al final nos daremos cuenta que fueron la mayor parte del menú. La panzada es infalible, el antihéroe Wade Wilson llega a la pantalla grande para demostrar que vienen aires de renovación en una fauna llena de personalismos fuertes que cargan en sus espaldas muchísimos fracasos. Los pósters se dejan colgados en la pared y los méritos se sobreponen ante las historias que todos conocemos. Los climas de la película viajan en una montaña rusa, en cuestión de minutos se pasa del planteo existencialista de un enfermo de cáncer acerca de sus seres queridos al hit más bananero de Wham! El trabajo del guión es notable, engranaje de una película con secuencias memorables y llenísima de pequeños detalles que se ocupan de mantener la tensión aún en los tonos distendidos. El semiólogo Umberto Eco, en su libro Apocalípticos e integrados, analiza desde Superman la idea del superhombre de las sociedades industriales que conquista con el sometimiento a personajes malignos y los posteriores finales felices. Deadpool, lejos de florecer en sus cualidades sobrenaturales, es torturado en el afán de inmunizarse y así adquiere las habilidades menos pensadas. Después se margina y queda resentido, con su torturador y sus secuaces. El traje característico es ideal para poder separar la dualidad del sádico y romántico mercenario. Nunca se inmuta. Se vuelve implacable y cruel, disfruta de ver morir como el Guasón de Heath Ledger, demostrando que en la parafernalia X-Men aparecen esporádicamente personajes que salen de la intrascendencia y el tedio. Lo inmoral y lo moral son las mismas caras de la moneda, el personaje principal toma su nombre de una pizarra de bar donde se apuestan por el próximo finado de las tertulias (pozo de la muerte). La muerte es el denominador común, al mismo tiempo que la tomada de pelo a Wolverine es interminabley se extiende hasta al mismísimo Linterna Verde. Las escenas de acción están muy bien filmadas y montadas, la fotografía es imponente y la música sabe connotar bien con la historia que se cuenta o hasta tuerce el destino de la misma. Es ineludible la referencia a Guardianes de la Galaxia, donde se abrió un espectro desconocido en cuanto a los superhéroes en relación con los soundtracks y la comicidad de los mismos. A Deadpool puede llegar a disfrutarla igual que un fundamentalista -o incluso más- quien desconoce absolutamente todo de los cómics, porque cuenta el origen de un personaje en un metraje autoconclusivo. Y funciona, claro. Quedarán conformes los fanáticos y los que no, siendo es recomendable para todos. Tiene algunos minutos, escenas y chistes accesorios pero no condiciona la potencialidad de una historia que llega para sorprender, hacer pensar y sobre todo hacer reír. El contenido sexual y lenguaje soez se mezcla con lo naif e increíblemente trazan la línea de espectadores inclusivamente a los mayores; podría haber sido +16 en vez de +18 teniendo en cuenta el público interesado pero pusieron esa barrera. Seguramente fue para acrecentar el bullicio que viene desde hace tiempo de un personaje que vino a romper todo.
Después de muchas idas y vueltas, de material filtrado por Ryan Reynolds en un 70% de manera intencional en internet -según él mismo dijo, aunque todo puede ser una gran mentira- hoy se estrena “Deadpool”, o “piscina de la muerte”, en la Argentina, un día antes que en los Estados Unidos. A este popular antihéroe de la Marvel Comics, ya lo habíamos visto en “X-Men Orígenes: Wolverine” pero su introducción no había sido tan fiel como uno hubiese esperado. Pero los sucesos ocurridos en “X-Men: Días del Futuro Pasado” provocaron un borrón y cuenta nueva en este mini universo Marvel que posee la 20th Century Fox. Gracias a ello podemos ver a un Deadpool como corresponde, gracioso, irreverente y letal. El film dirigido excelentemente por el debutante TIm Miller cuenta la historia de Wade Wilson (Ryan Reynolds) un ex militar canadiense dado baja al que no le queda más remedio que convertirse en mercenario de poca monta y tras ser diagnosticado con una enfermedad terminal, decide someterse a un experimento que active los mutágenos en su cuerpo que tal vez le salven la vida. Gracias a su gran bocaza y su humor negro e irreverente, logra sin mucho esfuerzo poner en su contra al conductor de estos macabros experimentos, Ajax (Ed Skrein), quien comienza a llevarlo a límites extremos sólo por diversión. Wilson sobrevive a la tortura pero su físico queda desfigurado, arruinado estéticamente, pero con un poder mutante de regeneración que, sumado a su entrenamiento militar, lo convierten en un arma perfecta y casi inmortal. A partir de ese momento su nueva obsesión es encontrar a Ajax con la ayuda de los X-Men Coloso (Stefan Kapicic) y Negasonic Teenage Warhead (Brianna Hildebrand) y así cobrar venganza del hombre que casi destruye su vida mientras come chimichangas. Humor, acción, sangre, cameos, locuras extremas, y dos, no una, dos escenas postcréditos, hacen de Deadpool una gran experiencia visual y una adaptación muy fiel de un personaje muy complicado de interpretar… bueno, para cualquiera menos para Ryan Reynolds, el cual parece haber encontrado la horma de sus zapatos y ya está pensando en la secuela. Completan el reparto T.J. Miller como Weasel, el mejor amigo de Deadpool, Morena Baccarin como Vanessa, la novia de Wade Wilson/Deadpool, Gina Carano como Polvo de Ángel y Leslie Uggams como la Ciega Al.
La película más esperada de Marvel en este 2016 (¿y la mejor?) se estrena el 11 de Febrero… A sólo 3 días del “día del amor”. Y justamente Deadpool es una historia de amor, de amor entre el espectador y este peliculón. ¡Gracias a Dios por Deadpool! Nacido para ser Deadpool Hay actores que nacieron para hacer ciertos papeles, y luego se diluyeron en la mediocridad… Ben Kinglsey nació para hacer Ghandi, Val Kilmer y su Jim Morrison, Arnold para ser Terminator, y inolvidable el Steve Jobs de Fassbender… Kutcher… Justin Long… digo, ¡Noah Wyle! Bueno Ryan Reynolds nació para hacer a Deadpool, de hecho, ya lo personifico al menos 2 veces, una vez en la porquería de X-Men Origins: Wolverine, y otra en ese corto que todos conocemos como el test footage que logro que la película de Deadpool sea financiada. El papel le queda como un guante, justito justito, y le calza como le vemos el traste en todos los posters. Tanto la voz que con la que le da vida al personaje cuando la mascara está puesta, como los pasajes a cara descubierta, Ryan se divierte y divierte! Y eso es genial! Se nota que las ganas de darle el cuerpo a este personaje son inmensas y todos se benefician de esto, película, actores, espectadores, y Marvel, que venia pifiando. No te cuento nada, confía en mi! La película no para un segundo, chiste tras chiste, punch line tras punch line, acción, cuarta pared inexistente, etc. Todo lo que se espera de Deadpool está, y es imposible contar algo de la peli sin spoilear. Casi ningún chiste puedo contar acá, porque son todos dignos de ser vistos en la película (de hecho conté solo uno a unos amigos, y casi me linchan). DC, Marvel, Ryan Reynolds, Linterna Verde, Wolverine, tu novia, Batman, Xavier, todos la ligan, no se salva nadie. La autoconsciencia de Deadpool es total, y los chistes que hacen los personajes no los entienden, porque están atados a la dimensionalidad de la película, pero Wade los hace para nosotros, directamente, de frente, sin vergüenza y sin tapujos. Algo que ya se podía dejar ver en su genial campaña publicitaria, con vídeo (en serio) de prevención de cáncer incluido y todo! Quizás los fans más acerrimos extrañen las dos voces que completan el comic y le hablan a Wade por medio de cajas de pensamiento, que el lector puede ver. Creo que por la velocidad de la película y la pasión e intensidad de Reynolds, quizás hubiera sido demasiado, así que, si bien se extrañan, para nada empañan la experiencia. Acompañando El resto del cast, si bien es bastante periférico, acompaña bien. Para los hombres, Baccarin y Carano añadirán atractivos visuales interesantes, pero aun así, no faltarán desnudos frontales, mutilaciones y demás (obviamente no de los personajes principales) La justificación para que solo Colossus y Warhead sean los únicos X-men que veamos es sencillamente brillante, y 100% acertada. (esperenla). Ed Skrein nos da un sólido Ajax, más como camino que como meta para ir conduciendo la película hacia adelante, casi como una excusa más que como una razón. Y está bien, la verdadera razón de esta película es poder reírnos y disfrutar de este genial personaje. ¿Faltan cosas? Si. ¿Algunos personajes no son fieles a sus contrapartes del comic? También. Pero esto no empaña el disfrute de la película en general, plagada de humor escatológico, puteadas, rupturas de cuarta pared y de varios trastes. A veces demasiado literales. Conclusión Es muy difícil hablar de esta película y sin spoilear parte de su diversión. Deadpool es un film necesario dentro de lo flojo que venia siendo Marvel y de lo demasiado sombrío y serio que se viene DC. Una película capaz de reírse de si misma y de todos los demás, ya de por sí se merece mucho respeto. Pero si encima divierte, cumple, trae un excelente personaje y, sobre todo, acierta todo lo que se propone, entonces merece ser vista, compartida y recomendada. Deadpool es la película que el personaje se merece, la que Reynolds siempre quiso hacer y la que nosotros queríamos ver. Culos rotos, culos rotos por todos lados. ¡Eso es lo que exigíamos de Deadpool, y en todos los sentidos, Deadpool los rompe! Feliz San Valentin, Deadpool es la opción que están buscando para ir con tu novia al cine (cortesía mía, cortá y pega esa frase así podes engañar a tu chica para verla).
Escuchá el audio haciendo clic en "ver crítica original". Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli.
Por más que Ben Affleck, Henry Cavill, Margot Robbie y Jared Leto se paseen por las calles de Los Angeles con sus remeras que leen "Fuck Marvel", el esfuerzo que debe hacer DC para estar a la altura de su competencia es mucho mayor. Exceptuando algunos fanáticos y puristas de los comics, cada estreno cinematográfico de Marvel Studios es recibido por la crítica y en la taquilla con los mejores ánimos. Fue así como lograron imponer en el mercado a héroes que muchos ni conocían (véase el caso de Iron Man en su momento o Ant-Man más recientemente). DC, por su parte, se jacta de ser más fiel a sus orígenes realizando películas de superhéroes en vez de filmar comedias con sus personajes heroicos. Debatible, sin dudas. Pero si ese fuera el caso, Deadpool bien podría ser la película más perfecta de Marvel, capaz de combinar justificadamente el humor característico de sus producciones con un antihéroe bufonesco que no puede mantener la boca cerrada. Ryan Reynolds recibe una segunda oportunidad para redimirse encarando al mismo personaje que supo interpretar (con un rechazo bastante unánime) en X-Men Origins: Wolverine. Contemplando que también sufrió un duro revés cuando se puso en la piel de Linterna Verde, la película unitaria de Deadpool parece más que una revancha. Y los guionistas de ésta cinta saben sacarle el mayor provecho a la situación aludiendo con humor a los dos fracasos de Reynolds en el mundo cinematográfico de los superhéroes. Es precisamente la capacidad de Deadpool de romper la cuarta pared e interrumpir su relato (anti)heroico la que permite que la película derrape con un humor sin precedentes dentro del mismo universo Marvel. Tanto es así que en Estados Unidos y Argentina fue prohibida para menores de 18 años, mientras que en otros países como México la censura se encargó de cortar las partes más picantes para que encajara dentro de la categoría +15. La estructura narrativa de la película alterna entre flashbacks que muestran la misma génesis del antihéroe y la rivalidad con quien lo convirtió en lo que es. El ritmo vertiginoso y la sucesión constante de humoradas permite que Ryan Reynolds se luzca como en ningún otro protagónico que haya interpretado y que el público disfrute como nunca una película que se permite ser fiel a sus orígenes contentando a los idóneos del cómic y a aquellos que puedan ignorar quien es este personaje que viste calzas apretadas rojas. La fórmula de Marvel, una vez más, es un éxito rotundo que confirma su liderazgo en el mercado elevando la vara para que el desempeño de Suicide Squad y Batman vs. Superman deba ser mucho mejor que el de El Hombre de Acero (2013) para superar a su competencia.
Acaso la película “de superhéroes” más sarpada (y hasta vulgar) que se haya visto. Con un tono distendido que va mucho más allá que el que entregó Marvel con Guardianes de la galaxia y Ant-Man, Deadpool opta por potenciar la autoparodia, romper la cuarta pared repetidamente, bardear a su propio estudio ya desde los créditos iniciales y abrazar de a ratos el slapstick violento y el gore. Lo de Ryan Reynolds hace acordar de a ratos al Jim Carrey de La máscara o Ace Ventura. Así como Iron Man y Robert Downey Jr. se llevan de maravillas, el papel de Wade Wilson le calza a la perfección y lo redime del bochorno que fue Linterna Verde. Morena Baccarin (la Sra. Brody de las primeras temporadas de Homeland) sorprende como el interés romántico del antihéroe. El director Tim Miller, que viene del mundo de los cortometrajes, sale victorioso de su ópera prima pero deberá estar atento pues la constante autorreferencia resulta un tanto abrumadora. La secuela, que ya tiene fecha para el año que viene, va a necesitar innovar si pretende salir airosa.//∆z
Come and get your love Ant-Man había sido la apuesta más arriesgada de Marvel hasta la fecha y Guardianes de la galaxia la más disparatada, hasta que llegó Deadpool, otro film de superhéroes en clave de comedia que también presentaba sus dificultades para ser adaptado a la gran pantalla y cuyo protagonista, el persistente Ryan Reynolds, generaba cierta desconfianza, en parte por su desastroso antecedente en el género. Pero el secreto, y en gran medida la genialidad del personaje de Deadpool, se debe al carácter políticamente incorrecto que le inculcaron los verdaderos héroes, sus creadores Rob Liefeld y el argentino Fabián Nicieza, quienes le brindaron la posibilidad de ir más allá de lo que otros personajes habían llegado. Si hay algo que hace único al mercenario mutante es que se anima a explorar terrenos nunca antes visitados por sus compañeros con superpoderes como el quiebre de la cuarta pared. Pero él se tira de lleno a la pileta de lo desconocido y lo hace de forma adulta, con chistes escatológicos que no tienen nada que envidiarle a los hermanos Farrelly y con un doble sentido con aroma ochentoso. Esto no quiere decir que no haya momentos en los que la cosa se ponga seria, pero ahí va el humor al rescate para mantener la película en un tono ligero y desenfadado, incluso en las escenas de mayor tensión dramática. Es justamente en ese balance tan fino que Marvel logró entre el cine de superhéroes tomado en serio y el humor que funciona como un antídoto contra la solemnidad, donde se encuentra la clave de su éxito, su “factor curativo”. Uno de los méritos de Deadpool es haber apostado al humor salvaje y, como decía antes, adulto. Una rareza que se agradece dentro de un mainstream que suele ir a lo seguro y mantenerse en la senda apta para todo público para preservar el éxito multitarget de sus productos. Este nuevo terremoto verborrágico viene a pegar un volantazo y a salirse de ese camino para encontrar el propio, nada menos que la mezcla entre lo colorinche y lo cartoonesco de Guardianes de la Galaxia con la autoconsciencia y el espíritu paródico de una película como Kick Ass, que a pesar de su gran sentido del humor, no le hacía asco al lado más oscuro y violento de sus personajes. Algo de lo que tampoco renegaban Chuck Jones, Tex Avery o Frank Tashlin, de los que Deadpool toma el absurdo y el slapstick en su versión reloaded para crear un festival de excesos con escenas de acción espectaculares y saltos temporales para presentarnos a modo de mini película de origen dentro de la película los inicios de este chiflado en spandex rojo de forma fluida y atractiva mediante una avalancha de chistes que nunca se sienten agobiantes. Si bien no todos funcionan igual de bien, se trata de parte de la propuesta que, al lanzar una catarata impresionante de oneliners por minuto, no pretende que cada uno de ellos tenga la misma efectividad. En medio de este vale todo, que no solo viene a reventar cual globo los esquemas establecidos del género, sino que también se mea en todos los estereotipos y adaptaciones de cómics al cine, Tim Miller tiene la libertad absoluta para revolear el código ético de los superhéroes y para hacer y deshacer a su antojo. Por eso, lo primero después de sacarse el corsé de la corrección política es jugar con todos los elementos que componen el film y también con los de afuera, es decir, con el conocimiento que tiene el espectador sobre lo que rodea a la película, ya sea la filmografía del actor principal o las demás películas de Marvel. Todo es jugar y reciclar, dos palabras que Miller comprende perfectamente, por eso puede reírse de todo desde el primer minuto con esos maravillosos títulos iniciales en los que vapulea a los actores, al género, a Hollywood, al estudio y hasta a sí mismo. Pero siempre desde el amor y el más profundo respeto hacia sus criaturas, hacia el cine y la historieta. Y lo bueno es que, como sucedía con Guardianes de la galaxia, Deadpool no tiene la obligación de encajar en el complejo universo interrelacionado de personajes de Marvel, por eso puede darse el lujo de desbordar el género, estirarlo, romperlo y renovarlo. ¿Dónde más, si no en la diversión y la libertad, se encuentra el espíritu del cine de superhéroes? Cuantos menos límites, más diversión y Miller lo sabe. Quizás detrás del títere de un estudio con un salario excesivo se esconde un gran comediante que comprende a la perfección el espíritu lúdico de estos súper individuos.
Un cóctel de acción, comedia, superhéroe y mucha calidad que no podés dejar de disfrutar en pantalla grande. La primer media hora es la más lograda y divertida ya que se presenta a pleno la desfachatez de este personaje con frases y actitudes completamente inesperadas...
En este apogeo de los superhéroes en el cine, surgieron personajes con más de “super” que de “héroes”. Individuos políticamente incorrectos, que de todas maneras -o por ese motivo- ganan amplia aceptación por parte de los fanáticos. Los torturados protagonistas de Watchmen, el torpe Kick-Ass y los astros de Guardianes de la Galaxia son los ejemplos más reconocidos. Pero ninguno llegó a los extremos de Deadpool, figura principal del comic Marveliano homónimo, y que también ahora se luce en su propia película. Desde los títulos de créditos (donde, por ejemplo, dice que fue “Dirigida por un empleado con sueldo abultado”), se establece el tono de lo que veremos: un gigantesco chiste autoconsciente, de estupenda ejecución, aunque sin jamás renunciar a su condición original de relato de justiciero enmascarado. Wade Wilson (Ryan Reynolds), extrovertido ex militar devenido en algo así como soldado de fortuna urbano, es diagnostica con cáncer. Una enfermedad que, además de matarlo, lo alejará de Vanessa (Morena Baccarin), su gran amor y razón de vivir. La desesperación lo obliga a aceptar la extraña propuesta por parte de una organización secreta: someterse a un experimento que lo curará, además de proporcionarle otras habilidades especiales. Los métodos de la organización, con Francis (Ed Skrein) a la cabeza, resultan devastadores, y terminan dando por muerto a Wade. Pero la mutación da resultado y Wade, deformado, incapaz de volver con Vanessa, pero con su sentido del humor intacto, se calza un traje rojo, adopta el apodo imaginable y sale a darle una cucharada de su propia medicina (bah, unos cuantos disparos o ataques con katanas) a los que le hicieron pasar malos momentos. Desde el primer momento, Ryan Reynolds es el foco de atención. Sus anteriores incursiones en adaptaciones comiqueras constituyen más bien un prontuario: Blade: Trínity, X-Men Orígenes: Wolverine (donde interpretó a Deadpool por primera vez, aunque de modo más pasteurizado) y, sobre todo, Linterna Verde. Pero por fin tuvo su revancha, bien lejos de cualquier atisbo de solemnidad, abrazando un desparpajo que el personaje ya traía de las viñetas. ¿En qué otra película de este estilo vimos al superhéroe siendo sodomizado por su pareja en una escena romántica? ¿O rompiendo la cuarta pared a cada rato, logrando que el espectador se convierta en socio de sus andanzas? El disfrute de Reynolds y la facilidad para reírse a carcajadas de sí mismo y de sus fallidos intentos como enmascarado, es el logro definitivo de la película. Una película de por sí entretenida, con saltos temporales y peleas en las que el director Tim Miller consigue un equilibrio entre la acción y el humor más desquiciado y escatológico. Las cantidades industriales de guiños y homenajes forman parte de esta premisa de burlarse de todos y de todo, y no teme meterse con el mismísimo universo de los X-Men, ya sea dentro de la historia (incluso aparecen dos mutantes para darle una mano a Mr. Pool) o como si lo viera por fuera: cuando Coloso dice que lo llevará con el Profesor X, Wade responde: “¿Stewart o McAvoy?”. ¿Una de superhéroes en clave de comedia? ¿Una comedia con superhéroes? La cuestión es que Deadpool se ríe este subgénero, se ríe de Hollywood, se ríe de los convencionalismos (hasta de la propia historia de amor), siempre con la espectacularidad característica de estos tanques… y con escena postcrédito esperable de un experto en diversión como el Pozo de la Muerte.
Antihéroe, pero autoconsciente. Inmersos profundamente en la fiebre superheróica de esta segunda década del nuevo milenio, la pantalla grande le abre camino a un joven personaje del mundo de lo cómics -en comparación con titanes como el murciélago de Ciudad Gótica o el hombre de acero de Metrópolis-, pero con un importante numero de fans detrás, en especial si uno suele concurrir a convenciones del género y demás exposiciones. El sujeto enmascarado de traje rojo y negro, con una pistola en cada mano, es de los preferidos en la extensa fauna de fanboys. Bajo este contexto llega Deadpool (2016), debut cinematográfico oficial del antihéroe de la factoría Marvel. Sí, decimos debut “oficial” porque todos decidieron olvidar su falso arranque en X-Men Orígenes: Wolverine. El film narra la historia de Wade Wilson (Ryan Reynolds) un ex soldado del ejército de los Estados Unidos devenido en mercenario, quien al enterarse que padece un cáncer terminal se ofrece para un tratamiento experimental, el cual lo vuelve un ser invulnerable y con la capacidad de regenerar sus heridas, un par de escalones por debajo de la inmortalidad. El propio Deadpool se pondrá a la caza de la misma gente que le dió fortuitamente sus poderes, quienes lo desfiguraron horriblemente durante el proceso. La estructura narrativa presenta el formato clásico de todas las historias de origenes del superhéroe promedio. Pero todo se ve alterado por esa fuerza centrífuga que es el personaje central, por su espíritu particular. Es así como la trama central se ve interrumpida constantemente por flashbacks, que componen elaboradas y largas escenas en pos de elaborar la historia de fondo del personaje. Todo esto con el acompañamiento de un Deadpool que rompe constantemente la cuarta pared, tiene características de ser omnisciente y moja constantemente la oreja de otros superhéroes favoritos, incluidos los de la propia casa Marvel. Quien no comulgue demasiado con el estilo podrá sentir que las referencias constantes al mundo de los superhéroes, la industria del entretenimiento y la cultura pop de los últimos 30 años se tornan un poco agobiantes; pero por otro lado se trata también de una de las mayores fortalezas del film: su incansable ritmo e impetu. A una broma sobre Wolverine lo sigue una broma sobre el fallido Linterna Verde del mismo Reynolds, a una secuencia de tiros y persecusión le sigue una de igual vértigo, y así durante las casi dos horas de duración. No hay un momento aburrido. Deadpool es tan fiel al material original como podríamos esperar, con mucha violencia, mucha sangre y tantas palabrotas como es cinematográficamente posible. El film del debutante Tim Miller se aleja de otros productos ATP sin sangre ni violencia extrema de Marvel como la saga de Los Vengadores (The Avengers, 2012) y se apoya en ese humor descontracturado ya presentado en Guardianes de la Galaxia (Guardians Of The Galaxy, 2014), pero con esa picantez característica del personaje principal y un nivel de autorreferencia posible gracias a todo el corpus de películas de superhéroes que han llegado a nosotros en los últimos años, sin ellas Deadpool jamás lograría ser una película tan filosa. Un mix muy eficiente de acción, comedia, algo de romance y mucho humor políticamente incorrecto y anti-heroico que la convierte en una de las películas de justicieros enmascarados más disfrutable de los últimos tiempos.
Crítica emitida por radio.
De algún sótano de cosas abandonadas en la Marvel salió Deadpool. De la nada prácticamente, porque aún aquellos seguidores del cine producido en estos estudios no tienen ni la menor idea de quién es ni a cuál de los sub mundos pertenece. Lo cierto es que recién desde el anuncio de la adaptación al cine la cantidad de consultas en Google y otros buscadores se multiplicó por millones, dada la cantidad de espectadores dispuestos a pagar una entrada sea por el superhéroe que sea. Considerando lo estrenado en éste siglo, todo el universo marvelse divide en varios sub-grupos: Los vengadores, El hombre araña (que por ahora se corta solo), Guardianes de la galaxia y los X-Men. Éste estreno “pertenece” al último grupo (sub dividido a su vez en “nuevos mutantes”), así como Ant-Man (del año pasado) va con el primero mencionado en esta lista, e iremos viendo varios más porque, como algunos sabrán, el plan Marvel se dividió en tres fases que terminarán por aunar conceptualmente todo. Estamos en la mitad de la segunda fase, aproximadamente, pero esto es harina de otro costal. Ahora: ¿Quién demonios es Deadpool? Dentro de las historietas del imperio de Stan Lee, es bastante joven porque se creó a principios de los ’90, Wade Winston (Ryan Reynolds) pertenece a una legión clandestina de matones a sueldo a quienes por lo general se les asignan tareas de defender utopías y matar a "los malos”. De ahí que su hábitat natural está en la línea entre el bien y el mal. En realidad reniega de ambos mundos. Al descubrirse un cáncer terminal, su vida vale menos todavía y por eso se somete a un experimento que, al ser gestado con el poder curativo de Wolverine, adquiere poderes de mutante, aunque detesta a los X-Men y hasta los ningunea. Imagine una historieta en la cual el personaje cada tanto se da vuelta hacia el lector y lo interpela, y le tira un chiste alegórico a la situación. Eso es Deadpool. De dónde sale el nombre es uno de los buenos gags de esta brillante adaptación al cine hecha por Rhett Reese y Paul Wernick, dirigida por el novato Tim Miller. Entre estas tres personas y el trabajo del actor principal está el secreto de lo que podría ser la sorpresa de esta temporada. Dicho esto, es importante destacar que si algo diferencia éste producto del resto es la irreverencia con la cual se aborda un personaje que no solamente rompe con los estereotipos, sino que además se mofa expresamente de los superhéores en general, y de Marvel en particular. Su modo está fundamentado en la utilización de mucho humor negro y violento (emparentado con aquellos dibujos de Tex Avery), observaciones cínicas, chistes sobre sexo, y otras menudencias que en realidad construye su psiquis y le da credibilidad con o sin la máscara. Adicionalmente, “Deadpool” es una catarata casi cocainómana de chistes salidos de material de stand up, acción prodigiosamente filmada y una constante (y saludablemente equilibrada) ruptura de la cuarta pared, para dejar al espectador como un virtual testigo y cómplice del andar aventurero. Es así. La conexión con los fanáticos es inmediata y no sería de extrañar que termine como personaje de culto en poco tiempo, cuando el boca a boca en el cine empiece su camino epidémico. Desde el punto de vista del elenco Ryan Reynolds se consagra a una química tanto física como verborrágica, y da a la perfección con un papel que pareciera haber sido escrito para él. Similar a lo ocurrido entre IronMan y Robert Dowey Jr. Una suerte de revancha luego de la solemne composición hecha en la no menos solemne y aburrida “Linterna Verde” que protagonizó para la competencia (DC Comics) en 2012. El resto se suma muy bien, sobre todo Morena Baccarin como la novia de turno. Mientras se cuece la segunda parte (el guión está casi listo) lo aconsejable es disfrutar mucho de éste debut, incluyendo los créditos hasta el final. Ahí, Deadpool se disfraza de Matthew Brodderick en “Experto en diversión” (1987). Los que se acuerden sabrán por qué.
Sí, es divertida. Es un film de superhéroes que al mismo tiempo parodia -aunque es una parodia menor, no el disparate cómico- el cine de superhéroes, aunque -paradoja- es fiel al personaje tal cual aparece en las historietas (es decir, Deadpool es idéntico en la página impresa). Lo que vuelve a la película, al mismo tiempo, una reproducción casi “qualité” de una obra previa. Dicho esto, el defecto primordial de la película consiste en que se cierra en sus posibilidades cómicas. Pero también ese es su mayor virtud: revisar los lugares comunes de una forma de relato que hoy se ha vuelto quizás demasiado canónico. En ese sentido es un film más oportuno que bueno. Ahora bien: ¿puede haber un “Deadpool 2”? Aunque Hollywood está dispuesto a hacerlo, en realidad, no. La broma -que incluye el “otro lado” del superhéroe, con sexo, sangre, alcohol, drogas y malas palabras prolijamente dispuestos- se acaba cuando se acaba la película. Un poco de aire fresco, sin dudas, pero cuya efectividad consiste en que sea irrepetible. Sí, Ryan Reynolds está bien.
El asesino más adorable “Deadpool” nació claramente como un desafío: ¿cómo llevar a la pantalla una serie de transgresiones que sin embargo pudieron ser contenidas en el rígido canon de Marvel Comics? De entrada aclaremos que la franquicia de Deadpool recayó en manos de la Fox, licenciataria de los X-Men, Spider-Man y los (relanzados y fallidos) 4 Fantásticos; es decir, los personajes de Marvel (ahora propiedad de Disney) por afuera del Marvel Cinematic Universe (en cierta retaliación, la “Casa de las Ideas” mató en el cómic a Deadpool y disolvió a los 4 Fantásticos, en una puja por mostrar quién la tiene más larga). El tema es así: “el mercenario bocazas” (así le llamaban en las ibéricas traducciones de Fórum, donde lo rebautizaron Masacre) es un personaje parlanchín y gracioso casi hasta el hartazgo, buena competencia para Spider-Man (que quizás en ninguna de sus encarnaciones pudo ser fielmente mostrado de esa manera), pero al mismo tiempo es tan políticamente incorrecto como el Punisher, a la hora de matar gente. Creado por Fabián Nicieza y Rob Liefeld, su historial comiquero pasó más entre team ups y fugaces integraciones de grupos que en títulos en solitario, aunque también los tuvo. Por último, en el marco de su humor, el personaje (que suele aparecer con elementos kitsch o fuera de lugar por encima de su traje, ya explicaremos por qué) se caracteriza por la ruptura de la cuarta pared (o la viñeta), interactuando con el lector como tal y reafirmando que “esto es una historieta”. Salto al vacío Por eso era un desafío: porque había que lograr un justo medio (y quizás la avenida no era tan ancha, expresión que está de moda en la política argentina contemporánea) entre una película regular de superhéroes (“súper sí, pero héroe no”), donde se pueda perder la gracia, y el exceso de “El avispón verde” con Seth Rogen, donde la trama del héroe se ve absorbida en la comedia de la escuela de Judd Apatow, fumón y bizarro. Y la película de Tim Miller sobre guión de Rhett Reese y Paul Wernick logra bastante el cometido, poniendo en escena todo el cóctel: el trasfondo trágico del buen Wade en contraste con su modo de ser, y la ruptura del canon ficticio (“Te llevaremos con el profesor Xavier”, dice Coloso. “¿Stewart o McAvoy? Esas continuidades me confunden”). La centralidad de Ryan Reynolds (que aparte de protagonista es productor) le permite burlarse varias veces de sí mismo, como “cara bonita” o por su fracaso superheróico en “Linterna Verde”, de la DC. Y así podríamos seguir, con elementos que seguramente serían imposibles si la franquicia estuviese en manos del MCU (a menos que lo movieran a la línea de series de “vigilantes” que coproducen con Netflix, como “Daredevil”, “Jessica Jones” y “Luke Cage”). Venganza Pero metámonos un poco en la historia. Wade Wilson es un ex operador de las fuerzas especiales, que se gana la vida como mercenario de poca monta, incluyendo defender niñitas de acosadores porque, en un punto, es un poco sensible. Un día conoce a Vanessa, una prostituta/moza de cabaret, cuya forma de ser combina enseguida con la suya: la química que despliegan es casi una versión jocunda y feliz de la pareja de Randy “The Ram” Robinson y Cassidy en “The Wrestler”. Pero el amor y la felicidad no son para siempre. A Wade le diagnostican cáncer terminal, y un señor de cara sospechosa le ofrece un tratamiento que además lo va a mejorar, a manos de un inglés “especial”. En resumidas cuentas: el tratamiento convierte a Wade en un ser con habilidades mejoradas, y lo protege del cáncer y cualquier otra cosa, ya que tiene poderes regenerativos. ¿El problema? Queda desfigurado, y debe buscar al que lo dejó así para ver si lo puede arreglar. Todo esto va muy bien contado en flashbacks y saltos temporales, desde la explosiva apertura con créditos burlones, con un enfrentamiento en el que tercia Coloso de los X-Men, quien al final tendrá que unir filas con el antihéroe insoportable de la mano de Negasonic Teenage Warhead, una purreta mutante de mala actitud, un poco como la Jubilation Lee de los ‘90. Como dicen los créditos: hay una damisela en peligro, habrá que rescatarla de Ajax y sus secuaces, y ahí se va la trama de acción propiamente dicha. Forzudos y risueños Toda la maquinaria funciona a un gran trabajo de Ryan Reynolds (que ya había encarado al personaje de otra manera en “X-Men Origins: Wolverine”, pero que se perdió en las reestructuraciones del canon): trágico, sádico, grotesco y chistoso, es el que no puede permitirse fallar a la hora de dar el tono general. El otro hallazgo del cast es Morena Baccarin (la Jessica Brody de “Homeland”) como Vanessa: además de estar más bella que nunca en la pantalla, logra crear una mujer de la noche querible a lo Marisa Tomei y genera con Reynolds esa química de la que hablábamos. Por su lado Ed Skrein (el Frank Martin de la última entrega de “El Transportador”, el primer Daario Naharis en “Game of Thrones”) está un poco bidimensional como su Ajax. El resto del elenco está en manos de la doble interpretación de Coloso (Stefan Kapicic en voz y Greg LaSalle en performance facial), un poco desmerecida por su terminación digital, la aspereza de Brianna Hildebrand como Negasonic, y lo poco que puede aportar Gina Carano como la villana Angel Dust. Los roles bufos que completan la trama cómica son Karan Soni como el taxista Dopinder, Leslie Uggams como la Ciega Al (compañera de departamento del aventurero) y T.J. Miller como Weasel, uno de sus pocos amigos, él sí propio de una película de Apatow. Y sí: aunque tenía medio olvidada a la Fox, vuelve Stan Lee con sus habituales cameos, así que lo encontrarán divirtiéndose. Ya anuncian la secuela, en virtud del buen funcionamiento en taquilla: “el Bocazas” promete nuevos compañeros de ruta... aunque avisa que el presupuesto será escaso.
“Deadpool”, la hora del antihéroe Es de los personajes más jóvenes de Marvel. Llega a los cines locales mañana. Promete show. No es un superhéroe en sentido estricto; tampoco uno de los personajes más queridos de Marvel Cómics, pero sí uno de los más populares de los 20 años. Son esos -en gran mayoría fanáticos de las historietas- quienes esperan ansiosos y ofician de efecto multiplicador de expectativa frente al estreno mundial de Deadpool, la adaptación a la gran pantalla del personaje creado por el dibujante Rob Liefeld y el guionista argentino Fabián Nicieza, una empresa que corrió a cargo del director debutante Tim Miller, a quien ya se encargó los efectos especiales de Scott Pilgrim contra el mundo, otra adaptación comiquera. Deadpool es protagonizada y fervientemente promocionada en medio planeta por Ryan Reynolds. El actor que vistió el traje de superhéroe en la versión cinematográfica de Linterna verde (2013), y que hizo su aparición en X-Men orígenes: Wolverine (2009), se vuelve a poner en los zapatos de Wade Winston Wilson durante la hora y 47 minutos del rodaje que estrena mañana en el mundo, y recién el viernes de la próxima semana en los Estados Unidos. El hombre que tuvo infancia difícil, que se unió al ejército, que ejerció como mercenario y agente de las Fuerzas Especiales; que enterado de una enfermedad terminal decidió someterse al Arma X a riesgo de renacer como un superhéroe indestructible. Para conocerlo mejor... Deadpool es uno de los personajes más populares de Marvel en las últimas dos décadas, aunque relativamente nuevo respecto de otros personajes, dado que nació en 1991. Está inspirado en Deathstroke -de DC Cómics-, el enemigo de los Titanes y de Batman. Su nombre real, Wade Wilson, está inspirado en Slade Wilson, alter ego de Deathstroke. Hizo su primera aparición en el comic The New Mutant, y su primer cómic propio fue The Circle Chase. Algunos atribuyen a Deadpool la nacionalidad canadiense, igual que a Wolverine. A diferencia de ese personaje, Wade no nació siendo mutante sino que sufrió su transformación a partir del experimento Arma X, al que se sometió voluntariamente como última chance de vencer su cáncer. El poder de regeneración obtenido en el laboratorio lo convierte en virtualmente inmortal, pudiendo recuperarse de la mutilación de brazos y piernas ¡y hasta de la decapitación! De allí, que su fisonomía luzca llena de cicatrices. Es, incluso, muy superior al de Wolverine y al de Hulk, De hecho, hay un cómic donde Deadpool mata a todos los héroes de Marvel, incluido el gran Hulk. También es inmune a las lecturas mentales del Profesor X de X-Men. A propósito de ese filme, en X-Men orígenes: Wolverine, aparece sin boca, mientras que en los cómics habla tanto que se ligó el mote de “bocón”. En el filme, su disfunción se debe a que durante la intervención de Arma X le cosieron los labios para que fuera “el soldado perfecto”. En el universo de Marvel existen distintas versiones de Deadpool. En una, Venom y Deadpool se unen para formar Venompool. En otro, Gambito -uno de los X-Men-, le pagó a Deadpool para evitar una pelea, porque la sola idea le parecía un suicidio. Al viajar por distintos universos, suele encontrarse con otras versiones de sí mismo: un perro Deadpool, una cabeza Deadpool, una chica Deadpool y un chico Deadpool lo han sorprendido. Un rasgo característico de Deadpool es la ruptura de la cuarta pared. Tanto en los comics como en los filmes, interactúa con sus espectadores. Hip hop y frijoles Es fanático de las chimichangas, unos burritos mexicanos que él come con guacamole, salsa y muchos frijoles. La canción que se escucha en el trailer del filme es Shoop, de Salt in Peta, uno de los primeros grupos de hip-hop, constituido por tres mujeres. Fue un hit que vendió 5 millones de copias. Hay referencia al Hombre Araña cuando en pantalla aparece la frase "un gran poder conlleva una gran irresponsabilidad". Es una libertad que la 20thCentury Fox se tomó, dado que no tiene los derechos del arácnido. Otras referencias: en el trailer se puede ver un cartel indicador señalando las vías Nicieza Street y Fabián Road, en honor al argentino que le construyó un universo. Rob Liefeld tiene un cameo. Comadreja y Ciega Alt hacen aparecen en la película. Uno es su amigo incondicional; la otra, una mujer tan cínica como él y la única con autoridad para hacerle frente.
Un personaje de Marvel que es un verdadero antiheroe (odia que lo nombren como tal), irreverente, sarcástico, se ríe de todos y primero de él, que solo admite las ventajas de una venganza. Un matón a sueldo que se enamora pero tiene un diagnostico terminal, acepta un tratamiento anticonvencional que lo transforma en un inmortal con poderes, pero de aspecto achicharrado. Mucha acción. Con un Ryan Reynolds inspirado, perfecto para este rol. Acción y humor.
Finalmente el Mercenario Bocazas llegó a la pantalla grnde. ¿Estará a la altura del Hype? Finalmente, luego de una de las mejores campañas de marketing vistas en los ultimos tiempos y un gran apoyo de la comunidad de fanaticos, Deadpool llego a la pantalla grande. El intento de Fox de posicionar sus franquicias marvelitas a la altura de las de Disney esta siendo desmedido y en cuanto a hype al menos, logra el cometido tanto con los avances de esta pelicula, como con los de los Hombres X. Sin embargo, citando mal adrede a Andres Calamaro, no se puede vivir del Hype. La mayor anticipacion de esta pelicula eran las posibilidades inabarcables. Los super poderes, el super presupuesto y la posibilidad de romper la cuarta pared constantemente, permiten - en concepto - que Deadpool rompa el molde establecido actualmente para lo que tiene que ser una pelicula de super heroes. Sin embargo, sea la inexperiencia del director siendo este su primer film, o el desmedido intento de complacer al fanatico con fan service continuo, el resultado final es un producto que se queda a medias. Esto es dificil de digerir, pero facil de explicar. En si, podriamos decir que la adaptacion es perfecta. Tal vez la mejor adaptacion de una historieta a la pantalla grande, ya que ni por un segundo se puede cuestionar que Ryan Reynolds es Deadpool, al punto que de ahora en mas cada vez que lean una historieta, pensaran en el personaje dibujado como Ryan Reynolds. Sin embargo y como las peliculas de comics suelen descubrir de la peor manera, por mas bien que esten trasladados los elementos, las cosas que funcionan en un medio no necesariamente funcionan en otro. El humor de la historieta esta intacto, pero sin embargo, al ser un actor dando las lineas y no nuestra propia voz interna, todo el tiempo parece errarle al timing. Uno llega al cine esperando ver a Hannibal King - Ryan Reynolds en Blade: Trinity - y termina encontrandose a un actor diciendo sus lineas de memoria, luego de dedicarle muchos ensayos. Cada chiste que aparece en pantalla es exacto a sus contrapartes impresas, pensado para funcionar de manera impresa y lo ensayado de todo, le quita mucha frescura. El segundo golpe bajo del mercenario es su necesidad de explicar cada uno de los chistes. No solo nos avisara que esta rompiendo la cuarta pared cada vez que lo hace, sino que cuando no es un plano detalle el que revela algun Easter Egg, es el propio actor señalando con su dedo. No hay que dedicarle mucho tiempo al asunto para darnos cuenta que la intencion detras de esto es hacer atravesar a los nuevos espectadores por un curso intensivo del personaje, en lo que solo puede ser descrito como una pelicula de origenes, pero el resultado final termina siendo un producto pre digerido. Los chistes estan, pero estan todos mal contados. Aca volvemos a esa sensacion de quedarse a medias. A medida que la pelicula avanza, no podemos evitar pensar constantemente que solo restaria que dividieran la pantalla en viñetas para ser la adaptacion mas fiel de la historia, pero todo el resto invita a aburrirse. La chispa que T.J. Miller ofrece en Silicon Valley esta extinguida en un personaje que tendra como mucho 3 minutos de pantalla y la amenaza del villano es dificil de ser tomada en serio cuando quien lo interpreta - Ed Skrein - es conocido por haber sido echado de Game of Thrones por su pobre desempeño. Y la verdad, se nota. Finalmente, la ofensa mayor termina siendo la interaccion con el resto del universo Fox - al que da por canonico - cuando el Coloso que conocemos de la saga X-Men, parece haber sufrido un duro golpe en la cabeza y lejos de ser ese valiente e introspectivo personaje, dando a pensar en situaciones de pareja dispareja entretenidas, resulta estar a un par de orejas largas y paletas separadas de ser Goofy. Es evidente que el director, Tim Miller, viene de un entorno de efectos especial porque tecnicamente la pelicula es un espectaculo de efectos especiales impecables y coreografias que son la envidia de pelis como Age of Ultron, pero todo el ingenio del principiante llega hasta ahi. La pelicula es lenta, y ese es un clima donde la comedia no florece. Deadpool es claramente una construccion a futuro. Todos los errores que comete, los hace intentando establecer una nueva franquicia de manera forzada. La calidad cinematografica, la fidelidad a la adaptacion y la posibilidad de ahondar aun mas en los rasgos mas graciosos del personaje - como sus voces internas que ni siquiera aparecen - nos da fe en una posible segunda parte de mejor calidad. La pelicula vino, vio y probablemente venza, pero si dejamos de lado la suma de sus partes y hablamos del resultado final, es una comedia con chistes de hace diez años, maquillada con una muy buena campaña promocional. Para hablar en terminos de Deadpool, podriamos decir que todo se reduce a una realidad deforme oculta bajo una muy buena mascara de marketing, pero no mucho mas.
La gran apuesta que fue un exitaso! Finalmente FOX y su licencia para manejar superhéroes de la factoría Marvel se salió con la suya y pudo sumar un exitaso más a sus incursiones en el mundo de los héroes de comics llevados al cine. Recordemos que el otro producto exitoso que viene manejando es el de los X-Men. Últimamente venían medios golpeados por la incesante batalla con Marvel-Disney por los derechos de varios personajes, entre ellos Spider-Man que finalmente pudo volver al control oficial. Los Cuatro Fantásticos por su lado quedaron en FOX pero su último film obtuvo resultados de recaudación por debajo de lo esperado. Si Deadpool no lograba levantar cabeza, peligraba la continuidad de esta franquicia bajo control de Fox. Finalmente le dan un cachetazo a Marvel-Disney convirtiendo a Deadpool en la película de clasificación R más taquillera de la historia del cine! Esto deja por el piso el complot de Marvel-Disney para hundir a los superhéroes bajo control de FOX y baticina una nueva catarata de películas futuras para este gran estudio cinematográfico. La idea nació como un experimento, hacer un film de superhéroes más libre y distinto a lo que nos venían ofreciendo. Como la iniciativa era experimental, el presupuesto que se le asignó era bastante más bajo que el de una peli de superhéroes promedio. Y como la regla indica, cuando hay crisis y pocos recursos, el ingenio aparece y toda la ejecución se vuelve mucho más eficiente. Es así como este gol de media cancha nos presenta a un protagonista boca sucia, fanfarrón, pervertido, anti héroe, divertido y por sobre todo muy carismático. Los aciertos más grandes de "Deadpool" tienen que ver con desestructurarse y mostrar lo que el espectador quiere ver y no lo que el espectador espera ver. Nuestro bocón protagonista le habla al público en medio de peleas y situaciones críticas haciéndolo partícipe del momento. Pelea y mata villanos con total libertad, volándole los sesos, quebrándole los huesos y más. Deadpool y los personajes secundarios como su novia Vanessa (Morena Baccarin) o su amigo Weasel (T.J. MIller) son tipos reales, de esos que abundan en la vida cotidiana, y por eso la gente puede empatizar tanto con ellos. No son paladines angelicales de la justicia, no son modelos morales a seguir, son los tipos de la vuelta tratando de salvarse y vengarse de otros tipos más malos que ellos. El director Tim Miller y los escritores logran sacudirse todo ese acartonamiento que suelen tener la mayoría de estos films, y eso siempre es refrescante. Hay algunas cuestiones cinematográficas un poco burdas, como por ejemplo la ceguera y entrega con que Deadpool dona su cuerpo a una organización muy turbia para que experimenten con él. Es poco creíble. El personaje de Negasonic es muy bueno, pero el de Coloso por ejemplo está muy artificial y no aporta demasiado. El villano es bueno pero le faltó un poco más de picante par mi gusto. El balance general es que "Deadpool" es un muy buen entretenimiento de acción y comedia que abre el camino del éxtio a futuros films de superhéroes que deseen tener calificación R. Felicitaciones a Fox y Marvel por animarse.
Sucia, sangrienta, desubicada, pero muy divertida es esta adaptación cinematográfica del personaje de Marvel "Deadpool". Con una gran interpretación por parte de Ryan Reynolds y con una construcción narrativa que se aleja un poco de las típicas primeras partes de superhéroes, este film es un divertimento de calidad para grandes. Al fin una cinta para mayores que no le teme al ridículo.
Risas, espadas y dos armas humeantes Esta nueva película del sello Marvel se mofa de todas las producciones habidas y por haber del género superheroico, sorprende con un dinámico uso de cámaras y busca entretener con éxito En agosto del año 2015 criticamos la película Los Cuatro Fantásticos y explicamos que, a pesar de que Disney compró Marvel Cómics en 2009, hay tres productoras haciendo películas sobre sus personajes: Marvel/ Disney, Sony Pictures y 20th Century Fox. Pero mientras que Sony llegó a un acuerdo con Disney para compartir los personajes, Fox se niega denodadamente a colaborar o devolverlos y eso a veces le cuesta caro ya que, por ejemplo, a Los Cuatro Fantásticos les fue muy mal en taquilla por dos causas: es una película de regular para abajo y el estudio del ratoncito la boicoteó indirectamente cerrando la revista de esos personajes. Sin embargo, a Fox todavía le quedan los personajes denominados "mutantes", esto es Wolverine, los exitosos X-Men y Deadpool, un personaje "menor" que sin embargo registra una de las mejores marcas de ventas de la compañía en varios países, Argentina incluída. En este ámbito, entonces no debería extrañar que, tras más de 6 años de idas y venidas, Fox haya decidido estrenar la película del "mercenario con una gran boca" como lo llaman, y con Ryan Reynolds como protagonista, quizá uno de los dos actores, junto con Chris Evans, que más personajes de comics han interpretado. Y si bien Los Cuatro Fantástico merecía ser el fracaso que significó para el estudio por el escaso compromiso de todos los involucrados, Deadpool no merece menos que llevar el título de mejor filme de Marvel del año, aunque sea el primero de los cuatro que llegarán en 2016. Paso a explicarme: cuando se va a ver un filme que promete algunos chistes pero que seguramente es una más del montón y se sale de la sala riéndose a carcajadas, y dos horas después todavía hay escenas dando vueltas en la cabeza, el filme funcionó. Y en Deadpool, no hay uno de sus 108 minutos de duración que no sean memorables. Lo cierto es que el filme actúa como una ópera prima por demás auspiciosa para el director Tim Miller, un cineasta que hasta el momento sólo se había destacado por una nominación al mejor corto animado en 2004 y que ha puesto todo lo que tenía a mano para hacer un producto sólido que además se anima a llegar a donde Marvel nunca se animaría a ir. Miller actúa en conjunto con Reynolds y lo deja hacer de todo en cámara: el actor le habla al público, hay referencias infinitas a otras películas marvelianas (inclusive una a Linterna Verde, la "panquequeada" del intérprete en DC y el obligatorio cameo de Stan Lee), y va por más: humor negro a borbotones, chistes (muy) políticamente incorrectos, sexo casi explícito, y un nivel de sangre y violencia por demás impresionante para una producción del género. Ya desde la secuencia inicial de títulos, que se presenta en cámara lenta recorriendo un momento al ritmo de "Angel of the Morning" de Juice Newton que comienza a provocar las primeras carcajadas, Miller anuncia que todo se trata de una gran broma al universo Marvel y que la película va a mantener el tono de las historietas, que son de corte netamente humorístico, al estilo del "Cazador" argentino. Sin embargo, y a pesar de lo dicho, no todo son risas en el filme sino que también hay una historia clásica del héroe y su chica escrita por Rhett Reese y Paul Wernick (los de Tierra de Zombies) que se encarga de ir uniendo las diferentes escenas repletas de gags, espadazos y tiros. En definitiva, Deadpool le impone a Marvel Disney un nuevo desafío: superarla, algo que la pacatería del estudio de Mickey Mouse y las princesas tiene estrictamente prohibidos desde antes de la "era de hielo" de su creador y que le significará Fox quedarse con este personaje por varios años más y concretar una secuela que se pondrá en marcha una vez que se confirme el regreso del equipo creativo.
¿Superhéroe? Esta es la apuesta más jugada que los estudios Marvel han llevado a cabo a la fecha, y también es una prueba del compromiso que el estudio tiene para con la audiencia aficionada al cómic, más allá los impedimentos o prejuicios comerciales que suelen existir en Hollywood. Deadpool fulmina los paradigmas del género con un filme irreverente, visceral y extremadamente divertido. Habrá que quitarse el sombrero, guste o no. Deadpool no es para todos, pero es indiscutible que es una comedia radicalmente original, eximiamente guionada y fantásticamente dirigida. Por supuesto que el humor que propone es del tipo grotesco, plagado de referencias sexuales y abuso de mal vocabulario, pero así es el ADN de su protagonista: un superhéroe más a la medida de la cultura norteamericana. Cuando Deadpool no está improvisando un chiste, está llenando los ojos con alguna escena de acción desfibrilante, y por momentos, hace ambos al mismo tiempo. La película triunfa al proponer con éxito una fórmula muy difícil de lograr en la pantalla grande: apelar a la alquimia entre la acción y el humor para entretener al espectador. Deadpool es una propuesta jugada que merece ser reconocida por su originalidad, irreverencia y su muy buena cinematografía. Es una película que suma en el género, entregando una experiencia fresca e inusual. Vale la pena.
Marvel ha pasado años siendo la industria que proporciona hombres (sí, en su mayoría hombres, por supuesto) con cualidades sobrenaturales que los convierten en seres extraordinarios que se ocupan de hacer justicia en algunos casos, de usarlos de manera negativa en otros, combatir el mal, etc etc… todo lo que conocemos de los superhéroes, básicamente. Recolectando gran cantidad de fans a través del globo, convirtiéndose en una marca registrada de fetichismo, saltando de la novela gráfica al cine y al merchandising, Marvel parece haber entendido que adaptarse a los tiempos que corren es una de las estrategias fundamentales para mantenerse vigentes. Así es que nuestro nuevo héroe, Deadpool, coincide con pocas de las características de los superhéroes tradicionales, incluso el film en sí mismo, se arriesga a cambiar el paradigma desde su estructura, tono y narrativa. Deadpool aparece como un spin-off, derivado de los X-Men; lo interesante reside en que lejos de comportarse como los ya clásicos mutantes, Deadpool los rechaza, trata de alejarse lo mayor posible del estereotipo de superhéroe justiciero. En un diálogo constante con el espectador, nuestro carismático personaje deja en claro su objetivo desde el principio: esta es una historia de amor, y su objetivo principal es “recuperar a la chica”. Salvar el mundo o hacer justicia no está entre sus intereses. Para llegar a concretar su plan, seremos partícipes de idas y venidas en el tiempo de la narración, mediante lo cual conocemos la historia de Deadpool y nos vamos encariñando con el personaje, que se presenta casi como un comediante, infantil y permanentemente bromeando. La empatía que nos causa es casi inmediata, en primer lugar porque es un superhéroe netamente humano, que usa sus poderes como medio de reconquista y de venganza por ese amor perdido; en segundo lugar, pero tal vez lo que más define al film, porque ridiculiza todos los clichés con los que Marvel ha hecho dinero todos estos años. Deadpool se convierte en una especie de Quijote de la Mancha, anunciando el ocaso de un género, en tiempos donde el perfil de “macho” empieza a decaer, donde la sexualidad está más a flor de piel, donde los niños compran cada vez menos las historias fantásticas. Esto no quiere decir que las historias de superhéroes estén acabadas, porque siempre tendremos un lugar en nuestro corazón para ellas; pero sí es necesaria la adaptación a los que los nuevos tiempos piden. Necesitamos de la presencia de un Deadpool: un hombre con la cara desfigurada, con vicios, fobias, enamorado y algo tonto. Una muestra clara de que la parodia en este film no tiene límites es el comienzo de la película, los títulos de apertura: quitando toda solemnidad a la presentación del staff, se anuncian los personajes desde los típicos estereotipos que sabemos vamos a encontrar en un film de Marvel: el idiota, el acompañante, la chica sexy, el villano, mientras suena la melosa “Angel of the Morning” por Juice Newton. Como buena parodia, Deadpool contiene todos los elementos típicos de una película de superhéroes: magnificas explosiones de las cuales los personajes sobreviven insólitamente, persecuciones, chicas malas fortachonas y sexys, disfraces, etc. Lo interesante es cómo aun ridiculizando estos recursos, siguen siendo útiles para la narración. Deadpool es una expresión de la post modernidad, es la aceptación de que los roles y los estereotipos están cada vez más borrosos.
Iconoclasta. Subversivo. Amoral. Delirante. Ese es el perfil de Deadpool, la última entrega del género de superheroes y el filme que está en boca de todos. No sólo Ryan Reynolds ha logrado redimirse de sus anteriores entradas en el mundo del comic, sino que se ha disparado hacia el superestrellato, liderando un filme que rompe récords de taquilla como ningún otro y que excede por lejos hasta la mas optimista de las expectativas de los ejecutivos de Hollywood. Imaginen una de Wolverine pero dirigida por los hermanos Farrelly y con una onda autorreferencial similar a Scream. Esa sería una breve, incompleta y hasta opaca definición de lo que tiene para ofrecer Deadpool. El personaje es una figura secundaria del panteón Marvel, el cual nació en 1991 de la mano de Rob Liefeld y Fabian Nicieza. Al principio era un villano mas - creado como una especie de parodia de Deathstroke, un sicario de las filas de la DC Comics y del cual toma su apellido civil y parte de su apariencia - y el personaje hubiera perecido en las arenas del olvido de no ser por el revamp hecho por Joe Kelly y Ed McGuinness en 1997, quienes se encargaron de convertirlo en un antihéroe autorreferencial al momento de relanzarlo con su propia revista de historietas. La cuestión es que la Marvel no le tenía mucha fe al personaje y, ante la amenaza constante de cancelación de la publicación, Kelly y McGuinness se volcaron a ser tan experimentales como fuera posible, saltándose todos los protocolos y convirtiendo a Deadpool en un anarquista capaz de alterar la línea de tiempo de otros personajes conocidos, meterse en otras historietas, o hablar directamente al lector y demostrarle que estaba consciente de que se trataba de un personaje de comic. Semejante actitud desfachatada comenzó a generarle una corriente de fans que lo transformó en objeto de culto y aseguró la supervivencia de la publicación hasta el presente. Esta versión de Deadpool comenzó a gestarse en el 2004, cuando la gente de la Fox comenzó a buscar la manera de multiplicar la presencia en las pantallas de los personajes Marvel sobre los cuales poseía derechos cinematográficos. La aparición en el 2008 de Iron Man - montada directamente por la Marvel y anunciada como el puntapie inicial de un elaborado Universo Cinemático, el cual podía ser un fracaso gigantesco o una inagotable fuente de ingresos (como la historia ha terminado de demostrar) - apuró los papeles y la Fox comenzó a desdoblar personajes de la saga X-Men, planeando posibles spinoffs de Wolverine y Magneto. X-Men Origenes: Wolverine (2009) vino a funcionar como una especie de semillero de posibles personajes y franquicias apareciendo (entre otros) Gambito y Deadpool, y quedando éste en una versión desdoblada: con Ryan Reynolds, normal y a cara lavada (haciendo de Wade Wilson), y como el deforme Arma X, fruto de experimentos de laboratorio y la gran amenaza final contra la que se enfrentan Hugh Jackman y Liev Schreiber en el climax. El problema es que la manufactura de X-Men Origenes: Wolverine terminó siendo tan mediocre que nadie se entusiasmó demasiado y todos los proyectos posibles terminaron cajoneados. La Fox se dedicó a reciclar el spinoff de Magneto convirtiéndolo en X-Men: First Class (2011) mientras que el resto de los planes quedaron durmiendo a la espera de una bocanada de inspiración e ideas frescas. Desde que apareció la edición impresa de Deadpool & Cable en 2004 (en donde el deforme mercenario se comparaba a sí mismo como una mezcla de Ryan Reynolds con un Shar-Pei), Reynolds había quedado prendado con la idea de llevar al personaje a la pantalla y comenzó una importante campaña para convencer a los ejecutivos de la Fox de la idea. Pero, para salir de su estado estático, habría que esperar hasta el 2010 cuando un borrador del libreto del filme se filtró en Internet y produjo un revuelo enorme. Sorprendidos por la reacción, la gente de la Fox encargó un corto de prueba - el de la dichosa persecución inicial que figura en el filme, hecha mayormente en CGI y con Reynolds poniendo la voz al personaje - y lo publicó en la web, deviniendo en un fenómeno viral. Como la cantidad de pruebas se caía por su propio peso, el estudio decidió dar luz verde al filme pero no sin antes dejar en claro las reticencias que tenía respecto al proyecto: a final de cuentas no se trataba simplemente de otro superhéroe encapuchado más sino de uno extremadamente zarpado y políticamente incorrecto, el cual masacraba gente de la manera mas sangrienta posible y vomitaba groserías suficientes como para obtener de una la calificación R (exclusiva para adultos), un detalle que muchos consideran el beso de la muerte en la taquilla ya que lo aleja del público masivo (adolescentes y niños), amén de coartar la mayoría de operaciones previstas de merchandising. Es por eso que la Fox le dió un presupuesto modesto - 58 millones de dólares - y puso al mando a un ignoto especialista en efectos especiales cosa que, si la cinta fracasaba, las pérdidas al menos resultarían soportables. oferta software de sueldos Desde ya el estreno de Deadpool sorprendió a propios y extraños, rompiendo una impresionante cantidad de récords en el fin de semana de su estreno. Desde ya muchos hablan del shock del rating R y, tal como ha pasado con otros filmes evento - George Lucas y su nueva saga de La Guerra de las Galaxias, que puso de moda a las precuelas; Avatar, que popularizó el 3D; los filmes basados en literatura para Jovenes Adultos (desde Crepúsculo hasta Harry Potter) que impusieron la moda de desdoblar el capítulo final en dos filmes para recaudar el doble -, ahora todos hablan de producir filmes de superhéroes desbordantes de sangre, sexo y violencia: la misma Fox anunció planes para que la próxima Wolverine sea R, y la Warner está considerando seriamente retocar Suicide Squad para que entre en dicha calificación. En sí, Deadpool no es un gran filme de superhéroes. Los villanos son sosos y la trama se resume en una línea - al tipo le arruinaron la vida y ahora regresa en misión de venganza -, la cual no difiere en nada de cualquier típica película de Schwarzenegger de los años 80. No hay tramas floridas, rebuscadas o inspiradas como los filmes de X-Men u otros superhéroes Marvel (léase, conspiraciones para dominar el mundo o alianzas con malvados seres de otros planetas). Lo que hace al filme es la travesía, la cual desborda de humor políticamente incorrecto y la que se relame con ser tan iconoclasta como sea posible. Deadpool le habla directo a la cámara, hace bromas sobre los X-Men (sacándole el cuero a Wolverine y haciendo referencia a los actores que han hecho del profesor X), sobre el mismo Reynolds (en una de las tomas aparece flotando la cubierta de la revista People en donde Reynolds aparece catalogado como el hombre mas sexy del planeta; o disparos por elevación a su desastrosa participación en Linterna Verde - "si me convierten en superhéroe, por favor no me pongan trajes verdes ni los hagan animados!" -) o disparándole incluso al mismo equipo técnico responsable del filme - los títulos de crédito figura el director como un "obrero sobrepagado", los productores son unos "imbéciles con sombrero" y el protagonista es un "idiota de rostro perfecto" -, eso sin contar de que el protagonista le dice al público que la película tiene un presupuesto de dos mangos, razón por la cual sólo pueden contar con la mísera participación de 2 X-Men (eso resulta patente cuando visitan la mansión del profesor Xavier, la cual está patéticamente vacía). ofertas de software Hay momentos en que Deadpool se siente una de superhéroes escrita por los hermanos Farrelly. No solo por la cantidad abrumadora de chistes zarpados y bizarros - hay uno (sobre el posible uso de una manito tipo bebé que le está saliendo al protagonista después de haberse cercenado la anterior) que es repulsivo - sino porque el romance irreverente entre Reynolds y la hermosa Morena Baccarin funciona y estos dos rebosan química (Reynolds saca de su trasero el anillo para proponerle casamiento, lo cual es tan grosero como simpático). Yo creo que uno de los grandes aciertos del filme es tener un romance que conmueve (aún dentro de toda la locura de la trama), ya que humaniza al protagonista, lo vincula con el público y le da un motivo válido para vitorearlo a la hora que pega el salto para defenderla. A final de cuentas la causa de Deadpool no es el heroismo o la revancha sino el deseo ferviente de volver a estar con el amor de su vida, algo imposible de concretar debido a lo espantoso de su deformidad. Si Deadpool triunfa es gracias a Ryan Reynolds. El tipo empapa al personaje con su humor y lo hace suyo; son sus improvisaciones, su impronta, su imprevisibilidad. También esta la sociedad con Tim Miller, el cual maneja el entorno y el resto del cast de gran forma: la acción se puede seguir y está plagada de deliciosos detalles secundarios, el timing cómico es excelente y el clima de desenfado está logrado. Quizás Reynolds bordea el límite de la saturación - no todos los chistes hacen blanco - pero tiene la simpatía y el carisma que lo hace llevadero y que a uno le da paciencia para esperar el siguiente chascarrillo. No sé si realmente es un filme para los que odian las cintas de superhéroes, o si revolucionará el rubro importando cambios mucho mas adultos como el humor y el destripaje en primer plano; yo creo que es lo mismo de siempre con mucho mas picante, el cual sacude tus sentidos y te despierta después de ver tanta rutina prolija y políticamente correcta, una bocanada de aire fresco que sirve para que el género no decaiga y siga en actividad unos cuantos años más.