Fresca, liviana y anclada en la cultura pop de los 60’s “El agente de C.I.P.O.L.” trae una brisa de aire fresco a un género que suele tomarse demasiado en serio. Lejos de los Bond de Sam Mendes y la saga Bourne, Guy Ritchie construye un guión -junto a Lionel Wigram– que juega con la idea del cine de espías basado directamente en el carisma de sus protagonistas, y charme sobra. Henry Canvill, Armie Hammer y Alicia Vikander son el gran efecto especial que cualquier film de acción necesita. El gran acierto del film es ubicar la acción en los sesentas, especificamente durante la guerra fría -sin necesidad de “modernizar” el material de origen- y en ese contexto armar un trama con un balance perfecto entre diversión y acción sin que nada resulte en absoluto ridículo. De esta menera el espíritu de la serie -que estaba llena de guiños- permanece intacto a todo nivel. Ritchie dirige en modo restringido, despojado de sus artilugios habituales que siempre terminan resultando en distracciones innecesarias. El final deja todo preparado para una secuela que luego de haber visto este film deseamos que se haga. Si, “El agente de C.I.P.O.L.” es puro entretenimiento vacío de contenido, y no hay nada malo al respecto.
El agente de C.I.P.O.L. es una lograda y disfrutable película que si bien no es nada del otro mundo ni se destaca sobre sus hermanas Misión Imposible o James Bond, merece su visión en pantalla grande. Ofrece buenas secuencias de acción, diálogos con ironía y humor, y sobre todo mucho estilo y elegancia. El guión está...
Licencia para matar A pocas semanas de haber tenido el estreno de la última Misión: Imposible y de ver pronto otra de Bond, llega El agente de C.I.P.O.L. (The Man from U.N.C.L.E), otra película adaptada de una serie de TV sobre espías, y que se emitió por la cadena NBC desde septiembre de 1964 hasta enero de 1968, por lo cual para muchos puede resultar bastante desconocida. La serie fue creada por Metro-Goldwyn-Mayer y durante 105 episodios podíamos ver a los dos espías pertenecientes a una organización internacional: el estadounidense Napoleón Solo (Robert Vaughn) y el georgiano Illya Kuryakin (David McCallum). Ian Fleming, el creador de James Bond, contribuyó a la concepción de la serie, por lo cual no es descabellado encontrar similitudes con el agente secreto 007. En 2015 llega la película dirigida por Guy Ritchie, quien trae a la pantalla grande una nueva versión. En esta oportunidad protagonizada por Henry Cavill como Solo y Armie Hammer como Kuriakyn. A quienes se le suman Hugh Grant como Waverly (el británico a cargo de C.I.P.O.L.), Alicia Vikander como Gaby y Elizabeth Debicki como Victoria. Y acá tenemos a nuestros héroes en un clásico de la guerra fría, dos desconocidos a quienes veremos sortear distintos obstáculos hasta que finalmente terminen formando la extraña pareja protagónica. Y el primer encuentro que podría ser algo menor, Guy Ritchie le da un marco brillante a partir de una escena de acción totalmente inolvidable, la cual ya nos marca el ritmo de todo el film: una trama con identidad propia, cargada de originalidad y con buena dosis de humor. Una escena clásica como una huida en lancha, el director la convierte en un hermoso delirio cómico. Las libertades que se toman en cuanto a la adaptación de la serie original son funcionales al espectáculo que estamos viendo, y su soundtrack (ecléctico muy al estilo Tarantino) acompaña perfectamente cada una de las escenas y la cultura de la época de los '60: la escena de Solo en el camión es otra de las mejores del film, y donde justamente la banda sonora también es protagonista. Por partes de los actores (Cavill y Hammer), no podemos pedir más: dan con el fisic du rol de ese tipo duro pero a la vez simpático, que a primera impresión puede caerte mal y llevan adelante logradas escenas de acción y comicidad. Y un párrafo aparte para Alicia Vikander, cuyo papel como la hija del desaparecido científico alemán a quien utilizan para infiltrarse en la organización criminal, es el único que posiblemente le haga sombra a nuestros dos héroes. El agente de C.I.P.O.L. llega para darle un nuevo aire a las películas de espías (como sucedió el último tiempo con Kingsman) y revalorizar el trabajo de Ritchie, quien amado y odiado de la misma forma, nuevamente su trabajo no pasará desapercibido.
Guy Ritchie vuelve a la carga con otra famosa dupla de acción. Esta vez no son los personajes de Arthur Conan Doyle sino los protagonistas de la famosa serie de los 60, El Agente de CIPOL. El agente de la CIA Napoleón Solo (Henry Cavill) y el de la KGB Illya Kuryakin (Armie Hammer) deben unirse para combatir a una organización criminal que trabaja con armas nucleares. Desde el inicio la acción ocupa la pantalla y como suele suceder en las películas de Ritchie, el vértigo viene acompañado de chistes, ironías y muy buena música. El hecho de que en medio de la Guerra Fría un americano y un ruso se vean obligados a trabajar juntos da lugar para mucha diversión de la mano de decenas de insultos, peleas y golpes bajos. Cavill y Hammer tienen muy buena química, lo que ayuda a que varios de los momentos más divertidos se produzcan cuando ellos están simplemente hablando (léase, intercambiando insultos). Las mujeres del film tienen también sus propias escenas para lucirse. Por un lado está Alicia Vikander, quien gracias a su vestimenta y su peinado por momentos parece ser una copia a carbón de Audrey Hepburn. Vikander es graciosa, divertida (como cuando baila sola en una habitación de hotel), y lo más importante es que no es ninguna “dama en apuros” esperando a que la salven. Por otro lado está Elizabeth Debicki, la villana del film: es tan hermosa como diabólica. Sus joyas, sus atuendos perfectos, junto a sus ojos impasibles y fríos, la convierten en una gran malvada. El Agente de CIPOL no está al nivel de la última Misión Imposible o la última de James Bond. A pesar de eso cumple con todos sus objetivos. Entretiene de inicio a fin, crea varias carcajadas, es visualmente atractiva, tiene una gran banda sonora que musicaliza perfectamente cada escena, y presenta personajes que dan ganas de volverlos a ver en otra entrega.
Otra clásica serie televisiva de espionaje se gana su merecida adaptación a la gran pantalla de la mano de Guy Ritchie y no decepciona. Acción, glamour y humor con los coloridos años sesenta de fondo, ampliamente disfrutable por todos y todas. Tenemos un año cargado de espías cinematográficos. Desde la comedia “Spy” hasta la exageración violenta de “Kingsman”, o la quinta entrega de “Misión Imposible”, ustedes elijan a su agente favorito. Guy Ritchie rejunta un poco de cada uno de estos elementos para llevar a la pantalla la creación de Sam Rolfe que hizo estragos en la TV entre 1964 y 1968, alentado en gran parte, por el éxito de James Bond. El director inglés deja de lado un toque su violencia desmedida y muchos de sus truquitos fílmicos, y se mete de lleno en el glamour europeo de principios de la década del sesenta (y en plena Guerra Fría) para narrar esta historia “de origen” sobre dos espías rivales: Napoleon Solo (Henry Cavill) e Illya Kuryakin (Armie Hammer). Solo, el experimentado agente de la CIA, ex ladrón escurridizo que está pagando su condena poniendo todas sus habilidades al servicio de su gobierno, debe hacer yunta con el tosco e impulsivo espía ruso de pocas pulgas. Dos personalidades que chocan a cada momento y, en cuya química, se apoya la mayor parte de esta historia. Estados Unidos y Rusia deben trabajar en conjunto para desmantelar los planes de una misteriosa organización criminal anclada con el nazismo que ha logrado secuestrar a un científico alemán capaz de construirles unas cuantas bombas nucleares. La única pista con la que cuentan es Gaby (Alicia Vikander, la I.A. de “Ex Machina”), hija del desaparecido doctor que se hará pasar por la prometida de Kuryakin para intentar frenar una hecatombe mundial. Con sus alias a cuestas el “equipo” se traslada de Berlín a la bella Roma para infiltrarse en los negocios familiares de la astuta Victoria (Elizabeth Debicki), la elegante fachada de la organización terrorista. Todo es glamoroso y colorido, desde la vestimenta y los paisajes, hasta la genial banda sonora (la música de Daniel Pemberton y cada uno de los clásicos elegidos para la ocasión) que nos mantiene a tono y en ritmo, además de no poder dejar de mover la patita a lo largo de sus dos horas. La trama no es nada nueva y, por momentos, un poco predecible, pero la intención de Ritchie es mantenernos enganchados con la acción y su particular sentido del humor, tan naive como la época que representa. “El Agente de C.I.P.O.L.” (The Man From U.N.C.L.E., 2015) no se toma las cosas en serio, las disfruta y nos sumerge en un mundo que el cine y la TV dejó atrás hace mucho tiempo. El encanto de Cavill (y su facilidad para mantener el acento yanqui) le gana por goleada al falso ruso de Hammer, pero esto no molesta, ya que forma parte de la antítesis de la dupla que no siempre son los héroes de turno que todo lo resuelven, así como las chicas protagonistas no son las damiselas en peligro a cada momento. El director se esfuerza por dejar esto bien en claro, los personajes femeninos son tan fuertes (o más) que los masculinos, y cada uno tiene sus fortalezas y debilidades. “El Agente de C.I.P.O.L.” no intenta ser realista o súper exagerada como sus congéneres, busca un punto intermedio y se clava en la aventura encantadora que nos lleva d epaseo por paisajes imponentes y callejones europeos. Guy Ritchie sabe como mantener el pulso y a la audiencia enganchada, esta vez, sin trucos de cámara complicados, sino más bien con algunos recursos “vintage”, una puesta en escena impecable y un elenco que enamora por igual, a hombres y mujeres. Espionaje cosmopolita para disfrutar a montones. Dirección: Guy Ritchie Guión: Guy Ritchie y Lionel Wigram Elenco: Henry Cavill, Armie Hammer, Elizabeth Debicki, Alicia Vikander, Hugh Grant.
Cuando lo que importa es la forma Hay que tener en cuenta al acercarse a El Agente de CIPOL (The Man From U.N.C.L.E.) que antes que ser la versión cinematográfica de la serie de los 60´s esta es una película de Guy Ritchie. Este nombre ganó, después de la excelente Snatch: Cerdos y Diamantes, un lugar privilegiado dentro del cúmulo de nuevos directores surgidos en la transición entre siglos. Se podrá analizar en otros contextos si el cine de Ritchie puede catalogarse de pop o si está anclado (y auto-justificado) dentro de esa brumosa corriente denominada postmodernismo. Lo que está claro es que el director de RocknRolla busca película tras película destacar su estilo personal. Y como otros surgidos en el mismo periodo, lo hace Incluso a costa de la historia que decide narrar. El caso de El Agente de CIPOL es particular. Por un lado, el espíritu sesentoso, la Berlín dividida y la amenaza nuclear forman un ambiente que resulta muy apropiado de ser visto a través del estilo de Ritchie. Sin embargo, algo falla en el film y tiene que ver, sobretodo, con la tendencia antes mencionada de poner la búsqueda estética personal por sobre el contenido. La relación entre el vestuario italiano, las gráficas (bastante “inspiradas” en el videojuego Call Of Duty: Black Ops) y diseño de títulos, junto al juego de elipsis y puesta de cámara típicas del director crean una brecha entre la adaptación y el espectador que por momentos se vuelve muy difícil de atravesar. Hitchcock nos enseñó que para que un film de espionaje funcione a partir de un mecanismo de giros argumentales primero tenemos que estar inmersos en la trama, empatizar con sus personajes y proyectar objetivos comunes (Notorious), aún incluso si es una comedia de espionaje (Intriga Internacional). Es recién a partir de esa proyección, cuando nuestras defensas como espectadores bajan y quedamos a merced del director para que nos traslade a través de la película por el camino que desee. En el caso de El Agente de CIPOL, se da una distancia irónica, resultado de la combinación de varios de los factores estilísticos de Ritchie y una construcción de verosímil no resuelta, que nos impide sumergirnos en el relato lo suficiente como para disfrutar los “engaños” que nos propone. El Agente de CIPOL se vuelve rápidamente predecible. La película se vuelve rápidamente predecible porque Guy Ritchie no nos permite superar la objetividad formalista que propone y desde esa misma distancia, se ven demasiado los hilos de su construcción. Con esa mencionada distancia toma el director a la serie de la cuál parte. La vacía de contenido para pararse en un lugar bastante cercano a la parodia y desde ahí propone una cinta (posiblemente una saga) extremadamente liviana. No existe la oscura organización T.H.R.U.S.H, C.I.P.O.L. todavía no tiene cuartel secreto (por lo que tampoco existe la sastrería que oficia de fachada para dicho cuartel) e Illya Kuryakin no habla raro. ¿De qué trata entonces la película? De recuperar un artefacto nuclear de manos de unos italianos ricachones. El Agente de CIPOL entretiene si no se la piensa mucho y resulta ideal para ver de reojo un sábado a la tarde mientras se hacen cosas más importantes. Lamentablemente Guy Ritchie sigue estando muy lejos de sus logros con Snatch pero todavía hay tiempo de esperar su vuelta.
El agente de C.I.P.O.L.: Mi nombre es Solo, Napoleón Solo Pasadas unas pocas semanas del estreno de Misión Imposible 5, a unos meses de distancia para el arribo de 007: Spectre y a 50 años de la emisión original de la serie homónima, llega El Agente de C.I.P.O.L. (The Man From U.N.C.L.E.). Y su llegada no puede ser más oportuna. En una época donde los conflictos de la guerra fría y las películas sobre ello quedaron en el pasado, Guy Ritchie entrega una adaptación de la serie de los años 60, que ironiza al género, de manera similar a Kingsman, pero de forma más realista y con seriedad. El hijo perfecto tal vez entre Austin Powers, el hombre internacional del misterio y James Bond. El ya reconocido estilo de Guy Ritchie (director de las Sherlock Holmes, protagonizadas por Robert Downey Jr.) se siente durante todo el largometraje, y junto a las sólidas actuaciones de Henry Cavill (Man Of Steel 2013) como el agente de la CIA Napoleon Solo y Armie Hammer (El Llanero Solitario 2013) en la piel del agente de la KGB Illya Kuryakin, redondean un film poco esperado, pero que va a sorprender a más de uno. Párrafo aparte para las secuencias de acción en perfecta mixtura con el tono de comedia, donde en el lugar común del tiroteo o la persecución automovilística la vuelta de tuerca del director hace que esas escenas se sientan frescas y no una repetición de algo ya visto. Donde tal vez se escapa la tortuga es con la participación de Hugh Grant, el cómico romántico interpreta al director del centro de inteligencia inglesa y es el encargado de juntar a la CIA y la KGB para crear la organización internacional. El problema reside en sus escasas apariciones, ya que sólo con el piloto automático es uno de los que más resalta en pantalla y el estilo de la película le sienta a la perfección. Habrá que esperar unos años más para ver la secuela y esperar aún más de Cavill, Hammer y Grant.
Smashing, Baby! La gran mayoría de los problemas a los que una película se enfrenta pueden ser fácilmente rastreados hasta el guión. En efecto, el de El agente de C.I.P.O.L. (The Man from U.N.C.L.E., 2015) es bastante débil, más por desperdiciar el potencial de su premisa que por cualquier otra cosa. Pero la película no deja de proveer un entretenimiento aunque sea tibio y light. El verdadero problema es la ejecución: la dirección, y el montaje, de Guy Ritchie. Una película bien dirigida puede elevarse por encima de un guión mediocre. Por citar otro estreno reciente, también basado en una serie de espías emitida en los 60 y con un retoque cómico: Misión Imposible: Nación Secreta (Mission: Impossible – Rogue Nation, 2015). La historia no es mucho mejor, pero la meticulosa dirección de Christopher McQuarrie la elevó a estratos hitchcockianos y sacó una de las mejores películas en lo que va del año. Por su parte, Ritchie parece desconfiar del material con el que le toca trabajar y cae en juegos de montaje irrelevantes en los que pretende sorprender al espectador sin intrigarlo primero. La historia primero: un agente de la CIA, Napoleon Solo (Henry Cavill), y un agente de la KGB, Illya Kuryakin (Armie Hammer), unen fuerzas a regañadientes para detener un complot nuclear. Una de las buenas ideas del guión fue retener los años 60s y ubicar la acción en Italia, lo cual permite conservar la energía vivaz de la serie original. El tipo de energía que El turista (The Tourist, 2010) necesitaba desesperadamente. Entre la exuberancia de la época, las locaciones exóticas y las divas y galanes que las pueblan, El agente de C.I.P.O.L. es una película altamente sexy. La mejor parte está al principio, cuando Solo y Kuryakin se encuentran cara a cara por primera vez. Solo tiene órdenes de evacuar a una mécanica alemana (Alicia Vikander) de Berlín Oriental, Kuryakin tiene órdenes de impedir que crucen el Muro. Es la mejor secuencia de la película porque los personajes son igual de determinados y naturalmente se van retrucando hasta el límite de sus habilidades. Oposición cualitativa que el resto de la película no disfruta. Cavill como el prototípico “misterioso agente internacional” está muy bien. Hereda con muy poco esfuerzo el papel originado por el refinadísimo Robert Vaughn. Esencialmente es un Bond americano, lo cual no llama la atención, porque tanto Bond como Solo fueron creados por Ian Fleming. Por su parte, Hammer como Kuryakin no le hace muesca a Davic McCallum. O Ritchie lo dirigió mal o fue una mala elección para el papel, no queda claro. Se supone que Kuryakin es la mitad enigmática del dúo, un tipo cool a lo Steve McQueen, pero Hammer lo interpreta con suma evidencia, dotándolo de tics nerviosos y gesticulaciones que no cuajan con el perfil taciturno del personaje. Prácticamente todas las críticas llevan a Ritchie. La película se parece mucho a su otro opus Hollywoodense, Sherlock Holmes (2009). Ambas tratan sobre una pareja dispareja, dos personajes icónicos de la cultura popular cuya representación moderna será un punto de contención entre muchos. Ambas fueron co-escritas junto a Lionel Wigram, y convierten a tipos estoicos como Sherlock y Kuryakin en neuróticos caprichosos, lo cual está muy en voga hoy en día. Y ambas son, esencialmente, películas de acción maquilladas por un suntuoso diseño de producción en clave histórica. Hay un recurso editorial que se repite cada 15 o 20 minutos a lo largo de la película y delata la falta de imaginación de Guy Ritchie para crear escenas por sí solas interesantes o memorables. Lo que hace es elipsar una parte de una escena perfectamente ordinaria, y a los 15 o 20 minutos revela lo que no nos había mostrado en primer lugar. Revela pequeñas cosas: hurtos, juegos de manos, llamadas telefónicas, etc. La mayoría son irrelevantes. Ritchie salta a conclusiones sin sembrar dudas ni generar expectativas. Como mago le falta el primer y tercer paso del truco, las partes que engatusan y satisfacen al espectador, y se queda con la artimaña nada más. Estos insulsos momentos de “ajá” son el combustible de la película, y da la sensación de que están ahí a falta de mejor idea. Así es como el mejor chiste de la película se usa dos veces (un personaje ignora el caos que se desata silenciosamente en el trasfondo), y hay dos secuencias en las que se hilvanan los planos como si fueran viñetas en un comic por ningún motivo aparente. Todos los chiches de una comedia de acción/espionaje están alineados y en posición. La banda sonora sesentona es impecable. Falta un guión más rico en personajes y situaciones, y en su defecto una dirección más confiada. Sobran las triquiñuelas de montaje.
“Abarajame la bañera, nena” puede que sea algo que pase por tu cabeza al ver esta película. No porque haya referencias a la banda integrada por Dante Spinetta y Emmanuel Hourviller, sino porque uno de los protagonistas, como muchos deben saber y otros no, se llama Ilya Kuryakin, de ahí surge parte del nombre de la banda de funk argentina, Illya Kuryaki and The Valderramas. Terminemos con la pavada. Inspirada en la serie homónima de los 60, El Agente de C.I.P.O.L. (The Man From U.N.C.L.E.), film dirigido (luego de pasar por 5 directores que entraban y salían del proyecto) por Guy Ritchie, refleja de buena manera el espíritu de la exitosa serie que finalizó en 1968 y que estuvo al aire por la cadena NBC durante cuatro años. La serie contaba la historia de dos agentes de la agencia internacional U.N.C.L.E. (United Network Command for Law and Enforcement), por estos pagos se conoció como C.I.P.O.L. (Comisión Internacional Para la Observancia de la Ley), que debían unir fuerzas para enfrentar a la organización enemiga, T.H.R.U.S.H. Esta película marca la vuelta al cine de Ritchie luego de la segunda entrega de Sherlock Holmes, con un estilo que evidencia un pequeño cambio en la forma de narrar del director de Snatch. Posee fragmentos donde se acerca hacia un nuevo modo de interpretar el cine. El cambio tal vez puede darse por las presiones de entregar un productor redituable comercialmente. De todos modos la calidad está. Con la inclusión de elementos de otros géneros, como la escena del reloj muy a lo spaghetti western, o gags extensos propios de la comedia de enredos mezclados con la estética sesentosa, el film se convierte en disfrutable y simpático para mirar en pantalla grande. Hay que resaltar que el metraje se vuelve pesado e invade el tono solemne en dos momentos. Raro de Ritchie que siempre supo impregnar agilidad a sus obras. henry-cavill-armie-hammer-man-from-uncle Aplausos para Henry Cavill. El actor que interpreta a Napoleon Solo demuestra que no es duro como el acero -como demostró en The Man Of Steel-, sino que puedo encarnar a un seductor, creído, soberbio y, sobretodo, divertido agente que hará cambiar de opinión a sus duros detractores. Armie Hammer, en el papel de Ilya Kuryakin, si bien se luce más en las escenas que comparte con Cavill, en soledad le cuesta la interpretación de un resentido agente que va en busca de la redención de una vida pesada y cargada de infortunios desde muy temprana edad. También es un desperdicio el amorío con el personaje de Alicia Vikander, Gaby. No se siente la química entre ellos. Una elección acertada hubiese sido que Solo tenga un romance con la protagonista femenina. Vikander te deja sin palabras y no solo por su hermosura. Por momentos sobreactúa, sí, pero cumple en el papel de hija de un científico nazi que pasó a trabajar para los Estados Unidos pero acaba de desaparecer con los secretos para armar una bomba nuclear. La escena del hotel donde se emborracha y se crea un clima juguetón con el personaje de Hammer, es la mejor participación en la cinta. Divierte, seduce, pelea y queda inmersa en un sueño profundo, como para llevársela a la mesita de luz. Hugh Grant, correctísimo y atractivo como siempre. D3S_2026.DNG Entre los defectos, hay que destacar su mejor fragmento. ¿Cómo es eso? La ubicación de la mejor secuencia del film se encuentra al comienzo, donde Solo va en busca de Gaby y trata de evitar que se la lleve un agente de la KGB, Ilya Kuryakin. Encuentros, desencuentros y persecuciones en la noche berlinesa. De lo mejor de la película. El problema es que marca una pauta que después no se sostiene. La intensidad de la escena no se refleja a lo largo del film. Locaciones, fotografía, ambientación y vestuario, los puntos más altos. Un buen año para las películas de espías, sin lugar a dudas. Hace menos de un mes, la frescura de la franquicia Misión: Imposible irrumpía en los cines para entrar en lo mejor del 2015. En enero, lo mismo sucedió con Kingsman: Agente Secreto (Kingsman: The Secret Service). Con respecto a esta, en la serie de El Agente de C.I.P.O.L., los integrantes de esta organización ingresaban al cuartel central, ubicado en la ciudad de Nueva York, por un pasaje secreto ubicado en la sastrería Del Floria, del mismo modo que lo hacían los agentes en Kingsman. Spy, protagonizada por Melisa Mccarthy y Jason Statham, también paso por las salas de cine y en dos meses hará lo propio 007: Spectre, el broche de oro para cerrar un año lleno de agentes secretos.
Una película con virtudes y defectos. Bien por mantener los años 60, bien por la elección de Henry Cavill para Napoleon Solo, acierto por el clima elegante y sexy, y la intriga, pero tambalea en la elección de Armie Hammer para Illya Kuryakin, traicionando el famosos personaje. El otro pecado es que el guion no es bueno y peca de largo. Pero sin embargo, elegante y seductor, entretiene al espectador moderadamente.
Feria vintage El agente de C.I.P.O.L. es, claro, la versión cinematográfica de la famosa serie de televisión de la década del sesenta. Napoleón Solo e Illia Kuryakin fueron los inolvidables protagonistas de aquella serie de espías. En esta nueva versión, con un gran presupuesto y con Henry Cavill y Armie Hammer en los roles protagónicos, algunas constantes de la serie se sostiene pero básicamente funciona como una precuela de las cuatro temporadas (y el spin off ,La chica de C.I.P.O.L. de 1966) de El agente de C.I.P.O.L. (1964-1968). Si los sesenta fueron el esplendor de las más disparadas series y películas de espías, el 2015 parece mostrar que han vuelto a brillar esta clase de historias. Ya vimos las excelentes Kingsman y Misión: Imposible Nación Secreta y está llegando una nueva película del eterno James Bond. En ese contexto, la película debía buscar su propio estilo y personalidad, y de alguna manera lo intenta, aunque con un resultado dispar. Guy Ritchie, director de films personales como Juegos, trampas y dos armas humeantes, Snatch, Revólver y RocknRolla y otros menos personales y mucho menos interesantes como Insólito destino y los dos Sherlock Holmes con Robert Downey Jr. El agente de C.I.P.O.L. parece buscar un punto intermedio, pero que se queda, justamente, a mitad de camino. Varias escenas están muy logradas, los actores son carismáticos y la elección de que sea un film de época no está mal. Pero a la vez hay muchas escenas que no se conectan entre sí, los villanos no son interesantes y lo que más vale son los protagonistas. Justamente, la historia es la de cómo los dos agentes aprenden a trabajar juntos, sumándose a ellos una joven (Alicia Vikander) y el famoso personaje de jefe en la serie, Alexander Weberly (nada menos que Hugh Grant). Ritchie no tira todos los recursos visuales que suele desplegar, se contiene bastante, pero algunas escenas tienen su impronta y su sentido del humor inconfundible. El mayor problema es que demasiado tiempo pierde El agente de C.I.P.O.L. en presentar a sus personajes y mucho más tiempo en mostrar el diseño vintage de vestuario, peinados, objetos, autos varios y decorados. Es una verdadera feria vintage de diseño. No es el fondo del relato, sino el centro del relato. Y como tal, altera el ritmo de la película. A diferencia de los films de espías mencionados arriba, las acciones no son del todo claras y varias escenas están resueltas de forma poco rigurosa. No se animó a ser una comedia, pero tampoco es un film de acción puro. La serie, esta vez, es mejor que la película.
Hacer una remake, ¿sí o no? Para la peli que nos concierne: sí. "El Agente de CIPOL" versión 2015 no creo que defraude a los seguidores de la serie de mediados de los '60s (1964-1968) creada por Sam Rolfe. Robert Vaughn (como Napoleón Solo) y David McCallum (Illya Kuryakin) eran la pareja de aquella época y quedaron como un símbolo que no parecía fácil de reemplazar, ni tampoco pensar en una versión cinematográfica. La posta la tomó Guy Ritchie, no sólo el ex de Madonna, sino el creador de "Snatch: Cerdos y Diamantes", "Juegos, Trampas y Dos Armas Humeantes" y la saga de "Sherlock Holmes" con Robert Downey Jr. y Jude Law. Desde este punto de vista, sabremos que la acción no fallará en ningún momento aunque tampoco ese ritmo de cómic, con un humor muy particular que es un sello del director británico. Antes de ver la versión completa, se revelaron 25 minutos equivalentes a 4 escenas en las que se introducen a los personajes principales y que prometían al espectador del género un producto con garantía de entretenimiento. Los nuevos intérpretes son Henry Cavill (al que veremos pronto también en la polémica "Batman vs. Superman"), como Napoleón Solo, el agente norteamericano con un pasado complicado y Armie Hammer (se acordarán de él por su rol de Llanero Solitario), como Illya Kuryakin, agente ruso, que deberá acoplarse en esta misión a CIPOL, para contrarrestar a un enemigo común. Ahora sí, que tengo todo el panorama íntegro, puedo decir que es entretenida, adaptada a su época original. No van a ver teléfonos celulares, sí dispositivos de espionaje que al James Bond del siglo XXI no se le ocurriría utilizar, ni serán vanguardia para aparatos que se creen para la vida cotidiana. El acierto de Ritchie fue la ambientación en la época de la Guerra Fría, y la desconfianza que se tienen aquellos que luego serán compañeros en la serie. Para este episodio, se agregará una chica que en principio es rusa, pero en el transcurso de la trama tendrá un rol muy importante para los agentes Solo y Kuryakin. Ella es Gaby interpretada por Alicia Vikander, una mujer de tipo aniñado que tiene armas insospechadas. La historia y el guión para la pantalla pertenecen a Guy Ritchie y Lionel Wigram. Éste último guionista adaptó la última parte de la saga de Harry Potter y colaboró con Ritchie en Sherlock Holmes, las dos que ya pasaron y está trabajando en la tercera parte. Parece que se llevan muy bien y eso se traduce en acción constante en pantalla. La trama nos conducirá al nacimiento de C.I.P.O.L., cuya sigla en inglés tiene un significado más divertido (U.N.C.L.E. = TIO). Pero era un nombre poco profesional para el castellano y por eso quedó en CIPOL, que suena a mata polillas aunque todos sabemos de qué se trata. El asunto es que los rusos y los norteamericanos necesitan llegar a una bomba nuclear que se está armando en las empresas de un matrimonio millonario, que piensa ejercer su poder sobre toda potencia con esta máquina de la muerte. El padre de Gaby la está armando y esta jovencita que tiene ciertas habilidades, ayudará en sus peripecias al rubio y al morocho, cada uno con sus tics y sus antecedentes que los tienen ligados a estas misiones para redimirse ante las respectivas autoridades. Si bien no habrá gadgets posmodernos, el estilo cinematográfico usará y abusará de recursos narrativos de video clip, con baladas o con tambores, para contraponer o resaltar el ritmo interno de ciertas escenas. Para mí, funciona. Se extrañaron los títulos que aparecían al comenzar cada bloque de la serie. Quizá podríamos comenzar una cruzada para que los incluyeran en la secuela. Sí, va a haber secuela y lo sabrán en esta misma película. Hay que quedarse a ver los títulos donde tendremos las señas particulares de cada uno de los agentes. Los chicos tienen bastante mala reputación menos Gaby. Claro, entre las mujeres está la villana, Victoria Vinciguerra interpretada por Elizabeth Debicki. Ah. olvidé mencionarles que en un pequeño pero importante papel está el querido Hugh Grant, que está vez hace de un hombre maduro y encarnará al jefe de C.I.P.O.L, el británico Sr. Waverly. Si quieren un buen rato de diversión, se las recomiendo.
Hace mucho tiempo, cuando la guerra fría se debatía entre países como Rusia y Estados Unidos, o al menos, comenzaba incipientemente, el relato sobre seres superpoderosos de la CIA o de la KGB, antagonistas por excelencia, reinaba en las pantallas cinematográficas y televisivas. También hace mucho, pero mucho tiempo, las historias, principalmente las que se desarrollaban por TV, llegaban a estas latitudes con mucho tiempo de diferencia y hasta de manera no continua. Hoy en día tecnología en progreso ad infinitum todo se comparte instantáneamente, o al menos, con unas horas de diferencia. Dentro de ese universo en el que una historia se introducía en los hogares casi sin pedir permiso, pero con la seguridad de saber que la empatía y la llegada sería instantánea, la serie de TV “The man from U.N.C.L.E” supo ganarse un lugar en el rating y principalmente en niños y jóvenes que veían en sus ídolos Napoleón Solo e Illya Kuryakin la cristalización de todos sus anhelos. En la puesta al día de la serie en versión fílmica y con dirección de Guy Ritchie de “El Agente de C.I.P.O.L” (USA, 2015) todo está bien, demasiado bien, y no hay más que asistir una vez más a las peripecias de estos antagonistas Solo (Henry Cavill) y Kuryakin (Arnie Hammer) mientras intentan detener un plan siniestro para terminar con el mundo. Todo es cool, todo es filmado con un amor por lo que se refleja, que se termina generando una atmósfera y una química de “bromance” tan explícita que ni la intervención de Gabrielle Teller (Alicia Vikander), una joven que los ayudará, pero que nunca terminará de cerrar su participación con ellos (no sabemos hasta el final si está del bando de los buenos o de los malos), o la belleza impoluta y estoica de la villana de turno, Victoria Vinciguerra (Elizabeth Debicki), pueden traspasar la poca química de los protagonistas masculinos. “El Agente de C.I.P.O.L” peca de soberbia en aquellos momentos en los que Ritchie explora los paisajes cosmopolitas en los que desarrolla la acción, y busca con planos elegantes, estilizados y extensos travellings enfocar la narración en la que Solo y Kuryakin se miden y exploran. Desde la primera escena todo lo “cool” y “trendy” de los personajes termina por dilatar la verdadera acción en la que la historia intenta emular el espíritu dinámico de la serie original. Lamentablemente a pocos minutos de iniciado todo es en donde “El Agente de C.I.P.O.L” comienza a flaquear, porque la química entre los protagonistas nunca llegan, y Ritchie lo sabe, pero él sigue enfocado en mostrar a estos metrosexuales compitiendo por si un vestido para Gabrielle combina mejor con una u otra fragancia. Para quienes no busquen más que un pasatiempo retro, en el que la evocación a la serie “The man from U.N.C.L.E” claramente no opacará su recuerdo, “El Agente de C.I.P.O.L” será el filme ideal. Pero aquellos que intenten encontrar y hasta recuperar aquella dinámica entre los protagonistas del emblemático envío deberá mirar hacia otro lugar, porque esta versión es una mala adaptación al siglo XXI de un programa, que ya desde su origen, por el contexto histórico en el que surgió, ha dejado de ser lo que era hace tiempo.
Kuryakin y Solo, muy parecidos a otros Hay películas que, mejores o peores, tienen limitaciones tan evidentes, un techo tan bajo, que uno no puede pedirles más de lo que dan. Sin embargo, hay otras que con poco más podrían ser mucho mejores. En este segundo pelotón se ubica El agente de Cipol, un film bastante logrado y entretenido, pero que su director Guy Ritchie no alcanza a convertir en un referente del género y -por qué no- en el inicio de una lucrativa saga. Serie muy popular (y luego de culto) producida en los años 60, El agente de Cipol narraba las misiones de dos espías, el estadounidense Napoleon Solo (Robert Vaughn) y el soviético Illya Kuryakin (David McCallum), encomendadas por una misteriosa organización internacional liderada por el británico Alexander Waverly (Leo G. Carroll). La película abre con una extraordinaria secuencia de acción ambientada en las cercanías del Muro de Berlín en plena Guerra Fría y luego contará el surgimiento del dúo con una serie de enredos políticos y románticos que es mejor no adelantar (hay hasta un dispositivo nuclear como MacGuffin). Y, como en todo film de agentes secretos, aparecerán en sus caminos personajes femeninos en versión más inocente (Alicia Vikander) o en plan femme fatale (Elizabeth Debicki). No es difícil advertir las similitudes de este nuevo film del realizador de Juegos, trampas y dos armas humeantes y Sherlock Holmes con la saga de James Bond, aunque a El agente de Cipol le cuesta por momentos definir mejor su perfil. Es un poco gracioso y seductor como las aventuras de 007, un poco más serio como la franquicia de Jason Bourne y también tiene algo de Misión: imposible, aunque sus referentes principales sean clásicos sesentistas como El affaire de Thomas Crown o Faena a la italiana. Esa indecisión a la hora de consolidar sus climas le juega un poco en contra (por momentos se extrañan también el desenfado y la audacia de otros trabajos de Ritchie), aunque no le faltan escenas eficaces y hasta un final (que en realidad es un inicio) convincente. Para rescatar también la tarea de los dos protagonistas, que venían de actuaciones no demasiado lucidas: Henry Cavill (Superman/Clark Kent) y Armie Hammer (El Llanero Solitario) conciben a un Napoleon Solo y un Illya Kuryakin, respectivamente, que sostienen con bastante elegancia a sus héroes. Si El agente de Cipol no es la notable película que podría haber sido no es esencialmente por carencias actorales, sino por ciertos problemas de guión, narración y tono que los excede por completo.
El Agente de CIPOL se sitúa en plena Guerra Fría, con 2 agentes secretos Napoleon Solo de la CIA e Illya Kuryakin de la KGB obligados a dejar de lado sus diferencias para trabajar en conjunto contra una malvada organización criminal. Guy Ritchie dirige este thriller de intriga internacional con atmósfera "JamesBondniana", valiéndose de un montaje vertiginoso, pantallas partidas, y una puesta de cámara a medio camino entre el video clip y el cine de género tradicional. Henry Cavill y Armie Hammer forman un duo con mucha química, dos opuestos que se atraen y que parecen haber nacido para este tipo de papeles. De estética pop, con escenarios naturales Europeos, mujeres sofisticadas y dosis de acción y espionaje esta versión de la serie de los sesenta es entretenimiento pochoclero con satisfacción asegurada.
Cómo priorizar el estilo por el estilo mismo En Hollywood hay directores que tienden a invisibilizarse detrás de sus películas poniendo todos los elementos que las componen al servicio del nobilísimo objetivo de contar una historia. También están los que son capaces de incluir sus obsesiones temáticas y formales sin resentir ni forzar los mecanismos narrativos, conformando con sus trabajos no tanto una filmografía como una obra. Y están aquellos cuya máxima preocupación es imponer sus marcas cueste lo que cueste, más allá de su pertinencia y su necesidad. A este último grupo pertenece el británico Guy Ritchie. Egresado con honores de la escuela del autoconvencimiento de la propia genialidad, el ex de Madonna vuelve a anteponer sus preferencias estéticas endosándoles una pátina cool, jueguitos visuales y una predisposición constante para el guiño tan canchero como gratuito a una materia prima que pedía a gritos un tratamiento más acorde con su espíritu old fashioned y autoconsciente.Adaptación de la serie homónima de mediados de los ’60, El agente de C.I.P.O.L. es el contraejemplo perfecto de Misión Imposible: Nación secreta, en la que Christopher McQuarrie exprimió la premisa de espías y contraespías hasta convertirla en una de las mejores películas del año. Ritchie, en cambio, elige ubicarse por sobre el relato haciendo de él una excusa para el “lucimiento” de toda su imaginería audiovisual. Su talento, entonces, pasa por replicar un modelo cómodamente asentado en un tonito cool, trucos de montaje, zooms y paneos digitales, independientemente de que se hable de un grupo de lúmpenes dispuestos a robar un jugoso botín de piedras preciosas (Snatch: Cerdos y diamantes), del ingreso de un jugador compulsivo a los bajofondos de las apuestas (Revolver) o de un icono de la deducción y la lógica detectivescas en pleno siglo XIX (las dos Sherlock Holmes).Esa batería de artilugios recae sobre la historia de dos agentes secretos, uno soviético (Armie Hammer) y otro estadounidense (Henry “Superman” Cavill), unidos contra su voluntad con el objetivo de encontrar al padre científico de una joven mecánica residente en Alemania oriental, el único capaz de desbaratar los planes nucleares de un malvado millonario italiano. Ese universo socioeconómico, compuesto por partes iguales de glamour, ostentación, mujeres hermosas y tilinguería, y la apelación a una atmósfera por momentos paródica convierten a El agente de C.I.P.O.L. en hija putativa de las primeras James Bond. El problema es que el 11-S obligó a la criatura de Ian Fleming a mutar sofisticación y galantería por pragmatismo físico y dilemas morales, empujando sus films al terreno de los thrillers realistas y sucios de la línea encabezada por Jason Bourne. Consciente de ese cambio de paradigma, el esteta Ritchie esfuma rápidamente la vertiente más lúdica y efímera del relato para adoptar otra mucho más seria y convencional, marcando que el estilo por el estilo mismo servirá para entretener un rato, pero difícilmente alcance para hacer una buena película.
A mitad de camino entre una mirada cool, juguetona y nostálgica de las películas de espías de los ’60 y un relato de acción más propio del Hollywood actual, EL AGENTE DE C.I.P.O.L. funciona de a ratos ya que nunca se sabe muy bien qué tipo de película quiere ser y esa medianía no termina sentándole del todo bien. El filme de Guy Ritchie es mucho mejor cuando juega con el guiño a la audiencia, cuando se toma a sí mismo en broma, apostando a ese tipo de comedia de acción tan propia del cine de la época en la que transcurre (principios de los ’60), de James Bond a CHARADA. Pero, acaso por las exigencias del thriller comercial actual, más temprano que tarde se ve obligado a tomarse un tanto en serio a sí misma y es allí donde se produce el choque que desacomoda, ya que –depende el punto de vista de cada espectador– lo cómico puede volverse tonto o lo serio puede volverse convencional y aburrido. La película tiene un problema que es difícil de resolver: su mejor escena es la primera, una larga secuencia que coloca y presenta a los tres protagonistas cuando el agente norteamericano Napoleon Solo trata de sacar de Berlín Oriental a la hija de un científico nazi que pasó a trabajar para los Estados Unidos pero acaba de desaparecer con los secretos para armar una bomba nuclear. El que trata de evitar que se la lleve es un agente de la KGB, el ya mítico Ilya Kuryakin (se escribe así, originalmente) y la secuencia de encuentros, desencuentros y persecuciones en la noche berlinesa es extraordinaria, predisponiendo al espectador para un gran filme. the-man-from-uncle-1Como cualquiera que tenga una mínima referencia sobre la serie de los ’60 en la que la película se basa sabe, estos agentes enfrentados terminarán uniéndose. En este caso, a los jefes de ambos les importa encontrar al padre de Gaby (Alicia Vikander, extraordinaria coprotagonista de la reciente EX MACHINA) ya que ninguno quiere que esos secretos lleguen a un tercero, ya que con dos superpotencias mundiales enfrentadas en esa época alcanzaba y sobraba. El problema del filme es que el mundo en el que se meten Solo y Kuryakin –una suerte de conglomerado de ricachones italianos mezclados con científicos alemanes– no es demasiado interesante o no está muy bien aprovechado. Se entiende porqué eligieron ese universo (la Italia de los ’60, con su estilo decadente tipo LA DOLCE VITA, es muy aprovechable para el tono de la película), pero Ritchie nunca termina de cuajar una trama interesante ahí. Y si bien Vikander y Henry “Superman” Cavill –que hace a Solo como una suerte de Bond de entonces– están muy bien en sus roles (Armie Hammer, en cambio, no logra encontrarle la vuelta al tenso soviético), nunca parece existir demasiada química entre ellos. De hecho, que Vikander tenga que jugar la mayoría de sus escenas con Hammer en lugar de Cavill se siente como una suerte de desperdicio. the-man-from-uncle-4EL AGENTE DE C.I.P.O.L. es una película lo suficientemente placentera durante su primera hora como para que la experiencia en sí no sea del todo un desperdicio de tiempo. De hecho, es una lástima que la promesa inicial se vaya desinflando de a poco: da la impresión que los guionistas se hubieran quedado sin ideas para desarrollar tanto la trama como a los personajes. Cuando llegan sus varios climax finales, da la impresión que el mejor momento de la película ya pasó y que solo queda una larga deriva sin demasiada vida. Algunos puntos altos del filme del director de SHERLOCK HOLMES son –además de la obvia belleza de las locaciones, vestuario y dirección de arte– algunos actores secundarios como la villana que encarna Elizabeth Debicki (la actriz australiana de EL GRAN GATSBY, que podría ir en camino de convertirse en una nueva Cate Blanchett), una rara escena de seducción y pelea entre Vikander y Hammer, y una persecución cerca del final armada con muy inusuales zooms y paneos. El problema es que uno puede apreciar y detenerse en ese tipo de cuestiones técnicas en detalle porque, para ese entonces, ya el interés por lo que sucede decayó demasiado. Y es una pena, ya que la película tenía elementos para ser mejor que lo que finalmente terminó siendo.
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En 1964 el estreno de Goldfinger en los cines representó el primer blockbuster importante de la saga de James Bond y estableció en Hollywood la manía por las historias de agentes secretos. Luego del enorme éxito que tuvo el mencionado film aparecieron numerosos clones de Bond y parodias que trabajaban este tipo de personajes desde el humor. El agente de C.I.P.O.L. fue parte de esta movida y sobresalió en su momento por brindar una propuesta diferente dentro de este género, en lugar de limitarse a copiar a 007 como hacían otros programas de televisión. La paradoja de esta cuestión es que Ian Fleming, el padre literario de James Bond, fue el responsable de crear el concepto de la serie y el personaje principal, Napoleón Solo. La serie originalmente se iba a promocionar como Ian Fleming´s Solo pero el productor Albert Broccoli, responsable de la saga Bond, impidió que se utilizara el apellido del escritor ya que no quería que el programa terminara asociado con su franquicia. El primer episodio se concentraba en las aventuras del agente noteamericano Solo, interpretado por Robert Vaughn. Sin embargo, la buena recepción que tuvo después la aparición del soviético Illya Kuryakin (David McCallum) cambió por completo el concepto del programa. En cierta manera El agente de C.I.P.O.L. fue un gran precedente en Hollywood de lo que más tarde sería el subgénero de la Buddy Movie. Un concepto creado por Akira Kurosawa en el film policial Stray Dog, en 1949, que fue la producción pionera en presentar a dos personajes con personalidades opuestas que tenían que unirse para resolver un crimen. En el caso de esta serie, el norteamericano tenía que lidiar con el ambiguo y misterioso Kuryakin, quien despertaba en el público muchísima atracción por esas características. La adaptación para el cine que presenta el director Guy Ritchie respeta bastante el espíritu original del programa al mismo tiempo que evoca la clase de thrillers de espionaje que se hacían en Hollywood en los años ´60. El director tuvo el buen juicio de evitar parodiar el cine de Bond para desarrollar una trama que retrata el estilo de conflictos que ofrecía la serie. Lo mejor de la película pasa por la buena dupla que formaron Henry Cavill y Armie Hammer, quienes lograron sacar adelante con sus trabajos un argumento trillado que carece encima de villanos atractivos. Hammer capturó muy bien la personalidad misteriosa de Kuryakin y Cavill por su parte sorprende con una faceta más humorística que no había podido explorar en sus trabajos anteriores. El film presenta la mayoría de los elementos clásicos del cine de Guy Ritchie, donde sobresale la fotografía, la excelente banda de sonido y la edición no lineal que el director utiliza de manera creativa para darle un condimento más interesante a la trama. El gran punto débil que tiene El agente de C.I.P.O.L. pasa por el tratamiento de la acción que es bastante pobre. Sobre todo porque detrás del film hay un realizador como Ritchie del que se podía esperar algo mejor. En defensa del cineasta es menester recordar que esta película la hizo con las manos atadas, ya el estudio quería que el film fuera accesible para el público adolescente desde los 14 años. Por consiguiente, nos encontramos ante el primer trabajo aséptico de la filmografía de Ricthie. Como en los viejos episodios de la serie Brigada A hay peleas y disparos sin sangre, ya que el tono de la violencia fue muy moderado por esta cuestión. Ritchie inicia el film con una gran persecución donde se conocen los protagonistas que está impecablemente realizada. Lamentablemente ese es el único momento destacable de esta producción, ya que el resto de las escenas de tiroteos y peleas son genéricas y aburridas. Después de ver este año filmes espectaculares como John Wick y Misión Imposible 5, el nuevo trabajo de Guy Ritchie en materia de acción es completamente olvidable y ni siquiera está a la altura de estas producciones mencionadas. La película no es mala, logra ser entretenida y zafa por los protagonistas, pero es una propuesta que se desvanece enseguida del recuerdo a la salida del cine.
No creo que haya muchos grises con respecto a El agente de CIPOL, gustará mucho o gustará muy poco. Esta crítica es más que positiva ya que la película cumplió con creces todo lo que propuso: acción, humor y una estética genial. Una frase promocional muy acertada que describe al film es “La película de Bond que los 60s nunca dio”. Y es la pura verdad porque se sienta esa vibra en todo pero con los efectos y el dinamismo de la actualidad. Guy Ritchie modernizó muy bien la serie clásica en esta suerte de remake/precuela que presenta a los personajes y el contexto histórico de manera muy accesible y entretenida. Una gran duda que tenía era si los conceptos Guerra Fría, CIA y KGB no iban a quedar demodé en este tipo de propuesta y por suerte fue todo lo contrario. Las motivaciones de las dos posturas son muy claras a través de sus dos personajes. La época juega un rol fundamental no solo por el período histórico sino por la moda y estética, donde el James Bond actual pierde y Napoleon Solo e Illya Kuryakin ganan. Las secuencias de acción no solo son brillantes sino también divertidas, sobretodo la presentación de los personajes en una espectacular persecución de autos y otra que no voy a spoilear pero que tiene que ver con una lancha y música… Henry Cavill deja de la a su Superman para mostrar una gran faceta cómica (de acción) junto a un Armie Hammer que ya ha demostrado que es todo terreno. Ambos tienen una química impresionante y son el mayor acierto de la película. Tampoco se queda atrás su despampanante compañera sueca Alicia Vikander, quien parece haber nacido para interpretar un papel de los 60s. Si bien es verdad que la historia podría ser más sofisticada y con algunos giros interesantes tal como lo fue la última Misión Imposible o Skyfall (2012), El agente de CIPOL no busca eso porque se destaca por su puesta en escena y su capacidad de entretener divirtiendo. Por su humor justo, por acción atrapante y entretenida, pero por sobre todo por un elenco con mucha química es que este estreno se lleva la máxima nota. Una película para pasarla realmente muy bien en el cine.
Identidades y principios Hay una escena de El agente de C.I.P.O.L., pautada por el tema musical Che Vuole Questa Musica Stasera?, de Peppino Gagliardi, de la cual no diremos nada decisivo, pero que involucra una persecución en lancha contemplada a lo lejos desde un camión, que de alguna manera funciona como un resumen de todo lo que plantea la película: es pura elegancia y desparpajo, hilarante a partir de un humor sutil, con un manejo de todos los recursos de la puesta en escena sumamente inteligente, muy demostrativo de los vínculos entre los personajes con apenas un par de gestos y, finalmente, toda una manifestación de lo que implica eludir la acción pirotécnica sin dejar de cautivar al espectador. Es, en verdad, casi un alegato ético y moral por parte del film. Es que El agente de C.I.P.O.L., más que una adaptación de la serie televisiva de culto de los sesenta, es toda una declaración de principios sobre el cine actual, pero también la cultura audiovisual de aquella década marcada por la Guerra Fría. Hay en la historia del agente de la CIA Napoleon Solo (Henry Cavill) y el de la KGB Illya Kuryakin (Armie Hammer), obligados a trabajar juntos para enfrentar a una misteriosa organización que amenaza con sumir al mundo en un caos nuclear, una recuperación de una narración clásica, alejada del gigantismo que caracteriza a la mayoría de los tanques hollywoodenses y más preocupada por desarrollar las diversas tensiones entre los personajes, por sentar las bases para todo un juego de máscaras donde nada es lo que parece, y por hilvanar una serie de diálogos donde imperan la ironía -que no es lo mismo que cinismo- y múltiples referencias a lo sexual. El agente de C.I.P.O.L. es y no es una película de Guy Ritchie: es cierto que está presente el tono juguetón y sarcástico, y ese montaje frenético tan típicos del director de Sherlock Holmes y Snatch, cerdos y diamantes, pero a la vez se hace un culto al fuera de campo, trabajando el impacto a partir de lo que el espectador no ve pero puede imaginar o entrever. Al mismo tiempo, Ritchie se permite una narración más reposada pero igualmente fluida, concentrada en la acumulación de capas de sentido donde lo masculino y lo femenino establecen un ida y vuelta permanente, delineando dentro de la trama principal ubicada en el género de espionaje dos historias de amor bien diferenciadas -entre Solo y Kuryakin, y entre el segundo y el memorable personaje interpretado por Alicia Vikander- marcadas por el profesionalismo, por las primeras impresiones que se van modificando gradualmente y, esencialmente, por la lealtad. Quizás como nunca en su carrera, Ritchie aprovecha a la perfección el tener a dos estrellas como Cavill y Hammer, que se destacan por sus físicos casi iconográficos, poniendo esas mismas iconografías al servicio del relato y de sus protagonistas, porque todo en la película se alimenta de los íconos, lo simbólico y lo gestual. El agente de C.I.P.O.L. es un film que desde su elegancia no elude la fisicidad -y viceversa-, donde los trajes y vestidos suman al trazado de los personajes -hay una escena en una tienda de ropas que es ejemplar respecto a esto-, con una banda sonora que enriquece lo que se cuenta y donde la edición es pura narración evidenciando su artificialidad y al mismo tiempo, su indudable autenticidad. La historia de El agente de C.I.P.O.L. ya se contó miles de veces; ¿cuántos films hemos visto abordando la trama de espionaje, con organizaciones clandestinas tratando de hacer estallar el mundo en pedazos, mientras naciones poderosas se disputan armas y/o conocimientos y los protagonistas deben cambiar sus lealtades y objetivos a cada paso? Ahí tenemos a James Bond o Misión: Imposible, convertido en sub-géneros en sí mismos. Y sin embargo, el film de Ritchie luce como algo nuevo y arriesgado, una bella anomalía dentro del panorama hollywoodense, sostenida en personajes creíbles y atractivos -a los que queremos continuar acompañando en sus aventuras- y que va a fondo en su objetivo mayor, que es proponer un entretenimiento absolutamente disfrutable. Ver El agente de C.I.P.O.L. es una experiencia que demanda una predisposición casi infantil e ingenua, esa que nos hace desear convertirnos en los mejores espías del mundo, utilizar gadgets casi imposibles, enfrentarnos a los peores villanos, ayudar al compañero/amigo cuando el asunto se pone espeso y, obvio, enamorar a la chica linda del cuento. Que se estrene una película como esta es una hermosa noticia. Que haya fracasado hace pensar que el mundo es muy injusto.
Esta comedia liviana de espías, basada en la vieja serie de mediados de la década del ‘60, con dos o tres secuencias elegantes, interpretaciones eficientes y personajes simpáticos, en el mejor de los casos puede llegar a incitar algún interés sobre la Guerra Fría para la audiencia a la que está dirigida y evitará probablemente el bostezo generalizado, incluso cuando el característico ritmo frenético del montaje de los films de Guy Ritchie no siempre se sostenga. Henry Cavill como Napoleón Solo parece sentirse más a gusto que en su famoso papel de extraterrestre devenido en superhéroe equívocamente nietzscheano; Armie Hammer, como el agente ruso Ilya Kurikyn, también parece sentirse aliviado de tener que usar antifaz y estar siempre acompañado de un comanche, como en su último film, inspirado en una serie de televisión pretérita (el placer con el que compone al obsesivo y trastornado agente de la KGB es ostensible y el mejor gag corre por su cuenta). La inclinación cínica y a veces sádica de Ritchie está aquí ausente, de lo que se predica una inesperada amabilidad en el trato para con todos los personajes, incluso si uno de estos es un médico nazi, que si bien recibirá su merecido experimentando su propia medicina, la forma elegida para hacerlo coincide con uno de los grandes pasajes humorísticos del film. El argumento es tan esquemático como la geopolítica que sirve de contexto: un agente de la CIA con dotes de ladrón y otro agente de la KGB que luce como un fisicoculturista deben dejar de lado (no del todo) el enfrentamiento permanente entre los dos bloques que dividen el mundo y luchar contra una organización terrorista vinculada con viejos nazis que pueden contar con armamento nuclear. Es 1963. Poco importan los resultados y las resoluciones, pues aquí –un poco como sucede con la reciente y extraordinaria Misión imposible– a Ritchie le interesan las coreografías de las escenas de acción, la comicidad y la camaradería. Es por eso que la mejor escena del film tiene lugar en medio de una ridícula persecución de lanchas en la que esos tres elementos están perfectamente combinados, acaso un pasaje en el que todo está bien: el tiempo de la escena, la música elegida para hacer sentir su duración y el secreto sentido emocional con el que culmina.
Estúpida, sensual Guerra Fría Guy Ritchie nos conquista a pesar de sus defectos en esta versión de la serie de los ‘60 'El agente de C.I.P.O.L.’. El agente de C.I.P.O.L. es una película sexy, pero no porque haya sexo ni cuerpos desnudos sino porque es atractiva, magnética, exhuberante. No funciona todo el tiempo, y llega un momento en que la trama se embrolla demasiado y la narración no acompaña con la claridad suficiente, pero ya no importa: nos abandonamos a ese ambiente italiano de los '60, a ese soundtrack extraordinario y a la picardía de Guy Ritchie para contar las escenas en formas totalmente originales. No ví la serie original de los '60 en la que está basada, pero seguramente habrá conservado el aire de Guerra Fría y esa atractiva relación de sociedad y competencia entre los agentes Napoleon Solo (Henry Cavill) e Ilya Kuryakin (Armie Hammer) -nombre que inspiró a la banda de Dante Spinetta y Emanuel Horvilleur-. Acá se les suma la alemana Gaby Teller (Alicia Vikander, una especie de Audrey Hepburn que coge) para formar un trío de espías a caballo de la Cortina de Hierro, en busca de unos nazis y una bomba. Este está siendo un año muy pródigo en grandes películas de acción, con la séptima entrega de Rápidos y furiosos, Mad Max y Misión Imposible: Nación secreta. El agente de C.I.P.O.L. puede entrar en ese grupo aunque es la más imperfecta de todas: no mantiene el interés durante las casi dos horas y está a mitad de camino entre el clasicismo de Misión Imposible y la originalidad de Mad Max. Pero los momentos altos, son muy altos. Hay algo tarantinesco en Guy Ritchie, en su idea de sacrificar la lógica y el sentido en favor del impacto visual y la coreografía interna de las escenas y las secuencias. Y en eso juega un papel fundamental la música. Sin los hallazgos de Tarantino -la melodía egipcia reversionada por el surf rocker Dick Dale no tiene parangón-, el soundtrack de El agente de C.I.P.O.L. es de los más estimulantes que escuché en los últimos tiempos. Además del tema original de la serie, de Jerry Goldsmith, hay una excelente selección de temas italianos -suenan Rita Pavone y Luigi Tenco, entre otros- ensamblados a la acción con un buen gusto formidable. Pero en lo que se destaca El agente de C.I.P.O.L. respecto de sus compañeras de grupo de grandes películas de acción del año es en la pata romántica. Seguramente es gracias a la sensualidad contenida en ese pequeño cuerpo de 1,66 y vestiditos sesentosos de colores pastel que porta la sueca Alicia Vikander combinada con la torpeza de chongo ruso de Armie Hammer, pero la relación entre los dos agentes “orientales” es irresistible y el beso que se demora con picardía es promesa de lujuria sin que asome siquiera un centímetro de ropa interior. Pero además de la dupla Vikander-Hammer está la heredada de la serie original: Hammer-Cavill. Esa es la gracia que adivino tenía la serie de los '60 y acá se replica, aunque la película no esté centrada ahí. Un espía norteamericano y otro ruso, con sus distintas idiosincracias, trabajando juntos pero a la vez rivalizando, viendo constantemente quién la tiene más grande en una competencia que, finalmente, no es sólo de virilidad sino de ideología y de sistema de valores. Ritchie y su coguionista Lionel Wigram -no sabremos hasta dónde metieron la cuchara acá los ejecutivos de la Warner- tomaron la decisión de que en muchas oportunidades el ruso supere al norteamericano, sobre todo cuando pela gadgets pero también cuando pelea. Ritchie tiene una ventaja y la aprovecha: cuenta su historia décadas después de que Occidente ganó la Guerra Fría y se permite jugar con esa distancia. Occidente ya tiene a la chica y Ritchie, como buen seductor que se levantó a Madonna, sabe que suma puntos si se hace el loser. Y su película es eso: un hombre o una mujer que nos conquista gracias a sus defectos.
Crítica emitida por radio.
A Guy Ritchie lo bancamos mucho y sabemos que es lo que nos va a entregar en materia cinematográfica... En esta oportunidad, una famosa serie televisiva que llega a pantalla grande: "El Agente de CIPOL", que propone una nueva aventura a pura acción, en donde los primeros 25 minutos son una bomba, para luego relajar bastante. Guy, más allá de demostrar sus dotes como director, sin mucha complicación en las puestas de cámara, le busca la vuelta de tuerca a cada escena de acción para brindar algo más y claramente lo logra. Henry Cavill, Armie Hammer y Alicia Vikander son el elenco soñado para esta peli que seguramente te va a divertir. Algo un poquito negativo (al menos para mí) es que cuando hablan, hablan muuuucho, pero se soporta. Pochoclos, gaseosa y disfruta de lo nuevo de Ritchie.
ORIGINAL RECREACIÓN CONCEPTUAL Y ESTÉTICA DE "EL AGENTE DE CIPOL" POR UN INSPIRADO GUY RITCHIE La mejor manera de traer al siglo XXI una serie legendaria De toda la lista interminable de remakes de series de TV de las décadas de 1960 y 1970, la que había quedado a salvo de nuevas versiones para cine que nadie necesita era "El agente de CIPOL", famosa no sólo por el espía elegante Napoleón Solo (Robert Vaughn), sino también su segundo en la lucha contra la organización archicriminal THRUST, nada menos que el agente soviético Yllia Kuryakin (David McCallum), detalle totalmente inusitado para una serie producida en plena Guerra Fría. Este detalle original de reunir agentes del mundo capitalista y del comunista para combatir a un enemigo común se daba por hecho en la serie clásica, ya que evidentemente dar demasiadas explicaciones al respecto hubiera sido más complicado y poco conveniente para un show masivo de televisión. Por eso, lo que le da su razón de ser a esta nueva versión de Guy Ritchie es detenerse especialmente a contar el origen de UNCLE (el hecho de que la sigla original se lea como "tío" en inglés marcaba ya desde el título la cualidad sutilmente satírica del asunto), una historia que había que inventar de cero y que, a decir verdad, siempre provocó curiosidad en los fans de la serie original, que duró cinco temporadas, pero que generó una notable saga de telefilms sobre Solo y Kuryakin (en la Argentina se estrenaban en cine y luego recién iban a la TV) y hasta una serie propia para "La chica de CIPOL". El recurso de tener algo nuevo y genuino que contar no sólo logra que la premisa se vuelva más interesante, sino que vuelve más aceptable la descripción de los dos espías principales. Según esta remake de Ritchie, Napoleón Solo tiene un pasado criminal y hasta traiciona a su organización con pequeños negocios corruptos, mientras que Kuryakin es un urso con una fuerza física casi sobrehumana y un carácter siempre al borde de la explosión violenta, lo que en realidad no tiene nada que ver con el intelectual y especialmente cerebral David McCallum de los 60. Pero aquí el punto es el estilo más que la sustancia, y lo que entretuvo al director fue armar una especie de revisión a su gusto de la estética sixtie, mezcla de la típica imaginería Mod aplicada últimamente a todo tipo de superproducciones hollywoodenses -incluyendo los Minions- con un original giro hacia "Il Sorpasso" y el look de las películas italianas de aquellos años locos en los que el más granado cine intelectual de Fellini y Antonioni podía tener una estética ultramoderna. Esta mezcla le da al nuevo CIPOL detalles divertidos, y justamente funciona mejor en todo lo relativo a la parte satírica de estos espías, descuidando un poco la parte dramática y violenta de los personajes. Todo lo visual es impactante, lo que combinado con la formidable banda jazzística de Daniel Pemberton -muy al estilo de Lalo Schifrin, compositor de algunos de los temas del viejo CIPOL-, que además no deja de meter mano cuando puede al catálogo original del Morricone de los 60, logra que más allá de que la trama o el suspenso no siempre sean parejos siempre haya algo atractivo en la pantalla. Y hay grandes escenas, empezando por la brillante fuga de la cortina de hierro de un Napoleón Solo perseguido por su enemigo Illya. Eso sí, el dúo estelar formado por Henry Cavill y Armie Hammer no logrará borrar el recuerdo de los agentes de CIPOL de la TV.
Caliente como en la Guerra Fría El director de “Sherlock Holmes” mantuvo la época de la serie de TV original, y construyó una precuela. Con las traslaciones de las series de televisión de los años ‘60 o ’70 al cine, Hollywood hace, más o menos y como siempre, lo que quiere. Puede cambiar y anexarle personajes a lo largo de la saga (si la primera película anda bien en la taquilla, como es el caso de Misión: Imposible), puede seguirla más o menos al pie de la letra (lo que no le garantiza el éxito: recordar qué paso con Los vengadores, con Ralph Fiennes y Uma Thurman; El Super agente 86, con Steve Carell y Anne Hathaway; o Starsky y Hutch, con una pareja como la de Ben Stiller y Owen Wilson) e igualmente naufragar. Todo este preámbulo sirve para situar a El agente de CIPOL, que Guy Ritchie dirigió con dos estrellas en ascenso (Henry Cavill como el estadounidense Napoleón Solo) y Armie Hammer (El Llanero solitario) como el soviético Illya Kuryakin), y que decidió mantener en su tiempo original, la Guerra fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Como es una película presentación -e igual, que los ejemplos mencionados, si la primera funciona, habrá más- hay que introducir y explicar a los personajes. Entonces casi, casi que parece una precuela: cómo se conocieron estos agentes, las mañas de cada uno (ladrón el yanqui, psicópata el ruso) y la primera misión en común que tienen cuando ni siquiera existía la agencia ni la sigla CIPOL. Como en las dos Sherlock Holmes que dirigió, el realizador de Snatch, cerdos y diamantes vuelve a acelerar la imagen, inclusive aquí a partirla en cuatro o cinco pantallas a la vez. Allí sí rompe con el status de los años ’60, que tan al pie de la letra había seguido, incluyendo en la banda de sonido clásicos de la época en que trascurre la historia. Hay unos malos muy malos (italianos) que están fabricando una bomba nuclear, y estarían trabajando con un científico alemán que desapareció en los tiempos de Hitler. Porque los malos muy malos deben ser italianos descendientes de la línea de pensamiento de Mussolini. Así, la hija alemana (la sueca Alicia Vikander) es “sacada” de la Berlín Oriental por Solo. Los jefes de él y de Kuryakin imparten por separado las mismas órdenes: hay que parar la bomba, pero conseguir la fórmula. Y si hace falta eliminar al nuevo compañero, hacerlo. Ritchie sabe cómo ponerle vértigo a las escenas, aunque filme a la vieja usanza y nada parezca anacrónico. Hay cierto sadismo y escenas increíbles (escapes que sólo pueden ocurrir en una pantalla de cine). Pensando que Tom Cruise pudo hacer el rol de Napoleón Solo -después de que George Clooney y Steven Soderbergh se bajaron del proyecto como protagonista y director-, en fin, que El agente de CIPOL sin ser ninguna maravilla, entretiene siempre.
Entre tanto superhéroe y zombies por doquier, el 2015 se caracterizará también por ser el año del espionaje. Comenzando en febrero con Kingsman: the Secret Service y finalizando en noviembre con Spectre, en el camino también pasaron la fantástica Mission: Impossible - Rogue Nation y la aventura que nos compete, The Man from U.N.C.L.E, adaptación de la serie televisiva de los años '60 que llega de la mano de Guy Ritchie. Es difícil crear empatía por un show que se emitió hace cincuenta años, así que el propósito al que apuntan Ritchie y su co-guionista Lionel Wigram es crear de cero a estos personajes, con posibilidad de darles una franquicia propia. Y por un momento, sin conocer absolutamente nada de la trama general de la serie, U.N.C.L.E se termina convirtiendo en una grata sorpresa. Embebida completamente en la sugerente ambientación de los años post-Segunda Guerra Mundial, la trama sigue al reacio ladrón convertido a la fuerza en agente de la CIA Napoleon Solo, quien debe unir fuerzas con el imparable agente de la KGB Illya Kuryakin para impedir que unos malos malosos se hagan con un arsenal nuclear propio. Esa es, lisa y llanamente, la historia que maneja U.N.C.L.E. Ya que su gran fuerte no es una narrativa sólida -el guión parece salido directamente de la década de los '60, sin actualizaciones ni aggiornamientos a las nuevas generaciones-, U.N.C.L.E se destaca por sus diseño de producción, su vestuario y su abrazo potente a los clichés de siempre en el ámbito de la carrera de espías. Es refrescante entonces que la simple trama se apoye en un descomunal despliegue de producción, que vibra en cada pieza de vestuario y en cada escenario elegido para ser populado por los protagonistas, pero una cosa es tener una narrativa en la que proliferan los giros imprevistos -como se vio el mes pasado en Rogue Nation- y otra cosa es que la historia sea tan formulaica que no haya tantas sorpresas para que el espectador devele. No es nada malo apelar a giros comunes, pero entre tanto regodeo con la era sesentosa y con un producto tan prolijo, duele un poco que en definitiva el resultado sea un vistoso y sabroso caramelo que una vez degustado y digerido sea olvidado. En una época en donde el tercer acto de una película de acción es sumamente explosivo y debe sentar precedentes para otras compañeras de género, U.N.C.L.E recurre a persecuciones y momentos de acción bastante convencionales. Es su estilo y así elige perpetuarlo, pero parece que le faltó un golpe más de horno para diferenciarse de otras películas parecidas, sobre todo porque estilo tiene de sobra. Por otro lado, Henry Cavill y Armie Hammer se la pasan de diez en personajes arquetípicos con muy buenos diálogos y mucha química fraternal. Ambos son moles que apenas entran en sus ajustados trajes de diseño, y hasta Ritchie & Wigram se saldan con un par de salidas homoeróticas, pero se nota que el dúo se divirtió mucho alejándose un poco de los papeles que siempre hacen y les permite ironizarse un poco. El combo se completa con dos féminas de temer en la piel de la maravillosa Alicia Vikander como la damisela en peligro, que llama la atención desde el momento cero de la película y magnetiza la atención del público con su actuación, y luego tenemos a la villana Victoria Vinciguerra de Elizabeth Debicki, quien sigue abriéndose camino en films de época -la habrán visto en The Great Gatbsy de Baz Luhrmann-. Debicki se come cada escena en la que aparece, con una soltura y un aire aristocrático fabuloso que un poco más y pide a gritos un spin-off para ella sola. El cuarteto es bastante sólido para cargarse a los hombros la historia, llevándola a buen puerto. The Man from U.N.C.L.E no es una excelente pieza de acción y de espías, pero sobresale por su alto grado de estilización y por sus personajes, por los cuales el elenco entrega todo de sí. Quizás con un par de actualizaciones el resultado hubiese sido diferente, pero es otro genial paso en la carrera de Guy Ritchie, mucho menos estrambótico que su adaptación de Sherlock Holmes. Entretiene y cumple, que es suficiente.
"El agente de Cipol": cine para disfrutar La década del sesenta va a ser recordada por muchísimas cosas, entre ellas habernos brindado, tanto en el cine como en la televisión, a los espías. James Bond, Harry Palmer, el equipo de Misión Imposible, el dúo de Los Vengadores, Maxwell Smart, y podríamos tranquilamente seguir nombrando exponentes. Una de las series dedicadas a este género fue El Agente de CIPOL (The Man from U.N.C.L.E.), que trataba sobre dos agentes -Napoleón Solo (Robert Vaughn) e Illya Kuryakin (David McCallum)- de distintos países que se unían a una agencia internacional para defender al mundo de T.H.R.U.S.H (Technical Hierarchy for the Removal of Undesirables and the Subjugation of Humanity, o traducido Jerarquía Tecnológica para la Eliminación de los Indeseables y la Subyugación de la Humanidad.). Por si se lo preguntan, U.N.C.L.E. significaba United Network Command for Law and Enforcement: Comando de Red Unid para la Ley y la Ejecución. Vaya uno a saber porqué en Latinoamérica quedó C.I.P.O.L. (Comisión Internacional Para la Observancia de la Ley). Durante muchísimos años Warner intentó adaptar este show a la pantalla grande, y finalmente lo logró con "El Agente de C.I.P.O.L.", de la mano del director inglés Guy Ritchie. La espera valió la pena, porque estamos ante uno de los mejores estrenos del año. Década del 60, plena Guerra Fría. El agente de la CIA Napoleón Solo (Henry Cavill) busca sacar de Alemania Federal a Gaby Teller (Alicia Vikander), la hija de un científico alemán que se encuentra desaparecido. Ella puede ser la clave para encontrarlo, sobre todo porque Estados Unidos sospecha que está trabajando para una organización secreta, ya que tiene el conocimiento para armar una bomba nuclear. Pero Solo no es el único que está vigilando a Gaby, también está Rusia con su agente número uno de la KGB, Illya Kuryakin (Armie Hammer). El estadounidense logra su objetivo, además de sacarse de encima al soviético. Lo que ellos no saben es que sus gobiernos aceptarán trabajar en conjunto para poder hacerle frente a este enemigo en común. Ahora los dos agentes deben limar todas sus asperezas, soportarse como sea y tratar de salvar al mundo de una hecatombe nuclear. Pocas dudas caben de que Guy Ritchie es un director que no pasa desapercibido. Su forma de filmar, cómo cuenta las historias, sus personajes, su impronta es siempre sumamente atractiva. ¿Qué hizo bien en esta película? Varias cosas: le bajó un poco el tono a su "marca registrada" y es menos clipero, por decirlo de alguna manera. En un filme de espías era obvio que hubieran gadgets, y cuando son películas que transcurren en el pasado suelen ser demasiado modernos o tecnológicos para la época. Eso acá no pasa. La película tiene mucho humor, en dosis justas y acertadas. El diseño de producción, vestuario y fotografía son fantásticos. La villana Victoria Vinciguerra (Elizabeth Debicki) tiene la actitud, elegancia y maldad necesarias para ser la antagonista de nuestros héroes. Y, por último y no menos importante, ¡hace actuar bien a Henry Cavill! Hammer y Cavill están muy bien en sus papeles y logran muy buena química, casi como la de Robert Downey Jr. y Jude Law en "Sherlock Holmes". Sí, evidentemente a Ritchie se le dan bien esta clase de filmes con "bromance" incluido. ¿Podrán "El Llanero Solitario" y "Superman" tener éxito con su película? Ojalá que sí. Un espectáculo de esta categoría no llega todos los jueves a las salas de los cines. Háganse un favor y vayan a disfrutar de joyita. La van a pasar bomba.
Comedia de acción frenética en la que abunda el espionaje y se aprecia una impecable ambientación y bellas locaciones. Una gran cantidad de series clásicas televisivas fueron al cine: “La Familia Addams” y “Misión Imposible” entre otras. Recordemos que la serie de televisión “El agente de CIPOL”, la primera a emitirse fue en 1964 y se constituía con dos agentes secretos estadounidenses y soviéticos deben asociarse y trabajar para una agencia internacional el agente soviético David McCallum interpretaba a Illya Kuryakin, el otro héroe Napoleón Solo por Robert Vaughn, como americano. Ahora nuestros héroes que forman un gran equipo son: Henry Cavill (actor británico de cine y series televisivas), interpreta a Solo con un estilo a lo James Bond y toques de Roger Moore; Armie Hammer (actor estadounidense), desarrolla correctamente su rol, al igual que la actriz sueca Alicia Vikander como Gaby y la villana Elizabeth Debicki (“El gran Gatsby”) como Victoria. La trama es la de la de una película típica de espías, con los dos agentes de CIA y del KGB que se unen para trabajar juntos durante la Guerra Fría para la agencia secreta U.N.C.L.E (Comando de Red Unida para la Ley y la Ejecución). Ahora un científico ex nazi ha estado desarrollando una bomba nuclear que será utilizada de manera maligna y en el mundo se producirá una gran catástrofe, dicha bomba puede caer en manos equivocadas y poner al mundo en peligro. Además tienen que proteger a Gaby (un personaje estupendo y más aún como se ve en pantalla trabajando junto a los agentes) que es la hija del científico nazi, comienzan escapando de la Alemania Oriental ayudada por los agentes en su misión para encontrar la madriguera de los peligrosos delincuentes. El gran cineasta Guy Ritchie (Sherlock Holmes) filma como los dioses, la ambienta correctamente en los 60 durante la guerra fría, bellas locaciones Alemania Oriental e Italia. Ofrece a la trama buenos gags, mucha acción y humor, las situaciones de sexo son sugeridas no se muestran. Varios personajes atractivos, brillante estética, una exquisita banda sonora que en varias escenas es protagonista, genial dirección artística, los efectos de pantalla dividida efectiva, peleas, tiros y persecuciones. Su guión es flojo y pochoclero, pero por todo lo anterior queda de lado. Su final anticipa una secuela.
Los nazis contraatacan. El éxito de la saga de Misión Imposible, entre otras, demostró que la revitalización y el homenaje a las series de la época de la Guerra Fría tienen el encanto del nuevo fetiche posmoderno de la retromanía, que nos acosa actualmente a través de la falta de ideas y el reciclaje de ciertos productos bajo el manto de objetos de culto. Este es el estado actual de nuestros consumos culturales. Guy Ritchie, quien ya se había destacado en sus dos primeras películas, Lock, Stock and Two Smoking Barrels (1998) y Snatch (2000), como un gran director especializado en darle un ritmo acelerado a escenas de acción creando una sensación de precipitación constante y sin descanso, es el responsable de El Agente de CIPOL, una nueva versión fílmica de la serie de los años sesenta desarrollada por el escritor norteamericano Sam Rolfe. La idea de Ritchie fue retomar la serie siguiendo las directrices de Rolfe, quien tras dejar la tira dijo que a los escritores subsiguientes les faltaba la sensibilidad y el instinto creador que permite la combinación -en dosis exactas- de drama y comedia para la edificación de una obra de calidad. En El Agente de CIPOL, Ritchie elije caminar por la cornisa intentando buscar en cada escena la combinación exacta de drama y comedia a la que Rolfe aludía como una especie de alquimista cinematográfico. Sin dejar nada al azar, el realizador obra como un artesano en cada toma para generar humor sin perder el hilo ni la esencia dramática. La película narra así el surgimiento de CIPOL (Comisión Internacional para la Observancia de la Ley), a través de una misión de cooperación internacional entre los servicios secretos de Estados Unidos, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y Gran Bretaña, para impedir que unos epígonos del fascismo construyan una bomba atómica para los apátridas nazis que vagan por el mundo escondidos, intentando conquistarlo. Tras conocerse en una espectacular persecución por las calles de Berlín Oriental, los agentes Napoleón Solo (Henry Cavill) de la CIA e Illya Kuryakin (Armie Hammer) de la KGB viajan a Roma y comienzan a cooperar para poner en contacto a Gaby (Alicia Vikander) con su tío, un antiguo nazi, quien parece saber el paradero de su padre, un científico recientemente desaparecido que estaba investigando cómo enriquecer uranio para producir bombas nucleares más potentes y maleables para Estados Unidos. Ambos agentes se lanzan a la cacería de los secretos que les permitan a sus países tomar ventaja en la batalla tecnológica que libraron durante la Guerra Fría. En una serie de gags de talante circunspecto, los agentes prueban sus habilidades, su ingenio y sus herramientas para impresionar y humillar al otro en un juego que de a poco los va acercando. Lo mejor de las escenas de acción de las últimas películas de Ritchie sobre Sherlock Holmes, el protagonista de las conocidas novelas de Arthur Conan Doyle, y su particular estilo cinematográfico, se ponen al servicio del rescate de esta extraña serie en la que se destaca la amistad entre dos enemigos. Sin dudas, El Agente de CIPOL trasciende su propósito narrativo ya que funciona como una obra de ficción en la que un humor taciturno y sobrio interviene constantemente para dar a las escenas una visión dialéctica de agudeza temperamental, algo que seguramente tomó de la extraordinaria versatilidad de Robert Downey Jr. Tal vez la retromanía no sea un fenómeno tan retrógrado después de todo, si es capaz de producir este tipo de obras…
Espías en el recuerdo El director británico Guy Ritchie recrea la popular serie "El agente de Cipol" en la película donde estrena dupla de espías. Afortunadamente el director Guy Ritchie evitó la solemnidad cuando actualizó la vieja serie de televisión El agente de Cipol (Uncle, en inglés), devenida en película. La misión de Cipol, encomendada por los máximos representantes del poder del espionaje, enlaza los destinos de dos agentes opuestos por idiosincrasia y procedencia: el estadounidense Napoleón Solo (Henry Cavill, el actual intérprete de Superman) y el ruso Illya Kuryakin (Armie Hammer), secundados por Gaby Teller (Alicia Vikander), la chica alemana que busca a su padre. Ritchie juega con la estética de los años 1960 y hace guiños a los estereotipos del espía, representativos según de qué lado del Muro de Berlín actuara el personaje. El recuerdo de la serie es un background que el director explora y aprovecha, así como los clichés de la narrativa que en tiempos de la Guerra Fría construyó un discurso paralelo, de entretenimiento, al escenario de la gran política y sus daños colaterales. Reclutados para una misión que revela el riesgo de la bomba atómica en las manos equivocadas (el poderío nazi del pasado reciente es todavía una pesadilla), Solo y Kuryakin protagonizan escenas de acción delirante y momentos de comedia que Ritchie logra con su particular estilo. El director expone las peripecias a través de la lente amable del buen humor, con diálogos muy graciosos, retro y naif, pero efectivos. La sagacidad de los agentes, la belleza e inteligencia de las mujeres y las apariencias con que se esconden los crímenes son el material con que el director divierte, sin caer en la parodia directa. De manera que se salva de la tentación de revivir a los espías de traje, con los modales del Superagente 86. El espectador disfruta de las ironías con que el director expone los avances tecnológicos que utilizan los espías y la competencia en relación a las comunicaciones. La película pone énfasis en el aspecto de los galanes y sus diferencias: sofisticado Henry Cavill, con atisbos de picardía y una sonrisa perpetua que da risa; en tanto Armie Hammer, más rústico, como un Terminator rubio que vive al borde del ataque sicótico cuando se siente amenazado. El guion también expone sin dramatismo el lado oscuro de los hombres al servicio de la paz mundial, con datos de archivo que les dan licencias con respecto a la ley y otros detalles que rigen al mundo amenazado. Ambos acarrean huellas familiares y bloquean las emociones de una manera que los vuelve eficaces y graciosos a la vez. Ritchie ha puesto cuidado en la música y en los inserts de noticias e imágenes de la época que crean la ilusión de esos años dominados por la CIA y la KGB. El diseño de la película de Ritchie es sencillamente estupendo: los teléfonos, las joyas, los peinados, los zapatos y los autos, así como los paisajes de la bella Italia acompañan a los héroes que encontraron la química en la dupla que tiene que sostenerse a fuerza de encanto y obediencia debida. El director resuelve en segundos el comienzo del desenlace, con pantalla partida y mucho vértigo en la edición, saltos en el relato que el espectador contemporáneo decodifica sin dificultad. Mantiene respetuoso el viejo dogma de los espías con el jefe que se mantiene alejado del riesgo, esta vez, con el inefable Hugh Grant como Waverly, dando órdenes que él mismo no entiende del todo. Nace una saga.
Con su particular estilo, el director Guy Ritchie (“Sherlock Holmes”) nos trae esta genial adaptación cinematográfica de la popular serie de televisión creada por Sam Rolfe y que tuvo cuatro temporadas en la cadena NBC (1964-1968). Los personajes Napoleón Solo e Illya Kuryakin, interpretados en la tele por Robert Vaughn (a quien se lo ha visto participando en episodios de algunas series) y David McCallum (Ducky en “N.C.I.S.”), aquí están a cargo de Henry Cavill (deja por un ratito el traje de Superman) y Armie Hammer (actor que se puso en la piel de los mellizos Winklevoss en “Red Social”). La historia, ambientada estupendamente a comienzos de los años 60, en el pico más alto de la Guerra Fría, es la de un agente de la CIA (Solo) y uno de la KGB (Kuryakin), quienes deben dejar de lado viejas hostilidades porque se ven obligados, por sus superiores (interpretados por Jared Harris y Misha Kuznetsov) a formar equipo en una misión conjunta para frenar a una misteriosa organización criminal ligada a ex Nazis y que está decidida a desestabilizar el frágil balance de poder a través de la proliferación de armas nucleares. Para ello, el dúo que salva al mundo con mucho estilo cuenta con la colaboración de una joven mecánica llamada Gaby Teller (la sueca Alicia Vikander de “La Reina Infiel”), la hija de un desaparecido científico alemán (Christian Berkel) que fue secuestrado para construir una bomba. Ella resulta ser la llave para infiltrarse entre los villanos, porque su tío Rudy (Sylvester Groth) está metido en el asunto junto con una pareja de simpatizantes nazis, Alexander y Victoria Vinciguerra (Luca Calvani y Elizabeth Debicki, respectivamente). A medida que intentan prevenir una catástrofe mundial (obvio que de cada lado, hay instrucciones de recuperar planos de la bomba sin que el otro lo sepa, aunque lo intuyen) se suceden una gran cantidad de escenas con mucho humor (sin caer en la parodia) que están muy bien logradas gracias a la química generada entre el trío protagónico que se mueve entre Berlín del Este y Roma. Párrafo aparte merece la estética, la fotografía, la ambientación, la musicalización y el vestuario de todos los personajes a los que se suma Waverly (Hugh Grant), el encargado de la agencia secreta U.N.C.L.E. (United Network Command for Law and Enforcement) o C.I.P.O.L.,(Comisión Internacional para la Observancia de la Ley). Una historia sexy, de intriga conspirativa, que resulta ser muy, pero muy entretenida. ¡Vayan a verla!
Espionaje Vintage con acción, glamour y entretenimiento Tomado la popular serie de televisión de los años 60 "El agente de C.Y.P.O.L.", Ritchie la adapta a la pantalla grande con su particular estética e ironía, revalorizando el glamour, colorido y espíritu de una época donde las tramas sobre el espionaje internacional tuvo su Edad de oro, y trayendo a escena personajes que las nuevas generaciones poco o nada conocen. En una época donde el cine de espías vuelve a escena con una lista en la que se pueden contar Kingsman -Matthew Vaughn-, Misión Imposible: Nación secreta -Christopher McQuarrie-, Spectre de James Bond -Sam Mendes- y Hitman: Agente 47 -Aleksander Bach-, entre otros, el director Guy Ritchie -Sherlock Holmes, Snatch: Cerdos y diamantes; RocknRolla- adapta a la pantalla grande la mítica serie de televisión emitida por la NBC en los años 60 El agente de C.Y.P.O.L., que narraba las peripecias de un espía americano y uno ruso colaborando en pleno contexto de Guerra Fría para combatir a organizaciones secretas que atentaban contra el equilibrio del poder en el mundo. El agente de C.Y.P.O.L., fue una adaptación de una novela menos conocida de Ian Fleming -el creador de 007-, y conjugando con originalidad buenos argumentos e intérpretes con carisma y buena química, tuvo un gran éxito y masificó el género de espías en un contexto que ya había expandido películas como James Bond -Agente 007 contra el Dr. No -Terence Young, 1962- y Cortina rasgada -Alfred Hitchcock, 1966-, además de series como la famosa Superagente 86 -Mel Brooks, Buck Henry, 1965-1970-, por citar algunos ejemplos.La interpretaban Robert Vaughn -el agente Napoleón Solo-, David McCallum -el agente Illya Kuriakyn- y Leo G. Carroll -Waverly, como el jefe-, miembros de una organización cuyo centro operativo se hallaba disimulado en el interior de una sastrería. Su popularidad inspiró varios largometrajes. Guy Ritchie nos trae ahora una nueva versión, protagonizada por Henry Cavill -Solo-, Armie Hammer -Kuriakyn- y Hugh Grant -Waverly-, que no deja en ningún momento de invocar referencias a una época donde los vinilos de rock, vestidos de colores lisérgicos, la elegancia de los trajes de tres piezas, minifaldas y otros aspectos más delirantemente pop, dan glamour a una trama sencilla pero con una propuesta estética y narrativa basada en un montaje paralelo que entretiene de comienzo a fin. Con una magnifica banda sonora -de Daniel Pemberton, compositor de amplia trayectoria televisiva- tan ecléctica como acertada, y respetando el espíritu original de la serie en cuanto a ambientación, Ritchie utiliza las pantallas divididas para dinamizar las diferentes secuencias de acción de una historia con giros predecibles que recuerda a todos los clichés asociados al género, pero con su personal estilo. La escena inicial con la persecución -poderosa tanto en el apartado visual como narrativo-, junto al encuentro de espías en la cafetería del parque y la escena de Solo en el camión, degustando un buen vino italiano mientras su colega huye en lancha de sus perseguidores, son algunos de los mejores momentos del film. Ritchie inventa un pasado -que en la serie no tienen- para estos personajes y los enriquece, pero no puede evitar caer en los estereotipos y asociarlos a personajes de James Bond.Tal vez el punto más flojo del film radique en la química entre los dos actores protagonistas, Henry Caill y Armie Hammer, que no funciona del todo bien y sus actuaciones solo transitan como elementos indispensables para el desarrollo de la trama pero sin llegar a conectar del todo con el espectador.Diferente de la gran actuación, entre sexy y astuta, que desprende Alicia Vikander en cada plano, cerrando el triángulo de agentes, acompañados por un sólido Hugh Grant en calidad de secundario de lujo. El agente de C.Y.P.O.L. tiene estilo, buen ritmo y entretenimiento para evocar una época y un género que a algunos deleitará y a los más jóvenes gustará.
Guy Ritchie es una especie de malentendido del cine. Con trucos de cámara y montaje cool, logró ser aplaudido por muchos con sus primeras películas, Juego, trampas y dos armas humeantes y, especialmente Snatch. Su jueguito irónico es bastante precario, pero cuando tiene actores como la gente (caso Robert Downey Jr. en sus dos encarnaciones de Sherlock Holmes), funciona mejor. Aquí toma la serie de los años sesenta que lanzara a Robert Vaughn y David McCallum y logra un trabajo digno. El asunto está ambientado en plena Guerra Fría y obliga a un agente soviético y uno americano (aquí Armie Hammer y Henry Cavill respectivamente) a enfrentar una amenaza sin cuento. Hay chicas, también. La película carece de un “gran cuento” pero abunda en algo que podemos llamar “parodia nostálgica”, una especie de gran ayuda memoria sobre cómo eran esas historias y esas películas de espías y tiros de cuando James Bond recién aparecía (porque es claro que todos estos agentes de la TV y el cine son hijos de Bond). Lo mejor es la química entre los dos actores y el realizador, por una vez, deja de lado la mayoría de los chiches vertiginosos (que los hay, claro, pero no ocupan tanto el primer plano) para dedicarse a fotografiar a sus estrellas. La decisión es sabia aún si la película es apenas un rato de entretenimiento que se disuelve fácil. Glamour y gente piola, por ahí va la cuestión, como siempre en el caso del director.
Un inglés rescatando del pasado una serie clásica estadounidense de espías; un estadounidense haciendo de ruso, un inglés haciendo de estadounidense y una polaca como una sofisticada villana italiana, todos en medio de una historia durante la Guerra Fría, y por supuesto, peleando por el control de una bomba atómica. Eso solo ya podría ser un punto de partida de una comedia de enredos. Pero no. Es el elenco de “El agente de Cipol”, dirigida por Guy Ritchie y protagonizada por Henry Cavill, como Napoleon Solo, y Armie Hammer, en el rol de Illya Kuriyaki, y ambientada en su época original, los 60. Ritchie es un maestro de la comedia negra. Mostró su buen tono en “Juegos, trampas y dos armas humeantes”, “Snatch: cerdos y diamantes”, “Revolver” y, sobre todo, en “RocknRolla”. Y volvió a hacerlo más suavizado en sus dos adaptaciones de “Sherlock Holmes”. En esta película también muestra su gusto por las ironías, aunque ahora luce encorsetado y sin el desparpajo de antes. Lo demostró cuando sugirió ambigüedad en la relación entre Holmes y Watson y ahora con Solo y Kuriaki (atención a la escena donde uno rescata al otro con la balada “Che Vuole Questa Musica Stasera?”, de Peppino Gagliardi de fondo, o los dos discutiendo si es de buen gusto combinar un accesorio de Patou con un vestido de Paco Rabanne). Pero lamentablemente no hay mucho más de todo lo bueno de Ritchie, esa muestra de ingenio, gran estilo y una pizca de suciedad al estilo spaghetti western (allí está la música Ennio Morricone con el tema de “Por un puñado de dólares”, otros temas con ADN ritchiniana de Stelvio Cipriani, Roberta Flack, Rita Pavone y Nina Simone que le ponen ritmo a esta precuela donde Ritchie cuenta con mucha acción, prolijidad y un obsesivo diseño de producción el origen del dúo de espías de distintos frentes, pero que trabajan juntos por el bien de la humanidad.
Sofisticada, divertida y bien resuelta. En plena Guerra Fría, un agente de la CIA y uno de la KGB -enemigos a muerte- se ven obligados a trabajar juntos. Con la ayuda de un científico que trabajó para las nazis, una poderosa empresa está desarrollando una bomba nuclear. Es imperioso detener esos planes. El pasaje: una persecución automovilística con forma de pasos de ballet, coronada por un gran escape sobre el muro de Berlín. una joya: la selección musical, armada con bellísimas canciones -sobre todo italianas- de los 60. Mientras James Bond y Ethan Hunt se acomodan al paso del tiempo, Napoleon Solo e Illya Kuriakin permanecen anclados en su época. No podía ser de otra manera. La impensada y formidable asociación de un estadounidense y un soviético sólo tiene su razón de ser en el marco de aquel mundo bipolar que ya es historia. Gracias a ese original planteo la serie de TV en la que está basada la película fue éxito en los 60. La versión cinematográfica se hizo esperar (incluso formó parte de la carpeta de proyectos de Quentin Tarantino), hasta que, afortunadamente, quedó en manos de Guy Ritchie. Solo es un bon vivant devenido espía por la fuerza. Derrocha elegancia, charme e inteligencia. Kuryakin, un portento físico, está marcado por un pasado complejo y el autocontrol no figura entre sus virtudes. Robert Vaughn y David McCallum formaron una dupla inolvidable en la TV, así que no es sencilla la tarea para Henry Cavill (sí, el actual Superman) y Armie Hammer. Hay química en la pareja y puede ampliarse generosamente en el caso de una secuela, que quedó servida en bandeja. Para que “El agente de CIPOL” funcione es imprescindible tercerizar un villano y en este caso son nazis con sed de venganza. Actúan con el respaldo de una familia italiana (los Vinciguerra), en la que destaca Elizabeth Debicki; hermosa, gélida y letal. A Solo y a Kuryakin los ayuda la hija del científico alemán que es la llave de la solución. La juega Alicia Vikander, figurita en ascenso imparable. Pero el que está realmente bien, aunque en un papel poco desarrollado, es Hugh Grant. Hace de Waverly, el jefe de la organización CIPOL, a cargo de Leo G. Carroll en TV. Ritchie, que cuando quiere puede ser desenfrenado, dotó a su película de mucha clase. Las locaciones, los vestuarios y los gadgets sesentosos brillan de principio a fin. “El agente de CIPOL” es un juguete atractivo, por momentos tan distante como la elegancia que lo caracteriza, pero absolutamente disfrutable.
Entretenida película sobre espionaje sazonada con comicidad. Siendo una popular serie de TV de los años 60 era inevitable que El Agente de CIPOL fuese la más reciente adición a la larga lista de películas basadas en una propiedad conocida. Si bien nunca fui lo que se dice un seguidor de la serie, me son tremendamente familiares los nombres de Napoleon Solo e Ilya Kuriakin, y el prospecto de que Guy Ritchie dirija, firmando un guion después de las deficientes películas de Sherlock Holmes, lo hizo definitivamente interesante. ¿Cumple con lo que se propone? Misión Recontraespionaje Es 1963, y Napoleon Solo, un ladrón de arte devenido agente de la CIA, rescata de Berlin del Este a una joven mecánica cuyo padre prepara una bomba nuclear por encargo de una pareja de simpatizantes nazis. Solo tendrá que unir fuerzas con el agente de la KGB Ilya Kuriakin para evitar que la pareja llegue a su cometido, y sin que el otro lo sepa, recuperar los planos de la bomba para sus respectivos gobiernos. Como ya dije arriba, no fui lo que se dice un seguidor de la serie, asi que no puedo dar fe de cuanta fidelidad haya hacia la misma. Pero lo que si puedo decir es que es una narración funcional, con escenas de acción muy bien trabajadas que van a la par de unas secuencias de humor bastante bien logradas (casi todas con el foco puesto en la rivalidad de Solo y Kuryakin). Hacia el final, le sobran entre 10 o 15 minutos, pero como un todo es un entretenimiento bastante logrado. Espias como nosotros El Agente de CIPOL tiene un estilo visual afiladísimo reproduciendo fielmente en la escenografía y el vestuario toda la moda de los años 60, con un guiño jamesbondiano que está a la orden del día. Las elecciones de la banda sonora no podían ser más acertadas para poner en ambiente al espectador. Por el costado actoral, aunque la química entre Henry Cavill y Armie Hammer no termina de cerrar, sus escenas por separado si lo hacen; en particular Hammer. No sorprenden, pero presentan un desempeño a la altura de las circunstancias. Conclusión El Agente de CIPOL es un entretenimiento digno, que combina en su justa medida la acción y la comedia. No va a pasar a la historia, pero garantiza un rato más que ameno en el cine. Si tienen la plata y el tiempo, puede que no se decepcionen si la eligen.
Crítica emitida por radio.
Si los viera el viejo tío Si lo que Guy Ritchie quería era pasear un par modelitos por la pantalla como si estuvieran en una pasarela, y hacer una oda sixtie con guerra fría incluida, bien podría haber hecho su propia obra sin usa el nombre de una serie mítica. Pero hay que usar marcas conocidas para hacer nuevos productos y que la maquinaria siga funcionando. Cuestión que el otrora inspirado Ritchie pretende distraernos con sus conocidos artilugios de lo que en realidad es una trama pavota y remanida. Es decir, el viejo truco del villano que se roba una bomba nuclear. Al menos Mel Brooks supo ver en la serie televisiva el material necesario para hacer una parodia. Y eso fue mientras la serie existía, en los sesentas. Cincuenta años después a la industria no le da para hacer algo que esté a la altura de las circunstancias. Y no es que todo esté mal, el primer acto es bueno, predispone a la buena acción y presenta a los personajes de forma muy definida. Tal vez ahí se encuentra uno de los problemas. Los roles. Henry Cavill y Armie Hammer son como un chiste a medio contar, no llegan a ser paródicos y tampoco resultan muy creíbles. Especialmente Hammer, un sujeto insulso, sin carisma, de esos cuyo rostro no perdura un segundo en la mente luego de que alguien que lo vea. De hecho, en "Entourage" deben su gritar su nombre cuando hace el cameo para que el público sepa quien es. Así, un espía estadounidense y un espía ruso deben trabajar juntos para desbaratar un plan siniestro que pone en jaque la tensa paz que reina en el mundo luego del fin de la Segunda Guerra Mundial. Los roles secundarios son más interesantes, especialmente la francesa Elizabeth Debicki, quien hizo todos los deberes necesarios para encarnar a una villana glamorosa y sofisticada; y el alemán Sylvester Groth como un sádico torturador. Hay escenas sueltas, que sobresalen como un golpe de tambor fuera de tiempo, que sirven para sacarnos del tedio que la falta de ritmo de relato nos impone. Esas escenas nos devuelven algo del Ritchie que conocemos, son como destellos que no alcanzan a compensarnos el aburrimiento que el británico nos hace pasar.
DOS CONTRA EL MUNDO Felipe Quiroga Si Guy Ritchie figura como director sabemos, incluso antes de que las luces del cine se apaguen y se encienda el proyector, que no vamos a ver una película cualquiera. Antes de los créditos iniciales, entre las butacas flota una promesa. Y con su nuevo film, EL AGENTE DE C.I.P.O.L. (THE MAN FROM U.N.C.L.E., 2015), el cineasta británico vuelve a demostrar su virtuosismo en cuanto a lo visual: la cámara se mueve como sólo él sabe hacerlo. Pero no se emocionen todavía. Y es que, más allá de la química entre los protagonistas, Henry Cavill y Armie Hammer, y de algunos buenos gags, es la trama de esta superproducción de espías lo que tiene gusto a poco. El estilo sofisticado y vertiginoso (por momentos muy comiquero) de Ritchie, y un gran trabajo de ambientación sesentera (al que contribuye en gran parte la excelente banda sonora) conforman un marco demasiado elegante para un lienzo que no siempre está a la altura. El problema radica, principalmente, en la misión que deben cumplir nuestros héroes, misión que termina siendo una "aventura de manual" a la que le faltan villanos interesantes y secuencias de acción que impacten de verdad, y a la que ni la excusa de homenaje retro puede reivindicar. Pero mejor retrocedamos: EL AGENTE DE C.I.P.O.L. arranca con todo. Una tensa e intrincada persecución por una siniestra Berlín de posguerra nos presenta de la mejor manera a los personajes principales, el confiado y pedante Napoleon Solo (Cavill) y el implacable y reservado Illya Kuryakin (Hammer). Así de diferentes como son sus personalidades son sus orígenes: el primero trabaja para la CIA; el segundo es un agente de la KGB. Y al calor de la Guerra Fría, las circunstancias los obligarán a trabajar juntos para detener un mal mayor, una organización criminal que está desarrollando sus propias bombas nucleares. Para tratar de cumplir su objetivo contarán con la ayuda de la hija de un científico llamada Gaby, a quien la actriz Alicia Vikander interpreta con las dosis justas de sensualidad, viveza y frescura. La historia avanza, gira y amaga: por momentos juega a dejar al espectador desconcertado para después regresar y poner las piezas en su lugar. Sí, el recurso será muy cool, pero si uno lo piensa con detenimiento no deja de ser una trampita de guión que no tiene razón de ser y que intenta distraernos de lo que en realidad sucede: cuando Cavill y Hammer no están juntos, la película empieza a renguear. Esos choques de personalidades son el combustible para los mejores momentos del film. Sin embargo, ese nervio narrativo que es el vínculo de sus protagonistas está rodeado por una estructura algo tosca que no apuntala ni apoya. Ritchie, especialista en bromances, sabe sacarle el jugo a la relación entre ambos héroes y nos mima visualmente, pero en muchas ocasiones parece olvidarse del resto.
LOS ESPÍAS DESPISTADOS on Misión: Imposible – Nación secreta todavía en cartel la vara está muy alta para las películas de espías. El agente de C.I.P.O.L., opus ocho del británico Guy Ritchie, se presentaba como una digna rival que, lejos de disputarle el título podría al menos hacerle frente. Todos sus cartuchos, sin embargo, se queman en el primer round, y las correctas actuaciones de sus protagonistas no alcanzan para que la propuesta se mantenga a flote. Adaptación de la serie homónima de mediados de los 60, El agente de C.I.P.O.L. cuenta la historia de un agente de la CIA, Napoleon Solo (Henry Cavill), y su par de la KGB, Illya Kuryakin (Armie Hammer), que se ven forzados a trabajar codo a codo para hacerle frente a una amenaza nuclear. La Alemania sesentosa vista a través de la lente frenética que siempre caracterizó al ex de Madonna se ve muy sofisticada y la secuencia inicial, a uno y otro lado del Muro de Berlín funciona a la perfección. Es posiblemente el único fragmento del film donde narración y estética se retroalimentan positivamente. Lástima que Guy Ritchie no es el Christopher McQuarrie de la última Misión imposible y, en lugar de servirse de cierta atmósfera de ridiculez que se hace presente en varios pasajes de su película, cae víctima de sus juegos visuales cancheros. Las actuaciones de Superman y el Llanero Solitario son correctas y sorprende Elizabeth Debicki en su papel de mala malísima, la banda sonora sesentona es una delicia y la secuencia de la persecución en lancha, luego de varios minutos de sopor, es uno de los puntos altos del film. Si la película no funciona es porque, como ocurría con la Birdman de Iñárritu, el recurso del montaje ritchiano está puesto más al servicio del director que de la obra. De a ratos nuestro querido Guy parece un niño caprichoso decidido a defender el estilo por el estilo, como si el cine se redujera a un mero espectáculo de fuegos artificiales. Desaprovechando el potencial de sus actores y del rico argumento de la serie original, Ritchie logra que los agentes Solo y Kuryakin queden varios escalones por debajo de James Bond, Jason Bourne y Ethan Hunt. El tiempo y la taquilla dirán si El agente de C.I.P.O.L. es el inicio de una nueva saga. De ser así será mejor dejarle el volante a otro. Los compañeros de viaje tienen mucho para ofrecer pero el piloto, aunque se trate de una de espías, anda despistado.//?z
Esa alegre Guerra Fría Hace poco, ante el estreno de la última entrega de “Misión: Imposible”, reflexionábamos sobre el regreso por todo lo alto del cine de espías, en el difuso contexto del mundo multipolar en el que nos movemos (sería largo ingresar acá en el debate entre los que sostienen la concepción de “imperio global” con Estados Unidos como gendarme, postulada por Toni Negri, y quienes sostienen que la nueva geopolítica, con el alzamiento de una Rusia renacida, desafían esa visión). En ese contexto, vemos cómo en varias de las franquicias (James Bond, la citada “Misión: Imposible”) aparecen corporaciones o grupos privados con agendas autónomas como rivales para los espías que siguen al servicio de los viejos Estados nacionales (ésa es otra particularidad de nuestro tiempo: después de siglos de ser el “Cuco”, el Estado nacional pasó a ser el amigo que abaraja la vajilla que va tirando el gran elefante en el bazar: el capitalismo posfordista). Pero de igual manera que ningún conflicto bélico posterior ofreció las posibilidades narrativas que ofreció la II Guerra Mundial (desde los más diversos puntos de vista), el espionaje actual no tiene el glamour que tenía en los tiempos de la Guerra Fría: caballeros aventureros que a veces se olvidaban que estaban representando a las formas de vida y de organización social más contrapuestas del mundo, y que supieron mantener canales de contacto y agentes múltiples. Tal vez por eso, Guy Ritchie eligió, a diferencia de la actualizada saga con la música de Lalo Schiffrin, retomar a los personajes originales de la franquicia televisiva original de “El agente de Cipol” (“The Man from Uncle” en el original, que tiene más gracia porque significa “tío”), en el apogeo de la Cortina de Hierro, pero sumando terceros actores en discordia, viejos y nuevos. Unir fuerzas Como en otras cintas del ramo, el ex marido de Madonna (el mismo que relanzó a Sherlock Holmes como un vivo bárbaro en la piel de Robert Downey Jr., al tiempo que lo recuperó como opiómano) nos sopapea de entrada con una escena de extracción, en una lograda reconstrucción de la Berlín dividida de principios de los '60. El estadounidense Napoleón Solo debe extraer hacia Berlín occidental a Gabriella Teller, la hija de un ex científico del Reich que vivía en el “mundo libre” y ha desaparecido. El escape desde el rojo imperio de la Stasi viene bien hasta que se mete un ruso loco y físicamente imbatible, Illya Kuryakin (su nombre recortado fue usado como estandarte por dos juveniles raperos argentinos a principio de los '90, hoy músicos afianzados). Terminada la persecución, Solo está contento hasta que su jefe lo reúne con Kuryakin, que viene de la mano del suyo: CIA y KGB han decidido unir fuerzas para detener a los Vinciguerra, ricos empresarios navieros herederos de un viejo fascista, vinculados con los viejos nazis en las sombras. O sea: una corporación que va por su cuenta (fuera del libreto del occidente capitalista) de la mano del único enemigo que unió a soviéticos y americanos. Solo es repentista, mujeriego, bon vivant y encantador, y le debe años de servicio a la CIA por algunas picardías que se mandó en el mercado de obras de arte; Kuryakin es metódico, irascible e infatigable, y está pagando la caída en desgracia de su padre por corrupción. Gabriella termina siendo un poco el lubricante de sus personalidades, aunque esconde sus propios secretos. Y otro tanto el flemático comandante Alexander Waverly de la Inteligencia Naval británica, que viene a traerles algunas sorpresas. Ritchie elige un tono de aventura dinámica, con toques de comedia, con los que hizo andar a Sherlock Holmes. Pero agrega con maestría los registros de época: desde la Berlín partida a la Italia de los playboys y las carreras, el uso de la música original de la serie (compuesta por Jerry Goldsmith, parte de la misma generación de las obras cumbres de Schiffrin) y de canciones de artistas como Rita Pavone: la escena de Solo en el camión, viendo las desventuras de Kuryakin con el único sonido de la canción, es de antología (varias veces se juega con el tema de la interrupción sonora). Otro tanto se puede decir en cuanto al montaje visual, que recurre a la pantalla dividida, dándole un toque clásico a un recurso que explotó con la serie “24”. Hay equipo En lo que respecta a los actores, Henry Cavill (el último Superman) la tiene fácil como el fachero y siempre pícaro Solo, o al menos parece que se debe haber divertido un montón. Armie Hammer (el más reciente Llanero Solitario) logra escaparle a la macchietta con su Kuryakin, siempre al borde de la explosión. Y la Gabriella de la ascendente sueca Alicia Vikander (un cuarto finesa, parte de su rara etnicidad) seduce a personajes y espectadores con su menuda y exótica belleza, además de tener momentos logrados (cuando baila borracha, mientras Ritchie juega con el fuera de foco, y después de eso). Por lo demás, los que suman son un Hugh Grant muy clásico de sí mismo, para componer a Waverly (que promete más participación); Elizabeth Debicki como Victoria Vinciguerra, una italiana elegante, altísima y exagerada un poco a lo Donatella Versace; y Sylvester Groth como el tío Rudi, un modesto y discreto torturador nazi. El final es de ésos en los que el team up se convierte en team a secas, prometiendo más aventuras. Larga vida para la Comisión Internacional Para la Observancia de la Ley.
La serie de los años 60, The Man From U.N.C.L.E., vuelve a cobrar vida para llegar a la pantalla grande en manos de Guy Ritchie con Henry Cavill y Armie Hammer como la dupla de espías más famosa de la TV. En tiempos donde lo que vamos a ver al cine son adaptaciones, remakes o reinicios de sagas, una mitad logra conquistar al público como fue el éxito de Jurassic World y también hay casos que no van tan bien, como Fantastic Four. Pero en el caso de The Man From U.N.C.L.E. podemos decir que Guy Ritchie, conocido por sus películas Sherlock Holmes protagonizadas por Robert Downey Jr., sale victorioso de esta prueba de los remakes de hoy en día, el film nos ofrece un espectáculo de principio a fin. La película comienza atrapando al público desde su secuencia inicial, en una entretenida persecución por las calles de Berlín donde dejan en claro como será el ritmo del film. Allí se presenta a Napoleon Solo (Henry Cavill) una agente de la CIA que está pagando una vieja condena por sus particulares habilidades, el cual está en la mira de Illya Kuryaki (Armie Hammer), agente ruso de la KGB que se asemeja a Solo en cuanto a sus extraordinarias habilidades pero menos amigable y con un temperamento y carácter fuerte. DSC_6030.DNG Estos agentes aunque no estén de acuerdo en muchos aspectos se ven obligados a trabajar en conjunto para detener una organización familiar multimillonaria que tiene tratos con Nazis en el comercio de misiles nucleares. La llave para evitar la catástrofe es Gaby (Alicia Vikander), hija del científico alemán que diseña las bombas para el clan familiar y al cual no ve desde pequeña y lo que será la excusa perfecta para poder encontrarlo a tiempo. Tal como se veía en la serie, el glamour de los 60’ está presente en el film con sus actores perfectamente personificados. Diálogos con chistes e insultos con estilo que sacan carcajadas al espectador se debe mucho a la gran química que tienen la dupla de Cavill-Hammer que sin dejar lado su seriedad y fuerza, la rompen en pantalla. Además del papel de las damas del film, la británica Gaby demostrando que es más fuerte de lo que aparenta y la malvada Victoria (Elizabeth Debicki) que lleva a cabo lo que se propone sin importar nada, mujeres que no necesitan de un héroe para poder sobrevivir mientras usan tacos y rubor en sus mejillas. La banda sonora compuesta por Daniel Pemberton se lleva un papel importante, acompañando las escenas de acción con ritmos clásicos de la época otorgándole la elegancia justa a esta pintoresca comedia. Guy Ritchie nos trae una simpática comedia de espías a la que no le falto nada que necesitase. En una época de remakes, el británico supo darle su estilo propio a la obra sin caer en los clásicos clichés de comedias retro.
Todo mal con El Agente de CIPOL. Considerando las expectativas que uno tenía - el casting, la dirección de Guy Ritchie, el respeto por la ambientación sesentista, etc -, el filme termina siendo un cachetazo a las gónadas de aquellos que son fans históricos de la serie en la que se basa. "Se basa" es un decir ya que nada queda de la tira: no están las lapiceras con radio, el "abran canal D", los ridículos gadgets, el bólido Piraña con puertas alas de gaviota... ni siquiera el humor ni mucho menos el tema musical. Sacrílego por donde se lo mire, con lo cual uno se pregunta seriamente para qué cacso adquirieron los derechos de una serie si después se pasan todos sus fundamentos de base por el tuje. Para ello hubieran tomado la misma trama, la hubieran trasladado al presente, hubieran cambiado los nombres de los personajes, se hubieran ahorrado el dinero de compra de derechos y ambientación histórica, e incluso les quedaría unos cuantos dólares para hacer una aventura mas excitante y con un mejor casting, ¿no?. Honestamente no entiendo cómo pretendían sacar de acá una franquicia millonaria. La historia es aburrida, especialmente la primera hora en donde las escenas se eternizan - como si Guy Richie estuviera enamorado de sus propias tomas y no quisiera cortarlas: el escape en lancha, la sesión de tortura... - y ni siquiera la acción es formidable. Pero si ni la trama ni los stunts son excitantes, esperen ver a Arnie Hammer y Henry Cavill en escena: son dos roperos inexpresivos con carisma cero y que, para colmo, parecen hablar con canicas en la boca. Son aburridos, sin ángel ni gracia. Acá se precisaba una dupla tipo George Clooney & Brad Pitt - que hubiera resucitado el filme con apenas un pestañeo - en vez de un par de estirados. Cavill es mas pedante que sofisticado y Hammer... es Hammer. Igual de anodino que El Llanero Solitario. Ni siquiera la deliciosa Alice Viklander logra inyectarle algo de energía a una historia que parece estar en coma. El misterio es escaso, hay muchas refriegas verbales entre los protagonistas pero la misma no tiene chispa. ¿En serio este proyecto data de 1993 y esto es lo mejor que han elaborado en 20 años de development hell?. Lo salva de la quema a El Agente de CIPOL es la última hora, la cual es mas movida, los protagonistas se relajan y disfrutan un poco más los personajes, y Ritchie mete un par de locuras; pero los malos son unos idiotas genéricos, y solo los escenarios y la reconstrucción de época compensan la morosidad de la narración. Definitivamente El Agente de CIPOL no es una película mala, pero tampoco es una muy entretenida: no funciona como relato realista de la Guerra Fría, o siquiera como delirio sicodélico de los alocados años 60. Se queda a medio camino, mete un montón de detalles raros a los personajes - Napoleón Solo es un ex ladrón metido en espía, y es un supremo sibarita; Kuryakin ahora es un sicópata con brotes de violencia; CIPOL aparece en los ultimos dos minutos y todo esto funciona como una desabrida historia de origen -, y los lanza a una trama genérica y opaca sin mayores sorpresas. Ni siquiera los pasos de comedia hincan el diente como corresponde - como el Alexander Waverly de Hugh Grant, el cual está criminalmente desperdiciado -. Dificil recomendar El Agente de CIPOL. Te da la impresión que es una obra sin gracia, ya desde la primera visión de su insulso poster. Para el fan le parecerá un insulto y para el público nuevo no habrá atractivo que termine de engancharlo. Hubieran puesto a Clooney o a Tom Cruise en el protagónico, y quizás la cosa hubiera despegado; pero Cavill & Hammer son demasiados estoicos y aburridos como para que uno se excite y cinche por ellos a lo largo de la aventura. - See more at: http://www.sssm.com.ar/agente-cipol-2015.html#sthash.YhMaphrq.dpuf
Otra vez vengo a escribir sin tener la información previa adecuada. Y como la verdad siempre gana, me parece mucho más sensato confesarles, queridos lectores, que no tenía ni idea de la existencia de la serie televisiva The Man from U.N.C.L.E. (su nombre original), así como tampoco ví Ghost y, claro, Illya Kuryaki me sonaba solamente por la banda de Spinetta y Horvilleur. Entonces, otra vez, como ha sucedido en la review de Los Cuatro Fantásticos, puedo hablar sólo de la película, sin establecer vínculos con su origen en otros formatos. La historia rejunta muchos temas clásicos del cine Hollywoodense: agentes secretos a quienes se les encarga una misión relacionada con bombas nucleares, mafias italianas, nazis, rusos y la Alemania dividida por el muro de Berlín en la década del '60. A simple vista da la sensación que se hizo un cóctel azarozo de temáticas que finalmente derivó en esta película, pero, afortunadamente, el film dirigido por Guy Ritchie (Snatch, las últimas Sherlock Holmes) está muy lejos de ello. La trama se desarrolla con naturalidad y un verosímil impecable. Napoleón Solo (Henry Cavill, el último Superman) es un convicto reclutado por la C.I.A. para oficiar de agente secreto, quien gracias a sus mañas adquiridas en ese pasado delictivo, se convierte en uno de los agentes más versátiles y con mayor éxito de dicha agencia. En este caso en particular es enviado a Alemania Occidental a rescatar a Gaby (Alicia Vikander, la androide de Ex Machina), una mecánica hija de un ingeniero nazi que aparentemente está desarrollando avances en una bomba nuclear. A pesar que ambos no están en contacto, ella será la llave para encontrarlo a través de su tío, quien reside en Italia. El escape de Napoleón y Gaby de Alemania marcha bien, de no ser porque Illya Kuryakin (Armie Hammer, el último Llanero Solitario), un ruso patriota con pasado militar, actual agente de la K.G.B. e implacable en el cumplimiento de sus misiones, los persigue cual mosca al dulce de leche; un denso, y, además de denso, altamente rudo y preciso, aunque en este caso la elegancia de Solo hace fracasar su misión. Pero Solo no se libraría del amenazante ruso tan rápido: en pos de encontrar la bomba nuclear y evitar que caiga en manos equivocadas, ambas agencias de inteligencia diseñan un plan en conjunto donde partirían a Italia Solo, Gaby... y Kuryakin. La película tiene dos puntos a favor que son enormes: a pesar de todas las temáticas comunes que trata, la relación entre los agentes marca la diferencia. Las personalidades de Solo y Kuryakin son tan parecidas pero a la vez tan disímiles que el choque emana magia por todos lados: ambos están convencidos que su método, su solución, su manera de ver el mundo, es la única válida, la definitiva, y entran en constante crisis tratando de demostrarle al otro (con grandes dosis de humor) quién tiene razón. El otro pilar es la excelente reconstrucción temporal, al tratarse de una película de Hollywood de primera línea este punto era bastante obvio que iba a ser, al menos, correcto. Pero es injusto suponer que algo va a estar bien y si efectivamente cumple con las expectativas ni siquiera mencionarlo. Hay una propuesta estética bien definida dentro del marco de época: cada personaje y espacio va teniendo sus formas, su paleta de colores, su personalidad. Y eso merece ser destacado. Por otro lado, no sé si yo estoy vieja o acostumbrada a otro tipo de cine, pero (y me siento muy hinchapelotas por esto que voy a decir) me pareció que la cámara se movía mucho. De verdad. Lo suficiente como para distraerme o exigirme un esfuerzo para enfocar la atención, sobre todo en las persecuciones. Me había pasado recientemente, viendo otra película que ahora no me acuerdo cuál es, que tenia también una secuencia de persecuciones y acción. Y la verdad es que los personajes y la trama te importaban muy poco, no sentías esa adrenalina de “tienen cinco minutos para desactivar una bomba, ¿lo lograrán?”; era algo muy superfluo a nivel suspenso pero estaba excesivamente remarcado por los movimientos de cámara, la rapidez del montaje y la música, entonces, la tensión igual se construía. En el caso de El Agente de C.I.P.O.L. también se cae en este exceso formal, a mi entender innecesario porque la construcción del guión en si misma ya genera una suficiente tensión llegando al clímax y lo único que hace esta vertiginosidad visual (pantallas divididas incluidas) es distraer. VEREDICTO: 8.0 - CÓCTEL EXPLOSIVO Guy Ritchie logra recrear una vieja cinta de espías de manera muy prolija y coherente, soportándose principalmente en la dupla Solo – Kuryakin. Pero, con determinada vertiginosidad visual, termina meando un poco afuera del tarro. Si bien no es una película que quedará en los anales de la historia del cine, El Agente de C.I.P.O.L. es interesante de ver y te garantiza pasar un buen rato.
Al comienzo de la película sentí un poco la "vibe" del 007 de Roger Moore, Henry Cavill me transmitió esa idea de espía pomposo que hace todo calculado a su tiempo pero siempre manteniendo el estilo y buen humor, bueno infelizmente fue solo ese comienzo. Basada en una serie de los años 60 con el mismo nombre, Agente de C.I.P.O.L (The man from U.N.C.L.E), siendo una precuela y de presentación, sigue la idea del conflicto de la guerra fría, no trayendo la historia para los días de hoy, acá me pareció un acierto ya que está muy bien retratado la época, trayendo ese glamour del pasado, y evitando toda la parafernalia tecnológica de las películas de espías del presente donde casi todas terminan pasando por hackear algún sistema. Presentando a Napoleón Solo (Henry Cavill) agente de la CIA y su contraparte de la KGB Illya Kuryakin (Armie Hammer), vemos acá la clásica representación del americano con todo glamour y el soviético como apenas un tipo rústico de fuerza bruta. Entre los dos está la alemana Gaby Teller (Alicia Vikander) que es el gatillo de toda la acción de la película. El trío me pareció muy forzado como queriendo tirarnos en la cara que es todo accidentado, aún los momentos teóricamente de humor no son orgánicos y se notan una cantidad inmensa de clichés que no ayuda mucho. Los villanos siendo talvez el mayor cliché de la película, sin un motivo concreto plausible, crean un arma nuclear porque pueden y pretenden usar contra el mundo porque también pueden, no se siente ninguna motivación, están para juntar el equipo nada mas. Guy Ritchie también no ayuda mucho a la película con su dirección, con una acción toda entrecortada y muy rápida, casi siempre haciendo que se pierda el ritmo del espectador, usando su característica división de cuadros para mostrar escenas paralelas en exceso y medio como para decir que están ahí, como si quisiera poner su firma, pero infelizmente no acrecienta en nada, sólo para acelerar algunas escenas. Lamentablemente el tiempo de Snatch: cerdo y diamantes ya pasó. A pesar de tener sus momentos de diversión principalmente en la primera parte, se pierde mucho en la segunda y con la parte final muy poco inspirada termina siendo apenas una película de acción y comedia que no suma en nada a un mundo de Hollywood tan poco inspirado de hoy.
Bien contada, pero no impactante. Guy Ritchie tiene un sello propio en el cine, y The Man from UNCLE lleva la marca indeleble del director inglés sin lugar a dudas, sobre todo en materia de edición, donde generalmente hace la diferencia. Pero así como se nota su estilo en el trámite narrativo, también se nota la falta del mismo a la hora de la acción, donde sorpresivamente este proyecto defrauda, muy a pesar de su realizador. The Man from UNCLE es una propuesta de espionaje entretenida y bien contada a la que le falta impacto. Por algún extraño motivo, Ritchie prefirió desplegar su arsenal cinematográfico en torno a la narración, dejando las secuencias de alto voltaje en un segundo plano, lo que termina siendo un desperdicio, porque la película incurre obligadamente en estas últimas, por su género y por el guión. Pareciera que el director evitó a propósito explotar su experiencia y talento en la materia, soslayando los tiros, las piñas y las patadas. Por momentos es un placer ver The Man from UNCLE, porque a pesar de que cuenta una historia relativamente simple, lo hace muy bien. El problema se da cuando la línea argumental recae indefectiblemente en una escena de acción, que son bastantes, donde el trabajo de Ritchie se presenta curiosamente deslucido. El resultado final dependerá, en definitiva, de las expectativas del espectador. Para mi gusto, en este género hay que saber contar, pero también impactar. La película falla en lo segundo.
Es un gran año para las películas de espías, ya que aprincipio de año se estrenó “Kingsman”, hace muy poquito le tocó a “Misión imposible 5“ y ahora es el turno de “El agente de C.I.P.O.L”, que le deja la posta a James Bond para cerrar el 2015. La película está basada en la serie de 1964 con el mismo nombre y lo que vemos acá es una especie de precuela. Cómo llegaron a trabajar juntos un espía de la CIA con uno del KGB en una organización paralela llamada “U.N.C.L.E” o “C.I.P.O.L” en español. Napoleón Solo es un típico agente secreto américano, Ilya Kuryakin es un hombre duro del KGB, que por momentos parece una máquina y se ven obligados a trabajar juntos para evitar que una organización se haga de bombas nucleares. Para eso necesitan proteger a Gaby, ya que ella es la manera más segura de entrar sin llamar la atención.
Espionaje cómico y con clase Vuelve a la carga el director inglés Guy Ritchie con una adaptación cinematográfica de la serie de los 60s "The Man from U.N.C.L.E. Para los que no la conocen, fue una serie de espionaje y aventuras de éxito moderado que tuvo cuatro temporadas entre 1964 y 1968. Ritchie la revive en formato largometraje con el objetivo de obtener una nueva saga a lo Sherlock Holmes. Es difícil saber si habrá secuela ya que su éxito de recaudación también ha sido bastante moderado. La trama nos ofrece las aventuras de dos agentes secretos experimentados, uno de la CIA estadounidense y el otro de la KGB rusa, que por situaciones de fuerza mayor se ven obligados a tener que trabajar en equipo. El enemigo en común es una organización criminal dirigida por la elegante y malvada Victoria Vinciguerra, cuyo objetivo es robar armas nucleares y poner al mundo en jaque. Para empezar voy a recalcar el tema de que la historia se sitúa en la década del 60. Esto es para algunos espectadores un aliciente mientras que para otros puede resultar demasiado vintage. Ritchie respeta bastante ese espíritu sesentoso en la puesta en escena y sus diálogos, por lo que si sos de esos espectadores que se cansan de las películas situadas en estas décadas, probablemente no salgas del cine siendo un ferviente fan. Por otro lado, creo que la dinámica del film permite que sea un entretenimiento amigable, ameno, que mantiene al espectador interesado en los sucesos. La mezcla de acción y comedia encuentra un buen timing. Ritchie tiene experiencia en esta combinación. Algunos buenos ejemplares de esto son "Snatch", "RocknRolla", y ambas "Sherlock Holmes". Por el lado de las interpretaciones creo que si bien ambos protagonistas, Henry Cavill ("Man of Steel") y Armie Hammer ("The Lone Ranger"), hacen un buen trabajo, no se destacan demasiado. Digamos que cumplen bien, pero no maravillan, no logran ese feeling fundamental para que el espectador se enamore de sus personajes y se quede esperando verlos de nuevo. "The Man from U.N.C.L.E." es un entretenimiento bueno, pero que no tiene el carisma suficiente para dejar al público pidiendo por más. Lo mejor de la propuesta es su timing para combinar humor con momentos de acción de calidad. Las coreografías de peleas y persecuciones son virtuosas. Lo peor tiene que ver con esa falta de enganche del espectador con los protagonistas y la historia. Nos caen bien, pero no los bancamos a muerte en sus aventuras. Para disfrutar de un cine mainstream con sello personal, que te va a entretener pero que no te va a quedar dando vueltas en la mente por más de un día.
Retro aggiornado La nueva película del director de Sherlock Holmes logra capturar el espíritu de la serie televisiva y le agrega un trabajo excepcional de cámaras y actores que hace olvidar eso de que “todo tiempo pasado fue mejor” En esta época de revivals y adaptaciones de obras diversas a las que la industria de Hollywood ha acostumbrado a los consumidores de filmes, siempre es de agradecer que por lo menos uno de los directores a los que asignan este tipo de trabajos se tome su responsabilidad en serio y lleva adelante un film como "El Agente de C.I.P.O.L." El filme, producido por Warner Bros. está basado en la serie homónima que protagonizaron Robert Vaugh y David McCallum entre los años 1964 y 1968, aunque actúa a modo de "capítulo cero" ya que cuenta el origen de estos personajes. Un detalle de muy buen gusto que se han dado desde la producción del filme ha sido ambientar la historia en la década de 1960, a diferencia de otros productos de este tipo –caso Brigada A, por ejemplo- que suelen adaptar a personajes clásicos a la actualidad para ahorrar costos. De esta manera, la recordada –y quizá todavía vigente- Guerra Fría es una protagonista más de la historia. Guy Ritchie, quizá el director que mejor supo vender el cine inglés en los Estados Unidos merced a filmes como Snatch: Cerdos y Diamantes y las dos entregas de Sherlock Holmes protagonizadas por Robert Downey Jr. y Jude Law, vuelve a desplegar su cada día más amplia galería de trucos visuales –en este caso agrega una división de pantalla al estilo del de la serie 24 pero más dinámico- y su típico humor inglés adaptado al cine industrial norteamericano. En esta ocasión son Henry Cavill y Armie Hammer los encargados de darle vida a los agentes de la organización secreta C.I.P.O.L. (U.N.C.L.E. en inglés que a su vez significa "tío"). Cavill. Muy en boga en la actualidad por su interpretación de Superman en El Hombre de Acero y la inminente Batman vs Superman, interpreta a un Napoleón Solo muy parecido al original pero con muchos toques del 007 que hacía Roger Moore, mientras que Hammer –todavía recuperándose de su fallida versión de El Llanero Solitario- demuestra lo suyo como el soviético Illya Kuryakin, que inspiró también al nombre de la banda de Dante Spinetta y Emanuel Horvilleur. Ambos agentes, de bandos opuestos, deberán colaborar muy a pesar de ellos en un caso que pone en jaque la seguridad de un mundo ya de por sí inestable cuando un científico nuclear desaparece con los planos para crear una bomba de gran poder destructivo. Además de Cavill y Hammer, una gran cuota de pantalla se la llevan las chicas Alicia Vikander como la dama en peligro y Elizabeth Debicki como una fría pero sensual empresaria, y villana de turno como debe ser. El filme cuenta también con la participación de Hugh Grant, al que desafiamos a encontrar en los primeros cuarenta minutos de pantalla. Mérito aparte merece la banda de sonido, compuesta por canciones que RETROtraen a la década en que transcurre la acción y que puede significar un hermoso regalo para la abuela en su cumpleaños. Resumiendo, El Agente de C.I.P.O.L. obtiene justicia, y no sólo a nivel ficción, con este filme lleno de divertidas situaciones, trepidante acción y mucho humor, características más que suficientes para que valga la pena pagar la entrada.