Por su pareja protagonista, Mi novio es un zombie te deja con ganas de ver ya su secuela. Es el nacimiento de una nueva saga. Pienso que para que una película con una historia así sea exitosa, debe tener mucha pasión, una gran química entre la pareja protagonista y buenas actuaciones. Y de esto, afortunadamente para el espectador, hay bastante en esta propuesta. La forma en que....
Muertos demasiado Vivos Me acuerdo que cuando se dio a conocer la idea para Diabólica Tentación, muchas personas empezaron a especular con el carácter bizarro de la historia. La guionista Diablo Cody escribiendo una película de vampiresas y rock en el colegio secundario con Megan Fox a la cabeza generaba mucha especulación. Sin embargo el resultado era muy decepcionante, aburrido y carecía del humor que prometía tener. En el caso de Mi Novio es un Zombie sucede algo parecido, aunque los resultados son mínimamente mejores...
Más vivos que muertos Tomando como punto de partida el universo de las películas zombies, la nueva realización de Jonathan Levine demuestra que se puede hacer un producto para público adolescente con buenos ideas y recursos. Instalando el tema de los romances contrariados, en este caso, entre un "muerto vivo" y una humana, la película aprovecha todos los elementos que le brinda un guión que invierte la fórmula y relata la historia desde el punto de vista de los monstruos, dando una bocanada de aire fresco a fórmulas que parecían extinguidas. En ese sentido, Mi novia es un zombie está en un nivel superior al de producciones como Crepúsculo o la reciente Hermosas criaturas, y coloca en primer plano a personajes que se embarcan en relaciones que son imposibles. El realizador de 50/50 ambienta la acción en una ciudad dividida por una gran muralla y que está devastada por una invasión zombie, donde se encuentran los protagonistas: R (Nicholas Hoult), un "muerto vivo" que deambula en busca de sangre humana y Julie (Teresa Palmer, de El aprendiz de brujo), la hija de un militar (John Malkovich) que se ve ahora protegida por quien antes mató a su novio. Es novedosa la idea de dividir a los zombies entre "gente muerta que comienza a cambiar y sentir afecto" y los "esqueletos", seres oscuros que instalan el terror. Con una mirada piadosa hacia los "diferentes" y una historia que resulta integradora en todo sentido, la película combina hábilmente romance, comedia y terror, transformando una historia de monstruos en un relato de amor. Ente la narración en off de R, cuya mente está salpicada por "flashbacks" y el presente desconcertante de ella, se suceden los mejores momentos de un film que tiene todos los ingredientes (temas ochentosos incluídos) para atrapar al público. Basada en la novela homónima de Isaac Marion, el film enfoca con precisión el contraste de los protagonistas, los gags también dan en el blanco (R es maquillado para asemejar su aspecto al de un humano) y hasta se permite una burlona mirada a Romeo y Julieta con escena de balcón incluída. El resto es entretenimiento, algo de tripas, persecuciones y un estadio que se convierte en el campo de batalla de seres con cuerpo fríos y corazones calientes. Pero más vivos que muertos.
Corazón Zombie Las películas de zombies gozan de una codificación genérica tan rigurosa que al público se le hace fácil apreciar las pequeñas variaciones en la rutina. Todas parten del canon establecido por George A. Romero: los zombies son lentos, contagiosos y hay que apuntarles a la cabeza. Con Exterminio (28 Days Later, 2002), los zombies aprendieron a correr. Con Muertos de risa (Shaun of the Dead, 2004), se sumaron a las comedias. Mi mascota es un zombie (Fido, 2006) involucra romántica y sexualmente a zombies con humanos. Colin (2008) ya cuenta con un zombie de protagonista. Mi novio es un zombie (Warm Bodies, 2013) es la continuación lógica de esa secuencia: una comedia romántica en la que el protagonista es un zombie enamorado de una humana viva y coleando. El protagonista es ‘R’, interpretado por Nicholas Hoult, el rarito de Un gran chico (About a Boy, 2002). ‘R’ es un zombie de cuerpo pero no de mente, y su narración en primera persona contrasta cómicamente con su rigor mortis y el rictus de la boca. De él aprendemos que los zombies comen cerebros para mantener su conciencia humana “viva”, aunque atrapada en el tejido muerto de viciosos zombies. No solo eso, comer cerebros es lo más cercano que tienen a ‘soñar’, ya que heredan los recuerdos de aquellos a quienes canibalizan. Los zombies hacen expediciones en busca de cerebros mientras que los pocos humanos sobrevivientes hacen expediciones en busca de provisiones. La manada de ‘R’ cruza caminos con la tropa de Julie (Teresa Palmer), y como cualquier comedia romántica, hay amor a primera vista (y desmembramiento). El corazón de ‘R’ se entibiece – literalmente – y conduce a Julie a su guarida, un avión, donde promete protegerla de los demás zombies que merodean el aeropuerto. La comedia pasa a desenvolverse más o menos predeciblemente, pero la premisa es tan absurda que aun cuando la película no está contando chistes, se mantiene graciosa. Y no deja de plantear situaciones interesantes con las que subir la apuesta del género. ‘R’ es, en definitiva, un ser humano atrapado en un cuerpo sobre el que no tiene dominio, incapaz de comunicarse más allá de unos pocos gruñidos. Su humanidad pende de un hilo. ¿Cómo se desarrolla el amor entre un humano y un subhumano? Hacia el tercer acto entran en juego las ‘familias’ de R(omeo) y Julie(eta). Por un lado tenemos al coronel Grigio, padre de Julie y líder de la resistencia humana (John Malkovich, en una decisión de casting acertadísima. ¿Quién no le elegiría líder?). Por otro tenemos a una monstruosa sub-categoría de zombies, que consiste en aquellos muertos vivos que han perdido lo que les quedaba de humanidad al canibalizar su propia piel y ahora son poco más que esqueletos demoníacos. Son tan violentos y horripilantes que hacen que los zombies parezcan afables humanos por contraste. De alguna forma, Mi novio es un zombie es heredera de esa moda tan popular de emparejar seres humanos con criaturas sobrenaturales en triángulos románticos. Por esta vez, el monstruo es nuestro protagonista, y su drama es palpable y hasta melancólico. El rostro zombificado de ‘R’ tiene más rango dramático que el de Kristen Stewart, y su película cuenta la misma historia, solo que con muchos más sustos y muchas más risas de las que tiene la saga Crepúsculo (Twilight, 2008-2012).
Dead Romeo & Juliet En el inicio, Mi Novio es un Zombie plantea una nueva visión dentro del universo de los muertos-vivos: la del zombie. Así es como se nos presenta a R (Nicholas Hoult, mejor conocido como "el pibe de Un Gran Chico"), una especie de zombie con conciencia, que difícilmente puede enunciar alguna que otra sílaba pero que piensa y razona con total naturalidad. Jonathan Levine, el director, se aprovecha del siempre mutante subgénero zombie y lo adapta a su conveniencia. Y no está mal, si hay algo característico en el concepto muerto-vivo es su arbitraria adaptabilidad. Cualidad que a veces es muy positiva y enriquecedora, y otras da lugar a experimentos fallidos o simplemente a películas chotas. En los primeros minutos se muestra lo mejor y más original de Mi Novio es un Zombie. Vemos a R caminar por un aeropuerto repleto de zombies que pululan parsimoniosamente de un lugar a otro buscando algo de carne viva para comer. Su conciencia nos habla en off y marca las primeras pinceladas de humor. En ese momento la película parece querer tomar un rumbo parecido a Tierra de Zombies (Zombieland) pero más torpe, casi emulando el ritmo cansino de los que no pudieron escapar al apocalipsis. Y así sin mucho más dejo de contar los pro para pasar rápidamente a los contra. Aparece en escena Julie (Teresa Palmer), la versión rubia de Kristen Stewart. Desde ahí lo que podía ser un buen intento de humor zombie se convierte en una película de romance adolescente, con todo lo que eso implica. Entonces R se nos descubre en nuestra imaginación como Romeo, y Julie como Juliet, para sellar una no muy sutil referencia a ese mítico amor imposible de la obra de Shakespeare. En este punto ya sabemos que nos van a deber la sangre y las vísceras, porque si la pantalla se tiñera de rojo la clasificación subiría de ese púber SAM13 a uno que deje afuera a toda la franja etaria para la que fue dirigida la película. Como si los adolescentes fueran espectadores de la más baja estirpe (no digo que lo sean... tampoco me atrevo a decir lo contrario), la película queda lavada, no solo de sangre, sino de cualquier tipo de conflicto más o menos relevante. Una historia de amor entre dos seres diferentes sin muchas piedras reales en el camino. Así planteada, Mi Novio es un Zombie parece encasillarse en ese montón de películas de amor, que inicialmente se presume imposible, entre dos seres diferentes e incompatibles, que no encuentra apoyo y deberá lucha para dejar de lado las diferencias. Un canto a la diversidad. Pero no, la película esquiva esta obvia y gastada pero noble idea. La esquiva para caer en la más conservadora idea de normalización del diferente. Lo que parecía una oda a las diferencias y a la aceptación del otro tal como es, se convierte en una batalla por igualar. No mates al indio, evangelizalo. De esta forma, los que no pueden ser curados "los matamos, pero no nos sentimos culpables, ellos no tenían remedio", como bien dirá en la película el no tan copado de R. Además de los ya citados roles principales, también participan en la película Rob Corddry como M (Mercutio, para seguir con las complejas referencias) el amigo zombie de R, John Malkovich como Grigio el estricto líder de la resistencia humana y padre de Julie, y Analeigh Tipton la amiga de Julie. Todos con actuaciones lavadas, como la película entera. Pero tampoco hay que ser tan duros, la película es inocente como los jóvenes a los que va dirigida, seguramente no tenían malas intenciones... Viva el amor entonces, la única forma de normalizar al anormal.
El muerto vivo indie Existe un espacio vacío dejado por el fin de la saga Crepúsculo (el cual festejamos vivamente, no la saga sino el final de la misma) y los estudios buscan desesperadamente un producto capaz de captar el interés de los adolescentes ávidos de historias de amor desparejas. Atrás quedaron los tiempos de las historias “chico conoce chica”, ahora el público es voraz consumidor de “chica conoce vampiro y lo engaña con hombre lobo”. En este marco se inscribe un nuevo subgénero: el amor zombie. Nacido de un guión de apenas siete páginas que se publicara en internet (Soy un zombie lleno de amor), su fuerte aceptación llevó a su autor Isaac Marion a animarse a extenderlo al formato de novela. Es necesario aclarar antes de adentrarnos en la reseña de este film que el tono del mismo es cómico y autorreferencial al género de los zombies desde la parodia. Digámoslo claramente: amantes de series como The Walking Dead o talibanes de los rasgos característicos de estos muertos vivos no podrán tolerar ciertos giros del argumento. De hecho este film nos presenta una perspectiva totalmente innovadora en la materia: el tratamiento del zombie como sujeto consciente, con voz propia y pensamientos que conocemos a través de la voz en off de R, el protagonista de la historia. Ya deja de ser el sujeto pasivo de innumerables vejaciones como tiros, estaqueos o apuñalamientos para convertirse en un cuerpo errante que solo busca saciar su hambre, con un vestigio de conciencia humana. Tal vez este sea el elemento que definirá el disfrute o no de la propuesta si aceptamos esa humanización del zombie. De acuerdo a ese otorgamiento de características sentimentales el film nos será llevadero, sátirico y hasta con algunos toques gore. Caso contrario nos parecerá la máxima de las afrentas al mundo de los zombies donde se vulnera sus más clásicas características fundantes: su falta de reflexión, su bestialidad y su hambre voraz. Jonathan Levine (el director de 50/50 y The Wackness) nos sumerge en un un mundo post apocalíptico donde una extraña plaga de la que no sabemos mucho ha convertido a gran parte de la humanidad en muertos vivientes. R (interpretado por Nicholas Hault), un joven apuesto, se pregunta qué será, qué es y qué fue de su vida y como continuar en este eterno devenir en búsqueda de alimento vivo. Pocos vestigios han quedado de la humanidad que alguna vez conoció transcurriendo sus días con su inefable “amigo” M esperando sin ansias la próxima comilona. Su hogar es un avión donde escucha en un tocadiscos los distintos vinilos que va recolectando por las casas de sus ocasionales víctimas, la música ocupa un lugar preponderante en su vida, algo así como uno de los pocos rasgos que le quedan de esa humanidad perdida quien sabe donde y hace cuanto. Y será en una de esa excursiones en búsqueda de carne fresca donde se enamorará perdidamente de Julie con quien vivirá una historia de amor prohibido que todo adolescente con hormonas atolondradas no puede dejar de disfrutar. Directo sucesor de sagas como Crepúsculo, Mi Novio es un Zombie se muestra como un producto mejor desarrollado, con actuaciones más convincentes y muchos guiños a la cultura pop. Un nuevo estilo de zombie ha llegado y ya se encuentra en marcha una precuela que nos relatará con total desenfado como fue el origen de este mundo de muertos vivos bien intencionados. Warm Bodies aprende de los errores de sus antecesores y no peca de una solemnidad ridícula como ocurría con la saga de vampiros y hombres lobos y en ello radica su mayor acierto. Entretenimiento sin pretensiones que logra darle un interesante volantazo al genero y adaptarlo a los requerimiento de los adolescentes y porque no de algunos adultos con ansias de diversión.
Antes de entrar a ver Mi novio es un zombie hay que sacarse los prejuicios. Una vez hecho eso realmente se puede pasar un buen rato. Se cree que esta película es una especie de Crepúsculo pero con zombies en lugar de vampiros y la realidad dista mucho de eso. Primero hay que aclarar que se eligió un pésimo nombre para el mercado latino, pero es entendible que se lo hayan cambiado porque la traducción original de Warm bodies (Cuerpos calientes) daba para una interpretación que no era. Teniendo en cuenta esto sólo queda referirnos al tono de la película para aclarar dudas y que los potenciales espectadores no se lleven sorpresas: es una comedia romántica. Y en gran parte de la cinta la balanza se inclina por los aspectos cómicos separándose de esa manera de cualquier comparación posible con la saga romántica de vampiros y hombres lobos que finalizó el año pasado. Mi novio es un zombie aprovecha y explota muy bien cada uno de sus elementos y ofrece una mirada distinta y refrescante para un genero más que explotado tanto en cine como en televisión. Por ello, no esperen ver a las criaturas de El amanecer de los muertos (2004) ni de la serie Walking Dead, incluso podríamos decir que este estreno parodia por momentos a los zombies de los ejemplos citados. El personaje de Nicholas Hoult está más vivo que muerto y es en su interpretación muy lograda en donde recae todo lo bueno y fresco de este film. La química que tienen él y Teresa Palmer es formidable y supieron sacar provecho de ello tanto en las escenas cómicas como en las románticas. La cultura pop, la oda a los vinilos, el anhelo del pasado y un ansiado mejor porvenir son algunas de las subtramas que el director Jonathan Levine desarrolla bastante bien junto con una fotografía correcta y una edición un tanto arriesgada por momentos, siendo este aspecto técnico lo más flojo del film. Y a pesar de unas pocas fallas menores, desde el principio el director supo encontrarle rumbo e identidad a esta adaptación de la novela de Isaac Marion que ya se convirtió en un clásico y de la cual se desprendieron una precuela y una secuela próxima a salir. Aunque su futuro en el cine es incierto. Mi novio es un zombie es una opción muy entretenida que vale la pena ser vista en el cine para pasar un buen rato con amigos o en pareja.
Muertos de amor En medio de la avalancha incontenible de películas y series sobre zombies, se suma este film escrito y dirigido por Jonathan Levine (el mismo de 50/50) que se inscribe en ese casi siempre simpático subgénero de comedias de terror; es decir, una combinación entre humor negrísimo y estallidos de gore que tiene puntos de contacto con los inicios de Sam Raimi y de Peter Jackson, y las películas de Edgar Wright, por nombrar sólo unos pocos referentes ineludibles. Aquí, Levine -trabajando a partir de la exitosa novela de Isaac Marion- le incorpora al inevitable enfrentamiento entre soldados de la resistencia y los famélicos muertos-vivos elementos que funcionan bastante bien: por ejemplo, una intensa trama romántica (ella, la rubia Teresa Palmer, hija del líder de la resistencia que interpreta John Malkovich; él, el carilindo Nicholas Hout, un zombie que se enamora de la chica y va “volviendo” de la muerte recuperando sus atributos “humanos”). No estamos ante una película 100% original (algo imposible en un género dominado por estos días por series como The Walking Dead y con films recientes como Tierra de zombies), pero la película es bastante eficaz y divertida, con logrados toques absurdos y eróticos; y con un muy buen uso de las canciones (de Scorpions a Bob Dylan) y, sobre todo, de las locaciones (desde un aeropuerto abandonado hasta un estadio de fútbol) para dotar al relato de ese look devastado de toda historia post-apocalíptica. Entre tanto subproducto a-la-Crepúsculo y True Blood, Mi novio es un zombie -sin dejar de ser una película efímera y algo menor- resulta una propuesta entretenida y, en definitiva, refrescante.
Cuerpos calientes Nicholas Hoult, el inglés a quien en un par de semanas veremos como Jack, el cazagigantes, y que hace once años era el chico de Un gran chico al lado de Hugh Grant, es R. Vive en un avión. Pero no en el sentido figurado de que es comandante de a bordo, o asistente de vuelo. Ha hecho literalmente su hogar en una nave en un aeropuerto abandonado. Bah, hay quienes deambulan por ahí. R es el zombie del título en castellano del más entrador Warm Bodies (cuerpos tibios) del original. R es, entonces, un muerto vivo ambulante, que junto a otros cadáveres tiene rasgos en común. No sangran, no sienten dolor, se mueven -despacio- en grupos, están pálidos y huelen a podrido. Pero lo que lo diferencia es que R se ha comido el cerebro de Perry, el novio de la más humana Julie (Teresa Palmer, de El aprendiz de brujo y Cuentos que no son cuentos), y así “siente” lo que él sentía, y así está “un poquito menos muerto”. Y se enamora de Julie, la hija del jefe de la resistencia -un John Malkovich con la misma cara de extrañeza de siempre: podría estar en Relaciones peligrosas o ser Athos, Murnau o el Dr. Jekyll-, a la que salva del ataque de otros cadáveres, y ambos se enamoran. Mezcla de comedia romántica con algún leve toque de terror -está lejos de ser una película de Sam Raimi, y a miles de kilómetros del primer Peter Jackson, cuando el creador de El Señor de los anillos aún no había salido de Nueva Zelanda-, Mi novio es un zombie tiene algunos gags muy bien trabajados, una banda de sonido que aprovecha canciones vintage ( Missing You de John Waite, Guns N’ Roses, Scorpions, Bob Dylan) y otros momentos en que el ritmo y la trama desbarrancan. Jonathan Levine ( 50/50) tal vez no quiso hacer una nueva Twilight, pero le pasó raspando…
En principio, la combinación de géneros que propone Mi novio es un zombie suena extraña. La mezcla de los elementos de la comedia romántica con el cine de terror más gore podía resultar en un pastiche absurdo. Y, sin embargo, gracias al trabajo de adaptación y dirección de Jonathan Levine ( 50/50 ), el film contradice los prejuicios que su peculiar fórmula podía provocar. Basada en una novela entretenida que tiene como protagonista y narrador principal a un zombi llamado R, la película privilegia la historia de amor que el libro cuenta siempre desde el punto de vista del muerto vivo. Y lo hace con una importante dosis de humor, referencias a la cultura popular y una banda de sonido que acompaña y aligera el relato cuando lo necesita. Es que, después de todo, por más sentido del humor que tenga, lo cierto es que R apenas habla, su mundo interior es rico pero más cínico que otra cosa y cada tanto se siente hambriento y sale a comer personas. En una de esas incursiones, el zombi se cruzará con Julie, la hija del general que comanda la resistencia de los humanos en una ciudadela militariza y siempre lista para eliminar a los zombis que se acerquen por allí. Insinuando algún punto de contacto con Romeo y Julieta, aunque sin insistir en la analogía con los jóvenes amantes de Verona, el encuentro entre los protagonistas será de todo menos romántico. Ella intentará defender su vida y la de su novio mientras él saciará su hambre con el cerebro del muchacho en cuestión. Una primera impresión poco auspiciosa que irá cambiando a medida que el muerto vivo y la chica a la que no quiere comer si no proteger empiecen a conocerse. Si todo suena un poco raro es porque lo es, y sin embargo las piezas encajan perfectamente para hacer de esta mezcolanza una película tan tierna como divertida. Para lograrlo ayudan mucho las interpretaciones de Nicholas Hoult como el balbuceante R y de Teresa Palmer, encargada de ser la damisela en apuros pero nada indefensa que consigue enamorar al zombi. La torpe seducción de él y las desconcertadas reacciones de ella son manejadas con muy buena mano por un director que sabe lo que hace y que no tiene pruritos en demostrarlo. Un narrador joven que utiliza todos los recursos a su alcance -el uso de la canción "Pretty Woman" es ingenioso y le rinde homenaje a la comedia romántica-, para contar una sencilla, extraña y dulce historia de amor y, sí, también de horror.
Más allá de la muerte Los zombies y sus derivados le han dado al cine un material de indiscutible interés. Detrás de estas historias suele haber un trasfondo social que una y otra vez ha servido para denunciar el estado de la sociedad en diferentes lugares y épocas. Siendo George A. Romero, el director de La noche de los muertos vivos, el exponente máximo. Claro que el género ha ido creciendo y actualmente ha ampliado sus fronteras en ideas que dejan atrás su origen. Mi novio es un zombie (el espantoso título local que se le asignó a Warm Bodies en nuestro país) es uno de esos pasos más allá dentro del cine de zombies. ¿Una historia de amor entre un joven zombie y una chica viva? ¿Cómo es posible? Al comienzo del film sonará raro una voz en off de un zombie, teniendo en cuenta que su característica principal es la falta de pensamiento. Pero paciencia, esta incoherencia es sólo aparente. También verá el espectador que hay una clara asociación entre esta historia y la de Romeo y Julieta de William Shakespeare. El protagonista se llama R (no recuerda su nombre) y la protagonista Julie y el film, además de las diferencias sociales que los separan (metafóricamente hablando, porque en lo literal los separa la muerte), incluye la famosa escena del balcón. La película empieza con problemas pero luego va cobrando fuerza y sentido. Aunque nunca se convierte en una película importante, se ajusta a sus objetivos simples y los sostiene. El guión encuentra su rumbo y todo tiene su lógica a punto tal de volverse incluso emocionante en algunos momentos. Claro que tampoco tiene las complejas implicancias del clásico de Shakespeare ni la potencia de los films de zombies de Romero. Ni lo pretende, se conforma humildemente con combinar algunas cosas de ambos. Una mezcla que no deja de tener cierto encanto y simpatía, hay que decirlo.
Zombies humanizados En esta era en que el amor entre adolescentes no parece ser suficiente, hemos visto historias románticas de jóvenes que se enamoran de vampiros, hombres lobo, brujas, y ahora les tocó el turno a los zombies. La película está planteada desde la típica historia post-apocalíptica: un virus infectó a la humanidad, convirtiendo a su mayoría en zombies, y los pocos humanos que quedan sanos viven en una ciudad militarizada, rodeada de murallas, para que los infectados no se les acerquen; esa es la única solución que encontraron para lidiar con el problema. Debido a la falta de insumos médicos y de otros elementos, los militares organizan grupos de jóvenes que salen en misiones para conseguirlos dentro de las ciudades donde hay infectados. En una de estas misiones, un grupo de jóvenes que busca medicamentos en un laboratorio abandonado es atacado por zombies, y así se conocen los protagonistas, Julie (Teresa Palmer) y "R" (Nicholas Hoult). Julie es humana, hija de un militar rígido y antizombie (John Malkovich), y "R" es un zombie que no recuerda su nombre, pero cree que empezaba con esa letra. En pleno ataque se conocen y hay flechazo, el chico zombie la salva, y se esconden en un avión abandonado, lleno de viejos objetos que colecciona "R"; es allí donde la joven pareja vence el miedo y pánico inicial y comienzan a conocerse y luego a enamorarse. A medida que se conocen, "R" se va acercando a su lado humano, y Julie pierde el miedo y se enternece con su nuevo amigo. Ambos van construyendo un vínculo que más allá de su relación, podría representar una cura para la humanidad. Si bien la historia es romántica, y el contexto bastante terrorífico, está narrada en tono de humor, basado en el choque entre estos dos mundos. Una vez que salen de su refugio, la pareja, haciendo honor a sus iniciales, se convierte en una especie de Romeo y Julieta, ya que el padre militar de la chica no quiere a su nuevo yerno. Los protagonistas deben enfrentarse al mundo, y hacerles entender que a través del amor se puede curar y transformar a los zombies, para lograr humanizarlos. Es allí donde la película recurre a clichés, lugares comunes y cursilerías, y todo el humor absurdo que la sostuvo desde el principio cae, y se transforma en un comedia romántica para sábado a la tarde en cable. Las actuaciones de los protagonistas son muy efectivas. Es destacable la interpretación de Rob Coddry, como "M", un zombie torpe que se conmueve con el amor de la pareja. Visualmente la película es muy dinámica y tiene una estética adolescente, con todo lo necesario tanto en la música como en la imagen, para atraer a este público. La historia ofrece una visión nueva sobre los zombies, encarada desde el humor y el romance, estas criaturas dejan de comer cerebros, y tienen la opción de redimirse y reinsertarse en una sociedad que no siempre se muestra muy humana para aceptar seres diferentes.
Al enterarnos que el director Jonathan Levine se encargaría de adaptar al cine la novela "Warm Bodies", uno podía imaginarse un giro completo de lo que fue su anterior film, el que lo puso en boca de todos, "50/50", esa suerte de comedia dramática con golpes bajos incluidos protagonizada por Joseph Gordon Levitt. También podíamos esperarnos, dado su lineamiento principal, que Mi novio es un zombie aprovecharía la vacante abandonada por la Saga Crepúsculo del amor juvenil “Inter-razas”; y como los rumores de esto eran bastante fuerte, los productores se encargaron de entregarnos un trailer que presumía desterrar esa idea, plagado de ironías y humor negro, burlándose decasi todo; ahí las esperanzas renacieron. Ya les digo, “Mi novio es un zombie”, no es ninguna de las tres cosas en un 100%; no es puro romance de hormonas adolescentes, no es todo lo irónica que se podía esperar, y tampoco es un giro tan profundo en la filmografía de Levine. Es ni más ni menos una entretenida comedia con toques de terror, y mucho del cine indie norteamericano. Relata en primera persona y en permanente off, es la historia de R (Nicholes Hoult, el ya no niño de “Un gran chico”), un zombie adolescente que, básicamente reniega de serlo aunque acepta las cosas como son. No se sabe bien qué fue lo que pasó, pero gran parte de la humanidad ha muerto y resucitado como zombie. Pero estos sujetos (¿llevando los últimos planteos de George Romero un poco más allá?) parecen tener conciencia, o algo así, tienen falsees de recuerdo de su vida pasada, y logran algo así como una comunicación y rutina diaria entre ellos. Del otro lado está Julie (la blonda Teresa Palmer), hija del lider de la resistencia (John Malkovich en plan quiero llegar a fin de mes a como de lugar) que no esta muy de acuerdo con los métodos ortodoxos de su viudo padre. En pleno ataque de humanos VS. Zombies, R (que no recuerda su nombre completo) ataca al novio de Julie, y para que no resucite como uno de ellos le come sus sesos; pero hay un problema, cuando un “no muerto” se come un cerebro tiene recuerdos pertenecientes al dueño original; y así, R se enamorará de Julie, la capturará y pretenderá defender de posibles ataques. Por supuesto, primero hay resistencia y luego nace el entendimiento común y el amor. “Mi novio es un zombie” da lugar para todo, hay momentos realmente divertidos, hay otros en el que vira dando lugar al romance clásico, y también tendrá momentos de acción y violencia que no llega ni por asomo al gore de Romero (hay unos “superiores” de los zombies, unos esqueletos, que esos sí son los malos del asunto) pero tampoco son livianos. Los momentos de humor ácido claramente son los mejores del film, pese a que algún chiste no funcione tan bien como debería. Otro gran acierto es la banda sonora, plena de canciones de hace 20 o 30 años ¡¡en vinilo!!, que se acopla muy bien en la trama. Levine hace un trabajo correcto como director, el film tiene buen ritmo y se sigue con interés pese a no tener un argumento muy complejo. También logra que se note su origen en el cine indie, con ese estilo medio “filósofo de la calle”, pleno de dilemas existenciales, y de comedia con amargura. “Warm bodies” corre cierto riesgo, abarca varios estilos, esto puede dejar satisfecho a un público variado, o dejar con gusto a más a la misma cantidad. Pero sin dudas nadie podrá reprocharle nada, ofrece poco más de hora y media de un entretenimiento confiable, eso solo ya no es poca cosa, sea que tu corazón esté frío o no...
Chicas: prepárense porque se vienen los zombies lindos. Se acaba el mundo. Tan sólo unos pocos sobreviven. Un virus se está apoderando de nuestra carne. Los muros dividen a las personas. APOCALIPSIS NOW. Ya hemos visto infinidad de películas acerca del final de los tiempos, y ni que hablar de ataques zombie masivos, pero nunca un ‘devora cerebros’ se había dignado a pensar en cuánto apesta su condición. Hasta ahora. Mi Novio es un Zombie (Warm Bodies, 2013) es un film contado en primera persona por un joven que se ha convertido en este tipo de criatura. Desde el primer minuto, la película es un auto replanteo del protagonista; por qué todos caminamos tan lento, arrastrando las piernas, murmurando y chorreando un líquido negro… Ni siquiera recuerda su nombre y cómo es que llegó a ser un muerto viviente. Sólo sabe que quiere cambiar. Su alimento es la carne humana (preferentemente los sesos gracias a su nivel nutritivo) y su mejor amigo es un pelado gruñón. Vive en un avión abandonado decorado con suvenires que va recolectando en sus ataques. Su hogar es un viejo aeropuerto por donde vaga toda la plaga y también los ‘bonies’, o zombies malos que ya no tienen vuelta atrás. Todo marcha como de costumbre, hasta que una rubia llega a su vida y se transforma en su debilidad. Julie es la hija del general que está a cargo de la operación ‘Z’, es decir, el ejército que protege a los pocos sobrevivientes y lucha contra los zombies. Un buen día, Julie y compañía parten hacia una misión al otro lado del muro en busca de medicamentos. Entre ellos se encuentra su novio (Perry) y su mejor amiga (Nora). Todos serán testigos de un ataque en el que Perry morirá en manos del zombie protagonista y donde aquellos que lograron escaparverán cómo Julie es arrastrada hacia el interior de la comunidad de los muertos. Algo pasó… El zombie se enamoró a primera vista de la joven y también absorbió unos muy lindos recuerdos al comerse a su ex novio. A partir de ese momento todo dará un giro inexplicable, cuando el cuerpo del chico deje de ser frío como un hielo y comience a sentir el calor del amor. Si bien el argumento de esta nueva película puede sonar totalmente bizarro, tiene mejores condimentos que varias de sus primas hermanas sobre criaturas anormales que se enamoran de humanos. El ‘zombie love’ podría transformarse en una tendencia si nos olvidamos por un rato de los clichés que arrastran este tipo de films. Por momentos, la actriz protagonista (Teresa Palmer) me recordó a Kristen ‘Bella’ Stewart, y eso me dio miedo. Por suerte hace una mejor labor (tan difícil que es) acompañando al tomuer de Nicholas Hoult. Con personas como ‘R’ (el zombie) es posible lograr lo imposible. Ser distinto nos hace ver la realidad de otra manera y arriesgarnos sin importar las consecuencias; basta con creer que se puede. ¿Acaso no aprendimos ya que el ‘weird guy’ del grupo es siempre el triunfador? Me gustó la película, en especial la música que, gracias a que ‘R’ es fan de los vinilos, es muy buena. Tiene un poco de humor, algo de acción, suspenso y sin duda: AMOR. Aprendí que ser una persona no es nada fácil, pero que el corazón es quien manda en nuestro cuerpo. Cosas tan banales como ver un atardecer o entablar una conversación se vuelven todo un curso acelerado y los zombies le ganan al prejuicio. ¡Algún día los humanos asumiremos que somos los peores primitivos! “God, we are so slow”. @CinemaFlor
El amor tiene cara de zombie Tras el boom que experimentó durante las décadas de los setenta y ochenta, el subgénero del terror zombie resurgió con fuerza a principios de este siglo. Exitos mundiales como Exterminio y la saga Resident evil han conseguido que los zombies salgan de la clase B para formar parte del Hollywood más mainstream. Si a ello le sumamos que este subgénero siempre renace en tiempos de crisis (políticas, económicas, sanitarias, la que sea), las cuales ahora son globales, y que hay una tendencia a tomarlas como inevitables y permanentes, tenemos el cóctel perfecto para que de aquí en más haya una gran cantidad de films con muertos vivos que caminan lentamente. Podríamos decir que los zombies son un vehículo para mostrar y analizar cuestiones sociales y políticas y un ejemplo palmario de ello es la saga de George Romero: en películas como La noche de los muertos vivientes y El diario de los muertos por ejemplo, se ven fuertes críticas a la guerra de Vietnam, la voracidad del capitalismo y la manipulación informativa, es decir, el lado oscuro del american way of life. En el caso de Mi novio es un zombie, hubiera sido sencillo dejarse llevar por el prejuicio y tomar esta película como otro intento de capitalizar el fenómeno reciente que supuso la adaptación de novelas juveniles como Crepúsculo o Los juegos del hambre. Sin embargo, el hecho de que Jonathan Levine, director de 50/50, estuviera a cargo del proyecto despertaba ciertas esperanzas, las que afortunadamente no fueron defraudadas. Después de que un episodio apocalíptico (no se aclara cuál) extinguiera casi toda la vida sobre la Tierra, vemos a R (Nicholas Hoult), un zombie que deambula junto a seres como él por un aeropuerto en ruinas. Gracias a divertidos y existenciales monólogos interiores a lo Allen, notamos que R mantiene su esencia humana y que es diferente de los demás muertos vivos, quienes sólo piensan en localizar a los pocos humanos que sobrevivieron al apocalipsis para poder devorarlos. En uno de estos combates de zombies contra humanos, R le salva la vida a Julie (Teresa Palmer), surgiendo entre ambos una gran atracción que poco a poco se irá convirtiendo en un extraño romance. Claro que no todo será tan fácil: por un lado, él deberá proteger a su chica del resto de los zombies y por el otro, ella deberá convencer a Grigio, su padre (John Malkovich), de que su novio no es como los demás muertos vivos hambrientos de carne humana. A partir de aquí, veremos un balance justo de acción, horror y comedia en una película deudora tanto de films como La bella y la bestia y Antz como del clásico universal Romeo y Julieta, con escena de balcón incluida, todo sazonado con una muy buena banda de sonido que incluye canciones de Bob Dylan, Bruce Springsteen y Guns N’ Roses. Lo único objetable es el final tan luminoso, no apto para espíritus cínicos que, además de empalagar un poco, contrasta demasiado con el clima oscuro y la lúgubre iluminación que nos venía mostrando Levine, aunque no empaña este entretenido film que sube la vara en lo que a películas juveniles se refiere y que puede ser disfrutado tanto por adolescentes como por adultos que puedan reírse con una comedia cuyo protagonista zombie piensa cosas como: “Estoy muy pálido. Debería comer mejor y salir más. Además, tengo que caminar más erguido. Las personas con buena postura son más respetadas por la gente”, en un gran homenaje al monólogo inicial de El ladrón de orquídeas.
Una vuelta de tuerca al tema de los muertos vivientes. Un zombie con problemas existenciales que se enamora de una chica guerrera. Está dedicada al público adolescente, con muchos lugares comunes pero también con encanto, y cierto grado de agradable melancolía (hermanita menor de “El joven manos de tijera”) Lo cierto es que está en la línea de “Crepusculo” pero mejor, el efecto sanador de los afectos todo lo puede…
Anexo de crítica No por casualidad el protagonista adolescente de este nuevo producto que busca ocupar el espacio dejado afortunadamente por la saga Crepúsculo se llama R como el Romeo enamorado de Julieta -aquí la chica se llama Julie- en esta adaptación extremadamente fresca y libre del clásico shakespereano donde Montescos y Capuletos devienen zombies y humanos y la posibilidad de convivir entre muertos que comen cerebros y se apoderan de recuerdos de sus víctimas es posible gracias al amor. Por momentos inteligente, excelentemente actuada por la pareja protagónica y entretenida hasta el último mordisco.
Los zombies también tienen corazón Inusual comedia romántica sobre una historia de amor adolescente entre un zombie una humana. Un relato dinámico que tiene como virtud crear un universo singular, diferente y bastante creativo. Si bien la trama se sigue agradablemente y tiene destellos de buen cine, hay demasiada inocencia e ingenuidad como para poder generar una conexión con el espectador. Su excesiva formula detrás de la historia impide generar verdaderas emociones. Ya desde el comienzo está historia de amor entre un zombie y una chica humana hace recordar a las películas de “Crepúsculo”. No por la trama romántica sino por su variación absurda del mito del zombie. Si en Crepúsculo los vampiros podían caminar bajo el sol, acá en “Mi novio es un zombie” los muertos vivos piensan y razonan como cualquier persona común. Es a través de la voz en off donde todo lo preexistente a la personalidad de los zombie se traiciona con el objetivo de hacerlos amigables. El protagonista es miembro de una raza particular, los cadáveres, quienes se encuentran en el medio de los humanos y los esqueletos (los verdaderos zombies). De esta manera, los cadáveres y los humanos tienen la perfecta excusa para juntarse. Pensada como una comedia romántica, la trama lamentablemente solo presenta ser un giro interesante sobre un género bastante mal desarrollado últimamente por los estudios de Hollywood. El inconveniente sucede en que la historia romántica no logra nunca pasar de las típicas tramas de amor adolescente donde los protagonistas parecen enamorarse más por inercia que por sentimientos reales. Las intenciones del zombie tienen como principal fundamento el deseo sexual (algo raro si su cuerpo está muerto), mientras a la chica le basta con haber sido salvada una y otra vez. Aunque en la cotidianidad de los cuidados del hombre o las travesuras de la mujer se crea un vínculo fuerte entre ambos, siempre está en la película la sensación de estar ante un romance forzado. Como suele suceder en todas las comedias románticas de estos días, los momentos más logrados provienen de los personajes secundarios. Las escenas con Analeigh Tipton y Rob Corddry son especialmente sensacionales. Corddry despliega su contagiosa energía mientras la ironía de Tipton es asombrosa. Sin embargo como comedia tampoco es sensacional ya que hay elementos divertidos que se quedan a mitad de camino y no logran ser aprovechados por completo como el uso de la música, o incluso se terminan repitiendo hasta el hartazgo como son las continuas miradas fijas del protagonista hacia la chica. Incluso el personaje de John Malcovich y la trama de los esqueletos son más pertinentes en otro tipo de películas, más dramáticas o terroríficas. Es su fuera de lugar, lo que vuelve absurdos a sus comportamientos o intervenciones. Tan mal ubicados como los continuos sueños o recuerdos del protagonista donde se observan los recuerdos del exnovio de la chica y no aportan absolutamente nada a la trama romántica. A pesar de todo, la película termina siendo un relato ágil y entretenido, ya que siempre hay movimiento y peligro a cada paso. Los constantes cambios en el protagonista y su raza de zombies vuelven a cada detalle en algo muy interesante de observar y si bien las transformaciones se remarcan bastante por la trama, se hace muy divertido ver como su cuerpo y forma de moverse va evolucionando. En definitiva, “Mi novio es un zombie” se trata de una trama simple y efectista que logra entretener a lo largo de su duración.
¿Zombies enamorándose? ¿A esto llegó el género? Parece que sí, y llegó para quedarse. Mi Novio es un Zombie –o Warm Bodies, tal es su nombre original y como me referiré al film de ahora en más- es la nueva comedia del director Jonathan Levine (50/50), protagonizada por Nicholas Hoult, Teresa Palmer y John Malkovich. Sin dudas la saga de Crepúsculo tuvo mucho que ver en que esta película sea una realidad, ¿pero eso hace que ambos films sean parecidos? Para nada, Warm Bodies es mucho más de lo que aparenta a primera vista y a continuación te voy a explicar porque. Cuerpo Frio, Corazón Caliente En el año 1968 se estrenó un pequeño film que cambiaría para siempre la historia del cine de terror, este film se llamó La Noche de los Muertos Vivientes y fue dirigido por George A. Romero, un hombre que se transformaría en el padre de los zombies tal como los conocemos hoy. Es importante nombrar esta película ya que gran parte de las reglas del género tuvieron ahí su origen. Y aunque Warm Bodies toma prestadas muchas de estas reglas, también reformula muchas de ellas e incluso se toma la libertad de agregar algunas propias. Al igual que los films de Romero, este comienza en el “segundo acto”. La epidemia ya es cosa del pasado, el mundo está completamente destruido. Mientras los zombies deambulan por las calles y edificios vacíos que quedaron en las ciudades abandonas, los pocos humanos vivos se resguardan detrás de grande muros y sus salidas al mundo exterior se limitan a la búsqueda de remedios o alimentos. R (Nicholas Hoult) es un zombie más, literalmente uno entre millones, y está sufriendo una crisis existencial. A pesar de que no disfruta comer humanos debe hacerlo para subsistir, camina lento y no puede emitir más que unas pocas palabras o gruñidos. Cansado de pasar todo el día en el aeropuerto donde vive, R y otro grupo de zombies decide ir en busca de comida a otro lugar. Así es como se cruzará en el camino de un grupo de humanos que salieron en busca de medicamentos, entre ellos están Julie (Teresa Palmer) y su novio Perry (Dave “hermano de James” Franco). Pero luego de un ataque donde R se devora a Perry, siente de repente una inevitable atracción hacia Julie y decide protegerla. R la lleva al aeropuerto donde vive y nacerá entre ellos una extraña e imposible relación, pero mientras R lentamente se enamora, algo adentro de el comenzará a cambiar, volverá a sentirse vivo nuevamente. Esto es solo el comienzo de algo mucho más grande de lo que cualquiera de los puede imaginar, algo que quizás cambie al mundo en que viven para siempre. Cerebros y algo más Tal como dije anteriormente, Warm Bodies se toma muchas libertades a la hora de adoptar las reglas de las películas de zombies. Aquí los muertos vivientes piensan, hablan, luchan, pegan patadas, corren y algunas cosas más. Algo que seguramente (y lamentablemente) alejará a los puristas del género, pero que en este caso, y a pesar de lo ridículo que pueda resultar por momentos, está todo hecho al servicio de la historia. El film (basado en una novela escrita por Isaac Marion) es una muy libre adaptación de Romeo y Julieta de William Shakespeare, no por nada los protagonistas se llaman R y Julie. La historia también es una mezcla de otras películas de muertos vivientes como Land of the Dead, Shaun of the Dead y Return of the Living Dead. Pero a pesar de las cosas que toma prestadas, Warm Bodies resulta un film bastante original y entretenido. Nicholas Hoult hace un excelente trabajo como R, dotando de vida y emociones a un zombie, cosa para nada fácil. Es el propio Hoult quien se calza la película al hombro y mediante su voz en off nos cuenta directamente las ventajas y desventajas de ser un muerto vivo en un mundo post apocalíptico. Los primeros minutos de película se desarrollan con solides e incluso llega a haber algunos momentos muy inteligentes donde se deja entrever una crítica o mirada irónica a la sociedad actual, pero que lamentablemente no se explota demasiado. Quizás porque la película tampoco pretende ser eso, al fin y al cabo Warm Bodies es una historia de amor a pesar de su trasfondo social. La pareja que conforman Hoult y Teresa Palmer es más que correcta. Palmer da una aceptable actuación pero siempre se termina viendo opacada por Hoult cuando entra en escena. La película sufre un bajón un tanto importante llegando a la mitad. Jonathan Levine tenía entre manos la difícil tarea de hacernos creer que la relación amorosa entre un zombie y un humano es posible, y si bien me complace decir que hizo un buen trabajo, Levine también peca de repetitivo a la hora de mostrar el acercamiento entre estos dos personajes, por lo cual el film comienza a aburrir un poco, mostrando una y otra vez la misma escena, pero de diferente manera. Toda película necesita un villano, y en este caso nos encontramos con otro problema. El primero de ellos es John Malkovich, quien interpreta al padre de Julie y líder de la revolución contra los zombies. El papel no está lo suficientemente desarrollado para justificar el casting de un actor de la talla de Malkovich. Y si bien las pocas escenas en las que aparece hace un buen trabajo, poco y nada tiene que hacer en la historia. Otro de los villanos con los que cuenta el film son los mismos zombies, pero no el mismo tipo de zombie que R. Resulta que con los años, los muertos vivos comienzan a pudrirse y pierden completamente todo los que alguna vez los hizo humanos, tanto por fuera como por dentro. Estos seres oscuros son puro hueso y se guían con instinto animal, por lo que son capaces de matar tanto a humanos como a los zombies más débiles. Aquí nos encontramos con un simple problema de lógica, si estos “flacos” (así se refieren a ellos los zombies de la película) son muertos vivos al borde de la putrefacción ¿Por qué razón saltan como si fueran Spiderman mientras que los zombies más “nuevos” apenas pueden moverse? ¿Por qué corren como si fueran el T-1000 en Terminator 2? ¿Por qué tienen una fuerza casi sobre humana y definitivamente mayor a la de cualquier zombie común y corriente? Ese punto, que resulta de mayor importancia en el desarrollo de película, no tiene explicación alguna. Párrafo aparte merece el fabuloso soundtrak que tiene el film, canciones de artistas como Scorpions, Bob Dylan y Guns N’ Roses se ajustan de manera perfecta al relato e incluso varias de ellas son utilizadas por R a través de un viejo tocadiscos para poder comunicarse con Julie. Conclusión A pesar de lo que el título en castellano o el marketing alrededor de la película pueda hacer suponer, la realidad es que Warm Bodies es una propuesta original y divertida. Aunque por momentos se pierde el hilo argumental y la lógica, el guión de Levine es lo suficientemente inteligente para llevar a la película por el camino correcto. Nicholas Hoult entrega una fantástica actuación y la mezcla justa de comedia y romance deberían ser suficientes ingredientes para pasar un buen rato en el cine. Y si sos fanático del género de zombies (como en mi caso) te va a dar gusto encontrar pequeños homenajes a gente como George Romero o Lucio Fulci.
Así de bizarro, es el argumento de este intento por recuperar la mística de la saga CREPUSCULO pero con cadáveres andantes en lugar de vampiros. La narración en off del zombie protagonista nos introduce en el código y reglas con que se rige este mundo apocalíptico en donde las personas se dividen entre aterrados humanos y muertos vivos famélicos. La película se guarda una sorpresa, existe una mutación más temible que los zombies: los esqueletos. NICHOLAS HOULT le pone toda la onda a un papel difícil, al borde del ridículo, apelando al poco sex apeal que un personaje tan desagradable y mal oliente le permite. Con pocas dosis de humor, este hubiera sido un buen camino para dotar al filme de un espíritu menos solemne y más festivo, la historia deriva en un melodrama que no hace más que acentuar el tono freak de la puesta. Estéticamente la cinta es aceptable, se vale de colores saturados, efectos visuales creíbles y una atmosfera de desolación bien lograda. Algunas secuencias de tonos lisérgicos se pierden en medio de una trama que nunca logra pasarse al lado de la sátira y que termina apelando a aquello con lo que pretende ironizar.
Películas de zombes hay muchas, debido a que es el género sobre el cual recaen los realizadores que empiezan en la industria del cine. El gran problema siempre es cómo lograr que una peli de Zombies nueva no sea una más del montón. Warm Bodies definitivamente logra destacarse dentro de su género por unos cuantos giros pocos tradicionales que toma en la forma de contar su historia. Todo comienza con una infección sobre la cual no se dan muchos detalles y tampoco son relevantes a la historia. Parte de la humanidad termina convertida en zombie y los sobrevivientes se refugian en una porción de la ciudad amurallada. R, el personaje principal, sólo puede recordar la inicial de su nombre y nada más. Es un zombie que deambula por un aeropuerto, su hogar, y posee todavía algo de conciencia (infima pero importante). A través de él es que conocemos la historia y es este el detalle que hace que la peli sea lo que es. Luego de comerse al novio de Julie, R comienza a sentir los sentimientos de él y a revivir sus recuerdos (Si, en esta peli los zombies comen cerebros para absorber recuerdos y sentimientos). Poco tiempo después R comienza a sentir esos sentimientos como propios y siente la necesidad de proteger a Julie. De a poco el sentimiento se vuelve mutuo y ese primer momento lleva a que los zombies comiencen a contagiarse de este amor. Sentimiento que podría ser la posible cura de esta infección. En el medio de todo esto aparecen los bonies que son zombies que se han arrancado la piel y se han convertido en cuerpos cuasi momificados. Ellos han perdido toca conciencia y su unico objetivo es comer humanos, además de mantener a raya a los muertos vivientes que demabulan por sus zonas. Cuando este contagio de sentimientos empieza a surgir, estos seres se ven amenazados y es allí que dedicen detener a R, intentar acabar con los humanos y de paso darse un festin. R, nos cuenta de primera mano lo que sucede, a través de la poca conciencia que le queda. Sus diálogos interrumpen la película frecuentemente y siempre son en un tono de humor que hace que todo lo que sucede en la peli se justifique. Es este el punto que marca la diferencia entre esta peli y otras pelis de zombies, su personaje principal y el humor sobre la situación. Desde un primer momento se establece que es una comedia con toques románticos. Aún asi, el humor es la primera herramienta de esta película. Si bien muchos probablemente hagan la comparación con Crepúsculo, por la chica que se namora de aquel ser misterioso, en este caso un zombie, se puede decir que el film está lejos de ese género y que no tienen ningún parecido con la saga vampirezca. A través de la comedia Warm Bodies logra contar una historia interesante con personajes que logran atraparnos desde un primer instante. El film logra ser muy entretenido por lo cual será una sorpresa para aquellos que se animen a verla. Definitivamente Mi Novio Es Un Zombie es una de las recomendaciones de esta semana.
“Romeo y Julieta” en la moda zombie El título de esta película se podria haber traducido perfectamente como "Cuerpos tibios", pero lo cierto es que el impresentable nombre de estreno local, "Mi novio es un zombie" ayuda bastante, porque apriori el espectador no puede eperar mucho de una película que se llame asi, y que recuerda los más imposibles ejemplos del género de la década de 1980. Sin embargo, ésta no es una comedia descartable, ya que está bien dirigida por Jonathan Levine, el realizador de "50/50" y tiene buenas actuaciones, incluyendo un bienvenido papel de reparto a cargo del siempre talentoso John Malkovich. La historia de amor de una chica y un zombie en un universo propio de la saga de los muertos vivientes de George A. Romero es más bien improbable dado que las necesidades de estos resucitados suelen ser tan básicas como comer humanos y poco más. Sin embargo, Levine se las arregla para armar un relato razonable en este doble sinsentido y en principio sin escapar demasiado de las reglas del género, empezando por un primer encuentro entre los protagonistas donde el galán se come al acompañante de su futura enamorada. Hay momentos donde todo parece estar a punto de decaer en otra de esas versiones light de terror romántico-adolescente al estilo de los vampiros de la saga de "Crepúsculo", y la verdad es que un poco de eso se trata esta especie de reelaboración de "Romeo y Julieta" en plan zombie. Pero por suerte, el film es más que eso, con buenos guiños al género fantástico, elementos propios del terror y, sobre todo, los gags necesarios para que el producto funcione bien como comedia de terror teenager. Hay que destacar el soundtrack, y especialmente la actuación de Nicholas Hault que sale airoso del difícil desafío de componer un zombie que dé lugar a situaciones amorosas.
Algo más que un film de terror El título local de “Warm Bodies” es bastante más explícito que el original y puede llevar a engaño. Más de un potencial espectador podrá sospechar que estará frente a otra más de la larga serie de películas inaugurada por George A. Romero con su “Night of the Living Deads”. Otros podrán imaginar que se trata de una comedia con la improbable pareja de un “muerto vivo” y un/a humano/a. Estarán más cerca de cubrir sus expectativas, aunque conviene advertirles que no encontrarán muchos motivos para reírse. El joven realizador Jonathan Levine concreta su cuarto largometraje y segundo estrenado localmente logrando confirmar con “Mi novio es un zombie” las aptitudes mostradas en “50/50”, su obra inmediatamente anterior. Para ello se rodeó de un conjunto de intérpretes noveles y algún veterano (John Malkovich) como equilibrado contrapeso. El mundo que describe no es muy novedoso pero el tono de la trama sí lo es. Por un lado tenemos a uno de tantos zombies, moviéndose generalmente en grupo y en forma lenta y torpe en busca de carne humana. Lo personifica el inglés Nicholas Hoult, quien hace diez años asumiera el rol del niño que acompañaba a Hugh Grant en “Un gran chico” y al que veremos muy pronto en “Jack el cazagigantes”. Su destino se cruzará con Julie (Teresa Palmer) y el novio de ésta, quien dejará de existir al convertirse su cerebro en alimento del joven muerto vivo. Pero la joven no presenciará ese dramático momento y en cambio será protegida por R, tal el nombre que ella le asignará al balbuciente novel compañero. De allí en más las situaciones de acción se multiplicarán dado que en realidad habrá más de una variedad de zombies. Por un lado la de los que como el propio R parecen ir mutando para bien, de allí el título en inglés, y otros de aspecto cadavérico, los temibles “flacos” (bonnies en el original) notablemente ágiles y veloces. A todo esto se agregará un verdadero ejército de humanos que resisten y cuyo líder es nada menos que el citado Malkovich, padre de Julie. No conviene agregar mucho más información para no quitarle la sorpresa al espectador. Basta con señalar que sin ser un relato absolutamente original tiene sobrados elementos que justifican su visión. Y entre ellos sobresale una banda sonora notable, además de conocidos temas rockeros. La referencia a una clásica de Shakespeare no pasará desapercibida para más de uno que observe los nombres de la pareja central, de singular química y excelente interpretación.
“Mi novio es un zombie” se acerca más a la comedia romántica para jóvenes que a las películas de terror. Y mantiene una sana distancia con otros filmes similares del género como los de la saga “Crepúsculo”. Nuestro comentario. Antes que nada, una advertencia: esta no es una película de zombis. Al menos no del tipo a las que estamos acostumbrados cuando se anuncia un filme que en el titulo tiene la palabra "zombi". Así que, para aquellos que vayan al cine en busca de hordas de muertos vivos al mejor estilo George Romero o The walking dead, puede que Mi novio es un zombie no sea la opción más acertada. Dirigida a un público adolescente, la película de Jonathan Levine (director también de 50/50) tiene todos los condimentos de una comedia romántica y muy pocos (por no decir nada) del género terror. Todo comienza en un aeropuerto abandonado, ocupado por decenas de infectados, entre los que se destaca R (Nicholas Hoult, el mismo del próximo estreno Jack el cazagigantes), un joven de pocas palabras y muchos gruñidos que no para de cuestionar su existencia y forma de vida. Lo que se dice un típico adolescente zombi. Todo es rutina en la vida de R (aunque técnicamente está muerto) hasta que conoce a Julie Grigio (Teresa Palmer) y queda perdidamente enamorado de ella. A partir de entonces ambos comenzarán a vivir una historia de amor que pasará por momentos de gran ternura. A diferencia de Crepúsculo, en este filme no hay lugar para el melodrama y todo es frescura alrededor de la poco convencional dupla. En Mi novio es un zombie la música tiene un papel fundamental y los guiños constantes a clásicos y objetos de décadas pasadas se agradecen. La pareja protagonista demuestra química y la interpretación de Hoult es encantadora, aunque por momentos pareciera olvidarse de su condición zombi en alguno de sus gestos y movimientos. La actuación de John Malkovich en el papel de padre de Julie y líder de la resistencia contra los muertos vivos pasa sin pena ni gloria, mientras que el amigo incondicional con el que R mantiene guturales conversaciones se destaca en el cuerpo de Rob Corddry (Jacuzzi al pasado). En definitiva, esta no es una película para fanáticos de los zombis y mucho menos para detractores del amor en pantalla grande. Por el contrario, sólo es apta para aquellos que quieran pasar un buen rato ante un producto entretenido y bien logrado.
Tratándose de la adaptación de una novela con semejante premisa, el resultado de Warm Bodies es de lo mejor que se podría haber obtenido. Es la frescura de un director como Jonathan Levine la que ofrece, al menos por una buena porción de la película, otra cara a lo que de otra forma sería una variante de Twilight pero con criaturas menos estilizadas o pensantes. R está en conflicto consigo mismo, con su naturaleza cambiada y su hambre incontenible. En un tiempo en que los zombies se han vuelto a poner de moda gracias a The Walking Dead, ofrece una faceta que es impensada: un muerto vivo con cierto grado de consciencia. Así es que, al menos hasta la mitad del metraje, será él quien narre una propuesta que sorprende por su vitalidad. Con buen sentido del humor y algo de añoranza por un pasado que fue mejor –lo cual Levine transforma con inteligencia en una crítica social-, se desenvuelve en un nivel interior con un dinamismo que le saca varios cuerpos de distancia tanto al amodorramiento de su fuero externo –su condición de cadáver- como a los competidores que buscan instalarse como alternativa literario fílmica para adolescentes. El realizador de 50/50 demuele el prejuicio que debería formarse desde la simple lectura de la sinopsis a partir de la creación de un carismático zombie hipster "amante" de los vinilos –son muy logrados los pasajes en los que la música diegética se hace cargo de la escena-, al cual retrata con una paleta de colores oscuros que en el momento preciso pasa hacia otros más cálidos. R piensa con mucha más velocidad que con la que actúa, con un ida y vuelta mental que entrega el costado más apetecible de una película despreocupada que bien pudo haber jugado en la comodidad del espacio conocido, como hacen tantas otras que también tratan de clavar los dientes en aquel lucrativo mercado. Desde el inicio se sabe que eventualmente cambiará hacia tierra firme, con el pesado lastre de Crepúsculo a cuestas y el innecesario basamento en Romeo y Julieta. Si bien la relación entre los personajes de Teresa Palmer –por momentos muy parecida a Kristen Stewart pero con algo más de sangre en las venas- y Nicholas Hoult –que sale bien parado, sin dudas- estuvo presente desde el comienzo, a medida que se convierte en algo posible, Warm Bodies pierde su fuerza, a la vez que su guión descontracturado gana en seriedad. R deja de racionalizar porque se hace más ducho con sus expresiones, pero con un un hablar todavía pausado y una mente adormecida, lo que tiene para decir carece del ingenio y la comedia que tenía en la primera parte. Sean o no probables, con sus últimas dos películas el director se ha permitido explorar el amor, la amistad y las conexiones humanas a partir de situaciones complejas para las que ninguna de las partes están preparadas, y lo ha hecho con cuantiosas dosis de humor y mucho interés por sus personajes –lo incondicional tanto de Seth Rogen como de Rob Corddry para con sus compañeros de ruta, así como su función como comic reliefs, termina emparentándolos-. Hasta que lo obvio se hace cargo de la escena y las resoluciones se aceleran en pos de una certidumbre absoluta, Warm Bodies tenía algo que decir y su interés se potenciaba por la forma en que lo hacía. Jonathan Levine es, a fin de cuentas, quien se anota el mayor triunfo por pensar una forma diferente de contar una historia muy familiar.
La era de los muertos ¿A quién le puede parecer sexy un zombie? Con el pelo despeinado, el cuerpo sucio (porque claro, recordemos que los zombies no se bañan, no duermen, comen cerebros humanos, entre otras miles de cosas más) y el rostro pálido y sangriento, aparece “R” (Nicholas Hoult), un zombie distinto a los demás. R salva a la joven Jullie (Teresa Palmer) del hambre de los zombies que deambulan en un panorama signado por el apocalipsis. Ella, agradecida pero aterrorizada por estar al lado de un muerto, intenta escapar hacia los brazos de su padre (John Malkovich), un militar a cargo de la eliminación de los zombies de la tierra. Sin embargo, no consigue lograrlo y día tras día -con música de vinilos de por medio- se va sintiendo atraída por el joven zombie. Pero hay un detalle que parece no importar en la película, y es que R es el culpable de la muerte del novio de Jullie, pues se comió el cerebro del mismo. Ella, enamorada del asesino, decide ayudar a toda la comunidad zombie, que está empezando a “revivir”. Con guiños hacia otras películas de zombies como Exterminio, Crepúsculo, Zombieland, “Mi novio es un zombie” termina siendo un filme de amor ridículo, disparatado y tedioso.
PRIMAVERA ZOMBIE Ni siquiera "terror teen". Simplemente podemos quedarnos con que ya ahora en estos tiempos cualquier cosa puede y debe ser "teen", pero ya no como antaño, donde el adolescente solía ser el perseguido y degollado, y no la cruel víctima de su propio reflejo: la imagen de un ser conflictuado por la banalidad misma. Luego de la saga Twilight, y otros films como Beautiful Creatures, muchos productores descubrieron que pueden incluir a los engendros que siempre nos aterrorizaron en la cima de la taquilla, siempre y cuando se mantengan hermosos, jóvenes y, cuando, especialmente, no aterroricen en absoluto. Que un zombie puede tener algún tipo de relación amorosa, nos lo mostró Bruce LaBruce en su descarnada Otto or Up With Dead People, pero ahora a aquella hermosura de Otto, se le suman nuevas posibilidades zombies al género, que no delataré para no incurrir en un "plot spoiler", pero que adelantaré sólo mueven a la risa y podrían resumirse veladamente en el intento de poner en la esencia del zombie apenas algo del desinterés adolescente por todo lo que no refiera a sus turbaciones frívolas. Justamente, en Mi novio es un zombie (aka Warm Bodies), R (Nicholas Hoult), un zombie de los menos desagradables y de los más cute de la historia del cine, se enamora de Julie (Teresa Palmer), hasta el punto de secuestrarla tras comerse el cerebro de su novio, que le permite revivir las memorias de éste y, así, conocer a la joven en más profundidad (único punto medianamente original en cuanto al género). Convenientemente, el padre de la chica no será sino el jefe de la resistencia zombie en ese mundo apocalíptico y aparentemente sin mucho más sentido que el constante defenderse (John Malkovich). No obstante, lo peor que puede extraerse de esta película es su ideología, defensora de revoluciones como las que ocurrieron con la llamada "Primavera árabe". El film propone dos variedades de "muertos vivos" y da lugar a que algunos puedan aliarse con los humanos para luchar contra los otros. Sí, para eso "despiertan" y ... ¿adivinen quiénes son los más bonitos? Un real despilfarro de intencionalidad política de la peor que un adolescente pudiera llegar a escuchar: belicosa y discriminadora. Para acercarse a las quinceañeras, tenemos comedias románticas que no mancillan el género zombie y quizá sean más sanas, pues venden la ideología naïve sin mostrarles una masacre de esqueletos mal ingeniada por un director que aprovecha un libro teen. Adolescentes ¡retornemos a George Romero!
Está vivo Esta producción, cuyo titulo original es “Warm bodies”, que traducido literalmente significaría “Cuerpo Caliente”, tiene la particularidad de ser una muy buena parodia sobre el género del terror, específicamente sobre las saga interminable de “los muertos vivos” y, análogamente, hacer honores al creador de este subgénero, George Romero, iniciada con “La noche de los muertos vivos” (1968). Al mismo tiempo que honra al maestro, dando a entender, como lo hace George Romero, mucho más de lo que supuestamente cuenta, con el agregado de poder hacer humor y al mismo tiempo respetar las reglas con las que se construyó esta subclase. En este sentido hay muchos elementos en el filme que pueden pensarse como metáforas, sin querer ser esquemático y adoctrinante debería decirse “deben pensarse”… Partiendo de una historia sencilla nos presentan a un joven zombie, en realidad él se presenta con su propia voz en off, dato no menor ya que de esa manera puede poner en juego qué piensa, cosa que los zombies no hacen, y con los cambios de tonos en la expresión sonora denotar cierto tipo de sentimiento. Todo junto, y paralelamente, nos ubica en tiempo, espacio, y situación. También nos presenta a los otros zombies. Finalmente, a la última categoría de los muertos que caminan, la de los esqueletos. La historia se centra en R (Nicholas Hoult), un zombie que por no poder explicarse nada de lo que le sucede no pasa por un buen momento anímico. Tras el apocalipsis Estados Unidos ha quedado devastado. Él y todos sus compañeros de desgracia no tienen, y no pueden tener piedad con los humanos que quedan vivos, pues son su alimento, pero R se siente diferente al resto, casi “come” con culpa, además su escondite, su refugio privado, es un avión abandonado en medio de un aeropuerto en desuso. La única forma de salvaguardar sus memorias es nutriéndose de los cerebros de sus víctimas. Sin embargo un día, movido por una emoción que creía haber perdido, se enamora a primera vista de una hermosa chica viva, Julie (Teresa Palmer), a quien no sólo rescata del ataque de sus pares sino que además se convierte en su guardián personal. Ella es la hija del Coronel Grigio (John Malcovich), líder de los humanos, quien sólo ve como solución el hacer desaparecer a esa “raza” de ex - humanos. En contraposición a esa suposición, en esa pequeña convivencia temporal, Julie aprenderá mucho de R, y dará cuenta del error de percepción de su padre sobre unas circunstancias que en realidad desconoce. Presentada y pensada como una comedia romántica, muestra giros interesantes. El humor se instala desde un principio con el relato de R, luego puede terminar de verse como una de esas películas románticas para adolescentes, tipo la bochornosa saga de “Crepúsculo”, pero sería una injusticia. Pues lo primero que se resalta y redime son los nombres de la pareja protagónica, él se llama “R”, pues no recuerda su nombre completo, y ella Julie. Incluyéndole la famosa escena del balcón, estamos claramente ante una reversión, muy antojadiza claro, de “Romeo y Julieta” de William Shakespeare. Si bien no hay diferencias de familias, aquí la divergencia radica en que ella está viva y él muerto, por ende las diferencias son palpables literalmente. Otro punto interesante esta marcado por la música, tanto la diegetica como la extra diegetica. R es fanático de los discos de vinilo, donde escucha una versión de “Missing You” de John Waite, “Shelter From The Storm” de Bob Dylan o “Patience” de Guns N Roses, en tanto Julie apenas tiene cierto registro de su existencia. Todo puede pensarse en que está puesto en función de establecer ciertos criterios ideológicos, tales como que algo de lo que queda de humano hace que sea posible una recuperación. De estructura narrativa clásica, de progresión directa, sólo con algunos flash back, puestos a la manera de entregar cierta información sobre los personajes y sus historias pasadas. Con un trabajo de fotografía respetando el criterio de la producción, esto es, constituyéndose como parodia, pero respetando la estética necesaria del género, repitiendo el criterio en cuanto a maquillaje, vestuario y un buen diseño de sonido, del que se destaca la selección musical. Claro que para que funcione debe irremediablemente tener buenos desempeños actorales, la pareja protagónica cumple, Malcovich lo hizo de taquito, y todos los personajes secundarios, pequeños pero trascendentes, cumplen sobresaliendo Rob Corddry como M, el amigo zombie de R.
Una sátira sobre el terror que se transforma en una comedia romántica. En medio de tantos amores entre vampiros, hombres lobos y humanos, ahora llega a los cines esta nueva comedia romántica, que mezcla: amor, humor y terror, pero ironizando sobre el género. La primeras escenas son un relato de uno de sus protagonistas R (Nicholas Hoult, actúo en “Un gran chico”; “Jack, el cazagigantes”, se estrena el 28 de este mes), que deambula junto a otros zombies, sin recuerdos por una zona que quedó marginada de la civilización, después del apocalipsis, de un lado viven los humanos y del otro lado ellos. Un día cuando un grupo de zombies se enfrentan a varios humanos, y entre estos se encuentra R, conoce a la hermosa y atractiva Julie (Teresa Palmer-“Soy el número cuatro”; “El aprendiz de brujo”), ¿amor a primera vista?, aquí la heroína luce seductora entre balas, ataque y una música acorde, pero queda en desventaja siendo el platillo de muchos, es cuando R decide protegerla, ahora Julie solo depende de este muchacho R un zombi. Ellos logran entremezclarse y llegar al refugio de R, un avión abandonado pero bien acondicionado, cuenta con una buena discografía en vinilo. Este joven R siente algo muy especial por Julie, no desea comer su cerebro, solo quiere protegerla y cuidarla de los peligros que puede encontrar en ese lugar. En cambio ella se siente secuestrada, lo está viendo fríamente, pero en realidad si sale de ahí es la comida de varios y como todo ser que desconoce los riesgos ella decide escapar y es cuando se enfrenta a las dificultades y R la ayuda. Recién ahí comprende todo. La relación entre ellos va creciendo, pasan gratos momentos entre: música, risas, pequeñas charlas, miradas, recorren el lugar en auto, muchas escenas divertidas y una especial cuando R mira como duerme Julie. Surge en todo momento una serie de situaciones muy cómicas a lo largo de varios días. La inseguridad no se encuentra solo entre los zombies, se encuentran unos seres muy peligrosos que son los esqueletos temidos por todos (son muy feos, algo parecidos a los de “La momia”), y pronto ellos comprenden que deben separarse. Seguir juntos no es seguro ni para él ni para ella. Los zombies son distintos están pudriendo y representan la muerte y sólo te quieren deleitarse comiendo cerebros. Es cuando Julie, la hija del general Grigio (John Malkovich), el líder del campamento humano, decide quedarse entre los suyos, pero R no logra olvidarla y va a buscarla, ahora quien está en peligro es él. ¿Quién es realmente R? ¿Por qué siente tanta atracción por Julie? ¿Los zombies pueden volver a sentirse y ser humanos? Una comedia romántica adolescente, tiene pocos toques gore, mucho humor, escenas con alguna referencia a la novela Romeo y Julieta (por eso el nombre de él es R y el de ella Julie), está hasta la situación del balcón, ingeniosa situación cuando incluyen la canción "Pretty Woman", tierna y divertida. Las actuaciones de Teresa Palmer, Nicholas Hoult, y John Malkovich son correctas.
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Basada en la novela “Warm bodies”, de Isaac Marion, la película parece, de a ratos, ser similar a la saga Crepúsculo, pero cargada de ironías y sin la pesadez que caracteriza a cada escena cursi y “rococó” de la cinta de los vampiros. Nos narra la historia de R, un zombie que apenas puede gruñir y pronunciar con mucho esfuerzo unas pocas palabras. Éste, junto con un grupo de muertos vivos, pasan sus vidas hambrientos en busca de comida, más precisamente de cerebros, cuya digestión les permite tener unos cuantos momentos de lucidez y traer a sus mentes recuerdos. Pero tras asaltar un edificio y acabar de pocos bocados con un humano, nuestro protagonista comienza a sentirse atraído por la novia de este. Mi novio es un zombie nos enseña lo mejor de sí en su resumido y dinámico tráiler; todo lo que ocurre en la hora y media del film resulta por demás soso y denso. Es que el fallo principal de esta cinta radica en que no logra entretener ni generar concentración en el espectador. Un gran problema de la cinta está claramente dado en el comienzo: si en 40 minutos iniciales el relato no nos entusiasma y avanza a paso de tortuga, es muy difícil que algo vaya a cambiar y darle un giro inesperado al asunto. Y lamentablemente eso es lo que sucede aquí: salvo la musicalización y algunos que otros gags pasables, la película da pasos muy cortos y sumamente predecibles, generando en el espectador un estado somnoliento. Por momentos bizarra, Mi novio es un zombie no entusiasma, no conmueve y, por si fuera poco, no logra dar en la tecla en las secuencias que pedían una pizca de tensión. LO MEJOR: musicalización. LO PEOR: el ritmo, lo poco aprovechada que está la idea. No entretiene. PUNTAJE: 3,50
Es tarea para el sociólogo inteligente (no es algo que abunde hoy) explicar por qué hay tanta obra protagonizada por zombies. No haremos aquí el catálogo: el lector puede golpear una baldosa y verá salir desde debajo miríadas de muertos vivos. Mi novio es un zombie se hace cargo de esta sobreabundancia de fanáticos del bocadillo de seso y plantea una comedia romántica donde ella le enseña a él a recuperar el calor del cuerpo y el alma. Pero cuidado: el realizador Johnathan Levine se da cuenta de que el punto de partida es adecuadamente cursi y juega también con eso al punto de hacerlo estallar con humor y los lugares comunes del cine de zombies. El resultado es gracioso, con aciertos -especialmente en el rubro actoral- y apuntes inteligentes. El problema es que el film gira máws alrededor de una ide que de una verdadera historia, y aunque eso puede dar resultados interesantes y hasta excelentes, aquí se requiere un mayor equilibrio entre ambas cosas: lo previsible y la risa sobre lo previsible se agotan rápidamente.
Warm Bodies llega por estos lados para pasar a llamarse "Mi Novio es un Zombie". Como sabrán esta movidas de "traducir" el título del film intentando adaptarlo para que se entienda caen en estas libertades extremas, en este caso obviamente, una vez más predomina la mente marketinera que piensa que todo lo que tenga en el título la palabra Zombie, venderá, porque supuestamente están de moda. En España fueron un poco más allá y le pusieron: Memorias de un zombie adolescente. Todo esto de "novio", "adolescente" y "zombie" pasa por una cuestión que se veía en el trailer: está apuntada hacia adolescentes, o al menos parecía que iba a ser una especie de Twilight (Crepúsculo) pero cambiando los vampiros brillosos por zombies. Es así? Solo un poco, al menos el nivel de empalaguez no es tan extremo. El film nos cuenta como un zombie con problemas existencialistas se enamora de la novia de una de sus víctimas. Comienzan a tener una especie de relación de amistad humano-zombie y esto provoca un cambio en la vida (o no-vida) del zombie y sus compañeros. Jonathan Levine se hace cargo de la dirección, quizás lo recuerden por haber dirigido 50/50 (drama con Joseph Gordon-Levitt teniendo cancer), está protagonizada por Nicholas Hoult (Beast en X-Men: First Class y Jack en Jack the Giant Slayer, próxima a estrenarse) y Teresa Palmer (Take Me Home Tonight) que, oh casualidad, es extremadamente parecida a Kristen Stewart (protagonista de Twilight-Crepúsculo) aunque mucho más expresiva. Buéh, hasta una espátula es más expresiva. Entre los secundarios aparecen Rob Corddry (Hot Tub Time Machine) y John Malkovich (quien no necesita que le cite películas en estos paréntesis) aunque muy poco. Las actuaciones son correctas, no destacan y acompañan, es una peli romántica de zombies, uno sabe qué esperarse medianamente. Sin contarles nada puntual, la novela original, de Isaac Marion, la adaptó el director y si bien tiene muchos puntos similares (hasta algunas escenas calcadas) el final es mucho más azucarado que el del libro, una pena. Visualmente está muy bien, la estética, tratamiento de climas, pasos de claro-oscuro y demás cumplen su función. El problema es que todo eso se ve algo opacado por la cantidad de música melosa en exceso, hay demasiadas escenas con música sin diálogo encima, se vuelve algo tedioso para el espectador. Los efectos especiales rinden, no mucho más. Los puntos fuertes de la película son el buen ritmo, la dirección y las buenas dosis de humor. Quizás la misma peque un poco de optimista, pero para pasar el rato no está mal.
Con la fiebre por los vampiros en claro descenso en Hollywood, los muertos vivos son quienes vinieron a tomar la posta en este fenómeno. Y como toda moda, en algún momento ésta también pasará y será el turno de las hechiceras para la próxima temporada. Pero antes, quedémonos en el presente y prestemos atención a esta vuelta de tuerca a las historias de zombies. Desde la tele con el éxito de “The Walking Dead”, la novela best-seller “Orgullo y prejuicio y zombies” y ahora en el cine, los no muertos parecen estar por doquier. Basada en el libro Warm Bodies, y con la ridícula traducción local, Mi novio es un zombie es la historia de R (Nicholas Hoult) un zombie que como todos los de su clase vaga perdido. Sin embargo, no es uno más de ellos: tiene conflictos internos, dilemas morales, es coleccionista de objetos y se enamora de una chica que aún está con vida. Tras salvar a Julie (Teresa Palmer) de ser devorada, R descubre el amor y los humanos comienzan a notar que los zombies pueden llegar a tener un atisbo de cura en lo más profundo de su ser. A través del humor, la auto-parodia a un genero que comienza a demostrar ciertos visos de saturación, una pareja central con mucha química y verosímiles en sus roles, esta propuesta prescinde del edulcorado clima de Crepúsculo y se vuelca hacia la comicidad y la acción para contarnos los devenires amorosos de una pareja, a priori, imposible.
Amor sin barreras El director Jonathan Levine se despachó primero con una comedia tristona que tenía nada menos que a la muerte como personaje en las sombras. A un tipo le diagnosticaban un cáncer gravísimo y, entre otras cosas, la película mostraba sus maniobras para sobrevivir lo mejor que podía dadas las circunstancias terribles en las que se encontraba. En Mi novio es un zombie el protagonista ya está directamente del otro lado: es un muerto que camina en busca de sustento. No un zombie teledirigido como los que indica el folclore haitiano –cuyo ejemplo cabal se puede ver en I Walked With a Zombie, la hermosa película de Jacques Tourneur para la RKO– sino como el que prescribe desde hace por lo menos cuarenta años el cine americano. Lo curioso es que ese muerto vivo, ese ser que navega entre dos mundos, tiene esta vez una conciencia: la voz en off del zombie guía el relato y establece el punto de vista de la película, contrariando el título que tiene en castellano (que sin embargo se ajusta más a lo que se ve en pantalla que al original Warm Bodies, simpático sintagma que no cuesta asociar casi inmediatamente con el porno medio pelo). El caso es que la primera sorpresa de la película es esa voz en off: los zombies también pueden pensar. Son capaces de reflexionar acerca de su condición y hasta se enamoran, si se topan con la persona indicada. Lo malo es que de quien se queda prendado el protagonista es de una chica normal (que en realidad es anormal, porque el zombie se desplaza en un mundo poblado por sus semejantes, mientras los humanos no infectados que habitan zonas fortificadas de la ciudad constituyen la inversión del “otro” en una película habitual de zombies). Como se sospechará, este es el centro de la película. El zombie conquista a la chica en cuestión, pero debe vérselas con su padre, un militar despiadado que, como es lógico, no ve con buenos ojos la relación, y también con sus propios compañeros zombies, a los que les falta la sensibilidad necesaria para ver en esa rubia preciosa algo más que un plato de comida. Al dolor de la unión imposible se suma el hecho de que el personaje de la chica funciona como aquello que ya no se es: un reflejo de las cosas perdidas. A menos, claro, que el amor lo cure todo. Como en 50/50, la anterior película del director, el personaje principal lucha en condiciones desventajosas, creando su propio mundo dentro del mundo. Mi novio es un zombie tiene por momentos una calidez inesperada: el chico ha hecho su refugio dentro de un avión destartalado donde escucha discos en una bandeja reciclada que parece el signo de una civilización remota (“Los vinilos tienen un rango sonoro superior. Se oyen más vívidos y reales”, le informa a su amada que revuelve una pila de discos con curiosidad). La gracia inicial de la película, hecha de las pequeñas incongruencias entre lo que el espectador espera de una historia de zombies que se precie de tal y lo que en realidad ocurre –flechazo sentimental incluido que parece sacado de una comedia juvenil– cede el paso a las pinceladas de una especie de melancolía amable, que a la desdicha de los amantes que no pueden unirse le suma la añoranza de un mundo que ha dejado de existir. En la primera parte el director filma con elegancia y fluidez el comienzo de la relación de los protagonistas, los equívocos y las escaramuzas de los amantes: dos o tres canciones de rock buenísimas –que incluyen Hungry Heart, de Bruce Springsteen, y Shelter From The Storm, de Bob Dylan– se encargan de puntuar la narración y establecer el clima de emoción agridulce de los encuentros. Más tarde, una escena de balcón, con la participación de la extraordinaria Analeigh Tipton (de gran lucimiento en Damsels In Distress, de Whit Stillman) como partenaire cómplice de la pareja remite de modo explícito a Romeo y Julieta. En tanto, los breves planos de la ciudad abandonada a su suerte destilan un sentimiento de tristeza serena que constituye una verdadera rareza: Mi novio es un zombie posee una vocación genuina por explorar los confines de la comedia romántica ligera como si se tratara de un asunto de arte mayor: el recurso de suspensión del tiempo que producen los planos en ralenti musicalizados con canciones se alterna con tomas generales donde se expresa la precariedad del romance y la incertidumbre que amenaza a los protagonistas. Lo que menos convence de la película es el enfrentamiento entre los zombies y los humanos, justamente lo que conformaría el asunto central en cualquier otra película de zombies. El guión maniobra por momentos entre la letra dura de ese tipo de producciones y tiene que inventar unas cuantas escenas con cuerpos descabezados a tiros. Pero para eso se ve obligado a distinguir entre zombies tal cual los conocemos y una clase de criaturas todavía más degradadas, unos esqueletos que caminan, que se mueven intentando devorar todo lo que se les cruza, sin hacer distinción entre humanos o zombies corrientes. Como parece que los zombies, llamémosles normales, tienen en la película la posibilidad de rehabilitarse y volver a adquirir su humanidad perdida, terminan uniéndose a los humanos para liquidar sin miramientos a los esqueletos. Toda esa parte de la historia está embargada de una crueldad torpe e inexplicable, que no aporta nada al romance y aparenta servir al solo fin de justificar la inclusión de unas cuantas escenas de exterminio. Levine pudo haber hecho una gran película sobre el aprendizaje sentimental aprovechando un tema universal de amor contrariado. Mi novio es un zombie no es del todo esa película pero algo tiene: se disfruta rápido como una coca cola con hielo en un día de calor y nos sugiere la existencia de otro cine mainstream posible.
El amor todo lo puede "Warm bodies" es un propuesta adolescentísima, eso lo sabemos desde que vimos el 1er cartel promocional y el trailer, por lo tanto no deberíamos sorprendernos con el enfoque que se le dio y la forma narrativa que eligió el director Jonathan Levine para llevarla a cabo. La historia está basada en la novela homónima del escritor Isaac Marion que tuvo un nivel moderado de éxito, lo suficiente como para adaptarla al cine y ganarse unos manguitos extras. "Warm bodies" propone un mundo post apocalíptico dominado por zombies que acechan a los reducidos grupos humanos que viven en el mundo, aunque la novela y el film se centran en la ciudad de Seattle puntualmente. Los humanos viven en zonas seguras protegidas por enormes paredones, pero cada tanto deben salir hacia el peligro en busca de medicamentos y provisiones. En un de estas salidas, el grupo de exploración al que pertenecen Julie (Teresa Palmer) y Perry (Dave Franco) es atacado por un grupo de zombies hambrientos, ansiosos de cerebros, ya que al comerlos pueden obtener los recuerdos de la persona y sentirse, aunque sea por un rato, más humanos nuevamente. El protagonista llamado "R", al comerse el cerebro de Perry, comienza a experimentar sentimientos amorosos por Julie e inesperadamente a curarse a sí mismo. ¿Adolescente no? Bueno, eso es lo que ofrece este film, amor juvenil con empaque bizarro. Más allá de algunas contradicciones evidentes como hacer que los muertos vivos razonen, cuestión casi sacrílega en el universo zombie, se debe resaltar la pericia de Levine para fusionar dos géneros tan distintos como la comedia romántica y el terror, más puntualmente el terror zombie, y hacerlo funcionar como un producto cinematográfico entretenido. Sí creo que se la ha sobrevalorado un poco de más, comparándola con una moderna historia shakespeariana (?) o haciendo algunos análisis sociológicos de la trama, en los cuales estoy seguro que el escritor no profundizó en lo más mínimo cuando la concibió. Tiene algunos momentos bastante divertidos, hace uso de la cultura pop adolescente y no oculta su espíritu cursi y romanticón. Recomendable para personas de espíritu burbujeante a las cuales la premisa pudiera resultarles interesante. Si no te gustan los romances adolescentes, ni te gastes.
Publicada en la edición digital Nº 5 de la revista.
Humor, romance y ficción para el público juvenil R es un zombie que vaga perdido, solo y sin rumbo tras una plaga mundial que ha convertido a casi toda la población en muertos vivientes. Se desplaza sobre una ciudad en ruinas, llena de edificios derruidos, coches oxidados, ventanas rotas y abandonados rascacielos, después del apocalipsis. Él sólo puede gruñir y pronunciar algunas palabras, y es a partir de esos pensamientos traducidos en off que cuenta la historia. Junto a su amigo M y un grupo de zombies, salen a buscar comida, ansiosos de cerebros, ya que al comerlos, los recuerdos de estos destellan en la mente de los muertos vivientes y así ellos tienen unos minutos de lucidez. Un enfrentamiento con un grupo de adolescentes dirigidos por el jefe de la resistencia humana termina con algunas bajas, entre las que se encuentra el novio de Julie Grigio. Después de devorar el cerebro del muchacho, R comienza a sentirse atraído por Julie y a sentir la necesidad de protegerla. En principio la refugia en su escondite, donde Julie no logra entender la situación. Pero más tarde detecta en R un comportamiento diferente y la relación que nace entre ellos deriva en circunstancias inesperadas y que ofrecen la esperanza de una nueva existencia. Poco a poco, y gracias a Julie, el corazón muerto de R comienza a latir de nuevo y vuelve a recordar cómo era estar vivo. Nicholas Hoult --a quien se conoció hace ya varios años a través de la hermosísima comedia Un buen chico , junto a Hugh Grant y Tony Collette--, reapareció con fuerza en el cine norteamericano con dos títulos de estreno reciente: Jack, el cazagigantes y la actual Mi novio es un zombie. Esta cinta es dirigida por el también joven realizador Jonathan Levine, responsable de 50/50 , todo un alegato en favor del coraje y el amor a la vida. Levine buscó humanizar la mitología zombie, mostrando un proceso de transformación que no resulta ni inexplicable ni abrupto a través de Mi novio... , que con críticas más o menos efusivas pero siempre amables llegó a las pantallas bahienses y está a punto de retirarse sin pena ni gloria. En esencia, corre por carriles similares a los del título anterior, y enfoca en la posibilidad de rescatarse --de una enfermedad terminal o de la muerte-- a partir del amor, sólo que, por tratarse de una película que formula un romance sobre la base de la ciencia ficción, puede trabajar con más soltura sobre el humor. Claro que no resulta muy original en sus chistes ni en la resolución argumental. Sí toma valor extra en la forma de incluirlos en la trama que Levine construyó para la pantalla y para el público juvenil, a partir de la idea general del libro, inspirado en una novela que escribió Isaac Marion y que se volvió popular entre el público que también consumió --diferencias mediante-- las entregas de Crepúsculo.
Yo no sé si soy yo - que me estoy volviendo un exquisito o estoy entrando en un ancho de banda mental que me permite sintonizar las cosas de otra manera - pero últimamente me estoy topando con películas muy muy dispares, esas que tienen una escena formidable y otra realmente espantosa. Antes, yo veía filmes parejos que en algún momento de la trama se desbarrancaban - generalmente cerca del final -, pero al menos mantenían un promedio de calidad hasta que dejaban de funcionar. Hoy en día parecen filmes escritos por un comité - un autor toma una escena, otro toma otra - y el libreto resultante jamás es revisado de manera íntegra por alguno de los escribas participantes. Algo de eso ocurre con Mi Novio es un Zombie, una bizarra comedia romántica con muertos vivientes que tiene momentos muy dulces y momentos muy grises. No es que sean escenas abominables, pero son secuencias en las cuales se nota que el libretista no tenía ni idea de para dónde disparar para seguir avanzando con la trama. Que yo recuerde, la única comedia romántica (o especie de) que involucre muertos y humanos que haya visto debe haber sido la saga de Nekromantik, esa que glorificaba la necrofilia y que le debe haber dado vuelta el estómago a más de uno. Acá las cosas son un poco más civilizadas - en vez de cadáveres tenemos zombies, algunos menos podridos que otros - y son manejadas con mejor gusto que el filme de Jorg Buttgereit. Esta es una comedia romántica donde un zombie se enamora de una humana, algo así como una especie de versión de Twilight pero con muertos vivientes. Igual el libreto no se toma las cosas demasiado en serio, y mantiene las distancias entre zombies y humanos, por lo menos para que la cosa no entre en el terreno del mal gusto - no me imagino darle un beso a alguien que devora tripas humanas sin haberle dado por lo menos cinco minutos de cocción en una parrilla! -. Bien podría decirse que Mi Novio es un Zombie es una especie de Romeo y Julieta escrita por George A. Romero. El escenario apocalíptico es el de siempre - los zombies se apropiaron de todo el planeta, quedan unos pocos humanos resistiendo en una fortaleza inexpugnable -, y los muertos vivientes van a la caza de humanos para alimentarse. Arrancamos con el relato en primera persona de R - un zombie que se ha vuelto consciente y que, con limitaciones, vive una especie de rutina diaria deambulando todos los dias por el mismo aeropuerto, acumulando cosas que le hagan recordar su humanidad pasada, armando una especie de refugio - hogar en un avión abandonado, y manteniendo conversaciones basadas en gruñidos con el resto de sus compañeros de horda -, al cual le gusta devorar el cerebro de sus victimas para captar sus recuerdos y hacerse por un momento más humano. Curiosamente se lastra el seso del novio de la protagonista, y comienza a sentirse atraído por ella. La secuestra pero para protegerla, la ensucia con sangre zombie como para que el resto de los infestados no sospeche de ella (y la ataque) y la tiene en su refugio - avión, en donde la abriga, alimenta y hasta le pone discos. El por qué un zombie que camina arrastrándose y apenas balbucea es capaz de amuchar toneladas de discos románticos de la década del 80 (y cómo es que sabe operar un tocadiscos) es un misterio que el libreto jamás se toma el esfuerzo en explicar, así que hay que aceptarlo per sé. Los primeros defectos que uno encuentra con la premisa del filme es que el protagonista zombie - Nicholas Hoult, aquel pibe cara de nabo de About a Boy, que ahora se ha transformado en un adulto joven... con cara de nabo - es demasiado inteligente para su estado. El cómo empieza a evolucionar - a final de cuentas se enamora de la chica... y por ello su corazón vuelve a latir! - es un tema que el libreto no resuelve muy bien, ya que para lo que le sirve el zombie es un bobo y para otras cosas es demasiado vivo. Algo similar ocurre con el resto de sus amigos zombies - liderados por Rob Corddry -, que empiezan a enternecerse con el cariño que R le prodiga a Julie -. Los malos de turno quedan reservados a los huesudos, esos zombies pasados de putrefacción que carecen de piel y ojos, y viven en el estadío más salvaje y terminal de su condición infrahumana. A los huesudos no les gusta nada ver como estos tipos empiezan a humanizarse - les late más fuerte el corazón, comienzan a sangrar, sus cuerpos se entibian -, y los ven más como una nueva fuente de alimento que como sus primos evolucionados. De más está decir que el final implicará un enfrentamiento entre las tres partes - humanos, huesudos y zombies evolucionados - en una batalla de resolución incierta. Mientras que a primera vista la premisa de Mi Novio es un Zombie es una estupidez absoluta, al menos la ejecución resulta muchísimo mejor de lo esperado. No es un filme de terror sino una comedia romántica con toques de horror - sin llegar al filo de Shaun of the Dead -. La gran gracia de la película es la pareja central de Nicholas Hoult y Teresa Palmer, la que desborda de química y resultan ser excelentes actores. Hay momentos de comicidad, y hay momentos de ingenio, pero da la impresion que hay instantes en donde el libreto trampea sus propias reglas para avanzar con el tema del romance. Por ejemplo, el por qué R secuestra a la chica y cómo es que la mantiene encerrada en su refugio - aunque ella puede escapar en cualquier momento a bordo del BMW que usa R para escuchar música fuera de su "casa" -, o cómo es que Rob Corddry súbitamente sabe manejar un camión y salva a los protagonistas en el momento justo. Son secuencias en donde uno queda frunciendo el ceño, viendo como la lógica escapa por la ventana. En realidad Mi Novio es un Zombie termina siendo digerible cuando se la ve como una alegoría, sólo que la dirección de Jonathan Levine no sabe mandar las señales adecuadas al público. Desde que George Romero inventó el género, los muertos vivientes siempre han servido de metáforas, al menos en las películas más inteligentes y destacadas del género. Aquí la cosa pasa por el aislamiento social; R no deja de ser un tipo romántico chapado a la antigua (he ahí el tema de los discos viejos) y está harto de ser un solitario; por el otro lado, el resto debe pensar en sus propias necesidades (sean zombies o humanos) ya que el fin del mundo ha provocado escasez de recursos y ha incrementado el egoismo. Como dice un personaje en un momento "ahora que no hay Internet, no te puedo ilustrar lo que te pasa"; y como éste es un mundo sin internet, la gente vuelve a humanizarse. Las relaciones sociales vuelven a ser personales, la gente recupera el contacto humano, se revalorizan los valores fundamentales y esenciales. Esa es la única interpretación que, a mi juicio, calza con el relato y su marcha (de a ratos) forzada. Mi Novio es un Zombie es una película simpática. Lo mejor es la química de la pareja central, pero el resto del relato es desparejo. Como película de horror no funciona, y resulta tibia como comedia, pero es deliciosa como cinta romántica. El problema es que es dispar, con lo cual no triunfa en todos los objetivos que se propone lograr, y no estoy seguro de si el público adolescente al que apunta captará (o aceptará) la totalidad de la idea. Creo que es un esfuerzo diferente que queda a medio camino, y que termina por salir a flote gracias al talento y gracia de todos los involucrados en la empresa.
ZOMBIES TIBIOS A medida que el cine fue evolucionando, también así lo hicieron los zombis. Durante muchísimo tiempo en paralelo, como un monstruo berreta y aburrido, hasta convertirse en lo que conocemos hoy como “películas de zombis”, o sea, un genero en si mismo. Un genero con películas exitosas, con reglas, con estructura… y con Warm Bodies. No es una película que, siendo estrictos pertenezca a esta sección. Tiene un presupuesto, actores conocidos… ¡hasta tiene a John Malkovich! Pero, en algún lugar, sigue siendo una película de zombies, y eso sigue siendo cine bizarro. Aunque también nos podríamos preguntar hasta qué punto, ya que hace algunos años dejaron de ser películas de culto y explotó un fenómeno zombie con comics (The walking dead, Marvel zombies), series de televisión (TWD, In the flesh, Dead Set), sagas de películas (Resident Evil, REC), videojuegos (RE, Plants vs Zombies) e incluso libros clásicos reversionados con zombies (Pride & Prejudice & Zombies). El género es ahora popular, y no nos quejamos. El género está cambiando y tampoco nos quejamos… bueno, quizás un poco. Warm Bodies llama la atención porque la historia está contada desde la perspectiva de un zombie. No es una idea original, pero es una idea que se usó poco. En el 2008 Marc Prince filmó Colin, una película basada en la misma idea, como es el mundo visto desde un no-muerto. La serie de televisión In the flesh también toma esta postura, con una vuelta de tuerca. Pero aunque una idea no sea original, no significa que sea mala. De hecho, en un principio es atrapante, porque escuchamos los pensamientos de “R” (el personaje principal encarnado por Nicholas Hoult, a quien vimos por primera vez en la pantalla grande con Hugh Grant en About a boy) y es, básicamente, un adolescente atrapado en un cuerpo extraño… o sea, lo normal, salvo lo de ser un no-muerto caníbal. Es gracioso, uno simpatiza con el zombie, es divertido escuchar los pensamientos de R, un tipo razonable, tímido… Warm Bodies prometía ser entretenida. Hago un stop. El género zombies es un género que por sí solo, no hace nada. Necesitamos drama, necesitamos suspenso, necesitamos comedia… algo más que zombies. Resident Evil es acción, REC es de suspenso, In the flesh es un drama, Shaun of the dead es una comedia y Warm Bodies… no llega a ningun lado. Resulta que las locas locas aventuras de R y Julie, nuestros intrépidos protagonistas, empiezan cuando el primero decide zamparse el cerebro del novio de la segunda para después rescatarla de ser devorada, imbuido con los recuerdos del recientemente masticado novio. Poco a poco, los dos se van enamorando y su amor se convierte en una cura para los no-muertos. Romeo y Julieta versión zombi. El género está cambiando, realmente. Los amantes de las películas de zombies, contentos. Quieren más zombies. No tienen que ser ni siquiera buenas películas. En general su único requisito es que tengan zombies. Warm Bodies tiene zombies… zombies y amor. Hago hincapié en esto y pareciera que los zombies y el amor no se pudieran cruzar y eso está lejos de la realidad. En Zombieland Columbus se enamora de Wichita, en 28 Days Later Jim se enamora de Selena, en In The Flesh Kieren está enamorado de Rick, etc., etc. ¿Así que por Warm Bodies falla tanto? Quizá son los montajes con música sacados de Rocky III, quizá no pusieron lo suficiente a Malkovich en escena, quizá Julie se olvida demasiado rápido de que su nuevo novio semi-podrido se desayuno a su ex hace media hora. Pero lo que probablemente haya sucedido es que si querés hacerte el controversial, quizás deberías escribir un guion con personajes con tres dimensiones y, básicamente, jugártela. En lo que a mí respecta, Warm Bodies necesita un golpe de calor para terminar de cocinarse
Publicada en la edición digital #249 de la revista.
Vivir para contarla Tras los vampiros amigables de True Blood y los románticos de Crepúsculo, era inevitable que otro linaje de monstruos cayera bajo el irresistible encanto humano. La víctima de turno es un zombi carilindo (Nicholas Hoult, el chico crecido de About a Boy) que ni recuerda su nombre. Apenas puede balbucear “R…”, y así lo bautiza Julie, la hija del mandamás que combate a la plaga (un devaluado John Malkovich). R es melancólico, un emo que escucha rock de los ochenta en vinilos. Cuando Julie (Teresa Palmer) le pregunta por qué no usa un iPod, R responde: “Porque es más cálido”. Pronto formarán pareja y unirán a zombis y humanos contra una nueva amenaza: los bonies, esqueletos generados por computadora. Más allá del trillado argumento (los esqueletos son como los T-1000 que combate el Terminator bueno de T2), la gran falla del film es la idea de humanizar a un zombi, criatura carente del glamour de un vampiro. Hace años que los zombis volvieron a ser foco, pero la realidad demuestra que es imposible hacer variaciones, pese al interés que generan. Sólo se permite el humor ácido, como en la británica Shaun of the Dead, o el simple y clásico gore, como en The Walking Dead; ese nunca falla.