La primera de Iron Man fue un estreno que tengo la sensación no se esperaba mucho. Quizás eso ayudó mucho a que la gente saliera doblemente satisfecha. Era una buena película, bien realizada y fue una de las sorpresas del año. El éxito de la primera, y la solidez del producto en si, hicieron que las expectativas sobre la segunda sean fuertes, y por eso mis primeras líneas es para llevar tranquilidad… dudo que alguien salga insatisfecho. El comienzo de Iron Man 2 es quizás lo más sólido y donde se nota lo aceitado del guión y la labor del director, y lo fundamental... con el protagonista total de la película que llega a estar por sobre el personaje en si, don Robert Downey Jr. Batman hubo varios… Tony Stark no puede ser otro. Las caras, los gestos de Robertito, son perfectos, y el guión le da muchos remates o situaciones para lucirse. Iron Man 2 estuvo bien planeada y eso se nota. Es muy sólida. Las escenas de acción están muy bien logradas, pero el clima de toda la historia es lo más fuerte. Los nuevos Scarlett Johansson, Mickey Rourke y Sam Rockwell entran con papeles que les calzan correctamente por sus personalidades o papeles anteriores, lo que logra que todo siga en armonía. Quizás tiene algún momento que se podría haber acelerado un poco…pero el balance es altamente positivo, y realmente da gusto ver una buena película pochoclera que dejará satisfechos seguramente a la mayoría. Que se venta la tercera, que vamos por el buen camino.
Siempre tendremos a Robert Si Ud. tiene pensado ir a ver Iron Man 2 poco le importará lo que lea en estas líneas. Y si Ud. ya tiene decidido no ir a verla tampoco este texto le hará cambiar de opinión. Sin embargo, el estreno de esta secuela -que en la Argentina se estrena 8 días antes que en los Estados Unidos- tiene un alcance global y, por lo tanto, aunque tengan una incidencia cero, se irán publicando, una tras otra, cientos, miles de reseñas en blogs, sitios, diarios y revistas. Comenzaremos diciendo, entonces, que Iron Man 2 es bastante decepcionante. No está mal, se deja ver, es "profesional", no es del todo aburrida, pero claramente está un par de puntos por debajo de la muy entretenida primera entrega, también dirigida por Favreau. Las set-pieces (escenas de acción con despliegue de CGI) no son particularmente inspiradas, los chistes efectivos son pocos, la tensión erótica con Gwyneth Paltrow esta vez es casi nula, las múltiples incorporaciones en el elenco (Don Cheadle, Mickey Rourke, Scarlett Johansson, Samuel L. Jackson) no lucen demasiado y, por lo tanto, en los 124 minutos hay unos cuantos que están de más. Esperaba más humor y delirio de un guión firmado por el conocido actor Justin Theroux (uno de los responsables de esa joyita llamada Una guerra de película, de Ben Stiller), pero aquí todo luce bastante estructurado, y previsible, como concebido en función de cumplir uno por uno con los requisitos básicos del buen blockbuster marketinero (y, de paso, ya lanzar en pantalla la saga de Los Vengadores/The Avengers que se viene en mayo de 2012). Pero (afortunadamente hay un pero) allí está el inmenso Robert Downey Jr. -el mejor superhéroe que haya dado el cine contemporáneo (vean sino Sherlock Holmes) para llenar de gracia, irreverencia, calidez, desparpajo y emoción una pantalla que luce fría y casi desprovista de ideas. Rey del timing, campeón de la one-liner, maestro del gesto exacto, RD Jr. hace que este discreto tanque de fogueo dispare unas cuantas balas de verdad y pueda dar varias veces en el blanco. Gracias, querido Robert. Vos sos un verdadero actor "de hierro".
La Historia continua... La historia continúa en donde había quedado, el poco modesto y millonario inventor Tony Stark anuncia al mundo que él es Iron Man y la fama le acarreará nuevas amenazas. Ahora el gobierno lo considera un arma y desean que entregue (como irónicamente dice Robert Downey jr.) su prótesis especial. Pero ese no es su único peligro, el proyecto primitivo del generador de energía cayó en las manos equivocadas; un hijo (Mickey Rourke, El Luchador) que busca venganza y reconocimiento, quién se unirá a un codicioso personaje (Sam Rockwell, Todos están Bien) que desea ser el privilegiado proveedor de armas de los Estados Unidos. Con la sociedad dividida en dos y mucho en su contra, incluso su salud, Iron Man debe apoyarse en su fiel secretaria Pepper Potts (Gwyneth Paltrow, Los Amantes), James "Rhodey" Rhodes (Don Cheadle, Traidor) y algunos nuevos personajes (que no adelantaremos) y tejer una nueva alianza para enfrentase a estos múltiples enemigos. La cinta desde el principio resulta cautivante, llena de acción y variados efectos, que nada hace pensar que hubiese sido mejor realizarla en 3D. Y cuando la tensión comienza a caer, toda la operación vuelve a arrancar y no habrá ojos capaces de captar todos los sucesos. Los diálogos como es costumbre suelen tener mucha gracia, más cuando salen del egocéntrico Tony, con el agregado de la cautivante personalidad de Downey. Este film cuenta con la participación de su director Jon Favreau (Solo para Parejas), que además de encargarse de llevar la cinta adelante, puso su talento como actor para interpretar al asistente y chofer de Tony Stark. Entre las participaciones especiales están la de Samuel L. Jackson y la bellísima Scarlett Johansson que junto a algunas puntas de información, van desmadejando esta precuela de lo que será próximamente Los Vengadores. Y para los que deseaban ver al Increíble Hulk o al Capitán América deberán conformase por ahora, solo con la aparición su escudo. Paciencia…
Calificar Iron Man 2 como buena o muy buena, depende de las expectativas con las que hayas ido a ver la película, sobre todo si te gustó mucho la primera. Paso a explicar: Por lo buena que resultó la primera parte, y sabiendo que ahora iban a trabajar nada menos que Mickey Rourke y Samuel L. Jackson...
Everybody Loves Robert Segunda parte de la saga iniciada en 2007, Iron Man 2 es el vehículo perfecto para el lucimiento de ese Ave Fénix del séptimo arte que es Jon Favreau Resurgido de los vapores etílicos un lustro atrás, el actor encumbra a su Tony Stark hasta los anaqueles de cine. En vivo y en directo desde la lejana Rusia, Ivan Vanko (Mickey Rourke, otro que volvió del más allá) escucha sin poder creerlo: “Yo soy Iron man”, confiesa Tony Stark, dueño de la fábrica de armas que fundó su padre. Pero hace cuarenta años las cosas eran distintas y el trabajo se hacía en equipo: el físico Antón Vanko colaboró y jamás recibió rédito alguno. Iván está dispuesto a recuperar el dinero, retroactivo incluido. Creado por el historietista Stan Lee en 1963, Iron Man se caracteriza por el libre albedrío que motoriza su elección: mientras que los comportamientos de Spiderman, Daredevil, Hulk o Wolverine son consecuencia involuntaria de una habilidad extraordinaria que no sólo no eligen sino que en la mayor parte de los casos prefieren ocultar bajo la identidad falaz de un alterego, Tony Stark acepta sobre su cuerpo metálico tenga la menuda responsabilidad de salvaguardar la integridad terrestre mediante la concreción el arma más poderosa: “Privaticé la paz mundial”, dice con sorna al inicio del metraje, al tiempo que Jon Favreau empieza a imantar la pantalla con su poderosa presencia. Heredero de un imperio armamentístico, abandonado por su padre, cultor de la exhibición por la exhibición misma, Stark es un norteamericano con alma de argentino, una versión mejorada, más culta, más perspectiva de nuestro inefable Ricardo Fort, monarca del reino hedonista que él mismo construyo a fuerza de dólares provenientes del emporio chocolatero de su padre. Ambos coinciden: el disfrute pasa menos la utilización de sus bienes que en la ostentación de los mismos. Para Stark, inmaduro, chiquilín, caprichoso, todo parece tratarse de un gran juego, un entretenimiento donde él es el único que se divierte, que amolda a placer sus límites y reglas. No por nada la primer película culminaba con la admisión de que el era Iron Man, acto que completaba un círculo que giraba en sentido opuesto pero concéntrico a sus hermanos Marvel: ellos lo niegan; él, paradigma de la vanidad y pedantería, máximo cultor del Ello freudiano, grita a quien oírlo que es un Mesías en la Tierra. Jon Favreau, también director de la primera, fue conciente de ese background. Supo que tenía en sus manos a un auténtico bon vivant, y así lo aprehende en la pantalla. Los primeros minutos de Iron Man 2 destilan un tono lúdico y canchero que va de la mano con el magnetismo de su protagonista, donde cada plano acrecienta la atracción recíproca entre éste y la cámara. Lo mismo ocurre con el delicioso malvado que compone el eterno secundario Sam Rockwell, un reverso simétrico del protagonista al que sólo lo separa una pizca de suerte para en la coordenada tiempo-espacio indicada, y el talento para preverla. Pero al igual que un furtivo amor de verano, la fascinación merma a medida que el acostumbramiento hace lo inverso. La obnubilación por la despampanante extroversión mengua producto de la dispersión de atención iniciática, que se dispersa en la inclusión de Nick Fury y los futuros Vengadores, quienes se apisonan en la trama más para proyectar la continuación de la saga (ya está anunciada The avangers para 2012) que por funcionalidad en el relato. La sensación que queda es agridulce, mixtura desigual entre la certera desazón de que Iron Man 2 es apenas el jamón del medio, el mero conector entre el inicio y el ¿desenlace? de una historia, y la enorme alegría de una película tan atractiva como Tony Stark, el tío que todo quisiéramos tener.
Iron Man 2 es una muy buena secuela donde Jon Favreau se luce otra vez como director en un gran trabajo de realización. La verdad que me impactó mucho la manera en que encaró esta segunda parte. Este estreno en realidad debería titularse Tony Stark 2 ya que Iron Man como personaje quedó totalmente relegado a un rol secundario. De hecho de los 124 minutos que dura el film, Iron Man tiene poca presencia en la pantalla para lo que se espera de una película de este tipo. Favreau se concentró a pleno en los conflictos personales de Stark y con el soberbio trabajo de Robert Downey Jr. logró que te olvides por completo del superhéroe. Es realmente muy loco. Se lo comentaba a Chandler cuando terminamos de verla. Sería imposible desarrollar de esta manera una secuela de Spiderman o Batman. Christian Bale es un actorazo pero Christopher Nolan no podría sostener nunca gran parte de una película con la figura de Bruce Wayne. En Iron Man la presencia de Downey Jr es tan fuerte que no necesita usar todo el tiempo la armadura para enganchar al espectador en la historia. Las secuencias de acción son fabulosas, especialmente en los últimos minutos, pero no es lo que abunda en este film. Favreau incorporó más elementos de los cómics como el clásico maletín de Stark y las apariciones de Ivan Vanko (genial Mickey Rourke), War Machine (con excelentes momentos de Don Cheadle) y la Viuda Negra que para mi resultó un fiasco. Scarlett Johansson es una muy buena actriz, tiene un lindo rostro y le queda bárbaro el traje de cuero pero en este personaje no termina de convencer. ¿Dónde está Milla Jovovich cuando se la necesita? Favreau la pifió con esa elección. Scarlett parece la hija petisa de la heroína que conozco en la historieta. Tampoco hizo un mal trabajo pero no da ni a palos como la Viuda Negra, quien tras 46 años de vigencia en el universo Marvel este mes debuta con una nueva revista. Milla o Carla Cugino, cuya sensualidad no tiene nada que envidiarle a Johansson, se hubieran lucido mucho más con ese personaje que además no tiene mucho peso en la trama pero la presencia de ellas hubiera sido más fuerte. Angelina Jolie, que era otra gran candidata para ese papel, en un comienzo fue una de las opciones del director pero no se pudo concretar. Otra decepción que no puedo pasar por alto es la banda de sonido. Después del bombo que hicieron con la promoción del disco de AC/DC apenas se escuchan dos canciones de los australianos en toda la maldita película. Yo pensé que Iron Man 2 iba a ser como Maximun Overdrive, la ópera prima de Stephen King donde el grupo sonaba a full durante toda la historia aunque lamentablemente no fue así. Lo que si estuvo muy bueno es el trabajo de Tom Morello, guitarrista de Rage Against The Machine, junto al compositor John Debney en la banda de sonido incidental. Más allá de algunos detalles el balance del nuevo trabajo del director Favreau es totalmente positivo y representa otra gran producción de Marvel en el cine que vale la pena.
La leyenda del indomable Un nuevo show actoral de Robert Downey Jr. es lo mejor de una secuela apenas entretenida. El superhéroe menos heroico está de regreso. Tony Stark, el empresario multimillonario, playboy incorregible, egomaníaco y alcohólico, ya es conocido por todos como Iron Man. Se acabaron los secretos. Pero para Stark no es un problema. Al contrario, es motivo para más show, para inflar más su ya exacerbado narcisismo. Es él, y nadie más, el único capaz de salvar el planeta. "Privaticé la paz mundial", se vanagloria. En Iron Man 2, Stark se verá enfrentado a diversos problemas (y villanos) paralelos. Esa "justicia privatizada" no le cae nada bien al gobierno estadounidense, que quiere su tecnología para controlar ellos la seguridad mundial. Y por allí está también Justin Hammer (Sam Rockwell), un fabricante de armas que también quiere esos secretos. Y en el medio está Rhodey (Don Cheadle, que reemplazó a Terrence Howard), el amigo de Stark, que duda si debe o no dejar la seguridad del planeta en manos de semejante irresponsable. Y aún falta lo mejor: Ivan Vanko (Mickey Rourke), el hijo de un científico ruso que quiere vengarse de Stark por un asunto del pasado, y que es quien más cerca está, tecnológicamente hablando, de presentar una seria amenaza para Tony. Todo esto, claro, sin hablar de su relación siempre distante con Pepper Potts (Gwyneth Paltrow), su atracción por Natalie Rushman, una misteriosa asistente recién llegada a su empresa (Scarlett Johansson) y, finalmente, su problema principal: el reactor que le funciona como corazón está arruinando su cuerpo y puede matarlo si no encuentra una solución rápida. Con todos estos materiales juntos, es claro que no puede haber una película sino una sucesión de escenas, enfrentamientos y, lo que patentó muy bien la película original, oportunidades para que Downey luzca su timing cómico frente a distintos partenaires. Pese a eso, el asunto fluye con bastante naturalidad y no se transforma en el pastiche que fue El Hombre Araña 3. Más que nada porque el director Jon Favreau, sabe que el fuerte de la saga está en el jugo que los actores le sacan a cada escena, más que en su algo irrelevante trama o en sus escenas de acción, que no ocupan ni la mitad del tiempo de lo que lo hacen, por ejemplo, en Transformers. Se ve que Favreau entiende que ver chocar a dos estructuras voladoras de metal durante una hora es agotador y prefiere mantener los enfrentamientos (salvo el primero y más espectacular, en un Grand Prix en Mónaco) en su justa medida. O bien, los productores se dieron cuenta de que, después de Avatar, las escenas de acción en 2D, ya no lucen tan bien como antaño y las recortaron. Menos interesante que la primera (o al menos ya no causa la misma sorpresa la interpretación entre cómica y desaforada de Downey), pero indudablemente entretenida, Iron Man 2 es, a su manera, una suerte de despedida a los grandes tanques de acción en 2D. Se trata de una especie, como los superhéroes impecables de los años '50, en vías de extinción.
El regreso del hombre de hierro Segunda parte del superhéroe encarnado por el gran Robert Downey Jr. A dos años de la muy entretenida primera entrega (un éxito de crítica y de público que generó ingresos por 572 millones de dólares sólo en los cines), llega esta secuela que repite director (Jon Favreau) y pareja protagónica (Robert Downey Jr. y Gwyneth Paltrow), pero le agrega un malvado de fuste (el reivindicado Mickey Rourke), un nuevo objeto del deseo (Scarlett Johansson) y un par de actores afroamericanos de renombre (Don Cheadle y Samuel L. Jackson). Este segundo capítulo de la saga (el tercero ya está en marcha y en la propia trama de esta película se adelanta incluso la llegada de Los Vengadores dentro de dos años) no está a la altura de su predecesora: es un producto bastante digno, es cierto, pero carece de la potencia, el humor, la fluidez y el erotismo de la primera. Los diálogos, las secuencias de acción y hasta las actuaciones (con la excepción del siempre carismático Robert Downey Jr.) lucen menos inspiradas que en el film original basado en los personajes de la factoría Marvel. Es como si todos se dedicaran a cumplir con profesionalismo pero sin audacia con lo que se espera de ellos. En el arranque del film, el narcisista y excéntrico multimillonario Tony Stark (Downey Jr.) admite en conferencia de prensa que es Iron Man y se vanagloria de haber logrado disipar las tensiones internacionales ("privaticé la paz mundial, ¿qué más quieren?"). Sin embargo, cuando convence al Congreso de que no hay nadie capaz de alcanzar su capacidad tecnológica, aparece en escena Crimson Dynamo (Rourke), un físico ruso con ansias de venganza que es financiado por un despechado proveedor militar (Sam Rockwell). Mientras tanto, el protagonista empieza a sufrir por su salud (una creciente toxicidad en la sangre) y por la caída en su credibilidad pública. Es allí cuando surgirán la bella Natalie Rushman (Johansson), el enigmático Nick Fury (Jackson) y un militar amigo (Cheadle) para ayudarlo. Por más canciones de AC/DC que suenen de fondo, por más esfuerzos cómicos que haga el guión de Justin Theroux (creador de Una guerra de película , sátira bélica de y con Ben Stiller), la película nunca alcanza la intensidad ni el desparpajo que convirtieron al primer film en un referente dentro de este tipo de tanques basados en superhéroes de historieta. Las múltiples subtramas del relato no hacen otra cosa que dispersar cada vez más la atención y sólo la apuntada ductilidad de Downey Jr., un gran actor que es capaz de sostener en pantalla la situación o el diálogo más ridículo, logra rescatar al film del naufragio: se ha ganado en buena ley, por lo tanto, cada uno de los no pocos dólares de su cachet.
La autoparodia del hombre de hierro Con todos los condimentos necesarios para un superhéroe de Marvel, este Iron Man multiplica héroes, villanos y subtramas, que por momentos agregan encanto y en otros sólo confusión. Pero eso no impide disfrutar el despliegue de batallas y choques hi-tech. Se sabe: no hay superhéroe de la Marvel que no sea débil. Para ellos, el don es la condena. Pero la debilidad de Tony Stark es más de fondo que la de sus colegas: si es un héroe, es sólo porque se enfrenta a tipos peores que él. Playboy fanfarrón, showman mediático, heredero asquerosamente rico de la más poderosa corporación armamentística del planeta (la barbita candado, la piel tirante y el peinado lo confirman como versión blindada de Ricky Fort), el peor que él de la primera parte era su segundo, que vendía armas a los terroristas afganos. En Iron Man 2, los que le posibilitan ser el bueno y no el malo de la película son un senador pusilánime y, sobre todo, un competidor que a lo único que aspira es a ser como Stark, pero peor. Ellos, y su talón de Aquiles: el generador insertado en su pecho, que le permite seguir viviendo mientras lo mata de a poco, producto de la alta toxicidad. La diferencia con su homólogo tinelliano es que de entrada nomás, Stark, saliendo del closet, dice por TV: “Sí, soy Iron Man”. Escrita por Justin Theroux (actor de El camino de los sueños e Imperio, de David Lynch; coguionista de Una guerra de película) y dirigida nuevamente por Jon Favreau, Iron Man 2 es a la vez una superproducción y su parodia. Los códigos de la secuela la llevan a funcionar por multiplicación; los de la parodia, a comentarse sarcásticamente a sí misma. Stark (Robert Downey Jr.) no tiene un archienemigo, sino dos y hasta tres. A su secretaria le suma ahora una secretaria de la secretaria. Su ladero fiel se convierte en rival (por un rato). Las figuras paternas también se duplican, entre el padre biológico y una especie de protector que asomaba en la primera parte y ahora lo hace más decididamente. Uno de sus archienemigos es Ivan Vanko, su doble simétrico (el rostro de Mickey Rourke indica que debe estar preparándose para hacer de Genghis Khan). Si Tony es yanqui, Ivan es ruso. Si Stark es un ingeniero genial, Vanko es un físico genial. Si Stark vive bajo la sombra del padre, otro tanto sucede con Vanko, cuyo progenitor emigrado fue despedido por Stark Sr. Pero sobre todo: si Stark es Iron Man, a la muerte de Vanko Sr. Ivan se fabrica su propio traje artillado y marcha a Occidente, donde intentará cortar al otro en pedacitos. En una película de duplicaciones, no es raro que Stark tenga un segundo doble. Se trata de Justin Hammer, dueño de la corporación rival (Sam Rockwell), que cuenta con apoyo del poder político. Carcomido por la envidia, Hammer pretende que Vanko se convierta en algo así como su director artístico. Para ello lo pone al frente de un ejército de drones, suerte de Iron Men multiplicados al infinito, con los que aspira a reemplazar a las Fuerzas Armadas de los EE. UU., convirtiéndose en Dictador Universal. Entre propulsiones a chorro, rayos repulsores, ondas magnéticas, armaduras y el tachín-tachín generado por el hierro, la maza y el martillo, la proliferación de tramas parece tan fuera de control como los drones de Hammer. Es una lástima que el personaje de Rourke quede subsumido por el hombre de apellido de martillo, ya que el escarbadientes que el actor del rostro variable chupa toda la película y los monosílabos que escupe en ruso son dos de los grandes placeres de esta segunda parte. Ni qué hablar de la secretaria-espía de Scarlet Johansson y el Nick Fury de Samuel L. Jackson, llamados a engordar la trama con desvíos que dispersan y confunden. Si hay una escena que muestra hasta qué punto esta Iron Man funciona como parodia de sí misma es la pelea entre Stark y su fiel Rhodie. Voz de la conciencia del descontrolado ricachón, Rhodie (Don Cheadle) llega a casa de Stark y lo encuentra fiesteando, con la armadura puesta. Descuido imperdonable. Que la corte, que no la corto nada, Rhodie se va y vuelve con armadura puesta. Se trenzan de tal forma que terminan tirando la casa abajo. Una desmesura sumamente disfrutable, pero que genera el pequeño problema de que después de eso –se sospecha– no habrá escena culminante que pueda ir más allá. Y no la hay.
Tony Stark / Iron Man es el más cool de los superhéroes. Lejos. Un tipo capaz de hacerse el DJ en su propia fiesta de cumpleaños y de salvar al mundo sin perder un ápice de estilo. Pero en esta vibrante secuela de Iron Man: El Hombre de Hierro queda claro que Tony es también un ser humano conflictuado. Un hombre de personalidad compulsiva, arrogante a niveles letales (promediando su propia fiesta, vestido con el poderosos armatoste, comienza a disparar rayos sobre objetos, a riesgo de herir a los invitados). Un hombre que todavía se siente a la sombra de su padre, quien le prestaba más atención a los negocios que a la familia. Un hombre con tendencias autodestructivas, como bien se veían en el comic. Por supuesto, esta vez hay más paralelismos entre el personaje y el magnánimo actor que lo inmortalizó en la pantalla grande. Porque Robert Downey Jr. NACIÓ para interpretar a Tony Stark. Mejor dicho, Robert Downey Jr. ES Tony Stark. Un individuo que, a pesar de sus defectos, sigue siendo un titán capaz de dar lo mejor de sí, de ganarse al público y de continuar triunfando. Esta vez tiene un oponente a su altura. Iván Vanko, alias Whiplash, es un ser dolido (su padre tuvo problemas con Howard Stark, el progenitor de Tony), y de pocas palabras, casi todas en ruso. Vanko puede apurar a Iron Man, demostrarle que no es un Dios Todopoderoso, y lo logra en una intensa secuencia en medio de una carrera automovilística en Mónaco. Y qué mejor que Mickey Rourke para ponerle el cuerpo y el alma a una criatura así, que conoció los abismos y ahora resurge para imponerse y demostrar que no piensa tener misericordia contra la sangre de aquel viejo enemigo. Para colmo, Vanko es financiado por Justin Hammer (Sam Rockwell), un inescrupuloso empresario rival de Stark Industries, deseoso de convertirse en el proveedor de armas sofisticadas para la milicia. Curiosamente, el enorme Sam Rockwell fue una de las primeras opciones para interpretar al mismísimo Tony Stark en la primera parte (aunque el papel era codiciado por Tom Cruise y Nicolas Cage). Pero Tony tampoco está sólo. Además de la infaltable Pepper Potts (Gwyneth Paltrow), su mano derecha y amor ¿imposible?, está el Coronel James Rodhes. Este personaje ya no es interpretado por el talentoso Terrence Howard sino por el no menos genial Don Cheadle. Aquí Rodhey por fin se calza el traje de War Machine, un prototipo similar al de Iron Man, pero plateado. La pelea entre los dos entes robóticos, al ritmo de Queen y Daft Punk, es de antología. Rodhes planea que War Machine sea un arma de combate, pero Hammer tiene ideas más perversas. Un párrafo aparte merece Scarlett Johansson como Natasha Romanoff, la espía rusa encargada de vigilar que Tony no se entregue a los excesos y mantenga el status quo. Dicho de manera educada, un infierno de mujer. Sin embargo, podría haber estado más aprovechada. Tal vez le luzca mejor en la tercera parte. Samuel L. Jackson retoma su papel de Nick Fury, otro de los superhéroes del universo Marvel, responsable de S.H.I.E.L.D. y del proyecto Avengers. Ya no hace un cameo, como al final de los créditos de Iron Man; ahora tiene más participación. Una escena entre él y Tony hará que no pocos cinéfilos sonrían un momento. Jon Favreau vuelve a dirigir, y demuestra que el tono que le agregó a Iron Man como concepto cinematográfico es acertadísimo, casi milagroso. Ni muy oscuro ni demasiado infantil, ni tan complicado ni excesivamente light, ni cínico ni estúpido. Y siempre con un ritmo más endemoniado que el mismísimo Rey del Averno. Además, Favreau sigue apareciendo delante de cámara como Happy Hogan, el chofer de Tony. De hecho, en este film tiene escenas pugilísticas, algo que le debe haber quedado de cuando hizo de Rocky Marciano en un biopic televisivo. J. F. estaba destinado a las adaptaciones de Marvel: en su momento casi interpretó a Hank McCoy / Bestia en X-Men 2, y fue amigo de Ben Affleck en Daredevil: El Hombre sin Miedo. Tampoco es para desmerecer el sólido guión, a cargo de Justin Theroux. Este casi desconocido actor también escribió Una Guerra de Película, la mejor comedia de la década pasada. Downey Jr., actor de Una Guerra... fue quien lo recomendó para IM2. Por su certero nivel de complejidad, por su irresistible sentido del humor, por el carisma de los actores, por sus escenas de acción, esta película resulta una segunda parte superior a la primera. Y, como corresponde, deja con ganas de mucho más. Si uno se pone un poquito exigente, tal vez sea posible pensar que, como en la mayoría de los segundos actos, hubiera sido interesante incluir una vuelta de tuerca vinculada a un hecho trágico. Recuerden El Imperio Contraataca, o la mencionada X-Men 2, o la inigualable Batman: El Caballero de la Noche. Pero no importa. Es un detalle que no desmerece el producto final. Se vienen más films basados en comics de Marvel: Thor, dirigida por Kenneth Branagh, con Anthony Hopkins y Natalie Portman; y Capitán América (cuyo escudo es incluido en un chiste de la película). Por supuesto, tampoco hay que olvidar el largometraje de los Avengers, anunciado para 2012. Como verán, hay superhéroes para rato.
Con un fierro Es difícil superar el suceso de la primera entrega de Iron Man. Una segunda parte debe necesariamente ocuparse de aquellas cosas que en la anterior se insinuaban, profundizar ciertas líneas del guión y sumar nuevos desafíos para nuestro héroe, todo sin bajar el umbral de calidad. Ahora Tony Stark (Robert Downey Jr.) debe lidiar con el envenenamiento que causa en su cuerpo el núcleo que le da energía, con un senador que pretende confiscarle la armadura y, para peor, con un ruso deseoso de venganza que es capaz de reproducir la tecnología que da poder al hombre de hierro. Con un ritmo menos trepidante que el de su antecesora, pero con buenas dosis de acción, "Iron Man 2" despliega una impactante artillería visual, merced a excelentes efectos especiales y la acertada dirección de Jon Favreau, quien además se asegura otra vez un divertido personaje secundario. En los roles protagónicos Mickey Rourke se luce desde el inicio con un personaje a su medida mientras Robert Downey jr. deja fluir ese talento innato que le permite encantar audiencias con el papel que sea. Don Cheadle ocupa el lugar de Terrence Howard para interpretar al Teniente Rhodney, en tanto Gwyneth Paltrow cumple acertadamente como la sufrida Pepper. Por su parte Scarlett Johansson aporta su reconocido sex appeal pero no llega a impactar como heroína. La maquinaria Marvel se afianza y usa a este filme para cimentar lo que será la gran apuesta de "The Avengers" en 2011, donde Iron Man se unirá a Thor, Hulk y Capitán América. Los guiños son abundantes y la presencia de Samuel L. Jackson como Nick Fury no hace más que prologar algo más prometedor aún. Atención: Por decisión de la oficina de prensa local los créditos finales no fueron proyectados en su totalidad durante las funciones para cronistas, por tal motivo no podemos asegurarles que exista una escena extra detrás de los títulos. Quédense hasta el final a su riesgo.
Ayer finalmente ví "Iron Man 2", película esperada por muchos (me incluyo). La primer película de Iron Man, me había gustado mucho, de hecho, creo haberla visto unas 10 veces :P Así que tenía bastantes ganas de ver la segunda parte, más que nada por las escenas de acción y todos los "gadgets" que tiene Tony Stark (Robert Downey Jr.). En esta oportunidad el villano de turno es Ivan Vanko, interpretado por Mickey Rourke, quien no le aporta demasiado al personaje, simplemente cumple minimamente con su rol... Pero por suerte, Robert Downey Jr., el protagonista, vuelve a realizar un muy buen trabajo, y en mi opinión, hace una muy buena interpretación de Stark. Algo que me encanta de las películas de Iron Man, es que la tecnología y la informática, jueguen un rol bastante protagónico a lo largo de la película, no sólo por la aparición de numerosos gádgets, sino también por varias situaciones en donde se vé un gran avance tecnológico, y un claro ejemplo de esto es la casa de Tony Stark (que obviamente quisiera tener! :D). Leí por ahí que muchos comentaban que la trama de la película era muy complicada, y no se terminaba de entender. No es para nada complicada! Tengan en cuenta que es una película que muchos chicos seguramente van a ir a ver (está catalogada para mayores de 13 años), así que la idea es que cualquiera puede entenderla sin demasiada dificultad. Y si no vieron la primer película, no se hagan mucho problema, van a poder disfrutar de "Iron Man 2" sin ningún problema ;) En cuanto al Soundtrack, como habrán visto en varios videos, está compuesto de canciones de AC/DC, que obviamente le aportan mucho a la película, ya que estilo de música, creo que acompaña muy bien la personalidad de Stark. "Iron Man 2", es una película que seguramente va a cubrir las expectativas de quienes están esperando ansiosamente que se estrene esta segunda parte, y que obviamente tiene una buena dosis de acción, que hace que sea sumamente entretenida y "pochoclera" :)
Dueño de la paz mundial Iron Man está de regreso, aunque ahora es más importante Tony Stark que su armadura de hierro. El director Jon Favreau (que vuelve a reservarse el papel secundario de Happy Hogan) reincide en esta segunda parte del filme inspirado en el cómic de Marvel y apuesta a la fórmula de la primera: un Robert Downey Junior encarnando a un personaje que tiene el ego de un superhéroe y los manierismos de un millonario (a la inversa de Batman), con cuotas similares de acción y humor, villanos varios, complots y dinámica de clip de rock. Pero hay nuevos ingredientes: el mundo ya sabe que Iron Man y Stark son la misma persona (ya no hay identidad que proteger); el superhéroe flirtea sin pudor con su chica, su asesora Pepper Potts (Gwyneth Paltrow); y enuncia en voz alta el rol de justiciero/millonario que se auto adjudica, fuera de toda ley. Esta vez, el gobierno de Estados Unidos quiere que “comparta” su información sobre armamento para la seguridad nacional, pero Stark prefiere encargarse él solo de la tranquilidad del planeta, al grito de “Yo privaticé la paz mundial”, una línea que poco se usa pero mucho dice del perfil del superhéroe de Hollywood. Entre los personajes nuevos, Mickey Rourke encarna al villano (ruso, obvio) Ivan Vanko, que se convierte en equivalente tecnológico de Iron Man, en un papel que evoca al de El luchador y que empieza prometedor pero que va perdiendo potencia a medida que avanza la historia. Más interesante es el otro villano yuppie que logra Sam Rockwell, que quiere vender la inteligencia armamentista al gobierno; y poco efecto tiene la femme fatal de doble identidad que encarna Scarlett Johansson. En medio de todos ellos, Stark descubre que el mecanismo que lo fortalece también puede matarlo; y la omnipotencia del superhéroe se doblega ante su vulnerabilidad mundana. El lema paz y amor se convierte en paz y rockandroll, en escenas de acción montadas como coreografías de videogame al ritmo de AC/DC, The Clash o Queen, que, combinadas con el humor que le imprime Downey Junior a su personaje (el superhéroe con resaca, sentado dentro de un enorme cartel de donuts) hacen la parte fuerte del filme. Sin embargo, hay tiempos muertos que dilatan demasiado el ritmo de la acción y falta la potencial intensidad de un Mickey Rourke que podría hacer temblar las rodillas de cualquiera. Igual, la puerta queda abierta para una tercera parte, con Los Vengadores.
¡Viven! El jueves llega la secuela del héroe, otra vez con Robert Downey Jr. como pilar. Se le suma Mickey Rourke, "el malo de la película". Ambos parecen haber resucitado luego de sus reiterados pesares personales. Maduros muchachos lindos y talentosos que destruyeron parcialmente su carrera. Esta podría ser una arquetípica -pero real- frase que circunscribe a Robert Downey Jr. y a Mickey Rourke. Ambos retomaron sus carreras y desde hace un año aparecen más en las páginas de espectáculos que en las de policiales, como paradójicamente solía ocurrir. Ellos están de regreso -no de vuelta, ojo-, saludables y aparentemente reconciliados con sus vidas fuera del set. Después de ver "Iron Man 2", que se estrena mañana, lo primero que pasa por la cabeza es cuánto se han divertido en el rodaje. De hecho, son lo mejor de un film cuyo género no suele deparar grandes chances actorales por el tsunami de efectos especiales. Downey Jr., protagonista, saca ventaja en un hipotético duelo, y es quien provee la media docena de efectivos gags con los que cuenta la película, que en EE.UU. se estrena el 7 de mayo. Ya con su elogiado trabajo en la piel de Sherlock Holmes, Downey Jr. lució compenetrado, y algo más alejado del infierno de las drogas en el que estuvo inmerso. Cayó en largos viajes lisérgicos generados por narcóticos, producto quizá de una fama que lo desbordó, luego de su consagratoria actuación en "Chaplin". Boby estuvo detenido, fue multado infinidad de veces y hasta pasó 180 días en prisión. "Fue como tener un arma cargada en la boca", comparó un Downey, hoy por hoy, entre los diez mejores actores del momento. En la otra esquina del round se encuentra "el luchador" Rourke, otro peso pesado que no se bancó un megaéxito como "Nueve semanas y media". Se tiró contra la industria, despotricó contra cientos de actores, cayó en la bebida y, como le hicieron un vacío dentro del cine, terco y orgulloso, les hizo un corte de mangas a todos y volvió a un viejo amor, el boxeo. "Me harté de Hollywood", había comentado en los tempranos noventa. En el cuadrilátero no le fue demasiado bien y se exilió en el ostracismo, hasta que Darren Aronofsky lo sacó del placard para ofrecerle -con toda la industria en contra- el papel de su vida: "El luchador". Algo estropeado por fuera, Rourke dice que interiormente está "como nunca, con más entusiasmo" que antes de "Nueve semanas...". Admite que cambió, que debió hacerlo para volver a pertenecer. Desde comienzos del año pasado no para de filmar, como queriendo recuperar el tiempo perdido. Y en "Iron Man" no desentona para nada encarnando al grotesco Ivan Vanko, el villano ruso que maneja como castañuelas unos poderosos látigos eléctricos. Es imperdible escucharlo hablar con acento. "Tuve que practicar tres horas por día", señaló. Llega "Iron Man 2", cuya antecesora resultó furor y recaudó casi U$S 600 millones. Dicen que ésta la superará porque se reforzó cual plantel galáctico Notas, semblanzas y críticas ya comenzaron a "presionar" al futuro espectador. Quien esté en la disyuntiva, quien no sea un seguidor ferviente de este género, sepa que disfrutará de dos actores que resurgieron y que, sobre todo, ¡viven!
Lo primero que debe ser dicho de Iron Man II es que ésta sería simplemente otra película de acción si no fuera porque siempre Robert Downey Jr. amerita que vayamos a una sala. Su presencia en cualquier film le sube unos puntos al promedio. Ya conocemos un poco la historia del magnate Tony Starck que tiene injertado una suerte de corazón atómico en el pecho, que es lo que a la vez le permite vivir y ser el Hombre de Hierro. Más allá de que Iron Man ha garantizado la paz mundial, es amado por todas las naciones, y el Planeta vive su época de mayor estabilidad a nivel conflictos internacionales, en esta oportunidad tenemos al Gobierno de Estados Unidos acusando a Tony de ser poseedor de un arma de destrucción masiva: el traje de Iron Man. Básicamente, las leyes estadounidenses prohiben que un civil mantenga en su poder maquinaria de semejante peso armamentístico (para más información, ver excusas en el caso “Saddam“…). En su defensa, Starck prueba no sólo que ha hecho un uso correcto y acorde con las leyes estadounidenses, sino que además el resto de los países están muy pero muy lejos de ser capaces de crear esta tecnología de punta. Lo absuelven y queda libre. Sin embargo, hete aquí el problema: nos enteramos de que Tony no es el único poseedor de esta gloria de las armas. Resulta que el padre de Tony, el creador de Starck Industries y Amo y Señor de la industria armamentística, tenía un socio ruso que murió en el olvido y pobre. Su hijo tiene todos los datos tecnológicos y va a vengar la memoria de su padre. Éste villano no es otro que Mickey Rourke. Y para hacerla completa, tenemos un tercer “malo”, nada menos que el genial actor Sam Rockwell, que interpreta a otro magnate de la industria de las armas, un competidor que siempre es humillado por Tony Starck. Cuando él descubre que hay alguien que puede hacerle frente a nivel tecnológico pero con carencias económicos, o sea Mickey Rourke, decide financiarlo. Así, tenemos robots, tiros y cosa golda. A esto le sumamos Scarlett Johansson, Gwyneth Paltrow y una pizca de Samuel L. Jackson y da como resultado una pochoclera pero de las buenas.
La privatización de la paz mundial Apenas dos años después de su primera aventura, regresa el multimillonario inventor en la dinámica Iron Man 2 (2010). Conservando el mismo equipo de realizadores y protagonistas, por una vez el viejo adagio hollywoodense que incita a “multiplicar recursos” funciona sin mayores problemas y por sobre todas las cosas dignifica a la franquicia en cuestión. Desde el vamos aclaremos que a pesar del songtrack de AC/DC que reposa en las disquerías, sólo hay dos canciones de los australianos en el film: la música se mueve en un espectro rockero bastante ecléctico que abarca desde Queen a The Clash. La historia en esta oportunidad gira alrededor de los intentos por parte del gobierno para adueñarse de la creación de Tony Stark (Robert Downey Jr.): así tenemos un flamante competidor, Justin Hammer (Sam Rockwell), un villano de temer, Ivan Vanko (Mickey Rourke), y hasta una nueva asistente, Natalie Rushman (Scarlett Johansson). Por supuesto vuelven Gwyneth Paltrow como Pepper Potts y Samuel L. Jackson como Nick Fury, ahora sí con algo de presencia en pantalla. El único cambio se produce en el personaje de James Rhodes, mano derecha de Stark, con Don Cheadle reemplazando a Terrence Howard. El director e intérprete Jon Favreau reincide sabiamente en esa combinación justa de energía vertiginosa, fantasía tecnológica y drama condimentado con muchos toques de humor perspicaz. Para ser más precisos debemos señalar que los primeros 30 minutos son en verdad excelentes, de una fuerza narrativa pocas veces vista en el Hollywood actual. Llegando a la mitad la película entra en una meseta no muy acentuada que sin embargo permite profundizar en algunas aristas de la identidad de nuestro héroe. El desenlace trae consigo un nuevo aluvión de efectos digitales y rimbombantes secuencias de acción. Todo el elenco aporta lo suyo pero lo de Robert Downey Jr. a esta altura resulta difícil de medir o por lo menos clasificar: ya ni siquiera se puede decir que hace de sí mismo porque esta versión del inefable Stark está elevada a la enésima potencia con respecto a la anterior en lo que hace al cinismo, la capacidad de respuesta y la disposición hacia la parranda. El actor se come la pantalla entregando literalmente su corazón a un proyecto que llevado por otra estrella parecería un esqueleto eficiente aunque sin núcleo, una montaña rusa desaprovechada. Sam Rockwell y Mickey Rourke complementan de maravillas ésta labor. Considerando que las secuelas suelen caer en redundancias paralizantes e idioteces varias, podemos concluir que Iron Man 2 supera con éxito la prueba que siempre presenta la repetición de personajes y situaciones. El guión de Justin Theroux edifica un desarrollo natural sin necesidad de forzar los términos o recurrir a artificios infantiles que neutralicen el relato. Con otro genial cameo de Stan Lee y una premonitoria escena post créditos finales, la obra ofrece su propia lógica y entretiene en función de una condena del armamentismo y un alegato sarcástico a favor de la privatización de la “paz mundial”.
Un film que funciona a medias, con resultados aceptables cuando se encarga de la autoparodia del superhéroe y del auge del militarismo. Sin embargo, la inclusión de subtramas y nuevos personajes afectan a la estructura global del film, lo dispersan apelando a resoluciones improvisadas. Downey Jr. aporta un humor necesario que en contraste con la mala actuación de Mickey Rourke compensan el desnivel, sumándose un puñado de secuencias de acción que valen la pena...
Tras el sorpresivo éxito mundial de "Iron Man", tomando en cuenta que es uno de los personajes menos conocidos de Marvel, rápidamente se puso en producción la segunda parte que se estrena sólo dos años después. Considerando que no hubo un guión terminado antes de comenzar a filmar esta continuación, el resultado es bueno aunque no tan entretenido como su primer parte. Quienes vayan buscando una película de pura acción se van a desilusionar, ya que en esta nueva entrega la historia se enfoca más en el millonario Tony Stark que en el superhéroe Iron Man. Obvio no faltan las buenas secuencias de acción, pero son sólo tres (una al principio, una a la mitad y otra al final) lo que resulta poco para un film pochoclero como éste. Por el lado de la historia, hay demasiado tema metido en las dos horas de duración. Tras haber revelado su identidad secreta al final de la primer parte, Tony Stark es presionado por el Gobierno (encabezado por un senador interpretado genialmente por Garry Shandling) para que entregue su novedosa tecnología al Ejército. A ésto se le suma un millonario rival que tiene sus propios intereses, una nueva asistente que oculta otra identidad, un inventor ruso que quiere venganza, un problema tecnológico que afecta la salud de Stark y algunos temas no resueltos con su fallecido padre. Ésto hace que haya demasiados personajes dando vueltas (mas allá de contar con un gran elenco), algo similar a lo que pasó con "Spider Man 3". Robert Downey Jr. vuelve a lucirse en el papel del millonario, aportando su carisma y talento, lo que permite hacer llevadera la historia cuando no lo encuentra disfrazado de hombre de hierro. Gwyneth Paltrow tiene menos escenas que en la anterior y es una pena, por la buena química que tiene con Downey Jr. Don Cheadle reemplaza a Terence Howard en el rol de Rhodey, a quien esta vez le toca participar en las escenas de acción. Mickey Rourke mantiene su típico look para interpretar al malvado ruso Ivan Vanko. Scarlett Johansson está de más, creo que sólo la incluyeron para presentar el personaje y poder meterla en futuros films de Marvel. Como asistente no aporta nada y como la Viuda Negra sólo tiene una escena de acción. Quizás interpretado por Emily Blunt, como se había pensado originalmente, hubiera sido más interesante. Completan el elenco Sam Rockwell como el millonario rival y Samuel L. Jackson en una nueva aparición como Nick Fury. El entretenimiento que más esperaba llegó en la ultima media hora con varias secuencias de acción que me hicieron salir del cine conforme con el resultado final.
Hace un tiempito, Robert Downey Jr se convirtió en una de las estrellas más grandes de Hollywood gracias a Iron Man. Y él es el motor principal que hace funcionar a esta secuela. Iron Man conseguía una aleación perfecta para una película de superhéroes: acción, humor y un personaje carismático. Iron Man 2 retoma y exacerba todas estas virtudes de la primera parte, con un pequeño problema. A la película parece que se la comió el personaje (Tony Stark, claro), se agranda y se vuelve demasiado canchera en pos de la carcajada y, por momentos, siquiera se preocupa demasiado por las secuencias de acción. Sin llegar al cielo que prometía la primera parte, Iron Man 2 es agradable como pocas películas y permite, como casi ninguna, disfrutar a Robert Downey Jr. en todo su esplendor.
Iron Man 2 es una gran secuela, que confirma de alguna manera las excelentes intenciones de la primera. Jon Favreau vuelve a dotar a esta nueva entrega de grandes escenas de acción sustentadas en una muy buena historia para contar. Iron Man tiene una ventaja sobre los super héroes convencionales, llámese Batman, Superman, Flash, etc, y es que su identidad es de público conocimiento, entonces eso le da mucha mayor libertad al personaje real llamado Tony Stark, quien de esta manera no tiene ningún problema por ejemplo en emborracharse y hacer destrozos en su propia casa vestido de héroe. Esa situación es imposible imaginarla entre los personajes nombrados anteriormente. Esta ventaja es muy bien aprovechada por Favreau que pone a Tony casi el mismo tiempo en pantalla que Iron Man. El guión escrito por Justin Theroux es un traje a medida para Robert Downey Jr., que se come la película gracias a las grandiosas líneas que supo escribir Justin. Obviamente que el actor de Sherlock Homes dota de un carisma impresionante a Stark por si solo, pero los estupendos diálogos que tiene con sus enemigos y compañeros lo potencian al máximo. Downey Jr. no se encuentra solo en la lucha, lo acompaña Don Cheadle, como Rodhey y War Machine, para derrotar al temible Ivan Vanko y Justin Hammer y su ejército de robots. También cuenta con otra ayuda que no les voy a contar quién es porque en su momento yo me había informado que iba a ocupar otro lugar en la historia y lo informe aquí. Tanto Mickey Rourke como Sam Rockwell están muy bien en sus papeles. Rourke se luce regalando un genial villano, pero siento que su personaje daba para más, sin dudas su director no quizo eclipsar la gran figura de Tony Stark/Iron Man dándole más lugar a este malvado. Rockwell es simpático en su intento por destronar el imperio de las industrias Stark. Las niñas también tienen su lugar aquí, destacándose la siempre dulce Gwyneth Paltrow que le da mucho realismo a su Pepper Potts. En cambio Scarlett Johanson me sigue regalando la misma cara de niña sexy ingenua de siempre, aunque aquí presenta algunas ciertas variables como cuando desata su furia contra los guardias de la empresa de Hammer. Más allá de esas escenas realmente me cansa ver siempre el mismo papel que ya llevó a cabo en Match Point o Vicky Cristina Barcelona porque considero que da para mucho más. Mención aparte para las excelentes canciones de Ac Dc que suenan de fondo en varias secuencias. ¡¡Ver a Iron Man volar con Shot to Thrill de fondo, realmente paga el valor de la entrada más un balde de pochoclos!! Iron Man 2 es una gran secuela que cumple con todas las expectativas gracias a un potenciado y excelente Robert Downey Jr. que sumado a varios condimentos dan como resultado una excelente opción en cartelera.
La saga de Robert Viendo Iron Man 2 y a medida que pasan los minutos, este cronista se preguntaba cómo se lograra, en las películas por venir, sostener que Tony Stark, Nock Fury, Natasha Romanoff y los demás personajes sigan siendo quienes son. Es decir, toda esta película y todo su entorno se basan en historietas, ergo, todo se interconecta y quien es principal en una puede ser un peronaje secundario en "Thor", "Hulk", etcétera. Y quizás eso se deba a que Robert Downey JR. ES Tony Stark, todo lo bueno del film tiene que ver con que él esta en el centro de todo. Su composición es lo más parecido a lo que pensamos que es él, su desparpajo, sus contradicciones y más. Cómo evitar pensar que la escena de la fiesta de cumpleaños no es más que una recreación sin armadura de algún festejo de la estrella hollywoodense. En fin, que la segunda parte de Iron Man esta hecha para disfrutar. Un guión de manual que incluye un villano muy malo que tiene conexión con el héroe (Whiplash) interpretado por Mickey Rourke. que parece una caricatura de si mismo hace un rato largo, y otro pusilánime interpretado por Sam Rockwell que ni siquiera da miedo o produce peligro, razón por la cual su presencia es un tanto superflua. Además de ellos, Samuel Jackson, Scarlett Johanssen, y Gwyneth Paltrow se suman para conseguir un verosímil cercano a la realidad que los amantes del comic amarán, que quienes prefieren que la película haga todo por ellos disfrutaran, y el publico exigente descubrirá que esta bien pero no tanto, que el non stop de acción más efectos especiales, sumados a algunos rasgos humanos de contradicciones y angustias redondean simplemente algo entretenido digno de ver y que no decae. Entre tanto bofe superproducido no es poco. La pregunta es qué sucederá en el futuro, cuánto podrá Downey JR. soportar ser Tony Stark y si hay vida después de este actor para el personaje, lo cual también es mucho decir, porque se sabe, habitualmente sucede al revés.
Si hay algo que fascina en la pantalla es ver a un superhéroe con características de antihéroe y que nos conquiste de todas formas. Esto es lo que logra Robert Downey Jr. en su rol de Tony Stark. Como recordamos del final de Iron man 1, Stark anuncia a la prensa que él es el hombre de acero, contraponiéndose de este modo a todos los superhéroes de Marvel que luchan por ocultar su alter ego. Hecho público su secreto, su personalidad narcisista y arrogante se magnifica y no conoce límites, llegando a anunciar que ha logrado “privatizar la paz mundial” (recibiendo una salva de aplausos por semejante declaración). Sus archienemigos serán Ivan Vanko (interpretado por Mickey Rourke, quien ha resucitado su carrera tras El luchador), el hijo del ignoto socio de Stark Sr., el único que puede competir en inteligencia con nuestro héroe. Pero carece de recursos económicos, los cuales serán aportados por Justin Hammer (Sam Rockwell), el mayor competidor de Stark Industries. Hammer es de alguna manera la némesis en cuanto a egocentrismo, sólo que sin el charm… Como ayudantes del protagonista se encuentran la siempre fiel Pepper Potts (Gwyneth Paltrow), la bella y enigmática Natalie Rushman (Scarlett Johansson), el Tte. James Rhodes (Don Cheadle) y Nick Fury (Samuel L. Jackson), la cara visible de Los Vengadores. Todo lo que hace Stark es superlativo: tiene su propia feria de inventos que está en exhibición durante un año, conduce su propio auto en la pista del Grand Prix de Mónaco y hasta inventa un nuevo elemento que no se halla en la tabla periódica…sólo un actor como Downey Jr. puede interpretar a semejante personaje desagradable y hacer que lo adoremos (un poco como su propia vida fuera de las cámaras). Un film de esos donde los autos vuelan a montones, las explosiones están a la orden del día, el bien triunfa sobre el mal y hay un mensaje para la juventud: más vale caer gracioso que en gracia…¿o era al revés? No importa, definitivamente Stark cae de las dos maneras.
Esta franquicia contó con una muy buena decisión al ser planteada: contratar al director Jon Favreau. Cansado de la variante de llevar comics a la pantalla grande, algo que es evidencialmente provechoso para una distribuidora en materia de dinero. Una “moda?” que cada tanto se instala nuevamente en las carteleras hasta agotarse las ideas, los personajes, o algun fracaso rotundo, es asi que vemos nuevamente franquicias y nuevas sagas a las ya archiconocidas historias de Batman, Superman…héroes de acción de todos los tiempos, para todos los gustos y edades, la diferencia principal, radica en el “¿cómo?” llevar estas historias y traducirlas en material cinematográfico. Más sangre, más oscuridad, con una estrella de la lista de actores calificados como “A”, mas violencia, más adultez, tramas lejanas de ser infantiles, críticas implícitas a la sociedad capitalista, resurgimiento del 3D, si, de todo esto hemos visto en las útimas sagas estrenadas en éstos últimos diez, veinte años… La fórmula de Iron Man e Iron Man 2 radica en la comicidad, algo para lo que Favreau se especializa. Vital en consignar gags, que en gran parte logran emparchar baches de guión o revitalizar al film cada vez que empieza a decaer. Tony Stark, el hijo fanfarrón de un multimillonario, empresario poseedor de una fábrica de armamento militar, es un potencial egocéntrico, tiene todo lo que quiere, excepto por un corazón enfermo, debilitado por el paladio que contamina su metabolismo día a día, un hombre que está mueriendo poco a poco. La implementación de un actor de la talla de Robert Downey Jr. es otro de los logros, ya no es necesario tener actores que tengas sus bíceps como una tabla de lavar la ropa, se busca actuación, carisma y presencia, Downey Jr. tiene todo eso. En Iron Man 2, contamos a su vez con un elenco multitudinario, el nuevo villano interpretado por el “vuelto a la fama” merecida, Mickey Rourke, como el ruso Ivan Vanko, hijo de uno de los científicos despedidos de la Stark Enterprise, ahora ayudado por un competidor en tecnologías armamentistas, Justin Hammer (Sam Rockwell). Por su parte, Don Cheadle recrea el rol del teniente Rhodey, anteriormente interpretado por Terrence Howard y una pequeña participación de importancia de Samuel L.Jackson como Nick Fury, empleador de los Vengadores. Vuelve Gwyneth Paltrow como Pepper Potts y la Viuda Negra (Scarlett Johansson), intereses del playboy millonario. El uso de CGIs, nuevamente se encuentra nivelado con la acción, aquí no veremos exabruptos de la computación ni de la utilización de estos efectos. Como para abrir nuevas puertas, ya propuestas en El Increíble Hulk, continuamos dejando al azar nuevos índices de la eventual conjunción de super heroes de Marvel, los denominados Vengadores (The Avengers), constituidos por Hulk, Iron Man, Capitán America, etc., con fecha de estreno para el 2012.
Iron Man 2: héroe con las baterías recargadas ¡Qué gran jugada es Iron Man! Personaje sin carisma para el lector, pero que ha encontrado en el cine su oportunidad mejor. Porque entre el panteón de los héroes de Marvel Comics, muchos de ellos conocidos aunque poco leídos en nuestro país, Iron Man aparece, casi, como hallazgo del cine. Aún cuando vive aventuras en cuadritos desde hace casi cincuenta años, como uno de los tantos personajes creados y escritos por el venerable Stan Lee, cuya tarea urgiera la admiración del mismísimo Federico Fellini. Y gran parte de ello merced al rostro y figura del incorregible Robert Downey, Jr. Quien hiciera propias las características menos correctas del personaje -su alcoholismo, así como la morfina de Sherlock Holmes ; como si de un reverso despreocupado se tratase, dados los conocidos problemas de adicción del propio actor. Más aún, Iron Man se ha revelado como uno de los personajes más siniestros en los comics actuales, de simpatías republicanas de la peor calaña. Mientras que el film lo ha re situado de manera más agradable pero, no por ello, menos problemática. Porque Iron Man sigue siendo el contraste de la paz hecha máquina. "He logrado privatizar la paz", señala Tony Stark (Robert Downey), mientras un Comité del Gobierno lo acosa desde el estrado y mediáticamente como amenaza potencial, en una situación que no deja de evocar los interrogatorios macarthystas de los años '50. La alusión no es gratuita puesto que, como fantasma redivivo, el comunismo entumecido reflorece desde el odio sin freno de Ivan Vanko, cuya promesa de venganza hará mella en la armadura de Iron Man a través del rostro impagable y oscuro de Mickey Rourke. En Iron Man 2 hay mucho de diálogo estirado y de situación resuelta rápidamente, tal como sucede cuando finalmente hace su aparición War Machine, ahora con el rostro del actor Don Cheadle. Más el capricho del realizador de ilustrar, antes que de componer musicalmente, las situaciones del film con temas especialmente elegidos de su idolatrado AC/DC. Por último, y como gran guiño, el escudo de la estrella (Capitán América) y el martillo (Thor). Y la promesa de sus inminentes films. El primero dirigido por Joe Johnston (El hombre lobo), y el segundo por -están leyendo bien Kenneth Branagh (Frankenstein, Hamlet). Todo ello en vistas al film grupal que los aunará para la pantalla del 2012 bajo el título Los Vengadores, con dirección de Joss Whedon, más conocido por Buffy la cazavampiros pero también, y por sobre todo, por ser un gran escritor de comics.
Robert, el gigante de hierro Cuando en el 2008 se estrenó la primera Iron Man, la empresa Marvel se la estaba jugando bastante. No sólo se trataba de trasladar al cine un personaje de historietas no tan conocido para la gente en general (al menos no al nivel del Hombre Araña o los X-Men), sino que encima para interpretar a dicho superhéroe convocaron nada más y nada menos que a Robert Downey Jr., que si bien era considerado como un excelente actor para muchos, gracias a sus continuos arrestos y adicciones nunca terminó de convertirse en la estrella que siempre mereció ser. Pero había otro riesgo más que la empresa comiquera estaba corriendo, y es que Iron Man era la primera película financiada por la Marvel como un estudio de cine independiente. Eso iba a permitir que los ejecutivos realicen lo que en el ámbito de los comics se llama “crossover”, o sea, el estudio iba a tener la libertad absoluta de juntar superhéroes diferentes en una misma película, ya que los derechos de cada personaje les pertenecen exclusivamente a ellos y no a los estudios grandes como la Sony o la Universal (por eso jamás van a ver a Spider-Man cruzándose con los 4 Fantásticos por ejemplo, ya que pertenecen a estudios diferentes). Esto permitiría el desarrollo de ese proyecto muy soñado tanto por la empresa como por los fanáticos de los comics, la película de Los Vengadores, una suerte de Liga de la Justicia versión Marvel que une a Iron Man con Hulk, El Capitán America y Thor (estos dos últimos personajes ya tienen sus films en pleno rodaje para estrenarse el año que viene). La jugada les salió más que bien. La primera película fue un gran éxito de crítica y público que relanzó por completo la carrera de Downey en Hollywood, y por eso era esperable el grado de anticipación que generó esta secuela. Si revisamos las segundas partes en films de superhéroes, encontramos que en general suelen ser superiores a la película original, como es el caso de El Hombre Araña 2, Batman: El caballero de la noche o X-Men 2. La fórmula es clara: habiéndose sacado de encima la clásica “historia de origen” del propio superhéroe, las secuelas tienden a ampliar el mundo desarrollado por la antecesora, y en general las secuencias de acción suelen ser mucho más impactantes y explosivas. La pregunta entonces era lógica, ¿sería Iron Man 2 una digna representante de aquellas segundas partes que superan al film original? La respuesta, al menos por ahora, es que no. Esto no quiere decir que Iron Man 2 sea un fracaso, para nada. Es más, hay algunas áreas en donde este film representa un gran progreso con respecto al primero. En primer lugar, al director Jon Favreau se lo ve más seguro en el desarrollo de las escenas de acción. Tanto la primera batalla de Iron Man con el villano Ivan Vanko (un Mickey Rourke con acento ruso y tatuajes por todos lados) en una pista de carreras, como la secuencia final contra un ejército de robots, muestran una mejoría notable en ese aspecto. Hablando de los villanos, tanto Rourke como el inmenso Sam Rockwell (interpretando al rival de Stark en el negocio de venta de armas) se lucen como oponentes de nuestro héroe, uno motivado por la venganza y el otro por la envidia. Los principales problemas con Iron Man 2 se encuentran en el guión. Después de unos primeros cuarenta minutos muy interesantes en donde se plantean los principales dilemas al protagonista –por un lado su corazón artificial que le empieza a fallar y por otro las repercusiones de haber revelado al mundo su identidad– la historia en la segunda mitad empieza a tornarse algo larga y pesada, con la llegada de Nick Fury y el comando S.H.I.E.L.D. apareciendo de la nada y alargando la trama sin ningún propósito para el relato principal (sí, hay un propósito en realidad, el de sentar las bases para una futura película de Los Vengadores). Es en esas cuestiones, así como en el agregado de personajes que poco aportan a la trama (la Black Widow de Scarlett Johansson, también un guiño a los fans para una futura película) donde se ven algunos problemas en la mitad del relato. Es como si los ejecutivos de la Marvel de pronto hubieran decidido que, en sacrificio de la historia de Tony Stark, había que agregar más personajes del universo de las historietas en la pantalla grande pensando en el futuro de la franquicia más que en la película misma. Por suerte, cuando parece que a Favreau el relato se le va de las manos y uno empieza a desear que alguna escena de acción nos devuelva el interés hacia la historia, ahí esta el genial Robert Downey Jr. Siempre activo, siempre con sus frases irónicas y su encanto permanente, Downey continúa demostrando ser el arma principal en esta saga, y su sola presencia carismática logra salvar cualquier bache que el guión pueda llegar a tener. Así, el saldo final es positivo, pese a no llegar a la solidez de la anterior entrega. Esperemos que para la próxima película Favreau realice los ajustes que tenga que hacer y pueda romper el maleficio de las terceras partes, que generalmente son las que terminan por condenar a una saga tanto creativa como financieramente. Pregúntenle sino a Superman, a Batman o al Hombre Araña.
Rock industrial Iron Man 2 podría verse como una película tan honesta como su predecesora en lo que refiere a sus intenciones: entretener. Sin embargo, hay un signo de desgaste en la construcción de algunos personajes y el sustento visual no fluye de la misma manera a través de las dos horas de la película. Hay por momentos una vacuidad discursiva de argumentos científicos que tornan densos algunos pasajes, pero que gracias al frenesí de explosiones y hierro estrellándose nos hacen olvidar aquellos agotadores parlamentos. Como se dice, es una película para pasarla bien un par de horas, luego tomar un café y contarla en la mesa entre detalles más o menos certeros, mientras nos escapamos temporalmente de la rutina. De paso, confirma a Favreau como un director eficiente y da el pie para que Marvel finalmente pueda estrenar su esperada The Avengers en el 2012. Hay algo notable en la construcción del personaje de Tony Stark que es, por momentos, quien le da a la película ese tono entre comedia y drama sobre el que se balancea. Favreau entiende perfectamente que así como Batman es sobre Bruce Wayne, Iron Man es sobre Stark, esa especie de Howard Hughes que se balancea entre el narcicismo y la filantropía. No hay una intención de saturar la pantalla de efectos especiales y maquillaje sin que antes se le haya dado una dimensión humana a esos superhéroes. Dado que se trata de un personaje complejo (como casi todo superhéroe), no veremos blancos y negros, sino una escala de grises sobre la cual se desarrolla la acción, con un mayor desarrollo sobre el negocio de venta de armas y la difícil relación paterno-filial, que sobre antagonistas vistosos, como fue vendida en cierto sentido la película a través del tráiler. Dado que se trata de un héroe que es un personaje público hay un trabajo de registros que quizá pase desapercibido, pero que a mí me pareció uno de los aciertos más notables de Favreau. En esencia, Stark es un personaje siempre construido por su imagen pública a través de distintos medios, particularmente en los casos de las secuencias en Mónaco y luego del discurso de apertura al film. Arriesgándose a perder un punto de vista más comprometido con su personaje, el director decide mantener una percepción omnisciente sobre el asunto: hay varias secuencias que describen al protagonista interpretado notablemente por Robert Downey Jr. desde otros puntos de vistas o personajes, ya sea una periodista buscando una nota o la cámara fija que se encuentra registrando un acontecimiento o un espectáculo televisivo. El magnate se transforma en la inmediatez de una noticia que irrumpe en la cotidianeidad televisiva, ya sea tras un juicio excéntrico o arriesgándose a correr una carrera donde ingresa un violento antagonista a los latigazos (¡!). Esta relación de familiaridad televisiva sobre lo extraordinario del superhéroe es una herramienta inteligente que Favreau sabe utilizar con solvencia, sin vulnerar el desarrollo del film. Pero como dijimos, no se trata de un antagonista vistoso lo que prima en la película, a pesar de que comienza y finaliza con el acomplejado Whiplash de Mickey Rourke. Stark tiene un enemigo más notable en el cínico Justin Hammer, un vendedor de armas dispuesto a todo para competir en el negocio, arriesgando vidas y complotando para demoler la figura de nuestro héroe. Y no se trata de un ser con poderes extraordinarios sino de una mente brillante que opera con corrupción e inteligencia, un enemigo sólidamente construido desde el guión que a pesar de sus modificaciones respecto al original funciona con eficiencia en la piel de un destacable Sam Rockwell. Pero a no asustarse, no faltan explosiones en el enfrentamiento final con Whiplash y un ejército de robots, a pesar de que a mi entender falta sangre para que comprendamos la dimensión de la violencia. La imagen así adquiere una plasticidad que torna artificial cualquier momento de acción, sin mostrar la consecuencia de lo que estamos viendo: vuelan el fuego y las bombas que vemos caer sobre la multitud, pero desconocemos los efectos de ello. A pesar de que ya sé que es fantasía, también creo que hay un margen para mantener el verosímil, para que no creamos que aquello sea completamente extraordinario. En el medio se mantiene la ambigua relación con la asistente de Stark, Pepper Potts, generando tensión con la Viuda Negra interpretada por Scarlett Johansson, en un plan de femme fatale destinada a permanecer en el universo Marvel, pero con poco relieve dentro de este film. Además están los gags ubicados clínica pero escasamente a lo largo de la película, un AC/DC prácticamente omnipresente en la banda sonora y un uso increíble del Another one bites the dust de Queen. Lo que se dice, algo entretenido a pesar de todo, que no va decepcionar al espectador que la quiera pasar bien.
Super-yo Stark es la encarnación de los Estados Unidos como supuesto garante de paz, blanco de todos los ataques, a quien todos quieren y odian al mismo tiempo. Lo que está bueno de la saga Iron Man es que asume sin culpas ciertas cosas que otros superhéroes no se animan a explicitar. Entre ellas, la satisfacción del ego. Tony Stark posee todas las adjetivaciones vinculadas al ego juntas. Es ególatra, egoísta, egocéntrico. En el fondo, lo que le importa siempre antes que nada es su propia satisfacción. Es narcisista y lo acepta sin problemas, sin rendirle cuentas a nadie. Su accionar como Iron Man -por la cual beneficia a mucha gente, es cierto- parte de un deseo propio, interior, de lavar culpas por su pasado, para que la imagen que le devuelva el espejo sea más limpia y armoniosa, y el ego y la autoestima no caigan al subsuelo. Él es como un Dorian Gray que ha tomado conciencia de que su retrato se había convertido en un compendio de horrores y que podía matarlo, así que intenta dar un par de pinceladas más adecuadas. Su desempeño evidencia ciertas motivaciones que en figuras como Batman o Spiderman permanecen escondidas: cómo determinados actos solidarios en verdad son ombliguistas. Pareciera que Iron Man les estuviera diciendo a sus colegas “muchachos, no me vengan con eso de la responsabilidad o el cambiar una sociedad injusta, a ustedes lo que les importa en realidad es quedarse con la chica o vengar a algún familiar muerto, así que no jodan”. En consonancia con esta premisa, el guión de Justin Theroux (co-guionista de esa notable comedia oscura sobre el mundo hollywoodense llamada Una guerra de película) monta toda una serie de conflictos vinculados con lo individual. Todo es yo, yo, yo en Iron Man 2. El gobierno quiere la tecnología de Iron Man y Tony contesta “no, porque yo soy Iron Man, yo garantizo la paz, yo hago todo esto por ustedes porque a mí me satisface”. Una figura del pasado surge para vengarse y a Tony le resurgirán todos los mambos que tenía atragantados con el padre. Al mismo tiempo, debe definir su relación con Pepper de una vez por todas. Y, principalmente, debe lidiar con el hecho de ser, literal en vez de psicológicamente, el centro del mundo. En cuanto a esto último, Iron Man 2 se termina imponiendo casi como una película política. Stark pasa a ser una encarnación personal y unitaria de los Estados Unidos como supuesto garante de la paz mundial, como blanco de todos los ataques, como el tipo al que todos quieren y odian al mismo tiempo. Él, por un lado, odia todo eso. Pero también lo ama, es su pasión, es lo que lo define, no quiere ceder ese lugar. La puesta en escena del director Jon Favreau se presta sin problemas a esos planteos, lo mismo que los actores. Los chistes, diálogos y montajes de las escenas de acción se dan desde una lógica individualista, de competencia y confrontación de egos, que sin embargo es llamativamente armoniosa. Es cierto que Favreau no logra darle la fuerza necesaria a todos los conflictos y que nuevamente, al igual que en la primera parte, falla en algunas escenas de impacto. Pero la pulsión de entretenimiento puro, sin culpas, la egolatría tan polémica como hilarante que transmite toda la historia, distinguen a su filme de otros de superhéroes.
Marvel me repela. En serio, más allá de que algunas películas sean mejores o peores, no puedo involucrarme con las historias, protagonistas y superhéroes de Marvel llevado al cine, como en cambio me involucro con las adaptaciones de DC, como lo fueron las cinco adaptaciones de Batman (dejo afuera por razones obvias las dos versiones de Joel Schumacher) e incluso Superman (en su momento he defendido a capa y espada Superman Regresa de Singer, más allá de que Brandon Youth no puede actuar más en su vida). Incluso con El Hombre Araña de Sam Raimi no pude sostener el fanatismo que sienten millones de críticos y fans alrededor del globo. Y Raimi es una gran influencia para mí (especialmente sus películas bizarras). Pero no puedo con el trío Maguire – Dunst – Franco. No me convencen. La estética visual de Raimi es soberbia en toda la saga, más allá de los efectos, admito que tiene escenas admirables, diseñadas por un verdadero autor, artesano cinematográfico nutrido de los cómics y el clase B. Pero no aguanto el melodrama romántico, el discurso telenovelesco, la crisis post adolescente. No por nada, me quedo con la tercera parte, acaso la más oscura, ambiciosa, personal e imperfecta, que contiene el humor más Raimi de las tres partes… Pero el final es horrible… y pensar que no habrá una cuarta para mejorarlo. Algo similar me pasa con las X-Men. Al igual que con las de la saga del alter ego de Peter Parker, a la trilogía mutante la seguí porque conocía su procedencia, no del cómic en sí, sino de las adaptaciones animadas. Y con ambas series me pasaba algo similar: no aguantaba cuando se convertían en dramas moralistas y sociales. Demasiadas lágrimas. Batman es oscuro pero no llora al menos. Y las películas de Singer sobre el grupo de mutantes liderados por Charles Xavier, son bastante interesantes. Se trata de un director que sabe manejar el suspenso y la tensión de forma clásica, pero cuando se mete con dramas humanos, es el más convencional y previsible. Por suerte, Brett Ratner, supo dejar el drama un poco de lado en la tercer parte, y dedicarse más al humor y la acción en sí, logrando un producto, quizás mediocre, pero al menos más entretenido. Por Iron Man, no sentía demasiada simpatía. La serie animada de chico me aburría. Este millonario con armadura de robot era demasiado solemne serio y aburrido. No sé como sería en el cómic, pero en la pantalla chica era peor que los X-Men. Podría agregar a la lista fracasos estrepitosos como Daredevil, Elektra, Los 4 Fantasticos… pero son irrelevantes. Las Hulk merecieron mejor suerte. Ang Lee hizo un trabajo estético interesante en la primera y con actores realmente fascinantes como Bana, Conelly, Lucas, Elliott y Nolte. Pero fracasó por su propia solemnidad. La segunda fue más entretenida, pero menos sustanciosa, a pesar de contar con Edward Norton. El mayor mérito del actor Jon Favreau, a la hora de encarar al hombre de hierro detrás de cámaras, fue aportarle un espíritu lúdico humorístico como ningún otro superhéroe tiene… y por supuesto elegir a Robert Downey Jr. como este Tony Stark megalómano, que en realidad es tres personajes al mismo tiempo: Stark – Iron Man – Downey Jr. No necesita una personalidad visual o guiones demasiado oscuros, filosóficamente profundos, que hablen sobre la discriminación, la madurez, o cualquiera de esos temas existencialistas de la sociedad contemporánea. Los enemigos de Iron Man son de carne y hueso: no son abstractos. Son los enemigos de la “paz”, traficantes de armas, terroristas internacionales, militares, fabricantes de bombas. Y ahí es donde triunfo la primera parte, y donde la secuela refuerza sus cañones y afina la puntería. Pocos le tenía fe al gordito cuasi desconocido, actor cómico secundario cuando agarró la batuta de Made con su amigo Vince Vaugh, una comedia que sería precursora del estilo Apatow en cierta forma. Pero le fue bien. Hizo algunos modestos e intranscendentes trabajos para TV, a la vez que seguía adelante su carrera actoral, y empezó a triunfar realmente con dos divertidas comedias infantiles bastante entretenidas: Elf con Will Ferrell y Zathura. Iron Man no me voló la cabeza como le sucedió a tantos otros, pero me gustó. Robert Downey Jr. estaba perfecto en el rol. Podía pasarle por encima a notables actores como Jeff Bridges o Terrence Howard, gracias al magnetismos de su personalidad, su humor desprolijo, políticamente incorrecto y desfachatado. Además la primera Iron Man abrió el camino a Los Vengadores, que se realizará bajo la dirección de Joss Whedon en el 2012. Iron Man, el Superhéroe Rockero Lo más criticable de la primera parte, era que Favreau no se animaba aún de salirse completamente de los moldes. Todavía existía cierta timidez por no corromperse. El guión era muy básico, y efectivo. Demasiado redondo y correcto para un personaje (y un actor) tan desequilibrado. Hay un dicho que dice: “a tu vida agrégale un poco de locura”. Como diría El Guasón de Ledger: “se necesita un poco de anarquía a veces”. Lo que Iron Man 2 necesitaba era “imperfección”. Y Justin Theorux, el reconocido intérprete de las últimas películas de David Lynch, director de la comedia romántica Enamorado, y co guionista de Una Guerra de Película, realizó un guón con bastantes fisuras, grandes dosis de humor y desequilibrio. Todo apropiado para que Downey Jr. vuelva a brilla y Favreau pueda relamerse en demostrar que puede filmar excelentes secuencias de acción. La diferencia es que esta vez, además de la potencia interpretativa de Downey Jr. trató de concederle al elenco un poco más de personalidad, no dejar que todo el peso recaiga sobre el actor que interpretó con la misma solvencia a Chaplin y Sherlock Holmes. Lo cierto es que Sam Rockwell como el empresario opositor a Stark es prácticamente tan megalómano como este mismo, y el actor, a la vez, tiene algunas escenas donde logra superar a un peso pesado como Mickey Rourke, que interpreta de manera bastante discreta para un actor de su calibre a este Ivan Vanko. Realmente parece que Rourke ha retrocedido a las épocas en las que trabajaba solo por el dinero, y no a las emocionantes escenas de El Luchador o Los Inadaptados. Desilusionante. Desconcierta también como Scarlet Johansson bajo a los sótanos, y terminó siendo solo una chica con un cara y cuerpo bonito. ¿Dónde está la actriz que brillaba con luz propia en Perdidos en Tokio o Match Point? No se sabe. Pero Gwyneth Paltrow logra destacarse un poco más como la chica Iron Man, y sobretodo sorprende que el verdadero cómic relief de esta secuela sea… Happy, el conductor y guardaespaldas de Stark, que es interpretado con mucha gracia por el propio Jon Favreau, que en la anterior apenas había sido un bolo menor. Don Cheadle no le hace sombra al protagonista y realmente no se extraña a Howard en el mismo personaje, pero si en la tercera parte, cambiaran nuevamente al actor, tampoco se lo extrañaría a Cheadle. Parece que el personaje de Rhodes no encuentra todavía la brújula en la saga. Por último, cabe destacar la presencia de Samuel L. Jackson como Nick Fury. Con su típico humor e ironía, Jackson tiene los textos más divertidos de la trama. Es raro encontrar la adaptación de un cómic en donde se deba hablar más del elenco que de la historia, o los efectos especiales. Pero es así, la saga de Favreau se destaca más que nada por los personajes e intérpretes. La historia es muy simple: el gobierno quiere usar a Iron Man como arma, él no quiere estatizarse. Es casi, como si Macri fuera Iron Man y los Kirchner lo obligaran a trabajar para ellos, buscando “terroristas”. No es una linda comparación, pero se lo podría definir de esa manera… Solo que la idea de tener a Macri como “superhéroe” es aterradora. Pero no nos desviemos por la tangente. En el medio aparece una empresa rival liderada por Hammer (Rockwell) que quiere inventar sus propios Iron Mans, para competir con Stark y para eso, manipula a un ruso loco (Rourke) al que en realidad le importan poco los negocios y más la venganza. Por otro lado, Tony Stark debe enfrentar su propia mortalidad, luchar contra sus excesos y egocentría. Como si fuera poco, Nick Fury lo controla para que forme parte de Los Vengadores… y además no puede quedar afuera una subtrama romántica. Sí, el guión de Theroux es demasiado ambicioso y todo queda un poco… episódico. Algunas situaciones son forzadas y completamente incomprensibles (¿Tony se mete a pilotear un Fórmula 1 por pura excentricidad?) Pero en dicha perfección, dichos baches y caprichos de guión, Favreua mete Heavy Metal. Y si no es AC/DC, es Queen (maravilloso ejemplo de cómo usar cinematográficamente “Another One Bites the Dust” como sucedía en Pequeños Guerreros). Iron Man sobretodo es una crítica política a la manera en que se inventan, se crean y se venden constantemente armas y explosivos con tanta facilidad. Como se trabaja con partículas, átomos y energía nuclear sin ningún tipo de cuidado. Como con solo apretar un botón podemos volar todos en mil pedazos, y como las empresas arman guerras para tener más armas. La violencia como adicción, pero con humor y sin redundancias didácticas: “así somos los estadounidenses, unos adictos a la guerra y armas como Tony Stark y Iron Man”. En esta secuela se refuerzan las semejanzas con James Bond, se abre el abanico para seguir enganchado con la saga Marvel que logrará juntar a todos los superhéroes en Los Vengadores (prestar atención a un elemento que ayudará a Tony Stark con un experimento y quedarse hasta el final de los créditos para comprobarlo). Y sobretodo se refuerza el humor y las desfachatez. Quizás, en forma objetiva tengo que admitir, que a pesar de la espectacularidad y los méritos ante descriptos, la primera fue mejor cinematográficamente hablando. Personalmente, esta me gustó más, y por tanto se convierte en la película Marvel que más conforme me ha dejado. Entretenida, divertida, y a pesar de todo, olvidable a la semana de haberla visto. Habrá que empezar a ilusionarse que en el 2011 la Thor del gran Kenneth Branagh esté a la altura de las expectativas, al igual que El Capitán América de Joe Johnston. Y si en el 2012, usted lector, después de Los Vengadores le pide a Marvel un descanso, no se preocupe. Ese mismo año, Christopher Nolan nos traerá la tercera parte sobre la vida de otro multimillonario que combate el crimen detrás de una máscara, solo que, a diferencia de Tony Stark, a este no lo acompañan rubias hermosas, sino “ratas con alas”.
Si recuerdan el saludo que puse a principio de año, esta es una de las peliculas más esperadas, no tanto por el comic que adapta que nunca me llamó mucho la atención sino por lo buena que resultó ser la primer entrega; una acertada mezcla de humor, acción, todo el carisma de un gran actor como es Downey Jr. y para cebar mal a los fanaticos, el puntapie inicial de un gran proyecto que se extiende a varias peliculas (obviamente me refiero a que todas las peliculas realizadas y a estrenarse -Iron Man, Hulk, Thor, Captain America, etc.- se van enlazando hasta conectarse en el film de los Avengers que se estrenara en el 2012) Esta segunda parte, como toda buena secuela, redobla la apuesta: más personajes, un villano más jodido, más acción, más humor... ¿más calidad? Ouch... No es que la película sea mala, de hecho es entretenida y Favreau es un buen director, tanto para las escenas de acción como para los actores (en esto ayuda mucho que el también sea actor, aunque no tan bueno) pero por momentos el guión se queda estancado y dando vueltas sin sentido. Hay personajes que no me convencieron como el industrial que encarna Sam Rockwell (simpático al principio, irritable a la mitad del film) o Black Widow que esta muy bonita interpretada por Scarlett Johansson pero excepto por una secuencia cerca del final, no aporta nada en el resto de la trama. Incluso el propio Stark/Downey Jr. se vuelve un poco tedioso por momentos. Pero para compensar hay mayor desarrollo de los personajes de Pepper Potts, James Rhodes (que interpretado por Don Cheadle queda mas copado que Terence Stamp en la primera) y hay situaciones realmente muy divertidas como cuando Stark se emborracha usando la armadura. En cuanto al villano, Mickey Rourke le pone un gran carácter melancólico al personaje de Ivan "Whiplash" lo cual lo hace mucho más interesante que los malos planos y unidimensionales de otros films. Y por ultimo, el gran gancho, ese guiño que todos los fans esperamos después de los créditos... mmm, es ni más ni menos que una puntita a la siguiente película, lo cual ni impresiona mucho pero tampoco decepciona. En conclusión, es una secuela que no supera a la primera pero mantiene la calidad y ofrece un gran entretenimiento además de ser un escalón más en la que quizás sea la jugada mas arriesgada e interesante de las adaptaciones cinematográficas. Ni más ni menos.
Esta es la primera de las secuelas del megahit Iron Man del 2008. En un principio nadie apostaba demasiado por este superhéroe secundario de la Marvel, pero el filme de Jon Favreau terminó por transformarse en un arrollador suceso que incluso eclipsaría a Spiderman, el niño mimado de la editorial. Ahora llega la esperada continuación, la que posee una agenda excesivamente recargada. Y si bien el libreto hace un esfuerzo sobrehumano para que cada una de las numerosas subhistorias sea interesante y entretenida, lo cierto es que el total no es la suma de las partes. La primera película se había sentido menos como la adaptación de un comic y más como un thriller de Tom Clancy con toques de superhéroe. A mi juicio lo que lastraba la primera Iron Man era su agenda política, que era panfletaria y mezclaba realidades (como la acción policíaca norteamericana de los últimos años en Irak y Afganistán) con fantasía, lo me parece incompatible (o traido de los pelos en el mejor de los casos). Ahora para la segunda parte contrataron al guionista menos pensado, Justin Theroux - el que hacía de Seamus O´Grady en Los Angeles de Charlie: Al Límite y cuyo único libreto previo fue la comedia Una Guerra de Película -, el que hizo un script realmente entretenido. Ciertamente el guión de Theroux se siente más como un comic tradicional que como un thriller internacional; y, para asegurarse de que el argumento sea interesante todo el tiempo (y a prueba de balas), el libretista insertó dos millones de subhistorias, personajes y villanos, cada uno de los cuales se pelea por sus cinco minutos en pantalla. Al menos Theroux tiene talento para escribir diálogos y situaciones interesantes, pero el gran problema de Iron Man 2 es que semejante saturación de historias termina por perder el foco en las cosas que realmente debían importar, que son Tony Stark y el villano Ivan Danko. Para tener una idea de la parafernalia de subtramas que hay en el libreto, les cuento que: - Tony está muriéndose de envenenamiento por paladium (la fuente de energía instalada en su pecho); - Tony se pelea todo el tiempo con un comité del senado por la posesión de la super armadura; - el amigo de Tony, James Rhodes (Don Cheadle, haciendo una blanda imitación de Terrence Howard), tiene sus 15 minutos de superhéroe; , el ruso Ivan Vanko (cuyo personaje es una mezcla de villanos Marvel como Whiplash y Crimson Dinamo) que, en la primera de cambio, se quiere comer crudo a Iron Man, - hay un competidor de las industrias Stark, Justin Hammer (Sam Rockwell, haciendo una mala imitación de Robert Downey Jr), que se muere por destruirlo; - está la hipersecreta agencia SHIELD, con Nick Fury, planes estrafalarios, agentes infiltrados en todos lados ... ... y dos millones de cosas más. El mayor problema de todo esto es que los supuestos conflictos que plantea el guión terminan por resolverse sin pena ni gloria en dos minutos, simplemente porque la historia está tan recargada que no puede tomarse minutos extras para crear climax dramáticos. Y todo esto culmina con el pobre Mickey Rourke siendo devorado por el filme en donde debería haberse lucido - el guión ni se calienta en mostrar la injusticia de la muerte de su padre o si los motivos de su venganza son justificados -. No es un spoiler decir que los malos pierden; pero cuando son derrotados, hacen "puff" en escasos segundos y con una absoluta falta de solemnidad, simplemente porque el filme tiene un gran apuro en ir cerrando todas las subhistorias antes de que se les venga la noche. No voy a repetir el remanido latiguillo que vengo leyendo en todos lados de que "está buena... pero no es como la primera!". Yo no esperaba que Iron Man 2 fuera otro Batman, el Caballero de la Noche, simplemente porque su línea argumental es mucho más light que los filmes de Christopher Nolan. Todo en Iron Man 2 funciona más que ok, desde las perfomances, los diálogos, las situaciones hasta los efectos especiales. El tema es que está afectada por el síndrome inaugurado por Batman Regresa, en donde los productores se sienten inseguros por los resultados comerciales y meten a presión dos o más villanos como estrategia de marketing para asegurarse una taquilla espectacular; pero esto termina por traducirse en exceso de personajes principales con escaso tiempo de pantalla como para tengan un desarrollo adecuado. Acá no sólo hay dos villanos sino tres superhéroes (además de Iron Man) metidos con calzador, como son Viuda Negra, Nick Fury y War Machine. El libreto podría haber podado olímpicamente a Scarlett Johansson, que se siente como un cameo pagado por la actriz; Nick Fury tiene su gracia - bah, es Samuel L. Jackson haciendo de Samuel L. Jackson, sólo que con un parche en el ojo -, pero este personaje y toda la subtrama del envenenamiento por paladium son dos ideaa que podían haber quedado en la basura; y lo de Don Cheadle / War Machine es realmente prepotente. El personaje maneja como los dioses la armadura a los dos minutos de ponérsela. Saquen ese trío de caracteres (que no los necesita la historia principal) y le hubieran dado tiempo y espacio a Mickey Rourke. En cambio, así como está el filme, su Ivan Danko desaparece por casi una hora hasta que lo llaman para el grand finale. Y la resolución es espectacularmente anónima. Si uno analiza en profundidad, en realidad termina por comprender de que los problemas de Iron Man 2 son en realidad los problemas de la política de la Marvel respecto del manejo de sus productos cinematográficos. Está tan apurados en disparar la inminente y multitudinaria película de Los Avengers (la versión Marvel de la Liga de la Justicia), que meten con calzador todos los superhéroes posibles en sus filmes como para llegar al 2012 y que todos estén presentados en sociedad. Así aparecerán Hulk (Edward Norton), el Hombre Araña (con un reboot inminente), el Capitán América (con Chris Evans y a punto de rodarse), Thor (ya filmada y en post producción), Iron Man (Downey Jr), War Machine (Don Cheadle), Nick Fury (Samuel L. Jackson), y quizás algún que otro más. Iron Man 2 sigue conservando la gracia de la serie - y en especial gracias a Downey Jr que tiene el carisma intacto -. No es un desastre bíblico al estilo de Spiderman 3; Jon Favreau tiene talento de sobra para dirigir el circo. Pero la Marvel ha obligado a que el libreto esté inundado de personajes, lo que obliga a comprimir material suficiente como para dos filmes en uno solo, y eso se resiente en el peso dramático de los personajes. (PD: tras los créditos hay un huevo de pascua en donde encuentran al martillo de Thor, superhéroe cuya película ya se encuentra en rodaje) Las películas sobre Iron Man, el personaje de la Marvel, son: Iron Man (2008) y Iron Man 2 (2010)
No vuela más alto Los estudios de Hollywood tienden al efecto multiplicador para las secuelas. La verdad es que muchas veces da resultado. Puedo traer como ejemplo cualquier franquicia más o menos exitosa que venga de norteamerica para demostrarlo. Desde las aventuras de un pirata caribeño hasta los saltos del hombre araña, todo crece. Hay más villanos, más subtramas, y muchos más minutos. Podriamos parafrasear a Roger Ebert y decir que cuando una película buena nunca es demasiado larga y una mala nunca es demasiado corta. Pero lo que les juega en contra a estas secuelas es la desmesura de personajes y situaciones que tienen. Plus: el público espera algo mejor y no necesariamente "más". Este síndrome afecta sin dudas a Iron Man 2, que ve a Tony Stark de regreso, para combatir a dos enemigos Whiplash y Justin Hammer, luchar contra una enfermedad mortífera, proteger su armadura del Estado nacional, hacer nuevos aliados, e incluso recibir la oferta para pasar a formar parte de una liga de superhéroes. Stark no es el atolondrado y torpe Peter Parker o el esquizofrénico Bruce Wayne. El tipo no tiene poderes sobrenaturales y el principal motivo por el cual es Iron Man (y que ya había explicado en la crítica del primer film) es porque es cool. Así queda claro en una de las primeras secuencias, donde Tony, mofándose de haber dejado atrás su identidad secreta, sale a escena, para ser aplaudido y vanagloriado. Recordemos: al final de Iron Man, Tony decía en público que era el hombre de hierro, conmoción, y títulos finales con la música de Black Sabbath. La apuesta para la secuela era mucho más alta: ¿que podía pasar con los enemigos de Stark ahora que sabían su identidad? ¿como iba a reaccionar el gobierno ante su "juguetito"? ¿podría Tony con su genio caber en el rol de superhéroe? A la primera pregunta responde Mickey Rourke. Da la sensación que el descubrimiento de la identidad de Iron Man sólo provocó que un viejo enemigo ruso de la familia armamentista entrara en cólera. Pero parece que la sociedad toma la revelación más como una nueva celebrity que como el acontecimiento que supondría semejante afirmación. Entonces, Ivan Vanko se unirá a Justin Hammer (Sam Rockwell, redescubierto por el film de ciencia ficción En la luna) un emulo de Stark pero sin el éxito (ni las chicas). Hay más apariciones, pero tienen más que ver con la futura saga que planea lanzar Marvel: por allí deambulan Samuel Jackson en su simpático papel de Nick Fury y Scarlett Johansson como la infartante Natalie Rushman. Pero claro, ellos están para condimientar lo que vendrá de aquí a dos años. Para la segunda pregunta, Don Cheadle reemplaza con menos carisma a Terrence Howard en el papel del amigo Rhodey, quien, trabajando para el gobierno de USA, deberá intentar que el Howard Hughes moderno entregue su armadura. Por las buenas o por las malas. Armen la secuencia: amigos-enfretamiento- amigos nuevamente y voilá. Y la última: para nosotros, la película es Tony Stark, o mejor dicho, Robert Downey Jr. devorándose cada minuto en pantalla y probando que es un gran actor cómico (perdón, es un gran actor: yo lo redescubrí en Zodíaco) con sus gestos y su precisión, su ritmo, para cada chiste. Los demás, con el tiempo que tienen en pantalla, no pueden lucirse mucho. El más perjudicado sin dudas es Mickey Rourke, cuyo personaje tiene un atractivo mucho más grande que el apenas esbozado en pantalla. Pero termina siendo un villano de stock para proporcionar grandes secuencias de batallas robóticas en el último acto. El guionista Justin Theroux (de la gran Una guerra de película) inserta como puede todo esto en el film. Las cosas no se van al demonio como en El hombre-araña 3 (la peor del pasado arácnido), y todo se asemeja más a una sucesión de problemas y descenlaces para avanzar al nuevo problema. Es dinámico, pero también es light. Hay varios chistes que por suerte, funcionan y siguen haciendo esta nueva saga, por ahora, un producto atractivo. Eso sí: no existe el comentario político de la película anterior (está bien, hay, pero poco, sin espacio para expandirse) y tampoco esperen grandes cuestionamientos morales acerca de lo que significa ser un superhéroe. Por suerte, el director Jon Favreau es lo bastante listo como para nunca pasarse al dramatismo barato ni a la falsa épica. Incluso él se permite un divertido papel que revindica su tono juguetón e infantil (y esto no lo digo para nada en sentido peyorativo). Pero juntar tanto material hace que la compresión dañe al producto final. Iron Man 2 sigue siendo una película cómica antes que otra cosa. Es una lástima, sí, que no se anime a más (yo no pido el aura oscura de El caballero de la noche tampoco) y que sólo vuele a la misma altura que su predecesora. ¿Es este un film menor? Sí. Acá ya no existe el factor sorpresa ("que gran performance de Robert Downey Jr.") y tampoco la escalada. La película navega (con un capitán que sabe entretener a su tripulación todavía y cada tanto trata de revertir el caos marítimo) en las tranquilas aguas que sin duda la llevarán al éxito mundial en la taquilla.
Iron Man es uno de los pocos superhéroes cuya versión cinematográfica consigue sostener una visión crítica del mundo sin por eso ceder terreno a ningún mensaje de corte moralista como ocurre, por ejemplo, en las X-Men con la integración social o en la primera Hulk con la ciencia y el militarismo. A diferencia de esas películas, en los que el discurso es recargado y grave y a veces hasta desplaza al universo del cómic original, en Iron Man 2 el comentario sobre la tecnología y la sociedad es transparente y se maneja siempre dentro de los límites del género, aunque sin perder nunca espesor ideológico. Mientras que en Batman, el caballero de la noche (la mejor película de superhéroes de todos los tiempos), Christopher Nolan se circunscribía al marco político de la ciudad y lo utilizaba como metáfora de toda una nación, Jon Favreau habla de un país con nombre y apellido (Estados Unidos) pero su mirada hace foco en la construcción de un imaginario moderno, en cómo se produce sentido en la actualidad a través de los medios de comunicación, el espectáculo y el culto a la tecnología. La supremacía de las empresas Stark y la fascinación del público con su heredero, Tony/Iron Man descansa fuertemente sobre la idea de show de masas, como deja bien en claro el comienzo de la película cuando un carismático y altamente egocéntrico Tony Stark alecciona a su auditorio sobre los logros alcanzados por Iron Man y la importancia de sus acciones a la hora de fundar una paz internacional (o, lo que es casi lo mismo, acrecentar la superioridad militar y táctica estadounidense). Pocas películas de género demostraron una habilidad similar a la de Iron Man 2 para decir, tan frontal y lúcidamente, que en el presente la política se dirime en el campo de los medios masivos, y que el formato privilegiado tiende a ser cada vez más el del show, de espectáculo televisivo (es muy fácil trazar conexiones entre el dispositivo montado por Tony Stark y Showmatch). Que Tony, un personaje apasionado pero a la vez condicionado por la tecnología (necesita de un núcleo de energía incrustado en su cuerpo para seguir vivo), que ostenta sin ningún tipo de reparo su riqueza y su modo de vida (siguiendo con las conexiones, Ricardo Fort parece a veces – sobre todo durante sus performances en Showmatch- un fracasado aspirante a Tony Stark), sea aclamado masivamente y elevado casi a la categoría de nuevo mesías hi-tech, es solamente una dirección de crítica posible que propone Iron Man 2, ahora la segunda mejor película de superhéroes hasta la fecha. Lo interesante de Iron Man 2 es que el comentario sobre la modernidad funciona de manera traslúcida pero no grosera, sin perder nunca de vista la historia. El Tony interpretado por Robert Downey es carismático, atrapante, y no podemos menos que acompañarlo en su lucha por encontrar un lugar en el mundo. Ese lugar es, desde la primera película, una zona inestable a la que no es fácil arribar: el equilibrio para Tony es una extraña mezcla de amor desenfrenado de sus seguidores y la construcción de un mundo mejor; contribuir al equilibrio planetario al mismo tiempo que recibe el crédito de la sociedad por hacerlo. Eso lo convierte en un personaje oscilante, de caras múltiples al que nunca llegamos a conocer del todo (de ahí también la fascinación que genera): detrás del Tony público, egocéntrico, sobrador y cautivante hay otro miserable, vacío, que no termina de hallarse a sí mismo. Casi en el medio de ambos surge otro, el que se pone el traje de Iron Man y se convierte en una persona plena, completa, con un objetivo definido y preciso. Por eso resulta tan perturbadora la escena en que Tony hace el ridículo bajo las ropas de Iron Man: ese es el momento de oscuridad más pronunciado del personaje, en el que lo vemos tocar fondo de la manera más terrible. Llamativamente, cuando el traje ya no puede salvarlo (como ocurría en la película anterior), Tony gana en densidad, se vuelve un personaje todavía más rico y cargado de contradicciones que debe enfrentarse a un mundo que le es hostil, y debe hacerlo como hombre y no como máquina. Otro punto fuerte de la película de Favreau es el increíble despliegue visual que ensaya. Viendo a este Iron Man, reconstruido con pericia digitalmente en cada detalle, movimiento o brillo metálico, es inevitable pensar en el artificial y esponjoso Spiderman, que nunca acabó por ser un superhéroe corpóreo y creíble, del mismo mundo que el nuestro. Dudo de que vaya a encontrarme a Iron Man en alguna esquina de Floresta, pero al menos tengo la certeza de que su existencia en la pantalla es verosímil, y que, a pesar de que Favreau esté falseando la realidad, lo hace de manera creíble. Ese anclaje fuerte de Iron Man 2 en una suerte de algo que podríamos llamar, a falta de un nombre mejor, “realismo digital”, es lo que le confiere a las escenas de acción una potencia y una fuerza como nunca antes se habían visto en una película de superhéroes: el director apuesta a la velocidad y espectacularidad, y los combates de Iron Man, tanto como sus proezas solitarias (por ejemplo, el vuelo y aterrizaje en el escenario al principio de la película) devienen verdaderas hazañas cinematográficas en las que a veces es difícil saber qué está realmente delante de la cámara y qué no, gracias al cuidado puesto en el trabajo con los efectos digitales. Aunque la gran virtud de Iron Man (las dos) probablemente sea el tono ameno y de comedia que proponen ambas películas. Si algo hace que el género de superhéroes sea pobre es su falta de predisposición para el humor y para reírse de sí mismo: en su gran mayoría, estos relatos ofrecen varios pasajes cómicos que están desperdigados por el guión para balancear la gravedad general que las aqueja el resto del tiempo. Por eso, Iron Man quizás sea la primera comedia de superhéroes, la película que rompa algunas de las peores constantes del género (que todavía es joven pero ya parece cristalizado, clausurado, como si llevara décadas de existencia) y le inyecte nueva vida. Pagar una entrada para ver Iron Man 2 es ir a ver una película de superhéroes, pero también es asistir a la consolidación definitiva del que probablemente sea uno de los comediantes más importantes del momento, Robert Downey. Batman, el caballero de la noche, la primera gran película de superhéroes de la historia, no era una comedia sino un oscuro fresco político y social, un retrato amargo de una época en que los sistemas que sostuvieron a la sociedad durante décadas parecen estar llegando a su fin (así lo deja en claro el Joker, un loco suelto que pone en jaque a toda una ciudad y sus bases morales de un día para el otro). Iron Man es la apertura del género a la comedia, a un tono más ligero que sin embargo es capaz de elaborar un discurso crítico sobre la modernidad, donde nunca falta espacio para el humor, ya sea sutil y ajustado o grosero y hasta ordinario (de nuevo, ver la escena de la fiesta en la que Tony se emborracha con el traje de Iron Man puesto). El cine de superhéroes ya tiene a sus primeros grandes baluartes, tenebroso uno, humorístico el otro: solamente queda ver si esas películas son las iniciadoras de una verdadera madurez genérica, o solamente un par de films extraordinarios que lograron escapar de la lógica chata que es marca registrada del género.
HEROES OLVIDADOS Uno de los estrenos más importantes de la actual temporada –comercialmente hablando- es esta segunda entrega de la saga protagonizada por el siempre exacerbado Robert Downey Jr. Una película en cuyo desarrollo se puede notar una rotunda negación de las posibilidades heroicas de su protagonista, así como también del potencial épico y aventurero del relato. Desde el momento mismo de su nacimiento, el cine creyó en los héroes. Mejor dicho: creyó que era necesario recuperar la irradiación mítica de estas figuras en medio de una época en la que el proceso de secularización había querido –y en cierta forma, logrado, o al menos había convencido de ello- arrasar con todo aquello que de alguna u otra manera religara con lo trágico, sagrado y trascendente. Por tal motivo hizo de ella la figura central, reconfigurando arquetipos tradicionales y dando lugar a toda una nueva serie de arquetipos: el cowboy, el sheriff, el detective privado, el agente secreto, etc. Luego, el propio despliegue del cine llevó todo esto a diferentes instancias, alcanzando su mayor complejidad en aquellos personajes “comunes”, “cotidianos”, no tan caracterizados, pero cuya función seguía respondiendo –muchas veces de forma problemática- al sustrato mítico de la figura heroica. Así, y con el fundamental aporte del mundo del cómic, aparecen los superhéroes, personajes cuya característica principal es la posesión de alguna cualidad extraordinaria, así como también alguna limitación (la fatalidad de Aquiles). Su excepcionalidad y espectacularidad llevan a una cuestión fundamental de estos personajes: ¿qué hacer con tal capacidad, con tal don? Podría decirse que algo parecido deberían preguntarse los artistas que deciden poner en escena, o volver relato, tales singularidades. ¿Qué contar a partir de la riquísima base de estos arquetipos?, a la vez que preguntarse para qué hacerlo. Algo que ejemplarmente viene haciendo Christopher Nolan con su Batman; o también -aunque de manera algo fallida- Peter Berg en Hancock. En Iron Man 2, sus hacedores deciden desentenderse de tales cuestiones e ignorar todas las fuentes en las que abrevan los diferentes arquetipos de los héroes. Si, en definitiva, el centro de todo ser heroico es el cumplimiento de una función –civilizadora, de conservación, o restauradora- el olvido de tal función es, ni más ni menos, que el vaciamiento o la negación de los arquetipos, de un origen. Es una materialización extrema y nihilista, donde sólo queda en pie, y caricaturescamente, los contornos, la exterioridad de los sustratos míticos: una parodia. Y simétricamente a ese vaciamiento desaparecen también la épica y la aventura, terreno horizontal donde los héroes desarrollan su función a partir del uso de dones. Esta segunda entrega de la saga que tiene como protagonista a Robert Downey Jr. es un total desperdicio: de las potencialidades del personaje central en tanto posibilidad heroica, y de las herramientas del cine como medio de expresión poética. Así, esta película no es más que el festejo de la soberbia del hombre y su técnica, que ve a ésta como único bien y valor considerable y deja de lado así su capacidad fantástica, imaginativa, así como cualquier conciencia ética o moral. Los primeros minutos son por demás ejemplares en este sentido, y resumen el film todo. Tony Stark, el multimillonario dueño de la corporación más poderosa del mundo, metido dentro de su sofisticada armadura de Iron Man, se lanza desde un helicóptero, y luego de hacer unas piruetas en el aire, finalmente cae en medio de un escenario rodeado de miles de personas que lo festejan. ¿Qué es todo eso? Ni más ni menos que el lanzamiento de la Star Expo, en la que –sin que esté del todo claro, como nada lo está en esta película- se presentan y promocionan los productos tecnológicos y armamentistas más desarrollados y novedosos. Es una celebración de la técnica, único “valor” –insistimos- que parece existir dentro del universo del film. Un detalle más: las miles de personas que presencian esta exposición se rinden fascinadas tanto ante las capacidades de la armadura como al egocentrismo del propio Tony Stark, quien nunca pierde ocasión para desplegar su soberbia llena de tics y chistes cancheros (en este sentido no se podrá negar lo “acertado” de la decisión de elegir a Downey Jr. para tal papel). Lo que esa secuencia inicial muestra no es más que un adelanto de todo lo que depara la película. Aparecen, claro, uno o dos contrincantes (uno de ellos personificado por Mickey Rourke, quien regala los pocos instantes de dignidad al relato), pero no alcanzarán en ningún momento el peso necesario como para sacar de ellos algún tipo de lectura. El centro en definitiva, es la figura de Stark-Downey Jr., con sus logros industriales y su cinismo.
Se va la segunda Luego de que Tony Stark (Robert Downey Jr.) revelase al mundo que él era Iron Man en la primera película. Se convirtió en el héroe estadounidense en lucha por la paz mundial. Celebridad, activista, súper héroe, multimillonario, científico, carismático más popular del Mundo. A efectos de poseer un arma de alta tecnología según lo cataloga el ejército de Estados Unidos, Tony se ve requerido legalmente para que dé a conocer los secretos de su armadura antes que sea alcanzada por otros países que puedan atentar contra la seguridad de la nación. Paralelamente Tony enfrenta problemas de salud derivados del uso de su traje que se acrecientan y aceleran. Lo que lo lleva a comportarse de manera desconcertante con sus amigos más cercanos, el coronel James Rhodes (Don Cheadle, en reemplazo de Terrence Howard) y su secretaría Pepper Potts (Gwyneth Paltrow). Nuevos villanos, un multimillonario de la industrias de las armas opacado por Stark interpretado por Sam Rockwell y un científico ruso (Mickey Rourke), que quieren vengarse por motivos distintos sumarán sus fuerzas en una grandiosa combinación donde querrán deshacerse de Iron Man para siempre. Además en esta nueva entrega hace su aparición una organización secreta llamada SHIELD a la que Tony deberá decidir si confiar en ellos, y una misteriosa y atractiva nueva ejecutiva que será la asistente de Pepper (Scarlett Johansson). El desarrollo de la película puede resultar lento dada la cantidad de nuevos personajes y la historia algo complicada. Sin embargo es en parte contrarrestada por los efectos especiales y sus escenas de gran presupuesto. La interpretación de los personajes es en general muy buena y hacen de esta película taquillera una recomendada a la hora de disfrutar del cine hollywoodense.
Iron Man es un superhéroe como pocos. A pesar de tener grandes poderes como los demás (en su caso, un traje-arma que lo hace invencible), es el único que ha tenido la valentía de confesarle al mundo entero su verdadera identidad: ya todos saben que Tony Stark (Robert Downey Jr) es Iron Man. Ahora el gobierno de Estados Unidos enjuiciará al empresario para que entregue a la nación esta arma revolucionaria, pero Stark optará por seguir gozando de la fama y el divismo que ha conseguido (en ese aspecto, me hizo acordar a ciertos personajes que hay en la Argentina). Por su parte, Ivan Vanko (Mickey Rourke), un científico ruso marginado de la sociedad y ligado al pasado de la familia Stark, comenzará a realizar negociaciones y a inventar una nueva arma para destruir a Tony. Y como en cualquier historia de superhéroes, a Iron Man le ha llegado su Robin. Esta vez, su amigo militar se transformará en su compañero de hierro. Más allá del argumento vacío y la historia predecible que guía este film, no pude evitar sentirme atraída por algunos aspectos puntuales. En primer lugar, la gran interpretación de Downey Jr, lo cual es de destacar, porque este tipo de películas muy pocas veces gozan de buenas actuaciones, y porque este género también es estigmatizado por los grandes actores. Muchos artistas de gran trayectoria prefieren no hacer estos papeles porque piensan que no son de su altura. Robert Downey Jr demuestra que se puede ser virtuoso y apostar, al mismo tiempo, por enriquecer esta clase de cine. Aclaro que este tipo de género no es de mis favoritos, y justamente porque lo asocio con actuaciones de mala calidad. Por otro lado, la construcción del personaje principal. Iron Man es un superhéroe con personalidad. Tiene actitud, es gracioso, espontáneo. También se deprime, y sufre por sus defectos, como cualquiera: es narcisista y egocéntrico. Creo que en la crítica, como en la vida, no se puede juzgar cada pieza de arte con la misma vara. Si se va al cine una tarde de lluvia con el objetivo de ver una película pochoclera, con ganas entretenerse y relajarse un rato, Iron Man 2 es una opción aceptable.
Propaganda de acero Comienza la película y lo primero que escuchamos es la declaración polémica del excéntrico Tony Starks en la secuencia final de Iron Man (2008). Luego tenemos a Mickey Rourke llorando en ruso la muerte de su padre y comenzando un plan para vengar al tipo que apareció haciendo demagogia paramilitar en la tv. Siguiente escena, secuencia de caída libre en la noche junto a nuestro superhéroe con la música de AC/DC de fondo. ¿Cuánto más cool puede ser Iron Man 2? Con esa introducción te compra y te deja sentado en la butaca hasta el último tramo de los créditos (porque uno sabe que si hay algo que Pirates of Caribbean nos enseñó es que, para entender la secuela hay que prestar atención a lo que sucede después de los créditos finales). Pero no, el ritmo decae. Jon Favreau, por muy bien que le quede el papel de choffer todo-terreno que encima sabe pelear contra guardias re malos, vuelve a caer en la tónica del "bla bla bla + un par de secuencias de acción que despilfarre CGI = público contento" para repetir la fórmula que a muchos les agradó (servidor no se incluye) en la primera entrega de ésta, que parece ser una serie televisiva con presupuesto cinematográfico, sin contar el reparto de lujo ya tirando a Dream Team que tiene. El guión no es malo. El problema es que tantos personajes nuevos, tantas subtramas, tanto rollo matrimonial entre Robert Downey Jr. y Gwynett Paltrow, y tan poca acción a la Marvel, hacen de la película una desilusión total. Seamos honestos queridos lectores, ¿qué quieren ir a ver a la sala cuando eligen pagar por ver Iron Man 2? 1) Acción, buenos efectos visuales, y apartado técnico que avale y haga creíble eso que uno quiere ver. 2) Cómo la historia va tomando tintes de serie con el único fin de que todos después queramos ir a ver Thor (2011), Captain America: the First Avenger (2011), Nick Fury (2012), The Avengers (2012), y toda la línea de la saga Marvel Comics, para después decir "wow, que bien que engancharon las tramas". 3) Un puñado de buenos actores haciendo lo que saben hacer, o, como en el caso de Samuel Jackson o Sam Rockwell (excelente en su papel), viendo qué tanto le pueden aportar con su talento a una historia que si no fuera por el reparto y la maquinaria propagandística sería una porquería total. Estas tres opciones encontrarán en Iron Man 2, pero sólo ustedes podrán determinar qué tan satisfecchos les dejó la propuesta una vez se decanten por una de las tres. Yo fui en busca de la Opción 1, más el repunte luego de una primera entrega que me aburrió bastante, y me encontré con una secuela que -para variar- es peor que la anterior y que sólo está como trampolín para otras películas, incluyendo obviamente Iron Man 3. Ni vamos a mencionar toda esa filosofía barata de que Starks quiere el mundo en paz, o como el dice "privatizar la paz mundial", ni de lo caricaturizado que está el ejército y el Senado estadounidenses (ok, todos coincidimos en que son unos payasos, pero tampoco mostrarlos así en la pantalla) para el lucimiento de "los buenos", ni de lo buena que está con el traje negro Scarlett Johansson (más radiante que Jessica Alba en Fantastic Four), ni de que a esta altura Downey Jr. ya se merece una terna para él sólo en las entregas de premio por la calidad histriónica con la que salva sus papeles dentro de cintas desdeñables (la escena de la fiesta, la borrachera, lo consagran como el actor más versátil del mundo en la actualidad). No, ese no es el mundo que vivimos día a día. Iron Man es un cómic, y la película le rinde pleitesía. Punto final. No buscar nada más porque todos los elementos externos son pura campaña marketinera. Perdón Favreau, pero ¿te das cuenta que no me trago ni un pelín tu película a pesar de que me encanta el apartado técnico?
PRUEBA DE QUE TONY STARK TIENE CORAZÓN Iron Man no es un héroe común y corriente. No lo era en las viñetas, allá por 1963, cuando fue dibujado por primera vez, ni lo es ahora en la piel de Robert Downey Jr. Al no ser el héroe típico, lo que menos se espera de IRON MAN 2 (2010) es que sea la tradicional y clásica película de superhéroes. Mujeriego, bebedor, jugador y egocéntrico son muchas de las cualidades de Tony Stark, el multimillonario que se esconde bajo la armadura roja y dorada. Pero más allá de ese cascarón de hierro se encuentra el corazón de la película: sus personajes. Porque, además de ser la secuela de una franquicia exitosa, el nuevo film de Jon Favreau es una película sobre personajes, sus evoluciones, sus relaciones, sus pasados y sus enfrentamientos. Tanto es así que, para bien del film, la narración se centra, casi en su totalidad, en Tony Stark, dejando a Iron Man en un segundo plano, con apariciones en escenas de acción que, aunque son increíbles, también son escazas. Sin embargo, esto no significa que se trate de una película poco entretenida o que raye lo cursi o melodramático. No, IRON MAN 2 es pura acción y entretenimiento del bueno. Vale aclarar que esta secuela nos es superior a su predecesora - tal vez llegue a equipararla - pero lo que sí es seguro es que IRON MAN 2 es mucho más madura, oscura, arriesgada y badass. Después de todo, empieza y termina al ritmo de la espectacular banda sonora de AC/DC!!! Luego de revelar públicamente ser Iron Man, el multimillonario Tony Stark (Robert Downey Jr.) empieza a lidiar con su nueva vida. Mientras intenta mantener alejada a la prensa y evitar que el gobierno le quite su armadura para uso militar, Tony descubre que la misma tecnología que lo mantiene vivo también lo está matando. Caído en la depresión, decide retirarse. Pero Iron Man tendrá que volver cuando tenga que enfrentar a dos nuevos villanos que se han aliado para derrotarlo: El vengativo Whiplash (Mickey Rourke) y el codicioso empresario Justin Hammer (Sam Rockwell). Con StarkExpo amenazada y la ciudad en peligro, Tony requerirá la ayuda de Pepper Potts (Gwyneth Paltrow), Nick Fury (Samuel L. Jackson) y Black Widow (Scarlett Johansson) de S.H.I.E.L.D., y de su amigo Jim Rhodes/War Machine (Don Cheadle), para salvar el día y redimirse. Después de leer esta sinopsis se podría llegar a pensar que IRON MAN 2 tiene demasiados personajes en los cuales centrarse y más conflictos de los que puede aguantar, pero no es así. Dirigir e interpretar un personaje secundario al mismo tiempo no parece ser un problema para Jon Favreau, quien a lo largo de la narración supo concentrarse en su objetivo: hacer una película más personal que técnica pero sin dejar de lado la espectacularidad del artificio. Apoyado por un genial guión, el film presenta una buena historia con una estructura similar a la primera, pero que no se conforma solamente con tener a un héroe peleando contra un villano. Va más allá de eso y se arriesga con momentos de comedia, acción y drama siempre sostenidos por un insuperable Robert Downey Jr. y el resto del elenco, en el que se destacan Don Cheadle, un convincente remplazo de Terrance Howard, y Sam Rockwell, quien interpreta a un villano poco convencional. Del resto, Mickey Rourke logra una perturbadora - y, por supuesto, acertada- interpretación que es desaprovechada e insuficiente por aparecer en escazas escenas, Scarlett Johansson se defiende muy bien - a pesar de su corta estatura para ser una heroína- irradiando femineidad y un toque ideal de sex appeal al film, mientras que Samuel L. Jackson recibe una ovación de pie por su Nick Fury que interviene en la película en una medida justa sin opacar al resto de los personajes. El problema aquí es Gwyneth Paltrow. Su interpretación es buena pero su personaje no termina de encajar en la historia, su participación casi pasa inadvertida y la química que compartía con Robert Downey Jr. en la primera película ya no está del todo presente y la relación entre ambos personajes tiene poca trascendencia en un film que ya no tiene cabida para una historia de amor. Después de todo, hay que dejar lugar para las explosiones, para Scarlett con su ajustadísimo traje y, obviamente, para las suculentas referencias al universo Marvel: el cameo de Stan Lee como Larry King, la aparición del escudo del Capitán América o la asombrosa escenas después de créditos: (¡MEGA SPOILERS!) Los agentes de S.H.I.E.L.D. encontrando a Mjölnir, el martillo de Thor, en Nuevo Mexico!!! (FIN DE SPOILERS). Además de sus personajes y referencias mind blowing, IRON MAN 2 incluye escenas de acción sorprendentes (la de la pista de carreras o el extenso combate final son las mejores del film) con efectos especiales de primera categoria. Pero así como tenemos un coctel de entretenimiento también hay momentos en que la narración se extiende de más y, como resultado, se hace notoria una disminución del ritmo de la película (como cuando Tony revisa las pertenencias de su padre, mira un video SPOILERS y encuentra una cura para su enfermedad dentro de una maqueta (¿?) FIN DE SPOILERS). A esto se le suman momentos dudosos como cuando Tony cae en su estado de depresión -que muchos lo comparan o aseguran que es una referencia al comic de Iron Man “El Demonio de la Botella”, en el que el personaje se enfrentaba a su alcoholismo - y se ridiculiza en una escena divertida pero deslucida, en la que irrumpe Rhodes usando el Marc II, dando lugar a un combate demasiado rebuscado que hubiese quedado mejor tal vez en otro contexto. Por suerte el film logra sobreponerse y repuntar por completo con la secuencia del explosivo combate final, seguida por una complaciente última escena que nos deja con una sonrisa en la cara y más que satisfechos. En conclusión, IRON MAN 2 (2010) no es superior a la primera entrega tal vez por el hecho de que esta fue una verdadera sorpresa de la que no esperábamos mucho, pero aún así la continuación tiene lo suyo y es un film de superhéroes redondo y original que funciona a la perfección como secuela y que no defrauda ni aburre. “Original” porque Tony Stark no es el típico héroe. Él mismo lo dijo al final de la primera entrega y se lo dice a Nick Fury en esta secuela, al reiterarle que no quiere formar parte de su grupo de superhéroes (¡!). Pero se sabe que, aunque beba, apueste, viva entre chicas sexys, villanos cool y música metálica, Tony Stark es un héroe, aunque no lo demuestre siempre, y tarde o temprano (para ser más exactos, el 3 de Mayo de 2012, con el estreno de LOS VENGADORES) tendrá que aceptarlo.
VideoComentario (ver link).
EL GRAN ROBERT DOWNEY JR Secuela, una de las palabras más misteriosas, humilladas, reiteradas y bastardeadas del séptimo arte. Es verdad que muchas segundas partes no fueron “buenas”, pero no nos olvidemos que, pese a que sean pocas, existen secuelas que fueron equitativas con su antecesora y en muchas oportunidades hasta superiores, “El Señor de los Anillos: Las dos Torres”; “El Padrino 2?; “Terminator 2?; “Star Wars: El Imperio Contraataca”; “El Caballero Oscuro”; “Toy Story 2?; “Aliens” y algunas otras forman parte de esa categoría. En esta oportunidad, “Iron Man 2? es una cinta regular en su desarrollo, inferior a la original, pero que forma parte de lo mejor que ha realizado Marvel en los últimos años. El mundo sabe que Tony Stark es Iron Man. Inmenso en una esfera de egoísmo y autosatisfacción, Tony debe enfrentarse a un nuevo villano que quiere cobrar venganza por sucesos pasados, pero también tendrá que combatir con un hombre mucho más fuerte y difícil: él mismo. Iron Man es el superhéroe más cool que el cine nos pudo brindar, es ganador, confiado, tiene una luz que lo destaca en todas las reuniones y eventos, en su cumpleaños él es su propio DJ, le importa poco el qué dirán y tiene dos bellas mujeres que lo acompañan a todos lados. Pero es en esta película donde se muestra el lado humano de este héroe, la avaricia que lo carcome por dentro, el deseo de poseer todo y un egoísmo molesto, lo convierten en una persona más, que trata de ocultarse bajo su uniforme metálico. Es allí donde interviene una de las características más destacadas de esta película: Robert Downey Jr. Este actor ES Tony, ES un superhéroe actuando y ES uno de los pocos salvatajes que tiene la cinta. Gracia, humanidad, un carisma impresionante y un desarrollo único, hacen de su interpretación otra de las tantas para el recuerdo. En el elenco también se encuentra Mickey Rourke, el nuevo villano de la cinta. Él está muy bien en su personaje, el trabajo realizado con el acento y cada una de sus expresiones malditas que generan el clima justo de maldad y venganza, están muy bien logradas. Scarlett Johansson, en el papel de La Viuda Negra, está correcta, seductora y hermosa, pero a la vez ruda y combatiente, tal como los escritos originales la pincelaron. Gwyneth Paltrow (Pepper), está muy bien, su actuación mantiene el mismo grado de satisfacción y autoridad de la primera parte. Don Cheadle (Rhodey), está bien, pero es el más flojo del elenco en algunos discursos orales y Samuel L. Jackson (Nick Furry), aparece poco pero satisface. Pese a que las actuaciones son buenas hay un gran problema que involucra a dichos personajes. El guión está algo desordenado en algunas partes y hay situaciones y roles que están desaprovechados, teniendo en cuenta la importancia que los mismos tienen en el comic. Es por eso que la viuda negra no se convierte en algo trascendente, ella dice unas pocas palabras, se la ve en su apretado traje negro, pero en ningún momento se profundiza en su historia y en los motivos que decidieron llevarla junto a Tony. Esto mismo sucede con el gran villano, Ivan Vanko, que comienza muy bien, se desarrolla muy correctamente, pero es rematado de una manera muy sencilla y torpe teniendo en cuenta la evolución y cada uno de los planes que este había preparado. Es por eso que la historia entra en una laguna cerca de la mitad de la duración, ya que no se sabe por qué camino ir, ni mucho menos centrar la historia en un solo hecho. Son tantas las cosas que están sucediendo en pantalla (Tony se descubre a si mismo, hay una lucha con la competencia, una mujer de la cual no se sabe mucho, una continua referencia hacia “Los Vengadores”, un villano que se va preparando para el gran golpe, un amigo que se revela, etc.) que en cierto punto la cinta comienza a hacerse algo lenta, carente de acción y humor. Los efectos especiales son asombrosos, especialmente los de las escenas finales. La música es correcta, pero algo decepcionante, ya que no se escuchan en cantidad las canciones de AC/DC como la publicidad anunciaba. El trabajo de dirección es increíble, los ángulos muy buenos y la fotografía bella y sencilla. “Iron Man 2? es una secuela inferior a su antecesora, algo desordenada en su desarrollo, pero que satisface y amerita su disfrute. Otro ejemplo que pone en evidencia que Robert Downey Jr nació para ser actor y para encarnar a Tony Stark. Cine pochoclo al 100% que satisfacerá a sus fanáticos. UNA ESCENA A DESTACAR: todo el desarrollo final Quedense hasta el final de los créditos porque hay una gran sorpresa que será placentera para todo fanático de las historias de Marvel.
Un superhéroe abatido La primera Iron man fue un verdadero soplo de aire fresco; un entretenimiento ágil, enérgico y palpitante que dio una razón más de ser a esta tendencia febril de incorporación de viejos héroes del comic a la pantalla. Considerando el precedente, daba para pensar que la calidad se mantendría, ya que en esta secuela se reiteran dos de los talentos más importantes que sostuvieron la entrega anterior: Robert Downey Jr. y el director Jon Favreau (Zathura, Elf), pero el resultado no logra colmar las expectativas. Lo que falla básicamente es el guión, pero no por las líneas de diálogo sino por una singular carencia de ideas y por su irregularidad, que redunda en un problema de arritmia narrativa -algo particulamente grave para esta clase de películas-. Una de las mayores complicaciones que aquejan al protagonista es que el reactor ubicado en medio de su pecho y que provee de energía a él y a su armadura está provocándole un serio problema de contaminación en la sangre, y podría matarlo en poco tiempo. Cabía esperar entonces que este factor de tensión hubiese sido explotado para que el personaje tuviese problemas de desempeño en medio de la acción, para que sus habilidades menguaran en los momentos más duros y para que, al fin de cuentas, su triunfo final fuese un gran alivio, -Superman tuvo sus momentos más intensos gracias a su debilidad ante la kriptonita- pero lo curioso del asunto es que el protagonista se envenena y encuentra una solución a su problema sin que en el interín se le presente una amenaza, sin que haya una escena de acción entre medio. Cabe preguntarse entonces para qué existe ese vaivén de guión, y qué aporta a la historia. La respuesta más convincente es que era necesario hacer tiempo y rellenar una trama deficiente. Y es que Iron man 2 tiene todas las características de una película-puente. Es decir, es de esas obras que ofician como intermedio entre las dos partes más concluyentes y relevantes de una trilogía. Así fueron El imperio contraataca, Volver al futuro II, Matrix Reloaded y El señor de los anillos: Las dos torres, la clase de segundas partes que aportan elementos y personajes nuevos que serán explotados en la tercera. La Iron man 3 parece sugerirse permanentemente, y también se aportan varias puntas que adelantan Los vengadores, una ambiciosa franquicia prevista para el 2012 que reunirá varios personajes de la Marvel: Iron man, Hulk, Nick fury, Thor y Capitán américa, entre otros. Hay superhéroes para rato. Entre otras cosas, hubiese sido necesaria alguna escena más de acción para darle agilidad e intensidad al relato. Robert Downey Jr. logra una vez más la difícil hazaña de que un multimillonario pedante y ególatra caiga simpático, pero no pudo darle a esta película la vitalidad que necesitaba. Su personaje se pasa la mitad del metraje aquejado por su dolencia -o borracho, o triste porque su padre fallecido no lo quería-. Claro que tiene cierta gracia ver al villano ruso interpretado por Mickey Rourke esgrimiendo sus látigos de energía y a la Scarlett Johansson vapuleando, con una vistosa combinación de técnicas marciales, a una docena de guardias de seguridad. Pero nunca podrían paliar tan grandes carencias.
A media máquina Las secuelas comiqueras tienen la característica de, generalmente, superar al film anterior en varios aspectos. El origen ya está contado, los protagonistas delineados, sus motivaciones establecidas y el espectador ya fue introducido y conoce su universo. Por lo tanto, en la segunda parte suele haber mayor libertad para contar una historia con el/los protagonistas sin necesidad de cumplir con esos requisitos básicos. Los ejemplos que cumplen con esta regla son conocidos por la mayoríá: X-Men 2, Batman: The Dark Knight, Blade 2 , Spiderman 2 (aunque no quieran aceptarlo algunos ;) , hasta Fantastic Four 2 levanta muchísimo la puntería con respecto a la primera (aunque igualmente se quede a mitad de camino). Después también tenemos la maldición de las terceras partes intragables, pero ese ya es otro tema. Esto viene a colación porque, después de una logradísima primer parte, que nos sorprendió gratamente a muchos (sobre todo porque el personaje protagonista es de los más berretas que tiene Marvel), Iron Man 2 es una película que llega con mucho impulso y una enorme expectativa. Por lo cual, la gran pregunta gran que se formulan quienes la esperan ansiosos es: “¿Cumplirá esta película con la regla de las secuelas comiqueras? ¿Será mejor que la primera?”. Lamentablemente… no. Veamos las razones. No te me pongas así, Robert. No te me pongas así, Robert. Stark the Man En general, en toda película de superhéroes, lo que tiene mayor relevancia es la identidad superheróica del protagonista por sobre su alter ego civil. Vamos al cine a ver a Batman, no a Bruce Wayne, por ejemplo. Sin embargo, con la primera película se instauró algo muy particular: El protagonismo giró en torno a Tony Stark, el alter ego de Iron Man. Nos cuentan su historia, construyen su personaje y Iron Man es simplemente una consecuencia, un detalle. A tal punto sucede esto que en la película hay relativamente poca acción, y hasta la batalla final se ve forzada, metida porque “había” que tener una batalla final. En este nuevo film, el protagonismo pasa a estar en manos de Iron Man, y lamentablemente como personaje no se la banca. Ya les dije, es de los más berretas que tiene Marvel. Todo gira en torno a la armadura, a la función que cumple en el país y en el mundo, a lo que significa para Stark y lo deseada que es por otros. Casi todo lo que motiva a los personajes y lleva la trama hacia adelante está relacionado con la armadura. Hay un intento de aportar cierto tinte dramático a Stark dentro de la historia, pero se ve tan forzado y obvio que no mueve ni un pelo. Pero así y todo, Robert Downey Jr. la descose nuevamente en el protagónico y es uno de los responsables (si no el único) de que la película, aún con sus falencias, no sea un bodrio. Está bien, su personaje es un refrito de todos los tics actorales que le fuimos viendo a Robertito a lo largo de toda su carrera, pero se ajusta tan bien al personaje que es imposible a esta altura imaginarse a otro actor interpretando el papel. Y ese punto suma muchísimo al film. Whiplash, uno de los malosos de turno Whiplash, uno de los malosos de turno Doble o nada Otra característica que suelen tener las secuelas en general (no solo las comiqueras) es que toman todo lo que funcionó en la primera, y lo elevan al cuadrado. Y en esta ocasión no fueron menos. Así es que nos encontramos con un Tony Stark mucho más volátil, errático, sacado y fiestero que en la primera (y ahí ya lo era bastante). Si en la anterior era un genio, acá es prácticamente Dios. Dale un encendedor y un escarbadientes y el tipo te arma un condensador de flujos. Si, la primera no se caracteriza por su realismo, pero al menos tenía lógica y resultaba verosímil dentro de su universo. Acá se van de rosca completamente. También tenemos, como era esperado, muchísimas más escenas de acción que en la anterior, todas espectaculares por donde se las mire. Hay que reconocer que Iron Man es el personaje de comics que mejor traslación tuvo a la pantalla grande en lo que al diseño del personaje respecta. Igualmente, en su cantidad, las batallas reducen considerablemente su impacto y se van extinguiendo bastante hacia el final. En la anterior había un equilibrio de protagonismos bastante bien manejado, con Stark ocupando un 50% de la película, Iron Man un 30% y lo restante distribuido entre los demás personajes, que no eran más de 2 o 3 principalmente. Acá tenemos a Stark, Iron Man, Ivan Vanko (Mickey Rourke), Black Widow (una absolutamente despampanante Scarlett Johansson), Rhodey Rhodes (Don Cheadle), Justin Hammer (Sam Rockwell), Pepper Potts (Gwyneth Paltrow) y hasta Happy Hogan (Jon Favreu), todos repartiéndose la presencia en pantalla, distrayendo constantemente la atención y saltando de subplot en subplot a cada rato. A pesar de que todos están correctos en sus papeles (ninguno se mató mucho, salvo Rourke un poquito) terminan quedando chatos y perdidos en medio de la marejada. Estos aspectos y otros más (que ya sería spoiler comentar) le quitan profundidad a la historia (dentro de lo que Iron Man permite) y generan una sensación de artificialidad que afecta en buena medida su disfrute, sobre todo teniendo como parámetro la tan bien construida primera parte. .......................... .......................... Se aboya pero no se rompe Igualmente, a pesar de todas estas falencias, la película no es mala. Más bien es inocua. Tiene escenas de acción altamente logradas, varios momentos cómicos bien colocados, geniales one-liners de Robert D. y, en definitiva, las dos horas se te pasan en seguida. Pero al terminar la película queda una sensación de mal sabor en la boca, de que algo faltó, de que la magia de la primera no estaba presente. Por supuesto, como decimos siempre, las expectativas juegan un papel crucial en estas ocasiones, y para esta película eran enormes. Se nota que apostaron a lo seguro, a no fallar, y se quedaron a mitad de camino. Puede ser que algo de culpa lo tenga el material que quedó afuera. Montones de escenas que hemos visto en los trailers una y otra vez en la película brillan por su ausencia, como el beso en el casco de Pepper Potts antes de que él salte del avión, o Scarlett disparando con el guante de Iron Man. Probablemente se las hayan guardado para un futuro “Director’s Cut”, pero resulta raro no verlas en la película. Tal vez quien vaya a verla después de haber leído esto la disfrute un poco más al estar prevenido acerca de lo que se va a encontrar. Y si no es así, quédense hasta el final de los créditos, que lo que van a ver probablemente les levante el cebamiento mucho más que el final de la peli.
Publicada en la edición digital #2 de la revista.