Perdón Stephen King A juzgar por los resultados, daría toda la sensación de que un plausible fracaso de taquilla, más allá de la lapidaria crítica casi unánime norteamericana con esta nueva adaptación de una de las novelas más importantes dentro del universo literario de Stephen King, La Torre Oscura hubiese sido más rentable como serie de alguna plataforma estilo Netflix o similares en lugar de apostar a las consecuentes sagas cinematográficas, capaces de generar el caldo de cultivo para que fans y no fans llenen las salas cinematográficas. Es tan magro e impersonal lo que el danés Nikolaj Arcel en su arribo a las tierras Hollywoodenses consiguió con este film de 95 minutos, que desaprovechó una historia compleja, rica en personajes y donde la batalla entre el bien y el mal incorpora elementos de fantasía porque todo se reduce a una trama lineal, llena de lugares comunes y personajes completamente planos en términos narrativos. A grandes rasgos lo poco que puede sacarse de esta historia como hilo conductor para intentar establecer algún sentido o coherencia interna en el relato es precisamente el enfrentamiento archiconocido entre El hombre de negro, léase un hechicero (Matthew McConaughey) que busca liberar los demonios con la apertura de un portal para lo cual atrapa niños y los tortura con el fin de extraerles la energía del cerebro y así destruir la famosa torre del título. Esa torre es la que equilibra las fuerzas en el universo y se encuentra en el centro de todo. Sin embargo, existe un pistolero (Idris Elba), dispuesto a dar batalla mientras que de este lado del planeta un adolescente llamado Jake (Tom Taylor) posee el don del esplendor, algo así como un poder de videncia que primero se traduce en pesadillas recurrentes, las cuales el muchacho en plan freak para su entorno familiar y escolar dibuja con precisión y exactitud hasta que descubre un portal que lo conecta directamente con el pistolero de sus dibujos. Con todas las cartas sobre la mesa, efectos visuales nada deslumbrantes, ritmo cansino y un largo y tedioso derrotero multidimensional, incluídos forzados intentos de alivio cómico cuando Roland el pistolero aterriza en New York, la película hace agua por donde se la mire: desde la ridiculez de los diálogos, la falta de imaginación a la hora de recrear enfrentamientos entre los demonios digitales y el as de la pistola -confeccionada con el mismo material que la espada de Excalibur vaya a saber uno porqué- hasta un conjunto de incongruencias producto de la acumulación de información, tal vez con el objeto de condensar algo de mayor envergadura y peso narrativo que seguramente tenga un desarrollo mucho más interesante en los ocho volúmenes que integran la obra magna de Stephen King. Otro disparate y fracaso que se suma a las fallidas adaptaciones de novelas del padre de Misery, tal vez -vaya la paradoja- uno de los mejores experimentos cinematográficos con resultado aceptable. Habrá que esperar a la taquilla para saber a ciencia cierta, si La torre oscura se derrumba para siempre, se recicla en una serie o permanece inclinada y a punto de caerse como la mítica Torre de Pisa en Italia.
Entretiene sin magia y no atrapa lo suficiente. Si no se dijera que está basada en un trabajo del famosísimo autor, esta película pasaría sin pena ni gloria ya que es bastante mediocre. No es que esté mal el cuento, lo que pasa es que...
La Torre Oscura: Una adaptación que ha olvidado a su padre. Una de las más ambiciosas y esperadas adaptaciones de las obras del gran Stephen King logra captar la atención ante su estreno. ¿El resultado? Entrá y enterate. Debo admitir que no conozco la, ya legendaria, saga de “La Torre Oscura”, la cual tiene varios libros en su haber de la mano del gran Stephen King. Una saga de aventuras donde el último Pistolero de un casta debe enfrentar fuerzas del Mal y proteger nuestro mundo del despiadado hechicero Hombre de Negro. La premisa es interesante, y cuando se comenzó a hablar de una adaptación (primero en formato serie para HBO y con Damon Lindeloff involucrado), mis expectativas por ver ese mundo entre fantasía y personajes anacrónicos del Viejo Oeste fueron creciendo de manera exponencial. Pero cuando el proyecto comenzó a vislumbrar problemas de producción, cambios de mando y actores que pasaban, su futuro cinematográfico no tenía un buen horizonte. Y, lamentablemente, las predicciones como profecías autocumplidas, se desatan en este film, el cual carece de alma de aventuras, espíritu de suspenso, y ni siquiera tiene un ritmo que atraiga al espectador y quiera saber qué pasa en esta historia. Porque claro, entre tanta mano y mala edición, La Torre Oscura es un compendio de escenas que quieren mostrar de todo pero no termina cuajando nada: ni la historia del Pistolero (Idris Elba, lo mejor de la película), ni el niño Jake (Tom Taylor), y ni siquiera el villano interpretado por un Matthew McConaughey que, a pesar de su carisma y su porte, no logra encarnar a un Hombre de Negro temible y desafiante. La Torre Oscura podría haber sido un buen producto televisivo, y este film de hora y media podría haber sido un gran piloto para esa serie; pero peca de querer ser más de lo que es, usando una falsa solemnidad que bien podría, incluso, causar risas, pero termina siendo anodina y mal ejecutada. Lamentable.
Esta es una adaptación de una serie de novelas escritas por Stephen King, en esta primera entrega se cuenta la historia del “El Pistolero” que va detrás del Hombre de Negro y así llegar a la Torre Oscura. Bien, la película no tiene relación con este argumento, cuenta la historia de Jake Chambers (Tom Taylor) que es atormentado por pesadillas y el recuerdo de su padre fallecido. Comienza a dibujar a distintos personajes, entre ellos “El Hombre de Negro” (Matthew McConaughey), la Torre Oscura y al Pistolero (Iris Elba). Su madre, preocupada por su salud mental, decide enviarlo a un asilo donde supuestamente lo ayudarán a recuperarse de sus pesadillas, pero Jake descubre que son parte de los personajes que llenan sus pesadillas, escapa, llega a una casa abandonada, donde descubre un portal. Allí llegará al desierto donde se encontrará con Roland “El Pistolero” y será el comienzo de la aventura de tratar de atrapar al Hombre de Negro y evitar que destruya la Torre Oscura que protege todos los mundos. Si bien no es una adaptación fiel a los libros, en esta primera entrega se pueden ver varios elementos que son parte del mundo que forma a esta saga. Por momentos eso logra confundir al espectador, ya que son muchos elementos los que a veces quedan sin explicación; para alguien que no haya leído las novelas puede ser confuso. En cuanto las actuaciones, podemos decir que son buenas, tal vez no las mejores y podrían ir mejorando a medida que avance la saga, pero realmente logras tomarle bronca y odio al personaje de McConaughey. Y terminas sintiendo cariño tanto por Jake como por Ronald. Las escenas de acción están bien logradas, mantienen al espectador entretenido y cumplen con su cometido, aunque a veces se pasan en CGI y en lentitud. En conclusión, es una película entretenida, no es la mejor adaptación de una obra de Stephen King, pero logra su objetivo como película de acción y aventura, entretiene al espectador que se quedará pensando: ¿Qué pasará con Jake y Roland en el futuro?
“El hombre de negro huye a través del desierto y el pistolero va en pos de él”. Con esa oración Stephen King inicia, en 1982, el primer libro de La Torre Oscura. Una historia épica dividida en siete tomos. El camino recorrido de esta serie termina en 2004, aunque en 2012 se agrega un libro más, que se ubica entre el cuatro y el cinco. Desde hace ya más de diez años que se habla de hacer una película con esta saga. Cuenta la leyenda que J.J. Abrams, declarado fanático enfermo de King, compró los derechos de la saga, pero luego no pudo concretarla. Después le dieron los derechos a Ron Howard, y no, tampoco la hizo. Nadie quería animarse a tanto. Eran siete libros de una complejidad muy grande: universos paralelos, monstruos, viajes en el tiempo, muchas y diversas locaciones, etc. Tuvieron que pasar más de diez años hasta que Sony dijera “basta”. Y comenzó el viaje. Le dieron el proyecto a Nikolaj Arcel -responsable de La Reina Infiel (En kongelig affære, 2012) y Sandheden om mænd (2010), entre otras- para que la dirija y escriba el guión, y también para llevar adelante la mezcla de formatos que desde el principio mismo de esta historia quieren hacer: combinar el cine con la pantalla chica. Porque, claro, como no podía ser de otra manera, está anunciada una serie de televisión de La Torre Oscura para el 2018. Y esto no es necesariamente algo bueno. Podrían limitarse a hacer una película por libro, como en el caso de Harry Potter, pero parece que no es el caso. De hecho, ya de entrada no se respeta (en el caso que haya que respetarse) el orden de los libros. La historia de La Torre Oscura (The Dark Tower, 2017) que elige contar Arcel no empieza con el primer tomo sino que elige contar los primeros episodios del segundo libro. Hay algunas cosas que pertenecen a la primera entrega pero la mayor parte es tomada del segundo. Es ahí en donde vemos a Jake (Tom Taylor), un chico de unos trece años que por las noches en vez de sueños tiene visiones. Visiones de otro mundo. Visiones que le revelan desiertos, batallas y a un Hombre de Negro (Matthew McConaughey) que secuestra chicos poseedores de “el toque” (the shine, en inglés). El mismo poder que tiene Danny Torrance en El Resplandor (The Shining, 1980). En esos sueños también lo ve al pistolero Roland Deschain (Idris Elba). La película se centra en este trío. El pistolero juró proteger La Torre Oscura, el Hombre de Negro la quiere destruir y Jake es el medio para lograrlo. Teniendo en cuenta la complejidad de los personajes y lo larga que es la historia original, es posible que el lector se vea un poco desilusionado con esta primera entrega. El director elige mezclar el libro uno, dos y siete, y con eso armar el principio de esta saga. La película, desde lo técnico, está muy bien. Recrea con particular fidelidad el mundo de Roland, los efectos especiales están a la altura de lo que pasa en el libro, pero la acción y el desenlace parecen haber sido expuestos demasiado rápido y a los ponchazos. En definitiva, y para el espectador que no leyó los libros, se va a encontrar con una película de aventuras clásica, un western de ciencia ficción en donde el bueno persigue al malo y no abundan las sorpresas.
¿Infierno en la torre? ¿El libro o la película? No hay transposición que salga inmune de dicho proceso, no hay vuelta que darle. Y La Torre Oscura (The Dark Tower, 2017) no escapa a esta máxima, digámoslo sin eufemismos y dejemos de ignorar al enorme elefante en medio de la habitación, o la sala de cine, si prefieren. En el caso de este largometraje en cuestión, basada en la saga de Stephen King compuesta por ocho volúmenes -sí, leyeron bien, OCHO- el resultado es intrascendente en el mejor de los casos, pero alejado de las críticas destructivas que habían empezado a llover desde el extranjero. La que se cuenta es la historia de una torre que mantiene unidos todos los universos, incluido el nuestro, la cual se encuentra bajo la amenaza constante de Walter Padick (Matthew McConaughey) a quien llaman el Hombre de Negro, un mago que utiliza los poderes especiales de ciertos niños para destruir la torre. Roland Deschain (Idris Elba) es un pistolero que busca detenerlo y, al mismo tiempo, saldar cuentas pendientes. En el medio de todo esto está Jake, un chico neoyorquino que vive acechado por sueños sobre los acontecimientos en estas tierras fantásticas y las premoniciones que no auguran nada bueno. El poder “psíquico” de Jake -el mismo que posee Danny en El Resplandor (The Shining, 1980), otra obra de King con temática interconectada- es de vital importancia para el Hombre de Negro. Con la ayuda de Roland, Jake intentará detener a Padick y descubrir qué misterios se esconden más allá de nuestro universo. Como decíamos al principio, resumir en 95 minutos una obra de ocho volúmenes implica acelerar ciertos procesos y elegir qué elementos incluir y cuáles dejar por fuera del relato. La historia toma pedazos de varios libros de la saga, y según su director, Nikolaj Arcel, el film ocurre después de lo narrado en la saga literaria, algo que confunde más de lo que clarifica. En este apuro por condensar la historia, Arcel se apoya demasiado en diálogos redundantes y tropos clásicos, como el “cuadrito con la foto del familiar ausente”, entre otros ardides de manual para explicar de un plumazo el trasfondo de ciertos personajes. Es interesante la forma en que se lleva a la pantalla este mundo literario que combina la tecnología con lo mágico y fantástico, anclado a nuestro mundo en las ocasiones que la historia lo requiere. Probablemente este costado estético y el tratamiento musical sean los factores de mayor destaque de una producción que cuenta con actores enormes como McConaughey y Elba pero no les da material lo suficientemente profundo o interesante para trabajar. Ambos parecen atravesar las escenas en piloto automático. Si bien las retomas pedidas por Sony buscaron dar más profundidad al personaje de Elba, no se siente logrado. Curiosamente el joven Tom Taylor es quien más se luce interpretando a Jake. Sin ser ese desastre que se anticipaba antes de su estreno, pero tampoco volviéndose una obra que viene a revolucionar las adaptaciones literarias, La Torre Oscura cae dentro la intrascendencia del cine mainstream que nos satura con producciones que quedan a mitad de camino, algo que puede ser mucho peor para quienes gustan de ver el vaso medio vacío.
El inquietante universo del escritor Stephen King no ha tenido demasiada suerte en sus adaptaciones a la pantalla grande, a no ser por excepciones como El resplandor, Carrie y La hora del vampiro. La Torre Oscura está basada en una serie de sus 8 novelas que comenzó a escribir en 1982 y el resultado es decepcionante en varios sentidos. Una historia compleja para comprimirla en noventa minutos que combina aristas fantásticas, terror y western post-apocalíptico cuando el niño Jake -Tom Taylor- comienza a tener pesadillas sobre un mundo paralelo. El film contrasta una vertiginosa ciudad neoyorquina con un universo en el que el pistolero Roland -Idris Elba- persigue al villano de turno, el Hombre de Negro -Matthew McConaughey-, que controla un ejército dedicado a secuestrar niños en la Tierra. Con un comienzo atrapante en el que una madre se desmorona por los comportamientos y los dibujos extraños de su hijo, la película presenta ecos de Los invasores, portales que se abren hacia otros mundos, terremotos y criaturas monstruosas que se ven camufladas por la piel humana. Entre las persecuciones en La Gran Manzana y una Torre que se alza en medio del mundo paralelo, se construye la despareja historia escrita por Akiva Goldsman y dirigida por el danés Nikolaj Arcel. Si bien el relato ofrece algunas situaciones entretenidas, el resto se va desmoronando sin demasiados atractivos entre los que sobresale el joven actor Tom Taylor, que logra ponerse el papel al hombro ante las deslucidas participaciones del resto del elenco, entre pirotecnia visual sin adrenalina, personajes planos y monstruos que no suman suspenso ni tensión a esta trama, en la que también aparece un destruído y abandonado parque de diversiones. Una torre que prometía mucho más de lo que entrega.
El joven Jake Chambers tiene pesadillas recurrentes, donde ve como una enorme torre es destruida por unos seres no humanos. Estos hechos junto con su tendencia a dibujar cosas extrañas que él mismo piensa que están relacionadas con constantes terremotos alrededor del mundo; hacen que sus padres decidan a aceptar la ayuda de un hospital psiquiátrico. Pero nadie esperaría que en realidad sus sueños fueran realidad, ya que El Hombre de Negro y El Pistolero existen, y entre ellos decidirán el futuro del universo. Y finalmente nos llega La Torre Oscura, adaptación de quizás la saga magna de Stephen King, donde a su modo, homenajea a El Señor de los Anillos, pero usando su propio multiverso, donde varias novelas compartían personajes y donde como lectores para entender en su totalidad esta historia, debemos leer más de veinte libros. Mucho se nos anticipó a varios países de Latinoamérica, donde el film llega más tarde, que los miedos iniciales que todos los fanáticos de King se empezaban a confirmar. Las críticas que llegaban no eran demasiado alentadoras, y esto sumado a un mal planteo para encarar la adaptación, nos hacía suponer lo peor. Por desgracia nuestras sospechas no estaban ni cerca de ser lo que realmente terminamos viendo. Una de las mayores críticas que recibió La Torre Oscura ya desde el inicio de la producción, fue el cast de Idris Elba en el papel de Roland, en especial por el cambio racial que suponía dicha elección. Irónicamente Idris Elba termina siendo de lo mejor de la película, llevando de forma calcada la personalidad y presencia física que vemos en el Roland literario, lo mismo podemos decir de Matthew McConaughey como Walter, el villano de la historia. Y ahí hasta ahí podríamos citar las cosas positivas de La Torre Oscura, ya que el resto de las partes destacables, no pasan de referencias a antiguas adaptaciones u obras literarias de Stephen King, o algún diseño de producción que se asemeja a lo que leemos en toda la saga de La Torre Oscura. Porque este film no solo peca de mal adaptar una obra, sino que como película también es bastante floja, pareciendo más el típico pochoclo anual de alguna empresa que termina pasando sin pena ni gloria, y que no logra convocar tanto al conocedor del material original, como al espectador casual. Al menos desde esta web también les queremos decir que no se dejen engañar por las declaraciones de los responsables, que decían que esta es una versión alterna de la historia contado en los libros; agarrando la teoría del multiverso de King para justificar que hicieron una pésima adaptación y una película mediocre. Las cosas son como son y hay que ser sinceros. La Torre Oscura va a defraudar tanto a fans como a gente que nunca toco un libro en su vida; ya que estamos ante una historia sin alma, varias veces sin sentido; y que desperdicia dos buenos actores que hacen lo posible para salvar una cinta que seguramente veremos en las listas de lo peor de este 2017. Es una lástima que Stephen King siga dando el visto bueno para estas adaptaciones.
Un libro entreverado y la difícil tarea de trasladarlo con éxito a la magia del cine. La película está dirigida por Nikolaj Arcel, con guión de Akiva Goldsman, Jeff Pinkner y Anders Thomas Jensen y Nikolaj Arcel, basada en las novelas de Stephen King. Soy de los que piensa que no todos los textos aplican de maravilla en el medio audiovisual, tal vez este sea uno de esos casos, será que a veces mucho menos es más (?) Jake Chambers (Tom Taylor) sufre temibles sueños/pesadillas que lo llevan casi impulsivamente a realizar diferentes dibujos donde trata de esclarecer lo que ve en su cabeza. Toda esa fantasía ira cobrando realidad, sin que su madre (y padrastro) lo entiendan, creyendo que está atravesando problemas psicológicos relacionados con la muerte de su padre. El bien y el mal se cruzan por diferentes portales que nos llevan de un planeta a otro. Por un lado, el Pistolero Roland Deschain (muy buen trabajo de Idris Elba) por el otro Walter Odim (perfecto Matthew McConaughey) el Hombre de Negro, un diablo con temibles poderes. Y esa torre que hay que destruir para que el mal entre definitivamente a la Tierra, provocando el apocalipsis. Al que necesitan es a Jake, su cerebro, su capacidad, para lograr esta atrocidad. Una mezcla interesante y extraña a la vez, cuando suceden terremotos o movimientos sísmicos y que están directamente relacionados con estos hechos. La torre oscura es entretenida, pretensiosa, visualmente impecable, se hace muy llevadera de ver, aunque tal vez la historia, por cómo está contada, no termine de convencer.
Mato con mis críticas La torre oscura (The Dark Tower, 2017) es un insípido coctel de acción, aventura, ciencia ficción, fantasía y épica que ostenta la firma de Stephen King pero es indistinto a cualquier blockbuster engendrado mediante focus group. El entretenimiento es ligero, marginal y efímero; el impacto emocional o intelectual nulo. Hace más de una década que Hollywood busca la forma de llevar al cine la saga de “La torre oscura”, que suma más de 4000 páginas a lo largo de ocho novelas. Los estudios se han ido pasando el proyecto de mano en mano - Paramount, Columbia, Universal, Lionsgate - hasta que cayó en manos de Sony y el director danés Nikolaj Arcel, que dieron marcha adelante con un guión simplón escrito a ocho manos. La historia original es una crónica de la eterna batalla entre un “Pistolero” y “El Hombre de Negro”, encarnaciones del bien y el mal. El Hombre de Negro quiere destruir la Torre Oscura del título - el epicentro del universo - para dejar todos los mundos en existencia a la merced de monstruos invasores; el Pistolero quiere detenerlo y vengar la muerte de sus seres queridos. Los libros transcurren a lo largo de tantos años e involucran tantos saltos temporales e interdimensionales que representan un auténtico desafío de adaptación. La solución de la película es contar a las apuradas una versión de 95 minutos resumiendo las “novelas” y poniendo a un niño de 15 años en el papel protagónico, relegando al Pistolero a un papel de reparto en la que debería ser su historia de principio a fin. Todo sea por acordonar el mercado de Jóvenes Adultos que apetece más historias hechas en su imagen y semejanza. El Elegido es Jake Chambers (Tom Taylor), un joven neoyorquino acosado por visiones apocalípticas en las que la destrucción de la fabulosa Torre Oscura repercute en la destrucción del universo. Esta es la misión de El Hombre de Negro (Matthew McConaughey), un hechicero dedicado a secuestrar niños con poderes psíquicos para utilizar su energía contra la torre. Él y su ejército de “pieles falsas” (monstruos con máscaras humanas) quieren capturar a Jake, el psíquico más poderoso de todos, pero el niño huye a través de un portal a un páramo llamado Mundo Medio y cae bajo la protección del Pistolero Roland (Idris Elba). Quizás hay una forma de contar esta historia de manera que no suene tan ridícula pero Arcel y su equipo de guionistas no la han encontrado. Con apenas hora y media de duración, la película es un constante chorro de diálogo expositivo y parecería ser que el objetivo de cada escena es explicar lo que está pasando o qué va a pasar a continuación. Todo ocurre a un paso tan acelerado que las escenas carecen de peso en la historia y no causan ninguna impresión, ni en sus protagonistas ni en los espectadores. De vez en cuando hay algo que funciona - algún chiste, alguna imagen atractiva o idea ingeniosa - pero en general la película pone modo autopiloto y ahí se queda. Los efectos especiales son mediocres, los monstruos se parecen a los de cualquier videojuego y una secuencia de acción es indistinta de la otra, salvo por un instante de genialidad que haría orgulloso a Lucky Luke. Al menos Elba y McConaughey logran inyectar un poco de personalidad en una película en la que el resto de los personajes son poco más que artefactos de la trama. Elba es carismático en el papel del héroe rudo y hastiado, y el villano todopoderoso e híper-sugestivo de McConaughey raya lo caricaturesco. Otros personajes que por cámara y puesta en escena parece que van a ser importantes son descartados con una facilidad asombrosa. Todo apunta a que la película ha sido cortada y recortada varias veces, víctima de una trama demasiado enroscada y focus groups quisquillosos. Lo que vemos es un resumen esquelético, diseñado para entretener a todos pero complaciendo a nadie.
Me cuesta un poco entender las críticas negativas de la prensa internacional que ha recibido este film, más aún cuando le cuestionan su “corta duración”. No leí la serie de libros de Stephen King en los cuales se basa, que si son muy extensos, y a lo mejor ese es el conflicto con los 90 minutos de cinta. El film se me pasó rápido y me entretuvo. Punto. Lamentablemente no me dejó con ganas de más y esperaba que lo hiciera, no solo por su autor sino también porque hace más de una década que están tratando de hacer esta película, cambiando de guionistas y directores. El rumor siempre fue que se iba a tratar de una de las grandes sagas cinematográficas de todos los tiempos, que una trilogía no iba a alcanzar y que una serie de tv accesoria se necesitaría para poder contar todo bien. Nada de ese ruido llegó a la pantalla en este estreno. Al film le falta épica y alma. Me da la sensación que quisieron hacerla “amigable” para la mayor cantidad de público posible y no se animaron a plasmar bien el tan comentado universo de King. Para muchos su obra definitiva. Es todo muy lineal y sin sorpresas: los buenos por un lado, los malos por el otro. Los dos protagonistas principales trabajan a reglamento porque el guión no da para mucho más. Tanto Idris Elba como Matthew McConaughey son dos grandes actores pero aquí no se lucen. El que si lo hace es el joven Tom Taylor. Dan más ganas de verlo a él y seguir su historia más que otra cosa. El director dinamarqués Nikolaj Arcel cumple con el Estudio y los productores. No hay aspiración alguna, solo repeticiones de elementos y técnicas que sus colegas de renombre han inventado. En definitiva, La Torre Oscura es una película que me entretuvo pero que ya me olvidé. Ojalá que los números la acompañen para que se puedan hacer secuelas, la serie de tv, y así explotar todo el material, y de esa manera engancharnos en serio y como nos prometieron.
Basada en la serie de libros que escribió Stephen King, el los considera su obra maestra, llega este film breve con dos carismáticos actores Idris Elba y Matthew McConaughey pero ninguno de los dos logra transmitir, porque el guión no se ocupó de eso, una épica, una emoción, un crescendo dramático. Es mas, todo se centra en un chico con poderes Tom Taylor y ese pistolero y el hombre de negro, uno que defiende todas las realidades unidas en la torre del titulo y el otro que quiere destruirlo. La acción y las explicaciones son pocas, para quienes no leyeron las novelas, dan cosas por sentado, y lo que se muestra es una parte de acción, efectos especiales no demasiados sobresalientes, y una historia con final abierto que parece no tener mucho destino de éxito. Si no existiese el peso de la fama de King y los fans numerosísimos, nos encontraríamos con una película seca, que no construye una épica, que no emociona y entretiene módicamente. Apenas unas gotitas de humor cuando en Nueva York el pistolero descubre medicina, bebidas colas y hot dogs. Nada sobre de donde viene ni a donde va. Lo mismo el hombre de negro malo, invasivo y destructivo. La lucha del bien y el mal mas obvia, no hay motivaciones ni se invirtió tiempo en la construcción de los personajes. Queda como un material apenas planteado, con elementos del viejo oeste, un mago malvado y muy maquillado y un nene asustado y perseguido. No les gustara demasiado ni a los fans de King ni a los que no lo frecuentaron.
Cuesta mucho hablar de esta película sin trazar paralelos con el texto de Stephen King. Cuesta aún más hablar habiendo leído la extraordinaria adaptación al comic de la saga creada por el maestro del terror. La transposición de “La Torre Oscura” no termina de cerrar por ningún lado. Los fanáticos de la saga saldrán decepcionados, y aquellos que se acerquen a las salas para ver el film, se encontrarán con una propuesta visualmente atractiva, pero con baches (muchos) narrativos. Tal vez con el objetivo de gustar, la película pasó por filtros y tests que terminaron por cercenar metraje, resintiendo la totalidad y construyendo la nada misma.
Una saga reducida a su mínima expresión. ¿Cuántas películas hubiera hecho, por ejemplo, un director habitualmente larguero como el neozelandés Peter Jackson con una saga de ocho libros y 4250 páginas a su disposición? ¿Y cuánto hubiera durado cada una? ¿Tres horas? ¿Cuatro, en su versión extendida? La torre oscura es una anomalía en tiempos de sobreexplotación de best sellers épicos o fantásticos de largo aliento de lectura: cuando todo tiende a multiplicarse con diálogos impostados y metrajes quilométricos, ésta se contrae hasta su mínima expresión. Tan mínima es esa expresión, que nunca termina de entenderse muy bien qué sucede. Y eso que suceden muchas cosas. Todo el tiempo. Entonces, lo mejor de la adaptación de la serie de ocho libros que escribió Stephen King es la subversión que significan sus “apenas” 95 minutos, créditos incluidos. El propio King –quien en cuatro semanas volverá a las salas con una nueva versión de It a cargo del argentino Andy Muschietti– ha reconocido que La torre oscura es su “obra magna”. Escrita entre 1982 y 2012, el relato incluye varias recurrencias del autor de Carrie, El resplandor, Cementerio de animales y Misery, trazando un recorrido que va de lo fantástico a lo terrorífico, de la distopía a la historia de crecimiento, de la ciencia ficción al western. En la película todo eso está. Jack (Tom Taylor) es un adolescente que tiene pesadillas sobre un campo de concentración para chicos con poderes mentales desde donde intentan destruir una torre gigante que sirve para mantener el equilibrio en el sistema solar y, con esto, a raya a monstruos y bestias. Son pesadillas tan recurrentes como detalladas, según se desprende de las descripciones y los dibujos de escenarios y personajes que empapelan su habitación. Mamá no se sabe muy bien qué hacer y cree que es una forma de duelo por la muerte de papá, pero al final gana el nuevo marido, que no se banca más a Jack y quiere despacharlo a un loquero. El enfermero que lo viene a buscar tiene una cicatriz muy parecida a los malos de las pesadillas. Todo se vuelve real cuando, después de escapar, descubra un portal hacia el “Mundo Medio”, un escenario calcado al que configuraba su inconsciente. ¿Un portal en una casona abandonada en plena Nueva York? ¿Cómo? ¿Por qué? Sería un error pedirle a La torre oscura un análisis de física cuántica, pero sí que al menos explique y ponga en contexto cómo funciona el mundo que narra, porque una cosa es apegarse a un registro fantástico y otra muy distinta es dejar agujeros a lo pavote, como hacen el realizador danés Nikolaj Arcel y sus guionistas. ¿Cuáles son los poderes mentales que tiene Jack? ¿Por qué son importantes? ¿De dónde sale el Pistolero (Idris Elba) que encarna la resistencia contra el tiránico Walter (el susurrante Matthew McConaughey) en ese Medio Mundo y que ayuda al recién llegado Jack? Y hablando de Walter, ¿qué le pasó? ¿Quién es? ¿De dónde salió? ¿Por qué quiere destruir la torre? La falta de información confabula no sólo contra la construcción de un mundo con reglas propias, sino también contra cualquier atisbo de empatía con el pistolero y su ladero adolescente. Y sin empatía no hay película que funcione, aun cuando dure lo mismo que un partido de fútbol.
Publicada en edición impresa.
Esta transposición de una de las obras máximas de Stephen King deja sabor a poco. La Torre Oscura es la 42ª adaptación de una novela, cuento o novela corta de Stephen King, pero para el escritor tiene un sabor especial, ya que se trata de la que él cataloga como su obra máxima. Menuda decepción debe haberse llevado ante una película que navega en un mar de géneros sin aferrarse a ninguno, convirtiéndose en un auténtico cocoliche sin rumbo. Compuesta por un total de 4.250 páginas distribuidas en ocho tomos, La Torre Oscura tiene un arco narrativo que puntea lo terrorífico, la distopía, el coming of age y la ciencia ficción. Son todas constantes de la obra de King que aquí, sin embargo, aparecen diluidas en medio de la historia de un chico que tiene pesadillas sobre un mundo paralelo dominado por el malvado Walter (Matthew McConaughey). En ese planeta hay, siempre según los sueños que Jake (Tom Taylor) le cuenta a su mamá, un estudio científico desde el cual intentan destruir una torre gigante que sirve para mantener el equilibrio en el sistema solar. Quien trata de evitarlo es un pistolero solitario (Idris Elba) que deambula por un paisaje desértico. Esos sueños se volverán reales cuando, después de escapar de unos supuestos médicos con marcas muy parecidas a los “malos” de su inconsciente, Jake descubra un portal en medio de una casa abandonada en Nueva York que lo transporta hasta aquellas tierras. Es necesario suspender totalmente cualquier atisbo de incredulidad para lo que viene después. No por las situaciones en sí, sino porque la película nunca logra establecer las reglas generales del mundo en el que suceden. Igual con los personajes. Nunca queda claro por qué Walter quiere destruir la torre ni mucho menos qué tipo de poderes son los que vuelven a Jack un botín tan preciado, así como tampoco quién es el Pistolero o si intenta asesinar a Walter por algo más que una vendetta personal. Así, La Torre Oscura se limita a hilar situaciones con el capricho de los guionistas como único criterio. Dentro de cuatro semanas King volverá a las salas argentinas de la mano de una nueva adaptación de It, ahora a cargo del argentino Andrés Muschietti. Ojalá tenga revancha.
Fantasía noble y desbordada Esta es una fantasía desbordada, sin pedir permiso a la época, con coordenadas de matiné de los 80. Basada en una serie de novelas de Stephen King, con montones de páginas, la película dura apenas una hora y media. Algunos fans desconcertados, la crítica estadounidense desorientada, casi toda enardecida contra esta película de aventuras noble, desprovista de pretensión, que tiene la osadía de no chapear con un tema prestigioso y no llevar un ocho al lado de su título. Una película como había en mayor número en otras décadas, una entre tantas. Una que cuenta la historia de un chico con percepciones y sueños muy vívidos, que le dicen que hay un hechicero malvado que usa los poderes de niños especiales para intentar derribar la torre que protege a todo el universo de la invasión de unos monstruos horribles. El malo es Matthew McConaughey, en modo lustroso, conectado con los gestos de David Bowie en Laberinto (film de Jim Henson tiene más influencias en este relato). El bueno es Idris Elba, un pistolero legendario con la resiliencia y el magnetismo seco del western. Los adultos son presentados visualmente como seres gigantes. El chico protagonista debe entender sus mundos sin perder tiempo. El director danés Arcel arma a su alrededor un relato con peleas que se entienden, muestra poderes mágico-míticos mucho más atractivos que los de Mujer Maravilla, y apuesta a una modestia narrativa que prefiere caer en alguna chapucería pasajera antes que resignar fluidez y diversión.
En resumen, no la favorece Adaptación de la obra de Stephen King, la simplificación le ha jugado en contra, hasta a los intérpretes. Es el enfrentamiento entre el Bien y el Mal, saltando de un mundo a otro, de un tiempo a otro, y de un personaje valiente (el Pistolero, último eslabón de una cadena o casta de corajudos) y un hechicero u Hombre de negro, que se diputan más que la supremacía. Por un lado estarán quienes han leído La Torre Oscura, y se sentirán decepcionados (condensar en hora y media es casi tan improbable como si Peter Jackson hubiera hecho El Señor de los anillos en una sola película de 90 minutos). Y por el otro, aquéllos que lleguen atraídos porque vieron alguna película basada en relatos de King, ajenos a la trama, quedarán a la vez ajenos a la trama, porque en sí misma es casi la nada. En la adaptación quedaron cadáveres -en cuanto a que faltan personajes y otros han sido minimizados-: la solemnidad con la que se habla denota que se estaba ante una historia grande -y no grandilocuente- y que lo que quedó en pantalla, tras pasar por varios manos y ediciones, son como retazos. Idris Elba interpreta a Roland, un personaje, decíamos, del otro mundo, el Mid-World. Pero Roland aquí básicamente lo que hace es disparar sus pistolas y hacer de niñero de Jake (Tom Taylor), un adolescente con poderes psíquicos,–algo de lo que King echa mano cuando prefiere los universos fantásticos en la Tierra anodina- un shining como en El resplandor, que habita Keystone Earth. En el Mid-World hay de todo como en un cambalache. Es un bosque con brumas, personajes terroríficos y hasta tiene reminiscencias a lo que solíamos ver en los buenos viejos westerns. El malvado que interpreta Matthew McConaughey es una macchietta, o al menos así quedó en la copia final. Hay un abuso del flashback, que sirve (serviría, bah) para esconder las brechas argumentales. En resumen, que La Torre Oscura es como un videogame adolescente, que tuvo un background mucho más interesante que el que puede mostrar el director Nikolaj Arcel, el danés que tuvo mucho mejor tino al adaptar el guión de Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres en la versión original con Noomi Rapace.
Después de varios años, y cambios en el guión y la dirección, llega la adaptación de La Torre Oscura, basada en la saga escrita por Stephen King. La historia comienza con Jake Chambers, un joven de Nueva York, que hace varios años tiene recurrentes sueños sobre un pistolero, un hombre de negro y una torre oscura. Su madre y su padrastro no le creen y buscan ayuda psiquiátrica para el chico. A la par en Mid-World la pelea entre Roland, el pistolero y Walter, el hombre de Negro, continua acrecentándose cuando este último utiliza las mentes de los chicos para operar una máquina capaz de destruir la torre oscura, el eje y vínculo de todo el universo. Cuando Jake se escapa y decide, a toda costa, encontrar el mundo de sus sueños, cae bajo la tutela de Roland quien deberá protegerlo del Hombre de Negro. Una saga de siete libros, con continuaciones en formatos de cómic y videojuegos y un universo tan vasto que mezcló los géneros de ciencia ficción, fantasía, terror y western, podría haber funcionado mejor en un formato serie de tv. La idea original de Ron Howard (aquí productor de la película) era dirigir una serie de películas y temporadas para tv para abarcar lo mayor posible el trabajo de Stephen King. Finalmente se optó por ir a lo seguro. Nikolaj Arcel (A Royal Affair) se puso detrás de las cámaras en un film de una hora y media que resume poco las aventuras de El pistolero. Dejando de lado las diferencias narrativas entre la novela y esta adaptación, el film padece el querer contar, de manera abrupta, al espectador un universo de fantasía similar al del Señor de los Anillos. En su primera media hora resume el conflicto que llevará a la acción y confrontación de los personajes, pero todo esto queda desligado a una puesta en escena y un contexto que necesitaba más tiempo para que el espectador procese. En lo actoral, la decisión de tener a Idris Elba y Matthew McConaughey fue acertada, pero sus roles quedan rezagados a esquemas clásicos de personajes buenos y malos, y no hay facetas. Roland es consumido por la venganza y abandona su cargo de protector pistolero, pero no pasa mucho tiempo hasta que vuelve a serlo. Mientras que El Hombre de Negro busca destruir la torre oscura para liberar la oscuridad que se encuentra fuera del universo, sin ningún tipo de motivación alguna. La acción y su apartado visual cumplen pero no asombran. Todo está acotado a un justo presupuesto, previendo una posible mala recaudación en la taquilla.
Hombre de negro Desde el principio ya La torre oscura es rara. Como que los personajes no encajan o los actores (Idris Elba como Roland Deschain y Matthew McConaughey como Walter Padick) no parecen estar cómodos en sus papeles. Desde el inicio hay olor a feo. Después de un desastroso proceso de producción, La torre oscura llega a nuestros cines de la mano de Sony. Es difícil poder elogiar a esta película cuando se aleja tanto de lo que el genio de Stephen King escribió. Llena de efectos especiales a medio terminar, actores que sabemos buenos, pero no terminan de funcionar, un guion plena y llanamente malo, pedazos de historia que no cierran. Como digo, un film muy difícil de elogiar. A pesar de ser una historia fantástica en los libros, en esta adaptación se queda muy corta de imaginación y no le hace honores a la obra maestra de King, que parece que todo lo que elogia termina mal.
El hombre de negro huía por el desierto y el pistolero iba en pos de él, así comienza el primero de los siete tomos (sumando un octavo libro a modo de interludio entre el cuarto y quinto) que componen la saga literaria de "La Torre Oscura", publicada por Stephen King entre 1982 y 2012, esta saga es la más ambiciosa del autor y considerada por muchos como la obra magna del escritor. Jake Chambers, es un joven adolescente que sufre constantemente de pesadillas/visiones sobre algo que esta ocurriendo o que esta a punto de suceder en cualquier momento, visiones apocalípticas sobre niños utilizados como objetos para destruir una misteriosa torre, también en sus sueños están presentes un pistolero y un hombre que viste completamente de negro, los sueños de Jake se vuelven cada vez más frecuentes, sus padres como última opción deciden mandarlo un fin de semana a un centro medico para que estudien sus comportamientos, el joven al notar esto decide abandonar su hogar para descubrir que le ocurre, logra toparse con un portal que lo lleva hacia un lugar desolado, casi parecido a lo que es un desierto y de esta manera logra verse cara a cara con Roland, quien más adelante llegaría a convertirse en una especie de mentor para él, juntos emprenderán un viaje por todo Mundo Medio en busca de El Hombre de Negro para así evitar un mal mayor, y que todos los multiversos colapsen causando una destrucción absoluta. Adaptar la saga de La Torre Oscura no es nada fácil, desde su inicio tuvo muchas complicaciones para ser llevada a cabo, en un primer momento fue pensada para ser una serie televisiva, mas adelante fue Warner Bros quienes tuvieron los derechos y finalmente fue a parar a manos de Sony, estos últimos comenzaron la producción, Ron Howard sonaba como principal candidato para ser el director, lamentablemente Howard abandono la silla poco antes de la filmación, pero se mantuvo firme en el rol de productor, quien tomo las riendas fue Nicolaj Arcel, un director poco conocido en el ambiente, pero los problemas no quedaron en solo eso, la película tuvo varias postergaciones en cuanto a su fecha de estreno, originalmente iba a ser estrenada en el mes de febrero, pero hasta entonces no habíamos visto ningún trailer (solo un breve teaser de pésima calidad) de la película, eso nos hacia dudar de que no iba a ser estrenada para esa fecha, luego finalmente fue cambiada para agosto. La Torre Oscura lamentablemente no logra cumplir con las expectativas, hubo rechazo por parte de los lectores de Stephen King con respecto a Idris Elba como Roland, el protagonista principal de esta saga, pero Elba hace todo lo mejor posible para que la película sea llevadera, pero no lo logra, también le falta mucho carisma, en los 90 minutos de metraje no logramos entablar ninguna clase de sentimiento hacia él, lo mismo ocurre con Matthew McConaughey interpretando a Walter/El Hombre de Negro, al ganador del Óscar por "Dallas Buyers Club" le toca la peor parte, ser un antagonista desperdiciado y llevado al ridículo, Tom Taylor como Jake Chambers dentro de todo es aceptable, el CGI es malo, ademas tengamos en cuenta que la película solo costo 60 millones de dolares, un presupuesto mínimo para una adaptación de semejante magnitud, es por eso que los efectos pueden verse pobres. Tener a cuatro personas involucradas en el guion tampoco es algo muy normal, tantas reescrituras dejan en claro cual fue el resultado final. La Torre Oscura por desgracia no cumple con las pocas expectativas generadas, es una película que le falta el respeto a lo escrito por Stephen King y carece de sentimientos, con una resolución trillada, personajes para el olvido y una gran decepción para el fanático de la saga, esperemos que Roland y su Ka-Tet (grupo de amigos) en algún momento tengan la oportunidad de ser llevados nuevamente a la gran pantalla contando la historia tal cual debe ser, esperemos que ese momento no tarde en llegar, por el momento tenfremod que conformarnos con la obra escrita Stephen King.
La Corte del Rey Carmesí El éxito de las obras literarias del escritor norteamericano Stephen King le ha asegurado la venta de muchas de estas novelas a productoras cinematográficas, las cuales han llevado al cine algunas de sus obras más importantes como El Resplandor (The Shining, 1977), Carrie (1974) o Cementerio de Animales (Pet Sematary, 1983), por nombrar algunas de las más destacadas, con desigual calidad y en muchos casos con diversos problemas que han impactado en la producción, la realización y el resultado final, como ocurrió en la adaptación de El Pulso (Cell, 2006), por citar un ejemplo paradigmático reciente. El film en cuestión es la adaptación de la saga de literatura fantástica escrita por Stephen King y considerada por algunos críticos y el propio escritor su obra cumbre, que incluye ocho títulos: El Pistolero (1982), La Llegada de los Tres (1987), Las Tierras Baldías (1991), Mago y Cristal (1997), Lobos del Calla (2003), Canción de Susannah (2004), La Torre Oscura (2004) y El Viento por la Cerradura (2012). Dirigida por el realizador danés Nikolaj Arcel (A Royal Affair, 2012), y escrita en colaboración por Akiva Goldsman, Jeff Pinkner, Anders Thomas Jensen y el propio Arcel, La Torre Oscura (The Dark Tower, 2017) busca traducir la significativa y extensa obra magna de King al cine a partir de un viaje de iniciación emprendido por un adolescente acosado por sueños de un realismo perturbador sobre un enfrentamiento entre un pistolero y un hechicero en otra dimensión. Mientras que en la novela publicada a principios de la década del 80 del siglo pasado, y revisada para corregir errores narrativos y de continuidad en 2003 por el propio King, el protagonista es el pistolero Roland (Idris Elba), en el film comparte protagonismo, e incluso lo reniega, en favor de un personaje secundario en el libro, Jake Chambers (Tom Taylor). En la película, Jake, un adolescente neoyorquino que recientemente perdió a su padre en un incendio, y que posee la cualidad psíquica del resplandor, una fuerza precognitiva sobrenatural descrita en las novelas El Resplandor y Doctor Sueño, descubre gracias a sus experiencias oníricas que un grupo de secuestradores de niños está tras de él. El joven plasma en sus bocetos con lápiz sus sueños en evocativos dibujos que lo llevan a descubrir otro mundo en ruinas en el que los pistoleros, una orden de caballeros que resguarda la Torre Oscura, una especie de centro de energía que protege el Universo de un caos habitado por temibles monstruos, ha sido diezmada por las huestes de Walter (Matthew McConaughey), un mago maligno que desea destruir la torre a través de una máquina dentro de una pirámide que genera un rayo demoledor, producto del resplandor de los niños que utiliza para su siniestra tarea. La Torre Oscura se inspiró en el poema Childe Roland a la Torre Oscura Llegó, del poeta y dramaturgo inglés Robert Browning, y posee, al igual que las novelas, elementos y referencias más o menos explícitas sobre la mitología artúrica, la literatura de caballería medieval, la saga de El Señor de los Anillos de J.R.R. Tolkien y diversos subgéneros del western, pero también características que remiten a otras obras del propio Stephen King, como por ejemplo la misteriosa particularidad del resplandor. Con una gran actuación de Idris Elba y Matthew McConaughey, que juntos sostienen la película con sus enfrentamientos mal aprovechados, el opus busca construir una historia que combine la novela de King y su estilo con la idiosincrasia del nuevo público adolescente global, llegando a una concesión de todas las partes hasta crear un híbrido que funciona a nivel narrativo pero con muchos problemas. Al convertir a Jake en el protagonista se hace hincapié en la cultura juvenil, la búsqueda de la personalidad y la iniciación en lugar de la historia mitológica sobre el legado de los pistoleros, la construcción del personaje de Roland y la búsqueda de la torre, dejando para alguna secuela algunos hilos argumentales centrales de la novela. La combinación un tanto heteróclita de elementos de las ocho novelas sin demasiado criterio tampoco ayuda a una producción que oscila entre seguir el espíritu de la obra de King y pasteurizarlo para transformarlo en una obra más aceptable para un público masivo, aunque siempre inclinándose más por la segunda opción que por la primera en su desarrollo. A pesar del abandono de muchas cuestiones que constituyen lo que algunos críticos literarios denominan la gran obra maestra de Stephen King, La Torre Oscura es un film con una narración ágil y atrapante y un relato conciso y hasta coherente -por momentos- que busca perpetuar el estilo pueril del cine adolescente actual pero sin demasiado desarrollo argumental, dejando demasiados cabos sueltos, sin detenerse en ninguna parte y fallando en detalles clave y cuestiones centrales como la extensión de la presentación de Jake como protagonista. Pero también hay aciertos, como el diseño del mundo en escombros y los portales, entre varios puntos positivos que remiten a la imaginación de la mente de King y a la buena labor del equipo de dirección artística. De esta manera, el film no logra convencer como adaptación de Stephen King pero tampoco decepciona completamente a nivel cinematográfico con un guión que sufre principalmente por las erróneas decisiones corporativas de la búsqueda de una aquiescencia ausente en la obra original, la cual, en muchos casos, es irreverente y traumática, acorde con su autor, uno de los grandes escritores norteamericanos de literatura fantástica y terrorífica de los últimos cincuenta años.
Después de años de estar en un infierno de desarrollo que involucró a diferentes estudios, realizadores y versiones, The Dark Tower llegó a la pantalla grande de la mano de Nikolaj Arcel (A Royal Affair). Lo que se planeaba como el comienzo de una ambiciosa saga multiplataforma que involucraría películas y una serie de televisión, no obstante, se siente como otros tantos films con una saga literaria a sus espaldas que fracasaron y posteriormente fueron abandonados al momento de la primera transposición. La adaptación de lo que Stephen King ha llamado su obra maestra tiene ciertos méritos, pero no se puede evitar sentir que es una versión microprocesada y acelerada de los libros que no termina de despegar.
Pasados y presentes alternativos coexisten en esta aventura temporalmente caótica basada en la extensa obra del magnífico Stephen King. Si nos remitimos a la lectura de la saga de King, y así mismo al título y la bajada de esta nota, es lícito inferir que la película podría llegar a ser un tanto compleja por esta cuestión de las distintas temporalidades y escenarios que se ponen en juego en los viajes que realizan los protagonistas. Pero muy por el contrario parece que los guionistas, y el director, se han empeñado en simplificar de sobremanera uno de los elementos más atractivos del film. Es decir, el juego temporal está presente ya que es inherente en la obra, pero no se le da demasiada importancia dado que se hace hincapié en otras cuestiones más universales como por ejemplo la relación paterno-filial o dejar bien delimitada la eterna disputa entre el bien y el mal. Nos encontramos ante una amable fusión de géneros (acción, aventura, ciencia ficción y western entre otros), elaborada con demasiada liviandad. La trama nos presenta varios mundos paralelos, por los que Roland Deschain (Idris Elba), el último caballero de una elite guerrera, persigue a su eterno enemigo Walter (Matthew McConaughey), el Hombre de Negro, un hechicero muy poderoso que tiene como finalidad destruir la Torre que mantiene el equilibrio de las diferentes realidades para sumirlas en la oscuridad eterna. He aquí que el poder de semejante destrucción lo tienen niños mentalmente brillantes, y entre ellos se encuentra un joven muy especial, Jake (Tom Taylor), quien vive en New York, pero con sus videncias puede percibir a estos universos y personajes. Gracias a su híper sensibilidad encontrará un portal del tiempo, y en otra dimensión se unirá al pistolero Roland, para abatir la magia oscura de Walter. Después de visionar unos minutos La Torre Oscura, notamos que la acción (e información) se nos arroja con urgencia y sin preámbulos. Como que los personajes ya están plantados sin una construcción previa para generar cierto feedback, sobre todo Roland y el Hombre de Negro, a diferencia del pequeño Jake que si llegamos a conocer sus motivaciones. Si bien es cierto que una transposición de esta talla no es tarea sencilla, la cinta queda como en una eterna indefinición. Transita varios géneros, pero no se identifica con ninguno; esboza diversos motivos de la obra de King, pero de modo trivial. Se queda en la corrección formal sin aventurar ningún tipo de riesgo narrativo ni siquiera estético, por lo que la película nunca establece las normas que deberían darle cierta lógica a este desaliñado universo. Es una pena que La Torre Oscura, una aventura llena de tantos atractivos, como niños videntes, hechiceros, viajes en el tiempo, extraterrestres y cowboys, se sienta tan vaga e impersonal. Solo nos resta esperar una revancha en la secuela.
Inspirada en la serie de libros de Stephen King, una desordenada suma de clichés del género fantástico con destino de desenlace genérico e insulso, apenas sostenida por la solvencia de Idris Elba. Un guión con baches para el cruce de géneros, presente en el material de base, y un ritmo absolutamente errático resultan en una experiencia fallida.
Fallida adaptación de la serie épica de Stephen King que tardó demasiado tiempo en filmarse. Aquí hay una batalla entre el bien y el mal (el bien es Idris Elba, el mal, McConaughey), muchos universos unidos en una misteriosa Torre Oscura y una ensalada que funciona bastante bien en los libros y en el cine se vuelve confusa. De hecho, hay una especie de lucha entre lo que es una saga hecha por el amor a cierta literatura popular y la pereza por resolver un film de gran público de acuerdo con los parámetros que Hollywood suele imponer en los últimos años. El resultado es mediocre, aunque Idris Elba hace mucho más que lo posible por mantener el barco a flote. Por cierto, varias de las escenas de acción son de una oscuridad que hace un poco complejo saber qué es lo que está pasando. Una pena, porque podría haber sido, con algo de humor y más desarrollo, un comentario interesante.
Jake a través del espejo. Extraños terremotos y tormentas azotan distintos lugares de la Tierra, desconcertando a los científicos que no logran descifrar su origen. Jake está convencido de que se relacionan con sus aterradoras pesadillas, donde un hombre de negro y sus sirvientes (quienes visten piel de humano para disimular su verdadera apariencia) atacan una gigantesca torre que se eleva en el centro del universo. Cada mañana, el niño dibuja frenéticamente detalles que puede recordar de esos sueños convencido de que hay un mensaje oculto en ellos, aunque los adultos a su alrededor intentan convencerlo de que son sólo manifestaciones del trauma que padece por la muerte de su padre. Esos sueños le muestran una versión alternativa de la Tierra, un mundo postapocalíptico que recuerda al lejano oeste pero donde la magia, además de ser algo muy real, se combina con rastros de tecnología dejados por una civilización muy avanzada y ya olvidada. Ayudado por sus visiones, evita un intento de secuestro por parte de los secuaces del Hombre de Negro y descubre un portal hacia ese mundo donde lo espera el otro protagonista de sus sueños, Roland Deschain. Enemigo jurado del Hombre de Negro, Roland es el último sobreviviente de una casta de guerreros legendarios que juró defender la Torre Oscura. Los Pistoleros fueron derrotados hace años y ahora sólo la venganza lo guía, por lo que toma a Jake bajo su protección con la esperanza de que sus visiones lo conduzan hasta su enemigo. Todo a medias: La trama principal de La Torre Oscura no difiere mucho de la estructura clásica que se contó muchas veces. Es una historia de acción y aventura fantástica, en la que un niño con algún talento especial queda atrapado en la centenaria lucha entre las fuerzas del bien y el mal, en un mundo extraño que tiene repercusiones sobre otros. Las semejanzas con otras varias películas del género abundan. Además hay instantes en los que, sin copiar elementos de otros argumentos, genera climas que rememoran lejanamente a clásicos como Laberinto o La Historia sin Fin, aunque por supuesto sin ese nivel de acierto. Hay dos elementos que diferencian La Torre Oscura del promedio de películas juveniles de acción fantástica, y ambos tienen que ver con la pluma de Stephen King (lamentablemente no tan bien explotados como podrían haber sido). – El primero es -para espanto de los más acérrimos que esperaban algo literal– que no adapta ninguno de los libros. Se nota que los personajes están insertos en un universo mucho más amplio del que solo recibimos fragmentos, algunos explícitamente y otros sólo insinuados. Por un lado, da un contexto interesante que promete material como para convertirse en una saga; sin embargo, al mismo tiempo padece de querer contar en muy poco tiempo demasiadas cosas, sin poder desarrollarlas lo suficiente ni logrando que resulten todo lo interesante que prometían ser. El resultado es personajes que entran y salen solo para contar algún dato necesario para que se entienda un poco lo que está por suceder, muchas veces con líneas de diálogo tan recortadas y forzadas que harán resoplar a más de uno en su butaca, especialmente en los intentos de humor. Decepciona que muestre voluntad de contar una historia épica, pero no tenga el tiempo ni el presupuesto como para hacerlo como se debe. – El segundo punto es que además de un par de easter eggs para llamar la atención de los fans, está latente el estilo de King pero maniatado en algunas situaciones y criaturas que insinúan un universo bastante más oscuro y tétrico de lo que se ve en pantalla, seguramente limitado por la clásica reticencia a arriesgarse con una película que deje afuera a la parte más joven del público. Esto lleva a una de las mayores fallas de la película: su villano. Aunque Idris Elba ya hace con los ojos cerrados el papel de héroe reacio y de pocas palabras, el supuestamente temible hechicero con el que se enfrenta está tan pobremente interpretado por Matthew McConaughey que ni siquiera cuando el guión le da algo de material logra ser más que una simple caricatura. Un personaje capaz de ordenar a una persona que deje de respirar tiene mucho potencial como villano, pero incapacitado de introducir esa carga de terror se queda en apenas una figura decorativa. Dejando de lado lo que podría ser pero no es, La Torre Oscura es una película de acción y aventuras con fuertes componentes fantásticos, algo en lo que no sale tan mal parada. Si bien las escenas de acción y combate están algo limitadas por el presupuesto, resultan suficientemente entretenidas y con un estilo algo seco coherente con el western del que claramente toma influencia. Conclusión: La Torre Oscura es una decente película de acción y aventuras que no logra explotar el potencial que insinúa tener, quedándose a mitad de camino en más de un aspecto.
La Torre Oscura es una película alienante que deja a los espectadores afuera, no porque resulte demasiado críptica o rebuscada, sino porque busca mezclar terror, aventura, ciencia ficción y western, inspirándose en la célebre novela de Stephen King, pero sin tomarse el tiempo necesario para desarrollar ninguno de los géneros, y lo que es peor, tampoco hace demasiado por sus personajes. Así, consigue resultar tediosa en medio de acción que jamás se detiene, y en apenas noventa y cinco minutos condensa todo el argumento del libro en un par de flashbacks, montaje vertiginoso y alguna que otra referencia al universo King. La conclusión es una película que no resulta atractiva ni para quienes leyeron la obra original (demasiados cambios, mayormente eliminando lo más oscuro de un autor que se caracteriza justamente por narrar mundos oscuros), ni tampoco para quienes buscan apenas entretenerse un rato. Partiendo apenas de la premisa del primer libro de la saga, La Torre Oscura presenta la historia de un pistolero (“The Gunslinger”) interpretado por Idris Elba, que un día se cruza en su mundo con Jake (Tom Taylor), un niño que tiene poder psíquicos y es capaz de ver a través de otros mundos y prever el fin de los mismos. Hay, lógicamente, una torre oscura que se sostiene hace mucho tiempo, y que está siendo destrozada de a poco por un malvado hechicero que busca demolerla, extrayendo el poder de los niños “especiales” como Jake. La torre, claro, es el último bastión de la humanidad, que mantiene alejados a los demonios y monstruos del universo, y está en constante peligro, al menos mientras exista la maldad. Nikolaj Arcel dirige sin tener demasiado en claro hacia dónde va el relato, esbozando escenas de acción tan lamentables que hacen que Wanted parezca una épica de John Woo en comparación. Mathew McConaughey interpreta al hechicero (más conocido y temido como “El hombre de negro”) y el folklore King queda reducido a un segundo plano: en algún momento apenas se menciona alguna curiosidad de estos otros mundos donde antes hablaban los animales, pero no hay mucho más que eso. Stephen King ha tenido su cuota de adaptaciones lamentables, probablemente más que ningún otro autor, pero La Torre Oscura marca una nueva caída, de la cual será difícil reponerse si se busca que la saga continúe cinematográficamente.
¿Será Stephen King uno de los autores cuyas obras más veces han sido adaptadas a la pantalla? Desde películas para sala o TV/Directo a video, series y miniseries; su nombre es de los pocos – referidos a novelistas actuales – que ostentan la distinción de aparecer en el propio título de la película o serie a modo de enaltecerla como toda una referencia sobre lo que podemos llegar a encontrarnos. Desde la mítica Carrie a la actualidad, los proyectos no han parado de surgir, con una base muy importante entre finales de los ’80 y los años ’90. Sin embargo, existía un título que parecía se resistía a ser adaptado; por supuesto hablamos de La torre oscura. Desde la aparición del primer libro de esta saga de un total de ocho allá por 1982 hubo intenciones infructuosas de llevarla al cine. La saga fue creciendo a modo del proyecto más ambicioso de King, que hasta tiende redes con otras obras novelas de su firma (en la película este detalle es notorio). Finalmente, tras mucho esperar, esta historia que mezcla la ciencia ficción, la acción, el western, y el terror, tomó forma de guion y llegó a la pantalla con la dirección de Nikolaj Arcel; y la decepción no pudo ser mayor. Abramos el paraguas, para quienes hayan leído las novelas, la película condensa las primeras novelas de la saga y las une de algún modo con la última, tomándose muchísimas libertades, por lo que, podríamos decir que el guion creado a ocho manos por Akiva Goldsman, Jeff Pinkner , Anders Thomas Jensen, y el propio Arcel es una historia nueva. Veamos para quienes son neófitos. Hay una torre en el centro del universo que nos protege de la oscuridad que lo tapa todo. Hay dos bandos, unos que la protegen, y otros que quieren destruirla para que la oscuridad nos domine. Esta torre puede ser destruida con la mente de un niño. Jake (Tom Taylor) es adolescente que sufre de constantes pesadillas en las que sueña con esta historia de la torre y los dos bandos. Las visiones lo atormentan y ello plasma dibujando. Claro, desde su familia hasta sus amigos, creen que está loco. La ciudad se encuentra convulsionada por una serie de terremotos que nos hacen pensar que el punto cumbre está cerca, y Jake lo relaciona directamente a sus pesadillas. Cuando los seres de piel falsa con los que Jake sueña se hagan presentes a modo de responsables de una institución a la que lo quieren llevar, él huye y se topará así con losdemás personajes, los buenos, y los otros. La batalla entre El pistolero Roland (Idris Elba), y el oscuro mago Walter (Matthew McConaughey) por fin llegará a su climax con Jake ayudando al primero y siendo codiciado por el segundo para destruir la torre. Esta historia, que escrita parece algo compleja, en la pantalla se ve de los más simple, o por lo menos, no despierta el interés necesario como para indagar sobre ella más que el hecho de un bueno, un malo, un adolescente clave, y una torre negra en el medio. Esta falta de motivación en el espectador, se debe a que La torre oscura toma algunas decisiones de dudoso resultado. De entrada notamos que carece de todo prólogo. Más alláde una placa mínima al inicio que poco aclara, de inmediato se nos introduce en el medio del desarrollo, sin darnos tiempo que conozcamos a los personajes y el ambiente. Desde ahí hasta las escenas finales, serán pocos los minutos que se tome para expandirse un poco, (casi) todo se reduce a las batallas cual Coyote y Correcaminos entre estos tres personajes y dos bandos. Definitivamente se nota condensada. Todo aquello, que aún sin haber leído las novelas, se entiende que King habrá querido transmitir como algo metafórico, aquí es llevado a la más directa literalidad. La torre es algo físico, visible, y muy parecido a la guarida de Sauron. Los buenos son buenos porque sí y los malos son malos… porque sí. Los niños son sometidos a una silla con precintos y casco que transcribirá sus pensamientos en bolas de fuego disparadas sobre la torre, en medio de unas escenas que gritan a los cuatro vientos El vengador del futuro. Como seremos sometidos a una balacera permanente y efectos CGI interminables, no habrá tiempo para la reflexión, el doble lenguaje, todo tiene que ser llevado al plano de lo obvio. Si de obviedades hablamos, los personajes abusan del término cliché y carecen del carisma natural que siempre sobraba en las adaptaciones de las obras del autor de It. Jake fue escrito con el manual del joven problemático en mano, tanto sus actitudes como las de los que lo rodean responden al lugar común y a las incongruencias más ilógicas pero necesarias para que todo avance (¡ay esa madre!). Lo mismo podríamos decir de Roland y Walter, buenos yy malos si motivaciones reales, casi caricaturescos en sus lineamientos. Habrá que decir que la dirección actoral y las interpretaciones tampoco ayudan. Idris Elba prácticamente no despega sus ojos del costado de la cámara, repite sus parlamentos sin emoción alguna, y rara vez nos hace sentir el peso del héroe. McConaughey parece querer imitar a Scott Bakula en Lord of Ilussion, sobreactuación de movimientos y cero gesticulación facial o de dicción. Sus enfrentamientos despiertan poco. A la vista, La torre oscura es una propuesta fallida por todos los flancos, cuyo único interés será alguna risa involuntaria (tampoco demasiadas como para hacerla de culto) y el festejo por su corta duración. Nuevamente la maldición de los proyectos largamente postergados se hizo presente.
El comienzo resulta atrapante y ronda sobre situaciones extrañas que vive un adolescente de nombre Jake Chambers (Tom Taylor), quien tiene terribles sueños y visiones, las vuelca en sus dibujos y se van vinculando con extraños terremotos que suceden en el lugar. Todos lo toman por loco, nadie le cree lo que dice y hasta lo vienen a buscar de una clínica psiquiátrica Jill (Eva Kaminsky) y Toby (Robbie McLean) quienes son los encargados de esto. Pero Jake es rápido y huye. A partir de ese momento nos metemos en la segunda parte que resulta más fantasiosa, con toques épicos, de western, una buena ambientación, buena fotografía, mucha acción y buenos efectos especiales. Nos volvemos a encontrar la legendaria lucha entre el mal y el bien, donde está el aprendiz y maestro, Roland “el pistolero” Deschain (Idris Elba, “Prometeo”) y un aterrador villano Walter Padick (Matthew McConaughey, “Interestelar”), quien destruye familias ya lo ha hecho con la de Roland y ahora es el turno de Jake, de la madre del joven, Laurie (Katheryn Winnick, “Como se fuera la primera vez”), su padrastro y el único que se salva es su hermano Timmy (Michael Barbieri). Termina siendo una adaptación hecha para adolescente y adultos, con un ligero toque de Stephen King, tiene demasiados guionistas: Akiva Goldsman, Jeff Pinkner, Anders Thomas Jensen y Nikolaj Arcel. Entre los puntos flojos de la panícula se puede señalar la falta desarrollo de los personajes y aunque es dinámica resulta convencional, concluyendo en un pasatiempo entretenido.
Crítica emitida el sábado 26/8 de 20-21hs en Cartelera 1030-Radio Del Plata (AM 1030)
UNA ADAPTACIÓN VACÍA Lo realmente curioso en esta adaptación a la gran pantalla de la serie de novelas creadas por Stephen King es que mientras la obra literaria es una de las piezas más ambiciosas y épicas de su autor, la película de Nikolaj Arcel no sólo luce económica en su nivel de producción sino además gris y chata en cuanto a sus pretensiones. Es como si La torre oscura se asumiera, en el marco de un cine industrial gigantesco, como una pieza menor dentro del andamiaje de Hollywood. Y el gran error es, seguramente, el de hacerlo sobre un texto mítico que le queda demasiado grande. En la serie de novelas creadas por King no sólo se pueden rastrear referencias que van de Tolkien al Clint Eastwood actor (en los tiempos en que el autor imaginó esta historia era todavía impensado el Eastwood gran director), sobre una base de relato de ciencia ficción que se cruza con el western para pensar algunas ligazones históricas en la mitología de la gran aventura norteamericana. Y dentro de esas herencias y continuaciones, el pistolero Roland Deschain era una suerte de último ejemplar de un linaje de héroes que avanzaba torturado hacia su extinción indefectible. Es interesante cómo La torre oscura de alguna manera contó el fin de un tiempo (pensemos en Vietnam y en cómo impactó en el cine norteamericano de los 70’s), que en la historia narrada estaba representado nada más y nada menos que por la eterna lucha entre el bien y el mal, pero que muy probablemente significara hacia afuera el deceso de cierto entretenimiento sostenido en la nobleza de personajes honestos y éticos, y la progresiva invasión del cinismo. Un poco lo que planteaba, en otros términos (y perdonen la insolencia), Toy Story al representar esa lucha antagónica entre el vaquero Woody y el viajero espacial Buzz. Y La torre oscura, en su versión cinematográfica de Arcel, que es en verdad una suerte de relectura más que una adaptación directa, no sólo que todos estos elementos se pierden, sino que además su reflexión sobre el entretenimiento que la sostiene está puesta en función de pensarse a sí misma como una cruza entre aquellas películas de aventuras de los 80’s, con algún joven involucrado en situaciones que lo superan, y los universos plagados de CGI del presente. La comparación con la autoconciencia del original no hace más que plantear la pobreza conceptual de esta película, puesto que si en King había una relectura de un tipo de relato mítico y su potencial reconstrucción desde el presente, aquí hay apenas una lucha interna por convertirse en un producto de consumo acorde a las exigencias del espectador actual. Y ni siquiera se acierta, cuando el film luce dubitativo en relación a qué público busca: hay un horror sugerido que impondría un target más adulto, pero una representación lavada y decididamente dirigida al espectador infanto-juvenil. Pisando un terreno similar, la aún fallida Cowboys y Aliens se animaba a ir un poco más allá. Si King pensaba la historia desde el espíritu de una época, aquí hay un mero asunto de diseño. Si algo sostiene mínimamente La torre oscura es la presencia del siempre sólido Idris Elba como el pistolero, un actor que entiende estos personajes introspectivos y que con su porte clásico es capaz de transmitir la coherencia y nobleza que la historia precisa. Y que no se aprecia en ningún otro rincón de este subproducto sin gracia, alma, ni imaginación, explícito en su analogía cristiana y construido en base a múltiples clichés y lugares comunes.
La torre oscura no cumple con las expectativas en su adaptación al cine. La conexión de Stephen King con el cine es, cuanto menos, apoteósica, un milagro para la cultura pop, capaz de unificar dos disciplinas y potenciarles su goce popular. La literatura de King se presta hábil a la adaptación cinematográfica porque ella misma está educada con el cine. Stephen King estructura sus novelas como guiones desprovistos del miedo a la taquilla, dándole a su prosa contundencia audiovisual. Esta sangre cinéfila hace de sus libros un semillero de obras maestras, y basta mencionar un puñado de adaptaciones para despejar la contundencia del legado: Carrie, El resplandor, Cementerio de animales, La niebla, Misery. Claro que detrás de estos clásicos hay nombres como Brian De Palma, Stanley Kubrick o Frank Darabont. La torre oscura es el conjunto de novelas más ambicioso del escritor. No sólo hay ocho tomos publicados, también se pergeñaron cómics expandiendo la saga. El traspaso al cine era una cuenta regresiva, de expectativas enormes y actuales resultados paupérrimos. El problema resulta evidente: a esta adaptación le hacía falta una mente obsesiva y orgullosa que pueda organizar plásticamente un universo literario tan vasto. Se necesitaba a alguien de la talla de Peter Jackson o George Lucas, pero Sony Pictures, la productora que se alzó con los derechos, eligió a Nikolaj Arcel como director, de una trayectoria tan breve como desapercibida. El resultado es de interés psiquiátrico: La torre oscura tiene elementos para ser una épica enorme pero se ejecuta con pasmosa mediocridad. Si en la historia el universo está en peligro, lo único que decodifica y narra Nikolaj Arcel es una aventura rústica de corte ochentoso. Cierto dato puede explicar la histeria que perjudica al filme: esta adaptación de La torre oscura corresponde a la primera novela, El pistolero, de 1982, y el tono iniciático es muy marcado: un muchacho, Jake Chambers, tiene sueños sobre una torre atacada por un hombre de negro. La película cuenta el despertar del héroe y su compromiso de defender dicha torre con ayuda de Roland, el pistolero en cuestión. En las sucesivas novelas de Stephen King, esta trama suma múltiples elementos y llega a un barroquismo delirante. Un mundo enorme Nikolaj Arcel se enfrenta al dilema de asentar las bases de este mundo inconmensurable para habilitar una saga, pero bajo el austero esquema narrativo de la novela inaugural. El relato iniciático se encapsula en sí mismo y jamás logra develar el entramado político y cultural creado por Stephen King. Así, el espectador sentirá que todo lo que sucede es un capricho de guion, que nada se explica y ni siquiera se sugiere. La información se omite como si la substancia de las novelas precediera a la película, como si los realizadores se olvidaran de que Stephen King les dio una materia prima digna que ellos debían modelar con pericia fílmica. Porque en definitiva, ni El resplandor ni Carrie se convirtieron en clásicos por el mero prestigio del escritor.
El torre oscuro La adaptación cinematográfica de La torre oscura, de Stephen King, pierde toda la épica y la transforma en una película confusa y delirante. El hombre de negro huía a través del desierto, y el pistolero iba en pos de él” quizás sea el equivalente pop de “Durante mucho tiempo me acosté temprano”. Esa oración, que es además el primer párrafo del primer tomo de La torre oscura, la escribió Stephen King en 1970, cuatro años antes de la publicación de Carrie, su novela debut, 12 antes de la publicación de ese primer tomo, y 34 antes de la aparición del último. King tenía apenas 22 años, quería escribir una obra épica de la ambición de El señor de los anillos y acababa de quedar embelesado por los paisajes polvorientos y la figura de Clint Eastwood en El bueno, el malo y el feo, de Sergio Leone. Con Tolkien, Leone, Eastwood y también con algunas imágenes del poema “Childe Roland to the Dark Tower Came”, de Robert Browning, King construyó una obra que atravesó todas sus otras obras, toda su vida. Ese primer volumen empieza con un capítulo largo que ocupa alrededor de un tercio del libro, tan árido como el paisaje que describe, en el que el ambiente de western es invadido por la melodía de “Hey Jude”. King introduce lo extraño muy lentamente y a medida que avanzan los libros la historia se va abriendo a distintos mundos y espacios temporales, siempre con el norte puesto en la misión del pistolero que persigue al hombre de negro, como años antes Frodo buscaba destruir el Anillo. La adaptación de esta serie de libros al cine o a la televisión era obligada pero compleja. Exigía la misma ambición que tuvo King al imaginarla y escribirla, o quizás más. Hay que pensar en las seis películas de El señor de los anillos que duran más de 17 horas en total, o en la serie de Game of Thrones, que con sus 8 temporadas va a durar casi 75 horas. Pero no se trata acá de un tema de longitud, solamente (aunque King siempre dijo que su primer objetivo fue escribir la historia más larga de la literatura), sino también de complejidad. Tanto Game of Thrones como El señor de los anillos transcurren en mundos de fantasía sin relación con el nuestro y las historias son lineales, más allá de algunos flashbacks convenientes. La torre oscura transcurre en varios mundos, uno de ellos es el nuestro, y hay un juego temporal importante. La longitud es central para introducirnos en los vericuetos de la trama y hacerla verosímil. De ahí ese primer capítulo largo y árido, de cierto correlato estructural con la “Overtura” de En busca del tiempo perdido, que nos pone en el ánimo indicado. Toda esta cháchara (que espero convenza a alguno de entrar al mundo fascinante de La torre oscura) es para decir que la película del danés Nikolaj Arcel es la peor posible. No es culpa de Arcel, aunque la elección es rarísima puesto que su única cucarda es La reina infiel, nominada al Oscar a la Mejor Película Extranjera en 2013. Visualmente la película es prolija e imaginativa y logra mantener el ritmo. El problema es que todo parece una ensalada de tópicos de Stephen King, como si fuera una parodia de Stranger Things, que a su vez era un homenaje demasiado explícito a su mundo (y aún así, duraba casi 6 horas). Jake (Tom Taylor) es un chico que sueña con un pistolero (Idris Elba) que persigue a un hombre de negro (Matthew McConaughey), que busca destruir la Torre y, con ella, al mundo. Sus padres creen que el chico tiene problemas psiquiátricos y lo van a internar, pero el chico se escapa y pasa al otro mundo, el Mid-World, en donde se encuentra con el pistolero. A la vez, en ese mundo vemos una especie de grupo de seres que trabajan bajo las órdenes del hombre de negro y que controlan diferentes portales a distintos mundos. La película nos tira todo este delirio por la cabeza y no queda nada del western, de lo extraño o de lo ambicioso. Y además, incluye referencias innecesarias al mundo de Stephen King: el auto de Christine, un cartel de Pennywise, la referencia a que Jake tiene “the shine” (el mismo resplandor que Danny Torrance), y quizás alguna otra que se me escapó. Como película dirigida al fanático de King, seguramente resulte un fiasco; y aquel que no esté un poco familiarizado con su obra, probablemente quede totalmente afuera. Según dicen, se viene una serie de televisión y, quizás, una segunda película. Este paso en falso no parece augurar buenas cosas. Solo queda esperar al 21 de septiembre para ver It, de Andy Muschietti, que pinta ser algo muchísimo mejor.
Basado en la saga escrita por Stephen King éste filme entra en el orden de lo ininteligible, pues entender la historia que narra es posible gracias al esfuerzo del espectador, pues no queda muy claro que se quiso contar. Por supuesto que la entendible, y maltratada idea de la lucha entre el bien y el mal, es todo por lo que circula en la narración, no sólo es clara sino que, y por si fuera poco, es explicitado desde los diálogos. Vayamos despacio, para barullo y apuro esta el mismísimo texto fílmico. “La torre oscura”, que nunca se explica la razón de ser oscura, es una película de ciencia ficción con mezclas de géneros que sólo embarullan el relato, así nos encontramos frente a una exposición épica, con mucho de fantasía, ambientada y jugada desde algún que otro personaje como un western. Narra la historia de Jake (Tom Taylor), un chico, huérfano de padre, quien vive con su madre y la nueva pareja de ésta. Sufre pesadillas en las que avecina sobre un mundo paralelo en el que el “pistolero” Roland (Idris Elba) está enfrascado en pos de una venganza contra Walter (Matthew McConaughey) conocido como el Hombre de Negro, un villano malo, pero malo. El problema de la cinta es que el protagonista es Roland, que es quien debe cuidar a la torre pues ella es la que promueve y mantiene alejado al mal del mundo, el antagonista es Walter, que es quien quiere destruir la torre, pero el foco esta puesto en Jake. Ninguno de los tres personajes esta bien desarrollado, ni justificado, nada se sabe de motivaciones, lo mismo sucede con el intento de subtrama, puesta en juego en la familia de Jake. Tampoco se establece de manera verosímil el universo en que quiere desarrollar la trama principal, este se pierde en la excesiva exposición de los efectos especiales en vez de construirlo desde el diseño de arte, donde la fotografía tampoco ayuda demasiado, tan oscura como la torre del titulo, pero no en sentido de esteticismo necesario sino, y posiblemente por desidia, la misma que se aparece en la traslación de la literatura, son 8 los libros de la saga, reducidos en 95 minutos- La música por su parte, tan empática y anodina como el resto de la realización, si es que hay algo que aclarar. El diseño de sonido, la idea misma y su constitución, son lo mejor de toda la producción. Una perdida de tiempo, aburrida además de confusa, en que se ha desperdiciado a dos buenos actores, Idris Elba se lleva la mejor parte, con algunos matices en su actuación, mientras Mattheu McConaughey está totalmente desperdiciado, un par de gestos para ser un malo, malo. El filme cierra con la posibilidad de una segunda parte, dependiendo de la recaudación que genere esta.
Si sos fan de Stephen King y amás al pistolero Rolan Deschain esta película puede ser perjudicial para tu salud. Hubiera sido un buen gesto humanista del estudio Sony incluir esa frase en los pósters y trailers promocionales. Aunque los fans de La Torre Oscura a esta altura ya tenían asegurado su lugar en el refugio nuclear antes que estallara la bomba, porque sabían lo que se venía, el film que se estrena en los cines es duro de ver. No porque sea una película mala (Cell y Graveyard Shift fueron peores), pero genera una enorme tristeza ver como arruinaron una historia que podía haber brindado una saga épica interesante. En este caso Sony convirtió La Torre Oscura en una típica película de fantasía de Vin Diesel (como El cazador de Brujas) que está dirigida al público juvenil del Disney Channel. De hecho, no es una casualidad que El pistolero, emblemático personaje de King, quedara relegado al rol secundario del sidekick del joven Jake Chambers, el verdadero protagonista del film. En esta versión endulcorada y feliz de la saga literaria, la historia se centra en el chico porque Sony necesitaba un Percy Jackson para generar empatía con el público adolescente. El director danés Nikolaj Arcel, que no contaba con antecedentes en el género, fusionó los nueve libros de la saga en un film de 95 minutos que simplifica de un modo obsceno y hasta por momentos ofensivo la riqueza mitológica que le dio King a la historia. El film es tan corto que ni siquiera hay tiempo para desarrollar la historia de los personajes principales y el mundo de ficción en el que se desenvuelven. Todo se enfoca en la acción y se resuelve de un modo abrupto, una característica que nos lleva directamente al gran problema que tiene este estreno. No termina de quedar claro que target de público buscaba atraer esta producción. Para los fanáticos de King esto va a resultar muy decepcionante porque excluyeron la complejidad de la obra original y para el resto de los espectadores es un film mundano y mediocre que se olvida enseguida. La película nunca consigue ser atractiva con el tratamiento de los personajes, ya que todo se desarrolla tan rápido que no hay tiempo para conocerlos. La Torre Oscura fue tan conservadora en su adaptación cinematográfica que el final del conflicto no dejar ninguna puerta abierta a una continuación, como si los productores hubieran previsto que el proyecto no tendría mucho futuro. Es decir, si Sony no continúa con esta saga el film al menos tiene una conclusión donde se resolvió todo en 95 minutos. Queda claro que el estudio nunca le tuvo fe a esta propuesta algo que también se percibe en el moderado presupuesto que tuvo. Apenas 60 millones de dólares. Aunque el conflicto pide a gritos un tratamiento épico, la puesta en escena es mediocre y barata. Desde los aspectos visuales el film de Arcel es mundano y las secuencias de acción son olvidables. Con La Torre Oscura sucede algo similar al fiasco de Valerian. Los productores tomaron obras literarias complejas que tenían un enorme potencial para brindar grandes películas y las arruinaron al distorsionar el espíritu de las fuentes originales. La diferencia es que en este caso la novela de King tuvo la suerte de tener un gran elenco. Idris Elba hace un gran trabajo como Roland Deschain (una lástima que no usara el sombrero) y tiene muy buenas escenas cuando la película le da el mínimo espacio para destacarse. Resulta una pena que su rol tuviera un papel tan secundario porque el actor está muy bien en el rol. El problema es que el pistolero no tiene ningún desarrollo y queda estancado en el papel del héroe de acción. Tom Taylor brinda una muy buena interpretación como el joven Jake Chambers y las escenas que comparte con Elba son estupendas. Sobre todo por la gran química que se gestó entre ellos. En este punto podemos ver el enorme potencial que tenía este film si la historia hubiera tenido una adaptación más cariñosa. En el caso de Matthew McConaughey su interpretación del villano Walter Padick llega a ser atractiva pese a que tuvo las manos atadas para desarrollar la perversidad del personaje. La película nunca se la juega con la oscuridad de Walter y sus motivaciones para querer destruir la Torre Oscura nunca terminan de ser claras. Ahora bien, si nos olvidamos que esta producción fue concebida por Stephen King, la película se deja ver porque es entretenida. Tengo que admitir que nunca me aburrí con esta producción pero no deja de ser una propuesta para un canal de cable un domingo por la tarde. Las mejores escenas encima las incluyeron todas en el tráiler por lo que no vas a encontrar nada interesante en el cine. Hace poco se confirmó que Sony planea seguir esta historia en una serie de televisión. Tal vez en ese formato los realizadores puedan darle más profundidad a los personajes y el universo de fantasía que creó King en los libros. En resumen, La Torre Oscura se deja ver y hay peores adaptaciones del escritor en Hollywood, sin embargo, no deja de ser otra de las grandes decepciones de este 2017
El origen Los personajes de La torre oscura viajan entre mundos, la película lo hace en el tiempo. Nikolaj Arcel mira hacia el cine de los 80 y vuelve sobre sus motivos más reconocibles: la familia quebrada, la plenitud de la infancia, la aventura como forma de sanación. El director recrea la cartografía emotiva de una era siguiendo el camino de películas como Los goonies, Big Trouble in Little China o El último gran héroe. Para el cine estadounidense actual, esas películas suponen una herencia, la posibilidad de un linaje que permite escapar de la autoconsciencia y el cancherismo al uso, como pudo verse en Gigantes de acero, Titanes del Pacífico, Super 8 o la filmografía de J.J. Abrams en general. Heredar supone que algo se traslada de un lugar a otro: acá lo que pasa entre manos es un proyecto de cine que se nutre del gusto por la ficción del clasicismo, de la buena fe de los relatos de aventuras, de la humildad que requiere contar una historia acerca del bien y del mal sin temor al ridículo. En La torre oscura resuenan infinidad de otros relatos: Jake es un chico medio trastornado tiene pesadillas que después transcribe en dibujos. El cariño de una madre amorosa no mitiga el dolor por la muerte del padre, y el nuevo hombre de la casa le complica la vida la vida a Jake. En la escuela lo bullean y el chico se defiende, pero el peso de las autoridades recae sobre él. Los dibujos de las escenas vistas en sueños representan un escape y la promesa de una vida mejor. Poco después, mientras huye de unos perseguidores, Jake encuentra un portal y entra al mundo de sus pesadillas. Allí se libra una batalla entre una resistencia diezmada y las fuerzas de Walter, un hechicero megalómano que oficia de diablo. Jake conoce a Roland, héroe remanente, una esquirla de otro tiempo y de otro cine, y juntos viajan para detener a Walter y su plan para destruir todo lo conocido. Esas coordenadas elementales le sirven al director para recrear formas de la aventura más o menos olvidadas. El western y el terror funcionan como correas de transmisión afectivas: el peligro y la travesía, motivos eternos del sistema de géneros del clasicismo, constituyen los materiales con los que el director modela la historia. Ignoro qué tanto de todo esto proviene del libro de Stephen King, un escritor cinéfilo, pero en la película no se siente el peso de lo literario, sino la vitalidad del cine: los diálogos son económicos y cortantes, como corresponde a cualquier relectura más o menos lúcida del western. La imagen sigue unas reglas parecidas: los planos exhiben una belleza notable aunque discreta que no distrae la atención de la trama. Los personajes aparecen construidos con poca información y a las apuradas: no hay tiempo que perder, la aventura reclama movimiento, que otros se ocupen de la psicología. Digresión personal: mientras esperaba a que empiece La torre oscura, se proyectó el trailer de la remake de Blade Runner. Allí se veía, aunque fuera de manera condensada, el cine con el que polemiza La torre oscura, el cine que Nikolaj Arcel no quiere hacer: una película que toma una historia de ciencia-ficción y la transforma en vehículo para escenificar ideas altisonantes sobre el mundo, el hombre, la creación. Denis Villeneuve ya había hecho algo parecido en La llegada, donde tomaba el género y lo volvía una excusa para comentar gravemente la importancia del lenguaje. Por su parte, Matthew McConauguey, que compone con maestría a Walter (un villano expansivo hecho a su medida), ya había padecido la violencia teórica del tiempo en Interestelar, que por momentos parecía más una disertación sobre el tema que una historia. La torre oscura discute con ese cine presuntamente profundo que cosecha premios y prestigio y que se ofrece como algo más que cine, como una reflexión inteligente, un artefacto para pensar. Nikolaj Arcel mira con desconfianza esa moda y se ubica justo enfrente, del lado de las películas que vuelven a los 80 para encontrar allí una potencia fílmica olvidada por un Hollywood con ínfulas de seriedad: una ética de la aventura y el movimiento, donde el cuerpo se sobrepone a la palabra, la imagen cuenta tanto o más que los diálogos y los personajes, cuando hablan, no lo hacen para filosofar torpememente (oh, los avatares del tiempo). En este sentido, es fundamental el trabajo de Idris Elba: mínimo, hiératico, el actor despliega una economía gestual que parece haber interiorizado a fuerza de estudiar el western o de las películas de John Carpenter. El final de La torre oscura parecía responderle al trailer de Blade Runner, a Villeneuve, a Nolan; terminada la lucha y derrotado el mal, los héroes reposan comiendo un pancho. En no más de cinco o seis líneas brevísimas de diálogo, los dos deciden su futuro. Ese epílogo consume, a su vez, apenas cuatro o cinco planos. La elegancia de ese final hace acordar al cine clásico, al western, a algún maestro como Lang o Hawks (tal vez al final de Río rojo), a un cine anónimo que no creía necesitar el relumbre ocasional que proveen los grandes temas porque se tenía a sí mismo como horizonte estético.
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Una adaptación malograda La película, basada en una novela de Stephen King y protagonizada por Mathew McConaughey e Idris Elba, trata sobre una épica batalla entre el bien y el mal. El resultado no está a la altura de la obra literaria y sólo se ven retazos de lo que pudo haber sido una gran producción. Diferenciar entre desilusión y decepción en materia de expectativa por los nuevos estrenos cinematográficos, resulta en un vacío confuso. Si bien la ansiedad sólo es culpa del que quiere ver, que entonces sería derrumbar la ilusión que se tenía por la obra presentada, en este caso una increíble novela de Stephen King y los adelantos creados para su promoción, nos habla de decepción sobre aquello que nos fue prometido. "La torre oscura" no estaba entre los grandes tanques del año, pero que sea una adaptación de una historia de King, más Idris Elba y Mathew McConaughey como protagonistas, era una gran promesa. Sin embargo, en pantalla, el resultado no está a la altura de lo anticipado y mucho menos de la obra literaria. La historia es una épica batalla entre el bien y el mal que perdura desde siempre. Walter (McConaughey) quiere destruir una torre que protege a nuestro mundo y otros alternos de los males que acechan. Si la construcción desaparece, llegará el apocalipsis porque todas las bestias y demonios penetrarán en nuestro universo. La profecía advierte que el arma que puede provocar estos sucesos es la mente de un niño con poderes especiales. Por ello, Walter lo busca incesantemente con un ejército de semidemonios disfrazados de humanos. La resistencia al mal sólo está a cargo de Roland (Idris Elba), un pistolero que quiere vengar la muerte de su padre. Jake (Tom Taylor) es un adolescente que tiene sueños sobre esta lucha de poderes, y aunque sus amigos, su psicólogo y su familia no creen en sus palabras, él asegura que esos sueños en realidad son parte de la realidad, e irá en búsqueda de Roland. Al encontrarlo, llama la atención de Walter y allí es donde se desarrollarán los eventos que pueden terminar con el apocalipsis o la salvación de todos. Poco para rescatar Desgraciadamente, entre los puntos altos del filme nos encontramos con una gran actuación de Elba como renegado y héroe de acción, y algunas escenas de plena ciencia ficción sobresalientes, pero no más que ello. De alguna manera, el director Nikolaj Arcel se las arregló para tirar a la basura la idea de Stephen King y sólo se ven retazos de lo que pudo haber sido una gran producción. Si bien la duración es correcta para un largometraje que consta de pura acción, los 95 minutos de "La torre oscura" dejan la sensación de ausencia: con algunas escenas más podría haberse completado la caracterización de los protagonistas, que acotan la pre-historia a dos frases para nada épicas en el inicio del metraje, una explicación simple y poco sustancial sobre la torre, y una escena a modo de flashback que apenas intenta dar cuenta del odio entre Walter y Roland.
Atractiva adaptación de una obra cumbre de Stephen King Un niño tiene visiones, sueña con un hombre de negro y un pistolero. Pronto descubre que no son imaginaciones, que estos personajes existen y luchan uno por destruir y el otro por salvar una Torre Oscura que mantiene la armonía en el Universo. Con 8 volúmenes originales, la adaptación de esta obra máxima de Stephen King parecía difícil de resumir en 95 minutos (sí, eso es lo que dura el filme ¡gran dato en épocas de metrajes eternos!) y de hecho la historia está contada de manera simple y sin muchas historias paralelas. Hay una muy buena performance de Matthew McCounaghey como un "diablo vestido de Prada", oscuro y letal e Idris Elba como el Pistolero, un letal tirador, melancólico pero vengativo. También se luce Tom Taylor el joven Jake, la esperanza del mundo y a la vez la mente que puede destruir todo. Los personajes, pese al contexto, no son nada complejos, y se mueven como si estuvieran pasando de viñeta en viñeta en una historieta. De hecho el director Nicolaj Arcel enlaza las secuencias sin mucho engranaje, más interesado en no perder el ritmo que en lograr fluidez en la historia. El filme mezcla ciencia ficción con estética de western, fantasía, acción y aventura. Tiene momentos épicos, y también algunos homenajes a otras obras de King (atención al nombre del parque de diversiones abandonado que el joven protagonista descubre). Seguramente los puristas y fanáticos de la fuente literaria original se puedan sentir defraudados ante una adaptación que se aleja de la oscuridad y la sordidez para centrarse más en una aventura de corte familiar, pero el filme es entretenido, tiene buena factura técnica y no excluye a quienes no están iniciados es el universo King.
PUEBLO CHICO, PISTOLA GRANDE Se hizo rogar, viene floja en la taquilla, pero no es tan horrenda como dicen las malas lenguas. Partamos de la base de que la tardía y problemática adaptación de “La Torre Oscura” (The Dark Tower) a la pantalla grande, no es tan desastrosa como nos quieren hacer creer. Es apresurada y un tanto inconsistente, pero a lo largo de sus escuetos 95 minutos logra su principal objetivo: plantear los elementos más básicos de este universo literario creado por Stephen King a través de un rejunte de géneros que se atropellan, pero logran convivir en armonía para crear una trama que entretiene, aunque no tiene mucho más para ofrecer. Al dinamarqués Nikolaj Arcel –tal vez más conocido por su faceta como guionista que como realizador, responsable entre otras cosas de “Los Hombres que no Amaban a las Mujeres”- le tocó recoger este muerto, y se nota que hizo lo que pudo con lo que tuvo al alcance de su mano. Tómenlo como un gran cumplido. “La Torre Oscura” (The Dark Tower, 2017) se aleja un poco del material original y es ahí, tal vez, donde hace más ruido en el espectador avezado. Aunque el cine es un medio muy diferente al literario (y el público muchísimo más amplio), y acá no es necesario conocer la historia de King para entrar en este universo de mundos paralelos que se mantienen en equilibrio gracias a la famosa torre. Pero el Hombre de Negro (Matthew McConaughey) tiene sus propios planes. Este hechicero maligno busca desesperadamente la forma de destruirla con el único objetivo de que la oscuridad (y un sinfín de criaturas macabras) lo invada todo. Para ello usa el poder psíquico de los niños, quienes son arrancados de sus hogares y llevados a Mundo Medio para ser utilizados como arma. Mientras tanto en Nueva York, donde repercuten los constantes ataques a la torre, el joven Jake Chambers (Tom Taylor) lidia con los sueños más extraños plagados de lugares desconocidos, hombres misteriosos, criaturas macabras y pistoleros; pesadillas que son cada vez más reales, pero para su mamá, sólo una secuela del trauma por haber perdido a su padre. Jacke tiene el “toque”, el poder psíquico necesario para destruir la torre, pero cuando intuye que vienen a secuestrarlo, huye de su casa siguiendo los designios de sus sueños. El peque encuentra uno de los portales que lo conectan con ese otro mundo post-apocalíptico, un lugar devastado por las acciones del Hombre de Negro, sumido en el miedo, la desesperación y las carencias. Allí se cruza con el pistolero de sus pesadillas, Roland Deschain (Idris Elba), el último de su estirpe, inmune a los poderes del villano, y el único que le puede hacer frente. Muy a regañadientes tendrán que hacer equipo para encontrar el escondite de Walter (sí, el Hombre de Negro tiene nombre de pila) y evitar que lleve a cabo muy maléficos planes. Una cruzada poco altruista porque, al fin y al cabo, lo único que queda es la venganza. El planteo de “La Torre Oscura” es tan clásico como cualquier epopeya. La novedad es su mezcla de géneros, básicamente, un western fantástico con elementos de ciencia ficción y criaturas terroríficas. Una aventura que se deja llevar, pero como ya se dijo, demasiado apresurada. No se pierde en sobre explicaciones (eso esta bien), pero tampoco le da el tiempo suficiente al desarrollo de los protagonistas y sus relaciones interpersonales, el aspecto más rico e interesante de la trama. Así, la historia cae en un conjunto de personajes estereotipados (un villano omnipotente, un héroe conflictivo, el niño en peligro) y una narración que, a pesar de que logra establecer un principio, un nudo y un desenlace, la celeridad le juega bastante en contra. Arcel se da el gusto de jugar con este universo plagado de elementos y referencias, pero sólo se lo permiten de forma escueta. Se nota la “economía de recursos” y el bajo presupuesto a la hora de meterse de lleno con la fantasía y la ciencia ficción y, en vez de un festín visual oscuro y apocalíptico, nos tenemos que conformar con una estética bastante austera. El crimen más grande de “La Torre Oscura” es el desperdicio de ciertos actores como Jackie Earle Haley y Katheryn Winnick, personajes poco desarrollados y con poco peso para la historia (aunque no debería ser así), una vez más, consecuencias de un guión apresurado, más comprometido por sentar las bases para una futura franquicia (esto parece el primer capítulo de una saga, sin duda alguna) que por otorgarnos una película redondita. En definitiva, “La Torre Oscura” no hace agua, ni es ese bodrio inmirable del que todos hablan; simplemente es mediocre y olvidable, y de este tipo de películas ya tuvimos bastantes durante el año.
Crítica emitida por radio.
La industria del cine hoollywoodense está carente de ideas y si es ciencia ficción habría que decir que el vacío creativo es crónico. Bien, la idea aquí era buscar un escritor con la suficiente chapa como Stephen King para seducir a los espectadores. King es un maestro del terror y el suspenso, con títulos inolvidables como "Carrie", "It", "Misery" y "El resplandor", todos llevados al cine con éxito. "La torre oscura" es una de las pocas incursiones a la ciencia ficción y el realizador Nikolaj Arcel hizo lo que pudo con la historia, en el caso de que la haya entendido, aunque mucho no se nota. Jake (Tom Taylor) es un adolescente con la capacidad de ver más allá. Todas las noches sueña que unos seres malvados capturan y envían niños, vaya uno a saber por qué, y luego los deportan a una Torre Oscura que está en otro planeta. Jake podrá viajar a esa otra dimensión y allí conocerá a un rebelde llamado El Pistolero (Idris Elba), que ya lo conocía porque era uno de los personajes que dibujaba detalladamente tras sus pesadillas.Jake se vinculará con El PIstolero para vencer al Hombre de Negro (McConaughey), cuyo plan es capturar a Jake para absorberle su energía y destruir la tan mentada torre. ¿Por qué? Imposible saberlo, porque nunca se explica. Después de muchos tiros, líos y "cosa golda" (perdón Oaky), el final deja muy en claro que se trata de otra película más de ciencia ficción. O bien: otra película menos.
La Torre Oscura que llegó a los cines no es el gigantesco viaje en el tiempo, con mundos paralelos que abarcan varios géneros que muchos lectores esperaban. Contiene algunas de esas cosas, pero su ambición es magra con una sorprendente falta de humor y corazón. También se siente como una película cuyo único propósito es demostrar lo que podría ser. No es que La Torre Oscura sea una mala película, pero es instantáneamente olvidable. Y en lugar de poner en marcha una nueva franquicia, como sus productores sin duda querían, es probable que nadie intente adaptar los libros durante muchos tiempo. ¿Cómo abordar una serie de libros de ocho partes que, al concluir en 2012, había superado las 4.000 páginas y el millón de palabras?. Nikolaj Arcel centra la película en un niño de 11 años llamado Jake Chambers (Tom Taylor) que, al principio, está plagado de pesadillas. Sueña con un hombre de negro y con criaturas que llevan rostro humano y, por supuesto, una torre oscura. Jake no entiende sus visiones, pero está convencido de que algo malo está por suceder. Debido a que se trata de una película, las paredes de su dormitorio están cubiertas de bocetos en blanco y negro de lo que ha visto en sus sueños. Su madre y su padrastro quieren internarlo. Pero antes de que pudieran enviarlo al tratamiento psiquiátrico, Jake, gracias a un portal mágico escondido en una destartalada mansión de Brooklyn pasa al Mid-World, un lugar donde casi de inmediato (y convenientemente) se topa con el Gunslinger, Roland (Idris Elba) que está buscando al Hombre de Negro para vengar la muerte de su padre. Las actuaciones de Elba y especialmente de McConaughey levantan un poco los descabellados diálogos. McConaughey juega lanzando órdenes como “deja de respirar” y “matense entre ustedes” pero no puede evitar lucir tonto en el clímax fingiendo poderes telequinéticos, o algo por el estilo. La Torre Oscura mezcla elementos de fantasía, horror, western, ficción post-apocalíptica y ciencia ficción. Son varias -demasiadas- cosas a la vez: también es una historia de venganza y una historia de coming of age. Inclusive cuando Roland y Jake regresan a la ciudad natal del muchacho (Nueva York), se convierte en una historia de pez fuera del agua por unos minutos. Y claro, también es una película de acción aunque se limita a un par de tiroteos y una batalla final que resulta al menos estéticamente, ridícula. Y luego, abruptamente, sin elegancia, y para alivio del espectador ocasional, la película se termina.
La Torre Oscura, de Nikolaj Arcel Por Jorge Barnárdez A la ya de por sí extensa obra de Stephen King, el escritor le agrega una especie de plan alternativo que es lo que se conoce como la zaga de La Torre Oscura, una historia que no parece tener fin y que el estadounidense ha hecho durar varios libros, le agregó un cómic Book y además hizo que en distintos libros emergieran fragmentos del asunto. Hace unos años, allá por 2007, se anunció que La Torre Oscura tendría su versión cinematográfica y desde ese momento pasaron distintos directores, algunos muy importantes, pero sin que nadie pudiera concretar nada. Finalmente Nikolaj Arcel se hizo del proyecto, convenció a la empresa productora, a King, y así llegó a los cines el film que que indignó a los seguidores de la historia original. Para empezar hay que decir que el relato no parece suficiente para desarrollar la zaga. Pero a no desesperar, porque anuncian que esto es apenas el comienzo de algo que parece que va a seguir en formato televisivo. En el comienzo de La Torre Oscura hay un adolescente con problemas de conducta que es atendido por un psiquiatra y que es observado por sus profesores, al punto tal de que le recomiendan entrar a un programa especial para chicos difíciles. Paralelamente a esa historia que se desarrolla en este tiempo y en la ciudad de Nueva York, en otra dimensión se desarrolla una lucha que lleva años. Hay un hombre de negro que está interpretado por atthew McConaughey perseguido por un pistolero, hijo de pistolero y nieto de pistoleros que es interpretado por Idris Elba. Lo cierto es que ambos luchan y La Torre Oscura es el faro que guía la contienda y sienten una fuerza externa que saben que va a llegar a esa otra dimensión para volcar para un lado esa guerra. Por supuesto, el personaje destinado a eso es el adolescente que en Nueva York la está pasando mal y percibe la existencia de esa otra dimensión donde el bien y el mal están por encarar la lucha final. Jake, que así se llama el chico, pasará a esa otra dimensión y la violencia se desatará. Como dejamos en claro al comienzo de este texto, para los iniciados en los libros, La Torre Oscura es una película insatisfactoria, que a lo largo de los noventa minutos apenas alcanza a rozar la profundidad del texto original de King. Para los que no conocen nada de eso y nunca se acerco a esos libros, el film resulta ser algo así como una divertido despropósito de acción y fantasía, lo que se conocer como películas de clase B. Por estas razones lo mejor que se puede hacer es sacarse de encima toda la información extra y dejarse llevar de la mano por la aventura y listo. LA TORRE OSCURA The Dark Tower. Estados Unidos, 2017. Dirección: Nikolaj Arcel. Intérpretes: Idris Elba, Matthew McConaughey, Tom Taylor, Katheryn Winnick, Abbey Lee, Jackie Earle Haley, Fran Kranz, Claudia Kim y Michael Barbieri. Guión: Akiva Goldsman, Jeff Pinkner, Anders Thomas Jensen y Nikolaj Arcel, sobre las novelas de Stephen King. Fotografía: Rasmus Videbæk. Música: Junkie XL. Duración: 95 minutos.
Crítica emitida por radio.
Stephen King: vendedor serial de pescado podrido. El tipo vende libros del tamaño de un bloque de cemento por millones, pero hace décadas que no escribe algo decente. Sus primeros libros eran excitantes – Carrie, It, el cuento La Niebla, Salem’s Lot – pero, pasada su época de oro, comenzó a reciclarse de manera salvaje, extensa y cada vez mas aburrida. Y cuando King se mete a hacer ciencia ficción, Dios me libre y me guarde. ¿Se acuerdan de esa estupidez monumental que era The Running Man – un reciclado de La Décima Victima con muchísimo menos talento y efectos especiales baratos – ? . Ahora es el turno de The Dark Tower, una saga que ha disparado una tonelada de libros escritos a lo largo de 20 años y que los fans del autor han pujado a gritos para que llegue a adaptarse a la pantalla grande. Pero si La Torre Oscura se trata de esto… por Dios, qué licuado de sanata. King ha afanado ideas a medio mundo – desde La Tierra Media de El Señor de los Anillos a el pistolero sin nombre de La Trilogía del Dolar de Sergio Leone – pero nada de esto pega con moco. El gran drama con The Dark Tower es que nunca se siente como un universo creíble: la gente vive en condiciones paupérrimas pero tiene fuentes de energía y tecnología futurista, el pistolero es un justiciero capaz de hacer proezas ridículas pero no sabemos si tiene algún super poder (¿por qué diantres el villano no lo revienta de una buena vez?), el tipo usa armas del lejano oeste pero forjadas con el acero de la espada Excalibur (la espada mágica del Rey Arturo!), hay una torre arbitrariamente ubicada en medio de esta Tierra Media trucha, en donde divide el bien y el mal y la cual sólo puede ser destruida con la energía que poseen los niños… demasiada estupidez metida en una sola bolsa. Cuando Tolkien escribió el universo de la Tierra Media lo pobló de criaturas coherentes basadas en leyendas y figuras mágicas, y pintó a las figuras malignas de manera realmente sencilla: querían el anillo para doblegar a todos los seres vivos. Acá el Hombre de Negro (que ridículamente se llama Walter; ¿en serio?) quiere matar a todo lo que respira para atraer demonios de otra dimensión, a los cuales regiría. ¿Cómo está tan seguro de que dominaría unos bichos que nunca vió?. ¿Si el tipo tiene tanto poder, no sería mucho mas feliz esclavizando a los pobres diablos que sobreviven en un mundo devastado y casi sin recursos?. Si el filme se salva de la muerte por lapidación es porque Idris Elba y Matthew McConaughey hacen maravillas con sus personajes, y los momentos de acción son bastante decentes. Idris Elba es tan badass que es estratosféricamente ridículo y, aún así, completamente festejable: recarga viejas Colt tirando los cargadores al aire o rotándolas sobre su cinturón cargado de balas; le pega al ojo de una hormiga a 500 metros y hasta puede hacer carambolas con las balas. Mientras McConaughey rebosa tanta clase como veneno, y es un villano de primera línea; es una lástima que estos dos personajes tan apasionantes queden enroscados en una historia estúpida, llena de supuestos y clisés del chosen uán que te terminan pudriendo. Hubiera sido mucho mas interesante volar la historia del pibe, y reducir todo a un enfrentamiento entre el pistolero y el hombre de negro. La Torre Oscura zafa como entretenimiento pochoclero porque los actores principales rebosan carisma y dicen con pasión los chirriantes diálogos que King les ha escrito; pero no es una buena película, ni siquiera una que te entusiasme como para clamar por una secuela. King podrá ser un gran narrador en el papel pero, cuando resumís sus historias en 10 lineas, te das cuenta que se tratan de disparates sin pies ni cabeza y ello queda en evidencia en La Torre Oscura, la cual no entusiasma ni a fans ni a neófitos de la obra de King.