Ariel Winograd es un férreo amante de la cultura y cinematografía estadounidense. Fanático de Los Simpson, Disney y admirador del director Judd Apatow, uno de referentes de la comedia norteamericana de los últimos 20 años, el realizador de Cara de Queso (2006), Mi primera Boda (2011) y Vino para robar (2013), entre otras, no puede dejar de lado en sus films todo su amor por la comedia e idiosincrasia hollywodense. Y Mamá se fue de viaje (2017), su último trabajo, no es la excepción. Del mismo modo que lo hizo en Sin hijos (2015), Winograd trata otra vez la temática de la paternidad, las relaciones de pareja y los vínculos familiares. Cuestiones similares a las que trabaja Apatow en gran parte de su filmografía. Mamá se fue de viaje tiene un mucho de eso: un padre que no conoce a sus hijos y no los entiende, una madre que no se siente querida ni escuchada y, además, cuatro pibes que no tienen límites. Todas las problemáticas de las familias disfuncionales de la actualidad, pero en clave de comedia. Winograd parece tener desde algunos años una fórmula para dirigir comedias que funcionan bien en el mercado local e internacional. Una receta con los mismos condimentos e ingredientes -temáticas, actores, argumentos-. Su enorme talento y capacidad para hacer reír hace que sus películas cumplan con su cometido principal: divertir y entretener de una forma sana, siempre por fuera del clásico costumbrismo del cine nacional (Suar, Francella, Darín). Para nada un logro menor. “A mí me encantaría estar en tu lugar. Tu única obligación es lleva a los chicos al colegio”, le recrimina Víctor Garbo (Diego Peretti) a Vera (Carla Peterson), la mujer con la que está casado desde hace 20 años y con la que comparte cuatro hijos: Bruno, Lara, Tato y Lolo. Como respuesta a esa frase sin sentido, agobiada por la vida de ama de casa full time sin su colaboración, Vera decide irse de viaje por unas semanas y dejarle los cuidados del hogar y de los chicos a su marido. A partir de ahí comienza lo mejor de la película. La primera parte, en la que se describe la saturación de la mamá de la familia, arranca medio dubitativa, como muy explicada. Sin embargo, cuando el personaje de Peretti se descubre solo en la casa y con los chicos a cargo todo se vuelve mucho más divertido, con enredos y situaciones delirantes. Además de la temática, Winograd repite nuevamente su condición de director fetiche. Un realizador que se encapricha -en el buen sentido de la palabra- con sus actores. En Mamá se fue de viaje vuelve a tener en el elenco a Diego Peretti, Martín Piroyansky y Guillermo Arengo. No obstante, su ensañamiento es justificado. Todos ellos se destacan y siempre realizan un impecable trabajo. Lo mismo hizo con el uruguayo Daniel Hendler en Cara de Queso, Mi primera boda y Vino para robar. Mamá se fue de viaje es una linda y divertida comedia. La película derrocha por todos lados la impronta de Winograd, su forma de hacer humor y cómo mostrarlo. Cómo reírse de los problemas cotidianos, cómo enfrentarlos y, también, cómo aprender de ellos. ¿Puede ser una historia repetida y sacada de un típico film hollywodense? Sí, sin embargo, su marca personal es tan grande que resulta imposible no identificar una obra suya en tan solo unos segundos. Ese estilo lo convierten en uno de los mejores directores de comedia del cine nacional en la actualidad y en alguien al que vale la pena apostar.
Buen padre, mal tipo Sinónimo de comedia argentina, Ariel Winograd ha demostrado a fuerza de eficacia ser la cara repetida detrás de Patagonik, donde realiza un film al año, ya sean comedias románticas, familiares o de acción. Sus últimas producciones, Sin Hijos (2015) y Permitidos (2016), además, abordan temáticas sociales en boga: la pareja que se vanagloria de no tener hijos o aquella que acepta la infidelidad si se trata de un famoso inalcanzable. En Mamá se fue de viaje (2017) el tema de actualidad pasa por una madre (Carla Peterson) que, agotada de su rol de ama de casa multifuncional, decide partir por diez días a un viaje de placer, dejando a su marido Víctor Garbo (Diego Peretti) a cargo de las tareas domésticas con sus cuatro hijos Bruno, Lara, Tato y Lolo (Martin Lacour, Agustina Cabo, Julian Baz, y Lorenzo Winograd). El caos no tarda en llegar, y tampoco los gags físicos en una comedia familiar con puntos en común con los films de Steve Martin, Chevy Chase o Adam Sandler. El argumento del mal padre absorbido por las exigencias de su trabajo que debe recuperar en tiempo récord a sus hijos, es manejado por el director con gran conocimiento del género aunque, por suerte, la cosa no queda ahí. Más allá de las complicaciones del padre de familia la historia hace foco en la ausencia de la mujer como verdadera organizadora de la vida privada, poniendo en evidencia nada menos que a un machismo resquebrajado con frases del estilo “se aplaude al asador pero nunca a la que hace las ensaladas”. Este cuestionamiento de nuestra idiosincrasia significa otorgarle un giro más actual y moderno a las reglas de la comedia familiar, uno de los géneros por excelencia conservador en su mensaje: los roles dentro de la familia pueden cambiar, pero la idea de familia se mantiene intacta. La segunda línea argumental lo tiene a Garbo en pleno campo laboral, disputando poder con un joven y exitoso gerente apodado DiCaprio (Martín Piroyansky), ante los ojos de su jefe (Mario Alarcón). En ese lugar el protagonista al frente de la gerencia de recursos humanos también depende de una mujer, su secretaria, para organizar su rutina. Los papeles femeninos son fuertes y de una presencia imponente en el film, desde Peterson quién expresa con pequeños gestos todas las sensaciones internas que transita su personaje, hasta una gran Pilar Gamboa como la empleada doméstica de principios y armas tomar que soluciona problemas hogareños ante la ausencia de la madre de los chicos. Con este tema la película no sólo crece, sino que además trasciende gratamente sus fronteras de género para deslizar una crítica social. Todo en el marco de una historia efectiva, divertida y funcional.
Ariel Winograd se transformó en un verdadero experto en comedias. “Mi primera boda”, “Permitidos”, “Sin hijos”, “Cara de queso” son los ejemplos logrados y exitosos. En este caso, con libro de Mariano Vera, sobre idea de Juan Vera, el acento esta puesto en la filosa observación del mundo de una madre de cuatro hijos, que para su esposo, un ejecutivo en crisis, lleva una vida con tiempo y tranquilidad, porque simplemente no hace “nada”. Ese retrato de una mujer que eligió criar a sus hijos pero que esta agotada, tironeada entre adolescentes, un niño y un bebé, al borde de su capacidad y desea cumplir con el titulo del film, por solo diez días. Lo suficiente para que su marido entre en una espiral de problemas, catástrofes, consecuencias de sus actos por ser obsecuente y dejarse presionar en su trabajo y que su mundo sin la contención de su compañera se desmorone sin remedio. Carla Peterson se transformará en una verdadera heroína de los trabajos femeninos en el mundo privado del hogar y en público signado por los compromisos de sus hijos, siempre sin reconocimiento. Ese es el punto más fuerte de la película. Aunque no lo más extenso, pero si llamativo. El hombre desesperado a cargo de Diego Peretti, que encontró el punto justo para su personaje que frecuenta la desesperación y el delirio en escenas bien logradas. El resultado total de la historia de este matrimonio con más de veinte años de convivencia, es grato, será un entretenimiento destinado seguramente al éxito de taquilla.
Una fórmula infalible. Pensemos en alguno de los capítulos de Los Simpson donde, por alguna razón, la madre y ama de casa se ausenta varios días del núcleo familiar. De repente, se nos viene a la cabeza aquella popular vivienda de Springfield dada vuelta, los niños en pleno descontrol y Homero vestido con un peculiar traje de Halloween a falta de ropa limpia. Ya sea porque Marge debe pasar un periodo de tiempo tras las rejas, en el hospital debido a una fractura de pierna o porque se ha hecho adicta al juego, su más mínimo alejamiento trae aparejado un desastre colosal. Por supuesto, no hace falta recordar que estamos hablando de la familia disfuncional por excelencia. Pero ¿qué pasaría si replicásemos la misma situación con una familia clase media de la Ciudad de Buenos Aires? La respuesta, quizás, venga de la mano de lo nuevo de Ariel Winograd, un confeso fan tanto de la serie creada por Matt Groening como de la denominada Nueva Comedia Americana. Víctor Garbo (Diego Peretti) trabaja en Recursos Humanos de una importante empresa de artículos para el hogar y lleva 20 años casado con Vera (Carla Peterson), una abogada que ha abandonado su profesión para dedicarse a las tareas domésticas. Ambos tienen cuatro hijos: Bruno, Lara, Tato y Lolo. Completamente extenuada de la rutina, Vera decide tomarse un merecido descanso y viajar unas semanas al caribe. Allí comienzan los problemas para Víctor. El director Ariel Winograd (Cara de Queso; Vino para Robar; Permitidos) continúa demostrando ser uno de los máximos exponentes de la comedia argentina en la actualidad. El realismo y la emotividad de la comedia, adoptado de la escuela de Judd Apatow, representa la característica distintiva de sus historias. Los vínculos románticos, la inmadurez, la amistad y los personajes outsiders se vuelven tópicos claves para comprender este estilo de hacer humor. En el caso de Mamá se Fue de Viaje, la profundidad se corre un poco para dejar lugar a la exageración de eventos desafortunados in crescendo, una formula muy vista en los films hollywoodenses. Diego Peretti, quien ya había actuado bajo la dirección de Winograd en la exitosa Sin Hijos (2015), se pone en la piel de este niño-adulto que necesita desesperadamente de una figura femenina que se haga cargo de la organización diaria. Víctor simboliza el estereotipo de hombre machista e hipócrita que no desea que su mujer trabaje fuera de la casa y que al mismo tiempo desmerece el esfuerzo realizado por ella en la crianza de los menores. Peretti logra hacer de un personaje retrógrado e imposible de empatizar con el público alguien que con tan solo un gesto se roba todas las sonrisas. Un actor que necesitamos ver más seguido en proyectos de comedia. En el caso de los hijos, se trata de cuatro chicos sumamente dependientes cuyas edades van desde los 15 hasta los 2 años. El más pequeño, Lolo, que en la vida real es el hijo del director, constituyó todo un desafío para el equipo que fue superado ampliamente. El film cuenta además con la participación de Martín Piroyansky, el actor fetiche del director, que personifica a un competitivo compañero de trabajo de Víctor. De más está decir que Piroyansky es uno de los humoristas más talentosos de su generación y siempre es agradable verlo, por más que aquí no se destaque. En conclusión, Mamá Se Fue De Viaje es una película familiar, entretenida y un poco distinta a lo que el cineasta nos tenía acostumbrados. Con una historia bastante explotada por el universo cinematográfico yanqui, pero que a pesar de ello no deja de ser revitalizador si consideramos la génesis de la comedia nacional y algunos aspectos visuales muy prolijos que suele llevar el sello Winograd. Una propuesta efectiva y ágil para disfrutar en pantalla grande.
Mamá se fue de viaje: Papá tiene problemas. La madre se va, los hijos quedan con el padre. El padre llora. Una premisa conocida pero con caras argentinas. Lo interesante de adaptar clichés extranjeros (estadounidenses en el 80% de los casos) a proyectos nacionales son los más que interesantes cambios que la visión argenta puedan darle a lo que es un concepto ya conocido hace años. Pues bien, lamentablemente Mamá se fue de viaje tiene muy pocas cosas argentinas que agregarle al la ya familiar premisa de “Apa, parece que mamá era re importante para la familia”. Diego Peretti es un padre que ocupa su tiempo mucho más en el trabajo que en su casa o con su familia, Carla Peterson decide tomarse unas vacaciones de las presiones domésticas. No creo que haga falta más trama, Peretti terminara tras esta experiencia siendo un “mejor padre” y la familia acabara un poco más unida que al principio. Todos los proyectos del guionista y director Ariel Winograd (Cara de Queso, Vino Para Robar, Sin Hijos, Permitidos) funcionan residiendo en un mundo aparte del nuestro, y pueden justificar su tono mediante esta realidad levemente alterada. Esta vez, la propuesta es crear una comedia mucho más terrenal y, en algun punto relativamente realista… pero termina saliendole el tiro por la culata. Se busca encontrar la risa en actividades diarias de todas las familias, pero las situaciones no logran cautivar sin ceder ante la impronta de algo “re loco” (pero aún asi aburrido). La cinta se siente como un rejunte de todas las minimas ideas que se les ocurrieron partiendo del concepto. Hablamos de un cineasta como Winograd que no solo no le hace asco al cliché genérico básico, sino que parece elegir esas ideas que a uno se le ocurren a la primera (y que luego descartaría) y usarlas como su principal arma para entretener. El padre no sabe usar el lavarropas, no sabe los horarios de los chicos… si se te ocurre en menos de dos minutos no tengas dudas de que esta en esta película. Todas las situaciones que propone resultan esteriles, completamente faltas de personalidad y gracia. Los niños actores realizan la labor que pueden, pero parecen haber sido dirigidos buscando algo tan aburrido como resulta el guion. Peretti siempre logro buenos desempeños en proyectos con un lado comico, pero resulta imprescindible para él tener el soporte de un buen guion para trabajar. Todas las partes sobre su empresa terminaban siendo más disfrutables que el resto, quizas por dejar ir toda pretensión de realismo. Pero no es ni la parte familiar, ni la laboral lo que concluye la historia. La relacion con sus hijos literalmente no cambia en nada en pantalla, solo mediante dialogos se dice que termina estando todo un poco mejor que antes, y obviamente en lo laboral no hay evolucion, solo cambio. Por eso entra en escena el personaje de la niñera, que termina actuando como un artificial (otro sinónimo para esta película) modo de desarrollar a nuestro protagonista. Quizás la reseña se lea demasiado dura cuando se la compara a la valoración final, pero la realidad es que el trabajo de Ariel Winograd resulta uno de los más frustrantes para críticar. Ofrece cosas que lamentablemente nadie más pone sobre la mesa en la comedia nacional, pero este es ya su sexto largometraje y no parece que haya evolucionado en nada. Si se busca algo para sacar a la familia de la casa, puede llegar a servir. Por todas las faltas que tiene, Mamá se fue de viaje resulta una alternativa que sobresale en el panorama nacional por la intencion del director Winograd de combinar la comedia con algo que no sea simplemente apuntar la camara a los actores mientras estos hablan. La camara se mueve y la música es utilizada con intencion, dos cosas que tristemente han llegado a ser raras incluso en los demás géneros, pero que especialmente en la comedia resultan más que bienvenidas.
Una típica familia numerosa con un hombre que sale todos los días a trabajar y una mujer que dejó su trabajo para criar a sus hijos. El hombre cree que se desloma laburando, mientras que su mujer dispone de todo el tiempo para ella. “Ojalá estuviera en tu lugar”, le dice Víctor Garbo (Diego Peretti) a su mujer Vera (Carla Peterson). Y así es como ella se decide y se va de viaje. Quizás inspirada en el capítulo de lo Simpson en el que Marge sufre un colapso nervioso y se va a un spa, o no, “Mama se fue de viaje” es una película para ver en familia y pasarla muy bien. El guión de Mariano Vera es preciso y con acertadas actuaciones, la comedia sucede. Desde la dirección Ariel Winograd hace lo suyo utilizando en ocasiones, muy originales “cámara lenta” acompañada de música hip hop. El bebé de la familia, el más chico de los cuatro hijos de Vera y Garbo, es interpretado por Lorenzo Winograd, hijo de Ariel. Es destacable la participación de ese bebé en pantalla. No sé cómo está logrado pero ese nene actúa. Nunca vi a un nene tan chiquito en pantalla haciendo todo lo que requería la escena. Dicen que el trabajo con niños y animales es lo más difícil en una película y aquí el trabajo de Winograd con los cuatro chicos de la familia es sensacional. Destacable también Pilar Gamboa en su papel como niñera y algo más. La película está cargada de situaciones desopilantes, pero que suceden naturalmente. No busca la risa sino que la causa y los gags son el condimento perfecto para pasarla bien. Diego Peretti y Carla Peterson hacen una buena dupla. Una pareja creíble. Mamá se fue de viaje, es una auténtica comedia en donde muchos y muchas se van a identificar.
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El sabor de lo conocido. En el juego de los roles del cine argentino, Ariel Winograd ha asumido desde el inicio de su carrera el lugar del comediante. De director de comedias que pueden oscilar entre lo clásico y lo moderno, pero que tienen al cine industrial estadounidense como metro patrón. Con esa certeza y envidiable determinación construyó una carrera sólida y homogénea en relación a su persistencia en el género, pero también en cuanto al resultado final de sus trabajos. Winograd lleva media docena de comedias al hilo desde su debut en 2006 con Cara de queso. Cinco años separan a aquel debut de Mi primera Boda, primera comedia pura de su filmografía, y también la más floja. A partir de ahí Winograd ha hilvanado cuatro películas, incluyendo la recién estrenada Mamá se fue de viaje, que pueden haber golpeado con mayor o menor precisión, pero siempre han dado en el clavo del género. De original hay poco en Mamá se fue de viaje, cuyo argumento trae desde el comienzo el sabor de lo conocido. Víctor y Vera llevan 20 años de matrimonio, tienen cuatro hijos y se reparten los roles familiares del modo más clásico posible. Él, empresario medio pelo que consiguió con esfuerzo llegar a gerente de recursos humanos de una cadena de supermercados de insumos industriales. Ella, abogada, dejó de ejercer para convertirse, maternidad mediante, en un ama de casa más sufrida que abnegada, a pesar de que se trata de una familia de clase alta y cuenta con el apoyo estratégico de “la señora de la limpieza”. Fe de erratas: está bien, ahí donde se ha dicho “clásico” debe leerse “conservador”; tanto como el posterior planteo. Vera se queja de que no da más y Víctor retruca que no es para tanto: “sabés lo que daría por estar todo el día en casa con los chicos”. Las consecuencias no se harán esperar. Ella se irá de viaje por unos días, dejándolo a cargo de todo. Lanzada la bomba, el trabajo de Winograd consiste en mostrar las consecuencias que la explosión provoca en la vida de Víctor, dejando a Vera en un oportuno fuera de campo idílico. Porque si bien el planteo es conservador, no lo es tanto como para arruinarle a la mujer sus merecidas vacaciones. En cambio registra a conciencia la esperable ineptitud con que Víctor trata de suplirla en la cotidiana tarea de ser padre a tiempo completo. Aunque el nudo del relato parece un poco anacrónico, alcanza con atender a la realidad para darse cuenta que quizá no lo es tanto. Es cierto que Mamá se fue de viaje está construida a partir de fórmulas; que abunda en situaciones ya vistas hasta en los dibujos animados; que los cambios operados en sus personajes parecen no ser más que superficiales, y que no consigue nunca convertirse en una comedia de carcajadas, más allá de momentos esporádicos. Pero así y todo logra mantenerse en aceptable estado de gracia. Buena parte del mérito radica en un acertado elenco, con Diego Peretti y Martín Piroyansky como estandartes, buenas labores de Carla Peterson y de los cuatro chicos. Todo eso sin restar importancia al oficio del director, quien maneja los tiempos para que lo viejo mantenga algo de su conocido encanto.
El regreso a las viejas comedias familiares norteamericanas de inicios de milenio tiene su versión local con Mamá se fue de viaje, donde se pone en juego un convencional modelo de familia de clase alta cuyo padre debe superar las adversidades que le presentan el cuidado de sus hijos ante la partida temporal de la madre. Modelos parentales que han quedado en el pasado pero que al parecer siguen rondando por nuestra sociedad, en una comedia que aún así promueve la risa. El planteo de un relato con estos personajes característicos, extremadamente estereotipados, termina irreductiblemente por caer en los lugares más comunes del género. Desde el primer momento es bien sabido hacia donde irá a parar el conflicto, cómo y cuándo se resolverá. Es debido a esto que el guión de Mariano Vera apunta a crear las situaciones más descabelladas para encontrar lo que busca la película: hacer reír, y que lo más disparatado y cliché del desarrollo de la trama quede relegado a segundo lugar. La sólida estructura clásica de la obra se refuerza bajo la dirección de un Ariel Winograd – de más que probada experiencia en comedias – que maneja los tiempos de forma que el humor no llegue a saturar con los inverosímiles momentos que propone el relato. La mayor problemática de Mamá se fue de viaje radica en que los mayores momentos de tensión cómicos que ponen de relieve la caricaturización y falta de naturalismo de personajes muy lejanos a lo que puede considerarse una persona creíble. La misma exageración que hace mella en los giros dramáticas, también exagerados lo que lleva a que el punto más fuerte del film se de en la relación que proponen los personajes de Diego Peretti y Pilar Gamboa que se enmarca en el espacio más dramático y emotivo de la trama. No debe dejarse de mencionar la dirección fotográfica del gran Félix Monti en cuanto a colores saturados y, junto a Winograd, responsables de asombrosos planos secuencias como el realizado al comienzo de la obra, que a la vez encuentra un recurso atractivo en la rotura de la cuarta pared y la interpelación al espectador por parte del protagonista. El arcaico planteo y el inverosímil desarrollo de Mamá se fue de viaje redunda en una comedia entretenida y dinámica mas evidente y anunciada, que no propone nada nuevo sino que por el contrario se retrotrae a los representantes del género más clásicos norteamericanos, pero sin llegar de ninguna forma al estrato de clásico.
Mamá se fue de viaje, de Ariel Winograd Por Jorge Bernárdez Entre los muchos inconvenientes que presenta Mamá se fue de viaje, está el verosímil y lo difícil que se hace hacer coincidir la imagen del padre de la película que interpreta Diego Peretti (con su habitual solvencia), con las cosas que hace y cómo enfrenta las situaciones. Al comienzo tenemos un matrimonio de varios años y muchos hijos. Victor (Peretti) y Vera Garbor (Carla Peterson) juegan de memoria el juego del matrimonio acomodado, Victor es gerente de una multinacional de artículos para el hogar y de construcción, ella es abogada, pero cuando la familia empezó a producir hijos abandonó su carrera y se dedicó a ser el centro del hogar. Por ese proyecto Vera dejó de lado montones de cosas que le hubiera gustado hacer, pero todos sabemos que cuando toca el momento de decidirse a ser el 9 de Boca o una estrella de rock, hay que lanzarse a eso dejando todo de lado. Vera optó por ese modelo de familia tradicional para atender a sus tres hijos y a su marido. La película lo encuentra a Victor en un momento de crisis laboral y aunque él no lo perciba, también de crisis de pareja, No son las únicas cosas que Victor no percibe pero tampoco vamos a espolear la película así que sigamos adelante. Una serie de comentarios desafortunados y algunas desatenciones, provocan que Vera decida que es un buen momento para cumplir al menos un sueño: conocer Machu Pichu. En una cena con la familia a pleno, anuncia el viaje pero es otra cosa que Victor no escuchará, si a esta altura ya uno empieza a sospechar que Victor es un gil de gomería y el día del viaje la familia está sorprendida de las valijas de mamá Vera que los desafía a que sobrevivan sin ella. No hay que ser un genio para saber que Victor no está capacitado para manejar la casa y la vida de cuatro hijos, con edades que van del preescolar a casi el fin de la secundaria. Bruno, Lara, Tato y Luna van a obligar a Victor a tomarse vacaciones justo en el momento en el que la empresa planea una expansión y el más trepador de sus compañeros gana terreno de manera constante a expensas del abrumado Victor, que ve desmoronarse su hogar, su carrera y que además se comporta como un verdadero explotador. Por supuesto que el camino del aprendizaje hará que Victor aprenda cosas fundamentales de la vida, reencuentre a su familia y en cierta forma arregle la mayoría de los desastres que provocó por ser bastante idiota. Es el momento de decir que la película no es del todo torpe, que los actores llevan adelante sus personajes con oficio, que los cuatro chicos están bien, pero que a pesar de todo eso, el hecho de que un grandulón de más de cuarenta años actúe frente a la primera menstruación de su hija como si estuviéramos viendo una de las películas de Sandrini de los setenta -hasta a Francella en los noventa se lo hubiéramos soportado pero no en 2017, no a Peretti-. Con todo digamos que ese no es el único problema de inconsistencia, pero que lo que vamos a marcar ahora es casi una constante en el cine nacional y en la televisión. Victor Garbor está casado con Carla Peterson, que por más baqueteada que la hagan aparecer es de un belleza deslumbrante y tiene un trabajo por el que debe cobrar un sueldo de seis cifras por mes. Uno ve la forma de actuar de Victor y no se lo cree. Hay buenos chistes, hay mucha agitación y como entramos en temporada de vacaciones de invierno, es casi seguro que las doscientas salas en las que se estrena recibirán grupos familiares dispuestos a pasar el rato sin ganas de pensar demasiado. Si ese es el plan que buscan, seguramente esta será su película. MAMÁ SE FUE DE VIAJE Mamá se fue de viaje. Argentina, 2017. Dirección: Ariel Winograd. Intérpretes: Diego Peretti, Carla Peterson, Muriel Santa Ana, Martín Piroyansky, Guillermo Arengo, Pilar Gamboa, Maruja Bustamante y Mario Alarcón. Guión: Mariano Vera. Fotografía: Félix Monti. Dirección de arte: Daniel Gimelberg. Edición: Pablo Barbieri. Distribuidora: Buena Vista Internacional. Duración: 99 minutos.
Una vez más, Ariel Winograd realizó un film que plantea conflictos de la clase media alta urbana, con una indudable capacidad de retratar conflictos (no demasiado profundos) sobre la vida actual. Así sucedió en “Mi primera boda”, “Sin hijos” o “Permitidos”. En este caso, “Mamá se fue de viaje” narra cómo un gerente entra en crisis cuando su mujer se toma vacaciones y lo deja a cargo de sus cuatro hijos, y pone su vida al borde del colapso. Winograd presenta un elenco correcto, en el que Diego Peretti es el verdadero protagonista. Este film es tan efectivo como convecional: gags constantes, temática que identifica, recorrido emocional previsible y correctamente presentado hacen que “Mamá se fue de viaje” prometa otro éxito de taquilla con una búsqueda de entretenimiento más bien superficial, incluso algo antigüa, aunque bien construida.
Comedia familiar con buenos ganchos Satisface debidamente al público familiar (y al femenino en particular) esta nueva comedia de Ariel Winograd, con los previsibles desastres que sufre un marido cuando pretende reemplazar a su mujer en el cuidado de la casa y de los hijos, que encima tampoco ayudan demasiado que digamos. La fórmula es poco novedosa, medio "a la americana" pero chistes, artistas, efectos especiales, en fin, todo permite pasar un rato entretenido y darle unos cuantos espectadores y unos buenos dinerillos al cine nacional. En el elenco, Diego Peretti, Carla Peterson (lástima que se va de viaje), los inefables Mario Alarcón y Martin Piroyansky (del elenco casi estable de Winograd), Muriel Santa Ana, Guillermo Arengo, Maruja Bustamante, Pilar Gamboa, y las nuevas generaciones. Se afirma así el equipo de "Sin hijos", encabezado por Winograd, director, Juan Vera, productor principal, Mariano Vera, guionista, y Diego Peretti, protagonista ya insustituible, lo que da por supuesto que el año próximo (¿o en Navidades?) nos darán otra comedia igualmente feliz. Se afirma también un concepto de cine "industrial" denostado por los "independientes" pero favorecido por el público, por la empresa Patagonik, y algunos dicen que también por la nueva reglamentación del Incaa, lo que impulsa viejas y quizás inútiles discusiones. Pero ese ya es otro tema.
Eficaz retrato de la gran familia argentina Con cinco películas en los últimos seis años, Ariel Winograd ha logrado una continuidad y una solvencia inéditas dentro del siempre difícil género de la comedia en el cine argentino contemporáneo. Con Mamá se fue de viaje ocurre algo contradictorio: se trata de uno de los guiones más elementales y previsibles de su filmografía (él no escribe las historias), y sin embargo probablemente sea en la que más se luce como realizador. Víctor y Vera están casados desde hace dos décadas y tienen cuatro hijos que van desde el adolescente Bruno hasta el bebe Lolo. Él (Diego Peretti) es un gerente workaholic de una cadena de grandes almacenes; ella (Carla Peterson), la abnegada ama de casa que se encarga de los mil y un detalles de la dinámica cotidiana. Cuando Vera decide irse unos días de viaje sola, Víctor cree que su "suplencia" será sencilla. Nada más lejos de la realidad. Con la Nueva Comedia Americana y, por qué no, Los Simpson como principales referentes, Winograd acumula enredos familiares que ofrecen una tibia crítica al machismo reinante y extrañan un poco más de negrura (la excepción es la delirante secuencia del Family Day organizado por la corporación donde trabaja Víctor). De todas maneras, las sólidas actuaciones, la impecable producción y la ajustada puesta en escena hacen del film un entretenimiento tan efímero y superficial como decididamente eficaz.
¿Y a vos quién te necesita? Comedia que protagonizan Diego Peretti y Carla Peterson, sin clisés del costumbrismo local. Con el prototipo de la nueva comedia americana, pero en versión local y como es su hábito, escapando a los clisés remanidos del costumbrismo argentino, Ariel Winograd viene construyendo una carrera bastante pareja en el género. Mamá se fue de viaje vuelve sobre la paternidad (como Sin hijos) y las relaciones de pareja (como casi todas sus películas), y a trabajar con Diego Peretti (y con Martín Piroyansky y Guillermo Arengo). A favor de esto último es que exprime lo mejor que puede a sus intérpretes, aunque algunos personajes secundarios sean esquemáticos. Peretti es Víctor Garbo, gerente de recursos humanos que quiere un ascenso, esposo y padre de cuatro hijos entre adolescentes y pequeños, en ese orden de prioridades. Todo se trastoca –la base de la comedia- cuando su no tan ingenua frase “A mí me encantaría estar en tu lugar” recibe por parte de su mujer (Carla Peterson) la decisión de irse de vacaciones y dejarlo a cargo de los chicos y el hogar. Solo. Garbo en la práctica no conoce a sus hijos, Vera no se siente (no es) escuchada por los suyos, ni estimada, y el pronóstico indica disparatado, con momentos de ternura. La química o no de Peretti con los actores que encarnan a sus hijos –todos con algún conflicto y que no conocen prácticamente límites- era fundamental para que Mamá se fue de viaje circulara por los carriles de la comedia amable y entradora. Eso está logrado, más allá de algunos subrayados y simplificaciones que le quitan y no le dan valor agregado al asunto. Y como en varias de sus realizaciones, al aproximarse el desenlace Winograd se pone reflexivo, pero no solemne, que es muy distinto y sería catastrófico, acerca de los valores y de cómo reírse de los problemas más cotidianos. Aún sin la sagacidad de Sin hijos, que ofrecía inesperados momentos con punch, Mamá se fue de viaje es la comedia que el cine argentino hace poco, muy poco, y es el modelo que mejor le cabría a nuestro llamado cine industrial o comercial.
Desde el vamos, una familia siempre fue un formidable elemento de comedia. Ariel Winograd lo entendió desde su debut en Cara de Queso (2006). Mi Primera Boda (2011) y Sin Hijos (2015) son otros ejemplos muy evidentes, pero está presente en cada uno de los films que dirige. En ese sentido, Mamá se fue de Viaje (2017) bien califica como su opus magnum. En esta oportunidad, la historia se centra en la familia Garbor, compuesta por Víctor (Diego Peretti), Vera (Carla Peterson), y los cuatro hijos de ambos: Bruno, Lara, Tato y Lolo, que van de los 14 a los 2 años. Víctor es gerente de una empresa, mientras que Vera ocupa el rol de ama de casa. Víctor piensa que Vera no se sacrifica demasiado, que sólo le alcanza con llevar a los chicos al colegio, darles de comer y un poco más. Tras este comentario, y agotada por la rutina, Vera decide irse diez días a su tan anhelado Machu Pichu. Víctor piensa que será pan comido reemplazarla, pero pronto descubre que hacerse cargo de la familia implica una gran responsabilidad y deberá hacer lo imposible por no quedar desbordado. En sus películas anteriores, Winograd bebía más de cineastas como Judd Apatow, Greg Mottola y la Nueva Comedia Americana en general. Aquí se pueden apreciar influencias de más atrás, de nombres como John Hughes (sobre todo en su faceta de guionista) y Chris Columbus, de películas como Señor Mamá (Mr. Mom, 1983), con Michael Keaton, y Más Barato por Docena (Cheaper by the Dozen, 2003). Como suele ocurrir en esos casos, hay adultos civilizados que pierden el control y niños revoltosos que terminan comportándose con madurez, en un tour de aprendizaje para todas las partes. Pero, como a lo largo de su filmografía, Winograd evita caer en la copia barata, en el guiño, y le da personalidad propia al film, y lo hace con un nivel de producción que nada puede envidiarle a aquellos exponentes de Hollywood. Si bien la estructura es conocida, el director y el guionista Mariano Vera agregan una subtrama que enriquece la historia y permite que el tercer acto se vuelva más complejo y menos predecible. La clave de estas comedias reside en el elenco, y aquí está su punto fuerte. Peretti había demostrado en Sin Hijos su versatilidad para esta clase de películas. Aquí compone a un hombre que, mientras debe ocupar el papel de madre, tiene que cuidar su trabajo en la compañía, donde debe lidiar con su superior (Mario Alarcón) y con DiCaprio (Martín Piroyansky), un muchacho ambicioso. Carla Peterson también vuelve a dejar en claro lo bien que le sienta el género, más allá de que aparece en momentos muy concretos. Como corresponde, los cuatro chicos se roban sus escenas (incluyendo Lorenzo Winograd, hijo de Ariel, como el más pequeño del clan). Guillermo Arengo y Muriel Santa Ana aportan sus bocadillos, pero quien logra destacarse por sobre los demás secundarios es Pilar Gamboa. La actriz de La Muerte de Marga Maier (2017), entre otras, compone a una joven que influirá de manera decisiva en la vida de Víctor, dentro de una subtrama que también podría haber tenido su propio largometraje. Mamá se fue de Viaje es un festival de gags, y también una invitación a reflexionar sobre la familia, la paternidad, la rutina, la vida. Además, ya no quedan dudas de que Ariel Winograd es el verdadero padre de la comedia argentina actual.
¿Y dónde está mamá? La fórmula de Winograd aplica a tomar ideas conocidas y probadas en éxitos hollywoodenses y trasladarlas a nuestra idiosincrasia. El reflejo más fiel de esto fue su segundo opus Mi gran boda, con la que pegó un volantazo frente a su ópera prima más costumbrista y local, Cara de queso. Hay una premisa que funciona a modo e gancho y que moviliza ciertas ideas establecidas en nuestra sociedad: la necesidad de formalizar a pedido de un tercero, la posibilidad de ser una familia de dos sin necesidad de procrear, o la chance de incorporar a terceros a la pareja. Así como en los ’70 el dúo conformado por Alberto Olmedo y Jorge Porcel plasmaban, en el entorno de sus comedias, los tabúes de la infidelidad, del desapego al matrimonio, o el qué dirán, Winograd (o en todo caso sus guionistas, en esta ocasión Juan y Mariano Vera) huelen qué sucede en la cabeza del argentino promedio actual. Ahora ponen a prueba los roles femeninos y masculinos dentro de la familia, desde una postura canchera, fresca, y pretendidamente actual. Los Garbor llevan 20 años de casados, tienen cuatro hijos y una vida acomodada (no nos olvidemos que estamos en el universo Winograd). Ella, Vera (Carla Peterson) es la que se encarga de llevar el hogar adelante, se siente agotada pero su función no tiene vacaciones, o no; porque toda la historia gira en torno a ese disparador: mamá se agota y se va de vacaciones por diez días. Victor (Diego Peretti) se verá obligado entonces a hacerse cargo de las tareas que antes realizaba su esposa, balanceándolo con la vida laboral, que, casualmente, se encuentra en un momento complicado en plena lucha con un compañero interpretado por ese fetiche de Winograd llamado Martín Piroyansky. Una comedia con vista al norte: No será difícil encontrar paralelismos en Mamá se fue de viaje. Más allá de que su puntapié inicial (y casi todo su desarrollo troncal) nos haga acordar mucho a un capítulo clásico de Los Simpson; es fácil pensar que esta película pudo ser realizada en Hollywood hace un par de años. Pensemos en una etapa previa a la irrupción de Judd Apatow, a ese estilo desprejuiciado de chistes sexuales sobre adolescentes que pasaron los treinta años. Había un terreno en el que los reyes de la comedia triunfaban dentro de la comedia familiar. El Victor Garbor de Peretti perfectamente pudo ser Ben Stiller o Adam Sandler en sus productos más amables, y Peterson cualquiera de sus partenaires, desde Drew Barrymore a Kate Beckinsale o Jennifer Aniston. Winograd dirige con lo que ya es una marca propia, un estilo universal que le escapa a localismos básicos, aunque deja entrever algo de la idiosincrasia nacional. Para eso serán fundamentales los dos actores probados, rostros familiares con los que al espectador de uno y otro sexo no le costará empatizar. Esa identificación que logran, sobre todo Peretti (un todoterreno de la actuación, pero sobre todo de la comedia, infalible), tiende a perderse -nuevamente- en el contexto en que se desarrolla ese universo Winograd. ¿Cuántos de quienes asistan a sala vivirán como los Garbor? En el mudo en que se desarrollan sus películas no existe ya la clase media baja, la que cualquier estadística marca como mayoritaria dentro de los habitantes de este país. Gente de un pasar acomodado, con problemáticas algo superficiales, que se disputan puestos de gerentes y se plantean una rutina recargada de gastos. Esto funciona bien en el marco de los suburbios en los que Sandler y Stiller (por tomarlos como ejemplos) desarrollan sus juegos, quizás como un ideal de lo que muestran hacia el mundo. Acá, donde el espectador ve algo más palpable, no deja de sonar a un poco de artificio. Sacando estos asuntos que ya son moneda corriente en el cine del director -y que su éxito garantizado son prueba de la aceptación del público- Mamá se fue de viaje es un producto eficaz. Tiene en su elenco, además de los mencionados, a un grupo de secundarios destacados como Mario Alarcón, Pilar Gamboa, Muriel Santa Ana o Guillermo Arengo; y a los más jóvenes Martin Lacour, Agustina Cabo, Julian Baz, y Lorenzo Winograd que rebozan de carisma. Su puesta es elegante, ágil y a gran escala, como para captar de inmediato al público amplio. Conclusión: Ariel Winograd repite su fórmula con sus pros y sus contras en Mamá se fue de viaje. El elenco talentoso, la gracia de la puesta, y la mirada actual a cuestionamientos tradicionales, apuntalan para arriba por sobre el típico alejamiento de clase.
Ariel Winograd es el padre de la nueva comedia, así, sin vueltas, nadie ha podido como él comprender los cambios y gustos de la audiencia, ofreciendo historias entretenidas con premisas básicas pero efectivas y taquilleras. En esta oportunidad, en el derrotero de un hombre que debe de un día para el otro hacerse cargo de la casa y sus hijos, hay un retroceso estilístico, argumental y narrativo, y aún así y todo, gracias a la solvencia de Diego Peretti y el elenco de niños, se transforma todo en una propuesta convencional, sí, pero efectista.
“Quise hacer un capítulo de Los Simpson”, dice el director Ariel Winograd sobre su nueva película. Y salvando las distancias consiguió bastante de eso. De hecho, los memoriosos y fans de la serie recordarán el fantástico episodio en el cual Marge se va al Rancho Relaxo para tomarse unas vacaciones de su familia por mucho estrés y Homero queda a cargo de los niños. Básicamente ese es el plot de Mamá se fue de viaje, y si bien Diego Perreti no encarna a un inspector de seguridad de una planta nuclear, si presenta muchas dificultades como padre e ignorancia absoluta en los quehaceres de la casa. Es ahí donde radica lo mejor del film y por donde hay que analizarlo porque realmente te reís mucho en bastantes secuencias. Si bien también es verdad que ciertos aspectos del guión, y por consiguiente sus chistes, atrasan un poco en el sentido que hoy queda un poco demodé que un hombre no sepa usar un lavarropas, también es cierto que hay muchas familias que siguen viviendo de esa manera. Y como casi todas las películas de Winograd, ésta se basa en hechos reales. La fórmula es la de comedia americana pero adaptada a nuestra idiosincrasia. Ya he escrito sobre “La Nueva Comedia Argentina y sus abanderados”, y este estreno si bien no es su mejor exponente es un gran producto. La realización es impecable y funciona todo como relojito: planos, música y montaje. El elenco muy sólido con Peretti a la cabeza, Pilar Gamboa muy bien y Carla Peterson breve pero sólida. Punto y aparte para Lorenzo “Lolo” Winograd, el hijo menor del director que hace del hijo más chiquito de esta pareja ficticia. Definitivamente tiene los mejores momentos. Tan graciosos como puros. En definitiva, Mamá se fue de viaje es una película para todo público en el mejor sentido de esa expresión. Una buena comedia argentina para ver en el cine.
Los primeros minutos se presentan los personajes y el cansancio de la madre de familia. A algunas mujeres les pasa o les ha pasado que dejaron todo por criar a sus hijos, estar al lado de su marido y dedicarse únicamente a todos los quehaceres familiares, eso es lo que le sucede a Vera (Carla Peterson) dejó su trabajo como abogada para dedicarse a su familia. Su marido Víctor Garbo (Diego Peretti) lo único que hace es trabajar y sufrir algunas presiones laborales pero no conoce ni a sus hijos ni el movimiento de su hogar. Y no tiene la mejor idea que decirle a su esposa “A mí me encantaría estar en tu lugar. Tu única obligación es llevar a los chicos al colegio”. Ese es el momento en el que Vera decide irse de viaje por unas semanas y dejarle los cuidados del hogar y de los chicos a su marido. A partir de ese momento comienza esta comedia tradicional y convencional de un matrimonio que vive situaciones límites. El personaje de Peretti se queda a cargo de sus hijos y descubre muchas cosas, además surgen una serie de situaciones: torpes, absurdos, enredos y delirios que divierten por momentos. Tiene el estilo de Winograd en eso de entretener; ya lo hizo en “Cara de queso”, “Mi primera boda”, “Sin hijos” y “Vino para robar”, entre otras. Dentro del elenco secundario se destacan: Martín Piroyansky, Guillermo Arengo, Pilar Gamboa, Muriel Santa Ana, Maruja Bustamante y Mario Alarcón, entre otros.
Las mujeres de tu vida "Mamá se fue de viaje" trata sobre Vera, una mujer que, cansada de lidiar con la rutina de sus hijos, decide irse de vacaciones y dejar todo en manos del padre de familia. Cansada de lidiar con la rutina de sus cuatro hijos, con edades que van desde los dos años a la adolescencia, y de no ser valorada por ellos ni por su marido Víctor, Vera (Carla Peterson) decide irse de vacaciones al Machu Picchu y dejar todo en manos del padre de familia. El problema es que Víctor (Diego Peretti), un adicto al trabajo que acaba de llegar a la gerencia de una empresa multinacional, ni siquiera sabe las edades de sus hijos y, obviamente, todo comenzará -y probablemente termine- de la peor manera. Sin proponerlo como mensaje principal, el director Ariel Winograd plasma una mirada feminista no sólo en su argumento principal, sino en la fuerza de sus personajes secundarios: la vida de Víctor es sistemáticamente fácil por las mujeres que lo rodean: su esposa, que cría a sus hijos; la empleada de su casa y su secretaria. No hubiese conseguido todo aquello que lo enorgullece sin esas relaciones. El punto de inflexión se da por una cuarta mujer (Pilar Gamboa), que llega a salvarlo cuando todo parecía incendiarse y, a través de ella, conocerá la importancia de algunos roles o personas en su vida más allá de su éxito o reconocimiento, pues no denota a la mujer como “sostén” sino que la posiciona como heroína. En clave humorística, en su punto justo, como nos tiene malacostumbrados Winograd (toda su filmografía es excelente), “Mamá se fue de viaje” no deja de ser una comedia familiar, pero, más allá de las risas, de las ocupaciones o roles de cada persona, es intensamente refl exiva y oportuna en estos tiempos en los que los tradicionalistas comienzan a perder sus paradigmas con justicia.
Especialista en la comedia (Cara de Queso, Mi primera boda, Vino para robar, Sin hijos y Permitidos), Ariel Winograd presenta su nueva incursión en el género con Mamá se fue de viaje. La historia gira en torno a Víctor Garbo (Diego Peretti), un hombre que está casado con Vera (Carla Peterson) con quien tiene cuatro hijos: Bruno, Lara, Tato y Lolo. El protagonista, responsable de recursos humanos de una gran empresa, es adicto a su trabajo por lo que siempre pone a su familia en un segundo lugar. Su mujer, agobiada por su día a día y por el poco reconocimiento que recibe por sus quehaceres, decide tomarse unas pequeñas vacaciones y dejar a su marido a cargo de la casa y de los chicos. Si bien la fórmula del padre que no está presente en la vida de sus hijos a causa del trabajo ya fue utilizada múltiples veces en la historia del cine, Winograd logra una historia fresca poniendo su sello personal. Pese a que el guion no ofrece originalidad en cuanto a su premisa, la historia transcurre de una forma tan natural que las risas se harán presentes de forma constante. La película también funciona como una crítica social al machismo que sigue latente hoy en día, ya que muchos siguen sin considerar como trabajo el rol de ama de casa. “Tu única obligación es llevar a los chicos al colegio”, le dice Garbo a su mujer. Ahora, Vera se fue de viaje y él se ve obligado a pedir licencia para hacerse cargo de sus hijos. Es ahí donde Garbo, entre varias situaciones inoportunas y graciosas, claro está, logrará comprender el gran esfuerzo que tiene que hacer su mujer días tras días, dejando de lado el prejuicio existente sobre que el ama de casa se la pasa todo el día viendo telenovelas.
Víctor y Vera Garbor llevan 20 años casados y tienen cuatro hijos de los que se ocupa ella, una Carla Peterson ojerosa y desaliñada pero reina del multitasking. Por eso, cuando ella decide irse de viaje (de pronto, el esquema le parece de lo más injusto), las cosas se complican para un padre (Diego Peretti), un tipo tan absorbido por el trabajo que apenas conoce a sus hijos. Mamá se fue de viaje es el relato de esa semana interminable en la que Garbor (los suyos lo llaman por el apellido) más que hacer lo que puede descubre lo que tiene, entre pequeños desastres domésticos y emocionales. La nueva comedia familiar -para la familia, sobre una familia- de Ariel Winograd es simpática, blanca, previsible y bastante arbitraria. Una comedia a la norteamericana, sin la acidez de Modern Family y con algunas resoluciones torpes pero con la ternura que aportan los chicos y buenos momentos gentileza del oficio, y el talento, de su elenco.
Una mujer casada, con cuatro hijos y un marido más bien autista respecto de las tareas domésticas, se toma vacaciones de su familia. El punto de partida es más o menos trivial, pero Winograd tiene el talento para sacarles el jugo a las situaciones y mostrar algo más que la comicidad televisiva que la situación podría desencadenar. Es cierto que, por momentos, ese mundo parece demasiado visto, pero incluso allí los intérpretes logran que se vea como nuevo.
Mamá se fue de viaje es una comedia modesta que demuestra cómo hasta las ideas más básicas pueden ejecutarse con dignidad. Una comedia de Ariel Winograd siempre será bienvenida. Desde su segunda película, Mi Primera Boda (2011), el director ha sabido mantener una producción constante y pareja. Su estilo carece de genialidad pero es efectivo y sincero, maneja el ritmo en su justa medida, se muestra como un habilidoso costumbrista de la clase media (alta) y ganó buenos aliados actorales, como Martín Piroyansky. Que Winograd sabe filmar queda harto probado en este estreno, Mamá se fue de viaje, una idea sumamente pobre pero explotada con elegancia. El déficit de un guion apresurado es compensado por situaciones irresistiblemente graciosas acompañadas por una plétora de detalles inteligentes en donde se vislumbra el tacto de Winograd para sacarle provecho a cualquier materia prima. El problema está en el hilo conductor, o en una visión macroscópica que delata cierto espíritu improvisado. De todos modos, ya su título ramplón y el oportuno estreno en vacaciones de invierno declara principios de pasatiempo familiar, sin mayores pretensiones que la de convocar a un público desprevenido. El argumento es tan simple que debería considerarse más bien un disparador: Vera (Carla Peterson) y Victor (Diego Peretti) tienen cuatro hijos. Ella está cansada de la maternidad así que se toma vacaciones al Machu Pichu y él queda a cargo de los chicos. Se irán adosando algunas subtramas pero el motor de la comedia es la disfuncionalidad del cambio de roles. Mientras la película se enfoca en el grotesco doméstico, funciona de maravillas, con secuencias de caos logradísimas como el enloquecimiento del lavarropas; cuando necesita encontrar substancia haciendo que el padre descubra que sus hijos le son desconocidos, allí el pulso merma y aparecen parches sentimentales que Winograd no sabe cómo usar. Lo mismo podría decirse de la subtrama en el trabajo: es un carril que se toma más por formalismo estructural que por convicción. La soltura de Diego Peretti para los personajes cómicos es notable. Su mirada tristona, su nariz exagerada y su sonrisa de media cara transmiten una simpatía inmediata. Carla Peterson aporta frescura aunque se mantenga fuera de campo casi todo el relato. El hallazgo del casting está en los hijos: dos adolescentes y dos pequeños (el más chico es hijo del propio Winograd, de un carisma magnético) que en escena crean la dinámica perfecta para que el desmoronamiento del orden doméstico no luzca forzado ni una prestidigitación del montaje.
Crítica emitida en Cartelera1030 por Radio Del Plata el sábado de 20-22hs.
Ariel Winograd, director de "Sin Hijos" y "Permitidos", regresa con otra de sus típicas comedias familiares simples y efectivas, que se ríen de los problemas cotidianos y que focalizan en la paternidad, las relaciones de pareja y los vínculos familiares su principal temática. Ariel Winograd, director de Sin Hijos y Permitidos, regresa con otra de sus típicas comedias familiares simples y efectivas, que se ríen de los problemas cotidianos y que focalizan en la paternidad, las relaciones de pareja y los vínculos familiares su principal temática. Diego Peretti interpreta a un gerente de recursos humanos, padre de cuatro niños y casado hace 20 años con Vera -Carla Peterson-, una abogada que abandono su profesión para dedicarse a sus hijos. Pero la frase, casi emanada a la manera de pregunta retórica, lamentablemente tendrá respuesta y su mujer, agotada de la rutina decide irse de vacaciones y dejarlo a cargo de los chicos y el hogar.Un padre que desconoce de las tareas del hogar y no entiende a sus hijos -malcriados y prácticamente sin límites- desatara el caos. Confeso fan de Los Simpson y la nueva comedia americana, Winograd reúne nuevamente a sus actores fetiches -Diego Peretti, Martín Piroyansky y Guillermo Arengo- para dar rienda suelta a una historia del universo cinematográfico Hollywoodense, y sin los cliché del costumbrismo local, en el que la verosimilitud se corre de lado para dar lugar a los enredos y situaciones delirantes. Mamá se fue de viaje vuelve sobre la paternidad, la inmadurez y las relaciones de pareja, sin la perspicacia de Sin hijos y con una historia básica y previsible con personajes secundarios esquemáticos, pero que permite lucirse a Winograd como realizador y sobre todo a los actores pequeños. Con mayor importancia de los papeles femeninos y el estereotipo de hombre que desmerece al ama de casa, pone en evidencia cierta idiosincrasia machista e hipócrita, centrando los gags en este padre que no solo deberá aprender a lavar la ropa si no a conocer verdaderamente a sus hijos. A pesar de abordar todo muy superficialmente, las actuaciones de los niños y la impecable puesta en escena y ágil dirección, hacen que Mamá se fue de viaje cumpla eficazmente con en su objetivo de entretenimiento y diversión efímera.
Crítica emitida por radio.
Mamá se fue de viaje es un ping -pong divertido sobre las idas y vueltas de una pareja en la crianza de sus hijos. La diferencia entre géneros en la toma de decisiones y la responsabilidad en ciertas tareas hogareñas dentro de una familia, construyen un retrato costumbrista de una familia argentina. Los roles familiares: mamá (Carla Peterson) que dejó su profesión de abogada para criar a su niños y papá (Diego Peretti) gerente de recursos humanos de una multinacional que poco está en su casa, se ven afectados por la falta de templanza de la mujer que cansada de seguir los mandatos familiares se toma el buque al Machu Pichu y deja a los pibes al cuidado del papá. Los chistes sobre el maniqueísmo masculino – ideas universales- acerca de que la mujer debe ser todo terreno y el hombre es un macho proveedor – que no sabe ni atarse los cordones- , son llevados a la comedia de forma hilarante. Ariel Winodgrad, es un gran director, lo alabé por la comedia Sin Hijos, también con Peretti y le critiqué la segunda mitad de Permitidos, su última película, en donde Lali Esposito y Martín Piroyansky se lucen como una pareja en crisis. Siempre he dicho y no me canso de decirlo que Winodgrad tiene las mejores intenciones para con la comedia, para mí es el mejor, no hay otro que le haga mella, al menos en el tipo de comedias que él dirige. Heredero sin duda de la Nueva Comedia Americana, Winodgrad se mete con los kidults (treintañeros tirando a cuarentones) y se trasforma en el “Judd Apatow Argento”. Sus personajes son adultos a que les cuesta crecer, incluso cuando ya son padres de familia. Todo es manejado a la perfección por Winograd en la comedia: la música, los gags, los planos opulentos, las relaciones entre los personajes, las buenas performance –en sus películas todas actúan bien- incluso el dominio por ofrecer títulos de créditos iniciales que hacen una perfecta presentación de los personajes y del tema. En Mamá se fue de viaje el aire de catástrofe se plantea desde la primera secuencia: un padre debe darle la mamadera al bebe Lolo, ese plano en donde Peretti/Victor mira a su hijo desde abajo de una fastuosa y larga escalera (al son de Aire Libre de Lucie Belmond, tema celebre de La salud de nuestros niños), anticipa lo que será el tema de toda la película. Un padre que nada sabe de los quehaceres de la casa, tiene que lidiar con sus cuatro niños (Bruno, Lara, Tato y Lolo) que no le harán las cosas fáciles. Las perfecta elección de los infantes – la química con Peretti es un de lo mejor del metraje-, propician las mejores bases para una película que causa gracia, incluso en los momentos más trágicos. Las mentiras piadosas, los enredos y la soltura con la que deambulan estos personajes ingenuos y buenos construyen un relato gracioso. Todo se va derrumbando en una película que incluso se pone peligrosa, la mujer no está y el padre tiene que lidiar con la casa y con el trabajo. El villano, Di Caprio (Martin Piroyansky), un joven managment, bilingüe e inescrupuloso, que quiere serrucharle el piso a un Peretti desesperado, una empleado echada injustamente que entra a la casa como niñera– genial Pilar Gamboa- y los propios hijos de Victor Garbo, todos construirán una gran ensalada en donde la comedia se desprende de la conspiración y de hacerle pasar el “mal rato” a Peretti/Victor. Peretti es bueno, con su cara de póker y sus parlamentos quejosos, generan empatía con el espectador, incluso en los momentos más incomodos: el discurso del hombre sobre el tiempo libre de la mamá es desbastador y misógino, pero sin embargo causa gracia. Como en This is 40 del genial Apatow, la reconstrucción de la vivencias maritales con niños de por medio, se vuelve acida y poco romántica. Como si el miedo de Peretti/Garbo fuera el del propio director. Mamá se fue de viaje es mucho más que una comedia pasatista, es una descripción agridulce sobre la vida en familia, plagada de gags y momentos graciosísimos. Nota al pie: Quiero tomarme una licencia y sugerir una Buddy Movie: me gustaría ver a Martin Piroyansky (Di Caprio) y al gran Iair Said (hace en la película de maestro de kínder de Lolo) como dupla de humor, obviamente dirigidas por Winograd. Los muchachitos son para mí los mejores actores de comedia del cine argentino, y veo en ellos una dupla resultona. Winograd la tiene clara en la comedia y creo que los tres serían un trio memorable. Ojala mi deseo se haga realidad.
La nueva película de Ariel Winograd es nuevamente una comedia de claras influencias hollywoodenses. Protagonizada por Diego Peretti, Carla Peterson y con secundarios de Martín Piroyanski y Pilar Gamboa (ascendente actriz si las hay) entre otros, Mamá se fue de viaje es una divertida propuesta para toda la familia, y con ella como tópico principal. El conflicto es simple, demasiado, como en las últimas películas del director, pero siempre efectista y efectivo. En este caso, con una madre, Vera, que no se siente valorada como tal y la única forma que encuentra de mostrar lo que vale es a través de la ausencia, que al mismo tiempo es un regalo para ella, un viaje, un descanso, algo diferente a la saturación de actividades diarias relacionadas a sus hijos. Lo que la termina de convencer de irse, no es escaparse, sino regalarse diez días de vacaciones en otro lugar, es un comentario machista y menospreciador que le hace su propio marido, Víctor. Él, envuelto en un trabajo que promete buenos augurios pero también presenta mucha competencia, cree que lo que hace su mujer a diario es algo menor, fácil, y termina aceptando, casi a regañadientes, quedarse esos días en casa. No obstante, los hijos son cuatro, de diferentes edades y ninguno se caracteriza por ser tranquilito y educado. Así, la película está llena de escenas donde este padre se ve rápidamente desbordado. Entre un desayuno que no le sale con la calidad y prolijidad a la que su mujer los tiene acostumbrados, más un calendario que nunca termina de comprender y los constantes choques con cada uno de sus hijos, es que se va generando un sinfín de escenas de comedia, unas más efectivas que otras. El trabajo también se hace presente, porque aunque decida tomarse unos días para quedarse en su casa, no quiere perder, quizás más por orgullo que otra cosa, la oportunidad de ganar el puesto de gerente por el que lucha con un joven snob que acaba de llegar de Chicago. Hay además una notable producción. Cosas que se queman, habitaciones que se inundan de espuma, automóviles destruidos. Todo puede ser un desastre y todo efectivamente lo termina siendo, como esa escena inicial, ese adelanto de que las cosas no salieron bien. El resto del film se encarga de mostrarnos cómo se llegó a ese increíble estado, una incansable comedia de enredos. En el medio, los lazos filiales como principal temática, sobre todo enfatizado en la figura del padre. Él no los conoce, no pasa tiempo con ellos, enfrascado en su trabajo, por eso no los entiende y no logra llevarse bien con ellos. Pero también la madre, que no se siente valorada, se siente cansada y eso la lleva a sentirse más grande lo que es. De hecho, las mujeres son las figuras más fuertes y ricas que tiene la película. Acá se destaca también el de Pilar Gamboa, como esa joven a la que las ganas ciegas de Víctor de ascender y ganar el puesto le terminan costando su trabajo. Mamá se fue de viaje es una propuesta divertida y bien hecha, afable, sin muchos riesgos, pero que sin dudas tendrá mucho éxito porque las películas de Winograd siempre funcionan, más allá de las claras influencias norteamericanas no deja de tratar tópicos universales (así como lo fue en sus películas anteriores la posibilidad de llevar una vida sin querer tener hijos, o la idea de que una pareja pueda brindarse permitidos que probablemente nunca lleguen a concretarse).
Penas hogareñas con un papi atolondrad Destinada abiertamente a la gente menuda, el nuevo trabajo de Ariel Winograd (“Cara de queso”) es una repetición de fórmulas conocidas. Tiene la aspiración de que el interminable desfile de torpezas de este padre atolondrado deje un mensajito pro ama de casa, pero sus buenos propósitos vuelta a vuelta naufragan por el trazo grueso de una viñeta familiera que abreva en esas comedias americanas que le da más lugar a la exageración que a la risa. Hogar de clase media. Víctor y Vera llevan 20 años de matrimonio y el rostro de ella trasunta cansancio y dejadez. Víctor tiene un buen cargo en una empresa dedicada a insumos industriales. Pero Vera es una madre sufridora que archivó su titulo de abogada para ejercer de mami todo terreno, con cuatro hijos que exigen atención, tiempo y cuidados. Claro, cuando ella rezonga, el tipo también confiesa sus tensiones en el trabajo. Un día, Víctor, que vive absolutamente ajeno a todo (ni siquiera sabe que la mucama es renga) lanza una frase que cambiará su vida: “Sabés lo que daría por estar todo el día en casa con los chicos”. Y Vera le hace caso. Tentada por Machu Pichu y una amiga, se va una semana de paseo y deja el hogar a cargo de ese padre torpe, desorganizado, olvidadizo, casi un tonto que no sabe entender que cuando su hija le habla de la regla no está refiriéndose la cartuchera. Es allí, en el cambio de roles, donde el libro podía haber aportado algo más que caídas y berrinches. Todo le sale mal a este padre aturdido. No es el único: el otro padre que anda por ahí, uno que busca un destino de tenista para su hija adolescente, es también desubicado y poco perspicaz. Por suerte para Víctor, en medio de un hogar que extraña horrores a la dueña de casa, aparece una muchacha (ellas siempre componen) surgida casi del más allá, que pone todo en su lugar. Pero ya nada será igual. El desastre trajo cambios: Vera le tomó gusto a la calle y vuelve a ejercer como abogada. Y un Víctor baqueano y cariñoso se hará cargo del hogar, para alegría de los chicos. Allí el film apura la moraleja amable tras haber acudido a una sucesión interminable de tropiezos (como el aquelarre de la fiesta familiar que organizó la empresa) que complacerán a los amante de las comedias físicas, con caídas varias y un par de ambulancias en escena. A Peretti, buen actor, le cuesta andar entre tanto bochinche. Winograd ha hecho mejores cosas pero siempre hay que reconocerle que no es grosero y que sabe interpretar lo que el público anda buscando. Las vacaciones de invierno están llegando.
Crítica publicada en la edición impresa.
Somos una familia feliz. Resulta que la madre (Carla Peterson) está cansada de que la gente la vea más vieja de lo que realmente es. De hecho, ni sus cuatros hijos creen que su hermana mayor sea en verdad más vieja. Parece que la rutina de tener que cuidar y criar sola a 4 monstruillos ha echado a perder su aspecto juvenil. No es que no exista un padre (Diego Peretti), sino que éste trabaja todo el día y ha decidido limitarse a traer el dinero a casa. En una escena genial, la madre, en mitad de la cena, avisa a la familia que se irá de viaje 20 días a Machu Picchu. Pero, como el padre habla solo sobre los problemas del trabajo y los chicos pelean entre ellos, nadie la escucha. De todas maneras ella los da por avisados y se dispone a viajar. La familia pronto se da cuenta del caos que significará su ausencia ya que la madre se ocupa siempre de todo (hacer el desayuno, cambiar a los chicos, llevarlos a la escuela, lavar la ropa, ir a espeluznantes reuniones de madres y etc, etc, etc.). Entonces ahora el padre tendrá que contener una latente anarquía familiar. Los problemas van de un lavarropas que estalla por los aires, pasando por dejar a su hijo menor solo y encerrado en la casa, hasta lidiar con la primera menstruación de su hija. Para colmo, debe llevar a sus hijos a un día de recreación del trabajo para impresionar a su jefe deseando inocentemente que aquellos pequeños diablillos sean normales. El fanático, o aquel que no sabe qué hacer los domingos y ve todo el día Telefé, enseguida notará que Mamá se Fue de Viaje está levemente inspirada en varios capítulos de Los Simpson: “Homero solo”, “$pringfield o cómo aprendí a amar el juego legalizado” y “Hogar, agridulce hogar”. Quizás el lector sospeche que este artículo tiene algún espíritu de denuncia, pero, en cambio, se trata prácticamente de todo lo contrario. Esta película es fabulosa y divertida porque Ariel Winograd disfruta de Los Simpson como disfruta una buena parte de los argentinos. A lo mejor al tener que crear una familia disfuncional y graciosa resulte inevitable no hacerla un poco simpsoniana. Así que está muy bien tomar ideas de otros jardines y en particular del de los guionistas de Los Simpson, verdaderos amantes de las citas y del cine. Después se todo, de eso se trata el arte, de crear con lo ya conocido, crear con lo ya amado.
Con cinco películas en su haber, Ariel Winograd se posicionó como uno de los mejores directores argentinos de comedia de la actualidad, tratando diferentes temáticas como el hecho de que un matrimonio no quiera hijos o la infidelidad aceptada en la pareja. En esta oportunidad, y en su sexto film, se centra en el aprendizaje de un hombre en su rol de padre. “Mamá se fue de Viaje” cuenta la historia de una familia compuesta por Vera (Carla Peterson) y Víctor (Diego Peretti) y cuatro hijos con diversas edades, desde un adolescente hasta un bebé. Mientras que el padre de familia trabaja compulsivamente como Gerente de Recursos Humanos, la madre dedica su tiempo completo a las tareas del hogar. Desbordada por la cotidianeidad, Vera decide tomarse unas vacaciones y será Víctor quien se tenga que ocupar de los asuntos familiares. A simple vista nos encontramos con una trama bastante conocida, sobre todo para aquellos consumidores de films estadounidenses, como tranquilamente puede ser una mezcla entre ambas películas de “Más Barato por Docena”. Y una vez vista esta historia no nos queda ninguna duda: de principio a fin podemos saber cómo será la transformación de los personajes y los sucesos que ocurrirán. Pero a pesar de su previsibilidad y aspecto norteamericano, “Mamá se fue de Viaje” traslada las costumbres argentinas a esta historia, acentuando la época moderna por la que transitamos en la actualidad (muchas de las películas familiares vistas se realizaron antes del boom de los Smartphones y las redes sociales). Asimismo, no solo se aborda la temática del padre ausente por cuestiones laborales, sino que también queda en evidencia la cultura machista de que la mujer inherentemente debe ocuparse de sus hijos sin tener el reconocimiento que eso merece y lo simple que es la vida para el hombre cuando eso sucede. En cuanto el elenco, Diego Peretti se maneja en el género de comedia como pez en el agua, y los personajes secundarios acompañan de una buena manera, encarnados por Pilar Gamboa, Martín Piroyansky, entre otros. Se destaca sobre todo el pequeño Lorenzo Winograd, que presenta una actitud muy natural y gran carisma. Con respecto al tono, podemos decir que si bien es una comedia, no busca provocar risas en todo momento, sino que a lo largo del film nos encontramos con algunos pasajes graciosos en los cuales el protagonista desconoce la situación o se siente incómodo en ella. En síntesis, “Mamá se fue de Viaje” es una historia que ya vimos internacionalmente, pero que resultará divertida para el público familiar, debido a su adaptación a la vida moderna y la solidez de su elenco.
Comedia sin secretos En Mamá se fue de viaje , la nueva comedia de Ariel Winograd -Cara de queso, Sin hijos, Permitidos- no habrá demasiado lugar para sorpresas ni sobresaltos. Realizador consumado en este tipo de películas, Winograd descansará en las disposiciones de un género que trabaja con comodidad y soltura desde el comienzo de su carrera. La historia que contará es sencilla.Su tratamiento, en cambio, será previsible y,sobre todo, convencional. El tema volverá a ser, como en uno de sus films más recientes, la paternidad. Pero esta vez, como anuncia su título, lo que desencadenará la acción será una excepción en el devenir cotidiano de una familia "tipo" de clase media alta: la ausencia momentánea de la mujer. Vera (Carla Peterson) es la encargada de mantener el orden familiar. Después de abandonar su trabajo como abogada, se ocupa de todo en cuanto a los cuidados de sus cuatro hijos y el funcionamiento de su portentoso hogar. Prepara el desayuno, viste a sus hijos, los lleva al colegio y a una serie titánica de actividades que realizan chicos de esa edad y clase social. Y sin embargo está cansada, se siente vieja y poco reconocida. Nadie la escucha, nadie se preocupa por ella. Después de leer una revista para mujeres con recomendaciones tímidas de un feminismo edulcorado y biempensante, decidirá –como forma efímera y pueril de liberación- tomarse vacaciones y dejar a sus hijos a cargo de Víctor, el padre (Diego Peretti). Víctor es un "ciudadano modelo" que trabaja todo el día como Gerente de Recursos Humanos de una empresa de juguetes, con algún que otro recreo semanal para jugar al póker con amigos o realizar algún deporte.Pero se verá rápidamente en apuros cuando se quede solo con sus hijos. Su incapacidad para resolver cuestiones básicas de la disposición doméstica resultará apabullante. Ya en una de las primeras escenas del film, cuando tenga que hacerse cargo por un momento del cuidado del más pequeño, terminará en el hospital. Muchas escenas culminarán en ese lugar. Cuando la mujer se tome por fin vacaciones, después de un sinfín de indicaciones de tareas a realizar, la casa se transformará de inmediato en un caos ingobernable. Se sucederán, una tras otra, situaciones definidas fundamentalmente por escenas trilladas del costumbrismo familiar.Situaciones a las que Víctor responderá con total impotencia y desasosiego: cocinar, lavar la ropa, cumplir con la adaptación escolar, lidiar con grupos de wassup del colegio, con la primera menstruación de su hija, con los amoríos de su hijo adolescente. No podrá con ninguna. Además de la ausencia de Vera, en su trabajo tendrá otros problemas. Deberá enfrentarse con un joven emprendedor, canchero y comprador que le disputará -a pérdida-la atención de su jefe y la posibilidad de un esperado ascenso. En el film de Winograd no habrá secretos, todo estará representado para que no queden dudas respecto de su mensaje, subrayado en cada escena, en cada diálogo, en el conjunto de su puesta en escena. Un mensaje digerible e inofensivo apto para toda público dispuesto al mero entretenimiento acrítico: el padre debe pasar más tiempo con los hijos. Ni más ni menos que eso. En Mamá se fue de viaje la narración superficial de la historia provocará un temprano desinterés. La película no terminará de profundizar ni aprovechar lo que propone su trama:las contradicciones que sobrelleva la paternidad. No despertará así más que una risa fácil por el comportamiento torpe y desgraciado de su protagonista. Risa que se irá apagando de a poco por el trazo grueso y ramplón de su sentido del humor. Hacia el final el film se convertirá, a fuerza de reflexiones, pesado y reiterativo, cuando exhiba resoluciones un tanto afectadas de un padre culposo, pero que en ningún momento cuestionará, más allá de su sensibilidad erosionada, los privilegios de los que goza por su lugar específico en la organización social de la familia.