La magia salvaje domada Como era de esperarse, en Frozen II (2019) la gigantesca Walt Disney Animation Studios hace exactamente lo que se espera de ella y respeta esa suerte de retahíla retro autoimpuesta que comenzó con La Princesa y el Sapo (The Princess and the Frog, 2009), continuó con Enredados (Tangled, 2010) y llegó a su punto máximo en lo que atañe al éxito económico internacional con Frozen: Una Aventura Congelada (Frozen, 2013), una trilogía de películas recientes que movieron millones y millones de dólares en marketing -más de lo que costaron en sí las realizaciones- y que se inspiraron -respectivamente- en relatos folklóricos recolectados por los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, El Príncipe Rana (Der Froschkönig oder der Eiserne Heinrich, 1812) y Rapunzel (1812), y en una bella creación literaria del gran Hans Christian Andersen, La Reina de las Nieves (Snedronningen, 1844). El film que nos ocupa retoma la antiquísima estrategia de la productora de inspirarse en archiconocidos cuentos de hadas, eliminar todo el sustrato considerado “polémico” -la violencia, el sadismo, lo perverso, el planteo moral exacerbado, lo sexual, las venganzas, el frenesí, lo contradictorio puritano, etc.- y construir fábulas que obedecen a los recursos más elementales y anodinos de la comedia, las aventuras, el melodrama monárquico y sobre todo los musicales de alcance masivo, ese nuevo viejo fetiche que reaparece bajo la máscara del Hollywood Clásico y nunca dentro del esquema del musical posmoderno reflexivo o algo que mínimamente se le parezca (por supuesto que luego de pasar por la aplanadora conservadora y pueril de la Disney poco y nada queda de los relatos originales del Siglo XIX, más allá de algunas ideas muy aisladas entre sí y reconectadas a la fuerza). La historia vuelve a girar alrededor de las hermanas Elsa (Idina Menzel) y Anna (Kristen Bell), ambas miembros de la familia que controla la comarca de Arendelle: así como la película del 2013 estaba sutilmente volcada hacia el personaje de la segunda, la encargada de encontrar a su hermana para finiquitar aquel invierno perenne cual maldición, hoy por hoy la que sin duda domina en términos narrativos es Elsa, transformada en una reina que escucha una misteriosa voz que la llama a lo lejos, eje de un nuevo periplo que pronto la lleva al Bosque Encantado y despierta los espíritus de la tierra, el fuego, el aire y el agua. Desde ya que la cada vez más paranoica Anna acompaña a Elsa y de inmediato se suman Olaf (Josh Gad), un muñeco de nieve con vida y “comic relief” oficial de la propuesta, Kristoff (Jonathan Groff), el novio tontuelo de Anna, y Sven, el servicial reno del anterior. Si bien se agradece la denuncia ecologista e indirecta del capitalismo energético vía la influencia nociva de una represa en el Bosque Encantado y hasta ese concepto que recorre la trama relacionado con la necesidad social de dilucidar la verdad detrás de los arcanos y mitos del pasado, a decir verdad Frozen II queda atrapada en una medianía basada por un lado en una animación que vuelve a ser muy hermosa, especialmente en materia de las secuencias semi surrealistas, y por otro lado en canciones mediocres cortesía de Robert López y Kristen Anderson-López, amén de ese trasfondo meloso típico de la Disney y su fetiche con los viajes de descubrimiento y los chistecitos pretendidamente “adorables”. En suma, el empoderamiento femenino no logra ocultar la falta de novedades ni el sustrato castrador de una magia salvaje que vuelve a ser domada por la eterna necedad humana…
Disney ha alcanzado su punto máximo en cuando a éxito comercial gracias al estreno de la primera cinta de Frozen, un cuento de princesas que cambia un poco los valores tradicionales a los que estamos acostumbrados, de ahí la clave del su éxito. Vamos a ser sinceros, Frozen no necesitaba ninguna continuación, esto fue producto de la inesperada popularidad que la primera entrega cosechó, y siguiendo las reglas de Hollywood, esto se veía venir. En este capítulo se intenta indagar un poco sobre los orígenes de Elsa, en una película que es sumamente entretenida, pero a su vez poco trascendental. Quizá el problema de hacerle una continuación a un cuento, es que estos quedan mucho mejor atesorados con el misterio de lo que pasó luego del “Y fueron felices…”. Ya hace poco nos pasó con Maléfica, que de pasar una nueva visión de la bella durmiente, pasó a una guerra con criaturas antes escondidas y que denotaba un relato sin pies ni cabezas. Resulta que la historia de Elsa tiene un orígen, que tiene relación con un bosque, a través de una historia que vivió su padre antes de ser rey, y explica la existencia de la magia antes de tener a sus hijas. Aquí se hace la mención a un canto, que fue clave en esa historia, y que de repente Elsa empieza a escuchar, ahí mismo se desata un nuevo peligro para Arendelle, y los personajes deben iniciar un viaje para solucionarlo. Hasta ahí todo bien, pero la realidad es que no existía necesidad de buscar ese orígen, y que termina siendo algo forzoso solo para tener una nueva historia que contar. Para compensar, el metraje resulta sumamente entretenido debido el desarrollo de la relación entre los personajes, el humor que maneja, y el código de musical al estilo Broadway que posee. Si, la relación de hermanas es a lo que mejor jugo le sacan, volviendo quizás un tanto secundaria la típica historia de romance entre un hombre y una mujer, en este caso Ana y Kristoff. Existe ese relato paralelo sobre la intención de Kristoff de pedir la mano de su amada, pero por suerte se maneja como un relajo para ofrecer momentos humorístico. Es el humor lo que también le sienta bien al film, y es el personaje de Olaf quien maneja esta parte para la diversión de los más chicos. Es una realidad que el personaje resulta un tanto insoportable, que es una versión mas inocente del burro de Shrek, pero aún así sus intervenciones funcionan y hacen reír a los más chicos, y también a los grandes. En el apartado artístico reluce la calidad en su animación, aunque quizá en momentos hay cierta confusión en detalles como la distancia en los escenarios, los viajes y sobre el diseño del mismo Reino. No son cosas demasiado relevantes pero llegan a notarse ciertos vacíos. En cuanto a la música, aquí el film está montado con un código perteneciente al de la comedia musical , si, esto quiere decir que hay muchas más canciones, y que su repertorio varía con los climax que se presentan a lo largo de la historia. Puede que no tengamos un nuevo Let it go, pero las canciones son pegajosas y acompañan al relato, como si de una obra de Broadway se tratara. Frozen 2 es una película innecesaria pero aún así se lo perdonamos por brindarnos una aventura que es sumamente entretenida y que mantiene el buen desarrollo de sus personajes. La realidad es que con algunos cuentos es mejor dejar el misterio luego de su final feliz, en vez de montar una historia rebuscada solo para tener una continuación. El éxito hacen a las secuelas y está no iba a ser la excepción, lo bueno es que a pesar de todo cumple con su función de entretener. Calificación 7/10
Vamos a empezar diciendo la verdad. No hacía falta una segunda parte, pero debido al gran suceso de la primera, acá estamos nuevamente. Después de tres años de “Frozen”, Elsa (Idina Menzel) y Anna (Kristen Bell) viven en paz en el castillo de Arendelle hasta que un hecho transforma todo: Elsa escucha una voz (sólo ella puede hacerlo) que le dice que debe iniciar un viaje porque su Reino está en peligro, el mismo es hacia un viejo Bosque de otoño de Ahtohallan, donde habitan los Northuldra, que está Encantado hace décadas de donde nadie puede salir o entrar y cuyos espíritus están enfadados. Anna quiere acompañarla y para llegar deberán atravesar mares oscuros y ciertos peligros. En ese Bosque deberá desentrañar el origen de la familia, especialmente de sus padres, el Rey Agnarr (Alfred Molina) y la Reina Iduna (Evan Rachel- Wood). Y hacia allí parten las hermanas acompañadas por el muñeco de nieve Olaf (Josh Gad) quien aporta los momentos más graciosos (no son muchos) y por Kristoff (Jonathan Groff), el novio de Anna, quien busca la oportunidad de pedirle matrimonio todo el tiempo (veremos si la encuentra) y Sven, su reno. El film, como no podía ser de otra manera es visualmente impecable y tiene canciones agradables como “Into the Unknown” aunque ninguna tan pegadiza como “Let it Go” que fue un gran suceso grabado en todos los idiomas posibles. El guión es complicado para los más pequeños, que quizás pierdan un poco el hilo y se concentren más en lo visual y en las canciones y los adultos que acompañen, en el todo, aunque haya giros innecesarios. Aunque tiene un buen mensaje sobre el amor fraternal, de pareja y el respeto que debemos tener hacia todas las culturas, “Frozen 2” no llega a equipararse a la primera parte ni por asomo, tampoco es muy graciosa, de todas formas, las niñas van a disfrutarla, por lo dicho anteriormente, las princesas, la música, los paisajes, su colorido y sus efectos visuales. Técnicamente es imponente como toda producción Disney-Pixar que se precie, en cuanto a texturas y colores, muy detallista. https://www.youtube.com/watch?v=Nc-XXuf4fK0 VOCES ORIGINALES: Kristen Bell, Idina Menzel, Josh Gad, Evan Rachel Wood. GENERO: Animación . DIRECCION: Chris Buck, Jennifer Lee. ORIGEN: Estados Unidos FECHA DE ESTRENO: 02 de Enero de 2020 FORMATOS: 2D. .
Frozen 2 Luego de 6 años de espera Disney nos trae la segunda parte de la aclamada película infantil que nos dejo cantando "Libre soy" por mucho tiempo. Frozen 2 nos traslada unos años más tarde de lo ocurrido en su primera entrega donde Elsa quien es ahora la reina de Arendelle junto a su hermana Anna, Kristoff, Olaf y Sven se embarcaran en una nueva aventura para desvelar secretos de su reino y para descubrir de donde provienen las voces que escucha Elsa. Disney nos sorprende nuevamente con esta secuela que hemos escuchado a sin fin de niños cantar y bailar, y esta secuela no se queda atrás ya que a podido imitar muy bien su predecesora trayéndonos nuevas canciones para disfrutar y varias aventuras que los integrantes del título deberán sortear para poder lograr descubrir los misterios ocultos de la voz que escucha Elsa. En esta nueva entrega nos encontraremos con personajes más orgánicos y realistas, mejores acabados en el trabajo artístico y cambios en trajes y peinados que no vimos en la primera entrega, la más evidente quizás sea la nieve de Olaf que se puede ver el dibujo de copos de nieve en todo su cuerpo.
En 2013 se estrenó “Frozen”, una película que no solo fue un éxito en taquilla, sino que vino a romper las estructuras clásicas de Disney, donde la trama giraba en torno a un interés romántico y la mujer debía ser salvada por un príncipe. Si bien existieron algunas excepciones a lo largo de la historia, como “Mulán” (1998) o “La Princesa y el Sapo” (2009), “Frozen” nos presentó una relación entre hermanas que elevaba a los personajes femeninos, ahondando en otro tipo de amor. A pesar de cautivar a la crítica y al público, no era necesaria una continuación de «Frozen», sino que la trama tenía un final que cerraba perfectamente. Pero bien sabemos que todo lo exitoso siempre va por más y es así como decidieron realizar una segunda parte. El resultado es una secuela que cumple pero que no deslumbra. En esta oportunidad, Elsa recibirá el llamado de una voz desde un Bosque Encantado que las hermanas creían que solo existían en los cuentos que les contaba su padre por las noches. Es así como la reina del hielo se embarcará en un viaje para perseguirla y conocer sus orígenes acompañada por Anna, Olaf, Kristoff y Sven. Lo interesante de esta nueva cinta es que no es una copia de su antecesora ni busca seguir una fórmula preestablecida para lograr su objetivo, sino que intenta contar otra historia, tal vez más compleja para los pequeños, pero que cumple a la hora de proporcionarnos una aventura entretenida. Además, deja buenos mensajes como el cuidado de la naturaleza, el respeto o la preservación de la cultura, que no se suelen ver en este tipo de películas. Sin embargo, no se encuentra a la altura del film de 2013, que marcó un antes y un después en las cintas de Disney. Incluso probablemente esta secuela pase desapercibida en los próximos años, como ocurrió con otros largometrajes del estilo. Esto se puede ver, por ejemplo, en que el desarrollo de la historia se vuelve predecible con giros que no resultan ser tan sorprendentes. Por otro lado, las canciones no sobresalen del todo, como sí lo hicieron en su momento «Let it Go» o «Do You Want to Build a Snowman», con la excepción del tema principal, «Into the Unkown», que logra emocionar y retratar los sentimientos vividos por Elsa. Los personajes se profundizan un poco más, sobre todo el de Elsa, que podemos conocer más sobre su verdadera identidad a partir de que trata de indagar sobre el origen de sus poderes. El vínculo con Anna se mantiene e incluso se potencia en algunos momentos, mientras que Kristoff pasa a un segundo plano en relación con el film anterior y junto a Sven y Olaf nos otorgan el humor que hay en la película. El muñeco de nieve es sin dudas el comic relief de la historia, que hará reír al espectador en todo momento, incluso en los instantes de mayor tensión y suspenso. Por otra parte, se destaca en el apartado técnico, con una animación de calidad sobre todo en cuanto a los escenarios y la magia que existe en cada uno de ellos. En síntesis, «Frozen 2» es una película que cumple con su objetivo, nos ofrece una historia entretenida y un mayor desarrollo de sus personajes. Sin embargo, no solo se siente innecesaria sino que no logra estar a la altura de su predecesora ni a deslumbrar con brillo propio.
Con 1.280 millones de dólares de recaudación, Frozen: Una aventura congelada se mantiene desde hace seis años como la película animada más taquillera de todos los tiempos. Esta segunda entrega -que está próxima a superarla en ingresos, ya que en casi todo el mundo se estrenó a fines de noviembre último- se desmarca del cuento de hadas de Hans Christian Andersen para -otra vez con guion de la también codirectora Jennifer Lee- ofrecer una mirada más moderna en sintonía con la nueva cara de Disney: protagonistas femeninas más empoderadas y valientes, una preocupación por el medio ambiente a tono con estos tiempos de ecologismo y revisionismo histórico con una crítica al colonialismo y la reivindicación de los pueblos originarios; es decir, todo el arsenal de la corrección política. Pero esta secuela de Frozen no se queda en meros enunciados, alegatos aleccionadores y buenas intenciones: tiene también personajes con fuerz y empatía, conflictos marcados por la tensión y el misterio, situaciones fantásticas, un imponente despliegue visual con paisajes nevados o bosques encantados y -claro- muchas escenas musicales. Frozen II propone el reencuentro entre las hermanas Elsa (Idina Menzel en la versión original), ya coronada reina de Arendelle, y la entusiasta Anna (Kristen Bell), a quien no parece molestarle su rol de asistenta, asesora y confidente de la joven monarca. A partir de unos flashbacks conoceremos la maldición y los hechizos que afectaron a la familia de ambas (sus padres, el rey Agnarr y la reina Iduna, y su abuelo, el rey Runeard), y serán precisamente ellas quienes encabezarán las aventuras del caso, acompañadas por el hilarante muñeco de nieve Olaf (Josh Gad), por el reno Sven y por Kristoff (Jonathan Groff), el torpe galán que nunca logra declarle su amor y pedirle matrimonio a Anna en tiempo y forma. Si buena parte del éxito global de Frozen se debió a un tema como Let it Go, esta segunda entrega tiene unas cuantas canciones pegadizas como Into the Unknown y otras para el lucimiento de los distintos personajes: Olaf (When I’m Older), Kristoff (Lost in the Woods) y Anna (Some Things Never Change). El resultado, en este aspecto, es irregular, desigual, pero -como para compensar algunos de estos pasajes musicales no del todo inspirados- allí está la belleza desbordante conseguida por los virtuosos animadores de Disney como para que Frozen II se convierta en una cita insoslayable para el consumo familiar veraniego.
Descongelando la heladera Es una costumbre la de los grandes estudios de continuar sagas, innecesarias muchas veces, de algún éxito impensado, buscando, claro, aumentar ganancias de taquilla y negocios periféricos y seguir conquistando espacios y consumos. Cuando hace algunos años Frozen, una aventura congelada (Frozen, 2013), desembarcó en los cines, era inimaginado el suceso que alcanzaría y su penetración en el público infantil. Niñes de todo el mundo querían ser como sus protagonistas, las hermanas Anna y Elsa, y también como Olaf, el divertido muñeco de nieve, toque de humor para el drama y Kristoff. Pero aquello que en Frozen, una aventura congelada sorprendía, entretenía y recuperaba del clásico de Hans Christian Andersen, La reina de las nieves, asociado a la posibilidad de “congelar” de la protagonista, y los maravillosos paisajes nevados, en Frozen 2 (Frozen II, 2019) está ausente. Los realizadores Chris Buck y Jennifer Lee, dirigen a un equipo gigantesco de animadores para generar una propuesta en la que todo suena a artificio, apelando a un sinfín de recursos narrativos, más cercanos al melodrama que a la fantasía, para sostener la historia de las hermanas, quienes, otra vez, verán sus destinos cambiar por caprichos de, en este caso, la naturaleza. En el arranque Anna y Elsa juegan a un “dígalo con mímica”, introduciendo la historia en una aparente calma, una rutina que busca inspirar cotidianeidad, continuando con la familiaridad y acercamiento que desde 2013 los espectadores han tenido con ellas. Luego todo se precipita, introduciendo lo fantástico y la naturaleza como escenarios de acción de los personajes. Mientras los sucesos de la primera historia ya fueron superados, en el recuerdo de sus padres, Anna y Elsa cuestionan temas asociados a su origen y al por qué de la magia que Elsa posee, descubriendo un pasado de éstos asociado a los cuatro elementos de la naturaleza y una trama de traición y cuasi espionaje. Una vez develado esto, Elsa, una vez más, acudirá al llamado de la épica, descubriendo para sí misma una resistencia impensada a elementos como el fuego, que la podría afectar, pero también a otros como tierra o agua, con quienes deberá lidiar para reestablecer el equilibrio en la aldea, lugar que se ha visto arrasado por los nuevos e inesperados visitantes. Frozen 2, además, busca reforzar ideas asociadas a valores tradicionales como la familia, el matrimonio, y los vínculos entre hermanos, con una infinidad de canciones, que multiplican cada concepto vertido en el relato, ralentizando la acción y el espíritu lúdico que poseía su predecesora y agotando rápidamente el recurso de la melodía como continuidad de la acción. Sin sorpresas, sin buscar que sus personajes femeninos destaquen, Frozen 2 defrauda, y tergiversa el sentido mágico que tenía la primera entrega, por lo que aquellos que vayan al cine a buscar un relato sucesor de la anterior entrega, se encontrará con una historia menor, ínfima, que desiste de buscar originalidad para multiplicar y maximizar ganancias con números musicales hasta el hartazgo, en cambio aquellos que sólo quieran recuperar los personajes que aman, pasarán un momento agradable, con canciones, pero sin ideas ni virtuosismo.
Seis años después del estreno del mayor éxito comercial de una película animada -1.270 millones de dólares en todo el mundo- llega la esperada secuela de Frozen. Y Disney, casi como hizo con Star Wars: El ascenso de Skywalker, apostó a lo seguro. Frozen II es un filme que gustará a los fans de Anna, Elsa y sus amigos, que tiene canciones entradoras –no tantos hits como las del original: la banda sonora del filme de 2013 es soberbia, similar a las de La Sirenita, El Rey Leóno Aladdin-, gags visuales para los más pequeños, empoderamiento femenino para estar en época y que gira alrededor prácticamente de lo mismo: los extraños poderes que tiene la reina Elsa de Arendelle. Se sabe que Elsa puede congelar lo que quiera. Bueno, tres años después, en la trama, es hora de saber cuál es el origen de esa cualidad antes de que se transforme en pesadilla, y el bosque cercano, parece, tiene algo o mucho que ver con ello. También, la herencia, de dónde provienen las hermanas, todo esto sin dejar de lado a los personajes secundarios, que cómo no van a regresar, sean animales humanos o un muñeco de nieve. La película arranca con Elsa y su hermana menor Anna como niñas. Las canciones se van sumando, una tras otra, en lo que semeja será más un musical que una película animada para niños, pero luego retoma la acción. Estilísticamente, Frozen II es increíble: difícilmente se haya visto correr agua como en esta película de animación. Los logros pasan más por la imagen. Chris Buck y Jennifer Lee, los directores de la Frozen original, vuelven a estar detrás del proyecto. Lo mismo sucede con los compositores, Christophe Beck, Kristen Anderson-Lopez y Robert Lopez. Hay un par de twist o giros, que podrán preocupar a los más chicos, hasta que todo vuelva a la normalidad. Disney se muestra cauteloso y la saga no va a correr riesgos innecesarios. Por supuesto, demás está decir que hay que ver y disfrutar Frozen II en la versión original, subtitulada, para poder volver a escuchar las canciones con las voces de Idina Menzel (Elsa) y Kristen Bell (Anna). Eso, claro, si no hay que acompañar a los más pequeños, porque aunque el relato sea sencillo en su estructura, son el colorido, la belleza de las imágenes y, de nuevo, las canciones lo que priman.
El enorme éxito de Frozen: una aventura congelada dejó la certeza de que habría una secuela. La historia no necesitaba continuarse, pero las posibilidades comerciales de semejante fenómeno no podían ser derrochadas. Como suele suceder, lo que comenzó siendo algo novedoso y sorprendente pasó a ser conocido y a generar expectativas muy difíciles de cumplir. Frozen II recurre al pasado de la familia de Elsa y Anna en busca de una trama. Las hermanas deben viajar a un bosque que quedó atrapado en una especie de neblina luego de un enfrentamiento entre los soldados del reino de Arendelle y el pueblo originario de Northundra. Ese lugar fue muy importante en la historia de sus padres y tal vez contenga alguna clave para entender la naturaleza mágica de Elsa. Por supuesto que las protagonistas están acompañadas en la aventura por Kristoff, el amor de Anna, y Olaf, el adorable muñeco de nieve que aporta encanto y comedia. Continuando con el cambio de paradigma de las historias de princesas que popularizó Frozen: una aventura congelada, en esta secuela las preocupaciones románticas están puestas en Kristoff, ocupando un segundo plano, y tratadas con mucho humor (incluyendo una divertida escena musical que imita un videoclip de balada romántica). El centro del film siguen siendo Anna y Elsa, reforzando una vez más su lazo fraternal, ambas en búsquedas que tienen que ver con sus identidades y ambiciones, muy lejos de las historias de princesas rescatadas por príncipes valientes. Son cambios bienvenidos en este tipo de relatos orientados al público familiar. Pero, por otro lado, la falta de un personaje antagónico fuerte les quita algo de emoción a las aventuras de las hermanas, quienes se encuentran con muchos obstáculos en su camino, además de los internos propios, pero no con una amenaza terrorífica, al estilo Maléfica (la de La bella durmiente, no la versión Angelina Jolie). Más allá de todo esto, Frozen II se destaca en la calidad de la animación. Vale la pena pasar por alto los detalles de una trama poco apasionante por la admirable secuencia en la que Elsa intenta cruzar el mar y se encuentra con un caballo de agua. Describirlo es superfluo: basta con decir que está a la altura de los grandes clásicos animados de Disney y, aunque toda la película tiene una estética de gran belleza, esa secuencia condensa el poder de la animación como materialización de la fantasía en la pantalla.
[REVIEW] Frozen 2. Elsa y Ana vuelven una vez más y esta vez necesitarán más que los poderes de Elsa para salir airosas. Frozen 2 (2020) llegará con el año nuevo. Ya en la primera entrega, podíamos ver una narrativa distinta, donde el foco no estaba puesto en el romance de la princesa. No, el foco estaba en la relación de hermanas, de dos princesas que habían perdido a sus padres y debían ver la forma de reconectar. Ahora, Elsa y Anna están más unidas que nunca y los poderes de la reina han crecido y, a la vez, están totalmente bajo control. Es más, lo que deben enfrentar esta vez, a pesar de estar relacionado a la magia de hielo de Elsa, tiene más que ver con arreglar injusticias del pasado que otra cosa. Y es que hay más que Arendale en la península. Está el bosque encantado del norte, el que ha estado sellado del mundo por una niebla por décadas y nadie puede entrar o salir de él. Lo cual incluye a los espíritus del mismo que habitan allí. Y a los que Elsa despertará sin querer. Como ya he comentado, Elsa tiene completo control de sus habilidades y ha logrado aceptar tanto sus poderes como a sí misma. Pero en esta ocasión se presenta la oportunidad de comprender más: ¿Por qué Elsa? ¿Por qué no Anna? ¿De dónde provienen? El nuevo viaje las llevará a ellas, junto a Kristoff, Sven y Olaf hacía el bosque mismo, la niebla y todos los misterios y secretos que allí se ocultan, además de la tribu de los Northuldra y sus misteriosas habilidades (ya que resulta que pueden controlar los elementos al mejor estilo Avatar: El Ultimo Maestro Aire). Entre otras cosas, la historia busca una suerte de sinergia entre el pasado y el presente: algo de hace muchos años atrás debe ser corregido para que todos (desde nuestra Reinas a todos los habitantes de Arendale) puedan avanzar. Es una cuestión de balance cósmico la que lleva la narrativa a la vez que Elsa VA por un camino de autodescubrimiento y mayor entendimiento de sus poderes, y a ambas por uno de descubrimientos familiares. Frozen es una historia de hermandad, algo que se mantiene tan real en esta nueva entrega como lo fue en la primera, de crecimiento y de maduración. Todo mientras descubren cómo salvar tanto a la Gente de Arendale como a la gente atrapada dentro de la niebla – algunos de Arendale y otros de los Northuldra. Y en el ínterin, es trabajo de Olaf recontar los hechos del primer film, con actuación y todo. Lo importante es que la historia es atrapante una vez más (y debo admitir cierta falta de fé cuando entré al cine). Pero me llevé una grata sorpresa como creo que nos pasó a todos en la sala. Quizá no haya una canción que torture a los padres por meses como lo fue «Libre Soy«, pero el soundtrack es hermoso y el diseño de imagen, vestuario, escenografías y demás demuestra que siempre se puede mejorar un poco más. Hay una escena en particular donde estamos en el clímax de la historia (no se preocupen, no hay spoilers) y es imposible no maravillarse con lo que lograron en ese momento a nivel fotografía. Es simplemente alucinante. Frozen 2 (2020) es una historia hecha para toda la familia que viene a poner a prueba todo lo logrado en la anterior: la relación de Elsa y Anna, la de Anna y Kristoff, a Olaf como personaje, mientras que nos demuestra que todo lo hecho antes no es necesariamente lo correcto y que, aunque parezca erróneo, hay veces que ciertas cosas deben quedar atrás para poder avanzar correctamente.
Posiblemente Forzen: Una aventura congelada (2013) haya sido la película más exitosa de Disney Animation Studios de la última década, recuperando el terreno que tuvieron en los 90s con las películas de princesas, y que luego fuera desplazado en éxito y crítica por las películas de Pixar, perteneciente a la misma compañía. Y claro, ¿Cómo no iba a tener una secuela? En esta nueva aventura, Elsa emprenderá una nueva aventura junto a Anna, Kristoff, Sven y Olaf luego de que un extraño sonido -que puede resultar un tanto insoportable para el oído del espectador- la llamara hacia un bosque encantado que la ayudara que descubrirá el origen de sus poderes y el vínculo con su herencia familiar. Si de algo se caracterizó la primera parte fue en ser una película disruptiva en el género de princesas, al presentar un personaje femenino fuerte que no requiere del típico príncipe encantado que la salvara, e incluso no contar con un antagonista principal. Esta nueva entrega repite esa misma fórmula pero no agrega nada novedoso ni se toma riesgos necesarios para estar a la altura que su antecesora. Entre lo positivo se destaca los detalles de la animación cada vez más similar a a la de Pixar. Sin embargo, en la trama se sigue notando una gran diferencia entre ambas compañías. Mientras que Pixar se caracteriza por tener como destinatario tanto a niños como adultos, Frozen II, se dirige exclusivamente hacia los niños y es muy probable que los adultos que los acompañen se aburran un poco, más allá de algún que otro gag que puede resultar gracioso. Otro punto a destacar son las canciones, en especial la simil balada ochentosa “Lost in The Wood” cantada por Kristoff (Jonathan Groff) pero no por eso hay que dejar de lado de que tanta canción, una de seguida de la otra, se vuelve una experiencia cansadora y repetitiva, en especial, porque no agregan mucho a la trama que ya de por si es bastante simple y naif. Frozen II es una película que cumple, en especial para los niños que la van a disfrutar, pero no deslumbra ni sorprende para los ojos de un adulo, por lo cual, hay que ir con buena predisposición.
Cuando una secuela recauda en su día de apertura en USA, arriba de 130 millones de dólares, te das cuenta que ese súper tanque, está vivo y vigente. Hace seis años, "Frozen" se convertía en un inesperado megahit de Disney, convirtiendose en un emblema de la compañía (Oscar a la mejor peli animada en 2013). Y ya todos sabemos que su público quiere más de Elsa y Anna. ¿Por qué? Creo que la primer "Frozen", logró generar auténtica identificación con muchos sectores de la sociedad que la incorporaron como vocera incidental. Si bien era un film exquisito desde lo técnico, con una OST fantástica, lo que le dio su fuerza fue la interpretación que gran parte de la gente le dio al conflicto principal de Elsa. Esa heroína de destino tan trágico, generó una magia, única. Sin dudas. Para esta segunda etapa, Chris Buck y Jennifer Lee regresan desde la dirección, con casi todo el plantel completo. El encuadre sigue igual y las sorpresas, estarán dadas primordialmente por descubrir un poco más sobre la historia de las chicas en el pasado. Es decir, que hechizos y eventos vivieron antes de la primera parte, que las llevó a ser quien son en el presente. "Frozen II" comienza unos años después de la primera parte, cuando todo parece estar en calma. Elsa empieza a sentir una extraña voz que la invita a realizar un viaje hacia el bosque encantado porque el peligro acecha a su reino y sus seres queridos y es inminente. Es entonces cuando todo el equipo (incluído los encantadores Olaf, Sven y Kristoff, quien querrá proponerle matrimonio a Anna todo el tiempo) se dispondrá a un viaje peligroso, dentro de un espacio lleno de espíritus ansiosos por hacerse notar. La cuestión es que a lo largo de la aventura, el misterio a desentrañar está relacionado con el origen de la familia. En ese sentido, el guión de "Frozen II" ofrece cierta profundidad que a los más pequeños se les escapa (hay elementos mitológicos que juegan en la historia), pero las más favorecidas son sin dudas, las nenas. Hay una diversidad de situaciones y canciones que les encantarán ("Into the unknown" es un temazo, aunque no esté a la altura de "Let it go") y que se encarnan dentro de la nueva tradición de Disney, de mujeres empoderadas, protagonistas, multifacéticas, valientes y sensibles. Desde el punto de vista del humor, todo lo esperable sucede con Olaf, quien aporta su carisma para que los momentos de calma, sean divertidos y amenos. Entendemos que hay cierta veta de "teatralidad" en Elsa y eso le da la tensión necesaria para sostener el peso de la trama. Eso tiene "Frozen II", un ritmo seguro, sonoro y paciente. En el dbe, aporta poca novedad. Es como una aventura lateral, que aporta algún dato sobre el pasado, pero no impulsa profunidad dramática. Esa que sí poseía la anterior. Un film que no los defraudará, pero del que no hay que esperar grandes sorpresas.
Frozen, equilibrio entre civilización y naturaleza Ha llegado la secuela de la película Frozen, perteneciente a los Estudios de animación de Disney. A diferencia del estreno de la primera entrega en el 2013, con Frozen II, la expectativa por parte de la audiencia es mayor debido a su éxito entre el público a nivel internacional y por haber sido ganadora de dos premios Oscars. Por Denise Pieniazek Frozen II (2019) es la secuela de la exitosa animación Frozen: Una aventura congelada(Frozen, 2013), la cual está nuevamente dirigida por Chris Buck y Jennifer Lee. Recordemos que la primera entrega estaba basada en el cuento "La reina de las nieves" (1844) del legendario Hans Christian Andersen. Esto no es casual puesto que varios largometrajes del exitoso periodo de “renacimiento” de Disney estaban basados en cuentos de hadas de autores como Andersen (“La Sirenita”), Charles Perrault (“Cenicienta”, “La bella durmiente”) o los hermanos Grimm ( “Rapunzel”, “Blanca nieves y los siete enanos”). En el 2009 los estudios de animación de Disney retomaron las animaciones de princesas y en 2010 volvieron a basar sus historias en estos autores con el filme Enredados (Tangled) basado en el cuento “Rapunzel” de los recién mencionados hermanos Grimm. Lo peculiar de Frozen es que Elsa la protagonista que deviene de princesa en reina en la primera entrega, posee dones sobrenaturales desde su nacimiento. Es decir, que su talento le es propio y no proviene ni de un hechizo, ni de ningún hombre o hada madrina. Al igual que la princesa Mérida de Brave (2012) cuya temática y estética de la animación también posee reminiscencias nórdicas, pero ésta última pertenece a la unión entre los estudios de Disney con los de Pixar. Retomando el personaje de la potente Elsa, ella no necesita a diferencia de las otras princesas de Disney utilizar tampoco vestidos acampanados tradicionales, incluso aquí utilizará pantalones debajo de uno de sus trajes. A su vez, Elsa es emocionalmente es más independiente que todas ellas, incluso que su hermana Anna. En adición, Elsa es mayor de edad, no es una adolescente como en otras historias de Disney (por ende, no hay un culto a la femme enfant), es toda una mujer en busca de su autoconocimiento. Frozen II mantiene los valores de su antecesora, la fraternidad y el amor entre hermanas. La hermandad es un valor fundamental puesto que a diferencia de algunos reinados retratados en otros relatos, Anna y Elsa jamás pelean por el trono ni el poder, no son codiciosas. Ni Elsa (Idina Menzel)ni su hermana Anna (Kristen Bell),acceden a la corona por matrimonio, sino por herencia. En esta ocasión Anna tendrá más protagonismo y estará más empoderada que en el largometraje del 2013, a la par de Elsa. Lo interesante de esta segunda entrega, es que el centro del argumento reside en descubrir de dónde provienen los poderes sobrenaturales de Elsa. Por lo tanto, la formula no se agota para nada, sino que esta secuela resulta sumamente entretenida y demuestra que las segundas partes, aunque sea excepcionalmente, pueden ser tan buenas como las primeras. Al igual que la primera entrega, inicia con un momento de la infancia de Elsa y Anna, en donde se esbozarán cuestiones cuya información se irá ampliando a lo largo del relato, que incluye el diverso origen de su padre y su madre, y la leyenda de un bosque encantado. A través de los relatos del pasado entre el bosque encantado y Arendelle, en Frozen II, se representa un contraste entre la supuesta “civilización” y lo “salvaje”, encarnado -como suele ser tradicional- en la naturaleza y lo indígena. La disparidad entre los ideales de la cultura de Arendelle (inspirada en Noruega) y su racionalidad, respecto a lo mágico y sublime de la naturaleza será el centro del conflicto. Éste iniciará con Elsa, quien, mediante sus dotes e intuición, escuchará el llamado de la naturaleza que tiene un mensaje especial para otorgarle, en ese especial viaje de autoconocimiento que el personaje comenzó en Frozen (2013). En cuanto a lo estético, se mantiene la paleta de color entre el violeta, el celeste y el verde, sobre todo en el vestuario de ambas hermanas. Desde la simbología del color el violeta es vinculado a la realeza (y es utilizado alternadamente por ambas hermanas, puesto que comparten el poder). Mientras que el verde simboliza la naturaleza y la serenidad, y parece ser además uno de los colores que representan Arendelle (por eso Anna lo utiliza más que Elsa). El celeste remite a la amistad, fidelidad y divinidad, y además al agua (hielo) y por eso es utilizado constantemente en el vestuario de Elsa, sobre todo en los momentos en que utiliza sus poderes. Todo esto posee un vínculo directo en la trama, puesto que, en tanto que Anna representa la conexión a la nación y los ideales más tradicionales, Elsa encarna la ruptura de las normas y lo sublime de la naturaleza. Asimismo, Frozen II conserva la moraleja de mostrarse y aceptarse a uno mismo, al igual que su predecesora, adhiriendo un cálido mensaje de paz, a pesar de las diferencias culturales, mediante el respeto por la naturaleza y la tolerancia pese a las diferencias étnicas. Notablemente logra volver a construir lindos y entretenidos momentos musicales, bajo la lógica del video clip. Incluso, uno de ellos protagonizado por Elsa, remite a las animaciones corales con fondo negro y el sinfín de ilustraciones del Disney clásico. Por último, esta secuela posee más comicidad, y vuelve a ser una propuesta atractiva que disfrutarán tanto grandes como chicos.
Elsa y Anna deberán enfrentarse a una nueva aventura ante el llamado de una canción lejana, que las llevará en un viaje hacia lo desconocido, donde se encontrarán con ellas mismas y sus destinos. Frozen 2 presenta una idea innovadora comparada a su antecesora, tomando los 4 elementos (fuego, agua, tierra y aire) para crear una bella e interesante historia. Si bien la utilización de estos no es algo nuevo en el cine, la forma en la que los representan y como su influencia mueve el relato lo es. También es necesario admitir que, siendo una película para niños creada por Disney (quien lleva la censura al extremo), se arriesga bastante por momentos, tanto en diálogos como en las acciones de los personajes, generando un viaje de emociones incluso en espectadores adultos. Y si de Disney hablamos, su capacidad para crear criaturas adorables para el merchandising en cada film es increíble, imagino que todos adoraran a la representación del fuego y quedarán fascinados con la del agua. Además de su superioridad a la hora de crear personajes, también debemos hablar de su habilidad para crear memorables soundtracks. Era de esperarse que el main theme no pueda superar a ‘Let It Go’, pero de igual manera lograron realizar canciones pegadizas y entretenidas, aunque en algunos casos suenan repetitivas a las de la primera película e incluso no se diferencien mucho de esta. En esta nueva secuela se aferraron al rasgo que no desarrollaron ni profundizaron en la historia anterior para sacarle provecho: los padres, y también usaron eso que parecía terminado pero había quedado inconcluso: la identidad de Elsa, y las secuelas que quedaron en Ana tras todo lo sucedido con su hermana y su necesidad desesperante de protegerla (insano para ella, y para el espectador). A pesar de que la historia tiene algunos huecos que dentro de una película de Disney se aceptan como espectador, al igual que los sucesos convenientes para la trama, cuenta con un desarrollo coherente de los personajes. Elsa luchando por encontrar su identidad y el lugar donde pertenece, pero al mismo tiempo tratando de mantener una relación con su hermana, quien lucha por la necesidad insoportable de proteger a su hermana después de haberla recuperado tras tantos años de soledad. Disney siempre tiene que tener esa figura que protege al protagonista a toda costa. Personalmente ese personaje me suele molestar, a veces funciona y a veces no. En este caso, funciona y se va adaptando al desarrollo de la historia, el personaje y su relación con los demás, desencadenando una conclusión que cierra perfectamente. Gran desenlace, aunque con un final demasiado feliz tras la solución del conflicto en la escena de la playa, llegando a límites intolerables para quienes no son niños. Es sabido que las secuelas suelen ser el punto débil de Disney, porque no siempre funcionan. Considero que “Frozen 2” logró ponerse a la altura de su antecesora, con una hermosa animación, una historia mucho más interesante y un soundtrack que solamente es superado por el icónico ‘Let It Go’. Podría incluso superarla. Recomiendo para niños y adultos. Por Estefanía Da Fonseca
Cuando los directores Chris Buck y Jennifer Lee realizaron Frozen lo último que se les pasó por la mente es que la película se convertiría en uno de los grandes fenómenos populares entre las obras de de Disney de la última década. Ese éxito comercial también representó un arma de doble filo porque luego estuvieron obligados a concebir una continuación que jamás habían planificado. La otra opción claro era delegar la secuela en otros realizadores pero ellos optaron por cuidar a sus personajes y encontrarle una vuelta. En general las segundas entregas de los clásicos de Disney (Pixar es otra historia) nunca fueron muy buenas y no en vano encontraron su destino en el dvd. Frozen 2 es una película que supo estar a la altura de las circunstancias y seguramente no defraudará a los fans de estos personajes, si bien no consigue revivir la magia de la obra original. En esta oportunidad los directores optaron por seguir el camino de Cómo entrenar a tu dragón al elaborar una trama argumental mucho más dramática y compleja que desarrolla la relación de las hermanas protagonistas. Me genera mucha intriga como será recibida en el público infantil, ya que el argumento puede resultar bastante rebuscado para los más chicos. Frozen 2 le da respuesta a ciertas incógnitas que habían quedado pendientes, como los orígenes de los poderes de Elsa, cuyos conflictos personales son explorados desde otra perspectiva. Pese a todo, si bien el conflicto central tiene un contenido más maduro, la intriga que presenta no es tan interesante y hasta resulta decepcionante el destino final que le dieron a una de las protagonistas. En el terreno de la animación el film está a la altura de la entrega previa y presenta la calidad habitual de Disney, donde sobresale el diseño de las nuevas locaciones. En el campo de la música es donde tal vez encuentra su mayor debilidad. Si bien era imposible repetir un fenómeno como el de Let it Go, que se da una vez cada 20 años, las canciones de esta continuación son completamente olvidables y ninguna queda en la mente a la salida del cine. Inclusive hay un exceso de secuencia musicales que resultan innecesarias, como los temas del tedioso muñeco Olaff y Kristoff, dos personajes que resultan una molestia en esta película. Sobre todo por el hecho que sus momentos destacados interrumpen de un modo innecesario el desarrollo del conflicto que viven las hermanas que son las verdaderas figuras de Frozen. La secuencia de Kristoff especialmente con su tributo a las baladas de los años ´80 te saca del contexto del universo de fantasía en el que se desarrolla el film y parece salida de otra producción. Si tenemos en cuenta los antecedentes negativos que tuvieron las continuaciones de Disney, Frozen 2 al menos ofrece un espectáculo decente que contentará a los seguidores de la obra original, pese a que el conflicto central no es tan atractivo y enseguida queda en el olvido
Frozen fue una verdadera revolución para los estudios Disney Animation, no por sus técnicas ni por su taquilla sino por el impacto que generó tanto en la industria como en los espectadores. Se trató el “tema princesas” de una manera diferente, se hizo jaque el status quo del romance y el villano y se brindó un buen debate sobre la identidad propia y los vínculos. Todo acompañado e impulsado por una banda sonora muy hitera. La vara había quedado muy alta para la inevitable secuela y debo decir que el resultado es muy satisfactorio. La contra que tiene es una obviedad, o sea, la falta de sorpresa ya que conocemos a los personajes y no nos enganchar por la novedad. Pero su crecimiento y planteo es muy bueno. Se sigue apostando de manera muy original en referencia al vínculo de las hermanas Elsa y Anna. Qué lugar ocupada cada una en la vida de la otra y qué lugar ocupan ellas solas en ese universo. De ahí las interacciones a los personajes que las rodean, con muy buenas secuencias musicales y graciosas. Aplausos al clip noventero protagonizado por Kristoff (Jonathan Groff). Y hablando de música, ese es el punto más flojo de la película, pero por la inevitable comparación hacia la primera entrega. Es decir, si bien es buena, no logra igualar a lo resonante que fue aquella banda sonora. No salís tarareando ningún tema y se siente la falta de una “secuencia musical épica” tal como Let it go. Amén de eso, es todo muy disfrutable tanto por niños como por adultos. Todo público encontrará algo resonante. Y con respecto al famoso hashtag #GiveElsaAGirlfriend (Denle una novia a Elsa) no sucedió, y esto no es un spolier dado a que se había confirmado con anterioridad, pero su personaje sigue sin interés amoroso. Tal vez en la tercera parte Disney intente patear el tablero con esto. El tiempo dirá… Mientras tanto, Frozen 2 es una muy buena película que queda lejos de ser la secuela obligada para pasar a ser un segundo capítulo en una historia que intenta romper esquemas en pleno Siglo XXI.
Hielo sin mucha frescura. Seis años después de la buena recepción de la primera parte, aunque se trataba de un film con poco vuelo imaginativo, llega Frozen II. Esta secuela a cargo de los mismos directores se presenta como un paso evolutivo en relación a la entrega anterior. Con un claro uso de una animación mucho más lograda y detallada, el ingreso al reino nórdico de Arendelle se percibe muy palpable y envolvente, haciendo al espectador parte de su mundo. Sin embargo, si bien las nuevas aventuras que vivirán la reina Elsa (Idina Menzel) y su hermana Anna (Kristen Bell) abrazan con fuerza y mayor presencia los elementos de fantasía, el relato carece de dicho poderío como para lograr permanecer en el recuerdo. Son tiempos de armonía en Arendelle, Elsa reina con prosperidad y domina sus poderes mágicos sin temor a usarlos, mientras que Elsa la acompaña y disfruta de su relación con el bonachón Kristoff (Jonathan Groff), quien lucha constantemente por encontrar la manera correcta de pedirle matrimonio. La atracción hipnótica de un bello canto es lo que conducirá a Elsa a un nuevo viaje de autodescubrimiento en el que la verdad de sus poderes saldrá a la luz. Así, el trío protagónico se embarca en una aventura en los confines de un bosque mágico, donde una ancestral civilización lleva años encantada, lo que podría ocasionar la destrucción de todo el reino. La historia se encuentra repleta de momentos de comedia y tensión que captarán la atención de los más pequeños, mientras que la de los adultos recaerá mayormente en el disfrute de los aspectos visuales que van desde imponentes gigantes de piedra hasta la energía etérea de un caballo formado por agua. Aún así, la estructura musical del film y su básico desarrollo de personajes son los elementos principales que en cierta forma atentan contra el desarrollo épico y fantástico que se intenta llevar a cabo. La inclusión constante de temas musicales, lejos de conseguir que la trama avance (como debería suceder en todo musical), aquí la refrena, haciendo que ciertos eventos se prolonguen más de la cuenta o se perfilen demasiado solemnes para tratarse de una aventura infantil. Es así que mientras el componente emotivo le resta frescura al relato, cuando mejor funciona el film es cuando apela a reírse de sí mismo, como por ejemplo con el gran videoclip musical que protagoniza Kristoff, muy al estilo años 90. O la presencia del muñeco de nieve Olaf (Josh Gad), que como comic relief resulta bastante insoportable la mayor parte del tiempo, pero que tiene dos grandes momentos —uno de ellos en una escena postcréditos— en los que le habla directamente al espectador para resumirle de manera muy graciosa lo ocurrido en el primer film. Pequeños momentos graciosos que, junto al poderío visual, resaltan de gran manera entre las grandes lagunas poco interesantes que posee el viaje de Elsa. En definitiva, Frozen II mantiene un tono similar a lo que fue su primera parte, pero que gracias a un mayor uso de elementos fantásticos y algunas ideales originales que rompen con la estructura clásica del relato de princesas, se destaca y percibe unos niveles más arriba que su antecesora. Desafortunadamente, nada demasiado drástico como para ofrecer algo más que unas pocas carcajadas o una experiencia que se pueda recordar con encanto. El hielo se derrite y no perdura mucho tiempo entre nosotros.
Frozen 2 por Laura Pacheco Mora "Confía en tu magia" De la mano de los Directores Chris Buck, Jennifer Lee, Walt Disney debuta el 2020 con esta secuela Frozen 2 (2019), una dulce animación musical para niños, pero con relevantes mensajes para toda la familia, así que los adultos no se aburrirán. El agua tiene memoria, es una frase que se repite y considero que es un mensaje universal y muy importante para que todos lo tengamos en cuenta y logremos transmitir a los niños. También arriesgarse e ir mucho más allá, es otra frase que se repite, con infinidad de connotaciones. ¿Por qué nació Elsa con poderes mágicos? La niña sueña con aprenderlo, pero la respuesta pone en peligro su reino. Con la ayuda de Anna, Kristoff, Olaf y Sven, se embarca en un viaje tan peligroso como extraordinario. En Frozen (2013), Elsa temía que sus poderes amenazaran al mundo. En Frozen 2 , ella espera que sean lo suficientemente poderosos como para salvarlo ... Las canciones están muy presentes en el film, las mismas otorgan la magia necesaria y esperada por su público. El guión mantiene entretenido al espectador de principio a fin, aportando una cuota de humor, además de la acción para acompañar a los personajes en su aventura. Logran que empaticemos con todos. La animación es genial, los efectos del agua y el hielo, son realmente mágicos y justamente los elementos más difíciles de animar. Volvemos a conectarnos con estas hermanas, la reina y la princesa, que se adoran y protegen, transmitiendo una unión valiosa para todos. Olaf (el muñeco de nieve), es el personaje gracioso. Junto al enamorado Kristoff y el reno se embarcan en una nueva aventura, con la finalidad de reparar daños del pasado en el bosque encantado, siguiendo el canto de una supuesta sirena... Entre los mensajes más importantes, destaco que para lograr lo que sueñas, es necesario arriesgarse, aprender a estar solo, soltar, dejar ir a quiénes amas para avanzar en tu camino; poner a prueba tu fortaleza para así conocer tu capacidad, tu coraje y adquirir confianza en ti mismo; mantenerse conectados por el amor. Calificación: 6/10 Título original: Frozen II Año: 2019 Duración: 103 min. País: Estados Unidos Dirección: Chris Buck, Jennifer Lee Guion: Jennifer Lee (Novela: Hans Christian Andersen. Historia: Jennifer Lee, Chris Buck, Marc Smith, Kristen Anderson-Lopez, Robert Lopez) Música: Christophe Beck, Frode Fjellheim (Canciones: Kristen Anderson-Lopez, Robert Lopez) Fotografía: Animation Reparto: Animation Productora: Walt Disney Animation Studios / Walt Disney Pictures Género: Animación. Fantástico. Musical. Aventuras | Cuentos. Secuela. 3-D Grupos: Clásicos de Walt Disney | Adaptaciones de Hans Christian Andersen | Frozen (Disney)
La más esperada por un público cautivo de niños y preadolescentes y padres románticos que transformaron la primera en un éxito comercial enorme, que inevitablemente hace necesaria la comparación con esa redonda primera entrega que tuvo un suceso global tan imponente. Fue una de las películas animadas que más recaudó. Para sus seguidores, las niñas que irán vestidas de princesas con sus adultos tan fanáticos como ellas, disfrutaran el film del principio al film. No les importara que en la primera hora prácticamente a una acción le sucede demasiado seguido una canción, pero como las aman, no tendrán problemas. Los autores Kristen Anderson-Lopez y Robert López saben hacerlas muy atractivas. Toda la animación en CGI con el agua, lo más difícil, estalla literalmente, en especial en la segunda parte cuando la aventura se pone en movimiento. Las hermanas princesas están otra vez unidas, con el muñeco de nieve, el eterno enamorado y el reno. Pero Elsa necesita respuestas, quiere saber si siguiendo esa música misteriosa encontrará la verdad de sus poderes y todas las respuestas a los enigmas familiares. Y de paso se empodera aún mas como para estar a tono con los tiempos que corren. Dirige Jennifer Lee, que coescribe el guion con un equipo que se cuidó muy bien de dosificar aventura, miedos, lo siniestro, lo oscuro con la explosión de tranquilizadores sentimientos que no asusten a los chicos. Les salió bien.
Un poco más de hielo No es ninguna novedad decir que la casa del ratón no siempre innova. Si bien es indiscutible que en materia de cine de animación llevan la cabecera por una amplia distancia, también es verdad que cuando una fórmula les funciona, la exprimen lo más que pueden. Son capaces de volver una y otra vez sobre sus ideas. En 2013, Frozen fue la estocada final para imponer a la factoría Disney no asociada con Pixar como líder en el terreno de la animación 3D, tal cual lo había sido en los dorados ’90. Esto a la par que sus competidoras más fuertes, Dreamworks y Fox/Blue Sky, sufrían una merma significativa, y otra como Sony Animation tomaba un camino diferenciado. La historia, basada muy levemente en el clásico cuento de Han Christian Andersen La reina de las nieves, apuntaba fuertemente a aquello que había hecho de Disney un gigante resurgido hacía poco más de 20 años atrás. Fuerte apuesta al musical, una historia “más apuntada a las niñas” aunque con clara intención de actualizar este concepto a los tiempos actuales. Todos recordamos cómo en Frozen importaba más la relación entre las hermanas que el amor romántico, y esa gran vuelta de tuerca que fue poner un casamiento prematuro fallido y parte del plan del villano. También recordamos que Leti t go – Libre soy es una de las canciones de soundtrack animado más famosas, por lo menos de los últimos tiempos; quizás hasta el punto de saturar. Seis años después, es hora de ir por más para demostrarnos que los puntos no han cambiado (tanto). Más bien, se han agrandado. Es hora de Frozen 2. La (ex) princesa que quería vivir En Frozen 2 las cosas están bien claras y se cuenta a favor con la posibilidad de no tener que presentar un universo y personajes otra vez. Casi de inmediato entramos en acción. Mediante un flashback inicial conoceremos un dato fundamental que nunca antes se nos había mencionado. Sí, no queda bien, es algo sacado de la galera, y como saga no es fluido… pero es un ¿defecto? de casi todas o muchísimas secuelas, más las que deben presentar una aventura nueva. Es así, de golpe todos van a estar hablando de algo que antes ni mencionaban. Siendo niñas, a Anna y Elsa sus padres les cuentan un cuento y una canción antes de dormir, relacionado a un bosque encantado y un espíritu protector que rodea al reinado de Arendelle. Ellas creen que solo se trataba de un cuento de ficción, pero hasta el día de hoy la siguen recordando. Recientemente designada como reina, habiéndose reconciliado con su ser y dejando atrás su pasado de aislamiento, una noche Elsa comienza a escuchar en sueños una voz que la llama. No la pronuncia directamente, es una voz con un canto coral muy similar al que entonaba su madre en aquella canción. Siguiendo aquella voz que incentiva sus poderes, terminará accidentalmente despertando al espíritu del bosque que pondrá en peligro a todo Arendelle, al hacer desaparecer los cuatro elementos básicos de la naturaleza. Aunque ella está segura de que ese espíritu no es maligno. Es así que Elsa, en compañía de su hermana Anna, Kristoff (acompañado del reno Sven), y el muñeco de nieve Olaf, se adentrarán en el bosque para encontrar una solución para su pueblo. Por supuesto, en el medio Elsa encontrará más sentido a su propia historia y aprenderá a llevar una nueva etapa en su vida con sus poderes acrecentados aunque algo alborotados. Hacia lo conocido Uno de los aspectos más positivos de Frozen 2 es contar con el mismo equipo de su antecesora, tanto en pantalla como detrás de cámara; con el agregado de dos guionistas secundarios. Frozen 2 podría resumirse como una Frozen recargada. Lo que no necesariamente significa una Frozen mejor. Hay más aventura, la historia es un poco más compleja, se suman algunos personajes extra (aunque es más notoria la falta de un villano), y también hay más elementos propios de la cultura/mitología nórdica danesa. También se siente una intención más marcada en hacer de esto un musical puro de Broadway, con un estilo de canciones “escénicas”. Hay más humor y el girl power se siente mucho más remarcado. También es notorio cómo en Frozen “prendió” más el personaje de Elsa: acá toma un claro protagonismo por sobre Anna. Si bien es cierto que lo mitológico y fantástico ahora está más presente, ninguno de estos elementos es tan impactante como el castillo de cristal de la primera. En remplazo de Leti t Go, que hasta se permiten parodiarla, ahora tenemos Into the Unknow – Mucho más allá. El tiempo dirá si es tan efectiva como aquella. Que es muy pegadiza y no se puede dejar de tararearla aun bastante tiempo después de haberla visto, no hay dudas. Todas las canciones de Frozen 2parecen hechas para ser montadas en un escenario y entonadas por actores que las interpreten actuando. Es Broadway puro. Claro, el musical de la primera película es uno de los más exitosos de los últimos tiempos. Si se rieron con Olaf en la original, prepárense acá para llorar de la risa con sus gags existencialistas, sencillamente geniales. También se guarda un gran momento para la lágrima o la emoción. Fuera de Olaf, hay una cierta intención de autoparodiar al género, lo cual es muy bienvenido. Mujeres floreciendo Lo más notorio en esta apuesta de ir a más, es el mensaje feminista. La clara analogía de los poderes de Elsa en referencia a la menstruación, y los cambios en el cuerpo de la mujer teniendo que asumir un nuevo rol y aprender a cuidarse. Todo es mucho, pero mucho, más notorio en esta secuela. La relación entre Anna y Elsa es de sororidad absoluta, con el típico vínculo de poder comunicarse “sin necesidad de hablar” y comprendiéndose en un lazo que deja a los hombres afuera. Hay otro personaje que no figura “físicamente” pero al que se menciona mucho, y también tendrá su historia de feminismo… pueden imaginarse quién es. También el cambio de paradigma lo vemos en el rol masculino. Si en Frozen ya nos dijeron que ese ideal de la joven casándose prematuramente e idealizando el romance no es correcto, ahora lo refuerzan mediante una subtrama en la cual Kristoff será quien busca ponerle un moño al romance. Algo que antes siempre hacía la mujer. Hasta hay segmento videoclipero, en clave paródica a lo boy band, que es de lo mejor del film. Visualmente impactante (aunque ya no sorprendente) y con un trabajo de voces exquisito (por favor, remuevan cielo y tierra buscando funciones en idioma original para poder escuchar a esa diosa que es Idina Menzel), Frozen 2 puede que no supere a su antecesora, pero trata de ubicarse a la par (quizás perdiendo el factor sorpresa). Entrega un producto muy dinámico, actual, entretenido, que no subestima a su público infantil ni adulto. Disney es el líder absoluto en animación industrial, y con películas como Frozen 2 demuestra el por qué. Quédense después de los créditos que hay escena graciosa, y hasta les puede hacer recordar al corto Frozen Fever.
"Frozen 2": una película congelada La nueva producción del estudio del Tío Walt es una fábula hecha con los materiales más básicos de la comedia, el drama familiar y los musicales con canciones de esas que pintan un mundo hermoso. Enésima incursión de Disney en un mundo edulcorado habitado por princesas, castillos imperiales y seres mágicos parlantes, Frozen 2 hace honor a su título presentándose como una película congelada. Esto dicho no por la heroína de turno, quien por su capacidad de embadurnar de hielo lo que toque con sus manos podría ser una Avenger en la Fase 153 del Universo Cinematográfico de Marvel, sino porque las novedades (mujeres empoderadas, ecologismo progre) son apenas cosméticas. Nadie espera trasgresión ni mucho menos incorrección política en una película de estas características, pero sí al menos que sus resortes estén engrasados en lugar de recubiertos de óxido: si sigue dedicándole energía a fagocitarse a Netlix y expandirse comprando estudios antes que a repensar su ideario simbólico, Disney pasará muy pronto de lo clásico a demodé, de lo tradicional a lo obsoleto, de la emoción genuina a una sátira involuntaria de aquello que supo ser. Lejos de las vueltas de tuerca de Encantada, Enredados o Valiente, en las que la modernidad convivía con los tópicos tradicionales del estudio, la continuación de la película de 2013 –que a su vez se basaba muy libremente en el cuento "La reina de la nieve", de Hans Christian Andersen– retrocede varios casilleros al presentar una fábula hecha con los materiales más básicos de la comedia, el cine de aventuras, el drama familiar y los musicales con canciones inspiracionales, de esas que dan ganas de vivir y pintan un mundo hermoso. Dirigida por la misma dupla que la primera entrega, Chris Buck y Jennifer Lee –ella fue la primera mujer en haber dirigido una película en toda la historia del estudio–, Frozen 2 propone una historia tirada de los pelos, forzada por la obligación de explotar títulos exitosos y ya instalados. Huérfanas, como casi todos los personajes de Disney, desde una tempranísima edad a raíz de un accidente de sus padres, las hermanitas Elsa y Anna ya achicaron la distancia que las separaba durante la primera película, y ahora andan por la vida felices y contentas, cantando a cada rato y hechas la una para la otra, con la primera convertida en la bondadosa reina de Arandelle y Anna acompañándola en sus tareas diarias. A ellas las secundan Kristoff, el novio tonto y grandote pero de buen corazón de Anna, su reno Sven y el muñeco de nieve Olaf, a quien le cabe el rol de "comic relief" en una película no precisamente abundante en humor. Todo marcha de maravillas para el grupete, hasta que Elsa empieza a escuchar voces. ¿Esquizofrenia? Sería una de las vueltas de guion más sorprendentes de la historia del cine, pero no: esas voces provienen desde un lejano bosque encantado. A la manera de los héroes griegos, el grupo partirá siguiendo esos sonidos que al principio no saben qué son ni qué significan, pero luego quedará claro que se trata de manifestaciones de los cuatro elementos de ese bosque (Tierra, Agua, Aire y Fuego) a raíz del peligro que corre por el avance de la tecnología del hombre que amenaza con romper el equilibrio ecológico. Desde ya que el quinteto hará lo imposible por que retorne la armonía, excusa para una serie de situaciones que apelan a la aventura aunque sin demasiado riesgo, todo con una denuncia eco-friendly como norte innegociable.
Walt Disney admiraba las historias del escritor danés Hans Christian Andersen. Quedaron como proyectos, cuentos como "La sirenita", que pudo filmarse hace treinta años, y "La Reina de las Nieves", que convertida en "Frozen, una aventura congelada" se rodó en 2013, transformándose en el mayor éxito de taquilla de Disney. Ahora aparece como secuela "Frozen II", cada vez más lejos de las historias originales del autor escandinavo. Eso sí, conservando los personajes de las princesas Elsa y Anna, que Jennifer Lee, su guionista, reversionó a partir de los de Andersen (Gerda y la Reina de las Nieves). A ellas se sumaron los ya conocidos Kristoff, el tímido galán de Anne, la hermana menor; Olaf, el divertido muñeco de nieve, y el reno Sven. "Frozen 2" retoma la película anterior tres años después y logra sus mejores momentos en la primera media hora, donde se evoca la fraternidad inicial de las hermanas reales en su infancia y los problemas que ciertos poderes (Elsa y su relación con el hielo) mal manejados pueden causar. A través de esa relación de juego y complicidad, el espectador se acerca nuevamente a aquella autenticidad que convirtió a "Frozen" en un éxito. SECRETOS DEL PASADO A partir de entonces la cosa cambia. Todo es aventura y efectos especiales cuando Elsa, seguida por Anna, Kristoff, Olaf, el divertido muñeco de nieve, y el reno Sven traten de resolver el misterio del Bosque Encantado, que habita la tribu de los Northuldra, indígenas enemistados con el abuelo de Elsa y Anna por misteriosos hechos a descubrir. Revelaciones casi de culebrón, que involucra a los padres de las niñas, más el despliegue de los poderes de Elsa ante los cuatro elementos, incluso el Nok, espíritu del agua que en forma de caballo cumple la "cuota" de incorporación de folclore escandinavo a la historia (bellísima imagen estelar de un animal refulgente). La parte musical tiene sus momentos con algunos temas atractivos. Aunque ninguno tan impactante como el célebre "Let it go" ("Libre soy") de la inicial "Frozen". Y así la naturalidad de los sentimientos, que a la vez separaban y unían a las hermanas, dejan paso al protagonismo del individuo en su relación con la Naturaleza, el concepto claro de respeto al indígena (Northuldra presente) y al medioambiente (Bosque Encantado, suelo de los Northuldra salvado). Todo exquisitamente filmado, con algunos excesos de magenta y azules, no impide el asombro ante la perfección de la animación. A su alrededor, el mundo Disney de simpáticos renos como Sven, la salamandra Salli o el muñeco Olaf, acompaña la aventura de estas hermanas, verdaderas heroínas dispuestas a vivir futuros conflictos de una saga que no termina.
La pregunta que debemos hacernos es la siguiente: ¿Queremos ver Frozen 3? Sin duda los realizadores pueden encontrar la manera de seguir contando historias, escribiendo chistes y sumando canciones. Trabajan de eso y son capaces de crear historias de manera efectiva. Pero a diferencia de lo que pasa con otras series o sagas, ya en esta segunda parte se nota que todo es especulación y trabajo mecánico. La reina Elsa, su hermana Anna, Kristoff, Olaf y Sven se embarcan en un nuevo viaje en lo profundo del bosque, más allá de su tierra natal de Arendelle, para descubrir la verdad sobre un antiguo misterio de su reino. Su objetivo principal es descubrir por qué Elsa oye voces procedentes del Bosque encantado, donde desde hace tiempo nadie puede entrar ni salir. De no lograrlo su reino estaría en peligro. La narración es prolija y entretenida, las canciones son notablemente inferiores y algunos de los números musicales no tienen sentido alguno. La agenda de corrección política se hace mucho más obvia y prolija, para que no queden aristas sin pulir y nadie pueda hacerle reclamos ideológicos. Para sentarse frente a la pantalla y pasar el tiempo viendo un poco menos de lo mismo.
Aceptar quién eres y transformarte En 2013, "Frozen: una aventura congelada", irrumpió fuerte en los corazones del público y de la taquilla, ya que fue la película que más dinero recaudó en ese año y es la más taquillera de los clásicos de Disney y de la historia. Sin embargo, esta cinta inspirada en el cuento "La reina de las nieves", de Hans Christian Andersen, dejaba varios asuntos pendientes, lo que nos indicaba que la creación de una secuela era posible. En este caso, los directores Chris Buck y Jennifer Lee embarcan a las hermanas Elsa y Anna, a Kristoff, Olaff y Sven en una nueva aventura que tendrá el objetivo de descubrir un viejo misterio del reino de Arandelle, por qué Elsa oye voces provenientes del reino encantado y, durante el camino, saber el origen de sus poderes. Desde los primeros fotogramas el film impacta desde lo visual, desde lo estético y lo estilístico. Un claro ejemplo es la creación de las escenas donde el agua y la nieve estan presentes, y personalmente, destaco el momento en el que Elsa busca atravesar el mar. Otro de los puntos claves es la banda sonora. Si en la primera película teníamos "Let It go", que fue una gran parte del éxito internacional de "Frozen -además de quedarse con el Oscar a mejor canción- aquí tenemos "Into the Unknown", que con seguridad correrá el mismo destino. Por otro lado, "Frozen 2" juega con fórmulas seguras dentro del guión, que terminan convirtiéndola en un película irregular. Si en la primera entrega profesaba la idea de aceptarse a uno mismo cómo es, en esta ocasión nos invita a descubrirnos y transformarnos a pesar de nuestros miedos a lo que no conocemos y, también, a cómo se van sintiendo los niños a medida que crecen. Uno de los personajes que transmiten ésto es Olaf, el simpatiquísimo muñeco de nieve, pero salvo algunas intervenciones esta idea va perdiendo fuerza y queda en la nada. En definitiva, una película hermosa gracias a la gran capacidad técnica de los animadores, con un gran mensaje acerca del cuidado del medioambiente y el respeto a los pueblos originarios, pero que carece de originalidad y magia en su historia. Puntaje: 6,5 / 10 Por Federico Perez Vecchio
Disney nuevamente apuesta por ir más allá del clásico «felices por siempre» y otorga una secuela de Frozen (2013) para ver que es lo que ofrecen las vidas de Elsa (Idina Menzel) y Anna (Kristen Bell) en las tierras de Arendelle. Dirigida por Chris Buck y Jennifer Lee (directores de la primera Frozen) esta secuela se enfoca en expandir las vidas de las hermanas al igual que las tierras fantásticas. De todas formas en ese intento de conseguir una expansión de mitos y pasados, utilizando relatos folclóricos de época, la magnitud del proyecto no encaja para deslumbrar a los espectadores. Estamos viendo un capítulo dos y supuestamente el enfoque de una nueva aventura es deslumbrar aún más, aumentar la vara de espectacularidad, pero Frozen II no lo logra a pesar de presentar un nuevo territorio fantástico llamado El Bosque Encantado… muy original ¿no?. Lo que sí logra Frozen II es ampliar el espectro de desarrollo de personajes. La relación entre Anna y Elsa sufre una constante convulsión al mostrar lo que es vivir una vida normal de gobernadoras; los cruces, las dudas, la amistad y la prueba de lazos familiares se ponen en juego en una película rápida y directa, todo esto con infaltables números musicales que buscan llenar y cumplir el objetivo de terminar los 103 minutos. ¿Aprueban? sólo un par y lo hacen con mucha gracia (Lost in The Wood es una reminiscencia gloriosa de las baladas ochenteras al estilo de Chicago, Queen o REO Speedwagon) no obstante se puede agradecer que no vamos a tener un constante bombardeo de tonadas fronzeanas quemadisimas en esta temporada. Un proyecto manoseado por cinco pares de manos – guionistas – que tiene grandes problemas para concluir situaciones. Frozen 2 tampoco innova y las situaciones genéricas se presentan a los manotazos, ¿qué gracia tiene seguir insistiendo con la historia de aquel sector olvidado mágico una y otra vez si las situaciones se resuelven de la misma forma una y otra vez? en Frozen 2 se vuelve a esta tediosa circunstancia y Disney no cambia caminos a pesar de tener todo el poder y el acceso para que esto suceda. Cinco pares de manos para terminar en la misma aburrida y conocida situación de siempre: el refrito. Frozen II es una película ideal para la temporada si se pretende una diversión rápida y accesible con un enfoque a todas las edades. Queda relegada de ampliar la magnitud o la impresión mayor que se busca habitualmente en este tipo de secuelas; es un espectáculo «barrial», algo local, e intenta dar un lugar especial a sus personajes y en eso cumple, ahora bien… ¿eso realmente importa a esta altura? Valoración: Buena.
Una correcta secuela de la última gran película que Disney Animation otorgó. Sin la originalidad de su primera parte pero con un repertorio musical mejor diagramado y una despliegue técnico de mejor valía, esta cinta logra entretener y expandir su universo de manera correcta y dar un correcto cierre a la historia principal. Después de haberse convertido en el último gran éxito de la empresa del ratón, la secuela de Frozen (2013) al fin llega a los cines de nuestro país para contar qué fue lo que pasó con Ana, Elsa, Olaf y Kristof luego de su primera gran aventura. En Frozen 2 (2019), Elsa (Idina Menzel) ya está ejerciendo sus facultades como reina mientras que Ana (Kristen Bell) y Kristof (Jonathan Groff) siguen afianzando su romance y ya están en vísperas de formalizarlo un poco más todavía. Pero cuando la estabilidad del reino parecía haberse asentado, una extraña fuerza foránea empezará a contactarse con Elsa y mediante ésta conexión, ella descubrirá el origen de su pueblo y esa información también le permitirá descubrir un poco más sobre sus difuntos padres. De esta manera el grupo volverá a afrontar una aventura nuevamente hacía lo desconocido en busca de la verdad. Luego de seis años de espera, la dupla compuesta por Chris Buck y Jennifer Lee vuelven a hacerse cargo de la historia que ellos supieron llevar a la gran pantalla por primera vez y bajo un primer visionado se podría afirmar que la larga espera valió la pena. En esta oportunidad el guion cuenta con la participación de seis personas en donde los directores están incluidos pero también figuran Allison Schroeder, Robert Lopez, Kristen Anderson-Lo y Marc Smith, algunos haciendo sus primeras armas en Disney y otros con varios proyectos en el lomo. En la historia quizás se note desde un comienzo que el destino de la película quizás no sea para la misma edad de los niños que supieron ver la original pero si para aquellos que han ido creciendo con el universo de Frozen. Ese crecimiento se ve reflejado en el espíritu del filme y se nota claramente que ésta entrega es más oscura y profunda que la anterior, sin perder por supuesto la magia y humor que la caracteriza pero explorando aspectos más maduros. Si bien ese crecimiento es notorio desde un primer momento, también hay que decir que el guion, a pesar de ser entretenimiento garantizado, es muy obvio y cliché en cuanto a los caminos que se toman para contar la historia. Los elementos claves que conforman el núcleo central de la trama no son para nada originales y su resolución es algo que ya se ha visto muchas veces antes y eso le saca sorpresa. Obviamente que un aspecto que no puede faltar mencionar es la utilización de la música. Ya sabiendo que ésta película es un musical hecho y derecho y que su score previo fue un éxito estrepitoso con temas como “Libre Soy” o “¿Y sí hacemos un muñeco?”, mucho trabajo tenían los realizadores para, con suerte, alcanzar la calidad de esas dos canciones anteriores. Si bien en esta oportunidad la cinta no cuenta con un tema representativo por escándalo, la utilización de la música es mucho mejor y la composición rítmica es bastante más superior dándole una impronta estilística que se puede asemejar más con los musicales de Broadway que de una película musical. Otro de los mejores aspectos que pueden destacarse de esta cinta es la fotografía y la animación. En cuanto al primer aspecto, el trabajo realizado para crear una ambientación cuasi realista y paisajes que podrían existir tranquilamente es alucinante y tranquilamente podría decirse que es lo mejor de la obra. La cantidad de detalles que contiene cada uno de los personajes es de otro nivel, cada primer plano a cada uno de los elementos deja en evidencia que Disney siempre estará a la vanguardia en cuanto a la animación y a la creación de mundos enteramente digitales. Frozen 2 es una digna continuación de la película original pero que en cuanto a historia y hits musicales termina sucumbiendo ante su predecesora. El gran despliegue técnico y una mejora sustancial en cuanto a los segmentos musicales logran hacer de ésta historia una película entretenida de principio a fin.
Hora de descubrir el pasado “Frozen 2” (Frozen II, 2019) es una película animada musical de aventuras y fantasía que constituye la secuela de “Frozen” (2013). Producida por el estudio Disney, Chris Buck y Jennifer Lee vuelven a estar en la silla de directores, así como esta última también regresa al rol de guionista. Nuevamente las voces originales son puestas por Kristen Bell (The good place), Idina Menzel (Encantada), Josh Gad (La bella y la bestia) y Jonathan Groff. A su vez, se agregan las voces de Sterling K. Brown, Evan Rachel Wood, Rachel Matthews, Alfred Molina, Jason Ritter, entre otros. Seis años después de los eventos ocurridos en el primer filme, el reino de Arendelle se encuentra en calma y feliz por la llegada del otoño. No obstante, a Elsa (Idina Menzel) algo la mantiene preocupada: ella escucha un misterioso susurro que no la deja en paz. Cuando decide seguirlo, accidentalmente despierta a los espíritus elementales (tierra, aire, fuego y agua), por lo que a los ciudadanos de Arendelle no les queda otra que evacuar. Con el objetivo de restaurar su reino, Elsa y sus amigos se embarcarán en un viaje a través de un bosque encantado lleno de sorpresas. Inspirada en el cuento “La reina de las nieves” del autor danés Hans Christian Andersen, la primera entrega de “Frozen” fue un éxito absoluto gracias a su gran banda de sonido, sus personajes entrañables y una historia que celebraba el vínculo de la hermandad por sobre una relación amorosa. Como todo lo que triunfa en Hollywood, era de esperarse que Disney se pusiera manos a la obra para darnos una segunda parte a pesar de que la película contaba con un desenlace más que correcto y autoconclusivo. De esta manera “Frozen 2” llega a nuestra cartelera de 2020, ya sabiendo de antemano que será otro éxito en taquilla pero… ¿logra ser una digna secuela? Desde el apartado visual y técnico, a la obra no se le puede reprochar nada: muy superior a su antecesora, el departamento de arte se lució por completo en el diseño de los diversos escenarios, los vestuarios y la animación de los personajes. En este sentido la cinta es una maravilla que merece ser vista en la pantalla más grande para poder apreciar cada detalle. Al ser mucho más fantasiosa que la primera, los realizadores pudieron sacarle más provecho al accionar de la naturaleza, jugando así con el potente viento, el fuego que arrasa todo lo que toca y el agua en sus diferentes formas. Sin embargo, la historia que se nos presenta en “Frozen 2” lamentablemente deja mucho que desear, siendo muy inferior a lo que se construyó previamente. Aunque en un principio la película atrapa al espectador gracias al misterio planteado (la voz desconocida que escucha Elsa), pronto todo se vuelve muy obvio, por lo que cuando llega el momento de la revelación ésta no genera ni asombro ni emoción. Sin contar con ideas nuevas por desarrollar, Disney vuelve a tocar temáticas que ya había desarrollado en producciones anteriores. Así es como la cinta a medida que avanza el metraje se va desinflando y gustando menos debido en su gran mayoría a un guión que no cuenta con una buena estructura para encarar su conflicto. Jennifer Lee en esta oportunidad prefirió lanzarnos toda la información importante en un par de escenas y dejar otros tantos elementos sin explicación, siendo confuso en muchas partes el motivo por el que pasan los hechos. En cuanto a los personajes, aquí Elsa cuenta con un mayor protagonismo, por lo que podremos ver más de su relación con su hermana, sus temores y valentía. El muñeco de nieve Olaf continúa aportando la cuota de humor al relato, esta vez logrando hacer reír mucho más por sus ocurrencias y la forma que tiene de recordarnos lo que pasó en la primera parte. Anna está muy enfrascada en la postura de proteger a Elsa y no dejarla sola, por lo que en ciertas partes puede volverse un poco irritable. Por otro lado, Kristoff tiene una subtrama demasiado pobre y repetitiva, con una canción en el bosque que se siente sumamente desencajada dentro del filme. Con respecto a los nuevos personajes, el guión no les presta casi nada de atención, por lo que solo quedan como nuevas caras que a partir de los créditos ya se sienten olvidadas. Sin contar con una canción tan icónica como lo fue y sigue siendo “Let it go”, la banda de sonido aporta nuevos temas que se disfrutan a pleno dentro de la sala de cine, tales como la potente “Into the unknown”, la cálida y amigable “Some things never change” y la divertida “When I am older” interpretada por Olaf. Preciosa cinematográficamente hablando pero con una historia poco innovadora, “Frozen 2” se queda a medio camino, dejando al espectador no del todo convencido con lo que quisieron hacer en esta secuela. Sin contar con un antagonista, la película no consigue estar a la altura de su predecesora como se creía al ver los trailers promocionales.
Elsa es reina de Arendelle desde hace un par de años y sus habitantes nunca fueron más felices. Anna la acompaña en su día a día y Kristoff, Sven y Olaf también están allí. Pero la reina percibe que algo no encaja, que ella no siente que ese sea su lugar. Frozen 2 sigue más aventuras de las hermanas, esta vez buscando el sentido de los poderes de Elsa. Una película bastante floja, con pocos momentos de comedia, que parece intentar repetir la exitosa fórmula de hace seis años pero se queda en el camino.
Éxito congelado. Usualmente, siempre se atribuyó que las segundas partes eran malas o que no estaban a la altura de la anterior. ¿Por qué se da esta maldición? Simple: por el sólo hecho de perder esa originalidad, sí, pero también por repetir hasta el hartazgo aquellos elementos que fueron exitosos. Eso pasa con Frozen 2 durante la primera hora, el filme pudo haber sido decente pero cada cinco minutos irrumpe una escena musical interrumpiendo de manera constante la historia. En el metraje restante parece que el director por fin recordó que la propuesta se trata de un largometraje y no un recital. Quitando el exceso de canciones que corta los buenos momentos, se puede disfrutar el filme a medias, aunque no es más que otra aventura donde no aporta nada revelador. Este es un punto débil de Disney donde sus secuelas animadas usualmente son inferiores a sus películas originales. Hay no pocos precedentes que avalan este aserto. Donde Disney no falla es en la calidad que cada filme tiene y justifica por qué es el estudio cinematográfico más grande hoy por hoy. En lo visual no hay con qué darle y eso se disfruta. Hace poco reseñé el filme ruso La reina del hielo (historia en la que se basa Frozen), que ya tiene una quinta parte confirmada y en ese aspecto supieron reinventarse y no caer en la repetición. Seguramente los fans de Elsa y compañía disfrutarán la película por su sola presencia, pero no quedarán marcados como sí pasó con la primera entrega.
Cierto didactismo manido y algunas contradicciones en Frozen II están saboteando una idea central que atraviesa toda la obra: la memoria del agua. Empecemos por esta imagen benevolente porque es asociable con las indagaciones filosóficas de Gastón Bachelard en su libro El agua y los sueños. Ya sabemos desde la primera película que el poder de Elsa está vinculado con lo acuoso y, en específico como evidencia el título, lo helado. La canción inicial de la secuela termina con una idea de “congelar lo que se fue”. Que el poder de la heroína sea también su debilidad apela a las paradojas de otros superhéroes de la cultura pop como Hulk. Y en vista de que a esto se suma la insistencia por ahondar en la memoria del agua, intuyamos que esta significa emoción incluso si dejamos a un lado las referencias filosóficas del humanista francés. Ella compone gran parte de nuestro cuerpo y fluidez dentro del mundo. Ya cuando acordamos esto, la presencia constante de tres elementos en la película de Jennifer Lee y Chris Buck nos vacía de cualquier acercamiento simbólico y real sobre el agua. Ellos son: canciones poco memorables, chistes vacuos, y la relación contradictoria entre magia y naturaleza. Por el lado de la música, nadie puede negar que algunos tonos tribales nos intrigan en busca de lo ancestral en la trama. Pero la canción “Mucho Más Allá” evidencia una copia casi al carbón de “Let It Go”, el ícono musical de la primera obra que recibió un Óscar en 2016. Por parte de los chistes, estos ralentizan sin necesidad el ritmo y caen en la llaneza de “estar enseñándonos algo” como los comentarios de Olaff, el muñeco de nieve. Que además este sea a la vez el comic relief y el “didacta”, desacierta gravemente las intenciones de los realizadores. Quien justifique las obviedades en ciertos diálogos porque esta es una película “para niños” está olvidando la potencia emocional de, por ejemplo, Inside Out o de Up, por no hablar de la filmografía de Hayao Miyazaki. Defender las tradiciones tribales y naturales es una intención superficial dentro de la secuela. Y lo es porque el exceso de la animación figurativa con los súper-poderes de Elsa se contradice frente a la presencia del bosque encantado o incluso, con la misma función del agua en la historia. No sentimos absolutamente nada en la escena donde se desborda la represa (alegoría de fluir y soltar). Esto pasa porque si bien es Ana quien enfrenta tal accidente, también es ella misma quien se emociona con estupidez cuando Kristoff finalmente le plantea matrimonio y ella accede. Si los guionistas y animadores son capaces de crear una heroína que se enfrenta con sus contradicciones a través de la magia, ¿por qué no plantear a su hermana como una mujer que, así como no necesita de la magia, tampoco depende emocionalmente de un hombre? Mucho más si es un hombre que resulta ser el hazmerreír de los guionistas. Finalmente, cómo podemos pedirle emocionalidad a una película musical acuosa si esta carece de siquiera una canción memorable. Una vez que concientizamos que cantar en el cine musical es cristalizar o dar forma a emociones a pesar de las adversidades (The Little Mermaid es el contraste clave: personajes que cantan viviendo bajo el agua donde no suelen escucharse las voces), podemos conciliar las carencias graves de esta secuela con su idea pivote.
En épocas de secuelas y remakes, era extraño no encontrar una continuación al neo-clásico de Disney llamado Frozen, que estrenó por 2013 y abrió una catarata de venta de trajes de princesa azul, pelo blanco y mucha interpretación sobre la salida del clóset al ritmo de “Libre Soy”. Pero el billete manda, y seis años después (y habiéndose estrenado un corto en el medio) tenemos en cines Frozen 2. Repiten Chris Buck y Jennifer Lee en la dirección, y el cuarteto original compuesto por Kristen Bell (Anna), Idina Menzel (Elsa), Josh Gad (Olaf) y Jonathan Groff (Kristoff). ¿La historia? Las hermanas llevan adelante al pueblo luego de los eventos de la primera parte, Anna y Kristoff siguen en una relación donde él tiene ganas de casarse, Olaf está feliz ahora que está compuesto de hielo eterno y Elsa escucha un cántico que la llama más allá de los confines del pueblo. Frozen 2 indaga nuevamente en el descubrimiento, pero mientras que en la primera parte era sobre los poderes y dejar de estar a la sombra, ésta vez es sobre quienes somos en relación a nuestro pasado, a nuestros padres y la conformación de nosotrxs personas a partir de saber de donde venimos. La película arranca con la pregunta que nunca nos hicimos “¿cómo obtuvo Elsa sus poderes?”, algo que dimos por hecho sin preguntarnos si era “normal”. Ahora, con un cántico de una voz reconocible, Elsa y su familia entrarán a un bosque perdido en el tiempo para entender que pasó con el abuelo y el padre de la reina y su hermana, y sus papeles en un guerra que hubo con un pueblo mágico ahora desaparecido. Todo esto en clave musical, porque Frozen es (más que nunca) un espectáculo musical digno de Broadway, luego del éxito de la adaptación de la primera parte, parece que ya está todo listo para llevar la segunda a los escenarios. Las canciones no tienen la fuerza y la contundencia de “Let it go“, sin embargo “Into the unknow” es un gran tema musical, y “Show yourself” también; pero el premio se lo lleva “Lost in the woods“, cantado por Kristoff en clave rock glam de los 80s con un videoclip delicioso. Olaf se lleva las palmas con una secuencia donde actúa y resume la primera parte en clave comedia, y Anna se pone al hombro la mayor parte de la acción de la película y a pesar de no tener poderes es una gran heroína. Por otra parte, los personajes nuevos son pocos y no tienen mucha participación, salvo las personificaciones de los 4 elementos (agua, fuego, tierra y viento) que tienen una importancia relevante en el relato. Frozen 2 es un bonito show de luces y sonidos, con algunas pinceladas de terror (algo que se agradece) y mucho foco en los personajes y sus relaciones. El factor de lo mágico gana puntos y eso suma mucho a la saga, que regala un espectáculo digno de disfrutar con niñxs o en soledad gritando a viva voz que vamos hacia lo desconocido. Y nos encanta…
Hace honor a su antecesora, perfilada como uno de los éxitos del 2020 Llegó “Frozen II” nomás. Tremendo título para arrancar la temporada veraniega. Y no es cualquier segunda parte. Estamos frente la secuela de la película más exitosa de la historia de los estudios Disney. y definitivamente una de las tres mejores en términos de virtudes artísticas. No solamente por el prodigio técnico, estético y visual logrado al momento de su estreno (redoblada la apuesta en este opus), sino también por la capacidad del estudio de haber pegado el volantazo coyuntural que puso en relieve a la heroína femenina, tirando por la borda años de mandatos culturales en las historias de reinos y princesas, que fueron baluarte de su catálogo. “Frozen”, precedida (cuando no, Pixar) por la excelente “Valiente” (2012), que estableció con la profundidad de su contenido un cambio paradigmático en el rol que la mujer cumplirá en la ficción desde su estreno en adelante. Lejos de la fragilidad y la dependencia de un príncipe azul para ocupar su lugar al lado del hombre, la nueva mujer toma las riendas de la situación, se pone al frente y se asume como líder por coraje, valentía. y la virtud de vencer miedos y contradicciones. Era de esperar que semejante éxito produjera una segunda parte. ¿Cumple con las expectativas? En principio hace más de 20 días que ostenta sendas nominaciones a una nueva entrega de los Globos de Oro, y también destacada en los Annie Awards. En la introducción retrocedemos a la infancia de las princesas Elsa y Anna, quienes son enviadas a dormir por sus padres, previo cuento sobre bosques que servirá para la introducción del Agua, Viento, Aire y Tierra como personajes omnipresentes. Los cuatro elementos fundamentales se han enojado con los habitantes de Arendelle y Northuldra al iniciar estos una enemistad de años que terminó con el cierre del bosque milenario, bruma mediante. De vuelta en el presente Elsa (voz de Idina Menzel doblada por Carmen Sarahí) presiente una voz de sirena, una suerte de llamado esencial, que sólo puede escuchar ella. Un cantar familiar (que además es leit motive de la canción principal) proveniente de tierras lejanas. Anna (voz de Kristen Bell, doblada por Romina Marroquín Payró) está pendiente de su hermana, resuelto el conflicto entre ambas en la primera parte pero sin dejar de disfrutar un presente alegre. Las primeras canciones originales dan cuenta de ello y todo parece estar bien. Por su lado, Olaf (voz de Josh Gad doblado por David Filio), el graciosísimo muñeco de nieve a quien Elsa le dio vida y dueño de uno de los momentos más graciosos del filme, anda compinche de Kristoff (voz de Jonathan Groff doblado por Pepe Vilchis). El bonachón novio de Anna tiene sus propias tribulaciones para elegir la mejor forma de pedirle matrimonio. Lo cierto es que este llamado comienza a manifestarse violentamente en el reino. Los cuatro elementos andan nerviosos, así que Anna va en busca de esa voz pese al peligro que esto representa, y a cierta resistencia de su hermana y amigos que finalmente deciden ser de la partida para tratar de encontrar “la verdad” detrás de aquel cuento que su padre les contó a las hermanas hace muchos años. Sólo entonces la naturaleza podrá dejar de agitarse. “Frozen II”, nuevamente escrita y dirigida por Jennifer Lee, erige como una excelsa forma de animación en donde detalles como el movimiento del pelo al viento o el agua logran un realismo abrumador, lo mismo sucede con el diseño sonoro y el despliegue de muy buenas canciones, escritas nuevamente por la dupla Kristen Anderson-Lopez y Robert Lopez, que presagian un gran recorrido por esta temporada de premios, en especial con la canción “Into the unknown” (Hacia lo desconocido) interpretada por el elenco en la película, y por Panic! at the Disco en la grabación. Fuera de estas cuestiones, la película renueva la impronta del fortalecimiento de las relaciones fraternas, el respeto por la naturaleza y sus elementos, y la importancia de la búsqueda de la verdad para obrar en consecuencia pese a la dureza que ésta a veces tiene. “Sin verdad no hay futuro”, dirá uno de los personajes, y otro sumará que una vez conocida esa verdad, hay que hacer “la siguiente cosa correcta”. También se habla de los cambios y las consecuencias que estos traen, además de entender que hay algunas cosas (como el amor, obviamente) que permanecen iguales. Ya no hay sorpresas, claro agregan nada al relato más que subrayar desde sus letras lo que ya se ha dicho de manera muy clara. “Frozen II” hace honor a su antecesora y sin dudas será uno de los éxitos de esta nueva temporada.
Libre soy Desde que tengo memoria y habiendo visto películas animadas desde muy chiquito, las pelis donde destacan esos cuadros musicales, donde la magia te sumerge al grado de emocionarte y salir fascinado con la animación de Walt Disney, pocas historias han logrado construir un mensaje tan potente en una inocente película como lo fue Frozen, con dos protagonistas que forman parte del panteón de las heroínas mas inspiradoras de la factoría del ratón. En esta secuela con un guion con una necesidad narrativa mucho más seria, con momentos dramáticos muy dignos se destacan los cuadros musicales maravillosos harán que la experiencia sea tan grata como su antecesora. Párrafo aparte para la animación que honestamente cruza el límite de lo simple y se puede notar tanto en el agua como en la ondulación del cabello de los personajes. Si bien la primera película innovaba desde lo técnico, podemos traquilamente decir que la animación se encuentra en un punto de valoración insoslayable, volveremos a encontrar a todos esos queridos personajes que acompañaron a las hermanas Elsa (Idina Menzel) y Anna (Kristen Bell), que en esta ocasión irán de aventura por develar el pasado de Arendale (y propio), y quiero detenerme aquí a hablar del claro mensaje de Frozen 2 ya que Elsa ahora es reina y tiene esa necesidad latente de seguir una voz que sin ser interior la llama, una voz que solo ella escucha y que desatará quizás por casualidad unos espíritus enojados de un bosque encantado del norte, espíritus que tienen que ver con su identidad con enfrentar lo inevitable. El crecimiento de Elsa en esta película sigue siendo de lo mejor de la saga. No es que Anna con todo ese empoderamiento y amor icondicional por su hermana sea menos interesante, pero hay momentos de Elsa que emocionan (sobre todo uno que no puedo contar sin spoilear) y hacen que uno empatice aún más, que entienda el mensaje que no es banal ni cursi, que es un personaje luchando por domar emociones que desconoce y que surgirá magnificada en un momento tan contundente como mágico con una canción quizás menos resonante que “Let It Go” pero que al menos a mí me fascinó. Frozen 2 es una muy buena secuela, es la clase de película que me encantaría ver en familia y olvidarme de las obligaciones por un ratito, irme de aventuras con Kristoff, Sven y Olaff. Hay momentos para vivir la magia y soprenderse, vayan sin miedos, es imposible que no les guste la película, vivan el romance, vibren las canciones que son hermosas, ríanse con el mensaje de Olaff, que tal vez no es algo que los mas chicos entiendan pero de eso se tratan esta historias, llegan para que de grandes repasemos eso que de chicos no entendimos porque de grandes podemos entender todo, pero nos falta emocionarnos más. Hay momentos donde podés permitirte llorar, ya habrá tiempos para seguir odiando cosas y alzando el puño en las redes, pero date un respiro que es una linda película para ver en cine.
Las hermanas Elsa y Anna vuelven a la pantalla grande en una aventura repleta de música. Frozen 2, al igual que su primera entrega, nos recuerda que una princesa (mujer) no requiere de un hombre al lado para lograr sus objetivos (mensaje que solía estar muy presente en las producciones de Disney). Anna y Elsa están más unidas que nunca. Por fin pueden compartir el tiempo de hermanas del que fueron privadas durante casi toda su vida. Elsa, por primera vez, se ve libre y cómoda con sus poderes. Anna disfruta de la compañía de quienes ama (Kristoff, el simpático Olaf, y, por supuesto, su hermana). Todo parecía marchar bien, hasta que un sonido por demás extraño comienza a acomplejar a la joven de pelo blanco. Es así que las jóvenes reinas, junto al muñeco de nieve y a Kristoff, se embarcan en una nueva aventura: emprender un viaje hacia el famoso bosque encantado, lugar al que nadie puede entrar, pero tampoco salir. En esta nueva andanza, las hermanas buscarán, además, comprender quiénes son realmente. Como en la mayoría de las películas (o producciones en general) de esta megacompañía, uno de los puntos claves es la música. Frozen (2013) contó con Libre soy, el famoso tema que hasta el día de hoy suena en cualquier cumpleaños infantil. En esta nueva entrega no hay una escena musical que destaque sobre el resto y se nos quede pegada en nuestro interior. De hecho, con el correr de los minutos, las constantes escenas musicales terminan siendo tediosas e injustificadas. Si bien las películas animadas de Disney están dirigidas a los más chicos, suelen contener mensajes ocultos para los adultos (quienes terminan disfrutando de la película tanto como los niños). En esta ocasión el mensaje principal sigue igual que en la primera entrega: una princesa no requiere de un príncipe que la venga a rescatar y con quien luego pueda vivir “feliz para siempre”. Frozen 2 remarca que el amor es algo que va más allá, un sentimiento, un lazo, que se puede tener con un familiar y/o un amigo
Lejos, muy lejos quedaron aquellas princesas clásicas como Blancanieves, la Bella Durmiente o la Cenicienta, en donde el príncipe azul era la pieza fundamental para rescatarlas del sueño eterno, de los hechizos o de una vida miserable limpiando sin parar y a merced del maltrato familiar. Mucho más cerca en el tiempo, desde “La Sirenita” –rebelde con la figura de su padre- y “La Bella y la Bestia”, aparecen nuevos modelos en donde la propia libertad, seguir al corazón y dejar de depender del príncipe que las salve de sus desgracias, parece ser el verdadero impulso vital. Son princesas de fuertes decisiones, de “armas tomar”, que enfrentan el mundo con una mirada diferente -lo que hoy llamaríamos empoderada-, con un giro radical en su construcción, casi opuesta a la de las princesas clásicas. Desde las guerrera Pocahontas, la intrépida Mulan y Mérida, la princesa del estudio Pixar protagonista de “Valiente” –que justamente hace honor al título-, el temperamento de estas nuevas heroínas Disney, cambia por completo el viejo paradigma para construir junto con la Rapunzel de “Enredados” o la misma adolescente de Moana, todo un nuevo imperio alejado de cualquier estereotipo. “FROZEN 2” desde este punto de partida, es un paso atrás en el tiempo. Mientras las mujeres van ganando poder y privilegio en la pantalla, Elsa y Anna, parecen volver a ajustarse a un esquema más convencional donde la orfandad, el hechizo y el príncipe valiente, vuelven a ser el eje de la propuesta. Pero estas princesas tan lejanas de los nuevos vientos de cambio, no serían justamente el problema que presenta la continuación de la exitosísima producción de Disney de 2013. Hay detrás de la historia un guion que no termina de definir el rumbo y que toma las peores decisiones vistas en una película de animación en mucho tiempo. Primeramente “FROZEN 2” no intenta esconder ni por un minuto, la inmediata posibilidad que tiene el estudio de montar una nueva obra musical en pleno Broadway. Prácticamente su primera media hora no tiene mucho más que larguísimas canciones donde más que narrar los acontecimientos o avanzar en la trama, se estancan en pensamientos y reflexiones que los personajes hacen sobre la situación por la que están atravesando –que por momentos nos recuerdan a la soporífera “Into the Woods” de Rob Marshall-, mostrando muchas imprecisiones y escasas concreciones dentro del planteo inicial. Todos los personajes tienen su momento de lucimiento musical y aun cuando demoran notablemente el ritmo de la película, cada uno tendrá su canción: lejos del impacto de la “Let It Go” de la primera entrega, acá Elsa (Idina Menzel y su voz privilegiada) entonará “Show Yourself” con un cúmulo de frases de autoayuda compiladas en una sola canción y tiene a su cargo el hit de esta edición “Into the Unknown” cuya versión latina está, inexplicablemente, a cargo de la voz masculina de David Bisbal. Por su parte Kristoff también tendrá su solo musical en “Lost in the Woods” una canción que no parece llegar a ninguna parte pero que al menos propone un tono cómplice, divertido y un ritmo ochentoso al mejor estilo de una canción de los Air Supply, para descontracturar un poco la solemnidad y la ausencia de humor que parece haber invadido esta secuela. Luego de una extensísima demora en la presentación de los personajes, la historia navega a dos aguas entre el mensaje ecológico presentado con los cuatro elementos de la naturaleza y fundamentalmente un relato vinculado con los ancestros, los antepasados y los secretos que quedaron escondidos dentro de la historia familiar, más particularmente se develará algo desconocido en torno a la figura de su abuelo. Así, si bien Elsa es la reina de Arandelle, juntas descubrirán que en su pasado hay una clara vinculación con la tribu Northuldra y de esta forma, comenzará la aventura para reestablecer ese necesario orden social, si es que pudiese llamárselo de esta manera. Lamentablemente la historia no tiene humor (excepto en algunas situaciones donde Kristoff intenta pedirle matrimonio a Anna, una y otra vez, sin lograr encontrar el momento propicio, gag que se repite al infinito y más allá) ni despliega demasiada creatividad, ya que recorre todos los lugares comunes y, lo que es peor aún, intenta aleccionar con sus diálogos tanto en el terreno de lo ancestral y de los vínculos familiares (que parecen salidos de un manual de Constelaciones Familiares), como del cuidado del medio ambiente, la violencia del hombre contra la naturaleza y el mensaje políticamente correcto en torno a la ecología. Las escenas de aventuras recae sobre todo en el personaje de Anna y la imposibilidad que tiene el guion de explicar sucesos injustificables, se resuelven por medio de los poderes o de la “magia” como si eso ayudara a solucionar todo lo que el equipo de guionistas no pudo resolver productivamente en la historia, de ninguna otra manera. “FROZEN 2” –así como en su momento pasó con “Cars 2”- es una de las secuelas más decepcionantes que seguramente servirá para seguir facturando diversos productos del merchandising que las princesas y el muñeco de nieve han sabido instalar, pero que los cinéfilos recordaremos como un gran traspié dentro de la búsqueda de productos de excelencia de la factoría Disney. PORQUE NO: «Es una de las secuelas más decepcionantes que seguramente servirá para seguir facturando diversos productos del merchandising que las princesas y el muñeco de nieve han sabido instalar»
Una secuela fallida Esa necesidad de quedar bien con todo el mundo es la que logra que el filme no quede bien con nadie. Estéticamente, el modelo “aggiornemos los cuentos de hadas transformándolos en fábula feminista de superhéroes con canciones” está agotado. Comercialmente, no, pero eso depende de factores inasibles. La primera Frozen lograba ser al mismo tiempo concisa y graciosa, aunque lejos de las complejidades de La Bella y la Bestia (la buena, la de 1991) o de Enredados, donde la corrección política brilla por su ausencia. Aquí la primera hora es un refrito de lo que los ejecutivos de Disney consideran que fueron motivos de éxito de la película original, sumado a una valoración mítica de los elementos y la armonía con la Naturaleza (sombra terrible de Greta Thunberg, Walt te invoca) más la convivencia entre diferentes etnias, más canciones donde se explica todo lo que se está viendo una y otra (y otra, y otra) vez. Luego hay una aventura que dura media hora, más o menos, la verdadera película. El ejemplo final de cinismo consiste en que un soldado de un reino de un fiordo escandinavo en, suponemos, un tiempo que aparenta ser el siglo XIX del Imperio Austrohúngaro es afroamericano (y que al final se reencuentra con una novia afroamericana porque una cosa son los derechos y otra, andar mezclados). Nadie se hubiera quejado en este mundo si no hubiera alguien de color (negro, diría Les Luthiers) en, repitamos, un fiordo escandinavo del siglo XIX. Esa necesidad de quedar bien con todo el mundo es la que logra que el filme no quede bien con nadie. Ni siquiera con quien fue a ver un divertido cuento de hadas y aventuras.
Frozen 2 no logra recuperar la magia de la original Disney quiere repetir su más grande suceso animado con una secuela que se esfuerza poco y nuca llega a estar a la altura de la original. Tras su estreno en 2013, “Frozen: Una Aventura Congelada” (Frozen, 2013) se convirtió en la película animada más taquillera de todos los tiempos a nivel mundial, con más de mil doscientos millones de dólares recaudados, dos Oscar en su haber, y un tema musical principal que todavía taladra los oídos de los adultos alrededor del globo. No podemos culpar a Disney por querer repetir esta hazaña, expandiendo el universo de sus princesas empoderadas y una historia basada muy libremente en “La Reina de las Nieves” de Hans Christian Andersen. Más allá de la espectacularidad de los paisajes escandinavos y las pegadizas canciones de Kristen Anderson-Lopez y Robert Lopez, Elsa y Anna de Arendelle llegaron para romper varios de esos preconceptos y arquetipos impuestos por el propio estudio a lo largo de décadas y décadas de aventuras animadas protagonizadas por simpáticas jovencitas en busca de un príncipe azul. La historia de las hermanas que se ‘salvan a sí mismas’, sin necesidad de intervención patriarcal, resonó en cientos, miles de niñitas que todavía siguen entonando “Libre Soy” como himno de los tiempos de cambio de los que el cine infantil tampoco puede (ni debe) escapar. “Frozen” terminó de allanar el camino principesco que arrancó con “Mulan” (1998) y siguió con “Enredados” (Tangled, 2010), “Valiente” (Brave, 2012) -sirve de ejemplo, aunque sea de Pixar) y “Moana: Un Mar de Aventuras” (Moana, 2016), protagonistas que anteponen sus sueños y objetivos por encima de las tradiciones y los mandatos sociales. “Frozen II” (2019) tenía la dura tarea de superar (o igualar) a la original, cosa que hizo en las taquillas, pero no cuando se trata de una narración con ganas de romper fórmulas y alejarse de esas secuelas ‘berretas’ directo a DVD. Chris Buck y Jennifer Lee se vuelven a hacer cargo de esta historia, años después de los sucesos de la primera película, donde vemos a todos muy contentos en el reino. Las cosas se complican cuando Elsa (voz de Idina Menzel) despierta a los viejos espíritus del bosque encantado, obligando a los habitantes de Arendelle a abandonar el lugar. En busca de respuestas sobre su pasado, su futuro y el origen de sus poderes, la reina, su hermana (Kristen Bell), Kristoff (Jonathan Groff), Olaf (Josh Gad) y Sven se internan en la espesura, sin saber que esta nueva odisea va a revelar unos cuantos secretos familiares. Elsa debe ir "Mucho Más Allá" “Frozen II”, lamentablemente, cae en los lugares comunes más gastados, repitiendo muchos de los recursos que funcionaron en la primera entrega y volviendo a esos mismos esquemas que quiso romper seis años atrás. La historia de Buck y Lee es demasiado previsible (incluso para el público más menudo) y reiterativa, prefiriendo algunos golpes bajos y resoluciones de manual antes que el riesgo narrativo. Ni siquiera la banda sonora logra conquistarnos y reemplazar el hit de Menzel con “Into the Unknown”, el nuevo momento de lucimiento para Elsa. Es más, ninguna de las canciones llega a destacarse, haciendo que este musical pierda un poco de su encanto. La verdadera virtud de esta secuela congelada se encuentra en su aspecto visual. Todo está recargado de detalles y paisajes abrumadores imposibles de dejar pasar, pero también apuntan a un estilo más marketinero donde todo, en la pantalla, puede convertirse en un producto a explotar; si no, no se entienden los constantes cambios de atuendos de sus protagonistas. La estética y el nivel de animación que consiguió el estudio del ratón (siempre a la vanguardia) no alcanzan para que “Frozen II” se destaque por sí misma, y a pesar de los miles de millones en la boletería, estamos ante una nueva continuación que no va a dejar su huella en la historia cinematográfica. Nada como cruzarse con un bosque encantado. Suponemos que esto último no le quita el sueño a Bob Iger (presidente del estudio), aunque parece ser un síntoma para Disney dentro de un año muy taquillero, pero recargado de historias (remakes, live actions, desenlaces de franquicias) que no terminaron de satisfacer las expectativas del público. Un ‘reclamo’ a tener en cuenta para esta nueva etapa donde el ratón también se va a hacer cargo de las producciones de 20th Century Fox, inundando un poco más el mercado con sus fórmulas y métodos de producción. Volviendo a “Frozen II”, la historia suma algunos personajes nuevos -Evan Rachel Wood como la mamá de las nenas en los flashbacks del relato, y Sterling K. Brown como el teniente Matthias, un hombre leal a la corona- y se sigue apartando de la estructura del clásico villano, pero ahí también residen muchos de los problemas del film que nunca encuentra un verdadero hilo conductor. En cambio, salta desenfrenadamente de situación en situación y de número musical en número musical. Contrariamente a lo que hubiéramos esperado, Olaf se transforma en el MVP de esta aventura, mucho más que el comic relief de la primera entrega que, acá, agrega humor y ternura a una historia que no siempre sabe de dónde sacarlos.
Pasaron nada menos que seis años desde el estreno de la primera entrega de la saga Frozen. Setenta y dos meses en los que los responsables de está nueva aventura dedicaron su esfuerzo para filmar una película que hiciera honor a la original. Y en cierta forma lo consiguieron aunque a un costo alto. En Frozen 2 la animación es tres veces mejor que la original, la historia es el doble de épica y hay muchos personajes nuevos que sorprenden y alegran la trama. Pero falta lo más importante...
Pasaron seis años desde Frozen, la más exitosa de las películas animadas de Disney. Para capitalizar semejante suceso, esta secuela, que suma a una nueva generación de niñas, tiene un eje central: la relación entre las huérfanas Ana y Elsa, la poderosa reina helada. Y si la de 2013 dejó una huella imborrable en su pequeño gran público, a través de canciones y situaciones, aquí vuelven a transitarse, con un prólogo que regresa a la infancia de las dos mujeres y guiños a lo que pasó sembrados a lo largo del nuevo relato. Ahora, para salvar al amenazado reino de Arendelle, las chicas, junto a Kristoff, Olav y el reno Sven, deberán viajar a una tierra encantada en busca del origen de los poderes de Elsa. Que tiene que ver con las fuerzas de la naturaleza. Las reconocidas y las por descubrir. Habrá en ese viaje todo tipo de aventuras, que incluyen gigantes de piedra, una extraña y antigua voz que llama, como misteriosa sirena y un cruce del mar helado, en la secuencia más bella y espectacular de la película. Apoyada en el evidente placer de volver a ver a sus personajes, Frozen II ofrece menos, en términos de relato, con situaciones que se resuelven de manera forzada, problemas que desaparecen sin explicación, pérdidas y reencuentros caprichosos que suman poco a la historia. Ahí están, de regreso, los protagonistas con sus canciones. Y quizá con eso, a pesar de sus problemas, sea suficiente. No ya para alcanzar la solidez del fenómeno original, sino para pasar un buen rato.
La historia sigue teniendo la misma línea narrativa sobre el amor, la protección y la lealtad entre Anna (Kristen Bell) y Elsa (Idina Menzel) que viven momentos increíbles junto a personajes secundarios y otros nuevos que se incorporan. Ahora la reina Elsa tiene una situación muy misteriosa que resolver. La película se encuentra llena de fantasía, luchas épicas, hermosos paisajes, efectos visuales y un abanico de mensajes: el amor, el miedo a crecer, el respeto y el abuso de poder. Cuenta con una buena animación, hermosos paisajes y logrados efectos visuales. Sus canciones no sobresalen, no son tan pegadizas ni tan atractivas como la anterior. Recordemos que “Frozen” (2013) fue la ganadora de dos Premios Oscar en las categorías: Mejor película animada y Mejor canción. Tiene poco humor, contiene pocas escenas de acción y de tensión, aunque entretiene.
LAS DOS CARAS DE LA MONEDA Disney constituye uno de los problemas más grandes en la escena de las industrias culturales hoy en día. Es, sí, un problema: no se necesita estar al tanto de los detalles de los movimientos que la empresa ejecuta en su ansiado camino hacia el monopolio económico e ideológico y la tiranía legal desde que Bob Iger se transformara en director ejecutivo en el 2005. Basta con saber, como la mayoría, que Disney compró esto y aquello, que Disney adquirió esto y aquello, que poco a poco Disney se lo apropia todo. El panorama internacional da la bienvenida a esta nueva década con una certeza: Disney es uno de los mayores agentes culturales del mundo. Es difícil no mencionar estas obviedades cuando se habla de un producto de este titán del audiovisual. Frozen II es un “Disney product”. Esto se puede entrever, por ejemplo, en los (no tan) sutiles discursos que circulan a lo largo del largometraje alrededor de la cuestión del colonialismo y la imagen auto-percibida de los colonizadores. Las películas de Disney siempre han jugado con la posibilidad de realizar, a base de magia y sonrisas, un lavado de cara y de culpas direccionado a las esquinas oscuras de la historia norteamericana, a sus arremetidas imperialistas y sus variopintas ideologías chauvinistas: en este contexto se inscriben sus recientes búsquedas por cumplir ciertos estándares vinculados a la necesidad de diversidad racial. Algo similar ocurre en el caso de la exigencia por generar personajes femeninos con roles más activos. Tras los sucesos de Frozen: una aventura congelada, Elsa y Anna viven felizmente en el reino de Arendelle. Sin embargo, esta paz está construida sobre un engaño cuyas dimensiones exceden lo familiar. En la primera película, la magia de Elsa funcionaba como una metáfora para la relación entre el deseo y el deber: ella, tras toda una vida en la que había tenido que ocultar su verdadero ser, se había habituado a aislarse de los demás y subordinarlo todo a la exigencia de cumplir su rol de reina. La narrativa de la evolución de los poderes de Elsa se podía leer entonces como un proceso mediante el cual ella aprendía a aceptar quien era y a entenderse con aquellos que en un principio la juzgaban por temor. La secuela continúa valiéndose de sus poderes como metáfora central para articular el relato, pero esta vez la apuesta se redobla: el asunto de la identidad de Elsa no es solo un problema íntimo o familiar, sino político. Frozen II funciona de maravilla a partir de una estructura simple de tres actos claramente diagramada por el cambio de escenarios. Espacialmente, la película queda dividida en dos lugares bien identificables: bosque y reino. Si en Frozen el exilio de Elsa a las montañas heladas actuaba como expresión de un viaje introspectivo, aquí el viaje al bosque es una suerte de retorno a una región ancestral reprimida, un espacio literalmente clausurado por un evento traumático del pasado. El bosque es, en esta instancia, un oscuro rincón del inconsciente de Elsa o, mejor dicho, del inconsciente colectivo de Arendelle que, culposo, no puede disfrutar de su paz y prosperidad. Mientras que Elsa sigue con sus búsquedas personales, Anna, relegada en la primera película a un rol de apoyo (todo su arco, con sus momentos positivos y negativos, eran consecuencia de las acciones de Elsa), tiene que aprender a valerse por sí misma. Su camino implica la superación de la inocencia propia de quien, a diferencia de su hermana, no ha crecido con la responsabilidad de reinar. Su historia la lleva a un difícil pero muy bello encuentro con su fuerza interna, con su deseo de autoafirmación. Mientras que en Frozen éramos testigos de un primer momento de sanación de la relación entre las hermanas (la reafirmación del amor una vez superado el resentimiento y la distancia generados por el miedo), Frozen II nos muestra la maduración necesaria de esa relación; ese “cambio” tan temido sobre el que cantan los protagonistas en el inicio: la aparición de un deseo de independencia emocional, representado por la misteriosa voz que le habla a Elsa y que no la deja dormir en la cálida compañía de su hermana; la necesidad profundamente individual de abandonar simbólicamente la comodidad del espacio familiar y salir a la aventura del afuera. Y, sin embargo, la voz que le habla a Elsa es también la voz de un pueblo originario que, al parecer, habitaba los bosques que lindan con Arendelle y que, luego de un acto de injusticia y odio, han quedado relegados, instrumentados para el progreso del hombre blanco. Este subtexto a partir del cual la trama pretende corregir la imagen de una nación colonizadora mediante una rectificación (llevada adelante también por los representantes de la nación colonizadora porque, ante todo, las personas blancas son los únicos actores de la Historia, para bien o para mal), vuelve ineludible una realidad que uno, como espectador, muchas veces querría ignorar: que Frozen II es, antes que nada, un producto de Disney. Esa insistente e impostada voz de una comunidad a la que Disney no representa y no puede representar, pero insiste, en pleno 2020, en seguir utilizando para limpiar su imagen, obliga a leer el transverso de esos poderosos relatos habitados por mundos bellísimos, magia y narraciones cautivadoras; el otro lado de la moneda o, mejor dicho, el trasfondo económico y cultural que hace posible estas hermosas producciones audiovisuales. Esa voz impostada es el núcleo de un discurso revisionista que por momentos arruina la ilusión y nos obliga a postergar al niño interior que disfruta de la historia de Elsa y Ana.
El filme demuestra que a veces las segundas partes sí son buenas Seis años después del estreno de la primera película animada, llega esta secuela que indaga en el origen de los poderes de Elsa Siguiendo extrañas voces que le prometen revelarle secretos de su pasado, Elsa deja Arendelle para adentrarse en un bosque donde sus poderes podrían no ser suficientes. No lo hará sola, ya que su hermana Anna, Kristoff, Sven y Olaf se unirán en la peligrosa excursión, como puede verse en la trama del esperado filme Frozen 2. La primera película aterrizó en los cines en 2013 en silencio, como una historia más de princesas, y rápidamente se transformó en un clásico instantáneo. No fue magia. Se apartó de las fórmulas con dos heroínas compartiendo el liderazgo de la trama, el príncipe que se revela como un villano, la majestuosidad de los decorados de hielo, el humor disparatado del muñeco de nieve, y sobre todo una lista de canciones hermosas y pegadizas hicieron del filme uno de los más aplaudidos y redituables de la factoría Disney. Play El tráiler de "Frozen 2" Aunque la llegada de una segunda parte era cuestión de tiempo, la vara estaba alta, así que Jennifer Lee (guionista y codirectora) decidió expandir el universo de Frozen mucho más allá de Arendelle, con nuevos escenarios, algunos personajes originales que se suman a la aventura y un desarrollo de los protagonistas originales mucho más adulto, acompañando quizás el crecimiento de aquellos niños que se emocionaron con la película seis años atrás. Visualmente el filme es poderoso, con una paleta de colores otoñales brillantes que pasan del frío al cálido de manera sutil. La animación está cuidada hasta el más mínimo detalle, gestos, movimientos, texturas lucen reales y creíbles. La banda de sonido de Christophe Beck acompaña la acción de manera precisa y las canciones de Kristen Anderson-Lopez y Robert Lopez, otra vez, no solo son pegadizas, sino que además funcionan para que el relato avance cual musical de Broadway, con letras muy sofisticadas que en algunos casos contienen mensajes poderosos. Todos los personajes tienen su momento de lucimiento, pero sin dudas Olaf es quien mejor sabe aprovecharlos. Con un humor físico y gestual, el muñeco de nieve cautiva desde el prólogo del filme hasta su epílogo con los mejores gags del metraje. Hay trazos de mitología nórdica que enriquecen una trama que por momentos recurre a la nostalgia y que es un poco más laberíntica y sofisticada que la original. Sin embargo, lo que subyace entre líneas está muy claro, un mensaje que apela a aceptarse a uno mismo con sus virtudes y errores, algo que Elsa deberá aprender a lo largo del metraje. Esta continuación de Frozen confirma que a veces segundas partes sí son buenas.
Una secuela que llega bastante tarde y sin aportar novedades al entramado de sus personajes. La historia tiene poco atractivo y encima carece de un villano. Apenas sirve para que Disney se asegure millones en merchandising y nada más.
Una secuela que podría haber ido directo a Disney Channel Cuando anunciaron que harían la secuela de ''Frozen'' no imaginé que le iban a poner tan pocas ganas. A decir verdad no esperaba mucho tampoco, pero nunca pensé que a un producto tan exitoso como este le iban a hacer una continuación tan aburrida y edulcorada. Mi esposa que es fan total de la primera parte, no podía creer lo que estaba viendo. Parecía una de esas producciones enlatadas hechas para TV, como para rellenar horario no pico en el Disney Channel. Se llevó una decepción muy grande. ¿Por donde empezar? Lo primero que puedo decir es que el guión de esta nueva entrega es muy pobre. Entre otras cosas básicas, hicieron que Elsa vuelva a caer en ese estado de ''libre soy'' en el que se comporta irresponsablemente para luego ser salvada por su hermana Anna. Sobre el final, como es el personaje mágico, salva el día y queda como la heroína. Siento que los responsables de ''Frozen 2'' cayeron en la vagancia de usar la misma fórmula, sin hacer crecer demasiado a los personajes. Al pobre de Kristoff lo convirtieron básicamente en un Ricardo Arjona anglosajón. Se la pasa cantando canciones cursis durante los pocos momentos en los que tiene algo de protagonismo. Lo mismo sucede con Olaf, el muñequito de nieve tierno que nos había parecido ya un poco cursi en la primera entrega pero nos caía bien en el balance total. Acá está más azucarado y tonto que nunca. Todo muy predecible y sin sobresaltos. Parecía más un trámite que un producto que busca entretener. Toda la historia familiar de fondo, la pelea de los pueblos y la maldición de debe ser remediada me resultó muy intrincada y aburrida a la vez. Otra cuestión de la que abusaron fue de la parte musical. Entiendo que es un poco la esencia de la propuesta, pero no lograron replicar ni un sólo hit de los que habían logrado en la entrega original. De esta manera, la película solo se convierte en un compilado de canciones que no gustan a nadie. Hay algunos momentos de magia visual y colorida que encandilan, con la adición de algunos nuevos personajes que suman un poco de novedad, pero aún con esto no logran levantar el bajo nivel de la propuesta en general. En resumen, la trama es más básica que la original y cae en la misma fórmula, los personajes involucionaron y le dieron un tinte musical azucarado que fastidia al punto de querer levantarse de la sala. No la recomiendo.
Crítica emitida al aire en Zensitive Radio