Punto de ebullición. Antes de adentrarnos a conciencia en este pequeño gran regreso del M. Night Shyamalan que todos extrañábamos, ese que parecía haber desaparecido por completo una década atrás, conviene obviar la cacofonía y el cotilleo que suele despertar cada nuevo trabajo del señor, como si el director se tuviese que amoldar sí o sí a los prejuicios de espectadores extremadamente conformistas y muy poco imaginativos. Por supuesto que Los Huéspedes (The Visit, 2015) funciona como otro cuento de hadas que pretende regalarnos un mensaje vinculado con la reconciliación familiar de índole humanista, pero en esta ocasión el hindú deja que la fe se arrastre solita hacia el cesto de basura para optar en cambio por un engranaje narrativo hasta ahora inexplorado en el período mainstream de su carrera, el que abrió la recordada Sexto Sentido (The Sixth Sense, 1999): hablamos del humor y sus frutos. Una vez más la premisa central es de lo más sencilla y puede resumirse en la posibilidad de un par de hermanos, Becca (Olivia DeJonge) de 15 años y Tyler (Ed Oxenbould) de 13, de conocer a sus abuelos, con quienes su madre Loretta (Kathryn Hahn) rompió toda relación luego de un incidente del que no quiere decir nada. La semana de descubrimiento recíproco rápidamente muta en una experiencia bizarra cuando los ancianos sacan a relucir sus “peculiaridades”: mientras que el nono gusta de pegarle a extraños y tiene un problema de incontinencia que lo lleva a acumular pañales usados en el granero, la abuelita camina por las noches muy alienada vomitando el piso y hasta tiene el berretín de arañar desnuda las puertas y paredes del hogar. Aquí la proeza de Shyamalan es doble porque no sólo ofrece una obra graciosa y terrorífica, sino que además rejuvenece el formato del “found footage”. De hecho, esos dos ingredientes que a priori pueden resultar contraproducentes, léase los chispazos de comedia y la estructura de los mockumentaries, terminan siendo los pivotes principales de una propuesta que evita esa suerte de apertura estilística fallida condensada en las prolijas aunque olvidables El Fin de los Tiempos (The Happening, 2008), El Último Maestro del Aire (The Last Airbender, 2010) y Después de la Tierra (After Earth, 2013). Utilizando como excusa la pretensión de Becca de filmar un documental para entender los conflictos del pasado y construir una solución acorde, Shyamalan nuevamente entrega un planteo formal inteligente que -desde el minimalismo de la puesta en escena- vuelve a confiar en el desempeño de los actores, con los maravillosos DeJonge y Oxenbould a la cabeza (Deanna Dunagan y Peter McRobbie, como los abuelos, también rompen el molde). Ahora bien, tampoco podemos afirmar que estamos ante un regreso a los tópicos candentes de la etapa comprendida por El Protegido (Unbreakable, 2000), Señales (Signs, 2002), La Aldea (The Village, 2004) y La Dama en el Agua (Lady in the Water, 2006), ya que el cineasta parece haberse “distendido” con los años y la desfachatez de Los Huéspedes deja entrever que ha refinado esa fórmula apuntalada en un desarrollo naturalista del suspenso y un giro en el final. El verdadero retorno que trae aparejado el convite es el que involucra aquella creatividad por momentos lúgubre y mordaz, hoy canalizada en una epopeya de bajo presupuesto que celebra su independencia con protagonistas perspicaces (que conocen sus fortalezas y limitaciones, a diferencia del promedio hollywoodense) y una frescura que sorprende casi siempre (la contundencia del relato se aleja del esquema cerebral de antaño). Sinceramente nadie podría haber predicho que el opus más vital del realizador iba a ser también el más enajenado de su carrera, considerando la relativa displicencia que aquí demuestra hacia el apartado visual, otrora una de sus obsesiones primordiales, y el énfasis que le dedica a la ebullición de situaciones grotescas que desfilan a lo largo del metraje, todas de una mundanidad indiscutible que contradice el fetiche para con lo sobrenatural de otros tiempos. Hasta cierto punto Los Huéspedes es tanto una película de quiebre como un intento exitoso en pos de retomar -y a la vez relajar- cada uno de los ítems que componen un régimen idiosincrásico, ese mismo que Shyamalan había dejado de lado últimamente con vistas a obtener una legitimidad que nunca llegó en el campo de los blockbusters más impersonales. Para la antología quedan el desenlace trash del film y un epílogo luminoso…
Extraños anfitriones Hace bastante que las proyecciones de M. Night Shyamalan vienen dejando un sabor bastante amargo en el público. El efecto es peor cuando el rechazo se produce en quienes se autodenominaron como seguidores de las obras cinematográficas del director de The Sixth Sense. El caso de The Visit, representa una suerte de redención, puesto que el hindú, sin forzar las situaciones y con un estilo para nada pretencioso, consigue recuperar parte de la esencia del buen cine que lo supo caracterizar al menos en sus primeras cintas (incluyendo a The Village). También es una demostración de que con bajo presupuesto se puede obtener un resultado interesante y cautivador a la vez. La historia se centra en dos pequeños hermanos que van a visitar a sus abuelos, sin haberlos conocido antes, por un problema familiar que los alejó de su madre. Los niños filman todo lo que viven como experiencia allí. La regla impuesta por los ancianos radica en que los jovencitos deben acostarse a las 21:30 hs. y no salir de su habitación a partir de ese horario. Lo que van descubriendo empieza a tornarse cada vez más retorcido. Shyamalan recurre al falso documental para abordar el relato, diferenciándose de diversas piezas del género de terror al añadirle unas cuantas pizcas de humor que funcionan como un canal que hace más llevadero el asunto. Estos toques humorísticos con los que el realizador adorna la película son los que aportan frescura y separan a la obra de otras que, en un intento serio por suscitar temor, acaban resultando unilaterales, monótonas y carentes de impronta o creatividad. Es una clara y buena muestra de cómo valerse del empleo de un recurso tan utilizado (y cada vez de forma menos efectiva) como el found footage, al servicio de una historia simple pero contada de manera socarrona, intrigante y levemente aterradora. Los pequeños Olivia DeJonge y Ed Oxenbould sostienen, a lo largo de todo el film, sus interpretaciones muy convincentemente, algo que suma de cara a la valoración final de The Visit. Más allá de lo mencionado y de unos apreciables sustos (sencillos pero prácticos), queda la impresión de que se pudo haber pulido un poco mejor el desenlace. En líneas generales pesa más lo positivo y, dentro de ello, queda la mecha encendida para que a partir de aquí el director continúe remontando en sus próximos proyectos. LO MEJOR: la historia, sencilla, pero abordada desde la intriga, el terror y la comedia. LO PEOR: el cierre, no convence netamente. PUNTAJE: 7
La formidable seguidilla de Sexto Sentido, Unbreakable y Signos convenció al público y la crítica que M. Night Shyamalan era el próximo gran maestro del cine de suspenso - y me incluyo en la lista de adeptos -. Después vino un proceso de implosión, caracterizado por un exceso de ego y una serie de fallidas decisiones creativas, lo cual derivó en una larga serie de fracasos y bodrios empezando por la insatisfactoria La Aldea, y reventando a partir de La Dama del Lago, The Happening, The Last Airbender, After Earth así como el mediocre script de The Night Chronicles 1: Devil. Aún con todo ello - y con las terribles reseñas de sus últimos trabajos - los filmes de Shyamalan probaron ser reduitables, aún cuando en algunos casos las cifras de recaudación resultaran muy ajustadas respecto de su presupuesto original. El director comenzaría un lento comeback con la intrigante serie Wayward Pines y con el filme que ahora nos ocupa, el primero en los últimos 10 años que ha obtenido criticas positivas. Definitivamente no tiene el grado de originalidad y efectividad de las obras de su primera etapa, pero es definitivamente una película de terror bien escrita y dirigida. El culpable de The Visit es Jason Blum, el mismo de Actividad Paranormal y el cual se ha convertido en una megafuerza creativa del bajo presupuesto - algo así como un Roger Corman especializado en el Found Footage -. El tipo produce películas recontrabaratas de horror, contrata a directores primerizos, experimentales o en decadencia, y obtiene fabulosos márgenes de ganancia - por mencionar algunos títulos, ha producido Dark Skies, Oculus, Insidious, The Bay, las secuelas de Actividad Paranormal entre 10 toneladas de filmes de terror de los últimos años -. Ahora ha reclutado a Shyamalan, le ha dado un presupuesto ínfimo de 5 millones, y le ha dado rienda suelta para que haga lo que quiera. El resultado final es mucho mas feliz y satisfactorio de lo que uno podría anticipar. Esta es una película de terror con visos de comedia. La idea es mandar a un par de chicos a visitar a sus abuelos - por primera vez en su vida, ya que desde el casamiento de su madre no se han hablado con su hija -, y dejarlos solos con los ancianos durante el transcurso de una semana. Ok, está el cliché exigido por Jason Blum - rodaje en primera persona todo el tiempo - el cual aumenta la efectividad en el caso de ser manejado con prestancia por el veterano Shyamalan. Mas allá de la falta de lógica de seguir rodando cuando alguien quiere acuchillarte o morderte, el rodaje en primera persona sigue siendo el medio mas efectivo de pegarte un buen susto: es su perspectiva limitada - que no te permite distinguir lo que se mueve en las sombras - y su grado de inmersión lo que te hace pegar unos buenos repingos en la butaca. Ciertamente hay algo morboso en la idea de la vejez, en cómo la gente se pone decrépita, agarra costumbres extrañas, pierde funciones mentales y corporales, o se vuelve estéticamente impresionante. Mientras que al principio la visita es amistosa, pronto empieza a caer en niveles bizarros cuando los ancianos se van a dormir a las nueve y media de la noche y se dispara una serie de actividades nocturnas inquietantes, con ruidos de todo tipo, apariciones y olores extraños. Descubrir a la abuela paseando desnuda y arañando las paredes no sería tan estremecedor si el abuelo no tuviera también su propia caterva de rarezas, las cuales se ponen cada vez mas espesas con el correr de los días. Shyamalan afloja el clima de tensión con efectivos pasos de comedia - en especial, a cargo de Ed Oxenbould, el cual se roba literalmente la película - porque, en definitiva, no dejan de ser niños viendo escenas de la demencia senil de sus abuelos (e interpretándolas para broma). Pero las señales comienzan a ser cada vez mas perturbadoras - especialmente porque a la abuela le gusta imitar a Sadako de The Ring, reptando por los suelos con un rictus aterrador en la boca cada vez que se chifla - y las cosas se ponen cada vez menos cómicas. Y, en la últimos 20 minutos el filme entra en un tono definitivamente estremecedor, poniéndose inusualmente violento y shockeante. Honestamente no entiendo las reseñas tibias respecto del filme. No es una comedia de terror - aunque hay momentos que lo parece, ya que Shyamalan juega con las expectativas y se burla de ellas -, sino que es un filme de terror salpicado con tonos cómicos: el final nunca podría ser gracioso en el momento del desenmascaramiento de la verdad. Shyamalan rueda con completa libertad creativa e incluso se aleja de su estilo habitual, relajándose y renovándose. Desde ya, le agrega un componente emocional - el divorcio de los padres, la separación con los abuelos - que es muy efectivo y le da humanidad a los protagonistas. También agrega su típico giro shyamalano, donde hay revelaciones y todo lo visto revierte su significado. El climax tiene su impacto y no me parece un golpe bajo: lo que ocurre es que siempre vimos las cosas desde la óptica de los chicos y cuando la crueldad subterránea sale a flote, no hay márgenes para la comicidad. El único chascarrillo que se le ocurre a Shyamalan es, pasado el climax, meter una melosa banda de sonido - similar a la cursilería que adoraba la mamá de los protagonistas y que la chica estaba por incluir en su documental casero -. The Visit no es una obra maestra ni es el mejor filme de Shyamalan, pero está a años luz de sus últimos trabajos y muestra una clara mejora en el sentido correcto. Yo me atrevo a recomendarla porque me pareció inteligente, bien orquestada, con su cuota de momentos de shock y muy bien actuada. Se parece mas a un filme de Sam Raimi (de sus comienzos) que a un thriller plagado de suspenso de los que rodaba Shyamalan pero, diablos, está bien hecho y entretiene. Y por su valor de pasatiempo es que le perdono los vicios del estilo de cámara en primera persona. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/visit.html#sthash.dxEDSEoR.dpuf
VIEJOS SON LOS TRAPOS Banco a Shyamalan, sí, sus tres últimos films son horribles (The Happening, Last Airbender y After Earth) pero a diferencia de muchos directores “hypeados” al extremo, Shyamalan conserva un estilo “vieja escuela” de narrar en imágenes y más allá de su gimmick “plot twist” ese estilo no lo pierde, a veces en favor de una buena película, otras no. “Los Huéspedes” es una rareza en su filmografía, ya que toma el agotado género de “metraje encontrado” pero fiel a su pulso, le da su impronta. Nunca una película de este subgénero estuvo tan bien filmada. Desde la perspectiva de una pre-adolescente aspirante a cineasta, la historia comienza cuando la madre la envia junto a su hermano a conocer a sus abuelos a quienes no les habla desde hace décadas. La gracia de lo que muestra el film (y como lo muestra) es que cualquier cosa que haga un viejo puede lucir espeluznante en los ojos de un chico. Más graciosa que terrorífica, a “Los Huéspedes” se le ven los hilos desde un primer acto donde ya se puede adivinar el final, pero el recorrido es tan entretenido que justifica el viaje.
Los huéspedes es una película recomendable, muy entretenida y efectista. Desde el comienzo funciona muy bien dentro del terror, con mucha intriga y buen timing, pero en su parte final apunta más hacia la comedia negra, algo que descoloca un poco cuando prácticamente
La reinvención de Shyamalan Rebecca y Tyler (impecablemente interpretados por los dos jóvenes actores Olivia DeJonge y Ed Oxenbould) viajan a la alejada granja de sus abuelos maternos (a quienes nunca conocieron por estar estos distanciados de su hija, Paula), mientras esta aprovecha para irse de vacaciones a un crucero con su nuevo novio. Tanto “Papa” como “Nana” (así se hacen llamar los abuelos de los protagonistas) se muestran adorables y serviciales para con sus nietos, dándoles todos los gustos imaginables y poniendo como única condición que los niños se acuesten a las 9:30 pm. Sin embargo, cuando los chicos deciden realizar un “cortometraje” sobre su estancia en la granja (de aquí se intenta justificar el estilo cámara en mano del film) y no respetar el toque de queda nocturno, se enfrentan a situaciones que desearían jamás haber descubierto: Por la noche, sus tiernos abuelos se convierten en dos desquiciados psicópatas que arañan las paredes, hablansolos y corren semidesnudos por la casa revoleando cuchillos. Shyamalan triunfa en “Los Huéspedes” precisamente por hacer todo lo contrario a lo que venía intentando hacer en sus últimos (y catastróficos) largometrajes: se aleja de los titánicos presupuestos, los excesivos efectos especiales, y aunque no los huespedes foto1logra morderse la lengua y sí incluye su ya característico “giro inesperado” hacia el final de la trama (que dicho sea de paso, se ve venir a miles de años luz de distancia), incursiona en el género del terror matizándolo con brillantes tonalidades de comedia. Si bien el efecto cámara en mano del film resulta un poco injustificado, este termina resultando intrascendente, ya que el film se apoya en el guión y no en la composición de los planos, como sí ocurrió en “Irrompible”; la remarcable naturalidad de los actores, la sensación de película “indie” filmada en prácticamente una sola locación, y constantes guiños (incluso satirizándose a sí mismo) a su filmografía previa, hace que Shyamalan consiga una película más íntima y menos pretenciosa, acercándolo más al director que supo ser (y supimos amar) cuando nos destrozó las mentes en aquella última escena de Sexto Sentido. La película hace agua en cuanto a la verosimilitud de la premisa, y no todas las decisiones de los personajes resultan justificadas y ni siquiera coherentes, pero el film sostiene una impronta más recreativa que solemne (al contrario de sus los huespedes foto3anteriores fallidas películas), y es por esto que Los Huéspedes consigue atraparnos con su interesante gancho, haciendo caso omiso a las licencias que se toma para narrar la historia. Para el momento en que “todo es revelado”, los secretos mejor guardados transcurren sin pena ni gloria, y lo que queda flotando en el aire es una agradable sensación de haber sido “gratamente” sorprendidos por un producto que auguraba ser (otra) indeleble mancha en el currículum de un director que comienza a reinventarse.
M. Night Shyamalan busca reconquistar nuestros corazones cinéfilos de la mano de un thriller de terror, muchísimo más modesto a lo que nos tiene acostumbrados, y adaptado a los nuevos convencionalismos de un género que no aportó mucho en los últimos años. Alguien dijo, alguna vez, que M. Night Shyamalan era el nuevo Steven Spielberg. Claro que la comparación duró muy poco y pronto nos dimos cuenta que el director de “Sexto Sentido” (The Sixth Sense, 1999) no era tan brillante como parecía en un principio. La mayoría de sus películas terminaron encuadradas en una fórmula demasiado repetitiva donde el “plot twist” (ese giro inesperado al final de la trama) se volvió la estrella indiscutida, más allá de que funcione o no, en su conjunto. Tras varios fracasos rotundos de crítica y público, el realizador esta de vuelta con una propuesta mucho más modesta, de la mano de Jason Bloom y su Blumhouse Productions, responsables de cuanta saga terrorífica de bajo presupuesto hayan podido ver en los últimos años. “Los Huéspedes” (The Visit, 2015) podría encasillarse en el formato de “found footage” o, mejor dicho, de película “simil casera” filmada con camarita en mano que simula ser un falso documental. Esa es la idea de Becca (Olivia DeJonge), una adolescente con muchas habilidades audiovisuales que pretende restablecer la relación de su mamá con sus abuelos, fragmentada desde hace más de quince años. La chica, junto con su hermano menor Tyler (Ed Oxenbould) deciden irse de visita a la casa de los nonos durante una semana para que mamá (Kathryn Hahn) pueda tener una escapa romántica con su nuevo novio y seguir recuperándose del abandono sufrido por su ex hace ya un tiempo largo. Los chicos jamás conocieron a sus abuelos ya que la relación familiar se quebró cuando la madre se escapó de la casa persiguiendo al amor de su vida, incluso, ante la negativa y las advertencias parentales. Es la tarea de los pequeños tratar de juntar las piezas, pero también lidiar con su propio abandono. El encuentro es pura alegría, aunque los chicos deban adaptarse a las extrañas costumbres y horarios de estos señores ya mayores. Pero al poco tiempo se empiezan a suceder los más raros acontecimientos de la mano de una nona (Deanna Dunagan) un poco senil y un nono (Peter McRobbie) incontinente. Claro que hablamos de Shyamalan y, en seguida, nuestra mente empieza a buscar las razones ocultas detrás de esta estadía que pronto se torna terrorífica: muertos resucitados, alienígenas o criaturas sobrenaturales son las primeras que se nos vienen a la cabeza. Si algo tenemos que resaltar de M. Night es su capacidad para crear los mejores climas de suspenso, aunque el recurso de la cámara(s) no siempre funciona y termina siendo incongruente, como en la mayoría de los casos que se utiliza. Basta, nadie en su sano juicio se preocupa por seguir filmando cuando lo están persiguiendo con un cuchillo afilado. “Los Huéspedes” está llena de estos convencionalismos (léase lugares comunes) tan propios de este género que no parece llevarse muy bien con el “realismo”. Molesta bastante la actitud tan madura de Becca (que se la pasa hablando como si fuera un joven asistente al BAFICI), pero por suerte tenemos a su hermano que aporta los mejores momentos humorísticos de la trama. El humor se convierte en un elemento esencial, lástima que ésta no sea una comedia, pero se equilibra muy bien con el suspenso y los sustos que son pocos, pero bien acomodados en un argumento que, por supuesto, tiene varias sorpresas. Shyamalan no aporta nada nuevo y utiliza herramientas ya gastadas, pero logra su cometido y, al bajarse del pedestal y mostrarnos su lado más humilde, podría volver a ganarse nuestro cariño y respeto. “Los Huéspedes” entretiene y no necesita de muchos artilugios para generar tensión e incomodidad en el ambiente. No es lo mejor que le pasó al terror en los últimos tiempos, pero nos arranca alguna sonrisa… y algún saltito en la butaca. Dirección: M. Night Shyamalan Guión: M. Night Shyamalan Elenco: Kathryn Hahn, Olivia DeJonge, Ed Oxenbould, Deanna Dunagan, Peter McRobbie, Benjamin Kanes.
Un viaje iniciático Cuando me acerqué a Los Huéspedes (The Visit) sabía que me enfrentaba a un found footage de suspenso dirigido por M. Night Shyamalan. No se me ocurría un escenario peor. Otro exponente del ya más que agotado subgénero dirigido por un realizador que está en el punto más flojo de su carrera desde el año 2000. Sin embargo, la sorpresa al adentrarme en el metraje fue tal que, por un momento, me sentí decepcionado. Se suponía que en esta crítica iba a hablar de las horribles El Fin de los Tiempos, La Dama en el Agua y El Último Maestro del Aire (en mi criterio una de las peores películas jamás filmadas). Se suponía que iba a hablar de cómo el tipo sufrió una especie de karma a partir de que algún trasnochado crítico anglosajón escribió que era el nuevo Hitchcock, tras estrenarse Sexto Sentido. El cine todavía da algunas sorpresas y si bien Shyamalan continúa NO siendo Hitchcock, Los Huéspedes es una de las películas de terror más disfrutables de este año amarrete. El director indio no hace un found footage sino un lindo mockumentary pre-adolescente que en la diégesis del relato dirige Rebecca, una piba que odia los efectismos y sueña con que sus planos indies aparezcan en la pantalla de Cannes. En su proyecto documental la va a ayudar su hermano Tyler, que quiere ser rapero y tiene una postura misógina sólo porque es la idea de éxito que le venden sus héroes. Los chicos aprovechan que van a conocer a sus abuelos para intentar rellenar un espacio incompleto en su memoria familiar, las razones por las cuáles su madre se fue de su casa natal años atrás cortando el contacto con su familia primigenia. Esta incógnita a resolver funciona como transferencia ya que su padre los abandonó siendo muy pequeños y quizás, resolver aquel conflicto les permita destrabar el propio, ese que no quieren aceptar. La película es entonces un viaje iniciático hacia la adultez, como lugar en donde se revela que las cosas nunca son lo que parecen, por lo que deben reestructurarse dramáticamente todos los valores. Shyamalan se aleja de los grandes presupuestos y centra la película en dos chicos y dos ancianos, potenciando altamente esa mirada Peterpanezca que caracteriza sus mejores obras. El guión es redondo, por momentos quizás demasiado debido a algunos datos que se plantean de forma poco orgánica sólo para justificar algunas acciones en el final. Por otra parte, el humor en la película resulta fundamental, no sólo por la precisión de los momentos elegidos para usarlo como válvula de escape sino porque, además, es la herramienta más nítida que usa el director para hacernos empatizar con esos niños (y tal vez, con nuestro niño interior). Los momentos de suspenso y terror están sostenidos sobre un clima hermosamente construido por lo que logran gran solidez. M. Night Shyamalan entrega una de las sorpresas del año y lo hace con poco, con muy poco. Una buena idea, un buen grupo de actores (sobre todo los niños protagonistas) y la firmeza de sostener hasta el final las cartas con las que decidió jugar.
Llega la película que hará que pienses dos veces antes de ir a visitar a los abuelos. Del mismo responsable del clásico film El Sexto Sentido, M. Night Shyamalan presenta su nueva película de suspenso y terror que cuenta la historia dos nietos que emprenden un viaje de fin de semana. Los Huéspedes es una película más del género que llega para no aportar nada diferente. Su director, conocido por haber hecho una de las grandes películas de suspenso junto a Haley Joel Osment y Bruce Willis en 1999, cae en uno de los abusos más comunes del cine contemporáneo y se la juega realizando su aporte cinematográfico en primera persona. A modo de excusa perfecta, dos hermanos Becca (Olivia DeJonge) de 15 años y Tyler (Ed Oxenbould) de 13 deben ir a visitar a sus abuelos mientras que su madre (Kathryn Hahn) organiza un viaje de lujo con su pareja. Así es, mientras la querida jefa de familia se dirige a pasar unos agradables días, sus pobres e indefensos hijos se dirigen hacía la casa de los padres de ella, que queda en el lugar más perfecto para una pelícual de terror: una granja en Pennsylvania. A pesar de que el principio transcurre entre buenos momentos, charlas y paseos por la ciudad, los hermanos se verán atrapados en uno de los peores fines de semana de sus vidas… aunque, ¿qué podría salir mal en el medio de la nada y en compañía de los dulces abuelos? La película llega de la mano del productor Jason Blum, el mismo responsable de las películas de “Actividad Paranormal“, las cuales brindaron exitosos resultados en taquilla. En “Los Huéspedes” se puede notar la esencia de dichas películas “found footage” debido a que uno de los chicos (la hermana) aprovecha el viaje para realizar una filmación con el fin de crear un documental basado en testimonios y en tomas especiales del hogar de sus abuelos. Sin embargo,su proyecto comenzará a alterarse cuando la noche juegue su papel fundamental, momento en el que se desata el terror que hará que estén atentos a cada detalle que rodea la granja. Los picos altos podrían llegar al final de la película: luego de analizar la situación que les toca vivir, los hermanos se dan cuenta que están atravesando unos días complicados y que sus abuelos ocultan algo inquietante. Las actuaciones no son buenas, se pueden rescatar algunos momentos del joven Ed Oxenbould o los escalofriantes aportes de Deanna Dunagan, que a sus 75 años demostró que se puede aterrar desde lo más natural e inesperado, ya que después de todo se trata de una tierna abuelita que hornea comida para sus nietos. Quizás la magia del film está en su simpleza y en lo natural, en cómo el espectador se puede involucrar en la historia e imaginar cómo sería estar en la situación de los chicos. Los Huéspedes solo se suma como una película más que intenta asustar con el uso de la cámara en mano, y desaprovecha lo que podría haber sido una buena trama: un par de abuelos raros y un bosque genial.
Con los ingredientes propios del género del terror y al mismo tiempo, algo de humor y el toque escatológico (para la platea adolescente), es que M. Night Shymalan revisita la pantalla grande. Como en El Sexto Sentido, el director tomará a una adolescente y su hermano, pre-adolescente, como protagonistas de momentos que hacen saltar de la butaca. Lo más gracioso es que el problema más grande que sufren Becca y Tyler es ir a visitar a sus abuelos por primera vez. Abre la película con la madre de ambos hablando a cámara, como si estuviera haciendo terapia y contando que la última vez que vio a sus padres hizo algo terrible, que no quiere contar. Desde allí, nunca más trató de contactarlos y ahora, es que por una semana, los chicos irán a renovar los lazos con su familia materna, la única que les queda, ya que el papá de ambos los abandonó unos años atrás. Becca está haciendo un documental, por eso la madre miraba a cámara. Cuando esté con los abuelos, seguirá rodando mientras su hermano intentará colar algunos raps de su autoría. La mayor preocupación que tienen los hermanos es que en la casa donde creció su mamá no hay señal de celular. Al menos hay teléfono y por ese medio, en algún momento, podrán establecer una videollamada. Todo va bien hasta que llega la primera noche, allí se dan cuenta de que su abuela no está muy bien de salud, al día siguiente ven que tampoco el abuelo se comporta de una manera normal. Aquí, comenzarán los escalofríos, los sacudones y tratar de desentrañar el secreto detrás de esta pareja que no deja que sus nietos salgan de su habitación luego de las 9.30 de la noche y qué hizo la hija de ambos para luego cortar todo lazo. Deanna Dunagan, hará de la dulce abuelita que cocina deliciosas galletas de día y de noche parece ser la del cuento de Caperucita Roja; Peter McRobbie, será Pop Pop, quien trata siempre de advertirles a los chicos que no es conveniente salir al pasillo después de las 9.30 y no sé sabe muy bien a qué va al granero todos los días; Kathryn Hahn, será la madre con la pena de haber escapado de su hogar y que sus padres nunca hayan vuelto a hablar con ella, salvo hasta este momento en que piden conocer a sus nietos, ¿será para perdonarla? En todo caso, ¿de qué tendrían que perdonarla? Y para los chicos un fuerte aplauso: Olivia DeJonge (Becca), que nos brindará una clase de realización cinematográfica (por su papel de documentalista) y Ed Oxenbould (Tyler), que carga con los estigmas propios de la separación de sus padres y se desvive limpiándose las manos con carilinas aunque esto no le impide, como decía antes, desarrollar sus dotes de rapero. Presten atención a los ángulos de cámara, que no son los normales pues si bien la peli fue filmada profesionalmente, son los chicos, los que dejan la cámara prendida en lugares en donde no se está enfocando todo, luego hacen acercamientos que no son los normales y en otras ocasiones vemos un recorte del plató. El suspenso clásico, no mucha truculencia, y los descubrimientos que van acelerando la acción en esta entretenida película que disfrutarán tanto los adolescentes como los mayores que sigan a Shymalan. Después de la Casa Vampiro, Escalofríos y dentro del tono, sea esta recomendación para Los Huéspedes.
Abuelito dime tú Dónde perdió el rumbo M. Night Shyamalan, el otrora celebrado director y escritor de auspiciosas películas como Sexto sentido (The Sixth Sense, 1998) y El protegido (Unbreakable, 1999), es un punto de contención. Algunos dicen Señales (Signs, 2002), otros dicen La aldea (The Village, 2004). Sea cual sea el punto de inflexión, Los huéspedes (2015) es la película más potable de Shyamalan en años. Shyamalan une fuerzas con Blumhouse Productions – los progenitores de films de terror como Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2007), La noche del demonio (Insidious, 2010) y Sinister (2012) – para sacar su versión de lo que es una película de miedo de bajo presupuesto hecha en clave found footage. El resultado es una película tan ridícula como hilarante. Queda la duda cual era la intención del director, y si nos estamos riendo con él o de él. La historia tiene sabor a cuento de hadas: dos hermanos, Becca y Tyler (Olivia DeJonge y Ed Oxenbould), son enviados por su madre (amorosa pero ausente) a pasar una semana en casa de sus abuelos, a quienes jamás conocieron debido a un viejo altercado entre ellos y la madre. Becca, la mayor, está compenetrada en hacer un documental sobre su madre – de ahí el recurso de la cámara en mano – y desempolvar la críptica historia familiar. Tyler colabora con una segunda cámara, pero está más interesado en filmar sus raps e irritar a su hermana con su insolencia. La presencia de Tyler – vivaz, irreverente – es un alivio al lado de la de tantos chicos amargados por tener que vivir una película de miedo. Los ancianos (Deanna Dunagan y Peter McRobbie) los reciben en su granja, donde la nieve cubre todo cuanto llega a ver el ojo y no hay recepción telefónica (obviamente). En el interior se respira el imaginario americano de Norman Rockwell. La abuela hornea dulces y mima a los chicos, el abuelo corta leña y manda a los niños a la cama temprano. La regla de la casa es que hay que irse a dormir a las 9.30 – regla que rompen en la primera noche, cuando Becca sale del cuarto y encuentra a su abuela ambulando en camisón y vomitando por toda la casa. A la mañana siguiente el espanto de la noche es justificado. Los niños no están muy convencidos, pero lo dejan pasar, hasta que vuelven a encontrarse ante una escena bizarra de lunatismo. Se establece un patrón: los chicos se topan repentinamente con alguno de sus abuelos en plena actitud sospechosa, cada vez más extraordinaria, y por cada encuentro los ancianos retrucan con excusas mundanas. “Discúlpenlo, está senil”. “Discúlpenla, está confundida”. Mamá, que se comunica con sus chicos por Skype, se une al coro de voces que piden comprensión. “Discúlpenlos, son gente vieja”. ¿Dónde se traza la delgada línea geriátrica entre lo que es comportamiento normal y lo que es comportamiento demente, malsano, impío? Los chicos al principio intentan desestimar las excentricidades de los ancianos – las cuales se van poniendo más ominosas y agresivas – achacándolas a un mundo adulto que no comprenden. Todo esto suena como una buena premisa para un film de terror. El punto de vista está anclado firmemente en los niños, literal (la cámara) y figurativamente (la inocencia). Compartimos su repulsión por el extraño mundo de los ancianos, el cual recuerda a la misma repulsión que nutre El bebé de Rosemary (Rosemary’s Baby, 1968), de Roman Polanski. Hay un giro, como es típico de Shyamalan, pero no es el giro que estamos esperando ni se relaciona con la historia de la forma en que esperábamos. A todo esto, ¿por qué la película causa tan poco miedo? ¿Y por qué es tan graciosa? Esencialmente el film está construido como una película de miedo – se aísla a los personajes, se los separa y finalmente son oprimidos – pero tiene espíritu de comedia. Las escenas se construyen con suspenso, la tensión se eleva, el espectador queda vulnerable… y a la película le sale un chiste en vez de un susto. Los desvaríos de los ancianos son tan absurdos que causan gracia. Sus excusas matutinas – enunciadas con una mezcla de culpa y vergüenza – son todavía más absurdas. La rutina es tan caricaturesca que nos quedamos pegados queriendo saber dónde está el techo. Y los chicos, millennials que han crecido mamando la fétida ubre de la internet, no se dejan impresionar tan fácil. Empatan el comportamiento insólito de los viejos con tan buen humor (y una dosis de sapiencia pop, heredada de Wes Craven) que es imposible temer por ellos. La otra cuestión es que Becca está constantemente llamando la atención al proceso documental que está llevando a cabo, explicando la película a medida que la experimentamos (“Este lugar está repleto de tensión visual”, “Éste será el contrapunto dramático de la película”). Aquí Shyamalan toma ventaja de su desventaja, que es que escribe con la evidencia de un niño entusiasmado por su propia astucia. Finalmente cayó en la cuenta y decidió hacer una película sobre alguien parecido a él que hace una película, y le salió muy bien. No está muy seguro de si quiere inspirar miedo o risas, y le salió un híbrido que parece una parodia de sí mismo. Algo que todos podemos mirar con ternura y sumo entretenimiento.
El director M. Night Shyamalan -"Sexto Sentido"- regresa al terror con una historia que concentra tensión y sobresaltos a partir de un formato de narración explotado en varias oportunidades. Nuevamente el registro de imágenes a partir de una cámara que tienen los personajes se adueña de un relato de terror, pero quien ahora está detrás es el director hindú M. Night Shyamalan, de quien aún se recuerda Sexto sentido. El realizador tuvo una carrera despareja al combinar el cine de géneros con una mirada personal y sólo bastan recordar títulos como El protegido, La aldea, La dama del agua, El fin de los tiempos, El último maestro del aire y Después de la Tierra. En Los huéspedes -The visit- Shyamalan vuelve a sus raíces con la historia de dos hermanos -Olivia DeJonge y Ed Oxenbould- que hacen un viaje de una semana a la casa de sus abuelos en una granja en Pennsylvania y, lo que en principio significaba un encuentro placentero y de dispersión, se transforma en una pesadilla para los pequeños con el correr de los días. Alejados de su madre, con quien se contactan vía Skype, los chicos irán descubriendo extraños comportamientos de los ancianos en una trama que también juega con la intriga, el pasado de la familia y la conexión que se establece entre los diferentes personajes. En los filmes de Shyamalan lo cotidiano se vuelve amenazante y aterrador, y Los huéspedes no es la excepción. Con una narración sencilla articulada en días, la trama concentra tensión, algunos sobredaltos y parece una reversión de cuentos clásicos como Hansel & Gretel. La presencia de una abuela que deambula por las noches y de un abuelo con incontinencia va generando un clima de incertidumbre, temor y desesperación en los recién llegados que tendrá también una sorpresa y vuelta de tuerca sobre los minutos finales. Shyamalan sabe crear atmósferas para incomodar al espectador, pero quizás sus seguidores esperen más de un cineasta que contó con mayores presupuestos para rodar en otras ocasiones. El terror acá está servido en bandeja y se mete en un horno que va cocinando lentamente lo que vendrá...
´M. Night Shyamalan vuelve al buen camino, del suspenso sostenido sin trucos. Hay miedito sin fantasmas, sin demonios, pero con unos abuelos siniestros que reciben por primera vez a sus nietos. El entretenimiento se sostiene.
Extraños anfitriones Una madre (Kathryn Hahn) que ha pasado por una traumática separación, y que está tratando de rehacer su vida, envía a sus dos hijos (Olivia DeJonge y Ed Oxenbould) a pasar una semana con sus abuelos, mientras se embarca en un crucero con su nueva pareja. Los chicos no conocen a sus abuelos (Deanna Dunagan y Peter McRobbie), ya que su madre abandonó el hogar luego de una pelea, cuando era muy joven, y no volvió a verlos. La hija mayor decide hacer un documental sobre la semana que pasarán en el campo con los abuelos, y así mediante imágenes y entrevistas ir recuperando la historia familiar. Los adorables abuelitos reciben a los niños en la estación de tren, pero apenas llegados comienzan a ver comportamientos extraños en los nonos; ataques de ansiedad, paranoia, aislamiento, y extrañas costumbres nocturnas que los llevan a encerrarse en su cuarto luego de las nueve de la noche. Todo sucede de a poco, la tensión sube, los hechos son cada vez mas extraños hasta convertirse en terrorificos, mientras los chicos tratan de encontrar alguna explicación lógica a todo lo que sucede. La película nos ahoga en un clima claustrofóbico dentro de esa casa, y nos da pistas sobre lo que puede estar pasando, pero cuando todo explota el final es absolutamente inesperado. La situación es vista a través de los ojos de los chicos, que mientras lidian con la extraña y aterrorizante situacion también arrastran las secuelas de una familia rota, y tratan de componer sus vidas y vivir sin enojo ni rencor hacia su padre. La combinación entre la parte familiar, y los traumas que arrastran los pequeños, con la parte terrorífica de la historia no funcionan del todo bien, no parece haber una conexion entre ellas, y corren paralelamente, pero como dos historias separadas que no logran fusionarse. Como es de esperarse, M. Night Shyamalan construye grandes climas de suspenso, de esos que logran que dejemos de respirar por un rato y compartamos la desesperación de los protagonistas, como sucedía en "Sexto sentido" y no venia sucediendo con sus últimas películas de clima más etéreo, como "El Fin de los Tiempos". Las actuaciones naturales y la cámara en mano le aportan un grado de realismo a la historia que la hace aún mas escalofriante. Una historia simple, una atmósfera asfixiante, suspenso del bueno y un gran final dan como resultado una terrorífica y atrapante historia, demostrando que Shyamalan ha vuelto a las buenas películas.
Si no se dan cuenta... Tras algunos fracasos, el director de “Sexto sentido” vuelve al suspenso, pero la clave es fácil de develar. Recién después de tres filmes mamuts que fueron fracasos rotundos de público y crítica (El fin de los tiempos, El último maestro del aire y Después de la Tierra, con Will Smith) M. Night Shyamalan decidió hacerse chiquito, retrotraerse a sus comienzos y rodar un filme que no superó en costo los cien millones de dólares, como los anteriores, sino que puso de su bolsillo cinco millones para realizarlo. No es preciso saber la inversión puesta en Los huéspedes (titulado mucho más sutilmente La visita en el original), porque se ve y se nota, y se sabe que más plata no significa necesariamente mejores resultados. Ver cualquiera de los tres filmes mencionados en el primer párrafo para corroborarlo. Shyamalan descolló en el cine de suspenso, y los filmes que redondearon su trabajo mejor (Sexto sentido, El protegido, hasta podemos incluir La aldea) tenían una vuelta de rosca al final. Que, si el espectador no se había percatado, resultaba como un golpe maestro. Cómo me engañó, y yo no me di cuenta, era el comentario habitual. Todo lo que lleva a que Los huéspedes -tal vez por eso de volver a un terreno conocido, familiar y que le había dado buenos resultados- también tiene ese giro. El (único) problema es que el espectador puede darse cuenta demasiado pronto, y ahí todo el andamiaje del suspenso se cae. Es lo que sucede. Hay dos tipos de suspenso. Uno, el intrínseco, el que tiene que ver con un recoveco de la trama, que es el que es fácil de develar. El otro, el que llega por los golpes de efecto, es el mismo que venimos viendo desde que El proyecto Blair Witch y Actividad paranormal nos vienen machacando con la camarita en mano. Dos hermanos (Ed Oxenbould se come la película) van a conocer a sus abuelos en su granja. Por supuesto que la misma queda lo suficientemente alejada de la civilización como para que, cuando los adultos empiecen a tener actitudes extrañas -la abuela deambula desnuda por la noche, el abuelo tiene algo con los pañales (y Shyamalan se lo refregará en la cara no sólo al público, ya verán), los chicos no puedan tomarse el 60 de la Panamericana y volver a casa. Son como Hansel y Gretel, en medio del bosque, sin poder tirar las miguitas. Ah, mamá se fue de crucero con un nuevo novio. La película tiene muchos toques de humor para rematar las escenas más espeluznantes, pero también personajes muy rústicos, no bien perfilados. Cuando la abuela pide a la nieta que se meta adentro del horno para limpiarlo, uno sabe que no la va a cocinar. Si usted cree que puede suceder, no se pierda Los huéspedes, porque su rango de asombro todavía le permite sorprenderse con poco.
Pequeño, noble y disfrutable No puede decirse que Los huéspedes sea una película excepcional, pero teniendo en cuenta los últimos desatinos de M. Night Shyamalan (El fin de los tiempos, El último maestro del aire, Después de la Tierra), este pequeño film noble y disfrutable surge como un bienvenido regreso del director indio a ese cine estimulante y no exento de audacia que regaló en sus primeros trabajos. Esta suerte de cuento de hadas a lo Hansel y Gretel que apela a uno de los recursos más explorados por el cine de terror como el found footage (El proyecto Blair Witch, Actividad paranormal, [REC],Cloverfield: Monstruo y siguen las firmas) empieza con una madre (Kathryn Hahn) que acepta que sus dos hijos preadolescentes (Olivia DeJonge y Ed Oxenbould) pasen una semana en la casa de los abuelos (Deanna Dunagan y Peter McRobbie). Si bien ella no se habla con sus padres desde que escapó del hogar, a los 19 años, considera que ya es hora de que los chicos disfruten de un tiempo a solas con sus veteranos familiares. Y ella, por fin, tendrá la oportunidad de embarcarse en un crucero con su nueva pareja. En ese contexto de familias disfuncionales (cuando eran muy pequeños, además, los chicos fueron abandonados por su padre), Becca y Tyler llegan a la casona de la granja en una remota zona de Pennsylvania, munidos con sendas camaritas digitales y, mientras filman todos sus pasos, irán descubriendo que los viejitos no son tan encantadores, queribles ni cuerdos como en un principio parecían. Shyamalan reserva unos cuantos sustos y una contundente vuelta de tuerca para el final, mientras se apoya en una narración sólida (sobria, teniendo en cuenta sus antecedentes) y en un elenco no demasiado conocido, pero que luce muy convincente. Le alcanza con esos atributos para construir su mejor película en muchos, demasiados años.
Cuando el miedo es un juego de niños Cuando ya todos lo daban por terminado (con abundantes razones para ello), el director indio se descuelga con una película que vuelve sobre la “película dentro de película”, pero con abundancia de ideas, un guión consistente y, sobre todo, con sentido del humor. Nacido en la India y radicado desde pequeño en Estados Unidos, M. Night Shyamalan es hombre de bruscos nacimientos, muertes y renacimientos. Y no en distintas vidas, como podría hacer pensar la concepción del karma que se cultiva en su tierra natal, sino en la suya propia. Saltó de la noche a la mañana a la consagración, el culto, el apellido convertido en garantía de alto cine de género, gracias a Sexto sentido (1999), uno de los films de mayor reputación de los últimos tres lustros. Una década más tarde, su tendencia a la solemnidad, la grandilocuencia y las bajadas de línea religiosas y pseudohumanistas lo habían hundido prácticamente en la ignominia, rematada por los dislates de La mujer de agua (2006), El último guerrero (2010) y Después de la Tierra (2013). Ahora, cuando todo el mundo lo daba por terminado, Shyamalan resurge con Los huéspedes, comedia de terror que no sólo está entre lo mejor de su filmografía, sino de lo que ambos géneros (la comedia y el terror) hayan dado a lo largo del último par de temporadas.¿Hay algo más gastado, en el cine de terror de la última década, que la idea de la película-dentro-de-la-película, grabada con una camarita casera? The Blair Witch Project primero, todas las actividades paranormales después, y la pila de paráfrasis de una y otra, abusaron del recurso hasta dar la impresión de haberlo vaciado. Y sin embargo resultó que no. Si se lo usa con sentido e inteligencia, sin esperar de él que supla la falta de ideas, puede seguir funcionando. Véase si no Los huéspedes. Una mamá (Kathryn Hahn, comediante en pleno ascenso) comenta a sus hijos que los abuelos, que viven en medio del campo, quieren conocerlos. Mamá, que mucho tiempo atrás se fue de casa peleada, no quiere verlos. Así que lo mejor es que Becca (Olivia De Jonge), adolescente que sueña con dirigir cine y Tyler (Ben Oxenbould), preadolescente que parecería querer suceder a Eminem en el trono de máximo rapper blanco, vayan por su cuenta. Becca aprovechará para filmar un documental sobre el viaje, y como en casa de los abuelos van a encontrar otra cámara, Tyler será su “director de segunda unidad”, cargo que la algo obsesiva estudiante de cine le asigna.Shyamalan, que supo arruinar varias de sus películas con unos guiones que tarde o temprano la embarraban, esta vez se mantiene preciso, ceñido, dejándose llevar por historia y personajes. ¿Dejándose llevar adónde? Uno de los rasgos más interesantes de Los huéspedes (The visit, en el original) es que hasta casi el final el espectador no lo sabe. Sabe que hay que tener miedo, porque así lo indican el decorado (una granja aislada en medio del campo), la existencia de un sótano vedado, algunas conductas raras de los abuelos (que igual podrían pasar por simples chocheras) y sobre todo la puesta en escena, con sus noches sin luz y su creación de expectativas, mediante la dilación, las zonas vacías del encuadre, los fuera-de-campo y, cada tanto, algún que otro susto. Lo que no se sabe es a qué tenerle miedo, ni por qué.¿A una viejita medio loca, que por las noches se pone a rasguñar las puertas (a falta de piedras) o que le pide a la nieta que se meta en el horno para limpiarlo? ¿O a su marido maniático, que guarda los pañales cagados (no controla esfínteres) en el granero, o corta leños con su hacha? Los huéspedes no es una película de miedo. Es sobre el miedo. Más heredera de Scream que de El exorcista. En Los huéspedes, el miedo es juego de niños. Literalmente. El primer susto, Becca y Tyler se lo dan (y se lo dan al espectador) cuando se ponen a jugar a las escondidas. En sincro con sus protagonistas, Shyamalan plantea Los huéspedes como una “escondida” de hora y media. De allí, también, el inédito sentido del humor (¡al fin, Mr. Night!). Que tanto es directo, provocado por el simpatiquísimo Tyler (“Esa idea rarísima de trocar puteadas por nombres de cantantes famosas”) como indirecto, gracias al juego de complicidades que representa que la abue le pida a Becca meterse otra vez en el horno (¡y Becca lo haga!). O que la viejecita juegue a hacerse el monstruo, asustando a la cámara.Juego infantil. Esto es: con una pizca de ingenuidad (por parte de Tyler, porque Becca ya está grande), otra de crueldad (la escena culminante) y algo de chanchada también: ver la gran escena del pañal del abuelo, que parece escapada de una Nueva Comedia Estadounidense. Referencias a clásicos del macabro pediátrico: el horno de Hansel & Gretel, la actriz que hace de la abue, igualita a la Lilian Gish de la genial La noche del cazador. Metatextualidad funcional, con dos cámaras en mano muy bien utilizadas, sin excesos de temblor y manteniendo tensión en los encuadres. Y con el personaje de Becca reflexionando cómo “poner en escena” su documental, cómo narrar y encuadrar. Resultado: retorno en gran forma de un director que parecía acabado hace rato y que se reinstala de un solo golpe, con una de las películas más divertidas del año.
Publicada en edición impresa.
Los huéspedes nos presenta a dos hermanos que emprenden un viaje para conocer la casa natal de su madre y de paso entablar relación con sus desconocidos abuelos. Pero en la vieja casa de campo de los ancianos no todo es lo que parece y pronto descubrirán un aterrador secreto que se esconde tras las paredes de esa inquietante vivienda. M. Night Shyamalan vuelve a sus raíces con esta aterradora historia que apela con frescura a todos los clichés del género. Actores desconocidos pero creíbles,un presupuesto moderado y una estética documental que agudiza la experiencia aterradora, son los condimentos que hacen de esta, la mejor película del director desde El Protegido. Humor negro, suspenso bien narrando y un desenlace con giro dramático, marca registrada del mejor Shyamalan.
Crítica emitida por radio.
Rebecca y Tylor son dos pequeños hermanos. Mientras su madre necesita hacer un viaje, ambos niños son enviados a visitar a sus abuelos, quienes están distanciados de su madre desde hace décadas. Los chicos aprovechan para filmar un documental sobre la estancia de sus abuelos. Pero a medida que avanza la semana de visita, los ancianos se empezarán a comportar de forma extraña, haciendo sospechar a los chicos. Estamos ante una nueva película de M. Night Shyamalan, quien empezó siendo el hijo favorito de Hollywood y hoy hacen fila para asesinar sus películas. Pero queramos o no, lo amemos u odiemos, sus films siempre traen repercusión. Esta vez tenemos una especie de relato de Hansel y Gretel moderno y realista, donde ambos hermanos deberán enfrentarse a unos ancianos en lugar de una bruja, y donde el factor sobrenatural fue borrado de la trama (algo que no es nuevo en el director). La vuelta de tuerca al clásico relato de los Hermanos Grimm está bien pensada, pero por desgracia Shyamalan falla, y bastante, a la hora de darle un sentido a su historia, pese a que quiera mezclar el humor con el terror. Por un lado la trama lagunea enormemente en su primera mitad, y salvo algún comportamiento errático de los abuelos del film, tendremos mucho tiempo muerto con los jóvenes Tylor y Rebecca hablando tonterías que no le interesan al espectador, y peor aún, lo sacaran de la película haciéndolo ver más de una vez el reloj para saber cuánto falta. Pero el peor error que comete Shyamalan, es haber decidido filmar con el (personalmente odiado) estilo found footage. Es decir, como si fuera un video casero, o un falso documental, que de hecho, los chicos lo dicen al inicio de la película. Y con esto cae en el error recurrente de todos los que deciden realizar una película así, y es que por momentos, no sabemos quién está filmando lo que vemos, o peor aún, hay situaciones donde cualquier persona normal soltaría la cámara y saldría corriendo de ese lugar. Lo que es más gracioso, o irónico, es que Shyamalan si se preocupa por iluminar bien y tener una fotografía cuidada a lo largo de los escasos noventa y cuatro minutos que dura la película, así que no se entiende bien por qué decidió utilizar un recurso que por lo general eligen los directores vagos para disimular sus faltas de ganas a la hora de “hacer ver linda” la película. Los Huéspedes es un claro ejemplo de lo que viene padeciendo hace varios films el director hindú; es decir, una buena idea, pero mal llevada a cabo y dirigida sin algún estilo personal, más que la aparición de una familia desmembrada en la trama. Y pese a que cuando el film decide arrancar, sí se disfruta un poco, pero para esto ya es demasiado tarde porque ya vimos la mitad de la película. Si son fans de Shyamalan, seguramente la van a pasar bien con Los Huéspedes. Si buscan ver algo para pasar el tiempo sin pensar demasiado, puede que la disfruten, pero ante tantas buenas opciones actualmente, Los Huéspedes deja una sensación a poco cuando salimos del cine.
La carrera de M. Night Shyamalan es una de las más curiosas e interesantes de analizar del Hollywood de los últimos años. En cierto sentido, uno podría ponerlo en el mismo segmento de esos autores que hicieron un par de grandes películas pero en algún momento de sus carreras algo sucedió y perdieron por completo el rumbo para nunca recuperarlo (Wim Wenders, Isabel Coixet, Atom Egoyan y siguen las firmas), pero no sería del todo justo. Shyamalan es un cineasta con rasgos autorales fuertes pero, a diferencia de aquellos, trabaja bajo las reglas más o menos clásicas del cine de Hollywood. Es decir: un autor europeo puede derrapar sin límite ni control mientras que alguien que trabaja dentro de un sistema como el estadounidense tiene límites y frenos “corporativos” por todos lados. Pero ningún ejecutivo, ningún estudio y ninguna chequera poderosa parecían capaces de detener la caída libre del director de una obra maestra como EL PROTEGIDO y grandes películas como EL SEXTO SENTIDO, SEÑALES y, en menor medida, LA ALDEA. Las siguientes —LA DAMA DEL AGUA, EL FIN DE LOS TIEMPOS— ya daban señales del agotamiento creativo de los recursos y las formas usadas por Shyamalan (especialmente en su obcecado intento por concentrar sus relatos en un tiempo y un espacio muy determinados) pero todavía tenían sus elementos y momentos creativos y recomendables, pero las más recientes (EL ULTIMO MAESTRO DEL AIRE y DESPUES DE LA TIERRA) ya están entre lo risible y lo inmirable. visitDentro de ese devenir uno podría considerar a LOS HUESPEDES como una suerte de retorno, sino a los grandes momentos de su carrera, al menos hacia una zona que permite pensar que la lobotomía no ha sido completa y han podido recuperar su cerebro a tiempo. Su nueva película no llegará a la altura de sus mejores, pero contiene otra vez algunos de los elementos que lo volvieron un interesante cineasta, pensados desde otro lugar. O, mejor dicho, es como si Shyamalan volviera a ser un estudiante de cine rearmando y repensando su cine desde lo más básico. En ese sentido, el formato de utilizar una precoz chica de 15 años que estudia cine como protagonista es ideal, lo mismo que hacerla filmar la película en un formato que remeda el de los filmes de terror de found footage pero con una cierta distancia analítica. Becca y su hermano menor Tyler no conocen a sus abuelos ya que su madre se ha peleado con ellos cuando se fue de su casa a los 19 años y nunca más se han vuelto a ver. En un intento de cerrar esa herida –y dejar que su madre se tome unas vacaciones en un crucero con su nuevo novio tras su también traumático divorcio–, los chicos viajan a la casa en la que vivió su madre de pequeña para pasar una semana con dichos abuelos y con la misión de filmar ese reencuentro familiar, tratando de sacar afuera los secretos familiares. visit3Becca –y también su hermano “operador de cámara B” Tyler– filman todo lo que ven y lo que en principio aparenta ser la normal vida de una pareja de ancianoss amables aunque un tanto excéntricos se va volviendo cada vez más extraña con el paso de los días. Cada noche, especialmente, cuando los abuelos los mandan a dormir a las 9.30, ruidos raros se escuchan por la casa. Becca se atreve a salir y filmar para descubrir a su abuela en algunas actitudes por lo menos bizarras que rápidamente son justificadas por su abuelo como consecuencia de una enfermedad senil. Pero es claro que no es tan así –los elementos a lo “Hansel & Gretel” están en juego de manera demasiado evidente– y que esos viejitos esconden más de lo que los chicos quieren y aceptan creer en pos de facilitar el reencuentro familiar. Narrativamente la película no posee demasiadas sorpresas y cuando algunas cosas se revelen sobre el final serán más que obvias para cualquier espectador atento. Pero Shyamalan parece consciente de eso y lo que hacee en LOS HUESPEDES, más que una película de terror de filmaciones encontradas, es una especie de reflexión/tesis sobre esos subproductos del género tan de moda hoy. Los comentarios de Becca a cámara, las charlas de ella y su hermano “rapero” y lo que ambos van haciendo con la cámara y hasta en la banda sonora del filme parece ser más una parodia del género que otra cosa, con sus discusiones sobre “mise en scene“, foco, uso ético o no ético de la cámara grabando sola, ángulos de filmación y otros análisis que parecen más de estudiantes de cine que de relato de suspenso. Es cierto que eso le quita, en un punto, tensión al asunto, pero es parte del mismo juego: Shyamalan pretende hacer una película de tesis que ironice sobre el subgénero en cuestión. visit4El problema, en este contexto, es que dentro de ese paraguas teórico/cinéfilo que envuelve la historia, los verdaderos “sustos” del filme se desinflan, se vuelven material de análisis más que de verdadera tensión. Y tal vez sea mejor así, ya que el guión (con su acumulación de traumas a superar, sus imposibles coincidencias y las forzadas situaciones en las que los personajes se meten) sería difícil de aceptar en un contexto algo más realista, aún dentro de las reglas genéricas de una película de terror. En LOS HUESPEDES Shyamalan vuelve a demostrar que puede estar en control de sus materiales y que no debemos bajar la cortina sobre su carrera. Lo que ahora necesita, tal vez, sean mejores materiales…
No es misterio alguno que la promisoria carrera de M. Night Shyamalan se fue al caño luego de decisiones cinematográficas bastante desgraciadas -léase The Happening, The Last Airbender y After Earth-. El que alguna vez fuese alabado como el nuevo Spielberg pronto quedó sumido en una sombra de la promesa que alguna vez fue, pero el 2015 le abrió una pequeña puerta de atrás para que el cineasta indio haga un regreso con decencia. La productora Blumhouse, floreciente estudio que poco a poco ha ido ganándose adeptos en el género del horror a puro codazo y bajos presupuestos, le dio la llave a Shyamalan para destrabarla y el resultado es The Visit, un pequeño gran thriller de terror casi inclasificable, que tiene toda la impronta del director y lo hace regresar a sus raíces más misteriosas. Valiéndose del recurso más utilizado para abaratar costos, el del falso documental, la película encuentra a un par de mañosos hermanos adolescentes que se ven obligados a visitar a sus abuelos debido a un próximo crucero de su madre con su flamante nueva pareja. Prácticamente obligados a convivir durante una semana con sus mayores, Becca y Tyler aprovechan su tiempo filmándolo todo, mientras sus abuelos demuestran lo cariñosos que pueden ser pero a su vez lo extravagantes que se pueden volver de un momento a otro. La prohibición de no salir de su cuarto pasadas las 21:30 horas no es más que un poderoso aliciente para los hermanos, que por curiosidad nata de su edad rompen una noche, y el idílico encanto campechano de la casa desaparece en un santiamén. Algo raro pasa en este lugar, y más temprano que tarde los hermanos averiguarán el porqué. Shyamalan sabe que The Visit es su oportunidad de volver al ruedo, y no desaprovecha segundo alguno de los 90 minutos de metraje que tiene. El director sabe como cautivar a la audiencia con ajustes de tensión aquí y allá, pero también destapa un costado humorístico bien negro que sus anteriores películas no poseían. Sí, podemos decir que The Happening era mas bien una comedia involuntaria, pero acá Shyamalan está en pleno uso de todas sus facultades, y el híbrido entre comedia negra y horror puro entrega sus dividendos muy pronto. A no equivocarse: The Visit es una película de terror, su trama es terror puro, pero no por eso deja de tener un costado cómico para aliviar la tensión. Gran parte del encanto del film procede de sus jóvenes actores, a quienes la química fraternal se les da de maravillas. Olivia DeJonge es la fastidiosa hermana mayor sabelotodo Becca, la voz que manda en este documental familiar que se torna bien oscuro conforme pasan los días, mientras que Ed Oxenbould es Tyler, el polo opuesto, un chico juguetón con un afán por el rap impensado para su edad. Si bien los hermanos son el punto de entrada para el espectador, los abuelos son otro cantar. La Nana de Deanna Dunagan de seguro causará muchas pesadillas de acá a un tiempo futuro por su total imprevisibilidad y arranques de nervios, mientras que el Pop Pop de Peter McRobbie tiene a su favor una de las escenas más asquerosas que verán en el cine este año. En el medio encontramos a la mediadora madre protagonizada por la siempre solvente Kathryn Hahn, quien está presente mayormente vía sesiones de Skype pero que actúa como nexo entre ambas generaciones. El elenco es parte de lo que hace a The Visit tan cercana y aterradora a la vez, y en ese aspecto gana muchos puntos a fuerza de voluntad. Si algo se le puede discutir a la película, es que cuenta con un final no forzado, pero terriblemente emotivo, lo cual genera una discordancia con el desenlace, ese glorioso acto final donde se revela toda la verdad. Puede que Shyamalan tenga un pequeño giro escondido entre bambalinas, o puede que no, pero sea cual sea el resultado, es una jugada simple que no limita para nada lo que se vino construyendo con ahínco previamente. The Visit no será una excelente película, pero viendo los últimos resultados de Shyamalan, es un bienvenido abrazo de regreso, que junto con el piloto de la miniserie Wayward Pines, cierra un año a todo vapor para el pronto resurgimiento de una de las promesas de Hollywood de las últimas décadas. Gracias por volver, M. Night.
Después de varios fracasos consecutivos en su filmografía y algunas películas que dividieron las opiniones en los espectadores (La aldea, La dama del agua), el director M.Night Shyamalan decidió volver a sus fuentes artísticas. Es decir, el cine independiente. Con el sueldo que cobró por dirigir After Earth (Will Smith), el realizador financió este proyecto de muy bajo presupuesto donde volvió a tener el control creativo de su obra. Un problema con el que tuvo que lidiar en sus filmes anteriores realizados para los grandes estudios de Hollywood. La realidad es que Shyamalan hizo esta película sin la certeza de poder llegar a estrenarla internacionalmente, ya que en el comienzo del proyecto no contaba con el apoyo de ninguna distribuidora. El panorama comercial mejoró para el director cuando se sumó al proyecto la productora Blumhouse, responsable de películas de terror como Actividad paranormal, La purga y La noche del demonio, que probablemente consiguió la distribución del estudio Universal. Ahora bien, la pregunta del millón. ¿Los huéspedes representa el gran regreso artístico de Shyamalan? Si Chandler viera esta película probablemente les diría que no y propondría abrir nuevamente la cárcel de Guantánamo para encerrar al cineasta indio de por vida. Matías Lértora, que es un ser más compasivo, probablemente la recomendaría con más entusiasmo. En mi caso personal, considero que Los huéspedes es un regreso de Shyamalan que se queda a mitad de camino. La película es un poco mejor que las cosas que venía haciendo el realizador, pero no porque sea una gran obra, sino que sus filmes recientes fueron muy pobres. En la comparación claro que hay una evolución, pero en términos generales el nuevo trabajo de Shyamalan, por lo menos en mi caso, no me terminó de convencer por completo. El gran problema que tiene Los huéspedes es que Shyamalan nunca definió qué quería hacer realmente con esta historia. De hecho, editó tres cortes diferentes del film. Uno que era una comedia que parodiaba el subgénero del found footage, otro que presentaba un film de terror más clásico y finalmente un híbrido entre estos dos estilos, que es la película que finalmente se estrenó en los cines. La verdad que el concepto de la historia está bueno y trabaja ideas interesantes. El problema es la indefinición de géneros que terminó por afectar a la obra en su integridad. Los huéspedes tiene sus momentos más logrados cuando se centra en el género de terror. El misterio de la historia y la manera en que Shyamalan construye las situaciones de tensión son dos virtudes de esta película donde reaparece el talento del director. Lamentablemente el film pierde su fuerza cuando Shyamalan incursiona de manera reiterada en el humor con escenas completamente estúpidas que resultan desconcertantes. En realidad el problema no es tanto el humor, sino la manera en que el director lo abordó en el film. Ese tipo de escenas con el paso del tiempo se vuelven irritantes y terminaron por afectar una película que podía haber sido más interesante si se concentraba de lleno en el thriller. La película dentro de todo es entretenida pero esta gran ambigüedad que tiene la trama es lo que no termina de cerrar. Hacia el final Shyamalan le da un buen cierre al conflicto de terror. Sin embargo, luego extiende la conclusión con una escena adicional más dramática que explora las emociones de los protagonistas. Cuando la película había encontrado un cierre redondo, el director arruina el momento por completo con otra escena cómica durante los créditos finales. Una situación tonta que opaca la sensibilidad que había tenido unos segundos antes la escena anterior. Vuelvo al tema del comienzo, nunca queda claro cuál era la película que Shyamalan quería hacer. En Los huéspedes me quedo con los momentos de suspenso y el trabajo de los actores que es muy bueno. Muy especialmente la participación de Kathryn Hahn (Crossing Jordan), una gran actriz que hace años la viene remando en Hollywood y todavía no pudo acceder a tener más roles protagónicos. Habrá que ver como sigue la carrera de Shyamalan a partir de este film. Su nueva producción es más decente que las cosas que estrenó en los últimos años, pero tampoco está a la altura de las buenas películas que hizo en el pasado.
Hablemos de M. Night Shayamalan, este ¿gran? director de cine que a fines de los 90s lo bautizaron como “el nuevo Spielberg”. Se puede decir con facilidad que desde el estreno de Sexto sentido (1999) su carrera ha ido en caída libre. Puede ser que haya empezado muy arriba y si bien los primeros films que subsiguieron a este gran clásico de la era moderna fueron buenos, últimamente viene haciendo verdaderos desastres. Con Los huéspedes llega una suerte de reivindicación para él. Es una especie de vuelta a sus raíces. Hay que tener en cuenta esto y sus intenciones a la hora de analizarlo ya que no busca el golpe de efecto rápido (por eso a algunos les parecerá que comienza de forma lenta) y se tarda un poco en llegar a alterar al público. Por otro lado, está muy mal decir que este estreno es una película de terror porque no lo es. Estamos ante un film de suspenso con todas las letras y que cumple muy bien su propósito que es generar intriga y sorpresa. El cast es excelente, tanto los chicos que hacen de hermanos (muy difícil conseguir una dupla así) como los abuelos. Las actuaciones de todos son maravillosas. Por último, contar sobre la historia más de lo que se ve en trailer o se lee en la sinopsis sería un spoiler así que solo voy a decir que tiene el “toque Shayamalan”. Los huéspedes es una excelente opción para ver en el cine y tensionarse un poco. Ojalá el director siga este camino y no se vuelva a desviar.
El respeto a los abuelos El recurso del metraje encontrado (found footage) está de moda y parece que no existe nada que haga pensar lo contrario a los capos de la industria del cine. Y más todavía si el público acompaña en cada estreno por sobre lo repetitiva que puede volverse esta propuesta. De esta forma, películas como “Actividad paranormal”, “El ultimo exorcismo” o “Proyecto X”, demuestran que más allá de la calidad del producto final, no hay indicios de que este estilo vaya a desaparecer a corto plazo. Ahora bien, sin duda “The Visit” (llamada Los Huéspedes en las salas argentinas) llega con claras intenciones de seguir explotando este particular fenómeno. Pero también funciona como una suerte de redención para su director M. Night Shyamalan, que hace bastante tiempo perdió el respeto del público y la prensa en partes iguales. Tras los últimos tropiezos que significaron “The Happening”(2008), “The Last Airbender”(2010) y “Después de la Tierra”(2013), el realizador indio regresa al suspenso con un film que lo deja mucho mejor parado desde el punto de vista narrativo. Siguiendo el estilo de la cámara en mano, la película cuenta la visita de Rebecca (Olivia DeJonge) y Tyler (Ed Oxenbould) a la granja de sus abuelos maternos (Deanna Dunagan y Peter McRobbie), con el objetivo de finalmente conocerlos. Sucede que su madre (Kathryn Hahn) tuvo una gran pelea con ellos durante su adolescencia y el contacto con sus padres quedó trunco durante la crianza de los pequeños. Es así que su hija mayor aprovecha esta situación de rencuentro familiar para documentar junto a su hermano la estadía y lograr que sus abuelos hagan las paces con su madre. Al principio el recibimiento de los abuelos no puede ser mejor. Los ancianos se muestran tan encantados de recibir a sus nietos, que las recetas caseras y los paseos por el pueblo no se hacen esperar. Pero con el paso de los días, el comportamiento de aquellos simpáticos viejitos se va haciendo cada vez más siniestro para con sus jóvenes invitados. Especialmente por las noches. Como en sus mejores momentos, Shyamalan sabe manejar muy bien los tiempos para jugar con la mente del público y que termine haciendo sus suposiciones a partir de lo que no se ve. Aunque esto se nota en mucha menor medida de lo que se podía apreciar en “El Sexto Sentido” o “Señales”, dos de sus trabajos más celebrados desde la dirección. Los Huéspedes hace hincapié en la orgánica relación de los dos hermanos protagonistas frente a los distintos sucesos que van presenciando en la granja, para construir un ambiente de tensión. Aunque se trata de una tensión algo dispersa, que no termina sostener las escenas de terror con las que promociona el film. Que no se malinterprete, el horror y el suspenso están presentes, pero los elementos de comedia negra que se hacen notar a lo largo de la película, hacen que el llamado clímax de la historia transcurra entre la risa por lo delirante de algunas situaciones y la expectativa por los misterios que encierran estos dos ancianos. Y aunque parezca mentira, esto a fin de cuentas termina enriqueciendo lo que podría haber sido otro estreno de terror genérico. De todas formas la película cae en el mismo cliché de casi todo exponente del found footage al obligar a los protagonistas a filmar la acción en todo momento (incluso en situaciones de extremo peligro). Aunque desde un punto de vista cinematográfico es entendible que este tipo de tomas sea necesario para que la historia avance. Pero se hace injustificable cuando el género tiene como principal meta dar una sensación subjetividad y realismo al espectador. Algo que se hace notorio también con los diálogos forzados, escritos específicamente para hacerle saber al público lo que debería ser implícito en escena. Independientemente de los lugares comunes del género, esta vez Shyamalan se mantiene alejado de las temáticas espirituales ya conocidas de su cinematografía y prefiere volver a un ámbito más terrenal y no tan esotérico. Sin embargo parece inevitable que en todos sus films tenga que justificar las acciones de los personajes a partir de moralejas idealistas, y en este caso “The Visit” no es la excepción. Esto podrá gustar más o menos, pero hay que rescatar que a pesar de recibir tantas críticas por este recurso tan redundante, el director de “El Protegido” nunca cambie sus convicciones. Porque a pesar de sus defectos y vicios narrativos, Shyamalan tiene bien en claro qué contar y cómo hacerlo. Por Nicolás Feldmann
Para que se ponga intensa, hay que esperar bastante La madre de dos adolescentes ha vivivido enemistada con sus padres demasiado tiempo. La pelea fue tan grave que los abuelos no conocen a sus nietos, y cuando ellos se conectan con su hija por una red social y le piden que aunque sea deje que los chicos les hagan una visita, ella termina aceptando, especialmente cuando ve que durante ese largo tiempo su madre y su padre se han dedicado al trabajo voluntario y que aparentemente son amados por todo el mundo. Como ésta es una película del director de "El sexto sentido", está claro que la visita a unos abuelitos encantadores va a dar un giro sorpresivo en alguna dirección tenebrosa. Y los que han visto películas de M. Night Shyamalan a esta altura saben que lo que más asusta es el tiempo que puede tomar la vuelta de tuerca mientras en la pantalla pasa poco o nada. Y en este caso a este detalle habitual hay que agregarle un temor mucho mayor: toda la película es un documental de una chica de 15 años sobre la visita con su hermanito de 13 para conocer a sus abuelos maternos. Si todo esto luce mal, por suerte el resultado, sin llegar a conformar del todo, no es tan terrible como parece. Por suerte el director no se toma del todo en serio el asunto del "found footage" al estilo Blair Witch, lo que le permite estirar los tiempos muertos con asuntos chistosos (siempre aparece alguien que mientras lo están apuntando con una cámara recuerda sus viejos tiempos de actor y recita algún drama clásico). Pero esto no impide la previsible larga espera hasta que la trama se ponga interesante. Y aquí la espera es larga, al punto de que hay que darle una media hora para que los chicos empiecen a notar detalles sospechosos sobre el comportamiento de sus abuelos, y una hora para que la cosa se ponga realmente intensa. Hay que reconocer que Shyamalan no abusa del esperado estilo amateur propio de una directora quinceañera, lo que tiene que ver con las aspiraciones de la protagonista de convertirse en una cineasta seria y ganar un Oscar. Por otro lado, su hermanito rapper logra sacar algunas sonrisas, y lo cierto es que tanto los dos chicos como los actores que interpretan a sus abuelos actúan muy bien. De otra manera, el asunto seria insostenible. Sobre todo dado que, en realidad, aún después de revelarse el secreto típico del cine de Shyamalan, las cosas se ponen más fuertecitas, péro tampoco como para que nadie salga del cine convencido de que ha visto nada del otro mundo.
Ganga de resurrección. Finalmente, después de tantos bodrios solemnes, M. Night Shyamalan la limó. Al igual que a sus monstruos gerontes, lo invadió la locura y se mandó una comedy-horror sin un ápice del brillo artificial de sus planos de antaño, con una gran potencia tanto humorística como terrorífica, y en formato falso found footage. Shyamalan se desató y salió del closet de los reprimidos y se puso a filmar lo que quería, los mandó a tomar por culo a esos productores que le recortaban el control creativo de sus criaturas y filmó su película de menor presupuesto desde que está instalado en el mainstream. Lo curioso es que a pesar de estas decisiones (elegir filmar con menos guita y utilizando un estilo supuestamente gastado como el falso found), consiguió una obra con una real profundidad, tanto desde su mirada humanista como estética, algo que buscaba hace tiempo con sus obras más grandotas. Por un lado, Los Huéspedes demuestra que se pueden hacer comedias de horror que sean graciosas sin los berretines bizarros de los cuales suele abusar el querido subgénero, y por otro exhibe que pueden convivir con el humor momentos de verdadera tensión. Además, pone en evidencia los prejuicios que existen sobre el formato falso found o cámara en mano. Tal manera de filmar -dado que no es un subgénero porque no define el contenido sino una parte del estilo narrativo- no es algo bueno o malo per se, sino una decisión estética más. Shyamalan les demuestra a los espectadores y a los críticos perezosos que no se puede juzgar negativamente a una película sólo por la elección de una manera de contar una historia, y que el estilo de falso found está tan vivo como cualquier otro. En Los Huéspedes los protagonistas son dos chicos que la rompen toda: Olivia DeJonge y Ed Oxenbould. Shyamalan sabe que los niños a pesar de ser bastantes imbéciles para algunas cosas, son algo sabios y adultos para otras; no subestima el comportamiento preadolescente y los hace ejes del humor y del terror. Los chicos van a visitar por una semana a sus abuelos, dos viejos bizarros tremendos, uno se caga encima y junta la mierda en un granero y la otra araña las paredes desnuda después de las 21:30 por un supuesto síndrome nocturno. Casi toda la película se desarrolla en la misma locación, la casa de los vejetes. Y esa medida minimalista aplica también a los planos; al ser falso found, Shyamalan cambia encuadres prolijos por algunos que marean y que están fuera de foco, no sólo se despoja de la solemnidad sino de la prolijidad y el brillo. Toda la película tiene un tono marrón como la mierda del abuelo, y toda su extensión está marcada por un trauma familiar igual de angustiante que la incontinencia. Sin embargo, el hilo conductor es un humor efectivo que sirve de vacuna para no caer en el cine garrón lacrimoso. Si efectivamente el director hizo un corte sólo de comedia y otro de horror, y finalmente se decidió por mezclarlos, tuvo allí un gran acierto. Además de lo lúdico hay, como en Sexto Sentido, una construcción desde los cimientos de los climas de suspense, sin apuros ni puro efectismo; pero a diferencia de aquella, Los Huéspedes no es sólo una vuelta de tuerca, aquí el giro hitchcockiano suma a una narración que ya se sostenía por sí misma. Estamos ante la resurrección de un director que se dio cuenta que tenía que despojarse de los vampiros que lo acechaban y jugársela por una finitud digna.
Hace varios años, M. Night Shyamalan, nos sorprendió con "Sexto Sentido" y dejó a todos boquiabiertos. Pasaron los años, varias películas - muchas que no funcionaron - y hoy nos encontramos con un estreno de esos que se festejan porque traen nuevamente a la vida la esencia de esos directores de los que uno se enamoró por primera vez. "Los Huéspedes", a mi parecer, refleja el buen trabajo de un auténtico Shyamalan. El suspenso, la creación de los personajes, la utilización de la cámara en mano, los sonidos y el final, hacen que lo que vas a ir a ver (porque sé que lo harás) sea una gran peli. El guión, que juega con la ironía en varios momentos, es brillante y sorpresivo. Te aseguro que hay cosas que ni te las vas a imaginar. En síntesis: ¿Buscabas una peli de miedo, con mucho suspenso y encima que la historia cierra por todos lados? Listo, Shyamalan y sus huéspedes te esperan en el cine.
Abuelito, dime tú… Según una leyenda de fines del siglo anterior, un desconocido director nacido en la India, ya con dos películas, convenció a propios y extraños con Sexto sentido, la habilísima concreción de un guión de hierro con una rigurosa puesta en escena. Se dice que la leyenda continuó como tal por un rato más, a través de El protegido y de algunas escenas puntuales de La dama en el agua y La aldea, aunque ya en Señales su cine mostraba remiendos, parches y costuras. La última década fue peor para Mr. M. Night Shyamalan, con una serie de bodrios impresentables, por ejemplo El último maestro del aire y Después de la tierra, en donde, por si fuera poco bancarse a Will Smith, su insufrible hijo devenido actor superaba con creces al progenitor. Tratando de cambiar el rumbo y con tal de que la leyenda no sólo imprima aquella legendaria frase de "veo gente muerta" y poco más, el cineasta de capa caída intenta con Los huéspedes sumar alguna pátina humorística a sus inocuas propuestas estéticas, devaluadas con el paso del tiempo y sumergidas en una mirada sobre el género desde donde se aclara su pose de farsante y chanta de detrás de cámara. El argumento va directo a los bifes: dos hermanos de 13 y 15 años convivirán con sus simpáticos (o no) abuelos en un caserón acorde a la tipología genérica. El giro dramático se relacionará con las particulares características de los abuelitos de marras que fluctúan entre flatulencias, incontinencias y vómitos. Hasta acá, Los huéspedes está más cerca de una relectura de un film de los Monty Python en trámite jubilatorio que de aquellos deslices y caídas al abismo del otrora prestigioso director. Pero Shyamalan construye el relato desde el fagocitado corsé del "found-footage", que en el caso de Los huéspedes funciona como si fuera una autoparodia de los mejores (y pocos) momentos de la carrera del realizador. Un par de sustos de los pequeños debido a las decisiones de los veteranos protagonistas resultan valiosos dentro de una estructura de relato que sólo transmite un carácter híbrido y de pasatiempo sin demasiadas pretensiones. Shyamalan, en ese sentido, podría ir gestionando su jubilación o, por qué no, su retiro voluntario del cine.<
"Los Huéspedes", regreso al suspenso Becca (Olivia DeJonge) y Tyler (Ed Oxenbould) son dos adolescentes de 15 y 13 años que viven con su madre (Kathryn Hahn). Los tres son muy unidos desde que un día el padre de familia los abandonó; pero los niños quieren que su madre tenga la chance de rehacer su vida después de tanto trabajo y sacrificios que hizo. Es por esto que, mientras ella se va de vacaciones unos días en un crucero con su novio, ellos deciden pasar una semana en la casa de sus abuelos a los que nunca en su vida han visto, ya que su madre se peleó con ellos y escapó de su casa siendo muy joven. Becca decide también filmar toda la experiencia realizando un documental, con la idea principal de que sirva para que su familia deje los rencores atrás y se puedan reconciliar. Una vez que llegan y se instalan en la granja, los niños empiezan a notar que su abuela (Deanna Dunagan) y su abuelo (Peter McRobbie) tienen conductas algo extrañas. Con el paso de los días todas estas bizarras situaciones atribuidas a la vejez les van dejando su lugar a la sospecha de que algo tenebroso y muy oscuro ocurre y que ellos no están a salvo al lado de los ancianos. De esto trata "Los huéspedes" (The Visit, 2015), la nueva película escrita y dirigida por M. Night Shyamalan, el maestro del suspenso que vuelve a sus orígenes tratando de reivindicarse de sus últimas películas. Y vale decir que lo logra con creces. Deben haber sido difíciles estos diez últimos años para el realizador indio. Desde sus comienzos con la comedia dramática "Praying with Anger" (1992) siempre se dedicó a escribir y dirigir, y ya con su tercera película -"Sexto sentido" (The Sixth Sense, 1999)- alcanzó la cima, algo que muchos colegas suyos tardan décadas en conseguir. Claro que eso se convirtió en un problema porque la exigencia aumentó y la crítica y el público esperaban que sus siguientes trabajos estuvieran a la altura. Si bien algo se mantuvo con sus siguientes tres filmes, comenzó a desbarrancar con "La dama en el agua" (Lady in the Water, 2006) y con "Después de la Tierra" (After Earth, 2013) todos pensaron que su talento se había extinguido. Pero no. "Los huéspedes" es una película bastante personal del director (la última escena termina de confirmarlo), y no sólo se nota en el mensaje sino en el tono o cómo elige contar la historia. Utiliza el formato de "found footage", o cámara en mano, un recurso que se podría decir que ya está agotado y al público lo cansa. Sin embargo, Shyamalan lo elige a propósito e incluso se ríe irónicamente de ello -hay un chiste que enfatiza este punto-. Vale decir que no abusa de ello y aprovecha muy bien el recurso. La película también tiene un humor negro pocas veces visto últimamente, y la elección de las canciones para musicalizar es tremenda, sobre todo en las escenas en que decide utilizarlas. Por supuesto que la historia tiene una vuelta de tuerca que no se verá venir, y ahí el suspenso le dará un poco de lugar al terror. Deanna Dunagan y Peter McRobbie, que tenían la tarea de personificar a estos extraños abuelitos, están impecables. Tengan en cuenta y anoten el nombre de Ed Oxenbould, que hace de Tyler. Este chico es muy talentoso y ya se perfila como uno de los actores a tener en cuenta en un futuro no muy lejano. Bienvenido nuevamente M. Night Shyamalan a las primeras ligas. Se lo extrañó. Esperemos que haya aprendido la lección, que aproveche esta segunda oportunidad y que no vuelva a defraudar a su público. A estos huéspedes bien vale recibirlos y darles alojamiento. Su visita es bienvenida.
Jubilados violentos El imperio de M. Night Shyamalan duró poco. Unánimemente alabado, casi sin pudor por las concéntricas esferas cinéfilas tras el estreno de Sexto sentido (1999), el director de misterioso nombre, así como arribó de la nada, fue cayendo en descrédito desde su segundo opus, Señales (2002). Los escalofríos espectrales que parecían su marca de fábrica fueron revelando una matriz kitsch, y cada nuevo paso de Shyamalan fue tratado con condescendencia, cuando no con burla lisa y llana. Los huéspedes es un giro respecto de ese estilo en principio porque se trata de un foundfootage, otra cría de Blair Witch Project, pero también porque –y quizá, por lo precedente– contó con un magro presupuesto, en contraste con sus ampulosas producciones. Esta es una historia de abandonos. A los diecinueve años, una mujer deja la casa paterna para irse con el futuro padre de sus hijos, al que los padres desaprueban. Abandonada luego por su pareja, conoce a un hispano con el que sale de vacaciones, y envía a sus hijos al cuidado de sus padres, a quienes no volvió a ver desde los 19. Pero los chicos, Tyler y Becca, se encuentran con dos ancianos dementes, que deambulan de noche con un cuchillo y dicen incoherencias. En la tónica de un Hansel & Gretel contemporáneo, Shyamalan confecciona una historia divertida, con buenas actuaciones y algo que siempre faltó en sus films: humor.
Clase B de lujo “Los huéspedes”, la nueva película de M. Night Shyamalan, propone terror con bajo presupuesto pero con toda la genialidad del director al servicio del género. La última película de M. Night Shyamalan tiene varios ingredientes que hacen de ella una producción interesante. Los huéspedes (“La visita”, sería la traducción literal) se plantea como el resultado del documental que filma una adolescente de 15 años que, junto a su hermano de 13, viajan a un pueblo a conocer a sus abuelos maternos. La chica es una cineasta en potencia y quiere reconstruir la historia de su madre, que rompió la relación con sus padres cuando dejó el hogar siendo una adolescente. Este viaje servirá para tomar imágenes del mundo donde se crió su madre, conocer a sus abuelos y, si todo sale bien, averiguar si es posible que haya reconciliación para que vuelvan a ser una familia unida. El director filmó toda la película con un presupuesto total de cinco millones de dólares en una granja cercana a su casa. El resultado es una historia que respeta las reglas del género del terror pero que agrega ese toque de cine de autor propio de alguien que tiene sello: se nota en las escenas que se matizan de pinceladas perturbadoras, en los juegos de cámara que hacen equilibrio entre el registro amateur y el trabajo de un buen director y –definitivamente– en la selección de los detalles del guion, que son la gran potencia dentro de todo relato que M. Night Shyamalan se proponga pasar de papel a fílmico. Los huéspedes es una película clase B de lujo en una marea de películas con aspiraciones a producto de lujo estancadas en las aguas del cine clase B. Como en todos los guiones de Shyamalan, también aquí se plantea con las reglas de una aventura literaria, y las imágenes empiezan a funcionar como ilustraciones icónicas inolvidables. Es probable que el (gran) problema de Shyamalan sea que se hizo conocido mundialmente con un batacazo. En 1999, millones de espectadores caíamos rendidos frente a la pantalla con su genial Sexto sentido, película en la que Bruce Willis descubre que el niño al que atiende ve gente muerta. El inconveniente surgió cuando, a partir de esa primera impresión, se instaló una vara alta para medir todas sus producciones. Jamás se le perdonó que en sus posteriores trabajos no hubiera un psiquiatra que al final estuviera muerto sin saberlo. No importó nunca más qué mensajes quisiera transmitir. No importó que nos sirviera en bandeja peliculones como El protegido, (u otras cuya belleza hay que ponderar con casco para que los entusiastas de la crítica no tomen represalias). Proponer una aventura literaria es uno de los rasgos más distintivos de su cine, también un arma de doble filo. Es una lástima que el comedor serial de pururú despotrique con voz altisonante toda vez que la sorpresa del final no esté a la altura de los antecedentes. Shyamalan se disfruta mejor con una mirada menos severa.
Todos los actores son poco conocidos pero los preadolescentes actúan muy bien (encantadores ella quiere ser cineasta y el niño rapero). Se desarrolla en una antigua granja alejada de todo, (como los cuentos de “caperucita roja o “Hansel y Gretel”) y se desenvuelve con cámara en mano. Los protagonistas pasan unos días con unos viejitos adorables que como es de suponer terminan no siéndolo tanto. Contiene momentos oscuros, terroríficos y con toques de humor (se mezcla la comedia con el terror es uno de sus mayores atractivos). Pocos sobresaltos, una vuelta de tuerca cerca del final y un presupuesto acotado de tan solo cinco millones de dólares.
Veo gente vieja Para la gran mayoría de la crítica, M. Night Shyamalan no la había vuelto a pegar desde que saltó a la fama con Sexto sentido y El protegido. Sin embargo, unos pocos -entre los que me incluyo- hemos defendido aquella gloriosa producción llamada La aldea. Sin embargo, con Los huéspedes vuelve a dar una vuelta de tuerca tanto a su filmografía como a un subgénero sobreexplotado como el falso documental. Cuando parecía todo dicho, aparece Los huéspedes, donde dos preadolescentes viajan a conocer a sus abuelos maternos luego de la separación de sus padres. Existe un clima de drama en toda la trama y un poco de avasallante obsesión de parte de los jóvenes hacia la figura de la madre abandonada por el esposo/padre. Obsesión que también se traslada a esos ancianos ausentes por viejos rencores de los adultos. Pero allí están todos reunidos en una cabaña en medio de un pueblito nevado de Pennsylvania, lugar de la niñez del director y locación de la mayoría de sus films. Claro que todo aquello filmado a través de cámaras para un documental casero en el que los chicos son los directores comienza a derrumbarse por el estado psíquico que presentan los adultos mayores. La inestabilidad mental, el misterio y el miedo se apoderan de Becca y Tyler, los pibes en cuestión, que no ven escapatoria alguna. Y hay momentos en que la maligna insinuación logra incomodar desde la turbación al público cómplice. La película tiene un tiempo narrativo pausado, que hoy en día pocos perdonan, pero el ingenioso de Shyamalan logra compensarnos con una tensión ascendente y un buen revés en el tramo final -por supuesto para quién se quede- cuando pensábamos que la temática iba por otros lares. Y esos giros del relato nos recuerdan al viejo Shyamalan, capaz de deslumbrar a espectadores agotados con los films de terror cámara en mano que encontraron la gloria con El proyecto Blair Witch, Cloverfield o realizaciones más independientes, como la siempre recomendada The Poughkeepsie tapes, la muy real Megan is missing o la lenta Evidence. Mención aparte merece el personaje de Tyler, interpretado por Ed Oxenbould, un pequeño crack actoral que combina el humor y los estados emocionales más jugados de esta pequeña joyita fílmica. ¿Estaremos ante un nuevo Jamie Kennedy (Scream)? ¿Y por qué me recuerda a él? Jamás sabré el por qué de esa loca asociación. Es evidente que Los huéspedes es un correcto y moderado regreso con una historia con moraleja final, donde los problemas psíquicos y trastornos obsesivos compulsivos están en tela de juicio, tanto para los actores como para quien escribe.
Secreto en la granja M. Night Shyamalan es uno de esos cineastas que parecen malditos, luego de que sus primeras dos películas pasen sin demasiado éxito fue con la tercera donde todas la miradas de Hollywood se posaron en él. Sexto sentido (The Sixth Sense, 199) tal vez contenga el final más spoileado de la historia del cine, y el film lo catapultó a la fama y le dio dos nominaciones al Oscar como Mejor guion original y Mejor director. Ya en la cima realizó otra gran película como El Protegido (Unbreakable, 2000), un ensayo filosófico sobre los héroes con unos Bruce Willis y Samuel L. Jackson enormes, pero a partir de ahí su carrera se fue desplomando y de películas mediocres pasó directamente a desastres que repercutieron negativamente en la taquilla y vapulearon su carrera. Sus dos películas anteriores se ubican en los rankings de peores films de la historia del cine. Ahora vuelve con Los huéspedes (The Visit), una historia de terror donde Becca (Olivia DeJonge) y Tyler (Ed Oxenbould), su hermano unos años menor, van a pasar una semana a lo de sus abuelos (Deanna Dunagan, Peter McRobbie) quienes no los conocen ya que hace unos años están distanciados de su madre (Kathryn Hahn). La película se vale del método “cámara en mano” ya que los jóvenes deciden hacer un documental del primer encuentro con sus abuelos, recurso que en los últimos años se repitió hasta el hartazgo dentro del género y ya no tiene efectividad alguna. El guion es un clásico libreto de Shyamalan, quienes hayan visto algunas de las películas del director ya saben que se puede esperar. Una de las fallas es que cuando intenta crear climas inmediatamente agrega un chiste o algún hecho que podría ser cómico y nunca logra mantener por más de unos segundos esa tensión, esto por lo general viene de la mano del personaje de Tyler, quien a la media hora de película ya comienza a irritar, el uso de la ironía está bien pero los chistes bobos hacen quedar mal parado al humor que tiene. A pesar de todo la película cuenta con una escena que es la que más inquieta al espectador, aunque aparece en el trailer es mejor no comentarla. El pueblo es ideal para que la fotografía pueda destacar, pero Maryse Alberti no llega a aprovecharla del todo, tal vez sea por el método de narración de la película ya que desde el punto de vista de las cámaras de los protagonistas no hay lugar para la construcción de grandes fotografías. Los huéspedes tiene fallas pero es menos mala que otras películas del director, y los puntos le alcanzan para convertirla en un película entretenida en la que hay cierto espíritu clase B que de haber ido por ese camino sumaría algún punto más.
Diaro de un susto Utilizando la estrategia del videodiario para narrar los hechos que suceden en "Los Huéspedes" (USA, 2015), el realizador M. Night Shyamalan, construye un relato potente que va ganando en suspenso con el avance de los minutos Cuando dos hermanos van de visita a la casa de sus abuelos mientras su madre pasa tiempo con su nueva pareja en un lujoso crucero, descubrirán que aquellas historias que en algún momento les llegaron sobre los ancianos, nada tendrá que ver con una extraña realidad que les tocará vivir A medida que los días avanzan, y mientras tratan de conectarse con sus abuelos, Rebecca (Olivia DeJonge) y Tyler (Ed Oxenbould) notarán algunos comportamientos inusuales de los ancianos, principalmente al caer la noche. Y si bien en un principio Rebecca trata de persuadir a su hermano y su madre que todo lo que sucede es algo "normal", con el correr de los días esa "normalidad" termina por convertirse en una vorágine de situaciones absurdas y violentas que los harán alertarse y unirse ante todo aquello que comienzan a recibir de los abuelos Si bien en sus anteriores filmes no ha logrado cuajar del todo sus ideas, ni mucho menos plasmar la tensión necesaria para mantener el interés en la historia, en esta oportunidad Shyamalan logra construir un potente relato a partir de una simple y lineal puesta en escena La cámara y las imágenes que vemos, que simulan ser las que Rebecca captura, además permiten reforzar el verosímil de la historia, que con la intriga de los hechos que en el pasado distanciaron a los ancianos de la madre de los niños, además, sirven para contextualizar el presente de los personajes Su clásica estructura, inspirada en clásicos de la literatura infantil, y evocados en determinados momentos (la clara referencia a Hansel y Gretel, por sólo citar uno) también ayudan para generar un guiño con el espectador "Los Huéspedes" es una película pequeña pero ambiciosa, que esconde la mirada de uno de los directores más constantes, y que pese a que en el último tiempo no pudo reencontrarse con el gran público, sigue apelando a su habilidad para generar intrigas con giros hacia el final que sorprenden y apasionan. Notables Deanna Dunagan y Peter McRobbie como los abuelos aterradores Puntaje: 8/10
Lo mejor del director de “El sexto sentido” en mucho tiempo Luego de una tercera película impactante como “El sexto sentido”, estrenada en 1999, M. Night Shyamalan nos viene “regalando” durante el presente siglo y con cierta regularidad (cada dos años) una serie de films del género fantástico de gran pobreza artística. El que ahora se estrena es el undécimo de su carrera y el mejor en mucho tiempo, lo que no equivale a decir que sea muy bueno pero al menos se deja ver. Desaprovechar a intérpretes como Joaquin Phoenix & Adrien Brody (“La aldea”), Paul Giamatti (“La dama en el agua”), Mark Wahlberg (“El fin de los tiempos”) o Will Smith en la reciente “Después de la tierra” ya parece una constante en el realizador nacido en la India y residente en los Estados Unidos. Quizás el haber evitado contratar (y hacer actuar) a actores conocidos en el “casting” de “Los huéspedes” (“The Visit”) sea parte del acierto parcial de su nuevo film. En cuanto a la trama, no resulta excesivamente novedosa y hasta para algún espectador avispado relativamente obvia. En efecto, que la madre (Kathryn Hahn) de Becca (Olivia Dejonge) y Tyler (Ed Oxenbould) decida enviarlos a la casa de unos abuelos que no han conocido hasta ahora y con los que la progenitora se lleva mal ya resulta extraño y sospechoso. Que la hija sea una aspirante a realizadora de cine con lo que se entiende que lleve una pequeña cámara y la utilice como se viene haciendo desde “The Blair Witch Project” y hasta la última “Actividad paranormal” tampoco es demasiado original. Pero donde “Los huéspedes” gana en interés y cierto aire fresco es cuando encuentran a sus abuelos. Nana (Deanna Dunagan) y Pop Pop (Peter Mc Roobie, visto como Allen Dulles en “El puente de los espías”) resultan un par de ancianos cuyos vicios es preferible que los descubra el potencial espectador, por lo que se omite adelantar información. Hay momentos en que se logra cierto suspenso como cuando Nana le pide a Becca que se meta dentro del horno para limpiarlo o también cuando Tyler descubre el secreto que guarda el marido en un depósito rural. A propósito al chico ya se lo vio en una película de muy extenso título (“Alexander y un día terrible, horrible, malo…muy malo!”), que bien podría aplicarse al presente film. En el balance y sobre todo para adictos al género “Los huéspedes” puede ser una opción razonable.
M. Night Shyamalan fue un director capaz de hacer films de género fantástico con originalidad y un tono humano único. Su cuarteto Sexto sentido, El protegido, Signos y La Aldea muestra momentos de invención cinematografica notables. Después vaya uno a saber qué pasó: sus films siguientes van de lo insatisfactorio a lo invisible. Esta película pequeña, realizada alrededor del truco de las imágenes registradas en cámaras de video, computadoras, celulares, etcétera (sí, Actividad paranormal, etcétera) carece de las pretensiones de películas como El último maestro del aire o Después de la Tierra -que adolecían de simbolismo vacuo y espectacularidad gratuita- y solo cuenta un cuento de terror con momentos de comedia sobre dos chicos que van de visita unos días a casa de sus primero adorables pero luego perturbadores abuelos. Shyamalan cree una cosa: que el relato fantástico es uno solo (y en esto se incluye la religión, el cuento de hadas y el terror) y que es posible comunicar ese abanico de emociones con el cine. Dirige actores muy bien: lo que implica no que les haga hacer monerías histriónicas sino que sus personas del cine parecen personas del mundo real (una hazaña). Y con eso más un manejo diestro del suspenso le alcanza para que uno pase un rato divertido con sustos y con verdadero miedo. No sabemos si volvió “aquel” Shyamalan, solo que este film sí vale la pena.
No te fies de una dulce pareja de abuelos Becca y Tyler viajan a conocer a sus abuelos, de quienes tienen muy pocas referencias. Se trata de una muy particular pareja de ancianos, cuyas conductas empiezan a generar dudas entre los chicos. Están aislados, en pleno invierno, y expuestos a toda clase de sorpresas. Si algo detesta M. Night Shyamalan es que rotulen a sus películas como “historias con giros”. “Yo no hago eso”, alega Shyamalan, mientras su filmografía demuestra la contrario. Se sabe que, en algún momento, la trama develará un elemento sorprendente que trastoca la narración. Shyamalan lo repitió una y otra vez, desde “El sexto sentido” a la fecha. Así que en “Los huéspedes” todo pasa por descubrir el truco antes de que lo muestren en la pantalla. No es difícil. Ya está, Shyamalan lo hizo otra vez. Como esos adictos que prometen una cosa en rehabilitación y obran lo contrario a la hora de los bifes. Pero convengamos que “Los huéspedes” está por encima de lo que Shyamalan venía escribiendo y filmando. Después de consolidarse como una exótica joya moderna -incluyendo una de los mejores películas de superhéroes que se recuerden, “El protegido”-, la carrera de Shyamalan se desbarrancó. La culpa fue de una cadena de títulos decididamente malos (“Después de la Tierra”, “Airbender”, la abominable “El fin de los tiempos”). La interactuación de niños con ancianos siempre puede abrir puertas inquietantes y Shyamalan describe ese choque de mundos con inteligencia. Lo sostiene con una puesta óptima: la casa, los ambientes, la nieve; la elección de colores y la absoluta ausencia de música. “Los huéspedes” es una película pequeña, partiendo de lo acotado del reparto -sin estrellas-. Eso también es un acierto. Está construida desde el archiutilizado recurso del found footage (falso documental), pero hay una sólida explicación para esa elección. Son apenas dos niños y dos ancianos, frente a frente, movilizados a un juego de supervivencia salpicado por Shyamalan con algunos diálogos ingeniosos y un par de escenas muy bien resueltas. El horror, lentamente, va revelándose. Lejos de ser una obra maestra representa un punto de apoyo para un realizador que lucía desnortado. No es poco.
Escuchá el audio (ver link). Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli. Un espacio dedicado al cine nacional e internacional.
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Los niños y el ataque de oscuridad De narración precisa, sin golpes de efecto, la película en el mundo de la niñez y los miedos. La ancianidad como un susto que no se quiere. Las historias familiares como heridas que sobrellevar, más allá de la negación de los adultos. A partir del estreno de Los huéspedes se habla mucho, y con razón, sobre la vuelta al podio o algo así del director indio M. Night Shyamalan. Celebrado de manera fenomenal con Sexto sentido (1999), el realizador tuvo allí un paso decisivo dentro del cine de su tiempo. Hubo quienes rápidamente quisieron ver en él un nuevo auteur, que pasó a preceder con su apellido toda película posterior junto a ocasionales cameos "hitchcockianos". Pero lo que finalmente sucedió fue una lista de títulos en declive, con una especie de fórmula repetida que tuvo en la "vuelta de tuerca" una de sus marcas predigeridas. En verdad, lo predicho no es demasiado justo; antes bien, debiera pensarse en la artesanía narradora que Shyamalan supo enhebrar en Sexto sentido para luego despuntarla con más o menos brillo (El protegido, La aldea), hasta alcanzar sólo algunos buenos momentos dentro de films incomprensibles (La dama del agua, El fin de los tiempos) y malos (El último maestro del aire, Después de la Tierra). Vale destacar que Sexto sentido es una gran película, injustamente vilipendiada desde la trayectoria posterior. Posee una puesta en escena precisa, que permite al desenlace credibilidad porque requiere de la revisión del film: lo que importa no es lo que se ve, sino lo que no se muestra. De paso, junto con The Blair Witch Project y la trilogía Scream, del fallecido Wes Craven, Sexto sentido devolvió la presencia del terror a las salas de cine. Hay que recordar lo poco, nada, que de este tipo de cine se estrenaba. Si a Shyamalan se lo consigna de modo positivo otra vez, esto se debe, por lo menos, a dos motivos. Por un lado, por ser conciente de las maneras audiovisuales actuales, en consonancia con los jóvenes espectadores, devenidos productores de imágenes; por el otro, debido al nexo esencial que se percibe en Los huéspedes respecto de Sexto sentido: un relato que gira sobre sí mismo, que culmina y renace. El argumento hace foco en la vida de dos hermanos; ella, adolescente y con deseo de ser directora de cine; él, algo menor y rapero en ciernes. De esta manera, el film justifica su cámara en mano constante porque, de lo que se trata, es de capturar la mirada de sus protagonistas: los niños, sus miedos. Por esta sola cuestión, Los huéspedes logra que el recurso de la película dentro de la película sea una elección necesaria, a su vez consecuente con un procedimiento formal que repite tanto cine de terror actual (la mencionada Blair Witch Project como ejemplo basal). La historia llevará a estos niños a viajar, a irse de casa para conocer a los abuelos, quienes están peleados desde siempre con mamá, quien tampoco quiere volver a verlos. Por otra parte, papá los abandonó hace unos años. ¿Qué es lo que anida, en suma, en las cabezas del mundo adulto? El viaje, también, aparece como signo del género: sea con ómnibus o carruajes, el destino finalmente se cierne en forma de castillo o de granja rural. Poco importa la cantidad de migas dejadas por el camino, pajaritos o cosas peores habrán de comerlas. De esta manera, Becca y Tyler se dirigen a la casita de sus abuelos, a la morada de una historia familiar trunca, que es curiosidad y móvil documental para la cámara de la niña. Gradualmente, durante una semana, los hermanos descubrirán una ternura desteñida, con grietas, de explicaciones contradictorias. El abuelo dice de la abuela, la abuela dice del abuelo. Los comportamientos son extraños, las noches plenas de ruidos raros. Las mañanas ofrecen desayunos suculentos. La abuela insiste con limpiar el horno, le pide a Becca que entre en él. Tyler tiene fobia a los gérmenes. El sótano no puede visitarse, algo habrá, tal vez hongos parecidos al cuento de Bradbury. Y los testimonios a cámara que Becca logra de sus seres queridos/desconocidos provocan reacciones imprevistas. Este repertorio de situaciones tiene una exposición premeditada, de ritmo narrador sostenido, con resolución sorprendente y, de paso, una alusión autoparódica -como solución falsamente posible- que dialoga con otra de las películas de Shyamalan. Parece que el propio director se toma a risa a sí mismo y eso, claro, está muy bien. Pero de vuelta a lo que importa -los niños y los miedos-, Los huéspedes es capaz de dialogar con otras películas de raigambre similar; entre ellas, dos y notables. La noche del cazador (1955) fue la única película dirigida por Charles Laughton y es una obra maestra, con Robert Mitchum en la piel de este lobo/predicador que caza viudas a las que luego asesina, mientras dos hermanitos temen la ira del padrastro. Está basada en la novela de Davis Grubb. El otro gran ejemplo toma por referencia un cuento de William Irish, se trata de Si muero antes de despertar (1952), del argentino Carlos Hugo Christensen. Aquí, el niño protagonista (Néstor Zavarce) es víctima de su promesa de secreto mientras sus amiguitas desaparecen y, él lo intuye, algo tiene que ver el hombre alto que las espera con caramelos y tizas de colores a la salida de la escuela. Los niños, en suma, como portadores de un saber que los adultos ignoran. Allí descansa el asunto, en la desatención hacia lo que los pequeños dicen mientras sobre ellos se proyectan sombras largas, de historias familiares que no vivieron. Como los adultos no prestan atención, son los niños los que tiene que tomar el asunto por su cuenta. En este caso, de cara a estos ancianos con los años surcados en los rostros, que presagian un porvenir de muerte. En este entramado de sustos que nunca son golpes de efecto -otro punto a favor para la película-, sobresale Deanna Dunagan, la abuela que sabe cómo parecer risueña y cuándo desencajada. Con una mirada por momentos jovial, la abuelita juega de manera vital, ríe, reacciona bestial. Dice: "tengo un ataque de oscuridad" y muestra sin pudor un cuerpo semidesnudo. Hay ciertas imágenes, se sabe, que un niño nunca puede olvidar. Mejor no verlas. Ella sabe cómo componerlas.
M. Night Shyamalan vuelve a lo que sabe hacer. Después de “Sexto Sentido”, “Señales” y “La Aldea” había perdido el rumbo (“El Fin de los Tiempos” y “El Último Maestro del Aire” son un claro ejemplo), pero “Los Huéspedes” lo encuentra volviendo a sus raíces con una historia que combina el terror/suspenso con algo de comedia y toques escatológicos… Y que además nos hace pensar si queremos conocer a nuestros abuelitos por primera vez. La trama, narrada en su totalidad con el recurso “found footage”, se inicia con una madre (interpretada por Kathryn Hahn) hablándole a la cámara filmadora de su hija y contando los motivos por los cuales se fue de la casa de sus padres siendo tan joven y por qué nunca más los vio o trató de contactar debido al enojo y el rencor. Por una semana, Becca (buen trabajo de Olivia DeJonge), compenetrada en la tarea de filmar un documental sobre la triste situación de su madre, y su hermano menor Tyler (genial desempeño de Ed Oxenbould; se roba todas las escenas), un pequeño obsesionado con los gérmenes y con dotes para el rap, viajan hacia una remota granja en Pennsylvania para pasar una semana en la casa de sus abuelos, a quienes conocerán por primera vez. Mientras tanto, su amorosa madre, se embarca en un crucero con su nuevo novio. Los niños se encuentran con Nana (Deanna Dunagan) y Pop Pop (Peter McRobbie). Al principio todo es tranquilo y dulce pero con el correr de los días, después de las 9:30 de la noche, los ancianos comienzan a mostrar comportamientos extraños, esos típicos de las películas de terror, que ellos mismos los atribuyen a cosas propias de la edad avanzada. Si bien a Becca y Tayler les resulta inquietante, lo toman con calma y continúan filmando el lugar en el que creció su madre y realizando las entrevistas para el documental con el que Becca quiere recuperar la historia familiar del lado materno, ya que su padre los abandonó años atrás. Más adelante, cuando el misterio se vaya revelando, el temor y la desesperación se apoderará de los chicos, quienes deben enfrentar una situación que los sorprenderá a ellos -y al espectador- debido a un giro inesperado. Con momentos ridículos e irónicos que provocan mucha risa (intencional por supuesto), pocos sobresaltos pero con un suspenso que se mantiene intacto, “Los Huéspedes” es una película muy efectiva y entretenida. Depende cómo se la mire.
The Visit, the new film written and directed by M. Night Shyama-lan, confirms that this once-moderately surprising filmmaker can no longer surprise anybody, let alone helm a horror tale that should have a decent number of scares and yet is bound to bore you to death. In fact, I believe that the ingenious Sixth Sense is arguably the only really good film he’s ever made — perhaps Signs and The Village are decent enough in their own terms, but alongside Sixth Sense these were made in his early career in the late 1990s and early 2000s. And that was a long, long time ago. The plot goes pretty much like this: two siblings, a young brother (Ed Oxenbould) and a teen sister (Olivia DeJonge) are sent to spend some days with their grandparents, whom they never met since their mother had an awful fight with them when she was 19, and so left her home. Then out of the blue, her parents (who found out where she lives because they looked her up online), ask their daughter to allow them to see their grandchildren. Why she would agree to their request still eludes me. Nonetheless, off they go. In the meantime, she takes a vacation. Upon arrival, the kids and the grandparents act as though they knew each other. No signs of uneasiness are ever exposed. You figure it out. Soon enough, the old-timers begin to show some very, very strange behaviour — you know, granny wakes up at night and walks around naked, while grandpa dresses up for a party that doesn’t even exist and also leaves his dirty diapers hidden in the house. Of course, it’s all attributed to different illnesses they both suffer. And to their old age. As some elements make clear — an isolated house, surrounded by sombre woods, the old woman asking her granddaughter to get inside the oven to clean it, the dark side the grandparents eventually exhibit — this film is meant to be a reworking of Hansel and Gretel. And since the kids want to document their visit, guess what? They film the visit on a camcorder, ever since they left home. So once again you have an entire movie shot in first person singular and accordingly seen from the camera’s lens. Not only does The Visit have quite a few absurd moments of near total lack of plausibility, but it’s also extremely annoying from a cinematic point of view. For instance, the fact that the characters film the visit is absolutely unnecessary for the plot. It would’ve been exactly the same film had it been shot in a conventional manner. Perhaps Shyamalan thought the gimmick would add some interest, but so many horror films are made this way that by now it just doesn’t work — unless it’s recreated in a yet unseen fashion and for a good purpose, which is surely not the case here. The characters themselves are far from interesting as there’s basically nothing that individualizes them. So how could you relate to them? Likewise, how can you get hooked on a horror film with basically no scares at all? Sure, there’s a feeble streak of tension and nervousness here and there because something supposedly malignant seems to be lurking around the corner. But as the largely uneventful plot unfolds, you keep waiting for the terror to come. At the same time, you know you are waiting in vain. By the time a “big secret” is unveiled, what little mystery was there vanishes for good. The revelation is so moronic that you now know you’ve been cheated for good. Production notes The Visit (US, 2015). Written and directed by M. Night Shyamalan. With: Olivia DeJonge, Ed Oxenbould, Deanna Dunagan, Peter McRobbie, Kathryn Hahn. Cinematography: Maryse Alberti. Editing: Luke Ciarrocchi. Running time: 94 minutes.
Un magro intento de Shyamalan por recuperar sus sentidos Firma de títulos tan irregulares como “Señales”, “La aldea”, “La dama del agua” o “El protegido”, el indio nominado al Oscar procura ser el creador que reveló en “Sexto Sentido”. No hay lugar como la casa de los abuelos. Nietos como Becca y Tyler lo saben. Estos hermanos están ansiosos por visitar a su "Nana" y su "Pop Pop" en su granja ubicada en la zona rural de Pensilvania, en Filadelfia. Hace muchos años que no van por allí y saben que los espera una semana de mimos especiales, paseos por la nieve, comida casera y las galletas especiales horneadas por la abuela. "Hace años que no veía a tu abuela así de feliz", comenta el abuelo. Y cuando los chicos le cuentan a su madre las vacaciones transcurren en orden y mejor de lo esperado, llegan las primeras advertencias, el ambiente se tensa y todo indica que los abuelos no están bien, que lo aparente engaña y, de un momento a otro, algo extraño sucederá. M. Night Shyamalan volvió al circuito independiente, con Los huéspedes, un filme producido de bolsillo propio, que busca resarcir al director indio de los fracasos más recientes, tan bien financiados como estruendosos. En este filme, donde el elenco se presenta sólido, con más actores que estrellas, con una fotografía e iluminación que logran los climas de bienestar e inquietud precisos para las demandas del guión, lo que lo pone en duda es, precisamente, el desempeño del director. El hombre que comenzó en las alturas con su primera película, Sexto Sentido (1999), declinó a medida que fue ascendiendo en popularidad y recursos a disposición de la concreción en pantalla de sus guiones. Hoy, cuando intenta recuperar su identidad como nuevo maestro del suspenso, da la impresión de verse superado por su propia tormenta de ideas. Entonces, no la historia que cuenta, sino articulación de los climas que introduce en su narración la vuelven bipolar. Se ríe, se asusta, llora; rapea y se aterra, todo en un mismo combo que presta a confusión. Sí -vale subrayarlo- que el hombre no ha perdido la habilidad de crear suspenso, motivo para esperanzarse en el renacimiento del Fénix de entre sus propias cenizas.
Abuelito dime tú M. Night Shyamalan tuvo un ciclo de éxito y con identidad propia que arrancó con “Sexto sentido” y llegó hasta “El fin de los tiempos”, con sus luces y sus sombras (la primera y “La aldea” probablemente sean de lo mejor de esa cosecha). De allí, saltó a la adaptación de una franquicia animada, como lo fue “El último maestro del aire”, y un poco feliz proyecto producido y protagonizado por Will Smith: “Después de la Tierra”. Llegados a ese punto, muchos empezamos a preguntarnos si el peculiar director podría encontrar una senda propia nuevamente. Y “Los huéspedes” parece ir por ese camino, aunque de una manera novedosa. ¿Por qué? Porque en general las ideas de Shyamalan siempre fueron bastante inéditas; esta vez, sin embargo, retoma varios tópicos del cine de terror y suspenso actual, parte del background del espectador, aunque el juego innovador está en cómo están usados y en cómo se explican los sucesos que aparecen. Artificios Empecemos por lo que salta a la vista. La película está filmada en el estilo de las found tapes (cintas encontradas), que arrancó con “El proyecto Blair Witch” y llega hasta “Terror en el bosque” (Eduardo Sánchez estuvo en ambos proyectos), pasando por la saga de “Actividad paranormal”, entre otras. “Terror en el bosque” nos posicionó en la era de las GoPro y el fanatismo visual de la era del video digital, y ahí entra Shyamalan en su nuevo proyecto, convirtiendo a una de sus protagonistas en una cineasta en formación (menos mal que no se les ocurrió a algunos cineastas argentinos). Así, todo el artificio visual se sostiene en una o dos cámaras generalmente en mano, aunque el morocho director apuesta a la suspensión de la incredulidad en un par de aspectos: en principio, en la calidad de la imagen (la fotografía perfecta de la “cámara objetiva tradicional”) y las cámaras permanentemente prendidas. El final de la cinta nos explicará algunas cosas en cuanto al montaje. La intranquilidad diurna al estilo “El resplandor”, un árbol temible en el estilo de “Sinister”, figuras que se mueven ante el resplandor azulado de la luz de la cámara, sótanos y cobertizos y falta de señal de celular, son otras cosas familiares, pero el director las siembra aquí y allá junto con pistas falsas para perturbar al espectador, darle miedito y hacerlo tirar hipótesis erróneas. Reencuentros Metámonos un poco en la historia. Paula Jamison es madre de dos hijos, la adolescente Rebecca, fanática de la realización cinematográfica, y el pequeño rapero Tyler. Ambos niños arrastran traumas tras la separación de sus padres unos años atrás, como iremos viendo de a poco. Robert, el padre, era un joven maestro de secundaria de Paula, quien huyó de su hogar en malos términos con sus padres John y Doris, con quienes nunca más estuvo en contacto. Un buen día, los Jamison toman contacto con su hija, ya que quieren conocer a sus nietos. Los chicos aprovechan para darle la oportunidad a su mamá de hacer un viaje con su nuevo novio y buscan tender puentes entre sus abuelos y Paula. Entonces se suben a un tren y se van a un lugar perdido en Philadelphia: los Jamison viven en una granja apartada, y trabajan como consejeros para gente con adicciones y demás. La relación parece arrancar bien entre los jóvenes y los viejos, pero estos últimos empiezan a tener conductas y actitudes cada vez más extrañas. El lector se imaginará que eso irá en aumento, y habrá un clímax, pero la resolución será una cachetada rápida e inesperada. En el medio, hay trazas de comedia y hasta “enseñanzas espirituales” que por ahí desencajan a algunos: al menos, los protagonistas no son los adolescentes tontorrones y fiesteros que suelen protagonizar este tipo de cintas. Generaciones Además del artificio visual antes comentado, la película funciona gracias a la atenta edición (dicen que Shyamalan hizo dos cortes previos que no daban el tono buscado), pero nada podría hacer sin la potencia de los intérpretes. Empezando por los niños: Olivia DeJonge es una expresiva Rebecca en plena adolescencia, entre el trauma y ser sabelotodo, aunque tiene pasta de heroína de terror. Ed Oxenbould pone desde su Tyler el tono más humorístico y la irresponsable curiosidad de niño. Del otro lado, se paran firmes los ancianos: Deanna Dunagan (veterana actriz de teatro) construye una Doris compleja, entre lo adorable y lo (muy) temible. Y Peter McRobbie (el Allen Dulles de “Puente de espías”, y el padre Lantom de la serie de “Daredevil”) impacta como un John alto y vigoroso, de pocas palabras. Completa el elenco central Kathryn Hahn (la misma que mostró su potencial en “Terapia en Broadway” y puso gracia a “Tomorrowland”) como la atribulada Paula. Parece que estamos ante un alegato en contra de los abuelos, pero en realidad el “mensaje” edificante pasa por el fin de los rencores. Eso sí: si uno tiene a los abuelos vivos pero no tiene una relación fluida con ellos... bueno, quizás mejor cada carancho en su rancho.
M. Night Shyamalan es un director que venía muy golpeado. Después de empezar su carrera con películas increíbles como Sexto Sentido, Señales y El Protegido, se ganó apodo de “el nuevo Spielberg” tanto por la crítica como por los espectadores, y hasta algunos se arriesgaron a compararlo con Hitchcock. Sin embargo, algo salió mal en el camino. Muchos dicen que empezó con La Aldea, que a mi me pareció tremenda -y mucho mejor cuando la volvía a ver años más tarde- pero es claro que con La Dama en el Agua las cosas ya no eran las mismas para Shyamalan. Su siguiente proyecto un gran fracaso, pero no fue hasta The Last Airbender que lo vimos tocar el fondo con una terrible adaptación. Finalmente, After Earth fue una película chata donde mostró su gran incompetencia como director y volver a ver algo de Shyamalan en los cines sonaba como una locura -y un suicidio comercial por parte del estudio que ponga la plata. Sin embargo, hay algunos estudios que deciden arriesgarse en el cine. Este es el caso de Blumhouse, un estudio que se especializa en hacer producciones independientes con muy bajo presupuesto y luego sacarlas al mercado a través del sistema de distribución de los grandes estudios. Su primer acierto fue Actividad Paranormal en 2009, con un presupuesto de $15000 dolares y generando $193 millones mundialmente. Así también hicieron Insidious, The Purge, Sinister y finalmente en 2015 se decidieron arriesgar con Los Huéspedes, un guión escrito por M. Night Shyamalan con un presupuesto de sólo $5 millones de dólares -más o menos para que tengan con qué comparar, After Earth tuvo un presupuesto de $130 millones. Luego de esa introducción podemos empezar a hablar de lo que nos compete. Los Huéspedes trata de dos hermanos que van a conocer a sus abuelos por primera vez, mientras su madre se va a un crucero con su novio. Uno de los niños, Becca, decide filmar un documental sobre sus abuelos para ayudar a su madre a superar algunos traumas de su pasado, y también para conocer algo más de sus abuelos. Pero, mientras transcurre su estadía, los niños van descubriendo oscuros y extraños secretos. La película empieza su transcurso lentamente, con la madre de los niños siendo entrevistada frente a la cámara. Este es un recurso muy válido que vamos a ver repetidamente a lo largo del film, por el medio del cual el director nos va contando información de los personajes relevante para la trama y que más adelante tendrán relevancia. Luego, de a poco los niños van descubriendo cosas de sus abuelos, como un juego. Esto de espiar a los más grandes, a lo desconocido, tal vez deseando encontrar algo raro y malo. Por supuesto que los abuelos responden a esta inquietud, generando más preguntas y dudas sobre su bienestar, y generan más y más suspenso en el espectador. El recurso de cámara en mano -que hoy ya se ha convertido en un género de por sí- está muy bien empleado y se diferencia de otras películas como Cloverfield, en donde algunos movimientos de cámara se ven muy forzados. Acá sentimos que son los niños que llevan las cámaras, se puede comprender el nivel de habilidad de encuadre fotográfico que puede llegar a tener una persona de esa edad, aunque en algunas tomas, por la necesidad de la escena, podemos llegar a entrecerrar los ojos diciendo “¿justo se le cayó la cámara y quedó apuntando hacia donde están sucediendo las cosas? Que conveniente…”. Los actores interpretan muy bien los roles y establecen los dos “equipos”: Los abuelos y los niños. Los abuelos, estas personas que son familiares de nuestros protagonistas pero que sin embargo también son desconocidos, que parecieran ser buenas personas pero que muestran ciertos comienzos -o no tanto- de demencia senil. Lo aparentemente bueno, salpicado de algo que está muy mal. Y luego los tenemos a los niños, esta pareja dispareja que se desprecian, pero que sin embargo al momento de verse en aguas turbias se juntan y se convierten en algo más fuerte. Los momentos de tensión y de “susto” están muy bien construidos y el ambiente de miedo y suspicacia de los niños es palpable en todo momento. Al finalizar el film vi muchas cosas Shyamalan, algunas relacionadas con Señales, otras con la Aldea. Algunos momentos o partes de la trama que me hacía volver a esos films. Y no lo digo de forma positiva, sino tal vez como un recurso que el director vio que funcionó bien alguna vez y replicó en este guión. Sin embargo al final de cuentas quedé muy contento con el resultado (los últimos 20 minutos son lo mejor, a mi parecer), y contento también porque parecería que Shyamalan está recuperando la confianza que una vez supo tener para abordar proyectos cinematográficos. Y si bien esta película no está a la altura de ninguno de sus mejores proyectos, si supera ampliamente a sus cuatro últimas películas que estuvieron en un nivel muy bajo. M. Night Shyamalan podría estar de vuelta. Ya se sabe que tiene un nuevo proyecto (creo que en estos momentos lo está filmando) con el actor James McAvoy como protagonista y que de a poco los estudios vuelven a confiar en él. Lo que tiene que hacer ahora es reever los errores de su pasado, aprender y corregir, y esperemos que nos pueda volver a sorprender como alguna vez lo supo hacer. puntaje: 6 – Si bien tiene buenos momentos y un buen final, la película le queda chica a Shyamalan.
Los regresos no son fáciles y casa, en tanto hogar, es un lugar gigante Nada más reconfortante y entretenido que ver a un artista divirtiéndose con lo que hace porque esa diversión se transmite a su obra y contagia. M. Night Shyamalan tuvo la dispar suerte de hacer un primer superhit con la primera plata “en serio” que le dio Hollywood, luego de dos intentos de comedia sentimentaloide que nunca vimos acá de manera oficial. “Sexto sentido” (1999) no sólo sorprendió y dejó las uñas de todos los espectadores de la época incrustadas en los brazos de las butacas, también marcó un hito en la forma de ver y tratar a los ectoplasmas al punto de haberse acuñado como punto de referencia. De películas como “Los otros” (Alejandro Amenábar, 2001) se decía “es tipo “Sexto sentido”; y así con tantas otras. Con la vara tan alta era de esperar que cualquier tráiler que dijese “Del director de…” volcaría masivamente al público a comprar una entrada. Así, cuanto más dinero tuvo el norteamericano para filmar, peor le iba. Abordaba buenas ideas, pero parecía dejarse llevar por la hipnosis que generan las mismas cuando se escuchan, en lugar de ocupar su tiempo en resolverlas de manera convincente en las páginas del guión. Su pericia incuestionable para generar climas ha entregado (en toda su filmografía) una primera media hora sólida, contundente, creativa e intrigante que luego se escurre como arena en las manos. Desde “Señales” (2002) en adelante fueron trece años en los cuales el creador no pegó una. Trece años que finalizan (esperemos) con este estreno. En “Los huéspedes” la idea es simple. Dos hermanos, Becca (Olivia DeJonge) y Tyler (Ed Oxenbould) crecieron con su madre separada (Kathryn Hahn). Nunca conocieron a los abuelos maternos porque hubo una terrible discusión, y desde entonces se rompió el vínculo. Becca, aspirante a cineasta y fanática del lenguaje de la imagen, quiere matar dos pájaros de un tiro: por un lado, viajar a conocer a los abuelos junto a su hermano, por el otro, realizar una pieza documental sobre dicho viaje. Ambos viajan (solos) para ser recibidos por los ancianos. Todo va bien hasta que los chicos comienzan a percibir comportamientos extraños y hasta temibles. El astuto guión del propio Shyamalan hace anclaje en el punto de vista de los chicos y sus miedos al mundo adulto. Al mundo frente al cual se sienten débiles, vulnerables y a la vez emocionalmente dependientes. En el tiempo que pasó desde 1999 a hoy, el cine de terror tomó los registros naturales, los reality show, el falso documental y el archivo encontrado como plataforma esencial para contar las historias. Tomó el lenguaje televisivo y de la era de youtube para hacer “más real” la ficción con resultados más predecibles (y mentirosos la mayoría de las veces) que novedosos. Se puso de moda la forma y hasta se trasladó a otros géneros. M. Night Shyamalan parece haber tomado buena nota de estas modas para poder construir un relato que logra reírse de esos recursos todo el tiempo, justamente porque se lo toma en serio y al pie de la letra. Hasta en eso tira palos irónicos, porque, de verdad, esta es la primera vez que se cumple la propuesta. Todo es con una cámara primero, a la que se suma (de manera inteligente y creativa) otra. Nunca el relato traicionará este código, al revés de lo visto hasta ahora (empezando por la saga de “Actividad paranormal”, 2007-2015). La enorme cantidad de guiños al género que el realizador incluyese suma al gran manejo del balance del relato en las dosis justas de tensión, suspenso y humor del bueno (hay un par de gags inolvidables). El aferramiento a la idea central de una película de este tipo, que es la de asustar, sorprender y sobresaltar, constituye la mejor virtud de “Los huéspedes” pues la capacidad narrativa no se ha perdido y se mantiene hasta el final, con una vuelta de tuerca de esas que hacen abrir la boca al espectador que para esa altura ha sufrido varios sobresaltos y momentos tensos. Claro, como siempre se necesita un buen elenco. Olivia DeJonge y Kathryn Hahn ofrecen solidez y credibilidad a la hija y la madre respectivamente, pero Ed Oxenbould se calza el traje de líder y tiene momentos tan desopilantes como esenciales para la construcción de su personaje. No es de extrañar la buena dirección de actores porque ya el pequeño Haley Joel Osmenttuvo su nominación al Oscar en 2000 por su niño con visiones de “Sexto sentido”. Ed Oxenbould, a quien ya habíamos visto lucirse en “Alexander y un día terrible, horrible, malo, muy malo” (2014), tiene una naturalidad, un desparpajo y una desfachatez frente a cámara que parecería haber nacido dentro de ella. Tendremos un gran proyecto de actor si puede manejar los excesos de gesticulación. Párrafo aparte para los abuelos. A Deanna Dunagan la hemos visto muy poco en cine, porque eminentemente es una actriz de teatro, que aquí pone toda la carne al asador. Lo que hace con su cuerpo en varias escenas resulta estremecedor y efectivo. Una delicia. Algo parecido sucede con el contrapunto que maneja Peter McRobbie, pues al revés de su partenaire es en el estatismo y la máscara neutra en donde hace anclaje para componer su personaje. Sin dudas el despojo de presupuesto le sentó bien a M. Night Shyamalan. Volvió a las fuentes y se prepara para estrenar la próxima dentro de poco. Por ahora, a disfrutar del mejor estreno del género del año.
El terror que no asusta pero entretiene un buen rato En "Los huéspedes" dos hermanos hacen un viaje a la casa de sus abuelos, en una remota granja en Pennsylvania, pero los niños descubren que la pareja de ancianos están involucrados en algo profundamente inquietante. A pesar de los cabos que el espectador puede comenzar a atar, todo vira en lo absurdo, protegido por la diferencia de edad de las generaciones. La exposición a la prensa y la crítica parecen haber cambiado a M. Night Shyamalan, ya que en su nueva producción, “Los huéspedes”, el director se despacha con una historia tradicional de argumento simple, como en toda su trayectoria fílmica, pero con un resultado completamente opuesto a las búsquedas de “Sexto sentido”, “La aldea”, y “Señales”. Becca y Tyler son dos hermanos que van a conocer a sus abuelos, a pedido de ellos y a pesar de estar distanciados de su hija, madre de los chicos. Con la idea de darle un toque dramático, Becca decide filmar un documental sobre la reunión, que será durante una semana en la casa de los ancianos. Todo transcurre normalmente, hay abrazos y cariño, hasta que cae la noche. Los abuelitos tienen comportamientos extraños, como vomitar, divagar, y ser incontinentes. Pasado el momento, se justifican el uno al otro y los mismos hermanos tratan de calmar su preocupación con el pensamiento de “son viejos, hacen cosas de viejos”. Pero las conductas comienzan a ser más de lunáticos que de viejos: arrastrarse en cuatro patas, agredir a extraños, encerrar a los chicos en el horno, son algunas de las costumbres de esta pareja. A pesar de los cabos que el espectador puede comenzar a atar, todo vira en lo absurdo, protegido por la diferencia de edad de las generaciones que conviven en esa casa de campo. Es por eso que cada posibilidad de jugar al detective intuyendo cómo continúa o termina la historia, es cortada drásticamente por un chiste que desvía la atención (cuando el niño ve a su abuela desnuda rasguñando la pared, se asusta pero lanza un “estoy ciego”). Imposible no entretenerse en esa ambivalencia, que nos hace caminar por unas montañas para luego hundirnos en cráteres de disparidad. Lejos de buscar la sorpresa, Shyamalan aprendió a reirse de su propio cliché y los momentos dramáticos son carentes de dramatismo porque convirtió su falencia en un recurso.
Es raro pensar en una película de M. Night Shyamalan, para quien vivió en los 90 la fiebre de Sexto Sentido, El Protegido y Señales. Tal vez sienta como yo, que una de las mejores revelaciones del director de esa década haya caído prácticamente al olvido o mismo considerado hasta para burla. Particularmente lo considero un excelente director, sabe poner tensión y aún la forma como filma es impecable, pero se cayó en su propia trampa cuando, como guionista, hizo más películas para que haya un plot twist teóricamente impresionante, olvidando que no solo eso hace a las buenas películas, que dependen de un buen argumento y sin eso no lleva a ningún lugar. En Los Huéspedes volvió un poco a su origen, haciendo una película chica, de presupuesto bajo, pero creando todo a partir de su capacidad de director y buenas actuaciones. Usando la tensión al máximo prácticamente en cada frame. Nos cuenta la historia de Rebecca (Olivia DeJonge) y Tyler (Ed Oxenbould) uqe van a pasar una semana con sus abuelos John (Peter McRobbie) y Doris (Deanna Dunagan), mientras que su madre Paula (Kathryn Hahn) con su nuevo novio disfrutan un crucero. Los dos niños, que jamás han conocido a sus abuelos, pretenden grabar un documental sobre esa visita. Con esa trama simple, vemos que desde el primer momento en que llegan a la casa de los abuelos se siente que algo está mal. Como comenté arriba la tensión en la casa se nota en todo momento, la actuación de la abuela es muy buena y te deja agarrado a la silla cada vez que ella aparece en pantalla. Los chicos también están bien, mostrando que la idea de que es una película filmada por ellos mismo en este caso es un acierto. El famoso plot twist de Shyamalan está presente, pero me sorprendió porque fue por otro lado de lo que yo esperaba en una película suya. Principalmente por su simplicidad y porque es muy distinto de lo que estuvo haciendo antes. La película no es nada del otro mundo, pero en su simplicidad tiene su beneficio. Para los amantes de terror-suspenso lo recomiendo. Y es bueno ver que Shyamalan esta volviendo a sus orígenes, esperemos que siga asi y que las próximas tengan el mismo nivel que esta.
Algo que no se le puede criticar a M. Night Shyamalan es que siempre ha jugado según las reglas. No lo olvidemos, porque fue justamente eso lo que nos atrapó de él en primer lugar. Claro que podemos reconocer dos grandes conjuntos en su filmografía; por un lado tenemos sus obras más recientes como The Happening y After Earth las cuales pertenecen al conjunto de lo infame, un corpus mediocre en el cual todos los recursos narrativos fallaban. En el otro conjunto se encuentran los clásicos inmediatos como Sexto sentido y El protegido, obras que se caracterizan un performance narrativa impecable y por una singularidad, algo irrepetible e indiscutido que a lo bueno de lo excelente. En Sexto sentido es la conversación entre Cole (Haley Joel Osment) y su madre, Lynn (Toni Collette), donde él encuentra la manera de contarle a la madre sobre sus poderes y sentimos el terrible alivio de saber descifrar qué hay después de la muerte. La singularidad no es el giro argumental del final; los giros, no importa que tan buenos sean son parte de la estructura asumida por Shyamalan que tiene su base en la literatura de terror. En El protegido, la singularidad se encuentra en la escena donde Joseph apunta con un arma a su padre David (Bruce Willis). Los hijos siempre demandan que los padres estén a la altura de sus fantasías, acá se le permite a Joseph llevar esto hacia un límite dramático trágico, donde la verdadera naturaleza de los personajes se descubre como una maldición y se esconde en la deprimente vida familiar de los suburbios americanos.
Cuando escribí la review de “Wayward Pines” aproveché para destruir a M. Night Shyamalan, director de “Sexto Sentido” entre otras cosas, pero seguramente hayan visto más de una película de él. En esta oportunidad vuelve al terror, pero no es el típico terror al que estamos acostumbrados, con sustos de la nada como si fuese una “Casa de Halloween” en la que sólo quieren hacerte gritar. En este film se trabaja mucho con el suspenso, con el fuera de campo y también con un terror que suele estar presente en la pantalla, que gracias a situaciones que están al límite de lo bizarro, situaciones que duran los minutos exáctos hace que te sientas incómodo con lo que estás viendo.
El gran regreso de M. Night Shyamalan El director del Sexto Sentido regresa de la galería de los condenados con un filme que tiene mucho de su gran éxito y además cumple con el objetivo de asustar Hace 16 años, el director M. Night Shyamalan ingresó al olimpo hollywoodense luego de que su pequeño filme El Sexto Sentido (The Sixth Sense) se convirtiera en un bombazo que arrasó las taquillas del mundo entero. En ese momento, muchos aludieron a la presencia de Bruce Willis como el factor de éxito por lo que un año después, el director probó suerte con El Protegido (Unbreakable) nuevamente con el astro como protagonista y secundado por Samuel L. Jakcson, una dupla de probado éxito en Duro de Matar 3 (Die Hard with a Vengeance). Lo cierto es que tanto a este film como el siguiente –Señales (Signs)- no les fue tan bien y la carrera del director se terminó de desplomar con otros filmes menores como La Aldea, La Dama en el Agua y El Fin de los Tiempos; y ni hablar de su adaptación de la serie animada Avatar, titulada El Último Maestro del Aire. Sin embargo, el tiempo le trajo redención a Shyamalan de la mano de Jason Blum, el dueño de la mayor productora de éxitos de bajo presupuesto de la actualidad, que tiene en su haber todas las entregas de Actividad Paranormal (Paranormal Activity), La Noche del Demonio (Insidious) y Sinister entre muchísimos otros títulos, y que ha convocado al director para su gran regreso. Y al parecer, la mezcla ha resultado ya que Los Huéspedes (The Visit) es un filme que atrapa desde una primera instancia gracias al recurso de presentarlo en primera persona, como para no romper la tradición que el estudio implementó con la ya mencionada Actividad Paranormal y que casi siempre obtiene buenos resultados en este género de sustos varios. El argumento gira en torno a una adolescente y su hermano pequeño que viajan a conocer a sus abuelos, con quien su madre está enemistada hace quince años, y deciden filmar una suerte de documental para hacer que ambas partes se reconcilien con el pasado. Sin embargo, a poco de su llegada, los jóvenes descubrirán una serie de hechos fuera de lo normal que llamarán poderosamente su atención y despertarán sus ganas de investigar qué es lo que está pasando realmente. Como aliciente, el film cuenta con actores que si bien ya hicieron sus primeras armas en la gran pantalla, no son grandes estrellas y por ende aumentan el grado de empatía con los protagonistas: Olivia DeJonge y Ed Oxenbould. Shyamalan se apoya en estos dos protagonistas para contar un típico relato de esos que asustan en la pijamadas y que se han convertido en su especialidad, quizá sin que él mismo lo sepa. Basta mirar hacia atrás para ver que cada vez que se mira a través de los ojos de los niños: la angustia de Cole (el recordado Haley Joel Osment) se siente en carne propia en El Sexto Sentido, así como la emoción del pequeño Joseph (Spencer Treat Clark) al confirmar que su padre no es unapersona común y corriente en El Protegido y la paranoia de los hijos del reverendo Hess (Mel Gibson) ante una posible invasión extraterrestre en Señales-.
Shyamalan vuelve a sus raíces "The Visit" marca la vuelta del polémico director M. Night Shyamalan ("Sexto Sentido", "Señales") a la gran pantalla. Recordemos que el pobre Shyamalan viene de ser vapuleado por sus últimas películas, "After Earth", "The Last Airbender" y "El fin de los tiempos". Es un tipo que realmente estaba en la cresta de la ola allá por el 2004, era muy respetado, venerado por parte de la crítica y se daba el lujo de trabajar con las estrellas de cine que quisiera, hasta que realmente, como se dice en mi barrio, la terminó cagando completamente. Estrenó en el 2006 la anodina película "La dama en el agua" y de ahí en más se fue todo en caída libre. Estos eventos negativos lo trajeron a esta situación actual, dirigir un film de bajo presupuesto con ningún actor de moda. Paradójicamente parece ser lo que le hacía falta para comenzar a tomar vuelo nuevamente. Esta película de terror con toques de comedia resulta fresca y entretenida, logrando un buen equilibrio entre estos dos géneros tan disimiles. No es lo mejor del año, pero sí debo rescatar que entre todas las propuestas de este estilo, se destaca y tiene algunos momentos que realmente asustan y otros que te dibujan una sonrisa en la cara. Creo que ayudó bastante el casting de actores prácticamente desconocidos, que no tenían la presión de tener a toda la prensa encima para buscarles el más mínimo error y darles con un caño. El trabajo de los actores que hacen de los abuelos de los protagonistas, es bastante bueno y lograr mantener al espectador tensionado. El joven actor Ed Oxenbould que hace el rol de Tyler, uno de los nietos, también me resultó divertido. Creo que en "The Visit" se puede volver a ver eso ojo del director indio para crear atmósferas de misterio y tensión, con algunos grandes momentos de locura y hasta humor. Una cuestión que creo que le baja puntos es que llegó tarde a la onda y nos ofreció una filmación que simula la cámara en mano, el falso documental digamos, que ya vimos hasta el hartazgo en películas del género durante 2014 y parte del 2015. Otra cuestión no tan positiva es que la revelación final sobre lo que está pasando se puede anticipar bastante antes y pierde un poco de fuerza al confirmarse lo que uno comienza a sospechar a los 40 minutos del film. La falta de presupuesto creo que lo obligó a no irse por el camino fácil del efecto especial y la pomposidad creativa. En cambio optó por ser mucho más eficiente en las sensaciones que quería generar en el público y hace un buen uso de la cámara y el timing de filmación. Una película que nos indica que el talento de Shyamalan está saliendo del coma y que puede retomar la buena senda una vez más. Ojalá vuelva al pulso que supo tener con "Sexto Sentido" o "El Protegido".
Si pensamos en los últimos fracasos de M. Night Shyamalan -"El fin de los tiempos" (2008), "El último maestro del aire" (2010) y "Después de la Tierra" (2013)-, el nuevo film del director hindú es entretenido e implica un retorno a sus épocas más interesantes. El dato más llamativo es que esto lo logró con sólo cinco millones de dólares. Para quien no lo recuerde, Night Shyamalan sorprendió a multitudes con varias películas de suspenso que, sobre el final, tenían una vuelta de tuerca muy cautivadora; sirva de repaso: "Sexto sentido" (1999), "El protegido" (2000) y "La aldea" (2004). Probablemente, en esta nueva realización, la diferencia radique en que el espectador notará el desenlace antes de tiempo, reduciéndola a una suma desmesurada de golpes de efecto. "Los huéspedes" se sirve del found footage, un recurso narrativo que indaga en el falso documental, una perspectiva cinematográfica muy utilizada en los últimos tiempos dentro del cine de terror -"El proyecto Blair Witch" (1999), "Actividad paranormal" (2007) y "[REC]" (2007), entre otras-. Una madre deja que sus dos hijos adolescentes (Olivia DeJonge y Ed Oxenbould) pasen una semana de mini-vacaciones en la casa de sus abuelos (Deanna Dunagan y Peter McRobbie), a quienes no conocen. Ella no se habla con sus padres desde hace 19 años, luego de una fuerte discusión que derivó en el abandono de su hogar. En ese contexto, los nietos Becca y Tyler arribarán a una despoblada zona de Pennsylvania con sus cámaras digitales proponiéndose filmar un documental sobre la historia de su familia. Mientras pasan los días y captan cada detalle de su estadía, comenzarán a notar que los ancianos empiezan a comportarse de manera extraña y que no son tan simpáticos como parecían. Así, "Los huéspedes" nos mantiene atrapados esperando un desenlace cautivador, apoyándose en una consistente narración y contando con actores que desarrollan sus papeles de forma elocuente. La película cuenta, para alivio del espectador, con varios toques de humor que servirán de cable a tierra luego de escenas escalofriantes. Bajo esta performance, Night Shyamalan intentará reconquistarnos con un thriller de terror austero y habituado a las nuevas reglas de un género que, últimamente, no aporta nada nuevo. Y, pese a que entretiene e incomoda no logra convencer del todo. Es que, al final, nos queda ese sabor amargo de que 'esto ya lo vimos'.